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Unidad 1 / Escenario 2

Lectura Fundamental

El debate entre el empirismo


y el racionalismo: la síntesis
trascendental operada por Kant.

Contenido

1 El estatuto crítico del conocimiento en el empirismo

2 Racionalismo, las ideas innatas y la crítica a este

3 Idealismo trascendental, la teoría del conocimiento de Kant

Palabras clave: Empirismo, racionalismo, idealismo trascendental


Nos hemos ocupado de establecer que el objeto de estudio de la epistemología es el
conocimiento científico y adicionalmente, hemos señalado cómo este objeto toma forma con
el desarrollo del idealismo de Descartes. En el marco del idealismo y reconociendo que, bajo
esta lógica, el hombre y el pensamiento ocupan un lugar central en el conocimiento surge
el empirismo y el racionalismo, como dos posturas antagónicas. Posteriormente surge el
idealismo trascendental de Kant, como un intento de crear puentes entre estas dos posturas y
posicionar una nueva forma de comprender la epistemología humana. Este es el debate que nos
ocupa en este escenario y en esta lectura.

1. El estatuto crítico del conocimiento en el empirismo

El empirismo tiene sus orígenes en Inglaterra con John Locke y se enmarca dentro de la filosofía
idealista y cartesiana. Según García (2007), reconociendo que Locke plantea el problema
metafísico como propio del conocimiento, el inglés se pregunta ¿cuál es la esencia, cuál es
el origen, cuál es el alcance del conocimiento humano? Como respuesta a estas preguntas,
el filósofo formula sus presupuestos alrededor de las ideas, entendiendo a éstas como el
pensamiento y reflexiona alrededor de su origen.

Locke sitúa el origen de las ideas, desde un punto de vista psicológico, reconociendo que
con origen entiende “el mecanismo psicológico según el cual se forman en nosotros las
ideas” (García, 2007, p. 134). Bajo esta lógica, distingue un origen en la sensación y otro en
la reflexión. En relación al primero, se entiende por sensación cualquier modificación en la
mente y, la reflexión, como un equivalente de la experiencia interna, propia del alma. Las ideas
pueden ser simples, con su origen en uno o dos sentidos o en la combinación de la sensación
y la experiencia o, son compuestas, formadas por un cúmulo de ideas simples. La idea de
substancia o “el no sé qué” según Locke, es una idea compuesta “que está por debajo de las
diversas cualidades, de las diversas sensaciones, de las diversas impresiones que una cosa nos
produce” (Ídem, pp. 134 – 135); nuestra intuición se convierte en el camino para acceder a la
substancia real, que somos nosotros mismos.

Por último, Locke distingue que las cosas, las substancias tienen cualidades primarias y
secundarias. Primarias son, la extensión, la forma, el movimiento y la impenetrabilidad de los
cuerpos, propiedades del cuerpo y la materia; y secundarias, transformaciones propias del
espíritu, el color, el sabor, el olor y la temperatura.

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El empirismo continuó su desarrollo con
el obispo y filósofo ingles Berkeley. Éste,
niega la separación realizada por Locke El empirismo ingles resalta el carácter fáctico
entre cualidades primarias y secundarias, del conocimiento. La experiencia es la fuente, lo
la cual le parece totalmente arbitraria. No que valida y el límite de cualquier conocimiento.
entiende Berkeley, por qué Locke brinda
propiedades objetivas y universales a las
cualidades primarias y por el contrario da un
carácter subjetivo y espiritual a las cualidades
secundarias. Para Berkeley, todas las ideas son vivencias y todas se producen en el sujeto y al
preguntarse ¿qué es ser? ¿qué es existir?, bajo la misma lupa psicológica de Locke, se pregunta
¿qué llamo yo ser?, lo cual responde afirmando que ser es “ser percibido”, en conclusión, lo único
constituyente del ser es la percepción en la vivencia. Las reflexiones del obispo Berkeley, pueden
ser nombradas como el idealismo subjetivo completo. “¿Quién existe? (…) existo yo con mis
vivencias, pero allende (más allá de) mis vivencias no existe nada” (Ídem, p. 137 – paréntesis
míos). Berkeley se reconoce como inmaterialista, mas no como idealista, pues para él su forma
de pensar es la más natural, la más realista de todas.

