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Iconología
"La pregunta que hay que hacerle a las imágenes en el tiempo no es qué quieren decir o
qué hacen, sino qué quieren": el prefacio de W. J. T. Mitchell, uno de los fundadores de los
visual studies, a la edición en castellano de Iconología (Capital Intelectual).
https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/el-libro-en-la-
pizarra/item/iconologia.html
Iconología
Hace ya mucho tiempo que no me es posible afirmar que soy un marginado en la historia
del arte. Si bien no tengo un doctorado en el campo, lo he estado arando durante tanto
tiempo que, como habría dicho Karl Marx, mi cerebro y mis músculos hace tiempo se han
mezclado con el suelo de las artes visuales, y de hecho es en ellas que espero ser enterrado.
Pero hubo un tiempo en la década de 1980 en el que fui parte de una generación de críticos
literarios y filósofos que migraron hacia las artes visuales. Estudiosos como Norman Bryson,
en Inglaterra, Mieke Bal, en Holanda y Gottfried Boehm, en Suiza, para no mencionar las
hordas de semiólogos, estructuralistas y deconstruccionistas, comenzaron a invadir los
tranquilos dominios de las artes visuales y levantaron campamento con nuevos métodos y
metalenguajes. Al mismo tiempo, historiadores del arte como Michael Baxandall, Svetlana
Alpers, Hans Belting y David Freedberg expandían los límites de la historia del arte
tradicional hacia la retórica, las tecnologías ópticas y las imágenes vernáculas o no-
artísticas. Mi propia migración hacia la historia del arte fue inicialmente espoleada no por
un imperativo abstracto o teórico, sino por las exigencias prácticas que implicaba la
comprensión del trabajo de William Blake, un pintor, poeta y grabador cuyo arte
compuesto de “grabado ilustrado” hacía necesario pensar saltando las fronteras entre
palabra e imagen, literatura y artes visuales. Fue como resultado de esta migración forzada
de un territorio disciplinario al otro que comencé a reflexionar más ampliamente sobre la
relación de la historia del arte con las disciplinas adyacentes que han influenciado,
complementado y en cierta medida transformado su identidad.
En mi perspectiva, la historia del arte puede entenderse como la convergencia de tres
campos de estudio distintos que residen sobre sus límites, estimulando y a veces
amenazando su identidad en tanto “historia de las obras de arte”: 1) la iconología, el
estudio de las imágenes en los distintos medios; 2) la cultura visual, el estudio de la
percepción y la representación visual, especialmente de la construcción social del campo de
visibilidad y (lo que es igualmente importante) de la construcción visual del campo social; 3)
los estudios sobre los medios, específicamente el nuevo campo conocido como “estética de
los medios”, que se propone salvar las brechas entre las disposiciones técnicas, sociales y
artísticas de los medios. Todos estos campos están, en cierto sentido, fuera de los límites de
la historia del arte, y constituyen su horizonte o frontera, al tiempo que ofrecen un
complemento necesario y a veces peligroso a su trabajo.
La estética de los medios contemporáneos busca revivir las ambiciones del proyecto de
McLuhan proponiendo una reflexión que traspasa los límites de los medios masivos y
artísticos, y de las formas de mediación técnicas, socio-económicas y políticas. El trabajo de
teóricos como Bernard Stiegler, Niklas Luhmann y Friedrich Kittler ha iniciado un mundo de
mediación total en el que las fronteras del pensamiento operan un giro dialéctico hacia lo
inmediato: la fenomenología de lo no mediado, lo transparente y lo no codificado. Cuando
en estos días enseño estudios de los medios me siento tentado de rebautizarlos como
“estudios de los in-medios” o (basándome en el modelo de la climatología y el reporte del
tiempo) “mediorología”.
Estos son los tres campos que han fundamentado mis propias aproximaciones a la historia
del arte, pero también mis alejamientos de la misma. No estoy seguro de que tengan una
relación sistemática entre sí. Tal vez su relación con la historia del arte es algo así como las
relaciones contingentes de las fronteras nacionales, como si la historia del arte fuera una
suerte de Suiza, una nación multilingüe limitada por tres entidades nacionales importantes
(Francia, Alemania e Italia) con una cuarta frontera en el este (Austria), que se abre hacia
un Oriente y hacia una historia orientalista que perturba toda síntesis eurocéntrica prolija.
Pero sin duda esto es una fantasía que solo se le ocurriría a un norteamericano que ha
crecido en los amplios espacios abiertos del desierto occidental y cuyo abordaje de los
límites entre las disciplinas y los campos siempre ha estado sintetizado en la vieja balada de
los cowboys “Don’t Fence Me In” [No me encierren].
El prefacio fue tomado de Iconología. Imagen, texto, ideología, de W.J.T. Mitchell, con
traducción de Mariano López Seoane. Editó Capital Intelectual en Buenos Aires, Argentina,
año 2016.
* La distinción que ofrece la lengua inglesa entre images y pictures no tiene un equivalente
en castellano. Como se explica en el texto, images tiende a referir a imágenes mentales o
imaginarias, mientras que pictures suele utilizarse para denominar imágenes dotadas de
cierta materialidad, pudiendo en ciertos contextos funcionar como sinónimo de pinturas o
fotografías. Dado que el castellano no tiene términos tan claros para verter esta distinción,
he optado deliberadamente por no atarme a una única equivalencia. He decidido en
cambio prestar especial atención a los sucesivos contextos en que aparecen estos términos
para ofrecer la traducción más fiel posible en cada caso. [N. del T.]