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Manual de Laboral Caubet

Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social (Universidad de Buenos Aires)

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LA LEY
TRABAJO Y
SEGURIDAD SOCIAL
3 a EDICION ACTUALIZADA

AMANDA B. CAUBET

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CAPITULO I
EL TRABAJO Y EL DERECHO DEL TRABAJO
1.1. Génesis y fundamento del Derecho del Trabajo. - 1.2. El trabajo objeto del derecho de
trabajo. - 1.3. El conflicto industrial es el conflicto social base del Derecho del Trabajo. - 1.4.
La función social del Derecho del Trabajo: su razón de ser. - 1.5. El contenido del Derecho
del Trabajo. - 1.6. El trabajo en la antigüedad. - 1.7. El trabajo en la Edad Media. - 1.7.1.
Características del período. - 1.7.2. Servidumbre de la gleba. - 1.7.3. Colonato. - 1.7.4.
Vasallaje. - 1.7.5. Hombres libres de las villas (villanos). - 1.7.6. Corporaciones de oficios. -
1.8. El trabajo en la Edad Moderna. - 1.8.1. La Revolución Industrial. - 1.8.2. El
individualismo posesivo: Lineamientos Básicos. - 1.8.3. Características de las relaciones
laborales en este período. - 1.9. Constitucionalización del Derecho del Trabajo. - 1.9.1. La
Constitución de México de 1917. - 1.9.2. La Constitución de Weimar de 1919. - 1.10.
Doctrinas socialistas. - 1.10.1. Las primeras doctrinas socialistas. - 1.10.2. El marxismo. -
1.10.3. El socialismo moderno. 1.10.4. El Estado providencia. - 1.10.5. Otros socialismos. -
1.10.6. La doctrina de la Iglesia Católica. - 1.11. El neoliberalismo, la nueva cuestión social
y la crisis mundial del año 2008. - Bibliografía.

1.1. GENESIS Y FUNDAMENTO DEL DERECHO DEL TRABAJO


El Derecho está dirigido a la composición de los conflictos sociales. Durante siglos se prestó
trabajo para otros, sin que surgiera la necesidad de darle a estas relaciones una normativa
especial. Pero esa necesidad aparece con el conflicto social inherente al capitalismo industrial. Los
intereses de los dueños del capital y de los trabajadores, que cambian su tarea por un salario, son
contrapuestos. El empresario busca aumentar sus beneficios con el menor costo posible, por
ejemplo, aumentando la jornada y disminuyendo los salarios. Los trabajadores, a la inversa,
pretenden una mayor participación en las riquezas y la disminución de su tiempo de trabajo.
El Derecho del Trabajo aparece así como el conjunto de normas que, teniendo en cuenta la
hiposuficiencia de los trabajadores, busca componer el conflicto a través de la imposición de
normas que garanticen la disminución de las tensiones a través de una legislación protectoria.
El trabajo humano tiene características que imponen su consideración con criterios propios, que
obviamente exceden el marco del mercado económico, y que se apoyan en principios de
cooperación, solidaridad y justicia, normativamente comprendidos en la Constitución Nacional en
sus artículos 14 bis y 75 incisos 19 y 22, los que consagran para los trabajadores derechos
mínimos de naturaleza protectoria, la obligación del Estado de promocionar políticas que
consagren la justicia social, y que establecen la aplicabilidad de Tratados, Declaraciones
Internacionales y Convenios de la O.I.T. que tienen el carácter de Derechos y Garantías,
integrando el bloque de constitucionalidad.
Así, debe entenderse que el trabajo no es sólo el medio de sustento del hombre sino de su
realización como persona y como integrante de la comunidad a la que pertenece. No basta que con
él se produzcan bienes o servicios y se obtenga una compensación económica suficiente; es
además indispensable, como en todas las actividades de la vida, que brinde satisfacción, haciendo
sentir al protagonista partícipe e integrante de la comunidad con una función digna que cumplir.
En tanto el protagonista de este derecho es el hombre de trabajo, sus normas tienen un
contenido dirigido a su dignificación. De ahí que la empresa y sus objetivos deban contemplar de
manera particular el hecho de que no solamente se trata de obtener beneficios del trabajo humano,
sino también de que el trabajador ocupe el lugar que le corresponde, como persona, en el mundo
económico y social. Por eso para recuperar el relativo equilibrio que desactiva la cuestión social, y
evitar el agravamiento de los enfrentamientos de los intereses contrapuestos, los empresarios,
alejándose de las posiciones puramente economicistas, deberían promover la subsistencia de un
régimen justo que privilegie la condición del hombre como centro del sistema normativo. De otro
modo se arribará a una repetición dramática de la cuestión social que el capitalismo industrial
desencadenó en el siglo XIX. La exclusión inhumana de pueblos enteros del modelo de
producción, ha cobrado ya muchas víctimas.

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1.2. EL TRABAJO OBJETO

DEL DERECHO DEL TRABAJO


El Derecho del Trabajo acota normativamente como objeto de regulación tan sólo una particular
manifestación del trabajo humano que se caracteriza por la concurrencia de las siguientes notas: 1)
trabajo productivo que se inserta, por tanto, en el proceso de producción de bienes y servicios; 2)
trabajo por cuenta ajena, en el que los resultados o frutos de la actividad productiva se trasladan en
virtud de un título contractual oneroso a una persona distinta de quien lo realiza (ajenidad en el
trabajo), 3) trabajo libre; 4) trabajo remunerado.

1.3. EL CONFLICTO INDUSTRIAL ES EL CONFLICTO

SOCIAL BASE DEL DERECHO DEL TRABAJO


Es indispensable identificar al conflicto social que se encuentra en la base del Derecho del
Trabajo como cuerpo jurídico diferenciado. Sobre este singular conflicto social ejerce su función
integradora, lo que explica el concepto, la esencia y el fundamento de esta disciplina.
Señala Palomeque López que el conflicto social que está en la base del Derecho del Trabajo es
el que se genera en "la gran industria" del siglo XIX caracterizada por la doble concentración de
capitales y de trabajadores. No es un conflicto más dentro de una estructura social pluralmente
conflictiva, como es la sociedad capitalista, sino que se trata del auténtico motor de todas sus
contradicciones, de su conflicto central o paradigmático.
En la relación de intercambio de trabajo por salario, los sujetos que la protagonizan esgrimen o
aportan intereses, no sólo distintos, sino contrapuestos. Es decir, que en la propia raíz de la
relación de trabajo asalariado se halla instalado un conflicto social de carácter estructural
(contraposición de intereses entre quienes dominan los medios de producción y quienes aportan
exclusivamente trabajo dependiente). Trabajadores y empleadores muestran así intereses
contrarios en la relación de trabajo, en el sentido de que la plena satisfacción de los de unos ha de
ser necesariamente en su caso a costa de los propios de la contraparte. Naturalmente, la norma
jurídica ha de impedir la consecución absoluta de los intereses de parte, imponiendo una solución
de "equilibrio" o "compromiso" esencial, configurada por el Derecho del Trabajo.
El interés del empresario en la relación de trabajo coincide generalmente con la prolongación de
los tiempos de trabajo, que habrá de redundar en mayor cantidad de producto, y en la moderación
de los salarios, con la siguiente repercusión en la limitación de los costos de producción (menores
costos, mayores beneficios). El interés de los trabajadores se manifiesta en la reivindicación de
salarios cada vez mayores y de jornadas laborales progresivamente más reducidas, procurando
incrementar el descanso. Y en la defensa de su dignidad humana, más allá de la subordinación
que subyace en la relación.
La funcionalidad o razón de ser histórica del Derecho del Trabajo como disciplina jurídica
independiente es, por ello, la de servir al proceso de juridificación del conflicto entre el trabajo
asalariado y el capital, de su integración o institucionalización por el Estado.

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1.4. LA FUNCION SOCIAL DEL DERECHO

DEL TRABAJO: SU RAZON DE SER


El derecho del trabajo como cuerpo normativo integrador habría de cumplir la trascendental
misión de imponer al conflicto un cauce de desenvolvimiento compatible con la permanencia y
desarrollo del modo de producción capitalista y las paredes maestras de la sociedad burguesa.
Esta es la función histórica de la legislación del trabajo y del propio Derecho del Trabajo.
Hay un dato trascendental que explica la razón de ser del Derecho del Trabajo como instrumento
de mediación e institucionalización del conflicto entre trabajo asalariado y capital, que le confiere un
carácter ambivalente o contradictorio: la búsqueda del equilibrio estructural entre los intereses de
los sujetos antagonistas (poderes contractuales del empresario/estatuto protector de los derechos
del trabajador), al propio tiempo que instrumento protector de las relaciones sociales capitalistas,
cuya dominación legaliza y reproduce a través del contrato de trabajo. El derecho de trabajo es el
resultado tanto de la acción de los trabajadores y de sus organizaciones contra el orden capitalista,
como del combate del empresariado y del poder político contra la acción de los trabajadores. En
síntesis, el capitalismo no es viable social y políticamente sin el derecho del trabajo que lo justifica
y disminuye las tensiones sociales que el mismo sistema origina por naturaleza.
El Derecho del Trabajo aparece entonces como un ordenamiento de la "redistribución" de los
recursos y, en su seno, se desenvuelve la acción de los sindicatos que buscan la realización de
ese objetivo a través de la confrontación o de la negociación colectiva.
En definitiva nuestra disciplina es un elemento básico para el bienestar de las clases
trabajadoras de toda la pirámide social.
La vigencia plena del Derecho del Trabajo y del Derecho de la Seguridad Social fomentan la paz
social.

1.5. EL CONTENIDO DEL DERECHO DEL TRABAJO


El objeto del Derecho del Trabajo reconoce los siguientes centros de imputación normativa:
1) la relación individual de trabajo o contrato de trabajo, en la que trabajadores y empresarios
intercambian trabajo por salario, cuyas normas constituyen el Derecho Individual del Trabajo;
2) las relaciones entre los sujetos colectivos del trabajo, trabajadores agrupados colectivamente o
sindicatos y empresarios, que se expresan fundamentalmente por medio de la negociación y del
conflicto o enfrentamiento, constituyen el Derecho Colectivo del Trabajo;
3) las relaciones del Estado con ambos sectores, tanto a través de su acción legisferante
imperativa sobre los contratos individuales como por su participación en el control del
funcionamiento del sistema, por ejemplo, la autorización que se otorga a los sindicatos para
actuar, el reconocimiento de la personería gremial, la homologación de los convenios colectivos
o la promoción de la solución de los conflictos;
4) las normas que rigen al procedimiento en los fueros laborales, sobre las que se proyectan el
carácter alimentario de nuestra disciplina y la hiposuficiencia del trabajador.

1.6. EL TRABAJO EN LA ANTIGÜEDAD


La consideración del trabajo como fenómeno humano, o la simple prestación considerada en sí
misma, ha tenido distintas manifestaciones según las diferentes épocas históricas.
En la antigüedad, el trabajo, especialmente el manual, era propio de esclavos o de hombres de
baja consideración social, quienes tenían que trabajar para vivir. Las clases sociales privilegiadas

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—sacerdotes, guerreros, gobernantes— vivían a expensas del trabajo de aquellos a quienes


despreciaban. En dicha época la relación de esclavitud era parte del derecho de propiedad, y en
consecuencia el esclavo era tratado jurídicamente como una cosa. Por tal razón, carecía de
capacidad para adquirir bienes o contraer obligaciones. Este régimen se modificó en época del
Imperio Romano, en la cual el esclavo gozó de una trato más humanitario, y se le dio la posibilidad
de poseer limitados bienes.
Junto al régimen de la esclavitud se desarrolló el trabajo de los artesanos, en régimen de libertad
individual (trabajadores autónomos), agrupados en corporaciones denominadas collegias. El
trabajo también se prestaba bajo la forma de la locatio o del coloniaje.
La locatio: (trabajo libre por cuenta ajena) que comprendía tres figuras distintas:
a) la locatio rei: dio lugar a la locación o arrendamiento de cosas (que se confundía en aquella
época con el arrendamiento de esclavos),
b) la locatio conductio operis: que generó nuestro arrendamiento de obra, tomó en cuenta el
resultado, y se asumió el riesgo de la obra, y
c) la locatio conductio operarum: que fue antecedente de la locación de servicios, en la que se
fijaba una remuneración en función del tiempo de prestación, corriendo el locador con el riesgo
derivado de ésta.
Los colonos: que tenían una subordinación indirecta al propietario de la tierra y una sumisión
directa a la tierra que trabajaban, satisfacían al propietario un canon, en dinero o en especie,
creándose por esta vía un régimen de servidumbre. En esta prestación de servicios estaba
adscripto junto con su familia más a la tierra que trabajaba que al titular de ella.
Pero ninguna de estas clases de trabajos gozaban de consideración social, pues como dije, los
hombres de clase superior despreciaban las tareas manuales, considerándolas indignas o de baja
condición, reservándose para ellos las funciones de gobierno, la carrera de las armas, la religión,
las ciencias del espíritu (sacerdotes, políticos, filósofos o guerreros).
En Grecia se levantaron muchas ciudades pequeñas, cada una de las cuales constituía una
verdadera unidad, pues los habitantes vivían con sus propios recursos y se regían por sus propias
leyes. Por su carácter independiente cada polis era una ciudad-Estado o Estado-comunidad, que
se encontraba protegido por un recinto amurallado. El gobierno lo ejercía un rey o jefe supremo,
considerado de origen divino, quien representaba la mayor autoridad pues conducía al pueblo a la
guerra, administraba la justicia y presidía las asambleas. Sin embargo, su poder fue limitado por los
nobles o jefes de los genos, que eran consultados por el rey antes de tomar una decisión.
A partir del siglo VII A.C. el poder de los nobles fue en aumento, mientras la monarquía se
transformó en una simple magistratura religiosa. Finalmente, el soberano fue sustituido por un
grupo aristocrático-militar. A este gobierno de nobles, ejercido por unos pocos, los griegos lo
llamaron oligarquía. Las diferencias sociales eran muy marcadas. Primero se hallaban los
aristócratas, en segundo lugar los artesanos que vivían de sus oficios, en tercer término los
jornaleros u hombres libres, que soportaban privaciones y, por último los esclavos, generalmente
prisioneros de guerra.
Entre los siglos VII y VI A.C. se produjeron guerras civiles y crisis económicas. Algunos
habitantes de las ciudades-Estados, para evitar su exterminio, emigraron hacia diversas regiones
del mar Mediterráneo e iniciaron una segunda colonización.

1.7. EL TRABAJO EN LA EDAD MEDIA

1.7.1. Características del período


La Edad Media es un período histórico intermedio entre la antigüedad y los tiempos modernos,
que comprende aproximadamente diez siglos a partir de la caída del Imperio Romano de Occidente
en poder de los bárbaros (476). En este período se pueden distinguir tres etapas, a saber:

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1) La temprana Edad Media (siglo V hasta mediados del IX —desde la época de las invasiones
bárbaras hasta la disolución del Imperio de Carlomagno—) en la cual se produjo como hecho
relevante la destrucción política del Imperio Romano a consecuencia de la invasión de los
bárbaros (pueblos que vivían fuera de los muros del imperio).
2) La alta Edad Media (siglos IX al XIII). En este período declina la autoridad de los reyes y surge la
Europa feudal que se disgrega en gran número de señoríos dividiéndose entre ellos el poder. La
idea del Estado se desvanece casi por completo, y éste parece una sombra de lo que fue en
épocas anteriores. Correlativamente, algunas clases sociales elevan su condición conquistando
grandes libertades, las que son más patrimonio de ellas que del individuo.
El orden de la sociedad medieval se basa en los estamentos. El Estado aparece ahora
desintegrado, ya no es un todo sino partes independientes sin autoridad central que actúe
directamente sobre los individuos en un territorio común, es decir, el rey intervenía directamente
con su poder sobre los grandes señores sólo, que, según la teoría feudal, eran vasallos inmediatos;
en cuanto a los demás hombres que se encontraban más abajo en la serie, no podían llegar a ellos
directamente sino pasando por sus señores inmediatos. La autoridad no se filtraba hasta los
grados más bajos de la sociedad sino a través de los superiores.
Era aquello un sistema fundado no en la sumisión general sino en la obediencia personal y en la
subordinación basadas en el dominio de la tierra. La unidad política de Europa quedó rota.
A partir de allí se desarrolló un nuevo régimen político y social llamado feudalismo (que
predominó desde los albores del siglo X hasta el XV —final de la Edad Media—).
El poder del Estado, que antes había pertenecido exclusivamente al rey, en el nuevo régimen se
distribuyó entre los señores feudales. La falta de buenas vías de comunicación y la inexistencia de
ejércitos permanentes impidieron a los reyes defender con eficacia las fronteras de sus Estados.
Entonces los ricos propietarios asumieron por cuenta propia la protección de sus intereses, para
lo cual organizaron sus fuerzas militares y construyeron recintos fortificados (castillos) donde
podían albergarse junto con sus servidores y rebaños. Todo esto contribuyó a debilitar aún más la
autoridad del rey, al mismo tiempo que aumentaba el poder de los señores locales. Los
cam pesinos y los pequeños propietarios, incapaces de organizar sus defensas, se agruparon
alrededor de los castillos y solicitaron el amparo de los castellanos. Estos otorgaban dicha
protección, pero les exigían la entrega de sus tierras, la prestación de ayuda militar y el
acatamiento de su poder.
En recompensa por estos servicios, los señores devolvían las tierras a sus protegidos, pero
éstos no las recibían ya como propias, sino en calidad de feudos, es decir, sujetas a las
condiciones establecidas en el contrato feudal.
El que daba las tierras se llamaba señor feudal y el que recibía el feudo era vasallo o servidor.
En el contrato feudal se establecían los mutuos compromisos entre el señor y el vasallo. Este
último estaba obligado a prestar servicio militar y debía acompañar a su señor en la guerra. Por el
compromiso de fidelidad no podía luchar contra él, ni contra sus hijos. El vasallo no podía
desvalorizar el feudo ni perjudicarlo, y estaba obligado a participar en el rescate del señor si era
hecho prisionero. Por su parte, el señor debía ofrecer a su vasallo protección y justicia. No podía
atacarlo, ni insultarlo, como tampoco perjudicar sus bienes. Si el vasallo moría, el señor colocaba
bajo su tutela a los hijos menores, protegía a la viuda. Si faltaba a estos deberes cometía felonía.
El régimen de vasallaje se generalizó con rapidez, y el señor feudal debió a su vez solicitar la
protección de otro más poderoso, el que le exigió la entrega de sus tierras y lo convirtió a su vez en
su vasallo. Así los señores y vasallos se superpusieron en una escala donde cada uno poseía
tierras concedidas por otro más poderoso.
En esta pirámide feudal, el rey era el primero de los señores, pero con su autoridad
notablemente debilitada, pues sólo la ejercía sobre sus vasallos directos. En su territorio, el señor
feudal era un verdadero soberano. La autoridad del monarca dejó de ser nacional y se limitó a
ejercer la teórica propiedad de todos los feudos.
Cuando desapareció el peligro de los ataques y también cesaron las guerras entre los señores
feudales, los habitantes de los lugares fortificados —ante el aumento de la población—
abandonaron esos recintos muy estrechos y se dirigieron a las ciudades, que fueron reconstruidas
y repobladas. La causa principal del desarrollo de las ciudades —burgos— fue el renacimiento del
comercio. Se produjo un aumento de la circulación de la moneda y la valorización del dinero, que
reemplazó al antiguo sistema del trueque entre productos. La mayor actividad comercial originó el

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crédito y el interés sobre el dinero prestado. Aumentó la productividad a consecuencia de los


progresos de la técnica, la agricultura se benefició con el uso del arado y de los molinos, mejoraron
los transportes terrestres y la navegación, transformaciones que en definitiva llevaron a la crisis del
mundo medieval.
En la Edad Media se mantuvo la esclavitud, pero entre el hombre libre y el esclavo había
variadas situaciones jurídicas. Así, los siervos domésticos no eran libres; los siervos rurales tenían
cierta autonomía económica y estaban sujetos a cargas personales y fiscales, y el señor feudal
tenía derecho a maltratarlos, a encarcelar a sus colonos, a hacerse servir gratuitamente por las
mujeres e hijas de éstos, e incluso a hacerlos morir de hambre, sed o frío.
La mitigación de la esclavitud se concreta con la servidumbre de la gleba, el colonato y el
vasallaje.

1.7.2. Servidumbre de la gleba


La servidumbre de la gleba se sitúa en la época de los emperadores cristianos de Roma (la
gleba es el terrón que levanta el arado, y por extensión la tierra, el campo, el fundo o la heredad).
Estos trabajadores no podían tener tierra propia ni cultivar ésta sino para su señor. Y el estado de
servidumbre se transmitía a los hijos. En algunos casos la condición de siervo de la gleba se
originaba en la aceptación voluntaria de la misma a causa del hambre, del peligro, o de la
imposibilidad de pagar las deudas. En todos los casos el señor protegía al siervo.

1.7.3. Colonato
El colonato medieval constituía un sistema de explotación agrícola mediante cultivadores
permanentes. El colono se obligaba a trabajar la tierra pero conservaba libertad personal y jurídica.
Debía pagar una renta a su señor, pero no podía abandonar la tierra, y su categoría con el tiempo
pasó a la de siervo de la gleba.

1.7.4. Vasallaje
El vasallaje es un vínculo entre el vasallo y el señor en el cual aquél debía a éste fidelidad,
homenaje y hasta servidumbre personal. Y el señor feudal quedaba obligado a respetar la
propiedad y a defender la vida del vasallo. En la corriente igualitaria del trabajo humano, el
vasallaje está un escalón más arriba que la servidumbre de la gleba, y dos por encima de la
esclavitud.

1.7.5. Hombres libres de las villas (villanos)


En las poblaciones de aquel entonces los hombres que ejercían oficios por su cuenta eran
considerados como participando de una nueva clase social: la del estado llano o villano. Estos
trabajadores independientes debían comprar las licencias al señor feudal o al monarca, situación
que se mantuvo en Francia hasta el Edicto de Turgot que prohibió las corporaciones de oficios en
nombre de la libertad de trabajo.

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1.7.6. Corporaciones de oficios


En la Edad Media surgen agrupaciones de trabajadores de igual oficio o profesión, que no tienen
el carácter peculiar de los sindicatos modernos, ni en sus estructuras, sus reivindicaciones o
finalidades.
Los primeros hombres libres que se agrupan para la defensa de sus intereses son los
Mercaderes. Luego aparecen las corporaciones de artesanos. A partir del siglo XII van formándose
corporaciones con organización propia de actividad común, con fundamento religioso y
jerarquizadas por una escala gremial que partía del aprendiz, seguía en el oficial o compañero, y
concluía en el maestro.
Estas corporaciones tenían personalidad moral y jurídica con capacidad para poseer bienes,
reglamentaban la prestación laboral de sus integrantes, y fijaban los salarios. Además, en caso de
fallecimiento de alguno de sus integrantes, protegían a las viudas y a los huérfanos.
La función histórica de las corporaciones se considera agotada desde el año 1500, y su período
de decadencia dura dos siglos más. En esta última época los títulos de maestro se vendían o se
consideraban hereditarios. Las corporaciones terminan en 1776 con el Edicto de Turgot que
estableció la libertad para ejercer el comercio, las artes y los oficios.

1.8. EL TRABAJO EN LA EDAD MODERNA

1.8.1. La Revolución Industrial


La ejecución del trabajo en relación de dependencia en una organización empresaria ajena bajo
la forma de un contrato de trabajo es propia del capitalismo y nace recién en el siglo XVIII, con el
maquinismo y la revolución industrial.
A partir del siglo XVIII se produjo en Europa una verdadera revolución industrial y financiera que
inauguró la era del maquinismo. Esta revolución surgió de un modo espontáneo, es decir, sin
intervención directa del Estado, el cual se limitó a favorecer el comercio, la industria y sus técnicas.
Una serie de factores como el desarrollo del comercio (con países de ultramar), el incremento
del intercambio (mayor demanda), las necesidades o los gustos particulares de los nuevos clientes
y la lucha contra la competencia, originaron la concentración de las distintas industrias en fábricas.
Los mercaderes, con el objeto de obtener una mejora en la calidad, cantidad y precio de los
productos y aprovechándose de las malas cosechas y necesidades de los campesinos, impusieron
su procedimiento de fabricación a través de la instalación de sus propias fábricas y de la reducción
del margen de beneficios obtenidos por los trabajadores.
Esta fue la primera división del trabajo que convirtió a los mercaderes —que proporcionaban la
materia prima, los utensilios y los modelos de trabajo— en fabricantes o empresarios capitalistas
dueños de los medios de producción, de los mercados y de los productos.
La habilidad que adquirió el obrero, especializado en alguna de las tantas operaciones en que se
dividió la producción, hizo que produjera más y mejor en el mismo tiempo. Y así disminuyó el
precio del costo de los productos.
Con el tiempo la división del trabajo —consistente en el fraccionamiento de las tareas para lograr
un alto grado de especialización—, sumada a los avances técnicos y la implementación de las
maquinarias, concentró a los trabajadores en un lugar —fábricas—, los sujetó a un orden jerárquico
y logró la producción en gran escala, echando así las bases de la empresa moderna, que
programa, coordina y racionaliza el trabajo. Todos estos acontecimientos produjeron una verdadera
transformación en la realización de las labores que, si bien incrementó la producción en forma

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notable, también apartó al hombre de su obra y lo masificó, convirtiéndolo en un especialista


adaptado a una operación dentro de las muchas en que se fragmentaba la elaboración del
producto.
Pero esta revolución se operó no sólo en el orden industrial, sino también en la concepción
prevaleciente de la vida. Fue el comienzo del capitalismo que, como todos los acontecimientos
ocurridos a lo largo de la historia, se inspiró en una corriente filosófica —individualismo liberal—
que consideraba fundamental lo económico (la producción) y afirmaba la libertad plena del
individuo y la igualdad total entre los hombres.
Inglaterra fué cuna del liberalismo. En lo económico, su expansión imperial la llevó a sostener el
principio de división del trabajo internacional y el libre comercio, del cual sacaba buen partido en
base a su poderío naval. Adam Smith y David Ricardo dieron forma teórica a las necesidades
económicas de la Inglaterra de su tiempo. Fue así que Gran Bretaña se constituyó en el primer
país en que surgió la llamada "revolución industrial". Ya en 1698 se inventó una máquina movida a
vapor, para desagotar minas. La aplicación masiva de esa técnica tuvo lugar un siglo después.
Esta revolución industrial adquiere fisonomía propia, con mecanismos complejos impulsados por
el hombre y otras fuentes de energía, cuando se concretan cuatro invenciones que habrían de
cambiar la forma de producir. En 1770, el tejedor Hargreaves patentó la "spinning jenny" (rueca
mecánica) consistente en un batidor con una fila de husos dispuestos de manera que pudiera
retorcer al mismo tiempo una serie de hilos. En 1771 Arkwright inventó una máquina de hilar, la
"water trame", que era movida por la acción del agua. En 1779 Samuel Crompton combinó los dos
inventos anteriores en uno que denominó "mula". Por último, en 1785 Carkwright, párroco de Kent,
aplicó a los tejidos estas máquinas.
Pero fue la máquina de vapor, perfeccionada por Watt sobre ideas de Papin, y el adicional
sistema de rotación, logrado todo ello entre 1769 y 1782, lo que permitió aplicar el vapor a toda
clase de maquinarias.
A comienzos del siglo XIX, la fuerza hidráulica había desalojado al vapor de las máquinas más
importantes, pero el segundo se aplicaba con gran éxito a la navegación. La aplicación de las
máquinas incrementó la producción, y desplazó a muchos obreros manuales, provocando
desocupación y mano de obra extremadamente barata. Los industriales fueron capitalizándose con
rapidez, y los emplearon en reinversiones constantes, que acrecentaron geométricamente sus
capitales y producciones.
El sistema se encaró en absoluta libertad. El Estado no reguló las relaciones sociales, lo que
estimuló la competencia, pero a costa de la miseria de los trabajadores. El sistema de
corporaciones que antes los protegía, desapareció, dejándolos librados a la ley de la oferta y la
demanda. Esto condujo al progresivo divorcio entre los intereses de la burguesía, que invocaba
libertad, y los del proletariado, que aspiraba a la igualdad en las relaciones laborales, lo que
implicaba limitar el poder discrecional de los empresarios. Un proceso muy lento le permitió a los
trabajadores agremiarse, constituir sindicatos aptos para luchar por reivindicaciones sociales, e ir
logrando mejores condiciones de vida. El auge industrial motivó también fuertes migraciones
internas y concentración urbana, fenómeno típico del capitalismo moderno.
La revolución burguesa se dio en Francia en 1789; en otros países la burguesía se aproximó al
poder a través de las guerras napoleónicas o de procesos evolutivos de largo alcance. En España
y en Rusia, sin embargo, las reformas políticas fueron más lentas, y el siglo XX encontró sus
estructuras aún plenas de resabios feudales.

1.8.2. El individualismo posesivo: Lineamientos Básicos


La doctrina filosófica del individualismo posesivo define el concepto de la propiedad diciendo que
es amplio, ya que incluye la vida, la libertad y los bienes de una persona. Además los hombres,
libres e iguales por naturaleza pueden, en razón de su libertad, "vender" su trabajo, el que funciona
como una mercancía más, ya que un hombre libre se hace sirviente y criado de otro vendiéndole
sus servicios por un cierto tiempo y mediante un salario determinado. Locke separa con cuidado al
amo del sirviente y permite que el primero se apropie del producto del trabajo del segundo, durante

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el período de la relación laboral. El trabajo del sirviente engrosó la propiedad del amo. El imperio
de la ley de la oferta y la demanda refuerza casi imprescindiblemente el pensamiento del
individualismo posesivo, y la concentración económica que impone el maquinismo y la reducción
de los costos en la producción que exige la competencia encuentran adecuada justificación.
Podrían resumirse los lineamientos básicos de la concepción filosófica del individualismo
posesivo que animaron las ideas políticas y se proyectaron sobre la economía y la organización
social, en los que siguen:
l La libertad en la contratación, en la industria y en el trabajo.
l La propiedad privada es un derecho inviolable y sagrado.
l La no intervención del Estado.
l La posibilidad de acrecentar ilimitadamente la riqueza individual.
l La igualdad formal de los habitantes ante la ley.
En conjunto, estos principios del liberalismo garantizan jurídicamente los ideales doctrinarios
sustentados por los teóricos políticos y económicos de los siglos XVII y XVIII.

1.8.3. Características de las r elaciones laborales en este período


Las relaciones laborales se estructuraron con estas pautas. Su regulación jurídica no persigue
como meta suprema la justicia, o la igualdad real de oportunidades, sino la libertad formal. No es
un derecho que busca la nivelación de las clases sociales, sino la igualdad disfrazada detrás de la
formalidad. La libertad es negativa pues consiste en la facultad ilimitada de venderse al precio que
el empresario quiera, es decir, la libertad de trabajo significa la libertad de oprimir a quienes
necesitaban de un trabajo para subsistir.
Entre el hombre y el Estado no hay otros entes —gremios o asociaciones— con razón para
funcionar, ya que en 1776 el Edicto de Turgot, "... suprimió las corporaciones, y proclamó el
derecho del hombre al trabajo y la plena libertad para ejercer el comercio y la profesión, después
de recibir una parte y de pagar un precio...".
En 1791 la Ley de Le Chapellier, "...prohibió todas las agrupaciones de trabajadores y castigaba
como delito el intento de constituirlas...".
"... no existen corporaciones en el Estado y no hay más interés que el particular de los individuos
y el general del Estado...".
Los límites legales y morales nunca fueron definidos por el individualismo, lo cual deterioró la
situación de los trabajadores, al extremo de que la necesidad —o la obligación— de protegerlos
constituyó la raíz del Derecho del Trabajo.
Las relaciones de trabajo hasta ese momento fueron parte integrante del Derecho Civil; con
fundamento en la filosofía liberal el Estado se declaró prescindente en todo tipo de contratación y el
contrato laboral no fue en ese entonces una especie diferenciada dentro del Derecho Civil.
La relación de trabajo resultaba estructurada en cada caso libremente por la voluntad de las
partes (principio pleno de la autonomía de la voluntad); los industriales, que perseguían la
obtención del máximo beneficio posible, aprovecharon la pasividad del Estado, la inexistencia de
organizaciones intermedias y las necesidades de los trabajadores para fijar a su antojo las
condiciones de labor.
Así, los pasos seguidos por la filosofía liberal del individualismo posesivo son:
Negación de derechos especiales para el trabajador, a los que se aplicaba el Derecho Civil o
"derecho de iguales".
No intervención del Estado, implementando límites en las relaciones laborales.
Falta de protección de los trabajadores, quienes gozaban de autonomía de la voluntad porque
ése era el principio general de toda contratación.
Debilitamiento y anulación de los sujetos intermedios —asociaciones profesionales—.
Reducción del costo en la producción —consiguiendo mano de obra barata—.
Por tanto el Estado liberal convalidó:
l el trabajo de mujeres y de niños (la mano de obra más barata) en jornadas excesivas,
l el pago de salarios insuficientes para la subsistencia,

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l condiciones de salubridad y de higiene lamentables.


Como consecuencia se menospreció la condición del trabajador (considerado un simple
instrumento) y consecuentemente se desvalorizó al trabajo que fue estimado como una mercancía
más, que constituía un mero elemento del costo del producto.
El trabajador pasó a formar parte no diferenciada de un complejo de producción, en el cual la
máquina asumía el rol fundamental y los operarios que las manejaban podían ser reemplazados
libremente sin responsabilidad alguna para el empleador.
Puede decirse que si bien fue una época de gran progreso económico (se producía más en
menos tiempo), en lo social fue la época de mayor injusticia y de máxima desprotección para el
trabajador dependiente que cumplía sus tareas por cuenta ajena. Las mayores injusticias que se
advirtieron estaban ligadas a la jornada (excesiva), al régimen de descansos (inexistente) y al
salario (insuficiente), pues la libertad de contratación llevaba a situaciones de explotación que, en
todos los casos, tendían a lograr un abaratamiento del precio de la mano de obra.
De ahí que la agrupación de trabajadores en uniones o sindicatos y la realización de
movimientos de fuerza tuvieron por objeto romper el rígido esquema dentro del cual se desenvolvía
la situación del trabajador dependiente, carente de un mínimo de protección y de resguardos
jurídicos adecuados para su desenvolvimiento como trabajador y como persona. Fue precisamente
esta situación de injusticia extrema la que dio origen a la denominada "Cuestión Social". Los
trabajadores, para lograr una posición de mayor fuerza frente a los abusos que padecían, se
agruparon formando asociaciones. El sindicato cumplió una función vital para obtener del Estado
normas mínimas de protección y para que los empleadores las respetaran. El Derecho del Trabajo,
históricamente, ganó su espacio en oposición a la doctrina liberal individualista, es decir, restándole
espacio a ella. Imponiendo ciertos límites a la autonomía de la voluntad y a través de los
trabajadores colectivamente organizados.
Estructurados los obreros en distintas organizaciones gremiales, no obstante las prohibiciones
iniciales (Ley Le Chapellier después derogada), su peso político comenzó a aumentar
inexorablemente. Los sindicatos constituyeron verdaderas fuerzas políticas, e indiscutibles grupos
de interés o de presión. Y desde el campo político, distintos pensadores postularon desde la
perspectiva de las diferentes doctrinas socialistas, modos alternativos de organización política,
económica y social.

1.9. CONSTITUCIONALIZACION DEL DERECHO DEL TRABAJO


La madurez alcanzada por el movimiento obrero, a través de sus asociaciones profesionales, y
los partidos políticos de tendencia socialista o propicios a una concepción generosa de la justicia
social, consiguieron primeramente leyes protectoras del trabajo y del trabajador; y pretendieron
luego, con sucesivos logros, que se reconociera categoría constitucional a diversos principios y
derechos relacionados con el trabajo.
Las Declaraciones de Derechos Sociales se inician con la Constitución mexicana de 1917,
siguen con la de Weimar de 1919, continúan con la española de 1931 y luego se extienden
rápidamente desde 1936, año en que Rusia reforma su texto constitucional, para alcanzar en el
presente a la casi totalidad de los textos constitucionales vigentes. En nuestro país se dictó en
1949 una Constitución (derogada) que contemplaba derechos sociales; en 1957 se reforma la
Constitución de 1853 y se incorpora el artículo 14 bis, que especifica derechos individuales,
colectivos y de la seguridad social. La reforma de 1994 incorpora tratados internacionales de
derechos humanos, y convenios de la OIT.
El fenómeno de la constitucionalización del Derecho Laboral, integrado por un conjunto de
garantías sociales, concede a éstas la naturaleza jurídica de fuentes primordiales para el Derecho
del Trabajo.

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1.9.1. La Constitución de México de 1917


Corresponde a un país de Hispanoamérica, los Estados Unidos Mexicanos, la vanguardia y el
mérito social de haber incorporado a los textos constitucionales, de manera amplia y orgánica, los
principios generales del Derecho Laboral positivo. Con anterioridad, cartas fundamentales de las
distintas naciones solían limitarse a reconocer la libertad de trabajar y el derecho de asociarse con
fines útiles.
El origen de la declaración constitucional mexicana se señala en 1916, al discutirse en el
Congreso Constituyente el problema de si se debía dar entrada en la proyectada Constitución a las
bases de la legislación de trabajo y cuál debería ser su contenido. Después de violentas polémicas,
y sobre el esquema presentado por el Licenciado José Natividad Macías en nombre del presidente
Carranza, se aprobó el fundamental y extensísimo artículo 123, del que emana toda la legislación
laboral de México, empezando por la Ley Federal del Trabajo, especie de código laboral,
promulgada el 18 de agosto de 1931.
La transformación del Derecho del Trabajo cristalizó en la Constitución del 5 de febrero de 1917,
la primera Constitución de tipo social del siglo XX y también la primera declaración constitucional
de derechos de tipo social. En esa Constitución, el Derecho del Trabajo se elevó a la categoría de
estatuto constitucional del trabajo, con el mismo rango, idéntica fuerza y análogo fundamento de
los que tuvo la Declaración individualista de los Derechos del Hombre.
En el mencionado artículo 123, del que ahora se incluye una síntesis de sus incisos, se prevé:
Jornada máxima de 8 horas. Jornada máxima nocturna de 7 horas, con prohibición para mujeres y
menores. Prohibición del trabajo antes de los 12 años y limitación de seis horas hasta los 16. Un
día de descanso semanal. Protección de la obrera embarazada y madre. Salario mínimo suficiente.
Salario igual para trabajo igual, sin tener en cuenta sexo ni nacionalidad. Salario mínimo
inembargable. Comisiones especiales de salario mínimo y participación en las utilidades. Pago del
salario en moneda de curso legal. Pago duplicado de las horas extraordinarias: Habitación, escuela
y enfermería para los trabajadores. Mercado público y centros recreativos, excluidos el despacho
de bebidas embriagantes y los juegos de azar, en los grandes núcleos industriales.
Responsabilidad empresaria por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. Higiene,
salubridad y seguridad en el trabajo. Derecho de coligación y de formar sindicatos y asociaciones
profesionales. Derecho de huelga para los obreros y de paro para los patronos. Huelgas lícitas e
ilícitas. Paros lícitos. Conciliación y arbitraje en los conflictos entre el capital y el trabajo.
Resistencia al arbitraje y sanciones. Indemnización por despido injustificado. Prelación crediticia de
sueldos y salarios. De las deudas contraídas por los trabajadores con el patrono y los suyos.
Servicio gratuito de colocación. De las condiciones nulas, aún insertas en el contrato. Patrimonio
familiar inalienable e inembargable. Seguros sociales de invalidez, vida, paro forzoso,
enfermedades y accidentes. Casas baratas. Competencia de las autoridades para aplicar las leyes
de trabajo.

1.9.2. La Constitución de Weimar de 1919


La momentánea desilusión imperialista de la Alemania derrotada en 1918 condujo a una fuerte
reacción popular, donde predominó el influjo de la social democracia que, al cabo de medio siglo,
conseguía desquitarse de su avasallamiento por la monarquía. Tales impulsos incorporaron a la
Constitución de Weimar (la capital de Turingia donde se aprobó este texto y de la República
alemana) un conjunto coherente de formulaciones laborales, de preponderante repercusión en
otros países.
Sus aspectos más destacados son: a) creación del Derecho Unitario de Trabajo y protección
estatal para el trabajo (art. 153); b) reglamentación internacional del trabajo, para garantizar a la
clase obrera de todo el mundo un mínimo de derechos sociales (art. 162); c) principios laborales:
libertad de trabajo, obligación de trabajar, derecho al trabajo y subsidio por paro forzoso (art. 163);
d) libertad de coalición, para defensa y mejoramiento de las condiciones de trabajo y producción.

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1.10. DOCTRINAS SOCIALISTAS

1.10.1. Las primeras doctrinas socialistas


Roberto Owen (1771-1858), quien más que teórico fue un gran realizador social, dedicó gran
parte de su fortuna a intentar ensayos sociales, de los cuales muchos fracasaron. Se le ha
considerado como el iniciador de la primera etapa de las sociedades cooperativas.
Carlos Rodbertus (1805-1875), el iniciador y representante del moderno socialismo científico
califica su teoría como un desarrollo lógico de aquel principio aparecido en la ciencia de Smith y
confirmado por la escuela de Ricardo, de que todos los bienes bajo el aspecto económico no son
sino producto del trabajo, no valen sino como trabajo.
Fernando Lasalle (1825-1864) llamado el "rey de los obreros", denominó "ley de bronce" del
salario al fenómeno según el cual éste, bajo el dominio de la oferta y la demanda, se reduce
siempre al monto necesario para sostener y propagar la vida, sin que pueda subsistir un salario
más bajo ni sea posible lograr un salario más alto. Sus discípulos tuvieron largas y ásperas
controversias con el socialismo marxista.

1.10.2. El marxismo
Carlos Marx, fundador del Partido Comunista y de la Primera Internacional, redactor en
colaboración con Federico Engels de un trabajo político, el Manifiesto Comunista, y autor de un
denso estudio económico, El Capital, fueron considerados ambos como el eje fundamental de la
concepción comunista. Marx construyó un sistema que partió del principio de que el hecho
económico es base y motor único de toda la historia de la humanidad.
Marx sostuvo que no hay sino relaciones económicas. "La totalidad de estas relaciones forma la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la cual se eleva una superestructura
jurídica y política, y a la cual responden formas sociales y determinadas de conciencia... No es la
conciencia del hombre lo que determina su existencia, sino su existencia social lo que determina su
conciencia." La economía constituye la estructura de la sociedad.
El marxismo sostiene que en el valor no hay sino trabajo y la cosa debe corresponder íntegra al
trabajador. Cuando el capitalista, valido de su poder, obtiene un beneficio, esa plusvalía no es sino
trabajo no pagado: una extorsión de la clase capitalista establece en perjuicio de la clase
trabajadora.

1.10.3. El socialismo moderno


Esta doctrina ha sido resultante de dos principios igualmente reales: la necesidad de una
reforma social y, al mismo tiempo, la necesidad de que esa reforma no implique la destrucción
violenta y completa de la sociedad actual. De todos modos implicó una oposición al marxismo y se
dividió en múltiples orientaciones revisionistas.
Este socialismo subsiste en forma muy extensa y multiforme. Y con él, una vaga tendencia
mundial a llamar "socialista" a toda idea de mejoramiento para el trabajador, de admisión del
principio social en la estructura del Estado o de transformación del orden actual.

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1.10.4. El Estado providencia


En contraposición al individualismo, que se sintetiza en la fórmula "laissez faire, laissez passer" y
se limita a la conservación del orden público y a la administración de justicia (Estado gendarme), se
oponía la exageración contraria: se defendía la tesis del Estado providencia, que venía a anular al
individuo hasta en los menores detalles y a intervenir en los más íntimos reductos de la vida social.
Ni individuo ni familia. Solamente Estado.

1.10.5. Otros socialismos


A más del socialismo típico y del que Marx denomina "crítico utópico", a más del socialismo
estrictamente marxista o socialismo "científico", hay una diversidad de socialismos:
El socialismo de Estado, que responde al concepto filosófico político del socialismo. Bajo un
nombre distinto, o combinado con otros elementos (fascismo, bolchevismo, nacionalsocialismo) es
ingrediente fundamental de las corrientes políticas extremas del siglo XX.
El socialismo agrario, de Henry George, cuyas aspiraciones colectivistas se limitan a la
propiedad de la tierra.
El marxismo revisionista, que dice admitir los principios fundamentales de Marx, pero revisa en
grado mayor o menor —de acuerdo con el gusto de sus sustentadores— sus conclusiones.

1.10.6. La doctrina social de la Iglesia Católica


Las ideas introducidas por la religión católica tendieron a la humanización del trabajo. Y
precisamente cuando culmina la Revolución Industrial, el Papa León XIII da a conocer la Encíclica
Rerum Novarum, el 15 de mayo de 1891, en la que reconoce la situación calamitosa, tanto en lo
material como en lo moral y social, de la inmensa mayoría de los trabajadores. Lo que se
consideraba como una realidad inmodificable, la existencia de ricos y pobres por decreto divino,
resulta fundamentalmente cuestionado por este documento que admitía lo fundado de las
aspiraciones de los trabajadores, alentaba el derecho de la asociación obrera, se pronunciaba por
el descanso dominical, por la limitación del trabajo diario, por la prohibición del trabajo infantil, por
la especial protección de la mujer trabajadora, por la fijación de un salario mínimo justo, y por las
obras de previsión social, entre otras medidas favorables para la salud y los intereses de las clases
laboriosas, obligadas a soportar por entonces un yugo que poco difería del de los esclavos.
Los principios sociales e integradores que forman parte del pensamiento de la Iglesia, han sido
ratificados en documentos posteriores como la Encíclica Quadragessimo Anno, que a los 40 años
de la anterior, reiteraba la necesidad de que los trabajadores se asociaran libremente.
La Encíclica Mater et Magistra del 15 de mayo de 1961 reconoció la realidad de esos años,
demostrando su preocupación ante los problemas que afligen a los trabajadores, agobian a las
multitudes y subyugan a pueblos y naciones.
La concepción social católica parte de una base totalmente distinta a la concepción materialista
de la historia. Mientras para ésta no hay nada sino lo económico, y todo lo demás es una simple
superestructura de la realidad material, para la filosofía cristiana existe, junto al cuerpo, el espíritu,
que vivifica y ennoblece. No todo se reduce a esta vida. "Mi reino no es de este mundo". El
cristiano no ha venido sino a preparar el camino para la vida ulterior y eterna.
Lo económico para la Iglesia no lo es todo, pero sí un factor de importancia. No es la causa
motriz de la historia, pero sí condición indispensable para la vida de los pueblos.
Por tal razón, la Iglesia interviene en la orientación de la moral económica. Por ello, defiende el
justo salario y el salario familiar. Por su concepción espiritual, dignifica el trabajo y presenta como

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modelo de obrero a Cristo carpintero. Y por esa misma concepción espiritual fundada en la común
paternidad divina y en la común fraternidad en Cristo, rechaza el odio de clases.
La doctrina de la Iglesia reconoce la desigualdad natural de los hombres. Admite, en
consecuencia, su desigualdad económica. Pero proclama que esa desigualdad tiene un límite
mínimo, porque todo hombre, por el hecho de serlo, tiene derecho a lo indispensable para la vida.
Para una vida humana. Para su propia vida y la de su familia, que depende de él y que es una
institución natural, bendecida por Dios. El salario justo ha de ser "suficientemente amplio para que
puedan los padres de familia atender convenientemente a las necesidades domésticas ordinarias.
Si las circunstancias presentes de la vida no siempre permiten hacerlo así, pide la justicia social
que cuanto antes se introduzcan tales reformas, que a cualquier obrero adulto se le asegure ese
salario".
Al lado de la justicia conmutativa o individual (la justicia de las igualdades matemáticas) existe
una justicia social, que exige se cumpla lo que la sociedad requiere para su conservación y
perfeccionamiento (la justicia "legal" o general de Santo Tomás) y pide que las cargas y beneficios
públicos se repartan según los méritos y necesidades de cada uno (justicia distributiva). Esa
justicia social ve en la propiedad, al lado de su condición de derecho individual, una función social.
"Si es necesario mantener enérgicamente el origen natural del derecho de propiedad, importa
igualmente recordar que las facultades que confiere están esencialmente limitadas por su misión
social y que su extensión debe variar con las condiciones de existencia del cuerpo social" .
La justicia social ve en el trabajo, a más de su función individual, una función social, "porque la
actividad humana no puede producir sus frutos si no queda en pie un cuerpo verdaderamente
social y organizado, si el orden jurídico y el social no garantizan el trabajo, si no se asocian y unen
para un mismo fin, la dirección, el capital y el trabajo.
El trabajo, por tanto, no se estimará en lo justo ni se remunerará equitativamente si no se atiende
a su carácter individual y social. De ahí que para que el salario sea justo, deben atenderse tres
aspectos: la sustentación del obrero y su familia; la situación de la empresa, y la necesidad del bien
común.
La Iglesia defiende al sindicato y lo alienta. El Estado no puede prohibir su existencia, porque
constituirlo es un derecho natural del que trabaja.

1.11. EL NEOLIBERALISMO, LA NUEVA CUESTION SOCIAL

Y LA CRISIS MUNDIAL A PARTIR DEL AÑO 2008


Las doctrinas económicas neoliberales han promovido en el siglo XX las características más
inhumanas del capitalismo. En los últimos decenios se ha producido una nueva revolución
tecnológica, la que unida a un fuerte proceso de concentración de capitales, provocó una grave y
perjudicial crisis que supone en un mercado globalizado, monopólico u oligopólico, un predominio
del capital sobre el poder de las naciones. Esto conlleva la disminución del rol del Estado como
integrador de conflictos y en lo social, se da un proceso de exclusión de sectores cada vez
crecientes de trabajadores, como asimismo el retroceso de la seguridad social, que deja sin
sustento, sin techo y sin salud a niños, ancianos y a expulsados del mercado. Todo esto adquirió
en los países pobres y dependientes perfiles mucho más inhumanos. La crisis mundial del año
2008 afectó también a los países centrales, al extremo de que hoy puede hablarse, en mi opinión,
de una mejor posición relativa de algunas naciones emergentes.
En nuestro país, en consonancia con otros del continente y a partir del primer decenio del 2001,
se aplicaron políticas neokeynesianas que realzan el papel del Estado en la regulación social y de
los mercados, y que ponen especialmente el acento en el mercado interno y por tanto en la
creciente redistribución del ingreso para fomentar el consumo de todos los sectores. El derecho del
trabajo y el de la seguridad social promueven un mayor bienestar social y el crecimiento del país.

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Es por eso que considero fundamental el rol que cumplen estas regulaciones, que nacieron con la
crisis para evitar el agravamiento de la cuestión social, incluso para eliminar sus efectos más
nocivos.

BIBLIOGRAFIA
CABANELLAS, GUILLERMO,"Compendio de Derecho Laboral", Ed. Bibliográfica Omeba, 1968, págs.
92 a 146.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª Ed.
2007, Tomo I, y "Ley de Contrato de Trabajo comentada y anotada", Ed. La Ley año 2009, Tomo I,
art. 1º.
MONTOYA MELGAR, ALFREDO,"Derecho del Trabajo", 84 edición, 1997, págs. 27 a 67.
PALOMEQUE LÓPEZ, MANUEL CARLOS Y ALVAREZ DE LA ROSA, MANUEL,"Derecho del Trabajo",Ed.
Centro de Estudios Ramón Areces S.A., Madrid, 1993, págs. 43 a 96.

CAPITULO II
CONSTITUCIÓN NACIONAL
2.1. Concepto e importancia de la Constitución. - 2.1.1. Constitución de 1853. - Ideología
política y social. - 2.1.2. Constitución de 1949. - Ideología política y social. - 2.1.3. Reforma
constitucional de 1957. - Ideología política y social. - 2.1.4. Reforma constitucional de 1994.

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- 2.1.4.1. La internacionalización del derecho y el orden jurídico supranacional. - 2.1.4.2. La


jerarquía normativa. - 2.1.4.3. Las declaraciones y convenios internacionales. - 2.1.4.4. La
declaración americana de los derechos y deberes del hombre. - 2.1.4.5. La declaración
universal de derechos humanos. - 2.1.4.6. La convención americana sobre derechos
humanos. - 2.1.4.7. Pacto internacional sobre derechos económicos, sociales y culturales. -
2.1.4.8. El pacto internacional de derechos civiles y políticos. - 2.1.4.9. La convención sobre
la prevención y la sanción del delito de genocidio. - 2.1.4.10. La convención internacional
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial. - 2.1.4.11. La convención
sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. - 2.1.4.12. La
convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. -
2.1.4.13. La convención sobre los derechos del niño. - 2.1.4.14. Condiciones de vigencia.
Incorporación de nuevos tratados - 2.1.5. El Carácter Operativo de las Cláusulas de los
Tratados Constitucionales y la Aplicabilidad de la Jurisprudencia Internacional: El Caso
"Giroldi". - 2.2. Clausula de desarrollo integral con justicia social y de igualdad de
oportunidades: el artículo 75, inciso 19 de la Constitucion Nacional. - 2.3. Fuerza normativa
y efectividad de las clausulas constitucionales. - 2.3.1. Normas operativas o autoaplicativas
(Operatividad fuerte). - 2.3.2. Normas no operativas o programáticas (Operatividad débil). -
2.3.3. Derecho de huelga. - 2.3.4. Salario justo. - 2.3.5. Operatividad de toda cláusula
constitucional. - 2.4. Análisis del artículo 14 bis de la Constitucion Nacional. - 2.4.1.
Derechos del trabajador en el contrato de trabajo. - 2.4.2. Derechos sindicales. - 2.4.3.
Derechos provenientes de la seguridad social. - 2.4.4. Pautas de interpretación. - 2.5.
Desarrollo del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. - 2.5.1. Principio protectorio. -
2.5.2. Condiciones dignas y equitativas de labor. - 2.5.3. Jornada Limitada. - 2.5.4.
Descanso y vacaciones pagadas. - 2.5.5. Retribución justa. - 2.5.6. Salario mínimo vital y
móvil. - 2.5.7. Igual remuneración por igual tarea. - 2.5.8. Participación en las ganancias de
las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección. -
2.5.9. Protección contra el despido arbitrario. - 2.5.10. Estabilidad absoluta: El caso "De
Luca c/ Banco Francés del Río de La Plata". - 2.5.11. Organización sindical libre y
democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial. - 2.5.12.
Garantías gremiales. - 2.5.12.1. "Queda garantizado a los gremios: concertar convenios
colectivos de trabajo,...". - 2.5.12.2. Recurrir a la conciliación y al arbitraje,...". - 2.5.12.3. "El
Derecho de Huelga". - 2.5.13. Seguridad Social. - 2.6. Guia de análisis. - Bibliografía.

2.1. CONCEPTO E IMPORTANCIA DE LA CONSTITUCION


La Constitución es el instrumento por medio del cual la Nación, en ejercicio de la soberanía,
establece su forma de gobierno, organiza y limita los poderes que lo integran, y determina sus
relaciones con los individuos sometidos a su autoridad.
Su existencia está dada por la necesidad de una adecuada protección de los derechos
individuales y colectivos. En cuanto a su importancia, ella surge claramente del carácter de ley
suprema y fundamental de la Nación que le atribuye expresamente el artículo 31, es el molde al
cual deben ajustarse las instituciones de la Nación y de las provincias.
Ella debe tener en cuenta ante todo a la idiosincrasia e intereses de la Nación cuya vida política
y social va a organizar.
Cuando una Constitución se ajusta a las condiciones y necesidades del país, su estabilidad está
asegurada. Pero dicha estabilidad no debe impedir su interpretación amplia cuando la evolución
social imperativamente lo exija, ya que debe ser suficientemente elástica para permitir la
incorporación de las instituciones requeridas por las nuevas necesidades sociales. Desde su
sanción hasta nuestros días, muchos conceptos de derecho que se consideraban inmutables han
sufrido serias modificaciones; así la propiedad, por ejemplo, ha dejado de ser el derecho amplio y
absoluto que conocieron nuestros antepasados, la libertad de contratar ha sufrido también grandes
restricciones. Pues bien, el legislador argentino ha podido admitir esas reformas porque la
elasticidad de la Constitución autorizaba su incorporación a nuestro régimen.

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Por ello, puede decirse que la Constitución Argentina responde a las condiciones e idiosincrasia
del país y permite la satisfacción inmediata de las nuevas necesidades sociales. Sus disposiciones,
junto con las de las declaraciones, pactos y tratados que la integran (art. 75, inc. 22) forman un
solo código fuera del cual no existen otras cláusulas destinadas a servir de molde a la vida social y
política de la Nación.
Es ley suprema de la Nación y a ella deben ajustarse las dictadas por el Congreso, como
también las Constituciones y leyes provinciales. Pertenece al tipo de las Constituciones rígidas
porque, sancionada por un Congreso general formado por representantes del pueblo de la Nación,
su reforma incumbe a un poder constituyente y especial, distinto del Legislativo, sin perjuicio del
pronunciamiento previo de éste sobre la necesidad de realizarla.

2.1.1. Constitución de 1853


La Constitución de 1853 responde a la filosofía del liberalismo. Para fundamentar esta
conclusión basta con remitirse a los antecedentes alberdianos de la Constitución. De ello se infiere
que los constituyentes de Santa Fe quisieron impulsar el incremento capitalista económico del país
impregnando la Constitución (en lo fundamental) de un espíritu materialista, que considera la
utilidad económica individual motor del progreso. Así, la Constitución parte del supuesto de que la
libre acción de los intereses particulares, impulsada por principios hedonistas, es la mejor receta
para el progreso público. Al Estado (sujeto económicamente neutral) no le toca actuar
empresarialmente ya que una cosa es la política (ámbito del quehacer estatal) y otra la economía
(esfera esencialmente privada).
Obvio es que el Derecho del Trabajo no tuvo cabida dentro de la Constitución de 1853 sellada
por una connotación basada en la más decidida libertad contractual.
Sentó en el Preámbulo las directrices de: "promover el bienestar general", "afianzar la justicia" y
"seguridad común y bien general del Estado" y dejó a cargo de las leyes reglamentarias la obra de
ponerlas en vigencia.

2.1.2. Constitución de 1949


La constitución dictada en el año 1949 promovió una transformación jurídico-social. Su texto es
antiliberal, como lo aclaró el miembro informante de la Convención Constituyente, Arturo Enrique
Sampay.
Diversos principios y valores inspiraban a la Constitución, que se proponía:
l abandono de la neutralidad liberal,
l afirmación del bien común como meta del Estado,
lintervención del gobierno para compensar la inferioridad contractual, la situación de sometimiento
en que se halla el sector de los pobres dentro del sistema del capitalismo moderno, falto de
moral y caridad,
l necesidad de una renovación constitucional en sentido social,
lsustitución del contrato de trabajo por la relación institucional de trabajo,
l afirmación de la libertad sindical,
l sustitución de la economía libre (economía dirigida por los capitalistas) por una economía
programada con criterio humanista,
linstauración de la función social de la propiedad y de la justicia social (que compatibiliza el uso
personal de la propiedad con las exigencias del bien común, y aplica los principios de la justicia
legal a las cuestiones económicas y sociales provocadas por la injusticia del capitalismo).
El artículo 39 puntualizaba que: "el capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener
como principal objeto el bienestar social".
El artículo 40 decía que la organización de la riqueza y su explotación tenían por fin el bienestar
del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social, y los

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servicios públicos pertenecían originalmente al Estado ("bajo ningún concepto —agregaba—


podrán ser enajenados o concedidos para su explotación").
Entre las atribuciones del Congreso, figuraba la de dictar el "Código de Derecho Social".

2.1.3. Reforma constitucional de 1957


Por una proclama del 27 de abril de 1956, el Gobierno Provisional derogó la Constitución de
1949, y reimplantó la de 1853, con las reformas de 1860, 1866 y 1898. El 12 de abril de 1957, el
mismo Gobierno Provisional convocó a una Convención Constituyente, con un ambicioso programa
de reformas al texto constitucional, pero el plan de enmiendas sólo se concretó en un artículo
nuevo 14 bis, y un agregado al artículo 67, inciso 11.
El art. 14 bis dice:
"El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al
trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada, descanso y vacaciones
pagados, retribución justa, salario mínimo vital y móvil, igual remuneración por igual tarea,
participación y colaboración en la dirección, protección contra el despido arbitrario, estabilidad del
empleado público, organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en
un registro especial.
Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo, recurrir a la
conciliación y al arbitraje, el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las
garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la
estabilidad de su empleo.
El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial, la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de
entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los
interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes,
jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, la defensa del bien de familia,
la compensación económica familiar y el acceso a una vivienda digna".
Según los miembros informantes de la comisión redactora, ésta se propuso:
"...dotar al país, en su Carta Fundamental, de los principios del constitucionalismo social, etapa
no prevista por los hombres de 1853..."
El artículo 14 bis y el añadido al artículo 67, inciso 11 (que incluyó al Código del Trabajo y
Seguridad Social entre los que podía dictar el Congreso Nacional), importaron la concreción de una
confluencia reformista de carácter social.
La Convención decidió no tocar la primera parte del artículo 14 de la Constitución de 1853 (de
corte individualista y liberal), pero sí agregar el mentado artículo 14 bis. Se propugnó
expresamente la idea de justicia social para todos, "para el Estado y para los particulares, no como
privilegio de clase ni posición de gobierno".
Otra idea importante para comprender el sentido doctrinario de la reforma, es la concepción de la
unidad de lo económico con lo social, razón por la cual deben merecer atención preferente todas
las cuestiones sociales fundamentales.
A ello se unía la refutación de la teoría de la igualdad de las partes (empleados y empleador) en
el contrato de trabajo. Al ser el obrero la parte más débil en esa contratación, exponía el
convencional Bravo:
"La libertad que se invoca es meramente nominal, ya que la teoría de la autonomía de la
voluntad no tiene vigencia en los casos en que la decisión del jornalero no es la libre expresión de
su voluntad, pues a ésta la enerva la necesidad".
La reforma constitucional de 1957, dio apoyo a la ley de contrato de trabajo de 1974 que
instrumentó un amplio e intenso desarrollo del Derecho del Trabajo, acorde con la evolución
histórica y los avances de la materia.

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2.1.4. Reforma constitucional de 1994


En el texto que ha surgido de la reforma sancionada el 22 de agosto de 1994 se ha producido
una articulación entre el artículo 14 bis y la parte orgánica, pues se le dan al Poder Legislativo las
pautas concretas para la reglamentación de los derechos sociales, y se introducen, con jerarquía
de garantías constitucionales, a una serie de declaraciones y pactos que se enumeran
taxativamente conformándose así el bloque constitucional federal. Así, los habitantes de la Nación
son titulares, además de los derechos reconocidos en la primera parte de la Constitución Nacional,
de las ampliaciones dispuestas en los documentos internacionales enumerados en el inciso 22 del
artículo 75.

2.1.4.1. La Internacionalización del Derecho y el Orden Jurídico Supranacional


El inciso 22 del artículo 75 conforme con la tendencia universal de recepcionar el derecho
internacional de los derechos humanos en el derecho interno de los Estados, dispone que los
tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes, y que las declaraciones de derechos
en las condiciones internacionales de su vigencia tienen jerarquía constitucional.
La creciente internacionalización del derecho y la existencia de un orden jurídico supranacional
se manifiestan entre nosotros en particular por la ratificación por nuestro país de la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados, aplicable a partir del 27 de enero de 1980. En su artículo
27 establece que ningún Estado Parte de un tratado puede invocar las disposiciones de su derecho
interno para incumplirlo.

2.1.4.2. La Jerarquía Normativa


La sanción de la reforma de la Constitución Nacional de 1994 ha introducido importantes
modificaciones en esta materia, pues el art.:
El artículo 75, inciso 22, puntualiza que "...los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a
las leyes...".
Con lo que ratifica el principio ya establecido por la Convención de Viena.
Este inciso debe compatibilizarse con el artículo 31 de la misma Carta, según el cual esta
Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso, y los
tratados con las potencias extranjeras son la Ley Suprema de la Nación, habiéndose establecido
una jerarquía normativa que tiene a la Constitución y a los tratados internacionales y a los
convenios de la OIT ratificados en su cima, los que siguen en el orden jerárquico los tratados, las
leyes, los decretos y las resoluciones administrativas.

2.1.4.3. Las declaraciones y convenios internacionales sobre derechos humanos


En un segundo parágrafo del inciso 22 del artículo 75, la reforma confirió jerarquía constitucional
a dos declaraciones y ocho convenios internacionales sobre derechos humanos, los que
complementan los derechos y garantías reconocidos en la primera parte del texto constitucional
(arts. 1° a 43).
Entre estos documentos tienen particular importancia para esta materia aquellos que contemplan
derechos que se engarzan con los del artículo 14 bis, pudiendo afirmarse que en virtud de la
constitucionalización de estos pactos se ha reforzado y ampliado el programa social de la

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Constitución. De tal modo que no será posible en el futuro interpretar la norma constitucional sin
complementarla con los convenios y declaraciones internacionales que enriquecen su contenido.
Así el artículo 75, inciso 22 segunda parte, incorpora expresamente los siguientes tratados
internacionales:

2.1.4.4. La Declaración Americana de los derechos y deberes del hombre


Contempla los siguientes derechos:
l A la constitución y a la protección de la familia (art. 6°).
l De protección a la maternidad y a la infancia (art. 7°).
l A la preservación de la salud y al bienestar (art. 11).
l A la educación (art. 12).
l Al trabajo y a una justa retribución (art. 14).
l Al descanso y su aprovechamiento (art. 15).
l A la seguridad social (art. 16).
l A los deberes de asistencia y seguridad sociales y del trabajo (art. 37).

2.1.4.5. La Declaración Universal de Derechos Humanos


Consagra:
l Los derechos a la seguridad social y a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y
culturales (art. 22).
l El derecho al trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, a la protección contra el
desempleo, a igual salario por igual tarea, a remuneración equitativa y satisfactoria, y a fundar
sindicatos y a sindicarse (art. 23).
l Al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a
vacaciones periódicas pagas (art. 24).
l A un nivel de vida adecuado que le asegure al trabajador, así como a su familia, la salud y el
bienestar y, en especial, la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios. Toda persona tiene, asimismo, derecho a los seguros en caso de
desempleo, enfermedad y otras contingencias que originen pérdida de sus medios de
subsistencia. La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidado y asistencias especiales.

2.1.4.6. La Convención Americana sobre Derechos Humanos. Pacto de San José de Costa
Rica
Consagra:
l La libertad de asociación (art. 16).
l La protección a la familia (art. 17).
l El derecho al desarrollo progresivo (art. 26).

2.1.4.7. Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales


Afirma:
l El derecho a trabajar, a la formación técnico-profesional, al desarrollo económico, social y cultural
constante, y a la ocupación plena y productiva (art. 6°).

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l El derecho al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias, igual remuneración por


igual tarea, condiciones de existencia dignas para los trabajadores y su familia, la seguridad y la
higiene en el trabajo, la igualdad de oportunidades para ser promovido, el descanso, el disfrute
del tiempo libre, el derecho a una jornada limitada, a vacaciones y a remuneración de los días
festivos (art. 7°).
l La libertad sindical y el derecho de huelga (art. 8°).
l El derecho a la seguridad social y al seguro social (art. 9°).
l La prohibición de contratar a niños y adolescentes en trabajos nocivos para su moral o salud, o
peligrosos para su vida o su desarrollo normal, la prohibición del empleo a sueldo de mano de
obra infantil (art. 10).
l El derecho de las personas y de las familias a un nivel de vida adecuado, alimentación, vestido,
vivienda, etc., y a una mejora continua de las condiciones de existencia, y a la protección contra
el hambre (art. 11).
lEl derecho al disfrute del más alto nivel de salud física y mental (art. 12).

2.1.4.8. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


Obliga a:
l Respetar la libertad sindical y el derecho de sindicación, remitiendo al Convenio 87 de la
Organización Internacional del Trabajo (art. 22).
l El derecho a la protección de la familia, del matrimonio y de los hijos (art. 23).
l Los derechos de los niños.

2.1.4.9. La Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio

2.1.4.10. La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de


Discriminación Racial
l Exclusión de discriminaciones (art. 1°).
l Derecho al trabajo equitativo, a la protección contra el desempleo y al salario satisfactorio [art. 5°,
inc. e) I) IV)].
l Derecho de formación profesional [art. 5°, inc. e) V)].

2.1.4.11. La Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Contra la


Mujer
l Definición de las conductas constitutivas de discriminación contra la mujer (art. 1°).
l Obligaciones de los Estados Partes de seguir políticas encaminadas a eliminar la discriminación
contra la mujer, compromisos en particular (art. 2°).
l Medidas que aseguren el pleno desarrollo y adelanto de las mujeres para que gocen de sus
derechos en igualdad de condiciones con el hombre (art. 3°).
l Medidas especiales de carácter temporal para acelerar la igualdad de facto entre hombres y
mujeres (art. 4°).
l Obligaciones de los Estados Partes encaminadas a garantizar la modificación de los patrones
socioculturales, basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos,

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la maternidad como función social, y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres


y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus hijos (art. 5°).
l Supresión de la trata de mujeres y de la explotación de la prostitución de la mujer (art. 6°).
l Igualdad de derechos en materia de educación (art. 10).
l Igualdad de derechos en materia de empleo, derecho al trabajo, a las mismas oportunidades,
derecho a elegir libremente profesión y empleo, derecho al ascenso, derecho a la estabilidad,
derecho al acceso a la formación profesional, derecho a igual remuneración e igualdad de trato,
derecho a la seguridad social y a la protección de la salud, incluso la salvaguarda de la función
de reproducción, protecciones especiales para impedir la discriminación contra la mujer por
razones de matrimonio o maternidad (art. 11).
l Derecho a la igualdad en el acceso a la atención médica, garantía de acceso a los servicios
apropiados en relación con el embarazo, el parto y período posterior al parto (art. 12).
l Igualdad en la vida económica y social: derecho a las prestaciones familiares, derecho al crédito,
derecho a participar en actividades de esparcimiento, deportes y vida cultural (art. 13).
l La protección de la mujer rural (art. 14).

2.1.4.12. La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o


Degradantes

2.1.4.13. La Convención sobre los Derechos del Niño


l Ambito de aplicación: concepto de niño (art. 1°).
l Garantía contra la discriminación o castigo por causa de actividades de sus padres, tutores o
familiares (art. 2°).
l Protección, cuidado y seguridad (art. 3°).
l Obligación de ambos padres respecto de la crianza y del desarrollo del niño, obligación de los
Estados Partes de prestar asistencia a los padres, derecho a servicios e instalaciones de guarda
de niños (art. 18).
lDerecho de los niños, temporal o permanentemente privados de su medio familiar, a la protección
y asistencia especiales del Estado (art. 20).
l Derecho de los niños mental o físicamente impedidos (art. 23).
l Derecho de salud (art. 24).
l Derecho a la seguridad social (art. 26).
l Derecho al descanso y al esparcimiento (art. 31).
l Prohibición contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo peligroso
o nocivo (art. 32).

2.1.4.14. Condiciones de vigencia. Incorporación de nuevos tratados


El inc. 22 del art. 75 de la Constitución Nacional dispone que:
"...Estas convenciones, pactos y declaraciones "...en las condiciones de su vigencia, tienen
jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y
deben entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos...". Termina
el inciso 22 estableciendo que "Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos,
luego de ser aprobados por el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la
totalidad de los miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional...".

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La incorporación de estos pactos y convenciones implica una clara definición de política


legislativa que el ordenamiento jurídico interno no puede contradecir, dificultar u omitir en su
implementación práctica.
La primera consecuencia que debe señalarse, es que la reforma de 1994 expresó la creciente
internacionalización del derecho. La Corte Suprema de Justicia, el 13 de octubre de 1994, en el
caso "Café La Virginia S.A.", estableció que: "la aplicación por los órganos del Estado argentino de
una norma interna que transgrede un tratado, además de constituir el incumplimiento de una
obligación internacional, vulnera el principio de la supremacía de los tratados internacionales sobre
las leyes internas. De tal modo, la derogación de un tratado internacional por una ley del Congreso,
o por cualquier otro acto de menor jerarquía normativa, violentaría la distribución de competencias
impuesta por la Constitución Nacional. Y constituiría, en consecuencia, un avance inconstitucional
del Poder Legislativo".

2.1.5. El Carácter Operativo de las Cláusulas de los Tratados Constitucionales y la


Aplicabilidad de la Jurisprudencia Internacional: El Caso "Giroldi"
Estos principios no implican otra cosa que ratificar la supremacía de la Constitución Nacional, y
el Poder Ejecutivo no puede ejercer las atribuciones que ella le confiere para desbordar los límites
razonables impuestos por el orden internacional.
A este respecto, recordamos que el 7 de abril de 1995 la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en autos "Giroldi Horacio David y otro", refiriéndose a la jerarquía constitucional conferida
por la reforma de 1994 a varios acuerdos internacionales, le reconoció carácter operativo al artículo
8°, segundo párrafo, inciso h), de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que
dispone que toda persona inculpada de delito tiene derecho de recurrir del fallo ante el Juez o
Tribunal Superior. Y puntualizó que la Convención Americana sobre Derechos Humanos —y
consecuentemente, los demás pactos y convenciones constitucionales— rige en las condiciones de
su vigencia, esto es, tal como dichas convenciones rigen en el ámbito internacional y considerando
particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial para su interpretación y aplicación.
De ahí que la jurisprudencia emanada de órganos internacionales debe servir de guía para la
interpretación de los preceptos convencionales, en la medida en que el Estado argentino ha
reconocido la competencia de distintos organismos llamados a conocer en la interpretación y
aplicación de los pactos citados.
El caso "Giroldi" estaba referido a un problema de doble instancia en materia penal, pero las
consideraciones sobre la aplicación de los tratados internacionales y sobre la responsabilidad de la
Nación frente a la comunidad internacional son aplicables en todo el ámbito del derecho. Y se
recuerda en dicho fallo que la Corte Interamericana precisó el alcance del artículo 1° de la
Convención anteriormente citada, en cuanto los Estados Partes deben no solamente respetar los
derechos y libertades reconocidos en ella sino, además, garantizar su libre y pleno ejercicio a toda
persona sujeta a su jurisdicción. Según dicha Corte, garantizar implica el deber del Estado de
tomar todas las medidas necesarias para remover los obstáculos que existan para que los
individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce.
El Alto Tribunal reiteró esta doctrina en casos posteriores directamente relacionados con el
derecho del trabajo, así en el caso "Aquino" del año 2004 reconoce para los trabajadores el
principio de progresividad y afirma en toda su extensión que la dignidad del hombre es el
basamento de ese derecho.
Por lo demás, los pactos se hacen para ser cumplidos. El Congreso está obligado a legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y
el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los tratados
internacionales vigentes sobre derechos humanos.
En síntesis, determinadas Declaraciones y Pactos sobre Derechos Humanos integran los
Derechos y Garantías reconocidos en la misma Constitución.

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2.2. CLAUSULA DE DESARROLLO INTEGRAL CON JUSTICIA

SOCIAL Y DE IGUALDAD DE OPORTUNIDADES: EL ARTICULO 75,

INCISO 19 DE LA CONSTITUCION NACIONAL


Este artículo da continuidad al inciso 16 del antiguo artículo 67, que siempre se denominó
cláusula del progreso. Esta es una norma con clara incidencia en materia laboral, y textualmente
dice:
"Proveer lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, a la
productividad de la economía nacional, a la generación de empleo, a la formación profesional de
los trabajadores, a la defensa del valor de la moneda, a la investigación y al desarrollo científico y
tecnológico, su difusión y aprovechamiento.
Proveer al crecimiento armónico de la Nación y al poblamiento de su territorio, promover
políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y
regiones. Para estas iniciativas, el Senado será Cámara de origen.
Sancionar leyes de organización y de base de la educación que consoliden la unidad nacional
respetando las particularidades provinciales y locales, que aseguren la responsabilidad indelegable
del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la promoción de los valores democráticos y
la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna, y que garanticen los
principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las
universidades nacionales.
Dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las
obras del autor, el patrimonio artístico y los espacios culturales y audiovisuales."
El nuevo texto asigna al Congreso la función de: "...Proveer lo conducente al desarrollo
humano...".
El verbo "proveer" significa adoptar todo cuanto suministra condiciones de desarrollo. El
desarrollo humano aparece cuatro veces en el texto reformado:
1) en el artículo 41 referido al ambiente,
2) en la cláusula indigenista (art. 75, inc.17),
3) en el inciso 19 del artículo 75,
4) en el artículo 125, en materia de competencias provinciales y de la ciudad de Buenos Aires.
Obliga así al Congreso a buscar todos los medios posibles tendientes a optimizar esa provisión
favorable al desarrollo. Dicho deber no se cumple de cualquier manera, hay que extraerle todo el
beneficio que es susceptible de producir, para que su contenido quede constitucionalmente
satisfecho.
El desarrollo humano se refiere, por su adjetivo, a la persona humana en sociedad. Por ende,
implica crear, promover y dinamizar un conjunto de condiciones sociales, económicas, políticas,
culturales y de toda índole que propendan a favorecer disponibilidades reales e igualitarias para
que, accediendo a ellas, todas las personas queden capacitadas para su desarrollo. Es un
suministro de medios objetivos suficientes para que cada ser humano pueda participar del
bienestar común y, de ese modo, desarrollarse en plenitud.
Es necesario vincular íntimamente esta cláusula —el desarrollo humano— con las referidas:
l a la igualdad real de oportunidades y de trato,
l a los derechos humanos,
l al sistema democrático,

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l a la no discriminación, etc.
El alcance de esta norma queda abierto dinámicamente para que en el futuro se integre con
cuanta transformación pueda ser útil para acrecer el desarrollo en cada circunstancia de lugar y de
tiempo.
"... proveer al progreso, económico con justicia social, a la productividad de la economía
nacional, a la generación de empleo, ..."
Todos estos enunciados: la productividad de la economía, la generación de empleo, y la defensa
del valor de la moneda, componen un trípode para sustentar al desarrollo humano y al progreso
económico justo.
"... a la formación profesional de los trabajadores, a la investigación y al desarrollo científico y
tecnológico, su difusión y aprovechamiento"
Esta parte del párrafo toca a la parte dogmática, contiene análogas referencias en el derecho
internacional de los derechos humanos cuando aborda los derechos sociales, económicos y
culturales. Hasta roza el plexo de los derechos de la tercera generación, en la medida en que el
desarrollo científico y tecnológico queda abierto a su difusión y a su aprovechamiento, lo que indica
que debe tener circulación fluida en la sociedad para que todos se encuentren en condiciones
efectivas de acceso.
"proveer al crecimiento armónico de la Nación, ..."
La palabra crecimiento es muy rica en contenido, ya que implica desarrollarse, alcanzar mayor
estatura y dimensión cultural. Proveer es buscar los medios necesarios para el desarrollo de toda
la sociedad, en todas sus porciones humanas y geográficas.
Es una aplicación específica de lo que el párrafo primero incluyó en la expresión "desarrollo
humano", porque éste no queda completo si en la sociedad subsisten o aparecen sectores y
regiones de marginalidad, de desarrollo desarmónico (en cuanto al conjunto total de personas y
zonas territoriales) o de niveles de vida indignos, infrahumanos o, acaso, deficitarios.
"... al poblamiento de su territorio, ..."
Este precepto tiende a una distribución equilibrada que remedie la desigualitaria densidad actual
de población.
Todo lo antedicho queda corroborado cuando se lee el párrafo completo, porque prosigue
diciendo:
"... promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de
provincias y regiones."
Indudablemente, ello es indispensable para el desarrollo humano, integral y para el crecimiento
armónico de la "Nación". Las políticas diferenciadas que deben lograr un equilibrio en el desigual
desarrollo de las provincias y regiones, merece relacionarse con la competencia provincial del
artículo 125 para crear regiones con un fin de desarrollo económico y social. Ello no implica una
competencia concurrente entre las provincias y el Estado federal, ya que lo que a éste incumbe es
computar en qué partes del territorio el desarrollo presenta déficits, comparar tales zonas con las
de mejor desarrollo, y promover políticas que, al asumir esas diferencias, tiendan solidariamente al
equilibrio.
Este inciso se relaciona con el inciso 18 cuando alude a:
"Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y bienestar de todas las provincias,
y al progreso de la ilustración dictando planes de instrucción general y universitaria, ...".
Las políticas educativas y culturales han de proporcionar lo que dice la norma: organización y
bases del sistema, eso así, para dejar espacio a las adecuaciones que de ella debe hacer cada
una de las provincias o regiones. Lo cual se liga también con el inciso 17.
"reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos".
Es decir, las leyes federales han de garantizar a los pueblos indígenas el respeto a su identidad.
En el inciso 19 se determina:
"Sancionar leyes de organización y de base de la educación que consoliden la unidad nacional
respetando las particularidades provinciales y locales que aseguren la responsabilidad indelegable
del Estado, la participación de la familia y la sociedad, la promoción de los valores democráticos y
la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna, y que garanticen los
principios de gratuidad y equidad de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las
universidades nacionales."

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La responsabilidad del Estado calificada como indelegable, quiere decir que éste no puede ni
debe desentenderse de la educación, y tiene que suministrar recursos materiales y humanos a
disposición de las personas para que su acceso a la educación sea viable y se haga efectivo. Tal
responsabilidad está dada por el control sobre los establecimientos educativos a cargo de
particulares, lo que apareja la obligación de estímulo, cooperación, ayuda y fomento.
La gratuidad y equidad de la educación pública es, por su parte, una forma de que el Estado
dispense las mayores disponibilidades para el acceso igualitario a la enseñanza que imparte en
sus establecimientos.
También las provincias han de adoptar similares criterios.
El Congreso tiene la facultad legislativa de tutelar la identidad y pluralidad cultural. Otro nexo con
la educación intercultural, se garantiza en el inciso 17 a los pueblos indígenas, y con el pluralismo
religioso que está presupuesto en la libertad de cultos del artículo 14.
Asimismo, una legislación protectora debe recaer en materias como la libre creación y la
circulación, libre expresión en todo el mundo de la cultura, artículos 14 y 17.
La alusión global al desarrollo humano comprende al desarrollo económico como aspecto parcial
del desarrollo. El sistema económico ha de producir bienes y servicios, y ha de generar fuentes de
trabajo. A ese desarrollo han de tener acceso todas las personas en igualdad real de
oportunidades. Las actividades productivas, conforme al artículo 41, han de concertarse en relación
con el ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano, y para satisfacer las
necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.
La concepción sostenida en torno al artículo 14 bis no sólo permanece incólume sino que
además actualmente se ve enriquecido con un gran aporte que realiza la reforma constitucional al
promover el progreso económico con justicia social.

2.3. FUERZA NORMATIVA Y EFECTIVIDAD DE

LAS CLAUSULAS CONSTITUCIONALES


Los enunciados de la ley fundamental concernientes al Derecho del Trabajo tienen diferente
eficacia y vigor. Una de las maneras más corrientes de diferenciar las normas constitucionales es
fraccionarlas en operativas y programáticas (operatividad fuerte o débil), sin olvidar el principio
consagrado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación de que ninguna disposición
constitucional puede considerarse vacía de contenido. Por eso no pueden dictarse normas que
impidan o restrinjan los derechos que se consagran en favor del trabajador.

2.3.1. Normas operativas o autoaplicativas (Operatividad fuerte)


Generan derechos y obligaciones que permiten accionar directamente con la sola invocación del
derecho constitucional, por ejemplo, el derecho de huelga, es decir, no necesitan de otra norma
inferior para crear derechos de efectividad inmediata. Son de aplicación incondicionada, no
necesitan de otra norma inferior para ser efectivizadas por los órganos estatales.

2.3.2. Normas no operativas o programáticas (Operatividad débil)

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Son de aplicación diferida (casos de reserva de ley), requieren en principio de otras normas de
carácter reglamentario para que puedan invocarse derechos a su respecto. En determinados casos
pueden ser aplicadas por los jueces como las cláusulas de operatividad fuerte (por ejemplo, el
salario justo, si el que se paga es irrisorio). Pero su status jurídico es polémico.
Cierto sector de la doctrina, considera a las normas constitucionales programáticas como
normas impropias o meramente formales, que carecen de importancia y de eficacia como normas
constitucionales, padeciendo de una debilidad congénita.
Otro grupo de especialistas —a pesar de reconocer que antes de producirse la condición
suspensiva (esto es, el dictado de la norma ordinaria complementaria), la norma programática no
produce efecto alguno— advierten, sin embargo, que ella tiene validez (formal) como norma
jurídica, que actúa como material inductor, impulsando en cierto sentido al órgano legislativo;
además encauza e inspira la actividad de los demás órganos gubernativos, que impide que un acto
normativo u otro hecho operativo fruste el sentido jurídico previsto en el programa o norma
programática; por ejemplo, el legislador ordinario no podría sancionar una norma común opuesta a
una norma constitucional programática.
La mayor parte de la doctrina asigna un carácter de no operatividad a las normas aludidas, razón
por la cual no podría articularse válidamente ninguna pretensión jurídica, fundada en una de ellas.
Bidart Campos, sin embargo, sostiene que si un órgano (el legislativo) omite una tarea que la CN
le encomienda, esa inacción es inconstitucional. De pasar un tiempo razonable sin cumplirla, cabrá
conjeturar distintas alternativas posibles para hacer cumplir la Constitución.
Entre ellas, y sin necesidad de mediar una reforma constitucional, Bidart Campos entiende que
la Justicia podría emitir un mandato de ejecución al órgano renuente, intimándole a realizar su
obligación, y en caso de fracasar tal gestión, dicha justicia estaría autorizada incluso a integrar el
orden normativo lagunoso resolviendo el caso con efecto limitado al mismo por vía de la
autointegración (analogía, principios generales del derecho) o heterointegración (justicia material).
Por mi parte no acepto que las normas de artículo 14 bis en lo relativo, por ejemplo, a jornada
limitada, vacaciones pagas, descanso o protección contra el despido arbitrario sean meramente
programáticas, porque tienen un contenido y los jueces podrían dárselo aunque no existieran
normas reglamentarias.
En síntesis, considero que toda norma constitucional posee una cuota de operatividad o de
efectividad, pues no es admisible que en el texto constitucional haya normas carentes de sentido o
enteramente inaplicables. Lo que hay que distinguir es para quién la norma es operativa (si para el
legislador común o para el particular que puede ejercer un derecho directo e inmediato
invocándola) y la efectivización de las cláusulas llamadas programáticas ha de depender de las
circunstancias políticas y de la orientación que tengan el gobierno y la jurisprudencia constitucional
en un momento determinado. Por eso existe una operatividad más o menos débil y una
operatividad fuerte.
Vanossi, en opinión a la que adhiere Sagües, dice que la determinación en concreto acerca de si
una norma constitucional es autoaplicativa (operativa) o no, depende de la decisión que al respecto
adopten las autoridades de aplicación. En muchos casos ello dependerá de la firmeza de las
actitudes de los jueces.

2.3.3. Derecho de huelga


No se discute la operatividad del derecho de huelga (operatividad fuerte) porque permite
justificar en la cláusula constitucional respectiva la abstención de trabajar. Ni tampoco la del
principio igual salario por igual trabajo.

2.3.4. Salario justo

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El derecho a una retribución justa se ha entendido vinculado con los mínimos de convenios
colectivos y una jurisprudencia todavía minoritaria considera que el salario mínimo vital debe tener
un determinado contenido económico para responder a su inserción constitucional. En todo caso
me parece claro que frente a un salario irrisorio existe siempre la posibilidad de requerir
judicialmente la fijación de un salario mínimo de monto equitativo, sin que dicha materia pueda
considerarse exclusivamente reservada a la arbitrariedad del Poder Ejecutivo encargado de dictar
la reglamentación respectiva. Esto no significa trasladar la potestad reglamentaria a los jueces sino
establecer por vía de hipótesis que los jueces en situaciones extremas poseen la facultad de darle
al derecho constitucional un contenido que lo haga eficaz. No creo que pueda hablarse de normas
programáticas sinceras, teñidas de un mensaje de ejecutoriedad y de otras hipócritas que sólo
significarían una suerte de anestesia política destinada a calmar apetitos sociales.

2.3.5. Operatividad de toda cláusula constitucional


Como dije, toda cláusula constitucional tiene un cierto grado de operatividad. Y aquellas cuya
efectivización está de hecho diferida en el tiempo, revelan una orientación de política social que
requerirá para concretarse de una coincidencia temporal entre las posibilidades socioeconómicas
en el caso particular de los derechos sociales y la efectivización por el legislador ordinario del
mandato constitucional. Pero lo que debe advertirse es que la inclusión de la norma programática o
de operatividad débil en el texto constitucional traduce el consenso social acerca de que un
derecho de tal naturaleza se implemente en el futuro. La norma, en este caso, señala el curso
según el cual deben implementarse los derechos sociales. Y en algunos casos dicha norma puede
ser aplicada por los jueces cuando la legislación ordinaria niega el derecho de que se trate o lo
convierte en irrisorio.
Es visible que en la Constitución Nacional hay un perfil delineado por cláusulas orientadoras
para la interpretación armónica del texto en su conjunto que definen la política de la Constitución.
Estas cláusulas o principios fundamentales motorizan la labor del intérprete en determinada
dirección e impulsan al legislador y al Ejecutivo a proyectar un modelo de país acorde con dichos
principios orientadores. En lo que nos ocupa, el artículo 14 bis da claras pautas de que la condición
del hombre en el trabajo está particularmente protegida y frente a esa tutela ceden otros derechos
—como el de propiedad— que deben cumplir una función social.
Las disposiciones del artículo 14 bis también tienen una naturaleza transformadora y dinámica,
desde que con carácter general afirman que el Estado protegerá el trabajo en sus diversas formas,
y le da a esa protección contenidos mínimos que limitan otros derechos. Ello debe llevar al Estado
a remover los obstáculos de índole económica y social que, en el momento presente, dificultan la
plena vigencia de los derechos sociales, que enuncia la misma norma.

2.4. ANALISIS DEL ARTICULO 14 BIS

DE LA CONSTITUCION NACIONAL
El artículo 14 bis busca remediar las desigualdades sociales estableciendo garantías mínimas
para el trabajo fundadas en principios de solidaridad, cooperación y justicia. Y cuando dice que
"...el trabajo en todas sus formas gozará de la protección de las leyes...", fundamenta el principio
protectorio alrededor del cual gira nuestra disciplina.
Está compuesto de tres partes:

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2.4.1. Derechos del trabajador en el contrato de trabajo


1) Condiciones dignas y equitativas de labor.
2) Descanso comprensivo de jornada limitada y descanso y vacaciones pagadas.
3) Régimen remuneratorio, que abarca remuneración justa, salario mínimo vital y móvil, igual
remuneración por igual tarea y participación en las ganancias con control de la producción y
colaboración en la dirección.
4) Protección contra el despido arbitrario del empleado privado y estabilidad (propia) del
empleado público.
5) Estabilidad en su empleo del representante sindical.
6) Compensación económica familiar (asignaciones familiares).

2.4.2. Derechos sindicales


1) Derecho a la organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en
un registro especial.
2) Derecho de los sindicatos (o de los gremios) a concertar convenios colectivos de trabajo, a
recurrir a la conciliación, al arbitraje y a la huelga.
3) Protección especial a los representantes gremiales para el ejercicio de su gestión, en especial
las relacionadas con la estabilidad en su empleo.

2.4.3. Derechos provenientes de la seguridad social


1) Otorgamiento de los beneficios de la seguridad social con carácter de integral e irrenunciable.
2) Seguro social obligatorio a cargo de entidades nacionales o provinciales con autonomía
económica y financiera administrada y las interesadas con participación del Estado sin que
pueda existir superposición de aportes.
3) Jubilaciones y pensiones móviles.
4) Protección integral de la familia, la compensación económica familiar y el acceso a una
vivienda digna.

2.4.4. Pautas de interpretación


El artículo 14 bis de la Constitución Nacional, en consideración a los principios que inspiran el
Constitucionalismo Social, debe entenderse con criterio amplio, ya que el constituyente intentó dar
una cobertura plena al trabajo, bajo cualquiera de sus formas: tanto el manual como el intelectual,
el suministrado por nacionales como extranjeros.
Los derechos consagrados por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional y en las
Declaraciones y Convenios Internacionales deben armonizarse entre sí, formando un todo
sistemático y coherente, cuidando que no se altere el equilibrio del conjunto. Por eso las leyes
deben interpretarse evitando darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones,
destruyendo las unas con las otras.

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2.5. DESARROLLO DEL ARTICULO 14 BIS

DE LA CONSTITUCION NACIONAL

2.5.1. Principio protectorio


El artículo 14 bis comienza diciendo:
"El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes...".
Este enunciado tiene fundamental importancia para el Derecho del Trabajo porque fundamenta
al principio protectorio, otorgándole rango constitucional. Inserta en una Constitución liberal es una
cláusula transformadora, que obliga a su armonización con los otros derechos, como el derecho de
propiedad.
El principio protectorio es aquel que, a fin de nivelar desigualdades, establece un amparo
preferente a una de las partes, busca garantizar derechos mínimos a favor de la parte más débil en
la relación. Su objetivo es el respeto de la dignidad de la persona. Es un principio fundante del
Derecho del Trabajo pues impide que la desigualdad de poder entre el trabajador y su empleador
conduzca a la explotación del primero.
El artículo 17 bis de la Ley de Contrato de Trabajo 20.744 reglamenta el principio protectorio en
el ámbito de las relaciones individuales al precisar que todas las normas imperativas que favorecen
al trabajador tienden a equilibrar su situación desfavorable frente al empleador, producto de su
hiposuficiencia en la relación contractual. Textualmente dice que "... las desigualdades que creara
esta ley a favor de una de las partes, sólo se entenderán como forma de compensar otras que de
por sí se dan en la relación...".
La primera observación que debe hacerse es que esta protección está concebida en forma
amplia, para todo tipo de trabajo, aunque las disposiciones que siguen en su enunciado están
referidas al trabajador en relación de dependencia. También en forma directa están protegidos los
derechos sindicales de organización, de concertación colectiva, de conciliación y arbitraje y de
huelga.
De la directriz constitucional de proteger al trabajo, se infieren dos corolarios: que el trabajo no
es una mercancía, y que el trabajador no puede ser considerado como una máquina.
El trabajo debe tener tutela, y esa tutela debe proveerla la ley, que debe necesariamente
"asegurar" todo lo que el artículo enumera.
Así, por ejemplo: el artículo 4° de la L.C.T. dice que: "...El contrato de trabajo tiene como
principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí. Sólo después ha de
entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin económico en cuanto
se disciplina por esta ley".
De tal manera, queda descartada la idea del trabajo considerado como una mercancía y se
dignifica especialmente la condición del trabajador.

2.5.2. Condiciones dignas y equitativas de labor


La Corte Suprema de Justicia de la Nación le ha dado contenido concreto a esta disposición del
artículo 14 bis, poniendo énfasis, a partir del caso "Aquino, Isacio c. Cargo Servicios Industriales
S.A., 21/09/2004 ", en el carácter de derecho humano de los derechos del trabajador, subrayando

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que la dignidad humana debe ser destacada frente a todos los valores en juego —contractuales,
legales y convencionales—.
La protección que brindan las leyes está garantizada constitucionalmente: "Asegurarán al
Trabajador:..." "... Condiciones Dignas y Equitativas de Labor ..."
Esta cláusula tiene una amplitud considerable y por su naturaleza carece de precisión,
habitualmente el legislador ordinario establecerá en las distintas instancias contractuales cómo se
ha de concretar este precepto. El contenido de esta cláusula obliga a suministrar a los
dependientes un conjunto de elementos que brinden, en su integridad, la posibilidad de
desempeñarse en forma adecuada, decente y razonable.
Todo trabajo debe satisfacer condiciones de higiene y de seguridad, no exceder las posibilidades
normales del esfuerzo, y posibilitar la recuperación por el reposo. Cualquier vínculo de trabajo debe
ser respetuoso de la dignidad del trabajador.
Eventualmente, ante la constatación de que las condiciones de trabajo no son dignas o
equitativas corresponderá al juez adoptar las medidas necesarias para lograr que el trabajador
obtenga los niveles mínimos de condiciones de trabajo compatibles con su condición y con los
adelantos de la ciencia, de la técnica, y con las pautas culturales y sociales de nuestro medio.
Numerosas normas configuran un plexo que tiende a garantizar estas condiciones de trabajo:
por ejemplo las de la L.C.T., las de la ley 24.557 sobre riesgos del trabajo, las de la ley 19.587 de
Higiene y Seguridad, su decreto reglamentario 351/79 (En caso de incumplimiento de este deber el
trabajador puede ejercer el derecho de retener sus tareas —abstenerse de trabajar—, art. 1201
C.C.), las de la ley 11.544 de Jornada de Trabajo, etc.
Aparte de la directiva ya expresada del artículo de la L.C.T., que pone la actividad productiva y
creadora del hombre en sí por encima del fin económico, se suma la cláusula progresista del
artículo 65L.C.T., según el cual: "...Las facultades de dirección... deberán ejercitarse con carácter
funcional, atendiendo a los fines de la empresa y a las exigencias de la producción, sin perjuicio de
la preservación y mejora de los derechos personales y patrimoniales del trabajador".
Esta norma es complementada con igual sentido en el Capítulo VII de la L.C.T. sobre los
derechos y deberes de las partes; establece el principio de que las condiciones de trabajo deben
ser dignas y equitativas y en tal sentido el deber de seguridad que consagra el artículo 75
(modificado por la ley 24.557 de Riesgos del Trabajo) obliga al empleador a crear condiciones de
trabajo que no afecten la integridad psicofísica y la dignidad de los trabajadores.
Cuando afirma que: "...El empleador está obligado a observar las normas legales sobre higiene y
seguridad en el trabajo, y a hacer observar las pausas y limitaciones a la duración del trabajo
establecidas en el ordenamiento legal".
Es más explícito el texto legal del artículo 77, L.C.T. referido a un trabajador que habite en el
establecimiento que dispone que: "...El empleador debe prestar protección a la vida y bienes del
trabajador cuando éste habite en el establecimiento. Si se le proveyese de alimentación y vivienda,
aquélla deberá ser sana y suficiente, y la última, adecuada a las necesidades del trabajador y su
familia. Debe efectuar a su costa las reparaciones y refacciones indispensables, conforme a las
exigencias del medio y confort".
Otras disposiciones de la misma L.C.T. concretamente establecen el principio de igualdad, por
ejemplo el art. 17: Sobre prohibición de hacer discriminaciones que dice que: "...Por esta ley se
prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores por motivos de sexo, raza,
nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad".
También el art. 81 sobre igualdad de trato dispone que: "...El empleador debe dispensar a todos
los trabajadores igual trato en identidad de situaciones. Se considerará que existe trato desigual
cuando se produzcan discriminaciones arbitrarias fundadas en razones de sexo, religión o raza,
pero no cuando el diferente tratamiento responda a principios de bien común, como el que se
sustente en la mayor eficacia, laboriosidad o contracción a sus tareas por parte del trabajador".
El principio de igualdad de trato tiene diversas expresiones y se manifiesta con más generalidad
en el principio de no discriminación reglamentado en la ley 23.592.

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El Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales:


lartículo 7°: que asegura el derecho a la seguridad e higiene en el trabajo;
l artículo 11: que la seguridad en las condiciones de trabajo incluye "la salvaguardia de la función
de reproducción";
l igual oportunidad para todos de ser promovidos dentro de su trabajo, a la categoría superior que
les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de servicio y capacidad.

La Convención contra la Discriminación de la Mujer:


l manda a tomar medidas adecuadas para prestar protección especial a la mujer durante el
embarazo en los tipos de trabajos que se hayan probado resultar perjudiciales para ella.

La Convención sobre los Derechos del Niño:


l el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de
cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su
salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.

2.5.3. Jornada Limitada


La cláusula constitucional no precisa cuál es el número de horas que deben trabajarse dentro de
la jornada, pero el límite máximo está dado por el contexto en que se dictó esta norma, a saber, el
Convenio N° 1 de la O.I.T., de Washington y la ley nacional 11.544 de 1929 (8 horas diarias y 48
horas semanales), que podría ser objeto de reducción de acuerdo con los avances tecnológicos y
con la necesidad de alcanzar el pleno empleo.
El término "jornada limitada" es materia de diferentes interpretaciones por el legislador. Según el
convencional Bravo que expuso por la comisión redactora: "se significó claramente que nos
estábamos refiriendo a la jornada máxima legal de ocho horas", que "lo que se quiere establecer es
la existencia de una jornada máxima, quedando abierta la posibilidad de su reducción en el futuro
de acuerdo con los adelantos técnicos". De todas maneras, concluimos, que ni una ley, ni un
convenio colectivo podrían imponer una jornada excesiva, ya que ello significaría una condición no
equitativa de trabajo para el dependiente.
Esta indeterminación también la encontramos en los tratados enumerados, que sin embargo dan
alguna pauta para su fijación. Así: La Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales: disponen el derecho "a una limitación razonable de la
duración del trabajo".

2.5.4. Descanso y vacaciones pagadas


El descanso, al igual que las vacaciones, es el tiempo necesario para la recuperación de la
fuerza de trabajo o, en otros términos, para la reparación del desgaste físico y mental que
producen las labores, mientras que el disfrute del tiempo libre es el uso y goce del lapso; en
definitiva es el derecho a no trabajar durante un período de tiempo, y a percibir el salario
correspondiente al mismo.
Esta disposición también encuentra su concreción legislativa en los artículos 150 a 171 de
la L.C.T. relativos a las vacaciones, a las licencias especiales y a los feriados obligatorios y días no

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laborables. Lo que está afirmando la norma debe ser referido tanto a la licencia anual o vacación
propiamente dicha, como a los descansos semanales, que son las pausas de fin de semana.
Para satisfacer la formalidad de la vacación la legislación prevé su pago anticipado, que debe
considerarse requisito necesario para el goce pleno de este derecho (art. 155, "in fine", L.C.T.).
lLa Declaración Americana de los derechos y deberes del hombre reconoce que la
persona: "tiene derecho a descanso, a honesta recreación y a la oportunidad de emplear
útilmente el tiempo libre en beneficio de su mejoramiento espiritual, cultural y físico".
Así, se puede distinguir el derecho al descanso de los derechos a la honesta recreación y al
disfrute del tiempo libre.
lLa Declaración Universal y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, sociales y
Culturales consagran "el derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre y a vacaciones
periódicas pagadas".
Entonces hay que asegurar no sólo el derecho a vacaciones pagadas, sino también a que sean
periódicas. En efecto, el derecho no consiste en un número de días distribuibles por el
empleador, sino que es a vacaciones periódicas, o adecuadas a un período o a un espacio de
tiempo con un inicio y un fin.
lLa Declaración contra la Discriminación de la Mujer: dispone que se aliente "el suministro de
los servicios sociales de apoyo necesarios para permitir que los padres combinen las
obligaciones para con la familia con las responsabilidades del trabajo y la participación en la vida
pública, especialmente mediante el fomento de la creación y desarrollo de una red de servicios
destinados al cuidado de los niños".
Además del descanso y de las vacaciones, la Constitución Nacional ordena asegurar otras dos
licencias:
lEl Pacto de Derechos Económicos Sociales y Culturales:los días festivos.
lLa Convención contra la Discriminación de la Mujer: la licencia por maternidad: "implanta la
licencia por maternidad con sueldo pagado o con prestaciones sociales comparables sin pérdida
del empleo previo, la antigüedad o beneficios sociales".
lEl Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturalesestablece que será "durante un
período de tiempo razonable antes y después del parto".

2.5.5. Retribución justa


La justicia de una remuneración no deriva del hecho de haber sido libremente pactada, sino de la
concurrencia global de una serie de factores, que se vinculan con las condiciones dignas y
equitativas de labor. Las condiciones de trabajo que se refieren a la remuneración se desglosan a
su vez en:
a) retribución justa,
b) salario mínimo, vital y móvil,
c) igual remuneración por igual tarea,
d) participación en las ganancias de la empresa.
La retribución justa significa suficiencia en la retribución, es decir, se orienta a satisfacer un
ingreso decoroso que permita la subsistencia del trabajador y de su núcleo familiar dependiente. La
remuneración del trabajo prestado por el dependiente, debe contemplar tanto:
1) El tiempo invertido como la calidad (especializada o no) de la tarea, el esfuerzo y la dedicación
desplegados (en el orden físico e intelectual), las condiciones de trabajo (climáticas, higiénicas,
de peligro, etc.).
2) El producto de ese trabajo. Existen trabajos más valiosos socialmente que otros, y algunos que
revelan una dedicación y capacidad mayor del realizador.
3) Las necesidades del trabajador y de su familia, ya que con la remuneración tendrá que afrontar
los gastos de subsistencia, de desarrollo y de perfeccionamiento suyos y de su comunidad
familiar.
El derecho a la retribución justa juega un doble papel: por un lado frente al empleador —que
debe pagarlo—, y por otro frente al Estado que debe protegerlo mediante leyes —salario mínimo,

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de inembargabilidad parcial, de forma de pago, etc.—, y que debe hacerlo posible a través de su
política social y económica.
En lo tocante al Derecho del Trabajo, la remuneración para adecuarse a la Constitución
Nacional, tendrá que ser justa.
En aquellos casos en que no hay retribución establecida por convención colectiva o por acuerdo
de partes, corresponde a los jueces establecer el monto de la remuneración conforme a principios
de justicia en los cuales deben estar contempladas las necesidades del trabajador y la relación
entre la importancia de los servicios, el esfuerzo realizado y los resultados obtenidos (art. 114,
L.C.T.).
Existe por tanto una pauta legislativa para determinar el monto de la remuneración en la
hipótesis indicada. La cláusula del salario justo puede tener operatividad en aquellos supuestos de
salario irrisorio o salario absolutamente inequitativo, a lo cual me he referido más arriba.
En casos excepcionales sería también posible invocar el principio de remuneración justa cuando
la pactada —aun superior al salario mínimo vital— estuviera manifiestamente en desacuerdo con
las tareas realizadas.
Al respecto los tratados internacionales establecen a favor del trabajador:
l La Declaración Universal: "el derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le
asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana...".
l "el derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud, y el
bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios".
El salario, entonces, debe satisfacer la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica
y los servicios sociales.
l La Declaración Americana: que "toda persona que trabaja tiene derecho a recibir una
remuneración que, en relación con su capacidad y destreza, le asegure un nivel de vida
conveniente para sí misma y su familia".
l El Pacto de Derechos Económicos establece entre las condiciones dignas y equitativas de trabajo:
"el derecho a igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo, a la
categoría superior que les corresponda, sin más consideraciones que los factores de tiempo de
servicio y capacidad", por eso el derecho a condiciones dignas y equitativas de labor, debe ser
ampliada con el derecho a la categoría en razón del tiempo de servicio, la capacidad y la
destreza.
En síntesis: la remuneración del trabajador tiene como límite inferior al salario mínimo, vital y
móvil; a su vez, es justa cuando, como condición digna, equitativa y satisfactoria de labor, se fija en
atención a la categoría.

2.5.6. Salario mínimo vital y móvil


El concepto está dado por el artículo 116 de la L.C.T.
"Salario mínimo vital es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin
cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada,
vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y
previsión".
Esta definición es una expresión de deseos del legislador. Pero de todos modos se impone
establecer estatalmente una remuneración mínima y móvil, en función de los altibajos del costo de
vida, lo cual tiene por finalidad fijar un pido para los salarios, que permitan satisfacer el consumo de
las cosas necesarias y el goce de los bienes indispensables para una vida dignamente aceptable.
Es entonces el nivel del costo de vida el que gradúa el salario mínimo.
Sería posible tachar como inconstitucional un salario cuyo monto fuera ínfimo. Al respecto la
Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró en un pronunciamiento aplicable por extensión a
otros derechos laborales que toda vez que la libertad de contratar del empleador entre en conflicto
con la libertad contra la opresión del empleado u obrero, esta última debe prevalecer sobre aquélla,

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porque así lo requieren los principios que fundan un ordenamiento social justo. Sin embargo, esta
doctrina no ha prevalecido en los fallos de ese Tribunal.

2.5.7. Igual remuneración por igual tarea


Este principio constitucional no es sino una expresión de la regla más general de que la
remuneración debe ser justa. La voz remuneración incluía el salario y las demás retribuciones
complementarias, como los premios o pagos suplementarios periódicos. Esta garantía requiere dos
supuestos específicos:
Uno cualitativo: que se desempeñe la misma clase de trabajo. Otro cuantitativo: que el tiempo
trabajado sea también el mismo.
Por ende, el trabajo nocturno podía ser remunerado en forma distinta del diurno, el insalubre, de
manera superior al ordinario, y el trabajador que rinde más, con un plus en relación al trabajador
que rinde menos.
Se opone a discriminaciones arbitrarias.
Así, la Declaración Universal establece que "toda persona tiene derecho, sin discriminación
alguna, a igual salario por trabajo igual".
Y el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales sostiene que "el salario ha de ser
igual por trabajo de igual valor sin distinciones de ninguna especie".
Interpretación de esta cláusula constitucional en la Jurisprudencia de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación:
Este precepto ha sido aplicado por la Corte Suprema en los siguientes términos:

a) Caso "Ratto c/ Stani" (año 1966)


La Corte Suprema de Justicia de la Nación fijó los siguientes criterios:
1) El principio constitucional que asegura "igual remuneración por igual tarea" no es sino una
expresión de la regla más general de que "la remuneración debe ser justa". Se opone a
discriminaciones arbitrarias, como serían las fundadas en razones de sexo, religión o raza, pero
no a aquellas que se sustentan en principios de buen común, como las fundadas en la mayor
eficacia, laboriosidad y concentración al trabajo del obrero.
2) El empleador cumple con el mandato constitucional que garantiza "igual remuneración por igual
tarea", pagando a cada categoría de trabajadores lo que estipula el convenio colectivo, que por
haberse elaborado con intervención de la parte laboral, asegura más remuneración justa.
3) No puede privarse al empleador de su derecho de premiar, por encima de las remuneraciones
que estipule el convenio colectivo, a quienes revelen méritos suficientes.
4) El derecho del empleador de premiar los méritos de sus dependientes con una remuneración
superior a la establecida por el convenio colectivo, queda librado a su prudente discrecionalidad
y por tanto no está condicionado a la prueba de que dichos méritos existan.
Por lo expuesto, la Corte decidió que un plus por mayor idoneidad, dedicación y servicios
prestados no viola el principio constitucional de "igual remuneración por igual tarea".
Como consecuencia de esta línea interpretativa, el deber del empleador de abonar igual
remuneración por igual tarea se transforma en una facultad de otorgar a sus trabajadores los
incrementos selectivos que considere apropiados siempre que se respeten los mínimos legales y
convencionales. Esa zona de discrecionalidad del empleador es garantizada en el fallo Ratto por el
otro ingrediente que cierra el esquema restrictivo en la interpretación de la Corte, y es la cuestión
procesal de la imposición de la carga de la prueba exclusivamente en cabeza del trabajador, quien
debe probar como primer paso la igualdad de situaciones o la situación de comparabilidad y luego
que la diferenciación efectuada por el empleador se debió a una discriminación de carácter
arbitrario.

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La doctrina de este fallo fue recogida íntegramente en el artículo 81 de la L.C.T. La tesis


sustentada deja librado a la subjetividad del empleador la posibilidad de discriminar positivamente
a algún trabajador sin necesidad de apoyar su decisión en causa objetiva alguna, lo que en mi
opinión no es admisible.

b) Caso: "Estrella Fernández c/ Sanatorio Güemes S.A."


En la causa el Alto Tribunal cuestionó el hecho de que no se hubiera tenido en cuenta para
efectuar el cotejo entre unas y otras remuneraciones, la jerarquía, la eficiencia y la laboriosidad de
la reclamante. También se observó que en la consideración del trato discriminatorio no se tuvo en
cuenta el área donde se desempeñaba la actora —terapia intensiva— que era el ámbito más crítico
y complejo de todo el sanatorio, que la hacía merecedora de una mayor remuneración respecto de
los trabajadores de otros servicios, no sólo de los dependientes de ella. Y que la remuneración
había sido el medio para establecer una persecución. En definitiva se reconoció que no había
igualdad de tareas y que la actora tenía derecho a percibir una retribución superior a la de otras
enfermeras.
Por mi parte concuerdo con los votos fundados de los ministros Enrique Santiago Petrachi y
Jorge Antonio Bacqué que tratan extensamente la doctrina del caso "Ratto" y establecen principios
que la contradicen, a partir de la prueba objetiva de la existencia de una causa que justifique la
discriminación, y de la mención de procedimientos igualmente objetivos para determinar el salario
correspondiente a una tarea determinada.

2.5.8. Participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y


colaboración en la dirección
Este párrafo del artículo 14 bis dio lugar a un largo debate entre los constituyentes en cuanto al
alcance que debía dársele a esta cláusula. Se ha interpretado que no otorga derecho a la
cogestión sino que impide que se declare la inconstitucionalidad de una norma que la imponga.
Al respecto anoto que la disposición que se considera típicamente de operatividad débil (o
programática) vinculada en la participación en las ganancias, diseña un modelo de empresa
socializada en la cual los trabajadores tendrán un efectivo control de la producción y colaborarán
en la dirección. Estos conceptos son evidentemente superadores de un capitalismo individualista
en el cual el derecho de propiedad es absoluto, o se lo limita sólo en ciertos aspectos. Por tanto, el
hecho de que la Constitución plantee un modelo diferente y superador, acorde con la doctrina
social y con principios de justicia social revelan el consenso en la Asamblea Constituyente acerca
de lo que se proyectó para el futuro de la sociedad argentina. Claro que esta norma debe
concordar con una concepción social de la propiedad y del capital que sea acorde con la misma.
Cuando se privatizaron las empresas del Estado en la década del 90 se dispuso la creación de
accionariado obrero a través de Programas de Propiedad Participada, pero su instrumentación no
guardó en los hechos relación con la cláusula constitucional.

2.5.9. Protección contra el despido arbitrario


En nuestro sistema el despido arbitrario es un ilícito eficaz, en cuanto se debe pagar una
indemnización. En algunos casos como en los de despidos discriminatorios se ha declarado la
nulidad del acto, el derecho del trabajador al empleo, y además la indemnización de los daños y
perjuicios.

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El monto de la indemnización, que en nuestro derecho es tarifada (un mes de la mejor


remuneración mensual, normal y habitual por año de servicio), teniendo la base del cálculo un tope
de tres salarios mínimos de convenio, resulta en definitiva insuficiente para proteger a los
trabajadores del despido arbitrario, pues no alcanza a desalentar a los empresarios a tal efecto. La
Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso ""Vizzoti c. Amsa S.A., 14/09/04" entendió que
era inconstitucional la limitación de tres salarios mínimos cuando el monto del salario base de
cálculo afectaba más del 33% del salario mensual, normal y habitual del trabajador.

2.5.10. Estabilidad absoluta: El caso "De Luca c/ Banco Francés del Río de La Plata"
Cabe observar que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional ha contemplado dos supuestos
diferentes:
1) uno vinculado al de la estabilidad propia, consagrado a favor de los empleados públicos, y
2) otro vinculado a la estabilidad impropia al disponer, en lo que hace a los empleados privados la
"protección contra el despido arbitrario".
La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha calificado la prescripción constitucional de
operativa, esto es, aplicable aun a falta de ley reglamentaria.
En el caso "De Luca c/ Banco Francés del Río de la Plata" (25/2/69), cabe destacar que la
C.S.J.N. declaró inconstitucional el artículo 6° del decreto 20.268/46 y si bien éste corresponde a
un régimen derogado, lo cierto es que reviste particular importancia la doctrina del Alto Tribunal,
pues allí se expresó que el despido injustificado de un empleado bancario puede acarrear para el
empleador que no se aviene a reincorporarlo la obligación de pagarle, de por vida, todos los
sueldos que hubieran podido corresponderle hasta el momento en que se alcance el derecho a la
jubilación. Dicho sistema —afirmó— adolece de justicia intrínseca, excede lo que instituye el
legítimo derecho a la indemnización por despido arbitrario y afecta las bases sobre las que se
apoya la libertad de contratación. Tales conclusiones, ratificadas en el caso "Figueroa c/Loma
Negra" del año 1994, implicaron la exclusión en nuestro orden jurídico del sistema de estabilidad
propia que la Corte negó aún en los casos en que hubiera sido pactada por las partes en el
contrato individual o en el convenio colectivo, lo que contraría lo dispuesto por el artículo 12 de la
L.C.T. que consagra plenamente la irrenunciabilidad de derechos provenientes de la ley, del
convenio colectivo, o del contrato individual.
Esta doctrina, que debería ser revisada, disuade al Poder Legislativo de la posibilidad de
consagrar este tipo de protección para el despido arbitrario, lo que me parece criticable porque,
como ha dicho Justo López, nada puede impedir que, previéndose en la Constitución Nacional
dicha protección, la misma no pueda ser reglamentada con mayor intensidad.

2.5.11. Organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un


registro especial
El artículo 14 bis manda asegurar al trabajador la libertad de asociación. Así confirma el derecho
de "asociarse con fines útiles" reconocido por el artículo 14 de la Constitución Nacional, que
significa que todos los habitantes tienen el derecho a unir sus acciones, a formar una asociación o
a integrar una ya formada, poder afiliarse y renunciar a ella (derecho positivo o negativo de
asociación) y no ser compelido a asociarse.
Esta libertad de organización requiere además para el sindicato posibilidades plenas de
actuación, con autonomía respecto del Estado, es decir, está prohibiendo al Estado que suprima o
limite el derecho de los trabajadores a crear, integrar, renunciar o disolver sindicatos. De esta
manera queda claramente prohibido que el Estado sancione una legislación que establezca el
unicato sindical o el sindicato único por actividad o profesión. Prohibición esta que también alcanza
a los empleadores. Este derecho de acuerdo con los dictados del Convenio 87 de la O.I.T. está
reconocido por la ley 23.551.

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Sin embargo la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el año 2009, en los casos "A.T.E." y
"Rossi" declaró la inconstitucionalidad de los artículos 41 y 52 de dicha ley por considerar que
contrariaban el Convenio de la O.I.T. citado al no reconocer ciertas facultades al sindicato
simplemente inscripto, por ejemplo la de representar a los trabajadores como delegados de
personal, a los que también consideró amparados por la garantía de estabilidad.
La Constitución, al exigir que la organización gremial sea "libre y democrática" le da las
características a nuestro movimiento gremial.
"Libre": Porque los trabajadores y los empleadores tienen el derecho de constituir las
organizaciones que estimen convenientes "sin autorización previa" y "mediante la sola inscripción
en un registro especial", así como el de afiliarse a estas organizaciones. Implica en particular, el
derecho de determinar la estructura y la composición de los sindicatos, el de crear una o varias
organizaciones por empresa, profesión o rama de actividad, y el de constituir las federaciones y
confederaciones de su elección.
El artículo 2° del Convenio 87 sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación
formula el principio según el cual:
"los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción tienen el derecho de constituir las
organizaciones...".
Esta libertad sindical debe garantizarse sin distinción o sin discriminación de ninguna naturaleza
respecto de la ocupación, el sexo, el color, la raza, el credo, la nacionalidad o la opinión política, lo
que invariablemente ha sido reconocido por la legislación argentina. La única excepción a este
principio general es la que se prevé en el artículo 9° del Convenio 87 de la O.I.T. con arreglo al cual
los Estados Miembros pueden determinar hasta qué punto se aplicarán a las fuerzas armadas y a
la policía las garantías previstas por el Convenio.
"Democrática":En su estructura interna y en su funcionamiento, la entidad gremial o sindical
debe ser democrática. Tal exigencia es comprensible en el régimen político que adopta la
Constitución y el rol vital que desempeñan los sindicatos en el Estado moderno. Los
procedimientos electorales, la renovación de sus autoridades y las formas de actuación de ellas
tienen que respetar los derechos de los miembros a participar activamente en la toma de
decisiones y en los actos de elección que hacen al gremio. Además, tiene que imperar el principio
de igualdad de los asociados, como de publicidad de los pronunciamientos que adopten,
renovación periódica de las mesas directivas. La nota de democracia constituye, pues, un
presupuesto y un requisito para la creación y el funcionamiento de los gremios.

Declaraciones internacionales
lLa Declaración Americana: reconoce a favor de la persona "el derecho de asociarse con otras
para promover, ejercer y proteger sus intereses legítimos de orden sindical".
lLa Declaración Universal: establece que "toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a
sindicarse para la defensa de sus intereses".
lEl Pacto de Derechos Civiles y Políticos: y
lLa Convención contra la Discriminación Racial: reconocen "el derecho a fundar sindicatos y a
sindicarse".
lEl Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: reconoce "el derecho de los
sindicatos de formar federaciones o confederaciones nacionales y el de éstas de fundar
organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas". Dispone también "el
derecho de toda persona a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, con sujeción
únicamente a los estatutos de la organización correspondiente, para promover y proteger sus
intereses económicos y sociales".
Así, y a partir de la reforma constitucional de 1994 —art. 75, inc. 22— el derecho de asociarse
no es sólo y exclusivamente un derecho a favor del trabajador, sino un "derecho de toda persona".
"Por la simple inscripción en un registro especial":
La Constitución ha querido simplificar los trámites relativos a la actuación de los gremios. Pero la
simplificación de trámites no obsta a que el derecho a ser reconocido un ente como organización

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sindical, esté condicionado por la legislación reglamentaria, porque no es absoluto, como no lo es


ninguno de los derechos consagrados por la ley fundamental, siempre que ésta sea razonable.
Este tema se relaciona con la cuestión de la personería gremial, que es el derecho del gremio
más representativo a concertar los convenios colectivos en nombre de todo un sector profesional.
Pero en definitiva lo que consagra son los aspectos individuales positivos de la libertad sindical,
esto es, el derecho de cada trabajador de unirse a otros para constituir una asociación.

2.5.12. Garantías gremiales


La segunda parte del artículo 14 bis consagra aspectos colectivos positivos de la libertad
sindical, y es en esta materia la cláusula más importante del artículo en materia de derecho
colectivo y de libertad sindical en general.

2.5.12.1. "Queda garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de


trabajo,..."
La trascendencia que tiene esta cláusula constitucional está dada porque se constitucionaliza
algo fundamental como es otorgar a los sindicatos la atribución legisferante. El convenio colectivo
implica la elaboración por las partes colectivas (sindicato y empleador o grupo de empleadores) de
un derecho no estatal, paralelo y complementario o superador de las normas legales.
En nuestro régimen los convenios colectivos son celebrados por el sindicato más representativo
al que se le acuerda personería gremial, y tienen efectos normativos "erga omnes" para todos los
trabajadores de la actividad, afiliados y no afiliados, y para todos los empleadores comprendidos en
el ámbito de la convención pactada, aunque no hayan formado parte de la representación de los
empleadores que firmó el convenio.

2.5.12.2. Recurrir a la conciliación y al arbitraje,..."


La Constitución institucionaliza dos mecanismos tendientes a resolver por vías pacíficas
conflictos individuales o colectivos de trabajo, a través de comisiones paritarias u otras formas de
representación de los sectores en conflicto. En este sentido, cito como ejemplos las modificaciones
introducidas por la ley 25.013 a la ley de convenciones colectivas, la ley de procedimiento para la
negociación colectiva (L. 23.546 y D. 200/88, 2284/91 y 50/99), la ley 14.786 de conciliación
obligatoria y la ley 16.936 de arbitraje obligatorio, a las que me referiré en los capítulos específicos
de Derecho Colectivo del Trabajo.

2.5.12.3. "El Derecho de Huelga"


Este derecho, reconocido por la jurisprudencia como un derecho esencial del trabajador, fue
reconocido con nivel constitucional recién en 1957, teniendo el carácter de un derecho
directamente operativo (de operatividad fuerte) pues se lo puede ejercer con fundamento en la
disposición constitucional aunque no haya reglamentación al respecto.
En realidad la ausencia de una reglamentación legislativa ha sido reemplazada por una
reglamentación jurisprudencial que ha establecido los siguientes principios:
l El derecho de huelga no es un derecho absoluto y debe ejercerse en armonía con los demás
derechos individuales establecidos con igual jerarquía por la Constitución Nacional.

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l La revisión judicial de la declaración administrativa de la licitud o ilicitud del movimiento


huelguístico debe limitarse a los supuestos de clara irrazonabilidad.
l La jerarquía constitucional del derecho de huelga no obsta a la sanción de tipos de conducta que
importen extralimitaciones en el ejercicio razonable del mencionado derecho.
El miembro informante de la Convención Constituyente de 1957, dio sobre este tema las
siguientes pautas de interpretación:
1) Es un derecho gremial: Es decir que es un derecho colectivo no individual. Basta que lo resuelva
una pluralidad de trabajadores, decidiéndolo libremente, aunque sean solamente los integrantes
de un solo establecimiento o sección del establecimiento. La huelga no necesita ser aprobada
por el sindicato.
2) Debe desenvolverse pacíficamente.
3) Comprende las "huelgas en solidaridad": En las que si bien un sector de los trabajadores no
tiene un interés profesional inmediato, existe otro mediato o indirecto, como es el apoyo de unos
trabajadores a otros.
4) Comprende a los empleados públicos: Ya que este derecho se concibió en sentido amplio,
quedando excluidos nada más que los funcionarios públicos.
5) Se lo ejerce sin necesidad de pronunciamientos: La decisión de una simple pluralidad de
trabajadores basta para que exista el estado de huelga.
6) La ilegalidad de la huelga no podía ser declarada por el poder administrativo: Sino que constituía
una facultad exclusiva del Poder Judicial.
7) El derecho de huelga no es un derecho absoluto: toda vez que no existen derechos ilimitados.
8) La huelga en los servicios esenciales es limitada (reglamentación de la Ley 25.877).
"Los Representantes Gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de su
gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo".
La disposición constitucional prevé para los representantes gremiales una garantía similar a la
que se otorga al empleado público. Al utilizar en este caso, como en el del empleado público, el
término "estabilidad" debe entenderse con el mismo alcance. Es decir, como el derecho de estos
trabajadores a no ser despedidos ni a que se les modifique la relación de trabajo durante el
ejercicio del cargo gremial, y a ser reinstalados en casos en que mediare una medida arbitraria del
empleador.
La ley 23.551, sancionada el 23 de marzo de 1988 en sus artículos, estableció la estabilidad
propia de los representantes sindicales, los que no podrán ser despedidos, suspendidos, ni con
relación a ellos podrán modificarse las condiciones de trabajo, si no mediare resolución judicial
previa que lo excluya de la garantía, conforme a un procedimiento sumarísimo que establece el
Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación. Sin perjuicio de que el derecho de
reinstalación vaya acompañado por la opción del trabajador para considerar extinguido el vínculo
con derecho a percibir indemnizaciones reforzadas. Como dije más arriba, la Corte Suprema de
Justicia de la Nación declaró en el caso "Rossi" la inconstitucionalidad del artículo 52 de la ley,
porque limita la estabilidad a los representantes del sindicato con personería gremial, extendiendo
por tanto la protección especial a los dirigentes de los sindicatos simplemente inscriptos.

2.5.13. Seguridad Social


"El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial, la ley establecerá el seguro social obligatorio, que estará a cargo de
entidades nacionales o provinciales con autonomía financiera y económica, administradas por los
interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes,
jubilaciones y pensiones móviles, la protección integral de la familia, la defensa del bien de familia,
la compensación económica familiar y el acceso a la vivienda digna".
Sin perjuicio de la exposición realizada en los capítulos vinculados a la seguridad social, es
dable señalar que en la tercera parte del artículo 14 bis se establecen los beneficios de la
seguridad social con carácter amplio ya que está referida no sólo a los trabajadores, sino a todos
los habitantes del Estado, lo que no se cumplió con el régimen derogado de las AFJP. La seguridad

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social es integral e irrenunciable. En este texto encontramos un aspecto de operatividad débil,


referido al carácter integral de estos beneficios, pues ello supone una cobertura de amplio espectro
(todos los hombres, todos los riesgos) que no se ha implementado en el país.
Integral: Con respecto al carácter de integral de la seguridad social, los riesgos sujetos a
cobertura han sido clasificados de la siguiente manera:
a) De origen patológico: la enfermedad, invalidez y accidentes de trabajo.
b) De origen principalmente biológico: maternidad, vejez y muerte.
c) De origen económico-social: el desempleo y las cargas de familia.
La seguridad social, en suma, debe tener por fin garantizar a los miembros de la sociedad
afectada por estas contingencias las prestaciones o beneficios indispensables, ya sea en dinero o
en especie, que les permitan mantener su salud y su poder de compra o consumo. No como una
facultad del Estado sino como un deber que tiene que cumplir. El artículo 14 bis deja la seguridad
social a cargo del Estado, pero ello no significa que él sólo deba asumirla, debe programarse de
forma tal que dé intervención a toda la comunidad, como obligación ineludible de convivencia y
solidaridad social .
lIrrenunciable: Los beneficios de la seguridad social son irrenunciables, están por encima de la
voluntad individual, porque el constituyente los ha investido del carácter de orden público.
lEl Seguro Social Obligatorio:Es un instrumento para hacer efectivos los beneficios de la
seguridad social, que no ha sido reglamentado.
lJubilaciones y Pensiones: El sistema de jubilaciones y pensiones se basa en la función que
debe ejecutar el Estado y la sociedad en defensa del hombre y de su familia y en el
cumplimiento de los principios de solidaridad social y de justicia social que animan la concepción
del constitucionalismo social. El régimen de reparto actualmente vigente cumple con estos
requisitos.

Compensación económica familiar


lAsignaciones familiares: Este régimen fue regulado inicialmente según las distintas actividades
empresarias. Más adelante se amplió el sistema comprendiendo a todos los trabajadores
dependientes, Y recientemente se lo extendió con el otorgamiento de la Asignación Universal por
Hijo para la Protección Social, que tiene como referencia a los hijos menores de todos los
trabajadores, empleados y desempleados.

2.6. GUIA DE ANALISIS


1) Establezca las diferencias entre las ideologías políticas y sociales de las reformas
constitucionales de 1949, 1957 y 1994.
2) ¿Cuáles son los aspectos más relevantes de la reforma constitucional de 1994?
3) ¿Qué innovaciones se han incorporado en torno a la jerarquía normativa y qué importancia
adquiere para el Derecho del Trabajo?
4) ¿Qué jerarquía adquieren los tratados y pactos internacionales?
5) Enumere los tratados internacionales incorporados a nuestra Constitución Nacional en 1994.
6) ¿Qué importancia adquiere la cláusula de desarrollo integral con justicia social y de igualdad de
oportunidades y en qué norma constitucional está consagrada?
7) Explique en qué consisten las cláusulas operativas y las programáticas.
8) ¿Qué protege el artículo 14 y qué protege el artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
9) ¿Cuál es el objetivo del artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
10) ¿Qué derechos individuales consagra el artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
11) ¿Qué derechos colectivos consagra el artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
12) ¿Qué derechos de la seguridad social consagra el artículo 14 bis de la Constitución Nacional?
13) ¿Cuáles son las pautas de interpretación del artículo 14 bis de la Constitución Nacional?

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14) ¿Con qué normas de la L.C.T. puede vincular el primer párrafo del artículo 14 bis? (el trabajo
en sus diversas formas...).
15) ¿Qué normas laborales se encuentran vinculadas con "condiciones dignas y equitativas de
labor"?
16) ¿Cuál es la ley que consagra la cláusula constitucional de jornada limitada y con qué tratados
internacionales puede vincularla?
17) ¿Qué normas de la L.C.T. se refieren a descanso y vacaciones pagados? ¿Y qué tratados
internacionales?
18) ¿Cómo ha interpretado la C.S.J.N. la cláusula constitucional "igual remuneración por igual
tarea" y en qué casos?
19) ¿Qué objetivos persigue la protección contra el despido arbitrario?
20) ¿Qué diferencia existe entre la estabilidad propia y la impropia y qué caso jurisprudencial
conoce vinculado a este tema?
21) ¿Qué consagra la Constitución Nacional en cuanto al Derecho Colectivo y a la seguridad
social?
22) ¿A quiénes alcanza la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social?

BIBLIOGRAFIA
BADENI, GREGORIO,"Instituciones de Derecho Constitucional", Ed. Ad-Hoc, Abril 1997.
BIDART CAMPOS, GERMÁN,"La fuerza normativa de la Constitución Nacional".
BIDART CAMPOS, GERMÁN J.,"Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino", T. I, Ed.
Ediar, 1992.
BIDART CAMPOS, GERMÁN,"Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino", T. VI. La
Reforma Constitucional de 1994, Ed. Ediar, 1995.
CAUBET, AMANDA,"La Constitución Nacional, los Tratados Constitucionales y los Derechos de los
Trabajadores",Ed. Errepar, Octubre 1995, pág. 746.
CAUBET, AMANDA - FERNÁNDEZ MADRID, JAVIER,"La Constitución, su Jurisprudencia y los Tratados
Concordados", Ed. Errepar, 1995.
"Convención Nacional Constituyente de 1957", Diario de Sesiones, pág. 1225.
DEVEALI, MARIO L.,"Tratado de Derecho del Trabajo" , Ed. La Ley, T. I, 1971.
DÍAZ ALOY, VIRIDIANA,"Perfiles constitucionales del principio de igualdad en las relaciones
laborales", D.T., 1995— A.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", T. I., Ed. La Ley, 2ª
edición 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de contrato de Trabajo anotada", Ed. La Ley, 2009.
GARCÍA MARTÍNEZ, ROBERTO,"Los Derechos humanos en la reforma constitucional de 1994 y el
derecho del trabajo" , D.T, 1995— B., "La reafirmación de la autonomía del Derecho del
Trabajo", D.T., 1995— A.
GELLY, MARÍA ANGÉLICA,"La Constitución de la Nación Argentina", Ed. La Ley.
LLANA, GLORIA NORA,"X Congreso de Política Social, Laboral y Previsional", "El Derecho del
Trabajo y la Seguridad Social en el Tercer Milenio", FAES - Fundación Altos Estudios Sociales,
Octubre de 1998.
SAGÜÉS, NÉSTOR PEDRO,"Elementos de Derecho Constitucional", Ed. Astrea, 1993.
SPAVENTA DOMENECH, CARLOS JAVIER,"El Derecho del Trabajo en la Constitución Nacional", D.T.,
1998— A.

Obras colectivas:
"Ley de contrato de Trabajo" dirigida por Jorge Rodríguez Mancini", Ed. La Ley.
"Tratado de Derecho del Trabajo" dirigido por Mario Ackerman.

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CAPITULO III
LOS PRINCIPIOS DEL DERECHO DEL TRABAJO
3.1. Concepto. Funciones. - 3.2. Los principios y el orden normativo. - 3.3. El principio
protectorio y sus reglas de aplicación. - 3.3.1. Interpretación más favorable al trabajador en
caso de duda ("in dubio pro operario"). - 3.3.2. Aplicación y efectos de la norma más
favorable. Distintos criterios. - 3.3.3. Ajenidad del riesgo empresario e indemnidad del
trabajador. Distintos supuestos. - 3.3.4. Irrenunciabilidad. - 3.3.4.1. Contenido del principio
del art. 12 de la L.C.T. - 3.3.4.2. Renuncia de derechos. 3.3.4.3. Jurisprudencia: caso
"Velazco, Héctor c/ Celulosa Jujuy S.A." (C.N.A.T., Sala VI, 14/10/98). - 3.3.5. Los acuerdos
conciliatorios y el principio de irrenunciabilidad. - 3.36. La regla de la no discriminación. -
3.3.6.1. Principio general. - 3.3.6.2. Fundamento legal. - 3.3.6.3. Igualdad de trato
remuneratorio. Análisis de los casos "Ratto, Sixto c/ Stani" y "Estrella Fernández c/
Sanatorio Güemes S.A.". - 3.3.7. La regla de la subsistencia de la condición más
beneficiosa y el cambio de régimen legal. - 3.3.8. La continuidad del contrato de trabajo. -
3.3.9. La primacía de la realidad. - 3.3.10. Principio o regla de progresividad. - 3.3.10.1.
Facilitación de la prueba en el proceso: presunciones laborales. - 3.4. Guía de análisis.
Bibliografía.

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3.1. CONCEPTO. FUNCIONES


La autonomía de una rama del derecho existe cuando tiene principios propios diferentes a los
que inspiran otras ramas del derecho. En nuestra materia, puede decirse que son líneas directrices
o postulados que le dan determinado sentido a cada una de las disposiciones que componen el
orden normativo laboral; son las ideas fundamentales de la organización jurídica que resultan
indispensables para aplicar correctamente sus normas.
Los principios cumplen una triple función:
lInterpretación: porque constituyen el sentido y la razón de ser de un cuerpo normativo, operan
como criterio orientador del juez o del intérprete. El plexo laboral debe interpretarse con arreglo
al principio protectorio consagrado en la Constitución Nacional (art. 14 bis), aspecto que
contempla la L.C.T. cuando en el artículo 92, 2do. párrafo indica que: "Si la duda recayese en la
interpretación o alcance de la ley, los jueces o encargados de aplicarla se decidirán en el sentido
más favorable al trabajador".
l Información: inspiran al legislador para la creación de nuevas normas a partir de un sistema dado,
sirviendo de fundamento al ordenamiento jurídico.
l Integración: actúan como fuente del derecho, integrándolo, otorgándole al juez los criterios
directivos a fin de permitir la resolución de una cuestión en caso de ausencia de normas
aplicables. En nuestro ordenamiento esta situación está prevista por el artículo 11 de la L.C.T.,
que establece que "cuando una cuestión no pueda resolverse por aplicación de las normas que
rigen el contrato de trabajo o por las leyes análogas, se decidirá conforme a los principios de la
justicia social, a los generales del derecho del trabajo, la equidad y la buena fe".

3.2. LOS PRINCIPIOS Y EL ORDEN NORMATIVO


Resulta imposible darles validez universal a los principios del Derecho del Trabajo, toda vez que
ellos deben adecuarse a la concreta normativa de la cual se extraen, por lo que son diferentes
según cuál es el bien preferentemente protegido en cada ordenamiento. En nuestro país, el artículo
14 bis de la Constitución Nacional afirma con claridad el principio protectorio que debe servir como
idea interpretadora, informadora e integradora de toda la normativa jurídico-laboral, cuando
establece que "el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes". El artículo
17 bis a la Ley de Contrato de Trabajo, reglamentando específicamente el principio protectorio al
establecer como un criterio de interpretación de las disposiciones de esta ley, y entendiendo que
las desigualdades que creara la L.C.T., a favor de una de las partes, sólo se entenderán como
forma de compensar otras que de pos sí se dan en la relación.
Es el reconocimiento de la hiposuficiencia del trabajador respecto del empleador, fundamentado
de la necesidad de la existencia de un derecho del trabajo de carácter protectorio, que a través de
sus normas imperativas e irrenunciables está encaminado al intento de conseguir un mayor
equilibrio en la relación.
Esta concepción también se refleja en la L.C.T., en el artículo 4° que considera que "el contrato
de trabajo tiene como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí. Sólo
después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin
económico en cuanto se disciplina por esta ley". Además, en el ámbito del derecho colectivo, la ley
23.551 de Asociaciones Sindicales de Trabajadores prevé que "la acción sindical contribuirá a
remover los obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador" (art. 3°). De esta forma,
tanto en el ámbito individual como en el colectivo, se consagra el principio protectorio enunciado en
la Constitución Nacional.

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3.3. EL PRINCIPIO PROTECTORIO Y SUS REGLAS DE APLICACION


El principio general consagrado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional es el protectorio
y de él derivan reglas particulares de su aplicación, que son:
l "in dubio pro operario";
l la selección de la norma más beneficiosa;
l ajenidad e indemnidad al riesgo empresario;
l irrenunciabilidad de derechos;
l no discriminación;
l progresividad;
l subsistencia de la condición más beneficiosa;
l continuidad de la relación laboral;
l primacía de la realidad;
l facilitación de la prueba en el proceso (presunciones laborales);
l progresividad.
Otras posturas enumeran como principios notas características de ciertas modalidades del
contrato de trabajo o reglas para interpretar el contrato.
Por ejemplo, Plá Rodríguez enumera los siguientes principios:
l principio protector, el cual se puede concretar en estas tres ideas:
a) "in dubio pro operario";
b) regla de la aplicación de la norma más favorable;
c) regla de la condición más beneficiosa;
l principio de la irrenunciabilidad de derechos;
l principio de la continuidad de la relación laboral;
l principio de la primacía de la realidad;
l principio de la razonabilidad;
l principio de la buena fe.
Rodríguez Mancini realiza una clasificación similar, a la que agrega el principio de trato
igualitario, en tanto Justo López suma a los citados por Plá Rodríguez los de trato igual (no
discriminación) y de integración o de actuación colectiva, que se concreta en el artículo 14 bis de la
Constitución Nacional cuando consagra los derechos sindicales y la participación en las ganancias
de la empresa, con control de la producción y colaboración en la dirección.
El principio protectorio que orienta al Derecho del Trabajo tiene su razón de ser en el amparo de
una de las partes, el trabajador, a fin de que, trate de equilibrar las posiciones que, por naturaleza,
son desiguales, en atención a la hiposuficiencia, debilidad y estado de necesidad en que se
encuentra el trabajador, e intenta que quien se desempeña bajo la dependencia jurídica de otro no
sea víctima de abusos o explotaciones a los que se vería sometido sin una regulación protectoria
dictada a su favor (Ver el artículo 17 bisCN).

3.3.1. Interpretación más favorable al trabajador en caso de duda ("in dubio pro operario")
Esta regla implica que, en caso de que una norma pueda entenderse de varias maneras, debe
preferirse aquella interpretación más favorable al trabajador, armonizando la solución con el resto
del ordenamiento jurídico y buscando el remedio más valioso de acuerdo a la finalidad y al bien
protegido. Esto no significa que este precepto posibilita la existencia de una desigualdad jurídica en
perjuicio del empleador, sino que tiende a equilibrar posiciones que, por cuestiones económicas y
sociales, se encuentran desiguales, atendiendo a la debilidad del trabajador frente a su empleador.
La L.C.T. plasma esta regla estableciendo en el artículo 9°, 2do. párrafo que si la duda recayese
en la interpretación o alcance de la ley, los jueces o encargados de aplicarla se decidirán en el
sentido más favorable al trabajador. Lo mismo ocurrirá cuando la duda recaiga sobre la prueba de
los hechos.

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Esta regla no altera la misión natural del intérprete, que no se agota con la sola consideración de
la letra de la ley, sino que es ineludible función de los jueces, en cuanto órganos de aplicación del
ordenamiento jurídico vigente, indagar el verdadero sentido y alcance de la ley, teniendo en cuenta
la voluntad del legislador y el análisis profundo de sus términos, remarcando que no hay mejor
método de interpretación de la norma que aquel que tiene en cuenta principalmente la finalidad de
aquélla.

3.3.2. Aplicación y efectos de la norma más favorable. Distintos criterios


El artículo 9° de la L.C.T. resuelve los casos en los que se plantee duda sobre la aplicación de
normas legales o convencionales que concurran como fuente y al mismo tiempo a regular una
situación determinada. El mencionado artículo dispone que: "en caso de duda sobre la aplicación
de normas legales o convencionales prevalecerá la más favorable al trabajador, considerándose la
norma o conjunto de normas que rija cada una de las instituciones del derecho del trabajo". Es
decir que en caso en que dos o más normas, de igual o distinto rango concurran a resolver la
misma situación, prevalecerá la más favorable, considerando la norma o conjunto de normas que
rija cada una de las instituciones del Derecho del Trabajo.
Debe pues realizarse el cotejo entre instituciones, considerando que la institución es el conjunto
menor de normas que tienen autonomía y posibilidad de regir por sí una situación determinada.
Existen tres criterios para la determinación de la norma más favorable:
lconglobamiento por instituciones: es el que adopta la L.C.T. en su artículo 9 °;
l acumulación: por el cual se toma de cada uno de los regímenes en cuestión las disposiciones que
más favorecen al trabajador y se da origen a un "texto nuevo", producto de la combinación de las
diversas fuentes;
l conglobamiento simple: en esta postura se adopta el sistema que, en conjunto, se considera más
favorable, y se excluye al otro. Se realiza una apreciación integral, estableciéndose por
comparación cuál es la normativa que ofrece un mayor nivel de beneficio.

3.3.3. Ajenidad del riesgo empresario e indemnidad del trabajador. Distintos supuestos
La plena realización del hombre que trabaja y la defensa de su dignidad requieren que el
Derecho del Trabajo lo proteja, otorgándole plena vigencia a los principios de ajenidad del riesgo y
de indemnidad. Ello significa preservar al trabajador para que, como consecuencia de la relación
laboral, no se vea menoscabado física, moral o materialmente.
Cabe recordar que en el contrato de trabajo, el empleador organiza los medios personales y de
producción por cuanto es quien monta la empresa y se beneficia, obteniendo réditos y resultados
satisfactorios como consecuencia de tal organización. Por ello, el empresario debe asumir los
riesgos que la explotación puede conllevar, pues en definitiva él es quien la organiza, la gobierna y
obtiene beneficios. El trabajador no participa del negocio por cuanto no es un socio del empleador
y si bien está inserto en la empresa, no se beneficia con los resultados positivos de la producción
por lo que tampoco debe soportar los riesgos inherentes a su organización y marcha.
La realidad social y la necesidad de que exista un orden justo, llevan a considerar que no puede
excluirse la responsabilidad del empresario por el cumplimiento de sus prestaciones. Por ello, el
derecho al mantenimiento de las condiciones de trabajo (entre ellas, el salario pactado), el derecho
a la estabilidad comprometidos en época de crisis y el derecho a realizar las tareas sin resultar
dañado, merecen un tratamiento especial fundado en el concepto de ajenidad del riesgo para el
trabajador, de su indemnidad y de la responsabilidad social del empresario y, en su caso, del
Estado a través de las correspondientes instituciones de la seguridad social.
Destaco que el trabajo humano tiene notas tipificantes o características que imponen que sea
considerado con criterios propios que exceden el marco del mercado económico y con exclusión de
las soluciones basadas en el riesgo del contrato propias del derecho común. Por ello, puede

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concluirse que la ajenidad, que pone al trabajador al margen de los riesgos de la empresa, implica
diferenciar la actividad mercantil y comercial del empresario por una parte, del contrato de trabajo
como negocio jurídico por la otra, y esto debe relacionarse con la regla de la indemnidad, que
significa que el trabajador debe salir indemne (sin daño, ileso) de la relación contractual, es decir
que los riesgos derivados del trabajo por cuenta ajena no deben dañarlo en forma alguna. A esta
garantía corresponden precisos deberes del empleador que van desde los generales de previsión
hasta la asunción de la plena responsabilidad objetiva por daños (físicos, morales y patrimoniales
derivados del trabajo).
Todo lo expuesto no significa desconocer que la pretensión de excluir al trabajador de todo
perjuicio no está dentro de lo humanamente posible, pero lo cierto es que esta regla de aplicación
significa una exigencia al empleador a fin de que adopte todas las medidas preventivas necesarias
para evitar que el daño ocurra o para disminuirlo, si es inevitable.
La L.C.T. trata estas reglas en diferentes disposiciones. Por ejemplo, en el artículo 75
(modificado por el art. 49 de la L. 24.557), se impone al empleador la obligación de "observar las
normas legales sobre higiene y seguridad en el trabajo y a hacer observar las pausas y limitaciones
a la duración del trabajo establecidas en el ordenamiento legal...". Esta norma, que analizaré en
profundidad en el capítulo que dedico a derechos y obligaciones de las partes, consagra una regla
más general que puede denominarse "deber de previsión del empleador'.
El artículo 4°L.C.T. preserva la dignidad del trabajador y prevé que el contrato de trabajo tiene
como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí, y que sólo después ha
de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin económico.
Los distintos derechos que la ley otorga al empleador a fin de posibilitarle llevar a cabo sus
poderes de dirección, organización y disciplinarios también deben ejercerse respetando la dignidad
del trabajador y sin causarle perjuicios de orden moral (arts. 66, 68 y 70 de la L.C.T.).
El patrimonio del trabajador también se encuentra fuertemente protegido en el ordenamiento en
examen, cuyas disposiciones establecen que:
l el perjuicio material en el ejercicio de la facultad de dirección o del "ius variandi" (arts. 65 y 66)
posibilitan al trabajador afectado la disolución del contrato con justa causa o el ejercicio de la
responsabilidad contractual (art. 522 del Código Civil);
l deben resarcirse los daños producidos al trabajador por el hecho o en ocasión del trabajo (art. 76);
l el empleador es responsable por todo perjuicio que le irrogue al trabajador el incumplimiento de su
condición de agente de retención, contribuyente u otra condición similar frente a los organismos
de la Seguridad Social;
l se establecen resarcimientos: a) en caso de ruptura anticipada del contrato de trabajo a plazo fijo
(art. 95) y del contrato de temporada (art. 97); b) de ruptura injustificada del contrato celebrado
por tiempo indeterminado (art. 245); c) de despido de la mujer por causa de embarazo (art. 178)
o de matrimonio (art. 182); d) por incapacidad absoluta del trabajador que no pueda reinsertarse
por tal motivo en el mercado de trabajo (art. 212); e) por ruptura del contrato sin relación de
trabajo (art. 24).
Respecto de la percepción y efectivización del salario, la L.C.T. establece:
l se declara nula toda renuncia de derechos (art. 12) excluyéndose la validez de los negocios
liberatorios que pueda celebrar el trabajador (art. 145) incluso la cesión de sus créditos a
terceros (art. 148);
l se identifica al beneficiario de los servicios o tareas prestados por el trabajador como responsable
de los pagos (arts. 28 y 29);
l se declara la subsistencia de las obligaciones salariales en los casos de contratos de objeto
prohibido (art. 42);
l se garantiza al trabajador la facilitación de la prueba del monto y pago de los salarios (arts. 52 a
56, 59 a 61, 138 a 144 y 146);
l disposiciones relativas a la época y medios de pago (arts. 74, 126 a 128, 137, 124 y 125), sobre
días, horas y lugares de pago (art. 129);
l se consagra la intangibilidad del salario autorizando adelantos en forma limitada (art. 130),
prohibiendo compensaciones, retenciones y descuentos (art. 131), salvo excepciones
expresamente previstas (arts. 132 y 135) y dentro de los porcentajes y bajo las condiciones que
se prescriben (arts. 133 a 135).

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La ley 24.557, modificada por la ley, repara los daños ocurridos por el hecho y en ocasión del
trabajo y los determinados por enfermedades profesionales.
A su vez la ley 19.587 de higiene y seguridad en el trabajo contiene normas expresas tendientes
a proteger la vida, preservar y mantener la integridad psicofísica de los trabajadores, eliminar los
riesgos de los puestos de trabajo y en general prevenir los accidentes y enfermedades que puedan
derivarse de la actividad laboral.
El Código Civil contempla el resarcimiento de los daños producidos por la culpa del empleador
por acción u omisión (art. 1074) o por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113).
De este modo, la responsabilidad del empleador respecto de los perjuicios que sufra el
trabajador en su integridad física abarcan tanto el supuesto de quien no ajusta su conducta a los
deberes de diligencia e incumple un deber jurídico y por ello es responsable de los daños que
puedan sobrevenir (responsabilidad por culpa), como también el de quien debe responder aunque
no haya ilicitud en sus actos.
Puede concluirse en que, aun cuando numerosas normas consagran la indemnidad y la ajenidad
del trabajador como expresión del principio más general protectorio que informa todo el Derecho
del Trabajo, se dan situaciones en que, siendo la empresa quien atraviesa dificultades financieras o
económicas, la L.C.T. faculta al empleador la suspensión del trabajador sin pago de salarios y aun
el despido con una indemnización disminuida en los casos de falta de trabajo y fuerza mayor (arts.
218 a 223 y 247), lo que implica hacer partícipe al trabajador del riesgo empresario. Esta cuestión
exige una actualización en su tratamiento, atento la natural evolución del Derecho del Trabajo.

3.3.4. Irrenunciabilidad

3.3.4.1. Contenido del principio del artículo 12 de la L.C.T.


Esta regla aparece como el aspecto más relevante del principio protectorio y consiste en la
imposibilidad jurídica del trabajador de privarse voluntariamente de derechos concedidos por la ley.
el convenio colectivo de trabajo o el contrato individual, en su beneficio. Al extender el carácter
imperativo expresamente a las cláusulas contractuales, la reforma de este artículo resuelve una
cuestión que dividía a la doctrina. Según lo prescriben los artículos 7°, 12 y 15 de la L.C.T., todo
acto del trabajador que implique una renuncia de los derechos fijados por las normas laborales
carece de eficacia. Recordemos que "renuncia" equivale a un acto voluntario por el cual una
persona se desprende y hace abandono de un derecho reconocido a su favor, situación
plenamente válida en otros ámbitos del derecho, pero no en el Derecho del Trabajo.
La irrenunciabilidad está ligada a un derecho de mínima, que se estructura en consideración de
la falta de capacidad negocial del dependiente. Resultaría inútil que el ordenamiento jurídico
impusiera la tutela del trabajador, contratante necesitado e hiposuficiente, y que luego dejara sus
derechos en su propio poder con la consiguiente posibilidad de que éste, ante el estado de
necesidad y de dependencia laboral, dispusiera o renunciara a ellos, lesionando los derechos que
la norma pretendía proteger y regular ante la desigualdad del poder de negociación de las partes.

3.3.4.2. Renuncia de derechos


La regla en análisis comprende distintos supuestos:
a) renuncia anticipada de derechos provenientes de la ley, del convenio colectivo o del contrato
individual. Por ejemplo, la renuncia anticipada a la indemnización por despido, a las vacaciones
o a la remuneración de una categoría superior;

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b) renuncia anticipada a derechos que puedan surgir a raíz de actos futuros del empleador en
ejercicio de su poder de dirección y organización. Significa la imposibilidad del trabajador de
aceptar incondicionalmente modificaciones contractuales a producirse eventualmente en el
futuro, como ser traslados o cambios de turnos que trasgredan lo dispuesto por el artículo 66 de
la L.C.T. (relativo al ejercicio del "ius variandi");
c) renuncia a derechos ya obtenidos que se han incorporado al patrimonio del trabajador. Este no
puede, por ejemplo, renunciar a créditos devengados provenientes de un despido injustificado, o
a un salario no pagado;
d) renuncia a las condiciones ya obtenidas que superan los mínimos legales y convencionales,
salvo compensación adecuada. Por ejemplo, el trabajador no puede aceptar un salario inferior al
que percibía sin un cambio compensatorio de otras condiciones de trabajo; esa cláusula sería
nula de nulidad absoluta. Sobre este supuesto me extenderé más adelante. El contenido del
contrato individual resulta enmarcado en normas legales y de convenio colectivo que constituyen
un piso mínimo.
En el Derecho del Trabajo, la autonomía de la voluntad de las partes se encuentra restringida
debido a condicionamientos impuestos por la ley, por el convenio colectivo o el contrato individual,
atendiendo a la desigual situación en que se encuentra el trabajador en la relación laboral. La
voluntad de las partes en el contrato individual se encuentra contenida dentro de un marco
obligatorio formado por normas imperativas heterónomas (ajenas) y sujetas a modificaciones
(cambiantes). Este marco está referido al orden público laboral, entendido como aquellas normas
que establecen, en un Estado, los principios que se consideran indispensables a la organización de
la vida social, según los preceptos del derecho. Es decir que las partes pueden reemplazar
voluntariamente las disposiciones de la ley o del convenio colectivo siempre que determinen
mejores derechos para el trabajador y que no exista una imposibilidad total para la alteración (se
refiere a las normas de orden público absoluto que son inmodificables por las partes).
La cláusula de orden inferior (la del contrato individual respecto de las disposiciones de los
convenios colectivos y la de éstos respecto de la ley) no tiene efectos derogatorios sino de
sustitución o reemplazo de las normas superiores (art. 13 de la L.C.T.). Esto significa que la norma
de carácter inferior se aplicará en tanto resulte más favorable. En definitiva, las normas imperativas
pueden ser reemplazadas por las partes en el contrato individual o en el convenio colectivo por
otras más favorable al trabajador.
El contenido del contrato de trabajo individual resulta enmarcado en normas legales y de
convenio colectivo que constituyen un piso mínimo que el contrato tiene que respetar. Dichas
cláusulas, en principio, no pueden ser dejadas sin efecto por las partes. Sin embargo, en el
contrato individual se reconocen mejores derechos que los de la ley o los del convenio colectivo,
dichos mejores derechos serán aplicables.
Si el convenio colectivo mejora las condiciones de la ley, reemplaza las disposiciones
respectivas y se aplica la norma más favorable.

3.3.4.3. Jurisprudencia: caso "Velazco, Héctor c/ Celulosa Jujuy S.A." (C.N.A.T., Sala VI,
14/10/98)
En la línea de la reciente reforma del artículo 12 de la L.C.T., cito el caso "Velazco", en el que se
dieron las siguientes circunstancias fácticas y jurídicas:
El actor ingresó a laborar para la demandada en 1966 como maquinista, percibiendo el salario
de convenio correspondiente a tal categoría. En 1978 la empresa lo destinó a tareas generales
abonándole la remuneración de la categoría inferior. El accionante guardó silencio, cumplió las
nuevas tareas y percibió su nuevo salario inferior, sin cuestionamientos formales. En 1995 terminó
la relación laboral por una cuestión totalmente ajena a aquella situación, momento en que el actor
decidió reclamar las diferencias salariales en atención al salario percibido y aquel que debió haber
cobrado como maquinista. Sólo reclamó por el lapso no prescripto, conforme lo previsto por el
artículo 256 de la L.C.T.

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En primera instancia su pretensión fue rechazada, aceptándose la defensa de la demandada


relativa a que el silencio desde 1978 frente al cambio de tareas, de categoría y el pago de salarios
inferiores convalidaron la modificación contractual, produciéndose una novación objetiva del
contrato por mutuo consentimiento, expresado éste en forma tácita a partir de la aceptación de los
cambios.
La Sala VI de la Cámara revocó tal decisión. El primer votante, Dr. Capón Filas, resolvió la
cuestión indicando que el convenio aplicable al caso prevé que, aun tratándose de rebaja de
categoría, no puede disminuirse el salario, por lo que, con este fundamento, votó por revocar el
fallo anterior. El Dr. de la Fuente comenzó por afirmar que la desigualdad que se da en la relación
laboral impide acordarle plena validez a la voluntad del trabajador salvo que se trate de acordar
modificaciones que no lo perjudiquen o que lo beneficien. Agregó que no puede concebirse que un
trabajador, o cualquier otra persona, acepte alteraciones contractuales que lo perjudican,
renunciando voluntariamente a derechos adquiridos o que tiene la expectativa legítima de adquirir
en el futuro, y que si acepta tal modificación, es evidente que lo hace por necesidad, forzado por la
inferioridad que lo obliga a optar entre dos males. Sostuvo que el eventual acuerdo tácito resulta
nulo de nulidad absoluta, por cuanto viola distintas normas jurídicas (conf. arts.
1047 y 1048 del Código Civil), como son el artículo 12 de la L.C.T. y las disposiciones
convencionales que expresamente garantizan la no disminución salarial, aun en caso de
modificación de la categoría laboral. Advirtió que, para más, la L.C.T. refuerza el carácter social de
sus reglas mediante el principio de imperatividad de las normas laborales, contenido en los
artículos 7°, 13 y 44, que torna nula toda disposición en contrario y manda a sustituir de pleno
derecho la regla obligatoria violada. Destacó que, por tratarse la de autos de una nulidad absoluta,
resulta inconfirmable, así como irrenunciable la respectiva acción de nulidad, por lo que la decisión
de la empleadora no podría haber sido convalidada ni siquiera por la conformidad posterior del
trabajador, por cuanto ese consentimiento no puede sanear un acto afectado por una nulidad
absoluta. Como es nula de nulidad absoluta, es imprescriptible, por lo que, a pesar del tiempo
transcurrido, procedió también a declarar la nulidad de la disminución de categoría y de
remuneración, considerando que asiste derecho al actor a las diferencias peticionadas, como así
también, si él así lo pretendiera, a todas las diferencias desde que se produjo la alteración en 1978.
El Dr. Fernández Madrid adhirió a los fundamentos del Dr. de la Fuente.

3.3.5. Los acuerdos conciliatorios y el principio de irrenunciabilidad


El artículo 15 de la ley de contrato de trabajo otorgó efectos cancelatorios de los créditos
reclamados por el trabajador al acuerdo que a juicio de la autoridad administrativa o judicial
configurará una justa composición de la litis. Dichos términos deben ser ubicados en el contexto de
la misma ley, que no admite la renunciabilidad de derechos (art. 12, L.C.T), por lo que la función
administrativa o judicial debe valorar exclusivamente lo que ha sido materia de controversia. De
otra forma, por vía de estos acuerdos, se podría caer —como sucede frecuentemente— en la
renuncia lisa y llana de derechos de orden público.
En el Plenario "Lafalce, Angel y otros c/Casa Enrique Shuster SA", del 29 de setiembre de 1970,
anterior a la sanción de la ley de contrato de trabajo, se estableció que: "...la manifestación de la
parte actora en un acuerdo conciliatorio de que una vez percibida íntegramente la suma acordada
en esta conciliación nada más tiene que reclamar de la demandada por ningún concepto
emergente del vínculo laboral que las uniera, hace cosa juzgada en juicio posterior donde se
reclama un crédito que no fue objeto del proceso conciliado...".
La jurisprudencia posterior ha hecho una importante excepción respecto de los accidentes de
trabajo, no solamente porque no cabe ninguna renuncia de las prestaciones de las leyes
respectivas, sino también porque la consolidación de las lesiones que origina la acción respectiva
frecuentemente aparece una vez extinguido el contrato, y por tanto no guarda relación con el curso
del vínculo contractual.
Lo dicho acerca de los accidentes puede también proyectarse sobre la incapacidad absoluta al
momento del cese, pues no cabe duda alguna de que si se hubiera pactado la extinción del

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contrato en monto inferior al que resulta del artículo 212, cuarto parágrafo de la ley de contrato de
trabajo, siempre existiría la posibilidad de reclamar la diferencia, pues no está en el arbitrio de las
partes determinar para este caso la existencia o no del derecho respectivo.
Pero si surgen derechos por disposiciones posteriores retroactivas, o por circunstancias no
conocidas al tiempo de la conciliación, las acciones respectivas no habrían nacido al momento del
acuerdo, por lo que resulta obvio que el mismo no puede proyectarse sobre los mismos.
Además, el artículo 15 de la ley de contrato de trabajo, en cuanto exige al juez o a la autoridad
administrativa que homologue el acuerdo sólo en el caso de que haya existido una justa
composición de la litis, da por sentado que el acuerdo conciliatorio ha versado sobre los puntos
litigiosos del pleito de que se trate, pues no podrían hacerse declaraciones liberatorias respecto de
puntos no cuestionados o de derechos reconocidos. En estos casos la autoridad correspondiente
no podría homologar el acuerdo, porque ello convalidaría una renuncia de derechos prohibida por
la ley laboral.
Agrego que para que el juez o la autoridad administrativa puedan emitir juicio sobre la validez del
acuerdo, deben conocer las cuestiones sobre las cuales las partes concretamente discuten y
pretenden acordar. De ahí que carezca de todo valor una manifestación genérica como la que
acusó el plenario "Lafalce" al adjudicar el carácter de cosa juzgada a manifestaciones liberatorias
de créditos que no fueron objeto del proceso conciliado; esto contradice el artículo 15 de la ley de
contrato de trabajo, viola el orden público laboral y el principio de irrenunciabilidad de derechos.
Lo que expreso tiene aplicación respecto de lo dicho por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en el caso "Alvarez, Jorge E. c/Todoli Hnos. SRL", del 2 de junio de 1998, que ha motivado
el comentario de Carlos Pose, quien interpreta que el fallo citado, si bien no se pronuncia sobre la
excepción de cosa juzgada, explícitamente avala la doctrina plenaria "Lafalce", lo que a su juicio
otorga "...nueva vitalidad y un mayor campo de aplicación al pronunciamiento emitido por la
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo hace un cuarto de siglo, tendiente a posibilitar la
inserción en los acuerdos conciliatorios, de cláusulas liberatorias generales, exonerando a la parte
empresaria de toda responsabilidad por incumplimiento, potencial y/o cierto de sus obligaciones
laborales...". Pero el Alto Tribunal no ha tenido en cuenta los principios básicos del Derecho del
Trabajo que se encuentran en juego, ni menos ha tenido en consideración el contexto normativo en
el cual, en el momento actual, se pueden formular por excepción acuerdos conciliatorios.
En conclusión, entiendo que el Plenario "Lafalce" no puede ser aplicado en este momento
porque contradice disposiciones sustanciales de la ley de contrato de trabajo (art. 15).
Una nueva redacción del artículo 15 de la ley de contrato de trabajo, modificado por la ley
25.345 dispone, de modo confuso y con propósitos fiscalistas, que los acuerdos que se alcancen
en la vía administrativa o en la judicial, debidamente homologados mediante resolución fundada de
cualquiera de éstas que acredite que mediante tales actos, se ha alcanzado una justa composición
de los derechos e intereses de las partes, harán cosa juzgada entre ellas, pero serán inoponibles a
la Administración Federal de Ingresos Públicos, en cuanto se refiera a la calificación de la
naturaleza de los vínculos habidos entre las partes y a la exigibilidad de las obligaciones que de
esos vínculos se deriven para con los sistemas de la seguridad social.
Es obvio que la cosa juzgada tiene efectos definitivos respecto a las materias que abarca, y no
puede ser que esas mismas materias tengan un significado para las partes del litigio y otro
diferente cuando se las considera para determinar los gravámenes por aportes y contribuciones
que podrían haber correspondido, con prescindencia de la solución lograda. De tal manera, una
conciliación en la que, por ejemplo, se reclamen las multas de la ley de empleo, porque se afirma
que el trabajador no se encuentra registrado o lo ha sido tardíamente o con indicación de una
remuneración inferior a la realmente percibida, no será oponible a la Administración Federal de
Ingresos Públicos y estos conceptos estarán sujetos a una segunda decisión, aunque en el
acuerdo homologado se haya arribado a una justa composición de la litis y haya habido
pronunciamiento a su respecto. Lo mismo ocurre cuando la conciliación haya versado sobre sumas
retenidas que no han ingresado parcial o totalmente a los distintos sistemas de, la seguridad social,
como debe interpretarse del tercer parágrafo del artículo 15 de la ley de contrato de trabajo que
trato.

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3.3.6. La regla de la no discriminación

3.3.6.1. Principio general


El Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos han señalado que el
principio de igualdad no implica en todos los casos un tratamiento legal igual con abstracción de
cualquier elemento diferenciador de relevancia jurídica, pero la desigualdad debe tener una
justificación objetiva y razonable. Existen distintos tipos de discriminaciones, pero lo importante es
que la distinción que se realice no sea ilícita, arbitraria o irrazonable.
Discriminaciones favorables o positivas: son aquellas que se verifican cuando la norma prevé
un tratamiento diferenciado para una persona o grupo de personas. Dentro de ellas, están las que
se observan por lo general en personas que se hallan en posición desventajosa, por ejemplo, la
reserva de puestos de trabajo en la esfera pública para los discapacitados.
Discriminaciones desfavorables o negativas: cuando la norma en igualdad de circunstancias
priva a determinadas personas de derechos que concede a otras o le impone cargas de las cuales
excluye a otras o simplemente se las hace pesar más intensamente.

3.3.6.2. Fundamento legal


La legislación nacional e internacional ha sido ampliamente receptiva del principio de no
discriminación y aun en momentos de pleno auge de las tendencias desreguladoras o
flexibilizadoras ha acentuado la protección del trabajador contra los despidos discriminatorios.
La Constitución Nacional establece el principio general de no discriminación en los artículos 14 y
16 y el artículo 43 cierra toda posibilidad a la admisión de un trato discriminatorio cuando expresa
que toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo contra cualquier forma de
discriminación.
Además la Carta Magna incorpora con categoría constitucional diversos tratados sobre derechos
humanos que condenan específicamente esta conducta disvaliosa, como por ejemplo, la
convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer o la que
condena toda discriminación contra los niños, o la Declaración Universal de Derechos Humanos, o
el Pacto Internacional de Derechos Sociales y Culturales (PIDESC).
En cuanto al resto del cuerpo normativo, la ley de contrato de trabajo es explícita sobre el punto
en los artículos 17, 81, 172, 178 y 187 y la ley sindical 23.551 es terminante al respecto (ver art.
7°).
La ley 23.592, referida expresamente a los actos discriminatorios, establece que quien
arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre
bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución
Nacional será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio, o cesa
en su realización, y a reparar el daño moral y material ocasionado. Y en una concepción amplia de
esta temática, considera particularmente incluidos los actos u omisiones discriminatorios
determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o
gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos.
Un análisis especial corresponde realizar respecto del artículo 81 de la L.C.T., que establece que
el empleador debe dispensar a todos los trabajadores igual trato en identidad de situaciones. Prevé
que existe trato desigual cuando se produzcan discriminaciones arbitrarias fundadas en razones de
sexo, religión o raza y acepta que exista un tratamiento diferente cuando responde a principios de
bien común como el que se sustente en la mayor eficacia, laboriosidad o contracción a sus tareas

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por parte del trabajador. En mi opinión también en este supuesto el empleador debe tener una
causa objetiva para premiar.
El principio de igualdad de trato es aplicable en todas las instancias contractuales, por ejemplo,
respecto del ejercicio del poder de dirección, en la determinación de los salarios y aun en los casos
de despidos.

3.3.6.3. Igualdad de trato remuneratorio. Análisis de los casos "Ratto, Sixto c/ Stani" y "Estrella
Fernández c/ Sanatorio Güemes S.A."
Las decisiones jurisprudenciales más abundantes en la materia de "trato igual" se pronunciaron
en una primera etapa con motivo de la cláusula del artículo 14 bis de la Constitución Nacional que
establece el principio de "igual remuneración por igual tarea".
En esta materia es oportuno recordar que el tratamiento diferenciado debe ser justificado en
razones objetivas, por lo que cada parte deberá probar la situación que da origen al acto
discriminatorio. También destaco que tanto las condiciones dignas y equitativas de labor
mencionadas en el artículo 14 bis como la igualdad ante la ley consagrada por el artículo 16 de la
Constitución Nacional y el artículo 1° de la ley 23.592 ya mencionado, señalan un camino rector
que es abarcativo de todo acto discriminatorio, lo que se encuentra ratificado por los tratados
internacionales incorporados a la Carta Magna por el artículo 75, inciso 22).
En "Ratto" la C.S.J.N. sentó la doctrina que recoge el texto actual del art. 81 de la L.C.T., y en
"Estrella" dio a entender que el criterio anterior podría ser revisado, pero esto no se ha reflejado en
los fallos posteriores.

3.3.7. La regla de la subsistencia de la condición más beneficiosa y el cambio de régimen


legal
Esta regla está referida a la sucesión de normas en el tiempo. Implica la existencia de una
situación concreta y supone que debe ser respetada en la medida en que sea más favorable al
trabajador que la nueva norma que ha de aplicarse. Pero conviene reiterar sucintamente la relación
entre las distintas normas que rigen la relación contractual laboral: Como ya se explicó, existe un
marco normativo imperativo formado por la CN los Tratados y Convenios Internacionales del art. 75
inc. 22 CN, y por las leyes y los convenios colectivos.
Pero para analizar la vigencia en nuestro derecho de esta regla de aplicación del principio
protectorio, es necesario tener en cuenta al negocio jurídico que configura el contrato de trabajo, la
intencionalidad jurídica inicial de las partes y la naturaleza de las prestaciones comprometidas.
En el supuesto del contrato de trabajo nos encontramos con un negocio de derecho privado,
bilateral, a título oneroso, con partes contrapuestas con aspiraciones distintas como dice el artículo
21 de la ley de contrato de trabajo: 'habrá contrato de trabajo cualquiera sea su forma o
denominación, siempre que una persona física se obligue a realizar actos, ejecutar obras o prestar
servicios a favor de la otra y bajo la dependencia de ésta, durante un período determinado o
indeterminado de tiempo, mediante el pago de una remuneración.' Sus cláusulas en cuanto a la
forma y condiciones de la prestación quedan sometidas a las disposiciones de orden público, las
convenciones colectivas o laudos con fuerza de tales y los usos y costumbres.
Existen como elementos esenciales una manifestación de voluntad que tiene sujeto, objeto y
forma, así como una intención común de obtener un determinado beneficio del negocio: para uno,
el empleador, es el trabajo aplicado dentro de la estructura empresaria que le ha de dar los
beneficios; para el otro, el trabajador, es el salario que obtiene por una prestación determinada.
Las normas legales y convencionales acompañan al negocio y lo adecuan sin que ello signifique
modificar lo que ha sido su esencia.
La ley y la convención colectiva se encuentran más allá de la autonomía de la voluntad de las
partes y forman un marco al que deben sujetarse las cláusulas de dicho contrato cuando son más

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favorables. Estas disposiciones imperativas están sujetas a modificaciones por el mismo órgano
que las emitió. Dichos cambios tienen siempre efectividad cuando se realizan en beneficio del
trabajador. Cuando se trata de cláusulas en perjuicio del trabajador, afectando un convenio anterior
o condiciones anteriores de ley, tienen en mi opinión distintos efectos para los trabajadores
ocupados al tiempo de la firma de estas últimas cláusulas y a los que se empleen con
posterioridad. Con respecto a los primeros no es posible modificar en perjuicio el núcleo del
contrato —vgr. remuneración, jornada, categoría—. Ello es así porque las cláusulas conformaron
en su momento al contrato en sí, y por tanto han creado derechos adquiridos para el trabajador.
Esta tesis encuentra apoyo en el art. 66 y 12 de la L.C.T. que impiden al empleador alterar esas
condiciones básicas del contrato porque en realidad, lo que la norma consagra es la intangibilidad
de ese núcleo, del que forma parte especialmente el salario.
En igual sentido, Fernández Madrid señala que no puede verse en el contrato de trabajo otra
cosa que una forma de negociar, más allá de que la ley o el convenio, para hacer operativo el
principio protectorio, establezcan ese piso mínimo que las partes deben respetar. Pero dicha
relativa autonomía no le quita al acuerdo el carácter propio de un contrato. Y añade que "...debe
recordarse que el derecho es un todo, y que el artículo 62 de la ley de contrato de trabajo se
conjuga con el 1197 del Código Civil en cuanto este último dice que las convenciones en los
contratos forman para las partes una regla a la cual deben someterse como a la ley misma. Y que
solamente pueden ser revocadas las cláusulas contractuales por mutuo consentimiento (art. 1200
C.C.), con las limitaciones que pueden resultar de la aplicación del artículo 954 del mismo Código y
de los demás preceptos que defienden al más débil y en lo dispuesto por el art. 12L.C.T.'".
Por lo que hay que tener en cuenta los derechos del trabajador, propios del contrato que en su
momento celebró con el principal y los que eventualmente incorporó con posterioridad. Por eso
replantea la posición del intérprete frente al contrato, ya que la celebración puede o no implicar la
incorporación de las normas de un convenio colectivo o de disposiciones legales. Pero si ellas se
incorporan aunque sea como puntos de referencia, configuran derechos adquiridos. Lo que ocurre
es que la incorporación no se produce de pleno derecho. Existe un contrato con cláusulas
explícitas o implícitas por el cual se convienen los temas fundamentales como la categoría
profesional, el salario, la duración de la prestación o el régimen de descansos, eventualmente
tomadas de fuentes heterónomas, pero que no por eso dejan de formar parte de la negociación. El
orden público laboral está diseñado para la mejora de los derechos del trabajador. Y no se lo puede
invocar para perjudicar condiciones contractuales más beneficiosas, pues esto significaría
interpretar desviadamente la finalidad de las normas que lo constituyen.
Cabe observar que en la Ley de Contrato de Trabajo se excluye la posibilidad de un pacto que
contemple una reducción de beneficios (art. 12).
Señalo que los derechos de futuro o en expectativa, se regirán por las normas imperativas
vigentes en el momento en que nazca el derecho del dependiente a ejercitarlas, salvo que la ley
establezcan lo contrario.
A partir de la Constitución Nacional encontramos el principio protectorio consagrado con todos
sus matices en el artículo 14 bis, pero en el artículo 75, inciso 9), se delega en el legislador proveer
lo conducente al desarrollo humano, al progreso económico con justicia social, a la productividad
de la economía nacional y a la generación de empleo entre otras materias, y el mismo artículo en
su inciso 22) establece que los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes,
comprendiendo —como lo ha establecido la doctrina que comparto— la jurisprudencia de CSJN y
de los tribunales superiores— los convenios de la OIT, y ha incorporado declaraciones,
convenciones y pactos que en distintos puntos se refieren a la promoción de los trabajadores en
sentido extensivo. Y en el inciso 23) del artículo 75 se contempla "legislar y promover medidas de
acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno goce y
ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos..." lo que significa que la legislación constitucional acompaña al
negocio jurídico que origina el contrato de trabajo dando forma objetiva a la intencionalidad de las
partes.
En definitiva, y en lo que respecta a los conflictos que plantea la sucesión de normas en el
tiempo, tiene vigencia en nuestro derecho, la regla de la subsistencia de la condición más
beneficiosa.

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Por ello: a) que la ley tiene eficacia derogativa genérica; b) que el convenio colectivo sustituye a
la ley anterior menos beneficiosa; c) que subsisten las cláusulas más beneficiosas de un convenio
colectivo respecto de uno posterior que contuviere disposiciones peyorativas. Por aplicación del
principio de igualdad y no discriminación no se debe distinguir entre los trabajadores con contratos
vigentes a la época del convenio más beneficioso y los ingresados con posterioridad; d) el
convenio colectivo de empresa homologado prevalece sobre el convenio general de actividad si es
más beneficioso, y e) el contrato individual reemplaza al convenio colectivo si establece mejores
derechos y sus cláusulas son sustituidas por las del convenio colectivo o por las de la ley si éstas
favorecen al trabajador.
Y, en otro orden de cosas, las partes celebran el contrato, la buena fe impone como cláusula
implícita que se respeten todas las condiciones en virtud de las cuales fue celebrado el acuerdo
(art. 62L.C.T.). Y sobre este punto pongo énfasis en que, dada la naturaleza del contrato de trabajo,
que podría ser asimilado por sus características al contrato de adhesión, no puede ni debe
distinguirse de lo contractual lo que proviene de leyes o convenios colectivos que tienen vigencia
—aun cuando el trabajador lo desconozca— y que forman parte del contrato, con fundamento en el
mencionado principio de buena fe, el que determina derechos implícitos y convierte al contrato en
una unidad que absorbe el resto de la normativa.

3.3.8. La continuidad del Contrato de Trabajo


La continuidad del contrato se encuentra consagrada en numerosas normas de la ley de contrato
de trabajo a saber: En primer término, el artículo 90L.C.T. consagra el principio de indeterminación
del plazo del contrato de trabajo, estableciendo una preferencia legal por dichos contratos y en
caso de duda se establece que las situaciones deben ser resueltas a favor de la continuidad o
subsistencia del contrato, el que a su vez se entiende celebrado por tiempo indeterminado hasta
que el trabajador se encuentre en condiciones de gozar del beneficio jubilatorio (arts. 10, 91 y 252
L.C.T).
A su vez, el mismo artículo 90 "in fine" determina que los contratos de trabajo por tiempo
determinado, celebrados en forma sucesiva o que no se hubieran celebrado por escrito y en forma
expresa el tiempo de su duración o que las modalidades de las tareas no justificaran esta
modalidad, serán considerados como contratos de trabajo por tiempo indeterminado y en sentido
similar, se establece la conversión del contrato a plazo fijo en contrato de plazo indeterminado en
caso de omisión del preaviso (art. 94L.C.T.), la continuidad del contrato en caso de transferencia
del establecimiento (art. 225L.C.T.).

3.3.9. La primacía de la realidad


Como en otros contratos tipo se otorga preeminencia a la realidad que existe en el contrato de
trabajo sobre las formas resultantes de los hechos cumplidos en la relación laboral y lo que
interesa es considerar la real naturaleza de la vinculación. El artículo 21 de la L.C.T. en su primera
parte, consagra este principio en cuanto establece que "habrá contrato de trabajo, cualquiera sea
su forma o denominación..." mientras que sanciona con la nulidad todo contrato en el cual las
partes hubieran actuado con simulación o fraude a la ley (art.14).
Los principios de la continuidad de la relación y de la primacía de la realidad serán desarrollados
"in extenso" en el capítulo dedicado al contrato de trabajo.

3.3.10. Principio o regla de progresividad

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La regla o principio de progresividad, consagra la idea de la irregresividad en los derechos que


favorecen al trabajador.
La aplicación de esta regla debe ser tenida en cuenta particularmente en las Convenciones
Colectivas del Trabajo, que han tendido y tienden al mejoramiento cresciente de las condiciones de
trabajo, lo que repercute en la elevación de la calidad de vida del trabajador y de su familia.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso Aquino ha consagrado esta
"progresividad" estableciendo que constituye un principio arquitectónico de Derecho Internacional
de los Derechos Humanos en general y del PIDESC (Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales) en particular. Este Pacto está plenamente informado por este
principio de progresividad, según el cuál todo Estado Parte se compromete a adoptar medidas para
lograr progresivamente la plena efectividad de los derechos ahi reconocidos. La orientación del
PIDESC no es otra que la mejora continua de las condiciones de existencia según dispone su art.
11.1.
El Alto Tribunal ratificó y extendió este rincipio en el caso "Pérez Anibal c/ Disco SA". En el
mismo la Procuración Fiscal dijo que el principio de progresividad tiene por función evitar el
retroceso de aquello que es conducente al logro de la justicia social, citando a los artículos 75 inc.
19, 22 y 23 de la Constitución Nacional, al art. 26 de la Convención Americana sobre los Derechos
Humanos y al art. 2 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.

3.3.10.1. Facilitación de la prueba en el proceso: presunciones laborales


Una de las aplicaciones del principio protectorio lo constituye la regla de facilitación de la prueba
en el proceso, que se expresa a través de distintas presunciones contenidas en la L.C.T. y en las
leyes procesales, que tienden a excluir las hipótesis de fraude, constituyendo garantías que
refuerzan los derechos sustanciales de los trabajadores.
La L.C.T. determina distintas presunciones con variados efectos, dentro de las cuales algunas
son absolutas, es decir que no admiten prueba en contrario, y otras son relativas, o sea que
admiten prueba que las contradiga. Todas fueron establecidas a fin de asegurar la igualdad jurídica
de las partes, como defensa del orden público laboral y teniendo en consideración la
hiposuficiencia del trabajador en la relación laboral.
Dentro de las presunciones absolutas, pueden citarse:
Auxiliares del trabajador: El artículo 28 de la L.C.T. establece que si el trabajador estuviese
autorizado a servirse de auxiliares, éstos serán considerados como en relación directa con el
empleador de aquél, salvo excepción expresa prevista por esa ley o los regímenes legales o
convencionales aplicables. Es decir que se consideran empleados del empleador a quienes
trabajan para el dependiente, y basta a tal efecto como lo ha entendido la jurisprudencia, la sola
prueba de que por contrato expreso exista la autorización del empleador. Como excepción a esta
norma puede citarse el caso de la complementación de las tareas del encargado de casa de renta
por familiares que habiten en la misma (art. 2°, 3er. párrafo, ley 12.981).
Opción tácita de la mujer que no se reincorpora después de la licencia por maternidad: En este
supuesto, la mujer que no se reincorpora a su empleo vencidos los plazos de licencia previstos por
el artículo 177 de la L.C.T., y no comunica a su empleador dentro de las 48 horas anteriores a la
finalización de los mismos que se acoge a los plazos de excedencia, se entiende que opta por
rescindir el contrato de trabajo, percibiendo la compensación establecida en el artículo 183, inciso
b), párrafo final.
Accidente o enfermedad del menor que trabaja en tareas prohibidas: El artículo 195 de la L.C.T.
prescribe que, a los efectos de las responsabilidades e indemnizaciones previstas en la legislación
laboral, en caso de accidente de trabajo o de enfermedad de un menor, si se comprueba ser su
causa alguna de las tareas prohibidas a su respecto o realizada en condiciones que signifiquen
infracción a sus requisitos, se considerará por ese solo hecho al accidente o a la enfermedad como
resultante de culpa del empleador, sin admitirse prueba en contrario.
Algunas presunciones relativas son:

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La presunción del contrato de trabajo: El artículo 23 de la L.C.T. establece que se presume el


contrato de trabajo por el hecho de la prestación de los servicios, salvo que por las circunstancias,
las relaciones o causas que lo motiven se demostrase lo contrario.
Autorización de los padres para el trabajo de los menores de 16 años: El artículo 32, 3er. párrafo
de la L.C.T. prescribe que los mayores de 16 años y menores de 18 años que ejercieren cualquier
tipo de actividad en relación de dependencia, se presumen suficientemente autorizados por sus
padres o representantes legales para todos los actos concernientes al contrato de trabajo.
Libros laborales no exhibidos: La falta de exhibición a requerimiento judicial o administrativo del
libro, planilla u otros elementos de contralor previstos en la legislación laboral crea una presunción
a favor del trabajador sobre las circunstancias que debían constar en tales asientos (art. 55 de
la L.C.T.).
El silencio del empleador frente a las intimaciones del trabajador: El artículo 57 de la L.C.T. crea
para el empleador la carga de explicarse respecto de toda intimación cursada por el trabajador de
modo fehaciente, relativa al cumplimiento o incumplimiento de las obligaciones derivadas del
contrato de trabajo, sea al tiempo de su formalización, ejecución, suspensión, reanudación,
extinción o cualquier otra circunstancia que haga que se creen, modifiquen o extingan derechos
derivados del contrato de trabajo. Para que tenga efecto dicha presunción, el silencio deberá
subsistir durante un plazo razonable, el que nunca podrá ser inferior a dos días hábiles.
Presunción de que el contrato se considera celebrado por tiempo indeterminado: Todo contrato
se considera celebrado por tiempo indeterminado, salvo que su término se haya fijado en forma
expresa y por escrito, y que la modalidad de las tareas o de la actividad, razonablemente
apreciadas, así lo justifiquen (art. 90 de la L.C.T.).
Presunción de onerosidad del trabajo; El artículo 115 de la L.C.T. establece que el trabajo no se
presume gratuito y debe reputarse que todos los pagos que realiza el empleador tienen su causa
en el contrato de trabajo. Se acepta que puedan existir entre las partes otras relaciones,
contractuales o personales, que justifiquen la gratuidad de los servicios prestados, pero en estos
supuestos la prueba en contra de la presunción legal debe ser rigurosa.

3.4. GUIA DE ANALISIS


1) Explique qué son los principios del Derecho del Trabajo y cuáles sus funciones.
2) ¿Cuál es el principio consagrado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional? Enumere las
reglas de aplicación.
3) ¿Cuál es la razón de ser del principio protectorio que orienta al Derecho del Trabajo?
4) ¿Qué utilidad práctica tiene la regla de la interpretación más favorable al trabajador en caso de
duda?
5) ¿Cuál es el fundamento de la regla de la ajenidad del riesgo empresario?
6) ¿Qué significación tiene la regla de la indemnidad del trabajador y qué normas tratan sobre el
tema?
7) ¿En qué supuestos se prohíbe la renuncia de derechos?
8) Tipos de discriminación.
9) Fundamento normativo de la regla de no discriminación.
10) Cite presunciones absolutas y presunciones relativas previstas por la L.C.T.

BIBLIOGRAFIA
ARIAS GIBERT, ENRIQUE,"Marco legal y convencional del contrato individual del trabajo: sus
efectos (o cuando el plagio es excusable)" , Ed. Errepar, Doctrina Laboral Nº 170, octubre 1999,
págs. 789 a 802.
ALVAREZ, EDUARDO,"Autonomía individual e irrenunciabilidad de Derechos", D.T., T. XLVIII - A,
pág. 891.

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CAUBET, AMANDA B.,"El orden público laboral y la nulidad de las cláusulas contractuales que lo
desconozcan" .
CAUBET, AMANDA B.,"Los acuerdos conciliatorios y el principio de irrenunciabilidad", D.L., T.
VIII, pág. 547.
CAUBET, AMANDA B.,"La limitación a los supuestos de despido discriminatorio de la ley
25.013", Doctrina Laboral, Ed. Errepar.
CAUBET, AMANDA B.,"La celebración del contrato de trabajo y la buena fe: las cláusulas
implícitas" , Ed. Errepar, Doctrina Laboral N° 152, abril 1999.
DE LA FUENTE, HORACIO , "Renuncia de derechos y modificaciones del contrato de trabajo" , L.T.,
T. XXXIV, pág.1.
ETALA, CARLOS A.,"Contrato de Trabajo" , Ed. Astrea, 1998, Título Primero.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª
edición 2007, T. 1, Cap. II.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2009.
GOLDÍN, ADRIÁN,"Acuerdo modificatorio del contrato de trabajo en perjuicio del trabajador: injusta
amenaza y lesión subjetiva",L.T., T. XXXIV, pág. 401.
LÓPEZ, JUSTO, CENTENO, NORBERTO, FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo Comentada", Ediciones Contabilidad Moderna, 1987, T. 1, Cap. I.
MAZA, MIGUEL A.,"Principio protectorio, irrenunciabilidad y sentido del Derecho del Trabajo en un
fallo jurídica y moralmente trascendente",D.L., T. XIII, pág. 207.
PASTEN DE ISHIHARA, GLORIA M., TEMIS, DORA Y LACHOWICZ, ANDREA,"La discriminación en el
empleo por razones de salud: VIH-SIDA",D.L. N° 153, T. XII, pág. 483.
PLÁ RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los Principios del Derecho del Trabajo", Ed. Depalma, 1978.
SARDEGNA, MIGUEL A.,"Ley de Contrato de Trabajo" , Ed. Universidad, 1995, Título 1.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO,"Principios del Derecho del Trabajo y su recepción en la L.C.T.", L.T.,
T. XXV, pág. 491.

CAPITULO IV
FUENTES DEL DERECHO DEL TRABAJO
4.1. Concepto de fuente y clasificación. - 4.2. Tipos de fuentes en el Derecho del Trabajo. -
4.2.1. Ley general y ley especial: el caso de los estatutos especiales. - 4.2.2. Los convenios
colectivos de trabajo. - 4.2.2.1. Características generales. - 4.2.2.2. Ambito de aplicación y
validez temporal. - 4.2.3. Los acuerdos interiores de empresa. - 4.2.4. La jurisprudencia
como fuente del derecho. Los fallos plenarios. - 4.2.5. Los usos y costumbres. - 4.2.6. Los
usos de empresa y el reglamento de empresa. Sus efectos sobre el Contrato de Trabajo. -
4.2.7. Laudos arbitrales obligatorios. - 4.2.8. Los laudos arbitrales voluntarios. - 4.2.9. Los
acuerdos individuales. - 4.3. Relación entre fuentes. - 4.3.1. Su peculiaridad en el Derecho
del Trabajo. - 4.3.2. Orden jerárquico y orden de prelación. - 4.3.3. Conflicto entre diferentes
fuentes y juicio de compatibilidad. - 4.3.3.1. Relación entre ley general y ley especial.

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Sucesión de normas en el tiempo. - 4.3.3.2. Sucesión de C.C.T. en el tiempo. - 4.3.3.3.


Relación entre C.C.T. y ley. Principio general. - 4.3.3.4. Derogación de un C.C.T. por una
ley. - 4.3.3.5. Análisis de casos jurisprudenciales vinculados a la derogación de un convenio
colectivo por una ley. - 4.4. Interpretación y aplicación de las normas laborales. El art. 11 de
la L.C.T. - 4.5. Los supuestos del art. 3° de la L.C.T. - 4.6. Relación entre el Derecho Civil y
el Derecho del Trabajo. - 4.7. Guía de análisis. - Bibliografía.

4.1. CONCEPTO DE FUENTE Y CLASIFICACION


La temática de las fuentes se ha vinculado, en distintos abordajes teóricos, a dos aspectos de
naturaleza compleja como son el de la legitimidad y su expresión jurídico-positiva.
Al primero de ellos puede remitirse la clasificación que distingue entre fuentes materiales o
reales y fuentes formales o legales.
En esta aproximación, corresponde diferenciar el hecho social que cristaliza intereses sectoriales
y provoca la actividad normativa (estatal o de grupos organizados, como de los empresarios), y la
norma concreta que lo expresa.
Desde esta óptica la "funcionalidad" de la norma y su legitimación está sujeta a constituir el cabal
reflejo del hecho social que normatiza, responsabilizando al legislador —cualquiera sea— de la
veracidad legal.
Sin embargo, esa relación (realidad/norma) que muchas veces oculta bajo la apariencia de
"hecho objetivado", o un "estado de cosas" el conflicto de intereses entre sectores en pugna y la
desigual capacidad de acción histórica según sea el momento que se analice, soslaya el amplio
margen que brinda a quien se dé a la tarea de interpretar el mundo real de las relaciones del
trabajo, condicionando con su lectura la actividad normativa.
Sobre ello da cuenta, con acabadas muestras, el proceso reciente de reforma y sus variadas
formas de justificación.
A estas concepciones, que subyacen en diferentes criterios clasificatorios (como la de Alonso
García), deben sumarse las que colocan junto a la actividad estatal el derecho natural, tipificándolo
como fuentes jurídico-positivas que deben ser distinguidas de las fuentes de producción, es decir,
de los entes de los que emanan las normas obligatorias, línea de pensamiento de autores como
Bayón Chacón y Pérez Botija.
En cuanto al concepto mismo de fuente, Borrajo Dacruz resume dos acepciones, la que
considera las fuentes de formalización (fuentes formales de tipo técnico-jurídico) y la que refiere a
las fuentes de producción (que requieren de una reflexión sociológica, política y valorativa desde
una perspectiva filosófica del Derecho).
Dentro de las clasificaciones posibles, fundadas en un criterio diferente como lo es la extensión
de la norma, puede señalarse la de Fernández Madrid, quien distingue entre fuentes generales,
con capacidad para incluir en su ámbito de aplicación a todos o la generalidad de los trabajadores
(vgr. la ley, la reglamentación y a veces la costumbre) y las fuentes especiales que sólo regulan las
relaciones de una categoría profesional (ya sean los estatutos profesionales, los convenios
colectivos de trabajo o usos de actividad, como también acuerdos interiores de empresa y aun las
fuentes productoras de normas individuales).

4.2. TIPOS DE FUENTES EN

EL DERECHO DEL TRABAJO

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Si bien el artículo 19 de la L.C.T. efectúa una enumeración de las fuentes del contrato de trabajo,
la primera observación que surge es que ésta no es exhaustiva, puesto que no sólo omite algunas
derivadas de las facultades que el mismo cuerpo legal reconoce a las partes (como los
reglamentos de empresa), sino además aquellas de rango jerárquicamente superior (como
la Constitución Nacional) o una fuente subsidiaria como el caso del Derecho Civil.
Claro que ello, como apunta Justo López, no puede considerarse una deficiencia de la ley "no
sólo porque no tenía objeto legislar sobre fuentes establecidas en disposiciones de jerarquía
superior, como la Constitución Nacional, sino porque indudablemente el legislador, al hacer la
enumeración limitada que efectuó, se propuso ciertos objetivos prácticos, como ser el ya
mencionado de subrayar la autonomía del derecho individual del trabajo y la posición privilegiada
que ocupa en él la misma L.C.T. y el de detallar las fuentes de las que luego (...) se iba a ocupar
especialmente".
En nuestra rama, pues, las fuentes son: la Constitución Nacional y a su lado los Tratados
Internacionales constitucionalizados, los Tratados Internacionales con jerarquía supra legal y
Convenios de la OIT, las leyes y sus reglamentaciones, los convenios colectivos de trabajo, los
acuerdos interiores de empresa, la jurisprudencia, la costumbre, los usos de empresa y el
reglamento de empresa, los laudos arbitrales obligatorios, los laudos arbitrales voluntarios, y los
acuerdos individuales.
Sobre el bloque de legalidad me remito a lo expuesto en el Capítulo II que he dedicado al
análisis de la Constitución Nacional y me abocaré en el párrafo siguiente a precisar la naturaleza
de la tipología enumerada.

4.2.1. Ley General y Ley Especial: el caso de los estatutos especiales


La distinción entre ley general y ley especial sólo se entiende vinculada al ámbito personal de
aplicación, es decir de los sujetos sometidos a la norma en cuestión.
Así, la ley 20.744 (t.o.) deviene en ley general al interior de nuestra disciplina, en tanto es la
norma llamada a regir en la generalidad de las relaciones laborales.
Por el contrario, el cuerpo normativo que sólo alcanza a categorías de trabajadores definidas por
su actividad son los llamados estatutos profesionales y reglas particulares para determinadas
actividades. También son leyes, pero por su ámbito de aplicación personal resultan específicas.
Del mismo modo, aquellas normas que regulan aspectos o materias particulares del nexo laboral
resultan generales en tanto comprenden los contratos de trabajo de la generalidad de los
dependientes (vgr. ley de jornada de trabajo, ley de riesgos del trabajo, leyes en materia de
seguridad social o las normas que regulan el derecho colectivo del trabajo).
Dentro de la L.C.T. se hallan todas las relaciones de trabajo privadas con excepción de los
trabajadores domésticos y los agrarios (art. 2°, L.C.T.). En cuanto a las relaciones de empleo
público sólo se aplica a aquellas que se encuentran regidas por convenios colectivos de trabajo
(ámbito de aplicación ampliado por la sanción de un convenio colectivo general para la
administración pública y organizaciones descentralizadas) o que por un acto expreso se sometan a
su égida. Ello refleja la tendencia marcada por el Convenio 154 de la O.I.T. (Ginebra, 24/6/81) que
propende a la negociación colectiva en la administración pública.
Cuando se trata de estatutos especiales o normas para actividades determinadas, como son las
que regulan a los institutos docentes, las empresas periodísticas, de la construcción o las
vinculadas a la categoría del dependiente como, por ejemplo, los aeronavegantes, jugadores de
fútbol profesional, médicos, odontólogos, trabajadores a domicilio, viajantes de comercio,
periodistas, peluqueros, , trab. Agrarios, etc., no puede soslayarse que estos cuerpos normativos
no siempre reglan la totalidad de los aspectos que hacen a la relación laboral de los sujetos
comprendidos, y en muchos casos sólo se trata de reglamentaciones parciales. Un caso diferente,
que tiene en cuenta el número de trabajadores de la empresa, está plasmado en la ley 24.467 en
su Capítulo III —régimen laboral para las Pequeñas Empresas— (de más de 40 trabajadores y un
determinado nivel de facturación) para las cuales se establecen algunas reglas especiales.

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De ello se deriva la necesidad de formular, en cada caso, un juicio de compatibilidad entre la ley
general y el régimen específico para determinar la norma aplicable, con la aclaración de que
alguno de dichos estatutos se remite a la ley general ( L.C.T.), como en el caso de los viajantes (ley
14.546).
Finalmente, como en otras órbitas de derecho jurídico-positivo, la ley —tanto general como
particular— se adecua al caso concreto a través de los decretos y resoluciones administrativas.
Estas normas deben ceñirse, obviamente, a los límites reglamentarios que estipula la Carta Magna
y los convenios internacionales que forman el bloque de constitucionalidad.

4.2.2. Los Convenios Colectivos de Trabajo

4.2.2.1. Características Generales


Es la fuente autónoma y típica del Derecho del Trabajo. Constituye un acuerdo entre el sindicato
y el empleador, grupo de empleadores o cámara respectiva que genera obligaciones para los
firmantes y todos los trabajadores y empleadores comprendidos en su ámbito de aplicación.
Se dirige a establecer reglas respecto de las relaciones laborales que resultan generales y
obligatorias. Pueden, además, contener disposiciones referidas a la relación entre el sindicato
firmante y los empleadores comprendidos.
Representan, como lo ha señalado Montoya Melgar, la expresión genuina de la autonomía de la
voluntad de las partes colectivas, a las que se le reconoce poder normativo. Agrega este autor,
como razones que motivaran su amplio desarrollo, la efectividad que evidencia respecto de la
igualdad real "inter partes" en comparación con el contrato individual y, por otro lado, el mayor
grado de adaptabilidad a la realidad que regula en relación a la norma estatal, en tanto son los
propios actores sociales —amplios conocedores de la realidad social sobre la que negocian— los
que deciden el marco regulatorio de la actividad comprendida en su ámbito de aplicación.
Los convenios colectivos de trabajo forman parte del derecho objetivo y en virtud del
reconocimiento estatal de su carácter de normas jurídicas válidas se integran al ordenamiento
como fuente formal y autónoma del derecho laboral. De ello resulta que las cláusulas normativas
sean ley en sentido material, esto es, norma jurídica de alcance general, y por ende que rijan sobre
el contrato individual en un pie de igualdad con las normas legales forzosas, pero con el alcance
señalado en el Capítulo III punto 3.3.8. al tratar la regla de la subsistencia de la condición más
beneficiosa.
La naturaleza jurídica "sui generis" del convenio colectivo deriva de constituir, por la forma de
celebración, un contrato entre partes colectivas, que luego del acto administrativo de homologación
—siempre dentro del régimen de la ley 14.250— se convierte en fuente de derecho objetivo,
obligatoria para la actividad profesional o la categoría de trabajadores comprendidos en su ámbito
de aplicación.
Son, pues, sus efectos extensibles a terceros ("erga omnes") y las peculiaridades en orden a la
invocación y prueba en juicio las que definen una naturaleza jurídica propia.
Si bien se ha indicado su carácter de ley en sentido material (coercibilidad) no lo es en sentido
formal, no es posible aplicarlo analógicamente (art. 16, L.C.T.).
Se exime a las partes de la prueba en juicio; basta con la sola invocación (art. 8°, L.C.T.). Y
remarcarse que los convenios colectivos de trabajo no se hallan comprendidos dentro de la regla
"iuria novit curia", es decir que el Juez no se halla obligado a su aplicación a menos que
expresamente se lo invoque.
Finalmente se convierte en extensible a terceros (no firmantes pero comprendidos dentro del
ámbito personal de aplicación) a consecuencia de la homologación ministerial (art. 4°, ley 14.250).
Este acto administrativo, facultad del Ministerio de Trabajo, requiere del órgano estatal la previa
verificación de los requisitos de fondo y forma del acuerdo alcanzado cuya homologación se

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solicita. Esta puede negarse si se incluyeran cláusulas violatorias de normas de orden público o
dictadas en protección del interés general, si sus disposiciones afectaren significativamente la
situación económica general o de determinados sectores de la actividad o produjeren un deterioro
grave de las condiciones de vida de los consumidores (art. 4°, ley 14.250).
En definitiva, las razones por las que la homologación puede negarse resultan mucho más
amplias que el simple resguardo al orden público laboral y los mínimos legales, por lo que el control
de legalidad en cabeza del Estado adquiere suma trascendencia , ya que además se efectúa un
control de conveniencia.

