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MEMORIA Y PODER:

DISPUTAS SOBRE LA
HISTORIA RECIENTE

De silencios y otros ruidos


Rafael Salgado Olivera*

LSilencio... no hay mejor palabra para describir una gran Estuve en tantas conversaciones en las que se habló de
etapa de mi vida. Muchas razones hubo para no decir nada la época del terrorismo, de los terroristas, del miedo, de
a nadie. Cómo podría ser de otra forma… finalmente mi tantas cosas. Frecuentemente quienes hablaban parecían
padre era militante del Movimiento Revolucionario Túpac no conocer a quienes fueron parte directa de esa historia.
Amaru –MRTA– y para el año de su asesinato, ya llevaba Muchas veces yo no decía nada, cambiaba de tema, o con-
años de clandestinidad. Siento que no hubo otra manera sentía sus afirmaciones o sus negaciones según el caso.
de vivir, por lo menos, no para mi familia. El silencio fue Aunque yo conocía de cerca esa época sentía que no la po-
nuestra forma de sobrevivencia, representaba la ilusión de día contar. ¿Qué hubieran dicho al saber, que entre ellos,
seguridad, de no correr peligro. Aprendí a vivir así, jugan- había alguien que tenía un familiar en el bando de lxs per-
do a que me conocían, coqueteando con la idea de que era petradores? ¿Habrían hablado de la misma forma? Defini-
totalmente sincero cuando conocía a alguien. Vivir rodea- tivamente mi padre no fue parte de todas las acciones que
do de tanta gente y sentir que no te conocen es una extra- se contaban. Ni siquiera de la mayoría. Pero sí fue parte
ña sensación. ¿Mientes? ¿Ocultas? ¿Silencias? de un grupo armado. ¿Cómo se habrán sentido esas perso-

