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El Hombre Como Sacerdote de Su Hogar PDF
El Hombre Como Sacerdote de Su Hogar PDF
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El Hombre como Sacerdote en Su Hogar
Nombre Original: The Man as Priest in His Home
Autor: Sam Waldron, Benjamin Hoak
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o
copiada, bien sea de manera electrónica o mecánica, incluyendo fotocopias,
grabaciones, digitalización o archivo de imágenes electrónicas, excepto cuando sean
autorizados por la editorial.
ISBN:
Clasificación Decimal Dewey: 230
Cristianismo Teología Práctica
Jorge A. Rodríguez V.
Legado Bautista Confesional
Sábado, 18 de Abril de 2020
CONTENIDO
Capítulo Uno
El Ministerio Sacerdotal 9
Capítulo Dos
La Garantía Escritural 19
Capítulo Tres
El Retrato Clásico 27
Capítulo Cuatro
El Hombre como Intercesor en Oración 39
Capítulo Cinco
El Hombre como Director de la Adoración Religiosa 51
Capítulo Seis
El Hombre como Mediador de la Bendición Divina 63
Capítulo Siete
El Hombre como un Instructor
en las Sagradas Escrituras 75
Capítulo Ocho
El Hombre como Juez en las Cosas Santas 83
Capítulo Nueve
Los Requerimientos Espirituales de un
Hombre como Sacerdote en Su Hogar 95
Capítulo Diez
Esperanza para un Hombre
como Sacerdote en Su Hogar 109
CAPÍTULO UNO
EL MINISTERIO SACERDOTAL
El Ministerio Sacerdotal
Para apoyar la conclusión final de este libro de que un hombre debe servir
como sacerdote en su hogar, debemos comenzar con la idea de que todo
ministerio cristiano es de carácter sacerdotal. Cuando hablamos de
ministerio, nos referimos no solo a los deberes oficiales de los pastores, sino
a todo el espectro de tratos entre cristianos, incluyendo cosas como
consejería, enseñanza, oración, reprensión, motivación, ayuda, etc. Para
probar la idea de que todo ministerio cristiano es de carácter sacerdotal,
veremos cuatro argumentos.
La Presuposición
Una presuposición es para un argumento lo que un cimiento es para una
casa. Como dice la canción infantil: “El hombre sabio sobre la roca su casa
construyó / el hombre necio sobre la arena la levantó”. Así como la roca
es el cimiento de la casa del sabio, una buena presuposición es el
fundamento de cualquier argumento bien construido.
La presuposición sobre la que se levanta el argumento de que todo
ministerio cristiano es de carácter sacerdotal es simplemente esta: el oficio
principal de Cristo es Su oficio sacerdotal. Según las Escrituras, Cristo
ejerce los oficios de profeta, sacerdote y rey. Él es el profeta como Moisés,
el sacerdote según el orden de Melquisedec y el hijo real1 de David. Cada
uno de estos oficios es esencial para saber quién es Cristo y lo que vino a
hacer, sin embargo, su oficio sacerdotal es el más básico de todos.
Esto es cierto, en primer lugar, debido al propósito salvador de Cristo.
“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino
para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:17). Para juzgar al mundo,
habría sido suficiente que Cristo fuera un profeta (para decirnos lo que
deberíamos haber hecho) y un rey (para condenarnos por no haberlo
hecho). Pero, para salvar al mundo, tuvo que servir como sacerdote (para
ofrecer un sacrificio en nuestro lugar). Mateo 20:28 dice: “…el Hijo del
Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en
rescate por muchos”. El sacrificio de Cristo, Su obra esencial y la razón
suprema por la que vino a la tierra, fue la obra sacerdotal.
La obra sacerdotal de Cristo también brilla a través de Su necesaria
encarnación. Hebreos 2:17 dice: “Por tanto, tenía que ser hecho semejante
a sus hermanos en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel
sumo sacerdote…”. Un ángel podría haber sido un profeta, y Dios es
nuestro Rey, pero era un hombre el que tenía que ser sacerdote para la
raza humana, ya que solo un hombre podía ofrecer el sacrificio necesario
en nombre de sus semejantes.
Además, vemos evidencia del sacerdocio de Cristo en Su peculiar
presencia en la iglesia. Apocalipsis 1:13 dice: “y en medio de los
candeleros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica
que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro”.
Esta gloriosa visión de la majestad de Cristo lo presenta como un
sacerdote; los siete candeleros de oro son Sus iglesias ¾evocando al
templo¾ en donde el Señor exaltado camina con vestimentas como las de
un sacerdote.
La Prueba
Sabemos por las Escrituras que todo ministerio cristiano debe ser llevado
a cabo en el nombre de Cristo y en el contexto del cuerpo de Cristo.
Colosenses 3:17 nos dice: “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho,
hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús…”. Romanos 12:4-8 y 1
Corintios 12:13 dejan en claro que la iglesia es el cuerpo de Cristo y, como
parte de este cuerpo, se nos dan dones para ministrarnos los unos a los
otros. Cuando servimos a otros en el ministerio, lo hacemos solo a través
de nuestro Cristo resucitado como sacerdote y de acuerdo con Su ley.
Como dice Gálatas 6:1-2, “…restauradlo en un espíritu de
mansedumbre… y cumplid así la ley de Cristo”.
12 El Ministerio Sacerdotal
El Prejuicio
Aunque muchos cristianos no tendrán ningún problema con la idea de
actuar de una manera sacerdotal y redentora hacia los pecadores; sin
embargo, algunos podrían tener prejuicios contra ella. Tal prejuicio
representa una tendencia a reaccionar contra el espíritu de nuestros días
con tanta fuerza que nos balanceamos hacia el extremo opuesto.
