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aceptan entregarse totalmente a él para ser transformadas por

su amor y cumplir su voluntad. Esta primacía de Dios, que se


manifiesta por la búsqueda constante de la unión perfecta con
él, domina la espiritualidad teresiana y constituye uno de sus
caracteres esenciales.

CAPÍTULO 3

- Conocimiento de sí mismo

El conocimiento propio es el pan con que todos


los manjares se han de comer, por delicados
que sean, en este camino de oración

En el globo de cristal que representa al alma justa, Dios es,


para santa Teresa, la gran realidad, el amante que desde las sép-
timas moradas atrae irresistiblemente su mirada y su corazón.
Sin embargo, observa que Dios no pretende que el alma que
le sirve de templo se olvide totalmente de sí misma. Afirma la
Santa que para el alma es importantísimo conocerse a sí misma:

«¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno


quién es y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su
madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin
comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no pro-
curarnos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos
cuerpos» 2.

Es el sentido realista de santa Teresa el que habla. Quiere


saber antes de obrar; exige conocer las realidades que la envuel-
ven, tener toda la luz posible que la pueda iluminar en su marcha

' Vida 13, 15.


2 1M 1, 2.
hacia Dios: «Siempre, mientras vivimos, aun por humildad, es Tiene que ser, asimismo, el objeto de nuestras preocupaciones
bien conocer nuestra miserable naturaleza» 3. cotidianas:
En efecto, ¿cómo podría el alma organizar prudentemente y
dirigir su vida espiritual sin conocer el marco interior en el que «Procurad mucho... que en principio y y fin de la oración, por
se tiene que desenvolver? Esto sería exponerse, si no a un com- subida contemplación que sea, siempre acabéis en propio cono-
pleto fracaso, sí al menos a grandes sufrimientos: cimiento» 7.

«¡Oh Señor, tomad en cuenta lo mucho que pasamos en este La Santa resume su doctrina con esta afirmación clara y acu-
camino por falta de saber! Y es el mal que, como no pensamos ñada como una máxima:
que hay que saber más de pensar en vos, aún no sabemos preguntar
a los que saben, y pásanse terribles trabajos porque no nos enten- «En esto de los pecados y conocimiento es el pan con que todos
demos, y lo que no es malo, sino bueno, pensamos que es mucha los manjares se han de comer, por delicados que sean, en este
culpa. De aquí proceden las aflicciones de mucha gente que trata camino de oración, y sin este pan no se podrían sustentar» 8.
de oración y el quejarse de trabajos interiores, a lo menos mucha
parte, en gente que no tiene letras, y vienen las melancolías y a El conocimiento de sí mismo a la luz de Dios es lo que ase-
perder la salud y aun a dejarlo todo» 4. gurará a su vida espiritual el equilibrio, que la hará humana al
mismo tiempo que sublime, práctica al mismo tiempo que encum-
Ciertamente, no se podría ir hacia Dios sin conocer la estruc- brada.
tura del alma, sus posibilidades, sus deficiencias y las leyes que
regulan su . actividad.
Más aún, el conocimiento de lo que somos y de lo que valemos A. OBJETO DEL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
es lo que ante Dios nos permitirá adoptar la actitud de verdad
que él exige: Los textos citados demuestran que santa Teresa tan sólo quie**
«Una vez estaba yo considerando por qué razón era, nuestro re conocerse para llegar a Dios con mayor seguridad. Casi de
Señor tan amigo de esta virtud de la humildad y púsoseme delante, modo exclusivo, a la luz de Dios, es como Teresa va a pedir este
qeamsiprouc,nédalsioeprt,: pan necesario del conocimiento propio. Dios es, a la vez, meta
Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad; que lo y principio del conocimiento de sí mismo.
es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria Inmediatamente destacaremos, como conviene, este rasgo de
y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira. A quien tan elevada, importancia práctica. Era necesario destacarlo desde
más lo entienda agrada más a la suma Verdad, porque anda en este momento para definir el aspecto particular sobre el que se
ella» 5. desarrollará el doble conocimiento "de sí mismo que santa Teresa
exige a su discípulo, a saber: un cierto conocimiento psicológico
El conocimiento de sí mismo, que hace triunfar la verdad en
del alma y un conocimiento que podemos denominar espiritual,
las actitudes y en los actos, es indispensable en todo tiempo, tanto
y que se apoya en el valor del alma ante Dios.
al comienzo como en todos los grados de la vida espiritual:
«Es cosa tan importante este conocernos, que no querría en
ello hubiese jamás relajación, por subidas que estéis en los cielos» 6.