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nas, amigas mías o no, al descubrir mi historia, o bueno, historia era un secreto a voces, la mayoría sabía. Al final lo
esa parte de mi historia, la de ser hijo de un militante del mismo, nada de preguntas, solo silencio en ambos lados.
MRTA? Nunca conté como me sentía por todo lo que había pasa-
do, nadie preguntó tampoco. Era algo que pasaba solo y
Casi nadie percibía que vivía en silencio, que había mu- en silencio. La consecuencia lógica era no querer estar en
chas cosas que no decía. Pero una persona sí y se aprove- ninguno de los dos lados. ¿Cómo, si en cada lado me espe-
chó. Juan Borea, el director de mi colegio sabía lo de mi raban violencias? Creo que por eso nunca llegué a tiempo
padre. Sabía que yo no hablaba de que lo asesinaron. Sabía a ningún lugar, no quería llegar. Pero siempre llegaba, no
de mis problemas familiares. Sabía, que a casi nadie conta- había otra opción. Llegaba tarde. Al colegio y a casa, siem-
ba lo que vivía. Supo con certeza que seguiría en silencio, pre tarde a los dos. Una pequeña demostración de incon-
y lo aprovechó. Desde que entré a secundaria comenzó a formidad. Comenzó así la sensación de no sentirme más
usarme para su placer. Muchas veces pensé que el direc- nunca realmente parte de algún lugar.
tor de mi colegio me hizo lo que hizo porque sabía que yo
no diría nada. Pensé que quizás fuera el hecho de que mi ***
padre militara en el MRTA. Seguro pensó que alguien con
una historia así no diría nada y si dijera algo mi historia Mi padre militó en el MRTA. Tengo también un tío que está
haría que nadie me creyera. Pensé también que confiaba desaparecido, y uno más que pasó ocho años preso. No es
en mi silencio porque mi familia era muy pobre. Seguro un secreto que para mí las razones por las cuales decidie-
pensó que por el apoyo material que daba a mi familia, yo ron tomar las armas eran justas. Siento que esa decisión
no hablaría. Solo cuando logré romper con ese sentimien- estuvo marcada por su contexto, era el debate de una gran
to de agradecimiento hacia él comprendí que nada justifi- parte de la sociedad peruana de la época: la vía armada
ca lo que me hizo. Ese silencio se acabó. Veinte años más –léase guerrilla– o la vía pacífica –léase electoral–. Sé que
tarde lo denuncié. intentaron ser una experiencia guerrillera como otras que
se dieron en América Latina, y con las cuales tuvieron
*** vínculos. Todo eso no es una justificación de los actos que
considero nunca debieron pasar, ni de la guerra. Actos del
En abril de 1993 llegué a vivir al barrio. Cambiamos de dis- MRTA como la matanza de homosexuales o el asesinato
trito, dejamos la clase media, el departamento de Pueblo del líder Asháninka Alejandro Calderon me parecen nefas-
Libre por un terreno en un pueblo joven de San Juan de tos. Siento que esas acciones, como también los asesinatos
Lurigancho (SJL). Ahí terminaba la pista, la luz, el agua y de empresarios, tuvieron el efecto inverso a lo que espera-
desagüe, ahí terminaba la vida material como la había vi- ban pues los alejaron cada vez más de la gente por la que
vido y comenzaba otra. Nos habíamos ido lejos, no sólo en intentaban luchar. Siento también que su guerra contra el
distancia, lejos también porque era otro mundo. Seguía- Estado ocasionó mucho dolor en muchas familias, incluso
mos en Lima, sí, pero era otra Lima. Era un contexto com- en las suyas propias.
pletamente diferente. En suma, dos realidades, dos Lima,
dos yo, dos voces, dos ruidos, dos silencios. Una vida de Sin embargo, yo crecí sintiendo un orgullo enorme por mi
contradicciones, de contrastes. Polladas y fiestas alterna- padre, por su historia, por lo que había hecho, y por lo que
tivas, Vaso de leche y consejo estudiantil. Comedor popu- quería construir. Orgulloso de su compromiso. Alguien
lar y restaurantes. Algo de cada lado en mí, ¿algo de mí en que pudo dejar todo de lado para dedicar su vida a cons-
cada lado? truir una mejor sociedad, una en la que yo viviría, cum-
pliría mis sueños y sería feliz. Crecí aceptando su muerte
Pero de cierta forma no estábamos. Nadie conocía lo que como un acto heroico, como un destino del camino que eli-
traíamos, nadie debía saberlo, era mejor así. Igual mantu- gió, porque en una revolución verdadera se triunfa o se muere,
ve un pie en la anterior vida, pues continué estudiando en decía el Che. Crecí convencido de que su lucha y su muerte
el mismo colegio alternativo y de clase media. No pude, ni eran consecuencia de este sistema. Crecí culpando sobre
intenté, mezclar ambos espacios. No tuve que hacer mu- todo al sistema capitalista, al gobierno de Fujimori, a los
cho para tener vidas en paralelo, marcadas por la sensa- policías y militares de todo lo que viví.
ción de no poder ni deber contar a nadie lo que vivía en el
otro lado. Crecí sintiendo que al lado de la pena por su ausencia ha-
bía la alegría y orgullo por un padre como el mío. Llené su
El silencio es una cosa bien compleja, porque te ayuda y ausencia con su heroísmo. Llené su ausencia con los pocos
te jode a la vez. Si nosotros hubiéramos contado nuestra recuerdos al lado de él. Llené su ausencia en un lugar sin
historia en el barrio quién sabe qué hubiera pasado. Posi- fondo. Quizás cuando asumí que su tortura y asesinato
blemente no tener una vida como la que tuvimos, no hu- fueron actos heroicos que permitieron a muchos seguir
biéramos pasado piola. Por el contrario, en mi colegio mi viviendo, fue cuando se hizo más fácil aceptar que ya no

