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Por Liliana Bodoc

Palabras dirigidas a los asistentes al Congreso de jóvenes de UNASUR realizado en la


Universidad Nacional de Cuyo, en marzo de 2011.
Hacer política como la historia manda, hacer política para la justicia y la libertad, para los
olvidados y los tristes es, con seguridad, una gesta poética.
Un poeta intuye lo inefable; percibe eso que, de tan humano, no puede expresarse. Después
el poeta hace lo posible, elige palabras y las dispone en líneas musicales.
Tal vez la batalla política, cuando la política es una ronda alrededor del fuego, se pelee del
mismo modo. Intuir, desear, mirar lejos, y después dar los pasos posibles, los que permiten
nuestras piernas: uno tras otro tras otro, por un camino que durará mucho más que cualquier
caminante.
Es mucho lo que hoy tenemos. Estamos replicados en numerosos puntos de nuestra patria
grande. La soledad parece un mal recuerdo.
Es frecuente que en estas ocasiones se utilice la palabra “viento”.
Vientos llegan, se extienden, recalan.
Corren vientos por América del Sur.
Y creo que así ocurre porque no hay una palabra más acertada que esa. Vientos…
“Dios los cría y el viento los junta”, dicen los que han vivido. Y aquí estamos hoy. Criados
con el pan de la dignidad y reunidos por el viento americano.
De los jóvenes, se sabe, necesitamos la fuerza. Pero que esto no se entienda solamente como
la capacidad de luchar sin descanso, andar de un lado a otro, volver a empezar las veces que
haga falta. También requerimos de ellos la fuerza del pensamiento. Porque las ideas, igual
que los huesos, corren el riesgo de endurecerse. Entonces, necesitamos conceptos jóvenes
para una vieja pelea,
Esto que aquí ocurre me afianza en la idea de que el sur es el lugar donde no tuvimos más
remedio que hacernos poetas.
Eso somos, porque los poetas tratan con los sueños de igual a igual. Se sientan a conversar
con las utopías, como quien toma mate a la sombra de un árbol. Al fin de cuentas, las utopías
y nosotros somos del mismo barrio.
Y ¡ay de los que piensan que los poetas son inofensivos! En estas tierras, los versos tienen
uñas y dientes.
El sur es una poesía que estamos escribiendo entre todos. Una que tiene, tal vez, algunos
errores de ortografía, ¡pero qué hermosa!

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