4.2.2.2. Ambito de aplicación y validez temporal


De lo expuesto se advierte la relevancia de clarificar lo que se ha dado en llamar el ámbito de
aplicación personal de un convenio colectivo de trabajo.
Este no es más que la actividad o categoría sujeta a la regulación convencional, es decir, los
sujetos que al desarrollar una determinada actividad o detentar una categoría dada van a quedar
sometidos a un convenio colectivo precisamente por el carácter general y obligatorio que posee,
más allá del grado de intervención que pudieren haber tenido los trabajadores y/o empleadores al
momento de la celebración.
Ahora bien, para establecer la validez personal de un convenio se requiere determinar
exactamente la representatividad de los firmantes, tanto por la patronal como por la parte obrera,
pues sus reglas no podrán extenderse más allá de la representación que detenten legítimamente
quienes pactan .
Dicho de otro modo, para que una actividad se halle reglada por un convenio colectivo la
representación sindical que lo suscribe debe corresponder a los trabajadores pertenecientes a esa
actividad y, además, los firmantes por la parte empresaria deben ser representativos de los
empleadores de la misma actividad, ya sea en forma directa o mediante el sector patronal
correspondiente.
Así, por ejemplo, si un sindicato con alcance nacional suscribe un convenio colectivo con una
única empresa, dicha norma no será obligatoria para toda la actividad sino, exclusivamente, para
los trabajadores de la empresa que pactó.
A lo dicho debe sumarse que la homologación administrativa no puede suplir ningún vicio
vinculado a la representación. Resulta irrelevante, sobre el tópico, que el propio convenio colectivo
contenga una mención extensiva de su ámbito de aplicación si no se cumple con los requisitos de
representación bilateral idónea explicados.
Otro aspecto trascendente de los convenios colectivos refiere a su validez territorial. En principio
el ámbito territorial se halla constreñido al de la representación de los firmantes. Sin embargo,
la ley 14.250 autoriza al Ministerio de Trabajo a extender su obligatoriedad a áreas ajenas, a
petición de parte y siempre que en la jurisdicción en cuestión no exista una asociación sindical de
trabajadores con personería gremial (que por ende estarían habilitados para concertar su propio
convenio) y que las normas que se pretenden extender sean idóneas para regular las relaciones
laborales de la nueva área.
Resta analizar lo referente a la validez temporal de los convenios colectivos de trabajo. Según
rezaba el artículo 6° de la ley 14.250 (t.o. 1988) una convención colectiva sólo era desplazada por
una convención posterior, más allá del vencimiento del plazo de vigencia estipulado salvo que
expresamente se hubiere estipulado lo contrario.
Este fenómeno es conocido como ultraactividad de los convenios colectivos, cuya finalidad no es
otra que la de garantizar condiciones de trabajo evitando que la eventual pretensión de negociación
a la baja de la representación empresaria utilizara el simple instrumento de dejar caducar la
convención anterior y volver con ello a los mínimos legales.
Sin embargo, la ley 24.467, en su Título III dedicado a las pequeñas empresas, estableció en su
artículo 99 que si no mediare estipulación convencional en contrario los convenios, colectivos de
pequeñas empresas se extinguirán de pleno derecho a los tres meses de su vencimiento (lo que no

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se aplicaría en mi opinión a los capítulos especiales de convenios colectivos generales de


actividad).

4.2.3. Los acuerdos interiores de empresa


Se denomina así a aquellos contratos celebrados por el empleador y un grupo de trabajadores o
representación de todos los establecimientos (delegados o comisiones internas) dirigidos a regir
aspectos específicos de la relación de trabajo.

4.2.4. La jurisprudencia como fuente del Derecho. Los fallos plenarios


El protagonismo de la jurisprudencia en el desarrollo de nuestra disciplina ha sido ampliamente
señalado no sólo en orden a la creación pretoriana —anticipándose a la actividad legislativa— sino
además por la concreción de la norma al momento de su aplicación.
Se le ha reconocido el carácter aclaratorio, corrector y creador de derecho que detenta la
jurisprudencia.
Así, sobre el primer aspecto señala Krotoschin que "el juez a veces tiene que aplicar una norma
que no está directa y concretamente formulada en la ley, sino que debe ser concretada por el juez.
Se trata de los llamados conceptos indefinidos o cláusulas generales de la ley que, sobre todo,
abundan ahora en la L.C.T. y que consecuentemente, han provocado un aumento considerable de
la influencia de la jurisprudencia.
El juez debe aclarar y profundizar ciertas ideas sólo vagamente expresadas por el legislador.
Esta actividad aclaratoria le permite hacer obra constructiva, basada en el conjunto del derecho
positivo...".
Con relación a la función creadora, es dable aclarar que ella en nada menoscaba las
prerrogativas del órgano legislativo, antes bien, sólo cumple con llenar los vacíos legislativos y
suplir sus deficiencias, siguiendo el mandato impuesto por el artículo 15 del Código Civil.
Por su parte, el artículo 11 de la L.C.T. establece una clara directriz al disponer que ante la
imposibilidad de aplicación directa o análoga de una norma en la resolución de un caso se decidirá
con ajuste a los principios de la justicia social, a los generales del Derecho del Trabajo, a la
equidad y la buena fe, signando con ello el sentido de la actividad judicial.
Son numerosos los ejemplos que pueden encontrarse en que la creación pretoriana precedió al
texto legal, como el caso de los accidentes "in itinere" que fuera materia de un fallo plenario del
9/11/53 recogido por el legislador treinta años más tarde al modificar la ley 9688. Otras muestras
resultan las normas consagradas en los artículos 18, 212, 213, 218, 247, 248, 260, etc. de la L.C.T.
Tan clara es la evidencia en este sentido que el propio Krotoschin ha opinado que "el 80% del
derecho positivo y, muy especialmente, del contenido de la L.C.T. se fundan en creaciones de la
jurisprudencia, es decir de los tribunales del trabajo principalmente".
Otro elemento importante que ha contribuido a que las decisiones judiciales adquiriesen el
carácter de doctrina jurisprudencial, es la aceptación voluntaria u obligatoria de los fallos de los
tribunales superiores (CSJN, SCBA, CNAT).
Sobre la aceptación voluntaria apunta Justo López que "es habitual que los tribunales inferiores,
incluso con independencia del poder de convicción que reconozcan al criterio del superior, lo sigan
(....) por razones prácticas, es decir, por la inutilidad del pronunciamiento opuesto —que en el curso
normal del proceso, mediante un recurso, sería revocado—. La Cámara Nacional de Apelaciones
del Trabajo, con este criterio, ha dictado o dejado sin efecto fallos plenarios, para evitar decisiones
suyas opuestas a criterios adoptados por la Corte Suprema de Justicia".
En el ámbito de la Capital Federal, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, dicta fallos
plenarios los que en virtud de lo normado por el artículo 303 del C.P.C.C.N., resultan obligatorios
para todas las salas del tribunal y tribunales inferiores y contribuyen a sostener la unidad
jurisprudencia! así como interpretaciones válidas con pretensiones de generalidad.

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En el ámbito provincial los supremos tribunales, dentro de su competencia, también imponen


criterios con eficacia general.

4.2.5. Los usos y costumbres


Si bien históricamente se ha distinguido la costumbre del uso, considerando que a la práctica o
conducta repetida y generalizada de larga duración que es el uso, debe sumarse el elemento
inmaterial de opinión o animus de la comunidad que lo crea para configurar una costumbre, el texto
legal prescinde de la distinción.
Así, en su art. 1° la L.C.T. recepta como fuente los usos y costumbres, igualando ambos, y
otorgándoles carácter normativo, con lo que el elemento inmaterial típico de la costumbre pierde
relevancia, o por lo menos no aparece como imprescindible, en tanto deben considerarse referidos
a los usos y costumbres en la empresa, y más raramente en la actividad (por ejemplo, la costumbre
de la actividad marítima tiene señalada importancia).
Esta disposición debe complementarse con el artículo 62 de la L.C.T. en tanto obliga a los
sujetos no sólo a aquellas conductas (activas o pasivas) que expresamente se deriven del contrato
individual, sino a todo comportamiento que resulte su consecuencia.
Por usos debe entenderse la conducta repetida de las partes en una determinada actividad por
un lapso prolongado como para considerarlo incorporado al contrato de trabajo.
Ambos tienen plena eficacia y obligatoriedad tanto con relación al derecho disponible (aquel
sobre el cual las partes pueden atenerse o apartarse) como a las normas imperativas, siempre que
refieran a condiciones mínimas de labor y su contenido sea superador.
En cuanto a su extensión pueden comprender toda una categoría profesional, hipótesis de los
llamados usos de actividad o de categoría, como tratarse de conductas repetidas al interior de una
empresa determinada.
Como caracteres esenciales del uso debe señalarse el de generalidad, la uniformidad, y la
habitualidad. Es decir, su práctica repetida con relación al conjunto de sujetos involucrados. No
constituirá un uso, entonces, aquella práctica contractual relacionada exclusivamente con una
relación individual de trabajo.
Asimismo, el elemento subjetivo, esto es la conducta o actitud de las partes con relación a la
práctica, ya sea reconociendo la obligación de otorgamiento, por un lado, como la expectativa
fundada de recibirlo, por la otra, es lo que lo aleja de toda noción de liberalidad.

4.2.6. Los usos de empresa y el reglamento de empresa. Sus efectos sobre el Contrato de
Trabajo
Uno de los tipos posibles de usos es el llamado uso de empresa, que es aquella práctica o
conducta repetida y generalizada con relación a todo el personal, sin que sea posible negarle el
beneficio a un trabajador determinado a riesgo de infringir la prohibición de trato discriminatorio.
Constituye, por su naturaleza, un derecho no escrito dentro de la empresa, un régimen propio de
ésta, idóneo para crear derecho y obligaciones objetivas para los dependientes y el empleador.
El ejemplo típico de uso obligatorio son las gratificaciones, otorgadas en forma unilateral por el
empleador en forma reiterada, año tras año. Este beneficio, por sus características, comprende
incluso a los trabajadores que se incorporen al establecimiento, más allá de no estar contenido
expresamente en el contrato individual.
En cuanto a los reglamentos de empresa son la expresión del poder empresarial derivado de la
facultad de organización y dirección de la unidad económica que dirige. Resultan la manifestación
del llamado poder reglamentario, actuando como una ley interna que tipifica, otorgándole
exigibilidad a una serie de condiciones de trabajo.
Pueden definirse como un ordenamiento interno dictado por el empleador y dirigido a organizar
el trabajo de acuerdo con las necesidades particulares de la empresa. Establece conductas

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obligatorias para los dependientes y obligaciones propias para el empleador, que se hallan
condicionadas por la ley, el convenio colectivo de trabajo y los contratos individuales anteriores.
Por su origen y contenido se aproxima a un contrato de adhesión, unilateral y autolimitativo del
poder que emana.
Tiene carácter normativo cuando es legítimo y conocido por el trabajador, formando parte del
contrato, y en cuanto está destinado a regir a todos los trabajadores del establecimiento, actuales y
futuros, en forma indistinta. Por eso algunos aspectos del reglamento pueden terminar
incorporándose al contrato individual de los trabajadores de la empresa (jornada, remuneración,
ubicación escalafonaria, categoría), en el caso de que el trabajador los conozca y no contraríen el
orden público laboral, pretendiendo imponer condiciones peyorativas respecto de la ley o el
convenio colectivo vigente.
El poder reglamentario se encuentra limitado por la exigencia de funcionalidad y utilidad de su
expresión así como el respeto a la dignidad del trabajador, según resulta del juego armónico de los
artículos 65, 66 y 68 de la L.C.T.
En este sentido, no debe olvidarse que el reglamento tiene en mira la organización del trabajo en
la empresa, por ende la norma pretendida debe estar en consonancia con el funcionamiento de la
empresa y sus necesidades. Ello invalida disposiciones arbitrarias, injustificadas o venales. Del
grado de correspondencia entre la naturaleza del trabajo y la medida decidida dependerá la
legitimidad del reglamento, a lo que debe aditarse el respeto a la persona del trabajador que en
modo alguno, material o moralmente, puede sufrir menoscabo. La necesidad de razonabilidad se
potencia en casos de regímenes de disciplina laboral.
Resta referir la relación entre reglamento y contrato individual del trabajo. Las pautas en esta
materia son que aquellas cláusulas del cuerpo escrito referidas a la organización técnica (puestos
de trabajo, modos de producción, utilización de herramientas, etc.), económica y disciplinaria
(régimen de ascensos, escalafones, obligaciones de higiene, asistencia, modos de aviso y control
por enfermedad, etc.) son modificables unilateralmente por el empleador en cuanto no se integran
al contrato.
Por el contrario, toda regla relativa al núcleo del nexo laboral (jornada, salarios, categoría, etc.)
se incorporan al contrato rigiendo al respecto lo relativo a la irrenunciabilidad de derechos, tema
que he analizado en el Capítulo III.

4.2.7. Laudos arbitrales obligatorios


Instaurados por la ley 16.936 (t.o. según ley 20.638) faculta a la autoridad nacional de aplicación
a someter conflictos colectivos laborales "de intereses" a la instancia de arbitraje obligatorio, en la
que el árbitro impone a las partes un cuerpo de normas al que la ley le imputa los efectos de un
convenio colectivo de trabajo.
Su constitucionalidad fue cuestionada por su carácter forzoso, con privación para las partes de
los jueces naturales, y la ausencia de una vía recursiva judicial plena contra la decisión
administrativa. En particular, se adujo la vulneración de la garantía del artículo 18 de la
Constitución Nacional y en particular del 14 bis en cuanto ampara la concertación libre de
convenciones colectivas y el ejercicio del derecho de huelga.
La C.S.J.N. se expidió en el caso "Hilandería Olmos" del 30/10/79 (D.T. 1980, pág. 475)
concluyendo la constitucionalidad del mecanismo. Los fundamentos de la decisión fueron:
l que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional contiene el instituto del arbitraje sin que el
legislador constituyente excluyera expresamente la variante obligatoria, por lo que debe
considerarse incluido máxime considerando que éste era conocido por la doctrina jurídica;
l en tanto la norma reglamentaria de la garantía constitucional tiene como finalidad mantener la paz
social y el sostenimiento de la eficacia económica del país mediante la resolución rápida de
situaciones urgentes y conflictivas, sólo resultaría inconstitucional a menos que afectare los
límites de legalidad y razonabilidad de los artículos 14 y 28 de la Constitución Nacional, que en
el caso no se vieron afectados;

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l la garantía del control judicial se consideró satisfecha con la cláusula que estableció un recurso de
nulidad fundado en haberse resuelto cuestiones no fijadas y/o haberse dictado fuera de término
(art. 64).

4.2.8. Los laudos arbitrales voluntarios


En este supuesto no se halla afectada ni restringida la autonomía de las partes colectivas en
cuanto son ellas las que solicitan voluntariamente la intervención de un tercero (árbitro). El
procedimiento para arribar al laudo arbitral está regulado por la ley 14.786 que prevé que tanto las
partes colectivas como la autoridad de aplicación, en el caso de conflictos colectivos de intereses,
puedan solicitar una conciliación previa de carácter obligatorio, y arribar si ambas lo desean a un
arbitraje, que por ello resulta voluntario.

4.2.9. Los acuerdos individuales


Considerados en el artículo 1° de la L.C.T. como fuente de derecho, no son otra cosa que la
concreción de la autonomía privada individual en el negocio jurídico que es el contrato de trabajo.
Si bien goza del reconocimiento legal, la principal característica es la limitación que sufre en pos de
la vigencia del principio protectorio, que ha llevado a enmarcarlo dentro de normas imperativas y
mínimos legales. Aclaro que el artículo 12 de la L.C.T., en su redacción actual, impide todo acuerdo
individual que disminuya los mayores beneficios establecidos en el contrato.

4.3. RELACION ENTRE FUENTES

4.3.1. Su peculiaridad en el Derecho del Trabajo


Uno de los temas más interesantes y de peculiaridades propias de esta rama del derecho es el
vinculado al modo en que las distintas fuentes se articulan, concurren y, a veces, colisionan al
momento de su aplicación.
No puede desconocerse que tratándose de fuentes de naturaleza heterogénea, y hallándose
regida toda la materia laboral por el principio protectorio y las garantías constitucionales, las reglas
para la resolución del caso concreto y la selección de la norma en definitiva viable, requieren de la
definición de mecanismos o pautas de aplicación e interpretativas disímiles a las de otras
disciplinas.
Ello se potencia según se produzca el conflicto al interior de un mismo sistema normativo o entre
sistemas diferentes. De la problemática expuesta surgen las nociones esenciales que se requieren
para la elucidación de los dispositivos utilizados en la respuesta a los supuestos conflictivos.
Para una mayor claridad en el desarrollo del tema trataremos en primer término lo relativo al
orden jerárquico, al orden de prevalencia, y al juicio de compatibilidad.

4.3.2. Orden jerárquico y orden de prelación

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El orden jerárquico coincide o deriva de la conocida pirámide jurídica del artículo 31 de la


Constitución Nacional, a saber: la Constitución Nacional y los tratados incorporados en igual rango
por la reforma de 1994, los tratados internacionales ratificados, las leyes y sus reglamentaciones,
los convenios colectivos de trabajo, los laudos arbitrales voluntarios u obligatorios con idéntica
fuerza normativa, y los usos y costumbres.
Debe distinguirse del orden de jerarquía el llamado orden de prelación o prevalencia que es en
definitiva el que determina cuál será la norma aplicable con prescindencia de su ubicación
jerárquica.
Puede darse el caso de que reglas jerárquicamente inferiores predominen o prevalezcan
respecto de otras superiores, por imperio del principio de la norma más favorable al trabajador y
con la única salvedad de las disposiciones de orden público absoluto que nunca pueden verse
desplazadas. Es este principio, pues, el que decide el orden de prelación en el caso concreto .
Si tales pautas se verifican, veremos supuestos en los que normas que por su naturaleza son
jerárquicamente superiores ceden su sitio a aquellas que por su contenido resultan más favorables.
La relación entre la ley y las restantes fuentes está dada por su carácter de mínimo inderogable,
es decir que en principio sólo se ve desplazada por disposiciones que otorguen beneficios
superiores. Tanto la autonomía colectiva como la individual se ven restringidas por esta pauta,
circunscribiendo la facultad legisferante que se les reconoce a la creación de normas que no
menoscaben las previsiones legales.
En lo que concierne específicamente al contrato de trabajo, así como la ley condiciona el
contenido posible de un convenio colectivo, ambos (ley y convenio) ciñen la autonomía individual,
la que se encuentra impedida de disponer por debajo de los mínimos imperativos pero sin olvidar
que, como dije, la regla de aplicación de la subsistencia de la condición más beneficiosa, sin perder
de vista el negocio jurídico subyacente, supone el reconocimiento de la voluntad objetiva que se
expresa en las cláusulas implícitas, cuyo contenido coincide con esa normativa de mínima vigente
al contratar.
Conforme reza el artículo 9° de la L.C.T. "en caso de duda sobre la aplicación de normas legales
o convencionales prevalecerá la más favorable al trabajador considerándose la norma o conjunto
de normas que rija cada una de las instituciones del derecho del trabajo", consagrándose la
prevalencia del régimen más favorable.
Este principio no es más que una aplicación específica al conflicto entre fuentes de regulación
del contrato o la relación de trabajo del primordial principio protectorio, rector de toda la disciplina.
De acuerdo al precepto transcripto, en caso de conflicto entre normas que exceden la autonomía
individual, es decir que emanan del poder normativo público o colectivo, la solución aparece
mediante el cotejo a través del método de conglobamiento por instituciones, al que me referiré más
adelante.
Para Justo López idéntico remedio, por aplicación analógica, se utilizará si se tratara de reglas
emanadas de los usos y costumbres, puesto que su poder normativo reconoce similar naturaleza y
se encuentran por fuera de la voluntad de las partes.
Fernández Madrid, en cambio, en el caso de los usos y costumbres considera viable el sistema
de acumulación en tanto opina que las reglas que de ellos emanan, si bien heterónomas en su
origen, se aplican por el reconocimiento que las mismas partes hacen de su vigencia,
incorporándolas al contrato individual en los términos del artículo 62 de la L.C.T. (comportamientos
que son consecuencia implícita en la actividad profesional de que se trate).
Según se dijo antes, para la determinación de la norma más favorable la ley optó por el método
de conglobamiento por instituciones, que resulta uno de los procedimientos posibles.
En la elaboración doctrinaria de los conflictos entre cuerpos normativos diversos y las
posibilidades del régimen más favorable han surgido criterios disímiles para su aplicación que es
oportuno reseñar:
a) el denominado sistema de acumulación normativa, que consiste en aplicar sucesiva o
simultáneamente las dos normas que concurren a reglar una situación dada. Se suman, pues,
los contenidos normativos más favorables de cada cuerpo. Este criterio ha sido criticado por
cuanto rompe la unidad normativa y en definitiva resuelve el caso con una suerte de creación de
"nueva norma";
b) el de conglobamiento simple, que "respeta el carácter unitario de cada régimen, hace la
comparación en conjunto, y excluye la posibilidad de aplicar simultáneamente una disposición de

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un régimen y la de otro prescindiendo del respectivo carácter unitario" según fuera descripto por
Deveali;
c) un tercer sistema, intermedio, es el receptado por nuestro régimen legal de conglobamiento por
instituciones —recogido de la elaboración jurisprudencial italiana— que considera como unidad
de comparación el conjunto de normas relacionadas con cada una de las instituciones del
Derecho del Trabajo. Para la implementación de este método es relevante el concepto de
institución al que Goldín define como "la individualización del conjunto conceptual orgánico
mínimo inescindible". La dificultad, claro está, reside en determinar la unidad de análisis objeto
del cotejo, que en la práctica no evidencia demasiado basamento objetivo.
Sobre este tema y la solución del artículo 9° cabe aclarar que no deben confundirse supuestos
de concurrencia de normas de distinta naturaleza para una misma prestación, con aquellos casos
en que lo que se analiza es la compatibilidad entre prestaciones diversas derivadas de un mismo
hecho, es decir, la acumulación, de beneficios.
En el caso específico del contrato individual, de configurarse el supuesto de colisión de sus
cláusulas con otras fuentes —exceptuada la hipótesis de superación de los mínimos legales o
convencionales— Justo López y Fernández Madrid, con una interpretación receptada por otros
autores, postulan la adopción del sistema de acumulación derivándolo del juego de los artículos 7°
y 13 de la L.C.T., sobre sustitución de las cláusulas nulas, y como único ejemplo en nuestro
régimen legal.
Por imperio de estas reglas las cláusulas violatorias del marco imperativo se sustituyen por éste,
acumulándose a las restantes disposiciones del contrato que mantienen su validez.

4.3.3. Conflicto entre diferentes fuentes y juicio de compatibilidad

4.3.3.1. Relación entre ley general y ley especial. Sucesión de normas en el tiempo
En la relación de leyes generales entre sí, como de leyes especiales, los elementos a tener en
cuenta son el ámbito que ocupen (o espacio normativo) y si tienen carácter excluyente. Así, si se
presentan dos leyes generales (y de idéntica forma se resuelve de ser éstas especiales) que
concurren sobre el mismo ámbito y resultan excluyentes —aun sin contener una cláusula
derogatoria expresa— la ley posterior deroga a la anterior, produciéndose la sucesión de normas
en el tiempo.
Ahora bien, si pese a ocupar el mismo espacio normativo carecen del carácter excluyente, los
sistemas se complementan entre sí en tanto sean compatibles (ej. la ley 11.544 y las normas de la
L.C.T. en materia de jornada).
En la relación entre ley general posterior a la ley especial debe atenderse a los aspectos que
viene a reglar la primera, es decir, sus contenidos para determinar si la integra, complementa o
sustituye. Si ocupa un espacio normativo no reglado, la relación es de complementariedad e
integración. Si mejora los beneficios otorgados por la ley especial, la sustituye. Asimismo, en casos
en que se superponen los ámbitos que abarcan y sus contenidos son incompatibles (excluyentes)
la ley general posterior implica la derogación del régimen especial.
En el caso inverso, ley especial posterior a la ley general, obviamente se produce una
derogación en tanto coincida el espacio normativo, sin que nada impida que se complemente con
la ley general en aspectos no regulados.
Cuando dos normas de igual rango concurran a reglar una misma situación, supuesto que
constituye una concurrencia conflictiva y no una sucesión de normas en el tiempo, la solución la
brinda el artículo 9° de la L.C.T. con el principio de la norma más favorable antes explicado.
También se puede distinguir el caso de concurrencia no conflictiva cuando normas inferiores a la
ley otorgan mayores beneficios y reemplazan a la norma superior. El ejemplo es la relación entre
convenio colectivo y ley que refleja el artículo 8° de la L.C.T.

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Una hipótesis interesante es la de la concurrencia de una ley general (por ejemplo la L.C.T.) y un
estatuto profesional (ley especial). En principio deben tenerse en cuenta las disposiciones del
artículo 2° de la L.C.T. que condiciona su vigencia a que sea compatible con la naturaleza y
modalidades de la actividad de que se trate y con el específico régimen jurídico a que se halle
sujeta.
En la exégesis de esta norma y refiriendo al principio de la norma más favorable que se utiliza en
casos de conflictos, se ha señalado que antes que un cotejo de beneficios otorgados se debe
realizar un juicio de compatibilidad, que no sólo alcanza a las disposiciones expresas de uno y otro
(verificando que no resulten excluyentes) sino además de la naturaleza y modalidad de la actividad.
Por ende, se analizaría la incompatibilidad por exclusión (expresa o implícita) pero también la
compatibilidad eventual de algún instituto con relación a las características de la actividad. Si se
verifica la inaplicabilidad directa de la ley general por exclusión o la incompatibilidad, aun cuando
se trate de regímenes menos favorables prevalecen los especiales. En cambio, si algún instituto de
la ley general resulta compatible, y no ha sido expresa o tácitamente excluido, puede aplicarse.

4.3.3.2. Sucesión de Convenios Colectivos de Trabajo en el tiempo


El convenio colectivo homologado resulta una norma de derecho objetivo obligatorio con
proyecciones sobre una cantidad indeterminada de relaciones laborales pertenecientes a una
misma actividad o categoría. Sus cláusulas en principio no se incorporan al contrato individual por
tratarse de una norma heterónoma, y los beneficios allí otorgados deben ser respetados por el
acuerdo de partes en tanto mínimos inderogables (art. 7° de la L.C.T.). A la inversa, los convenios
colectivos no pueden afectar negativamente las condiciones pactadas en el contrato de trabajo
individual (art. 7° de la ley 14.250).
En tanto el convenio colectivo es una fuente autónoma e independiente de la relación individual,
la mayoría de la doctrina —en una tesis con la que discrepo— considera que una convención
posterior reemplaza a la precedente aun regulando en sentido peyorativo, sin que exista óbice legal
para su validez y eficacia, ni razón que dé andamiaje a la subsistencia de los beneficios derogados.
La Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires en la década del '60 en el fallo "Carabajal,
Arcadio M. y otros c/Fribolen S.A." del 11 de noviembre de 1964 sostuvo la inserción automática de
las cláusulas del convenio colectivo en el contrato individual, pero en "Fetter, Eduardo c/Lonalino
S.A." del 28 de febrero de 1967, el mismo Tribunal con distinta integración, sostuvo la postura que
admitía la derogación.
En mi opinión, las cláusulas del convenio vigente al momento de la celebración del contrato
individual que forman el núcleo del contrato (categoría, remuneración, tiempo de trabajo), se
incorporan al contrato individual porque son cláusulas pactadas formativas del mismo y por tanto
determinantes de derechos adquiridos. Las modificaciones sucesivas de las prestaciones-
obligaciones que forman el núcleo del contrato, en tanto significan modificación de las condiciones
contractuales originales, siguen su misma suerte, es decir consolidan dicho núcleo contractual y se
incorporan en tanto sean más favorables al trabajador. La ley de contrato de trabajo, en su artículo
66 referido a las limitaciones al poder de dirección del empleador en materia de alteración del
contrato, establece que no son disponibles esas cláusulas esenciales, ni pueden modificarse esas
condiciones cuando causan perjuicio moral o material al dependiente. Y las modificaciones
peyorativas respecto de trabajadores que se incorporen en el futuro, no son admisibles (art. 14 bis
y 75 inc. 22 Constitución Nacional).
Las obligaciones de futuro atadas a un suceso por venir, por ejemplo el despido, se regirán por
las normas convencionales y legales vigentes al momento del distracto, salvo excepción que
provenga de la misma ley o del convenio colectivo.

4.3.3.3. Relación entre Convenio Colectivo de Trabajo y Ley. Principio General

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De acuerdo a nuestro ordenamiento las leyes son jerárquicamente superiores a los convenios
colectivos. En este sentido se legisló el artículo 7° de la ley 14.250 en cuanto impuso la obligación
de respetar los mínimos legales y como contrapartida el artículo 8° de la L.C.T. otorgó validez a las
normas convencionales más favorables. En esta concepción, era claro que el convenio colectivo no
nacía para colisionar con la ley, sino para consagrar mayores beneficios. Por ello, la posibilidad de
aplicación de la teoría del conglobamiento por instituciones se restringía a supuestos de duda (art.
9°, L.C.T.). En este caso, la mayor parte de la doctrina acompañó a Deveali con el criterio
"orgánico" (por instituciones) en el cotejo entre ley y convención colectiva.

4.3.3.4. Derogación de un Convenio Colectivo de Trabajo por una ley


Las cláusulas contractuales se hallan condicionadas por los mínimos legales y las disposiciones
convencionales, en una clara restricción a la autonomía individual. La prohibición de pactar en un
sentido distinto puede ser absoluta, cuando se veda a las partes toda disponibilidad (vgr. objeto del
contrato), o relativa, cuando se las condiciona a negociar por encima de los beneficios reconocidos.
Por su parte, la negociación colectiva se ve restringida por el contenido del sistema legal, y en
principio las normas convencionales sobre condiciones de trabajo deben ser superadoras de los
beneficios otorgados por los mínimos legales.
El aspecto que resta analizar es si una norma estatal puede, válidamente, modificar o suprimir
reglas convencionales. En este tema la cuestión fundamental en juego es si le es permitido al
poder jurígeno del Estado avanzar sobre la autonomía colectiva derogando convenciones
colectivas de trabajo.
Un primer elemento a tener en cuenta es que esa autonomía colectiva con poder normativo tiene
sustento en el reconocimiento legal que, para más, se da en la norma fundamental de todo estado
de derecho: la Constitución Nacional (art. 14 bis).
Esta garantía constitucional transforma a los convenios colectivos en fuente autónoma y
especialmente protegida. Por ende, la reflexión sobre la posibilidad de derogación debe partir de
considerar la disímil naturaleza de las fuentes en conflicto: una heterónoma y garantizada
constitucionalmente y otra, de origen estatal.
Otro tópico importante es el de la relación entre las leyes existentes, el acuerdo colectivo que
pretende transformarse en derecho objetivo y el Estado. Entre los dos primeros, la ley
14.250 formula una relación de subordinación necesaria, en tanto el convenio se ve condicionado
por la ley. Y, por otro lado, el acto administrativo de la homologación, que lo convierte en
obligatorio, está precedido por un control de legalidad por parte del Estado, el que verifica no sólo
el respeto al orden público laboral sino además la preservación del interés general, la situación
económica general o de determinado sector de la actividad y las condiciones de vida de los
consumidores.
De las características expuestas surge que la derogación de un convenio colectivo por una ley
posterior, por la diferenciada naturaleza, el amparo constitucional y la posibilidad de control que
brinda las facultades en materia homologatoria al poder administrador, no sería viable.
No obstante ello, la C.S.J.N. en oportunidad de resolver planteos de inconstitucionalidad contra
la ley 21.476 sentó doctrina en torno a situaciones de excepción o emergencia que justifican la
limitación de los derechos individuales y de las obligaciones derivadas de los contratos, siempre en
el marco del artículo 28 de la Constitución Nacional, con resguardo de la sustancia del derecho
afectado (Fallos 136:161, 171:21, 208:10, etc.), admitiendo la derogación por vía legal.
La norma objetada derogó numerosas reglas de convenios colectivos para las empresas del
Estado que estipulaban mayores beneficios que los consagrados por la L.C.T. en materia
indemnizatoria y con relación a todas las actividades (incluyendo las privadas) dejó sin efecto
reglas referidas a coeficientes, porcentajes, índices y métodos de ajuste de los salarios o ingresos
que tomaban como pauta el salario mínimo vital, el costo de vida o la traslación de beneficios de
otros sectores. Trataré, por su relevancia, estos antecedentes jurisprudenciales emanados de la
C.S.J.N.

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4.3.3.5. Análisis de casos jurisprudenciales vinculados a la derogación de un convenio


colectivo por una ley
a) En el caso "Nordensthol Gustavo Jorge c/Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado"
(Fallos 307: 326), del 2 de abril de 1985, le cuestionaba la validez constitucional del artículo 22,
inciso a) de la ley 21.476 que derogaba los mayores beneficios derivados de convenios
colectivos de trabajo, incluyendo resarcimientos por despido del personal de empresas del
Estado, que en concreto, afectó el C.G.T. 42/75. La C.S.J.N. reconoció la validez de la norma
convencional cuestionada.
b) En la causa "Soengas, Héctor Ricardo y otros c/Ferrocarriles Argentinos", del 7 de agosto de
1990, (D.T., T. 1990, pág. 2006) la C.S.J.N. retomó el tema en oportunidad de expedirse sobre la
validez constitucional de otra cláusula de la ley 21.476. Allí el inciso d) del artículo 2° de la ley
21.476, que derogó las normas de la convención colectiva 21/75 que preveía un modo de cálculo
para el ajuste de la bonificación por año de antigüedad de los trabajadores de dicha empresa.
La C.N.A.T. (Sala VIII) se había expedido favorablemente sobre las pretensiones del accionante
haciendo aplicación de la doctrina sentada en la causa "Nordensthol", y fundada en la
irrazonabilidad de la norma declaró la inconstitucionalidad del artículo 2°, inciso d) de la ley 21.476.
La demandada recurrió ante el Máximo Tribunal alegando la arbitrariedad del fallo por haber
omitido el tratamiento de la defensa opuesta con fundamento en la ley 21.307, que autorizara al
Poder Ejecutivo Nacional a fijar por decreto las remuneraciones de los trabajadores públicos y
privados.
La C.S.J.N. señaló la incorrecta aplicación de la doctrina de "Nordensthol" afirmando que en el
caso no medió la supresión de la bonificación por antigüedad —en tanto el personal ferroviario
nunca dejó de percibirla— sino que se limitaron sus alcances futuros, extremo del que concluyó
que no se habrían traspuesto los límites del artículo 28 de la Constitución Nacional al respetarse la
razonable proporción de medio a fin para, dentro del marco de la situación de emergencia, mitigar
los males que aquejaban a la sociedad en su economía.
La C.S.J.N. acogió el planteo de la empresa señalando que: "Si bien es cierto que en ambos
supuestos la ley cuestionada es la 21.476, no lo es menos que en aquel caso (Nordensthol) la
decisión de este Tribunal versó sobre los alcances del inciso a) de su segundo artículo, mientras en
el sub examine se discute acerca de la validez de su inciso d)".
Sólo se consideró inconstitucional la limitación impuesta a las negociaciones colectivas futuras.

4.4. INTERPRETACION Y APLICACION DE LAS NORMAS

LABORALES. EL ARTICULO 11 DE LA L.C.T.


En este sentido el artículo 11 de la L.C.T., dispone que "cuando una cuestión no pueda
resolverse por aplicación de las normas que rigen el contrato de trabajo o por las leyes análogas,
se decidirán conforme a los principios de la justicia social, a los generales del derecho del trabajo,
a la equidad y la buena fe". En este aspecto, la norma transcripta no puede ser examinada en
forma aislada de otras normas que se refieren a la interpretación y aplicación de las normas
laborales y que establecen —por ejemplo— la nulidad en caso de pactar condiciones inferiores a
los mínimos legales, la validez de normas más favorables contenidas en convenciones colectivas
de trabajo, el principio de la norma más favorable y a la conservación del contrato de trabajo en
caso de duda (arts. 7°, 8°, 9° y 10 de la L.C.T.) (ver capítulos III y VII).

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Sin perjuicio de lo expuesto el tema que interesa es la forma en que nuestro derecho positivo
resuelve la carencia de normas expresas para regular una situación dada, más si se tiene en
cuenta que el artículo 15 del Código Civil impone a los jueces la obligación de fallar y que no puede
dejar de hacerlo pretextando silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes .
En este sentido el artículo 11 de la L.C.T. recepta el criterio que se consagrara en el artículo 16
del Código Civil, en tanto permite al Juez la integración del ordenamiento normativo mediante la
elaboración de una norma para el caso concreto.
Debe distinguirse el acto de integración (creación de la regla) de la aplicación supletoria del
derecho común (al que me refiero más adelante), pues en este último no se configura una carencia
o vacío legal, en tanto la norma aplicada ya existía en el ordenamiento.
El primer método que prevé el artículo 11 de la L.C.T. es el de la analogía, que constituye en
sentido estricto la creación o integración de una nueva regla inexistente con antelación en el plexo
normativo para el caso que viene a solucionar. Se distingue además de la interpretación extensiva,
que sólo se dirige a establecer el alcance de una norma dada.
Para la aplicación de la analogía lo que se tiene en mira no es la mera semejanza sino la razón
de la semejanza (ratio). Se indaga pues sobre el principio regulador de una institución con la que la
irresuelta guarda una nota común para verificar la posibilidad de su aplicación.
De Castro, citado por Justo López, señala que "el procedimiento analógico tiene, pues, por
objeto, conducir al principio regulador de otra institución. Su resultado dependerá así de este
principio. El carácter de las leyes o instituciones las hace más o menos aptas para servir de apoyo
para su extensión a casos pertenecientes a otras instituciones en las que falta regulación".
Distingue además entre analogía 'legis' cuando basta con las reglas de una institución y analogía
'iuris', cuando se deben utilizar reglas de varias instituciones.
Otra pauta que incorpora la regla del artículo 11 de la L.C.T. son los principios de la justicia social
en los que Justo López visualiza la positivización del derecho natural.
Sus contenidos serán tan vastos como la necesidad de protección de la persona humana en
situación de trabajo. Sobre ellos se han expresado numerosos tratados internacionales, que con
una filosofía garantista se dirigen a asegurar la realización de los hombres, y que recientemente
fueran incorporados a la jerarquía normativa del derecho interno por la reforma constitucional de
1994.
Por la misma senda transitan también los convenios de la O.I.T.
A estos principios deben sumarse los generales del Derecho del Trabajo, que he desarrollado
con amplitud en el Capítulo III. Sobre ellos, valga reiterar las tres funciones que se les ha
reconocido: fundamentadora del ordenamiento jurídico, orientadora de la tarea interpretativa y
obviamente la de integración ante un vacío legal.
Sobre la primera puede acotarse que no son los principios una derivación lógica o consecuencia
de las disposiciones legales, sino que por el contrario éstos informan a las normas convirtiéndolas
en una unidad normativa.
La segunda, da cuenta del marco en el cual debe producirse la tarea interpretativa, que debe
hacerlo procurando la expresión más fiel en la solución del caso y la aplicación del derecho
positivo, de los principios de la justicia social y los generales del Derecho del Trabajo.
Finalmente la función integradora, que deriva de la habilitación legislativa para que el juez los
utilice como criterio directivo ante la configuración de una laguna.
Otros procedimientos incorporados por el artículo 11 de la L.C.T. son la integración por la
equidad y la buena fe.
Sobre la equidad se ha dicho que cuando se resuelve con fundamento en ella no es en sentido
estricto un caso de carencia de normas, sino de inadecuación o injusticia de la norma aplicable en
razón de su generalidad que no considera las particularidades, siguiendo la idea aristotélica de lo
equitativo como corrección de la ley en donde falla por razón de su universalidad.
La buena fe remite en cambio a la idea de conductas y modos de actuar, y antes que la solución
a un caso supone un juicio valorativo sobre lo que es esperable de los hombres en un momento y
lugar dado. Se encuentra, entonces, siempre contextuada por la conciencia o criterio del sector
social al que corresponda el sujeto. Son herramientas orientadoras los usos y concepciones
existentes y la valoración que en la jurisprudencia se hubiere realizado en casos análogos.
En nuestra materia, amén de su función integradora, se hace expresa referencia a la buena fe
como obligación de las partes en los artículos 62 y 63 de la L.C.T.

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4.5. LOS SUPUESTOS DEL ARTICULO 3° DE LA L.C.T.


La norma mencionada dispone que la ley de contrato de trabajo regirá "todo lo relativo a la
validez, derechos y obligaciones de las partes. Sea que el contrato se haya celebrado en el país, o
fuera de él, en cuanto se ejecute en su territorio".
a) Lugar de ejecución del contrato de trabajo:
l En este sentido, la norma resulta clara al determinar que la L.C.T. se aplica a todo contrato de
trabajo que se ejecute en nuestro país, cualquiera hubiera sido el lugar de su celebración en
concordancia con lo dispuesto por el artículo 1209 del Código Civil.
b) Lugar de ejecución múltiple:
l En este supuesto, si existe un lugar de ejecución, según Justo López, debe aplicarse la ley del
principal lugar de ejecución y, en caso de duda, la que tenga el derecho más favorable al
trabajador.

4.6. RELACION ENTRE EL DERECHO CIVIL

Y EL DERECHO DEL TRABAJO


La temática referida a la relación entre ambas ramas se vincula fundamentalmente con la
autonomía del Derecho del Trabajo y el desarrollo de principios propios.
El carácter de derecho común por antonomasia del Derecho Civil lo torna susceptible de ser
aplicado a los distintos derechos especiales, que generalmente carecen de integridad, es decir, no
resultan autosuficientes en la regulación de la totalidad de los casos. Se le reconoce entonces el
carácter supletorio derivado de su generalidad como derecho "madre" con relación al cual se
fueran distinguiendo los "especiales".
En nuestro derecho positivo se reconoce al Derecho Civil como fuente subsidiaria, sólo operativo
cuando se han agotado las posibilidades de encontrar la norma aplicable a través de los
mecanismos propuestos por la regla laboral (art. 11, L.C.T.). Opera así frente al vacío normativo y
no por analogía.
Las controversias se producen en torno a los alcances y modalidad con que se cumple la función
supletoria. En particular, la influencia de los principios del Derecho del Trabajo, con el principio
protectorio como regente fundamental, sobre las normas civiles en procura de su adaptación a las
peculiaridades del mundo del trabajo por vía interpretativa.
Desde un punto de vista teleológico, en materia laboral "la normativa está dirigida a replantear la
posición del hombre de trabajo en la sociedad, en la búsqueda de su igualdad sustancial". Por ello,
es necesario interpretar las normas ajenas a la propia rama a la luz de los fines propios del
Derecho del Trabajo.
Entre las relaciones visibles deben señalarse los supuestos de remisión expresa de la L.C.T. y
otras leyes laborales, o la utilización de conceptos o términos ampliamente desarrollados en el
ámbito civil, como lo son el dolo, la culpa, la fuerza mayor, etc. Claro que cada vez que se traslade
un instituto al ámbito laboral el sentido y alcance estará condicionado por las características del
sistema en el que se inserta, sufriendo modificaciones interpretativas. En el supuesto específico del
Derecho del Trabajo, por el principio protectorio y la naturaleza tuitiva de las normas.
En estos casos las disposiciones civiles actúan como fuente directa integrando el plexo
normativo laboral.

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Los requisitos para la aplicación del Derecho Civil son en primer lugar, la ausencia de una norma
laboral expresa, pues de lo contrario no se configuraría la subsidiariedad, y por otro lado que la
norma que se pretende aplicar supletoriamente sea compatible con los principios generales que
informan el Derecho del Trabajo. A ello se refiere Justo López cuando habla de incompatibilidad
expresa (por existir una norma laboral opuesta) o implícita (cuando la regla civil colisiona con
alguno de los principios propios y específicos).
Señalo que en todo caso deben tomarse las normas que se compatibilicen con el principio
protectorio y la justicia social, dejando de lado las interpretaciones que desconocen estos principios
y tienden a garantizar exclusivamente el derecho de propiedad en detrimento de la dignidad
humana. En mi opinión el derecho de propiedad no es absoluto pues, como todos los consagrados
en la primera parte de la Constitución Nacional, debe ser interpretado de manera armónica,
considerando implícita la necesaria funcionalidad social.

4.7. GUIA DE ANALISIS


1) Diferencia y relación entre fuente material y formal.
2) Origen de las fuentes de producción.
3) ¿Cuáles son las fuentes del Derecho del Trabajo?
4) Diferencia entre ley general y ley especial. Tipos de leyes generales y especiales.
5) Concepto y caracteres del C.C.T.
6) Requisitos y efectos de la homologación administrativa.
7) Diferencias entre la ley y el C.C.T.
8) Concepto y características del ámbito de validez personal de un C.C.T.
9) ¿En qué consiste el ámbito de aplicación territorial y temporal de un C.C.T.?
10) Enumere las restantes fuentes y señale sus características fundamentales.
11) Defina orden jerárquico y orden de prelación de las fuentes.
12) ¿En qué consiste y para qué se utiliza el principio de la norma más favorable?
13) ¿Cuáles son los criterios para aplicar el principio de la norma más favorable?
14) ¿Cómo se resuelve el conflicto entre leyes, sean éstas generales o especiales?
15) ¿Cómo es la relación entre un C.C.T. y la ley?
16) ¿Cuáles son los antecedentes jurisprudenciales en el supuesto de derogación de un C.C.T. por
una ley? Reseñe las pautas sentadas por la C.S.J.N.
17) Señale los lineamientos fundamentales expuestos por la C.S.J.N. al expedirse sobre la
derogación de un C.C.T. por decreto.
18) Explique los supuestos previstos por el artículo 11 de la L.C.T.
19) Explique los supuestos del artículo 3° de la L.C.T.
20) ¿Cuál es la relación entre el Derecho del Trabajo y el Derecho Civil?
21) ¿Qué pautas fija la L.C.T. en materia de interpretación y aplicación del Derecho del Trabajo?

BIBLIOGRAFIA
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ALVAREZ DE MAGLIANO, CRISTINA,"De Nordensthol c. Soengas",D.T., T. 1991.
BAYON CHACÓN-PÉREZ BOTIJA,"Manual de Derecho del Trabajo", Ed. Pons, 7a . ed., Madrid, 1968.
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CAUBET, AMANDA B.,"El principio de ultraactividad de los convenios en la ley 14.250 y la reforma
laboral", Ed. Errepar, DEL, T. VII.
CAUBET, AMANDA B.,"Los estatutos especiales y la reforma laboral: un caso de anarquía
normativa y económica", Ed. Errepar, DEL, T. VIII.
DEVEALI, MARIO,"Contratos colectivos y contratos pluriindividuales", D.T., t. 33.

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trabajador", Rev. D.T., T. XXII, 1962.
DEVEALI, MARIO,"Conflicto entre normas legales y cláusulas de convenciones colectivas", Rev.
D.T., T. XV, 1955.
DEVEALI, MARIO,"Convenios de empresa no regulados por la ley 14.250", D.T., T. 27.
FERNÁNDEZ MADRID,JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª ed.,
2007.
FERNÁNDEZ MADRID,JUAN CARLOS , "Ley de Contrato de Trabajo Comentada" , Ed. La ley, 2009.
GOLDÍN, ADRIÁN , "El conglobamiento por instituciones, la unidad de comparación y el despido del
encargado de casa de renta" , L.T., XXX.
KROTOSCHIN, ERNESTO,"La jurisprudencia en la formación del Derecho del Trabajo" , D.T., 1978.
LÓPEZ, JUSTO,"Aspectos del convenio colectivo", L.T., vol. XXIII— B.
LÓPEZ, JUSTO,"Ley de contrato de trabajo comentada", T. I, Ed. Contabilidad Moderna, Buenos
Aires, 2a ed., 1987.
LÓPEZ, JUSTO,"Autonomía privada colectiva", Jurisprudencia Argentina", Doctrina 1971.
LÓPEZ, JUSTO,"Incidencia del derecho civil en el derecho del trabajo", L.T., T. XXX.
MONTOYA MELGAR, ALFREDO , "Derecho del Trabajo", Ed. Tecnos, Madrid, 1987.
MORANDO, JUAN CARLOS,"El nuevo art. 2° de la L.C.T. y los estatutos especiales" , L.T., vol XXV.
O.I.T., Convenios Recomendaciones Internacionales del Trabajo, 1919 - 1984, Ginebra, pág.
1625.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO , "Derecho del Trabajo y la Seguridad Social", Ed. Astrea, 1978.

CAPITULO V
DERECHO DEL TRABAJO Y ECONOMÍA
5.1. Los problemas actuales del Derecho del Trabajo y
el rol del Estado. Evolución tecnológica. - 5.1.1. El rol
del Estado debe ser fortalecido. - 5.1.2. Evolución de
las tendencias económicas y su impacto social. -
5.1.3. Situación en la Argentina. - 5.2. La tutela de las
relaciones laborales en épocas de crisis. - Bibliografía.

5.1. LOS PROBLEMAS ACTUALES DEL

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DERECHO DEL TRABAJO Y EL ROL DEL ESTADO.

EVOLUCION TECNOLOGICA

5.1.1. El rol del Estado debe ser fortalecido


Para entender los problemas actuales del Derecho del Trabajo es necesario
analizar los fenómenos económicos, sociales, políticos y jurídicos y los
cambios fundamentales ocurridos en el mundo y en nuestro país. Como lo ha
demostrado la evolución de la economía, del derecho del trabajo y de las
relaciones laborales durante la democracia (a partir del gobierno de Alfonsín en
1983 ), el rol del Estado debe ser fortalecido y lo ha sido desde el año 2003, y
es necesario combatir las doctrinas que propician su desmantelamiento y la
desregulación de las relaciones laborales.

5.1.2. Evolución de las tendencias económicas y su impacto social


Para lograr comprender los cambios a los que he aludido, es preciso recordar
cuál fue la evolución de las tendencias económicas y su impacto en la sociedad
en distintos períodos.
Hacia fines de los '60 las condiciones del sistema capitalista de producción
de los países desarrollados (Estados Unidos y Europa Occidental) comienza a
acusar falencias vinculadas a una menor tasa de crecimiento de la
productividad del trabajo y una declinación de las tasas de retorno, variables
económicas que denotan las primeras limitaciones a la llamada edad de oro
(1950-70) en la que la organización social estaba signada por el Estado de
Bienestar.
Más tarde, a partir del aumento de precios del petróleo en 1973, se genera
un contexto de recesión e inestabilidad internacional que puso en tela de juicio
las pautas de organización de los procesos de producción y acumulación en las
empresas, conocidos como "fordismo", propios de la época (marcada división
de tareas, con trabajadores muy especializados y una acentuada estratificación
jerárquica por áreas), y su supuesto esencial de crecimiento indefinido.
Desde mediados de los '70 se instaló, pues, en el escenario mundial la idea
de crisis económica de los países periféricos, época en la cual se acrecentó su
pobreza y la marginalidad de amplios sectores sociales, delimitando con ello el
ámbito en el cual harían foco tanto las políticas públicas como las instituciones

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jurídicas y las discusiones académicas: la economía. Pero desde una


perspectiva neoliberal, instrumentada por los órganos mundiales de crédito,
particularmente el F.M.I.
En 1986, en oportunidad de la 72 Conferencia Internacional del Trabajo, en
Ginebra, se advertía la significativa gravitación de la deuda externa (con las
pertinentes políticas de ajustes) y las características del capital en la crisis de
los países más pobres, en cuanto exigían enormes transferencias de riqueza al
exterior limitando con ello los servicios sociales y la posibilidad del Estado de
promover el desarrollo económico, amén de su negativa incidencia en el
empleo.
La década de los '80 acarreó en nuestro país un proceso de
desindustrialización marcado, de terciarización de la mano de obra y de la
economía en general, generando un incremento del desempleo y subempleo, y
el crecimiento de un sector informal (o economía subterránea) cuyos niveles de
ingresos y productividad eran sumamente bajos, a lo que se sumaban los
fenómenos inflacionarios. Concretamente, la Argentina a fines de la década del
'80, sufría las consecuencias de un grave endeudamiento externo, lo que
originó pesadas cargas financieras y la transferencia de recursos a países
desarrollados en proporciones que comprometieron los niveles de ingreso y
empleo.
Comenzó a surgir, entonces, como centro de las discusiones, la necesidad
de promover el "crecimiento" de la economía, desapareciendo por completo la
idea de "desarrollo", cuyas implicancias sociales son, obviamente, mucho más
amplias. Que una economía crezca —suponiendo la efectividad de las medidas
que se adopten— no es sinónimo de una sociedad desarrollada.
Una corriente de pensamiento, de base claramente economicista, apuntaló la
concepción de un mercado todopoderoso, autorregulado, con leyes y reglas
propias, omnipresente en la vida social. Frente a él, el Estado sólo debe
retirarse restringiendo al extremo el garantismo legal, el que en el mejor de los
casos debía limitarse a una definición de marcos en los que la ley de la oferta y
la demanda (que en el caso se refieren a empleadores y trabajadores) buscara
el punto de equilibrio, de tal manera que trabajador equivale a salario o precio.
En el "mercado de trabajo", entonces, el trabajador sólo se inserta como un
"precio", que es el valor de cambio de su fuerza de trabajo .
Las concepciones liberales, a las que muchas veces se alude como
"neoliberalismo", constituye claramente un posicionamiento ideológico, que no
sólo no ha tenido ninguna corroboración empírica sino que ha fracasado tanto
en nuestro país como en el resto del mundo. Así lo señala el Informe Técnico
del Secretariado de la OCDE (17/12/85) sobre la "flexibilidad del mercado de
trabajo" diciendo que "no existe ninguna relación directa demostrada entre la
flexibilidad en el empleo y los resultados registrados en materia de lucha contra
el paro (desempleo) en los diversos países".
En el extremo de tal fundamentalismo, Friedrich Hayeck, postulaba ya en
1979 que la expresión "justicia social" carecía por completo de significado,
siendo, por naturaleza, una afirmación indemostrable. Justificó, incluso, la

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desigual distribución de la riqueza sosteniendo que "quienes atacan la


concentración de riqueza son incapaces de advertir que lo que en definitiva
crea riquezas, no es el esfuerzo físico ni el simple hecho de ahorrare invertir,
sino la acertada orientación de los recursos hacia los empleos más
productivos". El hombre trabajador se reduce, pues, a un mero "recurso"
económico, y la maximización de su explotación, como tal, está legitimada.
Ante este radicalizado discurso aparecieron otras corrientes económicas que
plantearon la necesaria vuelta al keynesianismo, para el que el Estado cumple
un rol fundamental en el control del mercado interno, cuyo desarrollo se
privilegia. Así puede señalarse que dos países líderes a nivel mundial, Estados
Unidos y Japón, lejos de desarticular las políticas públicas, y a través de ellas
la presencia estatal, basaron su expansión ante la crisis en la planificación del
desarrollo económico.
La economía de mercado y el avance del liberalismo son las ideologías o
modas que, como se dice en la memoria del Director General de la O.I.T. para
1994, conducen a un vacío jurídico e inevitablemente hacen retornar a la "ley
de la selva", lo cual constituyó un retroceso a la situación que predominaba en
los primeros años de la revolución industrial.

5.1.3. Situación en la Argentina


La Argentina no ha sido ajena a la evolución de la economía en el mundo ni a
los problemas sociales que ello ha acarreado, si bien con matices particulares,
ya que las políticas implementadas desde el golpe de estado de 1976
comenzaron a desmantelar el garantismo legal y la intervención del Estado.
Incluso se privatizó el régimen de jubilaciones y pensiones, que dejaron de ser
institutos de la seguridad social.
La crisis mundial del año 2008 afectó profundamente al mercado financiero
en Estados Unidos y en los países más desarrollados, y en menor medida a los
países emergentes que, como la Argentina, se liberaron del Fondo Monetario
Internacional y pudieron desarrollar sus propias políticas, alejadas de las viejas
recetas neoliberales. Mientras que esas viejas y fracasadas recetas tratan son
impuestas a rajatabla en Europa.
En nuestro país, a partir del año 2003 se produjeron cambios importantes en
la política económica y social, y el Estado pasó a tener mayor protagonismo.
Se volvió al sistema jubilatorio de reparto y se legisló en materia laboral
teniendo en cuenta el principio protectorio, derogándose leyes regresivas como
la 25.250 y los contratos especiales para fomento de empleo previstos en la ley
24.013. A su vez se dictaron otras normas que tuvieron en cuenta el principio
tutelar propio del derecho del trabajo. Así, entre las más significativas reformas
anoto la eliminación de los tickets canasta y vales alimentarios, y la
modificación de los artículos 9, 12 y 66 de la Ley de Contrato de Trabajo y
numerosas leyes sobre situaciones particulares.

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También es significativo el agregado del art. 17 bis, que fortalece y especifica


el fundamento del principio protectorio.
Este proceso legislativo fue acompañado por una jurisprudencia judicial
progresista que aplicó los principios de los Tratados Internacionales,
declarando expresamente que el trabajo del hombre no podía quedar librado a
las fuerzas del mercado, y que ante todo, por tratarse de un derecho humano,
debía ser protegida la dignidad del hombre (Caso "Aquino" C.S.J.N., entre
otros).
Hoy el tema de reflexión es evitar que se repitan episodios correspondientes
a una época superada. El derecho del trabajo y la justicia social puedan
significar un verdadero aporte para la paz social.

5.2. LA TUTELA DE LAS RELACIONES

LABORALES EN EPOCAS DE CRISIS


Con Fernández Madrid comparto la idea de que en épocas de crisis hay que
afirmar con fuerza el principio de irrenunciabilidad, pues la hiposuficiencia se
acentúa de tal manera que diríamos que ante la imposición de condiciones
peyorativas sin compensación alguna estaríamos ante un vicio de la voluntad
invocable cuando una de las partes abuse de la otra aprovechando su estado
de necesidad (art. 954, Código Civil). Entiendo que en épocas críticas se
acentúa la hiposuficiencia del sector del trabajo, pues como se sabe no hay
mayor flexibilizador que el desempleo.
Como expresión de legislación progresiva destaco la nueva redacción dada
al artículo 12 de la ley de contrato de trabajo que establece que será nula y sin
valor toda convención de partes que suprima o reduzca los derechos previstos
en esta ley, los estatutos profesionales, las convenciones colectivas de trabajo
o el contrato individual, ya sea al tiempo de su celebración, de su ejecución o
del ejercicio de derechos provenientes de su extinción. El sentido de esta
cláusula es claro en cuanto a que los empleadores no podrán reducir los
mejores derechos sea cual fuere la fuente de la cual provengan.
Resulta obvia, además, la injusticia que implica poner en cabeza de los
trabajadores riesgos propios de la empresa. Existe una elemental valla puesta
por nuestra legislación al poder de dirección del empleador que excluye del "ius
variandi" todo aquello que altere las modalidades esenciales del contrato (art.
66, L.C.T.). Y desde siempre se ha entendido que el salario se encuentra
excluido de la posibilidad de que el empleador lo altere por sí y ante sí.

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La estabilidad, en época de crisis, debe ser especialmente protegida, porque


los despidos constituyen un abuso de derecho que atentan contra la paz social.
Por el contrario en tiempos de crisis económica debe incrementarse la
protección del trabajador frente a eventuales comportamientos desleales del
empleador.
La economía debe solucionar los problemas económicos y no es posible que
a través de la reducción de los derechos contractuales y so pretexto de paliar el
desempleo se mejoren los márgenes de ganancia del empresario sin obtener
siquiera el aumento del nivel de ocupación. De tal modo la desocupación es un
medio de presión para reducir indebida e inequitativamente derechos de los
trabajadores.
Reitero que lo importante es no perder nunca de vista que el Derecho del
Trabajo es un derecho protector de los trabajadores, que a través de normas
imperativas e irrenunciables intenta moderar su hiposuficiencia. Esto justificó
su aparición, su desarrollo y justifica su vigencia actual. En su momento fue
una válvula de escape para la cuestión social que originó la "revolución
industrial". Y siempre ha sido una prenda imprescindible de paz social. La
flexibilidad, en todo caso, debe ser siempre una flexibilidad de tutela. Porque
así lo dispone el principio protectorio consagrado constitucionalmente, y porque
así lo exigen las más elementales normas de solidaridad y de respeto a la
persona humana que han inspirado a las iglesias, a los políticos y a los pueblos
para coadyuvar a la creación, consolidación y efectiva vigencia del Estado de
Derecho.

BIBLIOGRAFIA
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desafío de la competitividad. La industria argentina en transformación,
Bernardo Kosacoff y otros, Ed. Alianza, 1993.
CORTE, NÉSTOR, DE VIRGILIS, MIGUEL, TABERNERO, RODOLFO,"Reforma laboral
en las PyMES", Ed. Rubinzal-Culzoni Editores, 1995.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del
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2007.
GARCÍA MARTÍNEZ, ROBERTO,"Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.
Teoría general de los Principios e Instituciones del Derecho del Trabajo y la
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OFFE, CLAUS,"La política Social y la teoría del Estado" en "Contradicciones
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OIT, "Resolución sobre el desarrollo, la deuda externa y los objetivos sociales


de la OIT'', 72 Conferencia Internacional del Trabajo, Ginebra, 1986.
OIT, "Análisis comparativo de los programas de empleo e ingresos en
América Latina y el Caribe, 1990 - 1995" , Francisco Verdera, 1998.
SALA FRANCO, TOMÁS,"El debate sobre las políticas de flexibilidad laboral y el
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de Relaciones Laborales. Facultad de Derecho, Universidad de Zaragoza,
1993.
STIGLITZ, JOSEPH E.,"Caida libre: Estados Unidos, el libre mercado y el
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STIGLITZ, JOSEPH E.,"La economía del sector público", SA Antoni Bosh Editor,
2003.
STIGLITZ, JOSEPH E.,"El malestar en la globalización", Ed. Punto de lectura,
2007.
STIGLITZ, JOSEPH E., "Microeconomía", 3ra. ed., en coautoría con Walsh, Carl
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STIGLITZ, JOSEPH E.,"Como hacer que funcione la globalización", Ed. Taurus,
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STIGLITZ, JOSEPH E.,"Macroeconomía", 2004.
STIGLITZ, JOSEPH E.,"La crisis de Wall Street es para el mercado, lo que la
caída del muro de Berlín fue para el Comunismo", entrevista publicada el
21/09/2008.
STIGLITZ, JOSEPH E.,"Cinco lecciones que deberíamos haber aprendido de la
crisis", artículo publicado en el China Daily, enero 2010.

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CAPITULO VI
ORDEN PÚBLICO Y ORDEN PÚBLICO LABORAL
6.1. Concepto. - 6.2. Limitación al principio de libertad contractual. - 6.3. Clasificación del
orden público. - 6.3.1. Orden público absoluto. - 6.3.2. Orden público relativo. - 6.3.3. El
orden público económico. - 6.4. El orden público laboral y el negocio jurídico laboral. - 6.4.1.
Principio general. - 6.4.2. Efectos sobre el contrato de trabajo de la norma imperativa
posterior y peyorativa. - 6.4.3. El orden público laboral (relativo) y la nulidad de las
cláusulas contractuales que lo desconozcan. - 6.5. Algunas hipótesis de nulidad. - 6.5.1.
Contratos celebrados en el extranjero o para los cuales se hubiera previsto la aplicación de
la ley extranjera. - 6.5.2. Pacto de condiciones menos favorables que las dispuestas en las
normas legales, convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales, o que
resulten contrarios a las mismas (art. 7°, L.C.T.). - 6.6. Contratos simulados. - 6.6.1.
Acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios inválidos. - 6.6.2. Discriminaciones
prohibidas. - 6.6.3. Sociedades simuladas. - 6.6.4. Socio empleado. - 6.6.5. Interposición
del dependiente. - 6.6.6. Interposición de empresas de servicios eventuales. - 6.6.7.
Derechos del empleador. Disponibilidad de las normas legales o convencionales. - 6.6.8.
Las modificaciones introducidas por la ley 24.467 (B.O. 28/3/95). - 6.7. Guía de análisis. -
Bibliografía.

6.1. CONCEPTO
El orden público es el conjunto de principios, instituciones y organismos que son esenciales para
la existencia de determinada sociedad y su organización en espacio y tiempo. Reúne el conjunto
de condiciones fundamentales de la vida social instituidas en la comunidad jurídica las cuales, por
afectar centralmente a la organización de ésta, no pueden ser alteradas por la voluntad de los
individuos.

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Es un concepto superior que limita el principio de libertad contractual cuando las bases en que
se apoya la organización de la sociedad a que se refiere resultan comprometidas, y se vincula
sustancialmente al estado de equilibrio, paz social y justicia al que deben acomodarse las leyes y
los actos de los particulares.
El orden público tiende a corregir situaciones creadas, abusos del derecho e injusticias previstas
en la organización general, por lo que cumple una misión reguladora, reparadora y solidaria.
Pero si bien su contenido es cambiante pues se vincula a un punto de vista del legislador
respecto de intereses que considera prevalentes, debe entenderse limitado por el principio de
legalidad y la necesaria subordinación de las normas de rango inferior a los derechos garantizados
en la Constitución Nacional, y a los mandatos que ella impone al legislador (particularmente en el
art. 75 de la C.N.). Pues debe tenerse en cuenta que es misión fundamental del órgano legisferante
la reglamentación y armonización de los derechos que la Carta Magna consagra.
Se trata de una cuestión de valoración jurídica vigente respecto de la tutela que debe darse a un
derecho y del grado de dicha tutela, pero siempre dentro del marco constitucional.
Borrajo Dacruz señala que "las normas estatales pueden tener un triple carácter: unas veces,
son normas de derecho necesario absoluto, lo que significa que no pueden ser modificadas en
ningún sentido, ni favorable ni adverso, por la autonomía social colectiva y pueden ser impuestas a
las partes del contrato. Otras veces son normas de derecho necesario relativo; con ellas el Estado
garantiza un determinado bien pero acepta que la autonomía de las partes colectivas mejoren tal
garantía, con frecuencia en favor del trabajador, pero otras veces la mejora que se acepta es la que
conviene al interés de la situación empresarial, de la producción o de la economía en general.
Otras veces, en fin, se trata de normas de derecho dispositivo y el Estado acepta que sean
sustituidas".
Por su parte, Américo Plá Rodríguez expresa que "una cosa es la distinción entre derecho
público y derecho privado y la adecuada ubicación del derecho laboral dentro de esa clasificación
tradicional, y otra muy diferente es afirmar que las normas laborales son de orden público. Esta
afirmación sólo significa que el Estado ha considerado que debe excluirse la posibilidad de que las
partes acuerden por decisión propia, regular su conducta de manera distinta de como estableció el
legislador. Pero la norma de orden público, tanto puede pertenecer al derecho público como al
derecho privado".
Según las palabras de Antonio Ojeda Avilés "el intento de llevar una mayor justicia al 'status' del
trabajador queda incumplido y burlado por el procedimiento de la renuncia sistemática de éste; era
necesario poner un coto a esta clase de actividad negocial, y la solución fue tajante: la nulidad de
toda dejación de los beneficios legales del trabajador. Y esta defensa del orden público laboral
frente a los embates del fraude será actuada en multitud de ocasiones contra la voluntad del
empleado, del asalariado, porque lo que sustancialmente se mira no es a esta voluntad más o
menos viciada, a veces absolutamente convencida de que lo que más le conviene es justamente
renunciar, sino a la incolumidad del ordenamiento sobre el trabajo, erosionada de una manera
indirecta por la renuncia".
Dice Krotoschin, —en cuanto derecho de subordinación (derecho público), las normas del
Derecho del Trabajo son forzosas en principio, en el mismo grado que con generalidad el derecho
público tiene carácter forzoso; y en cuanto derecho de coordinación (derecho privado), las normas
del Derecho del Trabajo son con preferencia de orden público, por trascender estas normas el
interés puramente individual y ser inseparable del interés social—, afirma que ese carácter forzoso
importa establecer la primacía de la voluntad colectiva sobre la voluntad individual.
En tal sentido, ante la desigualdad económica de las partes contratantes, adquiere relevancia el
principio de protección del trabajador subordinado a fin de restablecer el desequilibrio original que
existe en el inicio de toda relación laboral. Este principio protectorio es el que rige todo el Derecho
del Trabajo y da vida al orden público laboral con la finalidad de lograr que efectivamente el trabajo
tenga como principal objeto la actividad productiva y creadora del hombre en sí y no se convierta
en una mera mercancía intercambiable, en fiel concordancia con lo dispuesto por el artículo
4°L.C.T. y el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.

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6.2. LIMITACION AL PRINCIPIO DE LIBERTAD CONTRACTUAL


Considero que no es posible hablar de la autonomía de la voluntad sino de las diferentes
manifestaciones del principio de libertad contractual en el marco general de un sistema general de
derecho, en el que la voluntad no es autónoma sino libre, con las limitaciones impuestas por el
orden público.
Gounot señala manifestaciones de la libertad contractual en una clasificación que es ya clásica
en el derecho privado: a) la libertad de elegir con quien contratar; b) la libertad de establecer las
cláusulas contractuales y; c) la fuerza vinculante del contrato como expresión de esta libertad
contractual. Pero desde el comienzo, la libertad contractual se encuentra limitada, aun en el campo
del Derecho Civil, por las disposiciones de orden público (no es posible, por ejemplo, contratar con
menores o establecer mediante un contrato derechos reales distintos a los tipificados por el
legislador).
El artículo 1198 de nuestro Código Civil, que toma como fuente el artículo 1135 del Código
Napoleón, establece que no es la voluntad de las partes la sola medida de la fuerza obligatoria de
los contratos sino también la moral, la buena fe, los usos y la ley.
En el ámbito del Derecho del Trabajo el orden público se manifiesta no sólo por el interés general
de la comunidad expresado por la ley sino también por el interés colectivo de los trabajadores
expresado en el convenio colectivo.

6.3. CLASIFICACION

DEL ORDEN PUBLICO

6.3.1. Orden público absoluto


Se trata de la base mínima para la protección de todos los derechos, por ende no puede ser
modificado por la voluntad colectiva o individual.
El orden público absoluto se divide en:
1) Excepcional y transitorio, se refiere a una situación excepcional y transitoria donde dentro del
marco de la Constitución Nacional pueden darse leyes de orden público absoluto que amparen el
interés general de la sociedad por sobre el interés de los grupos o los particulares, para evitar
situaciones susceptibles de comprometer a toda la organización social.
2) Normal y permanente, está integrado por las normas que reglan en forma permanente actos o
conductas en aras del interés general. Estas normas tuitivas del trabajo limitan la autonomía de
la voluntad, ni siquiera permiten que las mismas partes contratantes negocien su presencia en el
contrato. ¿A qué tiende esta indisponibilidad? A evitar el fraude a la ley. Ej.: normas de la L.C.T.:
artículos 38 a 44: contrato de objeto ilícito o prohibido, artículo 172: principio de no-
discriminación, artículos 32/36: capacidad, artículo 58: invalidez de la renuncia, artículo 107:
pago de la remuneración.
Estas normas, entre otras, y las relativas a las obligaciones de las partes respecto de los
organismos estatales, a las del empleador en materia de higiene y seguridad y en términos
generales a las vinculadas con el régimen de la policía del trabajo forman un plexo normativo de

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imperatividad absoluta: es derecho necesario absoluto respecto del cual se veda a las partes el
cambio de la preceptiva legal.

6.3.2. Orden público relativo


Está constituido por todas aquellas normas de carácter imperativo que forman un piso mínimo
inderogable "in pejus" y que deben ser respetados por las partes colectivas o individuales. Estas
normas son de aplicación obligatoria y sólo admiten ser modificadas por la voluntad de las partes a
favor del trabajador.
Así, el artículo 7° de la ley de contrato de trabajo dispone que: "Las partes, en ningún caso
pueden pactar condiciones menos favorables para el trabajador que las dispuestas en las normas
legales, convenciones colectivas de trabajo o laudo con fuerza de tales, o que resulten contrarias a
las mismas. Tales actos llevan aparejada la sanción prevista en el artículo 44 de esta ley". Esta
norma limita la voluntad de las partes que sólo pueden pactar condiciones más favorables para el
trabajador. Hay un piso determinado por el marco imperativo (ley y convenio colectivo).
El principio general se completa con el artículo 8°, que dice que: "Las convenciones colectivas
de trabajo o laudos con fuerza de tales, que contengan normas más favorables a los trabajadores,
serán válidas de aplicación las que reúnan los requisitos formales exigidos por la ley y que
hubieran sido debidamente individualizadas, no estarán sujetas a prueba en juicio". La convención
colectiva de trabajo y el laudo arbitral, en su caso, aunque tiene fuerza "erga omnes" (son
aplicables a todos los trabajadores de la actividad o del oficio o de la empresa, en su caso, afiliados
o no afiliados al sindicato pactante del convenio), no deben ser probados en juicio, pero debe
indicarse precisamente cuál es la cláusula de la convención colectiva cuya aplicación se requiere,
pues los jueces no están obligados ni pueden aplicarla de oficio.
A su vez, el artículo 12 de la L.C.T. dispone: "Será nula y sin valor toda convención de partes que
suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley, los estatutos profesionales, las convenciones
colectivas o el contrato individual, ya sea al tiempo de su celebración o de su ejecución o del
ejercicio de derechos provenientes de su extinción". El sentido literal de la cláusula es claro en
cuanto a que se nulifica toda convención de partes que suprima o reduzca los derechos previstos
en la ley (L.C.T., estatutos profesionales y otras leyes) , en las convenciones colectivas de trabajo.
La irrenunciabilidad alcanza también a las cláusulas convenidas por las partes por encima de los
mínimos legales y convencionales. También ha quedado en claro que las modificaciones en
perjuicio son inadmisibles, excluyéndose que el silencio del trabajador implique un reconocimiento
de derechos para el empleador.
Este tema se relaciona particularmente con las alteraciones del contrato (arts. 66 y 68). Esta
disposición, junto con las de los artículos 7°, 8°, 12,13, 14, 17 y 58, entre otras, constituye el
basamento del orden público laboral concebido como el conjunto de normas imperativas
provenientes de ley o de convención colectiva que no pueden ser derogadas por voluntad de las
partes en perjuicio del trabajador. Las partes pueden crear mayores derechos, pero no disminuir los
que provienen del derecho necesario.
Y el vínculo protectorio se cierra con el artículo 13 de la ley de contrato de trabajo que dice que:
"Las cláusulas del contrato de trabajo que modifiquen en perjuicio del trabajador normas
imperativas consagradas por leyes o convenciones colectivas de trabajo serán nulas y se
considerarán sustituidas de pleno derecho por éstas". Cuando las partes hayan puesto en el
contrato una cláusula que modifique en perjuicio del trabajador los mejores beneficios establecidos
por la ley o la convención colectiva de trabajo, se considerará reemplazada por la norma legal o
convencional (sustituida de pleno derecho). En definitiva, siempre predomina la cláusula más
favorable (ver art. 7°) y por último, tal como expreso en el Capítulo VII, en el que analizo el contrato
de trabajo, la nulidad por objeto prohibido está siempre dirigida al empleador y la nulidad por objeto
ilícito no permite que las partes se reclamen nada con motivo del contrato.

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6.3.3. El orden público económico


El denominado orden público económico pretende conformar una categoría autónoma, diferente
del orden público general, propendiendo a interpretar los textos legales a la luz del derecho de
propiedad o del derecho comercial. De esta manera, y de aceptar su vigencia, se dejaría de lado el
principio protectorio de la dignidad y bienestar del hombre de trabajo, y se acentuarían de modo
abusivo los poderes del empleador. En el caso "Rodríguez c/Embotelladora" la Corte Suprema de
Justicia se pronunció expresamente por la prevalencia de los contratos comerciales sobre el
contrato de trabajo, haciendo hincapié en el tráfico de los negocios y en la necesidad de fomentar
las inversiones y el desarrollo de los mismos.
Esta interpretación repugna manifiestamente al fundamento del derecho del trabajo consagrado
constitucionalmente y resulta insostenible a la luz de los derechos humanos consagrados en
Declaraciones, Convenios y Tratados Internacionales (art. 75 inc. 22 de la Constitución Nacional).

6.4. EL ORDEN PUBLICO LABORAL

Y EL NEGOCIO JURIDICO LABORAL

6.4.1. Principio general


Explica Américo Plá Rodríguez que "todas las normas jurídicas son imperativas porque
contienen un mandato. No son simples invitaciones, consejos o recomendaciones. Son órdenes. Si
no, no serían normas".
Indica el mencionado autor que "esta idea tiene relación con la distinción entre normas
imperativas y normas dispositivas, que corresponde a la división procedente del derecho romano
'jus cogens y jus dispositivum'. El 'jus cogens' está integrado por las normas que deben cumplirse,
cualquiera que sea la voluntad de las partes. El 'jus dispositivum' está compuesto por aquellas
normas que han de cumplirse sólo cuando las partes no hayan establecido otra cosa".
El Derecho del Trabajo, como derecho imperativo y garantía constitucional, al regular las
relaciones entre el capital y el trabajo, se dirige, por una parte, a cada patrón y a cada trabajador,
en ocasión de las relaciones que establezcan y, por otra, al Estado en cuanto le obliga a vigilar que
las relaciones se formen y gobiernen por los principios contenidos en la ley y en las normas que le
son supletorias.
Sin este carácter imperativo que se manifiesta en esa doble dirección de la norma, no sería el
Derecho del Trabajo un mínimo de garantías ni lograría su función; pues si la idea de garantía, sea
individual o social, hace referencia a aquellas normas cuya observancia se considera esencial para
la realización de la justicia, dejarlas encomendadas a la voluntad de trabajadores y patronos
equivale a destruir su concepto, como principio de cuya observancia está encargado el Estado.
Las leyes o la convención colectiva conforman el marco imperativo u obligatorio. La libertad
contractual se ve restringida por la norma legal o por el convenio Colectivo de trabajo. Las partes
pueden expresar su voluntad dentro de un marco legal obligatorio que está formado por las leyes
individuales o colectivas.
Las partes sólo podrán alterar este marco imperativo, ajeno y cambiante en la medida en que
creen condiciones más favorables para el trabajador y que no exista una prohibición total para la

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alteración de la norma en virtud del orden público absoluto, que son las normas de orden público
superior que hacen a la subsistencia de la comunidad y exceden los límites de la autonomía de la
voluntad de las partes.

6.4.2. Efectos sobre el contrato de trabajo de la norma imperativa posterior y peyorativa


Si bien la norma posterior deroga a la norma anterior, hay que analizar cuidadosamente los
efectos de la norma posterior peyorativa sobre el contrato de trabajo. En mi opinión rige en nuestro
derecho el principio de subsistencia de la condición más beneficiosa, por lo que la cláusula más
beneficiosa rige para todos los trabajadores.
Como señala José Luis De Los Mozos "...el cambio operado en la sociedad, su
contractualización, hace que se multipliquen los contratos en masa, que se despersonalicen los
cambios con una intensidad que anteriormente era inimaginable, lo que viene propiciado por la
instalación en el ordenamiento jurídico de forma directa o indirecta, de la ley del mercado,
pretendidamente objetiva...". Y agrega que con ello están a la orden del día en el mundo de los
grandes negocios como en el de los servicios y del consumo, los contratos tipo y las condiciones
generales de los contratos, lo que motiva una serie de cautelas o de medidas protectoras de la
posible desigualdad de las posiciones de las partes contratantes, buscando el equilibrio de las
prestaciones, que se manifiesta en los convenios internacionales, a través del derecho uniforme, y
en las medidas de protección de consumidores y usuarios.
Estas palabras, referidas genéricamente a la materia contractual y a negocios ajenos al contrato
de trabajo, deberían tener aun mayor vigencia en nuestra disciplina. Y nos señalan que, teniendo
en cuenta la agravada situación de desigualdad en que se encuentra el trabajador, es aún mayor la
necesaria búsqueda del equilibrio de las prestaciones, más allá de la voluntad formalmente
expresada por las partes. Este es un aspecto que la ley y los jueces deben atender a la hora de
juzgar la vigencia y alcance de las cláusulas contractuales.
En este sentido, De Los Mozos le asigna un papel eminente al principio de la buena fe, que
aparece como fundamento mismo del contrato en condiciones de sustituir al superado requisito de
la causa.
El artículo 63 de la ley de contrato de trabajo establece que las partes están obligadas a obrar de
buena fe, ajustando su conducta a lo que es propio de un buen empleador y de un buen trabajador,
tanto al celebrar, ejecutar o extinguir el contrato o la relación de trabajo. Y el artículo 62 del mismo
cuerpo legal expresa que las partes están obligadas, activa y pasivamente, no sólo a lo que resulta
expresamente de los términos del contrato, sino a todos aquellos comportamientos que sean
consecuencia del mismo, resulten de esta ley, de los estatutos profesionales o convenciones
colectivas de trabajo, apreciados con criterio de colaboración y de solidaridad.
Por eso afirmo que cuando las partes celebran el contrato, la buena fe impone como cláusula
implícita que se respeten todas las condiciones en virtud de las cuales fue celebrado el acuerdo. Y
sobre este punto pongo énfasis en que, dada la naturaleza del contrato de trabajo, que podría ser
asimilado por sus características al contrato de adhesión, no puede ni debe distinguirse de la
contractual lo que proviene de leyes o convenios colectivos que tienen vigencia —aun cuando el
trabajador los desconozca— y que forman parte del contrato, con fundamento en el mencionado
principio de buena fe, el que determina derechos implícitos y convierte al contrato en una unidad
que absorbe el resto de la normativa. Existen, pues, derechos elementales como, por ejemplo, el
de información, más allá de la existencia explícita de una cláusula que lo consagre, no obstante las
opiniones que sostienen lo contrario con fundamento en la más amplia aplicación del derecho de
propiedad de los dueños del capital.
En cuanto a la disponibilidad para las partes individuales de esas cláusulas, me remito al
tratamiento del principio de irrenunciabilidad de derechos.

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6.4.3. El orden público laboral (relativo) y la nulidad de las cláusulas contractuales que lo
desconozcan
La nulidad es una sanción legal que priva de sus efectos propios a un acto jurídico en virtud de
una causa existente al momento de su celebración. Es decir que la nulidad debe resultar de la ley
tal como lo señala el artículo 1037 del Código Civil, según el cual "los jueces no pueden declarar
otras nulidades de los actos jurídicos que las que en este Código se establecen". Pero esta
indicación puede ser dispuesta expresa o virtualmente.
Cabe señalar que los efectos de las nulidades laborales son totalmente distintos de las nulidades
civiles, pues en materia laboral la nulidad de un acto no vuelve las cosas al mismo o igual estado
en que se hallaban antes del acto anulado (art. 1050, C.C.) ni las partes se restituyen mutuamente
lo que han recibido en virtud o por consecuencia del acto anulado (art. 1052, C.C.). Y en general,
los efectos del acto anulado están determinados por la ley, sin perjuicio de que las consecuencias
deben ser reparadas siempre si ha habido daño.
De ahí que es posible hablar de un régimen de nulidades peculiar determinado por el orden
público laboral y el principio protectorio.
La cláusula de orden inferior que resulta más favorable, sea el contrato individual respecto de la
ley o el convenio colectivo de trabajo respecto de la ley, no tiene efecto derogatorio sino de
sustitución sobre las normas superiores (art. 13, L.C.T.).
Significa que se aplican directamente siempre que resulten más favorables y mantengan su
vigencia temporal.
Las partes no pueden pactar condiciones menos favorables para el trabajador que las dispuestas
en las normas legales o la convención colectiva. Tales actos son nulos y la cláusula nula será
reemplazada por la disposición imperativa proveniente de la ley o convenio colectivo de trabajo
(art. 7°, L.C.T.).

6.5. ALGUNAS HIPOTESIS DE NULIDAD

6.5.1. Contratos celebrados en el extranjero o para los cuales se hubiera previsto la aplicación
de la ley extranjera
Tratándose de empresas multinacionales es frecuente que se establezcan cláusulas acordes con
el derecho vigente en el país en que está radicada la sede de la empresa multinacional. En tal
sentido, reza el artículo 3° de la L.C.T. que "esta ley regirá todo lo relativo a la validez, derechos y
obligaciones de las partes, sea que el contrato de trabajo se haya celebrado en el país o fuera de
él: en cuanto se ejecute en su territorio". Es decir que la validez, los derechos y obligaciones de las
partes no se rigen por la ley del contrato originario, sino que son reemplazadas por el derecho
argentino con motivo de la ejecución del contrato en nuestro país. Si el trabajador regresa a la casa
matriz seguirán rigiendo las cláusulas contractuales pactadas de acuerdo con la ley que
corresponda.

6.5.2. Pacto de condiciones menos favorables que las dispuestas en las normas legales,
convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales, o que resulten contrarios a
las mismas (art. 7°, L.C.T.)
Este tema se vincula con la irrenunciabilidad de los derechos, aspecto que he desarrollado en el
Capítulo III. La nulidad de que se trata es una nulidad absoluta y no confirmable, que debe ser
declarada por los jueces, aun sin mediar petición de partes. Y la autoridad administrativa, en los

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límites de su competencia, debe hacer cesar los efectos del acto nulo (art. 44, L.C.T.). En este
último caso debe entenderse que la autoridad administrativa debe sancionar al empleador que, so
pretexto de un pacto, haya vulnerado el mínimo imperativo marcado por la ley o por el convenio
colectivo de trabajo. Para este supuesto se prevé que las cláusulas nulas (las que reduzcan los
mínimos legales o de convención colectiva) se considerarán sustituidas de pleno derecho por las
más favorables de carácter heterónomo (normas legales, convenciones colectivas de trabajo o
laudos con fuerza de tales).
El artículo 7° de la ley de contrato de trabajo que dispone que "las partes en ningún caso pueden
pactar condiciones menos favorables que las legales o de convención colectiva" debe ser ligado
con el artículo 12 de la misma ley de contrato de trabajo que declara "nula y sin valor toda
convención de partes que suprima o reduzca los derechos previstos en esta ley, los estatutos
profesionales , las convenciones colectivas o el contrato individual, ya sea al tiempo de su
celebración o de su ejecución o del ejercicio de derechos provenientes de su extinción". En
consecuencia, nos encontramos ante dos aspectos de una misma cuestión que son la
irrenunciabilidad de derechos o de mejores derechos impuestos por las normas imperativas o
contractuales, y que toda violación de ese marco tiene sanción de nulidad. Esa nulidad, lo reitero,
es absoluta y no confirmable, origina la derogación de pleno derecho de la cláusula y la aplicación
en su reemplazo de la norma imperativa (art. 13, L.C.T.), sin perjuicio de los derechos del
trabajador a percibir todo aquello de que fue privado en virtud de las condiciones menos favorables
o contrarias a las normas imperativas. Cabe analizar los casos en que las cláusulas de la ley o del
convenio colectivo sean reformadas "in pejus". En mi opinión, y por el principio de subsistencia de
la condicion más beneficiosa, esos mejores derechos se han incorporado al contrato, por lo que
esas disposiciones peyorativas no se aplican. Tambien podría decirse que, teniendo en cuenta la
doctrina de la CSJN en el caso "Aquino" rige en nuestro Derecho del Trabajo, el principio de
progresividad, cuestionando la legitimidad de esas normas peyorativas.

6.6. CONTRATOS SIMULADOS


La nulidad que la ley declara en el artículo 14 de la ley de contrato de trabajo respecto de todo
contrato por el cual las partes hayan procedido con simulación, implica la conversión del contrato
simulado en un contrato de trabajo, sin que interese la forma o apariencia que le hayan querido dar
las partes. Es expreso el artículo 21 de la ley de contrato de trabajo en cuanto impone el principio
de tipicidad del contrato (imperatividad del tipo Contractual específico) pues habrá contrato de
trabajo "cualquiera sea su forma o denominación, siempre que una persona física se obligue a
realizar actos, ejecutar obras o prestar servicios en favor de la obra y bajo la dependencia de ésta,
durante un período determinado, mediante el pago de una remuneración". En este supuesto, las
cláusulas del contrato que no estén en contra de la ley laboral subsisten y las que se opongan a
ella son automáticamente nulas y se aplican, en su reemplazo, las de las normas imperativas
vigentes (art. 13, L.C.T., efecto de reemplazo o sustitución).
En consecuencia, los derechos y deberes de las partes quedarán determinados por las cláusulas
contractuales válidas y subsistentes y por las normas laborales de ley o convenio colectivo que le
sean aplicables según la naturaleza de la actividad de la empresa y el tipo de tareas
comprometidas por el trabajador.

6.6.1. Acuerdos transaccionales, conciliatorios o liberatorios inválidos


En el desarrollo de la relación laboral es frecuente la simulación vinculada con la extinción del
contrato. El más corriente es el de la renuncia que encubre un despido. En este supuesto, al caer
el acto simulado se manifiesta la verdadera forma de disolución —despido sin causa— al que le
son aplicables las disposiciones sobre indemnizaciones y falta de preaviso consiguientes de la ley
de contrato de trabajo. En estos casos de renuncias negociadas inválidas que encubren un

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despido, las sumas percibidas por el trabajador deben ser consideradas como un pago a cuenta. A
la misma solución debe arribarse si la simulación hubiera consistido en una extinción por "voluntad
concurrente" de las partes, que encubre un despido sin causa.
Por excepción al principio de irrenunciabilidad, el artículo 15, L.C.T. permite la renuncia a un
crédito litigioso cuando se haya realizado con la intervención de la autoridad judicial o
administrativa y mediare una resolución fundada que acredite que ha alcanzado una justa
composición de los derechos e intereses de las partes.
Aun cuando se otorguen limitados alcances a esta norma es evidente que afecta el anotado
principio de irrenunciabilidad. De ahí que por tratarse de una excepción a la expresión más
calificada del principio protector, resulte nulo de nulidad absoluta todo acuerdo sobre derechos
ciertos o litigiosos realizado en forma privada. En este caso, las sumas percibidas por el trabajador
deben ser consideradas como pago a cuenta de lo que en definitiva corresponda (arts. 260, 131,
145 y 148, L.C.T.). En estos supuestos, la nulidad del acto es absoluta y el trabajador tiene derecho
a reclamar la totalidad de la remuneración o indemnización cedida.

6.6.2. Discriminaciones prohibidas

a) Principio General
La ley prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores por motivos de sexo,
nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad (art. 17, L.C.T.), lo que se ratifica al
establecerse el principio de igualdad de trato a todos los trabajadores en identidad de situaciones
(art. 81, L.C.T.), y está asimismo contemplado, de modo más genérico, en la ley 23.592.
Estas normas se ratifican, por ejemplo, en la disposición del artículo 172, L.C.T. que prohíbe toda
discriminación respecto de la mujer fundada en el sexo o en su estado civil, aunque este último se
altere en el curso de la relación laboral. En su mismo sentido, el artículo 180, L.C.T. declara nulo y
sin valor los actos o contratos de cualquier naturaleza que se celebren entre las partes o las
reglamentaciones internas que se dicten que establezcan para el personal el despido por causa de
matrimonio. En el supuesto de discriminación en materia salarial nacerá un derecho creditorio a
favor de la trabajadora y la igualación de su salario con el de los trabajadores varones de la misma
calificación profesional.
La ley 26.485 de protección integral a las mujeres en su art. 7º afirma el Principio de igualdad en
relación con los hombres y condena la discriminación.
Los tratados y declaraciones internacionales incorporados a la Constitución Nacional por la
reforma de 1994 (art. 75, inc. 22) consagran en su plenitud el principio de no discriminación. Y así
lo ha entendido la jurisprudencia tanto en la jurisdicción civil (caso "Freddo") como en la laboral
(casos "Balaguer", "Greppi", entre muchos otros).

b) Otras causas de discriminación


En los últimos tiempos, numerosas normas jurídicas condenan especialmente a la discriminación
originada en otras causas, especialmente en enfermedades como el sida, la epilepsia y la diabetes.

6.6.3. Sociedades simuladas

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La simulación del contrato social puede realizarse con el fin de disimular la prestación laboral
originada en una contratación directa o de crear la apariencia de un contrato de empresa a
empresa. En este último caso, la sociedad simulada es la celebrada por el trabajador con un
tercero que contrata sus servicios con otra sociedad. En ambos casos, la figura societaria cae para
ser sustituida por la figura del artículo 21L.C.T.

6.6.4. Socio empleado


En esta hipótesis, por lo común hay una sociedad válida y existente y uno o algunos de sus
integrantes se desempeñan para la misma sociedad en las condiciones que establece el artículo
21, L.C.T. En este supuesto, la ley (art. 27, L.C.T.) hace prevaler el tipo legal convencional laboral
con relación al trabajo prestado por la sociedad, y le aplica las disposiciones legales o
convencionales que protegen "la prestación de trabajo en relación de dependencia". La sociedad
queda intacta y lo que se modificará son las pautas del contrato social respecto de las obligaciones
de trabajo del socio. No cae la sociedad y el socio conserva su condición de tal y sigue ligado a las
ganancias y a las pérdidas y a la ley societaria, en esa calidad de socio. Pero la cláusula por la cual
compromete su trabajo está regida por la normativa laboral.

6.6.5. Interposición del dependiente


Cuando el trabajador toma a su vez un dependiente como si fuera su verdadero empleador, la
ley recompone el acto y el empleador principal es reconocido como titular de dicho contrato de
trabajo. Esta situación está tratada en los artículos 28 y 29, L.C.T. El primero establece que si el
trabajador estuviese autorizado a servirse de auxiliares, éstos serán considerados como en
relación directa con el empleador de aquél, salvo las excepciones legales o convencionales. A su
vez el artículo 29, L.C.T. prevé el caso más general de la contratación efectuada por terceros con
vistas a proporcionar mano de obra a un empresario principal. También en este caso los
contratados por intermediarios serán considerados empleados directos de quien utilice su
prestación. En ambos supuestos, sea por vía de un dependiente interpuesto o de un empresario
contratista de mano de obra, cae la titularidad aparente del contrato y se establece la
responsabilidad directa del beneficiario de los servicios. Y todos los contratantes responden
solidariamente por las obligaciones emergentes de la relación laboral y las que se deriven del
régimen de la seguridad social. En estos casos de fraude, los actos, las estipulaciones o los
contratos celebrados con los empleadores aparentes caen. Y a la responsabilidad del beneficiario
de los servicios se agrega la del sujeto interpuesto. Los contratos subsisten.

6.6.6. Interposición de empresas de servicios eventuales


Las empresas de servicios eventuales suelen ser un medio frecuentemente utilizado por los
empleadores para evadir las obligaciones derivadas de un contrato de trabajo. Si la empresa de
servicios eventuales coloca a uno de sus trabajadores para una tarea permanente, manteniendo la
titularidad de la relación, ese acto cae y la titularidad se desplaza al destinatario de los servicios,
sin mengua de la responsabilidad solidaria de la empresa de servicios eventuales (art. 29, L.C.T.,
primera parte).
De todos modos el artículo 29 bis de la L.C.T. establece la responsabilidad solidaria del
empresario principal aun para los casos de intervención legítima de la empresa de servicios
esenciales.

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6.6.7. Derechos del empleador. Disponibilidad de las normas legales o convencionales


El Derecho del Trabajo es una disciplina jurídica caracterizada por el principio protectorio, que la
fundamenta. Este principio y sus reglas de aplicación consagradas en nuestro país por la
Constitución Nacional y en las leyes generales, intentan compensar la hiposuficiencia del
trabajador frente al empleador tanto al momento de su contratación, como durante la vigencia o la
disolución del contrato.
Una de las reglas de aplicación más importante es la de la irrenunciabilidad de derechos, que
hace indisponibles a las disposiciones que consagran derechos de mínima para el dependiente.
Existe por tanto un orden público laboral que es relativo, porque las normas inferiores (convenios
colectivos o individuales) pueden contener mejores derechos. Las normas laborales son de
mínima, y el trabajador no puede renunciar a ellas: su renuncia se considera nula y se opera
automáticamente la sustitución por las disposiciones de orden público.
Pero las disposiciones laborales de orden público son sólo las que instrumentan ese principio
protectorio: aquellas que contienen ventajas para el empresario, dirigidas a facilitarle la realización
de su proyecto empresarial, son disponibles, y por tanto el empleador puede renunciar válidamente
a ellas.
Tal es el caso, por ejemplo, del tope dispuesto en el artículo 245, L.C.T., o del período de prueba.
El empresario podría renunciar a ellos, y esa renuncia sería perfectamente válida.

6.6.8. Las modificaciones introducidas por la Ley 24.467 (B.O. 28/3/95)


1) El preaviso: "En las pequeñas empresas" dice el artículo 95, ley 24.467, "el preaviso se computa
a partir del día siguiente al de su comunicación por escrito, y tendrá una duración de un mes,
cualquiera fuere la antigüedad del trabajador". A continuación aclara que: "esta norma regirá
exclusivamente para los trabajadores contratados a partir de la vigencia de la presente ley".
Es decir, que en una modificación menor del régimen de la ley de contrato de trabajo, se toma
del régimen de los contratos a plazo fijo a partir del día en que se comunica y se lo limita a un
año, cualquiera sea la antigüedad del trabajador.
Sin embargo, en una disposición no usual en la legislación nacional, y que consagra el principio
de la subsistencia de la condición más beneficiosa, se establece que los trabajadores
contratados con anterioridad a la vigencia de la ley de pequeñas y medianas empresas se
regirán por el sistema anterior.
2) La disponibilidad colectiva y la extinción del contrato: la misma ley 24.467, en una disposición
que entiendo contraría al artículo 14 bis de la Constitución Nacional en cuanto éste garantiza la
protección contra el despido arbitrario, dice en su artículo 92 que: "Los convenios colectivos de
trabajo referidos a las pequeñas empresas podrán modificar el régimen de extinción del contrato
de trabajo", y agrega que "para los casos en que dichos convenios introduzcan en el régimen de
extinción cuentas de capitalización individual, el Poder Ejecutivo Nacional habilitará la utilización
de los instrumentos de gestión previstos en el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones o
en el Régimen de Seguros".
En definitiva considero que numerosas disposiciones de esta ley son inconstitucionales en la
medida que conculcan el principio protectorio y sus reglas de aplicación.

6.7. GUIA DE ANALISIS


1) ¿En qué consiste el orden público?
2) ¿Cómo se clasifica el orden público?

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3) ¿Cuál es la diferencia entre orden público absoluto y orden público relativo?


4) ¿Cuál es la función del orden público laboral?
5) ¿Cuál es la relación entre el orden público laboral y las fuentes del Derecho del Trabajo?
6) ¿Afectan la validez de sus cláusulas las normas imperativas posteriores al contrato individual?
Distinguir los efectos de las leyes o convenciones colectivas de trabajo, según contengan
disposiciones "in mejus" o "in pejus".
7) ¿De qué forma se sanciona la violación al orden público laboral?

BIBLIOGRAFIA
BORRAJO DACRUZ, EFRÉN , "Introducción al derecho del trabajo" , Ed. Tecnos, Madrid, 1988, p.
290.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo",Ed. La Ley, T. I,
capítulo IV, págs. 497/505. Ver 2ª ed., Ed. La ley, 2007.
KROTOSCHIN, ERNESTO,"Instituciones de derecho del trabajo" , T. I, Buenos Aires, 1947, p. 15.
OJEDA AVILES, ANTONIO , "Estudios políticos", Madrid, 1971, pág. 119.
PLA RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los principios de derecho del trabajo", Ed. Depalma, 2° ed., Buenos
Aires, 1978, ps. 73/84.

CAPITULO VII
EL CONTRATO DE TRABAJO
7.1. Empleo público y privado. Trabajo autónomo y
dependiente. Conceptos. Ejemplos. - 7.1.1. Empleo
público y privado. - 7.1.2. Trabajo autónomo y
dependiente. - 7.2. Contrato de trabajo: concepto y
caracteres. - 7.2.1. Concepto. - 7.2.2. Caracteres. -
7.3. La tipicidad del contrato y el principio de la
primacía de la realidad. - 7.4. Contrato y relación de
trabajo. La presunción del art. 23 de la L.C.T. - 7.4.1.
Relación de trabajo. - 7.4.2. La presunción del art.
23 de la L.C.T. - 7.4.2.1. Tesis predominante. - 7.4.2.2.
Distintos supuestos. - 7.5. Contrato de trabajo y
trabajo en sociedad. Trabajo prestado por integrantes
de una sociedad. - 7.6. Casos en que se discute la
existencia del contrato de trabajo. - 7.6.1. Principio
general. - 7.6.2. Artistas. - 7.6.3. Interposición
fraudulenta del contrato de locación. - 7.6.3.1.
Contrato de trabajo. Alquiler de un automóvil para
taxímetro. - 7.6.4. Fleteros y transportistas. - 7.6.5.
Profesionales liberales. - 7.6.6. Vendedores
ambulantes, pequeños vendedores y formas
especiales de venta personal. - 7.6.7. Changarines:
personal de carga y descarga. - 7.6.8. Las locaciones
de obra. - 7.6.9. Trabajadores a domicilio. - 7.7. Objeto
del contrato de trabajo. - 7.7.1. Principio general. -

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7.7.2. Contrato de objeto ilícito. - 7.7.3. Efectos del


contrato de objeto ilícito. Nulidad. - 7.7.4. Contrato de
objeto prohibido. - 7.7.5. Efectos del contrato de objeto
prohibido. - 7.8. Celebración del contrato: forma y
prueba. - 7.9. La conducta de las partes en la
contratación. Buena fe. Cláusulas principales y
accesorias. - 7.10. Capacidad para contratar. Los
menores. Los representantes del empleador. - 7.10.1.
Capacidad del empleador. - 7.10.2. Capacidad del
trabajador. - 7.10.3. Los representantes del
empleador. - 7.11. Guía de análisis. - Bibliografía.

7.1. EMPLEO PUBLICO Y PRIVADO. TRABAJO AUTONOMO Y

DEPENDIENTE. CONCEPTOS. EJEMPLOS

7.1.1. Empleo público y privado


La doctrina laboral limitó el ámbito del Derecho del Trabajo sólo a las
relaciones entre particulares, es decir, el trabajo libre, por cuenta ajena,
oneroso y subordinado que se cumple en la actividad privada. Paralelamente,
en el campo del Derecho Administrativo se consideró a los trabajadores del
Estado como sujetos exclusivos de esta última disciplina, con exclusión de los
trabajadores comprendidos por un convenio colectivo de trabajo sujetos al
régimen de la L.C.T., y en lo pertinente al Derecho Administrativo.
Esta distinción resulta relevante porque: a) determina la competencia en
razón de la materia (la Justicia que entiende en materia laboral en sentido
estricto cuando nos referimos a una relación de empleo privado y la Justicia
que entiende en materia administrativa o contencioso-administrativa si es una
relación de empleo público); b) implica la aplicación de distintos ordenamientos
(el Derecho del Trabajo y su normativa cuando es una relación de empleo
privado y el Derecho Administrativo y Constitucional en una relación de empleo
público).
La doctrina tradicional afirma que existen condiciones intrínsecas que
diferencian una y otra relación y reconocen la existencia de un derecho
administrativo laboral diferenciada del Derecho del Trabajo, pues consideran

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que el empleado público no se privatiza aunque se le apliquen normas


idénticas o muy parecidas a las que rigen para los trabajadores amparados por
el Derecho del Trabajo (Krotoschin), o que en realidad se trata de un contrato
de Derecho Administrativo por razón de su objeto y del sujeto Estado, lo que lo
diferencia del contrato de trabajo más allá de las similitudes que pueden
encontrarse (Sardegna). En esta postura falló la C.S.J.N., que sostuvo que "la
relación de empleo con la Nación y el personal de la administración de ella, es
de carácter público y no de carácter privado, laboral o no laboral" (Fallos, T.
239, pág. 214).
En oposición a esa teoría, se encuentra la tesis que no halla diferencias entre
las relaciones de empleo público y la relación de empleo privado, sino sólo las
relativas a la condición particular del empleador y a las normas especiales que
él ha impuesto a la vinculación con sus propios dependientes. Se ha dicho que
el trabajo que se enajena representa la nota esencial de todo contrato laboral,
sin tener en cuenta el carácter jurídico de los sujetos (Fiorini), que la definición
del artículo 21 de la L.C.T. describe las características del empleo público tanto
como las del trabajo comercial o industrial común, que hay diferencias que no
son determinadas por la distinta naturaleza jurídica del empleo sino que
resultan de la legislación positiva: contrato de trabajo y empleo público deben
regirse por normas distintas no porque son figuras diferentes, sino que son
diferentes porque se rigen por normas distintas, y sólo en la medida en que
esto ocurra (Guibourg).
A pesar de las distinciones apuntadas, puede advertirse una aproximación
del empleo público al privado, porque en realidad unos y otros viven la misma
realidad sociológica (trabajadores) y sólo se diferencian por el nombre y
condición del empleador y porque las reglas que el Estado dicta para sí le dan
preeminencia en la relación, cuyos términos resultan modificables con
prescindencia de la voluntad del agente.
En definitiva, la existencia de una mera razón de técnica o de conveniencia
pa ra regular la relación jurídica entre la administración y el personal a su
servicio no altera lo sustancial: la configuración de un contrato de trabajo.
La postura que propicio se encuentra reforzada por las disposiciones del
artículo 14 bis de la Constitución Nacional, que reconoce al empleado público
como sujeto del Derecho del Trabajo y fortalece el principio protectorio que lo
caracteriza al darle una garantía que lo pone a cubierto de la posible
arbitrariedad de su empleador.
La L.C.T., en el artículo 2°, declara inaplicables sus disposiciones a los
dependientes de la Administración Pública, sea ésta nacional, provincial o
municipal. En principio, pues, las relaciones entre los empleados del Estado se
rigen por el Derecho Administrativo (ley 22.140 que trata el Régimen Jurídico
Básico de la Función Pública y por el Convenio Colectivo aprobado por decreto
214/2006), salvo los dos supuestos que el mismo artículo se encarga de
establecer: a) cuando por acto expreso se los incluya en el régimen de la ley
de contrato de trabajo o b) cuando se los incluya en el régimen de las
convenciones colectivas de trabajo, supuesto en el cual, por ende, se les

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aplicará la L.C.T. en lo que resulte pertinente. El acto expreso a que se refiere


el inciso puede ser una ley, un decreto o una disposición interna del organismo
respectivo. En estos casos, a los sujetos del Derecho Administrativo se les
aplican simultáneamente las normas del Derecho del Trabajo.
Conforme todo lo expuesto, la relación de trabajo privado es la que se
establece entre el trabajador y el empleador en la esfera privada, sea éste una
persona física o jurídica, excluido el Estado.

7.1.2. Trabajo autónomo y dependiente


Trabajo autónomo es opuesto a trabajo dependiente, y se caracteriza por:
l la autoorganización del trabajo
l la no incorporación a una organización empresarial ajena, es decir
que asume los riesgos de su actividad, obteniendo ganancias o
pérdidas
l trabajo por sí y para sí (por cuenta propia).

7.2. CONTRATO DE TRABAJO: CONCEPTO Y CARACTERES

7.2.1. Concepto
El artículo 21 de la L.C.T. conceptúa al contrato de trabajo como el acuerdo
por el cual una persona física se compromete a realizar actos, ejecutar obras o
prestar servicios a favor de la otra y bajo la dependencia de ésta y por un
período determinado o indeterminado de tiempo, mediante el pago de una
remuneración.
Los sujetos del contrato son, por lo tanto, por una parte el empleador y, por la
otra, el trabajador dependiente. El contrato de trabajo se da habitualmente en
el marco de una organización empresaria, por lo que las normas que lo rigen
están fundamentalmente referidas a las tareas cumplidas en una organización
de ese tipo, que si bien puede ser unipersonal, asume habitualmente las
formas societarias comerciales. Por eso podría decirse que en el plexo
normativo de la L.C.T., "empleador" es, en principio, sinónimo de empresario.
El empresario aprovecha los beneficios del trabajo ajeno y afronta los riesgos
de la gestión de la empresa, lo que corresponde a su condición de dueño de
capital y de organizador de los medios de producción. El trabajo del
dependiente es por cuenta ajena en cuanto su utilidad patrimonial se atribuye

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al empresario, y los bienes o servicios que, el trabajador produce no le reportan


ningún beneficio económico directo, sino que tal beneficio corresponde al
empresario, que a su vez retribuye al trabajador con el salario.
En resumen, la condición de trabajador se vincula con la ubicación que éste
posea en la estructura de la empresa ajena en la que, por el pago de una
remuneración, una persona pone su fuerza de trabajo al servicio de esa
empresa que es de otro, quien organiza su prestación, aprovecha los
beneficios de su labor y corre, por otra parte, con los riesgos consiguientes de
la explotación. Por eso encontramos en la relación que se traba, los siguientes
elementos: a) un servicio personal que califica al trabajo como un hacer
infungible; b) ese trabajo se pone a disposición de la empresa de otro —el
empresario— que lo organiza, lo aprovecha, y asume al mismo tiempo los
riesgos del negocio; c) el trabajador recibe el pago de una retribución por el
trabajo realizado.
El trabajo del hombre que es objeto de protección por el Derecho del Trabajo
puede ser intelectual o manual.

7.2.2. Carácteres
Consensual: el contrato de trabajo se perfecciona por el mero consentimiento
de las partes, aun cuando gran parte de su contenido sea fijado por la ley o por
el convenio colectivo; es obvio que sin la voluntad, no nacen obligaciones para
las partes. El consentimiento inicia el contrato, pero no regla lo fundamental de
la relación que origina.
Personal: el trabajo que es objeto del contrato de trabajo constituye un hacer
infungible, porque tiene en cuenta las condiciones personales del contratado y
la tarea a cumplir. El contrato es personalísimo respecto del trabajador (art. 37
de la L.C.T.). Significa que el trabajador no puede sustituir la prestación de su
actividad personal por la de otra persona. Este carácter personalísimo de la
prestación de trabajo justifica la disposición del artículo 254 de la norma citada,
que establece la extinción del contrato por incapacidad física o mental del
dependiente para cumplir con sus obligaciones, sobreviniente a la iniciación de
la prestación de los servicios. Con relación al empleador, en principio el
contrato no tiene el mismo carácter, pues las vicisitudes de la empresa
(cambios de estructura jurídica, transferencias) resultan indiferentes para el
trabajador, quien en definitiva continúa en el empleo cualquiera sea la
titularidad de la empresa. La persona del empleador adquiere trascendencia
respecto de la continuidad del contrato cuando se trata de una persona física
cuyo fallecimiento determina el cese de la actividad (por ejemplo, el caso de
una profesión liberal que no se transmite a sus sucesores).
Oneroso: por definición, el contrato de trabajo es oneroso. Así lo determinan
los artículos 21, 22 y 115 de la L.C.T., a lo que cabe agregar que el pago de la
remuneración es una obligación esencial del empleador (art. 76).

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Conmutativo y de cambio: es conmutativo porque al celebrarse el contrato,


las prestaciones de las partes son ciertas; cada contratante conoce los deberes
y obligaciones que asume (tanto de carácter patrimonial como de conducta),
así como los derechos que surgen a su favor. El contrato es de cambio porque
tiene como finalidad económica la de cambiar el trabajo por la remuneración.
De tracto sucesivo: el contrato se concreta a través de prestaciones repetidas
que se prolongan en el tiempo. Se excluye la prestación fugaz (por ejemplo, la
del maletero en los aeropuertos en relación al pasajero).
Dependencia: el contrato de trabajo supone la existencia de relación de
dependencia personal entre el trabajador y el empresario. La doctrina ha
distinguido tres aspectos de la relación de dependencia que concurren
habitualmente en todo contrato de trabajo, cada uno de ellos con
características particulares: la dependencia técnica, la económica y la jurídica.
Dependencia técnica: implica la facultad del empresario de organizar en
concreto las prestaciones comprometidas por el trabajador, dando indicaciones
y órdenes acerca de la forma de realizar la tarea encomendada. Dichas
facultades están limitadas, o en parte excluidas, cuando para la realización del
servicio se requiere una elevada formación profesional. Es el caso habitual de
los profesionales "liberales" (médicos, abogados, ingenieros, contadores, etc.),
en los que la dependencia técnica está muy atenuada o desaparece
directamente. Por lo tanto, la dependencia técnica carece de relevancia para
caracterizar al contrato como de trabajo, por ser "relativa" según la categoría
del trabajador y el servicio comprometido. La ausencia de órdenes relativas a la
realización de la prestación, y por tanto la inexistencia o atenuación de la
dependencia técnica son normales, particularmente para los médicos. Lo que
no descarta, como vemos, la existencia de dependencia laboral y de contrato
de trabajo.
Dependencia económica: consiste en que el trabajo se realiza enteramente
por cuenta ajena, para la empresa de otro, y por una retribución. La
dependencia económica así entendida está profundamente consustanciada
con la existencia misma del contrato y fundamenta la dependencia jurídica: el
que manda a través del ejercicio del poder de dirección, lo hace en definitiva
porque tiene un poder económico que lo coloca en una situación de
superioridad de hecho con relación al que obedece. En este aspecto, la
institución que analizamos se da en los hechos y es destacada por el juez,
aunque la retribución asuma características especiales, como brindar ocasión
de ganancia.
Dependencia jurídica: consiste en la facultad del empleador de organizar el
trabajo y de dar órdenes a sus trabajadores, ejerciendo el poder de dirección.
Dicho poder asume diferentes manifestaciones, de acuerdo a la naturaleza de
la relación comprometida por el trabajador, el que tiene la obligación de acatar
dichas órdenes de acuerdo a las características y modalidades de la prestación
y siempre en la medida legitimada por la ley. En definitiva, se manifiesta a
través de la facultad del empresario de ordenar y de adecuar las prestaciones
concretas del trabajador a los fines de la empresa, y por la obligación de éste

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de aceptar el ejercicio de dicha facultad. Es la expresión más visible del


contrato de trabajo y constituye una nota inherente al mismo.

7.3. LA TIPICIDAD DEL CONTRATO Y EL PRINCIPIO

DE LA PRIMACIA DE LA REALIDAD
El contrato de trabajo es un contrato típico porque tiene una regulación
propia contemplada en la L.C.T., que admite modalidades especiales relativas
al tiempo o a la forma de la prestación de los servicios. Si el contrato de trabajo
es un contrato típico porque tiene una regulación específica contemplada en la
L.C.T. y el hecho de la prestación de servicios hace presumir que nos
encontramos frente al tipo legal imperativo (contrato de trabajo, art. 23), es
decir que por ser un contrato típico y teniendo en cuenta el principio del
Derecho del Trabajo de la primacía de la realidad, lo que importa es lo que
resulta de los hechos y no la denominación que las partes, de buena o mala fe
(hipótesis de fraude) puedan haberle dado al contrato. Si se dan los requisitos
del artículo 21 de la ley, habrá contrato de trabajo cualquiera sea la
denominación que le hayan dado las partes y cualquiera sea el nivel cultural o
profesional de éstas. Lo que importa es que haya una incorporación efectiva
del trabajador a una empresa total o parcialmente ajena, y que reciba por sus
tareas una suma determinada o indeterminada en dinero o una prestación tal
como la oportunidad de obtener ganancias.

7.4. CONTRATO Y RELACION DE TRABAJO.

LA PRESUNCION DEL ARTICULO 23 DE LA L.C.T.

7.4.1. Relación de trabajo

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El artículo 22 de la L.C.T. establece que "habrá relación de trabajo cuando


una persona realice actos, ejecute obras o preste servicios a favor de otra, bajo
la dependencia de ésta, en forma voluntaria y mediante el pago de una
remuneración, cualquiera sea el acto que le dé origen". Es por lo tanto la
relación jurídica que surge entre el trabajador y el empleador por el hecho de la
prestación del servicio, con independencia del acto jurídico que ha originado
dicha prestación, y aunque el contrato sea nulo o inexistente se le aplica toda
la normativa laboral. Sólo quedan fuera de la protección del Derecho del
Trabajo las relaciones que surjan de contratos ilícitos.
Etala explica que el artículo hace aplicación del principio de la primacía de la
realidad, ya que otorga preeminencia al hecho de la efectiva prestación de
servicios en relación de dependencia por sobre el acto jurídico que le haya
dado origen. Refiere que nuestra ley ha aceptado la teoría que, en doctrina,
distingue el contrato de la relación de trabajo, e independiza a ésta de la forma
jurídica contractual, privilegiando la situación de hecho representada por la
efectiva incorporación del trabajador en la empresa. Según la tesis que
identifica el contrato con la relación de trabajo, esta última sólo se constituye
como relación jurídica por la celebración del contrato de trabajo.
Fernández Madrid comparte la primera posición. Indica que la relación de
trabajo es normalmente constituida por el contrato de trabajo, lo que no impide
que en casos de excepción pueda haber contrato sin relación y relación de
trabajo sin contrato; lo que carece de trascendencia para el Derecho del
Trabajo, conclusión a la que arriba teniendo en cuenta lo dispuesto por la ley
en el artículo 24, que remite al derecho común los efectos del incumplimiento
de un contrato de trabajo antes de iniciarse la efectiva prestación de los
servicios. El segundo supuesto tiene interés práctico cuando el contrato es
nulo, situación en la que, si existe prestación de tareas, se aplica toda la
normativa laboral.
El artículo 24, como señalara, se refiere a una situación anormal regulada por
la ley. Puede darse el caso de un contrato por el cual un trabajador se obliga a
prestar sus servicios solamente a partir de una determinada fecha futura. En
este caso, ya existe un contrato de trabajo (consentimiento), el cual importa
obligaciones recíprocas para ambas partes (especialmente de conducta: buena
fe); pero la relación de trabajo, en sentido propio, existirá recién desde el
momento en que el trabajador comience a prestar su trabajo por cuenta del
empleador. Fiel a su admisión de la teoría de la relación de trabajo (conforme
art. 22), la ley regula los efectos de la situación en que se incumple un contrato
de trabajo que no ha tenido principio de ejecución. El artículo remite al derecho
común, aunque algunos efectos se regulan por el mismo dispositivo, que
establece una indemnización mínima equivalente a un mes de la remuneración
que se hubiera convenido o que resulte de la aplicación de la convención
colectiva de trabajo correspondiente, en una forma de estimación mínima de
los daños presuntos irrogados por la inejecución. En lo demás rigen los
artículos 505, inciso 3), 506, 508, 511, 512, 519 a 522 y concordantes del
Código Civil, con fundamento en los cuales la parte perjudicada por el

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incumplimiento (empleador o trabajador) puede invocar y probar mayores


daños al mínimo legal.

7.4.2. La presunción del art. 23 de la L.C.T.


Este artículo establece la presunción de la existencia del contrato de trabajo.
Dice: "el hecho de la prestación de servicios hace presumir la existencia de un
contrato de trabajo, salvo que por las circunstancias, las relaciones o causas
que lo motiven se demostrase lo contrario. Esa presunción operará igualmente
cuando se utilicen figuras no laborales, para caracterizar al contrato, y en tanto
que por las circunstancias no sea dado calificar de empresario a quien presta el
servicio".
El alcance de la presunción originó divergencias interpretativas, tanto en la
doctrina como en la jurisprudencia:

7.4.2.1. Tesis predominante


Para esta postura, la sola comprobación del servicio prestado para un tercero
permite presumir la existencia de las demás notas que caracterizan a un
contrato de trabajo, invirtiéndose la carga de la prueba. El pretendido
empleador deberá acreditar que los servicios de que se trata constituyen una
excepción a la regla general. La presunción legal opera como una norma de
garantía para la aplicación del tipo legal imperativo, dirigida a evitar el fraude a
la ley, tal como lo impone el artículo 14 de la L.C.T. Además, la norma es una
manifestación del principio protectorio, facilitando al trabajadorla prueba del
contrato en el proceso y compensando la desigualdad de las partes. Así lo
confirma el artículo 50 de la normativa citada, que establece que el contrato de
trabajo se prueba por los modos autorizados por las leyes procesales y "lo
previsto en el artículo 23 de esta ley". Según esta postura, la tesis restringida
desnaturaliza la presunción, que pierde toda eficacia, pues si el trabajador
tiene que probar que el servicio es dependiente, esto equivale tanto como a
probar la existencia misma del contrato de trabajo.

7.4.2.2. Distintos supuestos


Para desvirtuar la existencia de un contrato de trabajo corresponderá al
beneficiario de los servicios acreditar que el hecho de la prestación de servicios
está motivado en otras circunstancias, relaciones o causas distintas a un

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contrato laboral, o sea que hay respecto de esa prestación alguna


circunstancia excluyente de su onerosidad, teniendo presente que, según el
artículo 115 de la L.C.T., la gratuidad no se presume. Ello puede ocurrir:
En el trabajo familiar: no puede existir contrato de trabajo entre esposos, con
fundamento en la prohibición de celebrar el contrato de compraventa (art. 1358
del Código Civil; en sentido análogo, C.N.A.T., Sala II, 30/6/95, D.T. 1995-B-
2069).
Los trabajos que presten los hijos que viven con sus padres a favor de éstos
no tienen carácter laboral, aunque la prestación sea remunerada, con
fundamento en el artículo 277 del Código Civil que expresa: "Los padres
pueden exigir que los hijos que están bajo su autoridad y cuidado les presten la
colaboración propia de su edad, sin que ellos tengan derecho a reclamar pago
o recompensa". Por su parte, el artículo 279 del Código Civil determina: "Los
padres no pueden hacer contrato alguno con los hijos que están bajo su patria
potestad".
Respecto del trabajo de otros parientes, en principio no existe prohibición
legal de celebrar un contrato de trabajo. Para presumir que el trabajo tiene
carácter "familiar" y no laboral, se señaló que deben darse estos requisitos: a)
convivencia con el empresario; b) una tarea que haga al sostén del grupo y no
al enriquecimiento del cabeza de familia; c) que el trabajo no corresponda al
medio de vida de quien lo prestó (C.N.A.T., 30/10/95, D.T. 1996-A-1195).
Trabajo de religiosos: actúan por motivaciones espirituales o morales, de
piedad o caridad, pero no por motivos económicos. Vázquez Vialard señala
que un religioso que ha profesado, ha efectuado votos y se integró a una
comunidad religiosa, no puede ser considerado trabajador en el sentido del
artículo 25 de la L.C.T., por cuanto en el trabajo de los religiosos para las
órdenes a las que pertenecen, el voto de pobreza, con su esquema de
comunidad de bienes, reemplaza a la dependencia económica, y el voto de
obediencia con sujeción a una disciplina monástica, a la dependencia jurídico-
personal. Ello es así cualquiera sea la confesión religiosa de que se trate y
aunque el servicio realizado lo reciba un tercero (hospitales, establecimientos
de enseñanza, etc.). En cambio, Fernández Madrid coincide con Ricardo
González (h) en cuanto a que en el supuesto del trabajo del religioso en una
empresa ajena a la congregación, en el cual se diluyen los aspectos
espirituales de la labor, las órdenes se reciben de la institución o empresa
donde el religioso se desempeña, se ajusta al organigrama que estructura el
empleador en cuanto a horarios, actividades, descansos, etc., carece de
importancia que los frutos de ese trabajo sean destinados a la comunidad,
pues lo que importa para caracterizar la relación como contractual laboral es
que el religioso trabaja por cuenta y riesgo ajeno, en una organización
empresaria, dentro de la cual se inserta.
Trabajos amistosos, benévolos o de buena vecindad: el prestador del servicio
no tiene como finalidad poner su capacidad laboral a disposición de otra
persona que la dirige con el fin de obtener una remuneración, sino realizar una
obra de benevolencia, benéfica o un acto de mera cortesía, ayudando a una

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persona, institución o vecino que lo necesita. Esto también comprende a los


voluntarios que brindan su labor a favor de una persona o bien de una
institución (asilo, asociación de beneficencia, etc.), con la finalidad de cooperar
en una obra de bien común.
Trabajo amateur: pueden darse formas de trabajo dirigido que no respondan
a una finalidad laboral, sino a otras de carácter cultural, recreativo, deportivo,
etc., como es el caso de los integrantes de un conjunto de teatro vocacional,
coro musical, equipo deportivo, etc.

7.5. CONTRATO DE TRABAJO Y TRABAJO EN SOCIEDAD. TRABAJO

PRESTADO POR INTEGRANTES DE UNA SOCIEDAD


El artículo 14 de la L.C.T. declara la nulidad de todo contrato por el cual las
partes hayan procedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea
aparentando formas contractuales no laborales, interposición de personas o de
cualquier otro medio. En tal caso, la relación quedará regida por esta ley. Es
usual que el contrato de trabajo se disimule bajo contratos comerciales o
civiles, que implican la prestación de servicios o la gestión bajo distintas formas
de un negocio ajeno. Aun cuando la modalidad contractual elegida por las
partes haya sido un contrato de sociedad, habrá contrato de trabajo siempre
que exista la prestación de servicios personales infungibles por cuenta y a
riesgo ajeno.
Respecto de las sociedades fraudulentas que vulneran derechos de orden
público, se dijo que cuando la ley positiva prevé la constitución de sociedades
atribuyéndoles una personalidad jurídica distinta de la de sus integrantes, no
cabe hacer mérito de ella si se contradicen los propósitos que el ordenamiento
jurídico ampara; de ahí que se pueda desestimar dicha personalidad, con la
consiguiente imputación de responsabilidad personal de los socios, y en casos
excepcionales corresponde que se levante el velo de la persona jurídica que
oculta las circunstancias de hecho.
El artículo 27 de la ley de contrato de trabajo dispone expresamente que "las
personas que integrando una sociedad, prestan a ésta toda su actividad o
parte principal de la misma en forma personal y habitual, con sujeción a las
instrucciones o directivas que se les impartan o pudieran impartírseles para el
cumplimiento de tal actividad, serán consideradas como trabajadores
dependientes de la sociedad a los efectos de la aplicación de esta ley y de los
regímenes legales y convencionales que regulan y protegen la prestación de
trabajo en relación de dependencia...". La L.C.T. exceptúa expresamente a las

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sociedades de familia entre padres e hijos de esta enunciación general. Y


agrega que las prestaciones accesorias a que se obligaren los socios, aun
cuando ellas resultasen del contrato social, si existieran las modalidades
consignadas, se considerarán obligaciones de terceros con respecto a la
sociedad y regidas por la ley citada o por las convenciones colectivas
aplicables.
Una de las formas más comunes de contrataciones fraudulentas se realiza
entre sociedades, una de las cuales no constituye una verdadera empresa,
pues no ofrece una organización del trabajo como prestación, sino sólo el
trabajo de sus integrantes; en realidad, se trata de personas que ofrecen su
trabajo personal, encubierto bajo una forma societaria.
El artículo 102 de la L.C.T. prevé que el contrato por el cual una sociedad,
asociación, comunidad o grupo de personas, con o sin personalidad jurídica, se
obligue a la prestación de servicios, obras o actos propios de una relación de
trabajo por parte de sus integrantes, a favor de un tercero, en forma
permanente y exclusiva, será considerado contrato de trabajo por equipo y
cada uno de sus integrantes, trabajador dependiente del tercero a quien se
hubieran prestado efectivamente los mismos.
En conclusión, si lo que se contrata son los servicios personales de los
integrantes de una sociedad, hay relación de trabajo directa entre los socios de
la sociedad contratada y la sociedad contratante. La ley determina dos
requisitos a este respecto: que la prestación se efectúe en forma permanente y
exclusiva.

7.6. CASOS EN QUE SE DISCUTE LA EXISTENCIA

DEL CONTRATO DE TRABAJO

7.6.1. Principio general


El trabajo protegido por el Derecho del Trabajo, no es cualquier actividad
productiva de bienes o servicios sino, como dice el artículo de la L.C.T., la que
se presta a favor de otro que tiene la facultad de dirigirla a cambio de una
remuneración, en una empresa, entendida ésta como una organización
instrumental de medios personales, materiales e inmateriales de producción de
bienes o servicios para el logro de un fin productivo. Implica una relación de

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subordinación, por cuanto los trabajadores se relacionan jerárquicamente con


el empresario (arts. 5°, 21, 22, 25). Los casos que vamos a analizar, plantean
controversia o duda respecto a si ciertas personas trabajan o no en relación de
subordinación, porque justamente los distintos aspectos de la "dependencia"
(económica, técnica y jurídica) van desdibujándose. Lo cierto es que la
dependencia jurídica no puede faltar nunca, es decir que debe existir
sometimiento de la actividad personal productiva a la dirección del empleador
para que se configure un contrato de trabajo.

7.6.2. Artistas
Los contratos de actuación artística (de músicos —como solistas o en
conjunto—, actores y cantantes en espectáculos teatrales, televisivos,
cinematográficos o radiales y de esos u otros que actúan en espectáculos
llamados de variedades o circenses) deben considerarse, por lo general,
contratos de trabajo, pues en principio se trata de una labor que se realiza por
cuenta y a riesgo ajeno y se inserta en una organización empresaria, que se
encarga del espectáculo en sí y todo lo que se requiere para montarlo. Como
excepción, puede considerarse que se trata de una locación de obra, según las
características. La labor artística puede ser sumamente variada: un artista de
gran cartel, un gran concertista, aquel que sólo hace una actuación única u
ocasional (situación que se denomina "bolo"), integrantes de orquestas,
bailarinas de un ballet estable o integrantes de una compañía teatral, todos
ellos pueden estar vinculados con el empresario por un contrato de trabajo.
Fernández Madrid enumera las siguientes pautas a tener en cuenta:
l El principio es que se trata de un contrato de trabajo y sólo como
excepción es una locación de obra.
l Cuando los actos, obras o servicios de los artistas se prestan para
una empresa, la que, para realizar sus fines, necesita normalmente
la prestación de artistas profesionales, juega la presunción del
artículo 23 de la L.C.T. y es la empleadora la que debe asumir la
carga de demostrar que no existió contrato de trabajo.
l Aun cuando la actuación de los artistas sea esporádica y no
exclusiva, no obsta a que sean considerados dependientes, ya que
para cubrir esos supuestos la L.C.T. regula el trabajo eventual, y los
artículos 10 y 11 del C.C.T. 66/75 prevén la contratación de los
artistas de variedades a plazo fijo, en forma permanente, en forma
exclusiva o por actuación a "bolo", resultando esta última la forma
de trabajo eventual que contempla el artículo 99 de la L.C.T.
l La jerarquía del artista puede constituir una pauta para guiar el juicio
en situaciones confusas, cuando no se dan los elementos típicos
del contrato de trabajo, pero por sí, no es una circunstancia
excluyente de esta vinculación.

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l La naturaleza de la actividad artística obliga a reconocer mayor


libertad al intérprete para expresarse, lo que lleva a que la facultad
de dirección técnica del empleador se diluya hasta el extremo de
resultar inexistente, pero ello no implica que, como trabajador, no
permanezca ajeno al riesgo empresario que es asumido
directamente por quien lo contrata.
La jurisprudencia reconoció en diversos pronunciamientos la existencia de la
relación de trabajo entre el artista y el medio (por ejemplo, televisivo) o la
empresa de espectáculos que utiliza los servicios.
Respecto de los ejecutantes musicales, el estatuto de la actividad (ley
14.597) organiza una Caja para la recepción y distribución de los salarios y de
los porcentajes destinados a atender los riesgos de enfermedad y accidente.
Según el artículo 10, el contratista principal queda liberado de toda
responsabilidad por antigüedad, despido, enfermedades inculpables, jubilación,
vacaciones y demás cargas sociales mediante el aporte global sobre el monto
de las planillas de sueldos, que se hará en ocasión del pago de éstos y que
será fijado por la reglamentación a dictarse.

7.6.3. Interposición fraudulenta del contrato de locación

7.6.3.1. Contrato de trabajo. Alquiler de un automóvil para taxímetro


La prestación personal realizada por el trabajador que conducía un automóvil
taxímetro ajeno, destinado a la actividad lucrativa de transporte de pasajeros,
supone la gestión comercial de su propietario y configura un contrato de trabajo
siendo inadmisible que se simule la existencia de un contrato de locación.
El contrato de trabajo es un contrato tipo definido por el artículo 21 de la
L.C.T. y su calificación es de orden público, correspondiendo a los jueces en
definitiva calificar el vínculo que unió a las partes cualquiera sea su forma o
denominación (arts. 7°, 21 y ccs. L.C.T. y 100 de la C.N.).
Las figuras contractuales simuladas cuya autorización repugna al Derecho
del Trabajo son materia de decisiones frecuentes que por aplicación del
principio de realidad desechan la forma contractual y dan entrada a las
disposiciones laborales pertinentes.
En el trabajo de los choferes de taxi se ha convertido en una práctica usual la
celebración de contratos de alquiler lo que supondría la aplicación de los
artículos 1493 a 1622 del Código Civil, los que deben excluirse pues se trata de
un quehacer personal infungible prestado en beneficio a un tercero, el dueño
del auto.

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7.6.4. Fleteros y transportistas


La distribución y el transporte de la mercadería constituye una parte vital de
la actividad empresaria, que puede ser asumida por la propia empresa o
encargada a terceros, cuya vinculación con el empresario es motivo de
conflicto.
Sobre la cuestión expresada se han vertido numerosos pronunciamientos
que, atendiendo a datos de la realidad, han considerado en algunos supuestos
ciertos elementos son relevantes para la calificación de la relación. Así, por
ejemplo, la titularidad del vehículo que, según la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Giménez, Carlos c/ Seven Up
Concesiones", del 26/9/89, caracteriza un trabajo autónomo, aunque como lo
he señalado la jurisprudencia, en todos los casos atiende a razones de hecho y
prueba.

7.6.5. Profesionales liberales


La realidad muestra que es cada vez más frecuente que el abogado,
contador, médico o ingeniero se dediquen no sólo al ejercicio liberal o
autónomo de su profesión, sino también que realicen su actividad por cuenta
ajena. No existe objeción a que el quehacer del profesional liberal pueda
configurar contrato de trabajo que tenga por objeto la prestación de servicios
inherente a su respectiva profesión. La existencia de dicho contrato estará
determinada por la prestación de servicios por cuenta y a riesgo ajeno en una
organización empresaria extraña, que es la que aprovecha el resultado de sus
prestaciones, se hace cargo del salario y determina la forma en que dichas
prestaciones han de cumplirse. En estos casos es común que la subordinación
aparezca menos rígida, en razón de la inexistencia o la atenuación de ella en el
aspecto técnico, pero ello no significa que no exista dependencia, pues en
definitiva basta la posibilidad de impartir directivas para que exista relación de
trabajo, aunque éstas no se formulen o no versen sobre el aspecto técnico de
la actividad.
A esto cabe agregar que el ejercicio de una profesión liberal no es
incompatible con la existencia de una relación de dependencia laboral y puede
constituir un contrato de trabajo.
La jurisprudencia entendió "que un profesional, cualquiera que sea el área en
que se desempeña, no esté sometido técnicamente a aquellos para quienes
presta servicios, no implica en modo alguno que deba descartarse la existencia
de una relación laboral, si se dan en el caso los demás elementos que la

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configuren. Lo que importa considerar es si la trabajadora estaba integrada con


otros medios personales y materiales a la empresa demandada para el logro
de los fines de ésta" (C.N.A.T., Sala IV, 21/3/94, D.T. 1994-B-1450).

7.6.6. Vendedores ambulantes, pequeños vendedores y formas especiales


de venta personal
Cabe recordar que el trabajo autónomo se define a través de la
autoorganización de la labor, la asunción de los riesgos de la actividad y la no
incorporación a la organización de un tercero, aun cuando se trate de trabajos
modestos o de escasa significación económica.
Los vendedores ambulantes y pequeños vendedores pueden ubicarse dentro
de esa línea, cuando compran la mercadería y la revenden. Pero cuando el
vendedor utiliza la imagen de una empresa (uniformes, gorros, marcas, etc.),
vende exclusivamente las mercaderías de un comerciante principal, tiene un
margen preestablecido de ganancias porque comercializa productos de
consumo masivo y tiene la posibilidad de restituir la mercadería no vendida,
está vinculado por un contrato de trabajo, pues resulta un apéndice necesario
de la empresa para la cual vende los productos respectivos. Obviamente, para
ser vendedor subordinado no hace falta que se trabaje en un local del
empleador.

7.6.7. Changarines: personal de carga y descarga


La posibilidad de permanencia de la relación de trabajo es una cuestión bien
distinta a la de existencia: puede haber relaciones de trabajo permanentes y no
permanentes. El típico changarín que participa de la carga y descarga bajo
diversas modalidades, la cual puede durar varios días, un día o incluso un
lapso más breve (por ejemplo, carga o descarga de un buque, un tren, etc.) no
deja de ser un trabajador subordinado que presta su actividad a una
organización empresaria ajena, entra a ser parte de la empresa de otro,
aunque sea por un muy breve tiempo, teniendo la protección del Derecho
Laboral.
Si el changarín es ocupado en forma accidental para la tarea diaria y al
efecto concurre a la playa de descarga sin que se haya creado la expectativa
de ser ocupado en razón de no darse esta situación con frecuencia creadora
de habitualidad, la figura debe ser asimilada a la de un trabajador eventual
contemplado en el artículo 99 de la L.C.T. en virtud del cual el trabajo se
termina con la prestación del servicio. Se trata de contratos comprendidos en el
artículo 21 de la ley citada.

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El que hace changas carece de permanencia, en principio, o sea de la


expectativa de continuar cumpliendo las mismas prestaciones; pero si la
relación del changarín con la accionada era la principal fuente de ingresos de
su actividad como peón de carga y descarga, y constituía dicha actividad no un
servicio pactado que responda a exigencias transitorias de la empresa, sino un
complemento normal del giro comercial del dador de trabajo, no se cumplen los
requisitos del artículo 99 de la L.C.T. y el trabajador queda amparado por la
estabilidad común de los trabajadores dependientes (C.N.A.T., Sala III, 28/6/85,
"Cornejo, Silberio c/ Abálsarno, Angel José").
El criterio de habitualidad está sujeto a la frecuencia de las prestaciones y a
la prueba consiguiente.

7.6.8. Las locaciones de obra


El artículo 21 de la L.C.T. menciona a la ejecución de una obra como una
forma posible de prestación de trabajo propia de un contrato de trabajo. Esto
puede originar confusiones ya que el contrato de locación de obra implica una
obligación de resultado (arts. 1630, 1631 y cctes. del Código Civil). En tanto, en
el contrato de trabajo, el trabajador se compromete a la realización de una
obra, asume un compromiso relativo al objeto del contrato de trabajo y a la
aplicación de sus servicios, pero no abarca la obligación de asegurar
resultados concretos y efectivos. Como vimos, en este supuesto, el empresario
asume los riesgos del negocio y el servicio se debe por el trabajo efectuado,
aunque se realice mal o defectuosamente, pues no puede descontarse al
trabajador el monto equivalente a una obra mal hecha.
En este sentido, la C.N.A.T. ha dicho que "la intervención de un cantante
lírico en algunas funciones no configura una locación de obra, pues no se trata
de la obtención de un resultado sino de la participación del cantante que aporta
su profesión en forma de quehacer personal infungible, abarcado por el artículo
21 de la L.C.T." (Del voto del Dr. Fernández Madrid, por la mayoría; Sala VI,
Sent. Nro. 36.421 del 26/2/92, en autos "Perretta Herrera, Walter c/ M.C.B.A. s/
Dif. Salarios").

7.6.9. Trabajadores a domicilio


La ley 12.713 contempla, entre otras figuras, la de los trabajadores que
realizan por cuenta ajena trabajos en su propia vivienda o en un local elegido
por un patrono intermediario o tallerista. Se trata de una hipótesis en la que se
debilita la dependencia técnica y la dependencia jurídica debido a la

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localización de las labores fuera del ámbito del establecimiento del empresario.
Existe duda en cuanto a si estos trabajadores son autónomos o dependientes.
Considero que no se puede negar la existencia de vinculación laboral en el
caso de los trabajadores a domicilio enumerados en el inciso a) del artículo
3° de la ley 12.713.
Como expresa Pasini (L.T., XXIX, pág. 498), si bien el trabajo es efectuado
fuera del establecimiento del comitente, no por ello no existen directivas
técnicas o instrucciones por parte del dador del trabajo, las que se imparten en
el momento de entregar el material y cuando la mercadería es entregada
nuevamente al dador de trabajo ya elaborada. El trabajador se encuentra
sometido al poder jurídico del dador de trabajo, aunque el poder de mando no
se exteriorice en forma continua, sino cuando se da el trabajo y cuando éste se
retira; si bien se ejecuta en las horas que el trabajador prefiera, éste no puede
entregar las piezas encomendadas cuando él quiera, sino que se le fija un
plazo para cumplir con su trabajo, calculando el patrono el tiempo que le
insumirá efectuarlo teniendo en cuenta una jornada legal de trabajo; no es
cierto que el trabajo no sea personal, porque existe un responsable, puesto
que no podrá encargarse el trabajo a ninguna persona en calidad de obrero a
domicilio sin que previamente el patrono comunique su alta al Departamento
Nacional del Trabajo en la forma establecida por el artículo 5° del decreto
16.116 del 16/1/33, según prescribe el artículo 14 del decreto reglamentario de
la ley 12.713, detallando los días y horas en que debe recepcionarse la
mercadería, los cuales serían fijados de antemano por obreros y patronos, con
la intervención de la autoridad competente. Cabe destacar que si el trabajo lo
hiciera ejecutar por terceros, ya no se trataría de un trabajador a domicilio puro
y simple [inc. a), art. 3° de la ley 12.713], sino que sería un tallerista [art. 3°,
inc. c), ley 12.713], y en este caso no hay duda de que no existiría vínculo
laboral.
Destaco que el trabajo del trabajador a domicilio se presta por cuenta ajena,
el trabajador se inserta como un elemento más dentro de la empresa que goza
de los derechos de organización instrumental destinada a servirlos, percibe una
retribución con la modalidad del destajo que es la contraprestación de la labor
cumplida. Es irrelevante que preste sus tareas fuera del establecimiento de la
empleadora así como la falta de sujeción a horarios determinados; aparece
como presunción favorable de existencia del contrato de trabajo que las
prestaciones sean continuas, ininterrumpidas y regulares, con marcada
vocación de perdurabilidad (C.N.A.T., Sala V, 22/6/71, L.L. 145, pág. 177).
También se dijo que "si a la actora se le entregaron en comodato tres máquinas
para realizar tareas de costura de prendas que le proveía la demandada para
que cumpliera dicho trabajo en su domicilio, de acuerdo a remitos donde
figuraban las cantidades, los talles y las prendas que debía confeccionar, cabe
concluir que ello configura un quehacer infungible sujeto a la dirección del
dador de trabajo, en la medida de lo que es exigible en el trabajo a domicilio,
circunstancia que califica la existencia de una relación contractual laboral en

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los términos del artículo 21 de la L.C.T. (C.N.A.T., Sala VI, 29/7/91, D.T. 1991-
B-2027).

7.7. OBJETO DEL CONTRATO DE TRABAJO

7.7.1. Principio general


El contrato de trabajo, como todo contrato, tiene un objeto que se encuentra
determinado en el artículo 37 de la L.C.T., y se define como "la prestación de
una actividad personal e infungible, indeterminada o determinada. En este
último caso, será conforme a la categoría profesional del trabajador si se la
hubiese tenido en consideración al tiempo de celebrar el contrato o en el curso
de la relación, de acuerdo a lo que prevean los estatutos profesionales y
convenciones colectivas de trabajo".
El artículo en cuestión califica la prestación a cargo del trabajador como un
hacer infungible: el trabajo consiste en una actividad humana en sentido
positivo, es decir, un hacer algo o poner la actividad propia al servicio de otro.
Además, es un hacer personalizado, la prestación es personal y por eso,
irreemplazable por otra persona. En el contrato de trabajo, es esencialmente
relevante la persona del trabajador, por cuanto la contratación tiene en cuenta
cualidades de su persona (formación, calidades, habilidades, antecedentes
laborales, etc.), por ello la prestación es no intercambiable, no existe ninguna
posibilidad de sustitución de la persona del trabajador, es un contrato "intuitu
personae".
El trabajo que puede ser objeto del contrato de trabajo es el trabajo libre,
lícito y limitado. Siempre es un hacer determinado, a pesar de lo prescripto por
el artículo 37 de la L.C.T., porque no puede ser admitido que un trabajador sea
contratado para cualquier tipo de tarea. Lo que existe es la posibilidad de que
el dependiente sea contratado para una finalidad precisa a cumplir (objeto
preciso y determinado) o que estando determinada razonablemente la medida
de la obligación, la naturaleza de las tareas implique una mayor flexibilidad en
cuanto a las labores exigibles. Sería contrario a principios esenciales de
libertad que un trabajador, sin límite ni condición, comprometiera toda su fuerza
de trabajo para cualquier tipo de tarea.
Respecto de la categoría contractual, destaco que ésta tiene relación con el
trabajo comprometido, con independencia de la habilitación profesional o
aptitud especial que tenga el dependiente, cuando ésta no se hubiera tenido en
cuenta en el momento de la contratación.

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El orden público laboral limita la autonomía de la voluntad de las partes en la


determinación del objeto del contrato de trabajo, condicionando la medida de la
prestación, la forma de efectuarla y los poderes del empresario para exigirla.

7.7.2. Contrato de objeto ilícito


El contrato de trabajo no puede tener por objeto la prestación de servicios
ilícitos o prohibidos, conforme lo prevé el artículo 38 de la L.C.T.
Como lo dispone el artículo 39, se considerará ilícito el objeto cuando fuese
contrario a la moral y a las buenas costumbres, pero no se considerará tal si
por las leyes, las ordenanzas municipales o los reglamentos de policía se
consintiera, tolerara o regulara a través de los mismos. Coincide con lo previsto
por el artículo 953 del Código Civil, que determina que el objeto de los actos
jurídicos deben ser hechos que no sean imposibles, ilícitos o contrarios a las
buenas costumbres.
En el caso de una actividad que, reprochable en principio desde el punto de
vista moral, fuese consentida o tolerada por las reglamentaciones respectivas,
no cabe calificarla de ilícita ni inmoral (por ejemplo, si la prostitución estuviese
reglamentada y fuese consentida por los reglamentos policiales).
Pueden señalarse como ejemplo los contratos para trabajar en una
organización delictiva, de juego clandestino, en el contrabando, etc.

7.7.3. Efectos del contrato de objeto ilícito. Nulidad


El artículo 41 de la L.C.T. expresa que el contrato de objeto ilícito no produce
consecuencias entre las partes que se deriven de esta ley. Es decir que
ninguna de las partes puede invocar el contrato para reclamar prestaciones
incumplidas propias de un contrato de trabajo regular. Además, si una de las
partes pone fin al contrato en cualquier momento, esto no origina obligaciones
resarcitorias de ninguna especie.
El contrato es nulo de nulidad absoluta (art. 1047 del Código Civil), no es
confirmable y su invalidez es imprescriptible.

7.7.4. Contrato de objeto prohibido


Se encuentra definido en el artículo 40 de la L.C.T., el que establece que
considerará prohibido el objeto cuando las normas legales o reglamentarias
hubieren vedado el empleo de determinadas personas o en determinadas

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tareas, épocas o condiciones. El artículo agrega que la prohibición del objeto


del contrato está siempre dirigida al empleador.
La disposición en cuestión muestra una vez más la protección que el
Derecho del Trabajo brinda al dependiente, pues en caso de no respetarse la
prohibición establecida en la norma de que se trate, las consecuencias de la
infracción no pueden cargarse al trabajador.
Que la prohibición esté dirigida al empleador significa, además de la
protección al trabajador, que éste es el único que puede invocarla a su favor, y
no así el empresario, quien si no estaría invocando su propia torpeza y,
aprovechando el estado de necesidad de la otra parte, se enriquecería en
virtud del contrato prohibido. Es decir, las consecuencias sólo recaen en el
empleador.
El artículo dice que la prohibición emanada de normas legales o
reglamentarias puede referirse a:
a) El empleo de determinadas personas, como por ejemplo la
ocupación de menores de 14 años (art. 189 de la L.C.T.).
b) El empleo en determinadas tareas, es el caso de las mujeres en
trabajos peligrosos, insalubres o penosos (art. 176 de la L.C.T.).
c) El empleo en determinadas épocas, como el trabajo de la mujer
embarazada en el período pre y posparto (art. 177 de la L.C.T.).
d) El empleo en determinadas condiciones, por ejemplo el trabajo
nocturno de los menores (art. 190 de la L.C.T.).
Etala señala el caso especial en el que las prohibiciones se asientan en
consideraciones de orden público general y no exclusivamente laboral, como
es el caso de la prohibición de trabajo de los inmigrantes ilegales o
clandestinos. Menciona que el artículo 30 de la ley 22.439 dice que los
extranjeros que residan ilegalmente en la República no podrán trabajar o
realizar tareas remuneradas o lucrativas, ya sea por cuenta propia o ajena, con
o sin relación de dependencia; el artículo 31 indica que ninguna persona de
existencia visible o ideal, pública o privada, podrá proporcionar trabajo u
ocupación remunerada, con o sin relación de dependencia, a los extranjeros
que residan ilegalmente o que, residiendo legalmente, no estuvieran
habilitados para hacerlo, ni contratarlos, convenir u obtener sus servicios.
Quienes infrinjan esta prohibición, serán sancionados con multa por la
Dirección Nacional de Migraciones (art. 48). Sin embargo, destaca que el
artículo 53 dispone que los empleadores o dadores de trabajo quedan
obligados al pago de los sueldos, salarios y comisiones al personal que
hubieran empleado en infracción a la ley, solución concordante con lo
establecido por el artículo 42 de la L.C.T. Agrega que el artículo 15, inciso e)
del decreto reglamentario 1.434/87, modificado por el decreto 1.023/94 dispone
que la Dirección Nacional de Migraciones podrá conceder residencia
permanente o temporaria en el país a los trabajadores extranjeros contratados
por personas de existencia visible o ideal establecidas en el país, para prestar
servicios para éstas de conformidad con la legislación laboral argentina,
siempre que la contratación se celebre por escrito.

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7.7.5. Efectos del contrato de objeto prohibido


El artículo 42 de la L.C.T. establece que el contrato de objeto prohibido no
afectará el derecho del trabajador a percibir las remuneraciones e
indemnizaciones que se deriven de su extinción por tal causa, conforme a las
normas de esta ley y a las previstas en los estatutos profesionales y las
convenciones colectivas de trabajo.
La ley impone la nulidad absoluta del contrato de objeto prohibido. Los
servicios no pueden continuar prestándose bajo ninguna circunstancia ni
condición.
La cesación de la ejecución del contrato no debe acarrear efectos
perjudiciales para el trabajador respecto de las prestaciones ya cumplidas.
Se ha dicho que "si el trabajador carecía de título habilitante para
desempeñar la función que cumplió a las órdenes de la empleadora ello no
afecta su derecho a percibir remuneraciones e indemnizaciones que deriven
del distracto, puesto que, en todo supuesto, se estaría en presencia de un
contrato de objeto prohibido, según lo previsto en la ley" (C.N.A.T., Sala II,
30/6/95, D.T., 1995-B-2069); o que "si la empleadora contrató a un trabajador
extranjero, violando las disposiciones del artícu- lo 40 de la L.C.T. referentes al
contrato de trabajo de objeto prohibido, aquél conserva los derechos
establecidos por el artículo 42 de la L.C.T. y si es despedido por no presentar la
documentación, tal distracto es incausado y corresponde que se le abonen las
indemnizaciones legales, toda vez que el empleador debió pedir la
documentación antes de la contratación (C.N.A.T., Sala III, SD Nro. 63.568
del 9/9/92, en autos "Lezcano, Angélica c/ Yafelop S.A.").
Por otra parte, el artículo otorga una solución para el caso en que el contrato
válido tenga cláusulas prohibidas, estableciendo que éstas sean reemplazadas
por las válidas, es decir que "si el objeto del contrato fuese sólo parcialmente
prohibido, su supresión no perjudicará lo que del mismo resulte válido, siempre
que ello sea compatible con la prosecución de la vinculación".
El artículo 44 establece que la nulidad del contrato por ilicitud o prohibición
de su objeto tendrá las consecuencias asignadas en los artículos 41 y 42 de la
L.C.T. y deberá ser declarada por los jueces, aun sin mediar petición de parte.
La autoridad administrativa, en los límites de su competencia, mandará cesar
los actos que lleven aparejados tales vicios.
La nulidad del contrato debe ser declarada por los jueces de oficio, aun sin
mediar petición de parte. La norma coincide con lo previsto por el artícul o 1047
del Código Civil.

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7.8. CELEBRACION DEL CONTRATO: FORMA Y PRUEBA


En principio hay libertad de formas para la celebración del contrato de
trabajo, conforme lo previsto por el artículo 48 de la L.C.T., por lo que las partes
pueden elegir tanto la forma verbal como la escrita. En algunos casos, es
obligatoria la forma escrita, como por ejemplo en los contratos por tiempo
determinado (art. 90 de la L.C.T.) o en los eventuales (art. 99, L.C.T.).
Lo cierto es que en el contrato de trabajo la forma no cumple un rol
significante, por cuanto aun siendo nulo por falta o defecto de forma, se aplica
igualmente la normativa laboral (leyes y convenios colectivos), siempre que el
trabajo se haya realizado efectivamente. Lo importante y decisivo, lo que
determina la aplicación del marco imperativo a la relación entre las partes, es la
prestación de servicios por parte del dependiente.
Dentro de esta temática, adquiere particular importancia la teoría de la
primacía de la realidad, que lleva a considerar que existirá contrato de
trabajo siempre que sus elementos configurantes resu lten de los hechos
probados, aun cuando las partes hayan pretendido simular otra figura o le
hayan dado una calificación errónea. Como se explicó, el contrato de trabajo
tiene un tipo imperativo establecido por la ley, al que se le debe aplicar el orden
protectorio laboral aun cuando las declaraciones de las partes pretendan
excluirlo. El contrato será laboral si concurren las notas tipificantes que lo
configuran.
La jurisprudencia tiene dicho que "para determinar la naturaleza y existencia
del vínculo laboral más que a los aspectos formales, deberá estarse a la
verdadera situación creada en los hechos, es decir la apariencia legal no
prevalece sobre la realidad (S.C.B.A., 9/11/77, "Márquez, Nelson c/ Agua y
Energía Eléctrica"). Lo importante es la real situación creada y la posición
ocupada por el trabajador en la empresa de otro, sin importar la denominación
que le hubieran dado las partes a la relación.
Respecto de la prueba, el artículo 50 de la L.C.T. establece que el contrato se
prueba por los modos autorizados por las leyes procesales y lo previsto por el
artículo 23 de esa ley. Mediante esta disposición, las dificultades de la prueba
para el trabajador quedan reducidas por lo dispuesto por el artículo 23 de la
L.C.T., que determina, conforme ya se analizó con anterioridad, que la
prestación de servicios hace presumir la existencia de un contrato de trabajo,
salvo la demostración en contrario que alegare quien niega la contratación (ver
punto 7.4).
Sobre el tema puede llegarse a las siguientes conclusiones:
a) Si la situación funcional del trabajador en la empresa corresponde
a un dependiente, hay contrato de trabajo o, lo que es lo mismo, el
trabajo útil a una empresa prestado de modo personal, dentro de su
organización, es subordinado.

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b) Si el dependiente pone su fuerza de trabajo al servicio del


empleador y éste la organiza para el logro de fines previstos, existe
contrato de trabajo subordinado.
c) Si el empleador tiene la facultad de sustituir la voluntad del
dependiente por la suya propia cuando lo considere conveniente,
hay contrato de trabajo.
d) Cuando el trabajador presta para la empresa servicios personales
no sustituibles, hay contrato de trabajo.

7.9. LA CONDUCTA DE LAS PARTES EN LA CONTRATACION.

BUENA FE. CLAUSULAS PRINCIPALES Y ACCESORIAS


Como señala José Luis De los Pozos (Responsabilidad por daños en el
Tercer Milenio. Homenaje al profesor Atilio Aníbal Alterini, ed. Abeledo-Perrot,
Buenos Aires, 1997, pág. 880) "...el cambio operado en la sociedad, su
contractualización, hace que se multipliquen los contratos en masa, que se
'despersonalicen' los cambios con una intensidad que anteriormente era
inimaginable, lo que viene propiciado por la instalación en el ordenamiento
jurídico de forma directa o indirecta, de la ley del mercado, pretendidamente
objetiva...". Y agrega que con ello están a la orden del día en el mundo de los
grandes negocios como en el de los servicios y del consumo, los contratos tipo
y las condiciones generales de los contratos, lo que motiva una serie de
cautelas o de medidas protectoras de la posible desigualdad de las posiciones
de las partes contratantes, buscando el equilibrio de las prestaciones, que se
manifiesta en los convenios internacionales, a través del derecho uniforme, y
en las medidas de protección de consumidores y usuarios.
Estas palabras, referidas genéricamente a la materia contractual y a
negocios ajenos al contrato de trabajo, deberían tener aún mayor vigencia en
nuestra disciplina. Y nos señalan que, teniendo en cuenta la agravada situación
de desigualdad en que se encuentra el trabajador, es aún mayor la necesaria
búsqueda del equilibrio de las prestaciones, más allá de la voluntad
formalmente expresada por las partes. Este es un aspecto que la ley y los
jueces deben atender a la hora de juzgar la vigencia y alcance de las cláusulas
contractuales.
En este sentido, De los Pozos le asigna un papel eminente al principio de la
buena fe, que aparece como fundamento mismo del contrato en condiciones al
superado requisito de la causa.

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El artículo 63 de la L.C.T. establece que las partes están obligadas a obrar de


buena fe, ajustando su conducta a lo que es propio de un buen empleador y de
un buen trabajador, tanto al celebrar, ejecutar o extinguir el contrato o la
relación de trabajo. Y el artículo 62 del mismo cuerpo legal expresa que las
partes están obligadas, activa y pasivamente, no sólo a lo que resulta
expresamente de los términos del contrato, sino a todos aquellos
comportamientos que sean consecuencia del mismo, resulten de la ley, de los
estatutos profesionales o convenciones colectivas de trabajo, apreciados con
criterio de colaboración y de solidaridad.
Cuando las partes celebran el contrato, la buena fe impone como cláusula
implícita, que se respeten todas las condiciones en virtud de las cuales fue
celebrado el acuerdo. Y sobre este punto pongo énfasis en que dada la
naturaleza del contrato de trabajo, que podría ser asimilado por sus
características al contrato de adhesión, no puede ni debe distinguirse de lo
contractual lo que proviene de leyes o convenios colectivos que tienen vigencia
—aun cuando el trabajador los desconozca— y que forman parte del contrato,
con fundamento en el mencionado principio de buena fe, el que determina
derechos implícitos y convierte al contrato en una unidad que absorbe el resto
de la normativa.
El contrato de trabajo está conformado por un núcleo que contiene tres
aspectos fundamentales: salario, tiempo de trabajo y categoría profesional. Me
parece claro que no pudiéndose hablar de plena libertad contractual en una
materia como la laboral, en la que tiene tan poca y tan especial vigencia la
voluntad de las partes, por lo menos los derechos existentes al momento de la
celebración del contrato, deben considerarse incorporados al mismo y exigibles
como derechos adquiridos.
Como señalé anteriormente, el contrato laboral es un acto simple,
generalmente no formal, que se perfecciona por el simple consentimiento de
las partes. Aun así, los contratantes deben ajustar su conducta al principio
general de buena fe previsto por el artículo 63 de la L.C.T. y artículo 1198, 2da.
parte del Código Civil.
Desde el momento de acercamiento entre las partes con el fin de concertar el
contrato, éstas deben actuar manifestándose de buena fe, expresando sin
reticencia, con veracidad, los alcances de las prestaciones que corresponden a
cada una de ellas.
Respecto del trabajador, el deber de buena fe le impone proporcionar los
elementos que permitan a la contraparte formar un juicio sobre su personalidad
y capacidad técnica relacionada con la función a desempeñar. Por su parte, el
empleador no debe ocultar, por ejemplo, las condiciones de trabajo que puedan
tornar peligrosas las tareas, o la situación económica de la empresa más aún
cuando la remuneración del trabajador esté en relación con ella
(habilitaciones).

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7.10. CAPACIDAD PARA CONTRATAR. LOS MENORES.

LOS REPRESENTANTES DEL EMPLEADOR

7.10.1. Capacidad del empleador


La L.C.T. no trata este tema, por lo que es necesario aplicar supletoriamente
las disposiciones del derecho común.
La regla es que la capacidad se adquiere a los 18 años.
Son incapaces los dementes declarados tales en juicio y los sordomudos que
no saben darse a entender por escrito (arts. 140, 141 y 153 del Código Civil).
Los inhabilitados judicialmente declarados también originan una restricción a
la capacidad. Pues implica que el inhabilitado no podrá disponer de sus bienes
por actos entre vivos sin conformidad del curador y eventualmente, cuando así
lo disponga la sentencia, que también será necesaria la conformidad del
curador respecto a los actos de administración. En principio, la interdicción no
impide que el interdicto celebre contrato de trabajo como empleador, salvo que
se limite su poder de realizar actos de administración (art. 152 bis del Código
Civil).

7.10.2. Capacidad del trabajador


La capacidad para celebrar el contrato de trabajo como trabajadores, de los
menores desde los 18 años, edad en que se adquiere la mayoría de edad.
Los menores de más de 16 años gozan de la misma capacidad que los
mayores de 18 años que, con conocimiento de sus padres o tutores vivan
independientemente de ellos; el 3er. párrafo del artículo 32 presume que estos
menores están suficientemente autorizados por sus padres o representantes
legales para todos los actos concernientes a cualquier tipo de actividad en
relación de dependencia, lo que implica facilitar la prueba respectiva, obviando
el requisito del artículo 275 del Código Civil.
En consecuencia, la situación de los menores que trabajan puede
sintetizarse:
l Menor de más de 18 años: tiene plena capacidad laboral.

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lMenor de entre 16 y 18 años que con conocimiento de sus padres o


tutores vivan independientemente de ellos: tienen plena capacidad
laboral.
l Menor de entre 16 y 18 años que no viva independientemente de sus
padres o tutores: se presume autorizado y tiene plena capacidad
laboral.
l Menor mujer entre 16 y 18 años y varón entre 16 y 18 años
emancipado por matrimonio: tiene plena capacidad laboral.
l Menor de menos de 16 años: no puede trabajar (art. 189 de la
L.C.T.). En este caso conviene recordar que la prohibición está
siempre dirigida al empleador y por lo tanto el trabajador siempre
puede invocar todos los derechos adquiridos con motivo del
contrato nulo.
El artículo 33 de la L.C.T. reconoce plena capacidad procesal a los
trabajadores de más de 16 años respecto de las acciones vinculadas al
contrato o relación de trabajo, lo que incluye la capacidad de designar
mandatarios judiciales con la intervención promiscua del Ministerio Público.
Cabe destacar que esta disposición se refiere al ejercicio de los derechos
provenientes del contrato de trabajo celebrado por el menor, y no a aquellos
otros supuestos en los que el menor resulta titular de un crédito laboral
derivado del fallecimiento de alguno de sus progenitores (art. 248 de la L.C.T.);
en estos casos, el menor es representado por el progenitor supérstite o por un
tutor.
Respecto de la capacidad para actuar sindicalmente, la ley 23.551 de
Asociaciones Sindicales debe entenderse en el sentido de los mayores de 16
años pueden afiliarse sin necesidad de autorización; el artículo 18 requiere
mayoría de edad para integrar los órganos directivos; para ser delegado de
personal, miembro de comisión interna u organismo similar, la edad mínima es
de 18 años [art. 41, inc. b)].

7.10.3. Los representantes del empleador


El artículo 36 de la L.C.T. establece que a los fines de la celebración del
contrato de trabajo, se reputarán actos de las personas jurídicas los de sus
representantes legales o de quienes, sin serlo, aparezcan como facultados
para ello.
Las personas jurídicas se manifiestan a través de sus representantes legales.
La ley otorga facultades de representación de la persona jurídica a quienes, sin
ser efectivamente representantes, aparentan serlo. La jurisprudencia tiene
dicho que "el representante del empleador en todos los casos, cualquiera sea
su categoría y su relación con el principal, lo obliga y lo hace responsable de
los actos que cumple con respecto al personal, sea que ejercite un mandato
expreso o tácito, o sea que resulte no sólo de hechos positivos del mandante

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sino también de su inacción o silencio o no impidiendo, pudiendo hacerlo,


cuando sabe que alguien está haciendo algo en su nombre" (S.C.B.A., 16/5/89,
T. y S.S., 1989 - 788).

7.11. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuáles son las diferencias y similitudes que encuentra entre el
empleo público y el privado?
2) ¿Cuáles son las características del trabajo autónomo y del
dependiente?
3) Defina contrato de trabajo.
4) Enumere los caracteres del contrato de trabajo.
5) Explique los tres supuestos de dependencia.
6) Dé un concepto de relación de trabajo.
7) ¿Cómo soluciona la ley el posible fraude en un caso de trabajo
prestado por integrantes de una sociedad?
8) ¿Cuándo exite contrato de trabajo de objeto ilícito y cuáles son sus
efec tos? ¿Y un contrato de objeto prohibido?
9) Forma y prueba del contrato de trabajo: principios.

BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA B. , "El contrato de trabajo y la empresa". Doctrina Laboral
Errepar.
CAUBET, AMANDA B. , "La celebración del contrato de trabajo y la buena fe:
las cláusulas implícitas". Doctrina Laboral Errepar.
CAUBET, AMANDA B.,"La condición contractual de los fleteros y el decreto
1494/92". Doctrina Laboral Errepar.
CAUBET, AMANDA B ., "Los profesionales liberales en relación de
dependencia". Doctrina Laboral Errepar.
ETALA, CARLOS ALBERTO , "Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1998, Título II,
Cap. I, II, III, IV, V y VI.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo", Ed. La Ley, 2ª ed., T. 1, 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Ley de contrato de trabajo.
Comentada", Ed. La Ley, 2009.
GONZÁLEZ, RICARDO (H.),"Los religiosos profesos ante el Derecho del
Trabajo", L.T. XXXV, p. 770.
GUIBOURG, RICARDO,"El contrato de trabajo y la naturaleza jurídica del
empleo público" , L.T. XXVII, p. 481.

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KROTOSCHIN, ERNESTO, "Reflexiones sobre el concepto de trabajador", L.T.


XIX, B, p.769.
LÓPEZ, JUSTO; CENTENO, NORBERTO; FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley
de Contrato de Trabajo Comentada" , Ediciones Contabilidad Moderna, 1987, T.
1, Cap. II, III, IV, V, VI y VII.
SARDEGNA, MIGUEL,"Ley de Contrato de Trabajo", Ed. Universidad, 1985.
SARDEGNA, MIGUEL,"El contrato de trabajo y el empleo público", L.T. XXIX, p.
1.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO,"La presunción del artículo 23 de la L.C.T.", T. y
S.S., 1980, p. 501.

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CAPITULO VIII
LAS MODALIDADES CONTRACTUALES EN
LA L.C.T. Y LAS REFORMA LEGISLATIVAS
8.1. El tiempo en el contrato de trabajo.- 8.2. Principio general: indeterminación del plazo
del contrato de trabajo. - 8.3. El período de prueba. - 8.3.1. El art. 92 bis de la L.C.T. - 8.3.2.
Derechos y obligaciones durante el período de prueba. - 8.4. El contrato de trabajo a
tiempo parcial. - 8.4.1. Concepto. - 8.4.2. Efectos. - 8.5. El contrato de trabajo a plazo fijo. -
8.5.1. Finalidad y caracteres. - 8.5.2. Preaviso, ruptura y finalización del contrato. - 8.6. El
contrato de trabajo de temporada. - 8.6.1. Definición. Caracteres. - 8.6.2. Clasificación. -
8.6.3. Consecuencias en caso de despido en las distintas etapas del contrato. - 8.6.4
Reincorporación de trabajadores al comienzo de la temporada - 8.7.2. Extinción. Efectos. -
8.8. El contrato de trabajo por equipos. - 8.8.1. Definición. Características. - 8.8.2. Delegado
o jefe de equipo: sus facultades. - 8.8.3. Derechos y obligaciones de las partes. - 8.9. El
contrato de aprendizaje y las modificaciones en su regulación a partir de los cambios
legislativos. - 8.10. Las pasantías. - 8.10.1 Régimen legal. Antecedentes y caracterización. -
8.10.2. Objetivos. - 8.10.3. Instrumentación: convenio de pasantía. - 8.10.4. Plazo y carga
horaria. - 8.10.5, Asignación estímulo. - 8.10.6. El fraude laboral. - 8.10.7. Superposición de
regímenes: el contrato de aprendizaje y el capítulo VIII de la L.C.T. sobre formación de los
trabajadores. - 8.11. Becarios. - 8.12. Guía de análisis. - Bibliografía.

8.1. EL TIEMPO EN EL CONTRATO DE TRABAJO


El contrato de trabajo supone prestaciones sucesivas que varían según sea la naturaleza de la
actividad de que se trate y la organización de la empresa.
Siempre es necesario un mínimo de tiempo trabajado para que se configure un contrato de
trabajo. Como se explicó, las prestaciones fugaces son extrañas a todo contrato de tracto sucesivo.
El tiempo tiene relación con las modalidades del contrato y con la estabilidad en el empleo. Este
capítulo está dedicado a esas modalidades o formas especiales que el contrato de trabajo asume y
que están referidas a la duración y discontinuidad de las prestaciones.
Las contrataciones vigentes son: contrato por tiempo indeterminado, contrato a plazo fijo (art.
90L.C.T.), contrato de temporada (art. 96L.C.T.), contrato eventual (art. 99L.C.T.), contrato a tiempo
parcial (art. 2L.C.T.) y contrato de aprendizaje (contratos laborales - ley 25.013) y pasantías (Ley
26.427 - contrato no laboral).

8.2. PRINCIPIO GENERAL: INDETERMINACION DEL PLAZO

DEL CONTRATO DE TRABAJO


El principio general sobre la duración del contrato se encuentra plasmado en el artículo 90 de la
L.C.T., que determina: "el contrato de trabajo se entenderá celebrado por tiempo indeterminado,
salvo que su término resulte de las siguientes circunstancias:
a) que se haya fijado en forma expresa y por escrito el tiempo de su duración;
b) que las modalidades de las tareas o de la actividad, razonablemente apreciadas, así lo
justifiquen.

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La formalización de contratos por plazo determinado en forma sucesiva, que exceda de las
exigencias previstas en el apartado b) de este artículo, convierte al contrato en uno por tiempo
indeterminado''.
La ley consagra así el principio de que el contrato de trabajo es por tiempo indeterminado, de
duración indefinida, es decir que debería subsistir en tanto no se dé una causa que lo impida, pues
a actividades permanentes, normales y específicas corresponden contratos permanentes; pero el
ordenamiento legal también prevé que existan trabajos periódicos permanentes, a los que
corresponden contratos de temporada, y a las necesidades eventuales de la empresa,
corresponden contratos eventuales. En síntesis, la contratación no responde a la voluntad de las
partes, sino que su modalidad es impuesta por las necesidades de la empresa.
A su vez, mediante numerosas disposiciones, la L.C.T. protege el principio general de
indeterminación del plazo:
l En caso de duda, debe estarse por la continuidad del contrato (art. 10).
l Continúa el contrato a pesar de interrupciones, por ejemplo, en casos de enfermedad, desempeño
de cargos electivos, etc. (arts. 208, 215).
l El contrato de trabajo se presume celebrado por tiempo indeterminado; el empleador es quien
debe probar en contrario (arts. 91 y 92).
El artículo 91 indica que el contrato de trabajo por tiempo indeterminado dura hasta que el
trabajador se encuentre en condiciones de gozar de los beneficios que le asignan los regímenes de
seguridad social, por límites de edad y años de servicio, salvo que se configuren algunas de las
causales de extinción previstas en la ley.
Esta disposición se relaciona con el principio de estabilidad en el empleo pues lo que la L.C.T.
intenta es establecer una línea continua entre el lapso activo o de duración del contrato y el ingreso
en la pasividad, protegiendo al trabajador contra el despido arbitrario, conforme lo dispuesto por
el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Cabe recordar que el sistema de estabilidad impropia
elegido por el legislador implica que se admite la eficacia del despido dispuesto por el empleador
(el despido arbitrario es un acto ilícito pero eficaz), aunque no haya una causa justificada, pero
imponiendo en este caso una carga indemnizatoria para el empresari o; no se estableció ni el
derecho a la reinstalación en el puesto para el trabajador injustamente despedido, ni la ineficacia
del acto rescisorio del empleador, salvo para los representantes gremiales (arts. 242 y 245 de la
L.C.T.).
El trabajo estable, continuo, debidamente garantizado, implica seguridad para el trabajador, que
ve protegida su subsistencia y su medio de vida mediante el pago del salario; conlleva seguridad a
la empresa, que incorpora trabajadores que se califican en un sistema productivo y se
compenetran del quehacer empresario; y significa seguridad para el sindicato, que tiene facilitada
la acción gremial y mayor poder de convocatoria.
Reitero que el contrato por tiempo determinado es una excepción al principio general según el
cual los contratos están hechos para durar.
Con relación a los requisitos del artículo 90 para los contratos por tiempo determinado, destaco
que éstos son acumulativos y no alternativos, es decirque el contrato debe celebrarse por escrito y
debe tener una causa objetiva fundada en las modalidades de las tareas o de la actividad de que
se trate.
El artículo 92 de la L.C.T. pone en cabeza del empleador que invoque la existencia de un
contrato por tiempo determinado, la carga de la prueba. Pero, en realidad, la carga de la prueba
está a cargo de quien invoca el contrato a plazo determinado, ya que el trabajador, en ciertas
circunstancias, podría tener interés en invocar el contrato a plazo fijo, por ejemplo, si de ello
resultara una indemnización por despido mayor que la establecida para el contrato por tiempo
indeterminado.

8.3. EL PERIODO DE PRUEBA

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8.3.1. El artículo 92 bis de la L.C.T.


La ley 24.465 incorporó el período de prueba en el régimen general del contrato de trabajo,
incluyendo el artículo 92 bis en la L.C.T. Con anterioridad a esta ley, sólo algunos estatutos
especiales preveían la existencia de un período de prueba, con distintos efectos (encargados de
casas de renta, periodistas profesionales, servicio doméstico). La redacción del artículo fue
modificada con posterioridad por la ley 25.013. En la actualidad rige el texto que le dio la ley
25.877.
La incorporación del período de prueba fue muy criticada por la doctrina, por cuanto ha sido
tradicionalmente rechazado por nuestra legislación laboral.
La finalidad de su inclusión debería estar relacionada con la posibilidad del empleador de
observar las aptitudes y destrezas del trabajador para cubrir el puesto de trabajo; pero tiene por
principal efecto que durante su curso las partes puedan extinguir el contrato sin expresión de causa
y sin derecho a indemnización alguna originada en dicha extinción.
La norma indicada establece:
"El contrato de trabajo por tiempo indeterminado, a excepción del contrato de trabajo
caracterizado en el artículo 96 de la ley de contrato de trabajo 20.744 , se entiende celebrado a
prueba durante los primeros 3 (tres) meses de vigencia. Cualquiera de las partes podrá extinguir la
relación durante ese lapso sin expresión de causa, sin derecho a indemnización con motivo de la
extinción, pero con la obligación de preavisar según lo establecido en los artículos 231 y 232.
El período de prueba se regirá por las siguientes reglas:
1. Un empleador no puede contratar a un mismo trabajador, más de una vez, utilizando el período
de prueba. De hacerlo se considerará de pleno derecho, que el empleador ha renunciado al
período de prueba.
2. El uso abusivo del período de prueba con el objeto de evitar la efectivización de trabajadores
será pasible de las sanciones previstas en los regímenes sobre infracciones a las leyes de
trabajo. En especial se considerará abusiva la conducta del empleador que contratare
sucesivamente distintos trabajadores para un mismo puesto de trabajo de naturaleza
permanente.
3. El empleador debe registrar al trabajador que comienza su relación laboral por el período de
prueba. Caso contrario, sin perjuicio de las consecuencias que se deriven de ese
incumplimiento, se entenderá de pleno derecho que ha renunciado a dicho período.
4. Durante el período de prueba las partes tienen los derechos y obligaciones propias de la relación
laboral, con las excepciones que se establecen en este artículo. Tal reconocimiento respecto del
trabajador incluye los derechos sindicales.
5. Las partes estan obligadas al pago de los aportes y contribuciones a la seguridad social.
6. El trabajador tiene derecho durante el período de prueba a las prestaciones por accidente o
enfermedad del trabajo. También por accidente o enfermedad inculpable, que perdurará
exclusivamente hasta la finalización del período de prueba si el empleador rescindiere el contrato
de trabajo durante ese lapso. Queda excluida la aplicación de lo prescripto en el cuarto párrafo
del artículo 212.
7. El período de prueba se computará como tiempo de servicio a todos los efectos laborales y de la
seguridad social.
Cualquiera de las partes podrá extinguir la relación durante el período de prueba, sin expresión
de causa y sin derecho a indemnización alguna con motivo de tal extinción. Es decir, que la ruptura
de la relación durante el período de prueba no trae consecuencias indemnizatorias para las partes:
el empleador está eximido del deber de preavisar y en consecuencia de pagar la indemnización
sustitutiva de preaviso y también de abonar la indemnización por despido; el trabajador puede
renunciar en cualquier momento sin necesidad de respetar el plazo de preaviso que establece el
artículo 231, inciso a) de la L.C.T.
El inciso 1) del artículo 92 bis prohíbe que un mismo trabajador pueda ser contratado con
período de prueba, por el mismo empleador, más de una vez. Esta disposición tiende a prevenir el
fraude laboral que podría configurarse "ampliando" el período en cuestión, y se aplica tanto cuando
un trabajador se desvincula de la empresa sin completar el período de prueba, como cuando, ya

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incorporado como efectivo, se aleja para ingresar posteriormente. En este último caso, se entiende
que el período de prueba es innecesario, pues el empresario ya tuvo oportunidad de apreciar las
cualidades y destrezas laborales del trabajador; en cambio, es más discutible en el primer
supuesto, aunque, como señala Etala, parece admisible que, en el reingreso posterior, el trabajador
completara el plazo total que dejó incompleto con anterioridad y sólo esos días sean utilizados por
el empleador como período de prueba.

8.3.2. Derechos y obligaciones durante el período de prueba


Durante el período de prueba el trabajador tendrá los derechos y obligaciones propios de la
categoría o puesto de trabajo que desempeñe, incluidos los derechos sindicales, con las
excepciones que se establecen en el artículo 92 bis que he mencionado. Es decir que son
aplicables, en principio, todas las disposiciones que rigen la relación de trabajo. Cabe destacar que
por aplicación de declaraciones y convenios internacionales, de la ley 23.592, y de los artículos 17
y 81 de la L.C.T. Queda excluida toda práctica discriminatoria también durante este lapso por lo
que en caso de que se efectúen discriminaciones, el trabajador tendrá derecho a reclamar que
cese la discriminación, y a reclamar los daños y perjuicios consiguientes a la medida ilícita
adoptada por el principal.
Reitero que el empleador y el trabajador estarán obligados al pago de los aportes y
contribuciones para la seguridad social (obras sociales, asignaciones familiares, jubilaciones,
I.N.S.S.P. (PAMI) y Fondo Nacional de empleo).
Como el trabajador goza del derecho a percibir las asignaciones familiares y las prestaciones de
la obra social correspondiente, el empleador debe pagar los aportes y contribuciones con tales
destinos que le corresponden, y el trabajador su parte en los aportes a la obra social.
En general toda prestación salarial que se extienda más allá del período de prueba, debido a una
circunstancia sobreviniente a la contratación concluye cuando finaliza el plazo de dicho período
para el caso de que el empleador produzca el distracto con anterioridad. Una situación especial se
presenta en caso de accidentes o enfermedad derivada del trabajo, porque en estos supuestos los
salarios del período de incapacidad temporaria así como la reparación de la incapacidad definitiva
no están ligados al tiempo de duración del contrato y por lo tanto, las disposiciones de la ley
24.557 (ley de riesgos del trabajo) se aplican en su totalidad.
Como dije más arriba, el período de prueba se computará como tiempo de servicio a todos los
efectos laborales y de la seguridad social.

8.4. EL CONTRATO DE TRABAJO A TIEMPO PARCIAL

8.4.1. Concepto
Se encuentra definido en el artículo 92 ter de la L.C.T. Es aquel en virtud del cual el trabajador se
obliga a prestar servicios durante un determinado número de horas al día o a la semana o al mes
inferiores a las dos terceras partes de la jornada habitual de la actividad.
Como se observa, el carácter del contrato se relaciona con la duración de las tareas prestadas
por el trabajador (comparando la jornada habitual diaria, semanal o mensual de la actividad) y se
caracteriza fundamentalmente porque el tiempo de trabajo convenido no puede ser aumentado.
Para que se configure el contrato de trabajo a tiempo parcial, la ley establece, además de que la
prestación de tareas debe ser inferior a la jornada habitual de la actividad, también que el número
de horas trabajadas al día, semana o mes debe ser inferior a las dos terceras partes de esa

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jornada habitual, por lo que una jornada que fuera inferior a la habitual pero superior a las dos
terceras partes, no podría calificarse como de trabajo a tiempo parcial.

8.4.2. Efectos
Respecto de la remuneración del trabajador a tiempo parcial, la ley determina que no puede ser
inferior a la proporcional que le corresponda a un trabajador a tiempo completo, establecida por ley
o convenio colectivo, de la misma categoría o puesto de trabajo [art. 92 ter, inc. 1)]. En este punto
se establece el principio de la proporcionalidad, relacionando el tiempo de duración de las tareas y
la remuneración que fija la ley o el convenio para el trabajador a tiempo completo.
Los trabajadores a tiempo parcial tienen prohibido, como expresé, laborar horas extraordinarias
[art. 92 ter, inc. 2)], salvo el caso del artículo 89 de la L.C.T., que se refiere a las situaciones en que
el dependiente debe prestar ayudas extraordinarias al empleador por peligro grave o inminente
para las personas o para las cosas incorporadas a la empresa. Aclaro que si se trabajan horas
extraordinarias, deben ser pagadas con recargo, pues la prohibición está dirigida al empleador.
La ley establece que las cotizaciones a la seguridad social y las demás que se recaudan con
ésta, se efectuarán en proporción a la remuneración del trabajador y ésta será única aunque el
trabajador tenga otros empleos en relación de dependencia [art. 92 ter, inc. 3)]. En este último
caso, la obra social también será única; queda a elección del trabajador aquella a la que aportará,
que será la que le brindará las prestaciones.
Los convenios colectivos podrán establecer para los trabajadores a tiempo parcial prioridad para
ocupar las vacantes a tiempo completo que se produjeren en la empresa.

8.5. EL CONTRATO DE TRABAJO A PLAZO FIJO

8.5.1. Finalidad y caracteres


Como ya indiqué, el contrato de trabajo a plazo fijo constituye una excepción al principio general
de que el contrato de trabajo se celebra por tiempo indeterminado. El plazo que la ley establece
para este contrato no puede ser mayor de cinco años (art. 93 de la L.C.T.). También dije que este
tipo de contrato debe realizarse por escrito y deben mediar razones objetivas que justifiquen la
duración del contrato, conforme lo prevé el artículo 90 de la ley citada. Esto se relaciona con la
imposibilidad de que la determinación del plazo emane de la voluntad arbitraria del empleador, sino
que debe responder a las necesidades estructurales y objetivas dentro de la empresa, excluyendo
decisiones subjetivas e irrazonables.
La prueba de que el contrato es por tiempo determinado corresponde al empleador (art. 92 de
la L.C.T.) y debe surgir del documento respectivo y de las modalidades de las tareas (art. 90 de la
misma normativa). Si existe una necesidad funcional permanente, no se justificará la contratación a
término, por lo que se tendrá por celebrado un contrato por tiempo indeterminado.

8.5.2. Preaviso, ruptura y finalización del contrato


El artículo 94 de la L.C.T. establece que las partes deberán preavisar la extinción del contrato
con antelación no menor de un mes ni mayor de dos, respecto de la expiración del plazo
convenido, excepto en aquellos casos en que el contrato sea por tiempo determinado y su duración

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sea inferior a un mes. Aquella que lo omitiera, se entenderá que acepta la conversión del mismo
como de plazo indeterminado, salvo acto expreso de renovación de un plazo igual o distinto del
previsto originariamente, y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 90, 2da. parte de esta ley.
El artículo 94 determina un plazo único para ambas partes, a diferencia del artículo 231 de la
L.C.T. que establece plazos distintos para el trabajador y para el empleador; como ya dije, es no
menor de un mes ni mayor de dos y comienza a computarse a partir del día siguiente al de su
notificación, criterio este último, adoptado por el artículo 6° de la ley 25.013 para los contratos de
trabajo por tiempo indeterminado celebrados a partir de su entrada en vigencia, el 3 de octubre de
1998. El fallo Plenario de la C.N.A.T. Nro. 182 del 5/10/72 estableció que no es válido el preaviso
otorgado al concertarse un contrato de trabajo a plazo fijo por cuatro meses, pues se excedería el
plazo otorgado por la ley.
Si se omite el preaviso, se entiende que las partes decidieron convertirlo en un contrato por
tiempo indeterminado, presunción que puede desvirtuarse si mediare acto expreso de renovación
por un plazo igual o distinto al previsto originariamente.
El artículo 95 indica que en los contratos a plazo fijo, el despido injustificado dispuesto antes del
vencimiento del plazo, dará derecho al trabajador, además de las indemnizaciones que
correspondan por extinción del contrato en tales condiciones, a la de daños y perjuicios
provenientes del derecho común, que se fijará en función directa de los que justifique haber sufrido
quien los alegue o los que, a falta de demostración, fije el juez o tribunal prudencialmente, por la
sola ruptura anticipada del contrato (1er. párrafo).
En primer término, la ruptura anticipada y arbitraria del contrato de trabajo a plazo fijo da derecho
al cobro de la indemnización prevista por el artículo 245 de la L.C.T. y por el artículo 7° de la ley
25.013, según el caso. La falta de preaviso no se paga si el plazo faltante es igual o mayor que el
establecido en la L.C.T.
Además, el trabajador tiene derecho a percibir la indemnización de los daños y perjuicios que
resultan del incumplimiento contractual, según las prescripciones de la ley civil. El artículo dispone
que la indemnización debe ser fijada en función directa de los daños y perjuicios que justifique
haber sufrido quien los alegue o los que a falta de demostración fije el juez o tribunal.
Generalmente consisten en los salarios dejados de percibir por el trabajador hasta la finalización
del plazo fijado originariamente por las partes. Pero también se podrá fijar una suma mayor, por
ejemplo si el dependiente acredita gastos de traslado realizados con motivo de la celebración del
contrato.
La indemnización por falta de preaviso se dará, como lo he dicho, en función del término que
falta para la expiración del contrato.
Nada obsta a la extinción del contrato a plazo fijo dispuesta por el empleador con justa causa. En
este caso, la disolución se produce en forma inmediata, sin dar preaviso y sin derecho a
indemnización alguna para el trabajador.
El segundo párrafo del artículo 95 prevé el caso en que el contrato a plazo fijo se cumple
íntegramente y se otorgó el preaviso correspondiente, en cuyo caso el trabajador es acreedor a la
indemnización reducida que prevé el artículo 247 de la L.C.T, siempre que la duración del contrato
no haya sido inferior a un año. Se trata de una compensación por el tiempo de servicio. Si la
duración del contrato fue inferior a un año, no corresponde indemnización alguna.

8.6. EL CONTRATO DE TRABAJO DE TEMPORADA

8.6.1. Definición. Caracteres


El artículo 96 de la L.C.T. dispone: "habrá contrato de trabajo de temporada cuando la relación
entre las partes, originada por actividades propias del giro normal de la empresa o explotación, se

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cumpla en determinadas épocas del año solamente y esté sujeta a repetirse en cada ciclo en razón
de la naturaleza de la actividad".
Este contrato es por tiempo indeterminado, aun cuando las prestaciones sean discontinuas (no
continuas). Por consiguiente, existen en el contrato períodos "de actividad" y períodos "de receso",
que están sujetos a repetirse en cada ciclo en razón de la naturaleza de la actividad, y no por la
voluntad de las partes. La relación de trabajo de temporada se origina en necesidades
permanentes de la empresa, lo que impone que el cumplimiento de la prestación de trabajo que es
objeto del contrato esté sujeto a repetirse en dada ciclo. Por ello, este carácter permanente excluye
la extinción al finalizar cada temporada de prestación de servicios, ya que se mantiene latente y
dispuesto a reiniciarse al comienzo de la nueva temporada.
En el contrato de trabajo de temporada, como se dijo, hay ciclos de actividad y períodos de
receso. Durante el período de actividad, el contrato se desenvuelve plenamente, mientras que
durante el receso cesan los deberes de cumplimiento (el trabajador no presta servicios y el
empleador no paga salarios), en tanto subsisten los deberes de conducta (de lealtad, de buena fe,
etc.). La duración de los períodos de trabajo y de inactividad varían según las características de la
actividad de que se trate.

8.6.2. Clasificación
Los trabajos de temporada se clasifican en: a) típicos: son aquellos en los que sólo existe
actividad empresaria en el período de temporada, cesando toda actividad en los períodos de
receso, como por ejemplo en la zafra, la vendimia; b) atípicos: la actividad empresaria se mantiene
continua durante todo el año, pero crece excepcionalmente en algunas épocas, en las que existen
"picos" de actividad, por ejemplo la venta de gaseosas, de helados, hotelería, etc. Esta mayor
demanda temporal exige trabajadores para atenderla, con lo que coexiste el plantel permanente
continuo de dependientes que laboran durante todo el año y aquellos que sólo se incorporan
durante "la temporada".
En los contratos típicos, es claro que la duración del período de trabajo efectivo puede variar
conforme a las características de la explotación o actividad, lo que no modifica el carácter de la
modalidad contractual. En cambio, en los contratos de temporada realizados en establecimientos
cuya actividad es continua, puede darse el caso de que se haya convenido un plazo para la
finalización de las tareas y un aviso previo a la terminación de la temporada, en cuyo caso, si se lo
cursa con posterioridad al vencimiento, el contrato se convierte en uno de carácter permanente
continuo. Si, en cambio, no se convino el aviso previo a la terminación de la temporada, la
prolongación del período de actividad no implica la modificación del carácter de la contratación, es
decir que el contrato seguirá siendo de temporada, salvo que el análisis de las circunstancias o
necesidades objetivas de la prestación de tareas, lleven a concluir que éstas no son compatibles
con la modalidad en estudio, por lo que el contrato se convertirá en uno de carácter permanente
continuo.
Atento las particularidades de este tipo de contrato de trabajo, estos dependientes gozan de un
período anual de vacaciones al concluir cada ciclo de trabajo, cuya extensión se gradúa de
acuerdo al artículo 153 de la L.C.T., es decir, en proporción a un día de descanso por cada veinte
trabajados efectivamente (art. 163).

8.6.3. Consecuencias en caso de despido en las distintas etapas del contrato


El artículo 97 de la L.C.T. establece que el despido sin causa del trabajador, pendiente los plazos
previstos o previsibles del ciclo o temporada en los que estuviere prestando servicios, dará lugar al
pago de los resarcimientos establecidos en el artículo 95, 1er. párrafo de la L.C.T.
En caso de despido sin causa, durante la temporada, el empleador debe pagar la indemnización
del artículo 245 de la L.C.T., considerando el tiempo de trabajo efectivo prestado en las temporadas

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ya trabajadas para determinar la antigüedad y además resarcir al trabajador por el tiempo faltante
para completar esa temporada.
Además, el artículo 97 determina que el trabajador adquiere los derechos que la ley asigna a los
trabajadores permanentes de prestación continua, a partir de su contratación en la primera
temporada, si ello respondiera a necesidades también permanentes de la empresa o explotación
ejercida, con la modalidad prevista en este capítulo. Esto se relaciona con lo dispuesto por el
artículo 18 de la L.C.T., que considera tiempo de servicio al efectivamente trabajado desde el
comienzo de la vinculación, por lo que, a estos efectos, sólo se considera el tiempo de trabajo
efectivo y no los períodos de receso. Esta solución legal es igual a la que había adoptado el Fallo
Plenario Nro. 50, del 13/5/59, en autos "Bonanata Gorizia, Emma Nestlé S.A.", en el que se decidió
que "en el trabajo a temporada, a los efectos de establecer el monto de las indemnizaciones
derivadas del despido, se computa como antigüedad el tiempo trabajado durante los períodos de
actividad de la explotación".

8.6.4 Reincorporación de trabajadores al comienzo de la temporada


El artículo 98, reformado por el artículo 67 de la ley 24.013, se refiere a la conducta de las partes
previa al reinicio del trabajo. Dice: "con una antelación no menor a treinta días respecto del inicio
de cada temporada, el empleador deberá notificar en forma personal o por medios públicos
idóneos a los trabajadores de su voluntad de reiterar la relación o contrato en los términos del ciclo
anterior. El trabajador deberá manifestar su decisión de continuar o no la relación laboral en un
plazo de cinco días de notificado, sea por escrito o presentándose ante el empleador. En caso de
que el empleador no cursara la notificación a que se hace referencia en el párrafo anterior, se
considerará que rescinde unilateralmente el contrato y, por lo tanto, responderá por las
consecuencias de la extinción del mismo".
Por medios públicos debe entenderse aquellos medios de comunicación aptos para producir en
los destinatarios de los mensajes el efectivo conocimiento de su contenido, como por ejemplo los
mensajes radiales y televisivos o la publicación en los diarios del lugar.
El trabajador debe manifestar al empleador su decisión de continuar o no la relación, dentro de
los cinco días contados desde la recepción de la notificación del empleador. En caso de no hacerlo,
el empleador sólo puede disolver el vínculo previa intimación para que se reintegre al puesto, de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 244 de la L.C.T., pues el solo silencio del trabajador no
puede entenderse como presunción de su renuncia al empleo (art. 58 de la L.C.T.).

8.7. EL CONTRATO DE TRABAJO EVENTUAL

8.7.1. Caracterización. Causas que lo justifican


El texto actual del artículo 99 de la L.C.T. dice: "cualquiera sea su denominación, se considerará
que media contrato de trabajo eventual cuando la actividad del trabajador se ejerce bajo la
dependencia de un empleador para la satisfacción de resultados concretos, tenidos en vista por
éste, en relación a servicios extraordinarios determinados de antemano, o exigencias
extraordinarias y transitoriasde la empresa, explotación o establecimiento, toda vez que no pueda
preverse un plazo cierto para la finalización del contrato. Se entenderá además que media tal tipo
de relación cuando el vínculo comienza y termina con la realización de la obra, la ejecución del
acto o la prestación del servicio para el que fue contratado el trabajador. El empleador que
pretenda que el contrato inviste esta modalidad, tendrá a su cargo la prueba de su aseveración".

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La redacción originaria fue sustituida por el artículo 68 de la ley de empleo, que reemplazó el
artículo 99 por la transcripta precedentemente. Además, los artículos 69 a 74 de la citada ley
regulan aspectos de este tipo de contratación que seguidamente se detallarán.
Este contrato, como el de plazo fijo, es por tiempo determinado y debe celebrarse por escrito. En
aquél, el plazo es cierto (por ejemplo se contrata al trabajador hasta el 30 de marzo de 2000), en
cambio en el contrato eventual es incierto (por ejemplo, para una demanda extraordinaria de
trabajo originada en un pedido de un cliente), pero fundamentalmente, no tiene perspectivas de
continuar.
El contrato de trabajo eventual también es, al igual que el de plazo fijo, una excepción al principio
general de indeterminación del plazo establecido en el artículo 90 de la L.C.T. Por eso, en caso de
duda debe estarse por la continuidad del contrato (art. 10 de la L.C.T.). Son tareas eventuales
aquellas en las que no se dan lógicas expectativas de perdurabilidad y se cumplen con motivo de
una necesidad transitoria de la empresa.
La posibilidad de celebrar este contrato no depende de la voluntad de las partes, sino que
siempre debe encontrar justificación en una causa objetiva que lo fundamente. Destaco en este
punto que "a necesidades permanentes, corresponden trabajadores permanentes; a necesidades
transitorias o excepcionales, corresponden contratos de trabajo eventuales".
La ley impone numerosas formalidades para la celebración del contrato eventual: que se
instrumente por escrito con entrega de copias al trabajador y a la asociación sindical que lo
represente, dentro de los treinta días de celebrado (art. 31 de la L.E.); que se indique en el contrato
el nombre del trabajador reemplazado, cuando la causa de la contratación sea la sustitución de un
trabajador en los casos que la ley autoriza (art. 69 de la L.E.); cuando el contrato tiene por objeto
atender necesidades extraordinarias del mercado, en el contrato deberá consignarse con precisión
y claridad la causa que lo justifique [art. 72, inc. a) de la L.E.)].
La prueba sobre la existencia de un contrato de trabajo eventual, que el artículo 99 pone en
cabeza del empleador, debe ser estricta, toda vez que se trata de una situación de excepción. Esta
solución coincide con lo dispuesto por el artículo 92 de la L.C.T. en cuanto establece que la carga
de que el contrato es por tiempo determinado corresponde al empleador.
El inciso b) del artículo 72 de la L.E. dispone que la causa que da origen al contrato eventual
destinado a atender exigencias del mercado no podrá exceder de seis meses por año y hasta un
máximo de un año en un período de tres años. Si bien la ley no lo expresa, se entiende que en
caso de excederse tales plazos, el contrato se considera permanente.
El contrato de trabajo eventual puede convertirse en uno por tiempo indeterminado cuando se
prolonga la relación no obstante haber cesado las causas que justificaban la contratación de tal
carácter. El artículo 69, 2do. párrafo de la L.E. dice que si al reincorporarse el trabajador
reemplazado transitoriamente por gozar de licencias legales o convencionales o por tener derecho
a reserva del puesto por un plazo incierto, el trabajador contratado bajo la modalidad eventual
continuare prestando servicios, el contrato se convertirá en uno por tiempo indeterminado; igual
consecuencia tendrá la continuación en la prestación de servicios una vez vencido el plazo de
licencia o de reserva del trabajador reemplazado. A esta misma conclusión cabe arribar, aunque la
ley nada diga al respecto, si la relación que nació para atender exigencias extraordinarias del
mercado, continúa una vez satisfechas esas exigencias.

8.7.2. Extinción. Efectos


El contrato de trabajo eventual se extingue por terminación de la tarea, obra o servicio que
motivó la contratación o por la satisfacción de la necesidad extraordinaria y transitoria que le dio
origen. En este supuesto, el empleador está eximido del deber de preavisar y de abonar
indemnización alguna al trabajador (arts. 73 y 74 de la L.E.). Puede darse el caso de que la
relación no culmine por los motivos mencionados y finalice antes. Si la rescisión anticipada
obedece a justa causa, no hay obligación de indemnizar por parte del empleador; en cambio, si el
empleador decide dar por terminada la relación sin justa causa, el trabajador, por excepción, tiene
derecho a una indemnización por daños y perjuicios que debe ser fijada prudencialmente por el

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juez, por cuanto, como lo indican Fernández Madrid y, con alguna variante, Guibourg, el trabajador
eventual tiene una expectativa lógica de perdurabilidad en su empleo, aun dentro de la precariedad
de su situación. Se aplica la solución que el artículo 95 de la L.C.T. prevé para los contratos a plazo
fijo.
El artículo 100 de la L.C.T. dispone que los beneficios provenientes de esta ley se aplicarán a los
trabajadores eventuales, en tanto resulten compatibles con la índole de la relación y reúnan los
requisitos a que se condiciona la adquisición del derecho a los mismos. Es decir que estos
trabajadores gozan de los derechos laborales que no sean incompatibles con la naturaleza
eventual de la contratación, como por ejemplo les son aplicables las normas sobre jornada,
descansos, licencias, salud y seguridad, riesgos del trabajo, salario mínimo, remuneración,
asignaciones familiares, etc.

8.8. EL CONTRATO DE TRABAJO POR EQUIPOS

8.8.1. Definición. Características


El artículo 101 de la L.C.T. define este contrato como aquel que se celebra por un empleador con
un grupo de trabajadores que, actuando por intermedio de un delegado o representante, se obligue
a la prestación de servicios propios de la actividad de aquél. Indica que el empleador tendrá
respecto de cada uno de los integrantes del grupo, individualmente, los mismos deberes y
obligaciones previstos en esta ley, con las limitaciones que resulten de la modalidad de las tareas a
efectuarse y la conformación del grupo. Es decir que en este contrato existe una pluralidad de
sujetos pasivos, vinculados a la empresa a través de un representante o jefe de equipo. Sin
embargo, debe considerarse comprendido entre aquellos que se celebran "intuitu personae", es
decir que se tiene especialmente en consideración la persona del otro contratante, la prestación del
trabajador es personalísima, y el contrato se extingue por muerte del dependiente. La ley trata una
modalidad de trabajo que es llevada a cabo por un grupo de trabajadores, las modalidades de las
tareas o de la actividad deben ser razonablemente apreciadas para justificar esta forma de
contratación. En conclusión, es un contrato que, en los aspectos esenciales, no difiere de los
contratos en general: cada uno de los trabajadores es dependiente directo del principal,
destacándose algunas modalidades en cuanto a la forma de distribución de la remuneración y a
ciertos derechos que se le otorgan al representante del grupo.
Si bien el empleador se vincula con el grupo por intermedio del jefe de equipo, el contrato de
trabajo no se configura con el grupo, por cuanto no reviste el carácter de persona jurídica o ideal,
sino que el empresario se vin cula con cada uno de los miembros que lo integran, quienes son
sujetos del contrato de trabajo.
Este tipo de contratación no debe confundirse con el trabajo por equipo contemplado en la ley
11.544, pues en este último caso se trata de trabajadores que comienzan y terminan el trabajo a la
misma hora y realizan una labor en conjunto; el equipo qué prevé la ley 11.544 es una división del
trabajo en la empresa mientras que el trabajo en equipo —que estoy analizando— implica una
modalidad en la contratación del vínculo laboral: uno contrata en nombre de todos.
Contrato de trabajo por equipo es, por ejemplo, el de una orquesta que se compone de un
director y de varios músicos que tocan distintos instrumentos.

8.8.2. Delegado o jefe de equipo: sus facultades


El jefe de equipo tiene a su cargo diversas facultades:

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a) Designar a las personas que lo van a integrar, salvo que por la índole de las prestaciones resulte
indispensable la determinación anticipada de los mismos (art. 47 de la L.C.T.).
b) Elegir al reemplazante de quien deja el grupo.
c) Requerir al empleador la aceptación del nuevo trabajador, cuando ello resultare indispensable en
razón de la modalidad de las tareas a efectuarse y a las calidades personales exigidas en la
integración del grupo (art. 101, 2do. párrafo, L.C.T.).
d) Acordar con el empresario la remuneración.
e) Acordar con los integrantes del equipo su distribución.