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estaba a mí lado. Que ya nunca lo estaría. ¿Cuándo comen- Lo sucedido con mi padre se convirtió en un “caso” de la
cé a preguntar por lo que pasó? ¿Cuándo empezaron a ex- Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), gracias a
plicarme lo sucedido? ¿Cuándo empecé a cuestionar todo que ese año de 1993 mi madre denunció el hecho. Durante
lo que me decían? las audiencias públicas Gladys Espinoza también denun-
ció la tortura y su asesinato. Así, su caso fue considerado
*** dentro del grupo de los 46 casos que la CVR recomendaba
judicializar inmediatamente al existir pruebas que demos-
Quizás si mi padre hubiera muerto en combate, en un traban violación a los derechos humanos. A partir de ese
enfrentamiento, en alguna acción armada de ataque o día sentí que había algún tipo de respaldo “legal”, lo que
defensa, hoy yo no reclamaría por su reconocimiento y el hizo que empezara a tener la confianza necesaria para
mío como víctimas del conflicto armado interno. Pero eso “iniciar” el proceso de lucha contra la impunidad.
no fue así, la policía lo capturó junto a Gladys Espinoza.
A él lo torturaron hasta matarlo, a ella la revivieron va- Hasta el momento se han realizado tres juicios, obtenién-
rias veces para luego meterla presa veinticinco años. Yo dose en todos los mismos resultados: la absolución de to-
me enteré de lo que le había pasado días después. Íbamos dos los acusados. En ninguno de esos procesos se ha ne-
rumbo al trabajo de mi mamá, en el camino compraron gado o se ha puesto en cuestión la tortura y asesinato de
unos periódicos. Ahí encontré una noticia sobre mi padre. mi padre, pero tampoco se ordena una investigación para
Vi su rostro, golpeado, los ojos cerrados, muerto. identificar a los culpables. Peor aún a la fecha, mi padre no
es considerado una víctima. El 2013 me enteré que él había
Para gran parte de la familia de mi papá, es muy difícil de sido incluido en el Registro Único de Víctimas (RUV). El 17
aceptar que él decidió luchar por una sociedad más justa, de abril de ese año fui a recoger su certificado de víctima,
más fácil es pensar que fueron otras "malas" personas las y aproveché para inscribirme como tal en ese mismo regis-
que lo llevaron por el “mal camino”. ¿Podrían reaccionar tro. Me dijeron que me darían respuesta aproximadamen-
de otra forma? ¿Cómo aceptar que su familiar fuera mi- te en seis meses. Así conmemoré los 20 años de la tortura
litante del MRTA? Nuestro caso es similar al de muchas y asesinato de mi padre. Dejé pasar el tiempo y cuando el
familias en el Perú que viven con el miedo a aceptar que 2016 retorné a continuar los trámites me informaron que
quienes empuñaron un arma no son extraños, más aún mi denominación legal de víctima no se había aceptado y
son nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros cono- que además habían retirado a mi padre del RUV por tener
cidos… Es tremendamente difícil procesar lo vivido cuan- un juicio por terrorismo, me dijo en voz baja el funcionario,
do persiste el miedo a escuchar lo que tantos repiten: eso yo en voz alta dije, pero mi papá está muerto... él me respon-
les pasa por terroristas. dió eso no lo sabemos.

