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UNIVERSIDAD LAICA ELOY ALFARO DE MANABÍ

EXTENSIÓN EL CARMEN

CARRERA DE INGENIERIA AGROPECUARIA

TEMA: Introducción histórica de la Nomenclatura

Química

ESTUDIANTE: Pesantez Muñoz María José

SEMESTRE: Primero

DOCENTE: Ing. Javier Salcán Sánchez Mg. Sc.

FECHA: 06/ JUL/ 2018

2018(1)
INTRODUCCIÓN
La nomenclatura química crea un conjunto de símbolos económicos en tamaño pero
potentes en significado, que permiten el entendimiento entre las comunidades de
diferentes campos científicos, no solo de químicos, sino de todos los científicos. Debido
a tan cosmopolita uso, es de crucial importancia, tanto en la actualidad, como en el
pasado, disponer de un sistema de reconocimiento de la sustancia con la cual se está
trabajando. El principal objetivo de la nomenclatura química es la de proveer una
metodología para asignar descriptores a las sustancias químicas para que puedan ser
identificadas sin ambigüedad, y así permitir la comunicación, la cual según Kuhn ( 1970;
2010) es el prerrequisito fundamental para la creación de una comunidad científica,
aunque evidentemente aquí estaríamos hablando de crear la comunidad de comunidades
científicas. Los descriptores que se emplean son de dos tipos, estructuras y nombres, y
esa es la razón por la cual el capítulo de nomenclatura química está íntimamente al de
formulación, ambos en sentido laxo de la palabra son modos de dar una descripción a una
sustancia química (Connelly et al., 2005).

Hay que destacar que la nomenclatura química comparte mucho de su más antigua pero
menos conocida hermana mayor, la nomenclatura biológica, y no es solo que una se funda
bajo los preceptos de la otra, sino también que ambas comparten problemas semejantes.
En biología es común asignar un nombre científico a una especie, y luego darte cuenta de
que lo que creías era una especie única en realidad es un conjunto de especies
evolutivamente relacionadas, por lo que tu descriptor se transforma en un género y las
demás se vuelven especies. En química pasa algo semejante, das un nombre a una
sustancia, pero con el mejoramiento tecnológico y los requisitos de la industria te das
cuenta de que lo que has estado fabricando no es una, sino un conjunto de sustancias
estrechamente relacionadas estructural y reactivamente. Aunque dependiendo del campo
de estudio no es estrictamente necesario tener un nombre único para cada sustancia única,
ese es el objetivo ideal. En caso de no lograrlo, el objetivo secundario es el de minimizar
la cantidad de nombres aceptables (Connelly et al., 2005).
MARCO TEÓRICO

Nombrando sustancias en la antigüedad

El origen de la nomenclatura química inorgánica se remonta desde la Edad Antigua con


los aportes realizados por diferentes civilizaciones que se constituían en Egipto,
Mesopotamia, China, India y Grecia, pasando por la Edad Medieval con el inicio de la
alquimia y la Edad Moderna donde se presentan los mayores aportes generados por
diferentes científicos dentro de los que se destacan Lavoisier, Dalton y Berzelius, para la
consolidación de la nomenclatura química inorgánica y finalmente la Edad
Contemporánea donde surge la IUPAC que se encarga de unificar por medio de reglas
los nombres de las sustancias inorgánicas (Suárez, Rojas, & Miranda, 2009).

En Egipto se conoció el oro y la plata debido a su alto grado de utilidad para embellecer
los templos, palacios y tumbas de las clases más altas que constituían el poder, así como
el uso de adornos y bordados que se hacían a los sacerdotes para la decoración de su
cuerpo y sus vestidos como los creados al sacerdote levita Aarón hermano de Moisés
perteneciente al clero que era la clase social más alta de la época. Estos metales se
obtenían por el proceso de levigación que consistía en pulverizar la roca para un posterior
lavado en artesas de madera, finalmente se trataba con esponjas las cuales se quedaban
adheridas a este recipiente formándose una lámina del metal oro que causaba gran
admiración debido al color atractivo que poseía (Suárez et al., 2009).

