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Pontificia Universidad Javeriana Bogotá

Facultad de Psicología - Psicoanálisis y Freud


Análisis del caso: Isabel de R.
Daniela Aguilar y Kiara Miketta
Referencia: Freud, S. (1895). Obras completas, Vol. 1. Estudios sobre la histeria. Págs. 107-124

Isabel, una joven de 24 años, presentaba fuertes dolores de intensidad variable en sus piernas que
incluso hacían que se le dificultara caminar. Sin embargo, Freud pudo deducir que su atención iba más
allá de eso, consideraba que tenía que ver con sus pensamientos y nociones internas o con algún tipo de
síntoma, es decir una transacción mediante la cual algo de lo reprimido se satisface mientras que la
resistencia cumple su función. Pertenecía a una familia compuesta por 4 mujeres, siendo ella la menor
de tres hermanas, y su padre. Parecía una chica inteligente y psíquicamente normal. No obstante, su
familia estaba llena de una serie de desdichas que se resumen en todo el documento como la muerte de
su padre, una intervención oftalmológica de su madre y su hermana quien había recaído en su
enfermedad  cardiaca en su segundo embarazo. Isabel frente a todos estos acontecimientos había
sobrellevado todo de “buena manera” y había adoptado una posición activa, en cuanto la asistencia a
cada uno de los enfermos de manera que renunciaba voluntariamente a sus propios deseos, afectos e
intereses en beneficios de sus familiares. Todos estos eventos causaron un trauma en ella, debido a la
suma o repetición de frustraciones (displacer intolerable) por ello surge la represión (desalojo de la
consciencia) dado que no se le encuentra salida y por lo mismo acude a terapia. Lo reprimido entonces
gana fuerza por sumatoria y por estímulos externos.

El primer encuentro de Isabel con Freud, se consideró la histeria, que es cuando el afecto se somatiza y
se convierte en un síntoma; sin embargo, no había aún signos de neurosis. En el transcurso del
documento se evidencia el distanciamiento de los lazos sociales normales que la misma Isabel conocía y
aceptaba. Freud empezó entonces a sospechar y formular hipótesis de diferentes enfermedades en los
músculos y la piel pero sabía que no se debía a algo meramente somático; principalmente porque las
indicaciones eran imprecisas, no eran las reacciones comunes de un neurótico de exaltación o de tratar
de defenderse, por lo contrario, eran expresiones más de placer que de dolor que comunicaba Isabel, a
esto se refería a los pensamientos entramados con la sensación de dolor.
La terapia tomó inició, teniendo como punto de partida una enfermedad mixta y considerando las
piernas como una zona histerógena como lo llama el propio texto; éste término también se conoce como
zona erógena y hace referencia a las áreas repartidas en todo el cuerpo que al ser estimuladas son
susceptibles de producir placer, hay lugares donde puede que el estímulo sea menor pero la sensación
sea mayor. Esta iniciación del tratamiento trae ya consigo una modificación de la actitud consciente de
la enferma ante su enfermedad, como tener el valor de ocupar su atención con los fenómenos ocurridos
respecto a la misma. A través de masajes y faradización sistemática se le obliga a la enferma a caminar,
con lo cual se obtuvo una leve mejoría. Sin embargo, en las terapias con las corrientes eléctricas, la
paciente podía controlar los dolores y entre más aumentase la intensidad, más podía contenerlos. Cuatro
semanas de suedoterapia después, Freud se cuestionaba si era consabido el origen del padecer por la
enferma, y si esto no era así se enfatizaba que las esperanzas de sanar por parte de la enferma la
moverían a revelar su secreto. Cuando Freud le pedía a la paciente que se acostara y cerrara los ojos
mientras relataba sus dolorosas vivencias, él podía notar que cada vez que entraba a una escena
profunda, caía más de manera natural en un estado similar al de la hipnosis. De esta manera, Isabel
reveló que cuando su madre padeció de dolencias de la vista y diversos estados nerviosos, ella formó
una relación más estrecha con su padre, el cual la consideraba como un hijo y un amigo de confianza.

El padre, además, bromeaba sin un poco de consideración sobre como Isabel era una mujer difícil,
enojona y mandona que le sería complicado encontrar un esposo. Cuando el padre le daba esos tipos de
comentarios asemejando a su hija como a un hombre, esto hacía que ella sintiese culpa y no estuviese
cómoda con su género o condición de mujer, es decir, sintiera el complejo de castración. Si bien esto
sucede en la niñez, cuando de niña se pregunta por qué no tiene el mismo genital que el hombre y pasa
por una etapa de minusvalía. Esto se superaba con tres aspectos en su desarrollo vital: Con la
menstruación, el coito y el parto.  Sin embargo, en el texto se explica como a ella no le gustaba ser
mujer, se sentía oprimida y que no podía ser libre si se casaba o al escoger alguna carrera profesional.

