Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ermitaño de rito maronita, fué el primer santo libanés canonizado por la Sede
Apostólica en los tiempos modernos. Es uno de los Santos más impresionantes y
prodigiosos del Siglo XX, alcanzó gran celebridad después de su muerte, por los
asombrosos prodigios que se sucedieron.
Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios: Durante cuarenta y
cinco noches brilló una luz muy intensa en su tumba, presenciada por muchos
pueblerinos, y gentes del lugar. El pueblo sencillo le veneraba como santo,
aunque la jerarquía, y sus mismos superiores, prohibieron su culto formal
mientras la Iglesia no pronunciara su veredicto.
HISTORIA
San Charbel Makhluf era el quinto hijo de Antun Makhlouf y Brigitte Chidiac, una
piadosa familia campesina. Fue bautizado a los ocho días en la Iglesia de su pueblo
natal, recibiendo por nombre Yusef (José). A los tres años el padre de Yusef fue
inscrito en el ejército turco en la guerra contra los egipcios y muere cuando
regresaba a casa. Su madre cuida de la familia siendo gran ejemplo de virtud y de
fe.
Pasado un tiempo, ella se casa de nuevo con un hombre devoto quien
eventualmente será ordenado sacerdote. (En el rito maronita, hombres casados
son elegibles al sacerdocio) Yusef ayudó a su padrastro en el ministerio
sacerdotal. Ya desde joven era ascético y de profunda oración. Yusef estudió en
la pequeña escuela parroquial del pueblo.
VOCACIÓN
A los 20 años de edad, Yusef es el sostén de su casa. Es el tiempo de contraer
matrimonio pero él se siente llamado a otra vida. Después de tres años de espera,
escuchó la voz del Señor: "Deja todo, ven y sígueme." Así, una mañana del año
1851 se dirige al convento de Ntra. Señora de Mayfouq, donde fue recibido como
postulante.
Charbel Makhlouf fué ordenado sacerdote el 23 de julio de 1859 por Mons. José
al Marid, bajo el patriarcado de Paulo Massad. Al poco tiempo regresó al
Monasterio de Annaya por orden de sus superiores. Allí pasó muchos años de
vida ejemplar de oración y apostolado. Entre estos, el cuidado de los enfermos,
el pastoreo de almas y el trabajo manual en cosas muy humildes.
ERMITAÑO
Chárbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875.
Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro
y Pablo, la víspera de la Navidad del año 1898, se dedicó a la oración (rezaba 7
veces al día la Liturgia de las Horas), la ascésis, la penitencia y el trabajo manual.
Comía una vez al día y llevaba silicio.
MUERTE
El Padre Chárbel Makhlouf murió el 24 de Dicciembre de 1898; fué enterrado sin
ataúd, como recomienda la regla de su orden. Cuatro meses después de su
muerte fué encontrado su cuerpo flotando en el barro en la tumba inundada. Era
tiempo suficiente como para permitir al menos una putrición parcial del cuerpo.
Dios quiso señalar a este santo por numerosos prodigios:
BEATIFICACIÓN y CANONIZACIÓN
Dado al constante culto del pueblo, el Superior General Ignacio Dagher solicitó al
Papa Pío XI en 1925, la apertura del proceso de beatificación del Padre Chárbel,
culminada durante la clausura del Concilio Vaticano II, el 5 de diciembre, de 1965.
ORACIÓN
"Dios, infinitamente santo y glorificado en medio de tus santos. Tú que inspiraste
al santo monje y ermitaño Chárbel para que viviese y muriese en perfecta unión
con Jesús Cristo, dándose la fuerza para renunciar al mundo y hacer triunfar
desde su ermita, el heroísmo de sus virtudes monásticas: pobreza, obediencia y
santidad. Te imploramos nos concedas la gracia de amarte y servirte siguiendo su
ejemplo. Dios Todopoderoso, Tú que has manifestado el poder de la intercesión
de San Chárbel a través de sus numerosos milagros y favores, concédenos la
gracia que te imploramos por su intercesión ( ...hacer pedido...) Amén.
(Padrenuestro, Ave María y Gloria).
LOS MILAGROS
Mi esposo tenía que ayudarme a ir al baño y mis hijos tenían que alimentarme
con una pajita. Así pasé los siguientes tres días. En mis sueños, podía verme
bajando las escaleras de la ermita de Annaya, donde oía la misa en presencia de
los monjes, y San Charbel me daba la comunión.