3 V ida 13, 1.
4M 1, 9.
5 6M 10, 7. 7 Camino de perfección 39, 5.
1M 2, 9. V ida 13, 15.
nuestra alma. Se trata de un mundo complejo y en continuo movi-
I. Conocimiento psicológico miento, en él se agitan fuerzas en diferentes sentidos. La violencia
y la diversidad de tales movimientos, bajo la acción de Dios, fue-
En una introducción a las Obras de Santa Teresa, M. Emery, ron para santa Teresa causa de angustias. La explicación sobre
restaurador de San Sulpicio después de la Revolución francesa, la distinción de las facultades, cada una con su actividad propia,
aseguraba que la reformadora del Carmelo había hecho avanzar le resultó luminosa:
la ciencia psicológica más que cualquier filósofo. En sus tratados, «Yo he andado en esto de esta barahúnda del pensamiento bien
en efecto, abundan las descripciones precisas y matizadas del apretada algunas veces, y habrá poco más de cuatro años que vine
mundo interior del alma y de la vida que en ella hay. La Santa a entender por experiencia que el pensamiento —o imaginativa,
nos descubre en ellas su rica naturaleza, que vibra ante las impre- porque mejor se entienda— no es el entendimiento y preguntélo
siones del mundo exterior y, más aún, ante los choques poderosos, a un letrado y díjome que era así; que no fue para mí poco con-
así como ante las unciones delicadas de la gracia. Estas regiones tento; porque, como el entendimiento es una de las potencias del
del alma, que a nosotros nos resultan habitualmente oscuras, para alma, hacíaseme recia cosa estar tan tortolito a veces, y lo ordinario
ella son totalmente luminosas: vuela el pensamiento de presto, que sólo Dios puede atarle» 11

