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EL MAESTRO Y SU CONTEXTO SOCIOCULTURAL

Ser un maestro relacionado con el contexto sociocultural es aquella persona

comprometida con la educación que escucha las necesidades y atiende las especificidades

de sus estudiantes; capaz de crear un ambiente de aprendizaje innovador, creativo,

investigativo donde se diagnostican las necesidades de la comunidad educativa y se

proponen metas que pueden ser alcanzadas de forma positiva y en conjunto. Un maestro

guía, acompañante, que busca el bien común y que cultiva el respeto y la aceptación por las

diferencias.

A lo largo de la historia de la educación, se han venido realizando muchas

transformaciones e implementaciones en cuanto a la manera como el maestro se relaciona

con el contexto sociocultural en el que se encuentra inmerso. En especial, a lo que se refiere

a los procesos de enseñanza y de aprendizaje, y cómo éste imparte sus conocimientos.

Actualmente, el maestro no es el centro de la educación, a diferencia de lo que sucedía

anteriormente. Hoy, el maestro es el puente que permite el acercamiento del conocimiento,

los aprendizajes y las relaciones. Es el dinamizador que planea, propone y permite la

resolución de inquietudes, problemas, sugerencias y puntos de vista entre los estudiantes.

Por lo anterior, es pertinente reconocer que en la relación del maestro con el contexto

sociocultural se hace pertinente revisar las prácticas educativas y la relación del maestro

con los estudiantes, los padres de familia, los otros maestros, la comunidad educativa en

general, donde se fortalezcan los valores, se prioricen los intereses de los estudiantes, se

respeten las diferencias, la raza, la religión, las culturas y se evalúen los aprendizajes en

distintos ambientes y de forma continua.


Los niños, jóvenes, adolescentes, maestros, se desenvuelven en diferentes contextos en

los que se conjugan saberes, relaciones, momentos, vivencias y experiencias que permiten

generar avances significativos en el aprendizaje mutuo. Desde la familia, los niños se

fortalecen en el afecto, desarrollando habilidades para desenvolverse en la sociedad. Esta,

además de resolver las necesidades básicas, también contribuye en el desarrollo de la

personalidad, a valorar lo que se posee, a enfrentar adversidades y a resolverlas de manera

eficaz, lo que los llevará en el futuro a una vida madura e independiente.

En la escuela, los niños empiezan a ejercitar o poner en práctica lo aprendido en la

familia, con la intervención de maestros, compañeros, entre otros; le aportan al desarrollo

integral permitiéndole reconocer y replantear las distintas formas de enfrentar el mundo, de

pensar, de actuar, de decidir, de percibir, de comportarse, de valorar todo lo que les rodea

y/o de expresarse libremente.

La sociedad a la que se enfrentan los niños, jóvenes y adolescentes, presenta otra manera

de enfrentar y confrontar realidades, enraizando lazos de amistad con otros miembros

aparte del grupo familiar y escolar, el cual, en ocasiones, se puede ver influenciado,

dependiendo de las prácticas y valores cultivados en el hogar y del refuerzo escolar. Esta

sociedad actual que se ha visto influenciada, como diría Bauman, por el consumo, el

consumismo y el avance tecnológico que ha forjado un estilo desenfrenado que sólo busca

satisfacer los deseos momentáneos en la vida de los muchachos, confundiendo la felicidad

que produce el forjarse un estilo de vida propio, y, que desemboca en la indiferencia, el

desapego o la despreocupación.
En la actualidad, para ser maestro se hace indispensable involucrar aspectos importantes

que permiten la reflexión de las prácticas, del quehacer pedagógico, de las relaciones que

llevan a reconocer en los chicos, la manera como éstos ven, perciben y sienten el mundo y

cómo se pueden articular, evaluar e involucrar los saberes en cada área de desempeño que

se ofrecen en una institución. Esto implica organizar, diseñar, construir y desarrollar un

trabajo conjunto, colaborativo y cooperativo que responda a la realidad de la sociedad, de la

familia, de la escuela, de los estudiantes; que tenga en cuenta los intereses y las necesidades

no sólo de la institución, sino de la comunidad educativa en general (docentes, estudiantes,

directivos, padres de familia). Eso sí, sin desligar lo que la Ley General de Educación

propone, adoptando un modelo de enseñanza, de aprendizaje y de evaluación, unos

objetivos y contenidos mínimos que un estudiante debe saber, debe hacer y debe ser en

contexto, lo que se reflejará en las prácticas educativas de cada maestro de forma positiva,

planeada, organizada, coherente para avanzar en la sociedad.

Janeth Cecilia Peña Ospino

Universidad de San Buenaventura Cartagena


Facultad de Educación, Ciencias Humanas y Sociales
Curso de Formación a Educadores Participantes de la Evaluación
Diagnóstico Formativa en el marco del decreto 1757 de 2015
Cartagena, Colombia

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