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Samuel Clearwater a.k.a Preppy, le gustan las corbatas de moño, los panqueques,
los tirantes, los buenos amigos, los buenos momentos, las buenas drogas y una
buena cogida. Ha trabajado su camino fuera de una infernal infancia y está
viviendo la vida que siempre imaginó para él. Cuando conoce a una chica, una
drogadicta al borde de acabar con todo, él está indeciso entre sus sentimientos por
ella y el miedo paralizante de que pudiera ser la que termine con la vida que ama.
Cansada de vivir por su siguiente dosis. Cansada de hacer cosas que hacen a su
estómago revolverse. Cansada de mirar en el espejo al reflejo de la persona en que
se convirtió. Justo cuando decide acabar con todo conoce a un hombre que
cambiará el curso de sus vidas para siempre.
Y sus muertes.
PREppy
PRESENTE
Mis ojos brincan abiertos. Trato de tomar aire, pero nada pasa. Trato otra vez y
mis pulmones queman a medida que ellos finalmente deciden cooperar. Puedo
respirar, pero duele como un hijo de perra.
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Mis primeros pensamientos me impactan como la mierda. Son de una chica. Una
chica de apariencia triste con brillante cabello negro y grandes ojos oscuros puestos
en el borde de la torre de agua.
Mi corazón cae fuera de ritmo, latiendo más y más rápido hasta que está
martilleando contra mi pecho como la vibración de un martillo neumático.
Ella.
Aunque mi visión es borrosa como la mierda, mis pensamientos de ella son más
claros de lo que alguna vez lo habían sido y por primera vez en mi vida adulta, estoy
jodidamente asustado.
Ni siquiera necesito ver al gran hijo de puta estando junto a mí con un bate de
beisbol para saber que estoy completa y totalmente jodido.
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CAPITULO 1
PREppy
TRES AÑOS ANTES
—Joder —dijo Bear, haciendo eco de mis pensamientos sobre la coca mientras el
esnifaba una línea de mi tablero. Pinchó el puente de su nariz y sacudió su cabeza
de lado a lado, su largo y rubio cabello se agitó alrededor de su cara como un perro
pastor húmedo sacudiéndose para secarse mientras el asalto del polvo golpeaba su
cerebro.
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Conocía esa sensación.
La conocía bien.
Jodidamente me encantaba.
Bear limpió con su mano cualquier evidencia residual de nuestra fiesta de lástima
del tablero. Salió del coche, pero yo vacilé con mis manos en el volante. Levanté la
vista a la pequeña casa de Grace y suspiré—. ¿Vienes? —preguntó Bear,
inclinándose en la ventana abierta. Encendió dos cigarros y se recargó contra el
carro, obscureciendo mi vista con su culo.
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—No estaba hablando de tus Beach Perras, querido Bear. Estaba hablando de
King —dije, apagando mi cigarro bajo mi zapato.
Bear rodó sus ojos y aventó su cigarro en el camino, expulsando el humo por sus
fosas nasales—. Vamos, terminemos con esto.
—¿Sí, Prep?
Lo seguí al porche y bajé mi voz a un susurro—. Creo que hierba hubiera sido
una idea mucho mejor que el polvo.
Bear se dio la vuelta, sus pupilas del tamaño de un panqueque. Apuntó a mis
ojos—. Sí, hombre —concordó mientras los dos estallábamos en una carcajada—.
Creo que podrías tener la puta razón.
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—DE LA FORMA EN que lo veo, hay sólo una puta solución para este problema
nuestro —anuncié, mirando entre Grace y Bear y las deprimentes miradas en sus
rostros. Ambos miraron fijamente a la mesa como si mágicamente fuera a ofrecer la
respuesta que todos estábamos buscando. Las cejas de Grace estaban fruncidas
juntas en un punto descendente, causando más arrugas en su ya marcada cara,
mientras ella rodeaba el borde de su vaso con su cuchara una y otra vez. Me mataba
que no pudiera arreglar esto por ella. Por nosotros.
Estábamos hablando de Max. La niña de King que había sido arrojada al sistema
al segundo que le pusieron las esposas. Los tres habíamos estado intentando todo lo
que podíamos pensar para sacarla y traerla a casa con uno de nosotros, pero el
estado es voluble como la mierda. Aparentemente, no querían darle un infante a un
motociclista, a un degenerado, ni a una mujer mayor enferma.
Maldito el hombre.
Los nudillos de Bear estaban blancos mientras giraba un servilletero de una mano
a la otra, golpeando el plástico con un gruñido. Lo lanzó por la mesa, disparándole
una mirada de disculpa a Grace antes de dejar caer su cara en sus manos.
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Golpeé mi mano en la mesa, sacudiendo la jarra del famoso mojito de Grace,
finalmente atrayendo su atención de sus propios culos hacia mí—. Muy bien. Ha
sido decidido —estiré mi mano y apreté la mano de Bear como Grace había apretado
la mía, y él reaccionó como si le hubiera dado un severo caso de piojos—.
Simplemente vamos a tener que casarnos.
—Chicos —advirtió Grace, aunque mis palabras parecen tener el efecto que
estaba buscando porque las esquinas de su boca se tornaron hacia arriba, su ceño
fruncido enderezándose en una línea. Una diminuta pizca de la luz en sus ojos
regresando mientras ella naturalmente caía en su rol en nuestras locas vidas.
Su rol de madre.
—Bear, al menos finge que te preocupa esta mierda —dije, mirando a Grace por
la esquina de mi ojo mientras sus hombros se relajaban y se recargaba en su silla
con una bebida—. Quiero decir, ¡mírate, hijo de puta! Por el amor de cristo, no van
a darnos a la bebé de King si mi marido ni siquiera se pone ¡una maldita camiseta!
—señalé a Bear, quien no tenía puesto una camiseta bajo su chaleco desde el día que
se convirtió en novato de los Beach Bastards. De verdad, pensarías que el chico era
alérgico o algo.
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—¿De qué estás hablando? Estoy totalmente cubierto —dijo Bear, bajando la vista
y ajustando su chaleco sobre su pezón izquierdo, exponiendo el derecho en el
proceso.
Rodé mis ojos—. Los tatuajes jodidamente no cuentan —dije, y ahí es cuando
escuché la pequeña risa de Grace e inconscientemente, mis propios hombros
cayeron.
—Claro que lo hacen —dijo Bear, palmeando la tinta en sus abdominales con
ambas manos como si de alguna manera probara su punto.
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O seis veces.
—Tenemos esto, Grace —dijo Bear, haciendo eco de mis pensamientos. Aunque
él no sonaba tan convencido como yo lo estaba.
Me acuclillé junto a Grace—. Sólo tendremos que ser un poco más… creativos.
—En unas semanas más o menos. No será mucho tiempo —contestó Grace, con
un poco de demasiado entusiasmo. Bear y yo intercambiamos una mirada de
complicidad por encima de la cabeza de Grace. Ella estaba dirigiéndose fuera del
pueblo a alguna instalación de la que ella había hablado que sonaba como un lugar
de vacaciones y spa por unas cuantas semanas, pero Bear y yo teníamos nuestras
sospechas así que habíamos llamado al lugar después de que ella había hablado por
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primera vez sobre ello y bastante seguro, era una instalación de tratamiento médico
para pacientes con avanzados estados de cáncer. Grace raramente decía la palabra
C cuando nosotros estábamos cerca y juraba que iba a vivir por siempre.
Yo era el tipo de hombre que cargaba una pistola todo el tiempo, pero ni siquiera
yo era tan lo suficientemente estúpido para tratar de discutir con Grace cuando ella
tenía su mente puesta en algo y si ella decía que iba a vivir por siempre, entonces
era mejor creerle y dejarlo así.
Bear rodeó la mesa y se despidió y yo lo seguí a través del patio alrededor del
costado de la casa—. ¿Todavía tienes el número del lugar?
—Sí, llamé para asegurarme de que tenga una habitación privada —dije.
—Bien, uno de los hermanos tiene una hermanastra que trabaja ahí. Ella va a
echarle un ojo —dijo Bear.
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—Déjame en el club —dijo Bear—. No voy a tener mi moto de vuelta de Dunn’s
hasta la mañana, justo antes de que agarremos carretera.
Asentí. Mientras Grace estaba fuera Bear iba a estar fuera en un viaje con los
Bastards, algo sobre algo y ellos yendo a algún lugar. Yo realmente no sabía los
detalles porque realmente nunca escuché lo que él dijo y justo entonces había algo
todavía persistiendo sobre nuestra conversación de antes—. Quiero decir,
¿realmente no te casarías conmigo para ayudar a la hija de King? Eso es basura —
sabía que era extraño estar ofendido porque mi muy heterosexual amigo no se
casaría con su otro muy heterosexual amigo, pero no había una puta cosa que yo no
haría para hacer esta mierda bien otra vez. No era la puta parte del matrimonio, era
el pensamiento de que Bear podría no estar en esto tanto como yo lo estaba lo que
me estaba poniendo todo inquieto.
Con una mano en la puerta frontal del forro de la cerca del patio de Grace, Bear
se detuvo y se giró—. ¿La verdad? No hay nada que no haría para recuperar la hija
de King para él. Y deja de ser todo un imbécil, Preppy, porque tú jodidamente sabes
eso. Créelo o no, esta mierda no es todo sobre ti.
Me sentí mejor sabiendo que estábamos en la misma página—. Eso podría ser
verdad, pero lo que también es verdad es que todo esto apesta de la puta mierda.
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—Oye, Bear, ¿quieres saber cómo llaman al matrimonio gay en estados donde no
es legal? —pregunté mientras llegábamos al coche.
—No, pero tengo el presentimiento de que me vas a decir de todos modos —dijo
con una risa, luchando por mantener su semipermanente estado de aspecto
fastidiado.
—I CAME IN like a wrecking baaaallll —canté fuerte con la ventana abierta ante un
puñado de adolescentes a lo largo de la calzada. El grupo de chicas en su mayoría
arrugaron sus narices en confusión como si no hubieran sido nunca las victimas de
conduce-cantando.
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especialmente no apreciado por el aguafiestas junto a mí quien tenía un aspecto
adolorido en su rostro como si mi canto estuviera causando que su pene se atara él
mismo en un nudo.
—Todos estamos sintiéndonos de la mierda sobre King y Max, Bear, ¿pero tienes
que lucir tan estreñido? —pregunté, empujándolo en el hombro.
Bear estuvo en silencio por un momento. Dejó salir una respiración y rascó la
parte trasera de su cuello—. No sólo es King. Es mi viejo también. Él ha estado sobre
mí últimamente, incluso más de lo usual —me estacioné afuera de la puerta. Bear
levantó la vista hacia el oscurecido club, mirándolo fijamente como si él pudiera ver
más que sólo ventanas y paredes.
—Al carajo tu viejo —dije—. Ese hijo de puta mejor que nunca camine hacia mí
o le enseñaré el especial de Preppy.
Hice la forma de una pistola con mi pulgar y mi dedo índice y apunté a la casa
club—. Una bala con un lado de corbata de moño —disparé mi pistola de dedos e
hice mi mejor sonido de explosión con mi boca.
Bear rió, no esa falsa risa mierda que él ha estado tratando de hacer pasar por
una real estas últimas semanas, sino una real, viva, genuina risa, la cual fue un alivio
de escuchar, considerando la nube de condena con la que él ha estado caminando.
El hijo de puta podía ser tan serio algunas veces que me dolía el pito.
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Bear salió sin una despedida y desapareció detrás de la puerta.
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CAPITULO 2
DRE
Estaba tan harta de ser yo que necesitaba una nueva palabra para harta.
Necesitaba una puta vida nueva. Palmeé mi sostén por encima de mi camiseta,
sintiendo el boleto del autobús por centésima vez. Exhalando un suspiro de alivio
cuando el papel crujió contra mi piel, mi recordatorio de que un nuevo comienzo
estaba a sólo un viaje en autobús.
Ajusté mi camiseta y admiré mis alrededores. La pequeña casa que una vez fue
muy familiar para mí en lo que parecía otra vida, pero en realidad fue sólo hace
unos años. Solía sentirme en casa ahí.
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Nerviosamente crucé y descrucé mis piernas, mientras Mirna arrastraba los pies
alrededor de la cocina. Sentí todo y nada, menos un hogar. Esto no tenía nada que
ver con Mirna (siempre la había llamado por su nombre) y tenía todo que ver
conmigo.
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Me mecí hacia delante para reprimir las náuseas, pero era poco lo que podía
ayudarme lo que no venía en forma de una jeringa, o un menos usado y abusado
cuerpo.
Me preguntaba qué era lo que le estaba tomando tanto tiempo a Mirna porque
no estaba segura de cuanto más podría sentarme ahí sin vomitar en la maceta junto
a la puerta de enfrente. Otra ola de nauseas bañó sobre mí y sin pensar me mordí
fuerte el labio inferior para mantener mis contenidos en mi estómago. Lamí la sangre
de mi labio, el sabor a cobre añadiéndose al ya asqueroso sabor de bilis en mi lengua.
Mirna regresó a la sala con una sonrisa grande en su rostro. Colocó una bandeja
plateada en la mesita de café, la que ella usaba cuando había compañía.
La taza que ahora tomo de Mirna mientras ella la pasaba por la mesita de café.
Mis manos temblaron, balanceando la taza de té contra el plato. Sonreí tan cortés
como pude, poniéndola cuidadosamente otra vez en la mesa sin mucho mientras le
daba un sorbo. Mi abuela me regresó la sonrisa y me observó curiosamente sobre el
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borde de su taza, y justo como cuando había tocado su puerta varios minutos antes,
esperé.
Nada.
La última vez que visité, Mirna estaba teniendo problemas para recordar cosas.
Dónde había puesto sus llaves. A qué hora su amiga Hilda iba a recogerla para el
Bingo.
Parecía que las cosas no eran solamente diferentes para mí, sino para Mirna
también, porque nunca esperé que la mujer con la que había pasado cada verano
de mi infancia desde que tenía cuatro años de edad no me reconociera como su
única nieta.
Quizás, no había nada mal en absoluto. Quizás, ella estaba bien con ello y
simplemente no me reconocía. Después de todo, la última vez que me vio yo era toda
pelo negro brilloso y piel bronceada, y ahora ni siquiera era la sombra de mi viejo
yo. Demacrada, con afiladas clavículas y puntiagudos codos. Profundos círculos
amarillosos bajo mis ojos. Piel pálida.
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No necesitaba mirarme al espejo para saber que yo no sería capaz de
reconocerme a mí misma.
—¡Oh! —exclamó Mirna, levantando su dedo índice. Me senté al borde del cojín,
inclinándome sobre la mesa, esperando a que ella confirmara ese pensamiento
roto—. Eres de la iglesia, ¿cierto? Siguen mandando a personas para mantenerme
con compañía mientras Rick está en altamar, pero estoy bien. Mi entrenamiento de
enfermera me mantiene ocupada y en mi tiempo libre estoy aprendiendo cómo ser
una mejor cocinera, aunque, necesito trabajo en perfeccionar el pastel de carne de
mamá o ella nunca vendrá por la cena del domingo.
Fui recordada de esa razón cuando un golpe sonó en la parte trasera de la casa.
Me encogí mientras que Mirna parecía inafectada por la conmoción. Ella estaba
bebiendo té con un educado meñique levantado en el aire como la sureña debutante
que una vez fue.
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Justo cuando me decía a mí misma que ella no había escuchado ese sonido,
levantó su cabeza y apuntó al pasillo—. ¿Cuánto tiempo crees que ellos estarán aquí,
querida? —preguntó, mientras yo me había estado preguntando lo mismo.
Mi pulso aumentó—. Uh, no sé de lo que estás…. Um… ¿quién? —otra vez jalé
de mis mangas.
Ella sonrió y se inclinó hacia delante, curveando su dedo para que yo hiciera lo
mismo, así que lo hice—. Hay dos hombres en la habitación trasera —susurró—.
Rompieron mi ventana y me están robando —ella golpeó su rodilla y estalló en una
carcajada como si ella hubiera acabado de decirme la frase clave de un chiste—.
¿Puedes creerlo? ¿No es todo tan emocionante?
—Yo… Yo les diré que se vayan —anuncié, manteniendo mi voz tan firme como
fuera posible e ignorando el mareo que tuve cuando me levanté abruptamente del
sofá. Entonces, tan tranquila como pude, hice mi camino por el pasillo.
—Muchas gracias, querida —llamó Mirna—. Pero no tienes que hacer eso,
alguien ya está viniendo. Él estará aquí en poco tiempo.
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Me giré y corrí por el pasillo, abriendo la puerta trasera de la habitación. Casi
me caí ante la vista frente a mí. Lo que solía ser una habitación de huéspedes y el
doble de la habitación de álbumes de Mirna, ahora estaba lleno con filas de plantas
verdes. Y no simplemente cualquier planta.
Mariguana.
Verdes hojas sobresalían en todas direcciones sobre una complicada red de tubos
y plantadores de cristal colgando del techo y las paredes creando varios pasillos de
plantas apiladas.
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qué coño está pasando —demandé, deseando que la sobriedad no se sintiera tan
malditamente mal.
—Eres una perra tonta, ¿lo sabes? —soltó Eric —Esto… —dijo él, levantando una
de las plantas, sacudiéndola en el aire—, es exactamente la razón por la que vinimos
aquí. ¿De verdad pensaste que viajábamos todo el camino a este pueblo de mierda
para llevarnos joyería barata de mierda de tu abuelita? —sacudió su cabeza en
incredulidad y continuó llenando su bolsa—. Tonta, puta perra —murmuró.
Conner intervino—. Cuando escuchamos que estaba aquí pensamos que era un
rumor, pero ganamos la carga madre. ¿Sabes cuánto vale esto en la calle? —cruzó
la habitación y metió una bolsa en mi mano. Sólo él estando cerca de mí me dio más
asco de lo que cualquier retiro alguna vez pudo—. Ayuda a cargar. Esa mierda que
te gusta inyectarte no es jodidamente gratis, sabes.
No más.
—¿Sabían que esto estaba ahí? —pregunté, tirando la bolsa y dando un paso
atrás.
—Joder, sí, lo sabíamos —dijo Eric, levantando su mano para que Conner
chocara los cinco con él. Conner le paró el dedo en su lugar y continuó su
destrucción en la habitación, golpeando equipamiento y jalando tubos de la pared.
Agua de los tubos roció alrededor de la habitación como un aspersor, mojando todo
dentro, incluyendo a Conner y a Eric quienes no lo notaron o no les importó—.
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Estábamos observando cuando tu abuelita abrió la puerta. Esa perra no tiene idea de
quien jodidamente eres, ¿cierto? —preguntó Eric—. Quizás debería ir a ver si ella
puede tomar una embestida tan bien como su nieta —dijo, agarrando la entrepierna
de sus flojos pantalones deportivos.
Conner, alguien que solía ser el primero en venir a mi defensa, estaba ahora
riéndose ante mi humillación. Ante el enfermo chiste que Eric había hecho sobre
algo ni siquiera remotamente gracioso.
—¿Quién sabía que esa anciana podría hacer todo eso? —dijo Conner, pateando
una clase de maquina por la ventana, abriéndola y revelando sus rojas y azules tripas
cableadas.
Conner estaba de hecho en lo correcto. Mirna no pudo haber hecho todo esto. Ni
siquiera en su mejor condición. Mirna era el tipo de persona que rechazaba tomar
una aspirina cuando tenía un dolor de cabeza, así que las drogas de cualquier tipo
no estaban exactamente en su radar. Y tan lejos como las habilidades botánicas
fueron, las suyas no iban más allá de la pequeña caja de flores bajo la ventana de
enfrente.
—¡Miren alrededor suyo, putos idiotas! —mis palabras llegaron más lento de lo
que mi boca se podía mover, y con mi cabeza pulsando como si hubiera sido
golpeada, era una sorpresa que pudiera hablar—. Esto es mierda de alta tecnología.
Quien sea a quien realmente le están robando, no es a mi abuela y estoy bastante
segura que ustedes han visto suficientes películas para saber que robar drogas de
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alguien que distribuye nunca termina bien, así que las posibilidades son que no van
a olvidar esto. Vendrán por ustedes.
Conner rió y apuntó entre los tres—. Sí, cuando él descubra lo que NOSOTROS
hicimos. Los tres. Tanto como te guste pensar que eres mejor que nosotros, no lo
eres. Estás en esto tanto como nosotros.
Conner rodó sus ojos a mí. Ojos que solían contener amabilidad y simpatía
habían crecido para sostener nada más que odio y desprecio—. Deja de hacer tantas
putas preguntas y ayúdanos a cargar esta mierda —su sonrisa se torció en una
enferma y familiar sonrisa—. O no. Pero entonces no puedo prometer que vayamos
a ser tan gentiles contigo esta noche como lo fuimos la noche anterior.
Nunca me habían gustado las pistolas. Incluso la pistola de cacería que mi papá
mantenía a la vista en su oficina me ponía incómoda.
Pero entonces Conner decía algo que me recordaba que si yo tuviera una pistola,
nunca podría jalar el gatillo—. O tal vez llame a Mellie y ella pueda montar mi verga
un rato —dijo Conner parándose en mi espacio, mirándome con todo el odio en su
alma—. Oh, es cierto. No puedo. Porque está muerta.
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—No pretendo interrumpir —cantó Mirna, llegando a pararse a un lado de mí
en la puerta. Su mano en mi hombro. Conner retrocedió y volvió a lo suyo, llenando
su bolsa—. ¿Pero a alguno de ustedes le gustaría unas galletas? —preguntó,
sosteniendo un plato de sus famosas galletas con dobles chispas de chocolate. Eric y
Conner la ignoraron, continuando con el saqueo de la habitación de plantas y
dañando y destruyendo todo lo demás.
—Lo siento mucho —dije, girándome hacia Mirna. Sin importarme si ella me
recordaba o no, envolví mis brazos alrededor de ella, egoístamente necesitando el
consuelo de mi abuela. De la misma forma que lo había necesitado cuando había
rato su set de té.
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—¿Dónde está él ahora? —preguntó Eric, su sonrisa arrogante en ningún lugar
para ser vista.
Conner y Eric partieron a través de la puerta trasera más rápido de lo que alguna
vez los había visto moverse. Mi primer instinto no fue correr. No quería dejar a
Mirna en su estado y encima de eso yo no había hecho nada del robo. Las
posibilidades eran que ese tipo, Samuel, no lo vería de esa manera. Vacilé sólo lo
suficiente para envolver a Mirna en otro abrazo—. Otra vez, lo siento mucho —dije,
plantando un beso en su frente antes de correr a través de la sala y hacia la puerta
trasera.
Podría ser mi única posibilidad, y si quería estar en ese autobús mañana no tenía
otra opción. Tenía que tomarla.
Con una última mirada a Conner, sacudí la voz de culpa, la voz que me decía
que le debía por lo que yo había hecho, y partí en la dirección completamente
opuesta, cruzando el patio hacia el bosque. Lo escuché llamar mi nombre una y otra
vez mientras corría más adentro en los árboles, por el sobre crecido sendero.
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Las cortezas de árboles cercanos de pronto explotaron en filosos pedazos de
corteza que se alojaron en mis muslos, cálida sangre se derramaban por mis
pantorrillas. Mi corazón bombeaba más y más rápido. Mi cuerpo, quien quería nada
más que rendirse, peleó con mi mente la cual estaba alimentada sólo con adrenalina,
manteniéndome en movimiento, un pie en frente del otro.
Un silbido sonó pasando mi oreja. Otro árbol explotó. Esta vez, justo en frente de
mí. Me detuve y me di la vuelta, atrapando un breve vistazo del hombre estando en
el patio trasero de Mirna. Comencé otra vez en la otra dirección. No había sido capaz
de ver mucho del hombre, pero supe justo ahí que lo que había visto sería quemado
en mi cerebro y me perseguiría por siempre.
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CAPITULO 3
DRE
Era el pensamiento corriendo por mi cabeza, una y otra vez, mientras observaba
el mundo seguir sin mí desde mi percha en lo alto de la torre de agua. Sobre la parte
de arriba de los pinos doblados, justo más allá de hojas, estaba el pequeño pueblo de
Logan’s Beach, un lugar que una vez había amado.
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Todo estaba muy, muy lejos.
En algún lugar ahí abajo, comiendo y bailando esa música, había personas.
Personas felices. Recordé el último día que fui feliz. Una lenta película corriendo en
silencio, excepto que en vívidos colores. Podía recordar cada sonrisa, cada risa, cada
gesto exagerado de mano mientras historias y bromas eran intercambiadas.
Era el cómo había terminado lo que me perseguía. Una escena que nunca se iba
lejos de la pantalla reproduciéndola en un bucle una y otra vez en mis pesadillas.
A pesar de todo, todavía la quería. Ansiando el subidón que no tenía nada que
ver con estar arriba en la torre de agua.
Heroína.
No recuerdo quien la consiguió o cuando fue la primera vez que decidí probarla.
Sólo recuerdo la ola de euforia que se llevó todo en esa primera vez.
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Estaba perdida y en algún lugar junto con la heroína tomó nota y se adentró y
tomó mi lugar. Decidió mis movimientos. Era la razón detrás de cada una de mis
terribles decisiones. No solamente tomó el control de mi vida. Era mi vida. Entre más
heroína pensara por mí, menos tenía que hacer yo por mí misma. La heroína me
permitió un refugio que la sobriedad no podía.
Un olvido.
Una lunática risa que no sonaba nada como a mí estalló de mi boca, haciendo
eco a lo largo de la cima de los pinos alineando el camino de tierra junto a la torre.
Pateé mi otra sandalia y observé en asombro mientras seguía el camino de su
compañera, aterrizando sólo a centímetros de distancia en otra nube de tierra y
polvo.
Me pregunté cómo se sentiría. Volar. Ser un ave encima de todo. Tal vez
terminaría justo como mis sandalias… una nube de polvo.
Me puse de pie demasiado rápido, cayendo hacia atrás sobre mi huesudo culo.
Mis rodillas se tambalearon y se rindieron. Traté otra vez, esta ocasión más lento.
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Sosteniéndome de la barandilla. Enfoqué mi mirada en mis zapatos mientras
levantaba un pie descalzo sobre el último peldaño de la barandilla. El afilado metal
cortó en mi carne en el pliegue de mis dedos. Mi cuerpo entero comenzó a temblar
violentamente más que antes, casi como si estuviera teniendo un ataque. No era sólo
porque necesitaba un arreglo. Era mi entero ser reconociendo y dándose cuenta de
lo que estaba a punto de hacer.
Esto lo era.
Doblando la cintura, levanté mi otro pie y fue recibido con el mismo corte.
Cambié mis manos al peldaño de arriba y lentamente enderecé mis rodillas hasta
que estuve parada recta, la única sola cosa manteniéndome de caer de lado era la
delgada barra de guardia presionada contra la mitad de mis muslos la cual se dobló
contra mi peso.
Con mis manos a los lados, usé mis dedos lentamente para tirar del dobladillo de
mi camiseta hasta que tuve lo suficiente del material en mis manos para levantarla
sobre mi cabeza. Levantándola en el cielo de la noche, aflojé mi apretado puño y
observé mientras la briza la tomaba y la llevaba hacia los pinos y estaba contenta de
verla irse. Le di una rápida presión de labios a la cruz de plata que Mirna me había
dado por mi primera comunión y la dejé caer entre mis pechos. Cuidadosamente
removí mi short y mi ropa interior, levantando un pie a la vez hasta que estaba para
desnuda al mundo.
Limpia.
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Un bautizo hacia la muerte.
A la cuenta de tres.
Uno.
Dos.
Tres.
Pero era demasiado tarde. No era como si no pudiera brincar de vuelta y cambiar
de opinión. Ya estaba cayendo.
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Fui arrancada del borde de la muerte por unos fuertes brazos y por un ingenuo
segundo, pensé que podría haber sido el mismo dios quien había escuchado mi
cambio de opinión de último segundo y salvó mi vida. Una vida que yo
estúpidamente había elegido tirar por la borda en un momento de espejismo y
debilidad.
¿Qué carajos está mal conmigo? ¿Por qué estoy aquí? Pensé, regresé a mis
sentidos mientras mi cuerpo era lanzado de lado, codos, hombros y rodillas
chocaron contra el metal, la barandilla, la pared y finalmente la carne. Mi espina se
arqueó de la plataforma como un gato cayendo mientras mi cóccix aterrizaba sin
ceremonias con un nauseabundo crujido que hizo a mis ojos humedecerse.
Él era mayor que yo, pero sólo por unos cuantos años a lo mucho. Nunca había
visto a nadie como él. Un lado de su cuello estaba cubierto en coloridos e intricados
tatuajes que desaparecían en el cuello de su camisa amarilla de botones. Cuando
ajustó mis muñecas, sus mangas rodaron hacia arriba de sus antebrazos, revelando
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muy poca piel sin marcar también. Su cabello rubio arena estaba corto en los lados
y largo y peinado hacia atrás en la parte de arriba. Su barba era pulcra, corta y
varios tonos más oscura que el cabello en su cabeza.
Por un breve momento estuve aliviada de quien quiera que fuera el hombre, al
menos no era Conner ni Eric.
Oh carajo.
—Veo que me recuerdas. Bueno, al menos ahora todo tiene un montón de puto
sentido —dijo, su voz un profundo retumbo que sentí en mi pecho mientras él se
inclinaba hacia mí, sus labios a un suspiro de los míos. Traté de luchar, para
liberarme de su agarre, pero él sólo rió y me agarró más fuerte. Él tenía razón al
reírse porque mi lucha era exactamente eso. Para reír. Yo era débil.
Muy débil.
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—Es sentido común que cualquiera que me robe a mí o a mi socio tenga que ser
un imbécil como el carajo o un suicida —dijo, inclinándose hacia atrás sobre sus
rodillas. Todavía sosteniendo mis muñecas con una mano, él hizo señas con la otra
hacia la orilla en la que me había parado segundos antes—. La verdad es que cuando
te seguí aquí arriba tenía mi dinero apostado en imbécil como el carajo, pero oye,
me sorprendiste al tratar de tomar el saltó final ahí. No esperaba eso. Casi no te
atrapo a tiempo —entonces se inclinó hacia mí otra vez y tuvo la audacia de pinchar
mi mejilla, de la forma que una tía enfadosa lo haría.
—¿Y qué? ¿Sólo me salvaste de matarme yo misma para que tú pudieras tener el
honor?
—Tal vez —admitió, agregando—, deberías estar feliz de ti misma, niña, porque
casi nada me sorprende estos días. Algo así —pausó y miró alrededor al cielo
nocturno, tomando una respiración profunda a través de su nariz, soltándola con
un audible suspiro de su boca, como si él estuviera sentado en un campo abierto,
relajándose y literalmente oliendo a las flores—. Es algo refrescante. Espero que esos
otros dos pendejos me sorprendan como tú, pero lo dudo —me miró de vuelta y me
guiñó—. Mi dinero está en imbécil como el carajo cuando se trata de esos dos.
—¿Es eso algo nuevo? ¿Es lo que todos los chicos están haciendo estos días?
¿Estafar a las personas y luego fingir que sí les importa dos carajos lo que les pase?
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Se rió, como si el pánico en mi voz lo estuviera divirtiendo. Se inclinó, su mejilla
firmemente contra la mía—. No. Voy. A. Decirte. Una. Mierda —dijo, apretando mi
cuerpo fuerte entre sus muslos, como si me probara que eso era todo lo que le
tomaría para aplastarme.
Esa cosa que nunca olvidaría que hizo que el vello en mis brazos se erizara y mi
boca se abriera en un jadeo.
Siempre que pensaba que alguien daba “miedo”, pensaba en los hombres de las
películas o libros. Del tipo con demasiados músculos, sin cuellos, usando ropa negra
con un cejo fruncido en sus caras. Alguien como un guardia de seguridad o un
bravucón o un motociclista que pudiera ahuyentar a las personas con sus grandes
estaturas y silencio cabizbajo. Alguien que no querrías cruzarte en un callejón
oscuro, tampoco en una calle iluminada.
El hombre que estaba arriba de mí nunca podría ser descrito de esa manera. Él
era muy de lejos un bruto con su estructura delgada. Y su ropa consistía en colores
pasteles y tirantes, no exactamente un atuendo de un hombre aterrador. En esencia,
él lucía como si hubiera salido de una página de The Notebook.
Era una chispa. Sólo un destello de depravación al acecho detrás de sus ojos color
ámbar. Lo vi en la forma en que sonrió mientras me sujetaba. Lo escuché en la forma
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en que me dijo que yo era una imbécil como el carajo y adorable en la misma
respiración. Y cuando él habló sobre sus planes de venganza, lo sentí en mi alma.
Fue entonces que supe que él era capaz de cosas que yo no podía siquiera
imaginar.
Donde Conner y Eric eran chicos malos en una forma obvia, ellos no me
instilaban el mismo tipo de miedo que este hombre sí.
Había pensado que había conocido el verdadero miedo cuando me había parado
en el borde y había decidido aturdidamente terminarlo todo, pero no. Ni siquiera lo
había conocido cuando Conner y Eric me habían golpeado, brutalizado, y entonces
se turnaban obligándose en mí.
Dentro de mí.
No.
Nunca supe del verdadero miedo hasta que conocí a la maldad pura.
