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POSTGRA
Estrategias de búsqueda de información en la web
Cómo sobrevivir a la infoxicación y no morir en el intento
Danilo Reyes
Magíster en Procesamiento y Gestión de la Información.

1. Un contexto de infoxicación

Buscar información no es fácil y poder hacerlo de manera


adecuada se transforma en una habilidad relevante en una
sociedad hiper-conectada. El desarrollo tecnológico y el
aumento de la generación de contenidos en Internet han
hecho que la producción de información crezca de manera
exponencial, a tal punto que en 2018 se estimaba que
cada día se producen 2.5 quintillones de bytes de datos al
día, y esa cifra seguiría creciendo de forma acelerada. Este
fenómeno fue presagiado en los años 70 por Alvin Toffler
en su libro “Future Shock”, y lo denominó “Information
Overload” o “Sobrecarga informativa”. Dicho concepto
se refiere a (con)vivir con demasiada información, lo que
genera incertidumbre, ansiedad o (paradójicamente)
desinformación.
En el año 1996, Alfons Cornella acuña el concepto “Infoxicación” haciendo referencia a la mezcla de palabras
entre intoxicación e información. Esta figura plantea que el exceso o la abundancia de información implica
estar recibiendo contenido de manera constante, por muchos canales a la vez. Sin embargo, mayor acceso
a contenidos no significa mejor consumo de estos. En tiempos de infoxicación, prima la exhaustividad o la
abundancia por sobre la relevancia.
Por otra parte, Clay Johnson publicó un libro llamado “La dieta informativa” en el año 2012, donde establece
una analogía entre el consumo alimenticio y el consumo de información, llegando a la preocupante conclusión

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de que cada vez nos estamos informando peor. De acuerdo al autor, las personas han caído en un círculo de
consumo informativo basado en la auto-gratificación, es decir, la preferencia del consumo de contenidos que
“saben mejor” en lugar de aquellos que “hacen bien”. Por esta razón, el consumo de contenidos en internet se
puede relacionar con el consumo de sal, grasa o azúcar: sabores que la gente prefiere y consume en mayor
cantidad. Esta misma analogía refleja cómo las personas prefieren consumir afirmación, contenidos rápidos y
vacíos, en lugar de real información.
Todo lo anterior es reflejo de la complejidad que tienen las personas para buscar, seleccionar, utilizar y almacenar
correctamente la información que necesitan. El exceso de información se transforma en una característica
compleja de la sociedad actual y demanda mejores formas de adquirir contenidos.

2. Information Literacy o Alfabetización Informacional, ¿un camino de muchas soluciones?

La información crece y seguirá creciendo de forma exponencial. Los fenómenos de aceleración tecnológica y
desintermediación en la generación de contenidos resultan irrefrenables, por lo que resulta un desafío saber
cómo adaptarse a este nuevo contexto del consumo de contenidos. En virtud de lo anterior, instituciones
como la UNESCO o la IFLA se han preocupado de plantear cuál es la solución para una sociedad infoxicada
planteando una dicotomía: ¿la solución debe ser tecnológica o debe ser cultural/educacional?
En primera instancia, los algoritmos de búsqueda y selección de información han crecido de manera compleja
en los últimos 20 años. Hoy en día existen sistemas de medición automático de relevancia de contenidos,
algoritmos clasificadores y técnicas de procesamiento de datos personales que pueden mostrar resultados
más “al gusto del lector”. El desarrollo de sistemas recomendadores de contenidos en base a datos personales
ha traído nuevas implicancias en cómo seleccionamos contenido. Google nos sugiere – personalizadamente –
las páginas que debiéramos visitar, Amazon nos sugiere que leer, Spotify que escuchar y Netflix que contenido
audiovisual consumir. No obstante, hay muchas controversias éticas en el desarrollo de este tipo de algoritmos,
fundamentalmente porque los usuarios no tienen conocimiento sobre cómo estos operan y se transforman
en verdaderas cajas negras o “black box” de nuestros datos personales, es decir, no sabemos qué se hace con
ellos o cómo se procesan. Por otra parte, esta personalización de contenidos se transforma en una especie
de burbuja informacional para los individuos que consumen contenido en internet. En 2018, el diario El País
publicaba una columna donde se afirmaba que la lectura de contenidos en redes sociales llevaba a la gente a
una especie de cajón ideológico informativo, afirmando que “lo que tú crees que ‘todo el mundo dice’ en las
redes, solo se dice en tu muro”. El recibir contenido personalizado tiene directa relación con lo que planteaba
Clay Johnson en “La dieta informativa” afirmando: “¿quién quiere escuchar la verdad cuando pueden escuchar
que tienen razón?”. Por esta razón, la fe ciega en cómo funcionan los algoritmos se transforma en una nueva
problemática de la sociedad infoxicada que demanda una nueva manera de alfabetización: la informacional.
La alfabetización informacional se define como aquella alfabetización que desarrolla habilidades en la
búsqueda, selección, discriminación, evaluación y uso ético de la información. Dicha habilidad se considera
un prerrequisito indispensable para participar de forma activa en la denominada Sociedad Digital. Lo anterior
supone desarrollar habilidades como:
• Identificación de necesidades → Saber qué información requiero.
• Conocer fuentes de información → Según mi necesidad, dónde debo ir a buscar información pertinente.
• Traducir esa necesidad a una búsqueda → Uso de palabras clave u otros mecanismos.
• Selección de resultados → Discriminar y evaluar los resultados obtenidos para obtener una mejor
selección.