Esta ha sido la era de la indulgencia cultural y el liberalismo, donde
nadie es responsable de nada ¾especialmente cuando se trata de sus
propias acciones¾ y todos son considerados víctimas. En nuestros días,
hemos visto la negación filosófica del pecado y la promoción de la
autoestima como el valor humano y cualidad de carácter más importante.
La embriaguez, la adicción y la desviación sexual ya no son pecados, son
enfermedades o problemas genéticos y, a veces, ni siquiera eso. Es
probable que el único pecado que queda es quitarle el autoestima a
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 13
La Práctica
El corazón de cómo debemos ministrar de manera práctica se encuentra
en Hebreos 4:14-5:3, un pasaje que se centra en lo que significa ser
sacerdote:
Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos,
Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe. Porque no tenemos un
sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas,
sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que
recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es
constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren,
para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados; y puede obrar
con benignidad para con los ignorantes y extraviados, puesto que él
mismo está sujeto a flaquezas; y por esa causa está obligado a ofrecer
sacrificios por los pecados, por sí mismo tanto como por el pueblo.
14 El Ministerio Sacerdotal
Hay una cualidad que debemos que tener en cuenta al usar este pasaje:
Nuestro ministerio debe basarse en el sacrificio ‘una vez para siempre’ de
Cristo por los pecados como mediador sacerdotal. No debemos repetir el
sacrificio de nuestro Sumo Sacerdote, sino que debemos personificar Su espíritu. Con
eso en mente, basados en el pasaje anterior, consideraremos cinco aspectos
del ministerio sacerdotal.
Aplicación
Para aplicar lo que significa practicar un enfoque sacerdotal en el
ministerio cristiano, imagine a un adolescente y a su padre. Es tarde en la
noche y el padre está a punto de entrar en la habitación de su hijo para
continuar lidiando con una discusión que había comenzado más temprano
esa noche. Esta discusión comenzó cuando el padre descubrió el pecado
de su hijo y, se agravó, cuando el hijo ‘caído en desgracia’ se defendió ante
su enojado, decepcionado y avergonzado padre. Intercambiaron palabras
de enojo y, a partir de ahí, la conversación fue en declive. Mientras el padre
se prepara para reanudar la discusión, se recuerda a sí mismo que no está
tratando de juzgar a su hijo, sino de dirigirlo hacia Dios. El problema no
es haber sido defraudado, sino el hecho de que su hijo haya pecado en
contra de Dios.
Golpea la puerta suavemente, espera una respuesta entre susurros y
lentamente empuja la puerta para abrirla. Ni el padre ni el hijo saben
exactamente qué decir mientras los dos están en silencio, pero el padre
comienza confesando su propio pecado de ira en la conversación inicial.
Silenciosamente, rogando por gracia para evitar volver a perder los
estribos, intenta mostrarle a su hijo el pecado que cometió en contra de
Dios. Responde pacientemente una objeción tras otra e instruye
pacientemente a su hijo de la Palabra de Dios.
18 El Ministerio Sacerdotal
Liderazgo Espiritual
Primero, los sacerdotes en Israel ejercían muchas funciones de liderazgo
espiritual idénticas a los deberes que un hombre debe ejercer en su hogar.
Efesios 6:4, la clásica declaración bíblica de lo que un hombre debe ser
como padre, dice que los hombres deben practicar liderazgo espiritual en
el hogar: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino
criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
20 La Garantía Escritural
Historia Temprana
Segundo, los sacerdotes en el Antiguo Testamento eran vistos como padres
espirituales; por esta razón, es natural pensar en los padres como
sacerdotes espirituales. Dos hechos bíblicos interesantes dan crédito a este
argumento: el orden original después de la creación y el pensamiento
común en Israel.
La historia del Antiguo Testamento del período anterior al pacto
Mosaico y al establecimiento del sacerdocio levítico, hacen evidente que
los padres funcionaban naturalmente como sacerdotes en sus hogares.
Incluso, dejando a un lado los sacerdocios especiales de Melquisedec y
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 21
El Modelo de Cristo
El tercer argumento proporciona una razón aún más convincente de que
los hombres deben ser sacerdotes en sus hogares. Precisamente en el punto
de su obra sacerdotal, Cristo es considerado como el gran modelo del
deber más elevado de los esposos hacia sus esposas. Como Efesios 5:25-27
explica:
22 La Garantía Escritural
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y
se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por
el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga
ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.
Dado que a los esposos se les ordena aquí amar a sus esposas de la
misma manera que Cristo amó a la iglesia, se deduce lógicamente que si
la obra de Cristo es sacerdotal, entonces en cierto sentido un esposo es un
sacerdote para su esposa. Incluso un rápido vistazo a los versículos hace
evidente la naturaleza sacerdotal de las acciones de Cristo, trazando una
línea clara con el papel del esposo como sacerdote. Cuatro palabras
específicas tienen conexiones claras con el sacerdocio.
En el versículo 25, la frase verbal se dio a sí mismo habla de una acción
sacerdotal. El uso contextual más cercano del verbo es Efesios 5:2, que
dice: “y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo
por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma”. Aquí, la
frase habla de Cristo como un sacerdote que se entrega en amor como una
ofrenda a Dios.
La palabra santificar en Efesios 5:26 también especifica una actividad
sacerdotal. Varios pasajes en Hebreos usan este significado de santificar,
incluyendo Hebreos 2:11; 10:10; 10:14 y 13:12. Con esta santificación, un
sacerdote hace que las personas sean aptas para entrar en los santos
recintos de adoración donde reside la santa presencia de Dios. Este uso de
santificar es distintivo en comparación con la mayoría de los otros usos en
el Nuevo Testamento, donde la palabra se refiere al Espíritu Santo quien
hace del pueblo de Dios un pueblo más santo.
