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Sácate las pulgas

de tu cabeza

DIEGO ALEJANDRO BUSTAMANTE LONDOÑO


Esta historia está inspirada en la vida de un emprendedor aventurero, que
un día decidió arriesgar sus condiciones de vida tradicionales, para
buscar apertura a un nuevo camino para él y para su familia, sin medir
riesgos, ni condiciones necesarias suficientes, simplemente basado en
experiencias vividas en otros momentos de su vida y con las expectativas
al 100 por minuto de que todo tiene un ¿por qué?, y una respuesta lógica
con argumentos interpretativos que más adelante se irán exponiendo en
el transcurso de esta obra, que espero pueda ser inspiradora para
muchos, y de pronto sea criticada por otros, pero que sólo tiene un
propósito y es expresar una sumatoria de experiencias traídas desde el
descubrir de pensamientos, que fueron despertando diferentes
sentimientos y que hoy veo convertidos en palabras expresadas.
La intención del autor es inspirar a los lectores a descubrir a través de
las letras diferentes escenarios que recrean la vida de una persona
común, sin un don especial y que al igual que todos, trabaja día a día por
buscar mejorar sus condiciones de vida e ir creando un mejor escenario
futuro para sus hijos, de manera que busque facilitar un poco más su
crecimiento, en este maravilloso tránsito por la vida que Dios nos premió
vivir y disfrutar, a partir de nuestras propias elecciones y decisiones pero
siempre de su mano.

En nuestros países latinoamericanos el concepto de Emprendimiento ha


ido tomando mucha fuerza y se ha logrado convertir en parte importante
de la cultura y la esencia motivadora para docentes, maestros, padres y
directores de empresas, por la cantidad de elementos que genera y
nutre de herramientas, para ir mejorando las capacidades y
competencias de los alumnos, empleados y sus propios hijos.

Algunos países incluso han creado normas y leyes que le han dado un
piso jurídico para que sea obligatorio incorporar el tema de
emprendimiento en la formación que se imparte desde los jardines
infantiles, en las escuelas y colegios, la educación a nivel técnico y la
formación profesional, al punto de consolidación incluso, de redes de
trabajo que las mismas instituciones y los gobiernos, han creado para
que a través de diferentes investigaciones, se pueda ir enriqueciendo los
conceptos y puedan ser mucho más apropiados e incorporados en los
mismos entornos culturales en los que nos desenvolvemos.
Esta es una invitación a aperturar nuestras mentes y guiar nuestros
pensamientos hacia la búsqueda de nuestro propósito de vida,
descubriendo toda la fuerza de nuestro ser interior y la puesta a prueba
de nuestro potencial, para llevar a cabo todo aquello que nos permita
servir y ayudar a otros.
Sentado en un parque de la comuna de Providencia, en Santiago de
Chile, un día como cualquier otro, me detuve a pensar bajo un hermoso
sol, rodeado de un hermoso paisaje, repleto de naturaleza; Yo, un
hombre humanamente sano, cuerpo sano, mente sana, corazón sano y
con una enorme alma aventurera, que hace hoy día con tantas
dificultades, que yo mismo cree.

Reflexionando hice una evaluación de mi situación. Tengo un hogar (con


falencias como otros), un par de hermosos niños, una familia, Dios nos
provee el pan de cada día, con amigos envidiables y todo un mundo por
explorar, como es posible que me haya permitido caer a esta situación, y
aún más, sin querer torturarme, buscando una respuesta, logre descubrir
que el error y la respuesta están dentro de mí y es Dios quien puede
ayudarte a llegar a ella.

Durante un tiempo, cuando estuve en la universidad junto a un grupo de


amigos, siempre nos imaginamos desarrollando un proyecto propio; de
hecho, lo llevamos a nuestro proyecto de tesis, lo sustentamos con
grandes argumentos, después de un largo trabajo entre encuentros,
deliciosas comidas y momentos de estrés y en medio de risas, fuimos
creando en nuestras mentes aquello que podría transformar nuestra
realidad actual y convertirse en un gran resultado para nuestro futuro,
pero nunca lo ejecutamos, sólo un par de intentos y pon…,
oportunidades laborales que aparecieron a nuestras puertas,
ofreciéndonos una aparente estabilidad, hicieron que desistiéramos de
esa gran idea.

Ese fue quizás, mi primer acercamiento con este mundo del


Emprendimiento, aún sin conocer mucho acerca de él, tan sólo lo que
nos recitaban en las clases; fue mucho lo que aprendí, y hoy me ha
permitido transmitírselo a otros en escenarios de clase, seminarios,
charlas y capacitaciones a nivel empresarial y social.

Años más tarde, trabajando para una gran compañía, una de tantas que
tuvo sus inicios en el seno de una familia en Colombia, en medio de
dificultades económicas, quiebras, desconsuelos, culpas y demás, y que
hoy día se proyecta como una gran empresa, con presencia a lo largo del
país, incluso con presencia en otros países; conocí y experimente con
mayor seriedad este cuento, en el que hoy creo y del que puedo decir
Soy un orgulloso Emprendimiento.

Allí en esta empresa, tuve la oportunidad de alcanzar grandes logros, y


desempeñarme en diferentes cargos a nivel Directivo y de Coordinación,
que fueron modelando y formando mi carácter, mi capacidad de trabajar
en equipo, desarrollar habilidades y actitudes de liderazgo, madurar
como persona y profesional, e incluso, fortalecer mi esencia como aquel
que trabaja por dar lo mejor de sí, al servicio de los demás. Aunque todas
estas características y detalles han sido importantes, hay algo que
necesariamente te lleva mucho más allá y que sólo puede venir de algo
divino de la vida y es el Amor propio, el amor por lo que haces y por
quienes te rodean.

Hubo una gran mujer, que para mí representa una gran mentora, que
hizo que me enamorará por primera vez del Emprendimiento como un
todo transformador, y gracias a ella, sucedieron grandes cambios en mi
vida. El primero de ellos fue tomar una decisión y retirarme de la
compañía para la cual trabajaba y comenzar a emprender al fin mi propio
proyecto. Ahí nació mi segunda gran idea, está vez de la mano de mi
familia, en donde todos en conjunto, con nuestras diferencias en
profesión, capacidades intelectuales, intereses particulares, edades y
demás, tendríamos la oportunidad de aportar y construir un mejor futuro
para nuestras familias. Pero la emoción duro poco y una nueva oferta
irrumpió en mi vida y allí llegue. Sin pensarlo, lo que hizo está nueva
oferta fue formarme aún más en nuevos conceptos, nuevas técnicas en
torno al desarrollo del Emprendimiento y la incorporación de la
innovación, llevándote incluso a querer hacerlo y aprenderlo cada día
más, de manera que se convierte en parte de tu vida, elevando a la
enésima potencia la creencia en que a través de él se pueden transformar
vidas, incorporándolo como un elemento muy fuerte de nuestra cultura.

Estando allí tuve la posibilidad de aplicarlo, ya no desde la perspectiva


de hacerlo yo, sino más bien, la de enseñarles a otros y ayudarles a
alcanzar sus metas y sus sueños de emprender sus propias empresas,
enfrentar los desafíos que ello trae y asumir los procesos de búsqueda
de recursos y aliados.