8.8.3. Derechos y obligaciones de las partes


Cuando las personas que integran el grupo ya están designadas, adquieren los derechos y
asumen las obligaciones propias de un contrato de trabajo, por cuanto existe una relación directa
con el empleador. Entre las obligaciones, cito los deberes de diligencia y colaboración, deber de
fidelidad, cumplimiento de órdenes e instrucciones.
Fernández Madrid aclara que el incumplimiento de alguno de los integrantes del grupo no es
causal suficiente para considerar que hay incumplimiento contractual y posibilidad de despido de
todos los integrantes del grupo, porque el contrato debe considerarse modalizado en los términos
limitados que establece el artículo 101 de la L.C.T. Los trabajadores no son acreedores conjuntos
de una obligación de las llamadas mancomunadas; cabe recordar que el Derecho del Trabajo se
rige por reglas propias que dan solución propia a los supuestos contractuales.
El artículo 101 continúa diciendo que si el salario fuese pactado en forma colectiva, los
componentes del grupo tendrán derecho a la participación que les corresponda según su
contribución al resultado del trabajo. Si un trabajador dejase el grupo o equipo, tendrá derecho a la
liquidación de la participación que le corresponda en el trabajo ya realizado.
El salario de los integrantes del grupo puede pactarse en forma individual o colectiva. Si se pacta
de esta última forma, el salario individual debe igualmente ser abonado en forma personal y directa
por el empleador a cada trabajador (arts. 74, 124, 129 de la L.C.T.). El representante o delegado
sólo fija las bases de distribución entre los integrantes del grupo, pero no es un representante
legítimo para recibir el pago de los demás integrantes. Si de todas formas percibiere el pago
común, el empleador deberá adoptar las medidas necesarias para asegurar la efectiva percepción
y distribución del salario entre los integrantes del grupo.
La norma agrega que los trabajadores incorporados por el empleador para colaborar con el
grupo o equipo, no participarán del salario común y correrán por cuenta de aquél (art. 101, último
párrafo).

8.9. EL CONTRATO DE APRENDIZAJE

Y LAS MODIFICACIONES EN SU

REGULACION A PARTIR DE LOS

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CAMBIOS LEGISLATIVOS
La normativa instituida por el artículo 1º de la ley 25.013 que derogó las normas de la ley
24.465 estableció que el contrato debe cumplir una finalidad teórico-práctica y que se celebra entre
un empleador y un joven sin empleo de entre dieciséis y veintiocho años. Debe instrumentarse por
escrito, y tiene una duración mínima de tres meses y una máxima de un año. Vencido el plazo, no
podrá celebrarse un nuevo contrato de aprendizaje con el mismo aprendiz.
El número total de aprendices no puede superar el 10% de los contratados por tiempo
indeterminado en el establecimiento de que se trate. Cuando ese total no supere los diez
trabajadores, será admitido un aprendiz. El empresario que no tiene empleados en relación de
dependencia, puede contratar un aprendiz.
La jornada no puede superar las cuarenta horas semanales, incluidas las correspondientes a la
formación teórica.
Respecto del preaviso, la norma establece que el empleador debe preavisar con treinta días de
anticipación la terminación del contrato o abonar una indemnización sustitutiva de medio mes de
sueldo. Si el contrato se extingue por cumplimiento del plazo pactado, el empleador no está
obligado al pago de indemnización alguna.
En caso de que el empleador incumpla sus obligaciones, el contrato de aprendizaje se convertirá
en un contrato por tiempo indeterminado.
A la finalización del contrato, el empleador debe entregar al aprendiz un certificado que acredite
la experiencia o especialidad adquirida.
Las cooperativas de trabajo y las empresas de servicios eventuales no podrán hacer uso de este
contrato.

8.10. LAS PASANTIAS

8.10.1. Régimen legal. Antecedentes y caracterización


Las pasantías están reguladas por la ley 26.427, que fue reglamentada por la resolución
conjunta de los Ministerios de Trabajo, Empleo y Seguridad Social y de Educación 825/2009 y
338/2009.
Según la definición legal, la pasantía es la extensión orgánica del sistema educativo. En este
sentido la pasantía es "el conjunto de actividades formativas que realizan los estudiantes en
empresas y organismos públicos, o empresas privadas con personería jurídica, sustantivamente
relacionado con la propuesta curricular de los estudios cursados en unidades educativas, que se
reconoce como experiencia de alto valor pedagógico, sin carácter obligatorio, sino que establece
numerosas directivas destinadas a otorgarle un carácter eminentemente educativo a esa
situación". Si no se cumple dicho requisito debe considerarse que la relación trabada con la
institución o empresa no es una pasantía y queda enmarcada dentro del régimen laboral común.

8.10.2. Objetivos
Los objetivos del sistema de pasantías educativas son lograr que los pasantes:
a) Profundicen la valoración del trabajo como elemento indispensable y dignificador para la vida,
desde una concepción cultural y no meramente utilitaria;

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b) Realicen prácticas complementarias a su formación académica, que enriquezcan la propuesta


curricular de los estudios que cursan;
c) Incorporen saberes, habilidades y actitudes vinculados a situaciones reales del mundo del
trabajo;
d) Adquieran conocimientos que contribuyan a mejorar sus posibilidades de inserción en el ámbito
laboral;
e) Aumenten el conocimiento y manejo de tecnologías vigentes;
f) Cuenten con herramientas que contribuyan a una correcta elección u orientación profesional
futura;
g) Se beneficien con el mejoramiento de la propuesta formativa, a partir del vínculo entre las
instituciones educativas y los organismos y empresas que forman parte del sistema;
h) Progresen en el proceso de orientación respecto de los posibles campos específicos de
desempeño laboral.

8.10.3. Instrumentación: Convenio de pasantía


Las pasantías se instrumentan:
a) Por un convenio de pasantía entre las instituciones, el que debe contemplar los objetivos
pedagógicos, los derechos y obligaciones de las entidades receptoras de los pasantes y de las
instituciones u organismos educativos, el perfil de los pasantes, la cantidad y duración de las
pasantías propuestas, régimen de asistencia y licencias por enfermedad y accidente para los
pasantes, régimen de la cobertura médica de emergencias a cargo de la empresa y
organización, y entidad que atenderá los compromisos derivados de la ley 24.557 de riesgos del
trabajo.
b) Un acuerdo individual con el pasante que deberá establecer los derechos y obligaciones de las
partes, la duración, horario y sede de realización, monto, fecha y lugar de pago de la asignación
estímulo, enumeración de las tareas del pasante, régimen de asistencia, licencia por enfermedad
y accidentes.

8.10.4. Plazo y carga horaria


La pasantía debe tener un plazo mínimo de dos meses, y plazo máximo de doce meses
prorrogables por seis meses más.
La carga horaria es como máximo de 20 horas semanales (cuatro horas diarias).

8.10.5. Asignación estímulo


La asignación estímulo, que es lo que recibe el pasante por las tareas que realiza, no es
considerada salario como se ha establecido en todos los regímenes de pasantías desde el
desafortunado decreto 340/92. No obstante se señala que no debe ser inferior al salario básico del
convenio colectivo aplicable a la empresa, lo que es terminología y contenido propios de las
relaciones laborales y especialmente establecidos para los contratos a tiempo parcial (art. 92
terL.C.T.)
También se establece que esta asignación debe ser proporcional a la carga horaria de la
pasantía , y se prohíbe que se descuenten al pasante los gastos administrativos correspondientes
a la implementación de las pasantías educativas.

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8.10.6. El fraude laboral


Reitero que para que la relación tenga carácter educativo se deben acreditar los siguientes
extremos:
1. La existencia de un proyecto pedagógico integral de pasantías a nivel institucional.
2. La firma de un convenio entre la institución y el organismo educativo, celebrado con acuerdo a
las normas de la ley, y la notificación a la autoridad educativa jurisdiccional.
3. La suscripción de un convenio individual de pasantía con el estudiante con todos los requisitos
previstos en la ley.
4. La condición de alumno de una institución educativa de las previstas en el artículo 1º de la ley, y
además el mantenimiento de esa condición por parte del pasante.
5. El cumplimiento de los plazos previstos en la ley y en el convenio suscripto entre la institución
educativa y la empresa u organismo, según cual fuere menor.
6. El respeto a la jornada máxima prevista en la ley o en el convenio según cual fuere menor.
7. La observancia de las normas previstas en los programas específicos elaborados por la
institución educativa.
8. La existencia de un mecanismo conjunto de control y evaluación de la experiencia.
9. La elaboración del informe individual acerca de la actuación de cada pasante y su remisión a la
unidad educativa dentro de los treinta días posteriores a la finalización de cada pasantía.
10. Se prohíbe utilizar la pasantía para cubrir vacantes o creación de empleo nuevo ni para
reemplazar al personal de las empresas y organismos públicos o privados. Si luego de la
pasantía educativa se contrata a la persona por tiempo indeterminado, no se puede hacer uso
del período de prueba del artículo 92 bis de la L.C.T.
11. Cumplimiento del cupo máximo de pasantes que establezca la reglamentación.
Así, para desechar la existencia de un contrato de trabajo debe exigirse el cumplimiento riguroso
de cada uno de esos extremos.
Como en todos los regímenes anteriores (decreto 340/92,decreto 157/94,decreto 151/94,decreto
93/95,ley 25.013,decreto 1227/01,ley 25.165, decreto de necesidad y urgencia 487/00 y decreto
428/00 ) el artículo 12 de la ley 26.427 precisa que "... las pasantías educativas no originan ningún
tipo de relación laboral entre el pasante y la empresa u organización en las que éstas se
desarrollan...". Pero se aclara, como no podía ser de otra manera, que esta figura no podrá ser
utilizada para cubrir vacantes o creación de empleo nuevo ni para reemplazar al personal de las
empresas y organismos públicos o privados, lo que constituye una norma preventiva del fraude.
En la realidad y en mi opinión el pasante es un empleado más, aunque en un intento para evitar
el fraude se disponga que el contrato de pasantía no puede ser utilizado por la empresa u
organismo para sustituir puestos de trabajo existentes en los doce meses anteriores al comienzo
de la pasantía lo cual es contradictorio pues ratifica la idea que he expresado de que el pasante no
es otra cosa que un empleado mas con distinta vestidura. También con la misma intención el
legislador dispuso que si se lo contrata a posteriori por tiempo indeterminado no se puede hacer
uso del período de prueba del artículo 92 bis de la Ley de Contrato de Trabajo. Tampoco se admite
que el pasante pueda ser utilizado para cubrir los francos y otros descansos del personal de la
empresa, lo que debidamente interpretado, indica que el pa sante, potencialmente, está capacitado
para sustituir a empleados faltantes.
Por otro lado una cláusula de la reglamentación prevé que la carga horaria diaria, que no podrá
superar las seis horas con treinta minutos, "...podrá ser libremente distribuida por las partes en los
acuerdos individuales, debiéndose desarrollar de lunes a viernes y en jornada diurna, con la sola
excepción de aquellas actividades que, por sus características, puedan sólo cumplirse los fines de
semana y/o en jornada nocturna, en cuyo caso las entidades deberán solicitar autorización expresa
a la Secretaría de Trabajo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social...". También en lo
que queda expresado resulta que la pasantía ha sido tratada, en definitiva, como un vínculo laboral
que se inserta en la empresa u organismo de acuerdo a sus necesidades pues no me parece
verosímil que para mejorar la calidad académica del pasante, se lo destine a realizar tareas de fin
de semana o tareas nocturnas lo que además supone una cobertura de personal faltante.

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Aclaro que estas prácticas educativas tienen elementos comunes con el contrato de trabajo
porque todos los pasantes efectúan, para su aprendizaje, una actividad consistente en actos que
resultan semejantes a los que realizan los trabajadores en relación de dependencia.
Del examen de la jurisprudencia se desprende que en la inmensa mayoría de los casos se trata
de pasantías irregulares que esconden verdaderos contratos de trabajo. A mi modo de ver se trata
de una institución que es funcional a la desregulación del sistema laboral y favorecedor del fraude
pues contraría la caracterización del contrato como laboral y la naturaleza de sus prestaciones,
pues, por ejemplo, no puede llamarse "asignación estímulo" a lo que es lisa y llanamente un salario
ya que, como ha dicho la Corte Suprema en la causa "Pérez c/Disco" del año 2009, hay que llamar
a las cosas por su nombre.

8.10.7. Superposición de regímenes: el contrato de aprendizaje y el capítulo VIII de la L.C.T.


sobre formación de los trabajadores
En definitiva y en mi opinión, so pretexto de consagrar prácticas educativas se ha dado lugar a
un verdadero contrato de trabajo, cuando ya el contrato de aprendizaje cubría los aspectos
concernientes a la formación de los jóvenes, e incluso cuando la misma Ley de Contrato de Trabajo
en el capítulo VIII sobre la formación profesional (ley 24.576), en artículo no numerados, establece
la obligación del empleador de implementar planes de promoción profesional y de formación en el
trabajo, en condiciones igualitarias de acceso y trato con los demás trabajadores, de acuerdo a las
características de las tareas, a las exigencias de la organización del trabajo, y a los medios que le
provea el empleador para dicha capacitación. No advierto por tanto cual ha sido la necesidad de
crear un sistema patológico, de por sí fraudulento.

8.11. BECARIOS
El sistema de becas no está regulado, y en mi opinión se trata siempre de contratos de trabajo
puros y simples, aunque señalo que la jurisprudencia al respecto es contradictoria pues alguna sala
de la C.N.A.T. le ha reconocido el carácter de contrato atípico no laboral que se desenvuelve al
margen de la legislación del trabajo, salvo en el caso de fraude.

8.12. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál es el principio general que establece la L.C.T. respecto de la duración del contrato de
trabajo?
2) Enuncie los derechos y obligaciones de las partes durante el período de prueba.
3) ¿Cuál es el plazo del período de prueba?
4) Enumere las modalidades previstas por la L.C.T.
5) Defina el contrato de trabajo a tiempo parcial.
6) ¿Cuál es la jornada que se toma en consideración en el contrato de trabajo a tiempo parcial?
7) Enumere las características del contrato de trabajo a plazo fijo.
8) ¿Cuál es la indemnización que establece la L.C.T. para el caso de despido injustificado
dispuesto antes del vencimiento del plazo del contrato a plazo fijo?
9) Concepto de contrato de trabajo de temporada.
10) ¿Qué obligación pesa sobre el empleador a la época de reinicio de la actividad del contrato de
trabajo por temporada?
11) ¿Cuándo se justifica una contratación eventual?
12) ¿Cuándo se convierte el contrato eventual en uno por tiempo indeterminado?

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13) Características del contrato de trabajo por equipo.


14) Las pasantias y su régimen legal.
15) Las becas y su naturaleza jurídica.

BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"El programa de pasantías, la capacitación profesional y el contrato de
trabajo", Ed. Errepar.
CAUBET, AMANDA BEATRIZ , "La ley de empleo y las nuevas modalidades contractuales", Ed.
Errepar.
ETALA, CARLOS ALBERTO,"Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1999, Título III, Cap. I, II, IV y V.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA BEATRIZ, "Leyes Fundamentales del
Trabajo", Ed. La Ley, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 1, Ed. La Ley,
2ª ed., 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de contrato de trabajo comentada", 2009.
GNECCO, LORENZO,"Breve reseña relativa a las nuevas formas de contratación dentro del ámbito
laboral" , T. y S.S., T. 21, p. 561.
GUIBOURG, RICARDO,"El contrato de trabajo eventual", D.T., T. 35, 1975, p. 524.
LÓPEZ, JUSTO; CENTENO, NORBERTO; FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo Comentada", Ediciones Contabilidad Moderna, T. 1, Cap. IX, 1987.
SARDEGNA, MIGUEL A ., "Ley de Contrato de Trabajo", Ed. Universidad, 1985.

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CAPITULO IX
SIMULACIÓN Y FRAUDE LABORAL
9.1. Aspectos generales. - 9.2. El dolo y el incumplimiento contractual. - 9.3. Fraude.
Concepto. - 9.4. Simulación. Concepto. - 9.5. Distinción entre simulación y fraude. - 9.6.
Prevención y represión del fraude. Los dispositivos antifraude de la ley. Nulidades. - 9.7.
Principio de realidad y prueba del contrato. - 9.8. Figuras contractuales no laborales bajo
las cuales se esconde frecuentemente el contrato. - 9.9. Simulación de contrato de
sociedad. El socio-empleado. - 9.10. Las cooperativas de trabajo. - 9.11. Aspectos
generales de la interposición de personas (físicas o jurídicas). - 9.12. Interposición lícita de
terceros (personas físicas o jurídicas). Distintos supuestos. - 9.12.1. Agencias de selección
de personal. - 9.12.2. Empresas de servicios eventuales. - 9.12.2.1. Caracteres. - 9.12.2.2.
Relaciones triangulares. - 9.12.2.3. Normativa vigente. - 9.12.2.4. Responsabilidad
solidaria. - 9.12.2.5. Reglamentación. Disposiciones del decreto 342/92. - 9.13. El
empleado empleador (interposición del empleado). - 9.14. Interposición fraudulenta de
terceros (personas físicas o jurídicas). - 9.15. Contrataciones y subcontrataciones de obras
y servicios: solidaridad. - 9.15.1. Principio general. - 9.15.2. Caracteres de la solidaridad. -
9.15.3. Excepción a la regla. - 9.15.4. Opiniones doctrinarias y jurisprudenciales. - 9.15.5. El
caso: "Rodríguez, Juan R. c/ Compañía Embotelladora Argentina S.A. y otro", C.S.J.N.,
abril 15/1993. - 9.15.6. Recaudos para los contratistas o subcontratistas - 9.15.7. La
solidaridad en las empresas subordinadas o relacionadas. - 9.16. Guía de análisis. -
Bibliografía.

9.1. ASPECTOS GENERALES


La existencia de un importante plexo formado por disposiciones de orden público, origina
derechos y obligaciones de cumplimiento obligatorio para las partes en el contrato (art. 12, L.C.T.) y
en aquellos supuestos en los cuales el empleador viola responsabilidades emanadas del marco
imperativo, genera figuras simuladas y fraudulentas. La simulación y el fraude son la contracara del
orden público laboral.
La sanción que traen aparejada estas conductas es la nulidad, y se sustituyen los actos
simulados o fraudulentos por las normas desplazadas.
El artículo 14 de la L.C.T. se refiere a la simulación y al fraude y dispone que: "será nulo todo
contrato por el cual las partes hayan procedido con simulación o fraude a la ley laboral, sea
aparentando normas contractuales no laborales, interposición de personas o de cualquier otro
medio. En tal caso, la relación quedará regida por esta ley".
Este artículo se refiere al contrato simulado que aparenta normas contractuales no laborales (Ej.:
contratos de empresa, locaciones, trabajo autónomo, etc.) y a la contratación en la cual se intenta
desviar la responsabilidad a través de intermediarios del verdadero empleador. Por lo tanto, deben
considerarse comprendidas en la norma todas aquellas conductas que tengan lugar durante la
celebración, ejecución o extinción del contrato, que sean simuladas o fraudulentas.
El artículo 14 de la L.C.T. debe interpretarse en concordancia con los artículos 7°, 8°, 9°, 12, 13 y
58 de la misma ley que establecen la irrenunciabilidad de las normas legales o de convenio
colectivo o el contrato individual, prevén el principio de la norma más favorable y la sustitución de
pleno derecho de las cláusulas nulas.
Si bien la doctrina realiza diferenciaciones en torno a la simulación y al fraude, el tema que
analizo está vinculado a ciertas conductas evasivas que hacen a la vigencia misma del derecho del
trabajo; por ello, ya sea que las partes adopten conductas simuladas o fraudulentas para evadir la
aplicación de la norma laboral, ocultando su incumplimiento, o que la incumplan sin adoptar
conductas evasivas, la consecuencia ha de ser la misma: la reposición de la cláusula violada.

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9.2. EL DOLO Y EL INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL


El dolo consiste en el propósito consciente y deliberado de eludir el cumplimiento de las
obligaciones, es distinto del dolo dirigido a producir un engaño y los actos dolosos pueden existir ya
sea en la formación del negocio jurídico laboral —dolo "in contraendo"— y también en la ejecución
de la relación laboral. En el primer caso podrá anularse el contrato por vicio de la voluntad.
Los casos de incumplimiento contractual constituyen la mayor parte de las conductas no
evasivas (incumplimiento a las cláusulas contractuales). Fuera de estos supuestos nos
encontramos con el ancho campo de la evasión entendida como toda maniobra tendiente a eludir
la aplicación de la ley: falta de registración del trabajador, denominación errónea del contrato
laboral, pagos en negro, etc., pero en definitiva, para las leyes laborales es irrelevante en principio
la intencionalidad para que se configuren el fraude o la simulación.
El acto será fraudulento simplemente porque viola el orden público laboral. La intencionalidad es
intrascendente, lo que interesa es el resultado sin admitirse eximentes ni pruebas en contrario. Lo
mismo puede decirse de la simulación. La intencionalidad de las partes que crearon un negocio
simulado deja paso al negocio verdadero y aparece la figura laboral con todos sus efectos
(primacía de la realidad).

9.3. FRAUDE. CONCEPTO


El negocio fraudulento es un negocio real que busca resultados prohibidos que la propia ley
quiere evitar. Por ejemplo, por la intermediación o por el abuso de derecho puede llegarse al
fraude. Pero en términos más amplios también se califica como fraude toda conducta contraria a la
norma contractual, a la de convenio colectivo o a la de la ley. En estos supuestos la intencionalidad
no debe probarse, sino que basta acreditar un resultado violatorio de la normativa imperativa
aplicable, y la aplicación de la norma desconocida o violada corresponde de pleno derecho.

9.4. SIMULACION. CONCEPTO


La simulación es un instrumento para eludir la ley con el interés de producir una situación jurídica
aparente y privar de derechos al trabajador por la vía de eludir el cumplimiento de las prestaciones
obligatorias que crea el orden imp erativo. Se presenta bajo la forma de evasión total (creación
aparente de una figura contractual no laboral) o de evasión parcial (se crea una figura como, por
ejemplo, la renuncia que encubre el acto real que es el despido).
El artículo 955 del Código Civil caracteriza la simulación total y parcial, estableciendo que en la
primera se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro; en la segunda, se
insertan cláusulas que no son sinceras, fechas que no son verdaderas o se transmiten derechos a
personas interpuestas. En la simulación absoluta el acto simulado nada tiene de real, en la relativa
se oculta, con apariencia engañosa, el carácter del que en verdad se pretende celebrar.
En la relación laboral, a diferencia de las relaciones civiles, el trabajador, partícipe de la
simulación, puede invocarla para que aparezca el acto real.

9.5. DISTINCION ENTRE SIMULACION Y FRAUDE


El negocio simulado quiere producir una apariencia; el negocio fraudulento una realidad; los
negocios simulados son ficticios, no queridos; los negocios 'in fraudem' son serios, reales,

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realizados para conseguir un resultado prohibido. La simulación es un medio para eludir la ley
ocultando su violación, el fraude es la violación lisa y llana de la ley por medio de un negocio real
(por ej. no registrar, emplear menores).
En definitiva, el negocio fraudulento es un negocio efectivo en tanto que el negocio simulado es
sólo aparente y ambos tienen por objeto producir un daño o eludir el cumplimiento de obligaciones
laborales o no laborales.

9.6. PREVENCION Y REPRESION DEL FRAUDE.

LOS DISPOSITIVOS ANTIFRAUDE DE LA LEY. NULIDADES


El artículo 14, L.C.T. establece la nulidad de todo contrato por el cual las partes hayan procedido
con simulación o fraude a la ley laboral, sea aparentando normas contractuales no laborales,
interposición de personas o de cualquier otro medio. En tal caso, la relación quedará regida por la
ley de contrato de trabajo.
En este sentido, es dable destacar que la ocultación ni pone ni quita al negocio realizado, y
apartado el velo aparece el verdadero negocio. Por ejemplo, el artículo 21 de la L.C.T. que tipifica
el contrato de trabajo y el artículo 23 del mismo ordenamiento legal que establece la presunción de
la existencia del contrato de trabajo, constituyen normas que dan vigencia al tipo imperativo del
contrato de trabajo; aplican el principio de la primacía de la realidad y desplazan la prueba del
contrato hacia el empleador toda vez que se acredite el hecho del trabajo, de tal manera que queda
al descubierto el negocio real y cae el negocio simulado.
En igual sentido, el artículo 13 de la L.C.T. dispone que las cláusulas del contrato que modifiquen
en perjuicio del trabajador normas imperativas consagradas por leyes o convenciones colectivas de
trabajo, serán nulas y se considerarán sustituidas de pleno derecho por éstas.

9.7. PRINCIPIO DE REALIDAD Y PRUEBA DEL CONTRATO


Para determinar la naturaleza y existencia del vínculo laboral más que a los contratos formales,
deberá tenerse en cuenta la real situación concebida en los hechos, es decir, que la realidad
prevalece sobre la apariencia.
En este sentido, interesa determinar la real situación ocupada por el trabajador en la empresa de
otro sin importar la denominación ya que no se admite la renuncia expresa al carácter de trabajador
subordinado y tampoco se pude aceptar la renuncia tácita a la misma por elementos que
distorsionen la realidad. La existencia de relación laboral se determina por el análisis de las
características que la conforman y definen en la realidad de los hechos y no por las inscripciones
formales, por ejemplo, cuando el trabajador aparece inscripto en la Caja para trabajadores
autónomos.
Conforme explica Américo Plá Rodríguez, "el principio de la primacía de la realidad significa que
en caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de documentos o
acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, es decir, a lo que sucede en el terreno de los
hechos".
Cabe concluir que a la luz del marco imperativo tutelar que brindan las normas de carácter
social, la utilización de la simulación o el fraude para eludir ese cuerpo normativo de orden público
con beneficios irrenunciables para el trabajador, deviene inoperante, y el encubrimiento de un
contrato bajo la forma de otro no priva al dependiente de los derechos consagrados a su favor por
las leyes laborales.

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9.8. FIGURAS CONTRACTUALES NO LABORALES BAJO LAS

CUALES SE ESCONDE FRECUENTEMENTE EL CONTRATO


La vía más usual de arribar a la simulación es la adopción de figuras contractuales no laborales
a través de las cuales se pretende eludir en forma total las normas del Derecho del Trabajo y la
seguridad social. Así, detrás de un contrato comercial o civil se disfraza un contrato de trabajo que,
generalmente con la connivencia forzosa del trabajador, se obtiene el fin buscado que es la burla
de la correcta normativa aplicable. Como ya he mencionado, en estos supuestos, las cláusulas del
contrato celebrado son reemplazadas por la normativa laboral.
En tal sentido, aclara Fernández Madrid que no debe confundirse esta figura de la simulación
con la errónea denominación del negocio jurídico que deja intacto el contenido práctico acorde con
la ley laboral. En el supuesto de simulación la relación queda regida por la L.C.T. y no es aplicable
el artículo 959 del Código Civil según el cual los celebrantes no pueden ejercer acción el uno
contra el otro sobre la simulación, salvo que la acción tenga por objeto dejar sin efecto la
simulación y las partes no puedan obtener beneficio de la anulación. El tipo contractual imperativo
es de orden público absoluto y las cláusulas contractuales nulas son sustituidas por las
disposiciones imperativas y mantienen las cláusulas válidas y más favorables (efecto de
acumulación). Las cláusulas contractuales que contrarían el orden público laboral, se reemplazan
por las normas imperativas que se acumulan a las válidas y vigentes del contrato.
Existen, entonces, distintas formas contractuales bajo las cuales se esconde frecuentemente el
contrato laboral y en este aspecto, si hay un contrato de empresa queda excluida una vinculación
contractual laboral y a su vez en todos los casos en que la contratación implique la prestación de
servicios personales infungibles por cuenta y a riesgo ajeno, habrá contrato de trabajo aunque la
modalidad contractual elegida por las partes haya sido el contrato de agencia, el de concesión, el
de distribución, el de venta en exclusividad, el de aprovisionamiento, el de mandato comercial, los
contratos de obra, el contrato de sociedad o el de transporte.

9.9. SIMULACION DE CONTRATO DE SOCIEDAD.

EL SOCIO-EMPLEADO
El contrato de sociedad puede dar lugar a diferentes supuestos relacionados con la simulación y
el fraude. Los artículos 27 y 102, L.C.T. han establecido normas preventivas de fraude.
Destaco que cuando una sociedad sólo es un nombre de fantasía, o cuando so pretexto de la
existencia de una sociedad aparece uno de los socios como propietarios de todos los bienes y el
otro socio efectúa aportes mínimos, resulta evidente que la sociedad es una mera apariencia y se
ha constituido con el solo propósito de eludir la aplicación de las leyes laborales.
Se ha dicho que cuando la ley positiva prevé la constitución de sociedades atribuyéndoseles una
personalidad jurídica distinta de la de sus integrantes, no cabe hacer mérito de ella si se
contradicen con la misma los propósitos que el ordenamiento jurídico ampara, de ahí que se pueda
des estimar dicha personalidad, con la consiguiente imputación de responsabilidad personal de los
socios, y en casos excepcionales corresponde que se levante el velo de la persona jurídica que

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oculta las circunstancias de hecho (C.N.A.T., Sala II, 9/5/73, "Aybar, Rubén E. y otro c/ Pizzería
Viturro S.R.L. y otros", L.T. XXII-B, 561).
Por ello, la teoría de la penetración o la desestimación de la personalidad societaria ha sido
elaborada a propósito del uso desviado de ésta, por ejemplo, cuando prevaliéndose de dicha
personalidad se afecta el orden público laboral y las sociedades regularmente constituidas pueden
ser utilizadas por personas individuales como sujeto interpuesto en fraude a la ley laboral para
evitar las obligaciones legales. Ej.: derechos derivados de la antigüedad adquirida por el trabajador.
En tal caso, por imperio de lo dispuesto por el artículo 14 de la ley de contrato de trabajo,
corresponde aplicar al sujeto interviniente, las disposiciones que regulan la vinculación laboral,
para evitar que se afecten intereses de terceros, de los mismos socios y aun de carácter público,
resultando aplicable en materia laboral cuando se trata de remediar una situación de fraude a los
derechos de los trabajadores.
El artículo 27, L.C.T. dispone que "las personas que, integrando una sociedad prestan a ésta
toda su actividad o parte principal de la misma en forma habitual, con sujeción a las instrucciones o
directivas que se le impartan o pudieran impartírseles para el cumplimiento de tal actividad, serán
consideradas como trabajadores dependientes de la sociedad a los efectos de la aplicación de esta
ley y de los regímenes legales o convencionales que regulan y protegen la prestación de trabajo en
relación de dependencia. Exceptúanse las sociedades de familia entre padres e hijos. Las
prestaciones accesorias a que se obligaren los socios, aun cuando ellas resultasen del contrato
social, si existieran las modalidades consignadas, se considerarán obligaciones de terceros con
respecto a la sociedad y regidas por esta ley o regímenes legales o convencionales aplicables".
Por aplicación de esta disposición se desestima la posibilidad de que el contrato de sociedad
excluya una vinculación laboral desarrollada al mismo tiempo, tratando de impedir bajo la forma de
una sociedad simulada el ocultamiento de relaciones laborales subordinadas, lo que no significa la
eliminación de figuras societarias que tienen como característica el aporte de trabajo de algún
socio.
Para que cualquier socio de cualquier sociedad, sea considerado trabajador dependiente, deben
cumplirse y probarse los requisitos de la dependencia personal (bajo las instrucciones o directivas
que se les impartan o pudieran impartírseles), la que, por otro lado, no es separable del trabajo por
cuenta ajena, ya que el trabajo por cuenta propia, corriendo el socio personalmente y en forma
apreciable (de acuerdo con la importancia de su cuota social) con los riesgos de la empresa,
excluye la subordinación.
Es por ello que hay que distinguir las sociedades regulares que tienen socios que trabajan para
ellas como empleados, de las sociedades fraudulentas que se constituyen al solo efecto de
incorporar a un trabajador como socio. En el primer caso, la sociedad es válida y el socio que
trabaja para la sociedad en los términos del artículo 21 de esta ley, prestando a dicha sociedad
toda su actividad o parte principal de la misma inserta en un orden jerárquico que lo sujeta a las
órdenes o instrucciones que le imparten sus superiores, está vinculado con la sociedad y además
por un contrato de trabajo.
En cambio, en la sociedad fraudulenta, el negocio simulado desaparece y sólo queda una
relación contractual laboral entre el empleado y aquel o aquellos que pretendieron fraguar una
sociedad.
El artículo 102, L.C.T. establece que "el contrato por el cual una sociedad, asociación,
comunidad o grupo de personas, con o sin personalidad jurídica, se obligue a la presentación de
servicios, obras o actos propios de una relación de trabajo por parte de sus integrantes, a favor de
un tercero, en forma permanente y exclusiva, será considerado contrato de trabajo por equipo, y
cada uno de sus integrantes trabajador dependiente del tercero a quien se hubieran prestado
efectivamente los mismos".
Si lo que se contrata son los servicios personales de los integrantes de una sociedad, hay
relación de trabajo directa entre los socios de la sociedad contratada y la sociedad contratante.
Concretamente, el artículo 102L.C.T. previene el fraude caracterizado por la contratación de
empresa a empresa y la realización de trabajo personal infungible para la empresa de otro crea un
vínculo contractual laboral entre el empresario y el trabajador, aun cuando el contrato aparezca
pactado entre sociedades.

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9.10. LAS COOPERATIVAS DE TRABAJO


Las cooperativas de trabajo están reguladas por la ley 20.338.
Este tipo de asociación se forma total o parcialmente con el aporte de trabajo provisto por los
mismos socios desde el acto de la fundación. La cooperativa no puede intermediar en la prestación
de servicios a terceros. El acto cooperativo implica la producción de un bien o la prestación de un
servicio por y para la cooperativa.
La resolución 183 del 7/4/92 dictada por el Instituto Nacional de Acción Cooperativa estableció la
inexistencia de relación laboral entre los asociados y la cooperativa de trabajo. Si bien dicha
resolución en su artículo 1º reafirmó que el vínculo jurídico entre el asociado y la cooperativa de
trabajo es de naturaleza asociativa y está exento, por lo tanto, de toda connotación de
dependencia, encuadrada en el derecho laboral, su artículo 2° determina en forma expresa que las
cooperativas de trabajo deben prestar a sus asociados los beneficios de la seguridad social,
respecto de sus asociados, lo que resulta contradictorio.
En sentido similar se expidió la A.N.Se.S. a través de la resolución 784 de fecha 21/7/92, en
cuanto estableció que el vínculo entre el asociado y la cooperativa es ajeno al derecho laboral.
En realidad lo habitual es que a través de las cooperativas de trabajo y de pretendidos actos
cooperativos (trabajo prestado por sus asociados), se instrumente un acto típico de fraude a la ley
laboral.
Con tal motivo la ley 25.867 en su artículo 40 dispuso que los servicios de inspección del trabajo
están habilitados para ejercer el contralor de las cooperativas de trabajo a los efectos de verificar el
cumplimiento de las normas laborales y de la seguridad social en relación con los trabajadores
dependientes a su servicio , así como a los socios de ella que se desempeñaren en fraude a la ley
laboral.
Si durante esas inspecciones se comprobare que se ha desnaturalizado la figura cooperativa con
propósitos fraudulentos, se les aplicarán las sanciones correspondientes.
La misma norma establece que las cooperativas de trabajo no podrán actuar como empresas de
servicios eventuales ni de temporada, ni de cualquier otro modo brindar servicios propios de las
agencias de colocaciones.
En doctrina y en jurisprudencia las opiniones acerca de la naturaleza de la relación entre los
asociados a una cooperativa y esta última son contradictorias: Una tesis afirma la existencia del
acto cooperativo y la otra la configuración de un vínculo contractual laboral en los términos del
artículo 27 de la L.C.T.

9.11. ASPECTOS GENERALES DE LA INTERPOSICION

DE PERSONAS (FISICAS O JURIDICAS)


Los sujetos típicos del contrato de trabajo son la empresa y el trabajador. El artículo 5° de
la L.C.T. define el concepto de empresa como la organización instrumental de medios personales,
materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos o
benéficos. Por otro lado el artículo 25 de la L.C.T. caracteriza al trabajador como la persona física
que se obligue o preste servicios en las condiciones previstas en los artículos 21 y 22 de la ley,
cualesquiera sean las modalidades de la prestación. Por último, el artículo 26L.C.T. dispone que se
considera empleador a la persona física o conjunto de ellas, o jurídica, tenga o no personalidad
jurídica propia, que requiera los servicios de un trabajador.

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La empresa es la que toma del mercado la mano de obra y crea el escenario adecuado para que
se desarrolle el trabajo en relación de dependencia. Esta vinculación entre la empresa y el
trabajador nace a través del contrato de trabajo, tal como lo califica el artículo 4°, L.C.T., es decir,
aquel que tiene por objeto principal la actividad productiva y creadora del hombre en sí, y que sólo
después ha de entenderse que media entre las partes una relación de intercambio y un fin
económico en cuanto se disciplina por la ley.
Esta relación típica entre los sujetos del Derecho del Trabajo puede verse interferida por la
intervención de terceros. Esa interposición de sujetos extraños al contrato primitivo ofrece varias
posibilidades lícitas o ilícitas, según la calidad del tercero en cuestión (interposición de personas,
empresas de servicios eventuales, arts. 29 y 29 bis de la L.C.T.).

9.12. INTERPOSICION LICITA DE TERCEROS

(PERSONAS FISICAS O JURIDICAS). DISTINTOS SUPUESTOS

9.12.1. Agencias de selección de personal


Estas agencias no deben confundirse con las agencias de colocación de personal. Estas últimas
son entidades con fines de lucro que disponen de personal, anotado a la espera de los pedidos que
efectúen los empleadores. Estas agencias se encuentran prohibidas por la ley 13.591, lo que no
significa que los contratos de trabajo que celebren los empresarios con el personal respectivo
adolezcan de vicio alguno.
La figura bajo examen, es aquella agencia que selecciona al personal y sustituye al empleador
(mediante un acuerdo previo) en la búsqueda del trabajador idóneo para un empleo determinado,
quien puede realizar los exámenes y pruebas pertinentes, y solicitar todos los antecedentes que
permita la evaluación de las aptitudes respectivas.

9.12.2. Empresas de servicios eventuales


La empresa de servicios eventuales proporciona trabajadores a su cliente para satisfacer
demandas transitorias de trabajo.

9.12.2.1. Caracteres
La empresa de servicios eventuales satisface los pedidos de su cliente con trabajadores que, por
su parte, contrata al efecto o que provienen de su personal permanente. Tiene por finalidad
específica la satisfacción de necesidades eventuales de sus empresas clientes.
La empresa de servicios eventuales satisface los pedidos de sus clientes con trabajadores que,
por su parte, contrata al efecto o que provienen de su personal permanente y tiene por finalidad
específica la satisfacción de necesidades eventuales de sus empresas clientes.

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9.12.2.2. Relaciones triangulares


Entre la empresa de servicios eventuales, el trabajador y la empresa usuaria (cliente), se crean
relaciones triangulares, a saber:
El empleador es la empresa de servicios eventuales y abona al empleado todas las prestaciones
laborales y de la seguridad social y asumiendo todas las cargas propias de su carácter. Pero
durante el tiempo de contrato transitorio, las órdenes las da la empresa cliente la que es
responsable solidariamente con la empresa de servicios eventuales por todas las obligaciones
laborales y de seguridad social del personal eventual contratado.

9.12.2.3. Normativa vigente


El artículo 29 de la L.C.T., en su última parte —reformado por la ley 24.013,art. 75—, dispone
que los trabajadores contratados por empresas de servicios eventuales habilitadas por la autoridad
competente, serán considerados en relación de dependencia, con carácter permanente continuo o
discontinuo, con dichas empresas.
Las empresas de servicios eventuales tienen un objeto único, sólo podrán mediar en la
contratación de trabajadores bajo la modalidad de trabajo eventual.
En este sentido, el artículo 99, L.C.T. indica que cualquiera sea su denominación, se considerará
que media contrato de trabajo eventual cuando la actividad del trabajador se ejerce bajo la
dependencia de un empleador para la satisfacción de resultados concretos tenidos en vista por
éste, en relación a servicios determinados de antemano, o exigencias extraordinarias y transitorias
de la empresa, explotación o establecimiento, toda vez que no pueda preverse un plazo cierto para
la finalización del contrato. Se entenderá además que media tal tipo de relación cuando el vínculo
comienza y termina con la realización de la obra, la ejecución del acto o la prestación de servicios
para el que fue contratado el trabajador. El trabajador que pretenda que el contrato inviste esta
modalidad tendrá a su cargo la prueba de su aseveración.
Los servicios eventuales deben referirse a prestaciones extraordinarias, distintas de las
normales, o a exigencias extraordinarias y transitorias, distintas de las permanentes, y tratarse de
relaciones que comiencen y terminen con la realización de la obra, la ejecución del trabajo o la
prestación del servicio para el que fue contratado el trabajador. Quiere decir que la viabilidad de
este tipo de contrataciones está ligada a que los trabajos que se requieran no sean permanentes y
normales.

9.12.2.4. Responsabilidad solidaria


El art. 29 bis, que dispone que: cuando el empleador ocupa trabajadores a través de una
empresa de servicios eventuales habilitada por la autoridad competente, será solidariamente
responsable con aquélla por todas las obligaciones laborales y deberá retener de los pagos que
efectúe a la empresa de servicios eventuales los aportes y contribuciones respectivos para los
organismos de la seguridad social y depositarlos en término. El trabajador contratado a través de
una empresa de servicios eventuales estará regido por la convención colectiva, será representado
por el sindicato y beneficiado por la obra social de la actividad o categoría en la que efectivamente
preste servicios en la empresa usuaria.
Si la empresa usuaria contrata los servicios de una agencia de servicios eventuales habilitada
por la autoridad administrativa competente para desempeñarse en los términos que indica la ley —
circunstancia que está obligado a controlar—, se convierte en responsable solidario frente al
trabajador y en agente de retención de los aportes y contribuciones respectivos para los

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organismos de la seguridad social con la carga de depositarlos en término (arts. 7/17 del D.
342/92).

9.12.2.5. Reglamentación. Disposiciones del Decreto 342/92


La relación de trabajo que se concreta entre el trabajador y la empresa de servicios eventuales
puede ser de naturaleza eventual, por plazo fijo, o por tiempo indeterminado y en el supuesto caso
de que la empresa de servicios eventuales deba satisfacer el pedido de un cliente que se enfrenta
a una demanda excepcional y transitoria de sus productos, que no puede atender con personal
propio, ha de contratar al efecto a un grupo de trabajadores eventuales. La calificación, en este
caso, se refiere a la relación con la agencia, por cuanto el dependiente no tiene una razonable
expectativa de volver a ser ocupado, pues el pedido del cliente es en sí extraordinario.
El contrato por tiempo indeterminado es la forma y modalidad más corriente en que se puede
relacionar el trabajador con la empresa de servicios. Se trata de los dependientes que forman el
plantel estable de la empresa, o aquel al cual se acuda toda vez que se presenta una demanda de
trabajo en categoría de empleados generales, de secretarias, etc. En estos supuestos el trabajador
se inserta en la organización empresaria (agencia) para cumplir los fines propios de ésta. Se trata
de trabajadores permanentes (continuos o discontinuos).
El decreto 342/92, luego de tipificar la empresa de servicios eventuales, enumera los casos en
que la contratación puede realizarse a través de una empresa de servicios eventuales:
a) En caso de ausencia de un trabajador permanente, durante el período de ausencia.
b) En caso de licencias o suspensiones legales o convencionales, durante el período en que se
extiendan, excepto cuando la suspensión sea producto de una huelga o por fuerza mayor, falta o
disminución de trabajo.
c) En caso de incremento en la actividad de la empresa que requiera, en forma ocasional y
extraordinaria, un mayor número de trabajadores.
d) En caso de organización de Congresos, Conferencias, Ferias, Exposiciones o Programaciones.
e) En caso de un trabajo que requiera ejecución inaplazable para prevenir accidentes, por medidas
de seguridad urgentes o para reparar equipos del establecimiento, instalaciones o edificios que
hagan peligrar a los trabajadores o a terceros siempre que las tareas no puedan ser realizadas
por personal regular de la empresa usuaria.
f) En general, cuando atendiendo a necesidades extraordinarias o transitorias hayan de cumplirse
tareas ajenas al giro normal y habitual de la empresa usuaria.
A su vez el artículo 4° del decreto reglamentario caracteriza los contratos celebrados entre las
agencias de servicios eventuales y los trabajadores, de carácter permanente y continuo, y dice: los
trabajadores que la empresa de servicios eventuales contrate para prestar servicios en su sede,
filiales, agencias u oficinas, serán considerados vinculados por un contrato de trabajo permanente
y continuo.
Los trabajadores que la empresa de servicios eventuales contrate para prestar servicios bajo la
modalidad de contrato de trabajo eventual serán considerados vinculados a la empresa de
servicios eventuales por un contrato de trabajo permanente discontinuo.
Cuando la relación de trabajo entre la empresa de servicios eventuales y el trabajador fuere
permanente y discontinua, el período de interrupción entre los distintos contratos de trabajo
eventual en empresas usuarias no podrá superar los sesenta (60) días corridos o los ciento veinte
(120) días alternados en un (1) año aniversario.
El nuevo destino de trabajo que otorgue la empresa de servicios eventuales podrá comprender
otra actividad o convenio colectivo sin menoscabo de los derechos correspondientes del trabajador.
El nuevo destino de trabajo podrá variar el horario de la jornada de trabajo, pero el trabajador no
estará obligado a aceptar un trabajo nocturno o insalubre cuando no lo haya aceptado
anteriormente.
El nuevo destino de trabajo que otorgue la empresa de servicios eventuales deberá estar
comprendido dentro de un radio de treinta (30) kilómetros del domicilio del trabajador.

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Durante el período de interrupción del otorgamiento de tareas, la empresa de servicios


eventuales deberá notificar al trabajador, con intervención de la autoridad administrativa, por
telegrama colacionado o carta documento, su nuevo destino laboral, informándole nombre y
domicilio de la empresa usuaria donde deberá presentarse a prestar servicios, categoría laboral,
régimen de remuneraciones y horario de trabajo.
Transcurrido el plazo máximo fijado en el inciso 1) sin que la empresa de servicios eventuales
hubiera asignado al trabajador nuevo destino, éste podrá denunciar el contrato de trabajo,
haciéndose acreedor de las indemnizaciones establecidas en los artículos 232 y 245, L.C.T., previa
intimación en forma fehaciente por un plazo de 24 horas.
En caso de que las empresas de servicios eventuales hubiesen asignado al trabajador nuevo
destino laboral en forma fehaciente y el mismo no retome sus tareas en el término de cuarenta y
ocho (48) horas, la empresa de servicios eventuales podrá denunciar el contrato de trabajo por la
causal prevista en el artículo 244, L.C.T.

9.13. EL EMPLEADO EMPLEADOR (INTERPOSICION DEL EMPLEADO)


El artículo 28, L.C.T. se refiere al supuesto de aquel trabajador que se encuentre autorizado a
servirse de auxiliares, en este caso, éstos serán considerados como en relación directa con el
empleador de aquél, excepción expresa prevista por esta ley o los regímenes legales o
convencionales y, en definitiva se trata de la intermediación del trabajador.
El principio general es que cuando el dependiente haya efectuado contrataciones a nombre
propio pero para el beneficio de quien es su empleador, éste es quien asume la titularidad de la
contratación respectiva y, por ende, es el responsable de todas las obligaciones laborales.
Un ejemplo de la excepción que deja a salvo la norma es el caso del Estatuto de los Encargados
de Casas de Renta y en Propiedad Horizontal, ley 12.981, que considera la posibilidad de que el
encargado sea complementado en su tarea por familiares que habiten en la misma casa (art. 2°,
párr. 3), y también el supuesto de los trabajadores a domicilio para los cuales se prevé igual
posibilidad (D.118.755/42).

9.14. INTERPOSICION FRAUDULENTA DE TERCEROS

(PERSONAS FISICAS O JURIDICAS)


Los trabajadores que fueren contratados por terceros con vista a proporcionarlos a las
empresas, serán considerados empleados directos de quien utilice su prestación. Este último es el
titular de la relación, el intermediario es responsable solidario por todas las obligaciones laborales y
de la seguridad social. Eliminado el intermediario, surge una relación laboral directa entre el
empresario principal y los trabajadores.
La forma más común de esta figura consiste en la convención por la cual el empresario busca a
una persona (a veces uno de sus propios dependientes) o a otro empresario con el objeto de
procurar la mano de obra necesaria para la realización de trabajos inherentes a su empresa. El
intermediario se convierte en empleador aparente y la razón decisiva para considerarlo titular del
contrato consiste en que es el beneficiario de los trabajos.
En definitiva, el artículo 29 de la L.C.T. contempla distintas hipótesis de intermediación: a) la del
empresario que simplemente recluta a los trabajadores y mantiene una titularidad aparente. La ley,
previendo toda posibilidad de fraude, convierte al beneficiario de los servicios en titular de los
contratos de trabajo y al intermediario, testaferro o prestanombre, en responsable solidario de

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todas las obligaciones que surjan de los respectivos contratos, b) el empleador suele utilizar a un
capataz, a un supervisor o a un técnico para que se haga responsable de un grupo de trabajadores
formando o no una cuadrilla, en este caso el empleador aparente (capataz o supervisor) es a su
vez empleado del beneficiario de los servicios y la ley da idéntica solución que la antes expresada
y c) el supuesto de las empresas de servicios eventuales legitimadas para intermediar.

9.15. CONTRATACIONES Y SUBCONTRATACIONES

DE OBRAS Y SERVICIOS: SOLIDARIDAD

9.15.1. Principio general


Una organización empresaria que cuenta con un proceso de producción o de prestación de
servicios puede legalmente utilizar la organización de otras empresas (contratistas) para la
realización de la obra o servicios objeto de su actividad. El contratista posee una organización
autónoma, dispone de los elementos propios de trabajo y realiza actividades para otros por su
cuenta. La empresa requerida puede realizar obras o prestar servicios que no guarden una relación
directa con la actividad de la empresa contratante, sino que la completan y constituyen el medio
para que el empresario pueda explotar su industria o una rama de ella.
Lo enunciado precedentemente es el fundamento en el que se basa el artículo 30, L.C.T. a fin de
extender en forma solidaria al empresario principal hacia los dependientes del contratista o
subcontratista, por las obligaciones laborales de éste.
El artículo 30 de la L.C.T. expresa: "Quienes cedan total o parcialmente a otros el
establecimiento o explotación habilitado a su nombre, contraten o subcontraten, cualquiera sea el
acto que le dé origen, trabajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica
propia del establecimiento, dentro o fuera de su ámbito, deberán exigir a sus contratistas o
subcontratistas el adecuado cumplimiento de las normas relativas al trabajo y los organismos de
seguridad social".
"Los cedentes contratistas o subcontratistas deberán exigir además a sus cesionarios o
subcontratistas el número del Código Unico de Identificación Laboral de cada uno de los
trabajadores que presten servicios y la constancia de pago de las remuneraciones, copia firmada
de los comprobantes de pago mensuales al sistema de seguridad social, una cuenta corriente
bancaria de la cual sea titular y una cobertura por riesgos del trabajo".
"Esta responsabilidad del principal de ejercer el control sobre el cumplimiento de las obligaciones
que tienen los cesionarios o subcontratistas respecto de cada uno de los trabajadores que presten
servicios, no podrá delegarse en terceros y deberá ser exhibido cada uno de los comprobantes y
constancias a pedido del trabajador y/o de la autoridad administrativa".
"El incumplimiento de algunos de los requisitos hará responsable solidariamente al principal por
las obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas respecto del personal que
ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios y que fueren emergentes de la relación
laboral incluyendo su extinción y de las obligaciones de la seguridad social".
"Las obligaciones insertas en este artículo resultan aplicables al régimen de solidaridad
específico previsto en el artículo 32 de la ley 22.250 (ley de la industria de la construcción)".
El espíritu de la norma quiere proteger a los trabajadores que han aportado su fuerza de trabajo
y contribuido al resultado final obtenido por la empresa principal, quien se benefició con ello.
Esa responsabilidad solidaria alcanza a cesionarios, contratistas y subcontratistas.

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En estos casos, diferentes al previsto por el artículo 29, L.C.T., la responsabilidad no emana de
la conducta fraudulenta del empleador —a la luz del art. 14L.C.T.—, sino de la finalidad de que
quien obtiene provecho del trabajo de otro debe soportar la carga cuando ello deba ser exigido, sin
que el dependiente tenga que soportar la insolvencia del contratista o subcontratista.
Explica Krotoschin que "en cualquiera de ambos casos (contratación de tareas que la propia
empresa podría realizar, o bien contratación de actividades ajenas a su giro) el contrato
interempresarial es absolutamente válido y la ley laboral nada tiene que reprocharles". En tal
sentido, indican Miguel Angel Maza y Elio Gustavo Plaisant que la Ley de Contrato de Trabajo se
apoya sobre un amplio casi ilimitado respeto por el poder de organización del que goza el
empresario. En virtud de dicha facultad es la empresa la que juzga y decide si le conviene —
cualquiera sea la razón (técnica, económica, organizativa, etc.)— que determinado segmento del
proceso productivo o prestador de servicios lo realice su propio personal o el de otra empresa.

9.15.2. Caracteres de la solidaridad


Se trata de una solidaridad pasiva entre el empresario principal y el contratista o subcontratista,
referida a obligaciones en las que el dependiente resulta acreedor. De acuerdo a lo decidido por la
C.N.A.T. en el Plenario Ramírez (plenario 309) la solidaridad se rige por el artículo 705 del Código
Civil en cuanto expresa que "el acreedor...puede exigir el pago de la deuda por entero contra todos
los deudores solidarios juntamente o contra cualquiera de ellos".
Los deudores solidarios no tienen un interés común: uno de ellos (el contratista) es el obligado
directo, y el otro (empresario principal) se ve sujeto a responsabilidad solidaria en virtud del vínculo
que mantiene con el primero y que los convierte en beneficiarios directos de la tarea efectivamente
cumplida.
La solidaridad abarca sólo las obligaciones contraídas durante el lapso de duración de la obra y
con motivo de su realización, y por tanto, no se le podrán exigir al empresario principal obligaciones
que comprendan períodos ajenos a la contratación respectiva.
La exigencia de adecuado cumplimiento de las normas, que impone el artículo 30, L.C.T. al
principal respecto del contratista, es una obligación de resultado y no de medio, por lo que el
primero no puede eludir su responsabilidad acreditando haber dirigido al subcontratista alguna
exhortación formal en tal sentido o supervisado sus libros.
Las disposiciones relativas a la solidaridad contenidas en los artículos 29 y 30, L.C.T. no son
aplicables en reclamos fundados en normas civiles.

9.15.3. Excepción a la regla


La participación del contratista debe reemplazar al empresario principal en la ejecución de los
actos, contemplada en el art. 30L.C.T., genera responsabilidad cuando hacen a la actividad de la
empresa. La norma no incluye al contratista que realiza un trabajo ajeno al giro habitual del
establecimiento.
Debe entenderse por actividad normal y específica, toda aquella que permita dar cumplimiento
con la finalidad de la empresa, es decir, contribuyen al logro del resultado final y puede referirse
tanto al objeto principal, como a los trabajos que completan la terminación de ese producto o
servicio final y sin el cual no podría trabajar la empresa en su conjunto o sería obstativo para
cumplir su finalidad económica o benéfica. Por ejemplo servicios de limpieza, servicio de vigilancia,
etc.

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9.15.4. Opiniones doctrinarias y jurisprudenciales


La discusión se centra en determinar el alcance del concepto de actividad normal y específica
propia del establecimiento.
Una parte de la doctrina entiende que la solidaridad debe limitarse a los supuestos de la
actividad normal y específica y que las actividades secundarias o colaterales, aunque resultan
imprescindibles no debe confundírselas con las principales y propias del giro empresario del
principal.
Por el contrario, otros autores, manifiestan que la solidaridad se hace extensiva a las actividades
accesorias y quedaría fuera del ámbito de aplicación. La actividad eventual, en el sentido de
excepcional como tipo de actividad. No de intensificación de una actividad habitual. Participo de
este último criterio.
Por su parte, la jurisprudencia se encuentra igualmente dividida.

9.15.5. El caso: "Rodríguez, Juan R. c/ Compañía Embotelladora Argentina S.A. y otro",


C.S.J.N., abril 15-1993
La C.S.J.N. debió decidir si un contrato de las características del que ocasionaba la controversia
(una parte hacía el jarabe y la otra embotellaba el producto) se encontraba subsumido en la norma
del artículo 30 de la ley de contrato de trabajo, y que a tal fin se requería la comprobación rigurosa
de los presupuestos fácticos establecidos en el artículo 30 de la ley de contrato de trabajo,
explicando que la exigencia de un escrutinio estricto de los recaudos legales que condicionan la
obligación de garantía de un tercero tiene su fundamento en la fuerte presunción de
inconstitucionalidad que brota de toda norma —o de su interpretación— que obligue al pago de una
deuda en principio ajena, solución que se aparta de la regla general consagrada por los artículos
1195 y 1713 del Código Civil y 56 de la ley 19.550, vinculados, en este aspecto, con la
intangibilidad del patrimonio establecida por el artículo 17 de la Constitución Nacional.
Al respecto, entendió que no correspondía la aplicación del artículo 30 de la ley de contrato de
trabajo, toda vez que un empresario suministre a otro un producto determinado, desligándose
expresamente de su ulterior procesamiento, elaboración y distribución, franquicia y otros que
permiten a los fabricantes o, en su caso, a los concedentes de una franquicia comercial, vincularse
exclusivamente con una empresa determinada sin contraer riesgo crediticio alguno por las
actividades de esta última, que actúa en nombre propio y a su riesgo. Esta finalidad económica de
la referida contratación comercial se frustraría si el derecho aplicable responsabilizara sin más a los
concedentes por las deudas laborales de las concesionarias, con perjuicio para la economía
nacional por las indudables repercusiones que ello tendría en las inversiones, en contratos de es te
tipo.
Reitero mi desacuerdo con esta doctrina pues corresponde a otra época de la evolución del
derecho del trabajo en nuestro país. Desde el año 2003 hasta el momento actual ha cambiado la
tendencia legislativa y se han efectuado reformas sustanciales a favor del trabajador. La
jurisprudencia progresista de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo ha afirmado el
principio de solidaridad de concedentes y concesionarios con mayor amplitud que en épocas
anteriores.
En conclusión entiendo que:
Por vía del artículo 30 de la L.C.T. se trata fundamentalmente de reforzar la responsabilidad del
empleador directo con la de quien ha encomendado la obra o servicio en los casos en que se ha
derivado hacia otra empresa aquello que forma parte de la actividad normal y específica del
empresario principal. No se trata estrictamente de una hipótesis de fraude sino de una segregación
del proceso productivo que normalmente debería ser asumido por dicho empresario. Al efecto, no
se requiere que la expresa actividad normal y específica se realice en el mismo establecimiento o
en un diferente lugar de ejecución. Y lo que interesa, en cambio, es que se trate de un proceso
global, según el cual el resultado (producto terminado) sea la consecuencia de la vinculación entre
las diversas etapas de gestación del producto, que se derivan a diferentes empresas por razones
de comodidad en la gestión empresaria y sobre todo para intentar disminuir el riesgo de empresa.

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En ningún caso se ha entendido en la jurisprudencia nacional que la aplicación del artículo 30 de


la ley de contrato de trabajo estuviera subordinada a que el empresario principal participara en
manera alguna de la gestión comercial o industrial de la contratista o subcontratista.
Los matices según los cuales puede presentarse esta diversificación de los procesos productivos
o de comercialización son numerosos, y en el caso "Rodríguez" se los ha vinculado con lo que
seha denominado "contratación interempresaria de control y comercialización". Las empresas
transnacionales utilizan con frecuencia estos medios parala circulación de bienes y servicios,
precisamente con el objetivo anotado más arriba. Así encontramos, entre otros, los contratos de
franquicia, concesión, l icencia, etc.

9.15.6. Recaudos para los contratistas o subcontratistas


Los diversos recaudos que los cedentes, contratistas o subcontratistas deben exigir a sus
cesionarios, son los que siguen:
a) Número de Código Unico de Identificación Laboral (CUIL) de cada uno de los trabajadores que
presten servicios para los cesionarios o subcontratistas.
b) Constancia de pago de las remuneraciones de esos trabajadores.
c) Copia firmada de los comprobantes de pago mensuales al sistema de la seguridad social.
d) Una cuenta corriente bancaria de la que sea titular el cesionario o subcontratista.
e) Cobertura por riesgos de trabajo de sus trabajadores.
El vocablo "además" que incluye el párrafo 2° del artículo parece indicar que estos recaudos no
son sólo una especificación de lo que debe entenderse por el adecuado cumplimiento de las
normas relativas al trabajo y los organismos de seguridad social que menciona el párrafo 1°, sino
nuevos requisitos precisos que se agregan a las exigencias ya expresadas.
El artículo determina que la responsabilidad del principal de ejercer el control sobre el
cumplimiento de las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas debe ejercitarse
directamente, ya que ella no podrá delegarse en terceros.
El empresario principal está además obligado a exhibir cada uno de los comprobantes y
constancias, a pedido: a) del trabajador, y b) de la autoridad administrativa.
El artículo dispone que el incumplimiento de alguno de los requisitos hará responsable
solidariamente al principal por las obligaciones de los cesionarios, contratistas o subcontratistas
respecto del personal que ocuparen en la prestación de dichos trabajos o servicios. Estas
obligaciones son: a) las emergentes de la relación laboral incluyendo su extinción, y b) las de la
seguridad social.
Señala Carlos Alberto Etala que la ley no aclara debidamente si el empresario principal se exime
de la responsabilidad solidaria acreditando sólo haber exigido a sus cesionarios o subcontratistas
los recaudos impuestos. Pueden al respecto hacerse las siguientes consideraciones: a) si el
empresario principal ha exigido a su contratista el debido cumplimiento de los recaudos legales y
éste no los ha cumplido, es indudable que la responsabilidad solidaria se impone, y b) si el
empresario ha exigido a su contratista el debido cumplimiento de los recaudos legales y éste los ha
cumplido sólo formalmente, pero ha ocultado al empresario algún o algunos incumplimientos a las
normas laborales y de la seguridad social (p. ej., trabajadores no registrados), el empresario
principal es alcanzado igualmente por la responsabilidad solidaria, pues la norma apunta al
cumplimiento efectivo y ello importa la intervención de toda la documentación atinente al
cumplimiento exigido.
En este sentido, considero que la norma es clara al señalar que el principal debe ejercer el
control del cumplimiento de las obligaciones que tienen los cesionarios o subcontratistas y ese
control, para que posteriormente exima al empleador de responsabilidad solidaria, debe ser
ejercido plenamente.

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9.15.7. La solidaridad en las empresas subordinadas o relacionadas


El artículo 31 de la L.C.T. dispone: "Siempre que una o más empresas, aunque tuviesen cada
una de ellas personalidad jurídica propia, estuviesen bajo la dirección, control o administración de
otras o de tal modo relacionadas que constituyan un conjunto económico de carácter permanente,
serán a los fines de las obligaciones contraídas por cada una de ellas con sus trabajadores y con
los organismos de seguridad social, solidariamente responsables cuando hayan mediado
maniobras fraudulentas o conducción temeraria".
Existe conjunto económico cuando hay unidad, o sea uso común de los medios personales,
materiales e inmateriales, así como también cuando una empresa está gobernada o subordinada a
otra de la cual directa o indirectamente depende por razón de capitales comunes o de negocios
comunes y siempre que las decisiones de una empresa estén condicionadas por la voluntad de
otra o del grupo a que pertenezca.
La responsabilidad —en el supuesto que analizo— surge:
a) En caso de que hayan mediado maniobras fraudulentas o conducción temeraria.
b) Cuando frente a un estado de insolvencia, aunque no medien maniobras fraudulentas o
conducción temeraria, se llegue a una situación de quiebra, porque en este caso la dispersión
del conjunto económico en varias empresas constituye un artificio a los fines fiscales o para
acomodar mejor la gestión interna de las empresas lo que no puede llevar a la desprotección del
trabajador.
c) Cuando pueda establecerse que el trabajador ha tenido movilidad funcional entre las diversas
empresas del grupo dando origen a un solo contrato de trabajo.

9.16. GUIA DE ANALISIS


1) Concepto de simulación y fraude. Diferencias.
2) ¿De qué manera sanciona la L.C.T. los casos de simulación y fraude?
3) ¿Cuáles son las vías más usuales por las que se arriba a la simulación y al fraude?
4) ¿En qué consiste la interposición fraudulenta de terceros y de qué forma se las sanciona?
5) ¿En qué supuestos se considera solidariamente responsables a la empresa principal y a los
contratistas, cesionarios o subcontratistas?
6) ¿Cuándo y cómo se configura el supuesto del socio empleado y del empleado empleador?
7) ¿Qué contratos celebran las agencias de servicios eventuales con la empresa usuaria y con el
trabajador?
8) ¿Qué entiende por trabajos o servicios correspondientes a la actividad normal y específica
propia del establecimiento? Quedan comprendidas las actividades complementarias?
9) ¿En qué supuestos una o más empresas constituyen conjunto económico?
10) ¿En qué supuesto responden solidariamente ante las obligaciones laborales derivadas de un
contrato de trabajo?

BIBLIOGRAFIA
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FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª ed.,
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PLÁ RODRÍGUEZ, AMÉRICO,"Los principios de derecho del trabajo", Ed. Depalma, Buenos Aires,
1978, 2ª ed., ps. 73/84.

CAPITULO X
LA EMPRESA
10.1. Introducción. Origen y evolución. - 10.2. La empresa en la ley de contrato de trabajo.
Concepto. - 10.3. Establecimiento y explotación. Concepto. - 10.4. Unidad del régimen
jurídico. - 10.5. Empresario. Concepto. - 10.6. La sociedad empleadora. - 10.7. Pequeñas y
medianas empresas. - 10.7.1. Distintos criterios para su identificación. - 10.7.2. La pequeña
empresa en la ley 24.467. - 10.7.3. Obligaciones registrales (ley 24.467). -

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10.7.4. Formación profesional. - 10.7.5. Salud y seguridad en el trabajo. - 10.8. La


transferencia de la empresa y la situación de los trabajadores. - 10.8.1. Transferencia del
establecimiento. - 10.8.2. Efectos de la transferencia. - 10.8.3. El adquirente de una
empresa en quiebra . - 10.8.4. Extinción del contrato de trabajo por causa de la
transferencia. - 10.8.5. Responsabilidad solidaria. - 10.8.6. Arrendamiento o cesión
transitoria del establecimiento. - 10.8.7. La cesión de personal. - 10.8.8. Transferencia a
favor del Estado. - 10.8.9. Las privatizaciones y la ley 23.696. Jurisprudencia. El caso "Di
Tullio". - 10.9. Quiebra de la empresa. - 10.9.1. Aspectos generales. - 10.9.2. Continuación
de la empresa. - 10.9.3. Obligaciones laborales del adquirente de una empresa en quiebra.
- 10.10. Guía de análisis. - Bibliografía.

10.1. INTRODUCCION. ORIGEN Y EVOLUCION


Desde la revolución industrial, el mayor aporte de trabajo humano a la sociedad global se realiza
a través de empresas. En éstas confluye una serie de elementos: Iniciativa de los empresarios que
asumen el riesgo, trabajo humano de los propios directivos y del personal en "relación de
dependencia", capitales (propios de los gestores del negocio o de terceros) que se vuelcan al
cumplimiento del objetivo social.
A los fines de lograr este último, el grupo concierta una serie de acuerdos que comienzan por la
constitución de la empresa a través de un contrato social, a los que se adicionan otros: de trabajo
en "relación de dependencia", de compraventa, de asesoramiento, locación de cosas y servicios,
etc. Los contratos de trabajo, comprometen la acción de personas, lo que implica su inteligencia,
libertad y su responsabilidad moral y psicológica, trascienden lo meramente económico, ya que su
aporte implica valores personales.

10.2. LA EMPRESA EN LA LEY DE

CONTRATO DE TRABAJO. CONCEPTO


La empresa es un elemento de la organización económica sujeto a regulación jurídica por varias
disciplinas, especialmente por el Derecho Laboral. No deben confundirse el principio atinente a la
personalidad jurídica de las sociedades con la noción de empresa que constituye una "unidad
económica independiente". La Corte Suprema ha expresado que la unidad económica de una
empresa es una circunstancia que depende de la materialidad de las cosas y de la naturaleza de
los negocios, representando un dato funcional variable, por completo extraño a las nociones y
categorías del Código Civil (CS, mayo 14-1991, "Reig Vázquez Ger y Asoc. MCBA", La Ley, 1991-
E, 37, 1991- B, 1534 DJ, 1991-2-858).
El artículo 5° de la ley de contrato de trabajo señala, en el primer párrafo, que a los fines de
dicha normativa, la empresa es la organización instrumental de medios personales, materiales e
inmateriales, ordenados bajo una dirección para el logro de fines económicos o benéficos. Es decir,
la norma se refiere a la empresa, precisamente, como "organización", cuyos elementos son:
personas, cosas y acciones, y que haya quien los reúna, y aquí aparece la figura del empresario,
con lo cual es importante destacar que lo que define la posición del trabajador es la estructura del
contrato de trabajo en su inserción como medio personal en una empresa ajena.

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10.3. ESTABLECIMIENTO Y EXPLOTACION. CONCEPTO


Una empresa puede tener uno o varios establecimientos, correspondientes a una misma o a
varias explotaciones. Cada establecimiento forma entonces una unidad de ejecución, pero
desprovista de la independencia jurídica y financiera que caracteriza la empresa. Se entiende por
establecimiento la unidad técnica o de ejecución destinada al logro de los fines de la empresa (art.
6°, L.C.T.). El establecimiento aparece como una parte diferenciada y técnicamente autónoma pero
no independiente de la empresa. Explotación se vincula con la rama de la actividad económica que
constituya el objeto de los negocios de la empresa. La empresa puede tener una o más
explotaciones.
La explotación como unidad de producción de bienes o servicios puede coincidir en
determinados supuestos con el establecimiento, la empresa en términos generales, consiste en
ese "quid" inmaterial y algo abstracto en que se concreta la organización de actividades y medios
(C.N.A.T. Plenario 153, 14/6/71, "in re": "Alba Angélica y otros c/ Unión Tranviarios Automotor",
D.T., T° 31, pág. 451).

10.4. UNIDAD DEL REGIMEN JURIDICO


Resulta de particular importancia la actividad económica que desarrolle la empresa y la categoría
profesional de los trabajadores que cumplan tareas para la misma y su envergadura (capital y
número de trabajadores ocupados), pues de acuerdo a dichos parámetros podrá determinarse el
plexo normativo que regule las relaciones laborales (leyes generales, ley de pequeñas empresas,
convenios colectivos, estatutos especiales, etc.). En este sentido, el principio general es que la
normativa que se aplique se determinará en base a la actividad principal de la empresa. Asimismo,
el principio de unidad de régimen jurídico determinado por la actividad principal también se aplica
en los supuestos de empresas que realizan actividades diversas (ej: industriales y comerciales) sin
un alto grado de diferenciación y se estará a la que resulte económicamente más importante para
determinar la incorporación de la empresa a uno u otro régimen.
Es así que se pueden establecer dos supuestos: por una lado, una empresa que cuente con
explotaciones diversas y por el otro la empresa que desarrolla una sola actividad y ocupa
trabajadores ajenos a ella.
En el primer supuesto, empresa con explotaciones diversas, cada actividad económica
diferenciada tiene su propio sistema de normas laborales, de modo tal que una empresa que tiene
dos explotaciones o actividades económicas distintas deberá aplicar a su personal la normativa
correspondiente a cada una de ellas, o sea, cada explotación que posee la empresa constituye un
centro autónomo de imputación de normas.
El sistema de normas al que aludo en el párrafo precedente, está integrado —en primer lugar—
por las leyes generales, en especial la ley de contrato de trabajo, que rige todas las relaciones de
trabajo en la empresa, en caso de pequeña empresa, la ley 24.467, la ley de jornada (11.544), la
ley de riesgos del trabajo (24.557) la ley de higiene y seguridad industrial (19.587). A partir de esta
regulación general, ciertas relaciones especialmente calificadas por la naturaleza de la actividad
empresaria o por el oficio de los trabajadores están reguladas en forma también especial, por
estatutos profesionales y reglamentaciones especiales (ejemplo: viajantes de comercio,
trabajadores de la construcción, trabajadores marítimos, trabajadores agrarios, etc.).
El segundo supuesto, empresa con una sola actividad y trabajadores ajenos a ella, siento como
principio general que todo el personal se rige por el régimen jurídico correspondiente a su actividad
principal. Así, el caso de una empresa molinera que tiene una cuadrilla de mantenimiento integrada
por albañiles, a estos trabajadores se aplicará el convenio colectivo de los molineros y la ley de
contrato de trabajo, pero no el estatuto de la construcción. La Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo, en el Acuerdo 36 del 22/3/57 (L.T., T. V, pág. 91), estableció que en los casos en que el
empleador tenga a su servicio trabajadores que realizan tareas distintas a las de su actividad

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específica, no debe considerárselo comprendido en las convenciones colectivas que contemplan


especialmente la profesión u oficio de esos trabajadores, pues, en definitiva lo que interesa es la
actividad específica del empleador y no la tarea (oficio) del trabajador.
A su vez, todo este sistema jurídico que rige las relaciones laborales en la empresa se completa
con los convenios colectivos emanados de la autonomía colectiva privada que corresponden a
cada actividad o rama de la actividad económica, a empresas determinadas o a sectores de
trabajadores calificados por el ejercicio de un oficio especial; concretamente, el convenio que se
aplica en la empresa es el correspondiente a su actividad principal no influyendo las simplemente
accesorias o complementarias.
Por último, cabe destacar que en ciertos casos las leyes han dado reglas especiales para
determinadas actividades empresarias (empresas periodísticas por ej.) para determinadas
categorías de trabajadores (médicos, jugadores de fútbol) o para determinada categoría de
trabajadores en empresas acordes con su actividad principal (ej.: trabajadores de la construcción).
Estos conjuntos de reglas forman los estatutos y regulaciones especiales que a veces regulan
aspectos parciales de las relaciones, es el caso de los viajantes de comercio o conductores
particulares, y en otros reglan con amplitud las prestaciones contractuales, por ejemplo periodistas,
trabajadores a domicilio o rurales.

10.5. EMPRESARIO. CONCEPTO


La segunda parte del artículo 5° de la ley de contrato de trabajo, denomina "empresario" a quien
dirige la empresa por sí, o por medio de otras personas y con el cual se relacionan jerárquicamente
los trabajadores, cualquiera sea la participación que las leyes asignen a éstos en la gestión y
dirección de la empresa. Cabe aclarar que la empresa se instrumenta jurídicamente bajo diversas
formas; en algunos supuestos, una persona bajo nombre propio organiza una actividad económica
y su empresa personal no constituye un patrimonio separado del resto de sus bienes; en otros, dos
o más personas del mismo modo organizado se obligan a realizar aportes para aplicarlos a la
producción o intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios o soportando las
pérdidas. En este último caso, el empresario no es ninguna de las personas físicas que se asocia
sino la persona jurídica nueva y distinta que se crea para realizar aquella actividad.
En consecuencia, el empresario es la persona física (empresario individual), o jurídica
(empresario colectivo) que ejercita organizada y profesionalmente una actividad dirigida al logro de
fines económicos o benéficos y cuando este empresario. requiere los servicios de un trabajador
que se relaciona jerárquicamente con él se convierte en empleador, conforme lo dispone el artículo
5° ya citado en concordancia con lo normado por el artículo 26° de la L.C.T..
Cierto es que el empresario debe reunir requisitos indispensables para constituirse en
empleador, tal como poseer capacidad de derecho.
A su vez, el empleador gobierna y organiza económica y técnicamente la empresa y la ley le
reconoce facultades suficientes al efecto. Dichas facultades se relacionan con la organización,
planificación y adecuación del trabajo y las tareas que asigna al trabajador y con el ejercicio de su
poder disciplinario en orden a los intereses de la empresa. La norma laboral confiere al empleador
amplias facultades de organización, reglamentación y de disciplina, poderes y facultades que
pueden ser ejercidos por éste en forma personal o a través de sus delegados (ver al respecto arts.
65 a 69 de la L.C.T., normas que serán analizadas en el Capítulo XI).

10.6. LA SOCIEDAD EMPLEADORA


En este aspecto interesa fundamentalmente la empresa que pertenece a una sociedad
comercial; la sociedad es el empresario y el empleador, con independencia de la posición de los
socios; concretamente, en aquellos supuestos en que la empleadora sea una sociedad, la
titularidad en los contratos de trabajo pesa sobre estas últimas y no sobre los socios. Aun cuando

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éstos por el tipo de sociedad empleado sean responsables ilimitada y solidariamente de las
obligaciones sociales. Este es el supuesto de los socios de las sociedades colectivas, cuya
responsabilidad es subsidiaria y nace después de ejecutados los bienes sociales. La
responsabilidad de los directores o gerentes de S.R.L. o de S.A., según los casos, surge en los
supuestos de negligencia o dolo con fundamento en los artículos 54, 59, 157 y 274 de la ley de
Sociedades Comerciales 19.550.

10.7. PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS

10.7.1. Distintos criterios para su identificación


Uno de los problemas relacionados con las pequeñas y medianas empresas es su identificación
de acuerdo con criterios objetivos y uniformes. Es sobre todo la imposibilidad práctica hasta ahora
de acordar tales criterios lo que ha motivado una importante dispersión en las definiciones. Según
un informe de la O.I.T., en un estudio de la propia oficina se habían encontrado más de 50
definiciones en 75 países distintos, con gran ambigüedad en la terminología. Los criterios utilizados
varían enormemente, tomándose como base, según los casos, el volumen de la mano de obra o
del capital de la empresa, el tipo de gestión, de propiedad, la técnica de producción, el volumen de
las ventas, el número de clientes, los niveles de energía consumida, etc. Para los fines del
mencionado informe la O.I.T. adoptó su propia definición, considerando en general la expresión
"pequeñas y medianas empresas", en el sentido más amplio, o sea, abarcando empresas
modernas con 50 empleados a lo sumo, negocios familiares en los que trabajan 3 ó 4 miembros de
la familia, industrias domésticas, asociaciones, corporaciones, cooperativas, empresas
individuales, microempresas y trabajadores autónomos en el sector no estructurado de la
economía.
En conclusión según sean los criterios empleados, una empresa puede ser catalogada de
distinta manera. Así por ejemplo, tomando como base el número de personas ocupadas, podría ser
pequeña o mediana, pero en función del capital, la tecnología y el valor de la producción, se
asemejaría a las grandes. La categorización variaría no sólo en función de los criterios cuantitativos
considerados, sino de criterios cualitativos de diversa índole, que contribuyen a diferenciar a las
pequeñas y medianas empresas, inclusive entre sí.

10.7.2. La pequeña empresa en la Ley 24.467


El artículo 83 de la ley 24.467 (B.O. 28/3/95) dispone que pequeña empresa es aquella que
reúna dos condiciones que deben darse simultáneamente, a saber:
a) Que su plantel no supere los cuarenta trabajadores.
b) Que tenga una facturación anual inferior a la cantidad que para cada actividad o sector fije la
Comisión Especial de Seguimiento del artículo 104 de esta ley.

10.7.3. Obligaciones registrales (ley 24.467)


En la Sección II, artículos 84, 85 y 86, se faculta a las empresas comprendidas en esta ley a
sustituir los libros y registros exigidos por las normas legales y convencionales por un Registro

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Unico de Personal en el cual quedarán unificados los libros, registros, planillas y demás elementos
de control a saber:
a) El libro especial del artículo 52 de la L.C.T.
b) La sección establecida en el artículo 13, apéndice 1 del decreto 342/92.
c) Los libros establecidos por la ley 12.713 y su decreto reglamentario 118/755/42 de trabajadores
a domicilio.
El artículo 87 dispone que en el Registro Unico de Personal se hará constar el nombre y apellido
o razón social del empleador, su domicilio y número de CUIT, y además se consignarán los
siguientes datos:
a) Nombre y apellido del trabajador y su documento de identidad.
b) Número de CUIL.
c) Domicilio del trabajador.
d) Estado civil e individualización de sus cargas de familia.
e) Fecha de ingreso.
f) Tarea a desempeñar.
g) Modalidad de contratación.
h) Lugar de trabajo.
i) Forma de determinación de la remuneración asignada, monto y fecha de su pago.

10.7.4. Formación profesional


Al respecto, el artículo 96 consagra como derecho y deber fundamental la capacitación
profesional de los trabajadores de las pequeñas empresas y asimismo, establece que los
trabajadores tendrán acceso preferente a los programas de formación continua financiados con
fondos públicos. Por otra parte, faculta al trabajador para solicitar la adecuación de su jornada
laboral a las exigencias de aquellos cursos a los que asista para su formación profesional y por
último establece que los convenios colectivos para pequeñas empresas deberán contener un
capítulo especial dedicado al desarrollo del deber y del derecho a la capacitación profesional.

10.7.5. Salud y seguridad en el trabajo


Una de las normas más criticables de la ley es el artículo 104, que determina la exigencia en
materia de higiene y seguridad según el número de trabajadores ocupados. A mi criterio lo que hay
que eliminar es el riesgo con independencia del número de trabajadores ocupados, aunque se trate
de una empresa de un solo trabajador. Es ilegítimo que se fijen plazos que posibiliten la adaptación
gradual de las pequeñas empresas a la legislación, pues ello serviría de sustento a la mayor
desprotección del trabajador; en consecuencia, todos los trabajadores sin distinción de la empresa
en la que se desarrollan sus actividades tienen derecho a igual protección y la discriminación por el
número de trabajadores contratados sería particularmente ilegítima y arbitraria.

10.8. LA TRANSFERENCIA DE LA EMPRESA

Y LA SITUACION DE LOS TRABAJADORES

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10.8.1. Transferencia del establecimiento


El principio general es que el trabajador es ajeno a los cambios que se produzcan en la
estructura de la empresa y su ocupación se encuentra protegida con independencia de dichos
cambios.
La empresa como organización económica puede sufrir transformaciones como la modificación
de su "status" jurídico, por ejemplo de una S.R.L. a una S.A. También puede ser transferida total o
parcialmente por venta o sucesión. Estos cambios, afectan latitularidad de los contratos de trabajo.
Como el contrato tiene una vocación de continuidad, sobrevive intacto a los cambios que se
provocan en la persona del empleador, es decir, el empleador puede ser sustituido durante la
relación laboral sin que se produzca la extinción del contrato de trabajo, no así respecto de la
persona del trabajador, pues su prestación es infungible y personalísima (art. 25, L.C.T.).
En cuanto a la transferencia del establecimiento, el artículo 225 de la L.C.T. dispone que en caso
de transferencia por cualquier título del establecimiento, pasarán al sucesor o adquirente todas las
obligaciones emergentes del contrato de trabajo que el transmitente tuviera con el trabajador al
tiempo de la transferencia, aun aquellas que se originen con motivo de la misma. El contrato de
trabajo en tales casos, continuará con el sucesor o adquirente y el trabajador conservará la
antigüedad adquirida con el transmitente y los derechos que de ella se deriven.
De acuerdo a la norma citada existe transferencia de establecimiento siempre que haya un
cambio de empleador y queda comprendido en este concepto de transferencia, la venta, la cesión,
la donación, la transferencia de unfondo de comercio (ley 11.867), el arrendamiento o cesión
transitoria del establecimiento, y los casos del usufructuario, o tenedor a título precario (arts.
227y 228, L.C.T.) y se incluye la sucesión "mortis causa" y la fusión de sociedades prevista en
el artículo 82 de la ley 19.550 (ley de sociedades comerciales).
Sin embargo, no existe transferencia en el caso de regularización de sociedades de hecho, pues
en definitiva, el mismo sujeto permanece bajo una forma jurídica distinta o cuando el traspaso se
ha efectuado mediante compraventa en subasta pública ni cuando la explotación del negocio pasa
a otro por habérsele adjudicado por licitación; sintéticamente: para que se concrete una hipótesis
de transferencia debe haber un vínculo de sucesión directa y convencional.

10.8.2. Efectos de la transferencia


De la norma en análisis surge la existencia de dos aspectos:
1) La transferencia de las relaciones laborales.
2) La transferencia de las deudas del transmitente al adquirente, incluidos los créditos devengados
del trabajador, aun cuando no fueran exigibles por mediar un plazo de pago.
Lo expuesto significa que todas las obligaciones laborales pasan del cedente al cesionario (o
transmitente al adquirente), sin que puedan oponerse al trabajador los pactos en contrario que se
hubieran concertado al decidir la transferencia del establecimiento.

10.8.3. El adquirente de una empresa en quiebra


Constituye una excepción al principio establecido en el párrafo anterior, dado que el artículo 199
de la ley de concursos y quiebras (24.522) establece que el adquirente de la empresa cuya
explotación haya continuado, no es considerado sucesor del fallido y del concurso respecto de
todos los contratos laborales existentes a la fecha de la transferencia. Los importes adeudados a
los dependientes por el fallido o por el concurso, los de carácter indemnizatorio y los derivados de

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accidentes del trabajo y enfermedades profesionales con causa u origen anterior a la enajenación,
serán objeto de verificación o pago en el concurso, quedando liberado el adquirente respecto de
los mismos.
Lo expuesto significa que el contrato de trabajo se extingue por la adquisición de la empresa y el
adquirente no es considerado sucesor del anterior empleador fallido, el trabajador que continúa
trabajando a las órdenes del nuevo empleador pierde todos los derechos que tenía en función de
su antigüedad en el empleo (Cfr. arts. 198 y 199, ley 24.522), porque celebra un contrato nuevo
con el adquirente.

10.8.4. Extinción del contrato de trabajo por causa de la transferencia


De acuerdo a lo normado por el artículo 226 de la L.C.T. el trabajador puede considerar
extinguido el contrato de trabajo, si con motivo de la transferencia del establecimiento se le hubiese
inferido un perjuicio que, apreciado con el criterio del artículo 242, justificare el acto de denuncia.
En este supuesto, el trabajador puede darse por despedido si la transferencia resulta injuriosa, lo
que significa que en principio el trabajador por el solo hecho de haberse operado la transmisión, no
puede considerarse despedido puesto que la norma exige que se genere perjuicio de tal magnitud
que no consienta la prosecusión del vínculo laboral (art. 242 de la L.C.T.).
La ley de contrato de trabajo en el segundo párrafo de la norma analizada, dispone que a efectos
de ponderar especialmente los casos y de los cuales se derive una disminución de la
responsabilidad patrimonial del empleador, se considerarán:
1) El cambio de objeto de la explotación.
2) La alteración de las funciones, cargo o empleo.
3) La separación entre diversas secciones, dependencias o sucursales de la empresa.
Los casos detallados —a mi criterio— resultan meramente enunciativos pues responden a
ejemplos comunes de injurias que pueden causar al trabajador la transferencia del establecimiento,
pero lo cierto es que cualquier hecho que responda al concepto de injuria facultará al trabajador a
considerarse despedido (art. 242, L.C.T.).

10.8.5. Responsabilidad solidaria


El artículo 228 de la L.C.T. establece en su primer párrafo que el transmitente y el adquirente
serán responsables solidariamente por las obligaciones emergentes del contrato de trabajo
existentes a la época de la transmisión, lo cual significa que éstas son las exigibles en ese
momento (fecha de la transmisión) y aquellas devengadas a favor del trabajador que no tenga
plazo vencido, pero las obligaciones nacidas después de la transferencia, son exclusivas del
adquirente.
Acerca de las obligaciones del transmitente derivadas de relaciones laborales extinguidas con
anterioridad a la transmisión, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo estableció la
responsabilidad del adquirente de un establecimiento en las condiciones previstas por el artículo
228 de la L.C.T. (Fallo Plenario N° 289, "Baglieri, Osvaldo D. c/Nemec, Francisco y Cía. S.R.L. y
otro" del 8/8/97).
Por último, el artículo en análisis en los párrafos segundo, tercero, cuarto y quinto, extiende la
solidaridad a los siguientes supuestos:
1) Que la transmisión sea permanente o transitoria.
2) Cuando el adquirente pasare a ser titular del establecimiento.
3) Cuando el adquirente lo sea como arrendatario, usufructuario, tenedor a título precario o por
cualquier otro modo.
4) Cuando se restituya el establecimiento en caso de cesión transitoria.
5) Cuando la transferencia resulte ser de un contrato de locación de obra, de explotación u otros
análogos.

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10.8.6. Arrendamiento o cesión transitoria del establecimiento


En este caso, que supone la existencia de una cesión o arrendamiento transitoria y que el
propietario recuperará la tenencia del establecimiento, por ello, el artículo 227 dispone que resulta
de aplicación lo normado por los artículos 225 y 226 antes explicados.
Lo relevante de esta norma es que establece que al vencimiento de los plazos, el propietario del
establecimiento con relación al arrendatario y en todos los demás casos de cesión transitoria, el
cedente, con relación al cesionario, será responsable solidariamente cuando recupere el
establecimiento cedido precariamente.

10.8.7. La cesión de personal


Cuando se produce una cesión de personal sin que comprenda el establecimiento, se configura
una modificación esencial del contrato de trabajo que requiere la aceptación del trabajador. Es una
operación triangular. En ningún caso podría ser constreñido el trabajador a aceptar modificaciones
esenciales lo que configuraría un ejercicio abusivo del "ius variandi". Es por ello, que el artículo 229
de la L.C.T. se refiere expresamente a este supuesto y requiere el cumplimiento de dos requisitos
tales como la aceptación expresa y por escrito del trabajador, pero aun en el caso que mediare tal
conformidad, cedente y cesionario responden solidariamente por todas las obligaciones resultantes
de la relación de trabajo cedida.

10.8.8. Transferencia a favor del Estado


Cuando la transferencia es a favor del Estado, el artículo 230 de la L.C.T. dispone que no rige el
Título XI que trata dicho supuesto (arts. 225 a 229). Es decir, no existe transferencia del contrato de
trabajo, tampoco se transfieren las deudas devengadas ni el Estado responde solidariamente como
hemos visto en casos anteriores. Sin embargo, la norma no prevé aquellas situaciones en las
cuales es el Estado el que transfiere el establecimiento a manos privadas. Cuando la ley se refiere
al Estado debe entenderse en forma amplia, comprensiva de la Administración Pública central o
descentralizada, como las empresas del Estado y aquellas en las que éste tenga participación
mayoritaria.

10.8.9. Las privatizaciones y la Ley 23.696. Jurisprudencia. El caso "Di Tullio"


La ley 23.696 de reforma del Estado, en su artículo 42, dispuso que durante el proceso de
privatización ejecutado según las disposiciones de dicha norma, por cualesquiera de las
modalidades y procedimientos previstos en sus artículos 17 y 18, el trabajador seguirá amparado
por todas las instituciones legales, convencionales y administrativas del Derecho del Trabajo. De
esta norma surgía que los artículos 225, 226 y 228 resultaban plenamente aplicables en los
procesos de privatización; sin embargo, con posterioridad se dictó el decreto 1803/92 (B.O.
6/10/92) que estableció que no eran de aplicación la ley 11.867 y los artículos 225 a 229 de la
L.C.T. en los procesos de privatización concretados o a concretarse en la ley 23.696.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso: "Di Tullio, Nilda" en autos: "González
Carlos Sergio y otros el E.N.T.E.L. s/ cobro de Australes - Expte. n° 29.542 s/incidente de ejecución
de sentencia" (D. 452. XXIV del 17/12/96) privilegió el amparo que el artículo 42 de la ley

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23.696 estableció a favor de los trabajadores en el caso de privatizaciones de empresas del


Estado.
La C.S.J.N. pone de relieve que la citada ley 23.696 contiene un capítulo por el cual se establece
que el trabajador seguirá amparado por todas las instituciones legales, convencionales y
administrativas del Derecho del Trabajo y que de las normas referidas se ha intentado impulsar un
programa de privatizaciones tendiente a superar la grave crisis financiera, pero en la ejecución del
mismo el legislador ha querido que los trabajadores no dejen de estar amparados por las
instituciones del Derecho del Trabajo, en el cual cobra particular relevancia el crédito laboral en el
caso de transferencias del establecimiento.
En mérito a las normas citadas la C.S.J.N. arriba a las siguientes conclusiones:
a) En razón de lo dispuesto por el artículo 42 de la ley 23.696, el Poder Ejecutivo no puede
válidamente desconocer la aplicación en los procesos de privatización de lo dispuesto en los
artículos 225 a 228 de la L.C.T.
b) Los preceptos de la L.C.T. no establecen una situación de privilegio pues son normas contenidas
en el ordenamiento general y ordinario del derecho laboral y ninguna semejanza tienen con las
"cláusulas monopólicas" ni con las prohibiciones discriminatorias aludidas en el artículo 10 de
la ley 23.696.
c) El hecho de que la ley faculte al P.E. a disponer que el Estado asuma el pasivo de la empresa a
privatizar, no puede traducirse en la liberación de la responsabilidad de quien sucede a ella como
titular de un patrimonio especial que engloba activos y pasivos; en cuanto al deudor primitivo
sólo puede ser liberado a través de una declaración expresa del acreedor en tal sentido,
conforme al principio general establecido en el artículo 814 del Código Civil, pues los efectos de
la norma citada en primer término son asimilables, en principio, a los que resultan de una
delegación imperfecta.
d) Telefónica de Argentina constituyó su patrimonio con una universalidad de hecho escindida de la
que antes había pertenecido al ente estatal y sucedió a éste —en la región que le fue asignada
— en la prestación del servicio público de telecomunicaciones. Este hecho objetivo es el que
debe considerarse para la aplicación de los principios a que alude el artículo 42 de la ley 23.696.
e) Las sociedades licenciatarias no sustituyen a E.N.T.E.L. en sus obligaciones y responsabilidades
ni tampoco en el punto 9.2. del contrato de transferencia en el que se aplica esa pauta. No
puede tener otro alcance que el de otorgar a la sociedad licenciataria el derecho a una acción de
regreso contra el Estado Nacional. Tal conclusión se impone puesto que el objeto de los
contratos públicos debe adecuarse a lo establecido en las leyes dictadas por el Congreso: es
conveniente recordar que el Estado se halla sometido al principio de legalidad, que se vería
vulnerado si se desconociese la solidaridad a la que se hizo mención.
f) Que en este caso, se encuentra en juego el mantenimiento del amparo del trabajador frente a la
privatización misma, en tanto ella implica la enajenación de los bienes que constituían el
patrimonio del ente estatal en el que aquél prestaba sus servicios. Por lo tanto, es clara la
inclusión del caso en la norma del citado artículo 42, ley 23.696. En tal sentido cabe concluir que,
más allá de la limitación en el tiempo que emerge de su texto, es evidente que no pueden
sustraerse del amparo establecido en dicho precepto los perjuicios cuya causa es inescindible de
la privatización efectuada.

10.9. QUIEBRA DE LA EMPRESA

10.9.1. Aspectos generales


El problema de la quiebra en la empresa ha sido materia de preocupación, ya que el trabajador
no siempre logra hacer efectivo su crédito. La L.C.T. considera la situación de la quiebra desde el

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punto de vista indemnizatorio; así el artículo 251, L.C.T. con la modificación introducida por la ley
24.522, establece los siguientes supuestos:
a) En caso de que la quiebra de la empresa sea imputable al empleador, la indemnización que
corresponde es la establecida en el artículo 245, L.C.T.
b) Si la quiebra no es imputable al empleador, la indemnización que corresponde al trabajador será
la prevista en el artículo 247, L.C.T.
Asimismo, en el párrafo tercero, la norma analizada dispone que la determinación de las
circunstancias antes referidas será efectuada por el juez de la quiebra al momento de dictar la
resolución sobre la procedencia y alcance de las solicitudes de verificación efectuadas por los
acreedores.

10.9.2. Continuación de la empresa


La actual ley de quiebras y concursos 24.522 (B.O. 9/8/95) introdujo importantes reformas en la
ley de contrato de trabajo; en lo que a nuestra materia se refiere, innovó sobre el fuero de
atracción, los efectos sobre el contrato de trabajo, la continuación de la empresa y los privilegios.
En cuanto a los efectos de la quiebra o el concurso sobre el contrato de trabajo y los privilegios de
los créditos laborales me remito a lo expresado en el Capítulo XVII (Extinción del contrato de
trabajo).
Cabe aclarar, en primer término, que la quiebra o el concurso atraen para la etapa de la
ejecución de sentencia a todos los que se hayan iniciado con el quebrado o concursado (arts. 21 y
132). Los accidentes de trabajo (art. 21, inc. 5) no son atraídos en ningún caso.
De acuerdo a lo expresado en el primer párrafo, limitaré los aspectos conceptuales a la
continuación de la explotación de la empresa en caso de quiebra y sus efectos, aspectos que la ley
24.522 contempla en la Sección II. Cabe destacar que no siempre el concurso implica la
finalización de la actividad de la empresa y su continuación puede resultar beneficiosa para sus
acreedores. Así, el artículo 189 de la ley 24.522 faculta al síndico a continuar de inmediato con la
explotación de la empresa o alguno de sus establecimientos, pero sólo en forma excepcional, si de
la interrupción pudiera resultar con evidencia un daño grave al interés de los acreedores y a la
conservación del patrimonio. Eventualmente, si la empresa está concursada es porque su
explotación es deficitaria y la continuidad puede causar un mal mayor en sus acreedores; el hecho
de autorizar su continuación, no impide que el juez en cualquier momento disponga la finalización
de la continuación de la empresa (art. 192).
Por otra parte, es importante destacar que la quiebra no disuelve los contratos laborales sino que
los suspende por 60 días corridos (art. 196), por lo que corresponde analizar las consecuencias del
vencimiento de dicho plazo en armonía con las normas de la ley de contrato de trabajo; en este
aspecto destaco:
a) Si el síndico decide la continuación de la empresa o establecimiento (art. 189) debe seleccionar
al personal que continuará en su puesto y aquellos dependientes que deberán cesar
definitivamente ante la reorganización de las tareas (arts. 196, segundo párrafo, 197, primer
párrafo, 241, inc. 2) y 246, inc. 1) L. 24.522).
b) Tanto los dependientes despedidos como quienes continúan en sus funciones pueden solicitar la
verificación de sus créditos, y los sueldos y retribuciones devengados con posterioridad deben
ser pagados por la quiebra en términos legales y se los considera gastos del juicio, con la
preferencia del artículo 240 (arts. 196, tercer párrafo, 197, segundo párrafo y 198, L. 24.522).
c) En igual sentido se expresa el artículo 267 de la L.C.T pues dispone que cuando por las leyes
concursales o actos de poder público se autorizase la continuación de la empresa, aun después
de la declaración de la quiebra o concurso, las remuneraciones del trabajador y las
indemnizaciones que le correspondan en razón de la antigüedad, u omisión de preaviso, debidas
en virtud de servicios prestados después de la fecha de aquella resolución judicial o del poder
público, se considerarán gastos de justicia. Estos créditos no requieren verificación ni ingresan al
concurso, debiendo abonarse en los plazos previstos en los artículos 126 y 128 de la L.C.T. y
con iguales garantías que las conferidas a los créditos por salarios y otras remuneraciones.

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10.9.3. Obligaciones laborales del adquirente de una empresa en quiebra


El artículo 199 de la ley 24.522, si bien se refiere a "las obligaciones laborales del adquirente de
la empresa", resulta contradictorio en su texto, pues en definitiva, además de constituir una
excepción al principio general en materia de transferencias de empresas, lo cierto es que lo libera
de toda obligación laboral.

10.10. GUIA DE ANALISIS


1) Establezca las diferencias entre los conceptos de empresa, establecimiento y explotación.
2) Explique en qué consiste la unidad del régimen jurídico.
3) ¿Qué diferencias existen entre los conceptos de empresario y de sociedad empleadora?
4) Elabore un concepto de medianas empresas acorde a nuestra legislación laboral.
5) ¿Cuáles son los efectos de la transferencia de establecimiento?
6) ¿Cuáles son las obligaciones laborales del adquirente de una empresa en quiebra?
7) El trabajador, en caso de transferencia de empresa, ¿puede considerarse despedido?
8) ¿Cuáles son los requisitos que deben cumplirse para ceder el personal sin que comprenda el
establecimiento?
9) ¿Cuáles son las consecuencias respecto de los contratos de trabajo, cuando se declarara la
apertura de un concurso o la quiebra de una empresa?
10) ¿De qué manera incide en los contratos de trabajo la continuación de la empresa decidida por
el síndico?

BIBLIOGRAFIA
ETALA, CARLOS ALBERTO , "Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1998.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS; CAUBET AMANDA, "Leyes Fundamentales del Trabajo - Sus
reglamentos y anotaciones complementarias", 11ª edición actualizada, 2010, Ed. La Ley.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2007
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Ley de Contrato de Trabajo Comentada", Ed. La Ley, 2009.
MARTÍNEZ VIVOT, JULIO , "Derecho del Trabajo y Seguridad Social" , Ed. Depalma, 1996.
PASTEN DE ISHIHARA, GLORIA M.,"El espíritu de las Leyes", Libro de Ponencias de las II Jornadas
sobre Responsabilidad Laboral: "Los Principios del Derecho del Trabajo y las obligaciones
laborales (A propósito del decreto 1803/92"). Organizada y publicada por la Fundación de Altos
Estudios Sociales, diciembre 1992, Mar del Plata, Buenos Aires.

CAPITULO XI
DERECHOS Y DEBERES DE LAS PARTES
11.1. La organización de la empresa. - 11.2. Las obligaciones laborales. - 11.2.1.Actuación
de buena fe. - 11.2.2. La buena fe en las distintas instancias contractuales. - 11.2.3. El
respeto a la dignidad del trabajador. - 11.3. Facultades del empleador. - 11.4. Poder de
organización y dirección. - 11.5. Poder reglamentario. - 11.5.1. Concepto y caracteres. -
11.5.2. Requisitos que debe cumplir el Reglamento Interno. - 11.6. Facultad de alterar las

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condiciones del contrato. "Ius variandi". - 11.6.1. Aspectos generales. - 11.6.2. Requisitos
específicos. - 11.6.3. Distintos supuestos. - 11.6.3.1. Traslado del establecimiento a otro
establecimiento. - 11.6.3.2. Modificación de la jornada. - 11.6.3.3. Cambio de tareas y de
categoría. - 11.6.3.4. Rebaja de salario. - 11.6.4. Acciones que originan las modificaciones
contractuales ilegítimas. - 11.7. Poder disciplinario. - 11.7.1. Caracterización. - 11.7.2.
Requisitos de la sanción disciplinaria. - 11.7.3. Tipos de sanciones. - 11.8. Controles
personales. - 11.9. Pago de la remuneración. - 11.10. Deber de seguridad. - 11.11.
Excepción de incumplimiento contractual. - 11.12. Reintegro de gastos y resarcimiento de
daños. - 11.13. Deber de protección. Alimentación y vivienda. - 11.14. Deber de ocupación.
- 11.14.1. Principios generales. - 11.14.2. Asignación de tareas superiores. - 11.14.3.
Excepciones al deber de ocupación. - 11.15. Deber de diligencia e iniciativa del empleador.
- 11.16. Deber de observar las obligaciones frente a los organismos sindicales y de la
seguridad social. Certificado de trabajo. - 11.16.1. Deber contractual de retener aportes y
contribuciones. - 11.16.2. El certificado de trabajo. - 11.17. Igualdad de trato. - 11.18.
Obligación de llevar libros. - 11.18.1. Empleadores en general. - 11.18.2. Datos que debe
contener el libro especial del art. 52 de la L.C.T. - 11.18.3. Registros que deben
concentrarse en el Sistema Unico de Registro Laboral (S.U.R.L.). - 11.18.4. Registros que
deben llevar las pequeñas empresas. - 11.18.5. Valor probatorio de los libros. - 11.19. El
cumplimiento de la prestación del trabajador. - 11.19.1. Los deberes del dependiente en la
L.C.T. - 11.19.2. El cumplimiento diligente de la tarea. - 11.19.3. El deber de obediencia. -
11.19.4. El deber de fidelidad. - 11.20. Invenciones o descubrimientos del trabajador. -
11.21. Responsabilidad por daños al empleador. - 11.22. Deber de no concurrencia. - 11.23.
Auxilios o ayudas extraordinarias. - 11.24. Guía de análisis. - Bibliografía.

11.1. LA ORGANIZACION

DE LA EMPRESA
La empresa, para optimizar su funcionamiento y obtener sus fines económicos o benéficos (art.
5°, L.C.T.), requiere de un centro jerárquico que tome las decisiones en todo lo que tenga que ver
con aspectos técnicos, económicos y laborales. Este centro constituye una zona reservada al
empresario, pues él es el dueño del capital, de los medios de producción y de la iniciativa de la
organización. Pero si bien el empresario puede libremente adoptar medidas vinculadas a su
empresa, si ellas afectan las relaciones laborales, el Derecho del Trabajo estructura un sistema de
protección estableciendo responsabilidades a su cargo (por ejemplo, indemnizaciones por
despido).
Las restricciones a la libertad de gestión empresaria se acentúan cuando se trata de la
organización estrictamente laboral de la empresa. Ello porque, para que la empresa cumpla sus
objetivos económicos o benéficos, el empresario posee poderes jerárquicos de dirección,
reglamentario y disciplinario, cuyo ejercicio concreto encausa o modifica la relación laboral. La
limitación del poder del empleador es la razón de ser del Derecho del Trabajo, que busca el
equilibrio entre dichos poderes (que se relacionan con la libertad de organización empresaria) y los
derechos de los trabajadores. El Estado pone límites al empleador fijando condiciones mínimas de
labor y controlando el posible abuso, y el sindicato también lo limita, a través de su presencia en la
empresa compuesta por delegados de personal y comisiones internas, y por la presión que puede
hacer efectiva a través de las medidas de acción directa.
Puede concluirse en que los poderes jerárquicos del empleador encuentran límites jurídicos
impuestos por: a) el marco normativo el que como piso mínimo debe tener en cuenta el empresario
durante la celebración, vigencia y extinción del contrato, el formado por la ley y los convenios
colectivos; b) las prestaciones determinadas en el momento de la celebración del contrato de

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trabajo que forman su núcleo y no son modificables en perjuicio del trabajador (arts. 62 y 66 de la
L.C.T.); c) la necesidad de que las medidas que se adopten se adecuen a los fines empresariales
(que sean funcionales; arts. 65, 66 y 68 de la L.C.T.); d) deberes de conducta a los que ambas
partes deben ajustar sus actos, como buena fe y colaboración (art. 63 de la L.C.T.); e) deberes
como los de ocupación efectiva y trato igual (arts. 78 y 81L.C.T.); y f) deberes genéricos
relacionados con el principio de indemnidad que obligan al empleador a cuidar la seguridad, el
patrimonio y la persona del dependiente, para que no sufra perjuicios morales ni materiales
derivados de la relación laboral (arts. 66, 68 y 75 de la L.C.T., 19 de la Constitución Nacional, arts.
522 y 1109, Cód. Civil).
Destaco que la relación de trabajo origina obligaciones de prestación y de conducta recíprocas,
pues el empresario debe pagar la remuneración (arts. 21 y 74 de la L.C.T.), debe abstenerse de
perjudicar al trabajador mediante sus decisiones organizativas y tiene el derecho de apropiarse
del trabajo del dependiente; en tanto el trabajador tiene que poner su fuerza de trabajo a
disposición del empresario (con diligencia, buena fe y colaboración), y tiene derecho a percibir la
remuneración (arts. 4°, 21, 103 y 197 de la L.C.T.).
En este punto cabe recordar que el Derecho del Trabajo regla la labor de un trabajador
considerado como persona humana inserto en una organización ajena, y que por ello la actividad
del empresario debe ser ejercida de modo funcional, con exclusión de su voluntad arbitraria y que
debe estar condicionada, pues el trabajo es "actividad productiva y creadora del hombre" (art. 4° de
la L.C.T.). Por ello, el empleador tiene el deber de respetar y dar seguridad a la vida y bienes del
trabajador y de contemplar sus intereses patrimoniales y espirituales en cuanto se vinculen con el
contrato y con los actos de dirección y organización que competen al empresario.

11.2. LAS OBLIGACIONES LABORALES

11.2.1. Actuación de buena fe


El artículo 62 de la L.C.T. dispone que las partes están obligadas, activa y pasivamente, no sólo
a lo que resulta expresamente de los términos del contrato sino a todos aquellos comportamientos
que sean consecuencia del mismo, resulten de la ley o de convenciones colectivas de trabajo,
apreciados con criterios de colaboración y solidaridad. Y conforme el artículo 63, los contratantes
deben obrar de buena fe, ajustando su conducta a lo que es propio de un buen empleador y de un
buen trabajador, tanto al celebrar, ejecutar o extinguir el contrato o la relación de trabajo.
Es decir, las partes tienen obligaciones de prestación y obligaciones de conducta y estos
derechos y deberes no resultan sólo de actos unilaterales del empleador o de lo convenido entre
las partes, sino también de las distintas normas legales y de convención colectiva aplicables al
contrato de trabajo.
Del citado artículo 62 puede apreciarse que la L.C.T., ha seguido la línea trazada por la reforma
al Código Civil (art. 1198 reformado por la ley 17.711), en cuanto incorpora en forma expresa el
principio de la "buena fe" como pauta rectora de la conducta de los trabajadores y de los
empleadores en la celebración, ejecución y extinción del contrato o de la relación de trabajo. Como
consecuencia, exige a las partes que adecuen sus conductas a "tipos sociales" medios, que
denomina "buen empleador" y "buen trabajador", así como en el Derecho Civil se habla de "buen
padre de familia" o en el Derecho Comercial de "buen hombre de negocios".
La buena fe constituye un "concepto válvula" por el cual la ley va acercándose a la vida del
Derecho. De tal modo, las partes deben actuar de acuerdo con principios impuestos por una
recíproca lealtad de conducta (situación objetiva) y con la creencia de que se respetan dichos
principios (situación subjetiva). La anotada lealtad recíproca de las partes impone a quien debe la
prestación, hacer cuanto sea necesario para asegurar a la contraparte el resultado útil de la
prestación misma.

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Para decidir cuándo existe desconocimiento de la buena fe, debe establecerse la conducta
media socialmente obligatoria que, de acuerdo con las circunstancias, debió observar el
contratante. A su vez, dicha conducta modela las figuras del "buen trabajador" y del "buen
empleador".
Pero al efecto se excluye todo juicio anticipado y absoluto, pues la buena fe no está referida al
comportamiento supuesto "en abstracto" del "buen trabajador" y del "buen empleador", sino al
comportamiento que, en cada caso concreto, le corresponda a un "buen trabajador" y a un "buen
empleador" según la naturaleza de la relación de que se trate. De tal modo, se arranca del principio
general y abstracto de la buena fe, que brinda directivas generales como las relativas a la exclusión
de todo acto que lleve la intención de perjudicar al otro contratante o implique de algún modo el
ejercicio antifuncional de los derechos y potestades conferidos a las partes, y se corporizan dichas
directivas en el caso dado, de acuerdo con sus particulares circunstancias, emitiéndose en
definitiva un juicio concreto, adecuado a los usos profesionales y comerciales.
En atención a los principios expuestos, pueden expresarse algunas directivas generales a las
que deben adecuar su actuación el empleador y sus dependientes, a saber:
l deben evitar todo abuso de derecho y cuidar de no frustrar los valores protegidos legalmente,
manteniendo recíproca lealtad;
ldeben actuar con claridad, teniendo en mira la subsistencia del vínculo, no su disolución; a tal
efecto, no deben guardar silencio frente a los reclamos de la otra parte y siempre debe
acordarse la posibilidad de que se enmiende el error en que pueda haberse incurrido o el daño
causado.
Cada una de las partes debe tratar de que la otra obtenga un resultado útil de su prestación.
Cualquier ejercicio caprichoso o negligente del derecho es irregular o antifuncional.
La conducta exigible tiene que ser coherente con la actuación en una comunidad organizada
para la obtención de una finalidad común (la producción de bienes o la prestación de servicios) y
por lo tanto queda excluida toda actividad que tienda a frustrar la vida en dicha comunidad o la
obtención de sus fines propios.
El empleador debe excluir toda actividad que tienda a perjudicar la persona del dependiente y a
alterar fundamentalmente sus condiciones en la relación laboral.

11.2.2. La buena fe en las distintas instancias contractuales


A partir del momento de celebrarse el contrato, las partes están obligadas a cumplir con un deber
de veracidad, manifestándose inicialmente de buena fe, debiendo expresar los caracteres y
alcances de las prestaciones que corresponden a cada una de ellas, así como las modalidades y
posibilidades de su cumplimiento, y en especial deben comunicar a la otra parte toda circunstancia
esencial cuyo desconocimiento pueda alterar o impedir el contrato, pues la celebración del contrato
de trabajo configura un vínculo personal y exige que las partes ajusten su conducta a lo normado
por los artículos 62 y 63 de la L.C.T. y 1198 del Código Civil.
Con relación al empleador, las obligaciones a su cargo consisten en: pagar el salario al
trabajador (art. 74 de la L.C.T.); darle ocupación efectiva (art. 78 de la L.C.T.) y en la categoría u
ocupación previstas; cumplir con las obligaciones previsionales y ante los organismos de la
seguridad social (incorporarse al sistema e incorporar al trabajador) en forma de no obstaculizar al
dependiente el goce de los beneficios respectivos (arts. 79 y 80 de la L.C.T.); observar las normas
legales sobre higiene y seguridad en el trabajo y hacer observar las pausas y limitaciones a la
duración del trabajo establecidas por la ley (art. 75 de la L.C.T.); ejercer las facultades de dirección
y organización con carácter funcional, atendiendo a los fines de la empresa (arts. 64, 65 y 66 de
la L.C.T.), y respetando la dignidad del trabajador; cumplir con sus obligaciones de formación y de
información al trabajador y al sindicato (arts. s/n L.C.T.).
Por su parte, el trabajador debe: observar las órdenes e instrucciones que se le impartan sobre
el modo de ejecución del trabajo (art. 86 de la L.C.T.); conservar los elementos y útiles de trabajo
(art. 86 de la L.C.T.); actuar con diligencia, prestando su servicio con puntualidad, asistencia
regular y dedicación adecuada a las características de su empleo y a los medios instrumentales

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que se provean (art. 84 de la L.C.T.); comunicar sus posibles inasistencias de forma que el
empresario pueda ordenar la prestación de los servicios para el cumplimiento del plan de
producción; omitir toda reticencia que conduzca a frenar el proceso productivo; prestar los auxilios
o ayudas extraordinarias que se le requieran en caso de peligro grave e inminente para las
personas o para las cosas incorporadas a la empresa (art. 89 de la L.C.T.); abstenerse de ejecutar
negociaciones por cuenta propia o ajena que perjudiquen al empresario (art. 88 de la L.C.T.).
La violación, por cualquiera de las partes contratantes, de alguna de las obligaciones citadas,
constituye una posible causa de extinción del contrato, si por su gravedad no consiente la
prosecución de la relación (art. 242 de la L.C.T.).

11.2.3. El respeto a la dignidad del trabajador


El artículo 14 bis de la Constitución Nacional establece como principio fundamental el de acordar
al trabajador condiciones dignas y las Declaraciones y Convenios a que se refiere el artículo 75
inciso 22 se dirigen fundamentalmente a poner de resalto la dignidad de la persona humana. Así lo
ha reconocido la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Aquino c/Cargo S.A." del año
2004, entre otros.
Aunque la L.C.T. no contenga un régimen sistemático de normas referidas a la dignidad de los
trabajadores, existen en ella numerosas disposiciones que marcan una finalidad clara: el respeto a
la esfera privada del trabajador, poniendo límites a los poderes patronales de dirección, control y
disciplinario.
Lo primero que debe recordarse es que el artículo 4° de la L.C.T. considera como principal objeto
del contrato de trabajo a "la actividad productiva y creadora del hombre en sí", lo que destaca a la
persona humana e impone una serie de tutelas destinadas a jerarquizar la labor del hombre y a
enaltecer su condición. Esta norma constituye un elemento de interpretación y aplicación del
contrato y de la normativa laboral que conforma uno de los aspectos relevantes de la justicia social
a que se refiere el artículo 11 de la L.C.T., pues obviamente no puede haber justicia social si no
existe ante todo y principalmente, respeto por la persona del trabajador.
Las normas relacionadas con la dignidad del dependiente son las que prohíben hacer
discriminaciones (arts. 17, 81 y 172 de la L.C.T., ley 23.592, Tratados, Acuerdos y Pactos del art.
75, inc. 22 de la Constitución Nacional); las vinculadas a la facultad de dirección que debe
ejercerse de modo funcional y sin perjuicio de la "preservación y mejora de los derechos
personales...del trabajador" (art. 65 de la L.C.T.); la que expresa que los cambios que se dispongan
en la forma de realización de la prestación no le deben causar al trabajador perjuicio moral (art. 66
de la L.C.T.); con la aclaración de que tanto dicho poder como las facultades disciplinarias deben
ejercerse con el "respeto debido a la dignidad del trabajador...excluyendo todo abuso de derecho"
(art. 68, L.C.T.); los controles personales, destinados a la protección de los bienes del empleador,
deberán siempre salvaguardar la dignidad del trabajador (art. 70 de la L.C.T.).
Además, el trabajador goza de una esfera de reserva respecto a sus opiniones políticas,
religiosas o sindicales, pues el empleador no puede obligarlo a manifestar su posición ideológica
en tales sentidos (art. 73 de la L.C.T.), y para salvaguardar su moral, la misma ley impide cualquier
rebaja de categoría, garantizando al trabajador ocupación efectiva de acuerdo a su calificación o
categoría profesional (art. 78), en conjunción con las disposiciones de los artículos 66 y 68 de la
L.C.T.

11.3. FACULTADES DEL EMPLEADOR


Al entrar al estudio específico de los poderes y deberes de cada una de las partes que integran
el contrato de trabajo, reitero que, para que la empresa logre sus objetivos económicos o
benéficos, se confieren al empresario poderes jerárquicos: de dirección, reglamentario y

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disciplinario, los que son concedidos en beneficio del interés colectivo de la empresa, y no en
interés personal del empresarios.
Subrayo que las facultades que se reconocen al empleador son disponibles en el sentido de que
puede no ejercerlas. Los que son de orden público son los derechos de mínima (piso de la
protección legal) y las facultades pueden no ser ejercidas.

11.4. PODER DE ORGANIZACION Y DIRECCION


La organización de la empresa recae sobre el empresario, a quien se le conceden poderes
jerárquicos, atento que la posición de las partes en el contrato de trabajo no es equitativa o entre
pares, siendo el trabajador un dependiente del empresario.
Entre estos poderes otorgados al empleador se encuentra el de dirección que implica, entre
otras, la posibilidad de que emita directivas generales a través de los reglamentos de empresa, que
ordene en forma particular las prestaciones de cada trabajador, de acuerdo a su categoría
contractual y a las necesidades de la empresa, que pueda variar los puestos de trabajo o modificar
dentro de ciertas pautas las condiciones de trabajo ("ius variandi"), que establezca controles o
requiera auxilios o ayudas extraordinarias. Frente al ejercicio del poder de dirección por parte del
empleador, se encuentra el deber de obediencia del trabajador dentro de los límites legales y
convencionales.
Los artículos 64 y 65 de la L.C.T. establecen que "el empleador tiene facultades suficientes para
organizar económica y técnicamente la empresa, explotación o establecimiento", y que "las
facultades de dirección que asisten al empresario deberán ejercitarse con carácter funcional,
atendiendo a los fines de la empresa, a las exigencias de la producción, sin perjuicio de la
preservación y mejora de los derechos personales y patrimoniales del trabajador".
Tomando la definición de Fernández Madrid, el poder de dirección se presenta como el conjunto
de facultades jurídicas por medio de las cuales el empresario determina las modalidades por las
que concreta la prestación laboral.
Como señala Justo López, este poder es unilateral, en la medida en que no se concede, por lo
general, participación a los trabajadores en la formación de las decisiones del empresario; y es
discrecional, en cuanto el empresario puede elegir libremente su decisión, la que no es impuesta
por el ordenamiento estatal. Destaca asimismo que el poder no es arbitrario, pues debe
encuadrarse en límites impuestos por las necesidades de la empresa.

11.5. PODER REGLAMENTARIO

11.5.1. Concepto y caracteres


Deriva del poder de dirección reconocido al empresario e implica la facultad de dictar
reglamentos internos. Se trata de los ordenamientos dictados por el empresario para organizar el
trabajo en la empresa de acuerdo con sus necesidades particulares.
Se dirige indistintamente a todos los trabajadores presentes y futuros de la empresa y, como
acto reglamentario, posee generalidad, porque su contenido no se agota en una única aplicación,
sino que puede dar lugar a aplicaciones nuevas en un gran número de casos futuros e
indeterminados. Debe ser conocido por todos los trabajadores.
El reglamento suele tener una parte referida a los aspectos técnicos y económicos de la
organización del trabajo (especificar las operaciones a realizar en cada unidad de trabajo, dar
instrucciones sobre el uso de máquinas e instrumentos de trabajo, clasificar los puestos de trabajo,

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determinar el régimen de ascensos, el escalafonamiento, etc.), otra relativa al régimen disciplinario


(obligaciones de aseo, de puntualidad, determinación de las modalidades del control de salida) y
que puede referirse a los contratos de trabajo en sí. Por ejemplo a las modalidades del salario y de
la jornada.
De esta normativa sólo pasan al contrato individual, con el carácter de cláusulas no derogables
sino por acuerdo de partes y en situaciones excepcionales, debidamente justificadas, las relativas
al núcleo del contrato (jornada y salarios, categoría concreta atribuida, ubicación escalafonaria). En
cambio, queda fuera del contrato y son derogables unilateralmente por el empleador las normas de
organización técnica, económica y disciplinaria del establecimiento.

11.5.2. Requisitos que debe cumplir el Reglamento Interno


l Carácter funcional de las disposiciones reglamentarias: el reglamento debe satisfacer las
exigencias de la organización del trabajo vigentes en la empresa al tiempo de celebración del
contrato, por lo que, en principio, quedan excluidas las disposiciones caprichosas, infundadas o
superfluas, conforme lo dispuesto por los artículos 65 y 68 de la L.C.T., las renuncias anticipadas
de derechos, o la aceptación de cambios futuros sin conexión con la realidad.
l Respeto a la dignidad del trabajador: la necesidad de la empresa debe respetar la dignidad del
trabajador, quedando excluidas las cláusulas que sean lesivas a dicha dignidad (arts. 65, 66, 68,
70 y 75 de la L.C.T).
lLegitimidad de los regímenes de disciplina laboral: en este sentido, si la naturaleza del trabajo está
en consonancia con la medida adoptada por el empleador en el reglamento interno, es claro que
el trabajador está obligado a cumplir la orden (como por ejemplo, si se prohíbe fumar en un lugar
donde se almacenan combustibles). Pero se ha cuestionado la validez de la creación de
causales de despido por medio de los reglamentos, pues éstas emanan de la ley y deben ser
valoradas por los jueces; ya que una cosa es calificar un hecho como infracción, y otra es
establecer como cláusula reglamentaria que ese hecho justifica el despido, lo que evidentemente
no está autorizado por la ley, y debe ser decidido por los jueces (art. 242, L.C.T.).

11.6. FACULTAD DE ALTERAR

LAS CONDICIONES DEL CONTRATO. "IUS VARIANDI"

11.6.1. Aspectos generales


El trabajador no puede, en principio, ser obligado sin su asentimiento a prestar sus servicios en
tiempo, lugar o condiciones diversas a las convenidas, pues ello afectará su derecho de propiedad
del empleo.
El empleador, a su vez, tiene facultad de dirigir, coordinar, fiscalizar el trabajo de sus
subordinados, procurando que la prestación se desarrolle de acuerdo con las necesidades de su
producción, pero ese derecho no es absoluto. Puede introducir alteraciones en las condiciones de
la prestación de servicios, impuestas por las necesidades de la empresa, con tal que ellas no
modifiquen cláusulas esenciales del contrato de trabajo.

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En consecuencia, el poder de dirección, coordinado con el carácter dinámico de la relación de


trabajo, justifica la existencia del "ius variandi". Este debe ser ejercido con suma prudencia y en
forma tal que no agravie al trabajador.
Deben conciliarse los intereses del dependiente y de la empresa, de manera tal que se respeten
los principios de equidad y buena fe.
En síntesis, cierto cambio en las condiciones de la prestación de los servicios forma parte del
poder de organización del empleador, pero esas variaciones no comprenden la facultad de
modificar las cláusulas esenciales del contrato, ni de lesionar los intereses del trabajador, y deben
responder a necesidades funcionales y razonables de la empresa.
El artículo 66 de la L.C.T. en su redacción actual establece, volviendo al texto originario de la ley
20.744 que "...cuando el empleador disponga medidas vedadas por este artículo, al trabajador le
asistirá la posibilidad de optar por considerarse despedido sin causa o accionar persiguiendo el
restablecimiento de las condiciones alteradas. En este último supuesto la acción se sustanciará por
el procedimiento sumarísimo, pudiéndose innovar en las condiciones y modalidades de trabajo,
salvo que estas sean generales para el establecimiento o sección, hasta que recaiga sentencia
definitiva". Subrayo que esta disposición no limita la posibilidad de que el empleador despida
pagando las indemnizaciones correspondientes antes o durante el juicio sumarísimo.

11.6.2. Requisitos específicos


De lo expuesto resulta que el empleador puede modificar de modo no esencial los términos del
contrato de trabajo ("ius variandi"), pero la modificación debe estar sujeta a los siguientes
requisitos:
a) Razonabilidad.
b) No alteración esencial del contrato.
c) Indemnidad (ausencia de perjuicio material y moral) del trabajador.
La decisión modificatoria de las formas y modalidades del trabajo debe reunir todas estas
condiciones para ser legítima.
En primer lugar el cambio debe ser razonable, es decir que debe responder a las necesidades
de la producción de bienes o de servicios (interés colectivo de la empresa); se excluye, por lo tanto,
el uso no funcional, arbitrario o ilegítimo del "ius variandi".
En segundo lugar, no puede alterarse lo sustancial del contrato como el salario, el tiempo de
trabajo y la calificación profesional, pues como constituyen el núcleo del contrato, su modificación
desfigura el contrato mismo.
Limitado como está el "ius variandi" por contornos diversos, en el aspecto contractual los
cambios están ceñidos por las cláusulas expresamente pactadas, y también por todo "lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión".
Pero si el cambio es permanente y se refiere a aspectos sustanciales, queda extralimitado el "ius
variandi" y la modificación contractual deja de ser lícita, salvo que se consienta la modificación. En
este supuesto, la situación deja de estar regida por el "ius variandi" del empleador, para serlo por lo
que resulte de la voluntad de las partes, como ocurre en el caso de traslado dispuesto por el
empleador, que determina un excesivo tiempo de viajes, máxime cuando no se ofrecen
compensaciones adecuadas. De todos modos, en estos casos, el empleador no puede avanzar
sobre el tiempo de su dependiente dedicado a la vida de familia.
Se excluye la modificación del contrato como sanción disciplinaria (art. 69 de la L.C.T.).
El trabajo que razonablemente ha sido objeto del contrato (calificación contractual) fija para el
trabajador los límites de sus derechos y obligaciones, por lo que a su vez, determina los propios del
poder de dirección. De ahí que pueda afirmarse que dicho poder se ejerce válidamente dentro del
ámbito de la calificación contractual y que todo cambio de calificación es ilegítimo. Puede anotarse
que el artículo 94 de la ley 24.467 transgrede este principio porque permite que el empleador
acuerde con la representación sindical signataria del convenio colectivo la redefinición de los
puestos de trabajo correspondientes a las categorías determinadas en los convenios colectivos de

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trabajo, contrariando al artículo 66 de la L.C.T. y las prescripciones fundamentales de rango


constitucional que protegen al trabajador.
Por último, la modificación de las condiciones de trabajo no pueden afectar ni la persona ni los
bienes del trabajador.
Así, será legítimo el "ius variandi" siempre que la medida no entrañe para el dependiente una
disminución de la remuneración o de su jerarquía, o le cree una situación humillante o injuriosa, o
le obligue a un esfuerzo para adaptarse a las nuevas tareas que no son las de su especialización,
o el cambio le traiga aparejado un peligro para su salud, o incomodidades reales que no fueron
previstas cuando formalizó el contrato de trabajo.
Para Justo López lo que justifica la existencia misma y, por lo tanto, la validez del ejercicio de los
poderes jerárquicos del empleador, no es su interés individual como parte del contrato de trabajo.
El empleador sólo puede alterar —accidentalmente, no esencialmente— la relación individual
actuando como órgano de la comunidad de la empresa. Sus poderes jerárquicos son "potestades",
es decir, poderes concebidos, no en beneficio de su interés individual (como "derechos
potestativos"), sino del interés colectivo de la empresa para la realización de ese "fin inmediato"
que es el "fin común" de aquello mediato respecto del inmediato del cambio, perseguido por las
partes del contrato individual del trabajo. El "fin común" de la empresa es "el logro de su eficaz
intervención en el proceso productivo de bienes y servicios". No debe confundírselo con el fin
individual (obtención de una ganancia o beneficio) que persigue el empresario (individual o
colectivo) mediante la empresa. Por eso, el "fin común" de la empresa es un "fin intermedio"
respecto de este fin último individual del empresario y también lo es respecto de los fines
individuales del trabajador (obtener su ganancia o salario y la conservación de la posibilidad de
obtenerla).
De modo que el empresario que decide unilateralmente la alteración de la relación de trabajo, en
ejercicio de sus poderes jerárquicos, además de respetar la primera valla opuesta a la amplitud de
éstos (que la alteración sea sólo accidental, no sustancial o esencial) debe justificar el cambio por
su relación al fin común de la empresa (eficacia del proceso productivo de bienes y servicios).

11.6.3. Distintos supuestos

11.6.3.1. Traslado del establecimiento a otro establecimiento


La legitimidad de la decisión patronal de trasladar al trabajador a otro establecimiento está
condicionada a la necesidad funcional de la empresa y a la situación personal del trabajador que es
trasladado.
Como regla general puede decirse que debe respetarse esencialmente el principio de
indemnidad (ausencia de perjuicio o reparación del perjuicio), colocándose al trabajador en la
misma o análoga situación que tenía con anterioridad en el orden patrimonial, compensándose los
mayores gastos de traslado, gastos de comida, etc.
Pero, aun cuando se compensaren adecuadamente los eventuales perjuicios económicos, el
cambio puede no ser exigible si implicara sacrificios desmedidos al trabajador, si éste tuviera que
alterar su sistema de vida o si tuviera que dejar otro empleo con tal motivo. En estos supuestos,
nos encontraríamos ante perjuicios de orden no patrimonial que obstarían al ejercicio del "ius
variandi". Es posible que el cambio de lugar de trabajo constituya una cláusula implícita del
contrato, acorde con la naturaleza de las tareas asignadas al trabajador; que al tiempo de la
contratación ya se hubiera previsto el cambio de radicación de la empresa haciéndose mención
expresa de esta circunstancia en el contrato o que la contemplara el convenio colectivo aplicable.
En estos supuestos considero que el trabajador no podría anteponer a la decisión del empresario
sus intereses personales. En cambio, se podrá alegar perjuicio si la facultad "genérica" de traslado

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estuviera puesta en el reglamento de la empresa en forma incondicionada y sin referencia a


situaciones concretas propias de una determinada categoría profesional.
Respecto de los efectos del consentimiento prestado por el trabajador, como principio general
puede afirmarse que el consentimiento dado por la aceptación pacífica del traslado durante un
lapso prolongado excluye la legitimidad de una injuria invocada tardíamente. Ahora bien, si el
trabajador acepta el cambio, ello no implica que no tenga derecho a ser compensado
adecuadamente en relación a los mayores gastos de traslado o a los inconvenientes que le
ocasiona la decisión patronal.

11.6.3.2. Modificación de la jornada


La jornada de trabajo forma parte del núcleo del contrato. Es una cláusula esencial, por lo que no
puede, en principio, ser modificada por el empleador.
El cambio admisible se relaciona con la distribución del tiempo de trabajo (cambio de horario).
Por lo común será modificable el horario continuo en discontinuo o viceversa, con tal de que no se
cause perjuicio material ni moral al trabajador (consideración de gastos de viaje y de comida,
atención del hogar, otras ocupaciones, etc.).
En ciertos casos excepcionales, el cambio de horario por sí mismo y sin necesidad de otra
demostración será arbitrario. Así, la alteración del horario diurno a nocturno, por lo que el uno
condice con el régimen de vida normal, y el otro no.
Pero en la mayoría de los supuestos, el carácter perjudicial del cambio de horario quedará sujeto
a las circunstancias particulares que se presenten y que deben ser objeto de prueba. Como idea
válida se mantiene que, tratándose de un cambio que afecta a las condiciones de vida del
trabajador debe atenderse a su persona, lo que implica las posibilidades de adecuación al nuevo
horario, sin que de ello resulte un perjuicio para su salud ni para los restantes valores tutelados.
Por ejemplo, no puede disponerse que la trabajadora adelante su horario en media hora (entraba a
las 8:15 horas) si por ello debía dejar a su hija sola en la puerta del colegio.
Es legítimo en principio el que por cambio de trabajo (de insalubre a salubre) o por cambio de
turno (de nocturno a diurno), una jornada reducida (de 6 ó 7 horas) se convierta en jornada normal
de 8 horas, pero siempre deberá atenderse a la situación particular del trabajador.

11.6.3.3. Cambio de tareas y de categoría


La modificación que se refiere a la prestación de trabajo en sí misma debe respetar la
calificación contractual, es decir, la clase de trabajo para la cual el trabajador fue contratado.
En consecuencia, no hay "ius variandi" respecto de la determinación expresa o tácita esencial de
la prestación de trabajo (calificación). Pero la asignación de tareas complementarias de la función
desempeñada está dentro de las facultades del empleador.
En tal sentido, no puede legitimarse la modificación si el desempeño de las nuevas tareas trajera
aparejada la pérdida de la especialidad adquirida por el trabajador o si, a la vez, importa una rebaja
de categoría.
En particular, se excluye la rebaja de categoría como sanción porque importa un ejercicio del "ius
variandi" disciplinario que llevaría a una alteración sustancial del contrato, y excedería las
finalidades correctivas y hasta cierto punto ejemplificadoras, ínsitas en el poder disciplinario
patronal.
El "ius variandi", respecto de las condiciones de la prestación laboral, puede suponer funciones
superiores, inferiores, distintas o complementarias de las prestadas normalmente. El empleador no
puede exigir a su dependiente el ejercicio de funciones superiores o inferiores a las prestadas
normalmente, con carácter definitivo, por lo ya dicho acerca de la categoría contractual y al hecho
de que, aun respecto de un ascenso, el dependiente podría oponer reparos válidos vinculados con
la no asunción de mayores responsabilidades (causa subjetiva) o con la pérdida de derechos

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gremiales (estabilidad) o asistenciales (régimen de obras sociales) determinados por el cambio


(causa objetiva).
Entiendo que sólo en forma transitoria podrían asignarse al trabajador una u otras funciones y
siempre que ello fuere necesario para la continuidad de la actividad de la empresa, reconociendo,
claro está, el salario del nuevo puesto.
En cuanto a la asignación de tareas diversas de las habituales (cambio de tipo o función) debe
establecerse si ellas se encuentran comprendidas dentro de las inherentes a la calificación
contractual. En tal sentido, el empleador tiene mayor poder de decisión en la situación del
trabajador no especializado. Pero, de todos modos, debo aclarar que el trabajador no estaría en
ningún caso obligado a suplantar huelguistas en funciones que no correspondan a su calificación
contractual. Una exigencia de tal naturaleza excedería el "ius variandi" y sería violatoria de los
principios de buena fe, ya que a la necesidad de la empresa se opondría el principio de solidaridad.

11.6.3.4. Rebaja de salario


El salario, en cuanto es elemento esencial del contrato, no puede ser modificado por decisión
unilateral del empleador. El artículo 12 de la L.C.T. en su redacción actual excluye todo pacto de las
partes que pueda disminuir las condiciones pactadas en el contrato.
La L.C.T. ha aclarado una hipótesis, con anterioridad conflictiva, al establecer en el artículo 212
que la reincorporación del trabajador disminuido, en otro empleo acorde con su estado de salud, no
debe implicar rebaja de la retribución.
En el caso de supresión o rebaja de la retribución, el trabajador que no disolvió el contrato por
injuria, tiene derecho a la integración de la retribución con los rubros excluidos.

11.6.4. Acciones que originan las modificaciones contractuales ilegítimas


Sin perjuicio de lo que he dicho acerca de la modificación del artículo 66 de la L.C.T. y de la
necesidad de que el empleador inicie juicio sumarísimo para demostrar la legitimidad del cambio, el
trabajador cuenta con las siguientes acciones:
lDisolver el contrato y reclamar las indemnizaciones tarifadas del artículo 245 de la L.C.T.
l Reclamar el cumplimiento del contrato, absteniéndose de realizar su prestación en tanto no se
restituya el contrato a sus términos iniciales, asistiéndole derecho a percibir remuneraciones
porque el empleador incumple la obligación del artículo 78 de la L.C.T. y el dependiente se
encuentra a disposición de aquél, y reclamar los daños y perjuicios consiguientes.
l Aunque acate la modificación, puede reclamar los daños y perjuicios que le ocasiona la medida,
en los términos de los artículos 519 a 522 del Código Civil, incluso la reparación del daño moral.

11.7. PODER DISCIPLINARIO

11.7.1. Caracterización
Entre los poderes jerárquicos del empleador se encuentra el poder disciplinario que, conforme lo
explica Justo López, es un modo de reacción ante el incumplimiento de una obligación, admitido
por el ordenamiento jurídico. La ley otorga al empresario la posibilidad de hacer cumplir las
órdenes y de corregir las faltas de los trabajadores, por medio de sanciones. Las sanciones

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disciplinarias configuran un sistema práctico y útil para lograr que el dependiente adecue su
conducta a las exigencias derivadas del contrato.
El artículo 67 de la L.C.T. establece que "el empleador podrá aplicar medidas disciplinarias
proporcionadas a las faltas o incumplimientos demostrados por el trabajador". Los incumplimientos
y faltas que pueden ser objeto de sanción están relacionados con prestaciones de cumplimiento
efectivo y con deberes de conducta.
En todos los casos, el empleador debe ejercitar esta facultad dentro de los límites y con arreglo a
las condiciones establecidas por la ley, los estatutos profesionales o las convenciones colectivas de
trabajo. Siempre debe cuidar de satisfacer las exigencias de la organización del trabajo en la
empresa y el respeto debido a la dignidad del trabajador y sus derechos patrimoniales, excluyendo
toda forma de abuso de derecho (art. 68 de la L.C.T.).
En principio, la falta sancionable debe provenir de un comportamiento del trabajador derivado de
la relación laboral; la conducta privada del dependiente podría originar una incompatibilidad con el
desempeño de la tarea, pero no una sanción disciplinaria.
La ley prohíbe expresamente que la sanción se trate de una modificación del contrato (art. 69 de
la L.C.T.).
El trabajador, dentro de los treinta días, puede cuestionar la procedencia, el tipo o la extensión
de la medida aplicada, para obtener su supresión, sustitución o limitación (art. 67, L.C.T.) por vía
judicial. Si bien el artículo no aclara ante quién debe ser impugnada la medida, lo habitual es que el
trabajador lo haga por ante el empleador. Si la medida no es impugnada vencido el plazo de 30
días, la sanción disciplinaria se tiene por consentida y no puede ser motivo de cuestionamiento
posterior (cláusula de caducidad).

11.7.2. Requisitos de la sanción disciplinaria


La sanción disciplinaria debe llenar los siguientes requisitos:
l Debe dictarse en tiempo oportuno, es decir que sea contemporánea con el acto del trabajador que
se desea corregir. Se admite la demora lógica derivada de la investigación del hecho.
l Debe tener justa causa.
l Debe encuadrar dentro de las medidas legalmente admisibles, excluyendo todo menoscabo de la
dignidad del trabajador o el propósito de provocar su alejamiento.
l Debe ser proporcional a la falta cometida.
l Debe ser comunicada por escrito.
l Debe ser equitativa y racional.
l No debe implicar discriminación alguna, por aplicación del principio de igualdad de trato.
l Deben ser respetadas las normas estatutarias o convencionales que establezcan procedimientos
especiales para la aplicación de sanciones, en la medida en que no contravengan el régimen
legal.
l No puede aplicarse a una misma falta más de una sanción ("non bis in idem").

11.7.3. Tipos de sanciones


Las sanciones tienen distinta graduación, que debe ser proporcional a las faltas cometidas:
l El llamado de atención, la advertencia, la amonestación, el apercibimiento: son sanciones
morales, pues no ocasionan ningún perjuicio económico para el trabajador (no pierde salarios).
Tienen por finalidad hacerle saber al dependiente que su acción o falta no fue tolerada y
tampoco lo será en el futuro, y configuran malos antecedentes invocables en caso de una falta
ulterior. Por ello, si se las quiere cuestionar deben ser impugnadas.
l La suspensión: es una sanción más grave que las anteriores, que ocasiona un perjuicio material
para el dependiente, pues lo priva de su salario. Se gradúa de acuerdo a la gravedad de la falta
cometida.

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l El despido: es la máxima sanción que puede aplicarse al trabajador, pues implica la


desvinculación de la empresa. La falta cometida debe ser de tal gravedad que impida la
prosecución de la relación, o bien puede consistir en una falta que culmine una serie de
sanciones anteriores aplicadas ante pequeñas faltas reiteradas, que resulta igualmente
impeditivo de la prosecución del contrato.

11.8. CONTROLES PERSONALES


Los controles empresariales (art. 70 de la L.C.T.) tienen diversas finalidades:
a) la facultad de vigilancia y control hace a la organización de la producción y facilita la evaluación
del cumplimiento de la prestación. Esta facultad del empleador está destinada a evaluar la
actividad del dependiente, intenta evitar un perjuicio de la producción o determinar el adecuado
cumplimiento de las tareas. Puede instrumentarse por medio del personal de supervisión, o por
elementos electrónicos ostensibles para no afectar la privacía del trabajador, evitando todo
sistema que se asemeje al espionaje;
b) resguardo de los bienes de la empresa. Este control puede realizarse mediante personal de
policía privada, correspondiéndoles proteger a las personas y evitar la comisión de hechos
delictivos, colaborando, en su caso, con la policía del Estado;
c) controles de puerta o de salida. Estos controles deben respetar, igual que los anteriores, la
dignidad del trabajador, es decir que no deben humillarlo ni menoscabarlo. Además, y como lo
determina la norma (arts. 70, 71 y 72 de la L.C.T.), deben ser discretos, automáticos, generales,
conocidos por la autoridad de aplicación, ser realizados por mujeres en caso de revisación del
personal femenino, efectuarse en lugar alejado de presencias extrañas o de terceros, y dar al
trabajador la posibilidad de ser asistido por otro trabajador;
d) control sobre el comportamiento extralaboral del trabajador. La investigación de la vida
extralaboral del dependiente interfiere en su vida privada e implica una violación de su intimidad.
Si bien no hay un control admisible fuera del ámbito laboral y el trabajador puede disponer
libremente de su vida, lo cierto es que en determinadas circunstancias esa actividad puede
repercutir sobre el contrato de trabajo, por ejemplo, si tiene repercusiones policiales (detención,
escándalo). No se trata de extender los deberes de conducta más allá de lo debido e invadir la
esfera privada del trabajador, sino de aceptar que, en la realidad, ciertas conductas rebasan la
esfera de conocimiento privado y, al hacerse públicas, pueden adquirir significación como
incumplimiento contractual. En este aspecto es importante determinar si la conducta extralaboral
del dependiente (conocida públicamente) puede tener incidencia sobre la relación laboral.
Diversas son las causales, con distinta connotación, que pueden sobrevenir durante la relación
(alcohol, drogadicción). Si bien hay comportamientos que no pueden ser invocados válidamente
para poner fin a la relación, en algunos casos son incompatibles con su subsistencia por pérdida
de confianza según el puesto ocupado o por deterioro de la imagen de la empresa.

11.9. PAGO DE LA REMUNERACION


Es la obligación fundamental del empresario y un elemento que califica al contrato. La retribución
tiene carácter alimentario y forma parte del núcleo del contrato, por lo que no puede ser motivo de
modificación, ni se puede excusar la falta de pago por razón alguna. El artículo 74 de la L.C.T.
establece que el empleador está obligado a satisfacer el pago de la remuneración debida al
trabajador en los plazos y condiciones previstos en la ley.
Respecto al tiempo de pago, los efectos de la mora, y las reglas generales y especiales sobre la
adquisición y el pago de la remuneración, me remito al capítulo pertinente.

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11.10. DEBER DE SEGURIDAD


El artículo 75 de la L.C.T., en su texto actual, dice: "1) El empleador está obligado a observar las
normas legales sobre higiene y seguridad en el trabajo, y a hacer observar las pausas y
limitaciones a la duración del trabajo establecidas en el ordenamiento legal. 2) Los daños que sufra
el trabajador como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones del apartado anterior, se
regirán por las normas que regulan la reparación de los daños provocados por accidentes en el
trabajo y enfermedades profesionales, dando lugar únicamente a las prestaciones en ellas
establecidas" (texto introducido por el art. 49 de la ley 24.557).
Las "normas legales" a que se refiere el primer párrafo del artículo son principalmente la ley
19.587 y su decreto reglamentario 351/79, y la ley de riesgos del trabajo. Por su parte, las "pausas
y limitaciones a la duración del trabajo" están reguladas en la ley 11.544 (de jornada), las
numerosas disposiciones reglamentarias y las normas pertinentes de la L.C.T.
Krotoschin afirmó, aún antes de la sanción de la L.C.T., que el deber de seguridad exigido al
empleador se trataba de una exigencia contractual típica y que no requería formulación ni
regulación expresa por parte de la legislación o de la convención colectiva, pues estaba implícito
en todo contrato de trabajo. Su transgresión ocasionaba responsabilidad, siempre que se
configurara un daño y existiera relación causal. Esta postura fue compartida por la doctrina y la
jurisprudencia mayoritaria. Con posterioridad a la promulgación de la L.C.T., el artículo 75 de la ley
sólo disipó alguna polémica en torno al carácter contractual y no legal de la obligación y se daba
por sentado la vigencia del deber de conducta, aunque la norma nada hubiese prescripto. Al igual
que Krotoschin, otros doctrinarios como Eduardo Alvarez, Justo López, Fernández Madrid, De la
Fuente, son partidarios de la tesis tradicional que afirma la admisibilidad de una pretensión
autónoma dirigida a efectivizar la responsabilidad contractual del empleador cuando el trabajador
padece un daño que guarda nexo causal con el incumplimiento de la obligación de seguridad.
En conclusión, para esta postura, ante un infortunio laboral nacían tres tipos de acciones:
a) la acción emergente de la norma específica (24.557), en el marco de una responsabilidad
objetiva basada en la ocasionalidad;
b) la acción por responsabilidad extracontractual por negligencia, dolo o riesgo, enmarcada en lo
dispuesto por los artículos 1109, 1113 y otros del Código Civil (conforme el Plenario de la
C.N.A.T. "Alegre c/ Manufactura Algodonera" del 26/10/71);
c) la acción tendiente a efectivizar la responsabilidad contractual cuando el incumplimiento de la
obligación de previsión origina un daño al dependiente.
El nuevo artículo 75 pretende eliminar estas hipótesis, por cuanto limita las acciones y
prestaciones de reparación de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales
exclusivamente a las incluidas en la ley de riesgos del trabajo 24.557. Además, convierte al
trabajador en un sujeto que carece de acción para demandar el cumplimiento de las normas de
higiene y seguridad y sólo lo habilita a efectuar una denuncia ante la Superintendencia de Riesgos
del Trabajo.
Numerosos autores consideran que, sin perjuicio de la intención del legislador de vaciar de
contenido al artículo 75, el deber de seguridad preexiste en la relación laboral más allá del
concepto legislativo que ahora pretende dársele. Este deber continúa produciendo efectos jurídicos
fundados en la regla general del artículo 1198 del Código Civil y del artículo 63 de la L.C.T.,
imponiendo el deber de previsión como principio general del Derecho del Trabajo, por cuanto se
trata de preservar la integridad psicofísica del trabajador y ante dicho incumplimiento surge sin
dudas la responsabilidad del empresario.

11.11. EXCEPCION DE INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL


El artículo 83 de la L.C.T. (en su texto originario de la ley 20.744) autorizaba al trabajador a
rehusar la prestación de trabajo, sin que ello le ocasionara pérdida o disminución de la

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remuneración, si el mismo le hubiera sido exigido en transgresión a tales condiciones (de higiene y
seguridad en el trabajo), siempre que existiera peligro inminente de daño o se hubiera configurado
el incumplimiento de la obligación mediante constitución en mora o si habiendo el organismo
competente declarado la insalubridad del lugar, el empleador no hubiera realizado los trabajos o
proporcionado los elementos que dicha autoridad había establecido.
El nuevo art. 75 (texto según ley 24.557,art. 49) suprimió la facultad del trabajador de retener su
prestación de trabajo en los casos señalados.
Sin embargo la facultad del trabajador de retener la prestación de trabajo en caso de que el
empleador incumpla su deber de seguridad. Ello porque los artículos 510 y 1201 del Código
Civil son aplicables en el contrato de trabajo.

11.12. REINTEGRO DE GASTOS Y RESARCIMIENTO DE DAÑOS


Conforme lo dispone el artículo 76 de la L.C.T., el empleador debe reintegrar al trabajador los
gastos efectuados por éste para el cumplimiento adecuado del trabajo, y resarcirlo de los daños
sufridos en sus bienes por el hecho y en ocasión del mismo. Este aspecto se encuentra
directamente relacionado con el ejercicio de la función, porque el cumplimiento de la tarea puede
requerir erogaciones que el empleador debe restituir en la medida en que se demuestre que el
gasto fue necesario y estrictamente relacionado con la labor asignada (por ejemplo, la compra de
una herramienta). El trabajador tiene una acción de reintegro en caso de incumplimiento. También
debe resarcir, como lo indica la norma, los daños sufridos en los bienes propios del dependiente
que normalmente introduce al trabajo (el instrumento que el músico utiliza en la orquesta, la
bicicleta con la que el trabajador se traslada a la empresa). Este supuesto es de responsabilidad
objetiva, porque prescinde de la culpabilidad del empleador y éste sólo se exime de
responsabilidad si acredita la culpa del trabajador. Este, para reclamar ell resarcimiento, debe
acreditar: la introducción de la cosa en el trabajo, el daño y la relación causal.

11.13. DEBER DE PROTECCION. ALIMENTACION Y VIVIENDA


La L.C.T., en el artículo 77, determina que el empleador debe prestar protección a la vida y
bienes del trabajador cuando éste habite en el establecimiento; si se le proveyese de alimentación
y vivienda, aquélla deberá ser sana y suficiente y la última, adecuada a las necesidades del
trabajador y su familia; el empleador debe efectuar a su costa las reparaciones y refacciones
indispensables, conforme a las exigencias del medio y confort.
Las prestaciones a que se refiere la norma están generalmente determinadas en estatutos
especiales, como el de encargados de casas de renta, y en convenios colectivos y se trata de una
disposición excepcional derivada del principio de indemnidad y focalizada respecto de la habitación
que se otorga al trabajador en el establecimiento.

11.14. DEBER DE OCUPACION

11.14.1. Principios generales


El empleador debe garantizar al trabajador ocupación efectiva de acuerdo a su calificación o
categoría, salvo que el incumplimiento responda a motivos fundados, que impidan la satisfacción

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de este deber (art. 78 de la L.C.T.). El deber de ocupación está referido a la categoría contractual
del trabajador a quien no basta que se le pague: debe dársele trabajo. No se justifica y es contrario
a la buena fe no hacer uso de la fuerza de trabajo que el dependiente pone a disposición del
empresario. Tal actitud no es compatible con la esencia del contrato de trabajo, cuyo principal
objeto es "la actividad productiva y creadora del hombre en sí" (art. 4° de la L.C.T.).
Por consiguiente, existe un derecho correlativo a este deber, en virtud del cual el trabajador
puede exigir que se lo ocupe, no bastando que se le mantenga la remuneración del período no
laborado.
La asignación de tareas debe ser adecuada a la capacidad física del trabajador.
Respecto de la calificación personal, señalo que tiene importancia en la relación contractual
porque define los trabajos exigibles al dependiente. El empleador no puede exigir otras tareas,
aunque concuerden con la capacitación personal o habilitación profesional, si este aspecto no fue
tenido en consideración al momento de la contratación.
La admisión del trabajador en su puesto de trabajo conlleva la obligación de darle las órdenes
concretas sobre la forma o el modo de desarrollar la tarea, la puesta a disposición de los útiles o
herramientas necesarios, de la ropa y elementos de seguridad, de la entrega de material.

11.14.2. Asignación de tareas superiores


Si el trabajador fuese asignado a tareas superiores distintas de aquellas para las que fue
contratado, puede rechazarlas, y si las acepta siempre tiene derecho a percibir la remuneración
correspondiente por el tiempo de su desempeño. La norma también indica que si desaparecen las
causas que dieron lugar a la suplencia y el trabajador continúa en su desempeño o si transcurren
los plazos que fijen al efecto los estatutos profesionales o las convenciones colectivas de trabajo,
las nuevas tareas se reputarán como definitivas.

11.14.3. Excepciones al deber de ocupación


El empleador se exime de la obligación de dar ocupación al trabajador en los casos de
suspensión disciplinaria, por falta o disminución de trabajo o por fuerza mayor, supuestos en los
que tampoco paga salarios. También puede relevarlo de prestar servicios durante el plazo de
preaviso otorgado, pero en este caso debe abonarle la remuneración correspondiente (art. 236,
2do. párrafo de la L.C.T.).

11.15. DEBER DE DILIGENCIA E INICIATIVA DEL EMPLEADOR


El artículo 79 de la L.C.T. pone en cabeza del empleador una serie de obligaciones derivadas de
las leyes y otras normas, especialmente de la seguridad social, a fin de "posibilitar al trabajador el
goce íntegro y oportuno de los beneficios que tales disposiciones le acuerdan". Debe obrar con
diligencia toda vez que un beneficio a favor del trabajador esté condicionado, en su otorgamiento, a
requisitos previos que deben ser cumplidos por el propio empresario (registración del empleador en
el régimen respectivo).
La norma determina que el empleador no puede invocar en ningún caso el incumplimiento de
parte del trabajador de las obligaciones que le están asignadas y del que se derive la pérdida total
o parcial de aquellos beneficios, si la observancia de las obligaciones dependiese de la iniciativa
del empleador y no demostrase haber cumplido oportunamente de su parte las que estuviesen a su
cargo como agente de retención, contribuyente u otra condición similar.

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11.16. DEBER DE OBSERVAR LAS OBLIGACIONES FRENTE A LOS ORGANISMOS


SINDICALES Y DE LA SEGURIDAD SOCIAL.

CERTIFICADO DE TRABAJO

11.16.1. Deber contractual de retener aportes y contribuciones


El artículo 80 de la L.C.T. obliga al empleador a retener a los trabajadores las contribuciones
correspondientes a:
Al sindicato con personería gremial al que se encuentren afiliados.
A la seguridad social; régimen de jubilaciones y pensiones; sistema de obras sociales.
Tanto las obligaciones que el empresario tiene como obligado directo (contribuciones jubilatorias,
aportes para asignaciones familiares y el Fondo Nacional de Empleo), como las que le
correspondan como agente de retención, pueden ser invocadas por el trabajador para disolver el
contrato, previa intimación, si de ello le resulta una situación impeditiva de la prosecución del
contrato (art. 242, L.C.T.).
El artículo también impone al empleador la obligación de extender constancia documentada del
cumplimiento de su obligación de ingresar los fondos sindicales y de la seguridad social. Esta
obligación es de rigor al finalizar el contrato, pero también puede exigirse durante el tiempo de la
relación, cuando medien causas razonables.
El artículo 132 bis establece que si el empleador hubiere retenido aportes del trabajador con
destino a los organismos de la seguridad social o cuotas, aportes periódicos o contribuciones a que
estuviesen obligados los trabajadores en virtud de normas legales o provenientes de las
convenciones colectivas de trabajo, o que resulten de su carácter de afiliados a asociaciones
profesionales de trabajadores con personería gremial, o de miembros de sociedades mutuales o
cooperativas o por servicios y demás prestaciones que otorguen dichas entidades, y cuando se
produce la extinción del contrato de trabajo por cualquier causa no hubiese ingresado total o
parcialmente esos importes a favor de los organismos, entidades o instituciones a los que
estuvieren destinados, deberá a partir de ese momento pagar al trabajador afectado una sanción
conminatoria mensual equivalente a la remuneración mensual del dependiente. Este importe se
devengará con igual periodicidad a la del salario hasta que el empleador acreditase de modo
fehaciente haber hecho efectivo el ingreso de los fondos retenidos. Ello sin perjuicio de las
hipótesis en que hubiere quedado configurado un delito de derecho penal (ver ley 25.345).

11.16.2. El certificado de trabajo


En el momento de la extinción del contrato de trabajo, el empleador debe entregar al
dependiente un certificado conteniendo exclusivamente las siguientes indicaciones:
a) fecha de ingreso y egreso;
b) categoría del trabajador o especificación de los servicios de que se trata;
c) remuneraciones percibidas, especificando los parciales de los períodos a los que ellas
corresponden;
d) aportes y contribuciones efectuados a los organismos de la seguridad social;

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e) la calificación profesional obtenida en el o los puestos de trabajo desempeñados, hubiere o no


realizado el trabajador acciones regulares de capacitación (ley 24.576, B.O. 13/11/95).
En el certificado no pueden asentarse constancias referidas a la forma de extinción de la
relación, ni conceptos relativos a la aptitud o corrección del trabajador; si el empleador hiciera
alguna mención a dichos temas, es procedente condenarlo a extender otro conforme a las
prescripciones legales y abonar los perjuicios comprobados.
El empleador no puede negarse a otorgar el certificado; si no hiciere entrega de la constancia y
del certificado indicados más arriba, corresponde fijar judicialmente una multa diaria en concepto
de astreintes, por incumplir una obligación de hacer (art. 666 bis del Código Civil).
Si el empleador no hiciera entrega de dichas constancias dentro de los 2 (dos) días hábiles
computados a partir del día siguiente al de la recepción del requerimiento que a tal efecto le
formulare el trabajador de modo fehaciente, será sancionado con una indemnización a favor de
este último que será equivalente a tres veces la mejor remuneración mensual, normal y habitual
percibida por el trabajador durante el último año o durante el tiempo de prestación de servicios, si
éste fuere menor. Esta indemnización se devengará sin perjuicio de las sanciones conminatorias
que para hacer cesar esa conducta omisiva pudiere imponer la autoridad judicial competente (texto
según ley 25.345). El decreto reglamentario 146/01 en su artículo 3º extendió el plazo para el
empleador a un mes posterior a la extinción del contrato. Lo que ha dado lugar a interpretaciones
contradictorias en la jurisprudencia. Opino que debe entenderse que el trabajador puede en
cualquier momento requerir dicho certificado y que el empleador podría entregarlos dentro de los
30 días corridos de efectuada la petición .
Por lo demás la ley 24.241 de jubilaciones y pensiones, impone al empleador la obligación de
otorgar a los afiliados y beneficiarios, y a sus derechohabientes, cuando éstos lo soliciten, y en
todos los casos al finalizar la relación laboral, las certificaciones de los servicios prestados,
remuneraciones percibidas y aportes retenidos, y toda otra documentación necesaria para el
reconocimiento de los servicios u otorgamiento de cualquier prestación (art. 12, inc. g).

11.17. IGUALDAD DE TRATO


En este punto remito a lo explicado al tratar la regla de no discriminación (Capítulo III).

11.18. OBLIGACION DE LLEVAR LIBROS

11.18.1. Empleadores en general


Todo empleador se encuentra obligado a registrar al trabajador en sus libros laborales, que
deben estar rubricados en las mismas condiciones que se exigen para los libros principales de
comercio. El libro que prevé el artículo 52 de la L.C.T. debe ser llevado por todos los empleadores
que ocupen a más de cuarenta trabajadores. En el caso de las pequeñas empresas (ley 24.467)
éstas podrán llevar un libro denominado "Registro Unico de Personal", que incluye el libro
del artículo 52, L.C.T. y otros establecidos por normas especiales.
A su vez, el artículo 7° de la ley 24.013, establece que el contrato ha sido registrado cuando el
empleador hubiere inscripto al trabajador en el libro del artículo 52 de la L.C.T. y en los registros
mencionados en el artículo 18, inciso a), L.E., y que las relaciones laborales que no cumplieren con
los requisitos fijados, se considerarán no registradas.

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Por otra parte, en el supuesto caso de que los libros carezcan de las formalidades previstas en el
artículo 52 de la L.C.T. tales circunstancias son merituadas por el Juez y si se omite su exhibición
es considerado como una presunción a favor del trabajador (arts. 53, 54 y 55 de la L.C.T.).

11.18.2. Datos que debe contener el libro especial del artículo 52 de la L.C.T.
En el libro se consignará: individualización íntegra y actualizada del empleador; nombre, estado
civil, fecha de ingreso y egreso, remuneraciones asignadas y percibidas del trabajador,
individualización de personas que generen derecho a la percepción de asignaciones familiares y
demás datos que permitan una exacta evaluación de las obligaciones a cargo del empleador.
Se prohíbe: alterar los registros correspondientes a cada persona empleada; dejar blancos o
espacios; tachar anotaciones, suprimir fojas o alterar su foliatura o registro; hacer interlineaciones,
raspaduras o enmiendas, las que deberán ser salvadas en el cuadro o espacio respectivo, con
firma del trabaja dor a que se refiere el asiento y control de la autoridad administrativa.

11.18.3. REGISTROS QUE DEBEN CONCENTRARSE EN EL SISTEMA ÚNICO DE


REGISTRO LABORAL (S.U.R.L.)
Los registros enumerados en el artículo 18, inciso a) de la ley 24.013, que debe concentrar el
Sistema Unico de Registro Laboral, son: la inscripción del empleador y la afiliación del trabajador a
la A.N.Se.S y a la obra social correspondiente. El Instituto Nacional de Previsión Social y las cajas
de subsidios familiares fueron suprimidos por los artículos 96 y 91 del decreto 2284/91, por lo que
el empleador debe, actualmente, efectuar un registro sólo ante la A.F.I.P. y ante la obra social que
corresponda al trabajador.

11.18.4. Registros que deben llevar las pequeñas empresas


El artículo 84 de la ley 24.467 para pequeñas empresas permite sustituir los libros y registros
exigidos por las normas legales y convencionales vigentes por un Registro Unico de Personal,
donde deben asentarse la totalidad de los trabajadores, cualquiera sea su modalidad de
contratación y debe hallarse rubricado por la autoridad administrativa laboral competente (art. 85).
A su vez, en el artículo 86 de la ley 24.467 se detallan taxativamente los libros sustituidos, por lo
que considero que se mantiene la obligación de llevar los libros y planillas especiales nominados,
por ejemplo el libro de viajantes de comercio (art. 10 de la ley 14.546), el libro de rol en el trabajo
marítimo, etc., y en el caso de las pla nillas de horarios que prevén las disposiciones sobre jornada,
el decreto reglamentario 737/95 permite que se las reemplace por la indicación del horario del
trabajador en el Registro Unico de Personal.
Asimismo, en el artículo 88 se dispone que el incumplimiento de las obligaciones registrales o en
la ley 20.744 podrá ser sancionado hasta con la exclusión de la empresa del régimen laboral de
la ley 24.467 y considero que asimismo se les aplica las sanciones que la ley de contrato de trabajo
establece para los casos de falta de registración o registración defectuosa (arts. 53, 54 y 55, L.C.T.)
o la posibilidad de merituar en función de las particularidades y circunstancias de cada caso, los
libros que carezcan de algunas de las formalidades exigidas por el artículo 87, ley 24.467, pues a
mi criterio, estas disposiciones constituyen una derivación razonable de facultades judiciales que
podrían ejercerse en presencia de una documentación inexistente o defectuosa.

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11.18.5. Valor probatorio de los libros


De las registraciones que ordena llevar el artículo 52 de la L.C.T., las relativas a las
remuneraciones percibidas deben tener respaldo documental (recibos). También deben registrarse
en los libros de comercio.
Las demás constancias relativas a fecha de ingreso y egreso, así como los datos que permitan
una exacta evaluación de las obligaciones a cargo del empleador, son puestas en forma unilateral
por el empresario, por lo que tienen un valor relativo y son inoponibles al trabajador.
Si la empresa no lleva libros, o no los exhibe ante requerimiento judicial —reitero—, surge una
presunción a favor de los hechos expuestos por el trabajador en su demanda, que debieron
asentarse en dichos libros (art. 55 de la L.C.T.).
En caso de que los libros carezcan de alguna de las formalidades prescriptas por el artículo 52, o
sean llevados defectuosamente, en caso de controversia judicial su valor probatorio será apreciado
por el juez, de acuerdo a las particulares circunstancias de cada caso (art. 53 de la L.C.T.).
La omisión de registro de la relación de trabajo constituye una justa causa de despido para el
trabajador (arts. 242 y 246 de la L.C.T.). Además, le permite al dependiente acudir al mecanismo
previsto por la ley 24.013 para obtener la regularización (arts. 72 a 11, 14 a 17).
Reitero que por su unilateralidad los libros no pueden ser invocados por el empleador como sola
prueba, pero valen como confesión propia.

11.19. EL CUMPLIMIENTO DE LA PRESTACION DEL TRABAJADOR

11.19.1. Los deberes del dependiente en la L.C.T.


La diligencia del trabajador, vista desde la óptica del cumplimiento de sus deberes generales de
prestación y de conducta, se vincula con la buena fe y el deber de colaboración contemplados en el
artículo 63 de la L.C.T..

11.19.2. El cumplimiento diligente de la tarea


El deber de diligencia del trabajador está referido a la forma de ejecución de su trabajo y
desecha un rendimiento deliberadamente deficiente. Está ínsito en el contrato que la prestación de
una de las partes debe ser útil a la otra, por eso la obligación del trabajador es la de trabajar con
diligencia.
La diligencia consiste en la actividad del dependiente tendiente a obtener un rendimiento normal,
de acuerdo a las obligaciones comprometidas en virtud del contrato. Esto implica que al trabajador
se le exige la diligencia calificada en relación a la naturaleza de la función y al nivel en que la
desarrolla.
En la prestación, el trabajador debe realizar todos aquellos trabajos adicionales y
complementarios de su actividad principal que estén implícitos en la contratación de que se trate y
correspondan a los usos de empresas, profesionales y locales. Lo que interesa es precisar cuáles
son los deberes contractuales exigibles, no más allá de los comprometidos en virtud del contrato,
aunque el trabajador posea una especial habilidad o capacitación profesional (por ejemplo, un
abogado a quien se ocupa en tareas de empleado administrativo).

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Además, el artículo 84 trata algunos aspectos de los deberes de diligencia y colaboración y


establece que el trabajador debe prestar el servicio con puntualidad, asistencia regular y
dedicación adecuada a las características de su empleo y a los medios instrumentales que se le
provean.
El trabajador debe asistir regularmente a su empleo. Sus inasistencias deben estar justificadas
por disposiciones de la ley, del convenio colectivo, del reglamento interno o por autorización
del empleador. La obligación de prestar servicio con asistencia regular se complementa con la de
avisar las ausencias, pues el proceso productivo se desarrolla de acuerdo a un programa que
puede verse alterado si no se prevén reemplazos oportunos.

11.19.3. El deber de obediencia


El trabajador debe observar las órdenes e instrucciones que se le impartan sobre el modo de
ejecución del trabajo, ya sea por el empleador o por sus representantes (art. 86 de la L.C.T.). El
incumplimiento configura una desobediencia que puede ser motivo de sanciones e incluso
configurar una injuria suficiente para decidir el despido.
Este deber es correlativo de la relación jerárquica de los trabajadores con el empresario, y de las
facultades de dirección y de organización correspondientes a éste (arts. 64, 65, 66 y 68 de la
L.C.T.). Como ya se señaló, la configuración del contrato de trabajo supone la posibilidad, para una
parte, de dar órdenes, y la obligación de la otra de cumplirlas.
Las órdenes e instrucciones del empresario sólo deben ser obedecidas si son legítimas y
funcionales. El incumplimiento no es sancionable cuando configura la reacción contra un abuso de
derecho o contra un acto antifuncional del empresario, o contra un acto en perjuicio del trabajador,
o violatorio de la ley.

11.19.4. El deber de fidelidad


Este deber, que deriva del más genérico de buena fe, obliga al trabajador a no cometer actos
perjudiciales para el empresario y en manifestaciones positivas que se traducen en la diligencia en
la prestación del trabajo, comunicación de peligros o entorpecimientos, no ocasionar daños, no
divulgar secretos, no dejarse sobornar y no hacer concurrencia desleal. Es tanto más exigible
cuanto mayor es la jerarquía del dependiente y más delicadas sus funciones.
El artículo 85 de la L.C.T. también se refiere al deber de guardar reserva o secreto, y puede ser
referido tanto a los aspectos de un determinado proceso productivo (inventos, fórmulas), como a
las fases de comercialización y distribución del producto (investigaciones de mercado, lista de
clientes, etc.). Intenta proteger al empresario de sus competidores.
El deber de fidelidad que la ley pone en cabeza del trabajador no significa sumisión ni deber de
lealtad al empleador, sino una expresión de buena fe, impuesta en la relación laboral.

11.20. INVENCIONES O DESCUBRIMIENTOS DEL TRABAJADOR


Las disposiciones de la L.C.T. relativas a las invenciones producidas durante la relación laboral
se encuentan previstas en los artículos 82 y 83, con las modificaciones introducidas para el primero
de ellos por la ley 24.572, que ha previsto distintos supuestos:
a) En el caso de invenciones personales del trabajador, la ley las denomina "invenciones libres" y
son aquellas que el trabajador hiciere con total prescindencia de su obligación de prestar trabajo,
pero que fueron concretadas durante la relación de trabajo, aun cuando el dependiente no fue
contratado para realizar esos descubrimientos. La ley otorga la propiedad de esos

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descubrimientos al trabajador, aun cuando se haya valido de instrumentos que no le pertenecen.


En el caso de cesión de sus derechos sobre la invención o descubrimiento, el trabajador deberá
dar derecho de preferencia al empleador, en igualdad de condiciones con los terceros (art. 83 de
la L.C.T.).
b) Acerca de inventos obtenidos por conocimientos o medios de la empresa, la ley establece que
cuando la actividad del trabajador no tuviera por objeto total o parcialmente la realización de
actividades inventivas, y el dependiente realizara una invención en cuya obtención hubieran
influido conocimientos adquiridos en la empresa o la utilización de medios proporcionados por
ella, el empleador tendrá derecho a la titularidad de la invención o a reservarse el derecho de
explotación de la misma.Las invenciones o descubrimientos que se deriven de los
procedimientos industriales, métodos o instalaciones del establecimiento, o de
experimentaciones, investigaciones, mejoras o perfeccionamiento de los ya empleados son
propiedad del empleador.
c) También son de propiedad del empleador las invenciones, fórmulas, diseños, materiales y
combinaciones que se obtengan habiendo sido el trabajador contratado con tal objeto.

11.21. RESPONSABILIDAD POR DAÑOS AL EMPLEADOR


El trabajador es responsable ante el empleador de los daños que cause a los intereses de éste,
por dolo o culpa grave en el ejercicio de sus funciones (art. 87 de la L.C.T.).
Los daños no culposos no pueden originar repercusiones en el contrato de trabajo desfavorables
al dependiente, pues éste cumple con las obligaciones a su cargo adoptando las actitudes que
exigieren la naturaleza de las prestaciones encomendadas de acuerdo a los medios instrumentales
que se le provean (art. 84 de la L.C.T.) y a las órdenes e instrucciones que se le impartan (art. 85).
Dadas estas condiciones, el empresario es quien asume el riesgo propio de la empresa. En todo
caso, el empleador debe probar la existencia de culpa del trabajador para responsabilizarlo,
presumiéndose la inculpabilidad del trabajador.
La jurisprudencia exige para que se configure culpa grave que el trabajador produzca los daños
que pudo prever y evitar adoptando precauciones mínimas. Se trata de una culpa calificada e
inexcusable, donde el dependiente autor del hecho tiene conciencia de los peligros que origina su
conducta; es una culpa lindante con el dolo.
En cambio, se han excluido de la hipótesis del artículo 87 de la L.C.T. los daños causados a los
intereses del empleador por negligencia en el cumplimiento de una obligación de medio, toda vez
que no resultan del dolo o culpa grave de éste. El incumplimiento de la diligencia normalmente
exigible no resulta suficiente para responsabilizar al trabajador por los daños causados al
empleador en los términos del artículo 87, y menos aún puede reconocerse dicha responsabilidad
si las tareas se realizaron bajo el control y la supervisión del principal.
Una vez producido el daño, el empleador puede iniciar la acción de responsabilidad ante la
Justicia del Trabajo (art. 20 de la ley 18.345); tiene 90 días para hacerlo, pues de lo contrario
caduca su derecho (art. 135 de la L.C.T.). El empleador puede consignar judicialmente el
porcentaje previsto por el artículo 133 de la L.C.T. (20%) de las remuneraciones del dependiente, a
las resultas del juicio.

11.22. DEBER DE NO CONCURRENCIA


El deber de no concurrencia o de no competencia desleal, está comprendido dentro del más
amplio deber de fidelidad, pero no implica que el trabajador no pueda tener otro trabajo, salvo
pacto de exclusividad. La otra tarea que realice debe implicar una verdadera competencia por la
posibilidad de que dicha actividad cause un perjuicio al empleador.

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Para que se configure el incumplimiento del trabajador es necesario que cause o que pudiera
causar un daño al empleador, de acuerdo a la redacción del artículo 88 de la L.C.T. Es decir que
basta la mera posibilidad de daño para encuadrar la situación dentro de lo previsto por el artículo.
Este deber de no concurrencia constituye una expresión concreta del deber de buena fe.
No importa que la actividad paralela del dependiente sea autónoma o dependiente ni que la
realice directamente o a través de terceros.
La hipótesis de competencia desleal por lo común se configura por el trabajo prohibido de
técnicos o de altos empleados, es decir, de personal que tiene conocimientos especiales sobre la
gestión de la empresa. También indica que es una pauta indicativa de que existe una negociación o
empleo incompatible cuando dicha actividad se cumple en un comercio del ramo análogo al del
principal y cuando se desempeñen funciones que, por su relevancia, pueden implicar la
transferencia de datos comerciales o técnicos.
La obligación de no concurrencia subsiste mientras se encuentra vigente el contrato de trabajo,
salvo que las partes hubieran celebrado un convenio especial de no concurrencia, en cuyo caso la
prohibición se extiende a un período posterior a la finalización de la relación.
El incumplimiento del trabajador al deber de no concurrencia, durante el contrato de trabajo,
puede constituir una injuria suficiente para poner fin a la relación, en los términos del artículo 242
de la L.C.T.

11.23. AUXILIOS O AYUDAS EXTRAORDINARIAS


El artículo 89 de la L.C.T. establece que el trabajador estará obligado a prestar los auxilios que
se requieran, en caso de peligro grave o inminente para las personas o para las cosas
incorporadas a la empresa.
Esta obligación deriva del principio de buena fe y se sustenta en razones humanitarias y de
colaboración pero se trata de una hipótesis excepcional en que se requieren trabajos ajenos a la
calificación profesional del trabajador, cuando haya que salvar vidas o bienes. La norma no está
referida a la mayor producción sino a los casos de siniestro.
En cambio, el artículo 203L.C.T. puntualiza que el trabajador no estará obligado a prestar
servicios en horas extraordinarias salvo los supuestos del artículo 89, o por exigencias
excepcionales de la economía nacional o de la empresa, juzgando su comportamiento en base al
criterio de colaboración en el logro de los fines de la misma.
En los contratos a tiempo parcial (art. 92 ter, L.C.T.) los trabajadores no podrán realizar horas
extraordinarias, salvo la hipótesis del artículo 89, L.C.T. ya referido.
El empleador debe pagar la remuneración aunque se trate de circunstancias extraordinarias,
pues aunque la norma no lo diga expresamente, el trabajo no se presume gratuito (art. 115 de la
L.C.T.).

11.24. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál es la razón por la que la L.C.T. otorga al empleador facultades de organización y
dirección?
2) ¿Qué significa la actuación de buena fe durante la relación laboral?
3) Enumere características del reglamento de empresa.
4) ¿Qué es el "ius variandi"? ¿Cuáles son sus requisitos?
5) ¿Cuáles son las consecuencias en el caso de una modificación contractual ilegítima'?
6) ¿Cuáles son las distintas medidas disciplinarias que puede aplicar el empleador?
7) Cite algunos requisitos de las sanciones disciplinarias.
8) Enumere los tipos de controles personales que pueden ser dispuestos por el empleador.
9) ¿Cómo deben ser los controles personales "de salida"?

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10) ¿En qué situación el empleador debe cumplir la obligación de alimentación y vivienda y cómo
debe llevarla a cabo?
11) Fundamento del deber de ocupación.
12) Explique la importancia de cumplir las obligaciones frente a la seguridad social y las
consecuencias de la inobservancia.
13) ¿Qué libros deben llevar los empleadores en general?
14) ¿Qué valor probatorio tienen los libros del empleador?
15) Enumere y explique los deberes del trabajador durante la relación de trabajo.
16) ¿Cuáles son las diferentes situaciones que pueden darse frente a una invención o
descubrimiento del dependiente?
17) ¿Qué es el deber de no concurrencia?
18) Indique a qué se refiere la obligación de prestar auxilio o ayudas extraordinarias.
19) ¿Qué modalidad contractual excluye la realización de horas extraordinarias?

BIBLIOGRAFIA
ALVAREZ, EDUARDO,"El artículo 75 de la Ley de Contrato de Trabajo y el destino paradójico del
deber de seguridad", Ed. Errepar, T. VII.
ETALA, CARLOS ALBERTO,"Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1999 y ediciones posteriores.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 2ª
edición, 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes Fundamentales del
Trabajo" , Ed. La Ley, 11 ed., 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de Trabajo Comentada", Ed. La Ley, 2009.
PASTEN DE ISHIHARA, GLORIA,"La obligación de registrar al trabajador", Revista Doctrina Laboral,
Ed. Errepar, T XI, 1998.
POSE, CARLOS,"Manual Práctico del ius variandi" , Ed. David Grimberg-Libros Jurídicos, 1995.
SARDEGNA, MIGUEL ANGEL,"Ley de Contrato de Trabajo", Ed. Universidad, 1985.

CAPITULO XII
JORNADA DE TRABAJO Y DESCANSO
12.1. Introducción: las finalidades de la ley. - 12.2.
Jornada y condiciones de trabajo. - 12.3. Régimen
legal de la jornada de trabajo. - 12.4. Concepto de
jornada de trabajo. - 12.5. Ambito personal de
aplicación de la L.C.T. y de la ley 11.544. - 12.5.1.

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Actividades y tareas incluidas. - 12.5.2. Actividades y


tareas excluidas. - 12.6. Extensión de la jornada. -
12.7. Distribución de la jornada de trabajo por medio
de convenios colectivos. Ley de empleo. - 12.8.
Excepciones a la jornada máxima de trabajo. - 12.9.
Excepciones debidas al contenido del trabajo:
Directores y gerentes. - 12.10. Excepciones debidas al
tipo de organización del trabajo. - 12.10.1. Trabajos
por equipos. - 12.10.1.1. Conceptos y alcances. -
12.10.1.2. Concepto en el Decreto Reglamentario
16.115/33. - 12.10.1.3. El trabajo por equipos en la
Ley de Contrato de Trabajo. - 12.10.1.4. El descanso
semanal. - 12.10.1.5. jornada nocturna. - 12.10.2.
Trabajos preparatorios o complementarios. - 12.10.3.
El trabajo intermitente. - 12.11. Excepciones debidas a
condiciones especiales de trabajo. - 12.11.1. Trabajo
nocturno. - 12.11.2. Trabajo insalubre. - 12.12.
Excepciones debidas a exigencias propias de la
empresa. - 12.12.1. Accidente, trabajos de urgencia,
fuerza mayor. - 12.12.2. Demandas extraordinarias de
trabajo. - 12.13. Excepciones debidas a las
características personales del trabajador.. - 12.13.1.
Trabajo de mujeres. - 12.13.2. El trabajo de menores. -
12.14. Horas extraordinarias o suplementarias. -
12.14.1. Caracterización. - 12.14.2. Remuneración de
las horas extraordinarias. - 12.14.3. Límite máximo de
horas extraordinarias. - 12.14.4. Obligación de prestar
servicios en horas extraordinarias . - 12.14.5. Las
horas extras sobre la jornada establecida en la
convención colectiva inferior a la legal. - 12.15. La
jornada establecida en la convención colectiva que
establece el pago de recargos. - 12.16. Prueba de las
horas extraordinarias. - 12.17. El descanso semanal. -
12.18. El trabajo en días sábados y domingos. - 12.19.
El descanso anual. - 12.19.1. Garantía constitucional.
- 12.19.2. Concepto. - 12.19.3. Plazo de las
vacaciones. - 12.19.4. Requisitos para su goce. -
12.19.5. Epoca de otorgamiento. - 12.19.6.
Retribución. - 12.19.7. Indemnización. - 12.19.8.
Acumulación de vacaciones. - 12.19.9. Menores. -
12.19.10. Trabajadores de temporada. - 12.19.11.
Pequeñas empresas. - 12.20. Otras licencias. - 12.21.
Días feriados obligatorios y no laborables. - 12.22.
Guía de análisis. - Bibliografía.

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12.1. INTRODUCCION: LAS FINALIDADES DE LA LEY


La legislación sobre jornada de trabajo ligada al fenómeno de la
industrialización, constituye una verdadera conquista obrera, quizás la más
importante del siglo XX, pues en el siglo XIX eran frecuentes las jornadas de
12 y 14 horas, aun en el caso de los menores, sin excepción, incluso los
domingos y feriados. Esta conquista no atañe únicamente al aspecto
fisiológico, sino también al aspecto humano, en el sentido de excluir la
concepción del hombre máquina, para ver en el mismo una persona que tiene
derechos y deberes no sólo frente a su empleador sino, ante todo, frente a sí
mismo, a su familia y a la colectividad a la que pertenece; derechos y deberes
que resultarían anulados en el supuesto de dedicar al trabajo dependiente
todas sus energías y todo el tiempo de que dispone después de satisfacer las
mínimas exigencias corporales (ver el caso "Aquino, Isacio c/ Cargo S.A." de la
CSJN sobre la dignidad de las personas y la exclusión de las políticas
neoliberales, así como la concepción de la O.I.T sobre "trabajo decente")

12.2. JORNADA Y CONDICIONES DE TRABAJO


La jornada de trabajo tiene diferentes connotaciones en el marco jurídico y
económico y las normas de orden público que fijan las jornadas máximas y
mínimas tienden a proteger el excesivo desgaste físico del trabajador. De ahí la
necesidad de propender a una reducción de la jornada como forma de mejorar
las condiciones de trabajo y la calidad de vida del trabajador.

12.3. REGIMEN LEGAL DE LA JORNADA DE TRABAJO


La regulación de la jornada de trabajo se rige por la ley 11.544 —12/9/29—
(reglamentada por el decreto del 11 de marzo de 1930, modificada por
el decreto 16.115/33 que se aplica solamente en la jurisdicción nacional, esto
es, en la Capital Federal, y por la ley de contrato de trabajo, texto ordenado de
1976).
La Constitución Nacional en su artículo 14 bis garantiza la jornada limitada y
ésta es materia reservada a la legislación nacional (L.C.T. y ley 11.544), con
exclusión de toda disposición provincial en contrario. Si bien la L.C.T. no ha
mencionado como fuente normativa a los convenios colectivos y en él artículo
198 la misma ley expresa que la reducción de la jornada máxima legal
solamente procederá "cuando lo establezcan las disposiciones nacionales

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reglamentarias de la materia, salvo estipulación particular de los contratos


individuales del trabajo", no considero que se haya excluido la posibilidad de
que la duración del trabajo provenga de dicho origen. En tal sentido me parece
claro que la ley 11.544 sólo regula jornadas máximas, con exclusión de la
legislación local, pero no puede impedir que las partes (individuales o
colectivas) establezcan mejores derechos (por ejemplo, la jornada reducida).
De tal modo, en el orden normativo tenemos por una lado la ley nacional y
eventualmente su reglamentación, y por otra el acuerdo de partes (individual o
colectivo), que podría prevalecer sobre aquellas otras normas en el supuesto
de ser más favorable al trabajador. En aras de la uniformidad queda eliminada
como fuente normativa la legislación provincial.

12.4. CONCEPTO DE JORNADA DE TRABAJO


El artículo 197 de la ley de contrato de trabajo "entiende por jornada de
trabajo todo el tiempo durante el cual el trabajador esté a disposición del
empleador en tanto no pueda disponer de su actividad en beneficio propio.
Integrarán la jornada de trabajo los períodos de inactividad a que obligue la
prestación contratada, con exclusión de los que se produzcan por decisión
unilateral de trabajador".
El decreto nacional 16.115/33 había dispuesto que "... se considerará trabajo
real o efectivo el tiempo durante el cual los empleados u obreros de las
empresas deben estar presentes en sus puestos respectivos para ejecutar las
órdenes de sus superiores... no se computará en el trabajo el tiempo del
traslado del domicilio de los empleados u obreros hasta el lugar en que sus
órdenes fueran impartidas, ni los descansos normales intercalados y las
interrupciones apreciables en el trabajo, durante los cuales no se les exija
ninguna prestación y puedan disponer de su tiempo" [art. 1°, inc. d)].
De tal modo, se considera como jornada únicamente el espacio de tiempo de
prestación de tareas en relación de trabajo y de dependencia.
La jornada se relaciona con el salario por lo que debe conceptuarse como el
tiempo que el trabajador está a disposición del empleador.
La distribución de las horas de trabajo será facultad privativa del empleador y
la diagramación de los horarios, sea por el sistema de turnos fijos o bajo el
sistema rotativo del trabajo por equipos no estará sujeta a la previa
autorización administrativa, pero aquél deberá hacerlos conocer mediante
anuncios colocados en lugares visibles del establecimiento para conocimiento
público de los trabajadores.
Entre el cese de una jornada y el comienzo de la otra deberá mediar una
pausa no inferior a doce horas.
En síntesis: la jornada comprende el tiempo trabajado efectivamente y el
tiempo puesto a disposición, lo que se vincula con el concepto de salario del
artículo 103, L.C.T. No se considera tiempo trabajado aquel que el trabajador

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puede disponer en beneficio propio. Los intervalos dentro de la jornada, en


principio, no se consideran tiempo trabajado, salvo que el descanso responda
a una necesidad de la función y el trabajador no pueda disponer de su tiempo
en provecho propio, por ejemplo, cuando se realiza un trabajo de mucho
esfuerzo y es necesario hacer una pausa de 20 minutos o las que, en general,
se disponen durante la jornada de trabajos insalubres para aliviar la intensidad
del esfuerzo o impedir la exposición del trabajador por un tiempo demasiado
prolongado a dicho ambiente. La jornada máxima es de 8 horas diarias o 48
semanales. Pueden trabajarse 9 horas por día de lunes a viernes y 3 horas los
sábados. La jornada insalubre es de 6 horas y la nocturna de 7.
La L.C.T. —respetando los antecedentes nacionales— ha tomado para el
cómputo de la jornada el criterio del tiempo de trabajo nominal (el tiempo en
que el trabajador está a disposición del empleador en su establecimiento).
Ello significa que el lapso computado como trabajado abarca el tiempo
efectivo y aquel durante el cual el trabajador pone su fuerza de trabajo a
disposición del empleador de acuerdo con la organización del trabajo en la
empresa aunque no preste efectivamente servicios, cualquiera sea el motivo
(organización de las tareas, riesgo empresario, etc.).
Como lo he señalado más arriba, esta fórmula para determinar la medición
de la jornada de trabajo se relaciona con los conceptos de jornada y de salario,
pues el artículo 103 de la L.C.T. prescribe que el salario es debido aunque el
trabajador no preste servicios por la mera circunstancia de haber puesto su
fuerza de trabajo a disposición del empleador.
Se considera computable como tiempo de trabajo:
a) El tiempo de prestación de servicios.
b) El tiempo durante el cual el trabajador esté a disposición del
patrono, en que permanece inactivo dentro de la jornada si la
inactividad es extraña a su voluntad, a su negligencia o a causas
legítimas de suspensión de contrato (arts. 78, 218 a 223 y 208,
L.C.T.).
c) Las pausas dentro de la jornada, en principio no se consideran
tiempo trabajado, salvo que el descanso responda a una necesidad
de la función y el trabajador no pueda disponer de su tiempo en
provecho propio, por ejemplo, según la naturaleza del trabajo,
debiendo permanecer el trabajador en el lugar donde realiza su
labor.
El párrafo 2° del artículo 197, L.C.T. dice que "integrarán la jornada los
períodos de inactividad a que obligue la prestación contratada, con exclusión
de los que se produzcan por decisión unilateral del trabajador".
En el caso de las pausas para merendar la mayoría de la jurisprudencia
excluye estos breves intervalos de la jornada. Para que un lapso de inactividad
quede fuera de la jornada legal, tiene que ser de libre disposición para el
trabajador (uso del tiempo en beneficio propio) y no resultar de un
requerimiento de la tarea en sí.

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En tal sentido, el artículo 2° del Convenio N° 30 de la O.I.T. determina que "la


expresión horas de trabajo, significa tiempo durante el cual el personal está a
disposición del empleador, estarán excluidos los descansos durante los cuales
el personal no se halla a disposición del empleador."

12.5. AMBITO PERSONAL DE APLICACION

DE LA L.C.T. Y DE LA LEY 11.544

12.5.1. Actividades y tareas incluidas


El artículo 1° de la ley 11.544 (1er. párrafo) establece que "la duración del
trabajo no podrá exceder de ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales
para toda persona ocupada por cuenta ajena, en explotaciones públicas o
privadas, aunque no persigan fines de lucro".

12.5.2. Actividades y tareas excluidas


El artículo 1° de la ley 11.544 en su segunda parte establece que no están
comprendidos en sus disposiciones y los del servicio doméstico, ni los
establecimientos en que trabajen solamente miembros de la familia del jefe,
empresario, gerente, director o habilitado principal.
El artículo 6° del decreto reglamentario 16.115/33 entiende por miembros de
la familia a las personas vinculadas por parentesco, bien sea legítimo o natural,
y dentro de los siguientes grados: ascendientes, descendientes, cónyuges y
hermanos y a su vez que se considerarán formando parte de un solo
establecimiento las sucursales, agencias o secciones de una misma empresa o
patrón.
El artículo 7° del mencionado decreto considera habilitado principal a la
persona que posea la condición jurídica de factor (la figura del factor o
encargado y responsable de la gestión comercial de un establecimiento ha sido
regulada en el Código de Comercio, pero debe ser ligada con lo que establece
el artículo 5º y 36 de la LC.T., concepto de empresario y de sus
representantes). A su vez, la norma señala que independientemente de los

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requisitos que dicho Código exige, el contrato del habilitado constará por
escrito y será anotado en el Registro correspondiente de la autoridad de
aplicación. La inscripción se efectuará en vista del certificado auténtico librado
por el Registro Público de Comercio.
Los trabajadores domésticos se rigen por el decreto 326/56 que tampoco
establece una jornada máxima pero sí diferentes pausas que son para el
personal sin retiro de 9 horas consecutivas para el reposo nocturno, de 3 horas
entre las matutinas y vespertinas, y descanso semanal de 24 horas corridas o
de 2 medios días por semana (art. 4°).

12.6. EXTENSION DE LA JORNADA


La importancia de establecer una jornada de ocho horas se trató en las
conferencias internacionales de Berlín (1890) y Berna (1905, 1906 y 1913); y
también en el artículo 427 del Tratado de Versalles. La adopción de una
jornada de ocho horas o de la semana de 48 horas constituía un objetivo de
particular urgencia.
Luego, la Oficina Internacional del Trabajo (O.I.T.), materializó varias
iniciativas en esta materia, entre ellas el convenio sobre las horas de trabajo en
la industria adoptado por la Conferencia General de la O.I.T. en su primera
reunión celebrada en Washington en 1919 (Convenio 1), que fue el primero de
una numerosa serie de instrumentos referidos a la duración del trabajo. A partir
de lo estipulado en la Conferencia de la O.I.T. de 1919, Argentina sancionó
la ley 11.544 en 1929. En su artículo 1° dispone que la duración del trabajo no
podrá exceder de ocho horas diarias o 48 horas semanales, para toda persona
ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no
persigan fines de lucro. La norma fija la duración máxima de la jornada y
permite una duración menor para las explotaciones señalad as.
La aplicación de la ley no es, desde luego, uniforme pues existe una serie de
regulaciones especiales contenidas en convenios colectivos, decretos
reglamentarios, estatutos profesionales, etc. que han introducido adaptaciones
a las características de las diversas actividades sin violar el principio
consagrado en la ley 11.544, sobre todo en cuanto al límite máximo semanal.
Todo lo relativo a la jornada máxima de trabajo, del mismo modo que lo
referente a los descansos en sábados y domingos, días feriados nacionales y
vacaciones anuales retribuidas, reposa en normas de orden público de donde
resulta evidente la nulidad de cualquier pacto o convenio destinado a
transgredir las normas legales que regulan este instituto.

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12.7. DISTRIBUCION DE LA JORNADA DE TRABAJO POR MEDIO

DE CONVENIOS COLECTIVOS. LEY DE EMPLEO


El artículo 198 de la L.C.T. establece: "La reducción de la jornada máxima
legal solamente procederá cuando lo establezcan las disposiciones nacionales
reglamentarias de la materia, estipulación particular de los contratos
individuales o convenios colectivos de trabajo. Estos últimos podrán establecer
métodos de cálculo de la jornada máxima en base a promedio, de acuerdo con
las características de la actividad".
De tal modo, se presenta la posibilidad de establecer la distribución de los
tiempos de trabajo por medio del convenio colectivo, promediando según las
necesidades de la actividad de que se trate la jornada máxima. Sin embargo,
tal distribución deberá respetar las pausas que prescribe la L.C.T., y entre
jornada y jornada deben transcurrir por lo menos 12 horas.

12.8. EXCEPCIONES A LA JORNADA MAXIMA DE TRABAJO


El artículo 199 de la L.C.T. dispone que "el límite de duración del trabajo
admitirá las excepciones que las leyes consagren en razón de la índole de la
actividad, del carácter del empleo del trabajador y de las circunstancias
permanentes o temporarias que hagan admisibles las mismas, en las
condiciones que fije la reglamentación".

12.9. EXCEPCIONES DEBIDAS AL CONTENIDO DEL TRABAJO:

DIRECTORES Y GERENTES
La ley 26.597 sustituyó al inciso a) del artículo 3° de la ley
11.544 estableciendo que sólo quedarán exceptuados del cobro de horas
extras los directores y gerentes. Esta modificación deroga también el artículo
11 del decreto 16.115/33 que reglamentaba a la antigua disposición de la ley de
jornada que exceptuaba a los empleados de dirección y vigilancia, haciéndola
aplicable a niveles más bajos de esa estructura, como jefes de sección,
capataces, etc.

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12.10. EXCEPCIONES DEBIDAS AL

TIPO DE ORGANIZACION DEL TRABAJO

12.10.1. Trabajos por equipos

12.10.1.1. Concepto y alcances


El empleador puede diagramar los trabajos de acuerdo al sistema de turnos
fijos o al sistema rotativo del trabajo por equipos, sin necesidad de autorización
administrativa previa, ya sea que su implantación obedezca a necesidades o
conveniencias económicas o a razones técnicas inherentes a la misma
explotación. Se considera equipo a cualquier número de personas cuya tarea
está de tal modo coordinada que el trabajo de uno no puede realizarse sin
cooperación de los demás. Y de modo prevaleciente se admite que esta
excepción se refiere tanto al sistema de turnos fijos como al sistema rotativo en
virtud del cual cada cuadrilla pasa periódicamente de un horario al siguiente y
es reemplazada por la que le sigue en orden de turno y así sucesivamente.
Hugo Carcavallo destaca que el trabajo por equipos reconoce múltiples
aplicaciones y variantes existiendo trabajos que se interrumpen por la noche o
durante el fin de semana, a los que se denomina semicontinuos, por oposición
a los continuos, que son los que se efectúan, sin interrupción, de día, de
noche, los domingos y feriados. Se conocen igualmente los turnos fijos y, por
otra parte, la continuidad o discontinuidad de la tarea es independiente de que
la misma se ejecute por un grupo de personas o por un solo trabajador, dado
que hay trabajos continuos en los que basta la presencia de un solo trabajador
por turno, mientras que es posible organizar la ejecución de procesos muy
diversos, interrumpibles o no, mediante la actuación coordinada de varios
trabajadores. Agrega el autor que el sistema bajo examen dejó de ser una
modalidad especial vinculada a un número reducido de actividades fabriles, ya
que se ha extendido a los servicios y a otros campos, representando hoy un

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método de trabajo característico de un estadio avanzado de la evolución


técnica, económica y social de las sociedades industriales.
Por mi parte entiendo que el trabajo por turnos rotativos sólo debería ser
autorizado en las empresas de actividades necesariamente continuas, pues su
realización afecta los ritmos biológicos y perjudica la vida familiar, cuestiones
fundamentales para la consideración respetuosa de la condición de persona
humana del trabajador.

12.10.1.2. Concepto en el Decreto Reglamentario 16.115/33


El artículo 10 del decreto reglamentario 16.115/33 señala que un equipo es:
a) un número cualquiera de empleados u obreros cuya tarea
comience y termine a una misma hora en trabajos en que, por su
naturaleza, no admitan interrupción; y
b) un número cualquiera de empleados u obreros cuya tarea esté en
tal forma coordinada que el trabajo de unos no pueda realizarse sin
la cooperación de los demás.
El artículo 3° de la ley 11.544, inciso b) dispone que cuando los trabajos se
efectúan por equipos, la duración podrá ser prolongada más allá de las 8 horas
por día y de 48 semanales, a condición de que el término medio de las horas
de trabajo sobre un período de 3 semanas a lo menos, no exceda de 8 horas
por día o de 48 semanales.
El decreto 16.115/33 en su artículo 2° señala que cuando el trabajo se
efectúe por equipos la duración podrá ser prolongada más allá de las 8 horas
por día y de 48 semanales distribuyendo las horas de labor sobre un período
de tres semanas consecutivas o sea un total de 144 horas, en 18 días
laborales, en forma que el término de las horas de trabajo dentro del ciclo no
exceda de 8 horas por día o 48 semanales, sin que en ningún caso el trabajo
semanal exceda de 56 horas.
El artículo 3° del citado decreto prescribe que el pago de la jornada para la
forma de trabajo bajo examen, no dará lugar a recargo de sueldos o salarios.

12.10.1.3. El trabajo por equipos en la Ley de Contrato de Trabajo


La ley de contrato de trabajo, en vinculación con la jornada, se refiere al
trabajo en equipos en dos disposiciones. En su artículo 197 dispone que la
distribución de las horas de trabajo será facultad privativa del empleador y que
la diagramación de los horarios, sea por el sistema de turnos fijos o bajo el
sistema rotativo del trabajo por equipos, no estará sujeta a la previa
autorización administrativa, pero aquél deberá hacerlos conocer mediante

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anuncios colocados en lugares visibles del establecimiento para conocimiento


público de los trabajadores.
El artículo 202 determina que en el trabajo por equipos o turnos rotativos
regirá lo dispuesto por la ley 11.544 [art. 3°, inc. b) citado] sea que haya sido
adoptado a fin de asegurar la continuidad de la explotación, sea por necesidad
o conveniencia económica o por razones técnicas inherentes a aquélla, y que
el descanso semanal de los trabajadores que presten servicio bajo el régimen
de trabajo por equipos se otorgará al término de cada ciclo de rotación y dentro
del funcionamiento del sistema.
La duración del trabajo por equipos se puede extender más allá de las ocho
horas diarias y cuarenta y ocho semanales, con la condición de que el
promedio de las horas de trabajo en un período de tres semanas como mínimo,
no exceda de ocho horas por día o cuarenta y ocho horas semanales, es decir,
ciento cuarenta y cuatro horas con un tope de cincuenta y seis horas por
semana.
El artículo 3°, inciso b) de la ley 11.544, sustituyó la semana como tope
temporal para medir las horas de labor por un período de tres semanas o
menos, extensión que lleva implícito el reconocimiento de que el descanso
hebdomadario no debe necesariamente cumplirse en días sábado o domingo.
El descanso semanal de los trabajadores que presten servicios bajo el régimen
de trabajos por equipos se otorgará al término de cada ciclo de rotación y
dentro del funcionalismo del sistema, debiendo tener dicho descanso una
duración equivalente al establecido para el común de los trabajadores (art.
204, L.C.T.).

12.10.1.4. El descanso semanal


La cuestión del descanso hebdomadario en materia de trabajos por equipos
se vincula directamente con el problema de los recargos salariales, por trabajos
en dichos días. A este respecto el artículo 207 de la ley de contrato de trabajo,
excluye implícitamente todo pago adicional cuando se otorgare descanso
compensatorio, y si se omitiera dicho descanso el trabajador podrá hacer uso
de ese derecho a partir del primer día hábil de la semana subsiguiente, previa
comunicación formal de ello efectuada con una anticipación no menor de 24
horas. En este supuesto el salario se abona doble. Al respecto anoto que lo
expuesto expresa las opiniones dominantes pero por mi parte entiendo que el
empleador en ningún momento puede enriquecerse indebidamente por el
incumplimiento de un precepto legal, por lo que el trabajador no pierde el
derecho a reclamar el importe del día de trabajo en el caso de no haber
requerido el descanso.

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12.10.1.5. Jornada nocturna


El artículo 200 de la L.C.T. establece que la limitación de la jornada nocturna
(7 horas) no tendrá vigencia cuando se apliquen los horarios rotativos del
régimen de trabajo por equipos. En estos casos se aplican los topes promedio
de 8 horas diarias o 48 semanales medidos en un lapso de tres semanas.
En compensación del trabajo realizado por equipos por cada siete días de
trabajo nocturno deberá concederse un descanso equivalente a una jornada de
trabajo. A esta pausa se suma el descanso hebdomadario, pues se trata de
una jornada especial de reposo por trabajo nocturno, no del descanso normal
por el trabajo semanal y el descanso corresponde toda vez que se trabajen en
forma continua siete días en horario nocturno. El único caso en que procede el
adicional de ocho minutos en el trabajo nocturno (art. 200, L.C.T.) por equipos
es cuando la jornada de descanso compensatorio que correspondería por cada
siete días de trabajo nocturno no se otorga.

