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ENSAYO: “LO REAL DE LA REALIDAD, LO IRREAL DE LA IRREALIDAD”

La realidad y la irrealidad son dos dimensiones que cohabitan en la


naturaleza del ser humano, en las acciones que realiza a diario, en la
forma como observa y se relaciona con el medio que lo rodea, y en las
sensaciones que esta interacción crea en cada persona, pues hay que
decir que las realidades y las irrealidades son diversas y por tanto
diferentes para cada ser humano, dependen del contexto geográfico,
histórico, social y cultural, ya que realidad e irrealidad como categorías
de lo humano se entretejen en la subjetividad, en la constitución socio-
cultural y en la manera como cada ser se relaciona con el mundo,
desde esta perspectiva conviene en primera medida diferenciar la
realidad, de la irrealidad, es decir, definir ambos conceptos para a
partir de ellos dar transito a lo que se pretende, ubicar lo real de la
realidad y lo irreal de la irrealidad.

En primera medida la palabra realidad viene del latín realitas, y se


define como aquello que siendo perceptible o no, existe en el plano
material o mental, porque hay conciencia de que es así, pues se trata
de una construcción colectiva; mientras que la irrealidad es definida
por el Diccionario de la Real Academia de la Lengua como la “cualidad
o condición de lo que no es real”1, es decir, como aquello que no
existe, o que existe en el plano de la imaginación, desde esta
perspectiva lo real aparece como aquello que es autentico y se
encuentra en el universo de la verdad, y lo irreal como aquello que no
pertenece a la realidad y es del orden de los fantástico y lo fabuloso.

1
RAE, Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Vigésima segunda edición, en: www.rae.es
Tanto realidad e irrealidad “operan en las estructuras del pensamiento
en el lenguaje hablado”2 y en el simbólico, pues ambas categorías
crean y recrean desde el lenguaje historias, hechos o anécdotas, por
tanto hacen parte de una condición natural del ser humano y forman
parte del conocimiento real y de lo que Hugo Niño denomina el
conocimiento mágico3, presente en el ejercicio literario y en la
producción misma del lenguaje, el conocimiento real es aquel que
existe objetivamente hablando porque la ciencia o la experiencia
cotidiana lo ubican en el plano de lo que es verdad, mientras que el
conocimiento mágico es aquel creado por el hombre ya sea para
interpretar y dar una explicación del mundo (mito) o para crear mundos
inexistentes para divertir o hacer emerger la imaginación (relatos
fantásticos); tenemos entonces que lo real y lo irreal están presentes
en todas las actividades humanas, tanto del orden de lo consciente (lo
que se tiene de manifiesto que existe) como de lo inconsciente (lo que
se sitúa en la imaginación creadora).

Ahora bien, partiendo de las definiciones planteadas en párrafos


anteriores, situamos lo real en la realidad como aquello comprobable y
palpable por los sentidos, como aquello que se sabe que es autentico
y verdad porque existe para el ser humano, es decir lo real es aquello
que veo, huelo, oigo, toco o saboreo, pero también como aquello que
evoco en mis recuerdos, es decir, aquello que posee una
representación y un significante para mí, pues “la producción de
representaciones, ideas y esquemas culturales es una realidad

2
NIÑO, Hugo, “palabras e imágenes” en: UN Revista de la Dirección de Divulgación Cultural No 14, Universidad
Nacional de Colombia, Agosto de 1975, Bogotá, pág. 39
3
Ver NIÑO, Hugo, Op. Cit.
humana fundamental. Podemos decir que la característica del ser
humano es construir esas representaciones de la realidad hasta
edificar un mundo de representaciones; un mundo que, justamente…
es construido por los seres humanos y que les permite situarse en el
ambiente natural y social”4, la realidad en tal sentido da cuenta de
contextos, de momentos, de hechos reconocidos como tal por
hombres y mujeres, y a la vez podemos ubicar en esta perspectiva la
socialización vital, esto es lo que el otro me plantea a partir de su
historia y de su experiencia vivida a través del lenguaje, dando cuenta
de una realidad que aunque no sea observable por mí en determinado
momento se que existe, un ejemplo que se puede ubicar en esta
dimensión es el de los animales prehistóricos, sabemos que están en
el plano de la realidad porque existieron aunque no los hayamos
observado, pero sabemos que existen no porque nuestro sentido de la
vista nos lo indique así, sino de un lado, porque a través de la ciencia
y la tecnología los arqueólogos y los biólogos han descubierto que
existieron, y de otro lado, porque los mitos y relatos de los pueblos
antiguos han revelado la existencia de estos seres y la han trasmitido
oralmente a las siguientes generaciones y así sucesivamente,
tenemos idea del mamut porque nuestro antepasados estuvieron
relacionados con él y ellos nos trasmitieron su experiencia vital con el
mamut.

De otra parte es preciso ubicar que aún siendo la realidad colectiva,


ella no es la misma para todos los seres, pues cada ser la vive, la
experimenta y la intensifica de distinta manera, y de esta forma lo real

4
HOUTART, Francois, Sociología de la Religión, Proyecto Justicia y Vida, Ruth casa Editorial, Bogotá, 2006, pág. 36
de la realidad tiene diferentes efectos y dimensiones para cada ser,
entonces el sujeto percibe de maneras distintas múltiples realidades a
partir de un hecho real, es decir, de un hecho observable y
comprobable por la ciencia o por la cotidianidad, entonces tenemos
que lo real de la realidad se ubica desde aquello que se considera
creíble y verdadero.

