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Languedoc - Angharad Governal PDF
Languedoc - Angharad Governal PDF
LANGUEDOC
de angharad governal
Cómo resolver un problema como la señorita Xena: Xena, Gabrielle y demás no son míos.
Sólo los cojo prestados sin intención de obtener beneficio económico alguno. Los dejaré en
su sitio cuando haya acabado. Lo prometo. Sin embargo, el resto es mío. Si no respetáis mis
derechos de autora, enviaré a una jauría de monjas cantantes a vuestra puerta. (¿O son
"monjas volantes"? Da igual.)
Cómo atrapar una nube y sujetarla al suelo: Un poco de violencia. Quien avisa no es
traidor, como se suele decir.
Cómo encontrar una palabra que signifique señorita Xena: Aquí se habla del amor que no
se atreve a pronunciar su nombre. Entre monjas y aspirantes a doctoras en letras, nada
menos. Si no podéis con ello, entreteneos cosiendo disfraces con colchas y cortinas viejas.
Vuelve a estar de moda, por si no lo sabéis...
Muchas cosas que sabéis que os gustaría decirle: ¡Un ramo de Leontopodium alpinum
(edelweiss) para Viv por ocuparse de corregir! Por desgracia, pierde el premio a la "Mejor
imitación de un cantante de la familia von Trapp". La buena noticia es que tengo entendido
que está muy guapa con hábito y lederhosen. Gracias también al grupo de "no muy
cantoras", "no exactamente monjas". Para citar a Dita: "Anda ya..." Je. Gracias a todos.
Muchas cosas que debería entender: Me he tomado ciertas libertades con la precisión
histórica en este fanfic. El convento, las monjas, el pueblo y el castillo son un puro invento
mío. Algunos aspectos de Languedoc y su historia están basados en hechos reales, aunque
las caracterizaciones de personajes históricos reales son ficticias. La descripción de las
actitudes y personalidades de estos personajes históricos se basa en la pura imaginación y
especulación. Bla bla bla. Tomad nota de que habrá un examen al final del semestre y os
entregaré una lista de lecturas secundarias para vuestro disfrute y edificación.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La alta figura enfundada en un hábito negro señaló con un gesto los estantes
llenos de volúmenes encuadernados en cuero y pergaminos enrollados que
cubrían la pared del fondo de la pequeña sala. El movimiento de la mano de la
monja era preciso, eficaz y sin la floritura de más que se podría haber esperado
de alguien que estaba mostrando, al menos para Gwenhwyfar Morrison, un
tesoro que superaba todo lo imaginable.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La monja alzó la ceja por debajo del velo de su oscuro hábito mientras observaba
a la rubia, como si oyera los pensamientos de Gwen.
Sor Agustín se volvió a inclinar, esbozando con los labios una mínima sonrisa, y
una vez más, Gwen se quedó maravillada por la impresión de sus elegantes
movimientos, a pesar de su figura alta y casi desgarbada, cuya imponente
estatura quedaba aún más de relieve por el paño negro que cubría a la mujer de
la cabeza a los pies.
—¿Gwen? Le ruego que me disculpe, pero creía que la reverenda madre me dijo
que se llamaba...
Sor Agustín ocultó una pequeña sonrisa a la medievalista, que colocó con
cuidado el libro en la despejada mesa de trabajo. La monja observó mientras
Gwen sacaba un par de guantes blancos de la mochila de cuero que se había
traído al pequeño convento. Mientras la mujer se deslizaba los guantes por los
dedos, sor Agustín respondió.
—Si necesita cualquier otra cosa, no dude en buscarme en los jardines del
convento. La dejaré para que trabaje, Gwen.
—Gracias, hermana.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Los ojos de la rubia se fijaron en el paño negro del hábito de la monja, que se
balanceaba ligeramente a cada paso que se alejaba. Oh, Dios, no hace tanto
tiempo. Una perfilada ceja subió hacia los cortos mechones de la rubia cabeza al
tiempo que sus ojos recorrían la extensión de paño negro. Se preguntó distraída
qué había oculto bajo la tela informe. Sí, hace mucho tiempo. Suspiró bien alto,
meneó la cabeza e intentó concentrarse en el libro que tenía abierto sobre la
mesa.
—Va a ser un año muy largo —dijo en voz alta en la sala vacía mientras sus ojos
se fijaban en las páginas iluminadas.
El silencio invadió la pequeña celda. Miró el reloj. Las 3:05 de la mañana. ¿Es
que no duermen nunca? Se frotó los ojos y se volvió para contemplar la gruesa
puerta de madera de la habitación. ¿Cuál toca ahora? ¿Martín? No, no... maitines.
No, no es eso. Eso es a medianoche. Me extraña no haberme despertado también
entonces. A ver. Mm, debe de ser... Oh, seamos francas, Gwen, estabas
demasiado ocupada tratando de parecer lo más indiferente posible cuando la
interrogabas sobre su vida en este sitio, tratando de asegurarte de que no se diera
cuenta de que la estabas mirando, para prestar aten... ¡laudes! Eso es. Deben de
ser laudes.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Más vale que intente dormir. Tengo que ir al pueblo para buscar una línea para
conectar el portátil y poder escribir a mi directora y contarle cómo va el trabajo...
Probablemente habrá una línea eléctrica en este convento. No pueden no tenerla.
¿Y si hubiera alguna emergencia o algo? Jo, Gwen. Esto no es un Motel 6. Lo más
parecido que has encontrado a una abadía medieval en pleno funcionamiento, ¡y te
quejas porque no tienen instalaciones modernas! Esto es lo que querías,
¿recuerdas?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Así que ese castillo que está a pocos kilómetros de Ormarc es en realidad un
hotel?
—Sí. Hace varios años, era la casa solariega de los señores d'Ormarc. Se hizo
demasiado caro para la familia mantenerla económicamente, así que en vez de
dejar que el castillo se convirtiera en una ruina, lo renovaron transformándolo en
hotel. Por supuesto, casi todas las tierras de esta zona todavía pertenecen a doña
Thisbe Hippolyta d'Ormarc. En gran parte, como sabe, son tierras de labor o
pastos para ovejas y cabras.
—¿Entonces esta zona tiene mucho turismo? Creo que si el pueblo estuviera más
cerca de la ruta de peregrinaje a Santiago de Compostela o si tuviera catedral, lo
conocería más gente. Pero supongo que hay suficiente interés en la zona para
construir un hotel. El pueblo hasta tiene esa pequeña posada.
La monja ocultó una pequeña sonrisa y Gwen reprimió sus ganas de quedarse
mirando cuando la mujer se volvió hacia las estanterías. ¿Se trata de una especie
de regla? No sonreirás salvo en presencia de extraños y medievalistas en busca de
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Dios sabe qué; cuando sonrías, te taparás la boca con las manos unidas en actitud
de rezo, para que no piensen que eres rara, banal, vana, loca o distante. Bajó la
vista, apretando despacio los puños contra la madera de la mesa de trabajo. No
es momento de sarcasmos, Brangein Gwenhwyfar. No le tomes el pelo a la
monjita, aunque sólo sea con el pensamiento.
Con gran sorpresa por su parte, ver la boca de la monja esbozando una sonrisa
de alegría y diversión la afectó de la misma manera que semanas antes. Cuando
vio la sonrisa de la mujer por primera vez —minutos después de que la monja
hubiera señalado las estanterías de la biblioteca en su primer encuentro— lo
inesperado de la misma la había sorprendido. Recordaba haberse sentido algo
abrumada y atribuyó sus reacciones a los documentos que llenaban las
estanterías de la pequeña sala. A medida que fueron transcurriendo las semanas
y pasaba más tiempo con la religiosa, empezó a poner en duda sus propias
conclusiones. En el pequeño período de tiempo que había pasado en el convento,
Gwen se dio cuenta de que esta imponente mujer rara vez sonreía si no era en
presencia de su persona. Parecía firmemente entregada a sus sagrados votos,
con un aire decidido, sobrio y seguro.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Este libro parece prometedor, Gwen. Hay otros pocos textos catalogados con
fecha de más o menos finales del siglo XIII, pero la mayoría de los documentos de
la biblioteca parecen ser posteriores a 1400.
—Bueno, lo que hemos encontrado hasta ahora supera con creces lo que había
imaginado, aunque en su mayor parte no entre en los siglos XII y XIII. Algunos
de los textos parecen ser copias de manuscritos que he visto en la Bibliothèque
Nationale. Me pregunto si hay diferencias entre los libros de manuscritos que he
visto aquí y en París... diferencias regionales y esas cosas. —La rubia se rió entre
dientes—. Conozco a varias personas que darían un ojo de la cara por ver lo que
he visto yo hasta ahora.
—Me alegro de haberle sido de ayuda y de que los libros que hemos encontrado
no caigan en el olvido.
La rubia sonrió y dio unas palmaditas en la cubierta del texto que la monja
había puesto delante de ella.
Sor Agustín volvió a inclinarse, con las mejillas coloreadas por un ligero rubor
mientras intentaba tapar una pequeña sonrisa con las manos unidas. Se volvió
hacia las estanterías una vez más.
No debería ocultar esa sonrisa que tiene, hermana. Con esa sonrisa caerían reinos
enteros a sus pies. Los caballeros le entregarían su vida y los trovadores cantarían
sus alabanzas por todo Languedoc.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Mira qué perfil. Mejillas de alabastro, una perfecta nariz romana, penetrantes ojos
azules, preciosa boca de labios de rosa. Un clásico y bello rostro medieval. Ojalá la
hubiera conocido antes de venir aquí. Ojalá nos hubiéramos conocido antes de
todo esto. Podríamos haber sido... yo podría haber...
Gwenhwyfar sacudió la cabeza. Creo que podría enamorarme de... ¡Basta, Gwen!
Es sólo que le gusta pasar un tiempo fuera de su vida normal, de su rutina. Es
como unas vacaciones, un permiso. No tiene nada que ver contigo. Como si eso
fuera realista... Oiga, sor Agustín, quiero que deje todo esto de la "esposa de
Cristo" y que huya conmigo a América. Ah, y por cierto, ¿le importaría decirme
cómo se llamaba antes de meterse a monja?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Sor Agustín alzó una ceja por debajo de su velo oscuro, sorprendida por lo que
había visto en los ojos de la rubia antes de que ésta se apartara bruscamente de
su mirada. Su propia mente se sintió inquieta, reconociendo algo en esa breve
mirada: era una mirada que conocía, un reconocimiento, una confesión que ella
comprendía. Sabía que aquello turbaría su paz de espíritu en las próximas
semanas. Estaba a punto de responder cuando Gwen soltó una risa temblorosa.
—Lo... lo siento, hermana. Supongo que me ha parecido raro que, mmm, es-
estoy dando por supuesto que el pueblo y el convento surgieron en torno al
castillo al tiempo que lo construían, ¿no? No sé por qué no se me ha ocurrido
antes preguntar si se sabe la fecha exacta. O lo más cercano a una fecha exacta
que se pueda, dado que casi todos los manuscritos que hay aquí parecen ser
posteriores a 1400.
una frase. La luz hace que su pelo parezca oro batido. Soltó un ligero resoplido e
intentó concentrarse en la pregunta de la otra mujer. Asintió ligeramente con la
cabeza y hubo un suave revoloteo de paño oscuro cuando se volvió para
contemplar las paredes de la biblioteca del convento. Cerró los ojos un momento
mientras trataba de calmar los pensamientos que se le acumulaban en la mente.
—El convento fue fundado por orden de la familia d'Ormarc hace casi setecientos
años.
¿Setecientos?
Gwen se echó hacia delante sobre la mesa, olvidando sus ideas privadas sobre la
monja que estaba a pocos metros de ella mientras asimilaba lo que había oído
segundos antes. Sus ojos recorrieron la página, con una expresión de
desconcierto en la cara.
—¿De modo que Santa María se construyó después de las herejías cátaras?
* * * * * * * * *
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Humedad.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Seguía viva.
¡Levanta! ¡Levanta!
Estás herida, pero sigues viva. Ahora levanta antes de que ese soldado se dé
cuenta también y vuelva para matarte.
—¡Eres una mujer! ¡Los herejes cátaros sois peores que los sarracenos!
¡Monstruos antinaturales! Ja. —Los ojos del soldado relucían mientras se
desabrochaba el justillo sucio y salpicado de sangre—. Te voy a enseñar el error
de tus costumbres. —Bajó la mano, agarrándose la entrepierna para dejar clara
su intención a la figura que yacía vestida de cuero y cota de malla—. Seguro que
nunca has tenido a un hombre...
Ella luchó por levantarse, con la mirada apagada, mientras sus dedos intentaban
alcanzar el cuchillo que llevaba en la bota.
—¿Saben ellos lo que estás fingiendo? Ja. Seguro que los tenías engañados, pero
yo sé lo que eres. Y te voy a enseñar lo que un hombre de verdad...
El soldado jadeó bruscamente, abriendo los ojos como platos. Bajó la mirada y
en su cara se dibujó una expresión de incredulidad al ver el mango del cuchillo
que tenía clavado en el pecho.
Parpadeó y levantó la mirada para descubrir unos febriles ojos verdes que la
miraban con miedo, al tiempo que su cuerpo era estrechado de repente entre
unos brazos cubiertos de terciopelo y brocado. Levantó la mano para tocar una
mejilla manchada de hollín, echando a un lado el cabello rubio rojizo.
Na Gabrielle se esforzó por ayudar a la mujer vestida con cota de malla mientras
el caos rugía a su alrededor. El fuego arrasaba el mercado central y el humo
inundaba el aire tapando la luz del sol de poniente. La gente huía de la catedral:
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Estoy aquí. —Na Gabrielle alzó la voz al ver la gravedad de las heridas que
sufría la guerrera—. ¡Estáis sangrando!
—¡Padre!
Na Gabrielle, que ya corría hacia el patio interior del castillo, se volvió para mirar
preocupada a la mujer apoyada con todo su peso en el costado de su padre.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Luc. —El hombre señaló los establos que estaban dentro de las murallas—.
Vamos a llevarla allí por ahora.
El enorme herrero se pasó una mano por el pelo castaño que le llegaba a los
hombros. Sus ojos azules examinaron los establos llenos de gente apretujada en
busca de calor.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¡Mi señor!
Un hombre de larga barba gris corrió hasta el noble, con Na Gabrielle pegada a
sus talones.
—¡Espera! ¡Luc! —Ezra Ben Jonah se puso de pie rápidamente y posó la mano en
el musculoso brazo de Luc para detenerlo—. Debemos meter a N'Alexandra en el
castillo. Ha perdido mucha sangre. Tengo que cauterizar la herida de la cara y el
costado.