Aplicación
Podemos extraer algunas lecciones a partir de estas consideraciones.
La Esperanza de un Sacerdote
Finalmente, se nos recuerda el oficio y la obra más fundamental de Cristo.
Es crucial que siempre tengamos a la vista el carácter básico y central del
sacerdocio de Cristo. La iglesia medieval perdió en gran medida su visión
de Cristo como un sumo sacerdote compasivo y lo miró cada vez más
como un rey austero y exaltado. Las almas cansadas se volvieron hacia
María y los santos para que actuaran como mediadores ante este rey
distante. Para evitar esta trampa, debemos recordar nuestro problema
básico. Necesitamos un sacerdote que nos ministre porque en nuestras
fuerzas estamos condenados, contaminados y excluidos de la presencia de
26 La Garantía Escritural
La Historia de Job
Históricamente, la identidad de Job es algo misteriosa, aunque existen
algunas pistas dispersas en todo el Antiguo Testamento. En Job 1:3, se lo
describe como “era aquel hombre el más grande de todos los hijos del
oriente”. Una comparación de esta frase con 1 Reyes 4:30 (“Y la sabiduría
de Salomón sobrepasó la sabiduría de todos los hijos del oriente y toda la
sabiduría de Egipto”) y Génesis 29:1 (“Entonces Jacob siguió su camino, y
fue a la tierra de los hijos del oriente”), lleva a la conclusión de que él no
vivió en la Tierra Prometida y que no era judío ni de la simiente prometida
de Jacob. El nombre Uz (Job vivió en la tierra de Uz - Job 1:1) aparece en
otros siete lugares de la Biblia, pero es probable que el Uz mencionado en
el libro de Job se refiera al hijo de Aram descrito en Génesis 10:23. De ser
así, la ciudad de Uz estaba ubicada al noreste de la actual Palestina en las
cercanías de Siria.
Otra pista aparece en Job 42:16: “Después de esto vivió Job ciento
cuarenta años, y vio a sus hijos y a los hijos de sus hijos, hasta cuatro
generaciones”. Como tenía diez hijos y había construido una reputación
considerable antes de sus pruebas, y vivió 140 años después de ellas, debe
haber tenido cerca de 200 años cuando murió. Esto hace que su vida sea
más extensa que la de Abraham que vivió hasta los 175 años (Génesis
25:7), lo cual se consideraba una buena vejez. El promedio de vida
disminuyó rápidamente después del diluvio, esto coloca a Job en la época
de Abraham o incluso antes. También encaja bien en este período de
tiempo porque en todo el libro de Job no se menciona ni a Abraham, ni a
Israel, ni a Moisés ni a ninguno de los distintivos del Pacto Abrahámico.
Aparentemente, en el mundo de Job no se sabía nada de la promesa
especial de Dios a la descendencia de Abraham. Entonces, Job debe haber
vivido antes de que se estableciera ese pacto.
30 El Retrato Clásico
La Familia de Job
Job 1:2 deja en claro el hecho de que Job era el jefe de una gran familia,
con al menos diez hijos, una esposa y muchos sirvientes. Los versículos
cuatro y cinco muestran de manera evidente que Job se involucró en una
actividad sacerdotal al ofrecer sacrificios en nombre de sus hijos. No se
presenta a Job aquí como sacerdote de su nación o tribu, sino como un
sacerdote en su hogar.
Israel) y Mardoqueo (el primer ministro del rey de Persia), entre otros, son
descritos como ‘grandes’. Aquí se usa la misma palabra para describir a
Job, por causa de la cantidad de influencia y estatura social que poseía.
La Moral de Job
En el ámbito moral, Job también era un hombre admirable. Job 1:1 nos
proporciona una descripción de su carácter moral. Él era un hombre
intachable, recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Por supuesto, esto
no significa que Job no tuviera pecado. Job mismo confiesa su pecado en
Job 42:6, cuando dice: “Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y
ceniza”.
Pero, aunque no podemos sostener la rectitud de Job como perfección
sin pecado, tampoco debemos subestimar su excelente carácter moral. Su
carácter es una pieza central en todo el mensaje del libro de Job. La
pregunta principal del libro de Job es: “¿por qué sufren los justos?” Para
que esta pregunta tenga sentido, debemos saber desde el principio que Job
era un hombre genuina y consistentemente justo. No podemos ver las
acciones sacerdotales de Job como una profanación del oficio sacerdotal
por parte de un hombre malvado, sino más bien como la obra ejemplar de
un hombre justo que posee un carácter moral sobresaliente.
3 Nota del traductor: LBLA (La Biblia de las Américas) traduce la frase hebrea
ִ֣אישׁ ֹיוֹ֑מוde Job 1:4 como “cada uno por turno”, mientras que la RVR60 (Reina
32 El Retrato Clásico
Valera Revisada 1960) la traduce como “en su día”. En Job 3:1, la frase hebrea
ִ֣אישׁ ֹיוֹ֑מוes traducida en LBLA como “el día de su nacimiento” y en la RVR60
como “su día”.
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 33
Aplicación
Entonces, en lugar de eludir el ejemplo de Job como sacerdote, debemos
filtrarlo a través de la obra de Cristo y aplicarlo a nuestras propias vidas.
