Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las Siete Leyes Del Aprendizaje (FLET) - Bruce Wilkinson PDF
Las Siete Leyes Del Aprendizaje (FLET) - Bruce Wilkinson PDF
Bruce H. Wilkinson
Producto: 496754
Categoría: Educación cristiana
ISBN: 0-7899-1168-X
DEDICATORIA
RECONOCIMIENTOS
INTRODUCCIÓN
CONCLUSIÓN
RECONOCIMIENTOS
6
Debo agradecer también al equipo ejecutivo de Caminata Bíblica,
quienes dirigen el ministerio para que pueda sostenerse y crecer en su
alcance y servicio. En mi opinión, no hay nadie como Calvin Edwards, el
vicepresidente ejecutivo, quien guía al resto de los siervos líderes. Gracias,
Richard Waites, Jill Milligan, Greg Freeman, Cathy Ellis, Jim Gabrielsen,
John Nill, Dennis Nunn, Jim Heiskell, y Reg Rhodes, por sostener y
desarrollar el ministerio de Caminata Bíblica.
La facultad de Caminata Bíblica es lo mejor de lo mejor. Se destacan
como modelos de los principios y las prácticas explicados en este libro. Su
carácter, compromiso con Cristo, y comunicación son ejemplos increíbles
para mí y para todos los que han tenido el privilegio de estar bajo su
ministerio. Gracias al decano de la facultad de Caminata Bíblica, Phil Tuttle,
y su facultad que siguen creciendo y mejorando, para ser ejemplos vivos de
este libro. El honor más alto de la facultad de Caminata Bíblica es ser
invitado a ser instructor de Las siete leyes del aprendizaje —esos veteranos
son los verdaderos héroes de la facultad. Gracias Phil Tuttle, Dennis Nunn,
John Hoover, Rich Leland, Mark Baily, Larry Dean, Dave Collins, y Bill Marty.
Por un par de años durante las etapas formativas, Jan Kary y Teresa
Burkhardt organizaron una serie de conferencias de Las siete leyes del
aprendizaje. Mi buen amigo Walt Wiley y yo enseñamos juntos estas
conferencias. Los recuerdos del tiempo que compartimos permanecerán
conmigo siempre. Gracias, equipo, por su amistad.
John Hoover era el hombre Mateo 28:18–20 de Caminata Bíblica. Desde
el comienzo el Señor lo llamó a estar en primera fila en el avance hasta «lo
último de la tierra», y fue fiel a su llamado hasta su muerte. Bajo su liderazgo
apasionado, no solamente los seminarios de Caminata Bíblica, sino también
Las siete leyes del aprendizaje han sido ofrecidas en todo el mundo.
Gracias, John, por multiplicar esta semilla en Argentina, Ecuador, México,
Australia, Brasil, Canadá, Francia, Québec francés, Alemania, Grecia, Hong
Kong, India, Indonesia, Kenya, Corea, Holanda, Nueva Zelanda, Nigeria,
7
Papua Nueva Guinea, Filipinas, Polonia, Rusia-Ucrania, Singapur,
Sudáfrica, España, Sri Lanka, Suecia, Suiza, Tailandia, Uganda, el Reino
Unido, y otros países. Además, nuestros directores internacionales están
guiando a sus países a una mayor madurez espiritual a través del ministerio
de Caminata Bíblica —gracias a Bryan Greenwood, David Lee, Bob
McNaughton, Cliff Keeys, Robert Moon, y Martin Deacon.
Mi brazo derecho durante más de una década ha sido Beverly Murphy.
Su servicio leal y su actitud de sierva me han dado mucho gozo y ella ha
sido un ejemplo para mí, mientras trabajamos lado a lado por muchos años.
Su ánimo, su trabajo de escribir a máquina, y sus sugerencias han sido
inestimables. Gracias, Beverly.
No hay duda de quién está más feliz que este libro por fin esté impreso
—mi familia. Mi esposa, Darlene, y nuestros hijos, Dave, Jenny, y Jessica
han soportado mis retiros frecuentes a la oficina para trabajar en Las siete
leyes. Han expresado comprensión cuando tuve que llevar el manuscrito
conmigo en vacaciones. Han compartido chocolate caliente conmigo en la
noche para animar mi corazón. ¡Gracias, familia, por su amor leal y su
comprensión! ¡Les presento el nuevo miembro de la familia Wilkinson!
Durante los años en que Las siete leyes del aprendizaje se estaba
desarrollando y enseñando, los estudiantes que tomaron el curso me
animaron y me enseñaron cosas muy valiosas. La Association of Christian
Schools International [Asociación Internacional de Escuelas Cristianas]
ayudó especialmente. Me permitieron tener el honor de enseñar estos
principios a más de quince mil profesores en salas de conferencia en todo
el país y en el extranjero. Dr. Paul Kienel y Dr. Phil Renicks son maestros
ejemplares, y su liderazgo y su amistad me han enriquecido mucho.
Probablemente el momento más satisfactorio en la enseñanza de Las
siete leyes del aprendizaje fue en las Filipinas con Campus Crusade for
Christ bajo la dirección de Bill Bright y por invitación de los directores
nacionales de entrenamiento, Sr. Curt Mackey y su señora. Me invitaron a
8
enseñar Las siete leyes a su equipo de líderes de más de cien países, desde
México a Argentina, y en lugares tan remotos como Nepal, Bangladesh,
Pakistán, Taiwán, Hong Kong, Jordán, Sudán, Turquía, Ghana, Nigeria,
Zambia, Zaire, Burundi, Rusia, Polonia, Rumania, y Checoslovaquia.
¡Gracias, Campus Crusade, por su compromiso con Cristo y con la
educación continua y el entrenamiento de su personal!
Sobre todo, sin embargo, reconozco mi gratitud más profunda por el
Maestro de maestros, Jesucristo mismo. Él es el modelo real y el mentor de
los principios enseñados en este libro. He entregado mi vida para seguir su
liderazgo, y este libro es parte de ese peregrinaje personal. Aunque sea una
pequeña porción de Su sabiduría acerca del proceso de comunicación que
se capte en estas páginas, entonces mi objetivo más íntimo se ha logrado.
Finalmente, gracias a usted, amigo, por comprometerse a invertir su
dinero y su tiempo en su propio peregrinaje. Que su corazón sea
enriquecido, su comprensión ampliada, y sus habilidades perfeccionadas.
9
INTRODUCCIÓN
Aunque parezca un poco extraño, debo explicar que este libro es el
resultado de diez años de arrepentimiento.
Mi arrepentimiento.
Aunque había estado enseñando y predicando toda mi vida, para mi total
sorpresa y consternación, encontré que una gran parte de mi filosofía y de
mi práctica de la comunicación había sido equivocada. Increíblemente
equivocada. Trágicamente mal dirigida.
Así que, a través de la investigación de las Escrituras y el estudio de
maestros y comunicadores ejemplares, empecé a arrepentirme y a cambiar.
Este libro es una destilación de ese peregrinaje personal, y revela la
revolución que ha ocurrido primero en mi pensamiento y después en mi
enseñanza.
Arrepentirse significa cambiar de mente. En términos modernos, lo
llamamos un «cambio de paradigma», que significa un nuevo marco de
referencia o patrón de pensamiento. Siete veces encontré conceptos en la
Biblia que eran exactamente opuestos a lo que había pensado.
Se ha escrito mucho acerca de la enseñanza cristiana, pero un repaso
breve de la materia muestra rápidamente que la literatura se concentra en
el contenido de la enseñanza y no en cómo se comunica el contenido.
Ciertamente la base de todo cambio de vida es la verdad que nos hará libres,
pero cómo se comunica esa verdad influye mucho en la cantidad de libertad
que disfrutamos.
Aunque este libro frecuentemente habla de contenido, su enfoque
principal está en lo que hace el maestro para enseñar ese contenido a los
estudiantes. Este libro mismo está lleno de contenido —pero el proceso de
aprenderlo no comienza hasta que el maestro enseñe este contenido a sus
alumnos. El profesor es el vínculo vivo entre el contenido y los alumnos, y el
corazón de la enseñanza está en cómo él o ella logra establecer ese vínculo.
10
Ese proceso de traspasar exitosamente a la próxima generación el
contenido, el carácter, y la conducta deseados es la responsabilidad clave
del maestro. Los estudiantes vienen a nosotros con la necesidad de
«saber», de «ser», y de «hacer», y es nuestra responsabilidad capacitarlos
para ello.
El hecho de que usted está leyendo esta introducción indica que le
interesa el proceso, y está buscando maneras para ser más eficaz como
maestro o predicador, y quizás como padre o madre —porque todos
enseñamos— todo el tiempo.
Ha sido un descubrimiento asombroso viajar por todo el mundo durante
los últimos diez años y enseñar a líderes, pastores, comerciantes, maestros,
y padres. Y hay una cosa que he visto en todos los lugares: si un maestro
es aburrido en su propio país, será más aburrido todavía al otro lado del
globo. Si un profesor es irrelevante en su propio terreno, será aun más
irrelevante en terreno ajeno. Pero, si un maestro ha dominado el proceso de
enseñanza-aprendizaje, le puede pedir que enseñe cualquier tema en
cualquier país, y será increíblemente eficaz.
Algunas personas han podido —con años de práctica— dominar el arte
del aburrimiento. Casi sin esfuerzo, pueden hacer dormir a su público. Otros
han dominado los principios universales de la comunicación efectiva, y le
han dado cada vez en el clavo.
Donde sea que estén, y sea lo que sea que enseñen, sucede un cambio
permanente de vida. Gozan de la enseñanza, y ayudan a otros a gozarse de
la enseñanza.
¿Cómo lo logran? Se han hecho dueños de las leyes universales de la
enseñanza. Principios tan universales como la gravedad. Principios que
funcionan sin importar el tema, el orador, los estudiantes, o la sociedad.
Las leyes universales de la vida son increíblemente poderosas. Una vez
que las descubra, y sepa trabajar en cooperación con ellas, usted podrá
11
usarlas para lograr sus metas. Cada vez. En cualquier lugar. Con cada
persona.
¿Le interesan las leyes universales que gobiernan la enseñanza y el
aprendizaje? Entonces este libro es para usted. Usted está a punto de
descubrir siete de ellas, con ejemplos en casi cada página para ilustrar cómo
funcionan en su vida.
Como las miles de personas que han aprendido estas leyes antes que
usted, encontrará que se pueden emplear inmediatamente. Quiero decir, en
el momento que lee o escucha acerca de ellas. Tantas personas me han
dicho que fueron a la casa después de la clase y rescribieron sus lecciones
para el día siguiente.
No dudaban de lo que debían hacer; sabían lo que debían hacer.
Nosotros se lo enseñamos, ellos lo aprendieron, y ellos lo practicaron.
A esto le llamamos enseñanza para cambiar vidas. Al menos que usted
sea una excepción especial, antes de terminar de leer este libro, tendrá un
enfoque muy distinto de la enseñanza.
Nunca olvidaré la carta que recibí hace poco de una señora que animó
a su pastor a asistir a la conferencia de Las siete leyes del aprendizaje,
porque la iglesia a la que asistía moría de una sobredosis de aburrimiento e
irrelevancia. Dijo que el posterior sermón de su pastor parecía ser de otra
persona. El pastor era práctico, traía cambios en las vidas, era interesante,
bíblico —y tan relevante que ella dijo que sentía que él había entendido las
necesidades de la iglesia en un instante.
Más adelante, recibí otra carta. Del pastor. Estaba tan lleno de gratitud
porque el Señor le había permitido aprender la verdad acerca de la
enseñanza y la predicación. Por primera vez en su prolongado ministerio, la
gente estaba cambiando. En forma definitiva. Así que me escribió para
agradecerme. Es ese tipo de carta que guardo como un tesoro.
Quizás algún día, si estos principios universales revolucionan su
enseñanza, recibiré una carta de usted.
12
Por ahora, permítame explicar cómo sacar el mayor provecho de este
libro.
13
usted. Busque el capítulo tres, y observe cómo sus estudiantes prosperan
como nunca antes.
Si quiere aprender a enseñar para cambiar vidas, para que sus
estudiantes sean realmente diferentes, y experimenten cambios positivos y
permanentes, entonces la ley de la ejecución es para usted. Busque el
capítulo siete, y observe cómo sus estudiantes empiezan a experimentar
cambios verdaderos casi inmediatamente.
Si quiere aprender a motivar a sus estudiantes para que tengan el deseo
de ir a su clase para aprender, entonces la ley de la necesidad es para usted.
Busque el capítulo nueve, y descubra las cinco pautas que Cristo usó para
motivar a sus alumnos. Funcionarán cada vez para usted.
Si desea avivar su pasión por la enseñanza, para que disfrute como
antes, entonces la ley del agente es para usted. Busque el capítulo uno y
descubra el significado asombroso detrás de las palabras enseñar y
aprender desde la perspectiva bíblica.
Si desea aprender a enseñar una habilidad a sus estudiantes, ya sea
hablar en público, jugar tenis, o evangelizar, aunque sean lentos sus
estudiantes, entonces la ley del desarrollo es para usted. Busque el capítulo
once, y aprenda las cinco pautas usadas por cada programa exitoso de
capacitación, incluyendo lo que hizo Cristo en el entrenamiento de sus doce
mejores líderes.
Si desea aprender a guiar a sus estudiantes en su caminar diario con
Dios y a crecer espiritualmente, entonces la ley del avivamiento es para
usted. Busque el capítulo trece, y aprenda el proceso que un maestro utilizó
con el rey David, para que volviera al Señor. Utilícelo la próxima vez que su
corazón esté afligido por un estudiante descarriado.
14
Una última palabra antes de empezar
Nunca lo olvidaré.
Era un profesor jubilado que asistió a un seminario de Las siete leyes del
aprendizaje porque estaba aburrido —y su carrera como profesor había
terminado. Me vino a ver después de la conferencia con lágrimas en los ojos.
Había experimentado tres días difíciles de arrepentimiento en su corazón, al
ver cuán lejos había estado su propia enseñanza de las pautas bíblicas.
Un año después volvía a la misma ciudad para otro seminario de Las
siete leyes del aprendizaje. La primera persona que llegó caminando con
ánimo era este profesor jubilado. Pero esta vez caminaba con propósito y
sus ojos tenían una chispa. Casi no podía contener su gozo, y cuando me
dijo lo que había pasado, tampoco podía yo.
Me dijo que cuando salió de la conferencia el año anterior, se había
sentido tan conmovido que quería tener otra oportunidad para enseñar «de
la manera verdadera». Pero no podía imaginar cómo iba a poder hacerlo,
así que empezó a pedir a Dios que le diera otra oportunidad en la sala de
clases. Quería ver por sí mismo cómo funcionarían Las siete leyes del
aprendizaje.
Pasaron unos pocos días cuando el director de la escuela donde había
enseñado lo llamó. Uno de los profesores se había enfermado, y el director
le preguntó si podía enseñar un año más.
Sacó del bolsillo de su abrigo un papelito azul doblado. «Este papelito lo
dice todo», me dijo sonriendo. Todas las clases que enseñó estaban
anotadas, con una lista de los alumnos y sus notas.
Las notas no eran muy buenas cuando empezaron. Muy pocos tenían
las notas más altas, y varios estaban casi reprobando. Pero abrió el papelito
para mostrar las notas al final del año, debido a su práctica de las Siete
leyes. ¡Estaban casi al revés! En vez de tener a la mayoría al borde de
reprobar, la mayoría tenía las notas más altas posibles.
¡Dramático!
15
Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras compartía una y otra
historia de estudiantes que habían cambiado. Les ayudó a aprender, a
florecer, a llegar a su máxima capacidad, poniendo en práctica las lecciones.
Les enseñó las verdades a través de la enseñanza veloz, motivándolos
cuando perdían el interés o se desanimaban. Les entrenó para ser
competentes, y trabajó con los alumnos seculares dentro y fuera de la sala,
desarrollando su carácter y sus valores.
Estaban terminando de dar los avisos, y el anfitrión de la conferencia me
estaba señalando que debíamos empezar la conferencia de Las siete leyes
del aprendizaje. Pero mi corazón estaba todavía cautivado por la increíble
historia de este profesor jubilado. Dobló el papelito azul, lo puso en mis
manos, y dijo, «Ahora, vaya a compartir estos principios revolucionarios con
este grupo de profesores, ¡y el próximo año habrá cientos de papelitos
azules como el mío!»
¡Saque su papelito azul, mi amigo, y afírmese bien mientras disfrutamos
este peregrinaje maravilloso de la enseñanza que llamamos Las siete leyes
del aprendizaje!
16
PRIMERA LEY
LA LEY DEL
Agente
1
LA LEY DEL AGENTE; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
17
una línea retorcida para dar énfasis. Su ritmo era fácil de identificar; y daba
resultados —pregunte a los miles que han estudiado con él.
En el último año del seminario, quise probar al Dr. Hendricks. Quería ver
qué haría este maestro eminente si uno de sus alumnos no prestaba
atención —sin importar lo que él enseñara. Me senté en la última fila atrás,
al lado derecho cerca de una ventana, y decidí fijar la vista por la ventana
durante toda la clase. Había solamente treinta alumnos en la clase, así que
estaba seguro que se daría cuenta. Saqué mi reloj, y empecé a tomar el
tiempo. ¿Qué haría si no pudiera ganar mi atención?
Tal como esperaba, empezó captando la atención con su frase llamativa.
Aunque mi mano temblaba, resistí la tentación de anotar la frase. Pude mirar
de reojo que se dio cuenta inmediatamente que no estaba prestando
atención. Rompió la tradición y contó un chiste en el primer minuto —
totalmente fuera de contexto. Si me hubiera reído, se habría dado cuenta
que estaba escuchando, así que me tapé la boca y seguí mirando por la
ventana.
Cuando habían pasado dos minutos, se levantó de la silla y empezó a
escribir en la pizarra —muy temprano. Otra vez se fijó que no estaba
tomando apuntes, y paró en medio del gráfico, sin terminarlo.
Puso el marcador en la mesa y caminó hacia el rincón del salón para
mirarme por el pasillo —tratando desesperadamente de hacer contacto
visual conmigo. Empecé a sudar, pero el tiempo pasaba, y no iba a prestarle
atención.
Finalmente, cedió. Este maestro eminente casi saltó por encima de las
sillas para acercarse a mí, y gritó, «Wilkinson, ¿qué estás mirando por la
ventana?»
Con una mirada tímida, me di vuelta y le dije, «Nada, profe, lo siento».
Miré mi reloj para determinar qué nota le daría. ¡Solamente tres minutos y
treinta y siete segundos habían transcurrido! ¡Increíble! Su tolerancia por un
solo alumno que no prestaba atención estaba limitada a 217 segundos.
18
Con esa experiencia fresca en mi mente, caminé a la próxima clase en
que enseñaba otro profesor. ¡Qué contraste! En un lado de la sala, había
muchos alumnos que nunca escuchaban, sino que hacían sus tareas para
otra clase. Sin embargo, a este profesor no le importaba; solamente se dio
vuelta hacia los alumnos en el otro lado de la sala. Su enfoque era, No es
mi problema si no quieren aprender.
¡Qué contraste de enfoque del maestro —y qué contraste de aprendizaje
de parte de los alumnos! ¡Un profesor podía tolerar sólo unos pocos
segundos que un solo alumno perdiera lo que estaba enseñando, mientras
que el otro permitía indiferencia durante todo el semestre!
¿Cómo le habría ido a usted en una prueba así, cuando un alumno
mirara por la ventana? ¿Le habría importado? ¿Estaría todavía avanzando
el reloj, sin que usted hiciera nada?
El Dr. Hendricks creía que el profesor era responsable por el aprendizaje.
Por contraste, el segundo profesor creía que él era responsable por pasar la
materia, sin importar si alguien aprendiera algo.
19
Esta actitud fundamental es el corazón de Las siete leyes del
aprendizaje. En un sentido, todas las leyes son como una fila de dominós;
el primero controla todos los demás.
Cada maestro brillante que yo conozco comparte esta mentalidad y
siente que es su responsabilidad hacer que el alumno aprenda.
Pero, ¿sabe cuál es la mentalidad predominante en la predicación y la
enseñanza hoy? Ha sucedido un divorcio trágico —los maestros se han
separado de los alumnos y han redefinido la enseñanza como lo que ha
dicho el profesor en vez de lo que ha aprendido el alumno.
Los maestros han redefinido la enseñanza como «la expresión
coherente de un adulto frente a una clase de alumnos pasivos». Creen que
su responsabilidad principal es la de cubrir la materia en una manera
organizada.
Piensan que la enseñanza es lo que hacen ellos —están enfocados en
sí mismos. Muchos maestros cubren su materia y se van del salón con la
impresión de que han enseñado. Pero si tomáramos una prueba de sorpresa
a los alumnos, encontraríamos que no han aprendido nada. El divorcio entre
la enseñanza y el aprendizaje es trágico, y es la raíz de muchos de nuestros
problemas educacionales.
El Dr. Hendricks era modelo de una mentalidad revolucionaria. Él vio la
enseñanza, no tanto en términos de lo que él hacía, como en términos de lo
que hacían los alumnos. No estaba enfocado en sí mismo, sino en sus
alumnos. Ya que ese alumno mirando por la ventana no estaba aprendiendo,
el Dr. Hendricks se dio cuenta de que él no podía enseñar. Por eso dejó de
entregar su materia y corrió hacia atrás.
¿Puede imaginar la diferencia que haría en su vida y en la vida de los
alumnos si se uniera al Dr. Hendricks en esto?
Además, ¿qué dice Dios acerca de este tema de la enseñanza? ¿Podría
ser que hemos abandonado la perspectiva y la dirección que Dios ha dado
a los maestros?
20
Hemos estado preguntando a la gente en nuestros viajes cómo definirían
las responsabilidades de un maestro. Una y otra vez dicen, «enseñar la
verdad», o «cubrir la materia», o «cumplir el plan de la clase». ¡El enfoque
de estas definiciones obviamente no está en el aprendizaje de los alumnos!
Por alguna razón pensamos que la enseñanza consiste en hablar. Si voy
al salón de clases, si alcanzo a cubrir la materia en mis apuntes, si le hago
reír un par de veces, si usted escribe apuntes y quizás haga un par de
preguntas, entonces yo le he enseñado. No, eso no es enseñar. La
enseñanza bíblica no existe hasta que los alumnos hayan aprendido. Si ellos
no han aprendido, yo no he enseñado.
¿Qué significa cuando la Biblia habla de «enseñar» y «aprender»? ¿Dios
separa la enseñanza y el aprendizaje? Miremos un par de versículos en
Deuteronomio que son semejantes, pero que tienen enfoques distintos. Uno
está centrado en la enseñanza, y el otro en el aprendizaje.
Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos que yo
pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para ponerlos por
obra. (Deuteronomio 5:1)
¿Qué significa «aprender»?
Ahora, pues, oh Israel, escucha los estatutos y los juicios que yo os enseño, para
que los ejecutéis, a fin de que viváis, y entréis a tomar posesión de la tierra que el
Señor, el Dios de vuestros padres, os da. (Deuteronomio 4:1, LBLA)
¿Qué significa enseñar? ¿Cómo están relacionados los dos conceptos
—enseñar y aprender? ¿Están divorciados el uno del otro como hemos
llegado a creer?
Para captar el significado completo de estas palabras, investiguemos los
términos en el hebreo original. La palabra aprender en 5:1 es ítdmlw
[ulemadetem] y la palabra enseñar es dmlm [melamed]. Cuando se sacan el
prefijo y el sufijo de la palabra hebrea para aprender, queda la raíz dml
[lamad]. Cuando se sacan el prefijo y el sufijo de la palabra hebrea para
enseñar, también queda la raíz dml [lamad].
21
¿Puede usted creer eso? ¡Es la misma palabra! Sí, la misma palabra
hebrea significa aprender y enseñar. ¿Se da cuenta de lo que significa eso?
No podemos separar la enseñanza del aprendizaje. Son casados, y son uno
solo. De alguna manera lo que hace el maestro y lo que hace el estudiante
deben estar inseparablemente relacionados.
Hay algo más que entender acerca de esta palabra hebrea para enseñar
y aprender. La raíz significa «aprender», pero cuando se modifica,
cambiando a una forma verbal llamada «piel», el significado cambia a
«enseñar».
Según la gramática hebrea, la idea fundamental de la forma «piel» es
«ocuparse con entusiasmo en la acción indicada por la raíz de la palabra».
¿Cuál es la raíz de esta palabra? «Aprender». Entonces, enseñar significa
ocuparse con entusiasmo en el aprendizaje del alumno. La forma «piel»
también significa «incentivar», «causar a otros a hacer algo», o «perseguir
con ánimo alguna acción».
¿Ve como la mentalidad bíblica es opuesta a la mentalidad típica? La
Biblia dice que enseñar significa «hacer que aprendan». Esto es el meollo
de la ley del agente. Ya no podemos considerar la enseñanza meramente
como algo que el profesor hace en el salón de clases. La enseñanza es lo
que hace el maestro en el alumno. ¿Cómo sabe usted si es buen maestro?
Por lo que aprenden sus alumnos.
Por eso el Dr. Hendricks dejó de hacer lo que estaba haciendo y atravesó
la sala para desafiarme. Él sabía que él no estaba enseñando porque yo no
estaba aprendiendo.
¿Puede usted imaginar lo que sucedería en las aulas de nuestro país si
los profesores volvieran a su heredad legítima? ¿Si caminaran entre las
sillas de las clases, no con sus apuntes, sino con sus alumnos? ¿Si hicieran
votos de ser obedientes al mandato bíblico de «hacer que aprendan»?
Produciría una revolución. El aprendizaje volaría de nuevo, la disciplina
22
volvería, y los alumnos comenzarían a disfrutar del aprendizaje en vez de
odiar la escuela.
23
más grande abajo, apuntando desde el maestro hacia el alumno con las
palabras «hacer que aprendan».
Una de las citas más llamativas que he leído ha sido la de un padre
frustrado que vivía en un barrio pobre. Hablaba del dramático fracaso del
sistema de educación en no causar que su hija aprendiera:
Ustedes operan un monopolio como la compañía de teléfono. No puedo elegir
dónde envío a mi hija a la escuela. Solamente puedo enviarla donde es gratis.
Y no está aprendiendo.
Esa es su responsabilidad: es la responsabilidad del director y del maestro, que ella
no está aprendiendo. Y cuando fracasan ustedes, cuando alguien le falla a mi hija,
¿qué sucede? No despiden a nadie. Nada sucede a nadie, excepto a mi hija.1
¡Qué trágico! ¡Pero es verdad! El libro Las siete leyes del aprendizaje se
escribió con el objetivo de capacitarlo a usted para cambiar lo que dice esa
cita. Usted enseñará tan eficazmente que nadie podrá ni pensar en mirar por
la ventana. Usted llegará a ser un agente efectivo en el proceso del
aprendizaje.
1
Christianity Today, 10 de abril, 1981, 47.
24
Máxima 1: Los maestros son responsables de hacer que sus alumnos
aprendan
Era una oportunidad única para hacer un experimento. Era mi primera
clase mi primer día de mi primer año de enseñanza universitaria. Mi carrera
era una hoja en blanco, y mi reputación no se había establecido. Mis
alumnos no sabían qué esperar.
Comenzó la clase y empecé a enseñar tal como había aprendido de la
mayoría de mis profesores. Usted sabe, el bosquejo tradicional con puntos
principales y subpuntos.
Los estudiantes diligentemente tomaron apuntes. Después de
aproximadamente veinticinco minutos, le dije a la clase: «Por favor guarden
sus papeles; vamos a tener una prueba». Se podía casi escuchar como sus
corazones se detenían —a unísono. Eran alumnos del primer año, y esta
era su primera clase. Cuando di el aviso de la prueba —su primer día— su
mundo casi se vino abajo. Finalmente una jovencita sentada en la última fila
rompió el estruendoso silencio:
—Pero, señor, no hemos tenido la oportunidad de estudiar esto todavía.
—Yo sé, pero veamos cómo les va —dije.
No ofrecí ninguna explicación, porque habría arruinado el experimento.
Sonaron los cuadernos mientras buscaban papeles en blanco; entonces el
ambiente se puso muy quieto. Hice algunas preguntas sobre lo que había
enseñado en los primeros veinticinco minutos de «enseñanza».
Todos menos un par de alumnos reprobaron. Totalmente. Había mucha
tensión, y podía traducir las miradas que se hacían de un lado a otro de la
sala, «¡Voy a cambiar a otra clase!»
Entonces la jovencita en la última fila levantó la mano de nuevo.
Obviamente estaba acostumbrada a sacar buenas notas.
—¡Eso no lo puede contar! —protestó.
—¿Por qué no?
25
—¡No es justo! ¡No tuvimos tiempo para aprender la materia!
—¿Cómo le fue en la prueba?
Ella miró hacia abajo y dijo:
—Sesenta por ciento.
—¿Quién soy yo? —pregunté.
—El profesor.
—Y ¿qué debe hacer el profesor? Hacer la clase, ¿verdad?
Me detuve y sonreí.
—Si yo soy el profesor y soy responsable por enseñar la materia, ¿cómo
me va hasta ahora? ¿Qué nota me daría a mí?
Sus caras me indicaban que estaban por gritar.
—Señorita, si su nota revela cuán efectivamente enseñé la clase hoy,
¿qué nota me daría?
Nadie estaba respirando. Con todo su ser, esta señorita quería decirlo,
pero no estaba segura si debía. Así que le dije:
—Su nota es mi nota. Lo que usted aprendió o no aprendió depende de
mi trabajo como profesor. Así que su nota de sesenta por ciento indica que
no he hecho bien mi trabajo. No hice que aprendiera. ¡Deme una nota de
reprobado!
Los alumnos estaban atónitos.
Me saqué la chaqueta, me solté la corbata, y seguí.
—Ahora, ¿por qué están pagando tanto por esta curso sin esperar que
yo haga bien mi trabajo? ¿Cómo puedo «enseñar» durante casi treinta
minutos y nadie en la clase aprende nada? ¡Pensé que mi trabajo era ayudar
a ustedes a aprender!
Querían asentir con la cabeza. Algunos querían gritar de alegría. Esto
estaba empezando a tener sentido.
—Desde ahora en adelante, cuando ustedes vengan a esta clase, yo
asumiré la responsabilidad por su aprendizaje. Si vienen con la mente
26
abierta, y con el corazón dispuesto, entonces, yo cumpliré con mi deber
como profesor de llenar su mente y su corazón.
Durante los próximos veinte minutos, les enseñé. Les enseñé hasta que
aprendieran la materia. Entonces les tomé una prueba, y todos menos dos
sacaron la calificación más alta posible. Con una sonrisa, les dije que la
primera prueba no valía, porque no quería archivar tan acusatoria evidencia
de tan mala enseñanza. ¡Ah, el gozo de enseñar!
¿Cuántas veces usted y yo hemos estado sentados en una clase durante
una hora, cumpliendo con nuestro deber de escribir apuntes, y cuando
alguien nos pregunta qué aprendimos en la clase, ¡no podemos recordar
nada! ¿Podríamos decir bíblicamente que hemos «aprendido» algo? Ese
«pozo de pasividad» puede atraparnos si no tenemos cuidado.
¿Está captando la inmensa importancia de esta mentalidad, que el
maestro es responsable por el aprendizaje? Obviamente los alumnos son
responsables por aprender la materia, pero el profesor es responsable por
hacer que aprendan.
En gran parte, se ha hecho creer a las últimas generaciones de maestros
que no son los responsables, que solamente los alumnos lo son. Cualquier
intento de relacionar el rendimiento del alumno con la efectividad del
maestro rápidamente produce la tercera guerra mundial.
¿Es nuestro tema realmente nuevo, o solamente olvidado? ¿No hemos
abandonado trágicamente lo que antes era muy claro? Por ejemplo, ¿qué
cree usted que dice el diccionario en la definición de «enseñar»? ¡Qué
sorpresa! El diccionario define «enseñar» como «causar que se conozca
algo»2. Entonces, si a los estudiantes no se les ha «causado que conozcan
la materia», ¿ha sido eficaz el maestro? Posiblemente muchos profesores
2
N.del E.: Esta definición es una traducción al español de la definición en inglés
que aparece en el diccionario Merriam Webster.
27
hoy sean ineficaces porque ya no se consideran responsables por el
aprendizaje de los alumnos.
La médula de Las siete leyes del aprendizaje es un compromiso total con
la responsabilidad de hacer todo lo que se pueda para hacer que el alumno
aprenda.
Hace años mi hijo y yo estábamos hablando de la enseñanza, y le
pregunté si alguna vez había tenido que aprender algo una y otra vez, algo
que tenía que aprender, pero que no pudo.
Se rió y dijo:
—¡Sí! ¡Lenguaje! ¿Tú sabes cuántas veces he aprendido lenguaje,
papá? Todavía no lo entiendo.
Dije:
—David, nunca te han enseñado lenguaje.
—¿Qué quieres decir?
—Si no lo aprendiste, tu profesor no te lo enseñó.
—Claro que sí. Estudiamos lenguaje por semanas.
—David, ¿te siguió enseñando hasta que aprendiste?
—No, papá. Dijo que tenía que seguir adelante.
—Bueno, ¿había otros alumnos en tu clase que tampoco aprendieron?
Se rió.
—Muchos, papá. La mayoría de mis amigos tampoco lo entendieron.
Pero tuvimos que seguir adelante con el libro.
Lo puede entender ahora, ¿verdad? La profesora de mi hijo pensaba que
tenía que cubrir la materia del libro, en vez de enseñar a sus alumnos. Esta
ley dice que la profesora no enseñó, porque no hizo que sus alumnos
aprendieran.
Aunque insistimos sin vacilar que el maestro es responsable, tenemos
que agregar inmediatamente que comparte esta responsabilidad con otros:
los alumnos, sus padres, otros individuos, y la sociedad en general. El
28
profesor no es el único responsable por los alumnos, pero es a él a quien
estamos considerando en este libro.
Cuando la gente empieza a entender esta ley, comienzan a asumir su
responsabilidad. Ha sucedido tantas veces cuando enseño este curso en
todo el mundo. Se ilumina y el maestro se da cuenta, «es mi
responsabilidad». Entonces todo cambia, porque cuando usted y yo
aceptamos nuestra responsabilidad legítima, como lo desea Dios, el
aprendizaje vuela.
Una noche durante la cena familiar, mi hijo anunció que no iba a sacar
muy buena calificación en matemática. Cuando le pregunté qué pasaba, me
informó cortésmente:
—Papá, las calificaciones en matemática no son culpa mía. Mi profesor
es aburrido y la clase es terrible. ¡Necesita asistir a un curso de Las siete
leyes del aprendizaje, porque no está haciendo que aprendamos!
Mi esposa me miró, y yo capté que estaba pensando, «¿Qué estás
enseñando a nuestros hijos?» Me di cuenta de que la situación reclamaba
una explicación creativa inmediata.
—Bueno, hijo, estás olvidando la ley del estudiante —dije.
—¿Qué? ¡Nunca hablaste de esa ley en la conferencia!
—Yo sé. Estoy inventándola ahora para ti y para todos los que intenten
seguir tu ejemplo creativo. La ley del estudiante dice que el estudiante es
responsable por aprender, a pesar de la calidad del maestro. ¿Me explico,
David? Cuando seas profesor, enseña como si fueras cien por ciento
responsable. Cuando seas alumno, aprende como si fueras cien por ciento
responsable.
Podía ver que no le gustó a David, pero a mi esposa sí le gustó.
—Pero, entonces, ¿quién es responsable, papá? ¿Yo y mi profesor?
—¡Sí! ¡Lo entendiste, David! Los dos son cien por ciento responsables.
Y, no te olvides, hijo, ¡tendrás que rendirme cuentas por el cien por ciento
tuyo de este curso!
29
(Los comentarios de David me hicieron recordar el dicho de Joseph
Bayly, «¡No dejes que la escuela interfiera con la educación de tu hijo!»)
La ex secretaria de educación de los Estados Unidos, Shirley M.
Hufstedler, tenía razón cuando dijo: «El secreto del éxito de un maestro es…
que acepte personalmente la responsabilidad por el éxito o fracaso de cada
alumno. Los maestros que asumen personalmente la responsabilidad por
los éxitos y los fracasos de sus alumnos… producen alumnos con mayor
rendimiento».3
3
U.S. News & World Report, 8 de septiembre, 1980, 48.
30
no solamente por cómo vivimos, sino también por cómo enseñamos.
Tenemos que enfrentar un juicio más estricto por nuestro trabajo como
maestros.
Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras
almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no
quejándose, porque esto no os es provechoso. (Hebreos 13:17)
El autor de la Carta a los Hebreos también dice que los que tienen
posiciones de autoridad tienen que dar cuenta. Por esta razón, el autor
anima a los creyentes que están bajo su cuidado a obedecerlos y someterse
a ellos, haciendo así más fácil para ellos cumplir su responsabilidad. Según
este versículo, parece que no solamente los maestros rendirán cuentas, sino
también sus alumnos.
Hay varias implicaciones prácticas de esta máxima. Primero, ¡la única
razón que Dios pide cuentas a los maestros es que somos responsables!
Segundo, Dios ve el papel y la responsabilidad de la enseñanza como algo
extremadamente importante. No permita que la falta de respeto en nuestra
sociedad por los maestros minimice el honor que usted les da. Tercero, deje
que el énfasis de Hebreos 13:17 le impacte plenamente. Recuerde, maestro,
«velad por sus almas», ¡y no solamente por sus calificaciones!
Finalmente, algunas clases y algunos alumnos le darán más dolores de
cabeza que otros. Recuerde que tales clases y tales individuos son parte del
territorio de la enseñanza. Aun el Maestro de maestros tenía alumnos como
los saduceos, los fariseos, y el sanedrín, quienes atacaban no solamente el
contenido de su enseñanza, sino también su reputación, y finalmente su
vida. No se deje engañar por el concepto falso que, si enseña por los motivos
correctos y con todo su corazón, todo resultará automáticamente de
maravilla. ¡Puede ser que no resulte así! Dios nunca prometió darle una
clase que siempre responda gozosamente a usted y al tema que está
enseñando.
31
Fije sus expectativas claramente. Enseñe cuando sienta gozo, y enseñe
cuando sienta dolor. Enseñe porque Dios lo ha llamado y comisionado.
Enseñe por causa de las calificaciones de sus alumnos en su prueba, y
enseñe por causa de las calificaciones en su propio Examen Final.
32
¿Puede ver cuánto control tiene el maestro sobre casi todo en el proceso
de enseñanza-aprendizaje? Es asombroso cuando piensa en el increíble
poder y la libertad del maestro (dentro de ciertos límites, por supuesto).
El maestro tiene control sobre cada aspecto del proceso de aprendizaje
excepto uno —¡el alumno! Si el profesor debe hacer que el alumno aprenda,
pero no lo puede controlar, ¿cómo funciona esta ley?
El maestro hace que el alumno aprenda por el buen manejo del
contenido, del estilo, y del orador. Estos tres elementos tienen un poder
increíble para hacer que el alumno aprenda.
¿Sabe usted lo que hace un maestro eficaz? Los maestros eficaces
controlan estos tres elementos correctamente. Los maestros ineficaces no
lo hacen.
Hay ilustraciones de esto en las salas de clases en todo el país cada día.
Hace poco mi hija me habló de una de sus clases.
—Es un desastre, papá. La gente habla, tira cosas, no aprendemos
nada.
Una semana el profesor (utilizo esa palabra con reservas) estaba
enfermo y llegó un profesor sustituto. Jennifer no pudo creer la diferencia.
Dentro de unos minutos no podía reconocer la clase. Nadie estaba
hablando, estaban aprendiendo, incluso disfrutaban del contenido por
primera vez durante el semestre.
Entonces Jennifer dijo algo que nunca olvidaré:
—Papá, yo sé que no es muy bueno de mi parte decirlo, pero ¡espero
que mi profesor no se mejore muy pronto!
Todos podemos identificarnos con eso, ¿verdad? Es triste… porque no
es necesario.
Puedo garantizar que el profesor oficial había decidido hacía mucho
tiempo que los problemas del desorden en la clase no eran culpa de él.
Probablemente pensaba que los niños eran completamente desordenados
33
por sí solos. La verdad era que él era el desordenado, porque no manejaba
bien el contenido, el estilo y el orador.
¿Sabe usted cuál es la única diferencia entre las dos experiencias de mi
hija? Fíjese en lo que tenían en común:
La misma escuela
El mismo contenido
El mismo día de la semana
Los mismos estudiantes
Los mismos objetivos de la clase
Entonces ¿cuál fue la diferencia? El profesor, ¿verdad? Pero, ¿qué cosa
acerca del profesor?
No fue el color de su pelo
No fue su estatura
No fue su peso
No fue el tipo de ropa que usaba
No fue su personalidad
No fue el vehículo que manejaba
Entonces, ¿qué?
La única diferencia fue que el profesor eficaz sabía hacer que los
alumnos aprendieran, modificando lo que hacía, lo que decía, y cómo lo
decía.
Los maestros ejemplares desarrollan una capacidad mayor para
entender el proceso de aprendizaje, y reconocen inmediatamente el
problema que impide el aprendizaje, y ponen en práctica la solución
correspondiente.
Muchas veces los profesores culpan a otros diciendo, «hay un problema
con mi clase», cuando el único problema lo tienen ellos. El primer paso en
resolver este problema casi universal es identificar el problema. Una vez que
el problema sea obvio, entonces será más fácil implementar la solución
34
correcta. (El método de la ley del agente —que estudiaremos en el próximo
capítulo— revela cómo determinar el problema y su solución.)
Ni el género
Ni la edad
Ni el estado civil
Ni los títulos que tenga
Ni los artículos que haya publicado
Ni los comités en que haya servido
Ni los pasatiempos
Ni siquiera los años de experiencia
35
Por supuesto, sus credenciales son relevantes e importantes. Pero
ninguna nos dice nada de la eficacia de la persona como maestro en la sala,
porque tienen que ver con su propia persona, pero no indican lo que puede
hacer en la vida de los alumnos. Cada uno podría ser pésimo profesor, o
excelente.
El único dato que prueba qué clase de maestros son es el rendimiento
de sus alumnos previos al fin del año académico, comparado con su
rendimiento al comienzo.
Después de enseñar esta ley del agente en una conferencia reciente, un
comerciante bien vestido, que tenía aproximadamente cincuenta años, vino
caminando con decisión hacia la plataforma. Obviamente tenía algo en
mente.
—He decidido después de todos estos años volver a la universidad para
sacar una maestría en negocios —dijo—. Pero algo pasó recién que me
molestó mucho. Tuve que tomar un curso de estadística, y la profesora era
jefe del departamento. Estaba ansioso de estudiar con esta profesora
eminente, pero ¿sabe lo que dijo la primera clase? ¡Dijo que el setenta por
ciento fracasan en el curso! Primero, estaba impresionado. Pensé, ¡qué
buena profesora! Pero ahora me he dado cuenta de que al contrario, no era
tan buena profesora. ¡Solamente treinta por ciento de su clase aprobó!
El comerciante tenía razón. Esa profesora puede ser líder importante,
muy inteligente, y destacada autora, pero su rendimiento como profesora
merece una calificación muy baja. Nunca lo olvide. Los maestros hacen que
los alumnos aprendan la materia, y los maestros ejemplares hacen que
grandes cantidades de alumnos aprendan grandes cantidades de materia.
No solamente contratamos a las personas de acuerdo con normas
equivocadas, sino también premiamos y promovemos a la gente por razones
equivocadas. ¿Cuál de los dos profesores abajo recibiría mayor
reconocimiento, una promoción, y un aumento en su salario? Estos
36
profesores enseñan el mismo curso en la misma escuela al mismo tipo de
alumnos de la misma edad:
1. El profesor A terminó su segunda maestría, mientras los alumnos del
profesor B sacaron calificaciones 25% mejores que los alumnos del profesor
A en el examen nacional en la materia que enseñan.
2. El profesor A publicó tres artículos en una revista profesional, mientras los
alumnos del profesor B ganaron tres premios en una competencia regional.
3. El profesor A sirve en el comité de educación de la región, mientras los
alumnos del profesor B sacan un promedio de calificaciones más alto.
4. El profesor A recibe la mayoría de los votos de los profesores por el premio
«profesor del año»; el profesor B era número quince en la lista. El profesor
B recibe la mayoría de los votos de los alumnos por el premio «profesor del
año», y el profesor A era número quince en la lista.
La filosofía aceptada en este libro es que, aunque no se puede negar
que las actividades y los comités y los títulos son importantes, la prueba más
importante de la eficacia de un profesor es el rendimiento de los alumnos.
A veces las mismas cosas que promovemos pueden minimizar la
eficacia de la enseñanza. Teníamos un chiste cuando era estudiante de
postgrado: decíamos que cuanto más títulos tenía el profesor, cuanto menos
eficaz era en su enseñanza. Más conocimiento no necesariamente lo hace
mejor profesor. Puede parecer poco tradicional, pero sería interesante medir
el rendimiento de los alumnos de un profesor antes y después de que saque
un nuevo título.
Ahora, no me entienda mal. Estoy a favor de la educación superior y
estoy constantemente animando a otros a seguir estudiando. Yo asisto a
cursos, miro videos de entrenamiento, escucho audio casetes, leo libros, y
asisto seminarios. Pero el énfasis tiene que estar siempre en el resultado de
esas actividades educacionales, y no en la acumulación de ellas.
Lo que vale es lo que hace el alumno, no lo que hace el profesor. Si el
alumno tiene éxito, entonces el profesor también tiene éxito.
37
Máxima 5: Los maestros hacen mayor impacto con su carácter y su
compromiso que con su comunicación
Esta máxima compara el impacto de «quién es el profesor» (carácter y
compromiso) con el impacto de «qué dice el profesor» (comunicación). El
carácter siempre influye más que la comunicación.
Considere su propia vida como alumno. Elija uno o dos profesores
favoritos. Probablemente su selección tiene más que ver con el aprecio que
usted les tiene como personas que con el contenido de sus clases.
Esos proverbios eternos son verdad: «Lo que haces habla más
claramente que lo que dices», y «los hechos hablan más fuerte que las
palabras». Cuando las palabras y las acciones se contradicen, las acciones
siempre superan las palabras.
Desdichadamente, el mundo y la iglesia frecuentemente cantan la misma
canción, creyendo que las palabras son más importantes. Hace poco un
diácono de una iglesia local me dijo que el directorio de su iglesia había
votado seis contra tres para retener a su pastor, ¡un hombre en medio de un
divorcio, y a punto de casarse con otra mujer de la misma iglesia!
Le pregunté cómo su iglesia podía rebelarse tan abiertamente contra los
principios bíblicos.
—Ah —dijo—, nuestro pastor es tan buen predicador que no queremos
perderlo. Además, una iglesia más grande en otro estado le ha hecho un
llamado para ser pastor de su congregación. Probablemente tendremos que
aumentar su sueldo para que siga con nosotros, pero casi todos lo quieren,
excepto por unos pocos conservadores testarudos.
¿Es posible que ese pastor viva abiertamente en pecado, dividiendo su
propia familia y la familia de otra mujer, y todavía sea un excelente
predicador?
Sí, creo que sí.
Algunos de los mejores profesores y predicadores del mundo están
abiertamente en contra de Cristo. Muchos de los hombres que predican en
38
los púlpitos más influyentes del país no sostienen las doctrinas del
nacimiento virginal, la inspiración de las Escrituras, la resurrección de Cristo,
o la deidad de Cristo. No obstante, su poder de oratoria y persuasión son
increíbles. Sus palabras nos pueden hacer llorar. Pero el hecho de ser
movido a lágrimas no significa que Dios esté de acuerdo con él, o que esté
bendiciéndolo.
Nos equivocamos rotundamente cuando pensamos que, solamente por
el hecho de enseñar eficazmente, o ser un pastor amable, o predicar con
convicción, que la mano del Señor esté sobre esa persona. La mano del
Señor no puede estar sobre una persona que rechaza la deidad de Cristo;
la Biblia lo llama un «enemigo del evangelio».
Cuando esa iglesia decidió retener a su pastor, tomó una posición
públicamente a favor del pecado y en contra del Salvador. La comunidad de
no creyentes una vez más blasfemará la causa de Cristo porque aun ellos
pueden reconocer una atrocidad inmoral.
Pero ¿qué sucede con la predicación persuasiva de ese pastor? Vuelva
en unos cinco años y verá los frutos de lo que está sembrando ahora. Ya se
puede ver la palabra Icabod4 grabada sobre la puerta de entrada. Lo he visto
muchas veces, sin excepción. Los principios divinos del ministerio siempre
han sido los mismos: primero, el carácter, después la comunicación. Por eso
son tan claras las epístolas 1 Timoteo y Tito —la vida del comunicador debe
estar en armonía con el mensaje antes de que predique el mensaje.
De hecho, el carácter siempre controlará el contenido —a la larga.
Cuando el Espíritu de Dios está apagado, y se le da rienda suelta al pecado,
no solamente elimina la presencia del Espíritu en la enseñanza, sino pronto
también eliminará la presencia de las Escrituras. El maestro o el predicador
comenzará a moldear el contenido para ajustarse a su estilo de vida. Me
4
1 Samuel 4:21
39
hace temblar pensar que ese pastor, su nueva esposa, y los seis diáconos,
tendrán que rendir cuentas en otra corte por la atrocidad que han cometido.
Cuando pido a los adultos que seleccionen al maestro que más influencia
ha tenido en sus vidas, siempre es el que mostraba el carácter más noble y
el mayor compromiso. Esos maestros normalmente no eran los más fáciles,
ni los más difíciles en el salón de clases, pero tenían algo especial que
despertaba respeto genuino y admiración. Nosotros, sus estudiantes,
deseábamos ser como ellos algún día.
¡Que sus estudiantes deseen ser como su maestro!
40
¿Por qué es tan fácil reconocer este problema cuando lo vemos en el
restaurante, pero tan difícil de reconocerlo en la sala de clases?
Recuerdo la primera vez que tuve que hablar a una multitud hace
muchos años. Mi corazón palpitaba, mis piernas temblaban, me transpiraban
las manos, ¡y estaba orando que el Señor volviera en ese mismo momento!
Sentado a mi lado estaba un conferencista destacado con mucha
experiencia. Mientras cantábamos el himno, antes de que yo hablara, le dije:
—¡Estoy tan nervioso! ¡No sé si puedo hacer esto!
Sin vacilar, este gran hombre dijo:
—Bruce, ¡no seas tan arrogante y centrado en ti mismo!
No es algo que quieras escuchar justo antes de hablar. Le pregunte:
—¿Qué quiere decir?
—Estás pensando mucho en ti mismo, en cómo te irá, y en qué pensarán
de ti, por eso estás nervioso. Si pudieras quitar la vista de ti mismo un
momento y pensar en la gente y en sus necesidades, comenzarías a
preocuparte por ellos y no estarías tan nervioso. Cuando estamos tan
concentrados en nosotros mismos, nos ponemos nerviosos. Cuando
empezamos a concentrarnos en las personas, el Señor nos utiliza.
Entonces sonrió y volvió a cantar el himno, como si no hubiese pasado
nada. Y yo volví al Señor para un momento de ajuste espiritual. Decidí dejar
de preocuparme por mis propias necesidades, y empecé a atender las
necesidades del público. Los nervios se calmaron, o por lo menos
empezaron a calmarse.
Servir a los estudiantes es como amar a nuestros hijos. Frecuentemente
hacemos cosas para nuestros hijos, pensando que estamos comunicando
amor, sin que ellos lo perciban así. De manera semejante, muchas veces
los profesores tratamos de servir a nuestros estudiantes, pero los alumnos
no lo perciben. Posiblemente sea porque inconscientemente los maestros
hacemos cosas que comunican exactamente lo opuesto de nuestras
intenciones.
41
En todo este libro, presentaré muchas maneras de servir a sus alumnos
en forma concreta; maneras que reconocerán y apreciarán. En la ley del
potencial, aprenderá formas prácticas para comunicar amor a sus alumnos.
En la ley de la necesidad, conocerá los secretos que Cristo usó para motivar
a sus alumnos a desear lo que enseñaba. En la ley de la retención, verá
algunos enfoques revolucionarios para enseñar la materia en forma veloz.
Las siete leyes apuntan al mismo asunto: ¿cómo el maestro puede servir
al alumno? Al entender y practicar estas leyes, la motivación reemplazará la
frustración. Tendrá una cantidad increíble de habilidades transferibles que
funcionan con cualquier curso que enseñe y con alumnos de cualquier edad.
¿Cómo podemos decir esto? Porque los principios son universales, como la
gravedad, y cuando los practicamos, nuestros alumnos sienten que les
hemos servido.
Únase con la pequeña tropa de maestros que entran la sala de clases
con decisión, y con el propósito claro de servir a sus estudiantes con todo
su corazón, su mente, y su alma.
Máxima 7: Los maestros que practican la ley del agente pueden llegar
a ser maestros ejemplares
Había una posición disponible para profesor en una escuela en Dallas, y
muchas personas se presentaron. Finalmente, quedaron dos candidatos
finalistas.
El primer hombre había enseñado treinta y cinco años; la otra candidata
estaba en su segundo año como profesora. El profesor con experiencia
estaba seguro de que ganaría el trabajo. Pero para en el fin de semana, ya
se había tomado la decisión de elegir a la señorita.
El hombre mayor estaba furioso. Fue rápidamente a la sala donde estaba
en reunión el comité, y exigió una explicación de por qué no lo habían
contratado —después de todo, él tenía treinta y cinco años de experiencia.
El director sabio se detuvo un momento y contestó:
42
—Señor, es verdad que ha estado enseñando durante treinta y cinco
años, pero no pude ver ninguna mejoría durante todo ese tiempo. Como yo
lo veo, ¡usted ha repetido treinta y cinco veces!
A diferencia de la noción popular que los maestros ejemplares nacen así,
creo que los maestros ejemplares no nacen así, tampoco se fabrican, sino
que son mejorados. Creer que algunos nacen como maestros ejemplares es
tan ilógico como creer que algunos nacen como grandes científicos. Por
supuesto, hay grados distintos de capacidad innata, pero la mayoría de los
que tienen éxito en su campo lo logra con mucho esfuerzo y perseverancia
durante mucho tiempo.
Saque de su mente el otro concepto falso de que la grandeza viene en
pasos gigantescos de mejoría. La verdadera eficacia se desarrolla durante
muchos años, paso a paso.
Cada año en nuestro ministerio vemos evidencia concreta de esta
verdad. Tenemos la tradición de reconocer los mejores instructores del año.
Inevitablemente siempre hay por lo menos una sorpresa. Un año tuve
discusiones intensas con el decano de la facultad acerca de uno de los
profesores de menor rendimiento. Tenemos unos estándares de exigencia
muy altos para nuestra facultad de los seminarios, y yo trataba de convencer
a nuestro decano de despedir a este hombre. Finalmente me dijo:
—Dale otro año para mejorar. Si no mejora, yo mismo lo despediré.
Yo cuestionaba su apoyo hacia a este hombre de tan poco éxito, y él
dijo:
—El hombre está trabajando más que nadie en la facultad para
superarse. Está viendo los videos de los mejores maestros, pide a su esposa
y a sus amigos que lo evalúen constantemente, y siempre me pide consejos
para mejorar. Creo que lo puede lograr, y realmente lo desea de todo
corazón.
Al año siguiente, cuando se hicieron las evaluaciones para determinar a
los diez mejores, ¡adivine quién lo logró! El mismo hombre que yo quería
43
despedir el año anterior. ¿Tenía las habilidades naturales especiales para
llegar arriba? No, no las tenía. Los mejores rara vez son las personas con
más talento natural, sino los que tienen la pasión en su corazón para utilizar
lo que Dios les ha dado, y tratan de alcanzar el máximo de su potencial.
Conclusión
Como usted ya captó, esta primera ley del agente es la piedra angular
sobre la cual todas las demás leyes son edificadas: El maestro es
responsable por el aprendizaje de los alumnos.
Algunos profesores han tenido este sentido de compromiso y
responsabilidad toda su vida, pero son pocos. Para otros, este compromiso
viene con dificultad y trauma, pero cambia sus clases y sus corazones para
siempre. Finalmente, desdichadamente hay algunos que nunca asimilan
este compromiso en sus corazones. No solamente son ellos los que sufren,
sino también sus alumnos.
Como yo enseño a maestros, he aprendido a valorar a los que han
decidido guardar este compromiso en sus corazones, especialmente a los
que han tenido que pasar por fuego para desarrollarlo. De todas las historias
de tales peregrinajes, mi favorita es la de Teddy Stallard.
Teddy Stallard seguramente calificaba como uno de los «perdedores».
No estaba interesado en sus estudios. Usaba ropa sucia y arrugada que olía
44
mal. No se peinaba. Tenía una expresión vacía, sin sentimientos —una
mirada lejana. Cuando la señorita Thompson le hablaba a Teddy, siempre
contestaba con monosílabos. No era atractivo, no tenía motivación, era
distante, y simplemente difícil de amar. Aunque su profesora decía que
amaba a todos los alumnos en su clase, no era exactamente la verdad.
Cuando ella calificaba las tareas de Teddy, sentía un placer perverso al
poner una «x» al lado de las respuestas equivocadas, y cuando ponía una
calificación de reprobado en sus hojas, siempre lo hacía con mucho
entusiasmo. Debería haber sabido; tenía los archivos de Teddy y sabía
bastante de él. Los documentos decían:
Primer año: Teddy muestra mucha promesa con su trabajo y su actitud, pero tiene
una situación mala en su casa.
Segundo año: Teddy podría trabajar mejor. Su madre está gravemente enferma.
Recibe poca ayuda en la casa.
Tercer año: Teddy es un buen niño, pero muy serio. Aprende lentamente. Su madre
murió este año.
Cuarto año: Teddy es muy lento, pero tiene buena conducta. Su padre no muestra
interés.
La navidad llegó y los niños de la clase de la señorita Thompson le
llevaron regalos. Amontonaron los regalos encima de su escritorio y se
acercaron para mirar mientras los abría. Entre los regalos había uno de
Teddy Stallard. Estaba sorprendida que le había llevado un regalo. Estaba
envuelto en papel café y estaba cerrado con cinta adhesiva. En el papel
estaba escrito simplemente, «Para la señorita Thompson de Teddy».
Cuando abrió su regalo, vio un brazalete barato, con solamente la mitad de
las piedras falsas, y un perfume barato.
Los otros niños empezaron a reírse, pero la señorita Thompson los hizo
callar cuando se puso el brazalete y se aplicó un poco de perfume en su
muñeca. Levantó la muñeca y les dijo:
45
—Huele muy rico, ¿verdad? —Todos los niños, captando la idea,
asintieron inmediatamente.
Al final del día, cuando todos los demás niños se habían ido, quedó
Teddy solo con la profesora. Se acercó al escritorio y le dijo en voz baja:
—Señorita Thompson,… señorita Thompson, usted huele igual que mi
mamá… y su brazalete luce bonito en su brazo también. Me alegro que le
hayan gustado mis regalos.
Cuando Teddy salió, la señorita Thompson se arrodilló y pidió perdón a
Dios.
Al día siguiente, cuando los niños llegaron a la escuela, había una nueva
profesora. La señorita Thompson era otra persona. Ya no era solamente una
profesora; había llegado a ser una agente de Dios. Era una persona
comprometida a amar a sus niños y a hacer cosas que tendrían
consecuencias más allá de su vida. Ayudaba a todos los niños, pero
especialmente a los más lentos, sobre todo a Teddy Stallard.
Al fin del año académico, Teddy mostraba una mejoría dramática. Había
alcanzado el nivel de los demás alumnos, incluso tenía mejor rendimiento
que algunos.
No escuchó nada de Teddy por muchos años. Entonces un día recibió
una carta que decía:
Querida señorita Thompson:
Quería que usted fuera la primera persona en saberlo. Voy a graduarme este año
segundo en mi clase.
Cariñosamente,
Teddy Stallard
Cuatro años más tarde, llegó otra carta:
Querida señorita Thompson:
Acaban de decirme que me graduaré primero en mi clase. Quería que usted fuera
la primera persona en saberlo. La universidad no ha sido fácil, pero me gusta.
Cariñosamente,
Teddy Stallard
46
Y cuatro años después:
Querida señorita Thompson:
Desde hoy día, soy el Dr. Ted Stallard, médico. ¿Qué le parece? Quería que usted
fuera la primera persona en saberlo. Me voy a casar el próximo mes, el 27 para ser
exacto. Quisiera que usted fuera a la boda y que se sentara en el lugar donde se
habría sentado mi madre si estuviera viva. Usted es mi única familia ahora; papá
murió el año pasado.
Cariñosamente,
Teddy Stallard
La señorita Thompson fue a la boda y se sentó en el lugar de la madre.
Mereció el asiento, porque había hecho algo para Teddy que nunca olvidó.5
¿Qué regalo le puede dar a sus alumnos, querido maestro? En vez de
dar algo que se compra con el dinero, tome el riesgo de dar algo que vivirá
mucho tiempo después de usted. Sea extremadamente generoso. Dé el
regalo que solamente usted puede dar —a usted mismo— a los alumnos de
su clase. A todos ellos. Dé tanto de sí mismo que aprenderán algo tan
profundo y significativo que lo invitarán a su boda, porque parece muy
natural.
5
Anthony Campolo, «Who Switched the Price Tags?» [¿Quién cambió las
etiquetas?] (Waco, Texas: Word Books, 1986), 69–72.
47
que llamamos «escuelas», y usted visitara invisiblemente una clase del
quinto año, otra del noveno año, y otra del undécimo año, ¿qué informe
escribiría a su supervisor? Recuerde que nunca ha visto una escuela antes,
así que tendrá que olvidarse de la imagen previamente formada para
desarrollar una respuesta.
48
2
LA LEY DEL AGENTE; EL MÉTODO Y LOS
MAXIMIZADORES
Había intentado todo, y mi vehículo todavía no andaba bien. En el
momento menos esperado, comenzaría a hacer ruidos y a fallar. Finalmente,
me rendí y fui a mi taller favorito, donde el mecánico de confianza había
reparado mi automóvil durante años.
Después de unos momentos, avisó que no podía encontrar nada malo,
y que tendría que conectar mi vehículo a una «máquina de diagnóstico».
Nunca había visto una máquina de diagnóstico, así que pregunté si podía
mirar.
Abrió la cubierta del motor, desconectó un par de cables, y los conectó
a su computadora. Cuando se activó la máquina, empezaron a pestañar las
luces, y en un instante el mecánico empezó a reír. Dijo:
—Bueno, la razón por la que nunca pudiste ver este problema es que
hay un corto circuito en uno de los cables que causa un inconveniente de
vez en cuando. Pero no se puede ver a simple vista.
Cambiaron el cable, y pronto estaba en camino, con el motor sonando
suavemente. Pero no pude olvidar la máquina maravillosa. Entonces me
vino la idea: ¿no sería bueno tener una máquina de diagnóstico para
maestros? Si los alumnos no estuvieran trabajando, podría conectar algunos
de ellos a la máquina, ¡y sabría inmediatamente cuál es el problema!
A veces da la impresión que el proceso de enseñar y aprender es un
misterio incomprensible. Un día su enseñanza funciona mejor que un
automóvil de carrera, y otro día parece tan lenta que tendrá que ir al taller
para reparaciones. Si usted se ha preguntado alguna vez cuál es el
problema en sus clases, entonces anímese: una «máquina de diagnóstico»
realmente está disponible. Al finalizar este capítulo, usted tendrá la
49
capacidad de identificar el problema en unos minutos, y sabrá cómo
solucionarlo.
En contraste con los sistemas numerosos de un automóvil, el proceso
de aprendizaje tiene solamente cinco sistemas principales que controlan su
éxito o fracaso. Por lo tanto, es más fácil buscar la fuente del problema en
un grupo de estudiantes que en un vehículo. Con un poco de entrenamiento,
usted puede ganar la habilidad de discernir por qué algo no está
funcionando, y también la habilidad de arreglar el problema.
Desempaquemos esta «máquina de diagnóstico» para maestros, y
veremos si puede aprender a usarla. (¡No requiere baterías!)
50
Cuando el motor de su vehículo no parte, y no encienden las luces, ¿qué
sistema tiene problemas? Correcto, es el sistema eléctrico. Probablemente
puede hacer que funcione el motor con cables conectados a la batería de
otro vehículo.
Este concepto es extremadamente importante: Los problemas del
sistema de enseñanza casi siempre son los mismos y casi siempre tienen
las mismas soluciones.
Cuanto más entiende usted este principio, más fácilmente puede
reconocer los problemas y resolverlos. La enseñanza no es una habilidad
tan complicada que solamente las personas superdotadas puedan hacerla.
Al contrario, la enseñanza es un grupo de habilidades aprendidas que están
disponibles para cualquiera que desee adquirirlas. Al continuar con las siete
leyes, conocerá principios revolucionarios que puede usar inmediatamente
en sus clases. Entonces, cuando los alumnos no están motivados, o son
desordenados, o no están aprendiendo, sabrá cambiar la situación. Cuanto
más tiempo enseña, más soluciones tendrá en su repertorio. Cuanto más
soluciones utiliza eficazmente, más alumnos lo llamarán un maestro
excelente. Cuando suceda eso, ¡se habrán realizado mis sueños para este
libro!
51
problema. Está a punto de aprender algunas de las verdades que lo hacen
posible.
52
su carácter), y debe entregar el contenido usando el estilo apropiado
(maneja las condiciones).
Cada uno de nosotros relaciona estos aspectos de una manera distinta,
pero siempre hay un aspecto que destacamos más que otros. Algunos
somos más eficaces con el contenido (orientado a la exposición); otros no
brillan con su contenido, pero influyen mucho en el carácter de sus alumnos
(orientado al estudiante); y otros se destacan en su manera de entregar la
materia, hacen que las condiciones sean interesantes, motivadoras, y
capten la atención (orientado al estilo).
Dedíquese un momento a identificar cuál de estas tres relaciones usted
maneja mejor. Lea las siguientes descripciones, y coloque un número «1»
al lado de la relación que lo describe mejor, un número «2» para la segunda
más importante, y un número «3» para la que menos lo describe:
□ Orientado a la exposición. «Me gusta el contenido. Casi siempre tengo
dos o tres veces más materia de la que necesito, y frecuentemente me
encuentro apurándome al final de la clase para terminar a tiempo. Disfruto
de explicar cosas, y quiero que mi clase tenga una comprensión completa.
Me encantan las listas de material, y siento una necesidad fuerte de conocer
los datos yo mismo. Me gusta hacer investigación en libros y comentarios.
A veces tengo que cuidar de no hacer la materia demasiado complicada para
el alumno promedio de mi clase.»
□ Orientado al estudiante. «Me gustan los alumnos. Siento que son más
amigos que alumnos. Estoy interesado en cada uno de ellos, y disfruto de
su compañía tanto fuera del aula como dentro ella. Me gusta compartir
historias con ellos acerca de mi propia familia, y siento que mis alumnos son
mi familia extendida. A veces tengo que cuidar de no alejarme demasiado
del tema, pero quiero ayudarles todo lo que pueda.»
□ Orientado al estilo. «Me gusta lo que sucede durante el proceso de
aprendizaje. Me encanta sentir la electricidad de la clase, ver a los alumnos
que están atentos a cada palabra. Me gusta usar mi propia creatividad en la
53
clase, y siempre estoy encontrando nuevas cosas que hacer para mantener
el interés. Los alumnos disfrutan de mis clases porque no son aburridas. A
veces me excedo un poco en mis esfuerzos creativos para hacer que las
clases sean frescas y vivas, pero los alumnos siempre aprecian la
espontaneidad y la variedad. Me encanta enseñar y no puedo esperar para
que la clase comience —¡cuanto más grande es la clase, más me gusta!»
¿Ha descubierto su relación más fuerte? Si no, pregunte a un amigo,
porque probablemente es claro para todos menos para usted.
Normalmente se puede identificar qué tipo de maestro es cada persona
en nuestros seminarios por lo que hace durante el refrigerio.
Si la persona está orientada al contenido, irá directamente a la mesa
donde se venden libros, y comprará algunos recursos. Incluso, ¡las personas
muy avanzadas en esta orientación tomarán las Biblias nuevas en sus
manos para sentir el olor de las páginas nuevas! Si una persona está
orientada a los alumnos, no se levanta inmediatamente de su asiento. Se da
vuelta para conversar con el vecino, preguntando por su esposa, sus niños,
su trabajo, su casa, su color favorito, su día favorito de la semana,.… Al final
del día, las personas muy avanzadas en esta orientación pedirán su
dirección y teléfono, y comenzarán una amistad de por vida.
Si una persona está orientada al estilo, en el momento que anuncian el
descanso, se pondrá de pie, dará una palmada e irá a buscar un refresco
hablando animadamente acerca de las ayudas visuales de cuatro colores.
(¡La persona orientada al contenido ni siquiera se dio cuenta de que tenían
cuatro colores, y la persona orientada a los alumnos quería ver más fotos de
personas y perritos!) Las personas muy avanzadas en esta orientación
estarán anotando en sus cuadernos cómo habrían enseñado la clase, y
están escribiendo los chistes y comentarios interesantes para usar en su
próxima clase.
54
¿Ve cómo funciona? Cada uno de nosotros se inclina hacia un lado u
otro. Veamos un poco más acerca de estas relaciones principales para
mejorar la perspectiva.
56
para el recreo. Probablemente sea más fácil para usted usar los apuntes de
otra persona, y nunca está seguro de si tiene buen contenido para la clase.
59
problemas, he incluido respuestas más extensivas. Vea si puede encontrar
sus propias respuestas para los otros.
60
2. «Dictar, dictar, dictar; eso es lo único que hace mi profesor
ahora.»
Problema: Estilo —el único método que usa el profesor para entregar su
contenido es dictar una conferencia, y esto llega a ser aburrido y cansado
para el alumno.
Solución: Variar la forma de enseñar regularmente—aún la mejor carne
o el mejor postre se convierte en algo rutinario después de mucha repetición.
• Mantenga un registro del porcentaje de tiempo que está dictando.
Cuanto más jóvenes son los alumnos, menos toleran el método de dictar.
• Varíe su estilo de clase entre tres aspectos básicos —lo que usted hace
en la clase, lo que pide que los alumnos hagan, y lo que usted hace junto
con los alumnos.
• Reduzca el contenido en un veinticinco por ciento un par de semanas,
para tener más tiempo para usar métodos alternativos de enseñanza.
• Comience la clase con un método creativo, y aún más importante,
termine los últimos cinco minutos con algo creativo. La gente recuerda la
introducción y la conclusión más que cualquier cosa entre medio. Busque
ideas en un libro de métodos de enseñanza.
• Produzca expectación, avisando que habrá una película especial o una
visita importante la próxima semana. Asegúrese de que su clase sepa que
está tratando de servirles mejor con estos métodos.
Ahora estudie estos siguientes problemas. ¿Qué soluciones específicas
podría ofrecer?
61
Solución: Deje de tratar de cubrir toda la materia, y comience a enseñar
a los alumnos. Simplifique el contenido y asegure que están comprendiendo,
antes de continuar. (Ver la ley de la retención.)
6. «No puedo creer que el profesor espere que leamos estos libros
—estamos en el décimo año, y mi papá dice que él leía estos libros en
62
la universidad. Tengo que buscar cada palabra por medio en el
diccionario.»
Problema: Contenido —el profesor ha perdido el contacto con la
capacidad de los alumnos, y posiblemente esté tratando de exigirles
demasiado.
Solución: Avise inmediatamente que habrá un cambio en las tareas, y
explique que hay tres niveles de lectura: libros básicos, libros retadores, y
libros avanzados. Trate de motivarlos a mirar las tres categorías y a
seleccionar algunos que están un poco arriba de sus capacidades. En
principio, nunca enseñe al nivel del diez por ciento más capacitado, sino trate
de alcanzar el nivel promedio, y ofrezca desafíos especiales para los que
pueden llegar más arriba.
63
Los maximizadores de la ley del agente
El propósito de la sección «maximizadores»1 en cada una de las siete leyes es
capacitarlo aun más en el método recién explicado, presentando siete puntos
adicionales acerca de cómo sacar provecho del método. Estos siete maximizadores
lo capacitarán para tener más habilidad al asumir su vocación de «hacer que los
alumnos aprendan».
1 Nota del traductor: El autor ha inventado un término propio en inglés (maximizer). Considero que
la palabra maximizador, aunque no está en el diccionario, es la mejor manera de expresar el mismo
concepto en español.
64
Hemos permitido también que nuestra definición del amor sea vaciada
de emociones. Las palabras intenso, ardiente, celoso, o ferviente no se usan
para describir las clases. ¿Debe usted tener pasión? ¿No le parece increíble
que podemos hacer cosas muy positivas hacia otras personas, pero sin
tener amor? Por ejemplo, 1 Corintios 13 menciona dos acciones más allá de
la imaginación de la mayoría de nosotros —dar todos nuestros bienes para
alimentar a los pobres, y sacrificarnos como mártires— y dice que es posible
hacerlas sin amor. Y sin amor, no significan nada.
El amor produce acciones, por supuesto, porque algunas de sus
acciones se mencionan en 1 Corintios 13:4–7: «El amor es sufrido, es
benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda
rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre,
todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.» Pero, ¿el amor bíblico incluye
pasión y fervor? 1 Pedro 4:8 da una respuesta clara y específica: «Y ante
todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud
de pecados.»
Tener «amor ferviente» significa tener sentimientos intensos y sinceros.
Por lo tanto, usted y yo debemos hacer un esfuerzo en involucrarnos
intensamente y emocionalmente con nuestros alumnos, debemos amarlos
fervientemente.
Aunque sea sorprendente, creo que todos los maestros «aman», sin
excepción. Cuando observa su conducta, puede determinar rápidamente lo
que aman. Nuestra conducta refleja nuestros valores y nuestros afectos. Los
amores principales de los profesores consistentemente caen dentro de las
siguientes categorías:
1. Amor por el contenido. Estos son los maestros que se emocionan y
se motivan tanto con la materia que pierden de vista a los alumnos. La gran
mayoría de su tiempo de preparación está dedicada al contenido. Están tan
65
enamorados de lo que dicen que nunca tienen tiempo o energía para fijarse
en quién escucha lo que dicen.
2. Amor por la comunicación. Estos son los maestros que se emocionan
y se motivan tanto con la idea de hablar en público, ¡que pierden de vista al
público! Se les sube la adrenalina mientras caminan por la plataforma. Les
entusiasma la respuesta del público. Las pausas llenas de significado, el
subir y bajar de volumen, el humor en el momento perfecto, la frase bien
usada, la conclusión llamativa, los gestos artísticos; todo combina para crear
el evento. El aplauso. El honor. Es amor por el evento en vez de amor por
los alumnos.
3. Amor por el estilo de vida del maestro. Estos son maestros que
enseñan para que puedan ser libres para hacer lo que realmente quieren
durante las vacaciones, y especialmente durante el verano. Estos individuos
no ven la enseñanza como una vocación, sino como una fuente de ingreso.
Los alumnos son algo que el profesor tiene que soportar.
¿Cuánta pasión y fervor tenía Jesús por la comunicación con sus
alumnos, con el mundo? Jesús dejó su gloria celestial para sacrificarse por
el bien de su «clase». Enseñó la verdad con todo su corazón, con toda su
alma, y con toda su mente —y finalmente con toda su vida. ¡Cristo murió
para enseñarnos la verdad! Ese es el amor apasionado que tenía Cristo por
sus alumnos.
A fin de cuentas, el mejor comentario que usted y yo podemos recibir
como maestro será, «¡Veis como ama a sus alumnos!»
66
Un gran predicador habló una vez en el culto cuando yo estaba en mi
primer año del seminario, y entregó uno de los sermones más inspiradores
que he escuchado en mi vida. Estaba tan impresionado que transcribí la
cinta completa. No podía esperar para predicar esta obra de arte. Finalmente
una pequeña iglesia pidió que un alumno fuera a predicar, y tuve mi gran
oportunidad.
Empecé a predicar este sermón con toda mi alma. Cuando llegué a la
segunda página, sin embargo, miré a la congregación y quedé espantado;
el aburrimiento había ganado a todos. Pensé que me hacía falta usar los
gestos del gran predicador, que también había memorizado —así que los
intenté. Dos señoras en la primera banca se miraban y se encogían de
hombros. Yo movía los brazos más dramáticamente todavía.
Di vuelta a la página y empecé a citar el hebreo y el griego. «¡Espera
que escuchen esto!», pensé dentro de mí. Pero algunos ya estaban
cabeceando. Desesperado, miré a mi ayuda idónea para recibir una sonrisa
de afirmación. Cuando la encontré en la tercera banca, vi que tenía una cara
de confundida. Entonces ella comenzó a mover la cabeza de un lado a otro
con incredulidad. Perdí mi lugar en el manuscrito, y mi estómago me dio
aviso que no estaba muy contento con la tensión. Faltaban catorce páginas.
Cuando salimos del estacionamiento, había caído en un hoyo oscuro de
desesperación. Avisé a mi esposa que era el colmo, que iba a renunciar a
mis estudios en el seminario al siguiente día. Dije que Dios había cometido
un error trágico al llamarme a predicar.
Darlene estaba callada al principio. Finalmente, ella predicó su sermón
del día, pero en vez de catorce páginas, era de un solo párrafo.
—Cariño, el Señor te ha llamado a predicar, pero no te ha llamado a
predicar los sermones de otra persona. ¿Y qué hacías con los brazos? ¡Ese
no era tu estilo! Dios no te puede bendecir si tratas de ser otra persona, y no
la persona que él quiso.
67
¡Ese fue un momento decisivo en mi ministerio! Si no hubiese sido por el
consejo de mi esposa, posiblemente no hubiera terminado el seminario y
entrado al ministerio. Me comprometí a nunca más predicar el sermón de
otro hombre, o copiar el estilo de otra persona.
Temo que a veces deseemos cosas de la carne para lograr algo
espiritual. Sin darnos cuenta, empezamos a buscar algo bueno en el lugar
equivocado. Sacamos la conclusión que, si tuviéramos los dones de la otra
persona, nuestra enseñanza sería mucho más poderosa. Eso es territorio
peligroso, y no es bíblico.
Aparentemente es una tendencia humana universal envidiar los dones
de otros, y subestimar los dones propios. Las Escrituras nos enseñan que la
envidia es obra de la carne, y no del Espíritu. Cuando deseamos algo que
Dios ha dado a otra persona, y no a nosotros, secretamente estamos
rebelándonos en contra de la voluntad de Dios para nosotros. Dios nos ha
creado, y ha dirigido la formación de nuestras características físicas,
mentales, y emocionales (Salmo 139:15–16).
Cuando deseamos los dones de otra persona, estamos considerando
solamente el lado humano del ministerio. Deseamos los talentos de otros
solamente cuando olvidamos la promesa increíble de Dios: «Bástate mi
gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).
Si deseamos lo mejor de Dios en nuestras vidas, entonces debemos aceptar
que incluye tanto debilidades como fortalezas.
68
Su tono de voz indicaba que estaba quebrantado y lleno de remordimiento.
Inmediatamente tuve que cambiar mi voz y mi lenguaje corporal, para no ser
conferencista sino consejero personal. Saqué una silla, me senté, me incliné
hacia adelante, bajé la voz, y escuché atentamente.
Era un pastor joven que tenía un conflicto serio con el pastor principal de
su iglesia. Era tan serio que consideraba dejar el ministerio. Después de
hacerle algunas preguntas estratégicas, le pregunté cuán seriamente quería
resolver el problema. ¿Haría cualquier cosa necesaria para tener la victoria?
Su respuesta estaba en armonía con su lenguaje corporal —sí, estaba
dispuesto, dijo con lágrimas. Con compasión, le expliqué la respuesta bíblica
para su problema y le animé a obedecer al Señor completamente, sin
reservas. Nos dimos la mano y se comprometió a llamar a su pastor para
arreglar la situación y para comprometerse a seguir su liderazgo sin espíritu
de rebeldía. ¿Mi estilo? Tranquilo, personal, relajado, íntimo, calmado.
Al terminar la conversación, me di cuenta de que mi esposa, Darlene,
estaba con una pareja en el fondo del auditorio. La señora tenía las manos
en sus caderas, y él tenía los brazos cruzados. No podía entender las
palabras, pero su tono era agresivo y airado.
Mi esposa estaba aliviada cuando finalmente fui a unirme con ellos en la
situación infeliz. En unos pocos segundos, el hombre que medía un metro
noventa y cinco, y pesaba ciento diez kilos estaba gritando a su esposa,
lanzando comentarios furiosos sin fin y sin misericordia. Empecé a hablarle
en el mismo tono en que había hablado con el joven —el mismo estilo— y
me atropelló como una máquina aplanadora. Levanté la voz para llamar su
atención, pero ya me ganaba en varios decibeles. Subí la voz más todavía,
y empezó a gritar por encima de mi voz.
Me di cuenta de que mi estilo no estaba dando resultados. Había sido
eficaz con el joven ministro, pero con este matrimonio tenía que ser más
firme. Mucho más.
69
Le hice señas a Darlene para que supiera que iba a hacer una actuación
y darle duro a este hombre. Obviamente este hombre no había escuchado
a nadie en mucho tiempo. Con una oración desesperada, intensifiqué mi
estilo. Aun así, me sentía débil bajo su ataque. Finalmente, con una
explosión de emoción que no había sentido desde mi pelea con Johnny Red
en el octavo año, empecé a gritarle con mi dedo en su pecho. Cada vez que
me interrumpía, le cortaba en medio de su oración. Finalmente comenzó a
escuchar. Su lenguaje corporal comunicaba que estaba recibiendo en vez
de atacar. Estaba abierto a recibir consejo y ser reprendido.
Después de una hora, se fueron tomados de la mano. Darlene y yo
fuimos caminando a nuestra cabaña. Me fijé que ella no estaba hablando, y
que parecía turbada. Le pregunté qué pasaba, y me dijo:
—¡Nunca te había visto así en toda mi vida, y espero que no actúes así
conmigo!
Estaba sorprendida.
—¿No viste mis señas?
Dijo que sí, pero que no había entendido. Pensaba que había perdido el
control. Le aseguré que estaba totalmente en control, y que había elegido
un estilo muy riesgoso para llegar a este marido endurecido. Había actuado
duramente a propósito, porque otros estilos no hacían ningún impacto.
¿Cree que estaba cómodo en esa situación? ¡De ninguna manera!
Estaba sudando y temblando. ¿Por qué lo hice así? Porque el «alumno»
tenía un caso severo de «combatitis», y pensé que si no era capaz de llegar
a él, posiblemente él o su esposa terminaría con el matrimonio esa misma
noche.
¿Qué hace usted cuando el lenguaje corporal de sus alumnos y sus
respuestas silenciosas demuestran que están aburridos e indiferentes?
¿Sube el nivel de intensidad y creatividad, o simplemente les dice que por
favor presten atención, y sigue con la misma rutina de siempre?
70
¿Sabe usted cuál es la queja número uno entre todos los estudiantes?
Ochenta por ciento de los alumnos que hablan conmigo abiertamente
confiesan que están aburridos la mayor parte del tiempo en la mayoría de
sus clases.
Espero que ahora se dé cuenta de que el aburrimiento no tiene nada que
ver con los alumnos. Además, aunque usted lo discuta conmigo, tampoco el
contenido es el componente más culpable por el aburrimiento. Una vez
escuché a un conferencista hablar diez minutos acerca de «la importancia
de la bolsita de papel». Cuando terminó, el público entero se puso de pie,
gritando locamente. ¡Fue magnífico!
Lo trágico acerca del aburrimiento es que he escuchado a muchos
profesores aburrir a sus alumnos hasta las lágrimas, mientras hablan del
tema más importante del mundo —la Biblia. El aburrimiento no viene tanto
del contenido como del estilo que se usa para presentarlo.
¿No ha seleccionado un curso electivo alguna vez porque parecía
interesante el tema, solamente para arrepentirse después de dos clases,
porque el profesor hacía dormir a todos? Parece que algunos son
somníferos verbales. En contraste, posiblemente haya tenido reservas
acerca de un curso obligatorio, porque pensaba que sería
insoportablemente aburrido. Aburrido con mayúscula. Hasta que el profesor
le cautivó con su amor por el tema. Pronto estaba enamorado del tema. El
profesor llegó a ser su más querido, y la clase era su favorita.
Yo vi una ilustración asombrosa de esto hace algunos años en el monte
Carmelo en Israel, donde Elías tuvo su lucha con los profetas de Baal. Había
una escultura allí de Elías, y todos en el grupo de Caminata Bíblica
queríamos saber qué decía la larga inscripción. Pero no pude leerlo, porque
no era español, griego, o hebreo. De pronto el miembro más joven del grupo,
una señorita que tenía dieciséis años, empezó a traducir la inscripción
perfectamente, ¡y con tanta emoción! Estaba tan impresionado que pedí que
me dejara sentarme a su lado en el autobús para escuchar su historia.
71
Me dijo que su profesora del décimo año había hecho tan interesante el
latín, que llegó a ser la clase favorita de ella y de muchos de sus
compañeros. ¡El profesor hizo que el latín tuviera vida! He tenido a
profesores como ella en mis estudios. Por alguna razón, no entendían la
palabra aburrido.
Sus alumnos tampoco.
72
Maximizador 5: Note constantemente las actitudes, la participación, y
las acciones de sus alumnos
Los maestros eficaces constantemente están observando el «lenguaje
del alumno», o el lenguaje corporal. Los maestros expertos son tan buenos
para esto que casi desarrollan una conversación continua con los
estudiantes, sin que ellos digan ni una palabra. Cuando el profesor entiende
lo físico, responde verbalmente. Algunos alumnos dicen de estos profesores
que «están en contacto».
Cuando tenemos una conversación personal con otra persona que es
buena para leer nuestras comunicaciones no-verbales, frecuentemente
decimos que ella tiene «discernimiento» o que es «perspicaz». Estos
términos son precisos, porque tales personas tienen la capacidad de leer
detrás de lo que estamos diciendo para entender lo que realmente queremos
comunicar.
La mayoría de nosotros no nos hemos esforzado para desarrollar estas
habilidades de discernimiento. Nuestra cultura sobreestima en gran manera
el poder de lo verbal, y subestima en gran manera el poder de lo no verbal.
Cuando los sicólogos han intentando determinar el poder relativo de cada
uno, lo no verbal siempre gana por sobre lo verbal en la comunicación.
Cuanto más aprende usted a discernir lo que quieren comunicar sus
alumnos por medio de sus pistas no verbales, mejor sabrá lo que debe
ajustar para hacer que sus alumnos aprendan. Los profesores que no tienen
habilidades en esta área no saben cómo van a resultar los exámenes. Pero
los profesores que tienen estas capacidades desarrolladas pueden predecir
casi en forma precisa los resultados de los exámenes, porque los alumnos
han estado comunicándose con ellos constantemente.
73
Maximizador 6: Dependa del Espíritu Santo para una enseñanza
sobrenatural
Este maximizador va más allá de lo natural e introduce lo sobrenatural.
Aunque este tema vital será explicado más en la ley de la ejecución, algunos
comentarios generales son necesarios aquí.
