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¿QUÉ PASA CON EL CUERPO CUANDO HACEMOS EJERCICIO?

Deporte, ejercicio, actividad física, poner el cuerpo en movimiento,


como quiera llamarla, sólo trae beneficios. Conócelos a
continuación.

 
Corazón:

La actividad física mejora la capacidad del corazón para bombear


la sangre a los pulmones y a todo el cuerpo, aumentando los
niveles de oxígeno en la sangre. El ejercicio aumenta el volumen
de las cavidades y las paredes del sistema circulatorio se hacen
más gruesas; gracias a esto, la masa muscular y la
contractibilidad cardíaca mejoran, lo que hace que envíe sangre
con más fuerza al aparato circulatorio y que, por lo tanto, el
corazón trabaje menos, pero de forma más efectiva.

Esto se refleja en un aumento de la eficacia de bombeo, es decir,


con un número más bajo de latidos se expulsa el mismo volumen
de sangre, y el corazón realiza un trabajo más cómodo. “En una
persona con sobrepeso o sedentaria, el corazón tiende a latir más
rápido para que la sangre llegue a todo el cuerpo sin problemas. Si
la persona realiza actividad física regularmente, la irrigación que
provoca el corazón es mucho más eficiente”, dice Claudio
Basualto.

Enfermedades no transmisibles:

“Cuando realizas actividad física los riñones y los distintos


órganos tienden a tener una mejor irrigación, por lo que hacen un
mejor trabajo y esa disminuye el riesgo de diabetes, el colesterol y
aumentas el colesterol bueno”, comenta Basualto sobre
investigaciones que han concluido que la actividad física aumenta
el almacenamiento de grasa en los músculos, lo que mejora la
sensibilidad a la insulina. En esos términos, el páncreas tiene que
producir menos insulina para mantener el nivel glucémico bajo
control, produciendo un menor riesgo de enfermar de diabetes.

Organismo músculo-esquelético:

A medida que envejecemos, tiende a aumentar la rigidez de las


articulaciones, debido al engrosamiento de los cartílagos. Una
forma de contrarrestar eso es a través de la actividad física, que
mantiene la movilidad y flexibilidad articulares. El ejercicio
resulta, además, indispensable para la calcificación de los huesos,
por lo que ayuda a prevenir patologías en el sistema óseo y
articular. Sobre los músculos, se produce un aumento del volumen
y eficacia de la musculatura. “La importancia de la actividad física
sobre el músculo esquelético es fundamental. Gracias a la
actividad física, mejora notablemente. Se podría ejemplificar con
los adultos mayores, que mejoran su calidad ósea y muscular en
un 60% con la actividad física constante y regular”, precisa el
profesional.

Capacidad respiratoria:

El ejercicio aumenta el metabolismo del cuerpo y, por lo tanto, la


necesidad de oxígeno, lo que permite una mayor oxigenación de la
sangre y de los pulmones. Se incrementa, además, la cantidad de
hemoglobina de los glóbulos rojos y, dado que es la responsable
de captar el oxígeno de los alvéolos, su transporte hasta los
tejidos, el intercambio de dióxido de carbono (sintetizado como
producto de desecho por el cuerpo) y la expulsión de éste en el
saco alveolar, se verán mejorados. “Al realizar actividad física se
mejora la capacidad respiratoria, por ende, hay una mejora
respiratoria alveolar, llega más oxígeno a todo el organismo y eso
provoca que el organismo esté mejor. Si el cuerpo se oxigena de
mejor forma, funciona mejor y sentimos menos cansancio”,
explica.

Piel:

El ejercicio estimula la circulación sanguínea y una mayor


oxigenación favorece la llegada de nutrientes a las células y la
eliminación de toxinas, de esa forma mejora el color de la piel.
Además, el calor que se genera al hacer alguna actividad física
hace que la temperatura del cuerpo aumente y, como
consecuencia, los vasos sanguíneos se dilaten, incrementando la
fluidez de la sangre en la piel. Junto a lo anterior, algunas
investigaciones han concluido que el ejercicio ayuda a preservar
el colágeno, componente abundante en la piel que evita la flacidez
y otros síntomas de envejecimiento. "Las hormonas que se
secretan durante el ejercicio físico, progesterona en las mujeres y
testosterona en los hombres, mejora en forma considerable la
calidad de la piel y el pelo”, comenta.
Efectos psicosociales:

Las causantes de que quien haga ejercicio se sienta mejor, más


feliz, con menos niveles de estrés, un mejor manejo de la
ansiedad, con más ánimo, son tres hormonas: serotonina, que es
responsable de un estado de calma que distancia a las personas
de los estados depresivos; dopamina, hormona que entrega una
sensación placentera tras la actividad física y endorfina, que es la
que genera la sensación de alegría y reduce la ansiedad y el
estrés. “En el día a día, una persona secreta entre un 3% y un 10%
de endorfina, al realizar actividad física tú tiendes a secretar entre
un 15% y un 25%, por lo tanto, eres una persona más contenta y
todas las enfermedades que van de la mano del estado anímico,
disminuyen”

Estos efectos pueden dividirse en corto y largo plazo, los efectos a


corto plazo son los que tienen una duración de no más de 72 horas
y producidos por una actividad puntual. Los efectos a largo plazo
se producen a lo largo del tiempo y por una adaptación del
organismo a una práctica habitual y constante de ejercicio.

