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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO.

FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES.

SISTEMA DE UNIVERSIDAD ABIERTA Y A DISTANCIA.

Materia:

Europa.

Tema 1.

Introducción.

Las particularidades de los estudios europeos como área de conocimiento

Actividad de Aprendizaje 1.

Estado y Nación.

Alumno: Márquez Rivera Héctor Manuel

No. De Cuenta.- 403086674

Fecha de Entrega: 18 de marzo de 2020

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Estado y Nación.
Ensayo.

Introducción.

Contestar qué fue primero, si Estado o Nación es una situación compleja pues va
más allá de lo estrictamente cronológico o geográfico, se trata del desarrollo de un
proceso constante de consolidación de diversas comunidades políticas, por ello la
implicación de factores de tipo religioso, económico, ideológico, político, social y
hasta científico deben ser tomados en cuenta.

El proceso de construcción del nacionalismo pasa por la conceptualización de la


nación, y da como fruto una organización jurídico política denominada Estado,
pero Estado es mucho más que un espacio geográfico, es tanto escenario donde
acontecen las relaciones políticos de las comunidades como actor mismo de las
mismas, por ello podemos decir que los Estados existen desde la antigüedad, así
que llegamos a una encrucijada, ¿de qué forma desentrañar esta interrogante?

En el afán de conocer el vínculo de ambos conceptos, Estado y Nación,


desglosaremos la formación de los Estados Modernos y su vínculo con lo
nacional, para ello, ahondaremos en el antecedente europeo, pues es este
continente del cual surgen dichas categorías por primera vez. Serán los conceptos
de Estado moderno y su transición al Estado nacional el motivo del presente
ensayo.

Desarrollo.

La concepción de Europa atañe tanto al sistema geográfico ubicado entre la


península ibérica y los montes Urales como al cumulo de diversas etnias
indoeuropeas con un común, como lo establece la maestra Arroyo, Europa era en
ese momento: “[…] un territorio vivo, anterior a su división en naciones, a su
fragmentación en Estados y a su santificación en patrias” (Arroyo, 2000, pág. 27).

En Grecia en el siglo V, nace el termino de Europa, se establecen las


particularidades que la diferencian de los pueblos persas y orientales, originarios
del centro y norte del continente, de lenguas germánica, eslava o romances, etnias
helénica y germana, descendientes de los pueblos nórdicos que ocuparon amplias
zonas de las actuales, Holanda, Checoslovaquia, Polonia, Alemania, Ucrania,
Grecia, las zonas alrededor del Mar Negro y el Rio Danubio, Finlandia, Suecia y el
centro de Rusia. Tras la conquista Romana, en el siglo II a.C. mucho del legado
helénico fue conservado fusionándose con las propias creencias y tradiciones
romanas, se estableció una cultura generalizada que daría vida al concepto de
“civilización occidental” (ARROYO, 2000, pp. 27-31)

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Dadas las invasiones, Diocleciano, ordenó la división del Imperio con una nueva
capital en Bizancio1 en el siglo IV, el cristianismo se asume como religión oficial en
Oriente, lo que fusionó el poder político con el religioso. La idea de un Dios único
presionó la concepción divina del Imperio de Occidente desencadenándose una
fractura ideológica. Occidente terminó abatido ante las invasiones bárbaras y se
desintegró en regiones controladas por diversas etnias. En el siglo XIII, tras las
invasiones de Genghis Khan al Imperio Romano de Oriente, se organiza la Cuarta
Cruzada que produce la caída de Constantinopla y con ello la decadencia de la
zona, la ruta China - Europa se reapertura dando pie a un auge comercial que
permitirá el desarrollo del Renacimiento. (ARROYO, 2000, pp. 32-33)