El Espíritu se describió antes como uno de los cinco causantes
principales del aprendizaje. Excepto por esas ocasiones raras en que el
Espíritu Santo toma completo control de la situación y logra su propósito
divino a pesar de nosotros, casi siempre elige operar en cooperación con el
maestro, el tema, y los alumnos. El aprendizaje más poderoso sucede
cuando el maestro humano conscientemente coopera con el Maestro Divino,
quien es libre para mover los corazones de los alumnos. La ley de la
ejecución describe esta relación con mayor profundidad.
Hay tres niveles distintos de la enseñanza, y todos hacemos clases en
uno de estos niveles:
1. Nivel egoísta. El profesor hace lo que le viene naturalmente, y
sutilmente usa a los alumnos para satisfacer sus propias necesidades. No
acepta la responsabilidad de hacer que los alumnos aprendan, sino
solamente trata de cubrir la materia.
2. Nivel de siervo. El profesor sirve a los alumnos con todo su corazón,
mente, y alma. Se concentra en suplir las necesidades de los alumnos, y
usa su creatividad y energía para hacer que los alumnos aprendan.
3. Nivel espiritual. El profesor sirve a los alumnos, pero también coopera
con el Espíritu Santo en la preparación de las lecciones, la enseñanza de
las lecciones, y su relación con los alumnos. Cuando esto ocurre
regularmente, los alumnos reciben enseñanza, no solamente del maestro
externo, sino también del Maestro interno. Cuando el Espíritu unge al
maestro y convence a los alumnos, el aprendizaje sube al nivel espiritual.
¡Qué el Señor nos anime a servir a los alumnos, y también al Espíritu!
74
Maximizador 7: Aprenda a usar sus fortalezas para compensar sus
debilidades
Uno de los secretos de todos los atletas campeones es que saben utilizar
su lado fuerte. Si lo fuerte de un jugador de tenis es jugar cerca de la red,
entonces debe siempre acercarse a la red. Los campeones saben
concentrarse. Siempre limitan las áreas en que quieren destacarse.
Continuamente están diciendo que «no» a muchas cosas buenas, para decir
que «sí» a pocas cosas mejores.
En contraste, la gente que nunca alcanza su potencial tiene una
perspectiva diferente. En vez de concentrarse en sus fortalezas, se
concentran solamente en mejorar sus debilidades. Muchas personas que yo
conozco pasan sus vidas enteras tratando de ser buenos en todas las áreas
posibles, en vez de ser excelentes en sus áreas de mayor capacidad.
Uno de mis pasatiempos es la lectura de biografías de líderes. Algo que
tienen en común todos los grandes hombres y las grandes mujeres es esta
filosofía de concentrar sus energías en unas pocas áreas bien elegidas.
Si desea optimizar su vida para Cristo, debe limitar sus opciones. El
apóstol Pablo practicó este método de concentrarse en las prioridades. Dijo,
«una cosa hago» (Filipenses 3:13). Poco antes de morir, Pablo nos recordó
que la persona que es un buen soldado para Jesucristo no se enreda en
«los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado»
(2 Timoteo 2:4).
Por lo tanto, si desea ser excelente para Cristo en la sala de clases, no
trate de hacer todo igualmente bien. Haga menos cosas, pero hágalas muy
bien. Concéntrese. No piense que para optimizar su ministerio tiene que
hacer todo perfecto. ¡No es así! Cuando comience a elegir consistentemente
servir a Dios en las áreas en que le ha dado más dones, experimentará un
manantial creciente de bendiciones.
Mientras se concentra en su lado fuerte, recuerde dos cosas adicionales
acerca de sus debilidades:
75
• Mejore su lado débil a tal punto que no moleste en la clase, y que esté
dentro de un rango «aceptable». Aunque sea excelente jugando cerca de la
red, para jugar tenis, también debe saber jugar atrás, usando el golpe
derecho y el revés. Debe subir sus calificaciones en sus áreas débiles por lo
menos para aprobar.
• Utilice su lado fuerte para compensar su debilidad. Juegue cerca de la
red todo lo que pueda, siendo prudente.
Ya sea que usted sea una persona orientada al contenido, a los alumnos,
o al estilo, use su fuerza innata para fortalecer su debilidad innata. Nunca
olvidaré cómo un profesor que estaba orientado al contenido usó su mente
para compensar su debilidad notable en relacionarse con los alumnos. Era
un nuevo miembro de la facultad, y todos los alumnos estábamos curiosos
por saber cómo era, cuando entramos a la sala para nuestra primera clase
con él. Después de terminar un tercio de la clase, un alumno levantó la mano
para hacer una pregunta.
El profesor contestó: «Esa es una excelente pregunta, Jaime». Usted
debería haber visto la cara de Jaime —nunca había conocido al profesor.
Entonces el profesor dijo: «Jorge, ¿qué piensa usted?» Después:
«Margarita, es un buen punto». Estábamos asombrados que un profesor se
preocupara tanto por nosotros que había memorizado nuestros nombres el
primer día de clases. Había sabiamente usado sus capacidades
intelectuales para compensar su debilidad en sus relaciones con los
alumnos.
Conclusión
Durante mi primer año como profesor universitario, empecé a desarrollar
y profundizar esta filosofía de la enseñanza y el aprendizaje. Unas semanas
después del comienzo del semestre, me di cuenta de que tres de los
alumnos del primer año estaban reprobando mi curso —¡y no por poco! Sus
76
calificaciones empezaron a molestarme más y más. Al comienzo del
semestre, no me sentí culpable por darles calificaciones tan bajas. Después
de todo, si estaban reprobando, era culpa de ellos, ¿verdad? Pero algo me
siguió inquietando. Sentía que tenía que hacer algo antes de que fuera
demasiado tarde.
Invité a cada uno a almorzar conmigo en un restaurante cercano. Decidí
no decirle a ninguno de los tres que también estaba invitando a los otros, así
que estaban sorprendidos cuando se encontraron allí. Les compré
hamburguesas y malteadas, pero como usted puede imaginar, era incómodo
almorzar con tres alumnos que estaban reprobando.
Finalmente les dije:
—¿Saben qué? Hay cuatro de nosotros aquí, y todos tenemos algo en
común. Estamos reprobando mi clase. Ustedes están reprobando, y por lo
tanto, yo también estoy reprobando. No me gusta reprobar, y me imagino
que a ustedes tampoco. ¿Será tan mala mi clase?
—No, está bien la clase —dijo uno.
Capté que había algo más, así que pregunté:
—¿Cómo te va en las otras clases?
Todos miraron hacia abajo y siguieron comiendo sus hamburguesas.
Miré a uno y le pregunté si había algo que le molestaba.
—Bueno —dijo—, soy un cristiano nuevo, y soy el único en mi familia
que conoce a Cristo. Traté de compartir el evangelio con ellos antes de venir
a la universidad, y se rieron de mí. Me dijeron que estaba loco por venir a
una universidad cristiana. Pienso que si repruebo, nunca me van a escuchar
acerca de Cristo, y me tiene desanimado.
Miré a otro que estaba asintiendo con la cabeza como si lo
comprendiera, y le pedí que me contara de su situación.
—Bueno —vaciló—, durante la enseñanza secundaria, me
emborrachaba mucho en fiestas con gente mala. Finalmente dediqué mi vida
a Cristo el último semestre, pero mis calificaciones eran terribles. Supongo
77
que nunca aprendí a estudiar. Me dejaron estudiar aquí a prueba, y me
dijeron que tenía un semestre para mostrar que puedo hacerlo. Estoy
aprendiendo mucho, y estoy mejorando, pero creo que no lo voy a lograr a
tiempo.
Tenía lágrimas en sus ojos.
—Yo sé que Dios quiere que le sirva como misionero, así que tengo tanto
miedo de fracasar que no puedo estudiar en la noche.
Ya no podía comer mi hamburguesa. Miré al tercero y me di cuenta de
que tenía una cara de vergüenza. Miró al lado y simplemente dijo:
—Estoy enamorado… y mi novia está en Iowa. Esta es la primera vez
que estoy lejos de mi casa. Me siento muy solo.
Hablamos de sus vidas, y finalmente les dije:
—Saben, caballeros, nuestra próxima clase es sobre el libro de Josué, y
creo que Josué tiene las respuestas para todos sus problemas. Me gustaría
invitarlos a nuestra casa para comer pizza el viernes en la noche; la mejor
pizza de pepperoni del mundo hecha en casa. Juntos vamos a buscar las
respuestas para los desafíos de cada uno. Entonces les voy a pedir que
compartan sus respuestas con el resto de los alumnos el próximo jueves.
El viernes llegaron todos. Tuvimos un tiempo increíble. Gracias a Dios
pudimos encontrar respuestas para sus problemas, pero tengo que confesar
que cuando empezamos, ¡no estaba seguro de que Josué realmente tenía
todas las respuestas!
El martes siguiente, el primer joven llegó al púlpito y contó a los alumnos
sus problemas y temores, y la respuesta de Josué. Entonces el próximo
describió su amor por su novia y su sentido de soledad. Contó acerca de la
soledad de Josué sin Moisés, y como se puede enfrentar la soledad con el
poder del Señor. Me fijé que algunas de las niñas estaban secándose las
lágrimas.
Finalmente el tercer joven se acercó al púlpito. Yo estaba más
preocupado por él, porque tenía mucho miedo de hablar en público. Empezó
78
a murmurar, mirando al suelo, pero pronto sintió tanta aceptación de los
demás que levantó la cabeza y nos miró a los ojos. Nos contó cómo Josué
aprendió a tener valentía y a enfrentar los gigantes de su vida.
Me emocioné. Cuando iba hacia su asiento atrás, los alumnos
empezaron a aplaudir. Terminamos la clase ese día, gritando y aplaudiendo,
y animando a nuestros tres amigos. Los estudiantes eran muy distintos
desde ese día, nos habíamos unido como una familia.
¿Qué piensa que pasó con las calificaciones de esos tres alumnos? No
solamente en mi clase, sino en todas sus clases. ¡Correcto! ¡Cambiaron
totalmente! Ahora tenían fuego en los ojos, esperanza en sus corazones, y
valentía para enfrentar sus propios gigantes y «Jericós» con el poder del
Señor.
Tales cambios nos animan mucho como profesores. Hacen que todo
valga la pena. ¿Qué necesitaban para dar vuelta sus preciosas vidas? Tres
hamburguesas y dos pizzas de pepperoni.
Al comenzar esta maravillosa aventura de aprender a enseñar como
Dios quiere, ¿se unirá conmigo en comprometerse a «hacer que aprendan»
sus alumnos? ¿Está dispuesto a comprometerse delante de él, sin importar
el costo, a servir al Señor en el poder del Espíritu? Nunca más estará
satisfecho de «cubrir la materia» simplemente. Nunca más mirará al otro
lado cuando un alumno esté mirando por la ventana. Enseñará a sus
alumnos con todo su corazón, toda su alma, y toda su mente —¡todo para
la gloria de Dios! Aunque tenga que hacer cuatro pizzas de pepperoni.
79
lado fuerte. Nombre por lo menos tres maneras en que usted puede hacer
eso en los próximos doce meses.
2. ¿Qué piensa usted? ¿Cuál es su problema más serio en las clases? ¿El
manejo de la materia, la relación con los alumnos, o el estilo? Piense en su
mayor debilidad que posiblemente haya llegado a ser una molestia o un
detrimento para el aprendizaje. ¿Cómo podría usar sus fortalezas para
superar esa debilidad? Anote dos o tres cosas que podría hacer
inmediatamente. Ahora, practique su propio consejo.
3. La queja más común de todos los estudiantes es que las clases son
aburridas. Más de 80% de los alumnos que hemos encuestado en el país
dicen que este es el mayor problema. Nombre tres cosas que podrían ser la
causa del aburrimiento, y anote tres soluciones para cada una.
4. Lleve una hoja en blanco a las próximas clases o cultos que usted asista,
y clasifique al orador en una escala de 1 a 10 como estudioso, amigo, y
comunicador. Anote puntos específicos que puedan ayudar a cada uno a ser
doblemente eficaz.
80
SEGUNDA LEY
LA LEY DEL
Potencial
3
LA LEY DEL POTENCIAL; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Me sentía como una piedra en un torrente de estudiantes de la
universidad cristiana. Estaban matriculándose para el primer semestre. Era
un caos. Lo había visto muchas veces, pero esta vez, en vez de correr de
una mesa a otra en el gimnasio, matriculándome para clases, yo estaba
observando a los alumnos que se inscribían en mis clases. Era mi primer
año después de mis estudios de postgrado, y en unas pocas horas iba tener
mi debut como profesor, ahora detrás del atril.
Mirando las mesas, me di cuenta de que me habían designado secciones
uno, dos, y tres del curso «Métodos de estudio bíblico». Las otras cinco
secciones tenían otros profesores. Después de caminar unos veinte
minutos, salí del gimnasio y fui hacia mi oficina. Un miembro de la facultad
con mucha experiencia me alcanzó y me dijo:
—¡No lo puedo creer!
—¿Qué no puedes creer?
—Te dieron la sección dos, ¿verdad?
—Bueno, sí, parece que sí.
Sacudió la cabeza con incredulidad.
—No lo puedo creer. Eres el nuevo miembro de la facultad, tu primer
año, y te dan la sección dos.
Me tenía confundido.
81
—¿Por qué? ¿Qué hay de especial con la sección dos?
—¿No te dijeron en la reunión de orientación?
La verdad era que no habían tenido una reunión de orientación para
nuevos profesores, porque yo era el único nuevo. Le pedí que me explicara.
—La sección dos tiene todos los alumnos nuevos más destacados.
Están en clases de honores. Los mejores de los mejores. Los alumnos más
brillantes de toda la universidad.
Nos detuvimos fuera de las oficinas, y me miró fijo.
—Bruce, no vas a creer la diferencia entre la sección dos y los otros
grupos.
—¿Qué quieres decir? —le pregunté, sin saber si debería sentirme
exaltado o intimidado. En mis estudios, nunca había estado en una sección
dos.
—¡Motivación! Son como caballos tirando contra las riendas. Esos
jóvenes te exigirán al máximo. Te va a encantar cada minuto. ¡Ay! ¡Tu primer
año! ¡Qué suerte!
Se fue caminando por la vereda, sacudiendo la cabeza con incredulidad.
Yo estaba intrigado, por decir lo menos.
Al día siguiente, llegó la sección uno para su primera clase. Fue un buen
tiempo. Nada especial, solamente una buena sesión de intercambio. Era un
grupo sólido de jóvenes.
Después del descanso, llegó el grupo de la sección dos. No lo pude
creer. Tenía razón. Podía sentir la electricidad en el aire. Desde el sonido de
la campana hasta el final, el tiempo se fue volando, mientras el profesor y
los alumnos aprendían casi a la velocidad de la luz. Era como subir una tabla
hawaiana y viajar encima de una ola durante la hora completa.
A veces el interés de los alumnos y su deseo de aprender me llegaban
con una intensidad que casi no podía seguir. Todo era diferente —sus
preguntas, el contacto visual, las expresiones de sus rostros, aun la manera
82
de sentarse. Era increíble. Mi colega tenía razón. Estos alumnos nos sacan
lo mejor.
Llegó el grupo de la sección tres, y me di cuenta de que eran como la
sección uno. Buenos, pero no como la sección dos.
Al progresar durante el semestre, estaba cada vez más agradecido al
Señor por el privilegio de enseñar. Nunca me había sentido tan desafiado y
realizado. Y aunque disfrutaba todas las clases, era la sección dos la que
siempre me llenaba de alegría.
Cuando nos acercábamos a los exámenes del fin del semestre, un día
estaba caminando a una reunión de facultad con el decano académico, Dr.
Joseph Wong.
—Bueno, Bruce —dijo—, estás a mitad de tu primer año. Terminó la luna
de miel. ¿Qué te parece la enseñanza?
—¡Es absolutamente extraordinaria! ¡Es mejor de lo que jamás imaginé!
Sonrió.
—¡Qué bueno escucharlo! ¿Qué te gusta más de la enseñanza? Sin
pensar, contesté:
—¡La sección dos!
Frunció las cejas y se detuvo, aparentemente para escuchar con más
cuidado.
—¿La sección dos? Cuéntame.
Era mi primera oportunidad para expresar mi deleite y mi gratitud por la
oportunidad de enseñar a treinta de los alumnos más brillantes que había
conocido. Hablé maravillas de ellos durante un par de minutos, explicando
la diferencia entre ellos y los otros alumnos.
El decano estaba reflexionando, mientras seguía hablando de este grupo
superdotado de jóvenes y señoritas. Cuando terminé, dijo:
—Me alegro que hayas tenido tanto éxito, Bruce, pero debo decirte algo
que te puede sorprender: No hay clase de honores este año. La cancelamos.
Se me secó la boca.
83
—Joe —dije—, ¡debes estar bromeando!
—No, no estoy bromeando. El año pasado decidimos que sería mejor
distribuir a los mejores alumnos entre todos los grupos. Pensamos que
agregaría un poco de chispa a todas las secciones.
Mareado con incredulidad, dije:
—Joe, te alcanzo en unos minutos. Necesito ir a mi oficina un momento.
Fui corriendo a mi oficina para llamar a la secretaria de registros, todavía
seguro de que mi colega estaba tratando de hacer una broma ya que era un
nuevo profesor.
—Joyce —dije—, tengo la sección dos para Métodos de estudio bíblico,
¿verdad?
—Correcto, Bruce.
Tragué fuerte.
—Dime Joyce, la sección dos tiene a todos los alumnos destacados,
¿verdad?
—Bueno, no, Bruce. Cancelamos ese programa el año pasado.
Agonizando por dentro, colgué el teléfono. No podía asimilar lo que
sucedía. Con mucho temor, abrí el libro de calificaciones. Comparé las notas
de la sección uno y tres con las notas de la sección dos. La diferencia era
asombrosa.
Saqué una pila de trabajos escritos de mis estantes. Poniendo los
trabajos de uno y tres en una pila, comparé esa pila con la pila de la sección
dos. ¡La sección dos tenía más páginas que las otras dos secciones juntas!
Revisé los trabajos, uno por uno, página por página, y la diferencia era
asombrosa. Los alumnos de la sección dos superaron a los otros alumnos
una y otra vez.
Ese día resultó ser una de las experiencias de aprendizaje más
importante de mi vida. Nunca lo he olvidado. Por primera vez, me di cuenta
de que mi expectativa de los alumnos hacía una diferencia increíble en su
rendimiento.
84
No había ninguna diferencia entre las secciones uno, dos, y tres. Era el
mismo contenido, el mismo día de la semana, el mismo nivel de capacidad
entre los alumnos del primer año. Ninguna diferencia. Incluso, nunca dije:
«Ustedes están en la sección dos y su rendimiento debería reflejarlo».
¿Cómo podía explicar la diferencia tan dramática en lo que aprendieron?
La única diferencia era la expectativa del profesor. Ya que mis expectativas
eran mucho más altas para el segundo grupo, su conducta y su aprendizaje
lo reflejaron. Nunca olvidaré cuando reflexioné ese día sentado en mi sillón:
«Me pregunto, ¿qué habría pasado si el otro profesor me hubiera dicho que
los alumnos destacados eran del grupo tres?»
Esa experiencia encerró en mi memoria para siempre la realidad de la
ley del potencial. Mis expectativas, sin duda, tuvieron un tremendo impacto
en la vida de los alumnos —tanto para bien como para mal.
Ya que este libro fue escrito para ayudarle a optimizar su capacidad de
causar que los alumnos aprendan, entonces obviamente si puede dominar
la ley del potencial, ¡puede asegurar que sus alumnos florezcan tal como el
grupo de la sección dos!
Antes de terminar de estudiar esta ley, usted sabrá cómo hacer florecer
a sus alumnos, a sus hijos, y a sus amigos. La verdad practicada
correctamente de un corazón lleno de amor tendrá un precioso impacto
sobre cada uno. Recuerde que el Señor ve a cada estudiante y a cada niño
como una persona de la «sección dos», y él quiere hacerlos florecer por
medio de usted, el maestro.
85
En realidad, la mayoría de nosotros pensamos que nuestros
pensamientos acerca de nuestros alumnos son privados, y que no cambian
nada. Ya sea que pensemos que nuestros alumnos son interesantes o
aburridos, estamos convencidos de que aquello no influirá en el proceso de
aprendizaje. Mientras mantengamos nuestros pensamientos en privado y no
mostremos nuestros verdaderos sentimientos, todo estará bien.
La ley del potencial rechaza categóricamente esta noción. Revela que
sus pensamientos hacen un impacto innegable sobre cada persona que
conozca, tanto dentro de la sala como fuera de ella.
Veamos este concepto de la expectativa en el contexto bíblico. Hay dos
pasajes que presentan los conceptos clave relacionados con esta ley.
Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no
dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Hebreos 10:24–25)
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad
para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre
tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño
del pecado. (Hebreos 3:12–13)
«Y considerémonos…» ¿Por qué debo considerarlos a ustedes?
Hebreos 10:24–25 dice que debo considerarlos «para estimularlos al amor
y a las buenas obras». La palabra griega que es la raíz de considerar
significa examinar, evaluar, observar constantemente a su público y
preguntar: ¿Qué sucede en sus vidas? ¿Me están siguiendo o no? ¿Cuales
son sus necesidades? ¿Cómo puedo ajustar mi contenido y mi estilo para
enseñarles más eficazmente?
Tengo que saber qué sucede en su vida para poder «estimularlos»,
porque no sé en qué áreas necesitan ayuda. Debo saber cómo se sienten y
qué están pensando. Tengo que discernir si tienen un problema para que
pueda ayudarles a hacer buenas obras y amar a otras personas.
86
Considerar también significa «cernirse sobre». Significa analizar con
calma los mensajes sutiles que está enviando. Su lenguaje corporal envía
todo tipo de mensaje a los que tienen ojos para ver y oídos para oír. No
obstante, frecuentemente estamos tan preocupados por el contenido que
perdemos el mensaje de las personas que debemos estar «considerando».
Nunca olvidaré el día que conocí a un verdadero experto en este arte de
«considerar». En noviembre de mi segundo año de estudios de postgrado,
Darlene y yo estábamos en apuros económicos, y decidí solicitar un trabajo
en el centro comercial más grande de Dallas. Me dieron una solicitud muy
larga para llenar, y me llevaron a una gran sala abierta para esperar la
entrevista con cuarenta personas. El director de personal estaba sentado en
una oficina al lado, y podía ver todo lo que sucedía en cada momento.
Mientras esperaba, yo me entretuve conversando con las personas que
estaban cerca de mí. Bastante tiempo pasó después de llenar la solicitud y
antes de la entrevista. Con el nerviosismo típico, finalmente entré por la
formidable puerta marcada Director de personal. Cuando me senté, la
señora detrás del escritorio me dijo que tenía el trabajo perfecto para mí.
Dijo que habían estado buscando la persona indicada durante semanas, y
que estaba segura que yo era la persona perfecta. Como se puede imaginar,
estaba perplejo, ni siquiera había leído mi solicitud. ¿Cómo podía conocer
mis habilidades o mis intereses?
Entonces reveló el puesto:
—¡Creo que usted sería perfecto como Papá Noel!
—¿Papá Noel? ¿Qué? ¿Cómo sabe usted que yo sería un buen Papá
Noel? —exclamé. ¡Ni siquiera creo en Papá Noel! ¡Y no ha visto mi solicitud
o mi curriculum vitae!
Simplemente sonrió.
—Realmente no tengo que saberlo, pero haremos una investigación
extensiva de su trasfondo. Creo que no encontraremos nada que me haga
cambiar de parecer. Después de todo, ya sé mucho de usted.
87
—No entiendo —vacilé. No nos conocemos, y usted no ha visto mi
solicitud todavía. ¿Cómo puede saber tanto de mí?
Ella explicó que había estado observando a todos en la sala de espera
y que sabía mucho acerca de cada persona antes de que pasara por la
puerta. Entonces empezó a nombrar uno y otro dato acerca de mí —y cada
vez tenía razón. No lo pude creer. Finalmente explicó que había sido una
observadora de personas más de treinta años y que sabía leer a la gente
como otros leen un libro.
Estaba curioso, así que le pedí que mencionara algunas de las cosas
que «leyó» en mí, que le ayudaron a saber tanto.
Primero, me había observado que tenía contacto visual con el secretario
de personal cuando me entregaron la solicitud. Era amistoso, directo, y
cortés, aunque estaba un poco ansioso. Segundo, ella vio que llené la
solicitud con determinación y diligencia. Apreté fuerte con el lápiz y estaba
agachado sobre el escritorio, todo lo cual mostraba un compromiso intenso
de superar obstáculos en el camino hacia la meta. Tercero, cuando una niña
de cinco años de edad sentada en frente de mí empezó a llorar, traté de
entretenerla, mostrándole mi lápiz y haciendo caras cómicas. Eso indicó que
tenía suficiente cariño por los niños para dejar de lado mis propios intereses.
Durante esa entrevista asombrosa, nombró más de una docena de mis
actividades y sus implicaciones. Antes de que terminara, ¡estaba convencido
de que ella sabía la marca de mi ropa interior por haber visto el color de mis
calcetines! Salí con un trabajo nuevo que no esperaba, el de ser Papá Noel;
pero más importante, con una educación inolvidable en el poder de la
observación personal.
Han pasado muchos años desde los días de Papá Noel, y desde
entonces he desarrollado la meta de llegar a ser un observador cuidadoso
de otras personas, para poder servirles mejor. ¿Usted observa a las
personas que está enseñando? Se pregunta constantemente, ¿Cuáles son
88
las necesidades de mis alumnos ahora? ¿Estoy comunicándome con ellos
o no? Considere su público; obsérvelos.
Si usted es padre o madre, probablemente hace esto constantemente.
Por ejemplo, cuando eran más jóvenes nuestros hijos, de vez en cuando mi
esposa y yo observábamos que uno de nuestros hijos actuaba de una
manera extraña. Parecía molesto, frustrado, irritable, no nos miraba a los
ojos cuando hablaba, y no respondía bien. Finalmente nos dábamos cuenta
de que su «vaso emocional» se había vaciado durante los eventos del día.
Estaba emocionalmente inseguro y necesitaba ser lleno con nuestra
atención personal y nuestro amor. Darlene y yo decidíamos quién tendría la
energía para llenar el vaso de ese niño, y lo llevaría a otro cuarto para
mostrarle amor, abrazarlo, y conversar mirándose a los ojos, hasta que su
bienestar emocional hubiese sido restaurado.
A veces me siento también con el vaso vacío. Es increíble durante estos
años felices de matrimonio cómo Darlene capta eso y toma la iniciativa para
suplir mis necesidades. Dice:
—Por qué no te vas a sentar a la sala, y te preparé una taza de café; y
me aseguraré de que los niños no se acerquen por un momento.
Entonces se sienta al lado y me pregunta:
—¿Cómo te fue hoy? Parece que ha sido un día difícil.
La clave en todas estas ilustraciones está en «considerarse los unos a
los otros». ¿Ha estado conversando con una persona cuando de pronto
siente que algo no está bien? Probablemente cuando se lo mencionó, ella
contestó, «¿Cómo supiste?» Si usted puede leer a las personas así,
entonces ha grabado este pasaje en su corazón, y está preparado para dar
el próximo paso para ser una persona que hace florecer a los demás.
Hebreos 10:25 sigue, «no dejando de congregarnos, como algunos
tienen por costumbre, sino exhortándonos». Cuando yo «considero» a
alguien para «estimularlo al amor y a las buenas obras», esa persona
probablemente no se da cuenta de lo que estoy haciendo. Yo «considero»
89
a la persona, y esa persona se siente movida. Pero ¿qué enseña la Biblia
acerca del vínculo entre nosotros? La respuesta es que la Biblia me instruye
a «exhortar» a la otra persona.
La palabra «exhortar» es una palabra positiva. Significa animar, no
criticar. Involucra una preocupación mutua. Consiste en llegar al lado de la
persona para animar, amar, cuidar, y ayudar.
Estos versículos en Hebreos nos instruyen primero a discernir lo que
sucede en la vida de la persona para poder motivarla al amor y a las buenas
obras. ¿Usted exhorta a sus alumnos? Hebreos dice que debemos
exhortarnos diariamente. ¿Ha exhortado a alguien hoy día?
Motive a sus alumnos al amor y a las buenas obras. Eso es el lado
positivo, Pero hay otro lado también. Hebreos 3:12–13 lo describe:
Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad
para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos [¡Aquí está la palabra!] los unos a los
otros cada día, entre tanto que se dice: «Hoy»; para que ninguno de vosotros se
endurezca por el engaño del pecado.
La exhortación, entonces, puede ser positiva o negativa. Es agradable
cuando alguien es sensible a mis necesidades, se preocupa por mí, se fija
en que no estoy bien, y cariñosamente me dirige hacia el camino correcto.
Pero ¿qué sucede cuando la persona no es tan receptiva? Debemos
empezar suavemente, animando, moviendo de lo positivo hacia lo negativo,
cuando es necesario. Podemos llegar a conversaciones francas, e incluso a
la amonestación o la reprensión. A veces eso es lo que hace falta para que
la otra persona reaccione y decida obedecer.
Hay un relato fascinante acerca de una amonestación fuerte en el último
capítulo de Nehemías. La gente no obedecía al Señor y no se sometía a su
voluntad. ¿Qué hacía su maestro Nehemías? «Y reñí con ellos, y los maldije,
y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos.…» (Nehemías 13:25).
¡Qué método! No recomiendo que imite el método de Nehemías, pero ¿por
qué reaccionaría tan fuerte? Es porque amaba tanto a su Dios, y estaba tan
90
preocupado por su pueblo, que se lanzó a una confrontación directa y
enérgica.
Para ser un padre responsable, debo exhortar o reprender a mis hijos.
Cuando empiezo a sentir la responsabilidad por una persona y la reprendo,
corro el riesgo de que se disguste conmigo. Pero eso es lo que exige el
amor.
¿Está usted comprometido a exhortar? ¿Está dispuesto a obedecer a las
Escrituras y decir a su clase: «¿Cómo les puedo ayudar a crecer
espiritualmente, ayudarles a superar el pecado, ayudarles a comprometerse
más con Dios —lo que necesiten?» Es un compromiso. Y su clase lo
necesita cada vez que usted se pare delante de ellos.
De eso se trata la ley del potencial. Las expectativas pueden ser
conscientes o inconscientes, positivas o negativas, edificantes o
destructivas. Debemos tomar nuestras expectativas para nuestra clase,
remodelarlas según las necesidades de los alumnos, y exhortarlos o
reprenderlos para que se acerquen más a Dios en obediencia completa.
Hagamos un resumen de estas observaciones en el modelo de la ley del
potencial.
91
cuadro a la derecha representa al «alumno» o al hijo. El cuadro en el medio
representa el «tema», que no estamos considerando principalmente en esta
ley.
En el primer cuadro, se ve que el maestro debe «examinar» al alumno
para «moldear las expectativas». Esto se hace en «privado,
constantemente», porque la situación siempre está cambiando.
En el cuadro del alumno, se ve que la meta del maestro es la de producir
«entusiasmo» en los alumnos. El proceso debe «motivar al alumno» a lo
positivo, hacia el «amor y las buenas obras». También debe evitar lo
negativo en él; un «corazón endurecido». Esto se hace «en persona,
progresivamente», según la situación y el desarrollo de los alumnos.
La flecha en el medio refleja el proceso por el cual el maestro toma lo
que ha considerado en privado acerca de las necesidades de sus alumnos,
los «exhorta» y «maneja el mensaje» para ellos «en público, diariamente».
Durante el resto de nuestra discusión de esta ley, entenderá mejor cómo
estos tres pasos se relacionan entre sí. También usted será capacitado a
través del método de la expectativa para hacer florecer a sus hijos y a sus
alumnos.
La influencia de nuestras expectativas es increíble, un don del Señor que
debemos utilizar conscientemente para el bien de nuestros alumnos y
nuestra familia. Escuche el uso profundo de la expectativa de parte de este
profesor, y vea cómo ayuda a que ellos florezcan. ¿Cree usted que estas
tres oraciones breves cambiarían algo en sus alumnos si las usara?
«Juanito, siempre enseño mejor cuando tú estás en la clase. Cuando vengas el
próximo domingo, ¿podrías levantar la mano para que yo pueda ver que estás aquí?
Si lo haces, puedo enseñar mejor.»
92
jovencita pobre, una vendedora de flores llamada Eliza Doolittle, en una
dama refinada de sociedad. Para asegurar su éxito, el profesor trabaja no
solamente con su expresión oral, sus costumbres, y su manera de vestirse,
sino también corre la voz que él va a acompañar a una princesa bella y
refinada al baile del año en Londres. ¡Él conocía el poder de las grandes
expectativas!
Semanas después, cuando se abre la puerta del carruaje, se escucha el
suspiro de la multitud que ve lo que esperaba ver: una princesa fina y
elegante. Durante la noche, la manera de hablar y las acciones de Eliza son
profundamente afectadas por las expectativas de la ciudad. En un momento,
el profesor pide la opinión del director de la orquesta acerca de la
«princesa». «He visto cientos de bailes en todo Europa», dice el viejo y sabio
conductor, «y sé que esa dama fue criada en el palacio más refinado».
En medio del drama, Eliza hace una observación profunda. Dice que lo
importante no es cómo ella actúa, sino lo que la gente espera de ella. Afirma
que eran las expectativas las que le hicieron cambiar más. Así una niña de
la calle puede llegar a ser una «bella dama».
Una fuerza poderosa —para bien o para mal— reside en nuestras
expectativas. Consideremos a través de las siete máximas de la ley del
potencial la manera de dirigir este motivador poderoso para que sea un canal
para el bien de nuestros alumnos.
93
Las expectativas son tan comunes como el aire. Si alguien le preguntara
esta noche, «¿le gustó la cena?», usted contestaría de acuerdo con lo que
anticipaba (o esperaba). Supongamos que había estado pensando toda la
tarde, «No puedo esperar que llegue la cena —será algo muy especial».
¿Qué sucede si es una comida bastante pobre? Estará decepcionado. En
cualquier momento que estamos desilusionados, es porque la realidad no
cumplió nuestras expectativas. Por otro lado, si está entusiasmado por la
cena, es porque igualó o superó sus expectativas.
Tenemos expectativas acerca de todo. Usted tiene expectativas sobre
este libro, si le ayudará o no. Si usted espera que este libro sea excelente,
y resulta solamente bueno, estará decepcionado. Si piensa que será bueno,
y resulta excelente, entonces estará fascinado. En el ministerio Caminata
Bíblica, enfrentamos este desafío cada vez que contratamos a un nuevo
empleado. Casi todos los que vienen a trabajar con nosotros traen
expectativas no muy realistas; piensan que no habrá problemas, estrés,
malentendidos, ni horas largas. Algunos esperan que habrá gente como
ángeles, y que el ambiente laboral nunca tendrá problemas de pecado.
¡Pero la realidad siempre golpea! Mientras que no descubrimos lo que
estaba pasando, mucha gente se sentía decepcionada, porque las
organizaciones cristianas también están llenas de gente normal. Ahora
pasamos bastante tiempo haciendo ajustes de las expectativas, haciendo
que sean más realistas. El único lugar perfecto es el cielo.
Si se da cuenta de que las expectativas existen en todos todo el tiempo,
tendrá una ventaja respecto de la mayoría. El hecho de darse cuenta de eso
le animará a evaluar si sus expectativas son realistas, y a ajustarlas si es
necesario.
Las expectativas que no son realistas son la causa de muchos
problemas matrimoniales hoy, incluyendo a familias cristianas. La mujer
posiblemente piense que la relación seguirá igual como estaba en los
últimos meses antes de la boda —recibirá flores cada jueves, saldrán a
94
comer todos los viernes, él le susurrará cosas dulces en su oído todas las
noches, darán paseos a la orilla del lago regularmente, y tendrán
conversaciones profundas acerca de la vida constantemente. El hombre
posiblemente piense que su esposa tendrá el pelo perfectamente arreglado,
que mostrará el mismo espíritu tierno y cariñoso siempre, que será
romántica, y que le honrará sobre todos y sobre todo siempre.
Entonces la realidad se hace evidente después de algunos meses de
matrimonio, y si no han ajustado sus expectativas de acuerdo con la
realidad, su matrimonio tendrá momentos muy difíciles.
Pasamos por varias etapas si no se ajustan las expectativas. La primera
etapa es la decepción. Cuanto más lejos está la expectativa de la realidad,
cuanto más grande la decepción. «La clase hoy fue una gran decepción»,
dice alguien. Tenía una expectativa acerca de lo buena que sería la clase, y
no fue así.
Si la decepción continúa, y ni la expectativa ni la realidad cambia,
entonces la persona entra a la fase del desánimo. Es más profundo que la
decepción. Alguien puede estar decepcionado sin estar desanimado, pero
no puede estar desanimado sin primero experimentar la decepción.
Si el desánimo continúa, entrará a la etapa de la desilusión. Cuando está
desilusionado, ya no tiene una idea falsa de la realidad. Por primera vez ve
la realidad tal como es, y no le gusta. Reconoce que su esperanza de
alcanzar las expectativas es nada más que una mentira. Pero ya que todavía
no quiere soltar las expectativas altas, la vida no se ve muy agradable.
Si la realidad o las expectativas no cambian, estará caminando por un
camino rocoso. La última etapa es la desesperación, una completa falta de
esperanza. No tiene ninguna esperanza de alcanzar las expectativas.
Decepción, desánimo, desilusión, desesperación —todos están unidos y
basados en nuestras expectativas. Ya que todos tenemos expectativas todo
el tiempo acerca de todo, usted puede imaginar la influencia dramática que
95
tendrán sobre nuestra interpretación de nuestras vidas y sobre la influencia
que tengamos en la vida de otros ya sea dentro o fuera del salón de clases.
96
—Los placebos —o las expectativas— son poderosos. Si no lo ha visto
de primera mano, probablemente no sabe ni la mitad. Ayer, una de mis
pacientes se enfermó seriamente, y tuvimos que hospitalizarla. Su
enfermedad respondía a un solo medicamento, entonces le pregunté si ese
remedio le causaba alergia.
—¡Sí! —dijo—, Ese remedio me produce una reacción severa. Me da
urticaria, el corazón palpita fuerte, empiezo a transpirar, me siento mareada
y me da náusea.
—Le dije que lamentaba que tuviera esas reacciones, pero que era el
único remedio disponible. Por causa del peligro, le di un placebo, pero le dije
que era el medicamento verdadero. En una hora, me llamaron por el
altoparlante, y fui corriendo a su habitación para encontrar que tenía una
reacción severa; su cuerpo tenía urticaria, le costaba respirar, estaba
perdiendo la conciencia, y estaba en un estado crítico.
El médico sonrió y continuó:
—Es sorprendente que nuestras expectativas tengan un efecto tan
dramático, pero es así. Todo lo que usted ha dicho acerca del poder de las
expectativas ha sido comprobado una y otra vez en el campo de la medicina.
Pero nunca pensé que mis expectativas podrían tener un impacto semejante
en mi clase de la escuela dominical. ¡Desde ahora en adelante, voy a tener
más cuidado!
No solamente las expectativas influyen en nuestros cuerpos, sino
también pueden tener un impacto en cada parte de nuestras vidas. Un
experimento histórico famoso demuestra este hecho. En el año 1900, el
departamento del censo compró una máquina nueva para sus empleados.
Estimaban que los empleados podrían escribir 550 tarjetas cada día con las
nuevas máquinas. Después de un par de semanas, hubo muchos disturbios
emocionales, y el director del censo tuvo que concluir que no podía exigir
550 tarjetas por día. Así que los empleados empezaron a hacer menos
tarjetas cada día.
97
Un mes después, el departamento encontró que necesitaban más
empleados para hacer el trabajo que faltaba. Debido a la falta de espacio,
los nuevos empleados fueron ubicados en otro edificio. Les enseñaron a
estos empleados a usar las máquinas, pero no les explicaron cuántas
tarjetas esperaban cada día. ¡Adivine cuántas tarjetas procesó ese grupo
cada día! ¡Un promedio de 2.100 por persona! No les habían dicho que una
persona solamente podía hacer 550 al día, así que simplemente hicieron su
trabajo rápidamente —sin complicaciones de salud o dolores de cabeza. Así
es el poder de las expectativas.
98
en un indicador externo. Pero esa expectativa puede ser totalmente
incorrecta.
Segundo, formamos expectativas por la reputación. Alguien en la sala
de descanso de la facultad dice: «No puedo esperar que termine este año,
porque así ya no tendré a Juanito. Siempre me interrumpe la clase. Te va a
tocar a ti el próximo año, y será un terror, ya verás.»
La tercera manera en que formamos expectativas es por el registro —
mirando los archivos para ver cómo le ha ido al alumno en el pasado. Un
miembro de la facultad de una universidad en la costa del Pacífico una vez
consiguió un registro que tenía todos los nombres de los estudiantes, con
sus coeficientes intelectuales. El único problema era que habían cometido
un error; una hoja tenía los nombres con los coeficientes intelectuales, pero
la segunda hoja tenía los nombres con el número de su casillero. Nadie
descubrió el error. Para al final del semestre, los alumnos que tenían los
coeficientes más altos habían logrado un rendimiento mucho mejor que los
que tenían los coeficientes más bajos, como es de esperar. ¡Pero los que
tenían los números de casillero más altos también lograron un rendimiento
más alto que los que tenían números más bajos! ¡Esto era solamente porque
el profesor había confundido el número de casillero con el coeficiente
intelectual! Las expectativas del profesor cambiaron radicalmente la
conducta de los alumnos.
La cuarta manera en que formamos expectativas es por una relación.
Cuando conocemos a alguien, empezamos a esperar cierta conducta. Con
el tiempo, nuestra relación puede corregir las expectativas erróneas que
teníamos antes de realmente conocer a la persona.
Veamos como todos estos factores se conjugan. Imagine a un profesor
que forma una expectativa, quizás por una reputación, acerca de algún
alumno. El primer día de clase, el profesor observa al alumno caminando
hacia la clase. Mira a ese alumno, piensa el profesor. Parece arrogante.
99
Debe ser verdaderamente pedante. Antes de la primera clase, el profesor
sospecha del alumno.
Cuando comienza la clase, el alumno reacciona a la expectativa,
respondiendo a las transmisiones hostiles del profesor. El profesor no dice
nada al alumno, pero comunica sus expectativas negativas en su conducta,
y el alumno detecta algo en su lenguaje corporal, y el contacto visual, y en
el tono de voz. Desanimado por la actitud que capta de parte del profesor,
el estudiante empieza a responder en forma negativa. Se desliza en su silla
con una postura relajada, demostrando una actitud de «no me importa lo que
usted piensa». ¡Ah!, piensa el profesor. Creo que tenía razón acerca de este
joven. Mira como está sentado. Seguro que es problemático.
El profesor ha confirmado sus expectativas. Se mueve de su juicio inicial,
tentativo, y llega a estar más expresivo acerca de su expectativa. La primera
etapa era sutil; la segunda no. Se expresa claramente en la manera en que
el profesor contesta las preguntas del alumno, y en la manera en que lo trata
antes y después de la clase. El alumno se siente atacado por la hostilidad
que aparentemente no merece. Si eso es lo que usted piensa de mí,
entonces así voy a responder, piensa el alumno. ¡Le mostraré cuán rebelde
puedo ser! Así que el alumno empieza a reflejar lo que se esperaba de él.
Se asemeja a la caricatura que el profesor se había hecho de él antes de
conocerlo. Se expresa más y más sin respeto. Ahora el alumno capta la
mirada fría que está en los ojos del profesor que dice, Tenía razón acerca
de ti. Eres rebelde y problemático. Ahora que te tengo analizado, te voy a
fastidiar el resto del semestre.
Sin esperanza de redimirse, el alumno se rinde; se conforma a las
expectativas poderosas de su profesor. El semestre resulta desagradable y
poco provechoso para los dos. El profesor se pregunta, ¿Por qué siempre
me mandan estos alumnos problemáticos? Y el alumno sacude la cabeza y
dice, ¿Por qué siempre me tocan los profesores duros y hostiles?
100
Todo esto puede suceder debajo de la superficie. El profesor
posiblemente no esté consciente de que está comunicando sospecha y
hostilidad. El alumno posiblemente no está consciente de que está
respondiendo a las expectativas. Pero se echó a perder la experiencia del
aprendizaje para los dos. Una relación que podría haber sido beneficiosa ha
sido dañada, quizás sin remedio.
Ahora imagine el proceso invertido, cuando las expectativas iniciales del
profesor son positivas. ¿Sucedería lo mismo, pero en el sentido positivo?
¡Absolutamente!
101
• Interrumpir más rápidamente cuando el alumno se equivoca.
Los profesores con expectativas bajas tienden a hacer lo siguiente
cuando evalúan el rendimiento:
• Criticar al alumno más frecuentemente por el fracaso.
• Animar al alumno menos frecuentemente por el éxito.
• Escribir menos notas explicativas en los trabajos escritos.
• Enseñar a un ritmo mucho más lento y menos intenso.
• No dar la ventaja de la duda en un caso de incertidumbre.
• Usar menos métodos efectivos de la enseñanza que requieren mucho
tiempo.
• Dar más tareas que ocupan tiempo pero que no son significativas.
Los profesores que tienen expectativas bajas tienden a hacer lo
siguiente cuando se relacionan personalmente con los alumnos:
• No dar retroalimentación positiva acerca de la respuesta pública del alumno.
• No prestar mucha atención al alumno, y tienen menos interacción con él.
• Tener más interacción en privado que en público con el alumno.
• Tener menos interacción amistosa con el alumno.
• Sonreír menos y mostrar menos cariño físico.
• Mantener menos contacto visual.
• Limitar la comunicación no verbal que refleje atención e interés: inclinarse
hacia adelante, asentir con la cabeza, y en lenguaje corporal en general.
Estas acciones claramente demuestran cómo los estudiantes que
supuestamente son mediocres difícilmente aprenden bien o se comportan
bien. No son tratados como buenos alumnos.
Los profesores aparentemente «hacen» que sus alumnos bajen en su
rendimiento por darles menos oportunidades educacionales y por
enseñarles menos materia de una manera menos eficaz.
102
Máxima 5: Las expectativas tienen una influencia sobre el futuro, sean
explícitas o implícitas
Lo increíble de las expectativas es que podemos expresarlas o
mantenerlas en privado —aun inconscientes— y todavía tienen su impacto
sobre las personas.
Una vez un pastor me fue a buscar al aeropuerto, y durante cuarenta y
cinco minutos en el viaje a su iglesia, me habló maravillas de la gente de su
iglesia. Después supe que había dedicado bastante tiempo a formar en su
congregación expectativas muy positivas acerca de mí. Cuando fui a
predicar, ¡sentía que no podía fallar! Las expectativas eran tan positivas y
tan afirmativas que sacamos lo mejor el uno del otro. Este pastor expresó
sus expectativas, pero no es necesario expresarlas para que tengan una
gran influencia sobre las personas.
El departamento de sicología de una universidad prestigiosa decidió
probar si las expectativas de los alumnos podrían afectar la conducta de los
animales. Obviamente los animales no entienden el lenguaje humano, así
que no pueden ser influenciados por las expectativas expresadas. Los
investigadores seleccionaron setenta y dos ratas y setenta y dos alumnos.
Juntaron a la mitad de los alumnos con sus ratas, y dijeron a los alumnos:
—Durante generaciones, hemos podido desarrollar unas ratas
inteligentes. Estas ratas son increíbles. Pueden pasar por los laberintos más
complejos en increíblemente poco tiempo. Hemos diseñado algunos
laberintos especialmente difíciles. Su trabajo en los próximos treinta días es
ver cuán rápidamente pueden enseñar a sus ratas a pasar por el laberinto.
No pueden hablar con los otros treinta y seis alumnos. ¡Adelante!»
Trajeron los otros treinta y seis alumnos, les dieron sus ratas, y les
dijeron:
—Estas ratas son muy poco inteligentes. Nacieron de padres que no
eran capaces de salir de los laberintos más simples. De todas maneras,
103
queremos desafiarlos a entrenar a estas ratas estúpidas a pasar por los
laberintos lo más rápido posible.
Los dos grupos usaron exactamente los mismos laberintos. Al final de
los treinta días, las ratas «inteligentes» estaban pasando por los laberintos
en un tiempo 200% más rápido que las ratas «estúpidas» —¡aunque las
ratas habían sido seleccionadas al azar! ¿Cómo pudo suceder eso? Los
investigadores concluyeron que las expectativas no tienen que ser
expresadas verbalmente para influir en la conducta. Aun en ratas.
Nadie puede explicar exactamente cómo las expectativas funcionan
cuando no son expresadas, pero cada experimento que he visto demuestra
que influyen en la conducta de otros. Sabemos que las expectativas se
expresan en el lenguaje corporal. Si pongo mis manos en las caderas e
inclino la cabeza hacia atrás, ¿qué estoy diciendo? Exasperación. Falta de
interés. Si cruzo los brazos sobre el pecho, ¿qué estoy diciendo? Estoy a la
defensiva. Estoy diciendo, «pruébamelo». Ya que las expectativas controlan
el lenguaje corporal, la única manera de controlar y supervisar su lenguaje
corporal es por la formación consciente de las expectativas.
104
¿Cómo se siente un jugador de fútbol cuando su padre le dice: «Lo único
que importa es hacer un gol. Ninguna otra cosa vale nada». El joven vuelve
a su casa después de hacer dos pases excelentes que ayudaron a otros a
hacer goles, y salvó el partido con una jugada defensiva. El papá le
pregunta, «¿Hiciste un gol?» El joven dice, «No, ¡pero yo era la estrella del
partido! Yo…». Pero el papá le interrumpe, «No quiero saber nada. ¿Cuándo
vas a hacer un gol?» Ese tipo de expectativa poco realista puede aplastar a
un niño.
En contraste, las expectativas demasiado negativas pueden ser
profecías autocumplidas. Los padres deben siempre tener cuidado con esto.
Posiblemente entre a la habitación de su hija que tiene trece años, y ¡ni
puede encontrar la cama! Usted no puede soportarlo. Le ha dicho cien veces
que tiene que ordenar su habitación. Sin pensar, usted dice: «¡Esta
habitación es un desastre! Si el departamento de salud viniera, ¡sería
clausurada! ¡Tú vas a ser una persona asquerosa! ¡Ningún hombre vivirá en
la casa que tú cuidas! ¡No valdrás nada!»
¿Escuchó lo que dijo? Acaba de formar la expectativa. ¡Y adivine quién
va a empezar vivir conforme a ella!
¿Y si su hijo vuelve a la casa con su cuarta «F» (la peor calificación) en
Lenguaje? La noche anterior usted perdió su programa favorito de televisión
para ayudarle a estudiar. ¡No lo puede creer! De pronto está diciendo: «¡Eres
tan estúpido! ¡Cuatro «efes»! ¡No tienes un cerebro en tu cabeza! ¡No vas a
lograr nada! ¡Eres un fracaso!»
Todos lo hemos hecho, ¿verdad? Los padres lo hemos hecho. Los
profesores lo hemos hecho. Los abuelos lo hemos hecho. De alguna
manera, en vez de hacer florecer a nuestros hijos, nuestras palabras los
rompen y cultivan un futuro de fracaso.
Tenga cuidado y fije las expectativas en forma realista y precisa. Evite
dañar a sus alumnos con expectativas demasiado altas… o demasiado
bajas.
105
Máxima 7: Las expectativas motivan a otros cuando son guiadas por el
amor
La razón fundamental para querer hacer florecer a otra persona debe ser
nuestro amor por ella. Debemos ayudar a toda la gente posible para que
sean todo lo que Dios quiere que sean.
Tales personas que hacen florecer a otros son muy poco comunes,
¿verdad? Si revisara su vida, probablemente encontraría pocas personas
que creyeron en usted y le animaron de una manera significativa, trayendo
cambios en su vida. Esas pocas personas nos ayudan a levantar la cabeza,
a correr más rápido, y a ser lo que ni soñamos ser. Nos amaron cuando no
nos amábamos a nosotros mismos. Compartieron sus expectativas bíblicas
con nosotros, porque como dice 1 Corintios 13, el amor «…todo lo cree, todo
lo espera».
Como usted, yo sé exactamente quiénes son estas personas en mi vida,
y la historia de mi vida sería muy distinta si no fuera por las personas
enviadas por Dios que hacen florecer a otros.
Mis padres fueron los primeros. Eran temerosos de Dios. Nuestro hogar
estaba lleno de amor y cariño. La convicción de que «puedes hacer cualquier
cosa que quieras hacer» filtraba por cada fibra de nuestro hogar. Esa actitud
positiva nos contagió a nosotros los hijos, y nos capacitó para lograr mucho
más de lo que habríamos soñado.
Recuerdo un día cuando estaba en la enseñanza secundaria, que dije a
mis padres que íbamos a participar en una competencia de estado físico en
un par de meses, y que ganaríamos un par de pantalones deportivos como
premio. El color de los pantalones dependía de nuestros logros en la
competencia. El entrenador nos recordó que teníamos que usar los
pantalones para correr en la pista de atletismo donde las niñas hacían sus
ejercicios. (¡También conocía el poder de las expectativas!) Nos explicó que
el grupo más bajo ganaría pantalones amarillos, el grupo de los 25% más
106
destacados ganaría pantalones amarillos con una raya negra, los diez
alumnos más destacados entre todos ganarían pantalones rojos, y el mejor
de todos ganaría pantalones plateados. Recuerdo que pensé, «Espero
ganar la raya negra».
Mi padre escuchó, asintió con la cabeza, y no dijo nada. Al día siguiente
cuando estaba limpiando el establo del toro, mi padre quedó parado al lado
de la cerca, y preguntó:
—¿Cuándo vas a ganar los pantalones plateados?
No había ninguna duda en su voz; sólo quería saber cuándo los ganaría,
no si los ganaría o no.
—¿Qué? ¿Realmente crees que podré ganar los pantalones plateados?
—Sí —asintió con la cabeza—. Sin duda. Solamente que no has decidido
si quieres trabajar tanto para ganarlos. Pero tengo el presentimiento que ya
es tiempo. Eres capaz de ganar los pantalones plateados, hijo.
Entonces se fue. Y así de simple, por causa de las expectativas de mi
padre, llegué a ser el ganador de los pantalones plateados.
Así sucedió con mi hermano un par de años más tarde. La última vez
que visité nuestra escuela, nadie había ganado el récord; todavía éramos
los únicos estudiantes de la misma familia que habíamos ganado los
codiciados pantalones plateados. Pero la verdad es que nuestros padres
ganaron los pantalones.
También recuerdo a la señora Rudin, mi profesora del sexto año. Ella
me hizo florecer tanto que todavía recuerdo cuán importante me sentía
cuando entraba a su sala.
Y el señor Griffin y su señora, el pastor de la iglesia en Union, Nueva
Jersey, donde trabajé como pastor de jóvenes un par de años mientras
estudiaba en la universidad cercana. Trabajaron semana tras semana con
este joven vacilante e inseguro, invirtiendo su amor y sus sueños en mí. Me
explicaban siempre lo que Dios quería hacer a través de mí, y me decían
107
que Dios tenía su mano sobre mí. Lo devoraba, porque necesitaba cada
palabra de ánimo que pudiera encontrar.
Después Dios proveyó al Dr. Stephen Slocum y su señora para hacerme
florecer cuando fuimos a Dallas para estudiar en el seminario. El Dr. Slocum
me invitaba a almorzar y me decía:
—Cuéntame de tus sueños.
Yo no tenía ningún sueño.
—«Cuéntame cómo vas a cambiar el mundo.
Yo no tenía planes para cambiar el mundo.
—¡Creo que tu idea de Caminata Bíblica puede dar buenos resultados
en todo el mundo! ¡Creo que tú eres el hombre perfecto para ese trabajo!
No existiría el ministerio de Caminata Bíblica, si no fuera por personas
como los Slocum que hacen florecer a otros.
Muchas veces nuestras esposas nos hacen florecer. Todavía tengo una
carta de mi esposa que ella escribió en el año 1978, y la leo de nuevo de
vez en cuando. En esa carta, Darlene expresó expectativas positivas sobre
nuestra relación y el futuro de nuestro matrimonio y nuestra familia. Esa
carta ha tenido un tremendo impacto en mi vida. Sus convicciones y sus
sueños acerca de mí todavía me hacen florecer como su marido.
Hace tiempo, el hijo de algunos amigos tenía dificultades después de
cambiar de escuela. Su vida parecía desmantelarse, y él estaba reprobando
casi todos sus cursos. Su madre estaba frenética.
Entonces se encontró con una amiga que nunca parecía preocupada. Le
preguntó:
—¿Cómo eres siempre tan positiva y pereces tener todo bajo control?
Su amiga contestó:
—Había seis hijos en nuestra familia, y mi mamá mantenía un cuaderno
para cada uno. En el cuaderno ella anotaba cada cosa buena que nos veía
hacer. Al fin de cada mes, mi mamá nos llamaba el dormitorio, sacaba el
cuaderno, y decía: «Quiero que leas esto». Esto lo hizo durante años.
108
Nuestra amiga lo intentó con su hijo. Compró un cuaderno y empezó a
buscar cosas buenas en su hijo. No encontraba nada positivo durante las
dos primeras semanas. Una noche ella conversaba con su marido acerca
de este problema, y se dieron cuenta de que habían sido tan críticos con su
hijo que no encontraban nada bueno en él.
Ella confesó sus errores al Señor y empezó a mirar prestando más
atención, hasta que encontró algo que escribir en su libro. Un día lo llamó al
dormitorio y le dijo:
—Tengo un cuaderno, y quiero que lo leas.
Estaba callado al leerlo, y dijo:
—¿Realmente te sientes así acerca de mí?
—Por supuesto que sí —contestó.
Empezó a llorar y dijo:
—Pensé que tú y papá solamente me criticaban siempre. Creí que ya no
me amaban, que pensaban que era un fracaso total.
¡Qué cambio hizo en la vida de ese joven y en la vida de esa familia!
Dentro de unas pocas semanas, el joven cambió. Volvió su confianza, se
restauró la relación con sus padres y con otros, dejó de pelear con sus
hermanos y hermanas, y mejoraron sus calificaciones. ¿Qué sucedió? ¡Sus
padres lo hicieron florecer! Encontraron algo bueno para formar expectativas
positivas sobre el futuro de su hijo, y su hijo floreció bajo esas expectativas.
¿Cuáles son sus expectativas —sobre usted mismo, sobre Dios, su
familia, y sus estudiantes? ¿Por qué no reajustarlas y utilizarlas para llegar
a ser una persona que hace florecer a otros?
109
El meollo de la ley del potencial
Conclusión
Cuando pienso en lo que significa esperar lo mejor, recuerdo mi primer
año de mis estudios de postgrado en el seminario. Había decidido hacía
mucho tiempo que iba a estudiar para realizar mis prioridades, y no las
prioridades de mis profesores. Así que me puse metas antes de empezar el
semestre, en vez de permitir que mis profesores fijaran las prioridades en
las tareas que designaban. Tenía cinco cursos, y decidí en qué cursos iba a
sacar la mejor nota posible («A»), en qué cursos quería sacar una «B»
(segunda nota mejor), y en qué cursos podría sacar una «C» (tercera nota
mejor, una nota regular) porque eran menos importantes.
El Dr. Hendricks enseñaba el curso, «Cómo estudiar tu Biblia».
Le dije a mi esposa:
—De todos los cursos de este semestre, este es el más importante para
mi futuro ministerio. Quiero saber cómo estudiar la Biblia. Voy a destacarme
en ese curso.
Calculé el tiempo que tenía disponible para los estudios de cada
semana, y lo dividí en dos, dando al curso del Dr. Hendricks la mitad de mi
tiempo, y dividiendo la otra mitad del tiempo entre todos los otros cursos.
Durante la tercera semana de clases, entregamos un trabajo escrito
importante, al cual había dedicado mucho tiempo y esfuerzo. Me preocupé
toda la semana por ese trabajo, porque era importante para mí.
110
El día que me devolvieron el trabajo, estaba sudando y mi corazón
estaba palpitando. Con las manos temblando, saqué el trabajo de la casilla.
Arriba de la primera hoja, el Dr. Hendricks había escrito en rojo:
—Bruce, este trabajo es absolutamente asombroso. Creo que tienes el
potencial para ser uno de los mejores maestros bíblicos en este país. Es un
tremendo placer tenerte en mi clase. A+. Prof.
Sostuve ese documento en la mano y leí esas palabras una y otra vez.
¡No pude creerlo! Llevé ese documento con las expectativas de mi profesor
favorito por la calle hasta el departamento, subiendo la escalera de dos
pisos, y entré para mostrárselo a mi esposa.
—Cariño, ¡ven! ¡Tienes que leer lo que escribió el Dr. Hendricks en mi
trabajo!
Coloqué ese documento en la pared arriba de mi escritorio, y cada vez
que pensaba dejar el seminario y rendirme, leía y leía las palabras del Dr.
Hendricks acerca de mí. Todavía tengo ese papel precioso.
¡Créalo o no, tuve la audacia para creer lo que escribió! Hasta ese
momento, nunca me veía así. Nunca había tenido un sueño escondido en
mi corazón. Solamente era un alumno del primer año, temblando de miedo
ante la posibilidad de reprobar.
¿Qué sucede cuando una persona que usted respeta mucho comparte
las expectativas altas que tiene acerca de usted? ¿Siente que florece por
todos lados? La gente que nos ama lo suficiente para ver algo maravilloso
en nosotros —y que se preocupa lo suficiente para decírnoslo— nos ayuda
a ser lo que Dios quiere que seamos.
Sus palabras tienen una influencia poderosa sobre otras personas.
Usted puede estar en la lista que alguien escribe con los nombres de
personas que creyeron en él. Usted puede ser el Dr. Hendricks para la gente
que conoce —si quiere serlo. En el próximo capítulo le explicaré un proceso
fácil de usar para hacer florecer a la gente.
111
Preguntas para reflexión
1. ¿Cuáles son las personas que usted conoce que son mejores para
«considerar» a otros? ¿Cómo han desarrollado sus habilidades de «leer» a
otros? Mencione maneras específicas en que se puede «leer» a su público
para poder motivarlos.
2. El apóstol Pablo era excelente para «exhortar». Lea 2 Corintios y haga una
lista de cada emoción que sentía y expresaba al exhortar a la iglesia a
obedecer la voluntad del Señor. Escriba las emociones que usted mismo
utiliza normalmente, y otras que todavía le cuesta usar. ¿Cuáles de estas
últimas podría usar en el futuro?
3. Describa las expectativas que tenían sus padres acerca de usted. Mencione
un par de ejemplos como el de mis pantalones plateados, buenas o malas
expectativas. ¿Qué lecciones aprendió de sus padres que le ayudaron a ser
mejor padre o madre?
112
4
LA LEY DEL POTENCIAL; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
Guy Dowd, ex maestro del año, dijo una vez: «No importa dónde usted
crezca, la gente a su alrededor tiene un tremendo impacto en usted. Ayudan
a formar, moldear, su vida y sus sueños. Y cuando sea adulto, usted también
estará en la lista de alguien».
¿Cómo llega a estar en esa lista? ¿Cómo puede esperar lo mejor de sus
alumnos? ¿Cómo expresa esa expectativa?
113
Cuando usted examina algo, lo estudia, presta atención cuidadosa, y
considera lo que sucede. Esto requiere su atención completa. Tiene su
antena arriba. Está revisando constantemente a sus alumnos, buscando una
oportunidad. Usted no hace las oportunidades, sino que se da cuenta
cuando aparecen. Una vez que haya aprendido esta habilidad, reconocerá
que las oportunidades existen en casi todo lugar.
114
Usted se acerca a ella y le dice, «Michelle, me he fijado que tú estás
estudiando largas horas últimamente. Te has esforzado mucho,
especialmente en la matemática». Dígalo en voz alta. Cuéntele lo que ha
visto, porque probablemente no estaba consciente de que usted se había
fijado. Entonces deje que ella registre ese hecho, haciendo una pausa antes
de seguir al próximo paso (que describiré en un momento).
Juanito acaba de recibir una «A» (la nota más alta) en una prueba difícil.
Su antena está arriba y usted piensa, Aquí tengo la oportunidad para hacer
florecer a mi alumno. Entonces usted dice, «¡Juanito! Tú acabas de recibir
una «A» en ciencia!» Haga una pausa. Deje que su comentario llegue a su
corazón. No se olvide de esta pausa —es muy importante.
Al final de la segunda etapa, los dos tendrán su atención total puesta en
el evento específico que será la base de la expectativa.
115
4. Diga a la persona lo que ESPERA de ella en el futuro
Hasta ahora no ha hecho florecer a la persona. Solamente le ha dicho
algo agradable. Su comentario tan amable le hace sentir bien acerca de algo
que ha hecho, pero no la transforma como persona, porque está basado en
algo en el pasado. No tiene una dimensión futura. Las persona no está
segura si puede hacerlo de nuevo. Juanito se siente bien por haber sacado
su primera «A» en ciencia, pero está pensando, No estoy seguro de que
pueda sacar una «A» en ciencia de nuevo mañana.
Es aquí donde el poder de la expectativa entra en acción. Las
expectativas toman algo del pasado y lo lanza hacia el futuro. Este es el
paso en que le dice a la persona lo que «espera» de ella, y comparte su
«expectativa» diciendo, «Creo que estás llegando a ser ».
El hecho de expresar una expectativa logra mucho más que un halago.
Una expectativa obliga a la persona a quitar su atención de lo que ha hecho,
y poner la atención en lo que puede llegar a ser. La lleva al paisaje donde
se realizan los sueños.
Cuando usted le dice a una persona lo que espera de ella, está siendo
visionario. Los medios de comunicación están siempre quejándose de que
el país necesita visionarios. ¿Qué es un líder visionario? Es una persona
que puede ver lo que otros no ven todavía. Un líder visionario puede ver en
el horizonte más allá de la vista humana normal, y puede contarnos las
cosas maravillosas que solamente él ve.
Dios lo llama a usted a ser un padre visionario, un maestro visionario, o
un jefe visionario. No solamente acerca de las metas u objetivos de su
familia, escuela, o compañía, sino acerca de las personas en esas familias,
escuelas, y compañías. Está llamándolo a salir de la rutina y volar en las
nubes del potencial. Muestre a sus alumnos esa «orilla plateada» que está
en su futuro; solamente tienen que buscarla.
Eso es lo que hizo el Dr. Hendricks conmigo en mi primer año del
seminario. Me ayudó a ver un futuro que yo no podía imaginar hasta que él
116
apuntó con su dedo de mentor a lo que creía por mí. No lo vi al principio,
porque estaba solamente en el ojo de su imaginación. Pero como creía tanto
en él, aprendí a creer que su sueño podría en verdad realizarse. Y porque
lo veía, lo busqué, y se abrieron nuevos caminos.
Cuando expone algo, llama la atención al pasado, porque el evento ya
sucedió. Cuando describe su emoción con respecto a la situación, está en
el presente. Pero si desea moldear el futuro, tiene que moverse hacia el
futuro; tiene que decirle a la persona lo que piensa que puede llegar a ser
por la gracia maravillosa y capacitadora de Dios.
¿Cuántas veces hacemos esto? ¿Puede recordar en la última semana
que alguien haya hablado con usted acerca de su futuro de una manera que
hizo palpitar rápidamente su corazón? Entonces se dijo a sí mismo, ¡Me
gusta ese cuadro de mi futuro! ¡Me gustaría que eso sucediera! Si usted es
como los demás, probablemente hace mucho tiempo que alguien le hizo dar
de sí y le alimentó y esperó lo mejor de usted. ¿Sabe qué más es verdad?
La persona a la vuelta de la esquina está en la misma situación —¡pero esa
persona lo tiene a usted! ¿Por qué no esparcir un poco de «fe y esperanza»
en su dirección?
Con demasiado frecuencia, en vez de pintar cuadros dorados del futuro,
nos quejamos del pasado. Pero el Señor quiere que seamos personas que
pueden tener una visión de lo que Dios puede hacer en el futuro.
Todas las expectativas eficaces tienen un número de características en
común:
Primero, expresan fe en el potencial de la persona. Utilice palabras como
«creo que está llegando a ser …», o «puedo ver que está desarrollando…»,
o «siento que algún día será el tipo de persona que …», o «no me
sorprendería si…». Yo uso bastante la palabra «creo», porque yo no tengo
certeza acerca del futuro de nadie, ¿verdad?
Segundo, ocupan la perspectiva del futuro —llegar a ser, convertirse en,
comenzar a, desarrollar, crecer. Estas palabras señalan algo que la persona
117
puede llegar a ser, algo que puede anticipar, algo que le puede hacer sentir
bien, porque presenta una oportunidad abierta.
Tercero, eligen lo positivo y no lo negativo. Asegúrese de que la
descripción del futuro sea un sueño dorado, y no una pesadilla destructiva.
Evite cualquier cosa que se acerque al miedo; al contrario, siempre alimente
la fe en el corazón.
En cuarto lugar, las expectativas eficaces se ajustan a las aspiraciones
más nobles de la otra persona. Lo importante no es compartir sus propios
sueños, sino encontrar el sueño de la otra persona. La razón por la que la
expectativa del Dr. Hendricks hizo un impacto tan dramático en mí fue
porque tocó las aspiraciones profundas dentro de mí. Estas aspiraciones
eran mías —aunque quizás ni podía admitirlo en el momento— y él pudo
discernirlas y moverlas al mundo de las posibilidades.
En quinto lugar, son expresadas en términos inspiradores, y no
limitadores. No sea tan específico que no permita a la persona pintar sus
propios detalles en el cuadro. Ocupe las brochas grandes, y pinte con
colores claros, llenos de esperanza, y guarde los pinceles finos. Nunca diga:
«Puedo verte sacando solamente «A» en tu informe de calificaciones desde
ahora en adelante». Eso podría ser una prisión que limita en vez de ser alas
para volar. En contraste, debe decir algo como: «Creo que tú eres una
persona que alcanza las estrellas y nunca te conformas con nada que no
sea tu mayor esfuerzo».
En sexto lugar, las expectativas eficaces están dentro de lo posible.
Nunca mienta a la persona que usted quiere hacer florecer. Nunca le diga
algo para hacerla sentirse bien, sabiendo en su corazón que no lo puede
lograr. A veces sus expectativas harán extender sus propios límites, pero
nunca cruce al lado de la imposibilidad.
Si ha expresado una expectativa apropiada, entonces habrá tocado un
acorde profundo y maravilloso en el corazón de la persona. Y cuando se
toca, suena dulce y precioso. Da poder, alimenta y capacita. Lo verá en su
118
cara, y a veces la persona quedará callada y pensativa, porque nunca
imaginó que alguien pudiera pensar algo tan maravilloso de ella. Permítale
saborear el momento. Deje que se grabe bien en su corazón.
119
Es su hija menor. La pequeña. Ha traído una bandeja con platos y
tenedores y servilletas. Apenas puede ver. ¡Esto no puede ser! Se acerca
lentamente a la cama, con una cara tímida y esperanzada.
¡Está sirviendo al papá el desayuno en la cama! Es tan temprano que no
se ve el sol todavía. Pero ella está entusiasmada, ofreciendo la bandeja en
sus pequeñas manos.
—Cariño —dice usted—, ¿Qué es esto?
—Bueno, papá, hoy día es el Día del Padre, y yo te traje el desayuno a
la cama, tal como lo hace la mamá.
—¿Me has traído el desayuno a la cama? [EXPONER]. ¿Y qué son estas
cosas ricas que me has preparado? (Usted no sabe lo que son, ¡porque hay
varias cosas que no puede reconocer flotando en el plato!)
—Te hice huevos revueltos (¡Ah, eso es lo que son!), y estos son
panqueques (¡Esto va a ser un gran desafío!)
Y usted ve una taza con cosas extrañas flotando.
—¿Y esto? ¿Qué es?
—Papá, es mi primera vez. Es tu café favorito. Puse esas cosas de color
café en agua caliente en el horno microonda. ¡Espero que te guste!
Ahora, ¿usted ve cuán precioso es este momento para su hija? ¿Cómo
puede poner en práctica el método del potencial?
—Jenny, ¡tú me has hecho el desayuno más maravilloso que cualquier
papá pudiera desear! ¡Mira los huevos, los panqueques, y una taza de café
hecho en casa! [EXPONER]. ¿Sabes cómo se siente papá? ¡Maravilloso!
¡Me siento tan amado y especial! ¡Creo que soy el papá más feliz en todo el
mundo! ¡Mira lo que has hecho para mí! [EMOCIÓN].
¿Puede imaginar cómo ella va a absorber todo ese amor y cariño? ¡Pero
no se detenga aquí! Haga que ella florezca para el futuro. ¿Recuerda lo que
ella dijo hace un momento? Ella reveló que ella quiere ser «tal como la
mamá». ¿Cuál es su visión de su futuro? Correcto; ella desea ser como su
mamá.
120
—¡Eres una gran ayuda, tal como tu mamá, y creo que vas a llegar a ser
una mamá maravillosa, haciendo a todos felices en tu hogar! ¡Y serás una
buena cocinera también! [EXPECTATIVA].
Tráigala a su lado y dele un gran abrazo y un beso. Demuestre su amor
y cariño con su cercanía [EXPRESAR AFECTO].
Cuando salga de su dormitorio, estará caminando sobre las nubes. A su
papá le gustó su primer intento de servirle desayuno en la cama; pero aún
más importante, ¡ella estaba llegando a ser como su mamá!
¿Por qué es tan vital eso? Porque esa niña pequeña piensa que la
persona más maravillosa en el mundo es su mamá. Todas esas
características de ser comprensiva, cariñosa, de servir a los demás,
amorosa, buena cocinera, buena para escuchar —¡está empezando a
tenerlas!
Tome este método del potencial, mi amigo, de estas páginas, y
practíquelo en los momentos de su día. Resultará con todos los que
encuentre si solamente se preocupa de usarlo para su bien.
Ese es el proceso. Primero, examine a la persona. Observe lo que
sucede y encuentre un momento que puede utilizar para hacer que alguien
florezca. Segundo, exponga lo que hizo la persona. Entonces tome una
pausa. Tercero, exprese como se siente acerca de lo que ha hecho.
Cuéntele qué emoción causó. Entonces otra pausa. En cuarto lugar, pinte
para la persona un cuadro de lo que pudiera ser su futuro. Dígale lo que
espera de ella en el futuro. Una vez más, una pausa. Finalmente, asegúrese
de que la expectativa quede grabada en su corazón; haga el contacto físico
apropiado con la persona. Exprese afecto.
Eso es todo. Garantizo que funcionará con cualquier persona, en
cualquier lugar, y en cualquier momento.
Hagámoslo una vez más.
Imagine que es el Día del Maestro en su iglesia. Ha tenido un grupo difícil
este año, y un alumno particular, Brandon, ha sido difícil de motivar. El
121
domingo en la mañana, los alumnos llegan, y después de que haya
comenzado la clase, aparece Brandon, atrasado, trayendo un florero
pequeño con flores marchitas y unos dulces baratos.
—Pasa, Brandon —dice usted—, ¿qué traes?
—Los traje para usted —dice tímidamente.
Ahora, usted puede decirle a Brandon que está atrasado. Usted sabe
que ha interrumpido su clase. Además, no solamente están marchitas las
flores, sino que tampoco le gusta ese tipo de dulces. O usted puede
reconocer que este es un momento especial para él. Podría decirle un
halago, y pedirle que se siente, pero quizás el momento sea más importante
que eso. Posiblemente valga la pena atrasar la clase un poco para hacer
florecer a alguien.
—Brandon, ¿tú escogiste estas flores para mí? ¡Qué lindas! ¿Y
compraste los dulces para mí? ¡Qué cariñoso! ¿Sabes cómo me siento? Me
siento maravillosa. ¡Creo que me has hecho la profesora más feliz del
mundo!
Entonces debe hacer una pausa. Él podría brillar por la adulación. Pero
también le puede incomodar, porque no está acostumbrado a recibir
adulación así.
—¿Sabes qué? Creo que vas a ser una persona muy especial, y que
cada profesora que tengas se sentirá muy afortunada de tenerte en su clase!
Haga otra pausa. Permita que piense en el significado de esto. Entonces
dele un abrazo y una palmada en el hombro. Este es un momento muy
especial para Brandon.
Eso es lo que significa hacer a alguien florecer. No es demasiado difícil,
y es maravilloso. Piense en todo el bien que usted puede hacer en la vida
de tantos alumnos y familiares necesitados. Solamente tiene que cambiar
su enfoque de los problemas del presente a los sueños del futuro. ¡Que sea
conocido, amigo, como una persona que tiene poder para hacer florecer a
las personas!
122
Los maximizadores de la ley del potencial
«Tanto el que espera grandes cosas de otros, como el que espera poco,
recibirán lo que esperan». Ya que nuestras expectativas son tan importantes
para nosotros y para quienes enseñamos, ofrecemos la siguiente lista de
maximizadores para capacitarlo a sacar lo máximo posible de sus esfuerzos
para hacer florecer a otros.
123
Maximizador 2: Seleccione sus oportunidades con propósito
Un amigo mío que es pastor es excelente para buscar oportunidades
para hacer florecer a otros. Cada miércoles en la noche, después de la
reunión en la iglesia, y el tiempo con su familia, va a su oficina y abre una
cajita que tiene sobre su escritorio. En esa cajita hay tarjetas, cada una con
el nombre de un diácono y de su esposa e hijos. Tiene el nombre de su
trabajo, su empleador, y cualquier petición de oración especial.
A las 9:45 pm, saca una tarjeta de la cajita, la lee, entonces ora por todos
en la tarjeta. Después coloca la tarjeta atrás y se prepara para usar una
oportunidad con propósito.
Lo llama al diácono a su casa.
—¡Hola, Roberto! ¡Soy yo, el pastor!
Típicamente escucha:
—¿Qué sucede, pastor?
—Quería que supieras que acabo de estar orando por ti, tu esposa, y tu
familia [nombra a los hijos] y las peticiones especiales que me habías dado.
¡Pero ahora quería decirte que es un placer tenerte en el cuerpo de
diáconos! Tu contribución significa mucho para mí. Me anima mucho tener
a hombres como tú en el directorio, hombres que realmente se preocupan,
que dan todo, y que no son hombres que simplemente dicen que «sí» a todo.
Gracias por participar, no solamente con tus palabras, sino con tu vida y tus
acciones. Me hace sentir muy animado.
Entonces hace una pausa.
—Y Roberto —continúa—, Siento que la mano de Dios está sobre ti.
Creo que al seguir madurando y sirviendo a Dios, él te va a usar para cosas
grandes en el futuro.
Pausa.
—Es un placer, un placer genuino ser tu pastor, Roberto. ¡Gracias por el
privilegio!
Entonces termina la conversación.
124
¡Qué tremendo! ¿Qué haría usted si recibiera una llamada telefónica
como esa? ¿Qué está haciendo ese pastor? Está creando una oportunidad
a propósito para hacer florecer a uno de sus colaboradores cada miércoles.
Este principio no funciona solamente cuando suceden cosas buenas;
también sirve cuando suceden cosas malas. Podemos entrenar a nuestra
familia y a nuestros alumnos en situaciones negativas.
Hace años, nuestra hija Jenny trajo a la casa tres «F» (nota
desaprobatoria) seguidas en matemática. No me dijo nada hasta el momento
que a ella le pareció apropiado.
—Papá —dijo—, tengo que decirte algo que probablemente no te va a
gustar.
—¿Sí, Jenny?
—Tienes que firmar estos papeles.
Me pasó un sobre, y lo abrí. Tres «F» me saltaron a la vista. ¡Ay, no!,
pensé. Pero afortunadamente la ley del potencial me vino a la mente. Decidí
probar algo diferente.
—Jenny, sacaste tres «F» seguidas en matemática. Tú sabes que esto
nos preocupa y nos frustra, a mí y a tu mamá, por tu falta de esfuerzo en la
clase, ¿verdad? Jenny, ponte el abrigo ahora.
—¿Mi abrigo?
—Sí, busca tu abrigo.
Callada, fue a buscar su abrigo. No tenía idea de lo que iba a suceder,
pero no sonaba bien.
—¿Qué vas a hacer? —Susurró mi esposa.
—¿Por qué no vienes conmigo. Es un momento para hacer florecer a
nuestra hija —contesté.
Los tres subimos al automóvil, y yo expliqué:
—Jenny, sacaste tres «F» en matemática. ¡Tu mamá y yo estamos muy
contentos que por fin las hayas traído afuera! ¡Ahora vamos a comer helados
para celebrar!
125
—Papá, ¿estás bromeando?
—No, Jenny. ¿No es bueno dejar atrás las «F»? Creo que, ahora que
las has traído afuera, estás preparada para estudiar de verdad. Creo que
vas a empezar a realizar todo el potencial que el Señor te ha dado. Tú mamá
y yo pensamos que tienes la fuerza interior para enfrentar la situación y
conquistar la matemática.
—¿De veras, papá? ¡Me van a comprar un helado!
—Sí. Y será uno doble, Jenny. Tú mamá y yo te amamos, cariño, y todo
estará bien. Entonces le dimos un gran abrazo. El resto de la noche fue
inolvidable. Jenny no podía creer su buena fortuna, y nos reíamos y
contábamos chistes. Ella bebió del cariño y afecto que le demostraban amor
incondicional.
Pronto dejó de sacar «F».
Tenemos oportunidades para expresar nuestras expectativas positivas
aun en medio de situaciones negativas. Tenemos que reconocerlas y
usarlas para el bien.
126
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos
de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas
mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que
actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén. (Efesios 3:14–21)
¿Qué significaría esta oración para la gente de Éfeso? ¿Cree que les
animaría el hecho de saber que el gran apóstol estaba orando por ellos así?
2. Dígalas indirectamente. Conocí este método creativo cuando
trabajaba para el Dr. Stephen Slocum, quien era el vicepresidente ejecutivo
del seminario de graduados al que asistí. Su oficina estaba al lado del
presidente John Walvoord, y mi escritorio estaba cerca de las oficinas de los
dos. Un día el Dr. Slocum y el Dr. Walvoord pasaron por mi escritorio. Mi jefe
miró al presidente y le dijo:
—Dr. Walvoord, quiero sepa lo que hizo Bruce el otro día por el
seminario. Entonces le informó de algunos logros importantes durante las
semanas anteriores. Yo estaba sentado allí mismo, escuchando la
conversación. Ninguno me miró o me habló, pero no pude evitar escuchar
los halagos.
—Quiero que sepas como presidente la clase de gente que tenemos
aquí trabajando, y creo que pronto habrá cosas mejores todavía —dijo el Dr.
Slocum. Entonces se fueron. Yo estaba caminando sobre las nubes por
varios días, y empecé a trabajar con doble esfuerzo para realizar las
expectativas increíblemente motivadoras.
Considere este método la próxima vez que distribuya los trabajos
escritos en su clase de composición literaria. Coloque en medio de la pila el
trabajo que desea usar para hacer florecer a una persona; cuando le toque
entregarlo, deténgase, mira alrededor de la sala, y pida la atención de todos.
«Ahora, jóvenes, ¿ven este documento? ¡Este trabajo es excelente! Tuve
que ponerle la nota de «A+». Al leerlo, me dio un sentimiento de satisfacción
por tener a una alumna que se esfuerza tanto en mi clase. Creo que esta
127
estudiante está bien encaminada para ser una persona que escriba artículos
que leeremos en nuestros diarios, o incluso en una revista como Time.
Todos debemos felicitarla.
Entonces camine hacia la alumna y devuélvale su trabajo. «¡Bien hecho,
Raquel! ¡No puedo esperar hasta ver su próximo trabajo!» Toque su hombro
si es apropiado, y sonría.
¿Sabe lo que sucederá? Brotarán flores por todos lados en Raquel —
podrá verlas florecer con sus propios ojos. Además, puede estar seguro de
que todos van a esforzarse un poco más en su próximo trabajo, porque les
gustaría que se dijeran cosas así también acerca de ellos. Motívelos.
Directamente e indirectamente.
3. Escríbalas. Es increíble lo que puede lograr una nota escrita. Es
diferente de hablarlo en voz alta; es permanente, tangible. He descubierto
que muchas personas guardarán una nota toda su vida —porque es raro
este tipo de nota.
Una pequeña nota en una hoja de papel, o en una tarjeta, hará milagros.
Colóquela en el escritorio de la persona, o insértala en el libro que está
leyendo, o envíela en el correo.
Mi esposa es muy eficaz en escribir cartas para animar, no solamente a
sus familiares, sino a personas en todas partes del mundo; ella expresa
amor en forma silenciosa en sus cartas. Si le cuesta decírselo en persona,
entonces exprese sus expectativas en cartas.
4. Utilice el teléfono. Tiene treinta niños de once años en su clase, y
usted decide llamar a uno de ellos cada jueves durante el semestre. Esto es
lo que hace: espere hasta la hora de la comida. A nadie le gusta que lo
llamen a la hora de la comida, así que a esa es la hora que usted llama. Ya
verá por qué en un momento.
—¡Aló! ¿Puedo hablar con Jorge? —dice usted. Los padres casi siempre
contestan el teléfono durante la hora de la comida, porque quieren evitar
llamadas de los amigos de sus hijos. Prefieren que no los molesten.
128
—¿Quién es? —dicen.
—Soy la señorita Pérez, la profesora de Jorge. Necesito hablar con él un
momento, por favor.
La madre tapa el teléfono.
—Jorge, es la señorita Pérez, tu profesora. ¿Qué maldad has hecho
ahora? ¡Ahora te has metido en un problema, jovencito!
Pobre Jorge no sabe qué decir, así que va caminando lentamente hacia
el teléfono y apenas puede decir:
—¿Sí? —Todos han dejado de comer, y se puede sentir la tensión en el
comedor. Los padres están mirándose, pensando ¡Esto es serio—muy serio!
—¿Jorge? Estaba corrigiendo las tareas.
—¿Sí?
—Acabo de terminar la tuya, y Jorge, ¡era muy buena! ¡Era excelente!
Sacaste una «A+».
—¿En serio? —Se pone una cara de incrédulo, y sus padres están
mirando, esperando que caiga la bomba.
—Sí, y quería llamarte para decir que estoy muy orgullosa de ti. Creo
que estás llegando a ser uno de mis especiales alumnos, y ¡quería decirte
que creo que eres una maravilla! ¡Adiós!
Entonces cuelgue el aparato. No lo deje hablar.
Jorge cuelga y su padre inmediatamente grita:
—¿Qué dijo? ¿Qué has hecho ahora?
—Papá, solamente llamó para decir que saqué una «A+», y que está
muy contenta que estoy en su clase. ¡Me dijo que estaba llegando a ser uno
de sus especiales alumnos!
¡Qué momento para guardar entre los recuerdos familiares! Si hubiera
podido sacar una foto antes y después, ¡habría sido preciosa! Ha hecho que
ese niño se vea bien delante de su familia entera. ¡A la hora de la comida!
¿Cómo será la actitud de Jorge en la clase mañana?
Use el teléfono para hacer a alguien florecer en su clase; para eso está.
129
5. Enviar algo especial. Usted puede ser realmente creativo con esto.
Supongamos que tiene problemas con un adolescente en su clase. No
puede llegar a él, y no sabe qué hacer. Aquí va una sugerencia.