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CAPITULO 4
PREPPY
L A NOCHE HABÍA dado un giro para lo peor cuando me aparecí en casa de Mirna
en el final de la cola de ser robado de mis putas plantas.
Sin embargo, ahora estaba sentado a horcajadas sobre una chica desnuda arriba
de la torre de agua, la cual era uno de mis lugares favoritos en Logan’s Beach.
Aunque, cuando la seguí a la torre no había sabido que ella estaba planeando
profanar mi espacio sagrado al arrojar su huesudo cuerpo de ella.
Había algo acerca de ella, algo casi familiar, aunque sabía que no la había
conocido antes. Observé mientras ella se paraba desnuda, con su rostro levantado
hacia el cielo, sus brazos extendidos como si ella fuera el rey del mundo en frente
del puto Titanic. Ella era fascinante.
La perra estaba en muy mala forma. Moretones y sangre seca pegada sobre toda
su piel que la hacía lucir como un rompecabezas con algunas piezas perdidas. Me
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había parado en las sombras, admirando la vista frente a mí por tanto tiempo que
casi me perdí la ligera inclinación de su cuerpo en un movimiento hacia abajo. Si
hubiera estado un nanosegundo después de hacer mi carrera por ella, estaría
haciendo una limpieza en lugar de sentarme arriba de ella, atrapándola con mis
muslos. Joder, si ella no hubiera sido una diminuta niña abandonada,
probablemente me habría llevado con ella.
—Aw, eso es tierno —dije, mirando a sus ojos de muñeca que eran tan oscuros,
que casi eran negros.
Jadeó, sus pequeñas tetas descaradas subieron y bajaron como si ella tratara de
recuperar el aliento. Así lo hizo su caja torácica, la cual estaba marcada bajo su
morada y amarilla piel. Sus clavículas eran tan filosas como lo eran sus codos. Ella
me recordaba a uno de esos comerciales de perros hambrientos con música triste
sonando en el fondo—. ¿Qué es tierno? —preguntó con una tensa exhalación.
Ella gruñó y trató de liberar sus brazos de mi agarre, y ahí fue cuando obtuve un
mejor vistazo del interior de sus brazos. De pronto caí en cuenta que esta chica no
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estaba sólo cubierta de moretones, estas eran marcas de picaduras. Ella no era sólo
una perra esquelética.
Golpeada. Rota.
Vulnerable.
Ella estaba temblando como una puta hoja y con cada temblor mi pene se ponía
más duro hasta que estaba rogando por ser liberado de sus confinamientos caquis.
Ella jadeó cuando me sintió duro contra su pierna—. ¿Qué…? ¿Por qué?
Levanté mis cejas—. ¿De verdad? ¿Por qué? Mi verga sólo sabe que estoy arriba
de una chica desnuda. Es simple biología. No te sientas tan halagada, una vez tuve
a una gordita cuando la dama que maneja la tienda de comida trato de limpiar una
mancha de mostaza en la parte delantera de mis pantalones —si ella realmente
supiera que yo estaba pensando en cómo sus moretones y sangre seca lucían como
arte bajo la luz de la luna, y en cuanto me gustaría pintar una línea o dos en su piel,
ella probablemente gritaría.
Fuerte.
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Rodé mis ojos—. Así puedo saber que escribir en la portada de mi libreta —dije,
sarcásticamente—. Bien, aquí va como esto va a proceder. Voy a soltarte y dejar que
te sientes. Luego voy a presentarme y después tú te vas a presentar. ¿Entendido?
Ella levantó su barbilla en acuerdo y nunca quitó sus ojos de mí, incluso cuando
la solté. Ella trató de sentarse, pero estaba batallando, sus músculos visiblemente
temblando del esfuerzo. Al ritmo que ella estaba yendo, yo sería el próximo en
lanzarse de la torre de puro aburrimiento de esperar. Ella golpeó mi pecho cuando
la levanté de sus caderas y la atraje a una posición de sentado, presionando su
espalda contra la pared. Agarré sus manos en las mías—. Golpes no —dije,
sacudiendo mi dedo índice como si estuviera regañando a un niño.
La solté otra vez y me senté junto a ella. Esta chica era agotadora, pero mierda,
estaba divirtiéndome un poco.
Já.
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Interesante pequeña drogadicta.
—Puedo arreglar eso para tiiiiiiiiiiiiiii —canté. Sus labios se abrieron—. Puedo
conseguirte lo que necesitas para cambiar este pequeño cejo fruncido —solté su
barbilla.
—Escucha, podría llevarte a los doce pasos para conocerse o podría ofrecerte
todo un viaje pagado a rehabilitación, pero por si no lo has notado, no soy tus padres,
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o Dr.-puto-Phil, así que eso no va a pasar. Una solución de cambio de vida, no tengo.
¿Pero H? H puedo darte con una llamadita —ella giró su cabeza de lado—. Entonces.
¿Qué será, Doc?
—Tus amiguitos.
Si algo es que, yo siempre he sido “demasiado honesto” así que la verdad no era
un problema para mí. Se vertió fácilmente de mis labios y Dre escuchaba con
atención mientras le decía—. Voy a cortarles sus gargantas, voy a tomar mis putas
plantas de vuelta, voy a llamar a alguien para que limpie los cuerpos así no voy a
manchar mis caquis y probablemente regrese aquí y fume un porro de mariguana.
Tal vez esnife algún polvo si me siento de fiesta. No he decidido realmente, depende
de mi estado de ánimo.
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mano. Corrió las puntas de sus dedos sobre ella y sus ojos se humedecieron con
lágrimas.
Sólo la había seguido de la casa de Mirna porque era mucho más lenta que los
otros dos pendejos, y había pensado que ella eventualmente me conduciría a ellos.
Lo que no había notado era que ella no sólo estaba huyendo de mí.
—No soy una drogadicta. Soy una drogadicta al final de su soga, la cual hasta
este mismo momento, no sabía que era dos cosas diferentes, pero son muy diferentes.
—Sí, medio noté eso mientras estabas dando vueltas aquí arriba —dije, otra vez
apuntando al borde. Ella no miró, en su lugar cerró los ojos apretadamente y
envolvió sus brazos alrededor de su estómago, como si no pudiera soportar revivir
lo que ella casi había hecho.
—¿Pero?
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—Pero lo que es loco es que ya NO la quiero más —exhaló una temblorosa
respiración—. Lidiaré con mi mierda, pero estaba siendo honesta cuando dije que
quería algo más de ti. Dos cosas, de hecho.
—No. No lo estoy —dijo, su voz llena con algo que sonaba mucho como a una
recién encontrada determinación. Levantó la vista y cuando sus ojos se engancharon
en los míos, juro que fue como si pudiera verle sus bolas creciendo más grandes con
cada palabra que salía de su boca—. Pero tomaré mis riesgos porque la vida no es
luz de sol y whiskey.
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—Y vas a matarlos —no era una pregunta.
DRE
—¿Andrea? ¿Eres tú? ¿Qué hora es? —preguntó mi papá, aclarando su garganta.
No contesté, y no sólo porque no importara, sino porque no tenía idea. Todo lo que
sabía era que era muy tarde.
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Sólo esperaba que no fuera TAN tarde.
—Mierda —dije mientras el pánico caía sobre mí. Mi boleto estaba en mi sostén,
el cual ahora está en algún lugar bajo la torre de agua—. Yo no… —comencé,
cuando mi padre me interrumpió.
—No voy a mandarte otro, Andrea. Esta es tu última oportunidad. Te amo, pero
necesitas ayuda y puedo conseguirte ayuda, pero tienes que estar en ese autobús.
Encontraría ese boleto si era la última puta cosa que alguna vez haría—. Lo
estaré. Lo prometo. Voy a casa. De verdad esta vez.
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—Lo prometo. Estaré ahí —acordé. Miré hacia Preppy quien sostenía su mano
por su teléfono, una ilegible expresión en su rostro—. Tengo que irme. Te veré
pronto.
No importaba. Fue en serio lo que le había dicho a mi padre. Iba a estar en ese
autobús. Sin importar qué.
Incluso si eso significaba que tenía que matar al hombre que había salvado mi
vida.
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CAPITULO 5
PREPPY
L AS DEMANDAS DE DRE NO eran en absoluto lo que había pensado que serían.
Ella ni siquiera pidió dinero, y estaba tan seguro de que ella lo haría que había
apostado todo en ello. Primero, ella quería usar mi teléfono para llamar a su papá,
el cual le entregué sin vacilación, como un signo de confianza.
—Necesito que mantengas con vida a uno de ellos. Conner —dijo, mirando a sus
manos y moviendo nerviosamente sus dedos.
—Bueno, él tuvo que hacer algo para ganarse esa clase de lealtad.
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Incluso si todo era basura.
El único lugar al que estaba planeando dejarla ir, era a donde me condujera de
vuelta a los otros dos pendejos. Pedirme que le perdonara la vida de Conner me
mostraba que tenía una especie de lealtad hacia él, así que cuando dijo que ellos
probablemente se estaban dirigiendo a Coral Pies para encontrarse con su
repartidor, no era exactamente como si fuera a tomar palabra de ello. Ella podría
haber estado mandándome directo a una trampa.
Al segundo que paramos en la estación, Dre abrió la puerta antes de que siquiera
pudiera aparcar—. ¡Oye! —dije, pensando que ella estaba a punto de saltar y correr
cuando se inclinó y vomitó en el pavimento.
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—Hay mucha gente ahí afuera cuyos padres no hacen nada de eso, o no darían
un carajo sobre llevar a su drogadicta hija a casa, así que cuando llegues ahí, intenta
ir tranquila con el tipo —dije, como si yo realmente creyera que ella iba ir a casa y
no dirigiéndose de vuelta a las drogadictas gemelas Olsen versión masculina.
Ella peinó su cabello fuera de sus ojos—. Tal vez tú eres Dr. Phil después de todo
—dijo, antes de desaparecer bajo las sombras del toldo, dirigiéndose hacia las vacías
bancas.
Si ella se sentía tan mal como se miraba, y si de verdad ella iba a tomar ese
autobús, entonces iba a ser uno de esos putos largos viajes a donde sea que ella estaba
yendo.
Mierda, tal vez ella de verdad iba a subirse a ese camión. Y por un segundo,
estuve feliz de que la chica fuera a reunirse con su padre. No estaba bromeando
cuando le dije que la mayoría de las personas no tenían padres que se preocuparan
lo suficiente para darles un ultimátum como él lo había hecho. Estaba a punto de
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arrancar de nuevo cuando vi las luces del autobús acercándose a la estación. Había
decidido que iba a esperar a que se subiera al autobús antes de dirigirme a Coral
Pines, cuando de pronto sus pies dejaron de tapear y replegaron de vuelta a las
sombras.
No como si ella se hubiera parado, no como si ella los hiciera hacia atrás.
Saqué mi pistola de mi bota y salí del carro, arrastrando los pies al costado del
edificio, mis ojos ajustándose para enfocarse en la oscuridad hasta que ubiqué a Dre
al otro lado del lote.
—No debiste haberte ido —murmuró el hombre, jalando a Dre sobre una acera
de estacionamiento, sus piernas raspándose contra el suelo mientras él jadeaba y
gruñía por su esfuerzo—. ¿Crees que simplemente puedes dejarme? Me debes, Dre.
Recuerda eso. No puedes simplemente irte a casa —dijo a una semi-consciente Dre
quien lucía a un millón de kilómetros—. Si yo no puedo ir a casa, entonces tú
tampoco. Lamento, yo… yo lamento lo que te hice —dijo más tranquilamente—.
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Pero acabo de darte algo de mi mejor alijo, así que debes perdonarme. Es buena
mierda, la mejor, y la guardé sólo para ti.
¿Este era Conner? ¿El que ella quería que yo mantuviera con vida?
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Tal vez fueron sus palabras. Tal vez fue la forma en que él la trató, como si la
poseyera. Tal vez era que este era el sujeto que ella había querido que yo salvara,
pero todo lo que yo sabía era que iba a entrar.
—Bien, las presentaciones puedes ser tan aburridas —dije—. Ya sabes —rasqué
mi cabeza con el cañón de mi pistola—. Drogadictos como tú le dan a las drogas un
mal nombre. Tú eres esa razón de que algunos de mis favoritos potenciadores de
fiestas nunca estén disponibles y marcados en descuento en los estantes de mis
locales favoritos del vecindario, Wal-Mart en la buena-vieja América, con precios
hecho-en-China —apunté mi pistola a su pecho—. Aléjate de ella o jodidamente te
eliminaré justo aquí —Conner se puso de pie con sus hombros encorvados hacia
delante, su pequeño pito ablandándose colgando fuera de su bragueta mientras
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levantaba las manos y hacía lo que dije, quitándose de Dre. Visualicé la puerta
abierta del baño—. Atrás, ahí. Párate en la regadera.
—Amigo, ten algo de puto respeto propio —dije—. A menos que eso sea lo tuyo.
¿Eres gay, Conner?
—Yo sólo… yo tengo un problema —dijo, sus pies colgando del borde de la
bañera.
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—Sólo necesito ayuda. Lo prometo, realmente no soy un tipo malo… —balbuceó.
Rodé mis ojos—. Conner, detén tu balbuceo. Te creo, colega —dije, usando mi
voz más tranquilizadora. Me acuclillé, así nuestros ojos estaban a nivel. Alivio al
instante llenó los ojos de Conner.
—¿Lo… lo haces? ¿Me crees? —su esperanza de salir vivo de ese baño era
jodidamente palpable.
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—Ah, lo que decía era. Digo. Simplemente gracias por no matarme.
—Esp… Esp.. ¡Espera! —tartamudeó. El sonido del agua cayendo sobre el plástico
atrapó mi atención mientras se orinaba encima de la cortina de baño caída.
—¡No, por favor no! —lloró, sosteniendo sus manos en frente de su cara, incluso
después de que le dije que no iba a dispararle en la cabeza. Era casi como si el cabrón
no me creyera—. Dijiste… me creíste… que… ¡que no pensabas que era un tipo
malo!
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CAPITULO 6
PREPPY
A LGUNAS VECES, NOSOTROS COMO HUMANOS hacemos cosas con un
propósito y claridad. Otras veces, cargamos a una inconsciente ladrona adicta
a la heroína de regreso a la misma casa a donde ella había ayudado a robar tus
plantas de mariguana, porque la mujer que vive ahí en una enfermera.
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El sentimiento de deja vu de que conocía la chica era abrumador.
Levanté su camisa y los moretones que había visto en la torre lucían diez veces
peor bajo la dura iluminación del baño. Sabía de primera mano que los adictos
tenían una tendencia de estar amoratados. Ya sea por marcas de agujas, de peleas o
sólo de tropezarse por ahí. Pero estos no eran esos tipos de moretones. No eran de
una pelea.
Mis ojos fluyeron al amoratado y sangrado espacio entre sus piernas que me
estremeció y me enfermó.
Tragué fuerte y le ordené a mi verga que se quedara quieta. Metí sus bragas en
mi bolsillo trasero por seguridad y la levanté hacia la tina, cambiando la regadera a
modo spray, así podía lavar la suciedad y la sangre de su cuerpo.
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Y no tenía puta idea de por qué.
Jalé la cobija sobre ella y ella se movió. Sus piernas cayeron abiertas, revelando
todo para mí y gemí ante la vista.
Mi verga pulsó. Lamí mi labio inferior ante el pensamiento de cómo ella sabría.
Necesitaba saber.
Perfume de coño.
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cuando pude completamente saborearla en mi lengua. Santa puta mierda. Bien no
era una palabra para como ella sabía. Épico. Su coño sabía épico.
Retrocedí un poco, sintiendo una pizca de ira hacia cualquiera de esos cabrones
que había lastimado su mágico coño, y esperaba que fuera el que ya no estaba
respirando y siendo mandado al pantano por Smoke y su grupo de limpieza.
Bombeé más fuerte, más rápido. Atormenté la punta de mi verga y justo mientras
sentía que estaba a punto de explotar, otro pensamiento me golpeó. Fue lo que me
mandó en espiral sobre el borde, mis bolas se contrajeron más fuerte de lo que
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alguna vez lo hicieron, y mi espina malditamente cerca de romperse cuando me vine
tan jodidamente duro que pensé que iba a caerme de la puta cama.
Había imaginado cómo ella había lucido en la torre de agua, justo antes de saltar.
Estropeada y rota. Había algo tan sexual sobre la forma en que ella había aceptado
la muerte que me excitaba algo feroz.
Quería verla triste. Probar sus lágrimas. Quería saber cómo ella sonaba cuando
lloraba. De dolor, de placer, ambos. El pensamiento de ser el que la hiciera llorar
fue mi ruina.
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Me dirigí al patio trasero donde podía fumar algo de mariguana y tener un viaje
en la más extraña puta noche de mi vida. Salvé a esa chica dos veces en una noche.
Estaba exhausto.
Pero hey, con vaso medio lleno y todo, SÍ conseguí matar a alguien.
No puedo conservarte.
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CAPITULO 7
DRE
Noche tras noche, día tras día, tomaron fuerza en mi cuerpo y mente, entregando
una agonía sin fin que nunca supe era posible. Estaba segura de que había muerto
porque el lugar en el que estaba existiendo era un puto infierno, reviviendo los
peores momentos de mi vida una y otra vez, nunca entumeciendo al dolor.
Gritos.
Luego fue como observar un vídeo en cámara lenta de mí misma. Estoy fuera de
mi cuerpo, mirándome a mí misma de pie bajo la lluvia. Agua, con gotas rojas,
corrían por mi cara, mis brazos y de las puntas de mis dedos sobre el pavimento.
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Estaba mirando a algo, pero cuando me giré para ver lo que estaba mirando, la
escena cambió.
El olor se convirtió en rancio moho, sudor y aire no circulado. El vídeo ahora era
de Eric y Conner acercándose hacia mí, sangre, esa viscosa habitación de motel. Más
gruñidos mientras ellos tomaban turnos conmigo. Riendo cuando yo lloraba. Más y
más fuerte, hasta que me di cuenta que no estaba muerta.
Un profundo ruido nasal que se hizo más y más fuerte hasta que el sonido estaba
presionado directamente contra mi oído y sentí lo que sea que estaba vibrando
contra mi mejilla. Frío y húmedo.
¿Húmedo?
¿Qué carajos?
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Algo se movió junto a la cama y estuve cara a cara con la fuente del gruñido.
Apretada entre el pequeño espacio entre la cama y la pared que era el enorme
cerdo, más grande que dos perros. Sus marcas blancas y negras se parecían a la de
una vaca. Descansaba su cabeza en la cama por mis piernas y podía jurar que el
cabrón estaba sonriéndome. Su hocico estaba húmedo y brillando mientras olfateaba
alrededor de la cama, probablemente tratando de averiguar quién coño era yo.
Cubrí mi muslo desnudo con la cobija, así el dejaría de mojarme con su asquerosidad
de cerdo.
—No te creas especial. Oscar es un coqueto. Él hace esto con todas las mujeres
—una familiar voz dijo y mi mirada viajó del cerdo a mi lado al hombre recargado
contra el marco de la puerta, sus brazos cruzados sobre su pecho, sus piernas
cruzadas en sus tobillos casualmente, cómodamente. Su sonrisa torcida mandó
escalofríos por mi espina e hizo a mi corazón acelerarse.
—¿Cómo es que estoy aquí? ¿Por qué? —pregunté, rompiéndome el cerebro por
una razón. Lo último que recordaba era que estaba esperando el autobús y luego…
y luego no tenía idea.
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hipster que conoce a un maestro. Una combinación que iba con él, pero que tenía
cuestionándome quién carajos realmente era él y qué quería de mí.
Jalé las cobijas sobre mi pecho desnudo y noté el patrón de pasteles de fresa en
las sabanas. Un rápido vistazo alrededor de la pequeña habitación confirmó donde
estaba.
Él sonrió y corrió su pulgar por su labio inferior. Seguí su mirada hacia mi pecho
desnudo. Necesitaba respuestas más de lo que necesitaba cubrirme. Él
aparentemente me comió con los ojos, y si pensó que me acobardaría o me pondría
incómoda bajo su inspección, entonces él había pensado mal. En lugar de agarrar
las cobijas otra vez o cruzar mis brazos sobre mi pecho, desafiantemente puse mis
manos en mis caderas.
—De nada por salvarte dos veces en una noche, por cierto.
—No estaba agradeciéndote —espeté—. ¿Y qué quieres decir con dos veces?
Justo entonces el cabello blanco de Mirna apareció en la entrada. Puso una mano
en el hombro de Preppy y él se hizo a un lado. Alivió me inundó. Ella estaba viva y
aparentemente sin daño. Mi primer instinto fue correr hacia ella y lanzarme en un
abrazo, pero recordé como estaba ella cuando la vi anoche y no quería asustarla al
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lanzar mi estropeado cuerpo desnudo en sus brazos cuando ella ni siquiera sabía
quién era yo.
Sin necesitar más probarle mi punto a Preppy, alcancé las cobijas y la envolví
alrededor de mi cuerpo—. Hola —dije, con un pequeño saludo de mano, apretando
la cobija en mi pecho. Mirna cruzó la habitación, lentamente caminando hacia la
cama con su boca abierta. Había algo diferente en ella al día anterior. Más enfocada.
Cautelosamente me presenté—. No sé si me recuerdas de ayer, pero mi nombre es…
Ella me reconoció.
Ahí fue cuando mis propias lágrimas comenzaron a fluir. Y durante ese
momento, Conner, Eric e incluso ese hombre todavía parado en la entrada no
importaban. La cobija había caído a la cama y otra vez estaba desnuda. Envuelta en
los amorosos brazos de Mirna como una recién nacida, rodeada en su protección de
superhéroe. Sana y salva de la vida a la que nunca quería regresar.
No habría bautizo hacia la muerte. Quería vivir. Y ahí, en los brazos de mi abuela,
volví a nacer.
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—Samuel ve por mi bata, por favor. Está colgando detrás de mi puerta —Mirna
me puso en la cama y se sentó junto a mí, manteniendo mi mano apretadamente en
las suyas. Sus ojos estaban húmedos e hinchados, justo como imaginaba que estaban
los míos. Preppy se fue y regresó segundos después arrojándome la bata.
Rápidamente me cubrí, atando la banda alrededor de mi cintura. Mirna
tentativamente puso las puntas de sus dedos en mi mejilla, como si no pudiera creer
que yo fuera real.
Siempre había odiado ser cercana a las personas. Nunca me preocupó ser tocada
o sostener manos. Pero mi abuela siempre había sido diferente. Quizás porque ella
era mayor. Quizás me gustaba la forma en que su arrugada piel se sentía sabia y
segura.
—¿Qué pasa? —preguntó Preppy, sus ojos enganchándose a los míos. De pronto,
me di cuenta que esta reunión con mi abuela iba a ser corta. Él iba a decirle sobre el
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papel que yo jugué en la destrucción de sus plantas y cualquier esperanza que yo
tenía de volver a conectar con mi abuela se quedaría en esa habitación cuando yo
fuera expulsada —Preppy pausó y miró entre nosotras—. Nada pasa —dijo, su
ánimo aligerándose—. Sabía que me parecías familiar, debí haber sabido por los seis
millones de fotografías de ti colgadas aquí —se giró hacia Mirna—. Pero ella luce
un poco diferente ahora, ¿no es así? —le preguntó a ella, como si él estuviera
alistando un chiste para el remate.
—Sí, así es —dijo Mirna, apreciando mi apariencia—. ¿Yo hice esto? —le
preguntó a Preppy, apuntando a un goteo IV junto a la cama que no había siquiera
notado que estaba ahí. Levanté mi mano donde el residuo de una cinta y un morete
de la aguja todavía estaban en la parte trasera de ella.
—¡La semana pasada! —exclamé. El jadeo de Mirna reflejó el mío—. ¿He estado
aquí por una semana?
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—Sí, Mirna te dio algún jugo de buenas noches y te inyectó alguna mezcla de
vitaminas que te tenía roncando peor que Oscar —dijo Preppy, agachándose para
acariciar al cerdo del que me había olvidado—. Te mantuvo de sentir lo peor.
—Has estado una semana entera y yo estoy apenas viéndote ahora —me dijo
Mirna. Se giró a Preppy—. Una semana es lo más largo que yo he… —comenzó a
decir antes de detenerse y poniendo una cara valiente, enderezando su postura y
limpiándose sus ojos—. Está bien. Estás aquí ahora y eso es todo lo que realmente
importa.
—Voy a ir a la cocina y las dejaré solas chicas para que se pongan al día por un
minuto —anunció Preppy. Se dobló y besó a Mirna arriba de su cabeza y yo
instintivamente me encogí. Preppy rió y dejó la habitación.
De verdad quería preguntarle a Mirna cuál era su trato con él, las plantas, todo
ello, pero sin conocer la situación, no quería traer nada que pudiera
accidentalmente molestarla.
—Dime que estás aquí para quedarte —dijo Mirna, ansiosamente esperando mi
respuesta,
Ahí es cuando me di cuenta que quedarme no era una opción. No tenía a donde
más ir—. Mi papá. Él pensó que iba ir a casa. Él probablemente estuvo esperándome
en la estación de autobuses —mi corazón dolió y mi cuerpo otra vez se sintió
enfermo cuando imaginé la mirada en su rostro cuando no bajé de ese autobús.
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—Lo llamaremos, cariño. Estoy segura de que podemos hablar con él y decirle…
Sus palabras estaban disfrazadas como una gentil invitación, pero sabía lo que
realmente eran.
Una advertencia.
Cuando Mirna y yo estuvimos finalmente solas me giré hacia ella, preparada para
lanzarme en un millón de preguntas cuando ella bostezó. Sus párpados estaban
pesados—. Creo que tú y yo tenemos que ponernos al día —dijo, frotando sus
sienes—. El único costo de renta aquí es tu honestidad. Espero que me cuentes todo
—volteó mi mano y corrió las puntas de sus dedos por las elevadas cicatrices en mi
brazo, inspeccionando mi vergüenza—. Y me refiero a todo.
—Sí, señora.
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Mirna palmeó mi mano—. Parece que las cosas han cambiado bastante para las
dos, ¿no es así?
Miré a la pared que nos separaba de él, como si pudiera verlo a través de ella, y
me preguntaba qué plan él estaba jugando—. Sí, parece que sí.
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CAPITULO 8
Preppy
D URANTE LOS DÍAS QUE Dre estuvo en coma me vertí en el trabajo,
determinado a tener dos Granny Growhouses más puestas para el final del
verano, lo cual iba a ser difícil, considerando la cantidad de trabajo que cada una
tomaba y que no tenía a nadie cerca que me ayudara. Trabajar fue todo lo que hice.
Con esa mesera de Presto que lo toma por el culo como si fuera su puto trabajo.
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regresaba a pensar que estaba en sus veinte y esperando a que su esposo llegara a
casa de la guerra.
Durante uno de sus momentos más claros habló sobre Dre, y era obvio que ella
adoraba a su nieta, sonriendo y riendo mientras me contaba historias de su diabólica
infancia, donde aparentemente Dre había pasado un montón de tiempo rompiendo
mierda. Hubo incluso amor en su voz cuando Mirna me dijo que ella había recibido
cheques cancelados del banco en el correo a la cifra de mil setecientos dólares. Todos
pasados a efectivo. Todos falsos. Ella había cerrado la cuenta, pero no fue hasta que
Dre apareció que ella supo quién estaba detrás de ello.
Hice una nota mental para buscar conseguir un fideicomisario para las finanzas
de Mirna, así no había posibilidades de que nadie le robara mientras su condición
continuaba empeorando. Carajo, ella ya no debería estar viviendo por su cuenta.
—¿Por qué no subí a ese autobús? —preguntó Dre detrás de mí. Me giré para
encontrarla de pie junto a la mesa, sus manos peleando con la banda de la bata que
se tragaba su pequeña forma en algodón blanco. Su largo cabello negro estaba
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rebelde alrededor de su rostro. Sus ojos marrón profundo quemando agujeros en mí
mientras ella esperaba a que yo le contestara.
76
cuello. Su temblor me dio una profunda satisfacción que la sentí todo el camino
hasta los dedos de mis pies.
Hice mi camino de vuelta a la estufa y miré hacia la triste pila de seis, chuecos y
medio quemados panqueques que parecían más como a los tristes sobrevivientes de
un apocalipsis de panqueques que a un desayuno.
Me quité el delantal “Besa la verga” de Mirna que solía decir “Besa la cocina” 2
pero con un pequeño rayón de marcador permanente, lo había hecho más mi estilo.
Puse la pila de panqueques zombies en el centro de la mesa y tomé asiento junto a
Dre. Puse una pequeña pila en frente de ella y el resto lo tomé para mí mismo,
vertiendo jarabe en ambos platos—. Bien, ahora podemos habar —anuncié, dándole
una mordida a lo que sabía más a polvo para hornear y a pie que a esponjosos y
deliciosos panqueques.
—Quieres saber por qué estás aquí, ¿cierto? Estás aquí porque uno de tus amigos
decidió administrarte una dosis de pura heroína, arrastrarte a través del
estacionamiento hacia un motel de mierda y jugar a esconder el salami mientras tú
te babeabas encima —giré mi cabeza y abrí mi boca para imitar su expresión facial.
—La verdad jodidamente duele, Doc —metí más de los horribles panqueques en
mi boca, y supe exactamente a qué sabían. A fracaso.
2 En inglés sería “Kiss the cook” originalmente y con el marcador convertido a “Kiss the cock”
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—¿Doc? —arrugó su nariz.
—Sí, cómo el Dr. Dre. ¿Recuerdas? ¿O tengo que comenzar desde el principio
otra vez? Okay, hagámoslo. Soy Samuel Clearwater, mis amigos me llaman Preppy.
—En fin, vi lo que estaba pasando y fui y… te recuperé. Te traje de vuelta a casa
de Mirna porque ella es una enfermera. Incluso aunque ella está un poco fuera de
ello, aún recuerda su entrenamiento. No sabía que era tu abuela —dije, hablando
con mi boca llena. Si no odiara tanto desperdiciar comida la habría escupido, pero
en su lugar tragué fuerte y tomé mi jugo de naranja.
—Sí, pude.
—Los hospitales tienden a hacer muchas putas preguntas cuando llevas a una
chica dopada en H.
—¿Por qué sería una cosa mala las preguntas cuando eres quien me salvó?
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—Porque, Dre, las preguntas conducen a respuestas, y en este caso, las respuestas
conducen a cuerpos —jadeó.
—Cuerpo —corregí—. Sólo uno, de hecho. Pero ya sabes, cuerpos suena mejor
para un efecto dramático y todo eso —le di otro trago al jugo—. Así que sólo vamos
a decir que uno de ellos ya no está disponible para inyectarse en un oscuro callejón,
golpearte hasta la pulpa, robar mis plantas o para largas caminatas en la playa —
bajé el vaso—. En las palabras de la oh-tan-sabia Taylor Swift —me incliné a través
de la mesa—. Nunca, nunca. Jamás.
—¿Eric? ¿Mataste a Eric? —preguntó, y sabía que ella estaba confirmando que
no era Conner, cual sea el falso sentido de lealtad que tenía hacia el hijo de puta me
estaba enojando. Hasta que me di cuenta que a ese fue exactamente a quien había
matado.
Ups.
79
—Sip, totalmente Eric —acordé, metiendo más panqueques en mi boca y tratar
de no reirme.
—Entonces él está…
To-ma-to, to-mah-to.3
3Término en inglés que hace referencia a la ignorancia de algo. Tomato = tómate porque la gente
cree que es un vegetal cuando en realidad es una fruta.
80
CAPITULO 9
DRE
¿ ENTONCES VAS A decirme ahora por qué insististe en darle al tipo Conner un
pase? —preguntó Preppy, mientras lo seguía a la habitación trasera de la casa,
donde parecía que él estaba a medio camino de terminar de reinstalar su operación.
La otra mitad de la habitación todavía estaba en ruinas. Sin preguntar, agarré uno
de los extremos de los tubos de plástico que él había levantado y subí la escalera en
el otro lado de la habitación, poniéndolo en los ganchos. Mi bata se abrió en el
proceso y rápidamente la até de vuelta, esperando que Preppy no lo hubiera notado.
Sin suerte.
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exactamente la droga de elección de las modelos y reinas de belleza, por una buena
razón.
—Porque, tal vez eso es lo que me gusta —dijo Preppy, como si no fuera nada.
—¿Las chicas que lucen como mierda? —pregunté, sin creerle en lo más mínimo.
—Oye, a algunos les gusta las chicas con penes, a otros les gusta follar vestidos
como los pitufos y pintados de azul. Miro porque me intrigas, pero no tengo puta
idea de por qué. Sin embargo, te mantendré al tanto.
—Sí y no. Hay momentos cuando una mentira no puede ser evitada. La
honestidad es una perra así de voluble. Sin embargo no creo en el filtraje. Cuando
comienzas a caminar en cáscaras de huevo alrededor de las personas, ahí es cuando
sabes que esas son las personas que no necesitas cerca. La vida es muy corta para
fingir ser alguien más. Yo sólo soy yo. Digo lo que jodidamente quiero decir. Hago
lo que quiero hacer y jodidamente no me disculpo por ello.