—¡Luc!
Todas las miradas se volvieron para ver a un hombre bajito de pelo rubio rizado
que corría hasta ellos. Se inclinó rápidamente ante el señor del castillo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Sí, mi señor.
—Mi señor, sin duda después de lo que ha ocurrido en Toulouse, los franceses...
—Sí, mi señor. Tengo un primo, Enrique, que vive en la ciudad. Me envió noticias
una vez terminado el asedio. Sin duda, después de la derrota de Simón de
Monfort a manos del conde Raimundo, los franceses se darán cuenta de que no
pueden tomar...
—Los barones del norte quieren esta tierra, Pedro. Los cátaros han sido una
mera excusa para la invasión. Después de la masacre de Béziers, hubo
negociaciones, acuerdos... concesiones al Papa y a la Isla de Francia con respecto
al crecimiento de los cátaros. Pero las cosas no acabaron ahí. Cuando el conde
Raimundo recuperó Toulouse de manos francesas, yo también tuve la esperanza
de que esta cruzada contra nuestras tierras y nuestra gente terminara. Me
equivoqué. Hay noticias de que los franceses están intentando tomar Aviñón.
—Sí. Debemos intentar impedir que tomen también Ormarc. Diles a los guardias
de la puerta que dejen pasar a todos los que puedan. Luego cerraremos la
entrada.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¡Espera!
Se despertó presa del pánico, agitando los brazos violentamente al tiempo que se
incorporaba, con la voz ronca.
—¡Ga-Gabrielle!
—¿Gabrielle?
La dama llamó con un gesto al hombre barbudo que estaba en la esquina más
alejada de la sala. Éste llevó una jarra hasta la cama.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La guerrera miró al hombre que estaba de pie junto a la cama. Apartó la copa
débilmente.
—Seis días, hija. Vuestra fiebre cedió por fin ayer. —El médico le puso una mano
ajada en la frente y sonrió amablemente—. Podréis levantaros del lecho dentro de
dos días. Ahora descansad. —Puso la copa en una mesa cercana—. Aseguraos de
que bebe lo que queda en esa copa. Y os recomiendo que vos también descanséis
un poco, mi señora. Si me disculpáis, necesito atender a otros. —Se inclinó y se
encaminó a otras camas situadas al otro lado de la sala.
N'Alexandra volvió a alargar la mano hacia la mujer sentada detrás de ella. Unos
dedos suaves rodearon los suyos.
—No estoy a las puertas de la muerte, señora. El mismo don Ezra Ben Jonah ha
dicho...
—Que sois una mula demasiado terca para morir tan fácilmente.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Porque os amo, idiota. Ahora tenéis que beber lo que queda en la copa.
—Mmf.
—¿Os cuento una historia para que los meados de caballo sepan mejor?
—¿Está despierta?
—Sí, padre. Todavía está débil, pero insiste en que está bien. Dice que no se va a
quedar un minuto más en la enfermería. Don Ezra ha amenazado con atarla a la
cama.
—No sé cómo pudo sobrevivir. Había tanta sangre, padre. Cuando por fin la
encontré cerca de los terrenos de la catedral, estaba tan pálida. Era como si la
muerte ya se hubiera apoderado de ella. Sólo conseguí llevarla unos pocos pasos
hacia el extremo occidental de la catedral cuando se desplomó en mis brazos.
—¡Alexandra! ¿Qué...?
—Os pido perdón, mi señor, por interrumpir. Mi señora, soy de mucha más
ayuda aquí que en la enfermería. Estoy bien. —N'Alexandra se detuvo delante del
noble y su hija y se inclinó—. En Ezra me ha soltado. —Se señaló las vendas—. Y
me quitará esto esta noche. Mi señor, ¿qué hay de las defensas de la ciudad?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Deberíamos colocar arqueros en las murallas que dan al glacis. Y apostar otros
arqueros cerca de los degolladeros por si la puerta exterior cae y tenemos que
bajar el rastrillo.
—Alexandra...
—Prometedme que descansaréis, aunque sólo sea un poco. —Se volvió hacia su
padre—. Mi señor, si me disculpáis, iré a la despensa a comprobar las
provisiones del castillo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Ring.
Ring. Ring.
—¿Diga?
—¿Lilla?
—¿Bran?
—Lilla, ¿quién demonios es el estúpido que llama a... —un rápido vistazo al dial
iluminado de la radio despertador cercana—, ...las 4:35 de la mañana?
Lilla le pasó el teléfono a su marido mientras éste se frotaba los ojos, se sentaba
y bostezaba.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¡Oh, lo siento, Josh! Creía que ahí eran por lo menos las siete.
—¡Es genial! Y tengo noticias... por eso he llamado. Tengo que preguntarte... Oye,
¿he despertado a Sarah?
Un golpe en la puerta.
—¿Mamá? ¿Papá?
Una cabeza rubia y despeinada asomó por la puerta del dormitorio, que ahora
estaba abierta. Los ojos de Sarah, que tenía cuatro años, brillaron de alegría al
ver a su padre al teléfono. Con una risotada, corrió desde la puerta y saltó a la
cama, aterrizando entre sus padres.
Josh soltó un fuerte "uuf" y Lilla le dio a su hija un azote de broma en el trasero.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Podría...?
—¿Tía Bran? ¿Vas a venir a casa pronto? Tengo el regalo de cumpleaños que me
mandaste. ¿Vas a volver para Hanukkah? El señor Bobo te echa de menos. Yo
también te echo de menos.
—Sí, cariño, soy yo. Te echo de menos y al señor Bobo también. No, no estaré de
vuelta antes de Hanukkah, pero te prometo que te llevaré muchos regalos para
compensar, ¿vale?
—Aquí terremotó. Papá dice... —La niña miró a su padre. Josh sonrió y le
revolvió el pelo—. Papá dice que me lo pasé durmiendo.
—¿Y es cierto?
—Sí.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Ésa es mi niña. Oye, cariño, déjame hablar con papá. Dale un beso a mamá de
mi parte, ¿vale?
—Vale.
—Dale un beso a papá también y le dejaremos que hable con la tía, ¿vale?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—No importa...
—¿Puedría...?
—¿Podría...?
—Eh, Josh...
—No hace falta que me amenaces. Bueno, ¿por qué diablos me has llamado tan
temprano? ¿No podías haberme mandado un correo electrónico o algo?
—Bueno, ¿qué demonios pasa, Bran? ¿De repente te ha dado por la religión y
has decidido meterte a monja? O mejor aún, ¿has seducido a una de las
hermanitas para que se una al bando bollero?
Una pausa.
Un ruido de papeles.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Vale... necesito saber todo lo que me puedas contar sobre la época que pasaste
en Columbia, en el Instituto Covington-Pappas.
—Sí.
—¿Qué tiene eso que ver con...? ¿Has encontrado algo en Francia? ¿Un
pergamino o...? —Joshua se rió nervioso—. No me digas que las has encontrado
enterradas en una abadía francesa.
—Así a bote pronto no, pero algunos relatos contemporáneos mencionan a una
mujer guerrera y a su compañera que viajaron fuera de los confines de lo que era
la antigua Grecia. Escucha, Bran Muffin, los estudios de Xena son muy
problemáticos. Me refiero a que eran prácticamente un chiste antes de que la
doctora Covington encontrara esos pergaminos en los años 40. Qué diablos,
todavía hoy son problemáticos. ¿Es que no recuerdas nada de primero de
Arqueología?
—Para eso te tengo a ti, Josh. Tienes que reconocer que no está nada mal tener a
un arqueólogo como cuñado.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
textos como base, como un mapa, si lo prefieres, para encontrar Troya. Antes de
eso, todo el mundo creía que Troya sólo era un mito.
—¿Y su hija?
—Pues ella también era todo un personaje, pero era una arqueóloga brillante.
Dio legitimidad al campo de los estudios de Xena con sus descubrimientos. Fue
prácticamente la fundadora, junto con su traductora, Melinda Pappas.
—...Y por lo que sabe Joshua, nunca ha habido mención alguna a Xena y
Gabrielle tras el reinado del emperador romano Adriano en el año 138. Fue como
si desaparecieran de los registros culturales escritos. Dijo que ciertas regiones
mantuvieron una tradición oral... mitos, cuentos populares, leyendas. Pero nada
tangible que se pueda relacionar con ningún tipo de documento histórico escrito.
Hasta los años 40, cuando realmente encontraron los pergaminos y unos
cuantos artefactos, no hubo pruebas de que se tratara de algo más que leyendas,
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
de que eran personas reales. Supongo que sería como encontrar Avalón y la
tumba de Arturo o la cueva de cristal de Merlín.
—¿Y las páginas que usted ha descubierto aquí mencionan a estas dos mujeres?
La monja se inclinó hacia delante, recorriendo con los ojos la página hasta llegar
al punto que indicaba la medievalista.
—Me quedé pasmada al descubrir ese documento legal sobre el convento y una
catedral aquí en Ormarc, pero decidí ver si podía descubrir algo más. No había
más documentos que hicieran referencia a la catedral o al convento. Sin
embargo, descubrí estas páginas. Si se fija en la encuadernación del texto, estas
últimas páginas parecen haber sido cosidas al libro después de que lo hubieran
encuadernado. La escritura, la caligrafía es distinta del resto del libro.
—Estas páginas no sólo mencionan a Xena y Gabrielle, sino que además cuentan
una historia sobre ellas. —Se levantó y se puso a pasear por la pequeña sala.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—No hace falta que se disculpe, Gwen. Me alegra saber que está tan entregada a
su trabajo, que siente tanta pasión por él.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La medievalista sonrió.
—Algunos dirían que es más una obsesión... su-supongo. —Se quitó los guantes
de los dedos y se pasó una mano por el pelo corto, encogiéndose de hombros con
indiferencia—. Al menos así no me meto en problemas. Es decir, no es posible
que me meta en problemas en un convento, ¿verdad?
La cabeza velada se volvió hacia las estanterías, tapándose la boca con las
manos con un gesto que se había hecho ya muy familiar para la rubia
medievalista.
Risa. Una carcajada profunda, rica, llena de alegría brotó de la monja y resonó
por la pequeña biblioteca. La cabeza velada se movió ligeramente, con una
sonrisa descarada en la boca, al tiempo que la figura oscura se volvía para mirar
a la medievalista. Con un gesto que las sorprendió a ambas, sor Agustín cruzó el
espacio que las separaba y colocó un dedo delicado en la barbilla de la rubia.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Tiene una boca absolutamente increíble. Sólo tengo que mover la cara un par de
centímetros y casi podría... ¿En qué estoy pensando? Se le pusieron los ojos muy
redondos. Ya me parece estar oyendo a Josh... Ya ves, Lilla, te dije que
arrastraría a una pobre e indefensa monja a abandonar sus votos...
—¿Existe una conexión entre el documento legal que descubrió hace varias
semanas y las páginas sobre Xena y...?
—¿Y Gabrielle? —Gwen parpadeó cuando el súbito cambio hizo que sus
pensamientos se frenaran en seco—. Yo... eeeh... es posible. Yo... por eso
necesito... reunirme con la señora d'Ormarc.
—¿Doña Thisbe?
—Sí. Dado que los registros parroquiales están incompletos, necesito entrevistar
a doña Thisbe y preguntarle sobre sus antepasados. Puede que tenga alguna
información que me resulte útil.
—Al principio no estaba segura, pero al leer más el texto, me di cuenta de que
este nombre... —Gwen señaló un pequeño párrafo del documento—. Éste de
aquí, no se refería a la compañera de Xena.
—Discúlpeme, pero parece que también dice "Gabrielle". ¿Cómo sabe que habla
de otra persona?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La rubia asintió.
—Sí, eso es lo que yo también pensé al principio, pero este trozo, traducido, dice
más o menos: Y de buen grado yo, Gabrielle, contaré las hazañas de una,
hábil en la guerra y en el arte, hija doblemente bendita de Potedaia,
amiga y compañera de la mujer guerrera, Xena, nacida en Anfípolis.
—¿En Chrétien?
—Sí.
—Bueno, el texto continúa aquí. —Gwen señaló otra parte del manuscrito—. Y
por lo que veo, parece hacer referencia a que el señor de Ormarc ha solicitado la
obra, encargándole a esta Gabrielle que componga este relato. Dice: Porque En
Chrétien así lo desea, lo emprenderé de muy buena voluntad. No estoy
segura de que se refiera al mismo Chrétien, pero los nombres tienden a repetirse
dentro de las familias. Estoy bastante segura de que este Chrétien puede estar
relacionado con el mismo hombre que pidió permiso al obispo de Toulouse para
construir una catedral en Ormarc.
—¿Y a quién se refiere este nombre? ¿Es uno de los personajes de la historia? —
Un dedo esbelto rozó levemente el documento.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Yo... yo supongo que esta Alexandra era una... una noble... posiblemente... o
tal vez esta Gabrielle estaba alabando a su patrona. Era frecuente que los
trovadores... dedicaran alabanzas exageradas a sus patrones, los nobles de la
corte.
¿Y tú te lo crees de verdad, Gwen? No hay duda de lo que quiere decir esa estrofa
y tú lo sabes. Va a ser difícil que alguien pueda defender que se trata sólo de una
alabanza a la Virgen María. ¿Te imaginas lo que pasaría si sacaras esto en una
conferencia en K'Zoo? Te creías que las discusiones sobre el poema de Bieiris de
Romans eran un cachondeo, pues espera a que esto salga a la luz.
La monja alzó una ceja tras el velo al tiempo que su mirada se posaba en la
rubia.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Los ciudadanos se habían unido para luchar contra el ejército que los sitiaba.
Cuando se abrió brecha en la muralla de la ciudad, pareció que todo estaba
perdido. Pero de algún modo, los ciudadanos y los caballeros que luchaban por
don Chrétien consiguieron imponerse. Echaron de la ciudad a los soldados de a
pie y a los mercenarios. Hombres, mujeres e incluso niños de toda clase y
condición arrimaron el hombro y reconstruyeron la brecha de la muralla. Una
extraña sensación de normalidad se apoderó de la ciudad: para alguien que
viniera de fuera, la única sensación de que la ciudad se encontraba bajo la
amenaza constante de una invasión y destrucción inminentes eran las diversas
catapultas grandes de madera que se alzaban cerca de las murallas. Se había
formado una brigada para transportar piedras y rocas hasta las "catas". Tanto
hombres como mujeres hacían turnos para hacer funcionar la maquinaria en un
intento de mantener a raya al ejército francés.
