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"EL Verbo se hizo carne ("sarx")" es la afirmación de la SE ¿Cómo predicar ésto en una
cultura distinta de la judía? Sabemos que para el judío carne significaba de distinta manera
que para el griego; para el judío carne no es una parte del hombre distinta del espíritu sino
que es todo el hombre en su condición de pecador. El mundo griego tomó el "hacerse carne"
como "hacerse apariencia", y no como verdadera humanidad para no comprometer la
trascendencia del Verbo. Reconocemos aquí el fruto de teologías gnósticas que ven imposible
la vinculación de lo humano y lo divino.
La teología joánica subraya con más énfasis que el Verbo vino en la carne, aún siendo el
más espiritual de las teologías neotestamentarias, siendo anticristo aquel que negase ésto.
Son estas distintas interpretaciones de la SE las que hacen necesaria una formulación
dogmática a fin de salvar el sentido original de la revelación. No es que la de se funda en la
cultura, sino que es la fe la que da un nuevo sentido al lenguaje utilizado en la formulación
dogmática (v.g. Efeso y Calcedonia lo hacen con la terminología de persona-hipóstasis). La
Iglesia en virtud de salvar el contenido original de la fe revelada genera una cultura cristiana
sobre otra cultura no cristiana evangelizando todos los niveles de ésta, inclusive el lenguaje.
Para Santo Tomás el monoficismo va contra la SE, pero también contra las exigencias de
la razón. "Natura" es lo que ha sido engendrado y el principio de las generaciones; luego se
entiende como todo principio de operación o movimiento. Naturaleza es la esencia de algo
desde el punto de vista de la operación.
Veamos los tipos de unión que puede haber entre dos o más realidades.
Naturalezas que se unen. Unión. Resultado.
Entre las metáforas utilizadas por los monoficistas para explicar la Encarnación, podemos
citar: el agua que se une con el vino; la gota de vinagre en el mar; la unión del compuesto
humano; etc.
Los apolinaristas van a hacer circular esta clase de textos bajo la firma de Atanasio, que
era defensor del Concilio de Nicea. Cirilo de Alejandría, cuya doctrina será la base de la
declaración de Efeso, empleo la expresión "mia physis" pero de manera ortodoxa, aunque
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luego terminara abandonándola.
Para esta tendencia, en Cristo, Dios habita en el hombre como en un templo, por
gracia. La humanidad y la divinidad de Cristo son una unidad, porque Dios habita en el
hombre, Jesús. la distinción entre Jesús y nosotros es que en Jesús la gracia llega a su
plenitud, y hace que esté más unido a Dios que cualquiera de nosotros. Como hombre, Cristo
es el que ha sido más beneficiado por Dios. Pero el Verbo es distinto de Jesús, aunque lo
habite. La unión entre la naturaleza humana y la divinas en Cristo es puramente
accidental. También se dirá, en una tendencia dentro del nestorianismo, que en Cristo la
unión se da por unión o coincidencia de voluntades (monotelismo).
De este tipo de unión accidental (ya sea por la voluntad, ya sea por al habitación de Dios
por la gracia) se sigue que lo propio del hombre sea lo de la divinidad, pero no de manera
intrínseca sino puramente atributivas. Por ello, lo propio del Verbo no puede decirse del
hombre unido. El que nace, muere, padece, no es el Verbo sino la naturaleza humana de
Cristo, que en sí es autónoma aunque se subordina a la voluntad del Verbo. Lo que se diga de
la naturaleza humana de Cristo se dice del Verbo en virtud de la inhabitación de éste en el
hombre Jesús por la gracia. El Verbo no nace de María y por eso ella no es Madre de Dios,
sino de Jesús.
Lo que Calcedonia agrega a Efeso son las palabras "sin confusión, sin cambio (contra
alejandrinos) de las dos naturalezas, sin división, sin separación (contra los
antioquenos)". Las dos naturalezas no pertenecen a dos sujetos sino a uno sólo, la
persona del Verbo, y tampoco hay confusión de naturalezas después de la unión. La
afirmación de Calcedonia "en la unión de la naturaleza humana y la divina en Cristo,
cada naturaleza conserva sus propiedades, convergiendo en una hipóstasis (persona).
Este es el núcleo dogmático de la cristología de la Iglesia Católica.
¿Cómo pensar este dato central de la fe? Seguimos a Santo Tomás en STh. III q.2 a.2.
En esta cuestión Santo Tomás comienza hablando sobre lo que significa la palabra
"naturaleza". La define como "la diferencia específica de cada cosa. Pero por experiencia
sabemos que ningún individuo agota su naturaleza porque hay varios individuos que
llamamos por un mismo nombre, aunque cada individuo tenga características propias o
individuales que los distinguen. Estas características o accidentes individuales se diferencian
de la naturaleza común a toda la especie. Por ello decimos que la naturaleza se distingue
realmente de los individuos que la actualizan. Cada individuo no es doble sino que es uno,
es naturaleza más sus accidentes propios o individuales. En el caso de los ángeles la
distinción entre naturaleza e individuo no existe porque cada ángel agota su especie . tampoco 1
en Dios se da la distinción real entre personas y esencia, pero en Dios esto lo entendemos
como consubstancialidad numérica y no solo específica.