12.10.2. Trabajos preparatorios o complementarios


El artículo 4°, inciso a) de la ley 11.544 dispone que los reglamentos del
Poder Ejecutivo pueden fijar por industria, comercio y oficio y por región las
excepciones permanentes admisibles para los trabajos preparatorios o
complementarios que deban necesariamente ser ejecutados fuera del límite
asignado al trabajo general del establecimiento.
Los trabajos preparatorios son aquellos que resultan necesarios para la
actividad productiva, como por ejemplo la puesta en marcha de máquinas,
equipos, instalaciones o encendido de hornos y calderas.
En cambio, los trabajos complementarios como el control de las instalaciones
o la limpieza de las maquinarias tienen lugar no antes de comenzar la actividad
productiva, como los preparatorios, sino una vez finalizada ésta.
Víctor Sureda Graells entiende que se trata de trabajos que inevitablemente
deben efectuarse para la mejor ejecución y realización de la tarea, a fin de que
durante ésta se trabaje en forma efectiva, evitando que parte de la jornada la
insuman los referidos trabajos que son indispensables para el cumplimiento de
aquellos fines.
En toda empresa hay un tiempo de puesta en marcha y otro de cierre de la
actividad, que por lo general no coincide con los horarios de producción o
atención al público, pues se ocupa precisamente en trabajos preparatorios de
la actividad productiva o complementarios o subsiguientes a ella. De tal modo,
si los trabajos respectivos se superpusieran con el resto de las tareas, habría
una capacidad productiva total o parcialmente ociosa, lo que conspiraría con

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los intereses de la empresa. Las hipótesis expresadas abarcan situaciones


permanentes de frecuencia diaria. Pero también existen ciertos trabajos
complementarios de la actividad general de la empresa, que son permanentes
pero espaciados en el tiempo, como los que requiere la confección de
balances, los cuales son alcanzados por esta excepción.
El decreto 16.115/33, reglamentario de la ley de jornada, contempla
expresamente el supuesto de la formación de balances e inventarios. Dispone
en su artículo 15 que los reglamentos especiales determinarán, dentro del
límite máximo autorizado por el artículo 13, las horas de trabajo suplementarias
que puedan concederse para la formación de balances e inventarios.
Provisionalmente, y mientras no sean dictados esos reglamentos, la autoridad
de aplicación podrá acordar autorizaciones generales por períodos
determinados, según las necesidades debidamente comprobadas de las
empresas, a cuyo fin éstas, al acogerse a la resolución general que las
autorice, deberán indicar las razones que la motive, las horas suplementarias
que se estimen necesarias, para cada empleado, y la nómina del personal.

12.10.3. El trabajo intermitente


El artículo 4°, inciso a) "in fine" de la ley 11.544 establece una excepción
permanente a la duración máxima de la jornada legal para ciertas categorías
de personas cuyo trabajo sea especialmente intermitente. Esta excepción debe
ser reglamentada por el Poder Ejecutivo; de esta forma, si el mismo fija para
este tipo de tareas, una jornada que supera la de 8 ó 48 horas, serán
extraordinarias las horas que excedan a dicha jornada.
Conceptualizar con precisión el trabajo intermitente entraña las dificultades.
En tal sentido, señalo que debe tratarse de trabajos que por su naturaleza,
obliguen a permanecer continuamente en el puesto, exigiendo sólo de manera
discontinua la actividad del trabajador. Es decir, son trabajos de permanencia
continuada y de esfuerzo discontinuo, que pueden presentar muy diferentes
manifestaciones.
El decreto reglamentario de 1933 ha vinculado en forma equívoca el trabajo
intermitente con la noción de trabajo efectivo, requiriéndose que el esfuerzo
empleado en una jornada (mayor) de tareas especialmente intermitentes
equivalga al utilizado en una jornada de ocho horas de tareas normales, lo que
a simple vista es de imposible determinación y tampoco condice con la
realidad, pues en los trabajos de mera presencia el tiempo de actividad puede
ser ínfimo y, de todos modos, estará justificada la jornada especial por el hecho
de que el dependiente se encuentra a disposición del empleador de acuerdo
con las modalidades y características del puesto ocupado.
Ejemplos típicos de trabajos intermitentes son los de los encargados de
casas de renta y los de los serenos, ya que se encuentran excluidos de la
disposición del artículo 3°, inciso a) de la ley 11.544 y deben ser comprendidos

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dentro de la excepción referida a los trabajos intermitentes siempre que no


efectúen labores ajenas a su trabajo específico.
Los dependientes ocupados en trabajos especialmente intermitentes pueden
tener fijada por disposición estatal una jornada normal superior a la de 8 ó 48
horas. En tal sentido, las horas que trabajen por encima de dicha jornada serán
extraordinarias.

12.11. EXCEPCIONES DEBIDAS A CONDICIONES

ESPECIALES DE TRABAJO

12.11.1. Trabajo nocturno


El artículo 2° de la ley 11.544 y el artículo 200 de la L.C.T. disponen que la
jornada de trabajo íntegramente nocturna no podrá exceder de siete horas,
entendiendo por tal la que se cumple entre la hora veintiuna de un día y la hora
seis del siguiente. La segunda norma agrega que cuando se alternen horas
diurnas con nocturnas se reducirá proporcionalmente la jornada en ocho
minutos por cada nocturna trabajada o se pagarán los ocho minutos de exceso
como tiempo suplementario.
Se trata de una excepción que reduce el máximo legal de la jornada de
trabajo en razón de los efectos negativos del trabajo nocturno sobre la salud
del trabajador. La jornada puede realizarse en forma íntegramente nocturna, ya
que no existe prohibición explícita, o en una jornada mixta (nocturna y diurna)
debido a que en este caso la ley prevé la reducción de la jornada o el pago del
exceso de ésta de acuerdo a los recargos fijados para horas suplementarias,
medie o no autorización del organismo administrativo (art. 200, L.C.T.).
El trabajo nocturno merece una especial consideración pues altera el ritmo
biológico y atenta al orden natural, común y normal del tiempo del descanso
físico, si es que se tiene en cuenta que el reposo en horas de la noche es el
que repara eficientemente las energías consumidas durante el día. Además es
evidente que este horario altera la vida familiar así como la inserción del
trabajador en la comunidad a la que pertenece.
Interesa que el trabajo se efectúe de noche en forma habitual o excepcional,
transitoria o permanente y que se deba a una determinación del empleador
aunque el trabajo por su naturaleza no sea nocturno. Resulta también

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indiferente que el trabajo se realice íntegramente de noche, ya que toda hora


nocturna se cuenta como una hora 8 minutos y se puede complementar con
horas diurnas hasta integrar, entre unas y otras, las 8 horas que constituyen la
jornada máxima legal. Las 7 horas nocturnas equivalen a 8 diurnas y el tiempo
en exceso se abona con los recargos del artículo 201, L.C.T.
La ley 11.544 restringe el trabajo nocturno desde tres puntos de vista:
1) en cuanto al tiempo de duración,
2) en cuanto a las actividades que se pueden desarrollar, y
3) con respecto a la exclusión de determinadas personas en razón del
sexo o la edad.
Cuando el trabajo se realice por equipos, el personal podrá efectuar jornadas
de 8 horas desde las 21 a las 6, pero en compensación por cada siete días de
trabajo nocturno tendrá descanso equivalente a una jornada de trabajo.

12.11.2. Trabajo insalubre


El artículo 2° de la ley 11.544 como el artículo 200, L.C.T. prescriben otra
excepción a la jornada máxima legal al determinar que jornada de trabajo en
tareas o condiciones declaradas insalubres no podrá exceder de seis horas
diarias o treinta y seis semanales.
El artículo 2° de la ley 11.544 prescribe que regirá la limitación indicada
cuando el trabajo debe realizarse en lugares insalubres en los cuales el aire
viciado, o con emanaciones o polvos tóxicos permanentes, pongan en peligro
la salud de los obreros ocupados.
El Poder Ejecutivo determinará, sea directamente o a solicitud de parte
interesada, previo informe de las reparticiones técnicas que corresponda, los
casos en que regirá la jornada de seis horas.
El artículo 8° del decreto reglamentario establece que la jornada de 6 horas
diarias o 36 semanales sólo tendrá aplicación cuando el obrero o empleado
trabaje toda o la mayor parte de esa jornada en los lugares que se consideren
insalubres, bien por las condiciones del local de trabajo o por las modalidades
o naturaleza del trabajo que se ejecuta.
Si se alterna el trabajo insalubre con trabajo salubre, cada hora trabajada en
los primeros se considerará como una hora y treinta y tres minutos; en tal caso,
el personal no deberá permanecer trabajando en lugares insalubres más de
tres horas, pudiendo extenderse la jornada normal hasta completar el límite
máximo de 8 horas diarias.
La distribución desigual de las 6 horas diarias o 36 semanales se efectuará
de manera que la jornada diaria no exceda de 7 horas y que no se prolongue
más allá de las 13 horas del sábado, salvo los casos exceptuados por los
reglamentos de la ley 11.640 y en la forma que establecen los artículos 1° y
transitorio del decreto. Esta facultad podrán utilizarla los patronos cuando
habiéndose prolongado la jornada de 8 horas aquellos trabajos sujetos a la de

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6 estén de tal modo correlacionados que la interrupción de la jornada trajese


aparejado grave perjuicio a la industria, el cual deberá ser juzgado por la
autoridad de aplicación al hacerse los reglamentos especiales.
Los reglamentos especiales a que se refiere el artículo 5° de este decreto,
determinarán los lugares y clase de trabajo comprendidos en la denominación
de insalubres, así como las condiciones necesarias para que determinados
locales o trabajos puedan ser declarados salubres por perfeccionamiento
técnico o de método.
El artículo 200, L.C.T. establece que en caso de que la autoridad de
aplicación constatara el desempeño de tareas en condiciones de insalubridad,
intimará previamente al empleador a adecuar ambientalmente el lugar,
establecimiento o actividad para que el trabajo se desarrolle en condiciones de
salubridad dentro del plazo razonable que a tal efecto determine. Si el
empleador no cumpliera en tiempo y forma la intimación practicada, la
autoridad de aplicación procederá a clasificar las tareas o condiciones
ambientales del lugar de que se trate.
La insalubridad no existirá sin declaración previa de la autoridad de
aplicación, con fundamento en dictámenes médicos de rigor científico y sólo
podrá ser dejado sin efecto por la misma autoridad si desaparecieran las
circunstancias determinantes de la insalubridad. La reducción de la jornada no
importará disminución de remuneraciones.
Agotada la vía administrativa, toda declaración de insalubridad, o la que
deniegue dejarla sin efecto, será recurrible en los términos, formas y
procedimientos que rijan para la apelación de sentencias en la jurisdicción
judicial laboral de la Capital Federal. Al fundar este recurso el apelante podrá
proponer nueva pruebas. Por ley nacional se fijarán las jornadas reducidas que
correspondan para tareas personales, mortificantes o riesgosas, con indicación
precisa e individualizada de las mismas.

12.12. EXCEPCIONES DEBIDAS A EXIGENCIAS

PROPIAS DE LA EMPRESA

12.12.1. Accidente, trabajos de urgencia, fuerza mayor

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El artículo 89 de la L.C.T. establece que el trabajador estará obligado a


prestar los auxilios que se requieran en caso de peligro grave o inminente para
las personas o para las cosas incorporadas a la empresa. En el mismo sentido
la ley 11.544, en su artículo 3°, inciso c) incluye otra excepción, en este caso
transitoria, a la duración máxima de la jornada legal, para el caso de accidente
ocurrido o inminente, o los supuestos de trabajos de urgencia a efectuarse en
las máquinas, herramientas o instalaciones, o de fuerza mayor, pero tan sólo
en la medida necesaria para evitar que un Inconveniente serio ocurra en la
marcha regular del establecimiento y únicamente cuando el trabajo puede ser
efectuado durante la jornada normal.
A diferencia del trabajo extraordinario, en esta excepción no se trata de la
prolongación normal de la actividad de la empresa sino de situaciones en las
que la colaboración del dependiente se hace imprescindible para la protección
de las personas y de los bienes de aquélla.
Para evitar que esta circunstancia pueda ser abusivamente invocada, la ley
obliga al empleador a comunicar el hecho a la autoridad de aplicación.

12.12.2. Demandas extraordinarias de trabajo


Otra de las excepciones temporarias al límite de la jornada de trabajo es la
admisible para permitir a las empresas hacer frente a las demandas
extraordinarias de trabajo.
El artículo 4°, inciso b), ley 11.544 dispone que los reglamentos del Poder
Ejecutivo pueden fijar por industria, comercio y oficio y por región, las
excepciones temporarias admisibles para permitir a las empresas hacer frente
a las demandas extraordinarias de trabajo, pero es importante destacar que el
supuesto que me ocupa debe revestir el carácter de eventual y de emergencia,
ya que no podría significar extender la jornada normal de trabajo. Por ello, el
último párrafo de la norma que analizo, dispone que para acordar estas
autorizaciones debe tenerse en cuenta el grado de desocupación existente.
El artículo 203 de la. L.C.T. precisa que el trabajador no estará obligado a
prestar servicios en horas suplementarias, salvo casos de peligro o accidente
ocurrido o inminente de fuerza mayor, o por exigencias excepcionales de la
economía nacional de la empresa, juzgado su comportamiento en base al
criterio de colaboración en el logro de los fines de la misma.

12.13. EXCEPCIONES DEBIDAS A LAS CARACTERISTICAS

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PERSONALES DEL TRABAJADOR

12.13.1. Trabajo de mujeres


El artículo 173 de la L.C.T. —derogado por la ley 24.013— prohibía la
ocupación de mujeres en trabajos nocturnos, entendiendo por tales los que
desarrollaban entre las veinte y las seis horas del día siguiente.
El espíritu flexibilizador de la ley 24.013 dejó sin efecto la norma citada y sólo
se mantuvieron en pie las disposiciones de los artículos 174, 175 y 176 de la
L.C.T.
El artículo 174 dispone que las mujeres que trabajen en horas de la mañana
y de la tarde dispondrán de un descanso de dos (2) horas al mediodía, salvo
que por la extensión de la jornada a que estuviese sometida la trabajadora, las
características de las tareas que realice, los perjuicios que la interrupción del
trabajo pudiese ocasionar a las propias beneficiarias o al interés general, se
autorizare la adopción de horarios continuos, con supresión o reducción de
dicho período de descanso.
El artículo 175 dispone que queda prohibido encargar la ejecución de
trabajos a domicilio a mujeres ocupadas en algún local u otra dependencia de
la empresa.
El artículo 176 prohíbe ocupar a mujeres en trabajos que revistan carácter
penoso, peligroso o insalubre.

12.13.2. El trabajo de menores


El artículo 190 de la L.C.T. prevé una jornada reducida para los menores,
disponiendo la prohibición de ocupar a los que tengan entre dieciséis y
dieciocho años en ningún tipo de tarea durante más de seis horas diarias o
treinta y seis semanales, sin perjuicio de la distribución desigual de las horas
laborales. Previa autorización administrativa, la jornada podrá extenderse a
ocho horas diarias o cuarenta y ocho semanales.
Se prohíbe, además, la ocupación de menores de uno y otro sexo en trabajos
nocturnos, entendiéndose por tales los realizados entre las veinte y las seis
horas del día siguiente. Sólo para los menores varones de más de dieciséis
años se permite una excepción a esta prohibición si se trata de
establecimientos que abarquen las veinticuatro horas del día; en este supuesto

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el período de interdicción es el comprendido entre las veintidós y las seis horas


del día siguiente. Salvo esta hipótesis, la prohibición tiene carácter de absoluta.

12.14. HORAS EXTRAORDINARIAS O SUPLEMENTARIAS

12.14.1. Caracterización
El concepto de horas extraordinarias no es unívoco en la doctrina; para una
parte mayoritaria de ésta son horas extraordinarias sólo las que superan la
jornada legal, o a la de convención colectiva. Este último ha sido el criterio
seguido por la jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo, que en el Plenario Nro. 226 —25/6/81— dispuso que el trabajo
realizado fuera de la jornada convenida por las partes sin exceder el máximo
legal, debe pagarse sin el recargo previsto en el artículo 201, L.C.T.

12.14.2. Remuneración de las horas extraordinarias


La ley de contrato de trabajo en su artículo 201 y el artículo 5° de la ley
11.544 establece que el empleador deberá abonar al trabajador que prestare
servicios en horas suplementarias (o extraordinarias), medie o no autorización
del organismo administrativo competente, un recargo del 50% calculado sobre
el salario habitual, si se tratare de días comunes, y del 100% en días sábados
después de las 13 horas, domingos y feriados.
Para determinar el valor de la hora extra se divide la remuneración habitual
por las horas de la jornada normal de trabajo (por ejemplo 1000 dividido 200, lo
que da $ 5, valor hora). A partir de esta cuenta, y según los criterios generales
expresados más arriba, se calculan las horas extraordinarias trabajadas en
días hábiles y sábados hasta las 13 horas, con un suplemento del 50 %, por lo
que la hora extra vale $ 7,50; después de las 13 horas. del sábado o días
domingos o feriados se duplica, por lo que el valor hora resulta de $ 10.

12.14.3. Límite máximo de horas extraordinarias


El decreto 484/2000 prescribe que en ningún caso el número de horas
suplementarias autorizadas podrá ser superior a 30 en un mes y 200 al año por

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cada una de las personas ocupadas en una determinada industria. Debe


respetarse la pausa no inferior a 12 horas entre jornada y jornada, tal como lo
establece el artículo 197, L.C.T.
El tope diario prevalece sobre el semanal y por ello, si en el día se excede la
jornada autorizada legalmente (de 8 ó 9 horas.), el tiempo en exceso se cuenta
como extraordinario, aun cuando no se complete en la semana el tope
establecido para este último período. Por ejemplo, si un día se trabaja 11 horas
y el otro 5 horas.

12.14.4. Obligación de prestar servicios en horas extraordinarias


El artículo 203 establece que el trabajador no estará obligado a prestar
servicios en horas suplementarias, salvo casos de peligro o accidente ocurrido
o inminente de fuerza mayor, o por exigencias excepcionales de la economía
nacional o de la empresa, juzgando su comportamiento en base al criterio de
colaboración en el logro de los fines de la misma. De la norma citada surge con
claridad que el trabajador, en principio, no está obligado a realizar horas
extraordinarias y que esta imposición surge de circunstancias excepcionales
que deben afectar real y objetivamente a la empresa o a la economía nacional.
El parámetro que se establece para considerar estas situaciones se
fundamenta en los principios de colaboración, solidaridad y buena fe que
constituyen una obligación genérica para ambas partes de la relación laboral
(arts. 62 y 63L.C.T.).
Las excepciones que se consagran en el artículo 203 borran la afirmación
legal de que el trabajador no está obligado a prestar servicios en horas
suplementarias y que juzgando las situaciones ocurrentes con criterios de
colaboración en el logro de los fines de la empresa, como lo requiere la misma
norma, podría afirmarse que el trabajo extraordinario será exigible toda vez que
sea necesario para resolver una coyuntura económica.

12.14.5. Las horas extras sobre la jornada establecida en la convención


colectiva inferior a la legal
La doctrina del plenario 226 "D'Aloi, Salvador c/ Selsa S.A." no es aplicable
cuando el convenio colectivo establece una jornada reducida y se trabajan
horas extras por encima de dicho tope máximo. Al respecto cabe subrayar que
en dicho plenario no se contempló este supuesto y que en él, como en el tope
máximo legal que establece la ley 11.544 nos encontramos ante una norma
imperativa que se impone a las partes del contrato de trabajo. En la hipótesis
de la jornada establecida en el convenio colectivo las partes colectivas han

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adecuado la extensión del tiempo de trabajo a la naturaleza de la actividad y


dicho tope máximo reemplaza al determinado por la ley, operando de la misma
forma que este último en todos sus aspectos.

12.15. LA JORNADA ESTABLECIDA EN LA CONVENCION

COLECTIVA QUE ESTABLECE EL PAGO DE RECARGOS


Así como la jornada prevista en la convención colectiva de trabajo debe ser
asimilada a los efectos del pago con recargos a la jornada legal, porque no se
contempló dicha hipótesis en el plenario citado, y tampoco puede ser excluida
por aplicación del artículo 201 de la L.C.T., menos puede ser desconocida la
voluntad de las partes que expresamente prevé dicho pago en la convención
colectiva. Además, en este aspecto la autonomía de la voluntad no tiene
obstáculo derivado de la ley y el monto de los recargos puede ser fijado por
encima de los que establece la norma de la L.C.T. antes citados.

12.16. PRUEBA DE LAS HORAS EXTRAORDINARIAS


Las horas extraordinarias se prueban por cualquier medio (testigos, tarjetas
reloj, etc.) y deben ser valoradas como cualquier hecho, es decir, el juez debe
tener la convicción de que el pedido es verosímil. Una corriente jurisprudencial,
que no comparto y hoy no prevalece, exige una prueba particularmente
rigurosa. Entiendo que la prueba debe ser simplemente convincente y que en
todo caso debe aplicarse el artículo 9 de la L.C.T. que dispone que en caso de
duda en la prueba de los hechos debe estarse a favor del trabajador.

12.17. EL DESCANSO SEMANAL


Se encuentra contemplado en los artículos 204 a 207 de la ley de contrato de
trabajo. Se prohíbe la ocupación del trabajador desde las 13 horas del día
sábado hasta las 24 horas del día siguiente. El trabajador debe gozar de un
descanso compensatorio de la misma duración. Dicha prohibición de trabajar
no apareja disminución o supresión de la remuneración que tuviere asignada el
trabajador en los días y horas a que se refiere la misma ni puede importar

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disminución del total semanal de horas de trabajo. Concretamente, el descanso


debe ser periódico, continuo y no debe afectar el salario.
El principio general acerca de que el descanso semanal tiene lugar a partir
de las 13 horas del sábado hasta las 24 horas del domingo reconoce las
siguientes excepciones:
El trabajo suplementario prestado en casos de peligro o accidente ocurrido o
inminente de fuerza mayor o por exigencias excepcionales de la economía
nacional o de la empresa.
El descanso semanal de trabajadores que presten servicios bajo el régimen
de trabajos por equipos, que se otorga al término de cada ciclo de rotación y
dentro del funcionamiento del sistema.
Excepciones que no requieren autorización previa ni cumplimiento de
requisitos formales: la índole de la necesidad que satisfacen (alimentos para
enfermos, alquiler de sillas para fiestas, etc.); por motivos de carácter técnico
(ej.: transporte, carga y descarga, elaboración y trabajos cuya materia prima
puede alterarse, materias sometidas a la acción constante de un agente como
el frío o el calor, trabajos necesarios para completar tareas, por graves
perjuicios que la interrupción del trabajo ocasionaría al interés público, etc.
Excepciones cuya autorización está sujeta al cumplimiento de requisitos
legalmente establecidos (art.13, D.16.115/33), quedan comprendidos todos
aquellos establecimientos cuyas tareas abarcan las 24 horas del día.
Excepciones de carácter general o transitorias en la que quedan
comprendidos todos aquellos trabajos materiales que sean perentorios por
inminencia de daños (ej: compostura de cañerías en una casa).
Excepciones particulares transitorias o permanentes que son las que el
Poder Ejecutivo puede establecer para los casos eventuales de cada industria
siempre que medie grave perjuicio causado al interés público o motivos de
carácter técnico cuya inobservancia ocasione grave perjuicio a la industria y a
la economía nacional.
Reitero lo que expresado al tratar el trabajo por equipos en el sentido de que
si el trabajador no se toma por sí el descanso en la semana subsiguiente a
aquella en que trabajó, igualmente tiene derecho al pago del franco porque el
empleador no puede enriquecerse con el incumplimiento de la ley.

12.18. EL TRABAJO EN DIAS SABADOS Y DOMINGOS


El trabajo que se realice en los días mencionados, se trate de actividades
exceptuadas o no, debe respetar los límites de la jornada establecida, ya sea
convencional o legal y el trabajo será o no extraordinario, según la aplicación
de las reglas comunes en esta materia.
También como regla general, cuando se trabaje durante sábados o
domingos, por exigencias de la actividad, corresponde que se otorgue

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descanso compensatorio. En estos casos no se abona con recargo el trabajo


después de las 13 hs. del sábado.

12.19. EL DESCANSO ANUAL

12.19.1. Garantía constitucional


El artículo 14 bis de la Constitución Nacional, dispone, entre otros aspectos,
que el trabajador gozará de vacaciones pagadas. Las normas que analizaré
resultan ser la consagración de este principio constitucional en concordancia
con lo expresado al respecto por el Convenio 52 de la O.I.T., ratificado por
nuestro país en 1936.

12.19.2. Concepto
Las vacaciones constituyen un período de descanso anual remunerado que
debe gozar el trabajador y al que tiene derecho prestando un mínimo de
servicios y que se calcula en función de su antigüedad. Su fin es higiénico, es
decir que se otorga con el objeto de descansar física y mentalmente. Su
regulación legal surge de la ley de contrato de trabajo, de leyes especiales y de
los convenios colectivos de trabajo.

12.19.3. Plazo de las vacaciones


El artículo 150 de la L.C.T. establece que el trabajador gozará de un período
mínimo y continuado de descanso anual remunerado y para determinar la
extensión de las vacaciones se tendrá en cuenta la antigüedad en el empleo,
computándose como tal aquella que tendría el trabajador al 31 de diciembre
del año a que correspondan los mismos, por los siguientes plazos:
a) 14 días corridos cuando la antigüedad en el empleo no exceda de
5 años,
b) 21 días corridos cuando siendo la antigüedad mayor de 5 años no
exceda de 10 años,
c) 28 días corridos cuando siendo la antigüedad mayor de 10 años no
exceda de 20 años,

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d) de 35 días corridos cuando la antigüedad exceda de 20 años.

12.19.4. Requisitos para su goce


El principio general es que la vacación no es compensable en dinero y debe
ser gozada. Para tener derecho a la licencia ordinaria conforme lo expresé
"supra", los requisitos se encuentran ligados a un tiempo mínimo de trabajo. El
artículo 151 de la L.C.T. señala en este aspecto que ese tiempo mínimo de
trabajo debe ser por lo menos la mitad de los días hábiles dentro del año
calendario (1 de enero al 31 de diciembre) o aniversario (año contado desde la
fecha de ingreso del trabajador) a opción de éste.
En este último supuesto no puede excederse el plazo para el goce de las
vacaciones que vence el 30 de abril.
Se computan como trabajados los días en que el trabajador no preste
servicios por gozar de una licencia legal o convencional o por estar afectado
por una enfermedad inculpable o por infortunio en el trabajo o por otras causas
no imputables al mismo (art. 152, L.C.T.).
Pero si el trabajador no alcanza a computar el tiempo mínimo de la mitad de
los días hábiles trabajados, tiene derecho a un día de vacaciones cada veinte
trabajados (art. 153, L.C.T.). Asimismo, esta norma dispone que en el caso de
suspensión (que debe cumplir los requisitos de justa causa, plazo fijo y
notificación fehaciente) cuando un establecimiento debe cerrar totalmente por
vacaciones y por un tiempo determinado, se considera que media una
suspensión de hecho pero sujeta al cumplimiento de los requisitos previstos
por los artículos 218 y siguientes, debiendo previamente ser admitida por la
autoridad de aplicación la justa causa que se invoque (ver art.153, L.C.T.).

12.19.5. Epoca de otorgamiento


Las vacaciones se conceden dentro del período comprendido entre el 1 de
octubre y el 30 de abril del año siguiente (art.154, L.C.T.), la comunicación de
iniciación de vacaciones debe serlo por escrito y con una anticipación no menor
a 45 días al trabajador, sin perjuicio de lo que dispongan las convenciones
colectivas con las modalidades de cada actividad.
Asimismo, la autoridad administrativa, mediante resolución fundada, podrá
autorizar la concesión de vacaciones en períodos distintos a los fijados, cuando
así lo requiere la característica especial de la actividad de que se trate.
La norma analizada prevé que cuando no se otorgan vacaciones en forma
simultánea a todos los trabajadores y las mismas se acuerdan en forma
individual, el empleador debe proceder de tal forma que cada trabajador goce

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de las vacaciones por lo menos en una temporada de verano cada tres


períodos.
Si la vacación no es otorgada, el trabajador debe hacer uso de su derecho a
gozar las vacaciones, previa comunicación fehaciente al empleador de modo
que aquellas concluyan antes del 31 de mayo. Debo destacar, que la vacación
que no se otorga se pierde porque no se puede acumular a otros períodos,
salvo el caso del artículo 164 de la L.C.T., tampoco puede ser compensada en
dinero, porque como antes dije, su finalidad es higiénica (arts. 157 y 162 de
la L.C.T.).

12.19.6. Retribución
La retribución que debe percibir el trabajador durante el período de
vacaciones se determina de la siguiente manera:
1) Si el trabajador percibe un sueldo mensual: dividiendo por 25 el
importe del sueldo que perciba en el momento de su otorgamiento.
2) Si las remuneraciones son por día o por hora, se abona por cada
día de vacación el importe que le hubiera correspondido al
trabajador en la jornada anterior a la fecha en que comienza sus
vacaciones.
3) Si la jornada habitual fuere superior a la de 8 horas, se tomará
como jornada la real, en tanto no exceda de 9 horas.
4) Si la jornada que se considera es inferior a la habitual del
trabajador, la remuneración debe ser calculada como si la misma
coincidiera con la legal.
5) Si se trata de trabajadores remunerados por día o por hora,
corresponde computar como jornada normal el tiempo
habitualmente trabajado, sin tomar en cuenta los días en que rija
una jornada excepcionalmente reducida.
6) En la remuneración a computar debe considerarse lo percibido por
trabajos ordinarios o extraordinarios, bonificaciones por antigüedad
u otras remuneraciones accesorias.

12.19.7. Indemnización
Cuando por cualquier causa se produjera la extinción del contrato de trabajo,
el trabajador tiene derecho a percibir una indemnización equivalente al salario
correspondiente al descanso proporcional a la fracción del año trabajado, y en
el supuesto de fallecimiento del trabajador, dicha indemnización debe ser
percibida por los causahabientes (art. 156 de la L.C.T.).

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12.19.8. Acumulación de vacaciones


El artículo 164 de la L.C.T. permite acumular a un período de vacaciones la
tercera parte de un período inmediatamente anterior que no se hubiere gozado
en la extensión fijada por la L.C.T.; la acumulación y consiguiente reducción del
tiempo de vacaciones en uno de los períodos, deberá ser convenido por las
partes. A su vez el empleador deberá conceder el goce de las vacaciones
anuales acumuladas a las establecidas para el caso de matrimonio [arts. 150 y
158, inc. b)] y cuando un matrimonio se desempeñe a las órdenes del mismo
empleador, las vacaciones deben otorgarse en forma conjunta y simultánea
siempre que no afecte el normal desenvolvimiento del establecimiento.

12.19.9. Menores
Los menores tienen derecho a un período mínimo de licencia anual no
inferior a 15 días (art. 194, L.C.T.).

12.19.10. Trabajadores de temporada


Tiene derecho a un período anual de vacaciones al concluir cada ciclo de
trabajo, graduada su extensión de acuerdo a lo normado en el artículo 153, es
decir, un día por cada veinte trabajados (art. 163, L.C.T.).

12.19.11. Pequeñas empresas


De acuerdo a lo normado en el artículo 90 de la ley 24.467, los convenios
colectivos de trabajo podrán modificar en cualquier sentido las formalidades,
requisitos, aviso y oportunidad de goce de la licencia anual ordinaria aunque la
misma norma dispone en el segundo párrafo, que no podrá ser materia de
disponibilidad convencional el derecho del trabajador de gozar vacaciones en
verano una vez cada tres períodos (art. 154 de la L.C.T).
Por el decreto 146/99 tuvo que aclarar que no son disponibles
convencionalmente ni los plazos de descanso anual ni la obligación de pago de
la retribución por vacaciones al inicio de las mismas. Y mucho menos podría
disponerse peyorativamente sobre los requisitos para acceder al beneficio

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12.20. OTRAS LICENCIAS


El Capítulo I del Título V de la L.C.T., contempla las siguientes licencias
especiales que se otorgan al trabajador en los siguientes supuestos (arts. 158
a 161 de la L.C.T.).
a) Dos días corridos, por nacimiento de hijo.
b) Diez días corridos por matrimonio.
c) Tres días corridos, por fallecimiento del cónyuge, persona con la
que estuviere unido en aparente matrimonio, hijos o padres.
d) Un día por fallecimiento de hermano.
e) Dos días corridos con máximo de diez por año calendario, para
rendir examen en la enseñanza media o universitaria, debiendo
cumplir los requisitos establecidos en el artículo 161 de la L.C.T.

12.21. DIAS FERIADOS OBLIGATORIOS Y NO LABORABLES


El artículo 165 de la L.C.T. dispone que serán días feriados y no laborables
los que determinen las leyes que los regulen y rigen al respecto las normas
legales sobre el descanso dominical. En dichos días los trabajadores que no
gozaren de la remuneración respectiva, percibirán el salario correspondiente a
los mismos aunque no coincidan con domingo. En lo referido a la
remuneración, me remito al Capítulo XIII.
Señalo que los días feriados son los siguientes: 1º de enero y 2 de febrero,
24 de marzo, 29 de marzo, viernes santo, 1 y 2 de abril, 1º de mayo, 25 de
mayo, 20 y 21 de junio, 9 de julio, 17 de agosto, 12 de octubre, 20 de
noviembre, 8 de diciembre y 25 de diciembre.
Son días no laborables el jueves santo, y para los que profesan la religión
judía los días de año nuevo judío (dos días) y el día del perdón. Para los que
profesan la religión islámica el día del año nuevo musulmán, el día posterior a
la culminación del ayuno, y el día de la fiesta del sacrificio.

12.22. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál es el fin que persiguen las leyes en materia de jornada
laboral?
2) ¿Cuál es el tiempo mínimo de descanso entre jornada y jornada?
3) ¿Qué normas legales rigen en nuestro país en materia de jornada?

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4) ¿Cuál es el concepto de jornada de trabajo?


5) ¿Cuál es el tiempo computable como tiempo de trabajo?
6) ¿Qué actividades se incluyen y cuáles no en la LC.T. y en la ley
11.544?
7) ¿Cuál es la jornada máxima que establece la ley 11.544?
8) ¿Cuáles son las excepciones debidas al contenido del trabajo?
9) ¿Cuáles son las excepciones debidas al tipo de organización del
trabajo?
10) Explique el concepto de horas extraordinarias.
11) ¿De qué forma se remuneran las horas extraordinarias?
12) ¿En qué supuestos es obligatorio prestar horas extraordinarias?
13) Cuando el convenio colectivo de trabajo establece una jornada
reducida, las horas que se trabajan por encima de dicha jornada,
¿se consideran horas extras?
14) ¿En qué consiste el descanso anual?
15) ¿Pueden fraccionarse las vacaciones?
16) ¿Cuál es la forma de retribuir las vacaciones?
17) ¿Las vacaciones que no se gozan, se cobran?

BIBLIOGRAFIA
COLOTTI, JULIO E. , "Régimen jurídico del descanso", Ed. Pulso, Bs. As.,
1954, p. 148.
DE DIEGO, JULIÁN A. , "Régimen legal de la jornada suplementaria", D.T., XLI-
B, p. 1695.
DESPONTIN, LUIS A ., "Retribución de las horas extras en el trabajo insalubre y
en el nocturno", D.T. XXII, p. 207.
DEVEALI, MARIO , "El trabajo extraordinario en el caso de la jornada
reducida", D.T. XXIX, p. 539. "El Derecho del Trabajo en su aplicación y
tendencias", Ed. Astrea (1983), ps. 417 y 418.
FELDMAN, ISAÍAS , "Las horas de trabajo y el trabajo por equipos", Revista
Legislación del Trabajo, T. XXVII B, p. 596.
FERNÁNDEZ GIANOTTI, ENRIQUE,"Las limitaciones al trabajo por equipos a
través de la ley 11.544 y el Convenio de Washington",D.T. XXXIV (1974), p.
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FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, "Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo", Ed. La Ley 2ª edición, 2007.
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Comentada", Ed. La ley, 2012.
GIALDINO, ROLANDO E.,"Jornada de trabajo y descansos", Revista Legislación
del Trabajo, T. XXX, ps. 502, 503 y 515.
KROTOSCHIN, ERNESTO,"Tratado práctico de derecho del trabajo" , Ed.
Depalma, Buenos Aires, 1977, Vol I, ps. 594/595.

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LIMA, OSVALDO,"Las horas en tareas insalubres", D.T., T. XXX, p. 245.


PASTOR, JUAN CARLOS,"Jornada de trabajo uniforme", Revista Legislación del
trabajo, T.XXVI - B, p. 791.
SUREDA GRAELLS, VÍCTOR A.,"Jornada de trabajo y descansos", en Tratado de
Derecho del Trabajo dirigido por Deveali, Ed. La Ley, 2da. ed., 1971.
VASILACHIS DE GIALDINO, IRENE , "Las condiciones de Trabajo", Ed. Abeledo
Perrot, 1986.

CAPITULO XIII
REMUNERACIÓN
13.1. Concepto. - 13.2. Formas de determinar la
remuneración. - 13.3. Beneficios sociales. - 13.4.
Prestaciones no remuneratorias (art. 105, L.C.T.). -
13.5. Salario mínimo, vital y móvil. - 13.6. Sueldo
Anual Complementario. - 13.7. La tutela del salario. -
13.8. Forma de pago. - 13.9. Instrumentación de los
pagos laborales. - 13.10. Guía de análisis. -
Bibliografía.

13.1. CONCEPTO
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa "Pérez, Aníbal
c/Disco S.A."del 1º/09/2009, estudió con amplitud el tema del salario señalando
que todo lo atinente al mismo supera los límites del llamado mercado de
trabajo, somete a éste a las exigencias superiores de la protección de la
dignidad de la persona y del bien común (Vizzoti ). Dentro de esta línea de
opinión afirma que el concepto de salario abarca todos los beneficios que se
obtienen con motivo de la prestación del trabajo, cualquiera sea la
denominación que se les dé (bonos, beneficios suplementarios, etc.). En el
sentido que al término remuneración se le da en el artículo 1º del Convenio de
la O.I.T. Nº 95 sobre Protección del Salario.
En esta línea el artículo 103 de la L.C.T. afirma que "a los fines de esta ley se
entiende por remuneración la contraprestación que debe percibir el trabajador
como consecuencia del contrato de trabajo..." "... El empleador debe al
trabajador la remuneración, aunque éste no preste servicios, por la mera
circunstancia de haber puesto su fuerza de trabajo a disposición de aquél."
En definitiva el contrato de trabajo debe redundar en una ventaja patrimonial
para el trabajador como consecuencia de los servicios prestados, que puede
ser obtenida no sólo del empleador, sino también de terceros, cuando aquél le
da una ocasión de ganancia —vgr. obtención de propinas—.

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La remuneración es el pago que debe percibir el trabajador como


consecuencia del contrato de trabajo, aunque no preste tareas, si pone su
fuerza de trabajo a disposición del empleador, y éste no lo ocupa, sea por su
voluntad o porque la ausencia de prestación efectiva se encuentra
especialmente protegida por la ley. El empleador debe asumir el pago del
salario aun cuando en algunos casos no haya contraprestación. Son pagos que
se hacen porque el trabajador se mantiene en la empresa y para que vuelva a
trabajar luego del descanso o de superado el impedimento por el cual no pudo
trabajar, por ejemplo la rotura de una máquina.
La ley protege el contrato por tiempo indeterminado —que es el que tiene
continuidad en el tiempo— garantizando la remuneración toda vez que el
trabajador tiene derecho a una licencia o cuando la suspensión no obedece a
su culpa.
Por consiguiente, del salario forma parte toda prestación que tenga por
causa:
1) El trabajo prestado o puesto a disposición.
2) El descanso semanal y en días festivos.
3) La interrupción de la labor en la jornada continuada cuando se
efectúa en beneficio del empresario —art. 197, L.C.T.—.
4) Las ausencias al trabajo con derecho a retribución.
5) Las interrupciones del trabajo que sean ajenas a la voluntad de los
trabajadores.
6) La retribución obtenida de terceros en virtud de una "ocasión de
ganancia" facilitada por el empleador.
7) El crédito de horas mensuales retribuidas a que tenga derecho el
delegado gremial —art. 44, ley 23.551—.

13.1.1. El trabajo puesto a disposición


Estar a disposición implica que el trabajador tiene la voluntad de cumplir la
tarea y el empleador no se la da. Como resulta del artículo 78 de la L.C.T., el
trabajador tiene el derecho de trabajar y si ofrece —poniéndose a disposición—
al empleador su trabajo y éste no lo utiliza o lo rechaza, la prestación desde un
punto de vista contractual se considera cumplida por mora del empleador
conforme a los artículos 78 y 103, L.C.T. y 510 del Código Civil. De ahí, que si
el principal no puede invocar una justificación legal debe abonar los salarios
correspondientes al lapso no trabajado.

13.1.2. Períodos de inactividad

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Son aquellos supuestos en que la prestación resulte imposible sin culpa del
trabajador y media una disposición de la ley que obliga al pago de los salarios.
Así, por ejemplo, los casos de enfermedad —art. 208, L.C.T.—, días no
laborales en que el empleador opta por no trabajar —art. 167, L.C.T.—, o
aquellas otras hipótesis en que la interrupción de la prestación está impuesta
por la ley por razones higiénicas —vacaciones art. 150, L.C.T.— o por motivos
sociales, históricos o religiosos como es el caso de los feriados —art. 166,
L.C.T.—.

13.1.3. Función del salario


El salario es el medio de sustento del trabajador y de su familia, por ello
puede decirse que tiene carácter alimentario. Las normas que regulan este
instituto, teniendo en cuenta el carácter expresado, han buscado como
principio rector garantizar su percepción en forma íntegra, oportuna, cómoda y
asegurar su libre disposición. De ahí que el pago del sueldo haya sido regulado
tanto en su instrumentación (arts. 124 y 125, L.C.T.), como respecto de la
oportunidad en que debe ser efectuado (arts. 126 a 130, L.C.T.) y la integridad
de su monto (arts. 130 a 135, L.C.T.).
Como consecuencia del carácter imperativo y de orden público de este
sistema de garantías, estas disposiciones son irrenunciables por el trabajador,
y se le imponen al empleador.

13.1.4. Salario justo


La justicia de la remuneración tiene que ver con su suficiencia, está
establecida como principio constitucional en el artículo 14 bis de la Constitución
Nacional. La retribución del trabajador debe ser suficiente para permitir al
hombre y a su familia una vida digna en el orden material, social, cultural y
espiritual, teniendo el cuenta el cargo y la productividad de cada uno, la
capacidad del establecimiento y el bien común.
La norma de la Constitución Nacional y el principio de justicia en la
remuneración permite declarar la nulidad de los salarios irrisorios, es decir de
aquellas retribuciones que no impliquen una contraprestación adecuada del
trabajo sino que por su insignificancia traduzcan actos de explotación inicuos
prohibidos por la ley. Y que caerían dentro de la posibilidad de anulación que
contempla el artículo 954 del Código Civil.
Para los supuestos de vacío normativo debe acudirse al principio de la
Constitución Nacional sobre el salario justo (art. 14 bis) y a la pauta de
referencia que da el artículo 114 de la L.C.T. que permite a los jueces, en los

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casos en que ninguna remuneración haya sido pactada, establecer la que en


justicia corresponda de acuerdo a la naturaleza de la función cumplida y a los
resultados obtenidos por el empleador.
Las pautas para determinar los salarios son:
l la importancia de los servicios,
l las condiciones en que se prestan los mismos,
l el esfuerzo realizado,
l los resultados obtenidos.

13.1.5. Notas esenciales para identificar el salario


La prestación tendrá carácter salarial si se dan dos notas relevantes:
1) Que constituya una ganancia (ventaja patrimonial) para el
trabajador.
2) Que se trate de la retribución de los servicios de éste.
Debe mediar un beneficio o ingreso que se incorpore al patrimonio del
trabajador y la prestación debe haber sido otorgada en el marco del contrato
como contrapartida de la labor cumplida o prometida por el dependiente.

13.1.6. Onerosidad de las prestaciones


El artículo 115 de la L.C.T. establece que el trabajo no se presume gratuito:
es condición esencial del contrato de trabajo la onerosidad en las prestaciones
recíprocas de las partes:
l Para el TRABAJADOR: implica una retribución por sus servicios
prestados.
l Para el EMPLEADOR: la obligación de pagarla.
Este artículo crea la presunción de que todas las relaciones entre el
trabajador y el empleador se enmarcan en el contrato de trabajo. Para destruir
dicha presunción es necesario demostrar la existencia de otra causa de pago o
de un título independiente del contrato de trabajo.

13.2. FORMAS DE DETERMINAR LA REMUNERACION


El artículo 104, L.C.T. establece que: "El salario puede fijarse por tiempo o
por rendimiento del trabajo, y en este último caso por unidad de obra, comisión
individual o colectiva, habilitación, gratificación o participación en las utilidades
e integrarse con premios en cualquiera de sus formas o modalidades".

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Para determinar la remuneración se utilizan dos unidades de medida:

13.2.1. Salario por Tiempo


Es el sistema de remuneración que se determina por hora, día, semana,
mes, cualesquiera sean los cambios de rendimiento. Así, la remuneración se
gana por el cumplimiento de la jornada horaria. Consecuentemente, si se
trabaja menos se reduce automáticamente el monto del salario en función del
valor horario. Por eso, y por su implicancia respecto de posibles descuentos o
incrementos, tiene particular importancia la determinación del valor hora.
Cálculo: La regla general es que el sueldo mensual debe dividirse por el
número de horas que se comprometió a trabajar el dependiente (siempre
dentro de los límites previstos en la ley de jornada 11.544 o en el convenio
colectivo de trabajo) para obtener el valor de la hora de trabajo. Para ello se
tendrá en cuenta el valor básico de la hora, más los adicionales remuneratorios
que integran el salario.
Trabajo insalubre: En caso de trabajo insalubre, en el que cada hora de
trabajo se considera como una hora y treinta y tres minutos, se laboran seis
horas pero se pagan como si fueran ocho horas.
Trabajo nocturno: se trabajan siete horas y se pagan como si fueran ocho.

13.2.2. Remuneración por Rendimiento


Es el sistema en virtud del cual el monto de la remuneración varía según los
cambios en el rendimiento y producción del trabajador, en cuanto a la cantidad
de unidades producidas, artículos vendidos, operaciones concretadas, montos
de ventas, o a los resultados generales de los dependientes de la empresa,
determinadas en forma global. A su vez la ley califica como salario por
rendimiento a diversas modalidades salariales como:
Trabajo a destajo: Artículo 112, L.C.T. Se mide por la cantidad de trabajo
producido por el trabajador en una fracción de tiempo determinada.
Generalmente se toma el tiempo empleado por un trabajador normal y se
pagan adicionales por encima del rendimiento básico.
El básico no puede ser inferior en una jornada de trabajo de 8 horas, al
mínimo de convenio o al salario mínimo vital para igual plazo.
El empleador está obligado a garantizar la dación de trabajo en cantidad
adecuada de modo de permitir la percepción de salarios en tales condiciones,
respondiendo por la supresión o reducción injustificada de trabajo.
Comisiones: Señalo que es la forma común de retribución de los viajantes
de comercio para quienes se aplica la ley 14.546 y el C.C.T. 308/75.

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La Ley de Contrato de Trabajo establece algunas normas generales


aplicables a los dependientes de mostrador que ganan comisiones. Y al
respecto rigen los artículos 108 y 109 que precisan, el primero, que las
comisiones se liquidarán sobre las operaciones concertadas, y el segundo que
si se hubieran pactado comisiones o porcentajes colectivos sobre ventas para
ser distribuidos entre la totalidad del personal, esa distribución deberá hacerse
de modo tal que aquellas beneficien a todos los trabajadores, según el criterio
que se fije para medir su contribución al resultado económico obtenido.
Esta forma de determinar la remuneración hace que ésta sea esencialmente
variable, circunstancia que ha de gravitar para la determinación de valores
diarios o mensuales, por lo cual han de extraerse, mediante promedios para
buscar un punto que permita establecer el rendimiento normal del vendedor.
Determinación de la Comisión: puede ser establecido mediante:
l Una Cantidad Fija: que se abona por cada negocio concluido, por
cada cosa vendida (prohibida para viajantes de comercio).
l Un Porcentual: que se abona sobre el monto del negocio.
Además podrá ser acordada en forma:
l Individual: cuando está referida a la actuación de un trabajador
determinado, que es titular del derecho respectivo.
l Colectiva: cuando la unidad de cómputo se determina por el
rendimiento global de un grupo de trabajadores y está relacionada
por lo general con una pluralidad de negocios. En este supuesto el
artículo 109, L.C.T. establece que si se hubieren pactado
comisiones colectivas la distribución entre el personal deberá
hacerse de modo tal que aquéllas beneficien a todos los
trabajadores.

Principio General:
Como el salario no puede ser enteramente aleatorio, la retribución del
trabajador a comisión, sea que esté remunerado sólo de esa manera o con
formas mixtas, debe ser conjugada con la aplicación del Salario Mínimo, Vital y
Móvil, o del salario de convenio. Es decir que el dependiente que cumple su
trabajo en jornadas legales no puede percibir una cantidad inferior al Salario
Mínimo Vital y Móvil, o al salario mínimo del convenio colectivo aplicable. En
consecuencia, el trabajador que no alcance a ganar dichos mínimos tiene
siempre derecho a que se integren sus ingresos hasta alcanzar dichos
mínimos.
Régimen de los viajantes de comercio ley 14.546
a) La comisión se gana en principio por negocios u operaciones
concertadas, es decir, aquellos negocios tratados o gestionados por
el dependiente, no interesa si el negocio ha sidoconcluido por el
dependiente. Pues lo que se remunera es el resultado útil de la

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gestión del trabajador con independencia de que el negocio en


definitiva sea cumplido.
b) Se excluye las comisiones por unidad de bulto, peso o medida.
c) Se excluye el rechazo arbitrario del negocio. Tratándose de un
sistema de remuneraciones por rendimiento el empleador no puede
ejercer arbitrariamente la facultad de rechazar las operaciones
gestionadas por el trabajador de acuerdo a sus instrucciones, pues
ello significaría como sujetar el derecho a la percepción del salario a
una condición puramente potestativa para el obligado a pagarlo.
d) Pérdida de la comisión en caso de frustración del negocio por culpa
del empleado: si la inejecución del contrato proviene de culpa del
empleado o si el fracaso se debe a situaciones anteriores a la
concertación del negocio que aquél conocía, el derecho a la
comisión se pierde.
e) Trabajo útil en caso de un negocio no perfeccionado por el
vendedor: La comisión se debe igualmente cuando principiada la
negociación por el empleado, el empleador encargase su
conclusión a otra persona o la concluyese por sí mismo, quedando
sobreentendido que la conclusión en este caso proviene en forma
directa y necesaria de la gestión del empleado separado
dolosamente de la negociación. El trabajador tiene un legítimo
derecho que no puede ser defraudado.

Gratificaciones:
La gratificación es un pago en su origen espontáneo y discrecional de
carácter complementario que los empleadores hacen a sus dependientes, por
el trabajo prestado por ellos o por la expectativa de buenos trabajos futuros y
consecuentes mayores rendimientos para la empresa.
La calificación de pago espontáneo implica que no se está obligado a
satisfacerlo por ley, convenio colectivo o acuerda de partes anterior y en este
sentido se trata de una liberalidad del empleador, de un acto discrecional de
éste y esta característica de acto no impuesto por norma alguna, legal o
convencional, del nuevo beneficio estructurado por la empresa, deja a ésta el
más amplio margen para fijar los recaudos, con ajuste a los cuales podría
accederse al beneficio.
Pero espontaneidad, liberalidad o discrecionalidad no implican donación ni
gratuidad (acto gratuito). La causa del pago son los servicios (los buenos
servicios) del trabajador cristalizados en el rendimiento de la empresa medidos
en ganancias o determinantes de expectativas futuras de obtenerlas.
Al señalar la naturaleza remuneratoria de las gratificaciones queda excluida
la posibilidad de asimilarlas a las donaciones, salvo que se demuestre

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fehacientemente que el pago obedeció a una causa no vinculada con el


contrato de trabajo, por ejemplo amistad, parentesco, etc.
En consecuencia y como en principio toda relación que se traba entre
trabajadores y empleadores es de naturaleza laboral, también todo pago que
se efectúa al dependiente durante el curso de dicha relación se presume que
tiene su fundamento en el contrato de trabajo, es decir que es un acto
espontáneo pero retributivo de la labor prestada (oneroso).
Las gratificaciones pueden ser extraordinarias (dadas por una sola vez) o
habituales. Las cuestiones que se han suscitado en torno a la naturaleza
remuneratoria de las gratificaciones, por lo común han estado ligadas con su
exigibilidad futura y cuando se plantea el problema relativo a la exigibilidad de
la gratificación, el objeto del examen consiste en determinar si el trabajador
puede reclamar como derecho propio, para el futuro, esa prestación salarial
que nació de la espontánea decisión del empleador. La solución debe
encontrarse en la existencia de una prestación incorporada al núcleo del
contrato, pues sólo puede ser exigible aquello a lo cual el empleador se ha
obligado. Es decir, debe tratarse de la contraprestación a cargo del empleador
(salario complementario). Por lo común, si las gratificaciones fueron entregadas
año tras año, este elemento objetivo, la habitualidad, será el único título
esgrimible por el trabajador para justificar su acción, pues la reiteración de los
pagos implicará para él la expectativa de seguirlos devengando con igual
periodicidad, como cláusula contractual implícita.
Debe recordarse que las partes están obligadas, activa y pasivamente, no
sólo a lo que resulte expresamente de los términos del contrato, sino a todos
aquellos comportamientos que sean consecuencia del mismo (art. 62, L.C.T.) y
aunque el pago de una gratificación no haya sido enunciado en el contrato, el
mismo puede resultar exigible por el trabajador si un comportamiento habitual
del empresario permite establecer que se trata de una obligación asumida con
carácter permanente (arts. 45, 46 y 62, L.C.T.).

13.3. BENEFICIOS SOCIALES

13.3.1. Concepto
Además del salario que corresponde al trabajo cumplido o prometido (el
cambio propio del contrato), el trabajador obtiene otros ingresos o beneficios
que si bien se originan en su condición de dependiente, exceden el esquema
contractual, teniendo relación con su situación familiar (régimen de
asignaciones familiares).

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De tal modo, por una parte el trabajador tiene ingresos como consecuencia
de la contraprestación propia del contrato y por otra recibe beneficios con
motivo de la relación de trabajo pero no como contraprestación de su trabajo,
por lo cual no constituyen salario.
Provienen del propio empleador o de instituciones sostenidas total o
parcialmente con el aporte de los empleadores.
Las prestaciones respectivas no corresponden al servicio prestado sino que
son consecuencia del contrato de trabajo o de su condición de trabajador o,
simplemente, por el hecho de ser miembro de la sociedad.
El artículo 103 bis de la L.C.T. dispone que se denominan beneficios sociales
a las prestaciones de naturaleza jurídica de seguridad social, no remunerativas,
no dinerarias, no acumulables ni sustituibles en dinero, que brinda el
empleador al trabajador por sí o por medio de terceros. La norma que comento,
modificada la ley 26.341 que derogó los incisos b) y c) de la norma citada mas
arriba, que se referían a los vales de almuerzo y tarjeta de transporte y a los
vales alimentarios y a las canastas de alimentos, estableció como beneficios
sociales los siguientes:
a) Los servicios de comedor de la empresa.
b) (Inciso derogado)
c) (Inciso derogado)
d) Los reintegros de gastos de medicamentos y gastos médicos y
odontológicos del trabajador y su familia que asumiera el empleador
previa presentación de comprobantes emitidos por farmacia, médico
u odontólogo debidamente documentados.
e) La provisión de ropa de trabajo y de cualquier otro elemento
vinculado a la indumentaria y al equipamiento del trabajador para
uso exclusivo en el desempeño de sus tareas.
f) Los reintegros documentados con comprobantes de gastos de
guardería y/o sala maternal que utilicen los trabajadores con hijos
de hasta 6 (seis) años de edad cuando la empresa no contare con
esas instalaciones.
g) La provisión de útiles escolares y guardapolvos para los hijos del
trabajador otorgados al inicio del período escolar.
h) El otorgamiento o pago debidamente documentado de cursos o
seminarios de capacitación o especialización.
i) El pago de los gastos de sepelios de familiares a cargo del
trabajador, debidamente documentados con comprobantes.
En mi opinión, tanto los gastos de guardería como la provisión de útiles
escolares, significan desembolsos que debería hacer el trabajador, por lo que
el pago por el empleador se traduce en una ganancia.
Tampoco son beneficios sociales en mi opinión el pago de cursos o
seminarios de capacitación que constituyen una obligación para el empleador
(ver Capítulo VIII de la Ley de Contrato de Trabajo) y están ligados
directamente a la prestación de un mejor trabajo lo que beneficia a la empresa.
No se trata de actos de generosidad sino de inversiones útiles para su negocio.

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13.4. PRESTACIONES NO REMUNERATORIAS (ART. 105, L.C.T.)


El artículo 105 de la L.C.T., con relación a la forma de pago del salario y a las
prestaciones complementarias, dice que el salario debe ser satisfecho en
dinero, especie, habitación, alimentos o mediante la oportunidad de obtener
beneficios o ganancias.
Las prestaciones complementarias, sean en dinero o en especie, integran la
remuneración del trabajador, con excepción de:
a) Los retiros de socios de gerentes de sociedades de
responsabilidad limitada, a cuenta de las utilidades del ejercicio
debidamente contabilizadas en el balance.
b) Los reintegros de gastos sin comprobantes correspondientes al uso
del automóvil de propiedad de la empresa o del empleado,
calculado en basé a kilómetro recorrido, conforme los parámetros
fijados o que se fijen como deducibles en el futuro por la Dirección
General Impositiva.
c) Los viáticos de viajantes de comercio acreditados con
comprobantes en los términos del artículo 6° de la ley 24.241, y los
reintegros de automóvil en las mismas condiciones que las
especificadas en el inciso anterior.
d) El comodato de casa-habitación de propiedad del empleador,
ubicado en barrios o complejos circundantes al lugar de trabajo, o la
locación, en los supuestos de grave dificultad en el acceso a la
vivienda.
El artículo 223 bis, L.C.T., dice que se considerará prestación no
remunerativa las asignaciones en dinero que se entreguen en compensación
por suspensiones de la prestación laboral y que se fundaren en las causales de
falta o disminución de trabajo, no imputables al empleador, o fuerza mayor
debidamente comprobada, pactadas individual o colectivamente y
homologadas por la autoridad de aplicación, conforme normas legales
vigentes, y cuando en virtud de tales causales el trabajador no realice la
prestación laboral a su cargo. Sólo tributará las contribuciones establecidas en
las leyes 23.660 y 23.661.

13.5. SALARIO MINIMO, VITAL Y MOVIL

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13.5.1. Concepto
Es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador.
Constituye el piso de las remuneraciones. Se paga en efectivo. Su monto es
inembargable. Es una expresión del orden público laboral. Este piso salarial es
imperativo y por lo tanto irrenunciable, no se pueden pagar salarios inferiores a
su monto.
Así, el artículo 119, L.C.T. establece que:
"Por ninguna causa podrán abonarse salarios inferiores a los que se fijen de
conformidad al presente capítulo, ..."

13.5.2. Principios generales


1) El salario mínimo, vital y móvil corresponde a todo trabajador
mayor de 18 años que se desempeñe en jornada legal (8 horas).
2) Si la jornada inferior a la legal está impuesta por la naturaleza,
calificación o características especiales del trabajo, se debe
respetar el salario mínimo mensual. Cuando la reducción de la
jornada está impuesta por la calificación de insalubridad,
proveniente de la ley, o de declaración de la autoridad
administrativa debe mantenerse el Salario Mínimo Vital y Móvi l.
3) Cuando el trabajador cumple una jornada reducida, fuera de la
hipótesis prevista en 2, se le abona el salario mínimo horario.
4) Este salario ha sido establecido en función de cada ocupación en
particular que pudiera tener el trabajador y no del conjunto de sus
ingresos salariales, cumpliendo los requisitos mínimos de jornada.
Por eso la circunstancia de que el trabajador preste servicios para
más de un empleador no libera a cada uno de pagarle el salario
mínimo vital.
5) El salario mínimo, vital y móvil no debe ser aplicado
restrictivamente, pues alcanza a todos los trabajadores con las
únicas excepciones establecidas en la ley.

13.5.3. Determinación
El Salario Mínimo Vital y Móvil se determinará en montos mensuales, diarios
u horarios.

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Es la menor remuneración en efectivo para el trabajador sin cargas de


familia.

13.6. SUELDO ANUAL COMPLEMENTARIO

13.6.1. Concepto
Se trata de una remuneración adicional que se entrega en los meses de junio
y diciembre de cada año.
En las pequeñas empresas puede pactarse el pago fraccionado en tres
cuotas ( art. 91ley 24.467).

13.6.2. Epocas de pago


Se abona en dos cuotas: una el 30 de junio, y otra el 31 de diciembre de
cada año.

13.6.3. Cálculo
En virtud de lo dispuesto por la ley 23.041 el Sueldo Anual Complementario
consiste en el 50% de la mayor remuneración mensual devengada por todo
concepto por el trabajador dentro de los semestres que culminan los meses de
junio y diciembre de cada año.

13.6.4. Pago proporcional


Se liquida en proporción al tiempo trabajado en el semestre, es decir, la mitad
del mejor sueldo se divide por seis y se multiplica por el número de meses
trabajados (art. 1°, D. 1078/84).

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13.7. LA TUTELA DEL SALARIO

13.7.1. Consideraciones generales


En torno a la efectividad del pago (que llegue a manos del trabajador), y a su
integridad (que el trabajador perciba la totalidad de lo adeudado), se ha creado
una serie de normas protectoras que pretenden impedir eventuales abusos de
los empleadores.
El pago extingue la obligación en la medida en que sea completo, ya que el
pago insuficiente de las obligaciones laborales es considerado "como entrega a
cuenta del total adeudado, aunque se reciba sin reservas" (art. 260, L.C.T.). Es
decir que el acto de cumplimiento de la prestación debe ser integral y sólo
admite retenciones, deducciones o embargos dentro de los límites legalmente
autorizados.

13.7.2. Garantías de efectividad de pago


La ley de contrato de trabajo a través de diversas disposiciones garantiza al
trabajador la posibilidad de percibir en forma efectiva su remuneración
(aplicación del principio de indemnidad).
En primer lugar declara nula toda renuncia de derechos (art. 12, L.C.T.). En
este caso la garantía está dirigida respecto de actos del mismo trabajador,
quienes por razones de necesidad puede verse obligado a disponer en su
perjuicio de derechos creditorios ya devengados.
Otras normas están destinadas a efectivizar dicha garantía respecto del
empleador. En dicha línea se encuentran:
l las normas que identifican al beneficiario de los servicios como
responsable de los pagos laborales (arts. 28 y 29, L.C.T.),
l la que declara la subsistencia de las obligaciones salariales en los
casos de contratos de objeto prohibido (art. 42, L.C.T.),
l las que tienen relación con la prueba del monto y pago de los
salarios (arts. 52 a 56, 59 a 61, 138 a 144 y 146, L.C.T.),
l las que se refieren a la época del pago (arts. 74, 126 a 128 y 137,
L.C.T.),
l las que regulan sobre los medios de pago (arts. 124 y 125, L.C.T.),
l las que tratan sobre días, horas y lugares de pago (art. 129, L.C.T.),

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l las que consagran la intangibilidad del salario autorizando


limitadamente adelantos (art. 130, L.C.T.),
l las que prohíben compensaciones, retenciones y descuentos (art.
131, L.C.T.),
l la que prohíbe renuncias de cualquier tipo en los recibos (arts. 12 y
145, L.C.T.),
lla que prohíbe pactar salarios inferiores a los convenidos (art.
12 , L.C.T.).
La garantía en otros casos está dirigida a ampliar el ámbito de los
responsables por los pagos salariales, creando en unos casos obligaciones
solidarias (arts. 30 y 31, L.C.T.), y en otros el derecho a reclamo autónomo y
anticipado a los obligados solidarios (art. 136, L.C.T.).
La protección del salario también afecta a los acreedores del trabajador, a
quienes se limita su posibilidad de embargar dicha prestación (arts. 120 y 147,
L.C.T.), y a los acreedores del empleador, por los privilegios que se acuerdan a
los créditos laborales (arts. 261 a 277, L.C.T.).

13.8. FORMA DE PAGO

13.8.1. En dinero
El pago del salario en dinero es fundamental (principal). Por eso el salario
mínimo vital es siempre enteramente en dinero, y el básico de convenio debe
pagarse por lo menos en un 80% en dinero, pues sólo se puede imputar a las
prestaciones en especie que se otorguen un 20% del monto de la
remuneración fijada para la categoría de convenio (arts. 105, 107 y 124,
L.C.T.).

13.8.2. En especie, habitación, alimentos


El salario en especie es el que no se paga en dinero. Debe ser evaluado por
las partes a los fines previsionales y para determinar el pago de otras
prestaciones laborales.

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13.8.3. Oportunidad de ganancia - Propina


La ocasión de ganancia constituye un pago en especie. Se le da al trabajador
la posibilidad de obtener la remuneración de un tercero. Por ejemplo, la
propina. Con la aclaración de que la propina de los gastronómicos no es
considerada remuneratoria por el convenio colectivo de la actividad.

13.8.4. Prestaciones complementarias


Entre las prestaciones complementarias se destacan los adicionales que se
entregan mensualmente por la naturaleza de las tareas, por ejemplo, altas
calorías en el trabajo metalúrgico o por presentismo, entre muchos otros.
Si la gratificación es habitual y regular y obedece a la prestación ordinaria de
los servicios, es remuneratoria y no pierde ese carácter por el hecho de que en
los recibos firmados por los trabajadores se hiciera constar que su carácter es
voluntario y se deben en períodos sucesivos. Toda gratificación es, en principio,
remuneratoria pues debe presumirse que se trata de sumas entregadas con
motivo del trabajo realizado (para premiarlo) o a realizar (para incentivarlo) y
dentro del marco del contrato de trabajo.

13.8.5. Viáticos
El viático es la suma de dinero que se entrega al dependiente para soportar
ciertos gastos que le impone su trabajo fuera de la empresa.
Si se entregan con obligación de rendir cuentas con comprobantes, no son
remuneratorios. En caso contrario, incrementan el salario porque el trabajador
tiene la libre disponibilidad de dichos importes.
El artículo 105, L.C.T. prevé que los reintegros de gastos sin comprobantes
correspondientes al uso del automóvil propiedad de la empresa o del
empleador, no son remuneratorios. Además priva del carácter remuneratorio a
los viáticos de los viajantes entregados con rendición de cuentas así como a
los gastos de automóvil.

13.9. INSTRUMENTACION DE LOS PAGOS LABORALES

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13.9.1. Medios de pago: En efectivo, cheque, cuenta bancaria, cajeros


automáticos
El pago en efectivo o en cuentas bancarias es la forma usual del pago del
salario en dinero, pero en principio el trabajador siempre puede exigirlo de
aquel modo. Al respecto es importante destacar que el Convenio n° 95 de la
O.I.T. con jerarquía supralegal en virtud de lo normado por el inciso 22 del
artículo 75 de la Constitución Nacional, contiene numerosas disposiciones en el
sentido de que los salarios deben ser pagados en efectivo en moneda de curso
legal, y prohibirse el pago con pagarés, vales, cupones o cualquier otra forma
que no se considere moneda de curso legal.
Con conformidad del trabajador, el pago puede efectuarse por medio de
cheque o por acreditación en cuenta bancaria o en institución de ahorro oficial.
La autoridad de aplicación tiene la facultad de exigir al empleador que el pago
se haga en alguna de las tres modalidades previstas. El propósito de la norma
es evitar fraudes por lo que si el pago no se realiza con supervisión de dicha
autoridad es nulo, y se tiene por no realizado (art. 124, L.C.T.).
Por aplicación del artículo 124, L.C.T. queda excluido el pago en moneda
extranjera o en instrumentos que no sean en dinero.
Los problemas que plantea el pago con cheques son relativos a la prueba del
pago. A este respecto el artículo 125, L.C.T. resuelve un problema probatorio y
con acierto acuerda plena validez a la documentación obrante en el banco,
relativa al pago del cheque o al movimiento de la cuenta a nombre
deltrabajador. Sin embargo, la documentación bancaria permitirá establecer el
hecho de la percepción efectiva del salario pero no su composición, por lo que,
en todos los casos deben arbitrarse los medios para que dichas constancias
sean complementadas por el recibo que indica el artículo 140, L.C.T.
Por último, respecto a los pagos por cajeros automáticos, el decreto 847/97 y
la resolución (M.T.) 644/97 establecieron la obligación a las empresas que
contaran con más de cien trabajadores de abonar las remuneraciones de su
personal en dinero en cuentas abiertas a nombre del trabajador, en entidades
bancarias habilitadas que tengan cajeros automáticos, en un radio de influencia
no superior a los dos kilómetros del lugar de trabajo. El servicio de los cajeros
es gratuito para los trabajadores, que no tienen límites para la extracción, y el
control del funcionamiento se encuentra a cargo del Banco Central.
Resta por señalar que el sistema de pago antes comentado, no exime a los
empleadores de cumplir todas las obligaciones en materia de recibos de pago
que disponen los artículos 138 a 141, 143 y 144 de la ley de contrato de
trabajo.

13.9.2. Períodos de pago

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El salario, por su carácter fundamental, debe cumplir la función alimentaria


que le ha sido asignada; en tal sentido debe ser abonado en intervalos breves
y regulares.

Plazos
El pago de las remuneraciones deberá realizarse en los siguientes plazos:
l Al personal mensualizado: al vencimiento del mes calendario.
lAl personal remunerado por jornal o por hora: por semana o
quincena.
lAl personal remunerado por pieza o medida, cada semana o
quincena.
A su vez el pago debe ser efectuado una vez vencido el período que
corresponda dentro de los siguientes plazos máximos: 4 días hábiles para las
remuneraciones mensuales o quincenales y 3 días hábiles para la semanal
(arts. 126 y 128 de la L.C.T.). De lo contrario, se produce la mora automática, y
a partir del vencimiento se calculan intereses.

Mora
Una vez vencido el período de pago al que se ha ajustado la retribución del
trabajador empiezan a correr los distintos plazos para el pago de los salarios
que se cuentan en días hábiles (art. 137, L.C.T.).
La mora es automática y se configura por el vencimiento del plazo, que es
máximo: 4 días hábiles para los mensualizados o retribuidos por quincena, y 3
días hábiles para los pagos semanales.
Hay que distinguir entre efectos relativos a la obligación en sí: exigibilidad e
intereses y actualización por depreciación monetaria de aquellos otros que se
proyectan sobre la existencia misma del contrato o sobre la procedencia de
otras prestaciones a cargo del trabajador.
La mora automática justifica, sin otro trámite, la demanda judicial por cobro
de la suma adeudada y da comienzo al curso de los intereses.
La disolución del contrato por incumplimiento de la obligación fundamental a
cargo del empleador consistente en el pago del salario, así como el ejercicio
del derecho de retención de su prestación por el trabajador por el mismo
motivo, requieren previo emplazamiento acorde con el principio de buena fe.
En otros términos, la mora es automática, pero es conceptualmente escindible
de la injuria por falta de pago de salarios, que sólo se configura luego de la
intimación incumplida.

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Tiempo y lugar de pago


El pago de las remuneraciones, conforme lo establece el artículo 129 de la
L.C.T. y Convenio 95 de la O.I.T., debe realizarse en días hábiles, en el lugar
de trabajo y durante las horas de prestación de servicios. Es importante
destacar que el pago no se realice en el sitio donde se vendan mercaderías o
bebidas alcohólicas porque lo que se pretende asegurar es la libre
disponibilidad de la retribución.

13.10. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál es el concepto de remuneración?
2) ¿Cuáles son las funciones del salario?
3) ¿Cuáles son las notas esenciales para identificar el salario?
4) ¿Puede el trabajador recibir remuneración aunque no haya
prestado servicios?
5) ¿En qué circunstancias?
6) ¿La ley presume que el trabajo es oneroso?
7) ¿Cuáles son las formas para identificar el salario?
8) Defina comisiones, gratificaciones y salario básico.
9) ¿A qué se denomina beneficios sociales?
10) ¿Qué es el S.A.C.?¿ Cómo se calcula? ¿Cuándo se paga?
11) ¿Cómo se determina la remuneración?
12) ¿Cuál es el objeto de tutelar la remuneración?
13) ¿Qué formas de tutelar la remuneración existen en la L.C.T.?
14) ¿Cuáles son las formas de pago y cómo se instrumentan?

BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA B.,"Leyes
Fundamentales del Trabajo", "Sus reglamentos y Anotaciones
complementarias", Colección Legislación, Edit. Joaquín Fernández Madrid, Ed.
La Ley, 11ª ed., 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico del Derecho del
Trabajo", Tomo II, 3ª edición, Ed. La Ley, 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.

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CAPITULO XIV
SUSPENSIÓN DE CIERTOS EFECTOS
DEL CONTRATO
14.1. Suspensiones. 14.1.1. Concepto y marco legal.
14.1.2. Suspensiones típicas. 14.1.3. Doctrina plenaria
de la C.N.A.T. - 14.2. Suspensión por falta o
disminución de trabajo. 14.2.1. Concepto. 14.2.2.
Plazos. 14.2.3. Efectos. 14.2.4. Doctrina plenaria de la
C.N.A.T. - 14.3. Suspensión por fuerza mayor. 14.3.1.
Concepto. 14.3.2. Plazos. 14.3.3. Efectos. 14.3.4.
Doctrina plenaria de la C.N.A.T. - 14.4. Procedimiento
preventivo de crisis. 14.4.1. Concepto y objetivos.
14.4.2. Requisitos. 14.4.3. Procedimiento.
14.4.4. Prohibición de ejecutar medidas por el
empleador y de ejercer el derecho de huelga por los
trabajadores. 14.4.5. Sanciones. - 14.5. Suspensión
por razones disciplinarias. 14.5.1. Concepto. 14.5.2.
Elementos de la suspensión disciplinaria.
14.5.3. Requisitos y plazos. 14.5.4. Efectos.
14.5.5. Doctrina plenaria de la C.N.A.T. - 14.6.
Suspensión preventiva. 14.6.1. Concepto. 14.6.2.
Requisitos. 14.6.3. Plazos. 14.6.4. Distintos
supuestos. 14.6.5. Efectos de la denuncia criminal
efectuada por el empleador. 14.6.6. El proceso penal y
la causa laboral. 14.6.7. Efectos de la denuncia
criminal efectuada por terceros o en proceso
promovido de oficio. - 14.7. Suspensión
precautoria. 14.7.1. Concepto. 14.7.2. Distintas
opiniones doctrinarias acerca de los requisitos y
efectos. - 14.8. Guía de análisis. - Bibliografía.

14.1. SUSPENSIONES

14.1.1. Concepto y marco legal


El contrato de trabajo origina dos obligaciones esenciales para las partes:

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l para el trabajador nace una obligación personalísima de hacer y


consiste en la prestación efectiva de servicios, y
l para el empleador, se genera una obligación de otorgar trabajo
efectivo y dar una remuneración como contraprestación por esos
servicios (arts. 21, 74 y 78 de la L.C.T.).
Estas obligaciones constituyen prestaciones recíprocas entre las partes,
tienen su causa y fundamento en el contrato de trabajo, y su incumplimiento
injustificado puede inclusive constituir una injuria de tal magnitud que impida la
prosecución de la relación laboral (art. 242 de la L.C.T.).
La ley de contrato de trabajo refiere en el Capítulo X, La suspensión de
ciertos efectos del contrato de trabajo, con lo que se precisa que lo que se
suspende no es el contrato ni todas las prestaciones comprometidas por las
partes sino que en situaciones especiales no son exigibles parte de los
compromisos contraídos. Cito como ejemplo la licencia ordinaria por
vacaciones que constituye un derecho del trabajador a gozar un descanso
anual remunerado (art. 150, L.C.T.). Aquí el trabajador no presta servicios por
imperio de la ley y el empleador debe abonar la remuneración durante el
período de descanso. Otros ejemplos similares al anterior, lo constituyen el
régimen de licencias especiales ya sea por nacimiento de hijo, matrimonio,
exámenes, etc. (arts. 158 y 159) y los accidentes y enfermedades inculpables
(arts. 208, 209 y 210).
Los artículos 215 y 217 del mismo cuerpo normativo; tratan aquellos casos
en los que el trabajador se desempeña en cargos electivos y el tiempo que
ocupa en dichas funciones se considera período de trabajo a los efectos del
cómputo de la antigüedad. Es decir, el trabajador no presta servicios, el
empleador no paga la remuneración pero el contrato de trabajo subsiste a fin
de computar la antigüedad frente a los beneficios de la ley, estatutos
profesionales y convenciones colectivas de trabajo.

14.1.2. Suspensiones típicas (por falta de trabajo y fuerza mayor y


disciplinarias)
Estas suspensiones, sus requisitos, tipos y efectos se encuentran
contempladas en el Título II, Capítulo VII, artículo 67, en el Título X Capítulo V,
artículos 218 a 224 de la L.C.T.
La suspensión típica consiste en la decisión del empleador de no cumplir su
deber de dar ocupación perdiendo el trabajador su remuneración. Esta medida,
para que pueda ser considerada válida debe cumplir tres requisitos y a ello se
refiere el artículo 218 de la L.C.T. que dispone: "Toda suspensión dispuesta por
el empleador para ser considerada válida, deberá fundarse en justa causa,
tener plazo fijo y ser notificada por escrito al trabajador".

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A su vez esta norma se complementa con el artículo 219 que expresa: "Se
considera que tiene justa causa la suspensión que se deba a falta o
disminución de trabajo no imputable al empleador, a razones disciplinarias o a
fuerza mayor debidamente comprobada."

Justa causa
La justa causa puede provenir de un hecho ajeno a las partes (suspensiones
por falta de trabajo y por fuerza mayor) o de una falta del trabajador
(suspensión disciplinaria).

Plazo fijo
Este requisito constituye un recaudo imprescindible, ya que de lo contrario la
facultad conferida al empleador podría eventualmente ser usada en forma
discrecional desnaturalizando al contrato de trabajo y creando en el trabajador
un estado de incertidumbre acerca de su situación laboral, lo que resulta
contrario a los deberes de buena fe contractual que debe imperar entre las
partes (arts. 63 y ss. de la L.C.T.).

Notificación por escrito al trabajador


La norma dispone —art. 218, L.C.T.— el cumplimiento de una forma
determinada de notificación, que es la escrita.

14.1.3. Doctrina plenaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo


1) Fallo Plenario n° 2: "DIAZ, Florentino c/ CAMINOS, Manuel R.",
8/4/48
"La correcta interpretación jurídica del instituto de la suspensión
para ser legal debe tener justa causa y plazo fijo, descontando
desde luego, que en la justa causa también se encuentra la que se
impone por razones disciplinarias cuando la natural normal relación
entre el principal y el dependiente, así lo exijan".
2) Fallo Plenario n° 32: "CAMPOS, Antonio José c/ MIGLIARDI,
Francisco", 28/6/56

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"La suspensión sin justa causa, aunque hubiese sido notificada


fehacientemente, da derecho al cobro de los salarios
correspondientes siempre que la medida no hubiese sido aceptada
por el dependiente".
3) Fallo Plenario nº 171: "CHAZARRETA, Luis y otros c/
ALGODONERA PLATENSE S.A." del 2/12/71
"No se justifica la suspensión de tareas del trabajador sin derecho a
descanso anual remunerado, por el solo hecho de interrumpir el empleador sus
actividades para permitir que los demás gocen del beneficio".

14.2. SUSPENSION POR FALTA O DISMINUCION DE TRABAJO

14.2.1. Concepto
Este tipo de suspensión, sus plazos y efectos se encuentran previstos en los
artículos 219, 220, 222, 223 y 223 bis de la L.C.T.
Esta causal de suspensión, que responde a causas económicas, se
encuentra dirigida a aliviar los efectos de una prestación que por improductiva,
resulta demasiado onerosa para el empresario pero a su vez, el artículo 220
exige que la falta o disminución de trabajo no sea imputable al empleador.
Es decir, recae sobre el empleador el deber de ocupación previsto en el
artículo 78 de la L.C.T. en el sentido de que se encuentra obligado a
garantizarle ocupación efectiva de acuerdo a su calificación o categoría
profesional, salvo —expresa la norma— que el incumplimiento responda a
motivos fundados que impidan la satisfacción de tal deber.
En consecuencia, en aquellos casos en los cuales se invoca como causal de
la suspensión de dicho deber falta o disminución de trabajo, el empleador debe
acreditar la ajenidad del evento que determina la imposibilidad transitoria de
otorgar tareas como así también que puso en práctica medidas funcionales y
diligentes para evitar el impacto del evento, cuestiones de hecho de carácter
excepcional y de interpretación restrictiva sujeta a la libre y prudente
apreciación de los jueces.
Se ha expresado que la falta o disminución de trabajo constituye un supuesto
de excesiva onerosidad sobreviniente y puede ser calificada como un hecho
que afecta al mercado e impacta en la empresa, de carácter excepcional y
ajeno al empresario, que éste no pudo prever ni evitar empleando la máxima
diligencia exigible a un buen hombre de negocios y que ese hecho torna a tal
extremo onerosas las prestaciones de los trabajadores que los convierte en
inútiles para los fines de la empresa.

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En este aspecto, adquiere particular importancia la responsabilidad del


empleador pues el trabajador resulta ajeno al riesgo empresarial, principio que
constituye un elemento fundamental del derecho del trabajo que ha
reemplazado la noción de riesgo propia del derecho civil; por lo tanto, las
meras dificultades empresariales no pueden encuadrarse dentro de la justa
causa que analizo.
Constituye requisito de este tipo de suspensión que el empleador acredite
que actuó con la máxima diligencia exigible a un buen hombre de negocios,
adoptando las medidas oportunas y adecuadas para intentar evitar o superar el
impacto en la empresa de las circunstancias que tornan transitoriamente
innecesaria, por lo gravoso, la continuación de la producción.
Acerca de la distinción entre falta o disminución de trabajo y fuerza mayor,
Justo López ha señalado que si bien ambas tienen en común la ajenidad del
evento, el alcance es distinto porque la primera no requiere la imposibilidad del
trabajo, existe excesiva onerosidad, el pago de la remuneración pierde su
contrapartida al darse un valor sin recibir otro distinto a lo que era la base del
contrato por una de las partes, la que se ve privada total o parcialmente de la
contraprestación al no representar ésta un valor económico, por no ser útil,
mientras que la causal de fuerza mayor es el hecho de la imposibilidad de
cumplimiento y no meramente por su dificultad o costo; debe tratarse además
de contingencias imprevisibles o que previstas, no pudieron ser evitadas.

14.2.2. Plazos
De conformidad a lo normado por los artículos 220 y 221, segunda parte de
la L.C.T. las suspensiones fundadas en falta o disminución de trabajo no
podrán exceder de treinta días en un año, contados a partir de la primera
suspensión (en realidad el plazo se cuenta desde la última suspensión para
atrás).
Esta imposición debe ser complementada con lo dispuesto por el artículo
221, 2da. y 3ra. parte de la L.C.T., en el sentido de que debe comenzarse por
el personal menos antiguo dentro de cada especialidad y respecto del personal
que ingresó en un mismo semestre, por el que tuviere menos cargas de familia,
aunque con ello se alterare el orden de antigüedad.
Se hallan excluidos del orden de antigüedad aquellos trabajadores que se
encuentren gozando de licencia ordinaria por vacaciones, enfermos o
accidentados (arts. 150 y 208, "in fine" de la L.C.T.), así como el trabajador que
ocupa cargos electivos o representativos en asociaciones sindicales (arts.
48, 50, 51 y 52 de la ley 23.551). La garantía de estos últimos sólo cede ante
una suspensión general de tareas en el establecimiento.

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14.2.3. Efectos
1) Si el empleador ha cumplido debidamente con lo prescripto por los
artículos 218 a 221 de la L.C.T., se exime de dar ocupación y
abonar los salarios pertinentes y el trabajador no presta servicios
durante el lapso de la medida aplicada.
2) El trabajador puede impugnar la medida, en cuyo caso tiene
derecho a percibir la remuneración por todo el tiempo que estuvo
suspendido, hubiere o no ejercido la facultad de colocarse en
situación de despido (arts. 222, 2da. parte, y 223 L.C.T.).
3) El trabajador puede colocarse en situación de despido cuando se
excede el plazo de treinta días o cuando se hubieren dispuesto
otras suspensiones por distintas causales que superen noventa días
en su conjunto en un año a partir de la primera suspensión, no
aceptada por el trabajador (art. 222, L.C.T.).
4) En aquellos casos en que se otorguen al trabajador asignaciones
en dinero en compensación por suspensiones de la prestación
laboral dispuesta por falta de trabajo, se considera que tales
prestaciones no son remunerativas cuando la misma han sido
pactadas individual o colectivamente y homologada por el Ministerio
de Trabajo. Dichas sumas sólo tributarán las contribuciones que
correspondan a las Obras Sociales y al Sistema Nacional del
Seguro de Salud (art. 223 bis de la L.C.T.).
5) Por último, de acuerdo a lo normado por el artículo 208 "in fine" de
la L.C.T., la suspensión por causas económicas no afecta el
derecho del trabajador a percibir la remuneración durante el tiempo
que se encuentre enfermo, ya sea que dicha medida se adopte
estando el trabajador enfermo o accidentado o que estas
circunstancias fuesen sobrevinientes.

14.2.4. Doctrina plenaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo


1) Fallo Plenario n° 25: "HENNSE, Samuel y otros c/ LAUDROK Y
CIA.S.R.L.", 23/3/55
"La falta o disminución de trabajo, como causal de excepción de
pago duplicado de la indemnización de la ley 11.729 establecido en
el decreto 33.302/45 (L. 12.921), debe producirse por causas ajenas
a la voluntad del empleador, quien deberá probar fehacientemente
esa circunstancia".

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2) Fallo Plenario n° 38: "FRIAS, Angel y otros c/ ADANTI SOLAZZI Y


CIA. S.A.", 26/6/57
"En el caso de despido por falta de trabajo o situaciones que se le
equiparen, el límite máximo de la indemnización por antigüedad es
de $ 500 por cada año computable de servicios".
3) Fallo Plenario n° 102: "BRECASIN, Nobelino c/THE SMITHFIELD
AND ARGENTINE MEAT CO LTD.", 13/4/66
"A los efectos de establecer el orden de antigüedad en los despidos
por falta o disminución de trabajo, corresponde excluir a los
dirigentes gremiales amparados por la ley 14.455".
4) Fallo Plenario nº 263: "SILVA, Albino S. y otros c/ VIPLASTIC
S.A.C.I.", 15/12/88
"Frente a una suspensión por causas económicas no es válida en el
marco de la ley 22.105 una impugnación formulada por la
asociación gremial que no cuenta con poder otorgado por cada
trabajador afectado".

14.3. SUSPENSION POR FUERZA MAYOR

14.3.1. Concepto
Esta causal se encuentra contemplada en los artículos 219, 221, 222 y 223
bis de la L.C.T. No existe en la ley la definición de fuerza mayor. Sin embargo,
en el fallo plenario dictado por la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo
nº 24 en autos: "Menéndez, Manuel y otros c/ Peirano Ltda. S.R.L." del 8/3/55,
se expresó que en el derecho laboral, el caso fortuito o fuerza mayor a que
aludía el artículo 66 del decreto ley 33.302/45, debía ser considerado por el
juzgador, con sujeción a las circunstancias concurrentes en cada caso y
teniendo en cuenta que la falta o disminución de trabajo no haya podido
preverse o que prevista no haya podido evitarse, remitiéndose de tal manera al
concepto que surge del artículo 514 del Código Civil.
Es por ello que la causal de fuerza mayor debe ser entendida como un
obstáculo insalvable y no como sólo un impedimento meramente más oneroso
del deber de ocupación por cuanto en definitiva es el empresario quien asume
todos los riesgos. Esta causal no existe cuando el inconveniente es inherente
al giro propio de su empresa, siendo que éste en el ejercicio de su actividad
debe considerar los riesgos propios y ordinarios dado que sólo podrá eximirse
de responsabilidad en aquellos supuestos en que los hechos aparezcan como
imprevisibles o extraordinarios.

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La noción de fuerza mayor en el derecho laboral debe buscarse en las


disposiciones de los artículos 513 y 514 del Código Civil, entendiendo por tal
aquel evento que asume la nota característica de lo imprevisible o irresistible,
indagando lo que se aparta del curso ordinario de las cosas y, además, importa
un acontecimiento exterior a la empresa misma del obligado o extraño a su
actividad. La actividad del empresario es fuente de riesgos y él ha de
soportarlos.
Esta suspensión no puede ser superior a los setenta y cinco días y si la
prestación no puede cumplirse definitivamente, el empleador debe despedir y
abonar una indemnización que corresponde a la mitad de lo establecido por los
artículos 245 de la L.C.T. y 7° de la ley 25.013.
En consecuencia, existe fuerza mayor cuando se configura una verdadera
imposibilidad de dar trabajo, traducida en una incapacidad operativa producida
por un hecho imprevisible o que previsto no se ha podido evitar, con lo cual la
prestación del trabajador queda de hecho impedida.

14.3.2. Plazos
De conformidad con lo previsto por el artículo 221 las suspensiones por
fuerza mayor debidamente comprobadas podrán extenderse hasta un máximo
de 75 días en el término de un año contado desde la primera suspensión.
Asimismo y de igual forma que para el caso de falta o disminución de trabajo,
debe comenzarse por el personal menos antiguo dentro de cada especialidad y
respecto del personal que ingresó en un mismo semestre, por quienes tuvieren
menos carga de familia, aunque con ello se alterare el orden de antigüedad,
rigiendo las mismas exclusiones respecto del orden de antigüedad:
trabajadores en goce de vacaciones, enfermos, accidentados y los
trabajadores que ocupan cargos electivos o representativos en asociaciones
sindicales.

14.3.3. Efectos
a) Si el empleador ha cumplido debidamente con lo prescripto en los
artículos 218, 219 y 221, se exime de dar ocupación y abonar los
salarios pertinentes y el trabajador no presta servicios durante el
lapso de la medida aplicada.
b) El trabajador puede impugnar la medida injustificada. En este caso
si no hubo justa causa tiene derecho a percibir la remuneración por
todo el tiempo que estuvo suspendido, hubiere o no ejercido la

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facultad de considerarse en situación de despido (arts. 222, 2da.


parte y 223, L.C.T.).
c) El trabajador puede colocarse en situación de despido cuando se
excede el plazo de treinta días (falta de trabajo y disciplinarias) y de
setenta y cinco días si se tratare de un caso de fuerza mayor, o
cuando se hubieren dispuesto otras suspensiones por distintas
causales que superen noventa días en su conjunto en un año a
partir de la primera suspensión, no aceptada por el trabajador (art.
222, L.C.T.).
d) En aquellos supuestos en que se otorguen al trabajador
asignaciones en dinero en compensación por suspensiones de la
prestación laboral fundada en fuerza mayor, se considera que tales
prestaciones no son remunerativas, cuando las mismas han sido
pactadas individual o colectivamente y homologadas por el
Ministerio de Trabajo y cuando en virtud de la misma el trabajador
no realice la prestación laboral a su cargo. Dichas sumas sólo
tributarán las contribuciones que correspondan a las Obras Sociales
y al Sistema Nacional del Seguro de Salud (art. 223 bis, L.C.T.).
e) De acuerdo a lo normado por el artículo 208 último párrafo de
la L.C.T. este tipo de suspensiones no afecta el derecho del
trabajador a percibir la remuneración por los plazos previstos,
cuando se dispone hallándose el trabajador enfermo o accidentado
o si estas circunstancias fuesen sobrevinientes.
f) Respecto de los representantes sindicales, en caso de cesación de
actividades del establecimiento o de la suspensión general de
tareas del mismo, no pueden invocar la estabilidad en el empleo; en
caso contrario, si se procede a reducir personal por vía de
suspensiones o despidos y deba atenderse al orden de antigüedad,
debe excluirse de ese orden a los trabajadores amparados por la
estabilidad sindical (arts. 51 y 52 de la ley 23.551).

14.3.4. Doctrina plenaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo


1) Fallo Plenario nº 24: "MENENDEZ, Manuel y otros c/ PEIRANO
LTDA. S.R.L." del 813/55
"En el derecho laboral, el caso fortuito o fuerza mayor con
respecto a su suspensión, debe ser considerado por el juzgador,
con sujeción a las circunstancias concurrentes en cada caso y
teniendo en cuenta que la falta o disminución de trabajo no haya
podido preverse o que prevista no haya podido evitarse".

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14.4. PROCEDIMIENTO PREVENTIVO DE CRISIS

14.4.1. Concepto y objetivos


Consiste en un procedimiento administrativo que debe ser iniciado
con carácter previo a la comunicación de despido o suspensiones colectivas
por razones de fuerza mayor, causas económicas o tecnológicas. Está
contemplado en los artículos 98 a 105 de la ley 24.013. Asimismo, las políticas
tecnológicas y la incorporación de tecnología se encuentran legisladas en los
artí culos 22, inciso e) y 23 de la misma norma y en el artículo 97 de la ley
24.467 que trata sobre el mantenimiento y la regulación del empleo y por
último, el artículo 64 de la L.C.T. atribuye al empleador facultades para
organizar técnicamente su empresa.
El objetivo del capítulo dedicado al procedimiento de crisis consiste en tratar
de evitar las consecuencias negativas que se producirían al implementarse
despidos y suspensiones masivas que podrían solucionarse a través de un
procedimiento conciliatorio.

14.4.2. Requisitos
Corresponde cumplir este procedimiento cuando las suspensiones por
causas económicas o tecnólogicas afecten a más del quince por ciento d e los
trabajadores en empresas de menos de cuatrocientos trabajadores, a más del
diez por ciento en empresas de entre cuatrocientos y mil trabajadores y a más
del cinco por ciento en empresas de más de mil (art. 98, LE.).
El problema que plantea el artículo 98 de la ley 24.013 es que los
incumplimientos del empleador carecen de sanción, ya que nada expresa
acerca de las consecuencias que debería soportar el empleador cuando
implementa suspensiones sin haber tramitado el procedimiento preventivo de
crisis.
En cuanto se trata de una cuestión que aun contemplada por una norma
especial, no ha previsto los efectos de su incumplimiento, deben aplicarse en lo
pertinente los artículos 218, 219, 220 y 222 de la L.C.T. con lo cual el
trabajador deberá impugnar la suspensión a los efectos de poder percibir los
salarios por todo el tiempo de la suspensión cuando el empleador no probó la
justa causa invocada (art. 377 del CPCCN), y evaluado dentro del marco
formado por los artículos 64, 65 y 66 de la L.C.T.

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Acerca de la impugnación, el trabajador podrá efectuarla por sí o por


intermedio de la asociación sindical que lo represente con poder otorgado por
el trabajador (Plenario n° 263 de la C.N.A.T. y art. 22 del D. 467/88). Aunque
destaco que en doctrina se ha señalado que el decreto mencionado que exige
el requisito indicado, excede el marco de la ley de asociaciones sindicales que
consagra como derecho exclusivo de ésta el representar y defender ante el
Estado y empleadores los intereses individuales y colectivos de los
trabajadores [art. 31, inc. a) L. 23.551].

14.4.3. Procedimiento
a) Debe tramitarse ante el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social a instancia del empleador o de la asociación sindical de
trabajadores (art. 99, L.E.).
b) En su presentación, el peticionante debe fundamentar su solicitud
ofreciendo todos los elementos probatorios que considera
pertinentes (art. 99, L.E.).
c) Dentro de las 48 horas de efectuada la presentación, el Ministerio
procede a correr traslado a la otra parte y cita al empleador y a la
asociación sindical a una primera audiencia, dentro de los 5 días.
En caso de no existir acuerdo en dicha audiencia, se abre un
período de negociación entre el empleador y la asociación sindical,
con una duración máxima de 10 días (arts. 100 y 101, L.E.).
d) A su vez el Ministerio de Trabajo, de oficio o a petición de parte,
puede recabar informes aclaratorios o ampliatorios acerca de los
fundamentos de la petición y recabar investigaciones, pedir
dictámenes y asesoramiento y cualquier otra medida para mejor
proveer (art. 102, L.E.).
e) Si las partes dentro de los plazos previstos arribaren a un acuerdo,
deben elevarlo al Ministerio de Trabajo, quien dentro de los diez
días podrá homologar el acuerdo con la misma eficacia que un
convenio colectivo de trabajo o rechazar el acuerdo mediante
resolución fundada. Si vence el plazo sin pronunciamiento
administrativo, el acuerdo se tiene por homologado (art. 103, L.E.).
f) Vencidos los plazos indicados "supra" sin acuerdo de partes se da
por concluido el procedimiento de crisis.

14.4.4. Prohibición de ejecutar medidas por el empleador y de ejercer el


derecho de huelga por los trabajadores

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A partir de la notificación y hasta la conclusión del procedimiento de crisis, el


empleador no podrá ejecutar las medidas objeto del procedimiento, ni los
trabajadores ejercer la huelga u otra medida de acción sindical (art. 104, 1ra.
parte, L.E.).

14.4.5. Sanciones
La violación de lo dispuesto por el artículo 104 —en el caso del empleador—
determina que los trabajadores mantengan su relación de trabajo y se les
deben pagar los salarios caídos y —en el caso de los trabajadores— si éstos
ejercieran el derecho de huelga u otras medidas de acción sindical se aplica el
procedimiento de conciliación obligatoria previsto en la ley 14.786 (art. 104,
2do. y 3er. párrafos).

14.5. SUSPENSION POR

RAZONES DISCIPLINARIAS

14.5.1. Concepto
Esta causal de suspensión está prevista en los artículos 219, 220, 221 y 222
de la L.C.T., pero su fundamento y limitaciones se encuentran contemplados en
el plexo normativo formado por los artículos 67, 68 y 69.
En primer término, señalo que la suspensión disciplinaria se configura en
aquellos supuestos en los cuales el trabajador incurre en una falta que altera
los términos del contrato de trabajo (por ejemplo: ausencias sin aviso,
impuntualidad, faltas de respeto a sus superiores, etc.).
El artículo 67 faculta al empleador para aplicar medidas disciplinarias
proporcionadas a las faltas o incumplimiento demostrados por el trabajador y a
su vez el trabajador dispone de treinta días corridos para cuestionar la medida
impuesta en cuanto a su procedencia, tipo o extensión, para que se la suprima,
sustituya por otra o limite según los casos. Vencido dicho término se tiene por
consentida la sanción disciplinaria.

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A su vez los artículos 68 y 69 limitan esta facultad del empleador disponiendo


que deberán ser ejercitadas en los límites y con arreglo a las condiciones
fijadas por la ley, los estatutos profesionales, las convenciones colectivas de
trabajo, los consejos de empresa y, si los hubiere, los reglamentos internos que
éstos dictaren, cuidando siempre de satisfacer las exigencias de la
organización del trabajo en la empresa y el respeto debido a la dignidad del
trabajador y sus derechos patrimoniales, excluyendo todo abuso del derecho y
específicamente —en el caso de aplicar sanciones disciplinarias— éstas no
deben constituir una modificación al contrato de trabajo.

14.5.2. Elementos de la suspensión disciplinaria


"La justa causa" no debe ser arbitraria o ilegítima y ajustarse a los principios
de contemporaneidad y proporcionalidad. La contemporaneidad significa que la
suspensión debe ser aplicada concomitantemente con la falta cometida y lo
más cercanamente posible a la ocurrencia del hecho que se sanciona, ya que
las faltas no sancionadas oportunamente o toleradas por el patrono dejan de
tener virtualidad como antecedente apto para justificar una sanción, mientras
que la proporcionalidad de la suspensión implica que la extensión de ésta debe
estar razonablemente ligada a la gravedad de la falta cometida.
La proporcionalidad y la contemporaneidad resultan exigencias de justicia, de
equidad y de seguridad jurídica por cuanto no es prudente que se apliquen
sanciones en forma tardía o desproporcionada.
En consecuencia, una sanción disciplinaria debe ser contemporánea y
proporcional —como quedó dicho—, de duración transitoria, no debe constituir
una modificación al contrato de trabajo, un mismo hecho no puede ser
susceptible de más de una sanción ("non bis in idem") y sólo se justifica su uso
funcional, es decir, en interés de la empresa.

14.5.3. Requisitos y plazos


De acuerdo a lo expuesto, la suspensión disciplinaria para ser válida debe
cumplir los requisitos comunes de justa causa, plazo fijo y notificación por
escrito al trabajador, pero además no superar los treinta días en un año y
ajustarse a lo previsto por los artículos 67 y 68L.C.T. (art. 220, 2do. párrafo).
En esta causal, para que el trabajador perciba los salarios, debe impugnarla
dentro de los treinta días corridos de notificada la medida; podrá cuestionar
(art. 67, 2da. parte) ya sea su procedencia, tipo o extensión de la misma o en
su caso, para que se la suprima, sustituya o limite. Con lo cual, esta segunda
parte de la norma otorga al trabajador un derecho que debe ejercer dentro de

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determinado lapso —en el supuesto que considere que la sanción aplicada es


injusta o desmesurada— pues de lo contrario la propia norma dispone que se
tendrá por consentida y por lo tanto luego no podrá solicitar la revisión de la
medida ni pretender el cobro judicial de los salarios que no se le abonaron
durante el lapso de suspensión.
Otro aspecto, es el referido a la acumulación de suspensiones y en este
sentido el poder disciplinario del empleador puede quedar limitado
temporalmente ya que debe tenerse en cuenta que los plazos totales de las
suspensiones están limitados a 90 días (art. 222, L.C.T.).

14.5.4. Efectos
a) Si el empleador ha cumplido con lo establecido por los artículos
218, 219 y 220 de la L.C.T. y dentro de los límites impuestos por los
artículos 67 y 68, se exime de abonar los salarios pertinentes al
tiempo de la suspensión.
b) El trabajador tiene derecho a impugnar la suspensión dentro de los
treinta días de ser aplicada con el objeto de que se la suprima,
sustituya por otra o limite según los casos. Este requisito es
indispensable para generar el derecho al cobro de salarios por todo
el tiempo de la suspensión y una vez cuestionada la sanción, recae
sobre el empleador la carga de probar el incumplimiento del
trabajador (art. 223, L.C.T.).
c) Si el trabajador guarda silencio y vence el plazo de treinta días que
la ley le otorga para oponerse a la medida, la sanción queda
consentida y en el futuro no tiene derecho a formular reclamo
alguno (art. 67, 2do. párrafo, "in fine", L.C.T.).
d) El trabajador puede colocarse en situación de despido cuando se
excede el plazo de treinta días o cuando se hubieren dispuesto
otras suspensiones por distintas causales que superen noventa días
en su conjunto en un año a partir de la primera suspensión, no
aceptada por el trabajador (art. 222, L.C.T.).

14.5.5. Doctrina plenaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo


1) Fallo Plenario n° 2: "DIAZ, Florentín c/ CAMINO, Manuel R." del
8/4/48
"La correcta interpretación jurídica del instituto de la suspensión
para ser legal debe tener justa causa y plazo fijo, descontando
desde luego, que en la justa causa también se encuentra la que

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se impone por razones disciplinarias cuando la natural normal


relación entre el principal y el dependiente así lo exijan. Cuando la
suspensión no reúna tales requisitos de justa causa y plazo fijo, la
misma se considerará injuriosa a los intereses del empleado u
obrero, en los términos del artículo 189...".
2) Fallo Plenario nº 114: "ANDRADE, Elena c/ PENILLAS, Priscila"
del 26/3/68
"En los plazos de suspensión admitidos por el artículo 66 del
decreto-ley 33.302/45 corresponde computar las suspensiones
disciplinarias".

14.6. SUSPENSION PREVENTIVA

14.6.1. Concepto
Se encuentra contemplada en el artículo 224 de la L.C.T. y consiste en la
negativa del empleador a permitir la prestación laboral cuando el trabajador, no
obstante hallarse en condiciones de cumplirla, está sometido a una
investigación de su conducta en un proceso penal, es decir, se faculta al
empleador a eximirse en forma temporaria de cumplir con su obligación de dar
ocupación efectiva al trabajador y de abonar la remuneración durante el
transcurso de la suspensión.

14.6.2. Requisitos
La suspensión preventiva se encuentra regida por el principio general de
buena fe que debe imperar entre las partes durante el transcurso de la relación
laboral (arts. 62 y 63 de la L.C.T.) y los requisitos que se exigen para justificar
este tipo de suspensión son:
a) La existencia de un proceso penal en contra del trabajador.
b) Que el hecho imputado tenga entidad suficiente como para que, en
caso de ser comprobado, determinándose su responsabilidad,
impida la prosecución del contrato. Por lo tanto, no cualquier hecho
penal al que se encuentre sometido el trabajador puede justificar la
suspensión sino que debe tratarse de un procesamiento criminal
que pueda ser calificado como injurioso y que justifique la ruptura
del vínculo laboral.

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c) Por aplicación analógica de lo normado por el artículo 218 de la


L.C.T., la suspensión preventiva debe ser notificada por escrito al
trabajador toda vez que el artículo 224 nada indica al respecto,
exigencia que deriva del correcto ejercicio de las facultades de
suspensión y de dirección como así también del deber de buena fe
del empleador (arts. 63, 65 y 68) y que lo obliga a poner en
conocimiento del trabajador tal decisión. Por otra parte, la justa
causa quedaría configurada por el reconocimiento judicial del hecho
delictuoso atribuido al trabajador y por último, no rigen la exigencia
de plazo fijo ni los límites a la acumulación de días de suspensión
previstos en los artículos 220, 221 y 222 de la L.C.T.
d) Respecto a la impugnación de la suspensión preventiva, el artículo
224 de la L.C.T. nada expresa al respecto, por lo que se trata de un
requisito no exigible.
e) El plazo de prescripción para reclamar los salarios caídos es de
dos años (art. 256 de la L.C.T.) y corre a partir desde el momento en
que se encuentra firme la sentencia absolutoria.
f) El trabajador, al concluir el proceso criminal y para que se decida su
situación laboral, dentro de un plazo razonable y en forma
fehaciente, debe ponerse a disposición de su empleador,
haciéndole conocer el resultado del juicio penal para que éste
decida si acepta su reincorporación o lo despide.

14.6.3. Plazos
A diferencia de las suspensiones por falta de trabajo, fuerza mayor y
disciplinarias, en las que la ley exige para su justificación un plazo cierto y
establece un máximo de noventa días en un año (arts.
67, 218, 220, 221 y 222 de la L.C.T.), en la suspensión preventiva no existe un
plazo determinado, sino que se prolonga todo el tiempo que irrogue la causa
hasta que se dicte la sentencia definitiva; por lo tanto, el plazo está constituido
por la duración del proceso penal.

14.6.4. Distintos supuestos


El artículo 224 de la L.C.T. se refiere a casos en los cuales se imputa al
trabajador la comisión de un delito y contempla dos supuestos:
a) El primero, la denuncia criminal es realizada por el empleador,
quien puede disponer la suspensión preventiva; el trabajador está

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sujeto a un proceso criminal y eventualmente podría encontrarse o


no detenido.
b) El segundo, la persona que denuncia es un tercero o también
debido a un proceso promovido de oficio y el trabajador se
encuentra privado de su libertad.
En ambos casos, los efectos difieren sustancialmente.

14.6.5. Efectos de la denuncia criminal efectuada por el empleador


a) En este supuesto, si la denuncia fue desestimada o si el trabajador
resultó sobreseído provisoria o definitivamente, el empleador se
encuentra obligado a reincorporarlo a su lugar de trabajo y además,
debe abonarle los salarios perdidos durante el tiempo que duró la
suspensión preventiva (art. 224, 1er. párrafo).
b) Si el empleador se niega a reincorporar al trabajador, debe abonar
los salarios caídos más la indemnización por despido (art. 224, 2do.
párrafo), razón por la cual, este tipo de suspensión no es casi
utilizada por el empleador, ya que le resulta económicamente más
conveniente despedir abonando la indemnización correspondiente y
no suspender por tiempo indeterminado.
c) La norma en análisis concede al trabajador la opción de
considerarse despedido, en razón de las circunstancias del caso
(art. 224, 1er. párrafo) y aunque no se aclara cuáles son esas
circunstancias, lo cierto es que éste puede considerar que la
denuncia efectuada por el empleador ha configurado una injuria de
tal magnitud que no consiente la prosecución del vínculo laboral en
los términos del artículo 242, L.C.T. En el sentido apuntado, cuando
el trabajador ha sido acusado por su empleador y es absuelto o
sobreseído en la causa, se ha expresado que es muy probable que
opte por considerarse despedido por diversas razones y, al
respecto, María Cristina García Margalejo las ha esquematizado de
la siguiente forma: a) la relación, proceso penal de por medio, habrá
resultado resentida o deteriorada, b) si hubo detención del
trabajador y ésta cesó antes de concluir el proceso, el dependiente
habrá debido procurarse otra fuente de trabajo para continuar
subsistiendo y c) si no se reincorpora y opta por considerarse en
situación de despido, tiene la posibilidad de obtener una mayor
reparación pecuniaria, pues a más de los salarios caídos que le
corresponden en cualquier caso, puede obtener el cobro de la
indemnización por ruptura injustificada del contrato.
d) Si el trabajador resultó condenado en sede penal, el empleador
queda facultado para despedirlo con justa causa y por ende, no está
obligado a pagar la indemnización ni los salarios caídos.

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14.6.6. El proceso penal y la causa laboral


En este sentido, se plantean dos cuestiones. La primera es determinar si el
empleador puede denunciar el contrato de trabajo invocando injuria laboral,
aun cuando el trabajador hubiera resultado sobreseído o absuelto en el
proceso penal y la segunda, si la sentencia recaída en el juicio penal obliga al
juez laboral, y en su caso, en qué medida. Al respecto, la jurisprudencia y la
doctrina han sentado las siguientes premisas:
1) La culpa laboral se informa en principios distintos a los que
constituyen la culpa penal y debido a ello, no tiene por qué guardar
siempre y necesariamente obligada correspondencia. El juez laboral
puede apreciar y valorar libremente la injuria laboral
independientemente del resultado del proceso penal pues un mismo
hecho puede configurar un delito y no una injuria laboral pero
también pueden existir injurias que no constituyen un delito penal o
hechos que pueden ser calificados como delitos y que configuren
una injuria que impida la prosecución del vínculo laboral.
2) En el caso de existir sobreseimiento provisional, queda abierta la
posibilidad de que se prosiga la causa y no existe inconveniente
alguno para que se valore la conducta del trabajador en el plano
laboral, para determinar si fue o no injuriosa. La decisión del juicio
criminal sería indiferente respecto del proceso penal y no obstaría al
despido justificado del empleado.
3) En el supuesto de sobreseimiento definitivo, significa que la
sentencia del juicio penal exonera de responsabilidad al trabajador
procesado pero tampoco impide invocar la configuración de una
injuria laboral (art. 242, L.C.T.).
4) Si se declara que el hecho no ha sido cometido o que su autoría no
corresponde al trabajador suspendido preventivamente, el despido
no puede fundarse en los mismos hechos. En cambio, es posible
que pueda invocarse la existencia de injuria respecto de actos
vinculados al hecho principal siempre que no se haya declarado su
inexistencia, que sean imputables al trabajador y que determinen
responsabilidad laboral.
5) La absolución por duda deja abierta la posibilidad de que en el
juicio laboral se juzgue la procedencia del despido.
6) En caso de condena del trabajador, en sede laboral no se puede
discutir la existencia del hecho constitutivo del delito, ni su
culpabilidad, en caso de sentencia condenatoria. Pero el juez
laboral deberá valorar si el hecho por el cual se condenó al
trabajador implicó violación a sus deberes contractuales (arts. 242,
L.C.T. y 1102 del C.C.).

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7) Rige la cosa juzgada que impide al juez del trabajo pronunciarse en


sentido contrario a la sentencia dictada en sede penal, cuando en
ésta se determinó que el hecho ilícito no existió o su autoría
corresponde al trabajador procesado (art. 1103, C.C.).
8) Pero si del proceso resultase acreditado algún otro hecho
vinculado al trabajo, que aunque no tenga relevancia penal,
configure injuria que por su gravedad no permita la continuidad del
contrato, podrá ser invocado por el empleador como causal de
despido.

14.6.7. Efectos de la denuncia criminal efectuada por terceros o en proceso


promovido de oficio
1) La primera observación es que en realidad no existe una
suspensión dispuesta por el empleador como en el supuesto
anterior sino que el trabajador, privado de su libertad, se encuentra
impedido para cumplir la prestación laboral.
2) En estos casos el empleador no se encuentra obligado a abonar la
remuneración por el tiempo que dure la suspensión de la relación
laboral.
3) Si el hecho delictuoso imputado al trabajador por terceros o en
proceso promovido de oficio no causa un perjuicio al empleador ni
guarda vinculación alguna con el contrato de trabajo, el empleador
se encuentra obligado a reincorporarlo, una vez que recupere su
libertad aun en el caso en que el juicio penal continúe su curso.
4) Si el empleador se niega a reincorporarlo, el trabajador puede
considerarse despedido.
5) El empleador puede —en el caso de que el hecho comprobado no
constituya delito— invocar la existencia de injuria laboral que impide
la prosecución del vínculo laboral en los términos del artículo 242 de
la L.C.T.
6) A su vez, el trabajador, sobreseído o absuelto, tiene derecho a
percibir los salarios por el tiempo que dure la suspensión si el hecho
está vinculado con el trabajo (art. 224, 2do. párrafo, "in fine", L.C.T.).

14.7. SUSPENSION PRECAUTORIA

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14.7.1. Concepto
Se ha expresado que la misma constituye una extensión del poder de
dirección del empleador y una liberación transitoria del deber de dar ocupación,
conforme lo normado por el artículo 78 de la L.C.T. y consiste en una facultad
del empleador de disponer la suspensión del trabajador en aquellos casos en
que resulta necesario realizar una investigación interna en la empresa a
efectos de establecer la posible comisión de una falta laboral y la
responsabilidad del trabajador a efectos de aplicar una sanción disciplinaria o,
en su caso, proceder a su despido.
Su fundamento se encuentra dentro de las facultades de dirección que
corresponden al empleador y enmarcada dentro del principio general de buena
fe que debe imperar entre las partes (arts. 62 y 63L.C.T.)

14.7.2. Distintas opiniones doctrinarias acerca de los requisitos y efectos


Acerca de los requisitos que debe cumplir el empleador y sus efectos,
depende de la tesis que se comparta, y al respecto Fernández Madrid sostiene
que constituyen suspensiones de la prestación de trabajo con pago de salarios,
dado que el trabajador no los pierde porque ello sólo ocurre en los casos
taxativamente establecidos por la ley, aunque el empleador se encuentra
liberado de la obligación de dar ocupación durante el lapso que dure
la instrucción del sumario y se disponen para aplicar con posterioridad una
medida disciplinaria o el despido; la única valla temporal está dada por el
tiempo de instrucción del sumario, que debe ser razonablemente breve y no
extenderse en forma que consagre un abuso de derecho (art. 1071, Código
Civil).
En este sentido, el autor citado, ha realizado una clasificación que puede
resumirse de la siguiente forma:
a) Una primera tesis asimila las suspensiones preventivas a las
disciplinarias y exige que se cumplan los requisitos establecidos por
los artículos 218 a 222 de la ley de contrato de trabajo, fijando como
plazo máximo el de treinta días.
b) La segunda tesis considera que esta suspensión es similar a las
preventivas contempladas en el artículo 224 de la ley de contrato de
trabajo y el derecho del trabajador a percibir salarios por el tiempo
que dure la suspensión queda sujeto al resultado del sumario
administrativo. En este caso, la suspensión quedaría encuadrada
dentro de las disciplinarias, una vez concluido el sumario que

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deslinde responsabilidades, en cuyo caso no debería ser superior a


los treinta días.
c) Una tercera tesis, excluye cualquier semejanza de esta medida con
las legisladas en los artículos 218 a 224 de la ley de contrato de
trabajo y la considera como una liberación transitoria del deber de
dar ocupación, consagrado en el artículo 78 de la L.C.T., facultad
incluida dentro de las de dirección que asisten al principal y basada
en los principios de confianza, seguridad y buena fe que debe
presidir la relación laboral, pero sin que en ningún caso el trabajador
pierda su derecho al cobro de salarios.
Justo López ha expresado que en caso de decidirse la improcedencia de la
sanción, la suspensión sería injustificada y el empleador debería abonar los
salarios caídos; en igual sentido, si la sanción aplicada fuese menos grave que
una suspensión, por ejemplo, un llamado de atención o un apercibimiento, ya
que no parece admisible que la propia suspensión precautoria le cause al
trabajador un daño mayor que la sanción de la que se hubiere hecho
merecedor, y que si corresponde aplicar una sanción disciplinaria de duración
inferior a la misma suspensión precautoria, deben pagarse los días que
excedan a los de aquélla.
Asimismo, acerca de la posibilidad de que luego de la investigación la
sanción aplicada sea el despido por culpa del trabajador, indica que debe
entenderse que el despido tiene vigencia retroactiva desde el primer día de la
suspensión precautoria y que por no tener dicha suspensión el carácter
sancionatorio no transgrede el principio "non bis in idem" y que del mismo
modo, cuando lo que se aplica es una suspensión disciplinaria, ésta empieza a
correr retroactivamente, desde el primer día de la suspensión precautoria y
tampoco hay aplicación de dos sanciones por la misma falta, sin perjuicio del
derecho del trabajador a los haberes de los días en los que la misma
suspensión precautoria hubiere excedido la disciplinaria aplicada.
Por su parte, Vázquez Vialard ha señalado que la suspensión precautoria
debe ser analizada con criterio restrictivo por constituir una excepción al deber
de ocupación; al ser razonable y no injuriosa no autoriza la rescisión
contractual por parte del trabajador, pudiendo ser revisada por el juez y por los
organismos que contemplen los convenios colectivos; su plazo debe ser
ineludiblemente fijo y el necesario para que el empleado no perturbe la
investigación y nunca podrá prolongarse más allá de los treinta días; aparte de
que debe ser comunicada por escrito, si al vencimiento del plazo máximo la
investigación no ha concluido, y subsisten las causas justificativas, el
empleador puede adoptar el recurso de conceder una licencia con goce de
sueldo, siempre que de suyo no implique una injuria; deben informarse y
difundirse los resultados de la investigación y si de ello resulta la inexistencia
de causa suficiente habrá que abonar los salarios perdidos y si hay motivo para
la cesantía no corresponde el pago de los salarios perdidos.

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14.8. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuáles son los, requisitos para considerar que una suspensión es
válida?
2) ¿Qué diferencias existen entre las suspensiones por falta o
disminución de trabajo y las originadas en fuerza mayor?
3) ¿Qué efectos producen las suspensiones mencionadas
anteriormente sobre las obligaciones de las partes?
4) ¿Cuáles son los plazos máximos de suspensión en los supuestos
indicados en el apartado anterior?
5) ¿En qué consiste el procedimiento preventivo de crisis y con qué
objeto?
6) ¿Cuál es el concepto de suspensión disciplinaria?
7) ¿Cuál es el plazo máximo de la suspensión disciplinaria y qué
efecto produce sobre las obligaciones de las partes?
8) ¿Cuál es el plazo que posee el trabajador para impugnar una
suspensión?
9) ¿Qué diferencia existe entre las suspensiones preventivas y
precautorias?
10) ¿Cuáles son sus efectos sobre las obligaciones de las partes?
11) ¿Cuáles son los plazos máximos de suspensión de una medida
preventiva y de una precautoria?

BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA B.,"Suspensión disciplinaria", T. XXXIII, Legislación del
Trabajo, pág. 107.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Suspensiones por causas
económicas", Errepar, T. IV.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo", Tomo II, 3ª ed., Ed. La Ley, 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.
LÓPEZ, JUSTO; CENTENO, NORBERTO O.; FERNANDEZ MADRID, JUAN
CARLOS,"Ley de Contrato de Trabajo Comentada", T. II, Ediciones Contabilidad
Moderna S.A.I.C., Bs.As., 1987.
PASTEN DE ISHIHARA, GLORIA M ., "Suspensiones", Colección Práctica, Edit.
Joaquín Fernández Madrid, octubre 1998, Buenos Aires.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO,"La suspensión en la ley de contrato de
trabajo", T. y S.S., 1975, pág. 65.

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CAPITULO XV
TRABAJO DE MUJERES Y DE MENORES
15.1. La protección especial a las mujeres
trabajadoras y el principio de no discriminación. - 15.2.
Fundamento constitucional y legal de la protección de
la mujer. La no discriminación. El salario. - 15.3.

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Protección vinculada con la jornada. -


15.4. Prohibición de encargar trabajos fuera del
establecimiento. - 15.5. Tareas prohibidas. - 15.6.
Protección de la maternidad. 15.6.1. El tema en las
normas constitucionales y convenios de la O.I.T..
15.6.2. Las disposiciones de la L.C.T. 15.6.3. Garantía
de estabilidad en el empleo. - 15.7. Situación de la
mujer al finalizar la licencia. - 15.8. Lactancia. - 15.9.
Situación de excedencia. - 15.10. Compensación por
rescisión voluntaria del contrato de trabajo. - 15.11.
Despido por matrimonio. 15.11.1. Presunción legal.
15.11.2. Alcance de la presunción. 15.11.3. Requisitos.
15.11.4. Caso del trabajador varón. - 15.12. Trabajo de
menores. 15.12.1. Prohibición de realizar
determinadas tareas. 15.12.2. Vacaciones. - 15.13.
Guía de análisis. - Bibliografía.

15.1. LA PROTECCION ESPECIAL A LAS MUJERES TRABAJADORAS Y


EL PRINCIPIO DE NO DISCRIMINACION
La participación de las mujeres en la actividad económica y laboral fue
importante en todas las épocas, pero a partir de la llegada del maquinismo se
acentuó y tomó características particulares: dejaron el taller doméstico y se
incorporaron a la fábrica, donde quedaron sujetas a precarias condiciones de
labor, largas jornadas que ponían en peligro su salud y dificultaban la vida
familiar y a notables discriminaciones remuneratorias en comparación con el
hombre. Fue una mano de obra marginal, menor calificada y peor remunerada.
Esta situación dio lugar a una fuerte corriente legislativa que, desde la mitad
del siglo pasado, tendió a otorgarle a la mujer condiciones especiales de
trabajo; en este sentido, destaco que cuando a la mujer se la iguala a través de
una desigualdad de derecho, justificada en razones de hecho que se imponen
al legislador en un contexto cultural y social determinado, existe discriminación
protectora (positiva) de la mujer; en cambio, la discriminación es peyorativa
cuando a la mujer se la perjudica en igualdad de situación con el hombre, que
es lo que la ley pretende evitar.

15.2. FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL Y LEGAL DE LA

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PROTECCION DE LA MUJER. LA NO DISCRIMINACION. EL SALARIO


La L.C.T., en el artículo 17, prohíbe claramente cualquier tipo de
discriminación entre los trabajadores por motivos de sexo. Esta norma tiene su
fundamento en el artículo 16 de la Constitución Nacional, que establece que
todos los habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin
otra condición que la idoneidad. Además, el artículo 14 bis garantiza igual
remuneración por igual tarea. La ley 26.485 ratifica este principio.
Con la reforma constitucional de 1994, el actual artículo 75, inciso 22, eleva a
la jerarquía constitucional la Convención sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada por la resolución 34 de la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 18/9/79, cuyo texto forma parte
de la ley 23.179 y debe entenderse como complementaria de los derechos y
garantías reconocidos por la Constitución.
Con relación a la mujer trabajadora, el artículo 11.1 de la Convención
establece que los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas
para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo con el fin
de asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, en
particular:
a) el derecho al trabajo como derecho inalienable de todo ser
humano;
b) el derecho a las mismas oportunidades de empleo, inclusive a la
aplicación de los mismos criterios de selección en cuestiones de
empleo;
c) el derecho a elegir libremente profesión y empleo, el derecho al
ascenso, a la estabilidad en el empleo y a todas las prestaciones y
otras condiciones de servicio, y el derecho al acceso a la formación
profesional y capacitación periódica;
d) el derecho a igual remuneración, inclusive prestaciones, y a
igualdad de trato con respecto a un trabajo de igual valor, así como
igualdad de trato con respecto a la evaluación de la calidad de
trabajo;
e) el derecho a la seguridad social, en particular en casos de
jubilación, desempleo, enfermedad, invalidez, vejez u otra
incapacidad para trabajar, así como el derecho a vacaciones
pagadas;
f) el derecho a la protección de la salud y a la seguridad en las
condiciones de trabajo, incluso la salvaguardia de la función de
reproducción.
Esta Convención afirma además que la máxima participación de la mujer, en
igualdad de condiciones con el hombre, en todos los campos, es indispensable
para el desarrollo pleno y completo de un país.

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Por su parte, la O.I.T. ha desarrollado desde 1919 una importante labor


tendiente a afirmar los derechos fundamentales de la mujer en su papel de
trabajadora y en su rol de madre, a asegurarle igualdad de oportunidades
evitando toda suerte de discriminación y a lograr que los Estados Miembros
promocionen su elevación cultural y su formación profesional.
Nuestro país ratificó mediante el decreto ley 11.595/56 el Convenio 100 de la
O.I.T., sobre igualdad de remuneración, de 1951; después de la reforma a
la Constitución Nacional de 1994, sus normas tienen jerarquía superior a las
leyes (art. 75, inc. 22). En especial, el Convenio dispone que todo Estado
Miembro deberá promover y garantizar la aplicación a todos los trabajadores
del principio de igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y la
mano de obra femenina por un trabajo de igual valor y que este principio
deberá aplicarse por medio de la legislación nacional, por cualquier sistema
para la fijación de la remuneración, establecido o reconocido por la legislación,
por contratos colectivos celebrados entre empleadores y trabajadores o por la
acción conjunta de estos diversos métodos.
El Convenio 111 de la O.I.T. sobre la discriminación, de 1958, ratificado por la
Argentina por la ley 17.677 establece que todo miembro para el cual el
Convenio se halle en vigor se obliga a formular y llevar a cabo una política
nacional que promueva, por métodos adecuados a las condiciones y a la
práctica nacional, la igualdad de oportunidades y de trato en materia de empleo
y ocupación, con objeto de eliminar cualquier discriminación a este
respecto. La ley 20.392 (1973) prohíbe que se establezcan diferencias de
remuneraciones entre la mano de obra masculina y la femenina, por un trabajo
de igual valor.
La ley 23.592 (1985), que persigue las prácticas discriminatorias, entre las
que se encuentran las motivadas por el sexo, dispone que quien
arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el
pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías
fundamentales reconocidos por la Constitución Nacional, será obligado, a
pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su
realización y a reparar el daño moral y material ocasionados.
La L.C.T., en el artículo 172, determina que la mujer podrá celebrar toda
clase de contrato de trabajo, no pudiendo consagrarse por las convenciones
colectivas de trabajo, o reglamentaciones autorizadas, ningún tipo de
discriminación en su empleo fundada en el sexo o estado civil de la misma,
aunque este último se altere en el curso de la relación laboral. Además, indica
que en las convenciones colectivas o tarifas de salarios que se elaboren, se
garantizará la plena observancia del principio de igualdad de retribución por
trabajo de igual valor.
Al respecto, la norma coincide con lo dispuesto por los artículos 32, 35 y 187
de la L.C.T. en cuanto a la plena capacidad de la mujer para celebrar el
contrato de trabajo.
La ley 26.485 amplía el panorama de protección de la mujer condenando los
actos de violencia contra ella en los distintos ámbitos en los que puede actuar,

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incluyendo el laboral. De este modo se cierra un círculo de fuerte protección a


la mujer, entroncando con las declaraciones internacionales y las normas
legales que he citado.

15.3. PROTECCION VINCULADA CON LA JORNADA


La L.C.T., en el artículo 173, establecía la prohibición del trabajo nocturno
para las mujeres. El artículo admitía como excepción a la prohibición el trabajo
de mujeres mayores de 18 años en espectáculos públicos, por ejemplo los
artísticos, los deportivos, como así también los trabajos no industriales que
debían ser, preferentemente, desempeñados por mujeres, como las
enfermeras o mucamas de establecimientos asistenciales, las encargadas de
toilettes en cines, teatros, etc.
El artículo 26 de la ley 24.013 (ley de empleo) derogó tal disposición,
igualando al hombre y a la mujer en cuanto a la posibilidad de ser contratados
para cumplir horario nocturno, aunque se mantiene la prohibición respecto de
los menores (ver art. 190, L.C.T.).
Cabe recordar que trabajo nocturno es el que se realiza entre la hora
veintiuna de un día y la hora seis del siguiente (art. 200 de la L.C.T.).
El citado artículo 26 de la L.E. denunció los Convenios 4 y 41 de la O.I.T.
(ratificados por las leyes 11.726 y 13.560), que establecen la prohibición del
trabajo nocturno para las mujeres.
Por otra parte, el artículo 174 de la L.C.T. prevé la interrupción, durante dos
horas, de la labor al mediodía. Se trata de una pausa que puede ser suprimida
cuando lo justifiquen las características de la tarea, o cuando los perjuicios que
pueda originar la interrupción autorizaren la adopción en horarios continuos.
La finalidad de la norma es que la trabajadora tome un descanso en la mitad
de la jornada o una pausa para realizar la comida. Comprende a las
trabajadoras que cumplen sus tareas en horas de la mañana y de la tarde.

15.4. PROHIBICION DE ENCARGAR TRABAJOS

FUERA DEL ESTABLECIMIENTO


El artículo 175 de la L.C.T. prohíbe encargar la ejecución de trabajos a
domicilio a mujeres ocupadas en algún local u otra dependencia de la
empresa.

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La disposición intenta impedir que la trabajadora sume al trabajo normal


dentro del establecimiento, la ejecución de otras labores en su domicilio,
violando de esta manera el tope máximo de la ley de jornada.
Cabe destacar que la prohibición no se refiere al trabajo a domicilio
contemplado por la ley 12.713.
Una consideración especial merece el teletrabajo, aún no reglado
legislativamente, pero motivo de un convenio de la O.I.T. que podría
eventualmente ser considerado como una norma aplicable directamente según
lo dispuesto por el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional.

15.5. TAREAS PROHIBIDAS


Se encuentra particularmente prohibido ocupar mujeres en trabajos que
revistan carácter penoso, peligroso o insalubre (art. 176 de la L.C.T.).
Deben considerarse como penosas aquellas tareas que impliquen
dificultades excesivas, determinantes de fatiga o de sufrimiento físico, y las que
traen aparejada incomodidad de mayor grado en su realización.
Peligrosas, son labores que entrañan un riesgo a la salud o a la integridad
física, pero en este caso, también puede hablarse de un peligro moral
comprensivo de aquellas labores que, por su naturaleza, pueden originar un
daño de este tipo.
Tareas insalubres son las que, por la forma y demás circunstancias en que se
las cumple, exponen a quien las realiza a contraer enfermedades. Si bien los
trabajadores varones cumplen, en este caso, una jornada reducida de seis
horas, a las mujeres les está absolutamente prohibido su desempeño en tales
tareas.
Cabe destacar en este tema que el artículo 195 de la L.C.T. presume la culpa
del empleador sin admitir prueba en contrario, en caso de accidentes de
trabajo o de enfermedad que se origine o se cause por el ejercicio, por parte de
una trabajadora mujer, de una tarea penosa, peligrosa o insalubre. Esta norma
concretaba la responsabilidad extracontractual del empleador y no ha sido
sustituida por ninguna de las leyes de accidentes dictadas antes o después de
su sanción. La ley de riesgos del trabajo 24.557, que sustituye —en mi opinión
inconstitucionalmente— el sistema de reparación fundado en la
responsabilidad por riesgo del empresario, por un régimen de cobertura que
exime a los empleadores de toda responsabilidad civil frente a sus
trabajadores, no afecta a esta protección especial que contempla la situación
de sujetos particularmente amparados en situaciones igualmente peculiares.

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15.6. PROTECCION DE LA MATERNIDAD


Las disposiciones de la L.C.T. y otras normas referidas a la protección de la
mujer en estado de gravidez, tienen como fin no perturbar el curso normal del
embarazo y el puerperio y no afectar la relación de trabajo durante el tiempo de
gestación, nacimiento y primeros meses de vida del hijo.

15.6.1. El tema en las normas constitucionales y convenios de la O.I.T.


La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer, que, como ya dije, tiene jerarquía constitucional a partir de la
reforma de 1994 (art. 75, inc. 22 de la Constitución Nacional) dispone que, con
el fin de impedir la discriminación de la mujer por razones de matrimonio o
maternidad y asegurar la efectividad de su derecho a trabajar, los Estados
Partes tomarán medidas adecuadas para:
a) prohibir, bajo pena de sanciones, el despido por motivo de
embarazo o licencia de maternidad y la discriminación en los
despidos sobre la base del estado civil;
b) implantar la licencia de maternidad con sueldo pagado o con
prestaciones sociales comparables sin pérdida del empleo previo, la
antigüedad o beneficios sociales;
c) alentar el suministro de los servicios sociales de apoyo necesario
para permitir que los padres combinen las obligaciones para con la
familia con las responsabilidades del trabajo y la participación en la
vida pública, especialmente mediante el fomento de la creación y
desarrollo de una red de servicios destinados al cuidado de los
niños;
d) prestar protección especial a la mujer durante el embarazo en los
tipos de trabajo que se haya probado puedan resultar perjudiciales
para ella.
Además, el Convenio 3 de la O.I.T., sobre protección de la maternidad,
ratificado por nuestro país por la ley 11.726, dispone que en todas las
empresas industriales o comerciales, públicas o privadas, o en sus
dependencias, con excepción de las empresas en que sólo estén empleados
los miembros de una misma familia, la mujer:
a) no estará autorizada para trabajar durante un período de seis
semanas después del parto;
b) tendrá derecho a abandonar el trabajo mediante la presentación de
un certificado que declare que el parto sobrevendrá probablemente
en un término de seis semanas;
c) recibirá, durante todo el período en que permanezca ausente en
virtud de los apartados a) y b), prestaciones suficientes para su
manutención y la del hijo en buenas condiciones de higiene; dichas

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prestaciones, cuyo importe exacto será fijado por la autoridad


competente en cada país, serán satisfechas por el Tesoro Público o
se pagarán por un sistema de seguro. La mujer tendrá además
derecho a la asistencia gratuita de un médico o de una "comadrona"
(partera). El error del médico o de la "comadrona" en el cálculo de la
fecha del parto no podrá impedir que la mujer reciba las
prestaciones a que tiene derecho, desde la fecha del certificado
médico hasta la fecha en que sobrevenga el parto;
d) tendrá derecho en todo caso, si amamanta a su hijo, a dos
descansos de media hora para permitir la lactancia.
El Convenio también prohíbe el despido en el supuesto de ausencia por
enfermedad motivada por embarazo o parto.
El Convenio 103 le da mayor precisión al contenido del Convenio anterior y
extiende su aplicación a las mujeres empleadas en empresas industriales, no
industriales y agrícolas, y a las mujeres asalariadas que trabajen en su
domicilio.
La protección legal a la mujer embarazada y parturienta prescinde en
absoluto del estado civil de ella. La ley laboral la capta como sujeto de un
contrato de trabajo y garantiza la estabilidad en su empleo, frente a un hecho
trascendente, personal y socialmente, como es la maternidad, que puede llegar
a alterar el normal desenvolvimiento de esa relación laboral, por exigencias
fisiológicas o apreciaciones patronales de mera conveniencia económica.
El embarazo y la maternidad son hechos que acontecen dentro y fuera de la
familia legítima y sus consecuencias, en orden a los derechos y obligaciones
de los trabajadores y empleadores, no colisionan con los principios que
conforman la organización de la familia, ni con las normas jurídicas que regulan
las correlativas relaciones jurídicas. Hay un orden público laboral que conjura
los peligros que acechan a la mujer trabajadora en su empleo, cuando se halla
embarazada o ha dado a luz.

15.6.2. Las disposiciones de la L.C.T.


La ley garantiza a la mujer el derecho a la estabilidad en el empleo durante la
gestación, a partir de la concepción.
La trabajadora tiene la obligación de comunicar fehacientemente su
embarazo al empleador (por telegrama, o por nota cuya recepción sea firmada
por el empleador o su representante, vgr. jefe de la oficina de personal, etc.) y
debe presentar el certificado médico en el que conste la fecha presunta del
parto.
El artículo 177 de la L.C.T. establece que queda prohibido el trabajo del
personal femenino durante los 45 días anteriores al parto y hasta 45 días
después del mismo.

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Durante este lapso de 90 días, el empleador no debe la remuneración a la


trabajadora, ya que no se encuentra a disposición del empresario, sino que lo
que se abona son asignaciones que le confieren los sistemas de seguridad
social, que garantizan la percepción de una suma igual a la retribución que
corresponda al período de licencia legal.
La ley 24.714 de asignaciones familiares, cubre las contingencias de
maternidad y nacimiento de hijo mediante las asignaciones por hijo, por
maternidad, prenatal y por nacimiento; si el hijo nace con discapacidad,
corresponde el pago de una asignación por tal causa.

15.6.3. Garantía de estabilidad en el empleo


A partir de la notificación del embarazo, si la trabajadora es despedida sin
causa o por causa no justificada, se le debe pagar una indemnización
equivalente a un año de salarios, que se acumulará a la establecida en el
artículo 245 de la L.C.T. (art. 177 de la L.C.T.).
En nuestro país, la ley 23.592 sanciona los actos discriminatorios y con
generalidad puntualiza que "quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o
de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los
derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional,
será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto
discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral ocasionado".
Esta ley es un instrumento que, con claridad, permite declarar la nulidad de los
despidos discriminatorios que, en especial, tienen un preciso fundamento en la
Constitución Nacional a partir de 1994.
La L.C.T. prohíbe en el artículo 17 cualquier discriminación por motivo de
sexo y el artículo 177 garantiza a toda mujer durante la gestación el derecho a
la estabilidad en el empleo. El mismo tendrá carácter de derecho adquirido a
partir del momento en que la trabajadora notifique su estado de embarazo.
La L.C.T. presume que el despido es discriminatorio en razón de que
obedece a razones de maternidad o de embarazo cuando fuese dispuesto
dentro del plazo de siete meses y medio anteriores o posteriores a la fecha del
parto, y, en caso de que se viole la garantía de estabilidad en el empleo, le
reconoce a la mujer una indemnización agravada (art. 182 de la L.C.T.).
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer, ligada a la ley 23.592, ha modificado el esquema legal y
fortificado los derechos de la mujer en caso de discriminación, que ahora
tienen fundamento constitucional. De acuerdo a lo expuesto, y en la misma
tónica por el juego de las disposiciones mencionadas, el despido podría
declararse nulo por los efectos de la readmisión inmediata de la trabajadora y
el pago de los salarios dejados de percibir.

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La nueva sanción tiene particular importancia porque acuerda a la


trabajadora discriminada una nueva posibilidad legal, que podría invocarse en
cualquier momento del contrato, incluso durante el período de prueba.
En este último caso, la protección constitucional de nivel superior prevalece
sobre la posibilidad de extinguir la relación sin expresión de causa y sin
derecho a indemnización alguna con motivo de la extinción (art. 92 bis, inc. 4,
de la L.C.T.), porque el período de prueba siempre tiene un sentido funcional:
el de realizar las experiencias que constituyan el objeto de la prueba, y
constituiría un uso antifuncional del derecho de que se trata, discriminar
durante este lapso a la mujer por razón de embarazo o de matrimonio.
En el punto, destaco el fallo de la C.N.A.T., Sala III, en el caso "Guisado de
Jakobs, Paula c/ KB Servicios S.A.", del 9/3/98, que remarca los principios
fundamentales que deben prevalecer sobre la posibilidad de despedir del
empleador. Indica que el principio de estabilidad debe mantenerse durante el
período de prueba, pues la finalidad de este período no es sólo facilitar los
despidos. La sentencia recuerda que los artículos 177 y 178 de la L.C.T. tienen
por objeto evitar la discriminación de la trabajadora con motivo de su estado de
gestación, y constituyen una protección a la maternidad y a la institución
familiar. El fallo contiene conceptos que pueden extenderse a otras situaciones
de discriminación, ya que considera que las normas que contemplan el
contrato a prueba no pueden entenderse consagratorias de un "bill de
indemnidad" a favor del empresario, ni como favorecedoras de prácticas
discriminatorias socialmente disvaliosas.
Concretamente, se garantiza a la mujer una estabilidad relativa porque el
empleador puede despedir a la mujer embarazada pagando una indemnización
especial que se une a la común por despido arbitrario del artículo 245 y que
consiste en un año de remuneraciones, teniendo en cuenta la última
remuneración normal, incluido el sueldo anual complementario (art. 177,
L.C.T.).

15.7. SITUACION DE LA MUJER AL FINALIZAR LA LICENCIA


Al finalizar la licencia por maternidad o inmediatamente después de la
enfermedad que la pueda haber continuado, la trabajadora está obligada a
reintegrarse al empleo.
Si la mujer no se reincorpora y no comunica a su empleador, dentro de las 48
horas anteriores a su finalización, que se acoge a los plazos de excedencia, se
entenderá que opta por la percepción de la compensación por tiempo de
servicio (art. 186 de la L.C.T.). Es decir, la prevista en el artículo 183, inciso b) y
siempre que contara con la antigüedad de un año que exige el artículo 185. Si
la trabajadora no contara con dicha antigüedad mínima, no tendría derecho a la
indemnización de que se trata y su ausencia, por ende, no podría ser
interpretada como una renuncia al empleo. En esta hipótesis excepcional se

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requiere la intimación del empleador para que se reintegre al trabajo (art. 244
de la L.C.T.).
Si el empresario no readmitiera a la trabajadora, ello haría presumir, salvo
prueba en contrario, que el despido obedece a razones de maternidad o
embarazo según el artículo 178 de la L.C.T., puesto que se trataría de un caso
de privación del empleo dentro del plazo de 7 meses y medio posteriores al
parto. La indemnización debida en tal caso sería equivalente a la prevista en el
artículo 182 de la L.C.T.

15.8. LACTANCIA
El artículo 179 de la L.C.T. establece que la trabajadora madre de lactante
podrá disponer de dos descansos de media hora para amamantar a su hijo, en
el transcurso de la jornada de trabajo, y por un período no superior a un año
posterior a la fecha del nacimiento, salvo que por razones médicas sea
necesario que la madre amamante a su hijo por un lapso más prolongado.
La ubicación de los descansos dentro de la jornada es privativo de la
trabajadora, pero en principio deben ser estables para no perturbar la
organización dentro de la empresa.
El salario de la trabajadora fijado por tiempo o por rendimiento no debe verse
reducido en razón de la ausencia durante el tiempo necesario para amamantar
al niño, reconociéndose, en tal caso, la remuneración que resulte de realizar el
promedio que corresponda al trabajo que preste en el resto de la jornada.
La norma también establece la obligación para el empleador de habilitar
salas maternales y guarderías para niños en los establecimientos donde
presten servicios el número mínimo de trabajadoras que determine la
reglamentación. Esta disposición tiene el fin de mejorar las condiciones de vida
y de trabajo.
Estas disposiciones también se encuentran contempladas en el ya citado
Convenio 3 de la O.I.T., ratificado por la ley 11.726.

15.9. SITUACION DE EXCEDENCIA


La excedencia es la situación en que se puede colocar la madre trabajadora
que cuenta con un año de antigüedad en el empleo, por la cual y en virtud de
haber tenido a su hijo, puede suspender voluntariamente la relación de trabajo,
luego de vencido el plazo de la licencia por maternidad. Este lapso no debe ser
menor de tres meses ni mayor de seis. A este efecto la dependiente debe
realizar una manifestación expresa en tal sentido, dentro de las cuarenta y
ocho horas anteriores a la finalización de la licencia por maternidad.

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El artículo 183 es el que establece el instituto en cuestión.


La L.C.T. también prevé que la situación de excedencia se extienda a la
enfermedad del hijo, con los alcances y limitaciones que establezca la
reglamentación, que aún no fue dictada.
Durante el lapso de excedencia, no sólo se suspenden las prestaciones
principales de las partes (trabajar y abonar la remuneración), sino que tampoco
se cuenta la antigüedad. Sólo quedan vigentes los deberes de conducta, como
en toda otra suspensión.
Para cubrir la vacante transitoria dejada por la mujer en situación de
excedencia, el empleador puede realizar una contratación eventual, que
finaliza sin obligaciones indemnizatorias cuando se produce el reintegro de la
titular.
Si durante el lapso de excedencia la mujer falleciera, el empresario debe
abonar la indemnización respectiva porque el contrato se encontraba vigente,
aunque limitado a las prestaciones recíprocas de las partes.
Respecto del reingreso de la trabajadora se ocupa el artículo 184 de la L.C.T.
Este se produce cuando finaliza el plazo de excedencia. Se debe reincorporar
en el mismo empleo que ocupaba en el momento del alumbramiento, o con la
conformidad de ésta, en otro empleo superior o inferior.
Si la trabajadora no se presentara a retomar sus tareas, el empleador debe
intimarla, en los términos del artículo 244 de la L.C.T., antes de decidir la
extinción del vínculo por abandono de trabajo.
El artículo también indica que, si la dependiente no fuera admitida por el
empleador, será indemnizada como si se tratara de un despido injustificado,
salvo que el empleador demostrara la imposibilidad de reincorporarla, en cuyo
caso la indemnización será igual a la prevista por el inciso b) del artículo 183
de la L.C.T., es decir en el 25% de la remuneración por año de servicio o
fracción mayor de tres meses.

15.10. COMPENSACION POR RESCISION

VOLUNTARIA DEL CONTRATO DE TRABAJO


La mujer que cuenta por lo menos con un año de antigüedad en el empleo,
con residencia en el país, que haya tenido un hijo durante la relación laboral o
que debiera cuidar un hijo menor de edad enfermo y a su cargo, puede optar
por retirarse del empleo, percibiendo la compensación especial por tiempo de
servicios determinada en el artículo 183, inciso b) de la L.C.T., o los mayores

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beneficios que surjan de los estatutos profesionales o convenciones colectivas


de trabajo.
En ambos casos la mujer debe invocar y acreditar los hechos en que funda
su derecho.
La compensación será equivalente al 25% de la mejor remuneración
mensual, normal y habitual de la trabajadora (art. 245 de la L.C.T.). Esta se
cuenta como en el caso de la indemnización por despido en relación a los años
aniversario, considerándose la fracción mayor de tres meses como un año más
[art. 183, inc. b)].
Destaco que la remisión al artículo 245 de la L.C.T. se refiere a la
remuneración mensual, normal y habitual a tomar en cuenta, es decir a la base
de cálculo, pero no al tope máximo mensual, pues el texto del artículo 183 no
se refiere a tope alguno.
Si la mujer no se reincorpora a su empleo luego de vencidos los plazos de
licencia por maternidad, y no comunica al empleador dentro de las 48 horas
anteriores a la finalización de los mismos que se acoge a los plazos de
excedencia, se entenderá que opta por la percepción de la compensación
establecida en el artículo 183, inciso b) (art. 186 de la L.C.T.).
Destaco que prevalece siempre el principio de continuidad o subsistencia del
contrato, por lo que, en situaciones de duda, la interpretación de la norma debe
hacerse en forma restrictiva.

15.11. DESPIDO POR MATRIMONIO

15.11.1. Presunción legal


Las disposiciones de la L.C.T. prohíben el despido por matrimonio y
reconocen en caso de cesantía por este motivo, un resarcimiento de un año de
salarios, acumulable a la indemnización común por despido (art. 182). Esta
indemnización impide que se considere que existe una estabilidad propia
originada en el matrimonio.
Se considera que ha habido despido por matrimonio si:
a) el matrimonio por celebrarse o celebrado es notificado
fehacientemente al empleador dentro del lapso comprendido entre
los 3 meses antes o 6 meses después de celebrado. La notificación
no puede ser efectuada fuera de estos plazos;
b) si el despido se produce dentro de dicho período, con posterioridad
a la notificación;

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c) si el despido fue dispuesto sin invocación de causa o no fue


probada la que se invocó.
La presunción legal tiene carácter relativo, pues cae cuando el empleador
invoca y acredita una causa distinta para el despido. Es posible que la causa
invocada haya sido seria y verdadera, pero insuficiente para justificar la
disolución, en cuyo caso el juez determinará si ella permite eximir al empleador
de la indemnización especial.
La presunción del artículo 181 rige para cualquiera de los sucesivos
matrimonios de un trabajador.

15.11.2. Alcance de la presunción


Debe tenerse en cuenta que la prohibición de despido por matrimonio es
sustancial, y que el artículo 181 sólo regla los efectos de la presunción. Es
decir que la trabajadora siempre puede probar que el despido tuvo por causa el
matrimonio, sin ampararse en la presunción legal. Esto es relevante en caso de
que no hubiera notificado al empleador el matrimonio, pero éste hubiera tenido
conocimiento de la celebración del mismo.

15.11.3. Requisitos
La L.C.T. establece una presunción "iuris tantum" en materia de despido por
nupcias que opera cuando concurren los siguientes requisitos:
a) el conocimiento del matrimonio, por notificación al empleador;
b) la proximidad entre el despido y el matrimonio o su conocimiento;
c) la inexistencia de explicación adecuada de la cesantía para enervar
los efectos del período de sospecha.
En el caso de despido anterior al matrimonio, para que corresponda la
indemnización especial que establece la L.C.T., deben concurrir además de las
presunciones aportadas por la norma, la circunstancia de una relativa certeza
de la fecha en que se contrae el matrimonio y su probable conocimiento por el
empleador. La indemnización especial que prevé el artículo 182 no se torna
procedente por el solo hecho de que el despido se produzca dentro de los tres
meses anteriores al matrimonio.

15.11.4. Caso del trabajador varón

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El Plenario 272 de la C.N.A.T. en el caso "Drewes, Luis c/ Coselec S.A.",


determinó que en el caso de un trabajador varón, la presunción legal no resulta
aplicable, por lo que está a cargo del dependiente la prueba de que, la cesantía
se debió al matrimonio. Este caso debe ser juzgado con criterio restrictivo.

15.12. TRABAJO DE MENORES


La L.C.T., a partir del artículo 187, trata sobre el trabajo de los menores.
En cuanto a la capacidad de los mismos para celebrar un contrato de trabajo,
me remito a lo ya explicado en el Capítulo VII (Capacidad de las partes para
contratar).
Con relación a la jornada especial que deben cumplir los trabajadores
menores de edad, me remito a lo expresado con relación al artículo 190 de la
L.C.T. en el Capítulo XII (Jornada de trabajo).
En cuanto al contrato de aprendizaje me remito a lo dispuesto en el artículo
1º de la ley 25.013, al que me he referido en el capítulo dedicado a las
modalidades contractuales.

15.12.1. Prohibición de realizar determinadas tareas


l Prohibición del trabajo a domicilio. Los menores ocupados en la
empresa no pueden llevar trabajo para realizar en su domicilio. La
prohibición busca impedir que, por una vía indirecta, se amplíe la
jornada de trabajo llevándosela a límites prohibidos.
l Prohibición de tareas penosas, peligrosas o insalubres. Los menores
de menos de 18 años de ambos sexos, al igual que las mujeres (de
cualquier edad) no pueden trabajar en tareas que revistan carácter
penoso, peligroso o insalubre. La tarea prohibida puede estar
referida a la labor en sí, a los instrumentos con que se realiza o al
ambiente de trabajo. Me remito a lo explicado en este mismo
Capítulo (punto 15.5).
Respecto de la presunción prevista por el artículo 195 de la L.C.T., ver
también lo señalado en el punto 15.5.

15.12.2. Vacaciones
El artículo 194 de la L.C.T. otorga a los menores de uno u otro sexo una
licencia anual, no inferior a quince días, en las condiciones previstas en la ley.

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15.13. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál es el fundamento constitucional de la protección especial a
las mujeres trabajadoras?
2) ¿En qué norma de la ley de contrato de trabajo se consagra una
especial protección a la mujer trabajadora?
3) ¿Qué tareas son prohibidas a la mujer?
4) ¿Cuál es el fundamento de proteger a la mujer embarazada?
5) ¿En qué consiste la garantía de estabilidad?
6) La estabilidad ¿es absoluta o relativa? Fundamente.
7) ¿En qué supuesto se considera que el despido de la mujer es por
causa de embarazo?
8) ¿Qué tipo de indemnización le corresponde a la mujer que es
despedida por causa de embarazo?
9) Enumere las diversas situaciones en las que puede encontrarse la
mujer embarazada al culminar su licencia por maternidad.
10) ¿En qué consiste el estado de excedencia?
11) ¿En qué consiste el período de lactancia y qué derecho tiene la
trabajadora?
12) ¿Puede una trabajadora ser despedida por causa de matrimonio?
13) ¿Cuál es el alcance de la presunción establecida por el artículo
181 de la L.C.T.?
14) ¿Qué requisitos debe cumplir la trabajadora para acceder a la
indemnización agravada que prevé el artículo 182 de la L.C.T.?
15) La presunción legal establecida en el artículo 181 ¿rige para el
trabajador varón?
16) ¿Qué tareas no pueden realizar los menores y por qué?
17) ¿Cuál es el régimen de jornada y vacaciones a que tienen
derecho los menores?

BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA B,"La Ley de empleo y la compensación por tiempo de
servicios del artículo 183 de la Ley de Contrato de Trabajo". Doctrina Laboral
Errepar.
CAUBET, AMANDA B.,"La presunción de despido por causa de embarazo y la
invocación de otras razones no impeditivas de la prosecución del
vínculo".Doctrina Laboral Errepar.

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CAUBET, AMANDA B.,"La protección en el caso de embarazo o parto y el


despido por reorganización de la empresa. La valoración de la injuria en el
despido de la mujer embarazada".
CAUBET, AMANDA B ., "La estabilidad especialmente protegida en los casos
de discriminación".
CAUBET, AMANDA B. , "El despido nulo de la mujer embarazada y de
representantes sindicales - La estabilidad especialmente protegida durante el
período de prueba (art. 92 bis, L.C.T.)".
ETALA, CARLOS ALBERTO,"Contrato de Trabajo", Ed. Astrea, 1998.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo", Tomo II, Ed. La Ley, 3ª ed., 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.

CAPITULO XVI
LOS ACCIDENTES Y LAS
ENFERMEDADES INCULPABLES
16.1. Enfermedades y accidentes inculpables. 16.1.1. Concepto. 16.1.2. Requisitos. 16.1.3.
Efectos. - 16.2. Obligaciones del trabajador. - 16.3. Obligaciones del empleador. 16.3.1.
Pago de salarios. 16.3.2. Reserva del puesto de trabajo. 16.3.3. Reincorporación del
trabajador. Distintos supuestos. - 16.4. El despido del trabajador durante el curso de la
enfermedad. - 16.5. La remuneración. - 16.6. Guía de análisis. - Bibliografía.

16.1. ENFERMEDADES Y

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ACCIDENTES INCULPABLES

16.1.1. Concepto
Las enfermedades y accidentes inculpables se encuentran contemplados en los artículos 208 a
213 de la ley de contrato de trabajo y se consideran tales aquellas que padece el trabajador fuera
de la relación laboral, no producidos por el hecho o en ocasión del trabajo, en cuyo supuesto,
resultaría de aplicación la ley 24.557 de riesgos del trabajo.

16.1.2. Requisitos
La enfermedad o accidente del trabajador debe impedir que éste cumpla con su débito
contractual, en tal sentido debe ser incapacitante. Dicha incapacidad puede ser transitoria, en la
medida que provoca una suspensión de los afectos del contrato de trabajo, o permanente, que
modifica la relación contractual o la extingue. Se excluye la indisposición pasajera que no gravita
en el estado general del trabajador, siendo a cargo de éste la prueba de la incapacidad.
Además, como la palabra lo indica, debe ser inculpable, es decir, que no hay culpa grave del
trabajador, en el sentido de que no debe haber adoptado actitudes lindantes con el dolo (acto
intencional). Sólo se excluye entonces el hecho intencional y los accidentes o enfermedades
producidos por la temeridad casi intencional o culpa grave de la víctima. Cabe destacar que ni el
alcoholismo ni los intentos de suicido han sido considerados casos de culpabilidad por tratarse de
enfermedades o estados psíquicos que producen alteraciones.
Por otra parte, la enfermedad o accidente inculpable debe manifestarse durante la relación
laboral, por lo tanto, se excluye la enfermedad que se manifiesta con posterioridad a la terminación
del contrato de trabajo aunque se haya gestado durante la vigencia de la relación laboral.

16.1.3. Efectos
Fundamentalmente, la enfermedad o accidente inculpable impide que el empleador exija al
trabajador el cumplimiento de su débito laboral y constituye una eximente de dicha obligación para
el trabajador. Para justificar la ausencia con derecho al cobro de salarios, basta que la
permanencia en el trabajo atente contra la salud del trabajador o contra su posibilidad de
recuperación; por lo tanto, la enfermedad inculpable se configura cuando existe imposibilidad física
de trabajar o cuando la dolencia torna desaconsejable la prestación de los servicios.

16.2. OBLIGACIONES DEL TRABAJADOR


1) En primer lugar y conforme lo dispone el artículo 209 de la L.C.T. el trabajador, durante el
transcurso de la primera jornada de trabajo en la cual se encuentra imposibilitado de concurrir
por enfermedad o accidente inculpable, salvo casos de fuerza mayor, debe dar aviso al
empleador, indicando la enfermedad o accidente que padece, el lugar donde se encuentra. Esta

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obligación que recae sobre el trabajador se fundamenta en el deber de fidelidad y en el principio


de buena fe que debe imperar entre las partes durante el transcurso del contrato de trabajo (arts.
62 y 63 de la L.C.T.).
2) El aviso no requiere ningún tipo de formalidad, por ende, basta un llamado telefónico o la
remisión de un telegrama, aunque también puede avisarse verbalmente por intermedio de un
tercero. Es importante cumplir este requisito porque la falta del mismo origina la pérdida de los
salarios anteriores a la comunicación de la enfermedad, salvo que la dolencia fuere grave y
resultara inequívocamente acreditada o mediare fuerza mayor (art. 209, segundo párrafo L.C.T.).
El aviso al empleador se justifica en la medida en que éste tiene derecho a ejercer el derecho de
control (art. 210, L.C.T.), como lo expongo en el párrafo que sigue.
3) Asimismo, el trabajador se encuentra obligado a someterse al control que se efectúe por el
médico designado por el empleador (art. 210, L.C.T.). Como expresé el empleador tiene el
derecho de control, pero este derecho puede o no ejercerlo y si lo hace, el trabajador debe
someterse a dicho control pues de ello depende que tenga derecho a percibir los salarios
respectivos; asimismo, el control debe realizarse por un médico y en el caso de la mujer,
jurisprudencialmente se ha interpretado que puede negarse a una revisación ginecológica.

16.3. OBLIGACIONES DEL EMPLEADOR


Las obligaciones del empleador se pueden sintetizar en: pagar los salarios, conservar o reservar
el puesto de trabajo, reincorporar o pagar la indemnización, y pagar la indemnización en caso de
despido injustificado.
16.3.1.Pago de salarios
Del sentido del artículo 208 de la L.C.T. surge la obligación del empleador de pagar salarios al
trabajador por cada enfermedad o accidente inculpable y para el que basta que se trate de
dolencias distintas (por ejemplo dos gripes son enfermedades diferentes).
El empleador debe abonar los salarios por enfermedad por todo el tiempo que le hubiera
correspondido percibir de haber continuado trabajando, durante los siguientes plazos:
a) Si el trabajador cuenta con una antigüedad menor a 5 años, tiene derecho a percibir su
remuneración por un plazo de 3 meses y se extiende a 6 meses si tiene cargas de familia.
b) Al trabajador cuya antigüedad es mayor a 5 años, le corresponde un período pago de 6 meses
o de 12 si tiene cargas de familia.
c) Según los criterios se considera carga de familia cuando el trabajador percibe asignaciones
familiares o cuando tiene parientes amparados por su régimen de obras sociales, o se trata de
sujetos con los cuales tiene obligaciones alimentarias. Me inclino por esta última hipótesis por
ser la más amplia y porque el régimen de asignaciones familiares está limitado y anunciada su
desaparición.
16.3.2.Reserva del puesto de trabajo
Si en los plazos de interrupción del trabajo por causa de accidente o enfermedad inculpable, el
trabajador no se reincorpora porque no se encuentra en condiciones de volver a su empleo, el
empleador tiene la obligación de reservarle el puesto de trabajo durante un año, contado desde el
último día de la licencia paga (art. 211, L.C.T.). El vencimiento del plazo de conservación del
empleo sin derecho a salarios no acarrea la ruptura automática del contrato de trabajo sino que
éste se disuelve siempre y cuando alguna de las partes exprese su voluntad en tal sentido y
cuando ocurre este supuesto, la rescisión del contrato por alguna de las partes no origina
responsabilidad indemnizatoria alguna.
16.3.3.Reincorporación del trabajador. Distintos supuestos
En este caso rige lo normado por el artículo 212 de la ley de contrato de trabajo que contempla
cuatro situaciones:
a) El trabajador que retorna con una capacidad disminuida tiene derecho a que se le asignen
tareas adecuadas a su capacidad con la misma remuneración anterior.

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b) Si el empleador no tiene tareas adecuadas se rescinde el contrato de trabajo pero debe


abonarle al trabajador la indemnización que prevé el artículo 247 de la L.C.T. (es decir la mitad
de la prevista en el artículo 245 del mismo ordenamiento legal).
c) Si el empleador cuenta con tareas pero no ocupa al trabajador, debe abonarle la
indemnización del artículo 245 de la L.C.T. (art. 7°, ley 25.013), esdecir, que se configura una
situación de despido arbitrario.
d) Si se extinguiera el contrato de trabajo por incapacidad absoluta para desempeñar tareas
redituables (así consideradas si alcanza al 66% de la total obrera), se reconoce la
indemnización del artículo 245, L.C.T. (art. 7°, ley 25.013).
Este beneficio no es incompatible y se acumula en las prestaciones de la ley de riesgos del
trabajo y a otros beneficios otorgados por igual motivo en convenios colectivos.

16.4. EL DESPIDO DEL TRABAJADOR DURANTE EL CURSO

DE LA ENFERMEDAD
Conforme dispone el artículo 213 de la L.C.T. si el empleador despide al trabajador durante el
plazo de las interrupciones pagas por accidente o enfermedad inculpable, deberá abonar, además
de las indemnizaciones por despido injustificado, los salarios correspondientes a todo el tiempo
que faltare para el vencimiento de aquélla o a la fecha del alta, según lo demuestre el trabajador.
Se entiende que se trata de un despido arbitrario sin causa y éste es válido, pero el empleador
debe pagar los salarios hasta que concluya el lapso pago o se dé de alta al trabajador. En este
supuesto, rige el artículo 245 de la L.C.T., modificado por la ley 24.013 o en su defecto si se tratara
de un trabajador que ingresó con posterioridad al 2/10/98 rige lo dispuesto en la materia por la ley
25.013.

16.5. LA REMUNERACION
El empleador tiene la obligación —como antes expresé— de pagar salarios por cada
enfermedad o accidente inculpable pero ese salario no puede ser inferior al que hubiere percibido
el trabajador de no haberse operado el impedimento. En tal sentido, la remuneración es la habitual
del trabajador (art. 208, L.C.T.) con los incrementos que se produzcan durante la enfermedad. Se
computa la totalidad de las remuneraciones e incluso los adicionales y las horas extras.
Si las remuneraciones son variables se busca un promedio semestral del total de las
remuneraciones, las horas extras también se promedian. Y las prestaciones en especie deben ser
valoradas adecuadamente cuando exista privación de la prestación.
Además los trabajadores que padecen un accidente o enfermedad inculpable tienen derecho al
pago de feriados y días no laborables cuando se trata de jornalizados o remunerados en formas
similares.
De conformidad a lo normado por el segundo párrafo del artículo 129 de la L.C.T., el pago se
realiza a un familiar del trabajador imposibilitado o a otro trabajador acreditado por una autorización
suscripta por aquél.

16.6. GUIA DE ANALISIS

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1) ¿Cuál es el concepto de enfermedades y accidentes inculpables?


2) ¿Si el trabajador padece una enfermedad con motivo de sus tareas, es aplicable el régimen de
la L.C.T.?
3) ¿Cuáles son los requisitos que debe reunir una enfermedad o accidente para ser considerado
"inculpable"?
4) ¿Cuándo debe manifestarse la enfermedad o accidente inculpable?
5) ¿Cuáles son las obligaciones del empleador?
6) ¿Cuáles son las obligaciones del trabajador?
7) ¿Qué debe computarse en la remuneración que se abona al trabajador que padece una
enfermedad inculpable?
8) ¿Cuáles son los plazos por los cuales el empleador debe abonar salarios al trabajador en un
supuesto de accidente inculpable?
9) ¿En qué influye que el trabajador posea cargas de familia?
10) ¿Qué tiempo debe transcurrir para que una recidiva de enfermedades crónicas sea
considerada una nueva enfermedad?
11) ¿Qué ocurre si vencen los plazos y el trabajador no se reintegra a sus tareas?
12) ¿Qué ocurre si el trabajador es despedido durante el año de conservación de empleo?
13) Explique los diversos supuestos que prevé el artículo 212 de la L.C.T. y las indemnizaciones
que se originen.

BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA B. , "Leyes Fundamentales del Trabajo.
Sus reglamentos y anotaciones complementarias", Ed. La Ley, 12ª ed., 2012.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo", Ed. La Ley, 3ª
ed., 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Ley de Contrato de Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.

CAPITULO XVII
FORMAS DE EXTINCIÓN DEL
CONTRATO DE TRABAJO
17.1. Causas de terminación del contrato. - 17.2.
Distintas formas de extinción del contrato de trabajo.
17.2.1. Principio general. 17.2.2. Enumeración. - 17.3.
Despido. 17.3.1. Caracteres, formas y requisitos.
17.3.2. La Constitución Nacional: estabilidad y
despido. 17.3.3. La manifestación de la voluntad de
despedir. 17.3.4. Efectos del despido. - 17.4. Preaviso.

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- 17.4.1. Concepto. - 17.4.2. El perjuicio al trabajador y


al empleador: diferencias. - 17.4.3. Muerte del
empleado durante el lapso del preaviso - 17.4.4.
Arresto del dependiente. - 17.4.5. Regularización
(ley 24.013) durante el lapso del preaviso. - 17.4.6.
Comienzo de los plazos: distintos supuestos. - 17.4.7.
Efectos: indemnizaciones y obligaciones de las partes
- 17.5. Despido directo o indirecto por injurias. -
17.5.1. El despido con justa causa. Requisitos. -
17.5.2. Concepto de injuria. - 17.5.3. Reglas para
valorar la injuria. - 17.5.4. Carga de la prueba de la
injuria. - 17.5.5. Caracteres de la injuria con aptitud
extintiva. - 17.6. Indemnización por despido. - 17.6.1.
Cálculo. - 17.6.1.2. Salario base. - 17.6.1.3. Despido
sin causa del trabajador ya despedido anteriormente.
Antigüedad computable y cálculo de la indemnización.
- 17.6.2. El daño moral. - 17.6.3. El despido
discriminatorio. - 17.7. Despido por falta de trabajo y
fuerza mayor. - 17.7.1. Concepto y requisitos. - 17.8.
Extinción por quiebra. - 17.9. Despido en caso de
transferencia de la empresa. - 17.10. Despido por
abandono de trabajo y abandono renuncia. - 17.11.
Renuncia. - 17.12. Extinción por mutuo acuerdo, por
fallecimiento del empleador o del trabajador, por
renuncia, por jubilación o por incapacidad o
inhabilidad. - 17.12.1. Por muerte del empleador:
Requisitos y régimen indemnizatorio. - 17.12.2. Por
fallecimiento del trabajador: Requisitos e
indemnización. - 17.12.3. Extinción por mutuo
acuerdo: Características, requisitos y supuestos. -
17.12.4. Extinción por jubilación. - 17.12.5. Extinción
por incapacidad o inhabilidad del trabajador. - 17.12.6.
Pago de las remuneraciones e indemnizaciones:
plazo. - 17.13. Guía de análisis. - Bibliografía.

17.1. CAUSAS DE TERMINACION DEL CONTRATO


El momento final del contrato y la forma cómo han sido reguladas las causas
de su extinción —dice Fernández Madrid— permiten caracterizar un
determinado régimen jurídico laboral en orden a la mayor o menor autonomía
atribuida a la voluntad de las partes: la flexibilidad o rigidez de salida
caracterizan a un sistema normativo laboral. Puede decirse que a través del
tiempo, a la época de mayor inestabilidad que se produjo en los albores del

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capitalismo, en momentos de la primera cuestión social, se sucedieron otras en


las que, a partir de la consolidación del Derecho del Trabajo y de las
instituciones de la seguridad social, se buscó una creciente protección para el
sector del trabajo: se favoreció la permanencia del trabajador en el empleo, se
concibieron diversos sistemas para limitar la arbitrariedad del empleador y se
crearon responsabilidades empresarias por cese (indemnizaciones), que
muchas veces surgen en cabeza del empleador por su sola condición de titular
del emprendimiento, como se da en los casos de extinción por muerte, o por
incapacidad. En algunos países europeos se consagraron sistemas de
estabilidad absoluta (el trabajador sólo puede ser despedido con causa), de
carácter propio (con derecho a reintegro y/o a una indemnización que
compense ampliamente el distracto arbitrario) o impropio (con derecho sólo a
una indemnización integral), con control estricto del Estado. Cuando
comenzaron los procesos de flexibilización de salida en esos mismos países
desarrollados, se insistió en la intervención necesaria del Estado a través de la
autoridad de aplicación, y se crearon sistemas compensatorios del salario
perdido (seguro de desempleo).
En nuestro país si bien caracteriza al despido incausado como un ilícito
contractual, esa ilicitud se castiga con una indemnización —en la actualidad
muy reducida— pero el despido no es nulo: es un ilícito con efecto válido
(eficaz).

17.2. DISTINTAS FORMAS DE EXTINCION

DEL CONTRATO DE TRABAJO

17.2.1. Principio general


Las causales de extinción del contrato de trabajo están reguladas legalmente
en forma precisa, por lo que el principio general es que las partes no pueden
disponer otras diferentes, con excepción de la ley 24.467 (art. 92) que deja
librado a los convenios colectivos de trabajo la posibilidad de modificar el
régimen de extinción del contrato. Nuestro régimen es de renuncia libre y
despido libre indemnizado, porque las partes pueden poner fin a la relación
libremente, con sujeción al pago de indemnizaciones cuando la ley las haya
impuesto. Sólo por excepción se consagra la estabilidad absoluta propia para

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los dirigentes gremiales, durante el tiempo de su mandato y por un año más. Y


la ley 23.592 establece la nulidad de los despidos discriminatorios, por lo que
en estos casos el trabajador despedido arbitrariamente por esta causal tiene
derecho también a ser reintegrado a su puesto de trabajo.
Todo ello sin perjuicio de que en principio se privilegia la subsistencia del
contrato. En el régimen de la L.C.T., la adopción de las modalidades
contractuales, por ejemplo, está siempre sujeta a la necesidad de la empresa,
es decir que responden al principio de funcionalidad: a necesidades
permanentes corresponden contratos de trabajo por tiempo indeterminado, y a
necesidades transitorias contratos a plazo fijo o eventuales; a la actividad
discontinua propia de la temporada corresponde un contrato de igual nombre
que es por tiempo indeterminado.

17.2.2. Enumeración
El contrato de trabajo termina por denuncia de alguna de las partes o por
causas ajenas a la voluntad de las partes.
Los casos de denuncia son los siguientes:

Decisión unilateral del empresario


l Despido sin causa (con o sin preaviso) (arts. 231 y 245, L.C.T.).
l Despido con justa causa, motivado por injuria (despido disciplinario)
(art. 242, L.C.T.).
l Despido por causas económicas, por falta de trabajo y por fuerza
mayor (art. 247, L.C.T.).
l Despido por abandono de trabajo (art. 244, L.C.T.).
l Despido por jubilación del trabajador (art. 252, L.C.T.).
l Despido por incapacidad física o mental del trabajador (art. 254,
L.C.T.).
l Despido por agotamiento del período de espera por enfermedad
inculpable en el caso del trabajador que no puede reincorporarse al
puesto (art. 211, L.C.T.).
l Despido por inhabilitación del trabajador (art. 254, L.C.T.).
l Despido discriminatorio (art. 11, ley 25.013).

Decisión unilateral del trabajador

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l Renuncia (art. 240, L.C.T.).


l Abandono del trabajo (art. 58, L.C.T.).
l Despido indirecto por injurias (art. 246, L.C.T.).
l Extinción en el caso de la mujer que no se reintegra al finalizar la
licencia por maternidad (art. 186, L.C.T.).

Decisión conjunta de las partes


l Mutuo acuerdo (art. 241, L.C.T.).
l Cumplimiento del plazo o de la tarea (contrato a plazo fijo y contrato
eventual) (arts. 95, 250 y 99, L.C.T.).

Por hechos ajenos a la voluntad de las partes


l Muerte del trabajador (art. 248, L.C.T.).
l Muerte del empleador (art. 249, L.C.T.).
l Extinción por incapacidad absoluta del trabajador (art. 212, L.C.T.)

Quiebra o concurso del empleador (art. 251, L.C.T.)


De acluerdo a lo dispuesto por el artículo 251 de la L.C.T. si la quiebra del
empleador motivara la extinción del contrato de trabajo y aquella fuera debida a
causas no imputables al mismo, la indemnización correspondiente será la
prevista en el artículo 247L.C.T. en cualquier otro supuesto la indemnización se
calculará de acuerdo a lo previsto en el artículo 245 de la misma ley.

17.3. DESPIDO

17.3.1. Caracteres, formas y requisitos


El despido es el acto unilateral y recepticio por el cual el empleador extingue
el contrato de trabajo, que presenta los siguientes caracteres: 1) el despido es

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eficaz aunque carezca de causa, en este último caso es un acto ilícito pero con
efecto válido que origina el pago de indemnizaciones. 2) Es un acto recepticio,
pues adquiere eficacia cuando entre en la esfera de conocimiento del
destinatario. 3) Es un acto extintivo, porque los efectos del contrato cesan para
el futuro. 4) El despido directo o indirecto, según esté originado en una injuria
proferida por el trabajador o por el empresario. 5) La notificación debe
realizarse por escrito y si se otorga preaviso debe expresarse el momento en
que ha de terminar el contrato. 6) Si se aduce justa causa ella debe expresarse
con claridad en el momento de la notificación, y si se prueba la misma no se
paga indemnización alguna.

17.3.2. La Constitución Nacional: estabilidad y despido


La integración del trabajador en la empresa supone contrataciones con
vocación de perdurar en el tiempo. Es que el contrato de trabajo implica por lo
común un vínculo de naturaleza continua, que confiere al trabajador la
expectativa de mantener su empleo, caracterizándose así como un trabajador
permanente.
La estabilidad absoluta en el empleo es una de las mayores aspiraciones de
los trabajadores, que no ha sido recogida por nuestra legislación (fue
establecida en su momento por el Estatuto Bancario que fue derogado).
La Constitución Nacional en su artículo 14 bis garantiza a los trabajadores
adecuada protección contra el despido arbitrario, consagrando la estabilidad
propia absoluta sólo para los empleados públicos.
La ley de contrato de trabajo, si bien condena al despido sin causa como acto
ilícito contractual, en lugar de fulminarlo con la nulidad permite convalidarlo con
el pago de una indemnización. Respecto de los trabajadores unidos a la
empresa con un contrato por tiempo indeterminado, y salvado el período de
prueba, se ha elaborado un régimen de protección de esa permanencia, en
virtud del cual, si bien en principio el empleador puede disponer libremente su
despido, debe abonar un resarcimiento en el caso de que la medida carezca de
causa, que la causa invocada sea arbitraria o que se trate de una causa que
sólo pueda invocar para disponer la cesantía pagando indemnizaciones
menores que las comunes (despido por falta de trabajó y por fuerza mayor).
Este régimen se denomina de estabilidad impropia porque el despido tiene
efecto extintivo, pero la ley impone al empleador las indicadas limitaciones que,
sin privar a la cesantía de su carácter extintivo, la convierte en un acto gravoso.
En ciertos casos excepcionales, como el de los delegados gremiales, se les
reconoce derecho a la estabilidad absoluta propia por el tiempo de su mandato
y un año más (art. 52, ley 23.551). En tal caso, lo procedente es que se pida al
juez la exclusión de la tutela por la vía del artículo 47 de la ley sindical
(procedimiento sumarísimo).

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En los casos de despidos discriminatorios regulados por la ley 23.592 el acto


es nulo y el trabajador tiene derecho además del resarcimiento por los daños y
perjuicios —incluso el daño moral— a ser reintegrado al puesto de trabajo.

17.3.3. La manifestación de la voluntad de despedir


El despido es un acto unilateral recepticio que puede ser manifestado
verbalmente o por escrito, o resultar de un comportamiento, como la negativa
de trabajo. Pero en el caso de despido con preaviso y de despido por justa
causa la forma escrita es necesaria para poder invocar el preaviso o la causa
respectiva (arts. 234 y 243, L.C.T.). Una vez notificado a la otra parte el despido
produce el efecto de un acto jurídico consumado, por lo que no puede ser
retractado o revocado unilateralmente.
La ruptura no es automática, pues en todo caso debe mediar una expresión
de voluntad concreta del empleador o del trabajador relativa a la disolución,
incluso en los contratos a plazo fijo. Por eso cuando se exige a la otra parte
una determinada conducta bajo apercibimiento de despido, por ejemplo, el
reintegro al trabajo dentro de un determinado plazo, si no se cumple se debe
hacer efectivo el apercibimiento.
Es importante señalar que la manifestación de la voluntad de despedir debe
llegar a conocimiento efectivo del destinatario o a su esfera de conocimiento
para que se concrete la disolución del vínculo. Por ejemplo, si la notificación no
llega a destino porque el trabajador ha cambiado de domicilio o en la empresa
no se recibe el telegrama, debe entenderse que la noticia ha entrado en la
esfera de conocimiento del destinatario y éste se considerará notificado.
Finalmente el que envía la comunicación es responsable por los problemas
que puedan surgir por deficiencias del medio empleado, por ejemplo, el Correo
Argentino, que no entrega la certificación.

17.3.4. Efectos del despido


1) Extingue el contrato y crea nuevos derechos
Como acto extintivo pone fin al contrato para el futuro y supone la
terminación de todos los derechos y obligaciones que se derivan del mismo,
salvo disposición en contrario de la ley (vgr. salarios por enfermedad en el caso
en que el despido se disponga durante su curso). Crea nuevos derechos: para
el trabajador, como los indemnizatorios cuando corresponden. Para el
empleador el deber de pagar las indemnizaciones en los casos de despidos
incausados. Este siempre debe otorgar, previa intimación del trabajador, un
certificado de trabajo en los términos del art. 80, L.C.T. debiendo constar en el

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mismo la calificación profesional obtenida en el o los puestos de trabajo


desempeñados, hubiere o no realizado el trabajador acciones regulares de
capacitación (art. sin número del capítulo VIII, De la formación profesional).
Además se debe entregar el certificado que acredite los aportes y
contribuciones efectuados con destino a los organismos de la Seguridad
Social.
El trabajador debe restituir la vivienda o herramientas de trabajo, los
catálogos o muestrarios facilitados por el empleador.
2) Eficacia del despido sin causa
Reitero que nuestra ley de contrato confiere al trabajador un régimen de
estabilidad impropia: si bien el despido sin causa es un ilícito contractual, es
efectivo, y sólo confiere al trabajador derecho a una indemnización forfataria o
tarifada. Es decir que la cesantía producida por un acto arbitrario, sin sustento
jurídico, no es nula sino ilegítima, y no confiere el derecho al reintegro al
trabajo del injustamente despedido.
3) Ofertas de retractación del despido
El despido es irrevocable, y sólo puede ser retractado con acuerdo con la
otra parte. Por lo que en principio la retractación hecha por el empleador no
surte efectos automáticos ni tiene efectos vinculantes para la otra parte, que
puede libremente decidir si la acepta.

17.4. PREAVISO

17.4.1. Concepto
El instituto del preaviso se encuentra contemplado en los artículos 231 a 239
de la ley de contrato de trabajo. El preaviso es una obligación de ambas partes
y debe darse por el trabajador de 15 días, y por el empleador de 15 días
cuando el trabajador se encontrare en período de prueba; de un mes cuando el
trabajador tuviese una antigüedad en el empleo que no exceda de cinco años,
y de dos meses cuando fuere superior. Si no se otorga el preaviso se debe
pagar la indemnización equivalente a los salarios corridos durante el plazo del
preaviso omitido, incluyendo los aumentos dispuestos para dichos meses así
como el S.A.C. proporcional. Cuando hubiere remuneraciones variables debe
tomarse un promedio que traduzca el monto que el dependiente hubiera
ganado durante dicho lapso (generalmente el promedio del último semestre).
El preaviso consiste en una obligación que la ley impone en forma recíproca
a ambas partes del contrato y tiende, en lo fundamental, a prevenir la ruptura
intempestiva del vínculo, con el objeto de que el trabajador no se vea privado

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bruscamente de su puesto y tenga oportunidad de conseguir otro empleo, y de


que el empleador pueda cubrir la ausencia de aquél en orden a las
necesidades productivas y organizativas de la empresa. De este modo se limita
el daño que la rescisión unilateral de uno de los contratantes produce en el
otro.
El preaviso es un acto unilateral recepticio, que una vez perfeccionado no
puede ser revocado. El despido y el preaviso, que lo anuncia, una vez
notificado son irrevocables (art. 234) si no media acuerdo de partes.
Durante el curso del preaviso se mantienen los deberes de prestación y de
conducta de las partes.
En el caso de los contratos a plazo fijo el preaviso es de uno a dos meses
anteriores a la fecha de terminación del plazo ( art. 94L.C.T.)

17.4.2. El perjuicio al trabajador y al empleador: diferencias


La primera particularidad que señalo, es la de que el preaviso, aun con
noticia anticipada, siempre causa un daño al dependiente, en tanto culmina con
el despido, y ha de llevar quizá al desempleo. En cambio para el empleador la
circunstancia de que el trabajador no anuncie su retiro puede resultarle
indiferente, más aún en el contexto del creciente desempleo y la abundante
mano de obra sin ocupación. Por eso, aunque la obligación de dar preaviso se
impone a ambas partes, el empleador a quien no se preavisa debe acreditar,
para exigir el cobro de la indemnización sustitutiva, que la omisión de su
empleado le originó un perjuicio concreto.

17.4.3. Muerte del empleado durante el lapso del preaviso


Puede ocurrir que el trabajador muera durante el preaviso, y se ha plan teado
si en este supuesto corresponde el pago de la indemnización
simple del artículo 248 de la L.C.T. o si debe mantenerse el resarcimiento del
artí culo 245 de la misma ley. Entiendo que se trata de una situación que se
produce cuando el despido ya ha sido anunciado y no puede ser retractado,
por lo que siempre debe pagarse la indemnización por despido arbitrario, no
debiendo olvidarse que el empleado puede renunciar al preaviso. Hay una
disponibilidad consagrada por la ley en cabeza del trabajador y, por analogía, la
ruptura anticipada del contrato por fallecimiento no puede originar a los
causahabientes ningún perjuicio.

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17.4.4. Arresto del dependiente


Una situación particular se presenta en el caso de arresto y procesamiento
del trabajador, a cuyo respecto, cuando no se trata de un delito vin culado con
el ámbito laboral, el empleador no debería adoptar ninguna medida, ya que el
contrato está fatalmente destinado a extinguirse y no cabría, por ejemplo, exigir
el reintegro a tareas o sancionar disciplinariamente por ausencias.

17.4.5. Regularización (ley 24.013) durante el lapso del preaviso


Durante el lapso del preaviso, como se encuentra vigente el contrato, el
trabajador puede pedir que se lo regularice si se dan los supuestos de los
artículos 8°, 9° y 10 de la ley de empleo, con derecho en caso de
incumplimiento a las multas respectivas, con excepción de la multa del artículo
15 de la ley citada, que castiga al empleador que despide en un lapso de dos
años al que pidió ser regularizado, pues el dependiente, en el caso que
analizo, ya estaba despedido. Pero reitero que puede exigir el pago de las
multas especiales vinculadas con la no regularización si cumple con los
requisitos del artículo 11 de la ley 24.013, que dice que las indemnizaciones
previstas en los artículos 8°, 9° y 10 procederán cuando el trabajador o la
asociación sindical que lo represente cumplimente en forma fehaciente las
siguientes acciones:
a) intime al empleador a fin de que proceda a la inscripción,
establezca la fecha real de ingreso o el verdadero monto de las
remuneraciones, y
b) proceda de inmediato y, en todo caso, no después de las 24 horas
hábiles siguientes, a remitir a la Administración Federal de Ingresos
Públicos copia del requerimiento previsto en el inciso anterior.
Con la intimación el trabajador deberá indicar la real fecha de ingreso y las
circunstancias verídicas que permitan calificar a la inscripción como
defectuosa. Si el empleador contestare y diera total cumplimiento a la
intimación dentro del plazo de los 30 días, quedará eximido del pago de las
indemnizaciones antes indicadas.
Finaliza la norma estableciendo que a los efectos de lo dispuesto en los
artículos 8°, 9° y 10 de esta ley, sólo se computarán remuneraciones
devengadas hasta los dos años anteriores a la fecha de su entrada en
vigencia.

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17.4.6. Comienzo de los plazos: distintos supuestos


1) Si se trata del supuesto previsto en el artículo 231 de la L.C.T. el
plazo corre a partir del día siguiente al de la notificación del preaviso
(art. 233, L.C.T.). Cuando la extinción del contrato de trabajo
dispuesta por el empleador se produzca sin preaviso y en fecha que
no coincida con el último día del mes, la indemnización sustitutiva
debida al trabajador se integrará con una suma igual a los salarios
por los días faltantes hasta el último día del mes en el que se
produjera el despido.
La integración del mes de despido no procederá cuando la extinción
se produzca durante el período de prueba establecido en el artículo
92 bis de la L.C.T.
2) El principio establecido en el párrafo anterior no rige en los
contratos a plazo fijo en que el preaviso comienza uno o dos meses
antes de la expiración del contrato, no teniendo que respetarse el
mes calendario (art. 94, L.C.T.).
3) En el caso de las pequeñas empresas el preaviso comienza a partir
del día siguiente al de su comunicación por escrito y se computa por
días corridos (art. 95, ley 24.467).

17.4.7. Efectos: indemnizaciones y obligaciones de las partes


1) La indemnización se calcula sobre la base de lo que el trabajador
hubiera ganado en el plazo del preaviso omitido, incluyendo los
aumentos dispuestos para dichos meses y el sueldo anual
complementario.
2) Durante los lapsos indicados el trabajador tiene derecho a una
licencia paga de dos horas diarias, que puede optar también por
acumular en una o más jornadas íntegras. Asimismo, como se ha
dicho, el vínculo entre las partes mantiene su plena vigencia hasta
el vencimiento del plazo del preaviso (art. 238, L.C.T.).
3) Si el contrato de trabajo se extingue sin preaviso, se abona el
salario correspondiente al lapso del preaviso omitido, pero la
relación queda terminada el mismo día en que se notificó el
despido. De tal modo, no puede ser invocado por el trabajador
ningún hecho posterior a la fecha del despido porque ya no hay
contrato.
4) Si se otorga el preaviso, en cambio, el empleador debe dar la
licencia diaria (parcial o total según lo prefiera), pero a la vez como

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el contrato continúa hasta la expiración del término respectivo, está


obligado por todos los hechos que ocurran durante dicho lapso
(aumentos de salarios, accidentes) con incidencia sobre el contrato.
5) El trabajador, a cuyo favor se otorga el preaviso, puede
considerarlo extinguido anticipadamente mediante el envío de una
notificación que deberá revestir el carácter de fehaciente (arts.
236 y 240 de la L.C.T.). Pierde el derecho a los días faltantes para
el vencimiento del preaviso.
6) Durante el preaviso podría originarse una situación de injuria, en
cuyo caso, el trabajador podría considerarse despedido, si fuere
injuriado por el empleador o ser despedido con causa, si es el
trabajador el que injuria al empleador.
7) Si el trabajador está enfermo y se le preavisa su despido, el
preaviso es nulo, salvo que se lo haya otorgado expresamente para
comenzar a correr cuando termine la enfermedad. Esta regla es
aplicable en todos los casos de suspensión con derecho al cobro de
salarios por el trabajador (art. 239, primer párrafo, L.C.T.).
8) El preaviso es válido cuando la notificación se efectúe durante una
suspensión de la prestación de servicios que no devengue salarios
a favor del trabajador, pero en este supuesto se ganan las
remuneraciones desde la notificación del mismo y hasta el fin de su
plazo (art. 233, segundo párrafo, L.C.T.).
9) Si la suspensión del contrato se produjera cuando el trabajador
está preavisado, el plazo del preaviso se suspende hasta que cesen
los motivos de la suspensión y después continúa corriendo el
preaviso (art. 239, "in fine", L.C.T.).
10) Las disposiciones de la ley de contrato en materia de preaviso
son inaplicables en algunas actividades especialmente
reglamentadas (por ejemplo el trabajo marítimo, rural, industria de la
construcción, periodistas).
11) En otras actividades, sin perjuicio de la aplicación de las normas
generales en la materia, se anotan diferencias de requisitos o de
plazos (por ejemplo empresas periodísticas, encargados de casa de
renta).
12) El momento decisivo para la determinación de los efectos
jurídicos del receso es aquel en que vence el período de preaviso,
no el de su notificación, salvo disposición legal en contrario. La
expiración del plazo de preaviso produce el cese de la relación
laboral, y el despido debe ser indemnizado de acuerdo con la
legislación de ese momento.
13) Dicho principio es aplicable aun en el caso de que el mes de
preaviso haya sido pagado en forma anticipada.
14) En caso de que se otorgue preaviso por un plazo inferior al legal,
el empleador debe pagar íntegramente la indemnización sustitutiva
por falta de preaviso. En este supuesto, si el trabajador ha gozado

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de una licencia paga durante el tiempo de preaviso incompleto, el


importe respectivo constituye un crédito del empleador. El plazo
inferior al mínimo, en consecuencia, determina la nulidad del
preaviso pero mantiene intacta la fecha del despido y el contrato
finaliza el día previsto.
15) Si el trabajador ha percibido alguna suma de dinero en concepto
de indemnización por preaviso, se considerará como entrega a
cuenta, debiendo deducírsela de la que legalmente corresponda
(C.N.A.T., Acuerdo Plenario n° 37).

17.5. DESPIDO DIRECTO O INDIRECTO POR INJURIAS

17.5.1. El despido con justa causa. Requisitos


El artículo 242 de la ley de contrato de trabajo habilita a las partes a resolver
el vínculo frente a la inobservancia por parte de la otra de las obligaciones
resultantes del nexo, en tanto configuren injuria, que por su gravedad impida la
prosecución de la relación.
De la norma se desprenden los elementos fundamentales a tener en cuenta
cuando se aborda el tema de la justa causa de despido: una injuria tan grave
que de ella se derive la necesidad de extinción del contrato. Antes de analizar
el tema de la injuria, me referiré a los requisitos exigidos para esta forma de
extinción.
El despido por justa causa dispuesto por el empleador o el cese dispuesto
por el trabajador (despido indirecto) debe comunicarse por escrito, con
expresión suficientemente clara de los motivos en que se funda la ruptura del
contrato. Y, en caso de demanda judicial del trabajador, no se admitirá la
modificación de la causal del despido consignada en la comunicación
respectiva (art. 243, L.C.T.). Esta regla es la que se conoce como invariabilidad
de la causa de despido.
Este requisito, conforme ha sido expuesto por la jurisprudencia, no constituye
un mero formalismo sino un medio de dar al trabajador o al empleador, en su
caso, la posibilidad de encarar su defensa judicial sabiendo qué cargos
concretos se le hacen, aspecto que se vincula fundamentalmente con la
seguridad jurídica y el derecho de defensa en juicio.
Es decir, constituye una carga de quien disuelve el contrato especificar con
claridad, al comunicar la cesantía, la causa de ella, sin posibilidad de agregar
posteriormente en juicio otras razones.

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La exigencia de precisión y claridad en la expresión de la causa del despido


excluye la posibilidad de que se reconozca eficacia a manifestaciones
genéricas tales como "queda despedido por injurias" o "por injurias graves" o
"incumplimiento", etc.
Como conclusión puede anotarse que la comunicación estará mal redactada
cuando quien la emite emplee una fórmula ambigua que le permita con
posterioridad referirla a hechos cambiantes a su arbitrio.
Sin embargo, las soluciones que se dan contemplan siempre la buena fe y
por eso la jurisprudencia ante casos excepcionales ha admitido la validez de
alguna expresión como "grave infidelidad" en aquellos casos en que el
trabajador tenía precisa noticia del hecho comprendido en alguno de los
conceptos genéricos expresados (por ejemplo, si ha ocurrido un hecho delictual
que se está investigando y con tal motivo se han efectuado denuncias
policiales que lo involucran).
Con la misma idea se ha señalado que si en el texto del despacho telegráfico
o de la carta documento se indican citas legales que no dejan lugar a dudas
acerca de la causa del despido, no puede considerarse infringida la regla
del artículo 243 de la L.C.T. en tanto cumple con su finalidad que es el
conocimiento del interesado de la motivación del mismo.

17.5.2. Concepto de injuria


El despido o la situación de despido puede originarse en justa causa, que se
configura en caso de inobservancia por cualquiera de las partes de las
obligaciones resultantes del contrato en términos que configuren injurias de tal
gravedad que no consientan la prosecución de la relación (arts.
242 y 246, L.C.T.). Como señala Fernández Madrid referenciando
jurisprudencia vigente, tiene que haber un comportamiento contractualmente
ilícito objetivamente grave, capaz de impedir la prosecución de la relación.
La valoración de la injuria deberá ser hecha prudencialmente por los jueces
teniendo en cuenta las relaciones que resultan de un contrato de trabajo, y
estimando en cada caso las modalidades y circunstancias personales y en
general el cumplimiento de los deberes y derechos que se establecen en los
artículos 62 a 89 de la ley de contrato de trabajo. Es decir que carece de
operatividad lo pactado anticipadamente por las partes sobre la gravedad de
las injurias. Este juicio adquiere particular importancia en un momento en que
la hiposuficiencia del trabajador se ha acentuado con motivo de la crisis
económica y el creciente desempleo.
No obstante la misma L.C.T. contiene excepciones al principio de valoración
judicial de la injuria en los casos de ejercicio del "jus variandi" (art. 66), de
despido por embarazo (art. 178), de despido por matrimonio (art. 182), de no
asignación de tareas compatibles con la aptitud física o psíquica del trabajador
parcialmente incapacitado, estando en condiciones de hacerlo (art. 212, 3er.

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párrafo) y en el caso de suspensiones dispuestas superando los límites de


tiempo legales (art. 222). En todos estos casos la ley califica determinadas
conductas del empresario en ciertas circunstancias como gravemente
injuriosas, confiriéndole expresamente al trabajador o a la trabajadora el
derecho a considerarse despedido.

17.5.3. Reglas para valorar la injuria


A los fines de la valoración de la injuria pueden sentarse los siguientes
principios generales:
1) La injuria debe ser relacionada con situaciones concretas pues el
ambiente de trabajo y la naturaleza de las relaciones y de las tareas
dan la exacta medida de la gravedad de un hecho, por ejemplo, un
trato descomedido o la utilización de ciertas palabras puede ser
explicado en ciertos medios (vgr. en el interior de un taller
mecánico) y resultar injurioso en otros (la sala de ventas de una
empresa de turismo).
2) No pueden disponerse dos sanciones por una misma falta, vale
decir que si se dispuso una suspensión disciplinaria no se puede
despedir por el mismo motivo; diferente sería el caso de que se
disponga una suspensión para efectuar las averiguaciones que
correspondan, que no es sancionatoria y permitiría el despido
ulterior.
3) Reitero que la sanción debe ser proporcionada a la falta, por lo que
para disponer el despido la injuria debe ser de tal gravedad que
impida la prosecución de la relación.
4) La injuria debe ser invocada por el afectado, pues él podría elegir
entre el perdón o la denuncia del contrato.
5) La valorización de la injuria debe ponderarse a través del principio
de la buena fe.
6) Los jueces sólo deben tener en cuenta la causal denunciada para
legitimar el despido sin que puedan computarse faltas anteriores no
mencionadas o, en principio, conductas ilegítimas posteriores al
despido.
7) La configuración de la injuria, salvo situaciones especiales, no
requiere daño ni dolo.
8) El despido debe ser declarado contemporáneamente a la injuria
(relación de causalidad inmediata), aunque lo que importa para
juzgar esa contemporaneidad es el conocimiento que se tenga de la
existencia de la injuria.
9) La antigüedad del trabajador debe ser tenida en cuenta. En
principio si el trabajador tiene mucha antigüedad la jurisprudencia
se inclina a considerar de modo más estricto y riguroso el ejercicio

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de los poderes disciplinarios del empleador, que se flexibilizan ante


los incumplimientos de empleados con poca antigüedad. Pero en
ambos casos, dada la situación, el hecho (falta) debe impedir la
prosecución de la relación contractual.
Sin embargo, si la injuria está vinculada con la transgresión por el
trabajador del deber de fidelidad, el empleado jerarquizado como el
de gran antigüedad tienen un mayor compromiso con la empresa.
Por ello en estos casos la falta cometida debe ser apreciada con
mayor severidad.
10) El contexto socio-económico puede ser un elemento que
flexibilice el criterio de contemporaneidad del distracto con la injuria
cuando es el trabajador el que se da por despedido, pues en su
ánimo gravita la imposibilidad práctica o la gran dificultad para
obtener un nuevo empleo, lo que puede bloquear la voluntad
disolutoria.

17.5.4. Carga de la prueba de la injuria


El principio es que quien alega un hecho como justa causa para disolver el
contrato debe probarlo en forma que permita al juez valorar la gravedad de la
injuria y su contemporaneidad con el distracto.

17.5.5. Caracteres de la injuria con aptitud extintiva


Reiterando lo dicho más arriba, observo que para que el despido tenga
efectos extintivos de la ob ligación de indemnizar, es necesario que se cumplan
los recaudos consistentes en la proporcionalidad entre la falta y la sanción y la
contemporaneidad entre la denuncia del contrato y la transgresión.
En cuanto a la proporcionalidad, debe tenerse en cuenta que el despido
disciplinario constituye la falta más grave, por lo que no puede disponerse si la
inconducta no es impeditiva de la prosecución del contrato y el despido puede
ser reemplazado por una suspensión.
En cuanto a la contemporaneidad, es decir a la invocación oportuna de la
injuria, debe tenerse en cuenta que entre el hecho injurioso y la sanción debe
existir una relación de contemporaneidad que justifique el nexo causal entre
ambas. Pero contemporaneidad no significa necesariamente inmediatez, pues
lo que debe considerarse es el momento en que la parte ofendida toma
conocimiento de la entidad de la injuria.
En cuanto a los antecedentes desfavorables del trabajador, en el caso de que
se hayan tomado medidas en su momento, como apercibimientos o despidos

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(no si hubieran sido "perdonados"), pueden servir de apoyo para que un último
hecho injurioso pueda ser considerado causa inmediata y directa de la
decisión.

17.6. INDEMNIZACION POR DESPIDO


El sistema de estabilidad impropia que rige en nuestra regulación adopta
como protección contra el despido arbitrario la estipulación de un resarcimiento
de tipo tarifado o "forfatario". Es decir, para todos los trabajadores contratados
por tiempo indeterminado se establece una indemnización con un método de
cálculo uniforme, que excluye en principio toda otra reparación vinculada al
hecho del despido, salvo en los casos de despido discriminatorio en los que se
adeuda la indemnización integral de los daños y perjuicios sufridos, e incluso,
si el trabajador lo quiere, tiene derecho a la restitución en el puesto de trabajo.

17.6.1. Cálculo

17.6.1.1. Salario base


En los casos de rescisión injustificada el artículo 245 de la ley de contrato de
trabajo prevé una indemnización equivalente a un mes de sueldo por cada año
o fracción mayor de tres meses. Por ende, la antigüedad mínima para tener
derecho a la indemnización es de tres meses, es decir que la norma contempla
dos parámetros: la antigüedad en el empleo y la remuneración (1er. párrafo de
la norma citada).
El salario a tener en cuenta para el cómputo es la mejor remuneración,
mensual, normal y habitual del trabajador durante el último año de servicios o
el tiempo de prestación si éste fuere menor. Es importante señalar que no se
considera sólo la remuneración más alta, sino aquella que siendo superior en
su cuantía el trabajador la percibiera normalmente a consecuencia del contrato
y en forma habitual. Por ejemplo, la comisión más alta de un viajante. Dicho
módulo no está integrado por el S.A.C. según la interpretación de la C.N.A.T.
en el plenario Tulosai. En la provincia de Buenos Aires, en cambio, el superior
tribunal de Justicia, considera que la mejor remuneración mensual se integra
con el porcentaje del S.A.C. Participo de este último criterio.
La norma establece un tope máximo en relación al salario base que se
tomará en cuenta para calcular la indemnización. Esta no puede superar a tres

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veces el importe mensual del salario promedio de todas las remuneraciones


previstas en el convenio colectivo aplicable por la jornada legal, excluida la
antigüedad. Este promedio es publicado por el Ministerio de Trabajo. De ser
mayor la mejor remuneración, se toma el tope. Si éste es menor dicha
indemnización se calcula en base al salario del trabajador (art. 245, 2do.
párrafo de la L.C.T.).
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Vizzoti Carlos Alberto
c/ AMSA S.A." estableció que en sueldos mayores al salario medio de convenio
podía admitirse sólo una deducción del 33% de su importe, declarando
inconstitucional el tope si vulnerara ese porcentaje.
Si se trata de un trabajador no amparado por convenio colectivo se toma en
cuenta el convenio colectivo del establecimiento, y de existir más de uno, aquel
que resulte más favorable (art. 245, tercer párrafo).
La exégesis de la ley —como lo sostiene la Corte Suprema de Justicia de la
Nación— no puede llevar a la pérdida de un derecho, y una indemnización
irrisoria frusta el amparo constitucional y viola el derecho esencial del
trabajador a ser indemnizado por el incumplimiento del empleador, quien al
despedir sin causa o con causa no valedera incurre en un ilícito (ver C.S.J.N.,
27-10-94, "Lupo, Víctor c/ Compañía Casco S.A.C.I." y C.N.A.T., Sala VI, 5-11-
93, "Berenstein de Mitelman, Marta c/ Asociación Mutual Israelita Argentina").
Y para el supuesto de tratarse de un trabajador remunerado a comisión con
remuneraciones variables, será de aplicación el convenio de la actividad a la
que pertenezcan o aquel que se aplique en la empresa o establecimiento
donde preste servicios, si éste fuere más favorable (art. 245, 4to. párrafo).
El monto mínimo de la indemnización es el de un mes de sueldo calculado
según la mejor remuneración mensual, normal y habitual.

17.6.1.2. Despido sin causa del trabajador ya despedido anteriormente.


Antigüedad computable y cálculo de la indemnización
En cuanto a la antigüedad computable para los trabajadores que hubieren
cesado en el trabajo por cualquier causa y que fueren contratados nuevamente
por el mismo empleador se considerará tiempo de servicio el efectivamente
trabajado desde el comienzo de la vinculación. Es decir que todo el tiempo
ttrabajado por el dependiente en la empresa, aún en diferentes períodos, se
acumula a los efectos de establecer la antigúedad, cualquiera haya sido la
causa del cese en los contratos anteriores. Así lo dispone la Ley de Contrato de
Trabajo en su artículo 18, eliminando de este modo el fraude que consiste en la
fragmentación de la antigüedad por la celebración de sucesivos contratos a
plazo.
Si el trabajador que ha reingresado es despedido nuevamente, sin causa,
para el cálculo de la indemnización debe computarse toda la antigüedad

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anterior, pero debe descontarse lo pagado en concepto de indemnización por


los despidos anteriores, según lo dispone el artículo 255 de la Ley de Contrato
de Trabajo.

