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Ladislaus Boros

EL HOMBRE
Y SU DESTINC
LADISLAUS BOROS

EL HOMBRE
Y SU DESTINO

EDITORIAL VERBO DIVINO


ESTELLA (Navarra) ESPAÑA
1973
1
EN LA TENTACIÓN

Tradujeron: Jesús Pérez Alija y José Querol . Título original:


In der V'ersuchung - W eihnachtsmedkationen . © Walter
Verlag 1968-72 - © Editorial Verbo Divino 1971-73 .
Censor: Antonio Roweda . Imprímase: Pedro M. Zabalza,
provicario general, Pamplona 20 de mayo de 1973 . Es pro-
piedad . Talleres Gráficos: Editorial Verbo Divino, Estella .
Depósito Legal: NA. 674-1973
ISBN 84-7151-141-X
/

Riesgo de la meditación

La oración mental o contemplativa es un acon-


tecimiento que involucra pluridimensionalmente a la
persona. En ella, el hombre se repliega al centro valo-
ra tivo de su vida, dejando a un lado lo de cada día
con su variedad, superficialidad y desasosiego. Y es
entonces cuando afloran las experiencias básicas de
la vida: la esperanza, la alegría, la angustia, el si-
lencio, la soledad, la felicidad, el anhelo por el amor
y por la amistad. El hombre que ora no proyecta
apresuradas teorías sobre estas realidades; las acepta
simplemente. "Exhuma" las vivencias primigenias de
la "existencia" (Dasein), difuminadas por el tráfago
de lo cotidiano, que brotan de lo más profundo de su
existencia (Existenz), y se dispone para una relación

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erudito, pues en ella, al igual que en toda emoción
esencial al ser.1 Es entonces cuando vuelve a presentir de k existencia, auténticamente vivida y realizada, se
el sentido de la vida más allá de los sistemas, las opi- nos acerca el misterio de la naturaleza humana, Dios
niones consagradas y más allá de cualquiera formu- —conozcamos o no conozcamos su nombre. Pero
lación. nuestra suprema miseria radica en el hecho de que
Nuestra vida diaria es una mezcla de impresiones, las experiencias originarias de la vida fueron arrinco-
exigencias, pensamientos y deberes. Estamos conti- nadas en gran parte por el trajín de nuestra "exis-
nuamente abocados al peligro de perder la unidad de tencia". El hombre de hoy tiene que volver a expe-
nuestra vida, vivimos alejados de nosotros mismos y rimentar qué es lo que significan conceptos como ries-
de Dios, y hoy en día nos es difícil poder pensar que go, autodonación, alegría, fracaso. Es aquí donde des-
tenemos un Dios al que podemos dirigirnos en la cubrirá en su existencia unos límites en los que cesa
oración. Pero lo más grave ocurriría si prescribiésemos su propio yo y comienza el misterio absoluto. Quizás
caminos de ejercicios piadosos al hombre de nuestros nuestro más denodado esfuerzo en la búsqueda de
días. La patria espiritual de éste es hoy el desasosiego, Dios consista en el miedo a perseverar en el misterio
lo problemático y la duda; aquí es donde debemos de un presente que nos es más íntimo que nuestra
buscarlo. No es poco si el hombre moderno sabe propia esencia, estremecidos por una exigencia ilimi-
aún callar y es capaz de experimentar un anhelo tada y confundidos por un amor absoluto. El objetivo,
y una exigencia hacia la lealtad y una cercanía a la pues, de nuestras meditaciones no es otro que el de
muerte. En semejantes experiencias profundas es donde -situarnos de nuevo en el centro de nuestro ser, y esto
encontrará él a "su" Dios. Debe, por eso, dejar, en por medio de las vivencias fundamentales de la exis-
primer lugar, que "existan" las vivencias fundamen- tencia de Dios, en cuya amistad y amor estamos su-
tales, encontrarlas y soportarlas orando. De estas sus mergidos, y que nosotros experimentamos con fre-
experiencias finitas y, a menudo, acongojantes es de cuencia y por todas partes en nuestra vida, incluso en
donde puede surgir un saber originario de Dios. nuestro fracaso.

Debemos, sobre todo, volver a aprender a "mar- Además, debemos todos nosotros, cristianos o no,
char" con las inquietudes humanas. Sobre la inquietud hacer añicos muchas imágenes de Dios; debemos de-
del corazón no es posible escribir ningún tratado clarar su nulidad. Un Dios que sólo hace que la
vida nos sea "comprensible" y "tenga un sentido",
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La palabra "Dasein" la traduzco siempre por "exis- un Dios al que podemos "encerrar" ilimitadamente
tencia" (así hace también, por ejemplo, J. MARÍAS en en conceptos, un Dios que nos juzga según nuestros
Historia de la filosofía), y las pocas veces que no lo hago,
lo señalo en el texto. Y siempre que aparece "Existenz", la rendimientos y no según nuestras intenciones y su
vierto por existencia —sin comillas— (N. del T.).
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gracia, un Dios al que se puede obligar a estar a descubre él un misterio. Incluso para lo más insig-
nuestro servicio..., ese Dios no se da. El camino del nificante tiene una mirada. Aplanado por el asombro
hombre de hoy a Dios sólo puede ser alcanzado en y conmovido por la visión, enmudece en un círculo
la oración, en la meditación personal sobre el mis- de elocuentes parladores. El destino extraño puede
terio de lo absoluto. Hoy, en vez de literatura piadosa, penetrar en él como en su propia casa; las puertas
necesitamos el testimonio de hombres que hayan su- de su existencia no están cerradas, sino sólo entornadas
frido ante Dios, con Dios y por Dios. Su naturaleza, levemente. En el abandono del alma constata que
no tanto su nombre, debe ser nuevamente comprendida lo "regalado es mi posesión, lo que esparcí es mi
y adorada. Las meditaciones que aquí siguen intentan riqueza". En la actitud de un reflexionar impregnado
dar algunas motivaciones para ello. Quisieran también de oración, se amplía la existencia. La oración desborda
servir a que el hombre —incluso, aunque nada sepa las angosturas del mundo.
de Dios—, por el propio esfuerzo, se ponga otra vez Y aquí es donde precisamente crea la meditación
bajo el influjo del Espíritu Santo, de un Espíritu que una nueva patria. A menudo nos preguntamos, ¿para
sopla donde quiere. No se dan aquí ejercicios con- qué sirve la oración contemplativa? Es evidente que
ceptuales, pese a que estas meditaciones integran aprovecha poco para solucionar negocios en curso.
los resultados de la teología nueva, sino ejercitaciones En esta oración, el hombre no sólo "piensa", sino que
existenciales que comportan la personal realización. No está "ensimismado". Otea las lejanías, lo inalcanzable,
se "probará" mucho aquí, más bien se "prolongará" aquello que no puede "conquistar" y de lo que, sin
la inquietud del corazón humano hacia un futuro ab- embargo, depende su destino de hombre. En la ora-
soluto. ción mental se trata nada menos que de encontrar un
Como entrenamiento para la existencia reflexiva albergue seguro a la existencia. "Patria" es un acon-
sean apuntados aquí, en primer lugar, algunos rasgos tecimiento interior: la placidez de un alma en el
de ensimismamiento cristiano. reino humano, apuntando a lo absoluto. La postura
fundamental, pues, de la oración cristiana es: expec-
En la meditación acontece, pese a una primera
tación, calma y perseverancia.
apariencia epidérmica, una aproximación al mundo.
El contemplativo se inserta en las cosas de la "exis- La oración acontece en la quietud,. El silencio
tencia". En este contexto, conviene tenerlo en cuenta, es una de las supremas realidades de toda auténtica
"cosas" significan hombres, acontecimientos, destino, existencia vivida. La actitud de engolfarse en lo ín-
felicidad, infelicidad. El hombre que ora acepta en timo consiste en saber enmudecer, en saber estar a
sí irreflexivamente estas cosas del mundo, sintién- solas y en desearlo, en llegar a olvidar. Lo creador
dose emparentado con ellas. Hasta en lo inaparente se desarrolla con avasalladora fuerza en el silencio, en

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la quietud. Santo Domingo de Guzmán visitó una vez dores. Esta central de la existencia concreta es el
a su amigo san Francisco de Asís; al encontrarse, resumen del hombre. Allí se decide qué es lo que
se abrazaron mutuamente y en silencio. Cada cual se "piensa" del mundo, cuál es la sinceridad de su co-
sabía comprendido ilimitadamente por el otro. Por razón para el bien y el mal, para lo verdadero y para
eso fue por lo que durante todo el tiempo perma- lo falso. Desde este epicentro se generan los pen-
necieron mudos; luego, se despidieron sin palabras... samientos esenciales. Meditación no es, pues, otra
Tenemos aquí un acontecimiento "significativo" de cosa que un descansar dentro en lo originario del
lo que es una actitud contemplativa. El mutismo de propio ser (Dasein), un vibrar con el fundamento
de la propia alma.
ambos era el origen de sus otros obrar y hablar.
D e este modo, la oración contemplativa opera
En los momentos de quietud se rastrea un misterio
una unidad del mundo. El hombre entiende cuál es
que se desvela suavemente. Entonces el hombre quie-
la meta y la tracción de las cosas y sabe de una san-
re proteger esta joya y es cuando lo rodea de silencio;
tidad interior tras lo epidérmico, ante la cual se
más aún: calla el misterio. Las más bellas palabras
encoge su propia existencia. D e Benito de Nursia se
han brotado en el silencio: éste no es un simple no
nos relata:
hablar, sino algo primigenio y primordial. El hombre
meditativo se descuelga de los recuerdos del pasado y
Cuando fue hora de irse a acostar, se dirigió el
de las inquietudes venideras, se mueve en el presente,
bienaventurado Benito a la parte superior de la
se aquieta el ruido que adormece sus sentidos y se torre... Los hermanos descansaban aún, cuando el
eleva a sí mismo; se salva del barullo inrrincadísimo hombre de Dios ya estaba levantado, iniciando
mundano en un reino de silencio. Aquí es donde su oración en las tempranas horas de la mañana.
aprende él cómo son en realidad las cosas: amables, Estaba junto a la ventana y oraba al Dios om-
nipotente. Mientras así miraba afuera en estas
sencillas y claras. "¡Enmudece!" —ésta es la exi-
tempranas horas, vio cómo la primera luz del
gencia fundamental de toda meditación. día se derramaba de lo alto... Y, en este único rayo
La oración se origina en aquel recinto central de de sol, el mundo entero le fue presente ante sus
ojos. Al contemplar la luz del nuevo día, se hizo
la existencia que llamamos corazón. En la meditación una luz interior en su alma que arrebató a su
se opera una vuelta a lo más íntimo, una orientación espíritu dentro del universo.
hacia aquel ser primordial que es inmanente a todo
nuestro obrar. D e la "distracción-haeia-fuera" se vuel- En esre relato encontramos "condensada" la total
ve el hombre a lo esencial, aunando su "existencia" estructura de la meditación cristiana: la soledad, el
en un centro; de una manera imperceptible reduce silencio, el aislamiento, la reflexión sobre lo esen-
la multiplicidad del mundo a los conjuntos porta-
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tatar es que la autocomprensión teológica del cristia-
cial, la contemplación de lo absoluto en lo terreno, nismo primitivo se procuró con estos pasajes una
un ensimismarse en el misterio. La mística alemana primera interpretación en relación con la existencia
medieval reconoció también su ideal en estas carac- orante: en silenciosa meditación, cuando la existencia
terísticas: el hombre interior, reunido, en cuya alma arriba hasta los confines más lejanos del mundo (en
se encuentra el mundo en su prístina unidad.
el "sueño"), puede percibirse el eterno destino del
El centro, pues, de la existencia meditativa es hombre (el "ángel").
la humildad, o, más simplemente dicho: la sencillez En la meditación de san José aconteció un mandato
de la realización de la "existencia". En el evangelio inconfundible. Durante su muda reflexión nocturna,
hallamos un conmovedor prototipo del hombre con- es introducido José en el destino de María. Acosado
templativo en san José. Se nos informa allí de tres por las dudas, inseguro y confuso, este hombre sobrio
"sueños" de este hombre solitario. Primeramente: y callado ha presentido el misterio de la encarnación.
Y ha recibido entonces el mandato, contenido en la
Mientras reflexionaba sobre esto, he aquí que se indicación del ángel, de aceptarlo. Su porvenir era:
le apareció en sueños un ángel del Señor y le
renuncia y autohumildad. Por nada irritado, alegre y
dijo: José, hijo de David, no temas recibir en tu
casa a María, tu esposa, pues lo concebido en en cálida confianza, viene a ser para nosotros el
ella es obra del Espíritu Santo (Mt 1, 20). primigenio modelo de existencia meditativa. Esta-
ba indeciblemente solo con su esposa, a la que amaba.
Luego: Confió su existencia a lo invisible y lo increíble y
perseveró largamente, a lo largo de toda su vida, en
Así que partieron, un ángel del Señor se apareció esta oscuridad.
en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al
niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí En la ternura de su humildad, Cristo fue para
hasta que yo te avise (Mt 2, 13). él quizás más que si hubiese sido el propio hijo, como
si lo hubiese engendrado él. Fue José el gran apa-
Finalmente: trida de nuestra tierra: sus manos estaban vacías; Dios
hirió de muerte a su amor terreno. ¡Pero calló! Al
Muerto ya Herodes, un ángel del Señor se apa-
reció en sueños a José en Egipto y le dijo: Le- fin quedó sólo para él: abandonar este mundo, tolerar
vántate, toma al niño y a su madre y vete a la su terrena desesperación, ser amor que nada más
tierra de Israel (Mt 2, 19-20). apetece. Amó a María íntimamente. Nadie nos puede
arrancar la criatura amada de nuestro corazón. En
La importancia histórica de estos textos no tiene medio del silencio, le encontró una voz que proba-
por qué ser discutida aquí. Lo que nos importa cons-
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blemente nunca comprendió del todo; pero obedeció lamente ha habido y hay sí. Todas las promesas hechas
toda su vida a este incomprendido. Antes que se con- por Dios encuentran el 'sí' en Cristo. Por eso, ter-
sumase en la cruz el misterio vital de su hijo —al minamos nosotros diciendo: por él a Dios. 'Amén'
hijo que dio él el nombre, pero al que no podía con- (así sea)" (2 Cor 1, 19-20). Meditación cristiana
siderar como propio—, ya había aceptado él parejo significa, pues, anonadamiento en el ser absoluto de
destino en su intimidad. En el interior fue un hombre Dios, que se ha ocultado dentro de la pequenez de la
negado y confuso. Pues sobre este riesgo de la dona- "existencia", en su desarraigo y en su tristeza, incluso
ción absoluta del propio yo se inserta la meditación en su abandono divino.
cristiana. La medida y el patrón del ser cristiano es Cristo
Después de este somero esquema sobre las propie- mismo, o, dicho más exactamente, su actitud con-
dades básicas de la existencia meditativa, quisiéramos cretamente encarnada frente a las cosas, los aconte-
abordar directamente aquello que constituye la esencia cimientos y los hombres, su modo de pensar. En este
de la meditación cristiana. sentido, ser cristiano es igual a "seguimiento", y la
existencia cristiana, como la formuló recientemente
Meditación es una vuelta al misterio del hombre,
un teólogo, el "caso formal" de la "existencia" hu-
y este misterio se llama Cristo. En él fue comprensible
mana. El hombre, como cristiano, intenta apropiarse
lo incomprensible, y palpable lo absolutamente extá-
la manera de pensar de Cristo en su totalidad. Con-
tico. Una existencia terrena y quebradiza llevó en sí el
fiado en Dios, se dirige hacia donde ningún mortal
total misterio del mundo y de Dios. En la Divina co-
iría por sí mismo: a las situaciones límite; intenta
media, Dante describe una peregrinación providencial
realizar la orientación básica de la vida de Cristo, ser
a través de todas las escalas mundanas; en encuentros
uno con aquel Cristo que estaba sin pecado y, sin em-
y diálogos se desvela ante él, paso a paso, el orden
bargo, se sentó a nuestro lado, vaciado, hambriento,
mundanal. El poeta asciende siempre más alto hasta
condenado a la muerte; el Cristo que aceptó en sí toda
la cumbre del mundo. Aquí le es procurada al poeta
la miseria de ser hombre, viniendo a ser por ello el
la visión plena: observa la faz de Cristo en el círculo
Dios de todos los solitarios y abandonados. La pregun-
de la Trinidad: "En el interior del círculo se mos- ta, por la esencia de la oración contemplativa, se
traba la imagen de nuestro rostro." Esto es lo último reduce en la comprensión cristiana de la existencia
que se puede decir sobre Dios y sobre este mundo. a la fórmula: ;cómo llega a conocer el hombre los
El rostro del hombre llega a ser, para la eternidad, el sentimientos, el modo de pensar de Cristo?
rostro de Cristo. El resucitado es el sentido misterioso,
la meta intraspasable de nuestro mundo y el punto La actitud vital de Cristo, su modo de pensar,
omega de todas las fuerzas del universo: "En él so- fue puesta radicalmente a prueba en aquel aconte-

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cimiento que llamamos "tentación de Cristo en el a la ciudad santa; y, después de ponerlo sobre el
desierto"; fue una premura existencial que Cristo, pináculo del templo, le dijo: si realmente eres
Hijo de Dios, échate de aquí abajo, pues la
según una expresión de Marcos, fuese "encaminado escritura dice: dará orden a sus ángeles de que
al desierto" (Me 1, 12). En esta soledad se desarrolló te tomen en sus manos, para que tu pie no tro-
un acontecimiento de dimensiones cósmicas, entrando piece contra las piedras. Respondióle Jesús: tam-
en acción la esencia del mundo espiritual y del mundo bién dice la escritura: no tentarás al Señor, tu
en general. Con libre placidez permitió Cristo acer- Dios. Una vez más lo llevó el demonio a un
monte muy alto y, haciéndole ver toda la mag-
carse al tentador, revelando en ese acto lo más ín- nificencia de los reinos del mundo, le dijo: todo
timo de su existencia humano-divina. Cristo fue a lo esto te daré, si, postrándote, me adoras. Respon-
desolado, a lo pedregoso, a los arenales y a lo im- dióle al momento Jesús: apártate, Satanás, porque
productivo del ser humano. Fieros animales lo ace- escrito está: al Señor tu Dios adorarás y sólo a él
chaban. "Ir-al-desierto" significa exponerse a lo lú- darás culto. Con esto, el demonio lo dejó, y se
acercaron los ángeles y le servían (Mt 4, 1-11).
gubre, vivir lo peligroso, dirigirse a la "patria de los
demonios", atacar al mal en su propia casa. •
Apremiado por el espíritu, Cristo abandonó el
cobijo de su familia. Poco antes aún le vemos entre La cuestión de si el relato del evangelio sobre
una alegre sociedad nupcial, pero, de repente, es la tentación de Cristo en el desierto hay que con-
arrancado de todo aquelio por una voz interior o siderarlo como expresión de un acontecimiento his-
por una necesidad existencial. Rehuye las aglome- tórico, o más bien como interpretación del modo de
raciones de los hombres, se desliga de todo vínculo pensar de Cristo por la comunidad primitiva (quizás,
con los humanos, ayuna "cuarenta días y cuarenta las dos cosas: acontecimiento e interpretación al mis-
noches", va hasta el borde de lo humanamente aguan- mo tiempo), no puede ser contestada inequívoca-
table. mente. Pero, incluso en la hipótesis de una "in-
terpretación teológica de la existencia de Cristo úni-
Luego fue llevado Jesús por el Espíritu al de- camente", está claro que sus amigos entendieron a
sierto para ser tentado por el demonio. Y ha-
biendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches, Cristo como aquel que salvó nuestro ser hombre de
al fin tuvo hambre. Acercósele el tentador para una extremada miseria. Esto nos basta para nuestras
decirle: si realmente eres Hijo de Dios, manda que meditaciones, en las que intentaremos penetrar, en
estas piedras se conviertan en pan. Respondióle orante ensimismamiento, en la actitud esencial del
Jesús: la escritura dice: no sólo de pan vive el hombre-Dios.
hombre; ya tiene Dios otros muchos medios para
conservarle la vida. Entonces lo llevó el demonio En las reflexiones que siguen no se tratará, por

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ello, ni de exhortaciones ni de recetas, sino que serán
ejercicios existenciales sobre la manera de pensar de
Cristo. En la historia de la tentación, en este relato
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de suprema laconicidad, nos fueron abiertos los ho-
rizontes absolutamente visibles del ser humano. Se
El modo de pensar
nos ha patentizado la esencia de la autenticidad hu- de Cristo
mana. El hombre que ora no puede pasar apresura-
damente junto al destino del hombre-Dios que aquí
se nos revela; es necesario que se escurran el primer
plano y lo superficial de las cosas. Al fin, sólo que-
dará una cosa: el ser prendido por aquel que pudo ser
absoluta y totalmente hombre, porque era el mismo
Dios. Abismos insospechados del misterio se abren
ante nosotros.

Luego fue llevado Jesús por el Espíritu al de-


sierto, para ser tentado por el demonio. Y ha-
biendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches,
al fin sintió hambre. Acércesele el tentador para
decirle: si realmente eres Hijo de Dios, manda
que estas piedras se conviertan en pan. Respon-
dióle Jesús: la escritura dice: no sólo de pan vive
el hombre; ya tiene Dios otros muchos medios
para conservarle la vida (Mt 4, 1-4).

La plenitud del Espíritu se apodera de Cristo.


En su derredor domina el desierto, la soledad con-
suntiva; y Jesús ayuna. Su espíritu se relaja, su cuerpo
se extingue, despertándose en él un hambre elemen-
tal; quizás, no tanto por alimento cuanto por pro-
ximidad humana; entonces es cuando le sobreviene

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una sublime tentación. Una singular tristeza se apo-
dera de su alma, las tinieblas irrumpen en su "exis- mano. Con la fuerza conjunta de su existencia humano-
divina, se introdujo en el riesgo de ser un hombre
tencia", se aflojan las seguras referencias al mundo,
interior.
y no se percibe ningún camino, ninguna indicación.
Solamente la cegadora luz del mediodía que lo falsea Quiso vivir totalmente inmerso en este mundo,
todo. La verdad parece diluirse. Cristo está todo en sin papel doble, sin escatimar algo al otro. Ser, además,
sí, y, sin embargo, se siente expuesto. Lo decisivo de para los desposeídos y para los atribulados; estar en
su esencia entra aquí en juego. Se trata del todo. ¿Qué el círculo de los pisoteados; aguantar la miseria y
ocurriría si convirtiese piedras en pan? la debilidad de los hombres. Durante su actividad
pública no realizó un solo milagro por capricho, para
¿Qué es lo que intenta este ataque? Tan sólo una
su propia utilidad o por afán de popularidad, ni,
cosa: que Cristo abuse de su poder. El peligro es
incluso, por la simple compasión con nuestra miseria
grande. El hombre Dios está enfrentado para decidir
corporal; sólo curaba ocasionalmente, cuando los ac-
sobre el sentido e intención de su propia misión. Está tos de su bondad eran susceptibles de una significación
aquí en juego no sólo la existencia cristiana, sino tam- espiritual. Quería instaurar en este mundo una di-
bién lo que de ilimitada sinceridad hay en el ser hom- námica interna que actuase en lo oculto; quería crear
bre. Cristo, empero, dice no; pasará hambre, padecerá en nosotros un principio vital del que partiesen, en
y morirá como todos los demás hombres. el misterio, las fuerzas formadoras y transformadoras;
aspiraba a una revolución interior de nuestra exis-
tencia, a una "irrupción" de la bondad en el mundo.
No le interesaba encontrar soluciones a preguntas que
los hombres mismos nos podíamos contestar. Vino a
a) Giro hacia la interioridad
nosotros, para que todos tengamos un amigo, un her-
mano que crea la paz, que reconcilia las antítesis y
que tiene para todos una palabra amable. Intentemos
Habría sido fácil para Cristo "encantar" al mundo, nosotros ahora desarrollar este espectáculo ideal, aún
pero eligió el ser pequeño y la entrega. Un reino inarticulado, de la existencia de Cristo.
interior surgió por esta elección, el reino del corazón, En primer lugar, observamos en su predicación
la dimensión de ser atesorado en su esencialidad. que exige de todos aquellos que querían vivir con él,
Quiso ser un hermano para todos, donar a todos una que no odien a nadie, que no devuelvan mal por mal;
esperanza, vivir en la inapariencia como amigo de los les exige, incluso, que amen a sus enemigos. A todos,
atribulados, entrar en las angosturas de todo lo hu- y especialmente a los perdidos, quiso darles esperanza.
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de su espíritu son: "caridad, gozo, paz, paciencia,
Por eso defendió a los pecadores frente a los llamados
afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templan-
justos, protegiendo a los niños y a los indefensos.
za" (Gal 5, 22). Los apóstoles expresaron la cercanía
El alma de los hombres encontró en él patria. Era
de Cristo de la existencia humana en la exigencia:
portador de un sencillo respeto para la creatura, de
una delicada atención para la vida en sí. El modo de "Regocijaos con un gozo inefable y radiante" (1 Pe
vivir de Cristo era el de una existencia incondicionada, 1, 8).
vivida amorosamente; una vida sencilla, sin premuras. Dicho con más propiedad aún: Cristo aspiró,
Amó la debilidad no por falta de energías, sino que según todo lo dicho, a vivir en el anonimato. En su
la aceptó sobre sí para poder regalar a todos su cer- vida irrumpió aquella plenitud de soledad que es
canía. propia de los abismos, de las cumbres y de los mares.
Todos nosotros, por el contrario, vivimos en lo fu-
Pero, al mismo tiempo, tuvo sus alegrías en las
gitivo, en lo fragmentario, en lo epidérmico. Todo
mínimas cosas de cada día, en una buena comida, en
aquel que quiera penetrar en la esencia del misterio,
una bebida fresca, en una hermosa excursión, en una
debe absolutamente permanecer largo tiempo solo,
noble amistad. Encontraba a los hombres siempre en
para poder concentrarse en lo esencial: solo en la
la inapariencia, para no deslumhrarlos. Tampoco en
maduración, solo en la tentación, completamente cen-
su pasión se comportó con "majestuosidad", antes al trado en sí en los más grandes hechos de su vida.
contrario: gritó, traspiró sangre, se sintió vaciado
y abandonado; se entregó absoluta y totalmente a la De la soledad de Cristo surgió su palabra. En
su mirar generoso a la esencia de las cosas, buscaba
miseria del ser hombre. Aun en el último instante
él cómo son estas cosas realmente. Tomaba las her-
tuvo la presencia de ánimo para dar esperanza a
mosuras del mundo en su alma y las transformaba
quien, como él mismo, se estaba desmoronando: "En
en su existencia. Acertó a ver el mundo en la in-
verdad te digo, le respondió Jesús, hoy estarás con-
terioridad, y a experimentar las cosas en su originaria
migo en el paraíso" (Le 23, 43). Le animaba una
unidad.
juventud espiritual, una intrepidez frente a las po-
tencias y poderes de este mundo, una lozanía vital y Sus discursos eran discursos de este mundo con-
una capacidad transformadora de la existencia. Su creto: recorridos por parábolas como por sangre; su
"existencia" era ya una "buena nueva". La alegría del naturaleza era movida por algo tranquilo y trans-
nuevo comienzo y la tranquilidad de la "existencia" parente. Testimonio de ello es su lenguaje concreto y,
determinaban su realización de existencia: "Esto os al mismo tiempo, apuntando al absoluto; sus dis-
lo he dicho para que mi gozo esté en vosotros, y cursos, sobrios y naturales, sin afectación de saber y
vuestro gozo quede colmado" (Jn 15, 11). Los frutos de experiencia.

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La existencia de Cristo estuvo dominada por una
fue algo pomposo, pues hasta incluso acabó en una
gran quietud. Su alma estaba "a la escucha", oyendo
cruz. Y es'que bondad no significa éxito necesaria-
las necesidades de los otros; su interior callaba, no se
mente. No decimos que un hombre sea bueno por-
imponía, estaba despegado de sí, y no se limitó a
que sepa obrar en la dirección de conseguir sus ob-
nada en este mundo. Por ello superó en su vida el
jetivos. Tampoco decimos que un hombre sea bueno
poder de las costumbres, de lo trivial y del cansino
porque sepa hablar inteligentemente sobre los pro-
embotamiento; creó una plácida tranquilidad en su
blemas de la vida, ni porque ocasionalmente sea
interior, un espacio para todo posible encuentro. Estaba
hermoso, porque tenga una figura bonita o una faz
incondicionalmente a la expectativa.
agradable. La hermosura y la bondad son magnitudes
Este poder de la interioridad clarificada fue lo diversas en este mundo nuestro aún no "ordenado".
que hechizó a los apóstoles y lo que los obligó al Finalmente, tampoco decimos que un hombre es
seguimiento. Pues reconocieron en la faz de Cristo la bueno porque sea cautivadoramente perspicaz y nos
bondad humano-divina y la amistad de Dios. Quizás no sepa dar buenos consejos. Quizás la agudeza de éste
sea la formulación más profunda o la más significativa nos es una ayuda en los momentos de apuro; ¿pero
de la cristología el que los amigos de Cristo lo lla- por eso es ya bueno?
men un "buen hombre"; pero cualquiera que haya
Adentrémonos, pues, hasta el fondo de nuestra
experimentado —quizás, en la amarga experiencia del
alma y preguntemos: ¿qué es bondad?, ¿cuál fue
propio fracaso— qué significa bondad existencialmente aquel misterio en Cristo, aquello que hechizó a sus
realizada, sabe que sólo un hombre-Dios es capaz de contemporáneos con la fuerza de su énfasis? Si refle-
actuarla ilimitadamente. xionamos sobre la realización de existencia de Cristo,
"Dios, nuestro salvador, hizo aparecer su miseri- observamos de inmediato que su bondad consistía,
cordia y amor a los hombres" (Tit 3, 4) con Cristo. Su precisamente, en la inapariencia de su vida. Esta
vida fue una singular fidelidad a la bondad. Hasta el bondad se patentiza particularmente en su comporta-
fin, un fin en la cruz, dispensó el hombre-Dios calma, miento delicadísimo con la vida, con el hombre y,
consuelo y paz. ¿Qué fue lo que de tal manera im- en general, con el ser. La primera moción, instintiva,
presionó de Cristo a los hombres, para que éstos por así decir, de su corazón no era la desconfianza, la
exclamasen (el evangelio dice textualmente que "es- animosidad o el odio. Intentó siempre disculpar con
taban maravillados"): "Todo lo ha hecho bien", sencillez las faltas de los otros; no los situaba en la
y para que le diesen el nombre de "maestro bueno"? injusticia. En su alma había espacio para el desa-
(Mt 19, 16). rrollo del otro; era como si le hubiese dicho a cada
Cristo no fue un gran sabio; su vida tampoco hombre: "Tú tienes derecho a la vida. Yo no te

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los cristianos en el mundo consistirá, pues, en la
quiero perjudicar. ¡Sé!" Este oportuno decir bien de la
realización testimonial de la bondad de Cristo.
vida se exteriorizó en la vida de Cristo, particular-
mente en el hecho de que nunca condenó a los
hombres. Y es que sabía que los hombres tienen poco
tiempo para vivir. ¿Por qué, pues, enfrentarse entre
ellos?, ¿por qué causarse mutuamente dolor? Nunca se
sabe por qué otros son ocasionalmente malos frente b) Serenidad cristiana
a nosotros. A fin de cuentas, es asunto de ellos. Nuestro
deber es llevar adelante la vida, protegerla y ayu-
darla a desarrollarse.
Además de esto, percibimos en Cristo, como re- La teología intenta hacernos comprensible, en
sonancia fundamental de su existencia, un sentimiento trabajosas meditaciones, con qué "ímpetu existencial"
alegre que todo lo impregna; una gozosa soltura do- se adentró Cristo en el riesgo de la bondad: en Cristo
minaba su vida, lo que ciertamente no excluía que, fue restablecida de nuevo la primigenia unidad de
a menudo, se sintiese deprimido y hasta infeliz. Pero, la existencia humana. Realizó su vida sin "conmo-
aun en los momentos de cansancio, intenta él, sin ciones bruscas", no estaba escindido entre aquello
embargo, llevar luz y claridad a este mundo nuestro. que hacía y aquello que era; le era factible trans-
Finalmente, Cristo era paz: no buscó contiendas. formar inmediatamente sus vivencias en su "exis-
El sencillo saludo del pueblo: "La paz sea con vo- tencia". En todos sus actos era absolutamente "él
sotros" surgía en su boca para la predicación. El mismo". Esto era también el fundamento de su tran-
mensaje de paz fue la fuerza más grande de su vida. quilidad interna, de su paz y de su serenidad. Nosotros,
Por lo común no nos fijamos en lo poderosos que que sólo podemos vivir y vivenciar nuestra esencia
pueden ser precisamente los más tiernos estímulos fragmentariamente, no somos capaces de una alegría
del corazón: el afecto, el amor, la amistad, la paz. ilimitada, de una felicidad que abarque toda la exis-
Por eso hallamos muy a menudo en la biblia, junto a tencia, de un sufrimiento destructivo.
los términos de fe y amor, la palabra "paz". Es ésta una
palabra clave de nuestra fe. Nunca somos plenamente felicidad o dolor, sino
que llevamos en cierto modo ambas realidades con
Una vez más: ¿quién es un hombre bueno? Aquel
nosotros; incluso las podemos expulsar de nuestra
que habla bien de la vida, que no condena a los otros,
conciencia. Cristo, sin embargo, no lo podía. La feli-
que es alegre y pacífico. La misión de Cristo fue la
cidad más desbordante y el dolor más imposible es-
de enarbolar esta bandera. El deber carismático de
taban perfectamente integrados en su existencia. Era
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todo aquello que vivía. Estaba "arrebatado" a la transformase su existencia en poder, a dominar, a
bienaventuranza, pero, también, "inmerso" en la mor- ser "extraordinario". Y no: era necesario perseverar
tal aflicción; todo lo ha tenido muy cerca de sí. No en el destino que le ha correspondido, ocultar la
sólo ha experimentado alegría, sino que era "la" inmediatez de Dios a su persona en la normalidad
alegría misma, y no sólo ha soportado el dolor, sino de su realización vital. No había que impresionar a
nadie; había que vivir feliz, pacífico entre hombres
que él mismo era el dolor. Era totalmente hombre, o,
sencillos; no había que obligar a Dios, ni siquiera en
dicho aún más agudamente, era "el" hombre. Pero
la miseria más extrema. Cuando Cristo rechazó la
además, debió haber pasado su vida en cercanía in-
tentación, reconquistó lo más esencial del ser hombre.
separable de lo absoluto, pues el ser hombre consiste
Permitió que el poder del mal entrase a él, pero en
en su más recóndita esencia en un abrirse hacia la
el momento decisivo lo destruye con un solo no.
plenitud absoluta. Esta es la significación existencial
Cristo no nos traiciona por un bocado de pan; nues-
del concepto teológico de visión inmediata de Dios.
tra miseria le fue sagrada. Ni un momento ha ti-
Lo que Cristo experimentaba como hombre, lo
tubeado Cristo. Su victoria no fue esplendorosa, pues
vivía inmediatamente desde la orilla de Dios. Los
nadie supo de ella, y aconteció en la más completa
acontecimientos de su vida eran transparentes en lo
soledad; sin embargo, se posibilitó aquí un nuevo
"absolutamente-otro"; sus experiencias estaban in-
porvenir para la humanidad: la transformación de
mersas en el misterio de Dios, y sentía a Dios cer-
los corazones en bondad y no la de las piedras en
cano por todas partes; por todos los poros de su exis- pan. Por tanto, la obra vital de Cristo consiste en un
tencia humano-finita, percibía al ser absoluto, incluso giro fundamental de la manera de pensar.
en sus más inaparentes manifestaciones. Dios era
para él una realidad intuitivamente conocida, una Cristo repudió cualquier postura de excepción.
realidad, incluso, aprehendida de una manera aní- Su unión con Dios no tenía por qué facilitarle la vida.
mico-corporal. En cuanto a transformar las piedras: ni quería, ni
le estaba permitido, ni podía. Pero una transformación
Pero Cristo tenía que luchar como hombre, para
más profunda aconteció al mantener limpio su ánimo,
mantener esta incondicionalidad de su existencia (Exis-
al no mezclar su misión con el interés del momento
tenz), es decir, lo perfecto de su "existencia" (Dasein)
(en este caso, con su hambre corporal), antes bien,
y lo abrumador y absolutamente humano de ella,
conformar el mundo desde la intención, buscando
la pureza y la sinceridad de su ferviente estar-ahí.
traer a una nueva conexión de sentido a nuestra caó-
Este es el sentido teológico de la tentación de Cristo.
tica "existencia". Un poder extraordinario, un do-
Algo oscuro penetró en Cristo. La tentación lo
minio externo hubiera destruido su acción vital. Lo
quería inducir a que exteriorizase su esencia, a que
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que él quería realmente instaurar en el mundo se luego la espiga y por último el grano macizo en
puede expresar en un único concepto: un ser pequeño la espiga (Me 4, 26-28).
llevado por Dios.
Y, finalmente:
En claros y bien medidos "logia" ha diseñado
Jesús la dinámica de su reino interior: Os digo con toda verdad: el grano de trigo que
cae a tierra, queda infecundo, si no muere; pero,
Se parece el reino de los cielos al grano de mos- si muere, produce mucho fruto (Jn 12, 24).
taza, que uno siembra en su campo. Aunque es
la más pequeña de todas las semillas, cuando El mensaje que se oculta en estas frases, oídas
llega a crecer, es la más grande de todas las tan a menudo y, sin embargo, tan poco reflexionadas,
hortalizas, y llega a hacerse un arbusto, de mo-
do que las aves del cielo vienen a posar en sus lo podemos formular así: lo grande acontece en lo
ramas (Mt 13, 31-32). pequeño, el éxito en la humildad, la riqueza en la
entrega, el crecimiento en la despreocupación, la vida
Y luego: en la muerte. La decisión de Cristo fue inequívoca.
Eligió el ser pequeño, la entrega, la despreocupación
Se parece el reino de los cielos a la levadura que y el morir por sí y por sus amigos.
una mujer mezcla con tres medidas de harina
Consistiendo la vida cristiana en la realización
hasta que fermenta toda la masa (Mt 13, 33).
de la manera de existencia de Cristo, debe, pues, ser
Y de nuevo: factible a cada cristiano desarrollar aquella interna
unidad de ser y aquella incondicionalidad de la exis-
Con el reino de los cielos sucede como con un tencia; aquella originaria unidad entre obrar y ser
tesoro escondido en un campo; el que lo encuen- que Cristo vivió desde su "visión inmediata de Dios"
tra, lo esconde de nuevo y, lleno de alegría, vende y que exteriorizó en su bondadosa serenidad. La razón
todo lo que tiene, para comprar aquel campo
de la serenidad cristiana, y, por tanto, uno de los
(Mt 13, 44).
conceptos más centrales de la supremacía cristiana
Y una vez más: sobre la vida, se llama providencia.
Con esta palabra queremos resucitar un pensa-
Sucede con el reino de Dios como con un hombre
miento fundamental de la revelación, que perteneció a
que siembra la semilla en la tierra, y, ya duerma,
ya vele todo el día, el grano germina y va cre- la temática central de la predicación de Cristo, pero
ciendo, sin que él se dé cuenta. Porque la tierra que hoy no encuentra apenas resonancia. Y es que,
da fruto por su propio impulso, primero la hierba, por desgracia, no pertenece el concepto "providencia"
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a aquellas palabras originarias en las que se concentra dio fuerza para renunciar a todo empleo externo
la experiencia religiosa de nuestra época, a aquellos del poder.
conceptos que hoy sólo se necesita indicarlos para Ninguna otra época de la historia salvífica fue
hacerlos comprensibles de inmediato. Ya en la biblia más indicada sobre aquello que se significa lo más
y también, luego, en el desarrollo de la historia de profundamente con el concepto "providencia" que
la piedad y de la fe, aparece una variedad de matices la nuestra. ¿Qué experimentó Cristo, cuando dejó al
originales que cambian y que han sido reemplazados mundo "ser mundo", no utilizándolo para el propio
sucesivamente por otros y que en cada caso implican provecho? ¿Cómo se podría familiarizar al hombre
el todo del mundo vivencial religioso y forman un de hoy con este dato fundamental de la predicación
acceso venturoso para la comprensión de la revelación. cristiana? Pues debería ser posible. Las supremas ver-
Tales palabras claves de la autocomprensión cris- dades y vivencias son, al mismo tiempo, las más
tiana son hoy: hermano, amor al prójimo, exigen- sencillas.
cia, futuro, esperanza, encuentro con el mundo, y Se debería también poder decir al hombre de hoy
otras más aún. En ellas encuentra la fe de nuestro qué es lo que significa aquella experiencia de Cristo,
tiempo inmediata inteligencia. Pero en vano buscamos para la que él acuñó el nombre de "providencia".
en esta lista la palabra "providencia"; sin embargo, Felipe pudo ilustrar al tesorero de Etiopía sobre el
pertenece a aquellas realidades que posibilitan una contenido esencial de la fe cristiana, durante una
esencial aclaración sobre aquello que el hombre es conversación breve de camino. La teología cristiana
como ser finito y lo que es Dios como infinito amor. debería recuperar la misma simplicidad anunciadora,
Cristo no se preocupó de sí haciendo una demos- y, ante todo, allí donde se trata de traer al centro de
tración de poder; sus preocupaciones estaban dirigidas la vivencia religiosa a verdades difuminadas, pero
a los demás. Las piedras quedaron eternamente piedras, que no son pensables lejos de la autocomprensión
y los hombres, empero, eran para él el auténtico re- cristiana.
galo de Dios. Si es verdad, por una parte, que existe Antes de nada convendría decir que "providencia"
un específico tiempo de gracia para conceptos e es un mensaje divino. Esta sencilla y humilde cons-
ideas singulares, y si, de otra parte, la gracia de Dios tatación nos obliga en seguida a una nueva reflexión.
ocurre a todo aquel que se esfuerza seriamente en ello, La providencia no puede ser una confirmación de la
queda entonces en nosotros que ganemos nuevamente injusticia mundana. Lo injusto, sin embargo, sería una
la gracia de la transparencia religiosa para la palabra providencia que se expresa en el marco de una "ima-
clave cristiana "providencia", para aquella realidad gen mágica del mundo". Si fuese una puesta-en-ser-
existencial que fortaleció a Cristo internamente y le vicio de Dios, para la utilización vigorosa de cada