Lo increíble de todo esto, es realmente poder ver como para muchas


personas que han creído en el Emprendimiento, este se ha convertido
en su primera y única opción, llevándolos a planificar, aprender y
desaprender, ensayar, corregir y apasionarse de una manera tan
maravillosa, que supera cualquier limitación y adversidad que pueda
presentarse.

Tuve la fortuna de estar ahí presente y acompañar a varios


emprendedores y poder ver como lograban alcanzar sus metas, pero la
mente nos habla constantemente, nos enfrenta, nos cuestiona y surge la
pregunta, ¿y entonces tu qué? Ese fue el inicio de mi tercer intento, una
nueva idea surgió, de un encuentro informal con un gran amigo de
infancia, adolescencia y aventura en este transitar de la vida, y en sólo
cuestión de días iniciamos un nuevo proyecto. Esta vez con muchas más
habilidades y competencias aprendidas; lo pensamos, nos organizamos
en nuestros tiempos, lo construimos y poco a poco fuimos creándolo y
haciéndolo funcionar, poniendo todo el cariño y la confianza en que, si
se puede, que era posible hacerlo funcionar.

Todo comenzó de maravilla, los resultados comenzaron aparecer y la


motivación iba creciendo, de hecho lo disfrutábamos no sólo como el
lugar donde trabajábamos juntos, sino también como parte de ese
pequeño emprendimiento que vas apadrinando y te encariña para
hacerlo crecer bien, pero un factor externo, ajeno a lo planificado nos
llevó, después de un tiempo a derrumbar nuestras ilusiones y lo más
desafortunado, a terminar con el proyecto… hoy día después de unos
años, aún vive en el papel, nos coquetea con ganas de prosperar de
nuevo, convirtiéndose en parte de las metas próximas que debemos
alcanzar.

En esas idas y venidas fueron surgiendo nuevas iniciativas, pero ninguna


se ha logrado materializar, lo que sí ha sucedido es que día a día, he ido
ganando mucha más experiencia, acumulando y descubriendo nueva
información, como proceso de apertura hacia nuevos conocimientos y al
desconocimiento de otros conceptos, que en determinados momentos y
circunstancias me llevaron a tomar malas decisiones y cometer errores,
a romper relaciones con familiares y amigos y construir escenarios, en
donde la angustia y la desesperanza, han tocado las puertas de mi familia
y lo más profundo de mi ser.

Pero todo no acaba allí, resulta que también dichas circunstancias, me


han permitido entender y darme cuenta de cuál es la realidad y la esencia
del Emprendimiento, y resulta que lo cierto es que nosotros provenimos
de un ser divino, que es Dios, que nos creó a su imagen y semejanza,
que vivió, sufrió, lucho, murió y volvió a la vida y nos ha enseñado a
través de los tiempos que todo lo bueno, que todo en lo que creemos y
queremos alcanzar, se puede lograr, pero requiere sacrificio; que a pesar
de las dificultades y circunstancias que cada día vivimos, siempre hay
una nueva oportunidad y ese quizás, ha sido el motivo por el cual yo este
hoy acá, escribiendo estas palabras, motivado a querer compartir mi
experiencia vivida, y como dice una gran mentora que descubrí en mi
caminar, es necesario reconocer el amor y la abundancia que habitan en
nuestro corazón, sentirlo aquí y ahora y experimentar milagros.

Es allí donde nace mi gran emprendimiento, y es que logre descubrir que


YO SOY MI EMPRENDIMIENTO, pero para poder creerlo, como lo dice
el título de esta obra, hay que sacarse las pulgas de la mente y
simplemente arriesgarse y atreverse a experimentar lo desconocido, a
ponernos al límite de nuestras capacidades, a potencializar nuestras
habilidades y destrezas y enfocarse en transformar nuestra realidad.

Creo que es ese el motivo por el cual tu estas hoy acá, leyendo o
escuchando estás palabras, que no tienen nada de misterio, ni de
ciencia, sólo son pensamientos convertidos en palabras que buscan
expresar mi sentir, con el propósito de impactar a una gran cantidad de
personas, tal como lo hiciera un artista con su música, o un futbolista con
su talento, o un gran maestro con sus enseñanzas capaces de
transformar vidas, pensando en formar personas para un mejor futuro.

Pero, ¿qué es eso de un mejor futuro? La verdad es que no tengo una


respuesta, sólo sé que hay dos cosas que no podemos vivir, ni el pasado,
ni el futuro, solo tenemos el presente, que modelamos y construimos
gracias al poder que Dios nos dio. Tú decides que quieres y puedes
hacer, ¡sólo hazlo!, pero lo más importante: ¡AMA ESE MOMENTO, SE
FELIZ Y HAZ FELIZ A OTROS!
Hoy acabo de descubrir algo increíble, pareciera como si fuera un cuento,
sacado de una novela. Lo realmente sorprendente es que Yo soy el actor
principal.

Cada vez que me despierto, sin pensarlo logro programar mi mente y


siempre abro los ojos a la misma hora después de dormir, como si algo
divino tocará a mi mente e hiciera que nunca falle, aun cuando tengo
cansancio en el cuerpo.

Cada mañana somos bendecidos, podemos oler, sentir, explorar nuestro


entorno, ver y escuchar los sonidos emitidos por la naturaleza, cuando
vamos hacia el lugar de trabajo, ese pequeño recinto en donde se pasan
las horas intentando construir una nueva vida, concentrándonos en hacer
bien las cosas, sin presión, con disciplina y sabiendo que los resultados
dependen de cada uno, que si se cumplen los objetivos y logramos
conectarnos con los demás, estaremos un escalón más cerca de
alcanzar las metas y poder materializar las ilusiones.

Son cada vez mayores los retos a los que nos enfrentamos día a día,
aunque quisiéramos por momentos que los resultados fueran más
rápidos, toman su tiempo, y se alcanzan paso a paso, minuto a minuto,
haciendo que el camino se vea cada vez más corto, como si acercarse
al lugar de destino fuera simplemente un logro más.

Durante mis recorridos, he tenido la sensación de sentirme invisible,


aunque lo quisiera por momentos, no sucede, siempre hay alguien que
te recuerda que estás ahí, que ocupas un espacio, que eres una creación
divina, que tienes un lugar que es único, que es tuyo y nadie más lo
puede ocupar. No sólo sucede cuando voy de un lugar a otro, también
aparece cuando nos relacionamos con otros, mucho más fuerte cuando
estás con tu familia. Es allí cuando descubrimos el valor de nuestro ser.
Es en ese instante, cuando experimentamos el valor real de nuestra vida
y nos ayuda a descubrir nuestro propósito, aquel capaz de cautivar y
transformar nuestra realidad, que nos lleva a hacer que lo que pensamos
y añoramos, simplemente suceda.

Son esos momentos los que en verdad debemos simplemente,


disfrutarlos, y que nos impulsan a descubrir ese propósito que se
convierte en el motor principal de nuestra vida.
Las condiciones propicias para descubrir nuestro momento no siempre
están escritas, ni existe un manual que nos oriente para saber qué hacer,
sólo sucede cuando tiene que suceder y, resulta en la manera que tiene
que resultar, puesto que el hecho de querer hacer algo y saber que es
posible, con las condiciones humanas y los recursos que se dispongan,
lo convierte en un momento de Emprendimiento, que rompe barreras,
mitos y paradigmas infundados que limitan nuestro potencial, pero que
también nos permiten demostrarnos a nosotros mismos que si podemos,
que si es posible, que depende de nosotros el querer hacerlo y punto.
En muchas ocasiones, he tenido que enfrentar mis propios
pensamientos, siendo algunos de estos negativos, que incluso, me han
hecho creer en la posibilidad de desistir y no seguir intentándolo.
Pareciera como si una energía especial me detuviera e hiciera que
perdiera la motivación. Pero la vida es tan bella y Dios nos doto de tantos
elementos, a los que conocemos como nuestras capacidades y
destrezas y, que se convierten en las habilidades y competencias que
cada día perfeccionamos a punta de constancia y disciplina, pilares de
nuestro camino, para transformar esa realidad que queremos obviar,
pero que se convierte en parte del proceso de maduración que tenemos
que vivir.

