Está en la página 1de 4

“Los dos mayores misterios de la naturaleza son la mente y el universo”.

Michio Kaku

El estudio del cerebro es unos de los más importantes que enfrenta la ciencia de nuestros días.
Gracias a diversas tecnologías como los escáneres que permiten saber cómo es y cómo funciona
nuestro cerebro, al Proyecto del Genoma Humano, a la aplicación de la genética en la conducta, se
han podido descubrir cosas increíbles de ese pequeño órgano de menos de un kilo y medio que
tenemos en la cabeza.

Cosas que no pudimos descubrir hasta que comenzó la "década del cerebro" en los años 90, con la
que se desató una ola de nuevas ciencias llamadas psicología cognitiva y las neurociencias, que
incluye a la ya antes mencionada. Estas son disciplinas que siguen vigentes y que se encuentran
revolucionando todos los ámbitos de nuestras vidas.

Acercándonos a una definición de neurociencia

A manera de definición formal (basándome en diferentes lecturas), definiría las neurociencias


como el estudio de las bases biológicas de la conducta humana. Quiero, ahora, agregar otra
definición más, la de Neurociencia cognitiva; definida por Carles como "la disciplina que busca
entender cómo la función cerebral da lugar a las actividades mentales, tales como la percepción, la
memoria, el lenguaje e incluso la conciencia". A pesar de sus pocos años de existencia, esta
disciplina ha experimentado la multiplicación en sus estudios que, entre sus ejemplos, incluyen la
atención visual, la visión, la memoria, y la conciencia.

Las neurociencias se han encargado de explicar cómo funciona la mente con base en su condición
biológica enraizada en el cerebro. Su importancia radica en que ahora, gracias a escáneres de alta
tecnología diseñados por otras ramas de la ciencia, se han revelado secretos del cerebro que
hacen que lo que un día fue parte de la ciencia ficción; hoy lo es de la ciencia formal. Ahora
sabemos que es necesario conocer el cerebro para poder entenderlo y diseñar estrategias para
poder mejorar nuestra conducta y, así, solucionar los grandes problemas en materia de políticas
públicas relacionadas con los problemas psicológicos.

De igual modo, las neurociencias nos han permitido mostrarnos tal y como somos, tal y como es
nuestro ser bio-lógico (hago esta separación para sugerir la relación entre nuestra vertiente animal
y nuestra parte racional). Negar la función y responsabilidad del cerebro en nuestra conducta no
va a cambiar nada nuestra condición.
Además, los descubrimientos sobre nuestro cerebro tienen implicaciones morales. Tal y como dice
Steven Pinker en La Tábula Rasa, “la negativa a reconocer la naturaleza humana es como la
vergüenza que el sexo producía en la sociedad victoriana, y aún peor: distorsiona la ciencia y el
estudio, el discurso público y la vida cotidiana”. Por eso debemos apoyar a una ciencia que nos
está permitiendo conocernos, conocer cómo somos y por qué somos así. Y debemos hacerlo sin
miedo y apostando a mejorar nuestra condición humana en función de conocer nuestra condición
humana, es decir ver nuestra naturaleza humana con un rostro humano.

Otro de los motivos del porqué las personas, científicos y, en especial, los psicólogos deben
acercarse al estudio de las neurociencias es porque este ámbito de estudio está rompiendo mitos
y vuelve a plantar problemas clásicos, pero ahora con un enfoque más riguroso desde el punto de
vista científico. Uno de esos problemas es el de la relación mente-cerebro, éste ha dejado de ser
"un monopolio de la filosofía" (en palabras de Giménez-Amaya), para convertirse en un tema
donde múltiples disciplinas tratan de darle una solución, siempre tomando en cuenta la función
del cerebro.

"El cerebro, nos guste o no, es una máquina. Los científicos han llegado a esa conclusión, no
porque sean unos aguafiestas mecanicistas, sino porque han acumulado evidencias de que
cualquier aspecto de la conciencia puede vincularse con el cerebro".

Steven Pinker

Las neurociencias como herramienta del psicólogo:


entendamos mejor a la máquina
Desde luego, el órgano que tenemos dentro del cráneo es tan difícil de entender que hasta ahora
es considerado prácticamente el objeto más complejo del sistema solar. Tal y como lo expresó Carl
Jung: "En cada uno de nosotros hay otro al que no conocemos".