«Nos importa mucho, hermanas, que no entendamos es el alma 2. La acción de Dios le permite distinguir dos regiones en
alguna cosa oscura; que, como no la vemos, lo más ordinario debe su alma: una región exterior y ordinariamente más agitada, en
parecer que no hay otra luz interior sino esta que vemos, y que la que se mueven la imaginación, que crea y proporciona las imá-
está dentro de nuestra alma alguna oscuridad» 9. genes, y el entendimiento, que razona y discurre (estas dos facul-
tades son volubles y no permanecen mucho tiempo encadenadas,
Sin duda alguna, esta luz es la del mismo Dios, que esclarece incluso por una acción poderosa de Dios); y otra región más inte-
las profundidades del alma, y, al obrar sobre las diversas poten- rior y más tranquila, donde se encuentran la inteligencia propia-
cias, produce en ellas sus efectos, al igual que los rayos del sol, mente dicha, la voluntad y la esencia del alma, más cercanas de
jugando a través de las ramas de un árbol, los enriquece de dife- la fuente de la gracia, más dóciles también a su influencia y que
rentes tonalidades. permanecen sumisas con mayor facilidad, a pesar de las agita-
Gracias a su agudo sentido espiritual y a su maravilloso poder ciones exteriores.
de análisis, santa Teresa penetra en este mundo interior, recoge Tal distinción entre lo exterior y lo interior, entre sentido y
todas sus vibraciones, distingue la actividad y las reacciones de espíritu, que encontramos con terminologías diferentes en todos
cada una de las facultades y diseca, de alguna forma, al alma los autores místicos ' 2, le facilitará el ofrecer una doctrina precisa
misma hasta sus profundidades. sobre la actitud interior que se debe tener en la contemplación
De las obras de santa Teresa se podría extraer un tratado de cuando Dios arrebata el fondo del alma, mientras el entendimien-
psicología sugestiva y dinámica, como una lección de las cosas. to y de modo especial la imaginación se hallan en continua agi-
Nos limitaremos a señalar las verdades psicológicas que parecen tación:
más importantes para la vida espiritual.
«Yo veía —a mi parecer— las potencias del alma empleadas
en Dios y estar recogidas con él, y por otra parte el pensamiento
1. La primera es la distinción de las facultades. «No con- alborotado traíame tonta...
sideran que hay un mundo interior acá dentro» 10 , escribe la San-
ta. No todo es tan simple como parece exigir la simplicidad de " Ibid:, 1, 8.
12 San Juan de la Cruz describe una experiencia muy profunda de esta dis-
7M 1, 3. tinción entre la parte espiritual elevada y la parte sensitiva inferior, en Noche
'° 4M 1, 9. oscura, libro II, 24.
Y así como no podemos tener el movimiento del cielo, sino su puesto, con la fuerza del calor que le viene del verdadero Sol
que anda aprisa con toda velocidad, tampoco podemos tener nues- de justicia, alguna parte superior salir sobre sí misma» 16.
tro pensamiento, y luego metemos todas las potencias, del, alma
con él y nos parece que estamos perdidas y gastado mal el tiempo
que estamos delante de Dios; y estáse el alma por ventura, toda II.. Conocimiento espiritual
junta con el en las moradas muy cercanas y el pensamiento en
el arrabal del castillo padeciendo con mil bestias fieras y ponzo- El espiritual necesita algunas nociones psicológicas para evitar
ñosas... .
sufrimientos y dificultades; sin embargo, le importa mucho más
Escribiendo esto, estoy considerando lo que pasa , en mi cabe-
za... No parece sino que están en ella muchos ríos caudalosos y, tener el conocimiento ,que, llamamos espiritual, y que : le revela
por otra parte, que estas aguas se despeñan; muchos pajarillas lo que él es ante Dios, las riquezas sobrenaturales de las que está
y silbos, y no en los oídos, sino en lo superior de la cabeza, adonde adornado, las tendencias perversas que le obstaculizan su movi-
dicen que está lo superior del alma... Porque con toda esta ba- miento hacia Dios.