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día, no sería otra cosa en tal caso que una moción
del corazón egoísta, magia precisamente; pero Dios a la miseria. Los "otros" (en el supuesto de que se
ha condenado semejante representación de la pro- den en general los tales) no la necesitan en absoluto.
videncia de la manera más radical. El libro de Job Estos han "provisto" lo suficiente por sí; pero allí
no trata de otra cosa. A Cristo jamás se le ocurrió donde la fuerza humana aboca a su fin, sólo Dios
decir que al que le fuese bien era un hombre mejor; puede ayudar. La providencia comportaría, pues, el
a menudo, lo contrario es lo verdadero. mensaje siguiente: los infelices son los preferidos
por Dios, porque éstos ya no tenían más esperanza,
Existen hombres según Dios, que llevan una vida
fuera de él; la habían perdido completamente. Y como
fracasada, tropezando con todas las desgracias, expues-
el más infeliz de todos es el pecador, precisamente a
tos a todas las amenazas, a la desesperación, y que
éste lo rodea Dios con la benevolencia ilimitada de
siempre han de estar allí donde cae el rayo... Por
su bondad.
otro lado, el mensaje de la providencia es una verdad
de Dios, esto es, una noticia de alegría y liberación, y Por tanto, la providencia consistiría fundamen-
no una confirmación adicional de la injusticia de talmente en un cambio del modo de pensar. Y no
nuestro mundo. Y esta noticia recae en los "amigos tanto —o no, en primer lugar— en que Dios penetra
de Dios", es decir, en los atribulados, desanimados, en forma maravillosa en nuestra vida deshaciendo
atemorizados y pecadores. Es portadora de este men- las amenazas y destruyendo los ataques. Esencialmente
saje: "No estés preocupado; no te mates buscando significa que aún hay una salida, que todo puede
ayuda, ésta vendrá por sí misma. Cuando no tengas tornarse en gracia. Por la misericordia de Dios, cada
a nadie más para que acuda en tu ayuda, cuando te miseria humana puede recibir una nueva donación
achuchen tus propias debilidades —carga de tus pro- de sentido.
pios pecados—, cuando ya no veas ninguna salida Quizás todo quede como hasta ahora: que la
más, entonces, precisamente entonces, estás en las amenaza no se aparte, que el hombre tenga que seguir
manos más seguras: en las manos de Dios. El es tu llevando sus miedos, que siga siendo "zarandeado"
amigo; está siempre contigo y para ti." por un mundo enemigo. Sin embargo, y pese a ello,
Cabría preguntarse si el mensaje de la providen- todo se ha cambiado: en todo aquello y a través de
cia no expresa lo mismo, en cuanto al contenido, que todo aquello aparece ahora la bondad de Dios en
aquella realidad de esperar contra toda esperanza, nuestra vida. El hombre puede decirse: duele, pero,
popularizada por Pablo. De Abrahán, prototipo de en realidad, este dolor no cuenta.
fe, se dice: "Contra toda esperanza, tuvo fe" (Rm 4, Ciertamente no se puede negar que en la biblia
18). Providencia es el último refugio de los abocados se da un "oleaje de superficie", que contradice a la
concepción de providencia aquí apuntada. En muchos
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textos de la Escritura se promete a los piadosos bien- digencia. Es como si les habría dicho: "Lo último y
estar y éxito, victoria sobre los enemigos, conquista más importante de tu ser nadie te lo puede tomar;
y seguridad; pero en las profundidades de su compren- está asumido en mi misericordia para siempre. No
sión de lo salvífico ("movimiento en profundidad" hay ningún proletario de la salvación. Incluso cuando
de la revelación) el piadoso israelita esperaba to- todo se desploma, siempre tendrás el cielo abierto."
talmente otra cosa. Se aferraba a una última con-
El júbilo del ser interiormente libre, el a pesar de
solación en el desastre. Confiaba en una "salida in-
y el sin embargo de la confianza en Dios, irrumpe
terna" del ahogo.
en el Nuevo Testamento aún con más acusado vigor:
De esta esperanza, que encontró su expresión,
ante todo, en los escritos proféticos y en la literatura ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La
sapiencial, se originó una nueva dimensión de la fe: tribulación, la angustia, la persecución, el hambre,
la desnudez, el peligro, la espada?... Estoy fir-
No temas, porque yo te he rescatado, yo te llamé memente convencido que ni los principados, ni
por tu nombre y tú me perteneces (Is 43, 1). Por- lo presente ni lo futuro, ni las potestades angélicas,
que eres a mis ojos de muy gran estima, de gran superiores o inferiores, ni ninguna otra criatura
precio y te amo (Is 43, 4). Aunque haya de podrá arrancarnos al amor que Dios nos tiene
pasar por un valle tenebroso, no temo mal alguno, en Cristo Jesús, Señor nuestro (Rm 8, 35-39).
porque tú estás conmigo (Sal 23, 4). Yavé es
mi luz y mi salvación: ¿a quién temer? Yavé es En este texto encuentra la doctrina primordial
el baluarte de mi vida: ¿ante quién temblar? (Sal
27, 1). Pero quien me escucha, vivirá tranquilo, de la revelación sobre la providencia su expresión
seguro y sin temor de mal (Pro 1, 33). Cuando esencial: ningún poder mundano, ninguna externa
te acostares, no sentirás temor; te acostarás y amenaza, ningún pecado, ninguna culpa y ningún
dormirás dulce sueño. No tendrás temor de re- enmarañamiento psicológico vencerán definitivamente
pentinos pavores ni de la ruina de los impíos
sobre el poder de la gracia.
cuando venga (Pro 3, 24-25).
Contra las evidencias corrientes del mundo, incluso
Para la interpretación teológica del concepto de contra el propio corazón que lo acusa, lo intranqui-
providencia es de decisiva importancia que estas fra- liza y lo acobarda, debe el cristiano valerse del sen-
ses fuesen dichas a hombres (o por hombres) a los timiento de confianza y del definitivo ser salvo, para
que Dios probó duramente, y de quienes no apartó los la apertuta en su existencia concreta. "En esto co-
golpes del destino. Dios no les exigió que se sin- noceremos que somos de la verdad y aquietaremos
tiesen felices. Sólo una cosa les pide: que conserven nuestro corazón ante él, porque si nuestro corazón nos
la calma aun en los tiempos de la más extrema in- arguye, mejor que nuestro corazón es Dios, que todo

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apacible serenidad tomó sobre sí el dolor; con su
lo conoce" (1 Jn 3, 19-20). En la carta a los romanos proceder instauró una nueva medida para la autocom-
se formula aún más incisivamente el misterio de la prensión cristiana: la esencia de todo lo esencial, de
providencia: "Sabemos además que Dios hace con- la gracia, del amor y de la amistad es la no-violencia.
currir todas las cosas para bien de los que le aman" La actitud del no-querer-violentar cambia al mundo.
(Rm 8, 28). Esta frase está sin limitación y sin El "mundo" no es en absoluto ninguna magnitud
reservas en la revelación; en consecuencia, Aurelio estática; el mundo "acontece"; es el resultado de las
Agustín añadió en su comentario: "También los cosas del mundo y de nuestra interna postura frente
pecados" (etiam peccata). En última instancia, es a ellas. Cambiando nuestra postura, transformando
insignificante lo que en nuestra vida aconteció, lo nuestra interioridad, el mundo deviene otro para
que al presente somos y lo que nos pueda acontecer nosotros; y de pronto vivimos en otro mundo viven-
en el futuro (por propia culpa o por una extraña ciado de otro modo. Una madre que no se aparta de
ingerencia). la cama de su hijo moribundo experimenta como
"Lo que fue, sea en paz; paz en lo que una vez felicidad el dolor del quedar vigilante y del deber-
será", dice el poeta. La benignidad y la fidelidad de estar-allí. Su amor, su enfoque interno han dado a los
Dios están sobre cualquier fatalidad y sobre cualquier acontecimientos un nuevo valor; lo mismo ocurre con
culpa. Todo en nuestra vida puede recibir un nuevo aquello que Cristo ha merecido para nosotros como
sentido, una nueva significación; todo puede cooperar actitud espiritual en la primera tentación. En la
para un posterior acercamiento a Dios. De Cristo, de postura del obstinado permanecer en el destino acor-
aquel hombre que hizo de la benignidad y de la mi- donado, vivimos algo decisivo: que somos más que
sericordia ley fundamental de una nueva creación, todo lo que nos pueda ocurrir, lo que podamos con-
partió la definitiva promesa: "He puesto ante ti una quistar; somos más que nuestros rendimientos, por
puerta abierta, que nadie puede cerrar" (Ap 3, 8). muy "sobrenaturales" que éstos sean. Cuando Cristo,
Esta frase es el compendio de la serenidad cristiana: al inicio de su carrera, se puso del lado de la cruz, nos
Dios nos ha dado en Cristo un nuevo comienzo. En mereció la fuerza de ser hombres interiores y, con
todas las situaciones de nuestra vida tenemos aún una ello, de crecer sobre nosotros mismos.
posibilidad de comenzar de nuevo. Para Dios no es-
tamos nunca definitivamente perdidos. Esta es, si no
la verdad completa, sí el contenido esencial, la promesa
íntima y espiritual de la providencia.
Esta despreocupada actitud en el mundo la realizó
Cristo "de memoria" en su primera tentación. Con
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c) Existencia testimonial consigo de las profundidades de la Trinidad. No exi-
gió de sus amigos ninguna agudización de exigencia,
nada fanático e impaciente, sino sólo una interna
maduración en Dios dentro de lo luminoso y cegador.
La conversión del corazón se opera especialmente
Con otras palabras: la pureza, la integridad del ser.
en aquel enfoque a la realidad que nosotros podríamos
circunscribir con los conceptos de integridad y sen- Este gozo y transparencia de nuestra existencia
cillez de corazón. Son conceptos éstos que hoy des- en Dios están amenazados en nuestra vida por lo co-
piertan oposición y desagrado, pero que, sin embargo, tidiano. La exterioridad consume incesantemente las
o precisamente por ello, tienen que ser dichos. In- fuerzas del hombre interior hasta que se nos escapa
tentemos nosotros ahora rastrear aquella cargazón de de las manos lo auténtico de nuestra vida. Nuestra
misterio que actuaba en el centro de la existencia de "existencia" se desliza constantemente a lo apagado,
Cristo como modo de pensar. Detrás de su vida se a lo insignificante y a lo opaco; de nuestras más
abría el abismo de Dios. Cristo vivió dentro del "suceso hermosas visiones quedan fórmulas disecadas, y se
trinitario"; entre él y el Padre vivía el Espíritu Santo, enfría el primer amor. La "existencia" se convierte
aquella realidad inconcebible en virtud de la cual en despojo de playa, arrojado a los acantilados por la
ambos quedaban realmente dos, pudiéndose contem- corriente de la vida. Tan pronto como la fuerza inte-
plar cara a cara, manteniendo la beatitud del yo y del rior se relaja un poco tan sólo, reincide nuesrra vida en
tú, y, sin embargo, no dándose ninguna separación un ser abúlico y sin espíritu, y la existencia deviene
y tampoco ninguna impotencia del ser separado. Sólo inesencial. En los acontecimientos pequeños y banales
mismidad de igual vida, un saber del otro desde en sí del trajín diario experimentamos lo triste y
la irrompible unidad. Este último ser uno con Dios egoísta que llega a ser una existencia, cómo se ex-
hacía incandescente la existencia de Cristo. tingue lo interior de un hombre. Se quiere "probar" a
Dios y se olvida la oración en esta tarea; se colec-
Un hombre anegado por lo divino estuvo ante
cionan libros y no se tiene tiempo de leerlos; se llega
nosotros en cegadora sinceridad. La claridad de su
existencia y la luminosidad de su realización vital á organizador de trabajos caritativos, y al fin desa-
fueron su testimonio de Dios; la sencillez dominaba parece en éste el amor a los pobres; se ocupa uno
su vida. No observamos en él ninguna ascensión opa- con tanta intensidad en la propagación del cristia-
lescente, ninguna multiplicidad engañosa, ningún per- nismo, que ya no se puede encontrar ni un momento
feccionamiento artificial de representaciones y sen- para pensar en Cristo. ¿Cómo soporta el hombre
saciones religiosas. En callada soledad, iluminó nuestra esta amenaza?, ¿cómo deviene su existencia "pura",
existencia con aquella luz misteriosa que había tomado sin discordias y sin doble papel?

44 45
su corazón y de la pureza de su esencia, el cristiano
Inocencia del corazón, En la autocomprensión cris- debe ser una gracia inmediata e insustituible, en cuanto
tiana, la inocencia del corazón es "el" distintivo ca- individual-carismática, y para su prójimo, un regalo de
racterístico del hombre devenido interior. Es ella una Dios para la humanidad redimida.
virtud que no sólo es alabada en el evangelio, sino La pureza de Cristo y la inocencia de su corazón
que queda en su mismísimo centro. En la piedad cris- se concentraron a la vista del mal para un rechazo
tiana primitiva, la inocencia del corazón significaba radical. Intentemos ahora nosotros compenetrarnos
la lealtad incondicional del hombre a Dios, la en- con aquel suceso. ¿Qué significó el no de Cristo?,
trega sin reserva de la existencia. La inocencia es un ;qué sonido debió haber tenido su voz?
"estado". Está totalmente presente en el corazón y en
el alma de un hombre; en todo lo que él hace. U n a Tú, tentador, quieres que yo traicione a los sin
existencia tal es "transparencia de Dios". Para ex- esperanza y a los privados de sus derechos, quieres
que lleve una vida fácil, que abuse de mi poder,
p licitar cara al mundo la grandeza de esta postura,
que me derrame en la exterioridad; quieres que
puso Cristo la actitud vital del niño como patrón de eche todo a pique por lo que se merece vivir;
la existencia cristiana. Esta postura intencional com- quieres que no sea el amigo del atribulado, que me
porta la apertura a aceptar las cosas y los aconteci- sienta grande, trascendente, importante en medio
mientos con generosidad; un conservarse joven a través de un corro de pisoteados; quieres que no hable más
a aquellos que se sienten solos, que tenga éxito en
del presente creador; vivir sin autoengafio y terquedad;
este mundo lastimoso, que no comparta la soledad
no juzgar a los hombres sólo según los patrones de de los hombres; quieres que no grite al mundo:
la corrección externa; ir hacia lo aún imprevisible y 'Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado.'
a lo que está afuera. Pero para pronunciar esto, para decir esta mis-
teriosa y eternamente incomprensible palabra para
D e una tal concentrada entrega surgen sólo aque- los hombres, para eso precisamente he venido al
llas inolvidables figuras del cristianismo que se deben mundo. Con este grito llegué a ser hermano de
tomar incondicionalmente en serio: los santos. N o todos los hombres. Ahora entiendes que no quiero
pertenecemos a la Iglesia porque con ello podamos ningún éxito, que quiero sólo el corazón de los
hombres; quiero adentrarme en la miseria de la
conseguir más fácilmente la salvación. El deber y la existencia humana, quiero romper sus angosturas
elección de ser un miembro visible de la Iglesia sig- desde adentro, quiero dar una esperanza im-
nifican una exigencia más grande. Cada hombre puede prevista precisamente a aquellos que son pobres
alcanzar la salvación eterna; sin embargo, los cris- y despreciados. No me seduce ningún poder, no
tianos son elegidos para el testimonio de ser trans- quiero transformar el mundo en una tienda de
bufones; yo no soy capaz de traicionar a un
parentes a lo absoluto. Por medio de la "impresio- pobre perdido por amor de un pedazo de pan.
nabilidad" de su realización de fe, de la potencia de
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Conozco mi destino, y tú lo conoces también: ¿Qué dirá el hombre en la muerte a este buen
sucumbiré; mi futuro es la cruz. Pero, sin esta Dios? Tal vez, sólo: "¡Soy nada, Señor!" O hasta:
cruz, el mundo no tendría ya esperanza. Si yo no " ¡Yo soy una nada!" Esta confesión de la propia nu-
contengo ahora mi hambre, hambre de amor hu-
mano y hambre de alimento corporal, si cedo en lidad le hará susceptible del amor eterno; le propor-
este momento a esa grandeza que para mí sig- cionará fuerzas para desarrollarse infinitamente en el
nifica la miseria de ser hombre, entonces los hom- fascinante ser de Dios; para, en general, poder sopor-
bres por los que yo quise perder mi imperdible tar a Dios; y en este fuego del amor de Dios es donde
bienaventuranza, no tendrían a nadie más. Por acontece el juicio. Dios no puede condenar a ningún
eso te digo: ¡No!
hombre. Su esencia está repleta únicamente de amor,
de cariño desinteresado; Dios es incapaz (a pesar de
Cada hombre debe encontrar una vez, aunque,
su omnipotencia) de rechazar de sí a criatuta alguna;
quizás, sólo en la muerte, la abrasadora bondad y
acepta con amor a su criatura siempre y en todas
la soberana justicia de Cristo. Esta es la lógica con-
partes. Por consiguiente, y en vista de este amor de
clusión teológica de la doctrina de la universalidad de
Dios, el juicio sólo cabe entenderlo como un autojuicio
la redención y del sentido interno de aquellos mis-
del hombre.
terios que solemos designar en nuestra insuficiente
conceptualización como purgatorio y juicio. El purgatorio y el juicio no son ningún acon-
El purgatorio es la promesa de que todo hombre tecimiento místico, sino el anhelo del corazón humano
sabrá del amor y de la amistad de Cristo en toda su desplegándose hacia lo definitivo, en verdad, bondad
plenitud; pero un amor y una amistad que pondrán y fulgente ser, acontecimientos que, como exigencias
a prueba a toda la "existencia". En el encuentro con básicas existenciales, se hallan arraigadas en el ser
Cristo (en un acontecimiento momentáneo de ex- hombre mismo. En ellas se opera la reversión pos-
periencia plenamente personal de Cristo en la muerte) trimera del modo de pensar, originándose una direc-
surgirá un ser puro, aquilatado, y todo será claro y ción hacia lo esencial. Ahora bien, realizar esto ya
transparente. En el fuego del amor de Cristo res- en la vida de la terrena interinidad, a menos por
plandecerá nuestra existencia. Ningún hombre puede vía de ensayo, es la razón de ser del testimonio de la
saber del cielo desde su quebrantamiento terreno. existencia cristiana. El criterio de lo cristiano ex-
Ni siquiera Dios lo puede "traspasar" allí, "in- puesto aquí por nosotros significa algo más que un
mundo" como está; se aniquilaría en la experiencia de martirio realizado de una sola vez; es "el testimonio
ese cielo. Pero Cristo nos da en la muerte una última, cruento de lo cotidiano", su nombre es autoentrega,
para muchos la primera, oportunidad de realizar su generosidad.
designio de ser ilimitadamente sinceros. La "lógica" de la vida de Cristo es inevitable:

48 49
el auténtico ser acontece en la entrega. La entrega
significa olvidarse de sí mismo, y éste se realiza en la 3
renuncia. La renuncia generosa es ya amor; y el amor
es allegado de Dios. De la cercanía divina conseguida Impotencia de Dios
en el amor surge el nuevo mundo, el cielo. El modo
de pensar de Cristo significa: abandonarse plácida-
mente, renunciar a la autoperfección epidérmica, para
estar cerca de todos.

Entonces lo llevó el demonio a la ciudad santa; y,


después de ponerlo sobre el pináculo del templo,
le dijo: si realmente eres Hijo de Dios, échate de
aquí abajo, pues la escritura dice: dará orden a
sus ángeles que te tomen en sus manos, para que
tu pie no tropiece contra las piedras. Respondióle
Jesús: también dice la escritura: no tentarás al
Señor, tu Dios (Mt 4, 5-7).

El relato sobre la segunda tentación nos adentra


aún más en el misterio de Cristo. Una fraudulenta su-
gestión se apodera del alma de Cristo; en espíritu se
ve en la cima del templo, se asoma a la profundidad
que da vértigo. Mira el abismo y la muchedumbre
de los hombres: "Échate abajo, no te ocurrirá nada."
Es una invitación a la caída, remolino espiritual.

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¿ Quién no experimentó alguna vez esto? Pero aquí pero no se le dará otra señal que la del profeta Jonás"
se trata de algo más. Israel esperaba al mesías en (Mt 12, 39).
una forma extraordinaria, chocante y maravillosa; Conmovedor es el relato en el que se revela nuestra
sus profetas habían alimentado esta esperanza con quebrada humanidad y la grandeza de Cristo:
imágenes inusitadas. De Isaías aprendieron los judíos
a rezar: "Gotead, cielos, desde arriba, y que las nubes Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento;
destilen la justicia" (Is 45, 8). E, incluso, en el pro- por las cosas que había oído de él, hacía mucho
feta Malaquías se habla de que el Señor vendrá re- tiempo que estaba deseando verlo, y esperaba
pentinamente y aparecerá en el templo (Mal 3, 1). que le hiciese ver alguna señal mesiánica. Hízole,
pues, muchas preguntas, pero Jesús no respondió
El mesías es para el pueblo "el" extraordinario, pues
a ninguna de ellas... Herodes con su séquito lo
desciende de arriba con inesperado y asombroso énfa- trató con desprecio (Le 23, 8-11).
sis. El tentador cita las palabras del salmo, según las
cuales Dios ha dado orden a sus ángeles de llevar al En este suceso nos damos cuenta de inmediato qué
mesías en las palmas de las manos (Sal 91, 11-12). es lo que quería decir Jesús con las palabras: "Yo soy
Así es como la tentación recibe una impronta mesiá- rey, pero mi reino no es de aquí" (Jn 19, 36-37).
nica. La cuestión se plantea para Cristo en estos tér-
minos: ¿cómo, en qué figura debo aparecer al mundo
como mesías?
El pueblo que se apiña abajo, sueña con un do-
minador. ¡Cuan a menudo expresará este pueblo en a) Humildad de Dios
el correr de los próximos años la exigencia! (con
numerosas variantes): "¡Queremos ver una señal rae-
siánica de parte tuya!" Aun en el último momento,
se dice: "Si eres Hijo de Dios, bájate de la cruz" (Mt Lo extraordinario desempeñará un importante
27, 40). Durante su actividad pública tendrá ocasión de papel en la vida de Cristo, que servirá a la tentación
constatar a cada paso que el misterio que se esfuerza contra su misión. El hombre asocia muy fácilmente
por introducir en el mundo es demasiado íntimo para al pensamiento de Dios, de la ayuda sobrenatural y
los hombres. Pero, consecuente, negará los signos de la venida de su reino, la imagen de lo sensacional
aparatosos al pueblo: "Vosotros no creéis, si no es y magnífico. Tan pronto como circula la voz de
viendo señales y prodigios" (Jn 4, 48). "Esta raza que en alguna parte se dan peregrinas apariciones y
perversa y adúltera, respondió Jesús, pide una señal; que ocurren cosas maravillosas, afluyen las masas, se

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pone en movimiento el pueblo y surge, al parecer, una mal; es decir, una redención entendida como auto-
espiritualidad; sin embargo, no es ésta la voluntad de glorificación del hombre-Dios y no como su pasión. De
Dios; ésta consiste más bien en el servicio al hermano, nuevo tenemos otra vez en juego la esencia de lo
en el gesto sencillo y bondadoso de ayuda y apoyo en cristiano —y, por tanto, la esencia de lo humano
el diario acontecer. también—. Nos asombramos, sí, sobre la enormidad
Al repudiar Cristo al tentador, libera la esencia de este acontecimiento, pero estamos aún más acostum-
de la auténtica religiosidad y pone al descubierto las brados a considerar inofensivos esos relatos de los
raíces de una efectiva piedad. Cristo sabía que en evangelios sobre las tentaciones de Cristo.
su misión había mucha oscuridad latente: luchas contra En la vida de Cristo no encontramos nunca una
las oposiciones, la necesidad de llevar a los espíritus exigencia hacia lo desorbitado. Ciertamente vive con la
a un desencanto cada vez mayor, la traición, el fracaso conciencia de su misión mesiánica; fuerzas insondables
y la muerte. Cristo no quería triunfar por medio de de transformación ascienden de su alma. Sin embargo,
la fascinación. Desde este preciso momento su decisión cada gesto de su realización existencial, cada palabra
está tomada: se opondrá a toda amenaza de quedar que habla, todo es sencillez y humillación propia.
fuera del cansancio del corazón y del temor de la Algo insospechado emerge de la figura de Cristo: la
equivocación. No se presentará a las masas como un humildad de Dios.
super-hombre, sino más bien como un miembro com- Cristo no quiso que los ángeles le llevasen en sus
pasivo de su dolorido pueblo; no podía destellar de manos; tampoco que su pie no tropezase en la piedra;
repente su divinidad para dominar a las masas. no buscó ninguna autoglorificación, sino que asu-
La fe no es un "grito de asombro". Por eso, sólo mió en sí aquella inutilidad que todo amor debe ex-
permitirá barruntar la plenitud de su persona a perimentar alguna vez; fue por el camino de la cruz
aquellos que se adentran para conocerlo en el si- hasta el abandono. O uiso ser débil. No quiso "lograr"
lencio y en la libertad del amor. Ocurrirá entonces que nada; ni quiso "manipular" a los hombres. Ante él
algunos hombres se digan en la humildad de su co- no se cernía ninguna imagen "mundana del mundo",
razón: "Dios está entre nosotros, pese a que todo sino sólo el "rebaño insignificante", el "pequeño res-
habla en contra." La fe resplandece en las claras re- to". Allí comprendió Cristo, con su conciencia humana
giones del amor. El tentador quería conseguir que el y de una manera intuitiva, la orientación fundamental
hecho más grande de la historia de los humanos, la de su propia vida y el futuro de la humanidad. Quizás
encarnación de Dios, se manifestase por medio de vio ante sí a hombres que, como el publicano, "es-
un acto de fuerza, para que de ese modo se desvir- taban lejos de Dios", "no atreviéndose ni siquiera a
tuase internamente, y, desde afuera, se le entendiese levantar los ojos al cielo" (Le 18, 13). ¿Qué les apro-

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vecharía a tales hombres si él, llevado por manos de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas"
de ángeles, descendiese majestuoso de los cielos? (Mt 11, 29). En la última cena se arrodilló ante sus
En este momento contempló Cristo a nuestras discípulos y les lavó los pies. Es éste un aconteci-
almas en profundidad, miró nuestros ojos llenos de miento que conmueve entrañablemente a todo aquel
lágrimas de retenida perdición; y fue entonces cuando que sea capaz de valorar la grandeza humana. Y no
intuyó que tal dolor sólo podría contestarse desde las hizo esto ciertamente para "negarse", sino que se
perspectivas de un ser doliente, y que con su lumi- sentía empujado con ese acto a revelar la esencia de
nosa majestuosidad destruiría nuestras almas. He ahí Dios. Aquí debemos profundizar más en el misterio.
por qué no se puso sobre el pináculo del templo. Por La encarnación de Dios fue básica humildad que
el contrario, se arrodilló ante nosotros, los hombres fundamenta ónticamente toda posible entrega humana:
(]n 13, 4-6); no quería ejercitar ningún otro poder
fuera de la humildad. Sabía bien que su vida quedaría El cual, encontrándose en condición divina, no
hecha pedazos con ello, y quería estar con nosotros y consideró como codiciada presa el ser como Dios,
permanecer en nosotros, con nosotros, hombres em- sino que se despojó de su rango, tomando condi-
ción de esclavo y haciéndose igual a los demás.
pobrecidos. Y, tenido como uno más por su porte exterior,
Podemos explicar la existencia de Cristo sólo si se humilló (Flp 2, 5-8).
aceptamos lo incomprensible, que se nos aparece
como desatino, incluso como difamación de Dios, es En Dios, en las profundidades de su eterno ser está
decir, aceptando la realidad de que Dios mismo es vigilante el anhelo por despojarse del ser de magni-
humildad. Debe existir en él una misteriosa disponi- ficencia, de la plenitud de dominio y de sumergirse
bilidad para descender a la nulidad, debe darse algo en el anonadamiento. Si los discípulos están como
en él que le impulse a dirigirse al ser de un descono- atontados ante el hombre-Dios que lava sus pies,
cido de la aldea de Nazaret y que, además, le pro- tienen más que motivos para ello. En este misterio del
porcione alegría; debe ser para él una misteriosa bea- autodespojarse de Dios tiene que entrar el cristiano
titud ocultar su magnificencia a los grandes y paten- como Cristo: "Porque ejemplo os he dado, para que
tizarla a los débiles y pequeños. Dios ocultó las hagáis lo mismo que acabo de hacer con vosotros"
"cosas" santas ante los poderosos de este mundo, re- (Jn 13, 15). Los cristianos deben aprender de Cristo
velándolas, sin embargo, a los que nada aparentaban. algo más que la sola modestia y la sola fraternal
Ha traído a la tierra una nueva orientación, una disponibilidad para la ayuda. Dios nos anima a más.
nueva manera de pensar: "Tomad sobre vosotros mi Debemos, si somos cristianos, penetrar en la reali-
yugo y aprended de mí, que yo soy manso y humilde zación de la humildad divina.

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Un Dios humilde, ¿cómo es esto posible? Más a los suyos y los suyos no lo recibieron" (Jn 1, 5.11).
allá de todo "por qué" y "porque", barruntamos una Su actuación fue inútil. La humildad de Dios ha "de-
respuesta: un "Dios amante" sería una cosa buena para vastado" la existencia del hombre Jesús. ¡Era terrible
nosotros, pues nos lo daría todo; pero ¿se despojaría ser Hijo de Dios! Cristo llevó en sí una verdad que
a la manera como lo hizo Cristo? El "amor de Dios" brotaba de Dios; de él manaba la inmensidad del
es más que amor. Aquí queda por expresar un último amor y de la amistad. Hubiese tenido poder para
misterio: Dios no es sólo humilde, es humildad misma; realzar el mundo entero de los ángeles, pero no lo
su esencia consiste en un exceso de amor. Intentemos quiso, tomando sobre sí lo inexorable de su destino.
reducir a palabras esto, incomprensible a primera vista; A cualquier parte donde se vuelve, tropieza con una
pero procedamos con cautela. Preguntémonos pri- pared oscura. Este ser existencialmente no-aceptado
meramente: ¿cómo hemos experimentado los hombres y no-reconocido, alcanzó en su muerte un límite ab-
la existencia de Cristo? soluto, al morir en el abandono de Dios.

La familia de Cristo, el linaje del cual procedía,


estaba empobrecido; pero Cristo no se tomó ningún
trabajo para devolverlo a su estado anterior. No as-
piraba a lo vistoso. Era pobre, pero no a la manera de
h) La ley fundamental
los grandes ascetas, en los cuales revela la pobreza una
de la nueva creación
misteriosa grandeza, sino que era sencilla y natural-
mente pobre. Era pobre en el sentido de una falta de
pretensiones. No eligió como amigo a ninguno de los
hombres más significativos. Luchó, y en realidad no Todo amador cristiano alcanzará un límite en
hubo ninguna lucha; enseñó, y no consiguió nada su vida, en el que le encuentra la exigencia de ir a la
(ni siquiera entre sus amigos); todo lo que hizo y lo que humillación; es entonces cuando se verá si el hombre
le aconteció tuvo el carácter de un fracaso singular. acepta el modo de "existencia" de Cristo, si la afirma
Vivió en soledad, incluso en el abandono, y no fue con ciega fe, pese a su incomprensibilidad. La hu-
comprendido. En la existencia de Cristo faltaba todo mildad es el "más" del amor, y, por tanto, también
aquello que se llama ser comprendido. su principio portador; sólo uno que ama puede ser
humilde. Nuestro fracaso vital significa que no te-
Al leer el evangelio, surge la imprensión de una
nemos la fuerza para donarnos ilimitadamente al
amarga (pero no amargada) "impermeabilidad", de
pobre, que no somos capaces de aguantar en el tiempo
una mudez a pesar del hablar: "Esa luz brilla en las
lo que de roto hay en una criatura amada; y es que
tinieblas, pero las tinieblas no la han abrazado... Vino
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todos los órdenes de la existencia en los que no se
resulta una pesada humillación permanecer allí cuando trata de otra cosa más que de la propia ventaja, de
el otro se desmorona anímicamente. Por eso nosotros la propia afirmación. En la discreción del amor hu-
nos endurecemos, no tanto por maldad cuanto por milde, internamente afirmada y ejercitada por muy
debilidad, nos volvemos insensibles, nos retraemos largo tiempo, el "yo" egoísta sucumbe; pero esta
al más del "esfuerzo" del amor, transigiendo con una
autotarea no significa en absoluto autopérdida. El
interna indolencia. Incluso en nuestro amor acecha
más profundo ser en sí se llama altruismo. Quizás
el impulso a esclavizar al otro. Lo que se llama amor,
pueda aparecer la humildad a los ojos de muchos como
a menudo no es otra cosa que la voluntad de la com-
debilidad, pero en el fondo es ella un poder que nun-
pleta posesión de la otra persona. Al ególatra le es
ca puede ser bloqueado, que nunca puede ser rechazado,
negada aquella felicidad que precisamente posibilita
porque todo lo transforma, incluso la repulsa, en una
la alteridad del tú. Y así es como, con el tiempo, el
donación de amor aún más grande. Resulta entonces
hombre amado un día íntimamente deviene un ser
indiferente. una coexistencia creadora. El hombre será testimonio
de Dios sólo cuando persevere en el amor, aun
Al orgulloso se le escapa la plenitud del amor.
en el caso de que no sea correspondido, aunque se
El mismo, por su orgullo, destruye lo más hermoso
le rechace. En la fuerza de la humildad, y sólo en
de la auténtica capacidad del ser. Un amor que as-
ella, es capaz el amor tanto de los servicios más bajos
pirase a la completa posesión de la otra persona, se
como también de las más altas renuncias.
convierte en odio antes o después; sólo el amor hu-
milde es capaz de aguantar las quiebras del tú amado. Verdaderamente el amor noble surge únicamente
Es respetuoso con el ser propio del otro. El amor hu- en la humildad. Sólo a la humildad le es propio ha-
milde no intenta utilizar al tú como medio de la propia cerse rica donándose. Sólo en la humildad alcanza el
afirmación. La humildad posibilita, por tanto, una di- amor aquella excelsitud de intensidad de ser, aquella
latada compenetración dolorida en el cariño. Es así, desligación del propio yo que tiene su expresión en
pues, como precisamente aquel amor que no quiere las palabras de Pablo:
ninguna otra cosa que dar, que ni incluso se ajusta
en sus repercusiones al propio yo, que ya no mira Si hablando lenguas de hombres y de ángeles no
más sobre sí mismo, es el que puede sacar al otro tengo caridad, soy como bronce que suena o cím-
de su miseria y salvarlo. balo que retiñe. Y si, teniendo el don de profecía
y conociendo todos los misterios y toda la ciencia
La generosidad crea en el hermano una nueva y tanta fe que trasladase los montes, no tengo ca-
existencia. La impotencia del amador humilde es el ridad, no soy nada. Y si repartiere toda mi hacien-
poder más fuerte del mundo. Es una impotencia en da y entregase mi cuerpo al fuego, no teniendo
caridad, nada me aprovecha. La caridad es pa-
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cuando esto es necesario. Lucha por el otro, lo protege,
cíente, es benigna; no es envidiosa, no es jactan-
ciosa, no se hincha; no es descortés, no es inte- le da vida e interno crecimiento. Amor es, por tanto,
resada, no se irrita, no piensa mal; no se alegra un obrar servicial; todo lo demás en nuestra existen-
de la injusticia, se complace en la verdad; todo cia, viene a decir Pablo, es vaciedad y nada.
lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
tolera. La caridad no pasa jamás; las profecías Una propiedad básica del amor aparece con cla-
tienen su fin, las lenguas cesarán, la ciencia se ridad: el "no saber de sí mismo", el "no contemplarse
desvanecerá. Al presente, nuestro conocimiento es a sí mismo", la no intencionalidad del amor. Puede
imperfecto, y lo mismo la profecía; cuando lle- el hombre darlo todo, hasta la propia vida; pero, si
gue el fin, desaparecerá eso que es imperfecto. acontece esto no por pura "gratuidad," entonces es ca-
Cuando yo era un niño, hablaba como niño, pen-
balmente una nada. Humildad es "aceptación del ser
saba como niño, rezaba como niño; cuando lle-
gué a ser hombre, dejé las cosas de niño como extraño" tal y como es. Sin este fundamental desinterés,
inútiles. Ahora vemos por un espejo y oscura- sin este más del amor, no amamos, sino que buscamos
mente, entonces veremos cara a cara. Al presente tan sólo el propio yo. Humildad es precisamente el
conozco sólo en parte, entonces conoceré como "valor" que conlleva la existencia del otro. Es el
soy conocido. Ahora permanecen estas tres cosas: valor con el que aguantar largamente al tú, vivir con
la fe, la esperanza, la caridad; pero la más exce-
él en el tiempo y donarle con ello un presente nuevo,
lente de ellas es la caridad (1 Cor 13, 1-13).
un presente totalmente diferente. Sin este valor para
la entrega puede convertirse el estrecho convivir de
El hombre es imperfecto; sólo le sobrevivirá el los hombres en tortura y destrucción.
amor. Aunque hablase lo mejor que un hombre puede
hacerlo, aunque hablase como un ángel, no teniendo En la humildad es tangible la elegancia y el tacto
caridad, no habrá obrado lo verdadero ni tampoco lo del amor; comporta ella algo noble en sí, reconoce lo
habrá experimentado, y en su interior domina una bueno en el otro y le hace ver que lo aprecia, que
vaciedad. Lo que hace, solamente es satisfacción y lo tiene en alta estima, facilita al otro la vida, con-
exhibición de sí mismo. Todos podemos hablar her- siderando la interna vulnerabilidad de la otra esencia
mosas palabras. Es esto una cuestión de sensibilidad y reconociendo la dignidad de la otra persona en una
y de estilística. El amor auténtico muestra que puede actitud diligente. En la vida de todos nosotros se
asoma un día el aburrimiento; resulta sofocante per-
ofrecer protección al otro y coloca al hermano sobre
manecer siempre idéntico; se debería poder avanzar,
los intereses de la propia existencia, queriendo ahorrar
aunque lo fuese, a menudo, a costa del otro. Aquí
al otro todo lo que nuestro mundo puede añadir a
brota un peligro que amenaza a la esencia del amor
uno en preocupaciones, tormentos y heridas. Toma a
mismo, es decir, la tentación de "utilizar" a los hom-
la otra persona en protección, y hasta centra sí misma,
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bres para la confirmación y enriquecimiento del pro- para nuestro amor. El humilde no es capaz de rechazar
pio ser. el llamamiento de ninguna criatura. Sin embargo, si
El amor humilde no empuja a nadie de ante- cierra su existencia, experimenta este hecho como un
mano a la actitud de rivalidad. No va tras el mal para pecado, aun en el caso en que no se halla tal omisión
examinarlo, no realiza un dossier sobre las faltas del en los catálogos de pecados al uso. En la humildad,
otro. La actitud desembarazada del amor humilde no el amor se convierte en "oído fino", percibe el lla-
tiene nada de común con aquella postura que "se mamiento de la criatura: "¡Ayúdame! ¡Yo ya no
alegra de la maldad", es decir, que le resulta una puedo más!" Si nosotros, en el barullo de los senti-
satisfacción si el otro no consigue algo, si ha cometido mientos epidérmicos, desoímos la suave voz de la
un desliz. Por el contrario, en Pablo se dice del amor criatura que mendiga nuestra humildad y endurecemos
que se complace en el bien. Amor es alegría en la nuestra existencia, se resquebraja nuestro cariño pri-
efímera luz de la existencia extraña; es benevolencia, mero y cesa, al fin, de ser amor. Si queremos vivir
como la actitud que Dios nos dispensa desde la primera como cristianos, estamos llamados a patentizar aquel
creación del mundo hasta la eternidad. Alegrarse sobre más de amor, que se llama humildad, a nuestros pró-
lo hermoso y venerable del tú es una de las mayores jimos y, sobre todo, a aquellos que están unidos a no-
acciones del amor altruista. Es la humildad, por tanto, sotros por el mismo destino, elevando su "existencia"
el presupuesto para la interna renovación del mundo. de la oscuridad al reino de la luz.
Nuestra vida está aún oculta, tanto el propio ser como
Por la humildad unimos nuestra vida con la del
también la existencia de la persona amada. La no
prójimo; en la propia donación se desvela la "exis-
transparencia del mundo la podemos únicamente con-
tencia" y deviene indefensa. Lo que acontece al otro
trolar por nuestra entrega. Tan sólo la humildad trae
es nuestro propio destino. Esta es la amenaza de la
aquel más en luz y en libertad a lo oscuro de la "exis-
existencia que ama. Por eso, es la humildad en su
tencia", de lo cual puede surgir una definitiva espiri-
último ser-sufriente una encomienda, un compromiso
tualización, un cielo.
gracioso.
Cada ente, aunque sea aún oscuro y turbio, tiene
exigencias de luz. Quisiera diluir la tiesura de su
caída; su anhelo es una llamada a nuestra humildad,
ésta es la cosa más grande que podemos donar a una
criatura amenazada en su interior por la oscuridad y
la fugacidad. La llamada a nuestra humillación propia
puede llegar a convertirse en la más pesada carga

