Está en la página 1de 11

EL ESPECTRO BORDERLINE EN LA

PERSPECTIVA COGNITIVA
(Layden, Newman, Freeman, Morse, 1993)

Dado que hay muchos modos en los cuales se puede


cumplir los criterios diagnósticos DSM, es razonable
suponer postular la existencia de subtipos de
trastorno límite.

Los subtipos pueden mostrar un perfil cognitivo algo


distinto. Su identificación podría servir para
desarrollar una conceptualización cognitiva más
precisa.

Dos pacientes con trastorno límite pueden compartir


el mismo esquema de abandono, pero desarrollar
distintos tipos de supuestos o estrategias
compensatorias.

Supuesto: no debo acercarme a nadie, dado que esa


persona tarde o temprano me abandonará
Conducta resultante: evitación social y emocional.

Supuesto: debo hacer todo lo posible para hacer


que alguien me ame y además debo apabullarlo con
mi presencia y mi pasión, ya que este es el único
modo de mantenerlo junto a mí
Conducta resultante: conducta abiertamente
seductora e histriónica.
Consecuencia terapéutica: la identificación del
esquema será idéntica en ambos casos, pero la
estrategia de cambio será muy distinta en cada caso.
El objetivo, sin embargo, es similar: reducir la
expectación del abandono, moderar las respuestas
emocionales y conductuales (factores de
mantenimiento), y desarrollar relaciones más
saludables y más estables.

La clínica cognitiva del TLP demanda una


conceptualización precisa y detallada de cada caso
individual.

A las diferencias intradiagnósticas pueden sumarse


las diferencias aportadas por las comorbilidades.

Las comorbilidades incluyen:


1. trastornos del ánimo
2. trastornos de la ansiedad
3. trastornos de la alimentación
4. reacciones psicóticas breves
5. estados disociados
6. otros trastornos de la personalidad

El diagnóstico de TLP se muestra como el más


inclusivo y que mejor caracteriza al paciente (con
buen consenso clínico).

El mayor solapamiento se da con los trastornos del


ánimo y otros trastornos de la personalidad.
Se postula la existencia de tres subtipos,
caracterizados por esquemas que les otorgan un
perfil cognitivo típico:

1. Personalidad límite-evitativa/dependiente.
2. Personalidad límite-histriónica/narcisista.
3. Personalidad límite-antisocial/paranoide.
Personalidad límite-evitativa/dependiente

Son muy ansiosos

Tienden a sentirse incompetentes en todas las


esferas significativas de la vida

Se caracterizan por la baja autoestima

Prevalece el esquema de incompetencia (Young


1990)

Creen no poder afrontar los desafíos que la vida


les plantea; evitan los problemas y los desafíos.

Esto les impide acceder a experiencias


madurativas (lo que refuerza el esquema de
incompetencia y los sentimientos de desvalimiento
y desesperanza).

Sus sentimientos de dependencia los llevan a


buscar personas en las que puedan apoyarse para
toda actividad significativa.

Sus creencias dependientes son:


“no puedo hacerme cargo de mí mismo”,
“necesito que otros decidan por mí”,
“no puedo vivir solo”.
Son hipersensibles a la crítica.

Su nivel de demanda representa una gran carga


para sus relaciones.

Tienen temor a perder su identidad y autonomía si


se relacionan con otra persona.

Esto puede llevar a que pongan fin a sus


relaciones más importantes para sobrevivir como
individuos. Piensan que sus ideas, aspiraciones y
necesidades van a ser apabulladas por las
personalidades definidas que los rodean.

Dado que han sufrido privación emocional en la


infancia anhelan intensamente la aceptación, el
cuidado y el amor de los otros (inalcanzable en la
medida en que persistan en la evitación).

Por lo tanto, dan giros de 180º en sus relaciones


interpersonales.

Secuencia:
a) buscan apoyo y compañía,
b) cuando lo logran su baja autoestima los hace
dudar de la permanencia de sus seres queridos
(esq. de dependencia y de no ser queribles)
c) escalada de conductas interpersonales
disfuncionales en busca de “pruebas de amor”
d) si los seres queridos reaccionan con
molestia y toman distancia se activa el
esquema de desconfianza.
e) si reaccionan con paciencia, el paciente
mantiene su convicción de que no será
amado.
f) si reaccionan con amor, se activa el temor
de perder la identidad; la persona huye
con temor de la relación.
g) si abandonan la relación, pronto se sienten
indefensos e incompetentes.

Ciclo continuo de evitación y dependencia


“No puedo vivir sin él, no puedo vivir con él”

Repiten el mismo patrón en terapia, oscilando


entre retraerse y hacer demandas excesivas al
terapeuta (mucha demanda o abandono).

