→ Sócrates y Platón:
El pensamiento de Sócrates (p.13)
Sócrates (Atenas, 470-399 a.C) fue maestro de Platón y ejerció una gran influencia en
su pensamiento, hasta el punto de que todos los diálogos platónicos están
protagonizados por Sócrates.
Resulta difícil determinar cuál fue el pensamiento de Sócrates, ya que éste no dejó
nada escrito. Conocemos las líneas principales de su pensamiento por lo que de él nos
dice Platón, y por tanto, a veces resulta difícil distinguir las ideas de ambos1.
Sócrates pretendía reformar moralmente a sus conciudadanos, y para ello
utilizaba el diálogo. Este tenía dos fases: la ironía, mediante la cual, a través de
preguntas, Sócrates le demostraba a su interlocutor que en realidad no sabía
nada acerca del tema de que estuviesen hablando; y la mayéutica, por la que,
también a través de preguntas, Sócrates ayudaba a su interlocutor a construir la
definición que anteriormente había reconocido ignorar. Sócrates decía que él no
sabía nada, es decir, que no tenía ningún conocimiento que enseñar, pero que sí
era capaz, a través de su método, de ayudar a los demás a alumbrar el
conocimiento.
Frente a los sofistas, Sócrates defiende la existencia de conceptos universales
objetivos. La razón humana, mediante el examen de casos particulares, puede
llegar a una definición universal y objetiva acerca del concepto que se esté
tratando.
Sócrates centró sus investigaciones en torno a la moral. Para él, conocimiento, virtud
y felicidad son inseparables. Su doctrina ética se conoce como intelectualismo moral:
todo el mundo quiere el bien; por lo tanto, si conocemos qué es el bien (definición
universal), actuaremos bien, ya que nadie quiere el mal por sí mismo. Así, el que
obra mal lo hace por ignorancia.
1
.
La influencia de Sócrates en el pensamiento de Platón
La figura de Sócrates tiene una gran importancia en el pensamiento de Platón. Así, los primeros
diálogos escritos por Platón (periodo socrático) estarán orientados a explicar las principales ideas de
su maestro.
Además, Platón acepta e incorpora a su pensamiento las principales ideas de Sócrates:
-Rechazo al relativismo de los sofistas
-Defensa de la existencia de definiciones universales y objetivas
-Identificación entre bien y conocimiento
-Uso del diálogo como método para alcanzar la verdad.
→ La realidad (p.17-19):
Platón, frente a los sofistas, acepta la idea socrática de que el ser humano puede hacer ciencia, o de
que la razón humana puede alcanzar definiciones universales y objetivas (conocimientos
universales, necesarios e inmutables).
Pero si la razón humana puede alcanzar esas definiciones, necesariamente deben existir objetos
universales, necesarios e inmutables, a los que nuestro conocimiento haga referencia.
Ahora bien, la experiencia que obtenemos a través de los sentidos nos muestra objetos particulares,
contingentes y cambiantes, en constante devenir, sobre los que no es posible hacer ciencia, sobre los
que no podemos obtener un conocimiento seguro (Platón acepta aquí la visión de la naturaleza de
los heracliteanos -Crátilo-, según la cual “todo fluye”).
Por tanto, además del mundo que percibimos por los sentidos (y que Platón llama “mundo
sensible”) debe existir otro mundo compuesto de objetos universales, necesarios e inmutables, sobre
los que sea posible hacer ciencia. A este mundo Platón lo llama “mundo de las ideas”. Es
importante tener en cuenta que, para Platón, estas ideas no se encuentran en la mente de cada uno, o
en la realidad sensible, sino que existen verdaderamente en un mundo separado del nuestro. Las
ideas son, por tanto, reales, y tienen las siguientes características: son objetivas, universales,
inmutables, indivisibles y eternas (es decir, poseen las características del ser de Parménides).
Existe además una jerarquía y un orden entre las ideas, según la cual la idea de Bien es la más
elevada e importante de todas.