17.6.2. El daño moral


La indemnización prevista por el artículo 245 de la ley de contrato de trabajo
constituye la reparación de todos los daños materiales o morales que son
consecuencia normal del despido injustificado, por lo que en principio no cabe
fijar una indemnización adicional por daño moral. Por excepción corresponde
resarcir por daño moral en los supuestos en que el empleador cometiera actos
ilícitos no derivados de la mera inejecución de las obligaciones derivadas del
contrato de trabajo al tiempo de la extinción del mismo. Así, señalo que
corresponde indemnización del daño moral cuando el empleador hubiera
imputado un delito a su dependiente, lo que configura un ilícito
extracontractual. En este aspecto la jurisprudencia no es uniforme. Lo mismo
se ha resuelto cuando el empresario, al despedir a un alto directivo, le ha
causado desmedro profesional al difundir dentro y fuera del establecimiento un
memorandum en el que lo califica como "indeseable".

17.6.3. El despido discriminatorio


El despido discriminatorio está regido por la ley 23.592 que condena todo tipo
de discriminaciones, establece la nulidad del acto discriminatorio —en este
caso el despido— y permite que el trabajador reclame la indemnización por los
daños y perjuicios consiguientes. Incluso puede pedir el reintegro al puesto de
trabajo, como lo ha decidido la C.N.A.T. en los casos Balaguer de la Sala VI,
Greppi de la Sala IX, y Parra Vera de la Sala V (activistas gremiales). Señalo
que tratándose de dirigentes y delegados gremiales, el artículo 52 de la ley
23.551 garantiza la permanencia en el puesto de trabajo durante todo el tiempo
del mandato y un año mas.

17.7. DESPIDO POR FALTA DE TRABAJO Y FUERZA MAYOR

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17.7.1. Concepto y requisitos


El artículo 247 de la L.C.T. regula un modo particular de extinción que se
halla vinculado causalmente con factores externos y ajenos al principal. En
estos supuestos la ley de contrato de trabajo establece una obligación limitada
al 50 % de las indemnizaciones por despido comunes.
Las situaciones contempladas son las de fuerza mayor y falta de trabajo.
Por fuerza mayor, siguiendo el criterio civilista, debe entenderse aquel
acontecimiento actual, imprevisible, inevitable y sobreviniente que determina la
imposibilidad de ejecución de la prestación laboral y se concreta cuando la
prestación no puede cumplirse. Podríamos ejemplificar con hechos de la
naturaleza, como terremotos, tornados, etc.
De acuerdo con lo que dispone el artículo 247 de la ley de contrato de
trabajo, para disponer válidamente un despido por falta de trabajo deben
acreditarse los siguientes requisitos:
a) La existencia de falta o disminución de trabajo, que por su entidad
justifique la disolución del contrato.
b) Que la situación no le sea imputable, es decir que se deba a
circunstancias objetivas, y que el hecho determinante no obedeció a
riesgo propio de la empresa.
c) Que observó una conducta diligente, acorde con las circunstancias,
consistente en la adopción de medidas destinadas a evitar la
situación deficitaria o a atenuarla.
d) Que la causa tenga una cierta durabilidad (perdurabilidad).
e) Que se haya respetado el orden de antigüedad (primero se despide
a los menos antiguos).
Entre los requisitos enumerados, destaco el relativo del deber de diligencia
del empleador, pues no está expresamente contemplado por el artí culo 247 de
la ley de contrato de trabajo, y debe ser entendido como un deber general
ínsito en la obligación de las partes —y por ende del empleador— de adecuar
su conducta a todos los comportamientos exigibles apreciados con criterio de
colaboración y solidaridad (art. 62, L.C.T.). Dicha conducta debe ser la propia
del buen empleador (art. 63, L.C.T.), que en lo pertinente a la materia de que
se trata se vincula con la gestión de la empresa y con el concepto del "buen
hombre de negocios" que trae la ley de sociedades. En este orden de cosas, la
previsión de un acontecimiento que puede dificultar la comercialización de los
productos es inherente al empresario, y las consecuencias de la imprevisión en
que incurra debe soportarlas no como un riesgo del emprendimiento sino como
resultado de una negligencia en la conducción del negocio.
La jurisprudencia se ha pronunciado reiteradamente estableciendo los
siguientes principios:
a) El empleador debe haber actuado con la diligencia exigible a un
buen hombre de negocios que, en el caso, se confunde con la figura
del buen empleador a que hace referencia la ley de contrato de
trabajo .

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b) Para destacar la negligencia debe exigirse la acreditación de la


adopción de medidas concretas razonables, tendientes a solucionar
esa situación (C.N. Trab. -Sala III - 29/2/88, "Palazzo, Víctor Hugo y
otros c/Unión Obrera de la Construcción" -D.T. 1988-A-771). Pero
no cabe exigirlas en abstracto, sino en base de algún elemento de
juicio indicador de que tales medidas existían y podrían —
eventualmente— resultar adecuadas al fin perseguido.
c) Los límites de la responsabilidad del empleador se hallan en la
previsibilidad del evento y en la posibilidad de ponerle remedio con
medidas de administración normales, no pudiendo exigírsele, como
se ha observado en algún fallo, que "lleve su previsión hasta el
punto de operar un cambio preventivo en su actividad ante un
proceso de saneamiento de la economía".
La falta de trabajo, por su parte, se configura cuando la prestación del
trabajador se transforma en excesivamente gravosa y antieconómica, como
dije por causas ajenas a la conducta de la empresa o a las circunstancias del
mercado. Estas últimas corresponden al riesgo que asume el empresario. En
este caso la ley exige que el empleador pruebe fehacientemente la causa
alegada, la situación que la generó y su ajenidad, y haber actuado en forma
diligente, como "un buen hombre de negocios", en procura de la superación de
la crisis, adoptando todas las medidas posibles. En estos casos no se puede
alegar como defensa la crisis general. Sólo en última instancia se admite la
traslación de los resultados negativos al trabajador a través de la rescisión de
su contrato. Por ello, la interpretación jurisprudencial ha sido restrictiva.
Amén de los requisitos indicados, la ley dispone que los despidos deben
comenzar por el personal menos antiguo dentro de la misma especialidad o
categoría, y entre dos trabajadores ingresados en el mismo semestre, por
aquel que tuviere menos cargas de familia aunque con ello se alterare el orden
de antigüedad. Sólo quedan excluidos los delegados gremiales (en razón de
gozar de estabilidad especial, salvo que el establecimiento cierre) y las
empleadas que gocen de licencia por maternidad.

17.8. EXTINCION POR QUIEBRA


El artículo 251 de la L.C.T. contempla este supuesto de extinción del contrato
de trabajo y dispone que "si la quiebra del empleador motivara la extinción del
contrato de trabajo y aquélla fuera debida a causas no imputables al mismo, la
indemnización correspondiente al trabajador será la prevista en el artículo 247.
En cualquier otro supuesto dicha indemnización se calculará conforme a lo
previsto por el artículo 245. La determinación de las circunstancias a que se
refiere este artículo será efectuada por el Juez de la quiebra al momento de
dictar la resolución sobre la procedencia y alcance de las solicitudes de
verificación formuladas por los acreedores".

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La declaración de la quiebra origina una suspensión de los trabajadores por


60 días sin pago de salario. Al vencimiento de dicho plazo el síndico establece
si el establecimiento se cierra o si continúa trabajando y con cuáles
trabajadores. Si la empresa se vende el comprador no es un continuador del
fallido.
Subrayo que en el despido por quiebra no hay preaviso.

17.9. DESPIDO EN CASO DE TRANSFERENCIA DE LA EMPRESA


En este supuesto reitero que como principio general la transferencia de la
empresa no produce por sí sola la extinción del contrato de trabajo pues el
sucesor o adquirente continúa la persona del empleador, respetándose los
derechos adquiridos y el trabajador puede disolver la relación laboral cuando la
transferencia del establecimiento le ocasiona un perjuicio que evaluado en los
términos del artículo 242 justifica la rescisión del vínculo laboral.
En ese caso, la indemnización será la prevista en el artículo 245 de la ley de
contrato de trabajo.

17.10. DESPIDO POR ABANDONO DE

TRABAJO Y ABANDONO RENUNCIA


No parece clara ni en la legislación ni en la doctrina, la distinción entre las
meras ausencias (incumplimiento), que pueden justificar por sí el despido sin
necesidad de intimación previa, el abandono-incumplimiento (caracterizado por
una ausencia más prolongada) y el abandono-renuncia (renuncia tácita).
En la ley de contrato de trabajo (art. 244) el abandono de trabajo como acto
de incumplimiento del trabajador sólo se configurará previa constitución en
mora mediante intimación hecha en forma fehaciente a que se reintegre al
trabajo, por el plazo que impongan las modalidades que resulten de cada caso
pero que, en principio, no debe ser menor de 48 horas. En estas hipótesis nos
enfrentamos al abandono-injuria, que requiere un tiempo continuado y
considerable de ausencia para justificar el despido. Debo señalar que las faltas
aisladas no entran en esta noción aunque pueden confundirse con ella, pues
toda ausencia implica incumplimiento.
A la vez, el abandono-renuncia implica dejar el empleo con ánimo de no
volver más a él. Se trata de una actitud calificada por el transcurso de una

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prolongada ausencia no explicada que pueda considerarse reveladora de la


voluntad implícita de renunciar. Esta figura, en realidad, está caracterizada en
la ley de contrato de trabajo como un cese por mutuo acuerdo (art. 241, "in
fine", L.C.T.).
Por lo expuesto y sintetizando, en el esquema legal las actitudes que puede
asumir el empleador frente a la ausencia del empleado, son tres: a un
trabajador calificado por su asistencia irregular (faltas ocasionales), se lo
despide; ante ausencias mayores —sin aviso o justificación— se intima para
que se reintegre bajo apercibimiento de considerar que ha hecho abandono del
empleo y se lo despide por este motivo; y a quien durante largo tiempo (meses)
ha dejado de concurrir al trabajo, manifestando de ese modo su vocación de no
ocupar su empleo, se lo considera incurso en abandono-renuncia (renuncia
implícita).
En realidad, existe verdadero abandono de trabajo cuando de los hechos
resulta que el ánimo del dependiente es el de no reintegrarse al empleo. Por
eso, debe descartarse la existencia de abandono toda vez que de algún modo
se intente justificar las inasistencias. Así, no se considera abandono, cuando se
da parte de enfermo, aunque en la opinión del médico de la patronal tal
enfermedad no exista.
Para que pueda considerarse que la relación termina por abandono de
tareas, la actitud del trabajador debe poner en evidencia su intención de dejar
su plaza sin causa ni aviso previo, es decir, de separarse de la empresa en
forma inconsulta.
De todo lo dicho puede considerarse entonces que el abandono de servicio o
abandono-incumplimiento consiste en la violación, voluntaria, grave e
injustificada del trabajador a sus obligaciones de asistencia y prestación
efectiva de trabajo.
Como acto de incumplimiento el despido se configura sólo cuando el
dependiente guarda silencio a la interpelación del empleador y no pretende
justificar su ausencia.
Requiere, para configurarse, la existencia del hecho objetivo de no
concurrencia y el hecho subjetivo referente a la voluntad del dependiente de no
reintegrarse a sus tareas. Presupone también el cumplimiento del requisito
formal y previo a disolver el vínculo de la intimación fehaciente para que se
reanuden sus tareas.

17.11. RENUNCIA
La renuncia es un acto de voluntad unilateral del trabajador por el cual
disuelve el contrato sin necesidad de la aceptación del empleador para su
perfeccionamiento.
Debe emitirse por carta documento o por despacho telegráfico colacionado
cursado personalmente por el trabajador a su empleador o emitirse ante la

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autoridad administrativa del trabajo. Los telegramas son gratuitos,


requiriéndose la presencia personal del remitente y la justificación de su
identidad. Cuando se formaliza ante la autoridad administrativa, ésta debe
comunicarla al empleador (art. 240, L.C.T.).
La renuncia tiene que ser un acto de voluntad "libre", que debe considerarse
válido en tanto el interesado no demuestre que está viciado de error, dolo,
violencia, intimidación o simulación y no debe encubrir otra forma de
terminación del contrato.
Las renuncias "negociadas", es decir, seguidas del pago de una gratificación,
han motivado interpretaciones contradictorias acerca de su validez, por lo que
es conveniente respetar, en estos supuestos, las formas previstas para la
extinción del contrato por mutuo acuerdo (celebración del acuerdo ante la
autoridad administrativa o judicial o ante escribano público).
La renuncia al empleo —lo mismo que el despido— tiene carácter recepticio
y por ende sólo así se perfecciona.
Por excepción el artículo 58 de la L.C.T. admite que el comportamiento
inequívoco de las partes puede implicar una renuncia al puesto de trabajo.
Pero yo considero, con fundamento en la hiposuficiencia del trabajador, que en
ningún caso deberían admitirse actos que impliquen renuncia al empleo, la que
sólo puede manifestarse en la forma prevista en el artículo 240L.C.T.

17.12. EXTINCION POR MUTUO ACUERDO, POR FALLECIMIENTO DEL


EMPLEADOR O DEL TRABAJADOR, POR RENUNCIA,

POR JUBILACION O POR INCAPACIDAD O INHABILIDAD

17.12.1. Por muerte del empleador: requisitos y régimen indemnizatorio


El contrato de trabajo no se extingue, como regla general, por la muerte del
empleador, excepto que las condiciones personales, su actividad profesional u
otras circunstancias hayan sido las determinantes para la celebración del
contrato, y que ante su desaparición hace imposible la prosecución del vínculo
(art. 248 de la L.C.T.).
Si se dan dichos supuestos, la indemnización debida es equivalente a la del
artículo 247 de la ley de contrato de trabajo.

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17.12.2. Por fallecimiento del trabajador: requisitos e indemnización


Al ser el contrato de trabajo "intuitu personae" con relación al dependiente y
su prestación infungible es obvio que su fallecimiento provoca la disolución del
nexo contractual (art. 248, L.C.T.).
En este supuesto, se reconoce a los causahabientes un monto equivalente al
del artículo 247 de la L.C.T. (el 50% del monto reconocido por el art.
245, L.C.T.). Este importe se acumula a cualquier otro que se reconozca por el
mismo hecho (indemnización por accidente de trabajo, seguro de vida, etc.).
Los beneficiarios son los mismos que tenían derecho a pensión según
el artículo 38 de la ley 18.037 de jubilaciones para trabajadores en relación de
dependencia, en el orden y prelación dispuestos por esa norma, pudiendo
acceder con la sola acreditación del vínculo. Aclaro que las condiciones para
percibir la pensión no son exigibles y no se aplican en este caso. El artículo 38
de la ley citada establece los derechohabientes que tienen derecho a percibir la
indemnización:
Inc. 1) La viuda o el viudo. Tendrá derecho a la pensión la conviviente o el
conviviente, en el mismo grado y orden y con las mismas modalidades que la
viuda o el viudo, en el supuesto que el causante se hallase separado de hecho
y hubiese convivido públicamente en aparente matrimonio durante, por lo
menos, 5 (cinco) años inmediatamente anteriores al fallecimiento. El plazo de
convivencia se reducirá a 2 (dos) años cuando hubiere descendencia o el
causante haya sido soltero, viudo, separado legalmente o divorciado.
El o la conviviente excluirá al cónyuge supérstite, salvo que el causante
hubiera estado contribuyendo al pago de los alimentos, que éstos hubieran
sido reclamados fehacientemente en vida o que el causante fuera culpable de
la separación; en estos tres casos el beneficio se otorgará al cónyuge y al
conviviente por partes iguales.
El beneficio será gozado en concurrencia con:
a) Los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas.
b) Las hijas solteras y las hijas viudas que hubieran convivido con el
causante en forma habitual y continuada durante los 10 (diez)
años anteriores a su deceso, que a ese momento tuvieran cumplida
la edad de 50 (cincuenta) años y se encontraran a su cargo.
c) Las hijas viudas y las hijas divorciadas o separadas de hecho por
culpa exclusiva del marido, que no percibieran prestación
alimentaria de éste, todas ellas incapacitadas para el trabajo y a
cargo del causante a la fecha de su deceso.
d) Los nietos solteros, las nietas solteras y las nietas viudas.
Inc. 2) Los hijos y nietos, de ambos sexos, en las condiciones del inciso
anterior.

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Inc. 3) La viuda, el viudo, la conviviente o el conviviente, en las condiciones


del inciso 1), en concurrencia con los padres incapacitados para el trabajo y a
cargo del causante a la fecha de su deceso.
Inc. 4) Los padres, en las condiciones del inciso precedente.
Inc. 5) Los hermanos solteros, las hermanas solteras y las hermanas viudas,
todos ellos huérfanos de padre y madre y a cargo del causante a la fecha de su
deceso.
Se equipara la conviviente en aparente matrimonio distinguiéndose los
siguientes supuestos:
l Si el trabajador fallecido era viudo o soltero, se requiere una
convivencia pública mínima de 2 años anteriores al deceso.
l Si el trabajador era casado, y estuviera divorciado o separado de
hecho por culpa de su cónyuge o de ambos, la conviviente debe
acreditar como mínimo 5 años anteriores al fallecimiento de
convivencia.
l Si el trabajador era casado y se encontraba pagando alimentos o la
separación le era imputada, concurren la cónyuge y la conviviente
en partes iguales.

17.12.3. Extinción por mutuo acuerdo: características, requisitos y


supuestos
En este supuesto las partes de común acuerdo resuelven la disolución del
contrato.
En cuanto a las formas se requiere la escritura pública, o la celebración ante
autoridad administrativa o judicial, con la presencia personal del trabajador, que
garantice su voluntad libre de rescindir el vínculo sin derecho indemnizatorio
alguno. Ante el incumplimiento de alguno de los requisitos la sanción es la
nulidad.
El tercer párrafo el artículo 241 contempla el caso en que la conducta
asumida por las partes evidencie el abandono de la relación. Ambos
contratantes se desinteresan del vínculo que las ligara. Los requisitos están
referidos a una voluntad concurrente, y un comportamiento concluyente y
recíproco del que inequívocamente se infiera el abandono de la relación. Dicho
en otros términos, la actitud de ambos debe ser clara sin permitir margen de
dudas. Generalmente lo es la ausencia del trabajador durante varios meses
(por ejemplo) sin que haya habido intenciones del mismo de volver al empleo.
Esta forma no genera ningún tipo de derecho indemnizatorio.

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17.12.4. Extinción por jubilación


El contrato de trabajo por tiempo indeterminado nace con la vocación de
durar toda la vida activa del trabajador, y la ley presume que el haber de
pasividad reemplaza al sueldo (lo que en la actualidad es inexacto) y el
empleador se libera de pagar la indemnización.
Cuando el dependiente reúne los requisitos necesarios para acceder al
beneficio jubilatorio el artículo 252 faculta al empleador para intimarlo a iniciar
los trámites pertinentes, debiendo simultáneamente otorgarle las certificaciones
de aportes y servicios, así como la documentación necesaria. A partir de la
entrega de dichas certificaciones comienza a correr el plazo de un año durante
el cual la ley le impone al empleador la obligación de mantener el contrato.
Pero si obtiene la jubilación antes, en ese momento termina el contrato.
Vencido el plazo u otorgada la prestación provisional la relación se extingue
sin generar derecho indemnizatorio alguno. El preaviso se considera
comprendido dentro del plazo de espera e implícito en la intimación inicial.
La C.N.A.T. en el caso Couto de Capa estableció que si el trabajador jubilado
se mantuviera en el empleo el principal podrá disponer la extinción del contrato
invocando dicha condición sin obligación a pagar nuevas indemnizaciones.
En cambio si el dependiente dejara el trabajo y volviera al tiempo a ocuparlo
y fuera despedido sin causa, la indemnización pertinente sólo comprenderá el
último período de trabajo.

17.12.5. Extinción por incapacidad o inhabilidad del trabajador


Se trata de dos supuestos que se encuentran contemplados en el artículo
254 de la L.C.T. El primero de ellos se refiere al caso de que un trabajador
fuere despedido por incapacidad física o mental para cumplir con sus
obligaciones y que la misma fuere sobreviniente a la iniciación de la prestación
de los servicios; en este caso, rige el artículo 212 de la L.C.T., y un
resarcimiento equivalente al que establece el artículo 245 de la L.C.T..
El segundo supuesto (art. 254, segundo párrafo), contempla aquellos casos
en los cuales la licitud del trabajo depende de que el trabajador obtenga una
habilitación especial para desempeñar la tarea (vgr. conductores, médicos,
enfermeras, etc.). Si dicha habilitación se pierde por dolo o culpa grave e
inexcusable del trabajador, se configura una injuria de las previstas en el
artículo 242 de la L.C.T. a la que ya me he referido, pero si la habilitación le es
retirada al trabajador sin culpa, la situación encuadra dentro de lo normado por
el artículo 247 de la L.C.T., es decir, debe abonársele la mitad de la
indemnización prevista en el artículo 245 de la norma citada.

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17.12.6. Pago de las remuneraciones e indemnizaciones: plazo


El artículo 255 bis de la Ley de Contrato de Trabajo establece que el pago de
las remuneraciones e indemnizaciones que corresponieren por la extinción del
contrato de trabajo, cualquiera sea su causa, deberá ser efectuada en un plazo
máximo de cuatro días hábiles si fuera semanal, computados desde la fecha
de extinción de la relación laboral.

17.13. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Pueden las partes convenir otras formas de extinción diferentes
de las legales?
2) ¿Puede enumerar las distintas formas de extinción del contrato de
trabajo en nuestra legislación? Distinga los supuestos de decisión
unilateral del empresario, de decisión unilateral del trabajador, de
decisión conjunta de las partes y la extinción por causas ajenas a la
voluntad de las partes.
3) Defina y caracterice al despido.
4) ¿Qué características tienen los sistemas de estabilidad absoluta y
los de estabilidad relativa? ¿Cuál es el que rige en nuestro sistema?
¿Existen excepciones? ¿Puede el empresario comprometerse a
aplicar un sistema de estabilidad absoluta?
5) ¿Qué es el preaviso? ¿Cuáles son los plazos y desde cuándo se
comienzan a contar en el régimen de la L.C.T.?
6) ¿Sabe calcular la indemnización sustitutiva del preaviso omitido?
¿Qué es la integración del mes de despido? ¿Debe abonarse en
todos los casos de preaviso omitido?
7) ¿Puede el trabajador preavisado pedir su regularización en los
términos de los artículos 7° y concordantes de la ley 24.013?
¿Podría exigir la duplicación de la indemnización por antigüedad
(art. 15, ley cit.)?
8) ¿Si el trabajador muere durante el lapso de preaviso, a qué
indemnización tienen derecho sus causahabientes, a la del artículo
245 o a la del artículo 248 de la L.C.T.?
9) ¿En qué consiste el despido por justa casa y qué requisitos son
necesarios para que se configure?
10) ¿Cuál es el concepto de injuria? ¿Qué características tiene que
reunir la injuria para justificar denuncia con causa del contrato?
11) ¿De qué hablamos cuando decimos que la injuria debe ser
contemporánea a la decisión de despedir?

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12) ¿Quién valora las injurias?


13) ¿Qué diferencia existe entre el despido por falta de trabajo y el
despido por fuerza mayor?
14) ¿Cuál es el régimen indemnizatorio en los supuestos anteriores?
15) ¿En qué supuestos la quiebra produce la extinción del contrato y
qué obligaciones genera?
16) ¿En qué supuesto el trabajador puede considerarse despedido
por transferencia del establecimiento?
17) ¿Cuándo se configura el abandono de trabajo y cuándo el
abandono-renuncia?
18) ¿Cuáles son el concepto y las características del despido directo
y del indirecto?
19) ¿En qué consiste el despido discriminatorio y cuál es su sanción?
20) ¿En qué consiste la renuncia del trabajador y cuáles son sus
requisitos?
21) Indique casos, recaudos e indemnizaciones en los supuestos de
extinción por fallecimiento del trabajador y del empleador.
22) ¿Cuáles son los requisitos de la extinción por mutuo acuerdo y
cuáles las excepciones?
23) ¿Cuándo procede la extinción por jubilación y cómo deben actuar
las partes?
24) ¿Qué diferencias existen entre la extinción del contrato de trabajo
por inhabilidad y por incapacidad del trabajador?

BIBLIOGRAFIA
CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"La posible inconstitucionalidad del tope de la
indemnización por despido", Ed. Errepar, DL, 1996.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo" , T. II, Ed. La Ley, Buenos Aires, 3ª ed., 2007.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Ley de Contrato de
Trabajo comentada", Ed. La Ley, 2012.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA BEATRIZ, Y FERNÁNDEZ
MADRID, DIEGO,"Despidos y suspensiones", Ed. La Ley, 2009.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA B. , "Leyes
fundamentales del trabajo", Ed. La Ley 2012, 12ª ed., Ed. La Ley, 2010.

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CAPITULO XVIII
LAS RELACIONES COLECTIVAS DEL TRABAJO
18.1. El derecho colectivo del trabajo. - 18.1.1. Concepto. - 18.1.2. Contenido. - 18.1.3.
Interrelaciones entre el derecho individual y el derecho colectivo del trabajo. - 18.1.4. El
principio protectorio en el ámbito del derecho colectivo del trabajo. - 18.2. Evolución
histórica. - 18.2.1. Etapa de represión. - 18.2.2. Etapa de tolerancia. - 18.2.3. Etapa de
reconocimiento. 18.2.3.1. La consagración legal. 18.2.3.2. La labor de la O.I.T. 18.2.3.3. La
consagración constitucional. 18.2.3.4. La influencia de la Doctrina Social de la Iglesia.
18.2.3.5. Las doctrinas filosóficas y políticas imperantes en la época. 18.2.3.6.
Conclusiones. - 18.3. Evolución histórica en la República Argentina. - 18.4. El carácter
instrumental del derecho colectivo respecto del derecho individual del trabajo. - 18.5. Los
sujetos de las relaciones colectivas del trabajo. - 18.5.1. Los trabajadores y las
asociaciones sindicales. - 18.5.2. El régimen de las asociaciones sindicales a la luz de
los fallos "Ate" y "Rossi" de la C.S.J.N. - 18.5.3. La misión de las asociaciones en la gestión
de los derechos de los trabajadores. - 18.5.4. Los empleados y las asociaciones
profesionales de empleadores. - 18.5.5. El Estado. - 18.6. Las fuentes del derecho colectivo
del trabajo. - 18.6.1. La Constitución Nacional. - 18.6.2. Los Tratados Internacionales con
jerarquía constitucional. - 18.6.3. Los Convenios de la Organización Internacional del
Trabajo. - 18.6.4. La legislación nacional. - 18.6.5. Otras fuentes. - 18.7. Guía de análisis. -
Bibliografía.

18.1. EL DERECHO COLECTIVO DEL TRABAJO

18.1.1. Concepto
El estudio de las relaciones emergentes del trabajo dependiente presenta básicamente dos
aspectos: por una parte, el que surge de la relación contractual individual del trabajo, es decir, él
derivado de las relaciones anudadas entre trabajador y empleador, en razón de la existencia de un

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contrato individual de trabajo y a cuyo análisis nos hemos abocado en las páginas anteriores; y, por
otra parte, el que se desprende de las relaciones entabladas entre los sujetos colectivos del
trabajo, a saber: el Estado, los trabajadores, las asociaciones profesionales representativas de los
trabajadores —denominadas comúnmente sindicatos— y el sector empleador —que no siempre se
presenta en forma organizada—.
El Derecho del Trabajo se ocupa no sólo de las relaciones que tienen por sustento el contrato de
trabajo (relaciones con el empleador), sino también las que se refieren al trabajador como parte de
un grupo profesional organizado o las que con el mismo alcance pueden comprender al empleador;
añade que estas últimas son relaciones de grupo o colectivas y han de proyectarse en la
posibilidad de creación de normas que han de regir al contrato de trabajo y en forma más amplia a
la actividad laboral de dichos trabajadores.
Por su parte, Allocati define al derecho colectivo del trabajo como la rama del Derecho del
Trabajo que "...contempla las relaciones colectivas, es decir que no tiene en cuenta directamente al
trabajador individual sino al grupo de trabajadores, o expresado de otra manera, el interés
colectivo...".
En tanto que Sala Franco y Albiol Montesinos plantean la cuestión en los siguientes términos:
"...El Derecho del Trabajo comprende dos grandes centros de imputación normativa: las relaciones
laborales individuales existentes entre los empresarios y trabajadores individualmente
considerados y las relaciones laborales colectivas existentes entre los empresarios, organizados
profesionalmente o no y las organizaciones profesionales de trabajadores...El derecho individual
del trabajo estudia la normativa reguladora de las relaciones laborales individuales. Y el derecho
colectivo del trabajo...estudia la normativa reguladora de las relaciones laborales colectivas...".

18.1.2. Contenido
Al hablar de las relaciones colectivas del trabajo estamos refiriéndonos a un cúmulo de
vinculaciones que se entablan entre los mencionados sujetos y, a modo de ejemplo, podemos
señalar:
a) Las derivadas del ejercicio por cada trabajador de su derecho a constituir asociaciones
sindicales o afiliarse a las ya existentes, o participar en la vida interna de aquéllas, o postularse
para cargos electivos o representativos en las mismas, o ser representado por tales entidades,
es decir, las que relacionan al trabajador individual con la asociación sindical.
b) Las que surgen entre el empleador y los trabajadores de su establecimiento en virtud del
ejercicio por estos últimos de sus derechos sindicales, entre otras, elección de delegados de
personal, participación en actividades sindicales, adopción de medidas de acción directa, tutela
sindical de quienes ejercen funciones sindicales.
c) Aquellas relaciones que se entablan entre las asociaciones sindicales y los empleadores o
grupos de empleadores o asociaciones representativas de los intereses de los empleadores,
tales como la adopción de medidas de acción directa, la negociación colectiva o la solución
concertada de los conflictos colectivos, por la vía de la conciliación obligatoria o del arbitraje —
voluntario u obligatorio—.
d) Las que emergen del papel que el Estado desempeña con relación a las asociaciones
sindicales, en especial en lo atinente al otorgamiento de la personería jurídica, de la personería
gremial, de la resolución de conflictos de encuadramiento sindical o de conflictos intrasindicales
y del ejercicio de las restantes facultades de contralor que posee.
e) Las que surgen del rol del Estado ante los sujetos colectivos en los procedimientos de
conciliación obligatoria, de arbitraje voluntario o de arbitraje obligatorio, en la calificación de
servicios esenciales a efectos de garantizar servicios mínimos durante el ejercicio del derecho de
huelga, así como también en la negociación colectiva, entre otras relaciones.
En atención a tal entramado de relaciones, podemos sostener que el contenido fundamental del
derecho colectivo del trabajo, está dado por:
El régimen de las asociaciones sindicales, es decir, la forma en que se constituyen y organizan
internamente las asociaciones sindicales, las cuestiones vinculadas con la afiliación y la

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desafinación, los órganos que conducen sus destinos, las formas en que se manifiesta la acción
sindical, cómo se integra la representación sindical en la empresa y en qué consiste la tutela
sindical.
Los convenios colectivos de trabajo, como fuente peculiar del Derecho del Trabajo de la cual
emanan derechos y obligaciones para las partes individuales del contrato o la relación de trabajo, y
el procedimiento de negociación colectiva.
Los conflictos colectivos de trabajo, los distintos tipos de conflictos, las formas en que se
exteriorizan y las posibles formas de resolución, tales como la conciliación y el arbitraje, tanto
voluntario como obligatorio.
Las medidas de acción directa y, entre ellas, el ejercicio del derecho de huelga.
Si bien todos ellos constituyen aspectos importantísimos del derecho colectivo del trabajo, opino
que el sistema de asociaciones sindicales y, en particular, todo lo concerniente a la acción sindical
resulta primordial, es decir, constituye el eje principal sobre el cual giran los restantes, pues es
gracias a la actividad sindical que los demás capítulos del derecho colectivo del trabajo alcanzan
algún grado de desarrollo. Así, aparece como innegable la importancia de la acción sindical en la
negociación colectiva y en la conclusión definitiva del convenio colectivo de trabajo o en la
exteriorización y conducción de los conflictos colectivos de trabajo, especialmente en la adopción
de medidas de acción directa, por ejemplo a través de la huelga, como mecanismo fundamental
para presionar en procura de mejoras en las condiciones de vida y de trabajo de los representados.
Es en razón de la importancia fundamental que reviste la acción sindical en toda la materia
colectiva, que algunos autores, especialmente en la doctrina europea, prefieren denominarla
"Derecho Sindical", por ejemplo Ojeda Avilés, Sala Franco y Albiol Montesinos en España, Jaivillier
en Francia o Gino Giugni en Italia, entre otros y en criterio que comparto.

18.1.3. Interrelaciones entre el derecho individual y el derecho colectivo del trabajo


El Derecho del Trabajo —como hemos señalado anteriormente—está integrado por dos ramas,
la parte individual y la colectiva, que se encuentran íntimamente vinculadas entre sí, al punto que
no puede hablarse de autonomía, sino que se trata de dos aspectos importantes de la misma
materia que se interrelacionan constantemente, especialmente a través de la acción sindical.
Un ejemplo significativo de ello lo configura el Convenio Colectivo de Trabajo, que aparece como
el resultado de la negociación colectiva y del ejercicio de la autonomía de la voluntad colectiva (en
uso de la facultad expresamente consagrada por el art. 14 bis de la Constitución Nacional) y en
cuya discusión intervienen ineludiblemente la asociación sindical con personería gremial y un
empleador o grupo de empleadores o cámara empresarial [arts. 1° de la ley 14.250 y 31, inc. c) de
la ley 23.551]; convenio que luego de la homologación administrativa adquiere iguales efectos que
la ley; por lo que se convierte en fuente del derecho individual del trabajo, es decir, ley en sentido
material aplicable a los contratos individuales de trabajo.
Otro claro ejemplo está dado por el derecho de huelga, garantizado constitucionalmente a los
gremios, por lo que en su conducción encontramos siempre un sujeto colectivo y cuyos efectos se
trasladan necesariamente a los contratos individuales de trabajo (ya sea a través de la pérdida del
salario correspondiente a los días de huelga, o por la posibilidad de obtener ciertos beneficios
cuando triunfa la medida de fuerza o en razón del mantenimiento de condiciones de trabajo
adquiridas anteriormente, que se encontraban amenazadas, y que como consecuencia del éxito de
la huelga se conservarán).
Por lo demás, con posterioridad analizaré el carácter instrumental que reviste el derecho
colectivo del trabajo con relación al derecho individual del trabajo, especialmente en orden a la
influencia que aquél ha tenido en el nacimiento, desarrollo y consolidación de este último, lo que da
clara cuenta de las estrechas relaciones que se verifican entre ambas ramas de la materia laboral.
Al estudio de todas las cuestiones y vinculaciones señaladas me abocaré en los próximos
capítulos.

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18.1.4. El principio protectorio en el ámbito del derecho colectivo del trabajo


He mencionado con anterioridad el carácter protectorio del Derecho del Trabajo, nota distintiva
de esta materia que ha nacido con el objeto de proteger a la parte más débil de la relación laboral.
Si bien dicho principio ha sido analizado al referirnos al derecho individual del trabajo, no se lo
puede dejar de lado en el ámbito del derecho colectivo del trabajo por las siguientes razones:
a) El principio protectorio consagrado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, es el
principio fundamental del Derecho del Trabajo, rama del derecho cuyo contenido incluye tanto a
las relaciones individuales del trabajo como a las relaciones colectivas del trabajo.
b) En el referido artículo 14 bis de la Constitución Nacional se alude a que "El trabajo en sus
diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán..." mencionándose
luego los denominados derechos individuales del trabajo, entre ellos el de "...organización
sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial..." y en el
segundo párrafo los derechos vinculados con las relaciones colectivas del trabajo "...Queda
garantizado a los gremios: concertar convenios colectivos de trabajo, recurrir a la conciliación y
al arbitraje, el derecho de huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías
necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad en
su empleo..."; por lo que el mentado principio protectorio es también aplicable al ámbito del
derecho colectivo del trabajo.
c) Por lo demás, aun cuando en el derecho colectivo intervenga, en representación de los intereses
de los trabajadores, este peculiar sujeto denominado "sindicato", ello no obsta a la subsistencia
de desigualdades en el poder negocial, por las diversas razones que iremos estudiando en
próximos párrafos; situación que se agrava notablemente en períodos de desempleo y
precarización de las relaciones laborales.
d) Por último, cuando analicemos los principios fundamentales que rigen el sistema de
asociaciones sindicales veremos que tanto la libertad sindical, como la autonomía sindical, la
democracia sindical, la concentración del poder sindical y la prohibición de efectuar
discriminaciones en la vida interna de los sindicatos, tienden en definitiva a la tutela de las
asociaciones sindicales, lo que finalmente redunda en una mejor protección de los intereses de
los trabajadores, por ser éste el objeto de la acción sindical (arts. 2° y 3° de la ley 23.551).

18.2. EVOLUCION HISTORICA


El Derecho del Trabajo, como ya he expresado, nació y se desarrolló al influjo de la acción
sindical, es decir, a raíz de la presión y la lucha llevada a cabo por las asociaciones profesionales
de los trabajadores que desde el siglo XIX funcionaron primero al margen de la ley por encontrarse
proscriptas (etapa de represión), más tarde toleradas al derogarse las prohibiciones y luego
reconocidas como entidades de derecho en la mayoría de los países industrializados (etapas de
tolerancia y de reconocimiento legan, respectivamente), hasta que finalmente se receptó
constitucionalmente el derecho de constituir asociaciones profesionales, como un derecho
independiente del genérico derecho a asociarse, plasmado en la mayoría de las Constituciones
modernas así como en los pactos y tratados internacionales.
El sindicalismo se organizó con la finalidad de aunar las fuerzas de los trabajadores para afrontar
el grave problema que implica la posición del trabajador aislado, acuciado por sus necesidades
económicas, frente a los amplios poderes del empleador que aprovechando dicha situación impone
la aceptación, de condiciones denigrantes de trabajo.
De tal modo, los trabajadores han encontrado en la asociación sindical y en la acción colectiva la
única forma de establecer un cierto equilibrio para lograr mejores condiciones de trabajo. Además,
a través de las huelgas, que en determinadas épocas tuvieron características violentas, se fueron
consiguiendo paulatinas mejoras y reivindicaciones laborales.

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Explica Nápoli que "...El sindicato moderno es hijo de la producción económica industrial, la cual
transformó a los artesanos (trabajadores por cuenta propia) en proletarios (trabajadores por cuenta
ajena). Una nueva técnica de producción condicionaría la vida social durante la era industrial; se
produciría lo que los sociólogos llamarían más tarde la masificación de la vida. Todo eso a
consecuencia de la revolución económica que llevaba del trabajo disperso al trabajo concentrado;
del monopolio a la concurrencia de capitales y de brazos; de la pequeña a la gran industria. Los
trabajadores para luchar contra las duras condiciones impuestas por el patrón en el taller y contra
los salarios de hambre ganados con su agobiante trabajo, formaron el sindicato, en cuyo desarrollo
histórico, se anotan tres etapas históricas bien diferenciadas...".
En los primeros capítulos de esta obra he analizado la evolución histórica del Derecho del
Trabajo y, a esta altura, resulta de utilidad rescatar algunos elementos allí explicados, en razón de
su especial significación en el proceso de desarrollo y consolidación del derecho colectivo del
trabajo, primordialmente en relación con la postura asumida por los Estados frente a la actividad
sindical en las distintas etapas históricas, a saber: etapa de represión, etapa de tolerancia y etapa
de reconocimiento. Cada una de las etapas referidas sentó las bases para el desarrollo y
advenimiento de la siguiente y su análisis lo efectuaré, principalmente, a la luz de la experiencia
francesa e inglesa por ser las pioneras en la materia.

18.2.1. Etapa de represión


Ante todo debo recordar que con la crisis del sistema corporativo (siglo XVIII) y el desarrollo de
las manufacturas reales, el trabajo de los obreros se organizó en los grandes talleres de propiedad
de la corona y la nobleza, y fue allí que se manifestó el deterioro paulatino de las condiciones de
vida y de trabajo de los dependientes.
Las corporaciones fueron vistas como un impedimento para el desarrollo industrial. Como
consecuencia de todo ello, en Francia, en 1776, el ministro Turgot promulgó un Edicto —que fue
revocado luego de su caída— suprimiendo las corporaciones. La ley "Le Chapellier" de 1791
mantuvo la prohibición de todo tipo de asociación (de trabajadores y de empleadores) so pretexto
de que impedían el ejercicio libre del trabajo.
La revolución industrial, la acumulación de capital y el individualismo liberal —receptado en los
postulados de la Revolución Francesa e inspirado en las ideas de Adam Smith en materia
económica y de Jean Jacques Rousseau en el plano filosófico— contribuyeron enormemente en el
proceso de agravamiento de la situación de desprotección e indefensión de los trabajadores, tal
como hemos visto en capítulos anteriores.
En este período el Estado se declaró prescindente en todo tipo de contratación, el contrato de
trabajo pasó a regirse por las normas propias de la contratación civil, quedando la relación
estructurada en cada caso según la voluntad de las partes (plena autonomía de la voluntad
individual) y los empleadores que perseguían la obtención del máximo beneficio posible,
aprovechando la pasividad del Estado, fijaban a su antojo las condiciones de labor.
Por lo demás, fueron los postulados del individualismo liberal y la Revolución Francesa (Libertad,
Fraternidad e Igualdad) los que posibilitaron la existencia de la etapa de represión de la actividad
sindical que estamos estudiando. Pues en la concepción individualista, son los individuos y no los
grupos quienes constituyen la verdadera esencia; cuestión ligada a la idea del hombre natural,
libre, titular de derechos inalienables e imprescriptibles, anteriores a la sociedad y, conforme a
dicha concepción, se prohibieron las asociaciones profesionales de trabajadore s.
En Francia, la ley Chapellier (1791) dispuso que "...siendo una de las bases de la Constitución
Francesa la anulación de toda especie de corporaciones de un mismo estado y profesión, se
prohíbe reestablecerlas con cualquier pretexto y en ninguna forma que sea. Los ciudadanos de un
mismo estado y profesión, los contratistas, los que tienen tienda abierta, los obreros y demás de un
arte u oficio, no podrán tomar acuerdo o deliberaciones ni formar reglamentos sobre sus
pretendidos intereses comunes..." y que la violación de tal cláusula sería declarada
inconstitucional, violatoria de la libertad y de la Declaración de los Derechos del Hombre.

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En Inglaterra, se dictaron normas similares en 1799 y 1800 en la Primera y Segunda


"Combination Act", respectivamente, con el objeto de poner fin a las actividades asociacionales
tanto de empleadores como de trabajadores, que se consideraban atentatorias contra el libre
desenvolvimiento industrial y que fueron reprimidas con severas penas.
En ambas naciones también se pueden verificar durante esta etapa distintas normas que
reprimían el ejercicio de medidas de fuerza y, en especial, la huelga.
Tales ideas represivas se trasladaron a países que tradicionalmente reconocían la libertad
genérica de asociación, tal el caso de Estados Unidos que en su jurisprudencia fue siguiendo los
pasos del "common law" británico.
No obstante la represión o prohibiciones aludidas, el conflicto social (cuestión social) determinó
que los trabajadores se agruparon formando asociaciones, al margen de la ley y con el objeto de
tener una posición de mayor fuerza frente a los abusos de los empleadores. Tales grupos de
trabajadores, en ocasiones, actuaban bajo la apariencia de sociedades de socorros mutuos.
Durante este período tampoco cesaron las huelgas, abandonos de trabajo, rebeliones y protestas.
Por su propia sobrevivencia, estas primigenias asociaciones además de luchar contra los
empleadores lo hacían contra el Estado, que les negaba el derecho a ser reconocidas como
personas jurídicas ante el temor de que se convirtieran en grupos revolucionarios y atentaran
contra el sistema imperante. Los trabajadores concebían al Estado como la encarnación del poder
político de la burguesía, organizado para explotarlos económicamente.

18.2.2. Etapa de tolerancia


En Inglaterra, si bien el desarrollo sindical tuvo una evolución más rápida que en los restantes
países europeos, cabe recordar que luego de los numerosos movimientos obreros del siglo XVIII,
el Parlamento prohibió las coaliciones de cualquier tipo. A partir de allí comenzó una lucha por la
consagración de la libertad sindical, que recién triunfó en 1824 al sancionarse la derogación de la
ley de 1799, pero todavía faltaba el reconocimiento de la personería de las "Trade Unidos" y del
derecho a huelga. De todos modos, la acción de los sindicatos ingleses se hizo sentir en la vida
laboral y económica del país, a partir de este período.
La Revolución de 1848, en Francia, declaró la libertad de asociación; ello dio lugar a la
multiplicación de asociaciones obreras. Pero cuatro años después, en 1852, Napoleón III suprimió
el derecho de asociación y emprendió la persecución de tales grupos, hasta que en 1860 —
cambiando su orientación política— resuelve permitir la formación de sindicatos profesionales y en
1864 derogó la ley que reprimía el delito de coalición. La República, después de la caída de
Napoleón III mantuvo una política de amplia tolerancia de las asociaciones sindicales y de su
actividad sindical, exteriorizada entre otras formas a través de las medidas de fuerza.
A Inglaterra y Francia las suceden, en este camino hacia la tolerancia de la libertad sindical y de
la acción sindical, distintos Estados nacionales con sus respectivas legislaciones. Un ejemplo
singular es el de EE.UU. que en una sentencia del Tribunal Supremo de Massachusetts, en 1842,
introdujo una sustancial variación en la jurisprudencia de dicho país al admitir la legitimidad de los
sindicatos.
En consecuencia, en esta época se puede vislumbrar que con las referidas modificaciones
legislativas, al derogarse las anteriores prohibiciones, la organización y la acción sindical resulta
primeramente tolerada de hecho como actividad no prohibida y, posteriormente, aceptada como
una manifestación más de la genérica libertad de asociación, encuadrándose a los sindicatos en el
régimen jurídico de las asociaciones privadas, es decir, de las personas jurídicas del Derecho Civil,
sin contemplarlas todavía como específicos sujetos del Derecho del Trabajo, lo que recién
sucederá en la siguiente etapa.

18.2.3. Etapa de reconocimiento

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18.2.3.1. La consagración legal


En Francia, en 1884 se dictó la ley Waldeck-Rousseau que reconoció el derecho de sindicación,
ley que fue ampliada en 1901 y que luego se incorporó al Código de Trabajo, en el Libro III, en
1920. La legislación francesa reconoció la personalidad civil de las asociaciones sindicales, su
derecho a federarse, otorgándoles la representación de la categoría profesional y dándoles
funciones de colaboración con el Estado para la regulación del trabajo y para ejercer un poder
reglamentario autónomo a través de las convenciones colectivas de trabajo.
En tanto que en Inglaterra, en 1871 se dictó la primera ley que le reconoció personería jurídica a
las asociaciones profesionales, otorgándoles autonomía para decidir en los asuntos de la actividad
y concertar convenios colectivos de trabajo. Esta ley fue completada con leyes posteriores.
En los restantes países europeos el desarrollo referido anteriormente ha sido análogo, pues los
Estados fueron paulatinamente tomando conciencia de la necesidad de regular la constitución,
organización y funcionamiento de los sindicatos a través de una legislación independiente del
sistema general de personas jurídicas del Derecho Civil; en tal sentido, por ejemplo, debemos
señalar la Ley Wagner de EE.UU. en 1935 y la Ley Rocco en Italia en 1926.

18.2.3.2. La labor de la O.I.T.


Fueron los sindicalistas, durante el siglo XIX, los primeros en tomar conciencia de la necesidad
de una acción internacional para lograr el progreso social y mejorar las condiciones de los
trabajadores.
En la segunda mitad del siglo XIX hubo varios intentos de constituir organizaciones
internacionales de trabajadores; la primera asociación internacional de trabajadores se fundó en
Londres en 1864, movida por un espíritu de solidaridad internacional de la clase obrera y con el
objeto de satisfacer —entre otras reivindicaciones— las vinculadas con la libertad sindical
(fundamentalmente con el derecho a constituir sindicatos y afiliarse a los mismos), con la limitación
de la jornada laboral, con la abolición del trabajo infantil y la libertad de migración, materias todas
que fueron luego receptadas por diversos convenios internacionales del trabajo. Posteriormente, se
han ido creando diversas organizaciones sindicales internacionales representativas de los
trabajadores de distintos sectores o industrias: del cuero, tabaco, mineros, del transporte, de las
artes gráficas, de la industria textil y de la metalurgia; todas ellas como respuesta a la problemática
común que debían afrontar los dependientes de cada uno de los sectores en cuestión.
En tanto, varios países habían promulgado ya leyes restrictivas del trabajo de menores y
mujeres, sosteniendo algunos gobernantes y políticos que era necesario uniformar dichos niveles
mínimos de protección a nivel internacional.
Con tal objeto, Suiza en 1889 tomó la iniciativa e invitó a trece gobiernos a una conferencia
preliminar para analizar los puntos del Derecho Laboral que se consideraba conveniente
reglamentar a nivel internacional. La conferencia estaba previsto celebrarla en Berna en mayo de
1890, pero como Alemania había organizado una de similares características, Suiza decidió apoyar
este último proyecto y, finalmente, se realizó la conferencia de Berlín, sobre fábricas y minas, en
marzo de 1890. Allí se formularon recomendaciones vinculadas con la reglamentación del trabajo
en las minas, el trabajo dominical, el trabajo infantil y el empleo de jóvenes y mujeres, pero no se
contrajeron compromisos internacionales. No obstante ello, constituye un hecho histórico pues se
trató de la primera reunión de gobernantes para hablar sobre normas laborales.
En agosto de 1897 se reunieron, en Zurich, casi cuatrocientos delegados de organizaciones de
trabajadores cristianos correspondientes a catorce países, en el Primer Congreso Internacional
sobre la Protección de los Trabajadores y se adoptó una resolución por la cual se acordó
emprender nuevos esfuerzos para fomentar una legislación laboral internacional.

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En septiembre de 1897 se celebró en Bruselas otra conferencia para examinar los resultados de
la conferencia de Berlín y estudiar los principios en los que debería basarse una oficina
internacional del trabajo. La conferencia estuvo integrada por intelectuales y parlamentarios
europeos y americanos. Como consecuencia de la misma se constituyó un comité destinado a
promover en varios países la idea de una oficina internacional del trabajo. Al efecto se reunieron
diversas organizaciones nacionales. Primero lo hicieron en una conferencia en París, en julio de
1900, estableciéndose la Asociación Internacional de Legislación del Trabajo. El cantón suizo de
Basilea le facilitó a dicha asociación locales idóneos y el 1 de mayo de 1901 se constituyó la
primera Oficina Internacional del Trabajo.
La Asociación Internacional de Legislación del Trabajo no era una organización de gobiernos,
sino que estaba compuesta por diversas asociaciones nacionales que venían abogando por una
acción internacional. No obstante los gobiernos que estaban dispuestos a aceptar sus objetivos
podían estar representados en el comité internacional que se reunía cada dos años. Los primeros
gobiernos que la integraron fueron el francés, el italiano, el neerlandés y el suizo y, a la fecha en
que quedaron interrumpidas las actividades en razón de la Primera Guerra Mundial, eran veintidós
los gobiernos asociados a ella.
La Asociación celebró dos conferencias internacionales, en Berna, en 1905 y 1906, en las cuales
estuvieron representados Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Luxemburgo,
Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Rumania, Serbia y Suiza. La conferencia de 1906 adoptó dos
tratados Internacionales, uno de los cuales prohibía la utilización del fósforo blanco en la
fabricación de cerillas y el otro reglamentaba el trabajo nocturno de la mujer; tratándose de los dos
primeros convenios internacionales del trabajo.
En septiembre de 1913, la Asociación Internacional de Legislación del Trabajo convocó una
tercera conferencia en Berna, en la que participaron trece Estados. Se prepararon dos convenios
para la reglamentación de la jornada de trabajo de las mujeres y niños y para prohibir las tareas
nocturnas para los niños. Pero estalló la Primera Guerra Mundial sin que se llegaran a adoptar
dichos tratados; poniendo fin el conflicto a la labor de la Asociación Internacional de Legislación del
Trabajo.
Durante la Primera Guerra Mundial, las centrales sindicales nacionales y organizaciones
sindicales internacionales adoptaron diversas resoluciones y pliegos de peticiones con el objeto de
ejercer presión sobre la conferencia de paz que se suponía habría de reunirse cuando el conflicto
terminara. Así, menciono el congreso celebrado en Filadelfia, por una central sindical de los
Estados Unidos (la "American Federation of Labor"), en noviembre de 1914 y la conferencia
sindical que se celebrara en 1916, en Leeds (Reino Unido), organizada por los movimientos
sindicales británico y francés, en la que participaron también delegaciones de Bélgica e Italia.
La conferencia de Leeds propuso que en el tratado de paz se estableciesen ciertas garantías
para los trabajadores, en particular con respecto a la duración del trabajo, la seguridad social y la
seguridad en el trabajo. Abogó también por la creación de una comisión internacional encargada de
fiscalizar el cumplimiento de dichas disposiciones y de organizar futuras conferencias
internacionales para ampliar las normas internacionales del trabajo. Una cuestión importante era la
composición de tales conferencias, pues allí debían concurrir representantes de los trabajadores y
de los empleadores. También se previó la creación de una oficina internacional del trabajo de
carácter permanente.
Con la entrada de los Estados Unidos en la guerra, en 1917, las propuestas de la "American
Federation of Labor" podían tener más peso. Se reunieron en dicho año, en Berna, delegados
laborales de los países neutrales y de Europa Central para formular exigencias parecidas a las de
la conferencia de Leeds.
En febrero y septiembre de 1918 se celebraron en Londres dos conferencias que congregaron
representantes de los trabajadores de las potencias aliadas, por iniciativa del Partido Laborista
británico y la central sindical "Trades Union Congress" (TUC), solicitándose en ellas que los
trabajadores estuvieran representados en la conferencia de paz y que al mismo tiempo se
celebrara una conferencia mundial del mundo del trabajo y el socialismo.
Con la finalización de la Primera Guerra Mundial, los gobiernos que habían intervenido en el
conflicto —por las razones políticas, económicas y sociales que he analizado en los primeros
capítulos— debieron reconocer la importancia de la mejora de las condiciones de vida y de trabajo
de los dependientes, así como dar respuestas adecuadas a la cuestión social existente .

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De tal forma que, al celebrarse en 1919 la Conferencia de la Paz, en París, se hicieron realidad
algunas de las peticiones de los sindicatos, pues se constituyó la Comisión de Legislación
Internacional del Trabajo, encargada de preparar propuestas para su inclusión en el Tratado de
Paz. Dicha comisión tenía composición tripartita, ya que estaban representados los gobiernos, los
sindicatos y los empleadores. La comisión estableció una Carta del Trabajo de nueve principios
para orientar la política de los Estados Miembros y de la O.I.T., que luego quedaron incluidos en el
Tratado de Paz, a saber: no se debe considerar la mano de obra meramente como un producto o
un artículo de comercio; reconocimiento del derecho de asociación; pago de un salario adecuado,
que permita un nivel de vida aceptable; jornada de ocho horas o semana de cuarenta y ocho horas;
descanso semanal de veinticuatro horas como mínimo; abolición del trabajo infantil; igualdad de
remuneración por el mismo trabajo; trato económico equitativo de todos los trabajadores del país,
tanto nacionales como inmigrantes; sistema de inspección para velar por el cumplimiento de leyes
relativas a la protección de los trabajadores.
A partir de las recomendaciones de la comisión se sentaron las bases del Capítulo XIII del
Tratado de Paz de Versalles de 1919, en virtud del cual los países que lo suscribieron acordaron la
creación de la Organización Internacional del Trabajo; consagrándose en el texto constitucional —
entre otros— el derecho de asociación profesional, reconocimiento que fue ratificado en posteriores
convenios internacionales de la O.I.T., tales como los Convenios Nro. 87, 98, 135, 154.
La primera reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, de acuerdo con lo establecido en
la Constitución, se realizó en Washington, en octubre de 1919, adoptándose en tal ocasión
convenios internacionales del trabajo vinculados con las horas de trabajo, el desempleo, la
protección de la maternidad, del trabajo femenino nocturno, la edad mínima para el empleo en la
industria y el trabajo nocturno para los menores de edad.
En Filadelfia, en 1944, la Conferencia Internacional del Trabajo comenzó tareas de preparación
para los problemas que se presentarían al finalizar la guerra, y perfiló los fines y objetivos de la
Organización, adoptándose la Declaración de Filadelfia, que se convirtió, desde entonces, en un
anexo del texto constitucional. En dicha Declaración se proclama el derecho de todoslos seres
humanos, sin distinción de raza, credo o sexo, a perseguir su bien estar material y su desarrollo
espiritual en condiciones de libertad y dignidad, de seguridad económica y en igualdad de
oportunidades. También se afirma que la pobreza, en cualquier lugar del mundo, constituye un
peligro para la prosperidad de todos.
A partir de allí, la O.I.T. ha desempeñado un papel muy importante frente a los cambios que
acontecieron tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente en el desarrollo de la cooperación
técnica internacional. Los esfuerzos de la O.I.T. han apuntado principalmente a proteger los
derechos humanos básicos (entre ellos los vinculados con la libertad sindical), a mejorar las
condiciones de vida y de trabajo y a promover el pleno empleo.

18.2.3.3. La consagración constitucional


En la etapa de reconocimiento de la actividad sindical y de los derechos colectivos, se pueden
individualizar diferentes niveles de regulación: por un lado la consagración legal de los mentados
derechos y, por otra parte, su reconocimiento constitucional o en instrumentos internacionales (ya
se trate de Convenios de la O.I.T. o de otro tipo de Tratados Internacionales).
Con relación al plano constitucional, debemos recordar que la primera que receptó esta materia
fue la Constitución de México de 1917 (que justamente por ser la primera expresión del
constitucionalismo social, intentó dar respuesta a la cuestión social imperante en la época) y, en el
punto, reconoció el derecho a la asociación profesional; siguiéndola luego la Constitución de
Weimar, de Alemania en 1919. Con posterioridad, podemos encontrar cláusulas similares, entre
otras, en la Constitución de la República Española y en la de Francia en 1946.
En tanto que, paralelamente, diversas fuentes internacionales, ya se trate de las provenientes
del Derecho Internacional Público, tal el caso de Declaraciones, Pactos y Tratados Internacionales
—sobre los que volveré posteriormente—, así como las propias del Derecho Internacional del
Trabajo, como los Convenios y las Recomendaciones de la O.I.T., fueron consagrando en su

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articulado diversos derechos vinculados con la libertad sindical y con la acción sindical,
entendiéndolos o considerándolos dentro del conjunto de los derechos fundamentales del hombre.

18.2.3.4. La influencia de la Doctrina Social de la Iglesia


Párrafo aparte merece el tratamiento que recibió la cuestión sindical desde la perspectiva de la
Doctrina Social de la Iglesia, siendo innegable la influencia que tales postulados tienen sobre la
mayoría de los países occidentales y, en especial, el aporte que han hecho a este proceso de
desarrollo y consolidación del derecho colectivo del trabajo; especialmente con respecto al
nacimiento de las asociaciones representativas de los intereses de los trabajadores, pues éstas no
sólo eran vistas con buenos ojos por los ideólogos socialistas y anarquistas, por los propios
trabajadores y por los organismos internacionales —tal el caso de la O.I.T.—, sino también por la
Iglesia Católica Apostólica Romana. Así, podemos señalar, a modo de ejemplo, las siguientes
referencias que la Doctrina Social de la Iglesia ha hecho sobre la cuestión:
La Encíclica "Rerum Novarum", del año 1891, del Papa León XIII, en la que se expresa que
"...los mismos patronos y obreros pueden hacer mucho en esta cuestión, esto es, con esas
instituciones mediante las cuales atender convenientemente a los necesitados y acercar más una
clases a la otra... Pero el lugar preferente lo ocupan las sociedades de obreros, que comprenden
en sí todas las demás. Los gremios de artesanos reportaron durante mucho tiempo grandes
beneficios a nuestros antepasados. En efecto, no sólo trajeron grandes ventajas para los obreros,
sino también a las artes mismas un desarrollo y esplendor atestiguado por numerosos
monumentos... La reconocida cortedad de las fuerzas humanas aconseja e impele al hombre a
buscarse el apoyo de los demás. De las Sagradas Escrituras es esta sentencia: Es mejor que
estén dos que uno solo; tendrán la ventaja de la unión. Si el uno cae, será levantado por el otro.
¡Ay del que está solo, pues, si cae, no tendrá quien lo levante! Y también esta otra: El hermano,
ayudado por su hermano, es como una ciudad fortificada. En virtud de esta propensión natural, el
hombre, igual que es llevado a constituir la sociedad civil, busca la formación de otras sociedades
entre ciudadanos, pequeñas e imperfectas, es verdad, pero de todos modos sociedades... Ahora
bien, aunque las sociedades privadas se den dentro de la sociedad civil y sean como otras tantas
partes suyas, hablando en términos generales y de por sí, no está en poder del Estado impedir su
existencia, ya que el constituir sociedades privadas es derecho concedido al hombre por ley
natural, y la sociedad civil ha sido instituida para garantizar el derecho natural y no para
conculcarlo; y, si prohibiera a los ciudadanos la constitución de sociedades, obraría en abierta
pugna consigo misma, puesto que tanto ella como las sociedades privadas nacen del mismo
principio: que los hombres son sociables por naturaleza... Efectivamente, se necesita moderación y
disciplina prudente para que se produzca el acuerdo y la unanimidad de voluntades en la acción.
Por ello, si los ciudadanos tienen el libre derecho de asociarse, como así es en efecto, tienen
igualmente el derecho de elegir libremente aquella organización y aquellas leyes que estimen más
conducentes al fin que se han propuesto... En principio, se ha de establecer como ley general y
perpetua que las asociaciones de obreros se han de constituir y gobernar de tal modo que
proporcionen los medios más idóneos y convenientes para el fin que se proponen, consistente en
que cada miembro de la sociedad consiga, en la medida de lo posible, un aumento de los bienes
del cuerpo, del alma y de la familia...".
En la Encíclica "Quadragésimo Anno", del Papa Pío XI, del año 1931, se hace referencia a los
méritos de la Encíclica "Rerum Novarum", expresándose que se trató de "...Enseñanzas publicadas
muy oportunamente, pues en aquel tiempo los encargados de regir los destinos públicos de
muchas naciones, totalmente adictos al liberalismo, no prestaban apoyo a tales asociaciones, sino
que más bien eran opuestos a ellas y, reconociendo sin dificultades asociaciones similares de otras
clases de personas, patrocinándolas incluso, denegaban a los trabajadores, con evidente injusticia,
el derecho natural de asociarse, siendo ellos los que más lo necesitaban para defenderse de los
abusos de los poderosos; ...su mérito principal radica en que incitaron a los trabajadores a la
constitución de asociaciones profesionales... Asociaciones de esta índole han formado trabajadores
verdaderamente cristianos que, uniendo amigablemente el diligente ejercicio de su oficio con los

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saludables preceptos religiosos, fueran capaces de defender eficaz y decididamente sus propios
asuntos temporales y derechos, con el debido respeto a la justicia y el sincero anhelo de colaborar
con otras clases de asociaciones en la total renovación de la vida cristiana...".
En la Encíclica "Mater et Magistra", del Papa Juan XXIII, del año 1961, se sostiene que "...Es
una realidad evidente que en nuestra época, las asociaciones de trabajadores han adquirido un
amplio desarrollo, y generalmente han sido reconocidas como instituciones jurídicas en los
diversos países e incluso en el plano internacional. Su finalidad no es ya la de movilizar al
trabajador para la lucha de clases, sino la de estimular más bien la colaboración, lo cual se verifica
principalmente por medio de acuerdos establecidos entre las asociaciones de trabajadores y de
empresarios. Hay que advertir, además, que es necesario, o al menos muy conveniente, que a los
trabajadores se les dé la posibilidad de expresar su parecer e interponer su influencia fuera del
ámbito de su empresa, y concretamente en todos los órdenes de la comunidad política. La razón
de esta presencia obedece a que las empresas particulares, aunque sobresalgan en el país por
sus dimensiones, eficiencia e importancia, están, sin embargo, estrechamente vinculadas a la
situación general económica y social de cada nación, ya que de esta situación depende su propia
prosperidad...".
En el Radiomensaje del Papa Pío XII, del 1 de junio de 1941, "La Solemnidad de Pentecostés";
en la Encíclica "Pacem in Terris", del Papa Juan XXIII, del año 1963; en la Encíclica "Gaudium et
Spes", de Paulo VI, del año 1965 y en la Encíclica "Populorum Progressio", del Papa Paulo VI, del
año 1967, encontramos referencias con similar contenido respecto a la importancia de la acción
sindical en las sociedades contemporáneas.

18.2.3.5. Las doctrinas filosóficas y políticas imperantes en la época


También debemos referirnos a ciertas ideas filosóficas y políticas imperantes en la época, que
tuvieron gran repercusión en el proceso de consolidación de las asociaciones sindicales, pues
desde distintas perspectivas trataron de dar respuesta a la cuestión social desatada a partir de la
Revolución Francesa, la Revolución Industrial y el proceso de acumulación de capitales, y tuvieron
un desarrollo importante en Europa a mediados del siglo pasado y comienzos del presente,
especialmente incidiendo en el pensamiento de los sindicalistas de la época.
Entre ellas encontramos a los utopistas, entre los que se cuenta Saint Simón, quien proponía la
formación de un partido integrado solamente por trabajadores que actuarían como soporte del
Estado. Owen quien, tomando dicha línea de pensamiento, predicó las ventajas de la libre
asociación y la presentó como una solución al problema del aislamiento del hombre y de su
impotencia frente a la aparición del industrialismo. También Fourier quien propuso una nueva forma
de organización económica de la sociedad, imaginando unidades económicas en las que se
debería practicar el trabajo asociado y se bastarían a sí mismas, funcionando a la vez como
cooperativas de producción y consumo.
Además, debemos referirnos a las ideas socialistas, de gran difusión en la época. También a
Marx, quien reformuló importantes críticas al régimen capitalista y fomentó —fundamentalmente
con destino en los trabajadores— una nueva visión del ideal socialista, definiendo a dicha corriente
de pensamiento como la acción internacional del proletariado que trabaja por su emancipación
material y moral mediante la expropiación del capitalismo. Este pensamiento fue, posteriormente,
reinterpretado por diversos pensadores, entre ellos Lenin quien se separó del socialismo y sentó
las bases del comunismo, expresando una visión muy particular de la clase obrera, la lucha por el
poder y la transformación de la sociedad.
Tales ideas tuvieron gran influencia en la Revolución Rusa de 1917, movimiento que estalló tras
la derrota sufrida por dicho Estado en la Primera Guerra Mundial, motivado también por la
desesperanza y confusión que ella había producido y por la miseria y opresión política allí
reinantes, así como por el repudio que el pueblo sentía contra la dinastía de los zares, quienes los
habían sumido en condiciones de vida propias de la época medieval. Esta revolución proclamó y
reconoció ciertos derechos esenciales del hombre que hasta el momento no habían sido
consagrados en ningún instrumento jurídico, especialmente los vinculados con la seguridad

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económica, las condiciones dignas y decorosas de vida, organizando las industrias en manos del
Estado, lo que significó una nueva concepción de la relación de trabajo. Esta experiencia se
difundió rápidamente en el mundo entero e impulsó un mayor desarrollo de las ideas marxistas, lo
que fortaleció la exteriorización de latentes protestas y conflictos sociales. Situación que fue
rápidamente recogida por los primeros dirigentes sindicales.
La Revolución Rusa de 1917 y las ideas filosóficas y económicas que la inspiraron, despertaron
en los dirigentes políticos de Europa Occidental una gran preocupación respecto a la existencia de
un nuevo modelo de gobierno en los países de Europa Oriental —con una innovadora postura en
materia social y económica, especialmente con relación a la distribución de los ingresos y a la
propiedad de los medios de producción—; ello motivó que se comenzaran a pensar soluciones
alternativas para la "cuestión social", en vista de que el sistema imperante comenzaba a entrar en
crisis en ciertas regiones, con el lógico temor de que ella se extendiera a otras zonas, y en atención
a que ciertos sectores representativos de los intereses de los más desprotegidos —particularmente
las asociaciones sindicales— pugnaban por ocupar el rol que le correspondía en el nuevo orden
social, básicamente como actores sociales con peso en la toma de decisiones; lo que recién se
logró con la creación de la O.I.T. y la consagración del tripartismo en dicha organización.
El anarquismo también hizo su contribución indirecta a la consolidación del movimiento obrero.
Sus partidarios, que se proponían la demolición de las estructuras jurídicas y políticas del mundo
moderno, así como la destrucción del Estado, sostenían que los hombres sólo debían formar parte
de aquellos grupos que voluntariamente constituyeran. La filosofía propiciada por esta corriente de
pensamiento tuvo gran incidencia en las ideas que inspiraron la lucha de los dirigentes sindicales
de la época.

18.2.3.6. Conclusiones
A modo de síntesis de la evolución histórica del Derecho del Trabajo reseñada, refiriéndonos
especialmente a la influencia que la aparición y consolidación de las asociaciones sindicales y la
acción sindical han tenido en dicho proceso, rescatamos la opinión de Fernández Madrid, quien
remarca la influencia que ha tenido en la materia la conjunción de los siguientes factores: a) la
reacción de los trabajadores que asociados en sindicatos reclaman el reconocimiento y
garantización de sus derechos; b) los movimientos doctrinarios —socialismo, anarquismo, Doctrina
Social de la Iglesia, entre otros— que formaron consenso sobre la inviabilidad de la política de
explotación; c) el cambio económico y social determinado por la Primera Guerra Mundial; d) la
prédica de los organismos internacionales como la O.I.T. que ven en la justicia social un cambio
para la paz, e intentan que las normas protectoras se generalicen en el mundo; e) la activa
intervención del Estado que deja su actitud contemplativa respecto de las relaciones laborales,
para adoptar políticas tendientes a lograr el bienestar de la población y f) la inserción de derechos
sociales en las Constituciones, lo que promueve el desarrollo de un derecho protector.
Los factores referidos precedentemente también influyeron en las diversas manifestaciones
asumidas por el movimiento sindical, a lo largo de su historia, ello es: sindicalismo revolucionario,
sindicalismo reformista, sindicalismo cristiano, sindicalismo marxista y sindicalismo del Estado,
entre otras, y de acuerdo con la filosofía inspiradora de dichos movimientos, la postura asumida por
tales asociaciones respecto a los objetivos que debe perseguir la actividad sindical y los medios de
lucha a los que al efecto se debe recurrir.

18.3. EVOLUCION HISTORICA EN LA REPUBLICA ARGENTINA


La historia del movimiento sindical en nuestro país se encuentra íntimamente relacionada con la
experiencia extranjera; por cuanto un número importante de nuestros trabajadores, ilusionados con
la invitación que la Constitución Nacional de 1853-1860 les formulaba (tanto en el Preámbulo como
en los arts. 20 y 25, entre otros), llegaron desde Europa para ejercer sus artes y oficios y trajeron

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con ellos gran parte de las ideas y experiencias que allí adquirieron en materia de lucha social y de
derechos sindicales.
Si bien el proceso de desarrollo industrial en nuestro país fue tardío, cuando comenzó a
desenvolverse, tal como sucedió en el resto del mundo, trajo aparejada una gran desprotección
para los trabajadores, situación que fue despertando entre los obreros su conciencia de clase
explotada, así como el deseo de mejoramiento económico y social. Todo ello propició las primeras
experiencias en materia de asociaciones representativas de los derechos de los trabajadores.
En 1871 los tipógrafos ya se encontraban organizados y comenzaron a luchar en defensa de sus
intereses, produciéndose pocos años después una huelga de gran importancia, la que es
considerada como la primera medida de fuerza colectiva organizada en nuestro país.
En 1877 parte importante de los trabajadores dependientes se desempeñaban en la industria
frigorífica, en talleres y fábricas. El ferrocarril por entonces se encontraba bastante extendido y
constituía un claro ejemplo de explotación capitalista; originando, en consecuencia, una asociación
obrera, más bien con fines de ayuda mutua que de reivindicación de los intereses de los
trabajadores; es así como nació en 1877 "La Fraternidad".
La Primera Internacional ha tenido ramificaciones en Buenos Aires y podemos suponer que
algunos de los que emigraron tras los sucesos europeos de 1848, llegaron aquí y ejercieron una
activa propaganda.
A partir de la acción del Club Vorwarts y del Círculo Socialista Internacional, en 1888, integrado
en su mayoría por anarquistas italianos y franceses y por algunos socialistas, comenzó un
movimiento que recién después de 1890 logró algún tipo de organización y cierta continuidad.
Relata Godio "...A fines de 1888 —el 3 de diciembre— se registra la primera reunión... Se realizó
en el Club Vorwarts, centro operativo de los socialistas alemanes en el país. Participan por los
anarquistas el célebre anarco-comunista italiano Enrico Malatesta y Zacarías Rabassa. Por los
socialistas lo hacen S. Winiger y Guillermo Khun. Se debate un solo tema: el derecho de huelga.
Un rasgo curioso de esta reunión fue la presencia de un representante de la Unión Industrial
Argentina, Enrique Lluch, quien intervino en los debates... La participación de Lluch demuestra el
interés de los industriales por frenar el desarrollo del movimiento huelguístico y retrotraer a los
obreros a una fase de petición basada en la buena voluntad de los patrones... El periódico de la
U.I.A., 'El Industrial', llamaba desde hacía una década a los obreros a no provocar huelgas que
interrumpiesen el proceso de crecimiento de las industrias. Pero ni los socialistas ni los anarquistas
estaban dispuestos a dejarse seducir por el representante de la U.I.A. Aceptar esta proposición
significaba desarmar ideológicamente a un movimiento de resistencia en ascenso. Los activistas
socialistas y anarquistas rechazaron con razón la proposición...".
Agrega Godio que "...en el Congreso Internacional de París de 1899 se funda la Segunda
Internacional. Se resolvió unificar actividades inmediatas de la clase obrera internacional por medio
de la iniciativa de realizar mitines obreros en todos los países capitalistas todos los primeros del
mes de mayo, en conmemoración a los obreros asesinados en noviembre de 1887 en represalia
por su actividad revolucionaria durante la huelga de los obreros metalúrgicos de Chicago. El
Congreso aprobó un manifiesto con tal fin, que levantaba un programa reivindicativo con eje en las
ocho horas y llamaba a luchar por el socialismo... Las resoluciones del Congreso tuvieron... rápida
repercusión sobre la colonia alemana del Vorwarts y sus militantes se aprestaron a llevar a la
práctica la iniciativa propuesta. El propio Club había sido representado en el Congreso
Internacional por el destacado dirigente socialista alemánGuillermo Liebknech. Así, el movimiento
socialista en Argentina —todavía embrionario— participaba en la creación de una organización que
permitió un rápido ascenso del movimiento socialista internacional y su extensión en el mundo. Los
socialistas argentinos aportaban, aunque en escala limitada, a la formación de la nueva
organización internacional. A su vez, las relaciones entre los socialistas argentinos y el centro
internacional permitía dar un paso muy importante, pues al vincular las luchas en el país con el
torrente internacional se creaban mejores condiciones en nuestro país para el movimiento
obrero...".
En 1890 se constituye la F.O.R.A., Federación Obrera de la República Argentina, con un
programa socialista inspirado en el de los partidos europeos de la época.
Observando la realidad laboral de fines del siglo XIX en nuestro país, podemos verificar una
terrible desprotección para los trabajadores, lo que generó una importante conflictividad social.

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En tanto, los trabajadores, continuaron agrupándose en busca de elevar los niveles de


protección y, en consecuencia, crearon la Federación de Trabajadores de la República Argentina, la
que en 1891 realizó su primer congreso en el que se aprobó una propuesta tendiente a obtener la
jornada de ocho horas y el descanso dominical. El segundo congreso, celebrado en 1892, sancionó
un programa netamente político pues su objetivo sindical era lograr la posesión del poder estatal
por la clase trabajadora y su programa económico estaba influido por ideas socialistas.
La Federación Obrera Argentina (F.O.A.) fue fundada en 1901.
En todo este período, paulatinamente, se han ido creando distintas asociaciones, federaciones y
confederaciones sindicales, realizándose también diversos intentos de unificación y escisión de las
centrales obreras ya constituidas.
A partir de allí la historia del movimiento obrero se presenta como una larga y áspera lucha,
inspirada en los principios socialistas y anarquistas y que se manifestó a través de importantes
medidas de fuerza y de huelgas salvajes; agitaciones a las que el gobierno respondió con
represión.
Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la Ley de Residencia de 1902 (Nº 4.144) que
permitió expulsar a todo extranjero que perturbase el orden público y que fue utilizada
principalmente en contra de obreros y dirigentes sindicales; así como en la Ley de Defensa Social
del año 1910 (Nº 7.029) que autorizaba a la policía a desconocer o suspender el derecho de
reunión, limitar la libertad de prensa y el derecho a peticionar, imponiendo severas penas a quienes
promovieran huelgas.
Obviamente, frente a las acuciantes necesidades del sector obrero y la clara conciencia de que
sólo a través de la unión de sus fuerzas y de la exteriorización de los conflictos en el plano
colectivo tendrían alguna chance de obtener ciertas reivindicaciones, la lucha sindical no cesó sino
que por el contrario se incrementó notablemente, aun cuando ella les acarreaba a muchos de sus
integrantes la clandestinidad o la represión.
Resultan por todos conocidos diversos sucesos de la historia de nuestro movimiento obrero y de
la lucha sindical de fines del siglo pasado y comienzos del presente, por ejemplo, el que ocurrió en
1919 y recibió la denominación de "Semana Trágica", en el que la represión llevada a cabo por el
gobierno tuvo dimensiones dramáticas. En todos ellos se puede observar con claridad la meta
reivindicatoria perseguida por las medidas de fuerza y, especialmente, la filosofía que inspiró la
creación y consolidación de las asociaciones de trabajadores de la época.
Al respecto, explica Godio que "...En enero de 1919 se produjo una huelga general, la primera de
estas dimensiones después de diez años, que culminó en una represión sangrienta contra los
trabajadores en general y contra las comunidades de inmigrantes, especialmente judíos y eslavos:
se la conoce como la 'Semana Trágica'. La reacción de los obreros tuvo como causa fundamental
el aumento del costo de la vida. Pero ese descontento social es un factor desencadenante de la
protesta social en una situación de convulsión del movimiento obrero argentino por la influencia de
la revolución socialista en Rusia y acciones revolucionarias de los trabajadores en Alemania y otros
países europeos. Los sucesos violentos durante la Semana Trágica demostraron los límites del
progresismo radical frente a la elite conservadora, pues debió aceptar la intromisión abierta del
Ejército como árbitro de la situación, lo mismo que aceptar la emergencia de una organización
paramilitar de derecha, la Liga Patriótica, también abiertamente hostil al gobierno...".
Si bien en nuestro país no hubo "formalmente" una etapa de represión, sino tan sólo una callada
tolerancia del desarrollo del movimiento sindical acompañada por algunas manifestaciones de
persecución y represión de las actividades sindicales —como las aludidas precedentemente—,
antes de la efectiva regulación y reconocimiento legal de las asociaciones sindicales, podemos
identificar algunas normas que admitían su existencia y les atribuían determinadas funciones (tal el
caso de la ley de trabajo a domicilio 12.713 del año 1941, que estableció organismos auxiliares de
ejecución de la ley, entre ellos, la asociación profesional reconocida por la simple inscripción en el
Departamento Nacional de Trabajo). El fenómeno sindical, en esta etapa, también tuvo alguna
regulación a nivel provincial. Finalmente, recién en 1945 se inició el período de reconocimiento
jurídico de los sindicatos como sujetos colectivos laborales, al entrar en vigencia el primer
ordenamiento nacional específico (decreto-ley 23.852/45), que tuviera como antecedente el decreto
2669/43 que tan sólo rigió durante algunos meses. El decreto-ley 23.852/45 fue reemplazado
posteriormente por otros regímenes, tales como la ley 14.455, el decreto 9270/56, la ley 20.615, la
ley 22.105 y la actual 23.551.

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El reconocimiento constitucional llega en 1949, en el artículo 37, I, punto 10 de la Constitución de


1949, en cuyo texto se consagra el derecho de los trabajadores de agremiarse libremente y de
participar en otras actividades lícitas tendientes a la defensa de los intereses profesionales, lo que
constituye una atribución esencial de los trabajadores que la sociedad debe respetar y proteger,
asegurando su libre ejercicio y reprimiendo todo acto que pueda dificultarlo o impedirlo.
En el año 1953 se dicta la ley 14.250 de convenios colectivos de trabajo, cuya aplicación con
algunas modificaciones sustanciales ha llegado hasta nuestros días.
El texto constitucional de 1949 fue derogado en 1955 por el Gobierno de facto de la llamada
"Revolución Libertadora" y en 1957 se puso en vigencia nuevamente la Constitución de 1853-60
incorporándose a ella el artículo 14 bis, en cuyo primer párrafo se consagra el derecho a la
organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro
especial; asimismo, en el segundo párrafo, se le garantiza a los gremios concertar convenios
colectivos de trabajo, recurrir a la conciliación y al arbitraje y el derecho de huelga y a los
representantes gremiales las garantías necesarias para el cumplimiento de su gestión sindical y las
relacionadas con la estabilidad de su empleo.
En 1959 entró en vigencia el texto legal que regula el sistema de conciliación obligatoria y
arbitraje voluntario (ley 14.786).
Nuestro país ratificó en 1956 el Convenio de la O.I.T. Nº 98 sobre derecho de sindicación y de
negociación colectiva y en 1960 el Convenio Nº 87 de la O.I.T. sobre libertad sindical y la
protección del derecho de sindicación; posteriormente, hizo lo mismo con los Convenios N° 135,
151 y 154 de la O.I.T., entre otros, consagratorios de diversos derechos sindicales.
En tanto que el arbitraje obligatorio se reguló en 1966 por la vía de la ley 16.936.
Es decir, fue a partir del año 1945 que se inició el proceso de reconocimiento legal y
constitucional de los derechos vinculados con las relaciones colectivas del trabajo, así como
también se buscó implementar distintas formas de regulación normativa de tales fenómenos.
Resulta innegable la estrecha vinculación existente entre el sistema de relaciones colectivas del
trabajo y la vigencia de un régimen democrático de gobierno, especialmente en atención a que los
derechos sindicales requieren para su ejercicio el pleno reconocimiento y operatividad del sistema
constitucional de derechos, no sólo los específicamente previstos por el artículo 14 bis, sino
algunos otros complementarios a efectos de su ejercicio, tales como el derecho de reunión, de
expresarse, de peticionar a las autoridades, etc.
Por ello, los cambios de régimen de gobierno han traído aparejada, generalmente, alguna
modificación en la legislación laboral y, especialmente, en el sistema de relaciones colectivas; lo
que se puede advertir, principalmente, en los períodos de supresión de la vigencia del Estado de
Derecho. Por ejemplo, el denominado "proceso de reorganización nacional" (1976-1983) ha
significado un gran retroceso en la materia, pues se prohibió la actividad sindical (D. 9/76) y la
instigación a la huelga fue considerada como delito (ley 21.400); así como también se suspendió la
vigencia de diversas cláusulas de convenios colectivos de trabajo (ley 21.476), entre otras
disposiciones restrictivas dictadas en la época.
Finalmente, con el advenimiento de la democracia en el año 1983, paulatinamente se fue
reimplantando la vigencia de las instituciones y regímenes legales vinculados con los derechos
sindicales y se han ido creando las condiciones necesarias para el específico desarrollo y tutela de
la acción sindical, así como la efectiva ejercitación del derecho a negociar colectivamente o del
derecho de huelga, entre otros.
En 1988 se dictó la ley 23.551 de asociaciones sindicales y su decreto reglamentario 467/88. En
el mismo año se dictaron las leyes 23.545 y 23.546, la primera de ellas modificatoria del régimen
de convenciones colectivas de trabajo y la segunda reguló el procedimiento de negociación
colectiva; así como los decretos 108/88, 199/88 y 200/88, ordenatorios y reglamentarios de las
leyes señaladas precedentemente.
El ejercicio del derecho de huelga en el ámbito de los servicios esenciales fue reglamentado en
el año 1990 por la vía del decreto 2184/90, más tarde derogado por la ley 25.250 que incorporó
reglas especiales para este tipo de conflictos. La ley 25.877 derogó dicha ley obtenida de manera
espuria y reguló, entre otros temas, dichos conflictos.
También debemos señalar que con la reforma constitucional de 1994 (art. 75, inc. 22) se le
confirió jerarquía constitucional a once pactos internacionales de derechos humanos, pudiéndose

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individualizar en el articulado de algunos de dichos instrumentos diversos derechos vinculados con


las relaciones colectivas del trabajo, tal como analizaremos posteriormente.
En tanto que la mentada reforma constitucional del año 1994 también ha influido en la jerarquía
que debe conferírsele a los convenios de la O.I.T., pues dichos instrumentos han adquirido
jerarquía supralegal (art. 75, inc. 22); receptándose distintos derechos sindicales en varios de los
que ya habían sido ratificados por nuestro país, cuestión sobre la que volveremos.
A partir del año 1991 nuestro país profundizó el proceso de flexibilización de las normas del
Derecho del Trabajo que había iniciado en el año 1976 el gobierno de la dictadura militar, que en lo
atinente a las relaciones colectivas del trabajo influyó principalmente en materia de negociación
colectiva, por ejemplo, por la vía de nuevos niveles de negociación, admitiéndose o propiciándose
la negociación "a la baja" e incorporándose una institución que era desconocida en nuestro
régimen legal denominada "disponibilidad colectiva" Las políticas neo-liberales instrumentadas por
el gobierno a instancia de los organismos financieros internacionales impusieron severas políticas
de ajuste que influyeron negativamente en los derechos de los trabajadores. Dicho neoliberalismo,
constituyó una expresión coyuntural y aprovechada de circunstancias que condicionan la libertad
del hombre de trabajo y disminuyen considerablemente la fuerza del sindicato. Las políticas de
ajuste, la desregulación, y el alto nivel de desocupación abrieron la puerta a políticas
flexibilizadoras que se manifiestaron limitando o excluyendo beneficios y anunciando para el futuro
mayores penurias para los trabajadores. Sin embargo, el sindicalismo tuvo capacidad de
adaptación, y pudo lograr revertir esa situación.
La evolución negativa del derecho del trabajo cesa a partir del año 2003 en que un nuevo
gobierno democrático deja sin efecto leyes regresivas (vgr. la ley 25.250) y dicta numerosas
disposiciones que revalorizan la persona del trabajador en consonancia con los tratados y
convenios internacionales. La Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir del año 2004 afirma
doctrinas contrarias al neoliberalismo y pone de resalto que el derecho del trabajo se estructura a
partir de la dignidad de la persona humana.

18.4. EL CARACTER INSTRUMENTAL DEL DERECHO COLECTIVO

RESPECTO DEL DERECHO INDIVIDUAL DEL TRABAJO


Como ya he dicho, los trabajadores tuvieron necesidad de asociarse entre ellos para compensar
la inferioridad en que se encontraban frente al empleador e incluso ante la legislación vigente en la
época. De tal forma se formaron coaliciones, asociaciones o sindicatos que persiguieron la defensa
de los intereses de los trabajadores. Por dichos carriles los trabajadores lograron, a veces por la
vía pacífica y otras recurriendo a medidas de fuerza, que la intervención del Estado se concretara
en leyes tendientes a impedir su explotación.
También, directamente o con intervención estatal, los trabajadores asociados en alguna de las
formas señaladas precedentemente, lograron acuerdos con el empleador o con un grupo de ellos o
con organizaciones representativas de los intereses de los empleadores, estableciendo de tal
forma normas regulatorias de las condiciones de trabajo en el ámbito específico de que se trate.
Estos acuerdos, denominados convenios colectivos de trabajo, la mayoría de ellos precursores de
la legislación del trabajo, han fijado condiciones de trabajo imperativas para quienes fueron
representados por los firmantes en la negociación, sistema que sigue aplicándose en la actualidad.
Por lo demás, ha sido la intervención del sindicato la que ha colaborado en una cierta igualación
del poder de negociación de las partes —tal como sigue haciéndolo en la actualidad—, mejorando
de alguna manera la hiposuficiencia que el trabajador posee en la negociación individual.
Dicho poder sindical ha alcanzado distintos niveles, de conformidad con las circunstancias
sociales, políticas y económicas que reinaron en el país en las distintas etapas históricas y, en
consecuencia, en determinadas épocas se ha visto incrementado y en otras ha disminuido

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notablemente y a la par se han conseguido mayores o menores reivindicaciones en la negociación


colectiva.
Puntualizo, con referencia al derecho colectivo del trabajo que estamos ante una compleja trama
normativa que forma vínculos diversos, todos los cuales de una u otra forma apuntan a la situación
del trabajador en el contrato individual. Y a este respecto el derecho colectivo es instrumental
respecto del derecho individual, desde que se estructura en todas sus manifestaciones para
intentar superar la desigualdad que se da en el contrato y conseguir la creación y plena vigencia de
derechos inderogables. Estos derechos han de provenir del convenio, han de ser arrancados a
través del conflicto o se han de originar en la acción política del sindicato... no hablaríamos hoy de
un derecho protector y por tanto del principio protectorio si la acción sindical tutelar no se hubiera
dirigido a la creación de normas imperativas promocionadas por el Estado, ya sea como expresión
de la autonomía colectiva o como manifestación de la norma estatal".
En definitiva, sostengo que "...el Derecho del Trabajo es un derecho del siglo XX, que nace y se
estructura después de una larga lucha social cuyos protagonistas fueron los trabajadores,
agrupados en asociaciones, que contaron con el apoyo de la Iglesia, de organismos
internacionales y de ideólogos políticos. No es un derecho gestado pacíficamente sino arrancado al
régimen capitalista y liberal bajo las formas imperantes en los siglos XVIII y XIX. Este derecho
implicó el reconocimiento de la dignidad del trabajo que resulta fruto de ese largo proceso histórico
que traduce en definitiva la lucha por la obtención de la 'justicia social'...". Así lo entendió la
C.S.J.N. en el caso "Aquino" del año 2004, entre otros.
Es este carácter instrumental del derecho colectivo del trabajo respecto al derecho individual del
trabajo, el que los actores sociales, especialmente las asociaciones sindicales, no pueden olvidar
pues ayuda a mantener los niveles de protección y con su acción procura siempre el progreso
social y el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo.

18.5. LOSSUJETOS DE LAS RELACIONES COLECTIVAS DEL TRABAJO


Tal como hemos señalado precedentemente, los sujetos de las relaciones colectivas del trabajo
no son idénticos a los de las relaciones individuales del trabajo. Ello así, por cuanto en el último
supuesto se trata de los titulares de un contrato o relación de trabajo, partes individuales, es decir
el trabajador y su empleador, revistiendo el primero de ellos siempre la calidad de persona física,
en tanto que el segundo puede ser persona física o jurídica, de conformidad con lo dispuesto por
los artículos 5°, 21, 22, 25 y 26 de la L.C.T.
Mientras que en el complejo ámbito de las relaciones colectivas del trabajo, adquiere
fundamental importancia el concepto de categoría profesional o interés de la categoría, es decir,
una noción que se refiere al trabajador o al empleador como parte de un grupo profesional
organizado. Se trata pues, de las específicas relaciones de grupo o colectivas.
Así, lo colectivo se relaciona con esta natural tendencia gregaria de los seres humanos que se
agrupan en procura de unificar sus fuerzas con un objeto común. En las relaciones colectivas del
trabajo, la noción de categoría profesional tiene que ver con la existencia de un grupo
voluntariamente organizado con el objeto de mejorar y/o proteger sus intereses comunes. Por lo
tanto, en el concepto de sujeto colectivo del trabajo no resulta definitoria la mera existencia de un
grupo o dato cuantitativo (ya se trate de trabajadores o empleadores), sino que lo relevante es que
se verifique un grupo organizado voluntariamente a efectos de la defensa de un interés común a
todos los de la categoría en cuestión, dato cualitativo. No se trata, por consiguiente, de la suma de
una cantidad de intereses individuales (lo que podría denominarse interés pluriindividual), sino que
existe un interés común a la categoría o grupo de trabajadores o empleadores.
Aparecen pues en escena estos sujetos peculiares denominados asociaciones profesionales de
trabajadores o sindicatos —cuyos orígenes y desarrollo hemos estudiado en los párrafos anteriores
—, así como también las asociaciones representativas de los intereses de los empleadores o
grupos de empleadores.
No obstante la importancia de las referidas asociaciones de empleadores y de las asociaciones
sindicales, ya hemos señalado que en el ámbito de las relaciones colectivas de trabajo también

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poseen significativa importancia los trabajadores individualmente considerados en su relación con


la asociación sindical que los representa o a la que se encuentran afiliados y también los
empleadores con respecto a la entidad representativa de sus intereses a la que han adherido.
Asimismo, merece un párrafo especial la intervención o actuación del Estado en el complejo
ámbito de las relaciones colectivas del trabajo.

18.5.1. Los trabajadores y las asociaciones sindicales


En primer término, debemos referirnos al carácter de sujeto del derecho colectivo del trabajo que
reviste cada trabajador individualmente, en su calidad de titular de diversos derechos vinculados
con la libertad sindical; entendiendo a esta última como el conjunto de poderes individuales y
colectivos, positivos y negativos, que aseguran la independencia de sus respectivos titulares en
orden a la fundación, organización, administración y gobierno y actividad externa (actividad
sindical) y cuyos aspectos principales están referidos al poder de autoorganización y al poder de
autotutela frente al dirigismo estatal y a las injerencias de terceros —materia sobre la cual
volveremos en el próximo capítulo—.
Por ejemplo, la posibilidad que se les reconoce de constituir o crear asociaciones sindicales, de
afiliarse a las ya existentes, de intervenir en la vida interna de las asociaciones sindicales —ya
participando en la adopción de decisiones en una asamblea, o en la elección de las autoridades o
postulándose para algún cargo representativo o electivo, ya contribuyendo a su sostenimiento
económico—; así como también la protección de la cara o esfera negativa de cada uno de los
referidos derechos, por ejemplo, a través de su participación en medidas de acción directa o al
resultar encuadrados en la aplicación de un convenio colectivo de trabajo.
Por otra parte, las asociaciones sindicales revisten el carácter de sujeto peculiar o típico del
derecho colectivo del trabajo y, al respecto, corresponde señalar que en nuestro sistema se han
utilizado distintas denominaciones para aludir a un mismo fenómeno, al sindical, a saber:
asociación profesional de trabajadores, asociación gremial de trabajadores, asociación sindical de
trabajadores o simplemente asociación sindical.
Hasta la sanción de la ley 22.105 se habló de "asociaciones profesionales de trabajadores", a
partir de esta última normativa se utilizó la denominación de "asociaciones gremiales de
trabajadores" y a partir de la ley 23.551 se las llama "asociaciones sindicales de trabajadores" o
simplemente "asociaciones sindicales".
Con cualquiera de tales denominaciones nos estamos refiriendo a una agrupación organizada de
trabajadores para la defensa y mejoramiento de su situación profesional.
También resulta importante aclarar que dichos nombres aluden a entidades que procuran la
defensa de los intereses de los trabajadores, por cuanto tradicionalmente en nuestro país no han
sido utilizadas las referidas denominaciones para aquellas que representan los intereses de los
empleadores —lo que sí puede observarse en el derecho comparado y en el ámbito de la O.I.T.—.
Sentado todo ello, me refiero ahora a los distintos ordenamientos jurídicos que en nuestro país
han regulado el régimen de asociaciones sindicales y las características peculiares de cada uno de
esos sistemas. Dejamos el análisis del actual para los próximos capítulos y aclaro que todos los
antecedentes, con la única excepción del decreto 9270/56, establecieron una diferenciación entre
los derechos de las asociaciones sindicales simplemente inscriptas y los correspondientes a las
asociaciones sindicales con personería gremial, sistema que en doctrina se ha dado en llamar
"pluralidad sindical con unicidad o unidad promovida" y cuyas notas distintivas también estudiaré
posteriormente.
El primer ordenamiento, aunque con un lapso de vigencia poco significativo, fue el decreto ley
2669/43, dictado por el gobierno militar de turno y que se dio a conocer el 20/7/43. Esta medida
provocó roces entre el gobierno y el sindicalismo pues contenía cláusulas restrictivas al movimiento
obrero, como la exclusión de todo postulado o ideología contraria a nuestra nacionalidad, la
prohibición de participación en la acción política y la prohibición de agremiación de los menores de
18 años. También contenía una restricción para ejercer los cargos directivos en los sindicatos para
los extranjeros; el decreto reglamentaba tanto las asociaciones profesionales patronales como las

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obreras y ellas sólo podían actuar si obtenían previamente el reconocimiento de su personería


gremial.
El 2/12/43 Perón fue designado como Secretario de Trabajo y Previsión y uno de sus primeros
actos fue la suspensión de los efectos del decreto 2669/43, a través de la promulgación del decreto
15.581 del 5/12/43.
Inmediatamente se encontrará el antecedente que en doctrina se recepta como el primer hito o
punto de partida en la regulación legal de las asociaciones profesionales —en razón de la escasa
vigencia temporal del citado anteriormente—, es decir, el decreto 23.852/45 del 2/10/45. El artículo
1° establecía que la asociación profesional podía constituirse libremente y sin necesidad de
autorización previa, siempre que su objeto no fuera contrario a la moral, las leyes y las instituciones
fundamentales de la Nación; en el artículo 3° se declaraba que para ello debían cumplir
previamente los requisitos de inscripción previstos por el artículo 43, los que le permitían actuar
libremente y ejercer para el cumplimiento de sus fines todos aquellos actos que no estuviesen
expresamente reservados a los sindicatos con personería gremial. La personería gremial la
concedía el gobierno, conforme los requisitos estipulados por el artículo 8°. Por su parte, el artículo
33 preceptuaba los derechos fundamentales de las asociaciones con personería gremial. Este
ordenamiento fue derogado en el año 1955 por el gobierno surgido tras el golpe de Estado de
1955.
El 26/5/56 se dictó el decreto 9270/56, único régimen que como hemos dicho anteriormente
estableció un sistema distinto al tradicionalmente receptado por toda la normativa regulatoria de las
asociaciones sindicales; consagrándose, en este decreto que rigió tan sólo entre los años 1956 y
1958, un sistema denominado de "comisiones intersindicales". El decreto en cuestión receptó un
esquema de pluralidad sindical lisa y llana, eliminando la distinción entre asociaciones
profesionales simplemente inscriptas y asociaciones con personería gremial y consagrando iguales
derechos para todas las asociaciones profesionales; sistema que por no responder al sentir y
tradición de nuestro movimiento sindical, tuvo escasa aceptación y, en consecuencia, poca
vigencia.
En septiembre de 1958 se da otro paso importante en el proceso de regulación legal de las
asociaciones sindicales, dictándose la ley 14.455 de "Asociaciones Profesionales de Trabajadores",
inspirada fundamentalmente en el decreto 23.852/45. Este nuevo cuerpo normativo reestableció el
sistema de personería gremial para la entidad sindical más representativa de trabajadores, la que
era otorgada por el Ministerio de Trabajo. Las asociaciones profesionales con personería gremial
poseían —y poseen— los siguientes derechos: defender y representar ante el Estado y los
empleadores los intereses profesionales; defender y representar los intereses individuales de los
asociados ante los poderes públicos y por expreso pedido, así como intervenir judicialmente con tal
objeto; participar de las organizaciones estatales de ordenación del trabajo y de la seguridad social;
intervenir en las negociaciones colectivas, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 1° de
la ley 14.250, modificada por la ley 25.877; colaborar con el Estado en el estudio y la solución de
los problemas de la actividad. Principios que fueron repetidos en regímenes posteriores.
La ley 14.455 fue reglamentada por la vía del decreto 969/66, el que ha sido señalado como
excesivo en el ejercicio de las potestades reglamentarias, por cuanto distorsionó el espíritu y los
principios básicos de la ley, por ejemplo, estableciendo restricciones a la actividad política de los
sindicatos e incrementando en forma considerable la injerencia estatal en la vida del sindicato.
Tanto la ley 14.455 como su reglamentación fueron derogadas por la ley 20.615, reglamentada
por el decreto 1045/74. Esta nueva ley receptó también el régimen de unidad sindical promovida,
por cuanto se trató de favorecer la organización sindical por actividad y se desalentó la creación de
sindicatos de empresa; se mantuvieron los derechos preferenciales para el sindicato con
personería gremial y por el decreto reglamentario se estableció que todos los trabajadores de la
actividad debían pagar una contribución al sindicato con personería gremial; se prohibió la
intervención del Estado a los sindicatos y cualquier interferencia en el manejo de sus fondos; se
otorgó a los dirigentes sindicales, miembros de comisiones internas, delegados de personal e
integrantes de otros órganos similares una protección especial para el ejercicio de sus actividades
sindicales, especialmente en lo atinente a la estabilidad en sus empleos, creándose un fuero
sindical especial, por el cual los integrantes del órgano directivo de las asociaciones sindicales con
personería gremial y los de aquellas que, careciendo de personería gremial, estuvieran afiliadas a
una entidad sindical de grado superior con personería gremial, no podían ser procesados en sede

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penal, sin previo desafuero —el que tramitaba ante el Tribunal Nacional de Relaciones
Profesionales—; dichos dirigentes tampoco podían ser arrestados salvo que se los encontrara "in
fraganti" durante la comisión de un delito que estuviese penado con reclusión o prisión
(protecciones declaradas inconstitucionales por la C.S.J.N.).
El 24/3/76 tuvo lugar en nuestro país otro golpe de Estado y el nuevo gobierno consciente de las
estrechísimas vinculaciones existentes entre la actividad sindical y el ejercicio de derechos civiles y
políticos consagrados constitucionalmente, circunstancia que hemos descripto anteriormente, por
resolución de la Junta Militar 9/76, suspendió transitoriamente la actividad gremial de las
asociaciones representativas de los trabajadores.
Luego, en el año 1979, se decidió establecer un nuevo régimen legal regulatorio de las
asociaciones sindicales de trabajadores y se dictó la ley 22.105 —si puede dársele dicha
denominación a un cuerpo normativo emanado de un gobierno de facto—, el que tuvo por objeto
introducir cambios especialmente en orden a la restricción del ejercicio libre y autónomo de los
derechos vinculados con la libertad sindical, atacando principalmente la autonomía de las
asociaciones en su funcionamiento y ámbito de actuación. Esta nueva regulación legal de las
asociaciones gremiales estableció limitaciones en cuanto a la representación nacional y unitaria de
las asociaciones sindicales, eliminándose de nuestra organización piramidal a la asociación de
tercer grado, disolviéndose la C.G.T. incautándose sus bienes. Asimismo se limitó la zona de
actuación de los sindicatos a la Capital Federal o a cada una de las provincias previa autorización
de la autoridad administrativa y el de las federaciones al ámbito territorial de las asociaciones de
primer grado a ellas adheridas —en un intento de atomizar y fragmentar el movimiento sindical—.
También se restringió el objeto de la acción sindical tan sólo a la defensa de los intereses gremiales
y profesionales; se prohibió la actuación política de las asociaciones gremiales; se privó a dichas
asociaciones de la posibilidad de administrar y conducir las obras sociales. Otra forma de buscar la
disminución de su patrimonio fue la prohibición de ejercer actividades con fines de lucro o de pactar
en las convenciones colectivas aportes económicos en beneficio de la asociación gremial exigibles
a los no afiliados, con la única excepción de aquellos consistentes en un mes de cuota común de
los no afiliados. Además se establecieron importantes modificaciones en el régimen de elección de
autoridades, imposibilitando la reelección de las mismas —todas ellas en claro desmedro como ya
hemos dicho de la libertad y autonomía sindical—. Por último, resultan significativas las amplias
facultades que se le otorgaron a la autoridad administrativa con relación a la vida interna y acción
externa de las asociaciones sindicales, incluida la posibilidad de intervenirlas. Se admitió la
intervención de los sindicatos por el Ministerio de Trabajo, sin apelación ante la C.N.A.T.
Con el advenimiento de la democracia en el año 1983 los actores sociales iniciaron un arduo
debate respecto a la normativa vigente en materia de asociaciones sindicales y a los antecedentes
legislativos que rigieron en nuestro país en la materia, así como con relación a cuál es el modelo
sindical más acorde a un sistema democrático de gobierno; transcurrieron varios años de discusión
e intentos frustrados de implantar una nueva regulación legal, hasta que por fin en el año 1988 se
dictó la ley 23.551 y su decreto reglamentario 467/88 que, receptando las principales
características de nuestra historia y tradición en materia de organización y acción sindical, rigen
hasta nuestros días. A su estudio nos abocaremos en los próximos capítulos.

18.5.2. El régimen de las asociaciones sindicales a la luz de los fallos "Ate" y "Rossi" de la
C.S.J.N.
En el año 2009 la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la inconstitucionalidad de
los artículos 41 y 52 de la ley 23.551 en los casos ATE c/Estado Nacional y Rossi c/Estado
Nacional.
Estas decisiones, que quitan privilegios a la asociación con personería gremial y cuestionan el
modelo sindical regulado en la ley 23.551, a mi juicio erróneamente, se fundaron en numerosos
instrumentos internacionales que desde 1994 tienen jerarquía constitucional (Constitución
Nacional, artículo 75 inciso 22, 2º párrafo), en el artículo 14 bis, y en los convenio de la O.I.T. 87 y
98 relativos a la libertad sindical a la protección del derecho de sindicación, y a las prácticas

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desleales. Se considera en dichos fallos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos


entiende que la facultad de constituir organizaciones sindicales, cuanto de poner en marcha su
estructura interna, actividades y programa de acción implica excluir las limitaciones que puedan
ponerles las autoridades públicas. Asimismo en el curso de la decisión el Alto Tribunal expresa que
se hace cargo de las observaciones efectuadas por la Comisión de Expertos en la aplicación de
convenios y recomendaciones de la O.I.T.
Por mi parte estoy de acuerdo con la necesidad de que se respeten los convenios de la O.I.T.
referidos, pero no puedo dejar de señalar mi discrepancia con la eficacia y efectos que el Alto
Tribunal adjudica a los convenios mencionados en la medida que alteran y desestructuran el
régimen sindical argentino. Y respecto de la libertad sindical entiendo que la acción sumarísima
prevista en el artículo 47 de la ley 23.551 permite la defensa de todos los activistas sindicales,
cualquiera sea la entidad por la que breguen o que no pertenezcan a ninguna. En mi opinión el
sistema de unidad de representación para el ejercicio en exclusividad de determinados derechos
no viola el convenio O.I.T. 87 sobre libertad sindical, cuyo contenido prescinde de este problema, ni
tampoco agravia a la concepción contemplada en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, que
se refiere a la libertad en la última cláusula del párrafo primero —que contempla los aspectos
individuales positivos de la libertad sindical— pero muy especialmente es tratada en el segundo
párrafo de ese artículo, que refiere los alcances de la acción sindical. Lo que debe cuidarse por
respeto a la democracia sindical y al principio de igualdad, es que cuando otro sindicato
simplemente inscripto resulte ser más representativo por tener mayor número de afiliados que el
anterior, se le confiera la personería gremial y los derechos que ello trae aparejado. Por último
entiendo que la Corte no ha tenido en cuenta que el reconocimiento liso y llano de la pluralidad de
representaciones sindicales en la empresa no sólo resiente la defensa de los derechos de los
trabajadores sino que también lesiona seriamente los intereses de los empleadores que deben
lidiar con varios colectivos, originándose así graves problemas vinculados con la certeza jurídica de
la representación en la empresa y con la gestión armoniosa de las relaciones laborales.

18.5.3. La misión de las asociaciones sindicales en la gestión de los derechos de los


trabajadores
En definitiva, concluyo que en la larga historia del movimiento sindical es posible observar que,
cualquiera haya sido el signo político del gobierno de turno y las consiguientes regulaciones legales
aplicables a las asociaciones sindicales —más o menos restrictivas, con mayores o menores
posibilidades de actuar y con incremento o disminución de las garantías necesarias para el
ejercicio de los derechos sindicales—, tales entidades intervinieron activamente en la defensa de
los intereses de los trabajadores en el campo social, político y económico.
En nuestro país, y aun durante las etapas de represión o persecución de la actividad sindical, ha
sido relevante el rol social asumido por las asociaciones gremiales, especialmente en los últimos
cincuenta años, como motores fundamentales de la lucha social; de tal forma han ejercido una
notable influencia en la obtención y consagración de importantes derechos de los trabajadores y de
la seguridad social, tanto por la vía de la legislación como en los convenios colectivos de trabajo,
así como por su participación en los procesos de concertación social.

18.5.4. Los empleadores y las asociaciones profesionales de empleadores


En primer término, observo que tanto los empleadores considerados individualmente, como los
que actúan en forma organizada, revisten el carácter de sujetos fundamentales del derecho
colectivo del trabajo.
Sentado ello, debemos referirnos al papel de cada empleador —titular de una organización
empresaria en los términos del art. 54L.C.T.— como sujeto de las relaciones colectivas del trabajo;
dicha calidad lo sitúa frente a los trabajadores de su planta que ejercitan sus derechos sindicales,

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lo obliga a respetar la protección que a los mismos les acuerda la ley, lo vincula con la
representación sindical en la empresa —especialmente tutelada por el ordenamiento jurídico— y
también lo hace pasible de las diversas medidas de acción directa que con relación a él o al sector
al que pertenece pudieran adoptar los trabajadores.
Por otra parte, debo recordar que los empleadores se han ido organizando a lo largo del tiempo
con el objeto de dar una respuesta adecuada, fundamentalmente defensiva, a la presión ejercida
por las asociaciones representativas de los trabajadores en la defensa de los intereses de su
categoría.
Relata Pozzo sobre el punto que "...ante el avance de la acción trabajadora, los empleadores
comprendieron que una resistencia aislada era contraproducente para sus intereses y debieron
recurrir también al mismo sistema de asociación. Sin embargo, no debemos confundir estas
asociaciones profesionales de empleadores destinadas a la representación y defensa de sus
intereses, con otras uniones que tuvieron por finalidad la acentuación de las ganancias y la
imposición en el mercado nacional o universal de precios y de salarios por medio de monopolios o
trusts...".
Cabe observar que cuando nos referimos a las relaciones colectivas del trabajo, el sujeto
representativo de los intereses de los trabajadores como categoría profesional, debe
necesariamente organizarse bajo determinadas pautas (en la actualidad y en nuestro sistema de
acuerdo con las previsiones de la ley 23.551), en tanto que desde el sector empleador, puede
verificarse la intervención de un sólo empleador, de un grupo de ellos o de una organización
representativa de tales intereses regulada por la normativa de derecho común (por ejemplo, tal
como lo prevé el art. 1° de la ley 14.250 en materia de legitimación para negociar colectivamente).
No obstante la amplitud que se verifica en materia de representación del sector empleador, ellos
como categoría o grupo, se fueron organizando espontáneamente con el fin de defender sus
específicos intereses y al amparo del genérico derecho de asociación "...con fines útiles...",
consagrado por la Constitución Nacional en el artículo 14, regulándose su estructura y
funcionamiento de conformidad con las pautas establecidas en el Código Civil para las
asociaciones civiles.
La excepción a dicha forma de constitución, organización y funcionamiento estuvo dada por el
único ordenamiento legal específico que rigió en nuestro país en la materia, la ley 14.295, del
17/12/54, reglamentaria de las asociaciones profesionales de empleadores que tuvieran por fin la
defensa de sus intereses profesionales. Decimos "único ordenamiento legal específico", por cuanto
el decreto 2669/43 —tal como ya hemos dicho— de escasa vigencia temporal, era aplicable tanto a
las asociaciones profesionales obreras como a las patronales.
Reseña Nápoli con respecto a la ley 14.295, que "...Se atribuía por ella, la personalidad gremial
a las federaciones de actividades específicas y la personalidad económica a las confederaciones y
federaciones de actividades varias que reunieran los requisitos determinados en la misma. Se
consideraban derechos inherentes a la personalidad económica los siguientes: a) representar los
intereses económicos relativos a la zona de su actuación; b) integrar los organismos de carácter
consultivo o asesor creados por el Estado en la zona de su actuación, relativos al estudio de la
solución de los problemas de carácter social y económicos, comunes a las diferentes actividades.
Se disponía que la asociación profesional que adquiriera personalidad gremial o económica,
gozaría del carácter de persona jurídica y podría ejercer los derechos y contraer las obligaciones
que a tales entidades autoriza el Código Civil...".
Dicho cuerpo legal rigió hasta que fue dejado sin efecto por la denominada "Revolución
Libertadora" en el año 1955 y, tras su derogación, en el ámbito de las asociaciones representativas
de los intereses de los empleadores volvió a imperar, hasta nuestros días, el sistema fundado en
el artículo 14 de la Constitución Nacional y el artículo 33 del Código Civil.
En definitiva, no es posible negar la importancia del rol que cumplen los empleadores y las
asociaciones representativas de sus intereses, entendidos como categoría profesional en los casos
en que actúen orgánicamente, pues se trata del principal interlocutor de las asociaciones sindicales
—representativas de los intereses de los trabajadores—, en cualquiera de los ámbitos en que estas
últimas desarrollen la acción sindical.
Ello así, por cuanto son los empleadores o las asociaciones de empleadores quienes se
encuentran obligados por ley a admitir y respetar la actividad sindical en los establecimientos de su
titularidad, así como las garantías aseguradas por el ordenamiento jurídico para el ejercicio de tales

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derechos; son también quienes resultan convocados a efectos de la negociación colectiva y, por
último, son los destinatarios de las medidas de acción directa, especialmente la huelga, entendidas
como mecanismos aptos para exteriorizar los conflictos colectivos y para que los sindicatos ejerzan
presión en procura de lograr ciertas reivindicaciones.

18.5.5. El Estado
Finalmente, debo efectuar una especial referencia al rol del Estado como sujeto en el ámbito de
las relaciones colectivas del trabajo y al papel fundamental que en tal carácter se le atribuye.
Ante todo recuerdo que los Estados Nacionales han asumido diversos roles en las diferentes
etapas históricas por las que ha atravesado la contratación laboral y las relaciones colectivas del
trabajo; fenómeno que puede advertirse a través del estudio de la evolución legislativa que se ha
operado en el mundo entero, en la materia.
Así, durante el período de pleno predominio de la autonomía de la voluntad individual, el contrato
de trabajo era visto como una especie más de la contratación civil y los pactantes eran
considerados hombres libres e iguales, por lo que lo que ellos acordaban surtía plenos efectos,
como la ley misma; es decir, se trataba de la ausencia total de cualquier tipo de regulación
referente a la vinculación laboral. Paralelamente, en el campo de las relaciones colectivas del
trabajo verificamos la etapa de represión o prohibición de la actividad sindical a la que nos hemos
referido precedentemente. Este fenómeno podemos ubicarlo principalmente durante el siglo XVIII y
mediados del siglo XIX y corresponde a un rol estatal abstencionista o prescindente de cualquier
tipo de interferencia en el ejercicio de los derechos individuales del hombre; es por ello que los
textos constitucionales de la época sólo se referían a los derechos civiles y políticos de los
ciudadanos.
Tales circunstancias motivaron la expansión y recrudecimiento de la cuestión social —a la que ya
me he referido— y que puede vislumbrarse clara y especialmente a través de la explotación y
desprotección a la que estaban sometidos los trabajadores insertos en la actividad fabril o
industrial. Fenómeno que facilitó el desarrollo de la actividad sindical y que obligó a los Estados a
buscar respuestas para la crítica situación social; las soluciones que intentaron pueden verificarse
básicamente en dos líneas distintas: por un lado, la derogación de las prohibiciones vigentes de la
actividad sindical y, consecuentemente, los Estados pasaron a tolerar tal accionar. Por otra parte,
se dictaron las primeras normas laborales —tal como hemos estudiado en los primeros capítulos
de esta obra—.
No obstante las explicaciones que oportunamente hemos vertido sobre las primeras normas
laborales, la intervención protectora del Estado en el plano del contrato individual se adecuó
durante el siglo XIX a las ideas vigentes en esa época, y sólo se lo consideró legitimado para
proteger a los incapaces, es decir a los que por ley carecían de libertad plena de contratación,
como las mujeres y niños. Así, se regularon ciertos aspectos vinculados con la extensión de la
jornada, con el trabajo nocturno o con el tipo de labores. Pero gradualmente dicha intervención fue
atendiendo a otras materias en las que también estaba comprometida la salud del trabajador, como
los accidentes y enfermedades inculpables. La actividad estatal se extendió estableciendo en
general condiciones mínimas de labor.
Pese al dictado de las primeras disposiciones heterónomas que regularon la relación laboral,
ellas resultaron insuficientes y, por lo tanto, la lucha sindical continuó con el objeto de obtener
mayores reivindicaciones; es así que los Estados tuvieron que prestar especial atención al
fenómeno sindical que se expandía a pasos agigantados en el mundo entero. Situación que motivó
el inicio del proceso de reconocimiento y regulación estatal de las asociaciones sindicales, tanto a
nivel de las legislaciones como en el plano constitucional y en los Tratados Internacionales, así
como en los Convenios de la O.I.T. —cuestiones todas estas a las que ya me he referido—.
Con el dictado de normas que expresamente regularan el sistema de asociaciones sindicales,
muchos Estados también receptaron en sus legislaciones disposiciones referidas a los conflictos
colectivos y a la forma de solucionarlos, así como también establecieron límites al poder negocial
de las partes colectivas, reconociéndole de tal forma efectos a lo que pactaran en uso de la

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autonomía de la voluntad colectiva —tal como se hizo en nuestro país y en muchos sistemas de
hispanoamérica—; en tanto, que algunos otros países prefirieron tolerar y admitir el desarrollo de
estos fenómenos, pero sin regularlos legalmente, por ejemplo Italia.
De tal forma, se admite con generalidad la posibilidad de regir las relaciones laborales por la
norma laboral heterónoma (como piso mínimo) a la par que se faculta a las partes colectivas para
dictar sus propias normas en uso de la autonomía de la voluntad colectiva, es decir, se les
reconoce la posibilidad de pactar convenios colectivos de trabajo (los que también pasarán a
constituir un piso mínimo obligatorio con relación a los pactos individuales).
Es en esta etapa que los Estados adquieren un nuevo rol, sumamente relevante en el ámbito de
las relaciones laborales, no sólo las individuales —en las que a través de los derechos establecidos
por la Constitución Nacional, por los Tratados Internacionales y los Convenios de la O.I.T. y por las
leyes, asume importantes obligaciones a su cargo—, sino también en el campo de las relaciones
colectivas del trabajo, donde como hemos señalado anteriormente debe afrontar, regular y
controlar el desenvolvimiento de múltiples relaciones, las que pueden verificarse en distintos
niveles.
Por ejemplo, el Estado tiene participación en la constitución de una asociación sindical de
conformidad con lo dispuesto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional) y por los artículos
21 y 22 de la ley 23.551; interviene en los conflictos entre trabajadores y la asociación sindical o en
los que se suscitan entre las propias asociaciones sindicales —tal lo que sucede en los conflictos
de encuadramiento sindical o de disputa de personería o en los conflictos intrasindicales, todo ello
de conformidad con lo establecido por la ley 23.551 en los arts. 56 a 60—.
Asimismo, el Estado posee facultades de contralor en algunas cuestiones relacionadas con la
vida interna de las asociaciones sindicales, por ejemplo, en el otorgamiento de la simple inscripción
o de la personería gremial de acuerdo a los artículos 21, 22, 25, 26 y 28 de la ley 23.551 o
controlando el cumplimiento de las obligaciones impuestas por el artículo 24 de la ley 23.551.
También se le ha atribuido a la autoridad administrativa un rol importantísimo en los
procedimientos de conciliación y arbitraje de los conflictos colectivos del trabajo —en los términos
de las leyes 14.786 y 16.936— o durante las medidas de acción directa —dentro de las facultades
conferidas por el art. 56 de la ley 23.551 o por la ley 25.877 y su decreto reglamentario que regulan
la huelga en el ámbito de los servicios esenciales—.
Capítulo especial merece la actuación de la autoridad administrativa durante el procedimiento de
negociación colectiva, en el que entre otros puntos debe indicarse que se le comunica el comienzo
de tal procedimiento —en los términos del art. 2° de la ley 23.546—; además puede intervenir en la
negociación si así lo quisieran las partes —de acuerdo con el art. 4° del D. 200/88 modif. por D.
50/99—, o en los conflictos que se susciten durante dicha negociación —en los términos previstos
por el art. 7° de la ley 23.546 y 5° del D. 200/88— y, fundamentalmente, hay que destacar el rol
que le cabe en la homologación del convenio colectivo de trabajo, requisito fundamental para que
éste adquiera iguales efectos que la ley para los comprendidos en el ámbito de representación de
los firmantes.
En conclusión el Estado que ha acompañado y motivado el proceso de cambio se ha convertido
entre nosotros en protagonista principal de la tutela de los trabajadores en relación de
dependencia. Así fija condiciones mínimas inderogables de labor, presta su conformidad a los
convenios colectivos, prescribe condiciones de higiene y seguridad, da pautas administrativas
vinculadas con las obligaciones laborales, ejerce su poder de policía vigilando el cumplimiento de
las distintas normas que regulan la realización de las labores, sanciona los incumplimientos e
instituye órganos para la solución de las controversias. Tengo la plena convicción de que el Estado
no puede abandonar esta ineludible misión, pues de ello depende que avancemos en cuanto a la
protección de los derechos fundamentales del hombre —principalmente los vinculados con el
trabajo dependiente y con el ejercicio de los derechos sindicales y a cuyo respeto nuestro país se
ha comprometido internacionalmente—; además toda la materia adquiere fundamental importancia
a la luz del nuevo rol que se le ha adjudicado al Estado en la Constitución Nacional a partir de la
reforma del año 1994 y que se ha plasmado en el artículo 75, incisos 19 , 22 y 23.

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18.6. LAS FUENTES DEL DERECHO COLECTIVO DEL TRABAJO


Hablar de las fuentes de una materia, en el caso del derecho colectivo del trabajo, implica hacer
ante todo una distinción —tradicional entre los autores— entre las fuentes materiales o reales y las
fuentes formales o legales.
Así, a las primeras se las define como los hechos sociales que se verifican en un momento y
lugar determinado y que por su importancia influyen en la actividad normativa del Estado, que a
través del dictado de determinadas normas intenta darles algún tipo de respuesta a dichas
motivaciones o intereses sociales. Es decir, la fuente material o real responde a un hecho
sociológico, verificable en el plano de la realidad, que configura el antecedente de una fuente
formal.
En tanto que la fuente formal o legal responde a la actividad legisferante del Estado, ya sea
ejercida directamente o a través de la autorización a los particulares (individual o colectivamente)
para que en determinadas condiciones se dicten autónomamente sus propias normas. En general
la fuente formal responde a los hechos sociales o a la fuente material, a los que pretende regular;
pero puede suceder que la fuente formal no se adecue a la conciencia y sentir reinante en el plano
de la realidad y ello condicionará luego la aceptación o vigencia que en el plano o dimensión
sociológica pueda tener dicha norma; tal lo que ocurrió con el ya mencionado decreto 9270/56 que
intentó establecer un sistema de asociaciones sindicales contrario a la tradición y práctica que
reinaba en la experiencia y conciencia de nuestro movimiento obrero. Así la ley 23.551 de
organización sindical tiene como fuente material el movimiento de opinión que rechazó la ley
22.105 dictada durante el período del llamado 'Proceso de Reorganización Nacional'. Y en esa
época se dictaron también otras normas que no consultaban a la realidad sino que respondían al
mero voluntarismo de los gobernantes. Tal el caso de la ley 21.400 del año 1976 que prohibía el
derecho de huelga y castigaba como delito el incitar a la huelga y a otras medidas de fuerza y que
fue interpretada restrictivamente por los tribunales, o el decreto 9/76 que prohibió la actividad
gremial y fue desconocido en los hechos tanto por los protagonistas sociales como por la misma
administración del trabajo.
Asimismo fue derogada la ley 25.250, de espúrea procedencia, que admitía la celebración de
convenios regresivos para el trabajador, siendo sustituida por la ley 25.877 que expresamente
admite la celebración de un convenio de empresa sólo cuando contiene normas mas favorables al
trabajador que las establecidas en el convenio de actividad.
El derecho de las relaciones colectivas del trabajo, tal como hemos señalado en párrafos
anteriores, se encuentra regulado por disposiciones que poseen distinto rango en el orden
jerárquico de normas y cuya incorporación a nuestro sistema jurídico responde a distintas etapas
político-sociales, a saber:

18.6.1. La Constitución Nacional


En primer lugar debemos referirnos al artículo 14 de la Constitución Nacional, proveniente del
texto establecido en el período 1853-1860, que garantiza el genérico derecho de asociarse con
fines útiles y que fue la norma a la que recurrieron los trabajadores para asociarse antes que
recibiera reconocimiento expreso el derecho de asociarse sindicalmente, es decir, durante la etapa
de mera tolerancia. No obstante ello y hasta la actualidad es la norma en función de la cual se
organizan los empleadores en procura de la representación y defensa de sus intereses comunes.
Con posterioridad y tras el intento fallido de la Constitución de 1949, nuestro país se incorporó a
la corriente de constitucionalismo social imperante en todo el mundo, a través de la reforma del año
1957 por la cual se agregó al texto constitucional el artículo 14 bis.
En el artículo 14 bis de la Constitución Nacional encontramos consagrados o garantizados los
principios fundamentales y los ejes básicos de nuestra materia.

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Así, en el primer párrafo, en el que se establecen los derechos individuales de los trabajadores
se indica que "El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que
asegurarán al trabajador..." y en la última de las cláusulas allí enumeradas se menciona
"...organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro
especial". Es decir, en esta previsión constitucional se estipulan los principios fundamentales que
deben regir el ejercicio de los derechos sindicales: libertad y democracia sindical. Por lo demás,
hemos dicho anteriormente que esta cláusula configura una especie de bisagra entre los derechos
sindicales individuales y los que luego se le reconocerán a las asociaciones sindicales (como
personas jurídicas susceptibles de ejercer sus propios derechos y de contraer obligaciones), para
cuya existencia obviamente se requiere que un grupo de trabajadores previamente haya hecho uso
de la autorización anterior (organizarse sindicalmente).
Resulta esclarecedora la opinión de Bidart Campos, quien sostiene con relación a la norma
constitucional en análisis, que la misma debe vincularse necesariamente con el artículo 14 que
reconoce el derecho de asociación con fines útiles y que "...En estos aspectos juega el derecho
individual que tiene como sujeto activo a cada hombre. Pero también la libertad de asociación
implica, desde el punto de vista constitucional, que la entidad colectiva —cualquiera sea su forma o
categoría jurídica, y con independencia de que se le reconozca o no personalidad propia—
disponga de un ámbito suficiente de libertad jurídicamente relevante para desarrollar sus fines
sociales y manejar su vida interna sin intrusiones arbitrarias. Cuando la asociación es gremial, la
trascendencia de su actividad más allá de la esfera del grupo organizado hace que el Estado
titularice un interés más intenso que en el mundo de las asociaciones comunes y que, por ende,
encuentre un margen más dilatado de reglamentación razonable, de modo similar a lo que
acontece con los partidos políticos. Y es la propia Constitución, al exigir que la organización
gremial sea libre y democrática, la que convalida el prudente control estatal que asegure en la vida
y en la estructura interna de los entes sindicales el cumplimiento efectivo de aquellas notas
caracterizantes...".
En el segundo párrafo del artículo 14 bis se establece que "Queda garantizado a los gremios:
concertar convenios colectivos de trabajo; recurrir a la conciliación y al arbitraje; el derecho de
huelga. Los representantes gremiales gozarán de las garantías necesarias para el cumplimiento de
su gestión sindical y las relacionadas con la estabilidad de su empleo". Esta cláusula refiere los
derechos cuyo ejercicio se le garantiza constitucionalmente a los gremios.
Por lo demás, hay que señalar que tanto las pautas establecidas con relación a los caracteres
que deben reunir las asociaciones sindicales, como los derechos que se le aseguran a los gremios,
al momento de la reforma constitucional de 1957 ya habían tenido algún tipo de reconocimiento
legal o por lo menos su ejercicio era tolerado por el Estado.
Por ejemplo, al año 1957 el sistema de asociaciones sindicales ya había tenido las siguientes
reglamentaciones: decreto 2669/43,decreto 23.852/45 y decreto 9270/56. En cuanto a los
convenios colectivos de trabajo, el sistema ya estaba regulado por la vía de la ley 14.250, del año
1953, que aún sigue vigente con algunas modificaciones. En tanto que la mención de la
conciliación y el arbitraje recogió una práctica imperante en la época de la reforma constitucional,
que transfería la solución de los conflictos del ámbito de la lucha directa al de las soluciones
administrativas, interviniendo en todo caso la autoridad laboral como organismo mediador con
funciones de naturaleza preventiva. Mientras que similares consideraciones pueden efectuarse con
respecto al derecho de huelga que era de práctica frecuente en la realidad de las relaciones
laborales de nuestro país y que al año 1957 ya gozaba de consagración en la jurisprudencia como
derecho esencial de los trabajadores, vía por la cual se habían establecido principios reguladores
de suma importancia.
Sobre el punto, la primera cuestión que se plantea al examinar esa norma es el alcance que
debe darse a la palabra "gremio", sobre la cual los constituyentes se pronunciaron en forma
confusa. Mientras algunos, como Jaureguiberry, Bravo, González Bergez, identificaron al gremio
como al conjunto de trabajadores que desempeñan una actividad y oficio, otros como Corona
Martínez identificaron al gremio con una organización de trabajadores, es decir con un sindicato.
Por ello, el alcance del término "gremio" lo iré analizando posteriormente con relación a quien
ejerce la concreta titularidad de cada uno de los derechos en cuestión.
Sin perjuicio de que la mayoría de los derechos sindicales establecidos por el artículo 14 bis de
la Constitución Nacional ya tienen reglamentación legal y no obstante las consideraciones que

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hemos formulado al referirnos en la primera parte de esta obra a la fuerza normativa de las
cláusulas constitucionales, corresponde a esta altura que recordemos la importancia que reviste la
consagración constitucional de derechos como los plasmados en el artículo 14 bis, en el ámbito de
las relaciones colectivas del trabajo, especialmente en torno a su exigibilidad y como pautas o
postulados fun damentales que no pueden ser desconocidos por normas de rango inferior.
Al respecto, señala Bidart Campos que "...Cuando erigimos a la Constitución suprema hasta el
vértice del orden normológico, y le atribuimos valor superior, carácter de fuente y de normativa
primaria, fuerza vinculante, aplicabilidad directa e inmediata, lo hacemos porque aspiramos a que
alcance encarnadura y fenomenización en el orden de conductas (dimensión sociológica), a que no
se esterilice en el orden de las normas escritas, a que funcione y actúe como derecho positivo, a
que tenga eficacia. Como se ve, todo ello apunta a la vigencia sociológica, y se resume así: la
noción de fuerza normativa de la Constitución escrita tiende a que las normas que la integran
adquieran tal vigencia sociológica en la Constitución material o real, para que ésta no contenga
contradicciones a su respecto... La fuerza normativa de la Constitución suprema responde... al
principio fundacional del constitucionalismo moderno: la Constitución escrita como súper ley de
garantías entraña la finalidad de limitar al poder del Estado y de asegurar la libertad y los derechos
personales. Si ése es el fin, y ésa es la razón histórica, hay que darle a la Constitución la jerarquía
capaz de sustentar los medios eficaces para que el mismo fin alcance efectividad exitosa...".
En tanto que Fernández Madrid sostiene sobre la cuestión que "...toda norma constitucional
posee una cuota de operatividad o de efectividad, pues no es admisible que en el texto
constitucional haya normas carentes de sentido o enteramente inaplicables. Lo que hay que
distinguir es para quién la norma es operativa (si para el legislador común o para el particular que
puede ejercer un derecho directo e inmediato invocándola) y la efectivización de las cláusulas
llamadas programáticas ha de depender de las circunstancias políticas y de la orientación que
tengan el gobierno y la jurisprudencia constitucional en un momento determinado... toda cláusula
constitucional tiene virtualidad. Y aquellas cuya efectivización está de hecho diferida en el tiempo
revelan una orientación de política social que requerirá para concretarse de una coincidencia
temporal entre las posibilidades socio-económicas en el caso particular de los derechos sociales y
la efectivización por el legislador ordinario del mandato constitucional. Pero lo que debe advertirse
es que la inclusión de la norma programática o de operatividad débil en el texto constitucional
traduce el consenso social acerca de que un derecho de tal naturaleza se implemente en el futuro.
La norma, en este caso, señala el curso según el cual deben implementarse los derechos
sociales...".
Por lo demás, al analizar la reforma constitucional del año 1994, hemos mencionado —entre
otras modificaciones operadas— que se estableció la jerarquía constitucional de determinadas
Declaraciones, Convenios y Tratados Internacionales , que significaron una avance en el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos.
En otro orden de cosas la misma Constitución trata sobre la acción de amparo en su artículo 43,
la que reviste significativa importancia en orden de tutelar el efectivo reconocimiento y ejercicio de
derechos sindicales, de posibilitar el control de constitucionalidad de las normas, así como también
en cuanto a la legitimación activa que en virtud de tal precepto podrían invocar las asociaciones
sindicales en los casos en que se verifiquen violaciones a derechos de incidencia colectiva (materia
sobre la que volveré con mayor detenimiento al referirnos a la acción sindical).
Así, la norma citada de la Constitución Nacional estipula que "Toda persona puede interponer
acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra
todo acto u omisión de autoridades públicas o de particulares, que en forma actual o inminente
lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías
reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la
inconstitucionalidad de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva. Podrán interponer esta
acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al
ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia
colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos
fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su
organización...".
En cuanto a la acción de amparo y al carácter de herramienta fundamental para garantizar el
efectivo ejercicio de diversos derechos propios del derecho colectivo del trabajo y, especialmente,

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para el control de constitucionalidad de las normas, resultan esclarecedoras las palabras de Bidart
Campos, quien explica que "...Es fácil asumir la noción de que todo el sistema garantista de
defensa de la Constitución y de control de constitucionalidad es el que provee el instrumental para
la exigibilidad que la fuerza normativa de la Constitución requiere. No es que la Constitución
carezca de esa fuerza; lo que ocurre es que su efecto útil (cuando no lo surte por aplicación y
cumplimiento espontáneos de los operadores) tiene que ser impelido y exigido mediante el uso
instrumental del aludido sistema garantista. Y ello por la sencilla razón de que sin conductas
humanas el orden jurídico no funciona, ni la fuerza normativa de la Constitución se dinamiza. Al fin
y al cabo, el ser humano es el que siempre aporta la fuerza motriz. Por eso,... el reaseguro de la
fuerza normativa de la Constitución radica en los mecanismos garantistas para su aplicación, su
cumplimiento y su control. Si faltan esos mecanismos proveedores de efecto útil cada vez que
también está ausente el cumplimiento espontáneo de la Constitución, el sistema acusa una falencia
que deja en orfandad a la totalidad de los principios y presupuestos en que descansa y en que se
apoya la teoría de la Constitución suprema con valor normativo directo e inmediato...".

18.6.2. Los tratados internacionales con jerarquía constitucional


He dicho anteriormente que el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional (incorporado en
la reforma del año 1994) estableció que los instrumentos internacionales expresamente
mencionados allí y los que en el futuro podrían incorporarse por la vía de una mayoría especial —lo
que ha sucedido con la Convención interamericana sobre desaparición forzada de personas tras la
mentada reforma del año 1994—, poseen jerarquía constitucional. Es decir, se encuentran a la
altura o en igual rango que la propia Constitución Nacional, sin incorporarse específicamente al
texto, pero integrando el "bloque de constitucionalidad federal", según explica Bidart Campos.
El artículo 75, inciso 22 estipula que "...La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención sobre
la prevención y la sanción del delito de Genocidio; la Convención Internacional sobre la eliminación
de todas las formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la eliminación de todas las
formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas
Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos del Niño; en las
condiciones de su vigencia, tienen jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la
primera parte de esta Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos. Sólo podrán ser denunciados, en su caso, por el Poder Ejecutivo
Nacional, previa aprobación de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de cada
Cámara. Los demás tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados
por el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los miembros de
cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional...".
Si nos adentramos al análisis de las cláusulas de los referidos instrumentos internacionales con
jerarquía constitucional, encontramos numerosas previsiones vinculadas con el derecho colectivo
del trabajo. Así, a modo de ejemplo podemos citar:
"artículo 22 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, que reconoce
que "Toda persona tiene el derecho de asociarse con otras para promover, ejercer y proteger sus
intereses legítimos de orden político, económico, religioso, social, cultural, profesional, sindical o de
cualquier otro orden";
"artículo 23, inciso 4 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que establece que
"...Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus
intereses...";
"artículo 16 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que estipula que "1. Todas
las personas tienen derecho a asociarse libremente con fines ideológicos, religiosos, políticos,
económicos, laborales, sociales, culturales, deportivos o de cualquier otra índole. 2. El ejercicio de
tal derecho sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean necesarias en

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una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden público,
o para proteger la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de los demás. 3. Lo
dispuesto en este artículo no impide la imposición de restricciones legales, y aun la privación del
ejercicio del derecho de asociación, a los miembros de las fuerzas armadas y de la policía";
"artículo 8° del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que
preceptúa que "1. Los Estados Partes en el presente pacto se comprometen a garantizar: a) El
derecho de toda persona a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, con sujeción
únicamente a los estatutos de la organización correspondiente, para promover y proteger sus
intereses económicos y sociales. No podrán imponerse otras restricciones al ejercicio de este
derecho que las que prescriba la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en
interés de la seguridad nacional o del orden público, o para la protección de los derechos y
libertades ajenos; b) el derecho de los sindicatos a formar federaciones o confederaciones
nacionales y el de éstas a fundar organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las
mismas; c) el derecho de los sindicatos a funcionar sin obstáculos y sin otras limitaciones que las
que prescriba la ley y que sean necesarias en una sociedad democrática en interés de la seguridad
nacional o del orden público o para la protección de los derechos y libertades ajenos; d) el derecho
de huelga, ejercido de conformidad con las leyes de cada país. 2. El presente artículo no impedirá
someter a restricciones legales el ejercicio de tales derechos por los miembros de las fuerzas
armadas, de la policía o de la administración del Estado. 3. Nada de lo dispuesto en este artículo
autorizará a los Estados Partes en el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo de
1948 relativo a la libertad sindical y a la protección del derecho de sindicación a adoptar medidas
legislativas que menoscaben las garantías previstas en dicho convenio o a aplicar la ley en forma
que menoscabe dichas garantías";
"artículo 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece que "1. Toda
persona tiene derecho a asociarse libremente con otras, incluso el derecho a fundar sindicatos y a
afiliarse a ellos para la protección de sus intereses. 2. El ejercicio de tal derecho sólo podrá estar
sujeto a las restricciones previstas por la ley, que sean necesarias en una sociedad democrática,
en interés de la seguridad nacional, de la seguridad pública o del orden público, o para proteger la
salud o la moral públicas o los derechos y libertades de los demás. El presente artículo no impedirá
la imposición de restricciones legales al ejercicio de tal derecho cuando se trate de miembros de
las fuerzas armadas y de la policía. 3. Ninguna disposición de este artí culo autoriza a los Estados
Partes en el Convenio de la Organización Internacional del Trabajo de 1948 relativo a la libertad
sindical y a la protección del derecho de sindicación a adoptar medidas legislativas que pueden
menoscabar las ganancias previstas en él ni a aplicar la ley de tal manera que pueda menoscabar
esas garantías";
"artículo 5° de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial
que estipula que "...los Estados Partes se comprometen a prohibir y eliminar la discriminación
racial en todas sus formas y a garantizar el derecho de toda persona a la igualdad ante la ley, sin
distinción de raza, color y origen nacional o étnico, particularmente en el goce de los derechos
siguientes:...e) los derechos económicos, sociales y culturales, en particular:... II) el derecho a
fundar sindicatos y sindicarse.
Finalmente, sobre la eficacia del rango constitucional que se le ha conferido a dichos
instrumentos internacionales me he referido anteriormente, al analizar los fallos de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en autos "Manauta, Juan José y otros c/ Embajada de la
Federación Rusa" del 22/12/94 y en "Giroldi, Horacio David y otro s/ recurso de casación" del
7/4/95, y he sostenido que en ellos se desarrollaron interesantes conceptos vinculados con la
operatividad de las cláusulas internacionales con jerarquía constitucional —los incorporados por el
art. 75, inc. 22 de la C.N.— que marcan líneas de aplicación que pueden extenderse a otros
reclamos y derechos, particularmente importantes en la materia laboral, ya que en presencia de
leyes nacionales, que restringen derechos de los trabajadores y limitan considerablemente los
derivados de la seguridad social, nos encontramos con normas internacionales de aplicación en el
derecho interno que reafirman el principio tutelar establecido en el artículo 14 bis de la Constitución
Nacional y las garantías que esa misma norma confiere; dicho fallos citan jurisprudencia de los
tribunales internacionales aplicables a la resolución de las causas, lo que —en mi opinión—
reafirma el principio de que la incorporación íntegra y plena de estos tratados a nuestro derecho
positivo incluye la apelación a los tribunales y organismos que los mismos crean, o que existen a

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los efectos de controlar la aplicación de esta normativa en los organismos internacionales, la


Organización de Estados Americanos o la Organización de las Naciones Unidas.
También he afirmado en dicha oportunidad que el universo protectorio que surge de los tratados
internacionales, a que se refiere el artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional, señala una
senda que el país debe transitar y que ya lo hubiera hecho si se hubiera cumplido en la legislación
el programa social del artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Asimismo, he sostenido que,
para la armonía del país y el respeto a la dignidad del hombre que trabaja, dichos fallos deben
constituir un hito que marque un vuelco en la interpretación de la legislación social. Y para el
legislador, una señal definitiva de que las leyes regresivas no pueden tener cabida en nuestro
derecho positivo, que aspira —aspiración confirmada por los constituyentes de 1994— a una
sociedad más justa y solidaria.

18.6.3. Los convenios de la Organización Internacional del Trabajo


Ya he señalado la gran importancia que ha tenido la creación y la labor de la Organización
Internacional del Trabajo (O.I.T.) en el desarrollo del Derecho del Trabajo y, especialmente, en el
proceso de reconocimiento y consolidación de las asociaciones sindicales.
No obstante dichas referencias, debemos también recordar que se trata de un organismo
especializado de las Naciones Unidas, con un neto corte tripartista, pues en la discusión y
adopción de decisiones intervienen, por cada país, dos representantes de los gobiernos, uno de los
empleadores y uno de los trabajadores; es así como está constituida la base de la representación
en la Conferencia Internacional del Trabajo y en el Consejo de Administración, desde el nacimiento
de la O.I.T.
Por lo demás, resulta útil memorar que la Organización Internacional del Trabajo está integrada
por los siguientes órganos:
a) La Oficina Internacional del Trabajo, que constituye la secretaría permanente de la O.I.T., a la
vez que su órgano administrativo, centro de investigación y documentación y centro de acción de
la organización. La Oficina se encuentra bajo el control del Consejo de Administración —que es
tripartito y que nombra al Director General de la Oficina—.
b) La Conferencia Internacional del Trabajo, que se puede asimilar al parlamento internacional del
trabajo. Le incumben varias tareas: preparar y adoptar normas internacionales del trabajo,
aprobar el programa de trabajo y presupuesto para la Oficina cada dos años, servir de foro para
el examen de importantes asuntos sociales y laborales y suministrar orientación de la política y
las actividades futuras de la Organización. Se reúne anualmente, casi siempre en junio. El
gobierno de cada país nombra a los dos delegados gubernamentales, así como también al
delegado de los empleadores y al de los trabajadores, pero para estas dos últimas
designaciones se requiere la consulta con las organizaciones de empleadores y trabajadores
más representativas, pudiéndose negar la Conferencia a admitir a un delegado si considera que
en su nombramiento no se ha cumplido el procedimiento adecuado.
c) El Consejo de Administración constituye el órgano ejecutivo de la O.I.T. y sus miembros son
elegidos cada tres años en la Conferencia. Se reúne tres veces al año. Establece el orden del
día de la Conferencia y de otras reuniones, toma nota de sus decisiones y estipula las medidas
pertinentes. Dirige además las actividades de la Oficina Internacional del Trabajo. En torno a él
giran todas las actividades de la O.I.T. Según la constitución vigente, de los veintiocho
representantes de los gobiernos, diez serán nombrados por los miembros de mayor importancia
industrial, es decir, por los principales países industrializados. Los dieciocho representantes
gubernamentales restantes son elegidos por el voto secreto de los otros delegados
gubernamentales a la Conferencia. Los catorce miembros trabajadores del Consejo son elegidos
mediante votación secreta por los delegados de los trabajadores a la Conferencia y, en igual
forma, se procede respecto de los catorce miembros empleadores. Es decir, cada grupo
constituye su propio colegio electoral.

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Por otra parte, en el ámbito de la O.I.T. funcionan otros órganos como las comisiones de
industria, la comisión de expertos en aplicación de convenios y recomendaciones, o la comisión de
investigación y conciliación en materia de libertad sindical, entre otros.
Toda la ardua e incansable labor que viene llevando a cabo la O.I.T. desde su creación, en
materia de promoción y salvaguarda de los derechos humanos, se exterioriza básicamente a través
de tres vías: a) definición de derechos (primordialmente en virtud de la adopción de convenios y
recomendaciones), b) medidas encaminadas a garantizar el pleno ejercicio de los derechos así
definidos (fiscalización internacional, procedimientos de reclamaciones y quejas), y c) ayuda para
la adopción de medidas prácticas (servicios de asesoramiento y cooperación técnica).
Cabe señalar también que una norma internacional del trabajo es un texto preparado por la O.I.T.
para uso de los Estados Miembros y de la comunidad internacional, en la que se definen pisos
mínimos internacionales. Dichas normas revisten el carácter de convenios y recomendaciones. Los
convenios si bien por su peculiar forma de celebración no pueden ser calificados estrictamente
como tratados internacionales, en cuanto al resto de sus caracteres y a sus efectos, sí pueden ser
asimilados a dicha categoría, además son propios del derecho laboral y han de ser ratificados por
los Estados Miembros, quienes al hacerlo se comprometen a aplicar lo estipulado en él. Mientras
que las recomendaciones no requieren ratificación, amplían los convenios o versan sobre asuntos
que no exigen un compromiso oficial; sirviendo de directrices para la política nacional en asuntos
concretos.
Otro punto crucial respecto a los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo reside
en su ubicación en la escala jerárquica de normas, en el orden interno y la posible exigibilidad de
los derechos allí contenidos.
Al respecto explica Von Potobsky que "... la jerarquía supralegal de los convenios ratificados de
la Organización Internacional del Trabajo, implícita en el fallo 'Ekmekdjián c/ Sofovich', quedó
confirmada con la reforma constitucional de 1994. Tales convenios ocupan ahora una posición
superior a las leyes, sean éstas anteriores o posteriores a la ratificación. En consecuencia, una
disposición legal contraria a una norma de la Organización Internacional del Trabajo puede ser
atacada por inconstitucional y quedar sin efecto. Cabrían entonces dos posibilidades: por un lado,
la suplantación de la norma nacional por la internacional, si ésta tuviera operatividad propia o
carácter autoejecutivo; por el otro, si careciera de este carácter, sólo la inaplicación de la norma
nacional.... en lo que concierne a su 'autoejecutividad', la nueva jurisprudencia (no sólo de la Corte)
ha ampliado sus alcances. En otros términos, existe una interpretación más extensiva del potencial
de operatividad propia de las normas internacionales. La jurisprudencia ha seguido así la doctrina
internacional en lo que concierne a las normas sobre derechos humanos. Ya no requiere el dictado
obligatorio de una legislación nacional de aplicación, conforme a un criterio altamente 'dualista',
sino que acepta con amplitud la aplicación de la norma internacional a través de los órganos
jurisdiccionales. Esta doctrina puede aplicarse también a la normativa de la Organización
Internacional del Trabajo, como lo demuestra la experiencia internacional. Existe, efectivamente, un
número importante de normas en los convenios que tienen suficiente operatividad propia como
para poder prescindir de una transposición legislativa.... el mayor desarrollo del concepto de
responsabilidad internacional de los Estados por incumplimiento de los tratados, puede tener
consecuencias importantes en relación con los convenios de la Organización Internacional del
Trabajo. Si la falta de transposición de una norma internacional del trabajo al orden interno origina
perjuicios a los individuos, éstos tendrían una acción de reparación contra el Estado, como ya lo ha
decidido la justicia comunitaria europea con respecto a las directivas. El derecho internacional y la
doctrina avanzan en ese sentido. En todos estos aspectos la opinión de los jueces será decisiva.
Es a ellos que compete decidir en cada caso específico sobre la aplicación directa de un convenio
o determinadas normas, la eventual inconstitucionalidad de una norma nacional, el incumplimiento
por el Estado de sus obligaciones y la reparación de los perjuicios que le incumbe. También será
importante a este respecto la receptividad por parte de los jueces de la opinión expresada por los
órganos de control de la Organización Internacional del Trabajo sobre la aplicación de los
convenios en los respectivos países. Puede sostenerse que surge, así una nueva dimensión para
los convenios de la Organización Internacional del Trabajo con respecto a su aplicación en el orden
interno de la Argentina. Una dimensión que les dará mayor eficacia tanto frente al Estado como
entre las partes en la relación laboral. Ciertas facetas de esta dimensión, es decir, la supra-
legalidad y la aplicación directa de las normas internacionales del trabajo, ya tienen su aplicación

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en diversos sistemas nacionales. En cambio, las consecuencias en el orden interno de la


responsabilidad internacional del Estado, en relación con dichos convenios, constituye una
dimensión nueva de un carácter mucho más general...".
La propia Organización Internacional del Trabajo, a través de una de las publicaciones realizadas
por la Oficina Internacional del Trabajo, en su obra "Los sindicatos y la O.I.T.'', frente al interrogante
respecto a si se puede hacer cumplir un convenio de la O.I.T., expresa que "... en el plano
internacional los medios que existen para ello difieren de los previstos en los ordenamientos
jurídicos nacionales, en los cuales los tribunales pueden hacer cumplir las obligaciones contraídas.
Sin embargo, la ratificación de un convenio crea una obligación de derecho internacional, y la O.I.T.
ha establecido diversos procedimientos para asegurar que los Estados respeten las obligaciones
que asumen al ratificarlo. En particular, todo el procedimiento de sumisión de memorias periódicas
sobre los convenios ratificados y su examen por la Comisión de Expertos y por la Comisión de
Aplicación de Convenios y Recomendaciones de la Conferencia General, junto con los
procedimientos especiales de presentación de reclamaciones y de quejas,... que pueden conducir,
en última instancia, a actuaciones ante la Corte Internacional de Justicia, tienen por objeto
asegurar la observancia de los convenios. Ahora bien, la fuerza de los convenios no reside
exclusivamente en su carácter obligatorio, sino también en su influencia general sobre la política
social, pues ejercen una suerte de presión moral. Un Estado Miembro puede no ratificar ningún
convenio, si tal es su deseo, y entonces no queda sujeto a los procedimientos para controlar su
aplicación. Pero un gobierno que ratifica un convenio deja con ello expedito el camino para el
control destinado a garantizar que las obligaciones así asumidas sean respetadas, y si las
organizaciones de trabajadores no están satisfechas con la aplicación que se da al instrumento,
pueden hacer presión de diversas maneras...".
Sentadas todas las premisas anteriores, corresponde que nos aboquemos ahora al análisis de
las disposiciones de la Organización Internacional del Trabajo vinculadas estrictamente con la
materia colectiva.
Así, debo señalar en primer término, el Preámbulo de la Constitución de la O.I.T. de 1919, en el
que se expresa que "Considerando que la paz universal y permanente sólo puede basarse en la
justicia social; considerando que existen condiciones de trabajo que entrañan tal grado de
injusticia, miseria y privaciones para un gran número de seres humanos, que el descontento
causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales; y considerando que es
urgente mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente a reglamentación de las horas
de trabajo, fijación de la duración máxima de la jornada y de la semana de trabajo, contratación de
la mano de obra, lucha contra el desempleo, garantía de un salario vital adecuado, protección del
trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del trabajo,
protección de los niños, de los adolescentes y de las mujeres, pensiones de vejez y de invalidez,
protección de los intereses de los trabajadores ocupados en el extranjero, reconocimiento del
principio de salario igual por un trabajo de igual valor y del principio de libertad sindical,
organización de la enseñanza profesional y técnica y otras medidas análogas; considerando que si
cualquier nación no adoptare un régimen de trabajo realmente humano, esta omisión constituirá un
obstáculo a los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte de los trabajadores en
sus propios países...".
En tanto que la Declaración de Filadelfia establece que "La Conferencia General de la
Organización Internacional del Trabajo, congregada en Filadelfia, en su vigésima sexta reunión,
adopta, el día diez de mayo de 1944, la presente Declaración de los fines y objetivos de la propia
Organización Internacional del Trabajo y de los principios que debieran inspirar la política de sus
Miembros. I. La Conferencia reafirma los principios fundamentales sobre los cuales está basada la
Organización y, en especial, los siguientes:...b) la libertad de expresión y de asociación es esencial
para el progreso constante;...III. La Conferencia reconoce la obligación solemne de la Organización
Internacional del Trabajo de fomentar, entre todas las naciones del mundo, programas que
permitan:...e) lograr el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, la
cooperación de empleadores y trabajadores para mejorar continuamente la eficiencia en la
producción, y la colaboración de trabajadores y empleadores en la preparación y aplicación de
medidas sociales y económicas;...".
Por lo demás, existe una serie de convenios y recomendaciones de la Organización
Internacional del Trabajo —no todos ratificados por nuestro país— vinculados estrictamente con la

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materia de libertad sindical y negociación colectiva, entre los que se pueden mencionar: Convenio
sobre el derecho de asociación (agricultura), 1921 (núm. 11); Convenio sobre el derecho de
asociación (territorios metropolitanos), 1947 (núm. 84); Convenio sobre la libertad sindical y la
protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87); Convenio sobre el derecho de sindicación y
de negociación colectiva, 1949 (núm. 98); Convenio sobre los representantes de los trabajadores,
1971 (núm. 135); Recomendación sobre los representantes de los trabajadores, 1971 (núm. 143);
Convenio sobre las organizaciones de trabajadores rurales, 1975 (núm. 141); Recomendación
sobre las organizaciones de trabajadores rurales, 1975 (núm. 149); Convenio sobre las relaciones
de trabajo en la administración pública, 1978 (núm. 159); Convenio sobre el fomento de la
negociación colectiva, 1981 (núm. 154).
También se debe señalar que en otros convenios y recomendaciones de la Organización
Internacional del Trabajo se pueden encontrar disposiciones vinculadas con los derechos sindicales
y las relaciones laborales, por ejemplo: Convenio sobre los trabajadores migrantes, 1939 (núm.
66); Recomendación sobre la protección de los trabajadores migrantes (países insuficientemente
desarrollados), 1955 (núm. 100); Convenio sobre los trabajadores migrantes (revisado), 1949 (núm.
97); Recomendación sobre los trabajadores migrantes, 1975 (núm. 151); Recomendación sobre la
política social en los territorios dependientes, 1944 (núm. 70); Convenio sobre política social
(territorios no metropolitanos), 1947 (núm. 82); Convenio sobre política social (normas y objetivos
básicos), 1962 (núm. 117); Convenio sobre poblaciones indígenas y tribales, 1957 (núm. 107);
Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169); Convenio sobre plantaciones, 1958
(núm. 110); Convenio sobre el personal de enfermería, 1977 (núm. 149), entre otros.
Además, existen otros Convenios y Recomendaciones sobre relaciones profesionales y consulta
con las organizaciones de trabajadores y de empleadores, tal el caso de la Recomendación sobre
los contratos colectivos, 1951 (núm. 91); la Recomendación sobre la conciliación y el arbitraje
voluntarios, 1951 (núm. 92), la Recomendación sobre la colaboración en el ámbito de la empresa,
1952 (núm. 94).
Por su parte la Conferencia Internacional del Trabajo ha dictado la Resolución sobre la
independencia del movimiento sindical y la Resolución sobre los derechos sindicales y su relación
con las libertades civiles.
Párrafo aparte merecen los específicos procedimientos destinados a la protección de los
derechos sindicales, particularmente los que se tramitan ante la Comisión de Investigación y de
Conciliación en materia de Libertad Sindical y el Comité de Libertad Sindical, las reclamaciones
presentadas en virtud de los artículos 24 y 25 de la Constitución de la O.I.T., las quejas
presentadas en virtud del artículo 26 de la Constitución de la O.I.T., los estudios de la Comisión de
Expertos en aplicación de convenios y recomendaciones, entre otros.
En definitiva, existe un cúmulo de disposiciones emanadas de la O.I.T. (convenios y
recomendaciones) vinculadas con la materia colectiva, muchas de ellas suscriptas por nuestro
país, así como diversos procedimientos a través de los cuales dicho organismo controla el
cumplimiento por los Estados Miembros de las obligaciones asumidas en el seno de dicha
organización. Al estudio particular de ellas nos abocaremos en ocasión de tratar cada uno de los
temas específicos.

18.6.4. La legislación nacional


En el derecho colectivo del trabajo es posible verificar numerosas leyes que regulan el contenido
de la materia y que, específicamente, vienen a reglamentar las previsiones constitucionales a las
que anteriormente hemos aludido.
Así la ley 23.551, que fue sancionada el 23/3/88, promulgada el 14/4/88 y publicada en el B.O. el
22/4/88, se refiere al sistema de "Asociaciones Sindicales", regulando pormenorizadamente
diversas cuestiones atinentes a la constitución, organización y funcionamiento de las asociaciones
sindicales, los postulados fundamentales del régimen, así como la afiliación o desafiliación de los
trabajadores a tales entidades, la elección y remoción de sus autoridades, la integración del

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patrimonio sindical, la representación sindical en la empresa, la tutela de los representantes


gremiales y las facultades de contralor conferidas a las autoridades.
En cuanto al régimen de convenciones colectivas de trabajo y su valor como fuente de derechos
respecto al contrato individual de trabajo, rige la ley 14.250 (20/10/53) con sus modificaciones,
entre ellas las de la ley 25.887. En materia de procedimiento de negociación colectiva debemos
señalar la ley 23.546, publicada en el B.O. el 15/1/88.
Además, en el ámbito del empleo público, que si bien no se encuentra excluido de la aplicación
personal de la ley 23.551, la negociación colectiva en tal sector se encuentra regulada por la vía de
la ley 24.185, y se han celebrado hasta la actualidad al menos dos convenios colectivos.
También la ley 24.013 sancionada el 13/11/91, promulgada parcialmente el 5/12/91 y publicada
en el B.O. el 17/12/91, contiene algunas disposiciones vinculadas con la negociación colectiva.
Por su parte, la ley 14.786, sancionada el 22/12/58, promulgada el 2/1/59 y publicada en el B.O.
el 9/1/59, regula el procedimiento de conciliación obligatoria y arbitraje voluntario en los conflictos
colectivos del trabajo.
Mientras que la ley 16.936, publicada en el B.O. el 31/8/66, modificada por la vía de la ley 20.638
(B.O. 25/1/74) y derogada por la ley 25.250, estableció un procedimiento de arbitraje obligatorio en
el marco de los conflictos colectivos del trabajo.

18.6.5. Otras fuentes


En el ámbito del derecho colectivo del trabajo también adquieren suma importancia fuentes de
distinta naturaleza a las señaladas precedentemente.
Tal el caso del valor que ha adquirido la jurisprudencia de los tribunales del trabajo en materia de
ejercicio del derecho de huelga, materia que tradicionalmente ha sido regulada a través de
creaciones pretorianas, que han señalado el rumbo en su ejercicio.
Además, resulta innegable la importancia de los pronunciamientos judiciales en orden a controlar
la constitucionalidad de las normas vinculadas con el derecho colectivo del trabajo y establecer los
límites del poder administrativo en cuestiones relacionadas con el ejercicio de derechos
fundamentales, como son los propios de la libertad sindical.
Por lo demás, también debemos referirnos al valor como fuente de derecho de los laudos
arbitrales, tanto voluntarios (dictados en el marco del procedimiento previsto por la ley 14.786), que
resuelven conflictos colectivos de trabajo, con iguales efectos que un convenio colectivo de trabajo.
Asimismo, las decisiones administrativas alcanzan relevante importancia, en una materia como
la colectiva, en la que la intervención de la autoridad de aplicación es sumamente acentuada en
determinadas cuestiones, sin perjuicio de señalar que para todas ellas está previsto un
procedimiento de revisión judicial.
Sobre todas estas normas, volveré en ocasión de analizar cada una de las instituciones
fundamentales del derecho colectivo del trabajo.

18.7. GUIA DE ANALISIS


A fin de fijar los conceptos y contenidos que se han desarrollado en este Capítulo, les propongo
que contesten las siguientes preguntas, valiéndose para ello tanto de esta obra como de la
bibliografía citada precedentemente, así como de cualquier otro material al que les sea posible
acceder.
1) Describa la consideración que ha merecido el trabajo humano en la antigüedad, en la Edad
Media, en la Edad Moderna, durante el proceso de codificación y tras la Segunda Guerra
Mundial.
2) Reseñe brevemente las distintas etapas históricas que pueden verificarse en el proceso de
consolidación del derecho colectivo del trabajo.

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3) Describa cómo ha sido el proceso de constitución, desarrollo y consolidación de las


asociaciones profesionales.
4) ¿Qué influencia han tenido el espíritu gregario y el concepto de solidaridad en la evolución del
sindicalismo?
5) ¿Cuál fue el objetivo perseguido por el Edicto Turgot, por la Ley Chapellier y por la primera y la
segunda "Combination Act"?
6) ¿Qué influencia han tenido la Revolución Francesa, el proceso de acumulación de capitales y la
Revolución Industrial en el desarrollo del Derecho del Trabajo y en la evolución del sindicalismo?
7) ¿De qué herramientas se valieron las asociaciones sindicales de trabajadores para perseguir
sus objetivos?
8) Describa brevemente el proceso de evolución histórica del derecho sindical argentino. ¿Cuáles
han sido los sucesos más significativos de dicho proceso?
9) Indique cuál es la consideración que ha merecido el derecho a constituir asociaciones sindicales,
a ejercer actividad sindical y el sentido de la misma, desde la perspectiva de la Doctrina Social
de la Iglesia.
10) Explique sintéticamente cómo se ha receptado constitucionalmente el derecho de asociación
en sentido genérico y el derecho de asociarse sindicalmente; así como los otros derechos
vinculados con el contenido concreto de la acción sindical.
11) Reseñe cuál ha sido el reconocimiento que los derechos vinculados con la libertad sindical, la
asociación sindical y la acción sindical han merecido en el plano del Derecho internacional, tanto
en los Tratados Internacionales como en los Convenios de la O.I.T.
12) Defina qué entiende por derecho colectivo del trabajo.
13) ¿Cuál es el contenido del derecho colectivo del trabajo?
14) ¿Quiénes son los sujetos típicos de las relaciones colectivas del trabajo y qué tipo de
relaciones se entablan entre ellos?
15) ¿En qué consiste el carácter instrumental del derecho sindical respecto al derecho individual
del trabajo?
16) ¿Cuáles son las fuentes del derecho colectivo del trabajo? Enúncielas y refiera brevemente la
materia que regulan y la fecha en que se incorporaron tales disposiciones a nuestro sistema.

BIBLIOGRAFIA
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caracteres", publicado en Derecho Colectivo Laboral, DE LA CUEVA, DE FERRARI, RUSSOMANO,
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CAPITULO XIX
LAS ASOCIACIONES SINDICALES COMO SUJETOS DEL DERECHO
COLECTIVO DEL TRABAJO
19.1. Las asociaciones sindicales de trabajadores. -
19.1.1. Etimología y definición. - 19.1.2. La libertad
sindical. - 19.1.3. Derechos sindicales de los
trabajadores en la ley 23.551. - 19.2. Derecho de las
asociaciones sindicales en la ley 23.551. - 19.3.
Principio de no discriminación. - 19.4. Democracia
sindical. - 19.5. Acción sindical. - 19.6. Autonomía
sindical. - 19.6.1. Concepto, principio general. - 19.6.2.
Independencia del sindicato frente a los empleadores.
- 19.6.3. Sindicatos amarillos. - 19.7. Estructura
sindical. Tipos de organización. - 19.8. Unidad y
pluralidad sindical. El otorgamiento de la personería
gremial al sindicato más representativo. - 19.8.1. El
interés colectivo . - 19.8.2. La estructura sindical y el
principio de concentración en la Argentina. - 19.8.3.
Clases de sindicatos. - 19.8.4. Organización piramidal.
- 19.9. Libertad y concentración sindical en la ley
23.551. - 19.10. Acción gremial y organización
sindical. - 19.11. La empresa y el sindicato. - 19.12.
Ambito de aplicación personal de la ley. - 19.13. Guía
de análisis. Bibliografía.

19.1. LAS ASOCIACIONES SINDICALES DE TRABAJADORES

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19.1.1. Etimología y definición


Sindicato deriva de la voz síndico y de su equivalente latina "syndicus", y en
el griego de "syindicos", vocablo compuesto que significa "con justicia". Se
designaba con tal palabra a quienes representaban los intereses de un grupo
de individuos (el síndico en el concurso de acreedores, el procurador que
defendía los derechos de una corporación). Con el tiempo las propias
agrupaciones de trabajadores, hasta entonces presentadas como simples
coaliciones, adoptaron por derivación la palabra sindicato. En Francia el
"syndicat", del cual es traducción adaptada sindicato.
Esta expresión tuvo una amplia aceptación, y en nuestro país Sebastián
Marotta, ya entrado este siglo, pero con referencia al desarrollo de estas
instituciones desde su génesis, titula su obra como "Movimiento Sindical
Argentino". Hiroschi Matsushita y Julio Godio se refieren al "Movimiento Obrero
Argentino", lo que no implica tomar posición en este punto. Y parece obvió
además que el movimiento obrero, bajo distintas formas, crea al sindicato
como institución encargada de la defensa de sus derechos e intereses. De tal
modo se conjuga la etimología, aun en su expresión inicial, con la acepción
que actualmente le damos al sindicato, configurado como organización, pese a
que históricamente se prefirió, en un período inicial, la voz "gremio" como
organización de los trabajadores unidos en los fines de la vida individual y
social.
Nuestra ley 23.551, que rige desde 1988, se denomina de "Asociaciones
Sindicales", si bien leyes anteriores, como la 22.105 de la época del Proceso
Militar, se llamó de Asociaciones Gremiales. La ley 20.615 del año 1973 se
denominó de Asociaciones Profesionales, como su antecesora, la ley 14.455.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo, en todo momento se
refirió a la libertad sindical y a las organizaciones sindicales.
En definitiva, el término sindicatos expresa, tanto en la ley como en el mundo
de las relaciones laborales, en el sentido usual a una asociación permanente
de trabajadores de un mismo oficio o profesión o de una misma actividad, o de
una misma empresa, que pretenden lograr, a través de su accionar, las
mejoras de sus intereses profesionales y de sus condiciones de vida (arts.
2° y 3°, ley 23.551). Un concepto más amplio, que es histórico y que está
consagrado en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948,
afirma que "toda persona tiene el derecho de fundar con otros sindicatos y de
afiliarse a los sindicatos para la defensa de sus intereses", por lo que puede
considerarse bajo este concepto que la base personal puede ser mucho más
amplia, abriéndose no sólo a los trabajadores ocupados por cuenta ajena, sino
a los trabajadores autónomos, a los empresarios, amas de casa y aun a los
desocupados. Esta última tesis ha sido rechazada por la legislación nacional,
aunque la Constitución de la Provincia de San Juan, que rige desde 1986, en

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su artículo 66 promueve la afiliación de los trabajadores autónomos para la


defensa de sus derechos.
En conclusión, la forma actual de la sindicación o de la agrupación de
personas desborda el límite de la actividad profesional y persigue mejorar las
condiciones de sus miembros y de sus familias a través de una gestión política
sobre la sociedad total.
La O.I.T. en su relación del 26 de junio de 1952 ha consignado que la misión
fundamental del sindicato "es el progreso económico y social de los
trabajadores" y acorde con su función actual, también les corresponde
"desempeñar un papel importante en los esfuerzos hechos en cada país para
favorecer el desarrollo económico y social y el progreso del conjunto de la
colectividad".
Nuestra ley de asociaciones sindicales 23.551 en su artículo 29 dice que "las
asociaciones que tengan por objeto la defensa de los intereses de los
trabajadores se regirán por esta ley". Y en su artículo 3° define al interés de los
trabajadores como "todo cuanto se relacione con sus condiciones de vida y de
trabajo", agregando que "la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos
que dificulten la realización plena del trabajador".

19.1.2. La libertad sindical

19.1.2.1. Concepto
Para Justo López ("Derecho Colectivo del Trabajo", ed. La Ley 1998, pág. 81)
la libertad sindical es el conjunto de poderes individuales y colectivos, que
aseguran la independencia de sus respectivos titulares en orden a la
fundación, organización, administración, gobierno y actividad externa (actividad
sindical) de las asociaciones profesionales de trabajadores. La ley 23.551 en
su artículo 1º dice que "la libertad sindical será garantizada por todas las
normas que se refieren a la organización y acción de las asociaciones
sindicales".

19.1.2.2. Libertad sindical individual: afiliación y desafliación


La libertad individual se expresa en una de sus manifestaciones como la
facultad de los trabajadores de constituir las asociaciones que estimen

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convenientes, así como la de afiliarse a ellas sin ninguna discriminación y sin


autorización previa.
Al sindicato lo organizan los propios trabajadores y su organización debe ser
reconocida por la simple inscripción en un registro especial. La única limitación
legal a la autonomía del encuadramiento resulta de los tipos que la ley nacional
tradicionalmente admite para esta clase de organizaciones (organización por
actividad o en actividades afines; los que agrupen a trabajadores del mismo
oficio, profesión o categoría y los que formen parte de una empresa).
Este aspecto de la libertad sindical comprende una faz activa (positiva) y otra
negativa. En el aspecto activo abarca el derecho de agremiarse formando una
asociación profesional o adhiriendo a una existente. La libertad de afiliación
significa que no puede negarse u obstaculizarse la misma siempre que el
aspirante reúna las condiciones legales y estatutarias, excluyéndose toda
forma de discriminación. El lado negativo de la libertad sindical individual
consiste en la facultad del individuo de decidir no participar en ninguna
asociación profesional o abandonar la que integraba.
Es natural que al derecho de integrar la asociación corresponda el derecho
de permanecer en ella, pues de otro modo el propio derecho de afiliación
quedaría privado de virtualidad, y podría ser transgredido con impunidad. Pero
la afirmación de la libertad sindical en estos aspectos no impide la vigencia de
un derecho disciplinario asociacional con debido control judicial.
Como institución de seguridad nuestras leyes de asociaciones profesionales
han calificado como prácticas desleales de los empleadores "obstruir o
dificultar la afiliación de su personal a una asociación profesional..." [arts. 42,
inc. c), ley 14.455; 60, inc. c), ley 20.615; 55, inc. c), ley 22.105; 53, inc. c), de
esta ley].

19.1.2.3. Los Convenios 87 y 98 de la O.I.T., la libertad sindical y las


cláusulas sindicales
El Convenio 87 de la O.I.T., del año 1948, establece una serie de principios
destinados a garantizar a los trabajadores el libre derecho de sindicación frente
a las autoridades públicas. Contiene cuatro garantías: 1) derecho de los
trabajadores de constituir, sin autorización previa, las organizaciones que
estimen convenientes, y derecho de afiliarse a las existentes; 2) derecho de las
organizaciones a redactar sus estatutos y reglamentos administrativos, de
elegir libremente a sus representantes, de organizar su administración y
actividades y de formular su programa de acción; 3) protección de
las organizaciones contra su disolución o suspensión por vía administrativa;
4) derecho a constituir federaciones y confederaciones y de afiliarse a
organizaciones internacionales. Estos mismos derechos rigen para los
empleadores pero carecen de implementación legislativa.

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El Convenio 98 de la O.I.T., del año 1949, trata dos aspectos esenciales de


los derechos sindicales: 1) garantiza el derecho de los trabajadores de
sindicarse, frente a los empleadores, tanto en el momento de la contratación
como durante la relación; protege al trabajador contra actos de discriminación
antisindical, consagrando la ilegitimidad de las prácticas desleales y marcando
la autonomía entre el sindicato y los empleadores o asociaciones de
empleadores; 2) fomenta, asimismo, la negociación colectiva voluntaria.

19.1.2.4. La afiliación obligatoria y las cláusulas sindicales


Se ha considerado aceptable doctrinariamente la afiliación obligatoria e
incluso compatible con el Convenio 87 de la O.I.T. Las razones que se han
dado podrían justificar en el plano normativo la adopción de dicha tesis, pues
es claro que los beneficios de la actividad gremial son recibidos por igual por
afiliados y no afiliados, y en otras actividades se prevé la colegiación obligatoria
o la inserción en determinados sistemas por razones superiores de solidaridad,
pero considero que una práctica de tal naturaleza sería contraria al principio de
libertad y no respondería a las prácticas nacionales. La tesis expuesta ha sido
sostenida por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Outon,
Carlos J. y otros", en el que dejó establecido que la libertad de afiliación
importa el derecho de afiliarse al sindicato que se prefiera o de no afiliarse a
ninguno sin que pueda admitirse que tiene validez constitucional un
ordenamiento según el cual el derecho de trabajar quede supeditado a una
afiliación gremial necesaria y a la permanencia en determinado sindicato
mientras dure la ocupación. La agremiación coactiva en esa tesis no puede
disculparse en supuestas razones de interés sindical y bien común.
A nuestras prácticas nacionales son igualmente ajenas las restricciones a la
ocupación vinculadas con la pertenencia a un sindicato, las llamadas cláusulas
sindicales, a saber: 1) "taller cerrado" ("closed shop") por la cual se prohíbe a
los empleadores tomar trabajadores que no pertenezcan al sindicato que
suscribió la convención colectiva (México y Japón la aceptan); 2) "taller
sindical" ("union shop") por la cual los trabajadores no afiliados deben
obligatoriamente afiliarse o pierden el empleo; 3) permanencia en la afiliación
("maintenance of member/ship"): en su virtud el empleador se comprometa a
despedir a quienes durante la vigencia de la convención colectiva se desafilien
del sindicato que la pactó; 4) contratación por bolsas de trabajo o servicios de
empleo del sindicato ("hiring hall"); 5) beneficios preferenciales a los
trabajadores afiliados y al sindicato que ha celebrado el convenio a cargo de
los trabajadores no afiliados que se benefician con la convención colectiva.
Esta cláusula tiene vigencia en nuestro país: recordamos que la ley 14.250, en
su artículo 8°, prevé que la convención colectiva homologada "podrá contener
cláusulas que acuerden beneficios especiales en función de la afiliación a la

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asociación profesional que la suscribió" (cláusulas de preferencia o


"preferential shop").

19.1.3. Derechos sindicales de los trabajadores en la ley 23.551

19.1.3.1. Enumeración legal


La ley 23.551 establece que los trabajadores tienen los siguientes derechos
sindicales:
a) constituir libremente y sin necesidad de autorización previa,
asociaciones sindicales;
b) afiliarse a las ya constituidas, no afiliarse o desafiliarse;
c) la solicitud de afiliación de un trabajador a una asociación sindical
sólo podrá ser rechazada por los siguientes motivos:
a) incumplimiento de los requisitos de forma exigidos por los
estatutos;
b) no desempeñarse en la actividad, profesión, oficio, categoría o
empresa que representa el sindicato;
c) haber sido objeto de expulsión por un sindicato sin que haya
transcurrido un (1) año desde la fecha de tal medida;
d) hallarse procesado o haber sido condenado judicialmente por la
comisión de un delito en perjuicio de una asociación sindical de
trabajadores si no hubiese transcurrido un lapso igual al plazo de
prescripción de la pena contado desde que la sanción hubiera
terminado de cumplirse.
La solicitud de afiliación deberá ser resuelta por el órgano directivo de la
asociación sindical dentro de los treinta (30) días de su presentación;
transcurrido dicho plazo sin que hubiere decisión al respecto se considerará
aceptada. La aceptación podrá ser revisada cuando, después de dispuesta
expresamente u operada por el transcurso del tiempo, llegare a conocimiento
de las autoridades de la asociación alguno de los hechos contemplados en los
incisos b), c) o d).
Si el órgano directivo resolviera el rechazo de la solicitud de afiliación, deberá
elevar todos los antecedentes, con los fundamentos de su decisión a la primera
asamblea o congreso, para ser considerado por dicho cuerpo deliberativo.
Si la decisión resultare confirmada, se podrá accionar ante la justicia laboral
para obtener su revocación.
Para desafiliarse, el trabajador deberá presentar su renuncia a la asociación
sindical por escrito. El órgano directivo podrá dentro de los treinta (30) días de

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la fecha de recibida, rechazarla, si existiere un motivo legítimo para expulsar al


afiliado renunciante (art. 42, ley 23.551).
No resolviéndose sobre la renuncia en el término aludido o resolviéndose su
rechazo en violación de lo dispuesto en el párrafo precedente, se considerará
automáticamente aceptada, y el trabajador podrá comunicar esta circunstancia
al empleador a fin de que no se le practiquen retenciones de sus haberes en
beneficio de la asociación sindical.
En caso de negativa o reticencia del empleador, el interesado podrá
denunciar tal actitud al Ministerio de Trabajo.

19.1.3.2. Derechos de reunión y desarrollo de actividades sindicales, de


petición y de libre elección
Son fundamentales para la efectiva vigencia de la democracia sindical los
derechos de cada trabajador de reunirse con otros y de desarrollar actividades
sindicales, por ejemplo, promover una lista opositora; también el de peticionar
ante las autoridades y los empleadores, y en definitiva, el de participar en la
vida interna de las asociaciones sindicales, elegir libremente a sus
representantes, ser elegidos y postular candidatos.
Para ejercer el derecho de elegir a sus representantes a través del voto, el
trabajador deberá haberse desempeñado en la actividad, oficio, profesión,
categoría o empresa durante los seis (6) meses inmediatos anteriores a la
fecha de la elección, salvo los supuestos del artículo 6° de esta reglamentación
(art. 3°).
El derecho de reunión y desarrollo de actividades sindicales, debe ser
relacionado con las obligaciones que impone al empleador el artículo 44 de la
misma ley (facilitar un lugar para los delegados de personal, concederles
créditos horarios).
El artículo 47 de la ley sindical protege a los trabajadores en el ejercicio de su
libertad sindical, cuyos aspectos positivos y negativos están garantizados por
este artículo. Por eso adelanto mi opinión en el sentido de que también asiste
derecho a los activistas gremiales —aquellos que desarrollan actividad sindical
interna pero no llegan a ser candidatos oficializados ni delegados o dirigentes
— a la protección de la acción de amparo sindical que consagra dicho artículo,
con la consiguiente obligación del empleador, por ejemplo, que lo despidió por
esa razón, de reincorporarlo. Le asistirían además todos los derechos que
protegen a las personas contra los actos discriminatorios que resultan del
ejercicio de derechos constitucionalmente garantizados, como esta protección
vinculada con la necesaria vigencia de la libertad y autonomía sindicales
(remito a lo dicho acerca de la discriminación, de la C.N., de la ley 23.592 y de
los tratados constitucionales).

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19.1.3.3. Derecho de peticionar


El derecho sindical de los trabajadores de peticionar ante las autoridades y
ante los empleadores parece contrastar con el derecho restringido que se
reconoce a los delegados de personal, a las comisiones internas y organismos
similares, de presentar ante los empleadores o sus representantes las
reclamaciones de los trabajadores en cuyo nombre actúen, previa autorización
de la asociación sindical respectiva (art. 43, inc. c), aunque esta última facultad
supone la existencia de una controversia (ver: Reglamento, art. 27) y precede a
un conflicto.

19.1.3.4. Derecho de participación en la vida interna


Este derecho supone el de reunirse, ejercer actividades sindicales, peticionar
a las autoridades, postularse como candidato o promover la postulación de
otros. Y reitero lo dicho más arriba, en el sentido de que, en mi opinión, los
trabajadores activistas sindicales gozan también de una protección por
aplicación del artículo 47 de la ley 23.551 y de las disposiciones de la ley
23.592 sobre discriminación.

19.2. DERECHO DE LAS ASOCIACIONES

SINDICALES EN LA LEY 23.551


Según el artículo 5° de la L.S. las asociaciones sindicales tienen los
siguientes derechos:
a) determinar su nombre, no pudiendo utilizar los ya adoptados ni
aquellos que pudieran inducir a error o confusión;
b) determinar su objeto, ámbito de representación personal y de
actuación territorial;
c) adoptar el tipo de organización que estimen apropiado, aprobar sus
estatutos y constituir asociaciones de grado superior, afiliarse a las
ya constituidas o desafiliarse;
d) formular su programa de acción, y realizar todas las actividades
lícitas en defensa del interés de los trabajadores. En especial,

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ejercer el derecho a negociar colectivamente, el de participar, el de


huelga y el de adoptar demás medidas legítimas de acción sindical.
Lalibertad sindical colectiva que se garantiza en este artículo, comprende
distintos aspectos relativos a la constitución de los sindicatos, a sus facultades
federativas y a la de formular su proyecto de acción sindical (ver: art. 3°).
Los principios de constitución del sindicato son los siguientes: 1) pureza: sólo
se admiten sindicatos de trabajadores (ver: art. 2°; 2) autonomía (ver: arts. 6° y
9°); 3) no discriminación (ver: art. 7°).
La estructura sindical a que se refiere el inciso c) debe ser de las
contempladas en los artículos 10 y 11 de la ley. Todo lo relativo al nombre,
objeto y ámbito de actuación, debe estar fijado en los estatutos. Cuando se
trate de una asociación con personería gremial, la autoridad administrativa del
trabajo o judicial deberá precisar el ámbito de presentación personal y territorial
que no excederán de los establecidos en los estatutos, pero podrán ser
reducidos si existiere superposición con otra asociación sindical. El programa
de acción a que se refiere el inciso d) debe ser vinculado al artículo 3 °. El
estatuto debe reglar el derecho de huelga y demás medidas legítimas de
acción sindical.

19.3. PRINCIPIO DE NO DISCRIMINACION


Las asociaciones sindicales no podrán establecer diferencias por razones
ideológicas, políticas, sociales, de credo, nacionalidad, raza o sexo, debiendo
abstenerse de dar un trato discriminatorio a los afiliados de acuerdo a un
principio más general que arranca de los artículos 14, 14 bis y 75, inciso 22 de
la Constitución Nacional. La vigencia efectiva de este principio está
íntimamente ligada con la democracia sindical.
Lo dispuesto regirá también respecto de la relación entre una asociación de
grado superior y otra de grado inferior (art. 7°, ley 23.551).

19.4. DEMOCRACIA SINDICAL


Las asociaciones sindicales garantizarán la efectiva democracia interna.
Sus estatutos deberán garantizar:
a) una fluida comunicación entre los órganos internos de la asociación
y sus afiliados;
b) que los delegados a los órganos deliberativos obren con mandato
de sus representados y les informen luego de su gestión;

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c) la efectiva participación de los afiliados en la vida de la asociación,


garantizando la elección directa de los cuerpos directivos en los
sindicatos locales y seccionales;
d) la representación de las minorías en los cuerpos deliberativos (art.
8°, L. Sindical).
El derecho de formar (fundar) sindicatos comprende el de formular los
estatutos correspondientes, determinando su ámbito de actuación (territorial
y profesional), órganos de representación, gobierno y administración, recursos
económicos, sistemas de incorporación de afiliados y regulación de su
funcionamiento de acuerdo con principios democráticos de participación.
Según el artículo 14 bis de la Constitución Nacional las leyes deben asegurar
al trabajador el derecho a la "organización sindical libre y democrática", lo que
supone un mandato dado al legislador para que garantice la participación de
los afiliados en el gobierno y administración de la asociación profesional.
La democracia sindical significa la legitimidad de la representación de los
dirigentes sindicales, el control de su gestión y la responsabilidad frente a los
afiliados y la publicidad de los actos que integran la acción sindical.
La democracia sindical debe ser interpretada a la luz de los fines de la
organización gremial. Insisto en afirmar que la llave que asegura el ejercicio de
la democracia dentro del sindicato es la participación y el consecuente control
de los afiliados sobre su organización. Esto se vincula con la relación entre
dirigentes y bases, con el régimen electoral y con los mecanismos de control
que se articulen. Constituye una cuestión diferente lo relativo a la denominada
circulación de las "elites" sindicales manifestada por la posibilidad de
reelección y la consecuente permanencia del dirigente en su cargo
representativo, que no se relaciona ni con la democracia ni con la estructura
sindical que se adopte.
Pueden señalarse como notas que exige la democracia interna de la
organización las siguientes:
1) La no discriminación en las afiliaciones ni respecto de los derechos
que pueden ejercer los afiliados. El principio de no discriminación
entre los afiliados ha sido sentado con amplitud por la legislación
nacional y prohibiendo establecer diferencias en razón de
ideologías políticas o credos religiosos, nacionalidad, raza o sexo
(art. 6°, ley 14.455; íd., ley 20.615; íd., ley 22.105; art. 7° de esta
ley), pero no se aplica con igual intensidad cuando se trata de la
ocupación de cargos directivos , para los cuales en todas las
épocas se ha requerido que un porcentual del cuerpo esté
constituido por argentinos (art. 18). En otro momento la ley
17.401 inhabilitó para actuar en cargos directivos o representativos
a quienes fueran calificados como comunistas, en términos que no
recogió la legislación ulterior y que consideramos absolutamente
incompatibles con nuestro orden democrático y el principio de no
discriminación.

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En situaciones excepcionales podrán preverse derechos


diferenciados si el afiliado se encuentra separado del servicio. Los
trabajadores en pasividad pueden mantener su afiliación con los
derechos que establezcan los estatutos respectivos (art. 14).
2) La participación de los afiliados en la elección de sus
representantes y dirigentes mediante voto libre y secreto (art. 17).
3) Renovación periódica de las autoridades para asegurar la
participación de los afiliados en su elección (art. 17).
4) Garantizar que los delegados obren con mandatos de asambleas
previamente celebradas e informen de su gestión a sus
representados (art. 8°, inc. b).
5) Libertad de expresión y de deliberación en las asambleas y
congresos, excluyendo toda discriminación contra las minorías (art.
8°, inc. d).
6) La decisión de los actos trascendentes de la organización debe
residir en los afiliados o en un congreso libremente elegido por
ellos. Los estatutos deben contener normas que precisen los
asuntos que requieren de uno u otro sistema de consideración y
aprobación (arts. 16, inc. i, y 20).
7) Posibilitar a los representantes de los trabajadores el control de los
recursos de la asociación profesional (art. 16, inc. f).
8) Asegurar la representación de las minorías en los cuerpos
deliberativos de la entidad gremial ya sean congresos, asambleas,
plenarios, etc. (art. 16, inc. g, ley, y art. 12, decreto reglamentario).
9) El Estado debe garantizar la democracia dentro del sindicato y, a la
vez, la plena libertad sindical por vía de su prescindencia en las
decisiones de los afiliados y de sus representantes libremente
elegidos (art. 6°).
Roberto García Martínez distingue a la democracia sindical de la
democracia política. La primera debe ser interpretada a la luz de los
fines de la organización gremial: garantizar al sindicato y a los
trabajadores el ejercicio pleno de la acción sindical, tendiente a
remover los obstáculos que impidan el desarrollo pleno del
trabajador.
Insisto en afirmar que lo que asegura el ejercicio de la democracia dentro del
sindicato es la participación y el consecuente control de los afiliados sobre su
organización. Y el Estado debe garantizarlo a través de las autoridades
administrativas y judiciales.
En definitiva, la fuerza del sindicato depende de la organización democrática
de su vida interna. Si los dirigentes son verdaderamente representativos, serán
auténticos intérpretes de sus bases, y esto garantiza la eficiencia y la autoridad
de su gestión gremial, que es algo que debería interesar tanto a sus
representados como al Estado. Si se busca la paz social y la seguridad jurídica
como objetivos fundamentales de nuestra sociedad, el sindicato debe actuar
fuertemente inserto en el sistema, y la autoridad de aplicación debería controlar

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con eficacia y transparencia el cumplimiento de los mecanismos vinculados con


la vida interna de las asociaciones, dirigidas a garantizar la efectiva vigencia de
la democracia sindical. En este sentido tiene particular importancia la
organización estatutaria de las entidades gremiales y una interpretación por
parte de las autoridades administrativas y judiciales que no restrinjan los
mecanismos propios de la libertad sindical contenidos en la ley.
El derecho de formar (fundar) sindicatos comprende el de formular los
estatutos correspondientes determinando su ámbito de actuación (territorial y
profesional), los órganos de representación, el gobierno y administración, los
recursos económicos, la incorporación de afiliados y la regulación del
funcionamiento de la entidad de acuerdo con principios democráticos de
participación.
Según el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, las leyes deben
asegurar al trabajador organización sindical libre y democrática, lo que supone
un mandato dado al legislador para que garantice la participación de los
afiliados en el gobierno y administración de la asociación profesional.
La democracia sindical es necesaria, y supone la legitimidad de la
representación de los dirigentes sindicales, el control de su gestión, la
responsabilidad frente a los afiliados y la publicidad de los actos propios de la
acción sindical.
Guillermo A. E López sostiene que una caracterización adecuada de la
democracia sindical requiere la ponderación de una multiplicidad de elementos
particularmente complejos, tales como participación de los afiliados en la
administración de las secciones locales; influencias o posibilidades de
participación de las agrupaciones internas en las seccionales; relaciones entre
seccionales y autoridades sindicales nacionales, tanto en su aspecto
patrimonial como en cuanto a la distribución de funciones o esferas de poder;
posibilidades de existencia de una oposición a la conducción sindical;
alternativa en el poder de tendencias o agrupaciones; porcentajes de votantes
en las elecciones, sobre la cantidad de afiliados; relación entre la cantidad de
afiliados y número de trabajadores de la actividad, y entre afiliados y no
afiliados.
Para Ojeda Avilés el principio democrático se basa en la idea de someter la
actuación sindical a la voluntad mayoritaria, para que no se produzca una
gestión del aparato sindical dedicada a potenciar los intereses personales de
los líderes más que a la libertad de la clase obrera (Ojeda Avilés, Antonio,
"Derecho Sindical", Ed. Tecnos, sexta edición, Madrid 1992, pág. 200). Y
considera que hay tres reglas de oro que sustentan el principio democrático.
Primera regla: los poderes últimos en cuanto a los actos trascendentales del
sindicato deben residir bien directa o inmediatamente en los afiliados, bien en
una asamblea de representantes libremente elegidos por ellos. Segunda regla:
las competencias para actos menos trascendentes pueden ser confiadas a
órganos uni o pluripersonales, que deberán ser libremente elegidos por los
afiliados o su asamblea. Tercera regla: las dos condiciones anteriores exigen

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un funcionamiento interno donde exista libertad de expresión, de elección, y de


presentación de candidaturas (op. cit. pág. 202).
Por mi parte entiendo que el tema es complejo, pues de la efectiva vigencia
de la democracia sindical debe resultar el fortalecimiento del sindicato y no el
debilitamiento de sus estructuras o la pérdida de fuerza de su acción. En tal
sentido, y para lograr una participación real de los afiliados, ciertas
disposiciones de la ley 23.551, como el artículo 18 referido a la elección de los
representantes sindicales, establece requisitos de máxima y no de mínima, lo
que resulta de gran importancia a la hora de juzgar la legitimidad de las normas
estatutarias vinculadas con las elecciones.
Insisto en que la clave para la efectiva vigencia de la democracia sindical
radica en la protección de los llamados activistas sindicales, que no siempre
consiguen cargos o siquiera que su candidatura sea oficializada por la junta
electoral del sindicato, manejada siempre por el grupo o sector que tiene el
control del sindicato y ocupa los cargos directivos. Y los empresarios muchas
veces anudan relaciones de años con una determinada conducción, lo que
podría llevarlos a ceder ante las presiones del oficialismo en el sentido de que
sean despedidos los que pretenden disputarle el poder. En definitiva, considero
imprescindible que se le dé a estos trabajadores deseosos de participar en la
vida interna de sus asociaciones la protección del artículo 47 de la ley 23.551.
Este artículo explícitamente los contiene y protege, y resultaría muy saludable
para la vida sindical en la Argentina que se peticionara por ante la justicia para
requerirle esa protección.
Constituye una cuestión diferente lo relativo a la denominada circulación de
la elites sindicales, manifestada por la posibilidad de reelección y la
consecuente permanencia de algunos dirigentes en su cargo representativo
por largo tiempo, lo que no se relaciona ni con la democracia ni con la
estructura sindical vigente en nuestro país. Lo que, desde un punto de vista,
suele ser considerado un beneficio para el sindicato. No debe olvidarse que en
los países más desarrollados la dirigencia sindical se ha profesionalizado. Al
respecto sectores ajenos al gremialismo suelen exponer posiciones
contradictorias: por una parte critican la permanencia de los cuadros en el
poder, lo que impide el acceso de las bases a los altos cargos, y por la otra,
expresan su admiración por organizaciones sindicales extranjeras, que exhiben
un alto nivel de profesionalidad en su cúpula (algo evidentemente imposible de
conseguir con una rotación constante de dirigentes provenientes no de una
elite sino de las bases mismas del gremio).

19.5. ACCION SINDICAL


El artículo 3° de la ley sindical entiende por interés de los trabajadores todo
cuanto se relacione con sus condiciones de vida y de trabajo y se agrega que

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la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos que dificulten la


realización plena del trabajador.
La ley de organización sindical contiene los elementos fundantes que
caracterizan la vida sindical dando las pautas para la estructura y
funcionamiento de las instituciones, la inserción y participación de los
trabajadores en esos organismos y la determinación de sus relaciones con el
Estado y los empleadores. La afirmación de dichos elementos implica la
enunciación de principios de política social en cuya determinación están
involucrados diferentes intereses, que pueden encontrarse contrapuestos,
prevaleciendo unos u otros según cuáles sean los valores a los que asigna
mayor jerarquía para el desenvolvimiento de la sociedad en un momento
histórico. Esto se encuentra estrechamente condicionado al rol que se asigne a
la clase trabajadora en la concreción de un proyecto nacional y a los
instrumentos que se estimen aptos para conseguir el pleno desarrollo del
hombre en su medio de trabajo.
Es mi convicción que debe buscarse la armonización entre el capital y el
trabajo en forma tal que la condición humana sea tenida en cuenta en forma
prioritaria, y el desarrollo y perfeccionamiento del hombre debe ser el objetivo
final de la política social. La experiencia histórica demuestra que el sindicato ha
sido el medio adecuado para la defensa de los intereses de los trabajadores y
vehículo necesario del progreso social. De ahí que las organizaciones de este
tipo constituyan un componente indispensable de la sociedad, y que surja
como primordial el derecho de los hombres de trabajo a incorporarse a la vida
gremial por medio de los sindicatos.
En nuestra materia encontramos como principio fundamental el de protección
del trabajador subordinado, expresado en normas que suplen su insuficiencia
para autoprotegerse. En el derecho individual del trabajo este principio se
concreta en las normas que tutelan al dependiente en su relación contractual
con el empleador. Y es el derecho colectivo a través de la acción sindical, el
que posibilita la realización de esa tutela que se manifiesta por medio de la
negociación colectiva que equilibra el poder de negociación de los
empleadores y por medio de las hipótesis de conflicto en las que se lucha por
el derecho futuro. Asimismo, el sindicalismo participa como intérprete necesario
de los intereses de su sector en la elaboración de las políticas económico-
sociales que el Estado expresa en su acción legislativa. En este sentido "la
actividad de los sindicatos entra indudablemente en el campo de la política
entendida como una prudente solicitud por el bien común" (Encíclica "Laborem
Exercens"). Esta participación del movimiento obrero organizado se encuentra
hoy aceptada e incluso podría decirse institucionalizada en los mecanismos de
la llamada concertación social.
De tal modo, el sindicato moderno aparece como vehículo necesario de las
reivindicaciones sociales de la clase trabajadora, y al mismo tiempo, como
institución integrada a la comunidad nacional, coadyuva a su desarrollo,
propendiendo a la justa armonización del capital y el trabajo. Por eso no es
discutible el rol protagónico del sindicato en la formulación de las políticas

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vinculadas directa o indirectamente con el bienestar de los hombres de trabajo.


Dicho rol es expresión del creciente desenvolvimiento del Derecho del Trabajo
pero, a la vez, este derecho está estrechamente unido al nacimiento y
desenvolvimiento del sindicato, al extremo que históricamente no puede
hablarse de derechos del trabajador sino en relación esencial con el accionar
de los grupos organizados de trabajadores.
Esta norma, en cuanto pone como meta de la acción sindical la remoción de
los obstáculos que dificulten la plena realización del trabajador, se vincula con
el artículo 4°, L.C.T., según el cual el contrato de trabajo tiene como principal
objeto "la actividad productiva y creadora del hombre en sí...".

19.6. AUTONOMIA SINDICAL

19.6.1. Concepto, principio general


Para cumplir cabalmente su función de representar los intereses de los
trabajadores, el sindicato debe tener autonomía de actuación respecto de las
otras partes sociales (el Estado, los empleadores) directamente interesadas en
su gestión. Debe impedirse que el sindicato se someta a otros poderes sociales
o que éstos interfieran en su actuación, contemplándose medidas
instrumentales conducentes a esos fines.

Autonomía del sindicato respecto del Estado


El Estado, con distintos matices y en diferentes épocas, ha intervenido en la
vida sindical y la posibilidad de intervención fue expresamente consagrada por
la ley 22.105, con la clara finalidad de utilizar al sindicato para la obtención de
la política circunstancial del gobierno, lesiva de los derechos gremiales
esenciales. Esa experiencia ha sido aleccionadora y como cláusula de
seguridad en la ley 23.551 se prohíbe al poder administrador que intervenga en
la dirección y administración de las asociaciones profesionales. Las
intervenciones en su caso deben ser dispuestas judicialmente.
En conclusión: el sindicato tiene el derecho, como otras instituciones
(partidos políticos, clubes, etc.) de autorregularse, y sólo debería llegarse a la
intervención por vía judicial en caso de emergencia institucional grave que
pusiera en peligro la vida misma de la organización en desmedro de los fines
para los cuales ha sido creada. Por eso la tutela de la libertad sindical obliga a

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que la autoridad administrativa del trabajo se abstenga de toda intervención


que limite los derechos emanados de la autonomía de las asociaciones
sindicales de trabajadores o que entorpezca su legítimo ejercicio. Este principio
concuerda con lo dispuesto en el Convenio 87 de la O.I.T.

Independencia del sindicato frente a los empleadores


La separación tangencial entre el sindicato y la empresa es garantía de
pureza en el movimiento sindical y de cumplimiento de sus fines específicos y
ha sido motivo de expresa consideración por el Convenio 98 de la O.I.T.
La independencia comprende la prohibición de ayudas económicas y la
sanción, como práctica desleal, de la intromisión del empleador en los
sindicatos. En realidad se trata de dos aspectos de una misma cuestión: el
sindicato debe estar al servicio de la clase trabajadora y no condicionado por
su relación con los empleadores. En esta última hipótesis su finalidad y su
razón de ser quedan desvirtuadas.

Independencia del sindicato frente a los partidos políticos


Lo que se impugna con mayor fuerza en nuestro medio, es la posible
vinculación del sindicato con un partido político determinado en un régimen de
concentración sindical. Hay países en que los sindicatos se relacionan
abiertamente con la organización política de algún partido (socialista, laborista,
conservador, etc.), para hacer entrar en el Parlamento algunos de sus
dirigentes o para tener el apoyo de estos partidos en la realización de sus fines
específicos. A veces (como en Gran Bretaña) existe un vínculo orgánico y
financiero entre los sindicatos y el partido político. Es conocida la participación
del sindicalismo norteamericano en las primarias partidarias. Entre nosotros la
ley 20.615 atribuyó como derecho exclusivo de la asociación profesional con
personería gremial el de fijar su posición en materia política, inclusive dando su
apoyo a partidos políticos o a candidatos a cargos electivos y/o propiciando a
personas determinadas para que se atribuyan carácter de candidatos (art. 30,
inc. 8). En cambio, la ley 22.105, en su artículo 8°, con un criterio opuesto y
acorde con la dictadura militar que imperaba precisó que "las asociaciones
gremiales de trabajadores no podrán participar en actividades políticas, ni
prestar apoyo directo o indirecto a partidos, candidatos políticos o a quienes
realicen actividades políticas".
Es evidente que las disposiciones prohibitivas chocan con la realidad. De
hecho el sindicato en nuestro país no es apolítico, se enrola en diferentes
corrientes de opinión (manifestándolo expresamente o no), y la dirigencia

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gremial ocupa cargos en las organizaciones partidarias, en el parlamento o en


el gobierno. Por eso la ley aprehende un dato de la realidad, un dato
existencial —como dice Monzón—, que refleja la forma moderna de realizar la
actividad sindical (ver: art. 3°).

19.6.2. Independencia del sindicato frente a los empleadores


La plena separación de intereses entre el sindicato y la empresa es garantía
de pureza en el movimiento sindical y es presupuesto necesario para el
cumplimiento de sus fines específicos.
La independencia comprende la prohibición de ayudas económicas y la
sanción como práctica desleal de la intromisión del empleador en los
sindicatos. En realidad, se trata de dos aspectos de una misma cuestión: el
sindicato debe estar al servicio de la clase trabajadora y no condicionado por
su relación con los empleadores (vgr. sindicalismo amarillo); en esta última
hipótesis su finalidad y razón de ser, quedan desvirtuados.

19.6.3. Sindicatos amarillos


La denominación de sindicatos amarillos no constituye una forma sindical
sino que traduce una conducta según la cual cierta clase de organizaciones de
trabajadores están dirigidas u organizadas encubiertamente para oponerse a
un sindicato, fruto de la libertad de los trabajadores. Este es un caso de
práctica desleal que está sancionado por la ley 23.551 en su artículo 53, inciso
b).
Por afirmación de este principio las distintas leyes sindicales han prohibido
que las asociaciones gremiales reciban directa o indirectamente subsidios o
ayudas económicas de los empleadores o de asociaciones de empleadores
(art. 9°, ley 23.551; art. 10, ley 22.105; art. 7°, de la ley actual y normas
anteriores); esta prohibición no alcanza a los aportes que los empleadores
efectúen en virtud de normas legales o convencionales, en tanto están
destinados a obras de carácter social, asistencial, previsional o cultural, en
interés y beneficio de los trabajadores comprendidos en el ámbito de
representación de la asociación sindical. Además, la legitimidad del aporte está
condicionada a que los fondos respectivos sean objeto de una administración
especial, que se llevará y documentará por separado; respecto de lo que
corresponda a los demás bienes y fondos respectivos serán objeto de una
administración especial, que se llevará y documentará por separado, de lo que
corresponda a los demás bienes y fondos sindicales propiamente dichos (art.
4°, D. 467/88).

