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EL TIPO DE LO INJUSTO DE LOS DELITOS DE ACCIÓN

IMPRUDENTES
El anterior Código Penal utilizaba el vocablo “culpa” como sinónimo de
imprudencia o negligencia.
En el nuevo Código se utiliza exclusivamente el término “imprudencia”, de
sentido menos amplio y ambiguo en el lenguaje coloquial.
El nuevo CP parte del principio de la excepcionalidad del castigo de las
conductas imprudentes para dar satisfacción a los principios de intervención
mínima y de legalidad. Según el artículo 12 CP: “Las acciones u omisiones
imprudentes sólo se castigarán cuando expresamente lo disponga la Ley”.

Elementos del tipo de lo injusto de los delitos de acción imprudentes

En el tipo de lo injusto de los delitos de acción imprudentes se comprenden


acciones finalistas cuyo fin es irrelevante para el tipo, pero no así los medios o
la forma de su utilización. La dirección finalista de la acción no corresponde a la
diligencia debida. Como consecuencia de la inobservancia del cuidado debido
se produce un resultado material, externo o el peligro concreto de un bien
jurídico, o concurre una determinada cualidad de acción, no queridos. Existen
por tanto delitos imprudentes de resultado y de simple actividad.
Sujeto activo de los delitos de acción imprudentes puede serlo cualquiera, si
bien en ocasiones para poder ser sujeto activo de los delitos de acción
imprudentes es preciso reunir determinadas cualidades o características (Ej:
Delito de prevaricación judicial por imprudencia grave).

La inobservancia del cuidado objetivamente debido

Para que concurra el tipo de lo injusto de los delitos de acción imprudentes es


preciso, en primer lugar, que el resultado o la cualidad de la acción no queridos
se hayan producido por imprudencia.
El Derecho exige para la realización, de las diversas acciones en la vida social,
una determinada diligencia o cuidado. Se trata de una medida objetiva que está
en función de la necesidad de protección de los bienes jurídicos y de las
exigencias de la vida social. La medida del cuidado debido es independiente de
la capacidad de cada individuo. Se trata del cuidado necesario para el
desarrollo de una actividad social determinada; una persona que no pueda
observarlo está obligada a abstenerse de su realización.
El deber de cuidado es, por tanto, un deber objetivo. No es posible que su
contenido se determine en función de la capacidad de cada individuo.
La valoración del cuidado objetivamente debido se realiza mediante el juicio de
previsibilidad objetiva.
El juicio de previsibilidad objetiva se realiza colocándose el juez en el lugar del
sujeto, en el momento del comienzo de la acción, y teniendo en cuenta las
circunstancias del caso concreto cognoscibles por una persona inteligente,
más las conocidas por el autor, y la experiencia común de la época sobre los
cursos causales, así como el saber experimental excepcional del autor.

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CURSO DE INVESTIGACIÓN DE CAUSAS DE INCENDIOS FORESTALES
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José Torregrosa Millá
Cuando el sujeto tenía la posibilidad física, real, de evitar la producción del
resultado dañoso y ocupaba la posición de garante, pues tenía un deber
jurídico especial de evitarlo, la omisión es equivalente a la acción desde el
punto de vista del contenido de lo injusto. Sólo cuando la omisión sea
inconsciente la conducta será impune.
La determinación del cuidado objetivamente debido debe realizarse con un
criterio normativo. No es decisivo el cuidado que se observe de hecho en el
desarrollo de una actividad de la vida social, sino el que sea necesario para
evitar las lesiones de los bienes jurídicos.
El cuidado objetivamente debido exige, en primer lugar, tener en cuenta todas
las consecuencias objetivamente previsibles de la acción. Sólo cuando la
producción del resultado fuera objetivamente previsible, es decir, apareciera
“ ex ante ” como una consecuencia no absolutamente improbable de la acción
(causalidad adecuada), será posible apreciar una inobservancia del cuidado
objetivamente debido y la relación de causalidad estará comprendida en el tipo
de los delitos de acción imprudentes.
Nuestro Derecho positivo permite el desarrollo de innumerables actividades
peligrosas siempre que se observen determinadas normas de cuidado. Es
preciso, por ello, completar el criterio intelectual de la previsibilidad objetiva con
un criterio normativo, para determinar el cuidado objetivamente debido.
El cuidado objetivamente debido está determinado, en ocasiones, en
disposiciones de carácter administrativo y en otras referentes al desempeño de
ciertas profesiones (lex artis), que fijan el cuidado objetivamente debido en el
desempeño de la profesión. Estas normas de cuidado, así como otras
derivadas de la experiencia común, rigen únicamente para las situaciones
típicas en el desarrollo de una actividad social determinada.
En las actividades sociales en que no se han establecido o desarrollado
normas de cuidado, o en las situaciones atípicas, es preciso determinar el
cuidado objetivamente debido mediante el criterio de la conducta que
observaría, en esta misma situación concreta, una persona inteligente y
sensata de la misma profesión o círculo social.
En la determinación del cuidado objetivamente debido desempeña un papel
muy importante el llamado “principio de confianza “ desarrollado en Alemania
en relación con el tráfico motorizado, por la jurisprudencia del Tribunal
Supremo y que ha hallado también acogida en la jurisprudencia del Tribunal
Supremo de nuestro país.
Sólo puede invocar el principio de confianza aquel conductor que observe el
cuidado objetivamente debido.
El principio de confianza es aplicable también fuera del ámbito del tráfico
motorizado, en todas aquellas actividades realizadas por un equipo de
personas, de acuerdo con el principio de división del trabajo.
No obstante, el principio de confianza sólo es aplicable, por ejemplo, si el
cirujano ha observado el cuidado objetivamente debido al distribuir las tareas,
al coordinar la labor del equipo, al seleccionar al personal auxiliar y al
supervisar sus primeras actuaciones. Cuanto menores sean la preparación real
y la experiencia de sus colaboradores mayor será el deber de supervisión del
médico y menor el campo de aplicación del principio de confianza. El personal
auxiliar puede confiar, a su vez, en la corrección de las instrucciones recibidas