Para el año 2.500 a.C. el oro fue llamado “Nub” nombre que adquirió porque era
explotado de la Nubia (Díaz, 1981), región que queda al sur de Egipto conquistada por el
tercer faraón de la dinastía I, según su origen se conocían dos clases de oro, el que
provenía de las montañas llamado “Nub-en-set” y el que provenía de los ríos llamado
“Nub-en-um”, por el contrario la plata era llamada “electrón” además existía otro metal
muy conocido el cual se observaba cuando se utilizaba el oro que contenía proporciones
altas de plata, por lo tanto se obtenía un metal de color blanco llamado “asem” o
“electrum” nombre otorgado por otras civilizaciones de Grecia, en donde además los
metales como el cobre, estaño, hierro, plata y oro eran usados en la fabricación de vasos,
trípodes y vasijas empleados para satisfacer las necesidades de las clases sociales más
bajas y los lujos de la nobleza y el clero (Suárez et al., 2009).

De la misma manera en el año 2.500 a.C. las dinastías egipcias III y VI conocieron otros
metales como el cobre al cual se le denomino “chomit” nombre que correspondería a las
aleaciones de este metal, sin embargo en las épocas primitivas lo llamaron “kalkos” y
“aes chyprium” nombre que se le otorgó por encontrarse en la isla Chipre ó “operet”
debido al color que presentaba, pues esta palabra deriva de la palabra “aphar”, que
significa tierra rosada. Por otro lado Huertas, (1981) sostiene que la civilización egipcia
le otorgó nombres como “chomit” y después se le conoció como “men”, “tehsel”,
“opheret”. “Opheret” y “Baen-pet” significa hierro del cielo debido a su origen meteórico
obtenido a partir de la fundición de minerales como limonita y magnetita (Suárez et al.,
2009).

En China se generaron aportes con respecto a la formación de la materia que la concebían


como el universo, de allí surge el YIN y el YANG, el primero correspondía al principio
femenino, lo negativo, lo pesado y lo seco regido bajo la luna, y el segundo era lo
masculino, lo positivo, lo activo, lo ardiente regido bajo el poder del sol, teoría que generó
la idea que decía que la materia estaba constituida por cinco elementos tales como: el
metal, la madera, la tierra, el agua y el fuego (Brock, 1992). Más adelante en la
civilización griega se dan dos escuelas de pensamiento, la materialista y la espiritualista,
la primera y más importante surge en Jonia que representa el primer intento conocido de
brindar una descripción del universo sin recurrir a fuerzas superiores en donde surge una
lista de símbolos para sustancias químicas y palabras técnicas (López Cancio, 1984), de
ahí la existencia del Código Marcianus “imagen siguiente” (Suárez et al., 2009).

De otro modo según Huertas, (1981), la cultura babilónica perteneciente a Mesopotamia,


pudo observar el cosmos relacionándolo con la humanidad a partir del horóscopo, de esto
se decía que todo en la tierra estaba regido por los cinco planetas figura siguiente, el sol
y la luna incluido los metales que eran importantes en el común de la humanidad y se
relacionaban además con los días de la semana, sin embargo al adicionar a las diferentes
formas un rasgo en particular se podían presentar diferentes sustancias, así por ejemplo
al adicionarle tres líneas cortas a la parte cónica del símbolo oro se representaba la
limadura de oro, diferente de cómo se presentaba la limadura de plata debido a que las
líneas largas cubrían la luna que representaba la plata. Un rectángulo en la parte inferior
de los símbolos de estos metales representaba las hojas de los mismos (Suárez et al.,
2009).
Para los alquimistas, su objetivo principal era el de trasmutar los cuatro metales viles o
bajos: cobre, hierro, plomo y estaño en metales nobles: oro y plata, para esto se utilizaba
el plomo fundido y ennegrecido, sin embargo este fue sustituido por el mercurio fluido a
temperatura ambiente. Para poder trasmutar estos elementos era necesaria la presencia de
la “piedra filosofal” o “elixir de la vida” el cual debía eliminar las enfermedades, devolver
la juventud, prolongar la vida e incluso asegurar la inmortalidad; y en presencia
necesariamente de un disolvente simbolizado en varias ocasiones con un dragón (Huertas,
1981).

