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CENTRO UNIVERSITARIO DE PSICOLOGÍA Y EDUCACIÓN

INTEGRAL (CUPSEI)
“Educación que despierta y libera al ser humano”

Licenciatura: Psicología

UEA: Psicología social I

Maestro: Eligio Cabañas E.

Estudiante: Benjamin Romero Ureiro

Segundo Semestre

Tlapa de Comonfort, Gro., 18 de abril de 2014.

El yo como percepción errónea de la realidad


El yo es un pensamiento o un conjunto de pensamientos que construye la mente sobre
el ser en que ella reside. La mayoría de las personas utilizan esta expresión lingüística
(el yo) para referirse a sí mismas como entidad individual. Así mismo, casi todos, en
mayor o menor grado, de manera consciente o inconsciente, tratamos de dar respuesta
a una pregunta fundamental: ¿Quién soy?

Parece ser que es una necesidad humana el tratar de elaborar una idea de sí mismo.
Por tanto, la pregunta quién soy es una pregunta subjetiva en dos sentidos: es la
persona la que se interroga a sí misma y es ella la que se responde a sí misma. Es
como el juez que trata de clarificar su profesión y autoevaluar su desempeño.

El carácter subjetivo de la pregunta quién soy puede arrojar respuestas equívocas que
no se correspondan con la realidad. Estas apreciaciones de y sobre uno mismo pueden
constituirse en verdaderos errores cognitivos y conducir a una percepción errónea de la
realidad como lo es el efecto del centro del universo y la ilusión de transparencia.
Para David G. Myers, el problema que plantea la pregunta quién soy puede
denominarse como autoconcepto, ya que son las “respuestas de una persona a la
pregunta quién soy” (Myers, 2005). En esta definición aportada por el maestro podemos
verificar cómo, en principio, la pregunta es en sí misma, subjetiva.

El problema del yo abarca, cuando menos, cuatro factores que a saber son el
autoconcepto, la autoestima, el autoconocimiento y el yo social. Lo que nos interesa,

1
por ahora, es determinar de qué forma el autoconcepto1 puede estar relacionado con
una percepción falsa de la realidad.

Un autoconcepto (idea o imagen de uno mismo) puede tener pretensión de verdad2


pero dista mucho de ser objetiva puesto que necesariamente involucra elementos
subjetivos como los sentimientos y las emociones que son los ingredientes básicos de
la dimensión subjetiva.

El ser humano es una entidad única e irrepetible en el cosmos pero también forma parte
de él. Por ello se dice que el ser humano es parte y aparte en el universo. La evolución
de la conciencia humana bien puede estudiarse como la sucesión de tres etapas: la
subconciencia, la autoconciencia y la supraconciencia.3 Actualmente nos encontramos
en la etapa intermedia de la autoconciencia, caracterizada por el surgimiento y
consolidación de un sentido del yo. La autoconciencia tuvo, al principio, un efecto
positivo. Se trataba de comprender nuestra situación en el cosmos. Pero esa
autoconciencia ha generado en formas y modos extremos al grado en que el sentido del
yo radicalizado ha conducido a una crisis de civilización que ha tenido como resultado
la destrucción de la naturaleza y de la vida humana.

Desde la perspectiva budista, la crisis de civilización es explicada por una percepción


errónea de la realidad (llamada también ignorancia básica) que se caracteriza por un
pensamiento dualista. Una de las características de este tipo de pensamiento es “la
forma en la que los individuos nos percibimos a nosotros mismos (autoimagen
individual)” (Villalba).

Otro de los rasgos del pensamiento dualista es que hace una separación entre mente y
cuerpo o también entre materia y espíritu. Esto tiene una consecuencia en nuestra
forma de percibirnos porque el pensamiento dualista privilegia la autoconciencia, la
conciencia del yo y en una forma extrema, el individualismo o el egocentrismo.

1
El yo como signo lingüístico (palabra) bien podría ser investigado por la semántica, toda vez que dicha
área se ocupa de estudiar las relaciones entre el lenguaje y el mundo.
2
La verdad, según la definición clásica, es la correspondencia o adecuación entre el pensamiento y la
realidad.
3
Paráfrasis a una idea de Ken Wilber.

2
Dice el maestro Zen que “la autoconciencia supone una autoimagen mental: el yo. La
emergencia de la autoconciencia individual supone la creación de una frontera: yo y lo
Otro. Lo Otro incluye todo lo que no es yo. Yo soy todo lo que no es Otro. Un círculo
mental: dentro soy yo, fuera es lo Otro. Esta es una forma básica de dualismo que se
encuentra fuertemente enraizada en la percepción que tenemos de nosotros mismos y
de los demás. El lenguaje humano es la expresión de esta percepción”. (Villalba).

Una consecuencia de la conciencia centrada en el yo es la angustia existencial del yo


separado de la totalidad. El ser humano sufre ante la idea de la muerte que es su
negación. El ser humano experimenta soledad y busca superar ese estado aflictivo a
través de vías religiosas o espirituales. Lo religioso o espiritual es todo aquello que nos
vuelve a unir o que nos devuelve a un estado de unidad que ha sido suprimido por la
conciencia individual. El sentimiento religioso pudo haber surgido así.

Una segunda consecuencia de la conciencia centrada en el yo es el individualismo. “El


concepto de individualismo se utiliza a menudo para hacer referencia a la preeminencia
del individuo como elemento importante y central de todas las cuestiones relacionadas
con la vida humana”. (Villalba). Pero la idea originaria de individualismo degeneró sobre
la marcha y terminó por convertirse en competencia, consumismo, avaricia, destrucción
del medio ambiente y de nuestros semejantes, en suma, deshumanización. Una
deshumanización que revela a un ser humano desintegrado del cosmos, que pone en
riesgo su continuidad como especie y la posibilidad de su extinción.

Una tercera consecuencia de la conciencia centrada en el yo es que “en lo interno, en el


individuo actual se da una escisión entre su realidad corporal (biológica) y la
autoimagen mental que tiene de sí mismo”. (Villalba).

Estos son algunos resultados arrojados que constituyen una percepción errónea de la
realidad y que se dan cuando hay una exacerbación del sentido del yo. Debemos
aspirar a una evolución de conciencia que nos lleve a asumirnos como elementos de
una totalidad, que nos lleve a relaciones armónicas con nuestro medio ambiente y que
supere posturas egocéntricas y antropocéntricas. La transformación individual pasa por
“transformar la percepción fragmentada de sí mismo y de la naturaleza por otra más

3
integradora y holística, basada en la mutua relación de interdependencia entre todos los
seres. Yo no puedo ser sin el “nosotros” (Villalba).

Si queremos construir una alternativa para el ser humano y resolver la crisis civilizatoria,
quizás haya que tomar en cuenta la sugerencia de Ken Wilber. Debemos abandonar la
fase de autoconciencia para poder arribar a un estado de conciencia más evolucionado;
la supraconciencia. Esta conciencia ve al ser humano, no como algo separado del
cosmos sino como algo integrado a la totalidad. Este estado puede llevarnos a una
percepción más adecuada de la realidad.

Referencias o fuentes:

-Myers, D. G. (2005). Psicología social. México: McGraw-Hill Interamericana.

-Villalba, D. (s.f.). Tendencias 21. Recuperado el 18 de Abril de 2014, de Tendencias


21: http://www.tendencias21.net/Crisis-sistemica-y-percepcion-erronea-de-la-realidad-
la-perspectiva-budista_a17432.html

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