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del cirujano, mientras que, dadas las circunstancias concretas del caso, no
tenga motivos para dudar de la misma.
El principio de la confianza ampara también aquellas conductas que favorezcan
la comisión de un delito doloso, mientras el sujeto no conociera o pudiese
conocer la inclinación del autor a la comisión del delito.
La realización de una acción, que no responda al cuidado objetivamente
debido, es el primer elemento del tipo de lo injusto de los delitos de acción
imprudentes.
Este criterio, que ha hallado amplia acogida en la moderna Ciencia del Derecho
Penal Española, es seguido actualmente por el Tribunal Supremo en
jurisprudencia constante.
Si una acción responde al cuidado objetivamente debido está excluida del tipo
de lo injusto de los delitos de acción imprudentes.
Nuestro Código distingue la imprudencia grave y la imprudencia leve.
La imprudencia grave se diferencia de la leve en la gravedad de la infracción
del cuidado objetivamente debido.
Se trata de una diferencia en el plano de lo injusto, que determina la existencia
de tipos delictivos diferentes.
Con frecuencia, en nuestro Código, se castiga únicamente la realización del
hecho delictivo por imprudencia grave y la conducta imprudente constituye
entonces delito (arts. 146, 158, 267, 324, 331, 344, 347, 358, 367, 391, 447,
467, párrafo tercero y 532). En otras ocasiones, la realización del hecho
delictivo por imprudencia grave constituye delito y si la imprudencia es leve
constituye falta.
Dentro de la imprudencia grave y leve, la culpabilidad podrá ser, a su vez,
mayor o menor y dará lugar a la imposición de una pena concreta dentro del
marco legal, establecido en el Código para los tipos delictivos
correspondientes.
Si la infracción del cuidado debido es leve, en la acción no podrá apreciarse
una imprudencia grave, aunque la reprochabilidad personal de la conducta
antijurídica fuera elevada en el caso concreto.
No es que la imprudencia grave y leve impliquen únicamente un juicio de
antijuridicidad, pues en la imprudencia y, por lo tanto, en las imprudencias
grave o leve, se distingue un elemento objetivo, la inobservancia del cuidado
objetivamente debido, que pertenece al tipo de lo injusto y la capacidad
individual de observar el cuidado objetivamente debido, que pertenece a la
culpabilidad.
La clasificación de la imprudencia en grave o leve no puede identificarse con la
distinción entre imprudencia consciente e inconsciente. La imprudencia puede
ser inconsciente y ser, no obstante, muy grave la infracción del cuidado
objetivamente debido.
 Problema de la imprudencia profesional : La reprochabilidad de la infracción
del cuidado objetivamente debido no es siempre mayor por el hecho de que
su autor sea un profesional. En las actividades que sólo puedan realizar,
lícitamente los profesionales, la negligencia del profesional en el ejercicio
de la profesión supondrá siempre la infracción de deberes técnicos que sólo
obligan a los profesionales.
Ultimamente, el Tribunal Supremo a pasado a considerar que la negligencia
profesional descansa en la impericia, que puede tener su fundamento tanto
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en la ignorancia como en la ejecución defectuosa del acto profesional, para
terminar equiparando la imprudencia profesional a la impericia.

