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¿Cuánto vale nuestra memoria?

¿Si perdiéramos nuestros recuerdos seguiríamos siendo nosotros? Tal vez nunca nos hallamos
hecho esta pregunta, por eso antes de seguir con esta breve reflexión lo invito a que se tome
unos segundos para responderla. Ahora sí, a lo que vamos. En las siguientes líneas vamos a
compartir reflexiones frente a la película Siempre Alice, que nos muestra el caso de una
brillante lingüista que, en la cúspide de una brillante carrera, donde su intelecto es carta de
presentación se da cuenta de que padece un extraño tipo de Enfermedad de Alzheimer que se
manifiesta en personas que viven su adultez media.

Es normal olvidar ciertas cosas en el día a día, y más cuando estamos expuestos al estrés del
trabajo, el estudio y la familia de forma simultánea, sin embargo, cuando esos olvidos se
vuelven “incapacitantes”, es decir, nos impiden fluir en las diferentes áreas de nuestra vida,
como le pasaba a la protagonista de la película, el hecho de olvidar se convierte en algo
doloroso que replantea las creencias que se tienen sobre sí mismos o el autoconcepto, y por
consecuencia, los comportamientos también cambian como le pasaba a Alice, quien a medida
que iba progresando su enfermedad adaptaba más comportamientos de tipo compulsivos a su
rutina motivada por el temor a seguir olvidando. Comportamientos que vimos en Alice como
anotar palabras al azar de forma repetitiva durante el día bajo una percepción algo sesgada se
podría categorizar (erróneamente) como un caso de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), si
nos quedamos solamente con el comportamiento, pero no con los factores neurológicos y
cognitivos que dan paso al comportamiento.

Otro aspecto que me llamó la atención del personaje de Alice es la forma en la que comienza a
replantear sus objetivos en la vida, en la misma medida en que comienza a verse a sí misma
como una carga para su familia, es doloroso en estos casos y la ves fascinante desde un lente
académico ver cómo los esquemas cognitivos que forman la base del sistema de creencias de
una persona pueden cambiar drásticamente por la forma en la que se percibe desde una
situación que está fuera de su control. Un aspecto más a relucir en el personaje es la evasión
de compromisos y/o conductas estresantes al comienzo de su enfermedad, esto lo podemos
comprender desde la teoría de la disonancia cognitiva que, a groso modo, lo que nos dice es
que los comportamientos de una persona podrán ir encaminados a resolver un desequilibrio
causado por una creencia, en el caso de Alice, al pensar que se iba a ver mal en un
compromiso social por tener un olvido significativo, prefería evadir el compromiso al hacer otra
cosa, o simplemente usar la expresión “lo olvidé, tengo Alzheimer” como lo vemos en una
escena.

Para concluir, todo lo que hacemos en nuestro día a día va de la mano con nuestras memorias
así que me gustaría cerrar dejándoles otra pregunta para reflexionar al igual que al inicio de
este escrito ¿Sí nuestra memoria nos hace humanos, ¿qué somos entonces sin ella?

Gracias.

Jonathan Cortes ID 658633

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