Intercesión
En primer lugar, un hombre como sacerdote en su hogar debe servir como
intercesor en oración. Los hombres deben participar constantemente en la
obra de oración. La mayoría de los hombres cristianos lo saben. Sin
embargo, debemos practicar algo más que una oración en un sentido
general. También debemos ser activos en la forma específica de oración
conocida como intercesión ¾es decir, pedirle a Dios en nombre de las
necesidades de otros. Específicamente, los hombres deben interceder por
las necesidades de sus familias y hogares. Es sorprendente lo egoístas que
podemos ser incluso en las cosas espirituales, y la cantidad de tiempo de
oración que invertimos en nosotros mismos. Por el contrario, la Biblia
enseña que también debemos orar por los demás. Echemos un vistazo a
algunas evidencias bíblicas del papel del hombre como intercesor en su
hogar.
aquellos por quienes eran hechos esos sacrificios, en este caso, el rey y sus
hijos.
En otras partes del Antiguo Testamento, también vemos este trabajo
intercesor de los sacerdotes de Israel con respecto a las ofrendas (en
particular las ofrendas de incienso). Dios instruyó a los sacerdotes a que
debían colocar ofrendas de incienso en el altar de oro junto al velo que
guardaba el Lugar Santísimo. Podían ir allí con frecuencia para presentar
una ofrenda de incienso. Estas ofrendas no estaban limitadas a una sola
vez en el año como en el caso del Lugar Santísimo. Estas ofrendas de
incienso fueron consideradas como un símbolo de oración. Hebreos 9:3-4
vincula las dos cosas en su relato de una ofrenda de incienso: “Y detrás del
segundo velo había un tabernáculo llamado el Lugar Santísimo, el cual
tenía el altar de oro del incienso y el arca del pacto cubierta toda de oro,
en la cual había una urna de oro que contenía el maná y la vara de Aarón
que retoñó y las tablas del pacto”. Los relatos del Antiguo Testamento
revelan que el altar de oro del incienso (un lugar de oración) no estaba
realmente en el Lugar Santísimo, sino que estaba tan estrechamente
relacionado con él que el escritor de Hebreos podía decir que era parte de
esa área. Este lugar de oración era una parte integral del proceso de
sacrificios.
En Apocalipsis 5:8 encontramos más evidencia de que las oraciones
están entrelazadas con las ofrendas: “Cuando tomó el libro, los cuatro
seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del
Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que
son las oraciones de los santos”. De nuevo, en Apocalipsis 8:3-4, Juan
escribe:
Otro ángel vino y se paró ante el altar con un incensario de oro, y se
le dio mucho incienso para que lo añadiera a las oraciones de todos
los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la
mano del ángel subió ante Dios el humo del incienso con las oraciones
de los santos.
Juan vio claramente el significado figurativo de la ofrenda de incienso
como un símbolo de las oraciones de los santos.
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 43
Aplicación
Teniendo las evidencias bíblicas de un hombre como sacerdote en su
hogar como fundamento, ahora consideremos algunas lecciones prácticas
para los hombres. ¿Cómo se desarrolla la intercesión en la vida cotidiana?
¿Cuáles son las cosas específicas que puede hacer un hombre para
bendecir a su familia a través de la oración? ¿Cómo debería orar un
hombre?
4 Nota del traductor: El autor está citando las palabras de la tercera estrofa
del himno “A Debtor To Mercy Alone” escrito por Augustus Montague Toplady.
Cita original: “My name from the palms of his hands, eternity will not erase /
Impressed on his heart it remains, in marks of indelible grace”.
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 47
difícil y podría ser poco a poco, pero iremos progresando. Vamos a crecer
en nuestra comprensión de lo que nuestra esposa e hijos necesitan. Incluso,
comenzaremos a preguntar cómo podemos orar por ellos de una mejor
manera. Lo que aumentará nuestra sensibilidad hacia nuestra familia no
es otra cosa que tener este tipo de preocupación y amor por ellos.
Con cada año que pasa, el poder de los ejemplos en nuestras vidas se
vuelve más claro. A menudo nos encontramos respondiendo a una
situación exactamente de la misma manera que nuestros padres
respondieron cientos de veces antes que nosotros. Muchos de nosotros
tenemos otros ejemplos significativos ¾pastores, maestros, amigos¾ que
nos han moldeado profundamente. A medida que vemos que nuestros
hijos nos imitan para bien o para mal, la enorme influencia de nuestro
ejemplo en nuestros hijos también se hace cada vez más evidente.
Este extraordinario poder que tienen los ejemplos otorga gran
importancia al tema de este libro. Una gran parte del propósito del libro
es mostrarle a los esposos y padres, los sacerdotes en la Biblia que se
destacan como ejemplos poderosos en los roles que desempeñan. En este
capítulo, veremos el segundo de estos roles: el hombre como director de la
adoración religiosa.
A lo largo de la Biblia, el sacerdote aparece como aquel que ministra
al Señor y oficia durante la adoración. Por lo tanto, ejerce autoridad
administrativa sobre asuntos del culto religioso. En el lenguaje de la iglesia
contemporánea, él es un líder de adoración. Examinaremos este papel de
sacerdote, una vez más, observando el modelo de Job, el de los sacerdotes
de Israel y el de nuestro gran sumo sacerdote, el Señor Jesucristo.
52 Director de la Adoración Religiosa
nuestro hogar. Incluso sin este argumento, podríamos haber llegado a esta
conclusión a través de una consideración cuidadosa y espiritual de nuestro
liderazgo como hombres. Sin duda, si somos la cabeza del hogar, debemos
serlo particularmente en la esfera religiosa. Esto significa que, como líder,
debemos dar dirección a nuestra familia en la adoración a Dios.