La particularidad de estos alquimistas al escribir en un lenguaje claro era de gran


relevancia en la época, sin embargo la tendencia a ocultar la ciencia en la que ellos
participaban conllevo a que sus publicaciones y prácticas tuvieran un lenguaje ocultista
en cuanto al nombramiento de las sustancias, debido a esto algunas sustancias y elementos
cambiaron sus nombres, generando que la sociedad ignorará este lenguaje,
desconocimiento que forjaría un atraso cultural. A partir de esto se dice que los
alquimistas mostraban una posición positivista al creer que eran los poseedores de la
verdad absoluta, por lo tanto decidieron utilizar una nueva simbología, en donde se
propagaba la confusión y el misterio haciendo que la alquimia no tuviera un progreso
rápido y avanzado, pero constituyendo el primer paso para la consolidación de un
lenguaje propio de la química (Suárez et al., 2009).

Iatroquímica

En el siglo XV el continente Europeo se caracterizaba por el alto índice de mortalidad a


causa de las malas condiciones sanitarias de la época, debido a que la medicina estaba
poco desarrollada y la higiene era casi nula se desarrollaron enfermedades como la peste,
la lepra, el tifus y la sífilis traída por los mercenarios desde Italia. Para esta época
Paracelsus (1493 – 1541) fundador de la iatroquímica o rama de la química y la medicina
preparó el “ALCAHEST”, un remedio casero que según él era capaz de curar todas las
enfermedades entre ellas la sífilis que según Paracelsus debía ser curada por los “alcahest”
específicos. Por otro lado Paracelsus logra hacer la diferenciación entre alumbres y
“vitriolos” que se denominaban igual en aquella época, además fue el primero en
introducir el término “alcohol”, correspondiente a la sustancia denominada “espíritu del
vino” (Suárez et al., 2009).

Un seguidor de Paracelsus e iatroquímico fue Van Helmont (1577 – 1614) o también


llamado “filosofo del fuego”, quien Introdujo la palabra “gas” del latín Chaos, (carente
de forma). Al calentar 28 kg de carbón vegetal y luego al quedar expuesto al aire el carbón
quedó reducido a 2.2 kg de cenizas, el resto había desaparecido en forma de gas “gas
carbónico”, al que llamó “espíritu silvestre”. De otro lado uno de los aportes que realizó
Glauber (1604 – 1670), a la nomenclatura química fue la distinción que hizo entre los
ácidos sulfuroso “spiritus volatilis vitrioli” y ácido sulfúrico “óleum acidum vitrioli”.
Preparó el ácido nítrico “spiritis nitri” y el “ácido muriático” ácido clorhídrico ó “spiritus
salis” (Suárez et al., 2009).
El flogisto

La capacidad que tenía un cuerpo para arder se debía, según esta teoría a la existencia en
su composición de una determinada y especifica sustancia llamada flogisto. De acuerdo
con la doctrina del químico y médico Alemán Stahl (1660 – 1743), si una sustancia ardía
o algún metal se calcinaba se producía flogisto. Stahl explicó la combustión del azufre y
su recuperación después de tratarlo con “sal de tártaro” carbonato potásico. Por su parte
Joseph Black (1728 – 1799) reconoció la existencia de un gas en algunos minerales hoy
conocidos como carbonatos que se desprendía de ellos por calentamiento y cuyas
propiedades eran distintas a las del aire común a la que le dio el nombre de “aire fijado”
por ser fijado por la cal, actualmente este aire es conocido como dióxido de carbono.

