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O S TEO MIELITIS Y
OS TEORRADIONECROSIS
C. D. Henry Nabyh Elguera Zapata
Hoja de ruta
INFECCIONES MAXILOFACIALES
1. PRINCIPIOS DEL MANEJO DE LAS INFECCIONES ODONTOGÉNICAS
2. LESIONES PERIAPICALES
3. CIRUGÍA PERIAPICAL
4. SINUSITIS ODONTOGÉNICA
5. OSTEOMELITIS Y OSTEORRADIONECROSIS
formas mixtas.
• Son provocados durante la exodoncia por causas • El abandono de restos radiculares, cuerpos extraños,
iatrogénicas, como realización de maniobras tejido de granulación, etc., en regiones con escasa
bruscas, aplicación repetida de elevadores, irrigación sanguínea como la mandíbula, pueden
dislaceraciones de los tejidos gingivales, contribuir a la infección de la pared alveolar,
realización de osteotomías sin irrigación o predominantemente por bacilos fusiformes, treponemas,
curetajes excesivos. espiroquetas y estreptococos.
• Los enjuagues tras una extracción dentaria deben evitarse en las primeras 24 h, para permitir la formación del coagulo natural.
• El consumo de tabaco debido a su efecto térmico e isquémico de la nicotina puede influir en la aparición de alveolitis.
• En cuanto al mecanismo patogénico se acepta que el traumatismo y la infección actuarían de forma conjunta sobre la medula
ósea produciendo su inflamación, lo que daría lugar a la liberación de sustancias activadoras que transformarían el plasminógeno
del coagulo en plasmina, sustancia fibrinolítica que provocaría la disolución del coagulo formado, a la vez que una liberación de
sustancias algogenas como las cininas, responsables del intenso dolor que aparece en este cuadro.
3° Irrigar el alveolo con una solución antiséptica como clorhexidina al 0,12% o suero fisiológico.
4° Si existe un problema local o sistémico que impide el correcto aporte vascular al alveolo, el curetaje solo contribuirá al aumento de la reacción inflamatoria,
pero no al sangrado alveolar.
5° Necesidad de estimulación mecánica, a través de un elemento que favorezca la reparación: uso de gasa yodoformada (con antiséptico de ser necesario).
Control → cada 48 horas para monitorear sintomatológicamente, cicatrización alveolar y recambio del medio mecánico utilizado (gasa). Tiempo estimado de
reparación hasta 15 días.
4° Irrigar el alveolo con una solución antséptica como clorhexidina al 0,12%, o suero fisiológico.
Se debe observar un alveolo limpio.
5° Indicar antiinflamatorios y analgésicos.
1. Evitar traumatismos durante la exodoncia, realizar una correcta sindesmotomía para evitar desgarros gingivales, y eliminar cualquier resto óseo o
cuerpo extraño.
2. Legrar minuciosamente tras la extracción dentaria eliminando cualquier resto del tejido de granulación.
3. Retrasar las extracciones ante procesos infecciosos agudos hasta que desaparezcan mientras que, en situaciones donde exista una colección
purulenta, proceder al drenaje.
4. Proteger con antibióticos por vía general ante cualquier acto quirúrgico en pacientes con sospecha de una disminución de las defensas.
5. Por ultimo, evitar la practica de enjuagues inmediatos tras una intervención, reservándolos para las 24 o 48 h siguientes.
• Las infecciones óseas constituyen uno de los cuadros mas variados y complejos dentro de la patología infecciosa del
territorio maxilofacial.
• Esta afección inflamatoria e infecciosa suele afectar habitualmente al periostio, cortical, conducto medular y tejido
esponjoso de los maxilares y la mandíbula. Bacteriológicamente, suelen encontrarse gérmenes aerobios y anaerobios del
tipo de estreptococos, estafilococos, bacteroides, Prevotella, fusobacterias y peptococos; de forma excepcional, se pueden
desarrollar osteomielitis especificas por tuberculosis, sífilis, actinomicosis y nocardiosis.
