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Una breve historia

Comenzaré por contarle brevemente una historia,


que servirá como puntapié inicial para introducirnos en
el tema:

Nací en una ciudad rural en Buenos Aires,


Argentina. Al concluir el colegio secundario, como
sucede con la mayoría de los jóvenes de la ciudad,
emprendí mi partida del hogar para ir a la Universidad
(la más cercana estaba a más de 200 kilómetros de
distancia). En pocos años me gradué y obtuve un
postgrado en mi especialidad.
Mis primeras experiencias laborales fueron
como consultor en el área de marketing y publicidad,
permitiéndome conocer a los principales ejecutivos del
mundo de los negocios. Nació en mi el deseo de ser
como ellos y años más tarde me encontré desempeñando
puestos de liderazgo en importantes empresas, (una de
ellas norteamericana), conociendo de primera mano el
fascinante mundo del liderazgo. En la empresa del país
del norte, desempeñé, además, la función de capacitar a
directores, gerentes y supervisores, descubriendo que
me gustaba hablar en público y que además lo hacía
bastante bien.
Un día la oportunidad de construir mi propia
empresa llegó de la mano de una persona que ofreció
invertir su dinero en mi proyecto, así me convertí en
empresario. Los primeros años no fueron fáciles, como
saben quienes hayan leído mi primer libro
Construyendo una empresa desde cero, cómo crear un
negocio exitoso cuando no se tiene dinero ni
conexiones, en el que relato justamente dichas
experiencias.
Durante los primeros años las cosas no salían
muy bien, sucedían hechos que parecían increíbles.
Hacíamos todo lo que debíamos pero aún así resultaban
mal. Nunca alcanzábamos las expectativas. Siempre
estábamos por debajo de nuestras metas.
Con mucho esfuerzo y perseverancia la empresa
se fue acomodando y finalmente creciendo. Para los
ojos de los demás, era joven, empresario, exitoso, sin
embargo ante mis propios ojos la realidad era muy
diferente, algo interiormente sucedía, no era feliz, es
más, algunos días (la mayoría de ellos) odiaba mi
trabajo. Sufría estrés y se reflejaba cada vez más en el
cuerpo, engordé 20 kilos, perdí el buen humor y la
ansiedad parecía no tener límites. En esa época aprendí
que se puede tener todo y aún así no ser feliz y tampoco
productivo. Pero… ¿Qué es lo que sucedía?, ¿qué me
faltaba para estar bien?, ¿no estaba acaso viviendo la
vida que siempre había deseado?
Un día reunido en la oficina con mi asistente,
hablando sobre como andaba hasta el momento la
empresa, surgieron profundas preguntas… ¿por qué a
pesar de todo no disfruto lo que logré?, ¿por qué tuve
que pasar tantas dificultades para lograrlo?, ¿Ahora
que lo he logrado qué sentido tiene el haber hecho
tanto esfuerzo?, ¿Por qué llegué a deteriorar tanto mi
salud? Y la peor de todas las preguntas: ¿valió la pena?

No sé por qué –puesto que no es algo que


acostumbre hacer– tomé la Biblia de mi biblioteca, la
abrí en cualquier parte y leí lo primero que vi y lo que
encontré cambió mi vida para siempre:

“El nos consuela en todos nuestros sufrimientos,


para que nosotros podamos consolar también a los que
sufren, dándoles el mismo consuelo que El nos ha dado
a nosotros”
2 Corintios: 1-4

De inmediato pensé… Si todas las dificultades


que padecemos son para prepararnos para luego ayudar
a otros en la misma situación, mis padecimientos me
han preparado para ayudar a quienes comienzan o
desean comenzar su propia empresa además de aquellos
que lideran una. De esta manera luego de pensarlo
determiné que la mejor manera de ayudar a los demás
era dictando seminarios de capacitación ejecutiva.
Mi asistente sugirió: “Debería escribir un libro,
así podría ayudar muchas más personas”. Lo
sorprendente es que lo dijo de manera tan natural, como
si fuese fácil y además a mi me sonó como una idea
genial. Ese mismo día comencé a escribir y al mes
siguiente dicté el primer seminario de capacitación.
Sin querer, casi por casualidad, descubrí que
tenía un don que hasta entonces desconocía: la
comunicación (especialmente en sus formas oral y
escrita), que me equipaba para realizar algo
verdaderamente significativo (ayudar a las personas),
misión que se convirtió desde ese día en el propósito de
mi vida y que dotó a la misma de un verdadero sentido.
Este nuevo comienzo culminó en un cambio
radical de vida, literalmente pasé de ser empresario a
escritor y conferencista. Pero lo más importante,
comencé a ser profundamente feliz y a lograr cosas que
jamás hubiera imaginado posibles, al tiempo que sentía
el gozo que solo proviene de hacer aquello para lo cual
nací.
Ahora algunos años después de mi
descubrimiento puedo decirle que todo cambia cuando
uno está haciendo uso de su verdadero don o talento en
pos de alcanzar su propósito de vida. Todo es más fácil,
constantemente se ven superadas mis expectativas, y lo
mejor de todo es que viví un despertar de la conciencia,
como nacer de nuevo solo que a un mundo distinto,
lleno de posibilidades y oportunidades de desarrollo y
crecimiento. En definitiva comencé a ver la vida con
ojos completamente diferentes.

Esta breve historia tiene importancia en este


libro como ilustración de lo que significa encontrar el
sentido a nuestra vida. Pretende demostrar cómo una
persona puede pasar toda su existencia sin hacer aquello
para lo cual realmente nació, y eso es lo que denomino
una vida equivocada o por el contrario descubrir y
desarrollar su don siguiendo el propósito de su vida,
realizando su aporte al mundo.

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