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MENTE HUMANA DESDE LA PERSPECTIVA YODICA

Yoga Tántriko

Explicar a los occidentales el concepto pre-moderno indio de la mente plantea una problemática
interesante. La cultura popular occidental tiende a establecer dos centros primarios de nuestro ser
además del cuerpo: la mente (punto focal de los pensamientos) y corazón (punto focal de los
sentimientos). Esto se contrapone por completo al modelo indio, donde ‘mente’ y ‘corazón’ se
traducen con la misma palabra en sánscrito (chitta), ya que, como todo buen psicólogo debe
saber, los pensamientos y los sentimientos están inextricablemente ligados, y de hecho, existen en
un continuum. Por lo tanto, el centro de nuestra consciencia individualizada es un corazón-mente
(chitta), en el que vibran las fluctuaciones (vrttis), que pueden ser más racionales y lingüísticas
(que en general nombramos pensamientos), o menos lingüísticas, menos racionales, y con una
mayor carga afectiva (lo que por lo regular llamamos emociones). De acuerdo con el modelo indio,
este corazón-mente tiene tres aspectos primarios: la facultad de la atención y procesamiento
sensorial (manas), un hacedor de identidad, o formador de autoimagen (al que comúnmente se le
llama “ego”, ahamkāra), y la capacidad de imaginar cosas, ya sea para formar juicios o tomar
decisiones (buddhi). Estos tres aspectos están explicados con mucho mayor detalle en mi libro
Tantra Iluminado.

El segundo error que cometen los occidentales con respecto al sistema indio es considerar la
introspección intuitiva como parte de la mente, cuando sería mejor entendida como un aspecto
del “espíritu”, ya que desde la visión yóguica, la introspección intuitiva expresa la inteligencia
innata de la consciencia encarnada (pratibhā). Pratibhā, también conocida como Parā Vāk (la
‘Suprema Palabra’—ver Tantra Iluminado p.173 y The Shakti Coloring Book p. X), hace surgir
introspecciones espontáneas que pueden expresarse como si fueran pensamientos, aunque de
hecho son totalmente diferentes en cuanto a su origen y efecto de los pensamientos ordinarios
que produce la mente condicionada, pues constituyen impulsos pre-cognitivos, expresiones de la
inteligencia innata encarnada, que se apropian del lenguaje disponible en la mente a medida que
surgen como percepción consciente. Sólo alguien dueño de un buddhi (facultad de discernimiento)
purificado por el yoga puede distinguir con precisión la diferencia entre estas introspecciones
puras de pratibhā y los pensamientos condicionados de la mente ordinaria. De tal forma, desde el
punto de vista indio/yóguico, la cultura occidental tiende a confundir mucho las cosas.

Un amigo me preguntó sobre la supuesta clasificación Vedāntica de las “cuatro partes” de la


mente, considerando a chitta como la cuarta parte, la mente subconsciente. De hecho, esta
clasificación solo se encuentra en fuentes del siglo XX que muestran influencias de occidente. Aquí
está lo que le respondí:
“La respuesta corta es que las llamadas cuatro partes de la mente a las que te refieres de hecho
forman parte de una clasificación moderna. Hasta donde yo he visto, ningún material pre-
moderno contiene esta clasificación de la mente dentro de manas, buddhi, ahankāra, y chitta. De
hecho, chitta no es más que un término general para designar a la mente que abarca los otros tres
términos. Tenemos entonces que chitta es sinónimo de antahkarana, el “instrumento interno”.
Dentro del uso moderno se ha intentado hacer una correspondencia entre la psicología freudiana
y esta antigua clasificación, y chitta se ha denominado erróneamente como la cuarta parte de la
mente, es decir, el ‘subconsciente’. Sin embargo, no pretendo implicar que los antiguos shaivas y
yoguis no comprendían el concepto de lo que lo que queremos decir cuando nos referimos al
‘subconsciente’. De hecho, las fuentes primaras nos dicen que los samskāras (impresiones sutiles
de experiencias pasadas) son inherentes al buddhi. Esto no tiene ningún sentido para quienes
hayan visto el término buddhi traducido una y otra vez como ‘intelecto’, puesto que el intelecto es
obviamente distinto del repositorio subconsciente de los samskāras; aunque de hecho, es
perfectamente razonable una vez que comprendemos que buddhi es en esencia la capacidad de
discernir y formular juicios. Esta capacidad queda distorsionada u obscurecida por los samskāras.
En cambio, el buddhi purificado es capaz de discernir aquello que es benéfico en un momento
determinado, sin proyecciones erróneas basadas en experiencias del pasado. Así que como puedes
ver, no tendría ningún sentido que los samskāras fueran inherentes a algún cuarto elemento de la
mente llamado chitta, ¿porque entonces cómo interferirían con los juicios que realiza el buddhi?
De nuevo, chitta es sólo un término muy general para referirse a las tres partes de la mente.”