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—Creo que necesito adaptar ese tipo de honestidad —admití—. Pero un montón
de disculpas que hacer.
Suspiré—. Por ahora sólo digamos que Conner es alguien a quién lastimé —
Oscar llegó corriendo a la habitación, frotando su cabeza contra la pierna de
Preppy—. El tipo de daño que no puede ser arreglado. Que no puede ser removido
con una disculpa o flores.
—Debió haber sido algo realmente malo —señaló, inclinándose hacia abajo para
acariciar a Oscar en la cabeza.
Miré al piso y después a Preppy—. Lo fue —admití y como cada vez que pensaba
sobre el suceso que me condujo a tomar mala decisión tras mala decisión, era como
si lo estuviera trayendo de vuelta para que me apuñalara en el intestino una y otra
vez.
Abrí mis ojos, aunque no recordaba cerrarlos, para encontrar que Preppy ahora
estaba de pie junto a la ventana abierta, encendiendo un porro y recargándose
contra el borde—. ¿A dónde te habías ido, Doc? —dio una larga calada—. ¿Estás
pensando en besuquearte con tu amante? Te dejaré saber que probablemente no era
una buena idea. La perra de la heroína se adentra y al final, la ruptura es brutal,
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pero ella nunca te dejará, así que la abandonas ya a un lado de la carretera como a
una prostituta de autostop o te quedas y ella te matará.
—¿Eso es lo que te dices a ti mismo así le puedes decir a la gente que no te drogas
y de verdad lo creen?
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—Yo la vengo a ver y también unos cuantos de sus amigos y unas cuantas
personas de la iglesia. Ella está en una lista de espera para uno de esos lugares de
asistencia en Sarasota. Podrían tener una abertura mañana o en seis meses. No están
seguros —él lucía como si estuviera pensando sobre algo antes de agregar—, está
empeorando más y más, ya sabes. Tendrá unos cuantos días donde ella esté fuera de
ello, pero entonces de pronto ella irá por semanas estando simplemente bien. Esta
semana pasada ella entraba y salía, pero mayormente salía. Eso es lo más que la he
visto así —dijo Preppy, confirmando lo que ya había pensado, pero esperaba que no
fuera el caso.
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Temblé, insegura si era debido a su intensa inspección de mi cuerpo, el orificio
del aire acondicionado sobre mí o del buen miedo—. Sólo dime lo que quieres —
dije, queriendo que fuera lo que fuera esto acabara.
Preppy rió—. Cuida a Mirna. Ayúdame arreglar esta mierda también —la vaga
luz de algo malvado brilló en sus ojos, el mismo destello que había visto en la torre
de agua, y en ese momento mi temblor fue debido al miedo—. Y componte. Necesito
que no luzcas como el niño del Libro de la Selva para lo que tengo planeado para ti.
Piensa menos como Courtney Love, más como Jennifer Love.
—Ja ja, gracioso. ¿Eso es todo? —pregunté, cautelosa porque estaba librándome
muy fácil y tratando de evitar la necesidad de darle un rodillazo en las bolas.
—Oh, eso es de lejos todo, Doc —retrocedió, y me agaché para recoger mi bata,
cubriéndome rápidamente—. Muy, muy lejos de todo.
Preppy regresó a su trabajo y me fui para encontrar ropa real. Estaba buscando
a través de mis cajones en mi vieja habitación, esperando a encontrar una camiseta
o un pantalón deportivo, cuando Preppy apareció en la entrada.
—¿Qué? —pregunté, sacando una vieja camiseta de una banda del último cajón.
—¿Te refieres a cuando dijiste que o rompo con ella o ella me mata?
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—Sí, bien, olvidé agregar una pequeña cosita —dijo.
—¿Qué es eso?
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CAPITULO 10
DRE
P REPPY ME HABÍA DICHO que cuidara de Mirna, pero él todavía pasaba cada
tarde para revisarla antes de encerrarse en la habitación de cultivo por al menos
una hora. O él no estaba de humor para una conversación, estaba evitándome a
propósito o él no había descubierto exactamente qué era lo que yo podía hacer por
él a cambio de darme tiempo con Mirna. Pero entonces, me di cuenta que no era eso
en absoluto. Él no estaba evitándome.
Cada vez que él estaba cerca, encontraba una forma de tocarme y hacerme saltar.
Me guiñaba cuando Mirna no estaba mirando. Me desvestía con sus ojos en cada
oportunidad que él tenía, y se reiría cuando me retorcía incómodamente bajo su
mirada.
¿Pero hablar?
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Nop. No conmigo, de todos modos. Aunque, con Mirna él felizmente charlaba y
hacía pequeñas pláticas, como si él no estuviera torturándome con su presencia, la
persistente aprobación vislumbrando entre nosotros.
Debí haber estado feliz de que él no quisiera hablarme, pero estaba extrañamente
fastidiada por todo el asunto.
Había estado fuera de la sociedad por mucho tiempo. Eso debía haber sido el
verdadero problema. Mi necesidad por interacción social era probablemente la cosa
que me conducía a creer que el asesino psicópata cultivando hierba en la habitación
de huéspedes de mi abuela era alguien con quien podía tener una conversación,
cuando en realidad debí simplemente haber pasado página del libro de Preppy y
comenzar a hablar con el maldito cerdo.
Mirna ahora sabía todos los sucesos que me condujeron a estar de vuelta en
Logan’s Beach y ella me dijo sobre ser diagnosticada con Alzheimer el año anterior.
Hubo mucho llanto. Mucha risa. Mucho mirar viejas fotos y mucho dolor por mi
madre, incluso aunque ella había fallecido cuando yo era sólo un bebé.
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Físicamente, me estaba sintiendo mejor, aunque todavía estaba nerviosa. El deseo
por la heroína estaba ahí, pero ya no tenía sus manos en el volante. Gracias en parte
a Mirna y el mantenerme bien e inconsciente durante lo peor de mi ansiedad y a las
inyecciones de vitaminas que insistía en darme dos veces al día.
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—Sólo he estado arriba y sobre por una semana —apunté—. Pero gracias. Papá
me enseñó cómo hacerlo —sostuve en alto el taladro.
—Sé que lo hizo —dijo Mirna, mirando alrededor del garaje a los trabajos a
medio terminar de mi padre. Ella nunca siquiera pretendió como si quisiera
deshacerse de ellos—. ¿Alguna vez te dije que cuando tu papá se casó con tu mamá,
fue tu abuelo quien le enseñó cómo ser hábil alrededor de la casa?
Por supuesto que le creía, pero el escenario entero era bastante difícil de imaginar
cuando el taller de mi padre en casa lucía como algo fuera del sueño de un hombre
de mantenimiento. Mi corazón cayó cuando el recuerdo de mi papá arreglando el
techo de mi casa de muñecas llegó a mi mente. Fue entonces que él me enseñó cómo
usar un taladro eléctrico. Él siempre había sido mi héroe. No había nada que él no
pudiera arreglar.
Excepto a mí.
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—Aprecio eso, Mirna, lo hago. Pero conoces a papá, una vez que decide algo, no
cambia de opinión. Tal vez algún día alcanzaré y trataré otra vez, pero
probablemente es mejor que lo deje estar por un tiempo. Trataré de arreglar las cosas
cuando pueda respaldar mis promesas con alguna buena prueba.
Mirna no lo hacía casual. Su estado mental podría haber estado deslizando, pero
su estilo era tan fuerte y audaz como siempre. Luciendo bastante como una pin-up
mayor, su cabello blanco caía justo arriba de sus hombros en largos rizos de barril.
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Pesados flequillos con un ligero doblez en las puntas detenidos arriba de sus
perfectamente simétricas cejas. Sus ojos siempre estuvieron delineados, pero sólo en
la parte de arriba con un dramático delineado de gato al final, haciendo a sus ya
largos ojos grises parecer de muñeca. Rojo dramático era el color del labial que ella
usaba diariamente, independientemente si el día sólo consiste en jardinería en casa.
El armario de Mirna por sí mismo no era nada especial. Uno pequeño para entrar
con unas cuantas filas de estantes. Era lo que estaba EN ÉL que me tenía jadeando y
poniendo mi mano sobre los rápidos latidos de mi corazón. Vestidos. No cualquier
tipo de vestido, sino el tipo de vestido de una época olvidada hace mucho tiempo.
Cuellos halter con faldas acampanadas. Sombreros flojos. Tacones de plataforma
que me tenían cayendo de rodillas en el centro de la habitación.
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—Algunas cosas las he usado sólo una vez. Algunas veces nunca las usé en
absoluto.
—¿Por qué? Si yo tuviera un armario con estos vestidos en él, haría cada ocasión
una ocasión especial. Lavar la ropa. Ir por gasolina. Regar la mariguana.
—A tu abuelo le encantaba cuando me arreglaba, así que usaba algo lindo para
él cada día. Cuando él estaba en altamar mandaba algunos del estilo europeo que
eran tendencia en ese momento. Algunas veces tantos como un vestido a la semana.
Cuando él llegó a casa me embaracé inmediatamente —cuando le di una mirada de
complicidad, ella simplemente fijó—, no había televisiones en las recámaras en ese
entonces, cariño —antes de continuar—. Todavía planeaba usarlos, incluso de tres
bebés después, incluso después de que naciste, pero cuando Rick murió no podía
con el pensamiento de ponérmelos más. Sin embargo, tampoco podría permitirme
tirarlos —Mirna rió—. Por supuesto, no hay forma en el verde planeta de dios que
estos me queden ahora —suspiró y descolgó un gancho del perchero, poniéndolo en
mis manos sobre el perfecto zapato que todavía estaba acunando.
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Apunté a mi pecho—. ¿Yo? Mirna, no puedo —sostuve en alto el hermoso zapato,
y el gancho, para que ella los tomara de regreso—. No. No merezco esto. Nada de
ello.
—Nop. Sólo recuerda. Dama en la calle y una gata salvaje entre las sabanas.
—Mirna, en serio. Creo que mis orejas están sangrando —dije con una risa—.
Además, los hombres son la última cosa en mi mente.
—¡Mirna! —dije—. ¿Quieres que me enrolle con el tipo que cultiva hierba en tu
habitación de huéspedes?
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—¿Exactamente cuál es tu arreglo con él de todos modos? —pregunté.
—Lo siento —dije, Mirna despidió mi disculpa—. Sólo quiero asegurarme de que
sepas en lo que te estás metiendo con él y que…
—Oh, linda, tú no eres en absoluto una mala persona. Tienes un gran corazón y
los ojos de tu abuela —abrió sus ojos anchamente—. Y con eso puedes conquistar el
96
mundo —agregó el vestido, más algunos shorts desgastados de tiro alto y algunos
crop tops4 a la pila en mis brazos.
Mis manos comenzaron a temblar, replicas es como Mirna lo había llamado. Tiré
la ropa y cuando me agaché para levantarla, me disparó una mirada de
preocupación—. Se está poniendo mejor —le aseguré—. Lo juro.
—Entonces aquí está lo que vamos a hacer —dijo Mirna, otra vez juntando sus
manos. Tomó la ropa de mis manos y salimos de su armario, poniéndola gentilmente
en la cama—. Vamos a arreglarte toda y después vamos a ir afuera y meditar en el
aire fresco.
—¿Vamos a qué?
Ella puso sus manos en sus caderas—. No me digas que nunca has meditado.
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—No… ¿recientemente? —chillé—. La meditación no era realmente algo que
hubiera logrado afianzar con todas las inyecciones y decepciones a las personas que
tenía yendo.
Ella rodó sus ojos y regresó su atención a clasificar la ropa—. Tu sentido del
humor puede ser tan fuera de lugar como el de Samuel. Tengo un libro que puedes
leer y te enseñará. El mundo es un lugar tramposo. La meditación es un vehículo
que te ayudará a navegarlo mejor, ya sabes, evitar los baches.
—En mi caso mejor que ese vehículo sea un tanque —dije golpeándola con mi
cadera y tirando un precioso zapato en el proceso.
—No seas insolente, jovencita. Puede que esté perdiendo mis canicas, pero
todavía soy tu abuela.
—Porque, cariño, he esperado lo que parece como un centenar de años para ver
estos vestidos en una persona real otra vez y lo que parece incluso más tiempo para
ver cómo lucirían en ti. Esto te pertenece ahora.
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Mi corazón se apretó en mi pecho. No hubo discusión después de que ella dijera
eso, incluso si hubiera querido discutir. Lo cual no quería. Ni siquiera un poco.
Una hora después Mirna me dio la vuelta para verme en el espejo y jadeé ante el
reflejo delante de mí.
El vestido verde con blanco que Mirna había escogido para mí tenía gruesos
tirantes que se envolvían alrededor de mi cuello y un escote cuadrado que empujaba
mis pechos y les daba un aspecto más lleno, más redondeado. En medio era apretado
y acentuaba mi cintura, mientras que al final ondeaba en una línea a, terminando
justo arriba de mis rodillas.
Y, por supuesto, estaba usando LAS plataformas negras con correas—. ¿Quién
dice que el amor a primera vista no existe? —susurré mientras giraba mis pies de
lado a lado para admirar mejor a mis nuevos amores.
Mirna puso mi largo cabello en un estilo que no estaba segura de que algún día
pudiera duplicarlo yo misma. Un lado estaba metido detrás de mi oreja y el otro lado
caía en cascada sobre mi hombro. Rojo decadente estaba ahora en mis labios,
mientras que el delineador negro en mis párpados coronaba el look. Para cada look
del día. Preferiría una versión de pin-up más callada en el espejo. Pero, justo ahí, no
podía siquiera creer que la chica fuera yo.
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Mirna se puso detrás de mí. Sus ojos se pusieron vidriosos. El orgullo llenaba su
expresión mientras se unía a mí en la apreciación de mi reflejo. Descansó su barbilla
en mi hombro y sonrió—. Una mujer —dijo—. Luces como una hermosa joven
mujer. Lo cual es exactamente lo que eres.
Ella acunó mi mejilla—. Todos tenemos cicatrices, cariño —agarró mis muñecas
y las levantó a sus labios, presionando un beso en cada uno de mis antebrazos,
palmeándolos cuando terminó, como si el asunto estuviera ahora resuelto y los besos
de la abuela solucionaron todo. Y en una forma lo hizo—. Algunos de nosotros en
nuestros brazos —presionó su palma sobre mi pecho—. Algunos de nosotros en
nuestros corazones.
La fotografía era de Mirna usando un muy similar vestido, excepto que ella
remataba el suyo con guantes y un sombrero floppy.
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Ella estaba brazo con brazo con mi abuelo mientras sonreían para la cámara. Mi
madre era joven, de pie junto a ella sosteniendo una caja de almuerzo. Su cabello
rubio y ligeras características parecidas a mi abuelo, mientras que yo era la viva
imagen de mi abuela. Sostuve en alto el marco de fotografía y miré otra vez a la
similitud entre la versión joven de mi abuela y yo. No era nada que alguna vez
hubiera visto antes—. Sí te pareces a mí.
—Es como si fuéramos gemelas separadas por… décadas —dije, Mirna asintió y
rió, tomando el marco de mis manos y poniéndolo de regreso, exactamente en la
posición que estaba antes en el tocador, girándolo a la izquierda, luego de vuelta
unas cuantas veces antes de que ella estuvo satisfecha—. Mirna, ¿exactamente
cuántos años tienes? —pregunté, tratando de hacer las matemáticas en mi cabeza.
101
—Oh, no seas tonta. Soy sólo una anciana, lo cual me hace justo tan emocional
como una mujer embarazada —dijo con un bufido, aligerando el ánimo—. A
Samuel le va a encantar la forma en que luces —lamentó Mirna.
Mirna alzó una ceja blanca—. ¿No te dije, querida? Él es la razón por la cual
recordé darte la ropa que había mantenido para ti. Es para tu nuevo empleo.
—Sí, tu nuevo empleo es trabajar para Samuel —Mirna tomó un último vistazo
de mi reflejo y suspiró con satisfacción—. Será bueno para ti. Date una oportunidad
de limpiar tu alma, empieza de cero.
—No, ya verás. Son las manchas lo que nos hace humanos —dijo y con eso caí
un poco más enamorada de mi abuela—. Te diré qué, ve a regar las plantas mientras
voy a encontrar ese libro de meditación para ti. Cuando hayas terminado, puedes
encontrarme en el patio trasero. Vamos a tener nuestra primera sesión de
meditación y vas a enfocarte en el futuro y lo que quieres fuera de tu vida. Vamos a
limpiar esa alma que tú crees está muy sucia.
Mirna podría tratar su mejor esfuerzo, pero yo estaba bastante segura de que un
alma tan sucia como la mía necesitaría más que algo de ropa nueva y meditación
para ser limpiada. Apunté a la desconocida en el espejo, a la chica que lucía como
102
si CASI lo tuviera todo junto, murmuré—, a este punto, un blanqueador podría ser
de mucha más ayuda que un libro de meditación.
Tal vez le preguntaría a Preppy acerca de cómo limpiar un alma sucia porque
aunque Mirna me hubiese informado lo que él había hecho por ella, ella no había
visto sus ojos arriba en la torre de agua.
Nada de ello tenía sentido. Un tipo que ayuda a mujeres mayores en su tiempo de
necesidad no podía ser posiblemente el monstruo que yo pensaba que él era. Quizás
él no tenía un alma sucia después de todo.
MÁS TARDE ESE DÍA, Mirna me dio mi primera sesión de meditación. Yo estaba sin
zapatos en el césped, pero de vez en cuando abriría un ojo para asegurarme de que
estuvieran en la cubierta donde los había puesto, cariñosamente, en la sombra.
Nos sentamos al estilo hindú una delante de la otra en frente de su caja de flores,
nuestras manos en nuestras rodillas, palmas hacia arriba. Oscar gruñía alrededor
del patio. Mirna e incluso Preppy parecían preocuparse por el animal, tanto que
103
tenía aun así que preguntar por qué rayos mi abuela tenía un enorme cerdo como
una mascota, pero cuando él empujó mi hombro con su sucia nariz húmeda lo corrí,
fingiendo estar molesta por su interrupción. Puse mi dedo índice a lo largo de mis
labios y Oscar captó el mensaje, trotando de vuelta a la cerca y olfateando bajo la
puerta, como un perro oliendo otros animales. ¿Todos los cerdos eran así de
inteligentes?
Incapaz de evitarlo, eché otro vistazo hacia la cubierta trasera para checar mis
nuevos zapatos por centésima vez, y por un segundo mi corazón dejó de latir. Faltaba
uno, estaba a punto de correr hacia la casa de los vecinos para llamar al 911 o a la
estación de bomberos o al control de envenenamiento o al mismo presidente, cuando
una sombra cayó sobre mí. Chillé y traté de saltar lejos, pero él me agarró del brazo
y me sostuvo abajo. Caí de lado a lo largo del regazo del intruso, todo mientras Mirna
permanecía en su pose meditativa.
104
CAPITULO 11
PREppy
¿ QUÉ CARAJOS estaba usando ella? Su vestido estaba abrazando su pequeña
cintura y empujando sus tetas, y de pronto fue como si me hubiera quedado
sordo porque todo lo que podía escuchar era la sangre corriendo a mi verga. Todo
en mí estaba gritándome que doblara a esta chica y que la follara hasta que ambos
jodidamente MURIERAMOS.
Controla esa jodida cabeza, me regañé a mí mismo, tienes cosas más importantes
para estar enfocado, otras que en sus tetas.
Parecía como si Mirna hubiera envuelto a alguien más. Estaba feliz también
porque tanto como ella me agradara, cuando había insistido en enseñarme a meditar
yo prácticamente reproduje una recapitulación de American Ninja Warrior en mi
105
cabeza hasta que me dijo que habíamos acabado. Sus actuales pupilas se habían
impactado y asombrado por cuan bien yo jodidamente lucía y se había desmayado
en mi regazo, incapaz de conseguir un agarre en su desmayo.
Admito que cuando la vi primero sentada ahí en ese vestido, con su cabello todo
hecho en brillantes ondas y sus labios pintados de rojo brillante como la estrella en
mi porno favorito de los cincuenta, Rosie, la Remachadora Rectal, ni siquiera la
había reconocido. Mi primer pensamiento fue muy cavernícola. Poner verga en
coño. Pero cuando me di cuenta de que era Dre detrás de ese vestuario, agregué una
capa entera nueva de intriga a la chica que ya me tenía intrigado.
Jodidamente mucho.
No iba a decirle eso, pero omitir esa información no es lo mismo que mentir. Yo
no era un mentiroso. Incluso iría tan lejos para decir que mi fuerza siempre había
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sido mi asombrosa habilidad para ser completa y brutalmente honesto. Por supuesto,
el regalo de la honestidad era en adición a mi sentido de humor, ingenio, encanto,
carácter, notable buena apariencia, fenomenal—aun así clásico—sentido del estilo,
y último, pero no menos importante, el bloque de carne de hombre colgando entre
mis piernas.
Dre arrancó de mis manos el tacón de fóllame que había tomado del porche.
Estaba a punto de decirle que su papá estaba en la línea cuando recordé la razón a
la que llegué en primer lugar. Congelé mi boca abierta y el teléfono en mi oreja,
como al estilo que Zack Morris había pausado el tiempo, Saved by the Bell.
107
King había salvado mi vida, varias ocasiones. Mierda, él es quien me dio una vida
para empezar. Y tan lejos como una vida de compañeros heterosexuales va, me había
ganado la puta lotería cuando él se apareció en el patio de recreo ese día y noqueó
como el carajo al bravucón, a cuya madre puede o no que yo todavía haya hueveado
su casa regularmente.
Me alejé y esperé hasta que estaba atrás del portón, lo suficientemente lejos,
donde estaba seguro de que no había oportunidad de que Mirna o Dre me
escucharan antes de que pronunciara una sola palabra—. ¿Quién carajos habla? —
pregunté, poniendo tanta molestia como podía en la pregunta, interrumpiendo al
papá de Dre, quien no había parado de hablar, su rápido modo de hablar hizo casi
imposible comprender su frenética súplica.
—Es Adnet Capulet. ¿Quién… quién habla? —hizo eco de mi pregunta, ira y
confusión reemplazando la desesperación en su voz.
—Adnet, soy el tipo que levantó el teléfono sonando —canté—, y tú eres el sujeto
que llamó e hizo sonar el teléfono. Adelante, hazme otra pregunta. Esto es divertido
—me agaché para recoger una bola de espinas del costado de mi bota. Una de sus
diabólicas puntas se encajó en el lado de mi dedo. Sacudí mi mano varias veces antes
de que finalmente se desprendiera de mi carne, cayendo en la maleza donde sin
duda encontraría otra víctima desprevenida para atormentar, con su habilidad de
causar el daño suficiente para palpitar levemente en medio de la noche y despertarte
de un sueño profundo. Esas pequeñas putas semillas eran tan molestas, eran como
la versión planta de Dancing with the Stars.
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Otra vez, estoy jodidamente divagando.
—Déjame detenerte justo ahí, hombre. Suenas como un buen sujeto, quizás un
poco drogado, pero bueno. Desafortunadamente, no tengo puta idea de quién estás
hablando. El teléfono público que estaba a punto de usar comenzó a sonar, así que
lo contesté. Lo siento, hombre. Podrías querer buscar en meterla en el lado del cartón
de leche, INMEDIATAMENTE.
—Oh, sólo eres tú —dije, y si una voz pudiera gruñir, así es como le hablaba a
Bear. Gruñonamente. Sostuve el teléfono bajo la barbilla y arranqué toda la hierba
que había crecido del campo de conexión y envolvió su camino alrededor del cerrojo
del portón.
109
Bear debía haber estado en algún lugar cerca de una carretera porque podía
escuchar a los carros pasando y los cláxones de camiones sonando—. En serio, Prep,
¿todo bien por allá? Nosotros acabamos de llegar a la línea de estado de Mississippi
y paramos por gasolina. Figuré que checaría mientras pudiera —motocicletas
rigieron a la vida. Hombres gritaron unos a otros por encima del ruido de sus
motores.
—Aun así puedo escucharte haciendo pucheros a través del puto teléfono.
—No, no es así —alegué—. Es sólo un chico buscando una chica que no quiere
ser encontrada —mentí, y si mentirle al papá de Dre no se sintió muy buen, mentirle
a Bear se sintió como yo estuviera llegando con un caso de algo que no sabía cómo
curar.
Decirle a Bear sobre Dre. O mi nuevo plan para tenerla ayudándome con las
casas de cultivo mientras me encargaba de la situación de Max, estaba fuera de la
mesa, al menos hasta que supiera si realmente podría funcionar. Traer a flote las
110
esperanzas de él o Grace sólo para desilusionarlos si todo se convertía en mierda no
era parte de mi plan.
—¿Estás seguro de que no estás sólo viviendo con alguna chica, Prep? —preguntó
Bear, riendo ante su propia ridícula conclusión.
—Pero en serio, Prep, esta chica, la que no quiere ser encontrada. ¿Está en algún
tipo de problema? —preguntó Bear, levantando su voz por encima del ruido en el
fondo, el cual sólo se hizo más fuerte.
Bear ahora estaba gritando por encima del ruido cuando él preguntó—, ¿te la
coges?
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—No.
—Ella está jodidamente acabada, tiene las sacudidas todo el tiempo. Un ojo es
más grande que el otro y tiene este enorme bulto en su espalda. Quiero decir, no
estoy en contra de ello, pero ella no es como lo primero en mi lista de cosas por
hacer.
—No es mi chica. No trates de hacer esa cosa que haces donde haces de esto algo
que no es. Sólo cometí el cagado error de dejarla usar mi teléfono y ahora tengo que
conseguir un puto número nuevo, así su papi deja de jodidamente llamarme
esperando saber dónde está su hija drogadicta.
—Lo que sea, Prep —rió Bear, como si él supiera algo que yo no, lo cual me enojó
y fue probablemente la razón del por qué la necesidad de defenderme que me tenía
vomitando la siguiente línea de basura.
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—Ustedes están buscando nuevas BBB para el club, ¿cierto? ¿No se fue Furia
Puertorriqueña y Robert Dinero recientemente?
—Sí, Jessica e Ivette se fueron. Jessica está preñada y casándose con un dentista,
e Ivette desapareció en el aire, pero ya sabes cómo es. Podríamos definitivamente
usar unas cuantas caras alrededor del MC —Bear ignoró mi uso de los dos apodos
con los que había salido para sus chicas del club durante los años. Había llamado a
esta chica, Furia puertorriqueña, por una buena razón, ella era de hecho
puertorriqueña y siempre estaba enojada por algo. A la otra la llamé Robert Dinero,
porque como el actor, ella podía pasar como española, italiana o judía. Sin embargo,
su espectacular cuerpo era mucho más follable que su contraparte masculina—.
¿Por qué? ¿Crees que la chica drogadicta podría querer darle a la vida del club luz
verde? —preguntó Bear, antes de decirme—, espera un segundo —él no se molestó
en cubrir el teléfono cuando ladró órdenes a sus hombres. Sostuve mi teléfono lejos
de mi cabeza con el fin de evitar daño permanente en mi tímpano mientras él le
gritaba a todos que estuvieran listos para marcharse a las cinco—. Bien, sí. La chica
—dijo cuando regresó otra vez a la línea.
—Tiene problemas de papi y un problema de drogas. Creo que ésta en serio nació
para ser una BBB —señalé.
113
Conociendo a Bear y a sus modales estelares, más el hecho de que el tipo era alérgico
a las camisetas y todo iba junto con eso, fui con b).
Ella podría haber sido la que trató de matarse a sí misma, pero yo era el que tenía
tiempo prestado. Era tiempo de mostrarle a Dre qué más necesitaba de este trato
entre nosotros antes de que ella descubriera la verdad sobre su papá y Conner.
114
CAPITULO 12
PREPPy
¿ SAMUEL, TE GUSTARÍA unírtenos? —preguntó Mirna, sin abrir sus ojos.
—¡Samuel! —regañó Mirna, pero podía escuchar el indicio de una risa en sus
palabras.
Cerré mis ojos y tomé una respiración, sintiendo la mirada de Dre en mí.
Su calor corporal.
Una mano tocó mi hombro y mis ojos se abrieron. Levanté la vista para encontrar
a Mirna cerniéndose sobre mí—. ¿Samuel?
115
—¿Sí? —me volteé para tener otro vistazo de las tetas de Dre, pero ella no estaba
ahí. El sol tampoco lo estaba. Había sido temprano en la tarde cuando yo había
llegado ahí.
Mirna rió—. Has estado en la misma posición por tres horas. No creo que
estuvieras dormido.
Mirna me ayudó a levantarme de mi codo del césped y metí su brazo bajó el mío
mientras caminábamos de regreso a la casa—. Creo que lo llaman transcendencia
—dijo, extendiendo su mano hacia el cielo y haciendo la forma de un arcoíris, como
si estuviera hablando de algo fuera de este mundo.
—Sí, lo tuve una vez después de un mal lote de hongos, tuve que vaciar mi
estómago.
116
sólo una chica arruinada —sacó un álbum de fotos del estante arriba de la mesa y
lo lanzó a la barra en frente de mí—. Míralo tú mismo.
Mirna sonrió y asintió—. Sip, exactamente como eso. Cuando Becky se casó con
el papá de Dre, Rick y yo pensamos que era muy entrañable, sin darnos cuenta que
terminaría casi tan trágicamente.
Aunque los colores de las boletas de calificaciones, así como los nombres de los
maestros y las materias cambiaba, las letras de las calificaciones permanecieron
iguales en cada página de cada boleta.
—Guao. Mi boleta de calificaciones era mucho más diversa que esa —dije,
girando las boletas.
—¿Diversa?
—Había mucho más del alfabeto usado —cerré el álbum y lo deslicé de vuelta a
lo largo del escritorio.
—Aun así, tú eres el hombre más inteligente que conozco —abrió el gabinete y
sacó sus tazas de té favoritas.
117
—Aw, basta, Mirna —dije, dramáticamente batiendo mis pestañas. Ella me
golpeó con un guante de cocina.
—Pero si esas calificaciones no te muestran cuan lista es ella, esto debería —dijo,
bajando su voz a un susurro. Ella abrió un cajón y sacó un largo folder. Deslizó una
gruesa pilas de papeles hacia mí.
—Asumirías correctamente.
—Samuel —dijo, deslizando los papeles de vuelta hacia mí—. Ella no sólo firmó
los cheques. Ella HIZO los cheques. Sello de seguridad y todo —y, aunque Mirna
debería estar enojada porque Dre le robó, no había equivocación del orgullo en su
voz.
Miré más cerca, arrancando uno del agarre de la grapa y muy seguro, sello de
seguridad y todo, marcas de agua, código de cuenta, era una pieza de arte—. Guao
118
—dije, impresionado—. Si no estás enojada, ¿por qué no le dices que sabes? —
pregunté.
—Por la misma razón por la que no le he dicho que sé que ella tuvo parte en
robar tus plantas —respiró profundamente—. Porque estoy perdiendo la cabeza,
Samuel, y me rehúso a perder a mi nieta otra vez antes de que se haya ido
completamente. No hay tiempo suficiente para el enojo o alienación. Ya no.
—Oh, no. Grace es un pájaro duro. Ella ha estado lidiando con ustedes chicos
por tanto tiempo, y no estoy segura de que pudiera haber hecho la mitad del trabajo
tan bien como ella lo ha hecho —Mirna checó las galletas de nuevo, esta vez
removiendo la bandeja y reemplazándola inmediatamente con otra mezcla sin
hornear—. Además, estoy segura de que ella me patearía el culo.
—¿Por qué estás diciéndome esto? ¿Por qué es tan importante que sepa que ella
es inteligente? —pregunté.
Mirna tomó mi mano en la suya—. Porque quiero que sepas que estoy perdiendo
mi cabeza. No soy estúpida. Sé de la forma en que los negocios funcionan. Sé la
forma en que tus negocios funcionan. Ella está aquí porque demostraste compasión.
119
—Yo no lo llamaría exactamente compasión —dije, aunque, no sabía
exactamente cómo lo llamaría—. Ella tiene un pase porque es tu nieta y eso jode con
el negocio en un nivel diferente. No es gran cosa.
—Se te olvida que soy un viejo pájaro perceptivo. Andado alrededor de un bloque
o dos yo misma —pausó y suspiró—. Por lo que ella me dijo, pienso que salvaste a
mi nieta e hiciste lo que tenías que hacer para proteger tu negocio y a ella… y te
agradezco por eso. Tú no sabías que era mi nieta cuando hiciste eso y es gran cosa
para mí, incluso si no lo es para ti. La razón por la que necesito que sepas cuan
inteligente es ella, es porque necesito que sepas a quién le has dado una segunda
oportunidad —asintió a la pila—. Mira por detrás.
Hice lo que dijo y noté que a lo que ella me tenía mirando eran dos documentos.
Un poder notarial y una última voluntad y un testamento. Dejando cada decisión y
cada posesión de Mirna a mí—. ¿Qué es todo esto? —pregunté.
—Tú me has dado tanto, Samuel. Esta soy yo dándote las únicas cosas en este
mundo que me quedan por dar. Le habría dado todo a mi Andrea, pero es mucho
para que ella lo maneje ahora mismo por su cuenta. Hay algunas cláusulas, pero no
tienes que decidir en ellas ahora mismo. No enseguida, de todos modos. Esas copias
son para ti. Tómalas. Revísalas.
