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Mito 12. La guillotina de Hume.
Para Germán Zader:
Así se le llamó a la obra realizada por David Hume, este filósofo nacido en Edimburgo en el
año 1711, reconocido no solo por su filosofía sino también por ser economista, historiador
y sociólogo, además de estar muy fuertemente influido por los empiristas John Locke y
George Berkeley.
»Este cambio es imperceptible; no obstante es de una importancia decisiva. Porque,
puesto que el debería o el no debería expresan una nueva relación de afirmación, es
necesario observarla y explicarla; y al mismo tiempo es necesario dar razón de algo que
parecía completamente inconcebible: cómo es posible que esta nueva relación pueda
deducirse de las otras, que son completamente distintas de ella.»
Creía que si se le prestara la debida atención «todos los sistemas de moralidad habituales»
se alterarían. La brecha lógicamente infranqueable entre hechos y valores, y que Hume
parece haber abierto, pone en duda el estatuto verdadero de las pretensiones éticas y,
así, subyace en el centro mismo de la filosofía moral.
Los valores en un mundo desprovisto de valores El problema que Hume puso de relieve se
debe en parte a dos convicciones «Tal vez el aspecto más simple y más importante de la
ética sea estrictamente lógico. Me refiero a la imposibilidad de derivar normas éticas que
no sean tautológicas ... de juicios de hecho.»
Para Maria Scolaro:
El problema fue presentado por primera vez por David Hume en un breve párrafo de su
libro de 1739-40, el Tratado sobre la naturaleza humana:
En todo sistema de moralidad que hasta ahora he encontrado, siempre he notado que el
autor procede por algún tiempo en los modos ordinarios de razonamiento, y establece la
existencia de Dios, o hace observaciones concernientes a los asuntos humanos, cuando de
pronto me veo sorprendido de encontrar, que en vez de los enlaces usuales de las
proposiciones, es y no es, encuentro que no hay ninguna proposición que no esté enlazada
con un debe, o un no debe. Este cambio es imperceptible; pero es, sin embargo, de grandes
consecuencias. Pues como este debe, o no debe, expresa una nueva relación o afirmación, es
necesario que sea observada y explicada; y que al mismo tiempo se dé una razón, para lo
que parece totalmente inconcebible: cómo esta nueva relación puede ser una deducción de
otras, que son completamente diferentes de ella.
Mito 13. La carne de un hombre
Para Carola Rivarola y David Touz:
Darío rey de Persia, sabiendo que los griegos a sus muertos les rendían culto y los
despedían en un ceremonial sagrado, les pregunto, a cambio de qué estarían dispuestos a
comer los cadáveres de sus padres, Los griegos contestaron que no lo harían por nada del
mundo.
Luego el rey a sabiendas que los indios de la tribu de los calatias, comían a sus padres
como una forma de honrarlos, les pregunto a cambio de qué estarían dispuestos a quemar
los cadáveres de sus ancestros, estos horrorizados le prohibieron volver a hablar de algo
así, ellos jamás los quemarían ya que creían que era una práctica profana.
El relativismo hace mención a que todo depende del cristal con que se mira, considera que
la verdad depende o está en relación con el sujeto, persona o grupo que la experimenta.
En situaciones diferentes, diversos actos podrían ser calificados como incorrectos, es la
posición de que no existen absolutos morales, ni moral en lo bueno o en lo malo. Más bien,
lo bueno y lo malo estarían basados en las costumbres y en las normas sociales.
Los sofistas fueron los primeros filósofos en defender puntos de vista claramente
relativistas. Y es precisamente Protágoras quien expresó de modo gráfico la esencia del
relativismo con la siguiente frase: “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que
son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son”.
Sócrates y Platón consideraron inadmisible el punto de vista relativista, tanto por sus
consecuencias en el plano moral y político como porque, según ellos, es una teoría
absurda y que hace imposible el conocimiento. Toda la filosofía platónica se puede
entender precisamente como un intento de superar de forma radical y completa el
relativismo sofista.
Mito 14. La teoría del mandato divino
Para: Fabiana Venuti
En cada una de las tres «religiones del Libro» —el judaísmo, el cristianismo y el islam—, el
sistema de la moralidad se basa en un «mandato divino»: lo propio de Dios es ordenar y lo
propio de los hombres obedecer; Dios impone a sus devotos una serie de mandamientos
morales; el comportamiento virtuoso exige obediencia, mientras que la desobediencia es
pecado.