El paso que ha dado Berkeley es enorme, al negar la existencia de la substancia material. Sin
embargo, continúa reconociendo la presencia de una substancia espiritual, el yo como substancia
real. En este punto, aparece Hume, como el tercer gran representante del empirismo inglés.
Siguiendo a García (2007), Hume reconoce como impresiones todas las vivencias psicológicas
presentes (del momento presente), por ejemplo, la impresión de un color y llama ideas a las
representaciones de esas impresiones, por ejemplo, pensar o recordar la impresión de un color. De
esta forma, el autor reconoce que tenemos impresiones, pero tenemos muchas más ideas. Para
Hume, las impresiones están ahí y no representan ningún problema psicológico ni metafísico, pero las
ideas sí. No las ideas simples como el color, las cuales tienen una impresión directa en el color visto:

Pero si la idea es compleja, como la idea de la existencia, la idea de substancia, la idea de cau-
sa, la idea del yo; si es idea complicada ¿cuáles son las impresiones de que procede? Tomar
esas ideas, analizarlas en busca de la impresión de donde proceden, será el procedimiento
que llevará a cabo Hume (Ídem, p. 139).

La realidad para Hume es impresión y una idea que no encuentre impresión es una idea que
carece de realidad. Concluirá Hume que las ideas de existencia, substancia, causa y yo, son
ficciones, ideas construidas por nosotros que no se corresponden con la realidad. Son más bien
haces o como las llama Hume “asociaciones de ideas”. Para el autor lo único que existe son las
vivencias y lo que llamo “yo” es la unión caprichosa de múltiples vivencias.

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2. Racionalismo, las ideas innatas y la critica a este

Contrario al empirismo o a la primacía de la experiencia y en el marco del idealismo de


Descartes, surge el realismo en la Europa continental. El racionalismo, considera que la única
forma de evitar el error, la duda y conocer la verdad es indagando por aquellas ideas verdaderas
que surgen en el pensamiento mismo, las ideas innatas.

Estas ideas innatas, son previas a la experiencia y no tienen nada que ver con ella. Según García
(2007), fue Leibniz, que vivió durante la segunda mitad del siglo XVII, quien reconoció desde muy
joven el principal error del empirismo, que fue querer reducir lo racional a lo fáctico, al mundo
de los hechos. “Porque hay una contradicción fundamental en esto: si la razón se convierte en
hecho puro, deja de ser razón; si lo racional se convierte en fáctico, deja de ser racional, porque
lo fáctico es lo que es sin razón de ser, mientras que lo racional es lo que es racionablemente, es
decir no pudiendo ser de otra manera” (Ídem, 2007, p. 150). Leibniz, criticando a Locke, afirma
que existen verdades de hecho y verdades de razón. Las verdades de razón son aquellas que
afirman que algo es de una y solo de esa manera, como las ideas de las matemáticas y la lógica
pura; mientras que las verdades de hecho reconocen que algo es de una manera, pero podría ser
de otra, como las verdades de la experiencia física o las verdades de la historia.

Ahora bien, las verdades de razón no pueden tener un origen en la experiencia, porque esa es una
característica de las verdades de hecho, por lo cual las verdades de razón son innatas. Innatas en
el sentido de que se encuentran germinalmente en el espíritu y en el transcurso del vivir se desen-
vuelven y establecen. Para Leibniz, “nada hay en el intelecto que no haya estado antes en los sen-
tidos, a no ser el propio intelecto, con sus leyes, con sus gérmenes, con todas esas posibilidades
de desarrollo, que no necesitan más que desenvolverse en el contacto con la experiencia” (Ídem, p.
152). En este punto podemos introducir el concepto “a priori” desarrollado profundamente por Kant
y comprender éste como independiente de la experiencia. Para Leibniz todas las verdades de hecho
deben estar justificadas en principio de razón suficiente. Cuando la verdad de hecho se justifica en
un principio de razón suficiente, se convierte en una verdad de razón y se evidencia ante nosotros el
conocimiento. En consecuencia, el conocimiento es equiparable a la pura racionalidad y considera
Leibniz que entre más matemático sea el conocimiento, más se acercará a la racionalidad.