Cruzó por el mercado central, con el cuerpo envuelto en el oscuro manto gris,
cuya capucha ocultaba su cara a los transeúntes. Sabía que era inútil, pues los
que no estaban ocupados en sus tareas no dejaban de advertir su presencia
cuando pasaba a su lado y le hacían una reverencia o se inclinaban saludándola.
Apretó los dientes y caminó más deprisa, maldiciendo su estatura y las
antorchas que rodeaban el mercado. Casi había llegado a la puerta principal del
castillo cuando oyó su nombre.
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—Luc.
—Señora, os he visto en las puertas de la ciudad. Quería hablar con vos, pero
camináis muy deprisa. —El herrero sonrió—. Sé que tenéis asuntos que atender
en el castillo, pero si me permitís...
N'Alexandra asintió.
—Sí, por supuesto, Luc. ¿Hay suficientes suministros en las puertas del oeste?
¿Necesitamos más hombres?
—Luc, antes de que sigas, quería darte las gracias. Estas últimas semanas han
sido un caos y no he tenido ocasión de darte las gracias por haber salvado a Na
Gabrielle... por ayudarla a volver al castillo. Y por salvarme la vida. Tengo una
gran deuda contigo. Si hay algo...
—Mi señora, ¿hay noticias de Aviñón? ¿Han tomado los franceses la ciudad?
—Todavía no se sabe nada, pero nuestras fuentes creen que, como nosotros,
Aviñón sigue sitiada.
—¿Tiene planes don Chrétien para romper el asedio? ¿Hacer frente al ejército?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
El herrero asintió en silencio y siguió a la alta mujer que se dirigía a las puertas
del castillo. Cuando entraron en el castillo y se encaminaron a la Gran Sala, Luc
volvió a hablar.
—¿Os vais a reunir con En Chrétien esta noche, señora? Me gustaría ofrecerme
voluntario... para entrar en su campamento o intentar obtener información de
Aviñón.
N'Alexandra arqueó una ceja detrás de la capucha que le tapaba la cara. Asintió
ligeramente y alzó la voz por encima del ruido que los recibió al entrar en la Gran
Sala.
—Al entablar combate, Xena intentó por todos los medios evitar la espada
mientras ella y los suyos luchaban contra los señores de la guerra. Con habilidad
y valor, la guerrera dejaba inconscientes a sus enemigos, ayudando a sus aliados
sin matar a sus adversarios. Su hermano, al ver su táctica, le gritó desesperado:
"¡Coge un arma, hermana! ¡No luches contra el destino!" Al oírlo, Xena se volvió y
vio a su amiga clavándole un cuchillo a su antiguo amo. La mujer guerrera
recordó la advertencia de las Parcas: si derramaba una sola gota de sangre
llevada por la rabia, todo quedaría deshecho. Su mente regresó a todo lo que
había visto: la cara llena de alegría de su hermano, la tumba donde yacía su
madre, la presencia de señores de la guerra a quienes había derrotado en otra
vida y la cara de su amiga retorcida por el odio y la amargura. Despidiéndose de
su hermano con un susurro, la mujer guerrera agarró una espada y la hundió en
su enemigo más próximo. De repente, se encontró de vuelta en el combate junto
al Templo de las Parcas. Se volvió y vio al muchacho que se abalanzaba contra
ella. En lugar de matarlo, lo agarró de la mano que sujetaba la espada y lo tiró al
suelo. Sorprendido, el muchacho miró a Xena a la cara. La guerrera dijo: "Vete,
tienes una segunda oportunidad de vivir. Jura que no la malgastarás matando".
Con eso, el muchacho se marchó y Xena se volvió y vio a su amiga. Llena de
alegría, la mujer guerrera estrechó a la bardo contra ella y ambas se alejaron del
Templo para continuar sus viajes.
Los ojos de la noble se llenaron de lágrimas y la mano que tenía libre tiró de la
capucha del manto. Sus dedos acariciaron suavemente el lado izquierdo del
rostro de la guerrera.
—Alexandra...
—Amor mío... Por favor, no ocultéis vuestro rostro ante mí. Lo único que me da
miedo es la idea de que no regreséis...
—Gabrielle, es lo que soy, lo que hago. —La guerrera abrió los ojos—. Soy
guerrera. Soldado. Gabrielle, no puedo asegurar que...
—Lo sé, amor. Sé que soy una egoísta por desear... por desear envejecer a
vuestro lado.
—No hay nada que yo desee más que envejecer a vuestro lado. Pero las personas
que se dedican a lo mismo que yo rara vez pueden permitirse ese lujo. —Suspiró
y apoyó la frente en la de la dama—. Me... me esforzaré por intentarlo y... y
cumplir ese deseo... de regresar y envejecer junto a vos.
—Es un buen comienzo, teniendo en cuenta que nunca hasta ahora habéis
compuesto un alba. —Sus dedos acariciaron con delicadeza la cara marcada de
la guerrera—. Y elegís un momento como éste para dedicaros por fin a la poesía.
—Cuando hayamos dejado todo esto atrás, compondré mil albas dedicadas a vos.
Incluso puede que cante algunas.
—Aseguraos de que volvéis a mí, N'Alexandra d'Ormarc, aunque sólo sea para
que pueda mejorar vuestra habilidad poética. Será una más de las muchas que
ya poseéis.
Echó una vistazo a la Gran Sala. Había un pequeño grupo reunido en torno a la
gran hoguera del centro de la sala, mientras que otros transportaban mantas y
alimentos de los almacenes cercanos a otras zonas del castillo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Mmm?
—¿Por qué? ¿Por qué Xena decidió regresar... para volver a ser guerrera? Sin
duda habría logrado más... habría hecho más servicio al bien supremo... —
N'Alexandra resopló disgustada, abrió los ojos y contempló las sombras que se
movían por el techo.
Na Gabrielle se cubrió el cuerpo desnudo con una manta y se sentó. Se pasó una
mano por el cabello rubio rojizo y se volvió para mirar a la figura tumbada a su
lado.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Tal vez Xena se dio cuenta de que aunque la vida que llevaba como guerrera
había causado pena y sufrimiento, también tenía un propósito. Había una razón
por la que las Parcas la premiaron con la visión de lo que habría sido el mundo si
ella no hubiera tomado la espada. Las dos vidas tenían su parte de dolor y
tristeza, pero... Tal vez Xena se dio cuenta de que serviría mejor al bien supremo
si era guerrera, en lugar de...
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Estáis muerta de frío. —La guerrera se apartó de la ventana, agarró una manta
de la cama y cubrió con ella la figura desnuda de la otra mujer—. Así, mucho
mejor.
—¿Y bien?
—No oséis burlaros de mí, Alexandra. Sabéis muy bien que puedo ordenaros...
—Ordenarme, ¿eh?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Pasó el día y las dos mujeres se encontraron delante de la catedral. Sus grandes
torres se elevaban hacia el cielo nocturno imitando los empinados riscos de las
montañas cercanas. Estaba vacía, y cruzaron las inmensas puertas
adentrándose en el recinto sagrado. Unas antorchas iluminaban el interior de la
iglesia y mientras caminaban en silencio, proyectando grandes sombras contra
las paredes de piedra, sus pasos levantaban ecos en el edificio. Se detuvieron
ante la nave central.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Eso espero, Gabrielle. Os prometo que haré todo lo que pueda para hacer que
ocurra.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Fueran cuales fuesen los motivos que creía tener el día en que ingresó en la
orden, le parecían tan poco claros como los chanclos que ahora llevaba en los
pies. Un delantal de trabajo le cubría el hábito y en la mano enguantada
sujetaba una vieja pala, la madera desgastada por el tiempo, la pala de metal
cubierta de restos de hierba y tierra.
El campo se extendía ante ella y desde donde estaba, veía las figuras veladas de
sus hermanas trabajando junto a los árboles y las pequeñas parcelas que
cruzaban la tierra dentro de los terrenos de la abadía. Veía los tejados de Ormarc
a lo lejos, así como el castillo en lo alto de la colina y más allá las montañas. Hizo
una pausa en su trabajo, se apoyó en la pala y se enjugó el sudor de la cara. Se
quedó mirando las figuras oscuras que se movían entre las hileras de árboles y
sintió una punzada de desazón. Era como si una parte de ella se hubiera
quedado dormida —hubiera estado durmiendo— y por alguna razón
desconocida, se hubiera despertado de repente y se preguntara por qué estaba
allí. Frunció el ceño tras el griñón ante esta idea. ¿Cuándo había empezado a
echar raíces esa sensación de intranquilidad en la paz de su alma? ¿Cuándo
había empezado a sentirse menos contenta? ¿Cuándo habían empezado las
horas a alargarse y adoptar la forma del tedio? Una visión de una cabeza rubia
inclinada estudiando se cruzó por su mente, e intentó apartar la imagen.
Respiró hondo; sus pulmones se llenaron del aroma a tierra recién removida y
lluvia. Sacudió la cabeza, se ajustó los gruesos guantes de trabajo y hundió la
pala con fuerza en la oscura y fértil tierra, con la esperanza de que el trabajo
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
físico le purgara la mente. Redobló sus esfuerzos, como si el acto mismo de cavar
y labrar pudiera enterrar las dudas y preguntas que se agolpaban en su mente,
pudiera concentrar su pensamiento en el trabajo, en la oración y en Dios.
Absorta en su tarea, no oyó la llamada al oficio de mediodía y se sobresaltó
cuando otra religiosa le comunicó que había llegado la hora sexta y que debían
correr a la capilla para rezar.
Bueno, vamos allá, pensó mientras sus botas chirriaban en el suelo de madera
de la entrada. Clavó los ojos en el mayordomo, que caminaba a un paso digno y
sin chirridos delante de ella. Sintió que se le encogía el estómago, convencida de
que parecía más una rata mojada y nerviosa que una medievalista. Intentó no
quedarse mirando boquiabierta, intentó no parecer abrumada cuando el
mayordomo se inclinó, le señaló una butaca y la informó de que la señora
d'Ormarc se reuniría con ella sin tardanza. Se pasó una mano por el pelo y
resopló ligeramente mientras observaba el estudio. Parece casi espartano, en plan
elegante. No es exactamente como me lo había imaginado. Al otro lado del estudio
una enorme chimenea ocupaba una esquina, mientras que una pared cercana
estaba cubierta de libros y la otra estaba ocupada por un gran mirador, que
ofrecía una vista espectacular de las montañas cercanas y el castillo.
Se volvió y vio al mayordomo que indicaba a una mujer de mediana edad algo
más alta que ella. El anciano mayordomo se inclinó ligeramente antes de salir de
la habitación mientras la mujer de pelo castaño rojizo se acercaba a la
medievalista, alargando la mano para saludarla.
Doña Thisbe hizo un gesto señalando el gran escritorio y las butacas que había
junto a la chimenea.
—Sí. He estado trabajando allí estos últimos meses, además de en otros lugares
de Ormarc y sus alrededores...
Miró con el ceño fruncido el libro que tenía en la mano cuando se dio cuenta de
que se había olvidado del lugar que le correspondía en los estantes. Se detuvo en
medio de la pequeña sala que alojaba los libros del convento, se quedó mirando
los libros que cubrían una pared de la estancia vivamente iluminada y la
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Reverenda madre.
La monja mayor se metió las manos dentro de las amplias mangas negras de su
hábito al tiempo que entraba en la sala. Guardó silencio mientras recorría
despacio la estancia, deteniéndose por fin junto a una pequeña ventana que
ofrecía una vista del pueblo y las montañas. La monja más alta se quedó en
silencio, con la cabeza gacha mientras sostenía el libro contra el pecho. La
abadesa se volvió y observó a la otra monja. Habló dulcemente.
—No... no comprendo, madre. ¿He hecho algo para... para... algo inapropiado en
mi servicio?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—No... no. —La monja mayor trazó un gesto en el aire al tiempo que se volvía
para mirar por la ventana—. No ha hecho nada malo, hermana. No he venido a
regañarla. Pero he notado en las últimas semanas que parece usted distraída,
descontenta. ¿Le ocurre algo? ¿Ha estado enferma y no me lo ha dicho?
—Conozco algo de su vida antes de que viniera con nosotras. ¿Ha vuelto a pensar
en aquellos tiempos? Su familia no se ha puesto nunca en contacto con usted en
todo el tiempo que lleva aquí. ¿Es eso lo que la preocupa, hija?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La monja más joven se volvió y miró a la abadesa mientras ésta deslizaba los
dedos por los estantes. De repente, sintió la garganta seca, e intentó carraspear
discretamente antes de contestar.
—Bien. Me alegro de que haya sido usted una ayuda para ella. También quería
asegurarle que si hay algo de lo que desee hablar, estoy aquí... no sólo como
cabeza de la orden, sino como amiga suya. Si... si se trata de una enfermedad,
hágamelo saber. Enviaremos a buscar al médico, o puedo darle permiso para ir
al pueblo o permiso para viajar a Toulouse, si es necesario.
—Buenas tardes, pues, sor Agustín. La dejo a sus tareas. Que Dios la acompañe,
hija mía.
La monja más joven se acercó a la mujer mayor y tomó la mano derecha que le
ofrecía, repitiendo el ritual de la bendición.
Dos semanas después, una de las colinas más altas de los alrededores del
pueblo de Ormarc (Mediodía Pirineos), Francia
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—La abadesa ha sido muy amable al permitirle acompañarme a las colinas, sor
Agustín.
—Pues en ese caso, estoy más que agradecida por que esté usted aquí. Me temo
que no soy precisamente famosa por mi estupendo sentido de la orientación,
aunque mi hermana fue la que se perdió en el Museo de Historia Natural.
—No, la verdad es que yo tenía diecinueve años. Lilla tenía veintidós. Le tomo el
pelo por eso sin piedad. Le dije que se reuniera conmigo cerca del mastodonte,
pero supongo que torció por un lado cuando debería haber torcido por otro. Y
más bien fue una suerte que se perdiera.
—¿A qué se refiere con que fue una suerte que se perdiera?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Así conoció a Joshua. Creo que en aquel entonces él estaba haciendo prácticas
en el museo o acababa de terminar una entrevista con el director. Supongo que
si no lo hubiera conocido, hoy día todavía estaría vagando por el museo.
Las dos mujeres siguieron caminando en silencio hasta que llegaron a la cima
desde la que se podía contemplar el pueblo y el valle. Gwen se pasó una mano
por el pelo y resopló ligeramente cuando sus ojos captaron la vista.