El documento continúa narrando un poco las características de la personalidad de Isabel, como que era
una chica poco influenciable e independiente. Para ese  momento, su padre cayó en la afección cardiaca
que lo sucumbía mientras ella cuidaba de él, finalmente su padre murió y después de 2 años empezaron
sus dificultades en la marcha. Como sustituto de ello, su apego se encaminó a la madre; sus hermanas se
fueron casando y yéndose, cuestión que ella recriminaba a sus cuñados. Una de sus hermanas, queda
embarazada por segunda vez y recae en una enfermedad cardiaca, que se suponía ya un legado paterno,
con presagios desfavorables que finalmente la llevan a la muerte. Antes de morir y mientras su hermana
se encuentra en cama, Isabel es invitada a una caminata a la cual asiste en compañía de su cuñado que
fue convencido por su esposa, es decir la hermana de Isabel, de que la acompañase. Se menciona su caso
como una historia clínica consistente en triviales conmociones anímicas.

“Podía únicamente admitirse que la enferma había establecido una asociación entre sus dolorosas
impresiones anímicas y los dolores físicos que casualmente había sufrido en la misma época, y empleaba
a partir de este momento en su vida mnémica la sensación somática como símbolo de la psíquica”. Esta
cita, nos recuerda la importantísima relación entre el desarrollo biológico, marcado por el displacer de
los problemas y el desarrollo psíquico, marcado por las sensaciones, la representación del displacer antes
mencionado.

Sus síntomas no cedían con el tratamiento de Freud, que buscaba entender tanto la causación como el
determinismo del síntoma histérico por lo que recurre al método de la imposición de manos que había
implementado antes en el caso de Miss Lucy. Aquí le pide en principio a la enferma que se presente
como un atento auto observador sobre la superficie de su conciencia, sin pensar empiece a relatar, que
sea completamente sincera y sin excluir nada, aunque sea desagradable o le cause vergüenza hablarlo.
Esto es considerado la regla técnica fundamental de la asociación libre. En donde esta técnica consiste
en mover al paciente a renunciar a toda actitud crítica (cuando se dice todo lo que se le ocurra sin pensar
en lo crítico). Sin embargo, las ocurrencias tienen que ver con el inconsciente, el paciente decide escoger
que es personal y que es lo que no debe decir. Es por esto, que el psicoanálisis se considera el arte de la
interpretación, puesto que el médico tiene un tacto con el paciente que no debe de ser consciente y la
validación la da el paciente. El terapeuta puede deducir de las ocurrencias espontáneas del analizado
aquello que no conseguía recordar.

De ésta manera, Isabel relata un encuentro con un joven, que no había compartido con nadie antes, un
día cualquiera que cuidaba de su padre. Éste joven que era huérfano, construyó también una relación de
apego con el padre de ella. Isabel sentía agrado por compartir con el muchacho pero se reprochaba
infinidad de veces por el tiempo que gastó en ello debido a que cuando regresó, su padre había
empeorado, esto causó un fuerte conflicto en ella de incompatibilidad, por lo que decidió alejarse y
dejarse de ver con el joven. “El resultado de este conflicto fue que la representación erótica quedó
expulsada de la asociación, para este caso de temporalidad y espacialidad, y al afecto concomitante,
utilizado para intensificar o renovar un dolor psíquico dado simultáneamente (o con escasa anterioridad).
Tratábase, pues, del mecanismo de una conversión encaminada a la defensa.”

Isabel hace referencia a situaciones en donde le tocaba saltar de la cama con los pies descalzos en
contacto con el piso frío al escuchar el llamado de su padre, los dolores no estaban presentes sino que
eran algo mínimo de prestar poca atención. Es aquí cuando Isabel encuentra explicación y logra
sorprender a Freud confesando el lugar específico donde acontecían sus dolores y era debido a que cada
mañana su padre reposaba su pierna allí mientras ella renovaba las vendas, a pesar de que esto sucedió
muchas veces, ella nunca creó algún tipo de nexo al respecto. El dolor existía mientras el recuerdo
alcanzaba la expresión. El dolor era por tanto removido por la palabra, lo que a su vez despertaba un
nuevo recuerdo. Esto hacía que Isabel fuese mejorando y abandonara cada vez el aislamiento. No se
producía ninguna oscilación espontánea que no hubiera sido provocada asociativamente por un suceso
del día. Además, con lo que sentía hacía su padre, lo cual se encontraba reprimido en el inconsciente era
un complejo de Edipo que no había superado al ser una paciente neurótica. Puesto que en la infancia
misma para las personas normales se supera el Edipo, sin embargo, pacientes neuróticos no lo hacen.

