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¿Los postulados habermasianos son verdaderamente transformadores en el sentido de que

tienen suficiente alcance para revolucionar el paradigma objetivista que permea tanto a las
ciencias sociales como naturales?
Los planteamientos presentados por Jürgen Habermas en el apartado 4. La problemática de
la «comprensión» en las Ciencias Sociales de su libro Teoría de la Acción Comunicativa
(pp 147-196) se refieren a la cuestión del estudio de las acciones sociales -principalmente
por la disciplina de la sociología-, acotando la importancia que tiene para la definición y
comprensión del ámbito objetual de la acción social, la racionalidad, a la vez que da cuenta
de todos los asuntos problemáticos que dicha racionalidad supone para el estudio de la
acción social y su comprensión por parte del observador o intérprete de la misma; esto
sucede en el momento en que Habermas explica como el intérprete u observador -quien
investiga la acción social para comprenderla y explicarla- se aproxima a la comprensión de
los tres tipos de acción social existentes:
1) Acción teleológica, que es una acción racional con acuerdo a fines en la que el
actor, a partir de los conocimientos que tiene del mundo y la valoración de los
medios posibles para alcanzar sus fines (que son subjetivos), procura ejecutar las
acciones que racionalmente le permitan de forma unívoca, conseguir lo que desea;
en este tipo de acción, el intérprete se preocupa por identificar y comprender la
racionalidad de la acción llevada a cabo por el actor, a partir de un análisis de la
racionalidad de la acción en tanto esta permite al actor alcanzar los fines esperados,
así como la racionalidad de su motivación para perseguir dichos fines, generando
que el intérprete termine por realizar juicios de valor al asumir una actitud
realizativa en el proceso de interpretación de la acción, que resulta siendo una
participación en la acción misma.
2) Acción normativa: que es una acción objetiva que resulta ser la acción del actor
motivada por la correspondencia con las normas, es decir, el actor lleva a cabo
acciones correctas, en términos normativos: en tanto estas acciones son acordes a
las normas jurídicas o sociales. Para la comprensión de este tipo de acciones, el
intérprete se enfoca en la cuestión de: a) la correspondencia de la acción del actor
con la norma, es decir, que actúe de conformidad con la misma y, b) la validez que
el actor da a dicha norma que en su actuar desarrolla y obedece, haciendo una
interpretación de que tan aceptada es para el actor dicha norma.
3) Acción dramatúrgica: La cual consiste en la acción que lleva a cabo el actor, cuando
tiene a un público o, si se quiere, es simplemente observado con atención por otras
personas. En esta acción el intérprete realiza una interpretación racional a través de
elementos de engaño y autoengaño, los cuales sugieren que, para el intérprete, el
actor puede tener contradicciones entre su actuar y su pensar, entre lo que dice y lo
que hace con respecto a lo que realmente piensa.
Luego de analizar el comportamiento del intérprete en los procesos de comprensión y
análisis de estos tres tipos de acción social, que se ven atravesados por la racionalidad, así
como otros elementos que son asociables al paradigma objetivista que impera como modelo
epistemológico tanto en las ciencias sociales como en las ciencias naturales durante la
modernidad, Habermas da cuenta de las necesidades, dificultades y limitaciones que posee
el paradigma objetivista, al menos para el caso de las ciencias sociales, particularmente
para el estudio de las acciones sociales, como se puso de presente anteriormente.
Es entonces que, a partir del concepto de acción comunicativa, Habermas presenta las
dificultades que posee ese elemento de racionalidad para el estudio y comprensión de la
acción social, puesto que, no termina de establecer condiciones satisfactorias que permitan
dar con planteamientos y resultados de los estudios de tales acciones que sean
sustantivamente comprensivas de las mismas. Por otra parte, es a través de la acción
comunicativa que genera algunos planteamientos que pretenden orientar un modo de
acercarse a la cuestión de la comprensión e investigación social, que supere las limitaciones
del paradigma objetivista. Los planteamientos que germinan acompañando al concepto de
acción comunicativa según Habermas, los cuáles al mismo tiempo contribuyen a un
replanteamiento del estudio de la acción social son varios; inicialmente, se hace necesario
que el intérprete haga uso de su competencia lingüística y de acción para comprender el
mundo e intervenir en éste, de manera tal que se reconoce una participación del intérprete
en el suceder del mundo social, acompañado de sus propias subjetividades que influyen en
la interpretación y valoración que el intérprete tiene de la realidad; ésta capacidad de uso
del lenguaje y de acción por parte del intérprete, así como de los actores -que conforman
junto con la acción, el fenómeno de acción comunicativa que se estudia- es un saber
preteórico, que está dado de manera independiente de las personas (intérprete y actor).
