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REFLEXIÓN CLÍNICAS EN TIEMPOS VIRTUALES (SEGUNDA

PARTE)

En estos tiempos de aislamiento preventivo y cuarentena, más que


nunca, valoramos la importancia de los vínculos.

Llevado al territorio transferencial, que nos ocupa en nuestra


profesión, propongo tomar nota de las siguientes consideraciones
acerca de los tratamientos psicoterapéuticos, aplicados de manera
virtual en la Institución.

Siempre y en primera instancia, el profesional deberá comunicar y


destacarle a los pacientes la pertenencia Institucional, tal cual está
redactada en la nota [Reflexión Clínica Tiempos Virtuales (Primera
Parte)]

El desafío como psicoanalistas, hoy más que nunca, es lograr


construir un vínculo, a partir del cual, entablará la posibilidad del
armado de la transferencia positiva (amorosa).

¿Cómo podemos facilitar el entramado de un vínculo en tiempos


virtuales? Proponemos:

A. Nombrar al otro (consultante) por su nombre (primer acto


de subjetivación).
B. Preguntarle por el motivo de consulta, haciendo mención de
que el profesional tratante está al tanto de que ya ha realizado
su admisión, pero que necesita escucharla/o porque es con
quien transitará el tratamiento. Hay que aclararle que ya no
habrá cambio de profesional.
C. Tratar al paciente con la mayor de las hospitalidades y
amorosidad.
D. Preguntarle, en principio, como está atravesando estos
tiempos difíciles.
E. Comunicarle que estamos para ayudarlo.
F. Manifestarle que, aunque en el momento no parezca, todo
momento crítico tiene una salida, sólo que en el presente
resulta difícil pensarla e imaginarla. Esto vale para la
pandemia y para su problemática. El analista, al decir de
Ulloa, debe ayudar al paciente a que pueda ubicar, en la
figura del terapeuta, la función tercera, que se encuentra
ausente en algunas situaciones reales y/o fantaseadas de
encerrona. Agrega Ulloa, la función de tercero, es la única
que permite una salida de la encerrona vivenciada por el
paciente. Para instalar dicha función, es necesario tener:
miramiento, consideración hacia el otro, nominación, buen
trato y amorosidad. Los cuidados clínicos recién
mencionados, empiezan a formar una parte solida del
armado y construcción del suelo transferencial, necesario
para viabilizar el tratamiento. Cura etimológicamente, viene
de “cuidado”.
G. Otra apreciación fundamental es la importancia que para el
psicoanálisis adquiere, tal como lo menciona J. Lacan, la
dimensión del diálogo.

Entendido, como nos enseña el maestro, en su dimensión


dialéctica. ¿Qué queremos expresar con esto? El diálogo en su
faceta dialéctica, parte de escuchar atentamente al interlocutor,
no contradecir su decir, por el contrario. Desde el decir del
paciente, comenzará el profesional a poner a prueba su escucha,
formulando preguntas, a partir de las premisas que plantea el
paciente al modo de preguntas sencillas: ¿qué quieres decir con
esto?, ¿cómo llegaste a esa conclusión?, ¿me contás un poco
más?, etc.

Escuchar, es, en primera instancia dar lugar y promover la


palabra del otro, sus creencias, su supuestos, es decir, su
realidad psíquica. De ninguna manera negarla y menos que
menos, oponerle nuestras creencias.

A partir de los argumentos que fundamentan la realidad psíquica de


los pacientes, nos dispondremos a preguntar, explorar, indagar.

Nuestro objetivo es hacer un vínculo, que el paciente comience a


tener una corriente amorosa hacia el terapeuta, y que poco a poco
le vaya suponiendo un saber.

Con la convicción siempre, tal como el psicoanálisis nos enseña, a la


manera socrática, que el saber lo tiene el otro; este convencimiento
es lo que inviste al analista, de aquello que se denomina, la “docta
ignorancia”, saber, al decir de Sócrates, que no se sabe nada.

Esto configura una humildad verdadera por parte del analista, que
nos lleva a la pasión por el enigma; lo que nos es desconocido y que
por motivos siempre personales y únicos, que todos los analistas
compartimos.
Ayudadores, facilitadores del proceso de conocimiento, del propio
conocimiento (inconsciente) del paciente, que tanto nos distancia
de una imposición de saber, tan cercana a técnicas cognitivas-
conductuales.

Concluiré este escrito subrayando una vez más, la importancia


rigurosa que para nuestra labor clínica adquiere, construir un
vínculo con el paciente, recordándole una y otra vez, que estamos
–ahí- , junto a él, más allá de la frecuencia del encuentro, para lo
que nos necesite.

Nos disponemos –tal como etimológicamente indica este término:


colocar en un lugar adecuado-, a estar –ahí- para lo que el paciente
necesite.

Es un estar -ahí- que borra las fronteras del tiempo y el espacio, de


la cronología de los encuentros presenciales o virtuales.

Y esto es, lo que debemos explícitamente, comunicar con nuestras


palabras que se acompañarán con actos.

Construir el vínculo, fortalecerlo, es el cimiento de la cura, el


recurso más poderoso para enfrentar las resistencias psíquicas que
atraviesan a nuestra estructura, también para lidiar con los rasgos
de carácter, y con tantos otros obstáculos que deberemos atravesar
a lo largo de este viaje, donde nos prestaremos, semblanteando un
objeto -caso por caso y vez por vez-.

Nuestro propósito es ayudar al sujeto a que viva su vida sin tener


que pagar por ella, un costo desproporcionado, que la neurosis le
impone a su subjetividad, a través de síntomas, inhibiciones,
angustias mal tramitadas, mandatos insensatos, etc.

Para esta difícil tarea, que nuestra vocación por el inconsciente (al
decir de Fernando Ulloa) nos confronta, nos sostenemos y nos
ayudamos con nuestros propios análisis, la investigación clínica
continua y la supervisión de nuestra casuística; tal como nos
enseñara el creador de la psicoterapéutica psicoanalítica, Sigmund
Freud.

Los saludo con todo afecto y cariño

Miriam Mazover
Directora y Fundadora Académica

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