La Teoría del Mandato Divino, dice, esencialmente que, lo “moralmente correcto”,
significa lo “ordenado por Dios” y , lo “moralmente incorrecto” significa lo “prohibido por
Dios”. En el diálogo platónico llamado Eutifrón, hay una discusión acerca de si lo que es
éticamente correcto es aquello que los dioses ordenan. En él, Sócrates, es escéptico y
plantea una pregunta crucial: ¿son piadosas las cosas porque los dioses las aman, o las
aman porque son piadosas? Este dilema (expresado por lo general en un contexto
monoteísta) pone en apuros a la teoría del mandato divino.
Ejemplificación
Si dejamos a un lado el dilema de Eutifrón, existe otra dificultad que debe afrontar quien
basa la moralidad en el mandato divino: los distintos textos religiosos que constituyen el
principal medio de manifestación de la voluntad de Dios a los humanos contienen muchos
mensajes encontrados y/o inasumibles. Basta tomar un ejemplo conocido de la Biblia, en
el Levítico (20:13), donde leemos: «Si un hombre yace junto a un hombre como se hace
con una mujer, los dos han cometido una abominación; morirán sin remedio; su sangre
caerá sobre ellos». Si la Biblia es la palabra de Dios y la palabra de Dios determina lo que
es moral, la ejecución de los varones homosexuales está moralmente autorizada. Pero en
la actualidad la mayoría consideraría semejante idea como moralmente repugnante, y en
cualquier caso resulta inconsistente con los mandamientos que encontramos en otros
pasajes de la Biblia (el más obvio, el de no matar). Es evidente que para el teórico del
mandato divino es todo un reto usar los conocidos valores de Dios para construir un
sistema moral aceptable, de un modo general e internamente coherente.
Para finalizar y solo a modo de apreciación personal (entendiéndose como imperfecta
y aceptando cualquier aporte significativo de entendidos en cuestiones de teología),
digo…: Dios, no se concibe como el instigador y el que ampara cualquier acción
violenta para causar daño y sufrimiento a otros, solo por justificarse y ampararse bajo
las escrituras, cuando éstas, deberían ser entendidas, tal vez, como inconexas. Aludir
como máxima “ama a tu prójimo como a ti mismo”; constituye el principio medular de
todas las enseñanzas posibles.
15. La teoría del abucheo y hurra
Para Gladys Halmallan:
“ Y Moisés permaneció allí con el Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió
nada de pan ni bebió nada de agua.
y escribió sobre las tablas las palabras de la alianza, es decir, los mandamientos.
_ ¡Hurra! por no tener a ningún otro dios ante mi.
¡ Abajo! los que te erijan ídolos!
( cinco hurras y dos abucheos se sucedieron entonces)
¡Abajo los que codicien a la mujer del vecino, a sus criados, o a sus criadas, o a su
buey, o a su asno, o a cualquier cosa que sea de su vecino”
El Emotivismo, o la teoría ética del «abucheo/hurra», se trata de una teoría muy
influyente puesto que constituye una forma más sutil de subjetivismo, al sugerir que los
juicios morales no son descripciones o declaraciones de nuestros sentimientos acerca del
mundo sino expresiones de esos sentimientos. Expresar una respuesta emocional a
través de un juicio moral, aprobado (hurra) o no desaprobado (abucheo) con respecto a
algo del mundo.
Contrariamente a ésta, nos encontramos con el Objetivismo quien describe hechos
científicos, acontecimientos físicos, procesos o relaciones; otros son morales descubriendo
cosas del mundo que pueden ser correctas o incorrectas, cuya verdad no depende de
nosotros. Ante la completa excentricidad muchos filósofos proponen reemplazar la noción
de las propiedades morales objetivas que existen en el mundo por una respuesta subjetiva
a las cosas del mundo.