El resultado

En los delitos imprudentes de resultado es preciso, para que se dé el tipo de lo


injusto, que se haya producido un determinado resultado material, externo o el
peligro concreto de un bien jurídico como consecuencia de la inobservancia del
cuidado objetivamente debido.

El resultado ha de ser consecuencia de la inobservancia del cuidado


objetivamente debido

No basta con que exista, entre la acción que no responde al cuidado


objetivamente debido y el resultado, una mera relación de causalidad para la
realización del tipo de lo injusto de los delitos de acción imprudentes. La
apreciación de la inobservancia, del cuidado objetivamente debido, exige que el
resultado sea objetivamente previsible.
No es suficiente tampoco la previsibilidad objetiva del resultado; entre el
desvalor de la acción y el desvalor del resultado tiene que existir una conexión
interna.
Es preciso que el resultado se haya producido, precisamente, como
consecuencia de la inobservancia del cuidado objetivamente debido .
De lo contrario no podría afirmarse que el resultado se hubiera causado u
ocasionado por imprudencia grave o leve.
Es necesario que se demuestre, con una posibilidad rayana en la certidumbre,
que el resultado se hubiera evitado en caso de observar el deber objetivo de
cuidado. Mientras aparezca como posible o probable que el resultado se
hubiera producido igualmente en caso de que el sujeto hubiera observado el
cuidado objetivamente debido el Tribunal debe absolver “in dubio pro reo ”.
Desde una contemplación “ex ante “, toda acción que no responde al cuidado
objetivamente debido supone un aumento del riesgo.

El resultado ha de ser de aquellos que trataba de evitar la norma de


cuidado infringida. (Sin más comentarios).

La llamada concurrencia de culpas o imprudencias

En los supuestos de la llamada concurrencia de culpas o imprudencias (del


autor y de la víctima) hay que examinar con independencia cada una de las
conductas, pues no se admite, en el ámbito del Derecho Penal, la
compensación de culpas.
El Tribunal Supremo recurre en estos casos a la teoría de la causa eficiente.
Exime de responsabilidad si la culpa de la víctima fue la causa eficiente de la
producción del resultado; en caso contrario, la culpa de la víctima influye en la
calificación de la imprudencia del autor, degradándola de grave a simple.
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Desvalor de la acción y desvalor del resultado en los delitos de acción
imprudentes

El desvalor de la acción, en los delitos de acción imprudentes, está


representado por la inobservancia del cuidado objetivamente debido y el
desvalor del resultado, por la lesión o el peligro concreto de un bien jurídico.
Entre el desvalor de la acción y el desvalor del resultado, en los delitos de
acción imprudentes, tiene que darse una determinada relación interna: el
resultado tiene que haberse producido como consecuencia de la inobservancia
del cuidado objetivamente debido y tiene que ser, además, uno de los que
trataba de evitar la norma de cuidado infringida.

Resumen de pautas aplicables en la elaboración de expedientes de


investigación de incendios forestales producto de imprudencia

a) En el caso de que la imprudencia sea grave, es decir, que la contravención


de las normas objetivas sea importante, lo haremos constar en el apartado
de conclusiones del expediente y en el de determinación de causa.
b) En el apartado de observaciones se relacionarán las condiciones objetivas
establecidas para la correcta realización de la labor, en el transcurso de la
cual, se produjo el incendio.
c) Reseñar en el apartado de conclusiones que el incendio se produjo (si es el
caso), precisamente por la inobservancia de la norma objetiva, la cual tenía
como finalidad, precisamente, la evitación de daños como el causado.
d) Especificar (si es el caso), que de haberse respetado las normas objetivas
de prevención el incendio no se habría producido.
e) Si en el caso que nos ocupa no se dan las condiciones c y d, del presente
escrito, nos hallaremos ante una imprudencia simple y no grave, por lo que
se refiere al desvalor de la acción.
f) La experiencia jurisdiccional hasta la fecha, por lo que se refiere a la
provincia de Alicante, permite apuntar, como pauta genérica de los Jueces y
Tribunales, la necesaria concurrencia de un grave desvalor de la acción
(grave contravención de las normas objetivas) y un grave desvalor del
resultado (graves daños ocasionados como consecuencia directa, necesaria
y eficiente de la conducta imprudente) como requisitos necesarios para que
haya caso.

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