Al cuarto día, la noche del jueves al viernes, 22 de Enero de 1993, estaba
sufriendo de un terrible dolor de cabeza, y del dolor en mi lado derecho. Comencé
a rezarle a la Sagrada Virgen y a San Charbel diciendo:
"¿Qué es lo que hice? ¿Porqué me han hecho esto? ¿Qué pecado cometí? Crié a
12 hijos con muchos sufrimientos, oraciones y perseverancia para hacer de ellos
buenos hombres. No estoy imponiendo mi deseo, pero si quisieran pueden
curarme, o llevarse mi alma, lo que ustedes dispongan. Yo aceptaré todo lo que
quieran".
A las 11:00, vi en mis sueños una luz cegadora entrando a mi habitación, y dos
monjes se acercaron a mi cama; San Charbel puso su mano en mi cuello y dijo:
"Estoy aquí para hacer una operación a tu dolor".
Cuando San Charbel terminó, el otro monje se acercó sosteniendo una almohada,
y me ayudó a enderezarme, puso la almohada detrás de mi espalda y me dió el
vaso de agua con el popote (pitillo) que estaban junto a mí. Puso su mano bajo
mi cabeza y me dijo: "Bebe esta agua." Respondí: "Padre, no puedo beber sin el
popote."
Él contestó: "hemos hecho la cirugía, tienes que beber y poder caminar también".
Me desperté a media noche, me dí cuenta de que podía beber agua y que estaba
sentada de la manera en que el monje me había hecho sentarme. Miré hacia la
estatuilla y noté que había vuelto a su lugar.
Sentí dolor en mi cuello. Puse mi mano para ver qué había pasado y me dí cuenta
de que podía usar mi mano inválida, y que podía mover mi pierna bajo la sábana.
Estaba tan feliz que me arrodillé frente a la estatuilla de la Virgen y la imagen de
San Charbel para agradecerles. Fuí al baño para ver qué había sucedido, y observé
2 heridas en mi cuello, una a la derecha y otra al lado izquierdo, cada una de 12
cms aproximadamente. Eran las 2 de la mañana.
Fuí a la habitación de mi marido que está frente a la mía y encendí la luz. Mi
esposo me miró y dijo en voz fuerte: "¿cómo llegaste acá tu sola?; puedes caerte
y eso sería otra catástrofe". Moví mi mano y dije:
Una semana después, a solicitud del Cura de nuestra Parroquia, en Halat, el Padre
Abdo Yaacoub, y el doctor Majid Chami, acepté alejarme por unos días y
descansar un poco. Por la noche, San Charbel se me apareció y dijo:
"No dejes a la gente, yo te curé gracias a la Providencia para que la gente pueda
verte. (Para dar testimonio.) Muchas personas han dejado a la Iglesia, han dejado
de rezar, y de respetar a los santos".
"Aquel que quiere algo de mi, Yo Padre Charbel, puedo venir a la ermita. Yo estoy
siempre ahí, no dejo ese lugar. Quiero que tú visites la ermita cada día 22 de cada
mes, y escuches la misa de ahora en adelante."
Al día siguiente, desperté en la mañana, y 3 puntadas eran muy obvias en el lado
derecho de mi cuello y otras 2 en el lado derecho. El Dr. Majid retiró 2 de ellas.
San Charbel vino a mí en mis sueños y dijo: "Nouhad, te pido que reces el Rosario
en una procesión el primer sábado del mes en tu casa".
Me levanté por la mañana, puse el incienso en el pequeño altar, prendí una vela
y comencé a rezar. Miré hacia la imagen de San Charbel, y estaba sudando aceite,
y aún ahora lo hace, especialmente cuando rezamos el Rosario en la procesión,
como San Charbel me lo pidió. Viene un gran número de visitantes a mi casa.
P.D.
Cuando se reciben gracias y curaciones es bueno dar testimonio. Así ayudamos a
muchos hermanos, que se sienten desesperanzados, a encontrar el camino.
Pasado este tiempo, una nueva examinación se llevó a cabo, pero no había habido
ninguna mejora. El Dr. Salhab impuso un descanso de dos semanas adicionales a
Obaid, pero esto no trajo ningún cambio en la condición de su ojo.