Adicionalmente, se reconoce que el intérprete debe ser un participante virtual de la acción
comunicativa, es decir, es un actor que se involucra en la misma aunque sin tener fines
directamente implicados en el hecho (acción social) más allá de investigarlo, ésta es una
forma de asumir la influencia que tiene la subjetividad y el actuar del intérprete en la acción
misma, teniendo un rol de implicado directo, no por el hecho en sí, pero si por la
interpretación y comprensión que genera de éste. Así mismo, se dota a los actores -a
diferencia de lo contemplado por el paradigma objetivista- de capacidad crítica recíproca,
es decir, se admite su capacidad de razonamiento, interpretación, valoración y comprensión
de la acción comunicativa, en ese sentido, el intérprete pierde el privilegio de ser el único
en capacidad de hacer juicios e interpretaciones valorativas del actuar de los actores,
incluso este punto admite la susceptibilidad de la interpretación del intérprete a ser criticada
y examinada tal como fue examinada inicialmente la propia acción social; conforme a esto,
el intérprete debe actuar del mismo modo en que lo hacen los actores en el marco de su
acción comunicativa, para conectar sus conceptos con los habidos en el contexto que
analiza; esto implica que el intérprete debe ponerse en sintonía con las condiciones
contextuales como el leguaje, la racionalidad de los actores, etc. Finalmente, Habermas
señala que el intérprete o científico social es incapaz de asegurar la objetividad y
universalidad del conocimiento que se genera de su interpretación y comprensión, por ello
ahora la verdad es concebida como una adscripción, ahora es cuestión del científico social
estudiar el cómo esta es metódicamente otorgada, reconocida y rebatida.
Todos estos planteamientos, si bien resultan en una crítica importante al paradigma
objetivista, rebatiendo entre otras cosas la universalidad del conocimiento, la tajante
separación sujeto (intérprete) – objeto (acción social) para la investigación objetiva, el
criterio de racionalidad como principal rector de la definición de lo que es o no verdadero,
o bien conocimiento válido; se considera que los planteamientos de Habermas, si bien son
valiosos para avanzar en el camino hacia un paradigma no objetivista tanto en las ciencias
sociales como en las ciencias naturales, no resultan ser verdaderamente transformadores al
punto de revolucionar el paradigma epistemológico de la objetividad en el modo de
construir conocimiento. Se reconoce la importancia de los planteamientos habermasianos
en el camino hacia la formulación de un paradigma no objetivista de la ciencia y el
conocimiento; no obstante, el calificativo de revolucionario o con capacidad de
revolucionar al paradigma objetivista y, con ello, la forma en general de hacer ciencia, le
queda por menos bastante holgado. Esto considerando el término de revolucionar, como
producir cambios sustanciales y radicales en la organización, las ideas, los métodos y las
consideraciones de algo, en este caso, el paradigma epistemológico objetivista. En primer
lugar, los planteamientos de Habermas se ven restringidos a las ciencias sociales, tanto en
ejemplificación como en potencialidad de aplicabilidad de estos planteamientos, ya no sólo
a las ciencias naturales, sino también es complejo llevar estos planteamientos a
consideración de un estudio de otro ámbito objetual de las ciencias sociales distinto de las
acciones sociales o la acción comunicativa; además de esto, pese a identificar falencias y
necesidades del paradigma objetivista, Habermas mantiene algunos de sus principios tales
como la racionalidad de los actores e intérpretes, a la vez que la existencia de ordenes y
principios dados e inalterables que generan una linealidad en la sucesión de fenómenos y
sus condiciones, siendo así que varios de los elementos del objetivismo permanecen en los
planteamientos habermasianos; por último, es importante señalar que es más apropiado
calificar los planteamientos habermasianos como innovadores y sugerentes, que invitan sin
lugar a duda a la superación de varias de las limitaciones teóricas y prácticas que genera el
objetivismo para el estudio y la construcción de conocimiento; si bien no resultan
suficientemente revolucionarios y verdaderamente transformadores, si suponen un avance
importante para el avance de la ciencia social en el camino de superar el objetivismo,
tomando rumbo hacia un paradigma y una forma de hacer ciencia que responda de manera
más adecuada a las nuevas necesidades de la comprensión e interpretación de los
fenómenos sociales complejos, la complejidad del sujeto con la realidad, con el mundo y
con las demás subjetividades presentes en el mismo.

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