Ese animalito caprichoso adicto a los carbohidratos es el material más complejo del universo y ese
mismo animalito es el objeto de algunas disciplinas como las neurociencias, que bien pueden ser
una herramienta para otras como la psicología. Las neurociencias nos muestran el lado biológico
de la mente y el cerebro, y en él residen algunas cuestiones como la conciencia, la cognición. El
objeto de estudio de esta disciplina es el responsable de nuestras conductas y otras cuestiones
más de las que se encarga de estudiar la psicología, y por eso es importante apoyarnos de estas
herramientas que nos acercan a esa parte biológica responsable de la mayoría de nuestra
conducta.

Nuestro cerebro pesa un kilo doscientos gramos y está compuesto por dos tipos de células: las
neuronas y el glía. Todas las personas albergan cientos de miles de millones de estos cuerpos
microscópicos. Y, tal y como dice Eagleman, “cada una de estas células es tan complicada como
una ciudad. Y cada una de ellas contiene todo el genoma humano y hace circular miles de millones
de moléculas en intrincadas economías".

Desde la consolidación de las neurociencias, los psicólogos han emprendido el reto de elaborar
una psicología con base en datos biológicos concretos y aislables.

Conclusiones y contextualización

Las neurociencias han tenido un largo recorrido a través de la historia de la comprensión del
cerebro. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad hemos sido incapaces de entender
cómo es que funciona el cerebro y la mente, Los antiguos egipcios consideraban al cerebro un
órgano inútil, Aristóteles creía que el alma habitaba en el corazón y otros, como Descartes creían
que el alma entraba en el cuerpo a través de la pequeñísima glándula pineal. Después de la
"década del cerebro" todo cambió y empezamos por fin, gracias a las nuevas tecnologías y
descubrimientos, a conocer el cerebro realmente. Lo que no aprendimos en toda la historia de la
humanidad, después de la década de los noventa, empezamos a descubrir y a aprender, pero
apenas lo estamos comprendiendo y asimilando.

Sin embargo, todavía existen muchas personas, en el ámbito académico, cultura y personas
comunes, que se niegan a reconocer su naturaleza y a aceptar las nuevas formas de
comprendernos, de comprender nuestro cerebro, nuestra máquina. La negación y resistencia de
muchas personas a las neurociencias se encuentra en la creencia de que la biología nos viene a
despojar de nuestra condición humana, acabaría con nuestra parte moral y nos reduciría a no más
que animales guiados por nuestros impulsos y en ese caso se podrían justificar cosas como la
violación, el incesto o el asesinato.

Pero contrario a esas creencias se encuentran las que dicen científicos tan reconocidos como
Steven Pinker o David Eagleman que proponen que al mostrarle al ser humano sin miedo lo que
es, se podrán hacer verdaderos programas de recuperación, predecir y controlar conductas que
podrían perjudicar a la sociedad y a ellos mismos. La negativa a reconocer lo que sucede en
nuestra máquina no ayudará a dar respuestas acerca de lo que ocurre en ella, y eso puede tener
un coste social.

Referencias bibliográficas:

Avedaño, C. (2002). Neurociencia, neurología y psiquiatría: Un encuentro inevitable. Asoc. ESp.


Neuropsiq. Obtenido de Scielo: http://scielo.isciii.es/pdf/neuropsiq/n83/n83a05.p...

Carles, E. (2004). Aproximación histórica y conceptual a la Neurociencia Cognitiva. Cognitiva, 141-


162.

Corr, P. J. (2008). Psicogenómica. En P. J. Corr, Psicología Biológica. Mcgrawhill.

Eagleman, D. (2013). Hay alguien en mi cabeza,pero no soy yo. En D. Eagleman, Incógnito. Las
vidas secretas del cerebro (pág. 9). Anagrama.

Giménez-Amaya, J. m. (mayo-agosto de 2007). Dialnet. Obtenido de Dialnet:


http://dadun.unav.edu/handle/10171/10926

Kaku, M. (2014). Introducción. En M. Kaku, El futuro de nuestra mente (pág. 22). Penguin Random
House.

Pinker, S. (2003). The Blank Slate. En S. Pinker, The Blank Slate (pág. 703). Paidós.

Tortosa, G. y. (2006). Historia de la Psicología. En G. y. Tortosa, Historia de la Psicología.


Macgrawhill.

Zapata, L. F. (agosto-diciembre de 2009). Evolución, cerebro y cognición. Obtenido de Scielo:


http://www.scielo.org.co/pdf/psdc/n24/n24a06.pdf

También podría gustarte