Sin embargo, esta conclusión se pierde tristemente en muchos
hombres que se jactan de ser cabezas en sus hogares, pero nunca guían a
sus familias en la adoración. Considerar el hecho que los hombres son
cabezas en sus hogares a través de las gafas sacerdotales que nos dan las
Escrituras debería aclarar el asunto incluso para mentes caídas como las
nuestras. Debemos ejercer iniciativa y liderazgo con respecto al culto
religioso de nuestros hogares.
Aplicación
Esta conclusión nos lleva a cuatro aplicaciones relacionadas con la
adoración personal, la adoración familiar, la adoración pública y el día de
adoración. Trazaremos estas aplicaciones en el resto del capítulo,
considerando todo esto a la luz de nuestro gran sumo sacerdote de arriba.
Un texto muy conocido dice: “Porque hay un solo Dios, y también un solo
mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre” (1 Timoteo 2:5).
El escritor de himnos lo puso de esta manera:
Jesús, mi gran sumo sacerdote, ofreció su sangre y murió.
Mi conciencia culpable no busca un sacrificio aparte de Él,
Su poderosa sangre hizo una vez expiación
Y ahora rogando ante el trono está.
Aunque solo hay un Mediador entre Dios y los hombres, aquí en la
tierra hay muchos tipos y sombras del gran Mediador. Uno de esos
símbolos es un hombre que es esposo y padre en su hogar. En este capítulo,
consideraremos el papel sacerdotal especial del hombre como mediador
de la bendición divina para su familia. Los roles que hemos visto hasta
ahora han estado llenos de recordatorios de los deberes que los hombres
deben enfrentar. Deberíamos acercarnos a este capítulo con corazones
llenos de fe en el Mediador que nos permite cumplir con esos deberes y
que nos llama a reflejar sus bendiciones para aquellos que están en nuestros
hogares.
En el Nuevo Testamento, la palabra griega que se traduce como
mediador en español se usa seis veces. Esta palabra se deriva de la palabra
griega para medio o mitad. Por lo tanto, un mediador es literalmente el
hombre en el medio. Esta palabra se usa dos veces con respecto a Moisés,
quien era el intermediario que conectaba a Dios con la nación de Israel
(Gálatas 3:19-20). La misma palabra se usa cuatro veces con respecto a
Cristo (1 Timoteo 2:5; Hebreos 8:6; 9:15; 12:24). Los pasajes de Hebreos
muestran especialmente que Cristo funcionó como mediador en su
64 Mediador de la Bendición Divina
Job
Job intentó mediar las bendiciones espirituales a sus hijos ofreciendo
sacrificios en su nombre.
En Job 1:5, él ofreció sacrificios para satisfacer cualquier venganza
divina como resultado de que sus hijos hubieran maldecido a Dios en sus
corazones. Si tenía éxito, sus acciones habrían resultado en algo opuesto a
maldecir. Habría traído la bendición divina a sus hijos. Por lo tanto, esas
acciones que Job inició como sacerdote de su hogar habrían sido el canal
de bendición para su familia.
Los Patriarcas
Los patriarcas que eran sacerdotes en sus hogares mediaban bendiciones
divinas a sus hijos pronunciando bendiciones efectivas sobre ellos.
Varios pasajes del libro de Génesis muestran a los patriarcas
bendiciendo a sus hijos (Génesis 9:24-27 [Noé]; 27:1-28:3 [Isaac];
48:1-20 y 49:1, 28 [Israel]). En estos pasajes, Noé, Isaac y Jacob estaban
ejerciendo un poder y un privilegio prohibido a los hombres comunes. Las
bendiciones con las que bendijeron a sus hijos vinieron, en última
instancia, del Espíritu de profecía que habitaba en ellos. No podemos
aplicar la posición privilegiada de los patriarcas ni el espíritu profético a
nuestra realidad hoy, pero aún podemos obtener varios elementos de gran
importancia a partir de ellos y otros hombres prominentes del Antiguo
Testamento.
Primero, su patrón nos muestra que debemos aspirar a ser una fuente
de bendición para nuestras esposas e hijos. En 2 Samuel 6:20 y 1 Crónicas
16:43, el corazón de David lo obligó a bendecir a su familia cuando
regresaba del lugar de culto. ¿Podemos decir lo mismo? Cuando volvemos
de la iglesia ¿volvemos más decididos que nunca a ser una bendición para
nuestras familias?
Segundo, su ejemplo nos enseña a hablar de manera positiva y
alentadora a nuestras esposas e hijos siempre que podamos. Estos hombres
proféticamente pronunciaron una bendición sobre sus hijos. De hecho, la
66 Mediador de la Bendición Divina
Lecciones
Esto nos llama a ser hombres de fe. ¡Qué necesario es para nuestras
familias nuestro aliento y bendición! Hay momentos en los que estamos
abrumados con responsabilidades, preocupaciones, afanes y temores, y
necesitamos a nuestras esposas para tranquilizarnos y alentarnos. Dicho
esto, un hombre debe ser el principal animador de su esposa y familia.
Nuestras esposas necesitan que los animemos sobre el futuro. Necesitan
escuchar que son apreciadas, que están haciendo un buen trabajo con los
niños, que las promesas de Dios son verdaderas y que, por la gracia de
Dios, el futuro aún está lleno de esperanza. Nuestro trabajo como
sacerdotes en nuestros hogares es ser líderes de fe y valor. Si nuestras
esposas son emocionalmente débiles y tienden a la tristeza y la
desesperación con respecto al futuro, no debemos permitir que esto
descarrile su fe. Nosotros debemos ser hombres de fe. Este tipo de fe, la
confianza determinada de que las promesas de Dios son verdaderas, es el
corazón de lo que significa ser un hombre.
