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Ética, moral y justicia

Mientras más analizo la situación de la filosofía política en la actualidad,


más me convenzo de la evidente confusión reinante al respecto. Como
ya lo he manifestado en otras ocasiones, creo que esa mayor confusión
reside en el concepto de ética, y por supuesto su relación con la moral
y la justicia. La consecuencia trasciende entonces al campo de la política.
El primer problema obviamente es el concepto mismo de ética, y al
respecto el Diccionario de la Academia Española la define: “Parte de la
filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”. Hasta
aquí siento que no hemos avanzado nada en nuestra disquisición
(Examen o explicación minuciosa, detallada y rigurosa sobre una materia,
especialmente si se aparta del tema principal del que se está tratando).

Pasemos entonces al diccionario Webster. “Etica: Disciplina que trata


con lo que está bien y está mal y con el deber moral y obligación;
Teoría del sistema de valores morales”. En fin no creo que hayamos
llegado a alguna conclusión válida al respecto del análisis que nos
proponemos de la situación actual de la política en el mundo.

Evidentemente las anteriores definiciones respecto a la ética,


entrañan de por sí una confusión entre ética y moral. Por supuesto a
fin de poder analizar la situación política actual es imprescindible que
distingamos los conceptos de ética y moral. Entonces insistiendo en las
confusiones, pasemos a la definición de moral del Webster:
“relacionado con los principios de bien o mal en el comportamiento”.
Me atrevería a decir que en esa definición nos encontramos con un
sinónimo de ética.
Entonces ante la confusión precedente, pasemos a analizar los
conceptos de David Hume al respecto, que considero fundamentales
para comprender el concepto de ética en que se basó el sistema
político que cambió la historia del mundo. Ese sistema es el Rule of
Law, y no el capitalismo, pues la economía es la consecuencia del
sistema ético, político y jurídico. La economía es el resultado de los
comportamientos individuales que determina el sistema. Por ello donde
no se respetan los derechos individuales, desaparece el mercado.
La ética entonces es un concepto pragmático (Que se refiere a la
práctica, la ejecución o la realización de las acciones y no a la teoría o a la
especulación.) de la naturaleza humana. Así Hume considera que toda
ciencia comienza por la ciencia del hombre, y al respecto dice: “No
existe una cuestión de importancia, cuya decisión no esté comprendida
en la ciencia del hombre; y no hay ninguna que pueda ser decidida
con alguna certeza, antes de que estemos en contacto con esa
ciencia”. Fue en función de esa realidad que por primera vez en la
historia se creó el sistema político, basado en el hombre tal cual es y
no en el supuesto de cómo debe de ser. Tal concepto ético respecto a
la naturaleza humana, fue determinante de la necesidad de limitar el
poder político.

Históricamente el poder político absoluto, se fundó primeramente


en el supuesto de que representaba la voluntad de Dios (artificial). O
sea el derecho divino de los reyes, hasta que Locke reconoció que los
monarcas también eran hombres (naturaleza humana). Así se ignoró
en Occidente que ya en el Evangelio se reconoció la separación del
Estado y de la Iglesia. “Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que
es de Dios”. Y asimismo la falibilidad del hombre: “El justo peca siete
veces” y “el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra”. En
una segunda instancia histórica, a partir de la Revolución Francesa de
1789 se desconoció la naturaleza humana en función de la diosa
razón. Fue Rousseau quien primeramente intentó tal proceso y así
escribió: “Todo aquel que se atreva a encargarse de la tarea de
instituir una nación, debe sentirse asimismo capaz de transformar la
naturaleza humana”. En función de ese proyecto de crear un hombre
nuevo, se han matado millones de seres humanos, primero por los
jacobinos y seguidamente por los bolcheviques, hasta nuestros días.

Esa moral racionalista fue desarrollada por Kant en sus imperativos


categóricos. De conformidad a los mismos la búsqueda de la felicidad
es deshonesta, pues no se hace por deber. Es decir que su conclusión
es el opuesto del principio básico del Rule of Law, que de conformidad
con el pensamiento de John Locke, el derecho a la búsqueda de la
propia felicidad es el principio básico de la libertad. Y siguiendo con la
postura kantiana, Hegel llega a la conclusión de que el individuo no
tiene más razón de ser que su pertenencia al estado. Afortunadamente
con la caída del Muro de Berlín esa tendencia autoritaria y fuente del
totalitarismo, parecía haber desaparecido del panorama político.
Lamentablemente, no obstante esa realidad, el socialismo impera
como consecuencia del equívoco precedente sobre la naturaleza
humana. La supuesta búsqueda de la igualdad se ha convertido en el
camino al poder.
Volviendo a la ética, Hume desarrolló un principio fundamental al
respecto, de conformidad con la ciencia del hombre y así dijo: “Si los
hombres fueran generosos y la naturaleza pródiga, la justicia no
tendría razón de ser”. En función de esta concepción pragmática de la
naturaleza humana determinó que la justicia no es natural sino
artificial. O sea por arte del hombre (artificio del hombre), pero no
arbitraria, sino el resultado del aprendizaje de la historia, que nos
permite conocer la ciencia del hombre. Por tanto llega a la conclusión
fundamental de que la naturaleza humana es inmodificable, y si
queremos cambiar los comportamientos se requiere cambiar las
circunstancias.

El Rule of Law es precisamente ese cambio en las circunstancias


que modificó el comportamiento, a partir del respeto por los derechos
individuales y el límite al poder político. Siguiendo ese principio
fundamental James Madison escribió: “Si los hombres fueran ángeles
no sería necesario el gobierno, y si fueran a ser gobernados por
ángeles no se requeriría ningún control al gobierno, que es una
administración de hombres sobre hombres”. Como puede observarse
la anterior conclusión es una paráfrasis del pensamiento de Hume. Y
asimismo reconoció otro principio fundamental cual es que las
mayorías no tienen derecho a violar los derechos de las minorías. Este
último principio es el que hoy se viola como consecuencia de la
confusión entre república y democracia. Las mayorías no solo
determinan quien gobierna, sino que en nombre de las mismas y la
demagogia de la justicia social, se permite el poder de violar el
derecho de propiedad. Igualmente se desconoce el derecho a la
búsqueda de la felicidad, pues es la expresión del egoísmo del interés
privado frente al interés general, que representan los gobiernos de
turno.

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