—Esas nubes pueden llegar a esta zona dentro de pocas horas. Creo que será
mejor que nos pongamos en marcha.
—Lo ideal habría sido subir en un helicóptero y sacar tomas aéreas de Ormarc,
pero creo que esto confirmará mi sospecha sobre la catedral desaparecida.
—He... ay... creo que he tropezado con una raíz o... creo que se me ha torcido.
—Oh, no.
—¿Cómo dice? —Gwen parpadeó. He tenido fantasías en las que me decías una
cosa así, pero nunca me habría imaginado esto—. Eeeh, hermana, no es que no
tenga una fe total en sus capacidades, pero no sé si podrá cargar conmigo todo el
camino hasta la carretera principal.
Oh.
—Oh. ¿Entonces qué va...? —¿A hacer? ¿Tomarme aquí, en medio de la nada,
bajo la inminente lluvia torrencial? Gwen gimió suavemente cuando la monja la
ayudó a levantarse del suelo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La estancia no era mucho mayor que las celdas del dormitorio del convento y a
los pocos minutos un fuego ardía alegremente calentando el pequeño espacio.
Sor Agustín se volvió para mirar a la mujer sentada en una sillita: la rubia tenía
la pierna derecha apoyada sobre una caja de madera.
—¿Le duele?
—Pues... la verdad es que lo tengo entumecido. Como con una especie de dolor
sordo.
—¿Puedo?
Gwen se limitó a asentir y a mirar mientras sor Agustín levantaba con cuidado el
pie lesionado, se sentaba en la caja y se colocaba el pie en el regazo. La monja
empezó a desabrocharle la bota.
Eso es lo que me preocupa. Si me pongo más "cómoda", las dos vamos a tener
serios problemas.
—N-no, de verdad. Estoy bien. Además, —Gwen intentó que la monja soltara el
tobillo que sujetaba delicadamente—, usted se debe de estar congelando. Está
empapada. Tiene que quitarse esa ropa mojada. —Tú echa más leña al fuego,
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Ésta es mi chica... eeeh... estoo... yo... eeeh... lo siento. No pretendía ser tan...
estooo... eeeh... aaah... —Gwen se ruborizó y bajó los ojos.
Gwen cerró los ojos y mantuvo la cabeza gacha, luchando con sus ganas de
echar un vistazo mientras sor Agustín se ponía el jersey. Oyó una risa suave y
sintió que una mano le levantaba la pierna lesionada. Por fin se atrevió a alzar la
cabeza y vio a sor Agustín quitándole la bota con cuidado. El jersey azul marino
era demasiado pequeño para la monja: las mangas le quedaban demasiado
cortas y la tela se ceñía en torno a la túnica blanca de manga corta que llevaba y
que llegaba hasta el suelo. Gwen carraspeó.
—Creo... creo que le está un poco justo —dijo la medievalista con timidez.
—Es un poco ceñido. Pero hace mucho tiempo que no me pongo nada que no sea
el hábito y es... —La monja se encogió de hombros—. Bueno, mi ropa estará seca
dentro de una hora más o menos. —Bajó la mirada hacia el pie enfundado en un
calcetín que descansaba en su regazo—. Puede que esto le duela un poco.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La rubia hizo una mueca de dolor cuando sor Agustín le quitó cuidadosamente el
calcetín del pie. La mano de la monja recorrió delicadamente el tobillo
ligeramente hinchado.
—Bueno, supongo que esto resuelve uno de los grandes misterios de todos los
tiempos.
—¿Cómo?
La cara de Gwen se iluminó con una sonrisa al señalar el pelo de sor Agustín:
guedejas negras y algo húmedas que apenas llegaban por debajo de la barbilla de
la mujer.
—Bien. Bueno, no parece que tenga el tobillo roto. Puede que sólo se lo haya
torcido. Hay un médico en el pueblo. Cuando deje de llover, deberíamos pasarnos
por su consulta antes de regresar al convento.
—He encontrado esto cerca de la chimenea —dijo sor Agustín mientras se ponía
a vendar el tobillo de Gwen con las tiras de tela—. Puede que la ayude un poco.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Miró por el ventanuco y tiró de las mangas que le cubrían los brazos. Seguía
lloviendo. Me siento tan desnuda con esto. Tiró de la tela y luego frunció el ceño.
Estoy destrozando el jersey de Gwen. Sus manos acariciaron la tela distraídas.
Qué suave es, como el pelo de un gatito. Claro que cualquier cosa es mejor que esa
lana áspera. Volvió a fruncir el ceño y se apartó de la ventana. Sus ojos se
posaron en la medievalista. La mujer había sacado la cámara de su mochila y
ahora miraba por el visor hacia la pequeña chimenea del otro lado de la estancia.
Cómo juega la luz con su pelo... es como si mirara oro batido. Qué guapa es. Qué
bella. Parpadeó de repente, volviendo bruscamente la cabeza hacia la pequeña
chimenea.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Están ya secos?
—No, todavía están húmedos. —Cerró los ojos. Oh, qué consuelo, qué dulzura,
qué confianza, qué emoción llenan mi alma cuando pronuncio vuestro sagrado
nombre o con sólo pensar en vos...
Sor Agustín negó con la cabeza y se inclinó ligeramente con las manos unidas.
—Gracias por su preocupación, Gwen. Estoy bien, de verdad. Es sólo el calor del
fuego.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Creo que me queda algo de carrete. —Gwen sonrió al apartar la cámara de sus
ojos—. ¿Me... me permite que le haga una foto? Le prometo que la cámara no le
robará el alma.
Se echó a reír por el mal chiste. La reverenda madre nunca lo aprobaría. Pero...
Ya me has robado el corazón, sin ni siquiera saberlo. Yo no lo sabía. Hasta hoy no.
Me encantaría darte esta pequeña parte de mí, aunque sólo sea esto. No... no sé si
puedo elegir, si tengo la fuerza suficiente para elegir entre Dios y tú, Brangein
Gwenhwyfar Morrison... Pero creo que parte de mí te daría mi alma, mi vida, si lo
pidieras.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Una risa hueca resonó por el pequeño claro. La figura atada a un poste
improvisado en forma de T levantó la rubia cabeza para mirar el círculo de
hombres y caballos antes de escupir con fuerza en el suelo.
Si don Chrétien no hubiera insistido en que necesitaba ayuda para realizar esta
misión, esto nunca habría pasado. La vida de Pedro está en mis manos. No puedo
dejar que muera... no dejaré que muera.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Estaba alucinando. Eso sí que lo sabía. Pero lo que lo desconcertaba era que en
este estado de medio ensoñación, su viejo amigo Luc se empeñaba en llamarlo
"Iolaus". Pensó que el herrero debía de haber aspirado demasiados humos
horribles de esos que salían de su herrería cuando fundía hierro. No le resultó
alarmante en realidad, esto de que lo llamara con ese nombre tan raro. Lo que lo
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
alarmó fue ver a Na Gabrielle en un estado de práctica desnudez ante él... con la
piel morena, los pechos que casi se le salían de una... una especie de sostén de
cuero, una corta falda de cuero... y el pelo rubio rojizo corto, como el de un
muchacho. Tenía la esperanza de que no se diera cuenta de que se estaba
excitando bastante. Una voz conocida lo llamaba; se volvió hacia ella y vio a
N'Alexandra, con un vestido de combate negro... ¡un vestido! Parecía más una...
una camisa de dormir, y ahora estaba totalmente excitado. Se sintió muy
avergonzado. Sabía que Na Gabrielle y N'Alexandra estaban prometidas, que
estaban constantemente la una al lado de la otra, que estaban destinadas a estar
juntas, pero... no podía evitar sentirse... un poco celoso. Sentía envidia del amor
que veía en sus ojos. En el fondo de su corazón se alegraba por ellas y daría su
vida gustoso por protegerlas a ellas y a su hogar. Lo único que deseaba era que
N'Alexandra dejara de llamarlo "Iolaus". Se llamaba Pedro. Ella debería saberlo. Se
conocían desde que eran niños. Pedro. Pedro el Carpintero. Me llamo Pedro. Pedro.
Pedro. Pedro...
—¿Xena?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Hizo señas a Luc para dirigirse a un río cercano, con la esperanza de poder
despistar en el agua a los hombres que sin duda los seguirían. Deseó
desesperadamente tirarse al agua... para lavar las visiones que ahora plagaban
su mente. Oh, Dios, Gabrielle, por favor, perdonadme por esto. Necesito que lo
comprendáis, que me perdonéis. No sé si yo podré perdonarme algún día. No sé si
podré olvidar algún día...
Tres días después, 1226 d. C., a mitad de la décima semana del asedio
(Ormarc/Languedoc)
—Vivirá.
Una sensación de alivio inundó al pequeño y cansado grupo que esperaba junto
a la entrada de la enfermería.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Ezra Ben Jonah señaló una cama situada en el rincón más alejado de la atestada
sala y se volvió hacia el alto herrero, con los ojos tristes.
—Luc, lamento decir que perderá parte del brazo izquierdo. Estaba demasiado
dañado para poder salvarlo... ya había empezado la gangrena. Habría muerto de
la infección si no le hubiera cortado la parte enferma. No parece sufrir graves
daños por el golpe en el ojo. Tenía las dos piernas rotas, pero se curarán y
caminará como antes.
—Ahora está dormido, pero podéis quedaros a su lado. —Don Ezra se inclinó y
volvió a la enfermería.
—Me sentaré contigo un rato, Luc. —Saludó a las dos mujeres con la cabeza—.
Hija... Alexandra.
—¿Alexandra?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La mujer de pelo oscuro sacudió la cabeza, conteniendo las lágrimas que estaban
a punto de derramarse. Su voz sonaba amarga y dura.
—Debería haber llegado allí antes, Gabrielle. No debería haber sufrido de esta
forma... Yo debería haberlo salvado de...
La mujer se volvió, con los ojos oscuros, la voz fría, casi muerta.
Sus ojos observaban el horizonte mientras su mente volvía a las últimas diez
semanas del asedio. Una visión de pesadilla tras otra llenaban su imaginación y
con cada una de ellas, su furia crecía... un odio descontrolado, devorador y
asesino que la asustaba y la reconfortaba al mismo tiempo. Cerró los ojos,
dejando que la sensación la embargara, dejando que se fuera diluyendo a través
de ella para poder hacer frente con la mente clara y despejada a lo que sabía que
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
estaba por venir. Y vendría... eso lo sabía con certeza: había contado los minutos
y las horas después de haber soltado del poste las extremidades atadas y rotas
del rubio carpintero. Las fuerzas francesas vendrían, y esperaba que todos
pudieran sobrevivir a lo que sin duda sucedería a continuación.
Los hombres y mujeres de Ormarc habían librado una batalla perdida contra el
ejército invasor del norte con horcas, porras, piedras... cualquier cosa que
pudiera detener a las oleadas aparentemente interminables de soldados que
entraban por la brecha de la muralla este. Era una tarea lenta y tediosa: se
ganaba y perdía terreno por meros centímetros. N'Alexandra había luchado,
junto con innumerables conciudadanos, en la muralla este: era uno de los pocos
nobles de Chrétien que todavía quedaba a caballo. El convento había sido
destruido y la gente se refugió en la catedral; muchos, incluida una docena de
nobles, plantaron cara al enemigo en la iglesia, dispuestos a impedir que cayera
el santuario de piedra.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Mientras los ciudadanos y los nobles intentaban establecer una línea de defensa
delante de la iglesia, N'Alexandra corría a la catedral misma, buscando
desesperadamente al señor de Ormarc.
—¡Mi señor! —Se le llenaron los ojos de lágrimas al verlo de cerca, pues había
sido como un segundo padre para ella desde la muerte de su propio padre en un
accidente de caza cuando ella sólo tenía trece años—. Señor, debemos regresar al
castillo...
—Alexandra...
Fuera lo que fuese lo que iba a decir el señor de Ormarc a la caballero, se vio
interrumpido por el ruido de explosiones y una lluvia de flechas que caía por el
aire.
—¡Catapultas!
—¡Flechas!
—¡A cubierto!
—¡Mi señor! —Corrió hasta él—. Señor, el castillo no está lejos... por favor... oh,
mi señor...
Le caían las lágrimas de los ojos al tiempo que se esforzaba por subir al herido a
su caballo. Agarró las riendas y corrió junto al caballo mientras llevaban a En
Chrétien d'Ormarc de vuelta a su castillo.
N'Alexandra tumbó al herido en el suelo del patio interior, con la cabeza apoyada
en su regazo cubierto de cota de malla. Levantó la vista y se encontró con los
agotados ojos verdes de su amada y los cansados ojos castaños del médico de la
corte.
—Oh, Dios, no. ¡PADRE! —Na Gabrielle cayó de rodillas; sus manos aferraron las
manos que le tendía su padre.
—Hija...
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Gabrielle, Alexandra... —Las dos mujeres miraron a los ojos serios de don
Ezra—. Debemos meterlo en el castillo...
En Chrétien agarró las manos temblorosas de las dos mujeres, al tiempo que su
propio cuerpo se estremecía y su mirada se iba apagando.
—Alex... como el hijo que perdí, como una hija de mi corazón... hijo e hija a la
vez. Gabrielle... mi alegría, mi orgullo, tan parecida a tu madre... —El moribundo
señor de Ormarc tosió dolorosamente, derramando sangre por la boca—. S-
alvad... salvad Ormarc... por vosotras, por mi gente, por mi nieto... de cualquier
forma que se os ocurra. No permitáis que acabemos aquí... el... el futuro...
una forma que iba más allá de la raja irregular que le recorría la cara desde el
nacimiento del pelo hasta la mandíbula.
Una mano tiró de la ornamentada túnica que llevaba encima de la cota de malla
y bajó la mirada para ver los suaves rizos rubios rojizos de un niño, de poco más
de un año de edad. El niño se chupaba el pulgar. Sonrió alegremente y alargó los
brazos hacia la guerrera.
—Xa... Xa...
—Amor mío...
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
N'Alexandra asintió.
—Lo... lo sé. Pero ojalá hubiera otra posibilidad, otra manera. ¿Conoce nuestra
gente las consecuencias de una rendición? Vamos... vamos a perder nuestra
libertad, seremos un pueblo conquistado, serviremos a un rey lejano.
—Así y todo, Gabrielle. Yo... yo... ¿Está todo el mundo preparado? ¿Saben lo que
hay que hacer? ¿Lo que debemos... lo que yo... debo hacer? ¿En lo que tengo que
convertirme? ¿Lo que todos debemos hacer?