En una serie de exhortaciones al final de 1 Corintios 16, Pablo dice en
el versículo 13: “Estad alerta, permaneced firmes en la fe, portaos
varonilmente, sed fuertes”. Las palabras griegas para portaos varonilmente
literalmente significan actuar como un hombre adulto. Pablo le está
diciendo a toda la iglesia de Corinto que actúe con las características de
los hombres adultos.
Se espera que los hombres adultos se porten con valentía y fortaleza.
¿Pero dónde encuentran tal valentía? Pablo proporciona la respuesta justo
antes de su orden de actuar como hombres. “Permaneced firmes en la fe”,
escribe. La fe permite a los hombres ser fuertes, ser valientes, estar siempre
alertas y listos. Es la fe la que cree las promesas de un Dios que no miente
y no puede fallar. Lo que permite a un hombre actuar como un hombre,
es que crea que Dios es verdadero y que cumplirá Sus promesas pase lo
que pase.
Los hombres debemos recordar esto cuando los problemas y la
oscuridad aparezcan sobre nosotros, haciéndonos querer retroceder de
miedo. Debemos mantenernos firmes en la fe. Debemos creer las promesas
de Dios cuando la confianza de nuestras esposas comienza a tambalear,
72 Mediador de la Bendición Divina
Aplicación
Para el No Convertido
Para cualquier hombre no convertido que pueda estar leyendo este libro,
la mejor manera de obtener la bendición de Dios es responder a Su
Evangelio que cambia la vida.
No malgastes tu vida. No desperdicies tus años terrenales en tus
propios deseos egoístas y pierdas así la enorme bendición que Dios tiene
para todos los que se arrepienten y creen en Jesucristo. Estás hecho a
imagen de Dios, y si te arrepientes de tus pecados, no desperdiciarás tus
talentos en ti mismo. Puedes hacer mucho por el nombre de Jesucristo y la
gloria de Dios. Cuando llegues al final de tu vida, podrás decir que viviste
de una manera que tendrá un eco por la eternidad. Si eso provoca un
profundo anhelo en tu alma, aléjate de tus pecados y cree en las promesas
de Dios. Es así de simple. Si no crees en las promesas de Dios, no serás
salvo. Al no creer en Sus promesas le dices que no crees que se pueda
confiar en Él. Si quieres ser salvo y realmente bendecir a tu familia, debes
creer en el Evangelio de Cristo—que un Dios santo se convirtió en un
hombre perfecto para llevar nuestros pecados y hacernos justos ante Él.
Nada menos y nada más servirá. Si actúas como un verdadero hombre y
te humillas ante Dios, Él te bendecirá para que tú puedas bendecir a tu
familia.
Para la Esposa
Una esposa (o una que espera ser esposa) debe apreciar y comprender la
enorme carga y responsabilidad que conlleva su esposo.
Seremos alentados si nuestras esposas nos ayudan y oran
fervientemente por nosotros. Pueden (y deberían) reprendernos cuando
sea necesario, pero no deberían rompernos en pedazos con la lengua,
erosionando así los cimientos de nuestra propia felicidad y aliento.
74 Mediador de la Bendición Divina
A los niños les encantan los juegos en los que ellos tienen que ser diferentes
personajes. Ya sea que se estén disparando entre sí como policías y
ladrones, usando sus superpoderes para salvar la tierra de las fuerzas del
mal o sentados para un delicioso té de la tarde, ellos se sumergen en sus
roles profundamente, vistiéndose con la ropa adecuada y evocando
escenarios elaborados en los que pueden jugar una y otra vez. Esta parte
de la infancia que nunca cambiará ayuda a desarrollar la imaginación, las
aspiraciones y los talentos de los niños. Además, es divertido verlo.
Lo mismo que nuestros hijos hacen en estos juegos por diversión, es lo
que hemos estado haciendo muy seriamente al hablar de los hombres
como sacerdotes en sus hogares. No estamos simplemente jugando a ser
un personaje vistiéndonos con trajes sacerdotales y parándonos entre los
accesorios del escenario de un templo. Nos ponemos las vestiduras
sacerdotales que nos pertenecen. Vivimos en nuestros hogares como en un
templo y lo hacemos para el beneficio eterno de nuestra familia. A medida
que continuamos analizando este tema, no debemos tratarlo como un
juego de disfraces de niños, sino como la verdad sobria y alegre que
realmente es.
Un Instructor en la Escritura
El cuarto papel especial de un hombre como sacerdote en su hogar es el
de un instructor en las Sagradas Escrituras. Uno de los énfasis más claros
del Antiguo Testamento, que se encuentra en una gran cantidad de
pasajes, es que los sacerdotes israelitas impartían instrucciones sobre la ley
de Dios. Algunos pasajes nos mostrarán la importancia de la
76 Instructor en las Sagradas Escrituras
Todos estos pasajes dejan en claro que uno de los deberes principales
de los sacerdotes en Israel era instruir al pueblo en los preceptos de la ley.
Existe un gran paralelismo entre los sacerdotes en Israel y un hombre
como sacerdote en su hogar que instruye a su familia en las Escrituras. Esta
correlación se señala explícitamente en las páginas del Antiguo
Testamento, comenzando en Deuteronomio 4:9-10, el cual dice:
Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te
olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu
corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos
y a tus nietos. Recuerda el día que estuviste delante del SEÑOR tu
Dios en Horeb, cuando el SEÑOR me dijo: “Reúneme el pueblo
para que yo les haga oír mis palabras, a fin de que aprendan a
temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus
hijos.”
