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En 1849 el Papa Pio IX tuvo que refugiarse en Gaeta porque peligraba su vida en
Roma. Él pidió que en las Iglesias de Roma se hicieran oraciones especiales por la
Iglesia. En la basílica de San Pedro en el Vaticano se expusieron tres importantes
reliquias: el madero de la Verdadera Cruz, la lanza con la que se abrió el costado
del Señor y el velo de la Verónica. El 6 de enero de 1849, en la festividad de la
Epifanía, relatan testigos de la época que tuvo lugar un prodigio extraordinario:
mientras se hallaban los fieles venerando las reliquias, los canónigos y los fieles
presentes pudieron ver cómo, sobre el velo la Verónica, la imagen del Santo
Rostro se volvía más y más nítida hasta adquirir relieve, ofreciendo así un aspecto
muy vívido del “varón de dolores” descrito por el profeta Isaías. Los canónicos llamaron al Notario
Apostólico que verificó el milagro y pidieron al artista Antonio Puccinelli que hiciera una copia de
la imagen milagrosa. Él hizo una litografía y éste es el origen de las reliquias de la Santa Faz (Vera
Effigies Sacri Vultus Domini Nostri Jesu Christi) que muestran el rostro de Cristo en una tela que
tocó Velo de la Verónica, la Santa Cruz y la Lanza de Longinos.
Esta imagen preside la Archicofradía de la Santa Faz de Tours en la que el 26 de abril de 1885 san
Luis Martín (Padre de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz) inscribe a toda su familia. De
allí el nombre que elige Santa Teresita al entrar en la vida religiosa y el cuadro pintado por su
hermana Céline.
En sus escritos Santa Teresita revela cómo la Virgen María –a quien llamaba su “madrecita”- la
ayudó a profundizar el misterio del Rostro de Cristo, que no es otro que el de la Eucaristía y el
Sagrado Corazón: el misterio del Amor de un Dios que se encarna y toma rostro humano, ama con
corazón humano y quiere permanecer entre nosotros y ser uno con nosotros convertido en pan:
No había sondeado hasta entonces la profundidad de los tesoros que encierra la Santa Faz; mi
madrecita fue quien se afanó en revelármelos(…) Fue en esta ocasión cuando me los reveló y
comprendí… Comprendí como nunca dónde se encuentra la gloria verdadera… Aquel, cuyo reino
no es de este mundo, me evidenció que la única realeza codiciable consiste en querer ser
desconocido y estimado en nada, en poner nuestro contento en el propio menosprecio. ¡Ah!
Deseaba que mi rostro, como el de Jesús, estuviera escondido a todos los ojos, que nadie me
conociera en el mundo; amaba el padecer y el ser olvidada.
Son innumerables los textos en que Teresa de Lisieux habla de la Santa Faz. Demasiados para
citarlos en un resumen de estas dimensiones. Vaya éste sacado del proceso de beatificación: La
Santa Faz era el espejo donde Sor Teresa veía el Alma y el Corazón de su Amado; el libro de
meditación donde bebió la ciencia del amor. Fue en la meditación de la Santa Faz que aprendió
ella la humildad.
Hemos visto en otro lugar lo arraigada de la devoción a la Santa Faz en Francia, concretamente en
Tours y el apostolado que desarrolló Monsieur Dupont propagando la devoción y traduciéndola en
obras prácticas de atención al prójimo. Teresa de Lisieux hizo lo propio desde su encierro del
Carmelo: dedicó numerosas poesías a la Santa Faz, la pintó en casullas y estampas, inculcó a sus
novicias y hermanas de comunidad esta devoción en lo que tiene de más auténtico: la
identificación con Cristo en la bonanza y en las dificultades; la
menciona en cartas y comunicaciones.
Duro fue para ella ver cómo su padre perdía sus facultades físicas
y mentales durante los seis últimos años de su vida. Este fue su
comentario: Así como la Faz adorable de Jesús se entristeció
durante su pasión, así hubo de velarse en los días de su
humillación la faz de su servidor fiel (su padre) para merecer ser
abrillantada en los cielos. Y es que el mundo doliente es el que
mejor puede identificarse con la Santa Faz de Cristo Crucificado.
Y como se reseña en el proceso de beatificación: Tenía la Santa Faz colgada en las cortinas de su
cama durante su última enfermedad: su vista le ayudó a soportar su largo martirio. Se ahogaba –
tenía tuberculosis- y en su angustia la contemplaba una y otra vez…Para finalizar este apartado
trascribimos casi literalmente su Cántico a la Santa Faz. A algunos oídos modernos les podrá
parecer exagerado… No es eso. Son frases tejidas por una poeta, una mística…un alma
enamorada.
¡Jesús! Tu imagen inefable es el astro que guía mis pasos.
Tú lo sabes bien.
Tu dulce rostro es aquí en la tierra mi paraíso.
Mi amor descubre los encantos de tus ojos embellecidos por el llanto.
Cuando contemplo tus dolores sonrío a través de mis lágrimas.
Deseo vivir ignorada y solitaria para consolar tu belleza;
esa belleza que se oculta en tu Faz bajo el misterio del dolor
y que tan fuertemente me atrae a Ti.
“Deseo que mi Rostro, el cual refleja la íntimas penas de mi alma, el dolor y el amor
de mi Corazón, sea más honrado. Quien me contempla me consuela”
(Primer viernes de Cuaresma de 1936)
Además, Sor Faustina relata varias veces sobre la mirada de Jesús y su Santa Faz
en el diario, Jesús le revela su rostro en varias oportunidades.
Jesús le revela sus sufrimientos y su dolor revelándole su santa Faz, para decirnos
cuánto sufre y ama a la humanidad en revelaciones a Sor Faustina.