Los maestros despiertos modernos comprenden de manera intuitiva que los pensamientos y las
emociones son inflexiones uno del otro, y que al separarlos nos alejamos peligrosamente del
autoconocimiento. Pienso en las enseñanzas de Ādyashānti en torno a este punto en su
maravilloso libro El final de tu Mundo.

¡Que todos los seres experimenten mentes claras y abiertas, espaciosas y llenas de energía!
Ahamkara, mente y conciencia
desde el vedanta
20 marzo, 2017  3   Por ALIAS_SANSCRITO
Ahaṃkāra (अहं कार) es un término sánscrito que está relacionado con el ego y el
egoísmo, es decir, la identificación o apego con el ego de uno. El término
«ahamkara» proviene de la filosofía védica y tiene aproximadamente 3.000 años
de antigüedad, donde Ahaṃ se refiere al concepto del Yo o «yo» y kāra se refiere
al concepto de «cualquier cosa creada» o «hacer». El término se originó en la
filosofía védica hace más de 3.000 años, y más tarde se incorporó a la filosofía
hindú, particularmente a la filosofía Saṃkhyā (Wikipedia).
En occidente se suele admitir que la mente es la que permite a los seres humanos
tener o disponer de una consciencia. Pero para el vedanta es justamente al revés,
ya que es el la Consciencia (el Ser, el Yo) el que dota de operatividad al cuerpo, la
mente y el resto de los órganos físicos o sutiles. La consciencia, según el vedanta,
se refleja en la mente y «parece» que está depositada en ella, cuando en realidad
está depositada en el Atman.
Vedanta profundiza en la mente más que la ciencia occidental. Para el vedanta, la
mente dispone de una serie de facetas o categorías, o funciones, sin
diferenciación física, pero sí funcional:

 Manas (मन): es la parte de la mente que se ocupa de procesar los


estímulos procedentes de distintas fuentes, ya sean las emociones, los
objetos, los pensamientos, el mundo, etc, y reacciona a ellos respondiendo
de forma automática.
 Citta (चित्त): es la memoria.
 Buddhi (बद्धि
ु ): es el intelecto discriminativo.
 Ahamkara (अहं कार): el ego, o la idea del yo personal.

La percepción occidental de la mente (como un bloque sin separación funcional)


interpreta de manera incorrecta las instrucciones y enseñanzas orientales cuando
se dicen cosas como «controlar la mente» o «parar la mente». Se tergiversa esta
idea de que la mente es el problema y que debe ser «limitada» o destruida, en los
casos más exagerados.
Manas es esa mente incansable. Es la faceta encargada de procesar estímulos y
responder a ellos. Manas se caracteriza por la duda, la curiosidad y la incapacidad
de decidir. Está marcada por el impulso y la reacción.
Citta es la memoria, a corto, cortísimo, largo y larguísimo plazo. Está siempre
funcionando recogiendo (memorizando) y extrayendo recuerdos, que envía a
Manas. Si no hay una correcto entrenamiento, Manas reacciona continuamente
ante los estímulos procedentes de la memoria (y los externos).
Si entendemos la mente desde el punto de vista del Vedanta, como un sistema
operativo con cuatro funciones o facetas, ese problema deja de ser tal, y pasa a
ser la solución, porque usando dichas funciones de manera adecuada, unas
funciones pueden limitar o controlar a otras. De hecho, la mayoría de las veces el
problema estriba en un funcionamiento descontrolado de Citta, memoria, enviando
estímulos a Manas, y otro funcionamiento descontrolado de Manas respondiendo
sin tino a los estímulos de Citta. Esto no acabaría, seguramente, si no fuera el
factor discriminativo (Buddhi) quien pusiera fin a este círculo vicioso, bien
mediante un entrenamiento de la atención, o bien mediante una decisión tajante
de no atender a ciertos estímulos.

