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Los Doses

Si los Ases, en el Tarot, son el símbolo de las capacidades en poten-


cia, gran extensión de posibilidades que sólo esperan una elección, el
grado del 2 representa la acumulación de datos sin realización. La
clave para entender el 2 es el concepto de acumulación pasiva y recep-
tiva. La Papisa (II), grado 2 de la primera serie decimal de los arcanos
mayores, está enclaustrada. El Colgado (XII), grado 2 de la segunda
serie, está atado, con las manos en la espalda: no elige, se sumerge en
sí mismo (ver págs. 81 y ss.).

En los arcanos menores, donde la Espada es el símbolo de la vida


intelectual, el Dos de Espadas nos muestra una gran flor (la mayor de
la serie) de ocho pétalos y ocho ramas que llena todo el óvalo que la
contiene. Es la ensoñación que se instala en lo mental, una acumula-
ción de proyectos, de mitos, de informaciones, de teorías... el centro
de la flor contiene un punto negro en el que se adivina, gestándose, el
vacío que se alcanza en la perfección de la meditación. Las dos espa-
das que se entrecruzan tienen un centro rojo, activo, vital, que parece
reflejar los dos pétalos rojos horizontales. Antes de que se le dé forma,
el pensamiento aparece en el cerebro como un caos. Luego, los dos
pétalos amarillos verticales le permiten expandirse hacia la luz y el
orden, sostenido por la receptividad de los pétalos azul claro. La hoja
de las espadas es esencialmente negra: el objetivo de lo mental es lle-
gar al vacío. En este Arcano, los ocho pétalos y las ocho ramas de la
flor, así como los ocho óvalos naranjas que atraviesan las hojas de las
Espadas nos indican un profundo deseo de perfección (el 8 represen-
ta la perfección en la numerología del Tarot). Obsérvese, por otra
parte, que en todo el Tarot los doses aspiran al 8: de la receptividad a
la perfección y a la plenitud.

Las Copas simbolizan la vida emocional. El Dos de Copas repre-


senta, pues, la acumulación de sentimientos, la preparación al amor.
En la parte inferior de la carta dos ángeles revelan la fuente del amor:
un fénix rojo sobre un pedestal amarillo. Los ángeles representan la
pureza. El de la izquierda, que es ciego, nos sugiere que la elección
del objeto amado no se hace por el intelecto, sino por las razones del
corazón. El cortinaje azul claro constelado de manchas parecidas a las
del armiño, como un manto real, señala la protección divina. El
pedestal y la corona amarillo claro son símbolos de la consciencia cós-
mica, en la cual se forma el ave inmortal. El fénix mítico tiene la pro-
piedad de poder arder y renacer de sus cenizas, al igual que el amor
muere y se renueva cada vez: el amor no es individual, es una fuerza
universal. De todo ello crece una raíz que se abre en la primera flor
roja y amarilla, símbolo del amor encarnado en el corazón humano, y
se prolonga en un tallo azul claro que produce dos animales, peces
quizá, que liban de una flor inmensa. Estos dos peces remiten a la divi-
sión narcisista del yo, necesaria al desarrollo del amor: todo amor
empieza por la fascinación por uno mismo y la proyección de nuestra
alma en el ser amado. Al libar de la flor, la hacen crecer y la preparan
para una maravillosa inseminación. El/la amante futuro/a no será
sino una proyección del fénix original. Desde un punto de vista psico-
lógico, el Dos de Copas nos remite al amor incestuoso. Los ángeles
(sublimación del animus y el anima) preparan el sacrificio del fénix. El
amor edípico será inmolado para la construcción de una realidad, de
una familia simbolizada por el Cuatro de Oros.

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