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"poseerlo"; a lo finito le es dado lo infinito sólo
c) Afirmación de la vida
como "movimiento-hacia". La visión de Dios es,
según la revelación cristiana, el contenido de la divi-
nización, que consiste en un eterno ascender del ser
de la persona humana en el tú de Dios. Sucede en el
¡Cuan desvalido puede ser un hombre que ama! "mantenerse disponible" de la existencia, en la po-
Al amar, renuncia a su propia fuerza y se expone en tencia del que recibe y en incondicional donación de
receptividad existencial a un extraño destino. Lo sí. En esto, y en ninguna otra cosa, acontece la eter-
característico, pues, del amor humilde, aunque como nidad de lo creado.
determinación conceptual difícilmente constatable, se- Por nuestra autoentrega a lo oscuro del terreno
ría: una receptividad que se acredita en la entrega; acontecer nos ejercitamos en aquella disponibilidad
sólo es receptible aquel que se sabe dar, que quiere definitiva, en la que podemos recibir el regalo de lo
tan sólo proteger y defender a los otros, que sale absoluto y con ello nuestra propia inmortalidad. En
garante de la existencia extraña. Ser cristiano debiera,
el momento de la muerte conseguiremos todos —ésta
por tanto, significar que se lleva y conlleva la debi-
es la promesa del supremo amor divino a la fragilidad
lidad del otro; que se comparte con él tanto la feli-
humana— aquella intensidad de ser en la que será
cidad como la infelicidad, que uno es una parte de
posible una entrega total, un "definitivo no pertene-
la naturaleza del otro. Lo cristiano acontece primor-
cemos más a nosotros". Por medio de débiles y mí-
dialmente en la participación en lo quebradizo del
nimos hechos de entrega, el hombre debe ejercitarse
hermano.
en la actitud postrera del ilimitado abandono de sí
El ser humano consiste fundamentalmente en un mismo. Dios no puede fallar a una "existencia"
perseverar insuficiente. La esencia de lo finito, y, que se le ha entregado totalmente: el absoluto con-
sobre todo, la esencia del espíritu creado contiene una testa a la humildad humana con el regalo de su
orientación a lo "no conquistable" y a lo "eterna- inmerecida gracia.
mente-mayor". El espíritu humano está proyectado a El mundo eterno surge en el fracaso del hombre
una donación incondicional. Es en ello donde se y en la respuesta de la misericordia divina a la
opera su inmortalidad. miseria humana. Este es el misterio de la resignación:
Según san Gregorio de Nisa, Dios y el alma se el ser del mundo consiste en la receptividad, en una
comportan mutuamente como la fuente eviternamente actitud cósmica de contraespera; éste se concentra en
fluyente y el eterno sediento. El espíritu puede cierta- la conciencia humana y llega a ser una realidad per-
mente "concebir" lo infinito, pero no puede nunca sonalmente realizada en el amor humilde. En la do-

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El mundo surge en su última configuración de la
nación de sí mismo del hombre acontece la eternidad
libertad. El hombre no se desarrolla necesariamente
de la criatura. El concepto "cielo" significa, pues, un
a la plenitud de aquello que está en él como pre-
creciente hacerse humilde de lo creado y, al mismo
disposición; su destino y su perfección están confia-
tiempo, una eterna autodonación cada vez mayor de
dos a su libre elección, y tiene que penetrar perso-
Dios a la criatura. Ocasionalmente percibimos este
nalmente en su ultimidad. Sólo desde el momento en
mismo misterio en el rostro del orante que se hunde
que el hombre realiza una decisión personal de en-
en Dios. En la cara del santo se concentra la luz del
trega, comienza a ser hombre en el pleno sentido de
mundo y viene a ser resplandor de Dios. Esto es lo que
la palabra. Y tales momentos de radical libertad ya
se realizará con nuestro universo un día y se desa-
se dan en la opacidad de la existencia terrena. La
rrollará hasta llegar a un estado permanente.
muerte, no obstante, ofrecerá a todos, incluso a aque-
De la autodonación conscientemente realizada en llos que nunca arribaron a lo largo de su vida terrena
el espíritu humano surge una definitiva disponibilidad a una puesta de la libertad en la entrega, una posibi-
receptiva de la criatura y desde ahí es desde donde lidad de penetrar en la intensidad última de la de-
se realiza la eterna coexistencia con Dios. Pero, puesto cisión. Antes ya llega el hombre a situaciones en las
que el espíritu humano está inmerso según su esen- que de repente se enfrenta a su propia insondabilidad,
cia en el cuerpo, sólo se le puede definir en cuanto y en este enfrentamiento le ocurre la exigencia de
que acepta la materia en su esencia, la hace su cuerpo una donación ilimitada; esta experiencia se desa-
y la eleva al reino de lo consciente; el cuerpo humano rrolla para él en la muerte al ser.
participará, pues, en la inmortalidad adquirida por el
Eternidad significa en último análisis: un de-
espíritu. Esta operación, afincada en la esencia de la
finitivo e irrepetible crear en la impotencia de la
existencia humana, la llamamos resurrección. Dicho
muerte, en la humildad de la entrega. Cristo anduvo
aún con más precisión: por el hecho de que el cuerpo
por nosotros el camino de la inmortalidad en su
humano asciende de una "aspiración" cósmica del
segunda tentación; quiso ser débil, dejándose des-
mundo, todo el mundo recibe, por medio de la hu-
figurar y permitiendo que destruyesen su rostro. En
mildad del hombre, la inmortalidad, llegando a ser
su alma han entrechocado las fuerzas de la nueva
un "cosmos"; y al ser un mundo ordenado y encami-
creación y del antiguo mundo. ¿Qué hubiera sido de
nado, se convierte en cielo. Por nuestro espíritu que
nuestro ser humano, si Cristo entonces hubiese tran-
se acrisola en el amor, recibe el mundo eterna con-
sigido, hubiese querido afirmar su propio yo, si no
sistencia. La humildad, el más del amor, es, por
se hubiese comprometido absolutamente a la humil-
tanto, el acontecimiento central de la transfiguración
dad? Hubiese sido fácil para él decir:
mundana.
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Yo quiero someter todo a Dios, quiero que el sobre mí todo y especialmente mi propia existen-
poder de Dios se haga visible en mí, que todos cia, que es lo más duro de aceptar, quiero ser uno
los hombres sepan inmediatamente por mí que que se pueda menospreciar. Yo quisiera quedar-
Dios es el Señor. La comunidad, con el despro- me junto a mis amigos. Y es que están tan solos-
visto de justicia y con el fracasado, destruiría todo Te prometo que no traicionaré a nadie, que no
esto. ¿Qué se alcanza con hombres que, después dejaré asfixiar a nadie en sus soledades, que no
de haber aguantado una bofetada, ponen la otra juzgaré a nadie; respetaré a todos, y no 'jugaré'
mejilla para el próximo golpe? No quiero ir a jamás con los hombres. El anhelo del corazón
aquellos que han fracasado en la vida, no quiero humano será siempre sacro para mí. Concédeme
anunciar el reino de los cielos a los débiles; voy esta cruz: vivir entre los hombres como su amigo.
a elegir mejor a aquellos que 'lleven adelante'
mi reino y 'saquen' de mi mensaje el máximo
La determinación de Cristo en la respuesta a la
partido. Yo lo que necesito son realistas duros que
'martillen' mi doctrina a los hombres, y no so- segunda tentación hizo posible una auténtica y es-
ñadores. ¿Por qué deberán sentirse precisamente plendorosa realidad humana, la entrega indubitable,
mis amigos solos y abandonados? Deben tener el "olvidarnos por dentro en el otro." El que pretende
éxitos en el mundo, congregar a millones y miles realizar esta actitud es más hombre que todos los
de millones; tienen que experimentar en ellos mi otros: "¿Que son hebreos? También yo. ¿Que son
poder, en un mundo que han de conquistar para
israelitas? También yo. ¿Descendientes de Abrahán?
mí. Con tipos apocados y sin pretensiones no
se llega nunca a nada. Yo amo a mis amigos, y También yo. ¿Ministros de Cristo? Más lo soy yo"
por eso no quiero que vivan constantemente en (2 Cor 11, 22-23). Este "más lo soy yo" es la cita
una agotadora inseguridad; voy a procurarles del testimonio cristiano. El cristiano no es humilde
una vida fácil y hermosa; quiero ser para ellos un porque haya fracasado en la vida o porque espere una
Dios grande.
recompensa por ello: es humilde, porque, de lo
contrario, el hermano no podría aguantar la vida en
D e haber hablado así Cristo, estaríamos perdidos;
general.
pero no lo hizo, sino que eligió para sí la vida de
La humildad cristiana es la afirmación de la vida,
humildad; de ahí que nuestra respuesta a la humildad
y no es ninguna mutilación de la existencia o nega-
de Cristo sólo puede ser;
ción del ser; en ella renuncia el hombre a la plenitud
Dios mío, quiero renunciar a ejercitar cualquier palpable inmediatamente. Y esto no porque minus-
poder; fuera del poder de la humildad, no quiero valore la ejecución de su anhelo, sino porque se
impresionar a nadie. Dame, te ruego, sólo mi quiere donar de manera indivisa, porque su amor lo
propia fragilidad; dame la gracia de que mi exis- lleva sobre cualquier "plenitud humana". Cuanto
tencia sea humillada completamente de una vez. más humildad se dé en este mundo nuestro, tanta
A cambio de esta gracia tuya quiero yo aceptar
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más felicidad surge en el hermano y tanto más claro
será el rostro de Dios en el mundo. En la humildad
late una fuerza incalculable: el poder de la presencia
4
de lo absoluto. En el humilde se condensa el empuje Pobreza cristiana
del mundo, abre a la vida un nuevo camino, el prác-
tico de la creación; en él queda la respuesta: intro-
ducir al mundo en la aventura rauda de Dios, no per-
tenecerse más a sí mismo, ser un regalo de Dios a la hu-
manidad. Humildad no es ninguna "negación del
mundo", sino que es amor ya maduro. Ciertamente,
cada acción humana grande está vinculada con la
renuncia. Abnegación no es ningún "descubrimiento"
cristiano; privación voluntaria no es aún ningún tes-
timonio cristiano. Lo esencial cristiano comienza en
la humildad. Esta es el "más" de la afirmación cris-
tiana de la vida.
Una vez más, lo llevó el demonio a un monte
alto y, haciéndole ver toda la magnificencia de
los reinos del mundo, le dijo: todo esto te daré,
si, postrándote, me adoras. Respondióle al mo-
mento Jesús: apártate, Satanás, porque escrito
está: al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás
culto (Mt 4, 8-10).

La tercera tentación de Cristo significa la victoria


definitiva e irrevocable sobre el poder del mal, y, al
mismo tiempo, nos adentra en las profundidades del
pensamiento de Cristo, en aquellas profundidades que
significan ilimitadamente, y por ello también desguar-
necidamente, el ser humanamente vivido. ¿A qué
apunta el relato, al presentar a Cristo arrebatado a
un monte muy alto, en donde se le muestra toda la

72 73
Si todo esto sucede con el espíritu de Cristo, con
magnificencia de la tierra, y diciéndole el tentador:
el más vivaz de todos los corazones que nunca jamás
"Todo esto te daré, si, postrándote, me adoras"?
latieron, podemos barruntar nosotros, hombres de la
¿Por qué quería seducir el tentador al Dios-hombre,
fragilidad, qué grandeza de dominador debió surgir
que ya poseía todo lo que hay en el mundo de gloria,
hermosura y magnificencia? en él. El mundo entero estaba a sus pies; sin embargo,
Cristo rechazó este sentimiento como tentación, se
dirigió desde estas alturas de la sensación a la miseria
de los pequeños, a lo grisáceo, pardusco y polvoriento
de nuestra "existencia". Quiso vivir en este mundo
a) Elección de los pobres de los pobres y, en esta pequenez, testificar brillante-
mente de lo que es capaz el amor cuando va más
allá de todas las cautelas. Quiso ser un testigo de la
incondicional aventura, del aguante y de la consuma-
El espíritu de Cristo se ha hecho más claro, más ción; de ahí que volviese a la pobreza de nuestro mun-
fino, más sensible con el largo ayuno, desbordándose, do. Cualquiera otra hubiese sido traición al reino de
por las fronteras del propio yo, dirigiéndose a lo pe- Dios.
ligroso, a lo amenazador, a lo movedizo. En tales
momentos se opera en el espíritu una singular trans- Hay diversos motivos para la elección de los
formación; comienza por hacerse más claridad en el pobres por Cristo. No todos son de la misma impor-
alma. El ánimo parece cernerse en el vacío. Nada más tancia; pero, sin embargo, determinan en conjunto la
está a la vista. Sólo queda un brillante abismo dentro decisión de Cristo por la pobreza. En primer lugar,
del espíritu, se siente en un espacio amplio, en otra tenemos el hecho histórico: el país donde nació Cristo
clase de espacio. El espíritu ha arribado a la libertad y era un terreno estéril, era la patria de los pobres y
surge una sensación de soltura existencial; en esta sen- de los attibulados; allí vivían hombres humillados y
sación ya se hace patente la tentación; aquí acecha el doblegados, y Dios los había tomado bajo su pro-
peligro, alcanzando una plenitud de la "existencia" que tección. Por la revelación tenían asegurados especiales
en la conciencia del hombre viene a ser, al mismo tiem- derechos, por ejemplo, la racima y el espigueo, y
po, plenitud del mundo. Se contempla interiormente, varias cosas más. Los profetas exhortaron, a menudo,
en una única mirada, la riqueza del mundo, se vive la a los ricos a que pagasen cada día el sueldo a los
grandeza del propio corazón. El espíritu experimenta jornaleros, a no exigir ningún interés de sus hermanos,
el poder del comprender y del poseer, se siente como a mantener un orden de justicia dentro del pueblo,
dominador del mundo. a no retener la fianza puesta por un pobre. "Nunca

74 75
dejará de haber profetas en la tierra; por eso te doy tales hombres significaba muy poco la preferencia
este mandamiento: abrirás tu mano a tu hermano, al personal, la comodidad y el placer. En realidad, sólo
necesitado y al pobre de tu tierra" (Dt 15, 11). una cosa importa: la pureza del amor, sin un sistema
predeterminado, sin segundas intenciones, sin miras
El concepto "pobreza" sufrió en el correr del
bastardas; un morir a las deslealtades de la existencia.
tiempo una transposición a lo espiritual. Desde ahora
Estos hombres esperan conjuntamente la venida de
es la pobreza la actitud interior de aquellos que se
han entregado a Dios y que se saben en un estado de alguien, de un hombre que salga de sus filas y lleve
total referencia a él; se opera aquí un tránsito de lo su pobreza como actitud fundamental de la existen-
sociológico a lo religioso. En la impotencia del exilio cia. Estos hombres sí han esperado a Cristo, prepa-
todo el pueblo llegó a ser pobre. Desde ese momento rándose para su venida. Ser pobre era la esterilidad:
los "pobres de Yavé" son aquel pueblo elegido que una sobreabundancia de ahogo, trabajo y someti-
nació entre indecibles privaciones en un país ex- miento. Ningún amor auxiliador, ninguna luz, nin-
tranjero. Dios, por así decir, ha "llevado a estos guna posibilidad donde protegerse, ningún camino
hombres hasta la desesperación". Aquí, no obstante, a la libertad; estaban entregados completamente a
se despertó su conciencia para la contemplación esen- la pobreza, su destino era desesperanzado, y estaban
cial del ser: potencia para Dios, reconocimiento de la mudos ante su pobre vida, ante el misterio del ab-
propia impotencia, donación sin reservas. Surgió la soluto y de la miseria del ser humano:
"sacra indiferencia", o mejor: "el santo de la ina-
pariencia", el hombre sencillo, cuya existencia con- No se ensoberbece, ¡oh Yavé!, mi corazón, ni
siste en la adhesión a la providencia de Dios. El co- son altaneros mis ojos; no corro detrás de grande-
zas ni tras de cosas demasiado altas para mí.
razón se vuelve mudo; lo cotidiano se soporta man- Antes he reprimido y acallado mi alma como
samente; se cumple la voluntad de Dios, y por cierto, niño destetado de su madre, como niño destetado
así como el amor quiere que se haga, con gusto. La está mi alma (Sal 131, 1-2).
tónica de la existencia viene dada por la renuncia y
el valor. Los "pobres de Yavé" eran hombres a los que
una misteriosa ley de Dios había determinado que
Tales hombres se sienten unidos entre sí en una desapareciesen de este mundo sin dejar rastro, con
postura que no es otra cosa que una sencilla fe des- sus preocupaciones y con todo su dolor, como si nunca
nuda. En los salmos, este modo de pensar halla su hubiesen sido, sólo para dejarnos a nosotros un atisbo
expresión propia en los diálogos con Dios. De esta de su grandeza interior. De la oscuridad de un ser
experiencia surgió el "Israel del espíritu" y con ello fueron disueltos en lo más grande que esperaban.
una "contracorriente" de la historia salvífica. Para Precisamente en su desesperanza experimentaron a
76
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bre condicionada por el tiempo, a ningún sistema de
Dios de la manera más impresionante, no queriendo
expresión del pensamiento y a ninguna capa social.
ya escapar a su suerte. Pero ¿qué sucede con un
Su naturaleza es creadora, abraza a la vida toda y
hombre que se aferra esperando en la desesperanza?
es abierto. El poder de lo pretérito sigue actuando
Que su ser se fortalece; que algo santo se manifiesta
en nosotros, ante todo, como culpa. De ahí que el
en él. Ese hombre ya no tiene en realidad nada que
"pobre de Yavé" intenta continuamente despojarse
perder; está dispuesto a entregar todo en lo que él
de su pasado en un arrepentimiento liberador; es
descansa. Es sorprendente lo que entonces acontece
dominado por la intranquilidad de lo absoluto, que
ante sí: un obrar tranquilo de la verdad, sin apariencia
íe sobreviene, como promesa, de un Dios que no
de obra. Nada llama la atención, no se observa nada
se puede dar por contento con nuestro mundo en
especial, no surge ninguna "sensación". El hombre
tanto que éste no sea transformado en una tierra nueva
retrocede y se vuelve inaparente. Aquí tan sólo
y en un cielo nuevo. Este vivir dentro de una radical
impera la sencillez, la responsabilidad, la distancia
novedad es un motivo fundamental de la revelación.
de las cosas, el dominio propio y la calma. Bajo los
pesados golpes del mundo surge un hombre que ha Los caminos de Dios con los hombres empiezan
encontrado una salida en la entrega a Dios. con un hombre viejísimo, Abrahán, y con una mujer
anciana y caduca, que no puede contener su risa al
La estructura base de esa actitud que nosotros
oír que aún tendrá un hijo. En el Antiguo Testamento
llamamos pobreza de espíritu fue descrita por Isaías
apenas encontramos, prescindiendo de contadas excep-
de la siguiente manera:
ciones, una figura infantil; por el contrario, sólo
vemos allí hombres maduros, sabios, experimentados,
No os acordéis de las cosas anteriores, ni prestéis
atención a las cosas antiguas, pues he aquí que hábiles. Todos estos caminos de Dios desembocan,
voy a hacer una obra nueva, que ya está germi- finalmente, en un niño que fue puesto en un pesebre,
nando; ¿no la conocéis? Ciertamente voy a poner que luego, como joven, amó a los niños y los puso
un camino en el desierto, y los ríos en la estepa como modelo, muriendo también, él mismo, joven.
(Is 43, 18-19).
Que Dios pueda ser joven es la primera y fun-
En la pobreza espiritual acontece una liberación. damental revelación de la nueva alianza. ¡Nuestro
Todo hombre que desarrolla la postura a la "exis- Dios es joven! No conoce ninguna costumbre; de
tencia", esbozada por el profeta, en el acontecer dia- ahí que no haya para la existencia bíblica "asuntos
rio, vive ya en el nuevo ser definitivo. No se siente ultimados", "posiciones definitivamente conquistadas".
atado indisolublemente a nada anterior, a ninguna En nuestra vida se cuestiona todo una vez tras otra.
de las "cosas antiguas", a ninguna imagen del hom- Dios no se deja coger desprevenido; su espíritu so-

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pía donde quiere. Esta es la fuente de nuestra con- nuestra vida. Ríos caudalosos quieren irrumpir en el
fianza, pero también de nuestro desasosiego. Su lla- desierto.
mada a nosotros retumba a cada momento con tonos Los padres de la Iglesia no se cansan de hablar
nuevos. El "ahora" es una magnitud histórico-sal- sobre la regeneración, transformación, conversión y
vífica. En cualquier presente se nos da Dios por su renovación del mundo. En su profundidad decisiva,
gracia, la cual, por eso mismo, es siempre otra y el mundo se transforma incesantemente en cielo. La
nuevamente configurada. El presente es siempre "kai- creación entera, la humanidad redimida, la riqueza
rós", un tiempo de gracia que ofrece la oportunidad toda de nuestra imagen mundana, el universo, todo
única e irrepetible de experimentar el misterio infi- queda transparente en el cielo para Dios; éste será
nito de Dios como encomienda vital. una vez para nosotros todo en todo, de modo que
La santidad, pues, consiste fundamentalmente en estemos referidos exclusivamente a él y también
una disponibilidad continuada para oír la voz divina por lo mismo podemos ser definitivamente pobres.
en los acontecimientos de la propia vida, en nuestra Nuestro mundo, nuestra pequeña vida es aún un de-
situación projimal y en la historia. El hombre debe sierto. Las corrientes de la transformación definitiva,
estar preparado para la salvación que le es acordada empero, ya corren bajo la arena; brotarán un día
en cada momento por Dios. Ciertamente, es nuestro y nuestro desierto florecerá con eterna hermosura.
diario vivir un desierto, como señala Isaías. Dios pa- Esta es la promesa que Dios ha dado por sus pro-
rece estar ausente incesantemente; sin embargo, te- fetas a todos los "pobres en el espíritu".
nemos la seguridad de que "fiel es Dios para no En la sencilla aceptación del destino sin salida
permitir que seáis tentados más allá de lo que podéis. acontece de la mano de Dios una interna transforma-
Por el contrario, él dispondrá con la misma tentación ción de la propia voluntad en el amor de Dios. El
el buen resultado de poder resistirla" (1 Cor 10, 13). hombre aguanta la vida con toda su esterilidad y ha-
Siempre habrá un camino. Dios ha derramado los lla precisamente en ello a su Dios misericordioso.
torrentes de su espíritu, de su gracia, en nuestro mundo Conduce a su propia existencia, en la actitud de la
desértico. El mismo habló de su gracia con la imagen pobreza de espíritu, a la esencia del ser hombre: a
del nuevo vino que no se debe echar en odres viejos. la esperanza, a la donación, al sentirse seguro en
Con la encarnación de Dios irrumpió algo tan pode- Dios. Ya no lucha, sino que acepta el destino. Hay
roso, una fuerza tan primigenia en nuestra vida, que allí un interno estar reunido, una fuerza de in-
hizo pedazos todas las formas valederas hasta en- consciente libertad; tales hombres esperaban al re-
tonces, desbordándolas continuamente aun hoy y fer- dentor, y en ellos se concentra la receptividad de la
mentando constantemente en nuestro mundo y en creación.

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Como tránsito del Antiguo al Nuevo Testamento inmerecido, lo inesperado. Cuando murió, no dejó nada
hay aquí una sencilla mujer. En ella se realiza la tras sí, y, sin embargo, fue enterrado en un sepulcro
pobreza espiritual en su perfección. El himno que magnífico. Su pobreza no se deja reducir a conceptos
brotó de su alma en el júbilo de su apertura a Dios sociológicos, sino que era un himno a la libertad, era
es el canto de todos los pobres del mundo, es el su ser divino. Y aquí debemos profundizar más en
Magníficat: el misterio del ser-Dios.
Dios mismo es pobre. No posee nada y por eso no
Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se re-
gocija en Dios, mi salvador. Porque ha puesto está referido a nada. Su esencia consta limpiamente
sus ojos en la pequenez de su esclava. Mirad: ya de sí mismo. Dios es más pobre que lo que pueda
desde ahora me aclamarán bienaventurada todas ser jamás hombre alguno. La "pobreza de Dios", sin
las generaciones. Porque ha obrado en mí cosas embargo, es sólo la revelación de la plenitud óntíca
estupendas aquel que es poderoso, aquel cuyo del absoluto: Dios no "tiene" nada, porque lo "es"
nombre es santo, aquel cuya misericordia se de- todo; no tiene el ser, sino que es; no tiene ninguna
rrama de generación en generación sobre los que
fuerza, sino que es la fuerza misma, y no necesita en
le sirven... Derribó a los potentados de sus tronos
y ensalzó a los humildes. Colmó de bienes a los su eterno ser ningún apoyo externo. El mismo es
hambrientos y arrojó de sí a los ricos con las fundamento de todo lo que él es y lo que él hace.
manos vacías (Le 1, 46-55). Dios es pobre, porque él es Dios, porque no posee
la plenitud óntica, sino que él es esa misma plenitud.
A hombres que podían hablar tales cosas en la
Si meditamos el evangelio de Juan nos daremos
probidad de su alma, Cristo no podía dejarlos solos.
cuenta de algo sobrecogedor. Se describe allí la imagen
de un hombre interiormente pobre, la figura de un
hombre benigno; lo acepta todo, valora cada regalo,
pero no tiene miedo ninguno en perderlo; tampoco se
esfuerza por allegar riquezas. Es libre; nada le perte-
b) Suavidad de Cristo
nece, ni siquiera su futuro, ni su vida, ni sus pen-
samientos, ni sus amigos, ni su obra, ni sus planes; no
depende de nadie ni de nada, fuera de Dios; no se
Ciertamente, Cristo aceptó sobre sí también la pertenece a sí mismo, está totalmente engolfado en
pobreza extrema, pero no fue ningún fin en sí mismo Dios. Si se medita esta actitud de Cristo, si la acerca
uno al propio espíritu, se experimentará qué es lo que
esta carencia anímico-corporal; apreció a los pobres,
se llama haber vivido intensivamente. La existencia de
precisamente, en cuanto eran capaces de recibir lo

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Cristo estaba ocupada enteramente por la miseria del ésa tu única recompensa. Antes al contrario;
cuando des una comida, llama a los pobres, tu-
otro y de ahí que estuviese arrebatada de su propia
llidos, cojos y ciegos. Y dichoso de ti si no tienen
disposición. Estaba allí para los otros, entregado a lo con qué pagarte. Porque Dios te lo recompensará
inmediato del momento, a las preocupaciones de los en la resurrección de los justos (Le 14, 12-14).
hombres. Dominaba su vida el dejar-valer a la exi-
gencia extraña y el presente creador. Por medio de Y en Mateo:
su suave paciencia despertó a los otros a la plenitud
No alleguéis tesoros en la tierra... Atesorad teso-
del ser.
ros en el cielo... Porque donde está tu tesoro, allí
Ante todo, debemos meditar aquí aquellos textos está tu corazón... No os apuréis por vuestra vida,
del evangelio que nos informan sobre cómo estuvo pensando qué comeréis o qué beberéis; ni por
Cristo "en los otros". Su presencia era oportuna. Todos vuestro cuerpo, pensando con qué os vestiréis.
¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo
podían hablarle sobre su miseria: la samaritana. Ni-
más que el vestido? (Mt 6, 19-25).
codemo, los apremiados, los niños; nadie era insig-
nificante para él. Aceptaba a todos, miraba a todos, Y sobre la vocación de los apóstoles, se nos dice:
oía a todos. Su escuchar, su receptividad para el ser
extraño, significaba la aceptación de la postración Caminando por la ribera del mar de Galilea, vio
humana y un dejar-valer a la extraña existencia. a dos hermanos, a Simón, de sobrenombre Pedro,
Esta interna actitud, tan abierta, aparece también y a Andrés, que estaban echando el esparavel en
el mar, pues eran pescadores, y les dijo: Venid en
claramente en otros relatos del evangelio. A los após- pos de mí y yo os haré pescadores de hombres.
toles que envió a predicar el reino de Dios, les dijo: Ellos, dejando al momento las redes, le siguieron
(Mt 4, 18-20).
No toméis nada para el camino, ni bastón, ni
alforjas, ni pan, ni dinero (Le 9, 3). Y así fueron En dos perícopas de Mateo se exponen las condi-
recorriendo todas las aldeas, predicando el evan- ciones del seguimiento de Cristo:
gelio y curando por doquier (Le 9, 6).
Viendo Jesús la gran multitud de gente que tenía
Lucas describe el roce diario de Cristo con los en torno suyo, dio orden de pasar a la otra ori-
hombres en una exigencia a un anfitrión: lla. Y se acercó un escriba, que le dijo: Maestro,
yo quiero seguirte adondequiera que vayas. Jesús
Dijo también al que le había invitado: Cuando le respondió: Las raposas tienen sus guaridas y
des una comida o cena, no invites a tus amigos, las aves del cielo sus nidos; pero el hijo del hom-
ni a tus hermanos, ni a tus parientes, o vecinos bre no tiene dónde reclinar su cabeza (Mt 8,
ricos; no sea que ellos a su vez te inviten, y sea 18-20).

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El segundo acontecimiento: Os declaro lo siguiente, hermanos: el tiempo
es corto. Sólo queda que los que tienen mujer,
Se le acercó un joven y le preguntó: Maestro, vivan como si no la tuviesen; los que lloran, como
¿qué es bueno practicar para conseguir la vida si no llorasen; los que gozan, como si no gozasen;
eterna? Si realmente quieres entrar en la vida los que compran, como si no poseyesen, y los
eterna, guarda los mandamientos. ¿Cuáles?, le que se sirven de este mundo, como si no disfru-
preguntó... Todo esto lo vengo ya cumpliendo. tasen (1 Cor 7, 29-31).
¿Qué me falta por hacer? Si quieres ser perfecto,
díjole Jesús, vende todos tus bienes, dalo todo a En estas frases formuladas con sencillez, y, oca-
los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos. Lue- sionalmente, con ingenua simplicidad, aparece un
go, sigúeme (Mt 19, 16-21). nuevo modo de pensar que será determinante único
para el futuro entero de la humanidad. Desde esta
En Marcos se complementa el relato de la si-
irrupción a la actividad de la "pobreza espiritual", el
guiente manera:
universo ya no es lo que era. El poder de Dios lo ha
Al oír estas palabras, frunció el ceño y se alejó tomado. Cristo fue hecho "señor".
lleno de tristeza, pues poseía muchos bienes de
fortuna. Dirigiendo Jesús la mirada a sus discí-
pulos, exclamó: ¡Qué difícilmente entrarán en el
reino de Dios los que poseen riquezas! (Me 10,
22-23).
c) Dios y pobre
Más adelante se dice:

Al escuchar tales palabras, quedaron asombrados


los discípulos, pero Jesús recalcó de nuevo: hijos
míos, ¡qué difícil es que los que ponen su corazón ; Q u é significa para nuestra existencia la pobreza
en las riquezas entren en el reino de Dios! (Me 10,
de Cristo? El nuevo hombre, fundado ónticamente en
24).
Cristo, debe intentar participar en la suerte de los
El grito más potente de victoria pronunciado por pobres. Lo decisivo de la existencia cristiana es: querer
Cristo sobre la pobreza suena así: "Bienaventurados abandonarse. Todo lo demás, sea lo grande que sea,
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de tiene una importancia menor. Sólo cuenta la interna
los cielos" (Mt 5, 3). Pablo comprendió el interno disponibilidad a la pobreza, el anhelo a la autoentrega,
desprendimiento del alma de Cristo en las siguientes la sinceridad de un corazón amante. U n hombre así,
palabras: no quiere "lograr mucho"; en realidad, le resulta in-

86 87
diferente si "consigue" mucho o poco en la vida; no mundo. El cristiano quiere estar cerca del prójimo
busca lejos, pues sabe que lo auténtico es lo próximo, en el reír y en el llorar; y quien sabe reír y llorar
el prójimo. Su propia existencia, incluso cuando en con el hermano es ya un cristiano.
los tiempos de postración parece consistir sólo en ¡Cuánto hemos dejado ya por ahí! Y no sólo de
una variedad interna, posee para él un sentido más aquello que poseíamos, sino también de lo que somos.
profundo. Es una gracia especial de Dios para los Llegamos a ser cada vez más pobres, pero en ello
otros. Dios lo ha liberado de sí mismo, de su riqueza hemos encontrado al "Dios de nuestro corazón", o,
interna, para que pueda donar a todos su cercanía: a por lo menos, lo hemos barruntado. Sólo la pobreza
los pobres, a los lisiados, a los ciegos, a los cojos, o no perece, porque es amor. El rico la odia cuando
a cualquiera otros. Dios lo ha hecho pobre para los pasa frente a ella; el engreído no se detiene ni ante
otros. la hermosura, ni ante el dolor; el ruido de cada día
Ciertamente, a veces se pregunta: "¿Adonde voy? domina su vida, habita en su naturaleza. La pobreza,
¿Qué es lo que propiamente busco en este mundo?" sin embargo, no descansa, sabe estarse suavemente
Pero en el fondo sabe que al final de todo esfuerzo frente a la miseria de la criatura; las tiernas manos de
le quedará tan sólo su propia persona como el tesoro la pobreza sostienen el mundo con todo su peso; sólo
más valioso. Lo que realmente poseeremos al llegar al por su medio puede ser consolado el ser.
final de nuestra existencia será únicamente nuestro
Todo querer-poseer es destructivo. Cuanto más
corazón, es decir, nuestro dolor, nuestro querer es-
ansia el hombre un desahogo en los recintos externos
perar y no poder, nuestra desesperación mantenida y
de su existencia, tanto más rápidamente se esfuman
nuestro grito pidiendo ayuda y gracia. Lo demás per-
las cosas de sus manos avaras. Sólo el hombre puede
tenece al mundo, que perecerá un día en el amor abra-
realmente "poseer" la vida en la actitud del poner en
sador de Dios.
libertad; en su presencia desinteresada y no mirando
De nuestros "éxitos", Dios no podría crear nunca sobre sí mismo. En el pobre surge el hombre esen-
un cielo. Penetrarán, sí, pero transformados, en la cial, uno que comprende las cosas reaslmente, porque no
eterna perfección. Pero lo esencial surge en la incom- se las quiere "apropiar". Un hombre tal experimenta
prensibilidad: en nuestro dolor, en la soledad y en la beatitud de las cosas; Francisco de Asís fue uno
la aflicción; en la determinación de llorar con los de esos hombres, era portador de un algo impreme-
que lloran, de alegrarse con los alegres, de participar ditado, un recato oculto y casto, algo que no presio-
en el ser-hombre del otro, de descender a lo trivial, naba a nadie, a ningún hombre y a ninguna cosa;
de profesar amor a lo grisáceo de cada día, de no su pobreza era el "careo" con Dios. Desde esta postura
pertenecemos más. Aquí es donde se crea un nuevo podía y sabía ser y tratar de tú a todas las criaturas:
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el hermano sol, el hermano fuego, la hermana muerte, poco de alegría, un mucho de desesperación, afán
el hermano hombre. por el amor y nuestra amistad.
Nosotros no podemos regalar nada a Dios, pues
La "pobreza de espíritu" es la posición interior
todo es de su propiedad; sin embargo, quiere Dios
de aquellos que, aunque posean bienes del mundo,
en su incomprensibilidad que le obsequiemos con
sin embargo no son "poseídos" por ellos. La exigencia
algo. Dios no está referido a nadie: es perfecto así
de un razonable desapego del corazón es válida para
como él es, independientemente de nosotros. ¿Por qué
todos los cristianos y no soporta excepción alguna.
nos ha llamado, pues, propiamente a la vida? La
Sólo eso es lo que nos libra de nosotros mismos y nos
única respuesta digna de Dios es ésta: porque nece-
hace capaces para empresas más grandes del corazón.
sitaba nuestro amor. ¿Cómo puede ser esto posible?
Es verdad que tenemos mucho que hacer, muchos
Dios ha creado el mundo por puro amor, pues no
negocios que ultimar, muchas obligaciones que cum-
puede hacer ninguna otra cosa que el amor. De este
plir. Siempre nos podremos disculpar, pues siempre
motivo último, del amor, ha surgido el mundo. De
se darán apremiantes negocios en nuestra vida. El un motivo que no necesita de ninguna otra funda-
hombre siempre puede decir a Dios: "Discúlpame, mentación. Del amor, no obstante, dice Tomás de
tengo que hacer otra cosa." Quizás se quiera comprar Aquino en su "intuición sagrada" que es un "auto-
una finca o cinco yuntas de bueyes, quizás se quiera despojarse". Un hombre que realmente es bueno,
celebrar una boda (Le 14, 18-20); pero Dios no acepta que dice bien de la vida, dona su interior en un
estas disculpas en tanto que a nuestro alrededor al- impulso íntimo. Donarse, entregar lo tenido y ad-
guien padezca de injusticia, esté triste, viva en la in- quirido, esto es lo esencial, la esencia misma, pro-
felicidad. No es duro con nosotros, pero exige un piedad determinante del bien.
poco de riesgo de sus amigos; no quiere que busquemos
algo inalcanzable. Habita en el misterio absoluto, A menudo preguntamos a Dios por qué nos ha
creado rodeados de tanta miseria con la que cada
por lo que nunca vamos a darle alcance definitivo.
día vivimos. El hombre no encontrará jamás una
Lo inalcanzable, pues, acontecerá siempre para respuesta a esta pregunta, mientras no tenga el
nosotros en lo alcanzable. Aguantar este esfuerzo a valor de decir primero: ¡Gracias! Te agradezco, Señor,
lo largo de una vida, de una eternidad, resulta casi que me has creado así como soy. En ciertos momentos
inaguantable. Esta es la causa de por qué nuestra alma es difícil ser agradecidos por la propia existencia.
a menudo está triste. Dios lo comprende y no quiere A veces se está al borde de la desesperación; sin
que vayamos a su encuentro al final de nuestra vida embargo, deberíamos poder decir —si somos, y en
con algo magnífico; sólo desea esto que somos: un cuanto somos cristianos—: me acepto a mí mismo -

90 91
como soy. Tú, mi Dios, me has sumergido en el ser, y en cegadora claridad, en la muerte; pero también
para crear en este mundo, por medio de mi amistad y allí en su figura de mendigo. Dios nos ha creado por
bondad, algo nuevo, para elevar a mayor plenitud segunda vez. Una vez como "expresión del ser" de
al mundo, para asistir a mis amigos en la miseria. su amor torrencial; y la segunda vez, y auténtica-
Este es mi deber. Todo lo demás ya encontrará en tu mente, en su inescrutable designio de permitir que
amor su solución. su Hijo mendigase nuestro amor.
Con todo, no es ésta toda la verdad. Dios nos ama También el cristiano es un mendigo. Dios quiere
aún más; el nos ha creado para una respuesta personal, de él que su amor tome la figura de la impotencia,
mendiga nuestra contestación, nuestro amor. Cristo de la humildad y de la pobreza. Incluso cuando se
nos ha buscado, llamando a nuestra puerta. Y esta rechaza su amor, debe donar el cristiano una nueva
tarea lo ha dejado terriblemente agotado y sin fuerzas. presencia al tú, encontrando posibilidades de hacer bien
En la misa de difuntos de la Iglesia católica, se dice: al otro de una manera callada. ¿En qué altruismo nos
"Buscándome, te sentaste cansado; me redimiste mu- adentra Dios?
riendo en cruz; que no sea vano tanto esfuerzo."
Dios nos ha buscado. Y le resultó una labor tan
ímproba que tuvo que sentarse. En la miseria de la
cruz nos redimió. Todo esto no puede acontecer en
vano. Así vemos cómo se sentó junto a la fuente de
Jacob, durante la canícula del mediodía, pero aguan-
taba esto para poder encontrar a alguien, a una pe-
cadora; precisamente era a ella a quien quería en-
contrar. Pero, si nosotros decimos que Dios mendiga
en Cristo nuestro amor, afirmamos, al mismo tiempo,
que estamos libres para rechazar ese amor; Dios no nos
puede obligar a que le profesemos amor. Está ahí,
bondadoso, lleno de comprensión e indefenso. No
quiere presionarnos; sólo quiere nuestro cariño, nuestra
libertad y nuestro amor.
Cuando un mendigo es rechazado una vez, es
lógico pensar que ya no aparecerá nunca más. Cristo,
empero, vuelve; volverá otra vez para todos nosotros,
93
92
Culminación

Con esto, el demonio lo dejó, y se acercaron los


ángeles para servirle (Mt 4, 11).

