GH Despues de La Lluvia de Verano

Gerri Hill – Después de la lluvia de verano Traducción – Martha Lo 2019
DESPUÉS DE LA LLUVIA
DE VERANO
(AFTER THE SUMMER RAIN)
POR GERRI HILL
TRADUCIDO POR: MARTHA LO 2019
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XWPColección: Página y Facebook 2

SINOPSIS
La adicta al trabajo Erin Ryder estaba en la vía rápida hacia la autodestrucción. Al

tambalearse después de que su amante la abandonara, se dedicó a beber alcohol y cafeína
para sobrevivir cada día. Después de una intervención familiar, se encuentra en un rancho
remoto en Nuevo México – en la tierra de Womyn (*) – para desintoxicarse y sanar. Sin
servicio celular, sin Internet – está convencida de que no durará tres días, y mucho menos
la condena de tres meses que su padre le ordenó.
Huyendo del caos que se había convertido su vida, Melanie West se mudó al Rancho
Eagle Bluff hace siete años. Con mucho la más joven allí, abrazó la vida compasiva y
pacífica que los ancianos adoptaron. Viviendo de lo que producía su jardín, sus pollos y
cabras se convirtieron en sus amigos y confidentes.
La exposición al mundo exterior se limitó al puñado de invitados que se quedaban unos

días en el rancho cada año.
Este verano sería diferente. Melanie se encontró hospedando a una joven durante tres
meses. Una mujer joven que quería estar en cualquier lugar menos allí. A medida que
pasaban los días y las semanas, su animosidad se convirtió en amistad mientras se
ayudaban mutuamente a sanar de sus fracasos pasados.
Erin pronto se encontró amando la vida en la pequeña granja de Mel. Amando la vida y
amando a Mel. Decir adiós sería lo más difícil que tendría que hacer – decir adiós a Mel
... o decir adiós a su vida anterior.
(*) Es una comunidad intencional organizada por separatistas lesbianas para establecer un espacio contracultural
centrado en las mujeres, sin la presencia de hombres.

CAPÍTULO UNO
"¿Dónde están esta noche?"
Melanie miró hacia la negra oscuridad de la noche ... esperando. La pareja de coyotes, a la
que había llamado Goldie y Rick, por lo general a esta hora estaban cantando.
Goldie, porque tenía el pelaje de color más claro que Melanie alguna vez había visto. Y
Rick ... bueno, solo porque sí.
Pero la noche permaneció en silencio y tranquila, y pensó que tal vez esta sería una de las
raras noches en que no se acercarían y le darían una serenata.
Algunas personas odiaban, incluso temían, a los coyotes, diciendo que sus ladridos y
aullidos les daban escalofríos. Para ella, su canción era inquietantemente hermosa – y oh,
tan solitaria. Sabía todo sobre eso, no es así? Quizás es por eso que lo adoptó así; le
recordaba a los tiempos más oscuros. Le recordaba a Adam. También le recordaba que
había superado todo eso.
Se movió en la mecedora y tomó un sorbo del té caliente que había mezclado con
miel. Abajo junto al arroyo, oyó un búho ulular suavemente. Unos segundos después, su
compañero respondió. Se echó hacia atrás y cerró los ojos. A veces deseaba poder cantar
como los coyotes, llamar como los búhos ... Llamar a alguien. Llamar y hacer que
respondan.
Abrió los ojos. La noche se sentía diferente. Ella se sentía diferente esta noche.
Ella sintió como ... como si el cambio se acercara.
Ladeó la cabeza, mirando hacia el cielo nocturno. ¿ Su corazón ... su alma había estado
llamando a alguien? ¿Alguien había respondido a su llamada? ¿Alguien vendría?
Sí, a veces cuando se sentía particularmente sola – como esta noche – deseaba que
hubiera alguien. ¿ Cómo sería tener un amante aquí en este lugar apartado al que había
llamado hogar durante los últimos siete años? ¿Cómo sería tener a alguien?
Cerró los ojos, dejando que su corazón llamara a quien sea.
¿Alguien respondería?