—Sí. Saben lo que hay que hacer, lo que vos y yo debemos hacer para sobrevivir
a esto. Lo hacen porque querían a mi padre y lo hacen porque os respetan y os
honran a vos. Aman Ormarc y morirían por él y vivirán por él. Nadie, salvo
nuestra gente que estará en la Gran Sala, conocerá jamás la verdad. Los
franceses jamás lo sospecharán, amor mío. Jamás lo sabrán.
Las enormes puertas de la Gran Sala se abrieron para revelar a los ciudadanos
que quedaban de Ormarc, los pocos que habían sobrevivido a la última batalla.
Al fondo estaban los representantes del rey de Francia. N'Alexandra, con el niño
Chrétien aún en brazos y con Na Gabrielle a su lado, se quedó en la entrada
junto a las puertas abiertas.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¡Alto! —resonó la voz de un guardia por la gran estancia—. ¿Quién va? ¿Sois
amigo o enemigo de Francia? ¡Declarad quién sois y cuáles son vuestras
intenciones ante mis clementes señores aquí presentes!
N'Alexandra tomó aliento con fuerza y contestó en voz alta para que la multitud
reunida pudiera oír.
Las tres figuras caminaron hacia los nobles franceses reunidos al otro extremo
de la Gran Sala y una vez ante los enviados franceses, Na Gabrielle cogió al niño
de brazos de N'Alexandra y se apartó a un lado. La caballero se tumbó en el
suelo, con los brazos extendidos en cruz y la cara de lado.
Uno de los señores franceses sacó una espada, tocó la cabeza, los hombros y las
manos de N'Alexandra con la parte plana de la hoja y habló.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Ahora, alzaos ante nosotros, Alexander de Ormarc, enterrad vuestro odio junto
con vuestros muertos y vivid en paz como noble de Francia.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Un caballero mujer que defiende su reino de los invasores del norte. Lo más
cercano en contenido que he leído (es decir, la presencia de un caballero mujer) es
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Y no sólo eso, sino que además aparecen dos antiguas leyendas griegas y, por lo
que sé, nunca hasta entonces aparecen mencionadas en ningún texto medieval...
Casi parece que no guarda relación con el resto del texto, como una especie de
aparte extraño tan característico de tantos otros textos de aventuras medievales
de tipo artúrico. ¿Será esto parte del ciclo artúrico? ¿O una especie de chanson de
geste?
La inclusión del "Aparte de Xena" lo complica todo, y no pretendo saber para qué
sirve exactamente. La mujer guerrera Xena y su compañera bardo Gabrielle
defienden uno de los templos de las Parcas y la guerrera es transportada a algún
tipo de vida alternativa. Parece que aquí hay algo más. Fuera quien fuese Gabrielle
d'Ormarc, parecía lista, inteligente... puso esa historia ahí por alguna razón. Debe
de haber un motivo por el que la historia de Xena esté ahí, y no conozco lo
suficiente las leyendas de Xena para comprobar si este tipo de historia es típico.
Debo hablar con Josh en cuanto vuelva a LA para confirmarlo. ¿Hay alguna
conexión entre las dos historias? ¿Tal vez un comentario sobre el conflicto que
siente la mujer caballero con su propia vida? ¿Como una especie de
exégesis/metacomentario secular, tal vez?
Siento que estoy tan cerca de descubrir algo... Sé que ahí hay algo, que este
pequeño pueblo guarda alguna historia oculta y que de algún modo, Gabrielle
d'Ormarc y esta tal Alexandra están relacionadas con ella. ¿Es una coincidencia
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
que los nombres de las protagonistas del texto sean los mismos que los de la
inscripción, Alexandra y Gabrielle? ¿Qué es lo que intentas decirme, Gabrielle
d'Ormarc? ¿Se trata de algo más que un simple relato?
Creo que debería haber sido arqueóloga... no paro de pensar que tengo lo que
estoy buscando justo delante de los ojos, pero que no lo reconozco como tal... El
castillo/hotel tiene la clave de todo... estoy segura. Debe de haber una especie de
cripta o marcador en algún lugar de las entrañas de ese viejo caserón. Antes, creía
que el convento era la clave, que ahí también hay algo. Sigo convencida de ello, de
que hay algo allí. Creo que tengo que pedirle a la madre superiora que me deje
registrar a fondo los terrenos para ver si se trata de algo más que una corazonada.
Pero... cuanto más tiempo paso con ella, más me doy cuenta de que estoy total y
absolutamente enamorada de ella. Qué ironía... yo, enamorada de una monja. Lo
único que he tenido que ver en toda mi vida con ese catolicismo que mi propia
familia rara vez ha reconocido, salvo en Navidad y Semana Santa, ha sido el
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
hecho de ser medievalista. Y ahora... tengo fantasías en las que devoro a una
monja en una mesa de trabajo de la biblioteca de la abadía y luego le pido que se
vuelva a LA conmigo para que podamos vivir felices y comer perdices con el sueldo
de una profesora adjunta, o algo tal vez más demencial y desesperado: tomar los
hábitos para poder estar cerca de ella. Al paso que voy, seguro que acabo en el
infierno...
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
madre en brazos desde el cuarto de estar y la metería en la cama. Siempre era así,
había sido así desde que tenía memoria.
¿Por qué no te marchaste? Te podrías haber marchado, así que ¿por qué no lo
hiciste? No podía. No podía marcharme. Era mi madre. Tenía... tenía que
quedarme, a pesar de todo.
Y entonces, un día, ese brillante día de verano una semana después de haber
terminado el instituto, algo cambió. Llegó a casa una hora tarde: se había pasado
por la escuela superior comunitaria local para recoger los papeles de la matrícula y
una copia de los cursos que se ofrecían para el verano y que empezaban en julio.
Pensaba matricularse en unos cuantos cursos nocturnos. Cruzó la puerta, con los
papeles en la mano, ensimismada con la idea de la universidad y la huida. No vio
a la mujer que esperaba junto a la puerta, con los ojos llenos de rabia ebria.
Le pareció una eternidad, pero por fin su madre paró. Al cabo de una hora, se
atrevió a levantar la cabeza desde donde estaba junto a la puerta, ahora cerrada.
Su madre se había sumido en un estupor alcohólico y yacía tranquila en el sofá. Se
levantó despacio, cogió a la borracha en brazos y la metió en la cama.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Se pasó la siguiente hora curándose los moratones y los cortes que le cubrían los
brazos y el torso. Pasó la noche en vela sentada en una silla junto a la puerta de
entrada, rezando para que su madre durmiera toda la noche.
Estuvo allí sentada durante horas mirando fijamente la imagen de la Virgen María,
la Santa Madre. Siempre lo había hecho. Había venido a esta capilla para mirar la
pintura desvaída de la imagen, para rezar en silencio pidiendo fuerzas, para
refugiarse de las iras borrachas de su madre. Sólo aquí, se dio entonces cuenta,
era donde se sentía... a salvo, querida.
—¿Te crees que esas malditas putas se van a ocupar de ti? ¿Te crees que al
hijoputa de tu Dios le importa un bledo que vayas a pasarte el resto de tu puta
vida de inútil es un jodido convento? ¡Pues vete, maldita seas! ¡Y no vuelvas
jamás! ¿Me oyes, zorra inútil? ¡No vuelvas jamás!
En su mente resonó una voz cínica. Dios no te salvó. Fue tu manera de no sentir
nada. Fue tu manera de huir de tu vida. No podías soportarlo porque la única
persona que había en tu vida no era capaz de corresponder tu cariño. No te hiciste
monja porque tuvieras vocación. Te hiciste monja porque eras una cobarde, porque
estabas huyendo de tu vida.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Estaba en la biblioteca de la abadía, pero había algo raro. Se sentía como más
ligera, como si todo lo que le había pasado en la vida le resultara más fácil de
soportar. Se sentía extrañamente feliz. Se sentía libre.
—Xena...
—¿Xena?
Gabrielle. ¿Se llama así? ¿Cómo lo he sabido? ¿Y por qué se parece a Gwen?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Me alegro.
La rubia se echó hacia delante y le acarició la cabeza con la mano. Ella cerró los
ojos al sentir los dedos de la mujer que exploraban los rasgos de su cara.
—¿Alex?
—¿Gwen?
—Alexandra, yo...
El sonido de sus propios latidos empezó a resonar con fuerza en sus oídos, con
tanta fuerza que parecía estar oyéndolo fuera de sí misma.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Caray. Eso es... ¿tenía sólo diecisiete años? ¿Y estaba tan segura de su
vocación de monja? Es... es decir, cuando yo tenía diecisiete años, las únicas
decisiones vitales que estaba intentando tomar eran decidir en qué me iba a
licenciar cuando fuera a la universidad en otoño. —La medievalista sacudió la
cabeza—. No me lo puedo imaginar. Caray.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Yo era muy joven cuando decidí entrar en el convento, pero era algo que tenía
que hacer. Reconozco que... que tuve mis dudas sobre mi vocación incluso
cuando era novicia. Dudé de mi decisión durante casi dos años después de
profesar. Pero, en última instancia, era lo que Dios quería... era... era lo que yo
quería.
—¿Todavía tiene dudas? ¿O está segura de que esto es lo suyo... su camino? ¿De
que esto es lo que debía ser en la vida?
La monja se volvió para mirar a Gwen y contestó en voz baja, casi titubeante.
—Creo... creo que es normal que todo el mundo tenga dudas... que se cuestione
por qué ha elegido una cosa en lugar de otra. Una de las monjas mayores decía
siempre que Dios, en su infinita sabiduría, siempre te dirá lo que desea de ti.
Sólo tienes que ser... tienes que tener valor suficiente para escucharlo.
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—Por favor, discúlpeme, Gwen. Tengo... tengo que acudir al oficio de las tres.
Que Dios... que Dios la acompañe.
Esa misma noche, más tarde, Abadía de Santa María d'Ormarc, Ormarc,
Francia
Esa noche no pudo dormir y se quedó mirando las sombras que bailaban por el
techo de la celda, con un torbellino de preguntas y dudas en la cabeza. Se sentó
y se acercó las rodillas al pecho. Sus manos acariciaron los lazos que tenía
debajo de la barbilla; recorrió despacio el cordón de tela hasta llegar al ceñido
gorro de dormir que le cubría la cabeza y sus dedos se toparon con algunos
mechones de pelo corto y oscuro que se escapaban por debajo del paño blanco.
Se volvió y miró fijamente el crucifijo que colgaba en la pared encima de su
cama.
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La voz de Gwen resonó en su cabeza: "Y... ¿todavía tiene dudas? ¿O está segura
de que esto es lo suyo... su camino? ¿De que esto es lo que debía ser en la vida?"
Su propia voz contestó como una burla: "Creo... creo que es normal que todo el
mundo tenga dudas... que se cuestione por qué ha elegido una cosa en lugar de
otra... Una de las monjas mayores decía siempre que Dios, en su infinita
sabiduría, siempre te dirá lo que desea de ti. Sólo tienes que ser... tienes que tener
valor suficiente para escucharlo".
Abrió los ojos, fijando la mirada en la cruz de madera. ¿Por qué? ¿POR QUÉ? Te
he entregado mi vida. Te he entregado mi alma, he llevado todas las cargas sin
vacilar y lo he soportado todo por ti... La... la... la AMO. ¿Es eso lo que deseas de
mí? ¿Es eso lo que quieres oír? Tú dijiste: Quis vult post me sequi deneget se ipsum
et tollat crucem suam et sequatur me. ¿Es esto una prueba? ¿Y si me equivoco? La
perdería a ella y te perdería a ti. Y no sé si puedo soportar ninguna de las dos
cosas...
La medievalista se paró en seco y se volvió para mirar a la mujer alta que iba
detrás de ella. La monja sujetaba un farol en la mano izquierda que iluminaba
sus rasgos con una luz tenue, mientras que el resto de su figura se fundía con el
oscuro almacén.
—Patos —dijo en voz baja al avanzar en la oscuridad. Apretó con más fuerza la
linterna que llevaba en la mano sin dejar de mirar hacia delante, preguntándose
cómo habían acabado hablando de esto.
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La monja sonrió.
—Por aquí.
Habían pasado varias horas desde que entraron en los sótanos de la abadía. La
excursión había transcurrido sin incidentes: fueron entrando en una cámara de
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
almacenaje tras otra y no encontraron nada más que unas cuantas estancias en
las que había varios barriles de roble llenos de vino o raíces. Gwen estaba a
punto de darse totalmente por vencida y se dirigía hacia las dependencias
superiores de la abadía cuando advirtió una antigua puerta en una de las
estancias vacías. No tenía cerrojo, pero las dos tuvieron que unir sus esfuerzos
para lograr que la gran puerta de madera y hierro reforzado se abriera.
Ahora estaba en el umbral del pasadizo, con la linterna en una mano mientras
miraba el interior del túnel.
Se miraron a los ojos cuando la monja hizo un gesto negativo con la cabeza.
—No. Dudo de que haya venido alguien por aquí desde hace mucho tiempo.
Estoy casi segura de que nadie de la abadía sabe siquiera que existe este túnel.
—Metió el farol en la oscuridad, apartando los ojos de la cara alzada de la
medievalista para mirar el túnel—. ¿Desea seguir adelante? ¿Ver a dónde
conduce?
—Pues creo que será mejor que busquemos algo para mantener la puerta abierta
mientras exploramos el túnel.
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—Buena idea. Creo que he visto unas cajas en una de las otras habitaciones.
El túnel se alargaba ante ella y el rayo blanco de su vieja linterna servía de poco
contra la oscuridad que había más allá del círculo de luz que les proporcionaba
el farol de sor Agustín. Llevaban recorridos, creía, unos dos kilómetros, tal vez
tres, por el pequeño túnel, que tenía unos dos metros de alto y en el que cabía
cómodamente una persona. Gwen miró rápidamente hacia atrás, vislumbrando
el hábito de sor Agustín, a pocos pasos detrás de ella, con un viejo farol en la
mano izquierda.
La monja asintió.
—No... creo... ¡un momento! Creo que veo algo que brilla a pocos metros de aquí.
—Otra puerta. —Gwen palpó con las manos la puerta de madera y hierro
reforzado—. No me parece que esté cerrada con llave, sólo atascada como la otra.
—Miró hacia atrás y vio que la monja colocaba el farol en el suelo como a medio
metro de donde estaban—. Está bien —dijo en voz baja, metiéndose la linterna
en un bolsillo del pantalón.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Espere, déjeme.