La división en feudos y la llegada de nuevas ideas de oriente, sentaron las bases


de un redescubrimiento de la Grecia antigua y el cristianismo que ayudó a vincular
a los pueblos del centro y occidente de Europa. Grandes extensiones de tierra
formaban un mosaico de distintas identidades, compartían el feudalismo como
sistema social y económico, que reconocía cierto número de libertades colectivas,
pero se mantenían organizados en estamentos vinculados a la tierra, con ejércitos
irregulares, casi sin relación distinta que la guerra. Los señores feudales
gobernaban de forma independiente, y de entre ellos se distinguen los reyes,
como lo establece De Gabriel:

“Los reinos medievales se caracterizan fundamentalmente por su marcado poli


centrismo y por el carácter patrimonial del poder, que depende sobre todo de la
propiedad de la tierra” (De Gabriel, 2002, pág. 38).

Hacia el siglo XI proliferan las cortes, parlamentos y dietas, donde se reúne el


comerciante (burgueses), el clero y los señores feudales. La tributación establece
aduanas que limitan el territorio, produce un orden interno y sostiene la guerra
constante; el rey resuelve la recepción de tierras y tesoros a cambio de privilegios,
nace así la nobleza que se subordina al monarca. Las cortes simbolizan la
unidad del territorio y gira alrededor del rey, figura simbólica que se asocia con la
divinidad, que se beneficia del declive de los imperios y el fracaso del papado en
reconstruir la cristiandad romana (De Gabriel, 2002, pág. 38-39)

La construcción de la idea de nación requiere de una identidad general. La


diferenciación del territorio es precisamente el detonante mediante el cual los
habitantes del reino sucumben ante la idea de la cohesión interna, en la defensa
de dos valores principales bien común, defensa conjunta; esta idea se apoya
en la centralidad de los órganos políticos y en la figura simbólica del
monarca a la cabeza de todo (SESMA, 1987, pp. 262-263)

A través de la recuperación de las instituciones “ius soli” y “ius sanguinis”, se


declarar un vínculo de pertenencia de los súbditos en relación al reino. La
conveniencia de la identificación se logra a través de derechos diferenciados en

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La “nueva Roma” se erigió sobre la antigua capital Bizancio, posteriormente se denominaría Constantinopla
en honor a Constantino I El Grande.

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detrimento de los derechos de los nacidos en otros lugares. Es el territorio, un


orden determinado y una autoridad legítima los elementos que consolidan la
idea de “Estado” como una institución de poder político organizada sobre un
territorio que mantiene el monopolio de la fuerza y la producción de normas,
pero serán las costumbres y prácticas religiosas y culturales, las que produzcan
la identificación, obediencia y reconocimiento del poder temporal y divino
representado en el rey.

En el siglo XIV con Inglaterra y Francia enemistadas y el Imperio Romano de


Oriente desmembrado, los turcos avanzan sobre la parte oriental del continente y
el imperio ruso se expande al norte, se fija una división entre la Europa central y
occidental, frente a la Europa del este, tanto por motivos geográficos y políticos
como por cuestiones étnicas y sociales. Se divide la religión cristiana, se debilita
la autoridad del Papa y el derrumbamiento de los viejos imperios da paso a
Estados soberanos, tal cual lo señala Arroyo:

“[…] la noción de soberanía estatal tomó forma y poco a poco se convierte en


principio político personificado en el monarca, cuyo poder fue asumido como de
origen natural o divino, imponiéndose sobre todo lo demás” (ARROYO, pág. 35).

El monarca esta adherido a la conciencia territorial del reino, representa la cosa


pública. Pero no proviene de las bases populares, sino que es, tal cual lo señala
Sesma: “[…] propagado desde arriba como instrumento de poder para asegurar la
hegemonía de la clase privilegiada” (Sesma, 1987, pág. 254).

La consolidación exterior multiplica atribuciones en el monarca, administrativas


tributarias y de seguridad; los feudos se debilitan y se consolidan los Estados
monárquicos. El rey establece una línea directa con los burgueses y campesinos,
aumenta la fiscalización y la burocratización de las labores públicas del reino. El
ejército se convierte en cuerpo regular bajo las órdenes del monarca; la nobleza
buscarán privilegios frente a la corona, los burgueses se instruyen y adquieren
puestos claves en la administración publica (De Gabriel, 2002, pp. 39-43).