Vaya a la pizzería cercana y diga: «Me gustaría comprar una pizza y
enviarla a esta dirección. Pero antes de enviarla, me gustaría escribir algo
en la caja. (¡Asegúrese que pongan extra pepperoni!)
Entonces escriba en la caja: «Estaba pensando en ti. Lo siento que he
sido un poco duro contigo en la clase últimamente. Quería que supieras que
estoy de tu lado, y que creo que vas a lograr tu sueño. ¡Gracias por dejarme
ayudarte a volar como un águila en un mundo lleno de pavos!»
¡Ese niño tendrá que rendirse mañana! Usted lo ha amado en su propio
lenguaje. Realmente puede causar que aprenda… si lo ama suficiente.
Envíele una pizza de pepperoni con doble queso, y escriba la nota en la caja
que le hará florecer.
A veces no necesita muchas palabras si ha seleccionado la cosa
correcta para enviar. Nunca olvidaré cuando alguien me hizo esto. El Dr.
Paul Keinel, presidente de la Asociación Internacional de Escuelas
Cristianas, me había pedido varias veces que hablara en su conferencia en
California. Siempre le decía que tenía mi programa demasiado ocupado.
Entonces un día, sin esperarlo, me llegó un paquete grande a la oficina,
sin remitente. Cuando mi secretaria y yo lo abrimos, se desenredó una
alfombra roja con un mensaje pegado al final. «Estamos poniendo la
alfombra roja para usted. Creemos que usted es el mensajero perfecto para
nuestra conferencia.»
¡Increíble! ¡Qué impacto! Llamé inmediatamente y me comprometí.
Desde entonces hemos llegado a ser buenos amigos y hemos ministrado
juntos en todo el país en sus excelentes conferencias. Siempre «ponen la
alfombra roja» para sus mensajeros y profesores.
130
Maximizador 4: Escoja sus palabras con precisión
Uno de los problemas que tienen todos los comunicadores es que la
gente no escucha bien. Si quiere hacer un impacto, debe escoger sus
palabras con cuidado. Tenga cuidado con lo que dice de la gente. Esto
incluye los sobrenombres:
«Oye, tonto, quiero decirte que te fue bien».
«Princesa, ven un momento».
«Campeón, ¿sabes qué? Creo que serás el nuevo Billy Graham para
esta generación.»
«¡Oye, regordete!»
Unos abuelos pensaban que era simpático llamar a su nieto
«hediondito». ¿Cree usted que el niño lo encontraba simpático? Escoja sus
palabras con cuidado. Piense antes de hablar.
Algunos tenemos más problemas con el uso poco cuidadoso de nuestra
lengua. Recuerde: No hay nada más difícil que retractarse de las palabras
dañinas que ha lanzado. Así que tenga cuidado. Si tiene problemas en esta
área, medite en Santiago 3. Piense de antemano en cosas positivas que
decir.
131
—Un momento, hijo —me llamó—. Déjame ayudarte con eso.
—Papá, estoy bien.
—No. Déjame llevar algo.
Siempre se debe obedecer al papá. Puse las cosas en el suelo.
—Ahora mírame un segundo.
Así que lo miré. Se acercó, me miró a los ojos, y sin decir nada, me
abrazó. No un abrazo corriente. Me dio un abrazo de oso, y no me soltó.
—Tu mamá y yo sabemos que estás bajo mucha presión — dijo—, ¡pero
estamos muy orgullosos de ti, hijo! ¡Es tan lindo trabajar contigo aquí en
Caminata Bíblica! ¡El Señor te va a utilizar de una manera poderosa este fin
de semana! ¡Todo saldrá bien!
Cuando me soltó, las lágrimas corrían por mi cara. Todavía se me hace
un nudo en la garganta cuando cuento la historia. Me levantó el maletín y mi
caja, y se fue hacia el automóvil. Estaba parado allí sin poder moverme.
—Dame las llaves —dijo.
—¡Papá!
—No. Las llaves.
Le pasé las llaves. Abrió la puerta del automóvil. Me senté, y él cerró la
puerta.
—¡Será un fin de semana maravilloso!
Al ir manejando el vehículo hacia la conferencia, me decía:
—¡Será un fin de semana maravilloso! ¡El Señor va a hacer algo
poderoso!
Mi papá tomó mis baterías descargadas y las recargó. Hizo la mayor
parte con el abrazo, con el tacto. Tóquelos en forma apropiada. Pero
tóquelos.
132
corporal está en armonía con el lenguaje de sus labios. Observe el lenguaje
corporal de sus alumnos. Ellos están indicando si le están siguiendo o no.
Su lenguaje corporal es una herramienta poderosa, así que nunca debe
expresar sus expectativas desde detrás del escritorio. No permita que nada
esté entre usted y la otra persona. Mírela a los ojos, exprese cariño
apropiado, y entenderá lo que quiere decir.
La manera apropiada para expresar sus expectativas en lenguaje
corporal es inclinarse hacia adelante, relajado, las palmas hacia arriba y no
hacia abajo, con sus ojos en el mismo nivel que la otra persona. Si es un
niño, quizás tendrá que sentarse o agacharse, o incluso arrodillarse. Es
importante estar cerca. ¡Y no olvide el contacto visual!
Conclusión
En el último año que enseñé como profesor universitario, enseñé una
clase de métodos de estudio bíblico a los alumnos que también estaban en
su último año. Cuando calificaba los primeros trabajos escritos, encontré uno
que era de una sola página. Parecía que lo hubiera apretado en una pelota
y tratado de plancharlo. Tenía salsa de tomate en la orilla.
133
Inmediatamente miré el nombre. «Ni conozco a esta niña Rebeca», dije
a mí mismo. Puse una «F» arriba. Para ser honesto, quería poner «F-», pero
no lo hice.
En la próxima clase traté de conocer a Rebeca. Estaba sentada en el
rincón. Su pelo estaba desordenado. Su ropa tenía la misma apariencia que
su trabajo escrito. Ella no estaba bien. Traté de hacer contacto visual con
ella durante la hora, pero no me resultó mucho.
Cuando recibí los próximos trabajos, inmediatamente busqué el de
Rebeca. No había salsa de tomate, y no necesitaba ser planchado, pero
todavía merecía una «F». Me tiré hacia atrás en mi sillón y oré al Señor:
«Señor, quizás Rebeca sea nuestro proyecto de este semestre. Por favor,
dame creatividad y amor incondicional para hacer florecer a Rebeca».
Entonces escribí en su trabajo: «Querida Rebeca, creo que este trabajo
no refleja sus verdaderos talentos y capacidades. Estoy ansioso de ver lo
que puede hacer. Profe». No le puse ninguna calificación en su trabajo.
Después de todo, ¿en qué ayudaría otra «F»?
Su próximo trabajo mejoró a ser una «D». Le escribí otro mensaje:
«Querida Rebeca, gracias por abrir la puerta un poco. Sabía que no estaba
equivocado acerca de usted. ¿Qué tal si me da el privilegio de ver lo que
puede hacer cuando se esfuerza realmente? Estoy de su lado. Profe».
Ninguna calificación de nuevo.
La próxima vez su trabajo era de dos páginas. Una «C» sólida. «Querida
Rebeca, ¡qué tremendo progreso! ¡Esta tarea es años luz de su última tarea,
y demuestra un potencial increíble! ¡No puedo esperar para ver su próximo
trabajo! Profe». Ninguna calificación.
El próximo trabajo fue de cuatro páginas. Casi merecía una «A».
«Querida Rebeca, ¡el cambio es asombroso! ¡Su comprensión y la calidad
de su trabajo es una inspiración para mí! Creo que está lista para mostrarme
todo lo que pueda hacer. Profe». Ninguna calificación.
134
¡El próximo trabajo me lanzó por el techo! Escribí en la primera hoja:
«Querida Rebeca, ¡estoy en este momento parado encima de mi escritorio
gritando! ¡Siempre sabía que usted podía hacerlo! Creo que llegará a ser
una de los mejores alumnos de Biblia en nuestra universidad. Es un placer
verla crecer en mi clase. A+.»
A finales del semestre, ¡adivine quién era la mejor alumna de mi clase!
¡Rebeca!
Después de ese año, el Señor me llevó a Atlanta, a casi cinco mil
kilómetros de distancia. Pasaron los años. Me había olvidado de mi
«proyecto». Un día recibí una carta marcada «personal».
Mi secretaria nunca abre ese tipo de carta por la consejería que hago al
viajar.
—¿Sabes quién es? —me preguntó, leyendo el remitente. No reconocí
el nombre al principio. Abrí la carta y leí:
Estimado Dr. Wilkinson:
Me sentía obligada a escribirle una carta después de todos estos años. No
reconocerá mi apellido, porque ahora estoy casada. No sé cómo agradecerle. Fue
usted la primera persona en toda mi vida que creía que había algo bueno en mí. Su
clase cambió mi vida totalmente. Ahora estoy felizmente casada y tengo dos hijos
maravillosos. Honestamente creo que si no lo hubiera conocido, y si no hubiera
estado en su clase, probablemente no estaría casada hoy. No sé cómo decirle
cuánto le agradezco por creer en mí.
Con mucho cariño,
Rebeca
Yo guardo esa carta en un archivo especial en mi casa para recordar
que el hecho de hacer florecer a alguien puede cambiar su vida entera.
Creo que Christa McAuliffe, la profesora que voló en el Challenger, el
cohete que explotó, lo dijo bien: «Yo toco el futuro; yo enseño.»
Usted enseña. Usted toca el futuro. ¿Qué tipo de huellas dejará?
Hay ciertas personas en su vida que necesitan su toque — ahora mismo.
Son las Rebecas que Dios ha colocado delante de sus ojos, para que usted
135
las haga florecer. Quizás no las haya visto hasta ahora como oportunidades
maravillosas, pero ahora sabe, ¿verdad?
Pregunte al Señor una sola cosa: «Señor, ¿cuál es la persona en mi vida
que Tú quieres que haga florecer, con Tu ayuda? Señor, ¿quién necesita un
nuevo sueño?»
Tome un momento, y pida que el Señor abra sus ojos. Hay miles de
personas como usted que han descubierto a alguien cercano que las
necesita desesperadamente. Ahora pida al Señor que le ayude a hacer
florecer a esa persona en los próximos noventa días. Diga, «Señor,
ayúdame a hacer florecer a ».
Es el momento ahora de comprometerse a tocar a las Rebecas en su
vida. A esperar lo mejor de ellas. A hacerlas florecer.
Algún día, quizás en años, quizás cuando llegue al cielo, se dará cuenta
de que su amor por Rebeca le hizo esperar lo mejor de ella, y que realmente
tocó el futuro.
136
expectativas que cada persona, hombre o mujer, ha guardado en su
corazón. ¿Qué deseamos todos acerca de nuestro futuro? Pruebe uno o dos
de estos sueños al hacer florecer algunos de sus colegas.
3. Haga una lista de por lo menos doce palabras que podría usar cuando está
en la etapa de expresar emociones. En vez de decir, «me siento
orgulloso.…», ¿en qué otra manera podría decirlo?
4. Piense en las personas que usted conoce, y con quien mantiene una
relación actualmente. ¿A qué persona le gustaría hacer florecer? Tome unos
momentos para escribir un párrafo breve acerca de lo que serán sus sueños.
Cuando llegue el momento correcto, pida a la persona que comparta con
usted algunos de los sueños importantes que tiene para su futuro, y escriba
su párrafo de nuevo. Cuando haya hecho esto, tendrá el «polen» para
esparcir sobre esta persona la próxima vez que surja la oportunidad.
137
TERCERA LEY
LA LEY DE LA
Retención
5
LA LEY DE LA RETENCIÓN; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Estaba seguro de que había reprobado mi primer semestre de seminario.
Había escuchado todas las anécdotas de fracasos, de las tareas imposibles
de hebreo, griego, teología y Biblia. Estaba petrificado de miedo. Para un
solo curso, se requería la lectura de más de 2.000 páginas. Los egresados
disfrutaban con decir cuán difícil era, cuántas personas se habían retirado
en las primeras semanas, y ¡cuántos alumnos del primer año se habían
vuelto locos!
Por eso, mi esposa y yo decidimos que deberíamos hacer un curso de
lectura veloz. Me prometieron que podría aumentar mi velocidad de lectura
tres veces, y aumentar también mi retención.
El primer día de la clase, el instructor nos dijo: «Quiero mostrarles lo
rápido que podrán leer al finalizar este curso». A su lado había tres
graduados de la clase sentados en una mesa. «Observe cómo leen», dijo,
mientras tomaban un libro que no habían leído — grandes, gruesos— y
¡empezaron a dar vuelta a las páginas tan rápidamente que podía sentir la
brisa desde la última fila!
Empecé a reírme y pensé, ¡Eso es imposible! ¡No están leyendo tan
rápido!¡Es un truco! ¡Quiero que me devuelvan el dinero! La profesora tuvo
que haber leído mis pensamientos, porque dijo: «Si ustedes siguen nuestras
138
instrucciones y hacen todas las tareas, podrán leer como ellos —o le
devolveremos el dinero». ¡Con eso me ganó!
Sus tareas eran a veces extrañas y diferentes. Nos dijo que para leer
mil, dos mil, tres mil, o cinco mil palabras por minuto, se necesitaban algunos
procedimientos radicales. La tarea de la primera semana era aprender a leer
páginas enteras, y no palabras. ¡Qué idea!
Fui a la biblioteca pública cercana y pregunté por los libros para niños.
—¿Tiene hijos? —preguntó la bibliotecaria.
—No, señora, no tengo.
—Debe estar mirando estos libros para algunos parientes o amigos,
entonces.
—No, son para mí.
—Ah.… —dijo—, ¿Qué tipo de libros para niños le interesan? Traté de
parecer normal, pero me sentía más incómodo cada minuto.
—No importa, cualquiera me sirve. El tema da lo mismo.
La mujer tenía la apariencia de una bibliotecaria típica —pelo gris,
amarrado en un moño, lentes, alta y delgada, un poco distraída. Con una
mirada suspicaz, me guió a la sección de niños. Sin prestar atención al tipo,
tamaño, o tema, puse quince libros debajo del brazo y los llevé a la mesa
más cercana. La bibliotecaria no se movió.
Entonces empecé mi tarea. Puse los libros al revés y empecé a hojear
los libros tan rápidamente posible. Podía sentir a la bibliotecaria respirando
detrás de mi hombro. Finalmente exclamó:
—Joven, ¿está consciente de que los libros están al revés?
—Sí —dije—. Es asombroso… —y con una cara lo más seria que pude
poner—, ¿Lo ha intentado?
Finalmente, ella caminó al frente, me miró a los ojos, y con una expresión
de preocupada, preguntó:
—¿Está realmente leyendo eso?
139
—No, señora, no tengo idea de lo que está en estas páginas. Pero mi
profesora dijo que no importaba.
Cada día durante varias semanas volvía a la misma biblioteca. Durante
una hora hojeaba los libros para niños tan rápidamente posible, con el libro
puesto al revés. Al salir, sonreía a mi bibliotecaria favorita. A fines de la
segunda semana, ella ya no podía mirarme. Al final, subí de nivel y miraba
libros más serios, libros grandes de referencia. Hice lo mismo con ellos
durante una hora cada noche. No le dije a la pobre señora lo que hacía,
hasta el fin del curso, y entonces nos reímos juntos.
Nuestras tareas peculiares tenían un propósito. Cuando éramos niños,
nos enseñaron a leer cada palabra, una por una. Pero para la lectura veloz,
no se puede mirar cada palabra, debe aprender a leer una página entera.
Dar vuelta al libro nos impedía leer las palabras individuales. Estábamos
entrenando los ojos y la mente para ver palabras de la misma manera en
que vemos cuadros — todo de una vez en un segundo, sin concentrarse en
los detalles.
La velocidad de lectura promedio en nuestro grupo subió desde 200–450
palabras por minuto a 1.000, 2.000, 3.000, y en algunos casos hasta más de
5.000. En contra de todas nuestras expectativas, la retención también
aumentó. Muchos terminaron el curso leyendo 3.000–5.000 palabras por
minuto con una retención de 80% o mejor. De alguna manera, la profesora
había encontrado el secreto de la lectura veloz.
Piense en la diferencia que haría en la vida de la mayoría de las
personas esta capacidad de leer rápidamente. En las semanas recientes he
leído siete libros —una mezcla de libros cristianos clásicos y libros acerca
del liderazgo. Suman un total de aproximadamente 445.000 palabras.
Compare los resultados si tuviera que leerlos a las siguientes
velocidades (ppm = palabras por minuto):
445.000 palabras a 250 ppm = 1.780 minutos, o 29,5 horas.
445.000 palabras a 1.000 ppm = 445 minutos, o 7,5 horas.
140
445.000 palabras a 3.000 ppm = 148,33 minutos, o 2,5 horas.
Usando esa información, considere lo que podría suceder durante cuatro
años de estudios típicos universitarios. Supongamos que pasamos dos
horas por semana leyendo durante los cuatro años. Eso suma 24.960
minutos de lectura. Compare cuántos libros se podían leer en los cuatro
años a la velocidad de 250, 1.000, y 3.000 ppm, suponiendo que cada libro
contiene 63.500 palabras, o más de 200 páginas:
A 250 ppm, podría leer un libro en 254 minutos, o 98 libros en cuatro años.
Eso es una pila de libros de casi 2 metros de altura.
A 1.000 ppm, podría leer un libro en 63,5 minutos, o 393 libros en cuatro
años. Eso es una pila de 7 metros de altura.
A 3.000 ppm, podría leer un libro en 21,2 minutos, o 1.777 libros en cuatro
años. Eso es una pila de 21 metros de altura —¡la altura de un edificio de 5
pisos!
Ahora, antes de que piense que esto es una promoción de un curso de
lectura veloz, hagamos la transición al punto de este capítulo. Tome al
mismo alumno y cambie el libro de tres dimensiones por una persona de tres
dimensiones —¡usted, el profesor! En vez de hablar de la lectura veloz,
hablemos de la enseñanza veloz. ¡Esto es más fascinante todavía!
Si usted ha ido a uno de nuestros seminarios del ministerio Caminata
Bíblica, habrá experimentado algo de enseñanza veloz. Siempre
escuchamos el comentario: «He aprendido más en un día de lo que había
aprendido en años», o «He aprendido más en un día de lo que pensé que
era posible —y disfruté cada minuto!» Bueno, está por aprender algunos
secretos revolucionarios que hemos descubierto después de usar este
método de «enseñanza veloz» en más de cincuenta países y con más de un
millón de estudiantes.
Si va a mejorar su velocidad de enseñanza (y la del aprendizaje de sus
alumnos), debe haber algún método para medir la velocidad de la
141
enseñanza. Piense en su última presentación. ¿Cuántos datos aprendieron
sus alumnos durante la clase?
Para determinar la velocidad de su enseñanza en su última hora de
clase, simplemente cuente los detalles que haya mencionado. Si hubo seis
datos específicos por clase, entonces estuvo enseñando a seis dpc (datos
por clase).
¿Cuál es su dpc actual? Una buena manera de averiguarlo es probar a
sus alumnos inmediatamente después de la próxima clase. Sin aviso.
Habiéndolo probado, ¡yo sé que los resultados a veces son deprimentes!
¡Pueden darle el deseo de suicidarse!
Antes de enseñarle los secretos de la enseñanza veloz, experimentemos
con las implicaciones de ella en la vida real. ¿Cuánto conocimiento se puede
adquirir en una carrera universitaria con la enseñanza normal? Si un alumno
toma dieciséis horas crédito durante cada uno de sus ocho semestres, y
tiene un promedio de catorce períodos de clase por cada hora crédito, estará
en el salón de clases 1.800 horas en cuatro años aproximadamente.
Ahora, estime cuántos datos aprende el alumno típico en cada período,
sin incluir su tarea, su lectura, u otros trabajos fuera de la sala. Seamos
generosos; digamos que un maestro típico enseña a un alumno típico diez
datos específicos en cada sesión. Por lo tanto, durante su carrera, un
alumno aprendería 18.000 datos (1.800 horas multiplicadas por 10 datos por
hora). Comparemos esto con la posibilidad de enseñar los mismos datos a
los mismos alumnos en otras velocidades de aprendizaje, usando las
mismas proporciones que usamos para comparar las velocidades de lectura.
10 dpc (250 ppm) x 1.800 = 18.000 datos
40 dpc (1.000 ppm) x 1.800 = 72.000 datos
120 dpc (3.000 ppm) x 1.800 = 216.000 datos
¡Mire la diferencia! ¡18.000 comparado con 216.000 datos! ¿Parece
imposible o poco realista? No es menos realista que aumentar la velocidad
de lectura desde 250 ppm a 1.000 o 3.000 ppm. En contraste con el chofer
142
norteamericano típico que tiene un problema pues conduce por sobre la
velocidad máxima permitida, el maestro típico tiene un problema pues
enseña por debajo de la velocidad mínima. Si normalmente toma sesenta
minutos para cubrir diez datos (10 dpc), y puede aprender a enseñar lo
mismo en quince minutos, piense en el tiempo que sobra para otras
experiencias de aprendizaje importante. Tal como una persona puede
aprender a aumentar su velocidad de lectura cuatro veces, así también un
profesor puede aumentar su velocidad de enseñanza cuatro veces. ¡Piense
en el potencial! ¿Pero cómo? ¿Cómo puede tomar información y
reformularla para que una persona la recuerde, sin hacer ningún esfuerzo?
¿Cómo puede enseñar en forma veloz?
Podemos sacar algunas ideas mirando cómo lo hace Dios. Por ejemplo,
piense en lo que hizo después del diluvio. ¿Por qué puso el arco iris en el
cielo? No quería que nos olvidáramos de su promesa de que nunca
destruiría el mundo otra vez con un diluvio.
Cuando Dios quería grabar algo en nuestra memoria, usaba un cuadro.
Dudo que nadie tenga que concentrarse en recordar el significado del arco
iris. Nadie piensa: «Cuando veo un arco iris, tengo que recordar que Dios
prometió no mandar otro gran diluvio. Tengo que repasar esta lección diez
veces para no olvidar». Por supuesto que no. Dios utilizó uno de los
principios de la enseñanza veloz, ¡y aprendimos el «contenido»
instantáneamente y para siempre! La enseñanza veloz de Dios hizo posible
un aprendizaje veloz. Y nuestra retención era para toda la vida.
Me pregunto, ¿qué pasaría si usted y yo copiáramos el método que Dios
usó para enseñar velozmente? ¿Qué pasaría si usáramos cuadros para
enseñar el contenido rápidamente y para siempre? Como usted descubrirá
más adelante, los datos por clase (dpc) aumentarían inmediatamente. Dos
o tres veces.
143
Pero ese es un solo método que Dios utiliza. Antes de terminar esta ley
de la retención, conocerá los métodos principales que Dios usa para la
enseñanza veloz. Aplicará los mismos métodos la próxima vez que enseñe.
Por favor, recuerde que esta ley no es para cada vez que enseña. Es
una herramienta específica para poner en su caja de herramientas. Cuando
quiere enseñar datos, o pedazos de contenido, saque esta herramienta y
ocúpela. Estará asombrado con su eficacia. Prometo algo, después de mis
años de experiencia: ¡sus alumnos lo amarán por usarla!
144
ser un maestro excelente? Entonces ame a Dios con todo su corazón, con
toda su alma, y con todas sus fuerzas.
«Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre sus hojas de
apuntes.» ¿El versículo dice eso? ¡De ninguna manera! Las palabras, o el
contenido, no están en las hojas de apuntes, sino en nuestros corazones.
Cuando amamos al Señor, no podemos evitar honrar su contenido.
Según las Escrituras, la educación de los hijos y la buena enseñanza
tienen dos fundamentos: amar a Dios, y conocer la materia. No puede ser
buen maestro sin ninguno de los dos. ¡Ame a Dios! ¡Conozca la materia!
Entonces estará preparado para el próximo paso: meter la materia que está
en su corazón en el corazón del alumno. ¿No es la meta de toda educación
cristiana la de transferir eficazmente su amor por el Señor y su sabiduría a
los alumnos, para que puedan amar al Señor y conocer su Palabra? Las
buenas noticias son que en este texto, Dios revela cuatro maneras de
hacerlo.
1. Enseñar. «Las enseñarás a tus hijos.»
Esa es enseñanza formal —en la que usted se sienta para tener una
sesión. Este primer nivel es lo que viene a la mente cuando pensamos en la
escuela y en actividades académicas. El maestro está encargado. Tiene el
plan y controla el proceso de aprendizaje para lograr los objetivos.
Hicimos esto recién con nuestros hijos, hablando del dinero.
Aumentamos su mensualidad con el entendimiento de que ellos comprarían
sus cosas personales —shampoo, maquillaje, y otras cosas para ellos. Con
el fin de hacer eso, tenían que hacer un presupuesto. Les mostramos
nuestro presupuesto familiar para que pudieran tener una idea de cómo se
hace. Les ayudamos a calcular un presupuesto, con un sobre para cada
ítem. Eso es un ejemplo de la enseñanza formal.
2. Hablar. «Y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa, y cuando
andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes.»
145
Este segundo nivel de enseñanza se caracteriza con el término «hablar».
En el proceso de enseñanza, la comunicación es más fluida, casual, y más
como un diálogo. Mientras en el primer nivel el maestro toma la iniciativa y
dirige, en este nivel, el alumno puede tomar la iniciativa y guiar la
comunicación.
Los maestros eficaces animan al alumno a hablar, mientras abren la
ventana para sus preguntas y dificultades verdaderas. Muchas veces la
enseñanza más eficaz ocurre cuando cambian el tema, o en momentos entre
las clases, o durante actividades sociales, tomando un refresco.
3. El recordatorio personal. «Y las atarás como una señal a tu mano, y
serán como insignias [«frontales» en versión Reina Valera] entre tus ojos.»
Un verano, estaba en un vuelo hacia Israel, y había un grupo de judíos
conservadores, hombre y mujeres, que estaban volviendo a su Tierra
Prometida. Cuando salió el sol, a las cuatro de la mañana, varios hombres
se levantaron de sus asientos, fueron atrás, subieron los plásticos que tapan
las ventanas para dejar entrar el sol, se pusieron túnicas negras, y
amarraron una cajita en sus brazos. (El versículo menciona las «insignias»,
que eran cajitas para poner en sus brazos.) Entonces tomaron las Escrituras,
empezaron a leer, y agachaban la cabeza en humildad, orando hacia
Jerusalén.
Pronto me di cuenta de lo que estaban haciendo, y fui a unirme con ellos,
aunque no tenía la túnica apropiada, y tampoco tenía una copia de su Tora.
Cuando me metí en medio de ellos y empecé a orar, vi lo dedicados que
eran, y cuánto honraban la Tora, sus filacterias, y sus frontales. Seguí en el
mismo espíritu, y tuve un buen tiempo de adoración, pero como cristiano que
adora en el nombre de Cristo.
Este tercer nivel es el primer método no verbal de enseñanza, en que
algo que usamos o hacemos funciona como una señal para otros. Los judíos
en el avión se pusieron cosas que comunicaron un mensaje —no audible,
pero visible. Los frontales hablan siempre a todos los que ven la señal. No
146
son como la enseñanza oral de un maestro que ocurre solamente cuando el
profesor habla.
Inherente al significado de una señal está el concepto de representación.
Se usa una cosa para representar otra. Muchas veces una señal puede
representar muchas cosas importantes a través de algo pequeño y tangible.
Considere lo que usted piensa cuando ve un anillo en el dedo de una
persona que acaba de conocer. ¿Recuerda lo que dijo el ministro, «Cuál es
el símbolo o el signo de estas promesas…»? En el momento que usted ve
un anillo en el dedo de otra persona, una serie de conceptos de profundo
significado pasan por su mente.
De la misma manera, acciones personales se pueden usar como señales
para el público. Nunca olvidaré el impacto de una acción pública que vio mi
hija una noche cuando volvíamos de vacaciones en Florida. Nos detuvimos
en la carretera para comer algo. Jenny y yo fuimos a comprar algo, mientras
los demás quedaron en el automóvil. De pronto ella me tocó el hombro
ansiosamente y dijo, «¡Papá, mira!» Cuando di vuelta, vi a una madre con
cinco hijos, todos con la cabeza inclinada, orando —y Jenny estaba
estupefacta. Finalmente reveló sus pensamientos: «Es la primera vez que
veo a alguien orar en público —excepto nosotros».
¡Qué sorpresa más triste! La primera vez que una adolescente ve a otros
orar en público. ¿Por qué no agachamos la cabeza para orar en público?
¿Será que hemos olvidado que inclinar la cabeza y orar en público es una
señal eficaz para otros?
También podemos usar joyería de buen gusto, como una cruz o el
símbolo de un pez. Estas cosas revelan a otros que somos creyentes. Son
recordatorios personales.
Una vez una señora subió a un ascensor con nosotros. Tenía un
prendedor que decía, «Pregúnteme». Yo lo conocía, pero le pregunté de
todas maneras.
—¿Preguntarle qué?
147
Ella contestó:
—Pregúnteme por qué soy tan feliz.
Yo dije:
—Señora, ¿por qué es usted tan feliz?
Ella respondió:
—Porque conocí a una persona que satisface todas las necesidades de
mi vida.
Me gustó lo que estaba haciendo, así que seguí con las preguntas. Dije:
—¿De veras? ¿Cómo se llama?
Toda la gente en el ascensor escuchó las buenas noticias mientras yo
hacía las preguntas y ella daba las respuestas bíblicas.
4. La promoción pública. «Y las escribirás en los postes de tu casa, y en
tus puertas.»
Este cuarto método de enseñanza que Dios reveló hace tres mil años es
llamado promoción pasiva. Por ejemplo, cuando usted ve un letrero grande
en la carretera, está viendo un ejemplo grande y creativo de «escribirlas en
las puertas».
Tanto el tercero como el cuarto método son no verbales, y este último
ocurre en la ausencia de, o independiente de, un maestro en persona.
No pierda las joyas de sabiduría divina en este último mandato para
maestros. Primero, nos instruye a «escribir»; es decir, tomar la iniciativa en
asegurar que el contenido sea legible, comprensible, y visible.
Segundo, dice, «escribirlas» El pasaje entero está centrado en la
transferencia eficaz de «las palabras» desde su corazón hacia el corazón de
ellos. En este caso, el contenido que se debe escribir son «estas palabras
que yo te mando hoy». Esto lo entendemos normalmente como las
Escrituras.
Para aplicar este principio, usted podría «escribir» la verdad de su
lección en sus puertas, usando las mismas pautas. Cuando el contenido está
148
públicamente visible, continúa siendo un factor recordatorio para todos los
que ven o escuchan su mensaje.
Tercero, estas inscripciones pedagógicas deben estar visibles en sus
«postes y en sus puertas». El Señor garantiza la transferencia del mensaje,
colocándolo en los dos lugares más usados en la vida —el hogar y la oficina
(o la sala de clases para el profesor).
Cuelgue un letrero en su puerta: «Yo y mi casa serviremos al Señor». O
coloque un símbolo del pez en su tarjeta de presentación o en su vehículo.
Pero si lo pone en su automóvil, ¡tenga cuidado de cómo maneja! De otro
modo, tendría que poner uno que diga: «¡Camino con Dios… pero manejo
como el diablo!» Hay una panadería que pone un versículo bíblico en todos
los platos en que venden pasteles. Todas estas cosas sirven como
reconocimiento público. Involucre tanto a su casa como a su oficina. Si yo
fuera a su oficina, ¿qué cosas podría ver en su muro, en su escritorio, y en
sus estantes? ¿Por qué no escribir algo hoy?
Los mejores maestros usan todos los niveles de enseñanza, y sus salas
lo reflejan. Sus muros están llenos de palabras y cuadros estimulantes de
todos los colores. Todos están hechos y colocados para enseñar
indirectamente con máximos resultados.
Por lo tanto, aumente su enseñanza, y refuerce su mensaje en las
mentes y las vidas de sus alumnos, asegurando que utilice los cuatro niveles
del proceso de instrucción: enseñar, hablar, usar recordatorios personales,
y promoción pública. Recuerde, Dios no considera la única forma de enseñar
lo que se hace en la sala. Dios enseña en cada momento (vea Salmo 19)
por medio de cada método directo e indirecto posible.
149
El modelo de la ley de la retención
150
Las máximas de la ley de la retención
La ley de la retención presenta principios y métodos revolucionarios para
enseñar datos a los alumnos en forma veloz. Cuando se aplica, logra
resultados sorprendentes para los valientes que están dispuestos a ir más
allá del refrán: «así lo hemos hecho siempre». Ofrecemos siete principios de
la retención que son fundamentales para la enseñanza veloz.
151
maestros no empecemos a hacer lo que es mejor para el alumno sino lo que
es fácil para nosotros, el aprendizaje seguirá empeorando.
Usted dirá: «¿No tienen ninguna responsabilidad los alumnos por su
aprendizaje?» Sí, por supuesto. Todo depende de con quién estamos
hablando. En este momento estoy hablando con maestros y comunicadores,
así que tenemos cien por ciento de la responsabilidad del aprendizaje. Si
fuéramos alumnos, la ley del estudiante diría que tenemos cien por ciento
de la responsabilidad por nuestro propio aprendizaje, sin importar la calidad
del maestro. Así que, ¿quién es responsable? En este libro, la respuesta
tiene que ser, «¡el maestro!»
Una vez que el maestro acepte esta responsabilidad fundamental,
pensará de otra manera acerca de la enseñanza. ¡Imagine cómo cambiaría
un maestro si se evaluara, no de acuerdo con lo que pudo cubrir en la clase,
sino de acuerdo con lo que en realidad aprendieron los alumnos!
Piense fuera del esquema típico por un momento: Supongamos que una
profesora de lenguaje dice: «Voy a enseñar treinta y cinco palabras inglesas
nuevas hasta que las conozcan realmente. Garantizo que conocerán por lo
menos treinta y tres cuando terminemos. Mañana habrá una prueba. Pero
no se preocupen; si no sacan por lo menos treinta y tres correctas, botaré la
prueba a la basura». Entonces la profesora repasa las treinta y cinco
palabras, dando a los alumnos un cuadro para cada palabra, repasándolas
hasta que las dominen.
Compare ese proceso con la profesora que dice: «Esta es su lista de
vocabulario. Habrá una prueba mañana».
152
alumnos de educación secundaria hablar acerca de una clase de
matemática en que solamente dos alumnos entendían lo que estaban
haciendo —y uno de ellos tenía un tutor para ayudarle. Mostraron mucha
frustración, tirando sus manos en el aire, diciendo, «¡No sé cómo lo vamos
a hacer! ¡El profesor nos da más y más materia, y nadie entiende nada!»
Ese profesor piensa que su trabajo es entregar un paquete de
información. Piensa que, cuando haya cubierto el texto, ha terminado su
trabajo. Parece no importar mucho si los alumnos comprenden lo que están
estudiando. ¿Puede imaginar la revolución que causaría si él cambiara su
perspectiva de la enseñanza?
La retención de información es mucho más efectiva cuando los alumnos
comprenden completamente la información. Aunque esta máxima parece
obvia, muchos maestros todavía piden a sus alumnos que aprendan listas
de información, con fechas y nombres, sin ninguna comprensión de ellos.
Por lo tanto, los maestros deben asegurarse de que los alumnos
entiendan el significado y la importancia de los hechos, antes de
memorizarlos para la prueba. La comprensión siempre debe preceder a la
memorización. Memorizar lo que no entiende es como memorizar una lista
de números. ¿Alguna vez ha tratado de ver cuántos números al azar podría
memorizar en una hora? Divertido, ¿verdad?
153
el pecado imperdonable. El aprendizaje se derrumba si el alumno no puede
ver la importancia práctica de la información. ¡Cae aun más rápidamente si
el maestro tampoco la puede ver!
La primera vez que mi hijo tuvo que dar un discurso en la escuela,
experimentó el miedo normal, y tuvo una idea creativa.
—Papá, ¿puedo ir a tu oficina para que me ayudes a hacer una
transparencia bonita para mi discurso sobre el presidente? A los niños les
va a gustar, y necesito ayuda.
Llevamos unas fotos de revistas a la sala de fotografía, y le mostré a
Dave nuestra cámara grande. Pusimos la foto del presidente, la cerramos,
prendimos las luces, y fuimos a la sala oscura para mirar la foto a través del
lente grande.
—Bien, hijo, mira por este orificio.
—Ese es el presidente, papá.»
—Correcto. Ahora, ¿ves estos dos botones que se giran? Así puedes
hacer más grande la foto hasta que cubra la transparencia. Dave, ¿has
escuchado de porcentajes?
—Seguro, papá. Hemos estado estudiando porcentajes durante meses
en la escuela.
—¡Bien! ¿Por qué no llevas la foto para medirla, y sacas la cuenta del
porcentaje que debes aumentarla para que sea una foto de 8 pulgadas por
11 pulgadas. Yo voy a comprar unos refrescos y vuelvo en un momento.
En el momento que volví a la sala me di cuenta de que no había podido
sacar la cuenta. —Dave, ¿cuál es el problema?
—Papá, no lo puedo hacer.
—Pensé que habían estado estudiando porcentajes durante meses.
—Lo hemos estudiado varios meses, pero parece que no sé hacerlo.
Estaba callado, y después dijo:
—Papá, pensé que los porcentajes eran solamente para la escuela. ¡No
sabía que se usaban para algo!
154
¡En ese momento podría haber asesinado a su profesor! Con razón Dave
no sabía hacerlo. No veía ninguna relevancia a los porcentajes excepto para
aprobar una prueba. Su profesor no había entendido que era su
responsabilidad formar la necesidad antes de enseñar el contenido (la ley
de la necesidad).
Cuando Jenny era más joven, tenía dificultad en convertir de una unidad
de medidas a otra. Así que Darlene le pidió que le ayudara a hacer una torta.
—¿Por que no hacemos dos tortas? —dijo mi esposa—. Le damos una
a la abuela, y guardamos una. Aquí está la lista de ingredientes. Estaré en
el otro cuarto si me necesitas.
Dejó a Jenny sola en la cocina para aprender lo que significaba el doble
de tres cuartos de una taza. Mientras esa niña salía a conversar con su
mamá y volvía a la cocina, se podía ver como se prendía la luz en su cabeza.
La matemática de repente era importante. Se necesita para hacer una torta.
Si usted no puede mostrar la relevancia a sus estudiantes de la materia
que están estudiando, puede estar seguro de que los alumnos desarrollarán
una actitud apática y frustrada. Haga que la materia tome vida, no solamente
en su propia mente, sino también en los corazones y las mentes de los
alumnos. En esos momentos que no puede pensar en nada más que, «un
norteamericano educado debe saber que la guerra civil terminó en el año
1865», asegúrese de que esa información vaya acompañada de
entusiasmo. Saque lecciones acerca del prejuicio y la unidad que hagan ver
lo relevante de un momento de la historia que podría ser aburrido. Ocupe su
creatividad para dramatizar un episodio de la guerra civil. Ocupe la fecha
1865 cuatro veces como el eje del drama. Cuando haga eso, el dato quedará
para siempre en la mente de los alumnos.
La relevancia desarrolla motivación y concentración. Cuando los
alumnos entran al salón de clases, tienen muchas cosas en sus mentes. El
maestro debe enfocar el interés de los alumnos en el tema de la clase,
demostrando su relevancia, y debe seguir captando su atención con el
155
contenido y con su estilo. Su contenido llama la atención por interés general
y por mostrarles que satisface sus necesidades. Su estilo mantiene la
atención por entretener a los alumnos y superar los factores que pudieran
distraer su atención. Al desarrollar la necesidad y relacionar la relevancia del
tema, usted puede mantener el interés y concentración con un estilo variado
y creativo.
156
importantes. Si un dato es más importante que otro, el que es más
importante debe recibir más atención. Si es tres veces más importante,
merece tres veces más atención. Cuanto más eficaz sea el maestro, más
cuidado dará a la selección de los datos más importantes para la clase y
para las tareas.
En los negocios, este concepto de la proporción es conocido como el
principio de Pareto, o la regla del 20/80. Por ejemplo, 80% de la ganancia
de una compañía viene por 20% de sus productos. Además 80% de su
comercio es con 20% de sus clientes. También se aplica a la iglesia —80%
del trabajo es hecho por 20% de la gente. El 20% de la gente de una iglesia
da 80% de los fondos.
El principio de Pareto se puede aplicar en casi cualquier contexto. En su
trabajo, por ejemplo, probablemente da 80% de su esfuerzo para generar
20% de los resultados deseados. Y solamente 20% de su tiempo se dedica
a las actividades que generan 80% de los resultados deseados.
Yo expliqué este principio a un dueño de un negocio en un vuelo una
vez, y él sacó sus informes de su maletín, miró su línea de productos, y
determinó que 84% de sus productos lograban solamente 18% de su
ganancia. Le animé a subir los precios de estos productos en un 20%,
porque no estaba arriesgando mucho, y podría aumentar la ganancia.
Segundo, identificó los productos del 16% que le daban 82% de su ganancia,
y le aconsejé que concentrara su tiempo de administración y pericia para
expandir esos productos.
Bueno, colega, este principio también es válido en nuestras clases —
20% de nuestro contenido da 80% del beneficio al alumno. Por lo tanto,
identifique esos temas y cambie sus prioridades hoy.
Imagine el impacto de su enseñanza cuando identifique el 80% que da
solamente 20% de lo que desea. Reduzca por la mitad el tiempo dedicado
a ese contenido, y dedique el nuevo tiempo disponible al 20% de actividades
157
que da 80% de los resultados deseados. Si el maestro típico implementara
esta estrategia, vería buenos resultados inmediatamente.
Mucho del pensamiento actual es poco sabio con respecto a este tema.
Al alumno típico le da pánico antes de la prueba, al luchar
desesperadamente para identificar lo que podría preguntar el maestro.
Como si el aprendizaje mejorara por hacerle adivinar al alumno lo que es
importante. ¿Cómo podemos esperar que el novato sepa lo que es
importante y lo que es secundario en el área donde somos expertos? ¿Cómo
puede esto beneficiar el aprendizaje? ¿Por qué no identificar el 20% del
contenido que el alumno debe saber para que logre el 80%? ¡Piense en
cuánto ayudaría al alumno si pudiera usar mejor su tiempo de estudio!
Su tarea es identificar los datos que sus alumnos deben saber para que
conozcan bien la materia. Yo llamo este grupo de datos «lo mínimo
irreducible». Lo mínimo irreducible es la información mínima necesaria para
que los alumnos tengan una comprensión aceptable de una materia en
particular. Sin lo mínimo irreducible, un alumno no puede aprobar el curso;
con lo mínimo reducible, el alumno puede ejecutar bien su actividad y ser
promovido al próximo nivel de logros.
Este mínimo irreducible debe ser comprendido primero por todos, y
después memorizado por todos. El maestro no solamente debe identificar lo
mínimo irreducible para sus alumnos, sino también asumir responsabilidad
total para enseñárselo a cada alumno. El maestro no ha enseñado un tema
adecuadamente hasta que cada alumno conozca bien lo mínimo irreducible.
158
puede nombrar el alumno típico una semana después? Hacer un bosquejo
del contenido no necesariamente lo hace fácil de memorizar. Solamente
hace más fácil el traspaso de este de la hoja de apuntes del profesor a la
hoja de apuntes del alumno.
¿Qué sucedería si el profesor tomara el mismo contenido, y lo
reempacara de una manera que lo hace fácil de memorizar?
En un sentido, usted es la computadora maestra para todas las
computadoras estudiantes. Su meta es tomar toda la información en su
propia base de datos y pasarla lo más rápido posible y lo más eficazmente
posible a las bases de datos de los alumnos. Quiere bajar los datos sin
perder información en el proceso.
Digamos que usted quiere que sus alumnos conozcan el contenido de
cierto libro. Usted puede tomar el libro, ponerlo sobre la cabeza del alumno,
y decir, «¡Memorícelo!» Pero obviamente no resulta así. La mente no puede
recibir y memorizar datos, si no están ordenados y formateados
correctamente.
La información puede ser pasada de una computadora a otras de varias
maneras —en un disquete, por módem, por una conexión directa, o por
ingresar a mano letra por letra. No hay otra manera por ahora.
¿Por qué estamos dispuestos a formatear datos en una computadora,
pero no estamos dispuestos a formatear datos para la mente de nuestros
alumnos? Dios, que creó la mente de sus alumnos, diseñó varias maneras
en que puede recibir y retener información fácilmente. ¿Sabe cuáles son?
¿Está usándolas? En el próximo capítulo, revelaremos siete métodos
principales para reformatear datos.
Obviamente, cuanto más difícil sean los datos de memorizar, menos
datos memorizarán los alumnos. Ya que a fin de cuentas, es la
responsabilidad del maestro «hacer que el alumno aprenda», el maestro
presentará la materia de tal manera que sea relativamente fácil de
memorizar. El maestro enderezará el camino, botará las piedras, y preparará
159
el camino para la mente de los alumnos. Sabrá indicarles los atajos para
aprender el contenido. Marcará los lugares peligrosos, hará señas en los
árboles, y construirá puentes sobre los ríos bravos. Ubicará sitios seguros y
adecuados para acampar en el viaje.
El maestro eficaz sabe que su papel no es el de organizar un viaje
fastidioso e ineficaz, sino guiar a los alumnos de la manera más efectiva y
eficiente posible al destino deseado —a llegar del punto A al punto B
rápidamente, sin perder a nadie en el camino.
Muchos maestros sienten que hay mucho mérito en que los alumnos
tengan que luchar para aprender la información. Pero ¿por qué? ¿Por qué
no debe ser el aprendizaje lo más fácil posible? ¿Puede nombrar un solo
beneficio en el aprendizaje difícil? Si el maestro es sabio, dedicará su mayor
esfuerzo a ayudar a los alumnos a usar la información, y no simplemente
aprenderla.
Esa es la verdadera prueba de la ley de la retención —qué hace con los
datos. ¿Les va a servir tres huevos, media taza de mantequilla, tres cuartos
de cuchara de extracto de almendras, dos tazas de harina, y una manzana
rebanada? ¿O les va a servir un delicioso pastel de manzana? Los dos
tienen los mismos ingredientes. Los dos son preparados por el maestro y
presentados a los alumnos. Pero, ¿cuál es más fácil de digerir? ¿Cuál le va
a gustar más?
¿Será más trabajo mezclar los ingredientes y poner el pastel en el
horno? Seguramente. Pero, ¿no vale la pena invertir los treinta minutos de
preparación de parte del maestro para ganar una mejor actitud y mejor
rendimiento de parte de treinta alumnos? Volvemos al mismo tema de
«hacer que el alumno aprenda». Eso requiere hacerle caso a las palabras
de Jesús cuando dice, «y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una
milla, ve con él dos» (Mateo 5:41). Eso requiere encarnar el amor —hacer
lo que necesite la otra persona, sin importar cómo se siente usted en el
momento.
160
Máxima 6: La retención requiere reforzar la memoria de largo plazo a
través de un repaso sistemático
Dios ha creado al hombre y la mujer con memoria de corto plazo y
memoria de largo plazo. La enseñanza eficaz respeta este diseño divino,
coopera con él, y no exige arrogantemente que la mente opere más allá de
su manera normal de operar.
Usted y yo usamos la memoria de corto plazo constantemente. La
usamos cuando la esposa pide que compre tres cosas en el supermercado.
Cuando un amigo le pide que le llame esta noche y le da su número de
teléfono, usted lo repite varias veces y lo tiene memorizado. Por lo menos
hasta esta noche. Pero, ¿lo puede recordar una semana después? Dios
diseñó la memoria de corto plazo para usarla a corto plazo.
¿Ha tenido que estudiar toda la noche alguna vez para un examen final?
Probablemente sentía que si alguien chocara con usted caminando,
¡perdería todos los datos que había almacenado en la cabeza! Cuando era
alumno, frecuentemente empezaba buscando esas listas largas de
información que había «aprendido», para contestar esas preguntas antes de
olvidar los datos. ¿Cuánto había aprendido realmente? Si el maestro hubiera
tomado un examen una semana antes, o una semana después, habría sido
un desastre. ¿Qué nos dice eso acerca del aprendizaje que supervisó ese
maestro?
Nunca fomentará el aprendizaje en sus alumnos hasta que coloque la
materia en su memoria de largo plazo (retentiva). Hay una sola manera de
colocarla allí: repasar. Una parte vital de su responsabilidad es la de repasar
y repasar la materia hasta que los alumnos la dominen.
La meta del repaso es tomar ese mínimo irreducible y plantarlo
firmemente en la memoria de largo plazo de sus alumnos. Repase en
distintos momentos y en distintas maneras, hasta que todos conozcan la
materia. Para siempre.
161
«Cubrir la materia» no es enseñanza; es solamente hablar, y en el mejor
de los casos, hará un impacto en la memoria de corto plazo. La verdadera
enseñanza ocurre solamente cuando los alumnos conozcan la materia —
¡antes y después de sentarse a dar el examen!
¡Imagine el impacto que causaría si los maestros fueran evaluados de
acuerdo con lo que sabían los alumnos un mes después del curso! ¡Eso
revolucionaría la enseñanza! ¿No es una tragedia que aceptemos
resultados superficiales y no resultados de largo plazo? Es trágico porque
cultiva una mentalidad superficial de la vida —que la vida es simplemente
un pasar por ciertos hitos, aprendiendo algunas listas, en vez de dominar el
aprendizaje.
Los maestros eficaces identifican lo mínimo irreducible y lo enseñan de
una manera que cien por ciento de los alumnos lo dominen tanto que lo
tengan grabado en su memoria a largo plazo — disponible para ellos cuando
lo necesiten.
162
valor, la importancia, y la relevancia de su materia. Cuanto más relevante y
útil vean los alumnos la materia, más motivación tendrán para aprenderla, y
más apreciarán el hecho de que los haya educado para tener éxito en la
vida.
Durante mis estudios de seminario, el Dr. Hendricks comentaba que «la
impresión sin expresión lleva a la depresión». Cuando el maestro piensa que
el propósito es impresionar a los alumnos con una acumulación de
contenido, sus alumnos perderán el interés, desarrollarán apatía, y
finalmente serán críticos y cínicos. Si el contenido no es usado por el
alumno, llega a molestar. Al continuar exigiendo que el alumno aprenda más
y más contenido, sin mostrarle que ese contenido es útil para el alumno, el
alumno tendrá que usar más y más disciplina para forzarse a prestar
atención y concentrarse.
Los maestros ejemplares hacen un equilibrio en su presentación —50%
contenido y 50% aplicación. Los maestros efectivos pasan tiempo en la clase
enseñando los datos, y no piden a los alumnos que memoricen datos en su
propio tiempo de estudio. Al contrario, los mejores maestros dan tareas
acerca del uso práctico de los datos que ya aprendieron en la clase.
La ley de la retención trata de capacitar a los maestros para ser más
eficaces en su enseñanza del contenido. Le capacitará para enseñar 500%
más contenido en el mismo tiempo, o 250% más contenido en la mitad del
tiempo, o 100% del contenido en un cuarto del tiempo que normalmente
requiere. Estos porcentajes son reales y pueden ser logrados por cualquiera
que llegue a ser algo experto con esta ley. El resultado debe ser tener más
tiempo para dedicar a la aplicación del contenido.
163
El meollo de la ley de la retención
Conclusión
Los mejores maestros ayudan a los alumnos a dominar el contenido.
Recién recibí una carta sorprendente acerca de esta filosofía de Donald
Campbell, el presidente del seminario donde estudié. En ella, contó una
historia acerca de Lewis Sperry Chafer, fundador y primer presidente del
seminario:
Al celebrar la pascua hace algunas semanas, recordé una escena inolvidable de
mis tiempos de alumno en el Seminario Dallas. Era el otoño del año 1948, y estaba
estudiando con el Dr. Chafer la doctrina bíblica de la salvación por medio de la
muerte de Cristo y su resurrección.
Me gustaban sus explicaciones claras y sus ilustraciones de verdades teológicas
profundas. Cuando llegó a hablar de la obra terminada de Cristo, el Dr. Chafer ponía
mucha pasión. Era obvio que él quería que tuviéramos un manejo firme de las
doctrinas de la redención, la reconciliación, y la propiciación. Después de varias
semanas de sus clases, tuve que dar el examen a mediados del curso. Igual que
otros alumnos, llené un cuaderno entero, de tapa a tapa, con mis mejores
pensamientos sobre el tema de la salvación.
Unos pocos días más tarde, el Dr. Chafer paseó por la sala con un montón de
exámenes debajo del brazo. Había mucha emoción en el ambiente, esperando
recibir los resultados de los exámenes.
Pero sentí que algo inquietaba al Dr. Chafer.
Cuando puso los exámenes en el escritorio, contó a los alumnos lo decepcionado
que estaba con los resultados, porque no habíamos entendido el significado de
164
estos conceptos teológicos importantes. Incluso, dijo que su corazón estaba
destrozado.
Con ese comentario, el Dr. Chafer hizo una ceremonia de botar todos los exámenes
a la basura, y procedió a exponer de nuevo acerca de la obra completa de Cristo.
¡No hace falta decir que todos prestamos toda nuestra atención! En unos pocos
días, el Dr. Chafer tomó otro examen, y todos aprobamos con muy buenas
calificaciones.
El Dr. Chafer era un maestro excelente, como han testificado muchos
alumnos durante los años. Una vez más, el maestro excelente se dio cuenta
de que la falta de aprendizaje de parte de sus alumnos era su fracaso a fin
de cuentas. ¿Qué hizo con esa evidencia acusadora? ¡A la basura! Usted
puede ver, mi amigo, ¡que los maestros deciden dónde archivar los
documentos de sus alumnos!
¡Pero no se olvide del próximo paso! Después de darse cuenta de las
malas calificaciones de sus alumnos, procedió a exponer de nuevo.… Hizo
un repaso. Asumió la responsabilidad del fracaso de sus alumnos y enseñó
de nuevo hasta que aprendieran.
Pero, ¿este maestro excelente siguió enseñando hasta que todos sus
alumnos hubieran dominado la materia? ¿Enseñó hasta que todos
dominaran lo mínimo? El Dr. Campbell testifica, «En unos pocos días, el Dr.
Chafer tomó otro examen, y todos aprobamos con muy buenas
calificaciones».
Antes de dar vuelta la página para descubrir los secretos fascinantes de
cómo enseñar para que todos aprueben con buenas calificaciones, ¿me
permite hacerle unas preguntas? He aprendido durante los años que, a
menos que la persona acepte esta mentalidad, todos los secretos del mundo
no ayudarán.
A medida que usted ha estado leyendo este capítulo, se ha dado cuenta
de que estos dos conceptos revolucionarios van en contra de la filosofía
contemporánea de la enseñanza. Pero, como revelan los bajos puntajes de
165
las pruebas de aptitud, ¡la filosofía contemporánea de la enseñanza no tiene
mucha evidencia para jactarse! Por supuesto, la filosofía actual quiere que
pensemos que las calificaciones bajas son la culpa de los padres, o de
mucha televisión, o de la capa de ozono —¡pero seguramente no de la mala
enseñanza!
En gran parte, creo que los profesores trabajan mucho, se sacrifican,
están muy comprometidos, y se preocupan por sus alumnos. Entonces, ¿por
qué los pobres resultados de la enseñanza? Hay dos causas fundamentales:
1. La filosofía del maestro moderno no está en armonía con los principios de
las Escrituras, y por lo tanto,
2. La práctica del maestro moderno es contraproducente, haciendo que el
alumno no aprenda la materia de manera eficiente.
Que la ley de la retención mejore su perspectiva y lo capacite para
enseñar tan eficazmente que todos sus alumnos «dominen lo mínimo».
166
la filosofía de calificar de acuerdo con el rendimiento relativo entre los
alumnos y la filosofía de calificar de acuerdo con la cantidad de materia
misma que ha logrado aprender cada alumno? ¿Será que la filosofía de
calificar en una «curva» es precisamente la manera equivocada de enfocar
la educación? La «curva» permite que la mala enseñanza o un mal
aprendizaje reciba una calificación muy alta si todos los demás lo hacen
peor. Recuerdo que en una clase saqué treinta seis por ciento de respuestas
correctas y recibí una «A». ¿Sabe por qué? Porque nadie entendía nada —
¡incluyendo el profesor! En otra oportunidad saqué noventa y cinco por
ciento y recibí una nota «C», porque calificaban en «curva». Lo sabía muy
bien, pero saqué una «C». Conversé acerca de las diferencias que se
pueden producir en el aprendizaje del alumno con las dos filosofías.
167
5. Todos los alumnos estudian para exámenes de la misma manera. Deciden
lo que piensan que estará en el examen, y encuentran maneras de
memorizar la materia. ¿Qué sucedería si el maestro enseñara la materia en
maneras fáciles de entender, y abiertamente dijera cuáles serían las áreas
cubiertas en el examen?
168
6
LA LEY DE LA RETENCIÓN; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
Era el día antes del examen final. Los alumnos entraron a la sala con
entusiasmo y emoción. Hoy era el repaso final, y no podían esperar.
Yo tampoco. Tanto el maestro como los alumnos habíamos trabajado
duro durante el semestre, y sabíamos que lo sabíamos. Les pedí que se
pusieran de pie, y que repitieran a unísono el panorama bíblico que
habíamos estudiado durante todo el semestre. Entonces me senté y puse el
cronómetro para tomar el tiempo. Todavía puedo recordar el sonido, todos
hablando, casi cantando:
La Biblia —66 libros
Dos partes: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento
El Antiguo Testamento, 39 libros
El Nuevo Testamento, 27 libros
El Antiguo Testamento —tres partes:
Libros históricos, 17 libros
Libros poéticos, 5 libros
Libros proféticos, 17 libros
Seguían y seguían. Cuando estos alumnos del primer año universitario
llegaron al final del repaso largo, empezaron a hacer barra, batir las palmas,
y gritar. ¡Habían citado durante veintisiete minutos, sin parar —cada dato
importante (lo mínimo irreducible) que les había enseñado durante el
semestre entero!
El examen final era de seis páginas, espacio simple. Muchos sacaron
buenas calificaciones. Pero cuando el administrador de la universidad vio
las calificaciones, me llamó a su oficina: «Bruce, es imposible que todos los
alumnos en su clase hayan sacado calificaciones tan altas».
169
Mi corazón se apuró, pero había esperado este momento, y estaba
preparado con una respuesta:
—¿Le puedo mostrar el examen final, para que me diga si era demasiado
fácil?
Durante dos minutos estaba callado, mientras leía las seis páginas de
preguntas. Entonces dijo:
—¿Les tomó este examen a alumnos del primer año? ¡Esto es más difícil
que los exámenes de seminario! ¿Sabían todo esto?
—¡Sí! Pero, ¿usted piensa que debería reprobar a algunos de todas
maneras?
Él se rió. Y yo podía respirar de nuevo. No cambiaron las calificaciones.
Más importante todavía, aquellos alumnos aprendieron mucho. Y se
gozaban al hacerlo, porque el curso no era una amenaza, sino una
experiencia emocionante en el aprendizaje veloz.
170
para hacer cualquier materia fácil de aprender, para que los alumnos
aprendan lo mínimo irreducible fácilmente y gozosamente.
Etapa 1: Materia
Primero, el maestro o «expositor» junta la «materia». Esto involucra
investigar, o «rebuscar». El maestro hace una «selección» de datos
relacionados con el tema para acumular toda la información que pueda, y
realiza la «preparación» de materia.
Cuanto mejor preparado esté el terreno, mayor posibilidad de que se
produzca un jardín bonito. Cuanto más fuerte es el fundamento, más alto y
más sólido se puede construir encima. Cuanto más investigación haya, más
probable será el impacto en los alumnos.
Mientras estoy escribiendo este capítulo, también estoy preparando un
discurso acerca de la pregunta, «¿La Biblia enseña lo que sucederá en el
Medio Oriente antes de la segunda venida de Cristo?» Tengo demasiado
materia, y puedo hablar solamente cuarenta minutos. La mitad del público
no asiste a la iglesia regularmente, y la mayoría nunca ha escuchado de la
171
abominación desoladora mencionada por Jesús en Mateo 24. Al preparar
esta lección, hago tres pasos:
1. Hago una selección de información relacionada con el tema.
2. Organizo el tema.
3. Hago un bosquejo del tema.
Su propósito en hacer esta selección es volar sobre el contenido los más
rápido posible para tener una vista general. Mire las enciclopedias,
manuales, contenidos de libros, y hojee las páginas, sin estudiar con
profundidad. Esta es la etapa en que empieza a formular en su mente las
secciones mayores de la materia, y la manera de arreglarlas para hacer una
presentación clara.
Después, debe organizar el tema. Su propósito aquí es poner el
contenido en categorías de unidades mayores de pensamiento. Dividir para
conquistar. Repase algunas de las mejores fuentes para ver cómo dividen
la materia. Haga una lista de posibles categorías. No limite su lista, haciendo
evaluaciones. Solamente reflexione. Cuando su investigación esté
completa, empiece a evaluar y codificar cada área temática según los
siguientes códigos:
«A» al lado de las secciones que tienen que ser incluidas.
«B» al lado de las secciones que serían muy útiles, pero no absolutamente
necesarias.
«C» al lado de las secciones importantes pero opcionales.
«D» al lado de las secciones que serían poco útiles.
«F» al lado de las secciones que con toda certeza no ayudarían, incluso que
podrían confundir a los alumnos.
Cuando haya hecho esto, haga una lista de sus categorías en orden de
prioridades. Ya debe empezar a sentirse cómodo con algunos de los
conceptos generales.
El último paso es hacer un bosquejo del tema. Repase las categorías y
construya un orden lógico para la presentación de ellas. Ocupe su
172
conocimiento creciente del tema para determinar si algunas de sus «A»,
«B», o «C» tienen que ser alteradas. Cuando haya completado las
categorías mayores, puede repetir los tres pasos arriba para organizar los
puntos menores en cada categoría.
Cuando haya completado la etapa de «materia», tendrá un bosquejo
general inicial de la materia.
Etapa 2: Mínimo
Ahora es el momento para comprimir el contenido a lo «mínimo». Lo ha
investigado, ahora tiene que «reducirlo». Ha hecho una investigación, ahora
debe hacer una «síntesis» o un resumen de la materia apropiada y fijar
«prioridades».
Esta segunda etapa puede parecer extraña al principio, pero es esencial
para la instrucción efectiva. Inicialmente, usted puede encontrar difícil esta
etapa, porque creemos equivocadamente que si el maestro cubre una gran
cantidad de materia, el alumno aprenderá una gran cantidad. Cuando usted
cambia el énfasis, para que caiga sobre la materia que realmente quiere que
los alumnos aprendan, empieza a pensar de otra manera.
Cuando desarrollé el seminario de la vida de Jesús para el ministerio
Caminata Bíblica, hice un repaso de todo lo que hizo Jesús —los lugares, lo
que dijo, cada milagro. Hay más de trescientos eventos. Entonces me
acordé: «Tengo una hora y media para enseñar la vida de Jesús, y muchas
de las personas del público no saben casi nada de él. ¿Qué tiene que saber
una persona para poder decir, «Entiendo la vida de Jesús»?» De mi lista de
prioridades — A, B, C— seleccioné lo más importante.
Esta segunda etapa requiere que descarte algo del trabajo que completó
en la etapa anterior de «materia». Pero no se olvide —no todo el contenido
es igualmente importante. La mayoría de los datos no tienen que ser
memorizados, y probablemente ni siquiera tienen que ser discutidos. A lo
máximo, deben ser presentados rápidamente para conocimiento general.
173
El maestro típico no se disciplina en esta etapa, y por lo tanto habla
mucho y enseña poco. Los maestros ejemplares tienen tanta habilidad para
saber lo que no se debe excluir como para saber lo que se debe incluir. Los
mejores maestros eliminan materia regular para poner el énfasis en materia
superior.
Le preguntaron una vez a un maestro escultor cómo creaba obras de
arte tan bellas de pedazos de mármol. Contestó que solamente sacaba del
mármol lo que no pertenecía a lo que estaba haciendo. Si hacía un caballo,
sacaba todo lo que no se parecía a un caballo.
Las obras maestras en mármol y en el salón de clases son creadas por
maestros que saben que no todas las partes disponibles son igualmente
importantes.
¿Cómo se eligen los elementos que son más importantes? Hay tres
factores que forman la materia: primero, el público; segundo, el tiempo
disponible; y tercero, el propósito de la clase.
Digamos que el tema es la vida de Cristo, y usted enseñará a tres
distintos públicos:
1. niñas del sexto año,
2. jóvenes adultos de veinticinco años recién casados,
3. estudiantes de seminario del programa de doctorado.
¿Cuánto éxito tendría si usara el mismo enfoque para los tres grupos?
Su selección de materia se determina según los alumnos que está
enseñando.
Segundo, su selección también es controlada por el tiempo disponible
para enseñar. ¿Qué materia usaría para estos tres períodos de tiempo?
1. Una meditación de veinte minutos
2. Cincuenta minutos de clase
3. Un curso de trece semanas
174
Tercero, el maestro selecciona la materia según el propósito de la clase.
¿Qué desea lograr con los alumnos? Fíjese cómo seleccionaría el contenido
según los siguientes tres propósitos:
1. hacer un repaso de la vida de Cristo,
2. probar que Jesucristo era el Mesías,
3. responder a Jesús en un culto de adoración.
Después de fijar prioridades a la materia según las características del
público, el tiempo disponible, y el propósito de la clase, usted debe
considerar cuán bien los alumnos tienen que comprender la materia.
Los alumnos nos preguntan en distintas maneras constantemente:
«¿Tenemos que saber esto?» Lo que están preguntando es: «¿Cuán
importante es esta materia?» Obviamente, el maestro pensaba que era
importante conocer la materia, pero ¿tan importante para memorizarla?
Hace tiempo que los educadores han reconocido que hay muchos
niveles de «conocer» un tema. Para simplificarlo, hablaremos de tres niveles
que nos ayudarán.
1. Conocimiento superficial: «He escuchado esto antes, y creo que sé algo
de eso».
2. Conocimiento regular: «Eso lo he aprendido, y sé en forma general cómo
funciona».
3. Conocimiento completo: «Yo conozco todo acerca de eso —aquí están los
diez puntos principales».
Dependiendo del nivel en que quiere que sus alumnos conozcan la
información, usted debe no solamente enseñar de manera diferente, sino
también debe evaluar de manera diferente. Si el nivel es superficial,
entonces puede usar selección múltiple; si es regular, puede usar
verdadero/falso o respuestas escritas (explique lo que sabe); si es el nivel
más completo, tendrá que pedir una lista de los datos, o una discusión
inteligente de los componentes principales y sus implicaciones.
175
La ley de la retención hace hincapié en que el maestro es responsable
por las siguientes actividades:
1. Seleccionar la materia que se enseñará.
2. Determinar el nivel de aprendizaje.
3. Comunicar a los alumnos, no solamente lo que deben aprender, sino
también el nivel de conocimiento que se espera.
4. Presentar la información seleccionada de tal manera que los alumnos la
aprendan en el nivel esperado.
5. Examinar la materia seleccionada, exigiendo el nivel de aprendizaje
previamente anunciado por el maestro.
Los maestros frecuentemente pierden la mayor parte del tiempo de la
enseñanza en el salón de clases, del hacer tareas y del estudio en la casa,
porque no están concentrándose en la materia apropiada, o porque no están
enseñando en el nivel correcto. Los estudiantes pierden mucho tiempo
valioso y mucho esfuerzo, tratando de averiguar lo que el maestro considera
importante, y estudiando información que es prácticamente irrelevante para
el propósito del curso.
¡No haga eso a sus alumnos! Al contrario, identifique claramente los
datos y los conceptos que se exigen para un nivel aceptable de
comprensión. Este mínimo irreducible debe ser identificado claramente y
debe ser repasado en forma repetida. Todos deben dominar lo mínimo
irreducible. Si no lo hacen, el maestro no ha enseñado en el nivel mínimo
aceptable. Recuerde, si un alumno falla en el aprendizaje, el maestro ha
fallado en la enseñanza.
Al fin de la primera etapa, «materia», el contenido de la lección debe ser
claramente identificado o bosquejado. Esto normalmente es el fin de la
preparación de la lección.
Al completar la segunda etapa, «mínimo», el contenido debe haber sido
reevaluado y las prioridades deben haber sido revisadas. En vez de tener
seis páginas de apuntes, probablemente haya usado la regla de 80/20 para
176
sacar las partes grandes de grasa y dejar solamente la carne. Posiblemente
haya marcado esos datos que todos deben dominar, porque claramente son
parte del «mínimo irreducible». Ha sido muy estricto con respecto a «¿qué
deben saber mis alumnos?», y tiene aislada la esencia. Ha dado más
espacio en su bosquejo para lo más importante, y ha dejado poco espacio
para las cosas secundarias. Usted admite que no todos los datos son
iguales, y que la sabiduría exige un establecimiento de prioridades
planificado en su presentación.
Cuando compare el bosquejo de la etapa de «materia» con el nuevo
bosquejo de la etapa «mínimo», usted se sorprenderá por la diferencia.
Usted se dará cuenta de que el hecho de distinguir lo principal de lo
secundario es vital para establecer un bosquejo eficaz.
Su bosquejo de lo mínimo es la esencia de lo que enseñará, pero todavía
no está organizado para la mejor presentación de la materia. Usted tiene los
mejores ingredientes brutos, pero ¿cómo los va a empaquetar para que sea
un gozo para sus alumnos aprenderlos?
Etapa 3: Manejable
Aunque no lo crea, cuando ha terminado la segunda etapa, «mínimo»,
está a años luz del maestro típico, porque es mucho más eficaz. Ha podido
aislar la materia importante de toda la materia disponible. En vez de perder
mucho tiempo en la materia irrelevante, ha eliminado todo lo que no es «un
caballo en el mármol». Por lo tanto, no perderá tiempo en los pedazos que
han caído al suelo. No le tentará cubrir materia que no debe ser tratada.
Ahora es tiempo para cambiar su pensamiento, enfocando no la materia,
sino la mente de los alumnos. La materia ha sido sintetizada, y el método
correcto debe ser elegido para pasar la información a su memoria de largo
plazo.
Desgraciadamente, pocos maestros utilizan este paso. ¡Son demasiados
los maestros que creen que la enseñanza es la presentación de los datos
177
de parte del maestro, en vez del aprendizaje de los datos por los alumnos!
En el momento que nuestra filosofía de la enseñanza cambia a ser orientada
a los alumnos, y no al maestro, inmediatamente reconocemos que nuestra
enseñanza actual es terriblemente inadecuada.
Cuando la filosofía de Las siete leyes del aprendizaje comienza a
grabarse en su corazón —y usted se propone hacer que sus alumnos
realmente aprendan la materia— inmediatamente comienza a buscar
maneras en que usted puede ayudarles a aprender lo mínimo irreducible en
vez de simplemente cubrir la materia como siempre.
Este proceso es profundo y tiene muchas implicaciones. Va en contra de
la práctica típica de la educación. La gran mayoría de maestros que yo tuve
cuando era alumno nunca asumía la responsabilidad de hacer que yo
aprendiera la materia —¡eso era mi responsabilidad!
Entonces ¿qué hacíamos para aprender la materia? Buscamos
desesperadamente maneras en que pudiéramos memorizar más fácilmente
la materia.
Esta tercera etapa golpea en contra de esa filosofía. Ya que el maestro
es responsable por el aprendizaje del alumno, el maestro debe identificar y
usar el método más eficaz para enseñar la materia, para que los alumnos
aprendan en la clase, y no después.
He decidido llamar este factor «manejable». Usted tiene que
«reorganizar» su materia y hacerla más «simple». Tiene que moldearla y
hacerla un «paquete» más manejable, hasta que entre en la mente de los
alumnos, casi sin esfuerzo, y a veces en forma espontánea. Usted se
preguntará: «¿Cómo es posible enseñar así?» Pero como verá en un
momento, usted ya conoce el secreto.
¿Recuerda el proceso que usted utilizó cuando era alumno y tenía que
estudiar para un examen a última hora? Después de tratar de adivinar lo que
estaría en el examen (un intento de averiguar lo que era el «mínimo
irreducible», según su profesor), usted probablemente organizó la materia
178
de una manera que su mente pudiera recordarla. Buscaba maneras de quitar
el sentido de caos y falta de relación entre los datos, ordenándolos en una
estructura que tenía más sentido para usted. Usted conectaba los datos para
hacer algo unido, para que pudiera recordar las distintas partes para el
examen.
A menos que usted tenga una memoria fotográfica, tuvo que hacer
exactamente eso durante años. Pero, si le resultó cuando era alumno, ¿por
qué no usarlo también como maestro? Cuando enseña el contenido, ¿por
qué no ayudar a sus alumnos a memorizar durante la misma clase? ¡Imagine
la alegría de sus alumnos cuando salgan de la clase, ya dominando el
contenido que estará en el examen!
Con esa meta en mente, usted debe usar su creatividad para buscar el
«mínimo irreducible» y reorganizarlo en una forma fácil de recordar. Los
maestros que tienen
mucha habilidad en esta etapa de lo «manejable» moldean su contenido
para que cumpla con dos requisitos:
1. Es fácil de entender
2. Es fácil de memorizar
Primero, consideremos el grado de comprensibilidad. Mi hijo se quejó
recientemente acerca de la dificultad de su texto de matemática. Se quejó
de que el texto del año pasado hacía todo más fácil de entender, pero el
texto de este año le parecía estar en otro idioma.
¿Ha leído alguna vez un artículo que le confundió más en vez de ayudar?
Quizás después haya encontrado otro artículo que dejó muy claro el mismo
tema.
La materia puede ser clara y útil, o confusa y frustrante. Toda materia
puede ser evaluada en una escala de comprensibilidad, desde lo más fácil
hasta lo más difícil.
Tal escala ha existido mucho tiempo para calificar la dificultad de libros,
revistas, y artículos. Compare la dificultad de Selecciones de Reader’s
179
Digest (nivel del año octavo de la escuela) con otra revista a nivel del
undécimo año, y con otra a nivel del duodécimo grado. Aun las distintas
versiones de la Biblia se pueden calificar según el grado de dificultad. Por
ejemplo, la Biblia Dios habla hoy es más fácil de leer que la Reina Valera de
1960.
Usted como maestro quiere que sus alumnos aprendan todo lo posible,
así que simplificará su materia tanto como sea posible, sin dañar su
naturaleza. Tiene que expresarla de acuerdo con el público. Los maestros
ejemplares toman los conceptos más complicados y los simplifican a tal
punto que un niño pueda entenderlos. Si ha asistido a una clase de un
maestro destacado, probablemente nunca se confundió o se perdió. Es el
maestro mediocre que confunde a sus alumnos. La profundidad no es la
complejidad; es la simplicidad.
No permita que alguien le diga que algunas ideas son demasiado
complicadas para simplificarlas. ¡No es verdad! Algunos conceptos son más
difíciles de captar que otros, pero los buenos maestros pueden preparar su
lección de tal manera que los alumnos entiendan, ¡sin darse cuenta de que
es un concepto complejo!
Esto nos trae a la segunda parte de esta etapa —la etapa de la
memorización. El maestro ahora toma la materia que ha sido hecha fácil de
entender, y la entrega para ser fácilmente retenida. El maestro reorganiza la
materia de tal manera que se grabe en la mente del alumno con el mínimo
esfuerzo —aun inconscientemente cuando es posible.
Nuestras mentes frecuentemente aprenden más rápidamente en un nivel
subconsciente que a través de la memorización consciente. Para ilustrar
esto, observe cómo una familia aprende un idioma nuevo cuando va a vivir
en otro país. Los niños jóvenes juegan con otros niños en el pueblo, mientras
sus padres estudian un curso intensivo para aprender el idioma. En el mismo
período de tiempo, los niños siempre aprenden a hablar mejor que sus
180
padres. Mientras los padres hacen un esfuerzo para memorizar el idioma,
los niños aprenden sin prestar atención.
El grado de la facilidad del contenido para memorizar puede ser
clasificado en una escala también. Cuanto más fácil sea de memorizar,
mejor será el aprendizaje.
Al desarrollar la facilidad del contenido para ser memorizado, recuerde
que la mente solamente recibe datos para los cuales está preparada. No
puede recibir datos presentados en un idioma desconocido. Tampoco puede
esperar que la mente reciba datos que no tienen ningún orden lógico o
relación. No puede esperar que reciba datos más allá de su alcance —sería
como tratar de enseñar cálculo a alumnos de matemática del segundo año
de la escuela primaria.
Lo que sí puede esperar es que la mente reciba y retenga datos que
están preparados de manera única para entrar rápidamente y
permanentemente en la memoria. Por ejemplo, si organiza sus datos en
forma de un acróstico se hace más fácil de memorizar.
Posiblemente su mente esté corriendo ahora. Está soñando con hacer
un impacto dramático entre sus alumnos con este nuevo método
revolucionario. Su creatividad está empezando a ampliarse, y está
preguntándose cómo podría arreglar su contenido para hacerlo más fácil de
manejar. Después de mucha investigación y estudio, se ha encontrado siete
maneras de hacerlo, y estas serán explicadas posteriormente en este
capítulo en la sección de los maximizadores. Son siete métodos universales
para hacer más fácil el manejo de cualquier grupo de datos. Pero antes,
concéntrese en la cuarta etapa de la enseñanza veloz.
Etapa 4: Memorizar
Hasta esta etapa, no hemos empezado la clase todavía. Las etapas 1–
3 suceden antes de la clase; constituyen la preparación privada antes de la
181
presentación pública. Ha estado enfocando el manejo del mensaje; ahora
hay que enfocar la transferencia de la verdad a los alumnos.
La meta de la ley de la retención es capacitar a sus alumnos para la
«memorización» de la materia que se ha identificado como esencial. Esto lo
hace al «repasar» la materia. Aquí el maestro debe hacer que el contenido
quede «sólido» en la mente de los alumnos —tiene que llevarla a la
«práctica» una y otra vez, hasta que todos los alumnos lo tengan dominado.
La meta es mover la materia manejable desde la memoria a corto plazo
hasta la memoria a largo plazo (retentiva), para grabarla más y más
profundamente, hasta que los alumnos la puedan recordar sin pensar.
Simplemente la saben.
Muchos maestros creen equivocadamente que deben pasar todo su
tiempo entregando nueva materia, si no, han hecho que los alumnos pierdan
su tiempo. Pero eso puede ser precisamente lo que no deben hacer. Para
tener otra perspectiva, estudie cuánto contenido Cristo entregó en los
evangelios. Verá que repasaba Su contenido principal una y otra vez.
Repetía los mismos conceptos muchas veces. Es como si quisiera decirnos:
«Hay algunas pocas cosas que quiero que el mundo sepa. Aquí las tienen.
¡Voy a enseñarles hasta que las aprendan!»
El dilema educacional actualmente demuestra que la mayoría de las
instituciones educacionales están poco comprometidas con este tipo de
enseñanza. La verdad es que, si algún maestro asume la responsabilidad
del aprendizaje de sus alumnos, sería un compromiso voluntario. El
«sistema» no lo exige. Tal compromiso es poco común, y normalmente
cuesta mucho. Ese costo, sin embargo, compra la satisfacción profunda de
saber que se está influyendo positivamente para el resto de sus vidas. No
solamente lograrán mejor rendimiento con este tipo de compromiso, sino
también tendrán mejor actitud y mejor enfoque de la vida.
Un maestro con ese compromiso toma el liderazgo en asegurar a los
alumnos que aprenderán lo mínimo irreducible si cooperan. Este
182
compromiso es tan poco común y tan apreciado, que pronto gana la
cooperación general de los alumnos.
Por lo tanto, haga lo que sea necesario para que sus alumnos
memoricen los datos necesarios para aprobar cada prueba y cada examen.
Cuando sus calificaciones no reflejan su conocimiento de la materia, ¿quién
tiene la culpa? ¿Es necesario contar esa prueba si refleja su propia falta?
Cuando se da cuenta de que el rol principal del maestro es hacer que los
alumnos aprendan, tiene otra perspectiva. ¿De qué sirven las calificaciones?
El punto no es si los alumnos aprenden la materia en la segunda prueba o
en la quinta prueba; ¡es que aprendan la materia!
Califique, no según lo rápidamente que aprendieron la materia, sino
según una norma objetiva solamente. ¿Usted les enseñó lo que deben
saber, o no?
Tenemos que guiar a nuestros alumnos desde una falta total de
conocimiento en un área, hasta un dominio total de lo mínimo irreducible, y
después hasta una competencia avanzada. En el camino, debemos ayudar
a los alumnos a pasar varias etapas de comprensión y memorización.
La clave para la memorización de los alumnos es el repaso. El repaso
puede ser «la madre de todo aprendizaje», o puede ser «el padre del
aburrimiento», dependiendo de la habilidad del maestro. El tema del repaso
no se puede tratar aquí en forma adecuada, pero los siguientes siete
principios sirven como un bosquejo del tema:
1. El repaso es el método principal por el cual todos memorizan todo.
2. El repaso es eficaz solamente cuando el alumno entiende la materia
adecuadamente.
3. El repaso debe ser practicado en el mismo orden y con las mismas palabras
hasta que se memorice el mínimo irreducible.
4. El repaso debe ser más frecuente y más intenso cuando está enseñando
los datos por primera vez.
183
5. El repaso debe ser practicado regularmente, pero en forma menos
frecuente a medida que avanza el curso.
6. El repaso debe continuar hasta que todos los alumnos demuestren un
dominio completo del mínimo irreducible.
7. El repaso debe hacerse usando una variedad de métodos.
¿Cómo sabe cuándo ha repasado lo suficiente? Cuando sus alumnos
han memorizado lo mínimo irreducible. Lo único que permanece retenido en
la memoria es la quinta etapa, que tiene como propósito desarrollar al
alumno a un nivel mayor de competencia en la materia —desde memorizar
hasta dominar.
Etapa 5: Maestría
Durante esta última etapa del método de la retención, usted está
concentrado en guiar a sus alumnos desde la adquisición de la información
hasta la aplicación de la información. Usted empezó este proceso con una
discusión de la información, después ayudó a sus alumnos a memorizar la
información, y ahora se concentra en guiarlos creativamente hasta el
pináculo del proceso de aprendizaje: competencia independiente.
Cuando se haya terminado esta etapa, los alumnos habrán adquirido
«maestría» en la materia. Habrán podido «retener» lo que usted les enseñó,
y estarán «seguros» de su conocimiento. Tendrán «pericia» en su
comprensión y utilización del tema.
Esta maestría tiene cuatro partes que debemos considerar, aunque
normalmente están interrelacionadas en el proceso del aprendizaje:
1. Memorización inolvidable
2. Comprensión intensa
3. Integración intuitiva
4. Utilización independiente
La memorización inolvidable ocurre cuando los alumnos conocen el
contenido tan bien que permanece en ellos para siempre. Se adhiere el
184
contenido con un pegamento tan fuerte que no se despega —nunca.
Traspasar el contenido a la memoria a largo plazo de los alumnos requiere
repasos regulares. Pero al final, los datos estarán grabados en su memoria
accesible.
¿Cuánto es cinco por cinco? ¿Quién llegó a las Américas en el año
1492? Por medio del repaso constante de estos datos, usted conoce estos
datos. Incluso, los sabrá siempre. Cuando se trata del mínimo irreducible,
usted quiere que sus alumnos conozcan los datos para siempre. Repáselos
para que ya no sea difícil para nadie dar la respuesta correcta, en cualquier
momento y en cualquier lugar.
La comprensión intensa mueve más allá del significado superficial de los
datos y asegura que los alumnos entiendan claramente el significado y la
importancia de esos datos. Para asegurar que hayan comprendido el
significado detrás de los datos, se puede emplear la discusión en la clase y
el trabajo escrito.
Si usted sabe que Cristóbal Colón llegó a las Américas en el año 1492,
pero no sabe por qué vino, o qué sucedió después, entonces esa
información tiene mucho menos valor para usted.
La integración intuitiva ocurre cuando los alumnos saben cómo usar los
datos en áreas más allá de su contexto inmediato. Usted tendrá que guiar a
sus alumnos a pensar en el nivel principal de los datos, y a que estén tan
familiarizados con ellos, de manera que su intuición se libere.
Cuando hablaba en una conferencia anual de educación, me encontré
con esto en cada paso. Estaba tratando de enseñar al público acerca de
cómo Dios el Padre enseñaba a sus alumnos. No me concentré en su
contenido, sino en su estilo de enseñanza. Cuando revelé diez ejemplos
distintos del estilo de Dios, pude guiar a los participantes a descubrir muchas
observaciones, incluso principios del estilo de Dios.
Sin embargo, cuando les pedí que integraran estos mismos principios en
lo que enseñaran en su próxima lección, nadie se movió. Nadie habló. Todos
185
vieron la importancia de la pregunta y se esforzaron para «integrar
intuitivamente» lo que habían aprendido, pero no pudieron. Por lo tanto, tuve
que retroceder al paso anterior y profundizar su comprensión, dando muchos
ejemplos de la integración. Empezaron a «encenderse las luces» poco a
poco entre todos los alumnos, pero fue un desafío para todos.
Comenté a los participantes que sentí que les costaba pensar, y que
reflejaba un pobre hábito de meditación en sus vidas. Después de la sesión,
uno de los líderes fue a hablar conmigo y me dijo algo que nunca olvidaré:
«Tiene razón que nos falta la capacidad de pensar. Dejamos de meditar
hace años. Ahora leemos libros para encontrar las respuestas, pero no
pensamos».
Las Escrituras describen esta etapa como un movimiento desde el
«conocimiento» hacia la «sabiduría». Es la verdadera razón por la cual es
importante saber los datos. Si los alumnos conocen los datos, pero no
pueden usarlos, o no pueden aplicar los principios detrás de ellos, entonces
habrán aprendido los datos en vano. Aunque usted no esté de acuerdo, creo
que conocer los datos como un fin en sí mismo tiene poco valor, y puede ser
un pobre uso de tiempo y esfuerzo.
La utilización independiente es la meta verdadera de toda educación.
Cuando el maestro no esté, y cuando no hay presión para hacerlo, ¿el
alumno usará el contenido que le enseñó? ¿Habrá aprendido tan bien la
materia que no pueda evitar usarla en su propia vida?
Yo llamo este proceso «enseñar para cambiar vidas». Su propósito no
debe ser lograr que el alumno repita la materia un día en un examen
planificado. La única meta verdadera y válida de la educación es que el
alumno aprenda de tal manera que cambie su propia vida y su conducta.
Al reflexionar sobre estos cuatro pasos en le etapa de «maestría», note
que usted puede usar el tiempo en la clase y el tiempo de tareas para
desarrollar un dominio completo. Como la memorización y la comprensión
186
son funciones de la clase, la integración y la utilización deben ser un énfasis
principal de las tareas.
Esto puede ser radicalmente distinto de lo que normalmente se hace,
pero hará una diferencia increíble en el valor verdadero y el valor percibido
de su enseñanza. Muchas veces el tiempo en la clase está dedicado a
escribir apuntes de la lección. Celebramos el éxito cuando el alumno puede
escribirlo una vez más en otro pedazo de papel que llamamos un examen.
Pocas veces los maestros enseñamos conscientemente con el propósito
de lograr un cambio permanente de vida, en vez de acumular datos en forma
temporal.