La descripción de las tres tentaciones de Cristo


acaba inesperadamente con la frase, cargada de sen-
tido, que nos habla de la aparición de los ángeles.
Detrás de los acontecimientos singulares de la historia
de la tentación reconocimos nosotros, a través de
la negatividad epidérmica, aquellas fuerzas construc-
tivas del mundo nuevo, de las que surgen la defini-
tividad de nuestra vida y el universo perfeccionado.
En las tres posiciones básicas diseñadas: orientación
a la interioridad, a la impotencia y a la pobreza,
acontece una irrupción del mundo en la inmediatez
de Dios; esta transformación es esclarecida simbó-

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licamente por medio de la aparición y servicio de los las puertas están abiertas por todas partes y lo defi-
ángeles. El cielo se acerca a la tierra. Bastaría rea- nitivo sale al encuentro del que mira con fuerza
lizar aquel abandono del propio yo, aquella trans- deslumbrante. Por eso, las primeras palabras de la
formación del corazón que se opera en el alma de predicación de Cristo son: el cielo está cerca. "Desde
Cristo en las tentaciones del desierto, para que el entonces empezó Jesús a predicar: Arrepentios, por-
mundo mismo se convierta en cielo, para que la que se acerca el reino de Dios" (Mt 4, 17).
niebla que empaña nuestros ojos se diluya y res- La cercanía experimentaba de la perfección fue
plandezca lo definitivo en lo provisorio, para que ad- prometida por Cristo a todos. Para cada hombre se
miremos la perfección en el reino terreno. puede abrir lo definitivo en lo terreno: la capacidad
de mirar a lo abierto y a lo recóndito; la contempla-
En el cambio del modo de pensar acontece una
ción, consciente o inconscientemente realizada, llegó
transformación del mundo. Cuanto más ilimitado sea
a ser con ello característica fundamental de la exis-
el cambio realizado, tanto más profundos estratos se
tencia humana. Por otra parte, también se puede
abren de la perfección. Cristo se adentró en la ten-
decir que allí donde acontece una visión tal, está
tación con la fuerza dirigida de su existencia divino-
presente lo cristiano, existe el cristianismo, aunque
humana, oponiéndose al caos. Solamente estaba equi-
quizás bajo formas extrañas y desconocidas, incluso con
pado con la disponibilidad de sacrificarse absolura-
reflejos extraños y quebrados. Cristo ha inaugurado
mente al máximo, y cual antorcha ardió su existen-
en el alma humana una tentación originaria para
cia en el desierto. El mundo se iluminó, se abrió
la contemplación como esencial acontecimiento, para
a la luz; y el tinglado de las intrascendencias se vino
delimitarlo frente a otras especies gnoseológicas de
abajo. La verdad de las esencias de las cosas, el cielo,
la "existencia" humana.
se volvió patente. La perfección no aparece sobre las
cosas, ni en torno a las cosas, ni entre las cosas, sino
que en cada vivencia de algo se abre una puerta al
mundo definitivo para aquellos que intentan vivir
existencialmente el misterio alcanzado en el desierto
a) Cercanía del cielo
del modo de pensar de Cristo.
Cristo alcanzó aquí para la humanidad una nueva
capacidad de visión, la fuerza de penetración del mirar
perceptivo al cielo. No se dirige ésta hacia "arriba", La contemplación quiere algo más que "cons-
ni hacia otra cosa, sino que se hunde en las pro- tatar" y conocer exhaustivamente en el mundo; no
fundidades de lo finito terreno. Desde este momento, fuerza a lo contemplado en una cadena de otros co-

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nocimientos, donde representaría precisamente tanta no hay ninguna quietud. El hombre deviene irreal y,
plenitud de sentido como cualquier otro miembro como tal, va tras objetivos que se burlan de él. Van
de la cadena; quiere al mundo por sí mismo, en su ante él de aquí para allá. Pero él se desploma después
fuerza y santidad originarias, y se hunde en la vi- en el mundo y en la realidad, corriendo a su vera y
vencia que llega a ser, por ese hundimiento, una resbalando.
realidad sublimada. Los momentos del contemplar Contemplar es una especie más alta de conocer.
son momentos intensivos de la "existencia", momentos De ahí que actúe irrealmente y como menor de edad
de plena y vivida humanidad, conocimiento inme- en el mundo de la mera dominación de la "exis-
diato, vivacidad intangible. Importa ahora cuestionar tencia". Lo contemplado como tal no se deja, en
este "sublimado", si queremos sondear la esencia realidad, probar ni participar a otro. La actitud del
del contemplar. enterarse inmediato debe ser adquirida hoy en nuevas
El origen de la contemplación es la entrega. Lo luchas anímicas jamás oídas. El hombre tiene que
vivido no se ordena a ninguna otra cosa más que a sí salir del juego falaz del apresuramiento, del reino de
mismo; viene a ser lugar del encuentro inmediato las caricaturas, de la congruencia y de la falsa segu-
de esencia a esencia. Observemos a continuación que ridad; debe avanzar desde su "mundo interpretado"
el poder contemplar no pertenece a nuestra cotidia- a una ligazón inmediata del alma con el mundo, con
nidad, Una muestra de ello la tenemos en el hecho el tú y con Dios. El contemplativo no conoce, quizás,
de que se ha vuelto rara en nuestro tiempo una autén- mucho del mundo, quizás no posee la seguridad de lo
epidérmico y no ve su salvación en el sistema. La
tica contemplación. Son aún más raros aquellos que
contemplación aparece cuando un hombre que camina
se sienten ligados inmediatamente con las cosas, que
se para de pronto y se emplea con espíritu abierto,
están en una comunión con el misterio de la vida.
con sentidos agudizados; sólo apetece en este momento
Esta es, por cierto, la señal de nuestra época: no- ser uno con lo experimentado, y esto tan perfecta-
saber-contemplar. Tenemos unos objetivos, un pe- mente que la experiencia misma venga a ser mensaje.
nmundo, una espiritualidad de especie diversa; pero,
sobre todo, hablamos mucho. De por sí esto aún no El contemplativo quiere solamente estar presente,
seria tan fatal. Pero todo esto acontece de algún modo cueste lo que cueste, en dolor y en penuria anímica:
fuera del contemplar. El hombre no penetra ya la quiere contemplar por amor de la contemplación
figura íntima de las cosas, pues ya sabe la respuesta; misma. Está incustodiado, pero no abandonado. No
y éste es, precisamente, el peligro de nuestro tiempo: está en casa en lo superficial, y, sin embargo, en
saber la respuesta, sin contemplación, en cultura, cualquier parte tiene su hogar. No posee el mundo, y,
religión, progreso e intelectualidad. Sin contemplación, con todo, está en su amor. Nada sabe de una última

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seguridad, pero nunca está incierto, pues la con- tencia". Con esta actitud suya nos ha abierto un
templación misma en su inmediatez (y, por tanto, en camino a la entrega limpia, al enterarse, a la exis-
su no-demostrabilidad) le da certeza. tencia desembarazada, al contemplar.
Aquí aparece una propiedad más del mirar del No es éste, quizás, el exclusivo sentido del relato
contemplativo. A la contemplación no se la puede evangélico, pero sí el esencial: "Con esto, el demo-
privar de experiencias singulares, ni, en general, se nio lo dejó, y se acercaron los ángeles para servirle."
puede enseñar o participar, sino que está enfeudada Del relato surgen figuras simbólicas de trasfondo
en el alma como su "originalísimo"; no se dirige a esencial; se nombran aquí criaturas definitivas, seres
un complejo de parte, sino a la totalidad e irrepe- de eterna y sacra vivacidad. Sin embargo, de alguna
tibilidad de una figura portadora de sentido, y, aun- manera aparece Dios mismo. Los ángeles son men-
que no prueba nada, garantiza lo incierto. En la sajeros en el sentido imponente de que ellos traen al
meditación, el hombre en sí experimenta algo com- que envía, a Dios mismo por tanto.
pleto en las cosas más inaparentes y en los estímulos Donde el modo de pensar de Cristo es realizado
del mundo. Así es como se desarrolla, desde aquel con lealtad, no por impotencia, sino en virtud de la
contemplar confiado a todos los hombres hechos elección, entra el hombre ya en el mundo del abso-
interiores, el reino de Dios, el reino del peligro y del lutamente-otro. Cristo llegó en la tentación al borde
riesgo, del eterno comienzo y del devenir, del espí- de su "existencia", sufrió lo indecible interiormente,
ritu patente y de la concentración; es un reino de cogido por el escalofrío de Jo ilimitado en lo más
santa inseguridad. Lo creador está siempre en la profundo, en las fronteras de lo vivenciable huma-
orilla del ser; todo crear implica riesgo. El que no namente, arrojando fuera de sí todas las aseguracio-
entrega su alma, no puede encontrarla ni ser remitido nes humanas. Quizás se dijo:
al mundo. Una contemplación de tal estilo es, quisas
hoy, nuestro deber como cristianos.
Tranquilízate, alma mía, adéntrate en el misterio,
toma sobre ti esto que has adquirido como con-
Es decir: intentar crear una unidad en nuestra con-
templativo en esta horrorosa experiencia del de-
templación y por nuestra contemplación desde la sierto; tu vida no puede quebrarse. Ya estás de-
dualidad de superficie, poner unidad portadora de finitivamente en casa; te has vuelto intocable. Lo
sentido en el mundo, descender cada vez más a las que aún acontecerá en tu vida, incluso lo mons-
transformaciones potentes y abismales de las cosas. truoso de la cruz, ya no puede destruir tu eterno
Cristo ha rechazado en sus tentaciones del desierto destino. Todo, absolutamente todo, te conducirá
aún más cerca de la meta, de la vivacidad de la
todo lo puramente asegurado, lo puesto a salvo, todo
vida, de la mansión de la luz, del ser del ente.
aquello que únicamente servía a la propia "exis- El cielo está aquí. Tú lo has conseguido para los

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hombres. Que sea tu palabra de redención para la De ahí que, por otra parte, se diga también en Pablo:
humanidad dar testimonio de la cercanía de este "De este modo el que está en Cristo se ha hecho
cielo por medio de tu debilidad, de tu interioridad
nueva criatura" (2 Cor 5, 17). Uno de los más po-
y de tu pobreza; que sea tu primera y, al mismo
tiempo, tu palabra definitiva. derosos espíritus del cristianismo primitivo, el padre
de la Iglesia Ambrosio de Milán, interpreta así la
Hemos intentado describir el acontecimiento de existencia de Cristo: "En él ha resucitado la tierra,
la contemplación orante con el mínimo de propiedades en él ha resucitado el cielo, en él ha resucitado el
entremezcladas. Ahora nos preguntamos cuál puede ser mundo" [De excessu fratris sui 1, 2 (PL 16, 1354)}.
el auténtico contenido del mensaje originario de Cris- De esta tensión del ser vive el cristiano; ya ha pene-
to, el sentido, el modo de pensar y la meta de la trado en el cielo, pero en un cielo que aún no lo puede
contemplación cristiana. ¿Cuál es aquella profun- soportar vivencialmente. El hombre es aquel ser que
didad, cuyas puertas cerradas abrió Cristo allí en el vive dentro de lo invencible del misterio y que, sin
desierto? embargo, nunca lo puede desarrollar en su propia
vida. Sus experiencias lo trasbordan a un infinito,
La forma lingüística abreviada para la perfección
son "presencia del cielo" en la existencia terrena.
incondicional se llama en la sagrada Escritura: el nue-
vo universo. Lo que en el fondo se quiere decir con Setía pretencioso si quisiéramos tratar de sondear
ello no es posible expresarlo de una sola vez. Juan lo en una breve reflexión las profundidades de aquello
describe en imágenes, habla de mares de cristal, de que movió a Cristo tan íntimamente durante toda su
calles de oro cristalino, de puertas formadas por una vida y que incluso él mismo sólo supo cobijar en el
única perla, de muros construidos de brillantes piedras reino de lo decible, en imágenes, en referencias, pro-
preciosas (Ap 21-22). Pero aquí no se hace otra cosa mesas y parábolas, es decir, en imágenes quebradas
que acentuar lo que ya Pablo había expresado de del lenguaje humano. En su lugar, queremos nosotros
manera impresionante: "Lo que no vieron ojos ni meditar sobre un texto en el que Tomás de Aquino
escucharon oídos, lo que por mente humana no pasó, ha dado figura a su experiencia del cielo.
lo que Dios preparó para sus amadores: eso nos lo En la oración por los contemplativos, rezada por
ha revelado Dios a nosotros" (1 Cor 2, 9). él mismo mientras contemplaba, se esboza la estruc-
El cielo nos es, en cierto sentido, aún radical- tura de la perfección, el contenido del contemplar
mente lejano. O, dicho más exactamente, nos está cristiano: "Da a mi cuerpo, plenitud remuneradora,
tan cercano y se confunde de una manera tan íntima la hermosura de la claridad, la presteza de la movi-
con nuestras experiencias mundanas, que somos in- lidad, la capacidad de la finura, la fortaleza de la
capaces de aprehenderlo en nuestra finita manquedad. impasibilidad." En estas pocas frases se expresa lo

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que de más vivo hay en el más íntimo anhelo de c) El ruego
todos nosotros; lo que nos "contraempuja" como
esperanza a un futuro absoluto. Los conceptos de la
interinidad son desechados aquí y el impulso hacia
La experiencia del cielo en Tomás de Aquino no
la última meta se despliega hacia Dios. El hombre
brota de un esfuerzo intelectual, sino que es el fruto
se "proyecta" a un estado de ser en el que todo se
de la oración, incluso de la petición: "Da a mi cuer-
despierta a la claridad, a la diafanidad esencial, vol-
po..." El mundo clarificado está ya presente en el
viéndose hermoso y brillante. A un estado en el que
anhelo de los que imploran (de los pobres). Debe
son vencidos el espacio y el tiempo, y el hombre está
haber sufrido uno su propia pobreza, su postración,
siempre allí donde le lleva su interno anhelo; a un
su impotencia y su estado indefenso, para experimentar
estado en el que el dolor desaparece definitivamente y
lo que significa "promesa de Dios". ¿Dónde se ex-
sólo se continúa viviendo en las inmensidades de una
perimentará realmente a Dios en su infinita plenitud
perenne alegría.
de ser como tú? Sospechamos que en la ruptura de
las esperanzas terrenas, en los límites de la existencia,
allí donde el hombre comienza a suplicar y a men-
digar, en el testimonio cruento de la propia vida,
en la experiencia de que Dios es lo "absolutamente-
b) Afán y cumplimiento otro".
La plenitud del regalo, a menudo, sólo es procu-
rado a los hombres en el sufrimiento inútil de la vida.
Hermosura de la claridad, presteza de la mo- También está Dios ciertamente presente de otro
vilidad, capacidad de la finura, fortaleza de la impa- modo: hermoso, fulgente y beatificante, pero se presta
sibilidad: esto es el cielo. Esto es lo que se eleva de a equívocos. Sólo en la experiencia límite, en el dolor
del "pese a todo", acontece la plegaria más profunda
las profundidades de las cosas, saliendo al encuentro
de la criatura, es decir, en el interno desmoronarse.
de todo aquel que contempla. Todos los hombres
Cristo permitió en el desierto que el poder del mal
sueñan con un estado así del mundo, indiferentemente
le apremiase tanto, que, para salvar su alma, tuvo al
de que sepan o no sepan de Dios. Es su sueño secreto.
fin que abandonar todo aquello que a un hombre le
Intentemos, pues, desarrollar conceptualmente este
puede proporcionar seguridad y una situación en la
esbozo del ser del anhelo humano.
vida. En la muerte entraremos todos en un desmo-
ronamiento semejante.

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En último análisis, oración creatural no es otra es un regalo de la amistad de Dios. Dios dona su
cosa que la impotencia afirmada y aceptada de la presencia liberalmente y, sin merecimientos, da a
existencia. Esta oración fundamental de la "exis- cada hombre la posibilidad de conseguir una vez su
tencia" humana se desarrolla en su concreta realización frontera, en la que puede penetrar totalmente en el
como adoración, alabanza, ruego y agradecimiento. desmoronamiento y soledad: nos da a todos la muer-
En este sentido, la oración es un acontecimiento que te. La huida ante Dios es temor ante el desmorona-
comprende la total existencia en todos sus estratos y miento. El hombre se desploma entonces en lo in-
en la plenitud de sus rasgos, es la fundamental ac- trascendente, en la curiosidad y en el desparrama-
titud existencial de aquellos que experimentan la miento, en la palabrería y en la actividad. La ora-
impotencia de su "existencia" y saben sufrir sus ción es, pues, un agarrarse a Dios en su fatalidad
efectos. De esta oración como forma de existencia vale y en su desconocimiento, y un dejarnos humillar por
la exigencia de que debemos orar sin "desfallecer él. Esta oración la "paga" Dios introduciendo a los
jamás" (Le 18, 1; 21, 36). hombres en una noche aún más oscura, en la noche
del enmudecer de Dios y de la experiencia de su
El hombre ya ora cuando no quiere dominar a
lejanía; este desmoronamiento de la existencia al
los otros, cuando acepta sobre sí aquella inutilidad
que Dios contesta por medio del gracioso regalo
a la que está expuesto el amor, la amistad y la obra
siempre creciente de su "lejanía", admite tantas va-
vital. Ora con su enfermedad, con su cuerpo, con el
riaciones como destinos vitales diferentes existen.
trabajoso cumplimiento de sus deberes en la grisá-
cea cotidianidad. Ora cuando ha llegado a la cumbre La plenitud de Dios es tan soberanamente grande,
de la emoción, en la consideración de la naturaleza, que puede dar a cada hombre singular su propio
en un apercibirse humano, cuando no considera todo camino en la soledad y en la muerte. Cristo expe-
lo humano-vivenciable como "la" plenitud. Ora cuan- rimentó la realidad de los ángeles después de su
do percibe en sí aquella tristeza que se pega a todos taladrante soledad. Este acontecimiento significa que
los enfermos terrenos y a la hermosura. Como orante, la plenitud infinita de lo absoluto y la irrepetibilidad
vive uno en la situación límite. Esta experiencia se del destino creatural se abren ante Cristo. Los án-
condensa, convirtiéndose en un "estado" en la muerte geles son irrepetibles en un sentido humano irreali-
humana. La superposición de experiencias límites de- zable: cada uno de ellos es un "mundo para sí"
sarrolla el tránsito completo. La muerte es hecha (según la sustanciosa interpretación de la alta es-
oración en el acontecer del ser, y, como tal, es vivida colástica, cada ángel es una nueva especie de ser).
por los místicos en las fatigas del día a día terreno. Esto quiere decir que cada uno de ellos reúne en sí
Pero una actitud tal no es factible "adquirirla"; ranta vida, desrino, sentimientos, libertad, fuerza, amor

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pliega la corporalidad en persona. El hombre entra
y amistad, como si toda la humanidad se concentrase
a la muerte totalmente en la presencia del Dios om-
en un único ser, y esto desde su aún inexplorado
nipresente y hacedor de vida. Según esta concepción,
inicio hasta las postrimerías del mundo. Según esta
la inmortalidad sería un acontecimiento que abraza
interpretación, el otro ángel sería a su ve2 otro mundo
para sí. Y la biblia dice que hay legiones de éstos. a la persona toda del hombre como unidad de alma y
¡Qué plenitud de ser comporta Dios, cuando, incluso, cuerpo y, por tanto, también sería resurrección. Entre
tales esencias lo pueden experimentar como absoluto inmortalidad y resurrección no habría, pues, dife-
límite de su existencia! rencia alguna.

En la vivencia límite del desierto dejó Cristo De esto se deduce que la perfección del ser del
tras sí la total realidad experiencial de los ángeles y hombre, la resurrección, debe acontecer inmediata-
llegó a ser, como hombre, "el" ángel. Se situó en mente en la muerte humana como la "separación del
la cima de los ángeles —los ha "vencido"— (cf. Ef 1, alma y del cuerpo". Este diagnóstico conceptual no
21; Col 2, 15; Flp 2, 5-11; 1 Pe 3, 33). Cuando el es sólo insuficiente, es también unilateral y equívoco.
hombre involucra su existencia en Cristo, llegando El hombre no consta en absoluto de dos cosas, sino
a ser su plenitud óntica, también excede al mundo que es una única naturaleza en la que materia y es-
entero y a todas las esencias espirituales. Está por píritu están unidos esencialmente. El cuerpo humano
surgir un "ángel corporal", y, por tanto, también un es configuración del alma, y el alma es aquello que
cielo corporal. La cima del devenir cósmico, a través surge del "impulso" de la materia con íntima nece-
del cual el mundo "penetra" en Dios, es el hombre sidad. Sin cuerpo, desaparecería el hombre totalmente.
unido con Cristo. Por eso, hay que entender la muerte como el mo-
mento del tránsito a la perfección, como resurrección.
El cuerpo. La petición del regalo de la presencia
absoluta de Dios la expresa Tomás de Aquino en Más aún: esta resurrección comprende también
relación al cuerpo. No se implora, pues, aquí úni- todas las referencias del universo. El mundo se reúne
camente inmortalidad, sino también resurrección. Es- en el hombre, logrando en el cuerpo unido sustancial-
to nos aclara sobre cómo entiende el pensamiento mente con el espíritu su autenticidad. La tierra no es
cristiano el cuerpo del hombre y en qué dimensiones simplemente un "espacio" del autodesarrollo del hom-
entiende su perfección. El hombre y, por tanto, la bre, sino que pertenece a la constitución esencial de
plenitud del ser humano son pensables tan sólo como una unidad anímico-corporal. Si, pues, acontece con
resurrección. La palabra resurrección está aquí como nuestra alma la inmortalidad, habrá en tal caso que
"cifra" para lo inexplicable. Significa inmediatez aní- llamarla "resurrección"; y, si acontece con nuestro
mico-corporal al universo. En la resurrección se des- cuerpo la resurrección, entonces se debe entender ésta

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altas cumbres, a los más intensivos complejos de
como transfiguración del universo. El mundo ente-
interioridad óntica. En nosotros se crea el mundo;
ro entra con el hombre en la perfección y llega a
algo grande quiere ascender de nosotros y, antes que
ser espacio claro del modo de pensar devenido puro
aparezca esto grande y definitivo, nos sentiremos va-
del corazón humano; llega a ser patria de los santos.
cíos. El hombre no puede nunca olvidar el soñar.
El amor de Dios anegará nuestra total existencia, y
el fundamento del ser aparecerá en su plenitud en En el centro de todos estos sueños, en el punto
nosotros y por nosotros. Dios es para nosotros el uni- de convergencia de nuestros anhelos, está el cielo.
verso vivenciado. Dios mismo nos ha puesto el anhelo en nuestro co-
razón. Nos prometió un futuro en el que nuestro ser
La hermosura. En sus experiencias terrenas y que-
brillará, en el cual la luz de Dios alumbrará a todos
bradas vive el hombre siempre dentro de lo ilimitado,
nuestros sentidos. Acontecerá aquello que todos los
y lo que queda más allá de este ilimitado se llama
hombres con profundidad espiritual experimentan ya
cielo; éste está ya presente en las profundidades de
en la vida terrena en numerosas variantes: Dios será
toda experiencia humana como orientación óntica
visto, oído y tocado por nosotros. Toda la realidad
del anhelo. En cada auténtica vivencia acontece un
llega a Dios relacionada con nosotros. Todo pan-
"vuelco" de lo epidérmico a la perfección. El mar-
teísmo es sólo ensueño de niños al lado de este úl-
xista Ernst Bloch ha señalado en su obra Prinzip
timo ser uno de Dios con la creación, en donde la
Hoffnung (Principio esperanza), cómo el hombre exis-
diferencia no es suprimida, sino elevada aún más
te a la continua en sus anhelos y esfuerzos en un
la felicidad del ser uno.
"aún-no".
En la existencia humana se condensa aquel im- En este sentido, cada hombre —bautizado o no,
pulso del universo que creó de la materia primigenia pertenezca o no pertenezca palpable y sociológicamente
un cosmos ordenado, transformándolo en vida des- a la Iglesia— experimenta en la base de todas sus
pués de millones y millones de años, para, finalmente, experiencias un cielo incesante. Ningún hombre puede
verter en el hombre la conciencia espiritual. El soñar evadirse de la presencia universal del resucitado; nin-
humano está, por tanto, en el campo de fuerzas del gún hombre se puede ocultar ante aquel Dios que
movimiento mundano. El hombre anhela lo nuevo, y se nos revela bajo mil figuras mundanas, que es la
en esa búsqueda se convierte en hombre. Por todas hermosura de todo lo hermoso, cuya voz percibimos
partes donde el hombre crea humanamente, sueña en en todas las tonalidades de este mundo, cuyo soplo
un futuro más hermoso y radicalmente otro. El hombre suave nos lo hace oíble la primavera, cuya plenitud
lleva en su interior el impulso cósmico que animó el rastreamos en los ardores rebosantes del verano, en
desarrollo del mundo, elevándolo siempre a las más el grave aroma de la maduración del fruto. Nadie

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puede eludir a aquel Dios, cuyo apartamiento y lim- él, que empuja cada vez más a sus hechos a nuevas
pieza mundanas nos hacen perceptibles la soledad del metas y a nuevas promesas. De ahí que nunca pueda
otoño, las lejanías que se disipan, los estilizados copos abocar al sosiego, a la quietud y al contentamiento.
de nubes... A aquel Dios que se nos oculta en la Tan pronto como se quiere instalar en el recinto de
quietud del invierno. Todas las antítesis son en Dios su existencia terrena, el ímpetu de sus sueños lo lleva
una sola cosa, todo resplandece en él en claridad, uni- más adelante. Un ser desmesurado y, al mismo tiempo,
dad y fuerza. El es la "hermosura siempre antigua y impotente: esto es la "existencia" humana. La diná-
siempre nueva", lo más íntimo de la criatura. Como mica hacia lo inalcanzable humano, hacia lo regalado
tal, es inaccesible, es el Dios cercano y, precisamente graciosamente, pertenece a la definición esencial de
en su cercanía, el Dios lejano. Esta imborrable tensión la "existencia" humana. Podría satisfacerse la vida
de su cercanía y lejanía en el misterio originario de humana, nacería el hombre en cuanto hombre, cuando
nuestro propio ser es la condición de la posibilidad sus anhelos, el ímpetu hacia lo irrebasable, lo en-
de un eterno introducirse de la criatura en Dios, es contrase de pronto como vivencia realizada en su
nuestra inmortalidad y nuestra resurrección. La her- existencia. Aquí es donde propiamente nacería el
mosura es un ser luciente. El brillo del ser, sin em-
hombre. El cielo es, por consiguiente, la exigencia
bargo, es un abismo. Mirar dentro de él es peligro
necesaria, aunque una exigencia graciosamente dada,
mortal y eterna beatitud, prueba y promesa al mismo
del ser hombre en general.
tiempo.
La movilidad. A los hombres se les ha encomen- También en su conocimiento, el hombre tiende
dado el transformar el mundo y, reuniendo en nosotros hacia lo absoluto. Por medio de la concentración de
las esperanzas y los anhelos de la humanidad, salvar los objetos singulares del mundo empieza el hombre
el universo para Dios. Barruntamos esta encomienda poco a poco a conocer todo en su derredor; descubre
en nuestra vida, ante todo, en nuestra impotencia; es leyes de la naturaleza y también aquellas complicadas
ésta una noticia de nuestro deber. Intentemos ahora, conexiones de la vida, a través de las cuales es do-
a través de un breve análisis de la realización humana minada la convivencia humana. Al mismo tiempo lle-
de la "existencia", mostrar la fragilidad de la existencia va en sí un barrunto de lo más grande y de lo más
humana y, con ello, el anhelo de perfección en el comprensivo. En varios momentos de gracia se opera
espejo cóncavo de nuestros fracasos. ante sus ojos una transformación maravillosa del mun-
El hombre es anhelo. Está escindido entre la do; ve con los ojos interiores del espíritu la realidad
inconmensurabilidad de su esperanza y la limitación y experimenta que todas sus experiencias, hasta ahora,
de su realización terrena. Algo misterioso vive en aún no han aprehendido lo auténtico. En cada concreta

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las profundidades del ser y del misterio, y no sólo
realización del conocimiento del hombre es co-sabido
sería "movible", sino mucho más: su vida ya no sería
y co-exigido lo absolutamente-otro.
"situación-extra", sino presente absoluto en el rostro
Este encimarse del espíritu en Dios, nunca bus- de Dios y del universo.
cado temáticamente en la vida terrena, es el funda-
La finura. El hombre no ha elegido su concreta
mento y la posibilitación de cualquier otro conoci-
existencia, sino que ésta, con todas sus ventajas y
miento. El hombre se perfeccionaría tan sólo en un
desventajas, la ha recibido de sus padres, de su re-
reino en el que se pudiese renovar a sí mismo, en el
ducido círculo familiar, del medio cultural que lo
que el absoluto llegase a ser para él una concreta
realidad aprehensible. Por esto exige el hombre en rodea, de la evolución de la humanidad, incluso de
cada acto de conocimiento un suceso impensable, el más allá del surgir del hombre de las formas pre-
encuentro con lo ilimitado, la realización indefinida humanas. Por el nacimiento fue involucrado en un
del dinamismo interno de su conocimiento, el cielo. manojo de relaciones sociales que le puso encima la
parte preponderantemente más grande de sus pensa-
Esta paradójica cualidad de la existencia humana
mientos, sentimientos, valoraciones y reacciones. Todo
emerge aún con más fuerza en el amor. También el
esto se condensó en él en mecanismos de comporta-
amor supera toda realización. En el amor penetran
las personas creadas para la infinidad en un reino miento. Así es como fue surgiendo paulatinamente
de abatimiento, intercambiando su ser. Por tanto, el un material extraño del que debe procurar su propia
amor consiste en un anticipo a la totalidad del ser; y definitiva esencia.
su impulso amoroso, con su necesidad interna, sobre- A lo largo de su vida terrena, esta esencia lo
pasa la figura concreta que ellos han dado de su empuja a proporcionar una apertura a su auténtica
amor. El amor terreno es, pues, un afán hacia lo in- interioridad, que aún, no obstante, sigue siendo ex-
condicionado y una experiencia de lo quebrado del tú
traña para él; aunque nunca puede vencer del todo
humano. El ser amado es siempre una atribución
la extrañeza y la falta de claridad de su existencia.
a la que nadie ha llegado; pero, si lo infinito se abrie-
Esta existencia cerrada está escindida en una suce-
ra a la vivencia, desplegándose en un "estado", y fi-
sión de momentos temporales. La vida humana está
gurase como tal en completa claridad, en el con-ser
jamás finito, entonces podría el hombre vivir, fi- dividida en incontables relampagueos de la "existen-
nalmente, en un presente indiviso todo lo que ha cia ', y el hombre no es capaz de desarrollar en cada
experimentado en su vida como anhelo, conocimiento momento la plena riqueza de su intimidad; su vida
y amor; estaría presente con su ser reunido en Dios no se puede desarrollar, su esencia nunca puede llegar
por todas partes en el mundo, y estaría custodiado en a ser en un presente indiviso; sólo en el momento
cuando ya no continúa en la indeterminada evidencia
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del tiempo, puede emerger para él una nueva dimen- y del dominio y se arroja dentro de lo que reconoce
sión de la realización del ser, que es presencia y nin- como su deber vital; mas, paulatinamente, se enfría
guna otra cosa. el "elan" vital de su juventud, observando por todas
Un puro, indiviso y libre despliegue del ser es partes sus limitaciones; su vida es la eterna ocupación
eternidad, inmortalidad y resurrección. Los más ex- de Sísifo, y así sigue inexorablemente. Finalmente, se
quisitos estímulos de su alma encontrarán en el cuerpo quiebra el hombre en esta experiencia, se encuentra
humano una expresión inmediata. Finalmente, el hom- extenuado y solo ante sus fracasos; al mismo tiempo,
bre se desplegará a aquella naturaleza que nunca po- y de este desfallecimiento del hombre exterior, surge
día llegar a ser y que, a pesar de ello, ya lo era interna- un hombre íntimo, una existencia que se puede vivir
mente desde siempre. Hoy aún es el hombre una dentro de su angostura a lo infinito; de su exterioridad
esencia "atada". Sólo en sus sueños llegará a ser oca- reúne el hombre un interior y llega a hacerse inmortal.
sionalmente libre. Entonces peregrina invisiblemente Su existencia frágil, penosa, limitada y quebradiza
por todos los lugares del mundo, sale fuera del an- se despliega a las dimensiones de lo invisible. Surge
gosto encasillamiento de su estar atado, y el alma un hombre en confianza en Dios, que puede aceptar
humana se hace espíritu encarnado; pero en sí debe- que su vida se desmorone. Su existencia se ha venido
ría el espíritu penetrar el espacio, poder estar por abajo; casi nada ha conseguido; en su fracaso y por
todas partes al mismo tiempo. Con todo, vive aún su impotencia supo que debe dar un cielo; en su
en una existencia comprimida espacialmente, una exis- amor, amisrad y alegría intentó participar esta su
tencia, por así decir, separada del universo. Sólo esperanza a otros —que sólo era esperanza y no
cuando el hombre sale en cuerpo y alma de estas posesión. Ahora está ante la muerte. Los hombres
angosturas y alcanza una presencia mundana total, dicen: ha pasado al más allá. Nadie lo verá jamás. Pe-
es cuando puede vivir conforme a su esencia libre e ro él experimenta la definitiva seguridad. Ha penetrado
independiente. Sólo cuando entra en el universo, cuan- en el tú de Dios.
do desciende hasta las raíces básicas del mundo, nace
definitivamente el hombre. Esto es el acontecimiento
del cielo barruntado en la figura del afán humano.