EFECTOS A CORTO PLAZO

Los efectos sobre el colesterol son interesantes ya que disminuye


los niveles de colesterol LDL (malo) y aumenta los de HDL (bueno)
hasta por lo menos 72 horas después de la práctica deportiva.

La actividad física aumenta la sensibilidad de la insulina hasta por


lo menos 24 horas después de su práctica, además de ello
aumenta el consumo de hidratos de carbono por parte del músculo
lo que mejora los niveles de glucemia en personas con diabetes,
evitando así picos postprandiales.

La actividad física es capaz de disminuir la presión arterial hasta


por lo menos 12 horas después de su práctica.
Estos son unos de tantos beneficios que el ejercicio nos aporta a
corto plazo, indicar que los efectos empiezan a deteriorarse una
vez pasadas 72 horas después de la última práctica deportiva, con
lo que si la realizamos de forma habitual podremos beneficiarnos
de forma continua.

EFECTOS A LARGO PLAZO

La actividad física llevada con regularidad y constancia, al menos


3 días por semana, ofrece un gran aporte de beneficios.

Estos hábitos previenen el desarrollo de arteriopatías coronarias,


reduciendo los síntomas en pacientes con enfermedad
cardiovascular disminuyendo también sus episodios.

Aumenta la capacidad ventilatoria máxima y la habilidad de


extraer oxígeno de la sangre por los músculos. O lo que es lo
mismo, mejora la eficiencia del músculo disminuyendo la
sensación de fatiga durante el ejercicio.

Mejora los mecanismos de acción sobre la lesión endotelial. Esta


lesión es la producida en los vasos sanguíneos, en gran medida,
por altos índices de colesterol LDL y malos hábitos como el
tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, entre otros.

Disminuye de forma constante los triglicéridos y el colesterol LDL


(malo) aumentando el colesterol HDL (bueno).

Reduce el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico y


hemorrágico en torno a un 20-27% con la práctica de actividad
moderada-alta. Disminuyendo así las posibilidades de sufrir un
ICTUS o derrame cerebral.

El ejercicio de resistencia modifica la composición


corporal reduciendo el riesgo de sufrir accidentes
cardiovasculares. Además de mejorar la percepción de nosotros
mismos.
Aumenta la actividad de la lipoproteínlipasa, enzima encargada de
producir energía a través de la degradación de las grasas. Así
también mejora el uso de los hidratos de carbono, optimando así la
eficiencia de los músculos para producir energía.

Reduce la presión arterial hasta 80 y 100mmHg tanto en presión


arterial sistólica (alta) como en la diastólica (baja).

Aumenta la longitud, grosor y luz arterial, mejorando así el flujo del


plasma sanguíneo por ésta. A su vez también reduce el riesgo
sobre la producción de trombos y adhesión plaquetaria.

Previene la aparición de la diabetes tipo 2 y en estos pacientes


disminuye la posibilidad de necesitar inyecciones de insulina para
mejorar su tratamiento. Llega a ser más potente que el uso de
metformina.

Mejora la sensibilidad a la insulina previniendo la aparición de


diabetes, tanto tipo 1 como tipo 2. En estos pacientes ayuda a
reducir la cantidad de medicación, mejorando su tratamiento.

Y lo mejor de todo, nos sentimos estupendos ya que aumenta la


autoestima, autoconfianza y la percepción y seguridad en nosotros
mismos.

Los efectos beneficiosos de la actividad física regular son


muchos. Indicar que además de estos existen muchos más efectos
a nivel piscológico, hormonal y motor.

Expresar que la actividad física puede ser muy beneficiosa si se


hace de forma adecuada a nuestro nivel de condición física y de
forma regular. No se aconseja realizar grandes esfuerzos de forma
puntual como las típicas pachangas. Este tipo de práctica puede
ser muy perjudicial para nuestro organismo ya que no está
preparado para el esfuerzo al que le estamos sometiendo siendo
altamente lesivo.

Si tienes dudas sobre qué actividad física es la más adecuada a tu


nivel de condición física, a tus gustos y a tus características
individuales no dudes en informarte a través de un profesional de
la actividad física y del deporte.

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