Isabel nunca comunicaba dos veces el mismo motivo del dolor. En este punto Freud le recomendó
realizar ciertas actividades que tenían un trasfondo, el de evocar nuevos recuerdos con actos en el
presente. Confesó entonces que el dolor en su pierna derecha se presenciaba al cuidado de su padre
enfermo o en presencia del muchacho con quien tuvo el encuentro, y que en su pierna izquierda se debía
a su difunta hermana y a sus dos cuñados. “Así, pues, no podía hablarse, en rigor, de un único síntoma
somático enlazado con múltiples complejos mnémicos de orden psíquico, sino de una multiplicidad de
síntomas análogos, que, superficialmente considerados, parecían fundidos en uno solo.” Se resaltan aquí
dos aspectos que merecen nuestra atención, el primero es la histeria por oposición, es decir, ocupando
cada nuevo trauma de eficacia patógena una nueva región de las piernas y segundo un segundo aspecto
marcado por la conexión de la huella mnémica de las escenas impresionantes  con las sensaciones
dolorosas, estableciendo una carga o investidura permanente y cada vez mayor de las diversas funciones
de las piernas.
Quiere decir esto, que Isabel agrupó todas las escenas conectadas con impresiones dolorosas. Se
rebobina a aquella caminata de extensa duración que se aludió con anterioridad, como una escena que
había vuelto doloroso el andar y que agrega que en su regreso resultó muy fatigada y con fuertes
dolencias. Se suma a esto la vez en que meditó en la misma colina pero ausente de las personas con las
que antes había estado. En ambos escenarios, Isabel hacía constar de un sentimiento de soledad y
estancamiento y hacía siempre alusión a la relación “perfecta” de su hermana y su cuñado como algo
que ella alguna vez añoraba. Buscaba expresión simbólica para sus pensamientos de tinte dolido y lo
había hallado en el refuerzo de su padecer, por lo que “dicha perturbación preexistente había
experimentado por tal camino una importantísima intensificación. De este modo, en el estado en que yo
la encontré, no constituía tan sólo dicha abasia una parálisis asociativa psíquica de las funciones, sino
también una parálisis funcional simbólica.” Esto podría devenirse claramente de una pulsión interna
debido a que Isabel alucinaba o fantaseaba con tener una relación como la de su hermana o hasta con
ocupar su lugar.

En un segundo periodo del tratamiento, todavía bajo la “presión en la cabeza” se intensificó la


colaboración y atención voluntaria de la enferma, la cual narraba las escenas de manera más eficaz y con
un excelente orden cronológico, tal que se hace la analogía de que se encontrase leyendo un libro.  En
algunas ocasiones, Isabel indicaba que no se le ocurría nada. Estos fracasos como los llama el mismo
Freud, ocurrían cuando Isabel no consideraba tener un mal día y se encontraba exenta de dolores,
además de esto, cuando declaraba no recordar nada lo hacía seguido de una larga pausa que revelaba
estar desarrollando algún tipo de proceso psíquico. Es decir, se encontraba en lo inconsciente y no iba a
poder revelarlo por ella misma sin ayuda. De esta manera, el método nunca fracasa, ocurre que en
ocasiones el paciente no se encuentra dispuesto a la comunicación, expresión o verbalización de los
pensamientos que merodean su mente ya sea porque como hemos mencionado antes los encuentre
insignificantes, desagradable o fuera de contexto, por lo que el sujeto ejercía sobre la ocurrencia una
crítica indebida. A esto se le atribuye la significación profunda a la resistencia en la reproducción de los
recuerdos. O las contrainvestiduras que podrían crearse para disfrazar lo reprimido (inconsciente). La
derivación por reacción es sustituida por dominar la crítica contra sus asociaciones. Aún en esta etapa se
sigue sin saber el origen de dichos dolores aunque se presenciaba mejoría.
En un tercer periodo del tratamiento, Isabel logra hallar claridad sobre lo que ha estado perturbándola,
que termina siendo el reconocimiento del afecto-deseo que le tiene a su cuñado a pesar de los incidentes
episodios en su familia y sobretodo con su hermana. Para ello, el médico reveló a la enferma resistencias
que ella mismo desconocía, y una vez vencidas éstas, el sujeto relata sin esfuerzo alguno las situaciones
y relaciones olvidadas, la resistencia había de ser burlada por la interpretación y la comunicación de sus
resultados. Esto no quiere decir que para Isabel conocer la verdad de su enfermedad se le hiciera un
hecho fácil de aceptar, es más, el efecto de readmisión de aquella representación reprimida le fue
desconsolador, debido que: “Hasta estos momentos se había creído suficientemente fuerte para poder
prescindir del auxilio de un hombre, pero de repente se sintió dominada por la conciencia de su
femenina debilidad y por un anhelo de cariño en el que, según sus propias palabras, comenzó a fundirse
su rígida naturaleza.” Hay protestas de indignación por su parte y vanos esfuerzos por rechazar la
explicación propuesta, sin embargo su propio testimonio no daba más que pensar; «derivación por
reacción». “…las ideas de la «defensa» contra una representación intolerable de la génesis de síntomas
histéricos por conversión de la excitación psíquica en fenómenos somáticos y de la formación de un
grupo psíquico separado por aquella misma volición que impone la defensa.”