rahúnda de ella no me estorba a la oración ni a lo que estoy dicien- Si el conocimiento psicológico es útil para la perfección, el
do, sino que el alma se está muy entera en su quietud y amor conocimiento espiritual forma parte de la misma, pues alimenta
y deseos y claro conocimiento» '3. la humildad y se confunde con ella. De esta última, precisamente,
afirma santa Teresa que es el pan con el que hay que comer todos
De esta experiencia deduce la Santa la conclusión de que «no los demás alimentos, por delicados, que sean.
es bien que por los pensamientos nos turbemos ni se, nos dé La acción divina, por medio de los diversos efectos , producidos
nada» 14. en el alma, ha revelado la organización del mundo interior. Sólo
bajo la luz de' Dios podemos explorar ya el triple dominio de este
3. El vuelo del espíritu pone a santa . Teresa frente a otro conocimiento espiritual de sí mismo.
problema psicológico, menos importante, que los anteriores para
la vida espiritual, pero más arduo, y cuyo solo enunciado revela
la penetración_ de su mirada. Es el siguiente: ¿Hay distinción entre a) Lo que somos ante Dios
el alma y el espíritu, entre la esencia del alma y la , potencia inte-
lectual? Dios es amigo del orden y de la verdad, dice santa Teresa.
Ciertas corrientes, filosóficas le responden que son lo mismo. El orden y la verdad exigen que nuestras relaciones con Dios se
Y, sin embargo, ella se da cuenta, a un mismo tiempo, de que basen en lo que él es y en lo que somos nosotros.
en el vuelo del espíritu «el espíritu, parece sale del, cuerpo, y, por Dios es el Ser infinito, nuestro Creador. Nosotros somos seres
otra parte, claro está que no queda esta persona muerta» 15. ¿Có- finitos, criaturas suyas, que dependemos en todo de él.
mo explicar este fenómeno? Cuánto le gustaría tener ciencia para Entre Dios y nosotros está el abismo que separa el Infinito
llegar a ello. A falta de ella, ilustrará el problema con una com- de lo finito, el Ser eterno y subsistente por sí mismo de la criatura
paración: llegada a la existencia en el tiempo.
La intimidad a la que Dios nos llama no llena este abismo.
«Muchas veces he pensado si como el sol, estándose en el cielo, Ahora y siempre, Dios será Dios, y el hombre, aun divinizado
que sus rayos tienen tanta fuerza que, no mudándose él de allí, por la gracia, será una criatura finita.
de presto llegan acá, si el alma y el espíritu, que son una misma Sobre este, abismo del Infinito la razón proyecta algunos res-
cosa, como lo es el sol y sus rayos, puede, quedándose ella en
plandores, la fe, algunas luces. Los dones del Espíritu Santo ofre-
cen alguna experiencia sobre el particular. Al inclinarse sobre este
13 4M 1, 8.9.10.
14 1,11.
15 6M 5, 7. 16 Ibid., 5, 9.
abismo, aprecia el alma oscuramente lo que ella es en la pers- Dios ha experimentado en su ser la extrema pequeñez y la pro-
pectiva del Infinito. «¿Sabes, hija mía, quién eres tú y quién soy funda miseria de nuestra naturaleza humana.
yo?», decía nuestro Señor a santa Catalina de Sena. «Tú eres Este doble conocimiento del todo de Dios y de la nada del
la que no eres; yo soy el que soy» ". hombre es, fundamental para la vida espiritual, se desarrolla con
Santa Teresa llama reales a las almas que, en el resplandor ella y, en expresión de. santa Angela de Foligno,. constituye la per-
de una iluminación o en el abrazo rápido de una acción divina, fección en su grado más eminente 18. Dicho conocimiento crea
han percibido algo de este abismo del Infinito divino. Deseaba en el alma una humildad básica que nada podrá perturbar, y la
ella este conocimiento para los reyes, para que tomaran concien- pone en una actitud de verdad que atrae todos los dones de Dios.
cia del valor de las cosas humanas y descubrieran su deber en Al leer los escritos de santa Teresa, se tiene la impresión de
esta perspectiva del Infinito. que está constantemente inclinada sobre ese doble abismo. En