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19.7. ESTRUCTURA SINDICAL. TIPOS DE ORGANIZACION


La evolución de nuestra organización sindical nos muestra que del sindicato
de oficio se ha pasado al sindicato de industria, del sindicato local a la
federación nacional, y que ahora se pretende impulsar al sindicato de empresa.
El predominio del sindicato vertical se funda en la unidad de representación,
que permite uniformar las condiciones de trabajo y el tratamiento igualitario de
los trabajadores en todas las regiones.
La ley de concursos 24.522, para su ámbito, ha venido a romper este
esquema, pues el concursado tiene la facultad de marginar la aplicación del
convenio colectivo para sus trabajadores por un período de tres años. Y la
quiebra que vende una empresa, la vende "sin" convenio colectivo, lo cual
(lleva a la desigualdad entre trabajadores de la misma categoría y actividad, sin
que pueda darse una explicación satisfactoria para el Derecho del Trabajo. Es
más, desde el punto de vista de los empresarios que se dedican a igual
explotación, esto se traduce en una posible competencia desleal con quienes
pueden tener mayores costos laborales derivados del convenio colectivo
("dumping" social).
Asimismo, la ley 24.467 de PyMES ha previsto la posibilidad de que en
determinadas condiciones (cambios tecnológicos) el convenio de empresa
reemplace al convenio de actividad y la ley 25.250 precisa que un convenio
colectivo de ámbito menor prevalecerá sobre otro anterior de ámbito mayor
(aun en perjuicio, aunque ya he anticipado mi opinión contraria a la legitimidad
de éstos porque afectarían derechos adquiridos).
Por su parte, la estructura sindical está vinculada con el ámbito territorial de
actuación de los sindicatos, y con el principio de concentración sindical.

19.8. UNIDAD Y PLURALIDAD SINDICAL. EL OTORGAMIENTO DE LA


PERSONERIA GREMIAL AL SINDICATO MAS REPRESENTATIVO

19.8.1. El interés colectivo


En otros regímenes el sindicato constituido sobre el principio de libertad
sindical representa exclusivamente la voluntad de sus afiliados y el sindicato
obliga sólo a los afiliados (Borrajo Dacruz, Efrén, "Derecho del Trabajo", Ed.
Tecnos, 1994, pág. 167). Constituye una característica fundamental de nuestro

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sistema que la representación sea "erga omnes", es decir, que el convenio


colectivo obligue a afiliados y no afiliados. Esta solución que nos brinda el
hecho de que la personería gremial (o la representación) la tenga un solo
sindicato, favorece la gestión gremial y nos ha evitado los complejos problemas
que se presentan en otros países que deben buscar la unidad de
representación o acudir circunstancialmente a fórmulas que establezcan
representaciones mayoritarias para el discernimiento de los derechos pactados
por un sindicato.
La capacidad de representación de una asociación —de primero, segundo o
tercer grado— para ejercer sólo la de sus propios afiliados, admitiendo la
capacidad de representación de otros sindicatos, o cuando un solo sindicato
representa a todos los trabajadores del sector, se vincula al problema de la
unidad y pluralidad sindical.
Hay pluralidad sindical cuando por cada sector geográfico y de actividad —
definido por la ley, la administración laboral, o por los miembros de la
asociación— pueden coexistir con igualdad de derechos (sobre todo en lo
referente a la representación de la categoría) otras asociaciones profesionales.
El sistema, en cambio, es de unidad sindical si sólo se reconoce ese derecho
de representación de la categoría profesional a una sola asociación gremial.
No se trata, por cierto, del sindicato corporativo en el que obligatoriamente
tenían que estar encuadrados todos los trabajadores y empresarios que no
tenían otra posibilidad legal de asociarse.
En nuestro caso la organización sindical no es oficial ni se define
expresamente como corporación de derecho público ni asume prácticamente
todas las funciones que a los poderes públicos corresponderían en la
ordenación de la esfera laboral y social como lo era en el régimen corporativo.
En nuestro sistema la norma constitucional prevé la organización sindical libre
y democrática, mediante la sola inscripción en un registro especial, y la ley que
reglamenta este precepto acuerda a los sindicatos la posibilidad de competir,
como ya he dicho, por la mayor representatividad, sin relación alguna con una
posible inserción en el poder público.
Como antecedente nacional encontramos el decreto 9270/56 que reconocía
la pluralidad sindical, el cual tuvo vida efímera y fue rechazado por los
trabajadores.
Debo recordar que la representatividad busca, ante todo, la efectividad y el
buen desarrollo de aquellas actividades propias de la acción sindical (art.
3°, ley 23.551) y los criterios que sigue nuestra ley buscan la selección de
aquellas organizaciones más idóneas a través de su mayor representatividad.
Este debate entre unidad y pluralidad sindical ha tenido lugar en todos
aquellos países que conocen un acentuado pluralismo sindical como ocurre en
España o Francia y que han introducido la noción de representatividad para
regular el ejercicio de determinadas parcelas (Joaquín García Murcia,
"Organizaciones Sindicales y Empresariales más representativas", Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, España, 1987).

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En Italia, por ejemplo, la Corte Constitucional ha tenido oportunidad de


declarar la constitucionalidad de los criterios de representatividad, por
entender, en resumidas cuentas, que contribuyen al desarrollo efectivo y
racional de la actividad sindical.
El debate se ha planteado en el Comité de Libertad Sindical de la O.I.T., que
ha declarado que el uso de los criterios de mayor representatividad es una
opción legítima de cada Estado, que puede tener interés en fomentar un
movimiento sindical fuerte e independiente; pero que, en cualquier caso, la
distinción debe hacerse mediante criterios objetivos razonables y no puede
llegar más allá de atribuir una posición especial a ciertas organizaciones a
efectos de negociar colectivamente, de representar institucionalmente o de
participar. Guillermo A. F. López recuerda que este Comité de Libertad Sindical
consideró que no es posible conceder a las organizaciones más
representativas privilegios que excedan de una prioridad en materia de
representación no sólo en las negociaciones colectivas, sino incluyendo
consultas con los gobiernos, o incluso en materia de designación de los
delegados ante los organismos internacionales ("Derecho de las Asociaciones
Profesionales", Ed. La Ley, Buenos Aires, págs. 95/96).
Estas dificultades que se presentan en los países europeos refuerzan el
criterio que he sustentado con Fernández Madrid acerca de que la
concentración sindical y el otorgamiento de personería gremial con privilegios
para la asociación que la consigue, es la opción más favorable para los
trabajadores y evita la fragmentación sindical, por lo que se cumple el fin
perseguido por el legislador constitucional.

19.8.2. La estructura sindical y el principio de concentración en la Argentina


La concentración del poder sindical tiene relación directa con la estructura
sindical. Tradicionalmente las leyes han aceptado la validez de las
organizaciones constituidas por trabajadores que se desempeñan en una
misma actividad o en actividades afines, por comunidad de intereses; las que
agrupen a trabajadores del mismo oficio, profesión o categoría, aunque se
desempeñen en actividades distintas, y las organizaciones formadas por
trabajadores que presten servicios en una misma empresa.

19.8.3. Clases de sindicatos


Dentro de nuestra organización gremial se consideran asociaciones
sindicales de trabajadores las constituidas por: a) trabajadores de una misma
actividad o actividades afines, b) trabajadores del mismo oficio, profesión o

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categoría aunque se desempeñen en actividades distintas y c) trabajadores


que presten servicios en una misma empresa (art. 10, ley 23.551).
Esta estructura debe ser correlacionada con la de los convenios colectivos
que enuncia el artículo 10 de la ley 25.250.
El sindicato de oficio tampoco tiene el favor de la ley y son pocos los que hoy
se cuentan en nuestra vida sindical, por ejemplo, el de los viajantes de
comercio. De ahí que el artículo 30, L.S. sólo admita la forma de sindicato de
oficio, profesión o categoría con personería gremial si existieran intereses
sindicales, diferenciados como para justificar una representación específica, y
siempre que la unión, o sindicato preexistente no comprenda en su personería
la representación de dichos trabajadores. Estas limitaciones han merecido la
observación de la O.I.T.

19.8.4. Organización piramidal


En la estructura sindical se observa que está especialmente permitido el
derecho de las asociaciones de primer grado de afiliarse a otras asociaciones
ya constituidas, formando federaciones por la agrupación de asociaciones de
primer grado o uniones, y el de las federaciones de formar confederaciones.
El sistema funciona de tal modo que, en principio, la personería gremial se
otorga exclusivamente al sindicato o unión, a la federación, y a la
confederación más representativa. En esta línea, el Convenio 87 de la O.I.T.,
en su artículo 5°, precisa estos derechos de las organizaciones de constituir
federaciones y confederaciones, así como el de afiliarse a las mismas. Y
anticipándose a un problema que tiene en la actualidad amplia vigencia:
afiliarse a agrupaciones internacionales de trabajadores. Ya las empresas
multinacionales originan relaciones colectivas que trascienden las fronteras de
un país.

19.9. LIBERTAD Y CONCENTRACION SINDICAL EN LA LEY 23.551


Para que el sindicato cumpla el rol que le asigna la propia ley sindical, debe
tener libertad, entendida como el conjunto de poderes individuales y colectivos
que aseguren la independencia de sus respectivos titulares en orden a la
fundación, organización, administración y gobierno de los sindicatos; y una
actividad externa protegida legalmente, cuyos aspectos principales están
referidos al poder de autoorganización y al poder de autotutela, frente al
dirigismo estatal y a las injerencias de terceros. La ley 23.551 es clara al
respecto y no deja lugar a dudas acerca de que está prevista su independencia

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del Estado y de los empleadores (art. 9°, ley 23.551) y consagra la autonomía
de la acción sindical.
A su vez, el artículo 5° de la misma ley en su inciso d), ratificando el
programa social de la Constitución entre los derechos del sindicato más
representativo, consagra el de formular su programa de acción, y realizar todas
las actividades lícitas en defensa del interés de los trabajadores, en especial,
ejercer el derecho a negociar colectivamente, el de participar y el de adoptar
medidas de acción directa. Y en su artículo 6º precisa que los poderes públicos
y, en especial, la autoridad administrativa del trabajo, los empleadores y sus
asociaciones y toda persona física o jurídica, deberán abstenerse de limitar la
autonomía de las asociaciones sindicales. Estos términos responden
plenamente a las disposiciones del Convenio sobre Libertad Sindical y la
Protección del Derecho de Sindicación Nº 87 de la O.I.T. aprobado en San
Francisco, Estados Unidos de Norteamérica, el 17 de junio de 1948. En este
documento se estableció que los trabajadores sin ninguna distinción y sin
autorización previa, tienen el derecho de constituir las organizaciones que
estimen convenientes que tengan por objeto defender los intereses de los
trabajadores. En ese sentido se prohíbe a las autoridades públicas toda
intervención que tienda a limitar este derecho o entorpecer su ejercicio legal.
De tal modo, los aspectos fundamentales en los cuales la ley hace hincapié,
están referidos al poder de autoorganización y al poder de autotutela frente al
dirigismo estatal y la injerencia de terceros. Por eso, siguiendo las pautas del
Convenio 98 de la O.I.T., que especifica que las organizaciones de
trabajadores deberán gozar de adecuada protección contra toda injerencia de
los empleadores, ya sea directamente o por medio de sus agentes o miembros,
en su constitución, funcionamiento y administración, y que deberán crearse
organismos adecuados a las condiciones nacionales, para garantizar el respeto
al derecho de sindicación, se establece en el artículo 4° de la ley 23.551 que
los trabajadores tienen derecho: a) a constituir libremente y sin necesidad de
autorización previa, asociaciones sindicales; b) afiliarse a las ya constituidas,
no afiliarse o desafiliarse, habiéndose regulado precisamente a través del
decreto reglamentario 467/88 las especiales circunstancias en que la solicitud
de afiliación de un trabajador a una asociación sindical puede ser motivo de
rechazo; c) reunirse y desarrollar actividades sindicales; d) peticionar ante las
autoridades y los empleadores; y e) participar en la vida interna de las
asociaciones sindicales, elegir libremente sus representantes, ser elegidos y
postular candidatos.
En uno de sus aspectos (de acción sindical) la libertad sindical debe
entenderse como medio para la realización de los fines propios de los
trabajadores. Y sólo adquiere, en mi perspectiva, verdadera plenitud, en el
marco de un sindicalismo fuerte y unido, independiente del Estado y de los
empleadores, lo que le acuerda la fuerza necesaria para hacer valer los
derechos que defiende.
He dicho que éste es un momento de división y de debilidad sindical, y por
tanto un impedimento para el desenvolvimiento progresista del Derecho del

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Trabajo y de la organización social. Las cuestiones que se plantean respecto a


la debilidad o a la fuerza del sindicato, son complejas, pero la estructura
sindical basada en el principio de concentración, ha sido en el pasado —y
tendría que serlo en el futuro— el medio de obtener y salvaguardar la vigencia
de los principios fundamentales del derecho individual y colectivo del trabajo.
Roberto García Martínez ha observado que el Estado está obligado a
garantizar a los entes gremiales su autarquía funcional para que puedan
desarrollar libremente su propia manera de actuar, externa e internamente, y
puedan hallarse en condiciones de llevar a cabo sus fines específicos.
Esta garantía excluye todo factor de intromisión o de perturbación del Estado
en la vida sindical, y no debe trabar la acción sindical ni oponerse a ella,
siempre que se desenvuelva dentro de la órbita del derecho vigente.
Pero lamentablemente el Estado y los empleadores, por diversos medios,
han tratado y tratan de fragmentar el poder sindical para debilitar su posibilidad
de acción. Se ha fomentado el sindicato de empresa en las pequeñas
empresas, y aun se intenta investir al representante sindical del
establecimiento de facultades de negociaciones que restringen aún más el
principio de concentración sindical (ley 24.467). La ley 25.250 en igual sentido
disminuye el poder del sindicato de actividad.
La ley de organización sindical debe responder a la realidad expresada por
los datos de la experiencia y tomar en cuenta la evolución histórica y la
prospectiva del movimiento obrero en la Argentina. Desde esa posición se han
receptado aquellas estructuras que la clase trabajadora ha comprobado que
son las más aptas para el cumplimiento de los fines sindicales. Estos fines,
referidos en esencia al desarrollo del hombre de trabajo, marcan el carácter
instrumental del derecho colectivo respecto del derecho individual del trabajo.
De ahí que los grandes principios fundantes como el de libertad sindical, el de
concentración y el de democracia, buscan la conjugación de sus términos en
forma que sirvan a la efectiva concreción de aquellos objetivos. Pueden
encontrarse puntos de estrecho contacto entre la libertad sindical y la
concentración sindical. La libertad sindical es esencial para el desarrollo y
autonomía del sindicato. La debilidad del sindicato es un impedimento para el
desenvolvimiento progresista del Derecho del Trabajo y de la organización
social.
La fuerza del sindicato depende, también, de la organización democrática de
su vida interna. Si los dirigentes son verdaderamente representativos serán
auténticos intérpretes de sus bases y esto garantiza eficiencia y autoridad a su
gestión gremial que es algo que interesa tanto a sus representados como a los
empresarios y al Estado.
En síntesis: la libertad para organizarse frente al Estado y a los empleadores,
la concentración del poder sindical a través de la institución del sindicato más
representativo, la democracia interna que garantiza la fortaleza de la
institución, son los basamentos en torno a los cuales debe estructurarse la
organización sindical.

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Todos estos principios deben ser implementados de acuerdo con las


finalidades del movimiento obrero para el mejor cumplimiento de los roles del
sindicato, cuya formación y gestión deben ser preservadas de la injerencia de
elementos y factores extraños a la vida sindical, a través de adecuadas
instituciones de seguridad.

19.10. ACCION GREMIAL Y ORGANIZACION SINDICAL


Las diferentes leyes de asociaciones profesionales han respetado el principio
de pluralidad a las formas estructurales que ya he mencionado. Pero en aras
de un mayor poder de negociación (pero sin conculcar las libertades
individuales por las cláusulas sindicales de exclusión), privilegian al sindicato
más representativo por tener en su categoría el mayor número de afiliados
cotizantes, otorgándoles derechos exclusivos en tanto mantengan dicha
condición. Es decir que en nuestro país, la representación para negociar el
convenio o la solución del conflicto, la tiene el sindicato con más
representación.
Ferro advierte con claridad que las limitaciones que podrían resultar a la
libertad sindical de privilegiar a un sindicato (el más representativo), hacen
necesario reelaborar aquel concepto, pues la libertad sindical no conlleva un fin
en sí y sólo es el medio trascendente que permite alcanzar la adecuada tutela
de los intereses profesionales de los trabajadores. Agrego que en nuestra ley le
corresponde al sindicato, como institución intermedia necesaria en una
democracia social, también la defensa de las condiciones no sólo de trabajo,
sino también de vida de los trabajadores. Por eso el artí culo 3° de la ley
23.551 dice que "la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos que
dificulten la realización plena del trabajador".

19.11. LA EMPRESA Y EL SINDICATO


La gestión del sindicato en la empresa, a través de representantes que
constituyan un canal único de comunicación con el sindicato, con los
empleados y con el empleador, da la medida de su fuerza, del cumplimiento de
las normas, del respeto al contrato, y de la razonabilidad del sistema de
relaciones de trabajo.
Asimismo, constituye una función propia del sindicato actuar en la empresa
cuidando el cumplimiento de la legislación social y de la seguridad social (art.
31, L.S.); sin embargo, esta posibilidad de actuación resulta retaceada por el
artículo 43, L.S. que limita ese derecho a verificar la aplicación de las normas

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legales o convencionales, pudiendo sólo participar en las inspecciones que


disponga la autoridad administrativa del trabajo.
El sindicato tiene un rol trascendente en situaciones de crisis como lo marca
el artículo 98 de la ley de empleo, en virtud del cual, con carácter previo a la
comunicación de despidos o suspensiones por razones de fuerza mayor,
causas económicas o tecnológicas, que afecten a los trabajadores en los
distintos porcentuales que la norma prevé, obligan a sustanciar un
procedimiento de crisis a instancia del empleador o de la asociación sindical de
trabajadores. En este procedimiento el Ministerio de Trabajo, luego de recabar
la información correspondiente promoverá la celebración de un acuerdo entre
las partes. No juzgo los resultados concretos de estos procedimientos, que
suelen estar signados por la debilidad del sindicato y las necesidades de los
trabajadores. Pero, lo que quiero destacar es que se pone en cabeza del
sindicato la posibilidad de discutir los términos de los despidos y de las
suspensiones que se disponen en tales circunstancias.
Otro aspecto de la participación del sindicato en la empresa es relativo a la
posibilidad de ejercer la acción para la obtención de las multas civiles previstas
por los artículos 8°, 9°, 10 y 15 de la ley de empleo.

19.12. AMBITO DE APLICACION PERSONAL DE LA LEY


Las asociaciones que tengan por objeto la defensa de los intereses de los
trabajadores se regirán por esta ley (art. 2°, ley sindical).
A los fines de la ley se entiende por trabajador a quien desempeña una
actividad lícita que se presta en favor de quien tiene facultad de dirigirla (art.
1°).
La ley se aplica tanto a los trabajadores del Estado y de empresas del Estado
como a los del sector estrictamente privado.
Ninguna de nuestras leyes ha distinguido entre empleo público y privado para
reglar el derecho de agremiación, por lo que se entiende que hay una
aceptación generalizada del derecho del empleado público a formar
asociaciones y a afiliarse a ellas, como ocurre en la actualidad, pese a que
dichos empleados están sujetos a una legislación laboral individual
diferenciada. Ya en los trabajos preparatorios realizados en la O.I.T. para la
adopción del Convenio 87 se precisó que la garantía del derecho de
sindicación debía aplicarse a los empleadores y trabajadores públicos y
privados y también a los funcionarios, a los trabajadores de los servicios
públicos y a los trabajadores de las industrias nacionalizadas. Expresa la O.I.T.
que "parece, en efecto, que no sería equitativo establecer, desde el punto de
vista de la libertad sindical, una distinción entre los asalariados de la industria
privada y los trabajadores de los servicios públicos, puesto que los unos y los
otros deben tener la posibilidad de asegurar mediante la organización la
defensa de sus intereses, aunque esos intereses no sean siempre de la misma

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naturaleza". Cabe aquí recordar que el Convenio 87 de la O.I.T. garantiza a los


trabajadores el derecho de constituir las organizaciones que estimen
convenientes, así como de afiliarse a ellas "sin ninguna distinción",
explicándose que al emplear esta frase "la Conferencia exigía que se
garantizase a todos los trabajadores comprendidos, por lo tanto a los
funcionarios, el derecho de sindicación... La única restricción posible se refiere
a las fuerzas armadas y a la policía...". Interesa destacar que nuestra Corte
Suprema en una oportunidad en que tuvo que decidir sobre la afiliación de un
funcionario judicial a una asociación, que en sus estatutos reconocía la facultad
de declarar paros y trabajo a desgano, se negó a acceder a dicha solicitud.
En síntesis, en materia de libertad sindical individual, priman criterios amplios
que facilitan la mayor participación voluntaria, excluyendo cualquier tipo de
discriminaciones para la formación de sindicatos y cualquier coacción para
integrarlos o abandonarlos. Esos derechos también los tienen los empleados
públicos, sin perjuicio de las responsabilidades funcionales emergentes en
situaciones excepcionales.
Recordamos que los empleadores no tienen una ley de organización que los
agrupe como tales. Por eso para celebrar los convenios colectivos el Ministerio
de Trabajo debe establecer cuál es el sector de empleadores que debe pactar
en representación de la actividad. El sindicato con personería gremial que
representa a todos los trabajadores está predeterminado por la ley en función
del reconocimiento de dicha personería. Los empleados públicos, a partir de la
sanción de la ley 23.544, que ratifica el Convenio 154 de la O.I.T., tienen plena
facultad para celebrar convenios colectivos, como lo han hecho, en el sector
público.

19.13. GUIA DE ANALISIS


1) Defina al sindicato y a la acción sindical.
2) Defina la libertad sindical, en sus distintos aspectos.
3) ¿Conoce los contenidos fundamentales de los Convenios 87 y 98
de la O.I.T.?
4) ¿Contempla nuestra ley 23.551 los distintos aspectos de la libertad
sindical, positivos y negativos, individuales y colectivos?
5) ¿Qué son las cláusulas sindicales, y cuál es su finalidad? ¿Tienen
vigencia en nuestro país? ¿Y en otros?
6) ¿Conoce usted los distintos sistemas para encarar la creación y
desarrollo de las organizaciones sindicales? ¿Conoce el sistema de
organización argentino? ¿Cómo lo caracterizaría?
7) ¿Consagra la ley 23.551 el principio de no discriminación? ¿En qué
consiste?
8) ¿Qué es la autonomía sindical y respecto de quiénes se consagra
en nuestra ley? ¿Qué son los sindicatos amarillos?

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9) ¿Qué sabe de la democracia sindical? ¿Contiene nuestra ley


disposiciones al respecto? ¿Cuál es su opinión personal acerca de
su efectiva vigencia en la Argentina?
10) ¿Cómo se concilian, en opinión de Fernández Madrid, los
principios de concentración sindical y la libertad sindical en nuestro
país?
11) ¿Cuáles son los tipos de asociación sindical permitidos por la ley?
12) ¿Cuál es el ámbito de aplicación de la ley 23.551?
13) ¿Cómo se fomenta en nuestro país la concentración del poder
sindical?

BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes
fundamentales del trabajo", Ed. La Ley, 10ª ed., Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Derecho colectivo del trabajo" (obra
dirigida por Julio Simon), Ed. La Ley, Buenos Aires, 1998.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del
Trabajo" , 3er. Tomo, La Ley, 2007.
GARCÍA MURCIA, JOAQUÍN,"Organizaciones sindicales y empresariales más
representativas", Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, España, 1987.
LÓPEZ, GUILLERMO A.F.,"El derecho de las asociaciones profesionales", Ed.
La Ley, Buenos Aires.
OJEDA AVILÉS, ANTONIO,"Derecho sindical", Ed. Tecnos, Madrid, 1992.

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CAPITULO XX
ORGANIZACIÓN INTERNA DE LAS
ASOCIACIONES SINDICALES
20.1. Afiliación y desafiliación. - 20.2. Estatutos. - 20.3. Régimen al cual deben ajustarse los
estatutos. - 20.3.1. Contenidos. Derechos de los afiliados. - 20.3.2. Cancelación de la
afiliación y suspensión de la afiliación. - 20.4. Dirección y administración.
- 20.5. Organos directivos. - 20.6. Asambleas o congresos. - 20.7. Asociaciones
simplemente inscriptas. Derechos y obligaciones. - 20.8. Asociaciones con personería
gremial. - 20.9. Derechos exclusivos del sindicato con personería gremial. - 20.10.
Actividades económicas y sociales del sindicato. - 20.11. Responsabilidad del sindicato por
daños provenientes de la acción sindical. - 20.12. Guía de análisis. - Bibliografía.

20.1. AFILIACION Y DESAFILIACION


Las asociaciones sindicales deberán admitir la libre afiliación, de acuerdo a esta ley y a sus
estatutos, los que deberán conformarse a la misma (art. 12, L.S.).
Las federaciones no podrán rechazar los pedidos de afiliación de las asociaciones de primer
grado que representen a los trabajadores de la actividad, profesión, oficios o categoría previstos en
el estatuto de la respectiva federación. Del mismo modo las confederaciones no podrán rechazar a
las federaciones, sindicatos o uniones que reúnan las características contempladas en los
estatutos de la respectiva confederación.
Las asociaciones sindicales de segundo o tercer grado podrán cancelar la afiliación de las
asociaciones sindicales adheridas sólo por resolución adoptada por el voto directo y secreto del
setenta y cinco por ciento (75 %) de los delegados, emitido en congreso extraordinario convocado
al efecto.
Las asociaciones sindicales podrán desafiliarse de las de grado superior a las que estuvieren
adheridas, sin limitación alguna (art. 5°, L.S.).
Las personas mayores de catorce años, sin necesidad de autorización, podrán afiliarse (art. 13,
L.S.).
En caso de jubilación, accidente, enfermedad, invalidez o desocupación, los afiliados no
perderán por estas circunstancias el derecho de pertenecer a la asociación respectiva, pero
gozarán de los derechos y estarán sujetos a las obligaciones que el estatuto establezca (art. 14,
L.S.).
Los trabajadores que quedaren desocupados podrán conservar su afiliación hasta una vez
transcurridos seis meses desde la ruptura de la relación laboral. Dicho lapso se computará desde
la finalización del mandato en el supuesto de aquellos trabajadores que desempeñan cargos
representativos.
Salvo respecto de los desocupados a que se refiere el párrafo anterior, los estatutos podrán
restringir, en el caso de los afiliados a que se refiere el artículo 14 de la ley 23.551, el derecho de
voto para elegir autoridades de la asociación sindical y el de postularse como candidatos para tales
cargos, a excepción de las candidaturas para integrar órganos de fiscalización o de apoyo, no
encargados de funciones de representación sindical, y las votaciones para elegir dichas
autoridades (art. 6°, D.R.).

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20.2. ESTATUTOS
El estatuto es el instrumento que tiene que ser aprobado por el Ministerio de Trabajo que define
los aspectos fundamentales de su organización interna y de sus relaciones con otros órganos.
En nuestro derecho se le da particular importancia a la inclusión dentro de las normas
estatutarias de los principios democráticos, por eso el artículo 16, L.S. establece que los estatutos
deberán ajustarse a lo establecido en el artículo 8º, L.S. y contener: la denominación, domicilio,
objeto y zona de actuación; la actividad, oficio, o profesión de los trabajadores que represente,
porque una y otra exigencia determina el ámbito representativo del sindicato, recordando que la
representación del sindicato con personería gremial se extiende tanto a afiliados como a no
afiliados.
En ese instrumento deben establecerse los derechos y obligaciones de los afiliados, los
requisitos para su admisión, y procedimiento para su separación que garanticen el derecho de
defensa.
La determinación de las autoridades y especificación de sus funciones con indicación de las que
ejerzan su representación legal, duración de los mandatos, recaudos para su revocación y
procedimiento para la designación y reemplazos de los directivos e integrantes de los congresos,
modo de constitución, administración y control del patrimonio social y su destino en caso de
disolución y régimen de cotizaciones de sus afiliados y contribuciones; época y forma de
presentación, aprobación de memorias y balances, órganos para su revisión y fiscalización,
régimen electoral que asegure la democracia interna no pudiendo contener la exigencia para
presentar listas de candidatos a órganos asociacionales, avales que superen el 3% de los afiliados,
régimen de convocatoria y funcionamiento de asambleas y congresos, procedimiento para disponer
medidas de acción directa, procedimiento para la modificación de los estatutos y disolución de la
asociación.
Por lo expresado, nos encontramos con una regulación de aspectos fundamentales de la entidad
gremial que no son modificables sin autorización administrativa. Desde un punto de vista se lo
puede calificar como la ley interna de la asociación que emana de los propios afiliados.
Son imperativos en cuanto deben ser respetados por todos los afiliados y por los distintos
cuerpos directivos que se creen.
La elaboración de los estatutos está librada a la voluntad de los miembros del sindicato, pero esa
libertad no excluye la autorización ministerial, que debe desechar toda cláusula contraria a la
regulación legal. De tal manera, el estatuto requiere una aprobación de la asamblea fundacional y
otra posterior del Ministerio de Trabajo.
Una característica de los estatutos es la de que tiene una estructura abierta en el sentido de que
los trabajadores que se incorporan y los no afiliados deben respetar sus disposiciones hasta tanto
no haya una modificación por las vías legalmente previstas.

20.3. REGIMEN AL CUAL DEBEN AJUSTARSE LOS ESTATUTOS

20.3.1. Contenidos. Derechos de los afiliados


La ley sindical establece que el Ministerio de Trabajo, como autoridad de aplicación, controlará
que los estatutos de las asociaciones sindicales satisfagan las exigencias del artículo 16 de la ley
sindical cumpliendo con los recaudos contenidos en los artículos siguientes (art. 7°, L.S.):
a) Denominación, domicilio, objeto y zona de actuación.
b) Actividad, oficio, profesión o categoría de los trabajadores que represente.

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El objeto, la zona de actuación y la actividad, oficio, profesión o categoría de trabajadores cuya


representación se proponga la asociación sindical, deberán ser individualizados de modo tal que
permitan una concreta delimitación entre los ámbitos personales y territoriales de las distintas
asociaciones sindicales, a cuyo efecto el Ministerio de Trabajo podrá establecer una clasificación
uniforme que facilite la identificación de los referidos ámbitos respetando la voluntad de los
constituyentes o afiliados a la asociación (art. 8°, D.R.).
c) Derechos y obligaciones de los afiliados, requisitos para su admisión y procedimiento para su
separación, que garanticen el derecho de defensa.
En ningún caso una suspensión a un afiliado dispuesta por el órgano directivo de la asociación
gremial de primer grado podrá exceder de noventa (90) días ni ser dispuesta sin previa vista al
afiliado, de los cargos en que se funda y otorgamiento de oportunidad suficiente para efectuar
ofrecimiento de prueba, si fuere necesario, y su descargo. La suspensión no privará al afiliado de
su derecho a voto ni al de ser candidato a cargos electivos, salvo cuando se fundara en el
supuesto del inciso d) del artículo 2° de la reglamentación de la ley sindical, en cuyo caso durará
el tiempo que dure el proceso o el plazo de prescripción de la pena si hubiera condena.
El afiliado suspendido podrá recurrir la medida disciplinaria ante la primera asamblea o congreso
convocado por la asociación sindical, y tendrá derecho a participar en la sesión del cuerpo
respectivo con voz y voto.
La expulsión del afiliado es facultad privativa de la asamblea o congreso extraordinario. El
órgano directivo sólo está facultado para suspender preventivamente al afiliado cuando llegare a
su conocimiento una causal de expulsión, pudiendo recomendarla a la asamblea o congreso en
cuyo supuesto deberá elevar los antecedentes del caso. También en este supuesto el afiliado
tendrá derecho a participar en las deliberaciones con voz y voto, si le correspondiere.
Los afiliados sólo serán pasibles de expulsión si se acreditare que se hallan comprendidos en
alguno de los siguientes supuestos:
1) Haber cometido violaciones estatutarias graves o incumplido decisiones de los cuerpos
directivos o resoluciones de las asambleas, cuya importancia justifique la medida.
2) Colaborar con los empleadores en actos que importen prácticas desleales declaradas
judicialmente.
3) Recibir subvenciones directas o indirectas de los empleadores con motivo del ejercicio de
cargos sindicales.
4) Haber sido condenado por la comisión de delito en perjuicio de una asociación sindical.
5) Haber incurrido en actos susceptibles de acarrear graves perjuicios a la asociación sindical o
haber provocado desórdenes graves en su seno.
La resolución que imponga la expulsión podrá ser revisada por la justicia laboral a instancia del
afectado.

20.3.2. Cancelación de la afiliación y suspensión de la afiliación


Serán únicas causas de cancelación de la afiliación:
a) Cesar en el desempeño de la actividad, oficio, profesión, categoría o empresa previstos en el
agrupamiento, exceptuando los casos determinados en el artículo 14 de la ley y lo contemplado
en el artículo 6° de la reglamentación (ver 20.3.1).
b) Mora en el pago de cuotas y contribuciones, sin regularizar esta situación en el plazo razonable
en que la asociación sindical intime a hacerlo (art. 9°).
c) Determinación de las autoridades y especificación de sus funciones con indicación de las que
ejerzan su representación legal, duración de los mandatos, recaudos para su revocación y
procedimientos para la designación y reemplazos de los directivos e integrantes de los
congresos.
d) Las sanciones a los miembros de los cuerpos directivos de la asociación sindical y de la
federación deberán ser adoptadas en asambleas o congresos extraordinarios y por las causales
que determine, taxativamente, el estatuto, con citación a participar en ellas al afectado, con voz y
voto si le correspondiere.

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El cuerpo directivo sólo podrá adoptar la medida de suspensión preventiva contra sus miembros,
la que no podrá exceder el término de cuarenta y cinco días.
El cuerpo directivo será responsable de que, dentro de ese plazo, se realice la asamblea o el
congreso extraordinario, para decidir en definitiva (art. 10).
e) Modo de constitución, administración y control del patrimonio social y su destino en caso de
disolución, y régimen de cotizaciones de sus afiliados y contribuciones.
f) Epoca y forma de presentación, aprobación y publicación de memorias y balances; órganos para
su revisión y fiscalización.
El Ministerio de Trabajo establecerá qué registraciones de sus actos y cuentas deberán llevar las
asociaciones sindicales, en qué libros u otros soportes materiales deberán asentarlos y con qué
formalidades deberán hacerlo.
Los ejercicios no superarán el término de un (1) año. El Ministerio de Trabajo establecerá las
características que deberán reunir los planes de cuentas.
La fiscalización interna de la gestión y el control de la administración del patrimonio social
estarán a cargo de un órgano con composición adecuada y facultades a ese efecto (art. 11,
D.R.).
g) Régimen electoral que asegure la democracia interna de acuerdo con los principios de la
presente ley, no pudiendo contener como exigencia para presentar listas de candidatos a
órganos asociacionales, avales que superen el tres por ciento (3%) de sus afiliados.
Dicho régimen electoral estará contenido en un capítulo especial que deberá asegurar:
a) Que en aquellos congresos u otros cuerpos deliberativos creados por el estatuto, cuyos
integrantes fueren elegidos por votación directa de los afiliados, la representación, por cada
sección electoral, adopte algún sistema de proporcionalidad u otorgue a la primera minoría un
número de cargos no inferior al veinte por ciento (20 %). Se podrá exigir a esta minoría, para
obtener representación, un número de votos no inferior al veinte por ciento (20 %) de los votos
válidos emitidos.
b) Que en los sindicatos locales y seccionales, la elección de todos los integrantes de cuerpos
directivos y órganos de fiscalización sea hecha por medio del voto directo y secreto de los
afiliados (art. 12).
h) Régimen de convocatoria y funcionamiento de asambleas y congresos.
Las asambleas o congresos ordinarios deberán ser convocados con no menos de treinta (30)
días de anticipación ni más de sesenta (60); los extraordinarios con no menos de cinco (5) días.
En ambos casos deberá existir una publicidad inmediata y adecuada de la convocatoria que
asegure el conocimiento de los representantes sindicales incluyendo publicidad en la empresa
salvo que por razones de tiempo ello sea imposible, e incluya , para las asambleas, la exhibición,
en los lugares de trabajo, de folletos o carteles que mencionen el orden del día, el lugar de
reunión de la asamblea y los requisitos para participar en ella y, para los congresos,
comunicación a los delegados a dicho congreso u otro medio razonable de difusión previsto en el
estatuto, con idénticas menciones a las previstas para las asambleas (art. 13).
i) Procedimiento para disponer medidas legítimas de acción sindical.
Las medidas de acción directa deberán estar previstas dentro de aquellas que permitan las leyes
y las convenciones colectivas aplicables. Se deberá establecer cuáles son los órganos de la
asociación sindical facultados para disponerla y el procedimiento para adoptar la decisión (art.
14, D.R.).
j) Procedimiento para la modificación de los estatutos y disolución de la asociación.

Particularidades de los estatutos


Estas normas dan especial importancia a la democracia sindical contemplada en el artículo 8°,
L.S., por lo que para todo lo concerniente a la determinación de autoridades (inc. d), al régimen
electoral (inc. g), a la convocatoria y funcionamiento de asambleas y congresos (inc. h), se debe
tener en cuenta que los delegados a los órganos deliberativos deben obrar con mandato de sus
representados (art. 84, L.S., inc. b) y que los afiliados deben participar en forma efectiva en la vida

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de la asociación, garantizando la elección directa de los cuerpos directivos (art. 8°, L.S., inc. c) y la
representación de la minoría en los cuerpos deliberativos. Debe entenderse que cuando se habla
de la representación de las minorías a los cuerpos deliberativos, se refiere a los de segundo y
tercer grado, pues en las asambleas de los sindicatos de primer grado, por ejemplo, participan
todos los afiliados.
La primera minoría en los cuerpos deliberativos debe tener un número de cargos no inferior al
veinte por ciento (20%), pero se le podrá exigir, si los estatutos así lo establecen, para acceder a
esta presentación un número de votos no inferior al veinte por ciento (20%) de los votos válidos
emitidos. El problema del decreto reglamentario es que una minoría del cuarenta y nueve por
ciento (49%) podría ser exigida para acceder sólo al veinte por ciento (20%) de los cargos, si así lo
estableciera un estatuto debidamente aprobado por el Ministerio de Trabajo. No se reconocen
minorías en los cuerpos directivos.
Tiene particular importancia, en el régimen electoral a que se refiere el inciso g) que, para
presentar la lista de candidatos a órganos asociacionales, no se puedan exigir avales en
proporción superior al tres por ciento (3 %) de los afiliados, lo que asegura posibilidades amplias de
participación electoral para los grupos opositores que quieran acceder a la conducción del
sindicato.
Otro tema importante es el relativo a las finanzas del sindicato, que deben ser motivo de especial
cuidado, como lo establece el artículo 11, del decreto reglamentario.
Entre los puntos destacables están los procedimientos para disponer medidas legítimas de
acción sindical, debiendo entenderse que el estatuto puede diferir la decisión de la medida de
acción directa a asambleas extraordinarias. La indicación de estas medidas establecidas en las
leyes y convenciones colectivas aplicables es imprecisa, porque la ley 25.250 no deja librado a las
convenciones colectivas la reglamentación de la huelga. Y dicha ley se complementa con
el artículo 56 de la ley 23.551 y con la ley 11.786. La elaboración jurisprudencial no ha descartado
la legitimidad del paro en el lugar de trabajo y ha señalado que ciertos tipos de huelga, como la de
solidaridad, no son ilegítimas en sí y en razón de su índole, por lo que el tema tampoco puede ser
tratado con precisión en los estatutos.

20.4. DIRECCION Y ADMINISTRACION


La dirección y administración serán ejercidas por un órgano compuesto por un mínimo de cinco
(5) miembros, elegidos en forma que asegure la voluntad de la mayoría de los afiliados o
delegados congresales mediante el voto directo y secreto.
Los mandatos no podrán exceder de cuatro (4) años, teniendo derecho a ser reelegidos (art. 17,
L.S.).
Las elecciones de los directores y administradores deben ser realizadas mediante el voto secreto
y directo de los afiliados en los sindicatos de primer grado, y en las de grado superior por los
representantes o delegados congresales correspondientes, que reciben instrucciones precisas de
la asamblea del sindicato a quien representan. La Junta Electoral trata todos los problemas del
acto electoral y las impugnaciones que se produjeran. El Ministerio de Trabajo sólo puede
suspender el proceso electoral o la puesta en posesión de los cargos de las nuevas autoridades en
el caso de que se hubieran deducido impugnaciones y la Junta Electoral no se hubiera expedido
sobre ellas, o su decisión hubiera sido cuestionada. La cuestión debería en mi opinión ser
planteada ante el Poder Judicial por la vía sumarísima que prevé el artí culo 47 de la ley 23.551.
Sin embargo, en contra de esta interpretación la C.S.J.N. en el caso "Juárez, Rubén Faustino y
otro c/ MT y SS", del 10/4/1990 ha establecido que el artículo 15, apéndice 10 del decreto
reglamentario de la ley 23.551 reconoce al Ministerio de Trabajo la facultad de pronunciarse sobre
las impugnaciones una vez agotada la vía interna de la asociación. Y ello es así en la opinión del
Tribunal porque si se está en presencia de un diferendo entre los miembros de la asociación y ésta
(art. 60, ley cit.) no caben dudas de que el artí culo 59 de la ley reglamentada le atribuye esa
facultad siempre que medie petición de parte.

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20.5. ORGANOS DIRECTIVOS


Para integrar los órganos directivos, se requerirá:
a) Mayoría de edad.
b) No tener inhibiciones civiles ni penales.
c) Estar afiliado, tener dos (2) años de antigüedad en la afiliación y encontrarse desempeñando la
actividad durante dos (2) años.
El setenta y cinco por ciento (75 %) de los cargos directivos y representativos deberán ser
desempeñados por ciudadanos argentinos; el titular del cargo de mayor jerarquía y su
reemplazante estatutario deberán ser ciudadanos argentinos.
Se entenderá por inhibición penal las penas accesorias de inhabilitación absoluta o relativa,
referida al impedimento a acceder a cargos electivos o empleo público, previstas en el Código
Penal y leyes complementarias.
Se entenderá por inhibición civil las inhabilitaciones dispuestas judicialmente por aplicación de la
ley de concursos o el Código Civil o cualquier otra norma de derecho privado (art. 16, D.R.).

20.6. ASAMBLEAS O CONGRESOS


Las asambleas y congresos deberán reunirse:
a) En sesión ordinaria, anualmente.
b) En sesión extraordinaria, cuando los convoque el órgano directivo de la asociación, por propia
decisión o a solicitud del número de afiliados o delegados congresales que fije el estatuto, el que
no podrá ser superior al quince por ciento (15 %) en asambleas de afiliados y al treinta y tres por
ciento (33 %) en asambleas de delegados congresales (art. 19, L.S.).
Los congresos de las federaciones se integrarán con delegados elegidos por voto directo y
secreto de los afiliados a los sindicatos adheridos en proporción al número de los afiliados
cotizantes.
El número de delegados de un sindicato al congreso de la federación no podrá exceder del
veinte por ciento (20 %) del total de los delegados, cuando la federación esté integrada por más de
cuatro (4) sindicatos adheridos.
La realización del temario de las asambleas y congresos ordinarios deberán ser comunicados a
la autoridad de aplicación con una anticipación no menor de diez (10) días a la fecha de su
celebración. En el caso de las asambleas o congresos extraordinarios, dicha comunicación deberá
ser efectuada inmediatamente después de su convocatoria y con una anticipación no menor de tres
(3) días a la fecha de su celebración (art. 17).
La asamblea es el órgano deliberativo de máximo nivel y constituye el cuerpo representativo del
sindicato que puede tomar las decisiones fundamentales. Los congresos se forman por miembros
que no concurren a título personal, sino como mandatarios de los afiliados de la organización a que
pertenecen.
Las asambleas son ordinarias o extraordinarias. Las asambleas ordinarias son las que se reúnen
anualmente para considerar la gestión sindical realizada por el órgano directivo, los balances, el
monto de cuotas y contribuciones, etc.. Las extraordinarias tratan asuntos específicos, como la
modificación de los estatutos, la consideración de los anteproyectos de convenciones colectivas de
trabajo, la fusión con otras asociaciones, la afiliación o desafiliación a asociaciones nacionales o
internacionales (art. 20), la destitución de un delegado gremial o de los miembros de una comisión
interna, etc. La autoridad convocante, en el caso de asambleas o congresos es el órgano directivo
de la asociación, de oficio o a pedido de los afiliados, en los términos del inciso b) de este artículo.
El Ministerio de Trabajo puede disponer la convocatoria electoral (art. 56, inc. 4), supliendo la
omisión del Consejo Directivo.
Será privativo de las asambleas o congresos:
a) Fijar criterios generales de actuación.

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b) Considerar los anteproyectos de convenciones colectivas de trabajo.


c) Aprobar y modificar los estatutos, memorias y balances; la fusión con otras asociaciones,
afiliación o desafiliación a asociaciones, nacionales o internacionales (art. 20, L.S.).
Queda prohibida, con la excepción contenida en el artículo 36 de la ley, la adhesión a asociaciones
nacionales o extranjeras, cuyos estatutos les permitan participar en la dirección, administración o
manejo patrimonial de las entidades a ellas adheridas o que admitan la facultad de disponer la
intervención a sus organismos directivos.
Queda prohibida la fusión con asociaciones no sujetas al control del Ministerio de Trabajo (art. 18).
d) Dar mandato a los delegados para participar en congresos de asociaciones de grado superior y
recibir el informe de su desempeño.
e) Fijar el monto de las cotizaciones ordinarias y extraordinarias de los afiliados.

20.7. ASOCIACIONES SIMPLEMENTE INSCRIPTAS.

DERECHOS Y OBLIGACIONES
La asociación a partir de su inscripción, adquirirá personería jurídica y tendrá los siguientes
derechos:
a) Peticionar y representar, a solicitud de parte, los intereses individuales de sus afiliados.
b) Representar los intereses colectivos, cuando no hubiere en la misma actividad o categoría
asociación con personería gremial.
c) Promover:
1) la formación de sociedades cooperativas y mutuales;
2) el perfeccionamiento de la legislación laboral, previsional y de seguridad social;
3) la educación general y la formación profesional de los trabajadores.
d) Imponer cotizaciones a sus afiliados.
e) Realizar reuniones o asambleas sin necesidad de autorización previa.
Es decir que por la sola inscripción el sindicato adquiere personería jurídica, con los derechos
limitados del artículo 23 que, en lo estrictamente sindical, sólo le permite realizar reuniones o
asambleas sin necesidad de autorización previa, ya que si bien como toda asociación puede
imponer cotizaciones a sus afiliados, el empleador sólo está obligado a retener las cuotas de
afiliación y otros aportes que deban tributar los trabajadores afiliados a un sindicato con personería
gremial, previo pedido de autorización al Ministerio de Trabajo (ver: art. 38, ley 23.551).

20.8. ASOCIACIONES CON PERSONERIA GREMIAL


La asociación que en su ámbito territorial y personal de actuación sea la más representativa,
obtendrá personería gremial, siempre que cumpla los siguientes requisitos:
a) Se encuentre inscripta de acuerdo a lo prescripto en esta ley y haya actuado durante un período
no menor de seis (6) meses.
b) Afilie a más del veinte por ciento (20 %) de los trabajadores que intente representar.
La calificación de más representativa se atribuirá a la asociación que cuente con mayor número
promedio de afiliados cotizantes, sobre la cantidad promedio de trabajadores que intente
representar determinada en un plazo de seis (6) meses.
Al reconocerse personería gremial, la autoridad administrativa del trabajo o la judicial, deberá
precisar el ámbito de representación personal y territorial. Estos no excederán de los establecidos
en los estatutos, pero podrán ser reducidos si existiere superposición con otra asociación sindical.

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Cuando los ámbitos pretendidos se superpongan con los de otra asociación sindical con
personería gremial, no podrá reconocerse a la peticionante la amplitud de representación, sin antes
dar intervención a la asociación afectada y proceder al cotejo necesario para determinar cuál es la
más representativa conforme al procedimiento del artículo 28. La omisión de los recaudos
indicados determinará la nulidad del acto administrativo o judicial (art. 25, ley 23.551).
Cabe señalar que las diferentes leyes de asociaciones han permitido la libre formación de
asociaciones profesionales con sujeción a las formas estructurales que ya hemos mencionado.
Pero en aras de un mayor poder de negociación y de acción gremial, se ha privilegiado al sindicato
con mayor número comparativo de afiliados. Este sindicato goza de personería gremial y tiene
derechos exclusivos. Entre ellos, uno de los más trascendentes, consiste en la representación de la
categoría profesional, interviniendo en forma exclusiva en negociaciones colectivas con fuerza
obligatoria "erga omnes", es decir, aplicables a todos los trabajadores y empleadores de la rama o
sector, afiliados o no a la organización suscriptora (art. 16, inc. 4, ley 14.455; art. 30, ley 20.615;
art. 36, ley 22.105). Además, esa prerrogativa —la de celebrar convenios— conlleva la de
establecer una contribución obligatoria que los empleadores deben descontar del salario pagado a
cada trabajador y entregar al sindicato (art. 9°, ley 14.250). La "personería" por consecuencia
importa poder institucional (capacidad normativa, al poder celebrar el convenio) y poder económico
(al asegurarse que a todos los trabajadores de la rama, afiliados o no, se les descuente una
contribución sindical excepcional y que el empleador descuente la contribución sindical).
La libertad sindical sólo es el medio que permite alcanzar el fin: la adecuada tutela de los
intereses profesionales de los trabajadores. De allí que, para apreciar si ha limitaciones a la
garantía importan una lesión, deba valorarse la razonabilidad de las limitaciones y determinarse si
con las mismas se facilita la obtención del fin sindical o si, por el contrario, se dificulta o se hace
imposible su logro.
El sistema de unidad de representación, si bien limita la gestión sindical de las otras entidades
sin personería gremial, no viola el Convenio 87 de la O.I.T. sobre la libertad sindical, cuyo
contenido prescinde de este problema, ni el artículo 14 nuevo de la Constitución Nacional. Lo que
debe cuidarse, por respeto a la democracia sindical y al principio de igualdad, es que cuando otro
sindicato simplemente inscripto resulte ser más representativo por tener mayor número de afiliados
que el anterior, pueda obtener dicha personería, convirtiéndose en titular de los derechos
privilegiados.
En definitiva: si se salva el principio de que el sindicato privilegiado sea siempre el más
representativo por contar con mayor número de afiliados, dichos privilegios son admisibles porque
fortalecen al movimiento obrero e interpretan la manera de ser, de pensar y de actuar de los
trabajadores. De tal modo, se atiende a la finalidad de la organización sindical, en función de la
cual debe ser entendida la libertad sindical, relacionándola con otros principios que la condicionan
y también están comprometidos en la función gremial: en especial el de concentración.
La última parte del artículo 25 resuelve el trámite de las cuestiones denominadas de
encuadramiento sindical, pues la superposición del ámbito de actuación personal y de zonas de
actuación se resuelve acordando la representatividad a la asociación que tenga más trabajadores
afiliados, conforme al procedimiento que establece el artículo 28 para excluir a un sindicato de la
personería gremial de que ya gozaba.
La personería gremial es otorgada por el Ministerio de Trabajo, y cabe señalar que el
procedimiento establecido en el artículo 25 de la ley 23.551 no ha merecido observaciones de la
O.I.T., que reconoce la legitimidad en el orden internacional de este sistema desde que no contraría
el Convenio 87 de la O.I.T., porque la ley admite la existencia de pluralidad de sindicatos, aunque
con distintas facultades.
Si la personería gremial es denegada se acude al procedimiento que establece el artículo 62 de
la L.S.: apelación ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo la que dictará resolución
dentro de los noventa (90) días (art. 26, L.S.).
Otorgada la personería gremial, se inscribirá la asociación en el registro que prevé la ley,
publicándose en el Boletín Oficial, sin cargo, la resolución administrativa y los estatutos (art. 27,
L.S.).
En caso de que existiera una asociación sindical de trabajadores con personería gremial, sólo
podrá concederse igual personería a otra asociación, para actuar en la misma zona y actividad o
categoría, en tanto que la cantidad de afiliados cotizantes de la peticionante, durante un período

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mínimo y continuado de seis (6) meses anteriores a su presentación, fuere considerablemente


superior a la de la asociación con personería preexistente.
Presentado el requerimiento del mismo se dará traslado a la asociación con personería gremial
por el término de veinte (20) días, a fin de que ejerza su defensa y ofrezca pruebas. De la
contestación se dará traslado por cinco (5) días a la peticionante. Las pruebas se sustanciarán con
el control de ambas asociaciones.
Cuando se resolviere otorgar la personería a la solicitante, la que la poseía continuará como
simplemente inscripta.
La personería peticionada por otro sindicato se acordará sin necesidad del trámite indicado
cuando mediare conformidad expresa del máximo órgano deliberativo de la asociación que la
poseía (art. 28).
Para que se produzca el desplazamiento de personería, la reglamentación ha establecido que la
mayor representatividad consiste en poseer como mínimo un número superior al diez por ciento (10
%) de los afiliados cotizantes del sindicato que anteriormente la poseía, el que se debe mantener
durante un período mínimo continuado de seis (6) meses.
Cuando la asociación sindical de trabajadores con personería gremial invista la forma de unión,
asociación o sindicato de actividad y la peticionante hubiera adoptado la forma de sindicato de
oficio, profesión o categoría, la personería podrá concedérsele si existieran intereses sindicales
diferenciados como para justificar una representación específica y se cumplimenten los requisitos
exigidos por el artículo 25, y siempre que la unión o sindicato preexistente no comprenda en su
personería la representación de dichos trabajadores.
He dicho que el sindicato de oficio no tiene el favor de la ley y son pocos los que hoy se cuentan
en nuestra vida sindical, por ejemplo, el de viajantes de comercio. Si se admitiera un sindicato de
oficio, profesión o categoría en base a un interés suficientemente diferenciado, se trataría del
supuesto en que además no existiera un sindicato de actividad que comprenda en su personería a
dichos trabajadores (en el caso, por ejemplo, de una actividad completamente nueva en el país).

20.9. DERECHOS EXCLUSIVOS DEL

SINDICATO CON PERSONERIA GREMIAL


Son derechos exclusivos de la asociación sindical con personería gremial:
a) Defender y representar ante el Estado y los empleadores los intereses individuales (el decreto
reglamentario exige consentimiento escrito de éstos) y colectivos de los trabajadores.
b) Participar en instituciones de planificación y control de conformidad con lo que dispongan las
normas respectivas.
c) Intervenir en negociaciones colectivas y vigilar el cumplimiento de la normativa laboral y de
seguridad social.
d) Colaborar con el Estado en el estudio y solución de los problemas de los trabajadores.
e) Constituir patrimonios de afectación que tendrán los mismos derechos que las cooperativas y
mutualidades.
f) Administrar sus propias obras sociales y, según el caso, participar en la administración de las
creadas por ley o por convenciones colectivas de trabajo.
Representación de los intereses individuales. El inciso a) del artículo 31 de la ley
23.551, otorga al sindicato con personería gremial la facultad no condicionada de defender y
representar ante el Estado y los empleadores los intereses individuales de los trabajadores. No
obstante el decreto reglamentario requiere la acreditación del consentimiento de los interesados
por escrito, para que pueda ejercerse dicha representación. Considero que hay un exceso
reglamentario y que no se tendría que discutir la legitimidad de los actos sindicales conservatorios
de los derechos del trabajador. Por ejemplo, impugnación de suspensiones o la interrupción de la

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prescripción. El artículo 11 de la ley 24.013 expresamente autoriza al sindicato a pedir la


regularización del empleado. El consentimiento sería exigible para los actos de disposición, no
porque lo diga el reglamento sino porque está ínsito en la naturaleza de tales actos.
Negociación colectiva . Es la manifestación más importante de las facultades otorgadas
exclusivamente al sindicato con personería gremial (monopolio de representación), con facultad
normativa, que se extiende a afiliados y no afiliados, y con la posibilidad de pactar en el convenio
colectivo cláusulas que acuerden beneficios especiales en función de la afiliación y establezcan
contribuciones en favor de la organización con personería gremial exigibles también a afiliados y a
no afiliados.
Vigilar el cumplimiento de la normativa laboral y de seguridad social. Esta vigilancia ha sido
retaceada por el decreto reglamentario, pues el artículo 43, inciso a) de la ley, que otorga
facultades al delegado del personal en esta materia, al ser reglamentado por el artículo 26
del decreto 467/88, limita dicha actuación a una mera función de veedores de lo actuado por el
inspector de Policía de Trabajo o de Higiene y Seguridad. Es decir, que impide la iniciativa del
sindicato y el control autónomo del delegado o de la comisión interna, lo que parece contrariar la
norma legal.
El artículo 23 de la ley 25.250 al hacer referencia al Sistema Integrado de Inspección del Trabajo
y de la Seguridad Social, prevé que los delegados del personal tendrán derecho a acompañar al
inspector durante la inspección y a ser informados de sus resultados.

Administración de Obras Sociales


El artículo 12 de la ley 23.660 establece que las obras sociales son patrimonio de los
trabajadores que la componen y los miembros de la administración serán elegidos por la
asociación sindical con personería gremial signataria de los convenios colectivos de trabajo que
correspondan, a través de su secretariado nacional, consejo directivo nacional o asamblea general
de delegados congresales, conforme al estatuto de la obra social.

20.10. ACTIVIDADES ECONOMICAS Y SOCIALES DEL SINDICATO


Desde un punto de vista doctrinario se discute la posibilidad de que los sindicatos tengan sus
propias obras sociales o desarrollen actividades económicas para beneficio de los trabajadores
(farmacia, turismo, proveedurías, hoteles). Pero en nuestro país esas actividades deben ser
consideradas expresamente autorizadas por el artículo 31 de la L.S., en cuanto permite al sindicato
con personería gremial constituir patrimonios de afectación que tendrán los mismos derechos que
las cooperativas y mutualidades, así como administrar sus propias obras sociales. Del mismo modo
están autorizados para recibir ayuda económica de los empleadores, con destino a obras de
carácter social, asistencial, previsional y cultural, en interés y beneficio de los trabajadores
comprendidos en el ámbito de representación de la acción sindical.
Recuerdo, con especial referencia a las obras sociales, que salvo algunas entidades estatales o
paraestatales, todas fueron creadas por las asociaciones profesionales de trabajadores sobre la
base de fondos provenientes de cláusulas incluidas en los convenios colectivos. Lo que hizo en su
momento la ley 18.610 y lo ratificó la ley 23.660, fue imponer aportes y contribuciones mínimas
legales, establecer el deber de retención y de contribución del empleador y dictar ciertas pautas
generales para el sistema. Aunque en la embestida contra el poder sindical se ha autorizado al
trabajador a cambiar de obra social, los empleadores buscan lisa y llanamente su eliminación, y así
lo manifiestan públicamente.
No es discutible la intervención del sindicato en un nivel más amplio, como por ejemplo en los
organismos de la seguridad social o en la elaboración de las políticas relativas al mejoramiento del
nivel de vida de los trabajadores.

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El artículo 37 de la L.S. dispone que el patrimonio de las asociaciones sindicales de trabajadores


estará constituido por:
a) Las cotizaciones ordinarias y extraordinarias de los afiliados y las contribuciones de solidaridad
que se pacten en los términos de la ley de convenciones colectivas.
b) Los bienes adquiridos y sus frutos.
c) Las donaciones, legados, aportes y recursos no prohibidos por esta ley.
Como de acuerdo al artículo 3° de esta ley la acción sindical tiene un amplio espectro, el
patrimonio de la organización podría incrementarse con bienes adquiridos por el ejercicio de
actividades comerciales, entre las cuales las más corrientes son la Farmacia Sindical, las
Proveedurías, etc.

Contribuciones de solidaridad
Las contribuciones de solidaridad son los aportes a que hemos hecho referencia al comentar el
artículo 31, que se denominan canon por representación y, habitualmente, se estipulan con motivo
de la celebración o renovación de las convenciones colectivas. El Comité de Libertad Sindical de la
O.I.T. ha admitido la legitimidad de este tipo de contribuciones que deben ser soportadas por los
trabajadores afiliados y no afiliados.

Retención de cuotas sindicales


Los empleadores estarán obligados a actuar como "agentes de retención" de los importes que,
en concepto de cuotas de afiliación u otros aportes, deban tributar los trabajadores a las
asociaciones sindicales con personería gremial.
Para que la obligación indicada sea exigible, deberá mediar una resolución del Ministerio de
Trabajo, disponiendo la retención. Esta resolución se adoptará a solicitud de la asociación sindical
interesada. El ministerio citado deberá pronunciarse dentro de los treinta (30) días de recibida la
misma. Si así no lo hiciera, se tendrá por tácitamente autorizada la retención.
El incumplimiento por parte del empleador de la obligación de obrar como "agente de retención",
o —en su caso— de efectuar en tiempo propio el pago de lo retenido, tornará a aquél en deudor
directo. La mora en tal caso se producirá de pleno derecho (art. 38, L.S.).
Para que la obligación de retener sea-exigible la asociación sindical debe comunicar la
resolución del Ministerio de Trabajo que la dispone, con una antelación no menor a diez (10) días al
primer pago al que resulte exigible. La comunicación deberá ser acompañada de una copia
autenticada de la referida resolución (art. 24).
Destaco que el empleador no puede cuestionar la procedencia de la retención y que el
trabajador sólo podría invocar su condición de no afiliado. Su obligación es la de retener, de
acuerdo a las planillas que le entregue el sindicato. Los empleadores deben ser notificados por el
Ministerio de Trabajo o por la asociación sindical, acompañando copia autenticada de la resolución
ministerial o —aunque no lo dice la norma legal ni la reglamentaria— una certificación del mismo
origen de que han transcurrido más de treinta (30) días sin que haya resolución al respecto.

Gravámenes sobre actos y bienes sindicales


Los actos y bienes de las asociaciones sindicales con personería gremial destinados al ejercicio
específico de las funciones propias previstas en los artículos 5° y 23, estarán exentos de toda tasa,
gravamen, contribución o impuesto. La exención es automática y por la sola obtención de dicha
personería gremial.

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El Poder Ejecutivo Nacional gestionará de los gobiernos provinciales y por su intermedio de las
municipalidades, que recepten en su régimen fiscal, el principio señalado (art. 39, ley 23.551).

20.11. RESPONSABILIDAD DEL SINDICATO POR DAÑOS

PROVENIENTES DE LA ACCION SINDICAL


El sindicato tiene plena capacidad de obrar lo que implica: capacidad para ser titular de derechos
y obligaciones; capacidad procesal para ser parte en los problemas que lo afecten, que afecten al
gremio o a la comunidad de trabajadores en general. La ley 23.551 no crea una responsabilidad
especial para los sindicatos por lo que debe considerárselos, según los casos, comprendidos por
las normas del Código Ci vil que se refieren al tema. De la misma manera debe considerarse al
sindicato frente a las leyes penales. Sin embargo, pueden establecerse dos reglas firmes: a) La
responsabilidad sindical surge de los actos y hechos que provengan del ejercicio de su respectiva
competencia. Pero va de suyo que, por ejemplo, el sindicato no podrá eludir la responsabilidad de
sus órganos directivos si han declarado una medida de fuerza ilegítima sin autorización de la
asamblea, en la medida en que dicho órgano institucional no lo haya desautorizado y en definitiva
el hecho deba atribuirse al sindicato como tal y no aisladamente a alguno de sus representantes. b)
La otra fu ente de responsabilidad puede provenir de los actos de los afiliados cuando ellos actúan
en ejercicio de sus funciones representativas pero debe probarse que el afiliado actúa en nombre
del sindicato (Tomás Sala Franco, "Derecho Sindical", 3ª ed., Tirand Lo Blanch, Libros, Valencia,
1994, pág. 167).
Ojeda Avilés separa claramente la personalidad del sindicato y la de los afiliados. Y en términos
similares a los expresados señala que el sindicato no responderá por actos individuales de sus
afiliados, salvo que aquéllos se produzcan en el ejercicio regular de las funciones representativas,
o se pruebe que dichos afiliados actuaban por cuenta de él, y que el sindicato responde en todo
caso de los actos o acuerdos adoptados por sus órganos estatutarios en la esfera de su respectiva
competencia. De tal modo, las actuaciones irregulares, en principio, no vinculan al sindicato.
Citando a Fernández López, anota que puede asumir también responsabilidad cuando la
apariencia de obrar conforme a derecho ha podido generar en el tercero expectativas de buena fe.
El mismo Ojeda Avilés, refiriéndose a la posibilidad de que los individuos que figuran como
órganos o representantes del sindicato actúen con dolo o culpa lata en el ejercicio de sus
competencias, afirma que responderán ellos de los daños pero sin quedar incriminada la
organización, aunque no pueda decirse lo mismo en caso de mera negligencia (op. cit., pág. 251).
A la misma conclusión debería llegarse en nuestro derecho, que establece la responsabilidad
personal de todo aquel que ejecuta un hecho que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a
otro (art. 1109, C. Civil).
En el caso de responsabilidad del sindicato, tratándose de personas jurídicas, se reputan actos
propios los de sus representantes legales, siempre que no excedan los límites de su ministerio (art.
36, C. Civil). Y el artículo 43 ratifica ese criterio al establecer que las personas jurídicas responden
por los daños que causan quienes las dirijan o administren en ejercicio o con ocasión de sus
funciones.

20.12. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Conoce acerca de la afiliación y desafiliación en nuestro país?
2) ¿Qué son los estatutos, y qué requisitos deben reunir?

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3) ¿Qué órganos ejercen la dirección y administración de los sindicatos?


4) ¿Cuáles son los requisitos para integrar el órgano de dirección?
5) ¿Qué son las asambleas, y cuáles son sus funciones?
6) ¿Qué es una asociación simplemente inscripta, y cuáles son sus derechos y sus obligaciones?
7) ¿Qué son las asociaciones con personería gremial? ¿Cómo se adquiere? ¿Puede perderse?
¿Cuáles son sus derechos exclusivos?
8) ¿Puede el sindicato desarrollar actividades económicas y sociales?
9) ¿Es responsable el sindicato por las consecuencias de su acción?

BIBLIOGRAFIA
ALVAREZ y OTROS , "Derecho colectivo del trabajo", Ed. La Ley, Buenos Aires, 1998.
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del
trabajo", Ed. La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS , "Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed La Ley,
Buenos Aires, 2007.
LÓPEZ, G.A.F."Derecho de las Asociaciones Profesionales", Ed. La Ley, Buenos Aires.
OJEDA AVILÉS, ANTONIO , "Derecho sindical", Ed. Tecnos, Madrid, 1992, 6ª ed.
SALA FRANCO, TOMÁS,"Derecho sindical", Ed. Tirand Lo Blanch, Valencia, 1994, 3ª ed.

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CAPITULO XXI
LA REPRESENTACIÓN SINDICAL
EN LA EMPRESA
21.1. Funciones. - 21.2. Requisitos. - 21.3. Sistema de elección y remoción. - 21.4.
Derechos. - 21.5. Número de representantes. - 21.6. La función de los delegados y la tutela
de los intereses y derechos de los trabajadores: límites al poder de dirección. - 21.7. Guía
de análisis. - Bibliografía.

21.1. FUNCIONES
El artículo 40 de la ley 23.551 establece que los delegados del personal, las comisiones internas
y organismos similares, ejercerán en los lugares de trabajo o, según el caso, en la sede de la
empresa o del establecimiento al que estén afectados una representación múltiple en varias
direcciones:
a) de los trabajadores ante el empleador; la autoridad administrativa del trabajo cuando ésta actúe
de oficio en los sitios mencionados y ante la asociación sindical;
b) de la asociación sindical ante el empleador y el trabajador.
Los representantes del personal, entonces, ejercen su mandato ante el empleador, ante la
autoridad administrativa del trabajo y ante el sindicato. Y, a la vez, representan a la asociación
sindical ante el empleador y el trabajador, lo cual puede ser conflictivo en la medida en que los
reclamos de los trabajadores solamente se pueden presentar al empleador previa autorización de
la asociación sindical respectiva (art. 43, inc. c), lo que puede crear limitaciones a la actuación del
delegado o de la comisión interna, incluso derivadas de la situación geográfica del establecimiento
en relación a la sede de la organización. Y parece incongruente con lo dispuesto en el artículo 4°
de la ley sindical, que le otorga al trabajador, individualmente, la posibilidad de peticionar ante las
autoridades y los empleadores (ver: art. 4° L.S.).
Esta norma refuerza el poder del sindicato pero puede crear confusiones entre los intereses de
los representados (personal y sindicato) que pueden no ser coincidentes.

21.2. REQUISITOS
Para ejercer las funciones de delegado de personal se requiere:
a) Estar afiliado a la respectiva asociación sindical con personería gremial y ser elegido en
comicios convocados por ésta, en el lugar donde se presten los servicios o con relación al cual
esté afectado y en horas de trabajo, por el voto directo y secreto de los trabajadores cuya
representación deberá ejercer. La autoridad de aplicación podrá autorizar, a pedido de la
asociación sindical, la celebración en lugar y horas distintos, cuando existieren circunstancias
atendibles que lo justificaran.
Cuando con relación al empleador respecto del cual deberá obrar el representante, no existiera
una asociación sindical con personería gremial, la función podrá ser cumplida por afiliados a una
simplemente inscripta.
En todos los casos se deberá contar con una antigüedad mínima en la afiliación de un (1) año.
b) Tener dieciocho (18) años de edad como mínimo y revistar al servicio de la empresa durante
todo el año aniversario anterior a la elección.
En los establecimientos de reciente instalación no se exigirá contar con una antigüedad mínima
en el empleo. Lo mismo ocurrirá cuando por la índole de la actividad en la que presten servicios

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los trabajadores a representar, la relación laboral comience y termine con la realización de la


obra, la ejecución del acto o la prestación de servicio para el que fueron contratados o cuando el
vínculo configure un contrato de trabajo de temporada (art. 41, ley 23.551).

El período de prueba y la actividad sindical


Durante el período de prueba está expresamente protegida la actividad sindical.

21.3. SISTEMA DE ELECCION Y REMOCION


El artículo 42 de la ley sindical establece que el mandato de los delegados no podrá exceder de
dos (2) años y podrá ser revocado mediante asamblea de sus mandantes convocada por el órgano
directivo de la asociación sindical, por propia decisión o a petición del diez por ciento (10 %) del
total de los representados. Asimismo, en el caso que lo prevean los estatutos el mandato de los
delegados podrá ser revocado por determinación votada por los dos tercios (2/3) de la asamblea o
del congreso de la asociación sindical. El delegado cuestionado deberá tener la posibilidad cierta
de ejercitar su defensa.
Y la reglamentación añade que si nada establecieran los estatutos, los representantes del
personal serán designados por un término de dos (2) años y podrán ser reelectos.
Las elecciones deberán realizarse con no menos de diez (10) días de antelación al vencimiento
del mandato de los que deban ser reemplazados. Su convocatoria deberá ser efectuada por la
asociación sindical y deberá ser dada a publicidad, para conocimiento de todos los trabajadores del
establecimiento o lugar de trabajo, con una anticipación no menor de diez (10) días al acto electoral
y notificada al empleador en forma fehaciente, por la asociación sindical representativa del
personal del establecimiento, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas de su elección (art. 25).
Destaco que así como la representación es múltiple, la remoción o revocación del mandato
puede ser efectuada tanto por la asamblea de trabajadores del establecimiento, como por la
asamblea o el congreso de la asociación sindical. Y basta que la revocación se disponga por
alguno de éstos para que cese en el cargo gremial.
La revisión de la medida puede ser solicitada ante la justicia del trabajo por la vía que establece
el artículo 47 (amparo sindical).

21.4. DERECHOS
Quienes ejerzan las funciones de representantes del personal en la empresa, tendrán derecho a:
a) Verificar la aplicación de las normas legales o convencionales, pudiendo participar en las
inspecciones que disponga la autoridad administrativa del trabajo que se limitará a la
comprobación del cumplimiento de la legislación laboral y previsional.
Deberá ser acompañado para la verificación por los inspectores de la autoridad de aplicación
respectiva, y actuará sólo como veedor (art. 26).
b) Reunirse periódicamente con el empleador o su representante.
c) Presentar ante los empleadores o sus representantes las reclamaciones de los trabajadores en
cuyo nombre actúen, previa autorización de la asociación sindical respectiva.
Y añade que se entiende que existe necesidad de formular una reclamación cuando, a propósito
del ejercicio de la función prevista en el artículo 43, inciso c) de la ley, se ha suscitado una
controversia con el empleador, circunstancia ante la cual el delegado procederá a comunicar lo
ocurrido, de inmediato, al órgano competente de la asociación sindical a fin de que éste disponga
formalizar la reclamación si, a su juicio, ello correspondiere (art. 27).

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Continúa la ley 23.551, en su artículo 44, disponiendo que sin perjuicio de lo acordado en
convenciones colectivas de trabajo, los empleadores estarán obligados a:
a) Facilitar un lugar para el desarrollo de las tareas de los delegados del personal en la medida en
que, habida cuenta de la cantidad de trabajadores ocupados y la modalidad de la prestación de
los servicios, las características del establecimiento lo tornen necesario.
b) Concretar las reuniones periódicas con esos delegados asistiendo personalmente o haciéndose
representar.
c) Conceder a cada uno de los delegados del personal, para el ejercicio de sus funciones, un
crédito de horas mensuales retribuidas de conformidad con lo que se disponga en la convención
colectiva aplicable.
Al reglamentar este artículo se estableció que mientras el delegado permanezca en su función,
el empleador podrá reducir o aumentar el crédito de horas mensuales retribuidas, en tanto iguale o
supere la cantidad que establezca la convención colectiva aplicable (art. 28).
Cabe destacar el derecho de los representantes del personal en la empresa al crédito de horas
remuneradas, que consiste en asignar a cada delegado un tiempo disponible mensual, retribuido
en el horario habitual de trabajo para ser destinado al ejercicio de sus funciones. El control del
empresario sobre el uso de este beneficio se hace "a posteriori", es decir, que el delegado no
necesita acreditar anticipadamente que va a utilizar parte del crédito horario en funciones
gremiales, pero no se trata de un privilegio para la persona del delegado, por ejemplo, para
esparcimiento o diligencias personales, sino de un beneficio para el ejercicio adecuado de la
función.

21.5. NUMERO DE REPRESENTANTES


A falta de normas en las convenciones colectivas o en otros acuerdos, el número mínimo de
trabajadores que representen la asociación profesional respectiva en cada establecimiento será:
a) De diez (10) a cincuenta (50) trabajadores, un (1) representante.
b) De cincuenta y uno (51) a cien (100) trabajadores, dos (2) representantes.
c) De ciento uno (101) en adelante, un (1) representante más cada cien (100) trabajadores que
excedan de cien (100) a los que deberán adicionarse los establecidos en el inciso anterior.
En los establecimientos que tengan más de un (1) turno de trabajo habrá un (1) delegado por
turno, como mínimo.
Cuando la representación sindical esté compuesta por tres (3) o más trabajadores, funcionará
como cuerpo colegiado y sus decisiones se adoptarán en la forma que determinen los estatutos
(art. 45, ley 23.551).

21.6. LA FUNCION DE LOS DELEGADOS Y LA TUTELA

DE LOS INTERESES Y DERECHOS DE LOS TRABAJADORES:

LIMITES AL PODER DE DIRECCION


La reglamentación de lo relativo a los delegados del personal deberá posibilitar una adecuada
tutela de los intereses y derechos de los trabajadores teniendo en cuenta la diversidad de sectores,

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turnos y demás circunstancias de hecho que hagan a la organización de la explotación o del


servicio (art. 46, ley 23.551).

21.7. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Qué función cumplen los delegados gremiales?
2) ¿Cuáles son los requisitos para acceder al cargo?
3) ¿Contiene la ley 23.551 alguna disposición vinculada con el número de delegados por empresa?
4) ¿Quiénes pueden removerlos de su cargo, y cuál es el procedimiento en cada caso?
5) ¿A qué se llama crédito horario?

BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del
trabajo", Ed. La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed. La Ley ,
Buenos Aires, 2007.

CAPITULO XXII

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LA TUTELA SINDICAL
22.1. La ley 23.551 y los alcances de la tutela de la acción sindical. - 22.1.1. La acción de
amparo sindical prevista por el artí culo 47 de la ley. - 22.1.2. La estabilidad de los
representantes gremiales. 22.1.2.1. Alcances. 22.1.2.2. Requisitos y efectos de la garantía.
22.1.2.3. Cese de las actividades del establecimiento: caída de la tutela. 22.1.2.4. La acción
de exclusión de la tutela sindical. 22.1.2.5. Prescripción de las acciones por cobro de
indemnización. - 22.2. Las prácticas desleales. - 22.2.1. Concepto y caracteres. La
enumeración legal. - 22.2.2. La querella por prácticas desleales. - 22.2.3. Sanciones. - 22.3.
Guía de análisis.

22.1. LA LEY 23.551 Y LOS ALCANCES DE LA

TUTELA DE LA ACCION SINDICAL

22.1.1. La acción de amparo sindical prevista por el artículo 47 de la Ley


La norma alrededor de la cual gira todo el andamiaje de la tutela de los dirigentes, delegados y
activistas gremiales es la del artículo 47. Las tradicionales disposiciones sobre práctica desleal, se
superponen parcialmente, pero si bien persiguen parecido objetivo de tutela, están más bien
dirigidas al control de los empleadores por la autoridad de aplicación, que es el Ministerio de
Trabajo. La ley 23.551, en el referido artículo 47 establece que "todo trabajador o asociación
sindical que fuere impedido u obstaculizado en el ejercicio regular de los derechos de la libertad
sindical garantizados por la presente ley, podrá recabar el amparo de estos derechos ante el
tribunal judicial competente, conforme al procedimiento sumarísimo establecido en el artículo 498
del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación o equivalente de los Códigos
Procesales Civiles provinciales, a fin de que éste disponga, si correspondiere, el cese inmediato del
comportamiento antisindical".
Inspirada en el derecho italiano, esta norma debe ser interpretada en sentido amplio y permite
recurrir a la justicia por vía sumarísima y por el procedimiento que prevé el artículo 498 del Código
de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación o los equivalentes en las legislaciones
provinciales, para que cese el comportamiento antisindical. La jurisprudencia y la doctrina
mayoritaria han restringido los alcances de este procedimiento a la tutela sindical (Título Preliminar,
arts. 1° a 9°) y estabilidad de dirigentes y delegados). Por mi parte entiendo que los procedimientos
sumarísimos son comprensivos, no sólo de los derechos consagrados en el Título Preliminar, sino
también de todos los consagrados a lo largo de la ley, salvo cuando se prevea otro tipo de acciones
o recursos. Y, particularmente, sería aplicable para los supuestos que contempla el artículo 53
(prácticas desleales), sin perjuicio de las multas que establece el artículo 55 y la posibilidad de
aplicar astreintes (art. 666 bis, Código Civil). Aun en los casos del artículo 54 la querella respectiva
se podrá instrumentar a través de e ste procedimiento sumarísimo, aunque el artículo 63 se refiera
a procedimiento sumario. Entiendo asimismo que esta norma, que se proyecta sobre, todo el
articulado de la ley, debe considerarse particularmente aplicable en los casos en que se violen los
derechos consagrados para los trabajadores en su artículo 4°, que se refiere a los aspectos
individuales de la libertad sindical. Y muy especialmente sus incisos c), d) y e), que se refieren al
derecho a reunirse y desarrollar actividades sindicales, a peticionar ante las autoridades y los
empleadores, y a participar en la vida interna de las asociaciones sindicales y a ser elegidos para
un cargo gremial. Esto legitima y pr otege el accionar de los llamados "activistas sindicales",

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aquellas personas que, por ejemplo, intentan imponer una nueva lista o que por determinadas
circunstancias deben ocuparse de la defensa de los intereses de sus compañeros. Sin la
protección que brinda este artí culo, sería utópico hablar de democracia en los sindicatos, pues
para que ella exista, los que desean promover una lista de oposición, y que corren el riesgo de que
esa lista no sea autorizada por la Junta Electoral, controlada por las autoridades salientes, jamás
podrían realizar ningún tipo de política interna por afuera del grupo que controla en un momento
determinado al sindicato.

22.1.2. La estabilidad de los representantes gremiales

22.1.2.1. Alcances
Los trabajadores que, por ocupar cargos electivos o representativos en asociaciones sindicales
con personería gremial, en organismos que requieran representación gremial, o en cargos políticos
en los poderes públicos, dejaran de prestar servicios, tendrán derecho a gozar de licencia
automática sin goce de haberes, a la reserva del puesto y a ser reincorporados al finalizar el
ejercicio de sus funciones, no pudiendo ser despedidos durante el término de un (1) año a partir de
la cesación de sus mandatos, salvo que mediare justa causa de despido.
El tiempo de desempeño de dichas funciones, será considerado período de trabajo a todos los
efectos, excepto para determinar promedios de remuneraciones.
Los representantes sindicales en la empresa, elegidos de conformidad con lo establecido en el
artículo 41 de la L.S., continuarán prestando servicios y no podrán ser suspendidos, modificadas
sus condiciones de trabajo, ni despedidos durante el tiempo que dure el ejercicio de sus mandatos
y hasta un (1) año más, salvo que mediare justa causa (art. 48, ley 23.551).
En este artículo se determinan, en principio, los alcances de la tutela sindical. La estabilidad
sindical comprende expresamente a los trabajadores que ocupan cargos electivos o
representativos en asociaciones sindicales con personería gremial (miembros de comisiones
directivas de entidades sindicales, seccionales o filiales, delegados o congresistas a los
organismos de grado superior, etc.), en organismos que requieran representación gremial (vgr.:
comisiones paritarias de negociación o de interpretación de convenios colectivos de trabajo,
integrantes del cuerpo directivo de obras sociales o institutos similares, etc.); trabajadores que
ocupen cargos políticos —electivos o no— en los poderes públicos —sin discriminar si se trata de
poderes nacionales, provinciales o municipales—, candidatos que se postulan para cargos de
representación sindical y representantes sindicales en la empresa; delegados del personal, o
miembros de comisiones internas. La expresión "organismos similares" abarca a toda función
gremial electiva o representativa como los subdelegados, delegados de sección, de obra,
hospitalarios (respecto de los agentes de propaganda médica) y toda otra forma de representación
gremial, cualquiera fuere su lugar de actuación.
La garantía de estabilidad en el empleo abarca el tiempo de duración del mandato y un (1) año
más.

22.1.2.2. Requisitos y efectos de la garantía


El artículo 49 de la ley sindical dispone que para que surta efecto la garantía antes establecida
se deberán observar los siguientes requisitos:
a. Que la designación se haya efectuado cumpliendo con los recaudos legales.

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b. Que haya sido comunicada al empleador. La comunicación se probará mediante telegrama o


carta documento u otra forma escrita.
Los representantes sindicales, sea que ocupen cargos electivos o representativos en
asociaciones sindicales con personería gremial, o en organismos que requieran representación
gremial, o en cargos políticos en los poderes públicos, es decir, todos aquellos que dejan de
prestar servicios en razón del cargo que ocupan, tienen derecho a licencia automática sin goce de
haberes, debiéndoseles reservar el puesto y computar como trabajado el tiempo durante el cual
ejerzan el cargo gremial o político. Estos trabajadores y los delegados de personal o los miembros
de comisiones internas, que continúan trabajando, no pueden ser despedidos sin causa hasta
pasado un año de la terminación de sus mandatos. Los representantes sindicales en la empresa
tampoco pueden, durante dicho lapso, ser suspendidos sin causa, ni se les pueden modificar sus
condiciones de trabajo.
La garantía de estabilidad en el empleo también alcanza al postulante para un cargo de
representación sindical, desde el momento de la recepción de la lista que lo incluye como
candidato con las formalidades necesarias, para que la Junta Electoral se expida acerca de su
oficialización. Si la Junta Electoral no oficializa al candidato cesa la protección, pero antes deben
agotarse las vías asociacionales (art. 50, ley cit.). Igual efecto produce el hecho de que una lista
oficializada obtenga un número de votos inferior al cinco por ciento (5 %) de los votos válidos
emitidos (art. 29 del decreto reglamentario). La protección es por seis (6) meses. Los candidatos,
los designados y los electos, deben comunicar su condición al empleador mediante telegrama,
carta-documento u otra forma escrita (art. 49). La postulación como candidato debe ser
comunicada por el sindicato o por el propio candidato, indicando los datos personales, el cargo al
cual aspira y la fecha de recepción de la lista que lo incorpora como aspirante. Y el sindicato le
debe dar a este último una certificación que acredite su condición.
Este derecho a la estabilidad cae en los casos de cesación de actividades del establecimiento o
de suspensión general de las tareas del mismo, cualquiera sea su causa (art. 51, L.S.). Y cuando
se suspenda o se despida por falta o disminución de trabajo o por fuerza mayor, el orden de
antigüedad previsto en el artículo 247, L.C.T., no incluirá a los trabajadores cuya estabilidad se
encuentre protegida.

22.1.2.3. Cese de las actividades del establecimiento: caída de la tutela


El cierre del establecimiento (unidad de ejecución) hace caer la garantía de estabilidad del
representante gremial aunque obedezca a culpa del empleador, o se trate de una decisión libre del
mismo, que no necesita justificar. Diferente es el problema que plantea en igual situación (cierre del
establecimiento) el derecho a la indemnización por despido que establece el artículo 245, L.C.T.
(o art. 7° de la ley 25.013, si corresponde). El representante gremial despedido por cierre del
establecimiento, sin que haya mediado falta de trabajo o fuerza mayor, tiene derecho a la
indemnización del artículo 245, L.C.T., y no a resarcimiento por violación de la garantía de
estabilidad en el cargo gremial. Deben tenerse en cuenta las disposiciones de la ley de contrato de
trabajo respecto del orden de antigüedad para despedir por causas económicas (arts. 221 y 247). Y
en cuanto al concepto de establecimiento, debe partirse de la definición que formula la ley citada
más arriba en su artículo 6°.

22.1.2.4. La acción de exclusión de la tutela sindical


Uno de los artículos más importantes del Título dedicado a la tutela de los derechos sindicales
es el artículo 52, que dice expresamente que los trabajadores amparados por las garantías
previstas en los artículos 40, 48 y 50 de la ley sindical, no podrán ser despedidos, suspendidos ni
con relación a ellos podrán modificarse las condiciones de trabajo, si no mediare resolución judicial
previa que los excluya de la garantía, conforme al procedimiento establecido en el artículo 47 del

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mismo texto legal. El juez o tribunal interviniente, a pedido del empleador, dentro del plazo de cinco
(5) días podrá disponer la suspensión de la prestación laboral con el carácter de medida cautelar,
cuando la permanencia del cuestionado en su puesto o el mantenimiento de las condiciones de
trabajo pudiere ocasionar peligro para la seguridad de las personas o bienes de la empresa.
La violación por parte del empleador de las garantías establecidas en los artículos citados en el
párrafo anterior, dará derecho al afectado a demandar judicialmente, por vía sumarísima, la
reinstalación en su puesto, con más los salarios caídos durante la tramitación judicial, o el
restablecimiento de las condiciones de trabajo.
Si se decidiere la reinstalación, el juez podrá aplicar al empleador que no cumpliere con la
decisión firme, las disposiciones del artículo 666 bis del Código Civil (astreintes o pagos
conminatorios), durante el período de vigencia de su estabilidad.
El trabajador, salvo que se trate de un candidato no electo, podrá optar por considerar extinguido
el vínculo laboral en virtud de la decisión del empleador, colocándose en situación de despido
indirecto, en cuyo caso tendrá derecho a percibir, además de indemnizaciones por despido, una
suma equivalente al importe de las remuneraciones que le hubieren correspondido durante el
tiempo faltante del mandato y el año de estabilidad posterior. Si el trabajador fuese un candidato no
electo tendrá derecho a percibir, además de las indemnizaciones y de las remuneraciones
imputables al período de estabilidad aún no agotado, el importe de un (1) año más de
remuneraciones.
La promoción de las acciones por reinstalación o por restablecimiento de las condiciones de
trabajo a las que refieren los párrafos anteriores interrumpe la prescripción de las acciones por
cobro deindemnización y salarios caídos allí previstas. El curso de la prescripción comenzará una
vez que recayere pronunciamiento firme en cualquiera de los supuestos.
El decreto reglamentario, incurriendo en excesos que lo ilegitiman parcialmente, dispone que la
medida cautelar prevista por el artículo 52, párrafo primero, "in fine", podrá ser requerida por el
empleador en momento en que surja o mientras perdure un peligro potencial para las personas, se
desempeñen o no en la empresa (trabajadores, consumidores, proveedores, usuarios, etc.), los
bienes ya sean éstos materiales o inmateriales, usados, consumidos, producidos u ofrecidos por la
empresa o el eficaz funcionamiento de ésta siempre que dicho peligro se evite o reduzca con la
suspensión de la prestación laboral del titular de la garantía de estabilidad. El empleador podrá
liberar de prestar servicios al trabajador amparado por las garantías previstas en los artículos 40,
48 ó 50 de la ley, en cuyo caso deberá comunicarlo, dentro de las cuarenta y ocho (48) horas
hábiles, al Ministerio de Trabajo y mantener el cumplimiento de la totalidad de los deberes que la
ley o convenciones colectivas ponen a su cargo, como consecuencia de la relación laboral; así
como el de aquellos que le impone el artículo 44 de la ley de modo directo y los artículos 40 y 43
como correlato de los derechos del representante, cuando se tratare de un delegado en ejercicio
de su función.
En este supuesto deberá promover dentro de los quince (15) días, ante juez competente acción
declarativa para que se compruebe la concurrencia de los motivos fundados que autoriza el artículo
78 de la ley de contrato de trabajo o, en su caso, requerir la exclusión de la garantía con el alcance
que justifique la causa que invoque. El Ministerio de Trabajo podrá intimar a promover una de estas
acciones al empleador que omitiera hacerlo dentro de este término, si hubiere razones para ello.
El representante electo, en ejercicio de su mandato o, concluido éste, mientras perdure la
estabilidad garantizada por el artículo 52 de la ley, podrá en caso de que el empleador lo
despidiere, suspendiere, o modificare a su respecto las condiciones de trabajo, colocarse en
situación de despido indirecto, si el empleador no hiciere efectiva la reinstalación o no restableciere
las condiciones de trabajo alteradas, dentro del plazo que fije a ese efecto la decisión judicial firme
que le ordene hacerlo. Podrá ejercer igual opción, dentro del quinto día de quedar notificado de la
decisión firme que rechazare la demanda articulada por el empleador para obtener la exclusión de
la garantía.
Si el trabajador amparado por la garantía contenida en el artículo 52 de la ley no fuere electo, la
decisión judicial que declare, haciendo lugar a una acción o a una defensa, no perdida la garantía,
dispondrá de inmediato la obligación de reparar en los términos del párrafo cuarto del artículo
reglamentado y, en su caso, se procederá a liquidar el importe correspondiente a dicha obligación
en la etapa de ejecución de sentencia (art. 30).

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Este artículo contempla tres acciones: 1) acción del empleador de exclusión de tutela por la vía
sumarísima del artículo 47, tendiente a que el juez lo autorice a despedir, suspender o modificar las
condiciones de trabajo. La decisión que adopte el juez sobre el despido, la suspensión o la
legitimidad o ilegitimidad de la modificación de las condiciones de trabajo, es definitiva. Dentro de
esta acción, el empleador podrá solicitar como medida cautelar la suspensión de la prestación
laboral cuando la permanencia del cuestionado en su puesto o el mantenimiento de sus
condiciones de trabajo pudiera ocasionar peligro para la seguridad de las personas o bienes de la
empresa, y el juez interviniente debe resolver en el plazo de cinco (5) días. Lo decidido en la
exclusión de tutela hace cosa juzgada y no es revisable en un juicio ordinario posterior. Esto
significa que si se decide el despido, la suspensión o la modificación de las condiciones de trabajo,
pese a la decisión judicial en contrario, las acciones del trabajador, relativas a esos puntos, no
necesitarán acreditación de la ilegitimidad de la medida; 2) acción de reinstalación a solicitud del
trabajador por la vía sumarísima del artículo 47. Esta acción se acuerda cuando el empleador no
acude al procedimiento de exclusión de tutela o cuando pese al pronunciamiento desfavorable para
él en dicho procedimiento, hiciera efectivas las medidas declaradas ilegítimas (despido, suspensión
o modificación de las condiciones de trabajo). Para esta hipótesis, el juez puede aplicar al
empleador que no cumpliere con la decisión firme, las disposiciones del artículo 666 bis del Código
Civil (astreintes); 3) acción ordinaria del trabajador por indemnizaciones derivadas de un despi do
indirecto, agravadas por la violación de la garantía de la estabilidad en el cargo (art. 48). Esta
acción, si es posterior a la decisión sobre la exclusión de tutela no aceptada, permite invocar el
pronunciamiento judicial emitido en el juicio sumarísimo con carácter de cosa juzgada. Si el
trabajador se da por despedido durante el procedimiento de exclusión de tutela, tendrá que probar
la ilegitimidad de la medida. Si el empleador no acciona por exclusión de tutela, omite un requisito
formal que hace a la legitimidad de su acto, por lo que el despido, la suspensión o la modificación
de las condiciones de trabajo, deben considerarse por ese solo hecho ilegítimos, originando
derecho a las indemnizaciones pertinentes. O sea, que la toma de medidas por el empleador sin el
ejercicio de la acción de exclusión, constituye injuria suficiente como para considerar al despido, la
suspensión o las modificaciones de las condiciones de trabajo, ilegítimos.
Asimismo, el reglamento también, más allá de la ley, prevé que el empleador podrá liberar de
prestar servicios al trabajador tutelado por la garantía de estabilidad cumpliendo con la obligación
de comunicarlo al Ministerio de Trabajo y de mantener las demás prestaciones de la relación
laboral, así como las de permitirle el desarrollo de su gestión gremial, en los términos de los
artículos 40 y 43 de la ley. Para ello debe promover dentro de los quince (15) días por ante el juez
competente, acción declarativa para que se compruebe la concurrencia de los motivos fundados
que autoriza el artículo 78, L.C.T. o, en su caso, requerir la exclusión de la garantía con el alcance
que justifique la causa que invoque. Pienso que si lo que se pretende es atribuir al empleador la
facultad de ejercer una acción ordinaria declarativa vinculada con el deber de ocupación efectiva,
esto no condice con las particulares circunstancias de necesidad impuestas por el peligro para las
personas y los bienes que contempla el propio reglamento.
Por lo que, en mi opinión, también para este supuesto debería seguirse el procedimiento
sumarísimo que prevé el artículo 47 de la ley. Cabe observar, además, que el artículo 78, L.C.T., se
refiere a "motivos fundados que impidan la satisfacción de tal deber" (el de ocupación), lo que
supone un impedimento del empleador e inconvenientes realmente impeditivos, por lo que si se
considerara válido el reglamento no podría alegarse la mera "molestia" que pueda causar la
permanencia del delegado gremial en el ejercicio efectivo de su empleo.
El Ministerio de Trabajo puede intimar al empleador a promover la acción de exclusión de tutela
o la declarativa antes mencionada si el empleador omitiere hacerlo.
Puede observarse que el decreto reglamentario justifica que el trabajador se coloque en
situación de despido indirecto, dentro del quinto día de quedar notificado de la decisión firme que
rechazare la demanda articulada para obtener la exclusión de la garantía, cuando es posible que el
empleador acate la decisión judicial y no produzca el despido, ni la suspensión, ni la modificación
de las, condiciones de trabajo, por lo que en realidad el despido indirecto sólo correspondería
cuando se hubiere efectuado una imputación por sí injuriosa, de tal gravedad que no permita la
prosecución del contrato (por ejemplo, acusación de un hurto, agresión a compañeros, etc.). En
nuestra opinión, la sola intención del empleador no es injuriosa en sí, salvo la hipótesis del artículo

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242, L.C.T. (justa causa de despido indirecto). Como dijimos más arriba, sólo constituye por sí una
injuria la toma de medidas contra el dirigente o delegado sin la acción de exclusión de garantía.
Candidatos no electos: Los candidatos, además de las indemnizaciones legales y de las
remuneraciones correspondientes al pedido de estabilidad no agotado (seis meses), tienen
derecho a un (1) año de remuneraciones. Mientras perdure su estabilidad el decreto reglamentario,
en términos poco precisos y opinables, le concede el derecho de obtener las reparaciones en los
casos en que se haga lugar a una acción o a una defensa, en cuyos supuestos se dispondrá de
inmediato la obligación de reparar. Estos términos no deben entenderse fuera del contexto del
artículo 52, y no crean acciones distintas a las ya examinadas. Lo que puede interpretarse es que
si se rechaza la exclusión de tutela y, "a posteriori", se adopta la medida ilegítima, en el mismo
juicio sumarísimo puede ejecutarse el reclamo de indemnizaciones. O que, si requerida la
reinstalación ésta no es cumplida, el trabajador, candidato no electo, podría optar en el mismo
proceso por el cobro de las indemnizaciones pertinentes por despido, criterio que también podría
aplicarse en el caso del delegado electo. En definitiva, en mi opinión no hay nada que justifique un
trato diferenciado. Por un defecto de técnica legislativa, la indemnización para el caso de despido
del candidato no electo se establece en este artículo 52, cuando debió fijarse en el artículo 50. Los
aspectos procesales son los generales aplicables a todos los trabajadores con garantía de
estabilidad gremial y el candidato no puede tener derechos distintos.

22.1.2.5. Prescripción de las acciones por cobro de indemnización


La prescripción por los rubros indicados se interrumpe por la promoción de las acciones por
reinstalación o por restablecimiento de las condiciones de trabajo, y comienza a correr a partir del
pronunciamiento firme que recaiga en ellas.

22.2. LAS PRACTICAS DESLEALES

22.2.1. Concepto y caracteres. La enumeración legal


Siguiendo una tradición del derecho colectivo argentino, que abrevó en esta cuestión en la
legislación norteamericana, la ley sindical superpone dos órdenes de protecciones de la libertad
sindical, tanto individual como colectiva. El artículo 53 dispone que "serán consideradas prácticas
desleales y contrarias a la ética de las relaciones profesionales del trabajo por parte de los
empleadores o, en su caso, de las asociaciones profesionales que los representen:
a) subvencionar en forma directa o indirecta a una asociación sindical de trabajadores;
b) intervenir o interferir en la constitución, funcionamiento o administración de un ente de este tipo;
c) obstruir, dificultar o impedir la afiliación de los trabajadores a una de las asociaciones por ésta
reguladas;
d) promover o auspiciar la afiliación de los trabajadores a determinada asociación sindical;
e) adoptar represalias contra los trabajadores en razón de su participación en medidas legítimas de
acción sindical o en otras actividades sindicales o de haber acusado, testimoniado o intervenido
en los procedimientos vinculados a juzgamiento de las prácticas desleales;
f) rehusarse a negociar colectivamente con la asociación sindical capacitada para hacerlo o
provocar dilaciones que tiendan a obstruir el proceso de negociación;
g) despedir, suspender o modificar las condiciones de trabajo de su personal, con el fin de impedir
o dificultar el ejercicio de los derechos a que se refiere esta ley;

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h) negarse a reservar el empleo o no permitir que el trabajador reanude la prestación de los


servicios cuando hubiese terminado de estar en uso de licencia por desempeño de funciones
gremiales;
i) despedir, suspender o modificar las condiciones de trabajo de los representantes sindicales que
gocen de estabilidad, de acuerdo con los términos establecidos por este régimen, cuando las
causas del despido, suspensión o modificación no sean de aplicación general o simultánea a
todo el personal;
j) practicar trato discriminatorio, cualquiera sea su forma, en razón del ejercicio de los derechos
sindicales tutelados por este régimen;
k) negarse a suministrar la nómina del personal a los efectos de la elección de los delegados del
mismo en los lugares de trabajo".
En la clásica definición de Monzón, práctica desleal es toda conducta del empleador que directa
o indirectamente se halle dirigida a menoscabar, perturbar u obstruir la acción y el desarrollo de las
asociaciones profesionales y de los derechos que en su consecuencia se reconocen a los
individuos. Se sostiene, en general, que la enunciación es taxativa, pero opinamos que toda
violación por parte del empleador de cualquiera de los derechos que establece la ley 23.551 y,
particularmente, los vinculados con la libertad sindical y con la autonomía sindical que merecen la
tutela especial del artículo 47, pueden constituir una práctica desleal y dar derecho a accionar por
la vía sumarísima que esta norma (art. 47) establece. Además, el hecho de que las prácticas
desleales enumeradas se sancionen con multa, no implica que el intérprete deba atenerse
estrictamente a los supuestos contemplados en el artículo 53. La ley 18.694, de infracciones a las
leyes de trabajo, a la que se remite el artículo 55, también establece multas por infracciones a las
leyes de trabajo en forma indeterminada. Por lo demás, el espíritu de la norma es el de sancionar
todo acto del empleador impeditivo u obstructivo del ejercicio de los derechos sindicales
individuales y colectivos, positivos y negativos.
La condena de las prácticas desleales fue consagrada por el Convenio 98 de la O.I.T. del año
1949, ratificado por nuestro país.

22.2.2. La querella por prácticas desleales


La asociación sindical de trabajadores o el damnificado, conjunta o indistintamente, podrán
promover querella por práctica desleal ante el juez o tribunal competente (art. 54, ley cit.).
Entiendo que la querella por práctica desleal puede promoverse por la vía que prevé el artículo
47 (procedimiento sumarísimo), máxime desde que se prevé la posibilidad de reparación de las
medidas para el sindicato y los damnificados particulares, mediante la aplicación de astreintes (art.
666 bis del Código Civil). El cese de las medidas, para que tenga eficacia y libere al empleador,
debe ser oportuno y tramitarse por el procedimiento rápido (ver el art. 63, ley sindical).

22.2.3. Sanciones
Las prácticas desleales se sancionarán con multas, que serán fijadas de acuerdo con los
artículos 4° y siguientes de la ley 18.694 de infracciones a las leyes de trabajo, salvo las
modificaciones que aquí se establecen.
En el supuesto de prácticas desleales múltiples, o de reincidencia, la multa podrá elevarse hasta
el quíntuplo del máximo previsto en la ley 18.694.
Cuando la práctica desleal fuera cometida por entidades representativas de empleadores, la
multa será fijada razonablemente por el juez hasta un máximo del equivalente al veinte por ciento
(20 %) de los ingresos provenientes de las cuotas que deban pagar los afiliados en el mes en que
se cometió la infracción.
Cuando la práctica desleal pudiera ser reparada mediante el cese de la medida que la hubiere
producido o la realización de los actos que resulten idóneos, conforme a la decisión calificadora, y

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el infractor mantuviera las medidas o dejare de cumplir los actos tendientes a la cesación de sus
efectos, el importe originario se incrementará automáticamente en un diez por ciento (10 %) por
cada cinco (5) días de mora, mientras se mantenga el incumplimiento del empleador o entidad
representativa de los empleadores.
Sin perjuicio de ello, el juez, a petición de parte, podrá también aplicar lo dispuesto por el artículo
666 bis del Código Civil, quedando los importes, que así se establezcan, en favor del damnificado.
El importe de las multas será percibido por la autoridad administrativa del trabajo, e ingresado en
una cuenta especial, y será destinado al mejoramiento de los servicios de inspección del trabajo, a
cuyo fin la autoridad administrativa tomará intervención en el expediente judicial, previa citación del
juez.
Cuando la práctica desleal fuere reparada mediante el cese de los actos motivantes, dentro del
plazo que al efecto establezca la decisión judicial, el importe de la sanción podrá reducirse hasta el
cincuenta por ciento (50 %) (art. 55, ley cit.).

22.3. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Contiene la Constitución Nacional garantías para la tutela de los dirigentes gremiales?
2) ¿Tienen todos los trabajadores que resulten afectados en el ejercicio de los derechos de la
libertad sindical algún tipo de protección?
3) ¿A quiénes se extiende la protección especial en la ley 23.551, y en qué consiste?
4) ¿Qué requisitos deben cumplirse para que opere la tutela?
5) ¿Cuándo cesa la tutela de los delegados gremiales?
6) ¿Puede el empleador directamente despedir con causa a un delegado gremial? ¿Qué es la
acción de exclusión de tutela? ¿Es una acción ordinaria?
7) ¿Puede el empleador pedir medidas cautelares?
8) ¿Cuáles son las opciones del delegado despedido directamente cuando en juicio no se
comprueba la injuria alegada por el empleador?
9) ¿Qué son las prácticas desleales?
10) ¿La enumeración del artículo 53 es taxativa?
11) ¿Qué persigue la querella por prácticas desleales?

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CAPITULO XXIII
LA AUTORIDAD DE APLICACIÓN
DE LA LEY SINDICAL
23.1. Facultades del Ministerio de Trabajo. - 23.2. Limitación legal de la intervención del
M.T. en la vida de las asociaciones sindicales. - 23.3. El control administrativo del M.T. y el
acceso a la jurisdicción. - 23.4. Las cuestiones s obre encuadramiento sindical y los
conflictos intrasindicales. - 23.5. Las acciones judiciales contra las resoluciones definitivas
del M.T. Competencia originaria de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo. - 23.6.
Guía de análisis. - Bibliografía.

23.1. FACULTADES DEL MINISTERIO DE TRABAJO


El Ministerio de Trabajo será la autoridad de aplicación de la presente ley y estará facultado
para:
1) Inscribir asociaciones, otorgarles personería gremial y llevar los registros respectivos.
2) Requerir a las asociaciones sindicales que dejen sin efecto las medidas que impliquen:
a) violación de las disposiciones legales o estatutarias;
b) incumplimiento a disposiciones dictadas por la autoridad competente en el ejercicio de
facultades legales.
3) Peticionar en sede judicial la suspensión o cancelación de una personería gremial o la
intervención de una asociación sindical, en los siguientes supuestos:
a) incumplimiento de las intimaciones precedentes;
b) cuando haya comprobado que en las asociaciones se ha incurrido en graves irregularidades
administrativas. En el proceso judicial será parte la asociación sindical afectada. No obstante,
cuando existiera peligro de serios perjuicios a la asociación sindical o a sus miembros, el
Ministerio de Trabajo podrá solicitar judicialmente medidas cautelares a fin de que se disponga
la suspensión en el ejercicio de sus funciones de quienes integran el órgano de conducción y
se designe un funcionario con facultades para ejercer los actos conservatorios y de
administración necesarios para subsanar las irregularidades que determinan se adopte esa
medida cautelar.
4) Disponer la convocatoria a elecciones de los cuerpos que en las asociaciones sindicales de
trabajadores tienen a su cargo el gobierno, la administración y la fiscalización de los actos que
realicen estos últimos, como así también ejecutar los demás actos que hubiere menester para
que mediante el proceso electoral se designen a los integrantes de esos cuerpos. Al efecto,
asimismo podrá nombrar las personas que deban ejecutar esos actos. Todo ello cuando el
órgano de la asociación facultado para ejecutarlo, después que hubiese sido intimado para que
lo hiciere, dentro de un lapso determinado, incumpliera el requerimiento.
En caso de que se produjere un estado de acefalía con relación a la comisión directiva de una
asociación sindical de trabajadores o al órgano que tenga asignadas las funciones propias de un
cuerpo de conducción, y en tanto en los estatutos de la asociación de que se trate o en los de la
federación de la que ésta forme parte, no se haya previsto el modo de regularizar la situación, la
autoridad de aplicación también podrá designar un funcionario para que efectúe lo que sea
necesario para regularizar la situación. Por su parte, si el órgano encargado de convocar a reunión
de la asamblea de la asociación o al congreso de la misma, no lo hubiere hecho en el tiempo
propio, y ese órgano no dé cumplimiento a la intimación que deberá cursársele para que lo efectúe,
la autoridad de aplicación estará facultada para hacerlo y para adoptar las demás medidas que
correspondan para que la reunión tenga lugar (art. 56, ley 23.551).
El decreto reglamentario establece que cuando el trabajador amparado por las garantías
previstas en los artículos 40, 48 ó 50 de la ley, incurriere, en ocasión del desempeño de sus
funciones sindicales, en alguno de los incumplimientos o violaciones a que se refiere el inciso 2 del
artículo 56 de la ley o realizare algún acto perjudicial para el funcionamiento eficaz de la empresa,
el empleador podrá solicitar al Ministerio de Trabajo, el ejercicio de las facultades que a éste
acuerdan los incisos 2 y 3 de dicho artículo, a cuyo efecto el Ministerio de Trabajo intimará al

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órgano de conducción de la asociación sindical a disponer, en el marco de las facultades que a


dicho órgano de conducción le asigne el estatuto, lo necesario para hacer cesar las conductas
denunciadas (art. 31).
Los plazos indicados en días en este reglamento, se computarán en jornadas hábiles, del mismo
modo aquellos establecidos en la ley reglamentada que revisten naturaleza procesal (art. 32). Esto
significa crear, por vía reglamentaria, un sistema paralelo al del artículo 52, sin control judicial
inmediato y con una amplitud que abarcaría cualquier acto sindical susceptible de originar algún
perjuicio a la empresa, lo que parece adolecer del vicio de inconstitucionalidad, máxime cuando no
se prevé un trámite regular para que se produzcan las intimaciones del inciso 2 del artículo 56 y a
que la norma está reglamentando fuera de contexto. La tutela gira en torno a los artículos 47 y 52
de la ley, y las interpretaciones que a las mismas se hagan deben armonizar con este principio
fundamental.
Una de las características de la ley 23.551, es que ha desplazado al Poder Judicial actividades
que antes eran propias del Ministerio de Trabajo, al extremo de que en el caso de irregularidades
cometidas en los sindicatos, aquél debe pedir a la justicia la suspensión o cancelación de la
personería gremial. Y, en caso de peligro de serios perjuicios a la asociación sindical o a sus
miembros, el mismo Ministerio puede requerir a la justicia, como medida precautoria, la suspensión
de los directivos y la designación de un funcionario para ejercer actos de conservación y
administración.

23.2. LIMITACION LEGAL DE LA INTERVENCION DEL MINISTERIO

DE TRABAJO EN LA VIDA DE LAS ASOCIACIONES SINDICALES


La ley sindical establece que en tanto no se presente alguna de las situaciones antes previstas,
la autoridad administrativa del trabajo no podrá intervenir en la dirección y administración de las
asociaciones sindicales a que se refiere esta ley y, en especial, restringir el manejo de los fondos
sindicales (art. 57, ley cit.)
Salvo los supuestos contemplados en el artículo 56, L.S., vale decir, omisión de convocar las
elecciones de cuerpos directivos, la reunión de asambleas o congresos y de acefalía de la
comisión directiva en tanto los estatutos no prevean los remedios adecuados, el Ministerio de
Trabajo no puede intervenir en las asociaciones sindicales, lo que concuerda con la norma
prohibitiva del Convenio 87 de la O.I.T., según el cual las autoridades públicas deberán abstenerse
de toda intervención que tienda a limitar el derecho de los sindicatos.

23.3. EL CONTROL ADMINISTRATIVO DEL MINISTERIO

DE TRABAJO Y EL ACCESO A LA JURISDICCION


La ley dispone que el control de las asociaciones sindicales, aunque hubieren obtenido
personería jurídica en virtud de las disposiciones del derecho común, estará a cargo exclusivo del
Ministerio de Trabajo de la Nación (art. 57, ley cit.), lo que no excluye el derecho de los sindicatos a
recurrir judicialmente.

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23.4. LAS CUESTIONES SOBRE ENCUADRAMIENTO SINDICAL

Y LOS CONFLICTOS INTRASINDICALES


Para someter las cuestiones de encuadramiento sindical a la autoridad administrativa, las
asociaciones interesadas deberán agotar previamente la vía asociacional, mediante el
pronunciamiento de la organización gremial de grado superior a la que se encuentren adheridas, o
a la que estén adheridas las federaciones que integren.
Si el diferendo no hubiera sido resuelto dentro de los sesenta (60) días hábiles, cualquiera de las
asociaciones sindicales en conflicto, podrá someter la cuestión a conocimiento y resolución del
Ministerio de Trabajo, el que deberá pronunciarse dentro de los sesenta (60) días hábiles, rigiendo
en caso de silencio lo dispuesto en el artículo 10 de la ley 19.549 y su reglamentación (denegatoria
tácita). Agotado el procedimiento administrativo, quedará expedita la acción judicial prevista en el
artículo 62, inciso e), L.S.
La resolución de encuadramiento, emane de la autoridad administrativa del trabajo o de la vía
asociacional, será directamente recurrible ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo.
La resolución que ponga fin al conflicto de encuadramiento sindical sólo tendrá por efecto
determinar la aptitud representativa de la asociación gremial respectiva con relación al ámbito en
conflicto (art. 59, ley cit.).
El encuadramiento sindical consiste en la determinación del sindicato que debe representar a los
trabajadores de una determinada actividad. Generalmente, se produce el conflicto de
encuadramiento cuando dos o más organizaciones pretenden representar los intereses de un
determinado sector de trabajadores en forma exclusiva. Estos son conflictos intersindicales. La vía
prevista en la ley es la asociacional, correspondiendo que el caso sea dirimido por la organización
de grado superior (federación o confederación). Agotada esta vía y habiéndose emitido
pronunciamiento, se puede apelar ante la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo. Si el
conflicto no es resuelto en la vía asociacional, lo dirime el Ministerio de Trabajo, y también su
resolución es apelable ante el mismo Tribunal.
El encuadramiento sindical tiene relación directa con el encuadramiento convencional, pues la
representatividad de una categoría o sector de trabajadores, de acuerdo con la personería gremial
y su ámbito personal y territorial, va a determinar el convenio colectivo aplicable a esos
trabajadores, que será el celebrado por el sindicato que los represente legítimamente, aunque en
estos casos corresponde exclusivamente al juez en el caso particular declarar qué convenio se
aplica en la empresa.
El conflicto intrasindical se plantea entre los afiliados a una asociación sindical de trabajadores y
ésta, o entre una asociación de grado inferior y otra de grado superior, y en estos casos se aplican
las técnicas de solución previstas en el artículo 59. Cabe señalar que el artículo 58 del Estatuto de
la Confederación General del Trabajo ha creado una Comisión Arbitral para resolver las cuestiones
de encuadramiento sindical que se susciten entre las organizaciones sindicales confederadas.

23.5. LAS ACCIONES JUDICIALES CONTRA LAS RESOLUCIONES

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DEFINITIVAS DEL MINISTERIO DE TRABAJO.

COMPETENCIA ORIGINARIA DE LA CAMARA NACIONAL

DE APELACIONES DEL TRABAJO


La ley sindical dispone que todas las resoluciones definitivas de la autoridad administrativa del
trabajo en la materia regulada por esta ley, una vez agotada la instancia administrativa, son
impugnables ante la justicia, por vía de recurso de apelación o de acción sumaria, según los casos
(art. 61).
El artículo 62 añade que será competencia exclusiva de la Cámara Nacional de Apelaciones del
Trabajo conocer los siguientes casos:
a) las acciones que promueva la autoridad administrativa del trabajo;
b) los recursos contra resoluciones administrativas definitivas que decidan sobre otorgamiento de
personería gremial, encuadramiento sindical u otros actos administrativos de igual carácter, una
vez agotada la instancia administrativa;
c) la demanda por denegatoria tácita de una personería gremial;
d) la demanda por denegatoria tácita de una inscripción;
e) las acciones de encuadramiento sindical que se promuevan por haber vencido el plazo
establecido para que se pronuncie la autoridad administrativa, sin que ésta lo hubiera hecho;
f) los recursos previstos en el artículo 36 de esta ley (intervención de las asociaciones de grado
inferior por las de grado superior).
Las acciones de los incisos a), c), d) y e) del párrafo anterior se sustanciarán por las normas del
proceso sumario del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
En este proceso la Cámara podrá ordenar las medidas para mejor proveer que considere
convenientes. Asimismo, proveerá la producción de las pruebas ofrecidas por las partes que sean
conducentes, pudiendo disponer su recepción por el juzgado de primera instancia que
corresponda, el que deberá elevar las actuaciones dentro de las cuarenta y ocho (48) horas de
finalizada su sustanciación.
Las acciones previstas en los incisos c) y d) de este artículo deberán deducirse dentro de los
ciento veinte (120) días hábiles del vencimiento del plazo otorgado a la autoridad administrativa
para resolver.
Tratándose de recursos, éstos deberán ser fundados e interponerse ante la autoridad
administrativa, dentro de los quince (15) días hábiles de notificada la resolución. Dentro de los diez
(10) días hábiles contados desde la interposición del recurso, la autoridad administrativa deberá
remitir a esa Cámara las respectivas actuaciones. Cuando la decisión recurrida afecte los alcances
de una personería, radicado el expediente en sede judicial, deberá darse traslado a las
asociaciones afectadas por el término de cinco (5) días.
Finalmente, el artículo 63 de la ley sindical establece que los jueces o tribunales con
competencia en lo laboral en las respectivas jurisdicciones conocerán en:
a) las cuestiones referentes a prácticas desleales;
b) las acciones previstas en el artículo 52 (estabilidad de delegados y dirigentes);
c) en las acciones previstas en el artículo 47 (acción sumarísima de tutela sindical).
Estas acciones se sustanciarán por el procedimiento sumario previsto en la legislación local.
Estas tres normas —los arts. 61, 62 y 63— destacan la actuación de la justicia como última
instancia decisoria en todo conflicto que derive de esta ley. En primer lugar, las resoluciones
definitivas del Ministerio de Trabajo son impugnables ante la justicia por vía de apelación en los
casos que se establecen en el artículo 62, o por vía de la acción sumaria en los demás casos. En
realidad, pese a que los artículos 61 y 63 hablen de acción sumaria, debe considerarse que la
remisión es a la acción sumarísima que prevé el artículo 47, que es la regla para todo acto que

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lesione la libertad sindical o la tutela sindical. Lo importante de las normas que examinamos, es
que no hay ninguna decisión de la autoridad administrativa que no sea motivo de conocimiento y
decisión por la justicia.

23.6. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuáles son las facultades que la ley sindical le confiere al Ministerio de Trabajo?
2) ¿Tiene límites la intervención del ministerio en la vida de las asociaciones sindicales?¿Tienen
los sindicatos derecho a recurrir por ante la justicia de sus resoluciones administrativas? ¿Qué
convenio de la O.I.T. debe respetarse en estos casos? ¿Cuál es la competencia originaria de la
Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo?
3) ¿Qué dice la ley 23.551 respecto de los procedimientos para la determinación del
encuadramiento sindical y la solución de los conflictos intrasindicales?
4) ¿Se pueden recurrir judicialmente las resoluciones del Ministerio de Trabajo?

BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR,"El modelo sindical argentino", Ed. Rubinzal Culzoni, Santa Fe.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ , "Leyes fundamentales del
trabajo" , Ed. La Ley, 11ª ed., Buenos Aires, 2010.

CAPITULO XXIV

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CONVENIOS COLECTIVOS DE TRABAJO


24.1. Concepto y antecedentes. - 24.2. Función social, política y económica. - 24.3.
Principios generales de aplicación. - 24.4. La ley 14.250. - 24.4.1. Definición y
caracterización legal. - 24.4.2. Ajuste a las normas legales. - 24.4.3. Modificación del
convenio colectivo por los contratos individuales. - 24.4.4. Vigencia, publicación y
registración. - 24.4.5. Falta de representatividad ulterior de la asociación de empleadores. -
24.4.6. Ambito territorial y funcional. - 24.4.7. Requisitos formales. - 24.4.8. Homologación
Ministerial. Efectos. - 24.4.9. El principio de los convenios colectivos de trabajo y las nuevas
disposiciones legales. - 24.4.10. La convención colectiva de trabajo como fuente de
derechos. - 24.4.11. Relación entre C.C.T. y contrato individual: cumplimiento obligatorio de
las convenciones colectivas homologadas. - 24.4.12. Cláusulas especiales que favorezcan
a los afiliados al sindicato pactante. - 24.4.13. Facultad del M.T. de extender a otras zonas
la aplicación de un convenio. - 24.4.14. Facultades de las partes colectivas al momento de
extinción de vigencia del convenio. - 24.5. Ambito de negociación colectiva. - 24.6.
Representación de los trabajadores. - 24.7. Prelación de normas. - 24.8. Convenio de
empresas en crisis. - 24.9. Fomento de la negociación colectiva. - 24.10. Procedimiento
para la negociación colectiva. - 24.11. Convenios colectivos en caso de concurso
preventivo. - 24.12. Las comisiones negociadoras y las comisiones paritarias. - 24.12.1.
Funciones y facultades.. - 24.12.2. Constitución de la Comisión Paritaria. - 24.12.3.
Funciones complementarias. - 24.12.4. Competencia. - 24.13. Ejecución del acuerdo. -
24.13.1. Autoridad de aplicación. - 24.13.2. Delegación de competencia. - Bibliografía.

24.1. CONCEPTO Y ANTECEDENTES


El convenio colectivo es una institución propia y particular del Derecho del Trabajo, que ha sido
creada en el curso del tiempo por la acción sindical, y propiciada por los empleadores y el Estado,
impulsados por la necesidad de componer el conflicto social, siempre presente en las relaciones
laborales del sistema capitalista de producción. En las relaciones laborales está siempre presente
él convenio colectivo, suele ser el medio de evitar un conflicto.
La O.I.T. considera contrato colectivo de trabajo "toda convención escrita concluida, durante
cierto período, entre uno o varios patrones o una organización patronal de una parte, y un grupo de
obreros o una organización obrera, de otra, con el fin de uniformar las condiciones de trabajo
individuales y eventualmente reglamentar otras cuestiones que interesen al trabajo".
El convenio colectivo se caracteriza por su fuerza expansiva y excluyente.
Para Alonso García la representatividad y la normatividad determinan el desenvolvimiento y la
expansión del convenio colectivo. Se trata de dos características ínsitas en el convenio, y dice el
autor referido que la representatividad "viene impuesta por la imposibilidad de que todos los
trabajadores integrantes de un sindicato o representativos de una empresa o profesión, pacten con
el empresario a un tiempo sobre la obtención de condiciones uniformes y, sobre todo, la propia
estructura de persona jurídica del órgano pactante impone la necesaria representación". Agrega
que la normatividad es característica inherente al propio pacto, que define su misma significación y
naturaleza en cuanto establece las condiciones que han de formar parte de los contratos
individuales de trabajo a quienes se extienda la aplicación del pacto. Ello no quita que las propias
partes colectivas negocien normas destinadas a reglar sus propias relaciones (cláusulas
obligacionales) o aun prevean anticipadamente medios de solución de los conflictos, o se
comprometen a no efectuar huelgas durante el plazo de duración del convenio (cláusulas de paz).
De alguna manera la forma diferenciada en que la legislación contempla a los convenios
colectivos responde a sus orígenes, ya que primero fueron "pactos de caballeros" o contratos
colectivos impropios —como prefiere denominarlos Carnelutti— no sujetos a forma alguna, que
sólo engendraban obligaciones de carácter moral entre las partes y sin fuerza obligatoria para los
terceros. En una segunda época se convirtió en ley del grupo, y en una tercera etapa se
transforma, como dice Alonso Olea, en ley de la profesión o de la industria, no comprendiendo ya
únicamente a los miembros de la organización que lo ha suscripto, sino que tienen carácter general

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para toda la industria o profesión y se convierten en obligatorios (forman parte del orden público
laboral y sus normas son imperativas).
En realidad el convenio colectivo no tenía ubicación en las figuras del Derecho Civil, por eso
Carnelutti cuando lo define dice que es un híbrido que tiene el cuerpo del contrato (la negociación)
y el espíritu de la ley (su carácter obligatorio y general, "erga omnes", en su ámbito de aplicación).
La negociación colectiva es uno de los aspectos más importantes de la actividad sindical, pero
sus primeras manifestaciones aparecieron antes de la aparición del sindicato como institución,
porque al principio no fue preciso, ni tampoco existía, un grupo organizado dotado de personalidad
jurídica para su celebración, aunque tampoco se le podían acordar los efectos que se le reconocen
actualmente.
En Francia surgió la posibilidad de celebrar negociaciones colectivas después de la derogación
de la ley Le Chapellier en 1884 por la ley Waldeck-Rousseau; en Alemania el convenio para los
tipógrafos, data de 1873; en Inglaterra el de los mecánicos, constructores de máquinas y puentes
es del año 1851. El primer país europeo que reglamenta la institución en el Código Civil es Holanda
en 1909 seguido de Suiza en 1911, Alemania en 1918 y Francia en 1919. En América el primer
Estado que legisla sobre esta materia es Chile en 1924, seguido por México en 1931.
En nuestro país el primer convenio colectivo escrito se formaliza en 1901 en la actividad
marmolera. En este acuerdo es significativo que se haya insertado la cláusula de exclusividad
sindical (taller cerrado o "closed shop"), ya que la entidad patronal firmante se obligaba a que sus
socios no les dieran trabajo a obreros extraños a la sociedad de trabajadores que firmó el
convenio. En 1903 se negocia el trabajo de los portuarios en Colastiné, provincia de Santa Fe. En
este último convenio los representantes de los trabajadores gozaban de estabilidad en el empleo y
de crédito horario para cumplir sus funciones. En 1906 luego de un prolongado conflicto laboral, los
gráficos acuerdan condiciones de trabajo y la prohibición de la labor de menores en dicha
actividad. Puede advertirse que estas primeras negociaciones se producen en la denominada
etapa de tolerancia del sindicato, y mucho antes de que estuviera estructurado legalmente el
sindicalismo (1945) o la convención colectiva (1953).
En esta primera época debe anotarse, la iniciativa parlamentaria para regular los convenios
colectivos (los consejos de tarifa) de Joaquín V. González (1904). En 1909 el senador Del Valle
Iberlucea propuso incorporar al Código Civil diversas disposiciones sobre contratos colectivos,
dentro del capítulo de locación de servicios. En años posteriores se produjeron diversas iniciativas
que fueron recogidas por Saavedra Lamas, en su proyecto de Código Nacional de Trabajo.

24.2. FUNCION SOCIAL, POLITICA Y ECONOMICA


Hueck y Nipperdey señalan que el convenio colectivo transforma la igualdad jurídica formal de la
relación individual basada en el principio de libertad contractual, en una real equiparación, lo que
por mi parte he criticado, ya que ello depende de las circunstancias de tiempo, lugar, las
condiciones económicas y el nivel de empleo: sólo podría hablarse hipotéticamente de igualdad en
los períodos no sólo de pleno empleo, sino de escasez de mano de obra. En la opinión de los
autores citados el convenio colectivo además da fijeza a las condiciones de trabajo, especialmente
en lo relativo a los mínimos convencionales. Lo que es justo y legítimo en mi opinión, y evita
competencias desleales ("dumping" social) entre las empresas.
Desde otro punto de vista, y según los países, el convenio colectivo sustituye la carencia de
leyes, y en todos los casos permite que las condiciones laborales se adecuen a las situaciones
particulares de la actividad y a las características técnicas requeridas en la empresa. Por ejemplo,
en el Reino Unido lo más característico de las convenciones colectivas es su índole
consuetudinaria, pues existen pocas normas legislativas que se refieran a su regulación. En
general los acuerdos que se logran son voluntarios. Los conflictos colectivos de trabajo son en
Gran Bretaña, más que en ningún otro país, el efecto del hecho sindical. En Estados Unidos de
Norteamérica, con motivo de la política del "new deal", el presidente Roosevelt, mediante la
National Industrial Recovery Act, garantizó a los trabajadores el derecho a organizarse en
sindicatos y el de negociar colectivamente con los empresarios. En 1947 la ley Taft Hardley

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denominada Labour Management Relation Act aseguró la libertad de asociación y estableció cuál
era la asociación más representativa para la discusión de los convenios colectivos de salarios. Esta
ley deja a los patrones y a los trabajadores la libertad de pactar convenciones, pero determina: a)
la extensión de la obligación sindical tanto patronal como obrera al conjunto de una profesión o de
una industria, b) la extensión a terceros de las convenciones colectivas concluidas por
asociaciones representativas de la profesión. Este régimen se vincula directamente con las
cláusulas sindicales que en la práctica obligan al empleador a contratar sólo a los trabajadores
sindicados por la asociación que firmó el convenio, y que en nuestro país no se admiten.

24.3. PRINCIPIOS GENERALES DE APLICACION


El convenio colectivo previsto para una actividad o sector no entra en colisión con los estatutos
particulares, pues los complementa (como el Convenio 308/75, respecto de la ley 14.546 para
viajantes de comercio). Es posible que se planteen problemas de aplicación cuando el convenio
colectivo se enfrenta con la ley general. Pero como ya he señalado estos conflictos se resuelven
atendiendo a la norma más favorable al trabajador.
La convención colectiva de trabajo se presenta como una fuente de obligaciones para los
firmantes (sindicato con personería gremial y empleador, grupo de empleadores o cámara
respectiva) y para los trabajadores y empleadores comprendidos en su ámbito de aplicación, que
se ubica en un rango jerárquico inmediatamente inferior a la ley y tiene el carácter de generalidad
que posee esta última. Este acuerdo tiene por objeto principal el de establecer normas
(disposiciones generales y obligatorias) para regir las relaciones de trabajo de una determinada
categoría profesional, en el ámbito de actuación del grupo empresario de que se trate. Pero
también suele concretar ciertas relaciones entre el sindicato firmante y los empleadores
comprendidos (por ejemplo, contribuciones al sindicato o cláusulas de paz).
Las convenciones colectivas en su parte normativa forman parte del derecho objetivo, son fuente
autónoma del Derecho Laboral, porque las normas respectivas son creadas por la autonomía de
las partes colectivas, sobre la base de la autorización del Estado que por ley les acuerda eficacia
general. De ahí, que las cláusulas normativas de un convenio colectivo constituyan ley en sentido
material (norma jurídica de alcance general), lo que significa que rigen los contratos individuales
igual que las normas legales (forzosas o de derecho necesario). Por tanto integran el orden público
laboral y forman parta del marco normativo cambiante y ajeno que condiciona la autonomía de la
voluntad de las partes, cuando sus normas son más favorables.
Como no es una ley en sentido formal, no es posible resolver un caso, no previsto
expresamente, aplicando por extensión analógica disposiciones de otros convenios semejantes
(art. 16, L.C.T.).
El convenio colectivo aparece como un contrato por su forma de celebración, pero en virtud del
acto administrativo de la homologación se convierte en ley (fuente de derecho objetivo) para la
actividad profesional o la categoría de trabajadores comprendidos en su ámbito de aplicación.
La L.C.T. establece que los convenios colectivos deben ser individualizados pero no es
necesario probarlos en juicio (art. 8, L.C.T.).
El convenio tiene eficacia general respecto de todos los trabajadores y de todos los empleadores
comprendidos en el ámbito representado por el sindicato con personería gremial y el grupo
empresario pactante.
En la administración pública también se celebran convenios colectivos. Cabe puntualizar que las
reparticiones administrativas que tienen convenios colectivos, por ejemplo la DGI, deben aplicar la
L.C.T. a la par de las normas de derecho administrativo que regulan la función (ver: arts. 2° y 9°,
L.C.T.).
El convenio colectivo de trabajo reglado por la ley 14.250, que reglamenta la cláusula
constitucional por la cual se garantiza a los gremios el derecho a concertar convenios colectivos de
trabajo, es el acuerdo celebrado por el sindicato con personería gremial (de oficio, de actividad o
de empresa), con el grupo de empleadores de la actividad y oficio o con el empresario individual,
para regir con carácter general las relaciones laborales de los trabajadores y empleadores

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comprendidos en su ámbito de aplicación (personal, geográfico, de actividad o de oficio). Este


convenio se aplica a todos los trabajadores de la actividad, del oficio o de la empresa, afiliados o
no al sujeto patronal o al grupo de empleadores que lo negoció.
En nuestro derecho hay que agregar a la definición la homologación del Ministerio de Trabajo,
que es el requisito necesario para que los convenios colectivos tengan efectos generales ("ergs
omnes"). Este concepto está definido por la existencia en nuestro régimen de un solo sindicato por
oficio o actividad al que se le confiere, por su carácter de más representativo (con mayor cantidad
de afiliados cotizantes), personería gremial, con derecho exclusivo a celebrar convenciones
colectivas dentro de su ámbito de actuación.

24.4. LA LEY 14.250

24.4.1. Definición y caracterización legal


En 1953 se sanciona la ley 14.250 cuyo artículo 12, modificado por la ley 25.877 establece:
"Las convenciones colectivas de trabajo que se celebren entre una asociación profesional de
empleadores, un empleador o un grupo de empleadores, y una asociación sindical de trabajadores
con personería gremial, se rigen por las disposiciones de la presente ley.
Sólo están excluidos de esta ley los trabajadores comprendidos en las Leyes Nº 23.929 y Nº
24.185, en tanto dichas normas regulan sus propios regímenes convencionales."

24.4.2. Ajuste a las normas legales


Las disposiciones de las convenciones colectivas deberán ajustarse a las normas legales que
rigen las instituciones del Derecho del Trabajo, a menos que las cláusulas de la convención
relacionadas con cada una de esas instituciones resultaran más favorables a los trabajadores y
siempre que no afectaran disposiciones dictadas en protección del interés general.
También serán válidas las cláusulas de la convención colectiva destinadas a favorecer la acción
de las asociaciones de trabajadores en la defensa de los intereses profesionales que modifiquen
disposiciones del Derecho del Trabajo siempre que no afectaren normas dictadas en protección del
interés general (art. 7°, ley 14.250).

24.4.3. Modificaciones del convenio colectivo por los contratos individuales


Las normas de las convenciones colectivas homologadas serán de cumplimiento obligatorio y no
podrán ser modificadas por los contratos individuales de trabajo, en perjuicio de los trabajadores.
La aplicación de las convenciones colectivas no podrá afectar las condiciones más favorables a
los trabajadores, estipuladas en sus contratos individuales de trabajo (art. 8°, ley 14.250).

24.4.4. Vigencia, publicación y registración

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Artículo 5º - Las convenciones colectivas regirán a partir de la fecha en que se dictó el acto
administrativo que resuelve la homologación o el registro, según el caso.
El texto de las convenciones colectivas será publicado por el MINISTERIO DE TRABAJO,
EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, dentro de los DIEZ (10) días de registradas u homologadas,
según corresponda.
Vencido este término, la publicación efectuada por cualquiera de las partes en la forma que fije la
reglamentación, surtirá los mismos efectos legales que la publicación oficial.
El MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL llevará un registro de las
convenciones colectivas, a cuyo efecto el instrumento de las mismas quedará depositado en el
citado MINISTERIO."

24.4.5. Falta de representatividad ulterior de la asociación de empleadores


El artículo 2º de la ley 25.877 establece que ..." En caso que hubiese dejado de existir la o las
asociaciones de empleadores que hubieran acordado la anterior convención colectiva o que la
existente no pudiere ser calificada de suficientemente representativa o que no hubiere ninguna, la
autoridad de aplicación, siguiendo las pautas que deberán fijarse en la reglamentación, atribuirá la
representación del sector empleador a un grupo de aquellos con relación a los cuales deberá
operar la convención o tener como representantes de todos ellos a quien o a quienes puedan ser
considerados legitimados para asumir el carácter de parte en las negociaciones."

24.4.6. Ambito territorial y funcional


La determinación del ámbito funcional y territorial del convenio colectivo de trabajo a negociarse,
deberá corresponderse, para el sector sindical, con el definido en el acto de otorgamiento de su
personería gremial y, para el sector de los empleadores, con el ámbito definido en sus estatutos,
cuando sea una asociación la que asuma la representación. En el supuesto de hacerlo empresas
individuales, el ámbito se definirá por su actividad.
Cuando se pretenda constituir una unidad de negociación que exceda el ámbito de una empresa,
la aptitud representativa del sector de los empleadores será definida en función de la del grupo de
empleadores o asociaciones de empleadores que hubieran expresado formalmente su voluntad de
integrarla.
Los grupos de empleadores que invoquen la representación de otros empleadores, deberán
contar con poder especial otorgado al efecto, con todas las formalidades legales. Lo mismo
deberán acreditar las cámaras o asociaciones de empleadores cuando la representación invocada
no surja de sus estatutos (Texto según D. 1172/00,art. 1°).

24.4.7. Requisitos formales


Las convenciones colectivas deberán celebrarse por escrito y consignarán:
a) Lugar y fecha de su celebración.
b) El nombre de los intervinientes y acreditación de sus personerías.
c) Las actividades y las categorías de trabajadores a que se refieren.
d) La zona de aplicación.
e) El período de vigencia.
f) Las materias objeto de la negociación

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24.4.8. Homologación Ministerial. Efectos


Las normas originadas en las convenciones colectivas que sean homologadas por el
MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, en su carácter de autoridad de
aplicación, regirán respecto de todos los trabajadores de la actividad o de la categoría dentro del
ámbito a que estas convenciones se refieran; cuando se trate de un acuerdo destinado a ser
aplicado a más de un empleador, alcanzarán a todos los comprendidos en sus particulares
ámbitos. Todo ello sin perjuicio de que los trabajadores y los empleadores invistan o no el carácter
de afiliados a las respectivas asociaciones signatarias.
Será presupuesto esencial para acceder a la homologación, que la convención no contenga
cláusulas violatorias de normas de orden público o que afecten el interés general.
Los convenios colectivos de trabajo de empresa o de grupo de empresas, deberán observar las
condiciones establecidas en el párrafo precedente y serán presentados ante la autoridad de
aplicación para su registro, publicación y depósito, conforme a lo previsto en el artículo 5º de esta
ley.
Sin perjuicio de ello, estos convenios podrán ser homologados a pedido de parte."

24.4.9. El principio de ultraactividad de los convenios colectivos de trabajo y las nuevas


disposiciones legales
El principio general de ultraactividad de los convenios colectivos de trabajo, que ha regido en
nuestro derecho reglamentando en ese ámbito el principio protectorio, establece que vencido el
término de vigencia de una convención colectiva, se mantendrán subsistentes las condiciones de
trabajo resultantes de la misma, a la par que las normas relativas a contribuciones y demás
obligaciones asumidas por los empleadores. Todo ello hasta que entre en vigencia una nueva
convención, y en tanto en la convención colectiva cuyo término estuviere vencido no se haya
acordado lo contrario.
La sanción de la 25.877 ha sustituido el art. 6 de la ley 14.250 estableciendo lo siguiente:
"Una convención colectiva de trabajo, cuyo término estuviere vencido, mantendrá la plena
vigencia de todas sus cláusulas hasta que una nueva convención colectiva la sustituya, salvo que
en la convención colectiva vencida se hubiese acordado lo contrario.
Las partes podrán establecer diferentes plazos de vigencia de las cláusulas convencionales".

24.4.10. La convención colectiva de trabajo como fuente de derechos


La ley 14.250 establece que las disposiciones de las convenciones colectivas deberán ajustarse
a las normas legales que rigen las instituciones del Derecho del Trabajo, a menos que las cláusulas
de la convención relacionadas con cada una de esas instituciones resultaran más favorables a los
trabajadores y siempre que no afectaran disposiciones dictadas en protección del interés general.
También serán válidas las cláusulas de la convención colectiva destinadas a favorecer la acción
de las asociaciones de trabajadores en la defensa de los intereses profesionales que modifiquen
disposiciones del derecho del trabajo siempre que no afectaren normas dictadas en protección del
interés general (art. 7°, ley 14.250).
La ley 14.250 reconoce que las leyes tienen una jerarquía superior, pero no debe olvidarse el
artículo 9° de la ley de contrato de trabajo que establece que en caso de concurrencia de normas
se aplicará la que disponga condiciones más favorables. En ese artículo, el principio general de
comparación adoptado es el de conglobamiento por instituciones.

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Por el cual se toma la institución de la ley "en conjunto", se la coteja con la institución
correspondiente del convenio colectivo "en conjunto" y se aplica la más favorable. Sin embargo, de
la literalidad del texto podría interpretarse que la cláusula más favorable del convenio (norma
aislada) debe ser relacionada con la institución de que se trate, en la que será insertada si resulta
más favorable al trabajador, lo que parecería indicar que se ha seguido el criterio de la acumulación
y no el del conglobamiento por instituciones. Por lo demás, el artículo 8° de la L.C.T., relativo a las
condiciones más favorables provenientes de convenciones colectivas de trabajo, establece sin
condicionamiento alguno que "las convenciones colectivas de trabajo o laudos con fuerza de tales,
que contengan normas más favorables a los trabajadores, serán válidas y de aplicación...", lo que
también nos remite al criterio de la acumulación normativa.
Desde un punto de vista práctico, y dado que los convenios colectivos vigentes son posteriores a
la ley de contrato de trabajo, cabe hacer hincapié en que la vocación de la norma convencional es
la de acumular beneficios y no la de cotejarse con la ley en términos conflictivos. Por lo que la
aplicación de la teoría del conglobamiento por instituciones quedaría limitada al estrecho campo
configurado por los supuestos de duda (art. 9°, L.C.T.).
Se plantea si una ley puede derogar cláusulas de una convención colectiva imponiéndose a la
voluntad de los sectores sociales.
La Corte Suprema en el caso "Gustavo Jorge Nordensthol c/ Subterráneos de Buenos Aires
Sociedad del Estado (C.S.J.N., Fallos 307, pág. 326) efectuó un análisis del artículo 2°, inciso a),
de la ley 21.476, derogatoria de todas las normas convencionales que establecían mayores
beneficios que los consagrados en el régimen de contrato de trabajo (t.o. en 1976, L.C.T.), entre
ellos indemnización por despido del personal de empresas del Estado en los varios tipos que
enumera y arribó a la conclusión de que si bien la ley podía derogar las cláusulas de un convenio
colectivo, para ello era necesario que dicha derogación fuera razonable. Esta jurisprudencia de
alguna manera se relaciona con el supuesto en que el Ministerio de Trabajo puede denegar la
homologación de un convenio contrario al interés general.

24.4.11. Relación entre C.C.T. y contrato individual: cumplimiento obligatorio de las


convenciones colectivas homologadas
Las normas de las convenciones colectivas homologadas serán de cumplimiento obligatorio y no
podrán ser modificadas por los contratos individuales de trabajo, en perjuicio de los trabajadores.
La aplicación de las convenciones colectivas no podrá afectar las condiciones más favorables a
los trabajadores, estipuladas en sus contratos individuales de trabajo (art. 8°, ley 14.250).
Es decir que el contrato individual de trabajo no puede establecer normas menos favorables que
las de la convención colectiva. Y las condiciones más favorables del contrato individual prevalecen
sobre las normas menos favorables de la convención colectiva (ver: arts. 7°, 8°, 13 y 44, L.C.T.).
El problema que se plantea con la sucesión de convenios es si un convenio ulterior puede
disminuir los beneficios de un convenio anterior.
En mi opinión los casos ocurrentes deben resolverse a la luz del principio de progresividad y en
todo caso, si se admitiera la disminución de los beneficios, ello sólo sería aplicable para lo futuro
pero no podría alterar los derechos adquiridos por los trabajadores.

24.4.12. Cláusulas especiales que favorezcan a los afiliados al sindicato pactante


La convención colectiva podrá contener cláusulas que acuerden beneficios especiales en función
de la afiliación a la asociación profesional de trabajadores que la suscribió.
Las cláusulas de la convención por las que se establezcan contribuciones a favor de la
asociación de trabajadores participantes, serán válidas no sólo para los afiliados, sino también para
los no afiliados comprendidos en el ámbito de la convención (art. 9°, ley 14.250).

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24.4.13. Facultad del M.T. de extender a otras zonas la aplicación de un convenio


La ley 14.250, en su artículo 10, establece que el Ministerio de Trabajo, a pedido de cualquiera
de las partes podrá extender la obligatoriedad de una convención colectiva a zonas no
comprendidas en el ámbito de la misma en la forma y condiciones que establezca la
reglamentación.
La reglamentación dispone que la extensión de la convención a zonas no comprendidas por ella
se hará por resolución fundada del Ministerio de Trabajo, siempre que reúnan las siguientes
condiciones:
a) que en la zona en la cual se aplicará la convención no exista asociación sindical con personería
gremial, representativa de los trabajadores de la actividad;
b) que de las evaluaciones que se realicen resulte que la convención es adecuada para regular las
relaciones de trabajo en la zona. Al realizarlas se tendrá en cuenta:
1) las condiciones técnicas y económicas en que se desenvuelve la actividad y, en particular, si
los productos son colocados en mercados donde concurren artículos producidos en zonas en
las que ya se aplica la convención;
2) particularidades de la zona y modalidades de la prestación de los servicios.
La extensión podrá hacerse excluyendo de la convención aquellas cláusulas que sin modificar su
economía, se consideren inadecuadas para la zona donde deberá aplicarse (art. 6°).
Pero en este caso —aclara el art. 11 de la ley citada— las convenciones colectivas celebradas
con alcance nacional o las resoluciones del Ministerio de Trabajo por las que se extiendan
convenciones a otras zonas, deberán incluir normas que determinen la situación de vigencia de las
cláusulas de las convenciones locales preexistentes.

24.4.14. Facultades de las partes colectivas al momento de extinción de vigencia del convenio
Vencido el término de una convención o dentro de los sesenta días anteriores a su vencimiento,
el Ministerio de Trabajo deberá, a solicitud de cualquiera de las partes interesadas, disponer la
iniciación de las negociaciones tendientes a la concertación de una nueva convención (art. 12, ley
14.250).

24.5. AMBITO DE NEGOCIACION COLECTIVA


Los convenios colectivos tendrán los siguientes ámbitos personales y territoriales conforme a lo
que las partes acuerden dentro de su capacidad representativa:
l Convenio nacional, regional o de otro ámbito territorial.
l Convenio intersectorial o marco.
l Convenio de actividad.
l Convenio de profesión, oficio o categoría.
l Convenio de empresa o grupo de empresas.

24.6.REPRESENTACION DE LOS TRABAJADORES


La representación de los trabajadores en la negociación del convenio colectivo de empresa,
estará a cargo del sindicato cuya personería gremial los comprenda y se integrará también con
delegados del personal, en un número que no exceda la representación establecida en el artículo

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45 de la Ley Nº 23.551 hasta un máximo de CUATRO (4), cualquiera sea el número de


trabajadores comprendidos en el convenio colectivo de trabajo de que se trate.

24.7.PRELACION DE NORMAS
Queda establecido el siguiente orden de prelación de normas:
a) Un convenio colectivo posterior puede modificar a un convenio colectivo anterior de igual ámbito.
b) Un convenio posterior de ámbito distinto, mayor o menor, modifica al convenio anterior en tanto
establezca condiciones más favorables para el trabajador. A tal fin, la comparación de ambos
convenios deberá ser efectuada por instituciones".

24.8.CONVENIO DE EMPRESAS EN CRISIS


La exclusión de una empresa en crisis del convenio colectivo que le fuera aplicable, sólo podrá
realizarse mediante acuerdo entre el empleador y las partes signatarias del convenio colectivo, en
el marco del procedimiento preventivo de crisis previsto en el Título III, Capítulo VI de la Ley Nº
24.013.
El convenio de crisis deberá instrumentarse por un lapso temporal determinado."

24.9. FOMENTO DE LA NEGOCIACION COLECTIVA


Con relación a los convenios colectivos de trabajo que se encontraren vigentes por
ultraactividad, el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL establecerá un
mecanismo voluntario de mediación, conciliación y arbitraje, destinado a superar la falta de
acuerdo entre las partes para la renovación de dichos convenios.

24.10. PROCEDIMIENTO PARA LA NEGOCIACION COLECTIVA


La ley 23.546 en su art. 1 establece que "El procedimiento para la negociación colectiva se
ajustará a lo previsto en la presente Ley."
La representación de los empleadores o de los trabajadores que promueva la negociación lo
notificará por escrito a la otra parte, con copia a la autoridad administrativa del trabajo, indicando:
a) Representación que inviste;
b) Alcance personal y territorial de la convención colectiva pretendida;
c) Materia a negociar (art. 2).
Art. 3: "Quienes reciban la comunicación del artículo anterior estarán obligados a responderla y a
designar sus representantes en la comisión que se integre al efecto".
Art. 4 "..En el plazo de quince (15) días a contar desde la recepción de la notificación del artículo
2º de esta ley, se constituirá la comisión negociadora con representantes sindicales, la que deberá
integrarse respetando lo establecido en la Ley Nº 25.674, y la representación de los empleadores.
Las partes podrán concurrir a las negociaciones con asesores técnicos con voz pero sin voto.
a) Las partes están obligadas a negociar de buena fe. Ello implica:
I. Concurrir a las reuniones acordadas o fijadas por la autoridad de aplicación.
II. Designar negociadores con mandato suficiente.

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III. Intercambiar la información necesaria a los fines del examen de las cuestiones en debate, para
entablar una discusión fundada y obtener un acuerdo. Dicho intercambio deberá
obligatoriamente incluir la información relativa a la distribución de los beneficios de la
productividad, la situación actual del empleo y las previsiones sobre su futura evolució n.
IV. Realizar esfuerzos conducentes a lograr acuerdos.
b) En la negociación colectiva entablada al nivel de la empresa el intercambio de información
alcanzará, además, a las informaciones relativas a los siguientes temas:
I. Situación económica de la empresa, del sector y del entorno en el que aquella se desenvuelve.
II. Costo laboral unitario.
III. Causales e indicadores de ausentismo.
IV. Innovaciones tecnológicas y organizacionales previstas.
V. Organización, duración y distribución del tiempo de trabajo.
VI. Siniestralidad laboral y medidas de prevención.
VII. Planes y acciones en materia de formación profesional.
c) La obligación de negociar de buena fe en los procedimientos preventivos de crisis y respecto de
las empresas concursadas, impone al empleador el deber de informar a los trabajadores a través
de la representación sindical sobre las causas y circunstancias que motivaron la iniciación del
procedimiento de crisis o la presentación en concurso.
En el caso del procedimiento de crisis, la empresa deberá informar sobre las siguientes materias:
I. Mantenimiento del empleo.
II. Movilidad funcional, horaria o salarial.
III. Innovación tecnológica y cambio organizacional.
IV. Recalificación y formación profesional de los trabajadores.
V. Reubicación interna o externa de trabajadores y programas de reinserción laboral.
VI. Aportes convenidos al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
VII. Programas de apoyo a la generación de microemprendimientos para los trabajadores
afectados.
En el supuesto de empresas concursadas, se deberá informar especialmente sobre las
siguientes materias:
I. Causas de la crisis y sus repercusiones sobre el empleo.
II. Situación económico financiera de la empresa y del entorno en que se desenvuelve.
III. Propuesta de acuerdo con los acreedores.
IV. Rehabilitación de la actividad productiva.
V. Situación de los créditos laborales.
d) Quienes reciban información calificada de confidencial por la empresa, como consecuencia del
cumplimiento por parte de ésta de los deberes de información, están obligados a guardar secreto
acerca de la misma.
e) Cuando alguna de las partes, se rehusare injustificadamente a negociar colectivamente
vulnerando el principio de buena fe, en los términos del inciso a), la parte afectada por el
incumplimiento podrá promover una acción judicial ante el tribunal laboral competente, mediante
el proceso sumarísimo establecido en el artículo 498 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación, o equivalente de los Códigos Procesales Civiles provinciales.
El tribunal dispondrá el cese inmediato del comportamiento violatorio del deber de negociar de
buena fe y podrá, además, sancionar a la parte incumplidora con una multa de hasta un máximo
equivalente al veinte por ciento (20%) del total de la masa salarial del mes en que se produzca el
hecho, correspondiente a los trabajadores comprendidos en el ámbito personal de la negociación.
Si la parte infractora mantuviera su actitud, el importe de la sanción se incrementará en un diez por
ciento (10%) por cada cinco (5) días de mora en acatar la decisión judicial. En el supuesto de
reincidencia el máximo previsto en el presente inciso podrá elevarse hasta el equivalente al ciento
por ciento (100%) de esos montos.
Sin perjuicio de ello, el juez, a petición de parte, podrá también aplicar lo dispuesto por el artículo
666 bis del Código Civil.
Cuando cesaren los actos que dieron origen a la acción entablada, dentro del plazo que al efecto
establezca la decisión judicial, el monto de la sanción podrá ser reducido por el juez hasta el
cincuenta por ciento (50%).

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Todos los importes que así se devenguen tendrán como exclusivo destino programas de
inspección del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social."
Artículo 5º - De lo ocurrido en el transcurso de las negociaciones se labrará un acta resumida.
Los acuerdos se adoptarán con el consentimiento de los sectores representados.
Cuando en el seno de la representación de una de las partes no hubiere unanimidad,
prevalecerá la posición de la mayoría de sus integrantes."
Artículo 6º "Las convenciones colectivas de trabajo son homologadas por el Ministerio de
Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en su carácter de autoridad de aplicación.
La homologación deberá producirse dentro de un plazo no mayor de treinta (30) días de recibida
la solicitud, siempre que la convención reúna todos los requisitos establecidos a tal efecto.
Transcurrido dicho plazo se la considerará tácitamente homologada."
Artículo 7º "...En los diferendos que se susciten en el curso de las negociaciones se aplicará
la Ley Nº 14.786. Sin perjuicio de ello las partes podrán, de común acuerdo, someterse a la
intervención de un servicio de mediación, conciliación y arbitraje que funcionará en el ámbito del
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social.
La reglamentación determinará sus funciones así como su organización y normas de
procedimiento, preservando su autonomía."

24.11. CONVENIOS COLECTIVOS EN CASO

DE CONCURSO PREVENTIVO
El artículo 20 de la ley 24.522 de concursos y quiebras, sancionada el 20/7/95 y promulgada el
7/8/95 (B.O. 9/8/95) establece que:
La apertura del concurso preventivo deja sin efecto los convenios colectivos vigentes por el plazo
de tres (3) años, o el de cumplimiento del acuerdo preventivo, el que fuere menor.
Durante dicho plazo las relaciones laborales se rigen por los contratos individuales y la ley de
contrato de trabajo.
La concursada y la asociación sindical legitimada negociarán un convenio colectivo de crisis por
el plazo del concurso preventivo, y hasta un plazo máximo de tres (3) años.
La finalización del concurso preventivo por cualquier causa, así como su desistimiento firme
impondrán la finalización del convenio colectivo de crisis que pudiere haberse acordado,
recuperando su vigencia los convenios colectivos que correspondieren.

24.12. LAS COMISIONES NEGOCIADORAS

Y LAS COMISIONES PARITARIAS

24.12.1. Funciones y facultades

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Las comisiones de negociación deben ser distinguidas de las comisiones paritarias de


interpretación, cuya integración podrá ser solicitada al Ministerio de Trabajo por cualquiera de las
partes de una convención colectiva. La Comisión de Negociación agota su función con la firma del
convenio. La Comisión Paritaria de Interpretación tiene por función principal interpretar, con
alcance general, la convención colectiva, a pedido de cualquiera de las partes o de la autoridad de
aplicación.
El inciso d) del artículo 15 le agrega la función de calificar al personal y determinar la categoría
del establecimiento, en los términos del convenio colectivo y, además, el artículo 16 autoriza a las
comisiones paritarias para intervenir en controversias individuales originadas en la aplicación de
una convención a pedido de parte y con carácter conciliatorio. Esto excluye la posibilidad de que se
los considere como organismos jurisdiccionales.
La intervención de la Comisión Paritaria en las controversias individuales, no afecta el derecho
de los interesados a iniciar la acción judicial correspondiente, salvo que el acuerdo conciliatorio se
haya consumado con autoridad de cosa juzgada. Naturalmente la conciliación supone la
conformidad de los interesados. El incumplimiento del acuerdo permite ejecutarlo ante el tribunal
laboral, mediante el procedimiento de ejecución de sentencia. Título ejecutivo será el testimonio del
acuerdo expedido por el presidente de la Comisión Paritaria.
Cabe observar que la función de interpretación de la Comisión Paritaria no excluye la
intervención administrativa o judicial sobre el mismo tema. La interpretación que hace la Comisión
Paritaria puede estar destinada a producir los efectos de las convenciones colectivas, en cuyo caso
queda sujeta a los requisitos de forma y validez de estas últimas.
Las decisiones que interpretan con alcance general la convención colectiva que no hubieren sido
adoptadas por unanimidad, serán apelables ante el Ministerio de Trabajo dentro del quinto día de
notificadas.
La ley 25.877 modifica los arts. 14 a 16 de la ley 14.250 en los siguientes términos:
Artículo 14. - Los convenios colectivos de trabajo podrán prever la constitución de Comisiones
Paritarias, integradas por un número igual de representantes de empleadores y trabajadores, cuyo
funcionamiento y atribuciones serán las establecidas en el respectivo convenio, sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo siguiente".
Artículo 15 "Estas comisiones estarán facultadas para:
a) Interpretar con alcance general la convención colectiva, a pedido de cualquiera de las partes o
de la autoridad de aplicación.
b) Intervenir en las controversias o conflictos de carácter individual o plurindividual, por la
aplicación de normas convencionales cuando las partes del convenio colectivo de trabajo lo
acuerden.
c) Intervenir al suscitarse un conflicto colectivo de intereses cuando ambas partes del convenio
colectivo de trabajo lo acuerden.
d) Clasificar las nuevas tareas que se creen y reclasificar las que experimenten modificaciones por
efecto de las innovaciones tecnológicas o nuevas formas de organización de la empresa. Las
decisiones que adopte la Comisión quedarán incorporadas al Convenio Colectivo de Trabajo,
como parte integrante del mismo."
Artículo 16. - Cualquiera de las partes de un convenio colectivo de trabajo, que no prevea el
funcionamiento de las comisiones referidas en el artículo 14, podrá solicitar al MINISTERIO DE
TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL la constitución de una Comisión Paritaria a los
efectos y con las atribuciones previstas en el inciso a) del artículo anterior.
Dicha Comisión será presidida por un funcionario designado por el MINISTERIO DE TRABAJO,
EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL y estará integrada por un número igual de representantes de
trabajadores y empleadores."

24.12.2. Constitución de la Comisión Paritaria


El Ministerio de Trabajo constituirá la Comisión Paritaria dentro de los 20 días de recibida la
petición respectiva, salvo que la complejidad del trámite de constitución, de acuerdo a lo previsto

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en el artículo 2° de esta reglamentación, hiciere necesario un plazo mayor, el que será establecido
mediante resolución fundada, fijando en el mismo acto el número de integrantes y designando a su
Presidente. La Comisión Paritaria se reunirá en el lugar y con la frecuencia que ella misma fije. Las
resoluciones se adoptarán por acuerdo de las partes. La Comisión tendrá un plazo máximo de 60
días para expedirse, pudiendo prorrogarlo por otro tanto mediante resolución fundada. En las
sesiones de la comisión podrán participar los asesores técnicos propuestos por las partes, con voz
pero sin voto (reglamentario del art. 14 de la ley 14.250, texto ordenado por D. 108/88) (art. 7°, D.
199/88).

24.12.3. Funciones complementarias


Las convenciones colectivas podrán otorgar a las comisiones paritarias funciones
complementarias de las previstas en la ley 14.250 en tanto no excluyan la competencia de otros
organismos creados por disposiciones legales. Las cuestiones referidas a las clasificaciones del
personal) que se planteen ante las comisiones paritarias, no se considerarán controversias
individuales a los efectos previstos en el artículo 16 de la ley 14.250 (reglamentario del art. 15 de
la ley 14.250, texto ordenado por D. 108/88) (art. 8°, D.R.).

24.12.4. Competencia
En caso de incumplimiento del acuerdo conciliatorio, éste podrá ejecutarse ante el tribunal con
competencia en materia laboral del lugar donde el acuerdo se celebró, mediante el procedimiento
de ejecución de sentencia. A tal efecto servirá de título ejecutivo el testimonio del acuerdo expedido
por el Presidente de la Comisión Paritaria (reglamentario del art. 16 de la ley 14.250, texto
ordenado por D. 108/88) (art. 9°, D.R.).

24.13. EJECUCION DEL ACUERDO

24.13.1. Autoridad de aplicación


El Ministerio de Trabajo de la Nación será la autoridad de aplicación de la presente ley. Puede,
sin embargo, celebrar convenios con las provincias y con el gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires a efectos de delegarles total o parcialmente esa función en relación con las unidades
de negociación cuyo ámbito territorial no exceda de los límites de la respectiva jurisdicción. En tal
caso, la autoridad local de aplicación ejerce esas atribuciones de conformidad con lo dispuesto en
esta ley, su reglamentación y las condiciones y reservas establecidas en el convenio respectivo. No
obstante, la homologación y registración de esos convenios colectivos estará a cargo del Ministerio
de Trabajo.
En los convenios que se celebren con las provincias se deberá prever la transferencia de los
recursos técnicos y económicos que aseguren el cumplimiento de la norma en forma efectiva y
eficiente (art. 13, ley 14.250, texto según art. 9°, ley 25.250).

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24.13.2. Delegación de competencias


El Ministro de Trabajo podrá delegar las competencias que acuerda la ley 14.250 (texto
ordenado por D. 108/88) y la presente reglamentación en aquellos órganos y funcionarios que de él
dependen. (art. 1°, D.R. 199/88).

BIBLIOGRAFIA
ALONSO GARCÍA, MANUEL,"Curso de derecho del trabajo", 4ª edición, Barcelona, 1973.
ALONSO OLEA,"Pactos colectivos y contratos de grupo" , Madrid, 1955.
CABANELLAS, GUILLERMO,"Compendio de derecho laboral" , T. II, Ed. Bibliográfica Omeba,
Buenos Aires, 1968.
CAPON FILAS, RODOLFO,"El nuevo derecho sindical argentino", 2da ed., Librería Editora Platense,
La Plata, 1993.
CARNELUTTI,"Teoría del regolamento colletivo dei rapporti di lavoro", Padua, 1936.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Leyes fundamentales del
trabajo" , 4ª ed., Joaquín Fernández Madrid Editor, Buenos Aires, 1999.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS,"Tratado Práctico de Derecho del Trabajo" , T. 3, Ed. La Ley,
2009.
KASKEL Y DERSCH , "Derecho del trabajo" , Buenos Aires, 1961, p. 79.
RUPRECHT, ALFREDO J. , "Derecho colectivo del trabajo", Ed. Confederación Española de Cajas
de Ahorro, Madrid, 1977.

CAPITULO XXV

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CONFLICTOS COLECTIVOS DE TRABAJO


25.1. Autotutela colectiva. Generalidades. - 25.2. Los conflictos. - 25.3. El Estado ante la
huelga. - 25.4. El concepto de huelga. - 25.5. Huelgas atípicas. - 25.6. La huelga y la
libertad sindical. La O.I.T. - 25.7. Huelga y convenios colectivos. - 25.8. El derecho de
huelga en la Constitución Nacional y en los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. - 25.9. Las provincias y la reglamentación de la huelga. - 25.10. Medios de solución
de conflictos: la ley 14.786. - 25.10.1. La ley 14.786 de conciliación obligatoria y arbitraje
voluntario. - 25.10.2. Jurisprudencia de la C.N.A.T. y tribunales provinciales. - 25.11.
Titularidad del derecho de huelga. - 25.12. Los fines de la huelga. - 25.13. Huelga de
solidaridad. - 25.14. Trabajo a desgano, trabajo a reglamento, huelga de brazos caídos. -
25.15. Huelga con ocupación del lugar de trabajo. - 25.16. Huelga política. - 25.17. Huelga
de los funcionarios públicos. - 25.18. Guardias o piquetes. - 25.19. Jurisprudencia sobre la
legitimidad de la huelga . - 25.20. Declaración de ilegalidad de la huelga por la autoridad de
aplicación: jurisprudencia. - 25.21. Forma temporal que pueden asumir las huelgas: el
derecho de huelga y los paros intermitentes. - 25.22. El daño en la huelga y en los paros
intermitentes. - 25.23. Efectos contractuales. - 25.23.1. Suspensión del contrato de trabajo.
- 25.23.2. Privación del salario. - 25.24. Huelga y despido. - 25.25. Declaración de
ilegalidad de la huelga por la autoridad de aplicación. Jurisprudencia. - 25.26. La huelga en
los servicios esenciales . - 25.26.1. Noción de servicio esencial . - 25.26.2. Restricciones a
la prohibición de la huelga . - 25.26.3. La regulación en nuestro país: la ley 25.877. -
25.26.4. El derecho reglamentario. - 25.27. "Lock out". - 25.28. Guía de análisis. -
Bibliografía.

25.1. AUTOTUTELA COLECTIVA. GENERALIDADES


Los denominados medios de autodefensa o de autotutela colectiva son manifestaciones ligadas
al surgimiento y al desarrollo de los sindicatos. Se trata de comportamientos en que las partes
alteran la paz laboral —y en algunos casos, incluso la normal convivencia social— a través de la
presión concertada, dirigida hacia el Estado, tratando de hacer valer sus pretensiones generales o
sectoriales para lograr la aceptación total o parcial de éstas, apartándose de los medios pacíficos
de solución de conflictos.

25.2. LOS CONFLICTOS


Atendiendo a la configuración de los sujetos en litigio y a la naturaleza de los intereses
debatidos, se distinguen los conflictos laborales en individuales, pluriindividuales y colectivos.
El conflicto puede ser individual, cuando se circunscribe a la relación existente entre el
empleador y un trabajador, pluriindividual (acumulación de pretensiones particulares) cuando ha
sido promovido por una pluralidad de personas que se hallan en una situación idéntica y hacen
valer una misma pretensión, y colectivo cuando abarcan los intereses de una categoría profesional
o de un grupo no determinado de sujetos o a toda o parte de la comunidad.
Los conflictos pueden ser de "derecho" o de "intereses".
Existe un conflicto de derecho cuando las partes discuten acerca del cumplimiento o de la
interpretación de una norma jurídica preexistente.
En cambio, los conflictos de intereses o económicos, son aquellos que tienden a modificar el
ordenamiento que rige la relación o a crear una nueva fuente de derecho. Su finalidad es la fijación
de un nuevo "status" y la huelga es la medida de acción directa que se aplica por excelencia a
estos fines.
Montoya Melgar distingue entre conflictos sobre aplicación del derecho y conflictos de
regulación.

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Los conflictos sobre aplicación del derecho surgen en ocasión de la interpretación y aplicación
de una norma (legal o convenida), cuya pervivencia no es cuestionada por los litigantes; tales
conflictos pueden indistintamente ser individuales o colectivos, y su naturaleza determina que su
solución se encomiende predominantemente a órganos dirimentes desempeñados por técnicos en
derecho, esto es, por jueces profesionales o, en su caso, por árbitros de derecho.
Los conflictos de regulación son aquellos en los que, lejos de discutirse la aplicación de una
norma al caso litigioso concreto, es la propia norma la que se pone en cuestión, proponiéndose su
modificación o sustitución por otra.
Observo que aunque los conflictos de derecho pueden resolverse a través de los organismos
jurisdiccionales y los conflictos de intereses requieren una solución "a nuevo" proveniente del
empresario (grupo de empresarios) o del poder administrador, en muchos casos unos y otros —por
su envergadura— pueden tener igual trascendencia y requerir una composición similar. En estos
casos extremos lo que importa para dar un tipo de solución "política" al conflicto es su
trascendencia sobre la empresa, la actividad o la comunidad total.
La huelga como medio de autotutela colectiva es el último remedio para la solución de un
conflicto que puede ser sectorial o global.
El reconocimiento del derecho de huelga y su posterior consagración en el plano constitucional
implicó admitir la licitud de un daño originado por la abstención del trabajo.
Giugni (en "Derecho Sindical" pág. 222 y ss.) resalta que se manifiesta el paso de la libertad de
huelga —que sólo excluye la responsabilidad penan— al derecho de huelga que excluye la
responsabilidad civil derivada del incumplimiento contractual y hace que se privilegie la autotutela
del trabajador sobre el derecho al cumplimiento del empresario.
Destaca Eduardo Alvarez que el proceso de asimilación de este concepto parece no haber
terminado aún, porque advierte que al tiempo que se incorporaban cláusulas genéricas y
operativas en las normas fundamentales para garantizar su ejercicio, todo acercamiento al
fenómeno, sea normativo, doctrinario o jurisprudencial, llevaba implícita una tendencia a limitar sus
alcances, un cercenamiento de aquello que los propios actores sociales re putaban como huelga.
Es preciso recordar con Guibourg (D.L., Errepar, T.IV, pág. 781) que a partir de los orígenes
históricos de la cuestión social cualquier medio de lucha es válido siempre que no fuere
contradictorio con la propia estructura sindical ni con su ideología. No existen otros compromisos
internos que los que aconseje la prudencia, ya que se parte de la idea de la guerra justa.
Mientras tanto, una contrarreacción de origen opuesto pero de cariz conciliador canaliza el temor
al conflicto desde una posición paternalista y reivindica el diálogo entre fuertes y débiles aunque
rechaza el principio de acción directa.
El creciente desarrollo del movimiento sindical, que se produce en este siglo, lleva a que se
tolere la huelga y por último a que se la convierta en derecho de rango constitucional.

25.3. EL ESTADO ANTE LA HUELGA


La posición que históricamente ha adoptado el ordenamiento del Estado ante la huelga de los
trabajadores se reduce en esquema a una triple opción que corresponde a distintos momentos
históricos:
1) Etapa de la huelga delito, de la represión o de régimen de prohibición de la huelga, es el propio
de la primera hora del Estado liberal. Están como ejemplos sistemas como el francés, el inglés,
el estadounidense, el dinamarqués y el belga. En estos se consideraban los convenios de los
trabajadores para obtener mejoras en el salario o condiciones de trabajo como conspiraciones
contra la libertad de comercio e industria, castigándose dichas conductas con multa o prisión. La
huelga es considerada incompatible con los principios del liberalismo que se ven severamente
amenazados por la acción directa de la clase obrera (sindicatos, huelgas revolucionarias, etc.),
por lo que el Estado responde con la tipificación penal de la huelga y demás manifestaciones de
la acción directa de la clase obrera (delito de coalición).
2) Libertad o régimen de tolerancia de la huelga. Como consecuencia de la presión del movimiento
obrero y sindical se deja de reprimir penalmente la huelga como fenómeno general para adoptar

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ante el fenómeno una actitud de neutralidad, indiferencia o tolerancia. Se derogan todas las
normas prohibitivas de las organizaciones sindicales. Las actividades de las entidades sindicales
son permitidas considerándolas como asociaciones privadas, es decir, personas jurídicas del
Derecho Civil. Subsisten únicamente bolsas de prohibición penal y administrativa de la huelga
para los casos de intencionalidad política o paralización de la prestación de servicios públicos.
3) Etapa de la consagración constitucional e internacional. En este período se incluyen en los
ordenamientos constitucionales la recepción y tutela de la libertad sindical (ver Corte, Néstor "El
modelo sindical argentino" Rubinzal Culzoni, Santa Fe).
La constitucionalización del derecho de huelga se manifiesta en México en 1917 y entre nosotros
cuarenta años más tarde.
En síntesis, la evolución de la huelga indica que primero fue considerada delito, luego tolerada
(libertad) excluyendo toda penalidad y después convertida en derecho (para nosotros con rango
constitucional) que excluye toda responsabilidad civil.
En la huelga ha ocurrido una situación singular porque en la medida en que ha sido reconocida
como un derecho constitucional con operatividad fuerte (art. 14 bis, C.N.) la jurisprudencia y la
legislación han manifestado una creciente tendencia a disminuir su efectividad o a desactivar su
aparente fuerza.
Cada vez que se analiza jurídicamente alguno de sus aspectos (sujeto, objeto, finalidad,
modalidades, tipicidad, etc.) se reavivan como apunta Eduardo Alvarez, discusiones que
conciernen directa o indirectamente a una limitación de su ejercicio. Así ocurre cuando se tratan
temas esenciales como el de la titularidad de la huelga que un sector mayoritario deja limitado al
sindicato más representativo. A los fines de la huelga se busca encerrarlos exclusivamente en la
reivindicación profesional, con olvido de que en un mundo permanentemente en cambio lo que
suele estar en juego es el modelo económico, que en ámbitos de distintas dimensiones es la
materia originaria de los conflictos y por la amplitud que la ley 23.554 asigna a la acción sindical de
la que la huelga es una de sus principales manifestaciones, entiendo que son legítimas también las
que persiguen objetivos vinculados con la salud pública, la educación, etc.

25.4. EL CONCEPTO DE HUELGA


Por largo tiempo la jurisprudencia entendió que la abstención del trabajo que configura la huelga
debía ser total y cumplida fuera de los lugares de labor. Es decir que le agregó a la abstención el
requisito de continuidad y la localización.
De este modo se excluían del concepto de huelga los paros parciales y los paros con ocupación
del lugar de trabajo, pronunciándose a la vez sobre la medida del daño que el acto de fuerza podía
infligir al empleador. Ese perjuicio no podía ser superior al resultante de la mera abstensión del
trabajo.
"La huelga supone la suspensión o cesación del trabajo por parte de los obreros" (S.C.B.A.,
5/6/60, LT, VIII, 411); "es un medio para la obtención de fines profesionales que se cumplen
mediante la suspensión del contrato" (C.N.A.T., Sala I, 27/9/61, LT, X, 110). "El efecto suspensivo
ínsito en la huelga, resulta del incumplimiento total de las obligaciones contractuales" (S.C.B.A.,
18/11/69, LT, XVIII-A, 66). "Dicha medida debe abarcar la totalidad de la jornada y efectuarse con
abandono total del trabajo" (C.N.A.T., Sala II, 9/6/65, La Ley, 119, 798).
Observa Bidart Campos que si lo que se garantiza es el derecho de "huelga" todo medio de
acción directa que no responda a las características de la huelga y que no coincida con su
naturaleza quedará fuera del amparo constitucional. Hay numerosos medios de acción directa: el
paro que interrumpe el trabajo por tiempo determinado que se cumple sin abandono del lugar de
labor, los paros rotativos, el trabajo a desgano y a reglamento, etc. Seguramente todas estas
actitudes obreras tienen diferencias con la huelga típica pero el autor citado expresa su
discrepancia con dicha tesis, entendiendo que toda cesación del trabajo es huelga, si bien algunas
formas de abstención son más graves que otras. Pero si se recurre a medios ilícitos —por ejemplo
el sabotaje o la ocupación del establecimiento— eso tendrá relevancia para la calificación pero no
para connotar la naturaleza de la figura de que se trata.

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Entiendo que huelga en la acepción constitucional a que nos remite el artículo 14 bis es tanto la
que responde a la definición clásica como a las restantes formas de acción directa, que implican
abstención total o parcial del trabajo.
Va de suyo que no han de considerarse lícitas las medidas que impliquen un ejercicio
desnaturalizado (abusivo) del derecho de huelga.
Por otra parte el concepto de huelga presenta diferentes matices según cuál sea la posición del
intérprete con respecto al ejercicio de este derecho y básicamente se debate si es un derecho del
grupo de trabajadores como oficio o si pertenece exclusivamente a la entidad sindical
representativa de la actividad o de los trabajadores de la empresa.
Nuestra jurisprudencia ha sostenido que "la noción de huelga requiere que se opere la cesación
concertada y simultánea de la actividad que realizan los trabajadores partícipes respecto de
determinado o determinados establecimientos, decidida por una asociación profesional, una
coalición o un grupo social representativo de un interés profesional común actuando en defensa de
los fines profesionales o económico-sociales" (C.N.A.T., Sala IV, 16/11/64, LL, 118, 751). La
S.C.B.A. ha manifestado que por huelga se entiende "...la abstención o abandono colectivo y
temporal del trabajo concertado por los trabajadores para secundar la reclamación planteada a uno
o varios empleadores con fines profesionales" (S.C.B.A., 27/10/70, La Ley-144-552).
El Tribunal Constitucional de España, en un pronunciamiento del 8/4/81, nos ha dado un
concepto sumamente amplio de la huelga, al considerarla como una perturbación que se produce
en el normal desenvolvimiento de la vida social y en particular en el proceso de producción de
bienes y servicios que se lleva a cabo en forma pacífica y no violenta.
Una evolución posterior, pero no pacífica, permite afirmar que no habiéndose redefinido el
término "huelga" por ninguna norma de derecho positivo, su significado es el que tiene en el
lenguaje común, de acuerdo al entendimiento que se le dé en el medio social de que se trate. En
este sentido se marca una evolución que considera a toda abstención de trabajo como huelga.
Encuentro a esta interpretación más acorde con el reconocimiento del derecho de huelga,
efectuado sin otras connotaciones en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
En síntesis, los trabajadores a través de los órganos competentes, en la defensa de sus
derechos y de su calidad de vida, pueden adoptar diversas técnicas que se traducen en la
paralización de la tarea a su cargo, como un medio para ejercer una presión sobre el empleador en
respaldo de sus pretensiones no aceptadas. Ellas pueden consistir en una suspensión "sine die" o
bien en una por un plazo fijo de uno o dos días, o por horas, con o sin permanencia en el lugar de
trabajo.
Un tema diferente es si por la forma fraccionada de cumplir la medida de fuerza o por la
ocupación de los lugares de trabajo sin consentimiento del empleador se llega a la conclusión de
que la huelga o el paro constituyen, en el caso particular, un hecho abusivo y como tal ilícito.
La jurisprudencia ha descalificado de plano todas aquellas medidas de fuerza que implican
trabajar mal, como en los supuestos de trabajo a desgano o retiro de colaboración.

25.5. HUELGAS ATIPICAS


Dice Palomeque López que por razón de la actitud de los trabajadores la práctica colectiva
ofrece "huelgas atípicas", sobre las que los diferentes ordenamientos acostumbran a prevenirse
estableciendo límites a su desarrollo, cuando no lisa y llanamente su prohibición. En tanto la
dinámica sindical muestra cada día un incremento notable en la utilización de dichos elementos de
presión por parte de los trabajadores.
El autor citado destaca, entre otras manifestaciones de menor importancia, a las huelgas que
siguen:
1) "Huelga turnante o rotatoria", que se realiza de modo sucesivo en las distintas unidades
productivas de una empresa o centro de trabajo o sectores de la actividad económica en un
ámbito geográfico determinado, la totalidad del territorio nacional inclusive, con la finalidad de
destruir la coordinación de la producción.

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2) "Huelga estratégica, tapón o trombosis", en realidad modalidad singular de la anterior, que afecta
tan sólo de modo directo a la actividad productiva básica de la empresa o a los sectores
estratégicos del sistema económico, pero que comunica sus efectos en cadena a los demás
ámbitos consiguiendo la paralización de todo el proceso productivo.
3) "Huelga intermitente" o repetición sucesiva de cesaciones de trabajo a intervalos periódicos en
un ámbito de acción determinado.
4) "Huelga de celo o reglamento" en la que no sólo no cesa la actividad laboral sino que se lleva a
cabo porque la actividad productiva así lo propicia (transporte aéreo, servicios postales y en
general todo tipo de servicios públicos y actividades reglamentadas por la administración
pública), con extremada y enojosa observancia de las exigencias reglamentarias conducentes
habitualmente a una notable perturbación en el dispositivo de prestación de los servicios.
5) "Huelga de trabajo lento" o disminución en la intensidad y rendimiento del trabajo sin llegar a la
cesación del mismo.
6) "Huelga de brazos caídos o blanca", o cesación efectiva de la actividad laboral permaneciendo
los trabajadores, sin embargo, en los respectivos puestos de trabajo.
7) "Huelga con ocupación de los lugares de trabajo" en que los trabajadores que cesan en la
prestación de su trabajo permanecen en los lugares de trabajo, no ya en el propio puesto de
trabajo.

25.6. LA HUELGA Y LA LIBERTAD SINDICAL. LA O.I.T.


El derecho sindical lleva implícito el derecho de huelga, que según la O.I.T., es uno de los
derechos fundamentales de los trabajadores y de sus organizaciones y es uno de los medios
esenciales de que ellos disponen para promover y defender sus intereses.
La República Argentina ha ratificado el Convenio 87 de la O.I.T. sobre "libertad sindical" y la
Constitución Nacional en el artículo 75, inciso 22 prescribe el predominio de los Convenios y
Tratados Internacionales sobre la ley local debiendo entenderse que entre ellos se encuentran los
Convenios de la O.I.T., los cuales entre sus cláusulas contemplan, entre otros el Convenio 87, al
que también se refieren los pactos internacionales, movimientos de dicho artículo. Además
incorporó con el mismo rango de los derechos y garantías reconocidos en la Constitución a los
pactos internacionales. De tal modo resultan relevantes para el derecho argentino las decisiones y
principios sentados por el Comité de Libertad Sindical del Consejo de Administración de dicha
organización con respecto a la huelga.
Este Comité sin necesidad de que el Estado acusado haya aceptado su intervención, puede
tratar quejas por violación de los derechos sindicales contra un país que no haya ratificado los
convenios de la O.I.T. que se refieren a ellos. En este sentido y en diversos casos el Comité ha
señalado que "al adherirse a la Organización Internacional del Trabajo, todo miembro se ha
comprometido a respetar un cierto número de principios, incluidos los principios de la libertad
sindical que se han convertido en una regla de derecho consuetudinario por encima de los
convenios". El propio Comité ha dicho que la función de la O.I.T. respecto de los derechos
sindicales consiste en contribuir a la eficacia del principio general de libertad sindical como una de
las principales salvaguardias de la paz y la justicia social.
El Comité informa sus conclusiones al Consejo de Administración de la O.I.T., recomendando las
comunique al gobierno contra quien se dirigió la "queja" señalando las anomalías que haya
comprobado e invitándolo a adoptar medidas adecuadas para que aquéllas sean corregidas.
El Comité de Libertad Sindical ha reconocido siempre el derecho de huelga como un derecho
legítimo al que pueden recurrir los trabajadores y sus organizaciones en defensa de sus intereses
económicos y sociales. Ha expresado que el derecho de huelga de los trabajadores y sus
organismos constituye uno de los medios esenciales de que disponen para promover y defender
sus intereses profesionales. Y ha estimado siempre que el derecho de huelga es uno de los
derechos fundamentales de los trabajadores y de sus organizaciones.
La Organización Internacional del Trabajo ha señalado que "los intereses profesionales y
económicos que los trabajadores defienden mediante el derecho de huelga abarcan no sólo la

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obtención de mejores condiciones de trabajo o las reivindicaciones colectivas de orden profesional,


sino que engloban también la búsqueda de soluciones a las cuestiones de política económica y
social y a los problemas que se plantean en la empresa y que interesan directamente a los
trabajadores".
Debo recordar que la acción sindical tiene por objeto elevar las condiciones de vida y de trabajo
de los trabajadores o como dice al artículo 3° de la ley 23.551, ella debe contribuir a remover los
obstáculos que dificulten la realización plena del trabajador. Estos impedimentos surgen
generalmente del conflicto social que subyace en las relaciones entre el capital y el trabajo, pero
también pueden provenir de una legislación defectuosa que se busque remover. Por eso adquiere
particular importancia la opinión del Comité de Libertad Sindical respecto a las restricciones a la
huelga. La limitación debe ir acompañada por procedimientos de conciliación y arbitraje
adecuados, imparciales y rápidos en que los interesados puedan participar en todas las etapas y
en los cuales los laudos dictados deberían ser aplicados por completo y rápidamente. Y en tiempos
más específicos. Cuando se restringen o prohíben las huelgas de los trabajadores ocupados en
servicios esenciales, tal restricción o prohibición debería ir acompañada de un mecanismo de
conciliación y un procedimiento imparcial de arbitraje cuyos laudos sean en todos los casos
obligatorios para las partes.
Lo esencial en estos casos es que todos los miembros de los órganos encargados de esas
funciones no sólo sean estrictamente imparciales, sino que también lo parezcan tanto a los
empleadores como a los trabajadores interesados, para obtener y conservar la confianza de ambas
partes, de la cual depende realmente el funcionamiento eficaz del arbitraje, aun cuando sea
obligatorio. Que el gobierno utilice mano de obra ajena a la empresa para sustituir a trabajadores
en huelga entraña un riesgo de violación del derecho de huelga que puede afectar el libre ejercicio
de los derechos sindicales. Y mayor es la condena cuando se considera a la intervención de las
fuerzas militares o policiales: el Comité de Libertad Sindical sostuvo que la utilización de las
fuerzas armadas o de otro grupo de personas para desempeñar funciones que han quedado
abandonadas con motivo de un conflicto laboral sólo podría justificarse por la necesidad de
asegurar el funcionamiento de servicios o industrias cuya paralización crearía una situación de
crisis aguda.
"Es decir que según el criterio de la O.I.T. la prohibición general de las huelgas no podría estar
justificada más que en una situación de crisis nacional aguda y por una duración limitada".

25.7. HUELGA Y CONVENIOS COLECTIVOS


En nuestro tiempo la negociación colectiva suele estar precisamente reglada y la ultraactividad
del convenio sujeta a plazos más o menos largos.
La negociación colectiva (total o parcial) en situaciones críticas sólo puede lograrse si los
empleadores están sujetos a la amenaza de abstención del trabajo de sus trabajadores, pues sin
ese poder las condiciones de trabajo quedarían libradas a la decisión patronal. Pero, además, la
huelga tiene otros fines que trascienden lo estrictamente laboral. En este sentido la huelga política
es un medio de intentar la modificación de las condiciones macroeconómicas que condicionan las
políticas sociales.
Se afirma que no puede existir equilibrio en las relaciones laborales sin libertad de huelga. Sin
embargo, esta expresión para que tenga contenido debe ir acompañada por la fuerza del sector
sindical, en condiciones de presionar. De otro modo la desigualdad entre las partes existe "a priori"
y la huelga deja de gravitar en la relación entre sectores.
En estas circunstancias, ya estructurales, los empleadores encuentran su medio de defensa y no
necesitan emplear métodos propios de acción directa como el "lock out defensivo" que ha pasado a
ser una figura abstracta carente de interés para este sector.
En definitiva el desempleo, que es el gran flexibilizador de las relaciones individuales, también
gravita para impedir, dificultar o frustrar la negociación colectiva o determinar su contenido
limitando los derechos de los trabajadores. El desnivel que en el siglo XIX se advertía en el
contrato individual y la condena a las acciones colectivas (ausencia y penalización de derechos)

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adopta otras formas dentro del esquema neoliberal actual, arribándose a la misma situación de
desprotección en que se encontraba el trabajador en el siglo XIX. De ahí que ciertos movimientos
de acción directa tengan un fin manifiestamente político y encuentren su justificación en el estado
de necesidad de los trabajadores y en la legítima defensa.

25.8. EL DERECHO DE HUELGA EN LA CONSTITUCION

NACIONAL Y EN LOS FALLOS DE LA

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION


A la Constitución Nacional Argentina de 1853/60, la Convención Nacional Constituyente de 1957
le incorporó, en su Primera Parte, Capítulo único sobre "Declaraciones, derechos y garantías" el
llamado "Artículo Nuevo" o "14 bis" cuyo segundo párrafo dice "queda garantizado a los gremios...
el derecho de huelga".
Este derecho es de los que he caracterizado como de operatividad fuerte o inmediatamente
operativos.
De modo tal que el derecho de huelga puede ser invocado y ejercido aunque no medie ley
reglamentaria del Congreso a su respecto, porque el ejercicio del derecho de huelga no requiere
reglamentación legal.
En la causa "BENEDUCE Carmen c/ Carnicerías Estancias GALLI" (DT, 1962, pág. 84; y Fallos,
T. 247, pág. 472) del 18 de diciembre de 1961, la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró
la inconstitucionalidad del artí culo 9° del decreto-ley 10.956/57 —derogado por la ley 14.447— que
había dispuesto que la declaración administrativa de ilicitud de una huelga no admite revisión
judicial a los fines de la resolución de conflictos individuales. Establece el tribunal que la
circunstancia de que el derecho de huelga tenga consagración constitucional, no significa que sea
absoluto ni que impida su reglamentación legal ni la apreciación judicial de las circunstancias
conducentes para decidir los casos que ocurrieren. Agrega que la resolución administrativa, dictada
durante el curso de una huelga y con el objeto de encauzarla, no es susceptible d e revisión
judicial; mas a los fines de la decisión del conflicto individual posterior en que se debate el derecho
privado de las partes, se requiere resolución judicial respecto de la ilicitud de la huelga origen del
despido. Y agrega que los jueces a quienes corresponde entender en los conflictos individuales de
trabajo a que una huelga puede dar lugar, tienen la facultad de declarar el error grave o la
irrazonabilidad clara en que la autoridad administrativa, a criterio de ellos, haya incurrido al declarar
el carácter ilegal de aquélla.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación en autos "FONT, Jaime c/Carnicerías Estancias
GALLI" del 15/10/62 (DT, 1962, pág. 583) decidió que para que sea lícito declarar arbitrario el
despido motivado por una huelga, es preciso que la legalidad de ésta sea expresamente declarada
en sede judicial, sobre la base de las circunstancias jurídicas y fácticas que configuran el caso
juzgado. A falta de declaración, debe entenderse que el fallo dictado a favor del obrero que
participó de la huelga, ha omitido el examen de una cuestión esencial de la que depende el
contenido del pronunciamiento. Agrega que la ausencia de una ley reglamentaria del derecho de
huelga no excluye la potestad del Estado destinada a tutelar los intereses públicos y privados,
susceptibles de ser afectados por el uso abusivo o ilícito de aquel derecho. Y concluye afirmando
que el principio de que no hay derechos absolutos y la necesidad de conciliar el derecho de cada
uno de los demás y con las pertinentes facultades estatales, justifica ciertas limitaciones

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razonablemente impuestas por la autoridad, como lo son, por ejemplo, las relacionadas con las
resoluciones administrativas dictadas durante el curso de una huelga con el objeto de encausarla.
La misma Corte, en autos "GATTI, Alvaro c/Bodegas y Viñedos EL GLOBO LTDA." del 7/11/62
(DT, 1963, pág. 24), dispuso que como el ejercicio del derecho constitucional de huelga no requiere
reglamentación legal, tampoco la necesita el cumplimiento de la función estatal administrativa de
encauzar las que ocurran. Y agrega que la calificación de una huelga requiere la consideración de
las circunstancias concretas del caso, tanto fácticas como jurídicas, especialmente cuando no ha
mediado calificación administrativa, lo que remite el problema, en su totalidad, a la decisión judicial.
No es suficiente a ese efecto que el tribunal afirme genéricamente que la actitud de los huelguistas
pudo haber sido adoptada en presencia de circunstancias susceptibles de considerarse "una
pérdida de conquistas sociales".
La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la acordada 22 del 21 de mayo de 1985, ante un
paro dispuesto para el 23 del mismo mes por la Confederación General del Trabajo, "al cual se
había adherido alguno de los gremios del personal del Poder Judicial de la Nación" sostuvo que
"...el derecho de huelga no es absoluto, sino que es pasible de reglamentación normativa y de
apreciación judicial, ya que se lo debe armonizar con los demás derechos y garantías de la
Constitución Nacional" (Fallos, T. 250, pág. 418; T. 251, págs. 18 y 472, T. 254, pág. 46).
"Que en este orden de ideas surge claramente la conclusión de que el ejercicio del derecho de
huelga no puede afectar sustancialmente la continuidad de los servicios públicos, ni el orden social,
ni la paz pública, valores cuya tutela se halla a cargo del Estado por una imposición constitucional
que supone reconocerle las facultades que fuesen necesarias para asegurar" (Fallos, T. 254, pág.
56 y T. 259 pág. 218). "Al cabo, sería contrario al entendimiento común asignarle al derecho
constitucional de huelga un rango superior a la serie de deberes y correlativas facultades del
Estado, también de raíz constitucional que se vinculan con la adecuada consecución de los fines
antes expresados" (Fallos, T. 254, pág. 56 y T. 259, pág. 218).
Es decir que para la Corte la circunstancia de que el derecho de huelga tenga consagración
constitucional no significa en efecto que sea absoluto ni que impida su reglamentación legal ni la
apreciación judicial de las circunstancias conducentes para decidir los casos que ocurrieren. Como
observa Justo López (en "La huelga en los servicios esenciales según el derecho laboral estatal
argentino" D.L., Errepar, T.V., pág. 623) dicha doctrina importa la posibilidad de limitación jurídica
del ámbito de la huelga y el establecimiento consiguiente de sanciones civiles para el supuesto de
que se desenvolviera fuera de él. Lo que constituye una parte del Estado que no requiere de ley
reglamentaria alguna pues es su obligación tutelar los intereses públicos o privados susceptibles
de ser afectados por el uso abusivo o ilícito de aquel derecho.
En nuestra Carta Constitucional no aparece, como ocurre en la Constitución Francesa de 1946
(Preámbulo, séptimo párrafo) o en la Constitución Italiana de 1948 (art. 40) o en la del Uruguay de
1967 (art. 53) una referencia específica a la reglamentación del derecho así garantizado. Menos,
todavía, aparece la referencia a la ley "que regule el ejercicio de este derecho" con la exigencia de
que ella establezca las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios
esenciales para la comunidad" como ocurre en la Constitución Española de 1978 (art. 28.2).
Pero el principio de que no hay derechos absolutos (Fallos, T. 136 pág. 161 y otros muchos) que
también puede expresarse diciendo que el derecho de cada uno debe ser conciliado con el de los
demás y con las pertinentes facultades estatales (Fallos, T. 242, pág. 356 y T. 250 pág. 418),
justifica ciertas limitaciones razonablemente impuestas por la autoridad como lo son por ejemplo
las relacionadas con las resoluciones administrativas dictadas durante el curso de una huelga con
el objeto de encauzarla (Fallos, T. 136, págs. 161 y 171).

25.9. LAS PROVINCIAS Y LA

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REGLAMENTACION DE LA HUELGA
Las provincias conservan todo el poder no delegado por la Constitución al Gobierno Federal,
entre ellos el poder de policía. De tal modo lo relativo a los procedimientos administrativos
tendientes a la solución de los conflictos quedan en la órbita local, y muchos gobiernos han dictado
leyes al respecto. La ley 14.786 ha sido dictada presuponiendo que existen conflictos colectivos de
intereses que son de competencia de la autoridad administrativa provincial. En su artículo 1° dice
"Los conflictos colectivos de intereses cuyo conocimiento sea de competencia del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social (se trata del de la Nación) se substanciarán conforme a las
disposiciones de esta ley".

25.10. MEDIOS DE SOLUCION DE CONFLICTOS:

LA LEY 14.786

24.10.1. La Ley 14.786 de conciliación obligatoria y arbitraje voluntario


La ley 14.786, llamada de procedimiento obligatorio de conciliación y de arbitraje voluntario,
impone a las partes de un conflicto de intereses, antes de recurrir a medidas de acción directa, el
cumplimiento de un procedimiento conciliatorio ante el Ministerio de Trabajo. El procedimiento (que
consiste sustancialmente en la comparecencia de las partes a audiencias dispuestas por el
Ministerio) tiene un lapso máximo de duración de quince días hábiles aunque es susceptible de ser
prorrogado por cinco días más. En el curso del mismo la autoridad administrativa puede plantear
una mediación (proponiendo "una fórmula conciliatoria") e invitar a las partes "a someter la cuestión
al arbitraje". La misma ley reglamenta ese arbitraje facultativo (arts. 5° a 7°). También durante el
lapso de la llamada "instancia de conciliación" (art. 8°) les está prohibida a las partes la adopción
de medidas de acción directa (art. 7°) y vencidos los plazos antes mencionados sin que hubiera
sido aceptada una fórmula de conciliación ni suscripto un compromiso arbitral, podrán las partes
recurrir a las medidas de acción directa que estimaren convenientes (art. 11, 2° párrafo).

24.10.2. Jurisprudencia de la Cámara Argentina de Apelaciones del Trabajo y tribunales


provinciales
No adolece de error grave o irrazonabilidad manifiesta la resolución administrativa que declara
ilegal una huelga en virtud de no haberse realizado tratativas previas de conciliación.
(CNAT, Sala I, junio 3-964, La Ley, 117-813 -11.422- S.
En cualquier momento del plazo legal en que se cumplan medidas de fuerza deja de respetarse
la conciliación obligatoria.
(CNAT, Sala II, abril 7-967, JA,967-IV-257).
Si la organización gremial fue debidamente notificada con antelación de que la instancia
conciliatoria iba a tener comienzo de ejecución y por tanto, la misma debía abstenerse de concretar
el anunciado paro, a pesar de lo cual, y desoyendo la conminación, declaró la huelga, la resolución
posterior del director del Departamento del Trabajo, declarándola legal, carece del debido sustento
normativo.
(ST Misiones, en pleno, diciembre 3-963, La Ley, 114-564-JA, 964-III-162).

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El paro dispuesto sin dar cumplimiento a las normas sobre conciliación obligatoria teniendo por
causa un conflicto individual que podía encontrar solución ante la justicia —la suspensión
disciplinaria de un compañero— es ilegal.
(ST Entre Ríos, Sala Trab., mayo 21-968, BJER 969-2-238; SC Buenos Aires julio 10-968; La
Ley, 135-1118 -20-965-S.
Es ilegal la huelga efectuada durante la etapa de conciliación obligatoria.
(CNAT, Sala II, abril 28-969, La Ley, 137-843 -23.356-S.
Si el organismo sindical y los trabajadores obraron ilegalmente declarando y yendo,
respectivamente, a la huelga sin cumplir el trámite obligatorio de conciliación previa, también la
demandada obró ilegalmente al pretender liquidar un conflicto colectivo dejando cesantes a la
comisión interna y a otros representantes sindicales, sin recurrir previamente a la vía conciliatoria.
(CNAT, Sala II, mayo 10-973, ED, 53-404).
No es arbitraria la calificación de ilegalidad de la huelga efectuada administrativamente, si resulta
que la medida de fuerza fue dispuesta durante la etapa conciliatoria (Ley 14.785 - Adla, XVIII-A,
319).
(CNAT, Sala II, abril 12-967, La Ley, 126-458).
No cabe hacer distinciones entre la huelga y los llamados paros: por consiguiente resultan
arbitrarios los despidos intimados por haber participado en paros que tenían un fin profesional y se
efectuaron observando el procedimiento previo de conciliación.
(CNAT Sala II, octubre 31-972 - DT, 973 - 292 - LLP 973 -I-39).

25.11. TITULARIDAD DEL DERECHO DE HUELGA


La jurisprudencia prevaleciente interpreta que habiéndose concedido el derecho de huelga en la
Constitución Nacional a los gremios, esta expresión significa que la entidad gremial es la
representativa de los trabajadores y en consecuencia se ha afirmado que este derecho sólo puede
ser ejercido por este sindicato (sindicato profesional con personería gremial), que es el único que
puede acceder a los procedimientos conciliatorios y celebrar convenios colectivos. Esta posición es
discutible pues de los debates de la convención constituyente de 1957 surge que el derecho de
huelga puede ser ejercido por una pluralidad de trabajadores unidos por el hecho de pertenecer al
mismo gremio, entendido en el sentido de actividad, sin que su titularidad corresponda sólo al
sindicato con personería gremial o simplemente inscripto y constituiría un exceso reconocerle al
sindicato más representativo de la actividad u oficio, más derechos exclusivos que los que
expresamente le reconoce la ley, más aún cuando de aquella interpretación resulta como
consecuencia que los trabajadores no afiliados o afiliados a otro sindicato carecerían del derecho
constitucional de huelga, lo que resulta inequitativo y discriminatorio.
De acuerdo con la tesis de la que participo, el derecho de huelga puede ser ejercido por un
grupo de trabajadores no institucionalizados (En igual sentido C.N.A.T., Sala IV, 31/5/77, "Barret,
Roberto y otros c/López, González, Raimondi y Asoc.", TySS, 1978, pág. 25).

25.12. LOS FINES DE LA HUELGA


La jurisprudencia y la mayoría de la doctrina se han pronunciado en el sentido de que la huelga
debe perseguir fines esencialmente profesionales, consistentes especialmente en la reivindicación
a obtener del empleador mejora de las condiciones de trabajo, evitar el desconocimiento de un
derecho, etc.
En esta tesis queda descartada la legitimidad de la huelga con objetivo económico en tanto esté
dirigida al gobierno y no al empleador. Al respecto cabe señalar que una revisión del criterio
expresado resulta de la interpretación del artículo 3° de la ley de asociaciones sindicales que
prescribe que "la acción sindical contribuirá a remover los obstáculos que dificultan la realización
plena del trabajador".

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La jurisprudencia ha sido terminante en el sentido de negar el derecho de huelga al paro


dispuesto por la Confederación General del Trabajo fundado en un "plan de lucha" de carácter
político y calificado de subversivo por el Gobierno de la Nación, conforme al informe del Consejo
Nacional de Seguridad del Estado.
(CNAT, Sala III, 6/11/68, La Ley, 135 - 415).
Estos criterios jurisprudenciales deberán ser revisados teniendo en cuenta el artículo 3° de la ley
sindical y la amplitud de finalidades que confiere implícita y explícitamente a la acción sindical.

25.13. HUELGA DE SOLIDARIDAD


En el caso de que la huelga tenga por objetivo solidarizarse con trabajadores despedidos o con
trabajadores de actividades afines, dicha medida no es ilícita por sí y en razón de su índole. "Por
tanto, no elimina la obligación judicial de calificación con el fin de determinar las consecuencias
legales de la huelga. Ello exige un juicio razonable relativo al carácter y circunstancias de la
expresión de solidaridad."
(CSN, 5/4/63, La Ley, 111-243).
Sin embargo, si lo que se busca es el reintegro de los despedidos habrá que determinar en cada
caso si media un interés colectivo. En el caso de huelga por despido de los delegados gremiales
suele ser más clara la justificación de estas medidas, aunque en el ordenamiento positivo hay
medios para obtener el reintegro del delegado.
También se ha sostenido que cuando la solidaridad de la huelga se refiere a uno o más
compañeros de trabajo a quienes fue aplicada una sanción o el despido, el movimiento se presenta
como una forma de protesta y debe ser considerado ilícito.
(CNAT, Sala I, 4/7/68, LT, XVI-B, 643).
Se ha considerado ilegítima la huelga de solidaridad con la asociación profesional a la que la
autoridad de aplicación privó de personería gremial, pues la medida de presión no está dirigida al
empleador sino a una autoridad administrativa y motivada por una resolución que tiene remedio
legal previsto.
(CNAT, Sala II, 5/11/67, LT, XVI-B- 645).
También se ha considerado ilegítima la huelga de solidaridad con trabajadores de otras
actividades afectados por un cambio legislativo de sus condiciones de trabajo (en el caso los
empleados marítimos se solidarizaron con los portuarios) pues el empleador resulta impotente para
impedir que el legislador ejerza las atribuciones que le son privativas respecto del régimen laboral
de otros sectores del trabajo dependiente, ajenos a él.
(CNAT, Sala II, 10/9/71, LT, XX-A, 275-I).
En cuanto a la "huelga de solidaridad", la O.I.T. ha sostenido que la prohibición de tal huelga
podría ser abusiva, aunque ha afirmado que los trabajadores sólo podrían recurrir a tales acciones
si la huelga inicial que se apoya en el conflicto ajeno, presenta visos de licitud.