“Vi el rostro martirizado de Jesús. De Pronto Jesús me dijo estas palabras: Te esperé para
compartir contigo el sufrimiento, ya que ¿Quién puede comprender Mis sufrimientos mejor que
Mi esposa?”
(Diario, #348)
“Vi el rostro del Señor Jesús en la Santa Hostia que estaba expuesta en
la custodia; Jesús miraba amablemente a todos”
(Diario, #433)
“Que el más santo, más sagrado, más adorable, más incomprensible e inefable Nombre de Jesús
sea por siempre alabado, bendecido, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra y bajo
la tierra, por todas las criaturas de Dios, así como el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo
en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén”
1. Les concederé una contrición tan perfecta que sus pecados se cambiarán a Mi vista en joyas de
oro precioso. Según el cuidado que tengan de reparar mi Rostro desfigurado por los blasfemos, el
mismo tendré Yo del suyo que ha sido desfigurado por el pecado, transformándole en tan
hermoso como si acabase de salir de las aguas del Bautismo.
7. Por resemblanza de Mi Rostro, brillarán más que otros en la vida eterna y el brillo de Mi Rostro
les llenará de alegría.
8. Todos los que defiendan esta causa de reparación, por palabras, por oraciones o por escrito,
recibirán defensa también en sus causas delante de Dios Padre a la hora de la muerte. Yo enjugaré
la faz de sus almas, limpiando las manchas del pecado y devolviéndoles su primitiva hermosura.
Oración I
Oh Señor Jesucristo, al presentarnos ante Tu adorable Rostro para pedirte a Ti las gracias que más
necesitamos, Te rogamos, por sobre todo, nos concedas la disposición interior para nunca dejar de
hacer en ningún momento lo que Tu requieres de nosotros con Tus santos mandamientos y
divinas inspiraciones. Amén.
Oh Bondadoso Jesús, que has dicho "Pide y recibirás, busca y encontrarás, golpea y se abrirá para
ti," concédenos, Oh Señor, esa fe que lo obtiene todo o provéenos de lo que carecemos;
concédenos, a través del puro efecto de Tu caridad y por Tu gloria eterna, las gracias que
necesitamos y las que buscamos en Tu infinita misericordia. Amén.
Adorable Rostro de mi Jesús, mi único amor, mi luz y mi vida, permíteme conocerte, amarte y
servirte sólo a Ti, que yo pueda vivir Contigo, de Ti, a través de Ti y para Ti. Amén.
Eterno Padre, a Ti te ofrezco el adorable Rostro de Tu Amado Hijo por el honor y la gloria de Tu
Nombre, por la conversión de los pecadores y por la salvación de los moribundos.
Jaculatoria
De la Medalla de la Santa Faz de Jesús revelada a la beata Pierina Micheli.
Canto
Oh Santo Rostro ultrajado por nosotros,
No te acuerdes más de los fallos de la tierra,
No te acuerdes más,
De tu último grito un día en el Calvario
Acuérdate, acuérdate Jesús,
Acuérdate, acuérdate, oh Rostro de Jesús.
Oración
¡Oh! amabilísimo Jesús, que quisiste sufrir tanto en Tu Santo Rostro, por nuestro amor, vuélvenos
a mirar benignamente e imprime en nuestros corazones Tu divina semblanza, para que nuestra
alegría sea sufrir por Ti.
Gloria al Padre…
¡Oh! dulcísimo Jesús, que en Tu Rostro divino has sido golpeado, maltratado, humillado por
nuestro amor, haz que el desprecio y la humillación sean nuestra porción predilecta.
Gloria al Padre…
¡Oh! manso Jesús, que en Tu Divino Rostro sudaste sangre por nuestro amor, concédenos la gracia
de sufrir por tu amor y así volver a ser mirados por Ti.
Gloria al Padre…
¡Oh! Santo Rostro de Jesús, mientras esperamos el feliz día de poderte contemplar en la gloria del
Paraíso, queremos procurarte tanta gloria y deleitar Tu mirada divina.
Tu mirada velada sea nuestro paraíso aquí en la tierra, las lágrimas que lo velan las recogeremos
para salvar tantas almas e inflamar los corazones con Tu amor. Amén.
Consagración a la Santa Faz ¡Oh Faz amabilísima de Jesús!; Aquí vengo, atraído por tu
dulce mirada, que como divino imán, arrebata mi corazón aunque pobre y pecador!
¡Oh Jesús!, quisiera enjugar tu adorable Faz y consolarte de las injurias y olvido de los pecadores.
¡Oh Rostro hermosísimo!, las lágrimas que brotan de tus ojos me
parecen diamantes, que quiero recoger para comprar con ellos las
almas de mis hermanos.
¡Oh amado Jesús!, si yo tuviera el amor de todos los corazones, todo
sería para Ti.
Envía, Señor, almas, sobre todo almas de apóstoles y de mártires para
abrasar en tu amor a la multitud de los desgraciados pecadores.
¡Oh adorable Jesús!, mientras aguardo el día eterno en que
contemplaré tu gloria infinita, mi único deseo es venerar tu Faz
santísima, a la cual consagro desde ahora para siempre mi alma con
sus potencias y mi cuerpo con sus sentidos.
¡Oh mi Jesús!, haz que tu Rostro lastimado sea aquí abajo mi encanto
y mi cielo.
¡Oh Padre Eterno! Mira la Faz de tu Cristo y por sus méritos infinitos
concédeme un ardiente deseo de reparar las injurias hechas a tu Divina Majestad y la gracia que
deseo obtener en esta novena. Así sea.
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Desde ya muchas gracias.
CMRP-A
Centro María Reina de la Paz – Argentina