Impasibilidad. El hombre, tal como lo experi-


mentamos hoy en su debilidad e impotencia, está
orientado a lo externo con su íntegra existencia, con
cuerpo y alma. Durante toda su vida intenta conquistar
el mundo, percibe en sí las fuerzas de la configuración

116 117
6
Señor de la vida

Nos hemos esforzado en esbozar, con la ayuda de


la historia de la tentación de Cristo, la dinámica evo-
lutiva del reino de Dios, que es inmanente a la exis-
tencia humana y a la definitividad del cielo. En su
pasión, en su desmoronamiento anímico-corporal, en
su muerte, en su resurrección y ascensión, Cristo nos
abrió un camino a la perfección. La humildad, la
mansedumbre, la debilidad y la pobreza lo hicieron
"señor de la vida" (Hech 3, 15).
Como cristianos, debemos dar testimonio de la
victoria de este modo de pensar suyo. Cristo nos ha
precedido en el misterio del futuro absoluto. Ser
cristiano, pues, significa una vista, una dirección hacia
adelante, adentrarse en lo desconocido, éxodo. "Con-
traespera" es aquel medio de oración, de vida y de
pensamiento, aquella concordancia de la existencia en

119
la que el cristiano llega a descubrir el contenido esen- al misterio, mira a la "térra incógnita" del ser. Su pre-
cial de su fe. El futuro no es un algo en el ser cristiano, gunta se radicaliza siempre de nuevo en frases que
sino sencillamente la condición de la posibilidad de contienen las dos palabras más cargadas de destino
su auténtica realización. del lenguaje humano: el "porqué" y el "yo" (en
Vayan, pues, aquí, al final de nuestras reflexiones, sus numerosas variantes). "¿Por qué me fue impuesta
y en forma asistemática, algunos presupuestos exis- la existencia?, ¿por qué no se me ha preguntado?,
tenciales de la espera a Cristo y, por tanto, del tes- ¿por qué se me quitará al fin todo aquello que he
timonio de la presencia de Cristo, que constantemente amado, todo lo que he trabajado, todo lo que he
irrumpen en nuestra vida: el saber preguntar, la fra- edificado en la vida?, ¿por qué permite Dios tan-
ternidad y el martirio. tísimo dolor?, ¿por qué no nos ayuda, precisamente,
El saber preguntar. Para que el hombre pueda cuando necesitamos su ayuda de la manera más
librarse de la estrechez del simple vencimiento de te apremiante?, ¿por qué debemos contemplar cómo
"existencia", debe tratar de experimentar más y más seres, a los que amamos íntimamente, son arrojados
cuan quebrada es su existencia (Existenz) y cuan frá- en un mar de tormento y desesperación, de miedo
gil es su pensamiento: debe llegar a saber que todo y terror, y esto, quizás, a lo largo de una eternidad?,
gasto en perspicacia, todo calcular y sopesar sobre ¿una vida tal comporta en realidad una promesa?,
el hombre se encuentra incesantemente en lo nuevo, ¿qué clase de Dios es ése al que somos entregados en
no puede procurar ninguna información. Lo incal- semejante humillación?"
culable, lo lejano y lo inalcanzable es la auténtica Y así siguen surgiendo todavía interrogantes en
donación de sentido, pero "respuesta" es un aconte- nosotros, que desorientan nuestra primera seguridad.
cimiento personal; además está llena de inseguridad y Pueden ser tan fuertes que toda nuestra fe se bam-
de peligros. Tal vez sea profunda, pero quizás sin bolee y parezcamos locos, aunque sigamos creyendo.
garantías. Precisamente, este amargor del atónito, desesperado
El esfuerzo de "conseguir" a Dios en la realiza- y afanoso preguntar es el presupuesto fundamental
ción existencial (en la oración) es un suceso en el que de la reflexión sobre el misterio. El deber preguntar
el hombre se encuentra incesantemente en lo nuevo, es elección: gracia y deber al mismo tiempo; viene
en lo sorprendente, en lo único, en lo más extre- sobre nosotros como un destino que sorprende a la
mo. La respuesta encontrada en la oración no es existencia como un incomprensible poder, aunque
ningún "tener", es más bien un llegar a ser, un "de conocido; surge de los abismos del inconsciente. Es
camino." Con la búsqueda y por la respuesta, el como el amor: una interior necesidad, una coacción
hombre se eleva sobre lo epidérmico y se coloca frente libremente aceptada en nosotros, que toma a uno

120 121
completamente en violencia, aunque se lo haya ras- por ejemplo, la cuestión del dolor, que la biblia nun-
treado, y nunca más lo deja. A esto pertenece también ca ha "tratado" teóricamente. El libro de Job es
la visión de que en lo esencial, en lo esencial contes- el Cantar de los Cantares del enmudecer humano an-
table, no se da ningún una-vez-para-siempre. También te el dolor. A menudo, los hombres intentamos dar
la duda pertenece a la existencia inquisitiva y reza- una justificación racional del dolor; por ejemplo:
dora. El orante tiene que aventurar la propia alma en el dolor es exactamente tan importante para la vida
cada respuesta, e, incluso, no tiene seguridad de que como las sombras y la oscuridad para resaltar la luz.
su respuesta sea la correcta. Su mutua oración es Si sólo tuviésemos esta lamentable, manida y super-
la misma siempre: "Creo, pero aumenta mi fe" (Me ficial contestación para explicar el dolor de los hom-
9, 24). Con ello hemos tocado ya un siguiente presu- bres, tendríamos buen motivo para sublevarnos. Si
puesto fundamental del rezar cristiano: alguien ha visto una vez a un niño sufriendo en los
tormentos de la muerte, a un niño pidiendo la ayuda
El saber enmudecer. La revelación, el "objeto"
que nosotros no le podemos dar, entonces habrá com-
de la reflexión cristiana, no es un sistema sin lagunas
prendido de una vez para siempre que toda la her-
de respuestas de Dios al preguntar humano. Y, en
mosura del mundo, todas las alegrías y todos los rayos
general, no es ningún sistema, sino un destino. El
de la creación no podrán justificar el dolor de este
destino del hombre con Dios y el destino de Dios con
único niño.
la humanidad. Además, conviene tener en cuenta que
Dios nos ha revelado tan sólo hasta el punto en que Nosotros, como cristianos, no podemos oír a los
nosotros podamos aventurar el próximo paso en lo "omnisabedores", que justamente dan una rápida
oscuro, en la confianza de que su luz no se extinga respuesta aunque no la tengan. Deberíamos, más bien,
eternamente para nosotros. Dios nos ha revelado todo confesar honradamente que no comprendemos a Dios,
aquello que nos ayuda para conseguir el cielo, pero que no comprendemos por qué Dios ha creado el
ni una pieza más. La revelación deja sin respuesta a dolor, tanto dolor, tan aullador dolor y tan sin sen-
muchas preguntas; en cambio, Dios nos muestra amor tido. Por qué los ojos de Cristo estaban llenos al fin
simplemente hasta el fin, hasta la cruz. Este amor de tanta pena y de tanto llanto hasta el punto de
autosacrificial es la última y definitiva evidencia, la no poder reconocer a Dios. Dios no da ninguna res-
revelación también de aquello que no nos ha dado puesta ai dolor de los hombres. Cristo lo acepta en
aún en lo revelado, y que, quizás, nunca nos revelará. sí; permite que el mar de dolor lo rodee hasta lo más
Pero, por desgracia, las preguntas no contestadas íntimo, hasta destruir lo más íntimo de su existencia
de la revelación son precisamente aquellas que nos humana. Mateo relata que: "comenzó a entristecerse
martirizan, a menudo, de la manera más cruel: así, y angustiarse" (Mt 26, 37). Marcos habla aún con

122 123
más énfasis: "Siento en mi alma angustia de muerte" Aquí ya percibimos un tercer presupuesto de la exis-
(Me 14, 43). Lucas dice que estaba "poseído de an- tencia orante:
gustia mortal" (Le 22, 44). La entera existencia La fraternidad. El hombre que pregunta y que
anímico-corpórea de Cristo llegó a ser en su agonía enmudece ha sufrido muy agudamente la vanidad de
del huerto de los olivos de tal manera grito del ahogo los sistemas, conoce la desesperanza del esfuerzo hu-
vital que: "sudó como gruesas gotas de sangre, que mano para levantar algo permanente y válido; por eso,
iban corriendo hasta la tierra" (Le 22, 44). no condena, no juzga, no sigue dividiendo el mundo
Ante esta acción de Dios enmudece cualquier en las categorías de enemigos y de amigos, de anti-
pregunta, aunque aquélla no sea ninguna respuesta. páticos y de simpáticos; sabe por la interna experien-
Este enmudecer pertenece a los acontecimientos crea- cia, y no simplemente como conclusión conceptual de
dores de la oración cristiana. Las palabras más her- pruebas abstractas, que Cristo ha sufrido por todos
mosas y que ayudan verdaderamente, han nacido, a los hombres y por todos ha muerto. Todos los hombres
menudo, en un silencio empapado de dolor. El si- están bajo el suave dominio de Cristo, le pertenecen,
lencio es el horno ardiente de la palabra, el horno son su propiedad inalienable. El hombre que ora se
de fundición de un lenguaje esencial y del sentimiento. siente profundamente tocado por aquel riesgo con-
Los hombres que han adquirido el derecho de dirigirnos ceptual y existencial que queda en las palabras aque-
la palabra en los más difíciles momentos de nuestra llas de Cristo que describen las condiciones del reino de
vida son aquellos que, callando ante Dios, han su- la vivencia inmediata con Dios: Cristo no indica con
frido con él y por él. Dios mismo habla a través de ninguna palabra a Dios mismo, únicamente al her-
hombres a los que, como a su Hijo, ha llevado al mano al que nosotros hemos dado de comer, al que
desierto, a la soledad del dolor, del que en ese de- ofrecimos agua para beber, al que dimos acogida, al
sierto se han hecho totalmente apacibles. Su dolor ha que vestimos, al que hemos visitado en su cama de
sido para ellos una elección y una misión: se sienten enfermo o en la cárcel (Mt 25, 31-46).
unidos íntimamente con todos los que sufren. Dios Esto experimenta en Juan una inesperada radi-
les dejó experimentar la miseria humana, para que calización: Dios nos ha amado, para que nosotros
un día sepan sentarse junto a un extraño, sobre el nos amemos unos a otros (Jn 13, .34). Como si a Cristo
camastro gris de su interna prisión, y decirle: "¡No no Je importase que lo cono2camos y amemos direc-
estás solo!" Esos hombres tienen el derecho de lle- tamente, pues el amor al prójimo ya basta. Como
var el dolor de los otros y de buscar a Dios en su concreta realización de su amor a Dios, el prójimo
oración desesperada. Sus palabras son algo más que es el que debe acaparar toda su atención, aquí en
"verdaderas". Son participación en el ser del otro. la tierra y arriba en la eternidad; está esencialmente

124 125
referido al amor al prójimo, como la condición de la suficiente entrada a los sacramentos y a la reve-
la posibilidad de la fe. No le queda ningún otro ca- lación de la palabra, y, sin embargo, acepta lo que le
mino, ni tampoco para su oración cristiana. Precisa- es dado humanamente, intentando taponar aquella ca-
rencia por la realización decisiva y honrada de lo
mente la entrega definitiva, el concreto amor rea-
que le apremia, es ya un cristiano y participa de
lizado a la criatura, que no quiere ser ninguna otra
la salud traída por Cristo.
cosa que definitivo afecto al tú amenazado y bea-
tificante al mismo tiempo, ya es desde este momento Ya no se trata, pues, aquí de decidir lo que el
amor a Dios, es una prueba de que existe Dios, es hombre concreto cree, en qué conceptualidad articula
fe y oración. su apertura a lo absoluto, o qué absoluto está en el
horizonte de su realización de existencia. Lo impor-
En visión inmediata, cada amante vive la rea-
tante, lo único importante es que sepa sacrificar aman-
lidad de Dios, aun cuando nunca haya oído de él.
do su vida hasta el fin, quizás hasta la total ruptura
Dios ha santificado el amor finito de tal manera que
de sus sueños. Cristianos, por tanto, son aquellos
al final no quedará nada de la existencia humana, ni
que están bautizados, sumergidos en los sentimientos
de la existencia cristiana tampoco —fe, esperanza,
de Cristo, hombres que han recibido el bautismo, o
sacramentos, oración, Iglesia—, excepto precisamente
en su plena forma sacramental (bautismo de agua),
este amor finito. Lo que acontece en el amor, en el
o en la entrega incondicional de su vida (bautismo de
autodeber del corazón, en el sí definitivo, es el men-
sangre), o en la profundidad de un anhelo conceptual
saje originario del cristianismo. Todo hombre que es aún inarticulado, o quizás, inarticulable en absoluto
capaz de abandonar su existencia, que es desintere- para ellos (bautismo de deseo).
sado, debe ser llamado cristiano, pese a que quizás
El movimiento más inapreciable de vida hacia
no sepa una palabra de Cristo. La honesta realización
el hermano es ya una apropiación de los sentimientos
del ser hombre comporta, desde la encarnación de
de Cristo (y, por tanto, un "votum implicitum" de
Cristo, la posibilidad de una positiva relación a éste,
la pertenencia a la Iglesia). Es un movimiento de la
cabalmente por medio de esta realización de la rea-
existencia que introduce toda la evolución del mundo
lidad humana.
y el querer-elevarse de la humanidad en el aconteci-
Todo hombre, bautizado o no, ateísta militante miento de la irrupción definitiva, en el éxodo de
o ateísta en el usual sentido de la palabra, puede Cristo: en la resurrección. Son cristianos, por consi-
ser confrontado con aquello que significa fe y oración. guiente, aquellos hombres que, como los define Pablo,
De este modo puede ser la silenciosa honorabilidad llevan en sí "la dinámica de la resurrección", ha-
de cada día la forma bajo la cual acepten los más biendo entrado a una "comunidad con Ja pasión de
este Dios desconocido. Cualquiera que carezca de
127
126
hombre singular juzgar la honestidad de su propia
Cristo" y actualizando en su vida la "figura de su
dinámica de la resurrección? ¿Cuál es la piedra de
muerte". De éstos se puede esperar que arriben a
toque de una existencia orante? ¿Con qué criterio po-
la resurrección de los muertos (Flp 3, 10-11). Todos
demos medir aquella sinceridad que da a nuestras
estos hombres son miembros de la Iglesia, cima sal-
acciones valor de eternidad? Según todo lo dicho,
vífica del universo, bien que se den cuenta formal de
será el martirio el existencial únicamente válido. Sólo
ello o realicen esta pertenencia en una forma aún
por aquello que yo puedo morir —y no tiene que
inarticulada según la conceptualidad bíblica.
ser absolutamente la muerte, sino, quizás, tan sólo
En este sentido, la frase teológica "fuera de la el diario ser aprovechable en el sencillo servicio al
Iglesia no hay salvación" es un mensaje de alegría y hermano, o sólo en el ser llamado al fracaso— es lo
de promesa. Si se piensa esta frase según las más más íntimo de mi convencimiento, es mi encomienda
elementales reglas de la lógica, recibirá una versión de predicación, lo que tiene eternidad en mi ser y re-
diferente de la usual, una versión que ya no será zar finitos.
opresiva y suscitadora de escándalos, sino que ac-
tuará de una manera profundamente liberalizadora. Ningún cristiano está llamado a meditar todos los
misterios, a rezar todas las oraciones de la Iglesia, a
Una oración de validez universal y exclusiva debe
defender todo con el mismo énfasis. Tiene el derecho
poder leerse desde atrás, y de este modo contendrá
y el deber de profundizar en el misterio de aquellos
también una verdad de validez universal en forma
lugares en los que percibe una llamada especial a la
inclusiva. Se podría, pues, y se debería decir así: "Allí
total autodonación. Esta será entonces su existencia
donde se opera la salvación, está la Iglesia." Esta es
individual-graciosa y carismática, su "teología orante".
una magnífica afirmación de libertad. ¿No es libe-
"Di esto, piensa esto hasta el fin, adéntrate en aquello
rador poder pensar que la Iglesia ya está presente
allí donde un hombre aspire a la honestidad de co- que podrías salvar con el sacrificio de tu propia vida
razón, a lo verdadero y a lo bueno, abandonándose para la eterna perfección; pero realízalo en la actitud
a uno más grande, gastándose en el servicio al pró- de Cristo con los sentimientos del mártir: en la
jimo, o sintiéndose obligado completamente a una indefensión." En el estado indefenso se llega al no
"cosa"? En cualquier sitio donde se dan tales pre- querer luchar y al no querer triunfar. A las palabras
misas, acontece la salvación. La Iglesia está allí, quizás, de Cristo desde la cruz, a los pocos residuos de su
más de lo que nosotros nos podemos imaginar; quizás, boca reseca y martirizada. La profundidad de la
más cristianamente vivida de lo que sospechamos o existencia hecha madura y absoluta en una no-vengan-
estamos dispuestos a admitir. za, una no-oposición, una no-convulsiva superioridad
sobre el mundo. Esta es una actitud que está condenada
Sin embargo, ¿cómo y con qué patrón puede el
129
128
al fracaso en el mundo, pero de la cual ha de surgir
nuestra eterna patria, el cielo. Ignacio de Antioquía II
escribió a sus hermanos romanos, que rezaban por él:
MEDITACIONES
Como encadenado, aprendo ahora a no ambi-
cionar, busco a aquel que murió por mí, quiero
.NAVIDEÑAS
a aquel que resucitó por causa nuestra. El na-
cimiento está ante mí. ¡Dejadme recibir una luz
pura! Llegado allí, seré definitivamente un hom-
bre. Permitidme ser imitador de la pasión de mi
Dios. Si alguien lo lleva en sí, entenderá lo que
quiero, y rogará por mí, para que yo lo alcance.

130
Con Cristo se ha llevado a término la afirmación
de nuestra vida. Desde el principio hasta el final,
el Dios encarnado ha repartido consuelo, descanso
y paz. Su vida y su destino invitan a hacerse cristiano.
Pero surge en nosotros con frecuencia el sentimiento
inquietante: quizás no conocemos ya a Cristo, nos
hemos vuelto ciegos ante él. El amor de Dios apare-
ció entre nosotros hecho hombre. He aquí sus pala-
bras: "Venid a mi todos los que andáis cansados y
agobiados, que yo os aliviaré" (Mt 11, 28). Siempre
es emotivo el encuentro con un Dios así. El "disipa-
rá la sabiduría de los sabios y anulará la sagacidad de
los sagaces" (1 Cor 1, 19). Este Dios humano nos
puede pedir que seamos humanos en nuestras rela-
ciones mutuas, para que él pueda un día decirnos:
"Venid, benditos de mi Padre" (Mt 2.5, 34). Nues-

133
tro destino cristiano consiste en que reflexionemos
sobre su vida. Su madre, María, perfeccionó su exis-
tencia modesta, esmerada, pero también alegre, cuan-
do "guardaba todas estas cosas en lo más íntimo de Y habitó entre nosotros
su alma" (Le 2, 51).
Estas reflexiones tuvieron su origen en un perio-
do de diez años. Representan un esfuerzo por com-
prender íntimamente la humanidad de Cristo. Casi
todas fueron publicadas como "Meditaciones navi-
deñas" en la revista " Orientierung".

He procurado redactar esta parte tal y como Cris-


to nos habló: Cuando él conversaba, trataba de cosas
sencillas. La abundancia multicolor de la realidad, la
profusión de la naturaleza empezaron a volverse trans-
parentes en su relación con Dios. Lo invisible se ma- Ninguna fiesta cristiana ha penetrado en el mun-
nifestó en la semejanza. do de los acontecimientos humanos tan profunda-
mente como la navidad. Dios ha tomado ante el mun-
do una actitud afirmativa. N o ha descendido a un
mundo ajeno, sino que ha venido "a los suyos" (Jn
1, 11). Esto significa que nosotros mismos, nuestro
mundo, nuestros acontecimientos, todo lo que nos
ocurre, no es propiedad nuestra. Dios gobierna en
todo como un dinamismo orientado hacia lo incon-
cebible. ,;A qué nos obliga el sentido de la navi-
dad?

La navidad, por una parte, es un mensaje de ale-


gría; por otra parte es una reclamación al seguimien-
to. Hemos de ver ambos aspectos, si queremos refle-
xionar cristianamente sobre el misterio de navidad.

134 135
Mensaje de alegría dijera: "Alegraos"? ¿Qué le contestaríamos? Desde
el mensaje de la noche de navidad, la alegría es
para nosotros los cristianos una obligación, y la tris-
teza es algo que debemos combatir. Pero ¿cómo se
En primer lugar, la alegría: nos habló un ángel, puede vivir con alegría? Y sobre todo: ¿cómo se pue-
es decir, el mismo Dios en su forma mediadora: "Ven- de perseverar en la alegría?
go a comunicaros una gran noticia" (Le 2, 10). Hay
La respuesta teológica es que Dios se ha enajenado
muy poca alegría en el mundo. "Tuvo" que venir un
en Cristo. Se ha hecho hombre por nosotros. En esta
ángel a suplicarnos que vivamos con alegría. Dios acción nos ha mostrado el camino de la alegría: pri-
es "la" alegría. Y se hizo hombre. Y habitó entre no- meramente, en la entrega se alcanza la buena dis-
sotros. El cristiano tiene desde entonces el encargo posición de ánimo, que se llama felicidad y alegría.
de irradiar alegría en el mundo. La alegría se funda en el altruismo. Por eso el hom-
Porque de ordinario nuestra vida es neutra. En bre solamente puede lograr la alegría de un modo con-
las ocasiones tristes nos comportamos con tristeza, creto, es decir, ante la hermana y el hermano. Pero el
en las alegres con alegría. La vida "se estrecha" en prójimo es en verdad prójimo en la medida en que
nosotros y se vuelve incolora, aburrida. El hombre se se le "sirve". Se experimenta alegría prodigando ale-
arrastra penosamente hacia adelante. Le invade una gría. El simple servicio al prójimo en la vida coti-
indiferencia agotadora, que proviene con frecuencia diana es condición, por tanto, de auténtica felicidad. Es
de pequeñas causas: demasiado trabajo, aislamiento, inevitable la "lógica de navidad": solamente se ex-
enfermedad, separación de una persona querida. A perimenta alegría en la entrega; pero ésta implica
veces se añade una aparente incompatibilidad de la fe también renuncia. La navidad, la encarnación de Dios
con la realidad experimentada. ha tenido lugar con desprendimiento de sí mismo. Dios
El ángel de la navidad dirige, no obstante, a esta lo ha entregado todo por nosotros. La existencia
vida palabras de Dios: "Vengo a comunicaros una cristiana se acredita en la entrega no manipulada con
gran noticia". Esto en su esencia significa: tú no pue- la apreciación del momento y el antojo del mismo.
"En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida
des ser una persona apática; desgraciado puede serlo
por nosotros" (1 Jn 3, 16). Así, pues, también nosotros
cualquiera. La alegría, en cambio, exige esfuerzo. De-
hemos de entregar nuestra vida por el prójimo. Una
ja las preocupaciones, por lo menos hoy, el día de na-
vida de entrega de sí mismo, ¿no sería una prueba
vidad, el día del júbilo. Preguntémonos sinceramente:
de que Dios esrá presente en el mundo, de que él
¿qué pasaría si el ángel de navidad estuviera hoy ante
tiene poder sobre nuestro corazón humano? Si a veces
nosotros, como entonces estuvo ante los pastores, y

136 137
Fue una fidelidad única en el servicio, la vida
pensamos que ya no podemos orar, deberíamos por
de este niño que nació por nosotros para conducirnos
lo menos traer al mundo un poco más de felicidad.
de la desgracia al auténtico ser humano. Hasta el
Esto haría tal vez nuestra oración más cristiana, pues
final, que tuvo lugar en la cruz, el Dios encarnado
sería un testimonio de la encarnación de Dios.
ha prodigado solamente paz. Imponen, por consiguien-
Por consiguiente, un optimismo fundado en prin- te, una obligación las palabras del ángel, que reclama-
cipios, el sabor de la felicidad, pertenece al elemento ban alegría. Una persona que había pasado muchos
vital del cristiano. La alegría no es un "efecto conco- años en un campo de concentración de Siberia, escribió
mitante" del cristianismo. Determina toda la realidad
una frase que resume nuestra "ideología navideña":
del cristiano: como esperanza, como la nota a la que
"Yo busqué a mi Dios, y él me rehuyó. Busqué mi
todo fe ajusta, como la aurora de un día esperado. Pol-
alma, y no la encontré. Busqué a mi hermano, y los
lo cual, la reclamación de una navidad vivida cristiana-
encontré a los tres." El ángel de la navidad ha comu-
mente sería quitar de nuestra alma la tristeza y la me-
nicado alegría. Prodigarla durante todo un año: eso
lancolía, que no sirven para nada, que pasan por
sería navidad.
alto lo verdadero. Ser cristiano significa también
conseguir en el testimonio de la propia conducta un
alegre desasimiento en todas las situaciones de la vida,
incluso en las más difíciles.
Esta alegría navideña es una fuerza que trans-
Reclamación al seguimiento
forma el mundo. Podría dar al prójimo un poco más
de fuerza. Desde la encarnación de Dios sabemos que
"cuanto hicisteis a uno de estos pequeñuelos, hermanos
míos, a mí en persona lo hicisteis" (cf. Mt 25, 31-40).
La obligación impuesta por la navidad aún tiene
El cristianismo se hace presente en cualquier parte en
mayor contenido. Es una reclamación al seguimiento.
que se reconoce y recibe al prójimo en su necesidad.
Debemos realizar la verdad de la encarnación en nues-
Ante el amor al prójimo, cualquier otra acción, por
muy útil y excelsa que sea, resulta secundaria y queda tra vida, frecuentemente tan sombría. En una me-
relegada a segundo término. Según las palabras de dir ación navideña no se podría idear ninguna teoría
Cristo sobre el juicio final en el evangelio de san abstracta del cristiano, sino que se podría dibujar
Mateo, el amor de Dios se hace efectivo en el amor del una imagen realista del Dios que "habitó entre noso-
prójimo. Este es el acontecimiento primordial e insu- tros". ¿Cómo era Cristo en realidad?, ¿cómo hemos
perable de la navidad. visto los hombres al Dios encarnado?, ¿en qué con-
sistía el poder que él tenía y que arrastró a los após-
138
139
toles tras sí y les obligó al seguimiento? Procuremos tico. Estaba plenamente absorbido, pero nunca se
describir aquella forma humana con la cual la bondad impacientaba. Permanecía recogido, nunca estaba agi-
de Dios habitó entre nosotros. Incluso cuando se tado, se dejaba guiar por su destino, que él de vez en
lee aprisa el evangelio, lo que más nos impresiona cuando llamó la voluntad de su Padre. En las manos
en Cristo es que era un hombre sereno. de este ser poderoso y avasallador "encomendó su
espíritu", es decir, la parte principal de su ser. La
Tenía un "centro" que estaba exento de las con-
existencia de este hombre era enteramente sosegada
tingencias del mundo. Se recogió en el núcleo de su
y estaba "en actitud de escuchar". No tenía tiempo
existencia, pero simultáneamente guardaba una pe-
para sí mismo, porque su vida pertenecía al destino,
culiar distancia del mundo. No se pegó a las cosas
a las necesidades y alegrías de los demás. Por eso su
de este mundo. No se dejó "inmovilizar" por las
cosas. Reinó en toda su existencia una santa indiferen- interior estaba silencioso, no se alteraba; estaba des-
cia. Venció en su vida el poder de las costumbres, de prendido de sí mismo.
la trivialidad, del embotamiento fatigado. No se es- Una segunda propiedad fundamental del Dios
condió en su "vida presente", en nada quedó sometido hecho hombre: estaba vinculado a las cosas de la
indisolublemente a las circunstancias del tiempo, no tierra. Era un hombre que percibía cómo son las cosas
se adhirió a sí mismo. Fue accesible sin reserva a la de la tierra. Acogía en su alma las luminosas be-
novedad, no buscó la confirmación de su propia rea- llezas y preciosidades del mundo, y también los acon-
lidad, dejó en su interior xm espacio para todo \o que tecimientos de la pálida vida cotidiana. En su len-
le vino al encuentro, vivió "fuera de sí mismo". La guaje tenían su sitio bien dispuesto las "aves del
despreocupación dominó su vida, lo cual se expresó cielo", el "agua tumultuosa", las "flores del campo",
con las siguientes frases: "No os preocupéis" — "No la "uva" madurativa, la "oveja perdida", la mujer
estéis apurados" — "Hablad con franqueza" — "líe que "hace fermentar la harina", el "ladrón nocturno".
venido a traer paz" — "No alleguéis tesoros en la Podía hablar de reyes y esclavos, de niños y mendigos,
tierra" — "¿No es la vida más que el alimento y el de soldados, meretrices, sacerdotes, pastores y merca-
cuerpo más que el vestido?" — "¿Puede alguno de deres. La abundancia multicolor del mundo, la ri-
vosotros, por mucho que se preocupe, alargar un queza de la vida y de la naturaleza, la realidad simple,
momento más su vida?" — "No os inquietéis" — por todos cognoscible, son temas de los que habló
"Buscad primero el reino, y lo demás se os dará pof Jesús. Lo invisible se hizo visible, lo imperceptible
añadidura" — "Vende todo lo que tienes, y dalo &• se hizo perceptible — como semejanza. Su dicción
los pobres". Pero el hombre que pronunció estas tendía a restituir el mundo a su simplicidad primitiva.
palabras, no estaba nunca excitado, ni era un faná- Su lenguaje colocaba lo absoluto en el mundo de

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las cosas, de lo cotidiano. Por eso su modo de hablar
bargo, resultan ininteligibles para todos los sabios
había fluido de la semejanza, como de la sangre. Al-
del mundo. Por eso dichas palabras sólo fueron enten-
go acrisolado notamos en Cristo: la dicción terrena
didas por pocos. Y muchos de estos pocos no eran de
y al mismo tiempo abierta hacia lo absoluto. Una
los que presentían o anhelaban el cumplimiento. Por
manera de hablar con naturalidad, sencillez y quizás
eso Cristo estaba solitario.
incluso con escasez. Una espontaneidad del saber, de
la experiencia, de la locución y del hablar. Su len- Tal vez esto es lo que más nos emociona en él:
guaje revelaba su seguridad y una profunda armonía era un hombre escondido. Pretendía ser anónimo.
con el mundo de las cosas. En él hablaba el "hijo En su vida se abría la "soledad de la abundancia",
del carpintero". la soledad que es propia de los abismos, de las cum-
bres, de los mares. Todos nosotros vivimos en un mun-
Como tercer rasgo característico de la "humanidad do efímero, fragmentario. Pero quien quiere, como
de Dios" se podría tal vez aducir que no encontramos Cristo, existir en la unidad de la vida, ha de perma-
a Cristo en la sociedad de los eruditos, sino en el gru- necer mucho tiempo solo para poder recogerse con
po de los sencillos. El hombre plenamente humano la mirada puesta en la unidad. Solitario en la madura-
(porque era divino y humano) tenía como hermanos ción, solitario en las tentaciones del desierto, solitario
a los sencillos. No les "demostraba" nada. Más aún, en las más grandes acciones de su vida. Cristo andu-
en el fondo no quiso decirles "nada nuevo", sino vo entre nosotros como una estrella, que con una ra-
sólo lo conocido y conmovedor, para que notaran que pidez inesperada atraviesa nuestro firmamento y que
ellos ya llevaban en su corazón la verdad. Su "de- sólo perciben los que la han mirado casualmente. Su
mostración" era: "Pero yo os digo". Lo que ya siem- vida vino de la oscuridad, centelleó súbita y vigorosa-
pre se había conocido, fue "reconocido" por medio mente, y volvió a la oscuridad. Las tinieblas no le
de él: dos procesos esencialmente distintos: conocer pudieron "abrazar". En torno a él vemos a hombres
y reconocer. Hay palabras que no necesitan ninguna que no le entienden. Contra él se presentan listas de
demosttación, porque son pronunciadas "así", con prohibiciones, leyes, costumbres y tradiciones. Incluso
tal originalidad, que ya llevan en sí mismas la com- su madre le preguntó: "Hijo mío, ¿por qué te has
prensión. En Cristo, la palabra se desarrollaba hasta portado así con nosotros?" Todos de algún modo,
el cumplimiento. Su dicción surtía efecto de una for- quizás sólo tácitamente, le reprochaban: "¿Por qué
ma misteriosa, precisamente porque era sencilla. De eres tan distinto?"
su boca salían palabras perfectas. Palabras como las No obstante, Cristo vivió "fácilmente" con esta
de las bienaventuranzas, que puede entender cual- singularidad de su existencia, terrena. Sabía que su
quiera que tenga un corazón sencillo, y que, sin em- manera de ser no se podía comprender, que era inac-

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que no volviéramos mal por mal, que amáramos a
cesible a la gran multitud. No se preocupó mucho
por ello, porque generalmente no se escucha el len- nuestros enemigos. Quería infundir esperanza a todos.
guaje perfecto, no se percibe el ser perfecto. Cristo Esperanza de renovación, de vida auténtica, de liber-
no nos prometió que "encontraríamos" algo por me- tad. El es, por consiguiente, el "verdadero soberano",
dio de él. Más bien nos enseñó la "búsqueda", el nom- es decir, el que lo puede insertar todo en la unidad
bre que no puede ser mencionado. "Buscad", esa era sin reprimir a nadie. Consiguió que las cosas y los
una palabra central de su modo de hablar. Su vida hombres se deleitaran por sí mismos. Tomó sobre sí
no puede ser entendida por la lógica de nuestra peque- el dolor de todos nosotros, se dejó desfigurar. Pre-
nez, por los principios del egoísmo. Reinaba en él cisamente en eso era rey. Se mantuvo en unión con
una santa viveza, una juventud del alma. No existía todos, ejerció la caridad y la misericordia. Jesús ex-
nada en él que hubiese sido árido, endurecido e insen- clamó: "Venid a mí todos los que andáis cansados
sible. Nos enseñó una juventud del espíritu, un re- y agobiados, y hallaréis descanso." El era el "príncipe
nacimiento, una metamorfosis, un vigor de la vida, de la vida", la luz del mundo que "ilumina a todos los
una alegría, una santa capacidad de conversión. Nos hombres". Los "publícanos y pecadores" hallaron en
dijo: "No tengáis miedo" — "Quien no se renuncia él una favorable acogida. Interiormente dijo a todos:
a sí mismo, no puede recibir el reino". El fue el "se- "No te condeno". Defendió a los pecadores ante los
ñor de la vida", el "principio de la nueva creación", que eran considerados como justos, tomó bajo su pro-
la "base de un nuevo mundo". Nos exhortó a hacer- tección a los niños ante los adultos. El alma humana
nos un "hombre nuevo", a "renovarnos todos los halló en él su hogar. Tuvo compasión de los hombres,
días", a esperar una "nueva creación", un "cielo hasta tal punto que la compasión le hizo saltar lá-
nuevo", una "tierra nueva", a cantar un "himno grimas de los ojos. Los hombres le seguían, porque no-
nuevo" y tener un "nombre nuevo", es decir, un ser taban que sentía mucho su desamparo. Percibió la
personal transformado radicalmente. En él vivía el
penuria de todos nosotros: la penuria de una pobre
carácter incondicional del nuevo principio. Su acti-
viuda, a la que devolvió su único hijo; la penuria de
vidad era una acción que provenía de la unidad ad-
una mujer enferma, que sólo se atrevió a tocar la ex-
quirida, del fundamento existencial del ser. "He ve-
tremidad de su vestido; la penuria del amigo, que
nido para que os alegréis y vuestra alegría sea com-
le negó y a quien con una sola mirada otorgó arre-
pleta."
pentimiento y perdón. Tuvo una ilimitada estimación
Este "hombre centrado", Cristo, era amigo de to- de cualquier criatura, una delicada atención para cual-
dos. Era el que lograba la armonía, el conjunto, la quier vida. Una vida incondicional vivida con afecto:
reconciliación. Nos exigió que no odiáramos a nadie, esa fue la manera de existir de Cristo.

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Pero Cristo, no sólo logra tener grandeza, sino todo lo que hubiese podido ser un obstáculo para
también toda la existencia humana, por tanto también hacer brillar la santidad y la pureza del ser.
lo normal y acostumbrado, lo fatigoso, lo que siem-
En su actitud exigía una modesta humildad, un
pre se repite y es poco llamativo. Tomó sobre sí la
comportamiento desprendido de sí; exigía, por tanto,
debilidad, la ignorancia, más aún, la tentación. Pasó
cualidades que sólo pueden lograrse con múltiples sa-
la estrechez de todo lo humano fuera del pecado,
crificios y renuncias. El hombre tiene que desplazar
fue un amigo de los agobiados. Pero también se ale-
hacia fuera el peso fuerte de su ser. El mundo sano tie-
gró con las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana:
con una buena comida, con una bebida deliciosa, con ne su origen en una persona que busca sinceramente la
un hermoso paseo, con una amistad leal. Siempre verdad; el mundo, en su forma adecuada: espacio lu-
encontró a los hombres con poca vistosidad para no minoso de la realidad. La falta de veracidad destruye,
deslumhrarlos. En su aflicción, no fue "brillante". en cambio, el vigor del ser. El mundo se convierte en
Gritó, sudó sangre, se sintió desposeído, abandonado. la barraca de juegos de manos del propio yo, en el
En eso era soberano de la vida. En él tuvo su origen escenario de los impulsos, del afán de mandar. La
el "reino", algo que no puede ser "hecho", sino so- curva se vuelve recta, y la recta se vuelve curva. En-
lamente "establecido". Sacó a luz la verdad, y todo lo tonces, en un mundo "falaz", ya no vale la pena abo-
juntó. Pero, como era el soberano, también soportó gar por algo, no hay que afirmar nada más con la
la aflicción de los demás, tomó sobre sí el sufrimiento plenitud de la persona. No se puede negar nada con
de su pueblo. Se puso en manos de la penuria del ser ¡a última resolución firme. Resultan imposibles, por
humano. Cristo erigió su verdad interna en un "mun- consiguiente, la libertad, la sumisión, la convivencia,
do" de hipocresía, en un "mundo" de resignada indi- el amor y la ira humana. La esencia se vuelve acce-
ferencia, de confusión existencial, de éxito, de poder, soria, la verdad se vuelve trivial, el hombre pasa a
de juego, de intriga. ser un "nada cultivado". Es imposible que el redentor,
que quiso dar testimonio de la verdad en un "mundo",
En un "mundo" así, como es entendido en la bi- así hubiese tenido alguna probabilidad de éxito fuera
blia, tuvo que extinguirse en cierto modo, tuvo que de la crucifixión. Un día se pregunra a cada buscador
escuchar la verdad de las cosas: que, por su parte, de la verdad, no con el tono del desasosiego inquisi-
Cristo era independiente de cualquier intención y de tivo, sino con resignación: "¿qué es eso de la verdad?"
cualquier pretensión de poder. Con una claridad de-
sapasionada, con la mirada puesta en lo esencial, con En el desenlace de su vida, Cristo ha perdonado a
una objetividad exenta de ilusiones, el Dios hecho todos. Encontró palabras que trajeron a todos remi-
hombre tuvo que quitar de su espíritu, en cierto modo, sión. Su oración fue: "Perdónalos, porque no saben

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lo que hacen". En aquel momento, no ha intentado ha- A esta persona, el "consumador" todavía ha dirigido
llar respuesta a las cuestiones de la política, de la es- algunas palabras, solamente unas pocas palabras. No
tructura social de la población, de la literatura y de necesitaban decirse mutuamente muchas cosas. Estas
la filosofía. Aún ha dado una última esperanza a un palabras, por más torpes que pudieran ser, seguirán
hombre desvalido y atormentado: "Hoy estarás con- viviendo eternamente en la humanidad. Nos invitan
migo en el paraíso". Para él, no contaba si este hom- a mantenernos limpios de toda ambición de poder,
bre durante su vida fue "honesto" ni si "tuvo buenos de todo abuso de la persona humana, de toda mentira
modales". Los hombres han sujetado al pobre de- y de toda fraudulencia. Nos exhortan a no traicionar
lincuente, que está a su lado. Ya no era posible la jamás a un amigo, a no asfixiar nunca a hombres en
fuga para él. Pero Cristo, el consumador, le habló su soledad, a no rechazar nunca a desamparados, a bus-
interiormente, como más tarde el ángel habló a Pe- car siempre la verdad, a poner la mirada solamente
dro: "Levántate y anda". Sin embargo, este hombre en los sentimientos y nunca en la apariencia, a com-
no pudo levantarse ni pudo andar más, pero obedeció prometernos con lo puro, noble y limpio. Estas pa-
y fue a donde sus pies clavados aún le podían llevar, labras tenían gran sencillez: "Hombre, he ahí a tu
al dominio del que es totalmente distinto. Quien ha madre". Así habló Cristo en la cruz.
soñado en una transformación radical de toda la exis-
tencia humana, sabe desde ahora cómo se lleva a cabo Esta actitud adoptada en una vida penosa, los sen-
una tal transformación; mediante el perdón, y dando timientos de la encarnación, han levantado a Cristo
una esperanza incluso a los que ya no parecen tener en su resurrección y ascensión a los cielos, le han le-
ninguna esperanza. vantado a su triunfo definitivo. Este fue uno de los
elementos esenciales de la experiencia que los discí-
Sería imposible tener que pensar que en la múl-
pulos tuvieron de la resurrección: la bondad, el al-
tiple catástrofe de la vida de Cristo nadie le hubiese
truismo, el perdón y el afecto han venido a ser la
asistido. Estuvo presente una persona que pudo en-
última norma de la vida. Estos sentimientos ya no
tender y percibir interiormente esta íntegra pureza y
pueden extinguirse. De este modo, Dios en Cristo
rectitud. Una mujer sencilla. La madre. En ella, en
nos ha hecho donación de un nuevo principio.
su primitivo hogar, Cristo encontró un último refu-
gio. "Tuvo" que haber una persona que nunca hu- Así, pues, la navidad es algo más que una pequeña
biese sido desleal ni cobarde, que nunca hubiese rene- "disposición de ánimo". Es un encargo. Dios se ha
gado de la vida ni le hubiese faltado probidad, que hecho hombre. Es un Dios humano. Habitó entre no-
nunca hubiese invertido el orden del ser. Una persona
sotros. También a nosotros nos exige una humanidad
que pudo acoger plenamente en su interior a Cristo.
sencilla. Esta consiste en la alegría y en el seguimiento.
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Es difícil decir cuál de las dos es más dificultosa en
nuestro tiempo. Dios quiere que vivamos con alegría 8
y que pasemos a formar parte de la consumación de
la vida de Cristo. Este es el mensaje, la promesa, pero Fiesta de la quietud
también la reclamación de la navidad.