Ello me recuerda un par de momentos en los que por un instante me he


detenido a observar los árboles a mi alrededor; en donde de manera
mágica e increíble, experimentan una serie de transformaciones propias
de los cambios en las estaciones del clima, que hacen que por un tiempo
pierdan todas sus hojas, e inicien una etapa de modificación tan propia y
natural, a un ritmo que ni siquiera como humanos a veces, en nuestro
afán del día a día, alcanzamos a apreciar.
Estos árboles van poco a poco, convirtiendo sus ramas y comienzan un
proceso en el que brotan de manera increíble sus flores, con unos colores
bellísimos, que obligan a admirarlos y que con el pasar de los días, con
los cambios en las condiciones del clima, son transformados en hojas
con una textura y un color único, que anuncia la llegada de una nueva
estación; esto es como si comparáramos nuestro despertar cada día,
después de un largo descanso reparador.

Lo impresionante de todo esto, es ver como logran que broten frutos al


final, con los cuales facilitan la subsistencia no sólo de su especie, sino
el impacto sobre otras especies de diferente naturaleza, como las aves.
Que gran experiencia la que la naturaleza misma, como en este simple
ejemplo, nos demuestra que si es posible sacudirse de los malos ratos y
que podemos emprender un nuevo camino y transformar nuestra vida, e
incluso como humanos, contribuir a transformarla para otros, dado que
son muchas las personas con las que interactuamos día a día, por todos
los diferentes medios que a través de los tiempos hemos ido creando,
y que nos permiten acercarnos aun estando a Kilómetros de distancia,
pero que nos enseñan que un simple gesto, una palabra, una expresión,
una acción bien infundada, bien pensada y con un grado de actitud
positiva, alegra la vida.

Aun cuando nos invade mucho más la tecnología, la rapidez de la


información y el sin número de afanes que el mundo en que vivimos nos
muestra, es necesario parar y hacer altos, e incluso en ocasiones,
replantearnos y sentarnos a pensar si realmente lo que vivimos y
hacemos desde nuestras decisiones y acciones, es lo que queremos y
disfrutamos, o simplemente son unos momentos más de esa realidad que
debemos transformar hacia el encuentro de nuestro propósito de vida.

No tengo una respuesta, ni una opinión cierta al respecto, sólo he ido


descubriendo que la vida es una, que nos invita a vivirla como
queramos, gozarla a nuestra manera y dejar que todo venga cuando
tenga que venir, y simplemente agradecer cada día las bendiciones y
los momentos que Dios nos brinda. Esa es la esencia que nutre nuestra
naturaleza humana y que nos hace reír y disfrutar cada momento.
Te has hecho estas preguntas:

¿Será que si (…)?,

¿Y si yo (…)?,

¿Por qué me sucede esto?

Pareciera como si todo el tiempo dudáramos de nuestras habilidades, o


de que por momentos nos limitáramos y tuviéramos un sentimiento de
temor. Pero, ¿a quién le tememos?, no debe ser a Dios, pues él nos ama.
¿Será a alguien que está un escalón más arriba?, o ¿será que si lo hiciera
me van a juzgar o a criticar?, puede que te haya pasado o no, o
simplemente hayas observado que a otros les haya pasado, y la realidad
es que ese temor sólo proviene de un solo lugar y es adentro de nuestro
ser, que se manifiesta a través de los pensamientos, motivando una serie
de sentimientos, que solemos llamar pálpitos, que terminan por generar
acciones, que equivocadas o no, limitan nuestro avance y hacen que por
momentos aparezca la duda y la incertidumbre. Pero en esencia, solo
permiten manifestar una realidad que nos creamos en nuestra mente de
forma subconsciente, que pareciera que no la entendiéramos, pero que
nos muestra un escenario en el que nosotros mismos decidimos entrar o
no.

Lo cierto de todo ello, es que pisamos algunos terrenos que nos llevan en
ocasiones hacia lo desconocido, y la realidad es que cuando estamos
frente a frente con nosotros mismos, como cuando nos miramos al espejo,
aparece el reflejo de lo que vamos creando en nuestra mente, vamos
sintiendo amor por lo que observamos o nos asusta lo que vemos y lo
manifestamos de forma positiva o negativa.

Son esos momentos los que terminan por ir modelando nuestro yo,
nuestra esencia, lo que nos permitirá ser un reflejo positivo, cuando
interactuemos con los demás, independientemente de la etapa de la vida
en la que creamos estar; porque cuando lo vemos, nos refleja
sentimientos de gratitud, abundancia, tranquilidad, confianza y nos saca
una Gran Sonrisa.

Aparece un sentimiento de paz y amor propio, que se manifiesta y se


replica hacia los otros y que motivan nuevos pensamientos positivos,
motivadores, reflejados en acciones enérgicas y de buena vibra, que nos
impulsan a querer salir e impactar a otros cada día.
En ocasiones no siempre será así, ni cuando queramos, ni al
ritmo que queramos, sólo sucede paso a paso, día a día, eso sí, sin perder
de vista las metas y los objetivos que nos trazamos, teniendo un propósito
definido, vamos a ir avanzando, quizás para unos más rápido que para
otros, ya que somos únicos, no habría motivos para querer comparar, sólo
habrían procesos de aprendizaje, de comprensión de la realidad
momentánea en la que nos encontramos, pero que con la confianza y la
esperanza puesta en que igual que la naturaleza, podemos renacer y
experimentarnos a nosotros mismos de una forma distinta, que somos los
escultores de nuestra vida y somos capaces de llegar hasta donde nos
propongamos con paciencia, perseverancia, responsabilidad y disciplina.

Lo bueno de todo este proceso transformador, es que en la medida en


que vamos avanzando encontramos nuestra esencia y descubrimos
mucho más nuestro propósito, como si todo a tu alrededor terminará por
conectarse y mostrarte, que a pesar de que hayan cambios, que
aparentan llevarnos a una situación de comodidad y que vislumbran
beneficios de forma rápida, son la constancia y la disciplina que
pongamos en aquellos propósitos, los que nos permitirán alcanzar los
sentimientos de plenitud y gozo real, en donde evidenciamos tales
beneficios que solemos imaginar. Esa es en esencia la principal
herramienta y el motor que impulsa nuestro ser, en donde todo aquello
que nos es dado por Dios, por herencia divina, física y espiritualmente,
termina por motivarnos a transformar nuestras condiciones actuales.
Todos somos seres físicos y espirituales, poseemos capacidades y
habilidades que nos hacen ser únicos y que en la medida en que
enfocamos nuestro ser interior hacia un propósito concreto, este termina
por desencadenar una serie de momentos que marcan nuestro día a día.