120
—Mirna, esto no es por lo que yo…
—¿No puede hacerlo ella misma? ¿Inserto chiste sobre ella sabiendo cómo usar
una jeringa?
Ella frunció el cejo—. Es precisamente por eso que ella NO DEBERÍA sostener
una.
—Bien, tú eres la jefa, Mirna. Una inyección viniendo —tuve una idea—. ¿En
dónde le pongo esto?
121
y la arrojó al lavabo. Me dio palmaditas en la mejilla mientras ella pasaba y entraba
a su habitación.
122
CAPITULO 13
DRE
¿ Dónde está Mirna? ¿Por qué ella no está dándome esto? —pregunté. Había
estado acostada sobre mi estómago en la cama, dándole vueltas al folleto de la
instalación asistida para la que Mirna estaba en la lista de espera, cuando Preppy
entró. Parecía un buen lugar, pero no era algún lugar en el que pensé que ella
permaneciera.
—Ella está alistándose para algunas señoras de la iglesia que van a venir, así que
ella me pidió que lo hiciera. Ahora, ve. Momento de que te desnudes. ¿Necesitas
música? Asegúrate de empezar lento. La provocación es la clave —divagó.
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—Mirna me la da en el brazo.
Renuentemente, hice lo que dijo, pero sólo porque no estaba sintiéndome tan bien
y sabía que la inyección me haría sentir mejor, independientemente de donde fuera
inyectada.
124
Mi respiración se atrapó en mi garganta cuando sus manos comenzaron a
recorrer mi nalga, lentamente trazando círculos en mi piel, para nada cerca del sitio
de inyección, dirigiéndose más y más lejos hacia el lugar entre mis piernas que de
pronto estaba estremeciéndose con conocimiento.
—Me encantan esos putos tacones —dijo, su voz más baja de lo que la había
escuchado alguna vez. Rasposa.
Putos tacones. Eso pudo haber sido tomado de tantas maneras diferentes, pero mi
mente no podía procesar ninguna de ellas porque las puntas de sus dedos rozaron
el borde de mis bragas, justo cuando Mirna entraba en la habitación. Salté,
cubriéndome otra vez con la falda de mi vestido. Donde yo estaba frenética y lucía
culpable, aunque no sabía de qué me sentía culpable, técnicamente nada pasó,
Preppy sonrió y se dejó caer en la cama, rebotando en el colchón como un niñito.
—No es lo que pare… —comencé, pero me detuve cuando noté que había algo
diferente en Mirna, algo en la manera en que ella continuaba mirando de mí a
Preppy con sus cejas apretadamente fruncidas. El timbre sonó—. Samuel, ¿cuándo
llegaste? —preguntó—. ¿Y quién es tu amiga?
125
PREppy
MIRNA SE SENTÓ CON tres señoras de la iglesia en la sala de estar. Me paré detrás
de Dre, quien se recargó contra la pared del pasillo fuera de vista, escuchando a
Mirna contar las historias de su pasado como si hubieran pasado ese mismo día y
no hace décadas. Con cada minuto pasando los hombros de Dre caían más y más
mientras ella observaba a su abuela, en las garras de la demencia, presentarse a sí
misma a la mujer que había conocido por décadas.
—¿Por qué ella siempre te recuerda? —preguntó Dre, sin darse la vuelta, una
pizca de celos en su voz.
Me rasqué la cabeza—. Al carajo si lo sé. Cuando ella está así olvida el valor
entero de la semana de nuestras interacciones, las personas que ha conocido por
cincuenta años, pero usualmente ella sabe quién soy yo. Tu pensamiento de por qué
es tan bueno como el mío.
126
Hilda, una mujer más grande que Bear, se giró y asintió—. Tómense su tiempo.
Estaremos bien.
—¿Escuchaste eso? Están teniendo una encantadora hora del té —agarré a Dre
de la mano y la llevé fuera de la puerta hacia mi coche. Abrí la puerta y le hice señas
para que entrara, pero ella se quedó ahí mirando al asiento de pasajero—. No va a
morderte —le informé.
Me estaba irritando—. No finjas que eres la nieta cariñosa ahora. Como que ya
perdiste el bote en eso.
—¿Fingir? —dijo ella, señalándose a ella misma—. Tú eres quien puso este puto
acto, así puedes conseguir que mujeres mayores hagan tu voluntad. Tú eres el que
está fingiendo. ¡No yo!
Ella cruzó sus brazos sobre su pecho—. Sé que tienes a Mirna engañada al pensar
que eres algún buen sujeto que ella piensa es su salvador, cuando sólo la estás
usando para conseguir lo que quieres.
127
—Supongo que me tienes bien resuelto —dije sarcásticamente, rodeando el carro
al asiento del pasajero y cerrando el espacio entre nosotros—. Ahora súbete al puto
coche.
Ella dio un paso hacia atrás, como si hubiera probado su desobediencia—. ¿Ella
siquiera sabe realmente quién eres? Y no estoy hablando del tipo que la hace reír y
escucha sus historias, estoy hablando de la otra cara. De la que atrapé un vistazo en
la torre de agua.
—No sabes mierda sobre mí, y ahora has acabado de probar que tampoco sabes
mierda sobre Mirna. Tu abuela tiene demencia, ella no es jodidamente estúpida.
Puse mi sonrisa arrogante—. Seguro como el carajo que ella sabe, Doc.
—Mirna no sólo sabe, sino que ha sido aprobado, Doc. Tengo la sensación de que
podría haber tomado la mitad de Logan’s Beach y ella no daría un carajo siempre y
cuando tú todavía estuvieras vida, porque a diferencia de ti, Mirna sabe de lo que se
trata la familia y la lealtad —los ojos de Dre se ensancharon ante mi admisión y sus
hombros cayeron, pero sólo por un segundo, antes de enderezarse otra vez y asumir
una postura defensiva—. Espera, olvídalo, tú sí sabes algo sobre lealtad si cuentas el
darle a esa bolsa de mierda, Conner, un pase por alguna oscura razón que te rehúsas
a compartir. Quiero decir, podría decir que le eres leal a la heroína también, pero
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aquí estás dos semanas enteras sobria, una de ellas consciente, así que supongo que
jodiste a esa perra también.
Dre me perforó con sus ojos, sus gruesos labios estaban en una línea recta.
Estábamos tan cerca que podía sentir la calidez irradiando de su piel y oler su
champú floral—. ¿Y tú sabes mucho sobre ser leal?
—¡No tengo que escuchar esto! —Dre sacudió su cabeza—. ¡Tú no sabes una
puta cosa sobre mí! —se dio la vuelta hacia la casa. Agarré su muñeca, enterrando
mis dedos en su piel.
—¡Suéltame! —dijo, arqueando su espalda y plantando sus pies para frenar, pero
no importaba cuánto ella estuviera jalando, no iba a soltarla.
—¡No! No hasta que me digas por qué estás siendo toda una pendeja ahora
mismo.
—¿Quieres saber por qué estoy siendo de esta manera? —dejó de luchar y se
paró frente a mí, tan cerca que ella tuvo que estirar su cuello—. ¡Tú! —clavó su
dedo en mi pecho—. Mi problema eres tú. Cultivas tus plantas y haces tus confusos
comentarios sarcásticos y piensas eso porque tienes este encanto único yendo, y
129
sonríes un montón que puedes hacer lo que sea que quieras. Bueno, notica de última
hora. No puedes. Tienes a las ancianas engañadas, pero no me engañas a mí. Tú no
me posees —trató de enterrar sus dedos bajo mis brazos para aflojar mi agarre.
Tiré de ella contra mí, bruscamente. Me incliné, mis labios en su oreja—. Ahí es
donde te equivocas.
—Crees que eres mejor que yo —dijo—. Pero no lo eres —su voz tomó un tono
serio. Bajó su cabeza y retrocedió. Le permití el espacio, pero no la solté—. Cuando
hayas obtenido lo que quieres de Mirna, vas a empacar e irte sin otro pensamiento
más para ella o sus sentimientos, y ella se va a preocupar por ti cuando te hayas ido.
Le va doler cuando no sepa dónde estás —su paso vaciló. Cayó al piso y levantó la
vista a mí con ojos vidriosos—. Y todo es porque le causaste un tipo de daño que no
puedes quitar —solté su muñeca y ella frotó la marca roja en su brazo y miró al
suelo arrastrando sus pies.
—No sé de qué carajos estamos hablando ya —dijo, corriendo las puntas de sus
dedos sobre las marcas de su brazo—. Hice cosas. Más que conducir a Conner y a
Eric aquí, sabiendo lo que ellos… sabiendo lo que nosotros intentábamos hacer. A
mi papá. A Mirna. No puedo borrar lo que la hice pasar, pero eso es todo en lo que
pienso —se mordió su labio inferior y metió sus manos en los bolsillos de su vestido,
trayendo más abajo el escote, exponiendo más de la parte redondeada de sus tetas.
130
Sus labios se abrieron en sorpresa.
Dejó caer su cabeza a sus rodillas—. ¿Qué carajos voy a hacer ahora? Tengo que
disculparme —miró a la casa donde Mirna estaba sentada cerca de la ventana riendo
con sus amigas, esa vidriada mirada fácilmente notable incluso desde el patio de
enfrente—. Pero no puedo.
—¿Doc?
Ella giró su cabeza y curvó una ceja ante mi mano extendida. Sostuve el archivo
en la otra—. Creo que sé cómo podemos ayudarnos el uno al otro.
—¿Cómo?
131
CAPITULO 14
PREppy
¿ POR QUÉ ES TAN importante sacar a la hija de King del sistema? —preguntó
Dre después de que le explicara la situación con King y Max.
Y lo hago.
—Lo es. Cuando yo era niño no hubo nadie cerca para pelear por mí. Mi mamá
era un pedazo de mierda e igual cada hombre que encontró su camino a su puta
habitación —me encogí de hombros como si no fuera nada, pero preferiría tomar
una espiga en el ojo que hablar sobre mi infancia, pero necesitaba que Dre
entendiera la situación—. Ella era una drogadicta, una perdedora, un deplorable ser
132
humano, lo aprendí de ella. Ella era una guía para la familia andante de ‘qué no
hacer.’
—No hay otra forma de describirla porque eso es exactamente lo que ella era —
dije.
—Continúa.
Torcí mi mandíbula mientras recordaba el día que King entró y encontró a Tim
en celo dentro de mí como un puto cerdo de corral—. Sacó la mierda viviente de
mí… entre otras cosas.
—No me compadezcas —miré hacia a Dre, quien estaba jugando con sus uñas y
mirando a su regazo—. Seguro como la mierda que yo no lo hago. Escucha, la vida
133
no es sobre lo que pasó en tu pasado, es sobre dónde estás ahora y a dónde vas.
Adelante y hacia arriba y todo ese rollo.
—Eso es muy poético —dijo Dre—. Pero estoy sorprendida de que siguieras sin
buscar justicia o venganza.
Sonreí—. Oh, me vengué. Ese puto está muy MUY… sólo digamos que donde él
está rima con, puerto.
—¿Cómo? —se movió, así ahora estaba sentada de lado. Me incliné hacia ella
también, hasta que sólo estaba a centímetros de su cara.
—Eso es de hecho algo extraordinario —dijo Dre después de una larga pausa,
sus palabras tomándome por sorpresa.
Me burlé—. Nah, yo sólo no dejo que ese chupa vergas dicte mi vida. Si lo hago,
entonces él gana. Además, él y mi mamá hicieron mi vida tan miserable que ahora
aprecio cada maldita cosa buena que llega en mi dirección e incluso algunas de las
malas. Si no fuera por ellos, yo no habría reconocido a King como mi hermano ese
134
mismo día en el patio de recreo en la escuela, o tomado a Grace cuando ella le mostró
a un niño usando pantalones arrugados un poco de amabilidad.
O atragantarse.
Dre rió y el sonido hizo algo que succionó la pesadez del aire como una
aspiradora.
Paré entre dos pinos y apagué el motor, dejando la radio encendida. Apagué mis
luces delanteras y las quietas aguas del Caloosahatchee parecieron extenderse en
frente de nosotros. A la derecha estaba la calzada, está alta de espaldas del agua
como el monstruo del Lago Ness haciendo estiramientos. La orilla, en el otro lado del
río, brillaba con luces de hoteles y condominios. Ocasionalmente, un set de luces
apareció al otro lado y viajó sobre la calzada como una estrella fugaz en cámara
lenta sobre las bestias.
—Es hermoso aquí —dijo Dre, inclinándose sobre el tablero y mirando hacia el
agua—. Olvidé cuánto me encanta estar aquí. Mis veranos aquí con Mirna eran lo
mejor de mi vida.
135
Ella suspiró y se sentó contra el asiento—. Entonces necesitas sacar a Max del
sistema. ¿Exactamente cómo puedo ayudar con eso?
—Voy a necesitar tus talentos si voy a hacer que algo de esto funcione.
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parecía pensar que lo era. Pero si las sonrisas eran infecciosas, entonces Dre era una
plaga de sonrisas.
Extremadamente contagiosa.
—Escucha, Doc, no tengo duda de que eras una tenaz coloreadora en un tiempo.
Una Crayola erudita, si tú quieres. Desafortunadamente, esa habilidad realmente no
va a funcionar en esta particular situación —dije, asintiendo a los papeles en su
regazo—. Necesito crear un rastro de papeles, así luzco como un ciudadano
excepcional en cada forma —me recargué contra la puerta—. Como Martha
Stewart.
Dre levantó su cabeza y arrugó su nariz—. Martha Stewart hizo tiempo para
información privilegiada.
—Bueno, estamos en Florida, no tiene mucho del sur que eso —dijo Dre.
—Sí —concordé—. Somos tan sureños que estamos abajo del cinturón de la
biblia. Somos como… la verga del sur —Dre rió.
137
—De hecho sí sé eso —dijo Dre, inclinando su cabeza de lado mientras revisaba
los papeles—. Bueno, sabía eso. No puedo decir exactamente que estoy al día con los
sucesos actuales aún.
Era… diferente.
—Larga historia corta es que necesito ser un ciudadano modelo y la lista en ese
archivo nos dice lo que vamos a necesitar hacer para que eso suceda. Ya que no
puedo exactamente probar un montón de esa mierda de manera legal. Necesito tus
habilidades para crearlas —salí del auto y ella me siguió, archivo en mano. Me
recargué contra el cofre y encendí un porro, inhalando el humo junto con el aire
salado. La cabeza de Dre todavía estaba en los papeles mientras yo continuaba, su
labio inferior entre sus dientes—. Al principio, antes de que Mirna me contara el
diabólico genio que eras con la falsificación, iba a conseguirte un trabajo en la
oficina del secretario y ver qué podías hacer para mover cosas. Ya sabes, correos,
archivos, firmas, estampas. Lo que fuera que pudiera ayudar —expliqué—. Pero
cuando ella me contó que creaste los mismos cheques, marcas de agua y todo…
supuse que podríamos usar ese talento para hacer una gran mella en esa lista mucho
más rápido.
138
Ella no contestó, en su lugar su rostro se torció como si ella tuviera dolor.
Moviéndose de lado y levantando una de sus rodillas e inconscientemente
exponiendo un trozo de bragas blancas entre sus piernas antes de arreglar de nuevo
su vestido. El recuerdo de su olor, su sabor en mi lengua, inundaron mis sentidos y
me tenían momentáneamente olvidando el por qué estaba yo ahí, porque el coño
maravilloso como el carajo de Dre había empujado de lado la cuerda de terciopelo
rojo y se había robado el primer lugar en la fila del club en el que yo
desesperadamente quería empujar mi verga dentro.
Si era hermoso cuando estaba estropeado, no podía imaginar cuan perfecto lucía
rosa, hinchado y húmedo con excitación.
—Bien, ¿pero cómo demonios se arregla esta mierda con Mirna? —preguntó. Le
ofrecí el porro y ella rodó sus ojos.
—Dime, Doc. ¿Cuáles son tus planes cuando el lugar de vida asistida tenga una
apertura y Mirna se mude a Sarasota? —pregunté, expulsando anillos de humo a la
noche.
De hecho, podrías.
—Okay, déjame ser más directo. ¿Dónde planeas vivir? ¿En casa de Mirna?
—Tal vez. Si eso está bien con ella. Sin embargo, no haría ninguna suposición.
Tendría que preguntarle a ella.
139
—Ves, ahí es donde te equivocas. No te puedes quedar en casa de Mirna cuando
ella se mude.
Se bajó del cofre y se paró frente a mí. Algo más cerca y podría atraerla entre mis
piernas—. Creo que deberíamos dejarle eso a Mirna para que lo decida.
DRE
—TIENES QUE ESTAR jodidamente bromeando —dije, sin creer lo que estaba
sosteniendo en mi mano.
—Doc, estoy dolido. Tú sabes cuan serio soy —dijo Preppy con sus manos en su
corazón.
140
—Entonces, estás diciendo que si hago esto, falsificar los documentos que
necesitas, entonces qué, ¿me dejarás quedarme ahí cuando Mirna vaya a Sarasota?
Eso es chantaje.
—¡En serio! —dije—. Qué, ¿quieres que rente en frente de ti? —pregunté,
impactada por lo que estaba sosteniendo. Me importa un bledo las posesiones de
Mirna o la casa y podría entender por qué yo no sería la mejor opción para manejar
sus asuntos, pero eso no quería decir que no doliera.
Estuve callada por un momento. Mirando el papel, luego al agua otra vez y otra
vez, sin un claro pensamiento registrando lo que había acabado de pasar.
—Sí y nunca he realmente estado IMPRESIONADO antes. Bueno, tal vez una vez,
pero fue durante American Ninja Warrior, y ese chico que ganó era un amputado y
141
un maldito héroe de guerra. Tendrías que estar hecho de puta piedra para hablar
durante el conmovedor tributo de comentaristas mientras la cámara hace zoom en
la prótesis de su pierna y la bandera de estrellas y rayas ondeando en el fondo.
142
Preppy se quitó del cofre del coche—. Te creo —dijo, con verdadera sinceridad
en su voz—. Piensa en cuán más rápido serás capaz de hacer eso cuando no tengas
que preocuparte sobre un techo sobre tu cabeza —extendió su mano—. ¿Trato?
Preppy tenía razón, tanto yo como odiara admitirlo. Tomé su mano—. Trato —
cuando traté de soltar, él me jaló entre sus piernas y envolvió sus manos en mi
cintura—. Un apretón de manos es tan informal. Deberíamos sellar este trato
follando. Eso suena mucho más oficial, ¿no estás de acuerdo?
Sacudí mi cabeza.
Empujé sus hombros—. Sabes, algunas veces no sé cuando estás siendo serio.
—Oh, bueno, eso es sencillo de resolver. Estoy siempre algunas veces bromeando
en una forma que es honesta.
—Totalmente lo aclaró.
—Me alegra poder ayudar —dijo Preppy mientras los dos regresábamos al coche.
Encendió el motor.
—Podría ir a prisión por esto lo sabes —declaré y aunque intenté que fuera un
argumento, me encontré a mí misma sonriendo.
—No puedo creer que acabo de aceptar falsificar documentos cuando me dije a
mí misma que nunca lo volvería a hacer —lamenté.
143
Preppy puso el coche en reversa—. No lo pienses de esa forma entonces.
144
CAPITULO 15
DRE
¿ Dónde están los zapatos? Pensé que habíamos acordado que usarías los
tacones “FÓLLAME” —preguntó, cuando me vio sentándome en la mecedora
del porche en un short de mezclilla de tiro alto con botones al frente estilo 50’s y
una camiseta blanca estilo resaque que mostraba un poco de piel en mi sección
media. Había optado por un par de Keds6 blancos en lugar de mis preciosos tacones,
los cuales yo seriamente los consideraba envoltura de burbujas de seguridad.
—Nunca acordamos nada por el estilo —me puse de pie y los ojos de Preppy
cayeron en donde mi short quedaba en mi muslo y al instante, me arrepentí de
usarlos—. Además, realmente no quedan con el atuendo.
—Nop.
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—Tú realmente eres una aguafiestas, Doc.
—¿Qué si están en una muy genial van estacionada por mi zona de juegos?
146
—¿Depende de qué? —pregunté, mientras finalmente encontrábamos nuestro
camino libre de selva y follaje.
Donde la mayoría de Logan’s Beach es plano, el campo era rocoso en todos los
costados con un largo estanque en medio. Dentadas rocas y pilas de duras conchas
creaban una pendiente a una percha rocosa a tres metros o algo por encima de mi
cabeza y seis metros arriba del agua.
Pensé en que nuestra graciosa guasa sobre lecciones de vida era un buen paso
hacia pasarla bien. Yo estaba CASI mirando hacia el resto del día, pero al segundo
que Preppy se quitó su camisa, supe que todo fue un gran error. Incluso sólo con su
espalda desnuda a la vista mientras él ponía su camisa doblada en una roca cercana,
supe que estaba jodida. Pero cuando él se giró y fui obsequiada con una vista
completa de la parte superior de su cuerpo, consideré dirigirme de vuelta a la torre
por otra dosis de revisión de vida real.
DOLOROSAMENTE.
147
Coloridos tatuajes estaban tintados sobre la mayoría de su piel. Sus definidos
abdominales flexionados cuando estiró sus manos sobre su cabeza. Sus bíceps y
antebrazos estaban alineados con venas. Él incluso tenía una de esas cosas V que
corría hacia sus pantalones y me tenía lamiéndome los labios como si él fuera un
bistec y yo un hambriento león.
Lo cual yo no era. Yo era el débil cordero herido, ¿no? ¿Cómo carajos iba esa
película?
Tienes que estar jodidamente bromeando, pensé, incapaz de quitar mis ojos del
hombre, quien con el desprendimiento de una sola prenda de ropa, se había vuelto
de un tipo profesor hipster… a sexo andante.
Era imposible ocultar mi mirada y ya que no podía arrancar mis ojos de su cuerpo
decidí ir con la verdad, sin importar cuan dolorosa fuese—. ¿De verdad, ESO ES lo
que has estado ocultando bajo tu ropa LEAVE IT TO BEAVER7? —pregunté, mientras
él se paraba en el borde de la pendiente donde la luz del sol iluminaba cada trozo
de su perfección. Él lucía a uno de esos modelos tatuados en la revista INKED. ¿Era
mucho pedir que él tuviera pezones disparejos o una panza cervecera?
—¿Te gusta lo que ves, Doc? —preguntó Preppy, frotando se pecho lentamente,
deslizando sus manos por sus abdominales, girando sus caderas como un tipo de
148
bailarín erótico. Un movimiento que nunca había encontrado atractivo… hasta justo
entonces. Mierda, no había mucho que yo hubiera encontrado atractivo antes de
que Conner y yo comenzáramos nuestro viaje al infierno, y la primera agitación de
algún tipo de deseo en cerca de un año llega a cortesía de la maldad en una corbata
de moño.
La risa de Preppy hizo eco sobre el agua—. ¿Qué fue eso, Doc? —llamó—.
¿Quieres sentarte en mi cara?
8 Abdominales en inglés es: Sit up, por eso lo de sentarse en su cara porque sit es sentarse.
149
—Estoy jodidamente jodida —murmuré, manteniendo mi voz baja.
Estaba limpiando el agua de mis ojos y me di cuenta de que fue un error enorme
cuando mis ojos comenzaron a picar—. ¡Mierda! —dije, tropezando alrededor
ciegamente.
Escuché el agua gotear sobre las rocas y los pies de Preppy mientras palmeaba
sobre mí—. Ven, detente —dijo él, tomando mi cara en sus manos y alzando mi
barbilla para que pudiera inspeccionar mis ojos—. El estanque es de agua salada,
conecta subterráneamente con algunos de los canales alrededor de aquí y el agua
salada es una perra en los ojos. Abre tus ojos y parpadea tanto como puedas y tan
rápido como puedas —ordenó y escuché. Picó al principio, pero después de un
minuto la sensación de ardor se calmó mientras una mezcla de agua salada y
lágrimas caía de mis ojos.
150
—Gracias —dije, enfocándome en el hombre arriba de mí, su cabello y barba
goteando agua, gotas rodando por su pecho.
—¿Alguna vez dices algo que NO tenga doble sentido? —pregunté, alejándome
de él y dándome la vuelta para jalar mi ahora húmedo cabello en una cola de caballo.
Oí el caminar de Preppy de vuelta donde había colgado sus pantalones y entonces el
sonido de su hebilla mientras se vestía.
Cometí el gran error de darme la vuelta muy rápido, sin darme cuenta que
Preppy estaba parado justo detrás de mí, y otra vez me estampé justo con su duro y
húmedo pecho. Incluso peor, cuando saqué mis manos para amortiguar el impacto,
aterrizaron MUY ABAJO. Y justo en algo muy largo y MUY duro en frente de sus
pantalones.
151
después exprimiendo el agua de su cabello—. Aunque, la otra arma que estoy
cargando ahí abajo es así de impresionante.
—¿Por qué tienes una pistola? —pregunté, sin pensar en cuan estúpida
realmente era mi pregunta. Quizás, si él alguna vez se pusiera su maldita camisa de
vuelta mi caso de estupidez se apagaría.
—¿Por qué tengo una pistola? —repitió, como si fuera la pregunta ridícula que
era—. Porque lanzar balas con la mano no es exactamente efectiva.
—¿De verdad? ¿Iremos ahí, Doc? Porque la última vez que revisé, la heroína no
era exactamente legal —se inclinó cerca como si él estuviera compartiendo un
secreto, susurrando—. Tampoco robarle a tu abuela.
—Felizmente —respondió—. Pero tú eres justo tan criminal como lo soy yo.
—No, pero sabes la mierda que hago. Eso te hace cómplice. Continúa. Esto es
divertido.
152
Gruñí, poniéndome frustrada con la compañía y con el hecho de que no podía
encontrar el freno al choque a donde entraríamos. Puse mi vista en las rocas
sobresalientes de la percha donde Preppy había acabado de saltar al agua y comencé
a subirlas. No sabía a donde conducían, pero cualquier lugar más era el único lugar
a donde necesitaba ir—. Sabía que toda esta cosa sería un error.
153
conmigo que nunca acepté jugar! —grité, justo mientras la roca que yo pensaba que
aguantaría se rindió y resbalé el paso y medio que había escalado de regreso al suelo.
Golpeé la roca con mi puño y sorprendida conmigo misma cuando hice una
abolladura.
—SEGUNDO, pienso que me agradabas mejor cuando eras todo llanto sobre tu
vida de mierda porque esta cosa de la chica obstinada está comenzando a ser un
verdadero dolor en mi pene —dijo Preppy—. Y por último, pero no jodidamente
menos importante, puedo ser un montón de cosas, Doc. Un criminal. Seguro. Que
soy muy bueno vistiéndome. Absolutamente. Un hombre con una enorme verga.
Joder, sí —su rostro se puso serio—. Pero no soy un puto mentiroso —por primera
vez, no había guasa en sus palabras. Sin sonrisa arrogante ni frase clave para seguir.
—¿Oh, sí? ¿Cómo piensas que vas a probar eso? —no podía esperar a quitarle
esa sonrisa de su rostro—. MUESTRAME —demandé, apuntando a su entrepierna.
154
—Ahora estamos llegando a una parte —dijo Preppy, mordiendo su labio
inferior.
Preppy dio un paso atrás y, por un segundo, pensé que iba a decirme que me
fuera al carajo. Ya estaba planeando levantar mi dedo medio en victoria cuando él
lentamente alzó su barbilla hacia mí, aceptando mi reto. Él otra vez removió su
pistola y la puso en una roca.
155
—Tres minutos —dijo, sin un segundo de vacilación.
—¿Perdón?
—No para follarte —dijo y dejé salir una respiración que estaba conteniendo—.
Eso al menos toma cuatro —se burló de mí más al bajarse sus pantalones,
deteniéndose justo arriba sobre de lo cual era todo el lío—. Tres minutos y puedo
hacer lo que sea que quiera hacerte.
No me lo estaba creyendo.
156
—Oh, Doc —dijo, lentamente sacudiendo su cabeza de lado a lado y haciendo el
sonido de un chasquido—. Acabas de cometer el mejor error de tu vida —sin otra
palabra más él bajó su pantalón y bóxer, dejándolos caer hasta sus tobillos.
Yo sólo. Quiero decir—. Sí, sí… hemos terminado aquí —dije, girando mi cabeza
de lado a lado para evitar mirar, pero era… guao. Ni siquiera necesitaba un punto
de referencia para saber que su paquete era monstruoso.
Y duro.
157
alerta—. Pero NOSOTROS más que definitivamente no terminamos aquí porque YO
GANÉ.
—Joder —murmuré.
—No, Doc. No con sólo tres minutos —bajó sus labios a mi oído mientras
agregaba—, pero más vale que jodidamente creas que voy a aprovechar cada
segundo que tengo.
Él empujó sus desnudas caderas contra mi costado bajo y jadeé. En este punto,
supe con certeza que la dura pulsación contra mi parte baja no tenía nada que ver
con su pistola.
No.
158
PREPPY
TRES MINUTOS.
Escogí ese número por dos razones. Uno, porque follar con Dre era todo lo que
había soñado que sería y más. Dos, porque las otras posibilidades que pensé a tirar
todas terminaban con estar hasta las bolas dentro de ella, y ya que estaba bastante
seguro que ella no aceptaría eso, lo jugué seguro.
O, eso pensé.
9Juego donde por lo regular, un padre finge esconderse, ya sea tapándose la cara con las manos,
de su hijo(a) para después descubrirse.
159
en ardiente. O follable, pero hermosa era un pensamiento tan nuevo para mí como
la contención.
En la torre de agua, cuando ella estaba al borde de terminar con su vida, fue su
fragilidad la que picó mi interés. Cuando traje su cuerpo inconsciente a la casa de
Mirna, fue su debilidad lo que me tenía robando una probada de su coño. Y cuando
ella se había volteado hacia mí y cruzó sus brazos sobre su pecho, empujando hacia
arriba sus tetas, desafiándome a enseñarle mi pene así ella podría verificar la talla,
pensé que estaba a punto de venirme en mis pantalones, justo ahí y entonces.
Si había pensado que su debilidad era una masiva excitación, era absolutamente
mierda comparada a la oleada de puro deseo de su muestra de fuerza, disparándose
a través de mi espina a mi ridícula verga dura.
Dre no era una chica al azar en una fiesta quien sabía cuál era el precio por todo-
el-buffet-que-puedes-esnifar que yo generosamente proveía. Ella tampoco era una
BBB de Bear quienes sabían en lo que se estaban metiendo cuando se trataba de los
motociclistas y sus familiares.
Con todas las bromas y la heroína de lado, Doc era sólo una chica ordinaria.
160
Tanto como yo quisiera dejarla en paz y fingir que nunca nos habíamos conocido,
era imposible. Últimamente, no podía siquiera masturbarme sin imaginarla.
Toda la cosa de contenerse era nueva, pero todavía recordaba la forma en que
ella sabía y yo quería saber cuán apretada ella estaba. Cuán cálida.
Dre siempre estaba sonrojada por una razón o por otra. Ira, tristeza, confusión,
frustración. Quería ver cómo lucía cuando ella se venía. La había imaginado. Me
masturbé con ello.
La mantuve pegada contra la plana roca con mis caderas. Esto no era acerca de
mí, pero no había manera de que fuera a ponerme otra vez los pantalones ni de
desperdiciar otro puto segundo antes de poner mis manos en ella. Rodeé su cintura
con mi otro brazo y empujé mis dedos en su short. Escuché su rápida inhalación y
mi verga respondió endureciéndose incluso más. Había algo acerca de su reacción,
independientemente si era buena o mala, que me tenía en un nivel de excitación que
sobrepasaba mi descubrimiento de U-porn10.
—¿Qué quieres de mí? —dijo, y aunque yo sabía que ella estaba buscando por
algo más profundo que la respuesta que le di. No pude evitarlo.
10 Página porno.
161
—Eso no es lo que quise decir —dijo, tratando y fallando al girarse en mis brazos.
Mis dedos bajaron más hasta que llegué en contacto con su clítoris y los dejé sin
movimiento hasta que la sentí retorcerse por más contacto—. Quiero decir, ¿por
qué quieres hacer eso? ¿Por qué siquiera quieres tocarme?
Las palabras salieron antes de que pudiera detenerlas—. No tengo ni puta idea,
pero sólo tengo tres minutos para hacer lo que quiera, así que cierra la puta boca y
deja de intentar detenerme —dije, deslizando sobre su clítoris y más allá dentro de
sus bragas las cuales, tanto para mi deleite, estaban mojadas—. ¿Qué te tiene toda
mojada y excitada, Doc? ¿Te gustó lo que viste? —arrastré las palabras. Cuando
abrió su boca para contestar, la callé de nuevo al mecerme contra su espalda baja,
la única cosa que salió de su boca fue un gemido ronco. Froté mi eje de arriba abajo
contra la raja de su culo cubierto de mezclilla y decidí que odiaba ese pequeño short
después de todo.
Saqué mi mano y di un pequeño paso hacia atrás, pero sólo para darme espacio
suficiente para arrancarle el short y sus blancas bragas de algodón en un solo
movimiento. La desnuda carne de su culo estaba expuesta para mí y mi boca salivó
con la urgencia de morderla, pero el tiempo estaba corriendo así que opté por darle
una nalgada.