Los días de navidad despiertan en muchos el


deseo de quietud y reflexión. Hacen vibrar una capa
profunda del alma. Se está solo a gusto por un mo-
mento y se piensa a menudo de un modo confuso en
muchas cosas que no forman parte de la vida cotidia-
na. Son muy pocos los que hacen meditaciones "pro-
fundas" o incluso reflexiones religiosas, que llenen
este tiempo; quizás son momentos de estar solo.
En este sentido, todos nosotros celebramos una navi-
dad muy "profana". Es, más bien, una "disposición
anímica" para contemplar, la cual nos sorprende con
su singular poder. Pero precisamente en los "pensa-
mientos profanos" se nos quiere aproximar con fre-
cuencia una idea santa, porque dondequiera que se
abre la existencia humana, está ya a la vista el mis-
terio de Dios. Quizás donde primero podemos hallar

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a Dios es en las cosas naturales, cercanas y sencillas; de misericordia, poner paz con mansedumbre y suavi-
Dios, que está más cerca de nosotros que el propio dad. No se puede "pregonar" todo esto en el mundo;
corazón. ¿En qué reflexiona con especial gusto el pero se piensa a gusto en ello y se saborea sigilosa-
"hombre sencillo" en los ratos de su quietud navi- mente su misterio íntimo. Todo lo demás que, por
deña? lo común, llena nuestra vida cotidiana, puede ser su-
En tales momentos surgen de ordinario recuer- primido de nuestra vida, puede ser bien experimentado
dos en nuestra alma. Cada existencia humana lleva y comprendido por otros, pero no se puede suprimir
consigo, en algún recodo de su vivir, algo "preserva- lo íntimo, delicado y frágil, que se nos vuelve actual
do", algo que ha de ser protegido de los embates y instintivamente en esos momentos de quietud.
golpes de la vida cotidiana. Son los tiempos de vida in- También podemos pensar sobre ello, cuando tene-
tensamente vivida, del dolor sufrido con sosiego; son mos esta disposición de ánimo; se nos presenta con el
momentos de felicidad o de tristeza, experiencias de brillo de lo maravilloso, abre su realidad hacia un
amor tierno, de amistad recatada, de anhelo tímido, ser misterioso, que habitualmente no es percibido. Por
de los cuales el hombre se acuerda en la disposición eso el hombre siempre rodeó la navidad con la au-
anímica de la conmoción. Un rostro humano o el reola de las historias milagrosas. Estas son "aclara-
gesto de un amigo difunto, un color, el cuadro de un ciones" de la sospecha navideña: el ser humano, a
paisaje olvidado, se nos ponen a la vez muy cerca. pesar de su oscuridad y confusión, es más profundo,
Uno se detiene de buen grado en tales recuerdos, sue- más reservado de lo que ordinariamente se piensa.
ña en ellos. El hombre realmente está entonces en Precisamente la "exigencia de milagros" es la criatura
casa. Se nos hacen presentes de nuevo cosas queridas más querida del anhelo humano, y en las religiones
y amables. Entendemos que nuestra vida lleva consi- es lo que no puede ser quitado como superstición,
go sucesos acaecidos una sola vez y acontecimientos muy a pesar de muchos teólogos y filósofos. El cono-
propicios. Incluso concepciones relegadas durante mu- cimiento humano se opone en esto a la inutilidad y
cho tiempo al olvido se vuelven convincentes en tales a la nada. La verdad, el contenido (transformado en
momentos; conocimientos que con tanta frecuencia lo existencial) del "anhelo de milagros" es el si-
se quiebran con la dureza de las evidencias diarias, guiente: es posible una irrupción desde el mundo
son, sin embargo, para nosotros más importantes y de lo usual a lo inusitado y absolutamente insupera-
queridos que todas las relaciones superficiales del mun- ble. El hombre no está entregado sin esperanza al-
do. Por ejemplo: que es conveniente ser desinteresado, guna a las funestas relaciones de este mundo. Por
llorar con los que lloran, tener hambre y sed de per- medio de nuestras perjudiciales experiencias, no es
fección y santidad, ser limpios de corazón, hacer obras "seguro" aún lo que somos y lo nuevo e inesperado

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que aún puede surgir en nuestra vida. A pesar de toda ciosos y tiernos. Muy al contrario. No obstante, los
estrechez y angustia, hay en nuestro mundo una sal- niños y los ángeles son semejantes en una cosa: en
vación oculta, que puede aparecer inesperadamente. aquella intensidad del ser, que procura indicar Rilke
En esta "disposición anímica navideña" se manifiesta con las siguientes palabras poéticas: los ángeles son
algo resplandeciente, puro, nada supersticioso y tam- "tumultos de sentimiento arrobado impetuosamente".
bién nada fanático: a pesar de toda evidencia, en el No sólo experimentan "arrobamiento" en el éxtasis,
ámbito del primer término hay un camino que con- en el traspaso ardiente de su ser, sino que "son" arro-
duce de la oscuridad a la luz, "illuminatio noctis" bamiento, conmoción, entrega y olvido de sí. Preci-
(iluminación de la noche). samente en esto los niños son con frecuencia, espe-
cialmente cuando juegan, parecidos a los ángeles,
Por eso al hombre sencillo le gusta estar en la
y precisamente eso anhela el hombre adulto, cuya
fiesta de navidad con sus hijos, y en ello vislumbra el
vida y cuya vista están veladas por tanta preocupación
misterio del ser pequeño. Frecuentemente se pone, sin
y penuria, por tanto egoísmo y afirmación de sí, por
duda, un poco triste. ¿Qué significa aquella tranquila
tanto esfuerzo y trabajo.
tristeza que conmueve nuestra alma, cuando nos acor-
damos de nuestra propia infancia? Es el sentimiento El hombre sencillo, en el tiempo de navidad, cir-
de que hemos perdido algo definitivamente, aquel ca- cunda de especial amor y estimación a la mujer como
rácter inmediato de la experiencia que marca la ni- madre. Honra en ella, sobre todo, el grado del amor,
ñez como su distintivo esencial. Nuestra alma podía ai que corresponde el nombre de ternura. La ternura
entonces verse ligada por acontecimientos, cosas y emo- no es algo deficiente o débil, sino la capacidad del
ciones, de tal modo que ya no echábamos una mirada afecto, que sabe preservar las cosas amables del mun-
retrospectiva a nosotros mismos, sino que perdíamos do, las sabe "tratar" con finura y recato. La mujer
nuestra vista totalmente en la forma. Como conjun- está más inmediatamente insertada en el misterio de
to, estábamos aún muy cerca de un conjunto, de una la vida que el hombre, comprende las conexiones
forma indivisa y sin duplicación. No hemos calcu- confusas de la vida más fácilmente y sin recurrir tanto
lado ni justificado ni "instituido" nada. Simplemente, a teorías y proyectos ideológicos, sino integral e
estábamos "allí", entregados del todo con ojos bien intuitivamente, partiendo de la vida.
abiertos al suceso fascinador. En tales recuerdos vis- Pero ¿por qué la ternura es tan importante e
lumbramos la verdadera profundidad de la compara- indispensable en la vida? Una de las concepciones
ción, con frecuencia superficialmente sentimental, que más notables de la filosofía del valor consiste en el
dice que los niños son "ángeles". No lo son cierta- conocimiento de que el valor más elevado con res-
mente, porque los ángeles serían seres lindos, gra- pecto a los valores más bajos se muestra débil, inepto

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para la lucha y amenazado. Cuan débil era la vida, Aquí hemos trazado la línea ascendente del ser
cuando apareció por primera vez en el proceso de la desde el despertar de la vida hasta la consumación, y
evolución: nacida de casualidades, amenazada y ex- en todas partes hemos notado la misma legalidad
puesta por casos fortuitos. Cuan desamparado estaba fundamental: la unión del ser, el progreso de la vida,
el espíritu humano, cuando pasó del ámbito de lo la apertura al carácter propio, son al mismo tiempo
orgánico a la conciencia: buscando, dudando, domi- un proceso en que se vuelve más tierna la ternura,
nando y alejando al hombre de su cálido fondo vital. se amenaza lo que está amenazado, se expone lo que
Cuan pasajeras son las más altas concepciones de ya está expuesto. En este sentido, la cruz es la cósmica
este espíritu en el mundo del trato cotidiano (por legalidad fundamental de toda la vida; una legalidad
ejemplo que la dulzura puede ser más fuerte que todo que encontró finalmente en Cristo su suprema reali-
poder): aparentemente infructuoso, "no maduro" y zación. La gran vocación de la mujer es ser con-
"rezagado". Cuan perdido está el hombre sosegado movida por esta legalidad fundamental de la vida,
en el círculo de ligeros interlocutores. Cuan frágil experimentarla siempre en la propia existencia, en
es la belleza en el mundo de la utilidad. Cuan tenue es el cuerpo y en el alma, ser insertada en la preserva-
la esperanza, cuan insegura y vacilante en el ámbito ción del mundo. La mujer es un ser que, aunque con
de otras virtudes más "palpables". Cuan poco puede frecuencia incluso lastimada, puede perseverar bajo
el hombre "economizar" con la "ética" de Cristo, la cruz de la vida, sin turbarse y esperando con sosiego
en el sentido del sermón de la montaña, en el mundo una resurrección.
de la dura realidad. Cuan fácilmente el "hombre so- Uno también se acuerda con gusto de personas
ñador" se quiebra por los hechos de la vida cotidiana. ancianas en la "disposición anímica navideña". Se
Cuan "simple" puede parecer un hombre que vive les prepara de buen grado una alegría, se les obsequia
de acuerdo con las exigencias internas del amor, que y se les da primacía; se siente uno conmovido por su
procura, por tanto, ser indulgente, amistoso, desintere- vida y se querría ser bueno con ellos. Lo que todavía
sado, que no se encoleriza, no se vanagloria y no se retiene al anciano en la vida son hilos tenues y fuerzas
engríe, que no busca la propia ventaja, no se deja escasas. Queda reducido a lo último de lo que aún
exasperar, no calcula el mal, se complace en la verdad puede vivir un hombre. Incluso piensa a menudo:
y no en el error. Cuan extraño nos parece un hombre ¡de qué forma tan singular han pasado los años! ¿La
que procura domar su vida partiendo de la esencia de vida ha sido un sueño o ha sido real y verdadera?
todo lo esencial, partiendo del cielo. Y finalmente: Muchas cosas que en otro tiempo creí valiosas, ahora
cuan impotente es Dios, cuan "ausente" está Dios no tienen ya para mí ninguna importancia. Fue como
en la creación. un derrame único del propio ser. Decisiones que nun-

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ca se llevaron a término, bellezas que nunca se pu-
dieron saborear, lucha y sujeción del mundo, a las En la reflexión navideña, el hombre se encuentra
cuales uno se ha incorporado, para venir a ser qui- inclinado también a los que tienen que experimentar
zás aparentemente lo que jamás se fue. Y ahora se de un modo particular la extrema necesidad de la
está incluido en el ser formado. Nunca más puedo vida, se muestra inclinado a los solitarios, a los que
llegar a ser distinto, solamente soy el que por las querría obsequiar con su presencia; inclinado a los
numerosas promesas de mi vida llegué a ser tal como que no han tenido éxito, para los que el hombre
ahora soy. Lo que realmente me queda es poco: algunos se convertiría de buen grado en la nueva esperanza.
instantes de soledad sostenida, momentos de altruismo Se piensa en fugitivos, encarcelados, enfermos, difun-
sincero, tiempos de permanencia con un ser querido, tos, en la vida "escalofriada", y en eso conoce su
algunas buenas acciones que, en cierto modo, han propia situación existencial. Uno se acuerda también
brotado del propio corazón, lo que se ha mantenido de los que están afligidos o viven en la oscuridad de
firme en la vida, la fidelidad, la persistencia de la la duda, en los que ya no creen que puedan liberarse
esperanza en medio de toda recusación, la mano bon- del cautiverio de la propia soledad. Se nos hacen pre-
sentes también aquellos a quienes nosotros, quizás
dadosa, la mirada auxiliadora, el primer amor: no
sin quererlo, hemos causado pena, aquellos que nos
mucho más. Precisamente se muestra ahora valioso
son hostiles o que simplemente no nos quieren. En
lo que en mi vida ha sucedido, por así decir, "inci-
este momento se querría hacer algún bien a todos, per-
dentalmente".
donarlo todo y pedir perdón a todos. Se querría ser
El anciano, instruido por la privación, puede un hombre que pudiera ofrecer un hogar a todos.
hablarse a sí mismo con sosiego. Se despierta enton- ¡Cuan unida está a Dios esta ansia navideña! Es-
ces en su corazón un amor tierno a todo lo que se tá muy cercana al corazón del Dios redentor que nos
hace en vano, a lo desperdiciado, lo superfluo, incluso abraza en nuestro desheredamiento, que acoge al
lo necio del mundo. Se siente solidario con el ineficaz, mendigo, que arrastra hacia sí al que perece, que es
con el imperfecto y fracasado. Para ellos es un her- Dios para todos los fracasados, proscritos, engañados,
mano con el mismo destino. El anciano guarda, por y para todos los que tropiezan. Esta ansia navideña
tanto, uno de los misterios más preciosos y raros está muy cercana al Dios que en nosotros mismos
del mundo, la paciencia indulgente. — En los ins- conjura la maldición, que ha descendido a los abismos
tantes de conmoción navideña, el hombre sencillo de nuestra alma, que se escapó de la sombra nocturna
puede percatarse del destino trágico y bello de los de la noche por nuestra causa, que nos busca en la
ancianos, y ser muy bueno con ellos, para volver a soledad de nuestro ser disipado, que ama con mayor
reparar tanta irritación y tanta impaciencia. cariño a los últimos, a los que no tienen esperanza,

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que es un Dios del amor no amargado y por eso es ¿quién bajará a los infiernos? (es decir: para hacer
un Dios del amor suplicante. subir a Cristo de entre los muertos). Lo que se afir-
ma... es lo que sigue: en tu poder está la palabra; en
El hombre sencillo, en los pocos momentos de
tu boca y en tu corazón" (Rm 10, 6-7). Cristo no es
quietud navideña, puede pensar por eso en muchas
un forastero para nosotros. Es la condensación y al-
cosas que en otras ocasiones solamente le afectan su-
tura superior de todo lo auténtico, verdadero, fervien-
perficialmente. No son reflexiones "sublimes" o "pro-
te y auxiliador de nuestra existencia. El hombre sose-
fundos" pensamientos, pero en ellos es significativo
gado de la navidad le vislumbra a él, su hermano eter-
que se tienen en una atmósfera psíquica de afecto. No
no, como centro sensitivo de su ser humano emocio-
se quiere "empezar" nada con estos pensamientos,
nal ("en su corazón"), aunque no piense en él expre-
sino que se permanece simplemente en ellos y se con-
samente, o crea que está lejos de él.
templa en silencio y con benignidad la vida, sin si-
mulación. En un hombre así, se indicaría que en estos
momentos él hubiese pensado exactamente como Dios
piensa de nosotros; probablemente él nos contempla-
ría entonces con asombro o con temor. Nunca se
hubiese atrevido a creer que los pensamientos de Dios
fuesen tan fáciles, evidentes y sencillos; que Dios pu-
diese estar tan cerca de lo humano. No ha preguntado
por Dios en estos instantes y no le ha buscado, sino
que ha "accedido" solamente al deseo de su propio
corazón. No obstante, en la disposición anímica "na-
videña" le sobrevino un Dios que, en todas partes,
aunque no le busquemos, nos brinda su proximidad:
"Yo estaba a la disposición de los que no me con-
sultaban, podía ser hallado por los que no me bus-
caban. Yo decía: Heme aquí, heme aquí, a gente que
no invocaba mi nombre" (Is 65, 1). La epístola a los
romanos, en su admirable exposición del texto del
Deuteronomio (Dt 30, 11-14), formula el mismo pen-
samiento: "No digas en tu corazón: ¿quién subirá al
cielo? (se entiende: para hacer bajar a Cristo). O bien,

160 161
9
Sobre la caridad

En esta contemplación navideña querríamos refle-


xionar sobre la actividad cristiana más fundamental:
sobre el amor. Esta palabra ha llegado a ser terrible-
mente "equívoca" en nuestra época, aunque quizás
sucedió así en todos los tiempos. Se puede ser prolijo
hablando del amor, pero lo que es, en su verdadera
esencia, solamente lo comprenderá quien ya lo haya
experimentado. ¿Qué aspecto tiene la existencia autén-
tica, que ha llegado a ser radical? El cristianismo
dice: un hombre así es un amante.

Tal vez nos dé buen resultado expresar con pa-


labras por lo menos una pequeña parte de aquel
anhelo de amor que está vivo en todos nosotros.
Querríamos diseñar un cuadro natural, realista, de
aquella realidad que se llama amor. Este nos sobre-
viene como un destino, y lo percibimos en nosotros

163
como un poder ininteligible y, sin embargo, evidente pensamiento y de nuestra repercusión interior. En la
por dentro. Asciende de las profundidades de lo in- historia espiritual de occidente, no hay ningún otro
consciente. Es como una necesidad interna, como texto (fuera quizás de la "contemplación para al-
una presión que se apodera plenamente de alguien, canzar amor", de san Ignacio) que hable de la ca-
si se le percibe. Cuando se ama, no se puede hacer ridad como "conducta observada" de un modo más
otra cosa que amar. El amor actúa en nosotros como sustancial que el capítulo 13 de la primera carta de
una singular fuerza de propulsión, causando casi san Pablo a los corintios. Nos limitaremos a poner
dolor. Por consiguiente, el amor también puede con- este texto en forma de meditación al alcance de nues-
vertirse en una catástrofe devastadora de nuestra tra existencia. Tal vez es la expresión más poética
existencia. Pero esto significa que el hombre ha de y eminente de la esencial conducta cristiana en el
aprender cómo debe amar, cómo debe tomar en sus mundo. Se dice en san Pablo:
manos esta conmoción totalmente personal, que sur-
ge misteriosamente de su alma. El hombre no puede Si hablo todas las lenguas de los hombres y
hacer que se multiplique rápidamente cada afección de los ángeles, pero no tengo caridad, soy como
amorosa sin finalidad ni sentido, sino que la ha de bronce cjug suena o como címbalo que retiñe.
establecer y formar, le ha de dar cumplimiento o se Y si tengo el carisma de la profecía y conozco
todos los misterios y todas las ciencias, y si ten-
lo ha de negar. Por eso la caridad auténtica y ma-
go tanta fe como para trasladar los montes, pero
dura es una "virtud", es decir, una conducta obser- no tengo caridad, no soy nada. Y si reparto toda
vada con esmero ante el mundo. Si no se "aprende" mi hacienda entre los pobres, y entrego mi cuer-
de hecho la virtud, del amor puede surgir un desme- po a las llamas, pero no tengo caridad, no me
surado sufrimiento. Es enigmático: "tenemos" que sirve eso para nada. La caridad es paciente, es
amar, y al mismo tiempo aprender este amor entre benigna la caridad y sin envidia. La caridad no
es jactanciosa, no se ensoberbece; no es inmodes-
aflicciones y contrariedades. El mero "sentimiento" ta, no busca su propio interés; no se deja llevar
del amor puede inflamar al hombre hasta una fero- de la ira; olvida y perdona; no se alegra de la
cidad verdaderamente demoníaca. maldad, sino que se complace en el bien; todo lo
excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo so-
Hacemos bien por lo mismo en tener cuidado porta. La caridad no deja de existir jamás. El
de no emplear en esta contemplación palabras no- carisma de la profecía: tendrá su fin; el don de
tables y expresiones sublimes. Hay que tratar con lenguas: cesará; el don de ciencia: desaparecerá.
Porque es imperfecto el don de ciencia que po-
delicadeza las cosas delicadas. Debemos acoger esta
seemos, e imperfecto el carisma de hablar con
suprema realidad de nuestra vida en su dignidad san- inspiración de Dios. Pero, cuando llegue lo per-
ta, debemos abrirle sin ruido la puerta de nuestro fecto, se desvanecerá lo que es imperfecto. Cuan-

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do yo era niño, hablaba como niño, tenía sen- La caridad lo es todo
timientos de niño, discurría como niño; pero,
cuando me hice hombre, di de mano a lo que
era propio de niño. Al presente, vemos a Dios
como en un espejo y borrosamente; entonces lo
veremos cara a cara. Actualmente tengo un co- Si hablo todas las lenguas de los hombres y de
nocimiento imperfecto de Dios; entonces lo cono- los ángeles, pero no tengo caridad, soy como bronce
ceré perfectamente, lo mismo que de él soy co- que suena o como címbalo que retiñe. Aquí no que-
nocido. Ahora subsisten estas tres virtudes: fe, rríamos indagar en detalle y con exactitud lo que
esperanza y caridad; pero la más excelente de Pablo quiso decir a la comunidad de Corinto, sino
ellas es la caridad (1 Cor 13, 1-13).
más bien lo que él mismo había experimentado en
dicha comunidad. Evidentemente, había en Corinto
Este texto admirable, que ahora queremos con-
personas "dotadas de espíritu", que, empujadas hasta
siderar teniendo en cuenta su declaración antropoló-
el extremo de lo que los hombres presencian, y que,
gico-filosófica, es una singular yuxtaposición y mez-
rartamudeando y balbuciendo, podían recoger lo inex-
cla de declaraciones, deslindes, confrontaciones e hi-
presable en la esfera de lo que se puede hablar. Los
pótesis. Pero, si lo miramos más de cerca, veremos
pormenores históricos y psicológicos de este "hablar
que no se puede hablar de la caridad de distinta ma-
de lenguas" son aquí insignificantes.
nera. En este caso, lo peculiar es que san Pablo no
se esfuerza por definir la caridad. La distingue de Para nosorros es importante la experiencia fun-
otras virtudes y dotes espirituales; enumera sus pro- damental: tú puedes hablar de un modo tan bello co-
piedades, gira alrededor de ellas. Una declaración mo solamente un hombre puede hablar, incluso pue-
importante está ya contenida en lo siguiente: no se des conversar como un ángel: si no tienes caridad,
puede hablar de la caridad; tiene uno que haberla todo eso es únicamente "hojalata"; no has hecho,
experimentado; necesita sentirse estremecido por ella. ni tampoco has experimentado lo verdadero; tu ma-
El amor es la primera emoción de nuestra vida. Pero nera de hablar suena bien al oído, incluso mueve los
lo primitivo siempre es incomprensible; no podemos corazones, estremece; pero ¿qué hay detrás? Nada.
"tratar" de ello. Lo principal siempre se sustrae a Vacío. Tú pronuncias palabras que no abarcan lo
nuestro esfuerzo mental y a nuestro lenguaje. Sola- verdadero. Tu lenguaje, tu dicción es impéleme, es-
mente está "transmitido" como experiencia. Esta ex- timulante, incluso iluminadora, simplemente gran-
periencia significa en primer lugar que diosa. Pero tú mismo no te encuentras detrás. Y así
tu lenguaje se vuelve trivial, "tenue", entristece.
Solamente te buscas a ti mismo, quieres hacer im-

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presión. Si tú todavía no has amado nunca, ¿cómo te tengo caridad, no soy nada. Una delimitación nueva,
atreves a hablar de lo verdadero? Tus palabras se aún más impresionante. El profeta es una persona que
perderán a lo lejos. Una complacencia de sí mismo puede interpretar los acontecimientos de nuestro mun-
y una grandiosa manifestación de sí mismo. Demues- do desde el punto de vista de la gracia de Dios. Una
tra primero que tú puedes ofrecer protección al pró- persona conoce los misterios, si puede detenerse asom-
jimo, que tú le colocas por encima de los intereses brada ante lo inexplicable y lo rodea de toda la
de la propia existencia, que tú quieres evitar al pró- fuerza emotiva existencial de su vida, con una ener-
jimo todas las preocupaciones, penas y heridas que gía que crece continuamente y que "descansa" en
nuestro mundo le puede causar. Toma en primer la verdad oculta. Una persona cree, si se somete,
lugar la defensa de los demás. Lucha en favor del quizás todavía dudando interiormente, a una reali-
prójimo, protégelo, dale vida y crecimiento interior. dad que no se puede componer de la materia de
este mundo; esta persona es absorbida hasta el fondo
Así, pues, según san Pablo, la caridad es prime-
de su existencia por el otro, por un absoluto que
ramente una acción de servicio. Pero nuestro modo
él no puede "explicar"; por medio de esta fuerza
de hablar siempre es hueco y fútil. En primer lugar,
interior del ser reclamado y de la utilización, in-
tenemos que demostrar existencialmente que nuestra
conversación es sincera. Es fácil engañar a otros. cluso puede realizar ocasionalmente cosas que "asom-
Incluso los discursos más sustanciosos no aprovechan bran" a otros e incluso a la ley del universo; esta
nada, si detrás no está la caridad. La caridad se co- persona puede "trasladar montes".
munica sosegada y silenciosamente, mediante la sim-
ple asistencia y mediante la cercana presencia en la En estas tres cualidades de la índole humana se
tristeza. Cualquiera puede pronunciar palabras bo- delinea un cuadro conmovedor de la existencia hu-
nitas. Es sólo cuestión de sensibilidad interna y de mana. Es un ser profético, conocedor y creyente. Des-
estilística. Pero el verdadero "lenguaje" de la caridad de un punto de vista antropológico: es una diná-
suena de un modo completamente distinto. Lo que mica que abarca toda la naturaleza del hombre. E
resuena propiamente en este lenguaje es la entrega incluso aquí dice Pablo: no. Todo eso en realidad no
de sí mismo y no la emoción; tampoco la aclaración vale. No son el último motivo, ni la profecía, ni la
inteligente. ciencia, ni la fe (aunque sean eminentes, bellas,
indispensables), sino la caridad. ¿Qué puede ser esta
Y si tengo el carisma de la profecía, y conozco caridad, a la cual Pablo reconoce esa tal primacía en
todos los misterios y todas las ciencias, y si tengo el mundo de nuestra existencia? Cuanto más inten-
tanta fe como para trasladar los montes, pero no samente Pablo lleva a término la delimitación frente

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a otros "dones del espíritu", tanto más claro resulta
hecho de "no estar preocupado de sí mismo", esta
que no somos nada, si no amamos.
pureza de la entrega, el hecho de "no querer nada
Y si reparto toda mi hacienda entre los pobres, del prójimo", de "aceptar el ser ajeno" ral como es,
y entrego mi cuerpo a las llamas, pero no tengo significan caridad. Sin este desprendimiento funda-
caridad, no me sirve eso para nada. mental, no valemos nada, aunque podamos hacer
Karl Barth dice: muchos "actos de amor". No amamos, sino que
solamente buscamos el propio yo. Quien ha amado,
De hecho hay una caridad que carece de ca- entiende que incluso con la bondad se puede agra-
ridad, una entrega que no es entrega; un paro-
xismo del amor propio, que tiene enteramente viar al prójimo, se puede "ofender" realmente a los
la forma del auténtico amor de Dios y del pró- demás con la entrega. Mientras el amor no se des-
jimo, que llega hasta el extremo; pero en este prenda del propio yo, no es caridad. El curso de ideas
amor propio no interesan ni Dios ni el hermano. de este admirable texto es inexorable, pero también
El amor solo no cuenta ningún acto de amor, benigno. Nos descubre las genuinas dimensiones del
ni siquiera los mayores actos de amor. También ser humano. De un modo singular continúa Pablo en
pueden hacerse sin amor y entonces carecen de
una dirección inesperada. Describe (una vez posi-
importancia; más aún: entonces se hacen contra
Dios y contra el hermano. tivamente, otra vez negativamente) las cualidades de
esta conducta esencial del hombre, acerca de la cual
Si antes la caridad era definida como acción, antes había indicado que no podía hablar de ella.
aquí se añade el desprendimiento como elemento
esencial de la caridad. En lo que se llama "amor",
también puede buscarse uno a sí mismo. Pero también
puede uno perder su caridad en la acción aparen-
temente desinteresada. Aquí se aclara una singular Cualidades de la caridad
característica de la caridad: "no estar preocupado
de sí mismo", "no echar una mirada retrospectiva
sobre sí mismo", la falta de intención. Se puede en-
tregar todo, incluso la propia vida; pero, si esto ocu- La descripción de la caridad es en Pablo muy
rre tan sólo de balde, no vale nada. Esto nos concierne fragmentaria. Se nota que este hombre ha experi-
en los extremos confines de lo que pueden expresar mentado la caridad real; precisamente por eso no
los hombres. Quizás la caridad consiste únicamente puede hablar de ella. El curso de las ideas no viene
en lo que dice el versículo del salmo: "En tu presen- tanto del cerebro como del corazón. Tiene una lógica
cia, me he convertido en una bestia de carga". El singular que sólo el corazón puede entender. La ex-

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vida debe ser sostenida por una benignidad, que en
periencia, de por sí oscilante, suelta esbozos de ideas,
la sagrada Escritura aparece como "suavidad" (hay
conocimientos intuitivos, cada uno de los cuales da
que tomar la palabra en sus distintos significados):
en lo esencial.
como serena tranquilidad de una cohabitación que
La caridad es paciente. Esta descripción empieza está amenazada por tanta precipitación, nerviosismo
con una cualidad indescriptible, pero vivificante: con y agitación; como sosegada aceptación de las faltas
la paciencia. En el fondo, esta cualidad significa que de los demás, de la veleidad del ser amado, de su
una persona puede quedarse mucho tiempo con otra: recusación, de su agitación interna, de su agobio
hasta la muerte. Significa que la primera no soporta corporal y psíquico; como acrisolada consideración
a esta otra con negligencia indiferente, sino con del otro ser con deferencia, cortesía y participación
fidelidad creadora. Es la disposición de ánimo de simpatizante. Está dicho de este modo que esa ca-
"soportar" al prójimo, de ayudar a "sostener" su
ridad es sin envidia: no busca el reconocimiento que
propia existencia; es la disposición de ánimo de
le corresponde, no combate a otras personas, no tiene
adaptarse al tiempo y demostrar auténtica entrega al
enemigos; así, pues, no busca en qué puede mostrar
ser querido de una forma nueva y distinta; la disposi-
culpables a los demás, ni tampoco lleva un "ca-
ción de ánimo de no cortar el hilo del amor, sino
tálogo psíquico" de los delitos de los hombres; no
(por medio de un "presente" amado) probar que
se "familiariza" con aquella malsana irritación con
el prójimo en todas las situaciones de la vida puede
los demás, que socava la vida misma y que es sim-
esperar que nosotros "permanezcamos con él". Sin
plemente presunción. Con esto va anexo que una tal
esta disposición de ánimo para la entrega, mantenida
caridad benigna y sin envidia no es jactanciosa. No
con fidelidad, la estrecha convivencia de los hombres
se pone en primer término, presta atención, no coloca
puede convertirse en un infierno. Por consiguiente,
el propio yo en el escaparate de la admiración o de
la autoeducación para la fidelidad dispuesta a la
la compasión. Ahora vemos cuan sencilla, luminosa
renuncia, la actitud de no capitular ante el deber de
la perseverancia, la paulina superación de discre- y pura es la caridad, de la que habla Pablo; pero
pancias, la represión de la volubilidad del instinto también vemos cuánto esfuerzo y dominio de sí
pertenecen a la condición esencial de la auténtica mismo exige cada día y cada hora. Son cosas pequeñas,
caridad y por tanto del auténtico ser humano. Con con frecuencia inadvertidas, más aún, evidentes, de
esta visión, la caridad sería: incondicional presencia las cuales resulta la más profunda actitud funda-
por siempre en favor de la otra persona. mental con respecto al ser. Pero las cosas evidentes
no son tan "evidentes", cuando se procura realizarlas
Es benigna la caridad y sin envidia. La caridad honradamente en la vida cotidiana.
no es jactanciosa. Esta quietud y humildad de la
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La candad no se ensoberbece; no es inmodesta, en que la caridad no es inmodesta. La expresión aquí
ni busca su propio interés. Ahora Pablo lo intenta no es "moralizante". Alude a un acontecimiento in-
desde otro lado. Querría hacer vislumbrar la forma terior: la fineza y la sensibilidad del amante. Quien
de la caridad en el espejo cóncavo de las negaciones. tiene caridad, no es un chiquillo, precisamente porque
Es curioso cómo Pablo coloca juntas estas negaciones. de tal modo está conmovido por el ser amado, que
Primero dice que la caridad no se ensoberbece. Con ha de ser cortés con él (por un impulso interior).
ello alude claramente a una cualidad importante La degeneración de la caridad se manifiesta en se-
de la caridad, que se experimenta de un modo inme- guida en el descenso de los modales. La caridad lleva
diato (ya por parte de la expresión gráfica), pero que consigo algo noble. Reconoce lo bueno que hay en
sólo con gran dificultad se puede expresar con pa- el prójimo y le hace sentir que se le aprecia y estima.
labras. Con ello se alude a un hombre que no se Modera la violencia innata al hombre, procura man-
hace mayor de lo que es en realidad; que no contie- tener lejos la tristeza, para que no se origine ninguna
ne nada hueco ni vacío; que no valoriza su propio desdicha ni sufrimiento. Esta actitud consiste sim-
yo, sus deseos, su aspiración, su importancia. La cari- plemente en hacer posible la vida para los demás,
dad efectiva no llena el espacio de la existencia con compensar situaciones penosas, hacerse cargo de la
su propio ser, antes bien se retira, deja al viviente susceptibilidad interna del prójimo, reconocer por
espacio abierto para el libre movimiento, con el tanto la dignidad de la otra persona con una actitud
cual puede desarrollarse. No se llena de insigni- activa. De aquí resulta la nota esencial de la caridad:
ficancias, sino que hace afluir hacia sí la vida del
no busca su propio interés. Pero esto es sumamente
prójimo, su actividad, su sentimiento, su alegría,
difícil. En la vida de todos nosotros penetra un día
sus pensamientos, su existencia individual. Se llena
el tedio. Es tan humillante ser como somos... Siem-
del prójimo. Sólo ama de veras quien puede compren-
pre lo mismo, siempre este débil raquitismo de la
der el obsequio del otro ser. Está "ensoberbecido"
propia existencia. Entonces se querría "avanzar", con
el yo acentuado incesantemente; hace salir a los
frecuencia a costa del prójimo. Uno cree estar desi-
otros del espacio del ser. La caridad, en cambio, equi-
vale a reserva, a desprendimiento interior, a no ha- lusionado por todos y salirse de sí mismo. Aquí hay
cerse resaltar. La caridad "se hace pequeña"; pres- peligro, y por cierto un peligro esencial, es decir, un
cinde de sí, concede a los demás aquello de lo cual peligro que amenaza la esencia de la caridad, a
quizás él mismo carece; incluso se alegra quizás de saber, la tentación de emplear a los otros hombres
que el prójimo sea mayor. Esta es la caridad genuina. para que reafirmen nuestro propio yo, para que nos
enriquezcan. ¿Cómo es posible que alguien venza
Este carácter genuino de la caridad se manifiesta esta presión? Nos encontramos aquí de nuevo junto

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al límite de lo que se puede describir. La respuesta es, Esta "actitud suelta" de la caridad no tiene nada
según creo, la siguiente: se puede vencer esta pre- en común con la postura que se alegra de la maldad,
sión amando. Este es el misterio de la caridad, lo con aquel cinismo interno que toma satisfacción de
que ya no puede ser averiguado en el desprendi- que el prójimo ha tenido un desliz, de que algo no
miento simpatizante. En esto consiste la esencia de le dio buen resultado, de que él (finalmente un día)
la caridad, que vence fácilmente esta sombría ten- se ha "llevado un chasco", como le convenía. En
tación, que "ha de vencer la caridad en el amante" una vida que se alegra de la maldad, lo propio del
(Karl Barth). La caridad, mientras ama, no puede amor se desmorona. Desde aquí solamente hay un
buscarse a sí misma. Es incapaz de hacerlo. Ahora paso muy pequeño a la arrogancia, a la frase mons-
el curso de las ideas de Pablo hace otra vez un viraje. truosa que el hombre se atreve a proferir ante su
Describe la victoria de la caridad en la vida coti- Dios (que se dejó crucificar y repudiar por nosotros):
diana. "¡Oh Dios!, gracias te doy, porque no soy como los
demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros;
ha caridad no se deja llevar de la ira; olvida ni como este publicano". San Pablo, en cambio, del
y perdona; no se alegra de la maldad, sino que se amante dice que se complace en el bien. Es un gozo
complace en el bien. Una característica esencial de por la luminosidad de la existencia del prójimo. Es
la caridad consiste en el "desasimiento". En que una profundísima benevolencia. Me complazco en
uno no se cansa del otro ser, en que no "nos crispa que el prójimo haya alcanzado un grado superior de
tan fácilmente los nervios". La caridad no impele, la conciencia, de la libertad (quizás también del
por consiguiente, a nadie de antemano a la actitud éxito), del desprendimiento de sí mismo y de la
del antagonismo. Vence la ira por principio. Esta entrega. Es una actitud, con la cual Dios desde la
superación se lleva a cabo en primer lugar por el primera creación del mundo hasra la eternidad se
hecho de que la caridad olvida y perdona, no lleva halla enfrente de nosotros, es una actitud que Juan
ningún "dossier" sobre las faltas del prójimo, no
ha definido con palabras sencillas, que expresan la
guarda rencor al querido tú por sus malas acciones.
esencia del cristianismo: "Dios es mayor que la con-
La genuina caridad no puede pronunciar la frase
ciencia" (1 Jn 3, 20). Uno de los actos más grandes
realmente perversa, que con tanta frecuencia se oye:
de la caridad desinreresada es complacerse de las
"Te he perdonado, pero no me he olvidado de nada".
cosas bonitas y buenas del prójimo.
El hecho de olvidar y perdonar puede transformar
el ser más amado en un espantajo, en una "cosa"
que ya no se puede soportar. Pertenece a la esencia
de la caridad no "calcular", no "redactar actas".

