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I. Conceptos generales
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Toda organización colectiva requiere, para su eficacia, un agente ejecutivo, un gestor
que mantenga la administración al ritmo indispensable y necesario para el logro del
bien común general. De ahí la importancia que la ley ha dado al administrador o síndico
cuyas funciones están señaladas en el artículo 7, in fine, y en el 15, ordinal 2 de la ley
182, y que ahora es el representante legal de la persona jurídica, con las funciones que
se encontraban taxativamente establecidas en el artículo 31 del Decreto 1986 y en el 33
de la ley 428/98, los cuales fueron derogados por la ley 675/01.
3. Atender la conservación y mantenimiento del inmueble, disponiendo las
reparaciones ordinarias; en cuanto a las extraordinarias, adoptar las
medidas urgentes, dando inmediata cuenta a la Junta de propietarios o,
en su caso, a los propietarios.
4. Ejecutar los acuerdos adoptados en materia de obras, efectuar los
pagos y realizar los cobros que sean procedentes.
5. Llevar los libros necesarios, custodiar, organizar y tramitar la
documentación de la comunidad, y actuar como secretario de la junta
de propietarios.
6. Nombrar el personal al servicio, despedirlo, afiliarlo a la seguridad
social, a la caja de compensación familiar, etc.
7. Llevar la contabilidad de la comunidad, expedir recibos y, en fin,
cumplir las funciones y obligaciones que le incumban en el reglamento
de copropiedad o que la Junta administradora le encomiende.
D. Representación legal
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Tampoco el representante del Consorcio de Propiedad Horizontal, ejerciendo la
administración que el reglamento de la copropiedad y la ley prevén, es responsable
directo frente al propietario perjudicado —en la especie por humedades y filtraciones
provenientes de un departamento superior— puesto que aquél desempeña un mandato
administrativo, y sus acciones y omisiones deben imputarse al mandante; es decir, al
Consorcio.
De ahí que no existe obstáculo alguno para que el administrador designe a un
letrado apoderado para iniciar acciones judiciales contra uno de los
copropietarios. Por otra parte, el otorgamiento de poder especial para asuntos
judiciales o “poder general judicial”, que el administrador realice a nombre del
Consorcio, importa entonces un acto previo de la administración y no la
sustitución de un mandato conferido al otorgante, aun cuando el reglamento
de copropiedad prevea expresamente que el administrador tiene facultad de
representación ante “autoridades judiciales”.
E. Límites de la representación
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El sistema adoptado en ese país ofrece a la profesión estructuras modernas, bien
flexibles como para no entorpecer sus actividades y su desarrollo y lo bastante
estrictas como para proteger eficazmente la clientela y garantizar el crédito
indispensable para el futuro mismo de las profesiones interesadas.
requisitos de matriculación y control de la matrícula sobre la actividad de los
administradores son exigentes; la actividad se halla reglamentada y deben ser
titulares de un carné profesional que se otorga como justificación de aptitud
profesional. Deben además presentar garantías financieras, que pueden
surgir de la adhesión a una sociedad de caución mutual, de una consignación,
de una caución bancaria o, en fin, deben avalar su actuación con un seguro
de responsabilidad civil profesional.
En los casos extremos en los cuales peligra la vida misma o la existencia del
Consorcio y la convivencia dentro del inmueble, corresponde designar a un
administrador de oficio, ajeno a los intereses de los copropietarios y de quien
se había venido desempeñando en el cargo. La designación de un
administrador judicial es una medida que se caracteriza por su transitoriedad,
ordinariamente reflejada en su mantenimiento mientras dure la situación de
emergencia que le dio origen, estando en principio limitada al lapso que se
insuma en solucionar las cuestiones judiciales pendientes, sin perjuicio de que
las partes puedan peticionar el cese de lo dispuesto si consideran que las
condiciones que determinaran la medida se han modificado sustancialmente y
la subsistencia de la misma no se justifica.
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Aun no probadas las más graves acusaciones, de todos modos resulta misión de los
jueces lograr que cese ese estado de tensión en el ánimo de los consorcistas que han
promovido el juicio, para lo cual no cabe otra solución que remover al administrador de
sus funciones como forma de hacer desaparecer las desinteligencias existentes, con el
lógico restablecimiento de la tranquilidad y el orden en el inmueble común.
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Impugnación de la asamblea que lo removió
En algunos casos los tribunales han entendido que el acto mediante el cual el
administrador fue separado del cargo por una asamblea, podría ser impugnado en
cuanto a su validez por éste; no obstante, hasta tanto no exista una decisión firme que
acoja dicha impugnación y declare la nulidad del acto, cuenta con la validez que le
otorga el Código Civil, toda vez que no se trata en el caso de alguno de los supuestos
de nulidad manifiesta, y que si el administrador del Consorcio ha sido removido, no
puede accionar o solicitar medidas precautorias a nombre del Consorcio, por cuanto
carece de legitimación para obrar, no obstando a ello que el acto que lo declaró
cesante se encuentre cuestionado, en tanto no haya sido declarado inválido por
resolución firme.