CAPÍTULO DOS
“¿Cuándo fue la última vez que dormiste?”
Erin miró el bote de basura al lado de su escritorio, notando el montón de latas vacías de
Red Bull. Rechazó el comentario de su hermana con un gesto de su mano.
“Anoche, por supuesto. ¿Qué pasa? Un poco atareada."
Joyce se acercó, mirando por encima del escritorio, su cabeza sacudiéndose lentamente.
"No puedes vivir de cafeína durante el día y beber alcohol por la noche." Miró el cenicero
sucio junto a su computadora portátil. ¿Y los cigarrillos, Erin? De verdad? ¿En la oficina?
¿Qué te pasa?"
"Oh, no lo sé," dijo sarcásticamente. “ Quizás estoy un poco estresada. Estoy haciendo
malabarismos con diez casas, dos de las cuales están a finales de mes, dos más que acaban
de empezar y tres que ya están retrasadas." Se paró rápidamente, su silla deslizándose
hacia atrás y golpeando contra la pared detrás de ella. “ Llego tarde. Es hora de ir a
atemorizar a algunos contratistas.”
Joyce levantó la mano. “Hoy no, hermanita. Papá está aquí. Reunión."
"¿Reunión?" Ella sacudió la cabeza. “No tengo tiempo para una reunión. No estaba en mi
calendario.”
Fue a pasar junto a su hermana pero encontró a su padre parado en la puerta. Era un
hombre grande, alto y voluminoso. Su cabello una vez oscuro se mostraba gris en las
sienes. El bigote y la perilla que había tenido toda su vida ahora eran totalmente grises.
"Reunión familiar," él dijo, señalando con la cabeza. "Brent ya está en la sala de

conferencias."
Erin dejó escapar el aliento. "Papá ... realmente, no tengo tiempo. Tengo un millón de
cosas que hacer. Tengo – "
“Una reunión, Erin. Tienes una reunión. Ahora."
El tono de su voz indicaba que no estaba en discusión. Eso no evitó que ella mirara a
Joyce. La suave sonrisa que Joyce le dio a cambio solo alimentó la irritabilidad que había
estado carcomiéndola todo el día.

¿Todo el día? Intenta toda la semana. Todo el mes. Demonios, todo el año.
Ella respiró hondo y cerró los ojos. No. No tenía tiempo para una reunión. Había plazos.
Había contratistas a los cuales gritarles. El final del trimestre se acercaba rápidamente y
ella ... ¿ Ella qué? Ya estaba muy por delante de su hermano y hermana en las ventas.
¿Qué la impulsaba esta vez? ¿Estaba tratando de romper su propio récord?
"¿Erin?"
Levantó la vista y encontró a su padre esperando. Ella asintió, luego agarró su teléfono
antes de cerrar su computadora portátil.
***
Como era la norma, Erin se sentó frente a Joyce en la mesa. Brent, el más joven de los
tres, se sentó al final, girando un bolígrafo entre sus dedos. Ella no sabía por qué. Él
nunca se molestó en tomar notas. Su padre se sentó a la cabecera de la mesa y acercó su
silla. Sin embargo, la que faltaba era su secretaria Carol Ann. Nunca hubo una reunión de
ningún tipo a la que ella no asistiera, tomando notas en su computadora portátil como si
su vida dependiera de ello.
"Estoy haciendo algunos cambios." Su padre cruzó las manos sobre la mesa. "Cambios
atrasados, podría agregar."
Erin arqueó una ceja pero no dijo nada.
" ¿ Dónde está Carol Ann?" Brent preguntó mientras dejaba caer su bolígrafo sobre la
mesa. "Ya sabes, ella siempre envía un correo electrónico con el resumen de la reunión."
"No hay necesidad. Esto no tomará mucho tiempo. ” Se aclaró la garganta. “ Estoy
quitando las bonificaciones que todos reciben por la cantidad de proyectos que se
completen en cada trimestre. De ahora en adelante, todos recibirán el mismo salario.”
Los ojos de Erin se abrieron. "¿Qué? Entonces que caso tiene?” Se levantó rápidamente,
casi tirando su silla hacia atrás. "Me rompo el culo," dijo en voz alta. “Ellos producen la
mitad de lo que hago. ¿Por qué deberían recibir el mismo salario?”
"Esta competencia se ha salido de las manos," él dijo de manera uniforme. "Es probable
que sufras un infarto y mueras antes de los cuarenta. Ahora siéntate, Erin.”
Erin sintió que le temblaban las manos y no sabía si era por la cafeína o por la ira. Acercó
la silla con el pie y volvió a sentarse. Su cabeza comenzaba a palpitar y se frotó las sienes.