1Recordar que los ángeles no se dan a sí mismo el acto de ser y por eso su esencia se distingue realmente de su existencia.
La analogía de la unión hipostática tiene sus límites de atribución al misterio del Verbo
encarnado:
a. Nuestra experiencia nos b. Nuestra experiencia se c. Nuestra experiencia se
limita a ver individuos que limita a hipóstasis en donde limita a constatar la
tienen una sola naturaleza la naturaleza no precede al distinción real entre
en su hipóstasis y no dos individuo; en Cristo la naturaleza y persona; en
como es el caso de Cristo. naturaleza divina precede a la Cristo, la persona del Verbo se
hipóstasis. identifica con la esencia
divina.
Santo Tomás plantea las objeciones que se hacen a la analogía de la unión hipostática
aplicada a Cristo.
Padre, Hijo y Espíritu Santo no son tres modos en que se manifiesta a nosotros la divinidad,
sino que son personas que se distinguen realmente entre sí en base a las procesiones y rela-
ciones subsistentes en la Trinidad inmanente.
Podríamos dar una formulación más moderna a esta dificultad. En Cristo hay una
autoconciencia humana, y por ello puede autodeterminarse. Si Cristo es capaz de conocer y
determinarse (ser libre) no podemos negar en El la personalidad (consideración psicológica
de la persona). Pero la autoconciencia y la autodeterminación no son sustancias sino
propiedades de la naturaleza humana. Las operaciones humanas en Cristo, como la auto-
conciencia, lo remiten a su filiación divina. La autoconciencia de l yo no es conceptuable,
porque el yo es una captación intuitiva del propio ser. Así, Cristo intuye humanamente su yo
divino, su ser Hijo de Dios. A la naturaleza humana de Cristo no le falta nada, pero no tiene
autonomía absoluta a la manera de un sujeto creado autónomo, sino de la persona del Verbo,
que eleva eminentemente las operaciones y la naturaleza humana de Cristo.
- La tercera dificultad gira entorno al concepto de persona, que según Boecio se define como
sustancia individual de naturaleza racional. La objeción dice que dado que la naturaleza
humana de Cristo es individuada, concreta, debemos afirmar que es persona humana,
autónoma de la persona del Verbo. Santo Tomás responde diciendo que no todo lo
individuado en el orden de la sustancia es persona, sino sólo cuando subsiste por sí. La
naturaleza humana individuada no basta para constituir la persona, se requiere la
subsistencia por sí misma. Esto es lo que le falta a la naturaleza humana de Cristo: la
subsistencia por sí misma, que le viene dada por la Persona del Verbo. Así, Santo Tomás
distingue naturaleza o substancia individuada de naturaleza o substancia individual o persona.
El misterio de la Encarnación nos lleva a descubrir esta distinción real de la naturaleza
humana individuada de la subsistencia de esa naturaleza por sí misma (en un sujeto creado,
hombre, en la persona del Verbo para Cristo).
1Cf. DB 389
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La interpretación más Una segunda interpreta- La interpretación de Dums Scoto inter-
antigua (según ción dice que la Suarez retiene como pretó la
Capriolus, uno de los "subsistencia por sí" se presupuesto que "subsistencia por sí"
primeros discípulos de identifica con un "modo existencia y esencia diciendo que el la
Santo Tomás) dice substancial" y no con la no se distinguen independencia onto-
que "subsistencia por existencia. Esto no es un realmente. Aunque lógica, la incomu-
sí" se identifica con la lenguaje escolástico y así Suarez hable de nicabilidad de un
"existencia". Esto lo nos trae nuevos "modo substancial" sujeto.
piensan también problemas de interpreta- como Cayetano, éste
Derisi, Maritain, entre ción (Cayetano). habla de que la
otros. esencia y la existencia
se distinguen real-
mente, y aquel no.
La comunicación de idiomas es una ley del lenguaje cristológico. Es tratada por Santo
Tomás en la STh III q.16-26 "sobre las Consecuencias de la Encarnación" (aunque ya la
comienza a tratar al referirse a las "perfecciones e imperfecciones asumidas por el verbo al
encarnarse, cf. III q.7-15). desde un punto de vista sistemático decimos que en Cristo se dan
comunicación de propiedades (= idiomas) de la naturaleza humana y de la divina, como
consecuencias de la Encarnación. desde un punto de vista genético-histórico, la comunicación
de idiomas es lo primero que se expresa de Cristo: "El Hijo de Dios se hizo carne y habitó
entre nosotros"; aquí algo propio del hombre como es habitar es atribuido al Verbo. En un
discurso del libro de los Hechos, Pedro acusa a los judíos de haber "matado al autor de la
vidas"; el matar es algo que se puede decir de la naturaleza humana, y el "ser autor de la vida"
sólo le compete a Dios.
