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INTEGRAL (CUPSEI)
“Educación que despierta y libera al ser humano”
Licenciatura: Psicología
Segundo Semestre
Parece ser que es una necesidad humana el tratar de elaborar una idea de sí mismo.
Por tanto, la pregunta quién soy es una pregunta subjetiva en dos sentidos: es la
persona la que se interroga a sí misma y es ella la que se responde a sí misma. Es
como el juez que trata de clarificar su profesión y autoevaluar su desempeño.
El carácter subjetivo de la pregunta quién soy puede arrojar respuestas equívocas que
no se correspondan con la realidad. Estas apreciaciones de y sobre uno mismo pueden
constituirse en verdaderos errores cognitivos y conducir a una percepción errónea de la
realidad como lo es el efecto del centro del universo y la ilusión de transparencia.
Para David G. Myers, el problema que plantea la pregunta quién soy puede
denominarse como autoconcepto, ya que son las “respuestas de una persona a la
pregunta quién soy” (Myers, 2005). En esta definición aportada por el maestro podemos
verificar cómo, en principio, la pregunta es en sí misma, subjetiva.
El problema del yo abarca, cuando menos, cuatro factores que a saber son el
autoconcepto, la autoestima, el autoconocimiento y el yo social. Lo que nos interesa,
1
por ahora, es determinar de qué forma el autoconcepto1 puede estar relacionado con
una percepción falsa de la realidad.
El ser humano es una entidad única e irrepetible en el cosmos pero también forma parte
de él. Por ello se dice que el ser humano es parte y aparte en el universo. La evolución
de la conciencia humana bien puede estudiarse como la sucesión de tres etapas: la
subconciencia, la autoconciencia y la supraconciencia.3 Actualmente nos encontramos
en la etapa intermedia de la autoconciencia, caracterizada por el surgimiento y
consolidación de un sentido del yo. La autoconciencia tuvo, al principio, un efecto
positivo. Se trataba de comprender nuestra situación en el cosmos. Pero esa
autoconciencia ha generado en formas y modos extremos al grado en que el sentido del
yo radicalizado ha conducido a una crisis de civilización que ha tenido como resultado
la destrucción de la naturaleza y de la vida humana.
Otro de los rasgos del pensamiento dualista es que hace una separación entre mente y
cuerpo o también entre materia y espíritu. Esto tiene una consecuencia en nuestra
forma de percibirnos porque el pensamiento dualista privilegia la autoconciencia, la
conciencia del yo y en una forma extrema, el individualismo o el egocentrismo.
1
El yo como signo lingüístico (palabra) bien podría ser investigado por la semántica, toda vez que dicha
área se ocupa de estudiar las relaciones entre el lenguaje y el mundo.
2
La verdad, según la definición clásica, es la correspondencia o adecuación entre el pensamiento y la
realidad.
3
Paráfrasis a una idea de Ken Wilber.
2
Dice el maestro Zen que “la autoconciencia supone una autoimagen mental: el yo. La
emergencia de la autoconciencia individual supone la creación de una frontera: yo y lo
Otro. Lo Otro incluye todo lo que no es yo. Yo soy todo lo que no es Otro. Un círculo
mental: dentro soy yo, fuera es lo Otro. Esta es una forma básica de dualismo que se
encuentra fuertemente enraizada en la percepción que tenemos de nosotros mismos y
de los demás. El lenguaje humano es la expresión de esta percepción”. (Villalba).
Estos son algunos resultados arrojados que constituyen una percepción errónea de la
realidad y que se dan cuando hay una exacerbación del sentido del yo. Debemos
aspirar a una evolución de conciencia que nos lleve a asumirnos como elementos de
una totalidad, que nos lleve a relaciones armónicas con nuestro medio ambiente y que
supere posturas egocéntricas y antropocéntricas. La transformación individual pasa por
“transformar la percepción fragmentada de sí mismo y de la naturaleza por otra más
3
integradora y holística, basada en la mutua relación de interdependencia entre todos los
seres. Yo no puedo ser sin el “nosotros” (Villalba).
Si queremos construir una alternativa para el ser humano y resolver la crisis civilizatoria,
quizás haya que tomar en cuenta la sugerencia de Ken Wilber. Debemos abandonar la
fase de autoconciencia para poder arribar a un estado de conciencia más evolucionado;
la supraconciencia. Esta conciencia ve al ser humano, no como algo separado del
cosmos sino como algo integrado a la totalidad. Este estado puede llevarnos a una
percepción más adecuada de la realidad.
Referencias o fuentes: