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LAS CONSIGNAS

BOLCHEVIQUES EN LA
REVOLUCIÓN RUSA
1 DE JULIO, 2019 · MARXISMO> PARTIDO Y CONSCIENCIA DE CLASE

REVOLUCIÓN DE FEBRERO. LA PANCARTA DICE: «REPÚBLICA DEMOCRÁTICA»

Hace solo unas semanas publicamos la actualización de nuestro cuaderno de


formación dedicado a la Revolución rusa. En el texto, que sigue
fundamentalmente el trabajo de Trotski, hay más de cuarenta referencias a las
consignas bolcheviques. El registro histórico de febrero a octubre nos revela la
elaboración de consignas como una parte central del trabajo de los
revolucionarios.

Las consignas son la forma propositiva en la que se concentra y

1 articula la relación entre la organización de los revolucionarios y el


conjunto de la clase. A través de ellas los revolucionarios impulsan al
movimiento, no solo dando respuesta a las necesidades concretas,
inmediatas, de la lucha en desarrollo, sino que ayudan a que las grandes masas de
trabajadores desarrollen una consciencia de su propia fortaleza como clase.

La sucesión de consignas no es otra cosa que el programa comunista

2 desplegándose. Pero este programa no es único y ahistórico. Las consignas


de los bolcheviques antes y durante la Revolución rusa son el programa
comunista… para una revolución permanente, es decir, para una revolución
democrático-burguesa, dirigida por el proletariado local con las miras puestas a
su transformación en revolución socialista. Transformación que solo era posible
en el marco de una revolución socialista mundial… de la que el primer
aldabonazo había de ser la toma del poder político por los trabajadores rusos.
Dicho de otro modo, la Revolución rusa solo pudo tomar una perspectiva
socialista, para tomar un contenido económico socialista dependía de la
Revolución mundial.

¿Quiere esto decir que no hay lugar para consignas anticapitalistas? O lo que es lo
mismo, ¿puede haber revolución socialista sin cambio de las relaciones
productivas? ¿Van los trabajadores a tomar el poder político pero seguir siendo
esclavos asalariados del capital nacional tal cual eran hasta entonces?

Cosa importante derivada del carácter permanente de la revolución en Rusia:


mientras el aislamiento de la revolución en Rusia fuera un hecho, siendo la
pequeña burguesía campesina la clase mayoritaria en número y la más extensa
territorialmente, la revolución de los trabajadores no podía ir más allá de una
revolución política. La comida no podía dejar de ser mercancía sin entablarse una
guerra civil entre el proletariado y el campesinado. Por eso, a diferencia de lo que
luego va a pasar en la Revolución española, la relación capital trabajo sigue
intacta. Es más, la propia estructura de poder político obrero solo puede
fortalecerla. Ese es, de hecho, el argumento que Lenin hace para defender la
necesidad del capitalismo de estado de la NEP: es «socialista» en tanto que
permite mantener el poder político de los soviets en espera de la extensión
internacional de la Revolución.

JORNADAS DE JULIO. LOS SOLDADOS DESFILAN ARMADOS CON UNA PANCARTA CON LA CONSIGNA «¡ABAJO LOS 10
MINISTROS CAPITALISTAS!»

Las consignas no son «puntuales», tienen una orientación, engarzan

3 unas con otras. Todo desarrollo del programa es un programa «de


transición» entre momentos de la lucha que acelera y sostiene el
desarrollo de la consciencia de la clase. Y eso a su vez significa que las
consignas, aunque pegadas al terreno de la realidad y al momento concreto,
existen y tienen valor como parte de un conjunto que antecede, acompaña y
prosigue a la Revolución.

Lo vemos en cómo las consignas del periodo anterior a la guerra alimentan la


revolución de febrero y como en esta el «¡Abajo la guerra!» abre un nuevo
horizonte. Lo vemos, sobre todo, en cómo al tornarse masivas, al ser adoptadas
como propias por una cantidad cada vez mayor de trabajadores, van generando
auto-organización y convirtiendo a la organización de revolucionarios en una
herramienta de la clase para organizarse en torno a una dirección, la dada por la
trayectoria de las consignas.

En los días de la revolución de Febrero se puso de manifiesto


toda la labor realizada anteriormente por los bolcheviques
durante muchos años, y hallaron un sitio en la lucha los obreros
avanzados educados por el partido; pero no hubo aún una
dirección inmediata por parte de este último. En los
acontecimientos de abril, las consignas del partido pusieron de
manifiesto su fuerza dinámica, pero el movimiento se
desarrolló espontáneamente. En junio se exteriorizó la inmensa
influencia del partido, pero las masas entraban en acción
todavía dentro del marco de una manifestación organizada
oficialmente por los adversarios. Hasta julio, el partido
bolchevique, impulsado por la fuerza de presión de las masas,
no se lanza a la calle contra todos los demás partidos y define el
carácter fundamental del movimiento, no sólo con sus
consignas, sino también con su dirección organizada. La
importancia de una vanguardia compacta aparece por primera
vez con toda su fuerza durante las jornadas de julio, cuando el
partido evita, a un precio muy elevado, la derrota del
proletariado y garantiza el porvenir de la revolución y el propio

León Trotski. «Historia de la Revolución rusa»

La relación entre consignas y construcción del partido se hace evidente en el


momento en el que a través de ellas, un sector ya masivo de la clase se hace
partido usando a la organización de los revolucionarios como base precisamente
por representarlas.

¿Cómo se explica que con un aparato tan débil y una


insignificante tirada de prensa pudieran penetrar en el pueblo
las ideas y las consignas del bolchevismo? La solución de este
enigma es muy sencilla: que las consignas que responden a las
necesidades agudas de una clase y de una época se crean por sí
solas miles de canales. La ardiente atmósfera de la revolución es
un agente conductor de ideas extraordinariamente elevado. Los
periódicos bolchevistas se leían en voz alta, pasaban de mano
en mano; los artículos principales se aprendían de memoria, se
transmitían de boca en boca, se copiaban y, allí donde era
posible, se reimprimían.

León Trotski. «Historia de la Revolución rusa»

Como en todas las expresiones del desarrollo de la consciencia de clase la nueva


situación impulsa a su vez un nuevo avance.

La desproporción entre los recursos técnicos de los


bolcheviques y su peso específico político halla su expresión en
el número relativamente reducido de los miembros del partido,
en comparación con el grandioso aumento de su influencia. Los
acontecimientos arrastran en su torbellino a las masas de un
modo tan rápido e imperioso, que los obreros y soldados no
tienen tiempo de organizarse en el partido, ni de comprender la
necesidad de contar con un partido organizado. Se penetran de
las consignas bolchevistas tan naturalmente como respiran el
aire. No ven todavía con claridad que el partido es un
complejo laboratorio en que esas consignas se elaboran
mediante la experiencia colectiva.

León Trotski. «Historia de la Revolución rusa»

Y por cierto que esta relación entre partido, consignas, clase y consciencia no se
detiene con la destrucción del estado capitalista y la toma del poder político por
los trabajadores…

Porque la eliminación del salariato en cuanto objetivo directo


una vez arrancado el poder al capital, está lejos de ser un acto
único, cual la abolición de las leyes del mismo o el
desmantelamiento de su armatoste estatal. Se descompone o
subdivide en una serie de medidas, de cuyos efectos inmediatos
y mediatos resultará la dicha eliminación, estructura social
básica de la sociedad comunista

Consciencia revolucionaria y clase para sí (1976)

«¡TODO EL PODER A LOS SOVIETS!» SOBRE «¡ABAJO LOS 10 MINISTROS CAPITALISTAS!» Y «¡ABAJO LA DUMA ESTATAL!»

Las consignas son la expresión de las necesidades de la lucha de

4 clases en un momento concreto y ante una correlación concreta de


fuerzas. Ni «estrategias» ni conservadurismos: realismo revolucionario.

La prensa del partido no exageraba los éxitos, no deformaba la


correlación de fuerzas, no intentaba imponerse a gritos. La
escuela de Lenin era una escuela de realismo revolucionario.
Los datos de la prensa bolchevique del año 1917 se revelan, a la
luz de los documentos de la época y de la crítica histórica, como
incomparablemente más verídicos que los de los demás
periódicos. La veracidad se desprendía de la fuerza
revolucionaria de los bolcheviques, pero, al mismo tiempo,
consolidaba esa fuerza. La renuncia a esta tradición ha
constituido posteriormente uno de los peores rasgos que han
caracterizado a los epígonos.

No somos unos charlatanes -decía Lenin,


inmediatamente después de su llegada-. Hemos de
basarnos únicamente en la consciencia de las masas.
No importa que nos veamos obligados a quedarnos
en minoría… El quedarse en minoría no debe causar
ningún temor… Ejercemos la crítica para librar a las
masas del engaño… Estas acabarán por convencerse
de que nuestra orientación es acertada. Todos los
oprimidos se acercarán a nosotros… No tienen otra
salida.

León Trotski. «Historia de la Revolución rusa»

Nada más nocivo que la práctica izquierdista de proponer consignas buscando no


que eleven por su adopción el nivel de la lucha y de la consciencia que la sostiene,
sino que generen frustración para que su fracaso «abra los ojos» de los
trabajadores. Es la capacidad para desarrollar la lucha, no la impotencia, la que
impulsa el desarrollo de la consciencia.

Del mismo modo, refugiarse en consignas anticapitalistas generales sin


especificar los medios y las tareas necesarias para que puedan ser abordables por
la propia clase, es recluirse en la seguridad de no errar jamás… a costa de estar
ausente donde se es necesario. Las tendencias que obran así están…

…rehuyendo especificar, previo estudio de las condiciones


existentes, las tareas revolucionarias concretas de la clase, por
ende las suyas propias. Enarbolan en cambio panaceas:
revolución social, o abolición de trabajo asalariado, cuando no
del trabajo escueto. Adoptan, por lo tanto, escapatorias y
actitudes más o menos marginales, abandonando la realidad
viviente y cotidianamente vivida.

Consciencia revolucionaria y clase para sí (1976)

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