Ninguna criatura jamás ha podido asomarse a este abismo múltiples contactos con Dios, le conoció experimentalmente hasta
como lo hizo Cristo Jesús; su mirada, iluminada en la tierra por que, llegada al matrimonio espiritual, tuvo de él una visión inte-
la visión intuitiva, era prodigiosamente penetrante; pero también lectual casi constante.
él se perdía en la inmensidad infinita de la divinidad que habitaba Con esta doble luz encuentra la: Santa ese profundo respeto
corporalmente en él. Tal espectáculo le sumergía en unas pro- a Dios, ese conmovedor temor de humilde servidora de su Majes-
fundidades de adoración jamás alcanzadas: «Aprended de mí que tad y ese horror al pecado, que tan bien se alían con los ardores
soy manso y humilde de corazón», decía bajo el peso suave de y con los impulsos de su amor audaz de hija y de esposa. Esta
la unción que le penetraba. ciencia del Infinito, expresada a. veces en términos enérgicos, ins-
Nadie podrá ser humilde ante. Dios como lo fue Cristo Jesús pira todas sus actitudes, se revela en sus juicios y sus consejos
o, incluso, como la Virgen María, porque nadie ha medido como y consigue que, de su alma se eleve siempre ese perfume suave
ellos el abismo del Infinito que separa al hombre de su Creador. de la humildad sencilla y profunda, libre y sabrosa, que es uno
Y aun así, Jesús y María eran de una pureza perfecta. Noso- de sus más sobrecogedores encantos.
tros, en cambio, somos pecadores. Hemos usado nuestra libertad
para rechazar obedecer a aquel de quien dependemos de una b) Riquezas sobrenaturales
manera absoluta en todos los instantes de nuestra existencia. La
criatura, merecedora de ser llamada «nada» ante el Ser infinito, El conocimiento de sí mismo no debe revelarnos un único
desafía a Dios despreciando voluntariamente sus derechos, desa- aspecto de la verdad, aunque se trate de un aspecto fundamental,
fío que parecería ridículo si Dios no le hubiera concedido el pri- como lo es el de la nada de la criatura ante el Infinito de Dios.
vilegio de entorpecer la realización de sus designios providen- Tiene que asegurar en nosotros eI triunfo de toda la verdad, aun-
ciales. El pecado, que es una ingratitud, un crimen de lesa majes- que ésta revele contrastes desconcertantes, pues tales contrastes
tad, se convierte así en un desorden en la creación. existen ciertamente en el hombre.
El pecado desaparece con el perdón divino. Haber pecado Insignificante criatura ante Dios y con frecuencia sublevada,
supone un hecho que demuestra la maldad de nuestra naturaleza. ha sido hecha, con todo, a imagen de Dios y ha recibido una
Esta ciencia de la trascendencia divina, en la que aparece la participación de la vida divina. Es hija de Dios y capaz de realizar
nada de la criatura y el verdadero rostro del pecado, es la ciencia las operaciones divinas de conocimiento y amor, y está llamada
por excelencia del contemplativo. ¿Qué ha contemplado si no a ser perfecta como lo es su Padre del cielo.
conoce a Dios? Y si no conoce su nada, es que no ha encontrado
a Dios. Pues quien verdaderamente ha estado en contacto con 18 «iConocerse, conocer a Dios!, he ahí la perfección del, hombre... Aquí,
toda inmensidad, toda perfección y el bien absoluto; allí, nada; conocer esto, he
ahí el fin del hombre... Estar eternamente inclinada sobre el doble abismo, ¡he
17 Diálogo X . aquí mi secreto!» (SANTA ANGELA DE FOLIGNO, trad. Helio, cap. 57).
Santa Teresa pide que no se rebajen en modo alguno estas go de unos medio letrados espantadizos, porque me cuestan muy
verdades que constituyen la grandeza del alma: caro» 27.
La verdad libra de los peligros, ayuda «porque no sean enga-
«Las cosas del alma siempre se han de considerar con plenitud ñadas —las almas—, transfigurándose el demonio en ángel de
y anchura y grandeza, pues no le levantan nada, que capaz es de luz» 28 ; alimenta la acción de gracias y provoca al esfuerzo de
mucho más que podremos imaginar» 19. fidelidad que exige la gracia recibida.