Para el Vedanta, la única manera de alcanzar la iluminación (moksha) es usando


la propia mente para averiguar cual es nuestra verdadera naturaleza. Es decir,
usar la mente para conocer la verdadera naturaleza de la misma: que es un reflejo
de la consciencia, o atman (आत्मन ्).

Bien, y ¿cual es la postura de Vedanta sobre nuestra mente y sobre nosotros


como sujetos?… que nosotros somos consciencia que observa el mundo. Y que
tal consciencia, Atman, nunca puede ser observada, ni está sometida al tiempo y
al espacio, que es eterna, nunca nació ni morirá, ni tiene atributos, ni desea ni
quiere nada. Esa consciencia usa como vehículo espacio-temporal nuestras
existencias terrenas, y se manifiesta en nuestra mente y en nuestros cuerpos,
conforme a unas reglas divinas y a un orden cósmico, que hacen que estemos
ejerciendo unos papeles (personajes) muy concretos. Esos personajes lo son en
base a una creación de nuestra mente, el ahamkara o ego, que no es más que
una serie de pensamientos que sostienen una idea: el ego. Ese ego, para
empezar, se encuentra separado del resto. Esa separación produce mucho dolor e
insatisfacción.
Pues es gracias a ese ahamkara por lo que empezamos a buscar y a indagar la
causa de la infelicidad. Porque recordemos que Atman, el Ser, no hace más que
existir y dar vida al resto, pero no es operativo. Así que el ego es muy necesario y
cuanto más dolor más boletos tenemos de realizar el objetivo de la
liberación, moksha. Por tanto no se puede decir que el problema es tener ego,
sino que el ego es también el instrumento para liberarse. Pero el ego no
desaparece nunca, más bien, los liberados saben que existe y cómo han de
comportarse con él.
Así que Vedanta nos enseña que ese ego, lo que se suele conocer por el
«muñeco» o personaje que uno hace en esta vida, es el medio a través del cual se
expresa Atman, o sea, Dios, Ísvara, y que realmente no existe. El problema es que
nosotros nos identificamos (la mente se identifica) con tal personaje como algo
real.
Otras identificaciones nocivas y que el vedanta enseña a superar, son las que se
hacen con Manas y Citta. Uno debe saber que esos órganos funcionan así, pero
no se pueden parar, igual que no se puede parar el corazón en su bombeo de
sangre. Pero si uno se identifica con el contenido de Manas o de Citta, y lo hace
suyo, entonces el individuo cobra corporeidad. El problema es decir «Estos son
mis pensamientos», es decir, que el ahamkara haga suyos tales pensamientos. Al
igual que los recuerdos. Uno debe ser consciente de que tales cosas,
pensamientos, recuerdos, existen, van y vienen, desaparecen y tal… pero no
afectan al Ser o Atman, que está situado aparte, como mero observador. Solo si
nos identificamos con ellos, como sujetos, como ahamkara, sufrimos.
Para evitar tal identificación usaremos otra de las facetas o categorías de la
mente: Buddhi. mediante ella, sabemos que tal o cual pensamiento existe, pero
no es nuestro. Podemos, mediante Buddhi, atender a otro sitio, o dejar de atender
a un cierto recuerdo. Por lo tanto, Buddhi es la solución al problema que decíamos
de «dejar parada la mente». La solución no consiste en parar nada, sino más bien
en atender conscientemente a lo que hay que atender y desatender lo que debe
ser desatendido.
Para eso, es necesario saber qué estímulos han de entrar en nuestras neuronas o
sentidos, no se puede mirar cualquier cosa, sin que se produzcan efectos. Así que
la primera decisión de Buddhi debe ser atender a lo que se debe atender fuera de
nosotros. Segunda decisión de Buddhi, atender a lo que se debe atender dentro
de nosotros, saber filtrar pensamientos, emociones y recuerdos. Poco a poco,
mediante la operativa correcta, Citta dejará de enviar contenidos fuera de tiempo o
lugar, Manas, hará lo que deba hacer según su naturaleza, pero Buddhi atenderá
a lo que deba atender, y nuestra mente será más manejable o más estable.

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