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Pontificia Universidad Javeriana

Parcial I: Recorrido histórico de la psicología clínica a la luz de la enfermedad, el síntoma y la subjetividad

Emilio Herrera

Psicología Clínica y de la Salud

Ricardo Gonzalez Ome

A lo largo del presente ensayo se realizará un recorrido histórico por los


antecedentes, nacimiento y desarrollo hasta su actual constitución de la psicología clínica,
como esquema fundamental se utilizarán los cinco momentos fundamentales que atraviesa
la medicina planteados por Foucault (citado en De Castro, 1996), el elemento central en
estos momentos radica en la transformación que sufre la lógica desde la cual se entienden la
enfermedad y el síntoma pasando de un momento a otro. Cabe resaltar que pese a que estos
cinco momentos sean el esquema central, se utilizaran a lo largo del texto múltiples
perspectivas y elementos teóricos planteados por diversos autores para complementar y
nutrir el desarrollo del mismo; finalmente, la tesis central que se ira postulando será que lo
que estas transformaciones de la lógica desde la cual se entiende a la enfermedad y al
síntoma han permitido, es que el sujeto cobre a través de la historia de la clínica cada vez
más relevancia, pasando de ser estrictamente ignorado a ser el protagonista (o cuando
menos Co-protagonista) del diagnóstico y el tratamiento.
En un primer momento Foucault nos plantea una lógica desde la cual el síntoma es
visto como un elemento completamente separado de la enfermedad, ésta al ser vista de
manera aislada es entendida como una entidad con su propia naturaleza, y que afecta al
sujeto orientando su funcionamiento en una dirección diferente a la que su naturaleza
propende; la postura histórica que pretendía realizar algún tipo de distinción sobre la
conducta anormal y que resulta ser más a fin con esta lógica es la demonología, entendida
como la doctrina según la cual un ser perverso parcial o totalmente autónomo podría habitar
dentro de una persona y tomar control de su mente (Davison, 2004).
Posteriormente, las distinciones realizadas por este tipo de doctrinas tenderían a una
categorización de las enfermedades a través de los fenómenos característicos que las
acompañan, surge entonces el interés por el síntoma, y este se posicionaría como indicador
de la enfermedad (De Castro); en el terreno de la anomalía mental, destaca la constitución
de la psiquiatría moderna en el renacimiento, en donde destaca la creación del primer
hospital mental en Valencia, España gracias a la iniciativa de Fray Juan Gilbert Jofré, quien
propone entender a aquellos que padecían este tipo de conductas bajo la misma lógica que a
los que padecían enfermedades orgánicas (Peña Telmo, 2005).
A pesar de tratarse de momentos distintos dado lo mencionado anteriormente, estos
dos comparten una característica crucial, y es que en ninguno existe algún tipo de interés
por el sujeto, las doctrinas demonológicas y la categorización a partir de los síntomas no
vuelven su mirada en ningún momento hacia la persona que padece el trastorno, en cambio
la relevancia esta puesta sobre la enfermedad y los fenómenos que acarrea.
No obstante, el interés por el sujeto no tardaría en aparecer, esto gracias a que las
categorizaciones a través de los síntomas se sistematizarían y terminarían por devenir en un
principio implícito en la comprensión de la enfermedad, según el cual esta posee su propio
lenguaje (la tendencia a verla como una entidad aislada prevalecía en algunos niveles
lógicos), sin embargo este lenguaje necesita de un vehículo para ser expresado, y por
primera vez el sujeto cobra relevancia, tomando el lugar del lienzo en una analogía según la
cual la enfermedad dibujaría los síntomas en este (De Castro, 1996).; en términos de
comprensión e intervención de trastornos mentales este funcionamiento de la medicina
seria permeado con gran facilidad a través de la constitución de la psiquiatría científica
inmediatamente siguiente a la revolución francesa, en donde a través de las primeras
taxonomías se conseguiría iniciar una tradición nosológica que a su vez reforzaría la ya
existente tendencia descriptiva presente en la clínica (Peña Telmo, 2005). Huelga decir que
aun cuando el sujeto cobro relevancia solo lo hizo de una manera parcial, ya que el
elemento dominante en esta relación sujeto-enfermedad continuaba siendo la enfermedad y
sus fenómenos.
A medida que la clínica se iba constituyendo en la acumulación de conocimientos
fruto de la investigación, el aprendizaje sobre las estructuras internas del cuerpo le permitió
a una medicina estrictamente organicista reencuadrar la forma en la que planteaba sus
nosologías, y esto repercutió también en el estudio de la patología mental, las nosologías
psiquiátricas se redefinirían a través del paso desde la clínica descriptiva a una explicativa,
y ahora los trastornos serian clasificados en función del órgano cuya actividad se viera
afectada. En este punto, el reconocimiento que había tenido dentro del diagnostico el sujeto
permanece estático, ya que a pesar de producirse una transformación importante en la
lógica que gobierna la comprensión de la enfermedad y el síntoma mediante la búsqueda
por la causa de la enfermedad, esta causa no le confería al sujeto mas que la
responsabilidad, ya presente en el momento anterior, de disponer de un funcionamiento
orgánico optimo, sin embargo nos encontramos al borde de un giro histórico fundamental
que, aprovechando esta necesidad explicativa, revolucionaria el campo de la clínica de una
manera sustancial.