¿Y qué ocurre con el mundo sensible? El mundo que percibimos a través de nuestros sentidos se
encuentra a medio camino entre el ser y el no-ser (es decir, se encuentra en devenir), y no es más
que una copia o participación del mundo de las ideas. Así, el mundo de las Ideas es la auténtica
realidad, y el mundo sensible es real en la medida en que imita o participa del mundo de las ideas.
La distinción metafísica entre el mundo sensible y el mundo de las ideas es fundamental en la obra
de Platón, y le permite articular el resto de líneas de su pensamiento.
→ El conocimiento p.20-22:
¿Cómo es posible el conocimiento de las ideas, si éstas se encuentran en un mundo separado del
nuestro? Platón va a afirmar que conocer es recordar, es decir, que el ser humano puede conocer el
mundo de las ideas porque, en todo caso, es un mundo que ya conocía previamente. Según la teoría
de la reminiscencia, el alma humana puede recordar aquello que ha olvidado al encarnarse en un
cuerpo, mediante la dialéctica (p.22). La dialéctica es un método que, a través del diálogo, nos
permite ascender desde los objetos que percibimos con nuestros sentidos hasta el conocimiento de
las Ideas y la relación que mantienen entre sí. El conocimiento, la ciencia (episteme) o el
aprendizaje solo pueden serlo de las Ideas, ya que solo las ideas son universales, necesarias e
inmutables. Sobre el mundo sensible solo puede haber opinión (doxa), ya que el mundo sensible es
cambiante, contingente. Por lo tanto, el conocimiento es intelectual, y los sentidos no proporcionan
verdadero conocimiento.
En el “pasaje de la línea” (República), Platón distingue cuatro grados de saber. Dentro de la opinión
(mundo sensible), distingue entre un grado inferior, la imaginación o conjetura (por ejemplo, el
reflejo de un objeto en el agua, o el recuerdo de ese mismo objeto); y un grado superior, la creencia
(que se correspondería con la captación sensible propiamente dicha). No obstante, en ninguno de los
dos casos hay conocimiento, ya que ambos se refieren a entidades cambiantes y mudables. Dentro
del conocimiento intelectual (mundo de las ideas), distingue entre el pensamiento discursivo, el
conocimiento que va de las hipótesis a las conclusiones mediante la representación o imagen de las
ideas y que se corresponde con la geometría); y el conocimiento intelectual, o contemplación
-intelectual- inmediata de las ideas.
→ La moral: p.24
Frente a los sofistas, Platón está convencido de que no todas las conductas humanas son igual de
valiosas. En consonancia con su teoría antropológica , defiende que la virtud moral radica en el
orden natural entre los tres tipos de alma: el alma racional debe someter y dirigir al alma
concupiscible, para lo cual debe reclamar la colaboración del alma irascible. De esta manera, el ser
humano puede dedicarse a su actividad más propia, que es la búsqueda del conocimiento,
manteniendo “a raya” a las pasiones corporales. El ideal de la vida humana consiste en la
contemplación racional, y sólo mediante la sabiduría alcanza el ser humano la felicidad
(intelectualismo moral). No obstante, solo en la medida en que el alma -racional- se libere del
cuerpo, alcanzará el ser humano la auténtica felicidad, consistente en la contemplación intelectual
de las ideas. Por eso Platón dice que, propiamente, lo que quiere el alma es morir.
→ La política: p.25-27
Platón explica su teoría política en dos obras, República y Leyes. Para comprender su teoría política,
y en general su pensamiento, hay que tener en cuenta el profundo impacto que debió suponer para
Platón la condena y ejecución de su maestro Sócrates (p.13), que él va a considerar profundamente
injusta. Su teoría política puede resumirse así en un intento de pensar la polis de manera que en ella
puedan vivir con seguridad hombres justos como Sócrates2. Platón intentó, además, poner en
práctica sus ideas en Siracusa, experiencia que concluyó con un rotundo fracaso personal (p. 15).