Black considera el cloro como uno de los cuerpos más notables de la química, en 1774
Mr. Scheele (1742 ¬ 1786) le da el nombre de “ácido muriático deflogisticado”, cuando
Black le añadió oxígeno al “ácido muriático” y al observar cambios de aspecto y
propiedades lo llama “ácido oximuriático” (Huertas, 1981).

Más adelante, Geoffroy (1672 – 1731) retoma el simbolismo alquimista representando


los ácidos y las bases, aunque con algunas adiciones (Mosquera, 2000). Los símbolos de
Geoffroy sirvieron de inspiración para muchos trabajos como el realizado por Bergman
(1734 – 1784), que retoma algunos de sus símbolos y reconoce en 1775 el carácter acido
de una disolución de gas carbónico, además tiene del aire una concepción exacta al
considerarlo una mezcla de tres fluidos, el “ácido aéreo” (gas carbónico), el “ácido
viciado” (nitrógeno) y el “aire puro” (oxígeno). Además a Bergman se le debe el inicio
del simbolismo químico especialmente para representar ácidos y álcalis. Tomando viejos
símbolos alquímicos los resignifica para nombrar grupos de sustancias comunes como los
álcalis o los ácidos (Huertas, 1981). Los trabajos de Bergman fueron de gran importancia
para la creación de una nueva terminología química basada en la visión moderna de la
composición, en otras palabras, los típicos grupos de sustancias que enseñamos en la
actualidad: óxidos, bases, ácidos y sales. En 1774 Priestley comunicó a Lavoisier que
había recogido una nueva clase de aire al calentar la “cal roja de mercurio” este aire
favorecía más la combustión que el aire común. Comunicó sus resultados hasta un año
después, y dio al nuevo aire el nombre de “aire deflogisticado” u oxígeno (Suárez et al.,
2009).

La caída del flogisto

En el siglo XVIII Lavoisier (1743 – 1794) ataca los constructos del flogisto sin
contemplaciones, tras encontrar varias dificultades en esta teoría como la explicación
poco satisfactoria que tenían los seguidores del flogisto al afirmar que cuando un metal
se calcinaba perdía su flogisto y la cal que quedaba pesaba más que el metal original, algo
muy contradictorio que un cuerpo gane peso por la pérdida de parte de su composición.
De manera que una vez excluida la idea del flogisto, Lavoisier produce una verdadera
revolución química. Guyton, Berthollet, Fourcroy, G Monge, A. Seguin y N. L.
Vauquelin se unieron a las ideas de Lavoisier y decidieron vincularse a la revista Annals
de Chimien fundada por Lavoisier y su joven discípulo Pierre Adet (1763 – 1834), en el
año 1789.

La nomenclatura tradicional

La gran preocupación que tenía Lavoisier y sus seguidores


era que hasta ahora el lenguaje de los químicos había
llegado a ser bastante confuso y pintoresco, debido a la
ausencia de unas normas mínimas adoptadas, así nombres
como “aceite de vitriolo”, “crema de tártaro”, “manteca de
antimonio”, “azafrán de marte”, “sal amarga”, “azúcar de
Saturno”, recordaban más el lenguaje del arte culinario que
el de una ciencia. En 1782 Guyton de Morveau (1737 –
1816) postuló un sistema de nomenclatura en el
libroMethode de Nomenclature Chimie en colaboración con
Lavoisier y los demás autores, éste fue publicado en 1787, gran parte del libro consiste
en un diccionario identificando el nuevo nombre de las sustancias y el antiguo, así gracias
a las traducciones, se convirtió rápidamente en el lenguaje internacional de la química
(Brock, 1992). De manera que con la publicación del Methode de Nomenclature Chimie
se establece un lenguaje propio de la química al desaparecer nombres como el “aceite de
vitriolo” que pasa a ser el ácido sulfúrico, “el espíritu de venus” a ácido acético; el
“azafrán de marte” a óxido de zinc; el “vitriolo de Chipre” a sulfato cúprico entre otros
(Smeaton, 1989).
El sistema de Morveau fue expandido por las contribuciones conjuntas de Lavoisier,
Berthollet, y de Fourcroy, aunque claro está solo nos acordamos de Lavoisier debido a
que fue el quien afrontó el debate científico contra los defensores del flogisto, quienes
acusaban a este nuevo sistema de nomenclatura como teóricamente sesgado. Y pues era
cierto hasta cierto punto, los nombres del nuevo sistema asumían a priori la existencia de
los elementos químicos al interior de las sustancias químicas. Posteriormente Berzelius
asumió las banderas de Lavoisier adaptando la nomenclatura química francesa a las
lenguas germánicas, expandiendo el sistema y adicionando nuevos términos.

