Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el primer solemne minuto de la primera sesión del curso, el profesor pronuncia las terribles palabras Debe
(Debit balance) y Haber (Credit balance). El directivo, atento alumno, razona rápidamente: “Debe”, será
que lo debo…”haber” será que lo tengo…es terrible pero a este directivo le ha traicionado su lógica tan
necesaria en el mundo de la gestión empresarial. En Contabilidad estas dos nefastas palabras funcionan justo
al revés: lo que consta escrito en el Debe es lo que no se debe a nadie y lo que está escrito en el Haber, se
debe en buena parte a terceros. A partir de aquí, el directivo no va a entender nada y concluye: no sirvo para
“esto” de la Contabilidad.
Si quiere un consejo: destierre de su vocabulario los términos Debe y Haber. Son dos términos equívocos,
lingüísticamente erróneos, porque no definen verdaderamente lo que contienen. A fuerza de usarlos mucho,
los contables se los han creído, pero cualquiera que los someta a la criba de la lógica más estricta, podrá
afirmar que insultan su inteligencia.
El balance es un apretado texto expresado en dos porciones laterales, lado derecho y lado izquierdo, bastante
más precisos que lo que se entiende en política por izquierda y derecha.
¿Qué rol cumple el lado izquierdo del Balance? Algo tan sencillo como constituirse en un listado o
inventario de las propiedades que la empresa maneja para dar servicio o producto a sus clientes. Su lectura,
por tanto, no ha de revestir ninguna dificultad; por extraño que pueda parecer, cualquier término, tal como lo
exprese el contable de la empresa, ha de traducirse en términos de un bien en propiedad.
No lo he dicho todo: el lado izquierdo del balance incluye, además de las propiedades los préstamos que
hemos hecho a terceros. Esto quizás le sorprenda…si hemos prestado dinero a alguien no tenemos en
nuestras arcas el dinero prestado o el producto entregado al cliente, vendido a crédito. Cierto, ya no tenemos
la masa monetaria en nuestras manos, ni el producto en nuestros almacenes, pero en su lugar hemos
adquirido un derecho contra terceros. El que compra obligaciones de una compañía cotizada en Bolsa tiene
Propiedades 180
Derechos 20 Deudas 50
TOTAL 200
Si el balance quedase tal como lo acabamos de representar, no cumpliría el requisito fundamental, que es que
ambos lados se igualen, es decir que el balance cuadre. Va a ser fácil cuadrarlo: por encima del valor de las
deudas aparece un generoso espacio en blanco donde podremos escribir la palabra Capital (Equity), darle el
valor de 150 y cuadrar el balance.
Dicho así, el capital es siempre una cuenta de cuadre o ajuste. Es una simple resta. En el fondo en el balance
solamente subsisten dos realidades: la tangibilidad de las propiedades y derechos del lado izquierdo y la
deuda comprometida con bancos y proveedores que aparece en el lado derecho. Lo que hace el capital es
medir la propiedad neta. Lo que está inscrito en el lado izquierdo, menos lo que se debe en el lado derecho,
nos dice la propiedad neta de los accionistas.
El pasivo es documental, papeles y más papeles, desde la blancura de los más recientes documentos hasta las
hojas amarillentas de un contrato de préstamo del que ya han vencido unos cuantos años. ¿Pero, qué me
dicen esos papeles de diferente extensión y color? Nos explican de donde proceden los fondos que han hecho
posible ese hercúleo activo. Nos explican en cuanto han contribuido los accionistas (shareholders) en forjar
el activo y en cuanto los acreedores (creditors): proveedores y banqueros. En el ejemplo numérico que
hemos visto anteriormente, el protagonismo de la financiación correspondía a los accionistas que habían
hecho aportaciones de fondos (150), tres veces superiores a la financiación de los acreedores. Activo y
Pasivo nos hablan de historias muy diferentes.
El activo responde a una pregunta: ¿Qué hay? Y el pasivo a otra muy diferente: ¿Quién ha hecho posible lo
que hay?