Aplicación
Los pasajes que hemos visto han demostrado claramente que Dios ha
establecido a los hombres como maestros bíblicos en sus hogares. Si
queremos estar a la altura de este ideal, ¿cómo debería funcionar este
principio de manera práctica en la vida cotidiana?
hacerlo. Eso está lejos de ser verdad. También debemos ponernos bajo un
ministerio público de la Palabra de Dios que sea sólido.
Dado que la mayoría de nosotros no estamos llamados a estudiar y
predicar la Biblia para nuestro sustento, el tipo de ministerio bajo el cual
nos ubicamos es fundamental. En Esdras 7:10, Esdras no solo se propuso
estudiar la Palabra de Dios, sino enseñarla en Israel, porque tal enseñanza
era la que ordinariamente se necesitaba para que los hombres y mujeres
israelitas puedan conocer la Palabra de Dios. En Hechos 8:30 35, cuando
Felipe le pregunta al eunuco etíope si entiende la parte de las Escrituras
que está leyendo, el eunuco sabía instintivamente que necesitaba ayuda.
Él preguntó: “¿Cómo podré a menos que alguien me guíe?”
Llegamos ahora al quinto y último rol que un hombre debe cumplir como
sacerdote en su hogar. El rol de un juez en las cosas santas está
estrechamente relacionado con ser un instructor en las Sagradas
Escrituras. Sin embargo, es lo suficientemente importante como para ser
considerarlo por sí solo.
Un juez no es solo un erudito en la ley o un instructor en una escuela
de derecho, aunque pudiera ser ambas cosas, es algo más que eso. Se
requiere que un juez aplique la ley a casos específicos, emita un veredicto
en esos casos y luego aplique el castigo apropiado o implemente el cambio
necesario. Un juez es alguien muy práctico. Él toma decisiones que afectan
la vida de las personas. De la misma manera es en nuestros hogares,
nuestro juicio es lo que está en pie. Aunque podemos tener luchas y tomar
decisiones que estén lejos de ser perfectas, Dios nos ha designado como
jueces. Nuestras familias (incluyendo a nuestros adolescentes) están
llamados a someterse a nuestro liderazgo.
Aquí, podemos comenzar a ver la diferencia entre los roles de
instructor y juez. Si hay un error común que los hombres comenten en las
cosas espirituales es dejarse llevar por la doctrina compleja, teórica y
abstracta, al tiempo que no pueden aplicar todo lo que saben de una
manera práctica. Es posible que tengan un doctorado en teología, pero a
menudo tienen problemas para gobernar bien sus hogares o para tomar la
decisión ética más sencilla con prudencia. Salomón dice de tales hombres
en Proverbios 17:24: “En presencia del que tiene entendimiento está la
sabiduría, pero los ojos del necio están en los extremos de la tierra”. El
necio no es práctico, se enfoca en lo que está fuera de su alcance en lugar
84 Juez en las Cosas Santas
de aquello que está justo frente a él. Por ejemplo, los hombres necios
discutirán interminablemente diferentes teorías con respecto a la
imputación del pecado de Adán mientras que sus hijos destrozan la casa y
hacen que su mamá quiera arrancarse el cabello. Esta falla común de los
hombres hace que sea crucial enfatizar que, como sacerdotes en nuestros
hogares, debemos cumplir el papel de jueces de manera práctica aplicando
nuestro conocimiento de las Escrituras en situaciones de la vida real cada
día.
Como lo hemos hecho anteriormente, veremos en este capítulo cómo
los sacerdotes cumplieron el papel de jueces en Israel. Luego, observamos
lo que dice la Biblia acerca de cómo podemos cumplir ese mismo papel en
nuestros propios hogares y cerraremos el capítulo con varias aplicaciones
prácticas.
Esposas
Esta imagen del sacerdote del Antiguo Testamento encuentra un paralelo
exacto en un hombre que es sacerdote en su hogar. 1 Pedro 3:6-7 nos
instruye sobre cómo debemos relacionarnos con nuestras esposas:
Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis
llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas
por ningún temor. Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de
manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más
frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la
gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
El texto enseña claramente que las esposas deben obedecer a sus
esposos en asuntos prácticos, considerando a sus esposos como alguien que
ejerce un señorío sobre ellas. Esto implica el derecho y el deber del esposo
de actuar como juez en asuntos prácticos y éticos relacionados con su
esposa.
Hijos
Con referencia a los hijos, Pablo dice en Efesios 6:4: “Y vosotros, padres,
no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e
instrucción del Señor”. A primera vista, este texto prueba que los hombres
deberían ser instructores de sus familias. Una mirada más cuidadosa revela
que también debemos actuar como jueces.
La idea de instrucción está presente en las dos palabras utilizadas en
este texto. Este podría leerse: “críelos en la instrucción e instrucción del
Señor”. De hecho, estas palabras griegas se traducen como instrucción en
otros lugares de la Biblia. El léxico Griego-Inglés estándar da el mismo
significado (instrucción) para ambas palabras. Lo interesante es el sabor
específico de ambas formas de instrucción mencionadas en el versículo. La
primera palabra, disciplina, se refiere literalmente al entrenamiento de los
niños. El léxico también sugiere varias otras traducciones, incluyendo:
educación, entrenamiento, disciplina y corrección. Tales acciones
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 87
implican mucho más que instrucción abstracta. Los padres deben actuar
no solo como maestros, sino como jueces que corrigen y castigan a sus
hijos, entrenándolos así en el Señor.
