Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. LOS ORIGENES
Si bien la disciplina apareció realmente en los Estados Unidos tan sólo después
de la Segunda Guerra mundial, el término “psicología clínica”, ciertas de sus
problemáticas y de sus métodos estaban ya presentes en otras especialidades.
A finales del siglo XVIII, la clínica médica, hasta ese momento simple colección
de casos o inventario de hechos patológicos, aparecía como una nueva
disciplina en la cual las correlaciones entre la mirada, el saber y el discurso se
establecían de manera diferente, permitiendo el abandono de viejos sistemas
de pensamiento. Pero esta mutación no es únicamente el hecho de la
acumulación de conocimientos: “Para que la experiencia clínica fuera posible
como forma de conocimiento, fue necesaria toda una reorganización del campo
hospitalario, una definición nueva del estatuto del enfermo en la sociedad y la
instauración de una cierta relación entre la asistencia y la experiencia, la ayuda
y el saber; se tuvo que instalar al enfermo en un espacio colectivo y
homogéneo. Fue necesario también abrir el lenguaje a todo un campo nuevo:
“aquel de una correlación perpetua y objetivamente fundada de lo visible y de lo
enunciable” (Foucault, 1972, p. 200). El método clínico constituye entonces una
revolución en la manera de considerar la enfermedad, de reconocerla y tratarla.
El auge de la psiquiatría clínica en el siglo XIX contribuyó al nacimiento de la
psicología clínica. Por una lado, las corrientes de pensamiento (los “ideólogos”
como Condorcet, Cabanis o Pinel) subyacentes a la evolución de la psiquiatría
clínica- ciertos autores como Pinel, Tuke y Rush- por su humanismo y su
voluntad de interpretación psicológica de la locura, constituyeron un terreno
favorable. La constitución de la individualidad como objeto científico, la
necesidad de describir y de ordenar los hechos antes de explicarlos, la
desaparición de los grandes sistemas dogmáticos ante las realidades clínicas
constituyeron el terreno de la aparición de una psicología clínica. Por otro lado,
ciertos psiquiatras acogieron por deseo propio la producción o la utilización de
conocimientos psicológicos en la comprensión de la enfermedad mental.
Kraepelin esperaba una psicología aplicada a la situación clínica de la
psiquiatría. Él deseaba que el estudio de casos, serio y concienzudo, tomara el
lugar de las afirmaciones espiritualistas, de lo improbable y de lo no
documentable, defendiendo el predominio de la colección de hechos, de la
medida y del cálculo, sobre la producción de teorías hipotéticas e inverificables,
preocupación cercana a la de la clínica médica.
Lightner Witmer (1867- 1956) funda en 1896 en los Estados Unidos la primera
“Psychological Clinic” en la cual él sana niños con limitaciones mentales; el
presentó su nueva disciplina a la American Psychological Association (APA)
empleando los términos de “psicología clínica” y “método clínico”. No obstante
Traducción del Capítulo I del libro Introduction à la psychologie clinique, de Jean- Louis Pedinielle,
Nathan, París, 1994. Traducido por María José Poveda, revisión técnica María Cristina Tenorio.
su acción parece no haber tenido más que una débil repercusión; fue tan solo
en 1919 cuando la APA abrió una sección clínica, en la cual los psicólogos
clínicos tenían como tareas el estudio de casos individuales, la contribución al
diagnóstico, la realización del informe final, las terapias individuales o por
grupos.
La especificidad francesa
Evolución
Didier Anzieu proponía una definición amplia: “Ella es una psicología individual
y social, normal y patológica; concierne al recién nacido, al infante, al
adolescente, al joven adulto, al hombre maduro, al ser que envejece y en fin a
quien muere. El psicólogo clínico cumple tres grandes funciones: de
diagnóstico, de formación, y de experto aportando el punto de vista del
psicólogo ante otros especialistas. El psicólogo clínico recibe también una
formación de base necesaria pero no suficiente para convertirse eventualmente
en psicoterapeuta, teniendo a su cargo el adquirir por su cuenta la sólida
experiencia psicoanalítica requerida, personal y técnica. Una distinción, más
fácil de establecer más en el papel que en la práctica, debe no obstante
mantenerse como fundamental: el psicólogo clínico tiene que ver con “efectos
de transferencia” que él debe saber identificar; sólo el psicoanálisis trabaja con
la “neurosis de transferencia”. (Anzieu, 1983, p. 36).
