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Historia
El 2 de agosto de 1916, Mildred Marie Neuzil nació de padres austríacos, Juan y Anna
(Smerda) Neuzil, en Brooklyn, Nueva York, y poco después se trasladó a Cleveland, Ohio.
En Austria, su padre había sido jardinero de Johann Strauss, un renombrado compositor
austriaco, y, en América, fue un constructor de viviendas.
Apariciones
En 1940, Nuestro Señor le reveló a Sor María Efrén que su misión era converger en la
santificación de la familia y le confió su dolor por el hombre pecador. La hermana comenzó
a compartir estas experiencias con su confesor, el reverendo Paul Leibold que sería su
director espiritual por 32 años, desde 1940 a 1972, hasta su muerte.
En el invierno de 1954, Nuestro Señor le advierte que no se vuelva vanidosa porque los ha
escogido por su indignidad y falta de virtud. Nuestro Señor no sólo expresó su dolor por la
pérdida de la fe en el mundo, sino también por los de las almas elegidas. Para la hermana
María Efrén, su humildad y sencillez la acercarían cada vez más a su Salvador sufriente.
Nuestro Señor la llamaría a cooperar en la salvación de las almas permitiéndole compartir
su Pasión. Durante una vigilia nocturna en la Fiesta del Sagrado Corazón de 1956, revela el
dolor de Su Corazón por la ingratitud e indiferencia que se le muestra en el Sacramento de
su amor.
A medida que la vida espiritual de la Hermana María progresaba, los mensajes se hacían
más apremiantes. Empezó a escribirlos con más diligencia. Compartiéndolos con otros
sacerdotes y religiosos que no encontraron nada contrario a la fe o la moral en su
contenido. De hecho, concluyeron que el gran énfasis en la morada de la Santísima Trinidad
mostraba una comprensión teológica más allá de lo que esta hermana había podido obtener
en sus estudios religiosos regulares.
Una noche se despertó con la sensación de que algo estaba posado en su almohada un
poco detrás de su cabeza. Antes de que pudiera discernir exactamente lo que era, sintió
que le agarraraban su cara y le sacaban los ojos. Sin embargo, no encontró marcas en su
rostro después. Al día siguiente se dirigió a su superior y le pidió que lo trasladaran de
regreso a Ligonier, Indiana. Podría haberlo conseguido si alguien ocupaba su lugar, pero no
pudo.
Sor María anhelaba quedarse con Nuestra Señora, pero la obediencia la llamó, y así dejó la
capilla con las otras hermanas para comenzar sus deberes diarios. Nuestra Señora la
comprendió y la dejó libre por el momento, pero más tarde ese día, durante la hora santa,
volvió a hablarle. Más tarde, en una carta escrita al arzobispo, la Hermana María describe
los deseos de Nuestra Señora.
Poco después de la aparición de Nuestra Señora a la Hermana, empezó a tener locuciones
interiores de San José. Él le revela que inmediatamente después de su concepción, por los
méritos de Jesús y por su excepcional papel, fue purificado de la mancha del pecado
original.
San José reveló a la hermana María que su corazón sufrió con los corazones de Jesús y
María porque sabía de antemano de su Pasión, pero no estaría allí para consolarlos.
A partir de enero de 1957, las advertencias de Nuestra Señora vienen a la hermana con
más frecuencia, afirmando que la hora esta cerca y que la paciencia de su Hijo no durará
para siempre. Nuestra Señora pide a la Hermana María oración y penitencia, amarla y
confiar en Ella, y no olvidar a nuestra pobre Madre que llora por la pérdida de tantos de Sus
hijos. Y pide un amor cada vez más grande y consumador por su Hijo, Jesús. Un amor que,
incapaz de contenerse, inflamará a los que nos rodean.
En la fiesta del Corazón Inmaculado, 22 de agosto de 1957, Nuestra Señora revela más
partes de Su plan sobre cómo se logrará esta gran renovación.