Evitan pensar en el material sensible.

Los intentos de enseñarles habilidades pueden


ser leídos como intentos de “sacárselos de
encima”. Tienen problemas con la tarea
intersesiones, que suele generar ansiedad.

Frecuentemente presentan trastornos de ansiedad


en el eje I. Más que temores específicos, tienen una
sensación vaga de amenaza continua.
Personalidad límite-histriónico/narcisista

Experimentan marcada labilidad anímica, relaciones


tormentosas, necesidades abrumadoras de atención y
afecto y enojo extremo cuando sienten que sus
necesidades no son atendidas.

Oscilan entre una visión idealizada y maligna de sus


terapeutas.

Son los que tienen más probabilidad de amenazar con


suicidarse como pedido de ayuda y/o como modo de
manipular al terapeuta o a sus otros significativos.

Utilizan conductas exhibicionistas y melodramáticas


para asegurarse el amor y el cuidado de los otros.

Suelen pensar que estarán solos toda su vida y, por


ende, consideran seriamente el suicidio.

Tienen dificultades serias para comprender los límites


en las relaciones interpersonales.

Piensan que sus necesidades son evidentes, que


requieren atención inmediata y que son congruentes con
las necesidades del otro protector.

Oscilan entre demandar una relación simbiótica y


pensar que nadie los podrá ayudar (castigando al otro).
Buscan intensamente la estimulación, la excitación y la
novedad en derredor suyo, pero detestan realizar
cambios internos.

Buscan reaseguro y aprobación continuos para sostener


una frágil autoestima. Creen que el amor y el apoyo de
los otros resolverán todos sus problemas.

Idealizan a una persona y se desilusionan


profundamente ante el menor indicio de que esa
persona no podrá atender a todas sus necesidades.

La impulsividad, la impaciencia y la baja tolerancia a la


frustración son la marca en el orillo del subtipo.
Expresan rápidamente su enojo a quienes los han –en su
percepción- perjudicado, normalmente en la forma de
expresiones verbales fulminantes.

Creen mucho en sus emociones (las valoran altamente)


y muy poco en el pensamiento racional y sensato.
Personalidad límite-antisocial/paranoide

Muestran un marcado desapego a las reglas formales


e informales que regulan la conducta social.

Quiebran estas reglas en su propio beneficio para


ganar dinero, poder y estimulación a expensas de
otros.

Tienen una visión grandiosa de su propia


importancia acompañada de una actitud de abierto
desafío.

Están centrados en su propio interés; los deseos o


necesidades de los otros no tienen importancia para
ellos.

Muestran amplia y persistente desconfianza respecto


de las motivaciones de los otros. Están en alerta
constante frente a los potenciales ataques de otros,
sean estos reales o imaginarios.

Los celos y la ira son extremos y fácilmente activables;


las críticas son tomadas con gran indignación y
animosidad.

La presentación grandiosa de sí mismo disimula un


sentimiento profundo de duda sobre sí mismo.
Se involucran en el mismo tipo de conductas
impulsivas, hostiles, y destructivas que la persona
antisocial o paranoide “pura”, pero no por los mismos
objetivos.

Los antisociales buscan el beneficio propio; los TLP


tienden a poner en acto su dolor y hostilidad,
lastimándose a sí mismos y a los otros.

“No me importa lo que me pase, así que puedo hacer lo


que me venga en gana”.

La hostilidad, la suspicacia y la temeridad caracterizan


a estos pacientes TLP. Tienen una visión malevolente
de los otros, y una falsa sensación de poder
superficialmente mantenida.

Tienden a usar y a abusar de quienes se proponen


amar; rara vez tienen relaciones estables.

Dicen no sentirse cerca de nadie, pero son


terriblemente posesivos, demandantes y celosos en
sus relaciones.

El enojo es su emoción expresada más común,


frecuentemente bajo la forma de la temeridad o
ataques físicos contra otros (enzarzarse en peleas).
Los otros son vistos como adversarios; esto genera
reacciones negativas por parte de los otros, lo que
parece confirmar la desconfianza previa.

Se ha postulado que este subtipo sería típicamente


masculino (Gunderson & Zanarini, 1987).

La tendencia al suicidio podría correlacionar con una


tendencia al homicidio.

No toleran el aburrimiento y por ello son propensos


al abuso de sustancias, lo que aumenta la
impulsividad y la falta de autocontrol.

Muestran desprecio por sí mismos (esquema de


maldad intrínseca) bajo la forma de conductas
autodestructivas.

También podría gustarte