El Prescriptivismo (R. M. Hare) critica al Emotivismo dado que éste no consigue captar la
lógica del discurso ético (la forma característica del razonamiento y del argumento
racional que subyace a ese discurso). propone que los términos morales poseen un
elemento prescriptivo —nos indican qué hacer o cómo comportarnos—, afirmando que la
esencia de los términos morales consiste en orientar la acción; decir que matar es erróneo
equivale a asumir un mandato: «No matarás». El elemento que distingue los juicios éticos
de otros tipos de mandato es que los primeros son «universalizables»: si establezco un
mandato moral, me comprometo a sostener que tal mandato debería ser obedecido por
cualquiera (incluido yo mismo) en ocasiones similares. Pero la discrepancia moral, de
acuerdo con el Prescriptivismo, es análoga a dar órdenes contradictorias; la inconsistencia
y la indecisión se explican porque existen distintos mandatos, algunos de los cuales no
pueden ser obedecidos simultáneamente. En este sentido, el Prescriptivismo deja más
espacio para la discrepancia y el debate que el Emotivismo
EMOTIVISMO / SUBJETIVISMO Vs. PRESCRIPTIVISMO
Filósofo empirista escoces. El empirismo toma como base de todo conocimiento a la
experiencia. Sostendrá que todo conocimiento procede de la experiencia, sea la
experiencia externa (la que proviene de los órganos sensoriales) o de la experiencia íntima
(auto experiencia). La obra de Hume, pretende examinar en un análisis de los hechos de la
propia experiencia (lo que hoy llamaríamos "hechos psíquicos"), lo que denominará
percepciones del espíritu, entendiendo por percepción, cualquier estado de conciencia.
Algunas percepciones son recibidas de modo directo, Hume las divide en:
Ley de la asociación según la cual nuestra mente tiende a reproducir ideas semejantes,
como cuando un retrato lleva de forma natural o espontánea a nuestra mente a pensar en
el original. Esta ley es importante en nuestro trato con las cosas pues consideramos que
los objetos semejantes deben tener las mismas propiedades y los mismos poderes
causales.
Esta ley de la asociación nos dice que tras la observación de la existencia de contigüidad
espacial de dos hechos u objetos, de su sucesión en el tiempo y de la reiterada
experiencia de estas relaciones entre ambos, se crea en nuestra mente la predisposición a
evocar la idea del segundo (al que consideramos efecto) si está presente la idea del
primero (al que consideramos causa). Así, las ideas de “dentista” y de “dolor” mantienen
una cierta relación entre ambas como consecuencia de haber tenido dolor tras la
intervención del dentista, de tal modo que el pensamiento de uno puede traer consigo el
pensamiento del otro.
El desarrollo intelectual de Kant puede considerarse un notable resumen de toda la
filosofía que le precede, particularmente el empirismo y el racionalismo de acuerdo al
enfoque de los filósofos de la modernidad.
El racionalismo postula la posibilidad del conocimiento mediante la única ayuda de la
razón. Para el racionalismo, un saber realmente merecido por el hombre, debe ser
necesario y universal. Pero la experiencia, muestra algo diferente, ya que el conocimiento
que proporciona no es ni necesario ni universal sino por el contrario, contingente y
particular, en consecuencia, para el racionalismo, el conocimiento empírico no es
verdadero sino únicamente le que la razón pueda alcanzar por si sola. La razón tiene pues,
no la capacidad de alcanzar los fenómenos sino la realidad (el fondo último de las cosas).
Esta facultad permitiría saber cosas como la existencia de Dios, la inmortalidad de alma o
la infinitud del mundo,etc. El empirismo, a la inversa postula que el único conocimiento
legítimo es el que proviene de la experiencia de manera tal que la razón carece de
competencia más allá de información proporcionada por los sentidos.
Racionalismo y empirismo se presentan así como enfoques teóricos esencialmente
opuestos. Kant, observará que pese a este evidente enfrentamiento, subyace una
coincidencia en la cual va incidir fundamentalmente su crítica: racionalismo y empirismo
son dos formas de realismo (teoría que sostiene que para el acto del conocer lo
determinante es el objeto - lat. res(cosa) = realismo- ) El sujeto cognoscente es
comparable a un espejo en el cual las cosas se reflejan, este 'espejo' sería para los
racionalistas la razón y para los empiristas, los sentidos, pero en cualquiera de estos
casos, el esquema es básicamente el mismo. Y así, mientras que los racionalistas dirán que
lo que se hace es copiar el fundamento último de las cosas, los empiristas se limitarán a lo
fenoménico, lo aparente, pero en ambos casos, el conocimiento se reduce a una actitud
pasiva por parte del sujeto cognocente.
Kant se inclinará por la idea de un sujeto activo que construye el ámbito de la objetividad.
¿Qué significa esto? Significa que el sujeto procesa la realidad de acuerdo a sus
posibilidades.