Es la sumatoria de experiencias vividas la que termina por ir modelando


nuestra esencia, lo que somos y transmitimos de manera externa, en cada
actividad, en donde de manera continua jugamos diferentes roles, con
nuestra familia, con los amigos, en el trabajo, cuando nos desplazamos
de un lugar a otro, en sí, en la interacción que tenemos con los demás,
haciendo que adoptemos diferentes actitudes frente a las acciones que
suceden en nuestra vida.

A veces solemos culpar al tiempo, argumentando que no es suficiente,


que pasa demasiado rápido, incluso pareciera como si en ocasiones nos
estancáramos en un circulo virtuoso, que termina por marcar nuestra
realidad y, terminamos por aceptar que simplemente sucede porque sí,
porque es lo que día a día hacemos, es lo que está marcado en nuestro
destino, pero realmente ese destino del que tanto hablamos, no siempre
es cierto; de hecho autores que han experimentado acercamientos a Dios,
manifiestan que tal destino no es marcado por Dios, sólo es un resultado
que creamos a partir de nuestros pensamientos, que traducimos en
sentimientos y marcan nuestras acciones hacia la realidad
experimentada en cada una de las etapas de nuestra vida, que
erróneamente definimos en función de periodos de tiempo o incluso en
niveles generacionales, sumados al hecho de nuestros propios
descubrimientos diarios, los cuales aceptamos o rechazamos según
nuestra conveniencia.

Existen una serie de fórmulas matemáticas que nos ayudan a entender


parte de esa realidad, que en algún momento llegaron a mi conocimiento
y que hoy quisiera compartirlas por medio de esta obra. Resulta que hay
ocasiones en las cuales muchas personas nos presionan, o incluso
nosotros mismos nos vemos presionados, a buscar dar más del 100% de
nuestras capacidades, por ejemplo, que tal si lográramos dar un 101%.

Desde un punto de vista estrictamente matemático, ello ¿a que


equivaldría?

Hay una pequeña fórmula matemática que puede ayudarnos a responder


esa pregunta:

Si

ABCDEFGHIJKLM

NOPQRSTUVWXYZ
Es representado por:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26

Entonces,

H-A-R-D-W-O-R-K (Trabajo Duro)

8+1+18+4+23+15+18+11 = 98%

Y:

K-N-O-W-L-E-A-G-E (Conocimiento)

11+14+15+23+12+5+4+7+5 = 96%

Pero:

A-T-T-I-T-U-D-E (Actitud)

1+20+20+9+20+21+4+5 = 100%
Luego mira lo lejos que el Amor a Dios puede llevarte:

L-O-V-E-O-F-G-O-D (Amor a Dios)

12+15+22+5+15+6+7+15+4 = 101%

Así, podemos concluir con seguridad matemática que “mientras el


trabajo duro y el conocimiento te acercan, y la actitud te lleva a la
perfección, es el Amor a Dios lo que te pone más allá de los límites”
(anónimo)

Nuestra esencia y nuestras máximas capacidades se logran cuando


logramos que nuestro ser, se potencialice, pero requerirá de esfuerzo,
dedicación y Fe para poder lograrlo siempre.

La máxima de ello, es entender que queremos lograr y poder definir


¿cómo?, ¿cuándo? y ¿en dónde hacerlo?, para que funcione, no sólo a
nuestra conveniencia, sino también que tenga un carácter de impacto
social, que pueda transformar vidas y la misma sociedad en sí.

Económicamente, cada uno de nosotros termina agregando un poco de


valor a cada acción, a cada actividad que desarrollamos, sea en nuestra
vida familiar, nuestro trabajo o cuando tomamos la decisión de
emprender un nuevo proyecto, lo importante es que ese aporte sea
valorado desde nuestra esencia misma, imprimiéndole alma, vida y
corazón para hacer que las cosas funcionen, que otorguen los resultados
esperados y nos permita materializar nuestro esfuerzo, traducido en
prosperidad y abundancia.

El mundo de hoy nos exige cada vez más, propende porque seamos
mucho más productivos, que seamos capaces de incorporar nuestras
competencias emprendedoras todo el tiempo. Resulta que dichas
competencias tienen dos posibilidades, o son parte de nuestra esencia
y vienen incorporadas en nuestro ADN o son alcanzadas a punta de
trabajo, esfuerzo y dedicación.

Ello nos exige convertirlas en parte de nuestra vida, obligándonos a


entrar en una nueva cultura, en un nuevo entorno. Nuestro presente está
ligado a los resultados del esfuerzo y el trabajo disciplinado que hemos
venido planificando y haciendo realidad. Es parte de la búsqueda de
nuestra perfección, es una condición en la que nuestras decisiones
reflejaran nuestro carácter y nuestra capacidad de influenciar, e impactar
a otros y que como consecuencia marcaran unos resultados positivos
hacia nuestro futuro, y el futuro de quienes vienen aprendiendo cada día
de nosotros por medio de la imitación de patrones y acciones bien
interpretadas en nuestro diario vivir.
Por momentos, he tenido la sensación de que cuando nos disponemos
a ir a la cama y descansar, en busca de poder tener un sueño que sea
reparador y que nos permita dejar de lado todo aquello que
experimentamos durante un día de trabajo, en el que nos vemos
enfrentados a todo tipo de circunstancias, desde acciones positivas que
facilitan el llevar a cabo un buen ejercicio que fortalece nuestro
desempeño y nos permite cumplir con los objetivos trazados y planeados
con anticipación, o incluso aquellos negativos en los cuales las cosas no
salen como quisiéramos que salieran; encontramos a través de este
estado que nuestra mente comienza a experimentar una serie de
pensamientos de forma rápida que orientan nuestro ser, hacia un
escenario capaz de transformar nuestra realidad actual, y que nos lleva
a la creación de un sin número de situaciones y momentos en donde,
increíblemente traemos a nuestra mente personas, lugares, objetos,
recuerdos y vivencias pasadas, e incluso tenemos los conocidos “deja
vu”, que según los conceptos de algunos autores describen la sensación
que experimenta una persona al pensar que ya ha vivido con
anterioridad un hecho que, en realidad, es novedoso.
Todo este panorama, lo que nos presenta, es que, ante los ojos de Dios,
estamos en constante proceso de construcción y creación de nuestra
realidad, en la cual vamos ideando escenarios en los cuales entramos a
ser el actor principal, buscando encontrar la mejor versión de nosotros
mismos.

Es en esa experiencia en donde comenzamos a encontrar nuestra


evolución desde la esencia humana, aquella que nos lleva a trabajar
basados en un propósito, que nos arroje como resultado una vida plena,
llena de abundancia y prosperidad, en la cual prima el amor por esos
momentos vividos, a través de esos sueños que construimos en nuestra
mente, y que constituyen nuestra realidad, haciendo que trabajemos día
a día para convertirlos en algo cierto, quizás no al ritmo de lo que
percibimos, sino más bien al ritmo que nosotros seamos capaces de
imprimirle a partir de nuestras habilidades y destrezas, la incorporación
de nuevos recursos, la gestión y planificación de objetivos y los niveles
de exigencia físicos y espirituales que coloquemos para alcanzar nuestra
propias metas.