Sor María anhela ser escondida del mundo y sufre por el mandato divino dado a los Estados
Unidos. Fue la voluntad de Dios que la Hermana María sufriera por la pérdida de pureza en
las almas de los hombres.
Por su parte, Nuestra Señora consuela a su hija y le pide que sea paciente, que la voluntad
del Padre debe serle más querida que todo lo demás, y que pronto se le dará un refugio de
descanso, no un refugio del sufrimiento y dolor. Por encima de todo, la voluntad de Dios
debe ser primordial.
En muchas ocasiones el demonio podía atacar a la Hermana haciendole pensar que está
siendo engañada y este miedo le causa mucho sufrimiento. Por esta razón San Miguel
estaba cerca de ella de una manera especial y, a menudo, la animaba a difundir los
mensajes del cielo.
La Virgen María le manda un mensaje al Arzobispo Paul Francis Leibold pidiendo que se
forje una medalla, pero la Hermana Marïa vaciló debido a ciertas dudas y temores sobre la
recepción de este mensaje. Nuestra Señora apareció en las primeras horas de la mañana
del 6 de abril de 1960 para reprocharle su falta de confianza y le dijo que no demorase en
enviar al obispo las palabras que había escrito.
A la hermana María se le dice la brevedad del tiempo asignado para orar y hacer los
sacrificios necesarios para lograr la paz mundial. Hay una urgencia sobre las advertencias
de Nuestra Señora de una terrible purificación que caerá sobre todas las naciones y
aconseja rezar el rosario familiar con tantos familiares presentes como sea posible y orar la
oración a la Inmaculada Concepción porque las Fuerzas del Mal están envolviendo al
mundo, su odio se centra particularmente en los Estados Unidos debido al Mandato Divino
que se le ha dado para conducir al mundo a la paz.
En el invierno de 1984, Nuestra Señora vino a la Hermana María con un mensaje final.
Últimos años
La Hermana María llevó una vida de sufrimientos ocultos que aceptó con amor y gran
paciencia. Sufrió una fractura de cadera en enero de 1994, que agravó sus adversidades
físicas. Con la artritis paralizante, el apéndice roto y el asma especialmente grave, las
angustias de la Hermana eran, a veces, amenazantes para la vida. A pesar de la
adversidad, la Hermana trabajó incansablemente por Nuestra Señora de América y su
familia enclaustrada. Con cada paso más cerca, y generalmente en la víspera de cada
victoria reportada para Nuestra Señora de América, la Hermana Mildred sufriría intensos
dolores físicos y muchas veces batallaría con ataques espirituales diseñados para disuadirla
de orar.
El 10 de enero de 2000, en el primer año del Nuevo Milenio, esta alma humilde y santa, a
los 83 años, fue liberada de la cruz que tan voluntariamente abrazó por causa de Nuestra
Señora de América. Su misa fúnebre se celebró en la Basílica de Nuestra Señora de la
Consolación en Carey, OH por su sobrino Fray Gregory Neuzil de Tennessee. Amigos de
todo el país, incluyendo a la sobrina Elaine Bratrovsky de Colorado, viajaron a Carey aquel
día de invierno cubierto de nieve para despedirse, sabiendo que ellos también habían vivido
y conocido a una santa. Cincuenta rosas blancas fueron traídas para la Hermana María por
Ellis Maria Taylor de la Sociedad de la Reparación en Baltimore y la canción a Nuestra
Señora de América, escrita por la propia Hermana María y con la música de Richard Paul
Rencher, fue cantada por Marty Rotella de la Fundación de la Divina Misericordia y Vida de
Nueva Jersey. El cuerpo de la Hermana, acostado en un ataúd de madera hecha a mano
con el cuadro de Nuestra Señora de América, es colocado temporalmente en una bóveda
en el cementerio de St. Wendolyn, Fostoria, Ohio.