En síntesis, Kant observará que el conocimiento involucra dos factores:
1. La estructura misma de nuestra razón que es independiente de la experiencia pero que
requiere para poder "transformar" los objetos requiere....
2. un material modelable: las impresiones. ...ni conceptos sin intuición que de alguna
manera les corresponda, ni intuición sin conceptos pueden dar un conocimiento
(porque) pensamientos sin contenidos son vaciones, intuiciones sin conceptos son
ciegas Kant, Crítica a la razón pura.
El conocimiento solo es posible dentro de las condiciones de la experiencia por lo que
declarará la imposibilidad de la metafísica puesto que para que este fuera alcanzable, los
objetos como Dios, alma (los objetos metafísicos) deberían ser accesibles a la experiencia.
Coincidencias con el racionalismo
La revolución copernicana
Revolución Copernicana (O Giro Copernicano) En Filosofía la Revolución filosófica
propuesta por Kant para entender cómo es posible el conocimiento sintético a priori. Da
lugar al Idealismo Trascendental.
Kant explica el cambio que supone su filosofía en la concepción del conocimiento
basándose en una analogía con la revolución copernicana. En astronomía, Copérnico
comprendió que no se podía entender el movimiento de los objetos celestes con la tesis
según la cual la Tierra está en el centro del Universo y el Sol y los demás objetos celestes
giran a su alrededor, comprendió que para entender el movimiento de los objetos celestes
era necesario cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y suponiendo que es la
Tierra la que gira a su alrededor. Kant considerará que en filosofía es preciso una
revolución semejante a la copernicana: en filosofía el problema consiste en explicar el
conocimiento sintético a priori; la filosofía anterior a Kant suponía que en la experiencia
de conocimiento el Sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el
Sujeto y provoca en él una representación fidedigna. Con esta explicación podemos
entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no el conocimiento a priori pues
lo extraordinario de este último es que con él podemos saber algo de las cosas antes de
experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente. Kant propone
darle la vuelta a la relación y aceptar que en la experiencia cognoscitiva el Sujeto
cognoscente es activo, que en el acto de conocimiento el Sujeto cognoscente modifica la
realidad conocida. Según Kant, podemos entender el conocimiento sintético a priori si
negamos que nosotros nos sometemos a las cosas, si aceptamos que son más bien las cosas
las que se deben someter a nosotros: dado que para conocer un objeto antes ha de
someterse a las condiciones de posibilidad de toda experiencia posible, es decir a las
condiciones formales –a priori– impuestas por la estructura de nuestras facultades
cognoscitivas, es posible saber a priori alguno de los rasgos que ha de tener cuando esté
presente ante nosotros, precisamente los rasgos que dependen de dichas condiciones. Por
ejemplo, a priori no podemos saber nunca si la figura que vamos a ver en la pizarra es un
triángulo, ni las características contingentes de dicha figura (como su tamaño, su forma
concreta, ...) pero sí podemos saber a priori que si es un triángulo ha de poseer todas las
propiedades descritas por la geometría, ya que –según Kant– éstas son una consecuencia de
la peculiar estructura de nuestra mente, y a ellas se debe someter todo objeto del cual
podamos tener experiencia. Estas ideas las resume Kant con la siguiente frase: sólo
podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas. En
resumen, el giro copernicano hace mención al hecho de que sólo podemos comprender el
conocimiento a priori si admitimos que sólo conocemos los fenómenos y no las cosas en sí
mismas o noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como la filosofía verdadera.
El conocimiento a priori y el conocimiento a posteriori.
Conocimiento A Priori
El conocimiento independiente de la experiencia y que descansa en la propia facultad de
conocimiento.. Estos conocimientos no los derivamos inmediatamente de la experiencia
pero sí de alguna regla universal que descansa, no obstante, en ella: si quitamos los
cimientos de nuestra casa podremos saber a priori, antes de que ocurra, que nuestra casa
se va a caer. Pero esto no es enteramente a priori pues necesitamos saber, por
experiencia, que los cuerpos pesados se caen. En conclusión, entiende por conocimiento a
priori el que es absolutamente independiente de toda experiencia, no de esta o aquella
experiencia.
Conocimiento A Posteriori
O conocimiento empírico. Es el conocimiento basado en la experiencia y en último término
en la percepción.