Hace poco estaba ayudando a una persona joven con unos problemas
de álgebra. Él estaba diciendo que le gustaría que terminara el semestre
«estúpido», y que jamás tomaría otro curso de álgebra. En medio de uno de
los problemas, le pregunté si estas fórmulas servirían para la vida real.
Explotó de la risa —la idea era totalmente ridícula para él. Estaba seguro
que el curso era simplemente una obligación inútil impuesta sobre los
alumnos.
Empecé a mostrarle cómo se podían solucionar problemas verdaderos
de la vida con las fórmulas. Demoró un poco, pero la luz empezó a brillar en
sus ojos. De pronto, él quería entender; vislumbró el valor del álgebra, y
sintió intuitivamente su importancia para su vida.
Pero era muy tarde; y el semestre estaba terminando, y estaba sacando
una «D», casi reprobando el curso.
¿Por qué?
Posiblemente porque su profesor estaba simplemente cubriendo la
materia de álgebra. Posiblemente porque su profesor nunca hizo que él
aprendiera álgebra. Posiblemente porque su profesor nunca se había dado
cuenta de que el propósito del álgebra era ayudarle a este joven a tener más
éxito en la vida.
187
Yo opino que la única persona que fracasó más que este alumno era su
profesor.
188
La música es uno de los métodos clásicos para enseñar velozmente en
cada cultura y con cualquier edad. Hay una canción en español para enseñar
el alfabeto, y es el método más eficaz aún en esta edad tecnológica. No hay
ningún método remotamente comparable, porque sigue la manera de pensar
que Dios el creador ha implantado en el hombre.
Antes de terminar esta sección, conocerá seis aspectos más del diseño
mental universal que Dios ha implantado en el hombre. Al leerlos, serán
evidentes inmediatamente. Incluso, ya los conoce, pero probablemente no
sabe que los conoce.
Dios no solamente ha diseñado al hombre con formas de pensar en toda
la humanidad, sino que también ha colocado en nosotros receptores
universales para todo tipo de información. Las formas de pensar serían
inútiles si no se agregara nueva información regularmente. Tendríamos que
vivir de nuestra imaginación si no hubiera alguna manera posible de recibir
nueva materia adicional.
Estos receptores se llaman nuestros «sentidos». Son los portales físicos
por los cuales pasa toda nueva información para ser agregada a nuestras
formas actuales de pensar. Si no tuviéramos el sentido de oído, la música
no nos ayudaría a aprender. Si no pudiéramos ver, los cuadros no nos
ayudarían a aprender.
Por lo tanto, como deseamos maximizar el aprendizaje de nuestros
alumnos, debemos utilizar los sentidos de vista, olfato, oído, gusto, y tacto.
Nuestras experiencias en la vida son el resultado de esos sentidos, junto
con nuestra interacción con ellos. Por ejemplo, ciertas combinaciones de
estos sentidos se usan para una obra musical o un drama.
Pocas veces describimos la experiencia en términos de los sentidos
usados, sino más bien en términos de los resultados de esos sentidos. El
placer de la vista es «bello» o «atractivo». Un sonido desagradable es
«molestoso» o «estridente». Un olor desagradable es «hediondo» o
«fétido».
189
Una selección sabia o una combinación sabia de sentidos receptores
puede ayudar increíblemente a la memoria. Cuando son usados por el
maestro, claramente acelera el aprendizaje. Esas combinaciones están
disponibles cuando quiera. Son aceleradores que ayudan a enseñar
velozmente.
Ya que estas combinaciones de recepción sensorial cooperan con las
formas de pensar y con los cinco sentidos, no están limitados por cultura,
tiempo, edad, o contenido. Los he usado en todas partes del mundo, y he
encontrado que me ayudan a enseñar velozmente en la selva de Bolivia, las
playas de Brasil, los pueblos de Alaska, o los apartamentos de Nueva York.
Los siete maximizadores son transculturales, transinformacionales,
transgeneracionales, e intercambiables. Son las herramientas básicas del
maestro veloz.
190
El uso de cuadros es poderoso, porque es visual, universal, transcultural
y no verbal. La conexión es instantánea. El vínculo está amarrado con
muchas vistas, sonidos, olores, y sentimientos. Recién vi un cuadro del
asesinato del ex presidente John Kennedy. ¡Qué corriente de recuerdos!
Pude recordar instantáneamente dónde estaba, la hora del día cuando
avisaron a todo el mundo, y lo terriblemente triste que me sentía. Un cuadro,
muchos recuerdos.
Si quiere que sus alumnos tengan muchas memorias de su contenido,
debe desarrollar un solo cuadro que relacione todo el contenido con ellas.
¿Qué recuerda usted cuando ve un cuadro de un zapato de cristal al lado
de un coche elegante tirado por dos caballos finos?
Ese mismo principio está esperando ser utilizado con su imaginación de
maestro veloz. En vez de dejar que un cuadro caprichosamente estimule
recuerdos, usted debe seleccionar cuidadosamente un cuadro, o dibujar un
cuadro propio, para estimular la memoria de las cosas que usted quiere que
aprendan.
Muchos maestros ayudan a sus alumnos a recordar versículos bíblicos
con cuadros. Recordamos discursos por medio de los cuadros que usó el
orador para destacar los puntos de su mensaje. Los maridos a veces
recuerdan las cosas que deben comprar en el supermercado, apilándolas
en un cuadro imaginario.
En el ministerio de Caminata Bíblica, hemos empezado a usar dibujos
cómicos para ayudar a recordar instantáneamente lo que está en cada libro
de la Biblia. Por ejemplo, ¿qué libro de la Biblia se representa en el cuadro
anterior?
191
¡Correcto! El libro de Números. Ahora, ¿qué están haciendo esos
números? ¡Correcto! Están peregrinando en el desierto. Entonces, ¿cuál es
el concepto clave del libro de Números? Números: Peregrinaje
A veces, entonces, cuando desea enseñar velozmente, puede usar la
herramienta de cuadros —reales o cómicos, profesionales o simples.1
1 Para
pedir materiales didácticos, incluyendo visuales, tarjetas, y libros para pintar, contacte Walk
Through the Bible Ministries [Caminata Bíblica], en EE.UU.: 1-800-763-5433.
192
en el estómago del pez? Piense también en la escritura en la pared, y Daniel
en el foso de leones. Piense en el lienzo que Pedro vio descender del cielo,
y la resurrección de Lázaro. La alimentación de los 5.000, y el canto del gallo
que escuchó Pedro. Estos son dramas que usó el Maestro de maestros —y
son inolvidables.
Los dramas son un método eficaz para un número limitado de datos. El
drama funciona mejor cuando hay una sola lección que quiere grabar
profundamente en la mente del público, para que nunca olviden. Por
ejemplo, se puede dramatizar la costumbre del Antiguo Testamento, cuando
una persona traía su oveja al sacerdote como expiación por su pecado. El
sacerdote colocaba su mano en la cabeza de la oveja, y cortaba el cuello
del animal inocente en su lugar. La culpa de nuestro pecado fue claramente
enseñada en este rito. Solamente en la cruz de Jesús, nuestro cordero de la
pascua, podemos entender nuestra culpa tan claramente como en este rito.
193
cada una de ocho versículos, y cada versículo en la estrofa comienza con la
misma letra sucesiva del alfabeto hebreo.
El libro de Lamentaciones consiste en cinco «lamentos», y cada uno
contiene veintidós versículos, excepto por el tercer lamento que tiene
sesenta y seis versículos. Salvo por el capítulo cinco (el quinto lamento),
cada versículo comienza con la próxima letra del alfabeto hebreo que tiene
veintidós letras.
Los primeros cristianos usaron esta idea para crear un acróstico con la
palabra griega para «pescado». Lo usaron para retener hechos clave —y
también como un código entre los primeros cristianos que frecuentemente
eran arrestados. Se hacía con un solo movimiento en la arena, con las
extremidades que no se unían, y un ojo en el medio. Cualquiera podría
seguir las indicaciones de la nariz, que apuntaba en la dirección donde
tenían reuniones secretas. El acróstico griego ichthus significaba:
i Iesous Jesús
ch Christos Cristo
th Theou de Dios
u Houios Hijo
s Soter Salvador
194
Situación pecaminosa del hombre (1–3)
Salvación (4–5)
Santificación (6–8)
Soberanía de Dios (9–11)
Servicio (12–16)
2. Cada punto termina con las mismas letras. Algunos utilizan este
método para recordar la doctrina de las Escrituras:
Inspiración
Revelación
Iluminación
Preservación
3. Cada primera letra sigue algún orden con significado, que es la
manera en que se escribieron Lamentaciones y el Salmo 119. Cada
versículo o grupo de versículos está ordenado según el alfabeto hebreo.
4. Todas las primeras letras forman una palabra, que se llama un
acróstico. En Las siete leyes del aprendizaje, cada ley está basada en una
de las letras de la palabra aprenda.
Agente
Potencial
Retención
Ejecución
Necesidad
Desarrollo
Avivamiento
La manera más efectiva de usar el alfabeto es en un acróstico, ya que
ayuda al alumno a descubrir por sí mismo el próximo dato en el orden
correcto. Para maximizar la utilidad del acróstico, relaciónelo con el tema,
para que se pueda recordar fácilmente. La próxima vez que quiera que sus
alumnos recuerden una lista de datos, ¿por qué no hacer un acróstico para
ayudarles?
195
Maximizador 4: Exhiba una asociación entre los datos y los objetos y
acciones
Cuando un maestro puede asociar un dato y un concepto con un objeto
concreto o una acción, es posible mejorar bastante la retención y el recuerdo
del alumno. Dios no hizo un mundo plano, sino uno de tres dimensiones,
lleno de objetos, y operando según la ley de causa y efecto.
Dios usó objetos para ayudar a la memoria durante generaciones, como
el tabernáculo, el arca, la vara de Aarón, incluso la cruz. Una pila de doce
piedras del río Jordán fue construida en Canaán como un recuerdo para
todas las generaciones. Esas piedras servían para recordar al pueblo que
Dios había detenido el agua para que Israel pudiera pasar en tierra seca
cuando entraron a la tierra prometida.
Dios también usó acciones que eran parte de la celebración de las
fiestas, el día de reposo, y la Pascua para enseñar muchas lecciones.
Recuerde que Cristo nos pidió que celebráramos la Santa Cena «en
memoria de mí». El bautismo también es una acción que recuerda muchas
cosas.
En la vida moderna, hay objetos que se usan para despertar un recuerdo,
y que llevan párrafos de contenido. Cuando ve un anillo de matrimonio, ¿qué
recuerda? ¿o la bandera de su país? ¿un monumento de homenaje a los
soldados de una guerra? ¿la Estatua de Libertad?
Las acciones también traen a la memoria ciertas verdades. Cuando
usted inclina la cabeza para orar, ¿qué está recordando? ¿Y cuando saluda
a la bandera? ¿Qué significa dar la mano cuando cierran un negocio?
Cuanto más cerca está la acción al hecho que se desea recordar, más fácil
será el recuerdo. Si alguna vez ha asistido a un seminario de Caminata
Bíblica, ha visto muchos objetos y acciones para ayudar a la memoria.
196
Maximizador 5: Narre los datos con una historia
Antes de la producción masiva de libros y la invención de la televisión,
la gente solía usar historias para traspasar datos, valores, costumbres y
tradiciones. Las historias era el papel en que se escribieron los datos para
la próxima generación. Las familias extendidas se unían para compartir una
y otra historia de las generaciones pasadas, para enseñar y ejemplificar
características deseadas de vida.
Cuando vemos cómo Dios reveló su verdad en la Biblia, impacta
inmediatamente el hecho de que la mayoría de la Biblia está en forma de
historias. Dios usó historias, tanto verídicas como imaginarias, para
traspasar Sus máximas a nuestras mentes, Su contenido a nuestra
conciencia.
En forma semejante, nuestras historias son tremendamente efectivas
como mecanismo de transferencia en la predicación, la enseñanza, y la
conversación normal. ¿Por qué lo que más recordamos de los sermones que
escuchamos son las historias? Olvidamos incluso los tres puntos y el poema.
Pero recordamos las historias.
¿Podría ser que el Señor creó la mente del hombre para recibir y
recordar información a través de las historias? Podría ser, y eso explicaría
por qué Cristo usó historias más que cualquier otra forma de comunicación.
Por lo tanto, nunca subestime el valor de las historias y las ilustraciones
y las parábolas. Reorganice su información en una narración, y puede hacer
que sea inolvidable.
¿Recuerde la parábola del buen samaritano? ¿o el hijo pródigo? ¿o la
parábola del sembrador? Posiblemente la próxima vez que enseñe, debe
seguir los pasos de Cristo, presentando su tema en historias. Entonces no
le incomodaría si sus alumnos solamente recordaran sus historias —porque
habrían aprendido la esencia de lo que quiere enseñarles.
197
Maximizador 6: Exprese los datos a través de la música
El mundo secular conoce el valor de la música para grabar un mensaje
en la mente del público. Escuche una hora de la radio o de la televisión, y
escuchará un sinfín de melodías. Son tan efectivas que nos encontramos
cantando las frases toda la semana —de memoria.
La música fue idea de Dios, y no ha sido usada solamente para el culto
y la adoración, sino también para facilitar la memoria de las palabras, la
voluntad, y el camino del Señor. El libro completo de los Salmos era el
himnario de los israelitas —revelado por Dios. El Nuevo Testamento nos
instruye a «ser llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros
corazones» (Efesios 5:18b–19).
Los himnos de la fe son sermones con música. Armonizan las ideas con
sonidos, y las encierran en nuestra memoria, después de cantarlos unas
pocas veces. ¿Quién no recuerda los himnos como «Sí, Cristo me ama», o
«Cuán grande es él»? Los compositores de nuestros himnos querían que
recordáramos un mensaje, así que le pusieron música para cantarlo.
De una manera semejante, cuando los maestros quieren que
recordemos un mensaje, también le pueden poner música. Lo más fácil es
usar una melodía conocida y usar sus palabras con ella. Después de cantar
la canción unas veces, sus alumnos ya tendrán memorizado el mínimo
irreducible.
198
Las descripciones del templo en Ezequiel 40–48 y la Nueva Jerusalén
en Apocalipsis 21–22 son gráficas. Para entender lo que quiere decir el
autor, la mayoría de estudiantes de la Biblia sacan un papel y empiezan a
hacer un dibujo para aclararlo.
Cuando escribí los bosquejos para la versión inglesa de la Biblia, Open
Bible; Expanded Version [Biblia abierta; versión amplificada], incluí un
gráfico para cada libro de la Biblia. Muchas personas me han comentado
que estos gráficos ayudaron mucho a entender. La pizarra, transparencias,
y pancartas son formatos comunes para este método. Cuando se combinan
con aliteración, acrósticos, colores, diagramas y gráficos, son de gran ayuda.
Aquí se puede ver el libro de Génesis en forma de un gráfico simple.
Conclusión
En el momento que usted menos espera, su capacidad de enseñar
velozmente será más valiosa de lo que puede imaginar.
Estaba sentado frente al directorio de una fundación grande y
prestigiosa, para contestar sus preguntas acerca de nuestra solicitud para
una donación grande. Era la primera vez que me había presentado a este
directorio, y estaba muy nervioso.
199
Uno de los directores había mencionado en privado que no todos los
miembros estaban entusiasmados con la propuesta. Un miembro en
particular no la apoyaba, y me preguntaba cómo se manifestaría su actitud.
Los primeros tres minutos resultaron bien —entonces me hizo la
pregunta clave:
—Yo entiendo que usted enseña la Biblia en forma veloz. No creo que
me pueda enseñar velozmente el libro de Génesis.
Tenía todo el derecho a cuestionarlo. Buenas preguntas son signo de
buena mayordomía, y la fundación enfrente de mí era conocida por su
mayordomía cuidadosa.
Pero yo sentí que la decisión acerca de la solicitud estaba en juego, y
sentí que mi corazón iba a explotar.
—Sí, señor, creo que puedo enseñar la Biblia velozmente. Incluso, creo
que puedo enseñarle el libro de Génesis en cinco minutos.
Nadie se movió. Saqué mi reloj, y lo dejé en la mesa con confianza. No
era un momento para timidez.
Entonces respiré profundamente, oré millones de oraciones, sonreí, y
dije:
—Cinco minutos. Cuando terminen los cinco minutos, usted juzgará si
ha aprendido el libro de Génesis.
Sonrió un poco, pero capté que disfrutaba del momento.
Entonces durante cinco minutos, me olvidé de todos los demás, y me
concentré solamente en él. Estaba al otro extremo de la sala, sentado en un
sillón ejecutivo de cuero. Le enseñé, repasé, y le hacía preguntas. Repasé
un poco más, enseñé un poco más, siempre mirando el reloj, mientras
pasaban rápidamente los segundos.
Al final de los cinco minutos, tranquilamente me puse el reloj, y le
pregunté si podía decirme todo lo que había aprendido en los cinco minutos.
Se rió, y procedió a repasar todo lo que había enseñado. ¡Perfectamente!
200
Todos rompieron en aplausos de celebración, y yo respiré
tranquilamente de nuevo. En silencio, di las gracias al Señor, y miré la
votación del directorio.
Salí con una donación que era todo lo que había pedido.
¿Vale la pena la enseñanza veloz? ¡Absolutamente!
2. Piense en los días cuando era alumno y tenía que estudiar intensivamente
a última hora para un examen. ¿Qué métodos usó para memorizar
rápidamente la información? ¿Cómo sería si usted usara los mismos
métodos para enseñar a sus alumnos ahora? ¿Cree que cambiarían sus
calificaciones?
201
tres más difíciles. Si no hubiera limitaciones de tiempo ni dinero, ¿cuál sería
su favorito? ¿Por qué?
202
CUARTA LEY
LA LEY DE LA
Ejecución
7
LA LEY DE LA EJECUCIÓN; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Cuando estaba en la escuela secundaria, la segunda cosa más grande
que un hombre podría hacer (después de tener una novia) era tener su
propio automóvil. Eso fue hace muchos años cuando la jerga era distinta y
la moda era diferente. En esa década de los sesenta, el automóvil más
popular era un modelo rural llamado «Woody», dado a conocer por los
cantantes famosos, los «Beach Boys».
Afortunadamente, nuestra familia tenía un «Woody». Durante meses,
rogaba a mis padres que me dejaran manejarlo a la escuela para lucirlo.
Finalmente me dijeron: «Bueno, si mantienes tus calificaciones altas, te
dejaremos usarlo en las últimas seis semanas del año».
¡Qué motivación! Trabajé con toda mi fuerza para mantener buenas
calificaciones. Al final del año, me entregaron las llaves.
Casi no podía dormir durante el fin de semana, y preparaba mi «Woody»
para su «debut». Mis padres no podían creer que el mismo joven que no
tenía energía para cortar el césped trabajara hasta las horas tempranas de
la mañana, limpiando y encerando el vehículo, afinando el motor, instalando
parlantes nuevos, cambiando el silenciador, y poniendo nueva alfombra.
Claro que fue mucho trabajo, pero valió la pena. Cuando fui a la escuela, me
sentí como si hubiera sido dueño del mundo.
203
Allí andaba yo, con el vidrio abajo, el brazo colgando afuera, y la radio
sonando tan fuerte que se podía escuchar por kilómetros. Fui a la playa de
estacionamiento de la escuela y paseé enfrente de todos, hasta llegar al
lugar donde estacionaban los alumnos mayores. Entonces hice lo que hacen
todos los alumnos —con el embrague en neutro, hice acelerar el motor para
que sonara fuerte. Más y más fuerte. Este era el rito típico. Todos los jóvenes
se acercaron, abrieron el capó, miraron el motor, e hicieron comentarios de
admiración. Entonces todos ellos también subieron los capós de sus
automóviles y aceleraron sus motores. Todos juntos quemamos galones y
galones de gasolina, sin movernos un centímetro. ¡Pero qué manera de
sentir el poder más increíble! Fue una gran inspiración, y valió cada gota de
gasolina.
Ahora si me encuentra hoy en día en el estacionamiento de la iglesia con
el capó arriba, acelerando el motor, con la música fuerte, probablemente se
preguntaría qué me pasa. Tales actividades son normales para un joven de
diecisiete años, pero no para un adulto mayor.
Cuando tenía diecisiete años, consideraba a un automóvil como un fin
en sí mismo. Me emocionaba más el sonido del motor que el transporte que
brindaba. Confundiendo un medio con el fin, mostraba mi inmadurez. El
propósito de un vehículo no es acelerar el motor, sino transportarnos de un
lugar a otro. El valor verdadero del vehículo está en la aplicación de su
motor, y no solamente en el motor mismo.
Hoy en día, desdichadamente, en la gran mayoría de los púlpitos y
salones de clase, aceleramos el motor, y nos emocionamos por el sonido
que hace, mientras la gente en el público está preguntándose: «¿Cuándo va
a llevarnos a alguna parte con esto?» Confundimos el medio con el fin. Nos
enredamos tanto en nuestro contenido que nos olvidamos del hecho de que
el propósito del contenido es un cambio de vida.
A nosotros los maestros nos gusta acelerar el motor —los tres puntos,
siete pautas, catorce claves. Con mucho orgullo presentamos nuestros
204
bosquejos que forman acrósticos, nuestros subpuntos, y nuestras
ilustraciones, como si fueran los nuevos parlantes y la nueva alfombra de un
vehículo. Los seminarios, las universidades y las conferencias están
preparando mejor que nunca a la gente. Pero cuando examina a sus
alumnos y a sus iglesias, verá más problemas que nunca. El abuso de
drogas y alcohol. Inmoralidad. Divorcio. Hijos rebeldes. Desordenes de
alimentación. Prioridades equivocadas. ¡Parece que la verdad sola no nos
ayuda mucho!
¡Juntémonos, cerremos el capó, subamos al automóvil, y vayamos hacia
nuestro destino! Cuando lo hagamos, cambiará nuestra manera de enseñar.
205
Un versículo bíblico clave relacionado con este asunto es uno que usted
conoce, sin duda. Quizás lo haya memorizado, escuchado en sermones, y
enseñado en sus clases. Pero posiblemente no haya considerado cómo este
texto revela el deseo que Dios tiene para que se haga aplicación de la
verdad.
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra. (2 Timoteo 3:16, 17)
Desgraciadamente, la mayoría tiende a pensar que este texto indica:
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar doctrina», y
nada más. Creemos que Dios nos ha dado la Biblia principalmente para
enseñar doctrina. Por lo tanto, cuando usted y yo enseñamos, tendemos a
explicar la doctrina, a explicar el significado del pasaje. Pero el problema es
que el texto de 2 Timoteo no está diciendo eso; enseña otra cosa.
Una manera de descubrir la idea principal de un versículo o un pasaje
es eliminar todos los adjetivos, los adverbios, las frases preposicionales, y
las cláusulas descriptivas. Muchas veces este ejercicio simple elimina
mucha confusión. Cuando aplicamos este método a 2 Timoteo 3:16, 17, la
oración dice:
La Escritura es inspirada y útil, a fin de que el hombre (de Dios) sea perfecto,
preparado.
Estudie estas palabras un momento. ¿Para qué propósito fue inspirada
la Biblia? ¿Para doctrina? No. ¿Para redargüir y corregir? No. Estos son
simplemente descripciones del concepto central, incluso preceden la frase
«a fin de que», probando claramente que no describen el propósito o la
meta.
Lo que dice este texto es que la Palabra de Dios fue inspirada para dos
propósitos:
1. A fin de que el cristiano sea perfecto;
2. A fin de que el cristiano sea preparado.
206
¿Las palabras perfecto y preparado están centradas en «saber» o en
«ser y hacer»? Correcto —las dos apuntan completamente a lo que sucede
en la vida del creyente sobre la base del contenido. La preocupación
principal de Dios no es el contenido, sino la ejecución del contenido a la vida.
Por lo tanto, la gran mayoría de profesores —sean cristianos o no—
están en el camino equivocado con respecto a los propósitos de Dios,
cuando enseñan principalmente para que «sepan». A menos que enseñen
con el mismo propósito por el cual fue escrita la Biblia, estarán trágicamente
en conflicto con Dios.
207
La metodología: cómo aplicar la Biblia a la vida del creyente
¿Cómo enseño la Palabra de Dios para que el hombre de Dios sea
cambiado, preparado, perfeccionado? 2 Timoteo 3:16, 17 menciona cuatro
métodos principales de aplicación que podemos usar para lograr los
cambios en el carácter y la conducta del creyente. Enseñar y corregir se
refieren principalmente a la creencia, mientras redargüir e instruir en justicia
se refieren principalmente a la conducta.
Creencia
• «Enseñar» (didaskalían) significa enseñanza, instrucción, lo que se
aprende, lo que se mantiene puro y se defiende contra herejías. Este tipo de
enseñanza ocurre cuando el maestro explica la Palabra de Dios al hombre
de Dios, mostrándole las verdades que debe creer. Este término se usa
también en Romanos 15:4, refiriéndose a la Palabra escrita para que
aprendamos, y en 1 Timoteo 4:13, 16 donde Pablo anima a Timoteo a
atenderlo y hacerle caso.
• «Corrección» (epanorthosin) consiste en tres palabras griegas que
significan «hacer derecho de nuevo». Su meta es arreglar, levantar a los
caídos, corregir a los que están en error. Este es el único lugar donde se usa
el término en el Nuevo Testamento, y significa corregir falsas doctrinas o
creencias que uno sostiene.
• El propósito de la enseñanza es explicar la verdad. Es el lado positivo:
«Esta es la comprensión correcta de la verdad». La corrección es lo opuesto
de la enseñanza: «Lo que usted cree no es bíblico. Al contrario, la Biblia
enseña…» Tanto la enseñanza como la corrección se relacionan
principalmente con las creencias del cristiano.
Conducta
• La «instrucción en justicia» (paideian) se refiere a la crianza y significa
«entrenamiento de niños». Su énfasis está en guiar a los creyentes en el
camino de Dios, e incluye el castigo y la disciplina. Según un diccionario
griego autoritativo, este término describe «todo el entrenamiento y la
208
educación de niños relacionados con el cultivo de la mente y los principios
morales, las órdenes y admoniciones, la reprensión y el castigo; lo que
también cultive el alma en adultos, especialmente el aumento de la virtud».
Usos clave de esta palabra se encuentran en Efesios 6:4 y en Hebreos 12:5,
8.
• «Redargüir» (elegmos) habla de la condena o el castigo de un pecador.
Significa amonestar a alguien que está en pecado o convencer a una
persona de su error y ayudarle a volver al camino correcto. Este es el único
uso de la palabra en el Nuevo Testamento.
Instruir y redargüir se refieren principalmente a la conducta. Instruir hace
referencia a algo positivo, redargüir a algo negativo. Instruir significa
entrenar al cristiano para vivir para Cristo diariamente. Redargüir impide al
cristiano que se conduzca inapropiadamente y trata de restaurar su
conducta de acuerdo con los mandamientos de Cristo.
Estos son los cuatro métodos principales para producir cambios
permanentes en el hombre o la mujer cristiana. Incluyen la creencia y la
conducta, animando lo positivo y corrigiendo lo negativo. Cuando entendí
esto y empecé a usarlo, volví al camino correcto acerca de la aplicación
bíblica.
Ya que la Biblia fue dada para cambiar nuestras vidas, y ya que estos
cuatro métodos son universales, los libros de la Biblia caben en estos cuatro
métodos de aplicación. Por ejemplo, ¿en qué categoría está 1 Corintios?
Redargüir. (Dice, «¡No hagan esto!») ¿Dónde pondría Romanos,
especialmente los capítulos 1–11? Enseñanza. (Esto es lo que deben creer.)
¿Y Filipenses? Sí, instrucción en justicia. (Así deben vivir). ¿Y Gálatas? Es
corrección. (Dejen de creer esa doctrina incorrecta.) No encontrará ningún
pasaje extenso en la Biblia que no caiga en uno de estos cuatro métodos,
porque así ocurre la enseñanza para cambiar vidas —como padres, como
profesores, o como predicadores.
209
Entonces, ¿cuál es el propósito de la Biblia? Desgraciadamente,
normalmente lo perdemos. Sí, es bueno memorizar la Palabra de Dios. Pero
ese no es el fin principal. Sí, es bueno estudiar la Biblia. Pero tampoco ese
es el fin principal. La Palabra de Dios fue dada con un solo propósito principal
—cambiar la vida del cristiano para que sea más como Cristo, y para que
haga más para Cristo.
Por lo tanto, la próxima vez que enseñemos, si queremos usar la Biblia
con el mismo propósito por el cual fue entregada, debemos apuntar a una
cosa: ¡un cambio de vida! La gran mayoría de profesores, sin embargo,
apuntan a la comprensión de la verdad, y se preguntan por qué esa
comprensión no resulta en un cambio de vida. Piensan que el propósito de
la Biblia es adoctrinar en vez de aplicar; piensan que basta con el contenido.
El contenido rara vez desarrolla un cambio permanente en la vida, si no va
acompañado de una aplicación cuidadosa y bíblica.
211
Esta ley ha revolucionado mi vida y mi ministerio. Antes yo enseñaba y
predicaba para entregar información. Solamente desde que aprendí y
empecé a practicar lo que estoy por comunicarles, he podido experimentar
el gozo de ver cambios permanentes en mis alumnos. Mi oración es que,
mientras lee estas siete máximas de la ley de la ejecución, el Señor lo
capacite para aprender el revolucionario método de esta ley en el siguiente
capítulo.
212
Al principio, nos agradaba, porque nos hacía sentir que estábamos
enseñando bien a nuestros hijos. Pero después de escuchar la misma
conversación durante varias semanas, empezamos a preocuparnos. Sus
maestros habían limitado la enseñanza a contar las historias bíblicas.
Estaban usando mal la Biblia, porque dieron solamente el primer paso, el de
contar los hechos. La razón principal por la que debíamos contar esas
historias era para que Dave y Jenny maduraran como cristianos.
Esto pueda sorprender a algunos maestros de la escuela dominical, pero
yo no creo que estuvieran enseñando la Biblia a nuestros hijos. Les
contaban historias bíblicas. Hay una diferencia increíble entre enseñar los
hechos y enseñar algo que cambie nuestras vidas. El hecho de conocer las
historias no cambia la vida de nadie —¡una visita a una clase de una
universidad secular acerca de la «Biblia como literatura» no le convencerá
de nada!
Según 2 Timoteo 3:16, 17: «Toda la Escritura» fue inspirada por Dios
para que «la gente de Dios» pueda llegar a ser como «el Hijo de Dios». Dios
dio la Biblia, no para entregar contenido, sino para transformarnos a la
imagen de Cristo. Enseñar solamente para informar significa enseñar en
contra del propósito revelado por Dios.
No utilice mal el libro de Dios para lograr sus propios propósitos. En
cualquier momento que alteremos los propósitos de Dios, estamos en
peligro. Debemos enseñar las Escrituras correctamente, es decir,
enseñarlas para producir cambios permanentes en las vidas.
213
responsabilidad de otra persona, algún agente secreto que hace que suceda
la aplicación en forma misteriosa.
Hasta entender este principio, no lo consideraba mi responsabilidad
tampoco. Recuerdo un debate emocionado con un hombre cristiano de edad
avanzada, después de que me había escuchado enseñar sólo contenido sin
aplicación, terminando la clase con esa cláusula maravillosa que cubre todo:
«Y ahora que el Espíritu Santo aplique esta verdad a nuestras vidas». Con
una leve sonrisa, me preguntó si yo quería ver alguna vez la respuesta a esa
oración.
—Por supuesto —dije—, ¿quién no quisiera ver eso?
—¡Espere un poco, porque usted es la respuesta de su propia oración!
Explicó que el Espíritu Santo quería aplicar la verdad, pero que su
instrumento principal era el mismo maestro que la enseñaba. Terminé esa
conversación convencido de que no debía esperar que Dios hiciera lo que
me había encomendado a hacer. El Espíritu Santo obra a través del proceso
de aplicación del maestro.
La diferencia entre enseñar contenido y enseñar aplicación es
asombrosa. El maestro de contenido piensa que su responsabilidad es cubrir
la materia y explicar la información. El maestro de aplicación piensa que su
responsabilidad es aplicar la información para traer cambios permanentes
en sus alumnos.
El apóstol Pablo entendió que la aplicación era la responsabilidad
principal del maestro: «a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y
enseñando a todo hombre en toda sabiduría, [¿para qué?] a fin de presentar
perfecto en Cristo Jesús a todo hombre; para lo cual también trabajo,
luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí»
(Colosenses 1:28, 29).
Posiblemente la razón que no experimentamos el poder sobrenatural de
Dios al enseñar, es que hemos usado mal el Libro de Dios, impidiendo su
unción. Él no necesita informadores, sino transformadores.
214
Jesucristo nos ha delegado esta responsabilidad de aplicar la verdad
para cambiar vidas en su famosa gran comisión (Mateo 28:18–20). ¿Se
acuerda cómo nos indicó que debemos enseñar? «Enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado.…» Cristo fue muy claro.
Quiere que sus maestros enseñen para que los alumnos
«guarden/hagan/obedezcan» todas las cosas que dijo. Cuando nuestros
estudiantes «guardan», significa que aplican la verdad.
No solamente Pablo enseñaba para cambiar vidas, sino también Pedro,
Santiago, y Juan. Los discípulos del primer siglo y los discípulos del siglo
veintiuno siguen los pasos del Maestro —enseñan para cambiar vidas.
215
Recuerdo el día exacto en que este descubrimiento empezó a aclararse
para mí. Me sacudió tan profundamente que nunca me he recuperado. Pedí
a mi secretaria que me escribiera tres sermones recientes de Charles
Swindoll, alguien que yo considero uno de los predicadores más eficaces en
el país. Entonces, nuestro editor en aquel tiempo, Larry Libby, y yo tomamos
esos sermones y empezamos a destacar las partes de contenido en color
naranja y las partes de aplicación en color amarillo.
Fue una tarde fascinante. ¿Qué porcentaje sería aplicación? ¡Más de
50%! ¡Seguramente nos habíamos equivocado! Empezamos a investigar
otros predicadores conocidos como Charles Stanley y Howard Hendricks.
Los resultados eran similares. Incluso, ¡algunos de los mejores sermones
tenían 75% de aplicación!
No pude creer lo que estaba encontrando. Revisé un poco de historia
eclesiástica y saqué una lista de predicadores que habían sido usados
mucho por Dios en sus generaciones. Predicadores y maestros como D. L.
Moody, Jonathan Edwards, Charles Finney, Charles Spurgeon, John
Wesley, Dietrich Bonhoeffer, A. W. Tozer, y Oswald Chambers. ¿Cuál era el
porcentaje? Seguramente, pensé, ¡muchos de estos hombres cabían en la
categoría de los que predicaban 90% contenido!
Empecé con D. L. Moody, uno de mis favoritos. Hicimos copias de sus
sermones y nos pusimos a trabajar, destacadores en mano. ¡Qué sorpresa!
Moody —que muchos consideran la voz cristiana más importante del siglo
diecinueve —¡dedicaba más de 70% a la aplicación! Sin excepción, no había
ninguno de 90% en el grupo. Todos dedicaban entre 45% y 75% a la
aplicación. En la mayoría de los casos, había mucho más aplicación que
contenido.
¿Podría ser una característica universal de los comunicadores que
habían sido ungidos por Dios de manera especial a través de la historia de
la iglesia? Si es así, entonces estoy mal —junto con la mayor parte de los
cristianos.
216
Pero eran solamente hombres, razoné. ¿Dónde está el versículo bíblico
que revela el porcentaje correcto de aplicación? ¿Cuál es la voluntad de Dios
para los maestros? Pasaron varios días mientras buscaba una respuesta
bíblica para esta pregunta crucial. No hay muchos sermones en la Biblia
para ayudar. Finalmente, me di cuenta de que las epístolas son, en realidad,
sermones escritos. Posiblemente la respuesta esté en ellas.
¿Puede usted imaginar cuando el correo entregaba una de las cartas de
Pablo? La iglesia probablemente abandonaba su orden de culto para esa
semana, y decidía leer la carta en voz alta. Estoy seguro de que les gustó
Efesios, pero ¿puede imaginar cómo se sentían los que cuidaban a los niños
cuando llegó Romanos, con dieciséis capítulos?
¡Con eso tenía mi respuesta! Solamente tenía que encontrar la
proporción entre contenido y aplicación en esos sermones inspirados por
Dios. Finalmente podría probar mi teoría del 90%. No sabía que iba a
encontrar la sorpresa de mi vida.
Empecé con Romanos, porque es el libro más doctrinal en la Biblia.
¡Seguramente el contenido reinaba allí! Con mis destacadores naranja y
amarillo, empecé a analizar los dieciséis capítulos de Romanos. No fue difícil
determinar cuáles eran los capítulos de contenido y cuáles eran de
aplicación:
Capítulo 1 – contenido
Capítulo 2 – contenido
Capítulo 3 – contenido
Capítulo 4 – contenido (Estaba entusiasmado; ¡iba a llegar a 90%!)
Capítulo 5 – contenido
Capítulo 6 – aplicación
Capítulo 7 – aplicación
Capítulo 8 – aplicación
Capítulo 9 – contenido
Capítulo 10 – contenido
217
Capítulo 11 – contenido
Capítulo 12 – aplicación
Capítulo 13 – aplicación
Capítulo 14 – aplicación (¿Qué sucede aquí?)
Capítulo 15 – aplicación
Capítulo 16 – aplicación
¡Cuéntelos, amigo! El libro de la Biblia más pesado en contenido
contiene ocho capítulos de contenido y ocho capítulos de aplicación. ¡50–
50!
Inmediatamente vino a la mente Efesios, el segundo libro más doctrinal
del Nuevo Testamento. ¡Seguramente tendrá más contenido! Pero los tres
primeros capítulos son de contenido y los últimos tres son de aplicación. 50–
50. El Señor estaba captando mi atención.
Decidí ver la carta de Santiago. No pude creerlo cuando encontré que
los cinco capítulos están llenos de aplicación. No quise contarlo. Se acerca
a 80%.
Investigué 1 Pedro. Más de 60% aplicación.
Todas son iguales: cada una de las epístolas del Nuevo Testamento
consisten de tanto o más aplicación que contenido. La verdad me estaba
acorralando rápidamente. La convicción me inundaba como un aluvión.
En un acto final de desesperación, saqué fotocopias de los sermones
principales de Jesús. El Sermón del Monte (Mateo 5–7) tenía más de 65%
de aplicación. El discurso en el aposento alto (Juan 13–17) me pasmó con
su aplicación. Uno y otro pasaje reflejaba el mismo porcentaje. ¡Cristo era el
rey de la aplicación! Nunca encontramos a Jesús simplemente explicando el
Antiguo Testamento o revelando la información del Nuevo Testamento como
un fin en sí mismo. Su contenido siempre provee una base para la
aplicación.
Hasta ese momento, esta investigación había sido un ejercicio
académico. En realidad yo quería justificar mi propia práctica. Pero las
218
escamas caían de mis ojos; donde sea que miraba, veía el corazón de
Maestro en Dios por primera vez. Ahora estaba entendiendo por primera
vez. Dios me estaba convenciendo. Y la fuerza pesada de lo que había
estado haciendo durante tantos años me atravesó el corazón. Me encontré
en el suelo de mi oficina en medio de la noche, con lágrimas de
arrepentimiento.
Aún ahora, al escribir esto más de una década después, me conmueve
pensar en esa experiencia de descubrir una verdad tan esencial. Ha
cambiado mi vida y mi ministerio para siempre.
¿Dónde está usted en esto? Si se encuentra bajo la convicción de que
el Señor quiere que usted cambie el propósito y la proporción de su
enseñanza, entonces está experimentando la misma obra de gracia que yo
experimenté.
Ahora permítame hacerle una pregunta importante, llena de aplicación:
¿Está dispuesto a comprometerse con el Señor que desde ahora en
adelante, enseñará y predicará con un equilibrio apropiado entre información
y aplicación, 50–50, y no 90–10? ¡Tal compromiso cambiará su enseñanza
para el resto de su vida!
Antes de dejar esta máxima, sin embargo, por favor recuerde que este
asunto de equilibrio es una pauta general, y no una regla estricta. A veces
su clase puede ser como Santiago, con casi 80% de aplicación, y a veces
puede ser más como Hebreos, con más de 90% contenido. Relájese. No
permita que caiga en la trampa de los fariseos, haciendo que pautas
generales se conviertan en lista de leyes rígidas que el Señor nunca ordenó.
Solamente debe tener en mente cuando piensa en su enseñanza durante
los últimos meses, que debe estar apropiadamente equilibrada.
219
Máxima 4: La aplicación enfoca la Escritura hacia las
necesidades de los alumnos
Dios dio la Biblia para cambiar nuestras vidas. Los maestros son
responsables por la aplicación de las Escrituras. Por lo menos el 50% de
nuestras presentaciones debe ser aplicación. Pero ¿cómo se sabe cómo
enfocar la aplicación? La quinta ley del aprendizaje, la ley de la necesidad,
presenta un análisis completo de este asunto, pero por lo menos podemos
tocar el tema inicialmente.
La característica más importante de la aplicación, además del hecho de
que sea bíblica, es que sea apropiada para los oyentes. Las aplicaciones
de Juan 15 (la parábola de la vid y los pámpanos) para una clase de niños
de siete años de edad serán diferentes de las aplicaciones del mismo
pasaje para un grupo de matrimonios mayores de edad. La edad guía la
aplicación. El propósito guía la aplicación. Considere cómo aplicar Juan 15
en una conferencia de padres y profesores en una escuela, o en un estudio
bíblico para ancianos. Las necesidades de los alumnos deben ser el
ingrediente más importante para determinar lo que debe ser la aplicación.
Todo está relacionado como una intrincada telaraña. Cuando reina el
contenido, sus necesidades son las más importantes. El único problema es
que el contenido no tiene necesidades. Cuando la aplicación reina,
entonces las necesidades de los alumnos son lo más importante, porque
son ellos quienes deben recibir la aplicación y actuar de acuerdo con ella.
Las aplicaciones que influyen para hacer cambios permanentes son las
que están enfocadas con más precisión hacia el punto de necesidad más
grande de los alumnos. Cuando lea la ley de la necesidad en el Capítulo 9,
descubrirá cómo la enseñanza de Cristo apuntaba a las necesidades de la
gente, usando cinco pasos revolucionarios que usted puede usar la
próxima vez que enseñe.
220
Máxima 5: La aplicación tiene su máxima influencia cuando el
alumno ve la base bíblica por sí mismo
Una de las razones principales por las cuales muchas aplicaciones
buenas no producen cambios es que no tienen el espíritu auténtico de «así
dice el Señor» detrás de ellas. De alguna manera hemos perdido el requisito
más básico de todos para la enseñanza cristiana. Nos hemos desviado de
la necesidad absoluta de asegurar que nuestros alumnos vean por sí
mismos que hemos desarrollado nuestras aplicaciones directamente de la
Biblia misma. Es poco común que los alumnos salgan después de una clase
o un sermón diciendo: «Debo hacer esto porque el Señor me dice que debo
hacerlo —aquí mismo en este versículo». Para que nuestras aplicaciones
tengan el máximo impacto, deben tener la autoridad de la Biblia en,
alrededor, debajo, y detrás de ellas.
Hace poco enseñé el curso de Las siete leyes del aprendizaje en las
Filipinas a líderes cristianos de más de cien países. El domingo en la
mañana muchos fuimos al culto en una iglesia local en Manila. El pastor
abrió su Biblia, leyó ocho versículos, cerró la Biblia, y la puso debajo del
púlpito. Su mensaje fue elocuente, sí. Pero ¿cambió vidas? No, porque no
tenía la autoridad divina detrás de sus palabras.
Su sermón fue bíblico. Su sermón fue ortodoxo. Su sermón fue bien
organizado. Pero nunca nos llevó a la montaña. Nunca puso la voluntad de
Dios directamente delante de nuestros ojos. Los hombres, las mujeres, y los
jóvenes que tenían hambre no comieron del maná celestial. En vez de
entregar la Palabra de Dios, entregó su propia palabra. Escuchamos la voz
de un hombre cuando lo que queríamos escuchar era la voz del
Todopoderoso.
Pocos hablan por el Señor hoy en día. Al contrario, muchos suben los
peldaños de la escalera para tener una plataforma para sus propios
pensamientos. Hemos decidido que seremos nosotros la Palabra. Así que
221
cerramos el Libro de Dios, abrimos nuestras bocas, y nos preguntamos por
qué no hay poder.
Amigos, a menos que nuestros alumnos tengan contacto directo con los
versículos bíblicos por sí mismos, y vean lo que dice la Biblia, temo que
habremos predicado nuestro mensaje y no el mensaje de Dios. La Biblia
puede permanecer abierta en nuestro púlpito, pero su Palabra permanece
cerrada.
¿No somos nosotros los Moisés modernos? ¿No hemos sido llamados
a reunir a la gente y decirles lo que ha ordenado el Señor? Estoy seguro de
que los israelitas salieron del monte de Sinaí seguros de una cosa: que
habían escuchado una palabra del Señor. No de Moisés, ni de los ángeles,
ni de un profesor o predicador — habían escuchado la Palabra del que mora
en la montaña santa. Pero no se olvide —¡Moisés lo dijo!
¿No nos ha llamado Dios a su montaña santa, encomendándonos un
mensaje —no de las dos tablas, sino de los sesenta y seis libros— y nos ha
comisionado a enseñar «que guarden todas las cosas que os he mandado»?
Cuando entre al salón de clases, asegúrese de que haya recién bajado de
esa montaña —que su cara esté brillando y su corazón ardiendo.
Hábleles. Han venido a escuchar lo que dice el Señor… a través de
usted.
222
El maestro es el mediador del mensaje. Está entre el Señor y su pueblo.
Es el mecanismo de comunicación que el Señor ha dado a la iglesia. El
maestro del Señor es el vínculo vivo entre la Palabra de Dios y el Pueblo de
Dios.
Los maestros no pueden mejorar las Escrituras, pero pueden
contaminarla. Un cristiano que está viviendo en pecado estorba la
comunicación. Está bloqueada en ambas direcciones —la bloquea no
solamente para con el Señor, sino también para con el pueblo. Cuanto más
nuestro carácter refleja el carácter de Cristo, más claro es el mensaje.
El maestro puede ahogar la comunicación de las Escrituras en una de
cuatro maneras. Primero, el carácter del comunicador puede suavizar el
impacto de la aplicación, si los alumnos no perciben la integridad del
maestro. ¿Será auténtico? Si usted no es auténtico, entonces sus alumnos
no creerán el mensaje tampoco. Una persona falsa entrega un mensaje
falso. Los hipócritas corrompen la proclamación. «Lo que eres habla tan
fuerte que no puedo escuchar lo que dices.»
Segundo, la conducta del comunicador puede bloquear la Biblia si el
maestro es culpable de conducta pecaminosa. Si el maestro está pecando
abiertamente, entonces el mensaje frecuentemente produce alienación del
Todopoderoso. La conducta carnal no solamente apaga el Espíritu del
Señor, sino también apaga el espíritu del pueblo de Dios.
Tercero, la comunicación del maestro puede dañar el mensaje. Un estilo
pobre puede minimizar un gran mensaje. La comunicación aburrida y
monótona puede hacer dormir a cualquier público.
Cuarto, el grado de cambio en el comunicador, debido a su obediencia
a la Palabra, o limita o libera la verdad en el corazón de los oyentes. Si la
verdad ha transformado al maestro, entonces la verdad tiene más
probabilidad de transformar a los alumnos. Por eso, cuando alguien utiliza
la materia de otra persona, el mensaje no tiene poder. A menos que sus
propias huellas estén en él, y a menos que haya hecho alguna diferencia en
223
su vida, usted puede contar con el hecho de que no causará cambios en la
vida de sus alumnos.
Cuando enseñamos, la gente constantemente investiga nuestra
integridad. Están preguntando: «¿Usted practica lo que predica, o solamente
le gusta predicar?» ¿Le gusta dictar clases acerca de la verdad, o vive la
verdad antes de hablar de ella? Pablo tenía una filosofía clara con respecto
a esto. Dijo: «Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por
medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las
obras.…» (Romanos 15:18).
Trágicamente ha ocurrido un divorcio entre la conducta y la
comunicación de muchos maestros. Hemos separado lo que el Señor ha
unido. Hemos comunicado que creemos que el carácter no está relacionado
con el contenido.
¡Qué hipocresía! ¡Qué manera de deshonrar al Señor! Para ver qué
piensa el Señor de esta mancha sobre su integridad, lea los requisitos para
liderazgo en la iglesia en 1 Timoteo 3 y Tito 2. O lea las palabras cortantes
de Jesús en Mateo 23 a los que enseñan la verdad mientras practican una
mentira.
¡El carácter es el prerrequisito principal para comunicar Su mensaje! El
maestro que sigue al Maestro de maestros se da cuenta de que el qué y el
cómo de la lección son importantes, el quién del maestro que comunica la
lección es aun más importante.
Hay tres pasos prácticos que puede seguir un maestro para asegurarse
de que ha obedecido la verdad antes de enseñarla. La verdad es imitada
más que aprendida, porque la vida comunica más que los labios. ¿Cómo,
entonces, puede enfocar su vida y sus lecciones con eso en mente?
1. Prepare sus lecciones durante toda la semana antes de enseñar. Ya
que las aplicaciones más potentes son influenciadas por la manera en que
lo han impactado a usted, entonces olvídese de la preparación del sábado
en la noche o el domingo en la mañana. Dios no hace que la verdad llegue
224
a ser auténtica en forma milagrosa mientras dormimos el sábado en la
noche. Debemos darle suficiente tiempo al Señor para que obre en nosotros
y por medio de nosotros.
Asistí a la celebración del vigésimo aniversario del ministerio de un
pastor de una iglesia grande y viva. Había miles reunidos en un gran salón
de baile en Atlanta. Fue una noche de mucho amor y respeto mutuo entre el
pastor y su congregación. Cuando el pastor le dio gracias a su congregación,
dijo: «Saben, amigos, no soy especialmente inteligente. No soy el predicador
más elocuente. Pero hay algo que yo hago cada lunes en la mañana cuando
me levanto de la cama. Me pongo de rodillas y pregunto al Señor: “¿Qué me
vas a enseñar esta semana para compartir con Tu pueblo el próximo
domingo?”»
Le dije a mi esposa: «Ese es el secreto del ministerio poderoso de este
hombre». El secreto no estaba en lo que hacía en el púlpito el domingo
delante de miles de personas, sino que estaba en lo que hacía de rodillas el
lunes delante del Trono. Por lo tanto, empiece a prepararse para la clase de
la próxima semana en el momento que termine la clase de esta semana.
2. Pida al Señor que durante la semana, aplique a su propia vida la
verdad específica que va a enseñar. Pida a Dios que la haga real para usted.
Usted puede estar seguro de que el Señor contestará esa oración, porque
está en el centro de Su voluntad. El Señor no quiere nada más que la
obediencia de sus hijos.
Cuando permitimos que Dios aplique la verdad que enseñamos a
nuestras propias vidas primero, seguimos el ejemplo de Pablo, que enseñó
para cambiar vidas: «Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así
se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros» (Filipenses 3:17).
Pablo quería que todos enseñáramos para cambiar vidas, y no solamente
para comunicar información. Dijo: «presentándote tú en todo como ejemplo
de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra
sana e irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga
225
nada malo que decir de vosotros» (Tito 2:7, 8). Quizás tal integridad de vida
nos permita enseñar con integridad.
Tanto la vida como los labios del maestro comunican la verdad. Cuando
comunican la verdad en armonía, el poder de Dios se libera a través del
maestro cristiano.
3. Comunique con toda su mente, su voluntad, y su emoción las
aplicaciones que Dios le ha enseñado en la Biblia. El contenido viene de las
Escrituras y la comunicación viene de su vida. Asegúrese de comunicar con
pasión y fervor lo que ha aprendido en su propia experiencia.
Los maestros casi universalmente sobreestiman el poder de sus
palabras y subestiman el poder de la emoción que fluye detrás de sus
palabras. Como presentaremos en el próximo capítulo, el cambio de vida no
sucede solamente cuando una persona cambia su manera de pensar, sino
también cuando son movidos emocionalmente. Libérese de la esclavitud del
enfoque de la enseñanza que pone el énfasis en el pensamiento. Ocupe su
vida entera para tocar la vida de los alumnos. Ríase, llore, lamente,
regocíjese. Sea totalmente humano cuando enseña.
A la misma vez, tenga cuidado que no llegue a ser la estrella. Usted y yo
somos siervos, no superestrellas. Somos tutores que debemos poner el
énfasis, no en nuestras habilidades o en nuestras lecciones, sino en los
alumnos y en su progreso hacia la madurez. En ese contexto, usted puede
revelar con criterio y con autenticidad algunos incidentes de su propia vida,
incluyendo los éxitos y los fracasos.
Cristo vino a salvar al hombre completo —no solamente su mente, no
solamente sus emociones, no solamente su voluntad, y no solamente su
espíritu. Cristo vino a proveer una manera en que todos los hombres
pudieran ser todo en él. Como sus representantes, podemos seguir sus
pasos. ¡Que la verdad siempre toque nuestras vidas antes de que toque a
nuestros alumnos! ¡Que comuniquemos el evangelio entero con una
presentación entera al hombre entero!
226
Máxima 7: La aplicación, a fin de cuentas, tiene que llevar al
alumno desde el estudio de la Biblia hasta la obediencia al
Señor
Esta última máxima requiere que el maestro guíe a sus alumnos a través
de dos transiciones mayores. Primero, el maestro debe guiar al alumno
desde el estudio hacia la obediencia. Segundo, el maestro debe cambiar el
enfoque del alumno desde la Biblia hacia el Señor. Los dos son esenciales
para aplicaciones dinámicas. La primera transición está centrada en lo que
está haciendo el alumno —o estudiar u obedecer— y la segunda está
centrada en lo que está mirando el alumno —o la Biblia o a Dios.
El cristianismo no es un sistema de datos. No es un sistema de
información o teología. El cristianismo tampoco es el resultado de entender
los apuntes de las clases. El cristianismo es una relación con una Persona
viva, Jesucristo. Desdichadamente, frecuentemente enseñamos como si
fuera solo la comprensión de información.
Guíe a sus alumnos más allá de la verdad a la Persona que es la Verdad.
Con demasiada frecuencia, sin embargo, los alumnos estudian la Palabra
de Dios en nuestros salones, ¡sin haber conocido a Dios! No estoy hablando
de conocer al Señor en el sentido de la salvación. Estoy hablando de
conocer al Señor mejor como resultado del estudio, o incluso durante el
estudio. Estudiamos la Biblia durante semanas, pero no conocemos al Señor
de una manera nueva y viva.
Uno de mis escritores favoritos, A. W. Tozer, dice que somos como
alguien que selecciona piedras perfectas para construir un altar. Arreglamos
doce piedras en una pila ordenada, cortamos el árbol y ponemos la leña
encima del altar. Matamos el ternero gordo y lo ponemos encima del altar
para sacrificarlo al Señor. Entonces quedamos mirando el altar,
conversando de las piedras, arreglando la leña, restableciendo el sacrificio.
Escribimos canciones acerca del altar. Analizamos cada aspecto del altar.
227
Después de una hora, todos nos vamos y volvemos a nuestras casas,
satisfechos de la experiencia, pero sintiendo que falta algo.
Tozer apunta proféticamente al hecho de que hemos olvidado que el
propósito de las piedras, la leña, el altar, y nuestra reunión, era que «caiga
el fuego» del cielo para devorar nuestro sacrificio, la leña y el altar.
Mis amigos, la gente no viene para escucharnos contar las piedras.
Nuestros alumnos no llegan para analizar la mejor forma de cortar leña. Ellos
quieren desesperadamente conocer al Señor. Tenemos que construir el
altar, por supuesto, ¡pero con el fin maravilloso de ver al Señor! Hemos
quedado satisfechos con los sacrificios muertos, en vez de tener al Señor
vivo. ¿No será esa la razón por la cual tenemos multitudes de cristianos que
anhelan semana tras semana que alguien llame el fuego de los cielos?
¡Bienvenido, Elías! ¡Su altar lo espera!
Conclusión
Mi oración es que usted desee profundamente ser un hombre o una
mujer cristiana, con quien y por medio de quien el Señor puede hablar y
operar de gran manera al enseñar su Palabra. Usted debe desear
profundamente tal relación con él, o no podrá llevar la cruz que
eventualmente le pedirá. Debe buscar al Señor con todo su corazón, toda
su alma, y toda su mente. Debe anhelar la mano del Señor cuando habla.
228
Lo que más necesitamos es el mismo deseo que tenía Eliseo para tener
la manta de Elías. Necesitamos hombres y mujeres que no aceptarán nada
menos que la bendición completa del Señor en sus vidas y en sus
ministerios.
Dos veces en mi vida he pedido al Señor que me entregara el manto de
otro. Hace muchos años en medio de una clase del seminario, cuando sentí
la presencia sobrecogedora del Espíritu de Dios, agaché la cabeza y pedí la
manta de ese profesor. Diez años más tarde, en medio de una conferencia
nacional en que nadie parecía hablar excepto con el poder humano, el último
mensajero —con el pelo canoso— nos llevó al trono de gloria. Una vez más
me encontré rogando con lágrimas que el Señor me diera el manto de ese
santo anciano.
Enseñar para el Señor es el llamado más alto del universo. Algún día,
antes de entrar por la puerta del cielo, espero que algún estudiante joven
pida su manta. Podría ser su día más grande. Pero, recuerde, los que llevan
la manta tienen algo en común —un corazón comprometido a hacer la
aplicación.
Preguntas para reflexión
1. Dos maestros de la escuela dominical que creen en la misma Biblia
presentan la misma lección el mismo domingo a un grupo de alumnos de la
misma edad. Uno cree que es su responsabilidad explicar la Biblia y que es
la responsabilidad del Espíritu Santo aplicarla. El otro cree que es su
responsabilidad confiar en el Espíritu Santo por toda la lección, pero piensa
que debe explicar y también aplicarla a los alumnos. Usted hace una
investigación, y entrevista a cuatro alumnos de cada grupo. ¿Qué
diferencias encontrará usted en su manera de pensar y vivir?
229
piensan que el contenido es tanto más importante que la aplicación? ¿Qué
organizaciones fomentan esta actitud, y qué se puede hacer para cambiarla?
4. Hay un precio que pagar al recibir una lección del Señor antes de enseñar
a otros. ¿Cómo describiría ese precio? ¿Cómo cambiaría su enseñanza si
usted se asegurara de que cada lección pasara por su propio filtro antes de
compartirla con otros?
230
8
LA LEY DE LA EJECUCIÓN; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
Había recién hablado en una conferencia de pastores acerca de la
importancia de hacer un equilibrio entre contenido y aplicación. Un pastor se
acercó después de la sesión, con toda su cara de frustración.
—Apenas llegue a mi oficina —dijo—, voy a pedir a mi secretaria que
escriba mi último sermón y que calcule el porcentaje de contenido y de
aplicación.
—Sería bueno —le dije—, pero prepárese para una sorpresa. Entonces
le pedí que me llamara para contarme lo que había descubierto. El martes
en la mañana me llamó.
—No lo puedo creer, y tengo que admitirlo. Mi sermón era 92% contenido
y 8% aplicación.
Yo sí lo pude creer, porque he escuchado muchas veces estas palabras
reveladoras.
—¿Qué debo hacer? —me preguntó.
Le dije que debería hacer un equilibrio en su predicación y enseñanza, y
que tratara de hacer por lo menos el 50% aplicación, empezando con su
próximo sermón. Me dijo que predicaba cuarenta minutos, así que le sugerí
que dedicara los primeros veinte minutos al contenido y los próximos veinte
a la aplicación. Le pedí que me llamara la próxima semana para contarme
como le había ido.
El lunes me llamó de nuevo.
—¿Cómo le fue? —pregunté.
—Interesante —contestó.
Su tono indicó que no era un buen tipo de interesante.
231
—Los primeros veinte minutos eran excelentes, pero temo que tengo
que admitir que no podía pensar en nada que decir después de cinco
minutos de aplicación. El culto terminó a las 11:45. Por primera vez en la
historia de nuestra iglesia, ¡el culto terminó antes de las 12:00!
Le desafié.
—En otras palabras, pastor, ¿usted no pudo pensar en buenas
aplicaciones, en maneras en que su contenido fuera útil para su
congregación? Entonces ¡imagine lo difícil que debe ser para su
congregación! Si usted no puede pensar en aplicaciones, ¡puede estar
seguro de que ellos tampoco! Y si ellos no pueden pensar en aplicaciones,
¿cuántos cambios estarán sucediendo en sus vidas semana tras semana?
Estuvo callado un momento, mientras el significado de la pregunta le
penetraba el corazón.
—No muchos, supongo. Pero, Bruce, no sé cómo aplicar la Biblia. Quise
hacerlo, pero no sabía cómo empezar. El seminario me ayudó a entender el
contenido, pero debo haber faltado a las clases acerca de la aplicación.
¿Qué puedo hacer? No quiero fallar nunca más en hacer lo más importante.
Quiero que lo que enseño ayude a mi gente a crecer y no que sea un
obstáculo para ello.
¿Sabe usted cómo hacer aplicaciones? ¿Sabe preparar la materia para
que la Biblia se encarne en la vida de sus alumnos? ¿Sabe cooperar con el
Espíritu Santo para experimentar regularmente su presencia y su poder?
Si su corazón está dispuesto, y su menta abierta, ¡las ideas de las
próximas páginas pueden cambiar su vida!
232
Dios ha actuado poderosamente por medio de maestros en el pasado.
También sabemos que hay algunos pocos maestros hoy que parecen tener
la misma capacidad increíble. Pero pensamos que está más allá del alcance
del resto de la gente normal como nosotros.
En las próximas páginas voy a describir un método poderoso para aplicar
la verdad a cualquier persona para cambiar su vida en forma permanente.
Estos principios son universales y transculturales. Aunque estoy centrando
estos cinco pasos en la enseñanza de la Biblia, funcionan con cualquier
materia, aunque sea la matemática, la ciencia, o la antropología.
El intercambio entre los cinco pasos es dinámico y fluido. Los pasos se
traslapan y uno se edifica sobre el otro. Generalmente, los cinco pasos
comienzan con la fe y terminan con la conducta. Los primeros pasos son
más obvios y comúnmente practicados, mientras los últimos pasos son más
avanzados y raramente practicados.
Una parte del secreto de este método es asegurarse que no siga al
próximo paso hasta completar el paso previo. Cuando estos pasos son
practicados regularmente, la diferencia en la enseñanza es inmediata y
llamativa. Si nuestro corazón está bien, nuestro contenido es bíblico, y
nuestro método es eficaz, el Señor responde de una manera que puede
dejarnos sin aliento y a nuestros alumnos más como Cristo.
233
Paso 1: Pasaje
El primer paso es asegurar que sus alumnos conozcan la verdad. El
maestro expone el «pasaje» a los alumnos, y luego pasa a «explicar» el
«contenido».
Ya que el énfasis de este capítulo está en la aplicación y no en el
contenido, basta con decir que un maestro eficaz sabe que ha terminado
este paso cuando sus alumnos demuestren que entienden la materia. El
tiempo dedicado a la etapa de la explicación está controlado por la dificultad
del tema y la competencia de los alumnos.
Paso 2: Principio
Después de que los alumnos entiendan la materia, debe sacar la esencia
práctica del pasaje y ayudar a los alumnos a entenderla. Esa esencia es el
«principio», y normalmente es la idea principal del pasaje. El maestro debe
tomar este principio y hacerlo «expandir», usando otros pasajes
relacionados de la Biblia, para que el alumno esté totalmente convencido de
que es bíblico.
234
Este paso es un puente entre los lectores originales y los oyentes
actuales, y cruza el valle entre el tiempo y ambiente del primer siglo y el siglo
actual.
¡Piénselo! Usted comienza con un libro que tiene miles de años de edad,
y de alguna manera puede ayudar a los oyentes modernos a captar su
importancia fácilmente. Esa es la base de cambio —la verdad presentada
tan claramente y con tanto poder que el público no puede evitar aplicarla.
Cuando se hace eficazmente, las personas sienten que esta verdad es para
ellas; llega a ser tan real que olvidan que otros están escuchando también.
Piensan que alguien ha leído su correspondencia o incluso su mente.
El maestro debe tratar con tres distintos períodos de tiempo en este
paso. Primero, el tiempo original del pasaje. Al último, el tiempo actual de
nuestra época. En medio está el tiempo indefinido, el tiempo universal,
donde está el principio. El maestro debe sacar la verdad universal del texto
antiguo y traducirlo a la categoría de verdad universal.
El maestro tiene que encontrar la carne del pasaje. Saca el pan, la salsa,
la lechuga, y el tomate de la hamburguesa. Lo que queda es la carne.
Lo triste es que muchos maestros no entregan la carne. En vez de comer
carne, están masticando la lechuga. Por eso muchas personas van a la
iglesia todos los domingos, sin crecer. Alguien dirá: «En realidad no querían
crecer». Podría ser la verdad a veces, pero yo he encontrado que hay
cristianos por todos lados llenos de pan, y hambrientos por la carne.
Esta etapa del principio es esencial para enseñar con poder, y determina
la cantidad de cambios entre los alumnos. Tenemos que distinguir entre la
historia y la esencia, entre el pasaje y el principio. Los laicos saben
distinguirlos. ¡Pregúnteles! Pero esté preparado; muchos dirán: «¡No
estamos alimentándonos!» Los maestros frecuentemente se sorprenden
cuando lo escuchan, porque piensan que siempre han estado enseñando la
Biblia. En un sentido, lo estaban haciendo. Pero en otro sentido más
235
profundo, no lo estaban haciendo. Alguien puede comer solamente arroz
tres veces al día, pero pronto estará desnutrido.
Es como la diferencia entre el maestro de historia que conoce todos los
datos, y otro que hace que la historia sea viva, y que tenga un impacto en
su vida.
El poder en la enseñanza viene de la esencia detrás de los eventos, el
mensaje detrás del relato, el precepto detrás del pasaje. Los maestros que
sirven la «carne» nunca están sin público. Los alumnos siempre salen con
una lección aprendida, convencidos, y cambiados.
Hay otra diferencia entre la primera y la segunda etapa de la aplicación.
La etapa del pasaje tiene diferentes puntos de explicación y énfasis. La
etapa del principio tiene un solo punto de aplicación. La idea es dejar de lado
los detalles específicos del texto bíblico para tejer todos los hilos en un solo
tapiz hermoso. Hay que reordenar las partes y hacer una unidad. De las
muchas partes, hay que hacer una. Hay que cernir y meditar hasta que
pueda explicar la verdad eterna en una sola oración —la verdad que está
más allá de la cultura y de la nacionalidad. En otras palabras, ¡encuentre la
carne!
Aquí ofrezco algunas sugerencias acerca de cómo llegar a ser un
maestro del principio:
1. Desee encontrar la carne del pasaje. Anhélelo. Búsquelo. Motívese a
seguir deseándolo.
2. Aférrese a la convicción de que cada pasaje contiene por lo menos un
principio clave. No hay excepción. Cuando su corazón siente que no hay
principio para descubrir en su pasaje — o que es demasiado difícil
encontrarlo— vuelva a la base: todos los pasajes tienen por lo menos un
principio. ¡No se rinda!
3. Encontrar la esencia del contenido toma tiempo y esfuerzo. Una vez
trabajaba con otro profesor en encontrar el principio de un pasaje. Me seguía
preguntando qué era, y se impacientó conmigo y con el proceso cuando vio
236
que no iba a ser fácil ni rápido. Toma tiempo y mucho trabajo para
cualquiera, así que anticipe el proceso para que no se decepcione.
4. Pida la iluminación del Espíritu Santo para ver más allá de las palabras
en las Escrituras. No le pida más revelación, sino más iluminación sobre lo
que tiene en la mano. Cuanto más ora al preparar el principio, más
iluminación recibirá. A veces me encuentro tocando las puertas del cielo
pidiendo iluminación, porque simplemente no encuentro nada. «Pedid», dijo
Jesús «y se os dará».
5. ¡Piense! ¡Piense mucho! Medite sobre el pasaje una y otra vez. Cierre
el libro que está leyendo. Apague el televisor. Tome una hoja de papel, y
simplemente piense. Anote sus pensamientos en la hoja acerca de las
posibles verdades eternas. Reparta los momentos de meditación durante la
semana. No espere tener las mejores ideas inmediatamente la primera vez.
Planifique por lo menos tres breves tiempos de meditación durante la
semana, y tendrá mejores resultados que si tratara de hacerlo todo en un
solo tiempo más largo. Ocupe el tiempo cuando está manejando el vehículo
solo. Ocupe su tiempo cuando está esperando a alguien. Deje que su mente
trabaje inconscientemente en el tema. Repase el pasaje antes de dormir y
antes de ir a la oficina. Lleve una tarjeta en el bolsillo con sus ideas, y léalas
durante el día. Converse los temas con alguien que tiene una mente
despierta y que le gusta conversar de tales cosas.
6. No busque el principio en los comentarios. En mi experiencia, los
comentarios casi exclusivamente explican la primera etapa de la
información. El Señor quiere que el principio llegue a través de su propia
personalidad y experiencia. Cuando lo procesa personalmente, hace la
conexión en su mente entre el pasaje y el principio. Cuanto más fuerte es
esa conexión, más poderosa es la proclamación.
7. Relájese. Disfrute el desarrollo del principio a través de su
personalidad. El Señor no espera que todos lleguemos al mismo principio.
Confíe en sí mismo y en la obra del Señor en usted. A veces llegará el
237
principio en una iluminación repentina y dirá: «¡Eso es!» Posiblemente
termine riéndose porque de pronto parece tan obvio. Otras veces será lento
como la salida del sol. Al practicar esta etapa, desarrollará un sentido para
saber cuando lo haya encontrado. El Señor desarrolla en todos este
sentimiento que es difícil de describir. Todos los maestros ejemplares que
he entrevistado saben de qué estoy hablando. Por lo tanto, si ha estudiado,
orado, y meditado, ¡relájese!
8. Escriba el principio en una sola oración simple y motivadora. Que sea
simple. Que sea breve. Que sea lo más directo posible sin ser demasiado
autoritario. Mi principio de 2 Timoteo 3:16, 17 era simplemente: «Enseñe
para cambiar vidas». Deje hervir la sopa del mensaje hasta llegar a la comida
nutritiva, entonces sírvala.
Piense como los que escriben los mensajes para los letreros a la orilla
de las carreteras. Capte la atención del público. Motívelos a aplicar el
principio. Su principio debe vender el mensaje. Acabo de terminar una
lección acerca del poder de pensar en la eternidad, y cómo hace una
diferencia significativa en nuestras vidas ahora. ¿Mi principio? «¡Piense en
el cielo —ahora!»
A veces pensamos que el principio tiene que ser complicado y que debe
ser una oración compleja que resuma todo lo que queremos decir. ¿Está
bromeando? Ese tipo de principio no motiva a nadie. Si quiere observar a un
maestro excelente, lea los evangelios y observe cómo Jesús resume su
punto en una frase o un comentario que capte la atención y que motive.
«Venid en pos de mí». «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos».
«Permaneced en mí». «Mis ovejas oyen mi voz».
9. Asegúrese que su principio es totalmente bíblico. Durante esta etapa,
compare otros versículos bíblicos clave acerca del mismo tema. Repase con
sus alumnos otros «pasajes centrales» acerca de su idea para comprobarla
e ilustrarla.
238
Es como si usted guiara a sus alumnos a una sala oscura y empezara a
prender las luces una después de la otra. Cuando se ilumina la sala, enfoque
las luces en el objeto que quiere enseñar. Su trabajo es iluminar con
suficiente luz el principio, para que los alumnos vean todas sus partes.
Levante el principio y dele vuelta en la luz, para que vean cada lado. Mírelo
desde los lados, desde abajo, desde arriba. Mírelo por dentro. Desármelo.
Demuestre cómo se juntan las partes.
10. Guíe a sus alumnos, para que saquen sus propias aplicaciones
personales del principio. Cuanto más claro es el principio, más fácilmente la
verdad llega con fuerza de convicción al público, aun sin sus comentarios.
Un principio bien redactado revela sus aplicaciones inmediatamente. Es tan
claro que es transparente, y los alumnos instintivamente se dan cuenta de
lo que deben hacer para obedecer el principio bíblico.
Los mejores maestros tienen mucha habilidad en esta etapa. Todo lo
que dicen en la etapa del pasaje está dirigido a proveer una base para su
principio. Sus alumnos comen carne regularmente. Están bien nutridos. Sus
maestros lo aseguran.
Paso 3: Personalizar
Cuando llegue al tercer paso, sus alumnos deben entender tanto el
pasaje como el principio. Durante los pasos de pasaje y de principio, el
énfasis está en el contenido, pero durante el paso «personalizar», el enfoque
está en los alumnos. Durante esta etapa, la aplicación toma forma, y toca la
«emoción» del alumno, para que se sienta «corregido» por el Espíritu Santo,
viendo su necesidad de obedecer.
Hasta este punto, la lección ha sido objetiva; ahora debe ser subjetiva.
Los alumnos se mueven del «¿qué?» hasta el «¿para qué?». Durante esta
etapa la verdad se encarna. Los hechos se demuestran en la vida. El
principio llega a ser personal. Esta tercera etapa es el corazón y la esencia
de la aplicación. Es el punto de cambio de los cinco pasos, y eje del proceso
239
entero. Los dos primeros pasos preparan al alumno para este paso, y los
últimos dos pasos edifican encima de este.
Personalizar tiene dos partes distintas pero relacionadas. Cuando se
completen correctamente, el alumno debe saber qué hacer, y debe sentirse
movido a hacerlo. Cuando se cumplan las dos condiciones, el próximo paso,
el de persuadir, comienza.
La personalización ocurre cuando el principio eterno llega a ser
específico y actualizado. Durante esta etapa, el alumno debe ver cómo
puede vivir el punto del pasaje. El Sr. Teórico se va, y el Sr. Práctico toma
su lugar. Para que esto se desarrolle correctamente, una relación especial
debe formarse entre el maestro humano y el Maestro Divino. Cada uno tiene
su rol en esta obra de unión:
El rol del maestro es clarificar a los alumnos cómo se ve este principio
cuando lo aplican a su carácter («para que sea perfecto») o a su conducta
(«preparado»).
El rol del Espíritu es corregir a los alumnos, mostrándoles su responsabilidad
de obedecer el principio inmediatamente y completamente en las maneras
específicas que él está mostrando.
La clarificación ocurre en la mente, y la corrección ocurre en el corazón.
La clarificación ocurre mientras el maestro muestra cómo se ve el principio
al ser aplicado a la vida y las circunstancias de los alumnos. La corrección
ocurre cuando el Espíritu toca el corazón del alumno, causando que sienta
la necesidad de obedecer al Señor y practicar el principio.
Cuanto más claro mostremos cómo se ve el principio aplicado en la vida
de los alumnos, más rápidamente y más eficazmente la obra del Espíritu
penetrará en el corazón de los alumnos. Además, cuanto más fuerte es la
corrección, más potencial existe para cambios genuinos y permanentes.
Estas actividades interrelacionadas influyen mucho en el grado de
cambio que ocurre cuando enseña. La relativa eficacia del maestro como
clarificador o impide o libera el Espíritu para cambiar a los alumnos. Aunque
240
el Espíritu es todopoderoso, casi siempre elige obrar en cooperación con el
maestro humano. Por eso algunos maestros parecen siempre tener la
unción del Espíritu, y otros no (aunque utilizan el mismo contenido).
Cómo comunicar el principio claramente
¿Alguna vez ha dicho usted: «Simplemente no me puedo imaginar
haciendo eso»? Probablemente que sí. Antes de actuar, tenemos que poder
imaginarlo. Su rol como clarificador es ayudar a sus alumnos a «verse
viviendo el principio». Tiene que ver el principio en acción. Una razón común
por la cual pocas personas experimentan cambios en su vida es que el
maestro nunca les ayudó a ver los posibles cambios.
Llamamos a este tipo de visión discernimiento, la capacidad de percibir
algo que otros no ven. Cuando ayuda a sus alumnos a imaginar el principio
aplicado a sus vidas, les ayuda a percibir una nueva área de acción, y
contribuye a su percepción en áreas donde estaban ciegos.
Muéstreles fotos. Saque sus vendas. Amplíe sus horizontes. Ayúdeles a
imaginarse viviendo ese principio. Le ofrezco unas sugerencias que me han
ayudado:
1. Imagine el principio aplicado en distintos ambientes y distintas
circunstancias. Presente el principio en cada oportunidad. Guíe a sus
alumnos en un gran viaje turístico en el glorioso país de este principio.
Muéstreles el principio en su trabajo, en su casa, en la oficina, en un paseo
a un lago. Demuéstreles que, sin importar dónde viven o trabajan, el principio
cambia su vida.
2. Aumente su perspectiva, presentándoles la familia del principio.
Muéstreles que el principio vive entre hombres, mujeres, niños y niñas,
casados y solteros, jóvenes y ancianos, ricos y pobres, sanguíneos y
melancólicos. Lleve a sus alumnos a la conclusión de que el principio quiere
vivir en ellos. Demuéstreles que, sin importar quiénes son o cómo viven, el
principio puede cambiar su vida.
241
3. Imagine el principio haciendo un impacto maravilloso donde quiera
que sea invitado. Revele la maravilla y el asombro y la gloria del principio.
Llame la atención de sus alumnos con los tremendos beneficios que reciben
los que abrazan el principio. Sorprenda a sus alumnos con las
consecuencias trágicas de los que lo rechacen.
4. Cuente historias emotivas que encarnan el principio. Los mejores para
contar historias pueden involucrar a sus alumnos en sus historias y
ayudarles a vivir el principio. Cuente historias que capten la esencia del bien
y del mal para los que practiquen o rechacen el principio.
Haga lo que haga, cautive la imaginación de sus alumnos. Cuando lo
haga, ¡muévase a un lado, porque es el momento en que el Espíritu da a
conocer su presencia!
Razones por las cuales el Espíritu no manifiesta Su poder
Hay cuatro razones principales por las cuales algunos maestros
cristianos no están experimentando el poder y la presencia del Espíritu
Santo cuando ministran. Las dos primeras tienen que ver con la vida
personal del maestro, la tercera se refiere a los principados y potestades, y
la cuarta hace referencia a la relación con el Espíritu Santo.
1. La presencia de pecado sin confesar. La primera y principal razón por
la que el Espíritu Santo no actúa a través de un maestro cristiano es el
pecado. Si hay pecado consciente, sin hacer nada al respecto, esto
entristece y apaga al Espíritu.
2. Una fortaleza de incredulidad. La segunda razón más frecuente para
la falta del poder del Espíritu Santo entre maestros cristianos es la falta de
creer que el Espíritu desea utilizarlos en gran manera. Estos maestros ni
buscan ni experimentan el poder asombroso del Espíritu en su enseñanza,
porque han dejado de creer que Dios los vaya a utilizar.
3. Ataque de principados y potestades. No luchamos simplemente en
contra de personas y circunstancias y la naturaleza. También luchamos
contra los principados y potestades de las tinieblas de este siglo —huestes
242
espirituales de maldad en regiones celestes (Efesios 6:12). Muchos
maestros que no están viviendo en pecado, y que creen que el Señor los
desea usar poderosamente, todavía no son victoriosos porque les falta
discernimiento en estos asuntos. Algunos no saben reconocerlo cuando su
enseñanza está bajo ataque, y otros no saben qué hacer para tener la
victoria sobre el enemigo, aun cuando saben reconocer su oposición.
4. Falta de cooperación con el Espíritu. Para los maestros que son serios
y que están creciendo en su caminar con Dios, esta es la razón principal por
la que no experimentan regularmente el poder asombroso del Espíritu. El
Espíritu Santo no es una presencia, un fantasma, o una cosa. Es la tercera
persona de la Trinidad. Piensa, siente, responde, mora en nosotros, guía,
convence, enseña, y se entristece. Enseña.
Cómo cooperar con el Espíritu cuando corrige
La cooperación con el Espíritu es el punto clave de toda enseñanza,
causando la diferencia revolucionaria entre la enseñanza natural y la
enseñanza sobrenatural. Aquí hay tres maneras básicas en que usted puede
cooperar eficazmente con el Espíritu, suponiendo que los tres impedimentos
han sido solucionados, que está en comunión con el Espíritu, que usted cree
que él desea obrar a través de usted, y que no está bajo algún ataque
espiritual.
1. Dependa del Espíritu. Antes de enseñar, pida que el Espíritu lo utilice
con poder. Entréguele su lealtad incondicional y dígale que está dispuesto y
deseoso de servirle. Relájese conscientemente en su presencia y su poder.
Esté en paz, descansando en su poder para que hable a través de usted y
lo utilice. Apóyese en Él. Pida que Él utilice la materia que ha preparado —
o si Él desea, que comunique otra materia. Usted sabrá que está confiando
plenamente en Él cuando dos factores distintivos están presentes —un
sentido de una profunda paz interior, y un sentido de gran expectación.
2. Discierna su actividad. El Espíritu Santo puede actuar en todas las
partes de la lección, pero parece actuar de una manera más obvia y
243
frecuente durante este tercer paso de la personalización. Cuando la semilla
de la verdad que ha enseñado está siendo plantada en el corazón del
alumno, el Espíritu prepara la tierra. Usted clarifica la verdad, y Él la siembra.
Es en este momento que el Espíritu actúa especialmente.
Cuando el Espíritu actúa en el corazón de una persona, o en una
congregación, se mueven las aguas. Para los que tienen discernimiento, las
ondas son reconocibles y consistentes, donde sea que estén, y sean
quienes sean. Un silencio cae sobre el público y ningún hombre, ninguna
mujer, o ningún niño respira. Nadie se mueve. Las caras reflejan Su
presencia, o con las indicaciones de culpa o de profunda paz y comunión.
Estas señas son físicas y universales, y son visibles en todos los que quieren
cooperar con el viento poderoso de Dios. Por lo tanto, mire y discierna
mientras el Espíritu del Dios vivo obra en los corazones de la gente.
3. Minimice su control. Cuando el Espíritu mueve, tiene que hacer una
sola cosa: debe descansar. Usted ha estado enseñando para este momento,
y Él ha esperado este momento. Su propio rol ahora se cumple en Él. Hasta
ahora usted ha sido un «Juan el Bautista» para el Espíritu, y ha sido llamado
a «preparar el camino» para Él.
Cuando se siente Su presencia, y se ve Su obra, es el momento para
que Él «crezca» y usted «mengüe». ¡Quítese del camino! ¡Muévase a un
lado para que Él pueda moverse! ¿Cómo? Suelte el control de la clase,
entregándola al Espíritu. Hable más suavemente, más lentamente, y con
más pausas. Tranquilice al público. Su voz debe ser más suave, como
música tranquila de fondo. No se mueva bruscamente, y no haga gestos que
llamen la atención. Si es posible, salga del púlpito o salga desde detrás del
escritorio, y acérquese al público. Tiene que ser totalmente sensible al
Espíritu, captando lo que él está haciendo entre ellos.
Usted sabrá cuando su obra de corrección ha terminado. Sus
movimientos se pueden discernir especialmente al principio y al final. Los
alumnos empiezan a moverse de nuevo, a toser, a mirar a otro lado, y
244
cambiar su lenguaje corporal. ¡No trate de luchar en contra de esto! Muchos
maestros se equivocan en este momento, y dicen al público que «presten
atención», o posiblemente cuenten un chiste, porque no han entendido la
obra de Dios. ¡Cuidado! Usted no ha perdido su atención. Lo que sucedió es
que Dios los ha devuelto a usted. Están pasando del terreno sobrenatural al
terreno natural. Están en su territorio de nuevo.
4. Dirija a sus alumnos. Cuando se ha terminado esta parte de la obra
del Espíritu, entonces usted debe inmediatamente tomar la dirección de
nuevo. Normalmente en este momento, los alumnos están un poco fuera de
control —están entre maestros— así que debe cambiar su estilo; suba el
volumen, haga gestos más llamativos, hable más rápido. Ahora es tiempo
de mover a sus alumnos a la acción. Debe ejercer liderazgo, dirigiendo a sus
alumnos basado en lo que el Espíritu ha hecho.
Es importante que reconozca que, aunque la obra del Espíritu es
sobrenatural, no es demasiado «misteriosa» o difícil de entender. De hecho,
mi estimado colega, esta intervención divina es parte de su llamado, parte
de su herencia. Desee profundamente, y busque siempre una enseñanza
que es sobrenatural. Una vez que haya gustado de este don celestial, nunca
más va a querer enseñar de nuevo sin él. Tampoco querrán sus alumnos
recibir su enseñanza sin ese don.
Paso 4. Persuadir
Cuando haya llegado a este paso, sus alumnos habrán entendido el
pasaje, habrán sido convencidos del principio, y habrán sentido la corrección
del Espíritu. Este cuarto paso ocurre mientras el énfasis cambia de las
emociones a la voluntad. Ahora el enfoque está en «persuadir» al alumno a
aplicar la verdad. Los maestros deben «exhortar» al alumno a
245
«comprometerse» a obedecer las Escrituras, y no solamente sentir que
deberían hacerlo.
Si el alumno no decide obedecer, probablemente no lo hará. Por lo tanto,
si no persuade al alumno a actuar, probablemente no experimentará ningún
cambio en su vida. El alumno tiene que pasar desde «yo entiendo» a «siento
que debería…» y finalmente «voy a hacer…». Esta etapa es el último vínculo
en el proceso de la aplicación. Sin ella, los cambios no suceden
frecuentemente, y los cambios permanentes nunca sucederán.
Por lo tanto, para asegurar que su compromiso de enseñar para cambiar
vidas llegue a ser una realidad, tendrá que aprender algunos de los secretos
de la persuasión.
Persuadir a alguien significa convencerle a hacer algo. La palabra viene
del latín per, que significa «completamente», y suadere, que significa
«aconsejar». Así que la persuasión contiene el concepto de «aconsejar a
alguien completamente, hasta el punto de convencerle». Cuando una
persona ha sido completamente aconsejada, ha entendido el asunto desde
el principio hasta el fin.
Cuando persuade a sus alumnos, les ayuda a ver los asuntos
completamente. Cuanto más completa sea su comprensión, más
persuadidos estarán. Para persuadir a sus alumnos, tendrá que enseñar la
materia con tanta eficacia que comprendan la materia claramente, y que
estén plenamente convencidos. Piénselo un momento. El punto de los tres
pasos anteriores de la aplicación era esclarecer la verdad tan bien que los
alumnos la puedan ver claramente. La buena enseñanza es clara. ¡La buena
enseñanza entonces es enseñanza persuasiva!
Para aplicar las Escrituras a sus alumnos para que hagan cambios,
tendrá que ayudarles a comprender claramente el asunto. Una vez que lo
vean claramente, cambiará su conducta.
246
«Fui ciego y ahora veo» son las palabras del alumno que ha sido
bendecido por un maestro persuasivo. Cuanto mejor vean, más cambiarán.
Cuanto más eficaz usted les guía a ver, más persuasivo serán.
