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Van Orman Quine y Thomas Kuhn: críticas a la concepción heredada

Autor: Rubén Ávila

El edificio filosófico que construyeron los autores de la concepción heredada,


fundamentalmente los integrantes del círculo de Viena (cuyos integrantes más destacados
son Schick, Neurat, Carnap) y del círculo de Berlín (Reichenbach) es considerado como
uno de los grandes logros filosóficos del siglo pasado y de los más importantes de la
historia de la filosofía. De hecho, desde su aparición, y más concretamente desde mediados
del siglo XX, buena parte de los esfuerzos de los principales filósofos ha sido criticar y
tratar de derribar lo que la concepción heredada construyó.

El primer hito contra la concepción heredada se produce con la publicación en 1951 de Dos
dogmas del empirismo, escrito por Willard Van Orman Quine, y unos años más tarde, en
1962, con La estructura de las revoluciones científicas, cuyo autor es Thomas Kuhn. Estas
dos publicaciones provocan una división entre la comunidad de los filósofos de la ciencia.

En estas dos décadas, la de los 50 y 60, la concepción heredada todavía sobrevive como
doctrina oficial. Siendo Neigel y Hempel sus principales valedores. Pero se va generando
un ambiente que podríamos aceptar como anti-concepción heredada, ya que se la
consideraba una doctrina a-histórica que no prestaba atención suficiente al desarrollo de la
filosofía de la ciencia. Es estos años que se da el giro historicista de la filosofía.

Empezando por Kuhn, la mayoría de los autores que impulsan este giro, son historiadores
de la ciencia. Defienden, sobre todo, en particular los kuhnianos, el progreso en la ciencia,
pero relativizándolo, al igual que la racionalidad, por lo que la verdad también quedará en
suspenso. En esta época se instaura una nueva visión de la ciencia, una visión
desprestigiada.

La crítica kuhniana

Quine establece que la racionalidad se encuentra dentro de cada paradigma. Así que una
vez aceptado uno paradigma concreto se puede desarrollar a través de método racionales,
ya que se han aceptado sus principios básicos. Pero si lo que pretendemos es comparar
paradigmas contrarios, para hacerlo, necesitaríamos criterios racionales externos, y éstos no
existen, ya que no hay forma de traducir un paradigma a otro. Esto lo que se conoce como
la inconmensurabilidad de paradigmas.

La crítica de Kuhn, que hunde sus raíces en la de Quine, se funda principalmente en la


consideración de que los procesos de elección y decisión científica de las teorías no pueden
resolverse a través de métodos racionales. Es decir, cuando nos encontramos ante dos
teorías, es imposible elegir por criterios racionales. A esto se le conoce como la fisura
racional.

Así nos encontramos que la idea basal contra la concepción heredada se funda en que los
procesos científicos, cuando surge la controversia de paradigmas, no se desarrollan en base
a criterios racionales, por lo que las reglas metodológicas de la concepción heredada deben
estar equivocadas.

Pero Kuhn va más allá, y asegura que todo el proyecto de la concepción heredada está
errado y debía ser abandonado.

El giro historicista añade que, además, los propios científicos violan las reglas de la
racionalidad, siendo imposible que ocurra de otra forma. Por tanto, las controversias jamás
serán resueltas por métodos racionales.

No existen reglas racionales lógicas que nos ayuden a tomar una decisión cuando nos
enfrentamos a dos teorías contrapuestas. Y, como no las hay, la decisión debe fundarse en
métodos no racionales.

A consecuencia de todo esto, Kuhn termina asegurando que no sólo el proyecto


metodológico de la concepción heredada yerra, sino que el objetivo de caracterizar la
racionalidad científica había que abandonarlo.

Fuente:http://filosofia.laguia2000.com/ciencia-y-filosofia/quine-y-kuhn-criticas-a-la-
concepcion-heredada#ixzz4g1b70ViR

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