Gwen sintió una ligera caricia en el hombro cuando sor Agustín la echó
amablemente a un lado. El farol colgaba de los dedos de la monja y su llama
creaba sombras en el suelo de la estancia.
—Es una especie de cámara. —La voz de Gwen reverberó en la oscuridad del otro
lado al tiempo que encendía la linterna. La luz tocó una lisa pared de piedra. La
estancia tenía unos cuatro metros y medio de lado a lado, era semicircular y
estaba bordeada de columnas talladas. Un altar de piedra, de unos sesenta
centímetros de fondo, se alzaba pegado a la pared del fondo de la cámara—.
Busque cualquier tipo de marca en las paredes, hermana. Yo comprobaré el
altar.
—Pensé que había algo escrito en la superficie del mismo altar, pero... Esto debe
de ser lo que sintió Geraldo Rivera cuando abrió la cámara acorazada de Al
Capone. Al menos yo no salgo en directo por televisión ante un público de
millones de personas. —Paseó la mirada por la cámara vacía—. Supongo que
esta estancia no está muy dispuesta a revelar ningún secreto.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La monja arqueó una ceja tras el hábito, sin comprender la referencia. Estuvo a
punto de preguntarle a la medievalista qué tenía que ver un gángster de la era de
la Depresión con el descubrimiento de la estancia subterránea, pero decidió que
probablemente la rubia tardaría demasiado en explicárselo. Decidió no hacer
caso del comentario y echó una larga mirada a las paredes de piedra.
—Es un sitio poco común para poner un altar, ¿no cree? —La monja rodeó la
gran mesa de piedra. Sus manos tocaban ligeramente la piedra de color
rosáceo—. Es una obra preciosa.
Sor Agustín se quedó delante de la columna que sostenía la superficie plana del
altar.
Gwen se puso a dar vueltas por la cámara. Al mirar la estancia vacía, se echó a
reír suavemente. Se encontró con la mirada curiosa de la monja.
Después de sacar esas fotos de Ormarc hace unas semanas, empecé a dibujar mi
propio plano a grandes rasgos. Supongo que se podría decir que estoy intentando
imaginar dónde habría estado situada nuestra misteriosa catedral.
—Habría sido mucho mejor si hubiéramos sacado fotos aéreas de la zona, pero sí
que me he hecho una idea de dónde habría estado la catedral. —Señaló los
planos extendidos en el suelo de la cámara—. Aquí es donde se encuentra la
abadía y, como puede ver, el plano del Registro situaba los terrenos del convento
más o menos en la misma zona... está prácticamente en el centro y a un lado
está el pueblo, mientras que al otro lado están el castillo y las montañas.
—Sin embargo, si mira el plano de doña Thisbe —dijo, moviéndose para que la
monja pudiera ver la hoja iluminada—, parece haber otro edificio donde debería
estar la abadía. —Los dedos de Gwen se movieron por el dibujo—. Esto —dijo
indicando un grupo de cuadrados—, esta zona de aquí a la derecha está
señalada en este plano como los terrenos de la catedral. —Levantó los ojos y se
encontró con la mirada de la monja.
—¿Así que piensa que esta cámara podría ser lo único que queda de nuestra
misteriosa catedral? ¿Que fue destruida y Santa María se construyó sobre los
restos? —preguntó sor Agustín, arrodillándose para mirar los planos más de
cerca.
La medievalista asintió.
—No estoy muy segura, pero es posible... He estado repasando las historias
sobre las inquisiciones que hubo en Occitania, en Languedoc, hacia 1300. Por lo
que he leído, en Ormarc había poca o ninguna actividad cátara... tal vez una o
dos familias, pero nada a gran escala. Nada que hubiera justificado una invasión
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
de los franceses, por lo que mi razonamiento de que la catedral fue destruida por
un ejército invasor puede que no sean más que conjeturas y fantasías por mi
parte. Lo más probable es que Ormarc quedara absorbido en el sistema francés
con poca o ninguna violencia cuando ciudades más importantes como Toulouse
quedaron por fin sometidas y dominadas por las fuerzas del norte.
—Pero aquí hubo un asedio —respondió la monja—. Está en las historias locales.
Todos los niños que han nacido aquí se saben la historia. La gente de este pueblo
luchó con uñas y dientes contra los barones del norte, pero el pueblo acabó
sometido. Fueron derrotados y se rindieron a las tropas francesas. Dicen que
murieron cientos, tal vez miles de personas. Ormarc casi desapareció del mapa.
Sor Agustín negó con la cabeza y se volvió para contemplar el altar que tenía
delante. Sus dedos acariciaron la piedra.
sostenía el altar—. Gwen, páseme su linterna. Creo que hay algo tallado en este
pedestal. —La monja se arrodilló ante el altar. Movió la mano por la columna
central.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Creo que tenía usted razón, hermana. Sea lo que sea, sobresale del resto de la
columna, como una especie de escultura en bajorrelieve. Parece cubrir toda la
columna desde donde sostiene la piedra del altar hasta el suelo y ahí termina.
Gwen abrió el cuaderno negro una vez más y se puso a garabatear a toda prisa.
—Estoy dibujando la posición del altar con respecto a la puerta y luego haré
fotografías de la zona y del altar —explicó—. Y voy a usar ese papel, —la
medievalista señaló el papel de calco tan bien doblado que tenía delante—, para
hacer un calco de la inscripción o lo que sea —comentó señalando la columna
tallada que sostenía el altar.
—No me parece que sean letras. Parece más un... un dibujo. —Se volvió para
mirar a la medievalista, que estaba sentada en el suelo delante del altar—. ¿Una
escultura en bajorrelieve, como dijo usted antes?
—Si es algún tipo de imagen, parece un sitio muy raro para ponerla. La talla
parece escondida deliberadamente... si no se mira desde el ángulo correcto, ni se
ve. Sé que cuesta darse cuenta con esta luz, pero estoy segura de que si
tuviéramos la iluminación adecuada, esto sería imposible de ver. Hay que saber
que está ahí. —Suspiró suavemente y cogió la cámara—. Espero que la fotografía
y el calco nos ayuden a ver los detalles un poco mejor.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
grupo de hombres y mujeres detrás y un castillo que dominaba el fondo. Era una
escena pastoral, como tantas que había visto en innumerables tapices y
manuscritos iluminados que había estudiado a lo largo de los años. Las dos
figuras principales eran un hombre y una mujer (suponía, por lo que conseguía
distinguir en la fotografía) ataviados con trajes ricos y ornamentados. Estaban
cogidos de la mano. Su vista pasó al calco de esa misma escena y por fin se
detuvo en su propio dibujo de la talla que sor Agustín y ella habían descubierto
debajo de los terrenos de la abadía pocos días antes. Casi había terminado el
dibujo. Había pasado varias horas en los cuatro últimos días haciendo un
meticuloso dibujo de la talla. La mañana ya estaba muy avanzada y se había
saltado el desayuno que ofrecían los amables dueños de la pequeña posada,
optando por terminar su trabajo. Iba a recoger a sor Agustín dentro de unas
horas y las dos irían al castillo para reunirse con doña Thisbe.
Sacó otra fotografía que estaba metida en su diario. Era la foto de sor Agustín.
Los dedos de Gwen acariciaron la imagen, siguiendo la línea de la cara y el pelo
de la mujer. Suspiró. ¿Qué estoy haciendo? Unos golpes en la puerta la
sobresaltaron y guardó a toda prisa la fotografía en un cajón de la cómoda
cercana.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Hola. Espero no molestarla. —La monja señaló con la cabeza velada la bandeja
que tenía en las manos—. Hoy he acompañado a algunas hermanas al mercado y
se me ocurrió pasarme a verla antes de que vayamos al castillo esta tarde.
Madame Jehannot se ha empeñado en que me suba una bandeja. Dijo que no ha
comido.
—Oh, claro. Gracias, hermana. Por favor, pase. Deje... deje que coja esto por
usted.
Gwen puso la bandeja en la mesa, haciendo un gesto a sor Agustín para que
tomara asiento en la cama cercana. Ella se sentó en la única silla que había en
la pequeña habitación.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Por favor, hermana. Me... me siento algo tonta comiendo sola con usted ahí
sentada. ¿Tomará al menos una taza de café? —Sonrió, intentando con todas sus
fuerzas que la monja aceptara compartir una comida con ella.
—¡Estupendo! —Gwen preparó un plato pequeño junto con el café. Le pasó las
cosas a la monja con una ligera sonrisa—. Bueno, ya que va a tomar café, he
creído que le gustaría tomar algo más.
Sor Agustín aceptó sin protestar el plato rebosante de fruta, queso y un generoso
pedazo de pan, y la cara de la medievalista se iluminó con una amplia sonrisa.
Pasaron unos minutos en agradable silencio mientras las dos mujeres comían.
La monja hizo un gesto negativo con la cabeza, apartándose la taza de los labios.
—Sólo cuando necesitan que alguien cargue con las cestas más pesadas de fruta
y verdura. —Sonrió—. En realidad, hay otra razón por la que he decidido
pasarme a verla. Esta mañana ha llegado la información de la Universidad de
Toulouse-Le Mirail y he pensado que le gustaría verla lo antes posible.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Gwen asintió.
—¿Qué?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Del mismo modo que tú me perseguirás durante el resto de mis días, sor Agustín
de Ormarc... con romance o sin él.
La monja tomó aliento con fuerza, súbitamente envalentonada por la idea de que
nunca volvería a estar a solas con Gwen de esta manera. Tenía el corazón
desbocado y sintió que los próximos minutos iban a cambiar el curso de su vida.
—La verdad es que nunca lo pensé demasiado. El amor romántico era una de las
cosas a las que tenías que renunciar, abandonar... Nunca... nunca me lo he
planteado, nunca lo he pensado demasiado hasta... hasta que... —Sor Agustín
sacudió la cabeza, se levantó y miró por la pequeña ventana de la habitación de
Gwen.
Gwen se levantó también y se acercó despacio a la religiosa. Puso una mano con
delicadeza en el centro de la espalda de la monja.
La monja se volvió para mirar a la rubia. La cara de sor Agustín estaba llena de
curiosidad y habló con voz suave.
No sabía qué era lo que la había poseído, qué era lo que le había dado valor —ya
fuera la sensación de posibilidad ilimitada, de libertad, que la habitación de la
posada parecía encarnar o la amable burla de Gwen y todo lo que implicaba—
pero ahora que estaba sentada en el asiento del pasajero del coche de la
medievalista mientras avanzaba hacia el inmenso castillo, se sentía nerviosa e
insegura de sí misma. Fuera lo que fuese lo que la había impulsado a la osada
acción de besar a la mujer que ahora estaba sentada a su lado, había huido de
su cuerpo en cuanto dejaron los confines de la habitación de Gwen. Sus
sentimientos por la medievalista seguían siendo los mismos. De hecho, se
reconoció a sí misma mientras miraba de reojo a la rubia, habían adquirido una
nueva dimensión. Jamás en su vida pensó que un simple beso pudiera afectarla
como lo había hecho... la extraña intensidad, la curiosa mezcla de lánguida
calidez y consciencia total que se apoderó de su cuerpo al sentir la suavidad de
la boca de Gwen apretada contra la suya. Se dio cuenta con deleite y
desesperación de que podría vivir literalmente a base de esa sensación, recrearse
en ese momento durante el resto de su vida, y que sería suficiente. Tendrá que
ser suficiente, pensó con tristeza. Otra idea, una regla, una advertencia a los
novicios, tanto sacerdotes como monjas, se cernía sobre su mente: Reprime las
amistades particulares y huye de ellas como de una plaga mortal. Un efímero
romance, había dicho Gwen. Sor Agustín, sentada en silencio en el coche de la
medievalista mientras éste corría por los campos franceses, se dio cuenta ahora
de lo proféticas que iban a ser esas palabras de broma que había dicho la
medievalista antes de su beso.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
pasar ahora que sabemos que sentimos esto la una por la otra? No lo sabía y se
concentró en conducir el coche por las curvas de la pequeña carretera que
atravesaba los campos llenos de flores de lavanda, herbes de Provence y ovejas.
Sus pensamientos regresaron al momento después del beso.
Sintió los dedos de sor Agustín que dibujaban suavemente su boca; la religiosa
tenía una expresión en la cara de maravilla, turbación y cierto pesar.
—Por favor, hermana. —Sonrió dulcemente—. Eres mucho más valiente de lo que
yo sería jamás. —Se echó a reír de repente, sintiendo un calor vertiginoso que se
extendía por su cuerpo—. ¿Te das cuenta de que ni siquiera sé cómo te llamas de
verdad?
—Me llamo Alexandra —susurró la monja antes de que su boca volviera juntarse
con la de la medievalista.
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intelecto y haciendo que pusiera en duda su propia cordura, al tiempo que sus
sentidos se veían bombardeados por la abrumadora presencia de la otra mujer: el
tacto del áspero hábito de lana entre sus dedos, el persistente olor a lavanda que
envolvía a la religiosa y el aroma a café de achicoria y manzanas que seguía en la
boca de sor Agustín mezclado con el sabor único de la monja le producían cierta
sensación de delirio.
La alarma que Gwen había puesto para recordarle su cita con doña Thisbe sonó
momentos después de su segundo beso, haciendo que las dos se dieran cuenta
con un estremecimiento de que había un mundo fuera de la pequeña habitación. Se
apartaron la una de los brazos de la otra con una mezcla de pesar y alivio.
A pesar de que Gwen se había dado cuenta de lo que sentía por la enigmática
monja hacía ya varios meses, sabía que no eran más que ensoñaciones
románticas, teóricas, una vaga fantasía. La realidad de la situación, el
reconocimiento de la misma por parte de las dos, parecía algo más escurridizo,
más delicado, más complicado de lo que había imaginado. No es que yo sea una
novata en materia de relaciones, pero con esto me siento desbordada. Me pregunto
cómo lo está llevando ella. Los ojos de la medievalista se posaron en la mujer
sentada a su lado. Una cosa es suspirar por tu dama, colocarla en un pedestal
inalcanzable, pero otra muy distinta es tenerla a tu lado en el suelo y enfrentarte
al mundo, ¿verdad, Morrison? El coche se detuvo delante del castillo
transformado en hotel. Y menudo mundo al que tienes que hacer frente.
Doña Thisbe recibió a las dos mujeres en la recepción del edificio del hotel con
sincera amabilidad. La noble había conseguido los planos del castillo-hotel
renovado y empezó a indicar la disposición del castillo a la monja y la
medievalista. Gwen sacó un gran sobre marrón de la mochila que llevaba y
colocó las fotografías y el dibujo delante de la mujer mayor.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La medievalista asintió.