Es la voluntad de Dios que sus alumnos «vean completamente», hasta
obedecerle completamente. Por lo tanto es la voluntad de Dios que usted
llegue a ser experto y comprometido a persuadir a sus alumnos.
Los mejores maestros y predicadores son persuasivos.
Pero muchos maestros cristianos piensan que no deben tratar de
persuadir a sus alumnos. Por lo tanto, nunca han rogado a sus alumnos a
hacer nada como Dios quiere. Nunca han llorado por la dureza de sus
corazones. Estos maestros piensan que la enseñanza es simplemente
hablar del contenido. No se dan cuenta de que cuando no están
persuadiendo, no están enseñando claramente el contenido.
No ponga el énfasis en ser un «buen» maestro. No trate de ser un
maestro «interesante». Al contrario, busque ser «persuasivo», porque así
cambiarán sus vidas…, y eso agrada a Dios.
Ahora que entiende la importancia de la persuasión, ¿qué puede hacer
para persuadir a sus alumnos a hacer lo correcto? Explicaremos esto en
detalle en la ley de la necesidad y la ley del avivamiento, pero por ahora, hay
dos áreas que podría usar la próxima vez que enseña. La enseñanza
persuasiva es causada por dos actividades separadas: la primera es lo que
dice, y la segunda es cómo lo dice; la primera es la sustancia, y la segunda
es su estilo; la primera es su contenido, y la segunda es su comunicación.
Cuando un alumno es persuadido, normalmente es porque su
información y su presentación lo han convencido. Dependiendo de su
personalidad, se inclinará más hacia una o la otra. O su contenido será tan
convincente que los alumnos estarán persuadidos, o su estilo será tan
llamativo que los alumnos estarán persuadidos. Los maestros más eficaces
unen los dos en forma magistral.
Cómo persuadir con su contenido
247
Considere el contenido por un momento. ¿Qué les podría decir a sus
alumnos, ahora que entienden, pero no están convencidos? Quizás al cliente
le guste su producto (la lección), pero no sabe si lo va a comprar (aplicarla).
Todo su esfuerzo culmina en este punto, porque lo importante no es que
entienda lo que debe hacer, ¡sino que decida hacerlo! ¿Recuerda lo que
mandó el Señor en la gran comisión? «Enseñándoles que guarden todas las
cosas.…»
Cristo desea obediencia, no solamente asentimiento intelectual.
Por lo tanto, mi amigo, enseñe para que obedezcan. Enseñe más allá
del asentimiento intelectual. Nunca acepte que su trabajo como vocero de
Cristo ha terminado cuando los alumnos simplemente están de acuerdo
acerca de lo que el Señor desea de ellos. Como sabemos, hay un mundo de
diferencia entre saber la verdad y vivir la verdad. Nuestra tarea es guiarles
a vivir lo que saben.
Esa transición vital exige persuasión. Ayúdales a «ver tan cabalmente»,
que sientan que deben actuar. Y actuar ahora.
Arregle su contenido para convencer. Amontone todas las razones que
usted puede encontrar para que una persona deba obedecer la verdad.
Comparta las razones positivas, y después las negativas. No use párrafos,
sino oraciones breves y contundentes. Sea directo. Cuénteles lo que el
principio les exige. Adviértales de los peligros de la desobediencia.
Exhórtelos. ¡Llévelos al punto donde el único paso lógico es obedecer al
Señor!
No trate de convencerlos solamente con lo que está en su mente; sino
comparta de tal manera que empiecen a pensar sus propios pensamientos
a favor de la idea. Haga que estén en el mismo equipo. Haga que estén a
favor de la verdad. Haga que empiecen a imaginarse deseando y aplicando
la verdad.
Apele a la parte más profunda de la persona. Apele a lo que es bueno y
correcto. Apele a su conciencia. Apele a su espíritu que desea cumplir la
248
voluntad de Dios. Apele a su sabiduría de tal manera que sus pensamientos
precedan los suyos acerca de cómo aplicar el principio.
Si quiere ver tal persuasión, lea Romanos o Santiago. Si quiere ver la
persuasión en la vida de Jesús, lea el Sermón del Monte (Mateo 5–7) —
convincente, lógico, provocativo, transformador.
Lo que sea que discierna acerca de Jesús como el Maestro de maestros,
no pierda de vista el hecho de que constantemente estaba presentando
razones para persuadir; historias que exigían acción. Jesús enseñó para
persuadir a los hombres y a las mujeres que le siguieran, y nos mandó a
seguir en sus pasos. Compélales a venir.
Cómo persuadir con su comunicación y su estilo
Segundo, persuada a sus alumnos, no solamente por lo que dice, sino
también por cómo lo dice. Engendre obediencia por su tono de voz. Solicite
acción por su intensidad. Suba el volumen, mueva su dedo, golpee el
escritorio, de vuelta la mesa, llore con los que lloran, opóngase a los
porfiados, reprenda a los arrogantes. ¿Ve como lo hizo el Señor? Su estilo
fue poderoso y convincente.
Un sermón en particular me impactó tanto una vez que pedí una copia y
lo escribí todo a mano. Quería ver el contenido. Pero cuando lo leí, ¡no
entendí cómo me había conmovido tanto! El contenido no me conmovió, sino
la sinceridad y la convicción con que se comunicó. Frecuentemente, tiene
mucho más poder de persuasión la forma en que expresa algo que lo que
dice realmente. Por lo tanto, ¡nunca murmure su mensaje!
Los maestros aburridos nunca persuaden a nadie a hacer nada excepto
evitar su clase. Los maestros aburridos han dejado que su fuego se apague.
Se han unido a las filas de los que creen que al cubrir la materia, han
enseñado. Han «cubierto» la materia, pero no de una manera que
complazca al Señor.
Enseñe más allá de la cabeza, y alcance el corazón. ¿La Palabra de
Dios no es acaso tan preciosa para usted, que moriría por ella? Entonces,
249
decida que mientras esté vivo, ¡vivirá por ella! Entregue su vida entera a
comunicar para cambiar vidas.
Deje el hábito de entregar la verdad en una bolsa de papel y envuélvala
en la tela de su personalidad y su creatividad. Ayude a sus alumnos a salir
de la reticencia y la desobediencia. Permítales captar su confianza,
sostenerse a su fe, y disfrutar del gozo de la obediencia plena.
Y cuando resisten la verdad y no quieren obedecerla, exprese su
preocupación a ellos. Lea 2 Corintios si quiere ver cómo un maestro expresa
sus sentimientos con fervor. No acepte nada menos que la obediencia
completa a la voluntad de Dios —ahora, hoy. Si se endurecen de corazón,
entonces tendrá que ser más directo. Deben ser confrontados. No se rinda
al miedo de su reacción negativa. Preocúpese más por el desagrado del
Señor que por el desagrado de los alumnos.
Tal como Jesús buscaba a los perdidos, busque a los que no quieren ser
encontrados. ¿Recuerda las denuncias potentes de Moisés? ¿Recuerda las
reprimendas punzantes de Jesús a los que no querían obedecer la verdad?
¿Por qué hacemos tantos rodeos que nadie sabe dónde vamos? ¿Por qué
susurramos cuando el Señor gritaba? ¿Por qué somos tan imprecisos
cuando él era tan específico?
Hay solamente una razón, mi amigo: nuestro corazón no está ardiendo
por el bien de nuestros alumnos. No los amamos como Cristo quiere que los
amemos. Nuestro egoísmo no permite que hablemos la verdad en amor.
Posiblemente esa sea la razón por la que el Señor le hizo al maestro
llamado Pedro la misma pregunta tres veces —no para que entendiera, ¡sino
para que obedeciera! «Si me amas, apacienta mis ovejas». Cuanto más
amamos al Señor Jesús, mejor cuidamos sus ovejas. No son nuestras
ovejas; han sido compradas por un precio, la sangre de Cristo.
Jesús desea que se alimenten sus ovejas… que se alimenten y que
obedezcan. Aliméntelos para que obedezcan.
250
Rechace la noción errónea de proponer que, cuando reciben el
contenido en un paquete bonito, han sido bien alimentados. Que el Señor
no permita que pensemos que la esencia de la alimentación de las ovejas
es un sermón con un buen bosquejo. Luche en contra de tal pensamiento.
No es digno de usted. Usted ha sido llamado a «enseñarles que guarden
todas las cosas que os he mandado». Enséñeles a obedecer. Su meta no
es una lección interesante, sino una lección que transforme.
¿No le produce emoción pensar acerca de tales cosas? ¿No puede
llegar acaso a ser tan fuerte nuestra preocupación por nuestros alumnos que
lloremos lágrimas de desesperación por su bien? ¿No puede llegar a ser tan
importante su obediencia que empezamos a rogarles que lo hagan? ¡Por
supuesto que puede ser, y debe ser! Si hacemos menos que esto,
posiblemente no persuadamos a nadie.
Una vez serví como moderador de un comité de disciplina en una iglesia.
Uno de los hombres amenazaba con demandar a otro hermano. Les
pregunté si aceptarían que un comité de ancianos estudiara su caso y que
tomara una decisión que sería legalmente válida para los dos. Los dos
estaban de acuerdo. La reunión empezó a las 7:30 de la mañana, y nunca
salimos de la sala, ni para comer, hasta las 11:00 de la noche. Fue intenso
y emocional. Cuando los ancianos oraron por un consenso, todos estuvimos
de acuerdo: el que pensaba que tenía razón, estaba equivocado. Tenía un
punto ciego que todos podíamos detectar, menos él.
Cuando llamamos a los dos hombres y presentamos nuestra decisión,
de que el hermano culpable debería dar $30.000 dólares al otro, y dejar de
fastidiarlo, el ofensor saltó de su silla, dijo que estábamos equivocados, y
que no lo iba a hacer.
Me asustó. Había visto muchas veces el juicio divino que cae sobre una
persona que se rebela contra la disciplina de la iglesia, cuando es conducida
de acuerdo con las pautas bíblicas. Como moderador del comité, sentí el
peso de su espíritu rebelde sobre mí. Todos tratamos de convencerle a
251
someterse a la decisión de los ancianos, pero se rehusó. Desesperado,
sobrecogido con tristeza y miedo por mi amigo, me arrodillé y le rogué que
no rehusara.
Estaba asombrado de ver mi agonía. Le dio vergüenza verme de rodillas
delante de él. No me importaba. No podía dejar que saliera de la sala para
experimentar la disciplina del Señor. El Señor nos ayudó mucho en ese
momento de debilidad, porque en ese momento, mi amigo decidió
arrepentirse. Dijo que si su obediencia era tan importante para nosotros,
entonces debería hacer lo que le pedíamos.
Creo que nunca me he sentido tan exhausto como me sentí después de
las quince horas ese día. Estoy convencido, sin embargo, que si no me
hubiera arrodillado para rogarle a mi amigo, él habría salido directamente a
sufrir la disciplina del Padre Celestial.
Todo el contenido no dio resultados. Estos hombres habían expresado
sus pensamientos todo el día. La verdad había sido comunicada claramente.
Entendió la verdad. Podría haber explicado cada punto. Pero fue solamente
la expresión apasionada de nuestro amor por él que impidió que saliera sin
arrepentirse.
Mis colegas, ¿hasta dónde están dispuestos a ir para que sus ovejas no
salgan del rebaño?
Jesús fue todo el camino a la cruz por las ovejas. La máxima persuasión
en el universo ha sido cuando Él murió voluntariamente en la cruz para
convencernos de que «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su
Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga
vida eterna».
Él murió enseñando el mensaje. Jesús nos comisionó a enseñar el
mensaje con toda nuestra personalidad y pasión. Todo su mensaje en toda
nuestra vida para todos nuestros alumnos… hasta que sean totalmente
persuadidos.
252
Paso 5: Practicar
El último paso es la verificación de calidad de los cambios. La pregunta
que debe plantearse ahora es el desafío más grande para usted como
profesor, y también para los alumnos: ¿Lo han hecho? No si comprendieron
el pasaje, no si estaban convencidos del principio, no si se sentían
corregidos por no haberlo hecho, no si estaban persuadidos que deben
hacerlo, sino ¡si lo han hecho!
Si no están haciéndolo allí mismo durante la clase, entonces tendrá que
esperar la próxima clase para hacer la pregunta. Usted quiere saber si
procedieron a «practicar» lo «comprometido». Entonces, debe «evaluar» si
han «cambiado» o no.
Estamos llegando al fondo, ¿verdad? Esta es la única manera de
confirmar los resultados de nuestra enseñanza.
Durante este paso, usted debe moverse más allá de lo que usted hace
para descubrir lo que hacen ellos. La única manera de saber es preguntar.
Respire profundamente, espere lo mejor, y pida una respuesta honesta. A
veces es más cómodo no saber la verdad, pero en este caso, el Señor quiere
que sepa.
Si ha estado cumpliendo su trabajo hasta ahora, está tratando de
descubrir si los alumnos estaban decididos a superar el impedimento normal
al cambio —que se llama hábito.
¿Se ha fijado que cuanto más edad tiene, más difícil es hacer cambios?
¿Sabe por qué? Porque cuanto más tiempo viva, más tiempo estará viviendo
de acuerdo con sus hábitos, respondiendo de la misma manera a los
estímulos.
El cambio requiere quebrar un hábito, y sus alumnos necesitan mucha
fuerza de voluntad y mucho ánimo para romper sus hábitos bien formados.
El cambio significa romper un hábito, reemplazando una conducta por otra.
La persona ha tenido que dejar las acciones no deseadas para empezar las
nuevas acciones deseadas.
253
Enseñar para cambiar vidas significa que el maestro ayuda al alumno a
cooperar con el Espíritu Santo en romper un hábito existente para practicar
un nuevo hábito positivo. Recuerde que la formación de nuevos hábitos es
difícil y requiere más de treinta días.
Llevar a los alumnos al punto de un compromiso genuino no es lo mismo
que hacer un cambio permanente. El compromiso solamente significa
intención, deseo, resolución. El compromiso provee la base del cambio, pero
el hecho de rendir cuentas asegura el cambio.
Recuerde, un cambio de vida permanente dura toda la vida. ¡Que su
determinación sea suficientemente firme para enseñar para cambiar vidas
en forma permanente!
254
Muchas veces recurrí a lecciones cargadas con información, pero vacías en
cuanto a aplicación significativa.
En el camino, una práctica significó mucho para mí. Debió ser la raíz de
los cambios en mi enseñanza. Empecé a pedir a Dios que me diera algo que
no tenía —un corazón de quien aplica. Busqué un cambio en mi corazón tan
profundo que me liberara para aplicar la verdad de la manera que él quería.
¡El Señor es tan bondadoso cuando pedimos algo que está en el centro
de su voluntad! Sobre esto, Él había hecho muy clara su voluntad:
«enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado». ¿Cómo
no iba a estar contento cuando pedía un corazón que supiera aplicar?
Permítame animarlo a unirse conmigo en esta oración. Quizás quiera
anotar esta oración en su Biblia y poner la fecha de hoy. Cada vez que
prepare una lección, empiece su tiempo de preparación con esta oración.
Quizás algún día podamos juntarnos y animarnos con las respuestas que
hemos visto.
Oración para pedir un corazón que sabe aplicar
Señor, es mi deseo profundo siempre enseñar a otros a «guardar todas las cosas
que has mandado», y por lo tanto, te pido que me des el poder del Espíritu Santo
para enseñar con el fin de cambiar vidas. Te invito a obrar de cualquier manera que
sea necesario para formar en mí un corazón que sabe aplicar. ¡Que me dé Su
preocupación por el mundo!
Le prometo una cosa: una vez que el Señor empiece su obra
transformadora, nunca volverá a su manera antigua. Un secreto más: una
vez que empiece a cultivar un corazón para aplicar, comenzará a
reconocerlo en otros. Será obvio, porque «de la abundancia del corazón
habla la boca», incluyendo las aplicaciones. Será una prueba más de que
usted se ha unido con las filas de los que enseñan para la eternidad.
255
¿Por qué los alumnos vienen a escucharlo? ¿Qué esperan de la clase?
¿Acaso no esperan que les enseñe algo que les ayudará?
Ahora piense en sí mismo como alumno en vez de maestro. ¿Por qué
usted asiste a clases en la iglesia, en la oficina, o en la universidad? ¿No
será para recibir ayuda? Si usted busca ayuda, pero el profesor no la ofrece,
¿cómo se siente?
La enseñanza incluye una expectativa no expresada, de que el alumno
tiene un problema y el maestro tiene la solución. Cuando ese acuerdo no se
cumple, hay decepción. Los alumnos se sienten traicionados por su maestro,
y los maestros se sienten frustrados con sus alumnos.
Pero no tiene que ser así. ¿Por qué hacer con sus alumnos lo que usted
no quería que sus profesores hicieran con usted? Ahora usted es el maestro,
y está dentro de su poder ayudar. Elija ayudar a sus alumnos cada vez que
enseña.
Las aplicaciones potentes tocan las necesidades más profundas de los
alumnos. Muchos maestros se han desviado tanto de las necesidades de
los alumnos que los alumnos frustrados declaran que sus clases son
irrelevantes y una pérdida de tiempo. Si tiene la menor duda acerca de esto,
pregunte a un estudiante universitario cuántos cursos de esos que son
requisitos son una pérdida de tiempo y no le ayudan.
Por supuesto, conocemos la respuesta común: «Los alumnos no saben
lo que necesitan. Espere hasta que crezcan, y cambiarán de opinión».
Bueno, resulta que yo ya soy mayor de edad, y no he cambiado de parecer.
Usted tiene más edad también. ¿Habría elegido la mayoría de cursos que
eran requisitos, si hubiese podido elegir usted? ¿Se acuerda cuando salió
de la sala diciendo que no sabía para qué servía lo que hablaron? Mirando
hacia atrás, ¿tenía razón?
Entonces, cambie su mente ahora. No se deje atrapar por la idea de que
la enseñanza no es para ayudar a los alumnos. Comprométase a suplir las
256
necesidades de los alumnos, y —como dice el Dr. Howard Hendricks— «se
levantarán para bendecirle»!
257
ametralladora y tire una y otra vez al centro del blanco. Dispárelo tantas
veces que nadie pueda dudar del punto.
Desdichadamente, muchos maestros piensan que una aplicación no es
el punto principal, sino algo agregado al final de la clase —unas palabras
finales, un momento de meditación.
¡Cuán lejos está esa idea de la enseñanza de Cristo y sus discípulos!
Cristo no consideraba la aplicación una manera de terminar su enseñanza,
sino el punto principal. Su contenido sirvió como base para la aplicación.
Nunca desarrolle su contenido, para después preguntarse qué aplicación se
puede agregar. Nunca presente ninguna parte de su lección, hasta saber
que apunte al blanco final.
Planifique el final desde el principio, para que pueda ubicar
estratégicamente cada recurso para llegar a la aplicación. Nunca vaya
buscando las flechas. Elija su blanco con oración y con cuidado. Prepare
sus flechas. Entonces, con todo su fuerza, ¡tírelas! Llegar al blanco a
propósito satisface mucho más que llegar por accidente —y no pierde tantas
flechas.
258
2. Ilustraciones que explican: Desarrollan la comprensión de información y
hechos.
3. Ilustraciones que aplican: Demuestran el uso de la aplicación en la vida
real.
4. Ilustraciones que concluyen: Profundizan el compromiso y mueve a la
acción.
Aunque sea sorprendente, la misma ilustración puede ser reestructurada
y usada eficazmente en las cuatro partes. Las ilustraciones que aplican
guían al alumno a ver cómo funciona la aplicación en su vida. Las
ilustraciones mueven la aplicación desde el papel hasta la persona. Las
ilustraciones conducen al alumno a decir: «quiero hacer eso», y «voy a hacer
eso».
¿Le molesta cuando lo único que dicen acerca de su lección es que les
gustó su anécdota? ¿O que lo único que pueden recordar de sus lecciones
anteriores son las historias? ¿Siente que no han captado el punto? ¿Cómo
pudieron olvidar el bosquejo de cinco puntos que formaba un acróstico, y
recordar solamente una historia?
Esto sucede no solamente cuando usted enseña; sucede cuando
cualquiera enseña. Sucede en todas partes, sin importar el tema, o la edad
del público. El poder de las ilustraciones es universal. ¿Para qué luchar en
contra? Si el sistema es universal, ¡adivine quién podría ser responsable!
Por lo tanto, use ilustraciones —¡muchas! Si quiere una tarea
motivadora, tome treinta minutos para ver las enseñanzas de Jesús. Trate
de ver qué porcentaje de sus palabras eran ilustraciones. Las llamamos
parábolas o alegorías, y están en cada página de los evangelios. ¿Podría
decirme cuál es el bosquejo del Sermón del Monte en Mateo? ¿Y la parábola
del buen samaritano? ¿No ve cómo la historia clarifica y es fácil de recordar?
Hace poco le pregunté a mi hijo adolescente, David, qué porcentaje de
las palabras de Jesús serían ilustraciones. Sin pensar, dijo más de 80%.
Entonces agregó: «¡Por eso Cristo es tan interesante!»
259
¿Por qué seguimos enseñando de una manera opuesta a lo que hacía
el Maestro de maestros? Él sabía que la gente recordaría sus verdades en
historias, más que en discursos. Quizás por eso los mejores maestros
también son excelentes para contar historias.
¿Dónde puede encontrar buenas ilustraciones? Para mí, hay cuatro
fuentes principales:
1. Ilustraciones de experiencia personal: Use las personas, los lugares, y los
eventos que ha encontrado.
2. Ilustraciones de la historia: Ocupe las personas, los lugares, y los eventos
seculares o extrabíblicos.
3. Ilustraciones de las Escrituras: Ocupe las personas, los lugares, y los
eventos del Antiguo o Nuevo Testamento.
4. Ilustraciones de su imaginación: Ocupe las personas, los lugares, y los
eventos que usted ha creado con su imaginación y su creatividad.
Estas cuatro fuentes de ilustraciones están en orden de uso en nuestros
días. Más de ochenta por ciento de las ilustraciones usadas por la mayoría
de los maestros son de experiencia personal, y el otro veinte por ciento son
entre la historia y la Escritura. Es el maestro poco común quien utiliza su
imaginación para crear una ilustración.
Si quiere reflexionar sobre algo, considere el uso que hacía Cristo de las
ilustraciones. Encontrará que su práctica era exactamente lo opuesto de
nosotros. La fuente principal de las ilustraciones de Jesús era su
imaginación —las parábolas eran historias ficticias. Los maestros modernos
usan más ejemplos personales que nada —creando el peligro de usar sus
propias vidas como el modelo para los demás. Ocupe su imaginación para
contar historias que sus alumnos no olvidarán. Entonces la próxima vez que
uno de sus alumnos solamente recuerde su historia, sonría, porque usó la
historia para envolver la aplicación.
260
Maximizador 5: Conduzca a sus alumnos más allá de una
aplicación general llévelos a pasos específicos de obediencia
El cambio de vida no ocurre en forma general, sino siempre en cosas
específicas. Por lo tanto, los maestros deben guiar a sus alumnos a aplicar
la verdad en maneras específicas e identificables.
El desafío es guiar a los alumnos más allá de los conceptos abstractos
como «el perdón»; a acciones concretas como «perdonar a tal y tal
persona por tal ofensa». Si el alumno no hace esta transición de algo que
piensa a algo que hace, el cambio solamente sucede en su imaginación, y
no en su vida. El maestro debe guiar al alumno a personalizar la
aplicación. La lección que presenta en la clase debe ser la lección que el
alumno aplique después de la clase. Su verdad debe ser encarnada en él.
He encontrado que los alumnos frecuentemente quieren hacer algo,
pero no tienen un plan, una pista para correr. Segundo, los maestros
frecuentemente apagan la obra del Espíritu Santo, haciendo el plan tan
específico y tan dogmático que todos los alumnos empiezan a hacer lo
mismo, perdiendo su identidad particular que Dios les ha dado. En vez de
decirles en detalle lo que deben hacer, condúzcalos a una comprensión del
principio relevante de la Escritura. Después, anímelos a buscar lo que el
Señor quiere que hagan a la luz de ese principio. Si enseña la verdad,
confíe en el Señor para comunicarles cómo él quiere que pongan en
práctica esa verdad en sus vidas.
Aunque hay una sola interpretación correcta, y unos pocos principios,
hay un sin fin de aplicaciones. Nuestra responsabilidad es presentar la
interpretación y los principios, y ayudarles a descubrir sus aplicaciones
específicas y personales.
Resista la tentación de ayudarles tanto que salga del terreno de
maestro. Resista la tentación de jugar a ser Dios. No queremos producir a
cristianos «prefabricados».
261
Maximizador 6: Aplique un estilo apropiado al pedir un
compromiso
Lo más importante de la enseñanza no es lo que dice el maestro, sino lo
que hace el alumno. ¿Decidirá el alumno a aplicar la verdad a su vida?
Aquí hemos llegado a la médula del asunto. Ahora que sabe aplicar, que
ha descubierto las necesidades de sus alumnos, ha usado todas las partes
de la lección para apuntar a la aplicación, ha guiado a los alumnos hacia los
pasos de obediencia, y lo ha ilustrado de manera eficaz. Sus alumnos están
con usted. Lo puede ver en sus caras. Ahora es el momento para pedir un
compromiso de hacerlo.
Este es el momento de la verdad —para ellos y para usted. En el mundo
de los negocios, este momento se llama «cerrar el negocio», o «pedir la
orden». Desgraciadamente, la mayoría de los maestros piensa que este
momento es fácil, y por lo tanto cuando captan un poco de tensión interna,
lo evitan. Pero con la gracia de Dios, usted puede y debe superar este miedo
natural, y debe desafiar a sus alumnos a «escoger hoy a quién servirán».
Muchas veces escucho a maestros y ministros eficaces llevar a su
público a este punto… y terminar con oración. Su público está preparado y
dispuesto, pero nunca se le pide un compromiso. Una gran obra en el
corazón de esos alumnos ha sido abortada. Estaban encinta con la verdad,
pero la verdad nunca nació. Si está comprometido a enseñar para cambiar
vidas, debe pedir un compromiso. Al final, el cambio es el resultado de una
decisión —¡así que debe pedir que tomen una decisión!
Moisés pidió una decisión: «El que esté por el Señor, venga a mí»
(Éxodo 32:26, LBLA). Jesús pidió un compromiso siempre: «Dejad las redes,
dejad vuestro oficio, y seguidme». Josué, Nehemías, Esdras, Josías —todos
enseñaron y entonces desafiaron. Creían tanto que la verdad tiene que ser
262
obedecida, que a veces guiaron a sus alumnos a hacer pactos grandes con
Dios, prometiendo dar todo para cumplir su voluntad.
¿Sabe por qué tantos cristianos son tan débiles? Nadie les desafía en la
profundidad de su alma. Nadie toca la trompeta y dice: «¡Vengan a unirse
con el Señor!»
Permítame decirlo de nuevo. Ámelos suficientemente para desafiarlos.
Algunos huirán hacia las tinieblas. Otros se intimidarán con la idea de un
compromiso tan completo y leal. Pero otros saldrán de su pasividad y
caminarán maravillosamente y gozosamente en el camino de un
compromiso sin límite. Hay gozo en seguir a Jesús. Pero recuerde, aun
algunos de sus alumnos lo abandonaron cuando pidió un compromiso.
Dijeron que era demasiado duro, aun cuando el Maestro de maestros los
desafió.
¡Pero algunos quedaron con él! Con el Espíritu entre ellos, y con un
compromiso sin vacilar, después de la resurrección de Jesús, dieron vuelta
al mundo.
Una vez que decida pedir un compromiso, la próxima pregunta es cómo
hacerlo apropiadamente. Me gustaría que hubiera una respuesta fácil y
simple para esta pregunta. Pero no hay. A veces pedimos demasiado, y a
veces pedimos muy poco. Como en muchas áreas de la vida, lo «apropiado»
es cuestión de equilibrio.
Algunos que predican y enseñan usan demasiada emoción o demasiada
presión cuando piden un compromiso. Quizás algunos se hayan convertido
en adictos a los resultados, y utilicen la manipulación y el engaño. Tales
excesos caben en cinco categorías:
1. Demasiado emocional: rogando, llorando, obligando.
2. Demasiado extendido: «Ahora durante la estrofa quince del himno.…»
3. Demasiado expansivo: «Todos lo que hayan pecado alguna vez deben
venir…»
4. Demasiado manipulador: «Si desea éxito económico…»
263
5. Demasiado comercial: profesional, pulido, empaquetado, engañoso.
Cuando pide un compromiso, asegúrese de que sus palabras pasen por
un filtro de amor. Recuerde, es para el bien de los alumnos, y no para su
propia gloria. Esas ovejas han sido puestas por Dios bajo su liderazgo. Sea
amable si responden fácilmente, pero sea duro si lo necesitan. Filtre sus
desafíos para asegurar que sean específicos, razonables, que exijan fe, y
que sean bíblicos.
Su llamado debe ser claro y conciso, y debe exigir una respuesta. Debe
ser ubicado sólidamente sobre una presentación clara de la verdad, y
sólidamente vinculado con un pasaje específico de la Biblia. Si ha sacado
su aplicación directamente de la Biblia, sus alumnos reconocerán que su
llamado a un compromiso es un llamado de Dios, y que su respuesta es para
Él, y no para usted.
«Yo y mi casa pediremos un compromiso». ¿Y usted?
264
Hay cinco relaciones clave disponibles a usted como maestro, con la
posibilidad de rendir cuentas:
1. El alumno puede rendir cuentas a sí mismo. Esta es la forma más
madura de rendición de cuentas, porque depende solamente de la disciplina
y determinación interior de la persona. Cuando el alumno se comporta
responsablemente, es un individuo maduro, y opera con la motivación
interna. Las otras relaciones de rendición de cuentas son externas, y el
alumno es influenciado por otros individuos fuera de sí mismo.
Los maestros que han sacado lo mejor de nosotros frecuentemente han
motivado la determinación interna. Nos han ayudado a desear tan
profundamente ser evaluados, que nosotros mismos nos hacemos
responsables por cumplir la tarea. Como maestro, usted debe hacer
preguntas como: «¿Cuán comprometido está?», o «¿Qué se requiere para
que usted logre su meta, sin importar las consecuencias?»
2. El alumno puede rendir cuentas a sus compañeros. Dependiendo de
la edad y las circunstancias, rendir cuentas a los compañeros puede ser lo
más eficaz y lo más simple. El maestro puede formar equipos para hacer
una tarea, o para hacer una competencia para logros mayores, o puede
pedir que cada uno cuente a otro miembro del grupo lo que piensa hacer.
También puede hacer que los alumnos más capaces sean responsables por
enseñar a los más lentos.
3. El alumno puede rendir cuentas a otra persona significante. Las
escuelas frecuentemente utilizan este tipo de rendición de cuentas, cuando
envían tareas corregidas a la casa para que los padres las firmen. Con
ciertos problemas de disciplina, los profesores llaman a los padres. ¡Eso sí
aumenta el sentido de rendir cuentas!
A veces pregunto a un alumno qué otra persona se preocupa más a que
él logre sus metas.
¿Quién es la persona que más lo anima a que siga en esta carrera? A
veces he animado a los alumnos a llamar a sus abuelos favoritos para
265
contarles de su compromiso. Algunos comerciantes que viajan mucho
llaman a su mejor amigo para rendir cuentas acerca de lo que están viendo
en la televisión de la habitación del hotel, para ayudarles a no ver películas
pornográficas.
Cada vez que llamo a mi amigo Dennis Rainey, de Ministerio a la Familia
(Family Life Ministry), nos preguntamos acerca de nuestras relaciones con
nuestras esposas. ¡El simple hecho de saber que alguien va a hacer las
preguntas difíciles refuerza nuestra determinación de poder dar las
respuestas correctas!
El ministerio de Caminata Bíblica ha sido bendecido con un directorio
increíble. Juntamente a ellos, somos los mayordomos de la visión que el
Señor nos ha encomendado. Cada vez que nos reunimos, me piden cuentas
de asuntos públicos y personales. Más de una vez, esta costumbre de rendir
cuentas ha servido para proteger a mi familia y a mí.
4. El alumno puede rendir cuentas al profesor. Esta es la fuente más
obvia de motivación externa en el proceso de aprendizaje. Cuando
enseñaba en la universidad, a veces concluía la primera sesión diciendo a
los alumnos que yo estaba comprometido con ellos, y les pedía que
escribieran en una hoja cuál era su compromiso conmigo.
A veces usted tiene que ir a un alumno con problemas para hacerlo
volver a su compromiso y seguir en el camino correcto. Puede demorar
horas antes de que un alumno decida cumplir su compromiso. Posiblemente
tendrá que ir a conversar con una persona en medio de un problema para
ayudarle. Lo que sea la necesidad de su alumno, tiene que estar disponible
para ayudarle, y tiene que pedirle cuentas para que haga lo correcto.
5. El alumno puede rendir cuentas a Dios. Cuando sea apropiado,
considere guiar a sus alumnos a comprometerse con el Señor. A veces
puede pedirles que haga una oración en voz alta, y usted les ayuda con las
palabras. Otras veces pueden orar en silencio, usando sus propias palabras.
266
Posiblemente escriban su compromiso en un papel, y lo lleven consigo para
orar diariamente.
La prueba final si hemos tenido éxito está en la vida de los alumnos
cuando ya no estemos presentes. ¿Hemos desarrollado en ellos suficiente
interés y motivación para aplicar la verdad, que ha llegado a ser una parte
permanente de su vida?
Recuerde, los que enseñamos tendremos que rendir cuentas al Señor,
más que otros. Por lo tanto, en preparación para ese día, repartamos un
poco de la costumbre de rendir cuentas ahora, aquí. Entre nuestros alumnos
y entre nosotros.
Conclusión
Este asunto de la aplicación siempre me llena de asombro y admiración.
¿No es maravilloso, mi amigo, que el Señor soberanamente nos ha
permitido compartir con él algo maravilloso, la experiencia de cambiar vidas?
Dios no solamente utilizó a seres humanos para escribir la Biblia, sino
también para enseñar la Biblia. Espero que nunca perdamos de vista lo
maravilloso que es tener el privilegio de enseñar para el Maestro.
Las aplicaciones bíblicas eficaces tienen mucho poder para cambiar
vidas. Un versículo muy conocido es: «Sin profecía el pueblo se desenfrena»
(Proverbios 29:18). La palabra hebrea traducida profecía tiene el significado
de «revelación divina». Por ejemplo, Isaías empieza con las palabras «visión
de Isaías», y se refiere a la revelación sobrenatural que recibió Isaías. ¿Cuál
sería nuestra «profecía» hoy? —La Biblia. Así que Proverbios 29:18 podría
ser traducido, «Sin la Biblia.…»
Segundo, examinemos la palabra hebrea traducida «se desenfrena». Un
ejemplo de su significado se ve en el relato de Moisés, cuando descendió
del monte Sinaí con los Diez Mandamientos, y vio el pecado descarado del
pueblo. Algunas traducciones describen su condición, diciendo que andaban
267
locos, o estaban desnudos, o estaban participando en inmoralidad y
adulterio. Todas estas descripciones demuestran el significado de
«desenfrenarse». La palabra significa correr sin freno hacia la inmoralidad.
Por lo tanto, el versículo debe decir: «la gente corre desenfrenadamente
hacia la inmoralidad».
Al juntar estas dos frases, verá por qué usted y yo debemos aplicar la
verdad cada vez que enseñamos: «Sin la Biblia (correctamente enseñada),
la gente corre desenfrenadamente hacia la inmoralidad». Obviamente,
entonces, una de las razones por la que los cristianos están viviendo como
el mundo no creyente, es que no estamos enseñando la Biblia
correctamente.
Vi la profunda verdad de Proverbios 28:19 hace poco cuando prediqué
en una iglesia grande. Después del servicio, un hombre se acercó y dijo:
—Tengo que hablar con usted. Usted no es de aquí, así que se lo puedo
decir. Tengo muy malas noticias. Estoy en medio de un divorcio.
Le dije que estaba de acuerdo que eran malas noticias. Y agregó:
—Pero tengo noticias aun más malas: soy diácono de esta iglesia.
Le dije que según Dios, no podía hacer las dos cosas. Si estaba
divorciándose, tendría que renunciar como diácono, o tendría que arreglar
su matrimonio para seguir como diácono. Le urgí a obedecer la voluntad de
Dios y restaurar su matrimonio.
Continuó:
—Hay noticias aun más malas. No soy el único diácono en esta iglesia
que está divorciándose. Durante los últimos tres años, nueve diáconos se
han divorciado.
—¿Nueve diáconos?
Después de recuperarme del golpe, dije:
—¿Le puedo hacer dos preguntas? [Si está entendiendo esta ley, podrá
adivinar las dos preguntas —y probablemente las respuestas también.]
268
¿Cuándo fue la última vez que su pastor predicó acerca del matrimonio y la
fidelidad matrimonial?
—Nunca —contestó. Le dije que ya lo sabía.
—Segundo, ¿qué sucede en la vida personal de su pastor y en su
matrimonio?
Nunca olvidaré su cara cuando le hice esa pregunta. Se echó para atrás
y murmuró:
—¿Quién se lo dijo?
Dije:
—Usted me dijo.
—¡No, no se lo dije! ¡Prometí que no lo diría a nadie! ¿Quién le dijo?
Continué:
—Usted acaba de decirme. Me dijo que hay nueve diáconos que se han
divorciado. Si la gente está viviendo una vida desenfrenada en esta iglesia,
es porque no se predica la verdad. Y la única razón que la verdad no se
predica, con tanto pecado evidente, es que el mismo pecado existe en la
vida del pastor o de sus familiares cercanos.
El pastor no podía decir la verdad porque no estaba viviendo la verdad.
Creo que ese pastor tendrá que rendir cuentas, no solamente por su propio
pecado, sino también por reprimir la verdad de las vidas y familias que están
sufriendo y siendo quebrantadas. ¿Puede imaginar la devastación que
seguirá por generaciones en esa iglesia? Todo esto sucede porque este
pastor no aplicó la verdad a las necesidades de su congregación.
Como enseña Proverbios 29:18, la gente se desenfrena cuando la
Palabra de Dios no se enseña y no se aplica. Por lo tanto, aplique la verdad
cada vez que enseña. Comprométase con el Señor que, desde ahora en
adelante, en cada lugar y en cada momento, usted va a enseñar para
cambiar vidas —por la gracia de Dios y para Su gloria.
269
Preguntas para reflexión
1. ¿Cómo es posible que una persona enseñe sin «alimentar las ovejas»?
¿Qué falta cuando las ovejas no se han alimentado? ¿Cree que el maestro
o el predicador se da cuenta de esto? Cuando usted enseña, ¿cree que se
alimentan sus alumnos?
2. ¿Qué porcentaje del tiempo siente usted que el Espíritu Santo está
actuando con poder cuando enseña? ¿Cree que el Espíritu desea actuar
cada vez que enseña, o solamente algunas veces? ¿Cuál es la razón
principal que nos falta esta experiencia de Su presencia en las clases hoy?
4. Mencione todas las diferencias que pueda entre el corazón de quien aplica
y el corazón de quien pone énfasis en el contenido. ¿Quién tiene el mejor
corazón para aplicar que usted conozca? En una escala de uno a diez,
¿cómo calificaría usted su corazón para hacer aplicación? ¿Qué puede
hacer para que su calificación sea mejor?
270
QUINTA LEY
LA LEY DE LA
Necesidad
9
LA LEY DE LA NECESIDAD; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Hace muchos años vivía con mi esposa y nuestros dos hijos pequeños
en una granja en el sur de Georgia. La propiedad tenía un lago pequeño con
un muelle viejo y frágil.
Nunca olvidaré del día que decidimos llevar a David y Jenny a pescar
por primera vez. Compramos cuatro cañas de pescar, de las más baratas.
También compramos unos flotadores y unos anzuelos.
Cuando llegué a la casa, le dije a David que buscara unos gusanos
debajo de las piedras. Se fue corriendo y se divirtió con la tarea. Jennifer,
que tenía cinco años, no podía soportar la idea de un gusano.
En unos minutos, fuimos al muelle y empecé a preparar las cañas, con
flotadores y anzuelos.
—Pongamos un gusano —dije.
—¡Bien, papá! —dijo David. Inmediatamente empezó a pinchar a un
pobre gusano.
Jennifer estaba traumatizada. Se angustió y casi empieza a llorar.
—¡Papá! —gritó—. ¿Qué está haciendo David?
—Bueno, Jenny, está poniendo un gusano en el anzuelo.
—¡Papá! —dijo inocentemente—. ¿Por qué? ¿Qué maldad ha hecho ese
gusano?
—Nada, Jenny. Pero es necesario poner un gusano en el anzuelo.
—Papá, ¿Dios no ama a los gusanos?
271
¡Mis estudios en el seminario no me habían preparado para esa
pregunta!
—Bueno, Jenny, sí.
—¡Yo no voy a hacer eso a un gusano!
—Jenny, tienes que poner un gusano en el anzuelo para pescar un pez.
—¡Papá, yo no voy a hacer eso!
Ella fue al final del muelle, llevando su caña de pescar nueva, y tiró el
flotador y el anzuelo en el agua, sin gusano.
David fue al otro lado del muelle, y tiró su cuerda en el agua. Tome en
cuenta que nadie había pescado en este lago por mucho tiempo, y estaba
lleno de peces. En segundos, David tuvo su primer pescado. Estalló de
entusiasmo. El pescado estaba luchando, dando vuelta por todos lados, y
David estaba saltando de alegría. Sacó el pescado del lago, lo sacó del
anzuelo, y lo puso en el muelle. Naturalmente, Jennifer corrió a ver el primer
pescado. No quería tocarlo, pero estaba muy emocionada.
Mientras tanto, David puso otro gusano.
—Jennifer, ¿quieres un gusano? —preguntó.
—No, no lo voy a hacer.
David se encogió de hombros y tiró su cuerda de nuevo. Casi
inmediatamente pescó otro pescado. Jennifer miró su propia caña, y
después miró la caña de David. Poco a poco fue moviéndose hacia el lugar
donde estaba su hermano. Supongo que pensó que los peces no tenían
hambre donde había estado. Él puso otro gusano, tiró la cuerda, y pescó un
tercer pez. Y mi pequeña hija empezó a llorar.
—Cariño, ¿qué sucede?
—Papá, ¡David tiene una caña con suerte!
—Jenny, ¿estás segura de que esa es la razón?
—¡Sí!
272
Así, le sugerí que David probara con la caña de ella. Él puso un gusano
en la caña de mala suerte de Jenny, tiró la cuerda, y en segundos tenía otro
pescado. Después de unos momentos de silencio, Jennifer dijo:
—¡Nunca más voy a pescar!
—Jenny —dije—, ¿tú sabes cuál es el problema?
—No.
—Adivina lo que le gusta comer a los peces.
Podría ver que su cerebro estaba trabajando. Finalmente dijo en voz
baja:
—Es decir, ¿a los peces les gusta comer gusanos?
—Sí. ¿Por qué no pones uno en tu anzuelo?
—Pero, papá, ¡mira qué lindo el anzuelo!
Según ella, el anzuelo nuevo brillante debía ser suficiente para atraer y
pescar peces.
He pensado mucho en ese día inolvidable, no solamente porque enseñé
a Jennifer a pescar, sino porque me ha dejado una lección básica acerca de
cómo pescar a los hombres. Entramos confiadamente al salón de clases con
nuestra Biblia grande y negra, nos paramos detrás del atril, y avisamos:
«Abran sus Biblias en Ezequiel 38». Y pensamos que están ansiosos de
estudiar Ezequiel 38. Imaginamos que vienen corriendo a la clase pensando,
¡Espero que hablemos hoy día de Ezequiel 38! Tratamos de pescar a los
alumnos con un anzuelo sin nada. Con razón que nadie está interesado.
¡Con razón nos preguntamos a veces si vale la pena «pescar»!
Jenny pensaba que el anzuelo era atractivo, y por eso pensaba que
atraería a los peces. Pero estaba equivocada. Esperaba que el público en el
lago fuera a ver la vida desde su punto de vista.
Pero tengo algo que decirle: los peces no son atraídos a los anzuelos sin
carnada. Tampoco los alumnos están interesados simplemente en el
contenido seco. Si quiere tener a alumnos interesados y motivados, tiene
que dejar de tirar anzuelos sin carnada en el agua. Frecuentemente estamos
273
tan enamorados de la belleza de nuestro contenido que olvidamos que
nuestros alumnos lo evitarán, si no les atraemos con habilidad.
«La parábola del anzuelo sin carnada» ilustra una de las raíces de la
enseñanza poco efectiva: una clase estructurada y conducida para suplir las
necesidades del maestro y no de los alumnos. No se puede obligar a un pez
a morder el anzuelo; tampoco se puede obligar a los alumnos a aprender.
Vayamos un paso más; ¿quién debería poner la carnada en el anzuelo?
¿El pez o el pescador? Por supuesto, ¡el pescador! Pero esperamos que
nuestros peces sean atraídos por los anzuelos vacíos o que pongan su
propia carnada en los anzuelos.
Esa es la esencia de la ley de la necesidad. El maestro es responsable
por ayudar a sus alumnos a buscar su contenido. Lo llamamos motivación.
Si tiene alumnos que no tienen motivación, quizás la razón es que no tiene
un gusano en el anzuelo.
Para el fin del capítulo, entenderá cómo Cristo ponía carnada en el
anzuelo para sus alumnos. Descubrirá cómo poner una carnada en el
anzuelo para cualquier materia que enseñe, para que sus alumnos sean tan
motivados que ¡saltarán solos a su bote!
274
¿Qué es? Es la depresión del «¿para qué hago esto?», que comienza
cuando un alumno bosteza, y después otro. Crece implacablemente cuando
un alumno saca una revista para esconder entre sus libros y leer, y otro más
empieza a escribir una carta de amor, cuando el maestro pensaba que
estaba escribiendo apuntes con entusiasmo. Le sobrecoge cuando un
alumno está mirando por la ventana, soñando con una mirada de aburrido,
y otro más está imaginando un partido de fútbol, jugando con una moneda
en su escritorio.
Ha perdido el contacto. Ya no le escuchan. Usted simplemente está
haciendo ejercicios con su mandíbula.
¿Qué puede hacer? ¿Pretender que no está pasando? ¿Echar la culpa
al tiempo, a la baja inteligencia de sus alumnos, o a la hora? ¿Decidir
renunciar y cambiar de trabajo? ¿O va a tomar el control de la situación y
hacer algo al respecto?
Ahora, cambie la película un poco, e imagine que sus alumnos están
rogando que les hable, que están ansiosos de empezar la clase, que están
tristes cuando termina la clase, y que están poniendo en práctica en sus
vidas el contenido de su clase.
«¡Está soñando!», me dice usted. «¡No conoce a mis alumnos!»
Posiblemente esté pensando así ahora, pero al final del estudio de la ley
de la necesidad, descubrirá unas ideas que revolucionarán su enseñanza.
Pero primero, consideremos este concepto del «anzuelo vacío».
La mentalidad común acerca de la motivación de los alumnos es que la
motivación es problema del alumno. Si están aburridos y apáticos, es culpa
de ellos. Si no quieren prestar atención, ciertamente no es culpa del maestro.
La ley de la necesidad presenta la perspectiva opuesta: el maestro
puede y debe formar la necesidad para lo que enseña. En otras palabras, si
va a pescar, ¡ponga una carnada en el anzuelo! Para ver cómo funciona esto
en la vida real, miremos al Maestro de maestros, Jesucristo.
275
Cuando estudia la vida de Cristo, no puede escaparse del hecho de que
Jesús se dirigía a las necesidades de sus oyentes. Buscaba suplir esas
necesidades a través de dos enfoques distintos. Primero, cuando las
necesidades de las personas eran obvias, Jesús las satisfacía
inmediatamente allí mismo. De todos los maestros que han enseñado en
este mundo, Jesús era el mejor para suplir las necesidades.
Segundo, cuando la gente no entendía sus necesidades, Jesús trataba
de clarificar cuáles eran, y después las satisfacía. En los dos casos, Jesús
enseñaba para responder a las necesidades de los alumnos, y no a pesar
de ellas. El punto de partida en la enseñanza de Jesús eran las necesidades
de sus alumnos, y no su contenido.
Como maestros, todos enfrentamos las dos situaciones todos los días.
A veces, las necesidades de los alumnos son aparentes, y podemos tratar
de satisfacerlas tan pronto como sea posible. Si es la necesidad en la vida
de un individuo, tratamos de ayudarle a través de conversación privada o
correspondencia. Cuando todos los alumnos reflejan una necesidad en
común, podemos suplir esa necesidad por medio de comentarios durante la
presentación, aplicaciones especialmente apropiadas, o discusión acerca de
esos temas.
En general, sin embargo, la mayoría de los maestros se encuentran en
la situación opuesta: tienen que enseñar una materia o una lección que no
está relacionada con los intereses o necesidades de los alumnos. No están
enseñando para responder a las necesidades de los alumnos, sino para
responder a un programa designado. Si es así, usted está tirando un anzuelo
sin carnada en el lago, y no puede esperar buena respuesta de los alumnos.
Los problemas de indiferencia, falta de atención, y falta de motivación deben
ser anticipados en las situaciones del salón de clases.
La mayoría de maestros están preocupados y asombrados cuando
descubren que sus alumnos no tienen interés ni motivación para estudiar su
materia. ¿Pero por qué nos sorprende? Creo que estos sentimientos no
276
corresponden, y solamente causan presión y tensión para el maestro y para
los alumnos. La gran mayoría de las clases están desconectadas de las
necesidades de los alumnos, y por lo tanto siempre producen frustración,
apatía y falta de motivación.
Si está preocupado por estos comentarios, deténgase un momento para
recordar su experiencia como alumno. ¿No se encontró frecuentemente sin
interés, deseando que no tuviera que soportar un cierto curso o clase? ¿No
dijo alguna vez: «Si no tuviera que tomar este curso, podría…», y nombraba
muchas cosas que parecían mejor uso de su tiempo?
Cuando estaba desarrollando estos conceptos, pasé mucho tiempo
entrevistando a alumnos acerca de sus experiencias educacionales. La
mayoría de los alumnos veían que muchos cursos, no solamente no suplían
sus necesidades, sino que interferían con sus necesidades. Frecuentemente
escuchaba palabras como «ese curso era una pérdida de tiempo», o
«totalmente irrelevante», o «no me ayudará en nada». Recuerdo que
pregunté a un grupo de veinticinco estudiantes universitarios qué porcentaje
de sus clases dejarían si pudieran. La respuesta: ¡más de la mitad!
Esta es la médula del problema educacional en las salas. En vez de
enseñar como respuesta a las necesidades de los alumnos, frecuentemente
enseñamos a pesar de sus necesidades.
¿Qué debemos hacer?
La respuesta está en el ejemplo de nuestro Maestro de maestros.
Enfrentaba este mismo problema, y su infinita sabiduría proveyó una
solución fresca. Y lo maravilloso es que su método puede ser reproducido
por cualquier maestro que quiere servir a los alumnos, satisfaciendo sus
necesidades.
El método de cinco pasos de Jesús es transferible a cualquier maestro;
funciona en la vida de maestros en todo el mundo que están comprometidos
a enseñar como Cristo. Cuando lo hacen, los alumnos están aun más
entusiasmados que los maestros. Las clases se convierten en
277
increíblemente importantes y relevantes. Llega a ser vital para sus
necesidades.
¿Cómo? El maestro aplica los cinco pasos que Jesús usaba para
despertar la necesidad en el corazón de los alumnos. Los alumnos
responden como los discípulos de Jesús, y la motivación y el entusiasmo
crecen. Los alumnos están tan motivados que sacan la enseñanza del
maestro.
Si esta visión de una clase le atrae, entonces quédese con nosotros
mientras le equipamos para aumentar la motivación de los alumnos por
medio de la ley de la necesidad. Al comenzar, vea si puede discernir las
cinco etapas de la mujer samaritana en Juan 4:5–30.
Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob
dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del
camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de
Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (vv. 5–7)
Esa era una clase del Maestro de maestros —una mujer que llegó al
pozo para buscar agua. Tuvo que ir. Hacía calor, ella tenía sed, y necesitaba
agua. Estaba totalmente indiferente al hombre que estaba descansando allí.
Es parecida a nuestra situación. Nuestros alumnos vienen porque tienen
que venir. ¡Y la mayoría ni siquiera está consciente de que tienen sed! Pero
Jesús aprovecha la situación. Sabía que para enseñar, uno tiene que hacer
que el alumno aprenda. Fíjese que Jesús asumió la responsabilidad de
causar el deseo de aprender, el interés en entender la lección.
278
El modelo de la ley de la necesidad
279
de lo que la tiene cautiva en el momento que comienza la clase! Si no tiene
su atención, nunca llegará a ellos con su contenido. Tener la atención de los
alumnos es el primer requisito universal del aprendizaje.
La atención es maravillosa. Es inmediatamente atraída al estímulo
presente más vívido. Por lo tanto, para captar la atención de su alumno,
solamente tiene que superar el estímulo que capta su atención ahora.
Ya que la mayoría de los alumnos entra a la sala con un bajo nivel de
estímulos, normalmente es fácil superar ese estímulo. Si es difícil captar su
atención, es porque el estímulo actual es más fuerte que el suyo. ¡Así que
debe hacer el suyo más fuerte!
Usted «capta la atención» de sus alumnos y la logra «cautivar» cuando
ellos se desconectan de la fuente actual de su atención e interés. ¿Qué es
esto? Si usted puede hacer que enfoquen sus ojos y sus oídos, también sus
mentes cambiarán de enfoque. Por unos segundos breves, los tiene. Pero
es imposible mantener su atención mucho tiempo, si no se mueve al
segundo de los cinco pasos de fomentar la necesidad.
280
contesta la pregunta. Simplemente continúa formando un sentido de
necesidad.
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice:
Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. (v. 10)
Trate de ponerse en el lugar de la mujer por un momento. La respuesta
de Jesús tiene que haber despertado su curiosidad. «¿De qué don está
hablando? ¿Dónde está? ¿Cómo lo puedo conseguir? ¿Cuánto vale?
¿Quién es este hombre? ¿Por qué es tan importante? ¿Qué es «agua
viva»?»
Mire cómo Jesús enseñaba a su alumno. Mire cómo puso la carnada en
el anzuelo de su curiosidad. Incluso, puso carnada no solamente en un
anzuelo, ni en dos, ¡sino en tres! ¿Los ve?
281
¿Cuántos de estos anzuelos mordió la mujer? Ella mordió los tres, pero en
el orden inverso.
Carnada 3: Agua viva
La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo.
¿De dónde, pues, tienes el agua viva?» (v. 11)
Carnada 2: Su identidad
«¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob.…?»
En el griego original, esta pregunta espera una respuesta negativa de
parte de Jesús. Ella no podía imaginar a nadie mayor que Jacob.
Carnada 1: El don de Dios
Ella menciona el don de Jacob —«…que nos dio este pozo, del cual
bebieron él, sus hijos, y sus ganados?» Indirectamente, ella estaba
preguntando: «¿Cuál es este don que usted va a dar? ¿Acaso será mejor
que el don de este pozo que nos dio Jacob?»
Este es un ejemplo increíble de cómo Cristo enseña a una de sus
alumnas. Él poseía un conocimiento sin límite, sabiduría infinita, y amor
perfecto para su alumna, pero usa un acercamiento cuidadoso y planificado.
Crea curiosidad en ella para que busque y desee más información.
Ahora toma la curiosidad de la mujer y la lleva hacia asuntos más
profundos con los cuales ella se puede identificar inmediatamente.
282
agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna (vv.
13, 14).
Los dos primeros pasos son simplemente preparación para este tercer
paso. El maestro debe vincular la curiosidad del alumno con los asuntos que
toquen sus necesidades sentidas lo más rápido y fácilmente posible. Jesús
sabía que el agua y la sed eran lo más importante en la mente de su alumna,
así que empezó allí. El mejor punto de partida para toda enseñanza es la
necesidad sentida de los alumnos. Lo que ellos sienten y piensan es el mejor
trampolín para comenzar nuestras lecciones.
Jesús sabía que ella daría cualquier cosa para evitar salir en el calor
para buscar agua todos los días. Su carnada, «no tendrá sed jamás», y
«será en él una fuente de agua», hacían que ella sintiera: «¡Quiero esto!»
Cuanto más cerca esté a las necesidades sentidas de los alumnos, más
fácil será estimular su interés. Los mejores maestros, entonces, siempre
están investigando a sus alumnos para entender qué les sucede en ese
momento. Ellos observan el lenguaje corporal y sintonizan sus oídos a las
conversaciones antes y después de la clase. Los maestros eficaces se han
entretejido con la tela de la vida de sus alumnos, y ellos sienten
instintivamente qué les sucede.
Su introducción debe hábilmente hacer un vínculo entre la lección y sus
intereses existentes. No es necesario aumentar su interés, sino involucrar
su interés. Para ver otro ejemplo de este vínculo importante, observe cómo
Cristo siguió este mismo procedimiento con Nicodemo en el capítulo anterior
de Juan.
¡Qué alivio darse cuenta de que no tiene que fabricar interés —sino
solamente descubrirlo y cooperar con él. Recuerde, los estudiantes siempre
entran al salón de clases interesados en algo.
El próximo paso es el desafío más grande. ¿Cómo puede guiar a sus
alumnos hacia el tema que ha preparado?
283
Paso 4: Comprender la necesidad verdadera
Es obvio que Jesús quiere compartir con la mujer el don de la salvación
de sus pecados —pero ella está lejos de sentir su pecado y su necesidad de
ese don. Ella no fue al pozo reflexionando sobre su situación desesperada
y su necesidad de un Salvador.
Su maestro estaba consciente de esto, y por lo tanto continuó el proceso
de despertar la necesidad. Jesús está tan decidido a despertar la necesidad
que otra vez no contesta sus preguntas acerca del agua milagrosa que había
mencionado. Al contrario, cambia el tema (¡en la mente de ella, no de él!) y
le dice:
«Vé, llama a tu marido, y ven acá» (v. 16).
¿Qué tiene que ver con su sed? Nada. Y sin embargo, todo. Jesús quería
que tuviera sed en un nivel mucho más profundo, no solamente el nivel
sentido. Ahora observe lo que sucede.
Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo
marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto
has dicho con verdad (vv. 17, 18).
Jesús no la condenó. Incluso, le felicitó por su honestidad. Entonces se
detuvo para ver si seguía acercándose el pez. Y se acercó. ¡Incluso, ella tiró
su propia carnada! Está motivada a aprender más.
Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron
en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
(vv. 19–20)
Ella quería aprender más acerca de cómo adorar a Dios, y le pide a
Jesús indirectamente que siga comentando. Él le había animado por sus
preguntas, y ahora él puede «comprender la necesidad verdadera». Este es
la «cumbre» del despertar de la necesidad, en la que guía al alumno a sentir,
«!Necesito esto¡»
284
Paso 5: Curar la necesidad verdadera
Una vez que los alumnos estén conscientes de sus necesidades
verdaderas debe proceder a «curar la necesidad verdadera» con el
«contenido». Cuando los alumnos están tan motivados por sus necesidades
verdaderas, ¿luchará con alumnos desinteresados? ¿Tendrá que luchar con
su apatía?
¡De ninguna manera! ¡Estarán entusiasmados! Que dirán: ¡Lo tengo!
¡Por fin «obtuve lo que quería»!
Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga
nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. (vv. 26)
Jesús esperó hasta que su alumna hiciera la pregunta apropiada. Los
maestros son más eficaces cuando siguen este mismo esquema. En vez de
empezar la clase con nuestro contenido, debemos crear hambre del
contenido. Desgraciadamente, la mayoría de los maestros ve este paso de
despertar la necesidad como algo innecesario —una pérdida de tiempo
valioso.
Si no es necesario despertar la necesidad, entonces ¿por qué el Maestro
de maestros pasó un porcentaje tan grande de su tiempo haciendo a sus
alumnos conscientes de su necesidad? En este caso, Jesús dedicó más
tiempo para crear la necesidad que para enseñar la lección misma. Así fue
un ejemplo de una mentalidad muy distinta de la enseñanza y la predicación
actual. Consideró la concienciación de la necesidad la primera parte de la
lección, en vez de considerarla como una parte agregada innecesaria.
Crear la necesidad es como poner la carnada en el anzuelo — el primer
paso para todos los que deseen pescar un pez.
Retrocedamos un momento para repasar lo que hizo Jesús. ¿Cuál fue
su mentalidad a través de todo el proceso? Mientras observamos al Maestro
trabajando, ¿qué podemos aprender acerca de la actitud del corazón que se
necesita para satisfacer las necesidades y pescar bien?
285
Primero, fíjese que Jesús llegó a ella en su propio terreno. Él estaba
sentado al lado del pozo, la mujer se acercó, y él le pidió agua. Jesús hizo
un contacto con ella en una manera natural, en un ambiente conocido por
ella, y tocó un tema que ya le interesaba. Esto refleja el primer aspecto de
la mentalidad de la ley de la necesidad: es esencial que el maestro comience
con el marco de referencia de los alumnos. Para curar sus necesidades,
usted debe unirse primero en su terreno.
Segundo, el Señor asumió la responsabilidad para ganar su atención y
discutir sus necesidades. Mientras progresaba la conversación, ella llegó a
participar activamente. Pero Jesús era claramente el agente responsable
por causar su aprendizaje. Con sus preguntas y sus comentarios, Él se
aseguró de que su reunión no fuera un intercambio casual. Este es el
segundo ingrediente de la mentalidad de la ley de la necesidad: el maestro
debe asumir la responsabilidad por dirigirse a las necesidades de los
alumnos.
Satisfacer las necesidades no sucede accidentalmente. Si Jesús no
hubiera sentido la responsabilidad por este encuentro con la mujer,
asegurándose de terminar satisfaciendo sus necesidades, ella se habría ido
tan necesitada como antes de venir. Lo mismo es válido para nuestras
clases. Si no asumimos la responsabilidad por suplir las necesidades de los
alumnos, seguirán sin solución.
Esto nos lleva al último, y quizás el más importante ingrediente de la
mentalidad de la ley de la necesidad. Cuando Jesús habló con la mujer
acerca de sus maridos, podría haber dicho cosas acerca de su pasado que
le habrían aplastado. Pero no lo hizo. Él la trató con gentileza y con gracia.
Ese es el tercer aspecto: Diríjase a las necesidades de sus alumnos con
gentileza y con sensibilidad.
Jesús sabía que las necesidades verdaderas no surgen a la superficie
fácilmente. Cuando finalmente surgen, a veces la persona es sensible, y a
veces le duele emocionalmente. Es como un niño que corre a su madre
286
después de caerse y lastimarse. Necesita que limpie la herida, pero cuando
la madre empieza a curarla, él se aleja. Para poder curar su necesidad, ella
tiene que usar gentileza y sensibilidad.
Cuando empieza a dirigirse a las necesidades verdaderas de los
alumnos, no debe sorprenderse de que haya algunas heridas abiertas y
sensibles. Como maestro quien desea curar las necesidades verdaderas de
sus alumnos, debe ser cuidadoso.
Cuando llegue a tener más habilidad para hacer surgir las necesidades
verdaderas de sus alumnos y curarlas, el último problema que tendrá es la
motivación. Incluso, ¡de vez en cuando, los peces saltarán solos a su bote!
¡Y su mejor anécdota de la pesca no tendrá que ser acerca del pez
grande que escapó!
287
inmediatamente a dictar sobre la materia del día, sin ningún interés en las
necesidades de los alumnos o en tener su atención.
Cuando los alumnos están distraídos o aburridos, deben soportar la
crítica del maestro, por que no prestaron atención. Finalmente, cuando el
aburrimiento de los alumnos se convierte en conducta desordenada, los
maestros se enojan y gritan a los alumnos, mostrando su autoridad y su
poder.
Después de todo, es responsabilidad del alumno prestar atención, ¿no?
¡Tal como es la responsabilidad de un pez poner la carnada en el anzuelo!
(Imagine al pescador gritando al pez por no morder el anzuelo cuando no
tiene ninguna carnada.)
¿Aceptará usted esta responsabilidad por poner una carnada cada vez
que enseña? Ningún pez ha puesto su propia carnada —¡y nunca lo harán!
La falta de atención de parte de los alumnos es simplemente su manera de
decirle a usted: «¡Necesita una carnada fresca!»
Nunca más debe enojarse cuando sus alumnos no están prestando
atención. Nunca debe dirigir su frustración hacia ellos por no morder su
materia. Al contrario, debe dedicarse a ganar su atención de nuevo. Quite
su propia atención del bosquejo y diríjala a los alumnos. Ellos necesitan otra
táctica, otro enfoque, nuevos estímulos o incentivos. Un anzuelo vacío
produce aburrimiento; un anzuelo con una carnada produce motivación.
Ya que Dios hizo al hombre de tal manera que tiene que sentir una
necesidad para prestar atención y aprender, debemos tragar el orgullo y
empezar a cooperar con él. Si en su enseñanza, Jesús usó el método de
despertar el sentido de necesidad, debemos destruir nuestra independencia
y seguirlo. Cuando lo hacemos, recibimos la bendición de Dios, y
disfrutamos de los alumnos.
Tome ese anzuelo, como mi hija tuvo que hacerlo, y coloque una
carnada en él.
288
Máxima 2: La satisfacción de la necesidad es el llamado
principal del maestro
La primera máxima tenía que ver con la creación de la necesidad antes
de enseñar; esta segunda máxima tiene que ver con satisfacer las
necesidades que ya existen en sus alumnos cuando enseña. Jesús enseñó
a la mujer samaritana de una manera que ella sentía la necesidad de buscar
más y más verdad de él, antes de guiarla al punto de satisfacer su verdadera
necesidad.
De todas las máximas, esta es la más difícil de comunicar —y hay más
oposición en contra de ella de parte de los que enseñan y predican. Pero he
visto increíbles cambios en los maestros y los pastores que han
experimentado la verdad liberadora de esta máxima.
Escuche esta conversación que tuve con un pastor en una conferencia
reciente:
—Mi iglesia no está bien. La asistencia llegó a su máximo hace más de
un año, y ha estado bajando rápidamente en los últimos seis meses. ¿Cuál
piensa que es el problema?
—Quizás el problema sea con el pastor.
—¿Qué? Usted piensa que yo podría ser el problema? ¡Ni me conoce!
—Bueno, usted es el pastor de las ovejas, ¿verdad? Usted me ha dicho
que el rebaño no está bien; que las ovejas se van, y que no están pariendo
ovejitas como antes. Cuando eso sucede, inevitablemente es la culpa del
pastor, porque la condición del rebaño es su responsabilidad. ¿Qué piensa
que puede ser el problema?
—No sé. La gente simplemente no quiere escuchar buena enseñanza
bíblica ahora. La televisión ha echado a perder todo. La gente quiere ser
entretenida, ¡y yo no voy a rebajarme a entretenerlos!
—¿De qué está predicando estos días?
—Estoy predicando de Gálatas, ¡y me gusta mucho! Estoy predicando
versículo por versículo, incluso palabra por palabra. Siempre he querido
289
hacer esto. Estoy enseñándoles detalles del griego. Estoy mostrando cosas
profundas, muy profundas.
—¿De veras? ¿Hace cuánto tiempo que está predicando de Gálatas?
—Dos años y medio, y estoy recién empezando el capítulo dos.
—¿Y le gusta mucho?
—Sí, me encanta, pero la asistencia está bajando.
—¿Por qué será? Permítame hacerle otra pregunta. ¿Cuál es el tema
especial de Gálatas?
—El tema es que la salvación no es por obras.
—Pastor —continué—, ¿cuántas personas de su congregación piensan
que son salvas por obras?
—Ninguna, que yo sepa.
—Entonces ¿por qué está pasando dos años diciéndoles algo que ya
saben? ¿Por qué está enseñando Gálatas?
—¡Porque siempre he querido enseñar Gálatas!
¿No ve el error en el pensamiento de este hombre? Trágicamente,
piensa que su deseo de predicar Gálatas es el factor determinante en la
decisión de lo que debe predicar. Está enfocado en sí mismo y no en sus
alumnos. Está enfocado en lo que él quiere, y no en lo que ellos necesitan.
Debe ganar el premio por el «pescador sin carnada».
Muchas veces he tenido conversaciones similares en todo el país.
Maestros y predicadores piensan que su llamado principal es explicar la
verdad. El único problema es que la verdad no tiene necesidades. La Biblia
no tiene una necesidad de ser predicada o enseñada.
Solamente las personas tienen necesidades. El llamado del pastor es
satisfacer las necesidades de sus ovejas; el llamado del predicador o
maestro es satisfacer las necesidades de sus alumnos.
Si pudiéramos entrevistar a las ovejas de este pastor, encontraríamos
que se van por una razón legítima. Han perdido la esperanza de que su
pastor vaya a predicar acerca de sus verdaderas necesidades. Así que se
290
van para buscar a un pastor que lo hará, mientras su pastor, en su
arrogancia, les echa la culpa por no responder bien a su predicación
irrelevante.
¿Cómo podemos caer en una trampa tan profunda? ¿Cómo podemos
confundirnos tanto acerca del propósito de la enseñanza? Permítame
imaginar otra ilustración:
Digamos que uno de sus alumnos le llama en la noche, con la voz
temblorosa, y le pide consejo porque su matrimonio está destruyéndose.
Pregunta si ella y su marido pudieran ir a su casa.
Usted dice que sí, que vengan inmediatamente. Usted ha estado
estudiando el tabernáculo toda la semana, y está preparado para hablar de
ese tema. Cuando llegan, usted busca su Biblia y encuentra un pasaje en
Éxodo, y empieza a describir todas las partes del tabernáculo —el altar, el
lavacro, el lugar santísimo. Está tan entusiasmado que comparte con ellos
todo lo que ha aprendido.
De vez en cuando usted mira a ellos, y ve sus caras perplejas. Pero esta
materia es tan buena. Después de todo, usted está explicando la Palabra de
Dios —y la Palabra de Dios es poderosa y no volverá vacía. Usted sigue
dictando su clase, dibujando las partes del tabernáculo en una hoja.
Pero en medio de la mejor parte —cuando está haciendo una exégesis
del significado de los distintos colores de las cubiertas del tabernáculo—el
hombre se para, y con las venas de su cuello por explotar, grita: «¿De qué
está hablando? ¿Cómo se supone que me va a ayudar con mi matrimonio
todo esto?»
Sale enojado, y su esposa lo mira a usted con incredulidad, y sale
corriendo detrás de su marido.
Usted no lo puede creer. Se fueron. ¡Y usted estaba enseñando la Biblia
tan bien! ¿Cómo pueden salir justo cuando estaba enseñando cosas tan
profundas acerca del tabernáculo?
291
Usted sacude la cabeza. ¡Gente estúpida! La gente ya no quiere
escuchar nada de la Biblia. No quieren comer «carne». Solamente quieren
tomar leche.
Usted nunca ve al matrimonio de nuevo. Su secretaria le dice que el
marido ha pedido el divorcio, y la esposa empezó a asistir otra iglesia. Pero
usted conoce al pastor de esa iglesia, y sabe que no está comprometido con
la enseñanza de la Palabra como usted.
Esta historia es ridícula, ¿verdad? Es patética. Es patética porque se
repite todas las semanas en cientos de iglesias y cientos de escuelas.
Los alumnos entran al salón de clases con problemas matrimoniales,
problemas severos con sus hijos, problemas de sus finanzas que están a
punto de quebrar, y allí estamos parados, preparados. Estamos listos.
«Busquen en el libro de Éxodo, por favor. Quiero compartir algunas ideas
nuevas acerca del tabernáculo…»
¿Suena familiar? Créame, yo hablo acerca de esto con maestros y
pastores en todo el mundo, por tanto, yo sé que es muy común. Hemos
tergiversado nuestro concepto del llamado del maestro y predicador. Hemos
separado el mensaje de las personas que reciben el beneficio de nuestro
ministerio. Pensamos que hemos cumplido nuestro llamado cuando
enseñamos lo que dice la Biblia.
Pero solamente cumplimos nuestro llamado cuando aplicamos la
enseñanza bíblica a las necesidades de la gente. ¿Cree que ese pastor que
trató de aconsejar a la pareja con problemas matrimoniales con una
explicación del tabernáculo estaba cumpliendo su llamado? ¡Obviamente
que no!
¿Por qué es tan claro eso en la oficina de consejería, pero no tanto en
el salón de clases? Mi colega, maestro o predicador, es claro en el salón —
para el público, no para el comunicador. La decepción es profunda y amplia.
Y según mi experiencia, es emocionalmente explosiva.
292
Los maestros sienten que no es su responsabilidad satisfacer las
necesidades de sus alumnos cuando enseñan. Los pastores piensan que no
es su responsabilidad satisfacer las necesidades de sus alumnos cuando
predican.
De alguna manera, los comunicadores piensan que su responsabilidad
es solamente enseñar el contenido. ¿Pero para qué? ¿Y para quién? Si
nuestro contenido debe ayudar al público, entonces ¿no debemos poner el
énfasis en lo que ellos necesitan para vivir en obediencia al Señor?
Ya que la Biblia es inspirada, pensamos que cada parte es igualmente
importante para nuestro público. ¡Pero no lo es! Si decimos que algunas
partes no son tan importantes para predicar o enseñar, sentimos por alguna
razón que estamos diciendo que la Biblia no es inspirada o autoritativa o
inerrante. No estamos diciendo eso.
Si usted no está de acuerdo, le desafío a ser auténtico con su convicción.
¡Seamos consecuentes! Veamos si nuestras nociones resisten la prueba.
Empecemos la próxima semana una nueva serie para enseñar o predicar
sobre los siguientes seis versículos, palabra por palabra —usando dos o tres
versículos para cada lección:
Los hijos de Manasés: Asriel, al cual dio a luz su concubina la siria, la cual también
dio a luz a Maquir padre de Galaad. Y Maquir tomó mujer de Hupim y Supim, cuya
hermana tuvo por nombre Maaca; y el nombre del segundo fue Zelofehad. Y
Zelofehad tuvo hijas. Y Maaca mujer de Maquir dio a luz un hijo, y lo llamó Peres; y
el nombre de su hermano fue Seres, cuyos hijos fueron Ulam y Requem. Hijo de
Ulam fue Bedán. Estos fueron los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés.
Y su hermana Hamolequet dio a luz a Isod, Abiezer y Mahala, Y los hijos de Semida
fueron Ahián, Siquem, Likhi y Aniam. (1 Crónicas 7:14–19)
Estos son solamente seis versículos de un capítulo —¡y en los primeros
nueve capítulos de 1 Crónicas, hay más de cuatrocientos versículos
adicionales iguales que estos!
293
Ahora pensemos en nuestro amigo, el pastor que pasó dos años
predicando el primer capítulo de Gálatas, un promedio de cuatro semanas
por versículo. Ya que toda la Biblia es igualmente inspirada, debemos pasar
el mismo tiempo en cada versículo. Los seis versículos de 1 Crónicas
tomarían veinticuatro semanas, o seis meses de predicación. De esta
manera, ¡todavía estaría predicando en 1 Crónicas 1–9 después de
ochocientas semanas, o más de quince años!
Espero que usted esté sonriendo, porque la ilustración es totalmente
ridícula. Si alguien predicara sobre estas genealogías durante quince años,
el Espíritu de Dios no podría seguir bendiciéndolo.
¿Por qué la verdad que se ilustra con este ejemplo es tan fácil de
aceptar, pero el principio que estamos presentando es tan difícil de aceptar?
¿Por qué ni pensamos predicar quince años sobre estos versículos? Porque
no son relevantes a las necesidades verdaderas que está enfrentando la
gente hoy. Porque no ayudan a nuestra congregación. ¡Porque todos se
irían!
¡Ese es el punto!
Ya que admitimos fácilmente que seleccionamos los pasajes que
enseñamos —no estamos planificando ninguna serie sobre 1 Crónicas 1–
9— quiero animarle a tener más cuidado en la selección. Sea consecuente
con su convicción de que no toda la Biblia debe ser enseñada igualmente a
toda la gente.
¿Enseñaría Romanos 9–11 a niños de cinco años de edad? ¿Enseñaría
Ezequiel 40–48 a los nuevos creyentes? Por supuesto que no. No son las
porciones correctas para esas personas.
¿No ve que usted es selectivo? Esta máxima no está tratando de
convencerle a seleccionar; está tratando de ayudarle a seleccionar con más
cuidado. Ya que es sabio seleccionar, ¿no sería aun más sabio seleccionar
con más cuidado? ¿No ayudaría a su ministerio aprender a seleccionar el
mensaje correcto en ese momento para el público?
294
Tome un momento, como yo he hecho, para preguntar a cualquier
persona que está sentada en la banca de la iglesia o en la escuela: «¿Siente
usted que la mayor parte de la predicación y la enseñanza hoy es relevante
a sus necesidades?» Menos de veinte por ciento de los que pregunté dijo
que sí. El otro ochenta por ciento sintió como si hubiéramos estado
enseñando 1 Crónicas 1–9.
Pero echamos la culpa a los alumnos por no prestar atención. Culpamos
a nuestras congregaciones por no querer escuchar «buena predicación». En
realidad, están rogando buena predicación. Están pidiendo predicación que
es buena —¡para ellos! Quieren algo que satisfaga sus necesidades.
Aunque lo no crea, la Biblia no tiene necesidad de ser enseñada.
Solamente las personas tienen la necesidad de recibir la enseñanza, y es su
necesidad la que debe determinar nuestro programa de enseñanza y
predicación.
Si usted percibe que tengo un profundo sentir acerca de esto, tiene
razón. Como he estado escuchando comentarios en todo el país, estoy
consciente de la frustración general que existe entre los alumnos.
El maestro está alejado de ellos, enseñando algo que es inútil para sus
vidas —y no se le ocurre que en ese momento él también es inútil para sus
alumnos. El predicador está alejado de su gente, predicando algo irrelevante
para su congregación, y no se da cuenta de que la asistencia baja es prueba
de que ha fallado tantas veces que sus ovejas se han ido a buscar prados
más verdes. Tenían hambre, y fueron a buscar alimento.
Tenemos que abrir nuestros ojos, abrir nuestros corazones, abrir
nuestros oídos, al mandato de Jesús para todos los que enseñamos y
predicamos: «¡Alimenta mis ovejas!» Cuando obedezca ese mandato, las
ovejas se quedan, crecen, y paren ovejitas. Su clase crece. Se corre la voz
que hay buenos prados para los que tienen hambre.
Satisfacer las necesidades verdaderas es el llamado principal del
maestro. Si pudiéramos entender y aplicar solamente este principio,
295
nuestras clases serían muy distintas. Serían relevantes. Según los que nos
escuchan, la mayoría de las lecciones no son relevantes; no son apropiadas,
no calzan, no son pertinentes, ni aplicables. No satisfacen las necesidades
de los alumnos.
Muchos maestros piensan: «Es mi responsabilidad enseñar la Palabra
de Dios, y es la responsabilidad de Dios hacerla relevante. No es nuestra
preocupación si el tema que hemos seleccionado es irrelevante, es
preocupación de Dios. Elija cualquier pasaje y predíquelo. Elija cualquier
pasaje y enséñelo. De alguna manera, Dios lo arreglará».
¿Cuál es el punto de partida correcta para predicar y enseñar? La
mayoría diría que la Biblia es el punto de partida —predíquelo y será
relevante. Comience con el contenido y de alguna manera ayudará a los
alumnos. El orden es: primero el contenido, en segundo lugar la necesidad.
¡Pero este orden está al revés! Solamente predicar un pasaje, esperando
que satisfaga necesidades es como el pastor que sube el púlpito y abre la
Biblia al azar en alguna página, confiando en Dios para hablar a la gente por
medio del pasaje donde sea que se abra. ¿Cuántos de nosotros aprobamos
ese método?
¿Será correcto nuestro pensamiento tradicional acerca de la selección
del tema? ¿Jesús empezó con su contenido, para después buscar a alguien
que le escuchara? ¿O empezó con las necesidades de la gente, para
después enseñar la verdad relacionada con ellas? Casi sin excepción, Jesús
enseñó para responder a la necesidad aparente o escondida de Su público.
Jesús empezó con su necesidad.
¿El apóstol Pablo escribió las cartas del Nuevo Testamento solamente
porque tenía cosas interesantes que decir? ¿Escribió porque quería enseñar
una doctrina? ¡De ninguna manera! Pablo escribió una y otra carta para
responder a las necesidades de una congregación o alguna persona (o
personas). Primero, la necesidad, después el contenido; primero el
problema, después la proclamación. No solamente Pablo y Jesús
296
empezaron con las necesidades de sus seguidores, sino también el resto de
los apóstoles. Mire a Pedro o Santiago o Juan o Lucas. Ellos sabían que la
única razón de su ministerio era las necesidades de sus seguidores.
Cuando veían una necesidad, esa necesidad determinó su programa.
Nunca venían con un programa, esperando que satisficiera una necesidad.
Sabían que el paso más importante en la preparación de una lección es la
selección correcta de la materia. Ellos no separaban las dos cosas. Pero
nosotros tratamos de separarlas.
¿Cómo podemos separar la selección de la materia de la preparación
del pasaje? ¿Cómo podemos estar tan decididos a preparar bien nuestro
contenido, cuando seleccionamos mal nuestro contenido?
¿No será que la materia mal seleccionada, aunque sea perfectamente
preparada, es el mensaje equivocado para la gente? Si mi paciente está
muriendo de una enfermedad rara del riñón, y yo le opero con mucha
habilidad, removiendo su vejiga, ¿le he ayudado?
Dios nos ha dado discernimiento y sabiduría para elegir el contenido
apropiado para la clase. Por lo tanto, seleccione con mucho cuidado el
contenido. Seleccione un tema que calce, que sea pertinente, que sea
adecuado, que sea aplicable a su público —algo que ellos describirían como
eminentemente relevante. (El próximo capítulo le mostrará cómo seleccionar
el tema que impactará a sus alumnos cada vez que enseñe.)
¿Cuál es nuestro llamado, nuestra tarea? Satisfacer las necesidades de
los alumnos es el llamado principal del maestro.
297
La clave de la motivación es crear una necesidad. El maestro que motiva
es el maestro que crea la necesidad. Si esa necesidad es apropiada,
entonces automáticamente incentiva a los alumnos a actuar. Cuando el
aburrimiento, la apatía, y el desinterés dominan en el salón, es culpa del
maestro. El maestro no ha hecho su trabajo de «crear la necesidad» en sus
alumnos.
¿Es difícil crear la necesidad? ¿Toma mucho tiempo? En la mayoría de
los casos, toma menos de dos minutos. Tomó a Jesús 116 palabras con la
mujer samaritana —un poco más de cien palabras para motivarla a buscar
a su Salvador.
Imite a Cristo. Utilice sus palabras para crear la necesidad. Sea
extravagante, si desea, utilizando dos veces más palabras que Cristo —y
así le tomará solamente cuatro minutos.
Si quiere pescar un pescado, tiene que poner una carnada en el anzuelo.
Si quiere motivar a sus alumnos, cree la necesidad.
298
Una de las leyes universales de toda comunicación es que cuanto más
profundamente el alumno sienta la necesidad, más se sentirá motivado a
aprender —y al final, más aprenderá.
El primer paso debe ser el de prender el fuego en el corazón del alumno.
Debe tener el deseo de aprender. Debe sentir un anhelo intenso de
aprender.
Esos sentimientos deben ser estimulados por el maestro para el alumno,
antes de revelar el contenido. Deje que los alumnos persigan su contenido,
tal como lo hizo Jesús con la mujer samaritana. ¿No sería increíble poder
crear tanta hambre por aprender, que sus alumnos saquen la lección de
usted, en vez de tratar de forzarla?
Los maestros ejemplares saben cómo motivar a cualquier público en
cualquier momento sobre cualquier tema. ¿Cómo pueden hacerlo? Ellos
conocen los siete factores de motivación que se presentan en el próximo
capítulo, y las utilizan con mucha habilidad.
¿Cuántos conoce usted? ¿Puede nombrarlos? ¿Sabe usarlos? ¿O ha
decidido que la motivación de los alumnos es algo que sucede por
casualidad? Tiene que esperar para ver qué pasa. ¿Ha decidido que usted
no tiene el carisma o la personalidad para motivar a sus alumnos?
Espero que no haya decidido ninguna de las dos cosas, porque ninguna
es verdad. La verdad es que estos factores universales de motivación
funcionan con todos, todo el tiempo. Yo tenía un par de profesores en la
universidad que los usaban consistentemente cuando enseñaban. Sus salas
estaban llenas de alumnos. En cada sesión, nos motivaban de una manera
increíble.
Algunos de sus alumnos —quizás el ochenta por ciento que dice que sus
clases son aburridas— están esperando y orando que usted descubra esos
factores universales de motivación.
Pero quizás usted sea la excepción. Posiblemente sus alumnos dirían lo
opuesto acerca de sus clases. Si es así, entonces usted no necesita leer
299
más. Deje estos factores para leer cuando no tiene nada que hacer. Pero
para los que quieren saber cómo «incentivar» a sus alumnos, explicaré esos
factores en la sección de los maximizadores de la ley de la necesidad.
300
Al continuar en la lección, tenga cuidado de crear la necesidad para cada
unidad de contenido, antes de enseñarla. Podría perder a los alumnos
cuando sienten que el contenido es irrelevante para ellos.
Jesús hizo esto con la mujer samaritana. Ella no quería saber nada
acerca de la salvación; ella quería agua. ¿Qué dijo Jesús? «Antes de que le
dé la respuesta acerca de la salvación, voy a ayudarle a desearla.»
¿Cuándo fue la última vez que ayudó a sus alumnos a desear la
respuesta que les iba a dar? Un gramo de necesidad vale un kilogramo de
contenido, porque el contenido no tiene ningún valor si los alumnos no
quieren recibirlo.
Pienso que es por eso que Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, dedicó
tres capítulos en el libro de Romanos al tema del pecado, antes de hablar
de la salvación. Al final de esos tres capítulos, ha destruido cada intento de
autojustificarse. El lector está pidiendo auxilio. Sólo entonces explica la
solución.
Usted puede usar el mismo principio para testificar. Si la persona no
siente su necesidad de Cristo, no hay por qué explicar la solución. No está
preparada. Usted tiene que hacerle pensar en su necesidad, probarla con
las Escrituras, hasta que finalmente enfrente el hecho y diga algo así como:
«¡No tengo esperanza! ¡Voy al infierno!» En ese momento, usted podría
decir: «La Biblia enseña que hay un escape —pero supongo que no está
interesado en averiguarlo». Si usted ha aprendido el secreto de crear la
necesidad antes de dar la respuesta, esa persona tendrá mucha motivación
para saber la respuesta.
Hay cuatro distintas situaciones en que usted debe crear la necesidad.
1. Cree la necesidad al principio de cada nueva serie. Cuando comienza
una nueva unidad (cuarto, semestre, serie), explique con cuidado los
beneficios que el alumno recibirá por asistir. Cuanto más significativa sea la
necesidad que usted crea ahora, menos tendrá que crear la necesidad
301
después. Las explicaciones claras de la necesidad enganchan al alumno
para el período completo, para que no quiera perder ninguna parte.
2. Cree la necesidad al principio de cada lección. No asuma que el
alumno recuerde la sesión en que se presentó la necesidad, o que haya
asistido a esa sesión. Normalmente los alumnos entran a la sala con una
confusión acerca de los beneficios de la lección. Tiene que volver a atraer
su atención al valor de cada lección, para asegurar el aprendizaje máximo.