• La diferenciación clínica entre los procesos de periostitis, osteítis y osteomielitis es a veces complicada, aunque estos
términos expresen de forma clara el tipo de afectación. Por tal motivo, seguimos utilizando conceptos clásicos, como los
propuestos hace anos por Wasmund, quien diferencia la osteítis y las osteomielitis, basándose en su extensión, siendo las
lesiones circunscritas, como puede ser la afeccion de un lecho alveolar, sugerentes de una osteítis y correspondiendo a una
osteomielitis las lesiones de mayor extensión.
• Son causas que se deben considerar fundamentalmente por la frecuencia con que aparecen en la
clínica; estos factores solo se tienen en cuenta debido a la posibilidad de que ambos procesos pueden
invadir el hueso contiguo.
Físicos Químicos
Farmacológicos Inmunológicos
• La administración por vía oral de bisfosfonatos en pacientes con • Los pacientes en estados de malnutrición o con enfermedades
como diabetes, agranulocitosis, avitaminosis, anemia falciforme,
osteoporosis y sobre todo por vía parenteral en casos de
infecciones luéticas, tuberculosis, sida, etc., tienen alterada su
metástasis óseas en pacientes con cáncer de mama, próstata,
capacidad defensiva por lo que ante cualquiera de los factores
tiroides, pulmón, vejiga o mieloma múltiple pueden desarrollar
locales mencionados, la posibilidad de desarrollo de una infección
autenticas osteonecrosis de extensión variable, pronostico incierto
ósea se ve incrementada.
y terapéutica difícil.
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Mecanismos patológicos
A. Fase de rarefacción
• La agresión sufrida por el hueso tiene como consecuencia inmediata una respuesta inflamatoria acompañada de una
vasodilatación intensa con liberación de sustancias vasoactivas que desencadenan una osteítis rarefaciente por reabsorción
ósea. Los mecanismos fisiológicos de osteolisis y osteoclasia están presentes en este estado patológico, pero de forma mucho
mas activa.
• La osteolisis es la consecuencia de la vasodilatación a nivel óseo que desencadena un desequilibrio del pH, produciendo una
descalcificación en la matriz ósea mineralizada, y en consecuencia rarefacción ósea. La osteoclasia también conduce a la osteítis
rarefaciente, pero por acción directa de los osteoclastos sobre el tejido óseo.
• Durante esta segunda etapa, el hueso se ve sometido a la acción de diferentes factores que desencadenan un estado de
necrosis y formación de secuestros óseos.
• La acción directa de los posibles agentes etiológicos provoca una mortificación del hueso con alteraciones vasculares en forma
de endoarteritis y endoflebitis que originan fenómenos trombóticos que comprometen la irrigación del hueso hasta producir su
necrosis.
• El deterioro, tanto vascular como de la vitalidad ósea, se incrementa en situaciones en las que algunos agentes traumáticos
pueden ocasionar roturas vasculares o el abuso de vasoconstrictores desencadenar estados de isquemia.
3. Fase de condensación
• En esta ultima fase, el organismo trata de restablecer el equilibrio alterado mediante una vasodilatación regional intensa
asociada a un estado de hiperemia. De esta forma se favorece la mineralización del tejido conjuntivo intraóseo que, asimismo,
también se ve compensado por la reacción periostal que no solo descalcifica el hueso a través de las sales calcicas, sino que
también, transforma este tejido conectivo intraóseo en un medio osificable.
• Este doble mecanismo reparador da nombre a lo que se conoce como osteítis condensante.
Osteoperiostitis aguda
Osteoperiostitis crónica
• Se origina como consecuencia de una terapéutica inadecuada en las formas agudas o porque
desde su inicio los gérmenes causantes actúan con poca virulencia.
Osteomielitis aguda
• Esta forma clínica piógena resulta algo abigarrada en comparación con los
cuadros que antiguamente eran descritos en los textos clásicos. La terapia
antibiótica ha modificado sustancialmente esta afección y así los periodos
habituales de comienzo, estado, secuestro y reparación, en los que los
procesos transcurrían indefectiblemente, se han sustituido por un cortejo
sintomático algo similar, pero no tan intenso y diferenciado.
aguda formación de
secuestros.