Así la Santa no duda en emplear las más brillantes compa- c) Tendencias malsanas
raciones para darnos una idea del «gran valor» 2°, de la sublime
dignidad de la belleza del alma, que es «el palacio adonde está En este castillo interior iluminado por la presencia de Dios,
el Rey» 21 . El alma es «como un castillo todo de un diamante o junto a las riquezas sobrenaturales santa Teresa descubre una
muy claro cristal» 22 . Dios hace de ella un cristal resplandeciente muchedumbre de «culebras y víboras y cosas emponzoñosas***» 29,
de claridad, un «castillo tan resplandeciente y hermoso, esta perla «tan ponzoñosas y peligrosa su compañía y bulliciosas, que por
oriental, este árbol de vida que está plantado en las mismas aguas maravilla dejarán de tropezar en ellas para caer» 30.
vivas de la vida que es Dios» 23 . «No hallo yo —añade-- cosa ' Estos reptiles representan las' fuerzas del mal instaladas en
cap*con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran el alma, las tendencias malsanas, consecuencia del pecado ori-
cidad» 24. ginal. Tales tendencias son fuerzas temibles que no pueden
El cristiano tiene que conocer su dignidad y en modo alguno menospreciarse. Justamente, constituyen uno de los objetos más
ignorar el valor de las gracias especiales que ha recibido. - importantes del conocimiento de sí mismo.
Nunca minimiza santa Teresa los favores espirituales, los pro- Creados en estado de justicia y santidad, nuestros primeros
gresos realizados, incluso cuando dejan entrever numerosos padres habían recibido no solamente los dones sobrenaturales de
defectos, como en las terceras moradas. Hablando del alma que la gracia, sino los dones preternaturales (dominio de las pasiones,
goza de la oración de quietud, afirma que «va mucho en que el preservación de la enfermedad y de la muerte) que aseguraban
alma que llega aquí conozca la dignidad grande en que está» 25. la rectitud y la armonía de las potencias y facultades de la natu-
No consiente que el alma ignore las grandes esperanzas" conte- raleza humana. Privada de los dones sobrenaturales y preterna-
nidas en la gracia recibida: turales por el pecado de desobediencia; la naturaleza humana que-
dó intacta, pero fue herida, sin embargo, por esta privación. Desde
«Y alma a quien Dios le da tales prendas, es señal que la quiere entonces se afirma y aumenta la dualidad de fuerzas divergentes
para mucho: si no es, por su culpa, irá , muy adelante» 26. del cuerpo y del espíritu. Hasta que las separe la muerte, cada
una reclama sus propias satisfacciones. El hombre descubre en
El alma que ha recibido favores tan grandes debe tenerse en él la concupiscencia o fuerzas desordenadas de los sentidos, el
alta. estima. La verdadera humildad triunfa en la verdad. Escribe orgullo del espíritu y de la voluntad, o exigencias de indepen-
la Santa: «De esto tengo grandísima experiencia y también laten:: dencia de estas dos facultades. En la naturaleza humana se instaló
un desorden fundamental.
Adán y Eva transmitirán a su descendencia la naturaleza
20 Ibid., 1, 1. humana
28 como la dejó su pecado, es decir, privada de los dones
Ibid., 2, 8.
22 Ibid., 1, 1.
23 Ibid., 2, 1.
24 Ibid., 1, 1. Ibid., 1, 1.
2 9 1M 2, 14.
25 V ida 15, 2.
26 Camino de perfección 31, 11. 30 2M 1, 2.
superiores que la completaban. Dicha privación, junto con las ten- espiritual debe conocer sus tendencias, especialmente sus ten-
dencias desordenadas que favorece, recibe el nombre de pecado dencias dominantes.
original. El conocimiento propio no tendrá dominio más complejo y
Estas tendencias adquirirán formas particulares conforme a más variable, más doloroso y, al mismo tiempo, más útil que cono-
la educación recibida, al medio frecuentado, a los pecados come** cer que estas tendencias malsanas, «estas bestias tan ponzoño-
tidos, a los hábitos contraídos. Establecidas de este modo las ten- sas..., tan peligrosas..., tan bulliciosas» que todas las almas tienen,
dencias, arraigarán, a su vez, en el ser físico por la herencia, como que han hecho gemir a los santos y que nos recuerdan sin cesar
fuerzas poderosísimas o incluso como leyes ineludibles. nuestra miseria, nos provocan a un combate incesante.
En consecuencia, en cada alma, entre las tendencias que
acompañan al pecado original, las hay dominantes, que parecen
captar las energías del alma en provecho propio. Su exigencia B. CÓMO ADQUIRIR EL CONOCIMIENTO
puede llegar a ser extrema; aun siendo menos violentas, cons- DE SI MISMO
tituyen potencias tan temibles que es imposible que el alma no
sea arrastrada a numerosas caídas n. Sería suficiente lo expuesto anteriormente para responder a