La segunda palabra, aunque es traducida como instrucción, también
tiene otras dos traducciones sugeridas en el léxico, las cuales son:
amonestación y advertencia. De hecho, este es el significado común de
amonestar en el Nuevo Testamento. Esta palabra en particular se usa en
otros dos lugares en el Nuevo Testamento. En Tito 3:10, Pablo instruye a
Tito a desechar “al hombre que cause divisiones, después de la primera y
segunda amonestación…”. Después de que Pablo relata los horribles
juicios que sobrepasaron a Israel debido a su pecado en el desierto, dice en
1 Corintios 10:11: “Estas cosas les sucedieron como ejemplo, y fueron
escritas como enseñanza para nosotros…”. Pablo se refiere a la
inmoralidad de Israel y al castigo que vino en consecuencia por sus
pecados. Estos eventos fueron escritos para nuestra advertencia,
amonestación e instrucción.
En Efesios 6:4, ambos usos de la palabra instrucción van más allá de
mera información, implican instrucción comunicada en forma de
advertencia. Un padre está obligado a advertir a sus hijos. Debería decir
cosas como: “Hijo, debes mantenerte alejado de esas personas en la
escuela, solo te llevarán por el camino equivocado”. O puede decir:
“Cariño, lo siento, pero no puedes ver esa película. No tiene nada de
utilidad para ti”.
Como sacerdotes en nuestros hogares, no podemos darnos el lujo de
ser mariscales de campo de sillón, observando todo lo que pasa desde fuera
del campo de juego y luego teniendo todas las respuestas a lo que pasó.7
Aplicación
que literalmente significa: “jueces colgantes”. Esta expresión coloquial evoca la figura de
aquellos jueces que ganaron notoriedad por imponer castigos de muerte a los condenados
tales como la horca, entre otros. La expresión tiene la idea de un juez que es implacable y
que demanda todo el peso de la ley en cada uno de sus casos.
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 89
“El rey sabio avienta a los impíos, y hace pasar la rueda de trillar sobre
ellos”. Probablemente no deberíamos conducir una rueda de trillar sobre
nuestras esposas e hijos, pero debemos lidiar agresivamente con cualquier
pecado que interrumpa el clima de paz y pureza que estamos tratando de
crear.
Una de las áreas principales en las que tendremos que hacer juicios
prácticos es en el consumo de televisión, películas y música por parte de
nuestras familias. En una era de acceso instantáneo a Internet, teléfonos
celulares con mensajes de texto, reproductores de música digital y cientos
de canales, debemos vigilar de cerca lo que nuestros niños están leyendo,
escuchando y viendo. Debemos estar listos para señalar y prohibir
cualquier cosa que sea contraria a la Palabra de Dios y que aleje a nuestros
hijos de la justicia.
También necesitaremos vigilar la relación entre nuestros hijos para
asegurar que mantengan una interacción saludable entre ellos. Un hijo
mayor no debe provocar continuamente a sus hermanos menores de
manera que cuando crezcan y lo aborrezcan. Los hermanos o hermanas
menores no deben ser gravosos ni chismosos. En cualquier situación,
debemos determinar lo mejor que podamos quién tiene razón y quién está
equivocado, disciplinar al hijo que peca y enseñarle a actuar
correctamente con sus hermanos. Cuando él pide perdón, deberían
concedérselo; debemos modelar este proceso para asegurarnos de que
ocurra una y otra vez en nuestros hogares. También debemos enseñar a
nuestros hijos a tratar a sus padres con respeto, incluido el uso ocasional y
apropiado de “Sí, señor” y “Sí, señora”.
Deberíamos esperar más que un simple comportamiento superficial
en nuestras familias. Debemos buscar un espíritu verdaderamente dulce
en nuestras esposas e hijos. Nuestros hijos no deberían gruñir cuando se
levantan de la cama por la mañana. No deberían responder a su madre y
no deberían quejarse de cada pequeña cosa que se les pide. Debemos
enfrentar sus pecados, incluso los aparentemente menores y mostrarles
cómo Cristo quisiera que vivan. También debemos arrepentirnos de todo
lo que hemos hecho para ofender a nuestras familias. Si no admitimos
92 Juez en las Cosas Santas
1 Juan 2:1-2 dice: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no
pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo
el justo. El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por
los nuestros, sino también por los del mundo entero”.
100 Los Requerimientos Espirituales
¿Qué es la Compasión?
La compasión es una preocupación tierna y una simpatía amorosa nacida
de experiencias personales difíciles. Es el amor empático que sentimos por
alguien que enfrenta sufrimiento o dificultades que también hemos
experimentado. Es más probable que alguien que ha sobrevivido al cáncer
entienda los sentimientos de alguien que acaba de ser diagnosticado con la
enfermedad, que alguien que nunca ha sido afectado por ella. La
compasión significa sentir desde nuestro interior lo que otra persona siente.
Cuando hemos sufrido de la misma manera que otras personas (o podemos
102 Los Requerimientos Espirituales
¿Qué es la Fidelidad?
Nuevamente, veamos primero el ejemplo de Job. Las últimas palabras de
Job 1:5 dicen: “Así hacía Job siempre”. Literalmente, el texto dice todos los
días. El énfasis está en la consistencia de Job como sacerdote en su hogar.
Él era veraz y digno de confianza. Su familia podía contar con él. Cada
vez que llegaba la hora señalada para el sacrificio familiar, Job estaba allí
haciendo su trabajo. Podemos inferir de esto que en todas las otras
responsabilidades de Job como sacerdote en su hogar, él también fue fiel.
Esta cualidad de fidelidad en un verdadero sacerdote es subrayada con
un lenguaje similar en otras partes del Antiguo Testamento. En 1 Samuel
2:35, Dios dice: “Pero levantaré para mí un sacerdote fiel que hará
conforme a los deseos de mi corazón y de mi alma; y le edificaré una casa
duradera, y él andará siempre delante de mi ungido”. Dios dice que en
El Hombre como Sacerdote en Su Hogar 105