25.14. TRABAJO A DESGANO, TRABAJO A REGLAMENTO,

HUELGA DE BRAZOS CAIDOS


Algunas tipologías del ejercicio del derecho de huelga como "el trabajo a desgano", no conllevan
la abstención total y concertada de la prestación laboral, sino su ejecución sin contracción
adecuada para desorganizar el funcionamiento normal de la empresa, sin que se llegue a la
interrupción total de la tarea. El "trabajo a reglamento" implica un aparente aumento de diligencia

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del trabajador, que se desempeña observando tan detalladamente todas las formalidades que
termina en una suerte de inoperancia y "la huelga de brazos caídos" sería la que implica la
abstención total unida a la ocupación del establecimiento.
En los dos primeros casos, los movimientos de fuerza podrían ser calificados como antijurídicos
porque el empleador padece un daño superior al no hacer: al no suspenderse el ejercicio de la
prestación laboral estaría obligado a pagar los salarios.
Una consideración especial merece el trabajo a reglamento, particularmente en los servicios
públicos, pues pese a que alguna jurisprudencia considera que se trata de formas ilícitas de
actuación, resulta en general que se trata de tareas que requieren adoptar medidas de seguridad y
cumplir con celo, por ejemplo, las normas de tránsito cuando se trata del servicio de los
transportes, lo que implica sancionar el cumplimiento más estricto de la labor. Lo que importa es el
cumplimiento de buena fe de las obligaciones contractuales y que so pretexto de ceñirse a una
reglamentación o a un ordenamiento preciso de la labor no se incurra en actos obstructivos
encubiertos.
En el último de los casos habría que diferenciar la conducta configurativa de una medida de
acción directa con procederes periféricos que pueden generar una ilicitud penal y no deben
confundir el análisis de las consecuencias de la medida de acción directa como tal.

25.15. HUELGA CON OCUPACION

DEL LUGAR DE TRABAJO


En este sentido debe destacarse que en la orientación de nuestra jurisprudencia significó un hito
significativo el fallo de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires en el caso "Leiva, Horacio
y otros c/Swift Armour SA" en lo que se refiere al modo de ejercicio de la huelga, en el cual se
estableció que "debe admitirse como forma legítima del derecho de huelga (art. 14 bis, C.N.) el
cese de actividades de los trabajadores, efectuado en defensa de sus intereses profesionales, con
permanencia en sus lugares de trabajo y durante el horario de sus jornadas, siempre que tal
presencia no signifique ocupación indebida del establecimiento". Apartándose de la doctrina
tradicional y predominante, el Alto Tribunal admitió la legitimidad de los paros parciales, sin
desplazamiento de los lugares de trabajo, como una forma de acción directa plenamente
encasillada en la figura jurídicamente tutelada de la huelga.

25.16. HUELGA POLITICA


Los móviles estrictamente políticos, de política partidaria, no pueden computarse dentro del
espectro y objetivos del movimiento obrero sindicalizado.

25.17. HUELGA DE LOS FUNCIONARIOS PUBLICOS


Están excluidos del derecho de huelga, los empleados y funcionarios de autoridad (depositarios
de cierta parte de la autoridad pública), en oposición a los llamados de gestión entre los cuales se
hallan los del Poder Judicial (Dictamen del Procurador General, C.S.J.N. 14/2/58, "Bacigalupo,
Juan José Bernardo").

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25.18. GUARDIAS O PIQUETES


Las guardias o piquetes pacíficos, que en la práctica norteamericana se los ha considerado una
expresión de libertad de palabra y por lo tanto legalmente protegidos, independientemente de sus
objetivos se los ha considerado ilícitos cuando implican un bloqueo del acceso al establecimiento
que ocasionó un efectivo perjuicio económico a la empresa (C.N.A.T., Sala V, 12/9/89, "Benítez,
Alberto c/Zottich SA"),"

25.19. JURISPRUDENCIA SOBRE

LA LEGITIMIDAD DE LA HUELGA
La jurisprudencia se ha pronunciado en el sentido de que "...debe considerarse legítima la
huelga si la declaración emanó del sindicato que tenía capacidad para ello, encuadró en la
calificación de un conflicto de intereses, se cumplimentaron todos los recaudos legales, habiéndose
sometido las partes a la instancia de conciliación y vencido los plazos sin lograrla, pudo el sector
obrero recurrir a las medidas de acción directa que estimare conveniente en uso de las facultades
conferidas por la Constitución Nacional (art. 14 bis) y artículo 11, 'in fine' de la ley 14.786 y por
ende, injustificados los despidos dispuestos (C. Trab. Santa Fe, 28/8/70, J.37-135).
La huelga dispuesta por el personal y no por el sindicato que lo agrupa es ilegal (C.N.A.T., Sala
V, 31/3/64, La Ley, 115-416).
La huelga no puede ser calificada como lícita cuando no fue originada ni resuelta por los órganos
competentes de la asociación profesional de trabajadores representativa de la actividad, si además
no aparece como actitud espontánea y general del personal del establecimiento involucrado en el
problema sino que surge como una acción directa y amenazante del grupo incitatorio y organizador
(C.N.A.T., Sala V, 28/4/75, La Ley, 1975-C, 229).
Para la doctrina alemana debe distinguirse entre la lucha de trabajo legítima y socialmente
adecuada y la contienda que carece de esas características. Así se ha resuelto que es legítima y
socialmente adecuada cuando: a) Ha sido convocada por una asociación profesional o por lo
menos aprobada y continuada por ella. b) Las que tienen por finalidad influir en la configuración de
las condiciones de trabajo descartándose por ende las huelgas políticas. c) Cuando no es contraria
a un contrato de tarifas, o sea, no debe violar el deber de paz durante la vigencia del contrato. d)
Debe existir proporción entre los medios empleados y los fines perseguidos para no constituir un
ataque a la libertad de industria. e) No debe ser contrario a las disposiciones legales forzosas, en
particular no debe violar las buenas costumbres (Kaskely Dersch, "Derecho del Trabajo", 5ta. ed.,
págs. 444/454).

25.20. DECLARACION DE ILEGALIDAD DE LA HUELGA POR

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LA AUTORIDAD DE APLICACION. JURISPRUDENCIA


No existe disposición legal que instituya recurso judicial directo ante la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo, contra resoluciones del Ministerio de Trabajo que declaren la ilegalidad de
medidas de acción directa, por lo que, en principio, la impugnación del acto debe ser intentada del
modo y forma prescriptos por la ley 19.549, ya que una resolución de ese tipo no incide en forma
definitiva en el plano de las relaciones colectivas e individuales puesto que el ordenamiento jurídico
tiene prevista la revisión judicial respecto de los conflictos que puedan plantearse en ambos planos
(C.N.A.T., Sala V, 22/3/85, "Sindicato de Artes Gráficas del Chaco", DT, 1985-A, 795, ED 114-644).
"No cabe considerar excluido del ejercicio legítimo del derecho de huelga a los paros parciales
pues no existe en nuestro derecho positivo ninguna reglamentación legislativa que imponga que la
huelga se cumpla durante toda la jornada y fuera del establecimiento" (C.N.A.T., Sala II, 27/10/72).

25.21. FORMA TEMPORAL QUE PUEDEN ASUMIR LAS HUELGAS:

EL DERECHO DE HUELGA Y LOS PAROS INTERMITENTES


Una vez reconocido el derecho de huelga, es decir admitido que la abstención del trabajo
decidida en el plano colectivo (por el órgano representativo del grupo) constituye un medio legítimo
de lucha por el cual los trabajadores buscan, ante todo, obtener mejores condiciones de labor,
resta todavía establecer qué formas puede adoptar esa abstención para originar el amparo legal.
La cuestión se limita a determinar si existe huelga cuando la suspensión de las tareas se
dispone fraccionando la jornada de manera repetida a intervalos regulares.
Puede generalizarse el tema afirmando que está implícito en el concepto de huelga que la
abstención de tareas para cumplir su finalidad económica debe tener un límite de tiempo, si bien
flexible e impreciso. Ello implica que toda huelga debe disponerse con la idea de que ha de cesar,
aunque se ignore cuándo cesará.
Respecto de esa función primaria que cumple el tiempo se cuenta con un general consenso
doctrinario que desaparece cuando se aborda lo relativo a la forma temporal (determinada o
indeterminada) que pueden asumir las huelgas. Así, mientras una corriente de opinión adjudica el
carácter de huelga sólo a la que se declara por tiempo indeterminado, otra orientación concibe el
problema con la mayor amplitud y no niega dicha calificación a los conflictos que llevan un plazo
prefijado de duración.
Cabe subrayar que aun cuando el tiempo prefijado de duración frecuentemente significa el
preludio de acciones más severas, tampoco en estas circunstancias la suspensión del trabajo deja
de cumplir el instrumental que posee ni de participar de la finalidad reivindicatoria del conflicto que
no lleva plazo. Incluso adjudico a estas manifestaciones del conflicto el carácter de acciones
menores que incluso por razones de política social no deben ser excluidas "a priori" del amparo
legal, pues otra solución forzará a los trabajadores a abstenerse del trabajo sin término, a fin de
ampararse en el derecho de huelga, ocasionándose un daño mayor a los empleadores. Ello no
obsta a que siempre se juzgue acerca de la legitimidad de la huelga según las modalidades bajo
las cuales se presente, los móviles que la inspiren o los efectos que cause.
Agrego como razón final de mi opinión que del texto del artículo nuevo de la Constitución
Nacional no surgen limitaciones temporales.
En resumen, pienso que el tiempo debe tenerse en cuenta sólo en el sentido de que para que
estos conflictos cumplan su finalidad económica deben ser dispuestos con la idea de que han de
cesar, en las huelgas por tiempo indeterminado cuando la pretensión se defina (logradas o no las
modificaciones contractuales exigidas), en las huelgas por tiempo determinado cuando venza el
plazo fijado o antes si se obtiene la finalidad tenida en vista o se levanta la medida por cualquier
otro motivo.

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En síntesis, en mi opinión la forma temporal que presente la huelga no tiene importancia para
conceptuarla como tal y determinar su legitimidad.

25.22. EL DAÑO EN LA HUELGA

Y EN LOS PAROS INTERMITENTES


La huelga tiene la finalidad de componer intereses a través del ejercicio de una coacción
económica sobre el patrono, la que se manifiesta por la amenaza de infligirle un daño o por su
concreta inflicción.
En realidad la intención de dañar es inherente a la huelga y el reconocimiento jurídico de ésta
supone el permiso del legislador para poner en práctica aquélla.
Ahora bien, como en la convivencia social regulada jurídicamente desaparece el pleno goce de
los derechos individuales pero se asegura su efectividad, es decir la seguridad de su existencia, el
problema del daño se traslada de su reconocimiento a la determinación de los límites o de la
medida en la que puede considerarse legítimo.
Ante todo, debe ejercerse el derecho dentro de los cauces legales, sin desviar el fin perseguido
por la ley al conceder la tutela jurídica, porque "no media daño sin culpa, sino daño resarcible
cuando esos límites sean superados. Y esto acaece cuando so color de actuar dentro del ámbito
de la libertad o de los derechos de cada cual o en el cumplimiento de deberes y obligaciones, en
realidad se usa el derecho subjetivo pero abusando del derecho objetivo, desviando o
desconociendo el fin por el cual este último hace surgir facultades subjetivas".
Como directiva general encontramos la de que el daño que causa la huelga debe ser relativo y
proporcionado al fin económico-social del derecho correspondiente y que excede lo autorizado por
la ley cuando se lo ejerce desviándolo de aquella finalidad. Para que esta noción adquiera
precisión, debemos tener en cuenta que la huelga no trata de destruir la empresa o actividad en la
que se efectúa, que busca primordialmente la modificación de las condiciones de trabajo mediante
la suspensión transitoria de las tareas y que cumple una función instrumental para lograr dicho
objetivo.
Estas notas indican que no se puede considerar autorizado ningún perjuicio que atente contra la
fuente de trabajo, pues ello desvirtuaría la esencia del derecho de huelga.
El daño irresarcible sería legítimo en los casos siguientes: 1) reducción del beneficio derivado de
la producción faltante; 2) pérdida eventual de la clientela; 3) el resultante del mantenimiento "ex
lege" del contrato de trabajo; 4) incidencia de las cargas económicas indirectas (amortizaciones,
arrendamientos, intereses) que gravan el costo del factor trabajo y siguen corriendo durante la
huelga.
El dañ o implícito en las huelgas, considerando su legitimidad aun con los criterior más
restrictivos, supone un daño al empresario, el lucro cesante. Por eso entiendo que la cláusula
constitucional que consagra este derecho, modaliza la interpretación del artículo 17 de la CN que
garantiza el derecho de propiedad que entonces no debe ser considerado absoluto.

25.23. EFECTOS CONTRACTUALES


La determinación de los efectos contractuales de la huelga están ligados a su calificación como
lícita o ilícita.

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25.23.1. Suspensión del contrato de trabajo


En primer lugar la huelga suspende el contrato de trabajo por aplicación del principio "sin trabajo
no hay salario".
Hay por definición "abstención" o ausencia de prestación laboral, voluntaria, amparada en la
voluntad colectiva. Esta última expresada por el sindicato más representativo o por el grupo de
trabajadores.
Esta abstención colectiva de base constitucional en principio no debe originar otro perjuicio al
trabajador distinto al de la privación de su salario.
Dicho de otro modo, la huelga lícita no es fuente de responsabilidad contractual. Es de la
esencia del derecho de huelga que no sea exigible el trabajo y no se pueden imponer medidas
disciplinarias o rescindir el contrato mientras dure.
Admitido que el cese de actividades en el que participaron los actores y el resto del personal de
la firma demandada ha sido una forma legítima del ejercicio del derecho de huelga, durante la
duración del diferendo los contratos de trabajo quedan suspendidos y entonces la abstención
colectiva de los trabajadores a prestar servicios no debe considerarse como incumplimiento
individual de sus obligaciones contractuales.

25.23.2. Privación del salario


Es consecuencia lógica de la falta de prestación del trabajo la privación del salario.
Cuando esa suspensión ha sido determinada por un grave e injustificado incumplimiento del
dador de trabajo, cuando la huelga ha sido imputable a la culpa del patrón, cuando sea por la justa
causa en el sentido tradicional del término del Derecho del Trabajo, éste debe responder de la
suspensión como si la hubiera dispuesto pagando la debida retribución.
Respecto de una de las huelgas de los empleados judiciales, la C.S.J.N. ha dicho que no pueden
ser objeto de cuestionamiento los descuentos de haberes de los días que no fueron trabajados por
adherir los agentes a medidas de fuerza dispuestas oportunamente por la entidad gremial que los
representa ("Cámaras Federales s/personal solicita el no descuento de haberes por paro",
27/2/90).

25.24. HUELGA Y DESPIDO


La huelga lícita determina, sin más, el derecho del trabajador despedido a las indemnizaciones
pertinentes.
La huelga ilícita no justifica por sí el despido sin indemnizaciones pues en todo caso se debe
probar que se ha intimado al empleado a concurrir a su trabajo y que su conducta impide la
prosecución de la relación laboral aplicándose el concepto de injuria del artículo 242, L.C.T.
El Ministerio de Trabajo califica la huelga como legítima o ilegítima. Esta calificación puede ser
desconocida por el juez, que puede arribar a otro criterio diferente al juzgar el conflicto individual
(ver al respecto la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación citada en este
mismo Capítulo al tratar la huelga y la Constitución Nacional). Para juzgar un despido en todos los
casos es necesaria la calificación judicial de la huelga, pero reitero que la existencia de justa causa
paradespido sólo se declara luego de haberse considerado a la huelga ilegítima y que la existencia
de injuria es un hecho personal atribuible al trabajador que no está ligado necesariamente a la
calificación de la huelga. En otros términos, la huelga puede ser ilegítima y el despido puede
resultar injustificado si no queda comprendido en la disposición del artículo 242L.C.T. Se trataría de
despidos sin causa (ilícitos) pero válidos para poner fin a la relación contractual.

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Una cuestión no tratada es si es admisible considerar a dichos despidos como prácticas


desleales, ya que los despidos serían represalias en razón de su participación en medidas
legítimas de acción sindical [art. 53, inc. e)ley 23.551], en cuyo caso el empleador podría ser
conminado a la reinstalación del trabajador bajo apercibimiento de aplicarle multas y astreintes. O
si el huelguista podría requerir el cese de la conducta obstructivista de la libertad sindical con
apoyo en el artículo 47 de la ley 23.551.
La ley 20.744 en su versión original prohibió expresamente el despido de los huelguistas (art.
243) así como la sustitución de los mismos.

25.25. DECLARACION DE ILEGALIDAD DE LA HUELGA POR LA

AUTORIDAD DE APLICACION. JURISPRUDENCIA


No existe disposición legal que instituya recurso judicial directo ante la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo, contra resoluciones del Ministerio de Trabajo que declaren la ilegalidad de
medidas de acción directa, por lo que, en principio, la impugnación del acto debe ser intentada del
modo y forma prescriptos por la ley 19.549, ya que una resolución de ese tipo no incide en forma
definitiva en el plano de las relaciones colectivas e individuales, puesto que el ordenamiento
jurídico tiene prevista la revisión judicial respecto de los conflictos que puedan plantearse en
ambos plano s.
"No cabe considerar excluido del ejercicio legítimo del derecho de huelga a los paros parciales
pues no existe en nuestro derecho positivo ninguna reglamentación legislativa que imponga que la
huelga se cumpla durante toda la jornada y fuera del establecimiento" (C.N.A.T., sala II, 27/10/72).

25.26. LA HUELGA EN LOS SERVICIOS ESENCIALES

25.26.1. Noción de servicio esencial


La noción de "servicio esencial" en el ámbito de la delimitación del derecho de huelga fue
impuesta principalmente por el Comité de Libertad Sindical de la Organización Internacional del
Trabajo.
Ackerman ha señalado que hay tres grandes tendencias en orden a la delimitación de los
servicios esenciales para la comunidad.
a) La delegación, en la que se atribuye a un órgano "dentro de la órbita del Poder Ejecutivo la
facultad de identificar con carácter general y en casos particulares cuáles son las actividades
encuadradas" en el ámbito de los servicios esenciales.
b) La enumeración "de los servicios o actividades que se consideran esenciales".
c) La definición, es decir, la adopción de un concepto general de "servicio esencial para la
comunidad para resolver los casos concretos en función de esa noción". Se ha dicho también
que el decreto utiliza esos tres modos de determinación "en forma combinada".
Se parte del presupuesto de que el derecho de huelga integra la libertad sindical cuando el
derecho de huelga ha sido limitado o suprimido en empresas o servicios considerados esenciales;
los trabajadores deben gozar de una protección adecuada de suerte que se les compensen las

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restricciones impuestas a su libertad de acción durante los conflictos que puedan surgir en dichas
empresas de servicios.
El Comité opinó que son servicios esenciales en sentido estricto los del sector hospitalario, los
servicios de abastecimiento de agua, los servicios de los controladores del tráfico aéreo y el
servicio telefónico.
En términos generales, la huelga, en la idea de la Organización Internacional del Trabajo, puede
restringirse severamente o prohibirse transitoriamente cuando ponga en peligro la vida, la
seguridad o la salud de las personas (todo o parte de la población).
No se ha considerado que, en principio, tengan carácter esencial los trabajos portuarios en
general, la reparación de aeronaves y todo servicio de transporte, la banca, las actividades
agrícolas, la metalurgia, los establecimientos petroleros, el abastecimiento y la distribución de
productos alimentarios. Tampoco la Casa de la Moneda, la Agencia Gráfica del Estado y los
monopolios estatales del alcohol, de la sal y el tabaco, ni los trabajadores de las instalaciones
petrolíferas, ni el sector de la metalurgia y el conjunto del sector minero, ni los trabajadores de los
transportes metropolitanos.

25.26.2. Restricciones a la prohibición de la huelga


Se ha excluido en el ámbito de la Organización Internacional del Trabajo y puede afirmarse que
es derecho recogido y aceptado que la huelga no puede ser prohibida. El Comité de Libertad
Sindical dejó a salvo los servicios esenciales o la función pública, en cuyo caso estableció que
deberían estar previstas garantías apropiadas para proteger los intereses de los trabajadores.

25.26.3. La regulación en nuestro país: la ley 25.877


El artículo 24 de la ley 25.877 dispone que cuando por un conflicto de trabajo alguna de las
partes decidiera la adopción de medidas legítimas de acción directa que involucren actividades que
puedan ser consideradas servicios esenciales, deberá garantizar la prestación de servicios
mínimos para evitar su interrupción.
Se consideran esenciales los servicios sanitarios y hospitalarios, la producción y distribución de
agua potable, energía eléctrica y gas y el control del tráfico aéreo.
Una actividad no comprendida en el párrafo anterior podrá ser calificada excepcionalmente como
servicio esencial, por una comisión independiente integrada según establezca la reglamentación,
previa apertura del procedimiento de conciliación previsto en la legislación, en los siguientes
supuestos:
a) Cuando por la duración y extensión territorial de la interrupción de la actividad, la ejecución de la
medida pudiere poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de toda o parte de la población.
b) Cuando se tratare de un servicio público de importancia trascendental, conforme los criterios de
los organismos de control de la Organización Internacional del Trabajo.

25.26.4. El decreto reglamentario


El decreto 272/06 reglamentario del artículo 24 de la ley 25.877 dispone lo que sigue:
Artículo 1º — Los conflictos colectivos que dieren lugar a la interrupción total o parcialde servicios esenciales o
calificados como tales en los términos del artículo 24 de la Ley Nº25.877,quedan sujetos a la presente reglamentación.
Art. 2º — La Comisión prevista en el tercer párrafo del artículo 24 de la Ley Nº 25.877 se denominará COMISION DE
GARANTIAS y estará facultada para:
a) Calificar excepcionalmente como servicio esencial a una actividad no enumerada en el segundo párrafo del artículo 24 de
la Ley Nº 25.877, de conformidad con lo establecido en los incisos a) y b) del tercer párrafo del citado artículo.

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Esta Comisiòn fue constituida por el decreto 362/2010 por lo cual a esta altura se encuentran cumplidos las exigencias
legales.
b) Asesorar a la Autoridad de Aplicación para la fijación de los servicios mínimos necesarios, cuando las partes no lo
hubieren así acordado o cuando los acuerdos fueren insuficientes, para compatibilizar el ejercicio del derecho de huelga
con los demás derechos reconocidos en la CONSTITUCION NACIONAL, conforme al procedimiento que se establece en
el presente.
c) Pronunciarse, a solicitud de la Autoridad de Aplicación, sobre cuestiones vinculadas con el ejercicio de las medidas de
acción directa.
d) Expedirse, a solicitud de la Autoridad de Aplicación, cuando de común acuerdo las partes involucradas en una medida de
acción directa requieran su opinión.
e) Consultar y requerir informes a los entes reguladores de los servicios involucrados, a las asociaciones cuyo objeto sea la
protección del interés de los usuarios y a personas o instituciones nacionales y extranjeras, expertas en las disciplinas
involucradas, siempre que se garantice la imparcialidad de las mismas.
La Comisión podrá ser convocada por el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL de oficio o a
pedido de las partes intervinientes en el conflicto colectivo.
Art. 3º — La COMISION DE GARANTIAS estará integrada por CINCO (5) miembros. La elección de los integrantes
deberá recaer en personas de reconocida solvencia técnica, profesional o académica en materia de relaciones del trabajo,
del derecho laboral o del derecho constitucional y destacada trayectoria.
Art. 4º — Los integrantes de la Comisión se desempeñarán ad honorem y deberán cumplir con el requisito de
independencia. No podrán integrarla los legisladores nacionales, provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
quienes ocupen otros cargos públicos electivos y aquellas personas que ejerzan cargos de dirección o conducción en
partidos políticos, en asociaciones sindicales o en organizaciones de empleadores.
Art. 5º — Los integrantes de la Comisión serán designados por el PODER EJECUTIVO NACIONAL a propuesta de las
organizaciones de empleadores y de trabajadores más representativas, de la FEDERACION ARGENTINA DE COLEGIOS
DE ABOGADOS y del CONSEJO INTERUNIVERSITARIO NACIONAL (C.I.N.). A estos fines, cada una de dichas
organizaciones nominará TRES (3) candidatos.
El PODER EJECUTIVO NACIONAL designará a UN (1) integrante titular y UN (1) alterno de cada una de las ternas de
candidatos propuestos; el restante miembro titular y su alterno serán designados en forma directa por el PODER
EJECUTIVO NACIONAL. Todos los integrantes de la Comisión deberán cumplir los requisitos establecidos en los artículos
3º y 4º del presente Decreto y durarán en sus cargos TRES (3) años, pudiendo ser reelectos por una sola vez.
Art. 6º — La COMISION DE GARANTIAS dictará su reglamento de funcionamiento y elegirá a su presidente entre sus
integrantes.
Art. 7º — Cumplida la obligación impuesta a las partes del conflicto, por el artículo 2º de la Ley Nº 14.786 y vencido el
plazo de QUINCE (15) días previsto en el artículo 11 de la misma norma, la parte que se propusiere ejercer medidas de
acción directa que involucren a los servicios referidos en el artículo 1º del presente, deberá preavisarlo a la otra parte y a la
autoridad de aplicación en forma fehaciente y con CINCO (5) días de anticipación a la fecha en que se realizará la medida.
Art. 8º — Dentro del día inmediato siguiente a aquél en que se efectuó el preaviso establecido en el artículo anterior, las
partes acordarán ante la Autoridad de Aplicación sobre los servicios mínimos que se mantendrán durante el conflicto, las
modalidades de su ejecución y el personal que se asignará a la prestación de los mismos.
Art. 9º — Cuando las prestaciones mínimas del servicio se hubieren establecido mediante convenio colectivo u otro tipo
de acuerdos, las partes deberán dentro del plazo fijado en el artículo precedente, comunicar por escrito a la Autoridad de
Aplicación las modalidades de ejecución de aquéllas, señalando concreta y detalladamente la forma en que se ejecutarán
las prestaciones, incluyendo la designación del personal involucrado, pautas horarias, asignación de funciones y equipos.
Art. 10. — Si las partes no cumplieran con las obligaciones previstas en los artículos 7º, 8º y 9º del presente Decreto,
dentro de los plazos establecidos para ello, o si los servicios mínimos acordados por las mismas fueren insuficientes, la
Autoridad de Aplicación, en consulta con la Comisión de Garantías, fijará los servicios mínimos indispensables para
asegurar la prestación del servicio, cantidad de trabajadores que se asignará a su ejecución, pautas horarias, asignación de
funciones y equipos, procurando resguardar tanto el derecho de huelga como los derechos de los usuarios afectados. La
decisión será notificada a las partes involucradas y, en caso de incumplimiento, se procederá de acuerdo a lo previsto en el
artículo 14 de la presente reglamentación.
Art. 11. — Cuando la actividad de que se trate no se encuentre comprendida dentro del párrafo segundo del artículo
24 de la Ley Nº 25.877, el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, de oficio o a pedido de las partes
involucradas en el conflicto, convocará a la COMISION DE GARANTIAS, para que proceda a evaluar si se dan los
supuestos de los incisos a) o b) del artículo 24 de la Ley Nº 25.877 y en su caso, califique excepcionalmente como esencial
tal servicio.
Art. 12. — La empresa u organismo prestador del servicio considerado esencial garantizará la ejecución de los servicios
mínimos y deberá poner en conocimiento de los usuarios, por medios de difusión masiva, las modalidades que revestirá la
prestación durante el conflicto, dentro del plazo de CUARENTA Y OCHO (48) horas, antes del inicio de las medidas de
acción directa, detallando el tiempo de iniciación y la duración de las medidas, la forma de distribución de los servicios
mínimos garantizados y la reactivación de las prestaciones. Asimismo deberá arbitrar los medios tendientes a la
normalización de la actividad una vez finalizada la ejecución de dichas medidas.
Art. 13. — Si la medida de acción directa consistiere en paro nacional deactividades o cualquier otra ejercida por
centrales sindicales u organizaciones empresariales con representatividad sectorial múltiple, se aplicarán las disposiciones
establecidas en la presente reglamentación en lo que corresponda.
Art. 14. — La inobservancia por alguna de las partes de los procedimientos conciliatorios establecidos en la legislación
vigente y las previsiones de la presente reglamentación, o el incumplimiento de las resoluciones dictadas por la Autoridad
de Aplicación o de los pronunciamientos emitidos por la COMISION DE GARANTIAS en ejercicio de sus facultades, dará
lugar a la aplicación de las sanciones establecidas por las Leyes Nros. 14.786, 23.551 y 25.212, sus modificatorias y sus
normas reglamentarias y complementarias, según corresponda.

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La falta de cumplimiento del deber de trabajar por las personas obligadas a la ejecución de los servicios mínimos, dará
lugar a las responsabilidades previstas en las disposiciones legales, estatutarias o convencionales que les resultaren
aplicables.
Art. 15. — El MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL, en su carácter de Autoridad de Aplicación,
dictará las normas complementarias y aclaratorias que fueran necesarias para la implementación de la presente
reglamentación, conforme los principios emergentes del artículo 24 de la Ley Nº 25.877.
Art. 16. — Los plazos establecidos en la presente reglamentación se contarán en días hábiles administrativos.

25.27. "LOCK OUT"


Es una medida de acción directa del empresario, que decide el cierre del establecimiento
impidiendo el ingreso de los trabajadores, y privándolos del pago de salario. Se distingue entre
"lock out" ofensivo y defensivo, este último decidido, por ejemplo, una vez declarada una huelga
dictada por el sindicato, para evitar mayores pérdidas patrimoniales. El ofensivo tiene por objeto en
principio la obtención de determinadas concesiones de los dependientes respecto de las
condiciones de trabajo (disminuir salarios, aumentar jornada, etc.).
Considero, con la mayoría de la doctrina, que si bien es aceptable en ciertas circunstancias el
"lock out" defensivo, es absolutamente ilegítimo el "lock out" ofensivo. Cabe señalar que en nuestro
país no existe disposición alguna de orden constitucional ni legal que consideren a la llamada
contrahuelga patronal.

25.28. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cómo clasificaría a los conflictos?
2) ¿Cómo se clasifican los conflictos colectivos?
3) Defina a los conflictos colectivos de interés y de derecho.
4) ¿Por cuáles diferentes etapas ha pasado la huelga en la consideración del Estado?
5) Concepto de huelga.
6) La huelga y la libertad sindical: posición de la O.I.T.
7) ¿Puede relacionar a la huelga con la negociación colectiva?
8) ¿Garantiza la Constitución Nacional el derecho de huelga? ¿Es necesaria su reglamentación
para poder ejercerlo?
9) ¿Conoce la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en los casos Beneduce, Gatti
y Galli y en la acordada 22 del 21 de mayo de 1985?
10) ¿En la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el derecho de huelga es
absoluto?
11) ¿Conservan las provincias el poder no delegado de reglamentar el ejercicio del derecho de
huelga?
12) ¿Conoce los regímenes y los procedimientos previstos en las leyes 14.786 y 16.936?
13) ¿Quién es el titular del derecho de huelga? Distintas teorías.
14) ¿Cuáles son los fines legítimos de la huelga?
15) ¿A qué se llama huelga de solidaridad? En su opinión, ¿es legítima?
16) ¿Qué otros tipos de huelga conoce? Caracterícelas y opine acerca de su legitimidad.
17) ¿Son legítimas las guardias o piquetes?
18) Forma temporal que pueden asumir las huelgas.
19) La declaración de ilegalidad de la huelga por la autoridad de aplicación, ¿es revisable
judicialmente?
20) ¿Cuáles son los efectos de la huelga sobre el contrato de trabajo?
21) ¿La declaración de ilegalidad de la huelga legitima el despido del trabajador huelguista?
22) La huelga en los servicios esenciales: posición de la O.I.T. y legislación argentina. Críticas.
23) ¿Qué es el "lock out"? ¿Es legítimo su ejercicio?

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BIBLIOGRAFIA
CORTE, NÉSTOR T.,"Regulación de la huelga en los servicios esenciales", Santa Fe, 1991, ps.
166/167.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, "Tratado práctico de derecho del trabajo", T. 3, Ed. La Ley,
2009.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ, "Despidos y
Suspensiones", Errepar, Buenos Aires, 1998.
FERNÁNDEZ MADRID, J. C. Y CAUBET, AMANDA,"Leyes Fundamentales del Trabajo", XI ed., La Ley,
Buenos Aires, 2010.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y SANTIAGO , "Práctica Laboral" , Ed. Errepar, Buenos Aires,
1999.
GIUGNI, GINO,"Derecho Sindical" , p. 222.
GUIBOURG, RICARDO , D.L.E. Errepar, Tomo IV, p. 781.
VÁZQUEZ VIALARD, ANTONIO,"Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social".

CAPITULO XXVI
DERECHO DE LA SEGURIDAD SOCIAL
26.1. Concepto. - 26.2. Sujeto y objeto. - 26.2.1. Contingencias sociales. - 26.2.2.
Financiamiento. - 26.2.3. Prestaciones. - 26.3. Evolución histórica. - 26.4. Principios. - 26.5.
Régimen argentino. La Constitución Nacional. - 26.6. El texto constitucional. - 26.7.
Tratados declaraciones internacionales. - 26.8. Evolución histórica en la Argentina. - 26.8.1.
Régimen previsional. - 26.8.2. Régimen de asignaciones familiares. - 26.8.3. Régimen de

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desempleo. - 26.8.4. Sistematización. - 26.9. Crisis del sistema. - 26.10. Guía de análisis. -
Bibliografía.

PARTE GENERAL

26.1. CONCEPTO
Todos los seres humanos, durante el transcurso de su vida, están expuestos a acontecimientos
que requieren una atención económica especial. La seguridad social constituye la protección
integral del individuo contra las contingencias económico-sociales. Tiende a evitar los eventos que
impiden el bienestar, sin tener en cuenta las causas que los originan sino las consecuencias que
acarrean.
La protección de la seguridad social debe configurarse ante eventos susceptibles de ocasionar
necesidades.
Al principio se protegía al hombre contra riesgos, entendiendo por tales a los eventos
susceptibles de ocasionar un daño.
Este concepto evolucionó para contemplar también otras circunstancias que, si bien no
constituyen infortunios, limitan o impiden la actividad, crean gastos suplementarios, o ambas cosas,
por ejemplo la maternidad y las cargas de familia.
Más adelante se integró a la seguridad social, también, la cobertura de situaciones que exceden
la capacidad de ingresos del individuo, comprendiendo entonces necesidades sociales que
requieren de una compensación especial.
En conclusión, debemos entender por cargas sociales aquellos acontecimientos, buenos o
malos, que provocan necesidades que requieren atención porque disminuyen el trabajo y el salario
o porque ocasionan gastos adicionales.
La seguridad social busca la liberación de esas necesidades, otorgando a tal fin beneficios en
dinero o auxilios de otra índole: alojamiento, prótesis, atención médica, servicios farmacéuticos,
etc..
En su evolución el derecho de la seguridad social pasó a ser derecho de las personas ya que
son beneficiarios del sistema todos los hombres. Su objeto no es dar bienestar, sino amparar
necesidades que entorpecen el bienestar.
Este sistema comprende la cobertura de todos los trabajadores a través de un sistema
contributivo, es decir aquel que se nutre con los aportes de los trabajadores y las contribuciones de
los empleadores, y otro que brinda atención independientemente de que se trate de trabajadores o
no, mediante la asistencia social gratuita. Se relaciona con el carácter de integral, y éste con la
universalidad: todos los hombres tienen que estar protegidos contra todas las contingencias.

26.2. SUJETO Y OBJETO


El sujeto de la seguridad social es el hombre, desde que nace hasta que muere, aunque no
todos pueden ser beneficiarios de sus prestaciones. En algunos casos, sólo un número limitado de
personas puede acceder a sus beneficios.
La seguridad social tiene un fin propio: la protección del hombre contra las contingencias
sociales, utilizando para ello los medios técnicos y financieros que estime necesarios para su
realización.

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Su objeto es crear un conjunto de garantías que proteja a las personas de aquellos eventos
susceptibles de reducir o suprimir su actividad y consecuentemente disminuir o perder sus
remuneraciones o ingresos y/o imponerles cargas económicas suplementarias.
Se entiende por contingencia social cada una de las eventualidades que pueden producir tanto
una disminución o pérdida de remuneraciones o ingresos de las personas que trabajan, como
también una carga económica suplementaria, tanto a las personas que trabajan por cuenta propia
o ajena que constituyen el sector activo de la población, como a quienes no han empezado a
trabajar, o han dejado de hacerlo o nunca lo han hecho.
Ambas consecuencias, pérdida del ingreso y cargas económicas suplementarias, pueden darse
separada o conjuntamente. Cuando se produce la contingencia de vejez, la persona pierde su
remuneración pero no tiene necesariamente carga económica suplementaria; cuando la
contingencia consiste en una carga de familia, no se pierden los ingresos pero sí se configura una
carga económica.
La seguridad social, para cumplir su finalidad protectora, debe compensar remuneraciones
perdidas y cargas económicas derivadas.

26.2.1. Contingencias sociales


El objeto de la seguridad social es amparar al hombre contra las contingencias sociales.
Actualmente este concepto se ha ampliado considerablemente. Comprende: vivienda,
capacitación laboral, todas las medidas de seguridad e higiene reparadoras, preventivas,
readaptadoras del hombre y su capacidad de ganancia, salud plena.
Para paliar los estados de necesidad que pueden afectar al ser humano o a su grupo familiar, la
seguridad social acude a un conjunto de mecanismos políticos y sociales que se interponen entre
la contingencia social y el hombre, tendiendo a que éste se sienta protegido, seguro, con base en
aquellos instrumentos cuya carga económica soporta la colectividad toda (principio de solidaridad
social).
La doctrina ha clasificado las contingencias sociales según distintos criterios.
Severino Aznar ha dado la siguiente clasificación:
1) De origen patológico: la enfermedad, la invalidez y el accidente de trabajo.
2) De origen biológico: la maternidad, la vejez y la muerte.
3) De origen económico-social: el paro forzoso y las cargas de familia.

26.2.2. Financiamiento
Los métodos de financiamiento de las prestaciones de la seguridad social pueden clasificarse
en:
a) Contributivos o previsionales: los fondos son aportados por los interesados o por terceros pero
con administración ajena o separada de los fondos fiscales, otorgándose prestaciones que no
tienen en cuenta la capacidad económica del beneficiario pero sí los aportes efectuados. Están
constituidos, principalmente, por aportes a cargo de los trabajadores y por contribuciones de los
empleadores.
b) No contributivos: no exigen aportes de los interesados ni responsabilizan personal o
directamente a terceros. El beneficiario debe acreditar insuficiencia patrimonial. Podemos
distinguir, entre otros:
1) asistencia privada o beneficencia
2) asistencia pública o social: el Estado otorga las prestaciones a quienes acrediten insuficiencia
patrimonial, financiadas por medio de impuestos.
En cuanto a los modelos de financiación de los sistemas de jubilaciones y pensiones se puede
distinguir entre el sistema de reparto y el de capitalización.

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En el sistema de reparto se establece un principio de solidaridad entre generaciones en virtud


del cual en un momento dado los beneficios que perciben los que reúnen los requisitos
establecidos por la normativa vigente se financian con los aportes que realizan los qué se
encuentran en actividad.
Régimen de capitalización, en cambio, es aquel en el cual los aportes son invertidos y generan
intereses, constituyendo un fondo que represente el monto suficiente para afrontar posteriormente
las prestaciones.

26.2.3. Prestaciones
Pueden consistir en beneficios, pagos o servicios suministrados a fin de compensar o hacer
frente a las consecuencias derivadas de una contingencia social.
En el caso de que los efectos de la contingencia se desarrollen en el tiempo, ya sea en forma
permanente o temporaria (por ejemplo vejez, enfermedad, desempleo) se realizan pagos
periódicos, que se pagan en efectivo porque reemplazan al salario.
Cuando están destinados a permitir al beneficiario soportar cargas económicas suplementarias
están constituidos por pagos en efectivo o en especie: entrega de prima, capital, asignación.
También pueden otorgarse prestaciones de afectación especial para reembolsar ciertos gastos,
por ejemplo, alojamiento.

26.3. EVOLUCION HISTORICA


El hombre, en su evolución, busca y buscó dar respuesta a las contingencias que le
sobrevinieran: enfermedad, vejez o muerte. Sin entregarse a la fatalidad, lucha y luchó elaborando
fórmulas para paliar estos acontecimientos o sus consecuencias. En tal sentido podemos
reconocer tres etapas diferenciadas.

26.3.1. Formas de protección indiferenciada


En Roma, las "collegia", asociaciones de ayuda mutua entre quienes realizaban el mismo oficio o
profesión, constituyeron un antecedente que luego se diluyó en un Estado imperial y poderoso. Del
mismo carácter, las "guildas" o "gildas" germanas fueron asociaciones de defensa o auxilio mutuo.
Con el advenimiento del cristianismo y durante la Edad Media surgen ciertas instituciones que, si
bien perseguían la seguridad social, se limitaban a ciertos grupos o sectores en razón del mismo
oficio.
Las "cofradías" o "hermandades" desarrolladas en España, se distinguieron por su carácter
religioso-benéfico gremial, bajo la mirada tutelar de la Iglesia. Si bien se regían por sus propias
autoridades, abonaban cuotas y en algunos estatutos se establecían prestaciones diversas;
estaban reservadas a sus miembros. Estas formas evolucionaron con el tiempo hacia el
mutualismo.
Las "corporaciones", de gran vigor durante la Alta Edad Media, ya apartadas de la Iglesia, eran
instituciones cerradas que abarcaban a la clase trabajadora del mismo sector, dirigiendo el trabajo
artesanal, piedra angular de la organización económica de aquel tiempo. Con posterioridad, esta
institución dio origen a la organización gremial.
Este período se caracterizó por el desconocimiento del concepto "asistencia social". La
beneficencia era privada, la caridad practicada por los "mejores", y los reyes se limitaban a
reconocer en el menesteroso el derecho a la mendicidad. El ahorro, cuando existía, representaba
una actitud individual y no una previsión.

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26.3.2. Aparición del seguro social


Con la Revolución Francesa comenzó a acuñarse el concepto de asistencia pública, pero
constituyó un auxilio insuficiente para la supervivencia decorosa del necesitado. Si bien se
comenzaron a buscar soluciones en los seguros privados, y en cierta medida la responsabilidad
civil consagrada en la codificación originó una incipiente respuesta en el empresariado frente a la
producción de ciertos hechos dañosos, no es sino con los efectos de la Revolución Industrial que el
panorama se esclarece.
Las consecuencias de la Revolución Industrial, aparejaron la transformación del Estado agrario
en industrial y un inmenso proletariado se sumergió en el cambio de condiciones miserables.
En Alemania, en 1883, Von Bismark buscó dar solución a esta problemática. Obviamente el
mutualismo o la beneficencia eran insuficientes para afrontar el cambio. El Estado debía hacerse
cargo, limitando las jornadas de trabajo, estableciendo el descanso dominical y dando cobertura al
trabajador. Nacen así los primeros seguros oficiales, con las siguientes características:
a) Seguro por enfermedad (1883)

Prestaciones:
l Asistencia médico-farmacéutica.
l Prestación sustitutiva de los salarios: medio jornal.
l Medicamentos.

Beneficiarios:
l Trabajadores industriales con ingresos menores a determinado límite (no comprendía a agrarios,
autónomos).

Financiación:
l Porcentaje a cargo de los trabajadores y una suma fija a cargo de los empleadores.
Administración:
l Primero gremial después local.
b) Seguro por accidente de trabajo (1884)
La financiación estaba a cargo de los empleadores, sin tener en cuenta quién era responsable.
El trabajador accidentado percibía las dos terceras partes del salario por un período de tiempo. La
viuda percibía el 60% de la retribución del cónyuge.
c) Prestaciones jubilatorias (1889)
Para proteger las contingencias de vejez, invalidez y supervivencia.
Es en este período cuando aparece con fuerza el concepto de asistencia pública y previsión
social. El aseguramiento obligatorio a favor de los trabajadores asalariados, en virtud de una
responsabilidad impuesta a los patronos legalmente, gestionada por entes públicos y dirigidos a
proteger necesidades sociales, constituyó uno de los pilares en los que se asentaron las bases de
la seguridad social.

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26.3.3. Sistemas de la seguridad social


A principios del siglo XX estos seguros se habían extendido por Europa y América.
En la década del '30 comienzan a manifestarse tímidamente los sistemas de seguridad social.
En 1935, con la Social Security Act del Presidente Roosevelt se disponen normas sobre seguro de
vejez y desempleo.
El concepto imperante radicaba en el derecho a protección jurídicamente exigible como
contraprestación, pagada por los trabajadores o empleadores (terceros). A los seguros privados se
les agregó la nota de obligatoriedad, financiación tripartita y gestión jurisdiccional pública, pero eran
aún insuficientes pues sólo protegían a algunos grupos.
El impacto decisivo en la materia se produjo a partir del Plan Beveridge en Gran Bretaña, que
afirmó los principios del seguro pero con la finalidad de extender su protección a toda la población.
El seguro entonces vigente no alcanzaba para destruir a la indigencia, la enfermedad, la ignorancia
y la desocupación.
La idea era que debía liberarse la necesidad empleando la redistribución de la renta nacional, a
fin de lograr la desaparición de la indigencia, a través de un seguro social que comprendiera todos
los riesgos sociales, con financiamiento y cotizaciones uniformes y distribución que implementara
prestaciones equitativas y protección a la salud de toda la población.
De tal manera, en este período se rompe la correspondencia estricta entre prima y beneficio y
surge el concepto moderno de seguridad social.

26.4. PRINCIPIOS
La disciplina cuenta con autonomía científica, legislativa y jurisdiccional, con sujeto y objetos
propios, métodos para la investigación de sus instituciones, y con principios propios.
Estos últimos son los que distinguen a la materia, definen su contenido y le otorgan autonomía.
Entre ellos el principio de solidaridad entre los individuos que componen la sociedad, ricos y
pobres, ancianos y jóvenes, hombres y mujeres, con fundamento en la subordinación del interés
individual al bien común; en este principio finca la base del sistema de reparto.
El principio de universalidad tiende a concretar la igual protección de todas las personas,
nacionales o extranjeros, trabajadores en actividad o desocupados, sin perder de vista el grado de
necesidad de cada una. Su idea rectora se encuentra en la Declaración Universal de Derechos
Humanos cuando afirma el derecho de todas las personas, como miembros de la sociedad, a la
seguridad social.
Otro de los principios es la integralidad cuyo objetivo es dar cobertura a todas las contingencias
que puedan presentarse al ser humano en el transcurso de su existencia, tanto a aquellas que
afectan su patrimonio, como las que pueden ocasionarle un gasto suplementario, sin descuidar las
prestaciones cuyo objeto es mejorar la calidad de vida.
El principio de igualdad tiene por objeto que todas las personas reciban igual protección, en
igualdad de condiciones.
La inmediatez tiene en cuenta la necesidad de que la prestación se otorgue cuando la
contingencia se produzca, única forma para que la asistencia sea efectiva, mientras que la unidad
de gestión se dirige a la organización del sistema en sus aspectos legislativos, administrativos y
financieros.
Por último cabe destacar el carácter subsidiario de la seguridad social, por el cual la iniciativa
individual, la libertad y la responsabilidad del individuo no debe desaparecer. Cada cual debe tomar
por sí las providencias necesarias para solucionar sus problemas y únicamente cuando no pueda
solucionarlos por sí solo, recurrir a los beneficios que le otorga la seguridad social.

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26.5. REGIMEN ARGENTINO. LA CONSTITUCION NACIONAL


Las características de la parte denominada "dogmática" de la Constitución de la República
Argentina sancionada en 1853 surgen del período de constitucionalismo liberal al que pertenece.
La defensa de los derechos del hombre, la limitación al poder del Estado y la seguridad del
individuo frente al Estado, son los objetivos que distinguen al constitucionalismo liberal referido.
Las Constituciones del siglo XIX, basadas en la ideología individualista, tuvieron como objetivo
establecer un estado de derecho y la función del Estado estaba limitada a cuidar el orden y
asegurar que las garantías de libertad del individuo, la seguridad común y los derechos individuales
no se afectaran.
Se conformaba una concepción abstracta e individualista, que partía de la base de que la
libertad ampliamente reconocida era el medio suficiente para asegurar la actividad del hombre y el
goce de sus bienes.
La consecuencia de esta concepción, basada en el individualismo y en el carácter meramente
contemplativo del Estado, condujo a situaciones injustas porque dejó desguarnecidos los derechos
efectivos del hombre común.
Al término de la Primera Guerra Mundial se forman en Europa nuevas ideas con otros criterios
de valor que conducen a una protección más justa del hombre. Con el nacimiento del
"constitucionalismo social" aparece un Estado intervencionista dispensador de servicios, que
abarca nuevas funciones sociales y económicas para proteger a los sectores más necesitados,
entendiéndose que al individuo debe protegérselo para que desarrolle tanto durante el transcurso
de su vida activa como de su vida pasiva una existencia digna. En tal sentido los derechos del
trabajador, la protección integral de la familia y los beneficios de la seguridad social.
La reforma de 1957, con la incorporación de los derechos sociales en el artículo 14 bis de la
Constitución, es la aplicación en nuestro derecho del constitucionalismo social aludido.
En la reforma constitucional de 1994 el sistema de los derechos no fue enmendado en su texto,
pero se ha producido una comunicación entre la parte orgánica, habida cuenta de que se introduce
con jerarquía de cláusulas constitucionales a una serie de tratados que se enumeran
taxativamente.
En tal sentido, el inciso 22 del artículo 75, conforme con la tendencia universal de recepcionar el
derecho internacional de los derechos humanos en el derecho interno de los Estados, dispone que
los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes y que las declaraciones de
derechos en las condiciones de su vigencia tienen jerarquía constitucional.
Al respecto, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en la IX
Conferencia Internacional Americana; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su
Protocolo Facultativo; la Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la
Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la
Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes y la
Convención sobre los Derechos del Niño.
Las declaraciones de derechos y los tratados referidos son complementarios de los derechos y
garantías reconocidos en los artículos de la primera parte de la Constitución Nacional.

26.6. EL TEXTO CONSTITUCIONAL


El artículo 14 bis de nuestra Ley Fundamental —respecto al tema que nos ocupa— establece:
"El Estado otorgará los beneficios de la seguridad social, que tendrá carácter de integral e
irrenunciable. En especial la ley establecerá: el seguro social obligatorio, que estará a cargo de
entidades nacionales o provinciales, con autonomía financiera y económica, administrado por los

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interesados con participación del Estado, sin que pueda existir superposición de aportes;
jubilaciones y pensiones móviles; la protección integral de la familia; la compensación económica
familiar y el acceso a una vivienda digna".
Es una norma que tiene cláusulas operativas fuertes, como la que establece la irrenunciabilidad
de los beneficios de la seguridad social o la que determina la movilidad de las jubilaciones y
pensiones. Y otras débilmente operativas, que en principio impiden la creación de un régimen que
las contradiga abiertamente y, por tanto, en principio sólo suponen una aspiración programática
que se concreta en la medida de las leyes que la reglamentan.
La enmienda de 1994, al reformar el artículo que regula las facultades del Congreso Nacional, ha
establecido normas que se asocian a las disposiciones de la parte dogmática de la Constitución.
Tal es el caso del inciso 19 del artículo 75, que faculta al órgano legislativo a proveer lo
conducente al "desarrollo humano", tendiente "al progreso económico con justicia social".
El inciso 23 del artículo 75 atribuye al Congreso Nacional la facultad de legislar y promover
medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato y el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución y por los tratados internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y
las personas con discapacidad, y dictar un régimen de seguridad social especial e integral en
protección del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período
de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia.
El inciso 24 del artículo 75 acuerda al Congreso de la Nación la atribución de aprobar tratados de
integración que deleguen competencias y jurisdicción a organizaciones supra estatales en
condiciones de reciprocidad e igualdad, y que respeten el orden democrático y los derechos
humanos señalando que las normas que en su consecuencia se dicten tienen jerarquía superior a
las leyes.
El inciso 12 del artículo 75 atribuye al Congreso Nacional la facultad de dictar los Códigos del
Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados, sin que tales Códigos alteren las
jurisdicciones locales, correspondiendo su aplicación a los tribunales federales o provinciales,
según que las cosas o las personas cayeren bajo sus respectivas jurisdicciones.
Los artículos 16, 17 y 18 aseguran la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad y la
inviolabilidad de la defensa en juicio de las personas y de sus derechos.
El artículo 28 consagra la supremacía de la Constitución Nacional sobre las leyes al determinar
que los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser
alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio, principio reafirmado en el artículo 31 al
establecer que la Constitución, las leyes que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los
tratados con las potencias extranjeras, son la Ley Suprema de la Nación y las autoridades de cada
provincia están obligadas a conformarse en ellas.

26.7. TRATADOS DECLARACIONES INTERNACIONALES


Desde el punto de vista de la seguridad social, los instrumentos internacionales a los cuales el
inciso 22 del artículo 75 acuerda jerarquía constitucional, son sumamente importantes por contener
normas expresas relacionadas con ella.
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre —probada en la IX
Conferencia Internacional Americana en Bogotá en 1948— contempla el derecho de toda persona
a la seguridad social con relación a las consecuencias de la desocupación, la vejez y la
incapacidad, a la constitución y protección de la familia, a la protección de la maternidad y de la
infancia y a la preservación de la salud y al bienestar.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos en el artículo 22 consagra el derecho a la
seguridad social y a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales
indispensables para la dignidad del hombre y el libre desarrollo de su personalidad, a un nivel de
vida adecuado que le asegure a la persona y a su familia, la salud y el bienestar, la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; el derecho a los
seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de

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sus medios de subsistencia por circunstancias independientes a su voluntad; la maternidad y la


infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos —Pacto de San José de Costa Rica
suscripto el 23/11/69, ratificado por ley 23.054— en el artículo 26 establece el compromiso de los
Estados Partes para lograr progresivamente en la medida de los recursos disponibles la plena
efectividad de los derechos que derivan de las normas sociales contenidas en la Carta de la
Organización de los Estados Americanos.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales establece que los
Estados Partes reconocen el derecho de toda persona a la seguridad social, incluso al seguro
social. En tal sentido, se declara que debe concederse amplia protección a la familia, a las madres
antes y después del parto, a los niños y adolescentes y se consagra el derecho de la persona a un
nivel de vida adecuado para sí y su familia y el derecho al más alto nivel posible de salud física y
mental.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos consagra el derecho a la protección de la
familia, del matrimonio y de los hijos, el derecho de los niños y la igualdad ante la ley.
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial —celebrada
el 13/7/67, ratificada por ley 17.222— establece que los Estados contratantes se comprometen a
prohibir y eliminar la discriminación racial en todas sus formas y a garantizar el derecho de toda
persona a la igualdad ante la ley, sin distinción de raza, color u origen nacional o étnico,
particularmente en el goce, entre otros, de los derechos sociales y especialmente de la seguridad
social, a la vivienda, a la salud pública, a la asistencia médica y a los servicios sociales.
La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer —
ratificado por ley 23.179— prescribe que los Estados Partes adoptarán todas las medidas
apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo con el fin de
asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, los mismos derechos, en particular
el derecho a la seguridad social, especialmente en casos de jubilación, desempleo, enfermedad,
invalidez, vejez u otra incapacidad para trabajar, el derecho a la protección de la salud y de la
seguridad en las condiciones de trabajo, incluso la salvaguarda de la función de reproducción, a la
licencia por maternidad y a la protección especial durante el embarazo, como asimismo el derecho
a las prestaciones familiares.
La Convención de los Derechos del Niño —Nueva York, 20/11/89, ratificada por ley 23.849—
reconoce el derecho del niño a beneficiarse con la seguridad social; al disfrute del más alto nivel
posible de salud y a los servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de la
salud.

26.8. EVOLUCION HISTORICA EN LA ARGENTINA

26.8.1. Régimen previsional


Los primeros antecedentes pueden hallarse en la época colonial en que se otorgaban pensiones,
mercedes, donativos, a quienes habían luchado por la causa nacional.
En 1904 se creó la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones Civiles, por ley 4349,
constituyendo la primera caja de previsión.
Posteriormente, por ley 10.650 en 1915 se creó la caja ferroviaria, y en 1929, mediante la ley
11.110 la correspondiente a trabajadores de tranvías, teléfonos, electricidad y servicios públicos. En
el mismo año se creó la caja para bancarios, en 1939 la de periodistas y marina mercante, en 1944
la caja de comercio y en 1946 la caja de industria y la de rurales.
En 1954 se creó la caja para profesionales, independientes y empresarios, y en 1956 la que
comprendía a los trabajadores domésticos.
En 1967 la ley 17.575 reduce las trece cajas entonces existentes a tres:

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a) Industria, Comercio y Actividades Civiles.


b) Estado y Servicios Públicos.
c) Autónomos.
A partir de 1969 se agrupan las dos primeras en el régimen para trabajadores en relación de
dependencia regidos por la ley 18.037 y la tercera configura el régimen para trabajadores
autónomos regidos por la ley 18.038.
Coexistían también regímenes jubilatorios para empleados públicos de las provincias,
municipalidades y profesionales.
En el año 1990 la ley 23.769 creó el Instituto Nacional de Previsión Social en el cual se unificó la
administración del Sistema Nacional de Previsión Social. El Instituto sustituyó a las Cajas
Jubilatorias y a la Dirección Nacional de Recaudación Previsional.
Las jubilaciones y pensiones a partir del 15/7/94 fueron reguladas por la ley 24.241 que
estableció a la par del régimen de reparto asistido, un sistema de capitalización privado gestionado
por las AFJP. Finalmente la ley 26.425 modifica la ley antes citada, elimina el sistema de
capitalización y unifica el sistema integrado de jubilaciones y pensiones en un único régimen
previsional púlico que se denomina SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino).

26.8.2. Régimen de asignaciones familiares

26.8.3. Régimen de desempleo


Hasta el año 1991 en que se sancionó la ley 24.013, llamada ley de empleo, no existía un
régimen que contemplara esta contingencia.

26.8.4. Sistematización
El I.N.P.S. fue disuelto por el decreto 2284/91 que creó el Sistema Unico de Seguridad Social
(S.U.S.S.), dependiente del Ministerio de Trabajo, a cuyo cargo quedaron todas las funciones y
objetivos que competían a las Cajas de Subsidios Familiares, al Instituto Nacional de Previsión
Social y al sistema de prestaciones para trabajadores desempleados.
Asimismo se instituyó la Contribución Unificada de la Seguridad Social (C.U.S.S.) cuya
percepción y fiscalización se puso a cargo del S.U.S.S., siéndole aplicables las normas sobre
percepción, fiscalización y ejecución judicial vigentes para los aportes y contribuciones con destino
al Régimen de Jubilaciones y Pensiones.
Por decreto 2741/91 se creó como organismo descentralizado en jurisdicción del Ministerio de
Trabajo a la Administración Nacional de Seguridad Social (A.N.Se.S.), a cuyo cargo quedó la
administración del S.U.S.S., que sucedió jurídicamente a los organismos más arriba mencionados.
El S.U.S.S. reunió:
l El subsistema previsional
l El subsistema de asignaciones familiares
l El subsistema de desempleo.
El régimen previsional se basaba en el otorgamiento de jubilaciones y pensiones mediante un
sistema de reparto financiado mediante aportes de los trabajadores autónomos y en relación de
dependencia, contribuciones de los empleadores, recursos provenientes de rentas, donaciones,
legados y otras liberalidades.

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A través, del decreto 507/93 las facultades de aplicación, recaudación, fiscalización y ejecución
de recursos de la seguridad social fueron transferidas a la Dirección General Impositiva, hoy
Administración Federal de Ingresos Públicos (A.F.I.P.).

26.9. CRISIS DEL SISTEMA


El sistema de las leyes 18.037 y 18.038 y sus complementarias era relativamente simple desde
el punto de vista financiero y de la determinación del monto de las prestaciones. Seguía un sistema
que es ampliamente mayoritario en el mundo y que consiste en distribuir los recursos que se
recaudan de los trabajadores, de los empleadores o del Estado, para entregarlos a la clase pasiva.
Casi no hay acumulación, y para que financieramente pueda funcionar con fluidez es necesario
que haya una relación entre la población activa y la población pasiva que determine un flujo de
recursos suficiente como para cubrir las prestaciones previstas y constantes a que cada
beneficiario tiene derecho.
En nuestro país este régimen entró en crisis por variadas razones. Algunas de antigua data,
como la apropiación de los recursos de las Cajas de Jubilaciones por el Estado. Otras más
recientes, como el desempleo. Y en términos más generales el envejecimiento de la población.
Además, y paralelamente, se advierten gravísimos problemas vinculados con el trabajo
clandestino, con los pagos en negro, con la falta de aportes en el área de los trabajadores
autónomos, todo lo cual se combinó de manera perversa e impidió que se pudieran atender las
prestaciones de jubilaciones y pensiones con recursos genuinos del sistema. De ahí el Estado, a
través de Rentas Generales, debió acudir en auxilio de los déficits de las Cajas que él mismo
ayudaba a provocar.
Esta situación se convirtió en caótica, fundamentalmente por ausencia de un manejo adecuado
del sistema y de una total impunidad para los deudores previsionales, a quienes sin demasiado
éxito se otorgó toda clase de posibilidades para saldar sus deudas con la seguridad social (vgr. la
regularización espontánea del art. 12 de la L.E.). Estas circunstancias determinaron un creciente
deterioro de la situación de la clase pasiva, la falta de una adecuada movilidad de sus haberes
jubilatorios y de la relación legalmente prevista entre la remuneración del trabajador en actividad y
los haberes de pasividad. Este estado de cosas se dio en un contexto marcado por una decidida
tendencia del Estado hacia la desregulación de la actividad económica general y a abandonar
ciertos roles que le eran inherentes, como en el caso el otorgamiento de los "beneficios de la
seguridad social".
De todos modos, más allá de los correctivos que podían mejorar la situación fáctica relatada
para provocar un cambio en el área previsional, predominó la necesidad económica de crear un
"mercado de capitales" con los aportes que se destinaban al régimen jubilatorio. Por estas razones
se instituyó un nuevo sistema que dejó de estar fundado en el principio de solidaridad y que apunta
a que los fondos de los trabajadores (aportes personales) se destinen al ahorro administrado por
entidades privadas con la vigilancia del Estado, que deja de tener un rol protagónico y excluyente
en el otorgamiento de las prestaciones jubilatorias.
La ley 24.241, sancionada el 23 de setiembre de 1993, cambió sustancial-
mente el sistema previsional, ya que instituyó el Régimen Integrado de Jubilaciones y Pensiones
en que coexisten dos regímenes: uno de capitalización y otro de reparto asistido, modificado
posteriormente por las leyes 24.347 y 24.463.

26.10. GUIA DE ANALISIS


1) Concepto de seguridad social.
2) ¿Qué se entiende por contingencias sociales?
3) Explique los distintos métodos utilizados a través del tiempo para la protección de las
contingencias sociales.

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4) ¿Cuáles son los principios de la seguridad social?


5) ¿Cuáles son las formas de financiamiento?
6) Explique los principios de la seguridad social contenidos en la Constitución Nacional.
7) ¿En qué Tratados Internacionales se encuentran contenidos los principios de la seguridad
social?
8) ¿Cuál fue la evolución del régimen previsional en la República Argentina?
9) ¿Qué es el S.U.S.S.?
10) ¿Qué es la C.U.S.S.?
11) ¿Cuál es el organismo encargado de la recaudación y ejecución de los ingresos del sistema?
12) ¿Qué es la A.N.Se.S.?
13) ¿Cuáles fueron los motivos de la crisis del sistema previsional?
14) ¿En qué consiste el régimen vigente en la actualidad?

BIBLIOGRAFIA
CHIRINOS, BERNABÉ LINO,"Tratado de la Seguridad Social", T. II, Ed. La Ley, 2010.
ETALA, JUAN JOSÉ , "Derecho de la seguridad social" , Ed. Ediar, 1966.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA,"Jubilaciones y Pensiones".
LODI-FE, MARÍA DALIA, LLANA, GLORIA NORA,"El principio protectorio en la Constitución
Nacional", Décimo Congreso de FAES, octubre de 1998.
RUPRECHT, ALFREDO J.,"Derecho de la seguridad social", Ed. Zavalía, 1995.

CAPITULO XXVII
RIESGOS DEL TRABAJO
27.1. Origen y evolución. - 27.2. Contingencias. - 27.2.1. Accidente de trabajo. - 27.2.2.
Enfermedad profesional. - 27.2.3. Accidente "in itinere". - 27.3. Antecedentes legislativos. -

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27.4. Régimen actual. - 27.4.1. Caracteres generales. - 27.4.2. Objetivos. - 27.4.3.


Organismos y entes de regulación y gestión. - 27.4.4. Ambito de aplicación. - 27.4.5.
Obligaciones de las partes. - 27.4.5.1. Obligaciones del empleador. - 27.4.5.2. Obligaciones
de los trabajadores. - 27.4.5.3. Obligaciones de las A.R.T. - 27.4.5.4. Planes de
mejoramiento. - 27.4.6. Contingencias cubiertas. - 27.4.6.1. Accidentes de trabajo. -
27.4.6.2. Enfermedades profesionales. - 27.4.6.3. Situaciones cubiertas. - 27.4.7.
Prestaciones. - 27.4.7.1. Prestaciones dinerarias. - 27.4.7.2. Prestaciones en especie. -
27.4.8. Régimen financiero. - 27.4.9. Fondo de garantía y fondo de reserva. - 27.5. Fallos
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que declaran la inconstitucionalidad de
distintos artículos de la ley 24.557. - 27.5.1. Prevención de la siniestralidad laboral. - 27.5.2.
Admisión de la responsabilidad fundada en el art. 1113Código Civil. - 27.5.3. La
inconstitucionalidad del art. 46 de la ley 24.557. - 27.5.4. Inconstitucionalidad del pago de
rentas periódicas. - 27.6. Responsabilidad civil del empleador. - 27.7. Régimen contencioso.
- 27.8. Guía de análisis. - Bibliografía.

27.1. ORIGEN Y EVOLUCION


En la antigüedad el trabajo manual era ejecutado por los esclavos; su muerte o la pérdida de su
capacidad laborativa era soportada económicamente por el amo, como si se tratara de un bien
material.
El cristianismo suavizó este panorama. Durante la Edad Media, las modalidades de trabajo con
base artesanal, en talleres por lo común pequeños, dirigidos por un maestro ayudado por
aprendices y compañeros, tenían características paternalistas y protectoras de los componentes
del conjunto de quienes, por tener un mismo oficio, integraban las distintas categorías de una
corporación.
Durante la Alta Edad Media y Moderna, los inventos y su desarrollo en máquinas aplicadas cada
vez más al trabajo del hombre, llevaron a la desaparición de l artesanado y de la obra maestra; la
producción dejó de ser una labor personal. El taller artesanal fue suplantado por otra modalidad de
producción que no tenía al hombre como centro de su actividad, sino a la máquina.
El advenimiento de la Revolución Industrial trajo entonces aparejada la concentración de
grandes masas de trabajadores a un nuevo esquema, la fábrica.
En un proceso vertiginoso, el maestro que enseñaba el oficio se transformó en el dueño o patrón
de la fábrica y lo era de verdad al ser el propietario del capital. El aprendiz, el compañero o el oficial
de los antiguos talleres artesanales, protegido por el maestro y por la corporación de su oficio, se
transformó en el obrero sin guía ni gremio o corporación que lo amparara.
En este cambio profundo del modelo productivo, lo principal era el rendimiento de la máquina,
que en lugar de servir al hombre lo convirtió nuevamente en esclavo.
La ideología que le sirvió de sustento, la liberal, reconocía contratos individuales entre quienes
se consideraban por una ficción legal, jurídicamente iguales, igualdad que escondía una profunda
desigualdad real.
El nuevo modelo contribuyó a imponer y fomentar condiciones muy inseguras desde el punto de
vista del medio ambiente de trabajo.
El maquinismo y su uso, acentuado por la fatiga de horarios extenuantes, realizado por seres
mal alimentados, que habitaban en viviendas precarias, sin atención para su salud y con salarios
miserables, constituyó la auténtica causa de la mayoría de los siniestros laborales.
En este contexto, y ante la presencia de un nuevo fenómeno se generó la necesidad de la
protección legal de esos infortunios y su reparación económica, hasta ese momento desconocida.
Hasta entonces prevalecía la idea de que el accidente de trabajo era un peligro natural o una
fatalidad. La prevención era ajena al empleador y, en todo caso, responsabilidad del trabajador. En
cuanto al tratamiento jurídico, el trabajador accidentado o sus familiares sólo tenían la vía del
derecho común, lo cual implicaba probar la culpa en el desencadenamiento del siniestro, con el
objeto de obtener un resarcimiento que se materializaba a través de un proceso judicial con base
en la responsabilidad del empleador, ya fuera ésta contractual, extra-contractual u objetiva.

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En la mayoría de los casos, el empleador lograba eludir su responsabilidad ante la dificultad para
el trabajador de acreditar tales extremos.
Las derivaciones sociales negativas llevaron a contemplar el reconocimiento de la diferencia
entre el vínculo laboral y los otros. En función de una necesidad histórica asociada a los
paradigmas productivos nacen los primeros regímenes de cobertura de riesgos del trabajo.
Si bien en algunos países existen esquemas que datan del siglo XVII, a través de los cuales
ciertos grupos de trabajadores, como los mineros y marineros recibían compensaciones por
incapacidades derivadas de accidentes, recién en el siglo pasado, luego de la aparición de grandes
asociaciones de patrones y sindicatos obreros, la preocupación por los accidentes de trabajo
comenzó a manifestarse.
En Alemania, en 1884 se adoptó una ley que estableció la responsabilidad del empleador en
caso de accidentes ocurridos en fábricas, minas y ferrocarriles. El seguro era obligatorio y debía
ser contratado con organismos públicos. Esta legislación se fue perfeccionando tras sucesivas
reformas que ampliaron la cobertura hacia el resto de los actores económicos y recién en 1925
incluyeron explícitamente a las enfermedades profesionales.
En cuanto a la prevención, en sus primeras etapas se centraba en las lesiones causadas por los
accidentes, siendo el resguardo contra los daños de las maquinarias el elemento más importante.
Luego se desarrollaron reglamentaciones y normas de higiene y seguridad, programas de
entrenamiento y equipos de protección personal.
Durante las dos primeras décadas de la posguerra se produjeron dos cambios conceptuales: se
amplió el concepto de accidente para abarcar además de las personas los daños materiales que
ocasionaba, y se introdujo el control administrativo de la seguridad. Se produjeron, al mismo
tiempo, reformas en las legislaciones: en 1946 en Inglaterra se reemplazó el seguro voluntario por
el obligatorio y se amplió el alcance de las prestaciones.

27.1.1. Doctrinas civilistas


Para ellas el trabajador víctima de un accidente de trabajo sólo podía recurrir a la vía
indemnizatoria ofrecida por la ley común que, conforme las disposiciones de los Códigos Civiles del
siglo XIX, únicamente consideraba los resarcimientos del derecho privado originados en la
legislación romana.
Ninguno de los Códigos Civiles dictados después del francés —incluso el argentino— tuvo en
cuenta los siniestros del trabajo y sus consecuencias. La víctima debía probar la culpa, dolo o
negligencia del patrono, la cual por lo regular no existía en forma directa; y cuando la había, era
muy difícil de probar.
Tampoco existían normas referidas a la higiene y seguridad en el trabajo.
A falta de disposiciones específicas se recurrió a las doctrinas civilistas basadas en la
responsabilidad extracontractual, en la responsabilidad contractual, la teoría objetiva y la del caso
fortuito.
La teoría de la responsabilidad extracontractual incluía a los accidentes del trabajo dentro de las
normas que en el Código Civil indemnizan por los efectos dañosos de los hechos ilícitos; partía de
la culpa del agente, lo que obligaba a acreditarla.
Basada en los artículos 1109 y 1113 del Código Civil, en la redacción anterior a la reforma
resultaba ineficaz para remediar el problema de los eventos dañosos del trabajo.
La teoría de la responsabilidad contractual se fundaba en el artículo 1198 del Código Civil
(anterior a 1968) y afirmó el principio de que los contratos obligan no sólo a lo que esté
formalmente expresado, sino a todas las consecuencias que puedan considerarse virtualmente
comprendidas en ellos.
Consideraba que el empleador era responsable de la integridad física de sus subordinados,
responsabilidad implícita por el hecho mismo del contrato de trabajo. Los siniestros equivalían al
incumplimiento de lo convenido, por lo cual debían ser indemnizados y, por referirse a un contrato,
se la denominó responsabilidad contractual.

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La teoría objetiva tenía fundamento en la idea del riesgo de las cosas de las que resulta un daño
del que será responsable el propietario en forma objetiva y con prescindencia de la culpa.
En cuanto a la teoría del caso fortuito, entiende que éste es inevitable en la industria y que por
ello se debe indemnizar al obrero que lo sufre.

27.1.2. Teorías específicas del Derecho del Trabajo


La situación legal, que no era sólo de nuestro país, llevó a la conclusión de que era necesario
sancionar normas específicas fundadas en otra concepción de la responsabilidad indemnizatoria
del empleador, dando origen a la teoría del riesgo.
En 1898 se sancionó en Francia una ley que sentó el principio de la responsabilidad objetiva
fundada en la teoría del riesgo profesional o riesgo de empresa. De ese modo el patrón respondía
por los infortunios del trabajo, hubiere o no incurrido en culpa.
Se basó en el principio de que el riesgo generado por una actividad industrial es inevitable y los
accidentes su consecuencia natural; es por ello que resulta equitativo que quien lucra con su
explotación y es su principal beneficiario, soporte esos riesgos.
Esa es la base doctrinaria de la ley francesa y de la nuestra de 1915.

27.1.3. Teorías de la seguridad social


Para éstas la reparación de los accidentes del trabajo forma parte de un sistema de seguridad
social, de modo que la responsabilidad no recae sobre el empleador sino en la sociedad misma. Se
desvincula de la relación laboral dependiente y se aproxima, en lo que respecta a las personas
amparadas, a lo que preceptúa la seguridad social.

27.2. CONTINGENCIAS

27.2.1. Accidente de Trabajo


Accidente en general es un suceso fortuito, desgraciado, eventual, de cuya acción
involuntariamente resulta un daño.
El accidente típico debe ser entendido como un acontecimiento externo, imprevisto u ocasional
que produce un daño, como una acción o irrupción súbita y violenta de un agente exterior (vgr. la
herida producida por golpe, caída, aplastamiento, quemadura, corte, roce, etc.).

27.2.2. Enfermedad Profesional


La enfermedad profesional, a diferencia del accidente, es por lo general de desarrollo progresivo
y proviene, en forma directa y casi exclusiva del tipo de tareas desarrolladas, de las sustancias que
se manipulan, etc.
Las enfermedades profesionales pueden dar lugar a las mismas incapacidades que los
accidentes del trabajo.

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Por lo común el accidente es un hecho súbito, imprevisto, en tanto la enfermedad tiene una
evolución más o menos lenta, y aunque aparezca en un momento determinado, se incuba con el
tiempo. A veces es difícil separar con precisión el accidente de la enfermedad, porque hay
accidentes que ocasionan daños, después de largo tiempo de haberse producido y enfermedades
que se contraen en términos breves y aun existen lesiones que a veces son resultado de
accidentes y otras de enfermedades, como la hernia.

27.2.3. Accidente "In Itinere"


Se configura cuando el hecho generador del accidente ocurre al trabajador en el trayecto entre
su lugar de trabajo y su domicilio o viceversa.
Estos accidentes no están cubiertos por las normas de responsabilidad civil pero sí por las de
la ley 24.557.
Su inclusión como accidente de trabajo tiene relación con el punto de vista que sostiene que el
tiempo de disposición del trabajador para con el empleador no se limita a la jornada laboral en sí
misma, sino que comienza desde que en su casa se prepara para concurrir al trabajo y se prolonga
hasta su regreso; no así si se emplea parte del trayecto en razón de actividades extrañas al mismo
o en interés personal del trabajador, en cuyo caso deja de existir el riesgo profesional, por lo que se
pierde la tutela y responsabilidad del empleador.

27.3. ANTECEDENTES LEGISLATIVOS


La ley 9.688 del año 1915, reformada en reiteradas oportunidades, fue sustituída por la ley
24.557, la que cambió totalmente el sistema.
En fecha reciente, el 25/10/2012 se dictó la ley 26.773, que modificó la ley 24.557 y con esta
última y el Dto. 1649/09 se dio basamento al sistema actual, que mejora el régimen de la ley
24.557 (actualización automática de las prestaciones, reconocimiento de un 20% por daño moral,
eliminación del pago por renta periódica) pero en términos que significan un retroceso se establece
que "los damnificados podran optar de modo excluyente entre las indemnizaciones previstas en
este régimen de reparación o las que le pudieran corresponder con fundamento en otros sistemas
de responsabilidad. Los distintos sistemas no serán acumulables". El cobro de sumas de dinero o
indemnización de una acción judicial en uno y otro sistema implicará que se haya ejercido la
opción, lo que modifica sustancialmente el régimen actual, que permitía la acumulación de
acciones y en el mismo juicio se acumulaba la acción de la ley especial y la acción de
responsabilidad civil. Quedando librado el resultado al mejor derecho que pudiera establecer el
juez laboral.
En la normativa con vigencia actual fuera de la obligación de optar se saca la acción civil del juez
natural, que es el juez laboral, y se establece que en la acción judicial iniciada por la vía del
Derecho Civil, se aplicará la legislación de fondo y de forma y los principios correspondientes al
Derecho Civil.

27.4. REGIMEN ACTUAL

27.4.1. Caracteres Generales

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La ley 26.733 reformó la ley originaria 24.557. El régimen fue concebido como un subsistema
diferenciado dentro de la seguridad social. El Estado asumió las funciones reguladoras, de
supervisión, fiscalización y sancionatoria por incumplimientos, y delega las funciones de gestión a
entidades privadas que son las responsables de administrar las prestaciones, promoviendo la
prevención. Para poder operar como tales, se exigen requisitos de solvencia financiera y
administrativa. Se prevé la posibilidad de recurrir al autoseguro (administración pública).
Los empleadores que contraten trabajadores comprendidos en el ámbito de aplicación de la ley
están obligados a afiliarse a una Aseguradora de Riesgos del Trabajo (A.R.T.), quien se hará cargo
de la cobertura de los daños causados por accidentes de trabajo, "in itinere" o enfermedades
profesionales, en ella previstos. Las prestaciones incluyen reparaciones de carácter dinerario, y la
atención médica, rehabilitación y recalificación del trabajador.
La prevención de los riesgos está estructurada en base a incentivos para que los empleadores
inviertan en la seguridad de los trabajadores a través del mejoramiento de las condiciones y el
medio ambiente de trabajo con un sistema de controles y penalidades para los incumplidores. Las
A.R.T., en este contexto, desarrollan funciones de monitoreo, generación de información, asistencia
técnica y capacitación.
En cuanto a los mecanismos reparatorios, se establecen prestaciones dinerarias en forma de
pagos únicos o de rentas periódicas mensuales, y prestaciones en especie a través de la
asistencia médica, farmacéutica, otorgamiento de prótesis y ortopedia, y rehabilitación y
recalificación profesional.
El otorgamiento de las prestaciones en los supuestos de insolvencia del empleador o de la
aseguradora, está previsto a través de la creación de dos fondos especiales financiados por el
propio sistema: el Fondo de Garantía y el Fondo de Reserva.
Las prestaciones que brinda el sistema se integran con las que otorga el régimen jubilatorio y el
de asignaciones familiares.
Los decretos 1278/00 y 1694/09 modificaron el régimen originario elevando el monto de las
prestaciones.

27.4.2. Objetivos
En el artículo 1° del Capítulo 1 se establece como principal objetivo de la ley la reducción de la
siniestralidad laboral, a través de la prevención de los riesgos derivados del trabajo. A tal fin, en el
Capítulo 2 se definen las medidas que deben adoptar los empleadores, los trabajadores y las
A.R.T.
Los restantes objetivos son la reparación de los daños derivados de accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales, la rehabilitación, recalificación y recolocación del trabajador
damnificado, y la mejora de las medidas de prevención y de las prestaciones reparadoras a través
de la negociación colectiva laboral.

27.4.3. Organismos y entes de regulación y gestión


La ley crea el Comité Consultivo Permanente, órgano tripartito de participación, constituido bajo
la presidencia del Ministerio de Trabajo de la Nación, y con la participación de cuatro
representantes del gobierno nacional, cuatro de los trabajadores y cuatro del sector empresario.
Tiene funciones consultivas previas a la adopción de decisiones, de carácter vinculante, en
materias tales como el listado de enfermedades profesionales, tablas de evaluación de
incapacidades laborales, determinación del alcance de las prestaciones en especie, e indicadores
determinantes de la solvencia económica financiera de las empresas que pretendan
autoasegurarse. También debe ser consultado en temas relativos a la reglamentación de la ley,
acciones de prevención de riesgos del trabajo, definición de cronograma de etapas de las
prestaciones dinerarias, determinación de pautas y contenido del plan de mejoramiento.

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Con el nuevo sistema comenzó a funcionar la Superintendencia de Riesgos del Trabajo como
entidad autárquica en jurisdicción del Ministerio de Trabajo de la Nación, cuyas funciones son la
supervisión y fiscalización del funcionamiento de las A.R.T. y de los empleadores autoasegurados,
el control del cumplimiento de la normativa relacionada con la higiene y seguridad en el trabajo, el
dictado de disposiciones complementarias y la promoción de acciones de prevención. Tiene a su
cargo, asimismo, imponer las sanciones previstas en la ley, mantener el Registro de Incapacidades
Laborales y elaborar los índices de siniestralidad.
La Superintendencia de Seguros de la Nación, en jurisdicción del Ministerio de Economía y
Obras y Servicios Públicos, tiene a su cargo las funciones de fiscalizar y controlar los requisitos
económicos y financieros relativos a la solvencia de las aseguradoras, empleadores
autoasegurados y del sistema en general.
Las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo, entidades de derecho privado previamente
autorizadas por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y la. Superintendencia de Seguros de
la Nación, son entidades de derecho privado a quienes corresponde la gestión de las prestaciones
previstas en la ley.
Las Comisiones Médicas y la Comisión Médica Central, creadas por la ley 24.241, pero con un
aumento en el número de sus integrantes, deben determinar: el carácter laboral del accidente o
profesional de la enfermedad, el carácter y grado de la incapacidad y el contenido y alcance de las
prestaciones en especie. Pueden, asimismo, revisar las decisiones de las aseguradoras en las
cuestiones que hacen a su competencia, y resolver las discrepancias que pudieran surgir entre
ellas y los trabajadores o sus derechohabientes.

27.4.4. Ambito de aplicación


El artículo 2° de la ley dispone que estarán obligatoriamente incluidos en su ámbito:
llos funcionarios y empleados del sector público nacional, de las provincias y sus municipios y de la
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires,
l los trabajadores en relación de dependencia del sector privado y
l las personas obligadas a prestar un servicio de carga pública.
Autoriza, asimismo, al Poder Ejecutivo a incluir a los trabajadores domésticos, a los autónomos,
a los vinculados por relaciones no laborales y a los bomberos voluntarios.
Esta inclusión se llevó a cabo a través del decreto 491/97 (B.O. 4/6/97) que incorporó en forma
obligatoria a los trabajadores domésticos que prestan servicios en relación de dependencia y a los
autónomos, en la medida en que la Superintendencia de Riesgos del Trabajo dicte la normativa
pertinente y, como trabajadores vinculados por relaciones no laborales, a los que se desempeñen
en actividades reguladas por el Sistema de Pasantías, por el contrato de aprendizaje y a las
realizadas en virtud del cumplimiento de una beca.
En cuanto a los empleadores, la afiliación a una A.R.T. es obligatoria para todos aquellos que
contraten trabajadores incluidos en el ámbito de aplicación de la ley, quedando excluidos sólo
quienes reúnan los requisitos de solvencia económico-financiera para afrontar las prestaciones
previstas en la norma, y garanticen los servicios necesarios para hacer frente a las prestaciones en
especie previstas en el artículo 20. Estos podrán autoasegurarse.
El artículo 28 de la ley dispone que si el empleador no incluido en el régimen de autoseguro
omitiere afiliarse a una A.R.T. responderá directamente ante los beneficiarios por las prestaciones
previstas.
En el mismo sentido, el decreto reglamentario 334/96 prevé que los empleadores
autoasegurados y aquellos que no cumplan con la obligación de afiliarse serán responsables frente
a los trabajadores y sus derechohabientes con los alcances previstos en la ley 24.557.

27.4.5. Obligaciones de las partes

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La ley impone a las partes (empleadores, trabajadores y A.R.T.) la obligación de adoptar las
medidas legalmente previstas para prevenir eficazmente los riesgos del trabajo.
A tal fin, deberán asumir compromisos concretos de cumplir las normas de higiene y seguridad,
ya sea en forma unilateral, a través de la negociación colectiva o de su inclusión en el contrato
entre la A.R.T. y el empleador.

27.4.5.1. Obligaciones del empleador


Entre las obligaciones del empleador se encuentra la de afiliarse a una A.R.T. que libremente
elija, abonar las cuotas a su cargo y declarar las altas y bajas que se produzcan en su plantel de
trabajadores. La A.R.T. no podrá rechazar la afiliación de ningún empleador incluido en su ámbito
de actuación.
Asimismo, los empleadores deben recibir información y asesoramiento, en materia de riesgos,
de la A.R.T., a la que deben informar los accidentes y enfermedades profesionales que se
produzcan en su establecimiento, notificar a los trabajadores la identidad de la A.R.T. a que se
encuentren afiliados, cumplir con las normas de higiene y seguridad y mantener un registro de
siniestralidad por establecimiento.
También están obligados a permitir el ingreso a su establecimiento del personal destacado por
las A.R.T. para el cumplimiento de las funciones establecidas en la ley y en el respectivo contrato, y
a suministrarle las informaciones necesarias.
Respecto de los trabajadores, el empleador debe brindarles capacitación respecto a los riesgos
inherentes a sus puestos de trabajo.

27.4.5.2. Obligaciones de los trabajadores


Los trabajadores, por su parte, deben recibir dicha información y participar en las acciones
preventivas, cumplir con las normas de higiene y seguridad, incluso las medidas de recalificación
profesional, informar los hechos que conozcan referidos a los riesgos del trabajo, someterse a los
exámenes médicos y tratamientos de rehabilitación y denunciar los accidentes y enfermedades
profesionales que sufran.
También deben asistir a los cursos de capacitación que se dicten durante las horas de trabajo,
utilizar los equipos de protección personal y colectiva, observar las medidas impartidas en los
cursos, utilizar y manipular las sustancias, máquinas, herramientas y dispositivos en forma
correcta, colaborar con la organización de programas de formación y educación en materia de
salud y seguridad e informar al empleador de todo hecho o circunstancia riesgosa inherente a sus
tareas y establecimiento en general. Podrán, además, denunciar a la A.R.T. o a la S.R.T. los
incumplimientos en que incurriera el empleador.

27.4.5.3. Obligaciones de las A.R.T.


Las A.R.T. deben denunciar a la S.R.T. los incumplimientos de sus afiliados respecto de las
normas de higiene y seguridad en el trabajo, tendrán acceso a la información necesaria para el
cumplimiento de las prestaciones de la L.R.T., deberán promover la prevención informando a la
S.R.T. acerca de los planes y programas exigidos a las empresas, mantener un registro de
siniestralidad por establecimiento e informar a los interesados acerca de la composición de la
entidad, balances y régimen de alícuotas.
Deben brindar asesoramiento y asistencia técnica a los empleadores afiliados en las materias
que tengan que ver con la existencia de riesgos y sus efectos sobre la salud, y todo lo que haga a

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la normativa sobre higiene y seguridad en el trabajo, realizar actividades permanentes tendientes a


tales fines, y vigilar y verificar el cumplimiento de las normas.
El decreto 1278/00 agregó que las A.R.T. y los empleadores están obligados a informar a la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo o a las administraciones de trabajo provinciales la
formulación y desarrollo del plan de acción que la norma establece.
Asimismo, deben las A.R.T. controlar la ejecución del plan de acción y están obligadas a
denunciar los incumplimientos a la S.R.T., quien debe resolver las discrepancias sobre su
ejecución.

27.4.5.4. Planes de mejoramiento


Los apartados 2, 3 y 4 del artículo 4° de la ley establecían que en los contratos de afiliación
debía incluirse un Plan de Mejoramiento que indicara las medidas y modificaciones que los
empleadores debían adoptar en cada uno de sus establecimientos, a fin de adecuarlos a la
normativa vigente. Este se acordaba entre la A.R.T. y el empleador dentro de los tres meses de
firmado el contrato (o seis meses desde la vigencia de la L.R.T., el que fuera mayor), y debía
cumplirse en un plazo máximo de 24 meses.
Las pautas y contenidos del Plan de Mejoramiento fueron fijados por el Poder Ejecutivo en
el decreto 170/96 (B.O. 26/2/96) que estableció cuatro niveles de cumplimiento, según las etapas y
los elementos que el empleador debía desarrollar a fin de cumplir en su totalidad las normas de
higiene y seguridad.
El decreto 1278/00 sustituyó los apartados 2, 3, 4 y 5 del artículo 4° de la ley y sus
modificatorias, y estableció el concepto de empresa o establecimiento crítico. En tal sentido,
corresponde a las A.R.T. establecer, de acuerdo a lo que determine la autoridad de aplicación, un
plan de acción que deben cumplir dichas empresas. Dicho plan de acción debe contemplar las
siguientes medidas:
a) evaluación periódica de los riesgos existentes y su evolución;
b) visitas periódicas de control de cumplimiento de las normas de prevención de riesgos del trabajo
y del plan de acción elaborado;
c) definición de las medidas correctivas que deberán ejecutar las empresas para reducir los riesgos
identificados y la siniestralidad registrada;
d) una propuesta de capacitación para el empleador y los trabajadores en materia de prevención
de riesgos del trabajo.
El concepto de empresa crítica, establece el artículo, se determina por la autoridad de aplicación
teniendo en cuenta, entre otros parámetros, el grado de cumplimiento de las normas de higiene y
seguridad en el trabajo y el índice de siniestralidad de la empresa.

27.4.6. Contingencias cubiertas

27.4.6.1. Accidentes de trabajo


La ley considera accidente de trabajo al hecho súbito y violento ocasionado por el hecho o en
ocasión del trabajo, y al ocurrido en el trayecto entre el domicilio del trabajador y el lugar de trabajo,
siempre que no hubiera sido alterado o interrumpido por causas ajenas al mismo.
El "itinere" puede modificarse por razones de estudio, concurrencia a otro empleo o atención de
familiar directo y no conviviente, en cuyo caso el trabajador deberá declararlo por escrito al
empleador y éste dentro de las setenta y dos horas al ente asegurador, debiendo presentar el

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pertinente certificado, en caso de serle requerido por el empleador, dentro de los tres días hábiles
del requerimiento.
La reglamentación estableció que se considera familiar directo a los parientes por
consanguinidad y afinidad hasta el segundo grado, y se entiende que son no convivientes cuando,
aunque convivan con el trabajador regularmente, se encuentren en un lugar distinto al habitual por
causa justificada (D. 491/97).
El decreto reglamentario aclara el concepto de accidente "in itinere": sólo aquel que se produzca
en el trayecto directo e inmediato entre el trabajo y el domicilio del trabajador (la ley sólo menciona
el que ocurre en el trayecto de ida al trabajo, con lo cual se subsana la omisión), el lugar de
estudio, el otro empleo, o donde se encuentre el familiar.

27.4.6.2. Enfermedades profesionales


Las enfermedades profesionales, para recibir cobertura, deben estar incluidas en el listado de
enfermedades profesionales que elabora y revisa anualmente el Poder Ejecutivo, identificando el
agente de riesgo, cuadro clínico y actividad susceptibles de determinar por sí la enfermedad
profesional.
Se trata de un listado cerrado, ya que las enfermedades no contempladas en él y sus
consecuencias no son resarcibles, que fue aprobado por decreto 658/96.
El decreto 1278/00 agregó a los extremos que deben comprobarse para determinar que una
enfermedad es profesional la exposición, pero estableció como excepción aquellos supuestos en
que, en el caso concreto, la Comisión Médica Central determine que la enfermedad fue provocada
por causa directa e inmediata de la ejecución del trabajo.
A ese fin, el trabajador o sus derechohabientes deben iniciar el trámite mediante una petición
fundada a la Comisión Médica jurisdiccional, tendiente a demostrar los extremos que establece la
norma como causa directa de la dolencia.
La Comisión debe sustanciar la petición con la audiencia de los interesados, garantizando el
debido proceso, producir las medidas necesarias y emitir resolución fundada. Se excluyen aquellos
supuestos en que la enfermedad fuera consecuencia inmediata o mediata previsible de factores
ajenos al trabajo o atribuibles al trabajador, tales como la predisposición o labilidad a contraer
determinada dolencia.
Si la Comisión jurisdiccional considera que la enfermedad reúne los requisitos que establece la
norma, la A.R.T. debe otorgar las prestaciones hasta que el caso sea definitivamente resuelto por la
Comisión Médica Central. A tal fin la Comisión jurisdiccional debe elevar las actuaciones para que
la Comisión Médica Central, en el término de treinta días, convalide o rectifique su opinión.
En el primer caso deberá asimismo establecer el porcentaje de incapacidad y las prestaciones
dinerarias que corresponda, y tal decisión está circunscripta al caso concreto, sin que implique
modificar el listado de enfermedades vigente. En caso contrario, la A.R.T. cesará en el
otorgamiento de las prestaciones.
En cualquiera de los casos, quedan expeditas las acciones de repetición para quienes afrontaron
las prestaciones contra quienes en definitiva resultaren responsables de haberlas asumido.
Están excluidos de la protección de la ley los accidentes y enfermedades profesionales que
hubieran sido causados por dolo del trabajador o fuerza mayor extraña al trabajo y las
incapacidades preexistentes a la relación de trabajo y acreditadas mediante examen
preocupacional.

27.4.6.3. Situaciones cubiertas


Los daños derivados de las contingencias previstas que la ley considera resarcibles son la
incapacidad y la muerte.

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En cuanto a la primera, distingue entre incapacidad temporaria y permanente, y la permanente la


clasifica en parcial, total y gran invalidez.
La incapacidad temporaria se configura cuando el daño sufrido impide al trabajador
temporariamente la realización de sus tareas habituales, y cesa por alta médica, declaración de
permanente de la incapacidad, muerte del trabajador o transcurso de un año desde la primera
manifestación invalidante.
Incapacidad laboral permanente es aquella en la que el daño ocasiona una disminución
permanente en la capacidad laborativa, y se considera total cuando la disminución alcanza al 66%
o más, y parcial si es inferior a tal porcentaje.
Las incapacidades permanentes, ya sea la parcial si es superior al 20% - 50% durante el período
de transitoriedad de la ley o total, es decir, aquellas que dan derecho a la percepción de
prestaciones dinerarias que se efectivizan a través de pagos mensuales, tienen carácter provisorio
durante los 36 meses siguientes a su declaración. Vencidos estos plazos, la incapacidad se
considera definitiva.
Las Comisiones Médicas deben determinar el grado de incapacidad, conforme con la tabla de
evaluación de incapacidades laborales que elabora el Poder Ejecutivo Nacional, ponderando la
edad del trabajador, el tipo de actividad y sus posibilidades de reubicación laboral. Pueden
extender por 24 meses más el carácter provisorio de la incapacidad, si no existiera certeza sobre el
carácter definitivo de la disminución, o reducirlo en caso de incapacidad permanente parcial.
Por último, existe gran invalidez en los supuestos en que el trabajador en situación de
incapacidad permanente total necesita de la asistencia de otra persona para realizar los actos
elementales de la vida.

27.4.7. Prestaciones
La ley contempla el otorgamiento de prestaciones dinerarias y en especie. Las primeras pueden
consistir en una suma única.
En las disposiciones finales se establece la entrada en vigencia progresiva de las prestaciones
dinerarias conforme un cronograma integrado en etapas, condicionando el paso de cada una a que
la cuota promedio a cargo de los empleadores se encuentre por debajo del 3% de la nómina
salarial.

27.4.7.1. Prestaciones dinerarias


La ley 26.773 instrumenta prestaciones de pago único (art. 2º), actualiza los montos fijados por
el dto. 1694/09, conforme al índice RIPTE (Remuneraciones imponibles, promedio de los
trabajadores estables publicado por la Secretaría de Seg. Social desde el 01/01/2010). Esta
actualización se efectuará en los mismos plazos dispuestos para el SIPA.

a) Incapacidad laboral temporaria


A partir del día siguiente a la primera manifestación invalidante y mientras dura el período de,
incapacidad laboral temporaria el trabajador percibe una prestación de pago mensual de igual
cuantía que el salario por enfermedad, sobre la que se efectuarán retenciones por aportes.
Percibirá, asimismo, las sumas que le correspondan en concepto de asignaciones familiares.
El ingreso base resulta de sumar el total de las remuneraciones sujetas a aportes y
contribuciones con destino al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones devengadas en los
doce meses anteriores a la primera manifestación invalidante, o el tiempo de servicios si éste fuera

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menor a un año, y dividirlo por el número de días corridos comprendidos en el período. La suma
resultante debe multiplicarse por 30,4 (art. 12, modificado por el D. 1280/00).
El empleador tiene a su cargo el pago de los diez primeros días y la A.R.T. debe abonar los
siguientes y otorgar en todos los casos las prestaciones en especie. Las prestaciones dinerarias
deben pagarse en el plazo y forma establecidos en la ley 20.744 (t.o. 1976) y sus modificatorias
para el pago de las remuneraciones del trabajador.
Las retenciones por aportes y contribuciones a los subsistemas que integran el S.U.S.S. o las del
ámbito provincial que las reemplazan y el pago de las asignaciones familiares, corresponden al
obligado al pago de la prestación dineraria, y mientras ésta está a cargo de la A.R.T. el trabajador
no devengará remuneraciones de su empleador.

b) Incapacidad laboral permanente parcial


Cuando el porcentaje de incapacidad sea igual o inferior al 20% tendrá carácter definitivo desde
la fecha en que termine el período de incapacidad temporaria, y el damnificado percibirá una
indemnización de pago único cuya cuantía será igual a 53 veces el valor mensual del ingreso base,
multiplicado por el porcentaje de incapacidad y por un coeficiente que se obtiene dividiendo el
número 65 por la edad del damnificado a la fecha de la primera manifestación invalidante [53 IB x
% Inc. x (65: edad)] (Texto según D. 1280/00).
Esta indemnización no podrá superar la suma de $ 180.000 multiplicado por el porcentaje de
incapacidad (Dto. 1694/09).
Si la incapacidad fuera superior al 20% pero inferior al 66%, durante el período de
previsionalidad, el trabajador percibirá una suma de pago mensual, de cuantía igual al valor
mensual del ingreso base, multiplicado por el porcentaje de incapacidad, y las asignaciones
familiares que le correspondan, hasta la declaración del carácter de definitivo de la incapacidad.
Vencidos los plazos de provisionalidad, la incapacidad se torna definitiva y el damnificado deberá
contratar un renta periódica, cuya cuantía será igual al porcentaje de incapacidad por el valor
mensual del ingreso base (IB x % incapacidad).
La percepción de prestaciones dinerarias por incapacidad laboral permanente es compatible con
el desempeño de actividades remuneradas. El Poder Ejecutivo podrá, en estos casos, reducir los
aportes y contribuciones del sistema de seguridad social.
c) Incapacidad laboral permanente total
Cuando el porcentaje de incapacidad alcanza o supera el 66%, mientras dura la situación de
provisionalidad (36 meses siguientes a su declaración que puede extenderse por 24 meses más) el
damnificado percibirá una prestación de pago mensual equivalente al 70% del valor mensual del
ingreso base. Percibirá también las asignaciones familiares, que se otorgarán con carácter no
contributivo.
Durante este período, el damnificado no tiene derecho a las prestaciones previsionales de retiro
por invalidez, sin perjuicio del goce de la cobertura del seguro de salud que le corresponda,
debiendo la A.R.T. retener los aportes respectivos para ser derivados al Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados u otro organismo que brinde tal prestación.
Declarado el carácter definitivo de la incapacidad, el damnificado accederá al retiro definitivo por
invalidez previsto en la ley 24.241, siempre que reúna los requisitos que este régimen estatuye.
Percibirá además, a partir de la fecha en que la Comisión Médica emita el dictamen definitivo de
Incapacidad Laboral Permanente, una prestación equivalente a 53 veces el valor mensual del
ingreso base, multiplicado por el coeficiente que resulte de dividir el número 65 por la edad del
trabajador a la fecha de la primera manifestación invalidante, que no podrá ser superior a $
180.000 (conf. D. 1280/00).

d) Gran invalidez

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En este supuesto, el damnificado percibirá además de las prestaciones señaladas, otra de pago
mensual, a cargo de la A.R.T., equivalente a 3 AMPOS cuyo valor es del 33% del monto el haber
mínimo garantizado (Dto. 1694/09).

e) Muerte del damnificado


El decreto 1278/00 estableció que se consideran derechohabientes a las personas enumeradas
en el artículo 53 de la ley 24.241, quienes concurrirán en el orden de prelación y condiciones allí
señaladas, pero elevó el límite de edad hasta los 21 años, extendiéndolo hasta los 25 en caso de
tratarse de estudiantes a cargo exclusivo del trabajador fallecido. En ausencia de las personas
enumeradas, el beneficio se concede a los padres en partes iguales, o al sobreviviente en su
totalidad en caso de muerte de uno de ellos. En cuanto al supuesto de fallecimiento de ambos
padres, la prestación se otorga a aquellos familiares del trabajador que acrediten haber estado a
cargo del trabajador, dejando a la reglamentación la determinación del grado de parentesco y
forma de acreditarlo.

f) Prestaciones complementarias (Decreto 1278/00)


La ley 26.773 estableció que "Cuando el daño se produzca en el lugar de trabajo. O lo sufra el
dependiente mientras se encuentre a disposición del empleador, damnificado (trabajador víctima o
sus derechohabientes) percibirá junto a las indemnizaciones dinerarias previstas en este régimen,
una indemnización adicional de pago único en compensación por cualquier otro daño no reparado
por las fórmulas allí previstas, equivalente al 20% de esa suma.
En caso de muerte o incapacidad total, esta indemnización adicional nunca será inferior a pesos
setenta mil ($70.000)".
Declarado el carácter definitivo de la incapacidad permanente total, además de las prestaciones
por invalidez y la prestación mensual complementaria debe agregarse una compensación dineraria
adicional de $ 40.000.
Esta compensación se otorga también, en un equivalente a $ 40.000, en los supuestos de gran
invalidez y $ 50.000 para el caso de muerte.

27.4.7.2. Prestaciones en especie


A los trabajadores que sufran alguna de las contingencias previstas en la ley, la A.R.T. deberá
también otorgar:
a) asistencia médica y farmacéutica;
b) prótesis y ortopedia;
c) rehabilitación, ésta hasta la curación completa o mientras duren los síntomas incapacitantes;
d) recalificación profesional;
e) servicios funerarios.
Las prestaciones dinerarias se pueden suspender en el caso en que el trabajador se niegue, en
forma injustificada, determinada por las Comisiones Médicas, a percibir las prestaciones previstas
en los incisos a), c) y d), y está obligado a someterse a exámenes médicos y tratamientos de
rehabilitación que se dispongan.

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27.4.8. Régimen financiero


La nueva ley prevé contratos de afiliación obligatorios de los empleadores a las A.R.T. Estas
deberán reportar las altas, bajas y modificaciones de los contratos a la Superintendencia de
Riesgos del Trabajo.
Las prestaciones a cargo de las A.R.T. se financian con la cuota mensual a cargo del empleador.
Los empleadores deben pagar las cotizaciones a la aseguradora con quien hayan contratado,
que se depositan en forma centralizada con las demás contribuciones del Sistema Unico de
Seguridad Social, a través de la C.U.S.S.
Cada A.R.T. debe fijar su régimen de alícuotas, conforme con los indicadores que establezcan
conjuntamente la Superintendencia de Seguros de la Nación y la Superintendencia de Riesgos del
Trabajo, y que deberá ser aprobado por la primera.
En función de dicha alícuota la aseguradora fijará la cuota para cada establecimiento.

27.4.9. Fondo de garantía y fondo de reserva


El artículo 33 de la L.R.T. crea el Fondo de Garantía para atender con sus recursos las
prestaciones que deben recibir los trabajadores en caso de insuficiencia patrimonial del empleador,
judicialmente declarada.
Este Fondo es administrado por la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y está integrado por
los recursos previstos en la ley, entre otros, por las multas por incumplimiento de las normas sobre
daños del trabajo y de las normas de higiene y seguridad, por una contribución a cargo de los
empleadores autoasegurados, por las cantidades recuperadas por la Superintendencia de Riesgos
del Trabajo de empleadores insolventes, por las rentas producidas por estos recursos y por las
sumas que le transfiera la S.R.T. También lo integran las donaciones y legados, los que junto con
los excedentes del Fondo serán destinados a apoyar las investigaciones, actividades de
capacitación, publicaciones y campañas que contribuyan a disminuir los riesgos en la salud de los
trabajadores.
El artículo 34 crea el Fondo de Reserva para atender las prestaciones a cargo de las A.R.T. que
éstas dejaran de pagar como consecuencia de su liquidación. Este Fondo es administrado por la
Superintendencia de Seguros de la Nación y se integra con los recursos previstos en la ley, y un
aporte a cargo de las aseguradoras, cuyo monto es fijado anualmente por el Poder Ejecutivo.

27.5. FALLOS DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACION QUE DECLARAN LA


INCONSTITUCIONALIDAD

DE DISTINTOS ARTICULOS DE LA LEY 24.557


Cabe señalar que la Ley de Riesgos de Trabajo, como ha sido descripta, hoy es solo un
esqueleto porque la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha declarado la inconstitucionalidad de
listado cerrado de enfermedades; de la responsabilidad civil; del régimen de las Comisiones
Médicas; y de la renta periódica.
Y prescriben normas precisas para la ART.

27.5.1. Prevención de la siniestralidad laboral

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En autos "Torrillo, Atilio Amadeo c/ Gulf Oil Argentina", 31/3/2009, se señaló que la prevención
constituía el objeto primario, el eje central de la ley, y que la protección de la integridad psicofísica
del trabajador cuando no la vida misma de éste, mediante la prevención en materia de riesgos
laborales determina sin duda una cuestión de la mayor significación y gravedad,
consecuentemente las ART debe adoptar las medidas previstas para prevenir eficazmente los
riesgos de trabajo.
Y que con fundamento en los valores trascendentes comprometidos y lo que resulta de los
instrumentos internacionales que enuncia "no existe razón alguna para poner a la ART al margen
del régimen de responsabilidad previsto por el Código Civil, por los daños a persona de un
trabajador derivados de un accidente enfermedad laboral; en el caso en que se demuestren los
presupuestos de aquel, que incluyen tanto el acto ilícito y la imputación, cuanto el nexo causal
adecuado entre dichos daños y la omisión o el cumplimiento deficiente por parte de la ART de sus
deberes legales". Y dada la variedad de estos deberes no puede excluirse la responsabilidad "en el
solo hecho de que ...no pueden obligar a los empleadores aseguradas a cumplir determinadas
normas de seguridad, ni a impedir que estas ejecuten sus trabajos por no alcanzar ciertas
condiciones de resguardo".

27.5.2. Admisión de la responsabilidad fundada en el art. 1113 Código Civil


En un fallo señero la Corte Suprema de Justicia de la Nación en autos "Aquino c/ Cargo
Servicios Industriales SA" 21/9/2004, declaró la inconstitucionalidad del art. 39 de la LRT; en razón
de que debe considerarse que el trabajo humano tiene características que imponen su
consideración con criterios propios que obviamente exceden el marco del mero mercado
económico y que se apoyan en principios de cooperación, solidaridad y justicia, "...los que se
deberían burlados y se admitiera la limitación de responsabilidad a los supuestos previstos en el
art. 1072 del Código Civil".
La tesis de que la indemnización debe ser integral o justa ya que si no lo fuera y quedara
subsistente el daño en todo o en parte llevaría a declarar que no existe indemnización por ello el
sistema del art. 39 inc. 1 de la LRT se aparta de la concepción de la reparadora integral que tiene
vigencia internacional y resulta descalificable de acuerdo a los instrumentos internacionales que se
citan.
Además se consideró notorio que la LRT de excluir la vía reparadora del Código Civil eliminó
para los accidentes y enfermedades esta forma de resarcimiento originando un retroceso legislativo
contrario al principio de progresividad que es arquitectónico del derecho internacional de los
derechos humanos en general y del PIDESC en particular.

27.5.3. La inconstitucionalidad del art. 46 de la Ley 24.557


En autos "Castillo, Angel Santos c/ Cerámica Alberdi" la Corte Suprema de Justicia de la Nación
declaró la inconstitucionalidad del art. 46 de la ley 24.557, en cuanto federalizó el régimen de los
infortunios laborales estableciendo que "las resoluciones de las Comisiones Médicas provinciales
serán recurribles y se sustanciará ante el Juez Federal competente en cada provincia ante el cual
se formulará la correspondiente expresión de agravios o ante la Comisión Médica Central a opción
del trabajador".
El Alto Tribunal señaló que la norma en cuestión no contiene disposición expresa alguna que
declare federal el régimen de reparaciones de los accidentes de trabajo. Puntualizándose que la
ley regula solo relaciones entre particulares y de sus preceptos no aparece manifiesta la existencia
de una específica finalidad federal.
La LRT de tal manera, ha producido dos consecuencias incompatibles con la Constitución
Nacional; impedir que la Justicia provincial cumpla la misión que le es propia y desnaturalizar la del
Juez Federal al convertirlo en magistrado del fuero común.

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27.5.4. Inconstitucionalidad del pago de rentas periódicas


En 26/10/2004 la Corte en la causa "Milone, Juan Antonio c/ Asociart SA" dejó establecido que
se han alterado los objetivos de la LRT, porque no se reparan los daños derivados de accidentes
de trabajo y enfermedades con el pago fraccionado de la indemnización, y ello puede conducir a
resultados opuestos a los objetivos legales que debe servir. En definitiva, se considera que el pago
a través de rentas periódicas vulnera el art. 14 bis de la CN, pues no se asegura una condición de
labor equitativa y no se tienen en cuenta los principios elaborados a partir de las Declaraciones,
Tratados y Convenios contemplados por el art. 75 inc. 22 de la CN.
Y se considera fuera de toda duda que una discapacidad repercutirá en la esfera económica de
la víctima y en diversos aspectos de su personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural y
social con la consiguiente frustración del desarrollo pleno de la vida.
Y en definitiva se considera la forma de satisfacer los derechos en juego es la de reconocer un
indemnización de pago único excluyendo las otras formas previstas en la LRT.

27.6. RESPONSABILIDAD CIVIL

DEL EMPLEADOR
Cuando se trate de una situación comprendida en los arts. 1074, 1109 o 1113 se puede reclamar
los daños y perjuicios de acuerdo con dichas normas, ante la jurisdicción civil, en la que deberán
aplicarse los principios de derecho civil (ley 26.773art. 4º).

27.7. REGIMEN CONTENCIOSO


Las Comisiones Médicas podrán revisar, en el área de su competencia, las decisiones de las
aseguradoras y resolver las discrepancias que pudieran surgir entre ellas y los trabajadores o sus
derechohabientes.
El dictamen de la Comisión Médica Zonal es apelable ante la Comisión Médica Central o, a
opción del trabajador, ante el Juez Federal competente. En ambos supuestos las resoluciones
serán recurribles ante la Cámara Federal de la Seguridad Social.
Para la acción derivada del artículo 1072 del Código Civil es competente la justicia civil.
El cobro de cuotas, recargos e intereses adeudados a las A.R.T. y de las multas, contribuciones
a cargo de los empleadores autoasegurados y aportes de las A.R.T., se hará por la vía de apremio
regulado en los códigos procesales civiles y comerciales de cada jurisdicción, sirviendo de
suficiente título ejecutivo el certificado de deuda expedido por la A.R.T. o la S.R.T., o ante la justicia
nacional con competencia en lo laboral o civil y comercial en la Capital Federal.

27.8. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cuál era la situación de los trabajadores durante la Revolución Industrial?

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2) Explique las distintas teorías que se desarrollaron para indemnizar a los trabajadores
accidentados.
3) Compare los sistemas anteriores al régimen actual.
4) ¿Cuáles son las principales diferencias del nuevo régimen con los anteriores?
5) ¿Cuáles son los objetivos de la L.R.T.?
6) ¿A qué trabajadores protege la L.R.T.?
7) ¿Qué es una A.R.T. y qué funciones tiene?
8) ¿Qué contingencias comprende?
9) ¿Qué características tiene que tener el accidente de trabajo para tener cobertura en esta ley?
10) ¿Qué es un accidente "in itinere"?
11) ¿Qué se entiende por enfermedad profesional?
12) ¿Qué accidentes e incapacidades se encuentran excluidas de la ley?
13) ¿Qué clases de incapacidad contempla la ley?
14) ¿Qué es la incapacidad laboral temporaria (I.L.T.)?
15) ¿Qué prestaciones recibe el trabajador que se encuentra en situación de I.L.T.?
16) ¿Cómo se calcula el ingreso base?
17) ¿Cuándo existe incapacidad laboral permanente?
18) ¿Cuándo la incapacidad laboral permanente es total y cuándo parcial?
19) ¿Qué se entiende por gran invalidez?
20) ¿En qué consisten las prestaciones en especie?
21) ¿Cuáles son las obligaciones de los empleadores?
22) ¿Cuáles son las obligaciones del trabajador?
23) ¿Cuáles son las obligaciones de las A.R.T.?
24) ¿Qué es la S.R.T. y qué funciones tiene?
25) ¿Qué funciones tienen las Comisiones Médicas?
26) ¿Qué es el Fondo de Garantía?
27) ¿Qué es el Fondo de Reserva?
28) ¿Cómo se financian las prestaciones?

BIBLIOGRAFIA
BANCHS, IRENEO ERNESTO,"Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales", Ed.
Hammurabi, 1977.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS Y SANTIAGO,"Práctica Laboral", Ed. Errepar, 1992.

CAPITULO XXVIII
DESEMPLEO
28.1. Introducción. - 28.2. Concepto. - 28.3. Origen y evolu ción. - 28.4. Régimen argentino.
- 28.5. Ambito de aplicación. - 28.6. Contingencia. - 28.7. Obligaciones de las partes. - 28.8.
Prestaciones. - 28.9. Suspensión y extinción de las prestaciones. - 28.10. Sanciones y
régimen contencioso. - 28.11. Pago único de las prestaciones. - 28.12. Guía de análisis. -
Bibliografía.

28.1. INTRODUCCION
El artículo 14 de la Constitución Nacional, consagra el derecho a trabajar y el artículo 14 bis
establece la protección del trabajo en sus diversas formas pero, no obstante consagrar la
obligación del Estado de otorgar los beneficios de la seguridad social, y mencionar la garantía de la

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protección integral de la familia, la defensa del bien de familia y la compensación económico


familiar, no contiene ninguna referencia concreta en su texto a la protección contra el desempleo.
Debemos recurrir al artículo 75, inciso 22 que acuerda jerarquía constitucional a los Tratados
Internacionales sobre derechos humanos que enumera, los que no derogan artículo alguno de la
Primera Parte de la Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y garantías
por ella reconocidos, y al inciso 23 que atribuye al Congreso la facultad de legislar y promover
medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos por la Constitución, los Tratados Internacionales
vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y
las personas con discapacidad.
Con respecto a los Tratados, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
dispone que todas las personas son iguales ante la ley y tienen los derechos consagrados en ellas
(art. 2°) entre los que se cuentan el derecho a la seguridad social que los proteja contra las
consecuencias de la desocupación, ...que le imposibiliten obtener los medios de subsistencia (art.
16).
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 22, afirma que toda persona,
como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener mediante el
esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos
de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales indispensables a
su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad, y a un nivel de vida adecuado que le asegure,
así como a su familia, la salud y el bien estar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda...
tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo... (art. 25).
También la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer se refiere al tema que nos ocupa al establecer el compromiso de los Estados Partes de
tomar en todas las esferas...las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para asegurar
el pleno desarrollo y adelanto de la mujer, con el objeto de garantizarle el ejercicio y goce de los
derechos humanos y las garantías fundamentales (art. 3°) y el derecho a la seguridad social, en
particular en casos de jubilación, desempleo... (art. 11, ap. 1, inc .e).
El desempleo es, en la actualidad, uno de los más graves males sociales, tanto por su aumento
como por su persistencia, no sólo en nuestro país sino en la mayoría de los países del mundo.
Es particularmente alarmante el aumento del desempleo, no sólo porque impide a quien lo sufre
obtener los medios para su subsistencia y el de su familia, sino porque también le veda el acceso a
otras prestaciones (obra social, asignaciones familiares, beneficios jubilatorios) que atiendan a
otras contingencias (enfermedad, cargas de familia, invalidez) al no haberse podido incorporar al
mercado de trabajo.

28.2. CONCEPTO
Puede decirse que está en situación de empleo quien obtiene de su trabajo de modo regular una
remuneración igual o superior al mínimo legal o quien trabajando con jornada limitada no tiene
interés en ampliarla.
El subempleo, en cambio, supone la tenencia de un empleo con ingreso insuficiente o inseguro.
Comprende a quienes no tienen una remuneración por lo menos igual al mínimo legal.
En cuanto al concepto de desempleo, entendemos por tal a la imposibilidad de obtener un
empleo conveniente, que sufre una persona apta para trabajar y dispuesta a aceptar un trabajo en
condiciones normales.
Tal como se desprende del concepto esbozado, no se puede considerar desempleada a toda
persona sin trabajo. No es tal aquel que está voluntariamente desocupado, por haber dejado su
empleo anterior o hallarse ejercitando su derecho de huelga, o por imposibilidad física. Tales
circunstancias recibirán amparo, de corresponder, a través de otros institutos del Derecho del
Trabajo o de la seguridad social.

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Para que se configure la contingencia de desempleo deben concurrir los requisitos de


involuntariedad en la falta de trabajo, plena capacidad para trabajar y que la persona se encuentre,
efectivamente, en busca de empleo.
Estadísticamente se reconocen varias clases de desempleo:
l la llamada desocupación abierta, que comprende a las personas que no tienen ocupación y
buscan empleo;
lel desempleo oculto, que corresponde a aquellos que se retiran de la fuerza laboral por razones
vinculadas con el estado del mercado laboral ;
l los subocupados demandantes, que engloba a quienes trabajan menos de 35 horas semanales, y
que deseando trabajar más horas no lo logran y buscan en forma activa otra ocupación;
l los subocupados no demandantes que, en las mismas condiciones, no buscan mejorar sus
condiciones laborales.
Se denomina desempleo estructural a aquel que se origina en el conjunto de elementos que
integran la actividad económica de un país y que son condicionantes de su desarrollo. Existe
directa relación entre el grado de desarrollo y la satisfacción del empleo: el subdesarrollo suele ir
unido al desempleo.
En cuanto al desempleo llamado coyuntural, es estacional o cíclico, se origina en momentos de
caída transitoria de la producción, motivada por causas previsibles o normales, o consecuencia de
la reducción de los procesos de producción de bienes o servicios.

28.3. ORIGEN Y EVOLUCION


El problema de la desocupación está ligado a las, transformaciones económico-sociales que se
han producido desde fines del siglo XVIII, pero alcanzó gran desarrollo en el siglo que transcurre, a
partir de la revolución demográfica derivada del descenso de la mortalidad, la prolongación en el
nivel de vida de la población y los avances de la ciencia médica. A ello debe sumarse la
incorporación de la mujer al mercado de trabajo y los cambios tecnológicos que van reemplazando
la mano de obra por máquinas y lleva a que la cantidad de desocupados se acreciente día a día.
Hasta la crisis económica de 1930 no se hizo evidente el problema en su magnitud y su
incidencia en la sociedad toda y, en particular, sobre el desocupado y su familia.
Corresponde a la economía y a los gobiernos solucionar el problema adoptando medidas para
alcanzar el pleno empleo, atacando las causas de la desocupación, previniéndolas y evitándolas.
Pero, producida la contingencia, la seguridad social debe acudir para paliar sus consecuencias.

28.4. REGIMEN ARGENTINO


Hasta principios de la década del '80 no rigió en la Argentina ningún sistema de protección de
esta contingencia, ya que no se había manifestado con una importancia tal que justificara un
régimen para dese mpleados. A partir de ese período se dictaron algunas normas que otorgaron
subsidios a la desocupación, tales como los decretos 1052/81, 3984/84, 2228/87, entre otros.
El 13 de noviembre de 1991 se sancionó la ley nacional de empleo —24.013— que estructura un
sistema integral en la materia.
El informe de la comisión respectiva de la Cámara de Diputados puso de relieve en la ley tres
líneas fundamentales que sustentan su estructura. En la primera parte se establece un sistema de
premios y castigos destinados a alentar el blanqueo de las relaciones laborales sumergidas en la
clandestinidad, que generará la incorporación de una parte importante de trabajadores al sistema
de seguridad social, y de las empresas al pago de sus cargas impositivas.
El segundo tema preponderante es la introducción en la normativa laboral de nuevas formas de
contratación.
Por último, se destaca la creación de un sistema de protección integral al trabajador
desempleado, que cubre un evidente vacío en la legislación y en la protección del trabajador, quien

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de esta forma, ante la contingencia del desempleo, encuentra un medio para paliar los efectos de
tal situación.
La norma crea el Sistema Unico de Registro Laboral que contendrá, entre otros, el registro en
que consta la inscripción del empleador y la afiliación del trabajador al organismo previsional, a la
obra social correspondiente, y el registro de trabajadores beneficiarios del sistema de prestaciones
por desempleo.
En el artículo 2º se mencionan los objetivos de la ley, entre ellos: prevenir y regular las
repercusiones de los procesos de reconversión productiva y de reforma estructural sobre el empleo
(inc. b) y organizar un sistema eficaz de protección a los trabajadores desocupados (inc. h).
En el artículo 3° se establece que la política de empleo comprende, además de las referidas al
empleo en sí, las acciones de protección a trabajadores desempleados cuya formulación y
ejecución es misión del Poder Ejecutivo a través de la acción de sus distintos organismos.

28.5. AMBITO DE APLICACION


Se establece un sistema integral de prestaciones de desempleo, que se extiende a todo el
territorio de la Nación y una prestación transitoria por desempleo hasta el comienzo del sistema.
Son beneficiarios del régimen todos los trabajadores cuyo contrato de trabajo se rija por la ley de
contrato de trabajo (t.o.1976).
Están excluidos los trabajadores del servicio doméstico y quienes hayan dejado de prestar
servicios en la Administración Pública Nacional, Provincial o Municipal afectados por medidas de
racionalización administrativa.
En cuanto a los trabajadores de la construcción, por ley 25.371 se crea el Sistema Integrado de
Prestaciones por Desempleo.
Con relación a los trabajadores rurales es la ley 25.191 la que crea el Sistema Integrado de
Prestaciones por Desempleo.

28.6. CONTINGENCIA
La contingencia que se protege es la pérdida del empleo en aquella persona que reúna las
condiciones que establece la ley.
El trabajador, para poder acceder a las prestaciones, debe encontrarse en situación legal de
desempleo y disponible para ocupar un puesto de trabajo adecuado.
En el artículo 114 se explica qué debe entenderse por situación legal de desempleo,
detallándose los supuestos que configuran tal extremo:
a) haber sido despedido sin justa causa, conforme artículo 245L.C.T. (t.o. 1976);
b) haber sido despedido por fuerza mayor o falta o disminución de trabajo no imputable al
empleador (art. 247 ley cit.);
c) haber resuelto el contrato por denuncia del trabajador fundada en justa causa (arts. 242 y 246
ley cit.);
d) extinción del contrato por quiebra o concurso del empleador (art. 251, ley cit.);
e) expiración del tiempo convenido, realización de la obra, tarea asignada, o del servicio objeto del
contrato;
f) no reiniciación o interrupción del contrato de trabajo de temporada por causas ajenas al
trabajador.
Se destaca a través de la norma la necesidad de que la disolución del vínculo no sea imputable
al trabajador, y que se hallara vinculado por una relación laboral anterior.
El trabajador, asimismo, debe encontrarse inscripto en el Sistema Unico de Registro Laboral y
haber cotizado al Fondo Nacional de Empleo como mínimo durante 12 meses durante los 3 años
anteriores al cese de la relación laboral que dio lugar a la situación legal de desempleo —que se

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reducen a 90 días durante los 12 meses anteriores al cese si se trata de trabajadores de empresas
eventuales—, y no estar percibiendo beneficios previsionales o prestaciones no contributivas.

28.7. OBLIGACIONES DE LAS PARTES


Los empleadores están obligados a:
a) inscribir al trabajador en el libro especial del artículo 52 de la ley de contrato de trabajo (t.o.
1976) y en los registros correspondientes al Sistema Unico de Registro Laboral,
b) ingresar su contribución al Fondo Nacional de Empleo (1,5% que debe efectivizarse a través de
la C.U.S.S. junto con el resto de las contribuciones correspondientes a los demás subsistemas
de la seguridad social),
c) proporcionar a la autoridad de aplicación la documentación, datos y certificaciones que
reglamentariamente se determinen,
d) comprobar fehacientemente que el trabajador, en el caso en que estuviera percibiendo las
prestaciones por desempleo, haya cursado la baja correspondiente al incorporarse a la empresa.
Los beneficiarios, por su parte, tienen los siguientes deberes:
a) proporcionar a la autoridad de aplicación la documentación que correspondiere
reglamentariamente, y comunicar los cambios de domicilio o de residencia,
b) aceptar los empleos adecuados que le sean ofrecidos y asistir a las acciones de formación para
los que sean convocados por el Ministerio de Trabajo,
c) aceptar los controles que establezca la autoridad de aplicación,
d) solicitar la baja de las prestaciones al incorporarse a un nuevo puesto de trabajo y reintegrar los
montos percibidos indebidamente,
e) declarar si han percibido gratificaciones correspondientes a los últimos seis meses anteriores al
cese. En el supuesto de que tales gratificaciones excedan el monto de las indemnizaciones por
despido, el Consejo Nacional del Empleo, la Productividad, y el Salario Mínimo, Vital y Móvil
podrá establecer un período de espera para el pago de la prestación de hasta 120 días.
Asimismo, para ser acreedor a los beneficios, el trabajador debe haberlo solicitado ante la
Administración Nacional de la Seguridad Social dentro del plazo de 90 días a partir del cese, ya
que si lo hiciera fuera del plazo, se le descontarán los días del período de prestación. Conforme
la resolución (M.T.) 218/92 (se trata de días hábiles administrativos).
El decreto 739/92 reglamentó el Título de la ley 24.013 referido a la protección de los
trabajadores desempleados. Entre otros temas dispuso que la solicitud de la prestación tendrá
carácter de declaración jurada respecto de los hechos consignados y su presentación interrumpe el
plazo de 90 días aunque adolezca de errores u omisiones. También se formaliza con ella la
iniciación del trámite de búsqueda de empleo ante la Dirección Nacional de Empleo u organismos
autorizados al efecto.

28.8. PRESTACIONES
La protección por desempleo comprende el otorgamiento de prestaciones económicas y otras
correspondientes a la seguridad social.
La cuantía de la prestación económica y el período durante el cual se percibirá está en relación
con el lapso por el cual se haya cotizado al sistema, dentro de los tres años anteriores al cese del
contrato respectivo:
a) cuando se haya cotizado entre 12 y 23 meses, la prestación se percibirá por un período de
cuatro meses y su cuantía será determinada por el Consejo Nacional del Empleo, la
Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil como un porcentaje del importe neto de la mejor
remuneración mensual, normal y habitual percibida en los seis meses anteriores al cese del
contrato de trabajo; ésta deberá acreditarse con certificación emitida por el empleador que
corresponda o exhibiendo el recibo pertinente.

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La mejor remuneración mensual, normal y habitual de los últimos seis meses debe ser
certificada por el empleador que corresponda o probada con la exhibición del recibo (D. 739/92).
Conforme el decreto 51/99 en los supuestos en que el trabajador, por razones ajenas a su
voluntad debidamente comprobadas, no hubiera percibido remuneración normal y habitual
durante los últimos 6 meses deben considerarse como período de referencia los 36 meses
anteriores al cese;
b) si se hubiera cotizado entre 24 y 35 meses, el período de percepción se extiende a 8 meses, y
del 5° al 8° mes la prestación equivaldrá al 85% de la anterior;
c) cuando el período de cotización es de 36 meses o más, se percibe la prestación por 12 meses y
desde el 94 mes la cuantía de la prestación equivaldrá al 70 % de la primera.
Para los trabajadores eventuales, la prestación será de 1 día por cada 3 de servicios.
El Consejo determina el haber mínimo y máximo de la prestación mensual.
El trabajador desempleado recibirá, además, las prestaciones médico-asistenciales a cargo de
las obras sociales y las que correspondan al régimen de asignaciones familiares, y el período
durante el cual perciba la prestación se computará a los efectos previsionales como tiempo de
servicios, pero no acreditará aportes.
Respecto de las asignaciones familiares, se toman en cuenta las cargas familiares existentes al
momento de la presentación de la solicitud con el respaldo de la documentación probatoria
pertinente o certificación del último empleador.
Las prestaciones se perciben a partir de los 60 días de la solicitud. Este período puede ser
reducido por el Consejo, o ampliado en el supuesto en que el trabajador haya percibido
gratificaciones relacionadas con el cese, dentro de los seis meses anteriores a la solicitud.

28.9. SUSPENSION Y EXTINCION DE LAS PRESTACIONES


Conforme lo previsto en el artículo 122 de la ley, las prestaciones se suspenden cuando el
beneficiario:
a) no comparece, sin causa justificada, ante el requerimiento de la autoridad de aplicación,
b) no proporciona la documentación que la autoridad de aplicación determine,
c) no comunica los cambios de domicilio o residencia,
d) no acepta los empleos adecuados que le ofrece la autoridad,
e) no concurre a los cursos de capacitación para los que se lo convoque,
f) no acepta los controles de la autoridad de aplicación.
También son causas de suspensión ser condenado penalmente con pena privativa de libertad,
celebrar contrato de trabajo por un período inferior a 12 meses. En todos estos supuestos la
prestación que aún no se había percibido puede reanudarse al finalizar la causa que dio origen a la
suspensión.
En cuanto a la extinción del beneficio, ésta se opera cuando:
a) se agota el plazo de duración de la prestación,
b) si el beneficiario obtiene los beneficios jubilatorios o prestaciones no contributivas,
c) en el supuesto que celebre contrato de trabajo por un plazo superior a 12 meses,
d) cuando las prestaciones se hubieren obtenido mediante fraude, simulación o reticencia,
e) cuando se hubieran percibido las prestaciones durante un período de suspensión,
f) cuando no se declara la percepción de gratificaciones en los términos más arriba detallados,
g) no se solicita la baja de la prestación al incorporarse a un nuevo puesto de trabajo,
h) no se reintegran los montos indebidamente percibidos,
i) se rechazan reiteradamente los empleos adecuados ofrecidos.

28.10. SANCIONES Y REGIMEN CONTENCIOSO

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La determinación de las sanciones que correspondan por omisiones o acciones contrarias a las
obligaciones determinadas en la ley ha sido delegada a la reglamentación que las estableció a
través del decreto 739/92.
El Ministerio de Trabajo es la autoridad de aplicación de la ley y le compete resolver lo relativo al
reconocimiento, suspensión, reanudación y extinción de las prestaciones.
Las resoluciones de la autoridad de aplicación deben ser fundadas y contra ellas puede
interponerse reclamo administrativo o judicial.

28.11. PAGO UNICO DE LAS PRESTACIONES


La norma prevé también la posibilidad de que la reglamentación establezca la modalidad de
pago único de la prestación, como forma de fomentar el empleo, para beneficiarios que constituyan
asociaciones, cooperativas u otras formas de trabajo asociado en actividades productivas.

28.12. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Qué prestaciones cubre el régimen de desempleo?
2) ¿Cuál es el ámbito de aplicación del sistema?
3) Trabajadores incluidos y excluidos.
4) ¿Qué requisitos debe reunir el trabajador para tener derecho a las prestaciones?
5) ¿Qué tipo de prestaciones otorga el sistema a la persona desempleada?
6) ¿Cuál es el monto y la duración de las prestaciones dinerarias?
7) ¿Qué obligaciones tienen los beneficiarios?
8) ¿En qué supuestos se suspenden las prestaciones?
9) ¿En qué casos se extinguen?
10) Analice la situación del desempleo en nuestro país. Compárela con la de otro país.

BIBLIOGRAFIA
ETALA, JUAN JOSÉ , "Derecho de la Seguridad Social", Ed. Ediar, 1966.
ETALA, CARLOS ALBERTO, ETALA (HIJO), JUAN JOSÉ, DE VIRGILIS, MIGUEL ANGEL,"Análisis práctico
de la ley de empleo", Ed. La Ley, 1992.
FERNÁNDEZ MADRID, JUAN CARLOS, CAUBET, AMANDA,"Leyes fundamentales del trabajo" ,
Colección Legislación, 1995.

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CAPITULO XXIX
JUBILACIONES Y PENSIONES
29.1. Características del Sistema Integrado Previsional Argentino SIPA, (Ley 26.425 BO
9/12/2008). - 29.2. Fuentes de financiamiento. - 29.3. Características del SIPA. - 29.4.
Incorporación obligatoria. - 29.5. Incorporación voluntaria. - 29.6. Personal dependiente de
organismos internacionales. - 29.7. Investigadores científicos y técnicos. - 29.8. Actividades
simultaneas. - 29.9. Trabajadores que perciben jubilación, compatibilidades, pensión o
retiro. - 29.10. Reingreso a la actividad: denuncia ante la A.F.I.P. - 29.11. Contribución
unificada a la seguridad social. - 29.12. Remuneración. - 29.12.1. Concepto. - 29.12.2.
Conceptos no remuneratorios. - 29.12.3. Otras prestaciones no remuneratorias. - 29.12.4.
Beneficios sociales. - 29.13. Prestaciones complementaria que no integran la
remuneración. - 29.14. Compensación por suspenciones fundadas en falta o disminución
del trabajo. - 29.15. Obligaciones de los empleadores de los afiliados y de los beneficiarios.
- 29.15.1. Obligaciones de los empleadores. - 29.15.2. Obligaciones de los afiliados. -
29.15.3. Obligaciones de los beneficiarios. - 29.16. Prestaciones que otorga el Sistema. -
29.16.1. Enunciación. - 29.16.2. Caracteres de las prestaciones. - 29.16.3. Prestaciones. -
29.16.4. Prestaciones comunes a todos los afiliados. - 29.16.4.1. Prestación Básica

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Universal. - 29.16.5. Requisitos para el otorgamiento de las prestaciones. - 29.17. Haber de


las prestaciones. - 29.17.1. Prestación básica universal. - 29.17.2. Pensión por fallecimiento
del jubilado o del afiliado en actividad. - 29.17.3. Prestación anual complementaria. -
29.17.4. Subsidio por sepelio. - 29.17.5. Jubilación por edad avanzada. - 29.18. Retiro por
invalidez. - 29.18.1. Requisitos. - 29.18.2. Aportantes regulares e irregulares. - 29.18.3.
Comisiones médicas. Determinación de la incapacidad. - 29.18.4. Capacidad al cese de
tareas. - 29.18.5. Invalidez por edad avanzada. - 29.18.6. Exclusión de la invalidez total
transitoria. - 29.19. Normas de evaluación, calificación y cuantificaron del grado de
invalidez. - 29.20. Procedimiento ante la Cámara Nacional de la Seguridad Social. -
29.20.1. Apelación de los dictámenes. - 29.20.2. Efecto de las apelaciones. - 29.20.3.
Costas. - 29.20.4. Intervención obligatoria del cuerpo médico forense. - 29.21. Fondo para
tratamientos de rehabilitación psicofísica y recapacitación laboral. - 29.21.1. Prescripción de
tratamientos curativos gratuitos. - 29.22. Citaciones de la comisión médica. - 29.23.
Dictamen definitivo por invalidez. - 29.24. Pensión por fallecimiento. - 29.24.1.
Derechohabientes. - 29.24.2. Reglamentación decreto 1290/94. - 29.25. Derecho a
pensión. - 29.25.1. Concepto. - 29.25.2. Generan derecho a pensión. - 29.25.3. Requisitos.
- 29 .25.4. Causales de pérdida o extinción del derecho de pensión. - 29.25.5. Viudos y
convivientes. - 29.25.6. Acreditación de convivencia. - 29.25.7. Convivientes del mismo
sexo. - 29.25.8. Concurrencia del viudo o viuda o conviviente con los hijos. - 29.25.9.
Divorcio vincular. - 29.25.10. Pensión de los hijos. - 29.25.11. Hijos adoptivos. - 29.25.12.
Hijastros. - 29.26. Régimen de reciprocidad jubilatoria. - 29.27. Declaración jurada de
servicios con aportes. - 29.28. Aplicabilidad del articulo 17 y 19 de la ley 18.037. - 29.28.1.
Servicios honorarios. - 29.28.2. Cesación en la actividad en relación de dependencia. -
29.29. Periodo de prueba (art. 92 bisL.C.T.). - 29.30. Intimación al trabajador a iniciar los
tramites jubilatorios. - 29.31. El sistema de movilidad de las prestaciones. - 29.31.1. Artículo
1° de la ley 26.417. - 29.31.2. Antecedentes jurisprudenciales de relevancia. - 29.31.2.1.
Caso Chocobar. - 29.31.2.2. Caso Heit Rupp. - 29.31.2.3. Caso Sánchez. - 29.31.2.4.
Fallos de la Cámara Federal de la Seguridad Social. - 29.31.2.5. Caso Badaro. - 29.32.
Límite de acumulación. - 29.33. Régimen de compatibilidades. - 29.34. Trabajadores
autónomos. - 29.35. Reingreso o continuidad en la actividad. - 29.35.1. Continuidad en el
goce de las prestaciones que se devengaban. - 29.35.2. Docentes con jubilación parcial. -
29.36. Percepción unificada. - 29.37. Reapertura del procedimiento. - 29.38. Topes
máximos. - 29.39. Concepto de actualización. - 29.40. Aportes y contribuciones montos.
-29.40.1. Base de cálculo, mínimo y máximo. - 29.41. Aportes trabajadores autónomos. -
29.41.1. Renta imponible. - 29.42. Percepción simultanea de remuneraciones o rentas de
diverso origen. - 29.43. Obligaciones de los empleadores. - 29.44. Obligaciones de los
afiliados y de los beneficiarios. - 29.45. Trabajadores autónomos. - 29.46. Régimen de
sanciones. - 29.47. Obligaciones de aportar de los socios en distintas situaciones. -
29.47.1. Principios generales. - 29.48. Opción de la inexigibilidad del pago. - 29.49.
Computo del tiempo de servicios con aportes adeudados no exigibles. - 29.50. Prestación
compensatoria. - 29.50.1. Concepto. - 29.50.2. Requisitos. - 29.51. Autoridad de aplicación,
fiscalización y control. - 29.51.1. Facultades y atribuciones de la A.N.S.E.S. - 29.52.
Denuncias.

29.1. CARACTERISTICAS DEL SISTEMA

INTEGRADO PREVISIONAL ARGENTINO SIPA,

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(LEY 26.425 B.O. 9/12/2008)


El sistema de jubilaciones y pensiones establecido por las leyes 18.037 y 18.038 se fundó sobre
la base de un sistema de reparto asistido por el Estado, en virtud del cual los aportes de los
trabajadores activos y las contribuciones de los empleadores se distribuían en prestaciones para
los pasivos o sus causahabientes.
La ley 24.241 mantuvo parcialmente ese sistema como optativo y la dio prevalencia a un sistema
de capitalización individual insolidario manejado por entidades financieras de fondos de
jubilaciones y pensiones — AFJP- que recaudaban los aportes y formaban fondos personales
indisponibles de cada trabajador.
Dichos fondos eran administrados por las AFJP, que colocaban los depósitos en inversiones
legalmente determinadas y cobraban altas comisiones que deducían de los aportes ( de
aproximadamente el 30% de los mismos). Este sistema, ajeno a la Seguridad Social, era inviable y
no garantizaba prestaciones seguras y adecuadas en su monto y suponía una apropiación indebida
de los aportes de los trabajadores, que pasaban a integrar un fondo individual, que estaba librado,
en su crecimiento, al éxito de las inversiones.
La ley 26.425 del año 2008, dispuso la unificación del Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones en su único régimen previsional público que se denominará Sistema Integrado
Previsional Argentino ( SIPA), financiado a través de un sistema solidario de reparto, garantizando
a los afiliados y beneficiarios del régimen de capitalización vigente hasta la fecha idéntica cobertura
y tratamiento que la brindada por el régimen previsional público, en cumplimento del mandato
previsto por el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. En consecuencia, elimina el régimen de
capitalización, que será absorbido por el régimen de reparto, en las condiciones de la presente ley.

29.2. FUENTES DE FINANCIAMIENTO


Las fuentes de financiamiento son las siguientes:
a) Todas las contribuciones a cargo de los empleadores establecidas en el artículo 11: el 16% de
las remuneraciones de todo su personal
b) Los aportes de los trabajadores autónomos,
c) Los aportes personales personales de los trabajadores en relación de dependencia: 11 % de sus
remuneraciones.

29.3. CARACTERISTICAS DEL SIPA


El régimen previsional público, lo reitero, es un régimen de reparto asistido por el Estado, basado
en el principio de solidaridad.
Sus prestaciones son financiadas con los recursos ya enumerados, en la ley 24.241. El Estado
Nacional garantiza el otorgamiento y pago de las prestaciones establecidas, hasta el monto de los
créditos presupuestarios expresamente comprometidos para su financiamiento por la respectiva ley
de presupuesto art. 16 ( texto s/L. 24.463).
El art. 2 de la ley 26.425 señala que el Estado garantiza a los afiliados y beneficiarios del
régimen de capitalización la percepción de iguales o mejores prestaciones y beneficios que los que
gozaban a la fecha de la entrada en vigencia de la ley 24.241.
También en su art. 8 establece que la totalidad de los recursos únicamente podrán ser utilizados
para pagos de los beneficios del SIPA.

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29.4. INCORPORACION OBLIGATORIA


En el nuevo sistema están obligatoriamente comprendidas las personas mayores de 18 años
sujetas a un contrato de trabajo (privado) a una relación de empleo público con el Estado Nacional,
o que se desempeñen como trabajadores autónomos.
El trabajo autónomo supone autoorganización y la asunción del riesgo económico por parte del
trabajador, tenga o no una empresa; mientras que el trabajo dependiente es el que se presta por
cuenta y a riesgo ajeno, para la empresa de otro (art. 21L.C.T.).
La distinción entre el trabajador dependiente y el autónomo es importante porque determina
quién es el sujeto obligado a efectuar los aportes y contribuciones al sistema, habida cuenta de que
en el primer caso el empleador está obligado a retener los aportes personales y a depositarlos
juntamente con su contribución patronal a la Administración Federal de Ingresos Públicos, y en el
segundo es el propio trabajador el que debe depositar su aporte. El artículo 2º de la ley,
reglamentado por el decreto 433/94, enumera:
a) Personas que desempeñan actividades en relación de dependencia aunque el contrato de
trabajo o la relación de empleo público fueren a plazo fijo.
1) Los funcionarios, empleados y agentes que en forma permanente o transitoria desempeñen
cargos, aunque sean de carácter electivo, en cualquiera de los Poderes del Estado Nacional,
sus reparticiones u organismos centralizados, descentralizados o autárquicos, empresas del
Estado, sociedades del Estado, sociedades anónimas con participación estatal mayoritaria,
sociedades de economía mixta, servicios de cuentas especiales y obras sociales del sector
público, con exclusión del personal militar de las fuerzas armadas y del personal militarizado o
con estado policial de las fuerzas de seguridad y policiales.
2) El personal civil de las fuerzas armadas y de las fuerzas de seguridad.
3) Los funcionarios, empleados y agentes que en forma permanente o transitoria desempeñen
cargos en organismos oficiales, interprovinciales, o integrados por la Nación y una o más
provincias, cuyas remuneraciones se atiendan con fondos de dichos organismos.
4) Los funcionarios, empleados y agentes civiles dependientes de los gobiernos y
municipalidades provinciales, a condición de que previamente las autoridades respectivas
adhieran al S.I.P.A., mediante convenio con el Poder Ejecutivo Nacional. Están incorporadas al
sistema las provincias de: Santiago del Estero, Catamarca, Salta, Mendoza, San Juan, La
Rioja, Río Negro, Jujuy, Tucumán y San Luis. Por decreto 82/94 se incorporó al S.I.P.A. el
Instituto de Previsión Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
5) Las personas que en cualquier lugar del territorio del país presten en forma permanente,
transitoria o eventual, servicios remunerados en relación de dependencia en la actividad
privada.
6)Las personas que en virtud de un contrato de trabajo celebrado o relación laboral iniciada en la
República, o de un traslado o comisión dispuestos por el empleador, presten servicios de la
naturaleza prevista en el punto 1.5, siempre que dichas personas tuvieran domicilio real en el
país al tiempo de celebrarse el contrato, iniciarse la relación laboral o disponerse el traslado o
comisión.
7)En general, todas las personas que hasta la vigencia de la presente ley estuvieran
obligatoriamente comprendidas en el régimen nacional de jubilaciones y pensiones por
actividades no incluidas con carácter obligatorio en el régimen para trabajadores autónomos.
b)Personas que por sí solas o conjunta o alternativamente con otras, asociadas o no, ejercen
habitualmente en la República alguna de las siguientes actividades, siempre que éstas no
configuren una relación de dependencia.
1)Directores, administradores o conductores de cualquier empresa, organización,
establecimiento o explotación con fines de lucro, o sociedad comercial o civil, aunque por esas
actividades no obtengan retribución, utilidad o ingreso alguno.
2)Los socios cuya participación en la sociedad es igual o superior al promedio que resulte de
dividir cien por el número total de socios, los socios que integran el órgano de conducción de
la sociedad, los socios de sociedades colectivas, civiles, irregulares o de hecho, aunque
desarrollen tareas dependientes, son afiliados obligatorios autónomos.

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3)Cuando la totalidad de los integrantes de la sociedad están ligados por vínculos de parentesco,
los socios son siempre afiliados obligatorios autónomos; el vínculo familiar que incorpora a los
socios en la afiliación obligatoria autónoma es el parentesco de hasta el segundo grado de
consanguinidad o afinidad.
4) No se considerarán incluidos obligatoriamente en el inciso a)
1) El socio comanditado único de las sociedades en comandita simple o por acciones. Si
hubiera más de un socio comanditado se aplicará lo dispuesto en 2.
2) El socio de las sociedades civiles y de las sociedades comerciales irregulares o de hecho.
3) Sin perjuicio de la inclusión en el inciso cuando un socio queda incluído en el inciso a) la
sociedad y el socio estarán sujetos a las obligaciones de aportes y contribuciones.
4) Socios de cooperativas: con relación a las cooperativas, el Instituto Nacional de Acción
Cooperativa en la resolución 183/92 estableció la inexistencia de la relación laboral entre los
asociados y la cooperativa de trabajo, al considerar que el vínculo jurídico entre el asociado
y la cooperativa de trabajo es de naturaleza asociativa y está exento, por lo tanto, de toda
connotación de dependencia, ni encuadrado en el derecho laboral. La Dirección General
Impositiva por resolución general (DGI) 4328/97 incluye a los socios de cooperativas de
trabajo como trabajadores autónomos, dejando a salvo aquellos casos particulares en los
que surgiera una razonable duda sobre la existencia de una relación laboral.
Los socios de cooperativas de trabajo, de naturaleza genuina, se encuentran
obligatoriamente incluidos en el régimen de autónomos. El cumplimiento de tareas es el uso
que los asociados hacen de la cooperativa, por lo que no existe relación laboral mientras no
se pruebe que se pretende encubrir el trabajo subordinado mediante la utilización de esta
figura societaria.
c) Otros socios
1)Los gerentes de una sociedad de responsabilidad limitada, socios o no.
2)Los socios comanditarios que presten servicios a la sociedad, de una sociedad en comandita
simple o por acciones, si tienen una participación igual o superior al promedio del capital
comanditario.
3)Los socios de una sociedad civil con fines de lucro que ejerzan la actividad de dirección,
administración o conducción aunque no perciban retribución por sus tareas.
4)Los socios de una sociedad civil, cualquiera sea su naturaleza, que prestan algún servicio o
realizan alguna actividad para la sociedad.
5)Los accionistas no directores de una sociedad anónima que prestan servicios remunerados si
su participación en el capital es igual o superior al promedio.
6)Los directores, accionistas o no, de una sociedad anónima, con o sin subordinación laboral.
7)Los socios de cooperativas de trabajo.
8)Los miembros del Consejo de Administración de cooperativas que perciban retribución por sus
funciones.
9)Todos los socios de las sociedades colectivas.
10)Todos los socios de las sociedades de hecho o irregular.
11)Los socios de las "sociedades de familia" —independientemente del tipo societario de que se
trata y de su participación en el capital—se incluyen en el Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones en carácter de trabajadores autónomos obligatorios.
12)Profesión desempeñada por graduado en universidad nacional o universidad provincial o
privada autorizada para funcionar por el Poder Ejecutivo, o por quien tenga especial
habilitación legal para el ejercicio de profesión universitaria reglamentada.
13)Producción o cobranza de seguros, reaseguros, capitalización, ahorro, ahorro y préstamo o
similares.
14)Cualquier otra actividad lucrativa.
d) Situaciones conflictivas
1) El decreto reglamentario 433/94 efectúa un encuadramiento interpretativo respecto de
actividades conflictivas considerándolas autónomas, entre las que se encuentran: artistas y
músicos, profesionales de la salud, fleteros, en cuanto asuman el riesgo económico inherente
al ejercicio libre de sus respectivas profesiones o actividades.
2) Con respecto a los trabajadores del fútbol, se considera actividad autónoma:

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La de los jugadores de fútbol que militen en clubes excluidos del Convenio de


Corresponsabilidad Gremial aprobado por resolución (M.B.S.) 212/78 que intervengan en
torneos organizados por la A.F.A., ligas provinciales y locales (D. 433/94);
La de los jugadores de fútbol, miembros de los cuerpos médicos, técnicos y auxiliares, que
atiendan a los planteles futbolísticos de las entidades que practiquen fútbol profesional de los
torneos organizados por la A.F.A., los jurados, árbitros, jueces principales, de línea, veedores y
comisarios deportivos que participen en partidos de fútbol profesional o amateur y que
perciban retribución por el desarrollo de su actividad (ley 24.622).
3) Tripulantes embarcados afectados a pesca "a la parte"
Los tripulantes embarcados afectados a la pesca costera, cuya modalidad en la percepción de
sus ingresos se realiza mediante el sistema de retribución a la parte, son trabajadores
dependientes (D. 701/97).
4) Penados
Las tareas realizadas por penados (internos y condenados que trabajan en un régimen de
semilibertad) en establecimientos penitenciarios son computables a los fines previsionales.
5) Actividades agropecuarias y forestales
La inclusión en el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones para los trabajadores de las
actividades agropecuarias y forestales es obligatoria a partir del 1 de enero de 1996.

29.5. INCORPORACION VOLUNTARIA


Pueden incorporarse voluntariamente al S.I.P.A.:
a) Como trabajadores dependientes:
Los socios ligados por los vínculos de parentesco que prestan servicios en relación de
dependencia, los socios cuya participación en la sociedad es igual o superior al promedio que
resulte de dividir el número cien por el número total de socios, los socios de sociedades civiles,
colectivas, irregulares o de hecho y los socios que integran el órgano de conducción de la
sociedad, si bien son afiliados obligatorios autónomos, pueden afiliarse voluntariamente como
dependientes.
b) Como trabajadores autónomos:
1) Los miembros de consejos de administración de cooperativas que no perciban retribución
alguna por esas funciones, socios no gerentes de S.R.L., síndicos de cualquier sociedad y
fiduciarios.
2) El socio —de cualquier tipo de sociedad— menor de 55 años, que contribuye a la sociedad
con capital sin ejercer la dirección, administración o conducción de la sociedad ni realizar
tareas técnicas administrativas, es decir, no incluido obligatoriamente como trabajador
autónomo ni como trabajador en relación de dependencia, puede incorporarse como afiliado
voluntario autónomo.
3) Los socios de una sociedad anónima que sólo participan con capital accionario, es decir, los
rentistas.
4 ) Los socios no gerentes de una sociedad de responsabilidad limitada.
5 ) Los miembros del Consejo de Administración de cooperativas que no perciban retribución por
sus funciones.
6) Los titulares de condominios y de sucesiones indivisas que no ejerzan la dirección,
administración o conducción de la administración común.
7) Los miembros del clero y de organizaciones religiosas pertenecientes al culto católico,
apostólico y romano u otros inscriptos en el Registro Nacional de Cultos.
8) Los profesionales, que se encuentran obligatoriamente comprendidos en el ámbito de la ley
24.241, y que por su actividad profesionalse encontraren obligatoriamente afiliados a uno o
más regímenes jubilatorios provinciales para profesionales, como aquellos que ejerzan una
profesión no académica autorizada con anterioridad a la promulgación de la ley (13/10/93).
Esta incorporación voluntaria no modifica la obligatoriedad de los respectivos regímenes
locales.

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9) Las amas de casa que se incorporan en la categoría mínima de aportes, pudiendo optar por
cualquier otra categoría superior (ley 24.828).
10) Por la ley 24.828 se establece para las amas de casa una afiliación voluntaria autónoma
especial, ya que sólo pueden con dicha afiliación incorporarse al régimen de capitalización del
Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
11) Toda persona física menor de cincuenta y cinco años aunque no realice actividad lucrativa
alguna.

29.6. PERSONAL DEPENDIENTE DE

ORGANISMOS INTERNACIONALES
La incorporación del personal dependiente de organismos internacionales, al igual que lo
reseñado respecto al personal dependiente de representaciones, agentes diplomáticos y
consulares, sólo es procedente si las normas internacionales declaran la aplicación de la
legislación argentina.
En iguales condiciones que el personal dependiente de representaciones diplomáticas y
consulares, el personal dependiente de organismos internacionales puede optar por incorporarse al
Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.

29.7. INVESTIGADORES

CIENTIFICOS Y TECNICOS
El artículo 4° de la ley 24.241 establece una excepción respecto a la obligatoriedad de aportar al
Sistema S.I.P.A. respecto de los investigadores, científicos y técnicos contratados en el extranjero
para prestar servicios en el país, siempre que cumplimenten las siguiente condiciones:
1) La excepción sólo puede producirse por un plazo no mayor de dos años.
2) La solicitud debe efectuarse por una sola vez.
3) Los investigadores, científicos y técnicos contratados no deben tener residencia permanente en
la República.
4) Los investigadores, científicos y técnicos contratados deben estar amparados contra las
contingencias de vejez, invalidez y muerte en su país de origen.

29.8. ACTIVIDADES SIMULTANEAS


Las personas que ejerzan simultáneamente más de una actividad en relación de dependencia
y/o autónoma de las comprendidas en el ámbito de la ley 24.241, así como los empleadores en su
caso, tributarán obligatoriamente por cada una de ellas.
En caso de ejercerse más de una actividad autónoma la afiliación es única y el aporte es el
correspondiente a la categoría cuyo monto sea igual al que resulte de sumar los montos de las

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categorías establecidas para cada actividad. Si de la suma resulta un monto que no corresponde a
ninguna categoría se aporta por el monto inmediatamente inferior a dicha suma.
Asimismo, la circunstancia de estar comprendido en otro régimen jubilatorio no exime de la
obligatoriedad de efectuar aportes y contribuciones al Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones.

29.9. TRABAJADORES QUE PERCIBEN

JUBILACION, COMPATIBILIDADES, PENSION O RETIRO


Con respecto a los beneficiarios de prestaciones previsionales que ingresen, reingresen,
hubieren reingresado o continúen en la actividad remunerada tanto en relación de dependencia
como en carácter de autónomos, el artículo 34 de la ley 24.241 sustituido dos veces, primero por
la ley 24.347 y luego por la ley 24.463, y posteriormente aclarado por la ley 24.476, introdujo
modificaciones sustanciales al régimen vigente en la materia. El principio es la compatibilidad
absoluta entre la percepción de la prestación previsional y el desempeño de actividad remunerada
con dos únicas excepciones, que son, las prestaciones acordadas en función de regímenes que
amparan tareas penosas, riesgosas o causantes de agotamiento o envejecimiento prematuro
(denominados diferenciales) y la jubilación o retiro por invalidez.
También se aplicará el régimen de compatibilidad en los siguientes casos:
a) Beneficiarios de prestaciones jubilatorias otorgadas o a otorgar por leyes anteriores a la ley
24.241.
1) Ingreso, reingreso o continuidad en la actividad en relación de dependencia:
Los beneficiarios de prestaciones reguladas por leyes anteriores a la ley 24.241 que ingresen,
reingresen, hayan reingresado o continúen en la actividad en relación de dependencia pueden
percibir las prestaciones previsionales sin limitación alguna. Los aportes personales que
efectúan ingresan al Fondo Nacional de Empleo y las contribuciones al régimen público de
reparto (art. 34, ley 24.241 modificado por la ley 24.463 y reglamentado por el decreto 525/95).
2) Ingreso, reingreso o continuidad en la actividad autónoma:
Los trabajadores autónomos que al 15 de julio de 1994 fueren beneficiarios de prestaciones
de jubilación ordinaria o por edad avanzada o a esa fecha reunieren los requisitos para
obtener dichos beneficios, no están obligados a partir del período noviembre de 1995 a
efectuar aportes al Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones ni al Fondo Nacional de
Empleo [art. 13, ley 24.476 y art. 6° de la R.G. (DGI) 4084/95].
b) Beneficiarios de prestaciones previsionales obtenidas en el marco de la ley 24.241.
1) Beneficiarios de prestaciones previsionales del Régimen Previsional Público.
1.1.) Ingreso, reingreso o continuidad en la actividad en relación de dependencia:
Los beneficiarios de alguna de las prestaciones previsionales del Régimen Previsional
Público que ingresen, reingresen, hayan reingresado o continúen en la actividad en relación
de dependencia pueden percibir las mismas sin límite alguno.
1.2.) Ingreso, reingreso o continuidad en la actividad autónoma:
Los trabajadores que se mantengan o reingresen a la misma u otra actividad autónoma
cuando obtengan las prestaciones previsionales en el marco de la ley 24.241 y sus
modificatorias, revistarán obligatoriamente en la categoría mínima (art. 13 de la ley 24.476).
Estos jubilados-trabajadores revisten obligatoriamente a partir del período devengado
noviembre de 1995 en la categoría "A" [R.G. (DGI) 4084].

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29.10. REINGRESO A LA ACTIVIDAD: DENUNCIA ANTE LA AFIP


El beneficiario o prestador profesional que reingresan a la actividad, deberá denunciar tal
circunstancia ante la AFIP.

29.11. CONTRIBUCION UNIFICADA A LA SEGURIDAD SOCIAL


La Contribución Unificada de la Seguridad Social (C.U.S.S.) tiene por objeto la unificación de la
percepción y de la fiscalización de la totalidad de los recursos de la seguridad social. En la
C.U.S.S. se incluyen los aportes al sistema previsional, al régimen de asignaciones familiares, al
Instituto de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados, al Fondo Nacional de Empleo, a la
Administración Nacional del Sistema de Salud, y a las Obras Sociales.
La C.U.S.S. comprende los siguientes aportes y contribuciones:
a) Los aportes y contribuciones al Régimen Nacional de Jubilaciones y Pensiones.
b) Los aportes y contribuciones al Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados.
c) Los aportes y contribuciones a la Administración Nacional del Seguro de Salud.
d) Las contribuciones de los empleadores con destino al Fondo Nacional de Empleo.
e) Los aportes de los beneficiarios de prestaciones jubilatorias con destino al Fondo Nacional de
Empleo.
f) Los aportes y contribuciones a obras sociales.
g) Las contribuciones con destino al régimen de asignaciones familiares.
El artículo 23, inciso 3° de la ley 24.557 establece que las cuotas mensuales que ingresan los
empleadores obligados con el Sistema Unico de Seguridad Social (S.U.S.S.) a las Administradoras
de Riesgos del Trabajo deben ser declaradas y abonadas juntamente con la C.U.S.S.
Las sumas ingresadas en concepto de la C.U.S.S., sus accesorios en calidad de recargos,
intereses, actualizaciones y multas, son registrados y distribuidos en la medida que corresponda a
cada uno de los regímenes, organismos o fondos.

29.12. REMUNERACION

29.12.1. Concepto
El artículo 6° de la ley 24.241 considera que es remuneración todo ingreso que percibe el afiliado
en dinero o en especie, susceptible de apreciación pecuniaria, en retribución o compensación o
con motivo de su actividad personal, en concepto de sueldo, sueldo anual complementario, salario,
honorario, comisiones, participación en las ganancias, habilitación, propinas y toda otra retribución,
cualquiera fuere la denominación que se le asigne, percibida por servicios ordinarios o
extraordinarios prestados en relación de dependencia.
Las propinas y las retribuciones en especie de valor incierto son estimadas por el empleador, sin
perjuicio del derecho del afiliado de reclamar ante la autoridad de aplicación su determinación en
caso de disconformidad, y de la facultad de la autoridad de aplicación de rever la estimación
realizada por el empleador, no obstante la aceptación del afiliado.
En cuanto a las gratificaciones y suplementos adicionales, la norma entiende que constituyen
remuneración en cuanto su percepción sea habitual y regular, es decir que requiere el elemento

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objetivo de habitualidad. En consecuencia, la norma excluye la naturaleza salarial de las


gratificaciones y adicionales excepcionales otorgados por una sola vez y en circunstancias
especiales.
Con referencia a los viáticos y gastos de representación, constituyen remuneración salvo en la
parte efectivamente gastada y acreditada por medio de comprobantes. Excepcionalmente, no
obstante la inexistencia total o parcial de comprobantes que acrediten el gasto, la ley autoriza la
exención de aportes y contribuciones cuando así lo determine la autoridad de aplicación (A.F.I.P.).
Asimismo, con relación a los agentes de la administración pública, se consideran remuneración
las sumas a distribuir entre ellos o que éstos perciban en carácter de:
a) Premio estímulo, gratificaciones u otros conceptos de análogas características respecto de los
cuales las contribuciones patronales estarán a cargo del agente, a cuyo efecto, antes de
proceder a la distribución de dichas sumas se debe retener el importe correspondiente a la
mencionada contribución.
b) Caja de empleados o similares autorizadas, debiendo el organismo o la entidad que tenga a su
cargo la recaudación y distribución de esas sumas practicar los descuentos y el depósito de los
correspondientes aportes personales.

29.12.2. Conceptos no remuneratorios


El artíc ulo 7° de la ley 24.241 dispone que no constituyen remuneración las asignaciones
familiares, las indemnizaciones derivadas de la extinción del contrato de trabajo, indemnización por
vacaciones no gozadas, y por incapacidad permanente provocada por accidente de trabajo o
enfermedad profesional, las prestaciones económicas por desempleo y las asignaciones pagadas
en concepto de becas.
Tampoco son remuneratorias las sumas abonadas en concepto de gratificaciones vinculadas con
el cese de la relación laboral en el importe que exceda del promedio anual de las percibidas con
anterioridad en forma habitual y regular.

29.12.3. Otras prestaciones no remuneratorias


Los beneficios sociales, las prestaciones complementarias que no integran la remuneración y las
prestaciones no remuneratorias definidas por los artículos 103 bis, 105 y 223 bis de la ley
20.744 (t.o.1976) y modificatorias, son consideradas de carácter no remunerativo y en
consecuencia no sujetas a aportes y contribuciones.

29.12.4. Beneficios sociales


Se denominan beneficios sociales (art. 1° de la ley 24.700) a las prestaciones de naturaleza
jurídica de seguridad social no remunerativas, no dinerarias, no acumulables ni sustituibles en
dinero que brinde el empleador al trabajador por sí o por medio de terceros que tienen por objeto
mejorar la calidad de vida del dependiente o de su familia a cargo.
Son beneficios sociales las siguientes prestaciones:
a) los servicios de comedor de la empresa,
b) los reintegros de gastos de medicamentos y odontológicos del trabajador y su familia que asume
el empleador, previa presentación de comprobantes emitidos por farmacia, médico u odontólogo.
También se considera como gasto médico con carácter de beneficio social no remuneratorio a
los gastos efectuados para el pago de servicios médicos de asistencia y prevención al trabajador
o su familia,

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c) la provisión de ropa de trabajo y de cualquier otro elemento vinculado a la indumentaria y al


equipamiento del trabajador para uso exclusivo en el desempeño de sus tareas,
d) los reintegros documentados con comprobante de gastos de guardería o sala maternal que
utilicen los trabajadores con hijos de hasta 6 años de edad cuando la empresa no contare con
esas instalaciones,
e) la provisión de útiles escolares y guardapolvos para los hijos del trabajador, otorgados al inicio
del período escolar,
f) el otorgamiento o pago debidamente documentado de cursos o seminarios de capacitación o
especialización,
g) el pago de los gastos de sepelio de familiares a cargo del trabajador debidamente
documentados con comprobantes,
h) incremento de vales alimentarios. Por el decreto 815/01 se incrementa el beneficio social de la
entrega de vales alimentarios y canastas de alimentos, ya que a partir del 1 de julio de 2001 los
empleadores pueden aumentarlo en hasta la suma de $ 150 mensuales, a favor de los
trabajadores en relación de dependencia, cuyos salarios brutos mensuales sean iguales o
inferiores a la suma de mil quinientos pesos. Este régimen es transitorio y de excepción, con
vigencia hasta el 31 de marzo de 2003.

29.13. PRESTACIONES COMPLEMENTARIA

QUE NO INTEGRAN LA REMUNERACION


Las siguientes prestaciones complementarias no integran la remuneración:
a) los retiros de socios de gerentes de sociedades de responsabilidad limitada a cuenta de las
utilidades del ejercicio debidamente contabilizadas en el balance,
b)los reintegros de gastos sin comprobantes correspondientes al uso del automóvil de propiedad
de la empresa o del empleado calculado en base a kilómetro recorrido conforme los parámetros
fijados o que se fijen como deducibles en el futuro por la Dirección General Impositiva,
c)los viáticos de viajantes de comercio acreditados con comprobantes en los términos del artículo
6° de la ley 24.241 y los reintegros de automóvil en las mismas condiciones que las
especificadas en el párrafo anterior,
d) el comodato de casa-habitación de propiedad del empleador ubicado en barrios o complejos
circundantes al lugar de trabajo, o la locación en los supuestos de grave dificultad en el acceso a
la vivienda.

29.14. COMPENSACION POR SUSPENCIONES

FUNDADAS EN FALTA O DISMINUCION DEL TRABAJO


El artículo 3° de la ley 24.700 (art. 223 bis, L.C.T.) considera prestación no remunerativa a las
asignaciones en dinero que se entreguen en compensación por suspensiones de la prestación
laboral y que se fundaren en las causales de falta o disminución de trabajo, no imputables al
empleador, o fuerza mayor debidamente comprobada, pactadas individual o colectivamente y
homologadas por la autoridad de aplicación, conforme normas legales vigentes, y cuando en virtud

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de tales causales el trabajador no realice la prestación laboral a su cargo. Esta prestación sólo
tributa las contribuciones establecidas en la ley de Obras Sociales y la del Sistema Nacional del
Seguro de Salud.

29.15. OBLIGACIONES DE LOS EMPLEADORES

DE LOS AFILIADOS Y DE LOS BENEFICIARIOS

29.15.1. Obligaciones de los empleadores


Los empleadores están obligados a:
1) Inscribirse como empleadores ante la Administración Federal de Ingresos Públicos y comunicar
a la misma toda modificación en su situación en los plazos y con las modalidades que dicha
administración establezca.
2) Dar cuenta a la Administración Federal de Ingresos Públicos de las bajas que se produzcan en
el personal.
3) Practicar en las remuneraciones los descuentos correspondientes al aporte personal y
depositarlos, juntamente con las contribuciones a su cargo.
4) Remitir mensualmente la declaración jurada con la determinación de aportes y contribuciones.
5) Suministrar todo informe y exhibir los comprobantes justificativos que le requiera la
Administración Federal de Ingresos Públicos en ejercicio de sus atribuciones, y permitir las
inspecciones, investigaciones, comprobaciones y compulsas que aquélla le ordene en los
lugares de trabajo, libros, papeles, anotaciones y documentos.
6) Otorgar a los afiliados, beneficiarios y a sus derechohabientes, cuando éstos lo soliciten, y en
todo caso a la extinción de la relación laboral, las certificaciones de los servicios prestados,
remuneraciones percibidas y aportes retenidos y toda otra documentación necesaria para el
reconocimiento de servicios u otorgamiento de cualquier prestación.
7) Requerir de los trabajadores comprendidos en el Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones, al comienzo de la relación laboral, en los plazos y con las modalidades que la
Administración Nacional de la Seguridad Social establezca, la presentación de una declaración
jurada escrita de si son o no beneficiarios de jubilación, pensión, retiro o prestación no
contributiva, con indicación, en caso afirmativo, del organismo otorgante y datos de
individualización de la prestación.
8) Denunciar a la autoridad de aplicación (A.N.Se.S. - A.F.I.P.) todo hecho o circunstancia
concerniente a los trabajadores, que afecten o puedan afectar el cumplimiento de las
obligaciones que a éstos y a los empleadores imponen las leyes nacionales de previsión.
9) Dar cumplimiento en tiempo y forma a todas las disposiciones de la ley 24.241 y a las que las
autoridades de aplicación (A.N.Se.S. - A.F.I.P.) dispongan.

29.15.2. Obligaciones de los afiliados


a) Afiliados en relación de dependencia
1) Suministrar los informes requeridos por la autoridad de aplicación (A.N.Se.S.- A.F.I.P.),
referentes a su situación frente a las leyes de previsión.

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2) Presentar al empleador al comienzo de la relación laboral una declaración jurada escrita de si


son o no beneficiarios de jubilación, pensión, retiro o prestación no contributiva, con
indicación, en caso afirmativo, del organismo otorgante y datos de individualización de la
prestación y actualizar la misma cuando adquieran el carácter de beneficiarios de jubilación,
pensión, retiro o prestación no contributiva, en el plazo y con las modalidades que la
Administración Nacional de la Seguridad Social establezca.
3) Denunciar a la autoridad de aplicación (A.N.Se.S.- A.F.I.P.) todo hecho o circunstancia que
configure incumplimiento por parte del empleador a las obligaciones establecidas por las leyes
nacionales de jubilaciones y pensiones. La autoridad de aplicación, en un plazo no mayor de
45 días, debe investigar los hechos denunciados, dictar resolución desestimando la denuncia
o imponiendo las sanciones pertinentes y efectuar la denuncia penal según corresponda, y
notificar fehacientemente al denunciante todo lo actuado y resuelto.
b) Afiliados autónomos
1) Depositar el aporte personal.
2) Suministrar todo informe referente a su situación frente a las leyes de previsión y exhibir los
comprobantes y justificativos que la autoridad de aplicación les requiera en ejercicio de sus
atribuciones y permitir las inspecciones, investigaciones, comprobaciones y compulsas que
aquélla ordene en los lugares de trabajo, libros, anotaciones, papeles y documentos.
3) Dar cumplimiento en tiempo y forma a todas las disposiciones de la ley 24.241 y a las que las
autoridades de aplicación (A.N.Se.S.- A.F.I.P.) dispongan.

29.15.3. Obligaciones de los beneficiarios


1) Suministrar los informes requeridos por la Administración Nacional de la Seguridad Social,
referentes a su situación frente a las leyes de previsión.
2) Comunicar a la Administración Nacional de la Seguridad Social toda situación prevista por las
disposiciones legales, que afecte o pueda afectar el derecho a la percepción total o parcial de la
prestación de que gozan.
3) Presentar al empleador la declaración jurada respectiva en el caso de que volvieran a la
actividad.
En el caso de que el beneficiario fuere incapaz, el cumplimiento de las obligaciones enumeradas
incumbe a su representante legal.
Si existiera incompatibilidad total o limitada entre el goce de la prestación y el desempeño de la
actividad, y el beneficiario omitiere denunciar esa circunstancia, a partir del momento en que la
Administración Nacional de la Seguridad Social toma conocimiento de la misma, se suspende o se
reduce el pago de la prestación, según corresponda. El beneficiario debe además reintegrar lo
cobrado indebidamente en concepto de haberes previsionales, con los accesorios
correspondientes, importe que será deducido íntegramente de la prestación a que tuviere derecho
a percibir, si continuare en actividad, en caso contrario se le formulará cargo en los términos del
inciso d) del artículo 14.
El empleador que conociendo que el beneficiario se halla en infracción a las normas sobre
incompatibilidad no denunciara esta circunstancia a la autoridad de aplicación, se hará pasible de
una multa equivalente a diez veces lo percibido indebidamente por el beneficiario en concepto de
haberes previsionales. El hecho de que el empleador no practique las retenciones en concepto de
aportes hace presumir, cuando el trabajador fuere beneficiario de prestación previsional, que aquél
conocía la circunstancia señalada.

29.16. PRESTACIONES QUE OTORGA EL SISTEMA

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29.16.1. Enunciación
a) Prestación Básica Universal
b) Prestación compensatoria
c) Prestación por edad avanzada
d) Retiro por invalidez
e) Pensión por fallecimientos
f) Prestación adicional por permanencia
g) Jubilación (transitoria) anticipada

29.16.2. Caracteres de las prestaciones


a) Enunciación
Las prestaciones que se acuerden reúnen los siguientes caracteres:
1) Son personalísimas, y sólo corresponden a sus titulares.
2) No pueden ser enajenadas ni afectadas a terceros por derecho alguno, salvo las prestaciones
mencionadas en los incisos a) y b) del artí culo 17 de la ley 24.241, las que previa conformidad
formal y expresa de los beneficiarios, pueden ser afectadas a favor de organismos públicos,
asociaciones sindicales de trabajadores con personería gremial, asociaciones de
empleadores, obras sociales, cooperativas, mutuales, entidades bancarias y financieras
comprendidas en la ley 21.526, con las cuales los beneficiarios convengan el anticipo de las
prestaciones o el otorgamiento de créditos. Las deducciones por el pago de obligaciones
dinerarias no podrán exceder del cuarenta por ciento (40%) del haber mensual de la
prestación resultante del previo descuento de las retenciones impuestas por las leyes. (Texto
Conf. Art. 1 del Decreto 1099).
3) Son inembargables, con la salvedad de las cuotas por alimentos y litis expensas.
4) Están sujetas a las deducciones que las autoridades judiciales y administrativas competentes
dispongan en concepto de cargos provenientes de créditos a favor de organismos de
seguridad social o por la percepción indebida de haberes de jubilaciones, pensiones, retiros o
prestaciones no contributivas. Dichas deducciones no podrán exceder del 20% (veinte por
ciento) del haber mensual de la prestación.
5) Son imprescriptibles, salvo las establecidas en el artículo 17, que se regirán por las normas
del artículo 82 de la ley 18.037 (t.o. 1976).
6) Sólo se extinguen por las causas previstas por la ley.
Todo acto jurídico que contraríe lo dispuesto precedentemente será nulo y sin valor alguno.
b) Carácter personalisimo
La naturaleza de la prestación determina que su goce corresponda exclusivamente a su titular.
No será admisible dentro de este sistema, como no lo fue en el anterior, derivar los aportes para
mejorar la prestación de un tercero.
Por la misma razón son prestaciones que tampoco pueden ser enajenadas ni afectadas a
terceros por derecho alguno, es decir que son incesibles. Salvo la Prestación Básica Universal
(PBU) y la Prestación Compensatoria (PC) cuando su importe haya sido anticipado por organismos
públicos, asociaciones sindicales de trabajadores con personería gremial, asociaciones de
empleadores, obras sociales, cooperativas o mutualidades, entidades bancarias y financieras
comprendidas en la ley 21.526, en cuyo caso se requiere la previa conformidad formal y expresa
de los beneficiarios y la deducción no puede exceder del 40% del haber mensual de la prestación
resultante del descuento de las retenciones legales. Dada la naturaleza del acto de afectación a
terceros aceptada por la ley y su excepcionalidad, debe entenderse que la enunciación de los
terceros es taxativa.
c) Inembargabilidad

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Las prestaciones del sistema previsional no pueden ser embargadas porque son prestaciones de
subsistencia, con la salvedad de las cuotas por alimentos y litis expensas, debiendo interpretarse
que las deducciones por estos últimos motivos no podrán exceder del 20% que es el límite que el
inciso siguiente pone a las deducciones por cobro indebido de haberes.
d) Deducciones
Con respecto al tema de regularización de deudas originadas en la percepción indebida de
haberes y créditos previsionales. Resoluciones (ANSES) 393/93, 526/96, 714/96 y 282/97.
e) Imprescriptibilidad
Este inciso establece la imprescriptibilidad de las prestaciones. Si bien es imprescriptible el
derecho a los beneficios acordados por las leyes de jubilaciones y pensiones, cualesquiera fueren
su naturaleza y titular, prescriben: a) al año la obligación de pagar los haberes jubilatorios y de
pensión, inclusive los provenientes de transformación o reajuste, devengados antes de la
presentación de la solicitud en demanda del beneficio y b) a los dos años los haberes devengados
con posterioridad a la solicitud del beneficio.
La presentación de la solicitud ante el organismo —agrega el art. 82Ley 18.037— interrumpe el
plazo de prescripción, siempre que al momento de formularse el peticionario fuere acreedor al
beneficio solicitado.
f) Inextinguibilidad del beneficio
Las prestaciones sólo se extinguen por las causas determinadas en laley. Así, el cumplimiento
de los 18 años de los hijos solteros, hijas solteras yde las hijas viudas beneficiarias de la pensión
(art. 53 inc. c), cumplimiento de los requisitos de la Prestación Básica Universal y la rehabilitación
para el retirado por invalidez (art. 19, pto. 18, reglamentación por D 526/95 del art. 97 y art. 50).
Estas normas no son disponibles para las partes y por tanto todo acto jurídico que las contraríe
será nulo y sin valor.

29.16.3. Prestaciones
La cobertura de la contingencia social de vejez en la ley 24.241 se integra con tres
componentes, dos de ellos comunes al régimen público (de reparto) y al régimen de capitalización,
que son la Prestación Básica Universal y la Prestación Compensatoria. La contingencia de
invalidez está cubierta por el retiro por invalidez y la contingencia de muerte por la pensión por
fallecimiento.

29.16.4. Prestaciones comunes a todos los afiliados

29.16.4.1. Prestación Básica Universal


La Prestación Básica Universal (P.B.U.) es uno de los componentes del conjunto de prestaciones
que integran lo que podríamos denominar la prestación de vejez, que tiene por objeto la cobertura
de la contingencia social de vejez.
a) Requisitos
El artículo 19 de la ley 24.241 establece los requisitos exigibles para acceder a la Prestación
Básica Universal, a saber:
1) Años de edad
La edad requerida para la Prestación Básica Universal es de sesenta y cinco años de edad, para
ambos sexos, pudiendo la mujer optar por retirarse a los sesenta años.

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Para los trabajadores en relación de dependencia existe hasta el año 2001 la posibilidad de
retirarse antes de la edad indicada, teniendo en cuenta la edad del afiliado y el año de cesación en
servicios o de petición de la prestación, según sea la situación.
El gradualismo en la edad de los trabajadores en relación de dependencia
La escala gradual de edad para los trabajadores dependientes que establece el artículo 37 es la
siguiente:
Año cese o petición Mujeres Varones
1994 57 años 62 años
1995 57 años 62 años
1996 58 años 63 años
1997 58 años 63 años
1998 59 años 64 años
1999 59 años 64 años
2000 59 años 64 años
2001 60 años 65 años
2) Tiempo de servicios con aportes
Es necesario acreditar treinta años de servicios con aportes computables en uno o más
regímenes comprendidos en el sistema de reciprocidad jubilatoria. El artículo 38 fija escalas y
períodos en los cuales es posible acceder al beneficio con menor lapso de cotización.
Gradualismo en la cantidad de servicios con aportes exigida
A "contrario sensu" de lo especificado por el artículo 38 de la ley respecto al tiempo que se
permite acreditar por declaración jurada, podemos concluir que la exigibilidad de años de servicios
con aportes es la siguiente:
Año Tiempo de servicios con aportes
1994 23 años
1995 23 años
1996 24 años
1997 24 años
1998 25 años
1999 25 años
2000 26 años
2001 26 años
2002 27 años
2003 27 años
2004 28 años
2005 28 años
2006 29 años
2007 30 años
Servicios simultáneos
No se pueden desdoblar los aportes en caso de servicios simultáneos en relación de
dependencia y/o autónomos para el cómputo del tiempo de servicios con aportes.
Concepto de servicios con aportes
El concepto de servicios con aportes surge del artículo 2° del decreto 679/95. En tal sentido, se
consideran tales:
a) en la actividad en relación de dependencia, los servicios correspondientes a períodos respecto
de los cuales se hubieran devengado y retenido los aportes y contribuciones; y
b) en la actividad autónoma, los servicios correspondientes a períodos en los que se devengaron e
ingresaron las pertinentes cotizaciones.
Compensación de años de servicios faltantes por edad excedente
La norma autoriza a compensar el faltante de tiempo de servicios con el excedente de edad
requerida, computándose un año de servicios por cada dos años de exceso de edad. Si el

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excedente de edad fuere una fracción inferior a un año se compensan los servicios faltantes en la
proporción mencionada de dos por uno.
Servicio militar obligatorio y voluntario. Convocatorias especiales
La Secretaría de Seguridad Social por memorandum del 9 de marzo de 1995 resolvió, en función
del carácter obligatorio de la convocatoria, que el plazo de conservación del empleo a que alude el
artículo 214 de la ley de contrato de trabajo, debe ser considerado a los efectos del cómputo como
servicios con aportes. Idéntico tratamiento debe darse a los ciudadanos comprendidos en las
disposiciones de los artículos 19 y 21 de la ley 24.429 (ley de servicio militar voluntario).
Servicios prestados en otros países
Los servicios prestados en otros países son computables, y los mismos se pueden acreditar
conforme con los convenios internacionales de reciprocidad existentes.
Regímenes diferenciales
Están vigentes los extremos de edad y servicios requeridos por los regímenes diferenciales, que
son aquellos regímenes que a los trabajadores que desarrollan tareas insalubres les exige
menores requerimientos de edad y/o servicios. Al cómputo de tales actividades no corresponde
aplicarle parámetro de elevación alguna en los servicios ni el gradualismo en la edad.
En el caso de servicios mixtos —diferenciales y comunes— los requisitos de edad y servicios
exigidos en cada uno de estos regímenes son prorrateados con los requeridos en el régimen
común para obtener la cantidad de servicios y se obtiene la edad requerida en la situación
particular de ese afiliado.
Servicios prestados en el ámbito de legislaciones provinciales
Con relación a los servicios desarrollados por el afiliado en el ámbito de legislaciones
previsionales provinciales que exijan distintos requisitos de edad y servicios que la legislación
nacional, se prorratea el tiempo de servicios y la edad requerida en las respectivas normativas con
el tiempo de servicios y la edad exigida por la P.B.U. para obtener los recaudos que debe cumplir el
afiliado.
Ley de Riesgos del Trabajo
Son computables como tiempo de servicios con aportes:
1) El período de Incapacidad Laboral Temporaria durante el cual el trabajador damnificado recibe
una prestación dineraria.
2) El lapso de percepción de la renta periódica por Incapacidad Laboral Permanente Parcial
Definitiva superior al 20% e inferior al 60%.
3) El tiempo de pago de la renta periódica por Incapacidad Laboral Permanente Parcial Provisoria.
4) El período de pago de la prestación por Incapacidad Laboral Permanente Total Provisoria.
Período de prueba
El artículo 92 bis, L.C.T. —texto según art. 3° de la ley 25.013—, limita el período de prueba a
treinta días, período durante el cual el empleador y el trabajador están obligados al pago de los
aportes y contribuciones para las obras sociales, asignaciones familiares y de la cuota
correspondiente al régimen de riesgos del trabajo y exentos de las referidas a jubilaciones y
pensiones, Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y Fondo
Nacional de Empleo.
En el caso de disponerse la extensión del período de prueba por convenio colectivo —puede
ampliarse hasta seis meses— la norma establece que deben realizarse, a partir del segundo mes,
todos los aportes y contribuciones legales y convencionales.
Computabilidad de servicios por declaración jurada
Los servicios a simple declaración jurada, denunciados como desempeñados con anterioridad al
1 de enero de 1969 son acreditables. La cantidad de años de servicios a computar por declaración
jurada tiene un máximo establecido en función del año de cese de servicios del afiliado o del año
de presentación de la petición.
Año Años por declaración jurada
1994 7 años
1995 7 años
1996 6 años
1997 6 años
1998 5 años
1999 5 años

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2000 4 años
2001 4 años
2002 3 años
2003 3 años
2004 2 años
2005 2 años
Año Años por declaración jurada
2006 1 año
2007 1 año
2008 Ninguno
3) Cese en relación de dependencia
No es necesario cesar en relación de dependencia, el derecho se establece a partir de la
extinción del contrato de trabajo o relación de empleo público o la solicitud del beneficio, lo que
ocurra primero (D. 679/95).
La cesación en la actividad en relación de dependencia no es un requisito, como lo era en la ley
18.037, para entrar en el goce de la Prestación Básica Universal. Esta norma es congruente con el
artículo 34 de la ley (texto según ley 24.463) que establece el criterio de compatibilidad absoluta
entre el goce de las prestaciones —con excepción de los regímenes diferenciales y el retiro
transitorio por invalidez— y el desarrollo de actividades laborales.
4) Deuda de aportes autónomos
Los trabajadores autónomos deben demostrar que no registran obligaciones no prescriptas
impagas en materia de aportes previsionales, salvo que invocaran la inexigibilidad de la deuda a
que se refiere la ley 24.476 hasta setiembre de 1993.

29.16.5. Requisitos para el otorgamiento de las prestaciones


Tendrán derecho a la Prestación Básica Universal (PBU) y a los demás beneficios establecidos
por esta ley, los afiliados (art. 19ley 24.241) que hubieran cumplido las siguientes condiciones:
a) Hombres que hubieran cumplido 65 (sesenta y cinco) años de edad.
b) Mujeres que hubieran cumplido 60 (sesenta) años de edad.
c) Acrediten 30 (treinta) años de servicios con aportes computables en uno o más regímenes
comprendidos en el sistema de reciprocidad.
En cualquiera de los regímenes previstos en esta ley, las mujeres podrán optar por continuar su
actividad laboral hasta los 65 (sesenta y cinco) años de edad; en este supuesto se aplicará la
escala del artículo 128 de la ley 24.241.
Al único fin de acreditar el mínimo de servicios necesarios para el logro de la Prestación Básica
Universal se podrá compensar el exceso de edad con la falta de servicios en la proporción de 2
(dos) años de edad excedentes por 1 (uno) de servicios faltantes.
A los efectos de cumplimentar los requisitos establecidos precedentemente, se aplicarán las
disposiciones de los artículos 37 y 38, respectivamente.

29.17. HABER DE LAS PRESTACIONES


En primer lugar aclaro que la Ley 26.417 sustituye todas las referencias al modulo previsional
MOPRE las que reemplazan por una determinada proporción del haber mínimo garantizado a que
se refiere el art. 125 de la Ley 24.241.

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29.17.1. Prestación básica universal


El artículo 4 de la Ley 26.417 determinó el haber mensual de la prestación básica universal en
una suma fija a la que se le adicionará la movilidad dispuesta en el artículo 32 de la Ley 24.241 —
texto según art. 6 de la Ley 26.417—.

29.17.2. Pensión por fallecimiento del jubilado o del afiliado en actividad


Esta prestación se otorga en caso de muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez
o del afiliado en actividad, a los causahabientes establecidos en el art. 53 de la Ley 24.241.

29.17.3. Prestación anual complementaria


Se concede para todos los beneficiarios una prestación anual complementaria pagadera en dos
cuotas, equivalentes al 50% de las prestaciones que se otorguen, en los meses de junio y
diciembre.

29.17.4. Subsidio por sepelio


Se ha mantenido el subsidio por sepelio creado por la Ley 21.074, en sus mismos términos. Su
monto es equivalente a la suma de hasta tres veces el valor del salario mínimo vital, que se
reconoce a las personas que hayan sufragado los gastos del sepelio de un afiliado, jubilado o
pensionado.

29.17.5. Jubilación por edad avanzada


Es una prestación incorporada por la Ley 24.347 que cubre la contingencia de vejez, con mayor
requerimiento de edad y menor requerimiento de años de servicios con aportes.

29.18. RETIRO POR INVALIDEZ

29.18.1. Requisitos
Tendrán derecho al retiro por invalidez, los afiliados que:
a) Se incapaciten física o intelectualmente en forma total por cualquier causa. Se presume que la
incapacidad es total cuando la invalidez produzca en su capacidad laborativa una disminución
del 66% (sesenta y seis por ciento) o más; se excluyen las invalideces sociales o de ganancias.
b) No hayan alcanzado la edad establecida para acceder a la jubilación ordinaria ni se encuentren
percibiendo la jubilación en forma anticipada.

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En primer lugar, se exige que el afiliado se incapacite en forma total para el trabajo. Y se
considera que la incapacidad es total cuando su grado alcance al 66% o más de su capacidad
laborativa. Pero el sistema de la ley 24.241 excluye a las invalideces sociales o de ganancia. Con
esta expresión lo que se busca es impedir que incapacidades menores al 66% sean valoradas
como totales a los fines del otorgamiento del beneficio, teniendo en cuenta la edad del trabajador,
su especialización en la actividad ejercitada y la jerarquía profesional alcanzada, todo lo cual
estaba contemplado en el artículo 33 de la ley 18.037.
Por mi parte considero que el concepto de incapacidad total no es posible referirlo
exclusivamente a valoraciones de orden físico o intelectual sin evaluar datos referidos a la edad,
sexo, profesión, aptitudes personales y, en definitiva, a la posibilidad de continuar una actividad
que determine ingresos, porque la prestación jubilatoria sustituye al salario y tiene por objeto que
un trabajador que por razón de edad o de falta de capacidad no pueda subvenir a sus necesidades
quede cubierto por una prestación de la Seguridad Social. Este principio fundamental se quebraría
si se hace una interpretación literal de la norma que comentamos.
La determinación de la disminución de la capacidad laborativa del afiliado será establecida por
una comisión médica cuyo dictamen deberá ser técnicamente fundado, conforme a los
procedimientos establecidos en esta ley y los que disponga el decreto reglamentario de la
presente.
No da derecho a la prestación la invalidez total temporaria que sólo produzca una incapacidad
verificada o probable que no exceda del tiempo en que el afiliado en relación de dependencia fuere
acreedor a la percepción de remuneración u otra prestación sustitutiva, o de 1 (un) año en el caso
del afiliado autónomo (art. 48ley 24.241).

29.18.2. Aportantes regulares e irregulares


a) Constituye un requisito para la obtención de la prestación por invalidez el aportante regular o
irregular con derecho (art. 95 de la ley, decreto 460/99 y Res SSS 57/99) 1) Es aportante regular
aquel que acredita retenciones previsionales durante treinta (30) meses, como mínimo, dentro de
los treinta y seis (36) meses anteriores a la fecha de solicitud del retiro, o que reúne el mínimo de
años de servicios exigidos por el régimen común o diferencial en el que se encuentre incluido
para acceder a la PBU. El afiliado autónomo debe registrar el ingreso de aportes durante treinta
meses dentro de los treinta y seis meses (36) anteriores a la fecha de solicitud del retiro, siempre
que cada pago se hubiera realizado dentro del mes calendario correspondiente a su
vencimiento, o cuando reúna el mínimo de años de servicio exigidos por el régimen para acceder
a la PBU. En este caso no es necesario que el pago se hubiera realizado en plazo.
b) Es aportante irregular con derecho aquel que acredite retenciones previsionales durante
dieciocho (18) meses, como mínimo, dentro de treinta y seis (36) meses anteriores a la fecha de
solicitud del retiro, o que se le efectuaron retenciones previsionales durante doce (12)
mesesdentro de los sesenta (60) meses anteriores a la fecha de solicitud del retiroy re úna,
además, el cincuenta por ciento (50%) del mínimo de años exigidos en el régimen para acceder
a la PBU.
c) El afiliado autónomo debe registrar el ingreso de aportes durante dieciocho (18) meses dentro de
los treinta y seis (36) meses anteriores a la fecha de solicitud, siempre que cada pago se hubiera
ingresado en el mes del vencimiento, o cuando registren doce (12) meses dentro de los sesenta
(60) meses anteriores a esa fecha y, además, el cincuenta por ciento (50%) del mínimo de años
de servicio exigidos en el régimen para acceder a la PBU.
d) Cuando los trabajadores dependientes o autónomos hayan trabajado por un período menor a
treinta y seis (36) meses y se incapaciten, a los fines de cumplir con el requisito de regularidad,
debe respetarse la proporción de los meses aportados en relación a treinta en treinta y seis y/o
dieciocho en treinta y seis meses.

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29.18.3. Comisiones médicas. Determinación de la incapacidad


La incapacidad es determinada por comisiones médicas, existiendo una por cada provincia y otra
en la ciudad autónoma de Buenos Aires

29.18.4. Capacidad al cese de tareas


El retiro transitorio por invalidez corresponde aunque el afiliado esté capacitado al cese de
tareas, en cuanto cumpla con los demás requisitos exigidos en el artículo 48 de la ley y en el
decreto 460/99.

29.18.5. Invalidez por edad avanzada


La invalidez a que alude el art. 34 bis punto 5 segundo párrafo (jubilación de invalidez por edad
avanzada) es determinada por las Comisiones Médicas en la forma establecida en los artículos
48 y 49 de la ley 24.241 y su reglamentación.
En primer lugar, se exige que el afiliado se incapacite en forma total para el trabajo. Y se
considera que la incapacidad es total cuando su grado alcance al 66% o más de su capacidad
laborativa. Pero el sistema de la ley 24.241 excluye a las invalideces sociales o de ganancia. Con
esta expresión lo que se busca es impedir que incapacidades menores al 66% sean valoradas
como totales a los fines del otorgamiento del beneficio, teniendo en cuenta la edad del trabajador,
su especialización en la actividad ejercitada y la jerarquía profesional alcanzada, todo lo cual
estaba contemplado en el artículo 33 de la ley 18.037.
Por mi parte considero que el concepto de incapacidad total no es posible referirlo
exclusivamente a valoraciones de orden físico o intelectual sin evaluar datos referidos a la edad,
sexo, profesión, aptitudes personales y, en definitiva, a la posibilidad de continuar una actividad
que determine ingresos, porque la prestación jubilatoria sustituye al salario y tiene por objeto que
un trabajador que por razón de edad o de falta de capacidad no pueda subvenir a sus necesidades
quede cubierto por una prestación de la Seguridad Social. Este principio fundamental se quebraría
si se hace una interpretación literal de la norma que comentamos.

29.18.6. Exclusión de la invalidez total transitoria


La ley 24.241, como la ley 18.037 en su artículo 34 y la ley 18.038 en su artículo 22, excluye el
beneficio de retiro por invalidez cuando la incapacidad fuera transitoria y el trabajador estuviera
percibiendo una remuneración sustitutiva (salario por enfermedad, art. 208 de la L.C.T. y la
Incapacidad Laboral Temporaria (ILT) a que se refieren los arts. 7 y 13 de la ley 24.557). O cuando
tratándose de un trabajador autónomo la incapacidad no exceda de un año, de acuerdo a lo
verificado o a lo probable en esta materia.
En el caso de que la invalidez excediera los lapsos arriba indicados originaría una prestación
temporaria por 3 años —excepcionalmente 5 años— y luego el retiro definitivo.

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29.19. NORMAS DE EVALUACION, CALIFICACION

Y CUANTIFICACION DEL GRADO DE INVALIDEZ


Las normas deberán contener: a) Pruebas y estudios diagnósticos que deban practicarse a las
personas, conforme a las afecciones denunciadas o detectadas; b) el grado de invalidez por cada
una de las afecciones diagnosticadas; c) el procedimiento de compatibilización de los mismos a fin
de determinar el grado de invalidez psicofísica de la persona; d) los coeficientes de ponderación
del grado de invalidez psicofísica conforme el nivel de educación formal que tengan las personas;
e) Los coeficientes de ponderación del grado de invalidez psicofísica conforme la edad de las
personas. De la combinación de los factores de los incisos c), d) y e) deberá surgir el grado de
invalidez de las personas.
La autoridad de aplicación convocará a una comisión honoraria para la preparación de las
normas de evaluación, calificación y cuantificación del grado de invalidez, invitando a integrarla al
decano del cuerpo médico forense, al presidente de la Academia Nacional de Medicina y a los
representantes de las universidades públicas o privadas del país. Esta comisión honoraria será
convocada por el secretario de Seguridad Social de la Nación, quien la presidirá, dentro de los
sesenta (60) días de promulgada la presente ley y deberá expedirse dentro de los seis (6) meses
de constituida (art. 52Ley 24.241).
a) Duración de la incapacidad total transitoria
En el caso de los trabajadores en relación de dependencia, la incapacidad total transitoria por el
período durante el cual el trabajador percibe las remuneraciones o asignaciones sustitutivas
previstas en el artículo 208L.C.T. en relación a la antigüedad en el trabajo y a las cargas de familia,
no origina derecho al retiro transitorio por invalidez.
En el caso de un afiliado con incapacidad total transitoria inactivo considero que debe otorgarse
el retiro por invalidez transitoria, en razón de que la norma sólo excluye a los que perciban la
remuneración o prestación sustitutiva.
El trabajador autónomo, está excluido del retiro transitorio por invalidez cuando la transitoriedad
de la incapacidad total no supere el año.
b) Carácter de la incapacidad
La invalidez se determina inicialmente en forma transitoria por tres años y, al cabo de este
período, el afiliado debe ser examinado nuevamente por la comisión médica, que revocará el
dictamen en caso de existir recuperación o declarará la invalidez definitiva. La invalidez transitoria
es prorrogable por dos años más, en caso de existir probabilidad de recuperación, si no es así el
médico dictamina que el retiro por invalidez transitorio se transforma en definitivo.
c) Determinación de la incapacidad
El artículo 1° del decreto 1290/94, establece que a los fines de la determinación de la
incapacidad se tendrán en cuenta sólo los factores invalidantes de carácter psicofísico, con
prescindencia de estados de precariedad o desamparo originados en circunstancias de índole
económico-social o en la pérdida de la capacidad de ganancia. Esta norma debe complementarse
con la acreditación de los niveles de educación formal alcanzado por los trabajadores.
Consecuentemente, en las normas para evaluación, calificación y cuantificación del grado de
invalidez aprobadas por el decreto 1290/94 referido se pondera el nivel de educación alcanzado
dentro del porcentaje de incapacidad.
Señalo que la utilización de factores complementarios para la valoración de la invalidez, como el
precedentemente aludido del nivel educativo, el de la edad y la imposibilidad de acceder a la
actividad laboral habitual, apuntan a limitar la consideración de las situaciones de incapacidades no
psicofísicas, es decir, las económicas, sociales y la pérdida de la capacidad de ganancia, a esos
tres factores y sólo en los porcentajes expresamente determinados en el decreto 1290/94.
d) Capacidad residual restante
Las normas de evaluación de la invalidez aprobadas por el decreto 1290/94 establecen que
cuando el afiliado padezca diversas patologías, se utilizará para determinar la incapacidad el
criterio de la capacidad residual restante o Sistema de Balthazar. Este sistema establece que los

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porcentajes de invalidez por las distintas patologías y/o enfermedades que el trabajador padece, no
se suman de manera directa, sino que se calculan sobre la capacidad residual restante luego de
aplicar la primera y más importante de ellas sobre el cien por ciento (100%) de capacidad.
La complejidad de este cálculo amerita que se exponga el siguiente ejemplo:
El trabajador padece de una enfermedad que en el baremo se encuentra alcanzada por el
sesenta por ciento (60%) de discapacidad y otra a la cual el baremo le otorga el diez por ciento
(10%). De este modo, el cálculo a realizar es el siguiente: el sesenta por ciento (60%) de
incapacidad sobre el cien por ciento (100%) de capacidad hace que la capacidad restante del
trabajador sea del cuarenta por ciento (40%), con lo cual el diez por ciento (10%) de la segunda
afección deberá aplicarse sobre la capacidad restante, esto es, diez por ciento (10%) sobre
cuarenta por ciento (40%), arrojando el resultado de cuatro por ciento (4%). Sumando el sesenta
por ciento (60%) y el cuatro por ciento (4%) final, nos encontramos a un trabajador con una
incapacidad final del sesenta y cuatro por ciento (64%).
Los factores complementarios como la edad, la posibilidad de realizar sus tareas habituales y el
nivel educativo se tienen en cuenta en la evaluación, salvo cuando se apliquen las normas para
discapacitados de la ley 20.475 (minusválidos) y de la ley 20.888 (ciegos).
e) Tablas de factores complementarios
La Sala I de la Cámara Federal de la Seguridad Social en autos "Ramos, Juan Obdulio" entendió
que para la determinación de la invalidez han de tenerse en cuenta tres elementos fundamentales,
tales como la aptitud física, la idoneidad para emplearla provechosamente y la concomitancia de
factores intrínsecos y ambientales que consientan una colocación útil. Los dos primeros integran el
concepto de capacidad laborativa, entendida como aptitud para utilizar provechosamente la propia
eficiencia física; el tercer elemento lo constituyen las condiciones del ambiente económico-social
en el cual se encuentra el sujeto y obra en relación a una concreta posibilidad de empleo;
refiriéndose a los parámetros han sido objeto de expresa incorporación en el decreto 1290/94, al
reglamentarse el artículo 52 de la ley 24.241 bajo el título de "Tabla de Factores Complementarios".
En autos "Leyes, Eudoro c/Anses s/ Jubilación por invalidez" (20-11-96) la misma Sala resolvió que
"correspondería agregar a la incapacidad padecida los factores complementarios establecidos por
el decreto 1290/94, un 4% por edad, un 4% por la dificultad de realizar tareas habituales (operario)
y un 4% por el nivel de educación alcanzada (primario incompleto). Asimismo, teniendo en cuenta
el deterioro general padecido evidenciado por las patologías sufridas, cabría tener en cuenta el
factor compensador. Todo ello me lleva a la conclusión de que el recurrente se encuentra
totalmente incapacitado desde el punto de vista previsional" (del voto del Dr. Chirinos).
f) Declaración jurada de salud del trabajador autónomo
El decreto 55/94, modificado por el decreto 300/97, se refiere a la obligatoriedad del trabajador
autónomo que se incorpore al sistema previsional de efectuar la declaración jurada de salud con el
objeto de determinar si padece de alguna incapacidad al momento de su afiliación. Mientras no
haya cumplido este requisito, si la declaración contiene falsedades o reticencias, o si se
estableciere que se encuentra incapacitado en los términos del artí culo 48 de la ley 24.241, la
afiliación no producirá efecto alguno a los fines de la obtención del retiro por invalidez o pensión
por muerte del afiliado en actividad cuando la contingencia se produjera como consecuencia de la
patología existente al momento de la afiliación.
Si el trabajador autónomo se encuentra incapacitado en un 66% (art. 48), la afiliación no produce
efecto alguno respecto de la obtención del retiro por invalidez y la pensión por fallecimiento del
afiliado en actividad, pero este afiliado podrá acceder en caso de haberse desempeñado con un
treinta y tres por ciento (33%) de incapacidad o más a la jubilación por invalidez.