Para muchos comunicación de idiomas no es más que una pura atribución lógica, una
mera solución verbal, pero que no aporta nada a las cuestiones como el "dolor de Dios" de
que nos habla la SE. Un teólogo japonés, Kitamori, escribe un libro sobre el "Dolor de Dios"
que da auge al estudio del tema en teólogos protestantes y católicos.
En 1972, Moltmann, en su libro "El Dios crucificado", busca profundizar el tema desde
una óptica luterana. El autor conoce la teología clásica del catolicismo y la formula bien para
luego oponerse a ella. La teología clásica sostiene que fuera de la persona concreta de Cristo
no hay comunicación de idiomas. Moltmann conoce como Lutero interpretó esta formulación
y desde ahí se opone a ésto, diciendo que el dolor de Dios "es algo real": en el seno mismo de
la vida intratrinitaria, se da el dolor, porque siendo Dios amor necesita de la creatura para
realizarse. Así, el dolor de cualquier creatura es dolor de Dios. En la Cruz de Cristo, el dolor
no sólo es del Verbo sino del Padre y del Espíritu Santo. Para Moltmann la Trinidad no es un
círculo cerrado en el cielo, sino que la Trinidad se "constituye" en la tierra.
Este intento provoca una reacción en el ámbito católico, porque sus afirmaciones ponen
en peligro el dogma trinitario y el atributo divino de la inmutabilidad. Se cita a los Padres en
lo que se refiere a la inmutabilidad divina y la imposibilidad de que en Dios se de el dolor.
Sin duda que el amor de Dios es un dato central en la SE. hay que prestar atención en como
este amor lleva al Verbo a la Cruz, pero desde la perspectiva y con el lenguaje de la SE, y no
con categorías filosóficas poco purificadas, que tergiversan el dato revelado. La SE nos
presenta a un Dios preocupado por el hombre, que sufre o se enoja por lo que el hombre hace.
La cuestión se centra en la siguiente alternativa: somos fieles a la imagen de Dios que nos
presenta la SE sobre el dolor, tomándolas de manera literal, o somos fieles a la fría imagen
que nos arroja la teología escolástica.
En la década de los 60, Galot hace un intento por armoniza las afirmaciones de la SE con
categorías filosóficas. El dice que si Dios no fuera afectado por el sufrimiento, las imágenes
de la Biblia quedarían totalmente vacías. Debemos admitir, entonces, que Dios sufre. Por la
Encarnación el Verbo hace suya una naturaleza humana o bien éste sufre en su representación
(tendencia antioquena) o bien afirmamos que el sufrimiento se da realmente en la divinidad
del Verbo. Para Galot debe afirmarse el sufrimiento de dios con ciertas salvedades: el Verbo
sufrió en la humanidad y en la divinidad, es decir, sufrió personalmente; el Padre sufrió
verdaderamente frente a dolor del Hijo; y el pecado es ofensa porque hace sufrir a Dios.; el
Espíritu Santo sufre por el pecado ; el amor entre Dios y el hombre cuando es roto entristece
1
al Espíritu Santo.
El aporte de Galot es reconocido como serio y profundo, pero no puede ser aceptado así
nomás por la teología católica. Uno de los interlocutores de Galot es J.M. Micholas, teólogo
suizo que dice que no se puede distinguir en la forma que lo hace Galot, el amor
intratrinitario del amor económico, que si bien es libre "no es contingente". Si el amor libre
de Dios fuera contingente sería creado, porque la contingencia (no ser-ser) es lo propio de las
creaturas. Además, lo que es sufrimiento de la naturaleza humana no es de la naturaleza
divina (en abstracto), pero en Cristo, el sufrimiento es de la única persona del Verbo
encarnado (comunicación de idiomas). Todo lo que pertenece a la humanidad de Cristo
pertenece a la persona del Verbo, porque Cristo es un todo en donde lo humano y lo divino
están unido hipostáticamente en la persona del Verbo.
El documento luego de hacer una valoración crítica de estas teologías sobre el dolor de
Dios, pasa revista a las afirmaciones patrísticas sobre el tema; y ve como los Padres afirman
continuamente la inmutabilidad e impasibilidad de Dios. La vida intratrinitaria es tan intensa
que nada fuera de ella puede mutarla o influirla. Dios no necesita de la creatura para existir,
ni para ser feliz. Sin embrago, la impasibilidad divina no se oponen a que Dios ame al
hombre, y de ésto es prueba la misma Encarnación. Así, la SE traduce por dolor de Dios a
todo aquello que ofende ese amor de Dios por el hombre. La teología escolástica acentuó el
tema de la inmutabilidad e impasibilidad divina, pero hoy en día, el hombre moderno,
necesita reconocer a un Dios que no es indiferente frente al dolor (imagen que da la teología
escolástica a la consideración contemporánea).
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