Es en ese sentido, en donde la afirmación: ¡Si puedes soñarlo, puedes


lograrlo!, toma fuerza, dado que cada uno de nosotros en determinados
momentos, hemos sido capaces de combinar nuestros pensamientos,
con los sentimientos, y los hemos llevado a la acción; en donde la razón
y el corazón, moldean nuestro carácter y transforman la manera que
vivimos cada momento y circunstancia en función de alcanzar la plenitud
divina; ese estado de nuestra vida, en el cual a través de la
experimentación del amor por lo que hacemos, por las personas con las
que vivimos y compartimos nuestro día a día, son la motivación principal
para llegar al límite de nuestras capacidades y así, poder materializar
nuestras metas y hacer que dichos sueños se conviertan en realidades.

Es sin duda nuestra responsabilidad, ir moldeando nuestra vida para


poder heredar a las generaciones vinientes unas ideas y planteamientos
bien infundados, capaces de transformar las sociedades y hacer que
permanezcan las costumbres y tradiciones culturales que elevan nuestra
conciencia humana hacia el aprovechamiento de cada uno de los
elementos que constituyen nuestra realidad.

Soñar hace parte del deleite de la vida que nos fue entregada para dejar
una huella propia, que permita trascender nuestro ser en función del
mejoramiento de nuestras condiciones de vida, indistinto de la época y
el momento que estemos experimentando, pero en el cual tenemos una
única responsabilidad, ser felices y hacer felices a otros.

Allí se alcanzan los niveles superiores de lo que significa el


Emprendimiento, en la constante búsqueda de innovar en la manera de
ver la vida misma, y desarrollar nuestros pensamientos, hasta alcanzar
estados de libertad, en donde no existen limitaciones para lograr todo
aquello que queremos y sobre lo que día a día iremos evolucionando
como sociedad.
A través de los tiempos, han sido muchos los autores que nos
presentado construcciones entorno al concepto del Liderazgo; de hecho,
existen incluso algunos autores, que han realizado clasificaciones por
tipologías, perfiles, actividades y condiciones, que terminan por etiquetar
una habilidad que nos es dada y que ponemos al servicio de la sociedad
que nos rodea, a partir de la posición y el rol en el que nos encontremos
en determinados momentos de nuestra vida.

Lo cierto de todo ello, es que los argumentos y las construcciones


resultantes de dichas definiciones terminan todas por ser ciertas y
demostradas, con argumentos increíbles, bajo los cuales está en cada
uno de nosotros el aceptarlos y apropiarlos para llevar a cabo diversas
actividades, en nuestros trabajos, en la interacción con nuestra familia o
en el desarrollo de actividades en las cuales nos vemos motivados a
participar, imitando dichos patrones y siguiéndolos, ya que nos han
facilitado el logro de objetivos y metas.
Estos conceptos hacen que cada día busquemos encontrar en otros,
referentes que nos ayuden a ir modelando nuestro ser, es así como
tenemos líderes en la política, las religiones, las actividades deportivas,
las actividades culturales, el entretenimiento, en nuestro trabajo, en
nuestras escuelas, universidades y centro de formación, todos ellos
motivando y generando en nosotros actitudes que incorporamos a
nuestra vida y que nos permiten mejorar nuestro transitar por cada una
de ellas.

Es una necesidad socialmente humana, que nos hace sentir importantes,


que eleva nuestra estima, que genera pensamientos nuevos, positivos y
transformadores, que nos permite expresar con tranquilidad y confianza
nuestros sentimientos ante los demás y nos lleva a tomar acción para
lograr materializar nuestros sueños y poder convertirlos en proyectos.

Es en el descubrir de nuestras capacidades en donde alcanzamos


objetivos y metas que parecían por momentos difíciles de lograr. Sólo
así y a través de descubrirnos a nosotros mismos cada día, e irnos
nutriendo de nuevos conceptos, nuevas experiencias y vivencias, y
agregando nuevos aprendizajes para nuestra vida, que podremos
evolucionar en nuestro ser, pero es importante no olvidar, que Liderarse
a sí mismo, implica una gran responsabilidad hacia la vida y que termina
por impactar la vida de otros, a partir de las decisiones y acciones que
tomamos y hacemos, que marcan nuestro propósito en este caminar por
la vida, para ayudarnos a sacar a flote todo nuestro potencial,
independientemente del escenario en el que te encuentres.
Liderar es más que una actitud del Emprendimiento, puesto que
constituye aquella habilidad en la cual somos capaces de influenciar a
otros a seguirnos, a querer apoyar nuestros ideales y a cumplir incluso
con nuestro propósito, aún a nuestra conveniencia, pero que exige
alinear a los demás hacia unos mismos objetivos, en donde se ponen en
juego recursos y condiciones que pueden ser castigadoras por
momentos, pero que deberían ser apremiantes hacia la búsqueda de
transformación de la sociedad.

Ese aporte voluntario que cada uno hace y que se convierte en una
misión sobre la que se trabaja día a día, siendo orientada por un líder
hacia el desarrollo de una visión perdurable en el tiempo, es la que
facilitará que pueda ser heredada y complementada hasta la
materialización en la realidad.

Nuestro Yo, no puede ser limitado, sino más bien construido cada día,
formándose y adquiriendo nuevos conceptos, que hagan que exista
mayor creación de nuevos elementos y proyectos, que permitan entregar
soluciones a los problemas que afrontan nuestras sociedades y que se
complejizan en la medida en que se pierde el norte de los objetivos
trazados para el mejoramiento de las condiciones actuales,
experimentadas en circunstancias, por las inapropiadas decisiones que
tomamos, pero que pueden ser transformadas al replantearlas a partir
de la construcción de una nueva realidad, basada en la definición de
nuevos objetivos y metas y en el desarrollo del potencial mismo de
nuestro ser.
Elevar nuestro potencial implica nutrir cada día nuestro ser, incluyendo
la experimentación de nuevas vivencias y enfrentando nuevos retos,
asumiendo riesgos con conciencia y responsabilidad y poniendo a
prueba nuestra actitud frente a la vida misma.
En mi corta vida consciente, he visto materializadas a mi alrededor
grandes ideas, que fueron llevadas a proyectos y que hoy son una
realidad, no sólo desde el punto de vista empresarial, sino también desde
escenarios familiares y de logros individuales obtenidos y alcanzados
por otros con quienes compartimos una misma sociedad.

Todas esas experiencias observadas por momentos nos llevan a


confrontarnos a nosotros mismos y pueden llegar incluso a generar
sentimientos de frustración y envidia, como una condición negativa, que
no deberíamos experimentar, pero que existe en nuestra realidad, hasta,
por el contrario, convertirse en una motivación para Atrevernos y
ponernos al límite de nuestras habilidades y destrezas.

Lo positivo de todo esto, es que en la medida en que descubrimos


aquello que nos gusta, en lo que para nosotros representa gozo y disfrute
y en lo que percibimos una motivación para querer entrar, comienza a
despertarse en nuestro interior ese ser idealista, creador, capaz de
convertir un sueño en una realidad, dispuesto a trabajar cada día hacia
un objetivo y una meta a la vez, de manera que logre impactar en la
sociedad, atraer a otros, alinearlos hacia un mismo fin.

Es ahí, cuando se da un paso hacia el Emprender para la vida, no sólo


para hacer un proyecto, ni alcanzar una meta o un objetivo, sino más
bien porque se convierte en un propósito, que debe ser focalizado cada
día y al cual se debe imprimir más que esfuerzos y recursos en hacer
que funcione, no solo por la satisfacción misma que genera, sino también
porque se convierte en uno de sus principales motores. Motiva el
quererlo hacer y poder convertirlo en un resultado vivencial, que permita
la experimentación misma del ser, y la vinculación en conjunto de todos
los elementos que como humanos nos fueron dados para alcanzar la
plenitud.