Gwen alzó las cejas con curiosidad al tiempo que se volvía para mirar a sor
Agustín.
—¿Oferta?
La monja asintió.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La noble sonrió.
—Como siempre, sor Agustín se muestra muy modesta, doctora. El puesto que le
he ofrecido es el de conservadora principal de las colecciones de manuscritos. El
puesto sigue siendo suyo, hermana, si lo desea.
—¿Familiar?
—Sí, doctora. No la talla en sí, sino su dibujo. —Doña Thisbe cogió el dibujo de
Gwen, mirándolo más de cerca—. Cuando era niña, mi hermano y yo
explorábamos todos los rincones y recovecos de este castillo. Este dibujo me
recuerda algo que creo que vi hace ya tantos años. —La mujer mayor sacudió la
cabeza—. No sé muy bien dónde estaba... un tapiz o una talla en una pared o
una ilustración en un manuscrito, pero esta escena me resulta conocida.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Doña Thisbe —dijo la rubia en voz baja, apartando los ojos de la mirada fija de
la monja—, se lo iba a pedir de todas formas, pero teniendo en cuenta lo que nos
acaba de decir, ¿le gustaría acompañarnos mientras exploramos el castillo? Tal
vez así le vendrá el recuerdo de dónde vio esa escena concreta.
—¿Por qué siempre acabo explorando sótanos oscuros? Es como una especie de
cliché extraño de una novela de misterio barata —se preguntó Gwen en voz alta,
de pie ante una larga escalera de piedra que llevaba a los niveles inferiores del
castillo.
Las dos mujeres que acompañaban a Gwen se echaron a reír. Doña Thisbe, que
estaba detrás de la monja, observó las profundidades inferiores.
—La verdad es que éstos no son los sótanos, doctora. Las zonas de los sótanos
están debajo de estas habitaciones.
Llegaron a los últimos escalones y entraron en una gran estancia llena de cajas
de embalaje. La noble señaló las docenas de cajas de madera que llenaban la
pared del fondo de la habitación.
Gwen se quedó mirando las filas y filas de cajas de madera. Suspiró y se pasó
una mano por el pelo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Así que lo que está diciendo es que las respuestas están en esta habitación, en
estas cajas. Es decir, ¿misterio resuelto?
—Sí y no.
—Cada una de estas cajas está numerada y hay una carpeta en la que se detalla
el contenido de cada caja.
Una amplia sonrisa inundó la cara de Gwen al mirar las enormes cajas que
cubrían las paredes de la habitación.
—Puede que sea más complicado, Gwen. Mira esto. —La monja señaló varias
entradas mientras la medievalista miraba por encima de su hombro—. Algunas
de estas entradas no describen muy bien el contenido de las cajas mismas. Ésta,
por ejemplo: alfombras - 5, retratos - 3, lámpara - 1. —La monja miró las demás
páginas de la carpeta—. De hecho, parece que la mayoría de estas páginas no
contienen más que una lista de objetos. No hay descripciones concretas... sólo lo
que es y cuánto hay en esa caja en particular.
—¿Así que lo que dices es que es muy posible que las respuestas estén ahí, pero
que puede que tardemos toda la vida en encontrarlas?
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Sin embargo.
Las tres mujeres subieron trabajosamente por las escaleras que conducían a las
habitaciones superiores del complejo del castillo, con doña Thisbe a la cabeza. Al
final de una escalera de caracol, entraron en un gran recibidor que llevaba a
varias habitaciones más.
Gwen se peleó con su linterna mientras doña Thisbe abría la puerta de una de
las habitaciones.
—Casi todos los muebles, creo, son del siglo XVII, aunque sospecho que puede
haber también objetos más antiguos. —Dirigió la mirada hacia la rubia—. Las
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Gwen asintió y se detuvo para mirar la repisa que había encima de una antigua
chimenea.
—No, pero lleva mucho tiempo sin usarse. —La noble quitó otra sábana
polvorienta de un gran escritorio de madera—. Sólo una pequeña parte del
castillo está equipada con aire acondicionado y calefacción central. Casi todas
las antiguas chimeneas se siguen usando en algunas de las salas y las cocinas
más antiguas. —Se quedó mirando la mesa—. Doctora, sor Agustín, deberían
echar un vistazo a esto.
—Sí. De esto recuerdo su talla, doctora —dijo doña Thisbe, pasando la mano por
la superficie del escritorio.
Gwen observó las figuras que cubrían la mesa. Varios paneles cubrían la
superficie de la madera. Cada panel contenía una escena en miniatura.
—Puedo hacer que lo daten para determinar la edad. Pero se tardaría varias
semanas, doctora. Sé que usted se marcha a Estados Unidos dentro de dos días.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Es muy posible que estos paneles de encima sean más antiguos que el resto
del escritorio.
Gwen asintió.
—O que las tallas de taracea hayan sido copiadas de otro medio y convertidas en
esta mesa de escritorio. En cualquier caso, las escenas mismas parecen estar
relacionadas. —La medievalista señaló una parte del gran escritorio—. En este
panel vemos a un caballero montado a caballo. Al fondo se eleva una ciudad
amurallada. Y miren aquí. —La rubia señaló una parte de los paneles—. Parece
que hay una brecha en la muralla y otros soldados están entrando en la ciudad.
Gwen asintió.
—Quien sea que estén enterrando, debe de haber sido importante. Los que están
en primer plano son claramente nobles y por detrás parece que ondean banderas
reales.
—¿Y esto? Una escena extraña, ¿no les parece? Parece casi fuera de lugar.
¿Cómo la interpreta usted, doctora?
Gwen miró atentamente la extraña escena. Hizo un gesto negativo con la cabeza.
—No... no lo sé. Esta figura de aquí es claramente una noble, por cómo va
vestida. Lleva algo que parecen tijeras. La otra figura va vestida como un
caballero y parece que la noble le está cortando el pelo. —La medievalista levantó
la mirada y vio la expresión desconcertada de sus acompañantes—. No tengo ni
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
idea de por qué una imagen tan incongruente se presenta como el motivo central
de todo este panel tallado, ni de qué puede querer decir.
Estaban sentadas al borde del pequeño bosquecillo que había en uno de los
campos de los terrenos de la abadía. Gwen había desplegado una manta que
había llevado en su mochila. Las dos mujeres estaban sentadas contemplando el
cielo, que iba pasando del naranja apagado del atardecer al azul oscuro del
ocaso. Se quedaron en silencio cuando las estrellas empezaron a salpicar el cielo.
—Pues al verte ahí tumbada, me siento yo incómoda. Preferiría que usaras mis
piernas como almohada.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Gracias, Alexandra.
—De nada.
—¿Por qué he esperado hasta dos días antes de volver a casa para hacer esto? —
Observó la cara de la monja mientras ésta miraba los campos—. No hay una
regla que prohiba dormir al raso, ¿verdad? ¿Algo como "No estarás cómoda
mientras yaces en un campo de flores a la luz de la luna"? Si la hay, a lo mejor
podemos enviar una solicitud para que suspendan esa regla por hoy. Escribir a
lo mejor un informe y mandarlo por paloma mensajera. Teniendo en cuenta el
día que hemos pasado, creo que nos lo merecemos, ¿no te parece? —La rubia
sonrió mientras sus ojos recorrían el perfil erguido de la monja. Cerró los ojos—.
Supongo que el día... el año... no ha sido una total pérdida de tiempo. Hemos
conseguido sacar del olvido el poema épico perdido de Gabrielle d'Ormarc.
Aunque no hayamos descubierto la verdad de lo que ocurrió con la catedral,
hemos obtenido una cantidad increíble de información valiosa. Hemos
recuperado una voz del pasado.
Gwen asintió.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La medievalista abrió los ojos de golpe. Había un sutil cambio que se dejaba
sentir en la figura velada que tenía delante. Sor Agustín temblaba como si mil
diminutos terremotos le rompieran la piel. Gwen levantó la cabeza del regazo de
la monja.
—Gwen, por favor, escúchame. Desde que nos quedamos atrapadas en esa
tormenta, me di cuenta de que tu amistad significaba mucho para mí... más
que... —La monja suspiró suavemente—. Quiero darte las gracias.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Te amo —dijo en un susurro apresurado. Los dedos de sor Agustín se movieron
por la cara de Gwen como si la religiosa intentara memorizar al tacto los rasgos
de la medievalista.
Gwen agarró la mano de la monja y se llevó los nudillos de la mujer a los labios.
Sor Agustín buscó los ojos melancólicos de Gwen con los suyos.
—No, y las dos conocemos las razones. —La monja meneó ligeramente la
cabeza—. Soy monja. He hecho voto de servir a Dios y no es una carga que me
tome a la ligera. Te amo, pero no puedo apartarme sin más de lo que Dios ha
elegido para mí. Por favor, intenta comprenderlo, Gwen.
Gwen contempló los campos. Las estrellas titilaban en lo alto mientras salía la
luna y las bañaba en una red de luz plateada. Una suave brisa agitaba la hierba
seca y rozaba las hojas de los árboles que rodeaban la abadía. Los ojos de la
medievalista volvieron a la mujer que tenía delante. Respiró hondo.
—Creo que siempre lo he sabido, pero tenía la esperanza de que tal vez... —Se le
quebró la voz mientras su propia mano seguía los rasgos de la monja—. No te
olvidaré. —Volvió a contemplar la hierba iluminada por la luna—. ¿Te quedarás
conmigo esta noche, en este campo? Sólo quiero...
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Sin decir palabra, sor Agustín se reclinó contra el árbol y abrió los brazos para
recibir a la medievalista. Gwen se apoyó en la religiosa y el paño ondeante que
cubría los brazos de la monja envolvió su cuerpo. Notó que la barbilla de sor
Agustín se apoyaba en su hombro y el velo oscuro rozaba su corto cabello. Los
brazos de la monja rodearon la cintura de Gwen y sus manos entrelazadas se
posaron en el regazo de la medievalista.
El sol ya había se había alzado por encima de los enormes edificios del centro de
Los Ángeles mientras conducía por Grand Avenue. Tras superar atascos de
tráfico y obras, aceleró calle abajo pasando ante solares vacíos y las viejas y en
tiempos atractivas fachadas de edificios de oficinas ahora medio vacíos. Su coche
se detuvo en la esquina de Jefferson con Grand. Observó la calle y torció a la
derecha por Jefferson. Pasó por debajo del paso superior de la autopista y divisó
el gigantesco cartel de neón del viejo gato de dibujos animados que se alzaba por
encima del concesionario de coches Felix en la esquina de Figueroa con
Jefferson. Buenos días, Félix. Dobló a la izquierda para meterse en el recinto de
la Universidad de Southern Cal.
—Hola, Gwen.
—Podría decir lo mismo de ti. Toma. —La alta y rolliza mujer entregó a la rubia
una hoja de papel—. Recién salido del horno, por así decir. Se ha cancelado la
reunión de esta tarde. Supongo que así podrás empezar antes el fin de semana.
—La secretaria se volvió y se dirigió a la sala de fotocopiadoras—. Hasta luego,
cielo. Tengo una cita con un cartucho de toner.
Había sido un día largo. La reunión de departamento había durado diez minutos
más de lo previsto y Gwen abrió cansada la puerta de su despacho. Armario,
dulce armario. Contempló el pequeño espacio. Lo que daría por una ventana.
Sacudió la cabeza al tiempo que empezaba a guardar montones de papeles en
una cartera de cuero. Empieza el fin de semana y ¿qué cosa emocionante tienes
planeada para esta noche, Morrison? Te vas a quedar sentada delante de la tele
durante una hora, vas a terminar de corregir esos finales que te quedan y para
cenar te vas a comer una doble hamburguesa con queso. Yujuu. Así es la
emocionante vida de una profesora adjunta de literatura inglesa de la vieja
Southern Cal. Sacó una pequeña foto del cajón de su mesa y se quedó mirando la
imagen. Sus dedos acariciaron los rasgos del rostro de la mujer. Suspiró al
recordar otro momento y otro lugar donde había hecho lo mismo. ¿Cuánto hace
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
desde que la viste por última vez, Morrison? ¿Casi ocho meses? Dios, parece que
fue hace una vida.
—¿A-Alexandra?
Gwen negó con la cabeza, sin confiar en su voz. El corazón le latía con fuerza en
el pecho.
Sor Agustín retrocedió un paso y sus dedos tocaron dos pequeñas placas que
había junto a la puerta del despacho. La medievalista asomó la cabeza por la
puerta del despacho y se volvió para ver el pequeño cartel que había junto a ella.
Sus ojos recorrieron rápidamente las letras negras contra el fondo marrón oscuro
de las placas. B. Gwenhwyfar Morrison. Profesora Adjunta, Literatura Inglesa
y Comparada. Horas de despacho para los semestres de otoño y primavera:
LX 8-9, 1:30-2:30, M 4-5, V 1-2:30, 4:30-5 y con cita previa. Teléfono: (213)
555-6547.
—Oh —dijo al tiempo que sus ojos se encontraban con los de la monja. Se irguió,
abrió la puerta del todo e hizo un gesto a la mujer alta para que entrara en su
despacho—. Por favor, Alexandra, pasa.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
A Gwen le temblaban las manos cuando cerró la puerta tras ella. Se volvió para
mirar a su visitante. De repente, se apoyó en la puerta cuando sintió que las
piernas le flaqueaban al encontrarse con la mirada de la monja.
—¿Y-y q-qué te trae a Los Ángeles? —dijo en voz baja. Sor Agustín se acercó a la
rubia. La monja alzó la mano izquierda y acarició el brazo de la medievalista con
los nudillos. Sin decir palabra, Gwen tiró de la mujer más alta y la abrazó.
—Te he echado tanto de menos, Gwen. —Se separó de la rubia y le puso la mano
en la cara. Sus dedos acariciaron suavemente la mejilla de la medievalista—.
Sigues siendo tan bella —susurró.
Gwen cerró los ojos al tiempo que sus dedos se entrelazaban con los de la monja.
La rubia suspiró. Abrió los ojos, se volvió, cogió la cartera de cuero de la mesa y
tiró de la mano de la monja hasta que se entrelazó con la suya.
—Vámonos de aquí.