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3. Idealismo trascendental, la teoría del conocimiento de Kant

El idealismo trascendental de tal Kant logra sobreponerse a las limitaciones propias del
empirismo y el racionalismo, se constituye como un giro enorme en el pensamiento científico y
perdura hasta nuestros días. Es tan amplia la teoría que es imposible resumirla en unas páginas,
así que nos ocuparemos de sus aspectos fundamentales.

En primer lugar, debemos señalar que Kant terminó con la idea del ser en sí, desarrollada
por Descartes y permanente, aunque con distintas comprensiones, en el empirismo y el
racionalismo. Kant no habla de un ser en sí sino de un ser objeto, o sea, un ser para algo, para
ser conocido, un ser en el conocimiento. Ahora bien, siguiendo a García (2007), Kant desarrolla
su teoría tomando como marco tres grandes corrientes de pensamiento: el racionalismo
de Leibniz, el empirismo de Hume y, la muy reciente para la época de Kant, ciencia física –
matemática de Newton.

La filosofía de Kant tiene su origen en una teoría del conocimiento y con este hace referencia
a la ciencia ya establecida de Newton. El físico ha logrado reducir las leyes de la naturaleza
a fórmulas matemáticas estableciendo una lógica física – matemática de la naturaleza. A
esto Kant lo llama el “hecho” de la razón pura. Para el prusiano (Kant nace y pasa toda su
vida en Konigsberg, Prusia, su pueblo natal, del cual no sale un solo día), la ciencia física –
matemática de la naturaleza, se compone de juicios o afirmaciones y entiende por éstos como
“(…) enunciaciones objetivas acerca de algo, tesis de carácter lógico que por consiguiente son
verdad o error” (Ídem, p. 176). Kant divide estas afirmaciones en juicios analíticos y sintéticos.
Por juicios analíticos entiende “(…) aquellos juicios en los cuales el predicado del juicio está
contenido en el concepto del sujeto” (Ídem, p. 176). Frente al juicio analítico, por ejemplo, el
cuadrado tiene cuatro ángulos, el predicado está contenido en el sujeto, o sea, al hablar de
cuadrado, se entiende que tiene cuatro ángulos. Por otro lado, los juicios sintéticos, son lo
contrario o juicios “en los cuales el concepto del predicado no está contenido en el concepto
del sujeto” (Ídem, p. 176), un ejemplo es, el juicio sintético, la ventana es oscura, el predicado
no define al sujeto, en otras palabras, oscuro no es una característica propia de la ventana. Los
juicios sintéticos unen componentes heterogéneos entre el sujeto y el predicado.

Ahora bien, el fundamento de los juicios analíticos es la tautología, entendiendo ésta, como
el proceso de repetir lo mismo; ya vimos cómo en estos tipos de juicios el predicado esté
contenido en el sujeto; Por otro lado, el fundamento de los juicios sintéticos es la experiencia o
la percepción sensible.

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En relación a los primeros éstos se caracterizan por ser verdaderos, necesarios y universales y,
como tales, no tienen origen en la experiencia sino en el análisis mental, en consecuencia, son
juicios que Kant llama “a priori”; por otro lado, los juicios sintéticos, son juicios verdaderos sólo
en la experiencia, sólo en el aquí y ahora, son juicios “a posteriori”. Al analizar estos dos tipos
de juicios nos damos cuenta que el conocimiento de la ciencia física – matemática desarrollada
por Newton, no puede estar compuesta por ninguno de los dos. Es decir, si ésta se compone
de juicios analíticos, sería un absurdo hablar de conocimiento, pues este no alimentaría nada
sino sería simplemente una tautología, un proceso de repetición. Por otro lado, si esta ciencia
estuviera compuesta de juicios sintéticos, también sería desatinado, pues “la ciencia enuncia
acerca de sus objetos juicios que son verdaderos y universales y necesariamente, ahora y
siempre; no juicios particulares o contingentes, sino juicios universales y necesarios” (Ídem, p.
179).