Ambos doctores aconsejaron operar para remover el ojo para prevenir cualquier
infección que pudiera pasarse al segundo ojo. Mientras esperaban la decisión
definitiva de llevar a cabo o no dicho remedio tan drástico, pasaron varios meses;
mientras tanto el discapacitado hombre no dejaba de rezar y de recibir la Sagrada
Comunión diariamente.
No fue sino hasta cerca de las cuatro de la madrugada que finalmente se fue a
dormir. Durante su sopor, se sintió como si estuviera siendo llevado a la puerta
del Monasterio de San Moses, que pertenece a la misma orden de la de Charbel,
y se le diera la encomienda de descargar un camión.
Le pareció que el chofer metía una barra de hierro en su ojo y que sacaba el
órgano y lo tiraba en la tierra. Lloró con terrible dolor diciendo, "Oh Michael, has
sacado mi ojo!" Se despertó del susto. Su esposa estaba espantada de verlo en
semejante estado. "¿Por qué estas llorando de ese modo?", le preguntó ella.
El Sr. Iskandar se durmió de nuevo, y esta vez soñó que estaba parado enfrente
del mismo monasterio. Un monje apareció y le preguntó qué era lo que le pasaba.
"Mi ojo me duele tanto", respondió Iskandar. "¿Has estado aquí por mucho
tiempo?" Preguntó el monje. "Desde en la mañana", respondió Iskandar.
much so! "It was at this moment that an admirable scene took place. Joyfully,
Iskandar said to his wife, "Bring me the picture of Father Sharbel."
"¿Por qué no nos avisaste? Habríamos venido antes a curarte", y con estas
palabras el monje se retiró, regresando unos minutos después. Entonces dijo:
"Voy a poner este polvo en tu ojo. Será extremadamente doloroso y tu ojo se
hinchará. No temas, porque eso será para curarte."
Él cubrió el ojo de Iskandar con el polvo y desapareció. Iskandar vió entonces el
nombre del Padre Charbel inscrito en el asfalto cercano a la iglesia. Él dió paso a
un gran llanto y se despertó. Preguntó a su esposa si su ojo estaba hinchándose.
"Sí lo está", dijo maravillada, "¡y mucho!" Fue en este momento que la escena
admirable se realizó. Con gran alegría Iskandar le dijo a su esposa: "Tráeme la
imagen del Padre Charbel".
El Sr. Iskandar cubrío su ojo sano con un pañuelo, y contempló la imagen con el
ojo dañado, hizo la señal de la cruz y gritó: "Puedo verla, ¡estoy curado!"
Los vecinos vinieron corriendo. A una sola voz, rezaron a Dios y le agradecieron
su benevolencia. El Dr. Salhab estaba sorprendido y solo pudo constatar la
recuperacion. Periódicamente examinó a Iskandar en diferentes ocasiones y
consultaron a otros especialistas. Los mismos señores estudiaban el fenómeno y
declaraban unánimemente:
"Iskandar, el que perdió el uso de un ojo hace trece años, ahora puede ver
normalmente con ambos ojos. El iris deteriorado, que no permitía el paso de la
luz, ahora es absolutamente normal".
Una revisión canónica fue convenida para verificar el milagro. La villa entera de
Baabdat testificó que Iskandar, herrero de profesión, era ciego de un ojo, y que
recuperó el uso de ese ojo perdido por intercesión del Padre Charbel.
Siempre había gozado de buena salud, pero en el año de 1936, comencé a sufrir
de dolores en el abdomen y no podía soportar ningún tipo de comida. Los
doctores no podían ofrecerme ayuda alguna. Sus tratamientos no me dieron
ningún resultado, y durante varios meses vomité continuamente.
En el verano de 1936 mi condición se hizo mucho peor. Fui tratada en Hammana
por el Dr. Majarel, médico egipcio especializado en problemas abdominales, que
me diagnosticó una úlcera y recomendó realizar unos rayos X para confirmar el
diagnóstico. Me mandaron medicinas pero no surtieron efecto.
Entonces fui a consultar al Dr. Elias Ba’aklini, un reconocido cirujano. Hizo lavados
de mi estómago varias veces pero sin mayor resultado. Finalmente me operaron,
duró varias horas, la operación reveló una gran úlcera. El hígado, ducto biliar y un
riñón ya no funcionaban normalmente.
La incisión fue dejada abierta para drenar y permitir el tratamiento de la úlcera.
Una vez que la herida sanó, las náuseas retornaron y mi condición empeoró
súbitamente. Los doctores se reunieron y decidieron realizar una nueva
operación, la cual se llevó a cabo, con resultados desastrosos.