29.20. PROCEDIMIENTO ANTE LA CAMARA NACIONAL

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DE LA SEGURIDAD SOCIAL
Las resoluciones de la comisión médica central serán recurribles por ante la Cámara Nacional de
la Seguridad Social por las personas indicadas en el punto 3 del presente artículo y con las
modalidades en él establecidas.
La comisión médica central elevará las actuaciones a la Cámara dentro de las 48 horas de
concluido el plazo para interponer la apelación.
La Cámara deberá expedirse dentro de los 45 (cuarenta y cinco) días de recibidas las
actuaciones por la comisión médica central, conforme el siguiente procedimiento: a)
inmediatamente de recibidas las actuaciones, dará vista por 10 (diez) días al cuerpo médico
forense para que dé su opinión sobre el grado de invalidez del afiliado en los términos del inciso a)
del artí culo 48, y conforme las normas a que se refiere el artículo 52; b) en casos excepcionales y
suficientemente justificados el cuerpo médico forense podrá someter a nueva revisación médica al
afiliado y solicitarle nuevos estudios complementarios, los que deberán concluirse en 10 (diez)
días; c) del dictamen del cuerpo médico forense se dará visa al recurrente y al afiliado, por el
término de 5 (cinco) días para que aleguen sobre el mérito de las actuaciones y pruebas
producidas; d) vencido dicho plazo la Cámara dictará sentencia dentro de los 10 (diez) días
siguientes.
Los honorarios y gastos que irrogue la apelación ante la Cámara Nacional de la Seguridad Social
serán soportados por el recurrente vencido.

29.20.1. Apelación de los dictámenes


La ley otorga al dictamen el carácter de resolución. Los dictámenes de las comisiones médicas
zonales son recurribles ante la comisión médica central y los dictámenes producidos por ésta son
apelables ante la Cámara Federal de la Seguridad Social.
El recurso ante la comisión médica central y ante la Cámara Federal de la Seguridad Social,
puede ser presentado por el afiliado o por la Administración Nacional de la Seguridad Social.
En cuanto a las formalidades para su interposición ante la Comisión Médica Central, sólo se
exige una presentación dentro de los 5 días de notificado el dictamen, con la indicación de que el
objeto de la misma es apelar el dictamen, sin requerirse ningún tipo de fundamentación.
El procedimiento establecido en el artículo 49 de la ley mantiene plena vigencia en cuanto al
régimen recursivo de los dictámenes médicos, a pesar de la sanción de la ley 24.463.
Los dictámenes acordatorios se pueden ejecutar mientras no sean revocados por la comisión
médica central ni por la Cámara Federal de la Seguridad Social en su caso, porque las apelaciones
se conceden con efecto devolutivo.

29.20.2. Efecto de las apelaciones


Las apelaciones en estos procedimientos serán con efecto devolutivo.

29.20.3. Costas
El art. 49, en su punto 4to. dispone que los gastos de justicia están a cargo del recurrente
vencido. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el Fallo "Gómez, Leopoldo
Mario c/ ANSeS s/ Incidente de costas y honorarios" del 10 de agosto de 1999 (G.204.XXXIV)
entendió que el art. 49 en este aspecto ha quedado derogado tácitamente luego de la sanción de
la Ley 24.463 de solidaridad previsional que regula el procedimiento de impugnación.

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29.20.4. Intervención obligatoria del cuerpo médico forense


El artículo 49, inciso 4) de la ley, dispone que la Cámara Federal de la Seguridad Social debe dar
intervención obligatoria al cuerpo médico forense por 10 días para el estudio y emisión del
dictamen, vista que en casos excepcionales puede extenderse a otros diez días. Sólo después de
producido el dictamen y la correspondiente vista a las partes por 5 días, para que aleguen sobre el
mérito de las actuaciones y pruebas producidas, la Cámara puede dictar sentencia.
La ley luego de imponer esta intervención obligatoria, limita la actuación de la misma, en cuanto
establece que el cuerpo médico forense puede solamente en casos excepcionales y
suficientemente justificados someter al afiliado a una nueva revisación médica y solicitarle estudios
complementarios; esto significaría, que es un mero revisor de los dictámenes médicos producidos
en sede administrativa.
La Sala III se ha expedido al respecto en autos "Saez, Domingo Rafael c/Anses" el 6-9-96 donde
sostuvo que: "La ley 24.241 impone la intervención obligada del Cuerpo Médico Forense cuando se
recurre de la resolución que denegó el beneficio de retiro por invalidez. Si pese ello la Sala requirió
informe al Centro Nacional de Reconocimiento Médicos (delegación Tucumán), de cuyo dictamen
surge que el peticionante padece de un alto grado de incapacidad (75%) permanente e irreversible,
y ello fue impugnado por el organismo, a fin de evitar eventuales nulidades, garantizando el debido
proceso y el derecho de defensa en juicio, con estricta sujeción a lo dispuesto por la referida ley
24.241 y sin que ello implique juicio de valor alguno sobre sus disposiciones, corresponde requerir
informe del Cuerpo Médico Forense, a fin de que determine en base a las constancias de autos o,
de corresponder, previa revisación y realización de los exámenes que juzgue pertinente a quien
demanda, su estado de salud (incapacidad a la fecha de solicitud y denegatoria del beneficio y en
la actualidad; grado de minusvalía y compatibilidad o no entre la incapacidad constatada y las
tareas denunciadas)" (del voto de la mayoría. El Dr. Laclau votó en disidencia).

29.21. FONDO PARA TRATAMIENTOS DE REHABILITACION

PSICOFISICA Y RECAPACITACION LABORAL


Se crea un Fondo para tratamientos de rehabilitación psicofísica y recapacitación laboral
constituido por los recursos que a tal efecto determine el Poder Ejecutivo Nacional, y el 30%
(treinta por ciento) del haber de retiro transitorio por invalidez que se les descontará a los afiliados
que no cumplan regularmente los tratamientos de rehabilitación o recapacitación laboral prescriptos
por la comisión médica.
Este Fondo será administrado por el Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y
Pensionados y destinado exclusivamente para organizar los programas para implementar los
tratamientos prescriptos por las comisiones médicas.
Sin perjuicio de ello, las compañías de seguros de vida podrán, con autorización de la comisión
médica correspondiente, sustituir o complementar el tratamiento indicado con otro u otros a su
exclusivo cargo.

29.21.1. Prescripción de tratamientos curativos gratuitos

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La comisión médica, en el dictamen, debe también prescribir los tratamientos médicos de


probada eficacia para la curación de la o las afecciones invalidantes. Ello planteará algunos
problemas ya vistos en el régimen de la ley de accidentes de trabajo, pues aunque exista un
tratamiento curativo, el afiliado podría resistirse justificadamente ante la sola eventualidad de que
peligre su vida. Por ejemplo, si se trata de una operación quirúrgica, que siempre entraña riesgo.
Por lo demás, la razón fundada para oponerse al tratamiento pretendidamente curativo, puede
estar relacionada con diferentes opiniones médicas o aun en algunos casos extremos podría
chocar con convicciones religiosas. De ahí es que, en esos casos, consideramos desafortunada la
disposición que priva del retiro por invalidez a quien se niegue a someterse a dichos tratamientos o
no los concluyera.
Las comisiones médicas zonales que tienen a su cargo el seguimiento de los tratamientos de los
afiliados con retiro transitorio por invalidez, deben ser informadas de la evolución del afiliado cada
sesenta días por los profesionales e institutos que llevan adelante los tratamientos de rehabilitación
psicofísica y de recapacitación laboral.

29.22. CITACIONES DE LA COMISION MEDICA


Si el afiliado no concurriera a la citación prevista, se lo citará nuevamente, bajo apercibimiento
que en caso de incomparecencia se dispondrá la caducidad y archivo del trámite.
La comisión médica deberá citar periódicamente al afiliado cuya invalidez sea susceptible de
remisión o recuperación que posibilite su reinserción laboral en un plazo inferior al previsto por
la ley 24.241 para el goce del retiro transitorio por invalidez.
La negativa fundada del afiliado a someterse a los tratamientos que prescriba la comisión
médica y que ésta no acepte, será dirimida por la comisión médica central con las formalidades
previstas en el apartado 3 del artículo que se reglamenta.

29.23. DICTAMEN DEFINITIVO POR INVALIDEZ


Los profesionales e institutos que lleven adelante los tratamientos de rehabilitación psicofísica y
recapacitación laboral deberán informar, en los plazos que establezcan las normas reglamentarias,
la evolución del afiliado a las comisiones médicas.
Cuando la comisión médica conforme los informes recibidos, considere rehabilitado al afiliado,
procederá a citarlo, y emitirá un dictamen definitivo revocando el derecho a retiro transitorio por
invalidez. Transcurridos 3 (tres) años desde la fecha del dictamen transitorio, la comisión médica
deberá citar al afiliado, y procederá a la emisión del dictamen definitivo de invalidez que ratifique el
derecho al retiro definitivo por invalidez o lo deje sin efecto en un todo de acuerdo con los
requisitos establecidos en el inciso a) del artículo 48 y conforme las normas a que se refiere el
artículo 52. Este plazo podrá prorrogarse excepcionalmente por 2 (dos) años más, si la comisión
médica considerare que en dicho plazo se podrá rehabilitar al afiliado.
El dictamen definitivo será recurrible por las mismas personas y con las mismas modalidades y
plazos que las establecidas para el dictamen transitorio. (art. 50Ley 24.241)

29.24. PENSION POR FALLECIMIENTO

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29.24.1. Derechohabientes
En caso de muerte del jubilado, del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado en actividad,
gozarán de pensión los siguientes parientes del causante (art. 53ley 24.241):
a) La viuda
b) El viudo
c) La conviviente
d) El conviviente

29.24.2. Reglamentación Decreto 1290/94


1. La convivencia pública en aparente matrimonio durante los lapsos exigidos en el artículo que
se reglamenta, podrá probarse por cualquiera de los medios previstos en la legislación vigente.
2.La prueba testimonial deberá ser corroborada por otras de carácter documental, salvo que las
excepcionales condiciones socioculturales y ambientales de los interesados justificaran apartarse
de la limitación precedente.
3. Se presume la convivencia pública en aparente matrimonio, salvo prueba en contrario, si
existe reconocimiento expreso de ese hecho, formulado por el causante en instrumento público.
La prueba se sustancia ante la ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL o
mediante información sumaria judicial, con intervención necesariamente de aquélla y demás
terceros interesados cuya existencia se conociere.
e) Los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas, siempre que no gozaran de jubilación,
pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que optaren por la pensión que acuerda la
presente, todos ellos hasta los dieciocho (18) años de edad.
La limitación a la edad establecida en el inciso e) no rige si los derechohabientes se encontraren
incapacitados para el trabajo a la fecha de fallecimiento del causante o incapacitados a la fecha en
que cumplieran dieciocho (18) años de edad.
Se entiende que el derechohabiente estuvo a cargo del causante cuando concurre en aquél un
estado de necesidad revelado por la escasez o carencia de recursos personales, y la falta de
contribución importa un desequilibrio esencial en su economía particular. La autoridad de aplicación
podrá establecer pautas objetivas para determinar si el derechohabiente estuvo a cargo del
causante.
En los supuestos de los incisos c) y d) se requerirá que el o la causante se hallase separado de
hecho o legalmente, o haya sido soltero, viudo o divorciado y hubiera convivido públicamente en
aparente matrimonio durante por lo menos cinco (5) años inmediatamente anteriores al
fallecimiento. El plazo de convivencia se reducirá a dos (2) años cuando exista descendencia
reconocida por ambos convivientes.
El o la conviviente excluirá al cónyuge supérstite cuando éste hubiere sido declarado culpable de
la separación personal o del divorcio. En caso contrario, y cuando el o la causante hubiere estado
contribuyendo al pago de alimentos o éstos hubieran sido demandados judicialmente, o el o la
causante hubiera dado causa a la separación personal o al divorcio, la prestación se otorgará al
cónyuge y al conviviente por partes iguales.

29.25. DERECHO A PENSION

29.25.1. Concepto

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La muerte del jubilado o afiliado en actividad o inactivo con derecho (R. S.S.S 23/97) o retirado
por invalidez origina derecho a pensión a sus causahabientes en forma directa. El derecho a
pensión consiste en una prestación que se calcula en los términos de los artículos 97 y 98.

29.25.2. Generan derecho a pensión


a) El afiliado que falleciera en actividad o no, siempre que se cumpla el requisito de regularidad de
aportes;
b) El afiliado que cumpliendo todos los requisitos para la jubilación o el retiro por invalidez falleciere
sin que se le reconocerá el beneficio;
c) El jubilado o el retirado por invalidez que falleciere percibiendo el beneficio.

29.25.3. Requisitos
Es necesario distinguir los requisitos exigidos según que el causante del beneficio de pensión
sea beneficiario o afiliado con derecho a alguna prestación del SIPA.
En el caso de tratarse de una pensión derivada de PBU, PC y PAP o de retiro por invalidez, no
importa si estas prestaciones fueron acordadas o no al afiliado, si éste acreditaba derecho a las
mismas. En estas situaciones, los derechohabientes sólo deben acreditar su condición de tales y el
haber se determina aplicando los porcentajes correspondientes sobre la prestación que estaba
percibiendo o la que hubiera tenido derecho a percibir, en caso de no estar en curso de pago la
prestación.
En el caso de tratarse de una pensión derivada de un afiliado los requisitos a cumplimentar,
además de acreditar la condición de derechohabiente, son:
1) Regularidad de los aportes a la fecha de fallecimiento del afiliado activo o inactivo.
Este requisito es exigible para los afiliados en actividad al momento del fallecimiento. Para
aquellos que no se encuentren en actividad, la Resolución (S.S.S) 23/97 aclara que la ley
24.241 no exige que el afiliado que genera el derecho a pensión se encuentre trabajando al
fallecer, requiriendo en estos supuestos la acreditación de la regularidad respecto de la fecha de
fallecimiento, con la excepción del supuesto contemplado en el Decreto 460/99 (reunir treinta
años de servicios con aportes en cualquier momento de la vida laboral).
2) El afiliado-trabajador autónomo deberá haber cumplido con la declaración jurada de salud
del Decreto 300/97 y no haber sido declarado incapacitado en los términos del artículo 48.

29.25.4. Causales de pérdida o extinción del derecho de pensión


Las causales de pérdida o de extinción del derecho a pensión previstas en la ley 17.562 y
modificatorias (21.388, 22.611, 23.263 y 23.570) serían aplicables en lo que no se opongan o no
sean contradictorias a lo específicamente normado en este artículo.
Es necesario aclarar dos conceptos distintos, incluidos en estas normas, como son la pérdida
que apunta al no nacimiento del derecho a pensión y la extinción que supone la existencia de un
derecho a pensión y de una causal subsiguiente que provoca la desaparición de ese derecho.
Así están los divorciados o separados legalmente o separados de hecho por culpa de uno de los
cónyuges o de ambos, excepto respecto del cual exista reserva del derecho a alimentos y los
incursos en causales para suceder o por desheredación.
Entre las causales de extinción de la pensión por fallecimiento, podemos citar: la muerte o
fallecimiento presunto judicialmente declarado del beneficiario, el matrimonio o la vida marital de
hecho para los beneficiarios cuyo derecho dependa de que sean solteros o viudos, la desaparición

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definitiva de la incapacidad laboral, el cumplimiento de los 18 años de edad de los hijos solteros,
hijas solteras e hijas viudas, la opción entre dos prestaciones.

29.25.5. Viudos y convivientes


De acuerdo con la ley, el derecho a pensión será gozado por la viuda o el viudo, en primer lugar,
entendiéndose por tales a la persona unida al causante por el vínculo legal del matrimonio, según
la ley argentina.
En cuanto a los convivientes, es decir a los hombres y mujeres que sin estar unidos en
matrimonio mantienen una comunidad de habitación y de vida similar a la que existe entre los
cónyuges, pueden excluir a la viuda o al viudo o concurrir con ellos, según los casos. En cuanto al
concepto de "aparente matrimonio" es una cuestión de hecho que supone no sólo la habitación en
el mismo inmueble sino la convivencia pública y la actuación social que ello implica.
De acuerdo con la ley, los convivientes excluyen al viudo o a la viuda cuando el causante se
hallase separado de hecho y hubiera convivido públicamente en aparente matrimonio durante por
lo menos 5 años inmediatamente anteriores al fallecimiento, que se reducen a dos años cuando
hubiere descendencia reconocida por ambos convivientes, siempre que el cónyuge supérstite haya
sido declarado culpable de la separación personal o del divorcio. En caso contrario, cuando el o la
causante hubieran sido culpables de la separación o del divorcio o cuando hubieran estado
contribuyendo al pago de alimentos, la prestación se otorgará al cónyuge y al conviviente por
partes iguales.
La o el conviviente acceden al derecho a pensión cuando el causante fuera soltero o viudo y
hubieran convivido en aparente matrimonio durante los mismos lapsos antes indicados y en las
mismas condiciones respecto de la descendencia.

29.25.6. Acreditación de convivencia


Es mi opinión la información sumaria debe efectuarse ante la ANSeS en todo los casos, con los
mismos recaudos que el decreto exige y la decisión del organismo administrativo podrá recurrirse
ante los Juzgados Federales de la Seguridad Social.

29.25.7. Convivientes del mismo sexo


Sobre la base del principio de la no discriminación en razón de la orientación sexual en el
reconocimiento de los derechos, la ANSeS dictó la Resolución 671/08 (19-8-08), por la cual
reconoció a los convivientes del mismo sexo el derecho a la pensión por fallecimiento del jubilado,
del beneficiario de retiro por invalidez o del afiliado en actividad del régimen previsional. Es decir,
que los incluye entre los beneficiarios nombrados en el art. 53 de la ley 24.241.
A tal efecto, la convivencia deberá acreditarse conforme los recaudos exigidos por el decreto
1290/94.

29.25.8. Concurrencia del viudo o viuda o conviviente con los hijos


La norma que tratamos debe ser interpretada a la luz de lo dispuesto en el artículo 98 referido al
haber de la pensión. Esta disposición prevé que para la determinación del haber, los porcentajes se
aplicarán sobre el importe de la prestación de referencia del causante (art. 98 pto. 3). Dichos

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porcentajes son los siguientes: a) el 70% para la viuda, viudo o conviviente, cuando no existen
hijos con derecho a pensión; b) el 50% cuando existan hijos con derecho a pensión; c) el 20% para
cada hijo, lo que supone la concurrencia entre el viudo, la viuda o el conviviente con derecho a
pensión con los hijos con derecho a pensión.
Si concurriera la conviviente con la viuda o el conviviente con el viudo y se diera la situación del
artículo 53 "in fine" que comentamos, la parte correspondiente al cónyuge y al conviviente se
dividirá por mitades, y el resto para los hijos según las pautas referidas precedentemente.

29.25.9. Divorcio vincular


La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en autos "Paez de González, Esther c/ Caja de
Retiros, Jubilaciones y Pensiones de la Policía Federal Argentina" con fecha 28/9/93, resolvió que
la ex esposa declarada inocente en el divorcio vincular y que percibía alimentos tiene derecho a la
pensión en proporción a los alimentos pactados. La minoría entendió que no puede invocar la
calidad de viuda del causante quien no era cónyuge al producirse el deceso de éste.

29.25.10. Pensión de los hijos


Si faltan viudo, viuda o conviviente supérstite, acceden al derecho a pensión en forma exclusiva
los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas, siempre que no gozaran de jubilación,
pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que optaren por la pensión que acuerda la
presente, todos ellos hasta los 18 años de edad.
Al hijo o hija le corresponderá una pensión equivalente al 70% de lo percibido por el causante si
no hay viudo, viuda o conviviente, por aplicación analógica del artículo 98 cuando fija la pensión del
viudo, viuda o conviviente.
Se reconoce el beneficio de pensión de los hijos solteros, las hijas solteras y las hijas viudas,
siempre que no gozaren de jubilación, pensión, retiro o prestación no contributiva, salvo que
optaren por el que acuerda esta ley, tal como lo dijimos más arriba, todos ellos hasta los 18 años
de edad. Pero ocurre que la ley se aplica desde los 18 años por lo cual en ninguno de estos
supuestos se podrá estar gozando de beneficio propio y sólo podrían tener un beneficio derivado
del deceso de padres, esposos o convivientes. Como en la ley anterior, se dará muy pocas veces
la hipótesis de hija viuda menor de 18 años.
La ley no contempla el derecho a pensión de las hijas solteras o viudas que hubieren convivido
con el causante en forma habitual y continuada durante los 10 años anteriores a su deceso, que a
ese momento tuvieran cumplida la edad de 50 años y se encontraran a su cargo (hipótesis del art.
38 inc. 1) b. Ley 18.037).
El art. 53 excluye a los derechohabientes mencionados en el art. 39 de la ley 18.037 a los que no
se les aplicaba el límite de edad en el supuesto de encontrarse incapacitados para el trabajo y a
cargo del causante. Por ello, resulta carente de sentido la cláusula que define el concepto de
derechohabiente a cargo del causante, pues ninguna de las hipótesis condiciona el derecho a
pensión a esta circunstancia.
En cambio, la limitación a los 18 años para los hijos, no rige si se encontraren incapacitados a la
fecha del fallecimiento del causante o a la fecha en que cumplieran 18 años de edad sin ninguna
otra condición como la de estar a cargo o convivir. La incapacidad que tratamos no está definida en
los términos rigurosos y complejos en que se lo ha hecho con relación al retiro por invalidez (arts.
48 a 52). Y consideramos que lo que debe acreditarse es que en razón de la incapacidad, el hijo o
la hija no pueden ejercer un trabajo productivo en condiciones de competencia. Es decir que no
solamente debe aplicarse el concepto clínico de incapacidad sino también el económico, pues la
norma apunta a subvenir necesidades y por sobre todo no contiene las limitaciones que
expresamente se incluyen con relación al concepto para definir el derecho al retiro por invalidez. En
esta interpretación debe privar el principio firmemente asentado por la Corte Suprema de Justicia

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de la Nación en cuanto a que en las cuestiones previsionales lo esencial es cubrir los riesgos de
subsistencia sin extremar los rigores formales (CSJN "Romagnoli, Marcelo" Fallos T 267 pág. 336,
-214-67, entre muchos otros).

29.25.11. Hijos adoptivos


El artículo 323 del Código Civil establece que la adopción plena confiere al adoptado una filiación
que sustituye a la de origen, que no pertenece a su familia biológica y que extingue el parentesco
con los integrantes de ésta y todos los efectos jurídicos del mismo; en consecuencia, un hijo
adoptado en forma plena no tiene derecho a pensión por el fallecimiento de sus padres biológicos
pero sí a la de sus padres adoptivos.
Con respecto a la adopción simple, el artículo 331 del Código referido dispone que los derechos
y deberes que resulten del vínculo biológico del adoptado no se extinguen, por lo que un hijo
adoptado en forma simple mantiene su calidad de derechohabiente al fallecer sus padres
biológicos juntamente con la de sus padres adoptivos.
Por otra parte, la adopción plena, no así la adopción simple, de un hijo beneficiario de la pensión
por fallecimiento de sus padres biológicos produciría la extinción de la misma. El Departamento de
Interpretación Normativa de ANSeS, con fecha 15/6/95 y con respecto a la ley 19.134, entendió
que correspondía dar de baja el beneficio de pensión, originado en el padre biológico, de una
menor adoptada en forma plena, concepto que resulta aplicable ya que la ley 24.779 vigente en la
actualidad no introdujo modificaciones en este tema.

29.25.12. Hijastros
En reiteradas oportunidades la jurisprudencia ha reconocido el derecho a pensión de los
hijastros, teniendo en consideración el carácter alimentario asignado al beneficio previsional de
pensión. Así lo ha sostenido la Sala I de la CFSS in re "Sosa Isabel Susana c/Anses s/Pensiones"
del 15/05/07, cuando estableció que a los fines previsionales corresponde equiparar la situación de
la hijastra a la situación beneficiosa en que se encuentran las hijas del causante...Por lo tanto, la
hijastra ocupa el papel de hija en la descendencia del marido de su madre y tiene derecho a
pensión en caso de muerte de éste último..." (cfr. CSJN in re "Bevilacqua, Catalina Pesce de" (sent.
del 5/9/75) y "Calderón T y Otra" (sent. del 2/10/75).

29.26. REGIMEN DE RECIPROCIDAD JUBILATORIA


Recuerda que el régimen de reciprocidad jubilatoria fue instituido por el decreto-ley 9316/46 que
básicamente se refería a las ex Cajas Nacionales de Previsión, al ex Instituto Municipal de
Previsión Social de la Ciudad de Buenos Aires y a las Cajas e Institutos Provinciales y Municipales
de Jubilaciones y Pensiones que tuvieren establecido un régimen similar (arts. 1, 2 y 3 decreto ley
citado; art. 81, Ley 18.037). Se computan los años de servicios prestados en cualquiera de las
Cajas o Institutos de este régimen.

29.27. DECLARACION JURADA DE SERVICIOS CON APORTES

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Para el cómputo de los años de servicios con aportes sólo podrá acreditarse mediante
declaración jurada, como máximo, la cantidad de años indicados en la escala del artículo 38 de
la ley 24.241. De la cual resulta:
1994 7 años
1995 7 años
1996 6 años
1997 6 años
1998 5 años
1999 5 años
2000 4 años
2001 4 años
2002 3 años
2003 3 años
2004 2 años
2005 2 años
2006 1 año
2007 1 año

29.28. APLICABILIDAD DEL ARTICULO 17 Y 19 DE LA LEY 18.037

29.28.1. Servicios honorarios


La aplicación supletoria del artículo 17 de la ley 18.037 en los supuestos no previstos en la ley
24.241, a que alude el artículo 156, es procedente respecto de los servicios honorarios prestados a
la Nación desde los 18 años hasta el límite de servicios sin aportes a que se refiere, a "contrario
sensu" el artículo 38.
Pero debe tenerse en cuenta que la posibilidad de aplicación supletoria de esa normativa
conlleva a proceder a la formulación de cargos por aportes y contribuciones cuando sea necesaria
la acreditación de tiempo con aportes.

29.28.2. Cesación en la actividad en relación de dependencia


La cesación en la actividad en relación de dependencia no es un requisito, como lo era en la ley
18.037, para entrar en el goce de la Prestación Básica Universal; esta prestación se paga a partir
de la fecha de solicitud, siempre que al momento de solicitarla el peticionante tuviere derecho al
beneficio, conforme lo establece el decreto 679/95.
La norma es congruente con el artículo 34 de la ley (texto según L 24.463) que establece el
criterio de compatibilidad absoluta entre el goce de las prestaciones —con excepción de los
regímenes diferenciales y el retiro transitorio por invalidez— y el desarrollo de actividades
laborales.

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29.29. PERIODO DE PRUEBA (ART. 92 BIS L.C.T.)


El artículo 92 bis tuvo una primera redacción en la cual durante el período de prueba el
trabajador y el empleador estaban exentos del pago de aportes personales y contribuciones
patronales al SIJP.
Al dictarse la ley 25.877, su artículo 2 sustituye el artículo 92 bis y se establece que durante el
período de prueba el trabajador tendrá los derechos y obligaciones propios de la categoría o
puesto de trabajo que desempeñe, incluidos los derechos sindicales, con las excepciones
establecidas, y durante este plazo estarán obligados al pago de los aportes y contribuciones para
las obras sociales, asignaciones familiares y cuota correspondiente al régimen vigente de riesgos
del trabajo y, exentos de los correspondientes a jubilaciones y pensiones, Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y Fondo Nacional de Empleo.
Asimismo, la ley 25.877 establece que los trabajadores tendrán derecho, durante este período a
las prestaciones por accidente o enfermedad de trabajo, incluidos los derechos establecidos para
el caso de accidente o enfermedad inculpable, con excepción de lo prescripto en el cuarto párrafo
del art. 212 de la L.C.T. Además queda establecido que, si el contrato continúa luego del período
de prueba, éste se computará como tiempo de servicio a todos los efectos laborales y de la
seguridad social.

29.30. INTIMACION AL TRABAJADOR A INICIAR LOS TRAMITES

JUBILATORIOS (VER PUNTO 17.16 EXTINCION DEL

CONTRATO POR JUBILACION, ART. 252 L.C.T.)

29.31. LA MOVILIDAD DE LAS PRESTACIONES

29.31.1. El artículo 1° de la ley 26.417


El art. 1° de la Ley 26.417 establece que a partir de su entrada en vigencia todas las
prestaciones provisionales otorgadas en virtud de la Ley 24.241, de regímenes nacionales
generales anteriores, de regímenes especiales derogados, o por las ex cajas o institutos
provinciales y municipales de previsión cuyos regímenes fueron transferidos a la Nación se
ajustarán conforme a disposiciones reglamentarias.

29.31.2. Antecedentes Jurisprudenciales de relevancia

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29.31.2.1. Caso Chocobar


En el mes de diciembre de 1996 la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el Fallo
"Chocobar, Sixto Celestino c/ ANSeS s/ Reajustes por Movilidad" (319:3241, La Ley 1997-B 247 del
27/12/96), interpretó por mayoría que el "status" de jubilado de ninguna manera guarda relación
con el salario de actividad, y que el sistema de movilidad instituido por la Ley 18.037 fue derogado
a partir del dictado de la Ley de Convertibilidad 23.928 que prohibía la indexación. En este sentido,
determinó un porcentaje de movilidad para el período 1/4/91 al 15/07/94 (fecha de entrada en
vigencia del Libro I de la Ley 24.241) del 10,17% y desde el 16/07/94 al 31/03/95 (fecha de sanción
de la Ley 24.463) de un 3,61% (variación del AMPO en dicho período), suma que arroja un 13,78%.
A partir de allí, convalida la aplicación del art. 7 inc. 2) de la Ley 24.463.

29.31.2.2. Caso Heit Rupp


En el año 1999, y ante la ausencia de legislación en la determinación de movilidades futuras a la
sanción de la Ley de Emergencia Económica, los administrados interponían reclamos en búsqueda
de la declaración de inconstitucionalidad del art. 7, inc. 2 de la Ley 24.463. El Supremo Tribunal se
expidió al respecto en autos "Heit Rupp, Clementina" (Fallo 322:2226-DT, 1999-B, 2434)
rechazando los planteos de invalidez, considerando que sólo existían agravios conjeturales no
alcanzando los mismos a demostrar el perjuicio concreto de la aplicación del sistema instaurado
por la Ley 24.463.
Dicho esto, cabe hacer mención a los términos del art. 19 de la Ley 24.463, que imponía la
obligación a los jueces inferiores de aplicar la doctrina de la Corte, hecho éste que se tradujo en
que, en la totalidad de los reclamos por reajustes de haberes, los Juzgados de Primera Instancia y
las tres Salas de la Cámara Federal de Apelaciones ordenaran la aplicación de los porcentajes
establecidos en el Fallo "Chocobar" hasta el mes de marzo de 1995, y a partir de allí la literal
aplicación del art. 7 inc. 2) de la Ley 24.463.

29.31.2.3. Caso Sánchez


Ahora bien, el 17 de mayo de 2005 el Alto Tribunal cambió su criterio mediante la doctrina
sentada en el Fallo "Sánchez María del Carmen", y considerando ahora, que la Ley de
Convertibilidad no había derogado el sistema de movilidad de las Leyes 18.037/18.038, restituyó la
aplicación del art. 53 de la Ley 18.037 para todas aquellas personas que se jubilaron por ese
régimen. De esta manera, ordenó la aplicación del Indice General de Remuneraciones hasta el 31
de marzo de 1995 —fecha de entrada en vigencia de la Ley 24.463— y, sin perjuicio de que ratificó
los principios básicos de interpretación sentados acerca de la naturaleza sustitutiva de las
prestaciones previsionales (olvidados en "Chocobar"), nada dijo sobre los períodos posteriores
supeditados a la operatividad del art. 7 inc. 2) de la Ley 24.463.

29.31.2.4. Fallos de la Cámara Federal de la Seguridad Social


Ante la realidad imperante en la Argentina a partir del año 2001, la omisión del Poder Legislativo
de disponer a través de la Ley de Presupuesto la movilidad que permitiera recuperar el carácter
sustitutivo del haber previsional y la derogación del art. 19 de la Ley 24.463 mediante el dictado de

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la Ley 26.025 las tres Salas de la Excma. Cámara Federal de Apelaciones de la Seguridad Social,
en miras del cumplimiento del art. 14 bisCN, se expidieron en fallos realmente significativos.
La Sala I, en autos "González, Elisa Lucinda c/ANSeS s/ Reajustes Varios" del 16 de junio de
2005, dispuso la aplicación del Fallo "Sánchez María del Carmen" hasta el 31 de marzo de 1995 —
esto es, IGR—, con posterioridad y hasta el mes de abril de 1997, variación del AMPO —esto es,
27% aprox.—, desde abril de 1997 hasta el 31 de diciembre de 2001 no fijó pauta de movilidad en
virtud de la estabilidad económica, y desde el 1° de enero de 2003 dispuso la aplicación del Indice
de Salarios —Nivel General INDEC— en cuanto supere el porcentaje de confiscatoriedad del 15%
en el marco de lo resuelto por la Corte en el fallo "Actis Caporale" (Fallo 323:4216).
La Sala II, en autos "Ortino, José Angel c/ANSeS s/ Reajustes Varios" del 17 de octubre de 2005,
determinó la aplicación de la Encuesta Permanente hasta el 31 de marzo de 1995, no fijó pautas
de movilidad entre el 1° de abril de 1995 y el 31 de diciembre de 2001 y a partir de enero de 2002
dispuso el Indice del Promedio de Remuneraciones declarado al Sistema Integrado de Jubilaciones
y Pensiones que desde el mes de enero de 2002 hasta el mes de junio de 2005 tuvo un incremento
del 45,50%. Asimismo, el pronunciamiento estableció un descuento del 10% de confiscatoriedad,
motivo por el cual el ajuste final radicó en un 35,50% aproximadamente.
La Sala III, en autos "Sirombra Lucila Elvira c/ ANSeS s/ Reajustes Varios" de fecha 14 de
septiembre de 2005, estableció la aplicación de la Encuesta Permanente del art. 53 de la Ley
18.037 hasta el 31 de marzo de 1991, el caso "Sánchez María del Carmen" hasta el 31 de marzo
de 1995, no estableció incrementos entre el 1° de abril de 1995 y el 31 de diciembre de 2001, y
desde el 1° de enero de 2002 aplicó un ajuste semestral mediante el Indice del Promedio de las
Remuneraciones declaradas al SIJP informado por el Ministerio de Economía.

29.31.2.5. Caso Badaro


En este contexto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se expidió finalmente respecto de
los períodos posteriores al mes de marzo de 1995, en el caso "Badaro Adolfo Valentín" (Fallo
329:3089) el 8 de agosto de 2006. Aquí nuestro Máximo Tribunal, expuso que el perjuicio de la
clase pasiva dejó de ser conjetural para convertirse en concreto, hecho que lo aleja de la doctrina
sentada en el Fallo "Heit Rupp", y en el entendimiento de que es deber del legislador fijar el
contenido concreto de la garantía constitucional del art. 14 bis, ordenó "Comunicar al Poder
Ejecutivo Nacional y al Congreso de la Nación el contenido de la sentencia a fin de que, en un
plazo razonable, adopten las medidas a las que se alude en los considerandos".
Transcurrido el plazo razonable al que refirió la Corte, y ante el silencio del Poder Legislativo que
omitió introducir la cuestión en la Ley de Presupuesto del 2007 —Ley 26.198—, el 26 de noviembre
de ese año, entendió que los aumentos establecidos en la misma no cumplían con lo que el
Tribunal reclamó en su sentencia; por cuanto resultan ser aumentos generales que no tienen en
cuenta el achatamiento de la escala de beneficios y que encontrándose agotado el plazo al que
aludía el anterior pronunciamiento correspondía expedirse sobre las impugnaciones al sistema
instituido por el art. 7 inc. 2) Ley 24.463. De este modo, resuelve: "...dado que el único aumento en
el beneficio jubilatorio del actor que se ha dispuesto durante el período examinado es insuficiente
para reparar su deterioro, corresponde declarar en el caso la inconstitucionalidad del régimen de
movilidad aplicable y ordenar su sustitución y el pago de las diferencias pertinentes...". Entonces,
para el período que comienza el 1° de enero de 2002 y finaliza el 31 de diciembre de 2006 la Corte
ordena la utilización del Nivel General del Indice de Salarios elaborado por el Instituto Nacional de
Estadística y Censos tachando de inconstitucional para el caso concreto el art. 7 inc. 2) de la Ley
24.463, autorizando que al porcentaje de ajuste final le sean deducidos los aumentos generales
que se hubieran otorgado en virtud del Dec.764/06.

29.32. LIMITE DE ACUMULACION

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La misma persona no podrá ser titular de más de 1 (una) Prestación Básica Universal y, en caso
de corresponder, de más de 1 (una) Prestación Compensatoria, ni más de 1 (una) Prestación
Adicional por Permanencia, debiendo optar por cada una de ellas.
Esta norma establece el principio de no acumulación de prestaciones del Sistema ya que la
misma persona no podrá ser titular de más de una PBU, de una PC o de una PAP. Existe una
incompatibilidad de beneficios.
Considera que en un sistema de estas características si un trabajador percibe simultáneamente
más de una remuneración o renta como trabajador en relación de dependencia o autónomo, y cada
una de ellas será computada separadamente a los efectos de establecer la base imponible
previsional puede producirse un importante desfasaje entre los montos aportados por las personas
con pluralidad de actividades y las prestaciones que ha de percibir lo que atenta contra el principio
de proporcionalidad entre el aporte y el haber de las prestaciones variables según los montos de lo
percibido (PC y PAP).

29.33. REGIMEN DE COMPATIBILIDADES


1) Los beneficiarios de prestaciones del régimen previsional público podrán reingresar a la
actividad remunerada tanto en relación de dependencia como en carácter de autónomos.
2) El reingresado tiene la obligación de efectuar los aportes que en cada caso correspondan, los
que serán destinados al Fondo Nacional de Empleo.
3) Los nuevos aportes no darán derecho a reajustes o mejoras en las prestaciones originarias.
4) Los beneficiarios de prestaciones previsionales que hubieren accedido a tales beneficios
amparados en los regímenes especiales para quienes presten servicios en tareas penosas,
riesgosas o insalubres, determinantes de vejez o agotamiento prematuro, no podrán reingresar a
la actividad ejerciendo algunas de las tareas que hubieran dado origen al beneficio previsional.
Si así lo hicieren, se les suspenderá el pago de los haberes correspondientes al beneficio
previsional otorgado.
5) El goce de la prestación del retiro por invalidez es incompatible con el desempeño de cualquier
actividad en relación de dependencia.
6) Sin perjuicio de las demás obligaciones establecidas en el artículo 12 de la presente ley, el
empleador deberá comunicar la situación a que se refiere el apartado 1 de este artículo a la
Autoridad de Aplicación, en el plazo y con las modalidades que la misma establezca. La omisión
de esta obligación hará pasible al empleador de una multa equivalente a 10 (diez) veces lo
percibido por el beneficiario en concepto de haberes previsionales (texto según L.24.463).

29.34. TRABAJADORES AUTONOMOS


El artículo 13 de la Ley 24.476 establece que los trabajadores autónomos que al 15 de julio de
1994 eran beneficiarios de prestaciones de jubilación ordinaria o por edad avanzada, o a esa fecha
reunían los requisitos para obtener dichos beneficios, no están obligados a efectuar aportes al
Sistema Integrado Previsional Argentino.
Los trabajadores que se mantengan o reingresen a la misma u otra actividad autónoma, cuando
obtienen las prestaciones previsionales en el marco de la Ley 24.241 y sus modificatorias, revistan
obligatoriamente en la categoría mínima y sus aportes tienen el destino previsto en la Ley 24.347.

29.35. REINGRESO O CONTINUIDAD EN LA ACTIVIDAD

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29.35.1. Continuidad en el goce de las prestaciones que se devengaban


El reingreso a la actividad no suspende el goce de las prestaciones que se estaban devengando.
Pero las nuevas actividades no dan derecho a reajuste del haber de las prestaciones que se
gozaban, lo que resulta injusto pues se pierden aportes efectuados al régimen previsional,
resultante del trabajo personal sin razón que lo justifique. Dichos aportes van al Fondo Nacional de
Empleo según el texto del artículo 34 modificado por la Ley 24.463.

29.35.2. Docentes con jubilación parcial


Los afiliados que se encontraren gozando del beneficio de la jubilación ordinaria parcial prevista
en el derogado artículo 52, inciso c) de la Ley 14.473 y estuvieran en actividad al 15 de julio de
1994, podrán continuar en ésta hasta alcanzar los requisitos necesarios para acceder a las
prestaciones del régimen previsional, en cuyo momento se suspenderá el pago del haber
correspondiente a la jubilación parcial (Art.4°, L.24.347).

29.36. PERCEPCION UNIFICADA


Las prestaciones previstas en el artículo 17 de la Ley 24.241 y sus modificatorias serán
abonadas en forma coordinada con el haber de la jubilación ordinaria. Las normas reglamentarias
instrumentarán los mecanismos a fin de procurar la inmediatez y simultaneidad de los pagos
respectivos. (Conf. art. 11 de la Ley 26.417 B.O. 16/10/2008)

29.37. REAPERTURA DEL PROCEDIMIENTO


Lo que se contempla es la revocabilidad de la resolución administrativa o judicial que hubiera
denegado u otorgado la prestación. Con apoyo en dichos precedentes se establecen dos
supuestos:
a) Revocación de una denegatoria judicial o administrativa firme. Si el interesado ofrece nuevos
elementos de juicio se puede hacer lugar al reconocimiento de este derecho considerándose
como fecha de solicitud la del pedido de reapertura del procedimiento. La ley 20.606 admitía
todo medio de prueba tendiente a comprobar hechos relacionados con los requisitos que la ley
previsional exige. Y la ley 21.690 aclaró la norma anterior en el sentido que, no procederá la
reapertura del procedimiento cuando la misma se fundare exclusivamente en cuestiones de
derecho o en jurisprudencia o interpretación legal, judicial o administrativa, anterior o posterior a
la resolución recaída (cuestiones de puro derecho). El decreto reglamentario 1377/74 previó
como requisito para admitir la reapertura del procedimiento que el interesado acompañe y
ofrezca prueba no propuesta con anterioridad o reitere la que, habiendo sido propuesta, no se
hubiera sustanciado. Admite, además reiterar la prueba testimonial a condición de que los
testigos depongan sobre hechos o circunstancias respecto de los cuales no prestaron
declaración (art. 3° decreto citado).
Si la reapertura del procedimiento fuera relativa a prestaciones derivadas de la incapacidad para
el trabajo, la sola presentación de certificados médicos es insuficiente, salvo que en ellos se
hiciera mención a historias clínicas y a otros elementos de juicio, indicando el lugar, persona o
archivo en cuyo poder ellos se encuentran.

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b) Reconocimiento de derechos que se nulifica: se prevé que cuando la resolución otorgante de la


prestación estuviera afectada de nulidad absoluta (supuestos de maquinación fraudulenta o
grave irregularidad comprobada) la prestación podrá ser suspendida, revocada y sustituida por
razones de ilegitimidad en sede administrativa mediante resolución fundada y aunque ya se
hubieran percibido haberes.

29.38. TOPES MAXIMOS


El art. 55 instaura la aplicación de los topes al régimen implementado por la Ley N° 18.037.
Como se expresó anteriormente, la aplicación del tope máximo llevó al planteo de
inconstitucionalidad de dicho artículo.
En un principio, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y posteriormente la entonces
Cámara Nacional de Apelaciones de la Seguridad Social acogían favorablemente los reclamos.
Pero, con posterioridad, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dispuso que, para poder
declarar inconstitucional el art. 55, debe estar comprobado el perjuicio concreto que ocasiona su
aplicación.
Así lo reafirmó en el fallo "Actis Caporale, Loredano Luis Adolfo c/ INPS Caja Nacional de
Previsión para la Industria, Comercio y Actividades Civiles s/ Reajustes por movilidad", 19/8/1999.
En este sentido, se sostuvo que "resulta comprobado el perjuicio concreto que ocasionó la
aplicación del sistema de topes en medida tal que la merma del haber resulta confiscatoria de
acuerdo con la doctrina del Tribunal [...]".
En conclusión, debe quedar demostrado que la aplicación del tope resulte confiscatorio para
poder declararse la inconstitucionalidad del art. 55 de la Ley N° 18.037.
Fue así como la jurisprudencia pospuso el tratamiento del art. 55 de la ley 18.037 para el
momento de efectuarse la liquidación correspondiente en función de los criterios efectuados por el
fallo, en la oportunidad en la que realmente podía ponderarse si existía perjuicio concreto,
completándose en esa oportunidad el fallo que de alguna manera había quedado "abierto". En los
casos que correspondiese, y por aplicación de la doctrina del citado caso "Actis Caporale" antes
citado, se resolvía la cuestión.

29.39. CONCEPTO DE ACTUALIZACION


En el campo de la previsión social, se utiliza permanentemente dos conceptos: el primero
denominado actualización, y el segundo, movilidad.
El concepto actualización está enraizado en el concepto constitucional de movilidad y significa
que el valor de una suma de dinero debe mantener el mismo poder adquisitivo, no obstante los
avatares económicos y, sobre todo, en los procesos de inflación y en los que existe desequilibrio
entre la remuneración y el valor de los bienes que se pretenda adquirir; es decir, desfase del poder
adquisitivo de la moneda.
Según Brito Peret, actualización (o indexación, término éste todavía resistido por razones de
orden idiomático) es la revalorización monetaria de haberes o sumas cuyo pago se produce con
atraso, es decir, que no fueron puestos a disposición de los interesados en su debido momento.
El concepto de "actualización" o "indexación" no fue adoptado por el sistema previsional en
cuanto tal, aunque en la práctica, se aplicó enancado en el concepto movilidad de los haberes.
La movilidad, en el sentido constitucional de la palabra, es la variación de la remuneración en
función de la variación del costo de vida.
También el Dr. Brito Peret se refiere a este tema y dice que es la modificación periódica del
quantum de las prestaciones previsionales, en función de las variaciones del nivel general de las
remuneraciones de los trabajadores dependientes en la actualidad.
El distingo de estos conceptos, que evidentemente tienen causas y fines distintos, aunque en
algunos aspectos tienen matices semejantes, fue el que motivó a los tribunales a interpretar de

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distintas maneras la Ley de Convertibilidad N° 23.928, que prohibía todo tipo de actualización;
¿mover la remuneración es lo mismo que actualizarla?

29.40. APORTES Y CONTRIBUCIONES MONTOS


La Ley fija los aportes de los trabajadores dependientes en el 11% de sus remuneraciones y la
contribución patronal en el 16%. En cuanto a los trabajadores autónomos, el aporte consiste en el
27% sobre los niveles de rentas de referencia.

29.40.1. Base de cálculo, mínimo y máximo


Actualmente los aportes se calculan sobre remuneraciones no inferiores al 0.3468% del haber
mínimo y la base imponible previsional no puede ser mayor al 11,304% (conf. Res.135/092).

29.41. APORTES TRABAJADORES AUTONOMOS

29.41.1. Renta imponible


Los trabajadores autónomos efectuarán los aportes previsionales obligatorios establecidos en el
artículo 10, sobre los niveles de rentas de referencia calculadas en base a categorías que fijarán
las normas reglamentarias de acuerdo con las siguientes pautas:
a) Capacidad contributiva.
b) La calidad de sujeto o no en el impuesto al valor agregado y en su caso, su condición de
responsable inscripto, de responsable no inscripto o no responsable por dicho impuesto. Artículo

El art. 3° de la Ley N° 26.417 B.O. 16/10/2008, dispone que las rentas de referencia que se
establecen en el artículo 8° de la Ley 24.241 y sus modificatorias se ajustarán conforme la
evolución del índice previsto en el artículo 32 de la mencionada ley, con la periodicidad que
establezca el Poder Ejecutivo nacional.

29.42. PERCEPCION SIMULTANEA DE REMUNERACIONES

O RENTAS DE DIVERSO ORIGEN


Si una persona percibe simultáneamente una remuneración como trabajador en relación de
dependencia e ingresos de origen autónomo, los límites mínimos y máximos establecidos se
calculan separadamente en relación a los ingresos de cada una de las actividades.

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Debe entenderse que los topes mencionados tienen como referencia cada una de las
actividades cumplidas en relación de dependencia consideradas por separado y la totalidad de los
ingresos como autónomos. Vale decir que se debe aportar sobre todos los ingresos.
Cabe observar que en función de las características particulares de determinadas actividades en
relación de dependencia, la reglamentación podrá establecer excepciones, las que en nuestra
opinión podrían referirse particularmente a los supuestos en los que las rentas de distinto origen
provienen de una sola fuente, como por ejemplo en el caso de algunos socios o directores de
sociedades.

29.43. OBLIGACIONES DE LOS EMPLEADORES


Son obligaciones de los empleadores, sin perjuicio de las demás establecidas en la presente ley:
a) Inscribirse como tales ante la Autoridad de Aplicación y comunicar a la misma toda modificación
en su situación como empleadores, en los plazos y con las modalidades que dicha Autoridad
establezca.
b) Dar cuenta a la Autoridad de Aplicación de las bajas que se produzcan en el personal.
c) Practicar en las remuneraciones los descuentos correspondientes al aporte personal, y
depositarlos a la orden del Sistema Unico de Seguridad Social.
d) Depositar en la misma forma indicada en el inciso anterior las contribuciones a su cargo.
e) Remitir a la Autoridad de Aplicación las planillas de sueldos y aportes correspondientes al
personal.
f) Suministrar todo informe y exhibir los comprobantes justificativos que la Autoridad de Aplicación
les requiera en el ejercicio de sus atribuciones, y permitir las inspecciones, investigaciones,
comprobaciones y compulsas que aquélla ordene en los lugares de trabajo, libros, anotaciones,
papeles y documentos.
g) Otorgar a los afiliados y beneficiarios y sus derechohabientes, cuando éstos lo soliciten, y en
todo caso a la extinción de la relación laboral, las certificaciones de los servicios prestados,
remuneraciones percibidas y aportes retenidos, y toda otra documentación necesaria para el
reconocimiento de servicios y otorgamiento de cualquier prestación.
h) Requerir de los trabajadores comprendidos en el Sistema, al comienzo de la relación laboral, en
los plazos y con las modalidades que la Autoridad de Aplicación establezca, la presentación de
una declaración jurada escrita de si son o no beneficiarios de jubilación, pensión, retiro o
prestación no contributiva, con indicación, en caso afirmativo, del organismo otorgante y datos
de individualización de la prestación.
i) Denunciar a la Autoridad de Aplicación todo hecho o circunstancia concerniente a los
trabajadores, que afecten o puedan afectar el cumplimiento de las obligaciones que a éstos y a
los empleadores imponen las leyes nacionales de previsión.
j) En general, dar cumplimiento en tiempo y forma a las demás disposiciones que la presente ley
establece, o que la Autoridad de Aplicación disponga.
Las reparticiones y organismos del Estado mencionados en el apartado 1 del inciso a) del
artículo 2°, están también sujetos a las obligaciones enumeradas precedentes.

29.44. OBLIGACIONES DE LOS AFILIADOS

Y DE LOS BENEFICIARIOS

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a) Son obligaciones de los afiliados en relación de dependencia, sin perjuicio de las demás
establecidas en la presente ley:
1) Suministrar los informes requeridos por la Autoridad de Aplicación, referentes a su situación
frente a las leyes de previsión.
2) Presentar al empleador la declaración jurada a la que se refiere el inciso h) del artículo 12, y
actualizar la misma cuando adquieran el carácter de beneficiarios de jubilación, pensión, retiro
o prestación no contributiva, en el plazo y con las modalidades que la Autoridad de Aplicación
establezca.
3) Denunciar a la Autoridad de Aplicación todo hecho o circunstancia que configure
incumplimiento por parte del empleador a las obligaciones establecidas por las leyes
nacionales de jubilaciones y pensiones.
La Autoridad de Aplicación, en un plazo no mayor de 45 días, deberá investigar los hechos
denunciados, dictar resolución desestimando la denuncia o imponiendo las sanciones
pertinentes y efectuar la denuncia penal, según corresponda, y notificar fehacientemente al
denunciante todo lo actuado y resuelto. El funcionario público que no diera cumplimiento a las
obligaciones establecidas en este inciso incurrirá en falta grave.
b) Son obligaciones de los afiliados autónomos, sin perjuicio de las demás establecidas en la
presente ley:
1) Depositar el aporte a la orden del Sistema Unico de Seguridad Social.
2) Suministrar todo informe referente a su situación frente a las leyes de previsión y exhibir los
comprobantes y justificativos que la Autoridad de Aplicación les requiera en ejercicio de sus
atribuciones, y permitir las inspecciones, investigaciones, comprobaciones y compulsas que
aquélla ordene en los lugares de trabajo, libros, anotaciones, papeles y documentos.
3) En general, dar cumplimiento en tiempo y forma a las demás disposiciones que la presente ley
establece, o que la Autoridad de Aplicación disponga.
c) Son obligaciones de los beneficiarios, sin perjuicio de las demás establecidas en la presente ley:
1) Suministrar los informes requeridos por la Autoridad de Aplicación, referentes a su situación
frente a las leyes de previsión.
2) Comunicar a la Autoridad de Aplicación toda situación prevista por las disposiciones legales,
que afecte o pueda afectar el derecho a la percepción total o parcial de la prestación que
gozan.
3) Presentar al empleador la declaración jurada respectiva en el caso que volvieren a la
actividad.
Si el beneficiario fuere incapaz, el cumplimiento de las obligaciones, precedentemente
establecidas incumbe a su representante legal.
Si existiera incompatibilidad total o limitada entre el goce de la prestación y el desempeño de la
actividad, y el beneficiario omitiere denunciar esta circunstancia, a partir del momento en que la
Autoridad de Aplicación tome conocimiento de la misma, se suspenderá o reducirá el pago de la
prestación, según corresponda. El beneficiario deberá además reintegrar lo cobrado indebidamente
en concepto de haberes previsionales, con los accesorios correspondientes, importe que será
deducido íntegramente de la prestación que tuviere derecho a percibir, si continuare en actividad;
en caso contrario se le formulará cargo en los términos del inciso d) del artículo 14.
El empleador que conociendo que el beneficiario se halla en infracción a las normas sobre
incompatibilidad no denunciara esta circunstancia a la Autoridad de Aplicación, se hará pasible de
una multa equivalente a 10 (diez) veces lo percibido indebidamente por el beneficiario en concepto
de haberes previsionales. El hecho de que el empleador no practique las retenciones en concepto
de aportes hace presumir, cuando el trabajador fuere beneficiario de prestación previsional, que
aquél conocía la circunstancia señalada precedentemente.

29.45. TRABAJADORES AUTONOMOS


La obligación genérica de afiliarse está en el artículo 2° inciso b) de la ley, con las aclaraciones
del inciso d) del mismo artículo, y las del artículo 5° relativas a actividades simultáneas.

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La resolución general (AFIP) 2217/07 establece los procedimientos, plazos y demás condiciones
que deberán observar los trabajadores autónomos para su inscripción como tales,
autodeterminación de categoría de revista y recategorización anual, ingreso de aportes y
empadronamiento previsto en el art. 2 del Decreto 1866/06, y la resolución general (AFIP) 2322/07
la tramitación de esta inscripción.

29.46. REGIMEN DE SANCIONES


La ley contempla en el artículo 132 las infracciones a los deberes enunciados en los incisos a)
inscripción como empleador y comunicación de toda modificación en su situación, b) dar cuenta a
la autoridad de aplicación de las bajas que se produzcan en el personal, e) remitir a la autoridad de
aplicación las planillas de sueldos y aportes correspondientes al personal, e i) denunciar a la
autoridad de aplicación todo hecho o circunstancia concerniente a los trabajadores que afecten o
puedan afectar el cumplimiento de las obligaciones que a éstos y a los empleadores imponen las
leyes nacionales de previsión. Estos incumplimientos son considerados delitos que se configuran
cuando el obligado no diera cumplimiento a los deberes aludidos dentro de los 30 días de
notificada la intimación respectiva en su domicilio real o en el asiento de sus negocios.
Adelantamos que para la configuración del tipo penal se requiere el dato objetivo del
incumplimiento y la mera culpa o negligencia. Las sanciones son de prisión de 15 días a un año.
En cuanto a la infracción al deber de actuación como agente de retención o percepción y al
deber de depósito, o por la evasión de aportes y contribuciones, el artículo 133 remite a las
disposiciones de la ley 24.769 (Ley Penal Tributaria y Previsional) y al Código Penal.

29.47. OBLIGACIONES DE APORTAR DE LOS

SOCIOS EN DISTINTAS SITUACIONES

29.47.1. Principios generales


La inclusión de los socios en el SIPA como afiliados obligatorios o voluntarios, en relación de
dependencia o autónomos, depende de distintos factores valorados individual o conjuntamente por
la norma, a saber: tipos de sociedad, ejercicio de la conducción, realización de tareas en relación
de dependencia, participación en la sociedad, parentesco entre los socios, y edad de los socios.
A los fines del encuadramiento del socio como afiliado obligatorio en relación de dependencia, no
es un factor determinante la eventual presencia de las notas que caracteriza este tipo de relación
para el régimen de contrato de trabajo. Esto se comprueba con la exclusión de ciertos socios de la
relación de dependencia obligatoria en función de los otros parámetros que valora el artículo 2°
inciso d) de la ley 24.241.
El vínculo familiar, que debe ser entre la totalidad de los socios de la sociedad, y que incorpora a
los socios en la afiliación obligatoria autónoma es el parentesco de hasta el segundo grado de
consanguinidad o afinidad.
En cuanto a la participación de cada uno de los socios en la sociedad que surge de dividir el
número 100 por el número total de socios de la sociedad, el resultado obtenido es el elemento con
el que se compara la participación del socio cuya afiliación es preciso determinar: si su

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participación es inferior a ese promedio es un afiliado obligatorio en relación de dependencia y si su


participación es igual o superior al mismo es un afiliado obligatorio autónomo.
Por su parte, el socio que integra el órgano de conducción de la sociedad es un afiliado
obligatorio autónomo, mientras que el socio menor de 55 años, no incluido obligatoriamente como
trabajador autónomo o como trabajador en relación de dependencia, puede incorporarse al sistema
como afiliado voluntario autónomo.
En conclusión, la ley 24.241 a los efectos de determinar si el socio es un cotizante obligatorio en
relación de dependencia o autónomo, tiene un criterio propio y no coincidente con el derecho
laboral, pues la norma a lo que se refiere es al tipo de cotización que debe efectuar y no a su
situación laboral respecto de la sociedad.
La D.G.I. (hoy AFIP) mediante providencia D.A.N.L.S.S N° 34/96 se expidió con relación al
encuadramiento de los socios en los distintos tipos de sociedades y por Resolución General N°
4328/97 respecto a los asociados a cooperativas de trabajo.
Esta última resolución establece el encuadramiento de los asociados a las cooperativas de
trabajo como afiliados autónomos. La ley 25.877 dispone que los servicios de inspección del
trabajo están habilitados para ejercer el contralor de las cooperativas de trabajo a los efectos de
verificar el cumplimiento de las normas laborales y de la seguridad social en relación con los
trabajadores dependientes a su servicio, así como a los socios de ella que se desempeñen en
fraude a la ley laboral.
Estos últimos serán considerados trabajadores dependientes de la empresa usuaria para la cual
presten servicios, a los efectos de la aplicación de la legislación laboral y de la seguridad social.
La ley 26.063, en su artículo 8 dispone que en los casos en que no sea de aplicación la
presunción indicada en el art. 5° inciso b), las personas físicas o las empresas que contraten a
cooperativas de trabajo serán solidariamente responsables de las obligaciones que, para con el
Sistema Único de Seguridad Social se hayan devengado por parte de los asociados de dichas
cooperativas durante los períodos comprendidos en la respectiva contratación hasta el monto
facturado por la cooperativa si la prestación facturada se corresponde con una actividad que
genera ganancias gravadas en los términos de la ley de impuesto a las ganancias y por rentas de
cualquier naturaleza, a favor del dador de trabajo.
En tal orden, el art. 40 dispone que "En materia de seguridad social se presumirá, salvo prueba
en contrario, que la prestación personal que se efectúa a través de un trabajador se realiza en
virtud de un contrato laboral pactado, sea expresa o tácitamente por las partes".
Asimismo, el art. 5° , establece que "a los efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, podrá
tomarse como presunción general que:... b) los asociados a la cooperativa de trabajo son
empleados en relación de dependencia de quien utilice sus servicios para la consecución del
objetivo principal de su propia actividad".

29.48. OPCION DE LA INEXIGIBILIDAD DEL PAGO


La inexigibilidad del pago de estos aportes autónomos puede ser opuesta en cualquier tiempo a
todo requerimiento administrativo de estas obligaciones.

29.49. COMPUTO DEL TIEMPO DE SERVICIOS

CON APORTES ADEUDADOS NO EXIGIBLES

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Los años comprendidos en el supuesto que trato no son computados como tiempo de servicios
ni como años de servicios con aporte para el otorgamiento de las prestaciones previsionales.
En el caso excepcional de los trabajadores autónomos, cuyos ingresos mensuales no superen
los tres módulos que es establezcan y su patrimonio neto total sea inferior a cincuenta mil pesos,
se autoriza la computabilidad de esos períodos adeudados, de pago inexigible, como tiempo de
servicios, pero no como años de servicios con aporte para la obtención de las prestaciones
previsionales.

29.50. PRESTACION COMPENSATORIA

29.50.1. Concepto
La Prestación Compensatoria retribuye los servicios prestados con aportes hasta el 30/06/94.
Por tanto, está destinada a desaparecer cuando los jubilables sólo computen servicios con aportes
posteriores a dicha fecha.

29.50.2. Requisitos
Para tener derecho a esta prestación, se requiere el cumplimiento de los mismos requisitos de
edad y de servicios previstos para la PBU, es decir, que los hombres hubieran cumplido 65 años de
edad, las mujeres 60 y que ambos acrediten 30 años de servicios con aportes computables en uno
o más regímenes comprendidos en el sistema de reciprocidad.
El requisito del inc. c) es aclarado por el Dec. 526/95 en el punto 8 de la reglamentación del art.
97, al disponer que el retiro transitorio por invalidez se extingue y es sustituido por la Prestación
Básica Universal cuando el afiliado reúne los requisitos de esta prestación. En tal orden, el inciso c)
del art. 23 se aplica íntegramente respecto del Retiro Definitivo por Invalidez como requisito para el
otorgamiento de la Prestación Compensatoria.

29.51. AUTORIDAD DE APLICACION, FISCALIZACION Y CONTROL

29.51.1. Facultades y atribuciones de la A.N.S.E.S.


En el art. 36 de la ley 24.241, es la Administración Nacional de la Seguridad Social quién tendrá
a su cargo la aplicación, control y fiscalización del régimen de reparto, así como la recaudación de
la Contribución Unica de la Seguridad Social (C.U.S.S),
Corresponderá al citado Organismo el dictado de normas reglamentarias en relación a los
siguientes ítems:
a) La certificación de los requisitos necesarios para acceder a las prestaciones estatuidas en el
presente Título.
b) La instrumentación de normas y procedimiento para dar cumplimiento a lo establecido en el
artículo 35.

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c) El requerimiento de toda información periódica u ocasional a los responsables de la declaración


e ingreso de los aportes y contribuciones, necesaria para un adecuado cumplimiento de sus
funciones de control.
d) La concesión de las prestaciones establecidas en el presente Título.
e) El procedimiento para la tramitación de denuncias a que se refiere el apartado 3 del inciso a) del
artículo 13.
En el ejercicio de sus atribuciones podrá recabar el auxilio de la fuerza pública, iniciar acciones
judiciales, denunciar delitos y constituirse en parte querellante. (Párrafo vetado por Dec. 2091/93)
Esta enumeración es meramente enunciativa, pudiendo el citado Organismo realizar todas
aquellas funciones no especificadas que hagan al normal ejercicio de sus facultades de
administración del Sistema Unico de Seguridad Social.
Con el objeto de evitar la superposición de facultades entre la Dirección General Impositiva (hoy
Administración Nacional de la Seguridad Social y la Administración Federal de Ingresos Públicos) y
para facilitar a las personas comprendidas en los artículos 12 y 13 (empleados, afiliados y
beneficiarios) el cumplimiento de sus obligaciones, la resolución conjunta (S.S.S) 42/94 y (S.I.P)
104/94 aclara las respectivas áreas de competencia de dichos organismos.
En virtud de esta resolución conjunta, la DGI (AFIP) actúa como autoridad de aplicación respecto
de las siguientes obligaciones de los empleadores:
a) Inscripción y comunicación de toda modificación de su situación.
b) Descuentos en las remuneraciones de los aportes personales y su depósito a la orden del
Sistema Unificado de la Seguridad Social.
c) Depósito de las contribuciones patronales.
d) Suministro de informes y exhibición de los comprobantes y compulsa en lugares de trabajo,
libros, anotaciones, papeles y documentos.
La AFIP es también autoridad de aplicación con relación a la obligación del trabajador autónomo
de depositar sus aportes a la orden del Sistema Unificado de la Seguridad Social, de suministrar
todo informe referente a su situación frente a las leyes de previsión, exhibir los comprobantes y
justificativos que le sean requeridos, permitir inspecciones, investigaciones, comprobaciones y
compulsas en los lugares de trabajo, libros, anotaciones, papeles y documentos.
La Administración Nacional de la Seguridad Social es autoridad de aplicación respecto de:
a) Las obligaciones de los empleadores de otorgar las certificaciones de los servicios prestados,
remuneraciones percibidas y aportes retenidos y toda otra documentación necesaria para el
reconocimiento de servicios u otorgamiento de cualquier prestación cuando le fuera solicitada
por los afiliados y beneficiarios o sus derechohabientes, o sin necesidad de requerimiento, en
caso de extinción de la relación laboral.
El artículo 80 de la Ley de Contrato de Trabajo establece la obligación del empleador de hacer
entrega al trabajador de un certificado en el cual conste el tiempo de prestación de servicios, la
naturaleza de los mismos, los sueldos percibidos y los aportes y contribuciones efectuados con
destino a la Contribución Unificada de la Seguridad Social, al momento de la extinción de la
relación laboral.
La ley 24.576 dispone que en el certificado de trabajo que el empleador está obligado a entregar
a la extinción del contrato de trabajo debe constar además de lo prescripto en el artículo 80 de la
L.C.T., la calificación profesional obtenida en el o los puestos de trabajo desempeñados, hubiere
o no cumplido el trabajador acciones regulares de capacitación.
Dichas certificaciones, de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 275 de la Ley 24.522, son
expedidas por el síndico de la quiebra según constancias de la contabilidad de la fallida.
b) Las obligaciones de los empleadores de requerir de los trabajadores comprendidos en el
sistema jubilatorio, al comienzo de la relación laboral, la presentación de una declaración jurada
escrita respecto de si son o no beneficiarios de jubilación, pensión, retiro o prestación no
contributiva con indicación, en caso de serlo, del organismo otorgante y datos de
individualización de la prestación.
c) Las obligaciones de los afiliados en relación de dependencia de presentar y actualizar la
declaración jurada escrita respecto de su carácter de beneficiario o no de jubilación, pensión,
retiro o prestación no contributiva.
d) Las obligaciones de los beneficiarios de suministrar a la Administración Nacional de la Seguridad
Social los informes referentes a su situación frente a las leyes previsionales.

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e) Las obligaciones de los beneficiarios de comunicar a la Administración Nacional de la Seguridad


Social toda situación que afecte o pueda afectar el derecho a la percepción total o parcial de su
prestación.
f) Las obligaciones de los beneficiarios de presentar al empleador la declaración jurada en el caso
de que volviere a la actividad.
Deben dictarse normas conjuntas de la AFIP y de la Administración Nacional de la Seguridad
Social para la aplicación, interpretación y reglamentación de:
a) Las obligaciones del empleador relacionadas con las bajas de personal, la remisión de planillas
de sueldos y aportes.
b) Las obligaciones del empleador respecto de la denuncia de todo hecho o circunstancias que
afecte el cumplimiento de las obligaciones impuestas a los trabajadores y empleadores.
c) La obligación del empleador de dar cumplimiento en tiempo y forma a las disposiciones de la Ley
24.241 y de toda otra que la autoridad de aplicación disponga.
d) Las obligaciones del afiliado en relación de dependencia de suministrar informes respecto de su
situación previsional.
e) Las obligaciones de los afiliados en relación de dependencia de denunciar todo hecho o
circunstancia que configure incumplimiento por parte del empleador.
f) Las obligaciones de los afiliados autónomos de dar cumplimiento en tiempo y forma a las
disposiciones emergentes de la Ley 24.241 y las que disponga la autoridad de aplicación.

29.52. DENUNCIAS
La resolución conjunta (DGI) 21/94 y (ANSeS) 723/94, convalidadas por Res. Conj. 1/02 INARSS
y 1/02 AFIP regula el procedimiento y especifica los requisitos para la presentación de las
denuncias por incumplimiento de las obligaciones a cargo de los empleadores. El artículo 4° de la
resolución aclara que sin perjuicio de que las denuncias que no reúnan los requisitos requeridos no
recibirán el trámite establecido en el artículo 13, inc. a) de la Ley 24.241, la Administración
Nacional de la Seguridad Social y AFIP pueden producir las fiscalizaciones y/o acciones dentro del
ámbito de sus competencias específicas que consideren necesarias. La utilización del modelo de
denuncia es optativa para el denunciante.

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CAPITULO XXX
PRESTACIONES NO CONTRIBUTIVAS
30.1. Pensiones graciables propiamente dichas. - 30.2. Pensiones graciables de leyes
especiales. - 30.3. Pensiones por vejez o invalidez. - 30.3.1. Asignación por ancianidad. -
30.3.2. Asignación por invalidez. - 30.4. Pensiones a los derechohabientes. - 30.5. Guía de
análisis.
En el sistema de seguridad social argentino hay prestaciones contributivas, que son las incluidas
en el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, financiadas principalmente con las
cotizaciones de los trabajadores y de los empleadores, y prestaciones no contributivas que no
requieren tributación previa para su obtención, por ser de carácter asistencial y que son financiadas
con recursos provenientes de rentas generales.
Dentro de las prestaciones no contributivas pueden establecerse dos grupos: en un grupo
estarían aquellas prestaciones a las que se accede sin cumplimentar ningún requisito, y en el
segundo grupo aquellas prestaciones que se otorgan en función de la acreditación de ciertos
recaudos.
En el primer grupo están las pensiones graciables propiamente dichas y en el segundo grupo,
deben distinguirse las pensiones graciables por leyes especiales, que se otorgan en función del
reconocimiento de servicios prestados al país o de aptitudes propias de los beneficiarios, de las
pensiones por vejez e invalidez, prestaciones en las que están protegidos sólo los sujetos que
cumplimenten las condiciones de vejez e invalidez exigidas respecto de cada prestación.
La ley 24.241 elevó las edades requeridas para la obtención de algunas de las prestaciones no
contributivas del segundo grupo y en el artículo 184 dispone que tal elevación de la edad se
produzca en forma gradual.

30.1. PENSIONES GRACIABLES PROPIAMENTE DICHAS


Las pensiones graciables propiamente dichas, que eran las otorgadas "por gracia del príncipe",
en nuestra legislación son acordadas por el Congreso en la ley de presupuesto, por un período de
diez años prorrogables.
Para acceder a estas pensiones graciables no es necesario acreditar ningún requisito, ya que su
otorgamiento sólo depende de la voluntad del legislador y su percepción es compatible con
cualquier otro beneficio.

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30.2. PENSIONES GRACIABLES DE LEYES ESPECIALES


Las pensiones graciables de leyes especiales son consecuencia de leyes dictadas con el objeto
de proteger, premiar o reconocer hechos o actividades de los potenciales beneficiarios. En tal
sentido se dictaron distintas normas, entre ellas:
l Descendientes de guerreros de la independencia (ley 11.412).
l Obreros y costureros del Estado (ley 11.471).
l Por el lapso de diez años prorrogables, los mayores de 70 años o incapacitados que carezcan de
medios decorosos de vida y que no tuvieren parientes obligados en condiciones de
suministrárselos y que hubieren prestado servicios de carácter extraordinario o eminente a la
Nación, militares o civiles en guerras internacionales anteriores a 1870 o en la conquista del
desierto, militares o civiles durante diez años como mínimo (ley 13.337 y modificatorias y se
aplica el gradualismo de edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Por el lapso de diez años prorrogables, los ciudadanos que estando bajo bandera se incapaciten
para el trabajo a consecuencia de accidente y enfermedad consecuente, o combatientes
invalidados en guerras internacionales en que la Nación hubiera participado (ley 13.337 y
modificatorias).
l Por el lapso de diez años prorrogables los familiares de las personas que intervinieron en guerras
y fallecieron en actos de servicio o por enfermedad consecuente (ley 13.337 y modificatorias).
l Sobrevivientes de la primera conscripción del ejército (1896) y de la marina de guerra (1898)
argentinos (ley 14.125).
l Pensión mensual vitalicia para las personas que hayan obtenido u obtengan en el futuro el primer
premio nacional en ciencias o en letras, que acrediten 60 años. Sólo pueden obtener una
prestación de este tipo, aunque el titular hubiera sido acreedor a más de un premio (ley 16.516).
l Precursores de la aeronáutica (ley 18.559).
l Asignación mensual vitalicia para los que obtuvieron el Premio Nobel (ley 19.211 reformada por
ley 21.607).
l Pioneros de la Antártida Argentina (ley 19.472).
l Enfermos Mal de Hansen (ley 19.562).
l Víctimas de actos terroristas (ley 20.007).
l Pensión mensual vitalicia para los artistas de artes plásticas y arquitectura que hayan obtenido u
obtengan en el futuro el máximo galardón que la Nación otorga anualmente (ley 20.733).
l Arzobispos, obispos y vicarios castrenses (leyes 21.540, 23.966 y 24.019).
l Asignación mensual vitalicia para sacerdotes seculares del culto católico, apostólico, romano, con
70 años de edad o incapacitados que se hubieren desempeñado en el país por lapso no inferior
a cinco años y que no estén amparados por el régimen contributivo o no contributivo (leyes
22.430, 23.966 y 24.019).
l Familiares de desaparecidos (ley 23.466).
l Pensión mensual vitalicia para las madres de siete hijos nacidos vivos o adoptados (en forma
simple o plena), de nacionalidad argentina o naturalizada con residencia mínima y continuada en
el país de un año antes del pedido o de nacionalidad extranjera con residencia mínima y
continuada en el país de quince años antes del pedido (ley 23.746).
l Prestación que perciben los ex-combatientes de la guerra de las Malvinas (ley 23.848 modificada
por ley 24.346).
l Pensión vitalicia para los maestros del deporte, que son aquellas personas que han logrado títulos
olímpicos, y deben acreditar 60 ó más años de edad y no poseer ingresos mensuales superiores
a cinco haberes mínimos jubilatorios (ley 23.891 y se aplica el gradualismo de edad del artículo
184 de la ley 24.241).
l Asignación mensual vitalicia para el presidente, vicepresidente de la Nación, respecto de los
cuales no se fijan requisitos para acceder a las prestaciones (ley 24.018 y se aplica el
gradualismo de edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Asignación mensual vitalicia para los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que
deben acreditar como mínimo 4 años en el ejercicio del cargo o 65 años de edad o treinta años

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de servicios o veinte años de servicios con aportes en regímenes de reciprocidad (ley 24.018 y
se aplica el gradualismo de edad del artículo 184 de la ley 24.241).
l Integrantes de las dotaciones en las islas Orcadas del Sur y archipiélago Melchior (ley 24.346).

30.3. PENSIONES POR VEJEZ O INVALIDEZ

30.3.1. Asignación por ancianidad


Las personas mayores de 70 años, argentinas, naturalizadas o extranjeras con diez años de
residencia mínima y continuada en el país anteriores a la solicitud, que carecen de recursos
suficientes (ley 13.478 y modificatorias).

30.3.2. Asignación por invalidez


Los incapacitados total y permanentemente para el desempeño de cualquier actividad
compatible con sus aptitudes profesionales (ley 18.910).

30.4. PENSIONES A LOS DERECHOHABIENTES


La norma que regula cada uno de los distintos tipos de pensiones no contributivas, establece a
cuáles derechohabientes se les extenderá el derecho en caso de fallecimiento del titular.

30.5. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Qué tipo de pensiones no contributivas existen?
2) ¿Cuáles son las pensiones graciables propiamente dichas?
3) ¿Cuáles son los motivos del acuerdo de las pensiones graciables de leyes especiales?
4) ¿Cuáles son los requisitos para acceder a las pensiones de vejez o invalidez?

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CAPITULO XXXI
RÉGIMEN DE OBRAS SOCIALES
31.1. Normas constitucionales referidas a la
protección de la salud. - 31.2. Origen del régimen. -
31.3. Transformación de las obras sociales. - 31.3.1.
Recaudatorios. - 313.2. Prestacionales. - 31.3.3.
Inclusión de beneficiarios. - 31.3.4. Contralor
administrativo y contable ejercido por la
Superintendencia de Servicios de Salud. - 31.3.5.
Contralor de la Superintendencia de Servicios de
Salud para asegurar el cumplimiento de la ley del
sistema nacional del seguro de salud. - 31.4. Régimen
actual de las obras sociales. - 31.4.1. Agentes
naturales. - 31.4.2. Naturaleza jurídica. - 31.4.3.
Bienes afectados al funcionamiento de las obras
sociales. - 31.4.4. Administración de las obras
sociales. - 31.4.5. Beneficiarios. - 31.4.5.1.
Beneficiarios titulares. - 31.4.5.2. Beneficiarios
derivados. - 31.4.5.3. Mantenimiento de la calidad de
beneficiario. - 31.4.6. Asociación de obras sociales
sindicales. - 31.5. Sistema Nacional del Seguro de
Salud. - 31.5.1. Concepto. - 31.5.2. Beneficiarios. -
31.5.3. Administración del sistema. - 31.5.3.1.
Superintendencia de Servicios de Salud. - 31.5.3.2.
Programa Médico Obligatorio. - 31.5.4. Agentes del
sistema. - 31.5.5. Fusión de agentes del seguro de
salud. - 31.5.6. Prestaciones. - 31.6. Financiación. -
31.6.1. Aportes y contribuciones. - 31.6.2. Fondo
solidario de redistribución. - 31.7. Libertad de elección
del afiliado. - 31.7.1. Competencia entre las obras
sociales. - 31.7.2. Padrón de beneficiarios del Sistema

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Nacional del Seguro de Salud. - 31.7.3. Ejercicio de la


opción de cambio. Normativa vigente. - 31.7.4.
Régimen de traspasos de los afiliados a obras
sociales de personal de dirección. - 31.8. Obras
sociales en crisis. Garantía de continuidad de la
cobertura. - 31.9. Guía de análisis. - Bibliografía.

31.1. NORMAS CONSTITUCIONALES REFERIDAS

A LA PROTECCION DE LA SALUD
El artículo 14 bis de la Constitución Nacional establece que el Estado
otorgará los beneficios de la seguridad social, y en forma especial, consagra el
seguro social obligatorio.
El derecho a la salud, en el concepto de Bidart Campos, en la ley
fundamental reformada en el año 1957, se hallaba consagrado como un
derecho implícito en el artículo 33 de la Constitución Nacional.
La reforma de 1994 en el artículo 42 reconoció "el derecho a la protección de
la salud" cuando se refiere al derecho de los consumidores y usuarios.
Las normas internacionales sostienen que la protección de la salud es un
derecho sustancial del hombre que presupone la responsabilidad del Estado en
el diseño de la política de salud, de la normativización y la consecuente
fiscalización de un sistema que prodigue el más alto nivel de salud. En tal
sentido el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
actualmente incorporado a nivel constitucional por el inciso 22 del artículo 75
de la Constitución Nacional.

31.2. ORIGEN DEL REGIMEN


El nacimiento del régimen de obras sociales se produce tanto a raíz de la
saturación de los servicios estatales de salud por la excesiva demanda como
porque la mayoría de los trabajadores argentinos y sus grupos familiares
estaban desprotegidos con relación a la cobertura de salud, circunstancia que
era consecuencia de los problemas económicos que aquejaban a los
trabajadores y a su falta de previsión respecto de la contingencia de
enfermedad.

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Las asociaciones sindicales ante esta situación de desprotección buscaron


resolver el problema de la asistencia médica, brindando solución al tema de la
salud de los trabajadores afiliados a la asociación profesional.
A fines de la década del cincuenta, algunos sindicatos comenzaron a
negociar en los convenios colectivos, cláusulas obligatorias por las cuales los
empleadores se comprometían a cotizar sumas destinadas a la salud de los
trabajadores de esas asociaciones profesionales, integrándose esta
financiación solidaria con las aportaciones de los afiliados a la asociación
profesional.
En el año 1970 se dicta la ley 18.610, reglamentada por el decreto 4714/71,
que oficializa esta práctica sindical al generalizar el sistema de obras sociales,
haciendo obligatorio que cada sindicato organizara la suya, ya que prevé la
existencia de obras sociales estatales, paraestatales, de administración mixta y
sindicales.
La ley 18.610 estableció que las obras sociales sindicales comprenderían a
todos los trabajadores, afiliados o no a la asociación profesional y dispuso la
obligatoriedad de financiamiento por parte de los trabajadores y de los
empleadores, a través de los aportes y de las contribuciones respectivamente.
La administración de estas obras sociales estaba a cargo del sindicato que
hubiera concertado el respectivo convenio colectivo o que creara la obra social
en el caso que ésta no existiera.
El artículo 9° de la ley 22.105 dispuso que las asociaciones gremiales de
trabajadores, como tales, no serían destinatarias de los recursos de la ley
18.610, sus modificatorias y complementarias y de la ley que la modifique o
reemplace, ni intervendrían en la conducción y administración de las obras
sociales y estableció —con el objeto de evitar la discontinuidad de los servicios
de salud prestados por las obras sociales existentes— que las situaciones
preexistentes que vulneraran ese principio deberían corregirse en el lapso y
forma que estableciera la reglamentación; esta reglamentación determinó que
las situaciones preexistentes se corregirían en el plazo que fijare la ley que
reemplazara o modificara a la ley 18.610.
La ley 22.269, que reemplazó a la ley 18.610 sancionada en el año 1980,
momento en el cual estaba prohibida la actividad sindical y se habían
intervenido los sindicatos y sus obras sociales, amplió el período para la
corrección de las situaciones preexistentes hasta la constitución de la persona
jurídica que habría de continuar con la prestación, para lo cual se fijó un plazo
máximo de tres años.
Esta ley modificaba el régimen jurídico de las obras sociales, ya que todas
las obras sociales, a través de los entes que se constituirían pasaban a ser
estatales; estos entes, que nunca se crearon, hubieran sido los encargados de
la administración del servicio de salud. Asimismo, determinaba que los
sindicatos debían llevar una administración y contabilidad separada de los
fondos sindicales y de las obras sociales para posibilitar la individualización de
distintos patrimonios y que las autoridades de la asociación profesional sólo
podían realizar actos de administración y conservación de los bienes; para la

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disposición de los bienes inmuebles y muebles registrables debían requerir la


autorización del Instituto Nacional de Obras Sociales.
La norma aludida constituyó un intento de sustituir el sistema de obras
sociales sindicales por una estatización de ellas, estatización que nunca se
hizo efectiva.
Luego de asumir el gobierno constitucional en 1983, a través del llamado
"Proyecto de ley Mucci", que no fuera aprobado en el Senado, se intentó retirar
las obras sociales sindicales de la propiedad de los trabajadores que lo
componían.
El artículo 31, inciso f) de la ley 23.551 establece como derecho exclusivo de
las asociaciones profesionales con personería gremial el de administrar sus
propias obras sociales y, según el caso, participar en la administración de las
creadas por ley o por convenciones colectivas de trabajo.
Finalmente, el tema de la naturaleza jurídica y de la propiedad de las obras
sociales sindicales se resolvió, luego de negociaciones entre los distintos
sectores sociales (políticos, legislativos y sindicales), con la sanción de la ley
23.660.

31.3. TRANSFORMACION DE LAS OBRAS SOCIALES


Las normas dictadas tendientes a la transformación del sistema de obras
sociales se pueden separar en distintos temas.
1) Recaudatorios
a) La inclusión de los aportes y contribuciones de las obras sociales dentro
de la Contribución Unificada de la Seguridad Social
b) La ejecución de las deudas por aportes y contribuciones
2) Prestacionales
a) Cobertura para los enfermos de SIDA
b) Tratamientos médicos, psicológicos y farmacológicos para los
dependientes del uso de estupefacientes
c) Tratamientos de desintoxicación y rehabilitación
d) Programa de prevención del SIDA y de la drogadicción
e) Establecimiento del Programa Médico Obligatorio
3) Inclusión de beneficiarios
a) Libertad de elección de obra social
b) Normalización de la situación de los beneficiarios en pluriempleo
c) Prohibición de afiliación a más de un agente del seguro de salud, sea
como beneficiario titular o como miembro del grupo familiar primario
4) Contralor administrativo y contable ejercido por la Superintendencia de
Servicios de Salud
a) Requerir y aprobar memoria anual y el balance de las obras sociales

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b) Requerir y suministrar información adecuada para el mejor contralor de


las obras sociales a la A.F.I.P.
c) Verificar el cumplimiento por parte de las obras sociales de las
obligaciones que deben satisfacer en función de lo normado en la ley
23.660 y normas complementarias
d) Ante la comprobación de irregularidades o graves deficiencias de
funcionamiento proponer al Poder Ejecutivo Nacional la intervención de las
obras sociales
5) Contralor de la Superintendencia de Servicios de Salud para asegurar el
cumplimiento de la ley del Sistema Nacional del Seguro de Salud
a) Presentación anual del programa de prestaciones médico-asistenciales
b) Presentación anual del presupuesto de gastos y recursos para su
funcionamiento y la ejecución del programa
c) Memoria general y balance de ingresos y egresos financieros del período
anterior y copia legalizada de todos los contratos de prestaciones de salud
celebrados durante el mismo período a efectos de confeccionar un registro
de los mismos

31.4. REGIMEN ACTUAL DE LAS OBRAS SOCIALES

31.4.1. Agentes naturales


Las obras sociales son aquellas entidades de la seguridad social con la
responsabilidad de administrar las prestaciones médico-asistenciales para
satisfacer las contingencias relacionadas con la salud de determinada
población.
Los distintos tipos de obras sociales comprendidas en la ley 23.660 como
agentes naturales del Seguro Nacional de Salud son:
1) Las de carácter sindical correspondientes a las asociaciones
gremiales de trabajadores con personería gremial, signatarias de
convenios colectivos de trabajo.
2) Los institutos de administración mixta, las obras sociales y las
reparticiones u organismos que teniendo como fines los
establecidos en la ley, hayan sido creados por leyes de la Nación.
3) Las obras sociales del personal de la Administración Central del
Estado Nacional, sus organismos autárquicos y descentralizados.
4) Las de las empresas y sociedades del Estado.
5) Las del personal de dirección y de las asociaciones profesionales
de empresarios.

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6) Las constituidas por convenios con empresas privadas o públicas.


7) Las del personal civil y militar de las fuerzas armadas, de
seguridad, Policía Federal Argentina, Servicio Penitenciario Federal
y los retirados, jubilados y pensionados del mismo ámbito, cuando
se adhieran.
8) Toda otra entidad creada o a crearse, que no encuadre en la
enumeración precedente, pero tenga como fin el establecido en la
ley.
Las obras sociales del Poder Judicial de la Nación y de las universidades
nacionales han sido exceptuadas de las disposiciones de la ley por el artículo
4° de la ley 23.890.
En el caso en que hubiere asociaciones sindicales sin personería gremial
(Capítulo VII de la ley 23.551) que tuvieren obra social, la norma previó que
esas obras sociales encuadraban en la naturaleza jurídica establecida en el
punto 8 "ut supra" señalado.

31.4.2. Naturaleza jurídica


Las obras sociales sindicales, las de personal de dirección, las de
asociaciones profesionales de empresarios y las creadas a raíz de convenios
funcionan con individualidad administrativa, contable y financiera y detentan el
carácter de sujetos de derecho con el alcance que el Código Civil establece en
el inciso 2 del segundo apartado del artículo 33.
Las obras sociales de la Administración Central del Estado, sus organismos
autárquicos y descentralizados, las de las empresas y sociedades del Estado y
toda otra entidad creada o a crearse, que no encuadre en la enumeración de la
norma, pero que tenga como fin el establecido en la ley, actuarán como
entidades de derecho público no estatal con individualidad jurídica,
administrativa y financiera.
Las obras sociales creadas por leyes especiales mantuvieron su régimen de
personalidad y modalidades administrativas contables y financieras, con la
excepción de las modificaciones introducidas a sus órganos de conducción.
Por ejemplo, ferroviarios, seguros, industria de la carne. El artículo 10
del decreto 492/95 dispuso la transformación de estos Institutos de Servicios
Sociales en obras sociales de carácter sindical o en una de las obras sociales
no enumeradas en la ley pero que cumplan con los fines de la misma.
La inserción en el régimen de la ley 23.660 se produce al elaborar cada obra
social actual su propio estatuto, conforme a su naturaleza jurídica.
De conformidad con el artículo 7° de la ley 23.660 son de cumplimiento
obligatorio —exclusivamente en lo que atañe a la condición de agentes del
Seguro de Salud— para las obras sociales las resoluciones que adopten la
Secretaría de Salud de la Nación y las de la Administración Nacional del
Seguro de Salud (hoy Superintendencia de Servicios de Salud).

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Las obras sociales sindicales son personas jurídicas privadas, distintas de la


del sindicato, y son patrimonio de los trabajadores que la componen.

31.4.3. Bienes afectados al funcionamiento de las obras sociales


Los bienes afectados a la prestación de los servicios de las obras sociales de
la Administración Central del Estado, sus organismos autárquicos y
descentralizados, las de las empresas y sociedades del Estado, paraestatales
o de administración mixta se transfirieron a la obra social correspondiente.
Los bienes —de propiedad de la asociación sindical de trabajadores—
afectados al funcionamiento de las obras sociales sindicales continúan en el
patrimonio de la asociación, pero las obras sociales si bien están a cargo de los
gastos de mantenimiento, administración y funcionamiento de dichos bienes,
no reconocerán usufructos a título oneroso por la utilización de los mismos.

31.4.4. Administración de las obras sociales


Las obras sociales sindicales son conducidas y administradas por una
autoridad colegiada no mayor de cinco miembros, elegida por la asocia ción
sindical con personería gremial signataria de los respectivos convenios
colectivos, a través de su secretariado nacional, consejo directivo nacional,
asamblea general de delegados congresales, conforme el estatuto de la obra
social sindical, sin que medie incompatibilidad entre el desempeño de cargos
en la obra social y en la correspondiente asociación sindical.
Las obras sociales de personal de dirección y de asociaciones profesionales
de empresarios son administradas por una autoridad colegiada de hasta cinco
miembros en representación de los beneficiarios designados conforme con los
estatutos.
El órgano de conducción de las obras sociales e institutos de conducción
mixta creadas por ley mantiene la estructura de la ley de creación con las
modificaciones de los artículos 37 a 40 de la ley 23.660.
Las obras sociales del personal de la Administración Central del Estado, sus
organismos autárquicos y descentralizados deben ser administradas por un
órgano de nueve miembros, designado por el Ministerio de Salud y Acción
Social, de los cuales el presidente es propuesto por la Subsecretaría de Salud
de la Nación, cuatro representantes deben ser del Poder u órgano en el cual
trabajan los afiliados a la obra social y cuatro representantes de los
beneficiarios propuestos por la asociación sindical con personería gremial
pertinente.

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La obras sociales de las empresas y sociedades del Estado son conducidas


y administradas por un directorio de cuatro vocales estatales, dos de los cuales
serán designados a propuesta de la respectiva empresa, cuatro vocales en
representación de los beneficiarios propuestos por la asociación sindical con
personería gremial y un presidente designado por el Ministerio de Salud
Pública y Acción Social.
Las obras sociales creadas por convenios con empresas privadas o públicas
mantienen el régimen de conducción de conformidad con sus normas de
constitución.
Los miembros de los cuerpos colegiados de conducción de las obras sociales
deben ser mayores de edad, no tener inhabilidades e incompatibilidades civiles
ni penales, no pudiendo su mandato superar el término de cuatro años, si bien
son reelegibles.
La responsabilidad de los integrantes de los cuerpos colegiados es personal
y solidaria por los actos y hechos ilícitos, en que pudieran incurrir con motivo y
en ocasión del ejercicio de las funciones propias de conducción y
administración de las obras sociales.
El artículo 13 del Anexo I del decreto 576/93 establece que las personas
designadas para dirigir y/o administrar obras sociales, deben presentar a la
Dirección Nacional de Obras Sociales (hoy Superintendencia de Servicios de
Salud) la siguiente documentación:
l Acreditación del domicilio real.
l Certificado negativo de inhibición general de bienes expedida por el
Registro de la Propiedad con jurisdicción en el domicilio del
interesado.
l Certificado negativo del Registro Nacional de Reincidencia y
Estadística Criminal.
l Declaración jurada detallando los bienes que componen su
patrimonio a la fecha de presentación, en sobre cerrado y firmado.
La ley 23.660, en su artículo 11, prescribe que cada obra social debe elaborar
su propio estatuto —ajustado a lo normado en la ley y en las normas
complementarias— y presentarlo ante la Dirección Nacional de Obras Sociales
(hoy Superintendencia de Servicios de Salud).

31.4.5. Beneficiarios

31.4.5.1. Beneficiarios titulares


1) Los trabajadores que presten servicios en relación de dependencia.

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2) Los jubilados y pensionados nacionales y de la Ciudad Autónoma


de Buenos Aires.
3) Beneficiarios de prestaciones no contributivas nacionales.

31.4.5.2. Beneficiarios derivados


a) Grupo familiar primario
1) Cónyuge del afiliado titular.
2) Hijos solteros hasta veintiún años, no emancipados por
habilitación de edad o ejercicio de actividad profesional, comercial
o laboral.
3) Hijos solteros mayores de veintiún años y hasta los veinticinco
años inclusive, que estén a exclusivo cargo del afiliado titular, que
cursen estudios regulares oficialmente reconocidos por autoridad
pertinente.
4) Hijos incapacitados a cargo del titular, mayores de veinticinco
años.
5) Hijos del cónyuge.
6) Los menores cuya guarda y tutela haya sido acordada por
autoridad judicial o administrativa, que reúnan los requisitos
establecidos para los hijos.
b) Personas que convivan con el afiliado titular y reciban del mismo
ostensible trato familiar.
c) Ascendientes u otros descendientes a cargo de los afiliados
titulares que hubieran acreditado los recaudos exigidos por la
autoridad administrativa para ser beneficiarios. En tal sentido la
resolución (I.N.O.S.) 81/95 requiere la acreditación de los siguientes
requisitos:
a) Vínculo.
b) No ser beneficiario titular o familiar de alguna de las obras
sociales que integran el sistema.
c) No ser beneficiario de servicios médicos o de obras sociales
dependientes del Estado Nacional, Provincial o Municipal.
d) En el caso de menores, que no hubieren cumplido la edad
mínima para trabajar o no se encuentren capacitados para
trabajar.
e) Cuando se trate de mayores deben tener sesenta años de edad o
estar incapacitados para trabajar.

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31.4.5.3. Mantenimiento de la calidad de beneficiario


La calidad de beneficiario —del titular y de los familiares— se mantiene
mientras el afiliado titular esté vinculado por un contrato de trabajo o una
relación de empleo público o privado y perciba remuneraciones. Al respecto, la
norma prevé las siguientes situaciones:
1) Extinguida la relación contractual, los trabajadores con la sola
condición de que se hubieren desempeñado en el cargo en forma
continuada durante más de tres meses, mantienen el carácter de
beneficiarios durante un período de tres meses, contados desde la
fecha del distracto, sin obligación de efectuar aportes.
2) En caso de interrupción del contrato de trabajo por causa de
accidente o enfermedad inculpable se mantiene la calidad de
beneficiario durante el plazo de conservación del empleo sin
percepción de remuneración, sin obligación de efectuar aportes.
3) En caso de suspensión del trabajador sin goce de remuneración,
éste mantiene su condición de beneficiario durante un período de
tres meses. Si la suspensión es de más de tres meses, el trabajador
puede optar por continuar manteniendo su carácter de beneficiario
cumpliendo con las obligaciones del aporte a su cargo y de la
contribución a cargo del empleador.
4) Cuando el trabajador preste servicio militar obligatorio, ya sea por
llamado ordinario, movilización o convocatoria especial, durante el
período que no perciba remuneración por esa causa, tiene la
calidad de beneficiario titular, sin obligación de efectuar aportes.
5) Cuando un trabajador obtuviere licencia sin goce de remuneración
por razones particulares, puede optar por mantener durante el lapso
de la licencia la calidad de beneficiario de la obra social, cumpliendo
con las obligaciones del aporte a su cargo y de la contribución a
cargo del empleador.
6) Los trabajadores de temporada pueden optar por mantener su
carácter de beneficiarios durante el período de inactividad y
mientras subsista el contrato de trabajo, cumpliendo con las
obligaciones del aporte a su cargo y de la contribución a cargo del
empleador.
7) La mujer que queda en estado de excedencia puede optar por
mantener su carácter de beneficiaria durante el período de la
misma, cumpliendo con las obligaciones del aporte a su cargo y de
la contribución a cargo del empleador.
8) El cónyuge del afiliado titular, los hijos y los menores bajo tutela o
guarda, cuando fallece el beneficiario titular y los convivientes
mantienen el derecho a las prestaciones de la obra social por tres
meses, vencidos los cuales pueden optar por continuar como
beneficiarios teniendo a su cargo efectuar los aportes y
contribuciones que le hubiere correspondido al beneficiario titular.

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La Superintendencia de Servicios de Salud está facultada para resolver tanto


los casos no contemplados en la norma, como respecto de los supuestos y
condiciones en que subsistirá el derecho al goce de las prestaciones, derivados
de los hechos ocurridos en el período durante el cual el trabajador o su grupo
familiar primario revestían la calidad de beneficiarios, pudiendo ampliar los
plazos de la cobertura.
Las disposiciones referidas no se aplican a la afiliación de los jubilados,
pensionados o titulares de una prestación no contributiva, ya que éstos sólo
son beneficiarios durante la vigencia de esa condición.
Prestación por desempleo
Las personas que perciben la prestación por desempleo también reciben las
prestaciones establecidas en las leyes 23.660 y 23.661.

31.4.6. Asociación de Obras Sociales Sindicales


Las obras sociales pueden constituir asociaciones de obras sociales que
abarquen los beneficiarios residentes en el ámbito de funcionamiento de la
asociación e integren sus recursos a fin de otorgar las prestaciones médico-
asistenciales que correspondan a su calidad de agentes del seguro de salud.
Las asociaciones constituidas tienen la misma capacidad, derechos y
obligaciones que las obras sociales en cuanto actúan en calidad de agentes
del seguro de salud.

31.5. SISTEMA NACIONAL DEL SEGURO DE SALUD

31.5.1. Concepto
El Sistema Nacional del Seguro de Salud fue instituido por ley 23.661 con los
alcances del seguro social, a efectos de lograr el pleno goce del derecho a la
salud para todos los habitantes del país sin discriminación social, económica,
cultural o geográfica. Este régimen reafirma el carácter del Estado como
conductor, coordinador y controlador de las acciones tendientes a asegurar las
prestaciones de salud.
El objeto del seguro de salud es prevenir la contingencia de enfermedad y,
luego de acaecida, rebatir sus consecuencias a través del tratamiento y la
rehabilitación.

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La ley establece como su principal objetivo proveer el otorgamiento de


prestaciones de salud igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes a la
promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud. Entre sus
propósitos se encuentra articular las acciones de salud de las obras sociales,
de los servicios públicos y de los prestadores privados en un seguro nacional
de salud de cobertura universal, estructura participativa y administración
descentralizada.
De los objetivos enunciados en la ley surge claramente el principio de
solidaridad al extender la cobertura contra la contingencia de enfermedad a
todos los habitantes sin discriminaciones; el de igualdad a través de las
prestaciones previstas, y el de integralidad, pues propone que la protección no
sólo atienda a la contingencia en sí, sino también proteja a la persona para que
ésta no se produzca y luego se prolongue hasta la recuperación y
rehabilitación.

31.5.2. Beneficiarios
La cobertura establecida por la ley alcanza a:
a) Todos los beneficiarios comprendidos en la ley de obras sociales.
b) Todos los trabajadores autónomos comprendidos en el régimen
nacional de jubilaciones y pensiones, de acuerdo a lo que
establezca la reglamentación.
c) Las personas que, con residencia permanente en el país, se
encuentren sin cobertura médico-asistencial por carecer de tareas
remuneradas o beneficios previsionales.
Este sistema tiende a extender la protección a la salud, que la ley
23.660 otorga a los trabajadores en relación de dependencia, beneficiarios de
prestaciones del régimen jubilatorio y prestaciones no contributivas y su grupo
familiar, a toda la población.
Se cumple así con el principio de universalidad de la seguridad social, al
alcanzar la cobertura del seguro a todos los hombres.

31.5.3. Administración del sistema


El Poder Ejecutivo fija la política social y ejerce la conducción general del
seguro y el Ministerio de Salud y Acción Social dicta e instrumenta la política
general en materia de salud e implementa la política general en materia de
medicamentos.
La Secretaría de Salud de la Nación es la autoridad de aplicación del seguro,
estando a su cargo:

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1) Promover la descentralización de los programas del seguro.


2) Adoptar las resoluciones que corresponden al funcionamiento del
Seguro de Salud.
3) Instrumentar las medidas para que las entidades mutuales
suscriban los convenios de adhesión al sistema.
4) Dictar la normativa para que los agentes del seguro puedan
desarrollar mejor la capacidad instalada.
5) Dictar la normativa para que los servicios propios de los agentes
del seguro estén disponibles para los demás agentes del sistema.
En su ámbito funcionaba la Administración Nacional del Seguro de Salud
(hoy Superintendencia de Seguros de Salud), con competencia en todo lo
concerniente a los objetivos del seguro, promoción e integración del desarrollo
de las prestaciones, conducción y supervisión del sistema.
Entre sus funciones se encontraba la de llevar el Registro Nacional de
Agentes del Seguro; además, el Registro Nacional de Prestadores, dictar
resoluciones de cumplimiento obligatorio para los agentes del seguro y
entidades que lo integran y administrar el Fondo Solidario de Redistribución.
En el Registro Nacional de Agentes del Seguro de Salud deben inscribirse las
obras sociales de la ley 23.660, las asociaciones de obras sociales, otras obras
sociales que adhieran al régimen de la ley 23.661 y las entidades mutuales que
suscriban el correspondiente contrato de adhesión.

31.5.3.1. Superintendencia de Servicios de Salud


Por decreto 1615/96 se fusionaron tres organismos, el Instituto Nacional de
Obras Sociales (I.N.O.S.) creado por la ley 18.610, la Dirección Nacional de
Obras Sociales (Di.N.O.S.) creada por la ley 23.660 y la Administración
Nacional del Seguro Salud (A.N.S.Sal.) creada por ley 23.661, que dieron
origen a la Superintendencia de Servicios de Salud (S.S.S.).
La Superintendencia de Servicios de Salud es un organismo descentralizado
de la Administración Pública Nacional, en jurisdicción del Ministerio de Salud y
Acción Social, con personalidad jurídica y con un régimen de autarquía
administrativa, económica y financiera, que tiene a su cargo la supervisión,
fiscalización y control de los agentes que integran el Sistema Nacional del
Seguro de Salud.
Asimismo, entre sus funciones está la fiscalización del cumplimiento del
Programa Médico Obligatorio (P.M.O.), el contralor del cumplimiento de las
normas relativas al régimen del Hospital Público de Autogestión y del Programa
Nacional de Garantía de Calidad de Atención Médica y la supervisión del
ejercicio del derecho de opción de los beneficiarios.

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31.5.3.2. Programa Médico Obligatorio


El Programa Médico Obligatorio, aprobado por resolución del Ministerio de
Salud 939 del 24 de octubre de 2000 modificada p or resolución del Ministerio
de Salud 1/01, es el menú prestacional al cual tienen derecho todos los
beneficiarios de las obras sociales, cuya implementación es obligatoria para
éstas.

31.5.4. Agentes del sistema


Las obras sociales comprendidas en la ley 23.660 y aquellas otras obras
sociales que adhieran al sistema son los agentes naturales del seguro, están
obligadas a cumplir las resoluciones que adopten la Secretaría de Salud de la
Nación y la Superintendencia de Servicios de Salud (S.S.S.) en ejercicio de sus
funciones, atribuciones y facultades.
Las entidades mutuales pueden integrarse al seguro, para lo cual deben
suscribir los correspondientes convenios de adhesión con la Secretaría de
Salud de la Nación e inscribirse en el Registro Nacional de Agentes del Seguro,
que lleva la Superintendencia de Servicios de Salud, teniendo los mismos
derechos, obligaciones y responsabilidades que los demás agentes del seguro
de salud con relación a los beneficiarios y al sistema.
Los agentes del seguro de salud deben presentar anualmente a la
Superintendencia de Servicios de Salud (S.S.S.) el programa de prestaciones
médico-asistenciales, y el presupuesto de gastos y recursos para la ejecución
de dichos programas.

31.5.5. Fusión de agentes del seguro de salud


Por decreto 492/95 se estableció que el agente del seguro de salud que no
garantice a la totalidad de sus beneficiarios las prestaciones del Programa
Médico Obligatorio debe fusionarse. En el caso de no realizarse la fusión
voluntaria, a pesar de no encontrarse en condiciones de cumplir el Programa
Médico Obligatorio, la Superintendencia de Servicios de Salud puede decidir
acerca de la fusión de los distintos agentes del seguro de salud.

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31.5.6. Prestaciones
Las prestaciones de salud deben ser otorgadas por los agentes del seguro
de acuerdo con las políticas nacionales de salud que dicte el Ministerio de
Salud y Acción Social.
En tal sentido, el artículo 25 de la ley se refiere a la plena utilización de la
capacidad instalada, a la atención primaria de la salud, a la descentralización
operativa y a la libre elección de los prestadores por parte de los beneficiarios.
Por capacidad instalada debe entenderse el conjunto de elementos
personales y materiales que integran las prestaciones médicas que puede
brindar cada institución. Al respecto, la norma dispone que las políticas de
salud deben asegurar la plena utilización de los servicios y capacidad instalada
existente, y que los agentes no podrán incrementar la existente a menos que
se adecuen a las normativas de la A.N.S.Sal. (actualmente S.S.S.).
En cuanto a la atención primaria de la salud y la descentralización operativa,
ella tiende a que en cada jurisdicción se atiendan las contingencias de salud de
los beneficiarios del sistema, otorgando las prestaciones médico-asistenciales
mínimas y asegurando servicios suficientes y oportunos a la totalidad de la
población.
Las prestaciones deben ser igualitarias, integrales y humanizadas, tendientes
a la promoción, protección, recuperación y rehabilitación de la salud, responder
al mejor nivel de calidad disponible y garantizar a los beneficiarios la obtención
del mismo nivel y tipo de prestaciones, eliminando todo tipo de discriminación,
en base a un criterio de justicia distributiva.
La Superintendencia de Servicios de Salud es la encargada de establecer y
actualizar periódicamente las prestaciones obligatorias, incluyendo las que
requieran rehabilitación de personas discapacitadas, y asegurar la cobertura de
los medicamentos necesarios.

31.6. FINANCIACION

31.6.1. Aportes y contribuciones


El trabajador aporta el 3% de su remuneración con destino al sub-sistema de
obras sociales, derivándose a la obra social un 2,7% y un 0,3% al Fondo
Solidario de Redistribución. Asimismo, el trabajador aporta el 1,5% respecto de
cada persona no integrante de su grupo familiar primario.
El empleador ingresa una contribución del 6% de los salarios que abona a
sus empleados, de lo cual deriva a la obra social un 5,4% y un 0,6% al Fondo
Solidario de Redistribución. Esta alícuota a cargo del empleador se ha reducido

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a un 5%, en función de las normativas dictadas con el objeto de disminuir las


contribuciones patronales en los distintos subsistemas de la seguridad social.
El concepto y límites de la remuneración a tener en cuenta como base
imponible son los definidos en los artículos 6° y 9° de la ley 24.241.
El artículo 24 del decreto 576/93, modificado por el decreto 492/95 dispone
que el régimen garantiza a cada agente del seguro una cotización mínima
mensual de cuarenta pesos por cada beneficiario titular. Cuando el total del
aporte y la contribución no alcance a ese importe, la diferencia la integra el
Fondo Solidario de Redistribución.
Con relación al Fondo Solidario de Redistribución, por el decreto 1400/01 se
establece que los beneficiarios titulares de las obras sociales contarán con una
cotización mínima mensual y que cuando los aportes y contribuciones sean
insuficientes para cubrir el total de la cotización el Fondo integrará la diferencia.
En el sistema anterior en la redistribución dispuesta no se tomaba en cuenta
a cada beneficiario del Sistema Nacional del Seguro de Salud, sino únicamente
a los beneficiarios titulares, en desmedro de aquellos beneficiarios que tuvieran
un grupo familiar a su cargo.
Al sustituir el artículo 24 del Anexo II del decreto 576/93, a partir del 1 de
enero de 2002, la norma modifica la reglamentación a la ley 23.661, en cuanto
a la distribución del Fondo Solidario de Redistribución por beneficiario.
En consecuencia, los beneficiarios del Sistema Nacional del Seguro de
Salud, sean titulares o no titulares en los términos de los incisos a) y b)
del artículo 9° de la ley 23.660 —con exclusión de los ascendientes o
descendientes consanguíneos a cargo del beneficiario a que se hace
referencia en el último párrafo del art. 9°— contarán con una cotización mínima
mensual.
Cuando los aportes y contribuciones de los trabajadores beneficiarios
titulares sean insuficientes para cubrir el total de la cotización antes
mencionada, según la composición de su grupo familiar, el Fondo Solidario de
Redistribución integrará la diferencia.
Los valores transitorios de las cotizaciones mínimas —hasta tanto el Fondo
Solidario de Redistribución vea incrementados sus recursos— serán de veinte
pesos para el beneficiario titular y de doce pesos para los beneficiarios no
titulares.
Para la cobertura de prestaciones médicas especiales de alta complejidad o
de elevado costo y baja frecuencia, y las de discapacidad, los agentes del
seguro de salud que cuenten con un número superior a cincuenta mil
beneficiarios percibirán de manera automática una suma mensual de un peso
con cincuenta centavos por beneficiario, siempre que lo soliciten.
Al igual que en el caso de la integración de las cotizaciones mínimas, la
percepción de esta suma mensual se efectuará de manera automática por
cuenta de la Superintendencia de Servicios de Salud a través del Banco de la
Nación Argentina, con información provista por la Administración Federal de
Ingresos Públicos.

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La opción por este sistema significará la renuncia expresa e irrevocable, de


pleno derecho, a percibir de la Administración de Programas Especiales
cualquier tipo de subsidio o compensación por los mencionados conceptos, sin
perjuicio de las solicitudes en curso y deudas pendientes a la fecha del dictado
del decreto.

31.6.2. Fondo solidario de redistribución


La ley crea el Fondo Solidario de Redistribución, administrado por la
Superintendencia de Servicios de Salud, con el objeto de subsidiar a aquellos
agentes del seguro de salud que reciben menos ingresos promedio por
beneficiario obligado, con el objeto de equiparar los niveles de cobertura
obligatoria.
El Fondo Solidario de Redistribución se integra con los siguientes recursos:
1) el 10% de las sumas que en concepto de contribuciones y aportes
ingresen a las obras sociales (15% si se trata de obras sociales de
dirección o asociaciones profesionales de empresarios);
2) el 50% de los recursos de distinta naturaleza que ingresen a las
obras sociales;
3) reintegro de préstamos a los agentes del seguro y otros montos
reintegrados;
4) multas establecidas en el sistema;
5) rentas de inversiones, legados, donaciones, subvenciones;
6) aportes que se establezcan en el Presupuesto General de la
Nación;
7) aportes convenidos con obras sociales de las jurisdicciones con las
asociaciones mutuales o de otra naturaleza que adhieran al
sistema.
Los fondos del inciso b) se destinan a brindar apoyo financiero a las
jurisdicciones adheridas y para la incorporación de personas sin cobertura y
carentes de recursos; y los demás recursos para subsidiar a aquellos agentes
que perciban menores ingresos promedio por beneficiario obligado, con el
objeto de equiparar los niveles de cobertura obligatoria, para apoyar
financieramente a los agentes del seguro a través de préstamos o subsidios
para la financiación de planes y programas de salud y hasta un 5% de esos
recursos para atender los gastos administrativos y de funcionamiento del
sistema.

31.7. LIBERTAD DE ELECCION DEL AFILIADO

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31.7.1. Competencia entre las obras sociales


La desregulación del sistema de obras sociales afecta especialmente a las
obras sociales sindicales; así, estas entidades fueron contempladas desde la
primera norma desregulatoria (D. 9/93) entre las que pueden ser elegidas por
los afiliados, y las que pueden competir para captar nuevos afiliados.
El aludido decreto 9/93, que diera origen a la "desregulación", estableció la
libertad de elección del afiliado, el que tiene la posibilidad de decidir una vez
por año, que la prestación sea brindada por otro agente de salud, criterio
mantenido por el artículo 19 del decreto 576/93.
Los decretos 292/95 y 492/95, entre otros temas:
l Establecen la imposibilidad de que los beneficiarios se encuentren
afiliados a más de una obra social, ya sea como titular o como
miembro del grupo familiar.
l Determinan que los beneficiarios pluriempleados deben concentrar
sus aportes en un solo agente, con la obligación de comunicar dicha
opción a sus empleadores.
l Crean el Registro de Agentes del Sistema Nacional del Seguro de
Salud, para la atención médica de jubilados y pensionados, en el
cual pueden inscribirse las obras sociales que estén dispuestas a
recibirlos como afiliados.
lDefinen que los beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y
Pensiones pueden optar por afiliarse al Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados o a cualquier otro
agente inscripto en el Registro de Agentes del Sistema Nacional del
Seguro de Salud .

31.7.2. Padrón de beneficiarios del Sistema Nacional del Seguro de


Salud
El decreto 1141/96, en sus considerandos, destaca la necesidad de disponer
de un padrón de afiliados y beneficiarios del sistema con el objeto de posibilitar
la implementación de la desregulación entre las obras sociales y señala la
conveniencia de definir la fecha a partir de la cual la población beneficiaria
podrá efectivamente optar entre las distintas obras sociales.
Para el cumplimiento de tales objetivos el decreto en análisis normatizó
diversos temas, a saber:
1) Momento de ejercicio de la opción de cambio entre las distintas
obras sociales sindicales.

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l Entidades que no se presentaron en el Programa de Reconversión:


Se podía ejercer la opción de cambio a partir de 1 de enero de
1997, opción que se efectivizaría a partir del 31 de marzo de
1997.
l Entidades calificadas dentro del Programa de Reconversión y que
presentaron su plan de reconversión antes del 31/12/96: Se podía
ejercer la opción de cambio a partir del 1 de enero de 1997,
opción que se efectivizaría a partir del 30 de junio de 1997.
2) Padrón de Beneficiarios del Sistema Nacional del Seguro de Salud
y del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
La Administración Nacional de la Seguridad Social, con la colaboración de la
Dirección General Impositiva y sobre la base de los requerimientos formulados
por la Administración Nacional del Seguro de Salud debía finalizar la
confección del padrón el 31 de marzo de 1997.
Censo de empleadores
A partir del 14 de octubre de 1996 se realizaría un operativo denominado
"Censo de Empleadores", en el cual las empresas comprendidas en el Sistema
Integrado de Jubilaciones y Pensiones debían brindar con carácter de
declaración jurada, toda la información requerida de los trabajadores y de sus
grupos familiares. El plazo para la presentación de las declaraciones juradas
de los empleadores vencía el 31 de marzo de 1997.
Información de la Administración Nacional del Seguro de Salud
Dentro de los noventa días del comienzo del operativo la Administración
Nacional del Seguro de Salud debía entregar a la Administración Nacional de la
Seguridad Social la información existente sobre los beneficiarios del Sistema
Nacional del Seguro de Salud.
Obligación de los beneficiarios titulares del Sistema Nacional del Seguro
de Salud
Con el objeto de mantener actualizado el padrón todo beneficiario titular del
Sistema Nacional del Seguro de Salud estaba obligado a informar a la
Administración Nacional de Seguridad Social cualquier novedad producida en
la constitución de su grupo familiar.
Base única de la seguridad social
El padrón administrado por la Administración Nacional de la Seguridad Social
—conformado con las informaciones del censo de empleadores, de las obras
sociales y de las novedades declaradas por los titulares del Sistema Nacional
del Seguro de Salud— integra la base única de la seguridad social.
Con el objeto de ordenar los mecanismos de recopilación, el uso de la
información relativa a los beneficiarios de la seguridad social y lograr una
organización eficiente para la actualización continua de la información, por
decreto 1400/01 se crea una Base de Datos relacionada con el registro de
datos de los beneficiarios de los subsistemas de la seguridad social.

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31.7.3. Ejercicio de la opción de cambio. Normativa vigente


La reglamentación del procedimiento de la opción de cambio de obra social
se efectuó por la resolución (M.S. y A.S.) 633/96, ratificada por decreto 1560/96
y modificada por decreto 84/97, que estableció que la opción de cambio debía
ejercerse ante la Administración Nacional de la Seguridad Social, organismo
encargado de comunicar a la Administración Nacional del Seguro de Salud, a la
obra social elegida y a la obra social de origen la opción efectuada por el
afiliado.
El decreto 84/97, sustituyó el artículo 4° de la resolución (M.S. y A.S.) 633/96,
disponiendo que la opción de cambio se podía ejercer sólo una vez al año, en
el período comprendido entre el 1 de mayo hasta el 30 de junio de cada año,
debiendo efectivizarse dentro de los noventa días de presentada la solicitud y
el artículo 7° del decreto 633/96, prescribiendo que la Dirección General
Impositiva arbitraría las medidas necesarias a fin de que al efectivizar el
cambio, se transfiriera automáticamente a la obra social elegida el total de los
aportes y contribuciones.
Las formas de la libre elección fueron modificadas tanto para los afiliados
activos como los afiliados pasivos por el decreto 504/98, vigente desde el 22
de mayo de 1998, que derogó a la resolución (M.S. y A.S.) 633/96 y al decreto
84/97.
El decreto 1400/01, con el objeto de asegurar la más amplia expresión de
voluntad de los beneficiarios, sustituye el artículo 13 del decreto 504/98, que
contenía una limitación al ejercicio de la opción de cambio de obra social, ya
que fijaba un plazo de cautividad de un año. Ahora, los trabajadores podrán
elegir obra social desde el inicio de la relación laboral.
Obras sociales cuyos afiliados pueden ejercer la opción de cambio
La opción de cambio sólo puede ser ejercida por los afiliados titulares a las
obras sociales indicadas en los incisos a), c), d), f), h) del artículo 1° de la ley
23.660:
1) Obras sociales sindicales correspondientes a asociaciones
gremiales de trabajadores con personería gremial, signatarias de
convenios colectivos de trabajo.
2) Obras sociales de la Administración Central del Estado Nacional y
sus organismos autárquicos o descentralizados.
3) Obras sociales de las empresas y sociedades del Estado.
4) Obras sociales constituidas por convenio con empresas privadas o
públicas.
5) Toda entidad creada o a crearse que no encuadre en la
enumeración pero que tenga como fin lo establecido por la ley
23.660.
En consecuencia, no están facultados para ejercer el cambio los afiliados a
las siguientes obras sociales:

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1) Institutos de administración mixta, obras sociales y las


reparticiones u organismos que teniendo como fines los
establecidos en la ley 23.660 hayan sido creados por leyes de la
Nación.
2) Obras sociales del personal de dirección y de las asociaciones
profesionales de empresarios.
3) Obras sociales del personal civil y militar de las fuerzas armadas,
de seguridad, Policía Federal Argentina, Servicio Penitenciario
Federal y los retirados, jubilados y pensionados de ese ámbito.
Obras sociales elegibles por los afiliados que ejercen la opción de cambio
Los afiliados pueden efectuar el cambio respecto de las entidades
comprendidas en los incisos a), b), c), d) y h) del artículo 1° de la ley 23.660:
1) Obras sociales sindicales correspondientes a asociaciones
gremiales de trabajadores con personería gremial, signatarias de
convenios colectivos de trabajo.
2) Institutos de administración mixta, las obras sociales y las
reparticiones u organismos que teniendo como fines los
establecidos en la ley 23.660 hayan sido creados por leyes de la
Nación.
3) Obras sociales de la Administración Central del Estado Nacional y
sus organismos autárquicos o descentralizados.
4) Obras sociales de las empresas y sociedades del Estado.
5) Toda entidad creada o a crearse que no encuadrándose en la
enumeración, tenga como fin lo establecido por la ley.
Por lo que, no puede ejercerse la opción de cambio respecto de:
1) Obras sociales del personal de dirección y de las asociaciones
profesionales de empresarios.
2) Obras sociales constituidas por convenio con empresas privadas o
públicas.
3) Obras sociales del personal civil y militar de las fuerzas armadas,
de seguridad, Policía Federal Argentina, Servicio Penitenciario
Federal y los retirados, jubilados y pensionados de ese ámbito.
Afiliados no habilitados para efectuar el cambio
1) Beneficiarios con la relación laboral extinguida, situación en que la
cobertura queda a cargo de la obra social a la que se encontraban
afiliados durante su relación laboral, por un período de tres meses
contados desde su distracto, sin obligación de efectuar aportes.
2) Los trabajadores cuya retribución mensual sea inferior a tres
MOPRES.
3) Los afiliados que hubieren cambiado de obra social deben
permanecer como mínimo un año en la obra social elegida, vencido
el cual pueden volver a ejercer la opción.
Alcance de la opción

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La opción de cambio de obra social que ejerce el afiliado titular comprende


obligatoriamente a todos los beneficiarios comprendidos en el artículo 9° de
la ley 23.660, es decir:
1) Cónyuge del afiliado titular.
2) Hijos solteros hasta veintiún años, no emancipados por habilitación
de edad o ejercicio de actividad profesional, comercial o laboral.
3) Hijos solteros mayores de veintiún años y hasta los veinticinco
años inclusive, que estén a exclusivo cargo del afiliado titular, que
cursen estudios regulares oficialmente reconocidos por autoridad
pertinente.
4) Hijos incapacitados a cargo del titular, mayores de veinticinco años.
5) Hijos del cónyuge.
6) Los menores cuya guarda y tutela haya sido acordada por
autoridad judicial o administrativa.
7) Personas que convivan con el afiliado titular y reciban del mismo
ostensible trato familiar.
8) Ascendientes u otros descendientes a cargo de los afiliados
titulares que hubieran acreditado los recaudos para ser beneficiarios
que se indican en la resolución (I.N.O.S.) 81/95.
Situación de ambos cónyuges afiliados titulares
Los cónyuges, cuando ambos fueran afiliados titulares pueden unificar sus
aportes en una misma obra social siempre que alguno de ellos no se encuentre
en las inhabilidades previstas. Es decir:
l Cuando, alguno de ellos haya extinguido su relación laboral al
momento de ejercer la opción.
lCuando alguno de ellos reciba una remuneración inferior a tres
MOPRES.
l Cuando alguno de ellos, al momento de ejercer la opción, se
encuentra dentro del período del año de haber iniciado la relación
laboral.
l Cuando alguno de ellos hubiera previamente ejercido la opción y no
hubiera transcurrido el período de un año desde dicha opción.
Situación de los jubilados y pensionados
Los jubilados y pensionados sólo pueden elegir entre el Instituto Nacional de
Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados y las obras sociales inscriptas
en el Registro creado por el artículo 10 del decreto 292/95. En este caso el
Instituto abonará a la obra social los valores de cápita establecidos en el
mencionado decreto.
Período para ejercer la opción de cambio
La opción de cambio puede ejercerse sólo una vez al año durante todo el año
calendario y se hará efectiva a partir de primer día del tercer mes posterior a la
presentación de la solicitud.
Presentación de la solicitud de cambio de obra social

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La opción debe ejercerse en forma personal ante la obra social elegida, la


que debe enviar semanalmente los formularios y la nómina de las opciones
recibidas, en soporte magnético, a la Superintendencia de Servicios de Salud.
La solicitud de opción de cambio se formaliza mediante formularios
prenumerados, cuyo texto es el aprobado por la Superintendencia de Servicios
de Salud, que se registran en la obra social en un Libro Especial rubricado por
la autoridad de aplicación. El formulario de opción y las especificaciones
respecto del libro de registro de opciones fueron regladas por resolución
(S.Sal.) 37/98 modificada por resolución (S.Sal.) 180/98 y por resolución
(S.Sal.) 212/98.
Notificaciones de la opción
La obra social elegida debe remitir las solicitudes recibidas semanalmente a
la Superintendencia de Servicios de Salud, la que procede a comunicarlas a la
Administración Nacional de la Seguridad Social para su procesamiento y
actualización del padrón de beneficiarios, a la obra social de origen y a la
Administración Federal de Ingresos Públicos, organismo que dentro del plazo
de quince días informará a la Superintendencia de Servicios de Salud sobre los
aportes y contribuciones efectuados en los últimos doce meses a la obra social
de origen.
Comisión Consultiva del Régimen de Traspasos
La Comisión Consultiva del Régimen de Traspasos, designada por el
Superintendente de Servicios de Salud, está integrada por representantes de
las obras sociales habilitadas para ser elegidas conforme al artículo 1°
del decreto 504/98.
La Comisión tiene facultades para recomendar la aprobación o rechazo de
las solicitudes de opción y la aplicación de sanciones a las obras sociales que
incumplan con las normas vigentes en la materia. La resolución definitiva de la
opción recae en la Superintendencia de Servicios de Salud en los términos
del artículo 6° de la resolución (M.S. y A.S.) 247/98.
Obligaciones de las obras sociales
La norma impone obligaciones a las obras sociales, a saber:
1) Dar a publicidad las prestaciones a otorgar y la cobertura mínima
obligatoria. Las obras sociales deben brindar la más amplia
información a los beneficiarios y entregar una cartilla que contenga
los planes y programas de cobertura bajo constancia.
2) No establecer ningún tipo de condicionamientos en la incorporación
de afiliados nuevos. Las obras sociales receptoras no pueden
establecer carencias, ni preexistencias, ni ningún tipo de examen
que condicione la admisión, y deben atender dichos tratamientos o
preexistencias, sin perjuicio de la facultad de facturar dichos cargos
a la obra social de origen por el lapso de nueve meses desde la
incorporación.
3) Cobertura de tratamientos o preexistencias.
Las obras sociales de origen cuando el afiliado titular o alguno de sus
familiares o personas a cargo se encuentre en tratamiento o padezca de

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afecciones crónicas deben cubrir los tratamientos por un período de nueve


meses.
La Superintendencia de Servicios de Salud está facultada para reglamentar
las patologías por las que debe responder la obra social de origen. En
la resolución (A.N.S.Sal.) 420/97 se detallan las patologías a cargo de la obra
social de origen.
Facultades de las obras sociales
Las obras sociales receptoras no tienen obligación de dar al afiliado
proveniente de otra obra social, más cobertura que el Programa Médico
Obligatorio, aun cuando la cobertura para sus afiliados originarios, fuera mayor.
Financiación para los traspasos
La Administración Federal de Ingresos Públicos debe arbitrar las medidas
necesarias a fin de que, cuando se efectivice el cambio, se transfiera
automáticamente a la obra social elegida el total de los aportes que
correspondan.

31.7.4. Régimen de traspasos de los afiliados a obras sociales de


personal de dirección
El decreto 638/97 crea un régimen cerrado de traspasos para los afiliados a
obras sociales de personal de dirección, al disponer la posibilidad para esos
afiliados de optar por cualquiera de las obras sociales comprendidas en el
inciso e) del artículo 1° de la ley 23.660, es decir, las obras sociales del
personal de dirección y de las asociaciones profesionales de empresarios.
En consecuencia, estos afiliados sólo pueden traspasarse desde y hacia
obras sociales de este tipo y los afiliados de otras obras sociales, como lo
explicitáramos precedentemente, no pueden traspasarse a este tipo de obras
sociales, en función de lo normado por el decreto 504/98.

31.8. OBRAS SOCIALES EN CRISIS. GARANTIA

DE CONTINUIDAD DE LA COBERTURA
El decreto 1400/01 crea un nuevo sistema para obras sociales en crisis de
modo de garantizar la adecuada prestación de los servicios a los afiliados
(Programa Médico Obligatorio), estableciendo para ello una serie de
indicadores de la situación de crisis.

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Definición de la situación de crisis


La situación de crisis de un agente del Sistema Nacional del Seguro de Salud
se determina por aplicación del sistema de diagnóstico establecido en el
decreto, que se elaborará trimestralmente. Se ponderarán las siguientes
circunstancias con los índices de monitoreo específicos incluidos en el anexo
segundo del decreto:
1) Desde el punto de vista institucional, prestacional y de atención al
beneficiario, la existencia de riesgos que alteren el normal
suministro de las prestaciones previstas en el Programa Médico
Obligatorio.
2) Desde el punto de vista económico, la existencia de riesgo en la
continuidad del agente.
3) Desde el punto de vista financiero, la existencia de graves
dificultades del agente para afrontar sus obligaciones financieras.
Se considerará en situación de crisis a todos los agentes del sistema que se
encuentren en concurso de acreedores en los términos de la ley 24.522.
Procedimiento
Una vez diagnosticada la existencia de una situación de crisis, la
Superintendencia de Servicios de Salud procederá, en un plazo no superior a
cinco días hábiles, a través de resolución fundada, a la instauración de un
procedimiento de crisis, intimando al agente a su cumplimiento, en los términos
y condiciones que se detallan en el anexo tercero del decreto.
Eliminación de restricciones a la libertad de elección para los
beneficiarios
Declarada la situación de crisis del agente y hasta tanto no supere la misma,
sus beneficiarios podrán optar por otro agente sin que sean de aplicación las
restricciones previstas en los artículos 2° y 14 del decreto 504/98.
Baja del agente por incumplimiento del procedimiento de crisis
El incumplimiento del procedimiento de crisis, en cualquiera de las etapas,
conllevará, sin más trámite, la baja del agente del Registro a que se refiere
el artículo 17 de la ley 23.661, que dictará la Superintendencia de Servicios de
Salud, y se asignará la cobertura de la población beneficiaria a otros agentes
del sistema.
Asignación de la población del agente dado de baja
La Superintendencia de Servicios de Salud, previa publicidad suficiente,
distribuirá la población del agente dado de baja entre todos los agentes que se
comprometan a incorporar a los trabajadores que se encontraban en aquel que
se hubiera dado de baja.
La asignación de la población del agente dado de baja entre los distintos
agentes receptores se hará en cada jurisdicción, al azar, y en proporción a la
población que posea en ella cada uno de los agentes receptores, No podrá ser
receptor un agente sujeto a procedimiento de crisis.
Los beneficiarios titulares transferidos deberán ser notificados
individualmente por la Superintendencia de Servicios de Salud acerca del
nuevo agente al que fueron afiliados. Sin perjuicio de ello, el beneficiario

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alcanzado por esta transferencia tendrá derecho a ejercer en cualquier


momento la opción por otro agente, sin las limitaciones de los artículos 2° y 14
del decreto 504/98.
Intimación al agente dado de baja
Una vez notificada la baja del Registro Nacional de Agentes del Seguro, la
Superintendencia de Servicios de Salud deberá intimar al agente dado de baja
a solicitar su propia quiebra en los términos establecidos por la ley 24.522 en
un plazo máximo de sesenta días.
Procedimiento de crisis
Cuando se determina la existencia de una situación de crisis de un agente de
seguro, se notificará a la entidad, en un plazo no superior a cinco días hábiles,
intimándola a prestar en un plazo no superior a quince días, un plan de
contingencia, que incluya metas de cumplimiento trimestral expresadas
conforme a determinados indicadores detallados en el anexo segundo del
decreto, y un conjunto de acciones concretas que se aplicarán en el momento
de la puesta en marcha del mencionado plan.
La Superintendencia de Servicios de Salud aprobará o rechazará la
propuesta en un plazo no superior a treinta días corridos contados a partir de
su recepción, debiendo notificar de inmediato su decisión.
El agente intimado deberá poner en marcha el plan de contingencia en un
plazo no superior a treinta días contados desde la notificación de su
aprobación por la Superintendencia de Servicios de Salud.
La Superintendencia de Servicios de Salud monitoreará el cumplimiento de
las metas trimestrales referidas.
La propuesta implementada debe revertir el diagnóstico de crisis en un plazo
máximo de ciento ochenta días contados desde su puesta en marcha.
Se entiende que el agente intimado ha revertido el diagnóstico de crisis si
dentro del plazo máximo del plan de contingencia los indicadores mencionados
alcanzan determinados niveles en los valores relacionados con los aspectos
prestacionales, jurídico-institucionales y de atención al beneficiario y en los
índices económico-financieros y capacidad de pago. El plazo acordado podrá
ser duplicado por la Superintendencia de Seguros de Salud en el caso de que
se trate de agentes con más de diez mil beneficiarios y medien razones que
justifiquen un plazo más extenso.
Instaurado un procedimiento de crisis, serán considerados incumplimientos
graves la falta de respuesta a la intimación, el rechazo fundado por parte de la
Superintendencia de Servicios de Salud de la propuesta del plan de
contingencia, el incumplimiento de la puesta en marcha de la propuesta dentro
de los treinta días de la aprobación de la misma, el incumplimiento de las
metas trimestrales de la propuesta y el vencimiento del plan de contingencia
sin haber revertido el diagnóstico de crisis.

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31.9. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Cómo se produce la transformación de las obras sociales?
2) ¿Cuál es el régimen actual de las obras sociales?
3) ¿Quiénes son beneficiarios de las obras sociales?
4) ¿Cómo se mantiene la calidad de beneficiario a una obra social?
5) ¿Qué obras sociales son agentes naturales del seguro de salud?
6) ¿Qué es el Sistema Nacional del Seguro de Salud?
7) ¿Qué alcances tiene el Programa Médico Obligatorio?
8) ¿Cuándo se produce la fusión de los agentes del seguro de salud?
9) ¿Con qué aportes y contribuciones se financian las obras sociales
y el Fondo Solidario de Redistribución?
10) ¿Respecto de cuáles obras sociales se puede ejercer la opción de
cambio?
11) ¿Desde cuáles obras sociales se puede ejercer la opción de
cambio?
12) ¿Los beneficiarios del S.I.J.P. pueden cambiar de obra social?
13) ¿Cuáles son las consecuencias del cambio de obra social?
14) ¿Cuándo es procedente el traspaso de obra social del personal
de dirección?

BIBLIOGRAFIA
CHIRINOS, BERNABÉ LINO,"Tratado de la Seguridad Social", T. II, Ed. La Ley,
2010.

CAPITULO XXXII
ASIGNACIONES FAMILIARES

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32.1. Subsistemas. - 32.2. Exclusiones. - 32.3. Antigüedad. - 32.4. Prestaciones para los
trabajadores comprendidos en el subsistema contributivo o de reparto. - 32.4.1. Asignación
por hijo. - 32.4.2. Asignación universal por hijo para la protección social. Reglamentación. -
32.4.3. Asignación por hijo discapacitado. - 32.4.4. Asignación prenatal. - 32.4.5. Asignación
por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal. - 32.4.6. Asignación por
maternidad. - 32.4.7. Asignación por nacimiento. - 32.4.8. Asignación especial por
nacimiento de hijo con síndrome de down. - 32.4.9. Asignación por adopción. - 32.4.10.
Asignación por matrimonio. - 32.4.11. Montos diferenciales. - 32.5. Prescripción. - 32.6.
Prestaciones de los beneficiarios del subsistema no contributivo. - 32.6.1. Asignación por
cónyuge. - 32.6.2. Asignación por hijo. - 32.6.3. Asignación por hijo con discapacidad. -
32.6.4. Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal. - 32.6.5.
Situaciones especiales. - 32.6.5.1. Beneficiarios menores de edad. - 32.6.5.2. Beneficiarios
del S.I.P.A. que desempeñan actividades remuneradas. - 32.6.6. Montos diferenciales.
-32.7. Pluricobertura. - 32.8. Pago. - 32.9. Ley 24.714. 32.10. Guía de análisis.- Bibliografía.

32.1. SUBSISTEMAS
El régimen se basa en:
1) Un subsistema contributivo fundado en los principios del régimen de reparto aplicable a:
a) Los trabajadores que presten servicios remunerados en relación de dependencia en la
actividad privada, cualquiera sea la modalidad de contratación laboral.
b) Beneficiarios de la ley de riesgos del trabajo.
c) Beneficiarios del seguro de desempleo.
2) Un subsistema no contributivo aplicable a:
a) Beneficiarios del SIPA
b) Beneficiarios del Régimen de Pensiones no Contributivas por Invalidez.

32.2. EXCLUSIONES
Están relacionadas con un tope remuneratorio que se establece períodicamente.
Cálculo del límite de remuneración
Los límites que condicionan el otorgamiento de las asignaciones familiares o la cuantía de las
mismas, se calculan en cada caso en función del promedio de la totalidad de las remuneraciones
percibidas en uno o más empleos por los trabajadores durante un semestre, o bien del promedio
de los haberes percibidos por los beneficiarios del S.I.P.A, del régimen de pensiones no
contributivas por invalidez, de la ley sobre riesgos del trabajo y del seguro de desempleo, durante
el mismo lapso.
Dicho promedio se calcula el 30 de junio, que rige para el semestre setiembre-febrero y el 31 de
diciembre, que rige para el semestre marzo-agosto, todos los años, independientemente de las
bajas y/o altas en uno o más empleos que se produzcan en dicho período.
Cuando se inicia una relación laboral los límites están referidos a la primera remuneración y al
final del semestre se practica el promedio aludido precedentemente, entendiéndose por primera
remuneración la que corresponde o hubiera correspondido percibir por el desempeño de tareas
durante todo el mes considerado.
Remuneración mínima
Para acreditar el derecho al cobro de las asignaciones familiares el promedio de las
remuneraciones del titular no puede ser inferior ni superior a una suma determinada. La Asignación
universal por hijo para la protección social se otorga expresamente a quienes perciban una
remuneración inferior al SMVM.
Este mínimo no es aplicable en los casos de asignación por maternidad y por hijo discapacitado.

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32.3. ANTIGÜEDAD
Para cumplimentar el requisito de antigüedad en el empleo se computan las tareas
comprendidas en el régimen de asignaciones familiares, desempeñadas en los meses
inmediatamente anteriores al inicio de la actividad actual y los inmediatamente anteriores en que se
hubieran recibido prestaciones del seguro de desempleo.
Los trabajadores temporarios pueden adicionar la antigüedad que resulte de su desempeño en
tareas comprendidas en el régimen de asignaciones familiares con uno o más empleadores
durante los 12 meses inmediatamente anteriores al inicio de la actividad actual.

32.4. PRESTACIONES PARA LOS TRABAJADORES

COMPRENDIDOS EN EL SISTEMA CONTRIBUTIVO O DE REPARTO

32.4.1. Asignación por hijo


En cuanto a las distintas asignaciones y a su régimen de pago remito a los términos de la ley
24.714, sin perjuicio del cual sintetizaré algunos aspectos de dichas asignaciones.
Los importes de todas las asignaciones son actualizables.
La asignación por hijo consiste en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18 años
de edad que se encuentra a cargo del trabajador y se abona por cada hijo que resida en el país,
soltero, propio, del cónyuge, matrimonial o extramatrimonial, aunque éste trabaje en relación de
dependencia.
No procede su pago por los menores emancipados, ni cuando se produce el alumbramiento sin
vida, ni en los casos de tutela "ad litem" y curatela.
Corresponde abonar esta asignación durante la percepción de la asignación por maternidad.

32.4.2. Asignación universal por hijo para la protección social. Reglamentación


La Asignación Universal por Hijo, creada por Dec. 1602/09 y que se paga a partir del 1º de
diciembre del mismo año, es una prestación monetaria no retributiva de carácter mensual que se
abona a uno solo de los padres, al curador, al tutor o al pariente por consanguinidad hasta el tercer
grado por cada menor de 18 años que se encuentra a su cargo o sin límite de edad cuando se trate
de un hijo discapacitado.
Están incluidos los trabajadores no registrados (art. 7ley 24.013), que ganen menos del Salario
Mínimo Vital y Móvil, los desocupados, el servicio domestico y al monotributista social.
Están excluidos los trabajadores que se desempeñen en la economía informal percibiendo una
remuneración superior al Salario Mínimo Vital, los trabajadores autónomos y los adheridos al
régimen simplificado (tributistas), salvo el monotributista social.
Los requisitos para el cobro de la Asignación por Hijo para la Protección Social son los
siguientes:

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a) El menor debe ser argentino, hijo de argentino nativo o por adopción, naturalizado o residente,
con residencia legal en el país no inferior a tres años previos a la solicitud.
b) Se debe acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor mediante Documento Nacional
de Identidad.
c) Se requerirá acreditar el vínculo entre la persona que percibirá el beneficio y el menor, mediante
la presentación de las partidas correspondientes, y en los casos de adopción, tutelas y curatelas,
los testimonios judiciales pertinentes.
d)La acreditación de la condición de discapacidad será determinada en los términos del art. 2º de
la ley 22.431, certificada por autoridad competente.
e) Hasta los cuatro años de edad inclusive, deberá acreditarse el cumplimiento de los controles
sanitarios y del plan de vacunación obligatorio; desde los cinco años de edad y hasta los
dieciocho deberá acreditarse además la concurrencia de los menores de forma obligatoria a
establecimientos educativos públicos.
f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de los
requisitos exigidos (vacunación y educación ) y a las calidades invocadas; de comprobarse
falsedad de algunos de estos datos, se producirá la perdida del beneficio, sin perjuicio de las
sanciones que correspondan.
DECRETO 1602/2009
Régimen. Subsistema no contributivo de Asignación Universal, por hijo para protección social.
Incorporación.
Fecha de emisión: 29/10/2009
Publicado en: BOLETIN OFICIAL 30/10/2009 - ADLA 2009-E, 4254
VISTO las Leyes Nros. 24.714 y 26.061 y el Decreto Nº897 del 12 de julio de 2007, y
CONSIDERANDO:
Que los más diversos sectores políticos y sociales han expresado su predisposición favorable a
la adopción de políticas públicas que permitan mejorar la situación de los menores y adolescentes
en situación de vulnerabilidad social.
Que a través de la Ley Nº 24.714 se instituyó con alcance nacional y obligatorio un Régimen de
Asignaciones Familiares.
Que dicha norma abarca a los trabajadores que presten servicios remunerados en relación de
dependencia en la actividad privada, cualquiera sea la modalidad de contratación laboral y a los
beneficiarios tanto del Sistema Integrado Previsional Argentino como de regímenes de pensiones
no contributivas por invalidez.
Que, en el régimen establecido por la ley citada se encuentran previstas, entre otras, la
asignación por hijo consistente en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18 años
que estuviere a cargo del beneficiario, así como la asignación por hijo con discapacidad.
Que en el mencionado Régimen de Asignaciones Familiares no se incluye a los grupos
familiares que se encuentren desocupados o que se desempeñen en la economía informal.
Que la Ley Nº 26.061 tiene por objeto la Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños
y Adolescentes que se encuentren en el territorio de la República Argentina, para garantizar el
ejercicio y disfrute pleno, efectivo y permanente de aquéllos reconocidos en el ordenamiento
jurídico nacional y en los Tratados Internacionales en los que la Nación sea parte.
Que por el artículo 3º de dicha norma se entiende por interés superior de aquéllos a quienes
protege la máxima satisfacción, integral y simultánea de los derechos y garantías que a ellos se les
reconoce, entre los que se encuentran el derecho a la obtención a una buena calidad de vida, a la
educación y a obtener los beneficios de la Seguridad Social.
Que cabe agregar que el artículo 26 de la Ley Nº 26.061 dispone que los organismos del Estado
deberán establecer políticas y programas para la inclusión de las niñas, niños y adolescentes, que
consideren la situación de los mismos, así como de las personas que sean responsables de su
mantenimiento.
Que, si bien las políticas de estado llevadas a cabo han producido una mejora en la situación
económica y financiera del país reduciendo los niveles de pobreza y de marginalidad
alcanzándose, asimismo, un importante incremento del nivel ocupacional, subsisten situaciones de
exclusión de diversos sectores de la población que resulta necesario atender.
Que, en virtud de ello, se torna necesario contemplar la situación de aquellos menores
pertenecientes a grupos familiares que no se encuentren amparados por el actual Régimen de

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Asignaciones Familiares instituido por la Ley Nº 24.714 creándose, a tal fin, la Asignación Universal
por Hijo para Protección Social.
Que la referida Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en una prestación
monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de los padres, tutor,
curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado por cada menor de DIECIOCHO (18)
años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se trate de un hijo discapacitado.
Que, como el resto de los beneficios de la Ley Nº 24.714, la asignación que se crea será
financiada con los recursos previstos en el artículo 18 de la Ley Nº 24.241.
Que estos recursos se han fortalecido a partir de las inversiones que se han efectuado de los
fondos que constituyen el Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado Previsional
Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y de la rentabilidad anual obtenida, resultando posible
dar sustento al financiamiento de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, que por
el presente se instituye.
Que el otorgamiento del beneficio se somete a requisitos que deberán acreditarse para
garantizar la universalidad y a la vez preservar la transparencia, condicionándolo al cumplimiento
de los controles sanitarios obligatorios para menores y a la concurrencia al sistema público de
enseñanza.
Que la ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES), como organismo
autónomo sujeto a la supervisión de la COMISION BICAMERAL DE CONTROL DE LOS FONDOS
DE LA SEGURIDAD SOCIAL creada por el artículo 11 de la Ley Nº 26.425, deberá dictar las
normas complementarias pertinentes para la implementación operativa, la supervisión, el control y
el pago de las prestaciones.
Que, forzoso es decirlo, esta medida por sí no puede garantizar la salida de la pobreza de sus
beneficiarios y no puede ubicarse allí toda la expectativa social, aunque resultará, confiamos, un
paliativo importante. Queremos evitar entonces el riesgo de depositar la ilusión de que con una
sola medida se puede terminar con la pobreza.
Que, como se ha destacado, una medida de tal naturaleza tiene sin embargo una indudable
relevancia en cuanto significa más dinero en los bolsillos de los sectores más postergados. No
implica necesariamente el fin de la pobreza, pero inocultablemente ofrece una respuesta
reparadora a una población que ha sido castigada por políticas económicas de corte neoliberal.
Que la clave para una solución estructural del tema de la pobreza sigue afincada en el
crecimiento económico y la creación constante de puestos de trabajo. El trabajo decente sigue
siendo el elemento cohesionante de la familia y de la sociedad, que permite el desarrollo de la
persona.
Que la mejor política social de promoción y articulación del tejido social es el trabajo que,
sumado a la educación, la salud, la modernización o creación de infraestructura, servicios básicos
y viviendas, permitirá mejorar las condiciones de vida y avanzar sobre el núcleo más duro de la
pobreza, consolidando progresivamente un desarrollo humano integral, sostenible e incluyente.
Que existe consenso entre la comunidad y las instituciones sobre la urgencia en implementar
medidas que permitan combatir la pobreza así como brindar apoyo y asistencia a las familias como
núcleo de contención natural y bienestar de la sociedad, mediante la adopción de medidas de
alcance universal.
Que la particular naturaleza de la situación planteada y la urgencia requerida para su resolución,
dificultan seguir los trámites ordinarios previstos por la CONSTITUCION NACIONAL para la
sanción de las leyes, por lo que el PODER EJECUTIVO NACIONAL adopta la presente medida con
carácter excepcional.
Que la Ley Nº 26.122, regula el trámite y los alcances de la intervención del H. CONGRESO DE
LA NACION respecto de los Decretos de Necesidad y Urgencia dictados por el PODER
EJECUTIVO NACIONAL, en virtud de lo dispuesto por el artículo 99 inciso 3 de la CONSTITUCION
NACIONAL.
Que la citada ley determina, que la Comisión Bicameral Permanente tiene competencia para
pronunciarse respecto de la validez o invalidez de los decretos de necesidad y urgencia, así como
elevar el dictamen al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, en el plazo de DIEZ
(10) días hábiles.
Que el artículo 20 de la Ley Nº 26.122 prevé incluso que, en el supuesto que la Comisión
Bicameral Permanente no eleve el correspondiente despacho, las Cámaras se abocarán al expreso

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e inmediato tratamiento del decreto, de conformidad con lo establecido en los artículos 99, inciso 3
y 82 de la CONSTITUCION NACIONAL.
Que, por su parte, el artículo 22 de la misma ley dispone que las Cámaras se pronuncien
mediante sendas resoluciones y que el rechazo o aprobación de los decretos deberá ser expreso
conforme lo establecido en el artículo 82 de la Carta Magna.
Que ha tomado la intervención de su competencia el servicio jurídico permanente.
Que la presente medida se dicta en uso de las facultades que otorga el artículo 99, inciso 3, de
la CONSTITUCION NACIONAL y de los artículos 2º, 19 y 20 de la Ley Nº 26.122.
Por ello,
LA PRESIDENTA DE LA NACION ARGENTINA EN ACUERDO GENERAL DE MINISTROS
DECRETA:
Artículo 1º — Incorpórase como inciso c) del artículo 1º de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios,
el siguiente texto:
"c) Un subsistema no contributivo de Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
destinado a aquellos niños, niñas y adolescentes residentes en la República Argentina, que no
tengan otra asignación familiar prevista por la presente ley y pertenezcan a grupos familiares que
se encuentren desocupados o se desempeñen en la economía informal".
Art. 2º — Incorpórase al artículo 3º de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios el siguiente párrafo:
"Quedan excluidos del beneficio previsto en el artículo 1º inciso c) de la presente los
trabajadores que se desempeñen en la economía informal, percibiendo una remuneración superior
al salario mínimo, vital y móvil."
Art. 3º — Incorpórase como inciso c) del artículo 5º de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios, el
siguiente:
"c) Las que correspondan al inciso c) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
1. Los establecidos en el artículo 18 de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias;
2. Los rendimientos anuales del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado
Previsional Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y modificatorios."
Art. 4º — Incorpórase como inciso i) del Artículo 6º de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios, el
siguiente:
" i) Asignación Universal por Hijo para Protección Social."
Art. 5º — Incorpórase como artículo 14 bis de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios, el siguiente:
"ARTICULO 14 bis. — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en una
prestación monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de los padres,
tutor, curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado, por cada menor de DIECIOCHO
(18) años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se trate de un discapacitado; en
ambos casos, siempre que no estuviere empleado, emancipado o percibiendo alguna de las
prestaciones previstas en la Ley Nº 24.714, modificatorias y complementarias.
Esta prestación se abonará por cada menor acreditado por el grupo familiar hasta un máximo
acumulable al importe equivalente a CINCO (5) menores."
Art. 6º — Incorpórase como artículo 14 ter de la Ley Nº 24.714 y modificatorios, el siguiente:
"ARTICULO 14 ter. — Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, se
requerirá:
a) Que el menor sea argentino, hijo de argentino nativo o por opción, naturalizado o residente, con
residencia legal en el país no inferior a TRES (3) años previos a la solicitud.
b) Acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor, mediante Documento Nacional de
Identidad.
c) Acreditar el vínculo entre la persona que percibirá el beneficio y el menor, mediante la
presentación de las partidas correspondientes y en los casos de adopción, tutelas y curatelas los
testimonios judiciales pertinentes.
d) La acreditación de la condición de discapacidad será determinada en los términos del artículo
2º de la Ley Nº 22.431, certificada por autoridad competente.
e) Hasta los CUATRO (4) años de edad -inclusive-, deberá acreditarse el cumplimiento de los
controles sanitarios y del plan de vacunación obligatorio. Desde los CINCO (5) años de edad y
hasta los DIECIOCHO (18) años, deberá acreditarse además la concurrencia de los menores
obligatoriamente a establecimientos educativos públicos.

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f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de los
requisitos exigidos por la presente y a las calidades invocadas, de comprobarse la falsedad de
algunos de estos datos, se producirá la pérdida del beneficio, sin perjuicio de las sanciones que
correspondan.
Art. 7º — Incorpórase como inciso k) del artículo 18 de la Ley Nº 24.714 y sus modificatorios:
"inciso k) Asignación Universal por Hijo para Protección Social: la mayor suma fijada en los
incisos a) o b), según corresponda.
El OCHENTA POR CIENTO (80%) del monto previsto en el primer párrafo se abonará
mensualmente a los titulares de las mismas a través del sistema de pagos de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
El restante VEINTE POR CIENTO (20%) será reservado en una Caja de Ahorro a nombre del
titular en el BANCO DE LA NACION ARGENTINA percibido a través de tarjetas magnéticas
emitidas por el banco, sin costo para los beneficiarios.
Las sumas podrán cobrarse cuando el titular acredite, para los menores de CINCO (5) años, el
cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de vacunación y para los de edad escolar, la
certificación que acredite además, el cumplimiento del ciclo escolar lectivo correspondiente.
La falta de acreditación producirá la pérdida del beneficio.
Art. 8º — Los monotributistas sociales se encuentran alcanzados por las previsiones de la
presente medida.
Art. 9º — La percepción de las prestaciones previstas en el presente decreto resultan
incompatibles con el cobro de cualquier suma originada en Prestaciones Contributivas o No
Contributivas Nacionales, Provinciales, Municipales o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
incluyendo las prestaciones de las Leyes Nros. 24.013, 24.241 y 24.714 y sus respectivas
modificatorias y complementarias.
Art. 10. — Facúltase a la ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES)
a dictar las normas complementarias pertinentes para la implementación operativa, la supervisión,
el control y el pago de las prestaciones.
Art. 11. — El presente decreto comenzará a regir a partir del 1º de noviembre de 2009.
Art. 12. — Dése cuenta a la Comisión Bicameral Permanente del HONORABLE CONGRESO DE
LA NACION.
Art. 13. — Comuníquese, publíquese, dese a la DIRECCION NACIONAL DEL REGISTRO
OFICIAL y archívese. - FERNANDEZ DE KIRCHNER. - Aníbal D. Fernández. - Aníbal F. Randazzo.
- Jorge E. Taiana. - Nilda C. Garré. - Amado Boudou. - Débora A. Giorgi. - Julián A. Dominguez. -
Julio M. De Vido. - Julio C. Alak. - Carlos A. Tomada. - Alicia M. Kirchner. - Juan L. Manzur. - Alberto
E. Sileoni. - José L. S. Barañao.
La resolución 393/2009 estableció que:
Artículo 1º — Entiéndese por grupo familiar a los fines del artículo 1º del Decreto Nº 1602/09, al
niño, adolescente y/o persona discapacitada que genera la asignación y a la persona o personas
relacionadas que tienen al mismo a su cargo, dentro del marco establecido en el artículo 14 bis de
la Ley Nº 24.714, incorporado por el artículo 5º del Decreto Nº 1602/09.
Art. 2º — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social será percibida por quien
resulte titular, cuando las personas a cargo del grupo familiar sean monotributistas sociales, se
encuentren desocupados o desempeñándose en la economía informal con un ingreso inferior al
salario mínimo vital y móvil y siempre que no se encuentren alcanzados por alguna de las
incompatibilidades mencionadas en el articulo 9º del Decreto Nº 1602/09.
Art. 3º — La existencia de niños, adolescentes y discapacitados que no cumplan las condiciones
para generar el derecho al cobro de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
cualquiera fuese el motivo, no impedirá el cobro de la prestación a las personas que lo tienen a su
cargo por el resto de los integrantes del grupo familiar en condiciones de percibirlo.
Art. 4º — Los trabajadores incorporados en el Régimen Especial de Seguridad Social para
Empleados del Servicio Doméstico, previsto en el artículo 21 de la Ley Nº 25.239, que perciban un
ingreso menor al salario mínimo, vital y móvil, se encuentran incluidos en las previsiones
del Decreto Nº 1602/09.
Art. 5º — Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social el titular y el
niño, adolescente y/o persona discapacitada deberán residir en la República Argentina, ser

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argentinos, nativos o naturalizados, o con residencia legal en el país no inferior a tres (3) años
previos a la solicitud.
Art. 6º — La liquidación y pago de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social se
realizará con la información que se encuentra registrada en las bases de datos de ANSES y con la
información que a partir de la vigencia de la presente se recepte por los diversos mecanismos que
se determinen a través de la formalización de convenios con Provincias, Municipios y Organismos
Públicos. Asimismo, se considerarán los informes sociales que los profesionales del MINISTERIO
DE DESARROLLO SOCIAL generen, a los efectos y en las condiciones que oportunamente
acuerden ANSES y dicho Ministerio.
Art. 7º — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social se abonará desde la fecha en
que se cuente con la información necesaria en las Bases de Datos de esta ANSES, que dé cuenta
de la acreditación del cumplimiento de los requisitos previstos para esta prestación.
Art. 8º — A los efectos del artículo 9º del Decreto Nº 1602/09 y hasta tanto ANSES celebre
convenios de colaboración mutua con las Provincias, el solicitante de la Asignación Universal por
Hijo para Protección Social, deberá presentar ante las UDAI u Oficinas de ANSES, certificación
firmada por funcionario público provincial competente de la que surja si él, o los integrantes de su
grupo familiar, resultan beneficiarios o no de planes sociales, de empleo y/o capacitación de
carácter provincial.
Art. 9º — Cuando el grupo familiar se encuentre integrado por más de cinco (5) niños,
adolescentes o discapacitados, la Asignación Universal por Hijo para Protección Social será
abonada considerando en primer término a los discapacitados y luego a los demás niños y
adolescentes de más baja edad hasta llegar al tope de cargas familiares permitidas por el artículo
14 bis de la Ley Nº 24.714, incorporado por el artículo 5º del Decreto Nº 1602/09. Asimismo, la
totalidad de los niños, adolescentes y/o discapacitados que conforman el grupo familiar deberán
cumplir con los requisitos de sanidad, vacunación y escolaridad exigidos por la presente
reglamentación independientemente que los mismos generen derecho a la prestación.
Art. 10. — Cuando la tenencia del niño, adolescente o persona discapacitada sea compartida por
ambos padres, la madre tendrá prelación sobre el padre en la titularidad de la prestación.
Art. 11. — En caso de separaciones de hecho, separaciones legales y divorcios vinculares el
beneficio establecido en el Decreto Nº 1602/09 será percibido por el padre que ejerza la tenencia
del niño, adolescente o de la persona discapacitada, la que podrá acreditarse con sentencia o
acuerdo judicial, o en su defecto, con Información Sumaria Judicial o con informe de profesional
competente del MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL y declaración jurada del peticionante de
la Asignación Universal, en los términos que se acuerden con el precitado Ministerio.
Art. 12. — Los padres de los niños, adolescentes o personas discapacitadas no tendrán derecho
al cobro de la Asignación Universal para la Protección Social en la medida que se acrediten las
condiciones de los artículos 13 y 14 de la presente resolución.
Art. 13. — Las Tutelas, Curatelas o Guardas que confieren derecho a percibir la prestación
establecida en el inciso i) del artículo 6º de la Ley Nº 24.714, son aquellas otorgadas por medio de
sentencias dictadas por juez competente. En el caso de guardas, se considerarán válidas a los
efectos del presente beneficio aquéllas otorgadas con carácter asistencial, o al solo efecto de
percibir asignaciones familiares.
Art. 14. — Para permitir el cobro de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, el
pariente hasta tercer grado por consanguinidad debe presentar obligatoriamente Información
Sumaria Judicial, o en su defecto, informe de profesional competente del MINISTERIO DE
DESARROLLO SOCIAL, que acredite a la vez las siguientes condiciones: parentesco, convivencia
con el niño, adolescente o persona discapacitada, que se encuentre a su cargo; y que no exista
guardador, tutor o curador designado judicialmente.
Art. 15. — En el supuesto que alguno de los padres de los niños, adolescentes o discapacitados
manifieste desconocer el paradero del otro padre, se requerirá la firma de una Declaración Jurada
que se realizará en las Unidades de Atención Integral (UDAI) de ANSES o en las oficinas del
MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL habilitadas al efecto, de conformidad con las pautas que
establezca la normativa correspondiente.
Art. 16. — Para el pago de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social en el caso de
hijo con discapacidad, será necesaria la Autorización previa de la Administración Nacional de la
Seguridad Social que procederá a la verificación médica pertinente.

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Cuando el hijo discapacitado contare con un Certificado de Discapacidad vigente extendido de


conformidad con la Ley Nº 22.431 y modificatorias, o sus similares provinciales o con una
declaración judicial de insania mediante sentencia firme, o bien con informe de profesional médico
producido en el marco de acciones de relevamiento de potenciales destinatarios realizadas por el
MINISTERIO DE DESARROLLO SOCIAL, no será necesario que ANSES realice la verificación
médica correspondiente, independientemente que el beneficiario gestione la Autorización por
Discapacidad requerida.
Art. 17. — La Asignación Universal por Hijo para Protección Social podrá percibirse en forma
provisoria a través de apoderado, cuando:
a) El titular de la asignación se encuentre imposibilitado para movilizarse, circunstancia que deberá
estar acreditada con certificado médico del que surja la causa del impedimento y la fecha
estimada de finalización del mismo.
b) El titular de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social se encuentre privado de su
libertad, en cuyo caso deberá presentarse certificado oficial extendido por el Responsable de la
Unidad Penitenciaria donde se encuentre detenido.
Art. 18. — Las personas que cumplan con los requisitos establecidos para el cobro de la
Asignación Universal por Hijo para Protección Social podrán consultar en la página Web de
ANSES, por su número de Clave Unica de Identificación Laboral (CUIL) o Documento Nacional de
Identidad (DNI), los datos que se encuentran registrados en las bases de esta Administración
Nacional relativos a:
a) Sus datos personales y relaciones familiares;
b) Lugar de cobro de su Asignación Universal.
Art. 19. — La conformación del comprobante de pago con la firma del titular de la Asignación
Universal por Hijo para Protección Social, como así también el retiro de los fondos depositados en
cuenta bancaria, tendrán los alcances de declaración jurada acerca del cumplimiento de todos los
requisitos exigidos para el pago del beneficio previsto en el artículo 6º inciso f) del Decreto Nº
1602/09.
Esta Administración Nacional efectuará controles o inspecciones tendientes a verificar el
cumplimiento de las condiciones de pago previstas en la normativa vigente. Si se comprobare el
incumplimiento de alguno de los requisitos previstos en el artículo 6º del Decreto Nº 1602/09, el
titular perderá el derecho al beneficio y estará sujeto a las penalidades que le correspondan por
falseamiento de declaración jurada, sin perjuicio de las sumas que pudieran serle reclamadas por
cobro indebido.
Art. 23. — Para el pago de esta Asignación Universal, se utilizará la red de agentes pagadores
de la ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
Art. 24. — Para la percepción del VEINTE POR CIENTO (20%) de la Asignación Universal por
Hijo para Protección Social que fuera reservado mensualmente, en virtud de las previsiones del
inciso k) del artículo 18 de la Ley Nº 24.714, el titular del beneficio deberá acreditar para los niños
menores de CINCO (5) años, el cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de vacunación.
Para aquellos niños de CINCO (5) años o más deberá presentar además, la certificación que
acredite el cumplimiento del ciclo escolar respectivo en establecimientos públicos.
Oportunamente, y a los fines indicados, ANSES remitirá a cada titular del beneficio una libreta
que contendrá datos relativos a sanidad, vacunación, educación y condición laboral, la que deberá
ser presentada ante esta Administración Nacional en las condiciones y plazos que fije a tal efecto la
Gerencia Diseño de Normas y Procesos dependiente de la Subdirección de Administración.
Art. 25. — Las personas que accedan a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
en virtud de ser beneficiarios del "Programa Familias" otorgado por el Ministerio de Desarrollo
Social, y los beneficiarios del "Programa Jefes de Hogar" y del "Programa de Empleo Comunitario"
del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, cobrarán la citada Asignación Familiar a
través del mismo medio de pago por el que percibían los referidos planes.
Por su parte, el decreto 2044/2009 dispuso que:
Creo el REGISTRO DE PROTECCION INTEGRAL DE LA NIÑEZ Y LA ADOLESCENCIA en el
ámbito de la SECRETARIA NACIONAL DE NIÑEZ, ADOLESCENCIA Y FAMILIA del MINISTERIO
DE DESARROLLO SOCIAL, con la misión de integrar y sistematizar la información relacionada con
las acciones gubernamentales de protección de los derechos de las personas menores de

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DIECIOCHO (18) años de edad y en función de ampliar y calificar el conjunto de políticas públicas
en la materia. Dicha información se encontrará tutelada por las prescripciones de la Ley Nº 25.326.
Por último, la resolución 132/2010 establece que:
La ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES) entregará al adulto
responsable titular de la Asignación por Hijo para Protección Social, por cada menor de
DIECIOCHO (18) años a su cargo, la "LIBRETA NACIONAL DE SEGURIDAD SOCIAL, SALUD Y
EDUCACION" por la que se acreditará el cumplimiento de los requisitos exigidos en los incisos e) y
f) del artículo 14 ter de la Ley Nº 24.714.
Y establece los requisitos complementarios para recibir la Asignación Universal por Hijo para la
Protección Social.
La acreditación en la libreta del requisito correspondiente al ciclo escolar estará a cargo de las
autoridades del establecimiento educativo al que concurra el niño, niña o adolescente.
La acreditación en la libreta de los requisitos relativos a los controles sanitarios y el plan de
vacunación obligatorio estará a cargo de los profesionales de la salud matriculados que se
desempeñen en establecimientos de salud privados o públicos de carácter nacional, provincial o
municipal.
Deberá ser presentada en las dependencias de ANSES, desde el primer día hábil del mes de
enero hasta el último día hábil del mes de marzo de cada año.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010 la presentación de la Libreta deberá
efectuarse desde el 1º de marzo hasta el 30 de junio.
El VEINTE POR CIENTO (20%) de la Asignación Universal por Hijo para Protección Social
reservado entre los meses de enero y diciembre de cada año, de conformidad con lo prescripto por
el artículo 18 inciso k) de la Ley Nº 24.714, será puesto al pago por ANSES a partir de la primera
liquidación que se efectúe con posterioridad a la presentación de la Libreta, previa verificación del
cumplimiento de los requisitos y plazos exigidos.
El pago del VEINTE POR CIENTO (20%) que se efectivizará en el año 2010, comprenderá los
importes reservados en los meses de noviembre y diciembre de 2009 y enero y febrero de 2010.
El VEINTE POR CIENTO (20%) reservado de la Asignación Universal por Hijo para Protección
Social será abonado al titular que al momento de efectuar la primera liquidación posterior a la
presentación de la Libreta tenga a su cargo a los niños, niñas y adolescentes que generaron la
reserva citada.
Para acreditar la asistencia escolar exigida por el artículo 14 ter inciso e) de la Ley Nº 24.714, la
autoridad del establecimiento educativo deberá certificar la condición de alumno regular al finalizar
el ciclo lectivo anterior al de la fecha de presentación de la Libreta.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010, la acreditación de este requisito podrá ser
cumplida con la certificación de la condición de alumno regular para el ciclo lectivo iniciado en el
mencionado año.
La acreditación referida al control sanitario se deberá certificar en la Libreta a partir de los SEIS
(6) años de edad y hasta los DIECIOCHO (18) años. En relación a los niños y niñas menores de
SEIS (6) años la certificación del control sanitario consistirá en la inscripción de los mismos en el
"Plan Nacer". La información será remitida periódicamente por el Ministerio de Salud en los
términos que se acuerden oportunamente. La falta de registración del niño o niña en el mencionado
padrón sólo podrá ser salvada con la presentación, por parte del adulto responsable, del
comprobante o credencial que acredite la inscripción de los niños/as en el referido plan.
La acreditación del plan de vacunación obligatorio se asentará en la Libreta a partir del
nacimiento del niño o niña y hasta los DIECIOCHO (18) años, debiendo el profesional de la salud
indicar si el mismo fue cumplido en su totalidad o se encuentra en curso de cumplimiento.
Con carácter de excepción y sólo por el año 2010, la acreditación de este requisito será exigible
únicamente para los menores de SIETE (7) años.
Los menores de DIECIOCHO (18) años que cuenten con autorización expresa de ANSES para el
cobro de la Asignación por Discapacidad y acrediten la imposibilidad de asistir a establecimientos
educativos mediante Certificación Médica emitida por médicos matriculados de establecimientos de
salud privados o públicos de carácter nacional, provincial o municipal deberán cumplir únicamente
con los controles sanitarios y plan de vacunación obligatorio.
La falta de acreditación del cumplimiento en tiempo y en forma, de los controles sanitarios o del
plan de vacunación obligatorio o de educación, generará la suspensión del pago de la Asignación

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Universal por Hijo para Protección Social. Si el titular acreditara el cumplimiento de dichos
requisitos dentro de los NOVENTA (90) días corridos siguientes al plazo de vencimiento de
presentación de la Libreta se rehabilitará el pago de la Asignación Universal mensual en forma
retroactiva al mes de suspensión. Si el titular acreditara el cumplimiento de dichos requisitos
cumplidos los NOVENTA (90) días corridos siguientes al plazo de vencimiento de presentación de
la Libreta se reanudará el pago de la Asignación Universal mensual a partir de la primera
liquidación que se realice con posterioridad a la presentación de la documentación respectiva y sin
derecho a retroactividad.
El cumplimiento del requisito establecido en el inciso f) del artículo 14 ter de la Ley Nº
24.714 deberá formalizarse en los meses de marzo y septiembre. La Declaración Jurada
correspondiente al mes de marzo de cada año se considera cumplida con la presentación en las
dependencias de ANSES, de la Libreta Nacional de Seguridad Social, Salud y Educación y la
correspondiente a setiembre a través del Formulario que fije a tal efecto la Gerencia Diseño de
Normas y Procesos dependiente de la Subdirección de Administración el que deberá ser
presentado por el beneficiario ante ANSES.
La falta de presentación de la Declaración Jurada establecida en el inciso f) del artículo 14 ter de
la Ley Nº 24.714 tendrá idénticos efectos que los previstos en el artículo 11 de la presente.
La Asignación Universal por hijo para protección social percibida indebidamente, dará lugar a las
acciones de recupero administrativas y judiciales que correspondan.
La Libreta Nacional de Seguridad Social, Salud y Educación, deberá permanecer en poder del
titular de la prestación o de ANSES, cuando esta lo requiera, no pudiendo ser retenida por otro
organismo o persona alguna.
El titular del beneficio se encuentra obligado a denunciar con carácter de declaración jurada ante
ANSES, la pérdida o robo de la Libreta, debiendo solicitar la emisión de un nuevo ejemplar.
A partir de la emisión del 3º ejemplar de la Libreta de un mismo niño, niña o adolescente, ANSES
descontará al titular el valor equivalente a un VEINTE POR CIENTO (20%) de la Asignación
Universal por Hijo para Protección Social vigente a la fecha de emisión de la nueva libreta, en
concepto de cargo por pérdida de la misma en forma reiterada.

32.4.3. Asignación por hijo discapacitado


La asignación por hijo con discapacidad consiste en el pago de una suma mensual que se abona
al trabajador por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa condición, sin límite de edad, a
partir del mes en que se acredite tal condición. A los efectos de esta ley se entiende por
discapacidad la definida en el artículo 2° de la ley 22.431, es decir, se considera discapacitada a
toda persona que padezca una alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que
en relación a su edad y medio social implique desventajas considerables para su integración
familiar, social, educacional o laboral.
A los fines de otorgar las asignaciones por hijo e hijo con discapacidad son considerados como
hijos los adoptivos y los menores o personas con discapacidad cuya guarda, tenencia o tutela haya
sido acordada al beneficiario por autoridad judicial o administrativa competente.

32.4.4. Asignación prenatal


La asignación prenatal consiste en el pago de una suma equivalente a la asignación por hijo que
se abona desde el momento de la concepción hasta el nacimiento del hijo.
El estado de embarazo debe ser acreditado entre el tercero y cuarto mes, pero la prestación se
abona en forma retroactiva al primer mes de embarazo, para lo cual requiere una antigüedad
mínima y continuada en el empleo de tres meses; si no se cumplimenta este plazo la asignación no
se paga íntegramente, sino que sólo se abonan las mensualidades devengadas con posterioridad
al cumplimiento de ese lapso de antigüedad.

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El pago cesa por interrupción del embarazo y si el estado de embarazo se acredita con
posterioridad al nacimiento, no corresponde el pago de la asignación.
Se paga a la trabajadora independientemente de su estado civil y al trabajador cuando su
cónyuge o concubina no trabaja en relación de dependencia o cuando la percepción por parte de
ella resulte menos beneficiosa.
El pago es compatible con la percepción de la asignación por hijo correspondiente al mes en que
se produce el alumbramiento, siempre que la asignación prenatal no exceda de nueve
mensualidades.

32.4.5. Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal
Esta prestación se abona por cada hijo que concurra regularmente a establecimientos de
enseñanza básica o cualquiera sea la edad del hijo si concurre a establecimientos oficiales o
privados donde se imparta educación diferencial, y en los casos de concurrencia regular del hijo
discapacitado a c argo del titular a establecimiento oficial o privado controlado por autoridad
competente, en el que se presten servicios de rehabilitación exclusivamente.
Cuando se perciba la asignación por hijo con discapacidad, autorizada expresamente por
A.N.Se.S., tendrá derecho al pago de esta asignación de ayuda escolar anual desde el momento
en que el hijo con discapacidad reciba enseñanza de tipo diferencial impartida por maestros
particulares que posean matrícula habilitante, enseñanza diferencial impartida individualmente,
aunque la misma no se realice en establecimientos oficiales o privados.
Los trabajadores de temporada perciben esta prestación en el mes inmediato anterior al del
inició del ciclo lectivo cuando se encuentren en prestación efectiva de servicios en ese período; si
la prestación de servicios comenzara con posterioridad a ese mes, corresponde el pago juntamente
con los haberes del mes de ingreso, si no la hubiere percibido con ningún otro empleador. La ley
25.231 extiende esta prestación al nivel inicial que comprende a la Sala de 3 a 5 años o su
equivalente (Preescolar).

32.4.6. Asignación por maternidad


La asignación por maternidad consiste en el pago de una suma igual a la remuneración que la
trabajadora hubiera debido percibir en su empleo, que se abona durante el período de licencia legal
correspondiente.
Para el pago de esta asignación se requiere una antigüedad mínima y continuada en el empleo
de tres meses y en el caso de la trabajadora que logra la antigüedad exigida con posterioridad a la
fecha en que inició la licencia legal, consiste en el pago de los haberes que le correspondería
percibir en los días que resten de la licencia por maternidad, desde la fecha en que acreditó la
antigüedad requerida.
Las trabajadoras de temporada deben encontrarse en prestación efectiva de servicios en el
momento del hecho generador.
Es procedente el pago cuando se produce el alumbramiento sin vida y por interrupción del
embarazo, siempre que el tiempo mínimo de gestación haya sido de ciento ochenta días.
En el caso de nacimiento a término en el cual no se haya iniciado la licencia por maternidad por
no haberse denunciado el estado de embarazo, sólo corresponde el pago de los 45 días
posteriores al parto.
En los casos de nacimiento con vida anterior al inicio de la licencia preparto, corresponde la
percepción de la asignación por maternidad por los 90 días de la licencia posparto.

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32.4.7. Asignación por nacimiento


La asignación por nacimiento consiste en el pago de una suma que se efectiviza en el mes en
que se acredite el nacimiento ante el empleador, y para el cobro se requiere una antigüedad
mínima y continuada de seis meses.
Los trabajadores de temporada deben encontrarse en prestación efectiva de servicios en el
momento de producirse el hecho generador.
Corresponde el pago de esta asignación cuando se produce el alumbramiento sin vida, siempre
que el tiempo mínimo de gestación sea de ciento ochenta días y en el caso de reconocimiento de
hijos, siempre que no hubieren transcurrido dos años a partir de la fecha de ocurrido el nacimiento
y que no se hubiere percibido esa asignación con anterioridad.
En caso de nacimiento múltiple se paga una asignación por cada uno de los hijos.

32.4.8. Asignación especial por nacimiento de hijo con síndrome de down


La ley 24.716, en los casos de nacimiento de un hijo con síndrome de Down, otorga a la madre
trabajadora en relación de dependencia una licencia de seis meses sin goce de sueldo desde la
fecha de vencimiento del período de licencia por maternidad.
En el lapso de la licencia prevista, la trabajadora percibe una asignación familiar de monto igual
a la remuneración que habría percibido si hubiere prestado servicios.
Para acceder a este derecho la trabajadora debe comunicar fehacientemente al empleador el
diagnóstico del recién nacido, por lo menos con quince días de anticipación al vencimiento del
período de prohibición de trabajo por maternidad.
El monto de esta asignación es igual a la remuneración que habría percibido si hubiera prestado
servicios.

32.4.9. Asignación por adopción


La asignación por adopción consiste en el pago de una suma que se efectiviza en el mes en que
el trabajador acredite dicho acto ante el empleador y para el cobro se requiere una antigüedad
mínima y continuada de seis meses .
Los trabajadores de temporada deben encontrarse en prestación efectiva de servicios en el
momento de producirse el hecho generador.
Corresponde el pago de esta asignación por los hijos adoptivos hasta los 21 años de edad,
cuando se adopte al hijo del cónyuge y en el caso de nacimiento múltiple se paga una asignación
por cada uno de los hijos.

32.4.10. Asignación por matrimonio


La asignación por matrimonio consiste en una suma que se efectiviza en el mes en que se
acredita el matrimonio ante el empleador.
Requiere una antigüedad mínima y continuada en el empleo de seis meses y para determinar la
procedencia del pago se considera el mes en que se produce el hecho generador. Se abona a los
dos cónyuges cuando ambos se encuentren en las disposiciones de la ley.
Los trabajadores de temporada deben encontrarse en prestación efectiva de servicios en el
momento de ocurrido el hecho generador.

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32.4.11. Montos diferenciales


El decreto 1245/96 estableció la cuantía de las asignaciones familiares que corresponde abonar
a los trabajadores que desempeñan la actividad en relación de dependencia en determinadas
provincias o localidades, las cuales son de montos superiores a los detallados precedentemente y
varían en función de las distintas jurisdicciones.

32.5. PRESCRIPCION
La prescripción de las asignaciones familiares devengadas y o percibidas se rige por los plazos
aplicables en la prescripción de los haberes jubilatorios y de pensión, conforme lo dispuesto por
el artículo 168 de la ley 24.241 (dos años).

32.6. PRESTACIONES DE LOS BENEFICIARIOS

DEL SUBSISTEMA NO CONTRIBUTIVO


Los beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones y de pensiones no
contributivas tienen derecho a las siguientes prestaciones:

32.6.1. Asignación por conyuge


La asignación por cónyuge consiste en el pago de una suma de dinero que se abona al
beneficiario por su cónyuge.
Se entiende por cónyuge a la esposa del beneficiario que resida en el país, o al esposo de la
beneficiaria también residente en el país, que acredite encontrarse a cargo de la misma, afectado
por invalidez total, absoluta y permanente. Se considera que no está a cargo del cónyuge cuando
percibiera ingresos por cualquier concepto.
El monto de la asignación por cónyuge es de quince pesos.

32.6.2. Asignación por hijo


La asignación por hijo consiste en el pago de una suma mensual por cada hijo menor de 18 años
de edad que se encuentra a cargo del beneficiario.
La asignación por hijo se abona por cada hijo que resida en el país, soltero, propio, del cónyuge,
matrimonial y extramatrimonial, aunque éste trabaje en relación de dependencia. No corresponde
la percepción de asignaciones familiares por los menores emancipados.
Tutela "ad litem" y curatela

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No resulta procedente el pago de la asignación por hijo e hijo discapacitado, en los casos de
tutela "ad litem" y curatela.
Guarda, tenencia o tutela
A los fines de otorgar las asignaciones por hijo e hijo con discapacidad son considerados como
hijos los menores o personas con discapacidad cuya guarda, tenencia o tutela haya sido acordada
al beneficiario por autoridad judicial o administrativa competente. En tales supuestos, los
respectivos padres no tienen, por ese hijo, derecho al cobro de las mencionadas asignaciones.

32.6.3. Asignación por hijo con discapacidad


La asignación por hijo con discapacidad consiste en el pago de una suma mensual que se abona
por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa condición, sin límite de edad, a partir del mes en
que se acredite tal condición. Esta asignación se abona previa verificación de la discapacidad por
la ANSeS., salvo cuando los hijos fueren beneficiarios de una jubilación por invalidez o pensión por
invalidez.

32.6.4. Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica


En virtud de lo establecido por el artículo 2° del decreto 256/98 esta asignación se otorga a los
beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones.
Por ley 25.231 se extiende el beneficio a la educación inicial.

32.6.5. Situaciones especiales

32.6.5.1. Beneficiarios menores de edad


Los menores de edad perciben las asignaciones familiares a las que hubieran tenido derecho
sus padres, en las mismas condiciones y modalidades, salvo que el menor hubiere generado
derecho al cobro en otra persona, que lo tenga bajo guarda, tutela o tenencia.

32.6.5.2. Beneficiarios del SIPA que desempeñe actividades remuneradas

32.6.6. Montos diferenciales


Los beneficiarios que residan en las provincias de Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y
Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.

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32.7. PLURICOBERTURA
Cuando ambos progenitores están comprendidos en el régimen de asignaciones familiares, las
prestaciones deben ser percibidas por uno solo de ellos.
Cuando ambos padres trabajen, o sean beneficiarios del S.I.P.A., del seguro por desempleo, las
asignaciones familiares pueden ser solicitadas por aquel a quien su percepción, en función de su
monto le resulte más beneficiosa. Este beneficio puede ser optado dos veces por año calendario,
pero sólo una vez en cada semestre.
En casos de separaciones de hecho, divorcios vinculares y separaciones de concubinos, las
asignaciones familiares son abonadas al padre o madre que detenta la tenencia de los hijos.
Cuando quien tiene la tenencia de los hijos no es trabajador en relación de dependencia, ni es
beneficiario del S.I.P.A ni de la prestación por desempleo, las asignaciones familiares pueden ser
percibidas por el otro padre o madre, siempre que el que detenta la tenencia otorgue autorización
expresa, mediante nota con carácter de declaración jurada y que el beneficiario de la asignación
familiar entregue mensualmente a aquél el monto percibido.

32.8. PAGO
Corresponde la percepción de asignaciones en el mes, inclusive, en el que nazcan, fallezcan,
cumplan la edad límite o cese la discapacidad de los hijos y del cónyuge del beneficiario que
percibe las asignaciones familiares, como así también cuando se produzca el fallecimiento del
titular.
Las asignaciones de pago mensual devengadas con anterioridad a la vigencia de la ley
24.714 se abonan a los valores vigentes al período que corresponda.
La Resolución 144/2010 establece:
Artículo 1º — Las empresas que a la fecha de la presente Resolución se encuentren
comprendidas en el Sistema de Fondo Compensador para el pago de las Asignaciones Familiares
regidas por la Ley Nº 24.714, quedarán incorporadas de pleno derecho al Sistema Unico de
Asignaciones Familiares (SUAF).
Art. 2º — La incorporación al Sistema referido de los empleadores que a la fecha de la presente
Resolución se encuentren comprendidos en el Sistema de Fondo Compensador se llevará a cabo
de acuerdo a los criterios que mensualmente determine la Gerencia Unidad Central de Apoyo
dependiente de la Subdirección Prestaciones.
Art. 3º — La ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL sólo aceptará las
solicitudes de Reintegros por Asignaciones Familiares que formulen las empresas mencionadas en
el artículo 1º conforme lo establecido en los puntos 2 y 3 del Capítulo IV de la Resolución D.E.-N Nº
292/08.
Art. 4º — A los fines del traspaso referido, serán de aplicación todas las normas y disposiciones
de la Resolución D.E. N Nº 292/2008 debiendo los empleadores y sus trabajadores cumplir con las
disposiciones establecidas en el Capítulo I de la misma.
Art. 5º — Las Asignaciones Familiares que se liquiden de conformidad con lo prescripto en la
presente Resolución, serán abonadas a través de la boca de pago o CBU informada por el
empleador a través del Programa de Simplificación y Unificación Registral de AFIP. En caso de no
contarse con dicha información se liquidarán las Asignaciones Familiares a través del Banco más
cercano al domicilio que el trabajador tenga registrado en la Base de Datos de ANSES o la que
suministre la Administración Federal de Ingresos Públicos. Esta boca de pago podrá ser modificada
por el trabajador con posterioridad al primer cobro, actualizando su domicilio en cualquiera de las
UDAI de esta ANSES, suministrando, en su caso, los datos de la entidad y cuenta bancaria
pertinentes.

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32.9. LEY 24.714


La ley 24.714 establece:
ARTICULO 1°- Se instituye con alcance nacional y obligatorio, y sujeto a las disposiciones de la
presente ley, un Régimen de Asignaciones Familiares basado en:
a) Un subsistema contributivo fundado en los principios de reparto de aplicación a los trabajadores
que presten servicios remunerados en relación de dependencia en la actividad privada,
cualquiera sea la modalidad de contratación laboral, beneficiarios de la Ley sobre Riesgos de
Trabajo y beneficiarios del Seguro de Desempleo, el que se financiará con los recursos previstos
en el artículo 5° de la presente ley.
b) Un subsistema no contributivo de aplicación a los beneficiarios del Sistema Integrado de
Jubilaciones y Pensiones, y beneficiarios del régimen de pensiones no contributivas por
invalidez, el que se financiará con los recursos del régimen previsional previstos en el artículo
18º de la Ley N° 24.241.
c) Un subsistema no contributivo de Asignación Universal por Hijo para Protección Social,
destinado a aquellos niños, niñas y adolescentes residentes en la República Argentina, que no
tengan otra asignación familiar prevista por la presente ley y pertenezcan a grupos familiares que
se encuentren desocupados o se desempeñen en la economía informal. (Inciso incorporado
por art. 1° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de
2009)
ARTICULO 2° - Se exceptúan de las disposiciones del presente régimen a los trabajadores del
servicio doméstico.
ARTICULO 3° - Quedan excluidos de las prestaciones de esta ley, con excepción de las
asignaciones familiares por maternidad y por hijos con discapacidad, los trabajadores que perciban
una remuneración inferior a PESOS CIEN ($ 100) o igual o superior a PESOS CUATRO MIL CON
UN CENTAVO ($ 4.000,01). (Tope máximo de remuneración sustituido por art. 1° del Decreto N°
1345/2007 B.O. 5/10/2007. Vigencia: a partir del 1º de julio de 2007).
Quedan excluidos del beneficio previsto en el artículo 1º inciso c) de la presente los trabajadores
que se desempeñen en la economía informal, percibiendo una remuneración superior al salario
mínimo, vital y móvil. (Párrafo incorporado por art. 2° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009.
Vigencia: a partir del 1º de noviembre de 2009)..."
ARTICULO 4° - Se considerará remuneración a los efectos de esta ley, la definida por el Sistema
Integrado de Jubilaciones y Pensiones (Ley Nº 24.241,artículos 6º y 9º) con excepción de las horas
extras y el sueldo anual complementario (SAC).
Los límites que condicionan el otorgamiento de las asignaciones familiares o la cuantía de las
mismas, se calcularán, en cada caso, en función de la totalidad de las remuneraciones y
prestaciones dinerarias y asignación por maternidad o prestación por desempleo o haberes
previsionales correspondientes al período que se liquide, excluyéndose las horas extras y el sueldo
anual complementario (SAC) en los casos de trabajadores en relación de dependencia y la
prestación anual complementaria en los casos de beneficiarios del Sistema Integrado de
Jubilaciones y Pensiones.
Para los trabajadores a que hace referencia el segundo párrafo del art ículo 3º y sólo a los
efectos del cobro de las asignaciones familiares, se excluirán del total de la remuneración las
sumas que percibiera el trabajador en concepto de horas extras, sueldo anual complementario
(SAC) y zona desfavorable, inhóspita o importes zonales.
(Artículo sustituido por art. 2° del Decreto N° 368/2004 B.O. 1/4/2004. Vigencia: a partir del 1º de
marzo de 2004).
ARTICULO 5°- Las asignaciones familiares previstas en esta ley se financiarán:
a) Las, que correspondan al inciso a) del artículo 1º de esta ley, con los siguientes recursos:
1. Una contribución a cargo del empleador del nueve por ciento (9 %) que se abonara sobre el
total de las remuneraciones de los trabajadores comprendidos en el ámbito de aplicación de
esta ley. De ese nueve por ciento (9 %), siete y medio puntos porcentuales (7,5 %), se
destinarán exclusivamente a asignaciones familiares y el uno y medio (1,5 %) restante al
Fondo Nacional del Empleo, con la escala de reducciones prevista en el Decreto N° 2609/93, y

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sus modificatorios Decretos N° 372/95, 292/95 y 492/95, los que mantienen su vigencia en los
porcentajes y alícuotas especificados para cada caso.
2. Una contribución de igual cuantía a la establecida en el punto anterior, a cargo del
responsable del pago de prestaciones dinerarias derivadas de la Ley N° 24.557, sobre
Riesgos de Trabajo.
3. Intereses, multas y recargos.
4. Rentas provenientes de inversiones.
5. Donaciones, legados y otro tipo de contribuciones.
b) Las que correspondan al inciso b) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
1. Los establecidos en el artículo 18 de la Ley
c) Las que correspondan al inciso c) del artículo 1º de esta ley con los siguientes recursos:
1. Los establecidos en el artículo 18 de la Ley Nº 24.241 y sus modificatorias;
2. Los rendimientos anuales del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Sistema Integrado
Previsional Argentino creado por el Decreto Nº 897/07 y modificatorios. (Inciso c) incorporado
por art. 3° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre
de 2009)
ARTICULO 6°- Se establecen las siguientes prestaciones:
a) Asignación por hijo.
b) Asignación por hijo con discapacidad.
c) Asignación prenatal.
d) Asignación por ayuda escolar anual para la educación inicial, general básica y polimodal. (Inciso
sustituido por art. 2° de la Ley N° 25.231 B.O. 31/12/1999).
e) Asignación por maternidad.
f) Asignación por nacimiento.
g) Asignación por adopción.
h) Asignación por matrimonio.
i) Asignación Universal por Hijo para Protección Social. (Inciso incorporado por art. 4° del Decreto
N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de 2009).
ARTICULO 7º - La asignación por hijo consistirá en el pago de una suma mensual por cada hijo
menor de 18 anos de edad que se encuentre a cargo del trabajador.
ARTICULO 8°- La asignación por hijo con discapacidad consistirá en el pago de una suma
mensual que se abonara al trabajador por cada hijo que se encuentre a su cargo en esa condición,
sin límite de edad, a partir del mes en que se acredite tal condición ante el empleador. A los efectos
de esta ley se entiende por discapacidad la definida en la Ley N° 22.431,artículo 2°.
ARTICULO 9° - La asignación prenatal consistirá en el pago de una suma equivalente a la
asignación por hijo, que se abonara desde el momento de la concepción hasta el nacimiento del
hijo. Este estado debe ser acreditado entre el tercer y cuarto mes de embarazo, mediante
certificado médico. Para el goce de esta asignación se requerirá una antigüedad mínima y
continuada en el empleo de tres meses.
ARTICULO 10 - La asignación por ayuda escolar anual consistirá en el pago de una suma de
dinero que se hará efectiva en el mes de marzo de cada año. Esta asignación se abonará por cada
hijo que concurra regularmente a establecimientos de enseñanza básica y polimodal o bien,
cualquiera sea su edad, si concurre a establecimientos oficiales o privados donde se imparta
educación diferencial. (párrafo modificado por art. 3° de la Ley N° 25.231 B.O. 31/12/1999).
ARTICULO 11 - La asignación por maternidad consistirá en el pago de una suma igual a la
remuneración que la trabajadora hubiera debido percibir en su empleo, que se abonara durante el
período de licencia legal correspondiente. Para el goce de esta asignación se requerirá una
antigüedad mínima y continuada en el empleo de tres meses.
ARTICULO 12 - La asignación por nacimiento de hijo consistirá en el p ago de una suma de
dinero que se abonará en el mes que se acredite tal hecho ante el empleador. Para el goce de esta
asignación se requerirá una antigüedad mínima y continuada de seis meses a la fecha del
nacimiento.
ARTICULO 13 - La asignación por adopción consistirá en el pago de una suma dinero, que se
abonará al trabajador en el mes en que acredite dicho acto ante el empleador. Para el goce de esta
asignación se requerirá una antigüedad mínima y continuada en el empleo de seis meses.

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ARTICULO 14 - La asignación por matrimonio consistirá en el pago de una suma de dinero, que
se abonará en el mes en que se acredite dicho acto ante el empleador. Para el goce de este
beneficio se requerirá una antigüedad mínima y continuada en el empleo de seis meses. Esta
asignación se abonará a los dos cónyuges cuando ambos se encuentren en las disposiciones de la
presente ley.
ARTICULO 14 bis - La Asignación Universal por Hijo para Protección Social consistirá en una
prestación monetaria no retributiva de carácter mensual, que se abonará a uno solo de los padres,
tutor, curador o pariente por consanguinidad hasta el tercer grado, por cada menor de DIECIOCHO
(18) años que se encuentre a su cargo o sin límite de edad cuando se trate de un discapacitado; en
ambos casos, siempre que no estuviere empleado, emancipado o percibiendo alguna de las
prestaciones previstas en la Ley Nº 24.714, modificatorias y complementarias.
Esta prestación se abonará por cada menor acreditado por el grupo familiar hasta un máximo
acumulable al importe equivalente a CINCO (5) menores. (Artículo incorporado por art.
5° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009. Vigencia: a partir del 1º de noviembre de 2009).
ARTICULO 14 ter. - Para acceder a la Asignación Universal por Hijo para Protección Social, se
requerirá:
a) Que el menor sea argentino, hijo de argentino nativo o por opción, naturalizado o residente, con
residencia legal en el país no inferior a TRES (3) años previos a la solicitud.
b) Acreditar la identidad del titular del beneficio y del menor, mediante Documento Nacional de
Identidad.
c) Acreditar el vínculo entre la persona que percibirá el beneficio y el menor, mediante la
presentación de las partidas correspondientes y en los casos de adopción, tutelas y curatelas los
testimonios judiciales pertinentes.
d) La acreditación de la condición de discapacidad será determinada en los términos del artículo
2º de la Ley Nº 22.431, certificada por autoridad competente.
e) Hasta los CUATRO (4) años de edad —inclusive—, deberá acreditarse el cumplimiento de los
controles sanitarios y del plan de vacunación obligatorio. Desde los CINCO (5) años de edad y
hasta los DIECIOCHO (18) años, deberá acreditarse además la concurrencia de los menores
obligatoriamente a establecimientos educativos públicos.
f) El titular del beneficio deberá presentar una declaración jurada relativa al cumplimiento de los
requisitos exigidos por la presente y a las calidades invocadas, de comprobarse la falsedad de
algunos de estos datos, se producirá la pérdida del beneficio, sin perjuicio de las sanciones que
correspondan. (Artículo incorporado por art. 6° del Decreto N° 1602/2009 B.O. 30/10/2009.
Vigencia: a partir del 1º de noviembre de 2009).
ARTICULO 15 - Los beneficiarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones gozarán de
las siguientes prestaciones:
a) Asignación por cónyuge.
b) Asignación por hijo.
c) Asignación por hijo con discapacidad.
d) Asignación por ayuda escolar anual para la educación básica y polimodal. (Inciso agregado
por art. 1° del Decreto Nacional N° 256/1998 B.O. 11/3/1998) (por art. 2° del Decreto N°
337/2008 B.O. 3/3/2008, se establece en la suma de PESOS CIENTO SETENTA ($ 170) el
monto de la asignación por ayuda escolar anual para la educación inicial, básica y polimodal o
sus niveles equivalentes dispuestos por la Ley Nº 26.206, prevista en el presente inciso d).
Vigencia: de aplicación a partir del ciclo lectivo 2008 correspondiendo el pago de la prestación
durante el curso del mes de marzo).
ARTICULO 16 - La asignación por cónyuge del beneficiario del Sistema Integrado de
Jubilaciones y Pensiones consistirá en el pago de una suma de dinero que se abonará al
beneficiario por su cónyuge.
ARTICULO 17 - Las asignaciones por hijo y por hijo con discapacidad son las previstas en los
artículos 7° y 8° de esta ley.
ARTICULO 18 - Montos de las prestaciones que otorga el sistema omitidos.
... k) Asignación Universal por Hijo para Protección Social: la mayor suma fijada en los incisos a)
o b), según corresponda.

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El OCHENTA POR CIENTO (80%) del monto previsto en el primer párrafo se abonará
mensualmente a los titulares de las mismas a través del sistema de pagos de la
ADMINISTRACION NACIONAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL (ANSES).
El restante VEINTE POR CIENTO (20%) será reservado en una Caja de Ahorro a nombre del
titular en el BANCO DE LA NACION ARGENTINA percibido a través de tarjetas magnéticas
emitidas por el banco, sin costo para los beneficiarios.
Las sumas podrán cobrarse cuando el titular acredite, para los menores de CINCO (5) años, el
cumplimiento de los controles sanitarios y el plan de vacunación y para los de edad escolar, la
certificación que acredite además, el cumplimiento del ciclo escolar lectivo correspondiente.
La falta de acreditación producirá la pérdida del beneficio.
ARTICULO 19 - Facúltase al PODER EJECUTIVO NACIONAL a establecer la cuantía de las
asignaciones familiares establecidas en la presente ley, los topes y rangos remuneratorios que
habilitan al cobro de las mismas y los coeficientes zonales o montos diferenciales de acuerdo al
desarrollo de la actividad económica, índices de costo de vida o de variación salarial y situación
económica social de las distintas zonas.
Créase un Consejo de Administración para el subsistema contributivo integrado por
representantes del Estado, de los trabajadores y de los empresarios, con carácter "ad honorem"
cuyo número de integrantes y funcionamiento determinará la reglamentación. Dicho Consejo tendrá
a su cargo fijar las políticas de asignaciones de los recursos, teniendo en cuenta, para ello la
variación de los ingresos de dicho régimen....
ARTICULO 20 - Cuando ambos progenitores estén comprendidos en el presente régimen, las
prestaciones enumeradas en los artículos 6º y 15 serán percibidas por uno solo de ellos.
ARTICULO 21 - Cuando el trabajador se desempeñare en más de un empleo tendrá derecho a
la percepción de las prestaciones de la presente ley en el que acredite mayor antigüedad, a
excepción de la asignación por maternidad, que será percibida en cada uno de ellos.
ARTICULO 22 - A los fines de otorgar las asignaciones por hijo, hijo con discapacidad y ayuda
escolar anual, serán considerados como hijos los menores o personas con discapacidad cuya
guarda, tenencia o tutela haya sido acordada al trabajador por autoridad judicial o administrativa
competente. En tales supuestos, los respectivos padres no tendrán, por ese hijo, derecho al cobro
de las mencionadas asignaciones.
ARTICULO 23 -Las prestaciones que establece esta ley son inembargables, no constituyen
remuneración ni están sujetas a gravámenes, y tampoco serán tenidas en cuenta para la
determinación del sueldo anual complementario ni, para el pago de las indemnizaciones por
despido, enfermedad, accidente o para cualquier otro efecto.
ARTICULO 24 - Las asignaciones familiares correspondientes a los trabajadores del sector
público y a los beneficiarios de pensiones no contributivas se regirán, en cuanto a las prestaciones
monto y topes, por lo establecido en el presente régimen.
En relación con lo dispuesto por el art. 18 del mencionado decreto destaco que, las asignaciones
por hijo se reconocen en relación con los salarios que perciban los trabajadores. La asignación
prenatal es igual a la asignación por hijo.
La asignación universal por hijo, inc. K) , consiste en la mayor suma fijada por hijo o por hijo
discapacitado.
Los monotributistas sociales se encuentran alcanzados por las previsiones de la presente
medida.
Y la percepción de las prestaciones previstas en el decreto 1602/09 resultan incompatibles con
el cobro de cualquier suma originada en Prestaciones Contributivas o No Contributivas Nacionales,
Provinciales, Municipales o de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, incluyendo las prestaciones
de las leyes nro. 24.013, 24.241 y 24.714 y sus respectivas modificatorias y complementarias.

32.10. GUIA DE ANALISIS


1) ¿Qué subsistemas integran el régimen de asignaciones familiares?
2) ¿Cuáles asignaciones familiares se otorgan en el subsistema contributivo?

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3) ¿Cuáles asignaciones familiares se otorgan en el subsistema no contributivo?


4) ¿Cuáles asignaciones familiares son de pago único?
5) ¿Cuáles asignaciones familiares son de pago periódico?
6) ¿Qué recaudos se deben cumplir para acreditar derecho al cobro de la asignación por hijo?
7) ¿Qué requisitos se deben acreditar para el cobro de la asignación por hijo discapacitado?
8) ¿Cuándo corresponde la percepción de la asignación prenatal?
9) ¿En qué casos el trabajador puede cobrar la asignación por ayuda escolar anual para la
educación básica y polimodal?
10) ¿Cuándo procede el pago de la asignación por maternidad?
11) ¿Cuándo se abona la asignación por nacimiento?
12) ¿En qué casos se abona la asignación por matrimonio?
13) ¿Cuándo corresponde que el trabajador perciba la asignación por adopción?
14) ¿En qué consiste la asignación especial por nacimiento de hijo con síndrome de Down?
15) Requisitos para la percepción de la Asignación Universal por Hijo

BIBLIOGRAFIA

FERNÁNDEZ MADRID,JUAN CARLOS Y CAUBET, AMANDA BEATRIZ,"Vademecum Práctico Laboral y


Previsional", T. I, Ed. Errepar.

LODI-FE, MARÍA DELIA , "Asignaciones familiares de beneficiarios del S.I.J.P." , Doctrina Laboral,
Ed. Errepar, T. XII, pág. 89.

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