La nomenclatura tradicional requería el concepto de elemento, mas no el de átomo, por


lo que la construcción del sistema fue basado por analogía al sistema de descriptores de
la historia natural, el sistema binomial de Linneo para los seres vivos (Shimao, 1972).
Cada especie química al igual que cada especie biológica recibe un nombre binomial,
compuesto por dos partes, la primera un nombre genérico “homólogo al Género
biológico” y el segundo un nombre específico “homólogo a la especie biológica”. El igual
que con el sistema biológico, el primero de los nombres es el genérico y representa el
TIPO de sustancia a la cual nuestra especie pertenece, es decir, si estamos tratando con
un óxido, un ácido, una sal, un hibrido o un ión. Esta idea también se extiende a los gases
y alótropos que ya hemos trabajado con anterioridad. Por lo general el elemento más
electronegatividad determina el nombre genérico. El nombre específico representa la
sustancia concreta con la que se está trabajando. Al igual que el nombre biológico, el
nombre químico no debe ser ambiguo, es decir un solo nombre debe representar a una
sola especie química sin ambigüedades. A diferencia de la nomenclatura biológica, el
sistema químico es sistemático, es posible en base a una serie de reglas simples, deducir
los nombres de muchas sustancias reales o teóricas.

Cuando la teoría atómica comenzó a popularizarse fue un gran momento de eureka, ya


que permitió vincular una serie de temáticas químicas que parecían no relacionadas. La
teoría atómica concordaba de forma bastante buena con muchísimas sustancias, lo cual
dio origen a las fórmulas químicas, primero empíricas y luego, cuando los métodos
estequiométricos mejoraron, otros tipos de estructuras más cercanas. Básicamente se
abrió el camino a la capacidad de contar los átomos en una sustancia y en una
transformación química (Connelly et al., 2005). Poco a poco las técnicas de aproximación
teóricas permitieron predecir fórmulas concretas de varias sustancias binarias como los
óxidos y las sales simples, aunque los nombres para las sales ternarias seguían siendo un
problema. Cuando Arrhenius señaló que la nomenclatura debía preocuparse por las
sustancias cargadas y no solo por las neutras se decidió que estos nombres se derivarían
de las sales correspondientes. Los cationes se asignaron al nombre del metal y los aniones
al del grupo no metálico con respectivos prefijos y sufijos.

A medida que el número de sustancias inorgánicas crecía el sistema básico de la


nomenclatura tradicional cambió poco hasta el final del siglo XIX. La sistematización de
cierta manera nació y murió con la propuesta de Lavoisier y colaboradores, por lo que
después de que se entablaron las reglas básicas y se ajustaron algunos detalles, el sistema
creció más por impulso tradicional que por una verdadera sistematización. Esto es muy
cierto especialmente para los nombres de los ácidos no predecibles teóricamente, que
adquirieron un sistema de nomenclatura bastante pomposo y muy poco sistemático, lo
cual dificulta su formulación, memorización e incluso notoriedad de su mera existencia
(Connelly et al., 2005).