Puede que la paciente posea en dos distintos lugares de su aparato anímico y bajos dos formas
diferentes, la misma representación; de ésta manera, ha de dejarse tiempo al enfermo para ahondar en la
resistencia, hasta entonces desconocida para él, elaborarla y dominarla, siguiendo la terapia conforme a
la regla analítica fundamental. Es importante resaltar, que la sustitución no es casual, es así únicamente
si al explicarlo es, o parece casual, esto se presenta porque está en el inconsciente. Toda sustitución es
plena de sentido y es tolerable, puede tener una asociación semejante displacentera pero se busca que se
tolere. Las expresiones de la fuga ante la carga consciente de dicha representación sustitutiva pueden ser
las precauciones, prohibiciones y privaciones.

“Para lograr ahorrarse la dolorosa certidumbre de amar al marido de su hermana creó en su lugar un
sufrimiento físico, naciendo sus dolores como resultado de una conversión de lo psíquico en somático,
en aquellos momentos en los que dicha certidumbre amenazaba imponérsele. Al acudir a mí consulta
había llevado ya a cabo totalmente la separación del grupo de representaciones correspondientes a dicho
amor, de su psiquismo consciente, pues en caso contrario no hubiese aceptado someterse al tratamiento
analítico. La resistencia que opuso repetidas veces a la reproducción de escenas de eficacia traumática
correspondía realmente a la energía con la cual había sido expulsada de la asociación la representación
intolerable.” Luego de esto, Freud sostiene una charla con la madre de Isabel, quien afirma que en
muchas ocasiones no sólo ella pudo percibir el interés de Isabel por su cuñado, ahora viudo, sino
también mucho antes. Sin embargo, ella y las otras personas que fueron testigos se les hacía imposible
concebir algo así por cuanto la reserva de ambas partes, cabe añadir que la moral es una manera de
resistencia. Hubo  aquí un esclarecimiento de la conducta.

El tratamiento se dio por finalizado, Freud no sentía haber hecho una labor completa más si sentía haber
hecho un buen trabajo y tanto él como Isabel se sentían satisfechos con las mejorías obtenidas. Tanto
Isabel por la ausencia de sentido y la desaparición de  sus síntomas y tanto Freud por el descubrimiento
de lo oculto, de lo inconsciente rechazado. Después de un tiempo se creyó que todo el tratamiento había
sido arruinado, Isabel se sentía indignada por el saber de la madre a causa de Freud en dichos asuntos,
por lo que los dolores hicieron una reaparición y se creyó quebrantada la cura, Isabel rechazaba algún
tipo de contacto con Freud, su terapeuta. Finalmente, y después de un tiempo, Isabel se mejoró, no
volvió a presentar las dolencias en la intensidad en que acudió a Freud y pudo casarse con un hombre.

Finalmente, en el caso de Isabel podemos evidenciar diversos conceptos de la teoría psicoanalítica.


Habrán cosas que quizás han podido ignorarse pero que de una u otra manera se dan por hechas, como
que antes la paciente se transfería a una situación anterior que no parecía confundir nunca con la actual,
como cuando comunicaba historias del cuidado de su padre; y otras veces se manifestaba defraudada
porque no se le ocurrían suficientes cosas que pudiese reconocer como olvidadas y en las que no ha
vuelto a pensar desde que sucedieron. Podemos también traer a colación conceptos como “Ello, Yo y
Súper yo” en mención  a lo que ella creía que estaba bien, como el cuidado de los enfermos  y los
reproches que se hacía en cuanto descuidaba a uno de ellos, o también al ideal del yo que tenía sobre ella
misma, además de la situación de vulnerabilidad en que se hallaba.                 Otro aspecto a mencionar
es el objeto, por medio del cual puede el instinto alcanzar su satisfacción, este no es necesariamente algo
exterior del sujeto sino que puede deberse a una parte cualquiera de su propio cuerpo como en este caso,
fue el de las piernas de la paciente. Ésta histeria reafirma el hecho de que nuestra actividad anímica se
mueve generalmente en dos direcciones opuestas, una partiendo de los instintos y la otra de los
estímulos externos.

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