• Es un proceso no supurativo, descrito en 1893 por Carl Garre, que se caracteriza por un engrosamiento del periostio con
formación reactiva periférica de hueso a causa de una irritación o una infección leve. Esta entidad constituye una forma
clínica que incide en las personas jóvenes con una media de edad de 13 anos.
• Se localiza virtualmente solo en la mandíbula, en la que, debido a las características anatómicas y vasculares de esta, se
producirían interferencias con el aporte sanguíneo que ocasionarían una reducción del aporte de oxigeno necesario para la
viabilidad de la célula ósea, formándose un deposito de tejido osteoide mineralizado.
• El diagnostico de las infecciones óseas puede plantear dudas debido al polimorfismo y las modificaciones que pueden sufrir
durante su evolución. Como en cualquier enfermedad, debe realizarse una historia clínica detallada, tratando de averiguar
el comienzo de la afección, coincidente o no con problemas o tratamientos dentarios.
• La exploración clínica debe ir encaminada a revelar la existencia de signos clínicos indicativos de infección ósea, como
tumefacción, fiebre, dolor, movilidad dentaria, anestesia labial, etc. Con la palpación extrabucal se delimitara la
tumefacción y se apreciaran los procesos que son dependientes del hueso; igualmente se buscara la presencia de
adenopatías cervicales, dado que su existencia es indicativa de procesos mucosos pero no de infecciones óseas.
• En las infecciones óseas y a pesar de las posibles cepas resistentes a algunos antibióticos, la penicilina continua siendo el
antibiótico de elección, si bien en el caso de microorganismos productores de penicilasa o cuando se busque un antibiótico
de amplio espectro cabe recurrir al empleo de amoxicilina de forma aislada o combinada con acido clavulánico.
• Otra opción de tratamiento será la clindamicina, debido a su alta penetración en el hueso y a su amplio espectro
antimicrobiano, si bien su uso prolongado puede provocar una enterocolitis seudomembranosa, lo que obligaría a su
suspensión y a la instauración de una nueva terapéutica, en este caso con vancomicina.
• La duración de la antibioterapia en las periostitis y osteítis suele oscilar entre 8 y 12 días, mientras que en las osteomielitis
será entre 3 y 6 meses.
• El tratamiento sintomático del dolor o la inflamación se hará mediante analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos del
tipo paracetamol, metamizol, ibuprofeno, ketoprofeno, diclofenaco, ketorolaco, etc.
• Debido al deterioro vascular que causan estos procesos, se han utilizado terapéuticas regenerativas que estimulen la
osteogénesis y la neoangiogénesis, como los láseres de baja potencia o el oxigeno hiperbárico, con resultados poco
alentadores.
• El tratamiento quirúrgico debe dirigirse inicialmente hacia el diente causal, practicando la extracción y la eliminación del
tejido de granulación que pueda asociarse. Con la exodoncia se consigue en ocasiones establecer una vía de drenaje, que
alivia la presión y el dolor ocasionados por la colección purulenta.
• Cuando existan estados fistulosos o tumefacciones importantes en la piel, se practicaran incisiones con la colocación de
tubos de drenaje por donde se realizaran lavados con suero fisiológico.
• Las formas clínicas con formación de secuestros requieren su eliminación, pues la antibioterapia es ineficaz. En estos casos,
la cirugía consiste en una secuestrectomía o, en estados con defectos importantes, en una marsupialización.
• La ORN es la mortificación del tejido conjuntivo óseo por acción de los rayos X o por la introducción de cuerpos radiactivos
en el organismo.
• Los efectos de la radiación son diferentes dependiendo de las zonas del organismo; así, la región mandibular, las partes
laterales de los pies y la piel de las extremidades inferiores son las zonas mas predispuestas a los efectos adversos de la
radiación, siendo la mandíbula la mas vulnerable de todas.
• La incidencia de la ORN varia de unos autores a otros y se pueden encontrar porcentajes entre el 4 y el 19%.
• El tejido óseo sufre una mortificación de sus elementos orgánicos como consecuencia de la hialinización del
hueso, el aumento de la densidad ósea y la esclerosis obliterativa de los conductos nutricios.