La nomenclatura Stock

En 1892 en una conferencia en Genova se desarrollaron las


bases para un sistema internacionalmente aceptado para la
nomenclatura química inorgánica, sin embargo para la época
lo único que medio se acercaba era el sistema tradicional. De
esta forma el sistema tradicional fue siendo ampliado con
soluciones ad hoc, es decir soluciones no sistemáticas para
usos ultra-específicos que complicaban la memorización o la
predicción. La discusión se dilató hasta el inicio de la primera
guerra mundial, por lo que el problema tuvo que dilatarse (Connelly et al., 2005). De
pronto se llegó a una instancia semejante a la que había dado inicio al intento de
sistematización de Lavoisier, la nomenclatura química se había vuelto a desorganizar
tremendamente, y la nomenclatura tradicional había adquirido nuevamente tintes no
sistemáticos, con la adición de nombres triviales. Por esta razón en la actualidad a la
nomenclatura tradicional también se la denomina semi-sistemática, y sus nombres aunque
de uso muy extendido se los considera como triviales en muchas ocasiones.

En este contexto ingresa Alfred Stock (1876-1946) quien introdujo un nuevo sistema para
nombrar a las sustancias, y debido a que gran influencia, facilidad de uso y amplia
aceptación es denominado simplemente como el sistema Stock en 1919. El sistema Stock
fue diseñado para compuestos binarios con el objeto de ser un sistema simple, claro y
entendible de forma inmediata, así como aplicable generalmente de forma inmediata. Para
1921 la Asociación internacional de química pura y aplicada reasumió el objetivo de
buscar un nuevo sistema más racional para nombrar sustancias a nivel orgánico,
inorgánico y biológico (Kauffman & Jørgensen, 1985). En 1924 una comisión de
químicos alemanes recomendó que el sistema Stock debía aceptarse sobre el viejo sistema
tradicional con algunas modificaciones.

En lo personal las recomendaciones alemanas fueron igual de rimbombantes, pues el


sistema original Stock era aún más sencillo. En el sistema original Stock el nombre del
metal en la sustancia binaria estaba acompañado por su número de estado de oxidación
en arábigo” como en el caso del óxido de hierro (2). Sin embargo después de 1934 se
obligó a Stock a aceptar que se emplearan numerales romanos en lugar de arábigos para
tal propósito, aunque manteniendo el paréntesis, de forma tal que en el anterior ejemplo,
el nombre se transformó a óxido de hierro (II). En la actualidad el sistema Stock sigue
siendo muy empleado, especialmente para aquellas especies químicas fuertemente iónicas
y de preferencia de estructura binaria.

La nomenclatura sistemática o IUPAC

A pesar de que la nomenclatura Stock ya llevaba varias décadas circulando, no fue del
todo exitosa. El primer reporte de la comisión de la IUPAC para la nomenclatura
inorgánica se dio en 1940, casi 20 años después de que fuera formulada, donde al fin se
le daba luz verde para ser académicamente válida y por lo tanto objeto de enseñanza en
los centros de entrenamiento universitario y en las aulas escolares básicas. Durante los
años siguientes la comisión para la nomenclatura inorgánica se fue organizando más y
más publicando lo que ahora se conoce como el libro rojo de la nomenclatura inorgánica
en los años sucesivos de 1959, 1971, 1977, 1990 y 2005 (Connelly et al., 2005).