162
nueva contención, pero, recordando mi tarea, deslicé mis manos entre sus piernas y
acaricié la entrada de su coño unas cuantas veces, antes de encontrar su pequeño
clítoris endurecido y frotándolo con mi pulgar, como si estuviera jodidamente
enojado con él.
Sentí su cuerpo entero apretarse bajo mi agarre. Gemí cuando se empujó hacia
mí en busca de su liberación, pero yo tenía algo mejor en mente. Al menos, algo
mejor para mí—. Sólo tenemos treinta segundos —dije, continuando el empuje de
mi verga entre sus nalgas mientras sus movimientos se hacían osados por más,
empujando hacia atrás contra mí más y más fuerte, mientras todo dentro de su
cuerpo parecía tensarse. Ella estaba jodidamente cerca. Mientras una mano
continuaba acariciando su clítoris, usé la otra para reunir su humedad goteando por
sus piernas en mis dedos, barriendo sólo brevemente sobre su coño y reuní lo que
necesitaba para hacer esta apuesta lo más interesante. No había nada que pudiera
distraerme de la tarea en mano.
163
CAPITULO 16
DRE
T ODO DENTRO DE MÍ estaba caliente y apretado, y sentí como si estuviera a
punto de explotar. Cuando la mano de Preppy pasó por encima de mi entrada,
supe que estaba a sólo segundos de algo que me excitaba y asustaba como la mierda.
—Maldita sea, Doc. Puedo sentir cuan cerca estás. Este coño tuyo quiere venirse
sobre mis dedos.
164
Perdí mi actitud engreída de pronto, cuando él bajó su verga y deslizó el eje entre
mis piernas, a través de la humedad goteando por mis muslos. Un destello de Conner
sosteniéndome de mi cabeza mientras Eric me violaba desde atrás, flotó en mi mente.
Estaba ahí otra vez. En esa sucia habitación de motel. Podía oler su hedor y reviví el
miedo mientras se reían de mis gritos de ayuda—. Para, para, para, ¡noooooo! —
grité, ya no estaba Preppy detrás de mí, sino Eric. No había más placer. Sólo dolor.
Con toda la fuerza que tenía, le di un codazo a mi atacante. Preppy tropezó con
un gruñido, agarrándose las costillas con una mano, su gruesa verga morada con su
excitación balanceándose de arriba abajo mientras él se doblaba de dolor.
Traté de correr, pero olvidé en donde estaba y justo cuando estaba a punto de
girarme, mi espalda conecto con la roca. Estaba atrapada. Él estuvo encima de mí en
165
un segundo, imponente sobre mí, su rostro en mi rostro, su mejilla contra la mía. Su
verga todavía dura y caliente entre nosotros, sobresaliendo sobre mi vientre. Metió
su mano bajo mi camiseta y agarró mi pezón, pellizcándolo fuerte. Un rayo de placer
se disparó directo a mi centro.
No me gustó.
Mi cabeza era una nube de confusión, una mezcla de miedo y deseo, cortesía
entregada por el hombre mirándome como si estuviera a punto de comerme viva.
—¡Para! ¡Para! ¡No! —lloré. Preppy observaba mientras una lágrima caía por mi
mejilla, siguiéndola mientras rodaba por mi cara y caía de mi barbilla a su pecho.
Ahí es cuando me di cuenta que, en una forma extraña, él me recordaba a Mirna,
excepto que en lugar de estar desenfocada, era como si él estuviera casi sobre
enfocado. Estiró su mano entre mis piernas y las empujó juntas, tratando de
mantenerse fuera. Tratando de detenerlo todo. Era demasiado. Él era demasiado.
Estaba asustada. Más asustada de lo que alguna vez había estado, pero no había nada
que pudiera hacer para detenerlo cuando él empujó su rodilla entre mis piernas,
separándolas—. ¡No! ¡Noooooo! —lo abofeteé en la cara tan fuerte como pude, pero
a donde sea que él se había ido, fue como si no hubiera retorno. Ni siquiera se
inmutó.
166
Empujé contra él tan fuerte como pude. Golpeándolo en el pecho con mis puños,
pateándolo con mis piernas—. ¡Entonces eres justo igual que ellos! —grité—. ¡Eres
justo igual que ellos! —dije, lamentándome contra su pecho.
Él se inmovilizó.
Lentamente, Preppy levantó su cabeza y cuando sus ojos encontraron los míos,
fue como si el hechizo bajo el que él estaba se hubiera roto.
—Yo no haría… —dijo, y luego deteniéndose como si hubiera más que decir,
pero él no sabía cómo decirlo.
—No soy igual que ellos —dijo, su mandíbula apretada. Sus puños apretándose
una y otra vez—. Porque ellos no se detuvieron, ¿lo hicieron?
Sacudí mi cabeza.
167
Preppy corrió su mano a través de su cabello y golpeó la roca por segunda vez.
Grité. Sus músculos a lo largo de su mejilla y cuello tensados. Él estaba respirando
erráticamente. Su mirada perforaba de mí hacia la roca—. Lo mataría otra vez si
pudiera —agarró su camisa y se dirigió a la apertura que no fui capaz de encontrar,
su locación ahora ridículamente obvia.
Tenía sentido que su cuerpo fuera construido para el pecado, porque el agarre
que Samuel Clearwater tenía sobre mí era algo directo de las profundidades del
infierno.
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CAPITULO 17
PREppy
PRESENTe
E STABA COMENZANDO A pensar que nunca volvería a ver la luz del día otra
vez.
O la luz en absoluto.
Realmente ni siquiera sabía a lo que me estaba sosteniendo. Todo lo que sabía con
certeza era que las paredes y el piso estaban hechos de suciedad y estaban fríos y
húmedos al tocarlos en algunos días y sucios y polvorientos en otros. El techo se
sentía bajo aunque no podía verlo.
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Sorprendentemente, la oscuridad me contestó y una tenue luz caminó hacia mí,
haciéndose más brillante con cada paso—. Cierra la puta boca, pendejo —murmuró
Chop, apuntando su linterna en mis ojos.
—Sabes, si no lucieras como el viejo doble más feo de Bear, nunca creería que
ustedes dos están relacionados, porque incluso cuando Bear está en sus días y en
modo perra, él todavía está por encima —apunté al canoso hombre, mirándome con
odio—. Usted señor… tiene unas cuantas calabazas perdidas en su parcela —me
mecí y mi visión se nubló, cuando regresó a enfocarse unos minutos después, la
imagen de Chop flotando cambió de una a tres y luego de vuelta a una.
Estaba tendido sobre el umbral de la puerta de la muerte, aun así eran los ojos de
Chop que no tenían signos de vida, vacíos de cualquier otra cosa que su ira
constante. Si no quisiera empujar una roca a través de su cráneo tan
desesperadamente, podría sentir lástima por el hijo de puta y su triste existencia. Lo
cual era jodido porque era yo el que sangraba sobre la suciedad a sus pies.
—¡No más charla, muchacho! Es hora de, ¡CERRAR LA PUTA BOCA! —rugió
Chop, estampando su mano contra la pared junto a mi cabeza.
No me inmuté. No porque estuviera siendo rudo, sino porque mis reflejos estaban
hechos mierda. Podía decir por la forma en que sus fosas nasales llameaban que mi
ausencia de reacción fue tomada como otro acto más de desafío. Tragó fuerte, como
si se estuviera conteniendo. Desde donde yo estaba sentado, eso era un punto golpe
para el sádico bastardo.
170
Unos cuantos segundos pasaron donde sólo nos miramos el uno al otro. Si el hijo
de puta quería una competencia de voluntad él iba a perder porque no es como si
yo tuviera donde más estar, más que el infierno y por el aspecto de las cosas estaba
bastante seguro que yo ya estaba ahí.
Él estaba equivocado.
—Sólo una pregunta más y esa una en serio —logré decir, mi garganta
sintiéndose como si alguien con afiladas uñas estuviera tratando de arañar su
camino fuera desde el interior. Chop pausó a media zancada y casi pude ver los
pelos de sus brazos erizarse. Tosí. Cálido y cobrizo fluido cubrió mi boca,
manchando mis dientes. Estaba acostumbrado al sabor a ese punto y sabía
exactamente lo que era antes de que se vertiera más allá de mis labios y goteara de
mi barbilla, cayendo en lo que quedaba de mi camisa—. ¿Este lugar tiene wifi? —
pregunté, escupiendo sangre mientras hablaba—. Porque si no, en serio voy a tener
que tomar eso en consideración en mi escala de gañidos. Diré, sin embargo, que la
tortura fue excelente —iba a levantar mi brazo y una ola de dolor asaltó mis costillas.
Hice una mueca de dolor, pero seguí hablando, disfrutando la mirada de Chop en
su cara roja mientras lentamente se daba la vuelta, tronando sus nudillos y pisando
fuerte su camino de vuelta hacia mí—. No obstante, el personal no me da ese cálido
171
sentimiento de hormigueo que he llegado a esperar de tal establecimiento, sin
mencionar que son feos como el carajo.
Chop levantó el bate recargado contra la pared y lo giró en sus manos. Se acuclilló
junto a mí y apuntó a mi cabeza con grueso y astillado extremo del bate—. ¿Ya
terminaste? —preguntó, sus nudillos blancos en el mango.
La meta en la vida de Chop era herirme, poco sabía él que nada de lo que pudiera
hacerle a mi cuerpo podría compararse con el dolor en mi roto corazón.
Sin tan sólo la hubiera escuchado cuando me dijo no. Cuando me dijo que me
detuviera y que me mantuviera al margen, entonces no habría sentido como si la
tortura que Chop repartía fuera un dolor simplemente secundario del dolor en mi
corazón, puesto ahí por una pequeña drogadicta. Un dolor que golpeaba mucho
más fuerte de lo que Chop alguna vez podría.
172
CAPITULO 18
DRE
D ORMIR NO ERA FACIL. O no dormía. Estaba inquieta, mis pensamientos en lo
que había pasado en el río. Preppy había dicho que había superado lo que le
sucedió de niño, y aunque estaba segura de que él creía que era verdad, era
imposible que fuera realidad.
Me senté de golpe, preparándome para gritar cuando una mano grande cubrió
mi boca, amortiguando mi intento de llamar por ayuda—. ¿Cuántas veces? —
preguntó Preppy.
173
No podía contestarle aunque quisiera porque su mano todavía estaba cubriendo
mi boca. Él la levantó de mis labios lentamente, como si estuviera esperando a ver si
gritaba o no. Cuando él estuvo seguro de que no lo haría, se puso de pie y vagó por
la habitación, mirando las fotografías en el tocador—. ¿Qué estás haciendo? —
pregunté—. ¿Por qué estás aquí?
—¡Sólo dime! —frotó sus sienes y lucía más cansado de lo que alguna vez lo
había visto—. Por favor —dijo, bajando su voz a un susurro.
—Realmente no lo sé. No comenzaba hasta el final, antes de que todo fuera sobre
la H. Yo no estaba despierta durante la mayoría de ello —dije, odiando escuchar las
palabras salir de mi boca porque lo hacía incluso más real.
—Yo era solamente un niño cuando comenzó —dijo, en una muy seria y solemne
voz—. Al principio no supe lo que estaba pasando o por qué, pero sabía que estaba
174
mal. La parte jodida era que yo comencé a pensar que era normal. Que el ser
obligado a chupar verga era simplemente como sacar la basura o hacer tu tarea.
Él subió sus piernas a la cama, así estaba sentado junto a mí con su espalda contra
la cabecera, su mano todavía en la mía—. Para ese tiempo yo era de hecho lo
suficientemente mayor para que mi pene se pusiera duro, comenzó a gustarme —él
pinchó su labio inferior y sus hombros se sacudieron en una pequeña carcajada
triste—. Esa es la parte que me hacía enfermar del estómago. Vomitaba todo el
tiempo, apenas podía retener algo. Era como un esqueleto ambulante. Le dije a la
enfermera de la escuela que tenía una rara enfermedad que busqué en una
enciclopedia así ella no haría muchas preguntas.
—Tenía nueve cuando me folló por primera vez. Penetración de verdad. Lo odié
por eso, pero cuando estaba solo no podía siquiera ponerme duro sin pensar en él,
de todas las personas —él ajustó su moño. Algo que aprendí era su único tic
nervioso.
—Esa perra estaba justo ahí. Jodidamente ahí, debajo del mismo techo del mismo
tráiler de mierda. Tim, él era el sujeto que tenía su tarjeta en la mayoría perforada
175
en la siempre puerta giratoria de perdedores de mi mamá que necesitaba para que
mantuvieran sus necesidades.
—No importa, no es jodidamente gracioso —él corrió una mano por su barba.
—Después Tim… —él miró hacia mí—, ¿se fue? —sonreí y esta vez fue Preppy
quien apretó mi mano primero—. Yo era un niño salvaje y era libre. King y yo
conseguimos nuestra casa y las cosas eran geniales. Me di cuenta de que Tim no
había cambiado quien era yo en el interior —él sonrió—. Supe esto especialmente
en el momento que vi a April Trenton, del noveno grado, en un diminuto top de
bikini azul. Eso fue un cambio de vida.
—King fue el que me dijo que vivir con arrepentimiento y odio sólo le daría a
Tim el poder que él quería sobre mí. Dijo que no era el tipo de vida para vivir, así
que decidí abrazar lo bueno junto con lo mano y lo hice, nunca miré atrás. Deja de
176
estar vivo y comienza a vivir, me había dicho él y me aferré a ello. Nunca siquiera
sentí una pizca de culpa por una maldita cosa que hice desde ese mismo día hasta…
—¿Hasta cuándo?
—Hasta hoy —me miró a los ojos—. No quise —sacó en una exhalación y miró
a la pared—. No quise asustarte.
—No fuiste sólo tú. Me asusté. Vi —ahogué una respiración—. Es sólo que todo
es tan reciente.
Soltó mi mano y rodó sobre su lado, apoyándose a sí mismo sobre su codo para
encararme—. Quiero que seamos amigos, Doc.
—¿Amigos? ¿Por qué? —dije, incapaz de evitar mi sonrisa—. ¿Porque tus otros
amigos no están cerca?
—No sé de cuanta ayuda pudo ser. Casi corrí a mis amigos —dije.
—Lo estás.
177
—Y ya que vamos a estar trabajando juntos.
Preppy se puso de pie y pensé que se iba a ir, pero él se quitó sus zapatos y su
camisa, doblándola pulcramente sobre la mesita de noche. Se quitó su pantalón
revelando un bóxer negro debajo—. ¿Qué estás haciendo?
—Somos amigos ahora, ¿cierto? —preguntó Preppy, con una emoción en sus
ojos.
—¿Tenemos doce años? —no fui capaz de ocultar mi risa mientras Preppy
maniobraba su cuerpo dentro de la cama. No tenía más opción que deslizarme o ser
aplastada. La única forma para que él cupiera era que ambos nos acostáramos en
nuestro lado. Recostó su cabeza en la almohada encarándome, sus muslos
presionados contra los míos. Nuestras narices a sólo centímetros una de la otra
mientras que nuestras rodillas y muslos estaban enredados juntos.
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—Eso y la coca —los brazos de Preppy se movieron bajo las cobijas y de pronto
una cálida y larga mano estaba cubriendo mi seno—. Buenas noches —dijo,
cerrando sus ojos y tomando una respiración profunda.
Preppy bostezó, cerró sus ojos otra vez y se acomodó en la almohada—. Ummm.
Claro. Cada día y dos veces los domingos.
—¿Qué es eso?
—¿Sí, Doc?
179
CAPITULO 19
DRE
Como el tocino.
180
las plantas no sólo del interior de la casa, así las abuelitas no serían molestadas por
él, sino que también evitaba a los pasantes de oler lo que está sucediendo dentro de
la casa. Me enseñó a cómo instalar un sistema básico, mientras me explicaba cómo
funcionada el proceso de enganche.
—Sí le compré un cerdo —dijo, riendo como si la noción fuera ridícula incluso
para él—. Leí un artículo en internet sobre perros de servicio para personas que
sufren demencia, pero esos cabrones son caros y la lista de espera es de años. Así
que busqué alternativas para perros de servicios y BOOM. Ahora Mirna tiene a
Oscar.
—Es la verdad. Hemos estado teniendo problemas con nuestra fuente, unos
chicos realmente idiotas. Cuando King fue sentenciado yo quería tener un plan B,
181
así que puse esto en movimiento. Primero pensé en comprar una casa e instalar
nuestra operación ahí, pero las casas de cultivos son algo obvias. Usualmente, un
sujeto que luce como un matón que entra y sale es una especie de alerta. El olor es
más difícil de manejar en gran escala, también. Así que terminé en Youtube,
mirando vídeos de cómo estos niños están cultivando en sus propios armarios y
usando estos sistemas intrincados de filtración que ellos arman con tubos de jaulas
para hámster y proyectos de ciencias. Supuse que podíamos hacer lo mismo. Escala
pequeña de cultivo dispersada alrededor del pueblo.
—Sí. Así que buscamos a mujeres mayores. Alguien que viviera sola. Sin mucha
familia que haga muchas preguntas. Alguien necesitando suplementar su cheque de
seguridad social. Fue de hecho mucho más fácil de lo que pensé para que la gente
aceptara.
182
—Reporta si la situación cambia —Preppy regresó a sus herramientas y perforó
otra vez en la pared—. Hay unos cuantos tipos de personas en los cuales mi encanto
e ingenio no funciona. Los hombres mayores son uno de estos tipos de personas.
Además, las mujeres hacen las mejores galletas. Tenemos cuatro ahora, pero con el
fin de dejar de recibir suministro del pendejo de quien lo obtenemos vamos a
necesitar más. Mucho más. Ahí es donde tú entras.
—¿Así que no sólo voy a falsificar documentos por ti, sino que de alguna manera
tú me has conectado a co-conspirador de tu red de drogas?
—Sip.
—Sí, también lo creo —dijo con una sonrisa torcida—. No levanta sospecha y las
abuelitas son compensadas bien. Todos ganan.
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Preppy me pasó un extremo de un tubo y ambos subimos uno de los escalones
ubicados en lados contrarios de la habitación.
Él tosió—. Ni de cerca.
Le paré el dedo medio con mi mano libre—. Eso no es lo que quise decir, aunque
no dudaría en que tu primera vez fuera con una mujer mayor que te sedujo con
galletas y repeticiones de Golden Girls.11
—¿Y cuál era el nombre de esta afortunada dama? —pregunté, tomando mi lado
con mucha más finura de la que Preppy tuvo.
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Preppy abrió la parte superior del sistema de filtración—. Seguro que lo hice. El
mejor cumpleaños, gracias a King. Se volvió en una clase de cosa anual después de
eso.
Oscar se lanzó fuera de la habitación—. ¿Todos los cerdos son así de rápidos?
—¿Qué es esto? ¿Orgullo y Prejuicio? —pregunté. Preppy estrechó sus ojos hacia
mí. Después de su admisión anoche, lo último que podía hacer era ser sincera—.
Fue… —la mirada en el rostro de Preppy me dijo que no necesitaba continuar, él
sabía exactamente lo que yo estaba a punto de decir, que la había perdido cuando
fui violada por Conner y Eric. Su mandíbula se apretó y tenía los nudillos blancos
alrededor del destornillador en su mano tan fuerte que pensé que sus nodillos iban
a saltar de su piel. De pronto, comportamiento entero cambió.
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—¿Entonces esa es la única vez que alguna vez has follado?
—¿Sí?
186
CAPITULO 20
PREPPY
D RE ESTABA CALLADA cuando seguimos la ambulancia al hospital. Estuvo
callada cuando nos sentamos en la sala de espera. Incluso estuvo callada
cuando la doctora salió detrás de las puertas batientes, llamando a la familia cercana
de Mirna. Seguimos a la doctora de vuelta a través de las puertas a una habitación
con una pared de cristal, la cortina azul pálida hacia atrás, revelando una
complicada red de tubos y lo que podía haber sido Mirna en algún lugar debajo. Dre
presionó su frente en el cristal—. Vamos a monitorearla —dijo la doctora—. Ella
está estable ahora, pero las siguientes cuarenta y ocho horas nos dirán más. Se
golpeó la cabeza cuando se cayó y suturamos eso —ella era una joven asiática con
un moño alto en su cabello y con al menos tres lapiceras metidos en él. No lucía
mucho más grande de lo que yo era—. Pero sólo sepan que incluso si ella sobrevive,
las posibilidades de una recuperación completa a su edad, con su diagnóstico previo
de demencia, no son muchas. Si los siguientes dos días van bien, entonces ella estará
aquí por un par de semanas. Si ella está estable después de eso entonces la daremos
de alta, pero necesitara estar en cuidados —levantó la vista de su portapapeles a
187
Dre, cuyos ojos todavía estaban en Mirna, y luego a mí—. Probablemente el resto de
su vida.
—Ella ha estado en una lista de espera para asistencia en Sarasota por meses —
expliqué.
Sé que la doctora sólo estaba tratando de ayudar, pero por alguna razón la
sugerencia de que Dre no estaba bien me enfureció—. Metete en tus putos asuntos
—solté, dejando a la doctora y dirigiéndome por el pasillo. Pasé los elevadores y
esperé al otro lado del baño.
13 Zapatos.
188
Después de unos minutos, toqué la puerta. El elevador sonó y una pareja de
aspecto triste entró, marcaron los números de la habitación en la pared. Las puertas
se cerraron otra vez y ahí es cuando supe que cuando irrumpiera en el baño de
mujeres Dre no estaría ahí.
Tenía razón. La única caseta estaba vacía. Sin ventanas. Ella nunca estuvo ahí.
189
CAPITULO 21
DRE
La voz en mi cabeza se hacía más grande. La que comenzó como un susurro. Una
sugestión. Una voz que me decía que sabía lo que yo necesitaba para detener el
dolor. La que me decía que escapar estaba a sólo una aguja de distancia.
190
dispersas antes de detenerme cuando llegué a un cementerio alineado en un seto
sobrecrecido.
—Bueno, si estás buscando una fiesta, ¡la has encontrado! —levantó la botella de
vodka que estaba cargando en el aire y le dio un trago, salpicando un poco en su
cara.
Sacudí mi cabeza y estaba a punto de girarme, cuando la briza hizo crujir a los
árboles y un olor muy familiar serpenteó su camino de la casa, a través de mi nariz,
y a mi cerebro. La sensación de reconocimiento que siguió fue como oler una colonia
o el perfume de un ex amante. Con una pequeña aspiración, recordé cada toque,
cada probada, cada sensación eufórica, casi como si nunca hubiéramos sido
separados.
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Mi ex amante, el único verdadero amante que alguna vez tuve, estaba
llamándome.
Una pequeña habitación en el costado, lo que pudo haber sido una vez un área
de estar, estaba brillando a la luz de las velas, el olor de mi amante más fuerte,
estancándose en el interior de mis fosas nasales. Un grupo de cuatro sentados
alrededor en un círculo, en varios estados de atrapar al dragón. Uno, hundido contra
la pared. Otro, sonriendo con anticipación mientras le daba un golpecito a la jeringa
con sus dedos. Había una persona que destacaba para mí sobre los demás. Podía sólo
ver la parte de arriba de su grasoso cabello castaño mientras amarraba una banda
elástica alrededor de su brazo. No vi su cara hasta que él estaba apretándola con sus
192
dientes. Sus ojos encontraron la mía y jadeé. Shock. Jodido shock puro se disparó a
través de mí. Mi estómago rodó y mi corazón bombeó salvajemente. Cada vello en
mis brazos se erizó. Di un paso atrás y sacudí mi cabeza porque no había forma de
que lo que estuviera viendo fuera real.
Eric.
Escuché un golpe, lo que resultó ser alguien que se tropezó con una silla. Cuando
miré de vuelta a la habitación, el hombre se había ido. O estaba viendo cosas o mi
Eric escogió una noche de mierda para empezar a perseguirme.
193
Unos minutos después, estaba sentada junto a Dom, al estilo hindú, mientras él
encendía la heroína, preparándose para volver a presentarme a mi viejo amor. Salivé
por una probada de ella. Ya la sentía en mi sangre. Mis rodillas brincaban
ansiosamente. Al segundo que él sostuvo la aguja arriba de mi brazo, retrocedí—.
¿Segundos pensamientos, chica linda? —preguntó Dom, acercándose lo
suficientemente cerca de mí donde podía oler su aliento rancio.
—Lárgate al carajo de mi pueblo. Te veo aquí otra vez y será una bala en tu cuello
en lugar de una aguja la siguiente vez —advirtió Preppy—. ¿Lo entiendes, hijo de
puta? —Preppy jaló la cabeza de Dom hacia atrás de su pelo así él podía ver la
seriedad de su amenaza. Entonces lo soltó y Dom asintió inactivamente hasta que
sus ojos rodaron y cayó en una pila sobre el césped.
194
—No sabes que más ha tenido. ¡Podría morir! —dije, poniéndome de pie.
Preppy se encogió, su rostro indiferente y duro—. Ups —se rascó la cabeza con
el cañón de su pistola—. Sabes, no es muy agradable huir así. Pudiste al menos decir
adiós primero. Quizás ‘Oye, Prep, sólo voy a meterme droga en las putas venas.
Regreso enseguida.’
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El deseo era tan grande dentro de mí que gemí ruidosamente. Preppy se acuclilló
frente a mí, su pistola colgando de su mano entre sus piernas, apuntando al suelo.
Su dedo acariciando el gatillo.
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—¡Dilo! —demandó Preppy, girando el arma, así estaba ahora apuntándome,
pero su dedo no estaba en el gatillo—. Dime que todavía la quieres. Dime que
quieres morir.
Miré sobre su hombro, escaneando el cementerio para ver si había alguien cerca.
Alguien al que pudiera pedirle ayuda. No hubo suerte.
Preppy debió haber estado leyéndome la mente—. No hay nadie aquí para
salvarte. Nadie puede salvarte, excepto tú. Así que jodidamente dime, Doc. ¿Quieres
jodidamente morir?
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—¡Ya te dije! No es así de simple. Es sólo que siento… —comencé, pero las
palabras no salieron.
—¡Dime, maldita sea! —rugió Preppy, empujando su rodilla entre mis piernas
para asegurarme mejor a la pared.
198
—¿Por qué? ¿Por qué no me ayudarás? ¡Tú puedes ayudarme! Dijiste que éramos
amigos. Los amigos se ayudan el uno al otro, ¿no? Y es así como puedes ayudarme
—su mirada se hizo más intensa, lo cual me enfureció porque no dijo nada. En su
lugar, me dejó llorar y lamentarme y golpear mis puños contra él—. ¡Por qué no me
ayudas! —grité. Mi garganta estaba apretada y adolorida—. ¡Por favooooooooor! —
mi grito volviéndose una súplica—. No la quiero —lloré, mi cabeza cayendo contra
la pared—. No la quiero —sacudí mi cabeza—. Pero no sé cómo detener el sangrado
y hacer que el dolor se vaya. No sé cómo apagar el filo que me hace querer
arrancarme la piel sin regresar de esa casa y meterme una aguja en mi brazo —
encontré sus furiosos ojos oscuros. El cuerpo de Preppy tan inflexible como su
perforadora mirada—. Así que por favooooooor —lloré, brincando ligeramente
sobre mis rodillas mientras suplicaba. Cubrí su pistola con mi otra mano—. Por
favor ayúdame.
199
—No —contesté honestamente, mi pecho subiendo y bajando por miedo y
ansiedad y anticipación—. No confío en ti.
Su dedo en el gatillo.
200
CAPITULO 22
Preppy
N O LO HARÍAS.
—Tú quieres morir, eso puede ser arreglado, pero no seas una marica y no uses
la excusa de la heroína para terminarlo cuando puedes tener huevos y yo puedo
simplemente jalar el gatillo y todo estará terminado.
Buena chica.
201
cintura, sus brazos estirados sobre su cabeza, sus manos agarrando la piedra
mientras tragaba para recuperar el aliento. Los extremos de sus nalgas me
provocaban desde debajo del dobladillo de sus shorts.
—¿Qué es eso que crees que necesito? —preguntó, el miedo volviéndose lujuria
cuando se dio cuenta que estaba mirando a su coño cubierto por la mezclilla.
Me reí, jalándola de vuelta de su pelo negro colgando en mis dedos. Lamí el lado
de su rostro y empujé mi dura verga en la grieta de su culo—. ¿Quieres volar?
Puedes volar encima de mí. ¿Quieres apagar el filo? Voy a simplemente hacer eso,
nena.
202
del borde. Escuché pasos y risas, pero no me podía importar menos si éramos
atrapados. Todo lo que importaba era Dre y esa mirada en sus ojos, como si ella me
quisiera y me odiara, todo al mismo tiempo. Mi verga estaba jodidamente dura
mientras bombeaba mis dedos dentro de ella una y otra vez, ella gemía y gritaba.
Otra vez, trató de desviar la mirada, pero otra vez apreté mi agarre en su cabello y
la forcé a mirarme con esos grandes, hermosos y oscuros ojos suyos que siempre
parecían como si estuvieran mirando directamente dentro de mi cabeza.
—¿Entonces qué? ¿Esto es una clase de lección enferma que estás tratando de
enseñarme? —preguntó sin respiración. Su coño se apretó alrededor de mis dedos,
enganchando mi dedo índice dentro de ella—. ¿Crees que haciendo… que me corra
va a mejorar todo? —preguntó amargamente, un balbuceo en sus palabras.
—No soy tuya para que me conserves —espetó Dre amargamente entre pesadas
respiraciones. Sus palabras pudieron haber sido ásperas, pero ella no movió su
cabeza de mi hombro.
203
—No —dije, sacando mi mano de su short y lamiendo su sabor de mis dedos.
Finalmente, bajando mi pistola—. Pero este coño es todo mío.
204
CAPITULO 23
DRE
—¿Te debe dinero o algo? —preguntó la chica, sus palabras arrastrándose juntas,
sus pasos vacilando. Se agarró a una lápida por soporte. No había verdadera
preocupación en su voz—. ¿Qué te hizooo Eric?
Ahí es cuando supe que lo había visto en la casa era real. Era Eric.
205
—¿Cómo? —pregunté, dando un paso hacia atrás y tropezándome sobre una
raíz. Cayendo sobre mi culo. Preppy y la chica se voltearon hacia mí y Preppy dio
un paso hacia adelante—. No, no —dije, poniéndome de pie por mi cuenta. Justo
entonces, Eric levantó su cabeza y sus vidriosos ojos encontraron los míos.
—Hey, Dre —dijo—. Sabía que regresarías —Preppy dio un paso de regreso a él
y lo golpeó en la cabeza con el cañón de su pistola, mandándolo a la inconsciencia.
La chica comenzó a gritar, pero era como si no pudiera escucharla por encima de la
sangre corriendo en mis oídos. Encima de las preguntas. Preppy me había mentido.
Él no había matado a Eric.
Preppy hizo un movimiento hacia mí, pero la chica saltó sobre su espalda con un
grito muy agudo. Lo dejé luchando para quitársela de encima mientras me dirigía a
través del cementerio contestando mi propia pregunta mientras corría.
Conner.
206
CAPITULO 24
PREPPY
Dre sabía que era Conner a quien maté y no a Eric. Probablemente ella me odiaba
incluso más ahora, como si ella necesitara más razones. Aun así nada de eso
importaba porque independientemente de cómo ella se sintiera,
independientemente de cómo yo me debería haberme sentido, la pura necesidad
primitiva de meter mi verga dentro de su frágil cuerpo era nada a lo que alguna vez
había experimentado en toda mi puta vida.
207
Para el momento en que me quité de encima a la drogadicta araña, Dre se había
ido. Busque por todos lados antes de finalmente encontrarla en el primer lugar que
debí haber buscado. En el patio trasero de la casa de Mirna. Ahí es donde la encontré
estando en el césped, garabateando furiosamente en una libreta.
Muy dura.
Ella había ganado peso, lo suficiente para que su culo y sus tetas se volvieran
todas curvas y tocables. Debería sólo follarla y superarlo, pero todavía necesitaba
ayudarla más de lo que yo necesitaba un follón rápido.
Me ajusté a mí mismo, tratando de mover mi pene, así no sería tan doloroso, pero
fue inútil mientras se endurecía contra mi inflexible cremallera. Teniendo mi verga
dura ahora sería como hablarle a un león de su cena, cuando él ya tiene el cordero
en su boca.
208
Dre tenía la misma triste mirada constante en ella mientras miraba hacia el
despejado cielo. Me sentí completamente salvaje y estaba superado con una
necesidad de tenerla, de POSEERLA, incluso sólo temporalmente.
Ella detuvo su lapicero y estaba mirando a las estrellas. Con su espalda hacia mí,
se sentó sobre sus rodillas, su camiseta subiéndose, exponiendo su cóncavo estómago
y un destello de blancas bragas de algodón, el contorno de los labios de su coño
claramente visibles a través de la delgada tela. Palmeé mi adolorida verga a través
de mis pantalones y mentalmente me recordé que no era una buena idea venirme
en mis pantalones como un puto niño.
Dre no me vio llegar mientras caminaba del arbolado patio y hacia la luz.