Siguiendo a Anzieu y en lugar de formular una definición restrictiva que
imponga lo que debería ser la psicología clínica, nosotros preferimos partir de
lo que se practica bajo este término: la psicología clínica debe considerarse por
una parte como una actividad práctica y, por otra parte, como un conjunto de
teorías, de métodos. Estos dos aspectos son esenciales pues ella fue
considerada en un principio como una aplicación al campo clínico de
concepciones psicológicas generales, y luego como un corpus autónomo de
conocimientos que aportan informaciones originales distintas de aquellas
producidas por el método experimental. La psicología clínica puede entonces
definirse como la sub- disciplina de la psicología que tiene por objeto el estudio,
la evaluación, el diagnóstico, la ayuda y el tratamiento del sufrimiento psíquico
cualquiera que sea su origen (enfermedad mental, disfuncionamientos,
traumatismos, acontecimientos vividos, malestar interior...). Ella se funda en
métodos clínicos entre los cuales el estudio de caso, la observación de los
comportamientos y el análisis de los discursos, sin recurrir a la experimentación
(reproducción controlada de los comportamientos). El término psicología clínica
designa entonces a la vez un tipo de práctica y un conjunto de conocimientos
validados surgidos de esta práctica; una parte de estos conocimientos,
establecidos gracias al método clínico, no concierne solamente al campo del
padecimiento o de las dificultades sino que tienen relación con la psicología
general.
Las teorías y los enunciados que constituyen la psicología clínica son –en
Francia- por una parte dependientes de concepciones psicoanalíticas. En la
Universidad, es principalmente en el curso de psicología clínica o en el de
psicopatología donde uno se refiere al psicoanálisis, lo cual conlleva a una
ambigüedad que denunció Anzieu: “En los hechos, los estudiantes de
psicología se encuentran atrapados en una situación paradójica. Son llevados a
preguntarse si la psicología, una vez que ha integrado al inconsciente (tal
como lo descubre el psicoanálisis) es aún una psicología. Por una parte, se les
dice no sólo que seguir una enseñanza de psicoanálisis no los cualifica para
ejercer como psicoanalistas, sino también que ninguna enseñanza tendría el
más mínimo valor propedéutico para una futura práctica psicoanalítica. Por
otra parte y al mismo tiempo, esa enseñanza desacredita a sus ojos a la
psicología no solo experimental sino también social e incluso la psicología
clínica ordinaria, armada de tests y cuidadosa del diagnóstico. No pueden ser
ya psicólogos como lo pedían al inicio, puesto que eso sería desconocer el
inconsciente, pero no se les dan los medios de reconocerlo suficientemente en
ellos, puesto que no es evidentemente ni posible ni deseable en el contexto de
la institución universitaria” (Anzieu, 1979, p. 74).
Esta situación paradójica suscita críticas que emanan tanto del psicoanálisis
como del resto de la psicología. Pero hay algo más grave: queriendo
diferenciarse por una simple praxeología, pero basándose ante todo en un tipo
de práctica (aquella del psicólogo clínico) y repitiendo su método para producir
un saber generalizable, la psicología clínica parece haber tenido algunas
dificultades para constituir sus propios conocimientos. Ella operó como las
otras ciencias empíricas (que deben producir enunciados sobre la realidad
empírica, controlar, validar estos enunciados y formular una explicación a los
fenómenos): se convirtió en una “ciencia aplicada”, es decir una disciplina que
aplica en su procedimiento los conceptos y los principios de otra disciplina (el
psicoanálisis) cuyo campo de adecuación, la experiencia, los métodos y los
objetos son distintos de los suyos. Ahora bien, las otras disciplinas de la
psicología funcionan de modo diferente, produciendo un saber científico que
puede enseguida ser aplicado. El ejemplo del interés de los psicólogos
cognitivistas por las fobias o la depresión es claro: es a partir de una teoría
general admitida, que ellos aplican al campo clínico de la técnicas de
aprendizaje o de reestructuración cognitiva.