En oposición a la tendencia a la organogénesis de la nosología psiquiátrica de finales
del siglo XIX, se encontraban las hipótesis de psicogenesis de autores como Charcot,
quienes aprovechando el vacío explicativo presente en lo que se denominaban trastornos
funcionales, proponían que para los trastornos de orden anímico lo indicado no era buscar
las causas en el orden de los orgánico, por el contrario los procesos originarios debían ser
de la misma naturaleza que el trastorno (Trull & Phares, 2003; De Castro, 1996); existiendo
esta tensión de carácter teórico, lo que funcionaría como catalizador del anteriormente
mencionado giro histórico serian los estudios sobre la histeria realizados por Sigmund
Freud, quien haciendo uso del método Catártico no solo propone una alternativa a las
teorías organogénicas, sino que plantaría una clara oposición en tanto conseguirá aliviar un
malestar orgánico a través del desarrollo de una actividad psicológica (tómese por ejemplo
el caso de Anna O.). Partiendo de ese punto, Freud comenzaría a edificar una nueva teoría
con principios psicogénicos a través de lo que el denomino el método psicoanalítico.
Esta nueva teoría, consta de tres pilares fundamentales presentes en el método
investigativo-terapéutico que desarrolló, el primero de ellos es la existencia de procesos
anímicos inconscientes capaces de manifestarse en la vida consciente, el segundo es la
existencia de una represión y unas resistencias cuya labor es mantener el carácter
inconsciente de estos procesos, y el tercero es el carácter etiológico de la sexualidad infantil
para la patología mental, cuyas dinámicas y contenidos justifican la existencia de una
represión que la desaloje de la consciencia y una resistencia que contribuya al
mantenimiento de ese proceso (Freud, 1923).
Ahora bien, entender la forma en la que estos pilares de la teoría se manifiestan en el
método es clave para la comprensión del giro que proporciona el psicoanálisis a la clínica; a
grandes rasgos lo que sucede en un tratamiento psicoanalítico es el levantamiento de la
represión a través de la desmonte de las resistencias, para que de manera libre los
contenidos inconscientes relacionados a la sexualidad infantil que constituyan algún tipo de
conflicto sean llevados a la conciencia, para su reelaboración. Éste afán por llevar a la
consciencia los conflictos deriva de la forma en la que Freud teoriza que se forman los
síntomas, según sus hallazgos, el síntoma no es una característica típica de la enfermedad
presente en todos los individuos que la padecen, por el contrario un síntoma es una creación
particular del individuo en su angustioso intento por permitirle a los conflictos reprimidos
alojados en el inconsciente una manifestación en la vida consciente, dada la intensidad que
los caracteriza, a la par que procura que permanezcan inconscientes en tanto le resultan
intolerables.
La precisión teórica anterior desarrollada al interior del psicoanálisis a principios del
siglo XX es justamente lo que actúa como generador de la nueva lógica desde la cual se
entenderán al síntoma y a la enfermedad análoga a la que rige en el quinto y último
momento planteado por Foucault en la evolución de la clínica; para Freud, el síntoma no
solo parte de un origen psicológico, sino que en su formación se encuentra presente una
intencionalidad del sujeto que lo padece, y al formular esto lo que la teoría psicoanalítica
hace con la enfermedad es ubicarla a medio camino del dominio del sujeto y el dominio del
patógeno, convirtiéndola en una reacción particular producida únicamente por el encuentro
de ambos, y en cuanto al síntoma, lo convierte en subjetividad, rescatando el antes frenado
interés por el sujeto y sentando las bases para que de ese punto en adelante si se quiere
comprender el padecimiento mental de una persona, no se debe recurrir a las nosologías
psiquiátricas, sino a la persona misma, ya que es esta quien posee el conocimiento más útil
y verídico sobre su enfermedad (De Castro, 1996).
Si se hace un análisis de las teorías y tratamientos en la actualidad en torno a los
trastornos mentales se vera que en su totalidad se mantienen en sintonía con las
consecuencias que este reconocimiento del sujeto que culmina con la aparición del
psicoanálisis posibilito, en todas estas será evidente la importancia de la subjetividad al
momento de abordar el sufrimiento humano, quizás lo que puede variar de una a otra sea la
naturaleza general de los elementos patógenos, no obstante el paso de estos por el sujeto y
su constitución para devenir en funcionamientos inadaptativos que generen sufrimiento
sigue siendo común, teniendo en cuenta esto, la conclusión a la que llega este texto es que
el recorrido desde la omisión hasta el intrínseco interés por el sujeto fue crucial para la
constitución actual de la psicología clínica.
Referencias
Peña Telmo. Psicología y Psiquiatría: Un análisis de sus identidades. En Cuadernos de
Psicología. Julio 2005
Trull, T y Phares, E. Capítulo 2: Panorama histórico de la psicología clínica. Y
Capítulo tres: Problemas actuales en la Psicología Clínica. En Psicología clínica, conceptos,
métodos y aspectos prácticos de la profesión. Thomson Editores, México, 2003.
Foucault, M. “La antigüedad de la clínica” en El Nacimiento de la clínica.Siglo XXI,
editores, México, 1991.
De Castro, S. “La clínica y su racionalidad” en Cuadernos de clínica No 1, Javegraf,
Santafé de Bogotá, 1996.
Freud (1922) Dos artículos de enciclopedia. En Obras Completas No. 3

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