209
No debería follármela.
Llegué detrás de ella y me asomé sobre su hombro mientras ella otra vez
garabateaba en la libreta. Ahí es cuando me di cuenta que estaba llorando. Sus
hombros estaba sacudiéndose y la tinta en la hoja está manchada con sus lágrimas…
y sangre. Una pequeña navaja en su mano mientras pequeñas gotitas de sangre
caían de su muñeca en las hojas de su carta a alguien llamada Mellie.
Mellie, lo siento mucho. No puedo continuar así. No lo haré. Creo que estoy lista
para que todo termine. Esta vez para siempre…
210
—Jódete. Suéltame. ¡Lo mataste! ¡Mataste a Conner! —gritó—. ¿Por qué? ¿Por
qué simplemente no me dejaste ahí para morir cuando eso es claramente lo que
quieres? —preguntó Dre, sus ojos estrechándose hacia mí, su postura rígida.
—¿Quieres saber por qué lo maté? Te diré jodidamente por qué. Solté tres balas
en el pecho de ese hijo de puta porque él estaba tocándote, tratando de arruinarte…
—busqué sus ojos y corrí la parte trasera de mis dedos a lo largo de su mejilla—.
Estaba celoso —admití.
—¡Tú me estás lastimando! —gritó Dre. Enterré más fuerte mis dedos en su piel.
—Tienes una enferma necesidad de matarte. Voy a ayudarte con eso —bajé mi
voz en un profundo gruñido—. Mientras tanto yo tengo mis propias necesidades
enfermas con las que creo tú podrías ser capaz de ayudarme.
211
—¡No! Te odio —espetó, mientras yo continuaba arrastrándola conmigo.
—¿No haría qué? —dije, volteándome para encararla, casi perdiendo mi paso
cuando noté el rastro de lágrimas secas en sus mejillas. Desvié la mirada por una
fracción de segundo para recomponer mi compostura—. ¿Crees que no mataría a
alguien? —alcé una ceja—. Ya sabes que he estado ahí, he hecho eso, compré la
puta camiseta, muñeca —sus ojos se ensancharon e hizo un movimiento para dar
un paso atrás—. Oh, no, Doc, leí tu carta, y vi lo que querías. Y recuerda, no soy
más que acomedido.
212
El silbido del tren sopló en la distancia. No sería mucho tiempo ahora. Dre hizo
un movimiento para pararse, pero eso no era lo que yo tenía en mente, me agaché y
empujé su pecho, extendiendo su pequeña forma a lo largo de las vías. Me monté
arriba de ella, asegurándola con mis muslos. Me incliné hacia ella, mi pecho en el
suyo mientras ambos respirábamos pesadamente. Ella luchaba debajo de mí para
pararse, empujando mi pecho, pero no me movería—. ¿Por qué la lucha, Doc? Esto
es lo que tú querías, ¿no lo es?
Ella me miró mientras el tren silbaba otra vez. Su mirada se movió a su derecha,
donde la luz amarilla del tren emergió de la esquina, brillando más y más mientras
se acercaba más y más. Por un momento ella dejó de luchar, mirando de ida y vuelta
del tren hacia mí.
213
—Tienes que elegir, Doc —le dije, poniendo mi voz tan seria como yo era
capaz—. ¿Vida? —pregunté, gritando sobre el sonido del tren contra las vías.
Empujé mi dura verga contra su centro y ella jadeó. Su temblar convirtiéndose en
un escalofrío, su boca cayó abierta. Miré al costado a la luz cegadora del tren
aproximándose mientras nos bañaba a ambos en un túnel de luz. Me incliné, tan
cerca que mis labios estaban sólo a un susurro arriba de los suyos, mientras yo
gritaba—. ¿Vida? ¿O muerte? ¿Cuál va a ser, Doc? —mi cabello voló alrededor de
mi cara mientras las luz se hacía más y más brillante—. ¡Contesta la maldita
pregunta! —demandé, mis manos apretando sus hombros, mis dedos enterrándose
rudamente en su piel—. ¿QUIERES JODIDAMENTE MORIR?
Con tan sólo unos segundos de sobra hasta que nos convirtiéramos en pedazos
bajo el tren, Dre cerró sus ojos y suspiró. Cuando los abrió otra vez estaban
brillando, lágrimas frescas brotando de las esquinas.
Ella comenzó a hablar, sus labios formando el principio de una palabra, pero
antes de que pudiera dejar sus labios me puse de pie, jalándola conmigo. Levanté a
Dre en mis brazos e hice una carrea de las vías, mis piernas golpeando en el aire
mientras caíamos de los dos o algo metros. La decisión de Dre todavía en sus labios,
su grito rodeando el aire alrededor de nosotros mientras nos estrellábamos en el
terreno.
—Quiero viiiivvviiiiiiiiiiiirrrrrr.
214
DRE
—¡SUELTAME! ¡Estás jodidamente loco —grité, golpeando contra su pecho con mis
puños. Preppy sólo rió—. ¡Estás demente!
—¿Qué? ¿Qué mirada? —pregunté. Sus ojos encontraron los míos y algo oscuro
destelló en ellos, algo que causó que el vello detrás de mi cuello se erizara y mis
pezones se endurecieran en atención.
—Sin esperanza.
—¡Déjame ir!
215
—Oh, no, Doc. Hiciste tu lecho, ahora vas a vivir en él.
Antes de que pudiera preguntarle qué coño significaba eso, se inclinó y presionó
sus labios en el lugar detrás de mi oído que me hizo cerrar los ojos y casi olvidar lo
que acababa de pasar. Casi. Lo empujé de nuevo, sólo lo suficiente para separar su
boca de mi cuello, el cual instantáneamente se sintió frío ante su pérdida—. ¡No
estaba siquiera tratando de matarme! —jadeé, todavía sin respiración.
—Doc —gimió Preppy, moviéndose hacia delante, ondeó sus dedos a través de
mi cabello, su mano firmemente agarrando la parte trasera de mi cuello. Me jaló
más cerca y yo me tropecé hacia delante hasta que nuestros pechos estaban
presionados juntos. Sus ojos estaban oscuros, con pupilas enormes. Sus párpados
colgaban pesados y rojos. Chupó su grueso labio inferior—. ¿Por qué no dijiste
nada?
—¿Qué quieres decir? —pregunté, más sin aliento en ese momento que cuando
estaba con un tren dirigiéndose directo hacia mí.
216
—Porque, bebé. Si dolor es lo que quieres, dolor es lo que puedo hacer.
—¡No! —dije, una reacción de rodillazo a sus palabras. Traté de sentarme, pero
él apretó otra vez y caí de vuelta el césped mientras la sensación que se apoderaba
sobre mí me tenía empujando mis muslos juntos, atrapando su mano entre mis
piernas.
Preppy sostuvo más fuerte mis manos sobre mi cabeza para mantenerme inmóvil.
Con una sonrisa torcida en su rostro, se inclinó, así sus labios rozaban mi oreja—.
‘No’ significa mierda para mí, nena —siguió sus palabras con una filosa mordida a
mi lóbulo que mandó una descarga de placer pulsando a través de mi cuerpo,
tensando mis pezones que se frotaban dolorosamente contra mi camiseta. Una
sensación de apriete rasgó a través de mi vientre y sentí una descarga de mi centro.
Preppy abruptamente sacó su mano del interior de mis shorts, obviamente
consciente y probablemente repulsado ante lo que sea que haya pasado allá abajo y
la miró con admiración, impresionándome incluso más cuando él lamió su palma
lentamente, desde la muñeca hasta la punta del dedo, cerrando sus ojos y gimiendo.
217
—Ese fue el mejor NO que jodidamente he probado alguna vez —dijo y sin otra
palabra más él me estaba arrancando mis shorts y mi ropa interior en un
movimiento, antes de montar mi cuerpo de nuevo, así ambos estábamos cara a cara,
su mano de vuelta entre mis piernas. Grité cuando pinchó mi clítoris y aunque mi
mente estaba protestando mi cuerpo no lo estaba, mis piernas se abrieron ante su
rudo toque—. Voy a poseer esto esta noche.
—Ya has dicho eso —respiré mientras él presionaba dos dedos dentro de mí—.
No puedo ser poseída —grité y sacudí mis caderas, deleitándome en la sensación
que era incluso más poderosa que en el cementerio hace apenas una hora antes.
Preppy continuaba asaltándome con sus dedos—. No, pero serás follada —
trabajó sus propios pantalones con su otra mano. Retirando su mano de entre mis
piernas otra vez, me moví ante la pérdida de su toque. Se quitó su camisa y ahí
estábamos, en un campo, completamente desnudos con grillos grillando y ramas
crujiendo. Agarró mis muslos y me jaló hacia delante, su enorme erección palpitante
estaba presionada contra mi centro, caliente e imposiblemente dura.
218
Traté de rodar y arrastrarme porque finalmente me di cuenta a lo que Preppy se
referencia con lastimarme—. ¡No! —dije, arrastrándome sólo medio metro antes de
que él estuviera arriba de mí, su pecho en mi espalda, su boca en mi cuello. Empujó
mis piernas separadas y gemí cuando deslizó su longitud contra mi abertura. Me
lancé hacia delante, pero sólo para lograr aterrizar sobre mi estómago en el césped.
Preppy cayó contra mí, su agarre firme—. Pero dije que no —jadeé.
—Es adorable que pienses que eso puede detenerme —corrió su longitud contra
mí otra vez y no evitar encorvarme hacia atrás contra él necesitando más.
Él rió bajo en su garganta—. Ese es el plan, Doc —se retiró, pero sólo para
agarrarme de las muñecas, levantándome, así estaba sobre mis manos y rodillas.
Sentí su palpitante calor y otra descarga de humedad dejó mi cuerpo. Preppy siseó
y otra vez cubrió mi cuerpo con el suyo. Estiró sus manos por debajo y sin
advertencia, dolorosamente retorció mis pezones mientras él rugía, empujando
fuerte y profundo dentro de mí, luchando con mi apretada entrada. Dolió como el
puto infierno, pero nunca quería sentir nada más otra vez. Era un dolor exquisito.
Un tortuoso placer. No era nada que hubiera sentido alguna vez antes.
—¿Esto es todavía un no? —se burló, empujando dentro de nuevo, esta vez
mucho más fuerte, golpeando el punto que hacía bailar estrellas en mis ojos—. ¿Es
esta verga suficiente dolor para ti, Doc?
219
No podía formar las palabras para intentar contestar cuando me jaló hacia atrás
del cabello y cubrió mi garganta con su mano, apretando lo suficiente para
permitirme todavía respirar. Giró mi cabeza, así estábamos mirándonos
directamente al otro mientras él comenzaba a moverse de nuevo—. Dime ‘no’ otra
vez —retó, continuando el retorcimiento de mis pezones con una mano y
ahorcándome con la otra mientras salía y entraba lentamente unas cuantas veces,
enterrando su eje contra algo dentro de mí que se sentía como si la punta de una
bengala fuera encendida. Un destello de luz y calor que crecía más brillante y más
atrevido. Estirando todo dentro de mí. Era doloroso, pero era el dolor que estaba
buscando. La liberación de mis pensamientos. Preppy tenía razón. Este tipo de dolor
es el que quería, un dolor que me hiciera llorar y sacudirme contra él—. ¿Necesitas
más? ¿No? —susurró, las venas de su cuello tensadas. Liberó mi garganta y mi
pezón, y me empujó de nuevo sobre mis manos—. Dime ‘no’ otra vez y te daré lo
que quieres. Te daré más —dijo, pellizcando sus dientes sobre la piel de mi hombro
y empujando fuerte dentro de mí, deteniéndose cuando estuvo tan enterrado como
mi cuerpo le permitiría—. Dilo —siseó, moliendo sus caderas contra mi desnudo
trasero.
—¡No! —logré gritar. Mi cuerpo estaba vivo. Tan jodidamente vivo. Cada fibra
de mi ser quería ser tocado, lamido, follado. El dolor en mi centro se volvió casi
inaguantable, necesitando ser liberado o detenido o algo—. ¡SÍ! —grité, finalmente
admitiendo lo que había estado tratando de negar por tanto tiempo. Diciéndole lo
que él quería escuchar para que me diera más de lo que yo estaba buscando.
220
Él no sólo me folló, me quitó el control. Todo un asalto en mi cuerpo. Fuerte y
prolongadamente me folló, como si me estuviera castigando y su verga fuera una
lección que yo necesitara aprender. El dolor se volvió real en una forma que me
tenía empujando contra Preppy—. Creo que necesitas parar. Por favor para. Duele
demasiado. No puedo seguir… —las palabras cayeron de mí mientras me
respondían con un furioso empuje, sus caderas estampándose contra mi culo, sus
manos clavándose en mis hombros mientras me follaba y me montaba al mismo
tiempo. Ignorando mis peticiones por un indulto de su nuevo tipo de sufrimiento,
sentí los abdominales de Preppy contraerse sobre mi espalda y a sus músculos
tensarse. Él estaba tenso, dándome su todo, pero todavía estaba conteniéndose.
—Sé lo que necesitas. Te tengo —dijo Preppy. Se alzó de nuevo, algo cliqueó
detrás de mí, seguido de una filosa sensación de raspado contra mi vientre, dándome
el dolor suficiente para traerme hacia el placer que estaba buscando.
El silbido del tren sopló, el suelo alrededor de nosotros se sacudió como un millar
de estruendosos caballos que estaban a punto de llegar en estampida sobre nosotros.
Grité fuerte y largo, el sonido tragado por el estruendoso sonido del tren pasando, el
221
viento soplando mi cabello alrededor de mi rostro mientras me estrellaba sobre la
valla que había estado escalando, dando la sensación de aleteo dentro de mí. Alas en
llamas volando sobre mi cuerpo en un grado de placer que me tenía persistiendo en
el borde de la inconsciencia mientras me hundía más y más lejos en ola tras ola de
puro e inalterado placer que nunca quería que terminara. Mi coño se apretó
alrededor de Preppy, sosteniéndolo inmóvil con un último estrangulamiento del que
no quería que él escapara.
222
hombre—. Carajo, es tan jodidamente bueno —murmuró, empujando contra mí
con su todavía dura, pero aun así suave verga como si no pudiera tener suficiente.
223
CAPITULO 25
DRE
Y yo estaba cansada de vivir con carga. Tanto como no quisiera nunca revivir en
mi cabeza lo que pasó, no importó decirlo en voz alta, las palabras simplemente
comenzaron a fluir.
—Mi papá es un tipo regular. Él siempre estuvo como perdido. Es ingeniero, pero
nunca se quedó con la empresa por mucho tiempo, unos cuantos años a lo mucho.
Entonces él encontró a Jan y todo cambió. Se casaron y él era feliz otra vez. Jan no
era mi persona favorita, pero supongo que las madrastras nunca lo son, pero ella
era lo suficientemente buena y lo hacía sonreír, eso era todo lo que importaba. Lo
que más me gustó fue quien trajo con ella.
224
—¿Quién? —preguntó Preppy, trazando perezosos círculos alrededor de mi
ombligo.
—Lo hacen —dije, inhalando una temblorosa respiración profunda—, pero ella
es la única persona a la que he matado —y antes de que pudiera convencerme a mí
misma de que era una mala idea, estaba frotando la cicatriz en el costado de mi cara
y estaba contándole a Preppy la historia que me perseguía desde el día que pasó. La
historia que lo empezaba y lo terminaba todo.
No manejo.
225
necesitaba verme realmente. Íbamos simplemente a vivir en la misma casa por unos
meses.
Era bonita. Alta, rubia, enormes ojos azules. Ella rechazó contratos de modelaje
porque quería enfocarse en su educación. Ella quería ser doctor, no cualquier
doctor, sino uno de los que viajaban a otros países y trataban a personas sin acceso
al cuidado médico. Era una buena persona y eso es lo que hace todo esto mucho
peor. Si ella fuera una persona mala, alguien como, alguien como yo, entonces
quizás no sería tan malo, pero lo es y cada día duele más, incluso aunque dicen que
debería doler menos.
Estábamos casi sin gasolina. Puse el auto en aparcar y me estiré por el freno de
mano para que pudiéramos cambiarnos e ir por gasolina. Mellie dijo que estaba
cerca y que yo podía conducir.
226
Yo estaba nerviosa, salí hacia la carretera sin mirar y un auto golpeó el lado del
copiloto. Ni siquiera se sintió fuerte, pero cuando volteé, la cabeza de Mellie estaba
toda incómoda y estaba sangrando de su boca.
El auto ni siquiera fue lo que la mató, fue la bolsa de aire. Un accidente raro. Pero
si ella hubiera manejado nunca habría pasado. Todo fue mi culpa.
Nuestros padres se divorciaron meses después de que ella murió. Mi papá trató
de mantener una actitud positiva, pero no pudo. Tampoco yo. Él raramente llegaba
a casa temprano del trabajo y yo me quedaba fuera todas las horas de la noche
haciendo lo que sea que pudiera para tener mis manos en lo que me ayudaría a
olvidar.
Conner. Tú querías saber por qué quería mantenerlo con vida. Conner era el
novio de Mellie. Ellos se conocieron cuando estaban en el kínder y eran inseparables.
Él no podía hacerle frente y yo tampoco y supongo que lo dejé maltratarme porque
sentía que necesitaba ser castigada por lo que yo había hecho. Necesitaba arreglarlo
para él. Y en mi mente, no había nada que él pudiera hacerme que yo no mereciera.
227
Hasta que fue demasiado, y tomé la oferta final de mi papá y el boleto de autobús.
Ahí fue cuando te conocí en la torre. Me quedé porque sentí que lo merecía.
Además él fundó esa pequeña aventura. Bueno, al principio lo hizo, hasta que sus
tarjetas de crédito estaban todas agotadas. Ahí fue cuando comenzamos a falsificar
o robar o hacer lo que sea para comprar más drogas. Seguí diciendo que sí. No
porque quisiera seguir haciéndolo, sino por la culpa.
—La culpa no se siente como mierda. Se siente como una piedra en tu pecho.
Duele como si fuera real.
228
CAPITULO 26
PREPPY
PRESENTe
M ira aquí —dije, golpeando mis dedos—. Es el puto botones. ¿Ha llegado
mi equipaje? —la pregunta fue encontrada con un golpe en mi
mandíbula que sacudió mi cabeza antes de que todo se pusiera negro.
Cuando desperté con un dolor de cabeza que setenta parches no podría curar,
escuché susurros en el otro lado de la pared. Susurros de mujer.
229
—Un placer conocerte, nadie. Soy Samuel Clearwater. Mis amigos me llaman
Preppy.
Ella sonaba mejor que yo, su voz más clara, aunque no por mucho.
—¿Estás siempre tan cómodo alrededor de otras personas? —la voz femenina
preguntó, recordándome la pregunta que Dre me había hecho cuando la había
llegado con Billy—. ¿Tu vaso siempre está medio lleno, incluso aquí?
Reí y después tosí—. Señorita, justo ahora mi copa está media muerta así que deja
de cargar en mi parada y toma tu propia tortura y abuso como un puto hombre.
—¿Por qué piensas que estás aquí? ¿Por qué piensas que él te está haciendo esto?
—¿Diversión?
—Poder. Él pudo haberte matado, pudo haber dejado que te murieras, pero les
dejó creer a tus amigos que estás muerto y te mantiene balanceándote en el borde
de la vida y la muerte porque él ama el poder por encima de todo lo demás. ¿Qué
230
mejor manera de ganar poder que tomar el control de la vida de otros? Además,
ahora cada vez que Able lo hace enojar, él puede venir aquí a golpear a sus amigos
o a matarte o torturarte. Pero eso depende de él. Eso es de lo que se alimenta.
231
CAPITULO 27
DRE
M irna logró los siguientes dos días y la instalación de vida asistida llamó
con una apertura así que los arreglos se hicieron para transferirla en
ambulancia a Sarasota, que estaba a una hora en coche. Cuando Preppy
me dijo que teníamos que ir a algún lugar, pensé que tenía que ver algo con el
papeleo de Mirna o con los documentos que había comenzado, pero no había
terminado para el expediente de King.
—Ya verás —dijo Preppy—. Quédate aquí —me lanzó un guiño y saltó fuera del
auto antes de que yo pudiera contestar. Sólo estuvo en la tienda por un minuto o dos
232
antes de que regresara con una cubeta negra grande la cual colocó en la cajuela.
Cuando volvió a entrar en el auto me lanzó una bolsa, algo frío caló en mis piernas
a través del delgado plástico.
—Sip, hot dogs —dijo Preppy, girando sobre un lado del camino entre los árboles
cubriendo el letrero del camino.
—Realmente no son tan malos. Cuando era un niño sobreviví de esas cosas —
dijo Preppy con una sonrisa, sorprendentemente como si no fuera un mal recuerdo,
sino uno que recordaba afectuosamente. Mi estómago se volcó otra vez, pero no por
los hot dogs, sino porque me di cuenta de cuan horrible mi comentario había
sonado.
—Lo siento, quiero decir —comencé—. Yo sólo… no puedo esperar para probar
uno.
233
—¡No! —dijo Preppy, riendo tan fuerte que tuvo que agarrarse el estómago—.
Primero que nada, no le tengas lástima a mi pasado. Mi pasado me hizo quien soy y
amo mi vida. Segundo, debí haber sido más claro, estos no son para que los comamos
NOSOTROS, aunque sí tienen que ver algo con almuerzo.
Lo miré fijamente esperando a que me diera más, pero todo lo que hizo fue
sonreír—. No tengo idea de lo que eso significa —admití.
Preppy bajó la cubeta y la cuerda. Soltó mi mano, pero sólo para girarme en
dirección opuesta al agua, hacia donde una grande casa de tres pisos estaba
234
asomándose por encima de la cerca sobrecrecida de césped y hierbas. Estaba en el
mismo estado que el muelle. Ventanas bordeadas con madera podrida.
Revestimiento en suciedad, vacía de las constantes lluvias de verano—. Guao —fue
todo lo que pude conseguir decir.
—Sería una pena destruirla. Sólo necesita un poco de trabajo —dije, protegiendo
mis ojos del sol. Sólo podía ver del segundo piso para arriba detrás del arbusto, pero
si entrecerraba mis ojos lo suficientemente fuerte casi podía ver la casa que fue una
vez. Balcones donde familias podían sentarse y almorzar admirando el agua o
entretener a sus invitados. Un área de estar o una sala de lectura haciendo el tercer
piso completo un desván, iluminado con luz solar natural en las noches.
235
—No estoy seguro, pero Thomas Edison y Henry Ford tenían lugares de invierno
no muy lejos de aquí, así que tal vez alguien que rozaba hombros con esa gente. Es
definitivamente posible.
Yo todavía estaba mirando a la casa, imaginando los botes que debieron haber
embarcado ahí y las fiestas que los originales dueños debieron haber tenido. Fue una
verdadera pieza de perfección sureña. Como una belleza sureña con un vestido
sucio.
—Voy a llevarte a almorzar. Algo así —dijo, abriendo el paquete de hot dogs y
rompiéndolos en pedazos para colocarlos al final de cada uno de los ganchos—. Pero
tenemos que atraparlo primero —Preppy tiró el gancho al agua lentamente—.
Tengo que asegurarme de que esté en el fondo —explicó, atando la vara arriba de
uno de los pilotes, luego repitiendo el procedimiento con las otras tres cuerdas.
236
—¿Qué estamos atrapando? —pregunté, susurrando, como si lo que sea que
estuviera en el menú pudiera escucharnos y ser asustado por nuestras voces. Me
paré al final del muelle y bajé la vista al agua turbia donde no podía ver nada más
que marrón.
El rostro de un cangrejo.
237
—Ahora no te muevas o lo vas a asustar —susurró Preppy por un lado de su
boca, inmóvil como una estatua—. Al segundo que lo tengas arriba del agua, ahí es
cuando lo mueves hacia la cubeta tan rápido como puedas antes de que se escape y
regrese al agua.
—Oh, sí. Lo tengo —susurré. Incluso más lento que antes, levanté la cuerda hasta
que el cangrejo estuvo fuera del agua. Rápidamente batí la cuerda hacia la cubeta,
pero demasiado ansiosa porque Preppy tuvo que esquivar ser golpeado por el
cangrejo, quien se soltó del hot dog justo un poco antes de lo que espera que lo
hiciera. Preppy puso la cubeta de vuelta en el rompeolas y miro adentro al cangrejo
azul que era sólo un poco más grande que la palma de mi mano. Rodeó el fondo de
la cubeta, golpeando los muros plásticos con sus tenazas.
—Oh —dijo, regresando de donde sea que se hubiera ido—. Este tipo al que King
y yo le solíamos vender hierba cuando éramos chicos nos enseñó. Hubo un verano
que comimos muchos de estos cabrones que tuvimos que detenernos cuando nos
238
dimos cuenta que comenzábamos a oler como ellos —dijo con una pequeña risa,
reviviendo el recuerdo.
—No lo es. Es por eso que necesitamos más —dijo Preppy, jalándome de la mano
al final del muelle. Atrapamos siete de ellos antes de que Preppy declarara que era
suficiente para nuestro almuerzo. Condujimos a lo que parecía como una choza
abandonada en medio de chozas similares a mitad de la calzada. El olor a mariscos
recién freídos flotaba del pequeño lugar haciendo que mi estómago gruñera—.
¿Hambrienta? —preguntó Preppy, guiándonos al pequeño espacio que sólo tenía
unas cuantas mesas desajustadas y un viejo refrigerador de Pepsi.
—Preppy, mi buen hombre, ¿qué tienes para mí? —preguntó, tomando la cubeta
de los brazos de Preppy.
El hombre rió y colocó la cubeta en el suelo junto a la estufa—. Este podría ser el
único momento cuando los cangrejos hacen un buen regalo —dijo—. ¿Los quieres
a la manera usual?
239
—Lo tienes —dijo Preppy, llevándome de la mano de vuelta hacia la puerta
trasera—. Oh, y esta es Dre —dijo mi presentación de último minuto—. Ese el Billy.
—Sip, ella tiene una hermana llamada Snoop —dijo Preppy, abriendo la crujiente
puerta. Nos sentamos en sillas amarillas en el raquítico patio que lucía como si
hubiera estado pudriéndose en el sol por bastante tiempo.
—Tratando de descifrarte.
Preppy apuntó a mi rostro—. Tienes estos enormes ojos y aunque son oscuros
como el infierno, son aun así de alguna manera brillantes. Tienes cabello seriamente
negro, tan negro que es casi azul, pero tu piel está únicamente bronceada
ligeramente. ¿Qué eres? ¿Algún sabor de España? ¡Oh! Lo tengo, ¿un poco asiática?
No, eso no es. ¿Isleña del Caribe, tal vez? ¿Barbados? ¿Antigua? ¿Narnia?
—No.
240
—¿Entonces cómo puedes estar tan segura?
—Cierro mi caso.
Preppy deslizó sus lentes de sol por su nariz hacia abajo—. Entonces… ¿serías
una chica blanca?
—Decepcionante, lo sé.
241
—Y me estaba preguntando cómo alguien… en tu línea de trabajo puede estar
tan relajado todo el tiempo.
—Ya sabes, distribuir las drogas —dije, haciendo una mueca cuando mi frase
salió tan incómoda como me sentí.
—Bueno, Doc, puedo decirte eso aunque trabajo en las drogas, la razón por la
cual luzco tan cómodo es porque lo estoy.
—¿No tienes enemigos? ¿Los negocios no salen mal? Quiero decir, llevas una
pistola así que tienes que estar preocupado por algo.
—Has visto demasiadas películas, Doc. Aunque algunas veces sí tengo que usarla
para más que sólo ponerla en tu cabeza mientras hago que te corras —dijo Preppy.
Me sonrojé—. Es PORQUE cargo una pistola que no estoy preocupado —miró hacia
el agua. Un oxidado bote camaronero estaba lentamente deteniéndose en el muelle.
Un hombre saltó al muelle, mientras otro gritaba instrucciones y le lanzaba una
cuerda. La suave briza soplo el rubio cabello de Preppy por encima de su cabeza. Se
giró de vuelta hacia mí—. Y estás equivocada, sabes.
—¿Sobre qué?
—No siempre estoy cien por ciento cómodo alrededor de todo—dijo, fijando sus
ojos en los míos—. Está esta persona. Esta chica quien yo creo… —justo entonces
Billy abrió la puerta.
242
—¡Plato caliente! —anunció, colocando un enorme plato de recién cocidos
cangrejos en el centro de la mesa. Me di cuenta que el plato en realidad no era un
plato en lo absoluto, sino una tapadera al revés de un bote de basura de metal.
—Billy, lamento ser el que te diga esto, pero cuando le dices a todos sobre ello,
ya no es tan secreto. Y copiar un nombre no es exactamente una creación original.
Billy golpeó a Preppy en el hombro con su trapo—. Touché, amigo mío —dijo
con una carcajada. Colocó su mano en el respaldo de la silla de Preppy—. Escucha,
quiero agradecerte por ayudarme a que las estufas funcionaran de nuevo. Estaría
cocinando cangrejos azules debajo del refrigerador en este momento si no fuera por
ti haciendo esa llamada y consiguiéndome esas estufas.
Se estrecharon las manos e hicieron el saludo de manos secreto que todos los
hombres parecen saber, el que terminaba con un medio abrazo y una palmada en
la espalda—. No podía dejar a mi chef favorito sin cocina, ¿quién me alimentaría?
—Oh, no lo sé, quizás una de la docena de ancianas que hacen lo que sea que
quieras. Tal vez Grace. Tal vez una de las putas del club —dijo Billy, con una sonrisa.
243
Se giró hacia mí—. Lamento el lenguaje, señorita. Quiero decir las señoritas que
están asociadas con el Beach Bastards.
—Casi olvido darte estas —dijo Billy. La puerta se abrió y lanzó dos pinzas
amarillas por encima de mi cabeza y hacia la mesa.
244
atención de vuelta a mi plato—. ¿Tienes… tienes hambre? —pregunté
temblorosamente, tratando de sonar inafectada mientras mis pezones se endurecían
a través de mi camiseta.
245
CAPITULO 28
PREppy
PRESENTE
—¿Ah sí? ¿Y qué carajos sería? —preguntó Chop, cruzando sus brazos sobre su
pecho y recargándose contra la pared con una sonrisa come mierda en su cara.
—Eres un individuo jodido —dije, pausando para ajustar el agudo dolor en mis
costillas.
246
violarme el culo va a romperme? —me reí—. Piensa otra vez, chupa vergas, porque
mi padrastro ya tuvo ese honor.
—Todo lo que estás haciendo es decirme que eres basura blanca. Como ya lo
sabía. Por qué no cierras la puta boca y así puedes morir con un poco de puto orgullo
—dijo presumidamente—. Se me viene a la mente, ¿tal vez debería llamarlo e
invitarlo para una visita? Me pregunto que es de él estos días —me estaba
provocando, usando lo que le había dicho para tratar de hacerme enojar.
Sacudí mi cabeza, o al menos pensé que lo hice, todos los músculos de mi cuello
estaban entumecidos a ese punto—. No, lo que no pareces entender es que todo esto
no tiene sentido. Puedes violarme el culo y no va a quebrarme. Puedes seguir
torturándome, pero lo que no entiendes es que la mitad de esa mierda me pone el
pene duro. Puedes haberme matado… —me incliné más cerca y sonreí—. Pero ya
estoy muerto, perra.
247
Chop se levantó y me pateó en las costillas con su pesada bota, mandándome a
estrellar contra la pared junto a mí, mis dientes castañeando con el abrumador dolor
rasgando a través de mi cuerpo.
Chop se fue sin decir una palabra o me desmayé del dolor y no escuché sus
últimos pensamientos del pedazo de mierda que soy. Independientemente, cuando
abrí mis ojos estaba agradecido de encontrar que una vez más estaba solo.
Excepto, por supuesto, por la mujer que no me diría su nombre. Debería haber
estado feliz de no estar solo, pero cada palabra que salía de su boca me hacía
encogerme y cada vez que Chop se iba ella tenía un comentario.
—Sabes, provocarlo no va hacer las cosas más fáciles para ti. He aprendido esa
lección de la peor manera —dijo suavemente.
—¿Hello? ¿Is it me you’re looking for? —canté, agarrando mis costillas a medida
que cada palabra se sentía como si me estuviera apuñalando a mí mismo en los
intestinos, pero la canción necesitaba ser cantada o un hada perdería sus alas o
alguna mierda.
—Nunca me gustó esa canción —la mujer dijo de nuevo y esta vez estaba seguro
que no estaba escuchando cosas. Más bien, casi seguro. Como, un cuarenta por
ciento.
248
—Escuche, señora, no sé siquiera si es real a este punto, pero si usted no es real,
entonces perdonaré su breve lapso de falta de juicio cuando se trata de la grandeza
que es Lionel Richie.
—Sí, hago esta cosa cuando me desmayo donde mi boca deja de moverse —dijo.
—Probablemente era American Ninja Warrior, siempre pensé que sería bueno
en eso —me acomodé, así no sentía como si fuera a romperse mi cóccix bajo mi
propio peso—. Bueno, ahora que las bromas están fuera del camino, ¿finalmente
vas a decirme tu nombre?
