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GUIÓN: EVALUACIÓN DE LA CALIDAD EDUCATIVA

Hola, soy Rossemery Saavedra. Bienvenidos a la segunda sesión del curso donde
hablaremos sobre evaluación de la calidad educativa.
Como se vio anteriormente, la demanda de calidad educativa ha ido madurando a
lo largo del tiempo y se ha llegado a la comprensión de que es un derecho
inalienable para toda persona humana.
Veamos, ¿Será lo mismo medir y evaluar?
Cuando medimos, identificamos las características que posee el objeto evaluado,
especialmente las cuantitativas, respecto a un referente comparativo.
Cuando evaluamos, hacemos un juicio de valor sobre esas características.
Mientras la medición se enfoca en tomar el dato de la realidad (es la “foto del
momento”), la evaluación es un proceso sistemático, que no solo recoge
información, sino que analiza e interpreta, identifica avances y dificultades,
sustenta la toma de decisiones y posibilita las mejoras.
Según la Real Academia de la lengua, evaluar es darle valor a algo, esta
asignación de valor se realiza mediante un proceso metodológico en el que
previamente determina el objeto a evaluar, los criterios de evaluación, los actores
y la finalidad de la evaluación.
Tradicionalmente se ha tenido una comprensión punitiva de la evaluación, la que
es vista como medio para el castigo y está centrada más en la calificación que en
la mejora. Esta concepción aún está arraigada en la práctica evaluativa y limita la
posibilidad de hablar de una evaluación como instrumento de mejora.
La mayoría de nosotros fuimos educados en esa idea, así cuando escuchábamos
la proximidad de una evaluación temblábamos de miedo y nos poníamos
nerviosos, y, en muchos casos, nos esforzábamos en prepararnos lo mejor posible
porque nos aterraba “desaprobar el examen”.
Esa concepción ha ido evolucionando y la evaluación, en su sentido más amplio,
ha ido tomando cada vez mayor importancia para promover los cambios que se
requieren a fin de acercarnos a la educación de calidad que todos aspiramos, en
la medida que provee de información para la toma de decisiones.
En cuanto a evaluación de la calidad educativa UNESCO señala cinco
dimensiones de la calidad a tenerse en cuenta para evaluarla. Estas son:

Equidad, que “…comprende los principios de igualdad y diferenciación, ya que


solo una educación ajustada a las necesidades de cada uno asegurará que todas
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las personas tengan las mismas oportunidades para hacer efectivos sus derechos
y alcanzar los fines de la educación en condiciones de igualdad”

Relevancia, que responde al «qué» y al «para qué» de la educación; es decir, a


las intenciones educativas.

La principal finalidad de la educación debe ser lograr el pleno desarrollo del ser
humano en su doble realización: individual y social.

En ese sentido, cuando hablamos de una educación de calidad nos referimos al


tipo de aprendizajes establecidos como indispensables dentro de un contexto
determinado, y también de la posibilidad de conocer, vivenciar y respetar los
derechos y libertades humanas fundamentales.

La Pertinencia, que se refiere a la “necesidad de que la educación sea


significativa para personas de distintos estratos sociales y culturas, y con
diferentes capacidades e intereses…por lo que debe ser flexible y demandar la
inclusión del otro como legítimo e igual”

En relación a la eficacia UNESCO señala que esta “... se pregunta por la medida
y proporción en que son logrados los objetivos de la educación establecidos y
garantizados en un enfoque de derechos; es decir, respecto de la equidad en la
distribución de los aprendizajes, su relevancia y pertinencia”.

En cuanto a eficiencia afirma que esta “se pregunta por el costo con que dichos
objetivos son alcanzados”. Se refiere a la responsabilidad con que se usan los
recursos disponibles para el logro de los objetivos, en ese sentido “la obligación de
ser eficiente” está en relación a “la garantía de un derecho ciudadano, …no es un
imperativo economicista, sino una obligación derivada del respeto a la condición y
derechos ciudadanos de todas las personas”.

Como podemos notar, existe una importante interacción entre las dimensiones de
la eficacia y la eficiencia, pues ambas se complementan mutuamente.

Desde otra perspectiva, la evaluación educativa puede categorizarse de acuerdo


al interés que se tenga:
● Según el objeto, la evaluación puede ser de los aprendizajes, de los docentes,
de la institución, del sistema, entre otros.
● Según su finalidad, puede ser diagnóstica, formativa o sumativa.
● Según el actor que realiza la evaluación, puede ser autoevaluación,
coevaluación, heteroevaluación. La heteroevaluación puede ser también interna
o externa.
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Aquí nos vamos a detener para desarrollar un poco más un tipo de evaluación,
que es la autoevaluación de las instituciones educativas o de programas de
estudio, que por sus características promueve el crecimiento, maduración y
autonomía de las instituciones educativas y es promovida por el Sineace.
Es una evaluación que tiene carácter formativo, ya que a través de ella se intenta
contribuir con el establecimiento de una cultura de evaluación centrada en la
mejora continua.
Así mismo, es una evaluación eminentemente participativa, donde los actores
educativos son los protagonistas y responsables del uso de los resultados,
permitiéndoles reorientar su trabajo hacia mejores resultados.
Un aspecto muy importante al momento de hacer la autoevaluación es que esta
debe ser lo más honesta y objetiva posible y hacer evidente la brecha entre lo que
se tiene y lo que se espera alcanzar.
La autoevaluación propuesta, no es autorreferencial, se realiza contrastando la
realidad con referentes o estándares de calidad. Es un mirarse a sí mismo, en
este caso, la institución educativa se mira a sí misma, para identificar fortalezas y
reconocer con honestidad las áreas que dificultan el logro de los objetivos.
Se trata de analizar sus causas, consensuar alternativas e implementar acciones
que produzcan mejoras, con el compromiso de todos los actores.
Los referentes de calidad son características deseables o expectativas respecto
a un bien o servicio, que ayudan a concretar la noción que se tiene de calidad,
permiten evaluar y determinar si ese bien o servicio es de calidad o no.
Sin embargo, cuando las personas o colectivo de personas tienen diferentes
expectativas de lo que se considera como “ideal” o “de calidad” y se pretende
contar con referentes válidos, se complica la tarea, haciéndose necesario
establecerlos tratando que respondan a las expectativas de la mayoría.
En nuestro país el SINEACE ha recibido el encargo de establecer los estándares o
referentes de calidad para la evaluación de instituciones y programas de estudio.
Con ello todos los involucrados en los procesos de mejora pueden contar con
elementos que orienten la comprensión común de la calidad del servicio educativo
que se espera encontrar en todas las instituciones del país.

Es importante tener presente que, si bien el logro de los estándares establecidos


es un hito en el proceso de mejora, siempre será posible seguir mejorando.

Una institución educativa que se propone seguir mejorando evidencia que se


encuentra realmente inmersa en un proceso de mejora continua.

Bien, me despido animándolos a seguir profundizando en la comprensión y la


práctica de la evaluación con fines de mejora.
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