Platón, frente a las ideas sofísticas que defendían que las leyes eran arbitrarias y convencionales
(relativas), va a defender, de manera coherente con el resto de su pensamiento, que existen leyes
objetivas, necesarias y universales, leyes que rigen la naturaleza humana y la vida en sociedad. Por
naturaleza, nos dice Platón, el ser humano está inclinado a vivir en sociedad y, además, solo en
sociedad puede el ser humano alcanzar la justicia.
En República, Platón diseña el funcionamiento de una polis perfecta, en la que reinan el bien y la
justicia. Para él, la justicia consiste en la armonía y el orden jerárquico entre los tres órdenes que
componen el organigrama social.
La teoría política de Platón es isomorfa con su teoría del alma humana: la organización de la
sociedad tiene su fundamento en la naturaleza humana y es una prolongación del organismo
humano individual. Así, distingue entre:
-productores: se corresponden con el alma apetitiva (alma de bronce). Son la clase más numerosa y
tienen como función elaborar los bienes necesarios para satisfacer las necesidades de la comunidad
(artesanos, campesinos...). Su virtud propia es la templanza (moderación).
-guardianes: se corresponden con el alma irascible (alma de plata). Su función es defender y
proteger el orden de la polis. Su virtud específica es la fortaleza. Los guardianes siguen una
educación muy exigente, de manera tal que su objetivo sea únicamente la protección de la
comunidad. De entre los guardianes serán seleccionados los gobernantes.
-gobernantes: se corresponden con el alma racional (alma de oro). Su función es organizar la
sociedad y dirigir a los ciudadanos hacia la consecución del bien común. Su virtud específica es la
sabiduría práctica (prudencia). Ahora bien, para dirigir a los ciudadanos hacia el bien, es necesario
que los gobernantes conozcan el bien, es decir, que hayan accedido a la contemplación intelectual
de las Ideas y, de entre ellas, a la idea de Bien, que es la más elevada. Por lo tanto, deben ser los
filósofos los encargados de gobernar la ciudad.
Frente a su polis ideal, Platón distingue además entre distintas realizaciones prácticas, ordenándose
jerárquicamente en función de su mayor o menor cercanía a la polis ideal y a la idea de Bien:
-Oligarquía timocrática: los militares (guardianes) se encargan de los asuntos públicos Existe el
orden (ya que los productores están sometidos a los guardianes) pero no el fundamento del mismo
(ya que lo que gobiernan no conocen la idea de Bien).
-Oligarquía plutocrática: la polis se divide en ricos y pobres, y los ricos administran los asuntos
públicos. No se respeta ya el orden natural de la organización social en clases.
-Democracia: surgida tras la rebelión de los pobres frente a los ricos. Se trata de una sociedad
anárquica en la que prevalece el interés individual y cada uno interpreta la ley a su gusto. No existe
ningún orden.
-Tiranía: surge tras el desenfreno de la democracia. Un solo individuo impone su voluntad y decide
conforme a sus intereses. Se trata de la antítesis del (lo opuesto al) gobierno ideal
2
LA REALIDAD:
Platón se opone al sofista y acepta la opinión de Sócrates de que los humanos pueden realizar
ciencia, o que la razón humana puede lograr definiciones universales y objetivas (conocimiento
universal, necesario e inmutable). Pero si la razón humana puede alcanzar estas definiciones,
entonces nuestro conocimiento debe ser de objetos universales, necesarios e inmutables. Por lo
tanto, más allá del mundo que percibimos con los sentidos (lo que Platón llamó el "mundo de la
percepción"), debe haber otro mundo de objetos universales, necesarios e inmutables en los que la
ciencia sea posible.Es importante recordar que para Platón estas ideas no existen en la cabeza de
todos ni en una realidad sensible, sino que realmente existen en un mundo diferente al nuestro. Por
lo tanto, estas ideas son reales y tienen las siguientes propiedades: son objetivas, universales,
inmutables, indivisibles y eternas (es decir, tienen la propiedad de ser de Parménides). También
existe una jerarquía y un orden entre las ideas, según el cual la buena idea es la más alta y la más
importante.