“ No quise decir que recibirías el mismo pago. Habrá un salario y habrá cuotas que
cumplir. En lugar de obtener un bono por finalizaciones, te lo descontarán por
incompletas. Sencillo."
"Espera un minuto," Brent dijo. "No es justo."
“ Por supuesto que es justo. Debería haberlo hecho hace años. Quizás entonces ustedes
tres se llevarían mejor y actuarían como hermanos en lugar de competidores. Cuando
Randy y yo dirigíamos este negocio, nunca hubo nada de esta pelea que ustedes
hacen. Estoy harto de esto."
"Cuando el tío Randy estuvo involucrado, la compañía estaba endeudada hasta las orejas,"
Joyce le recordó. "Gracias a Dios que no tuvo hijos o estaríamos peleando con ellos
también."
Erin sacudió la cabeza ante la insensibilidad de Joyce. Randy era el único hermano de su
padre. Ella todavía estaba en la universidad cuando él murió, aplastado cuando un
montacargas perdió su carga de madera. Por supuesto, en ese momento, la demanda fue lo
único que salvó a la empresa. Randy no tenía hijos, no, pero había dos ex esposas que
habían intentado sacar provecho de su muerte.
“ Haré que Carol Ann les envíe los detalles a todos ustedes. Esto no está para
discusión. Ahora – Brent, puedes retirarte.”
"¿Por qué ellas se quedan?"
“ Porque, como siempre, te estás quedando muy atrás de ellas. Solo tienes cuatro
proyectos, Brent. Cuatro. Los cuatro están retrasados. ¿Por qué no vas a trabajar en eso?”
Levantó la mano cuando él iba a protestar. "Puedes retirarte."
Brent salió de la habitación arrastrando los pies, lanzando dagas con los ojos a ella y a
Joyce. Su padre se levantó y fue al bar, sirviéndoles a todos un vaso de agua.
"¿Erin?"
"¿Sí, señor?"
"No te va a gustar lo que voy a decir, pero esto tampoco está a discusión."
Ella sintió su ceño fruncirse. ¿Y ahora qué?
"Necesitas un descanso."

"¿Un descanso? ¿Como ... unas vacaciones?”
"Unas largas vacaciones, si quieres llamarlo así."
Sintió el pánico a punto de asentarse. ¿Qué? ¿La estaba despidiendo?
"Estamos preocupados por ti," Joyce dijo suavemente. “No duermes, no comes. Cuándo
fue la última vez que te miraste al espejo, Erin?”
"¿De qué estás hablando? Yo duermo. Yo como."
“ Vives de Red Bull, bourbon y cigarrillos. Eres un caparazón de ti misma. Te estás

consumiendo por nada.”
"No estoy – "
"Ya nadie quiere trabajar contigo, Erin," su padre dijo sin rodeos.
Ella se giró hacia él. "¿Qué estas diciendo?"
“ Los contratistas. Presionas demasiado fuerte. Estás sobre sus traseros todos los días.
Nadie quiere trabajar contigo. No podemos permitirnos perder contratistas, Erin.”
“Cuanto más presiono, más rápido terminan. Pueden irse corriendo a otro trabajo. Es una
ganancia para ambos."
Su padre vino y se sentó a su lado. “ Estoy preocupado por tu salud, cariño. Joyce tiene
razón. ¿ Cuándo fue la última vez que realmente te miraste al espejo? Porque seré
franco. Te ves como el infierno. Tus ojos están inyectados en sangre. Hueles a cigarrillos
y alcohol. Te matarás si no paras.” Él sacudió la cabeza. "¿Por qué demonios empezaste a
fumar?"
Joyce también rodeó la mesa y se sentó a su lado. La tenían rodeada y sentía que se estaba
sofocando. Sí, ella se había mirado en el espejo. No se reconoció a sí misma. Y sí,
también se sentía como el infierno. Así que se tomaba una copa en el almuerzo? La
necesitaba. ¿ Y por las tardes? Sí, puede que se tomara una copa o dos por las tardes. O
tres o cuatro. ¿Pero qué podía hacer?
Había estrés con el que lidiar. Había plazos. Había proyectos para completar. Había
contratistas a los que gritar.
"Encontré un lugar," Joyce dijo. "Para que vayas."