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La caridad madura espera un cambio real. Esra caridad no puede sobre-
vivir.
Pero, si somos honrados, hemos de considerar
también la cuestión desde el otro lado. Por supuesto,
La exigencia que Pablo ha manifestado hasta
hay situaciones en las que se conoce que la caridad
ahora, es tan grande y tan imponente que el apóstol
presunta no ha pasado a formar parte del ser. Eso
súbitamente se da cuenta de que es humanamente
ni se debería tratar. Pero, si se ha establecido un
inalcanzable esta caridad, cuya imagen acaba de tra-
enlace quizás doloroso, entonces solamente hay que
zar. Hemos de tener paciencia con nosotros mismos.
excusar, creer, esperar y soportar. ¿Qué sería de nuestro
Si queremos amar, hemos de empezar de nuevo
mundo, si ya nadie pudiese perseverar hasta el fin
continuamente, con una iniciativa y libertad siempre
con un ni?
nuevas, con el mantenimiento y sustentación de lo que
aún nos queda por efectuar y donde siempre falla- Con estas cuatro cualidades de la "caridad ma-
mos. Con cuatro frases indica ahora Pablo este proceso dura", Pablo sólo describe en el fondo la única acti-
de maduración de la caridad. El auténtico crecimiento tud fundamental: por medio de mi caridad desin-
siempre se lleva a término despacio. teresada, hago posible al prójimo que él también
pueda amar; si estoy en su casa y con él, le hago
La caridad todo lo excusa, todo lo cree, todo lo notar que él está enteramente a salvo conmigo, puede
espera, todo lo soporta. En primer lugar, presentamos ser enteramente el que es; que en él veo al que debe
cuatro ideas sencillas. Excusar, creer, esperar, y so- ser. Quizás aparecen en él nuevas posibilidades, no de
portar. ¡Con cuánta frecuencia uno se aprovecha, una vez, sino en el curso de la caridad que afluye a
precisamente cuando ama! Se está indefenso, uno él incesantemente. Le muevo, por consiguiente, hacia
pierde en cierto modo su propio ser, tiene la sen- su peculiaridad humana.
sación de ser un juguete. El otro quizás se hace la
caridad demasiado fácil. La caridad ha de "excusar" La caridad no deja de existir jamás. El carisma de
esta decepción de que no se le corresponda, ha de la profecía: tendrá su fin. El don de lenguas: cesará.
sobrevivir a esta decepción con fe y esperanza. Con El don de ciencia: desaparecerá. Aquí Pablo vuelve
frecuencia se está tan cansado; se querría dejar de a su primitivo pensamiento inicial, pero como en una
existir. No se excusa simplemente el fracaso de la espiral, a un nivel más elevado. Lo que al fin de
solicitud de la caridad. Ya no se da crédito al prójimo, nuestra vida sostenemos en las manos, no son nuestros
porque se tiene la sensación (quizás se tienen buenas esfuerzos y aptitudes. Lo que construye nuestra exis-
argumentaciones) de que se le engaña. Ya no se tencia real, que dura por toda la eternidad, es pre-

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necemos en el engranaje de los pensamientos frag-
cisamente este sostenimiento de la carga de la ca-
mentarios, de la inquietud de la apetencia, y de las
ridad, nada más. Todo lo que hemos conocido, todo
angustias. Se ha de ejercitar la silenciosa perma-
lo que así nos ha sacudido interiormente, todo lo
nencia en una cuestión seria, en un pensamiento im-
que podíamos expresar y formular (es decir, toda
portante. Sólo entonces se origina la verdadera inti-
la esfera de nuestro dominio del mundo, de nuestro
midad. Cuando y mientras se ha formado del silencio
avasallamiento del mundo, todo el ámbito de nuestros
una forma de vida, hay algo que brota de la exis-
"esfuerzos") quedará un día destruido en una trans-
tencia, la sabiduría, es decir, la comprensión tranquila,
formación. Solamente la caridad tiene una incapa-
cidad radical de transformación. La caridad sola nos o simplemente la caridad.
lleva sin quebranto a la eterna y última perfección. Pero ésta permanece. La genuina unidad de la
La caridad es la presencia de la promesa ya cumplida. vida, la concordia de las diferencias, de las separacio-
Esto Pablo lo expresa aún más en la frase que da un nes, de las antinomias y de las oposiciones, que di-
valor relativo a todos nuestros "éxitos": ficultan nuestro raciocinio y nuestro lenguaje, más
aún la compenetración con los amigos, con la natu-
Porque es imperfecto el don de ciencia que posee- raleza y también con su propia vida, todo eso sola-
mos, e imperfecto el carisma de hablar con inspi- mente lo puede efectuar la caridad. De no ser así,
ración de Dios. Pero, cuando llegue lo perfecto, se nosotros mismos continuamos siendo una "obra im-
desvanecerá lo que es imperfecto. En realidad, en perfecta", seres extraños en un mundo extraño. Por
nuestra vida no podemos perfeccionar nada. El anhe- eso dice Pablo:
lo, el presentimiento, la volición nos cogen siempre
por anticipado. La realización siempre queda atrás. Cuando yo era niño, hablaba como niño, tenia
Solamente la caridad tiene verdadera estabilidad. To- sentimientos de niño, discurría como niño; pero, cuan-
do lo demás solamente puede llevarse a cabo como do me hice hombre, di de mano a lo que era propio
"obra imperfecta". Lo que hace años o incluso hace de niño. Aquí Pablo no se vuelve contra aquella
meses a uno le parecía tan claro, tan evidente, se grandeza que es alabada en los evangelios, contra
muestra súbitamente mezquino y trivial. No sim- la infancia; no se vuelve, por tanto, contra aquella
plemente "sin valor", sino sólo "obra imperfecta". sencillez y espontaneidad del espíritu, contra la ca-
Por supuesto que se efectúa una "profundización" pacidad de estar recogido y de percatarse indelibera-
en una existencia vivida honradamente. Nos sobre- damente. Estas son cualidades muy nobles de la
viene el anhelo de serenarnos, de detenernos, de re- idiosincrasia humana y sólo difícilmente pueden ad-
cogernos. Pero hay que aprender a serenarse. De quirirse. Pero Pablo habla contra el "infantilismo",
lo contrario, se atrofia algo en nosotros; o perma- que no quiere madurar, que continuamente queda

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adherido a lo transitorio. A un niño le llamamos Al presente, vemos a Dios como en un espejo
"pequeño", pero a un adulto que se pasa la vida y borrosamente. Entonces lo veremos cara a cara.
jugando, que no puede ponerse a tono con la seriedad Pablo habla de nuestra visión "fragmentaria", que,
del deber y de la tarea, a éste le llamamos "infantil". como sucede en todos los espejos, siempre está "tras-
Precisamente este infanitilismo irresponsable del ra- tocada" y que también reproduce los rasgos confusos
ciocinio, de la conversación y del juicio nos abre (se trata de un espejo antiguo, que no era más que
el camino que conduce a la verdadera caridad. un metal muy bien bruñido). Llegamos a ver lo
propio en conceptos y nociones; no está aún conocido
Porque la caridad, como antes se ha indicado, como experiencia de tú a tú. En el fondo, casi todo
hace surgir una peculiar dificultad, más aún, con lo experimentamos "trastocado": Dios está muy cer-
frecuencia una amenazadora necesidad. Hay que "man- ca de nosotros, y nos lo imaginamos "lejos"; Dios
tenerse firme" en la caridad. Con ella no se puede está lejos y nos lo imaginamos muy "cerca". Esta
jugar, ni es posible dedicarse a ella de una forma manera de existir será totalmente transformada. Dios
irresponsable. Nuestra existencia madura hasta con- se convierte para nosotros radicalmente en el tú: "cara
seguir sus características principales, cuando nos ex- a cara"; directa, inmediatamente, en la recíproca con-
ponemos a la preocupación, a la seriedad, al ago- templación y contacto. En la medida en que yo amo,
tamiento de la caridad. Así, y solamente en la me- sucederá entre mí y Dios aquello de lo cual los
dida en que así procedamos, ocurre el "nacimiento" amigos y amantes adquieren una lejana idea en su-
en nuestra existencia. Pero ¿hacia qué futuro está premos instantes de su descubrimiento: yo soy tú,
orientado este nacimiento del hombre que se lleva y tú eres yo.
a cabo en la caridad?
La caridad se despliega con una absoluta capa-
cidad de perfección. Actualmente tengo un cono-
cimiento imperfecto de Dios; entonces lo conoceré
perfectamente, lo mismo que soy conocido de él. En
Futuro de la caridad esta frase de poca apariencia está contenida toda la
plenitud de la promesa de nuestra vida terrena. Co-
noceremos a Dios, como él nos conoce. Esto significa:
pasamos al carácter inmediato de su contemplación
¿En qué consiste la promesa de la existencia que y de su presencia. Continuamos siendo criaturas; pero
ha madurado en la caridad? El apóstol la declara en con todas las fibras de nuestra existencia compren-
tres frases. deremos a Dios, como él nos comprende. Esto en

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el fondo quiere decir: nos convertimos en Dios. La Pero la caridad es la más excelente. ¿Por qué?
dinámica fundamental de mi existencia terrena se Porque ella, y solamente ella, puede llegar a la
despliega con una penetración, con una infiltración última perfección sin cambiar de configuración. Nues-
en lo absoluto. tra fe y nuestra esperanza aún forman parte de lo
"fragmentario"; permanecen eternamente, pero han
Al presente subsisten estas tres virtudes: fe, es- de obtener una forma esencialmente nueva: la con-
peranza y caridad; pero la más excelente de ellas figuración del seguro, silencioso, pero (porque Dios
es la caridad. Incluso en esta eterna visión cara a es infinito) eterno infiltramiento en Dios. Únicamente
cara se conservan la fe y la esperanza. Por supuesto, la caridad permanece tal como es (cuando y mientras
totalmente transformadas en una relación inmediata realmente es caridad). Pero eso significa que ya ahora
con Dios, levantadas a la contemplación, pero, no puede y debe ser interpretada como definitiva anti-
obstante, reales. Permanece la fe: una incesante pre- cipación de lo definitivo. La presencia del cielo en
sencia cara a cara y una permanente actitud de amar nuestra vida terrena. Presencia de lo definitivo en
y recibir; permanece la esperanza: una facultad y
nuestra frágil existencia. Eso es la caridad. Y eso es
volición aún mayores de recibir de la eterna caridad.
también el misterio de la navidad.
Estas dos tienen que cambiar su "forma" terrena.
No se harán efectivas en la oscuridad terrena, ni
en la andadura errante de un lado a otro, sino como
una penetración radiante, ardiente (que siempre hace
más feliz), en un Dios que "crece sin cesar". Así
interpreta Ireneo de Lyon este pasaje de Pablo:

Dios siempre ha de ser el mayor. Y esto, no


sólo en este mundo, sino también en la eternidad.
Así Dios sigue siendo siempre el que enseña, y el
hombre, el que aprende. Con todo, dice el apóstol
que, cuando todo lo demás quedará destruido,
aún existirán estas tres solas: fe, esperanza y ca-
ridad. Porque sin cesar permanece inquebranta-
ble nuestra fe en nuestro maestro, y podemos
esperar que recibiremos de nuevo algún otro re-
galo de Dios... Precisamente porque él es el bueno
y posee una riqueza inagotable y un reino sin fin.

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185
10
Promesa

Si queremos reflexionar sobre el misterio de la


navidad, nada podemos hacer mejor que meditar
sobre el misterio de una persona que se llamó del
Niño Jesús: sobre el misterio de Teresa de Lisieux.
Ella quizás pueda decirnos más que los hombres im-
portantes, serios y eminentes, de los que con tanta
frecuencia se habla. Cuando murió, tenía sólo vein-
ticuatro años. Se ha escrito mucho sobre ella, se
le ha rezado mucho y se ha reflexionado también
mucho sobre su "pequeño camino" de la santidad.
Encontramos mucha piedad en sus escritos, pero en-
contramos también ideas que provocan oposición. Lo
florido en su manera de vivir y en su estilo lo halla-
mos en ella junto al atrevimiento y la audacia. En
el fondo, su vida consistió en un "temerario aban-
dono".
¿Qué puede ella decirnos para nuestra medita-

187
ción navideña? Si queremos comprender la misión de Había, sobre todo, un grupo de perlas de oro (el
esta joven extraordinaria, hemos de recurrir a sus cinturón de Orion) en el que fijaba complacida mis
escritos autobiográficos. Hoy día podemos disponer ojos al ver que tenía la forma de una T. Se lo en-
de ellos en su redacción original.1 Como la mayor parte señaba a papá diciéndole que mi nombre estaba
de las personas extraordinarias, ella ha pensado de escrito en el cielo" (p. 78, 79).
una forma gráfica. Una manera gráfica de pensar es Aquí notamos qué intuiciones de la trascenden-
lo más sutil que se nos puede presentar. En este modo cia dominaban el alma de esta niña y qué promesas
de pensar, el ansia del alma se une con lo terreno y le había comunicado Dios mediante los simples acon-
revela los misterios de un destino concreto. Si que- tecimientos del día. Pero siempre hemos de tener
remos aproximarnos a este destino, tenemos que presente que estos "recuerdos" de Teresa no son
preguntarnos en qué imágenes ha contemplado Teresa meros recuerdos, sino interpretaciones de la presen-
su vida y su misión. ¿Qué imágenes han dominado la
cia de Dios en su vida.
vida psíquica de Teresa de Lisieux? Primeramente se
podría mencionar una imagen que indica una "dis- El niño. Teresa siempre tuvo la sensación de ser
posición anímica navideña": un "niño". Se le hizo la siguiente pregunta: "¿Qué
haríais si pudieseis volver a empezar vuestra vida
Las estrellas. El domingo "tenía también su mar- religiosa? — Me parece, respondió, que haría lo
cado matiz de tristeza. Recuerdo que, hasta el rezo de mismo que he hecho. — Entonces, ¿no compartís el
completas, mi felicidad era pura y sin mezcla de me- sentimiento de aquel solitario que afirmaba: 'Aunque
lancolía. Durante este oficio divino me ponía ya a hubiese vivido largos años en la penitencia, mientras
pensar... que al día siguiente sería necesario empezar me quedase un cuarto de hora, un soplo de vida,
de nuevo la vida... Era entonces cuando mi corazón temería condenarme?' — No, no puedo compartir
sentía el peso del destierro de la tierra, y suspiraba ese temor; soy demasiado pequeña para condenarme:
por el descanso eterno, por el domingo sin ocaso de los niñitos no se condenan" (p. 1502). "En cuanto
la patria del cielo... Al volver a casa (con papá), a los pequeños, serán juzgados con una extrema
recorría el camino mirando las estrellas que bri- dulzura. Siempre es posible permanecer pequeño, aun
llaban dulcemente, y aquel espectáculo me encantaba. en el desempeño de los cargos más temibles. Está
1 escrito que al fin de los tiempos el Señor se levantará
Santa Teresa del Niño Jesús, Obras completas — Ver-
sión castellana de Fr. Emeterio G." Setién de J. M., car- para salvar a los mansos y humildes de la tierra"
melita descalzo. El Monte Carmelo, Burgos 1960 (se citan (p. 526). "La perfección me parece algo sencillo.
los textos de este libro indicando únicamente la página);
André Combes, Sainte Thérése de Lisieux et sa mission. Veo que basta conocer su nada y entregarse como un
Herold, Wien 1956. Se cita esta obra con la palabra "Com- niño en los brazos del Dios amado. Los bellos libros
bes".

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que no puedo entender, y menos aún llevar a efecto, gracia que ilumina el camino que ha de recorrer
me gusta dejarlos a las almas grandes, a los espíritus la barquilla de graciosa vela blanca. Y allí, junto a
sublimes, y me alegro de ser pequeña, porque el ban- Paulina, tomé la resolución de no alejar nunca mi
quete celestial está reservado a los niños, y a los alma de la mirada de Jesús" (p. 90-92).
que se les asemejan". "Desde hacía algún tiempo, me Otra vez vemos de qué modo tan directo Dios
había yo ofrecido al Niño Jesús para ser su jugue- entró en el alma de esta niña por medio de la crea-
tito. Le había dicho que no me tratase como a un ción. Era una vida selecta encontrar a Dios en todas
juguete caro, uno de esos juguetes que los niños se las cosas.
contentan con mirar sin atreverse a tocarlo, sino como La florecilla. "Creo que si una floréenla pudiera
a una pelotita sin valor alguno, que él podía tirar al hablar, contaría con sencillez lo que Dios ha hecho
suelo, pegar con el pie, romper, abandonar en un por ella, sin pretender ocultar sus dones. No diría,
rincón, o bien estrechar contra su corazón, si le so pretexto de humildad, que carece de gracia y de
venía en gana. En una palabra: quería divertir al aroma... La flor que va a contar su historia se com-
Niño Jesús, complacerle, entregarme a sus caprichos place en ... reconocer... que sólo la misericordia de
infantiles... El había escuchado mi oración" (p. 245, Jesús ha obrado todo lo bueno que hay en ella"
246). (p. 31, 32).
De nuevo vemos la madurez de esta "niña de- Procuremos hacernos cargo de este lenguaje por
lante de Dios". No contiene casi nada sentimental. una parte tan "florido", por otra parte tan sincero.
Sólo la reclamación de entregarse por completo a Teresa tiene la sensación de ser una "flor", y aun una
los caprichos de un niño, y aproximarse así al mismo "florecilla". Ha nacido de la tierra y ha florecido
Dios, ya que este niño es Dios hecho hombre. simplemente, sin mérito ni esfuerzo: un regalo de
El mar, "Tendría yo de seis a si ere años cuando la gracia.
papá nos llevó a Trouville. Nunca olvidaré la im- La cesta. "Un día, Leonia, viéndose ya demasiado
presión que me causó el mar. Lo estuve contemplando mayor para seguir jugando a las muñecas, vino a
fijamente. Su majestad, el bramido de sus olas, todo nuestro encuentro con una cesta llena de vestiditos
hablaba a mi alma de la grandeza y de la omnipo- y de preciosos retazos... Encima de todo llevaba acos-
tencia de Dios... Por la tarde, a la hora en que el tada a su muñeca. 'Tomad, hermanitas mías, nos
sol parece bañarse en la inmensidad de las olas, de- dijo, escoged lo que queráis; os lo doy todo'. Celina
jando delante de sí un surco de luz, fui a sentarme echó la mano y cogió un pequeño mazo de presi-
sola con Paulina sobre una roca... Estuve largo tiempo llas que le gustaban. Tras un momento de reflexión,
contemplando aquel surco luminoso, imagen de la también yo eché la mano, diciendo: 'Yo lo escojo
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¡Qué admirable lógica en la vida interior de
todo'. Y cogí la cesta sin más ceremonias... Este epi-
santa Teresa de Lisieux! Ella lo quiere "tener todo",
sodio de mi infancia es el resumen de toda mi vida"
no solamente como niña, sino también como monja:
(p. 53, 54). Más tarde Teresa escribió: "Perdóname,
primero la cesta, pero después íntegramente todo. Al
Jesús, si desvarío al exponer mis deseos, mis esperan-
final, también ella ha obtenido este "todo" ínte-
zas que tocan en lo infinito. Perdóname, y cura mi
gramente.
alma concediéndole todo lo que ella espera. Ser tu
esposa, ¡oh Jesús!, ser carmelita..., debiera bastarme. La naturaleza. "Hundida la mirada en la lejanía,
Pues no es así... Siento la vocación de guerrero, contemplábamos el lento ascender de la luna blanca
de sacerdote, de apóstol, de doctor, de mártir. Siento, por detrás de los altos árboles. Los reflejos plateados
en una palabra, la necesidad, el deseo de realizar por que derramaba sobre la naturaleza dormida, las bri-
ti, ¡oh Jesús!, las más heroicas acciones. Siento en llantes estrellas que titilaban en el azul profundo...,
todo elevaba nuestras almas al cielo, al hermoso
mí el valor de un cruzado, de un zuavo pontificio.
cielo, del que todavía sólo contemplábamos 'el limpio
Quisiera morir sobre un campo de batalla por la
reverso' " (p. 184). Después, habla Teresa de nuevo
defensa de la Iglesia. Siento en mí la vocación de
de la naturaleza: "He notado que en todas las cir-
sacerdote. ¡Oh Jesús! ¡Con qué amor te recibiría
cunstancias graves de mi vida la naturaleza ha sido la
en mis manos cuando al conjuro de mi palabra ba-
imagen de mi alma. En los días de lágrimas, el
jaras del cielo!... A pesar de mi pequenez, yo quisiera
cielo ha llorado conmigo; en los días de gozo..., el
dar luz a las almas, como los profetas y los doctores.
cielo azul no se ha visto oscurecido por ninguna
Tengo la vocación de apóstol. Quisiera recorrer la
nube" (p. 197).
tierra predicando tu nombre y plantar sobre el suelo
infiel tu cruz gloriosa. Pero, ¡oh mi bien amado!, una Quizás a muchos de nosotros nos interesaría, a
sola misión no me bastaría. Desearía anunciar a un este respecto, ver qué impresión hizo Suiza a Teresa
mismo tiempo el evangelio en las cinco partes del de Lisieux. Ella describe su viaje a Roma, donde
mundo, y hasta en las islas más apartadas. Quisiera quería hablar al Santo Padre, a fin de pedirle permiso
ser misionero, no sólo durante algunos años, sino para ingresar en el claustro a los quince años de
haberlo sido desde la creación del mundo, y serlo edad.
hasta el fin de los siglos... ¿Qué responderás a todas Suiza. "Antes de llegar a la ciudad eterna, tér-
mis locuras?... Fue precisamente... mi debilidad la mino de nuestra peregrinación, nos fue dado contem-
que te movió siempre, Señor, a colmar mis pequeños plar muchas maravillas. Primero fue Suiza, con sus
deseos, y la que te mueve hoy a colmar otros deseos altas montañas, cuya cima se perdía entre las nubes;
míos más grandes que el universo" (p. 340-343). con sus graciosas cascadas..., con sus valles profundos

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repletos de heléchos gigantescos y rosados brezos... del agradecimiento a Dios por hacernos el obsequio
¡Cuánto bien hicieron a mi alma aquellas bellezas...! de un país que suscitó tales pensamientos en el alma
¡Cómo la elevaron hacia quien se complació en sem- de una santa?
brar a manos llenas tales obras maestras en una tierra La cera y el canario "Una pobre mujer, pariente
de destierro...! No tenía ojos bastantes para mirar. de nuestra criada, murió en la flor de la edad, de-
De pie, junto a la puertecilla del coche, casi perdía jando tres niñitos pequeños. Durante su enfermedad,
la respiración. Hubiera querido estar a los dos lados recogimos en nuestra casa a las dos niñitas... Viendo
del vagón; pues, al volverme, contemplaba paisajes de cerca a aquellas niñas inocentes, comprendí cuan
maravillosos y enteramente distintos... Unas veces inmensa desgracia sea no formar bien a las almas
nos hallábamos en la cima de una montaña. A nues- desde el primer despertar de su razón, cuando se
tros pies, precipicios cuya profundidad no podía me- asemejan a una cera blanda sobre la que se pueden
dir nuestra mirada, abrían sus fauces dispuestos a imprimir tanto las huellas de la virtud como las del
tragarnos. Otras veces, se trataba de una encantado- pecado. Comprendí lo que dijo Jesús en el evan-
ra aldea, con sus graciosas casitas y su campanario, gelio: Preferible sería ser arrojado al mar que escan-
por encima de la cual se cernían suavemente las nu- dalizar a uno solo de estos niñitos" (p. 202, 203).
bes henchidas de blancura. Más a lo lejos, un ancho Esta experiencia en seguida se profundiza con un
lago, dorado por los últimos rayos del sol. Sus ondas segundo episodio: "Recuerdo que entre mis pajari-
tranquilas y puras, reflejando el tinte azulado del llos tenía un canario que cantaba de maravilla. Te-
cielo encendido en las lumbres del atardecer, presen- nía también un pequeño pardillo, al que prodigaba
taban a nuestros ojos maravillados el espectáculo mis cuidados... Este pobre prisionero no tenía padres
más poético y asombroso que se puede imaginar. En que le enseñasen a cantar. Pero, oyendo a su com-
el fondo del vasto horizonte se divisaban las monta- pañero, el canario, lanzar desde la mañana a la no-
ñas, cuyos contornos imprecisos hubieran escapado che jubilosos trinos, quiso imitarle. Difícil le resul-
a nuestra vista, si sus cumbres nevadas, que el sol taba al pardillo la empresa... Era muy divertido ver
hacía deslumbrantes, no hubieran añadido un encanto los esfuerzos que hacía el pobrecillo; pero el éxito
más al hermoso lago que nos fascinaba. La contem- coronó sus esfuerzos, pues su canto, aunque mucho
plación de aquellas bellezas sembraba pensamientos más débil, llegó a ser igual que el del canario" (p.
profundos en mi alma. Me parecía estar ya en po- 204, 205).
sesión de la grandeza de Dios y de las maravillas
del cielo" (p. 222-224). Dos cuadros impresionantes: la cera enseña a
Teresa cómo el hombre es formado por Dios y puede
¿Es menester que añadamos todavía algo, fuera retener sus huellas digitales; el pardillo le demuestra

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que el hombre puede acostumbrarse a "melodías"
ba su blancura. Uno de mis mayores placeres era
completamente distintas de las que le son congénitas.
pasearme bajo los copos de nieve. ¿De dónde me
La penitencia. Antes de su ingreso en el Carmelo venía este gusto por la nieve? Tal vez de que, siendo
de Lisieux, Teresa se ha preparado para el gran día. una florecilla de invierno, el primer vestido con que
Pero parece extraña la manera como lo hizo: "¿Có- mis ojos vieron embellecida a la naturaleza debió
mo pasaron estos tres meses tan ricos en gracia para de ser su manto blanco. En fin, había siempre desea-
mi alma?... Al principio, me vino la tentación de no do que el día de mi toma de hábito la tierra estu-
sujetarme a una vida tan ordenada como la que por viese, como yo, vestida de blanco. La víspera del di-
costumbre hacía. Pero pronto comprendí el valor de choso día miraba yo tristemente el cielo gris, del que
aquel tiempo que se me concedía, y resolví entre- de vez en cuando se desprendía una fina lluvia" (p.
garme más que nunca a una vida seria y mortificada. 276).
Cuando digo mortificada, no es para dar a entender
De nuevo se había echado a perder un bello día.
que hacía penitencias. No hice ninguna. Muy lejos
Pero ¿es tan importante tener nieve el día de la to-
de parecerme a esas hermosas almas que desde su
ma de hábito?
infancia practicaron toda clase de mortificaciones,
yo no sentía por ellas ningún atractivo... Mis morti- El juguete de Jesús. "Un día, durante la oración,
ficaciones consistían en quebrantar mi voluntad...; comprendí que con el vivo deseo que tenía de profe-
en callar una palabra de réplica, en prestar pequeños sar se mezclaba un gran amor propio. Puesto que
servicios..., en no apoyar la espalda cuando estaba sen- me había entregado a Jesús para complacerle y con-
tada, etc. Con la práctica de aquellas nadas me prepa- solarle, no debía obligarle a hacer mi voluntad en
ré a ser la prometida de Jesús, y me es imposible de- lugar de la suya. Comprendí también que una prome-
cir cuan dulces recuerdos me dejó aquella espera. tida debía ir preparando el aderezo para el día de
Tres meses pasan pronto" (p. 261, 262). sus bodas... Voy a poner todo mi cuidado en ir prepa-
rándome un hermoso vestido de boda... Cuando lo
De nuevo es admirable ver cuan profundamente juzguéis suficientemente hermoso y enriquecido, es-
esta niña penetró en los sentimientos de Cristo. Para toy segura de que ninguna criatura del mundo podrá
ella las penitencias exteriores eran "secundarias". impediros bajar hasta mí a fin de unirme para siem-
Por lo que ella se afanaba de veras era por conse- pre a vos" (p. 282, 283).
guir pleno dominio de sí misma; prepararse interior- A través de la forma infantil de expresión, aquí
mente para el momento vivamente anhelado. resplandece también la seriedad de la intención: ser
La nieve. "No sé si os he hablado ya de mi pre- un juguete de Jesús a lo largo de una vida; hacer lo
dilección por la nieve. Desde pequeñita me encanta- que le gusta.

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El lienzo. "Si el lienzo pintado por un artista dos... Creo que es preferible no exponerse al com-
pudiera pensar y hablar, no se quejaría ciertamente bate cuando la derrota es segura. Cuando recuerdo
de ser tocado y retocado por el pincel; ni tampoco el tiempo del noviciado, veo claramente lo imperfec-
envidiaría la suerte de este instrumento, pues cono- ta que era. Me disgustaba por tan poca cosa, que
cería que no al pincel sino al artista que lo maneja ahora me río... No siento pena alguna al ver que
debe él la belleza de que está revestido. El pincel, soy la debilidad misma; antes, al contrario, me glo-
por su parte, no podría gloriarse de la obra maestra río de ello, y cuento con descubrir en mí cada día
realizada por él. Sabe que los artistas no hallan obs- nuevas imperfecciones" (p. 395-398). Una conduc-
táculo, se ríen de las dificultades, y se complacen a ta muy honrada ante Cristo, una conducta que no
quiere encubrir nada.
veces en servirse de instrumentos débiles y defec-
tuosos. Madre mía queridísima: yo soy un pinceli-
Finalmente, tenemos que tratar de aquella gran
11o que Jesús ha escogido para pintar su imagen en
imagen en el alma de Teresa, de la imagen que ella
las almas que me habéis confiado. Un artista no se
expresamente dio a conocer y por medio de la cual
sirve sólo de un pincel; necesita por lo menos dos.
se hizo célebre, la imagen del
El primero es el más útil; con él extiende los tonos
generales y cubre totalmente el lienzo en muy poco Ascensor. "Sabéis que siempre he deseado ser
tiempo. Del otro, más pequeño, se sirve para los de- una santa. Pero, cuando me comparo con los santos,
talles... Yo soy el pincelillo que él emplea... para los siempre compruebo que entre ellos y yo existe la
pequeños detalles" (p. 412-413). misma diferencia que entre una montaña cuya cima
se pierde en los cielos y el oscuro grano de arena
Teresa de Lisieux procuraba tranquilizar su con-
que a su paso pisan los caminantes. Mas, en vez de
ciencia con tales reflexiones, cuando ella había no-
desanimarme, siempre que lo he pensado, me he he-
tado que Dios por su medio llevaba a cabo grandes
cho esta reflexión: Dios no puede inspirar deseos
obras en las almas de otras personas. Ella no hubiese
irrealizables. Por tanto, a pesar de mi pequenez, pue-
tenido ningún motivo para llevarlas a cabo, porque
do aspirar a la santidad. Crecer me es imposible; he
nadie en realidad creía que ella pudiese conseguir
de soportarme a mí misma tal cual soy, con todas mis
algo extraordinario.
imperfecciones. Pero quiero hallar el modo de ir
La deserción, "Ya os he dicho que el último re- al cielo por un caminito muy recto, muy corto; por
curso que tengo para no ser vencida en los combates un caminito del todo nuevo. Estamos en el siglo de
es la deserción. Este recurso lo empleaba ya durante los inventos. Ahora no hay que tomarse ya el tra-
el noviciado, y siempre me dio estupendos resulta- bajo de subir uno por uno los peldaños de una es-

198 199
calera; en las casas de los ricos, el ascensor suple con
ventaja a la escalera. Pues bien, yo quisiera encon-
trar también un ascensor para llegar hasta Jesús,
pues soy demasiado pequeña para subir la ruda es- Nacimiento de Dios
calera de la perfección. Animada de estos sentimien-
tos, busqué en los sagrados libros el soñado ascensor, en nosotros
objeto de mis deseos, y hallé estas palabras, salidas
de la boca de la sabiduría eterna: El que sea peque-
ñito, que venga a mí. Entonces me acerqué a Dios,
adivinando que había encontrado lo que buscaba.
Y deseando saber lo que haríais, Señor, con el pe-
queñito que respondiese a vuestra llamada, continué
buscando, y he aquí lo que hallé: 'A la manera que
una madre acaricia a su hijito, así os consolaré yo.
Os llevaré en mi regazo y os acunaré en mis rodi-
llas' " (p. 364, 365). No creo que se haya de comen- En esta navidad recojamos un pensamiento muy
tar por separado este pasaje. sencillo, que Johannes Tauler ya explicó en el si-
glo XIV. El triple nacimiento de Cristo. La refle-
¿Qué debemos decir aún sobre esta muchacha xión sobre este tema amplía nuestra meditación so-
sencilla, que se nos ha desvanecido tan súbitamente? bre la navidad en sus dimensiones cósmicas. Tauler
Teresa siempre ha vivido llena de amor ardiente por habla de las tres misas de navidad. Descubre en ellas
el Dios hecho hombre, por el Niño Jesús. Se con- una triple manifestación: nacimiento de Cristo en
venció de que este Dios solamente es caridad. Enton- la Trinidad, nacimiento de Cristo en la historia, na-
ces se ofreció en sacrificio a esta caridad. No para cimiento de Cristo en nosotros. Quizás será prove-
venir a ser una víctima de la justicia, sino como tes- choso para nuestra meditación seguir con sencillez
tigo que repite ininterrumpidamente: " ¡No os en- este pensamiento.
gañéis! Nuestro Dios carece de acrimonia. Tampoco
tiene alguna intención contra nosotros. No quiere
pagar con la misma moneda. Nuestro Dios es infi-
nita caridad, que destruye toda debilidad" (Combes,
p. 259). Este es el mensaje de navidad, un mensa-
je de promesas.

200 201
Nacimiento de Cristo en la Trinidad Nacimiento de Cristo en la historia

Se celebra este primer nacimiento en la noche La segunda misa empieza así: "Hoy brillará una
oscura. La misa empieza con las siguientes palabras: luz sobre nosotros" (Is 9, 1). El Hijo de Dios se hi-
"El Señor me ha dicho: tú eres mi Hijo, yo te he zo hombre, de noche, hace dos mil años en un
engendrado hoy" (Sal 2, 7). La primera misa alude pueblecito, en Belén. Se le puso en un pesebre
al nacimiento oculto del Hijo de Dios, que ocurrió y se le envolvió en pañales. Su madre le ama-
en la Trinidad. Si queremos ahondar en el más pro- mantó. Era como todos los niños pequeños: un
fundo misterio del nacimiento de Cristo, hemos de diminuto fragmento de vida, sin amparo. Aceptó
reflexionar sobre el misterio de todos los misterios, totalmente nuestra indigencia. Más tarde, pasó una
la eterna "procedencia" de la Trinidad. Dios es tri- vida apenas notada, fue ignorado y mal entendido.
no, nos dice la revelación. Es una "procedencia", En todas partes tropezó con incomprensión, más aún,
en la que Dios se halla personalmente frente a sí con hostilidad: abandonado a la pobreza, rodeado de
mismo, y al que está enfrente, a su Hijo, lo ama de hombres de poca monta, en cierto modo encarcelado
tal modo que su mismo amor es alguien, el Espíritu por una muralla de insensatez. Nuestro Dios se hi-
Santo. Por consiguiente, Dios es eterno en su origen. zo radicalmente pequeño. Este ser pequeño e in-
Eterno como testigo: el Padre. Eterno en el engen- significante de nuestro Dios es un misterio. De este
dramiento: el Hijo. El amor que gira eternamente: modo, Cristo ha convertido la humildad en la ley
el Espíritu Santo. Con nuestro ser creado estamos fundamental de la "nueva creación". Este sería el
vinculados a esta procedencia de la Trinidad. Lo está misterio de la navidad, como entonces se manifestó
todo lo creado, porque lleva los rasgos característicos •en Belén.
de la segunda persona divina. Mientras se vive, se
siente y se piensa, se hace misteriosamente efectiva
la vida de Dios. La semejanza de Cristo se concentra
en el que "realmente vive", en el hombre agraciado Nacimiento de Cristo en nosotros
de tal modo que éste se convierte en el templo del
Espíritu Santo. La finalidad de la vida cristiana y
de la oración cristiana en el mundo es experimentar
La tercera misa empieza cuando el día ya es lu-
el mundo como "recipiente y residencia de la divi-
minoso: "Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha
nidad".
203
202
Ser cristiano significa fusionarse con Cristo se-
dado" (Is 9, 5). Esto simboliza el nacimiento que
gún la sentencia del padre de la Iglesia: "Dios se
ocurre todos los días en nosotros.
ha hecho hombre, para que el hombre se haga Dios".
Gertrudis la Grande escribe en su libro Legado Los sentimientos de la encarnación consistían en el
de la divina piedad: "desprendimiento de sí mismo". Cada cristiano en
su vida llegará a un punto en que le afecte la re-
Un día entré en el patio, me coloqué junto a
clamación de la humildad. Entonces se decide su exis-
la piscina y contemplé los encantos del lugar. La
nitidez del agua que fluía, el color verde de los tencia. Sólo es un verdadero cristiano quien puede
árboles, el vuelo de los pájaros y en particular entregarse sin protección y se acredita en esta en-
de las palomas, sobre todo la quietud, me lle- trega a lo largo de una vida.
naron de complacencia. Empecé a considerar qué
se podía aún añadir a esta estancia, para per- Hacemos efectivos los sentimientos de Cristo,
feccionar el placer. Pensé que había de tener cuando "nos alejamos de nosotros mismos" en un
un amigo que endulzase mi soledad, íntima y afec-
servicio desinteresado. Cristo nos regala el cielo, por-
tuosamente. Entonces tú, Dios mío, has orientado
mis pensamientos hacia ti, y sin duda has sido- que, bajo la forma del hermano, le hemos dado de
tú quien me los has inspirado. Tú me has mos- comer, le hemos dado de beber, le hemos dado hos-
trado cómo mi corazón podría llegar a ser una pedaje, le hemos vestido, le hemos visitado cuando
morada para ti. Por eso, he de volver hacia tí estaba enfermo o en la cárcel. Es como si Dios se
con gratitud la corriente de los pensamientos,
como me exhorta esta agua. De un modo parecido hubiese olvidado de sí mismo en la descripción del
a estos árboles, he de florecer con el color verde juicio y del cielo. Solamente aparece en el rostro del
de las buenas obras, he de crecer en fuerza y des- prójimo. En el cielo se convierte en una situación
plegarme en buenas obras. De un modo parecido- descubierta lo que entonces fue empezado en la
a las palomas, he de elevarme hacia el cielo con
Trinidad, continuado en Belén y realizado en toda
vuelo osado... Así mi corazón te dará un albergue,
que es más precioso que todos los encantos. Mi la historia de la vida cristiana.
espíritu estaba todo el día lleno de este pensa-
miento. Por la tarde, antes de acostarme, cuando Cristo prepara así su última venida en la gloria
me arrodillaba para la oración, pensé súbitamente- definitiva. Entonces esta última "navidad del mundo"
en las palabras del evangelio: 'El que me ama, permanece por toda la eternidad. Se llama cielo.
guardará mi palabra; mi Padre lo amará y ven-
dremos a fijar en él nuestra morada'. Entonces:
mi corazón sentía que tú habías llegado en aquel
momento.