Nos dice qué es lo que existe y sus características, pero no nos dice que algo deba ser
necesariamente así y no de otra forma, ni nos da verdadera universalidad. Este tipo de
conocimiento tiene carácter:
particular: no puede garantizar que lo conocido se cumpla siempre y en todos los casos,
como ocurre en el conocimiento “en Otoño, los árboles pierden sus hojas”;
y contingente: el objeto al que atribuimos una propiedad o característica es pensable que
no la tenga: incluso si hasta ahora los árboles siempre han perdido sus hojas en Otoño, es
pensable que en un tiempo futuro no las pierdan.
El empirismo considera que todo conocimiento de la Naturaleza es a posteriori, sin
embargo Kant creyó que una parte de este conocimiento es a priori (universal y
necesario), y ello en base a que “todo conocimiento empieza con la experiencia, pero no
por eso todo él procede de la experiencia”.
Robert Nozick (Nueva York, 16 de noviembre de 1938 - 22 de enero de 2002); Filósofo y
profesor de la Universidad Harvard. También enseñó en Columbia, Oxford y Princeton.
Hizo contribuciones en diferentes áreas de la filosofía: decisión, epistemología y,
particularmente, filosofía política. Su obra Anarquía, Estado y Utopía (1974) fue una
respuesta liberal-libertaria a la Teoría de la Justicia de John Rawls, publicada en 1971.
Anarquía, Estado y Utopía
Nozick consiguió que la filosofía política libertaria fuese respetada en el mundo académico
con la publicación en 1974 del ahora clásico Anarquía, Estado y Utopía. Esta obra,
inspirada en la filosofía política de John Locke, pretende, ofrecer una justificación moral
del liberalismo clásico y del Estado mínimo. Para ello la obra procura primero responder
las objeciones que los anarco-capitalismo dirigen al Estado. Por eso, en su primera parte,
y después de exponer ciertos principios libertarios básicos que los anarcocapitalistas y los
libertarios comparten (derechos individuales lockeanos, derecho natural a castigar, etc.),
Nozick ofrece contra los anarcocapitalistas un argumento en favor del Estado. Este
argumento pretende demostrar que, contra lo que sostienen los anarco-capitalistas, un
Estado mínimo podría surgir de modo inintencionado sin violar los derechos de nadie. Para
demostrar tal cosa Nozick elabora un argumento que combina una explicación de mano
invisible con lo que él denomina "principio de compensación". Otro de los propósitos de la
obra es refutar a aquellos que abogan por un Estado más extenso que el Estado mínimo.
Por eso, en la segunda parte de Anarquía, Estado y utopía, Nozick procura demostrar que
ningún Estado mayor que el Estado mínimo es moralmente admisible (esto es, compatible
con los derechos naturales libertarios). Aquí el principal blanco de sus críticas es la teoría
política ofrecida por John Rawls en su obra Teoría de la justicia publicada en 1971. En
concreto, Nozick impugna uno de los principales supuestos de la obra de Rawls, a saber,
que una teoría de la justicia tiene por objeto determinar el modo equitativo en que debe
distribuirse el excedente que resulta de la cooperación social. Este supuesto de Rawls, que
conduce a la necesidad de establecer una autoridad central que reparte dicho excedente,
es el impugnado por Nozick. A diferencia de Rawls, Nozick no cree que la cooperación
social produzca por sí misma un problema (re)distributivo, pues entiende que la
contribución que cada uno hace al acervo de bienes que resulta de dicha cooperación
puede determinarse conforme a las reglas generales de la teoría de la utilidad marginal.
Contrariamente a lo que Ralws parece implicar con su tratamiento el problema, la
creación y distribución de los bienes tienen una historia (alguien los creó, alguien los
transfirió, etc.) de modo que éstos siempre están vinculados a alguien y resulta, por tanto,
injusto intentar determinar su posesión sin atender a dicha historia. Si los bienes cayeran
como maná del cielo, o si nos encontráramos con los bienes como quien se encuentra una
torta que luego hay que repartir, entonces la aproximación de Rawls al problema de la
justiica social sería el correcto. Pero como no es ese el caso, la teoría de Rawls, pese a sus
méritos, debe ser rechazada. En su lugar Nozick propone en la segunda parte de Anarquía,
Estado y utopía su propia teoría de la justicia conocida como la teoría del justo título o
teoría del título válido ("entitlement theory"). De acuerdo con ella, el problema a que
debe hacer frente toda teoría de la justicia (es decir, qué cosa corresponde a quién) debe
ser tratado y resuelto según los principios de una teoría histórica y no pautada de la
distribución de bienes. Los principios fundamentales de dicha teoría los enuncia Nozick de
la siguiente manera:
"Si el mundo fuera completamente justo, las siguientes definiciones inductivas cubrirán
exhaustivamente la materia de justicia sobre pertenencias.