¿Cómo resuelve Kant este problema? ¿de que juicios está compuesto el conocimiento de
las ciencias físico – matemáticas de la naturaleza? Kant concluye que existen unos juicios
sintéticos a priori. Esto significa que son juicios necesarios y universales (como los juicios
analíticos) y a su vez sintéticos, “(…) es decir, objetivos, que aumenten realmente nuestro
conocimiento sobre las cosas” (Ídem, p. 180). Los juicios científicos son sintéticos, pues
aumentan nuestro conocimiento y, a priori, pues son universales y necesarios. Ahora bien,
¿qué objetos son propios del conocimiento de la ciencia propuesta por Newton? En este punto,
Kant formula su famosa teoría conocida como el idealismo trascendental. Éste, “se propone
descubrir las condiciones que el objeto ha de tener para ser objeto a conocer, para ser objeto
cognoscible” (Ídem, p. 204). Estas condiciones no pueden ser propias del objeto, porque esta
ciencia es universal y necesaria, por lo cual Kant considera que estas condiciones latentes le
pertenecen al objeto sólo en relación al sujeto.

Lo que el objeto es, no lo es en sí y por sí, sino en tanto en cuanto es objeto de un sujeto. Lo
que el sujeto es, tampoco lo es como un ser absoluto, en sí y por sí, sino en tanto en cuanto es
sujeto destinado a conocer un objeto (García, 2007, p. 204).

Las dos principales propiedades que el sujeto deposita en el objeto son el tiempo y el espacio;
el sujeto coloca estas propiedades en el objeto, con el propósito de conocerlo. El entendimiento
del objeto, se da mediante la colocación de conocimientos a priori en la experiencia o en el
conocimiento empírico. Para Kant, sin esta estructura a priori no podría existir el conocimiento
de la experiencia. En este punto, Kant reconoce tres facultades cognoscitivas del hombre que
hacen posible el conocimiento. La intuición, el entendimiento y la razón.

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La primera ofrece contenidos a la experiencia, espacio y tiempo; la segunda, brinda conceptos
a priori que permiten la comprensión de la intuición y; la tercera, que elabora ideas no
condicionadas ni sujetas a la experiencia, ideas universales y necesarias. Las experiencias
que provee la intuición, sólo pueden ser comprendidas gracias a los marcos a priori que
brinda el entendimiento. Estos marcos a priori son necesarios y universales, no pertenecen a
la individualidad del sujeto y, como se encuentran en todos los sujetos, como una especie de
estructura a priori del humano, brindan un carácter objetivo a la experiencia subjetiva.

Esta objetividad, está caracterizada por el tiempo y el espacio, pues no es posible tener la
experiencia de un objeto por fuera de estas dos condiciones trascendentales o de posibilidad.
De esta forma, como todo lo que nos entra de la experiencia, está determinado por estas
estructuras a priori, que como sujetos colocamos en el objeto, Kant concluye que no es posible
conocer la realidad, lo único que podemos conocer son representaciones de la realidad. En este
sentido, Kant plantea los términos fenómeno y noúmeno. El primero para describir el conjunto
de cosas que conocemos o sea las representaciones de las cosas a partir de nuestra estructura
a priori, de nuestro entendimiento y; el segundo, para hablar del objeto como tal, el cual el
hombre nunca podrá conocer.

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Referencias
García, M. (2007). Lecciones Preliminares de Filosofía, Porrúa, México.

Kant, I. (1998). La antinomia de la razón pura., En Crítica de la razón pura, Traducción de Pedro Ribas,
Alfaguara, Madrid, pp. 407-413. 

Kant, I. (1998). Prólogo de la segunda edición. En Crítica de la razón pura, Traducción de Pedro Ribas,
Alfaguara, 1998, Madrid, pp. 15-35. 

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Introducción a la epistemología de las ciencias


sociales

Unidad 1: Introducción y supuestos filosóficos


Escenario 2: El debate entre el empirismo y el
racionalismo: la síntesis trascendental operada por Kant.

Autor: Juan Camilo Paillié Plazas

Asesor Pedagógico: Heidy Moncada


Diseñador Gráfico: Santiago Rodriguez
Asistente: Ana Milena Raga

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