El enfrentamiento de las cortes con el rey deja en manos de la burguesía la


estructuración del sistema económico, las aduanas, la tributación y la burocracia,
se crea un mercado de consumo interno. 2 Surgen instituciones que ordenan
relaciones económicas, fiscales, administrativas y judiciales. La centralización
gubernamental otorga estabilidad. El Estado adquiere unidad política interna,
hacia adentro somete al súbdito que entrega su voluntad y fortalece la autoridad
del rey, hacia afuera se opone a los demás reinos, la existencia de comunidades
sobre un espacio geográfico sienta las bases de un sentimiento de pertenencia
(nacionalismo), el Estado es soberano, y el monarca se refuerza como símbolo y
fuente suprema del poder político en el reino. Como lo señala Sesma:

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Aun no se puede hablar de un mercado nacional, la generación de estas medidas eran para proteger los
ingresos del reino mediante un proteccionismo incipiente de las actividades económicas internas.

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“El rey, el soberano, apoyado en doctrinas romanistas y en su consideración de


defensor y protector de sus súbditos, se identificara con el propio reino y en su
imagen confluirán los sentimientos comunes que desembocaran en una
conciencia colectiva, nacional, de larga proyección futura” (Sesma, 1987, pág.
253)

El problema de la consolidación estatal va de la mano del concepto de soberanía,


es Juan Bodino quien en el siglo XVI desglosará el tema, define la postura del
poder que emana del soberano por derecho divino, y se legitima a través de su
uso racional sobre los súbditos a quienes reconoce derechos naturales (vida,
libertad, bienes), en este momento el poder temporal del rey aún se vincula al
derecho divino y la iglesia cristiana juega un papel fundamental en la legitimidad.

Durante el Renacimiento, los Estados modernos afianzan su estatus, Francia,


España, Portugal, Inglaterra por ejemplo. Italia se mantiene dividida en ciudades –
estado que dominan el comercio de la época y fomentan un auge sin precedentes
con el surgimiento del humanismo que centra el pensamiento en el hombre en
lugar de la divinidad, pero que se desgastan en enfrentamientos constantes,
Maquiavelo propone una guía de comportamiento exitoso para el gobernante,
centrado en la práctica política real alejada de la religión, como lo señala De
Gabriel:

“La teoría política de Maquiavelo encarna de este modo el ideal mercantilista del
hombre que trata de dominar su entorno y que se sabe capaz de tomar las riendas
de su historia” (De Gabriel, 2002, pág. 49)

Con el auge del comercio y la expansión de los Estados, se propicia la idea de la


propiedad privada, el fortalecimiento del estado territorial y la institucionalización
de la guerra, se establecen las bases del sistema capitalista, basado en el
comercio y la acumulación. El capitalismo mercantilista se impulsa con los
descubrimientos científicos y el proceso de colonización de América; la
masificación del uso de la imprenta permite la difusión de la información y con
ella se presenta la uniformidad en la concepción del mundo para el pensamiento
europeo (Arroyo, pp. 34-37).

Diversos acontecimientos como la venta de indulgencias y otros excesos por parte


de los clérigos, terminan con romper la maltrecha cristiandad europea y con ello
se: “[…] amenaza con truncar el desarrollo del modelo mono céntrico y
progresivamente unificado de Estado” (De Gabriel, 2002, pág. 47).

La corrupción eclesiástica fue referente para la perdida de la legitimidad. Lutero y


Calvino difundieron mediante la imprenta, la recuperación de los valores bíblicos.
La división provocó una fractura conocida como la Reforma religiosa, de la cual
surgieron la iglesia protestante y la anglicana; el Papa ordenó una
Contrarreforma para asegurar la unidad eclesiástica, la fe se polariza, la Francia
católica se enfrentó a la Inglaterra protestante, desatando la guerra de los 30
años que arrasó el continente hasta los Balcanes; la lucha concluyó en Westfalia
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(1648), surgen los modernos Estados-nación, declarándose su carácter pleno y


soberano, al mismo tiempo que la paz en Europa y la tolerancia religiosa
(ARROYO, pp. 37).