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Y entonces… ¿Qué soy? ¿Víctima? Como podría serlo si mi nocer nuestros errores y perdonarnos. Sobre todo, ahora
padre es terrorista. Podría poner entre comillas “terrorista” que somos adultos y que cada uno puede y debe hacerse
y algunos dirían que yo no acepto lo que él hizo, o podría cargo de sus propias cosas. Pero ahí vamos.
dejarlo así, terrorista, y otros me dirían que me acomodé
al discurso oficial y no soy digno hijo de mi padre. Al fi- Mi colegio, ese conjunto de alumnos, profesores, adminis-
nal una cosa no tendría que ver con la otra, lo que hizo trativos, padres y madres… prefiere no mirar para adentro.
mi padre no debería ser motivo para que algunos policías Les cuesta más porque los conmina a asumir su cuota de
en nombre del Estado lo torturen y asesinen. ¿Victimario? responsabilidad en relación a todo lo que hizo su director.
Eso no soy, aunque seguramente muchos dirán que yo soy No logro entender cómo pudieron suceder estos hechos y
lo mismo que mi padre. Estamos en Perú y la imagen se que nadie se diera cuenta. Quizás no supieron de la violen-
hereda, y por ende el estigma. cia sexual contra muchos niños en más de 30 años, pero
si supieron de su violencia verbal y física, de sus insultos
*** y burlas, de su despotismo… y no hicieron nada. Aun hoy
no hacen nada, sólo aquellos que sufrimos lo más terrible
Las violencias que sufrimos muchos ante los ojos de miles de todo lo que él hizo, luchamos y ya logramos que Juan
son cosas que no se quieren ver, no son marcas que sólo Borea sea condenado socialmente.
lleve yo, aunque sea a mí a quien le pasó a la vez la violen-
cia política y sexual. Ambas siguen impunes. El asesinato En la sociedad peruana están quienes no se quieren mirar y
de mi padre y el abuso sexual. Ambas me convirtieron en sé esfuerzan por demostrar que nada tienen que ver con la
víctima no solo de los perpetradores, sino también de la violencia, ni con los actores armados. Están también miles
sociedad peruana que los produjo. Ambos casos sucedie- de víctimas que luchan de diversas formas para afrontar
ron cuando era niño. Ambos también los he comenzado a ese duro pasado. Y estamos los demás, los como yo, los que
hablar ya de adulto. de ninguna manera podemos negar nuestras “conexiones
con el terrorismo”, y que frecuentemente somos usados
A medida que he denunciado las violencias vividas he re- para seguir perpetuando el miedo y el estigma. Pero cada
cibido todo tipo de mensajes. Muchos inician con un “no vez más se alzan voces que cuestionan la verdad oficial.
estoy de acuerdo en cómo piensas, pero estoy contigo en tu Ninguna busca justificar la guerra, ni justificar el accionar
lucha contra esas violencias”. Pareciera que antes que nada de aquellos como mi padre y quieren ser oídas. Esas voces
tuvieran que afirmar la distancia con ese horror que signi- se suman a las que como las mía buscamos meter ruido en
fica mi padre, para recién poder afirmar una sensibilidad un país de tantos silencios.
hacia mí y lo que he vivido. Solo así pareciera válida la soli-
daridad. Alguna vez me dijeron que si cuento mi historia y
termino llorando ya no se puede dialogar. ¿El sufrimiento
anula la posibilidad de dialogar? ¿las otras víctimas no llo-
ran? Entonces ¿Por qué sí se puede dialogar con las otras
víctimas? O es que acaso no dialogan con ellas y más bien
las usan para demostrar que son personas sensibles y soli-
darias ante el sufrimiento. Así están validando un dolor y
sufrimiento y se prohíben muchos otros. A esos otrxs nos
intentan condenar al silencio.

Yo lucho contra eso. Es mi derecho decir o callar. Alzar la


voz para denunciar ha sido una de las formas mediante
las cuales he afrontado muchas de las violencias que viví
cuando era niño. En ese camino tuve que reconocer que
esas violencias hacían parte de mi y que debía afrontarlas.
Hoy soy padre y uno de los mayores retos es saber cómo
le contaré a mi hija sobre su abuelo y mi infancia. Es tam-
bién quizás una forma de contarme, de explicarme a mí Familias que huyen de la violencia a la ciudad de Ayacucho.
mismo porqué viví lo que viví. Mi familia comenzó un ca-
mino para sanar, nos ha costado mucho, sobre todo a mi
madre. Nos cuesta mucho mirarnos hacia adentro y reco-

* Fundador e integrante de Hijxs de Perú. Este texto es una parte del libro en construcción "De silencios y otros ruidos".

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