1) Una persona que adquiere una pertenencia, de conformidad con el principio de justicia
en la adquisición, tiene derecho a esa pertenencia. 2) Una persona que adquiere una
pertenencia de conformidad con el principio de justicia en la transferencia, de algún otro
con derecho a la pertenencia, tiene derecho a la pertenencia. 3) Nadie tiene derecho a
una pertenencia excepto por aplicaciones (repetidas) de 1 y 2".
Inmediatamente después de enunciar estos principios, Nozick explica que:
"El principio completo de justicia distributiva diría simplemente que una distribución es
justa si cada uno tiene derecho a las pertenencias que posee según la distribución. Una
distribución es justa si surge de otra distribución justa a través de medios legítimos".
A estos tres principios debe añadirse un cuarto, el ''principio de rectificación'', que tiene
por finalidad corregir las injusticias pasadas y, más precisamente, que las pertenencias
adquiridas de modo violento, clandestino o fraudulento vuelvan a sus verdaderos dueños. .
La idea fundamental que subyace a la teoría es que la distribución resultante de los
principios señalados resulta justa en la medida en que es el reflejo de las preferencias
libres de los individuos.
Fuera de la crítica a Rawls, Nozick elabora en la segunda parte de la obra -la más extensa
del libro- varias críticas a las teorías igualitaristas, socialismo y marxismo. En términos
generales, el argumento de Nozick contra todas ellas descansa en la siguiente idea:
“La mayor objeción a decir que todos tengan el derecho a varias cosas tales como igualdad
de oportunidad, vida, etcétera y a ejercer estos derechos, es que estos “derechos”
requieren de una subestructura de cosas y materiales y acciones; y otras personas pueden
tener derechos y títulos sobre ellos. Nadie tiene el derecho a algo cuya realización
requiere de ciertos usos de cosas y actividades sobre las cuales otras personas tienen
derechos y títulos. Los derechos y títulos de otras personas sobre cosas en particular (este
lápiz, su cuerpo, etcétera) y cómo deciden ejercer esos derechos y títulos fijan el medio
externo de un individuo dado y los derechos de que dispondrán. Si su fin requiere el uso de
medios sobre los cuales otros tienen derechos, deberán procurar su cooperación voluntaria
[…] Hay derechos particulares sobre cosas particulares poseídas por personas particulares
[…] Ningún derecho existe en conflicto con esta subestructura de derechos particulares” ..
.
En la tercera parte de la obra, Nozick describe una utopía libertaria que pretende que
constituya un argumento independiente de todos los ofrecidos en las dos primeras partes
de la obra a favor del libertarismo. El argumento básico de esta tercera parte es que bajo
un estado mínimo como el descrito en Anarquía, Estado y utopía es el único bajo el cual
pueden proliferar y coexistir las más diversas comunidades y, en definitiva, el único bajo
el cual cada individuo puede decidir cómo vivir su vida.
Otras contribuciones
Nozick se encuentra en las principales figuras contemporáneas de la filosofía anglo-sajona;
hizo una contribución notable en prácticamente todos los campos de la filosofía. En
Philosophical Explanations, Nozick se aproxima a nuevas concepciones sobre el
conocimiento, el libre albedrío y la naturaleza del valor. En Examined Life explora el
amor, la muerte, la fe, el holocausto y el significado de la vida. The Nature of Rationality
presenta una teoría sobre la razón práctica que intenta embellecer teorías de la decisión
clásicas espartanas. Socratic Puzzles es una colección de trabajos variopintos sobre, por
ejemplo, Ayn Rand, la economía austriaca o los derechos de los animales. Invariances, su
última obra, se sumerge en la física y la biología para tratar cuestiones como la
objetividad en la naturaleza de la necesidad y de los valores éticos.
Nozick se destacó por su estilo fresco y provocativo, así como por su metodología
ecuménica. En muchas ocasiones tantean diversas posibilidades filosóficas dejando que el
lector sea el que emita un juicio sobre la cuestión.