3. Durante la lección presente, cree la necesidad de la próxima lección.
Ayude a sus alumnos a anticipar el beneficio por su asistencia y su atención
en la próxima clase.
4. Repita la necesidad en cualquier momento cuando sienta que el
interés está disminuyendo, que el interés se está perdiendo, o que la apatía
está aumentando. Recuerde, su arma principal para combatir la
desmotivación es la espada para crear la necesidad.
302
a alumnos que han asistido voluntariamente, o alumnos que han pagado
para aprender algo que desesperadamente necesitan saber.
Debe conocer las circunstancias y las características de sus alumnos.
La edad es obvia, pero también las ocupaciones, su vida social, sus
pasatiempos y sus personalidades.
Si está enseñando a niños de cuatro años, ¿sabrá crear necesidades?
«¿Saben qué, niños?», usted dice, «en esta bolsa tengo las galletas más
grandes que hayan visto en su vida. Voy a contar una historia, y voy a dar
estas galletas dulces y deliciosas a los niños que se quedan tranquilos.
¿Alguien quiere una galleta?»
¿Debe comprar la atención de los niños con una galleta?
¡Absolutamente! Sin duda. Con niños de cuatro años de edad, nunca
motiven con palabras si no es necesario. Los adultos responden a las
palabras, aunque a veces tampoco es seguro. ¿Alguien quiere una galleta?
304
a algunas personas que deben dar dinero para las misiones, cuando no
están de acuerdo con la manera en que se gasta el dinero?
Una lucha interna surge cuando tratamos de crear una necesidad en un
área que está en conflicto con otra convicción establecida, o con algún
compromiso. La lucha interna podría ser suave o intensa, dependiendo de
cualquiera de los siguientes tres factores:
• La cercanía entre la necesidad que usted quiere crear y la convicción actual
de los alumnos que está en conflicto con esa necesidad;
• La intensidad y la pasión con las cuales usted crea la necesidad;
• La rapidez con la cual usted hace la transición entre las cinco etapas de la
creación de la necesidad que descubriremos en el próximo capítulo.
Los nuevos cristianos saltan todas estas etapas cuando comparten su
nueva fe con sus amigos y su familia. Tratan de hacer que sus seres
queridos se comprometan con Cristo, antes de que les muestren que él es
la solución del problema del pecado. ¡Con razón que experimentan
reacciones tan violentas a su testimonio!
Pero hay otros tipos de impedimento interno que agitan el corazón de
sus alumnos. ¿Qué sucede cuando un pastor muy querido que ha estado en
la iglesia quince años renuncia de improviso, y todos están traumatizados?
O posiblemente usted es profesor para los estudiantes de enseñanza
secundaria, y el equipo de fútbol acaba de perder un campeonato por un
solo punto la noche anterior. Quizás un alumno está ansioso porque sus
padres están divorciándose, o preocupado por un proyecto atrasado.
Uno de mis estudiantes de la universidad siempre se quedaba dormido
en la clase. Yo subía el volumen y hacía más esfuerzo en presentar la
necesidad, pero este joven no respondía. Finalmente hablé con él en
privado, y descubrí que él tenía que trabajar de noche, porque su esposa
tenía un embarazo difícil y no podía trabajar. ¡A veces tendrá que
simplemente dejar que un alumno duerma!
305
¿Qué debe hacer si está siguiendo todos los pasos para motivar a sus
alumnos, y no resulta? Primero, intente lo obvio: traiga el fósforo más cerca
del papel y sosténgalo cerca por más tiempo. Es decir, aumente la
intensidad de su estilo y prolongue su intento unos momentos. Si la situación
no cambia, o tiene «papel mojado» o «falta oxígeno» y necesita desarrollar
otra estrategia.
La causa fundamental del obstáculo está en algún lugar en la jerarquía
de necesidades que se ordenan desde lo más importante hasta lo menos
importante. Las necesidades físicas —comida, agua, aire— toman
precedencia. En segundo lugar, las necesidades de seguridad —
organización, protección, salud. En tercer lugar, las necesidades sociales. Y
así hasta lo menos importante. Si la necesidad que está tratando de crear
no funciona, entonces debe haber otra necesidad más importante que está
afectando a sus alumnos.
¿Qué hacer? Ofrezco algunas opciones:
No se preocupe. Después de todo, es problema de ellos. Además, usted
tiene que seguir adelante y terminar su materia. Continúe enseñando, sin su
atención. (Si usted elige esta opción, ¡por favor vuelva a leer este libro desde
el comienzo!)
Si es posible, deténgase y satisfaga la necesidad más urgente, y
después vuelva a la lección. Si están quedando dormidos, que se paren a
estirar las piernas; si tienen calor, que abran la ventana.
Si es un asunto más serio, deténgase y reconozca la tensión. Primero,
diga a sus alumnos que usted siente que sucede algo extraño en la clase.
Traiga el asunto a la luz en discusión general, o quizás de una manera más
directa, como pidiendo a uno de los alumnos más extrovertidos que lo
explique. Entonces pida permiso a los alumnos para postergar su
preocupación para lograr los propósitos que usted ha establecido para la
clase.
306
Si su necesidad es más dramática, considere postergar su lección para
usar el tiempo para satisfacer sus necesidades. Esto requiere que usted
evalúe la importancia de las necesidades —la que está provocando
ansiedad en sus alumnos y la que usted quiere tratar en su clase. Pida la
cooperación de los alumnos para hacer significativa la lección en medio de
circunstancias difíciles.
Una vez mis alumnos tenían un examen importante en la clase que
seguía a la mía, y estaban todos tensos. Yo dije: «Realmente están
nerviosos acerca de la próxima clase, ¿verdad? Hagamos algo —si ustedes
me dan cuarenta minutos de los próximos cincuenta y cinco, los dejaré
estudiar los últimos quince minutos de la clase. ¿De acuerdo?» Me resultó.
Hay que pedir permiso. Trate a sus alumnos como adultos que tienen sus
propias necesidades.
Cuando piense que sus alumnos lo permitirán, vuelva a la etapa de crear
la necesidad. Relájese, disminuya el ritmo, utilice lenguaje corporal informal,
y reestablezca el control. A veces las interrupciones pueden proveer
oportunidades para enseñar una verdad más personalmente y más
íntimamente. Si usted siente que el Espíritu está usando la interrupción,
ministre a sus alumnos directamente sobre el tema. Posiblemente pasar
unos momentos de oración sería la mejor forma de usar el tiempo.
Una vez un alumno murió repentinamente, y sus compañeros supieron
la noticia entre las clases. Nos detuvimos, lo conversamos, y oramos por la
familia y los amigos. Nunca volvimos a la lección que tenía planificada, pero
¿quién habría aprendido la lección ese día?
Es necio seguir empujando su contenido cuando hay otra necesidad
básica que está controlando a sus alumnos. «Sí, ¡pero tengo que terminar
la lección!» ¿Por qué? Las lecciones no tienen necesidades. Las personas
tienen necesidades. Y el propósito de la enseñanza es satisfacer las
necesidades de los alumnos, sean lo que sean.
307
El meollo de la ley de la necesidad
Conclusión
El maestro debe exponer las necesidades verdaderas de los alumnos
antes de enseñar el contenido.
La ley de la necesidad surge de una verdad básica de la naturaleza
humana: Somos motivados por nuestras propias necesidades. Ya que la
enseñanza se realiza mejor cuando los alumnos están motivados a
aprender, debemos asegurarnos de que sus necesidades estén
involucradas, o estaremos tirando al agua un anzuelo bonito, sin carnada.
En muchas maneras, la etapa de crear la necesidad es semejante al rol
de la promoción en ventas. Los comerciales tienen un solo propósito —
incentivar al consumidor a comprar el producto. Los billones de dólares que
gastan en promoción cada año indican que debe dar resultados.
Resultó con mi familia. Tomé un momento para hacer una lista de
medicamentos en nuestro botiquín y fui a la farmacia para preguntar si
podría haber comprado los mismos productos a un precio menor. Se rió y
me dijo que podría haber ahorrado entre cuarenta y cincuenta por ciento, si
hubiera comprado las versiones genéricas en vez de comprar las marcas
populares.
Yo era un «pez» que había comprado los productos populares porque
yo quería. Nadie me obligó. Yo mordí en anzuelo. Pagué cuarenta por ciento
más, porque alguien sabía crear un sentido de necesidad por medio de la
promoción.
308
No hay nada malo en tratar de motivar a una persona a hacer algo. Yo
lo hice cuando pedí a mi esposa que se casara conmigo. Lo hago cuando
ruego a un no creyente que crea en nuestro maravilloso Jesucristo y que lo
reciba. Ya que enseñamos la Palabra de Dios, que es apta para salvar
nuestras almas y llevarnos a heredar el reino maravilloso de Cristo, ¡cuánto
más debemos ayudar a otros a interesarse en la vida de fe! ¡Es más
importante que convencerles de comprar una hamburguesa o cierta marca
de helado!
El profesor de la escuela dominical donde recién asistí con Darlene hizo
un buen trabajo en describir el templo de Ezequiel, pero sentí que no estaba
consciente de algunos problemas en el grupo. Después de la clase, le dije
que había hecho un buen trabajo y que habíamos aprendido mucho.
Entonces le dije:
—Usted sabe de algunos de los problemas en el grupo?
—¿Qué quiere decir? —me preguntó.
—Bueno, esa pareja, por ejemplo. Su hija está en el hospital con
anorexia, y pesa menos de cuarenta y cinco kilos. No han solucionado el
problema todavía. Y esta pareja aquí; él perdió su trabajo hace ocho meses,
y están perdiendo su casa. La otra pareja allá; su padre murió hace poco, su
madre tiene la enfermedad de Parkinson. Ella se mudó para vivir con ellos,
y ellos no pueden soportar más.
Pasé por la sala, nombrando el problema más serio de cada pareja.
—No tenía idea de que la gente de la iglesia tenía problemas como esos;
especialmente en mi clase —dijo.
—¿Cómo les ayudó la lección de hoy? —pregunté, y miré su cara
mientras se prendía la luz.
—Ah… dudo que haya ayudado mucho.
—Si una de esas parejas hubiera ido a su casa anoche para contarle de
sus problemas, ¿habría abierto su Biblia para hablarles del templo de
Ezequiel?
309
—¡Por supuesto que no! —se rió.
—¿Por qué no?
—Porque habría visto que necesitaban ayuda de otro pasaje de la Biblia,
y habría buscado un texto más apropiado.
—Entonces, ¿por qué no hace eso cuando enseña la clase de la escuela
dominical?
Amigos, comprometámonos hoy día a satisfacer las necesidades de los
alumnos. Esto no es un compromiso que podamos tomar livianamente. La
enseñanza verdadera es un sacrificio. Frecuentemente encontrará que tiene
que dejar de lado sus propias necesidades para satisfacer las necesidades
de otros. Pero de eso se trata, ¿verdad?
Espero que los alumnos llenen su salón porque saben que cada semana
les alimentará con la comida que satisface —la verdadera carne de la
Palabra de Dios.
3. ¿Cree usted que la mayoría de los maestros sabe que su llamado mayor
es satisfacer las necesidades de sus alumnos? Si no, ¿cómo entienden su
310
llamado? Describa las diferencias que verían sus alumnos si realmente
enseñaran para satisfacer necesidades.
4. La máxima #3 dice que el método principal del maestro para motivar a los
alumnos es la creación de la necesidad. Lea la historia de Nicodemo en Juan
3, y describa cómo Jesús creó la necesidad en él. ¿Cree que Jesús estaba
consciente de crear la necesidad de Nicodemo? Si es así, ¿qué
implicaciones tiene eso para usted la próxima vez que enseñe?
311
10
LA LEY DE LA NECESIDAD; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
—Estas truchas particulares son difíciles de pescar —dijo—. Chupan la
mosca, sienten el anzuelo, y lo sueltan inmediatamente. Tiene que tirar el
anzuelo en ese segundo, sino lo pierde. ¿Cree que puede hacer eso?
—Por supuesto —contesté. Después de todo, yo había pescado todo
tipo de peces en lagos, ríos, y océanos. Pescar truchas en Colorado sería
fácil.
El guía siguió con sus instrucciones.
—Si tira por allí, y deja que la mosca flote unos siete o diez metros,
probablemente la van a morder.
Lo hice tal como él dijo. Pero no pasaba nada. Dentro de unos segundos,
dijo:
—Perdió uno. Allí perdió otro.
—¿De qué está hablando? —No sentí nada y no vi nada.
—No cree que las truchas realmente mordieron el anzuelo, ¿verdad? —
Supongo que no podía evitar ver mi cara de escéptico.
—Páseme su caña, y le mostraré. —Tiró una sola vez la cuerda, y sacó
una trucha grande, justo donde yo había tenido mi mosca. ¡No podía creerlo!
Una y otra vez nuestro guía fiel nos ayudaba.
—Hay que sentirlo en la caña, y en el movimiento de la mosca en el
agua; tiene que aprender a tentar la trucha —decía, animándonos durante
horas. No pesqué nada por varias horas, y estaba empezando a perder la
esperanza. Entonces de repente empecé a pescar esas truchas, en el
mismo lugar donde habíamos intentado antes. Ahora yo podía «sentir» el
río. Todo empezó a funcionar bien. ¡Qué emoción!
312
Más tarde ese día, un joven bajó al río cerca de nosotros, llevando una
caja grande con sus utensilios para pescar. Sonreímos para animarlo. Pero
él sacó unas carnadas artificiales que se usan para pescar róbalos, o incluso
para pescar en agua salada, pero no para pescar truchas. Nuestro guía se
le acercó y le empezó a explicar que esas carnadas artificiales no atraen a
las truchas, pero que ciertas moscas artificiales sí las atraen.
El joven le dijo al guía que se callara. Dijo que había pescado siempre
con sus cebos artificiales, que iba a usarlos allí también, y que iba a pescar
truchas con ellos también.
Pronto nuestro guía nos llevó a otro lugar donde el agua corría más
rápidamente. Revisó su chaqueta de pescar para buscar una mosca
particular. Sonrió cuando encontró un par de moscas.
—Estas moscas artificiales son las únicas que dan resultados con las
truchas en esta sección del río. Las hice anoche especialmente para este
lugar. Tienen el peso suficiente para hundirse en esta corriente fuerte; y
tentarán cada vez a esas truchas.
Tenía razón. Cambiamos las moscas y empezamos a pescar truchas
más grandes. Después de un tiempo, volvimos al joven que estaba todavía
pescando. No había pescado nada, y estaba obviamente frustrado.
—¡Peces estúpidos! —gritó—. No están mordiendo. ¡Yo odio pescar!
Nuestro guía era un pescador ejemplar. Cuando le prestamos atención
y seguimos sus instrucciones y su ejemplo, poco a poco llegamos a ser
bastante buenos para pescar truchas. Como él dijo, todo depende de la
carnada que use, y también del movimiento correcto de la caña. Los peces
están allí, y los puede pescar —si sabe cómo hacerlo.
Si usted cierra su cajita de utensilios para pescar un momento, y me
permite ser su guía, me gustaría compartir con usted cómo llegar a ser un
buen pescador de hombres en el salón de clases. Durante la discusión del
método de la ley de la necesidad, explicaré cómo seleccionar la carnada
correcta para pescar, después cuando hablemos de los maximizadores de
313
la ley de la necesidad, hablaremos del mejor movimiento de la caña para
enganchar el anzuelo.
En realidad, sin embargo, pescar hombres es más fácil que pescar
truchas. Es más fácil verlos, y no se irán o será más difícil que se vayan,
hasta que la hora completa en que usted intenta pescarlos haya transcurrido.
Los pescadores de hombres que yo conozco son de los que pescan a
todos sus alumnos en cada sesión. Han dominado la habilidad de
seleccionar la carnada y de mover la caña correctamente.
Para los que insisten todavía que los «alumnos estúpidos» tienen la
culpa, porque «simplemente no quieren prestar atención», ya es tiempo de
guardar sus cebos artificiales y cerrar la cajita de utensilios. La verdad es
que los peces tienen hambre. Y usted acaba de perder uno. Y otro más.
314
Me pregunto: ¿Usted puede hacer una lista de las diez necesidades más
grandes de sus alumnos, en orden de importancia? Piense en la importancia
de tener una lista de las necesidades mayores de su público. Nunca más
tendría que preguntarse si su lección sería significativa para su público.
Usted puede descubrir las necesidades de sus alumnos de las siguientes
tres maneras: el método directo, el método indirecto, y el inventario.
1. Métodos directos para encontrar las necesidades
Pocas personas pueden simplemente mirar a los alumnos y hacer una
lista de sus necesidades. Una de las razones es que la gente ha aprendido
a poner una máscara que dice «¡Estoy bien!»
No se olvide que están usando máscaras. La vida normalmente no es lo
que parece. La máscara es nuestro peor enemigo. Pone una distancia entre
amigos que se necesitan mutuamente. Despista a los maestros que piensan
que nadie tiene necesidades, o que nadie quiere recibir ayuda con sus
necesidades.
No te dejes engañar.
No te dejes engañar por mi cara.
Porque pongo una máscara.
Pongo miles de máscaras—
Máscaras que temo sacar,
315
Y ninguna de ellas soy yo.
Pretender es un arte
Que me viene naturalmente,
Pero no te engañes…
Por favor no te engañes.
Te doy la impresión
Que me siento seguro.
Que todo me va bien
Y no tengo problemas
Ni por dentro ni por fuera.
Que mi nombre es confianza.
Que mi vida es tranquila.
Y que estoy en control
Y que no necesito a nadie.
Pero no me creas.
Estoy sereno en la superficie
Pero mi superficie es una máscara.
Mi máscara siempre cambia
Y siempre me esconde…
¿Quién soy yo?
¿Quién soy yo?, te preguntarás.
Soy alguien que tú conoces muy bien.
Soy cada persona que conoces.
Anónimo
Hace años estaba hablando en una conferencia para jóvenes. Después
del segundo día, les dije a los encargados: «Hay muchas drogas en este
grupo». Lo negaron. «Veamos», dije. La próxima noche prediqué acerca de
las drogas y pedí que los jóvenes llevaran sus drogas para botarlas en el
suelo. Era una pila grande. Los más sorprendidos eran los líderes que no
conocían las necesidades verdaderas del grupo. Estaban enseñando temas
316
que estaban tan alejados de ellos, que me sorprende que alguien haya
prestado atención.
El método directo hace surgir los hechos, sin ningún mediador. Pregunte
a sus alumnos usted mismo. Los maestros siempre están sorprendidos por
lo abiertos que son los alumnos cuando se les habla de una manera
personal, sin amenazarlos. No solamente escuchará las respuestas
directamente de la boca del alumno, sino también recibirá el beneficio de
sentir la importancia que le da al asunto, por su intensidad y su emoción. Es
frecuente que el alumno sin darse cuenta revele otras necesidades que
usted no habría imaginado. Esté alerta a los mensajes entre las palabras.
Abajo hay una lista de seis métodos principales para encontrar las
necesidades de su público. Ocupe los métodos más apropiados de acuerdo
con su personalidad, los alumnos, y las circunstancias.
Preguntas directas. Cuando la situación es casual y relajada, haga
preguntas directas para encontrar las necesidades. Aquí ofrezco unas ideas:
• «Bárbara, yo aprecio mucho tu sabiduría y tus ideas, y quisiera pedir que
me ayudes a ser más eficaz como maestro. Necesito que me digas cuáles
son los tres problemas más serios que las personas como tú están
enfrentando hoy.»
• «Juan, estoy preocupado de que nuestra clase satisfaga las necesidades
de los alumnos. ¿Podrías ayudarme, dándome dos o tres áreas de tu vida
que quieres que yo considere en las clases en el futuro?»
• «Sr. Pérez, ¿cuáles son los temas que le gustaría que tocara en mis clases
durante el próximo período?»
Las preguntas abiertas permiten que el alumno sea tan personal como
quiera. La gente responde a las preguntas sinceras, especialmente cuando
el maestro pide ayuda. Quite la amenaza y el miedo. Desarrolle la costumbre
regular de hacer buenas preguntas, y estará sorprendido, porque pronto
tendrá las respuestas correctas.
317
Entrevistas informales. Este método es menos difícil que el primero, en
que no hace las preguntas directamente o personalmente, sino que consulta
acerca de las necesidades generales:
• «Marta, me di cuenta de que los alumnos parecen sentirse presionados
últimamente. ¿Por qué piensa que es así?»
• «Pedro, ¡sus hijos están creciendo mucho! ¿Qué edad tienen ahora?
¿Cuáles son las luchas que están enfrentando los jóvenes de su edad
ahora?»
• «Sr. y Sra. Pérez, ¿ustedes leyeron los artículos en el diario el domingo
acerca del hecho de que la gente tiene más deudas personales que nunca?
¿Cómo creen ustedes que las deudas están afectando a las familias hoy?»
Esta es una manera natural para descubrir los pensamientos y los
sentimientos de sus alumnos. Las entrevistas informales pueden dar ideas
significativas, ayudando que su contenido sea apropiado y que despierte
interés personal.
Cuestionario anónimo. Este es un vehículo muy eficaz. Un cuestionario
puede ser controlado, involucra más personas de lo que pudiera entrevistar
personalmente, y hace preguntas acerca de varios temas. La clave para que
sea eficaz depende de tres condiciones.
Primero, el público debe saber cuál es el propósito del cuestionario, y
cómo se va a usar la información. ¿Es solamente para el maestro, o serán
publicados los resultados? Obviamente en el segundo caso, habrá menos
honestidad.
Segundo, el público debe estar convencido que sus respuestas serán
anónimas. Cualquier sugerencia de que podrían ser descubiertos cambiará
las respuestas.
En tercer lugar, las preguntas deben ser formuladas de tal manera que
las respuestas representen la realidad. Las preguntas son tan importantes
como las respuestas.
318
Frecuentemente distribuyo tarjetas con las siguientes preguntas
abiertas, y pido a los alumnos que las contesten anónimamente:
• El problema más grande que tengo en el trabajo es…
• Cuando mi esposa (o esposo) y yo discutimos, normalmente es acerca de…
• Mi decepción personal más grande durante los últimos años fue…
• Mi triunfo más grande como persona es…
• Cuando me enojo con Dios, es normalmente porque…
• Cuando llegue al cielo, la revelación más importante acerca de lo que debería
haber hecho en la tierra será…
• Si alguien pudiera darme un buen consejo acerca de la crianza de mis hijos,
sería…
• Probablemente el área de mi vida espiritual que me causa más problemas
es…
• Evalúe su vida cristiana en una escala de 1–10. El área donde estoy fallando
más es…
• El pecado que me causa más problemas, y contra el cual tengo poca victoria
es…
• En una escala de 1–10, ¿cuán honesto ha sido para contestar estas
preguntas?
Pase unas horas con esas tarjetas —representan una mina de oro para
conocer las necesidades. Pronto podrá identificar las diez necesidades más
grandes en áreas como la familia, el trabajo, y el crecimiento espiritual.
Escriba esas diez necesidades en una página al final de su Biblia. Apunte
especialmente a una de las tres necesidades más frecuentes en cada clase,
y toque en forma secundaria una de las siete menos frecuentes. Nunca más
tendrá que preguntarse si la lección llegó al blanco.
¿Recuerda al pastor que enseñó Gálatas durante dos años, y todavía
estaba en el capítulo dos? Durante el almuerzo, me preguntó qué debía
hacer. Le expliqué el método del cuestionario anónimo.
—No puedo hacer eso el domingo —me dijo.
319
—Puede, si quiere —contesté—. Si le interesa su gente suficientemente
para saber qué les sucede, lo puede hacer.
—Nunca me dirán.
—Sí, lo harán, si promete romper las tarjetas y botarlas a la basura
cuando haya terminado.
—Bueno, si hago el cuestionario, ¿qué hago después?
—En su sermón del domingo siguiente, tome un descanso de Gálatas y
predique la respuesta para el problema número uno. Llámeme para
contarme lo que pasa.
Mi amigo entregó el cuestionario y me llamó el domingo en la tarde, antes
de preparar su próximo sermón.
—Bruce, hice eso del cuestionario.
—¿Qué pasó?
—Lloré toda la tarde. Bruce, yo no tenía idea lo que sucedía en mi
congregación. ¡No puedo creer lo despistado que he estado!
—Pastor, ¿revisó sus últimos sermones?
—Me sorprendió, no he tocado ni uno de los tres problemas más serios
en un año o más.
—Entonces, ¿qué va a hacer?
—Voy a tomar la necesidad más frecuente, y el próximo domingo voy a
predicar la respuesta de Dios para ese problema.
Me llamó una semana más tarde.
—Bruce, en todos mis años del ministerio, nunca he visto una respuesta
de mi gente como esta. Al salir, algunas personas que casi nunca me
saludan, me abrazaron y me dieron las gracias. Tenían lágrimas en sus ojos.
Decían: «Gracias, pastor. Eso era justamente lo que necesitaba».
—¿Va a volver a Gálatas?
—¡No todavía!
Amigos, ¿qué va a predicar este domingo? ¿Qué va a enseñar? ¿Qué
porcentaje de las parejas en su iglesia tienen problemas matrimoniales?
320
¿Qué porcentaje de los padres están confundidos, y no saben cómo criar a
sus hijos con valores cristianos? Es mucho más de la mitad. Y si es así,
¿qué está haciendo al respecto? No está enseñando una serie de veinte
semanas acerca del templo de Ezequiel, ¿verdad?
Interacción con miembros de la familia. Hay dos maneras de hacer esto:
(1) comentarios del alumno acerca de su familia; y (2) comentarios de la
familia acerca del alumno.
Preguntas generales y abiertas acerca de la familia de un alumno
pueden revelar volúmenes al maestro que tiene discernimiento. ¿Cuántas
necesidades puede usted descubrir en la vida de Sergio, que tiene treinta
años?
P: Sergio, ¡qué bueno verlo de nuevo! ¿Julia todavía lo trata como un rey después
de diez años de casados?
R: ¿Está bromeando? Julia está tan ocupada vendiendo propiedades, que ya no
está nunca en la casa.
P: ¿Muy ocupada? Bueno, el ingreso de su trabajo debe ayudar a pagar todas las
cuentas que todos tenemos que pagar hoy en día.
R: ¡En absoluto! ¡Tenemos más cuentas que nunca! Julia tuvo que comprar un
segundo vehículo, y ahora me dice que necesita un teléfono celular en su automóvil.
¿Lo puede creer? No tenía idea de que el matrimonio sería tan difícil.
P: ¡Hola, María! (La hija de Sergio, que tiene diez años.) Acabo de hablar con tu
papá, y me dice que tu mamá está muy ocupada estos días. ¿Te has convertido en
la cocinera de la familia?
R: No. Papá contrató a una empleada. Lo único que él hace ahora es ver televisión
y comer pizza. Además, no echo mucho de menos a mi mamá…
Si usted sabe leer las señales, probablemente reconoció media docena
de problemas en esta conversación breve —algunos bastante serios. El
secreto de este método está en su capacidad de proveer un ambiente
aceptable, apropiado, y seguro, en que la gente pueda revelar sus
necesidades.
321
Visitas personales al hogar o al trabajo del alumno. Las mejores
percepciones se obtienen a través de una visita breve personal a la casa de
la persona o a su lugar de empleo. Es la única manera de ponerse en su
lugar y caminar en sus zapatos. Las clases son tan poco naturales y tan
estructuradas, que los alumnos difícilmente revelan su verdadera identidad.
Tenemos que buscar en otro lugar un vistazo de su realidad. El hogar es
donde se sacan las máscaras y donde las necesidades se manifiestan
fácilmente. Las actitudes, la atmósfera, la mentalidad, la armonía o falta de
armonía, el orden o el desorden —todo esto es aparente para la visita que
toma el cuidado de observar bien.
Uno de los gozos de mi vida fue servir en el directorio de la organización
Fellowship of Companies for Christ [Comunión de Compañías para Cristo]
durante muchos años. Compuesta de más de setecientas compañías en
todo el país, esta organización capacita a presidentes y dueños a dirigir sus
compañías de acuerdo con principios y procedimientos cristianos. Durante
los últimos siete años, he llegado a ser muy amigo de muchos dueños de
compañías con ventas desde $25.000 dólares hasta más de $100 millones
de dólares. Cuando conversamos, el tema de la iglesia local siempre surge.
Aunque estos hombres son cristianos muy dedicados, y apoyan
sólidamente a sus iglesias, constantemente expresan su desilusión por el
hecho de que el pastor o el profesor de la escuela dominical pocas veces
comunican lo que enseña la Biblia acerca de cómo vivir la vida cristiana en
los negocios. Hasta que la organización de FCC comenzó, la mayoría de
estos hombres había concluido que la Biblia no tenía nada que decir con
respecto a las necesidades en el mundo de los negocios.
Una noche memorable les pregunté más: ¿Por qué piensan que la
situación es tan habitual? Inmediatamente, uno de los hombres dijo que
pensaba que su pastor ni sabía qué problemas y qué desafíos enfrentaba la
gente de su congregación. Los demás estaban de acuerdo. Entonces
pregunté por qué no sabían. «¡Porque el pastor nunca pregunta!» Los ocho
322
decían que el pastor nunca había visitado sus compañías en todos los años
que habían sido miembros.
El maestro no puede satisfacer una necesidad si no sabe lo que es. Si
quiere conocer a sus alumnos, mire detrás de las puertas de sus casas y
sus oficinas.
Observación personal. Este método enfoca en los indicios que están
disponibles durante toda la vida. Por lo menos cinco áreas se pueden
observar:
Primero, las preguntas que hace la gente durante y después de la clase
reflejan áreas de interés y necesidad espiritual.
Segundo, el lenguaje corporal habla tan fuerte que a veces se escucha
por encima de las palabras habladas. Los brazos cruzados, las manos sobre
la boca, sentado muy abajo en la silla, el torso inclinado agresivamente hacia
delante —todos estos gestos dan mensajes fuertes.
En tercer lugar, la asistencia en la clase es probablemente el indicador
más directo de si el maestro está satisfaciendo las necesidades. La
presencia o la ausencia son como letreros públicos, anunciando lo que
piensan de su clase. Cuanto más haya ayudado a la clase, más vendrán
buscando más ayuda.
En cuarto lugar, las discusiones en la clase reflejan las necesidades que
requieren más consideración. Cuando los alumnos tratan de seguir
hablando de un tema en particular, usted sabe que ha tocado algo
importante.
En quinto lugar, las actividades y las conversaciones que suceden
después de la clase muestran los intereses y las preocupaciones verdaderas
de sus alumnos, porque no son planificadas ni estructuradas.
Estos son los métodos directos principales para encontrar las
necesidades de sus alumnos. Pero no olvide algunos métodos indirectos
que se pueden usar para tener una buena idea de cuáles son los temas más
relevantes para sus alumnos.
323
2. Métodos indirectos para encontrar las necesidades
Distintos de los métodos directos, en que se pone en contacto personal
con los alumnos, los métodos indirectos ofrecen mucha información valiosa
por medio de la investigación y experiencia de otras personas. Aunque la
información frecuentemente proporciona ideas sólidas y válidas, debe ser
evaluada con cuidado, ya que no se trata de sus propios alumnos.
Coleccione información en dos áreas básicas: (1) temas que interesan a
sus alumnos; y (2) características de la edad de sus alumnos, notando sus
tendencias y sus problemas.
Hay muchas fuentes de este tipo de información, pero mencionaremos
algunas de las fuentes principales:
Libros. Textos de sicología, de desarrollo de niños, y de educación
cristiana normalmente sirven para resumir las características básicas, los
problemas y los intereses de cada edad. Además, sirven como referencia
rápida. Para tener una idea de los libros que se venden más, y así también
tener una idea de los intereses y las necesidades actuales, se puede pasear
de vez en cuando por las librerías seculares y cristianas. Pregunte al
administrador de la librería qué tipo de tendencia ve en las ventas, y cuáles
son los libros que compra la gente de la edad de sus alumnos.
Cuando escribía este libro, los cuatro libros de mayor venta tenían que
ver con el dinero, los negocios, el sexo, y la salud. ¿Cuándo fue la última
vez que usted compró un libro acerca del dinero, los negocios, el sexo, o la
salud?
Un amigo mío que es pastor de una de las iglesias más grandes del país
empezó a notar una tendencia en sus sesiones de consejería. La gente
cuestionaba si se habían casado con la persona indicada. Así que decidió
predicar acerca del tema. «La próxima semana» avisó, «voy a predicar
acerca de qué pasa cuando piensa que se ha casado con la persona
equivocada». Se corrió la voz en la comunidad, ¡y al domingo siguiente
324
tenían 2.000 visitas! (¡Sí, dos mil!) ¿Cree usted que él tocó una necesidad
verdadera?
Revistas y diarios. Ya que la industria de revistas está tan orientada a
los consumidores, y debe tocar los intereses cambiantes del público,
frecuentemente presenta un panorama de las necesidades de su público.
Preste mucha atención a los artículos que publican, y también a los libros
que describen y promocionan. Muchas revistas incluyen artículos,
encuestas, y columnas de respuestas a las preguntas de lectores. Recuerde,
la gente lee solamente lo que le interesa. Aunque no esté de acuerdo con
las respuestas o los consejos que dan, debe mantenerse al día con los
temas que tocan, o por los cuales provocan muchas cartas en respuesta.
Tome una revista muy conocida y busque la sección de preguntas y
respuestas. Esas son las preguntas que la gente plantea. El próximo
domingo, enseñe la respuesta de Dios a esas preguntas. ¡Garantizo que
nadie se irá de su clase!
Investigación y encuestas. Hay muchas encuestas que dirigen estudios
públicos y que establecen los sentimientos y las convicciones del público
acerca de miles de temas.
Entrevista con individuos que tienen contacto con el público. Los
doctores, dentistas, peluqueros, consejeros, psicólogos, terapeutas
familiares, policías, profesores, directores de escuelas, y muchos otros
profesionales toman el pulso del público, y se pueden entrevistar acerca de
las tendencias que ven. Tengo la costumbre de preguntar a tales personas
acerca de los problemas que ven.
3. Desarrollar un inventario de necesidades para sus alumnos
Después de completar su investigación inicial, organice su información
en una forma útil: escriba en una hoja un resumen del diagnóstico de sus
alumnos, en orden de prioridad.
325
Hay muchas maneras de organizar su información. La manera más
básica es simplemente hacer una lista de las diez necesidades más
habituales en orden de frecuencia. Ofrecemos otros formatos:
Según áreas clave. Haga una lista de todo lo que encontró, según temas
como las tentaciones, los pecados, los problemas, los temores, las
ansiedades, las debilidades, y las desilusiones. En cada categoría, haga una
lista en orden de frecuencia.
Según referencia de tiempo. Haga una lista de las necesidades que ya
han enfrentado sus alumnos, otra de las que están enfrentando ahora, y otra
de las que enfrentarán en el futuro. Este método ayuda a dar medicamentos
preventivos. Si sus alumnos están terminando la enseñanza secundaria, el
tema de cómo tener éxito en la universidad será muy importante para ellos.
Según los roles de las personas. Arregle las necesidades según las
responsabilidades que tenemos, incluyendo esposo(a), padre/madre,
novio(a), amigo(a), jefe, empleado(a), hijo(a), abuelo(a), nieto(a),
maestro(a), consejero(a). ¿Cuáles son las cinco necesidades mayores de
las esposas, de los empleados, etc.?
Según las categorías más importantes de la vida. Se pueden ordenar las
necesidades en categorías como físicas, emocionales, intelectuales,
morales, espirituales, y financieras.
Sea cual sea el método, encuentre una manera de ordenar la
información para que sea práctica y fácil de usar. Este documento será de
mucho valor. Ver las necesidades de sus alumnos en una hoja de papel
guiará y motivará su enseñanza como nada antes.
Haga esto por lo menos una vez al año. Es el fundamento sobre el cual
descansa esta ley. Si no encuentra la necesidad, no puede dar los otros
pasos del método de la ley de la necesidad. Continuará usando la carnada
equivocada, y aunque haga mucho esfuerzo, no tendrá éxito en pescar.
326
Paso 2: Enfocar la necesidad
En este paso, se consideran todas las necesidades que se han
descubierto, y se «enfoca la necesidad» para «incluir» una en especial en la
lección que se tratará. Este paso debe repetirse «regularmente»,
dependiendo del tiempo que dure la serie.
Este es un paso crítico. Si ha hecho correctamente la encuesta, habrá
descubierto muchas necesidades y heridas importantes. Los siguientes
comentarios no son poco frecuentes:
«Mi marido rehúsa dejarme participar en las decisiones financieras. Creo que
posiblemente esté escondiendo esto, en caso de que nos divorciemos. ¿Qué debo
hacer?»
«Estoy considerando declararme en bancarrota. ¿Qué dice Dios acerca de esto?»
«No hay pasión en nuestra vida sexual. Cuando yo y mi esposa hacemos el amor,
ella parece aburrida y apurada. ¿Con qué derecho se quejaría si yo tuviera un
romance?»
«Mi médico me dijo que tengo un tumor cerebral y que pronto perderé la capacidad
de cuidarme solo. No quiero ser una carga para mi familia. Si me suicido, ¿Dios me
perdonará?»
En la iglesia que sea, en el país que sea, si usted hace una encuesta
anónima, descubrirá necesidades como estas —difíciles, vitales, que
rompen su corazón.
Pero no son iguales todas las necesidades. Algunas son más
importantes que otras. Su tarea es enfocar primero la más importante.
Enfoque una necesidad a la vez. ¿Cómo elegir la correcta? Con mucho
cuidado y con mucha oración.
Aunque el primer paso de investigar las distintas necesidades de su
público se hace solamente una o dos veces al año, este paso es necesario
cada vez que prepara una nueva serie. Distinto del primer paso, que toma
mucho tiempo y esfuerzo, este paso es fácil y no toma mucho tiempo.
Los beneficios de tomar unos momentos para enfocar la necesidad más
importante no se puede exagerar. ¡No lo deje al azar! ¿Por qué usar sus
327
momentos preciosos preparando una gran lección acerca del tema
equivocado? ¿De qué sirve una carnada bonita para róbalos cuando quiere
pescar truchas? Para el fin de este paso, habrá seleccionado la necesidad
más esencial que va a tratar durante la próxima clase o serie.
328
razones positivas y negativas para morder su carnada y tratar de satisfacer
esta necesidad? Practique esto «semanalmente» cuando enseñe.
La esencia de esta etapa de especulación está en escribir una lista breve
de los posibles beneficios en la vida de sus alumnos si ellos lograran tener
éxito, y de las consecuencias negativas si fracasaran. Supongamos que la
necesidad que ha seleccionado para sus alumnos adolescentes es la de
«obedecer a sus padres», y usted se pregunta cómo hacer que estén
realmente interesados en la serie que va a dar, y que estén deseosos de
asistir y escuchar.
Empiece con una lista de las cosas buenas que sucederían si
obedecieran a sus padres, y de las cosas negativas que sucederían si
desobedecieran a sus padres. Estas dos listas son las cosas específicas que
usted utilizará para hacer que sus alumnos sientan la necesidad de aprender
a obedecer a sus padres.
Lo positivo siempre está relacionado con lo agradable y los sentimientos
como «yo quiero…». Lo negativo anticipa el dolor y los sentimientos de «no
quiero». La clave de este paso está en la identificación de una cantidad de
cosas que «quieren» y «no quieren» sus alumnos. La motivación
frecuentemente viene de sentimientos basados en la esperanza de placer o
el miedo al dolor. Cuanto más poderosas y convincentes sean las razones
que tengan para satisfacer esta necesidad, mejor posibilidad tendrá en el
próximo paso para aumentar la motivación de los alumnos.
Hay tres secretos detrás de la especulación efectiva. El primero es
repasar su propia experiencia e imaginación para encontrar posibles
ejemplos de jóvenes que obedecen o no obedecen a sus padres. Piense en
toda la gente que conoce directa o indirectamente que han recibido beneficio
de obedecer a sus padres o que han sufrido por no obedecerlos. Considere
libros que ha leído, historias que ha escuchado, programas de televisión que
ha visto. Al hacerlo, su lista de las cosas positivas y negativas aumentará
rápidamente. Si tiene dificultad en este punto, abra su creatividad y suelte
329
su imaginación —¿qué podría sucederle a un joven adolescente que
obedece o no obedece a sus padres?
El segundo secreto de la especulación efectiva es el empleo del principio
de los extremos. Piense en lo mejor que podría sucederle a un adolescente
por obedecer y en lo peor que podría sucederle por desobedecer. Tome sus
ejemplos y llévelos a un extremo en los dos sentidos. Descubrirá una
multitud de ejemplos adicionales en el camino. Y cuando identifique los
extremos, tendrá unas buenas ideas. Es más fácil despertar sentimientos
cuando se considera lo más maravilloso o lo más terrible. Un deseo intenso
surge de una esperanza intensa de agrado o de dolor.
El tercer secreto de la especulación efectiva es «imaginar» a la persona
en su clase que sería la más probable de obedecer plenamente, y a la
persona que sería la más probable de desobedecer al máximo. Cuando las
haya seleccionado, imagínese en su lugar cuando experimenten las
consecuencias de su decisión. Piense en el futuro. Especule acerca de sí
mismo en el lugar de ellos. Usando su imaginación, identifíquese con ellos,
sintiendo lo que experimentarían como resultado de sus decisiones.
Practicando estos tres secretos en la especulación, pronto podrá pensar
casi inmediatamente de un número de motivaciones que puede utilizar para
que sus alumnos deseen aprender lo que ha planificado enseñarles.
330
Nunca olvide que era la habilidad de Jesús como Pescador Experto que
causó que la mujer buscara la solución de su necesidad. De la misma
manera, la habilidad con la que usted utilice la carnada en las clases
determina el interés y la atención de los alumnos.
Un alumno desinteresado es el resultado de un maestro con poca
habilidad. Un alumno aburrido es también el resultado de un maestro poco
capacitado. Cuando escucho que un maestro se queja de los alumnos
«estúpidos y sin motivación», siempre sé que, o usó la carnada incorrecta,
o no sabía usar la caña con mucha habilidad.
Nunca olvidaré el día que Glenn Alsworth fue a buscarnos a mi hijo y a
mí, en un viaje de pesca a un lago remoto en Alaska. Habíamos pescado
todo el día, y habíamos perdido la mayoría de las carnadas. Nuestra línea
estaba enredada, y no podíamos enrollarla. Teníamos unos grandes
pescados para compensar nuestro esfuerzo, pero no habíamos pescado
nada durante las últimas dos horas. Glenn dijo que tenía un poco de tiempo,
así que tomó la caña mala, puso una carnada artificial que había perdido sus
plumas, mostrando solamente un anzuelo, y entró al agua. Sonreí, porque
apreciaba el hecho de que él nos estaba dando un poco más de tiempo para
pescar.
Pero después me fijé que él estaba pescando seriamente también.
Sostenía la caña como si fuera una extensión de su brazo. En veinte minutos
había pescado el número límite, con una caña mala, y un anzuelo pelado,
donde no estaban mordiendo los peces.
¿Cómo? Era una pescador experto entre los pescadores expertos. Sabía
cómo hacer que el anzuelo vacío pareciera increíblemente vivo para los
peces astutos que habían evitado nuestras carnadas bonitas casi todo el
día.
¿Puede pescar a sus alumnos con un anzuelo vacío? Solamente si tiene
mucha experiencia y sabe cómo hacerlo. Si usted sabe usar la caña, serán
atraídos hacia un anzuelo vacío.
331
Como orador público, he asistido a muchas conferencias en mi vida, y
he observado que algunos maestros espantan a los alumnos, aun con
carnadas perfectas. Y he observado que algunos maestros expertos van a
una clase con un tema designado (que era completamente equivocado para
los alumnos —una carnada incorrecta), y con su habilidad excelente, llevan
a los alumnos a desesperadamente desear el mensaje que habían
preparado. Antes de empezar sus puntos principales, los alumnos habían
decidido que necesitaban ese mensaje más que ninguno.
Este cuarto paso es más emocional que intelectual. No se trata de
hechos, sino de sentimientos. No es una transferencia de información, sino
una manera de ganar su interés. La emoción es el factor principal de la
motivación. Por lo tanto, la emoción debe ser su contexto principal durante
esta etapa.
Considere la relación entre «necesidad» y «aprendizaje». Si la
necesidad sentida es poca, ¿cuánto aprenderán normalmente? No mucho.
Si sus alumnos se identifican fuertemente con la necesidad, sin embargo,
habrá mucha motivación para aprender. Sus alumnos sacarán la lección de
usted. Serán como la mujer samaritana, haciendo todas las preguntas
correctas para llevarlo al próximo punto en su bosquejo. En la sección de los
maximizadores de la ley de la necesidad, identificaremos siete maneras de
ayudar a sus alumnos a sentir la necesidad.
332
Probablemente se sentía estafado. Eso puede ocurrir en una clase
también. Al aprender a crear la necesidad, asegúrese de que pueda
satisfacer las expectativas que ha formado. No prometa demasiado; no
entregue demasiado poco.
Cuando promete demasiado, esto llega a ser manipulación en vez de
motivación apropiada. Su promesa debe ser realista y apropiada, y su
estilo debe hacer que los alumnos piensen, «¡Eso fue excelente!» Si se
equivoca, es mejor errar en el lado de prometer muy poco —entonces
puede entregar más de lo que esperaban, y no menos.
El revés de esto es entregar muy poco. Es posible establecer una
necesidad legítima y correcta, y fallar en la entrega de la solución.
Normalmente esto ocurre porque el maestro no preparó bien la lección.
Las dos situaciones quitan la motivación de los alumnos. Cada maestro
falla ocasionalmente en una o en las dos áreas. Pero fallar regularmente
en prometer demasiado o entregar muy poco, empieza a fomentar la
apatía, la falta de energía, la falta de atención, el sarcasmo, y la falta de
respeto. Recuerde la parábola del niño que gritó «¡Lobo! ¡Lobo!» cuando
no había lobo? Los «lobos» pueden comer la motivación de los alumnos.
Es importante relacionar la lección que ha preparado con la necesidad
que descubrió antes. Aunque sea obvio para usted la relación, ¿será obvio
para los alumnos? Ellos son lo más importante. Por lo tanto, debe
mencionar la relación intermitentemente a través de su lección, usando
frases como las siguientes:
• ¿No ven como…?
• ¿Recuerdan que dijimos al principio que…?
• ¿Ven como esto se relaciona con…?
• ¿No es bueno saber…?
Un maestro experto cose una tela de hilos casi imperceptibles durante
la lección, haciendo mención de las relaciones. Los alumnos ni se dan
333
cuenta cómo sucede, pero cuando llega a la conclusión, sienten un grado
alto de satisfacción.
Cumpla lo que promete. Entonces agregue un poco de «helado» que
no esperaban, y ponga una cereza encima. Pero nunca debe servirlo si no
están rogando que les dé helados.
334
Yo utilizo este maximizador cuando enseño las «Siete tendencias en la
juventud hoy». Las estadísticas acerca del sexo, el abuso de alcohol y de
drogas, y el suicidio entre jóvenes son datos chocantes. Dar uno y otro dato
es eficaz, porque nos hace preocuparnos por los jóvenes y crea la necesidad
de buscar una respuesta.
335
piano, y dos hijos alegres. Felipe, 37, ganaba un buen sueldo como
ingeniero de ventas de piezas para computadoras en Silicon Valley; Rita, 34,
también ganaba un buen sueldo como contadora.
Tal como sus inteligentes y atractivos amigos en el norte de California,
Felipe y Rita jugaban tenis, comían comidas interesantes, conocían los
mejores vinos, y desde hace cuatro años, aspiraban cocaína. Y más
cocaína. Y más. Esa es la razón que varias veces el año pasado, Felipe
quedó temblando con fiebre en la sala de su casa, con la pistola cargada y
apuntando a enemigos imaginarios que estaban escondidos en su garaje.
Rita, debilitada como su marido, tenía sus propios hombres imaginarios que
estaban mirando desde afuera de su dormitorio con visión radiográfica. Por
eso ella se escondía en el closet.
La paranoia de la pareja desaparecía, por supuesto, cuando estaban
usando la cocaína. Respiraban un vapor destilado de cocaína. Felipe
pasaba la noche solo con su pipa de vidrio y su dedal lleno de cocaína. Rita
estaba en otra pieza con su pipa. En las mañanas, Felipe y Rita se juntaban
para buscar granitos de cocaína que habían caído, gateando en la alfombra.
¿Esta es la vida buena? ¿Esto es divertido?
Aquí hay un ejemplo de una historia inventada para crear la necesidad:
¿Alguna vez se ha sentido como Roberto la rana —metido en un hoyo, incapaz de
salir del barro de su vida y saltar libremente? Roberto la rana tenía serios problemas.
Allí estaba, saltando por el camino, sin molestar a nadie, cuando ¡plop! —cayó en
un hoyo grande. Aunque lo intentaba con toda su fuerza, no podía salir del hoyo —
era demasiado profundo.
—¡Yo sé! —pensaba dentro de sí mismo—, llamaré a mis amigos. Empezó a croar
tan fuerte como pudo.
Cuando su garganta ya estaba cansada por croar tanto, escuchó contestar a dos
amigos. Finalmente lo encontraron.
—¿Qué pasa, Roberto?
—¡Estoy metido en este hoyo y no puedo salir! —explicó Roberto desde el fondo del
hoyo.
336
—¡Vamos, tú puedes! ¡Inténtalo de nuevo, Roberto! —sus amigos le gritaban para
animarle. Pero Roberto no podía reunir la fuerza para saltar fuera. Lo abandonaron
a su suerte. El próximo día, los dos amigos vieron a Roberto saltando hacia ellos.
—Oye, ¿no es Roberto? —preguntó uno.
—¡Claro que sí! —dijo el otro.
—¿Cómo pudo salir?
Roberto saltaba hacia sus amigos.
—¡Hola!
—Roberto, ¿qué pasó? ¡Pensamos que no podías salir! — exclamó uno de sus
amigos.
—No podía —contestó Roberto—, «¡hasta que vi venir un camión, y tuve que
hacerlo!»
Las buenas historias no solamente mueven a los alumnos
emocionalmente, sino también quedan con ellos mucho tiempo después de
que hayan olvidado el bosquejo de la clase.
337
Discutimos todo el camino desde Galilea hasta la ciudad santa, porque sabíamos
que era la semana en que el Mesías iba a establecer su reino. Discutimos la mitad
del tiempo acerca de quién iba a sentarse a la diestra y quién a la izquierda, acerca
de quién iba a morir si comenzaba una revolución. Sabíamos que Jesús nos iba a
resucitar para el reino.
Y cuando empezó a lavarnos los pies, me frustré mucho. No quería lavar los pies
de nadie; yo quería pelear. Eso de lavar los pies es lo que hace un sirviente. Pero
yo, yo voy a sentarme a su diestra algún día. Luego, cuando Jesús llegó a mí, no
quería que me lavara los pies. Me dio vergüenza.
Entonces me dijo: «Si no me dejas lavarte los pies, todo ha terminado entre
nosotros. No tienes nada que ver conmigo». Casi caigo del asiento. ¡Había dejado
la pesca; había dejado todo para seguirlo! Y solamente porque no dejaba que lavara
mis pies, ¿me dice que todo ha terminado? No lo pude creer. Así que le dije a Jesús
que me lavara por completo, si así tenía que ser. Y entonces, nos dijo que alguien
lo iba a traicionar. ¡Y todos empezaron a mirarme a mí!
Podría seguir con el monólogo de Pedro y dramatizar sus sentimientos
cuando vio el arresto de Jesús y cuando negó al Señor tres veces.
Aquí tiene otro ejemplo —el hijo pródigo. En vez de leerlo y enseñarlo,
¿por qué no tomar el lugar del hijo pródigo?
No pude creer lo que me estaba pasando. Había recibido $24.500 dólares de mi
padre —¡toda mi herencia!— cuando empecé hace nueve meses y tres días. La
pasé muy bien. Comí la mejor carne, compré la ropa más cara, e hice amigos en
muchos lugares. Era como una fiesta interminable. Pero ahora… ahora ¡tengo
exactamente $7 dólares!
Podría involucrar a una persona de su clase o congregación, y continuar
la historia:
Sabe, Tomás, cuando llegué hace seis meses, tenía mucho dinero. Te compré esos
zapatos; gasté mucho dinero en ti, ¿recuerdas? Bueno, Tomás, ahora necesito un
poco de ayuda. Ya no me queda mucho dinero, y tú sabes lo que diría mi padre si
yo llegara a la casa fracasado y avergonzado. Nunca me dejaría olvidarlo.
Incluso usted puede ser el roble cerca de la casa del hijo pródigo:
338
Súbitamente vi una figura que venía desde lejos. Se parecía a él, pero
no podía ser. Recuerdo cuando él subía a mis ramas. ¡Nos divertíamos
mucho! Pero, ¡mírelo ahora! Ha envejecido mucho. Está caminando muy
lento, y parece tener miedo. ¿Tendrá miedo de la reacción de su padre? Él
no sabe que su padre quedó sentado aquí durante días, buscándolo en el
horizonte, llorando y llorando. ¡Pensé que me iba a convertir en un sauce
llorón!
339
el teléfono, los altavoces públicos; gritadas a brocha gorda en las paredes de la calle
o susurradas al oído en las penumbras del amor.
La lengua española tiene que prepararse para un ciclo grande en ese porvenir sin
fronteras. Es un derecho histórico. No por su prepotencia económica, como otras
lenguas hasta hoy, sino por su vitalidad, su dinámica creativa, su vasta experiencia
cultural, su rapidez y su fuerza de expansión, en un ámbito propio de diecinueve
millones de kilómetros cuadrados y cuatrocientos millones de hablantes al terminar
este siglo.1
El estilo puede hacer que los temas más insignificantes parezcan
importantes. Imagine a un vendedor bien vestido, robusto, con pulmones
fuertes, hablando en la televisión:
Piense en algo que finalmente le permita organizar su vida con mayor eficiencia.
¡Así es! Cuando utilice esto, tendrá un sentido de estabilidad, orden, y paz, que
jamás pensaba pudiera ser posible. En unos pocos segundos, experimentará esa
confianza tranquila que viene cuando está todo en su lugar.
No solamente sirve esto como sistema para organizarse. También se puede usar
como marcador de libros —nunca perderá su lugar de nuevo. Si lo abre totalmente,
también sirve como mantelito individual atractivo y reusable —¡perfecto para una
familia desordenada! Si tiene niños o nietos, disfrutarán expresar su creatividad,
pintando en esto. Además, sirve como letrero para promoción, o para vender su
vehículo —lo que quiera escribir, escríbalo en esto, y millones lo verán. ¡Incluso
sirve para escribir líneas rectas!
Imagine el sentido de compañerismo al unirse a millones de dueños. Podrían formar
un club del vecindario para compartir sus experiencias y sus ideas para encontrar
otros usos de esta herramienta increíble. Viene en un color crema hermoso —va
con cualquier estilo de decoración. Está fabricado con precisión. Estará maravillado
por la destreza del trabajo manifiesto en cada uno.
¿Cuánto pagaría por algo así con millones de usos? ¿US$500? ¿$100? ¿$50?
Bueno, si lo pide hoy antes de medianoche, le enviaremos uno, sin cobrar el envío,
1
Gabriel García Márquez, «Botella al mar para el dios de las palabras», extraído de
La Jornada, México, 8 de abril de 1997.
340
¡por solamente $10! ¡Así es! ¡$10! Pero esta oferta se hace una sola vez. Pida una
docena y ahorre —¡pague solamente $119.95! Sí, imagine la comodidad, la
confianza, la estabilidad, el sentido de realización, y la diversión que inundará su
vida cuando tenga su propio… ¡fólder de manila!
Varíe su tono y su ritmo. Cambie la intensidad. Suba el volumen cuando
es apropiado, susurre suavemente cuando piensa que será más eficaz.
Planifique su estilo de antemano, para tener el mayor impacto.
341
ayudar mucho en la enseñanza. Un círculo puede representar a una
persona, y una flecha puede representar el crecimiento personal. Un
diagrama del tabernáculo puede demostrar la necesidad de la santidad para
acercarse a Dios. Las posibilidades creativas son infinitas.
Algunos no podemos enseñar sin una pizarra o un trípode con papeles
para hacer dibujos. Permita que la pizarra sea un cuadro movible de los
conceptos que está presentando. Haga flechas, puntos de exclamación,
hombres de palitos. No se preocupe de la belleza, sino de la comunicación
efectiva.
Aunque suene extraño, el uso de gráficos puede ser emotivo. Usted
puede hablar con una pizarra de una manera que no puede hacer con los
alumnos. Se puede pegar la pizarra. Se pueden usar colores. La gente se
identifica con los diagramas. Estos pueden llegar al corazón de lo que usted
quiere enseñar. Imagine el siguiente episodio:
Digamos que este círculo representa a usted. Esta flecha es una tentación que le
llega y le pega, pero rebota. Usted simplemente no va a ceder a esa tentación.
Entonces Satanás tira otra tentación. También rebota. Usted sigue diciendo que no,
pero está confiando en su propio poder, y no el poder de Dios.
Finalmente, una de las flechas de tentación le llega en un momento de debilidad, y
penetra, dejando una herida abierta en la superficie. La próxima vez no será tan fácil
decir que no. Estas flechas siguen llegando en el mismo lugar de tentación. Después
de un tiempo, la herida ha debilitado su protección. Sigue creciendo y creciendo, y
se pone más y más negra.
Entonces enfrenta una tentación en otra área de su vida. Ya que está débil, cede,
sin darse cuenta de lo que pasa. Entonces viene otro pecado. De repente, usted
tiene áreas negras de pecado en toda su vida, destruyéndolo.
Bueno, antes de terminar esta clase, usted sabrá lo que enseña la Biblia acerca de
cómo tener la victoria sobre la tentación la próxima vez que aparece. Tendrá el
poder para decir que «no».
342
¿No ve que puede ser muy eficaz? Un círculo con unas flechas y
manchas negras pueden mantenernos en suspenso, creando una necesidad
fuerte.
343
Conclusión
Al comienzo del estudio de esta ley de la necesidad, estudiamos la
historia increíble de la mujer samaritana (Juan 4). En esa historia nos fijamos
en la manera en que Jesús creó una necesidad en ella, y en la intensidad
con que ella buscó la satisfacción de esa necesidad. Ella cambió de estar
desinteresada a estar intensamente interesada. Ella buscó lo que él quería
que buscara.
Aunque algunos resisten ver ese aspecto de Jesús, no pueden discutir
con la claridad del texto bíblico: Jesús seleccionó a propósito la «carnada»
y utilizó la «caña» de tal manera que el «pez» fue atraído al «anzuelo».
Jesús era el Maestro de maestros, no solamente porque tenía el mensaje
que ella necesitaba, y no solamente porque tenía el motivo de buscar su
bien completo, sino también porque tenía el método correcto que le atraía.
Nadie critica el mensaje de Cristo.
Nadie critica el motivo de Cristo.
¿Por qué criticar el método de Cristo?
¿Todavía siente usted que no es apropiado arreglar el contenido a
propósito para sus alumnos —como lo hizo Cristo— para que sean muy
motivados a aprender la lección? Siente que no es apropiado llevar a sus
alumnos desde la falta de interés hacia el reconocimiento de una necesidad
verdadera como lo hizo Cristo?
¿Prefiere dejar al azar este paso de crear la necesidad? ¿Piensa que
sería mejor ir a su clase, «dependiendo del Espíritu Santo», y esperar que
de alguna manera, algo suceda para que sus alumnos se sientan
motivados? ¿La confusión es el método del Señor? ¿La falta de preparación
y anticipación será el camino del siervo del Señor? ¿No debemos estudiar
cómo lo hizo Jesús para poder caminar en sus huellas?
¿Por qué algunas iglesias, y algunas clases están llenas de ánimo, de
vitalidad espiritual, de crecimiento numérico, y otras solamente sufren de
344
aburrimiento, fastidio espiritual, y una baja en asistencia? Aunque
podríamos dar muchas respuestas acerca de la fuente del problema, sugiero
que inevitablemente existen dos características del maestro:
Primero, el maestro tiene el concepto equivocado de que él o ella no es
responsable por satisfacer las necesidades de los alumnos sino que de
alguna manera, Dios es responsable. Piensa que seguramente el maestro
no es responsable por la selección cuidadosa del tema que satisfaga las
necesidades principales de los alumnos, ¿verdad?
Segundo, el maestro tiene el concepto equivocado de que él no es
responsable por la presentación de la lección de una manera que sus
alumnos se interesen y se motiven a estudiar el tema, sino que de alguna
manera, Dios es responsable. Quizás los alumnos debieran venir a las
clases llenos de motivación. Piensa que en cualquier caso, seguramente no
será a través de su preparación cuidadosa que los alumnos sean motivados
a conocer y experimentar la verdad que se enseña.
En los dos casos, el maestro ha abandonado su tarea como maestro. Ha
dejado al Señor lo que el Señor le asignó. Está activamente impidiendo la
voluntad del Señor que desea capacitarlo para ser un «pescador de
hombres». ¿Piensa que Cristo seleccionó esa ilustración accidentalmente?
¿Todavía entra a su sala con cualquier carnada, sin haber luchado con
la inquietud acerca de cuál es la mejor carnada para sus alumnos?
¿Todavía entra a su salón, esperando que automáticamente deseen
aprender el contenido? ¿Les echa la culpa a ellos, o al sistema, o a la hora
del día por la falta de interés y por el aburrimiento?
Quizás estos dos capítulos de la ley de la necesidad hayan abierto sus
ojos a lo que Cristo quiso decir cuando dijo: «Seguid en pos de mí, y os haré
pescadores de hombres».
Antes de dejar este concepto vital, terminemos esa historia increíble de
Juan 4. ¿Qué hizo la mujer samaritana después de que Jesús la guió a él
345
mismo? ¡Ella practicó con sus alumnos lo mismo que Jesús había practicado
con ella!
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid,
ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
(Juan 4:28–29)
Ahora, busque su método detrás del mensaje. Primero, ella captó su
atención con decir, «Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto
he hecho». Recuerde que esta mujer era la prostituta de la ciudad, y estaba
hablando con los hombres de la ciudad. ¡Imagínese cómo eso captó su
atención!
Entonces siguió al segundo paso —despertó su curiosidad al decir: «¿No
será este el Cristo?»
Por la manera en que ella se dirigió a sus alumnos, tuvo un éxito
increíble. La Biblia narra que «Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a
él» (v. 30). ¡No lo pierda! Todos los hombres de la ciudad cerraron sus
negocios en medio de su día de trabajo. Perdieron clientes, sin que les
importara… solamente por dos cosas que dijo la mujer.
La mujer samaritana llegó a ser la maestra de la ciudad, presentando al
Salvador del mundo. Por causa de la manera en que creó la necesidad, la
ciudad buscó a Jesús.
¿No ve la importancia vital de que ella creara la necesidad? Si se crea
la necesidad de manera efectiva, ciudades enteras pueden buscar a Jesús.
Entonces, la próxima vez que entra por la puerta de su aula, recuerde
que ¡depende de usted! ¡He aquí su «mujer samaritana»!
346
a sus alumnos. (Recuerde, el maestro típico solamente logra identificar
menos de tres.) ¿Qué aprendió?
3. Tome unos momentos para hacer el trabajo de detective. Vaya a una librería
cercana para ver cuáles son los libros más vendidos. Haga una lista de las
cinco necesidades que con más frecuencia se tratan en los libros. Entonces
vea las revistas más populares, y haga una lista de las cinco necesidades
que se discuten en ellas. Combine estas dos listas en una. ¿Qué sucedería
si enseñara acerca de esas cinco necesidades durante las próximas cinco
semanas? Una cosa más, haga una lista de los cinco últimos temas que
usted ha tocado en sus clases. ¿Cuántos realmente rascan donde a la gente
le pica?
347
5. Si pudiera verse completamente como Dios lo ve, ¿cuáles serían sus cinco
necesidades más grandes? Como usted tiene las Escrituras y el Espíritu
Santo, ¿por qué no utiliza estas necesidades para fijar el tema de estudio
para su tiempo devocional durante los próximos seis meses? ¿Cómo se
sentiría acerca de la vida si fueran satisfechas esas necesidades? ¿Por qué
no aceptar la Palabra del Señor y buscar Su sabiduría?
348
SEXTA LEY
LA LEY DEL
Desarrollo
11
LA LEY DEL DESARROLLO; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Había estado fortaleciendo mi ánimo durante tres semanas, pero no
podía postergarlo por otro día —tenía que despedir a uno de los miembros
del equipo del ministerio Caminata Bíblica. Nunca había despedido a
nadie, y me tomó semanas ganar la valentía. Incluso, había escrito mi
discurso, y lo había practicado. Estaba tan ansioso, que antes de que
llegara el día, ¡había despedido a mi perro, a mis hijos, y a mi suegra!
Me sentía terriblemente culpable —el empleado era tan buena persona.
«Bueno, es culpa suya, no la mía», trataba de convencerme a mí mismo.
«Si hubiera sido más concienzudo, cumpliendo su trabajo, no tendría que
despedirlo ahora». Así que me empujaba a seguir adelante.
El día designado llegó, y llamé a este joven a mi oficina. Después de
conversar nerviosamente acerca del tiempo, de jugar tanto con mi lápiz
que al final se rompió la goma de borrar, y de hacerle preguntas sin
importancia acerca de su esposa e hijos (era soltero —¡yo lo sabía!),
respiré profundamente y comencé con mi discurso.
Parecía muy distinto despedir a alguien en persona. No era como la
práctica; era una persona verdadera y viva. En un segundo me di cuenta
de que él no sospechaba nada. Mis palabras bien ensayadas quedaban
pegadas en la boca. En mi desesperación, le pregunté: —Entonces,
¿cómo evalúas tu trabajo aquí?
349
Había decidido dejar que él describiera su obviamente pobre
rendimiento, y así condenarse a sí mismo. Yo iba simplemente a decir que
estaba de acuerdo y… estaba pensando dentro de mí que esto era
administración genial.
Pero para mi sorpresa, el joven inmediatamente se inclinó hacia
adelante, y con un brillo en los ojos, contestó:
—¡Muy bien!
Estas no eran palabras de un hombre que se condena por sí solo.
—¿Ah sí? Cuéntame de tu trabajo —yo balbuceé.
Durante los próximos veinte minutos, me contó todas las cosas
emocionantes que estaba haciendo en su ministerio. Su entusiasmo era
tanto que se levantó y empezó a pasear. No podía contener su emoción.
Cuando llegó a su conclusión (¡casi esperaba una invitación
evangelística!), me encontré profundamente conmovido. ¡Qué lista de
logros tan maravillosos! ¡Qué buen empleado! Sin pensar, me levanté, le di
la mano, ¡y le ofrecí un aumento!
—Bruce, ¿qué has hecho? —me pregunté después. Sí, le di un
aumento. Pero ¿qué sucede con todos los problemas que tiene? De
repente me di cuenta de que él no era el problema. ¡El problema lo tenía
su jefe! El joven estaba haciendo muy buen trabajo. Desdichadamente, sus
actividades eran el polo opuesto de lo que yo pensaba que debía hacer.
Como nunca le había dado una descripción de trabajo, él tenía la tarea
difícil de tratar de adivinar lo que yo, su jefe, quería. Yo había violado uno
de los principios más básicos de administración, porque no había
comunicado claramente lo que esperaba del empleado. ¡Y casi lo acusé de
lo que era mi culpa! Fue una lección inolvidable. Nos pusimos de acuerdo
acerca de lo que yo quería que lograra en su posición, y llegó a ser un
empleado realmente extraordinario.
Una descripción de trabajo es un documento extremadamente
importante, ¿verdad? Define en términos claros y objetivos lo que espera
350
el líder del seguidor. El líder es responsable de definir esas expectativas
claramente, y el seguidor es responsable por cumplir las expectativas lo
mejor que pueda. Mi historia habría sido diferente, si la descripción del
trabajo de este joven hubiera sido clara, y él hubiera desobedecido esas
instrucciones voluntariamente y regularmente.
Los temas principales de este capítulo son: 1) ¿Cuál es la descripción
de trabajo bíblica para un maestro cristiano? y 2) ¿Está cumpliendo esas
responsabilidades el maestro típico, o está desobedeciendo?
351
importante saber dónde encontrar la «divina descripción de trabajo para
maestros». ¿Sabe dónde encontrarla? Si no, podría estar apuntando a las
metas equivocadas.
Esto me recuerda de un torneo de golf que auspiciaba el ministerio de
Caminata Bíblica todos los años. Ninguno de nosotros jugaba mucho golf,
pero cada año, durante un retiro de planificación, sacudíamos el polvo de
los palos de golf, y competíamos. Dale Houchin, el administrador de nuestra
imprenta, y yo, habíamos estado haciendo una competencia feroz, con casi
la misma cuenta, durante los últimos años. Habíamos estado fastidiándonos
mutuamente todo el año acerca de quién iba a ganar el torneo.
Cuando comenzó el torneo, yo estaba en el grupo justo antes del grupo
de Dale. No dejaba de hacer comentarios para fastidiarme, mientras me veía
luchando para mantener la pelota en el centro de la pista. Finalmente
llegamos a un hoyo que no se podía ver, porque estaba al otro lado de un
cerro. El primer tiro normalmente deja en una posición donde apenas puedes
ver la parte más alta de la bandera del hoyo, y teníamos que pegar la pelota
ciegamente hacia el césped escondido en el valle.
Bueno, mi primer tiro fue muy fuerte —¡directamente en el bosque a la
derecha! Escuché más abuso verbal de Dale. (¡No demuestran suficiente
respeto por los presidentes!) Mientras nuestro grupo terminaba la jugada del
hoyo, podía escuchar claramente la voz de Dale, felicitándome por mi cuenta
«generosa».
Estaba a punto de colocar la bandera en el hoyo, cuando se me ocurrió…
Dale no podía ver el césped. Quizás tenía una manera de vengarme. Tomé
la bandera y la planté firmemente en el obstáculo de arena más grande
cercano.
Grité a Dale que él tendría que llegar al césped con su tiro para ganarme.
Nuestro grupo se escondió en el bosque para observar el drama que venía.
El tiro de Dale pasó fácilmente sobre el cerro. Fue su mejor tiro del día. Él lo
sabía, y estaba gritando: «¡Mira eso, Sr. Presidente! ¡Está en el césped! ¡Lo
352
sabía! ¡Una vez más, la oficina de la imprenta va a ganar a la oficina de los
jefes!»
¡Comentarios tan irrespetuosos!
Su pelota llegó hasta un metro de la bandera que yo había puesto en la
arena, y se enterró. ¡Me habría gustado tener una foto de Dale en el
momento que llegó arriba del cerro y vio la bandera mal ubicada, y su pelota
en medio del océano de arena!
¿Cuál fue el problema con el tiro de Dale? ¿Su capacidad? ¿Su
intensidad? ¿Su deseo de hacerlo bien? ¡En absoluto! Le tenemos que dar
buenas marcas en todo eso. Dale había pegado la pelota directamente hacia
el blanco. ¡Pero fue el blanco equivocado! Todo su trabajo fue inútil, porque
estaba apuntando a la meta equivocada.
Como hemos mencionado desde el primer capítulo, la mayoría de los
maestros piensa que su responsabilidad principal es «cubrir la materia», o
«explicar el bosquejo» a los alumnos. Cuando esos maestros pasan por
sobre el «cerro final», me pregunto si descubrirán que sus vidas han
apuntado a la arena, en vez de apuntar al césped. Entonces será muy tarde.
Pero no es muy tarde para que usted haga un correctivo a mediados del
curso, si descubre en este capítulo que ha estado equivocado.
Antes de analizar la descripción de trabajo bíblica para maestros, sería
conveniente hacer una lista de las cosas que usted considera los puntos
principales de esa descripción de trabajo.
La comunidad de maestros cristianos se puede considerar la «facultad»
de la iglesia, y Dios es el «director». Tiene que haber ciertas cosas que él
espera que hagamos en esta empresa, pero ¿qué son? ¿Cómo sabemos
que recibiremos una evaluación positiva de parte de Dios acerca de nuestro
trabajo?
Jesús nos advierte de la importancia increíble de esta Evaluación Final
cuando nos enseña en Mateo 25 que toda la vida es un asunto de
mayordomía para él. En la parábola de los talentos, el señor premió
353
solamente a los siervos que usaron sus recursos como él esperaba. Fueron
felicitados y recibieron posiciones maravillosas de liderazgo. El tercer siervo,
sin embargo, fue amonestado y disciplinado por el mal uso de los recursos
del señor.
No se trata de simplemente hacer algo bueno; se trata de hacer lo que
el Señor manda. La ley del desarrollo se escribió para revelar la Descripción
de Trabajo para Maestros que el Señor nos ha dado, el capítulo siguiente
nos entrenará en cómo enseñar según el plan eterno de Dios.
¿Dónde debemos buscar en la Biblia esta descripción de trabajo? El
pasaje más completo y definitivo es Efesios 4:11–12. Léalo cuidadosamente
para captar la idea general, y después analizaremos las riquezas del pasaje:
Y él mismo
constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio,
para la edificación del cuerpo de Cristo.
En este pasaje se encuentra una descripción de trabajo clara para los
que han sido llamados a enseñar en el cuerpo de Cristo. De este pasaje
surgen inmediatamente tres principios.
354
de trabajo que Dios ha dado a sus maestros. Un alumno en una clase o en
una iglesia puede estar bien informado, educado, y entretenido, pero todavía
no ser desarrollado.
Cristo dio a los maestros para la obra del ministerio. Desarrollar significa
proveer lo que sea necesario para cumplir la tarea o realizar el ministerio. La
idea de la palabra en griego (katartizo) significa preparar, hacer que esté
listo, completar, o restaurar. Se usa en Mateo 4:21 para hablar de la
reparación de redes en preparación para pescar.
En Efesios 4:11, capacitar significa preparar para el servicio y el
ministerio. El apóstol Pablo está ayudándonos a aprender que la tarea
principal del maestro es preparar al alumno para hacer algo. Nuestro
enfoque debe moverse más allá, del conocimiento al uso de ese
conocimiento en la vida de la persona.
356
3. El grado en que los alumnos ministran según su capacidad («según
la actividad propia»).
Es increíble la mentalidad que Dios presenta en este pasaje y en otros
pasajes clave del Nuevo Testamento —que Él ha dado a cada creyente, no
solamente una personalidad única, sino también un don espiritual para el
ministerio. Muchas veces pensamos que, mientras la persona está haciendo
algo para el Señor, hemos cumplido nuestro deber, y nuestra comisión.
¡Pero el Señor no quiere que aceptemos el hecho de que haya personas con
diez talentos que estén haciendo el servicio de dos talentos! Tampoco está
contento cuando sus hijos estén mal ubicados, fuera del área en que él
soberanamente les ha dado dones.
4. La calidad y la cantidad del trabajo realizado por nuestros alumnos
(«cuando cada parte funciona bien» —Dios Habla Hoy, v. 16).
Cuando Dios terminó su obra de la creación, se detuvo para evaluarla y
exclamó: «¡Es bueno!» Dios es un Dios de excelencia, y todas sus obras
son excelentes. Él espera de nosotros, como oficiales en su ejército, que
continuamente discipulemos y mejoremos el rendimiento de nuestros
alumnos. Nuestra mentalidad es muy distinta a la de Dios. Pocas clases
tienen otro método para medir el aprendizaje excepto un examen sobre el
contenido. Pero el Señor no solamente está preocupado de que nuestros
alumnos estén trabajando; está preocupado de que estén trabajando
eficazmente. Para tener obreros efectivos, tenemos que ser maestros
efectivos.
5. El porcentaje de crecimiento entre sus alumnos («recibe su
crecimiento»).
Cuando tomamos la Palabra del Señor en forma responsable, y
hacemos su trabajo como él quiere, podemos estar seguros que veremos
los resultados que él prometió. Mientras cada persona utiliza sus dones
espirituales en un ministerio eficaz, el Señor promete que causará el
crecimiento del Cuerpo. ¡Los alumnos no pueden evitar el crecimiento! Pero
357
nuestra mentalidad no es como la de Dios; nosotros pensamos que nuestra
enseñanza efectiva no producirá crecimiento necesariamente. Efesios dice
que la enseñanza efectiva produce crecimiento del Cuerpo, que no está
limitado a crecimiento espiritual. Para ver un modelo bíblico, note el
crecimiento explosivo de la iglesia en los primeros capítulos de Hechos.
6. El ministerio constante, normal, y espontáneo entre los miembros de
la clase («edificándose en amor»).
La mentalidad de la mayoría de los maestros es que ellos son casi los
únicos que pueden ministrar a sus alumnos. En contraste, el Señor espera
que el desarrollo sea tan completo, que nuestros alumnos sean capacitados
para ministrar el uno al otro, como si fueran maestros o ministros. Dios está
preocupado que los cristianos no solamente se reúnan, sino que también
que se edifiquen mutuamente. Él desea que cada miembro de su iglesia
llegue a tener más y más iniciativa, de tal manera que, cuando vean o
escuchen de alguna necesidad, inmediatamente respondan por causa de un
sentido de responsabilidad.
Como se puede ver, la mentalidad del maestro cristiano típico
frecuentemente es muy distinta de la comisión del Señor. Probablemente la
diferencia fundamental entre cómo pensamos nosotros, y cómo piensa Dios,
es una diferencia de perspectiva. Como maestros, siempre tendemos a
enfocarnos en lo que hacemos nosotros, especialmente durante el período
de la clase. El Señor nos urge a enfocarnos en lo que hacen los alumnos,
¡especialmente entre las clases!
Espero que esta ley del desarrollo lo prepare para su Evaluación Final
con su Supervisor Superior. Espero que lo escuche decir: «¡Bien hecho,
buen maestro y fiel!»
358
El modelo de la ley del desarrollo
Para entender mejor Efesios 4:11–12, estudiemos este diagrama, que
fluye de la izquierda hacia la derecha.
359
el mundo, los que hemos sido llamados como maestros tenemos la tarea
principal de ministrar entre los santos.
El tercer y último cuadro representa al «mundo», que incluye cualquiera
que no sea uno de los santos. Por lo tanto, el mundo representa a los no
creyentes, los que no son salvos.
La responsabilidad designada a los maestros es «equipar»; la
responsabilidad de todos los santos, incluyendo a los maestros, es
«evangelizar».
Lo inmediatamente claro es que el maestro típico se conduce de
maneras que no son bíblicas. Primero, frecuentemente se dirige a la gente
equivocada. El diagrama refleja el énfasis bíblico, mostrando que el maestro
no va directamente al mundo. Si el maestro lo hace, está desobedeciendo
la responsabilidad que Dios le ha dado.
Segundo, muchos maestros no tienden a capacitar para carácter santo,
o para el servicio eficaz, sino para cubrir sus apuntes. El enfoque bíblico está
en el resultado en la vida de los alumnos, y no en los apuntes del maestro.
En tercer lugar, muchos maestros se enfocan en el contenido, y no en el
carácter, como meta de la enseñanza cristiana. En la mayoría de las iglesias,
escuelas cristianas, y universidades cristianas, el carácter y la integridad no
son el tema de ni siquiera un curso. Son pocas las instituciones
educacionales cristianas que tratan de desarrollar el carácter de sus
alumnos, a pesar del hecho de que Efesios 4:13 afirma claramente que uno
de los objetivos del maestro cristiano es enseñar hasta que seamos un «un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo». ¿Por
qué enseñamos tan poco relacionado con el carácter, y evaluamos aun
menos el carácter de nuestros alumnos? Cristo espera que el carácter sea
objetivamente observable por otros, y que sea probado cuidadosamente (ver
1 Timoteo y Tito).
Las otras dos flechas que apuntan hacia arriba y hacia abajo desde los
«santos» reflejan dos cosas específicas para las cuales los maestros deben
360
capacitar a que sus alumnos hagan. La flecha hacia arriba, «la obra del
ministerio», capta el primer resultado de los esfuerzos para discipular. La
flecha hacia abajo, «edificación del Cuerpo», capta el segundo resultado de
la capacitación.
En un sentido, «equipar» es la clave del plan de Dios para «edificar Su
iglesia». Apunta a su estrategia principal —desde el don de los «maestros»
hasta el don de Sí mismo para el mundo como la única manera de obtener
la vida eterna.
El factor decisivo en el diagrama es si nosotros, los maestros designados
por el Señor, haremos el trabajo más importante — capacitar a los santos.
Si no capacitamos a los santos, entonces los santos no pueden hacer lo que
Dios los ha comisionado a hacer; no pueden hacer «la obra del ministerio»,
ni «edificar el Cuerpo», ni «evangelizar el mundo».
¿Puede usted sentir cuán lejos nos hemos desviado de la estrategia de
Dios? Muchos de nosotros nos lamentamos de que el ministerio de la
enseñanza es tan difícil. Quizá es difícil porque no nos sometemos a las
instrucciones directas del Señor.
Trágicamente, algunos de nosotros estamos decididos a hacer el
ministerio a nuestra propia manera, ¿verdad? Pensamos que lo único que
importa es lo que hacemos nosotros, y no lo que hacen ellos.
Me recuerda a las caricaturas antiguas del «correcaminos» que veíamos
cuando éramos niños. El coyote siempre perseguía al «correcaminos» (¡bip!
¡bip!), y siempre quedaba al punto de casi alcanzarlo. Pero cada esfuerzo
genial fallaba, y sufría el fracaso y el dolor. No puedo imaginar la cantidad
de veces que caía sobre el precipicio y terminaba en el suelo del cañón
convertido en una nube de humo.
No importaba lo rápido que corría el coyote, siempre fracasaba. No
importaba lo cuidadosamente que leía los letreros, siempre fracasaba. No
importaba lo bien que arreglaba su bomba o que se balanceaba en la cima
361
de la montaña, siempre fracasaba. No importaba lo cerca que llegaba a su
meta, siempre fracasaba.
El esfuerzo no es suficiente, ¿verdad? Tampoco es suficiente la
preparación. Nada es suficiente si al final va a fracasar.
Cuando nos encontremos con el Señor, no nos va a preguntar si lo
intentamos o si nos preparamos. No está interesado en que solamente
gastemos nuestra energía haciendo algo; él quiere que usemos nuestra
energía haciendo lo que él nos ha mandado.
Es terrible cuando alguien no sabe lo que quiere su jefe, pero es peor
saber lo que quiere el jefe, y hacer la voluntad de uno mismo de todas
maneras.
Dios dijo que debemos capacitar a los santos para que hagan la obra del
ministerio y edifiquen el cuerpo. Ya es tiempo de realizar nuestra descripción
de trabajo a la luz de nuestra Evaluación Final.
362
acerca de cómo le habría ido en su Evaluación Final, si el Señor lo hubiera
llamado a casa hoy día.
7. ¿Cuántas personas llevaron al Señor mis alumnos durante los últimos doce
meses?
363
un momento, se nos seca la boca y las palmas empiezan a sudar con
nerviosismo.
Considere un momento el contraste entre la lista de objetivos de Dios y
la lista de un maestro típico. Lo que sigue es una lista típica:
2. ¿Llegué a la hora?
5. ¿Cubrí mi contenido?
6. ¿Terminé a tiempo?
364
5. El énfasis cambiaría de cuántos asistieron a cuántos ministraron entre las
clases.
6. El énfasis cambiaría de lo teórico a lo práctico —lo que resulta en vez de
lo que suena bien.
7. El énfasis cambiaría de «información para la iglesia» a «materia para el
mercado» —enfocando en cómo el cristianismo afecta el trabajo, el
vecindario, el club social, y otros aspectos de la vida.
¡Nos hemos desviado tanto!
Una de las más importantes recompensas de viajar y ministrar en todo
el país es que conozco a maestros y pastores que realmente practican
Efesios 4:11. Permítame describir una iglesia a tres horas de Atlanta, donde
pasé un fin de semana ministrando.
Todos están ministrando. Hay entusiasmo por todos lados. Tanto la
iglesia como la escuela dominical están repletas. El problema más grande
es encontrar dónde poner a tanta gente. El énfasis siempre está en la gente,
y no en el liderazgo. El liderazgo sirve a la gente y siempre está capacitando
más y más personas para el ministerio. Los líderes siempre están hablando
acerca del ministerio de las personas, el servicio y el sacrificio. Los laicos
manejan todo. Todos hacen dos o tres cosas distintas para el Señor, y están
contentos. La gente se siente motivada. Siente que su aporte es valioso. Las
personas se sienten apreciadas. Se sienten realizadas. Se sienten
desafiadas. Saben que han sido llamadas a ministrar. Saben lo que deben
hacer, y siempre lo hacen.
Un año después de visitar esa iglesia, celebramos el cumpleaños de uno
de los vicepresidentes del ministerio Caminata Bíblica que cumplía
cincuenta años. Otro vicepresidente había vuelto recién de ministrar en la
misma iglesia que habíamos visitado. ¿Sabe lo que nos dijo, mientras
comíamos torta y helados? «¡Qué iglesia más increíble! ¡Todos están
involucrados! Sentí la energía en todos lados! ¡La gente ama a su iglesia!»
365
¿Por qué? Porque esa iglesia ha decidido hacerlo como Dios dice. Y
como están complaciendo al Señor, su brazo poderoso de bendición está
moviéndose de una manera poderosa en su medio. ¿Sabe quién está más
encantado con esa iglesia? No es el pastor, ni el personal, ni los diáconos,
ni los laicos, ni la comunidad local. Creo que la persona más contenta con
esa iglesia es el Señor mismo. Su sueño se hace realidad. Una iglesia
realmente ha decidido probar su plan, ¡y está descubriendo los resultados
increíbles que ocurren cuando lo hacen como él dice!
Entonces, mi colega, como Josué preguntó a sus alumnos, ¿por qué no
elige hoy día a quién servirá?
Si está cansado de resultados mediocres, o de clases aburridas, de
alumnos indiferentes y apáticos, de falta de participación, nunca más apunte
el dedo a nadie excepto al maestro. Hágalo como Dios dice, y experimentará
los beneficios milagrosos de su bendición.
Obedezca a Dios. Capacite a sus santos. ¡Y disfrute de sus bendiciones!
366
y el propósito de discipular
(«enteramente preparado»)
para lograr el resultado de buenas obras
(«para toda buena obra»).
En la ley del desarrollo, hemos considerado Efesios 4:11–16 y hemos
descubierto, entre otras cosas, los siguientes principios fundamentales.
Compárelos con los de arriba —¡observará muchas semejanzas increíbles!
El maestro de Dios (usted) es un don de Dios
(«Y él mismo constituyó a unos… pastores y maestros»)
principalmente para cristianos
(«a fin de perfeccionar a los santos,… para la edificación del cuerpo»)
con el propósito de la edificación
(«para la edificación…»)
y el propósito de discipular
(«perfeccionar a los santos…»)
para lograr el resultado de buenas obras.
(«para la obra del ministerio»)
¡Increíble!, ¿verdad? Tanto la Biblia como el maestro:
• son un don de Dios
• son para la comunidad cristiana
• son para el propósito de edificar (capacitar) y discipular
• son para lograr el resultado de buenas obras.
