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Era una vez dos guerreros que luchaban en dos bandos distintos por el control

de una aldea, David era un pequeño guerrero delgado pero muy inteligente y


valiente y Goliat era un gran guerrero de mucha fuerza física y un gigante en
tamaño, era éste el guerrero más temido.

Goliat se convirtió en el enemigo de todos los aldeanos, su bando y tropa se


comían todos los alimentos y dejaban sin nada a los aldeanos que eran pobres,
sinceros y honestos.

Sin embargo, un pequeño joven, de nombre David, de contextura delgada y de


pequeño tamaño tuvo el valor de decirle a su líder y Rey Saúl, ¡déjeme pelear
contra Goliat, por los abusos que Goliat y su bando cometían.

Su rey insista en que no porque no confiaba en David por ser pequeño y


delgado, aunque de mucho valor y fuerza espiritual.

David insistía siempre, que podía vencerlo con valor, fuerza, inteligencia y el
amor de Dios que siempre le acompañaba y siempre pensó que obtendría la
victoria.

Entonces el rey Saúl, por fin decidió dejar que David peleara con Goliat solo


para ver qué podría hacer.

David apenas tuvo el permiso del rey, se fue al río y consiguió unas piedras
muy lisas. Luego se retiró al campo de batalla a encontrarse con Goliat.

En la aldea todo el mundo puso su fe en este pequeño y delgado guerrero y


juntos unieron fuerzas y fe en que él podría enfrentar a Goliat y cambiar sus
vidas para siempre.

Cuando Goliat se enteró, se mofó de David preguntado si ¿ese “enanito”


pelearía contra él? Pensó Goliat en menos de 10 segundos lo derrotaría.

Finalmente, llego la hora de la batalla final y Goliat se reía, mientras


que David puso en su honda una de las piedras que había recogido en el río
para utilizarla como proyectil. David, seguro de sí mismo, empezó a darle
vueltas a su honda agitándola circularmente. Goliat se seguía riendo, pero en
un momento sorpresivo David le lanzó la piedra directamente a la frente.

Goliat calló desmayado frente a todo el mundo y los aldeanos israelí corrieron


alegres por las montañas y calles, porque David había vencido con la fuerza, el
valor y el amor de Dios.

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