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Mi experiencia

Mi nombre es Agostina Chiavassa Arias, tengo 31 años y soy de Villa Allende. Soy
Licenciada en Letras y desde hace algunos años trabajo como docente de Literatura en un
colegio secundario.
La práctica llegó a mí en 2014 o 2015 de parte de un amigo miembro de la Soka, pero no fue
sino hasta mediados de 2017 que empecé a practicar. En algún momento abracé la práctica con
un convencimiento mayor: el 1º de julio del año pasado recibí membresía y el 24 de marzo de
este año recibí mi propio gohonzon. Aunque estaba contenta con esta percepción budista del
mundo ante mis ojos y feliz por la gente con la que compartía, aún no lograba ver beneficios en
mí. Al escuchar diversas experiencias, imaginaba que mis pruebas reales debían ser externas,
impresionantes, magnánimas, y no veía que la práctica me iba mostrando en pequeñas dosis
aquellos beneficios que necesitaba. Hoy puedo decir que las pruebas reales del beneficio de la
práctica son diversas, a veces imperceptibles, pero con algo en común: ¡son parte de nuestra
revolución humana!
Ese mismo julio, me dieron una licencia laboral hasta fin de año por dificultades en la voz, como
nódulos y problemas en cuerdas vocales. Durante ese tiempo mi voz no mejoraba, y puesto que
es mi herramienta de trabajo, mi daimoku y mis reuniones de aliento se concentraron en esa
mejoría. Sin embargo, y como me sugirió una camarada, mi problema de voz en realidad era
algo que yo callaba y no podía decir claramente. A lo largo de esos meses y durante las
vacaciones, empecé a ver esas pruebas reales, ya no magnánimas o en objetos, sino en
actitudes, reconocimiento de flaquezas y en toma de conciencia de cuestiones personales,
laborales, familiares y de pareja que no lograba ver bien. Estos meses hice daimoku pensando
en qué podía estar callando, y puse toda mi energía en tener claridad de pensamiento y que se
revele lo verdadero que se manifestaba en mí a modo de problemas de voz.
Es así que con daimoku, pero, sobre todo, confiando en la práctica y en todas los aspectos que
sacude, poco a poco, y en un segundo de claridad, pude vislumbrar qué callaba: ya no era feliz
con quien fue mi pareja durante 12 años, logré ver que ambos estábamos en sintonías distintas
y nuestros objetivos eran distintos y que no tenía sentido continuar. Tanto daimoku me dio no
solo la claridad y la revelación de esta cuestión, sino también el coraje y el valor suficientes para
plantearlo y hablarlo con mi pareja y poder comprobar que era ese el problema. Esas pequeñas
pruebas reales desembocaron realmente en otras mayores: por un lado, una separación
absolutamente armoniosa, conservando la amistad, el cariño de años y sobre todo el respeto y
dignidad de ambos.
Esta gran prueba aumentó mi confianza en la práctica y en el daimoku, y abrió paso a
muchas otras pruebas reales tan importantes como éstas: durante el año pasado, mi objetivo
principal puesto en el daimoku diario era obtener una beca para ser profesora de español en
una escuela en Francia. Para ello debía rendir los exámenes, que, puestos en el gohonzon,
resultaron exitosos. En mayo último, me notificaron que había quedado seleccionada para la
beca. Un deseo tan grande, anhelado desde la adolescencia, se había concretado gracias a la
práctica.
Sabemos que, muchas veces, ante cada concretar, aparecen las funciones negativas que
nos impiden avanzar en nuestra práctica. En este último tiempo, se me presentaron muchas
dificultades: económicas, y, sobre todo, familiares, las cuales me habían llevado a apartarme de
mis padres y hermanos, habiéndose generado un cono de silencio sobre mí que me pesaba, a
punto tal de pensar en mi viaje a Francia como algo triste. Después de tanto daimoku, mis
nuevas pruebas reales fueron tales como concretar el pasaje de avión, la reconciliación con mi
familia antes de viajar, y entender que lo que me molestaba es algo propio y está dentro de mí.
Hace unas semanas realizamos el zaimu, en el cual, desde el corazón, ofrendábamos un
monto de dinero en pos de las actividades de Kaikan y la práctica. Mi ofrenda de inmediato
me trajo beneficios económicos como el incremento de trabajos que mejoraron mi economía,
y, más aún, el daimoku fue allanando los trámites que, al principio, dificultaban el panorama
por venir.

Las pruebas reales, insisto, no fueron las cosas que yo creía, sino descubrir qué callaba,
qué necesitaba, descubrirme valiente y con coraje para plantear lo que me inquieta, ver que
una relación puede culminar en armonía. Mi voz mejoró bastante. Ya no pongo en el afuera,
sino que sé que todo eso a pulir está dentro de mí. Ver que la separación nos trajo a cada uno
beneficios absolutamente impensados en distintos planos, esa es mi mayor prueba. Asimismo,
alcanzar el viaje a Francia y todo lo que atañe a ese objetivo cumplido lo veo como resultado
concreto de la práctica. Despues de este camino recorrido confiando en la práctica y en el
aliento de los camaradas del han, es que hoy sábado 24 puedo contar mi experiencia.

Quisiera concluir con el siguiente aliento de Sensei, el cual refleja claramente aquello que hoy
puedo ver que ha cambiado en mí:
“Tener valentía es fundamental para lograr o emprender cualquier cosa en la vida. Obrar con
coraje no implica una hazaña gloriosa o un gesto heroico. Se trata más bien de la fortaleza para
realizar esfuerzos perseverantes por alguna causa correcta, aunque otras personas no se den
cuenta de ello o no lo valoren.[...]En el plano individual, la valentía nos permite cambiar nuestras
vidas, romper con las barreras de la inseguridad que nos impiden dar un nuevo paso y
desarrollar nuestro verdadero potencial. Un simple problema puede convertirse en una
preocupación abrumadora, según quién viva dicha experiencia. Sea cual fuere la magnitud del
obstáculo que se deba enfrentar, el proceso interior que nos permite armarnos de valentía es
igual en todas las personas. Cuando una persona se arma de valor para afrontar cada vicisitud
de su vida puede transformar no solamente su vida sino que también puede ejercer una
influencia notoriamente positiva en su entorno. [...]El auténtico coraje significa emprender
acciones sensatas, justas y beneficiosas para todos. Es aquel que demostramos cuando vivimos
con honestidad y tesón. El coraje sano, resuelto y firme representa la cualidad más preciosa de
todas”.

¡Gracias!

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