En 1942, cuando llevaba más o menos dos años postrada en cama, nuevos
síntomas aparecieron y mi mano derecha se paralizó. Podía moverme
únicamente con la ayuda de un bastón. Para llegar a la iglesia que estaba a sólo
unos metros, donde escuchaba Misa, debía ser asistida por otra hermana.
Debido a mi débil condición, mis dientes comenzaron a caerse. Considerando en
ese momento que no viviría mucho más, me fué dada la extrema unción.
Por aquellas fechas oo hablar del del Padre Charbel y le pedí que intercediera por
mí: “Permíteme”, le pedí, “si deseas curarme, que te pueda ver en un sueño”.
Cuando terminé, fui llevada una vez más a la pequeña recámara. Esa noche, le
pedí a la Hermana Isabelle si podía permitirme pasar la noche junto a la tumba.
Ella contestó “Hay muchos enfermos ahí y no vas a poder dormir. Mejor quédate
otro día”. A la mañana siguiente, fui llevada una vez más al oratorio, donde
escuché tres Misas junto a la tumba. Recé y recibí la sagrada Comunión.
Mientras rezaba fervientemente la oración para los enfermos, mis ojos se fijaron
en el lugar donde el nombre del Padre Charbel estaba grabado en la tumba. ¡Me
dí cuenta que estaba cubierto con gotas de un sudor brillante!
Sin poder creer lo que mis ojos veían y deseando que fuera real lo que observaba,
me impulsé apoyando un lado de mí contra la silla y otro contra la pared. No podía
haber error. Era cierto. Tomé mi pañuelo y me dije: “estas gotas de agua son un
regalo del Padre Charbel.”
Me levanté, puse el pañuelo para que las absorbiera e inmediatamente las froté
sobre las partes más dañadas de mi cuerpo. Tan pronto como hice esto, sin
pensarlo, me levanté y caminé frente a todos. Las campanas comenzaron a
repicar para celebrar la restauración de mi salud y glorificar al Señor.
La multitud estupefacta me siguió hasta el oratorio, rezando a Dios y maravillados
con mi recuperación. Entre los testigos de este evento se encontraban cinco
Jesuitas que dirigían nuestra congregación: Padres Capello, Koniski, ministro de
la Universidad de San José en Beirut, y Agia, así como los Hermanos Mahir y
Phillippe. El Padre Agia hizo un resumen detallado de mi enfermedad.
Yo, quien firma, el Dr. Ibrahim Abi Haidar de Hammana, certifico que en 1936 la
Hermana Marie Abel, de la orden religiosa de los Dos Sagrados Corazones, sufrió
de úlceras pilóricas que le llevaban a no poder mantener ningún alimento. Fue
sometida a dos operaciones pero el alivio que encontró fue sólo temporal.
En 1944, la visité en el convento de las Hermanas Jesuitas, en Bikfaya. La encontré
postrada en cama, sin poder levantarse y en condición crítica. Juzgué su
enfermedad como incurable. Su inesperada recuperación después de haber
visitado la tumba del Padre Charbel, el Ermitaño, la considero como milagrosa,
un evento sobrenatural que sobrepasa cualquier explicación humana. Viene del
deseo de Dios de quien la Hermana Abel es una piadosa servidora.
Sus ardientes emociones trajeron lágrimas a los ojos de él. Sin pensarlo, el Padre
Agia subió los peldaños del altar para hablar a los ahí reunidos y en una dirección
conmovedora, dio un resumen detallado del difícil trayecto de ella. El describió
su terrible enfermedad y la inhabilidad de aún los mejores doctores para curarla.
El sacerdote concluyó su descripción diciendo estas palabras:
“Sin duda alguna, la cura de la Hermana Marie Abel se debe aun fenómeno
sobrenatural deseado por Dios y obtenido por la intervención de su Sirviente el
Padre Charbel, el gran orgullo de la gente Maronita y del Oriente a quien Dios ha
elegido para honrar a sus profetas, la Encarnación de su Hijo, la Virgen Bendita y
los muchos santos y piadosos ermitaños.”
Nunca había estado el Padre Agia tan entusiasta, emocionado y feliz como estaba
en aquel día. Quienes lo escuchaban se sintieron inspirados por la elocuencia de
su discurso y respondieron con lágrimas de alegría y consuelo.