De todos los propósitos que Dios podría haber escogido, escogió estos
dos —la edificación y el desarrollo. El primero se enfoca en el carácter y el
segundo en la conducta del cristiano. Por lo tanto, no perdamos de vista el
hecho de que la capacitación es uno de los dos propósitos fundamentales
del Señor para los dos dones más significativos.
La verdad trágica, sin embargo, es que los que han sido llamados a
capacitar, lo hacen con poca frecuencia. Además, muchas veces utilizan la
herramienta del desarrollo (la Biblia) como un libro de estudio para tener
367
conocimiento solamente, y no como un libro para aprender a practicar sus
enseñanzas.
¿No le ha llamado la atención lo que dijo Jesús: «Si me amas, guardarás
mis mandamientos»? Pero después de estar en muchas salones de clases,
habría pensado otra cosa: es como si hubiera dicho, «si me amas,
conocerás mis mandamientos».
368
Por lo tanto, ¿cuál es el rol que debemos asumir para lograr mejor los
propósitos de Dios? Ya que nuestro enfoque principal debe ser el de
«desarrollar», o «entrenar», o «capacitar», debemos ser como un
entrenador de un equipo atlético. Los entrenadores ayudan a sus equipos a
jugar bien. Los entrenadores trabajan para mejorar cada miembro del
equipo. Los entrenadores guían al equipo para trabajar juntos para lograr las
metas.
¿El entrenador enseña información? Por supuesto —mucha información.
Pero solamente para que los jugadores puedan jugar un partido mejor. ¿El
entrenador enseña información solamente para que los alumnos puedan
repetirla en un examen? ¡No! Los exámenes no cambian nada, tampoco
captan la profundidad del uso de la información de parte de los alumnos. Lo
más importante no es que los jugadores conozcan las jugadas, sino que
realicen las jugadas correctamente.
Algunos maestros, me temo, piensan que son los jugadores «estrella»,
y no entrenadores. Estos maestros se visten para el partido cada semana, y
entran al estadio (el salón de clases o la iglesia), donde sus alumnos se
reúnen para ver las nuevas jugadas que han inventado durante la semana.
El maestro corre al centro de la cancha, pasa la pelota, recibe la pelota,
corre con la pelota hacia el arco, y… ¡hace un gol! La gente aplaude y grita:
¡buena clase! La materia fue excelente — pero trágicamente, nadie más jugó
fútbol.
¿Parece familiar? Amigo, ¡salga de la cancha! ¡Quítese la camiseta!
¡Sáquese los zapatos! ¡Comience a preparar a los jugadores! Los
entrenadores no existen para jugar, sino para entrenar a los miembros del
equipo para jugar.
Dios quiere que todo el equipo salga a la cancha a jugar de todo corazón.
Nadie debe estar sentado en la banca, excepto si está exhausto (para
descansar físicamente) o si ha cometido una falta (algún pecado serio). Las
369
reglas de Dios no limitan el número de jugadores en la cancha. El entrenador
debe ser el único parado fuera de la cancha —¡animando a los demás!
370
• ¿Cuánto es el presupuesto anual?
371
• ¿Qué porcentaje de los nuevos convertidos que asiste a la iglesia en los
últimos doce meses es resultado de esfuerzos evangelísticos de los laicos,
y no de la predicación del pastor o de contacto directo con otros miembros
del personal?
• ¿Qué porcentaje de los nuevos miembros del año pasado está involucrado
en una clase de capacitación en la evangelización?
• ¿Qué porcentaje de los nuevos creyentes llegó por medio del ministerio en
el vecindario o en el lugar de trabajo, y no por medio de la iglesia?
372
Pruebas de la eficacia del maestro en preparar a sus alumnos para su
vitalidad espiritual:
• ¿Qué porcentaje de sus alumnos tiene un tiempo devocional personal
regularmente (por lo menos cinco veces por semana)?
373
Por lo tanto, el discipulado debe influir tanto en acciones como en
actitudes. ¿No demostró esto el Señor cuando nos dio la lista de requisitos
para el liderazgo en la iglesia? Casi todos los requisitos están relacionados
con el carácter, no con las habilidades. Si una persona es «irreprensible, …
sobrio, prudente, decoroso, hospedador, … no dado al vino, no pendenciero,
no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no
avaro…», entonces la conducta y el ministerio de esa persona serán
aceptables. Su caminar validará lo que dice, y su vida hablará más fuerte
que sus palabras.
Si estamos comprometidos con el desarrollo, entonces nuestras
actividades estarán enfocadas en las mismas metas. Por curiosidad, revisé
mi diario personal de las dos últimas semanas para ver qué tipo de
discipulado había estado haciendo últimamente. ¿Estaría dedicando más
tiempo a la capacitación de la gente en su carácter o en su conducta?
Pude identificar diecisiete encuentros o interacciones con personas ya
sea en la iglesia, trabajo, iglesia, escuela u hogar en los que yo había
intentado capacitarlas en su carácter o su conducta. Aquí se ven los
primeros diez encuentros (con trece personas distintas en total), clasificados
según el área de su vida que estaba tratando de capacitar:
374
Personas involucradas Discipular en carácter Discipular en conducta
Persona 1 100% 0%
Persona 2 y 3 20 80
Persona 4 20 80
Persona 2–6 50 50
Persona 7–11 50 50
Persona 1 0 100
Persona 12 50 50
Persona 4 60 40
Persona 13 0 100
Persona 1 0 100
375
Máxima 5: El desarrollo debe enfocar con mayor intensidad en
los más comprometidos
Una de las características más importantes de los discipuladores más
efectivos es que seleccionan con cuidado a las personas que capacitan. ¿No
es interesante que el Señor conocía a los apóstoles un tiempo antes de
seleccionarlos? El Señor llamó a la gente que él había seleccionado, y
concentró su capacitación intensiva en esas pocas personas.
Los líderes efectivos concentran sus recursos en las metas más
estratégicas para la organización. Los discipuladores efectivos concentran
sus recursos en los candidatos más fieles que demuestren ser los más
prometedores para un ministerio largo y eficaz para el Señor.
Los discipuladores poco efectivos malgastan su recurso más precioso,
su tiempo de capacitación. En vez de ser proactivos, siempre están
reaccionando. En vez de buscar a las personas que han seleccionado,
permiten que las metas de otras personas reemplacen sus propias metas.
¿Por qué Cristo no pasó la misma cantidad de tiempo discipulando a
todos? ¿Por qué pasó más tiempo con los setenta, más con los doce, y más
todavía con los tres? Él sabía que tenía que usar bien su tiempo y su energía
para maximizar el crecimiento del reino. Debemos hacer lo mismo.
No podemos discipular a todos los alumnos, pero debemos seguir el
ejemplo de Cristo y discipular algunos de nuestros alumnos de manera más
profunda. Cuando determine el círculo íntimo que va a discipular, seleccione
con cuidado. Pruebe su convicción. El privilegio de ser discipulado por usted
debe tener un precio substancial que pruebe su compromiso y su deseo de
ser capacitado.
Uno de los discipuladores más efectivos que yo conozco practicaba este
principio regularmente. Si alguien quería ser discipulado por él, él tendría
una reunión inicial para conversar de las posibilidades, entonces diría: «Nos
encontraremos mañana a las 5:30 en el restaurante «Dennys». Memorice
376
estos tres versículos antes de esa reunión». La reacción de la persona
reflejaba su nivel de compromiso con el proceso de desarrollo.
¿No es increíble que, cuando Jesús iba a seleccionar a los doce
discípulos, oró toda la noche? Jesús sabía que el proceso de selección era
muy importante. ¿Recuerda cómo probó su compromiso? Les pidió que
abandonaran sus redes de pescar y la mesa de los impuestos para seguirle
a él. Jesús probó su convicción. ¿Ha probado usted la convicción de sus
alumnos últimamente?
Pablo expresa el meollo de esta máxima cuando escribe a su alumno
Timoteo: «Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2 Timoteo
2:2). Pablo sabía que el proceso de desarrollo era el vínculo vivo para pasar
el ministerio de una generación a otra.
Por lo tanto, no concentre su tiempo en los que no sean fieles. No
solamente sería necio, sino también desobediente. Seleccione con cuidado
a los más fieles, y haga que sean los mejor equipados.
378
Muy acertado, ¿verdad? Es la perspectiva a largo plazo que el Señor
quiere, no de corto plazo. Él desea nuestro compromiso con la capacitación
de otros, no para la carrera corta, sino para el maratón de la vida.
Nunca olvidaré el momento que observé el maratón de otro hombre.
Estábamos sentados en un auditorio grande, lleno de gente que había
venido a una conferencia cristiana nacional muy importante. Yo estaba
sentado muy atrás, al lado de uno de los educadores más destacados del
país. Era legendario en la comunidad cristiana, y había sido mentor para
muchos hombres y muchas mujeres con quienes yo he servido. Cada uno
de ellos hablaba de este hombre con mucho respeto y mucho cariño.
Mientras escuchábamos al mensajero principal, sin embargo, era
inmediatamente aparente que había dominado el arte del aburrimiento.
Después de un rato, este respetado anciano respiró profundamente y sacó
una pila de tarjetas del bolsillo de su chaqueta. Estaban muy gastadas, pero
por la manera en que las manejaba, era obvio que tenían algo especial
escrito en ellas. Mi curiosidad me ganó, y tuve que mirar las tarjetas. Cada
una tenía tres o cuatro nombres escritos, con seis o siete puntos debajo de
cada nombre. Revisaba cada tarjeta lentamente, y seguía con la próxima.
Después del mensaje, tomamos una taza de café y conversamos. Le dije
que había visto las tarjetas, y le pregunté si estaba repasando algo para dar
un examen. Sonrió y dijo:
—Es una lista de cada alumno que ha sacado un título bajo mi liderazgo.
He estado orando por ellos por nombre cada día, y me he mantenido en
contacto con muchos de ellos durante muchos años. Ellos son mis manos,
mi boca, y mis pies. Los he discipulado, y ahora están discipulando a otros
por la causa de Cristo. Al dar una mirada atrás a mi vida, fuera de mi familia,
estos hombres y mujeres son el logro más importante de mi vida.
¡Me recuerda del apóstol Pablo! ¡Qué dedicación a la oración y la
correspondencia a largo plazo!
379
El fundador de la cadena de restaurantes Chick-Fil-A, Truett Cathy, vio
una planta extraordinaria en un viaje a Malasia. Su guía le explicó que era
un tipo de bambú con una forma muy extraña de crecer. Se siembra la
semilla en un montón de tierra, hay que regarla y fertilizarla. Nada sucede
durante el primer año. El segundo año, la riegas y le pones fertilizante, pero
no sucede nada. El tercer año, la riegas y le pones fertilizante, y todavía no
sucede nada. En el cuarto año, la riegas y le pones fertilizante, y no sucede
nada. Finalmente, en el quinto año, la riegas y le pones fertilizante, y en
noventa días, ¡crece 30 metros!
Tenemos que evitar la «instantitis» en nuestro discipulado. A veces
requiere años de regadío y fertilizantes antes de ver el crecimiento. El
discipulado es un compromiso de largo plazo. Quizás la persona que usted
está casi a punto de abandonar necesite un solo año más de regadío —¡no
se rinda!
380
matrimonios excelentes con quienes estaba trabajando. Han dejado mi clase
para enseñar sus propias clases.
No pude creer lo que estaba escuchando. ¡Qué problema más
maravilloso! Brevemente le compartí cómo el Señor debía estar contento
con su «problema». Sin duda él era un maestro muy eficaz, porque estaba
capacitando a sus alumnos para enseñar a otros. Posiblemente algún día
sepamos suficiente para celebrar las victorias correctas.
Los discipuladores independientes son los que han dominado una
habilidad ministerial, están usándola, están reclutando a otros con dones e
intereses similares para entrenarlos en el uso eficaz de sus dones, y los
envían a hacer lo mismo, guiándoles en el proceso.
¿Puede usted captar el poder inherente en el método de multiplicación?
El Señor no quiere que simplemente capacitemos a la gente; él quiere que
también entrenemos a las personas para que ellas también entrenen a otros
para ser entrenadores.
La gente llega a nuestras clases necesitada de dirección y supervisión.
Nuestra tarea es continuar desarrollando a los alumnos de acuerdo con sus
dones espirituales, para que sean activos en el ministerio de tal manera que
se reproduzcan también.
El ciclo imita perfectamente el ciclo de vida divina para todos nosotros,
¿verdad? Desde el nacimiento, hasta la madurez, el matrimonio, la
reproducción, hasta criar a los hijos para que sean independientes, hasta
asumir el rol de abuelos que también ayudan a criar a sus nietos. En el fondo,
el Señor quiere que el linaje piadoso crezca y ejerza más y más influencia
por medio de la multiplicación física y espiritual.
Al madurar en nuestra vida y nuestra enseñanza, debemos llegar a estar
más conscientes y más comprometidos con este proceso reproductivo.
Nuestra responsabilidad más crucial, como si fuéramos atletas en una
381
carrera de relevo, es la de pasar el testigo1 a la próxima generación
efectivamente. Si pasamos la posta2 a corredores que son «estériles» y no
están comprometidos con el proceso de la reproducción, entonces todo el
proceso será severamente impedido.
La realidad sobria que yace debajo de este proceso es que cuando una
sola generación de maestros enfatiza el contenido y no el desarrollo, se deja
caer el testimonio. Sea lo que sea que hagamos, no debemos dejar caer el
testimonio que el Señor nos ha dado. Corra, mi amigo, sabiendo que su
carrera es una sola vuelta, y la calidad y la cantidad de corredores a quienes
usted pasa el testimonio determinarán el impacto eterno de su carrera
personal.
Conclusión
Era muy tarde en la noche, después de una reunión intensa de tres días
con Peter Drucker, el gurú en administración. Treinta de nosotros habíamos
382
participado en las sesiones especiales, solamente por invitación. Éramos
todos líderes de organizaciones cristianas grandes o pastores de iglesias
con influencia nacional. Era un tiempo fascinante, y aprendimos mucho.
Pero el momento que voy a recordar más ocurrió sin esperar a través de un
joven cuya iglesia había experimentado un crecimiento increíble a través de
la evangelización y el discipulado. Le pedí que compartiera algunas de las
lecciones que había aprendido.
—Primero, casi me mata. Incluso, estaba considerando seriamente
abandonar el ministerio.
Asentí con la cabeza, porque lo entendí.
—No pude mantenerme al día con las demandas que aumentaban
rápidamente, y empezó a destruir mi vida. Pedí al Señor un alivio, o si no,
tendría que renunciar.
—Al día siguiente en medio de mi devocional personal, di con Efesios
4:11–16. Ya conocía esos versículos, y había predicado sobre ellos muchas
veces. Pero me llegaron como un relámpago del cielo. Dios me ayudó a ver
lo que estaban enseñando. Creo que lo entendí por primera vez.
Sabía que era mi trabajo preparar a los santos para la obra del ministerio
y para la edificación del cuerpo, y pensé que estaba haciendo eso. Pero el
Señor me mostró que no estaba ni cerca. Me sentía tan convencido que me
puse de rodillas y prometí al Señor que haría exactamente lo que dice la
Biblia, y dejar los resultados en sus manos. Si la iglesia fracasaba, no
importaba, porque iba a renunciar de todas maneras.
Bueno, les dije a los diáconos lo que el Señor me había aclarado, lo que
estábamos haciendo mal, y les pregunté si estaban dispuestos a unirse
conmigo en el compromiso de obediencia completa. Todos estaban
emocionados con la idea. Más tarde esa semana, hicimos una lista de toda
la gente fiel que conocíamos en la iglesia, gente que reunía los requisitos
del liderazgo según Timoteo y Tito. Identificamos a 147 hombres y mujeres.
383
Nos reunimos con cada uno de ellos individualmente, o en pareja si eran
casados, y les expliqué la comisión que el Señor nos había dado de
capacitarlos como líderes. Les pedimos que oraran acerca de unirse con
nosotros en un proceso de entrenamiento intensivo de un año, para
prepararlos para ser ordenados como ministros laicos. No lo pude creer,
pero todos dijeron que sí. Me sorprendió y también sorprendió a nuestro
equipo de líderes. La gente estaba esperando ser invitada a ser preparada.
Los próximos doce meses fueron intensos y emocionantes, y de pronto,
llegó el gran domingo. Allí estaba yo, enfrente de la congregación, y
sentados en las primeras bancas del auditorio había 147 hombres y mujeres,
comprometidos y capacitados. Les pedí que se pusieran de rodillas, y los
ordené como ministros laicos. Entonces prediqué acerca del corazón de
Dios, y cómo él quiere que estemos todos haciendo la obra del ministerio.
Les dije a los 147 que estaba entregándoles el ministerio en ese momento.
Les dije que nunca más dudaran de su llamado, o de su capacidad de
satisfacer las necesidades de la gente. Les dije que deberían actuar como
yo, como un ministro comprometido con la tarea de satisfacer las
necesidades de la gente.
—¡Qué historia más increíble! —le dije—. ¡Qué inspiración! ¿Pero
resultó? ¿Qué pasó con su sentido de estar sobrecargado y estresado?
—¡No lo va a creer! Yo tampoco lo creía; por lo menos al principio.
Normalmente el día lunes en la mañana, el teléfono sonaba y sonaba, y
muchas personas pedían consejo y tenían emergencias. ¿Sabe lo que
pasó? Nadie llamó el lunes. Pensé que el sermón había sido un fracaso, y
que había ofendido a la congregación. Además, esa mañana, uno de
nuestros líderes clave había estado en un accidente terrible, pero por causa
de otras emergencias, no había podido visitarlo hasta después de la comida
en la noche.
Corrí al hospital y fui a la unidad de cuidado intensivo para pedir permiso
para visitar a mi buen amigo. La enfermera dijo que nadie excepto la familia
384
inmediata o el pastor podía visitarlo. Entonces me preguntó el nombre de la
persona que quería visitar. Le dije el nombre y le dije que yo era su pastor.
Ella saltó de la silla y exclamó: «¡No, no, no! ¡No me vaya a decir también
que usted es su pastor!» Le pregunté de qué estaba hablando. Ella dijo:
«Usted es la octava persona hoy día que ha venido diciendo que es su
pastor!»
¡Entonces lo entendí! No teníamos ocho pastores, sino solamente dos.
Eso es, hasta el servicio del domingo —¡porque ahora tenemos 147! Ocho
de ellos respondieron, y no los habíamos llamado de la oficina.
Bruce, ese es el secreto de la explosión que ha experimentado nuestra
iglesia. Mi trabajo ha disminuido en un 90%, y el ministerio se realiza a través
de los miembros. El ministerio hecho por los miembros ha aumentado en un
1.000%.
Anteriormente en este capítulo, prometí que, cuando nuestra enseñanza
está en armonía con la voluntad de Dios, él bendice nuestros esfuerzos. Esta
historia es prueba de eso, ¿verdad?
¿Le gustaría tener esa satisfacción cuando enseña? ¿Le gustaría ver el
gozo y la satisfacción cuando sus alumnos descubran que pueden hacer «la
obra del ministerio»? Entonces, ¿por qué no comprometerse con este
método revolucionario de la enseñanza? que usted, como el instructor
designado por Dios, comenzará a preparar a los alumnos que él le ha
encomendado.
Donde sea que miramos, hay mucho trabajo por hacer. Pero en cada
salón de clases, los obreros tampoco han sido preparados. Así que
comprométase con la comisión del Señor: «constituyó a unos…maestros, a
fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo».
385
Preguntas para reflexión
386
12
LA LEY DEL DESARROLLO; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
Es el domingo en la mañana. El coro acaba de cantar su número
especial, y el director de educación cristiana entra por la puerta del lado y
susurra algo en el oído del pastor. Entonces camina hacia el púlpito con una
mirada vidriosa. De repente usted se siente ansioso —esto lo ha visto antes.
Todos se ponen tiesos. Muchos miran al suelo. Otros fijan la vista en el
boletín.
El director de educación cristiana comienza con un discurso acerca de
las maravillas de enseñar para el Señor en la escuela dominical, y acerca
de lo importante que son los maestros para la vida de la iglesia. Ahora la
gente mira al techo. Todos saben lo que viene ahora. Cada palabra produce
más y más culpa hasta que por fin lo dice: «¡Te necesitamos! Prometemos
entrenarte. ¡Te prepararemos! Pero si no tenemos seis voluntarios ahora
mismo, no podemos seguir con el culto. Hasta que no se levanten seis
manos, el pastor no puede predicar el sermón. Ahora, ¿quién levantará la
mano?»
Lentamente usted mete sus manos debajo de las piernas para
asegurarse que no se levanten. Solamente tres manos están levantadas, y
se siente la tensión. De repente, su esposa le da un codazo en la costilla, y
como reflejo, su mano va hacia arriba.
«Yo veo esa mano. ¡Gracias, hermano! Tenemos un grupo maravilloso
de jóvenes adolescentes esperando un maestro inspirador como usted!»
Usted mira alrededor para ver de quién está hablando, y de repente lo
entiende, ¡lo han manipulado! Su corazón está palpitando. Las palmas están
sudando. Está molesto con su esposa. ¡Todo esto porque olvidé su
cumpleaños! ¡Nunca más lo olvidaré!
387
Entonces siente un poco de alivio. Dijo que recibirían entrenamiento. ¡Lo
necesito de verdad! Probablemente un semestre de preparación.
Posiblemente no será tan terrible después de todo.
Su esposa le empuja de nuevo —pero usted ya sabe que no debe mover
la mano. Un poco mareado y atontado, usted escucha: «Los necesitamos
ahora mismo. Hoy. Por favor, vayan a verme en el pasillo». Los otros cinco
ya salieron a buscarlo. Todos los demás están respirando con alivio, y el
pastor está sonriendo.
Usted es el último de los seis para llegar al pasillo. Hay un huracán de
actividades, mientras el director de educación le tira el cuaderno del maestro
para la escuela dominical. Mientras se va corriendo, le escucha decir:
«¡Gracias hermano! ¡Muchas gracias! ¡Que Dios lo bendiga!»
Usted va hacia la clase y ve que dos sillas van volando por la puerta. Un
borrador de pizarra también vuela hacia el muro.… ¡Es la sala donde usted
tiene que enseñar!
¿Parece familiar esto? Creo que usted sabe lo que estoy diciendo.
¿Cuál es la fórmula de esta iglesia para la capacitación? Exhortación
más culpa más el cuaderno del maestro equivale a capacitación.
Me pregunto qué podríamos descubrir si fuéramos una mosca en la
pared del aula de ese pobre maestro de jóvenes en este momento. ¿Cómo
se sentirá él? ¿Cómo se sentirán sus alumnos? Aun más importante, ¿cómo
evaluaría Cristo la manera en que esta iglesia «prepara para la obra del
ministerio»? ¿Cómo calza con Sus prioridades?
Si quiere tener una respuesta clara para estas preguntas, entonces
observe las prioridades de Cristo cuando ministraba en la tierra. ¿Él
simplemente tiró un cuaderno a la persona que había manipulado? ¡De
ninguna manera! Al contrario, Cristo invirtió tres años intensos capacitando
y entrenando a su «facultad» para enseñar y ministrar. Si Cristo nos dio un
ejemplo de un compromiso tan profundo con el desarrollo, entonces ¿cómo
debemos evaluar el fiasco que explicamos arriba?
388
Con razón que en los cuestionarios anónimos, 80% a 90% de los
alumnos responden que sus clases son aburridas e irrelevantes. Con razón
que los maestros están experimentando mucho estrés. ¡No se sienten
preparados! Lo pueden soportar solamente por un tiempo limitado.
De alguna manera la iglesia ha caído presa de la idea que la capacitación
es una prioridad baja. Pero fuera de la iglesia, sucede lo opuesto. Donde
quiera que usted encuentre compañías con logros superiores, usted
encontrará que estas compañías tienen programas superiores de
capacitación. Por otro lado, cuando se encuentra una compañía con
productos inferiores o servicio inferior, los empleados reciben poco o nada
de capacitación. Las compañías mediocres y los maestros mediocres son
productos de capacitación mediocre.
No me deja de sorprender cómo el mundo descubre, sin saberlo, los
principios del éxito explicados en las Escrituras, mientras los que tenemos
la Palabra de Dios no creemos suficientemente en esos principios para
practicarlos. Cristo dedicó el corazón de su ministerio a la capacitación de
sus hombres. Dios nos mandó a dedicar el corazón de nuestro ministerio a
la capacitación de nuestros alumnos y nuestros maestros.
Entonces, ¿qué debemos hacer?
Mi buen amigo, Ron Blue, un consultor financiero cristiano conocido,
frecuentemente dice que se pueden conocer las prioridades de una persona
por su registro de cheques y su agenda de compromisos. Diga lo que diga
una persona acerca de sus prioridades, su dinero y su tiempo siempre
revelan la verdad.
Si quiere saber cuál es el compromiso que tiene una organización, una
escuela, o una iglesia, con respecto al entrenamiento, examine los recursos
humanos, el tiempo, y el dinero que invierten en la capacitación de su gente.
He estudiado varios presupuestos de iglesias para encontrar la cantidad
de dinero que gastan en el entrenamiento de liderazgo. La mayoría de
iglesias ni siquiera tiene una categoría en su presupuesto para capacitación.
389
Los que tienen una categoría, típicamente gastan menos de 0.1% (un
décimo de un por ciento) en el entrenamiento. ¿Qué nos dice acerca de las
prioridades?
En el ministerio Caminata Bíblica, tomamos muy en serio la capacitación.
Creemos que el ejemplo y la comisión de Cristo se dirige no solamente a la
iglesia, sino a todo tipo de trabajo y ministerio.
El entrenamiento multiplica los resultados a largo plazo. Jóvenes
frecuentemente preguntan si recomiendo que estudien en la universidad o
que hagan estudios de postgrado. Muchas veces les hago la siguiente
ilustración.
Digamos que su vida es representada por un campo aparentemente sin
límites. Su responsabilidad es limpiar el campo, ararlo, sembrarlo, y
cosecharlo el resto de su vida. El desafío es cosechar los granos correctos
(fruto que dura para siempre) en las cantidades más grandes posibles
(multiplicar lo sembrado por 100). Tiene varias opciones:
• Primero, retirarse de la escuela antes de terminar la enseñanza secundaria.
Tendrá que trabajar la tierra a mano con una sola herramienta, pero puede
empezar inmediatamente.
• Segundo, puede terminar la enseñanza secundaria. Podrá usar una docena
de herramientas para trabajar la tierra a mano.
• En tercer lugar, puede estudiar en la universidad. Tendrá una máquina
rotatoria simple con una cantidad de gasolina sin límites para hacer el
trabajo.
• En cuarto lugar, haga estudios de postgrado. Tendrá así un tractor diesel
con varios implementos.
• En quinto lugar, no deje de estudiar nunca, aun después del postgrado. Siga
aprendiendo, y gradualmente se juntará una serie de tractores, máquinas
para cosechar, sistemas de riego —todo lo que pudiera imaginar y necesitar
para trabajar su tierra.
390
Ahora, se detiene antes de terminar la enseñanza secundaria, podrá
sembrar varias filas y cosechar sus frutos, antes de que otro termine la
universidad. Por un tiempo dará la impresión que habrá hecho lo más sabio.
Pero cuando el otro haya trabajado un año con sus máquinas, verá los
resultados.
¿Puede ver la diferencia increíble que hace la capacitación en la vida de
la persona, y en lo que puede hacer con los dones que Dios le ha dado?
Cuando prestamos mucha atención y dedicamos recursos clave a la
preparación de los santos para la obra del ministerio, multiplicamos mucho
el fruto de su vida para el reino de Dios.
Aunque Cristo nos da dones a todos —y aunque da hombres y mujeres
dotados con muchos dones a la iglesia para ser maestros y pastores—, Él
nos permite decidir cómo usar esos dones. Como en la parábola de los
talentos, el Señor nos juzgará a todos de acuerdo con lo que hicimos con
los dones que nos ha dado.
El desarrollo no es una opción. No es una sugerencia. Es un mandato.
Trate de resistir la corriente. ¡Tire su herramienta simple al suelo, y súbase
al tractor!
391
entrenando a alguien para jugar tenis, montar a caballo, predicar un sermón,
testificar en el vecindario, o manejar el presupuesto familiar. Este proceso
funciona entre maestro y alumno, entre padres e hijos, entre jefes y
empleados —en casi cualquier relación.
Sin duda, usted ya está usando algunos de estos pasos, pero el hecho
de recordarle de ellos le ayudará a sentir en el futuro exactamente qué se
debe hacer, y en qué orden. Frecuentemente, cuando el proceso de
capacitación no está funcionando bien, es porque se ha saltado un paso, o
porque uno de los pasos se ha dado en el orden equivocado.
Paso 1: Instruir
El primer paso en la enseñanza de una habilidad es el de «instruir» a los
alumnos con los hechos básicos y la información acerca de la habilidad. El
maestro debe «educar» y «preparar» a los alumnos con las verdades
fundamentales sobre las cuales está basada la habilidad.
392
Hace algunos años, mi hija Jennifer y yo pasamos unas semanas en
Colorado, mientras yo enseñaba un curso. En una de las comidas,
conocimos al hijo de una de mis alumnas casadas de mi clase. Él era
instructor de tenis, y llamó la atención de mi hija. Un día la invitó a tomar
unas clases de tenis gratis.
Después de unas horas ella volvió corriendo al apartamento.
Obviamente lo había pasado muy bien, pero no parecía que hubiera jugado
mucho tenis.
—¿Cómo te fue? —le pregunté.
—¡Genial! Pero no jugamos mucho tenis, porque pasó mucho tiempo
enseñándome las reglas y la estrategia del juego. Papá, ¡no sabía que había
tanto que aprender acerca del tenis! Ahora que finalmente entiendo, creo
que estoy lista para practicar el juego.
Ese joven tenía una gran ventaja sobre sus colegas. No solamente
reconocía los atributos maravillosos de mi hija, sino también reconocía que
la instrucción es el primer paso de la adquisición de cualquier habilidad.
Cuando termine este primer paso, sus alumnos deben sentirse relajados
acerca de la habilidad que les está enseñando. Hasta este momento,
debería quedarse en la etapa de la presentación de los hechos.
Paso 2: Ilustrar
El segundo paso en la enseñanza de una habilidad es el de «ilustrar» a
los alumnos cómo se ve la habilidad cuando se está utilizando. Debe
«exponer» a sus alumnos al uso de la información que aprendieron en el
primer paso al practicar la habilidad. Deles a los alumnos la oportunidad de
«percibir» en sus mentes, para que las palabras del primer paso lleguen a
ser una imagen viva. Debe moverlos desde «yo lo entiendo» hasta «yo lo
veo».
Trágicamente, la gran mayoría de la capacitación nunca supera el primer
paso de la explicación. Muchos maestros piensan que han entrenado a una
393
persona a hacer algo cuando la persona solamente conoce la teoría de la
habilidad.
Pero, ¿realmente sabe jugar tenis solamente porque conoce la distinción
entre el golpe derecho y el golpe izquierdo?
No debemos permitirnos definir el entrenamiento como la capacidad de
repetir información de memoria. Saber en la mente cómo se hace algo no es
lo mismo que realmente hacerlo. Pero en todos mis años de estudio, ¡menos
de cinco por ciento de mis maestros intentaron este segundo paso!
Hace muchos años tomé un curso en «cómo testificar», que duró más
de tres meses. Las únicas pruebas que tomó el maestro eran para ver si
podíamos recordar sus apuntes. Ni una vez observamos al profesor tratar
de demostrar cómo se hacía la evangelización en la práctica. En la mente
del profesor, el entrenamiento era cuestión de conocimiento más que
hechos. Para él, la capacitación estaba limitada a la información. Muchos de
los alumnos no tenían más habilidad en la evangelización después del
examen final de lo que habían tenido antes de empezar el curso. Tampoco
practicaban la evangelización con más frecuencia. Sin embargo, algunos
sacaron una «A» en este curso. El profesor debía enseñar una habilidad,
pero los alumnos nunca vieron ninguna demostración de esa habilidad, y
tampoco la practicaron personalmente.
Trágico, ¿verdad?
Paso 3: Involucrar
El tercer paso de la enseñanza de una habilidad es el de «involucrar» a
los alumnos en practicar la habilidad por sí mismos. Los alumnos necesitan
«experimentar» la habilidad de primera mano. Guíelos a «practicar», para
moverlos desde la etapa de «yo entiendo» y «yo veo», hasta la de «estoy
haciéndolo».
394
Hasta este paso, los alumnos se mantienen pasivos. En el primer paso,
escuchan acerca de la habilidad, y en el segundo, observan la habilidad.
Ahora practican la habilidad por sí mismos.
Este es el momento cuando lo ideal llega a ser real. El conocimiento
teórico se transforma en conocimiento real. La responsabilidad del maestro
es practicar la habilidad con los alumnos como un entrenador-jugador. Debe
estar cerca de ellos, siempre animándolos en cada esfuerzo.
Hace años, cuando serví como pastor de jóvenes en Nueva Jersey,
desafié a una docena de mis mejores jóvenes a ser entrenados en un nivel
avanzado de discipulado y servicio cristiano. Una de las señoritas tenía un
don para el arte, y estaba tratando de enseñarle a usar dibujos artísticos
para presentar el evangelio en las playas de Long Island.
Después de explicarle cómo se hacía (Paso 1: Instruir) y demostrarle
cómo hacerlo en una reunión de jóvenes y en la playa (Paso 2: Ilustrar), le
animé participar en el proceso. Ella hacía dibujos en una hoja de cartón,
mientras yo hablaba (Paso 3: Involucrar).
Al día siguiente, le animé a hablar mientras yo hacía los dibujos. Fuimos
a una parte segura de la playa, a sugerencia suya, y al final del día, ella
estaba haciendo todo sola. Yo estaba parado cerca, haciéndole barra
mientras ella presentaba en forma dinámica las buenas noticias del
evangelio a más de 125 niños y adultos.
Este paso en medio, entonces, es el punto de cambio, el eje del método
de capacitación. Determina en gran parte el grado de éxito que sus alumnos
tendrán al final. Por lo tanto, más que en cualquier otro paso, debe prestar
mucha atención al progreso y a la estabilidad emocional de sus alumnos
durante la etapa de la práctica. Si experimentan un fracaso con mucha
vergüenza o decepción, puede estar seguro de que la capacitación no dará
buenos resultados. Pero si puede asegurar que tengan una buena
experiencia de aprendizaje, y que se sientan bien acerca de sí mismos y sus
logros, entonces el resto del proceso será un placer.
395
¡Asegúrese que sus alumnos tengan éxito! No saque la cuenta todavía
en esta etapa; solamente anímelos en el proceso. Los estudiantes normales
tienen mucha inseguridad y ansiedad, así que debe afirmarlos en todo lo que
hacen. Garantice el éxito de este paso, removiendo todo riesgo de fracaso
y vergüenza. Nunca tire a los alumnos en el agua profunda para que
aprendan a nadar. ¡Ellos deben terminar este tercer paso amando el proceso
y deseando más!
Paso 4: Incrementar
El cuarto paso de la enseñanza de una habilidad es «incrementar» la
capacidad de los alumnos para usar su nueva habilidad. En este punto, los
alumnos deben desarrollar la habilidad, y lograr más «eficiencia» al
«proceder» en el uso de la habilidad. Usted debe moverlos desde «yo
entiendo», «yo veo», y «estoy haciéndolo», hasta la etapa de «estoy
mejorando».
El proceso del mejoramiento no termina nunca para todos los que
quieren ser campeones. Por lo tanto, este paso se puede ver como una
etapa sin cumplir. La adquisición de una habilidad nos llama a todos a crecer
desde el nivel de novato hasta intermedio, experto, y finalmente campeón.
En el ministerio de Caminata Bíblica, a esto lo llamamos «la búsqueda
incansable de la excelencia».
Como entrenadores, queremos sacar lo mejor y lo más noble de los
talentos naturales y los dones de nuestros alumnos. Nuestro llamado es
hacer que nuestros alumnos florezcan en su potencial máximo.
Las necesidades de nuestros alumnos varían. Algunos necesitan ser
empujados del nido, mientras otros necesitan quedarse en el nido hasta que
desarrollen más plumas. Como maestros, nosotros debemos estar
conscientes de las necesidades de cada alumno, y estar dispuestos a
arriesgar su desaprobación momentánea cuando tenemos que frenarlo o
empujarlo antes de que se sienta preparado.
396
Hace algunos años, estaba entrenando a un joven a compartir su fe en
Cristo. Me había observado testificar a varias personas. Poco a poco le
estaba tirando la pelota, pero siempre me la devolvía en treinta segundos —
por miedo al fracaso o por vergüenza. Tenía miedo que le hicieran preguntas
muy difíciles: «¿Qué pasa con la gente en África que nunca ha escuchado
de Jesús?» o «¿Dónde están los dinosaurios o los hombres de las cavernas
en la Biblia?» o «¿Quién era la esposa de Caín?»
Habíamos practicado cómo contestar esas preguntas, y una docena
más, hasta que yo estuve satisfecho de que él sabía dar las respuestas
bíblicas. Pero él seguía teniendo miedo. Finalmente, estábamos testificando
juntos a una familia entera, y yo vi esa misma mirada vidriosa en sus ojos.
Esta vez yo sabía que necesitaba ser empujado del nido y obligado a volar
solo.
Esperé hasta que alguien hiciera una de esas preguntas difíciles. El hijo
de la familia que tenía diecisiete años, que obviamente estaba resentido,
preguntó por la gente de África. Yo dije: «Es una buena pregunta, y mi amigo
Miguel tiene una buena respuesta. Pero, ¿me permiten ocupar el baño? ¿Me
pueden indicar dónde está?» No miré a Miguel. Antes de que pudiera
respirar, yo había ido por el pasillo y había cerrado la puerta del baño. Yo
sabía que él podía volar —pero que no lo haría, excepto si no hubiera
manera de escapar. Felizmente, había un par de revistas que hojear
mientras tomé mi «descanso» de quince minutos.
Cuando volví a la sala, Miguel estaba sentado en la orilla de su asiento.
Estaba muy concentrado en la presentación del evangelio, y todos estaban
escuchando con mucho interés; aun el joven resentido estaba abriéndose.
Miguel estaba volando, y disfrutando de cada momento.
La meta de esta etapa es capacitar a los alumnos hasta ser
competentes, para que puedan usar la habilidad con excelencia, sin
nosotros.
397
Cuando equipamos a alguien, lo entrenamos al nivel de competencia. Es
refrescante descubrir a maestros que entienden y practican este principio.
Uno de mis compañeros de seminario tenía una manera especial de probar
a sus alumnos, para ver si había logrado ese nivel de capacidad. Al
graduarse, volvió a su país natal de Indonesia y empezó un seminario en el
que el requisito final para graduarse era empezar una iglesia desde la raíz y
desarrollarla hasta ser económicamente independiente. Solamente cuando
la iglesia que el alumno había empezado hubiera entrenado e instalado a
los ancianos/diáconos que estaban dirigiendo la iglesia, podría recibir el
diploma.
Ya que la meta de la educación verdadera es entrenar a una persona al
punto de usar una habilidad en forma independiente y eficiente, esta paso
es absolutamente vital. Efesios 4:11–16 no presenta el desafío de preparar
a los santos para «saber» acerca de la obra, sino para «hacer»la obra. Por
lo tanto, ¿no debemos evaluar nuestro entrenamiento, no solamente según
las respuestas en una prueba, sino de acuerdo con los logros específicos de
nuestros alumnos?
¿Puede ver lo poderoso que es el entrenamiento para eficiencia?
¿Puede imaginar cómo la facultad cambiaría sus clases si supiera que lo
más importante es cómo se usa el conocimiento, y no la simple acumulación
de conocimiento? Todos sus alumnos sabrían rápidamente si el contenido
es correcto, ¡porque lo pondrían a prueba durante la misma semana!
El desarrollo debe incluir el entrenamiento tanto en habilidades
avanzadas, como en las estrategias necesarias para llegar a ser un
practicante excelente de las habilidades. Cuanto más avanzados son los
alumnos, más debemos ayudarles a refinar sus técnicas y avanzar en su
estilo personal.
La información avanzada no debe ser compartida en el primer paso
(instruir), porque la información es valiosa solamente cuando la persona ha
madurado a un nivel en que la pueda usar. Cuando la persona avanza, hay
398
que seguir compartiendo más y más información, técnicas y estrategias para
animarla a seguir mejorando.
Acabo de ver de primera mano esta parte del proceso cuando me reuní
con los instructores del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento de los
seminarios del ministerio Caminata Bíblica en una conferencia de cuatro
días de capacitación. Mi propósito era entrenarlos a enseñar Las siete leyes
del aprendizaje en iglesias, universidades, y conferencias a través del
mundo.
Antes de empezar este entrenamiento, cada instructor me había
escuchado enseñar el curso en persona por lo menos dos veces, había
escuchado los audiocasetes varias veces, había leído el manual de 560
páginas, y había enseñado el curso dos veces en sesiones pequeñas de
práctica. Sentado con ellos en la mesa, sentía que estos hombres estaban
muy preparados. Eran maestros destacados.
Después de un tiempo de oración, decidí explicar la filosofía detrás de
Las siete leyes del aprendizaje, y cómo había estructurado cada ley para
maximizar cambios de vida en los participantes. Después de una hora de
instrucción, me di cuenta de que estaban todos callados. Demasiado
callados. Pensé que los había perdido, así que les pregunté qué pasaba.
Uno de los miembros mayores de la facultad contestó:
—¡No tenía idea de que todo eso sucedía debajo de la superficie! Ahora
entiendo por qué esta materia tiene tanto impacto revolucionario cuando la
enseño. La razón que estamos tan callados es que nos ha impresionado lo
que has dicho. Pero te digo algo, lo que compartiste mejorará mi enseñanza
desde ahora en adelante.
La capacitación efectiva continua provee una comprensión más profunda
del contenido, sin importar lo avanzados que son los alumnos.
Unas semanas después de ese entrenamiento profundo, yo enseñé en
equipo Las siete leyes con uno de esos instructores. Cuando terminó la
399
conferencia, celebramos las bendiciones del Señor con una comida sabrosa.
Él me pidió sugerencias para mejorar el seminario.
Para cada presentación que él dio ese fin de semana, yo había escrito
seis a ocho páginas de evaluación, así que no me faltaban afirmaciones o
sugerencias. En general, había hecho un excelente trabajo. No obstante,
una debilidad en su enseñanza era que entregaba la información de tal
manera que los alumnos perdían la experiencia de descubrir el punto clave
por sí mismos. Él presentaba la materia correcta, pero perdía la fuerza de
cambiar vidas, porque los alumnos recibían la respuesta antes de hacerse
las preguntas.
Durante la próxima hora, expliqué algunos de los secretos de incluir más
dinámica en su enseñanza (Paso 1: Instruir), le mostré cómo serían los
resultados de usar los dos distintos métodos —el que había usado, y otro
que podría usar (Paso 2: Ilustrar), y trabajamos juntos con unos ejemplos
(Paso 3: Involucrar). Al ver que él captaba los puntos más finos de esta
técnica avanzada, también vi un brillo en sus ojos. La vez siguiente que
enseñó, vi el fuego encender entre los alumnos (Paso 4: Incrementar). La
capacitación efectiva continuamente provee técnicas avanzadas para el
alumno, sin importar lo avanzado que esté.
Paso 5: Inspirar
El paso final de la enseñanza de una habilidad es «inspirar» a los
alumnos a continuar usando su habilidad. Con el tiempo, su influencia llega
a ser mucho más indirecta, y su rol llega a ser el de dar «entusiasmo» al
alumno para que viva un estilo de vida en que él no solamente vaya a usar
la habilidad, sino también la vaya a «propagar» entre otros.
Usted debe mover a sus alumnos desde «yo entiendo», «yo veo», «estoy
haciéndolo», y «estoy mejorando», hasta la etapa de «lo voy a pasar a
otros».
400
Los maestros que capacitan en esta etapa son los verdaderos
entrenadores —los campeones de la causa. Tienen la visión para pasar el
testigo. Con habilidad, guían a sus alumnos desde ser meros espectadores
a ser aprendices, maestros, y eventualmente a ser entrenadores de otros
maestros. Entienden que hay más poder en reproducirse que en hacerlo uno
mismo. Harían cualquier cosa para que sus alumnos sigan desarrollándose.
No dejarán que sus alumnos se vayan cuando amenazan con renunciar.
Siguen nutriendo y animando, haciendo lo que sea necesario, para entrenar
a un equipo a lograr lo mejor.
¿Viene naturalmente pensar así: entrenar a otros a hacer el trabajo en
vez de hacerlo uno mismo? ¡No! He tenido que aprender y reaprender esta
lección una gran cantidad de veces en mi carrera, pero una de las veces
más importantes fue durante los primeros días del ministerio Caminata
Bíblica.
Cuando primero empecé a enseñar los seminarios de Caminata Bíblica
en Dallas en los años setenta, muchos de mis amigos más cercanos me
dijeron que nadie podía enseñar los seminarios como yo. «Hagas lo que
hagas, no dejes que nadie más lo enseñe, porque lo arruinarán», me dijeron.
Otros amigos estaban igualmente seguros que lo opuesto era verdad.
«Debes entrenar a otros a enseñar los seminarios. No puedes y no debes
hacer todo solo».
Durante meses, luché con esta decisión. Un fin de semana estaba tan
ansioso acerca de esto que paré todo y contacté una docena de mis amigos
más cercanos y mis mentores, esperando recibir alguna recomendación
clara y unánime. Cuando había terminado de llamar a todos, seis habían
votado por «entrenar a otros», y seis habían votado «enséñalo tú mismo».
La frustración siguió aumentando, y más tarde esa semana sentí que la
tensión me iba a destruir. Finalmente, fui al sótano de nuestra casa y
empecé a orar, pidiendo que el Señor me guiara. Llamé a uno de mis
401
profesores favoritos y le expliqué mi dilema. Le pregunté qué pensaba.
Nunca olvidaré lo que dijo, ni la manera en que lo dijo:
—No puedo creer que no sabes la respuesta bíblica a tu pregunta.
[Había sido mi profesor de Biblia, ¡Me iba a dar una nota muy baja!] ¿Qué
dice 2 Timoteo 2:2? Contesta tu pregunta directamente: «Lo que has oído
de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean
idóneos para enseñar también a otros». Por lo tanto, si quieres recibir la
bendición completa de Dios sobre tu vida y tu ministerio, debes empezar a
practicar 2 Timoteo 2:2. ¡Debes empezar a capacitar a otros
inmediatamente!
Este consejo directo y bíblico resultó ser un cambio importante en mi
vida y ministerio. Esa noche, la doctrina del desarrollo llegó a ser mi
convicción acerca del discipulado. Pero tengo que admitir que planificarlo y
hacerlo son dos cosas distintas. La primera vez que observé a un amigo
enseñar el seminario Caminata Bíblica, todo dentro de mí estaba gritando.
«¡No! ¡No lo hagas así! ¡Hazlo como yo lo hago!» Habría sido más fácil y
mejor (por lo menos esta vez) hacerlo yo mismo. Pero por causa de la
claridad innegable de 2 Timoteo 2:2, y también de Efesios 4:11–16, dejé de
lado mis sentimientos y fortalecí mi decisión de hacerlo como Dios dice, no
como yo pienso. Decidí obedecer al Señor y confiar en él para los resultados.
Durante los años que siguieron, Dios hizo un cambio en mi corazón.
Lentamente y dolorosamente, mi sentido de realización cambió de un
enfoque en lo que yo hacía a un enfoque en lo que hacían otros. Primero,
disfruté ser el jugador estrella; después de una década, disfrutaba más ser
el entrenador mirando desde la orilla de la cancha.
Frecuentemente me encuentro asintiendo con placer, hinchado de
orgullo, al observar a uno de nuestros instructores. Ahora la mayoría de las
veces me voy pensando: «¡Lo hizo mejor de lo que yo podría haberlo
hecho!»
402
Es un deleite darme cuenta de que nuestros jugadores han ganado a su
entrenador. ¿No es esa la meta del entrenamiento?— ¿ayudar a los
alumnos correr más rápido que nosotros, más lejos que nosotros, más
inteligentemente que nosotros, y con más dedicación que nosotros?
La meta óptima de la capacitación es entrenar a alumnos hasta que
superen a su entrenador. ¡Que su corazón responda con un compromiso
profundo con el mandato de «encargar a hombres fieles que sean idóneos
para enseñar también a otros»! ¡Que discipule usted a otros líderes que se
paren en sus hombros! ¡Que el fuego que arde en su corazón encienda el
corazón de otros que le siguen!
Haga esto y se dará cuenta de que está dedicando su vida en maneras
que durarán más allá de su vida —que harán un impacto eterno. Entonces
quizás en un siglo, cuando observemos desde la gloria a nuestros «bisnietos
espirituales», dando fruto que perdura para siempre, entonces algunos de
ellos dirán: «Todo empezó hace cien años cuando (coloque su propio
nombre) capacitó a mi bisabuelo en la fe».
403
Paso 4: Incrementar —cuando volvieron a informar de sus actividades,
Jesús estaba esperándolos, y se involucró inmediatamente en el
entrenamiento y la capacitación de mejoramiento.
Paso 5: Inspirar—Jesús los visitó personalmente muchas veces después de
la resurrección, y posteriormente envió al Espíritu Santo para entrenar y
consolarlos, hasta que hubieran terminado su vida aquí en la tierra. Jesús
envió a sus discípulos a todo el mundo, pero prometió que nunca los dejaría
ni los abandonaría.
Jesús no dio a los discípulos un cuaderno para enseñar la escuela
dominical, enviándolos a enseñar sin ninguna preparación. No, Él asumió la
responsabilidad de prepararlos para el ministerio. Cuando dijo: «Os haré
pescadores de hombres», declaró que Él estaba encargado del proceso de
la capacitación. Note con cuidado: Cristo no dijo, «Os enseñaré» (una
actividad), sino «Os haré» (el resultado). No simplemente pasó la caña para
pescar a sus discípulos; Él invirtió su vida en la enseñanza, el
entrenamiento, y la capacitación de ellos para pescar a hombres.
Jesucristo dio mucha importancia al discipulado. Él sabía que la manera
en que los padres preparan a sus hijos influye de gran manera en su vida
entera. Él sabía que la manera en que las iglesias preparan a sus miembros
influye de gran manera en la salud de la iglesia. Él sabía que al final somos
formados por el proceso de discipulado —para bien o para mal.
Finalmente, los cinco pasos del método del discipulado pueden ser
usados para entrenar a cualquiera para hacer cualquier cosa. Por ejemplo,
un número creciente de padres preparan a sus hijos para ser alcohólicos,
para abusar de otros sexualmente, para abusar de drogas, y para tener
relaciones disfuncionales. Con pocas excepciones, nosotros llevamos por el
resto de la vida las huellas de las manos que nos han entrenado.
Los siete maximizadores de la ley del desarrollo abajo revelan más ideas
acerca de cómo profundizar su impacto en otros para el bien. ¡Que sus
404
«huellas digitales» dejen una marca de piedad y madurez donde sea que
vayan!
406
Maximizador 2: Que su enfoque al reproducirse esté en las
habilidades de sus alumnos, no en su propio estilo
Duplicar el estilo produce santos superficiales.
Como maestros, nuestra responsabilidad es la de entrenar a los alumnos
para que usen eficazmente una habilidad dentro de los confines de su propia
personalidad y temperamento. Somos arrogantes cuando sugerimos, directa
o indirectamente, que nuestra manera es inspirada. Al contrario, nuestros
esfuerzos deben concentrarse en guiar a los alumnos a producir los
resultados deseados, sin importar el estilo que seleccionen.
Dios mismo enfoca en los resultados más que en el estilo. Observe los
libros del Nuevo Testamento un momento. Es indiscutiblemente claro que
Dios exhaló/inspiró las Escrituras; pero cuando lee el primer capítulo de
Santiago y lo compara con el primer capítulo de Romanos o Apocalipsis, le
impacta inmediatamente la diferencia en la manera de comunicar su
mensaje. Santiago escribe oraciones breves, enérgicas, y directas. Pablo
escribe Romanos con oraciones complejas y lógica extendida. Juan escribe
Apocalipsis con pasajes muy descriptivos y emocionales.
¿Cómo puede ser esto si el mismo Dios inspiró todos los libros de la
Biblia? ¿No deben tener el mismo estilo? No, Dios escoge lograr su meta de
la revelación, sin alterar o violar la personalidad del autor. Ya que este es el
modus operandi de Dios, ¿no debe también ser el nuestro?
Jesús demostró el mismo compromiso en su selección de los doce
discípulos. Se gozaba de su diversidad —Pedro el impetuoso, Santiago el
práctico, Tomás el intelectual, Mateo el organizado, y Juan el sensible. ¿Por
qué no los trató de moldear en un solo estilo y un solo enfoque? Porque
Cristo también es la fuente soberana de la personalidad, y él planifica usar
cada temperamento individual para lograr sus propósitos maravillosos.
Por lo tanto, nunca permita que sus alumnos imiten su estilo, su método,
o sus gestos. Debe guardar siempre su dignidad y su honor, respetando su
diversidad.
407
Maximizador 3: Use diversidad en la capacitación de acuerdo
con las características y circunstancias de sus alumnos
El uso exitoso de las habilidades depende no solamente del
conocimiento, la práctica, y la experiencia de los alumnos, sino también de
sus habilidades innatas. Cada alumno tiene un coeficiente intelectual
distinto, tiene otro trasfondo educacional y social, y tiene distintas
habilidades físicas innatas.
Por lo tanto, cuando capacitamos a nuestros alumnos, debemos alterar
nuestros objetivos y nuestros planes según las características y
circunstancias de nuestros alumnos. Aun la mejor preparación en el mundo
no puede llevar a algunos alumnos al nivel de capacidad deseado. Yo soy
uno de esos alumnos —en ciertas áreas.
Todavía puedo recordar cuando mi clase de secundaria estaba
preparándose para la ceremonia de graduación, practicando la canción
«You’ll never walk alone» [Nunca caminarás solo]. Estábamos en uno de
esos momentos de clímax musical, y con todos los demás, yo estaba
cantando con todo el volumen posible.
De repente, el director golpeó el podio con su batuta y sacudió su cabeza
con vigor. Obviamente no estaba contento.
—Tú —dijo, mirando directamente a mí—, tú en la tercera fila, hazme un
favor. Por favor, ¡mueve la boca, pero no cantes en voz alta!
Con todos los esfuerzos que hiciera el director, no podía entrenarme
para cantar. No tuvo éxito porque Dios en sus planes, no me había dado el
don del canto.
Hace poco mi esposa y yo estábamos con una amiga muy cercana que
es una excelente maestra del sexto año de primaria. Ella enseña en un barrio
difícil, y le pregunté si había notado alguna tendencia entre los alumnos en
los últimos cinco años. Ella suspiró y dijo que hacía tres años había tenido
cuatro alumnos con desórdenes de conducta; este año la mitad de su curso
408
tenía problemas. Durante el semestre pasado, el padre de uno de sus
alumnos había sido asesinado por causa de asuntos relacionados con
drogas. Muchos de sus alumnos eran regularmente abusados. La mayoría
vivía en un hogar con solamente la madre o con el padre. Algunos sufrían
de desnutrición. Un joven de doce años llevaba una hoja a la casa todos los
días para ser firmada por su madre y siempre la traía sin firma. Nuestra
amiga finalmente le preguntó al tercer día qué pasaba. Él exclamó:
—¡No tengo padre, y mi madre se fue hace tres días! No la hemos visto
o escuchado de ella, así que no tengo a nadie que firme la hoja. No sabemos
cuándo volverá.
Con profunda desilusión y tristeza, nuestra amiga dijo:
—No podemos enseñar ni cerca de la misma cantidad de materia que
hacíamos hace tres años. Los alumnos no lo pueden manejar. A veces
tenemos que aceptar el logro de dos tercios de los objetivos educacionales.
Asegúrese, entonces, al esforzarse en capacitar a sus alumnos, de
tomar en cuenta las necesidades y características individuales y de grupo.
410
Evalúe las últimas tres o cuatro clases que usted ha enseñado. ¿Con
qué frecuencia usted ayudó conscientemente a sus alumnos a aprender,
avivando las llamas del deseo de aprender? ¿Con qué frecuencia usa
premios, castigo y relaciones? Los maestros efectivos causan el aprendizaje
de sus alumnos más rápidamente por medio del uso de la motivación
apropiada.
Si quiere aprender algo increíble acerca de la motivación, haga un
estudio de cómo Dios motiva a la humanidad a decidir creer y actuar de
acuerdo con Su voluntad. Usted encontrará que estos tres estímulos
universales son universales porque Dios los puso en cada ser humano
normal. Si estudia las Escrituras con cuidado, verá que Dios utilizó los tres
estímulos para motivarnos. Por ejemplo:
¿Cuál es el castigo por rechazar a Cristo? El sufrimiento eterno en el
infierno.
¿Cuál es el premio por aceptar a Cristo? El gozo eterno en el cielo. ¿Qué
dijo Cristo acerca del resultado de una relación en que lo amamos? Que
guardemos sus mandamientos.
He estudiado con cuidado cada pasaje principal en que Dios el Padre,
Dios el Hijo, o Dios el Espíritu Santo anima a una persona (o a personas) a
actuar de cierta manera. Sin duda, Dios utiliza los tres estímulos
regularmente.
Ya que él lo hace, y él no usa medios carnales para lograr fines
perfectos, ¿no debemos seguir su ejemplo? De hecho, yo creo que la
mayoría de maestros efectivos son como Dios en la manera en que motivan
a sus alumnos, usando relaciones, castigos, y premios.
Recuerde, nuestra responsabilidad no es solamente capacitarlos a usar
la habilidad, sino también motivarlos a desear usar la habilidad. ¡Que sus
alumnos digan a sus amigos que su clase es la más motivadora que hayan
tenido!
411
Maximizador 5: Posea lo básico antes de desarrollar habilidades
más avanzadas
Cuanto más firme es el fundamento, más alto puede ser el edificio que
se construye encima. De la misma manera, cuanto más nuestros alumnos
hayan dominado y poseído las habilidades básicas, más rápidamente y más
exitosamente podrán aprender y usar las habilidades más avanzadas.
Si usted tiene a hijos mayores, probablemente haya tenido la experiencia
de verlos proceder a materias más avanzadas antes de entender la materia
anterior. Es como aprender a dividir sin antes aprender las tablas de la
multiplicación. No solamente es imposible, sino también produce mucha
frustración y fracaso entre los alumnos.
Conocí la realidad del fracaso de muchos profesores de lenguaje de las
escuelas secundarias durante la primera semana de enseñar en la
universidad. Por lo menos cuarenta por ciento de los alumnos no eran
capaces de preparar un trabajo escrito aceptable. ¡Frecuentemente la
gramática era un desastre, la ortografía era un chiste, y el proceso maduro
de seguir una línea lógica de pensamiento estaba en otra galaxia!
Cuando recibí los primeros trabajos, estaba tan sorprendido que los llevé
a la mesa de almuerzo para mostrárselos a mis colegas con más
experiencia. Se rieron y se miraron con comprensión. «¡Bienvenido, Bruce,
a la realidad de la enseñanza universitaria!»
Al enseñar, debemos seguir la pauta de asegurar que nuestros alumnos
posean lo mínimo requerido antes de proceder a las habilidades y técnicas
más avanzadas. Un profesor de matemática que yo conozco exige que todos
sus alumnos dominen las tablas de multiplicación perfectamente desde uno
a trece. Cada mes cada alumno da una prueba, y debe contestar las
preguntas perfectamente, tomando cada vez un minuto menos de tiempo. Si
falla en una sola pregunta, el alumno tiene que quedarse después de las
clases cada día para dar la prueba de nuevo, hasta que conteste
perfectamente las preguntas en el tiempo estipulado. ¡Qué sabio el profesor!
412
Él asegura que todos sus alumnos logren por lo menos el nivel mínimo
necesario de capacidad en esa área.
Muchos maestros permiten que sus planes determinen el ritmo de la
clase, y no la capacidad de aprendizaje de los alumnos. Si no tenemos
cuidado, podemos caer en la trampa de creer que lo más importante es
cubrir la materia en vez de asegurar que todos los alumnos aprendan la
materia.
413
«¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque
el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas» (1:9, LBLA).
«Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés,
estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (1:5).
2. Prometa su éxito. Anímelos, asegurándoles que tendrán éxito cuando se
esfuerzan (recuerde las palabras de Cristo, «Os haré pescadores de
hombres»). Cuando tenemos miedo muchas veces es porque lo único que
podemos imaginar es que no seremos capaces de hacerlo. Cuando estamos
recién aprendiendo una habilidad, subestimamos en gran manera las
probabilidades de éxito. Por lo tanto, nos fortalece mucho cuando el líder
asume la responsabilidad de asegurarnos que tendremos éxito.
«Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo
este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel» (1:2).
«Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta
de vuestro pie» (1:3).
«Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos
hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio» (1:4).
«Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra
de la cual juré a sus padres que la daría a ellos» (1:6).
3. Prometa victoria sobre las partes más difíciles. Anime a sus alumnos,
prometiendo que tendrán éxito aun en las partes más difíciles del curso.
Cuando tenemos miedo, muchas veces es porque no podemos imaginarnos
experimentando victoria sobre cierta parte del curso, o sobre algún aspecto
de la habilidad —algo parece imposible. Por lo tanto, recibimos un apoyo
sólido cuando el maestro identifica esas áreas en que tenemos más miedo,
y nos relaja prometiendo éxito cuando trabajamos con él en dominio de la
materia.
«Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés,
estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé» (1:5).
Así Dios prometió victoria sobre los gigantes de la tierra, sobre las alturas
fortificadas, y sobre las ciudades protegidas con muros altos.
414
4. Prometa éxito cuando hacen su parte. Anime a sus alumnos, asegurándoles
que tendrán éxito si siguen su liderazgo y cumplen con sus
responsabilidades. El aprendizaje es una calle con tránsito en los dos
sentidos, y construimos la confianza cuando compartimos nuestras
expectativas y nuestros requisitos, especialmente si están al alcance de
todos los alumnos. «Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de
hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes
de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las
cosas que emprendas» (1:7).
5. Prometa que su aptitud asegurará el éxito. Anímelos por medio de
mostrarles que su éxito será asegurado por la capacidad que tendrán pronto.
Cuando estamos ansiosos, muchas veces es porque no vemos el beneficio
a largo plazo que resultará de nuestras labores y nuestros estudios.
Recibimos consuelo y confianza al ver que seremos mejores individuos y
más competentes cuando aprendamos las habilidades que están
enseñando. Por lo tanto, imagine a sus alumnos disfrutando del éxito en el
futuro porque sus esfuerzos actuales darán fruto.
«Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien» (1:8).
Recuerde, cuanto más grande es el miedo del alumno, más grande es la
necesidad de darle ánimo. Como todos tenemos más miedo al principio,
tenemos que dar ánimo con más frecuencia durante las primeras sesiones
del aprendizaje de una nueva habilidad. Además, cuando algún alumno lo
hace bien en las primeras etapas de la adquisición de una habilidad,
reconózcalo públicamente.
415
Maximizador 7: Reafirme el valor de sus alumnos independiente
de su nivel de actuación
Cuando Cristo reveló a los discípulos el hecho de que la moneda de la
viuda valía más que las donaciones grandes de los ricos, nos libró de la
esclavitud de las comparaciones. Él enfocó nuestra atención en otras cosas,
recordándonos que la actuación de una persona no se debe evaluar
solamente por lo que hizo, sino también por lo que podría haber hecho.
Esta perspectiva teológica acerca de la conducta puede mejorar mucho
nuestra capacitación de otros. Si limitamos nuestra aprobación a los que
muestran un nivel destacado de logro, entonces seremos como los fariseos
que solamente felicitaban a los ricos, minimizando el valor de la moneda de
la viuda.
El entrenamiento, hecho como Cristo lo hizo, debe considerar las
habilidades innatas que Dios ha dado, y debe buscar oportunidades para
animar a los alumnos en por lo menos cinco áreas:
1. El esfuerzo. El esfuerzo del alumno refleja su deseo de tener éxito y
debe ser considerado y afirmado.
2. El grado de mejoramiento. Una forma de evaluar es ver cuánto ha
mejorado desde su actuación previa.
3. La demostración de espíritu de equipo y de entusiasmo. La unidad y
el apoyo mutuo es un ingrediente esencial para la capacitación máxima. Los
alumnos que animan y ayudan a otros deben recibir muchas felicitaciones.
4. El crédito adicional y la práctica que no son requeridos. Observe a los
alumnos que «corren unas vueltas adicionales después de la práctica», que
completan tareas adicionales, y que tratan de superar los requisitos
establecidos.
5. La actuación destacada. Esta es la base más obvia y más frecuente
de la afirmación. La capacitación efectiva debe reconocer la excelencia y la
actuación excepcional.
416
Una vez aconsejé a un joven que se consideraba a sí mismo un fracaso
porque no tenía calificaciones muy buenas en la matemática. Escuche la
conversación:
—No importa cuánto estudio o cuánto me esfuerzo, nunca saco nada
mejor que una «D» o una «C». Otros jóvenes en mi clase no estudian casi
nada, y siempre sacan una «A».
—¿Cómo te hace sentir eso? —le pregunté.
—Soy un fracaso… no es justo. Voy a dejar de estudiar. ¿Para qué
esforzarme cuando solamente voy a sacar una «C»?
Este joven tenía que renovar su mente de acuerdo con lo que Dios
pensaba. Dibujé un cuadro y dije:
—Este cuadro te representa a ti. Ahora, ¿quién está encargado de tu
inteligencia matemática?
No estaba seguro por un momento, pero como sabía lo que enseñaba la
Biblia, finalmente dijo:
—Dios, supongo.
—Bien. Ahora, ¿cuánto te has esforzado en el curso? ¿Has dado cien
por ciento? ¿cincuenta por ciento? ¿Cuánto?»
—Me esfuerzo mucho. Probablemente noventa y cinco por ciento; no
siempre, pero la mayor parte del tiempo.
—Entonces, dibuja una flecha casi hasta arriba, hasta el nivel de noventa
y cinco por ciento en tu cuadro.
Lo hizo, y yo escribí una «C» por sobre el cuadro para indicar su
calificación en matemática.
—Ahora, pensemos en tu amigo que saca una «A» sin esforzarse.
¿Cuánto más inteligente es en la matemática que tú?»
—Es muy inteligente, probablemente dos veces más inteligente.
Así que al lado del cuadro que representaba este joven, dibujé otro
cuadro más grande que representaba a su compañero más inteligente.
417
Como el otro joven sacaba «A», puse una «A» por sobre el cuadro. Entonces
le pregunté:
—¿Cuánto se esfuerza tu amigo? ¿Crees que está haciendo lo mejor
que pueda?
El joven se rió.
—No solamente se esfuerza poco; también se ríe de nosotros que
tenemos dificultades. Yo sé que es inteligente, pero no creo que se esfuerce
más de cincuenta por ciento. Normalmente pasa mucho tiempo jugando.
Marqué una línea en el medio del segundo cuadro y escribí «50%».
—Ahora tú ves las dos calificaciones distintas para cada uno —
expliqué—. Los que nos rodean ven las calificaciones porque están mirando
las cosas exteriores. Pero piensa en lo que Dios ve. Él ve lo que hace la
gente con el talento que él les ha dado. Dios nos ve por dentro, y habría
dado a tu amigo un cincuenta por ciento, una F, porque solamente hizo la
mitad de lo que podría haber hecho, y quizás te dé un noventa y cinco por
ciento, una A, por lo que has hecho con lo que te ha dado.
Debería haber visto los ojos del joven iluminarse cuando se dio cuenta
de que había «dos notas» en la vida. Inmediatamente dijo que iba a seguir
sacando calificaciones de «A» en el informe de Dios.
Jesús nos presentó con una mucho mejor ilustración de esta perspectiva
sobre nuestra actuación —especialmente en comparación con otros— en
Mateo 25. Unas ideas de este pasaje nos pueden ayudar a reafirmar a
nuestros alumnos de acuerdo con las habilidades que Dios les ha dado:
1. Dios ha dado a cada uno de nosotros distintos talentos. «A uno dio
cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su
capacidad» (25:15a)
2. Dios prueba nuestros logros. «Después de mucho tiempo vino el señor
de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos» (25:19).
3. Dios da premios de acuerdo con la capacidad, no la cantidad. La
primera persona devolvió al Señor cinco talentos, y la segunda persona
418
devolvió solamente dos talentos. El primer siervo produjo 150% más que el
segundo. Pero observe cómo Cristo premió (calificó) a los dos alumnos:
Logro de cinco talentos:
«Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en
el gozo de tu señor» (25:21)
Logro de dos talentos:
«Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en
el gozo de tu señor» (25:23)
¿Vio la vasta diferencia?
Sorprendente, ¿verdad? ¡No hay ninguna diferencia! Cristo vio que,
aunque el primer siervo logró mucho más que el segundo en cantidad, los
dos doblaron lo que habían recibido. Según el criterio humano, sus logros
eran radicalmente diferentes; pero según el criterio del Señor, eran idénticos.
Ya que Cristo dijo «¡Bien hecho!» a una persona con dos talentos como
a una persona con cinco talentos, también debemos afirmar los logros de
cada alumno, sin compararlo con los logros de otro alumno.
Conclusión
¿Cuál será el impacto eventual de una vida dedicada a la capacitación
de otros? Permítame contestar eso con una mirada a la vida de uno de los
mejores entrenadores que he conocido, el Dr. Howard Hendricks.
El Dr. Hendricks ha enseñado a miles de hombres y mujeres a hacer la
obra del ministerio. Cada uno de esos individuos tiene su propia historia,
pero como yo conozco la mía mejor, quiero describir el impacto que él ha
tenido en mi vida y en el ministerio de Caminata Bíblica.
Su discipulado me influyó antes de comenzar el ministerio de Caminata
Bíblica en los años setenta. Muchos de sus valores y sus perspectivas me
han ayudado a formar la organización, hasta tener el ministerio internacional
que tiene hoy.
419
Durante los primeros meses, yo enseñé todos los seminarios por mí
mismo. Pero pronto las solicitudes superaron nuestra capacidad, y empecé
a entrenar a algunos de mis amigos de mis estudios de postgrado.
Eventualmente llegó a ser muy aparente que Art VanderVeen era no
solamente un excelente instructor de seminarios, sino también era muy apto
para ser el decano de nuestra facultad. Durante los primeros años, él
entrenó a muchos instructores, incluyendo a otro comunicador excelente,
John Hoover. Después de varios años, John continuó desarrollando su
liderazgo y fue promovido a ser vicepresidente de nuestro ministerio
internacional, y empezó a llevar el ministerio alrededor del mundo.
Su primer paso en «plantar la visión de Caminata Bíblica» en terreno
extranjero fue en Australia cuando reclutó y entrenó a Gary Coleman.
Cuando el ministerio australiano maduró bajo su liderazgo, Gary hizo su
propio viaje misionero y comenzó el ministerio en las Filipinas. Allí entrenó a
muchos líderes clave, incluyendo a Paul Newman.
Paul pronto llegó a una posición de liderazgo en ese país, y empezó a
entrenar a instructores filipinos, incluyendo a Ben Yngaio. Bajo el liderazgo
de Paul, Ben después entrenó a tres instructores más a través de las
Filipinas.
Uno de esos instructores llevó a veinte personas a Cristo durante su
primer seminario. Uno de esos veinte fue a la casa y llevó a su esposa y sus
dos hijas a Cristo esa misma noche.
¡Mire la lista increíble de discípulos!
Howard Hendricks
Bruce Wilkinson
Art VanderVeen
John Hoover
Gary Coleman
Paul Newman
Ben Yngaio
420
Pastor filipino
Padre
Esposa y dos hijas —se convierten a Cristo.
Diez generaciones de discípulos. Hice un dibujo de esto en una hoja y la
mostré a mi esposa, Darlene.
—¡Mira lo que este solo hombre, Howard Hendricks, ha hecho para toda
la eternidad! No solamente esta cadena, sino otras ramas igualmente
maravillosas han crecido en muchas direcciones, desde cada persona en la
lista.
Ella sonrió y dijo:
—Me pregunto si esa es la historia completa. El Dr. Hendricks no
empezó todo ese discipulado solo. ¿Recuerdas la historia que nos contó
acerca de cuando tenía diez años y vivía en Filadelfia en un hogar dividido?
El Dr. Hendricks nos había dicho que un día, él y sus amigos estaban
jugando a las canicas cuando se acercó un hombre mayor. El hombre quedó
mirando, animándoles en su juego. Pronto estaba de rodillas jugando con
ellos. Después de varias semanas, llegaron a conocerlo como Walt.
Trabajaba en una fábrica cercana.
Después de varios días de jugar a las canicas con estos niños, Walt los
invitó a una clase de escuela dominical. No sabían que enseñaba una clase,
y le pidieron que les explicara de qué se trataba.
—Bueno —dijo—, no tengo una clase todavía, pero ustedes me podrían
ayudar a empezar mi propia clase.
Así fue que Howard Hendricks y sus amigos empezaron a asistir a la
iglesia… gracias a Walt. Incluso, ¡cada miembro de la clase de Walt llegó a
conocer a Cristo, y once de ellos entraron en el ministerio a tiempo completo!
Ve, mi amigo, detrás de los miles y miles de personas que han recibido
la influencia de ese discipulador famoso, el Dr. Howard Hendricks, está la
figura desconocida de un maestro de la escuela dominical que fue fiel a su
llamado.
421
¿Podría imaginar lo que sucederá cuando Walt entre a la gloria, y vea
las multitudes que han sido influenciadas porque él enseñó a esos alumnos
de la escuela dominical? No lo podría haber sabido nunca. Pero lo sabrá un
día. Y celebrará durante la eternidad.
Nunca más subestime el impacto eterno de su enseñanza. Nunca más
diga: «Esta clase no va a hacer mucha diferencia». No piense: «Ya he
cumplido con mi parte, y voy a descansar durante los próximos cinco años».
En el próximo grupo de alumnos, podría haber otro Howard Hendricks, cuyo
ministerio tendrá influencia internacional, tocando a miles de personas para
la causa de Cristo.
La próxima vez que entre a la sala de clases, tome la antorcha con
firmeza, y haga más fuerte la decisión en su corazón —¡y encienda la
antorcha de los que lo esperan!
Usted se llama Walt, ¿verdad?
2. Piense otra vez en los cinco pasos del método del discipulado —instruir,
ilustrar, involucrar, incrementar, e inspirar. ¿Cuál de sus profesores fue el
422
mejor modelo de este proceso cuando era alumno? Converse acerca del
impacto que experimentó.
4. Como alumno, ¿cuál de estos factores le motivó más? ¿Por qué? Ahora,
como maestro, ¿cuál de estos utiliza más? ¿Cuál utiliza menos? ¿Cómo
podría usar los tres para el curso que está enseñando? Piense en su propia
situación y cómo usted trata de capacitar a sus alumnos. ¿En qué maneras
específicas podría usted usar los tres elementos de motivación para
animarlos en su progreso?
423
SÉPTIMA LEY
LA LEY DEL
Avivamiento
13
LA LEY DEL AVIVAMIENTO; MENTALIDAD,
MODELO Y MÁXIMAS
Cuando mi amigo me llamó y me pidió que hablara para el banquete de
su iglesia en el día de los enamorados, demoré menos de un segundo en
decir que no. Mis dones están en la enseñanza, y no en el entretenimiento,
así que le di algunos nombres de amigos que serían excelentes para ese
ambiente.
Después de una semana llamó de nuevo y me dijo que sentía que yo era
la persona perfecta, y que no había llamado a nadie más. Rechacé otra vez
y le animé a buscar a otro mensajero.
No pude creerlo cuando llamó la tercera vez después de otra semana.
—Hazlo por un viejo amigo —dijo.
—¡Qué tramposo! —le dije—, pero si es tan importante, lo haré por ti.
Trabajé mucho en el mensaje. El banquete fue bonito, y parecía que
habían recibido bien mi mensaje. Les conté unos chistes y unas historias
románticas, cité unos poemas apropiados —en síntesis, di un mensaje de
banquete típico.
Después, mi amigo y su esposa nos invitaron a comer un postre en un
restaurante. Cuando ya estaba terminando mi pastel favorito, le pregunté
qué le pareció el mensaje. Se calló y empezó a mirar su plato. Me fijé que
estaba jugando con la cereza en su plato —la primera indicación de que mi
mensaje no había sido apropiado.
424
El silencio me mataba. Finalmente le pregunté:
—¿No fueron buenas las historias?
—Sí, las historias fueron buenas. —Siguió jugando con la cereza.
—Los chistes fueron un desastre, ¿verdad?
—No, fueron bastante buenos, creo.
—Entonces, ¿qué sucede?
Suspiró, bajó su tenedor, y me miró directamente en los ojos.
—Bruce, tú y Darlene saben que mi esposa y yo hemos estado
asistiendo a esta iglesia liberal durante seis años. Por seis años, hemos
estado tratando de recibir permiso para que un evangélico hable en nuestra
iglesia, y los pastores siempre han dicho que no. Finalmente, cuando les dije
que tú estabas dispuesto a venir, nos sorprendieron diciendo que sí.
Empecé a jugar con las frutillas en mi plato.
—Después de orar seis años por una oportunidad como esta, tú hablaste
cuarenta minutos a un grupo grande de personas que no conocen a Cristo;
¡y no les explicaste el evangelio!
Como una espada de doble filo, esas palabras me atravesaron el
corazón. Por primera vez en mi vida, no pude terminar mi pastel. Le di las
gracias a mi amigo por sus palabras sobrias, y fui tambaleando a mi
vehículo, mareado. El Espíritu Santo me recordó todo el camino a la casa
que el Señor no me había llamado a contar chistes y citar poemas, sino a
llamar a hombres y a mujeres a una vida comprometida y entregada a Cristo.
Dios continuó su obra de purificación en mi vida durante los meses
siguientes, hasta el tiempo de la conferencia anual de la facultad de
Caminata Bíblica. Nuestra facultad llegó desde todo el país para una
semana de intenso entrenamiento, y una noche compartí cómo el Señor me
había hablado.
Al hablar entre nosotros, la presencia y la convicción del Señor pasó
sobre nuestro grupo. Pronto caímos de rodillas, y muchos confesaron su
425
necesidad de avivamiento. Cayeron muchas lágrimas de arrepentimiento, y
se renovaron muchos compromisos con Cristo.
El año de ministerio había terminado con la conversión de 370 personas.
Mientras oramos, los hombres empezaron a rogar al Señor que los utilizara
de gran manera en el ministerio. Alguien oró que más personas conocieran
a Cristo en nuestros seminarios. Otros se unieron en esta oración. Entonces
el hombre arrodillado a mi izquierda pidió una cosecha espiritual diez veces
más grande durante el año siguiente —en vez de un promedio de una sola
persona por día, que Dios permitiera que lleváramos a diez por día a Cristo.
¡El primer mes después de este avivamiento, más de 400 se entregaron
a Cristo! Cuando terminó ese año, el Señor permitió que 3.700 llegaran a
conocerlo a través del ministerio.
Para mí, esta es una ilustración increíble de los resultados maravillosos
que pueden ocurrir cuando somos reavivados y renovados. El seminario era
el mismo, la facultad era la misma, y el público era generalmente el mismo.
La única diferencia era que nuestros corazones —los corazones de los
maestros— habían sido renovados.
426
El cuadro clásico de este proceso se ve en la parábola del hijo pródigo
que abandonó la casa de su padre en rebelión, vivió en desobediencia y
pecado, finalmente volvió en sí, se arrepintió, y fue restaurado a la armonía
completa con su padre amoroso.
Muchos maestros creen que el avivamiento es un tema lejano a la
experiencia del salón de clases típico. Cuando se le pregunta cómo enseña
para traer avivamiento, el maestro típico se sorprende porque tal
pensamiento nunca pasó por su mente. El avivamiento es para
predicadores. O, para otros, el avivamiento simplemente no es para nuestra
época.
Además, ¿quién de nosotros es capaz de dirigir un avivamiento? No
hemos sido entrenados, y tampoco nos sentimos espiritualmente adecuados
para tal tarea. ¿Traer un avivamiento a mis alumnos? ¿Está bromeando?
Ya es tiempo de mirar un pasaje clave de las Escrituras para ver si
estamos viviendo en obediencia a las enseñanzas de la Biblia. Si tengo
razón, por séptima vez descubriremos cuán lejos nos hemos desviado del
camino que trae bendición.
427
Paso 1: La comisión (2 Samuel 12:1a)
«El Señor envió a Natán a David». Note que fue el Señor quien envió al
maestro (Natán) al alumno (David). Dios podría haber hablado directamente
con David, o usado ángeles, pero soberanamente decidió hablar a través de
una persona. Dios desea cumplir su obra perfecta a través de personas
imperfectas como usted y yo.
El primer paso es el de recibir la «comisión», recibir la autoridad para
llevar a cabo una tarea o un deber particular, o recibir ciertos poderes. Aquí
usted se «prepara» para ir a una persona que necesita avivamiento.
Cuando Natán fue delante de David, estaba totalmente seguro de que
estaba haciendo la voluntad de Dios. Cuanto más profundamente sintamos
la misma certeza, más seguros estaremos durante el proceso intenso del
avivamiento. El problema es que muchos maestros no tienen ese sentido de
responsabilidad personal para llamar a sus alumnos al avivamiento. Siempre
piensan que Dios ha comisionado a otros (pastores o evangelistas) a esa
tarea, pero seguramente no a ellos.
428
¿Cómo realizaría sus deberes de maestro si escuchara una palabra
clara de Dios, diciéndole que llamara a sus alumnos descarriados a volver
al Señor? ¿No encontraría mucho ánimo y mucho valor en esa comisión?
La próxima vez que les enseñara, ¿no tendría más claros los planes de Dios
para su clase?
Más adelante en este capítulo, bajo la primera máxima, exploraremos
tres pasajes clave que le llaman a traer avivamiento a sus alumnos. Aunque
no lo sepa, su apodo en el cielo es «Natán», y todos sus alumnos se llaman
«David».
429
1. Lo confrontó contando una parábola (2 Samuel 12:1b–6). ¡Qué historia
más llamativa preparó Natán para su alumno! No hay enseñanza más
efectiva que hacer que sus alumnos hagan un juicio fuerte y emocional en
contra del mismo pecado de ellos, sin darse cuenta. Yo lo llamo «hacer un
Natán». Lea la historia, y sienta toda la emoción que puso Natán y vea cómo
describió tan perfectamente a David:
Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía
numerosas ovejas y vacas. Pero el pobre no tenía más que una corderita que él
había comprado y criado, la cual había crecido junto con él y con sus hijos. Comía
de su pan, bebía de su copa, y dormía en su seno, y era como a una hija para él.
Vino un viajero al hombre rico y éste no quiso tomar de sus ovejas ni de sus vacas
para preparar comida para el caminante que había venido a él, sino que tomó la
corderita de aquel hombre pobre y la preparó para el hombre que había venido a él.
Y se encendió la ira de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán:
Vive el Señor, que ciertamente el hombre que hizo esto merece morir; y debe pagar
cuatro veces por la cordera, porque hizo esto y no tuvo compasión. (LBLA)
El alumno de Natán se juzgó de antemano y se preparó para la próxima
revelación dramática.
2. Lo confrontó describiendo la naturaleza de Dios (2 Samuel 12:7–8).
Natán fue totalmente directo con su alumno cuando le dijo: «¡Tú eres aquel
hombre!» Con su parábola, Natán preparó a David para todo lo que siguió,
rompiendo su corazón sobre las piedras del arrepentimiento. Pero primero
el profeta confrontó a David con la naturaleza del Dios que había traicionado:
Así dice el Señor, Dios de Israel:
1) Yo te ungí por rey sobre Israel, y
2) te libré de la mano de Saúl…
3) entregué a tu cuidado la casa de tu señor, y
4) [te di]las mujeres de tu señor;
5) y te di la casa de Israel
6) y [te di] de Judá;
430
7) y si eso hubiera sido poco, te hubiera añadido muchas cosas más como estas.
(LBLA)
¡Qué cosas más maravillosas había dado Dios a David! Cuando se hizo
la lista de una cosa después de otra, David fue obligado a mirar a los ojos
del que le había dado todo eso —contra quien él había hecho tantas cosas
terribles.
¿Por qué Natán guió a su alumno por este proceso? Porque David tenía
que recordar a qué tipo de Dios había ofendido. David al haber pecado
repetida y voluntariamente, demostró que había dado la espalda a Dios,
tratando de olvidar su bondad y su amor fiel.
Cuando continuamos en el pecado, inevitablemente alteramos la
naturaleza de Dios en nuestra mente. Lo rehacemos con nuestros propios
pensamientos, haciendo que no merezca nuestra lealtad y obediencia. Dios
eventualmente llega a ser malo en nuestra perspectiva, mientras volvemos
al huerto de Edén, creyendo la mentira de Satanás: que el motivo de Dios
era evitar que tuviéramos cosas buenas.
Natán conocía lo engañoso que era el corazón de David, así que lo
enfrentó con siete afirmaciones verídicas acerca de Dios — cada una
cuidadosamente preparada para penetrar su corazón malvado y abrirlo a la
luz del Espíritu de Dios. ¿Puede imaginar la fuerza del punto final, «y si eso
hubiera sido poco, te hubiera añadido muchas cosas más como estas»?
Darse cuenta de que Dios le había mostrado su bondad infinita, y que él la
había rechazado, tiene que haber sacudido a David hasta los huesos.
3. Lo confrontó con una lista de pecados específicos (2 Samuel 12:9–
10). Observe lo directo que es Natán cuando enumera cada acto de
desobediencia:
1) «¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo malo a sus ojos?
2) Has matado a espada a Urías heteo,
3) has tomado a su mujer para que sea mujer tuya, y
4) lo has matado con la espada de los hijos de Amón.
431
5) Ahora pues, la espada nunca se apartará de tu casa, porque me has despreciado,
y has tomado la mujer de Urías heteo para que sea tu mujer.
6) En verdad, tú lo hiciste en secreto (v. 12)
7) Sin embargo, por cuanto con este hecho has dado ocasión de blasfemar a los
enemigos del SEÑOR (v. 14, LBLA)
¡Qué lista de pecados! Natán sabía que, para ser efectiva, la
confrontación debe ser directa, específica, y verídica. No anduvo con rodeos
—lo enfrentó directamente.
La confrontación no es fácil para nadie, pero el Señor nos insta a «seguir
la verdad en amor». En el proceso de hablar la verdad directamente al
cristiano que está en pecado, el Espíritu Santo es liberado a convencer con
más claridad y poder. Cuando otra persona nos menciona nuestros pecados
en voz alta en nuestra presencia, es un incentivo fuerte a arrepentirse.
Hay dos secretos valiosos que seguir cuando necesita confrontar a un
cristiano. Primero, siempre utilice la palabra bíblica para el pecado cometido.
Diga «adulterio», y no «relación amorosa»; diga «actos homosexuales», y
no «un estilo de vida distinto»; diga «mentira», y no «tergiversar la verdad».
El uso del término bíblico, en vez del eufemismo lo deja más claro y tiende
a convencer mejor.