Las monarquías, libres del peso eclesiástico, necesitaban vínculos identitarios que
los unieran como una sola comunidad y los distinguieran de los demás Estados;
las acciones administrativas centralizadas, el establecimiento de un ejército común
y la tributación, dieron cohesión a la población, no solo de los súbditos sino de la
nobleza bajo el liderazgo del Rey. Pero en sociedades profundamente religiosas,
la trascendencia del individuo y la colectividad es importante, surge así una idea
vinculante sobre el pasado y el futuro comunes, como lo establece Sesma, se
trata de : “[…] la preocupación por conservar la memoria histórica común y por
proyectar hacia el futuro las vivencias del pasado y las realidades del presente”
(Sesma, 1987, pág. 268).

La transición de los feudos, a los Estados modernos, el surgimiento del


nacionalismo, los Estados Modernos, los Estados Monárquicos y los Estados –
Nación culminan con la Guerra de Sucesión Española (s. XVII) y la paz de Utretch,
donde la diplomacia manifestada por la política de alianzas representa la
consolidación de las soberanías estatales y la identidad nacional de los Estados.
Ramón Maíz Suarez resume este proceso de la siguiente forma:

“No es la nación la que genera el nacionalismo, sino el nacionalismo el que, en


determinados contextos institucionales y sociales, produce políticamente la
nación” (Maíz, 2002, pág. 478)

Conclusiones.

El Estado antiguo se modificó en sus bases territoriales y étnicas durante el primer


mileno, la religión fue el factor de cohesión que permitió la vinculación con los
diversos feudos durante la Edad Media, esto sentó las bases del sistema moderno
y monárquico basado en la unidad alrededor del rey como figura simbólica
temporal y divina, el nacionalismo embrionario se sienta en una mayor libertad de
pensamiento, la filosofía humanista, los descubrimientos científicos y el sistema
capitalista. La idea de nación surge tras un proceso de propaganda especifico que
busca la construcción de una historia compartida y la simbología que vincule e
identifique a las colectividades pero que nazca del súbdito un sentimiento de
pertenencia basado en sus propias creencias.

Liberados de la carga religiosa, surgen los Estados Nacionales, que en poco


tiempo evolucionan sus sistemas políticos con base en referentes como el
liberalismo político (Locke), y el autoritarismo de Estado (Hobbes); a estos
cambios corresponde a un liberalismo de tipo económico que permite a la larga la
asunción de una serie de como la libertad de pensamiento que sentaría las bases
de la ilustración.

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REFERENCIAS.

-Arroyo, G. (2000). Los grandes momentos de la identidad europea. En Chanona,


A. y Domínguez, R. (coords.). Europa en transformación. Procesos políticos,
económicos y sociales. México: FCPS-UNAM/Universidad de Quintana Roo/Plaza
y Valdés.

-Del Águila, R. (2002). La política: el poder y la legitimidad. En Rafael del Águila


(coord.). Manual de Ciencia Política. (21-34) Madrid: Ed. Trotta.

-De Gabriel, J. (2002). La formación del Estado moderno. En Rafael del Águila
(coord.). Manual de Ciencia Política. (35-52) Madrid: Ed. Trotta.

-Maíz Suarez, R. (2002). Retos contemporáneos de la política (II) los


nacionalismos. En Rafael del Águila (coord.). Manual de Ciencia Política. (477-
505) Madrid: Ed. Trotta.

-Sesma, Á. (1987). Estado y nacionalismo en la baja edad media, Aragón en la


Edad Media (pp.243-273). Recuperado de
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=108363

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