—¿Eso es… decepcionante? —dije, aunque salió como una pregunta. No quería
morir, pero ser torturado cada día no estaba exactamente en mi lista tampoco.
249
—Creo que entiendo eso. ¿Él ha estado golpeándote en la cabeza?
—Creo que lo tuviste mal cuando le dijiste tú estás más jodido que él —dijo con
un triste suspiro—. Reza. Medita. Concéntrate en lo que era la vida antes de que
llegaras aquí porque, Samuel —pausó—, porque nunca vas a ver esa vida otra vez.
No discutí con ella. No sólo porque ella había estado allí por años y pensara que
discutir con ella sería una pérdida de energía, sino porque en algún lugar muy
dentro de mí sabía que ella tenía razón.
Ella estuvo callada poco después de eso y asumí que se quedó dormida en el hoyo
en el que estaba. Sin mucho para mantener mi mente alejada de la tortura y muerte,
cerré mis ojos y usé la simple técnica de respiración de meditación que Mirna me
había enseñado. Tomé unas cuantas respiraciones profundas, bueno, tan profundo
como pude sin ahogarme hasta la muerte, y traté de enfocarme en como lucía mi
vida antes de que me dispararan. Era feliz. Tenía una familia. Tenía respeto. Lo que
no tuve. Fue a ELLA. Incluso cuando imaginaba al elenco de personajes en mi vida,
King, Doe, Bear y Grace, había alguien más quedándose más allá en la distancia,
eclipsando a las personas estando justo frente a mí.
250
Ella estaba admirando la bahía de espaldas hacia mí. Su oscuro cabello ondeando
alrededor en el viento. Se dio la vuelta para estar de frente a mí justo mientras yo
me acercaba, sus oscuros ojos suavizándose cuando me vieron, su sonrisa tirando
de las comisuras de sus gruesos labios. Cuando habló hizo a mi corazón latir más
rápido y floté a un estado de seminconsciencia, rodeado por sus palabras haciendo
eco en cada rincón de mi cerebro una y otra vez en un bucle interminable de
arrepentimiento.
Consérvame.
251
CAPITULO 29
PREppy
C UANDO la campana de la puerta sonó pensé que era Billy, quien se suponía
debía dejar algunos nuevos cangrejos azules antes de que me dirigiera a ver a
Dre. Quería quitarle de la mente a Mirna y, ¿qué mejor manera de hacer eso
que una cena de cangrejos casera, seguido de mi cara entre sus piernas y mi lengua
dentro de su coño por una cantidad indeterminada de tiempo?
Cuando abrí la puerta, no era Billy. Ni siquiera era un hombre. Una mujer parada
en mi porche. Tenía cabello rubio a la altura de los hombros y ella olía a espray para
cabello. Sus brillosos labios estaban pintados de rosa brillante. Me miró fijamente
con grandes ojos dorados como si estuviera esperando a que yo dijera algo—. Fue
usted quien tocó la puerta, señora —dije, preguntándome qué carajos estaba
demorando a Billy. La mujer ajustó su saco de mangas cortas de su traje blanco,
brazaletes dorados de deslizaron de arriba abajo en su muñeca cuando se movió,
tintineando ruidosamente.
252
Cuando ella no dijo nada y continuó mirándome, levanté el volumen de mi voz y
hablé lentamente—. ¿Puedo ayudarte? —ni siquiera estaba seguro si ella había
parpadeado. Sabía que estaba a un suspiro de advertir, pero maldita puta señora,
tengo lugares en cuales estar. Sobre su hombro estaba un Cadillac SUV blanco
brillante. La ventana de enfrente estaba blindada, así que no podía ver a nadie en él,
pero podía escuchar el motor encendido.
La luz del sol destelló en la humilde roca en su mano izquierda y retrocedí cuando
el haz de luz me disparó directamente en los putos ojos—. Oh, lo siento —dijo,
moviendo su mano detrás de su espalda—. Y sí, sí puedes ayudarme. Aunque, la
razón por la cual estoy aquí es porque no te ayudé.
Iba a cerrar la puerta y llamar a Billy para ver cuándo podría esperarlo, cuando
la mano de la mujer salió disparada y se agarró a ella antes de que pudiera
cerrarla—. ¡Samuel! ¡Espera! —gritó y es ahí cuando el reconocimiento me golpeó.
No podía ser.
253
Pero lo era.
Abrí la puerta otra vez, tomando otro vistazo de la mujer frente a mí—. ¿Mamá?
—Sí, Samuel —dijo con una pequeña sonrisa. Feliz de que la reconociera—. Soy
yo.
—Lástima.
—Yo… yo merezco eso —dijo, mirando hacia atrás al SUV donde un hombre
mayor en una chaqueta deportiva salió del coche y abotonó su chaqueta—. Mitch,
está bien. Sólo estamos hablando —llamó ella.
254
—Siempre fuiste buena ignorándome —murmuré, sintiendo la presión
construyéndose detrás de mis ojos. Si ella no tomaba mi advertencia, las cosas iban
a terminar mal para ella.
—Samuel, seré rápida. Lo prometo. Dos minutos, eso es todo lo que quiero —
dijo, levantando sus cejas y esperando a que yo responda.
—Tienes un minuto.
—No hay duda de porque no te reconocí. Estás sobria. Nunca vi ese aspecto en ti
antes. Y no hay necesidad de hacer las paces, sólo hay una necesidad de que te vayas
al carajo. ¡AHORA!
Ella bajó otro escalón más, pero aun así no se fue—. Cuatro años ahora. Cuatro
años he estado sobria.
—¡Putas felicidades! ¿Te tomó cuatro putos años para querer disculparte por la
mierda de mamá que fuiste? —reí y me incliné cerca—. Disculpa no aceptada.
—Oh, ¿pero ahora lo sabes? —pregunté—. Esto debería ser bueno. Muy bien,
vamos a escucharlo —dije, cruzando mis brazos sobre mi pecho y haciéndole señas
para que continuara.
255
—Lo siento, Samuel. Era una adicta. Todavía lo soy porque es una enfermedad
que realmente nunca se va. He tomado algunas malas decisiones y te herí. Nunca
me perdonaré a mí misma y no espero que tú lo hagas tampoco.
Tomó una respiración profunda, y podría decir que estaba tratando de estabilizar
sus nervios porque sus manos se sacudieron más fuerte, junto con su voz—. Cuando
me fui no sabía dónde estabas a dónde habías ido. No te busqué. Y por eso, lo siento.
Debí haberte buscado. Debí haber regresado por ti. No debí haberme ido en
absoluto, pero sobre todo, no debí haber renunciado a ti. Te ignoré como si no
estuvieras ahí y no espero que quieras tener una relación contigo, pero te gradezco
que me dejes hablar. Esto es para ti —dijo, tomando de su bolsillo un pequeño trozo
de papel doblado. Lo sostuvo para que yo lo tomara y cuando no lo hice, lo dejó en
el escalón cerca de mis pies y bajó los escalones. Cuando llegó al final, se dio la vuelta
y su tacón se atascó en la grava. Cayó de lado, atrapando la barandilla para pararse
de nuevo. Cuando se enderezó, ajustó su saco y estaba a punto de dirigirse de vuelta
hacia su auto en espera.
De pronto, la ira ni siquiera era una palabra. Estaba más allá de rabiar. Estaba
más allá de furioso. Estaba algo que existía en otro puto mundo y esta perra no se
iba a ir con su media disculpa cagada.
—¡Al carajo eso! —dije, saltando los escalones y parándome en frente de ella,
cortándola de llegar al SUV—. Si te vas a disculpar entonces necesitas saber de lo
256
que deberías estar disculpándote —dije, sintiendo el fuego llamear de mis fosas
nasales mientras hablaba entre dientes apretados. Podría estrangularla, dispararle
al hijo de puta en el auto y quemarlos ambos en el pozo del patio y todavía estar a
tiempo para cenar con Dre.
Posibilidades.
—Noooo —dijo, sus ojos ensanchándose, trató de dar un paso atrás, pero cerré
la distancia entre nosotros otra vez. No había forma de que la dejara huir de lo que
tenía que decirle.
—Tanta atención que él sabía cuán apretado mi ano era —continué. Ella envolvió
sus brazos alrededor de su estómago—. Tanta que cuando él estaba demasiado
borracho para venirse, me culpaba y luego me golpeaba hasta que me desmayara.
257
—Es jodidamente posible y jodidamente sucedió —espeté—. Una y otra vez pasó
en la habitación de al lado, bajo el mismo puto techo. Pasó por TU CULPA. Porque
no hiciste nada para detenerlo. Porque no estuviste ahí o no te importó. Así que
veras, no sólo me ignoraste. Olvidaste que tenías un hijo y me dejaste en manos de
un hombre que deseaba que olvidara que yo estaba ahí.
—¡Hijo, espera! —el hombre en la chaqueta de sport llamó, saltó hacia nosotros.
Ladeé la pistola y él se detuvo en su camino.
—¿Hijo? —pregunté con una risa. Bajé la vista a mi madre quien estaba
lloriqueando—. Podrías realmente querer repensar tu elección de palabras, hijo de
puta. Porque mamá y yo no estamos teniendo exactamente la reunión familiar más
amistosa, así que esa palabra me pone un poco agitado —golpeé ligeramente el
gatillo para mostrarle a lo que me refería y Mitch se detuvo detrás de mi madre,
levantando sus manos en rendición.
—Pon tus malditas manos abajo, hombre —espeté—. ¡No estoy robando! Estoy
matando, no lo distorsiones.
258
—Por favor. ¡No! —suplicó Mitch.
—No te metas —le dije a Mitch. Bajé la vista a la mujer delante de mí de rodillas,
su pantalón blanco ensuciado por la calzada y todo lo que yo quería era que ella
sintiera lo que yo sentí. Viviera lo que viví—. Quizás le pida a uno de mis amigos
motociclistas que venga y te folle por el culo en frente de tu marido —le dije—. Que
te viole. Que tome lo que no quieres dar. Que te folle lo que no quieres que sea
follado, pero a diferencia de ti, no lo ignoraré. No le daré mi espalda a eso.
Observaré. Animaré. Y jodidamente me regocijaré cuando te parta en dos.
—¿Ah, sí? —pregunté—. Oye, Billy, pon los cangrejos en mi camioneta, ¿lo
harías? Me voy de aquí después de encargarme de esta situación.
259
Billy asintió—. No hay problema, hombre. ¿Necesitas ayuda con eso? —levantó
su barbilla hacia la perra sobre sus rodillas—. Tengo algo de tiempo antes de recoger
a las chicas del fútbol.
—No lo sabía —mi mamá lloró—. Prometo que no sabía lo que estaba pasando.
Lo juro.
260
—Nancy. No —dijo Mitch, finalmente bajando sus manos. Miré a la
preocupación escrita en toda su cara. El tipo realmente parecía preocuparse por la
puta y de pronto me sentí mal del estómago. No porque no quisiera matarla. Quería.
Sino porque no iba a hacerlo.
—Quiero que pienses acerca de lo que te dije. Espero se haya filtrado en ese
decolorado cerebro tuyo. Espero que te dé pesadillas y pienses en él gruñendo sobre
mi espalda mientras tú estabas desmayada en el otro sofá —mi madre lloró y sus
hombros se sacudieron violentamente—. Ambos tienen diez putos segundos para
subirse al auto y largarse de mi propiedad antes de que comience a disparar. Mitch,
asegúrate de que esta perra se quede muy muy lejos, porque como me entere que se
han acercado veinte kilómetros a mí, iré por ustedes y no me importa si hay un
centenar de testigos alrededor. Pondré una bala en ambos, pero antes de que lo haga,
buscaré a sus amigos. A su otra familia. Cualquiera cercano a ustedes. Cualquiera
que conozcan y terminaré con ellos primero así sabrán que voy por ustedes. Si no
creen que lo digo en serio, todo lo que tienen que hacer es cruzarme y jodidamente
lo sabrán. Tienen diez segundos —me incliné abajo junto a ella y corrí la pistola por
su cara. Oh, cuan fácil sería—. ¡CORRE PERRA! —grité en su oído. Se tambaleó,
cayendo de espaldas en la grava. Mitch se apresuró en su ayuda, levantándola de los
codos y prácticamente arrastrándola al coche mientras él corría y ella luchaba para
seguir de pie.
Las llantas rodaron a medida que derrapan por la calzada. Corrí detrás de ellos,
apunté mi pistola y disparé varias veces en su defensa trasera, antes de caer de
rodillas en la carretera.
261
A medida que su SUV conducía fuera de vista, lucía como si ellos estuvieran
siendo tragados por un agujero negro que se hacía más y más grande hasta que se
fueron y no había nada más.
262
CAPITULO 30
DRE
No había puesto mucho pensamiento en donde vivía él así que no sabía que
esperar ver cuándo aparqué en la dirección que Billy me había dado, pero la casa
de tres pisos sobre zancos de frente a las suaves aguas de la bahía, no lo era.
263
porche y me precipité a la parte trasera de la casa, tomando dos escalones a la vez,
perdiendo mis sandalias en el proceso. La puerta trasera no sólo estaba
desbloqueada, había sido dejada parcialmente abierta.
264
Una mirada a él fue todo lo que tomó para darme cuenta de cuán equivocada
había estado. El brillo que había visto en sus ojos esa primera noche no era señal de
un monstruo. No era el destello de un hombre malvado.
Una advertencia de que había sido herido y nunca había sanado. Era la ira y el
miedo de su pasado acechando justo más allá de la superficie esperando a que él
finalmente se rompiera.
Y se rompió.
—¿Por qué? —preguntó, el dolor en su voz me cortó, más filoso que cualquier
cuchillo. Pateó la puerta del closet con su pie, zafándola de las bisagras.
—Preppy —dije suavemente, dando un tentativo paso hacia él—. Preppy, soy yo.
Dre. Doc —me detuve al pie de la cama mientras el continuaba paseando, y aunque
yo estaba justo ahí era como si él no pudiera verme, sus ojos vidriosos. Dejó caer su
cigarro sobre la alfombra e inmediatamente lo apagué con mi pie antes de que
pudiera prender fuego. Arrojó la botella en el baño donde rompió el espejo en
265
pedazos, mandando trozos de vidrio disparados alrededor de la habitación como
metralla. Se bajó su pantalón y tomo su blanda verga en mano frotándola de arriba
abajo furiosamente.
—Preppy. Soy yo —dije otra vez, dando otro paso más hacia él. No había puta
forma de que fuera a dejarlo en esa condición. Iba a encontrar una manera de
arrastrarlo fuera de ella o íbamos a hundirnos juntos.
266
—¡Jódete! ¡Jódeteeeeeeeeeeeeeeeee! —gritó al techo, golpeando su cabeza contra
la pared una y otra vez, tan fuerte que su ceja se abrió y sangré corría por su rostro,
por poco perdiendo su ojo.
—¡No hagas esto! —grité—. ¡Para! ¡Para! —rogué, saltando sobre la mesita de
noche que estaba empujada contra la pared.
—¿No lo ves? Él me rompió. ¡Estoy roto! —gritó. Sus ojos estaban inyectados en
sangre y su voz rasposa por gritar—. ¡Y esa puta perra dejó que sucediera! ¡Ella
jodidamente dejó que sucediera!
—¡Pero lo estoy! ¡Siempre estoy jodidamente ahí! —empujó sus manos a través
de su cabello y lucía como si estuviera arrancándolo. Dio una vuelta y se tiró de
rodillas otra vez, jalando de su verga.
267
—También yo —dije, sin darme cuenta que había comenzado a llorar junto con
él—. También yo —repetí porque lo decía en serio—. Odio al hombre y lo que te
hizo. Si él todavía estuviera vivo mataría al cabrón yo misma y si hubiera estado
cuando ella vino no te habría detenido si hubieras intentado matarla.
Preppy se puso de pie abruptamente, tirándome sobre mi culo. Golpeó sus palmas
contra la pared y dejó caer su frente contra ésta, la sangre de su ceja salpicándose
en la pintura azul claro. Salté sobre mis pies y otra vez me subí a la mesita de noche,
necesitando la altura con el fin de ponerme a su nivel. Agarré su rostro otra vez y
cuando él trató de moverlo enterré mis dedos en sus mejillas y jalé más fuerte hasta
que no tuvo opción más que mirarme.
268
—Entonces úsame —dije, poniendo cada onza de determinación que tenía en mi
voz—. QUIERO que me uses —di un paso atrás y me quité la camisa. Desabroché
mi sostén y lo lancé al piso.
Preppy saltó abajo y caminó hacia mí como un animal enloquecido. Agarró mis
caderas y me dio la vuelta, empujándome bruscamente contra la pared, mi mejilla
aterrizando con un doloroso ruido sordo mientras conectaba. Me bajó mis shorts y
mis bragas y entonces estaba encima de mí. Su pecho contra mi espalda. Una mano
agarrando mi pecho y la otra entre mis piernas.
Esto no era sobre mí o mi placer. Esto no era sexo. Esto era un puto exorcismo.
Pero al segundo que sus dedos pasaron por encima de mis pliegues me humedecí.
Tan húmeda que sabía que los dedos de Preppy tenían que estar mojados. Él gruñó,
empujando su verga contra mi espalda baja.
269
cuerpo le permitiría. Apretó mi garganta, y aunque todavía podía respirar, comencé
a ver estrellas conforme él comenzaba a salir de mí lentamente, empujando de vuelta
a mí como si me estuviera castigando.
No había preliminares. No había ternura. No había nada más que nosotros en esa
habitación. Preppy estaba poseído y yo estaba dispuesta a dejar que me follara hasta
la muerte, si eso significaba que él iba ser libre del demonio en su interior.
Duele. Pero con el dolor vino un placer que nunca esperé, un desapacible rayo
que tenía a mi coño apretando su verga más y más fuerte mientras me follaba más
y más duro. Furiosamente, embestía en mí, golpeando mi cabeza contra la pared,
apretando mi garganta más fuerte. Mi placer escaló a medida que él golpeó contra
mí una última vez y me vine y me vine y me vine mientras Preppy salía. Y mientras
se liberaba, gritó y lloró—. Que se joda él. Que se jodan todos ellos.
¡Caaaraaaajoooooo! —separó mis nalgas, disparando calientes chorros sobre mi
recién follado coño mientras él continuaba apretando mi tráquea más fuerte hasta
que todo comenzó a desvanecerse.
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—¿Estás bien? —preguntó.
Él sacudió su cabeza contra mí—. No creo que alguna vez haber estado bien —
admitió. Sus hombros subiendo y bajando. Sus inhalaciones eran erráticas y ahí es
cuando me di cuenta que él estaba silenciosamente sorbiendo contra mí. Envolvió
apretadamente sus manos alrededor de mis muslos como si estuviera sosteniéndose
a la vida—. Él me hizo este monstruo. Estoy enfermo y retorcido, ¡y es porque él no
podía mantener sus putas manos lejos de mí!
—Él está muerto, pero no se ha ido —señaló a su cabeza—. Aquí, el cabrón está
muy vivo.
Preppy lentamente levantó la vista con ojos inyectados en sangre, polvo blanco
seco en sus fosas nasales—. No hay espacio para él ahí —dijo, descansando su
barbilla en mi estómago—. Porque tú estás ahí y para una cosa diminuta acaparas
un montón de puto espacio.
271
Mi corazón se alegró ante su admisión, pero podría ser su dolor hablando. De
cualquier manera, me da un destello de esperanza de que él pudiera salir de las
profundidades y sobrepasar sus demonios.
—Lo siento —dijo, y viniendo del hombre que no se disculpaba, significaba todo.
—No hay nada por lo cual disculparse —dije porque no lo había—. También te
quería —admití.
Preppy levantó la vista hacia mí con ojos brillantes, sus pupilas del tamaño de la
luna—. Sé que te hará sentir incluso mejor —dijo, soltándome. Se subió arriba de
mi cuerpo, su rostro cerniéndose sobre el mío.
Esta vez él estaba tomando mi cabeza en sus manos mientras me miraba, sus
pulgares trazando ligeramente mis labios y mis mejillas, sus dedos enredándose en
mi cabello.
272
—¿Qué? —pregunté.
273
CAPITULO 31
PREPPy
Dejamos la casa una vez para llevarla a casa de Mirna para que pudiera agarrar
algunas cosas de ellas y luego visitar a Mirna, quien todavía estaba en condición
274
estable. Después, habíamos regresado directo a mi casa donde ella me enseñó a
hacer panqueques apropiadamente, usando una de las recetas de Mirna mientras
usaba este delantal rojo de encaje… y nada más. No soy un hombre religioso, pero
vi a Jesús cuando probé esos panqueques y casi lloré cuando la suave delicia tocó
mis labios. Le juré justo ahí y entonces que nunca haría panqueques de caja nunca
más.
No había forma de que alguna vez pudiera pagarle por lo que hizo por mí, de
ninguna manera decirle “gracias” en un manera que se transmitiera precisamente
cuanto agradecía que me trajera de vuelta de las profundidades a las que la visita de
mi madre me había llevado. Así que en lugar de usar mis palabras, la arrastré de
vuelta a mi cama y usé mi verga. Mis dedos. Mi boca. Mi lengua. La hice correrse
con todo lo que tenía hasta que mi pene estuvo morado y a punto de estallar con
necesidad, antes de que siquiera pensara en sacarle la mujer salvaje con mi carne
masculina.
Hablamos.
Hablamos casi de todo. Su familia. Su escuela. Libros. Películas. Descubrí que ella
tocaba el violín en sexto grado y tuvo que convencerme de no ir a la casa de empeño
a mitad de la noche para comprarle uno, porque la imagen de ella tocando para mí
desnuda no era una fácil de sacudir.
275
Ver su rostro iluminado mientras ella citaba a Archoman era completamente un
nuevo nivel de rareza que me excitaba.
Sabía que necesitaba ser claro con ella. Las cosas habían cambiado. Modificado.
Los sentimientos que tenía por ella eran más que de amigos y más que de amigos
que sólo follaban. Simplemente eran… más.
Después.
Pero en lugar de traer algo que inevitablemente nos rompería, hice lo que
siempre había hecho. Fui egoísta. Estoy saboreando cada momento con Dre, aunque
sabía que estábamos follando en tiempo prestado.
No había mejor recordatorio de cuan corto era el tiempo cuando la realidad llegó,
en forma de rugidos de motores de motocicletas sacudiendo las paredes como un
fuerte trueno.
276
CAPITULO 32
DRE
P REPPY BAJÓ LAS escaleras cuando escuchó las motos y me dijo que me quedara,
y así lo hice. Pero cuando salí de la ducha y me di cuenta que pasó una hora y
que él todavía no había regresado, me puse ropa y bajé a buscarlo.
Bajé las escaleras con pies descalzos. Mi cabello peinado hacia atrás todavía
mojado por mi ducha, mojando mi apretada y blanca camisa y haciendo visible mi
sostén rojo debajo de ésta. Cuando abrí la puerta trasera la música me golpeó
primero, y me di cuenta que los motociclistas no había perdido tiempo. Una fiesta
ya estaba en pleno apogeo. Hombres vestidos de cuero estaban por todas partes.
Mujeres en topless14 esparcidas en sus regazos. Risas y bailes rodeaban la hoguera
en la fosa en el centro del patio.
277
un ligero acento sureño. Él miró a la casa y después a mí—. ¿Alguna razón especial
por la cual pienses que tienes permitido entrar ahí? La casa está fuera de los límites.
La fiesta está aquí atrás —señaló con su pulgar sobre su hombro a las personas
detrás.
—Uh… pues… sí —dije, insegura de por qué estaba confundido. Ahí fue cuando
el reconocimiento me golpeó. Nunca lo había visto antes, pero no había
equivocación de que fuera el de la descripción de Preppy. Pero antes de que las
palabras “Tú debes ser Bear” pudieran salir de mi boca, las manos de Bear estaban
sobre mí, palmeándome.
—¿Te robaste algo de ahí dentro? —preguntó, corriendo sus manos sobre mi
falda y a los lados de mi camiseta. No se detuvo cuando llegó a mis pechos,
apretándolos bruscamente.
278
finalmente, extendiendo su mano. La tomé y me jaló contra la enorme pared de su
cuerpo—. Yo también sé quién eres —de pronto, su ceño fruncido se volvió una
sonrisa. Él colgó un brazo sobre mi hombro como si fuéramos viejos amigos.
—Sí, Prep dijo que encajarías muy bien con los Bastards. No te preocupes por
una maldita cosa. Tratamos a nuestras chicas realmente bien. Te encantará el club.
Fiestas. Follar, coca, follar más. No hay nada mejor que la vida del club.
¿Qué diablos?
—Sé que a los hermanos les agradarás porque me estás gustando —se inclinó
cerca y susurró en mi oído—, esta noche podemos tener una fiesta por nuestra
propia cuenta antes de que conozcas a mis chicos. Antes de que te familiarices.
279
dijo, dándome una nalgada, bajó al muelle y se dirigió a través del patio hacia la
fogata.
PREPPY
—GRACIAS POR RECOMENDAR al talento —dijo Bear, llegando junto a mí y
encendiendo un cigarro—. Es ardiente, como un raro tipo lindo de ardiente. Apuesto
que su coño es lindo también. Le dije que te gustaba mirar y ella parecía gustarle.
—Espera, ¿de quién coño estás hablando? —pregunté. Había bajado las escaleras
para decirle a Bear que se fuera al carajo y sacara a sus perras de ahí cuando había
280
recibido una llamada de la prisión estatal de Georgia. Era King y la noticia no era
buena. Su sentencia de dos a cinco años había saltado a una de tres a seis. Todo lo
que quería después de terminar la llamada era regresar a la cama con Dre.
—Estoy hablando de ella —dijo Bear, apuntando al otro lado del patio.
A Dre.
—Se pone viejo —fue toda la explicación que Bear dio por la repentina intrusión,
aunque no era su primera—. Además, mi lugar aquí es mejor —lo cual era verdad.
El apartamento que él había construido en el garaje era diez veces más grande que
su habitación en el club.
—King obtuvo otro año más. Alguna pelea —dije en una exhalación.
—Joder, hombre —apagó su cigarro y miró a través del patio a Dre, observando
sus movimientos. De pronto, tuve el deseo e empujar mis pulgares dentro de las
cuencas de sus ojos.
281
El cabello negro de Dre estaba todavía mojado y peinado hacia atrás. Un punto
húmedo formado en medio de la parte trasera de su camiseta blanca, exponiendo su
sostén rojo. Tomó un trago de un vaso rojo mientras hablaba y sonreía con otro de
los novatos de los Bastards. Un chico joven que estaba a punto de encontrarse con
un rápido y apresurado final si llegaba siquiera a tocar a mi chica.
¿MI chica?
—No hay mierda que podamos hacer al respecto, hombre —dijo Bear—.
Aunque, estoy pensando que ella podría hacerme sentir jodidamente mejor.
282
Bear estaba a punto de preguntar por qué estaba arrastrando su nueva BBB del
cabello hacia la casa cuando Wolf se acercó y susurró en su oído—. Llamadas del
puto deber, hombre —dijo Bear, apuntando a Dre otra vez—. Veo la forma en que
la estás mirando. No empieces sin mí. Quiero entrar en esta —Bear tragó el
contenido de la bebida que Wolf le acababa de pasar. Con una palmada en mi
espalda él desapareció con Wolf en la oscuridad del puerto, donde otros tres de sus
hermanos estaban esperando por ellos.
No desperdicié tiempo en hacer línea recta hacia Dre y cuando me vio llegando,
sus ojos se agrandaron y su boca cayó abierta. Cuando se dio cuenta de su error al
mostrar sus emociones, pegó una máscara sobre su rostro, pero era demasiado tarde.
Ya había visto su miedo y mi verga ya estaba dura debido a él.
No podía culparla.
283
CAPITULO 33
Dre
284
—¿Qué carajo crees que estás haciendo allá afuera con ese chico? —gruñó
Preppy.
Reí. Reí porque toda la situación era tan ridícula que era graciosa. Paré de reírme
cuando Preppy me fijó contra la puerta con sus caderas—. ¿Qué es tan jodidamente
gracioso? —gruñó.
Estaba tan cansada de ser la chica estúpida que hacía nada más que decisiones
estúpidas—. Sé que piensas diferente a la mayoría de las personas, Preppy, y
honestamente es una de las cosas que amo de ti. Pero nunca pensé que después de
todo, tú creerías que era buena idea regalarme a Bear y a su club.
—Déjame refrescarte la memoria. Soy una adicta. Una drogadicta. No soy una
puta prostituta. Ni de ti ni de nadie más —dije.
285
puta idea porque Bear quiere follarte esta noche. Me invitó a verlo a audicionarte
para el club —los tendones de su cuello se tensaron. Empujó hacia delante con sus
caderas para enfatizar su punto, presionando su masiva erección justo contra mi
clítoris. Mis caderas se empujaron involuntariamente y cerré mis ojos, brevemente,
para tratar de componerme, llamando a mi ira mientras mi traicionero cuerpo
quería nada más que él me desnudara y me follara tan fuerte que ninguno de los
dos pudiera recordar por qué estábamos enojados. Pero yo sabía por qué, porque no
había equivocación de la mirada en el rostro de Preppy. La mirada que me decía
todo lo que necesitaba saber y aunque las razones del por qué no eran claras, el
mensaje lo era.
Reconocer ese sentimiento sólo me enfureció más—. Sin embargo, tiene sentido,
ya que Mirna se mudará pronto a Sarasota. Quizás venda la casa y me mude al club
con Bear. Ver de lo que se trata ser una prostituta de club, ya que crees que sería
buena en ello —mecí mis caderas contra él y siseó entre dientes—. Después de todo,
no es como que puedas conservarme —se sintió bien lanzarle sus palabras a la cara.
Yo estaba tan furiosa que podía escuchar mis propios dientes rechinando en mi
cabeza, pero tanto como no quisiera besarlo, no podía NO besarlo. Y cuando él
286
separó sus labios, no podía NO morderlo fuerte. Se alzó y me sonrió. Lentamente
lamió la gota de sangre de la comisura de su boca en una seducción de mis sentidos.
Se manchó de rojo la mejilla y luego pasó su dedo sobre mi boca, reuniendo otra
gota de su sangre.
Simplemente MÁS.
287
empapadas, mis muslos estaban temblando en anticipación. Estaba respirando
fuerte, más profundo su aroma único, jabón de madera y marihuana, más de lo que
alguna vez lo hice con la H.
Preppy era gracioso, grosero, ridículo. Antes de ese mismo beso, la última manera
en que lo hubiera descrito alguna vez era “suave.” Aun así, cuando él moldeó sus
288
labios a los míos y su lengua encontró su camino en mi boca y él gimió cuando
conectó y se entrelazó con la mía, es la primera palabra que me llegó a la mente.
Suave, aun así firme.
Él sabía lo que quería de nuestro beso, y lo tomó, justo como él me había querido
y me había tomado. Sus dedos se enredaron en mi cabello mientras me jalaba
completamente encima de él, mis senos presionados firmemente contra su duro
pecho.
289
Él era una adicción. Lo anhelaba y quería más.
Pero justo como la heroína, el viaje era toda una puta mentira. Creí que él era
bueno para mí cuando de hecho, él era peor que cualquier droga.
La puerta se abrió y Bear entró, poniendo una botella de whiskey medio vacía en
la mesita de noche. Estiró la mano a su hebilla—. Prep, ¿vas a ver? —preguntó con
una enorme sonrisa que alcanzó sus brillantes ojos azules los cuales estaban
empañados con licor y lujuria. Yo todavía estaba de horcajadas sobre Preppy
mientras sus ojos viajaban sobre mi cuerpo—. ¿O quieres que te muestre cómo se
hace?
290
CAPITULO 34
PrePPY
M I VERGA ESTABA jodidamente dura. Tan dura que estaba en dolor físico. Una
hermosa especie de tortura que nunca quería que acabara.
Las palabras de Bear me golpearon fuera de mi niebla inducida por Dre. ¿Qué
carajos estaba haciendo? La traje aquí para decirle todo y alejarme de ella para que
pudiera tener una vida normal. Se supone que esto debería acabar. Terminar.
¿Entonces por qué estaba ésta molesta voz en mi mente diciéndome que era
simplemente el comienzo?
Dre estaba viendo de Bear a mí, todavía sentada sobre mi regazo, sus perfectas
tetas subiendo y bajando, presionando sus dedos contra su labio inferior hinchado,
y sabía que ella estaba esperando a que le dijera que se largara al carajo, pero eso
sólo prolongaría lo inevitable. Esto necesitaba terminarse y necesitaba terminarse
ahora.
—Tú primero —le dije a Bear. La cabeza de Dre giró de golpe hacia mí, pero
desvié la mirada, sin querer ver la mirada de sorpresa y decepción en su rostro, o tal
291
vez porque no quería que ella viera mi corazón jodidamente rompiéndose, lo cual
estaba seguro que estaba escrito en mi puta cara.
Alcancé un vistazo de Dre, quien estaba inclinada hacia delante con sus manos
contra el colchón. La mirada de decepción y sorpresa que esperaba estaba
definitivamente ahí, junto con algo más. Dre estaba mirándome con su cabeza
inclinada de lado, estrechando la mirada como si yo fuera muy pequeño o estuviera
muy lejos.