Con el paso de los años la nomenclatura Stock también fue quedando en desuso en favor
de un sistema nuevo, que se conoce como la nomenclatura sistemática. Aunque al igual
que con otras nomenclaturas, se ha convertido en algo problemático. El problema emerge
por el hecho de que los textos de química no nos introducen la nomenclatura sistemática
completa, sino más bien una mezcla más bien rara del sistema Stock, el sistema
tradicional y el sistema IUPAC para usos concretos (Chang & Overby, 2011; Chang,
2010). De esta manera los compuestos binarios se nombran por cualquiera de las tres,
pero los ácidos y sales siguen enseñándose casi que exclusivamente bajo el sistema
tradicional, que ya para inicios del siglo XX estaba haciendo agua.
ELABORAR UN MAPA CONCEPTUAL DONDE SE VISUALICÉ UNA LÍNEA DEL TIEMPO
DE LA HISTORIA DE LA NOMENCLATURA
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA DE LA
NOMENCLATURA QUÍMICA

La nomenclatura química crea un conjunto de símbolos


El principal objetivo de la nomenclatura química es la
económicos, en tamaño pero potentes en significados, que
de proveer un metodología para asignar descriptores
permiten el entendimiento entre las comunidades de
a las sustancias quimicas para que puedan ser
diferentes campos cientificos, no solo de químicos, sino de
identificadas y así permitir la comunicación
todos lo científico

El origen de la nomenclatura La nomenclatura


química se remonta desde la La caída del flogisto La nomenclatura La nomenclatura
edad antigua con los aportes
Iatroquímica: rama de la El flogisto: capacida de un tradicional
quimica y la medicina cuerpo para arder (SIGLO XVIII) Stock sistemática o IUPAC
realizados por diferentes
civilizaciones

En 1782 Guyton de Morveau postulo un


sistema de nomenclatura en el libro
Methode de nomenclature chimie en
Alfred Stock (1876-1946)
colaboración con Lavoisier y los demás
Stahl (1660-1743) explico la Lavoisier (1743 – 1794) quien introdujo un nuevo
En el año 2500 A.C. el oro En el siglo XV D.C. en autores, de manera que con la El primer reporte de la
Europa alto índice de combustión del azufre y su ataca los constructos del publicación del libro se establece un sistema para nombrar a las
fue llamado “Nub” de la comisión de la IUPAC
mortalidad. recuperación. flogisto sin contemplaciones
lenguaje propio de la química. sustancias, y debido a que
misma manera en el El sistema de Morveau fue expandido para la nomenclatura
Paracelsus fundador de Joseph Black (1728-1799) De manera que una vez gran influencia, facilidad de
mismo año la dinastías por contribucionew conjuntas de inorgánica se dio en
la iatroquimia preparo el reconoció la existencia de un excluida la idea del flogisto, uso y amplia aceptación es
egipcias III y VI conocieron Lavoisier, Berthollet y Fourcroy. 1940.
“alcahest” remedio que gas de algunos minerales, Lavoisier produce una Posteriormente Berzeluis asumió las denominado simplemente
otros metales como el
curaba todas las considero el cloro como cuerpo verdadera revolución banderas de Lavoisier expandiendo el como el sistema Stock en 20 años después se daba
cobre “chomit” sistema y adicionando nuevos términos.
enfermedades notable de la química. química. Guyton, Berthollet, 1919. luz verde para ser
La nomenclatura tradicional requería el
Mr. Scheele (1742-1786) da el Fourcroy, G Monge, A. 1921 la Asociación académicamente válida y
concepto de elemento mas no el de
nombre de “ácido muriático Seguin y N. L. Vauquelin se átomo, por lo que la construcción del internacional de química por lo tanto objeto de
deflogisticado”, cuando Black le unieron a las ideas de sistema fue basado en el sistema pura y aplicada reasumió el enseñanza en los centros
binominal de Linneo para las seres vivos. objetivo de buscar un nuevo
añadió oxígeno al “ácido Lavoisier y decidieron universitarios y en las
Esta idea se extiende a los gases y
En el siglo XV D.C. en muriático” vincularse a la revista sistema más racional para aulas escolares básicas.
Aparición por primera vez alótropos, a diferencia de la
Europa alto índice de Geoffroy (1672 – 1731) el Annals de Chimien fundada nomenclatura biológica el sistemático nombrar sustancias a nivel
del término “alcohol”
mortalidad. simbolismo alquimista por Lavoisier y su joven es posible en base a una serie de reglas orgánico. Durante los años
Van Helmont nombra por
Paracelsus fundador de la primera vez la palabra representando los ácidos y las discípulo Pierre Adet (1763
simples. En 1924 una comisión de siguientes la comisión
Cuando Arrhenius señaló que la químicos alemanes
iatroquimia preparo el “gas” bases, aunque con algunas – 1834), en el año 1789. para la nomenclatura
nomenclatura debía preocuparse por recomendó que el sistema
“alcahest” remedio que Glaubert introduce por adiciones. las sustancias cargadas y no solo por las inorgánica se fue
Stock debía aceptarse sobre
curaba todas las primera vez los ácidos Bergman fueron de gran neutras se decidió que estos nombres se organizando más y más
el viejo sistema tradicional
enfermedades sulfuroso y sulfúrico importancia para la creación de derivarían de las sales
con algunas modificaciones. publicando lo que ahora
correspondientes, La sistematización de se conoce como el libro
una nueva terminología En la actualidad el sistema
cierta manera nació y murió con la
química basada en la visión propuesta de Lavoisier y colaboradores. Stock sigue siendo muy rojo de la nomenclatura
moderna de la composición, en empleado, especialmente inorgánica en los años
otras palabras, los típicos para aquellas especies sucesivos de 1959, 1971,
grupos de sustancias que 1977, 1990 y 2005.
químicas fuertemente
enseñamos en la actualidad:
iónicas y de preferencia de
óxidos, bases, ácidos y sales.
estructura binaria.
CONCLUSIÓN PERSONAL
La importancia fundamental de la nomenclatura química en cualquier caso es asegurar
que la persona que oiga o lea un nombre químico no tenga ninguna duda sobre el
compuesto químico en cuestión decualquier circunstancia así como en la producción de
cualquier producto, es decir, cada nombre debería referirse a una sola sustancia esto hace
más fácil su manejo a la hora de nombrar cierta sustancia ocompuesto en cierta actividad.
Es por ello, que están desarrolladas y actualizadas bajo el patrocinio de la Unión
Internacional de Química Pura y Aplicada que es la máxima autoridad mundial en
lasdecisiones sobre nomenclatura química.