Emprender para la vida, es poner en práctica todo aquello aprendido, es


el compartir de lo experimentado, es el transmitir de los resultados
alcanzados y se convierte en un eje transformador de vidas, que serán
imitadas por los descendientes y replicados en cada uno de los
escenarios en donde nos desenvolvamos.

Es el despertar mismo de nuestra naturaleza humana hacia una apertura


de la inmensidad, en la apropiación de nuestros recursos compartidos y
agotables que nos llaman a la conservación de nuestra especie y al
desarrollo de nuestra sociedad hacia su misma evolución material y
espiritual de forma ilimitada.
Es la búsqueda del Yo mismo, en su esencia, en la evaluación
permanente de los resultados perseguidos, así como la incorporación de
aspectos y conceptos capaces de transformar la cultura misma,
heredada y aprendida a través de los tiempos, transmitida de generación
en generación, pero que exige ser vivida y disfrutada al máximo.
Cada día al despertar, sentimos increíblemente diversas sensaciones
que nos hacen entender por qué nuestro pasar por este Mundo no es en
vano.

Desde los sonidos de la naturaleza, el bullicio de nuestra ciudad, el llanto


de un niño, el aire que respiramos, el agua de toca nuestra piel, se
convierten en esos elementos simples, pero tan cargados de valor, que
hacen que cada mañana se vuelva en un nuevo inicio, que merece ser
vivido con la mayor intensidad y pasión, en donde ponemos a prueba
nuestras capacidades de percibir lo simple, para poder entender lo
complejo.

En ocasiones hay momentos y circunstancias que nos inspiran a


detenernos, a reflexionar y evaluar si lo que estamos haciendo, si los
esfuerzos y las decisiones que hemos tomado, han sido las correctas, o
es necesario replantear y buscar nuevos rumbos, mirar nuevos
horizontes, evaluar nuevas oportunidades y encaminarse hacia allí, sin
conocimiento del resultado, simplemente desde el instinto de explorar,
de mirar a ver qué sucede, de probar sin temor y con la convicción de
correr riesgos, del atreverse a vivir experiencias nuevas, del derrumbar
los paradigmas y las creencias infundadas, para buscar un resultado
desconocido, pero que en esencia debe ser vivido y del cual
probablemente encontremos un sinnúmero de enseñanzas.

El qué, de las cosas sin respuesta, se convierte en el momento mismo


de inspiración, aún algunos podrían llamarlo incluso, de improvisación,
en donde lo pensado, no siempre es planificado, por lo tanto, lo vivido no
siempre es lo escogido, sino más bien lo que debería suceder, no a
causa del destino, sino más bien, porque es el momento mismo en el
que nuestro ser, vivirá la experimentación de la realidad, una realidad
que requiere la atención necesaria, para que el resultado buscado sea
alcanzado, y lo pedido sea concebido, bajo las condiciones mismas del
momento, en el lugar definido, pero en el tiempo debido en el que debe
ser vivido.

Lo cierto, es que los milagros suceden todos los días, en cualquier


momento y ante cualquier circunstancia, por lo cual nuestra tarea es
aprender a agradecer esos momentos y experiencias, aceptarlas y
aprender de ellas, concebir nuestros sentimientos y motivaciones y
llevarlos al alcance de la plenitud.

La vida nos enseña que entre más busquemos experimentar nuestro ser
en el interior, muchos más resultados se percibirán hacia el exterior,
somos los creadores de nuestras condiciones, y los poseedores de los
dones impuestos para transformar nuestra realidad y encaminarla hacia
el camino de la felicidad que emana de nuestro ser y que nos convierte
en seres únicos, partes de un todo, complementados y estructurados
bajo la esencia misma de la naturaleza humana, en el camino hacia el
desarrollo de la vida en comunidad.

Ese es el proyecto que nos fue dado, ese es el camino que deberíamos
seguir, aquel en el que brilla el amor propio y por los otros, aquel que
todo lo puede, que todo lo confronta, que lo experimenta y lo disfruta,
que lo construye y lo comparte, hacia la materialización de una realidad,
en donde prima la abundancia y prevalece la confianza en sí mismo,
haciendo que todo pueda ser posible y alcanzable, y la conciencia
humana, la honestidad y la responsabilidad en el actuar y escoger son
las herramientas fundamentales sobre las que debemos proceder.

Las condiciones sobre las cuales se presenten estas premisas, definirán


nuestra capacidad de resolver problemas y facilitarán el mejoramiento
de nuestra realidad presente, dejando de un lado al pasado y que
cimentan las bases del futuro aun no vivido, pero moldeado hacia el
resultado mismo de nuestro ser, en el cual la experiencia vivida y el
camino decidido harán de nuestra vida, una vida con sentido. Y
entonces, sonreír, es nuestra opción primera, sentir nuestro corazón latir
y experimentar los milagros que nos fueron dados, hacen que todo tenga
sentido, que sea cual sea nuestra actividad y decisión, todo nos fue dado
para vivirlo.
Se nos ha enseñado en varias ocasiones que la disciplina es el pilar
fundamental sobre el cual se materializan los resultados; de hecho,
algunos autores definen la disciplina como aquella capaz de superar la
inteligencia, desafiando a la capacidad misma de nuestra mente
consciente, hacia la búsqueda de un resultado único, difícil de alcanzar,
pero fácil de entender.

La clave está en comprender, que cada objetivo definido y cada meta


alcanzada se logra fruto del trabajo consciente y colaborativo, en donde
se destaca la capacidad de construir, sobre la base misma del problema
enfrentado, definido y analizado en su relación de causalidad, sobre el
cual la búsqueda misma de la solución adecuada, sea intrínseca a la
capacidad de identificación de una respuesta, capaz de explicar el
porqué de las condiciones actuales.

La disciplina no es más que un elemento importante en la persecución


del camino hacia el éxito y la materialización de los resultados mismos
en el ser. Sólo en la medida en que está facilita el alcance de un
resultado definido desde el interior, se desarrollan expectativas que
requerirán ser transformadas en realidades alcanzadas, bajo las
condiciones actuales y con los recursos con que se cuente, pero que
despiertan la pasión suficiente y la ganas de querer transformar la
realidad.

El desarrollo de nuestras habilidades y el fortalecimiento de nuestras


competencias, hace que cada día busquemos trabajar y prepararnos
para poder mejorar nuestras vidas, haciendo que el camino hacia el
resultado mismo, se alcance a partir de asumir la responsabilidad sobre
las decisiones tomadas y que nos permiten evaluar, si lo que estamos
haciendo, nos hará llegar al objetivo definido, o simplemente requiere ser
revaluado y redefinido.

En la medida en que modelamos nuestro ser, descubrimos los límites


que deben ser trascendidos mediante el desarrollo mismo de nuestro
potencial, analizando y definiendo las actividades que deberán ser
ejecutadas y que se convierten en aquellas tareas planificadas y
medidas mediante la construcción de indicadores de resultado, que nos
ayudan en la búsqueda y selección de los elementos complementarios
óptimos para el logro de las metas propuestas.