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• Utilizar correctamente la información respetando implicancias éticas como privacidad o propiedad
intelectual.
• Comunicar de forma eficiente.
• Entender el entorno informativo.

En síntesis, la “confianza” que normalmente depositamos en los algoritmos debe ir acompañada de una
habilidad crítica relacionada con la manera en que buscamos, seleccionamos y usamos información.

3. Búsqueda booleana: un mecanismo (aún) relevante para hacer más eficientes nuestros resultados.

Al referirnos al fenómeno de infoxicación, podemos ver el problema más fácil de identificar: el exceso de
información. Al efectuar una búsqueda en Google, siempre obtenemos millones de resultados que lógicamente
no podemos revisar. Al hacer búsqueda de información científica, normalmente tenemos el mismo problema
porque no tenemos el tiempo ni los recursos suficientes para analizar y seleccionar tanta información.
Es importante considerar que el acelerado cambio tecnológico hace que los mecanismos de búsqueda
y selección de información evolucionen a un nivel exponencial. Por lo tanto, este contexto demanda un
aprendizaje constante sobre cómo interactuamos con la información. Sin embargo, hasta el día de hoy la
búsqueda booleana sigue siendo un mecanismo utilizado en casi todos los sistemas de búsqueda para hacer
más eficiente la recuperación de información.
La búsqueda booleana, que viene del álgebra de Boole, consiste en la elaboración de ecuaciones de búsqueda
que permitan acotar los resultados fundamentalmente descartando aquellos documentos que no son
relevantes para la necesidad del usuario. Lo anterior es relevante porque muchas veces tenemos la necesidad
de combinar conceptos a raíz de la relación semántica que existe entre las palabras (Argudo & Pons, 2013) y
cómo estos fenómenos lingüísticos pueden influir en la búsqueda (homonimia, sinónima, etc.).

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Los operadores booleanos son herramientas que permiten efectuar búsquedas más expertas en las diversas
fuentes a las que regularmente acudimos a conseguir información. Dichos operadores son fundamentalmente
tres:

• Operador de conjunción (AND): Dicho operador permite mezclar dos conceptos para obtener una
búsqueda más acotada. Al juntar concepto A y concepto B, el sistema muestra aquellos resultados que
contengan ambos conceptos y descarta todos aquellos que contengan solo uno. Por ejemplo, si busco
“Aprendizaje” y “Tecnología móvil”, el sistema mostrará los documentos que contengan ambos términos
y descargará aquellos que no contengan ninguno o que tengan solo uno de ellos.
Ecuación: Aprendizaje AND “Tecnología móvil”.

• Operador de disyunción (OR): Este operador permite mezclar dos términos de tal manera que se
obtengan resultados que contengan un término o el otro. Su principal objetivo es solucionar problemas
como la sinonimia. Por ejemplo, si necesito buscar información relacionada con un término específico,
puedo probar efectuando la búsqueda con sus sinónimos. Me puede interesar buscar el concepto
“habilidades” pero también puedo mezclarlo con “competencias”.
Ecuación: Habilidades OR Competencias.

• Operador de negación (NOT): Este operador se utiliza para descartar resultados relacionados a un
tema específico. Puedo mezclar dos términos y especificar que los resultados relacionados al segundo
concepto sean omitidos en los resultados. Por ejemplo, me puede interesar buscar sobre “gamificación”
pero me interesa descartar todo lo relacionado a “videojuegos”.
Ecuación: Gamificación NOT Videojuegos.

En síntesis, la aplicación de operadores booleanos se puede transformar en una herramienta relevante en


nuestros ejercicios de búsqueda de información, tanto en motores de búsqueda genéricos como Google, así
como buscadores especializados como Scielo, Scopus u otra base de datos de artículos científicos.
El ejercicio de estos operadores nos ayudará a obtener mejores resultados y a ahorrar tiempo en la selección
de nuestros textos.
Para obtener información didáctica, en el aula virtual hay disponible un video-tutorial que muestra cómo
aplicar los tres operadores booleanos en bases de datos científicas,

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Referencias bibliográficas

Argudo, S., & Pons, A. (2013). Mejorar las búsquedas de información. Recuperado de http://ebookcentral.
proquest.com/lib/uvmsp/detail.action?docID=3214198

Johnson, C. A. (2012). The Information Diet: A Case for Conscious Consumption. O’Reilly Media, Inc.

Querol, R. de. (2018, octubre 31). Análisis | Resiste al algoritmo, sal de la burbuja. Recuperado 14 de abril de 2019,
de EL PAÍS RETINA website: https://retina.elpais.com/retina/2018/10/29/tendencias/1540798048_300892.html

Toffler, A. (1970). Future Shock. Penguin Random House LLC.

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