Literariamente hablando lo real de la realidad busca hallar en el


lenguaje y en su universo, la forma de decir verdad desde la razón y la
reflexión, expresando tiempo, lugar, momento, sujeto, que existen en
cuanto a que se tiene certeza de ello, ya sea porque los sentidos dan
cuenta de ello o porque las representaciones hacen lo propio,
encontrando que por fuera de los terrenos de la narración tienen un
sitio definido en las realidades de cada sujeto porque son hechos que
ocurrieron en verdad, que no se ponen en duda, que son verdaderos,
aunque los experimentemos de diversas formas, se trata de lo
objetivo, de lo observable y de todo aquello que se considera como
autentico porque tiene una existencia definida en un contexto dado,
donde “las palabras de la cotidianidad urbana (o rural), con toda su
fuerza expresiva, constituyen un mundo propio capaz de
pensamientos, deseos, urgencias y acciones” 5 que están inmersas en
el universo de lo posible y lo existente, por ello lo real de la realidad
tiene que ver con la verdad sobre los objetos, emociones y hechos que
tienen una existencia entre los limites de lo comprobable.

5
CAJIAO, Francisco, “Presentación”, en Por qué leer y escribir, Libro al viento, Instituto Distrital de Cultura y Turismo,
Alcaldía Mayor de Bogotá, Bogotá, D.C., 2006, pág. 19
Por otra parte lo irreal de la irrealidad, es aquello propuesto desde la
fantasía, la ilusión, el sueño, la imaginación, en fin, desde todo aquello
que se encuentra en la mente creadora del ser humano, sabiendo que
lo irreal existe desde la percepción de cada ser humano, en cuanto a
que es idea y sentimiento. Encontramos lo irreal como lo soñado, es
decir, esa irrupción de la imaginación en la mente de los hombres,
perfilándose como actividad creadora en sí misma, que se convierte
en nutrimento para el arte, en especial para la literatura y el lenguaje,
se podría decir que en la irrealidad también hay algo de realidad
porque existe en el pensamiento de un sujeto, pero allí no hay una
construcción colectiva de referentes, por lo que se le llama en muchas
ocasiones realidad imaginada, siendo irreal por el hecho mismo de ser
creada en la mente y de no tener una existencia material concreta, lo
irreal de la irrealidad es aquello que imaginamos y que por tal adolece
del sentido de lo verdadero y lo autentico porque nuestros sentidos no
pueden dar cuenta de ello.

Cuando se habla de lo irreal de la irrealidad estamos sumergidos en el


terreno de lo fantástico, de mundos creados y recreados, donde se
sueña y se imagina, “así funciona esa magia humana” 6, magia capaz
de hacer volar la palabra a través de las figuras literarias que animan y
prestan voces a los objetos, de crear universos y de trasmitir sueños
por medio de las letras, de esta forma lo irreal de la irrealidad abre sus
alas para mostrar nuevas realidades, nuevas interpretaciones de la
vida y mundos mágicos en los que el ser humano se refugia cada que
lo necesita, en un intenso juego de palabras, de ideas, se creaciones
6
CAJIAO, Francisco, Op. Cit. pág. 9
que van conformando lo inexistente, lo no observable o simplemente
aquello que no es verdad a los ojos colectivos de la humanidad.

En la literatura existe múltiples ejemplos de lo irreal inmerso en la


irrealidad, a través de los relatos fantásticos, de la imaginación hecha
cuento, libro, poema po canción, se trata de lo mágico y de lo bello, se
trata de lo original, de lo descubierto, de lo que a pesar de que no ha
sido vivido, habita en la mente creadora de los hombres en los
terrenos de la imagen autoconstruida o creada, donde el hombre
“rompe los lazos, las conexiones, los enlaces, las ataduras con los
linderos de la realidad objetiva, o por mejor decir, exige del lenguaje su
máxima fuerza creadora, original, imaginativa… presta de la estructura
de los sueños su libérrima disposición para vehicular el pensamiento,
la idea o la fabula poética... he ahí el pequeño cosmos construido con
el pensamiento y la imaginación liberados por los mecanismos de los
sueños”7.

Retomando una idea del párrafo inicial, realidad e irrealidad tienen


que ver con la conciencia humana, con la subjetividad y con lo que
cada sujeto percibe en su mente como real o irreal, pero a la vez hay
verdades e irrealidades colectivas cifradas por las creencias, por la
ciencia, por la cultura, y también a la vez realidad e irrealidad se
funden en el sujeto en el hecho creador mismo que entraña en
ejercicio literario, en cuanto a que la creación necesita de la realidad y
de la realidad para constituirse en obra, lo real le da objetividad,
mientras que lo irreal le presta alas.
7
CARDOZO, Lubio, La Idea de Poesia, Ediciones Erato, Mérida, Venezuela, 2003, pág. 13

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