Sin embargo, se entiende que el administrador cesante no está facultado para
impugnar el acto de su separación, trátese de remoción con o sin causa. La falta de
quórum o de las mayorías señaladas, el no haber incluido el punto de la remoción en el
orden del día, la incorrecta citación, el inadecuado cómputo de los votos, etcétera,
únicamente pueden ser observados por los copropietarios. Es que, en tanto las
decisiones asamblearias sólo son susceptibles de ser impugnadas por propietarios, el
administrador no propietario —aunque haya sido removido por una asamblea que a su
parecer no contara con requisitos suficientes— no está legitimado para cuestionarla. El
mandato y su situación de órgano por decisión asamblearia son esencialmente
revocables y la formación de la voluntad consorcial —que debe acatar— es ajena a su
incumbencia. Si los propietarios no piden la nulidad, eligen a otro administrador al que
IV. Funciones
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El administrador puede ser responsabilizado, cuando actúa como órgano de la
persona jurídica o en cumplimiento del mandato recibido, si lo hace en forma
negligente según los requerimientos de las circunstancias de personas y de cosas.
Así, debe contratar el seguro de incendio, mantener el inmueble en buen
estado de conservación, realizar pagos debidos, emplear los fondos conforme
a su destino, etcétera, todas actividades cuya mera inejecución trae aparejada
responsabilidad, salvo ruptura del nexo de causalidad. Cuando el desempeño
de la administración lo es por profesionales en tal área, el deber de diligencia,
previsión y atención se acentúa.
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Artículo 295 C.P.
Los administradores de hecho o de derecho o los socios de cualquier sociedad
constituida o en formación, que en beneficio propio o de un tercero, con abuso de las
funciones propias de su cargo, dispongan fraudulentamente de los bienes de la
sociedad o contraigan obligaciones a cargo de ésta causando directamente un
perjuicio económicamente evaluable a sus socios, depositarios, cuenta partícipes o de
los bienes, valores o capital que administren, serán castigados con la pena de prisión
de seis meses a cuatro años, o multa del tanto al triplo del beneficio obtenido.
administración fraudulenta, que aun en forma de custodia de los bienes
ajenos se caracteriza por el ejercicio con carácter principal —no accesorio—
de un poder de guarda, salvaguardia, manejo o administración de bienes e
intereses ajenos, hecho con cierto grado de independencia o autonomía con
un volumen y proyección suficiente como para justificar periódicas rendiciones
de cuenta en las operaciones.
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No media entonces concurso ideal entre los actos de administración infiel llevados a
cabo en perjuicio del Consorcio de copropietarios, consistente en desviar en provecho
propio los fondos cobrados en concepto de expensas, y la retención indebida de los
libros y documentación de uno de los Consorcios afectados, pues esta última actitud
constituye un eslabón más en la cadena de comportamientos que conforman la
administración fraudulenta, con el propósito de evitar la rendición de las cuentas y la
exhibición de evidencias que pudieran afectarlo.
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Dado que los perjuicios económicos para la propiedad horizontal se derivan de la
utilización en beneficio propio de los dineros que los consorcistas entregaron para
pagar las deudas generadas por los lugares comunes de los edificios, constituye un
error considerar que la no devolución en tiempo o la apropiación de los libros de
Consorcio se traduce sin daño, pues dicha documentación sólo constituye medio de
prueba que se retacea como parte de la maniobra global de administración infiel, pero
no delito autónomo de retención indebida.
(cosas) económicamente mensurables por su mero valor de librería, que
fueron entregados al administrador con la obligación de entregar o devolver al
momento de ser requeridos.
V. Rendición de cuentas
Existen dos obligaciones distintas para el mandatario, que dan lugar a dos
pasos en la rendición de cuentas:
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la Ley 675, se dice que “El voto de cada propietario equivaldrá al porcentaje del coeficiente de
copropiedad del respectivo bien privado”, lo que fue modificado parcialmente por la Sentencia
C-522/02 que dice literalmente: “Segundo Declarar EXEQUIBLE el parágrafo 2° del artículo 37 de
la Ley 675 de 2001 en el entendido que cuando se trate de inmuebles destinados a vivienda, el
voto de cada propietario equivaldrá al porcentaje de coeficiente de propiedad del respectivo bien
privado, solo para las decisiones de contenido económico conforme a lo expresado en la parte
motiva de la sentencia.”
Dice también la ley que las decisiones tomadas por la Asamblea General son obligatorias para
todos los copropietarios, incluso ausentes y disidentes, y en lo que sea pertinente, también son
obligatorias para el Administrador, revisor Fiscal, etc.
Recordemos además, que en la mayoría de los Reglamentos se establece que los miembros del
CONSEJO, el ADMINISTRADOR o el REVISOR FISCAL, NO PUEDEN REPRESENTAR a otros
copropietarios, lo que se debe tener muy presente en el momento de VALIDAR LOS PODERES.
Sin embargo, se ha decidido que la falta de rendición de cuentas constituye
causal para la remoción del administrador pudiendo cualquiera de los
copropietarios solicitarla judicialmente, si ella resulta conveniente a los
intereses del Consorcio.
D. Intereses
❖ EL CASO
Con el pasar del tiempo, los vecinos notaron que su administrador tuvo un
cambio importante en su gestión, puesto que el orden y el aseo en el edificio
ya no existían. Las plantas que adornaban la entrada del edificio fueron
muriendo, los pasillos y ascensores permanecían sucios, los aseadores que
habían contratado se quejaban por el no pago de su salario, mencionando
también que Carlos Varela viajaba con frecuencia hacia el eje cafetero,
Medellín, Bogotá y en tres ocasiones la ciudad de Miami, en los Estados
Unidos de Norteamérica.
1964.
➢ http://www.ligadelconsorcista.org/node/1349