En esa medida comenzamos a escribir nuestra propia historia, en mi


caso particular en lo que llevo de mi vida, he ido descubriendo mi
esencia, mi razón de vida, en donde la búsqueda pareciera que fuera
complicada, pero en realidad debería de ser simple. Vivimos
permanentemente, estados en los cuales nos enfrentamos a diferentes
roles, en mi caso, en aquellas ocasiones en las que he tenido la
oportunidad de tocar la vida de muchas personas desde el rol de
docente, en la cual no sólo he podido experimentar el compartir los
conocimientos que he ido acumulando, sino también porque este ha sido
un pequeño espacio, en donde más que información se comparten
experiencias, se viven procesos de transformación, de avance, de
desarrollo de potencialidades, en la búsqueda de una mejor versión de
cada uno, en donde la mirada se enfoca hacia adelante, se deja de lado
lo vivido atrás y se mira hacia el futuro.

Luchamos de forma constante por avanzar, incluso a un ritmo


inimaginable, en el que terminamos por descubrir el impacto que genera
nuestro avance en la vida de otros, en el mismo modo en que otros han
impactado la nuestra, pensando en dejar una huella en cada actividad,
en cada lugar y en cada persona con la que interactuamos.

Se convierte en un espacio en donde se sacan a flote todas nuestras


habilidades y destrezas y nos vemos enfrentados con ese Yo, ilimitado,
con ese Yo, potencializado, capaz de disfrutar cada momento y modificar
cualquier situación, rompiendo paradigmas y construyendo nuevos
escenarios, nuevos proyectos; haciendo que los problemas que se
presenten puedan ser reducidos de forma simple, analizando y midiendo
cada riesgo y convirtiéndolos en nuevos retos, nuevos desafíos, en
donde hay un solo camino por recorrer hacia la búsqueda de la felicidad
que habita en nuestro interior, y que debe ser manifestada hacia nuestro
entorno.
Es el estado de plenitud máxima de nuestro ser, allí en donde todo lo
aprendido y lo vivido se entrecruzan y nos llevan a evaluar los resultados
obtenidos y nos motivan a querer seguir avanzando, a disciplinarnos
mucho más y a ser constantes en la consecución de las metas y objetivos
definidos. Esa es la verdadera razón por la cual el esfuerzo constante en
dejar un camino marcado para quienes nos siguen y quienes
evolucionaran nuestro ser, cobra valor y nos moldea hacia un camino de
éxito, en donde habita la abundancia y la prosperidad.
En nuestro caminar por la vida, y durante cada etapa que
experimentamos, nos vamos encontrando con diferentes patrones que
imitar, muchos de ellos con actitudes positivas y motivantes hacia la vida,
otros con actitudes negativas y acciones desalentadoras que terminan
por mostrarnos patrones a no querer seguir, y más bien que nos tocan y
nos orientan hacia la generación de cambios en nuestro accionar.

Estos patrones inician en nuestro hogar, en mi caso desde mis padres y


mis hermanos, en los cuales he podido encontrar unas grandes
enseñanzas, pero de los que también he logrado extraer aquellas
actitudes que deberíamos evitar para lograr las metas y alcanzar los
sueños por los que estamos dispuestos a trabajar. Hay autores que
incluso describen las características de aquellos padres replicadores de
experiencias de otros mentores que marcaron en ellos una serie de
costumbres y tradiciones que hoy en nuestras vidas muchos no
queremos imitar y hacemos esfuerzos grandes para transformarlos, no
sólo para nuestra conveniencia, sino también para evitar que llegasen a
ser imitados por nuestros hijos.
Se trata entonces, de agrupar a través de experiencias compartidas un
sin número de frases y conceptos transmitidos por diversos canales en
los que quiero extraer aquellos que para mí han sido relevantes y que
quisiera compartir a través de este espacio maravilloso de la lectura.

Algunos de estos aspectos ya han sido reflejados, pero quiero destacar


otros. En una de las lecturas que he realizado me encontré una
afirmación realizada por un gran mentor de la realización de negocios
por internet, en donde nos plantea que “… es necesario sembrar algo
nuevo todos los días, para poder cosechar resultados nuevos…”,
trayéndolo a mi realidad actual, veo como todos los días terminamos
realizando una cantidad de esfuerzos físicos y mentales que van
moldeando nuestro avance, pero que también nos ponen al límite de
nuestras capacidades. Todo ello debe servirnos de base para moldear
nuestro camino hacia lo que queremos lograr y hacia dónde queremos
ir, y para esto es importante invertir en nosotros mismos para poder
eliminar los errores de nuestras creencias mentales y disciplinarnos
hacia el logro de objetivos, evitando la creencia de una gratificación
inmediata.

Por otro lado, hay otros autores que a través de charlas y conferencias
han planteado argumentos relevantes, capaces de transformar vidas, en
donde se ha planteado premisas entorno al trabajo basado en la pasión,
la integridad y la disciplina, que buscan educar nuestra mente y
prepararnos para aceptar los resultados con gratitud y compromiso para
consigo mismo y los demás.
Nos han enseñado que es necesario visualizar el éxito, siendo capaces
de ponernos al nivel de los líderes, aprendiendo de ellos y creando una
imagen vivida de lo que se desea.

En este camino es necesario incluso, como sugieren algunos, realizar un


listado de todas las cosas que queremos lograr, identificando en ellas las
emociones que hay detrás, separando aquellas que causan un daño
emocional y encontrando un vehículo para eliminarlas y de esa forma,
anticiparnos a las cosas que realmente queremos vivir.

Es importante poder imaginarlo, soñarlo y visualizarlo, y saber que todo


logro, todo esfuerzo llevará consigo un sacrificio, en donde la constancia
en las acciones se devolverá multiplicada y se tenga la motivación
suficiente para hacer las cosas que se quiere hacer y hacerlas con estilo.
Esto creará un ambiente positivo en el que se esté eliminando todo
aquello que no nos gusta.

Es necesario basarse, siempre en la experiencia y no en la teoría. Hay


que lograr cambiar los pensamientos y recordarte como vivir en
abundancia, que es nuestra esencia y la bendición divina. Conectar el
corazón, el amor y la emoción en el aceptarnos y aceptar a otros. Es
entender en donde nacimos y la perfección del entorno que nos rodea y
amarlo. Recordar y cocrear para reclamar la abundancia material y
espiritual que nos fue dada. A mayor seguridad, mayor autoconfianza,
es más viable que se logre lo que nos propongamos y desarrollemos
nuestro propósito.
Los momentos difíciles nos pueden servir de apalancamiento hacia un
mejor futuro, puesto que cuando emprendemos, pueden suceder dos
cosas: si funcionó, celebremos el éxito, sino, me apalanco para hacerme
más sabio, fuerte y experimentado. La incertidumbre sólo es parte del
proceso, es clave y está en cada uno de nosotros el poder vencerla sin
temor y, siendo capaces de modelarnos a nosotros mismos para ser lo
que se quiere ser.

La negociación más importante de nuestras vidas es consigo mismo, ya


que como se afirma “…nadie se hace grande evitando la inconformidad”,
puesto que: “el precio de la grandeza es la responsabilidad del
pensamiento (Churchill)”.

