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Los Treses

Los números tienen una vida propia, como entidades distintas. Des-
pués del 1 (el Todo en potencia, fundamentalmente andrógino) y del
2 (acumulación de una experiencia, esencialmente receptivo), el 3,
explosión creativa, es el primer número esencialmente activo. Pero
doblemente activo: hacia la vida y la muerte, hacia la reproducción, la
construcción, la euforia de vivir, o hacia la destrucción, la depresión,
la transformación implacable que exige la eliminación de lo antiguo.
Su aspecto vital lleva a cabo la transformación por la eclosión de lo
nuevo.
Estos dos aspectos del Tres se manifiestan en La Emperatriz (III) y
en el Arcano sin nombre (XIII). Es evidente que la Emperatriz, con su
cetro apoyado en el vientre y adornado con una hoja verde, está en
plena gestación. En cuanto al Arcano XIII, el personaje siega con su
guadaña la mala hierba para que el nuevo ser pueda desarrollarse.

En el Tres de Espadas, la potencia de la carta se revela mediante


las dos ramas que rodean la espada. Si contamos sus hojas y sus bayas
negras, obtenemos el número 22, que representa la totalidad de los
arcanos mayores del Tarot. La espada roja simboliza el intelecto acti-
vo, entusiasta, idealista, sin medida. Las cuatro flores que rodean las
espadas entrecruzadas dan una seguridad a este impulso. Indican que
cualquier pensamiento está sostenido por un espacio bien orientado,
cuatro puntos cardinales. En el lenguaje popular se designa un estado
de confusión mental con la expresión «perder el norte». Esta carta,
como todos los Treses, tiene una tonalidad adolescente. Aquí se plan-
tean todos los problemas, se confunde el creer con el saber, se piensa
sin unirse al mundo, motivado por la energía de un ideal que puede
ser tanto falaz como verdadero. La energía del Tres de Espadas está
estrechamente vinculada a la energía sexual de los Bastos.

El Tres de Copas representa el amor ideal, romántico. Son las pri-


meras experiencias afectivas. El pie de la copa de arriba, muy protegi-
da por dos hojas, reposa dentro de un corazón, acariciado por dos
bulbos llenos de ensoñación. El amor ideal puede conducirnos más
adelante, si fracasa, a una profunda decepción. Pero, al ser el prime-
ro, es el más bello de vivir. En la base del corazón, toda una construc-
ción lo protege y lo sostiene. La forma roja, huso recorrido por tres
líneas negras que tiene en su base tres pétalos naranja, representa la
divinidad andrógina. Este amor ideal es una proyección del amor divi-
no. Las dos copas de abajo representan el masculino-animus y el feme-
nino-anima que se unen para crear ese sueño.

En el Tres de Oros vemos una construcción aparentemente simi-


lar, pero en realidad muy diferente. El oro de arriba se encuentra den-
tro de la construcción de frondas, y los dos oros de abajo, fuera. Si la
acción de las Copas va hacia el cielo, hacia la comunicación con lo
divino, la acción de los Oros va hacia la interiorización, el ahonda-
miento en la materia de la gestación. Es la afirmación de un tesoro
oculto en el mundo del que hay que tomar posesión. Este arcano
representa la partida del héroe antiguo en busca del vellocino de oro,
símbolo ambivalente de la riqueza material y de la consciencia cósmi-
ca. Siendo el 3 un número explosivo, puede significar, en los Oros, el
comienzo entusiasta de un asunto con una inversión incierta: uno
puede multiplicar su riqueza o perderla.

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