La enorme cantidad de compuestos que maneja la química hace imprescindible la


existencia de un conjunto de reglas que permitan nombrar de igual manera en todoel
mundo científico un mismo compuesto. De no ser así, el intercambio de información
sobre química entre unos y otros países sería de escasa utilidad. Los químicos, a
consecuencia de una iniciativasurgida en el siglo pasado, decidieron representar de una
forma sencilla y abreviada cada una de las sustancias que manejaban. La escritura en esa
especie de clave de cualquier sustancia constituye sufórmula y da lugar a un modo de
expresión peculiar de la química que, con frecuencia, se le denomina lenguaje químico o
nomenclatura química.

Primero que todo la nomenclatura química es un conjunto dereglas que se utilizan para
nombrar todas aquellas combinaciones que se dan entre los elementos y los compuestos
químicos, este conjunto de reglas es impuesto actualmente por la IUPAC
(UniónInternacional de Química Pura y Aplicada, por sus siglas en inglés) ya que esta es
la máxima autoridad en nomenclatura, la cual se encarga de establecer las reglas
correspondientes.
BIBLIOGRAFÍA

 Ciencias de Joseleg (2005). Nomenclatura y formulación inorgánica. En línea:


http://cienciasdejoseleg.blogspot.com/2015/03/referencias-bibliograficas-
de.html
 David Bañón (2013). Historia de la nomenclatura. En línea:
http://thesciencewatcher.blogspot.com/2013/09/breve-historia-de-la-
nomenclatura-y.thml
 Rosa María González Muradásand Pilar Montagut
Bosque.(2014).Química.Editorial Patria.Pag.50.En linea:
https://books.google.com.ec/books?id=JujhBAAAQBAJ&printsec=frontcover
&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false

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