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DESVELA SOBRE LA
AGRICULTURA Y LA
ALIMENTACIÓN
31 DE MARZO, 2020 · ACTUALIDAD> ACTUALIDAD GLOBAL
Los agricultores españoles dicen que faltan manos para la cosecha de abril de
sandías, melocotones y cerezas. Solo para la fresa harían falta ya 8.000
trabajadores más que los disponibles… porque son temporeros migrantes que
vienen y van para la cosecha. En Gran Bretaña temen el desabastecimiento por
las mismas razones. Y no son ejemplos aislados. Ya lo habíamos visto antes en
Italia, donde debido al cierre de fronteras los agricultores lamentaban la ausencia
de 370.000 braceros extranjeros y en Alemania donde la patronal intentaba llevar
al campo a los refugiados. En Francia el mismo gobierno pidió a los que ahora
están parados por el confinamiento que trabajaran como jornaleros del «gran
ejército de la agricultura francesa» para abastecer a las ciudades. Necesitaban
200.0000, consiguieron 150.000 voluntarios… que trabajarán por debajo del
salario mínimo.
Es decir: faltan trabajadores pero a los que hay se les paga tan poco que sus
condiciones son de miseria y se convierten en víctimas potenciales de esta o
cualquier otra epidemia. Pero… si faltan ¿por qué no suben salarios?
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Dado que lo que hace triunfar a un negocio es su capacidad para utilizar de forma
rentable el capital, es normal que los incentivos en el sector agrario se
concentren en la industria y los servicios. El uso para el que mayores cantidades
de capital todavía pueden ser útiles es aumentar los tiempos de duración de los
alimentos para facilitar la logística y reducir los costes de transporte y almacenaje
al mismo tiempo que se aumenta la disponibilidad a distancias mayores. Eso
significa más comida industrial, más precocinados y nuevas formas de
conservación.
Y en los frescos… en la ciudad los compramos verdes e insípidos, con la piel llena
de insecticidas variados que nadie sabe muy bien ni cómo limpiar. Los
insecticidas se supone que sirven para reducir las pérdidas de la cosecha… pero a
día de hoy buena parte se deja sin recoger bien porque los precios no dan ni para
pagar el salario de los jornaleros, bien porque siempre hay una parte de la
cosecha que no entra en los calibrajes o las características que permiten su
estandarización para la venta internacional. Solo en la UE se desperdician 88
millones de toneladas de alimentos cada año.
El capitalismo agrario lleva de cabeza a salarios tan míseros que obliga a buscar
a los trabajadores literalmente fuera del mercado, a despilfarrar cosechas y a
dietas cada vez más insanas que se convierten en la base de verdaderas epidemias
sociales. ¿Puede haber un ejemplo más claro de la disociación entre crecimiento y
desarrollo que caracteriza la decadencia del sistema?
Pero estamos viendo algo más con la epidemia. Algo muy diferente del «gran
ejército de la agricultura» organizada por el estado francés. En los pocos lugares
donde hay cooperativas de jornaleros, como en Caserta, Italia, los trabajadores
ofrecen la recogida gratuita de las cosechas, si la comida se distribuye
gratuitamente también. Evidentemente la solución no va a venir de iniciativas
aisladas.
Pero la experiencia señala donde está la solución de todo este caos antisocial y
antihistórico: desmercantilizar la producción, atacar desde el primer día las
relaciones capitalistas, empezar la superación de la absurda lógica que lleva a
premiar la utilización de capital por encima y a costa de la satisfacción de las
necesidades humanas. Afirmar, en lugar del capital el criterio de «a cada cual
según sus necesidades» de consumo en cantidad y calidad.
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¡Proletarios de todos los países, uníos, suprimid ejércitos, policías, producción de guerra, fronteras, trabajo asalariado!