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Materia:
Asia y el Pacifico.
Tema 3.
Actividad de Aprendizaje 3.
Opinión.
“En la región la expansión del orden colonial del sistema capitalista industrial fue
severo. Todas las formas de vida existentes fueron reconfiguradas en mayor o
menor medida para cumplir con las demandas de las metrópolis bajo un vínculo
provisto por las ciudades coloniales entre áreas locales y sistema global”
(Preston, 1998, pág. 55)
Debemos considerar que los viejos imperios como China habían disminuido
mucho su poder y quedaron tecnológicamente rezagados desde los siglos XIII y
XIV, por lo que la respuesta frente al avasallador embate de las fuerzas de
occidente fue débil. Para finales del siglo XIX prácticamente todos los territorios
de este y sureste asiático, incluidas las islas del océano Pacifico, se encontraban
en manos de las potencias extranjeras.
El caso de China.
Hablar de China siempre implica hacerlo en grande, pues cada cosa que se pueda
mencionar tiene una escala totalmente distinta si se refiere a este país. Como
particularidad, coincidimos plenamente con lo que establece Preston: “[… antes
del estallamiento de la guerra del Pacifico, el país fue una cuasi-colonia de varios
poderes contendientes” (Preston, 1998, pág. 62).
La actitud ante el comercio con occidente, durante el siglo XVI fue meramente
pasiva, limitada al intercambio de productos y venta de especias. Además su
vasto territorio lo convertía en un país plenamente continental, sin necesidad de
salir hacia el exterior, pues dentro de sus fronteras poseía lo necesario, lo mismo
que la gran diversidad de culturas que albergaba.
Los británicos consolidaron su poder como potencia mundial en el siglo XVIII, así
se convirtió en el socio más fuerte de China, a tal grado que logró la fuerza
suficiente para presionar tarifas más bajas en su intercambio con el país asiático.
China comprendió el riesgo muy tarde, la resistencia desató las Guerras del Opio y
produjo la caída de la dinastía Qing, entre 1839-1842 y 1856-1860. Derivado de
esto y el Tratado de Nanking, China hizo grandes concesiones, Gran Bretaña
obtuvo el control de Hong Kong, además se apropiaría de la península de Kowloon
y otros territorios (Preston, 1998, pp. 7-12).
Esta situación debilito mucho la legitimidad del imperio chino su gobierno central,
algunas clases como los comerciantes prosperaron en las costas principalmente.
Una respuesta drástica de los chinos ante la ocupación británica y japonesa fue el
levantamiento de los boxers en 1899, que buscaba expulsar a todos los
extranjeros, apoyado por la emperatriz china pero reprimida por una fuerza
conjunta de potencias. Esto nuevamente trajo una actitud pasiva de china al
negociar los tratados de Puertos y Tarifas,
La realidad es que China era más vulnerable de lo que ella misma consideraba
durante los siglos XIX y XX.
Frente a las terribles concesiones realizadas frente a Gran Bretaña y Japón, nos
hacen pesar que la debilidad china quizá sea la mayor de sus fortalezas, pues
parece que su nación es capaz de cortarse un brazo antes que renunciar a la
supervivencia. Esta ideología es importante pues no obstante la constante
dominación por varios grupos, permitió la consolidación de una nación frente a
un poder superior.
Ante la colonización de finales del siglo XIX, China mostraba cada vez mas
descontento, mientras que el gobierno imperial se convertía en un lastre que se
estancó por su desconexión con las clases bajas y los comerciantes, claves en el
modo de producción capitalista. Las clases burócratas y terratenientes,
dependientes de la explotación del campesinado también contribuyeron al
estancamiento, así los poderes que florecían en la regiones más alejadas se
hicieron cada vez más fuertes (esto sería determinante para la revolución
comunista dirigida por Mao Tse Tung, pues el campesinado fue clave en su
estrategia de consolidación de una republica popular).
Como recuerdo de este periodo, aún vigente, se encuentra el problema de las tres
chinas, pues a pesar de haber recuperado en 1997 el control sobre Hong Kong,
tras 100 años de dominación, su población se identifica más con los británicos que
con los mismos chinos. Un problema aun mayor se presenta con la Republica de
China, ubicada en la isla de Taiwán, Estado que pocos reconocen y que China
continental desea regrese a su esfera de influencia.
El caso de Japón.
A mediados del siglo XIX, y tras las guerras del opio, los británicos ganaron
influencia en China y monopolizaron la demanda, eso ayudo a que lograran
derechos comerciales sobre Japón también. La amenaza occidental se cernió
sobre el archipiélago.
A principios del siglo XX, inicio la guerra contra Rusia y además de algunas islas,
gano el territorio de Manchuria en 1905, con ello, lograba limitar la relación sino –
rusa y desarrollaba un área de amortiguamiento en caso de amenaza militar
contra su territorio al colocar un enclave cercano a sus vecinos. Su
comportamiento fue soportado por los occidentales hasta 1915 cuando se convirtió
en un foco de alerta por su expansión y trato agresivo con sus vecinos,
principalmente China.
Podemos decir que Japón vislumbró, se adelantó y desarrollo con miras a evitar
una colonización, pero su situación geoestratégica y el fomento de la propia
idiosincrasia japonesa lo envió fuera de sus fronteras, auspiciado sin lugar a dudas
por todos los países occidentales de los que intentaba protegerse, así se equipó y
entreno en el arte de la guerra moderna, lo que puso en práctica contra la
maltrecha China, con un salvajismo inenarrable, de esto daría cuenta la masacre
de Naking en el siglo XX. Con esta estrategia mantuvo lejos de su territorio la
amenaza colonial durante el siglo XIX y hasta la segunda guerra mundial.
Ante la colonización de finales del siglo XIX, Japón puede ser considerado
como un ejemplo de resistencia y asimilación del capitalismo industrial, de hecho,
dista muchísimo de lo que pasó con China continental.
Parece ser que Japón baso su programa ideológico en una serie de preceptos
europeos en boga en el siglo XIX. Por ejemplo las ideas darwinistas de la
selección natural, el positivismo y su idea de progreso a toda costa, la doctrina del
súper hombre de Nietzsche. Además del mantenimiento de algunos elementos
propios como el respeto a la ley natural donde el más fuerte sobrevive, o la
filosofía samura, donde la batalla era lo único que contaba y la muerte es digna y
gloriosa, la derrota no posee honor y la rendición sin lucha es una vergüenza.
Los europeos luchaban unos contra otros para colonizar todo el mundo, Japón
siempre estuvo a la expectativa de que lo conquistaran. Realmente, la fortaleza de
dentro del periodo esconde temor a la dominación, esto puede comprobarse al
reconocer el cierre durante más de dos siglos de sus fronteras a extranjeros ante
el miedo a la difusión de culturas e ideologías diversas. La apertura nuevamente a
occidente en el siglo XIX y la fuerza de la razón preceptuada por la restauración
del Imperio Meiji, permitieron un proceso de modernización acelerado, bajo los
preceptos liberales capitalistas, este desarrollo terminaría con un nuevo orden tras
la segunda guerra mundial, cuando Japón renuncia a su derecho a hacer la
guerra, en una especie de purga de culpa tras casi un siglo de violencia.
El caso de Tailandia.
REFERENCIAS.
Preston, P. W. (1998). “The shift to the modern world: reactions, resistance and
empire”, en Pacific Asia in the global System (pp.54-86). Blackwell Publishers.