Lo cierto de todo esto, es que todo lo que hoy vemos y usamos en


nuestro tiempo, en algún momento fue un sueño, y está en nosotros
trabajar porque esos sueños se conviertan en realidades, al final somos
nosotros mismos quienes creamos las posibilidades y construimos
nuestra propia historia, pero es necesario alterar nuestro destino a través
de la actitud para vivir la vida que queramos vivir. Nada mejora más
nuestra autoestima, que entregarnos a lo que nos apasiona. Nada es
más rentable en la vida, que ayudarles a otros desde lo que se sabe y
desde el poder de una buena intención, puesto que nada es más grande
que la presencia de un ser superior, Dios, actuando dentro de cada uno
de nosotros, para beneficiar a otros y frente a ello nada compite.
Aventura, riesgo, experiencias, caminos inexplorados, culturas
aprendidas, lenguajes agregados, nada igual que ayer, todo un mundo
por descubrir hace parte del proceso de conquista de nuevos mercados.

El recorrer, el vivenciar y experimentar nuevos mundos, nuevas culturas,


enriquece no sólo el conocimiento y la vida misma, sino que también
abre todo un manojo de posibilidades, para aquellos que nos hemos
propuesto a trascender las fronteras de nuestros pensamientos y
sueños, y nos hemos atrevido a convertirlas en realidades, más allá de
lo conocido en nuestras ciudades, regiones e incluso países.

Hoy convertidos en ciudadanos globales a través de la experimentación


que nos brinda la tecnología que nos invade en nuestros tiempos, el
movimiento a través de las fronteras de nuestras comodidades, ha hecho
que cada nuevo rumbo, traiga consigo un sinnúmero de aprendizajes
que va formando nuestro ser.
Pertenezco a una familia en la cual cada uno de sus miembros ha tenido
la oportunidad de salir de la comodidad de nuestra ciudad hacia nuevos
rumbos, en donde a cada regreso hay un recuerdo, una experiencia
nueva por contar, una cultura que motiva a descubrir nuevos caminos, y
una lección en nuestra vida para moldear nuestro ser, hacia la búsqueda
de aportar desde nuestro saber a transformar la vida de otros, narrar una
nueva historia y crear relaciones a través de nuevos mundos.

Cada experiencia vivida en una ciudad o país a través del Mundo, nos
ha permitido vivir con mayor fuerza nuestra propia cultura, desarrollar
nuevas aptitudes hacia el Emprendimiento, en el descubrir de nuestro
potencial. Es la posibilidad de descubrir las maravillas que Dios nos dio
como herencia divina, manifestada a través de la inmensidad,
dimensionada en el recorrido realizado a través de un medio de
transporte, que nos mueve de un lugar a otro, haciendo que se renueve
nuestra mente, elevando nuestros sueños y permitiéndonos construir un
nuevo YO, dotado de elementos y herramientas nuevas, que llevadas a
la realidad nos convierte en seres más sociales y que nos permite
alcanzar diversos estados de plenitud.

El ser globales nos hace pensar en soluciones ampliadas, que llevadas


a diferentes circunstancias nos permite visualizar muchas más opciones
ante los problemas que enfrentamos, valorar mucho más los procesos
aprendidos y la riqueza inmaterial entregada y adquirida cada día a
través de la experiencia vivida.
Se convierte en la posibilidad de soñar y transformar los sueños en
nuevos pensamientos, que puedan agregar expectativas para llevarlas a
nuevas acciones, hacia el alcance de objetivos y metas que nos permitan
desarrollar aún más nuestro propósito de vida y, de esta manera, aportar
al crecimiento de nuestra sociedad, y que van enriqueciendo nuestra
cultura.

Es una invitación al descubrir de un horizonte nuevo, en el cual vamos


moldeando nuestro ser, y que hoy por fortuna se hace mucho más fácil
de vivir, ante la cantidad de ofertas de experiencias nuevas, en la cual
somos nosotros quienes decidimos hasta donde queremos llegar, más
allá de los límites de nuestras condiciones y recursos.

Todo se hace posible, si se trabaja y se busca alcanzar nuevos estadios


en nuestro ser y la misma experiencia humana, nos llevará hacia el
nuevo descubrir, independientemente de las condiciones actuales, las
experiencias pasadas y los escenarios de incertidumbre futuros.
Somos seres sociales, completos, únicos y dotados de todas las más
grandes herramientas que un ser vivo pueda tener.

Somos la perfección creada, hecha a imagen y semejanza de un ser


superior, Dios, que nos convierte en su más grande tesoro.

Somos el principal proyecto llevado a la realidad, la principal experiencia


vivida y construida, capaz de alcanzar lo impensado, lo inimaginado por
la mente humana.

Fuimos hechos para ser uno, complementado por otros, a través de las
relaciones humanas, fruto del resultado de la experiencia de un Dios, a
través de la vida misma, en donde por los siglos de los siglos coincidimos
en la búsqueda de un mismo camino que nos conduzca hacia la felicidad.

En ese recorrer, en ese buscar y descubrir, aparecen a nuestro alrededor


unos seres mágicos, que no escogemos, pero que nos complementan a
la perfección, dotados de amor y confianza hacia sí mismos y los demás,
que solemos llamar Familia, no sólo porque compartamos una misma
sangre, un mismo espacio, sino más bien porque hacen que nuestra vida
cada vez tenga mucho más sentido.

La Familia se convierte en el núcleo de la sociedad, demostrada en todos


los aspectos de nuestra realidad espiritual y material, que complementa
aquellos momentos de debilidad y flaqueza y que nos ayuda a resolver
toda duda del porqué de nuestra presencia en este Mundo.

Incluso socialmente, construimos permanentemente nuevas familias, en


la búsqueda de trascender nuestro ser, en las relaciones vividas cada
día en un hogar, en el lugar de trabajo, en el lugar de estudio, en el
recorrido de un nuevo camino y en la apertura hacia un nuevo destino.

Son esos seres que nos motivan cada día a querer ser mejores, a querer
luchar por unos ideales y unos sueños que incluso nos superan, pero
que hacen que todo cobre sentido, que valga la pena esforzarse, correr
riesgos y aventurarse a descubrir lo desconocido, incluso desde lo más
profundo de nuestro ser.

Son quienes nos llevan a querer transformar nuestro Mundo, el buscar


construir un nuevo proyecto de vida y que hacen que cada día nos
levantemos con ganas de seguir avanzando, seguir trabajando para
alcanzar objetivos y metas nuevas, trabajar por una misión de forma
constante y desarrollar una nueva visión de largo plazo, capaz de ser
extendida por medio de generaciones.

Son esos seres que nos ayudan a elevar nuestro potencial y que se
convierten en nuestro mayor logro para impactarlos de forma positiva.
Son quienes nos llevan a descubrir y experimentar el más grande de los
sentimientos: el AMOR.
El camino no termina acá, sólo he avanzado hasta manifestar una
experiencia más en mi largo recorrer.

La vida misma se nos es dada, para ser experimentada al


máximo, sin un límite por alcanzar y con la convicción de que todo se
puede lograr.

Aún hay mucho por descubrir y recorrer y nuevas historias por contar.

Atreverse a construir es una experiencia única en la búsqueda de querer


ser mejores cada día.

Es el demostrarse así mismo, hasta donde somos capaces de llegar, no


hay una respuesta única y está en cada uno encontrar el camino hacia
la inmensidad y la profundidad de su ser.

Sólo hay que experimentarse así mismo, y descubrir los milagros que la
vida nos ofrece, en el camino hacia el mayor de nuestros objetivos: ¡SER
FELIZ!

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