Estas tendencias ejercen un reinado casi pacifico en el alma esta cuestión: quien revela a santa Teresa la estructura del mundo
en las primeras moradas. Combatidas en las segundas moradas, interior es la acción de Dios en su alma; quien le descubre lo
se exasperan y hacen sufrir. La victoria lograda sobre el dominio que ella es, el valor de las riquezas sobrenaturales y. lo dañino
exterior en las terceras moradas les deja su fuerza interior. Se ali- de las tendencias es la luz de Dios. La conclusión es clara: el
mentan entonces de manjares de más humilde apariencia y reapa- alma aprende a conocerse en la luz de Dios.
recerán vivas en el plan espiritual cuando se les descubra la luz Merece que se destaque este importante punto de la doctrina
de Dios. espiritual teresiana.
San Juan de la Cruz nos señalará entonces sus efectos, espe- ¿No se reprocha a los contemplativos su egocentrismo, que
cialmente el efecto privativo de la tendencia que elimina a Dios les hace hablar constantemente de sí mismos, a exponer con
y su acción en la región en que ejerce su dominio: complacencia las gracias recibidas, sus sentimientos, y no les deja
«Porque eso me da que una ave esté asida a un hilo delgado descubrir el mundo más que a través del velo de sus luces inte-
que a un grueso, porque, aunque sea delgado, tan asida se estará riores y de sus impresiones?
a él como al grueso, en tanto que no le quebrare para volar» 32. ¿No es, ciertamente, un gran peligro para el contemplativo,
que debe buscar a Dios en las profundidades de su alma, el no
Sea cual sea la tendencia voluntaria y la pequeñez de su objeto, encontrarse con frecuencia más que a sí mismo o,*** al menos, el
no se podrá realizar la unión.
no percibir en la oscuridad silenciosa que envuelve la vida del
El Santo nos dirá con detalle cómo «los apetitos cansan al Dios interior más que las emociones de la sensibilidad y la confusa
alma, y la atormentan, y oscurecen, y la ensucian, y la enflaque- agitación de las facultades intensificada por este silencio?
cen»33.
Estos reproches y peligros dan un relieve singular a los con-
Toda la ascesis espiritual está motivada por los apetitos. Para sejos de santa Teresa, que pide al alma que no busque el cono-
ver la necesidad de dicha ascesis, para orientarla eficazmente, el cimiento propio analizándose directamente, sino que se busque
a la luz de Dios. Por otra parte, es el mejor medio de conocerse
De estas tendencias hay algunas fijadas en nosotros por herencia, que
parecen tener siglos de existencia. Parece que resisten todos los asaltos y, aun perfectamente:
mortificadas en todas sus manifestaciones exteriores, levantan, a veces, marejadas
que parecen llevarse todo tras de sí. «A mi parecer jamás nos acabamos de conocer, si no procu-
32 Subida del Monte Carmelo 1, 11, 4. ramos conocer a Dios; mirando su grandeza, acudamos a nuestra
Ibid., 1, 6, 5. bajeza y, mirando su limpieza, veremos nuestra suciedad; con-
siderando su humildad, veremos cuán lejos estamos de ser hu- En consecuencia, nada de exámenes inútilmente prolongados,
mildes. ni vueltas repetidas sobre sí misma, que alimentarían las tenden* *
Hay dos ganancias de, esto: la primera, está claro que parece cias naturales tal vez melancólicas del alma .y permitirían al demo-
una cosa blanca muy más blanca cabe la negra y, al contrario, nio sugerir bajo color de humildad toda suerte de pensamientos
la negra cabe la blanca; la segunda es porque nuestro entendi- paralizantes:
miento y voluntad se hace más noble y más aparejado para todo
bien tratando a vueltas de sí con Dios; y, si nunca salimos de nues- «¡Qué de almas debe el demonio, de haber hecho perder por
tro cieno de miserias, es mucho inconveniente» 34, aquí!... tuerce el propio conocimiento y, si nunca salimos de noso-
tros mismos, no me espanto que esto y más se puede. temer. Por
Estas advertencias se dirigen a las almas que están en las pri- eso digo, hijas, que pongamos los ojos en . Cristo nuestro Bien,
meras moradas y que tienen que usar consideraciones y refle- y allí deprenderemos la verdadera humildad..., y no hará el propio
xiones para conocerse. Más tarde, en las moradas superiores, cada conocimiento ratero y cobarde» 39* .
vez que la luz divina revela la grandeza de Dios, revelará al mismo
tiempo la pequeñez y la miseria de la criatura. El conocimiento Esta acción del demonio en eL conocimiento de sí mismo es
propio adquirido de esa manera es más calificado y profundo: lo bastante importante para que la Santa la advierta en repetidas
ocasiones:
«Cuando es el espíritu de Dios, no es menester andar rastrean-
«Guardaos también, hijas, de unas humildades que pone el
do cosas para sacar humildad y confusión; porque el mismo Señor
demonio con gran inquietud de la gravedad de nuestros pecados,
la da de manera bien diferente de la que nosotros podemos ganar
que suele apretar aquí de muchas maneras... Todo le parece peli**
con nuestras consideracioncillas, que no son nada en comparación
gro lo que trata y sin fruto lo que sirve, por bueno que sea. Dale
de una, verdadera humildad con luz que enseña aquí el Señor, que
una desconfianza, que se le caen los brazos para hacer ningún
hace una confusión que hace deshacer. Esto es cosa conocida:
bien, porque le parece que lo que es en los otros, en ella es mal» 40.
el conocimiento que da Dios para que conozcamos que ningún
bien tenemos de nosotros y, mientras mayores mercedes, más» 35.
¿Cómo distinguir la luz de Dios de la del demonio, y las for-
mas del conocimiento propio que de aquí proceden? Nos lo repe-
Este conocimiento de sí es de gran valor, «es el pan con que tirá santa Teresa, porque en estas cuestiones importantes, pero
todos los manjares se han de comer» 36 y, sin embargo, añade delicadas y a menudo sutiles, la precisión es de gran utilidad:
la Santa:
«La humildad no inquieta ni desasosiega ni alborota el alma,
«Hase de comer con tasa, que después que un alma se ve ya por grande que sea; sino viene con paz y regalo y sosiego. Aunque
rendida y entiende claro no tiene cosa buena de sí..., ¿qué nece- uno, de verse ruin, entienda claramente merece estar en el infierno
sidad hay de gastar el tiempo aquí?, sino irnos a otras cosas que y se aflige y le parece con justicia todos le habían de aborrecer,
el Señor pone delante» 37. y que no osa casi pedir misericordia, si es buena humildad, esta
pena viene con una suavidad en sí y contento, que no querríamos
La Santa siente lástima por la suerte de una persona «que vernos sin ella. No alborota ni aprieta el alma, antes la dilata y
la tenía el maestro atada ocho años había a que no la dejaba salir hace hábil para servir más a Dios. Esotra pena todo lo turba, todc
del propio conocimiento» 38. Io alborota, toda el alma revuelve, es muy penosa. Creo pretende
el demonio que pensemos tenemos humildad, y —si pudiese—
a vueltas, que desconfiásemos de Dios» 41.
34 1M 2, 9-10.
35 V ida 15, 14.
36 Ibid., 13, 15. 39 1M 2, 11.
37 Ibid., 13;..15: 40 Camino de perfección 39, 1.
38 Ibid., 13, 14. 41 Camino de perfección 39, 2.
Bien lejos estamos aquí, casi en el polo opuesto, del egocen-
trismo estéril, acompañado de su cortejo de vagas ensoñaciones,
de sutiles análisis, a .veces de angustiosas introspecciones y de
vanas ostentaciones personales, con frecuencia ridículas y siem-
pre orgullosas.
Santa Teresa no quiere conocerse sino para mejor servir y
esperar a Dios, que es amigo del orden y de la verdad. Adquirido
con la luz de Dios, este conocimiento propio se desarrolla con
el del mismo Dios. Y se identifica con la humildad y; tanto si
explora la estructura del alma como si revela al hombre su peque**
ñez ante el Infinito de las grandezas divinas o su pecadora miseria, CAPÍTULO 4
no aspira más que a hacer reinar la luz y a que triunfe la verdad.
Cuando alimente en un alma la contrición dolorosa al mismo tiem- La oración
po que un amor ardiente, la adoración profunda y las más elevadas
aspiraciones, el sentimiento de su impotencia y las generosas reso-
luciones, se podrá afirmar que es verdadero: lleva la señal divina La puerta para entrar en este castillo es la oración 1 .
de su origen, que es paz, equilibrio, libertad y fecundidad. No es otra cosa oración mental... sino tratar de amistad 2.

Conocer a Dios y conocerse a sí mismo a la luz de Dios: ése


es el doble conocimiento que constituye el fundamento de la vida
espiritual, cuyo movimiento regula, indica sus progresos y asegura
su perfección.
¿Por qué medíos tiene que ir el alma hacia sus propias pro-
fundidades para unirse al. Dios que vive en ella? Santa Teresa
lo señala desde las primeras páginas del Castillo interior:

«Pues, tornando a nuestro hermoso y deleitoso castillo, hemos


de ver cómo podremos entrar en él... Porque, a cuanto yo puedo
entender, la puerta para entrar en este castillo es la oración y
consideración» 3.

Estas palabras nos dejan entrever el papel esencial de la ora-


ción en la espiritualidad teresiana.
Precisemos este papel; a continuación explicaremos la defi-
nición de oración y las clasificaciones que de ella nos da la Santa.

' 1M 1, 7.
2 V ida 8, 5.
3 1M 1, 5.7.

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