Segundo, no se mueva de este paso de la confrontación, hasta que la
persona admita su pecado. Frecuentemente después de confrontar a una
persona, le pido que ella diga en voz alta cuáles son los pecados que ha
cometido. Si no puede, o no quiere, el arrepentimiento completo no ocurre.
La persona tiene que admitir abiertamente su culpa y su pecado a usted y a
Dios. Si no puede confesarlo a usted en el momento en que lo confronta,
probablemente no podría confesarlo a Dios.
David reconoció su pecado inmediatamente después de la confrontación
de Natán: «He pecado contra el Señor», dijo (12:13).
Hace algunos años, cuando estuve predicando en una conferencia en
una universidad cristiana famosa, hice un llamado al arrepentimiento de
432
pecados. Al final del sermón, empecé a mencionar pecados específicos,
haciendo descripciones para que no pudiera haber confusión.
—Algunos de ustedes cometieron adulterio o fornicación el verano
pasado —dije—, o en este mismo momento están involucrados en una
relación inmoral. Algunos de ustedes han engañado en exámenes o han
copiado trabajos escritos de sus compañeros. Algunos han ido a las tiendas
para robar cosas. Otros están en relaciones homosexuales o lesbianas.
Estaban tan callados que se podría escuchar caer una pluma.
Entonces animé a los alumnos:
—Tienen que arrepentirse de esos pecados, y tienen que empezar ahora
mismo. Si son culpables de algunos de estos pecados, u otros similares, y
están dispuestos a confesarlos al Señor y ser liberados por su poder,
entonces pónganse de pie.
Había un completo silencio, y podía escuchar mi propio corazón palpitar.
Entonces de repente, como un trueno, cientos de alumnos se pararon a
través de toda la capilla. Muchos estaban llorando, otros susurrando, y otros
cayeron de rodillas.
Como usted puede imaginar, no pude atender a todos los alumnos que
buscaron consejería. Nunca olvidaré lo que exclamó un alumno destacado,
llorando:
—Estoy en mi último año de estudios, y después de todo mi tiempo aquí
en esta universidad cristiana, nadie me había desafiado a arreglar las
cuentas con mis pecados más oscuros —hasta hoy. ¡Gracias por decir la
verdad!
Posiblemente el impedimento más grande a la confrontación honesta es
el «miedo al hombre» en lugar del «miedo a Dios». Tememos al dolor que
sufriremos por hablar la verdad. Pero, ¿no podemos amar a nuestros
alumnos lo suficiente para sufrir el dolor por su bien?
433
Paso 3: Los códigos (2 Samuel 12:9a)
El fundamento de toda la confrontación cristiana debe ser la Biblia.
Debemos confrontar a la gente cuando estamos seguros de que han
quebrantado un «código» o un principio claro de las Escrituras.
Es porque ha decidido traspasar los límites que Dios ha puesto que el
alumno necesita arrepentirse. Es nuestra responsabilidad «probar» cuál es
el límite exacto que el alumno ha transgredido. Natán dejó en evidencia que
David estaba quebrantando los mandamientos de Dios.
Sin la Biblia, no hay absolutos. Pero con la Biblia podemos saber si un
acto es pecado o no. La Biblia establece esos límites con mandamientos
específicos y principios que gobiernan a todos igualmente. Ya que estos
principios están escritos para que todos podamos verlos, podemos estar
seguros de si la conducta de alguien realmente es pecaminosa según Dios.
Natán llamó a las acciones de David «malo a sus ojos [de Dios]» porque
había quebrantado esos mandamientos: «¿Por qué has despreciado la
palabra del Señor haciendo lo malo a sus ojos?» (2 Samuel 12:9a, LBLA).
Natán hizo una pregunta interesante cuando cuestionó por qué David
había despreciado los mandamientos del Señor. Cuando el cristiano escoge
desobedecer, mira en menos los mandamientos de Dios. De hecho, ha
decidido que su propia voluntad está por encima de la voluntad de Dios.
Natán sabía que David había menospreciado la Palabra de Dios, porque
nadie puede sostener dos posiciones conflictivas a la misma vez. Cuando
actuamos, una tiene nuestro respeto y la otra es despreciada.
Jesús identificó esta verdad acerca de valores conflictivos cuando
enseñó: «Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno
y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir
a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24).
Natán mostró a David que la raíz de su rebelión no era solamente que
había «despreciado la palabra del Señor» (12:9a), sino que había
despreciado al Señor (12:10b). Nunca permitamos que nuestros alumnos
434
piensen que el pecado es simplemente desobediencia a la Biblia, y nada
más. Al final, el pecado es un acto de rebelión en contra de Dios mismo.
El avivamiento, entonces, debe incluir el arrepentimiento del pecador por
haber quebrantado la voluntad de Dios y por haber quebrantado el corazón
de Dios. Estas son las dos partes de este paso: primero, demostrar a la
persona que ha transgredido el mandamiento de Dios, y después demostrar
que también ha roto el corazón de Dios. La culpa se siente por quebrantar
la ley, y la tristeza se siente por romper la relación.
Una vez pasé una hora intensa por teléfono con una amiga de la familia
que estaba siendo infiel a su marido. Después de los primeros diez minutos,
empecé a preguntarle si estaba cometiendo adulterio. Ella cambiaba el tema
cada vez, pero le hacía volver a la pregunta. Mi esposa estaba conmigo en
la habitación, y estaba orando al escuchar la conversación. Cuando la
conversación terminó, le pregunté a mi esposa cuántas veces me escuchó
preguntar a nuestra amiga: «¿Eres una mujer casada adúltera?», y me dijo
que por lo menos veinte veces.
¿Por qué insistía tanto en eso? Por que si no puede admitir que ha
cometido adulterio, no hay esperanza de restauración. Finalmente ella
admitió que era verdad. (Paso dos completado, la confrontación). Entonces
hice la transición a este paso, el «código», y le pregunté qué decía Dios
acerca de su conducta. Con una voz temblorosa de emoción, ella exclamó:
—Dios entiende. Incluso, creo que Dios ha traído a este hombre a mi
vida, porque Dios me ama y sabe que hace tiempo no soy feliz.
¿Suena familiar? Todos los que vivimos en pecado por un tiempo
extendido empezamos a racionalizar nuestra conducta tanto que el bien se
convierte en mal y el mal se convierte en bien. Sin importar lo que le
preguntara, ella contestaba hostilmente no solamente que Dios comprendía
su adulterio, sino también que era Su voluntad. Decía que, después de todo,
Dios quería que estuviera feliz.
435
Finalmente le pregunté si había escuchado de los Diez Mandamientos.
Ella se rió y dijo: —Por supuesto.
—Bueno —dije—, ¿podrías decirme cuál es el séptimo mandamiento?
Dice: «no cometerás ».
Cuando no quiso contestar, le pregunté:
—Cuando rompes un mandamiento directo de Dios, ¿cómo lo llama
Dios?
Silencio.
—Comienza con la letra P y termina con la letra O.
Aunque trataba de escapar de la realidad de sus acciones, le hacía
volver al mandamiento que había quebrantado.
Finalmente, cuando dijo: «Dios llama a mi adulterio pecado», sabía que
el Señor estaba obrando en su corazón. Pero todavía no se arrepentía.
¿Qué debo hacer ahora?
436
Después de años en el ministerio, estoy convencido de que muchos
cristianos son vencidos por el pecado y permanecen en el pecado
innecesariamente, y eventualmente caen en problemas severos (como el
abuso, el alcoholismo, y participación en el ocultismo), que puede durar
años, incluso generaciones. Digo «innecesariamente» porque si alguno de
la comunidad cristiana hubiese ido a confrontar a esas personas, muchas
hubieran sido restauradas.
Cuando una persona desobedece a Dios, subestima dos cosas: (1) la
seriedad de su conducta, y (2) las consecuencias negativas de su conducta,
los peligros que causa para sí misma, para otros, y para el Señor.
Mientras la confrontación ayuda a la persona a ver sus actos
pecaminosos del pasado y del presente, hablarle de las consecuencias le
ayuda a ver los resultados negativos del presente y del futuro. Natán guió
por el túnel del tiempo y ayudó a David a ver todo lo que quería ignorar:
1. «Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada,
2. Así dice el Señor: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa», y
3. Tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y
4. Las daré a tu compañero,
5. El cual se acostará con tus mujeres a plena luz del día.
6. Pero yo haré esto delante de todo Israel, y a plena luz del sol.
7. Ciertamente morirá el niño que te ha nacido» (LBLA).
¿Puede imaginar la agonía de David cuando escuchó estas
consecuencias trágicas? Cada una debe haber aplastado su espíritu y roto
su corazón. No solamente eran los resultados más terribles que podría haber
imaginado, sino también sabía que cada tragedia sucedería solamente por
causa de su pecado. ¿Cómo podría culpar a otro? David recordaría por el
resto de su vida la cruda realidad de que era su culpa y de nadie más.
La confrontación y los mandamientos, y ahora las consecuencias
escalaron las rocas del corazón rebelde de David, y lo preparó para
arrepentirse. El avivamiento llegó, y como dijo Santiago, se salvó una vida.
437
Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le
hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará
de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados (Santiago 5:19–20).
Natán usó cinco categorías de consecuencias que son universalmente
aplicables a todos los que debemos usar este paso para llevar a nuestros
alumnos al arrepentimiento.
1. Consecuencias para nosotros mismos. Póngase en el lugar de David
un momento, entonces lea la lista de Natán una vez más, y trate de
comprender cómo se sentía David. La disciplina de Dios apuntó
directamente a David.
2. Consecuencias para nuestra familia inmediata. No solamente sufriría
David por sus pecados, sino también sufrirían sus hijos, su esposa, aun sus
nietos. La disciplina de Dios alcanzó a los que David amaba.
3. Consecuencias para la comunidad cristiana. Aunque las palabras de
Natán solamente sugieren el impacto del pecado de David a través de Israel
y Judá, el resto de 2 Samuel y 1 Reyes hasta 2 Crónicas cuentan una historia
muy triste. Muchos judíos murieron y sufrieron por causa del pecado de
David.
4. Consecuencias para la comunidad no cristiana. Ya que Israel había
sido comisionada para ser una bendición a todo el mundo, la comunidad no
creyente también sufriría por causa de los pecados del gran líder de Israel.
Usted puede imaginar la angustia que sintió David —este hombre que
amaba a Dios profundamente y anhelaba construir un templo para alabar el
nombre del Señor entre las naciones— por dar ocasión a los enemigos de
Dios, no solamente para rechazarlo, sino también para blasfemarlo.
¿Cuántos individuos no creyentes fueron alejados aun más lejos del Señor
por causa del pecado de David? Nadie sabrá cuántos, ni tampoco
conoceremos todas las consecuencias eternas que este pecado causó en
sus vidas.
438
5. Consecuencias para el Señor. Cuando los niños hacen algo
trágicamente malo, frecuentemente son los padres los que sufren más. Me
pregunto si la persona que experimenta más dolor cuando pecamos no será
el Señor mismo. El hecho de que un hijo tan noble como David —conforme
al corazón de Dios— decidió pecar en una manera tan terrible (asesinato y
adulterio) tiene que haber traído una tristeza inmedible al Santo de Israel.
Tal como Cristo lloró por la dureza y la rebelión de Jerusalén, posiblemente
lloró por su siervo caído, el rey David. Seguramente Dios se entristece
cuando los que han sido creados a su imagen levantan el puño hacia él con
enojo y rabia.
Cada una de estas cinco consecuencias son inmediatamente aplicables
cuando tratamos de ayudar a un hijo rebelde o una hija rebelde a abandonar
su pecado, arrepentirse, y volver a casa. Aunque no somos Natán, y no
hemos recibido una revelación divina acerca de las consecuencias
específicas para nuestros alumnos, podemos usar nuestra imaginación
santificada para proyectar las consecuencias normales del pecado en la vida
de nuestros alumnos.
Para hacer efectiva esta mención de las consecuencias, debemos
mencionar cosas personales, específicas, realistas, visuales, dolorosas, y
cosas que afecten a muchas personas que son amadas por la persona en
pecado. Las consecuencias que mencionó Natán reflejaron cada una de
estas características. Una presentación efectiva de las consecuencias
muestra tanto dolor para tantas personas distintas que produce un miedo
profundo del sufrimiento severo y duradero, de modo que finalmente pesa
más que los placeres pasajeros que el pecado pudiera proporcionar.
Como maestro, su meta principal es probar que el arrepentimiento es el
paso más lógico para el alumno en pecado. Hasta este punto, los beneficios
del pecado parecen ser mejores que los beneficios de la obediencia; por lo
tanto sigue pecando. Todos nosotros pecamos porque el placer anticipado
439
del pecado parece más real en el momento que el posible daño y la disciplina
que pudiéramos experimentar.
Por lo tanto, las consecuencias deben reajustar la fantasía de la persona
para conformarse con la realidad bíblica. Al seguir escogiendo el pecado, la
persona se enfoca en el placer anticipado, y evita pensar en el dolor
anticipado. Cuanto más le parecen iguales en su mente estas dos áreas de
placer y dolor, más luchará con la tentación. Cuando las consecuencias
negativas finalmente superan el placer potencial, la persona inevitablemente
se arrepentirá.
Las consecuencias son simplemente las razones negativas por las
cuales una persona no debe cometer un pecado. En el libro de Proverbios,
usted puede leer muchas consecuencias que demuestran repetidamente lo
necio que es elegir el mal. Cuanto más grande es el sentimiento de dolor
anticipado, menos poder ejerce la tentación sobre la persona.
La presentación de Natán de las consecuencias conmovió tanto a David
que inmediatamente se quebrantó y confesó sus pecados. Al ganar más
habilidad en usar las consecuencias en su enseñanza pública y en su
consejería privada, verá que cientos de personas responden con el
arrepentimiento genuino. Cambiarán de parecer porque el dolor del pecado
pesa más que el placer del pecado. La Biblia define eso como
arrepentimiento.
440
nuestros alumnos a llegar a la restauración completa. (Vea Salmo 51 para
la confesión completa de David delante del Señor.)
Haga que sus alumnos florezcan mientras los lleva a un avivamiento
tantas veces como sea necesario, usando los cinco pasos de Natán:
comisión, confrontación, códigos, consecuencias, y confesión.
441
¿podría ser otra nube de confusión entre nosotros y la verdad?
¿Podríamos haber abandonado nuestra responsabilidad sin querer?
Debajo de las montañas de lógica humana había una pregunta
inquietante: Si Dios desea que ocurra el avivamiento (y por supuesto
lo desea), y si estamos pidiéndolo en oración (y muchos de nosotros
lo pedimos), entonces ¿por qué no concede lo que los dos
deseamos? Todo lo que sabía de Dios rompía contra esta pared
inmovible. Había inconsecuencias que no podía desenredar.
Finalmente, durante la segunda semana de la lucha, empecé a
progresar, preguntándome: «¿Cuáles son los pasajes bíblicos que
son más claros acerca del avivamiento?» ¿Por qué no dejar que las
Escrituras hablen por sí mismas?
El primer pasaje clave: 2 Crónicas 7:14
Me vino a la mente inmediatamente 2 Crónicas 7:14:
«Si se humillare mi pueblo,
sobre el cual mi nombre es invocado,
y oraren,
y buscaren mi rostro,
y se convirtieren de sus malos caminos;
entonces yo oiré desde los cielos,
y perdonaré sus pecados,
y sanaré su tierra.»
Al principio de esta revelación hay una pequeña pero poderosa
palabra de dos letras. Si. Me indica que todo lo que sigue es una
condición que cumplir. Todas las palabras de la segunda parte de
este matrimonio verbal comienzan con entonces, reflejando el
resultado prometido que ocurrirá si se cumple la condición.
442
Primero estudié la segunda mitad, la promesa, para descubrir los
resultados cuando se cumplen las condiciones de la primera mitad:
y perdonaré sus
La segunda promesa
pecados
mi pueblo,
sobre el cual mi
nombre es
y se convirtieren de
sus
443
Allí está, en blanco y negro —una revelación clara e indiscutible
directamente de Dios, ¡diciendo que el avivamiento depende totalmente de
nosotros, y no de él! Claramente prometió que enviaría el avivamiento si
cumplíamos sus condiciones. No estábamos haciendo lo que él pedía para
que el avivamiento llegara a nuestras vidas.
¡Cómo pude haber estado tan equivocado! Dios era fiel a su carácter, y
no estaba reteniendo un avivamiento por algún secreto profundo y oscuro.
Al contrario, Dios estaba dispuesto a enviar el avivamiento cuando nosotros
cumpliéramos lo que él requería. Si cumpliésemos esas cuatro condiciones,
¿Dios cumpliría las tres promesas de avivamiento? ¡Por supuesto que sí!
Entonces busqué alguna manera de pasar la culpa a otros por no
experimentar el avivamiento. No puede ser mi culpa, ¿verdad? Obviamente,
estas cuatro condiciones no son posibles —de otra manera, gozaría del
avivamiento más frecuentemente. Así que examiné las cuatro condiciones
para probarme a mí mismo que el avivamiento no podía ser mi
responsabilidad.
1. ¿Podría humillarme? Sí. Podría caer de rodillas en este momento y
humillarme sinceramente si decidiera hacerlo. Después de todo, el Nuevo
Testamento nos manda a humillarnos, así que no puedo decir que es
imposible humillarme.
2. ¿Podría orar? Sí. Podría orar en cualquier momento.
3. ¿Podría buscar el rostro de Dios? Sí. Podría buscar su rostro de
mañana y de noche. Su rostro está siempre delante de los que lo quieren
encontrar.
Después de reflexionar sobre estos puntos, ya sentía el peso de la
responsabilidad cayendo sobre mi corazón. Pero cuando abrí los ojos para
leer la última condición, finalmente me sentí como el responsable por
obedecer las cuatro condiciones, si realmente deseaba el avivamiento.
444
4. ¿Podría volver de mis malos caminos? Sí. El pecado conocido en mi
vida podría ser confesado y abandonado.
Pero, ¿cómo podría el paso de volver de mis malos caminos ser una
condición del avivamiento? Siempre pensé que los actos de arrepentimiento
y obediencia eran los resultados del avivamiento, y no las condiciones.
Había pensado incorrectamente que, cuando Dios finalmente decidía, en su
soberanía, enviar el avivamiento, entonces yo tendría el poder para tener la
victoria sobre mis pecados. Entonces, al final, ¿a quién culpaba por mis
caminos pecaminosos? En mi confusión, ¿quién pensaba yo que era
responsable por no enviar el avivamiento, y por no resolver todos mis
problemas? ¡Dios!
Busqué alguna manera de escapar de mi responsabilidad por mis
acciones —pero no encontré ninguna. Si quiero que Dios escuche, perdone
y sane, entonces debo volver de mis malos caminos.
¿El avivamiento puede ser tan claro? ¿El avivamiento puede estar al
alcance de cualquiera que decida obedecer las condiciones de Dios? Sí. 2
Crónicas 7:14 contesta claramente esta pregunta acerca de la
responsabilidad del avivamiento.
Pero sentí que había tocado solamente la superficie del asunto. 2
Crónicas se refería principalmente al avivamiento nacional, pero ¿qué del
avivamiento personal? Además, ¿cuál es mi responsabilidad, si alguna, por
mis alumnos, cuando siento que necesitan restauración espiritual? Seguí
investigando las Escrituras.
El segundo pasaje clave: Gálatas 6:1
Gálatas 6:1 agrega más conceptos acerca de esta confusión inquietante
con respecto a la responsabilidad por el avivamiento.
Hermanos,
si alguno fuere sorprendido
en alguna falta,
vosotros que sois espirituales,
445
restauradle
con espíritu de mansedumbre,
considerándote a ti mismo,
no sea que tú también seas tentado.
Solamente dos condiciones se requieren para que demos un paso.
Primero, debemos estar conscientes de que otra persona ha sido derrotada
por el pecado. Segundo, cuando vamos a hablar con esa persona, no debe
haber algún pecado serio consciente en nuestra vida, que pudiera impedir
la obra del Espíritu Santo en nosotros y a través de nosotros.
La próxima palabra, «restauradle», explica el resultado que debemos
lograr. En el griego original, «restaurar» está en el modo imperativo, y por lo
tanto es un mandato que debemos obedecer, no una sugerencia que
podemos considerar.
¡Qué contraste con la manera en que normalmente leemos este
versículo! Actuamos como si Dios hubiera dicho meramente que debemos
orar por la persona o quizás visitar a la persona. Este versículo nos manda
no solamente a aceptar la responsabilidad por orar y visitar, sino —note
claramente nuestra responsabilidad— por restaurar. Tenemos la
responsabilidad de reparar y restaurar a una persona del daño que ha hecho
el pecado.
El mensaje es claro. ¡Involúcrese, asuma la responsabilidad, muévase!
Este versículo se enfoca en el resultado deseado, y deja el proceso para
nuestra creatividad y personalidad, bajo la dirección del Espíritu Santo. En
un sentido, Dios nos ha delegado —con un mandato claro— la
responsabilidad de restaurar al cristiano en pecado, bajo la dirección y en el
poder del Espíritu Santo.
El tercer pasaje: Efesios 4:11–12
Aunque la voluntad de Dios acerca del avivamiento se ponía más y más
clara, encontré todavía un asunto sin resolver. ¿Dios había revelado en la
Biblia algunas instrucciones específicas para maestros con respecto al
446
avivamiento? Continué mi investigación de las Escrituras y empecé a
estudiar la palabra griega para restaurar, esperando descubrir algún vínculo
con el maestro. Encontré la misma palabra en el pasaje donde Dios revela
la descripción de trabajo para maestros (Efesios 4:11–12, que estudiamos
en la ley del desarrollo). ¡No pude creerlo!
«Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; … y a otros, pastores y maestros, a fin
de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.…»
¡La palabra «perfeccionar» tiene la misma raíz que la palabra restaurar
en Gálatas 6:1! Claramente, entonces, la razón por la que Dios nos dio a
usted y a mí ser maestros a Su iglesia fue para restauración y avivamiento.
¿Ha considerado al avivamiento como parte de su llamado? ¿Ha
entendido que Dios quiere que usted y yo reclamemos a sus pródigos donde
sea que hayan llegado, y en el estado que hayan caído?
¿Puede usted imaginar el impacto que haría en la iglesia, si aun un
pequeño porcentaje de los maestros cristianos asumiera esta
responsabilidad que Dios les ha dado? Nunca más podríamos enseñar
solamente por el contenido; ¡enseñaríamos por los corazones de nuestros
alumnos!
Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le
hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará
de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. (Santiago 5:19–20)
447
Nos equivocamos en gran manera cuando tratamos de producir
avivamiento en los alumnos, sin asegurarnos que ya hayan recibido a Cristo
y que hayan llegado a ser hijos de Dios, creyendo en su nombre (Juan 1:12).
Muchos maestros presuponen que sus alumnos ya han recibido a Cristo
porque vienen de familias buenas, o porque aparentan ser cristianos, o
porque asisten a instituciones cristianas.
¿No sería prudente, entonces, presentar el plan de la salvación en
momentos apropiados durante nuestra enseñanza? Algunos maestros
toman tan en serio esta responsabilidad que visitan a sus alumnos
individualmente para determinar su condición espiritual y presentar el
evangelio.
Recuerde, sin embargo, que cuando enseña o predica y aconseja para
traer avivamiento a alumnos inconversos, es como predicar a una sala de
cadáveres. Si no han aceptado a Cristo, según la Biblia son «muertos en su
pecado», y no pueden experimentar el «avivamiento» hasta que están
«vivos».
450
Al final de un mensaje un día sábado en la noche en una conferencia de
una universidad prestigiosa, invité a los que se sentían esclavizados al
pecado a verme después de la reunión. Una señorita se me acercó, y no fue
difícil darme cuenta de que estaba bajo una convicción profunda de su
pecado. Sacamos un par de sillas, nos sentamos, y empezamos lo que
resultó ser un avivamiento personal de tres horas.
La primera hora la llevó a un arrepentimiento profundo por su pecado.
La segunda hora era una batalla intensa para llevarla a la decisión firme de
terminar con su pecado en el futuro. Pero cuando le pedí que llamara a la
otra persona involucrada para terminarlo, se puso pálida. Finalmente dijo:
—Lo haré la próxima semana, lo prometo.
Yo sabía que, si no llamaba esa misma noche, no estaría libre. Con los
labios temblando, y las palmas transpirando, ella rogaba — no podía llamar
y terminarlo. El miedo la tenía amarrada. Pero mientras orábamos, la paz de
Dios inundó su corazón, y ella dijo que llamaría si yo estuviera al lado,
diciéndole lo que debería decir.
Juntos caminamos al final del pasillo del hotel, lleno de gente, y ella
marcó el número de larga distancia. Ya era después de medianoche, pero
ella sabía que todavía estarían en una fiesta. Finalmente la persona llegó al
teléfono, y ella se puso tiesa. Yo oré, y le decía lo que tenía que decir. Al
decirle a la otra persona su decisión, ella empezó a sollozar. De repente se
colapsó contra la pared. Ella sentía que las raíces del pecado estaban
siendo extraídas y estaba siendo liberada. Era cirugía profunda y dolorosa.
Después llamamos a su madre y a su padre en el otro extremo del país.
Lágrimas de angustia fueron reemplazadas por lágrimas de gozo cuando
escucharon de primera mano que sus oraciones desesperadas al final
habían sido contestadas.
Antes de irme, le hice prometer encontrar a sus cuatro mejores amigas,
que también estaban en la conferencia, y decirles lo que había hecho.
451
—Pide que oren por ti en voz alta ahora —dije—. Entonces quiero ver a
las cinco mañana después del desayuno para planificar la estrategia para su
victoria continua.
La mañana siguiente las vi venir, cantando a todo volumen — no cinco,
sino ocho—todavía llorando, pero ahora lágrimas de gozo, perdón, y
resolución. Sabía que sus amigas la ayudarían a pasar por las aguas
turbulentas.
Su rol en la restauración de su alumno nunca es completo, hasta que su
conducta esté en completa armonía con la obediencia. Tal como un cirujano
que ha abierto al paciente a veces encuentra más cáncer de lo que
esperaba, así la incapacidad de comprometerse con la obediencia en el
futuro comprueba que hace falta más cirugía. Ni el cirujano ni el maestro
pueden ignorar ese descubrimiento y simplemente cerrar el paciente.
Aunque la masa principal de cáncer ha sido removida, el cáncer que queda
pronto se esparcirá y llegará a ser más grande que el primero, si no lo sacan.
Por lo tanto, siga con la cirugía hasta que todo haya sido limpiado y su
alumno haya sido liberado.
454
Siempre recuerde Proverbios 4:23 al enseñar a sus alumnos a amar más
a Jesucristo:
Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
Porque de él mana la vida.
Conclusión
Durante los años que he enseñado esta verdad bíblica, muchas
personas han informado cuán profundamente les tocó la ley del avivamiento.
Sus corazones despertaron a la verdad que Dios los había llamado a un
ministerio de avivamiento —tanto en la sala de clases como fuera de ella.
Había recién terminado de enseñar Las siete leyes del aprendizaje en
una conferencia en el medio-oeste. La gente salía en fila, expresando su
gratitud por la conferencia. En medio de la fila una señora de edad me miró
directamente y me preguntó:
—¿Le puedo dar un abrazo? ¡Tengo que darle un abrazo!
Me llamó la atención, pero sonreí mientras la gente detrás de ella
esperaba, y le dije:
—¡Por supuesto, sería un honor!
Su abrazo fue muy fuerte, y sentí que ella temblaba al soltarme. Cuando
retrocedió un paso, dijo intensamente:
—¿Usted debe saber por qué ese abrazo fue tan importante para mí? —
las lágrimas caían por su mejilla. Ella olvidó que había cientos de personas
455
mirando, y continuó—, Mi tío abusaba de mí, y me violó repetidas veces
cuando era una niña, y nunca he podido perdonarlo. Pero cuando nos
arrodillamos durante el fin de la ley del avivamiento, por fin pude perdonarlo.
Sentí que venía algo más, porque sus labios temblaban. Su voz se
quebró repetidamente mientras hablaba.
—Cuando lo perdoné, empecé a sentir un calor fuerte en mi pecho, y
pasó por todo el cuerpo. Pensé que había tenido un ataque cardíaco, así
que le pregunté a Dios qué me pasaba. Dijo: «Tú has perdonado a tu tío, y
ahora te puedo perdonar a ti. Estoy quemando toda la amargura y el enojo
que han quedado en tu cuerpo».
Su rostro cambió de repente, y puso la sonrisa más radiante que he visto.
Tomó mi mano, se inclinó y susurró:
—No he podido tocar un hombre en todos estos años. Odiaba a los
hombres. Cuando venía caminando hacia usted en la fila, sabía que si podía
abrazarlo, había sido realmente curada.
Entonces me abrazó de nuevo y se fue caminando, exclamando:
—¡Estoy libre! ¡Gloria a Dios! ¡Estoy libre!
En ese momento, todo valió la pena. El desafío de arrepentirse y
experimentar avivamiento había sido hecho. Ella extendió la mano y
experimentó un milagro que rompió las cadenas que la tenían amarrada. El
poder de la cruz para perdonar fue el mismo poder que la limpió y la liberó
de la tumba de la violación y el abuso.
Cuando hablamos de la responsabilidad de ir a una persona o una clase
o una iglesia que necesita avivamiento, somos inundados con los
sentimientos de miedo e inseguridad. ¿Quién entre nosotros será adecuado
en su propia fuerza para ayudar a otra persona a redescubrir al Señor? Yo
sé que no soy.
Las noticias maravillosas son que Dios no espera que ninguno de
nosotros sea adecuado. Él desea que dependamos de él y de su capacidad.
Cuando hacemos eso, el mismo Dios que envió a Natán a David para
456
hacerlo volver, también nos dará el poder para hacer volver a otro David —
si solamente abrimos nuestro corazón a su dirección. Ya que Dios lo ha
comisionado, ¿no le dará también el poder?
El avivamiento es mi ley favorita. Quizás por que es la favorita del Señor
—porque es él quien anhela más profundamente el regreso de sus hijos
descarriados. Cuando traiga de vuelta a los David, mire arriba al monte
santo, y verá al Señor corriendo hacia ustedes—con los brazos abiertos, ya
celebrando el retorno de su hijo pródigo.
Su David se lo agradecerá por el resto de su vida, y Dios también —por
la eternidad.
457
4. Si el avivamiento llegara a su iglesia, sería después del arrepentimiento y
la restauración por el pecado pasado y presente. Desde la perspectiva de
Dios, ¿cuáles son los pecados principales en general en su iglesia que
necesitan ser confesados y arreglados, antes de que él esté libre para enviar
un avivamiento? Lea Nehemías 1 y arrodíllese delante del Señor para
arrepentirse en representación de su iglesia.
458
14
LA LEY DEL AVIVAMIENTO; EL MÉTODO Y
LOS MAXIMIZADORES
En medio de la noche, recibí un llamado telefónico de un amigo desde
el otro extremo del país. Se disculpó por llamar a tal hora, pero estaba muy
angustiado. Otro amigo en su iglesia había llamado esa tarde para darle
las terribles noticias de un anciano clave de su iglesia que había sido
arrestado nuevamente por manejar en estado de ebriedad.
Mi amigo había salido de su oficina inmediatamente para ir a la cárcel,
donde el anciano contó toda la historia. No solamente estaba en la cárcel
por manejar ebrio, sino había sido un alcohólico secreto durante años.
Además, estaba bajo mucha presión económica después de sumar una
cuenta con su tarjeta de crédito por más de $30.000. Su esposa estaba
amenazando dejarlo, diciendo que su relación había estado muerta por
años.
—Pero lo peor de todo es que no le importa a este hombre —dijo mi
amigo—. Su corazón está endurecido y no quiere nada con Dios. ¿Qué
debo hacer? Casi todos quieren echarlo de la iglesia y dejarlo morir en la
cárcel porque lo había escondido todo este tiempo.
Finalmente, mi amigo preguntó cómo los otros ancianos podrían hacer
volver a su compañero de labor al Señor y restaurar su vida y su ministerio.
Lo que le dije está resumido en las próximas páginas.
¿Sabe usted cómo ayudar a un cristiano que se ha alejado de Cristo?
¿Sabe guiar a sus hijos desobedientes, o a su familia, o a sus amigos de
vuelta a la obediencia? El método del avivamiento es un concepto
revolucionario de las Escrituras que cualquier padre, pastor, maestro, o
amigo puede usar para ayudar a otro cristiano a restaurar su vida. He
459
usado estos cinco pasos muchas veces y he visto docenas de personas
descubrir el gozo de caminar en armonía con el Señor.
Y a propósito, resultó con mi amigo. Llamó varias semanas después
con las buenas noticias que el anciano estaba en el camino de
recuperación. La iglesia se había unido para apoyarlo como un hermano
en la fe que desesperadamente necesitaba su ayuda y su apoyo.
460
Paso 1: La revelación
La gente necesita avivamiento simplemente porque han desobedecido
al Señor. Necesitamos empezar, por lo tanto, con la certeza de que la
persona de hecho cometió pecado. Reconozca la diferencia entre hacer
algo que usted no aprueba, y hacer algo que Dios prohíbe. No somos la
voz de Dios para pronunciar algo bueno o malo; la Biblia misma hace eso.
Si la Biblia dice que algo es pecado, entonces es pecado. No es
simplemente su opinión, sino que es la «revelación» de Dios. Por ejemplo,
Dios dijo, «No hurtarás». Si alguien ha robado, ha pecado. No solamente
ha transgredido la ley de la nación, sino también ha transgredido la ley del
cielo. Muestre a la persona el «pasaje» específico y los «códigos» o los
principios que han sido quebrantados.
Por lo tanto, si usted sabe que una persona ha quebrantado los
mandamientos de las Escrituras, entonces Dios lo ha hecho responsable
por ir a esa persona en amor para restaurarla. Cuando vaya, simplemente
461
estará obedeciendo a Dios. No está dando su propia opinión —está
entregando la revelación divina.
El primer paso en ayudar a un creyente a volver al Señor es enfrentarlo
con la enseñanza bíblica acerca de su condición. Hasta que el creyente
vea que su condición es el resultado de la desobediencia directa, el
problema nunca será claro, y por lo tanto no puede ser resuelto.
Imagine a un paciente enfermo visitando a su médico. «Doctor, no sé
cuál es el problema. Pero ya no me siento bien como antes». Entonces
imagine que el médico le recetara un medicamento y le exhortara a
mejorarse. Ese paciente estaría confundido, porque el médico nunca le
diagnosticó el problema. De una manera similar, muchos maestros nunca
identifican el problema verdadero, y siguen tratando de mejorar los
síntomas.
El problema de raíz detrás de la necesidad de avivamiento es la
desobediencia del creyente al Señor.
El maestro debe identificar y exponer los pasajes clave de las
Escrituras que presentan las normas de Dios de tal manera que el alumno
sea obligado a enfrentar los hechos directamente. El maestro debe
presentar los pasajes bíblicos claramente, y sin interpretación personal. El
alumno debe ver por sí mismo que la Biblia enseña que tal conducta es
pecado. El maestro debe seguir tocando ese punto hasta que haya
consenso de parte del alumno (o de los alumnos).
En este primer paso, el maestro no está amonestando al alumno o
reprendiendo al alumno por su pecado, sino solamente exponiendo lo que
enseña la Biblia acerca de él. Tenga cuidado de aclarar que usted está
tratando de identificar solamente lo que dice la Biblia acerca del tema, y no
lo que pueda pensar el maestro o los alumnos acerca de tal conducta.
Mantenga la presentación directa, sin emociones. Evite los comentarios
subjetivos o emocionales. O la Biblia manda cierta conducta o no la
manda. Si lo hace, asegúrese de que no pida disculpa y que no suavice el
462
mensaje. Posiblemente no se sienta cómodo en esta etapa, pero su rol es
el de presentar lo que dice la Biblia.
El maestro debe buscar consenso preguntando algo así: «¿Podemos
estar de acuerdo que, según los pasajes que hemos estudiado, la Biblia
enseña que X es un pecado?» No proceda al siguiente paso hasta que se
haya terminado la discusión. Continúe enfocando la atención del alumno
en el texto, y no en su conducta personal.
Paso 2: La reprimenda
Cuando sus alumnos hayan admitido que la Biblia dice que cierta
conducta es pecaminosa, entonces usted debe lograr que reconozcan
personalmente que su propia conducta es un pecado. Este paso es el puente
crucial entre la revelación de Dios y el arrepentimiento del alumno.
Este paso concentra la atención del alumno en pecados específicos que
ha cometido. Para el fin de este paso, el alumno no debe estar diciendo
solamente: «Sí, la Biblia enseña que esto es un pecado» (paso 1), sino
también «Sí, yo he desobedecido a Dios, y por lo tanto he pecado delante
de él».
Hasta este punto, tres factores ya deben estar causando una
«reprimenda» en el corazón del alumno. Estos tres «agentes de reprensión»
incluyen su propia conciencia, el Espíritu de Dios que mora en él, y la Biblia.
Los tres, sin embargo, pueden ser ignorados. Él puede racionalizar sus
acciones en su conciencia; reprimir el Espíritu, rechazando su obra de
convicción; y silenciar las Escrituras, evitándolas.
En tal caso el Señor tiene un agente más que usa para reprender. Créalo
o no, la Biblia enseña que Dios lo ha comisionado a usted y a mí para ser
este agente final para reprender. Los cuatro agentes proveen una maya de
seguridad que Dios ha colocado debajo de sus hijos. Vaya y trate de
«persuadir» al hermano errado, amándolo a él, pero «censurando» su
conducta.
463
Reprender o amonestar a alguien significa criticar fuertemente o
acusarlo. El elemento de confrontación está claramente presente. Es una
lástima que en nuestras escuelas, iglesias, y negocios, ya no se practica la
reprensión y la amonestación. Nuestra sociedad ha decidido que las cosas
ya no son blancas y negras, sino solamente distintos tonos de gris. Ya que
todo es gris, lo que yo haga no le incumbe. Nuestra sociedad se opone
agresivamente a los que tratan de guardar las normas de Dios en una
manera pública, cuando reprenden lo malo.
Ya que los padres no reprenden a sus hijos y no les piden cuentas por
su conducta inapropiada, existe un caos en los salones de clases. Ya que
los pastores y los líderes no reprenden a sus congregaciones y no les piden
cuentas por su conducta, tenemos iglesias que no se pueden distinguir del
mundo.
La amonestación bíblica tiene que ver no solamente con lo que se dice,
sino también con la manera en que se dice. El qué de la amonestación se
comunica en la confrontación; el cómo de la amonestación consiste en el
estilo y el tono con que se confronta. Muchos versículos en la Biblia nos
instruyen a ser cariñosos y guiados por el amor.
La disciplina del Señor siempre tiene como propósito traer obediencia y
crecimiento. A veces el Señor debe ejercer una disciplina fuerte, tal como se
manifiesta en 1 Corintios 11:29–32, donde Pablo nos recuerda que el que
toma la Santa Cena indignamente trae juicio sobre sí mismo: «Por lo cual
hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen [se
han muerto]. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos
juzgados; mas siendo juzgados [como los que están enfermos o han
muerto], somos castigados por el Señor.…»
Hace poco tiempo estaba reprimiendo a una persona casada, porque no
quería dejar una relación adúltera. Finalmente tuve que usar las
consecuencias fuertes de la disciplina de Dios, y le dije que algunas
personas sufren severamente porque no se arrepienten de su pecado, y no
464
lo dejan. Después de dar uno y otro ejemplo, la persona se sentía incómoda
y dijo:
—¡Pare! ¡Me da miedo!
—¿Miedo de qué? —pregunté.
—Miedo de que Dios pueda castigarme si no dejo esta relación.
—Usted debe tener miedo —dije—, porque si piensa que Dios va a
quedar pasivo mientras usted destruye dos familias cristianas y hace daño
a todos los hijos y sus futuros matrimonios, usted no conoce el nivel de
compromiso que Dios tiene para protegerlo de su pecado. Incluso, la razón
por la que está actuando de manera tan necia es que no comprende el
«temor del Señor».
Si quiere ver un par de ilustraciones sólidas de esto, lea las
amonestaciones de Pablo en 1 Corintios. Algunas son suaves y otras son
directas y fuertes. O lea como Juan el Bautista reprende a las multitudes.
Piense en las reprensiones de Jesús hacia los líderes religiosos de su
época. Lea de nuevo los libros de Números y Deuteronomio, y observe como
Dios confronta y amonesta a su pueblo. No hay duda —el Señor predica y
practica el principio de la amonestación. ¡También debemos hacerlo
nosotros!
¿Qué habría pasado conmigo si mis padres no me hubieran amado tanto
para reprenderme? No lo puedo imaginar. También estoy agradecido que, a
través de mi vida, muchos de los hijos de Dios han obedecido su comisión
de reprenderme, algunos suavemente y otros con fuerza, sobre asuntos de
conducta, actitudes, y ocasionalmente sobre asuntos de carácter. ¡Cuánto
agradezco a Dios su obediencia y su amor!
De la misma manera, sus hijos, su cónyuge, miembros de su familia, y
sus alumnos se levantarán para darle las gracias por su amor en hablar la
verdad cuando se han descarriado y han necesitado una palabra de
amonestación.
465
Me gustan las palabras de Pablo a un maestro colega, Timoteo, que
también se aplican a todos nosotros que servimos al Señor:
Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los
muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a
tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y
doctrina. (2 Timoteo 4:1–2)
¿Tiene un corazón que desea ser totalmente obediente al Señor? ¿Lo
ama? Entonces, honre su mandamiento a reprender.
Los que luchamos con el dolor que sentimos cuando reprendemos a otra
persona no debemos pasar por encima de la frase «con toda paciencia».
Aun Pablo conocía el dolor que frecuentemente acompaña la reprensión.
Así que no se sorprenda con el sufrimiento cuando obedece al Señor —
aumente su compromiso con su deber, y decida hacerlo sin importar las
consecuencias, «con toda paciencia».
Paso 3: El remordimiento
Este paso es el punto de cambio en la vida de la persona a quien usted
quiere ayudar. Todo hasta ahora ha sido para llegar al remordimiento, al
arrepentimiento; todo lo que sigue depende de tal arrepentimiento. El
arrepentimiento es el corazón del avivamiento. Guíe a la persona a sentir
«pesar» por su pecado y a experimentar la verdadera «contrición».
La palabra básica para arrepentimiento en el Nuevo Testamento en
griego es metanoeo, que significa «cambiar de mente o de percepción». La
Biblia usa el concepto de arrepentimiento en tres maneras principales:
1. Expresar remordimiento por un acto o una actitud inapropiada.
2. Expresar un cambio de corazón cuando un no creyente ve su necesidad
eterna, y se da cuenta de que solo el sacrificio de Cristo es suficiente pago
por sus pecados, y por lo tanto cambia su mente y escoge creer y recibir al
Señor Jesucristo como redentor.
466
3. Expresar un cambio de corazón cuando un cristiano cambia de mente, y
como consecuencia cambia su conducta, después de actos de
desobediencia personal.
Esta sección de la ley del avivamiento enfoca en la tercera categoría del
arrepentimiento. Para explicar este paso de transición en el proceso de llevar
a una persona al avivamiento, me gustaría ampliar el significado técnico de
arrepentimiento para incluir tres conceptos relacionados.
1. El arrepentimiento debe incluir la convicción
En el corazón de la convicción descansa la palabra raíz convencer, que
significa conquistar algo que una persona cree o piensa, reemplazándolo
con algo diferente. En el corazón del avivamiento debe haber
arrepentimiento, un cambio de mente. La mente cambia —se convence—
porque otro pensamiento o creencia conquista lo que estaba en su mente
antes. El fundamento del arrepentimiento siempre toma lugar en la mente
de la persona.
Detrás de cada acción pecaminosa hay un pensamiento pecaminoso
que causa el pecado, y ese pensamiento debe ser conquistado por el
pensamiento bíblico correcto. Cuando guiamos a una persona al
arrepentimiento, debemos primero tratar sus pensamientos. Debemos
encontrar los pensamientos incorrectos detrás de la desobediencia y
vencerlos con los pensamientos correctos bíblicos.
Cuando quiere convencer a una persona que su pecado no es sabio,
debe oponer y vencer las racionalizaciones que controlan sus
pensamientos. Racionalizar significa hacer que algo irracional parezca
razonable; o justificar la conducta o debilidad, especialmente para sí mismo;
encontrar razones posibles pero no válidas para la conducta. Al final, las
racionalizaciones son las condiciones internas que necesitan
arrepentimiento.
Todo pecado surge de pensamientos falsos que son concepciones
falsas acerca de la naturaleza de Dios o la voluntad de Dios. El adulterio se
467
comete porque la persona se ha convencido de que la inmoralidad traerá
más felicidad y placer que la fidelidad que Dios ha mandado. Por lo tanto,
Dios tiene que haber mentido, y sus caminos no son los mejores.
Las racionalizaciones se fortalecen más y más cuando no son
enfrentadas. Pronto las mentiras forman una alianza y luchan juntas en
contra de la verdad, cuando trata de vencerlas. La persona cambia su mente
paulatinamente, desde pensar que los caminos de Dios son los mejores
hasta pensar que sus caminos no son los mejores. Se podría decir que el
cristiano está experimentando un arrepentimiento al revés —sus
pensamientos están siendo vencidos por los pensamientos malos.
Finalmente, las racionalizaciones llegan a ser muy fuertes, y ejercen
mucho poder sobre la mente del cristiano, y por lo tanto sobre su conducta.
La Biblia llama a estas áreas de derrota mental fortalezas.
Las fortalezas son castillos poderosos que gobiernan sin piedad sobre
los dueños previos de esa parte de la mente. Su propósito es extender su
reino a través del engaño y la manipulación. Mientras estas fortalezas crecen
en poder e influencia, finalmente obligan a la persona a someterse a su
poder y la esclavizan. En vez de ser un esclavo de Cristo, llega a ser un
esclavo del enemigo.
En áreas alrededor de pecados mayores, puede estar seguro que hay,
no una sola fortaleza, sino una serie de fortalezas estratégicamente
ubicadas en cada puerta de la mente de la persona. Cada vez que la persona
sale de la oscuridad para encontrar la luz, las fortalezas reúnen sus ejércitos
para derrotar al cristiano.
Cuando un cristiano que ha sido casado durante mucho tiempo
seriamente considera el divorcio, por lo menos una media docena de
fortalezas mayores ya han sido construidas: el enojo no resuelto, la falta de
perdón, resentimientos, y amargura. Si alguna vez ha tratado de cambiar la
mente enferma de una persona decidida a divorciarse, usted ha enfrentado
468
estas fuerzas. Se ha encontrado en combate directo con muchas
racionalizaciones, castillos, y fortalezas.
En ese momento, debemos recordar que la oración es nuestra arma más
poderosa. ¡Debemos llamar a la caballería del otro lado del cerro!
Pues aunque andamos en la carne,
no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez
que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo. (2 Corintios 10:3–5)
Las fortalezas son «destruidas» porque se levantan contra el
conocimiento de Dios. Las fortalezas se esfuerzan para ser el dios para la
persona, conquistando los mandamientos de Dios.
Fíjese además que nosotros debemos «derribar argumentos» que
también hacen la guerra en contra del conocimiento de Dios. Un argumento
es una razón o las razones ofrecidas en contra de algo; un discurso que
pretende persuadir o convencer. No pierda la dirección clara de la Palabra
de Dios, cuando dice que estamos involucrados en derrotar los argumentos
por medio de la convicción de la verdad. ¿Qué nos hará libres? ¡La verdad!
Nunca debemos olvidarlo: nuestros pensamientos son cautivos, o del
Señor o del enemigo. Cuando los pensamientos son liberados de la fortaleza
del enemigo, usted ha ganado. La persona se ha arrepentido en el sentido
bíblico.
El resultado es un cambio de conducta. Cuando ocurre el
arrepentimiento en la mente, el avivamiento ocurrirá en la vida. Este vínculo
vital controla casi cada parte de nuestra vida. Lo que sea que controla
nuestros pensamientos, controla también nuestra conducta. La creencia
determina la conducta.
469
2. El arrepentimiento debe incluir la contrición
Desdichadamente en algunos círculos cristianos, el arrepentimiento está
limitado a su definición más angosta: cambiar de mente. Aunque la palabra
griega para el arrepentimiento significa cambiar de mente, también incluye
otros matices de significado.
La contrición es otro componente del arrepentimiento bíblico. Estar
contrito significa sentirse profundamente y humildemente triste por los
pecados; sentir remordimiento. La contrición describe las emociones y los
sentimientos. Cuando una persona se arrepiente profundamente y cambia
su mente acerca de un pecado mayor o un acto de desobediencia, sus
emociones también cambian. La contrición acompaña o sigue a la
convicción. La contrición es una emoción de transición en el avivamiento,
porque permite que la persona haga la transición de la dureza de corazón
hasta la blandura de corazón. La contrición es el «ablandador del corazón»
que utiliza Dios, porque suaviza el corazón endurecido con frialdad e
indiferencia. Cuando las lágrimas lavan la cara de la persona, el corazón
también se purifica y se renueva.
Nunca debemos permitirnos limitar el avivamiento meramente a un
cambio de mente. Debe incluir también una limpieza de las emociones. Sin
la purificación de las emociones, la persona que ha experimentado un
cambio de mente posiblemente no se sienta perdonada, aunque sepa en su
mente que está perdonada.
Muchas veces en la consejería, descubro a un cristiano que ha pecado
seriamente, lo ha confesado al Señor y ha abandonado ese pecado, pero
vive derrotado porque no se siente perdonado. Frecuentemente esto refleja
una falta de una contrición genuina y completa. La contrición completa
permite que el cristiano esté consciente del dolor que ha causado a otros, y
también se perdone a sí mismo por su pecado. Tal como la confesión
asegura perdón del Señor, la contrición nos anima a perdonarnos a nosotros
mismos.
470
Una y otra vez en la Biblia, la contrición acompaña el avivamiento.
Cuando se cambia la mente (convicción), el corazón se rompe (contrición).
Considere el avivamiento en 2 Crónicas 34:27, donde el Señor describe lo
que hizo el rey Josías cuando se arrepintió:
«porque se enterneció tu corazón y
te humillaste delante de Dios
cuando oíste sus palabras
contra este lugar y contra sus habitantes, y te humillaste delante de mí,
y rasgaste tus vestidos y
lloraste delante de mí,
ciertamente te he oído»,
declara el Señor» (LBLA)
Considere también el gran avivamiento de Nehemías 8–9 cuando el
pueblo de Dios escuchó la Palabra de Dios, reconoció su gran pecado, y se
arrepintió en cilicio y cenizas, con llanto y tristeza.
¿Cree que la contrición es importante para Dios? ¿Cree que le importa
a Dios que nos sintamos tristes, o que solamente cambiemos de mente?
Tenemos una respuesta clara para esa pregunta en la oración de confesión
de David.
Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado
no despreciarás tú, oh Dios.
(Salmo 51:3–4a, 16–17)
Finalmente, la contrición debe ser apropiada de acuerdo con la
naturaleza del pecado cometido. Un acto de impaciencia, hablando en un
471
momento sin pensar, no es tan serio como robar algo del supermercado, que
no es tan serio como cometer adulterio con una compañera de trabajo, que
no es tan serio como el asesinato.
Esta relación crucial entre la gravedad del pecado y la profundidad de la
tristeza muchos la ignoran, mientras llevan a alguien al avivamiento. Cuanto
más profundo y más intencional y más dañino es el pecado, cuanto más
profundamente debe sentir la tristeza y la angustia.
Hay una barrera en cada uno de nosotros entre lo que pensamos y lo
que sentimos. Para algunos, esto casi no existe, y sienten dolor de manera
apropiada fácilmente. Pero otros, por algún motivo, han construido una
muralla para proteger sus emociones del dolor. Debemos amarlos lo
suficiente para encontrar la puerta de esa muralla y liberar su culpa y
remordimiento que han estado encerrados.
3. El arrepentimiento debe incluir la confesión
El avivamiento no puede permanecer en privado. El cristiano no
solamente debe confesar su pecado al Señor, sino también debe
reconocerlo delante de usted y delante de otros que hayan sido impactados
directamente por sus actos de desobediencia.
El término bíblico confesar viene de una palabra compuesta en griego
homologeo, que significa «hablar la misma cosa», o estar de acuerdo con
otra persona. Cuando un criminal confiesa, significa que el criminal está de
acuerdo con las autoridades en que ha cometido un crimen.
¿Por qué es tan importante la confesión? Porque es aquí donde el
cristiano se humilla y asume responsabilidad plena por sus acciones y
reconoce abiertamente que debe buscar perdón y restauración con Dios y
con otros. Hasta este punto, el arrepentimiento es interno y privado. El
arrepentimiento sin confesión trata el pecado como si fuera una isla aparte,
y no como un acto que ofende tanto el cielo como la tierra.
Una investigación de las Escrituras hace evidente que la confesión no
es una opción. No solamente es crucial cuando se trata de la salvación
472
(Mateo 3:5–6; 10:32–33; Romanos 10:9–10; Filipenses 2:9–11; 1 Juan 4:2–
3), sino también tiene un rol crucial con respecto a nuestro pecado (Levítico
5:5–6; 16:21; 26:40–42; Salmos 32:5; 1 Juan 1:9) y con respecto a otros que
herimos con nuestro pecado (Mateo 5:23–24; Santiago 5:16). Es serio darse
cuenta de que la Biblia nos manda, bajo ciertas circunstancias, a confesar
nuestros pecados los unos a los otros de una manera similar a nuestra
confesión al Señor.
Cuando una persona se acerca al punto de confesar sus pecados al
Señor, normalmente le pido que me nombre los pecados específicos que ha
cometido. Frecuentemente la persona tratará de decir algo muy general
como: «He pecado mucho, y Dios sabe todo». Trate de mantener a la
persona en este punto, hasta que confiese cada pecado específicamente.
La razón por la cual esto es difícil es que todavía no han plenamente
reconocido a sí mismos que han cometido esos pecados, o tienen miedo de
que usted perderá respeto por ellos si admiten sus pecados específicos.
Discierna cuál es el problema que causa mayor preocupación, y confróntelo
abiertamente y honestamente.
Recuerde, usted no es un juez, sino un amigo y un pecador también,
salvo por gracia. Ocasionalmente, el Señor puede traerle una persona que
ha caído profundamente en pecado serio. Cuando una persona puede
confesar ese pecado, está en una posición muy vulnerable. Necesita mucho
cariño y comprensión. Obviamente, tenemos que mantener estos asuntos
en estricta confidencialidad.
Cuando una persona confiesa sus pecados y usted le ha ayudado a
llevar el peso de sus cargas, piense en ayudarle a perdonarse a sí misma,
diciendo que usted la perdona. Mírela a los ojos directamente y diga:
«Lamento que hayas pecado de esta manera, pero quiero que sepas que
también te perdono. Nunca debes preguntarte después de salir de aquí si
me puedes mirar a los ojos sin sentir vergüenza. Tú puedes —porque todos
473
nosotros hemos sido perdonados solamente por la sangre de Cristo». Su
aceptación le animará a creer que Dios también le perdona.
Después de expresar su perdón, pida a la persona que confiese su
pecado de nuevo; esta vez al Señor. Cuando confiesa su pecado a usted
primero, no solamente se asegura que esté siendo honesta, sino también la
está preparando a aceptar y recibir el perdón del Señor.
Debemos siempre llevar a una persona a procesar su pecado de una
manera apropiada, para que pueda ser sanada completamente. Note la
progresión lógica del arrepentimiento.
Primero: Convicción, se cambia la mente.
Segundo: Contrición, las emociones sienten remordimiento.
Tercero: Confesión, la voluntad reconoce la responsabilidad.
La mente tiene que cambiar primero, entonces las emociones deben
sentir, y finalmente la voluntad debe actuar.
Paso 4: El recomienzo
Es tiempo de enfocar rápidamente la atención de su alumno en el futuro,
y dejar de pensar en el pasado. No piense que ha terminado. Recuerde, el
mandamiento es restaurar al que está caído en algún pecado. ¡Qué emoción
cuando alguien de su familia, un amigo, o algún alumno se arrepiente —pero
el cambio verdadero es cuando se asegura que la victoria permanezca.
Cuanto más tiempo la persona ha estado practicando el pecado, más
decidido debe estar en contar con la presencia y el poder del Espíritu Santo.
El propósito final del «recomienzo» es el de fortalecer a la persona, para que
pueda seguir obedeciendo. Para maximizar su fuerza de voluntad, hay tres
pasos que se deben seguir, de manera que la persona «prometa» a sí
misma y al Señor que honrará su compromiso de obedecer.
1. El recomienzo debe incluir la confirmación
Esta es la pregunta crítica: «Cuán decidido está a dejar este pecado del
cual acaba de arrepentirse?» Si usted escucha: «Nunca más voy a ceder a
474
esa tentación, por el poder del Señor que vive en mí», o algo parecido,
entonces felicite al alumno y anímelo. Sin embargo, si escucha: «No estoy
seguro acerca de la próxima vez, pero estoy afligido por lo pasado»,
entonces suba las mangas y prepárese para seguir trabajando, porque no
ha terminado la tarea. Identifique si la persona no está decidida a vivir en
obediencia, o si honestamente no está segura de que pueda obedecer, a
pesar del hecho de que sinceramente desea obedecer.
Recuerde, sin la confirmación acerca de lo que el alumno planea hacer
para la próxima vez que surja la tentación, él estará muy debilitado. Su
compromiso no está reforzado con una firme decisión de voluntad. Lo que
sucede ahora influye mucho en determinar quién domina su futuro. El único
camino a la libertad completa es por medio de una decisión libre de
someterse a la voluntad del Señor.
Recuérdele a la persona de las promesas en 1 Corintios 10:13:
No os ha sobrevenido ninguna tentación
que no sea humana;
pero fiel es Dios,
que no os dejará ser tentados
más de lo que podéis resistir,
sino que dará también
juntamente con la tentación la salida,
para que podáis soportar.
2. El recomienzo puede incluir un pacto
¿Cómo podemos fortalecer la decisión de una persona de resistir la
tentación? ¿Recuerda lo que hizo Josué cuando quería ayudar a sus
alumnos a caminar en obediencia cuando no estaba allí para guiarlos? Llevó
a la nación a establecer un pacto con el Señor. «Y el pueblo respondió a
Josué: Al Señor nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.
Entonces Josué hizo un pacto con el pueblo aquel día» (Josué 24:24–25,
LBLA)
475
¿Por qué un pacto? Porque era el compromiso más serio posible entre
Dios y el hombre. Josué sabía que su pueblo necesitaba tal compromiso
para ayudarles a pasar sobre las rocas de tentación que estaban por
delante. Es alentador que más adelante en el mismo capítulo la Biblia dice:
«Y sirvió Israel al Señor todos los días de Josué y todos los días de los
ancianos que sobrevivieron a Josué…» (24:31a, LBLA).
En todo la discusión de esta ley del avivamiento nos hemos referido a
los avivamientos que ocurren en la Biblia. Mirando estos, y otros
avivamientos, es aparente que «hacer un pacto», o «hacer un juramento»
era el paso normal después del arrepentimiento de pecados mayores. El
acto de arrepentimiento rompía la servidumbre a la desobediencia y el
recompromiso reestablecía la lealtad a la obediencia.
Cuando una persona ha expresado su compromiso para el futuro, usted
ha visto un paso gigantesco hacia la restauración. Por esta razón, nosotros
debemos considerar llevar a nuestros alumnos a hacer un compromiso con
el Señor para obedecerlo, y también a hacer un compromiso con usted
cuando sea necesario.
3. El recomienzo debe incluir la consagración
A estas alturas, ya debe haberse dado cuenta que estoy presentando
una serie completa de pasos que podrían usarse. En la vida real, solamente
algunos se usarán.
Cuando una persona rompe con un pecado serio, está inundado de
gratitud hacia usted y hacia el Señor. Muchos están sobrecogidos con la
grandeza del perdón de Dios; otros están sobrecogidos con un sentimiento
de libertad y salvación. En este momento, usted puede mejorar y enriquecer
mucho la vida espiritual del alumno. Ha ganado mucha inercia positiva. Si la
situación lo permite, ayude a su amigo a disfrutar algunos de los beneficios
adicionales que le ayudará tremendamente.
Es un momento excelente para desafiar a su alumno a consagrarse a
Cristo. Como nuestro enemigo usa nuestros momentos más débiles para
476
tentarnos a pecar, debemos usar nuestros momentos más fuertes para
«tentar» a otros a una piedad más profunda. Permítame sugerir tres áreas
de crecimiento que yo llamo «los desafíos a la consagración».
Desafíe a sus alumnos a mayor obediencia en las áreas específicas que
les tientan. Nehemías 10 nota que los compromisos eran específicos y
enfocados en las áreas en que habían enfrentado la mayor tentación —
incluyendo el matrimonio con no creyentes, el comercio en el día de reposo,
la celebración del año sabático, y asuntos relacionados con los préstamos y
los intereses.
Considere enfocar la atención de sus alumnos en las tentaciones
«universales» para la gente de su edad y circunstancias. Si está consciente
de algunas tentaciones específicas para el individuo, desafíelas.
Desafíe a sus alumnos a un caminar más cercano con el Señor,
buscándolo en sus tiempos devocionales y en la vida de oración. En el
avivamiento durante el reinado del rey Asa (2 Crónicas 15), la gente empezó
a «buscar al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su
alma» (v. 12). Cuando sus alumnos se hayan liberado del pecado, desafíelos
a hacer de su vida espiritual una más alta prioridad. Anímelos en sus tiempos
devocionales personales, en su oración personal, y en su participación en
un grupo de estudio bíblico y compañerismo.
Desafíe a sus alumnos a obedecer más completamente la voluntad de
Dios en todas las áreas de su vida. En el avivamiento bajo Josías (2 Crónicas
34), el pueblo pactó «guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus
estatutos, con todo su corazón y con toda su alma» (v. 31). En el avivamiento
en Nehemías 10, el pueblo juró «…guardar y cumplir todos los
mandamientos de Dios nuestro Señor, y sus ordenanzas y estatutos»
(LBLA).
Durante estos momentos preciosos cuando su alumno está más abierto
al Señor, invítelo a dedicarse más plenamente al Él. Cuando tratamos de
477
animar más crecimiento espiritual en los alumnos, estamos ayudándoles a
obedecer el llamado de Cristo.
Paso 5: La restauración
Finalmente, ¡la meta está a la vista! Recuerde, el mandamiento de Dios
es que «restauremos» a la persona caída en pecado. Hasta aquí todo es
preparación para eso. Existen tres áreas amplias que debemos considerar
en este paso, todas ellas para asegurar que su alumno lleve a la «práctica»
sus promesas, de manera que ustedes puedan «celebrar» juntos.
1. La restauración puede incluir compensación
La compensación puede ser necesaria si el pecado fue en contra de otra
persona(s). Jesús hizo claro que, antes de que la plena restauración con el
Señor sea posible, debe haber completa reconciliación con la parte ofendida:
«Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene
algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con
tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23–24).
Pida a su alumno que vaya a la persona que ha ofendido y que haga lo
que sea necesario para reconciliarse. Aunque sea la parte inocente y haya
sido ofendida por otra persona, debe ir a esa persona y buscar la
reconciliación.
Una noche después de una clase del Instituto de Caminata Bíblica en
Atlanta, un joven vino a decir que necesitaba hablar. Privadamente me
confesó:
—Yo miento todo el tiempo. Miento a mi esposa, a mi jefe, a mis amigos,
y trato de mentir a Dios. Miento cuando no hay motivo para mentir. Estoy
realmente asustado ahora, porque no puedo dejar de mentir.
Hablamos de su pecado, y le guié por los pasos de arrepentimiento, en
que lloró muchas lágrimas. En el paso del recompromiso, le pregunté:
478
—¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para tener una
conciencia limpia con Dios y con los hombres, y para sentir liberación de
esta esclavitud a la mentira?
—Sí —prometió—, haré cualquier cosa. Necesito ayuda. Nos dimos la
mano para confirmar su compromiso.
Él quería saber cuánto tiempo tomaría para volver a poner su vida en
orden.
—No será mucho tiempo; menos de un mes —le dije—, pero tendrás
que pagar un precio muy caro y humillarte repetidamente.
La primera cosa que le dije que tenía que hacer era ir a la casa, tomar
una hoja de papel, y hacer una lista de cada persona a quien había mentido,
según recordaba. Le dije que me llamara después para contarme a cuántas
personas había puesto en su lista.
Cuando llamó al siguiente día, podría detectar en el tono de su voz que
estaba luchando con la magnitud de su mentira.
—Tengo veintiséis personas en la lista —dijo—, y puede haber más.
—¡Bien! Ahora quiero que escribas cada uno de esos nombres en una
hoja nueva. En cada hoja, escriba una lista de cada mentira que has contado
a esa persona, según puedas recordar. Mañana, después del trabajo, me
gustaría que vinieras a mostrarme esa lista.
¡Qué prueba de su decisión! La próxima noche nos juntamos para comer
una hamburguesa en un restaurante, y repasamos la larga lista de mentiras.
Se puso serio, y estaba desesperado de encontrar la victoria. Le reafirmé y
le dije que lo respetaba por su valentía y que Dios le iba a bendecir por sus
esfuerzos. Entonces le pedí que pusiera las listas en orden, desde lo más
difícil de arreglar hasta lo más fácil.
—Ahora tienes tu prueba más grande —le dije—. Debes ir a cada una
de esas personas y confesar tus mentiras. Pide perdón y pregunta si hay
algo que puedas hacer para arreglar cuentas con ellos.
479
—¿Qué? —exclamó—. ¡Está bromeando! No puedo ir a toda esa gente.
La primera persona que puse en la lista es mi jefe; le miento siempre, y si él
lo supiera, me despediría. He mentido acerca de mis horas de trabajo
constantemente, y he recibido sueldo por horas que no trabajé. Además, él
me pide que mienta a los clientes cuando llaman para preguntar por qué no
ha llegado su pedido, y no lo hemos enviado todavía.
Mi amigo estaba en una encrucijada. Ya se había arrepentido, y había
dado el paso de recomprometerse, pero si no podía completar el proceso de
la restauración, nunca tendría libertad.
—Yo sé que esto podría costarte tu trabajo; incluso podrías tener que
pagar a tu jefe el dinero que recibiste incorrectamente. Pero debes tomar
una decisión difícil ahora, si vas a obedecer al Señor y hacer su voluntad, o
no. La obediencia nunca es fácil, pero siempre es lo correcto. Dios estará
contigo, y aunque pierdas tu trabajo, él guardará su promesa de suplir tus
necesidades. ¡Decide obedecer a Dios y confiar en él las consecuencias!
Después de una lucha difícil, decidió hablar con su jefe al día siguiente.
Le dije que si no podía hacerlo, que me llamara, y que yo iría con él. Me dijo
que lo haría solo.
Oré por él durante esa mañana, y fue casi la hora de almuerzo cuando
él llamó.
—¡No puedo creerlo! —dijo—. Confesé todas mis mentiras a mi jefe. Le
conté que había mentido acerca de mi horario, y que había mentido a sus
clientes por él. Le dije que era un cristiano, y que sabía que no debía mentir,
pero que lo había hecho y que lo sentía. Le dije que le pagaría por el tiempo
que le había robado, pero que no le iba a mentir más. Y aunque él me pidiera
que mintiera, no lo haría. Si el producto no ha sido enviado, no voy a decir
que está en camino.
¡Qué valentía!, pensé yo.
—Entonces, ¿qué pasó?
480
—Hablamos por más de dos horas, y él aceptó mis disculpas. Entonces
me sorprendió, diciendo que mi confesión le había hecho sentirse culpable
de sus mentiras. Me pidió disculpas y me dijo que no me iba pedir más que
mintiera. Me dijo que no me preocupara por el dinero, que lo consideraría
algo del pasado. Me dijo que quería que siguiera trabajando con él, y que
me respetaba por mi honestidad. ¿Lo puede creer? ¡Le dio las gracias a un
mentiroso como yo por mi honestidad!
Las próximas dos semanas él llamó o visitó a todos en su lista. Durante
la primera semana me llamaba cada dos días para informarme, pero pronto,
los dos ya sabíamos que estaba decidido a terminar la tarea. En un par de
semanas me mostró su cuaderno con cada mentira rayada. Entonces hizo
el comentario más interesante de toda la experiencia: —Desde que empecé
a confesar estos pecados a toda la gente, he dejado de mentir. Ahora estoy
tan decidido a decir la verdad, que creo que ¡nada ni nadie podría hacerme
mentir otra vez!
Así fue. Mi amigo estaba cruzando la meta. Había sido restaurado, y en
el proceso Dios le había sanado. Tal como lo prometió Santiago. Por lo tanto,
asegúrese de que sus alumnos hagan compensación por los errores de sus
pecados. La restauración siempre debe incluir el acto de arreglar cuentas
con todas las personas ofendidas.
2. La restauración debe incluir la purificación
A diferencia de la compensación, que trata de los que han sido heridos
por nuestro pecado, la purificación trata del cuidado de nuestras propias
vidas. La primera es pública, y la segunda es personal. La primera tiene que
ver con arreglar las relaciones, por causa de las cosas que hemos hecho,
mientras la segunda tiene que ver con remover todas las cosas en el
presente que podrían tentarnos a pecar.
Hay dos enfoques de la purificación que se presentan en los
avivamientos bíblicos. Primero, la gente remueve las cosas que son malas
481
o que son tentaciones. Segundo, la gente agrega cosas que aseguran la
obediencia.
Muy a menudo, permitimos que «gatillos» de tentaciones queden en
nuestras vidas, y sin embargo, después nos sorprendemos cuando
seguimos cayendo víctima de muchas tentaciones. Por otro lado, no
instalamos cultivadores de compromiso que nos animen a ser santos como
Dios.
Un «gatillo» de tentación es algo que seduce a una persona a acercarse
al pecado. Es el inicio de la tentación. Los gatillos pueden incluir a los amigos
de la persona, los lugares donde pasan tiempo, los eventos a los que
asisten, o las cosas que miran o escuchan. Debemos ayudar al alumno a
identificar los gatillos en su vida y a erradicarlos, o por lo menos minimizarlos
tanto como sea posible. Cuantos más gatillos removamos, menos tentación
tendrá que resistir la persona.
Un cultivador de compromiso es algo que motiva a la persona a
acercarse más a la obediencia y la dedicación al Señor. Los cultivadores nos
hacen inclinar hacia el compromiso con Cristo. Incluyen las mismas
categorías generales que los gatillos —gente, lugares, cosas, eventos,
actividades, hábitos y recuerdos.
Durante la etapa de la purificación, trate de ayudar al alumno a identificar
las cosas que lo harían inclinar hacia un caminar cercano con el Señor.
Cuanto más estén presentes estos cultivadores, más probable será que el
alumno progrese en su vida espiritual.
Los avivamientos bíblicos siempre incluyeron cultivadores de
compromiso: reconstruyeron el templo, revitalizaron el sacerdocio,
reinstituyeron las ofrendas del templo, fortalecieron a los sacerdotes y los
levitas, enviaron a maestros a predicar y enseñar la Biblia a través del país,
reestablecieron la práctica anual de las fiestas y las celebraciones. ¿Ve lo
obvio que es cuando tomamos un momento para verlo?
482
Nuestras vidas son muy influenciadas, si no controladas, por los
sistemas en que vivimos. La Biblia enseña que hay un sistema mundial bajo
el control de Satanás, donde todo es orquestado para destruir todo lo
cristiano. Su sistema está en todo lugar, y ha infiltrado cada parte de la vida.
Derribar los gatillos de la tentación reduce en gran manera la fuerza
omnipresente de la tentación.
Dios también tiene un sistema por medio del cual él cumple su perfecta
voluntad. Sin embargo, no es como el sistema de Satanás, porque
normalmente el sistema de Dios requiere acción voluntaria con propósito.
Las Escrituras, el Espíritu Santo, y los santos son los hilos normales
entretejidos en todo el sistema de Dios. Cuanto más un cristiano estudia las
Escrituras en armonía con el Espíritu, en sumisión a él, en comunión con
otros creyentes, y en una relación de rendimiento de cuentas, su sistema
protegerá y aumentará más su desarrollo y crecimiento.
Por lo tanto, durante el tiempo de la purificación, ayude a reorganizar la
vida de su alumno, para que sea más inclinada a crecer y florecer.
3. La restauración debe incluir la celebración
Jesús reveló algo asombroso acerca de la celebración en el cielo cuando
dijo: «Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un
pecador que se arrepiente» (Lucas 15:10).
Reveló aun más acerca de los sentimientos de Dios cuando uno de sus
hijos se arrepiente y vuelve a casa en la parábola del hijo pródigo.
«Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un
anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y
comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había
perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse» (Lucas 15:22–24).
¡El Señor sabe hacer un final feliz! Cuando un cristiano vuelve al Señor
después de un período de rebelión seria, debemos hacer una fiesta. ¿Lo
hacemos? No recuerdo en mi vida alguna celebración con una verdadera
483
fiesta por el avivamiento y la restauración de un hermano cristiano. ¡Cuán
lejos nos hemos desviado del modelo bíblico de una celebración!
Piense lo que haría una celebración por la gente involucrada:
• ¿No pondría un punto final al proceso doloroso, dando a conocer a todos
que se ha terminado?
• ¿No haría público el hecho de que el arrepentimiento y la restauración están
completos?
• ¿No daría la oportunidad para una demostración pública de afecto y perdón
por las partes perdonadas?
• ¿No pondría fin a todos los chismes, ya que todo estaría visible para todos?
• ¿No permitiría compartir con toda la comunidad afectada la victoria de la
restauración, o directamente o por correr la voz?
• ¿No fortalecería la voluntad de la persona que ha vuelto, ya que tantas
personas estaban involucradas en su restauración? En realidad, ¿no sería
esto uno de los cultivadores de compromiso?
• ¿No anunciaría al mundo el hecho de que la iglesia realmente se preocupa
por sus heridos?
• ¿No daría esperanza a los que están viviendo secretamente en pecado y
que necesitan ánimo para volver al Padre?
Cuando se complete el proceso, encuentre una manera apropiada de
celebrar, sea en privado o en público, sea una simple palabra de ánimo o
una fiesta verdadera… o quizás un testimonio alegre en el culto o en la
escuela dominical. De alguna manera lleve al creyente restaurado a la mesa
de bendiciones preparada para todos los hijos que han vuelto a casa.
484
«La mejor manera de avivar una iglesia es hacer un fuego en el púlpito.» —D. L.
Moody
El avivamiento es un tema principal de las Escrituras, y podría haber
ocupado un libro entero, en vez de dos capítulos. Ahora que tenemos un
sentido general de cómo sería un avivamiento ideal, tenemos que recordar
que la vida no se vive en un libro, sino allá fuera en el campo.
Cuando usted empiece a implementar los cinco pasos del avivamiento,
hay una gran cantidad de ideas y sugerencias prácticas que pueden
ayudarle a restaurar a los caídos.
485
avivamiento en nuestras propias vidas, y después por el avivamiento en la
vida de nuestros alumnos.
No solamente debemos orar por avivamiento, sino debemos animar a
nuestros alumnos a unirse con nosotros en esto. Considere hacer esta área
de oración una parte regular y significativa de la apertura y la clausura de
las clases. Como dice Santiago 5:16: «La oración eficaz del justo puede
mucho».
488
Maximizador 4: «Verbalice» el llamado final a un compromiso
claramente y con expectación
Si estamos llamando a una o a mil personas al arrepentimiento y al
avivamiento, debemos invitarlas claramente y con un sentido de expectación
y urgencia.
¿Puede usted recordar la última vez que pasó un tiempo de avivamiento
y renovación personal? Si puede visualizar esa experiencia en su mente, sin
duda puede recordar los sentimientos de miedo, incomodidad y ansiedad
que enfrentó usted relacionados con ese proceso. Cuando enfrentamos
nuestra necesidad de avivamiento y arrepentimiento, nuestras emociones
pueden ser un gran impedimento. Muchas personas que llegan al momento
del arrepentimiento pierden el valor cuando el miedo sacude su alma.
Por causa de la lucha desesperada que enfrentan nuestros alumnos,
usted y yo debemos invitarlos a volver al Señor con mucha valentía y sin
vacilación. Nuestro coraje debe dar fuerza inmediata. Nuestra confianza en
el Señor debe llevarlos por el Mar Rojo.
Mil quinientos hombres estuvieron en un bosque para un retiro espiritual.
Me sentía animado a predicar un mensaje que llamara a un compromiso
profundo con el Señor durante el fin de semana. Para el sábado en la noche,
había hecho consejería extensiva, y sabía que la inmoralidad había echado
sus raíces venenosas en la vida de muchos de estos hombres. No podrían
responder al llamado del Señor y hacer un compromiso, si no fueran
purificados primero.
Cuando los hombres se reúnen solos en un campamento, usted puede
hablarles la verdad con franqueza. Prediqué acerca de la inmoralidad, y les
guié a través del proceso de Natán, con la «confrontación», los «códigos»,
y las «consecuencias». Les animé a actuar —a arrepentirse, humillarse, y
volver de sus malos caminos.
La presencia del Señor era evidente, y sentí que una confesión pública
era necesaria:
489
—Les voy a pedir que hagan algo muy difícil esta noche. Si usted está
involucrado en una relación adúltera, quiero que se pare y que pase adelante
en un acto de arrepentimiento público. Si no puede encontrar la valentía de
humillarse aquí delante de estos hombres que lo quieren mucho, tampoco
tendrán el coraje para llamar a la otra mujer para poner fin a su relación
adúltera.
Hice una oración en voz baja, y continué:
—Ninguna cabeza estará agachada aquí, porque los ojos del cielo están
mirando este lugar. Tiene que arrepentirse. Tiene que humillarse. Tiene que
poner fin a su adulterio. Si ese es su compromiso, levántese y pase adelante
en un acto de humildad delante del Señor, deme la mano, y siga
inmediatamente hacia atrás donde hay un teléfono público, y llame a la otra
mujer para terminar su relación. Dígale que ha pecado contra el Señor,
contra ella, contra usted mismo, contra su esposa, y contra sus hijos. Pídale
perdón y dígale que no la verá más. Entonces vaya afuera al bosque
magnificente y póstrese delante del Señor, pídale perdón por su adulterio y
desobediencia.
No había música. No había coro. No había vitrales bonitos. Nadie tenía
los ojos cerrados. Y nadie se movía.
Mi corazón estaba palpitando tan fuerte que pensé que todos podrían
escucharlo. Pensé: ¿Qué estoy haciendo? ¿Pidiendo que los hombres
pasen adelante para confesar públicamente sus relaciones adúlteras? ¡Qué
ridículo! ¡Nadie vendrá!
En medio de mis temores, exclamé al Señor, pidiendo que la convicción
del Espíritu Santo llegara a los hombres, rompiendo el espíritu de orgullo y
rebeldía. Me entregué a Sus manos, solté mi temor, y me comprometí de
nuevo a predicar la verdad a pesar de la respuesta. Mi corazón se calmó.
Me preguntaba si debía terminar en oración, pero sentí que debería esperar.
De repente las gradillas de madera se sacudieron cuando un hombre
gigantesco en la penúltima fila casi saltó. Fue caminando con decisión por
490
el pasillo central y finalmente paró a diez centímetros de mi cara. Pensé que
me iba a pegar.
Nunca olvidaré sus palabras:
—Yo he tenido una relación; no, como usted dice, he estado viviendo en
adulterio siete años. Soy camionero. Y soy cristiano. Usted es el primer
hombre que ha predicado honestamente acerca del adulterio y después me
ha pedido que lo abandone. Usted me dio una razón para dejarlo. Vine aquí
abajo para decirle que voy a terminar esa relación.
Entonces me dio un abrazo de oso que arregló mi espalda que estaba
mala. Dio vuelta y fue hacia los teléfonos. Mostrándome una moneda para
el teléfono, me dijo:
—Ella no lo va a creer, pero por la ayuda de Dios, todo terminó.
Eso rompió el hielo. Muchos hombres empezaron a desfilar hacia
delante; lágrimas corriendo por sus mejillas. Otros se arrodillaron allí mismo
donde estaban. El glorioso retorno de los hijos pródigos estaba en proceso.
Mucho más tarde, cuando miré por la ventana de mi cabaña como a la 1:00
de la mañana, todavía había una fila de hombres, esperando usar los
teléfonos.
Dios posiblemente no le pida a usted llamar a 1.500 hombres al
arrepentimiento, pero lo ha llamado a buscar el arrepentimiento y el
avivamiento de los hombres y mujeres, niños y niñas, que están en sus
clases semana tras semana. Posiblemente no estén viviendo en adulterio,
pero estarán involucrados en algún tipo de desobediencia. Sea lo que sea,
necesitan hacer sus propias «llamadas telefónicas» y encontrar un lugar
tranquilo para arrodillarse delante de Dios.
493
Votamos de nuevo. Esta vez fue casi unánime; pensaban que setenta
por ciento estaba viviendo en algún pecado conocido en ese momento, y
que por lo tanto, estaba fuera de comunión con el Señor.
He repetido esta prueba en varias iglesias en el país, y he encontrado
que, aunque el promedio fluctúa, siempre está entre cincuenta y ochenta por
ciento.
Si eso es verdad —y usted puede probarlo por sí mismo— entonces,
¿qué porcentaje de sus alumnos estarán en necesidad de un avivamiento la
próxima vez que predica? Correcto; ¡entre cincuenta y ochenta por ciento!
Ya que la relación entre el cristiano y el Señor es el factor más importante
de su vida, y ya que la mayoría claramente está fuera de comunión en
cualquier momento, ¿no debemos poner el avivamiento en el primer lugar
de la lista de necesidades de nuestros alumnos? Seguramente el
avivamiento debe ser una de las prioridades más altas cuando enseñamos.
Conclusión
Cuando se conversa abiertamente acerca del avivamiento, casi quiero
sacarme los zapatos, porque la zarza todavía está en llamas, y siento que
estamos en terreno sagrado.
No importa las aplicaciones que tengamos que hacer, las necesidades
que tengamos que suplir, el contenido que tengamos que enseñar, la corona
de todo esto está en tomar el corazón del alumno y dejarlo con el Señor.
¡Cuán preciosos los maestros que unen sus corazones con el corazón del
Señor para «buscar y restaurar a los caídos».
¿Por qué no detenerse un momento ahora, donde esté, y asegure que
su corazón esté preparado para este ministerio del avivamiento. Espero que
al leer estos dos capítulos acerca del avivamiento, su corazón haya sido
movido, su decisión haya sido fortalecida, y sus habilidades hayan sido
mejoradas. Tome un momento final tranquilo para meditar sobre las cosas
495
del corazón —para asegurarse de que su corazón esté bien delante del
Señor, para que él esté libre para operar en usted, y libre para hablar a través
de usted, que ningún pecado sea un impedimento, y que ninguna falta de
voluntad bloquee su mensaje poderoso.
Toma entonces, Señor, un carbón caliente del altar delante de tu trono,
como lo hiciste con Isaías antaño, y purifica nuestros labios —y nuestros
corazones.
Después oí la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré,
y quién irá por nosotros?»
Entonces respondí yo: «Heme aquí, envíame a mí» (Isaías 6:8).
¿Irá, mi amigo? ¿Hablará por el Señor? ¿Enseñará lo que él haya
mandado? ¿Hará su parte para cumplir la gran comisión? Recuerde las
palabras de Cristo cuando nos comisionó:
«…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado;
y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén» (Mateo
28:18–20).
Ahora que usted entiende el avivamiento, el Señor posiblemente pruebe
su obediencia a él, enviando directamente a usted alguien que
desesperadamente necesita ser restaurado al Señor.
Yo espero sinceramente que, cuando llegue ese momento, no huya, y
no se quede callado. Espero, al contrario, que se anime, que confíe en el
Señor, y que pastoree la oveja amarrada entre los espinos… la que el Señor
envió a usted.
496
Biblia. ¿Cuántos de ellos fueron confrontados por creyentes preocupados,
buscando su restauración? ¿Qué pasaría si tomáramos en serio nuestro
llamado a restaurar tal persona?
497
sentía y qué experimentaba. ¿Qué trajo ese período de crecimiento? ¿Qué
hacía usted durante ese tiempo que era diferente? ¿En ese tiempo se sentía
más realizado que ahora? Para experimentar uno de esos tiempos
especiales en su vida ahora, ¿qué tendría que hacer? ¡Haga un plan
concreto y pruébelo!
CONCLUSIÓN
Si Las siete leyes del aprendizaje cumplieron su propósito en su vida,
entonces ahora usted ve la enseñanza desde una perspectiva diferente que
cuando comenzó. Después de escucharme tantas páginas, probablemente
haya podido ver mi corazón muchas veces. El único problema para un autor
es que la línea de comunicación es de una sola vía. Muchas veces durante
los meses que he trabajado para escribir lo que estaba en mi corazón y en
mi mente, me encontraba deseando mirarlo a los ojos y asegurarme de que
estuviera comunicándome bien con usted.
Sin embargo, sabré si me he explicado bien por su vida. El grado de
mejoría en su comunicación será la mejor prueba de la eficacia de este lápiz.
Si uno de sus alumnos se acerca para decirle que ha recibido cosas
maravillosas de usted, entonces usted y yo celebraremos juntos ese
momento. Y habrá valido el esfuerzo escribir este libro.
Posiblemente esté preguntándose lo que puede hacer para asegurar que
estos principios tomen raíz en su vida. Aquí ofrezco algunas sugerencias
(los recursos anotados abajo pueden ser solicitados de Walk Through The
Bible Ministries, P.O. Box 805887, Atlanta, GA, 30058, EE.UU., o se puede
llamar el teléfono: (EE.UU.) 770-458-9300.
1. Haga una lectura rápida de la misma ley durante siete días seguidos
—mire cada página, notando especialmente los gráficos y las palabras
escritas con letras grandes. Asegúrese de que entienda la idea principal en
la primera mitad de la ley, entonces que entienda el método en la segunda
498
mitad. Trate de memorizar los cinco pasos. Ya que hay siete leyes, pasará
cuarenta y nueve días de repaso. El tiempo invertido así producirá buen fruto
en su vida.
2. Auspicie una conferencia de Las siete leyes del aprendizaje para su
iglesia o escuela. Muchas escuelas e iglesias han encontrado que es un
evento significativo en su calendario, especialmente para empezar el año
escolar.
3. El libro hermano de este curso se llama Enseñando para cambiar
vidas (anteriormente se llamaba Las siete leyes del maestro), por el Dr.
Howard G. Hendricks. Si le gustaron los principios de este libro, encontrará
las leyes adicionales muy motivadoras, y será un buen desafío.
4. El próximo curso en la serie de textos producidos por Caminata
Bíblica, después de Las siete leyes del aprendizaje y Enseñando para
cambiar vidas se llama Teaching with Style [Enseñando con estilo], y tiene
que ver con el estilo, la presentación, y la creatividad. Si usted quisiera
continuar su búsqueda de excelencia en la comunicación, le recomendaría
mucho Enseñando con estilo.
Estos son los próximos pasos que usted puede tomar para avanzar en
su capacitación como maestro y comunicador. Hasta que tenga la
oportunidad de conocerlo(la) en persona, ¡que la gracia del Señor le permita
enseñar con excelencia!
499