El tráfico en el centro de Los Ángeles había sido denso y para cuando Gwen y sor
Agustín llegaron al modesto apartamento de la medievalista en Pasadena, eran
casi las seis de la tarde. Mientras iban caminando de su despacho al
aparcamiento, Gwen había propuesto que fueran a la 3ª con Fairfax para cenar
algo rápido en uno de los restaurantes de Farmer's Market. Sor Agustín rechazó
cortésmente la propuesta de la rubia. La medievalista preguntó en broma si la
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
monja prefería ir a su piso. Una sonrisa tímida iluminó las facciones de la mujer
al tiempo que la cabeza oscura asentía dando su aprobación.
—Mi madre murió hace casi un mes y obtuve permiso para regresar a Estados
Unidos para ocuparme de su entierro y de sus efectos personales. —La monja se
detuvo un momento al sentir que los brazos de la rubia la estrechaban más.
—No, Gwen. No pasa nada... Ya... ya llevo unas semanas en Los Ángeles. Sé que
debería haberme puesto en contacto contigo antes, pero estas últimas semanas
se han pasado tan deprisa y había tantas cosas de las que tenía que ocuparme.
Yo...
—Mi relación con mi madre siempre fue... tensa. Creo que me quedé
conmocionada al recibir la carta en la que se me informaba de que había muerto.
Nunca aprobó mi vocación y nunca hubo el menor contacto entre nosotras desde
el día en que me hice novicia. Yo le escribía cartas y le enviaba postales, pero
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
siempre me las devolvían sin contestar, sin abrir. En las últimas semanas, me he
sentido tan aturdida, como si estuviera caminando a través de una niebla. Pero...
—Siempre, Alexandra. Pase lo que pase, siempre estaré aquí para ti. Te lo
prometo.
—Eh.
—Hola.
—Poco más de medianoche. —La cara de Gwen reflejó la sonrisa cohibida que
inundaba ahora el rostro de la monja—. Creo que sería mejor buscarte un lugar
más cómodo que éste.
—Gwen, por favor, no tienes que molestarte tanto. Yo puedo ocupar el sofá. No
quiero echarte de tu propia cama.
—No seas tonta, yo estaré más que cómoda en el sofá. —Se paró ante la monja,
acercó la cara de la mujer a la suya y depositó un suave beso en la frente de sor
Agustín—. Deja de protestar —dijo en voz baja—. Las monjas no protestan.
Sor Agustín se echó a reír al tiempo que tomaba la cara de la medievalista entre
sus manos.
Las dos mujeres se quedaron frente a frente, sin querer interrumpir el tenso
silencio que de repente se había apoderado del dormitorio.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La cara de la medievalista se iluminó con una sonrisa boba. Gwen supuso que
sor Agustín le iba a dar un ligero beso en la mejilla antes de echarla de la
habitación, pero se llevó una inesperada sorpresa cuando la boca de la monja
bajó hasta posarse sobre la suya. El sencillo beso duró minutos y las dos
mujeres respiraban con dificultad cuando por fin se separaron.
Un ligero rubor tiñó las mejillas de Gwen. Le tembló la voz cuando intentó
apartarse del abrazo de la monja.
Los dedos de la monja rozaron la boca de Gwen con una suave caricia que
provocó escalofríos en la espalda de la medievalista. Sor Agustín apoyó la frente
en la de la rubia y cerró los ojos mientras sus dedos seguían delineando la boca
de Gwen.
—Sé exactamente lo que estoy pidiendo. Por favor, Gwen. Quiero que seas tú. He
soñado que serías tú.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La monja se quedó junto a la ventana y se ciñó los pliegues del hábito al cuerpo.
Incluso después de haberte amado con mi cuerpo, no puedo... Cerró los ojos.
Perdóname, Gwen. Sabía que si no se iba ahora, su resolución se tambalearía.
Sor Agustín se apartó en silencio de la mujer dormida y se acercó a la puerta.
—Alexandra.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
La monja miró la sábana arrugada que había junto a su muslo vestido de negro.
—¿Nunca has estado con una mujer hasta ahora? —terminó Gwen dulcemente,
aunque sentía el corazón atravesado de dolor.
—Nunca he estado con nadie hasta ahora, Gwen. No conozco las reglas. Yo...
—No hay reglas, Alexandra. —La medievalista acarició la cara de sor Agustín—.
Seguimos adelante juntas como buenamente podamos y vamos solucionando las
cosas a medida que lleguen. —Gwen acarició suavemente la mejilla de sor
Agustín.
Hicieron el amor una vez más. Fue una unión frenética, casi desesperada. No
intercambiaron palabra mientras yacían agotadas entre las sábanas. Mientras
Gwen estrechaba a la cansada mujer que tenía entre sus brazos, supo en el
fondo de su corazón que jamás volvería a ver a la monja.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Los dedos de Gwen pendían encima del teléfono de su mesa. Sacudió la cabeza
cuando los recuerdos de su última noche con sor Agustín volvieron a su
memoria. No puedo seguir así. Necesito superarlo. No puedo vivir mi vida con lo
que debería haber sido. Sus dedos pulsaron de memoria las teclas del teléfono al
tiempo que sacaba un montón de papeles de la cartera de cuero que tenía en la
mesa. Mientras oía la llamada del teléfono en la otra línea, miró el reloj y se dio
cuenta de que lo más probable sería que le saliera el buzón de voz de su
hermana.
—Hola, Lilla, soy yo. Se ha cancelado la reunión de la tarde. Parece que al final sí
que voy a poder quedar hoy con Sarah y contigo en el museo. Os veré allí en el
lugar de siempre. Adiós.
—¿Y esa chica que te presenté la semana pasada? Parecía bastante agradable. Y
era muy guapa.
Gwen volvió la cabeza hacia donde estaba su hermana. Lilla tenía los ojos
clavados en su hijita, que ahora estaba inmóvil al otro lado de la sala.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Mmm?
—Nada, la verdad. Es que... —Es que aunque hayan pasado casi ocho meses
desde que viste a Alexandra, todavía no puedes superarlo. O no quieres—. Es que
ahora mismo no me apetece salir con nadie, Lilla. No es un crimen, ¿sabes? —
Olvídala, Morrison. Estás colada por una monja y eso, querida mía, es peor que
patético... es preocupante y en última instancia inútil.
Lilla suspiró.
—Te conozco y sé que no es eso, pero no te voy a presionar cuando quieres que
te deje en paz. —Dio un ligero beso en la mejilla a la medievalista—. No sé qué te
pasa exactamente, pero hoy pareces... Sabes que puedes contar con nosotros,
¿verdad? Si necesitas hablar...
Gwen asintió.
Miró a su sobrina, que regresaba dando saltos y se agarró la mano que le ofrecía
su madre.
—Creo que voy a dar una vuelta por aquí. Me reuniré con vosotras dentro de una
hora en el sitio de siempre, ¿vale? —Vio cómo Sarah tiraba de la mano de su
madre.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—¿Ya ha pasado una hora, Lilla? Te juro que han sido sólo veinte... —Gwen se
detuvo a media frase cuando sus ojos se posaron en un fantasma de su pasado.
Unos familiares ojos azules la miraban resplandecientes bajo una masa de pelo
oscuro que era más largo de lo que recordaba. La mujer más alta llevaba un polo
negro y vaqueros negros.
—Está por allí, cerca de la Sala de Mamíferos, pero hay más fósiles de mamut y
mastodonte en el Museo Page de las Pozas de Brea. Aquí sólo tienen un esqueleto
de mastodonte.
—Gracias, joven.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—No te vas a escapar hasta que te pueda dar una explicación —dijo la visión
mientras Gwen sentía que se la llevaba hacia la Sala de Mamíferos. Se
detuvieron ante el mastodonte.
Gwen apartó la mano de la de la otra mujer y soltó un suave suspiro. Una parte
de ella se sentía aturdida por la alegría de volver a ver a la monja, pero en su
corazón rondaba una sensación de temor de que, una vez más, la enigmática
monja fuera a marcharse para no volver jamás.
Gwen levantó la cabeza para mirar los tiernos ojos azules que la miraban con
tanto anhelo, esperanza y miedo.
—Cuando te dejé aquella mañana, me sentía tan confusa, tan perdida. Regresé a
Francia, a la abadía, y entré en retiro. La madre superiora lo permitió al principio
porque pensó que me daría tiempo para llorar a mi madre.
—Sí que lloré, no sólo por mi madre, sino por ti. Cuando volví a la abadía aquella
primera noche, me di cuenta de que había cometido el peor error de mi vida al
dejarte y volver a mi vida de monja. No podía respirar, no podía pensar. No sabía
qué hacer.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Alexandra.
—Me quedé en mi celda más de un mes, sin salir jamás salvo para el oficio
divino. En aquel momento, sólo quería que me dejaran en paz. Entonces, como
siete semanas más tarde, tuve una visita. Era doña Thisbe. Me preguntó si me
sería posible colaborar en el traslado de los textos de la abadía al Centro y acepté
ayudar. Pocas semanas después, estábamos solas en las salas de lectura del
Centro y me vino a decir que dejara de malgastar mi vida, que dejara de pasar
por alto lo que había en mi corazón.
—¿Que estaba enamorada de ti? —La cabeza morena asintió—. Dijo que había
visto cómo estabamos juntas aquel día en que registramos el castillo. Dijo que
estaba más claro que el agua que nos queríamos. —Alexandra entrelazó sus
dedos con los de Gwen, apoyándose en la barandilla de la muestra del
mastodonte—. También me dijo que era estúpida por creer que Dios querría que
llevara una vida desdichada. Una monja entrega su vida a Dios por amor y con
alegría. El convento no era un lugar de sufrimiento, no era un lugar para huir y
esconderse de la vida. Dijo que era una cobarde por no ver lo que me había
enviado Dios, por no escuchar lo que quería que hiciera con mi vida. Al día
siguiente, pedí a la madre superiora que me liberara de mis votos.
Alexandra suspiró.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
—Hace mucho tiempo te dije, Alexandra, que siempre estaría aquí para ti, pasara
lo que pasase. Lo decía en serio. Te amo. Te he estado esperando toda mi vida. Y
habría seguido esperándote, Alex. Lo he hecho.
—El papeleo tardó casi siete meses en superar la burocracia del Vaticano, pero
hace unos días, recibí una carta que me liberaba de mis votos. Antes de
marcharme de Ormarc, visité a doña Thisbe. Me ofreció un trabajo como
coordinadora del Centro con las universidades del sur de California incluso antes
de que pudiera decirle que volvía a Los Ángeles. Lo acepté.
FIN
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Gabrielle d'Ormarc, autora de este romance del siglo XIII, es un caso único,
incluso entre las mujeres trovadoras (o trobairitz, como se las llamaba en su
época) de la Provenza/Occitania medieval. Es el único romance que se ha
encontrado escrito por una trovadora de la región de Languedoc/Occitania.
Jamás se había descubierto otro extenso texto poético escrito por una trobairitz
hasta que se encontró este manuscrito en la biblioteca de la abadía de Santa
María de las Colinas, en Ormarc, Francia. Se considera también una obra
singular por su contenido poco habitual. Sabemos muy poco acerca de Gabrielle
aparte de su nombre y su obra. Pudo haber sido la hija (o posiblemente la madre)
de Chrétien d'Ormarc, quien a su vez era un poeta trovador por derecho propio.
El Alexandra se compuso entre 1220 y 1274.
----------
La única copia existente del Alexandra está dentro del manuscrito S.M.O 103
que actualmente se encuentra en la abadía de Santa María de las Colinas en
Ormarc, Francia. Quisiera dar las gracias a la condesa Thisbe d'Ormarc, a sor
Agustín de la abadía de Santa María por su inestimable y valiosa ayuda, a las
hermanas de la abadía de Santa María y a los habitantes de Ormarc, Francia,
por su amabilidad y generosidad durante el año que pasé allí estudiando y
traduciendo el manuscrito. También quisiera agradecer la ayuda del personal de
la Bibliothèque Nationale de París, así como la del personal de la Universidad de
Toulouse-Le Mirail que me mostraron gran cortesía cuando examiné varios
manuscritos que no guardaban relación con este tema.
B. Gwenhwyfar Morrison
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Alexandra
Romance occitano del siglo XIII
Gabrielle d'Ormarc
Trad. y ed. por Brangein Gwenhwyfar Morrison
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
Notas finales:
(2) Cuando empecé a dar vueltas a la idea de este uber, tenía la grandiosa
intención de incorporar los acontecimientos de las cruzadas albigenses a la
historia del período medieval. Esta idea no llegó a cuajar del todo y por
conveniencia, sólo he hecho ligeras alusiones a esos acontecimientos. Para los
que deseéis saber más sobre las cruzadas albigenses, los cátaros y las
trovadoras, os recomiendo que corráis a la biblioteca más cercana y saquéis The
Albigensian Crusades (Las cruzadas albigenses) de Joseph R. Strayer y The
Women Troubadours (Las trovadoras) de Meg Bogin. Ambos libros ofrecen un
excelente panorama de esa fascinante y turbulenta época de la historia de
Europa occidental.
Para saber más sobre la idea del fin amors (o, como se suele llamar, "amor
cortés") recomiendo el estudio clásico de C. S. Lewis titulado The Allegory of Love:
A Study in Medieval Tradition (La alegoría del amor: un estudio de la tradición
medieval) así como Courtly Love: A New Interpretation (Amor cortés: una nueva
interpretación) de Meg Bogin, que se incluye en su excelente libro The Women
Troubadours.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
(4) Los extractos de oraciones que reza sor Agustín en la choza de los pastores
están sacados de una oración auténtica al aspecto de la Virgen María como la
Madre del Perpetuo Socorro.
(5) Las horas tradicionales del oficio divino (las horas canónicas en que los
religiosos rezan) son las siguientes:
(6) El latín que cita sor Agustín es de la vulgata latina de la Biblia traducida por
San Jerónimo (http://www.fourmilab.ch/etexts/www/Vulgate/). El pasaje
mismo es de Marcos 8:34 (aquí sacado de la versión de la New American
Standard Bible [NASB] que se usa en la misa católica [americana]): "Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". [Nota de
Atalía: traducción sacada de la Nueva Biblia de Jerusalén]
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat
-ii_decree_19651028_perfectae-caritatis_en.html
(8) Y por último, me gustaría dar las gracias a todas las personas que me han
escrito a medida que se iba publicando este relato en el período de noviembre
2000 - junio 2001. Vuestros comentarios, observaciones y amables palabras han
sido muy apreciados. ¡Sois estupendos! Gracias por leerlo.
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Languedoc de angharad governal Traducción: Atalía
J7 y XWP
(Traducciones al Español y demás)
https://j7yxwp.wordpress.com
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