Esa mirada podía haber significado que ella estaba pensando en tejer o ingeniería
aeroespacial, para el carajo que yo sabía. Todo lo que sabía de verdad era que ella
estaría corriendo por la puerta en los siguientes segundos, enojada como el infierno
y maldiciéndome con el diablo, y eso sería el final.
El final de nosotros.
Ella me odiaría, pero eso es algo con lo que jodidamente lidiaría. No es como si
ella fuera la primera chica a la que hacía cabrear. Preferiría que me odiara por esto
que por la verdad.
15 Se dice así en México cuando dos personas se “tienen” sexo con ropa sin penetración.
292
Mi estómago se volcó.
¿Por qué ella todavía estaba aquí? ¿Por qué carajos ella no estaba ya girándose y
corriendo por su vida?
Bajé la vista al piso y esperé a que Dre corriera, maldiciendo una tormenta dentro
de mi mente. Pero aun así, ella se quedó. Cuando escuché que el colchón se hundió
y que los resortes chirriaron, mis ojos se dispararon hacia la cama donde Bear se
había posicionado de rodillas detrás de mi chica, corriendo la punta de sus dedos
por sus hombros y brazos. Él movió su cabello a un lado y presionó sus labios en su
piel y AUN ASÍ ella no corrió.
293
En su mayoría yo era genial en la vida, pero lo que Dre no sabía era que yo era
incluso mejor en los juegos, y ella me acababa de llamar para jugar un juego sexual
en el cual no tenía intenciones de perder.
Estiró sus manos y envolvió sus brazos alrededor del cuello de Bear, alentándolo
a que explorara más de su piel con su boca. Él bajó más, corriendo sus labios a lo
largo de su clavícula.
Su dedo de en medio.
Joder.
294
Dre
P ARARLE EL DEDO puede haber sido un paso demasiado lejos, pero ya estaba un
paso demasiado lejos y sólo porque Preppy fue quien me empujó ahí.
Si esta era la forma en la que escogió alejarme entonces él iba a tener que sufrir
las consecuencias de su decisión. Había escogido su cama, él podía acostarse en ella.
O mejor aún, mirarme a MÍ acostarme en ella.
Con Bear.
Tendría que estar ciega para no darme cuenta de que Bear era más allá de
atractivo. Esos brillantes ojos azules y todo ese cabello rubio despeinado, tatuajes y
músculos harían que cualquier chica se contrajera por un toque. Bear me provocó
eso, pero era simplemente biología básica. No era NADA comparado a la forma en
que sólo con una mirada de Preppy hacía que los dedos de mis pies se encorvaran y
dejara a mi cuerpo doliendo y estremeciéndose por su toque. Ahí es cuando me di
295
cuenta que Preppy no era como la heroína en absoluto, él era como la velocidad.
Haciendo que mi corazón se acelere, mis músculos se sientan inquietos, y causando
que mi cerebro cobre vida con un millón de pensamientos diferentes acerca de él,
todo al mismo tiempo, la mayoría de esos sobre él tocándome. Probándome.
Deseándome.
Necesitándome.
Bear era el sexo andante, pero él no era Samuel Clearwater. A quien yo anhelaba
en mi alma. Ni siquiera conocía el deseo hasta que Preppy abrió su camino a mi
vida, y el hombre que me hizo sentir otra vez ahora estaba de pie junto a la cama
con su espalda contra la pared, mirando al piso con sus manos en sus bolsillos. Su
cabello revuelto por nuestra sesión de besos. Lamí mi labio inferior en un intento
por saborear su beso otra vez.
Preppy levantó la vista de pronto, casi como si pudiera escuchar lo que yo estaba
pensando. Cuando él me vio mirando, puso una falsa sonrisa en su precioso rostro
que no importaba cuan dolida o enojada estuviera o cuan falsa fuera su sonrisa,
todavía hizo que mi vientre se volcara y mis pezones se endurecieran.
Él puede ser capaz de engañar a Bear, pero no había puta forma de que me
estuviera engañando.
Quería que Preppy echará a Bear, que me desnudara y me follara de lado. Quería
que me dijera que yo era suya. No sólo mi coño. TODA YO.
296
Pero justo entonces, vi la máscara adherirse en su lugar. La que se ponía cuando
quería apagar al mundo, y sabía que no había retorno de donde acabábamos de
cruzar.
Una parte de mí quería nada más que sostenerlo y decirle que estaba bien, y una
parte de mí lo odiaba y quería lastimarlo tanto como él me había lastimado.
Él cálido pecho de Bear presionado contra mi espalda, sus labios viajaban sobre
cada centímetro de piel en mis hombros y cuello, pero su toque no estaba haciendo
que los vellos de mis brazos se erizaran ni humedeciendo mis bragas. Era la mirada
en el rostro de Preppy. La sonrisa torcida se había ido, reemplazada brevemente con
un destello de dolor que me hubiera perdido si hubiera parpadeado un segundo
antes.
Reto aceptado.
297
CAPITULO 35
Dre
—Vamos a deshacernos de esto —dijo Bear, bajando mi falda. Presionó entre mis
omoplatos, empujando mi pecho contra el colchón, mi trasero alzado en el aire.
Golpeó cada una de mis nalgas antes de enganchar sus pulgares en mis bragas y
bajarlas.
Los ojos de Preppy fueron de mi culo a mi cara y ahí fue cuando me di cuenta
que yo estaba perdiendo el reto después de todo, una parte de él estaba amando lo
que estaba mirando cuando yo estaba esperando que lo enfureciera más y lo hiciera
298
sentir culpable por lo que había hecho. Yo todavía estaba enojada, pero atestiguar
que Preppy estaba excitado fue suficiente para mojarme otra vez—. Joder, tienes un
buen coño —dijo Bear detrás de mí. Se inclinó sobre mí, empujándome más en el
colchón. Ahí es cuando sentí su dura verga, larga y caliente, palpitando contra mi
espalda baja. Estiró su mano entre mis piernas y frotó la humedad en mi entrada—
. Joder, estás tan jodidamente mojada y lista —gruñó. Él olía a whiskey, perfume y
aceite de motor. Una sexy combinación de olores que me tenía arqueándome hacia
él cuando me tocó, mis ojos nunca dejando los de Preppy, quien tragó fuerte.
299
estábamos cara a cara, y yo estaba flotando sólo a unos centímetros de sus caderas.
Estiró su brazo entre nosotros, su mano encontrando mi humedad.
Agarró mis caderas y me frotó contra su erección. Deseo corrió a través de mis
venas, junto con la profunda necesidad de tenerlo dentro de mí, de llenarme.
Preppy estiró sus brazos hacia arriba, agarrándose de la cabecera, sus bíceps
flexionándose. Bajé mi mano y lo froté de abajo hasta la punta y él siseó entre dientes.
Una mano más se estiró debajo de mí desde atrás, otra vez rodeando mi entrada,
reuniendo mi humedad en la punta de sus dedos. El set adicional de manos, el aroma
de dos hombres, el calor de tenerlos alrededor de mí, llevaron a mi cuerpo a la
mismísima cima de la sensación.
Preppy miró por mis hombros a Bear, cuyas manos de pronto se fueron. Preppy
me atrajo del cuello, trayéndome hacia abajo con él otra vez. Con su otra mano él
agarró su eje y lo frotó contra mis pliegues, acumulando mi humedad en la punta.
Justo cuando él comenzaba a empujar dentro, sentí otro tipo de presión contra mi
culo y ahí es cuando Preppy se hundió dentro de mí, besándome como el lunático
hombre que él era.
300
implacable mientras Bear se colocaba completamente dentro de mí. Me sentí llena.
Jodidamente llena.
Lo amé.
Yo era la que estaba en control. Indefensa entre estos dos hombres, pero a cargo
de sus placeres y al darles el poder, era yo quien tenía el verdadero poder. Las manos
de Bear otra vez cubrieron mis senos mientras mi rostro flotaba a sólo centímetros
del de Preppy. Bear retrocedió y empujó hacia mí y grité. Esperaba que doliera, pero
no. Se sintió bien. Jodidamente bien porque cuando él empujó otra vez, quería sentir
incluso más. Me mecí arriba de Preppy y fue como si cada parte de mi cuerpo fuera
tocado, acariciado, seducido. Estaba balanceándome al borde del orgasmo al
segundo que Preppy comenzó a follarme.
301
de mis senos y lo plano de mi estómago hasta que estaba entre mis piernas,
acariciando mi clítoris otra vez, tocándolo como un instrumento con el que estaba
muy familiarizado—. ¿Te gusta? —murmuró Bear contra mi oído, mientras la
relajada caricia de Preppy en mi clítoris se volvía un movimiento furioso. Bear
empujó más fuerte dentro de mí, sus bolas golpeando contra mi culo.
302
había convertido en todo un incendio, esparciéndose desde mi centro al resto de mi
cuerpo y de regreso, pulsando con cada ola de placer que seguía y seguía. Preppy
estiró su cuello—. Joder —gimió, sus labios encontrando los míos una vez más y
absorbió mis gritos en su boca mientras gritaba mi orgasmo. Él rugió contra mí
mientras sentía su verga ponerse imposiblemente más dura antes de disparar su
caliente liberación en lo profundo de mí. Me derrumbé de mi orgasmo fuera de este
mundo tan fuerte que podía apenas mantenerme recta, cayendo hacia delante sobre
Preppy con él todavía dentro de mi coño. Bear apresurando su paso dentro y fuera
de mi culo, causando que las sensaciones muriendo dentro de mí comenzaran a
crecer otra vez. Me apreté alrededor de la verga ablandándose de Preppy la cual
estaba palpitando en respuesta.
Todavía ebria por mi orgasmo, no me moví del pecho de Preppy mientras Bear
rodaba fuera de mí y sobre su espalda al final de la cama—. Puta mierda —dijo.
Miré por encima de mi hombro para verlo disponiendo de un condón que ni siquiera
sabía que tenía puesto, pero por lo que de pronto estaba realmente agradecida.
Preppy finalmente habló—. Estoy feliz de que estuviera bien para ti querido Bear,
ahora vete al carajo.
Bear nos miró con una mirada interrogatoria en sus ojos—. ¿Ustedes niños van
a estar bien sin supervisión? —preguntó sarcásticamente, vistiéndose rápidamente
y agarrando su whiskey de camino afuera.
303
—Jódete. Nos las arreglaremos —respondió Preppy, su verga otra vez
sacudiéndose dentro de mí. Meneé mis caderas, necesitando más, pero agarró mi
culo y me sostuvo inmóvil.
—Bien, sólo que sepas que planeo emborracharme bien esta noche y no me siento
con ganas de limpiar sangre, así que no lleven la mierda jodidamente demasiado
lejos —le dio un largo trago a su botella y justo así se fue, el sonido de la fiesta afuera
resonando a través de la puerta parcialmente abierta, luego desapareciendo otra vez
con Bear.
Todo lo que quedó en esta habitación era yo, Preppy y las consecuencias de
nuestro pequeño juego.
304
CAPITULO 36
Dre
Preppy bajó su mano a mi barbilla y movió mi cara hacia él. Besó la esquina de
mi ojo, absorbiendo la lágrima que había amenazado con derramarse por mi rostro.
Él retrocedió y se golpeó dentro de mí—. No, nena, ahí es donde te equivocas. Este
juego no ha terminado. Sólo está apenas comenzando —dijo él, entregando otro
castigador empuje de su gruesa verga—. Excepto que ahora, el juego es que quien
se venga primero, pierde —sonriéndome, su sonrisa real, su cabello cayendo sobre
sus ojos—. ¿Quieres jugar conmigo?
305
Arqueé mi espalda de pronto y su verga se deslizó fuera de mí. Salté de la cama.
Él se estiró por mí y jalé mi brazo lejos—. Puedo tomar muchas cosas —dije—. He
tenido mis momentos débiles, pero sé quién soy y soy fuerte como el puto acero
cuando se requiere. Pero lo que no puedo tomar es esto. Lo que sea a lo que estás
jugando. Cual sea la razón por la que le dijiste a Bear que yo podría ser una
prostituta del club. Porque obviamente vemos las cosas diferentemente, así que
déjame explicarte esto —dije, agarrando mi ropa y poniéndomela—. Esto no es un
puto juego —señalé entre nosotros—. ¡No somos un puto juego! —solté.
—Me alegra que lo veas de esa manera. Tal vez tener dos vergas dentro de ti a la
vez te folló algo de sentido común después de todo —dijo Preppy calmadamente,
poniéndose de pie y poniéndose su pantalón.
Preppy corrió su mano sobre su barba y miró al piso, como si estuviera tratando
de tomar una decisión. Cuando levantó la vista hacia mí y sus ojos encontraron los
míos, supe que había sido tomada—. He estado diciéndote que no puedo
conservarte, Dre. ¿Por qué carajos crees que estaba diciendo eso?
—Quizás es parte de ello. Pero la otra parte son las mentiras que he estado
diciéndote para conseguir lo que quiero.
306
—¿Qué mentiras? —dije, dando un paso hacia atrás, con miedo a lo que podría
decir.
—Puede que te haya jalado de esa torre, Doc. Puede que te haya rescatado de esa
habitación de motel, pero nunca te salvé. Nunca estuviste a salvo —su teléfono vibró
y la pantalla se iluminó, él lo miró y lo lanzó a la cama que actuaba como una
307
barrera entre nosotros, un parachoques de la verdad—. Adelante. Contéstalo. Es tu
papá —dijo, sin darme tiempo de procesar la nueva información.
—Ha estado llamando por semanas. Te escribió una carta también. Está arriba
del refrigerador de Mirna. Álbum de fotos azul. Quiere que regreses a casa —dijo.
—¿Cuándo? —pregunté.
—¿Pero por qué? —pregunté, pero no sabía lo que estaba preguntando. ¿Por qué
mintió? ¿Por qué se molestó conmigo?
Cada palabra que él hablaba era otra bala más siendo disparada hacia mí, pero
él no podía darle a cada objetivo. Sus párpados estaban rojos y pesados. Su voz estaba
rasposa—. ¿Por qué? Porque yo necesitaba que tú me hicieras esos documentos —
pausó—. O tal vez sólo porque me gusta el coño inconsciente.
308
Él había cerrado la puerta a la habitación.
A nosotros.
A todo.
309
CAPITULO 37
PrePPy
310
Pegué una sonrisa en mi rostro y estiré mi mano al chaleco de Bear, sacando sus
cigarros de su bolsillo y lanzándole el paquete de vuelta después de haber sacado y
encendido uno—. Todo está bien, hombre. Acabo de recibir una llamada de Patty
que maneja la operación GG en Sunset Vista —mentí—. El termistor en la habitación
de cosecha está fugándose. Tengo que ir a secar el pasillo y arreglar la fuga antes de
que su puto marcapasos se detenga. Tengo que mantener a las GG felices. Mantener
creciendo ese dinero.
Lo corté—. Eso fue jodidamente épico, ¿verdad? Aunque, no voy a mentir, hasta
cierto punto creo que sentí tus bolas en mi puta pierna, colega.
No entonces.
No nunca.
—Al menos ahora sé que conseguirte para navidad. Una buena recortadora de
bolas. O tal vez cera si te va el dolor, pensándolo bien, tal vez me encere, podría ser
algo que cavaría —el rostro de Bear comenzó a iluminarse a medida que cambiaba
su atención de Dre a mi ridiculez. Las comisuras de su boca volviéndose hacia arriba
en su muy única sonrisa torcida.
311
—Ahí es donde realmente estás jodido. Tenías tu puta verga bien adentro de una
chica ardiente, ¿y estabas pensando en mis bolas? Suena a que es tu problema, no el
mío, hijo de puta —provocó Bear, empujándome en el hombro—. Pero, oye,
cualquier chica que le guste ser doblemente llenada será una estupenda BBB. Ella
encaja simplemente bien con los hermanos.
—Te mueves rápido —le dijo Bear a Dre con una sonrisa de complicidad.
—Lástima, hermosa. Pudimos haber tenido mucho más diversión —dijo Bear. Le
asintió a Wolf, quien aceleró su motor en respuesta. La mirada en el rostro de Dre
decía todo y me hizo sentir pequeño.
Había roto todo en tantos pedazos que no había puta manera de que alguna vez
fuera capaz de ponerlos juntos de nuevo. Así que se podría decir que mi plan
funcionó.
312
Pero eso no significaba que mis entrañas no estuvieran jodidamente partiéndose
a la mitad.
Sentí los ojos de Dre en mí hasta que la moto estuvo fuera de vista, el motor nada
más que un eco a través de los árboles.
Y entonces se fue.
Para siempre.
Por supuesto, el destino es una asquerosa perra malvada porque fue en ese
momento, uno de los más cagados de mi vida, después de un confuso, aun así
jodidamente ardiente, inesperado trío con uno de mis mejores amigos, que me di
cuenta que la chica alejándose no era sólo una chica a la que salvé de mi retorcido
culo.
313
CAPITULO 38
Dre
E L ODIO ES FÁCIL.
No fue la traición lo que más dolió. No fueron las mentiras ni el engaño. No fue
siquiera la forma en que él me había hecho sentir más usada de lo que Conner o Eric
alguna vez lo hicieron.
La forma en que me sentí era nada comparado con la amargura que se asentó en
mi garganta, tan gruesa que prácticamente me estaba atragantando en ella.
No.
La cosa que más dolió no era la forma en que las cosas terminaron.
314
Era el amor.
Ya no lo quería. Ya no debería siquiera estar ahí, así que deseé alejarlo con todo
lo que tenía, pero no importaba cuanto lo deseara o rezara o meditara, nada
funcionaba. Incluso aunque la traición se había ido, el amor se rehusaba a empacar
sus cosas e irse.
Puto usurpador.
Aprendí muy rápido que se convierte en algo más. Algo mucho, mucho peor.
En un corazón roto.
Poco sabía yo que el verdadero rompimiento estaba todavía por llegar y la más
grande lección de todas sobre el amor, la estaría aprendiendo muy pronto.
315
CAPITULO 39
PrePPY
L A CASA DE MIRNA HABÍA estado vacante desde la noche en que todo se fue a
la mierda. Yo todavía llegaría de vez en cuando, aunque no la había usado como
una GG desde que Dre se fue. Todos los muebles ya no estaban. Todas las fotografías.
Había sido un año desde que Dre puso un pie en este lugar, aun así juro que podía
todavía olerla aquí.
Ella era feliz. Tenía que serlo. Eso es lo que me decía a mí mismo de todos modos,
con el fin de pasar la marcha y fingir que nada estaba mal. Su felicidad era lo que
mantenía un pie en frente del otro, y la sonrisa falsa de algunas veces pegada en mi
cara.
316
nunca le conté sobre Dre. Nunca le conté a nadie. Me dije a mí mismo que estaba
bien y el plan era tratar de creer mi propia mentira hasta que se volviera verdad.
Después de que Dre dejó el pueblo, vine por mis plantas. Ahí en la barra estaba
mi folder. Ella lo había hecho. Había falsificado cada uno de los documentos que
necesitaba, pero fue todo para nada. El juez asignado al caso negó mi petición antes
de que una declaración fuera siquiera llamada. Antes de que pudiera pronunciar
una puta palabra. Cuando el abogado que yo estaba usando me dijo el nombre del
juez que no me concedería una audiencia, todo se volvió claro. Yo de hecho lo
conocía. Bueno, conocía a su hermana. Todo lo que hice fue follármela en una
piscina. Una pública. Con gente alrededor, pero aparentemente la noticia le había
llegado y al chupa vergas no debe gustarle el voyerismo porque el mazo cerró mi
caso, aplastando cualquier esperanza que me quedaba de salvar a Max del sistema.
Estaba en lo alto como un cometa cuando llegué al auto y llené los documentos
falsos con el secretario. No era necesario. No cambiaría ni una maldita cosa. Pero lo
hice de todos modos. Quizás porque la hice trabajar para nada. Quizás porque llenar
los documentos la hacía más que sólo un recuerdo, la hizo real porque su tiempo
conmigo parecía más y más como un sueño desvaneciéndose.
317
Todo es pura mierda.
La muerte es rápida.
Recuerdo caminar con mis amigos para ir a reunirnos con Isaac. En el camino vi
a esta chica de cabello oscuro con inocentes mejillas, y por un segundo pensé que
era Dre. Ella estaba mirándome también, pero cuando el rostro de Dre se desvaneció
fue reemplazado por la mirada de ojos ensanchados de otra chica. Una de la que
estaba bastante seguro había estado en el filoso extremo en una sección de follar de
Preppy/Bear una o dos veces.
318
CAPITULO 40
Dre
319
Una chica cuyo cabello comenzaba a brillar otra vez, aunque su cola de caballo
no pudo haber sido alisada, la humedad del día mandando a cada pequeño cabello
no lo suficientemente largo para ser atado en el elástico estando en pequeños rizos.
Ella usaba lentes, simples marcos de color azul oscuro. Su complexión era pálida,
pero no cetrina. Sus ojos cansados, pero no perdidos.
Sabía que la chica era yo, pero más allá de la ropa limpia y el salón de clases yo
veía a otra chica, justo más allá de sus hombros. Una que estaba hundida contra la
pared con una aguja en su brazo y semen en su cabello.
Sin pensar, levanté mi mano para rascarme una comezón que realmente no
existía, con uñas que no eran lo suficientemente largas todavía para de verdad
rascar. Las costras y las marcas se habían ido, pero en su lugar estaban las cicatrices
rojas comenzando a tomar sus formas, algunas de ellas ya estaban volviéndose en
un tono permanente de blanco, otras resaltando en un rojo brillante.
El maestro era un hombre que estaba en sus sesentas. Se puso de pie con su
espalda recta y su cabeza abajo en el podio. Su voz era monótona, con cero inflexión,
a medida que leía su plan de estudios.
320
Tomé una respiración profunda y traté de poner atención, pero todo lo que él
estaba recapitulando, sobre la fundación de nuestro país y la declaración de la
independencia, lo había aprendido en el quinto grado. Reclinándome en la silla,
crucé mis brazos sobre mi pecho y ya que mis pies no tocaban el piso, columpié mis
piernas de atrás hacia delante, accidentalmente pateando la chilla de un chico en
frente de mí.
—Lo… —comencé, pero cuando el chico se giró y el aire fue golpeado fuera de
mi pecho cuando mis ojos aterrizaron en la familiar y hermosa sonrisa y los tatuajes
cubriendo su cuello. Jadeé, cubriendo mi boca con mi mano.
Imposible.
—Lo siento —susurré. El chico se volteó para ver al maestro quien había apagado
las luces, así podíamos seguir sus diapositivas en el proyector de arriba, el cual
estaba borroso. Las cabezas de los Hijos de la Libertad eran todas grandes y torcidas,
distorsionadas imágenes de una probablemente ya distorsionado cuento de la
historia de América.
No era la primera vez que su rostro aparecía en ele de alguien más, justo como
no era la primera vez que mi estómago caía con decepción cuando me daba cuenta
que no era él.
321
Nunca sería él.
—Lo vi otra vez hoy —le dije, mirando a los libros y a otros knick-knacks16 en el
librero sobrecargado. Lord of the Files estaba arriba del estante, colgando sobre la
orilla, una pisada fuerte podría mandarlo a estrellarse en el piso.
—¿Brandon?
—No —dije, sacudiendo mi cabeza. Brandon era alguien que había comenzado
a trabajar recientemente con mi papá. Él me había pedido salir algunas veces y,
aunque él era apuesto y lo suficientemente agradable, yo simplemente no estaba lista
para complicar mi vida en una forma que no necesitaba ser complicada—. Brandon
no. ÉL —dije, todavía encontrando difícil pronunciar su nombre sin sentir una
sensación de malestar sobre mí.
—Eso pasa cuando perdemos a alguien que nos importaba —dijo Edna, regando
cada una de las treinta y algo plantas en su pequeño alféizar. Ella usaba unos
pantalones flojos desgastados con un largo y blanco suéter acanalado. Su brillante
16 Paquete de dulces.
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cabello rojo era algo de los ochentas, apretados rizos y largo en la parte de atrás y
corto arriba. Tenía labial rosa en sus dientes todo el tiempo—. Especialmente
aquellos que tuvieron un enorme impacto en nuestra vida. Se desvanecerá con el
tiempo.
Edna puso la regadera en el piso y caminó a una de las siete mesas que estaban
en el estrecho espacio, dejándose caer en el sofá y haciéndome señas para que hiciera
lo mismo en el que estaba en frente de ella. Ambas nos quitamos los zapatos y nos
sentamos al estilo hindú. Ella cerró sus ojos y tomó una respiración profunda, y yo
la imité. Cuando abrió los ojos, preguntó—, te importaba realmente él, ¿cierto?
Edna sonrió y se estiró a través de la mesita de café para darme una palmadita
tranquilizadora en mi rodilla. Miré su mano, pero no salté, su sonrisa se hizo más
grande—. Dre, cuando amas a alguien es muy común cargar con esa persona
alrededor contigo hasta que estás lista para dejarla ir. Escuchas sus voces, crees que
los ves en la calle, sueñas con ellos en las noches. Es todo muy normal y una muy
sana parte del duelo. Se irá con el tiempo. Pero sólo cuando estés lista.
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Me mordí el labio—. No quiero que él se vaya —dije, sorprendiéndome cuando
las lágrimas se derramaron de mis ojos. Edna pasó la mesita de café y se sentó junto
a mí, atrayéndome y sosteniéndome fuerte contra su amplio pecho. Todo acerca de
ella era confortante en una manera ella me recordaba a una versión más joven de
Mirna.
—Él salvó tu vida. Es natural que sientas algo hacia él, junto con una sensación
de culpa porque tú viviste y él no —pausó Edna, reuniendo sus pensamientos antes
de continuar—. Sabes, niña, para mí suena a que tú todavía necesitas ese cierre del
que hemos estado hablando.
Apestas, Doc.
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Justo ahí y entonces no podía respirar. Mi corazón se detuvo. Un pedazo de mí
murió justo ahí junto con él.
Edna me sostuvo más fuerte y me meció de atrás hacia delante como Mirna solía
hacerlo. Me hizo hacia atrás y miró a mis manos donde yo ahora estaba viendo. Ella
tronó sus dedos y sonrió brillantemente—. Cuando estés lista y SÓLO cuando estés
lista. Creo que deberías buscar a aquellos quienes se preocupaban por él. Sus amigos,
familia. Tener una conversación. Hablar de su vida. En serio creo que te ayudará a
encontrar lo que necesitas.
—Lo pensaré —dije y lo hice. La única “interacción” que alguna vez tuve con
sus amigos fue ese encuentro con Bear.
—Al menos lee la carta —sugirió Edna—. Tal vez eso te ayudará a decidir —sacó
el sobre que había llegado unos cuantos meses antes sin dirección remitente, sólo
una estampa de la oficina de correos de Logan’s Beach—. Es tiempo —dijo,
entregándomela.
—No, eso te corresponde a ti, pero te daré un minuto a solas —dijo Edna,
palmeándome en el hombro y saliendo de la habitación.
Rasgué el sobre rápidamente, pensando que si lo hacía rápido como una bandita
no dolería tanto.
Estaba equivocada.
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Doc,
Está este lugar donde la luz y la oscuridad se encuentran en el cielo cuando el sol
está poniéndose donde no es muy de día ni muy de noche. Una grisácea bruma entre
el negro y el amarillo.
Llamo a ese lugar “en el medio” y para mí es ahí donde tú yo siempre existiremos.
Juntos.
No pudimos estar juntos en esta vida. Tal vez ni siquiera en la siguiente. Quién
sabe. Mi suerte es demasiado mierda estos días. Pero ahora cuando pienso en ti, lo
cual es todavía cada puto día, y cuando no puedo recuperar mi aliento
preguntándome lo que pudo haber sido, arrastro mi culo afuera, me siento en el
patio, y espero por ello. El breve vistazo del cambio de guardia en el cielo. Y cada
día, incluso aunque el dolor me corte tan profundo como el día en que te fuiste,
incluso aunque sé que la verdad es que nunca te veré otra vez, sonrío.
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CON AMOR, Samuel Clearwater, Preppy, el rudo hijo de puta.
P.D: Si estás recibiendo esto estoy muerto, así que es seguro decirte que eres de
lejos mi más grande arrepentimiento. La luz entre toda mi oscuridad.
Lo lamento tanto.
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CAPITULO 41
Dre
VARIOS MESES DESPUÉS
Mientras volábamos sobre las quietas aguas del río Caloosahatchee, aprieto mi
agarre en la mano de Brandon. Él me ofreció una tranquilizadora sonrisa y me dio
pulgares arriba, cubriendo mi mano con la suya. Probablemente él pensaba que el
vuelo era lo que me tenía asustándome. Y aunque volar no era mi actividad favorita
en el mundo, no era el miedo de caer en picado al suelo debajo que tenía mi tráquea
apretándose como una cuerda de guitarra mientras el avión descendía. No. Era la
torre de agua. La que está atrapada en terreno plano, imponente sobre la tierra como
una estatua de la libertad campesina, estirándose hacia el avión. El enorme pene
negro pintado con aerosol estaba en completa vista a medida que el tren de aterrizaje
traqueteaba y chirriaba, fijándose en su lugar.
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Quería reír y llorar ante la vista de él.
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CAPITULO 42
Dre
Estaba a punto de cambiar de opinión y de girarme cuando una chica rubia con
los ojos azules más claros que alguna vez haya visto abrió la puerta—. ¿Puedo
ayudarte? —preguntó con una pequeña, pero amigable sonrisa.
—Um… Hola, soy Andrea Capulet, pero me dicen Dre —dije, extendiendo mi
mano. Ella la estrechó tentativamente—. Soy una amiga o, era amiga de Samuel.
Preppy —mi pecho se apretó mientras su nombre cruzaba mis labios. Habían sido
años, y aunque esperaba que el sentimiento muriera, nunca lo hizo. A lo mucho,
sólo se había hecho peor.
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—¿Te conozco?
—Ella iba a ser una BBB una vez —dijo Bear, llegando a ponerse justo detrás de
ella—. No estás aquí para dejar ningún niño con misterioso parecido a personas que
pueden o no estar aquí, ¿o sí? —preguntó, y no podía decir si era del todo una
broma. Mierda, estaba sorprendida de que él me recordara, pero él no recordaba
todo porque la última vez que revisé no podías embarazarte a través del anal. Mis
mejillas se pusieron rojas por mis propios pensamientos.
Sacudí mi cabeza—. Hola, Bear —dije con un nervioso saludo. Empujé mis lentes
hacia arriba de mi nariz. Bear me miró y como si él hubiera decidido que yo no era
una amenaza, se dio la vuelta y regresó al interior de la casa.
La puerta de Preppy.
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O, la que solía ser la puerta de Preppy.
Mi corazón se inmovilizó.
Estaba de pronto enojada con todos los que insistieron que viniera aquí y tuviera
un cierre al hablar con sus amigos. Era demasiado. No estaba lista. No podía respirar.
Mis recuerdos desbordaban con su rostro. Su olor.
ÉL.
—¿Ah? —pregunté confundida por lo que ella estaba hablando cuando empujó
la puerta y se hizo a un lado. Tentativamente entré en la habitación, dando un
profundo suspiro de alivio cuando noté que la habitación no era en absoluto a como
solía hacer. Las cosas de Preppy ya no estaban ahí. El alivio fue seguido por una
profunda decepción y una sensación de malestar. Una nostalgia por lo que una vez
fue.
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Las paredes, una vez de un azul profundo, ahora eran de un rosa chicle con
margaritas estampadas y nubes rodeando la ventana. Una lámpara de cenicienta
puesta sobre una pequeña mesita de noche blanca junto a la cama.
Por supuesto que sus cosas no estaban ahí, idiota, porque él está…
Pausé. Mis oídos percibieron un sonido de estables pitidos, mis ojos siguieron el
sonido a través de la habitación al monitor de signos vitales colocado en la esquina,
puesta junto a una cama plegable de hospital. Líneas corrían a lo largo de la pantalla
que estaba montado debajo del monitor, pequeñas montañas verdes subían y
bajaban, seguidas por un chirrido de la máquina en incluso dos segundos
incrementos.
—Espera, ¿no lo sabes? —Ray espiró—. Pensé que para ahora todos en Logan’s
Beach ya sabían.
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siquiera necesitaba ver los tatuajes en sus nudillos para saber que era él, pero ahí
estaban, en toda su familiar gloria.
Latiendo.
Pesados pasos entraron en la habitación. King, Bear y una chica con rosáceo
cabello parados alrededor del marco de la puerta, mirándome boquiabiertos como
si fuera yo la que regresó de la muerte—. ¿Cómo? —pregunté, sin mover mi cabeza
de su pecho. Mi mano cubrió una de las suyas y apreté mientras respiraba
profundamente, inhalando esta nueva vida, inhalándolo a él.
—No —dije, aunque ningún sonido salió así que sólo gesticulé la palabra—. No
sabía nada.
—¿Qué está pasando? —la chica con el cabello rosa preguntó. Bear envolvió sus
brazos protectoramente sobre su cintura, la cual era cuando me di cuenta su
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redondeada panza. Bear se inclinó y susurró en su oído. Ella asintió en algún tipo de
entendimiento, pero continuó mirándome como si estuviera insegura de mí.
Nada importaba.
Mi Preppy.
Mi Samuel.
—Ella es mi esposa.
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