204 205
12
Encarnación

"Por nosotros los hombres y por nuestra sal-


vación, bajó del cielo." La profesión de fe da asi
respuesta a la antigua cuestión de la cristología: ¿por
qué Dios se ha hecho hombre? Aquí se indica un
doble motivo. "Por nosotros los hombres": para que
el hombre pueda ser "él mismo", es decir, realmente
hombre. Y "por nuestra salvación": para redimirnos
del pecado. Estas son las dos funciones fundamentales
de Cristo en la historia de la salvación. Entre ellas
hay una jerarquía. Esta también es expresada sin
merma en la profesión de fe.
En el fondo, Dios se ha hecho hombre para lle-
var nuestro ser humano a la última perfección. Cris-
to es el que perfecciona la naturaleza humana. Con
independencia de que el pecado haya entrado en
el mundo, él hubiese llevado a cabo el hecho de la

207
encarnación. Pero, puesto que ahora la humanidad ceptibilidad del hombre. Por eso no fuerza, no asusta,
se ha cargado con la culpa, es decir, se ha puesto en no obliga. Está tranquilo ante la puerta y llama con
una lejanía de Dios, Cristo primero "tuvo" que re- suavidad.
conciliarnos con Dios y venir a ser nuestro redentor.
Pero esta segunda (adicional) función de Cristo en la En esta meditación navideña también nosotros
historia de la salvación no quita su acción vital pre- queremos tratar de hacer efectivo el misterio de la
encarnación desde un lado que podemos experimentar
vista y planeada desde toda la eternidad: Cristo sigue
humanamente, del que podemos hablar, que no nos
siendo el que lleva el ser humano a su desarrollo. Sin
asusta y no perturba nuestro raciocinio. Como guía
embargo, esta última perfección del ser humano en
tomamos la pertinente sentencia de Pablo: Todo
adelante se lleva a término en la cruz.
es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios
Cristo ayuda a nuestro ser humano, y con él tam- (1 Cor 3, 23). En una meditación esmerada sobre esto
bién al universo que se condensa en nosotros, a subir que para nosotros es realizable, querríamos palpar
al ámbito de la última perfección. En este sentido, el último misterio: Cristo es el consumador del mundo.
Dios también es el "Dios que levanta". Lo último de
todo lo que se puede declarar se llama: "Dios se ha
hecho hombre". Para nuestra manera humana de
pensar, esta frase representa una frontera absoluta.
Ante esta frase, falla la dicción humana, cualquier "Todo es vuestro"
esfuerzo y cualquier sensación. Si se procura penetrar Encarnación del mundo
en esta declaración oída con frecuencia, se observa
cuan quebradiza es la manera humana de pensar.
Por eso es preciso ser prudente, cuando se pro-
nuncian tales frases. Tan prudente como fue el mismo Uno de los hechos más notables de la evolución
Dios, que preparó la encarnación durante mucho del pensamiento moderno es que el hombre cada
tiempo; en cierto sentido, con sosiego la hizo ascen- vez se da más cuenta de su adherencia al mundo.
der de toda la experiencia de la humanidad. ¿Qué Pero ya no mira la realidad del mundo como una
hubiese sido de nosotros sin esta gran paciencia de magnitud estática, en cierto sentido como un marco
Dios, que lo hizo madurar todo con sobrio cuidado? ya siempre pretendido. Considera esta realidad más
Dios es diferente con toda nuestra existencia, tam- bien como una unidad de la evolución, como una
bién, por tanto, con nuestra manera de pensar. Lo continuidad del desenvolvimiento, que se hace notar
eterno no tiene angustia ni prisa. Dios conoce la sus- en un grado cada vez más alto como formación de

208 209
y de espíritu), sino que es un ser único. De los dos
un universo ordenado en vías lácteas, sistemas sola-
se forma un tercero, que no es ninguno de entrambos.
res y planetas, como engendramiento de formas siem-
El alma humana es el despliegue supremo del cuerpo.
pre más complicadas de la vida, como palpación an-
Sólo mediante la doctrina de Tomás de Aquino sobre
ticipada de sí mismo para llegar a un grado siempre
la "unidad del cuerpo y del alma" podemos hallar el
superior de la conciencia.
sentido de la adherencia del hombre al mundo, de
El hombre se siente unido con este mundo. Se la cual se hablaba antes. Mediante esta relación del
considera como el "producto" de un desarrollo que cuerpo con el alma, el universo puede penetrar real-
dura miles de millones de años, en cierto sentido mente en la índole abierta del espíritu. El producto
como la floración o la suprema cumbre de un del esfuerzo (que dura miles de millones de años) del
esfuerzo universal del mundo. El cosmos ha brotado mundo, el cuerpo humano, es realmente espíritu.
de su esencia. El cuerpo es el punto de la adherencia El cuerpo humano no sólo "aloja" al espíritu, sino
más radical del hombre al universo. En el cuerpo y que entitativamente es una sola cosa con él. El desa-
por medio del mismo el mundo pasa a lo espiritual. rrollo del universo denota una tendencia preferente
Así, pues, el cuerpo humano es el lugar de la trans- hacia lo más complejo y unitario. Con el desarrollo
formación. En él, la materia del mundo se une con el superior de la vida, esta orientación se vuelve cada vez
espíritu. Pero la esencia del espíritu consiste en que más clara, hasta que finalmente en el hombre el mun-
está infinitamente abierto a lo infinito. Esta con- do se abre paso hacia su peculiaridad, se convierte en
versión radical de lo material en lo espiritual se lla- espíritu. Con esta perspectiva, el desarrollo es un
ma simplemente "hombre", espíritu convertido en "nacimiento humano". Desde los primeros principios
cuerpo, o materia convertida en espíritu. El hombre de la formación cósmica ocurre una "encarnación
es, por consiguiente, el centro del universo. En él se del mundo".
concentran las fuerzas materiales del mundo y avan-
zan hacia el ámbito del espíritu. El hombre es la Esta "encarnación cósmica" ha de ser concebida
unidad de toda naturaleza, la suprema unificación en todas partes como auténtica creación en cada una
del desenvolvimiento del mundo. de sus fases, y no solamente en la creación del alma
humana. Esto tiene su origen en el concepto de la
Según la filosofía cristiana, la cual ya en Tomás evolución. Evolución significa que de un menos se
de Aquino ha alcanzado una de sus cumbres inte- hace un más, que el estado del mundo se "supera"
lectuales, el hombre es un ser unificado. En él la entitativamente. Esto no sucede solamente aquí y
materia y el espíritu están esencialmente unidas. El allá, sino en cada momento durante todo el proceso
hombre no se compone de dos "cosas" (de materia del desarrollo. Sería un compromiso mentalmente in-

210 211
con todo, él mismo. En esta perfecta imagen de Dios
sostenible que se quisiera apelar a constantes "in-
se funda la posibilidad de una creación en general,
tervenciones de Dios" en la creación, como si el
mundo fuese una máquina que Dios en el curso del es decir, la posibilidad de una semejanza finita de
tiempo hace girar con vueltas cada vez más altas. Dios. Todo lo creado existe, mientras y en tanto lleva
El mundo mismo se desenvuelve, no es Dios quien los rasgos de la segunda persona divina.
desenvuelve el mundo. Dios está fuera de toda la Unamos este pensamiento con el precedente, con
serie de causas del mundo, no es un miembro en la la idea de una creación duradera, que se nos pre-
cadena de las causas segundas. Dios crea el mundo, senta como evolución, y así se dice: cada instante
otorgándole las fuerzas para crearse a sí mismo, para el mundo con novedad creadora procede de la se-
levantar cada vez más la firmeza del ser, para de- gunda persona divina. El logos en cada punto de la
sarrollarse más aún hasta formar el espíritu. Con evolución está presente con su actividad creadora,
esta perspectiva, estaría plenamente justificado decir se crea en el mundo su propia imagen. Con más
que el mundo engendra de por sí el espíritu humano, precisión: el logos otorga al mundo la capacidad
sin que con tal motivo pongamos de algún modo en de "avanzar" cada vez más hacia él por las propias
duda la inmediata particular creación de cada una fuerzas. "En él fueron creadas todas las cosas...; todo
de las almas humanas. Con el cuerpo y el alma somos fue creado por medio de él y para él" (Col 1, 16). El
del todo hijos de la tierra. Y precisamente en esa hombre es el objetivo verdadero, aunque sólo sea
filiación somos también del todo hijos de Dios. transitorio, de este movimiento cósmico. Después de
buscar y andar a tientas durante un tiempo muy
Aquí se podría mencionar aún un último pen-
largo, la evolución (la creación evolutiva) encuentra
samiento. Existiendo como hijos de la tierra, llevamos
cada vez más su última forma. Disminuyen paula-
ya en nosotros la vida de Dios. Cuando decimos en
tinamente las fuerzas biológicas de la transmuta-
general que Dios nos crea de la nada, eso sólo es
ción, ya que el mundo con la producción del espí-
una determinación puramente negativa de la activi-
dad creadora. En cambio, lo propio y positivo de la ritu humano ha abierto una hendidura definitiva
creación consiste en que Dios no nos crea de nada en la materia. Y cada vez más —todos los años, me-
más que de sí mismo, según ninguna otra ley, bajo ses, horas e instantes—, son creados más espíritus en
ningún otro influjo. Todo lo creado vive como pensa- el mundo y, por consiguiente, cada vez se crea más
miento e imagen de Dios. Todo lo creado guarda conocimiento, capacidad de amar y libertad.
por eso Una misteriosa relación con la segunda per- ¿Qué significa todo eso para nuestra piedad cris-
sona divina. El logos es la perfecta expresión del tiana en la vida cotidiana? Significa primera y fun-
Padre. Una imagen que está enfrente del Padre y es, damentalmente:

212 213
Que vivimos en un mundo santo, que por tanto sentimientos, de su peculiaridad respectiva. Final-
hemos de incluir todo el mundo en nuestra adoración mente (en tercer lugar), significa:
cristiana. Que debemos experimentar interiormente
Que no nos demos por satisfechos con lo ya rea-
cómo el mismo Cristo centellea en cada vida y en
lizado, con nuestra situación conseguida. Que deje-
cada verdad. A nosotros, y precisamente como con- mos repercutir conscientemente en nosotros el impulso
ducta cristiana en el mundo, se nos pide una ilimitada del mundo, aquel impulso que hizo avanzar el uni-
estimación de cualquier criatura, un cuidado de cual- verso hacia grados siempre superiores del ser y que
quier vida, las mejores intenciones respecto a la crea- se concentró finalmente en nosotros. Que no pre-
ción, incluso en sus representantes más modestos, sumamos demasiado de nosotros mismos, de nuestros
una actitud abierta a cualquier verdad (de cualquier resultados, de nuestros sistemas, de nuestro concepto
parte que pueda venir, de la derecha o de la izquier- de "Dios". Sobre todo, que hemos de imaginarnos a
da). Pero también significa, en segundo lugar: Dios siempre mayor, y no lo hemos de encerrar en
el marco de formulaciones fijas; que no pensemos que
Que procuremos experimentar el ser humano co- le hemos "cogido". Debemos continuar viviendo.
mo santo y que debemos portarnos ante los hom- No podemos ser mezquinos con nuestra vida, sino
bres como conviene. Que nos aceptemos en pri- que debemos dejarnos conducir por nuestro amor
mer lugar a nosotros mismos con todos nuestros más allá de cualquier realización.
límites y promesas, con nuestra fatiga, con los deseos
que rompen sin cesar nuestros límites. Que por prin- Estas tres reclamaciones fundamentales de nuestro
cipio estamos de acuerdo en existir con lo que hemos ser creado entendido de un modo cristiano abren
ante nosotros una nueva dimensión de la encarnación.
llegado a ser. El día de hoy, la existencia dada a
Después que el mundo se ha "hecho hombre" en
nosotros de un modo concreto, es el sitio desde el
nosotros, nos produjo con cuerpo y alma, tenemos
cual hemos de llegar a Dios. Esto de ninguna manera
la tarea de volvernos "más humanos". La encarnación
es evidente hoy en día. Asimismo: que yo encuentre
no está aún consumada. El desarrollo del mundo sólo
a los demás hombres con santa veneración, que los
produjo el material del ser, con el cual nos debemos
reconozca en su carácter propio, respete su esfera
configurar con esfuerzo propio hasta llegar a ser
privada, defienda a los pequeños y a los indefensos, verdaderos hombres. Esta es ahora la segunda dimen-
me detenga ante los desamparados. Más aún, que yo sión de la encarnación.
sea cortés de un modo simplemente humano, con
todo lo que en eso va incluido, con la simpatía y
consideración de la vida ajena, de sus condiciones y

214 215
"Y vosotros de Cristo" decirse que esta vida no ha sido tal como hubiese
Encarnación del hombre podido ser, éste sabe cuan grande es lo que se in-
tenta con esta frase.
Pero ¿sucede acaso que el hombre de por sí
pueda perfeccionarse a sí mismo; que él con su
La existencia humana puede aspirar a su per-
propio empeño pueda ir madurando hasta el cum-
fección de distintas maneras y por distintos caminos.
plimiento de las posibilidades que en él existen? Por
Nada queda más lejos de nosotros que tratar, aunque
desgracia (o por fortuna) no se da este caso. Llega-
sólo sea someramente, de estas posibilidades de ejer-
mos así al verdadero núcleo de nuestra meditación:
citarse en la peculiaridad del hombre. Para nosotros
no se puede alcanzar humanamente la esencia propia
es importante en primer lugar que el hombre no se
del hombre; el hombre no puede realizarse a sí
halla terminado en el mundo. En cierto sentido, so-
mismo; el ser humano se supera infinitamente a sí
lamente es un anteproyecto de su propio yo. En el
mismo.
hombre siempre hay una tensión oculta entre lo que
él es y lo que podría ser; entre lo que él ya ha rea- Querría desarrollar esto en un breve análisis de
lizado y lo que aún le queda por efectuar. Ha de las tres funciones fundamentales de nuestra subsis-
empezar de nuevo constantemente quien quiera "es- tencia humana.
tar" en el ámbito humano. El comienzo es un ele-
mento continuamente eficaz del ser humano. El conocimiento humano. Conocer significa siem-
pre que el espíritu convierte una realidad concreta en
Esto significa que el hombre tiene que decidirse de su propia intimidad, pero sin palpar por ello la exis-
nuevo sin cesar a existir como hombre. Esto exige de tencia propia de lo conocido. Mediante el conoci-
él una valentía para ser hombre: ver peligros y man- miento de distintos objetos particulares, el hombre
tenerse firme en ellos; aprovechar cada situación, in- empieza a estar al corriente del mundo. Entiende
cluso la más difícil, para crecer, para ser más hombre. poco a poco cómo se comportan las cosas, los seres
Todo eso, y aún otras cosas más, significa: poner de vivientes y los hombres, y cómo se les debe "tratar",
relieve en nuestro propio ser lo viviente y lo que si se quiere tener éxito con ellos. Descubre las leyes
resulta prometedor para el tiempo futuro. Los anti- de la naturaleza, las leyes de la realidad social, y
guos designaban este esfuerzo con una frase gastada, aquellas cualidades muy complicadas de la vida per-
que hoy resulta molesta: "ejercitar la virtud". Pero sonal, por medio de las cuales se gobierna la convi-
quien ya ha experimentado cuan amargo es echar una vencia humana. Todo eso es ciencia concreta, aislada.
mirada retrospectiva a la propia vida y tener que El hombre procura siempre incluir estos conocimien-

216 217
tos fragmentarios en un sistema estudiado a fondo En él vive algo misterioso que continúa impulsando
y con lógica, y fracasa en gran parte. Pero en esto siempre sus acciones hacia nuevos objetivos, hacia
el hombre experimenta que tiene una idea de algo nuevas promesas. Por una necesidad inexorable, el
más extenso, que de ningún modo puede componerse hombre suspira por un "más", pero está condenado
de sus conocimientos particulares. al fracaso cualquier intento de llevar a término la
plenitud del anhelo.
A veces ocurre ante sus ojos una transformación
maravillosa del mundo. En un instante ve que todas Por eso el hombre procura detenerse con dema-
sus precedentes experiencias no han abarcado lo pro- siada frecuencia en el camino, tomar lo transitorio
pio, la razón de las razones, el ser de los entes. Des- como definitivo. Pero él permanece allí, quizás sin
de entonces se da cuenta de que su deseo de saber saberlo, sin dicha ni satisfacción. Por eso el hombre
era infinitamente más que curiosidad. Su espíritu fue sincero no piensa en carecer de deseos. Incluso en sus
atraído siempre por un absoluto, por la plenitud del experiencias cotidianas, el hombre vive constantemen-
ser. Mientras "iba tras" este absoluto, descubrió las te sin freno. Su ser "esparce hacia adelante un débil
cosas de la vida concreta, que no podían satisfacer su resplandor". Lo desconocido, como lo más bello y
anhelo. En cada acto concreto de conocimiento es lo digno de conquista, atrajo constantemente a los
juntamente conocido y reclamado lo totalmente dis- hombres. Y hoy día aún nos atrae. Nuestro ser toda-
tinto. Por consiguiente, el hombre en su conocimiento vía está al frente. Nuestra verdadera "génesis" siem-
siempre es ya (implícitamente) un buscador de Dios. pre está en curso. Para el hombre, cada realización
Lo absoluto entra en relaciones con él en cada ser es sólo un principio de una búsqueda ulterior. Per-
limitado. tenecen a su elemento vital el "sabor de la dicha",
El conocimiento humano solamente se concluiría, la "esperanza de una realización aún mayor". El hom-
si el absoluto se convirtiera para él en una realidad bre, por parte de su esencia, está invitado a "vivir
comprensible de un modo concreto, si el ser ilimita- una vida nueva" (Rm 6, 4). Pero el apóstol Pablo
do se ocultara totalmente en un ente limitado. Según indica también cuan cargosa es una vida así:
esto, en cada acto de conocimiento el hombre desea
Por este motivo, no sentimos desfallecimiento.
la encarnación de Dios. Al contrario, mientras nuestro hombre exterior
se va destruyendo, nuestro hombre interior se
El anhelo humano. El anhelo humano está tam-
va renovando de día en día (2 Cor 4, 16).
bién hendido entre la inmensidad de la demanda y
la limitación de lo realizado. El hombre está real- Esto significa que el hombre lleva consigo una
mente descontento de cualquier éxito en el mundo. dinámica que tiende a lo que humanamente no se

218 219
puede alcanzar. Lo regalado por favor, siempre es al es la verdadera tentación del amor humano. Aquí
mismo tiempo lo querido por necesidad. El anhelo vislumbramos el profundo sentido del célebre canto
humano solamente se podría cumplir, si se confron- de Louis Aragón: "II n'y a pas d'amour heureux"
tase con su propio "objeto", si lo absoluto se oculta- ("no hay amor feliz"). El amor humano no puede
ra en lo que se puede comprender y alcanzar; si Dios ser acabado; a no ser que lo absoluto se representa-
se convirtiera en el hombre. El Dios hecho hombre se íntegramente en un hombre finito. El Dios hecho
está en el centro mental de todos los anhelos del hombre es, por consiguiente, el verdadero "objeto"
hombre. de cualquier amor humano. Interiormente también
El amor humano. El amor consiste en que dos se "hace referencia" a él, se "tiende" a él, dondequiera
personas forman una unidad de seres; que, hablando es amado seria y lealmente.
de ambos, digan: "nosotros". El amor es un proceso
Intentemos resumir ahora los dos primeros puntos
en el cual dos seres humanos viven enteramente uno
de nuestra meditación. El impulso del desarrollo del
del otro. De este modo, ya hemos expresado un úl-
mundo se transforma en el hombre. Vive en noso-
timo elemento del amor humano. Sobrepasa cual-
tros como sueño, esperanza, afán e inquietud, como
quier realización aquello a lo cual se "hace referen- una orientación de lo finito hacia lo infinito. Este
cia" hablando del amor. En el amor ocurre una anti- estrechamiento de la evolución total en la existencia
cipación. El último objeto del amor es por su esencia humana causa en nosotros una intensa presión de
más que todo lo que "ahora" puede ser realizado ideas y deseos. Por eso hay constantemente gran efer-
por este amor. El hombre busca en su amor un incon- vescencia y ebullición en nuestro interior. El universo
dicional más allá de todas las condiciones. Un "amor quiere luchar en nosotros para ascender hacia lo abso-
limitado" es algo imposible. Por consiguiente, una luto. Ahora ha quedado clarísimo: "por él todo fue
criatura, a pesar de su fragilidad en el amor, se con- hecho". Cristo es el polo al que tienden todas las
vierte en el "objeto" de nuestra ansia de lo infinito. energías. El nacimiento del Hijo de Dios no es, pues,
Un anhelo que ningún hombre puede satisfacer. Nin- un acontecimiento aislado de lo que acaece en el
gún ser amado es capaz de hacer frente al amor que cosmos. La encarnación de Dios es la última perfec-
afluye a él. ción del universo y del hombre. Dios "tuvo" que
El amor consiste, por consiguiente, en una lucha meterse dentro de la historia, porque él ha concebido
cada día nueva contra el poder de la evidencia in- el mundo orientado "hacia sí mismo". "Todo es vues-
mediata ("tú eres limitado"), y en el intento deses- tro y vosotros de Cristo". Ahora queremos reflexionar
perado de atribuir una inmensidad a este ser limita- también sobre el último miembro de esta densa afir-
do. Quien ha experimentado el amor, sabe que esto mación.

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Pero solamente se puede hablar de lo que satisface,
"Y Cristo de Dios"
negando también lo que se ha declarado una vez "en
Encarnación de Dios
el mismo aliento". Quizás es una gracia especial de
nuestro tiempo que podamos notar con todas las fi-
bras de nuestra existencia la distinta índole de Dios.
Quizás no hay otro remedio: la humanidad tiene que
Después de haber preparado para nuestra consi-
sufrir esta experiencia, que es la más terrible de todas
deración el acontecimiento incomprensible del ser,
las experiencias, a saber, la "lejanía de Dios", para
la encarnación, podemos pronunciar la frase de todas
que reciba de nuevo una impresión de cuan radical-
las frases, el misterio de todos los misterios: Dios se
mente "distinto" es Dios.
ha hecho hombre. Hemos visto que no hay nada "más
razonable" que esta afirmación. Sin ella, no se po- Dios se hace. Si nos atrevemos, no obstante, a pro-
dría concebir todo el mundo ni la existencia del hom- nunciar sobre Dios lo más alto y puro de todo lo
bre. Pero ahora nos hemos de esforzar por compren- imaginable, tenemos que decir entonces incondicio-
der cuan inmenso es todo eso, de lo que hasta ahora nalmente una cosa: Dios no puede hacerse. Dios es
hemos hablado. Esto lo queremos hacer ahora pre- el que está infinitamente elevado sobre cualquier
sentando brevemente los tres elementos de esta afir- cambio y cualquier falta. Es el "motor no movido",
mación: Dios — Dios se hace— Dios se hace hombre. se basta a sí mismo, no depende de nadie. Este con-
cepto de Dios es excelso y bello. Pero al mismo tiem-
Dios. El nombre representa lo incomprensible y po es fundamentalmente falso. No nos podemos ima-
"lo que está decididamente más allá". Si el hombre ginar a Dios de otra manera; pero, sin embargo, Dios
reflexiona sobre Dios, cae irrecusablemente en la es distinto. A la luz de la manifestación navideña de
tentación. Querría reunir todas las hermosuras del Dios, nos damos cuenta de que el hombre, después
mundo, todos los anhelos de su corazón, y, en gene- que se ha acostumbrado con un supremo esfuerzo a
ral, cualquier realización de sus ideas. Querría tener imaginarse a Dios como el completamente distinto
por "Dios" esta altura, belleza y realización, es decir, y lejano, tiene que experimentar ahora simultánea-
lo mejor de su propio ser; querría, por tanto, de al- mente en él al que está cerca y es "semejante a todos
guna manera adorarse a sí mismo. Pero de este modo nosotros". Dios es tal como ha aparecido en Cristo:
lo echaría todo a perder. Porque para el hombre la "Felipe..., el que me ve, ha visto y está viendo al
satisfacción siempre está en lo inasequible. Dios es Padre" (Jn 14, 9).
precisamente lo que no se puede componer de la ma-
teria de los seres del mundo. Sólo lo "absolutamente El Dios de la revelación viene y va. Prepara con
distinto" puede satisfacer íntegramente el ser humano. grandes dificultades su propia llegada. Después que

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amenazador, sino que yace sin recursos en el pesebre,
ha venido a nosotros, se marcha de nosotros, se se-
pide la asistencia y el amor de los hombres, sus
para en cierto sentido de nosotros. Se convierte en
criaturas. El bautista aún habló, inmediatamente antes
un niño pequeño, vive una existencia poco vistosa
entre nosotros, aprende la profesión de carpintero, de la actuación de Cristo, con palabras amenazantes
emprende caminatas y excursiones, se fatiga y queda sobre lo que hará el esperado. Después ha aparecido
rendido, termina su obra con el sudor de sangre de Cristo, un hombre lleno de comprensión y bondad.
la angustia y con el grito del desamparo de Dios. Un hombre que toma bajo su protección a los peca-
Si ya se quiebra el pensamiento humano acerca de dores y a los débiles (no sólo delante de los demás
Dios, el hombre permanece perplejo ante un "Dios hombres, sino incluso delante de su Padre). Cristo
que se hace". Esta perplejidad va todavía en aumento, defendió incondicional-mente la causa de nosotros los
cuando piensa en el tercer elemento de la afirmación: hombres. Tanto que Pablo, profundamente conmo-
vido, puede decir de él: "Aunque seamos infieles,
Dios se hace hombre. Es curioso: el hombre desea él permanece fiel, porque no puede contradecirse".
con todo su ser la presencia de Dios. Pero, si ésta No podemos imaginar en adelante nada humano que
sobreviene, no la puede soportar. En la sagrada Es- no sea aplicable al mismo Dios, fuera del pecado.
critura encontramos por doquier la siguiente estruc- El poder de Dios se suavizó en Cristo revistiéndose
tura de la "epifanía", de la manifestación de Dios: de encanto y bondad.
el encuentro con Dios es penoso y significa un tras-
Así es el Dios de la encarnación: infinitamente
torno de toda la existencia. Si Dios aparece, el hombre
lejano e infinitamente próximo, incomprensiblemente
tiene que cubrir su rostro, cae como muerto. El hom-
distinto y semejante a todos nosotros. El une en sí
bre se oculta delante de Dios (como hicieron nuestros
todas las bellezas de la tierra, y todo eso lo conduce
primeros padres, con un gesto profundamente sim-
más allá de cualquier capacidad terrena de perfec-
bólico). Pero ¿ dónde debe huir el hombre ante Dios,
si "incluso en el infierno tú estás presente"? Un ción, hasta la vida de Dios. En adelante, en el mundo
forastero nos mira sin vacilar: "¿Hasta cuándo no sólo sucede misteriosamente una cosa: el nacimiento
apartarás de mí tu mirada sin dejarme siquiera tragar de Cristo. Este es hoy para nosotros el verdadero sen-
la saliva?", así se quejó ya Job. El pueblo perturbado tido de la navidad, porque los pastores ya no están
habló a Moisés en el Sinaí: "Habíanos tú, de lo con- escuchando en el campo; el niño Jesús ya no yace
trario estamos condenados a morir". en el pesebre. Eso ha pasado de una vez para siempre,
pero una cosa permanece: el nacimiento de Cristo en
Con todo, en la encarnación Dios hace pedazos la humanidad, el nacimiento del "Cristo cósmico".
esta experiencia. Dios aparece en un niño, que no es Una de las concepciones más profundas de la

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teología paulina es que Cristo ha venido hasta él Y con este ser suyo abierto a lo absoluto, el hombre
fin del mundo, pero sigue viniendo constantemente- ha de vivir con sencilla fraternidad, con el servicio
A través de toda la historia se realiza el nacimiento natural al prójimo en la vida cotidiana. "Cuantas
de Cristo. Al fin del tiempo está el "pleroma Christi'', veces hicisteis eso a uno de estos pequeñuelos, her-
el "Cristo completo". Los cristianos construyen su manos míos, a mí en persona lo hicisteis" (Mt 25, 40).
cuerpo. Esta es la navidad del mundo. Y éste es Esta es la profundidad del misterio de la navidad.
también el sentido de los sacramentos y de toda la
vida cristiana. Los cristianos (los sociológicamente
visibles y los anónimos) se adentran en Cristo a
través de su vida, construyen al mismo Cristo. Si en-
tonces la medida de Cristo está llena, si todos los
que deben constituir la plenitud del ser de Cristo,
se han "abierto" en Cristo, ha nacido entonces el
"Cristo cósmico", está presente entonces el cielo,
se ha terminado entonces la primera creación. Em-
pieza entonces la verdadera vida. Estará acabada la
extraordinaria aventura del mundo.

¿Qué declara todo esto para nosotros desde un


punto de vista existencial? Significa que el hombfs
debe vivir más allá de sus barreras, hasta penetrar en
lo inconcebible; que él lleva consigo un descontento
querido por Dios; que siempre tiene que superar de
nuevo la pequenez de su propia existencia. Dios le
ha creado de tal manera que él debe y puede estar
intranquilo, mientras no haya encontrado lo infinito.

Para el hombre, un ser frágil, nada es bastante


grande. Ser hombre es algo vertiginoso. Dios nos
atrae a partir de nuestro pequeño ser y de nuestras
costumbres. Si nos damos por satisfechos con lo ya
alcanzado, no somos como Dios nos ha concebido.

226 227
13
El Dios insondable

Navidad es la fiesta que nos recuerda otra vez


que Dios es distinto; no se habitúa a nada; sus ca-
minos son siempre nuevos; es joven; viene a nosotros
como quiere. Por eso en navidad celebramos también
la fiesta de la índole insondable de Dios. No sola-
mente en la noche de navidad, también más tarde,
después de su resurrección, el Señor se ha aparecido
constantemente de tal forma que podíamos confun-
dirlo con otro: como jardinero, como viandante, co-
mo hambriento, como hombre en la orilla. Para el
hombre que busca a Dios, puede ser una amenaza
que Dios venga a nosotros de un modo distinto de
como le esperamos, que no se puedan calcular de
antemano sus caminos. ¡Cuan audaz y dominadora
debió ser la fe de los que por primera vez se arro-
dillaron ante un niño, que yacía sobre la paja, y en

229
expresa de un modo inequívoco esta dimensión de
él adoraron a Dios! A este respecto, queremos refle-
la relación humana con Dios:
xionar sobre un tema que casi nunca figura en las
meditaciones navideñas, o solamente se menciona al
Tendré misericordia con aquel que yo quiera;
margen: sobre las tentaciones de la navidad. y tendré compasión con quien yo tenga a bien.
La primera tentación de la navidad dice así: Por consiguiente, no es cosa del querer o del es-
no se puede dejar fijo a Dios. La índole insondable fuerzo humano, sino de la misericordia de Dios.
de Dios hace que el hombre nunca pueda posesionarse
de Dios, que nunca lo pueda sujetar como le querría La misma actitud encontró su expresión brillan-
tener. Dios se sustrae continuamente a nosotros. No te en el salmo 127 (126):
se deja coger con reglas, sistemas ni métodos. In-
cluso los santos han sucumbido con demasiada fre- Si Yavé no edifica la casa, en vano trabajan
cuencia a esta tentación: siempre querían forzar a los que la construyen. Si no guarda Yavé la ciu-
dad, en vano vigilan sus centinelas. Vano os
Dios con la acumulación de sus disposiciones, con la será madrugar; acostaros tarde, y que comáis el
gran abundancia de palabras en la oración, con los pan del dolor: es Yavé el que da a sus elegidos
largos tiempos que empleaban en sus cavilaciones. el pan en sueños.
Deseaban a menudo estar cerca de Dios, tener en
todo tiempo a su disposición la palabra de Dios, su Aún se puede preparar con la mayor rapidez la
revelación, experimentar de una forma duradera sus llegada (que no se puede calcular ni fijar) de Dios
consuelos, su luz, su gracia perceptible. Dios los ha mediante el silencio real, mediante la quietud. Por
desengañado. eso se dice en la misa del 30 de diciembre, día sexto
El hombre debe preparar los caminos de Dios dentro de la octava de navidad: "cuando todo guar-
por medio de la oración, del vencimiento de sí mismo, daba un profundo silencio, al llegar la noche al
y ante todo mediante la simple bondad en la vida centro de su carrera, tu omnipotente palabra, Señor,
cotidiana. Debe rebajar colinas y rellenar valles. Pero bajó de los cielos desde su solio real". El padre apos-
depende exclusivamente de Dios que entonces entre tólico Ignacio, segundo sucesor de Pedro en la sede
en estos caminos preparados para él, que elija la episcopal antioquena, en su carta a la iglesia de
puerta. De aquí procede la conducta propia, la última Magnesia llamó a Cristo "la palabra salida del si-
puerta adornada de un modo festivo, o bien otra lencio". Los paganos ya vislumbraron estas conexio-
actitud de la santidad: estar dispuesto, perseverar, abrir nes: la actitud más genuina del espíritu, así dijo He-
el alma, extender los brazos. Dios da su presencia, ráclito, consiste en "escuchar la verdad de las cosas",
donde, cuando y como él quiere. La carta a los romanos en sosegarse ante el misterio. En el sosiego experi-

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do: en su madre, en su mujer, en su amigo, en su
mentamos la novedad perenne de Dios. En el so-
Dios. Pero, si se esfuerza por vencer esta tentación,
siego estamos dispuestos para la índole insondable de
y ése es el encargo principal de la fiesta de navidad
Dios.
a nuestra vida cristiana, se da cuenta de que lo pro-
La segunda tentación de la navidad es la si- pio no se puede exhibir, de que crece en la medida
guiente: Dios está desengañando con frecuencia. Este en que nuestra entrega se ha purificado. No se puede
niñito ¿cómo ha de sujetar el mundo con mano esperar de lo más amado, que sea amado por todos;
firme? Pero no solamente en la noche de su primera no se puede esperar de lo más delicioso, que sea de-
venida, sino también en todo su gobierno del mundo, licioso para todos los hombres. Hay una última pro-
Dios se muestra en apariencia pobre y desamparado. fundidad de la existencia humana, en la cual el obse-
quio llega a ser enteramente individual, llega a ser
Nuestro Dios no es bastante luminoso. Le querríamos
único en su género, llega a valer tan sólo para este
tener más bello, más admirable, más poderoso. ¿Por
hombre en particular. Por medio de la tentación
qué no muestra más claramente su poder?, ¿por qué
vencida del "desengaño por medio de Dios", el mun-
trata con cuidado a los malvados y deja que los hom-
do se profundiza espiritualmente alrededor de noso-
bres de buena voluntad sean víctimas de atentados?,
tros, nos descubre sus relaciones principales detrás
¿por qué derrocha tanta solicitud valiosa?, ¿por qué
de la superficie que todos pueden comprender. Cada
deja que obras medio acabadas queden destruidas y
avance hacia lo propio tiene que hacerse a través de
lo empieza todo desde el principio? No puede com-
esta tentación del desengaño.
pararse evidentemente a Dios con el mundo. Pero
observa: el hombre siempre está inclinado a quedar La tercera tentación de la navidad consiste en
desengañado por lo que le resulta más querido, por que Dios nos rechaza a la vida cotidiana. Eso él lo
lo que él tiene por amado para siempre. Lo verdadero ha hecho, cuando vino a ser un niño y obedeció a
no tiene la evidencia, la "presencia" (en cierto sentido simples hombres. Lo peculiar de la religión y el or-
densa) de lo que está en primer término. No podemos gullo no pueden coexistir juntos y firmes en la natu-
esperar que lo que para nosotros es luminoso, llegue a raleza humana. En las experiencias auténticamente
ser luminoso para todos los hombres, como por un religiosas, el espíritu se vuelve más sensible, sereno
milagro. Es difícil, sin embargo, aguantar que lo que y amplio. Se dilatan los límites del propio ser. Se lo-
es bello para nosotros, no sea bello para todos los gra una altura de la existencia, que al mismo tiempo
hombres. es la altura del mundo. El ánimo está suspendido
sobre un abismo luminoso. Todo el mundo aparece
Y así el hombre, incluso el más santo, se equi-
en tales momentos como pequeño y mezquino. El
voca con frecuencia en lo que para él es lo más ama-
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espíritu se eleva hacia lo ajeno, hasta penetrar en Es casi imposible expresar con palabras acertadas
lo desconocido, más allá de todo lo mundano. Se estas relaciones, que son las más delicadas del mundo
manifiestan en él una poderosa sensación de vigor del corazón. El cántico de María, nuestro cántico na-
y una fuerza dominadora. videño más propio, lo entendió así: "Desplegó el
poder de su brazo y aniquiló los planes de los sober-
Desde estas alturas del mundo, el hombre que bios. Derribó a los potentados de sus tronos y ensal-
pertenece a la religión cristiana tiene que regresar a zó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos
la escasez de la gente pobre, a la piedad de la vida y arrojó de sí a los ricos con las manos vacías". Quien
cotidiana, a donde le llama su Dios hecho hombre, no supiera de dónde procede este cántico, podría
hecho niño. De este modo, la navidad ha trastornado sospechar que es el cántico de una revolución. Y
toda la religiosidad humana. En adelante, la grande- realmente es un cántico de la revolución, de la re-
za se lleva siempre a cabo en un olvido y desaten- volución de la navidad.
ción de la propia grandeza, en el vencimiento del
orgullo. La grandeza solamente se busca alojamiento Así, pues, el espíritu de la encarnación, el espí-
en adelante en los hombres que saben que no son nada, ritu de la navidad quiere decir llana y densamente que
que un día se cansan de sí mismos, de su propia glo- Jesucristo,
ria. Existe ya una unión estrecha, indisoluble, entre
la renuncia a la grandeza y la auténtica grandeza hu- encontrándose en condición divina, no con-
mana, o, expresado con otras palabras, entre el sacri- sideró codiciada presa ser como Dios; sino que
se despojó tomando condición de esclavo y hacién-
ficio y la alegría. Eso parece contradictorio, como lo dose igual a los demás. Y, tenido como uno más
que ocurre en el instante en que una madre da la por su porte exterior, se humilló, hecho obediente
vida a su hijo. Es una verdad que se experimenta, pero hasta la muerte y muerte de cruz.
que no se puede demostrar, que el sacrificio y la ale-
gría forman una unidad, que uno solamente se enri- Aquí se indicó un camino a nuestra vida cris-
quece dando, que se tiene que renunciar para llegar tiana: la condición previa para la autoeducación cris-
a ser realmente grande. Esta incapacidad de demos- tiana es el altruismo, el desprendimiento de sí mismo.
tración en los últimos fundamentos de la esencia El hombre encuentra su esencia más propia entregán-
humana forma la más poderosa tentación de nuestra dose. Así se acredita a sí mismo y logra la perfección.
vida cristiana. Solamente una tentación hasta el fin El hombre solamente puede "sostenerse" aflojando
de la vida puede hacernos comprender que: el que el agarradero de su egoísmo. El ser humano está orien-
se ensalza, será humillado, y el que se humilla, será tado por su esencia a un éxtasis: solamente se encuen-
ensalzado. tra "exponiéndose". Cuanto más el hombre se agarra

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a sí mismo, tanto menos es "él mismo", tanto menos
desengaño y de la trivialidad. Solamente allí el yo hu-
es un hombre.
mano (que se enrolla en sí mismo) es abierto a una
El espíritu de la encarnación de Cristo también eterna consumación.
es el espíritu de la encarnación del hombre. Si el
Añadimos aún una última indicación: aunque
hombre se encierra en su propio yo, se encuentra a
hayamos comprendido estas últimas conexiones — y
sí mismo vacío y sin promesas. Por consiguiente, la
autoeducación del hombre (y la encarnación de Dios) si nos salió bien, fue la gracia de la navidad—, no
en un último análisis incluye la muerte. Esto es, so- podemos creer que hayamos abarcado lo último, que
lamente en la muerte el hombre es de tal forma "sa- estemos abarcados por lo último. Fue solamente una
cado fuera de sí", que es capaz, si él afirma libremente etapa en el camino sin fin, en el camino de nuestra
que ha sido sacado fuera de sí, de ser perfectamente ilimitada penetración en el misterio. La comprensión
humilde, es decir, es capaz de conseguir el ser perfec- siempre es solamente el principio de una compren-
to dándose plenamente. Por eso Pablo concibe la sión todavía mayor. Solamente correremos detrás de
encarnación de Cristo como una "obediencia hasta Dios. Nunca le daremos alcance ni a él ni a sus pen-
la muerte". Pero quien en el orden de nuestra sal- samientos. Aunque eso ahora, al nivel de nuestra exis-
vación dice muerte, se refiere simultáneamente a la tencia terrena, pueda aparecer como una indigencia,
resurrección. Así, pues, el camino de este Dios hecho en realidad es la condición previa de una dicha sin
niño ya. está señalado por los "sentimientos de la límites. Seguimos siendo eternos buscadores de Dios.
encarnación". Será el Dios muerto y el Dios resucita-
En este punto, la marcha de los magos de oriente
do. Ahora vislumbramos qué carga indecible y simul-
táneamente qué promesa es para nosotros la navidad. es un símbolo, tanto de nuestra existencia terrena
como también de nuestra consumación celeste. Bus-
camos a Dios, para encontrarle, durante nuestra vi-
Resumiendo, podemos y debemos decir que en el
da terrena. Buscamos a Dios, después que lo hemos
hecho de la encarnación Dios ha creado un nuevo
encontrado, en la eterna bienaventuranza. Se le bus-
orden, en que el ser pequeño afirmado consciente-
ca de este modo, para encontrarle; es inmenso. Esa
mente conduce a la última perfección. Dios nos ha
es la estructura de la conversión de la criatura en
metido en un movimiento del desinterés, en un de-
Dios, de una conversión que por su manera de ser
sinterés del que mediante la aceptación de la muerte
nunca tiene fin. Con este espíritu nos arrodillamos
saldrá la resurrección. En esto Dios tuvo que tras-
delante de nuestro Dios niño, enmudeciendo ante su
tornar todos nuestros sistemas e ideas. Tuvo que
misterio. Quizás recibimos de él, como los magos
exponernos al peligro de la índole insondable, del
de oriente, la orden de regresar "por otro camino"
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a nuestra tierra, al mundo de la vida cotidiana. Por-
que ha empezado una nueva vida con caminos ente-
ramente nuevos para quien una vez fue recogido por
este Dios, para quien en él ha contemplado su salva- CONTENIDO
ción.

I. EN LA TENTACIÓN 7

1. Riesgo de la meditación 9
2. El modo de pensar de Cristo 23
3. Impotencia de Dios 51
4. Pobreza cristiana 73
5. Culminación 95
6. Señor de la vida 119

II. MEDITACIONES NAVIDEÑAS 131

7. Y habitó entre nosotros 135


8. Tiesta de la qtiietud 151
9. Sobre la caridad 163
10. Promesa 187
11. Nacimiento de Dios en nosotros 201
12. Encarnación 207
13. El Dios insondable 229

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