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Manifestaciones clínicas de la ORN
• Una vez instaurada la ORN se debe realizar un tratamiento sintomático y valorar las opciones terapéuticas
ante la formación de secuestros.
• El tratamiento de los secuestros debe ir encaminado hacia su eliminación seguido de curetaje. El abordaje se realizara de
manera preferente por vía intrabucal practicando una incisión amplia sobre la cresta alveolar hasta exponer la zona
secuestrada, donde se procederá al desprendimiento y la eliminación del hueso necrótico con márgenes de seguridad de
1,5 cm.
• Si la ORN ocupa grandes superficies, es imprescindible realizar la resección mandibular mediante el acceso intra o
extrabucal dependiendo de la indemnidad de la piel.
• La utilización de oxigeno hiperbárico mayor a una atmosfera, antes y después de la cirugía, se ha mostrado eficaz como
terapéutica complementaria.
Antes de la radiación
1. Los dientes enclavados conllevan un alto riesgo de ORN y es aconsejable su extracción al menos 20 días antes de
comenzar la terapia radiactiva. Los dientes incluidos, si no producen alteraciones, no deben eliminarse, pues
requieren mayor periodo de cicatrización y, en consecuencia, retrasarían la radioterapia.
2. Se deben eliminar las prótesis que puedan provocar erosiones en la cavidad bucal y producir soluciones de
continuidad entre la mucosa y el hueso.
1. El paciente debe preservar las normas rigurosas de higiene bucal, siendo recomendable una disminución de la ingesta de
hidratos de carbono.
2. Realización de fluorizaciones tópicas con cubetas individuales, dos o tres veces por semana.
3. En casos de estomatitis, se pueden realizar colutorios con antiinflamatorios no esteroides a base de clorhidrato de
benzidamina, con lo que se obtiene una notable reducción del dolor. También se ha observado una mejora sintomática
de la estomatitis cuando se ingiere 1 g de vitamina C por via oral 45 min antes de cada sesión de radioterapia.
2. Si existe asialia manifiesta, se recomienda la utilización de sialogogos del tipo pilocarpina, lisozima o sustitutos de saliva, con lo que se
consigue el alivio sintomático del paciente y se previene la formación de caries.
4. La realización de radiografías panorámicas cada 6 meses durante los 2 primeros anos facilita el diagnostico precoz de ORN y, por
consiguiente, del riesgo que puede tener la practica de extracciones dentarias.
5. La aplicación de oxigeno hiperbárico con fines de revascularización no solo constituye una medida terapéutica, también puede ocupar un
espacio en la profilaxis de la ORN.
• El origen de esta osteonecrosis esta documentado en pacientes que han tomado bisfosfonatos y en los
que de forma casual o tras extracciones dentarias se produce la falta de cicatrización y exposición del
hueso necrótico.
• De los diferentes tipos de bisfosfonatos, los nitrogenados como ibandronato, pamidronato, risedronato
y zolendronato o acido zoledronico, son extremadamente mas potentes que los de primera generacion
o no nitrogenados como etidronato y clodronato.
• Algunos pacientes, al comienzo tan solo presentan exposición ósea sin dolor, pero a medida que avanza el
proceso, este se hace progresivo pudiendo llegar a situaciones que requieren concentraciones elevadas de
analgésicos.
• Pacientes que están o han estado tomando bisfosfonatos por padecer un proceso maligno.
• Presencia de una o varias lesiones ulceradas en mucosa alveolar con exposición ósea maxilar o mandibular.
• La lesión ha aparecido de forma espontanea o mas frecuentemente tras una intervención quirúrgica en la cavidad bucal, sobre todo
extracciones dentarias.
1. Las infecciones óseas se deben fundamentalmente a problemas dentarios y a tratamientos coadyuvantes como la
radiación y los bisfosfonatos.
2. Se presentan habitualmente como formas agudas o crónicas, con extensiones que varían desde áreas circunscritas
hasta regiones mas extensas.
3. El diagnostico se basa en la anamnesis, exploración clínica, diagnostico por imagen y en ocasiones la toma de cultivo.
4. El tratamiento con antibióticos y antisépticos es la base del tratamiento que se vera complementado en algunos casos
con la eliminación de los secuestros.