"¿Un ... un lugar?" Se apartó de la mesa, escapando de la claustrofobia de estar entre los
dos. "Un lugar?" Señaló con el dedo a Joyce. “Estás loca si crees que iré a rehabilitación o
algo así. Por Dios. Me tomo unos tragos cuando llego a casa del trabajo. ¿ Quién no? ”
Caminó por la habitación. “Y sí, guardo una botella en mi escritorio. El estrés me afecta a
veces. ” Abrió el gabinete sobre el bar, señalando el estante con cuatro botellas de
alcohol. “ Todos lo hacemos. Sé que guardas una botella de whisky en tu credenza, ” le
dijo a su padre.
"Sí. Y esa misma botella de whisky ha estado allí hace meses. Me dura más de una o dos
semanas, Erin.”
"¡No tengo un maldito problema con la bebida!" Ella casi gritó. "¡Y no iré a la maldita
rehabilitación!"
Joyce se puso de pie. “ No dije nada sobre rehabilitación. Pero papá tiene razón. Vas a
matarte. Y por mucho que peleemos y discutamos aquí en la oficina, todavía te amo.
Necesitas alejarte, Erin. Recuperar tu vida. Poner las cosas nuevamente en perspectiva."
"Tengo las cosas en orden y mi vida está bien, muchas gracias."
“ Solo te estás mintiendo a ti misma. No tienes nada más que este trabajo. Nada. Te
consume. Tus amigos han desaparecido. Tu – "
"No lo han hecho."
¿Quién sigue por aquí, Erin? ¿Quién? ¿Cuándo fue la última vez que saliste a cenar con
alguien? ¿A una fiesta? A ver una película? ¿A la casa de un amigo? Cuando fue la última
vez que has salido a una cita?”
"¿Una cita?" Ella miró a Joyce. ¿Una cita? No salió a citas porque ... porque no estaba ...
¿Cómo se llamaba? Joyce debe haber visto la confusión en su rostro.
"Han pasado meses desde que Jessica anduvo por aquí." Su voz se suavizó. "Ni siquiera
sabías que ella se había ido, ¿verdad?"
Ella miró hacia otro lado. "He ... he estado ocupada. He –"
"Te has estado matando," su padre dijo. "Mi culpa. Esta estúpida competencia con la que
soñé – debería haberlo sabido. Tienes mi impulso, Erin. Y mi terquedad. Brent no tiene
nada de eso, como ambas saben. Pensé que esta sería una manera de impulsarlo,
mantenerse al día con ustedes dos.” Sacudió la cabeza. “Sin embargo, no tenía idea de lo
que esto te haría.”

Ella se pasó una mano por el pelo. "Estoy bien, papá."

“No estás bien, Erin. No vas a lograr superarlo esta vez.” Hizo una pausa. "Te despediré
si tengo que hacerlo."
Ella sintió un nudo en la garganta y trató de tragárselo. "¿Despedirme?"
Ella se marchitaría y moriría si él hacía eso. No tenía nada más. No tenía a nadie. Este
trabajo ... Joyce tenía razón. Ella no tenía nada más que este trabajo. "Está bien."
Parpadeó varias veces, sorprendida al sentir las amenazadoras lágrimas. "Yo ... haré lo
que quieras."
Él asintió con la cabeza hacia ella. "Tres meses."
Sus ojos se ensancharon. “¿Tres meses? No puedo estar fuera tres meses.” Señaló hacia la
puerta. "Tengo diez –"
“ Sé cuáles son tus proyectos. Voy a encargarme de ellos personalmente mientras estás
fuera. Esto no es negociable, Erin. Esto es definitivo."
¿Hablaba en serio? Ella le dio la espalda a él y cerró los ojos con fuerza, tratando de darle
sentido a todo. Su mente era un lío revuelto por alguna razón. Podría haber sido ese trago
de bourbon que se había tomado hace un rato en lugar de almorzar. Aparentemente se le
había ido directo a la cabeza.
"¿Erin?"
Ella se dio la vuelta. “No puedes obligarme a hacer esto. Soy una mujer adulta. No puedes
enviarme lejos como si fuera una niña. ¡No por tres malditos meses!”
Joyce se acercó a ella. “ Es como unas vacaciones, Erin. Dios sabe que te vendrían bien
unas. Está en Nuevo México. Suena encantador."
"Nuevo México?" Ella entrecerró los ojos. "Nuevo México?" Sacudió la cabeza. "No. No,
no, no. De ninguna manera. No iré."
Su padre se apartó de la mesa con un suspiro cansado y se levantó. "Dejaré que ustedes
dos resuelvan los detalles."
“¿No me escuchaste? ¡No iré!"
Él la miró fijamente con los ojos duros. “ Irás allí, Erin. O arreglaremos una clínica en
algún lugar – una rehabilitación, como dijiste – donde puedas recibir asesoramiento. Esa

habría sido mi elección, pero Joyce sugirió esto. Estas son tus dos opciones. Tu eliges la
que decidas. ” Él la señaló rápidamente, luego hizo un gesto hacia la puerta. “ No te
quedarás aquí. Tu acceso ya fue quitado, deshabilité tus cuentas, contraseñas – todo
trabajo. Estás fuera de aquí. De efecto inmediato."
Ella sintió que su aliento la abandonaba, sintió que se le cerraba la garganta. "¿Papá? ¿Por
favor?"
“ Lo siento, Erin. Te amo demasiado para verte convertirte ... en esto," dijo,
señalándola. "Eres ... eres un desastre. Apenas te reconozco. ” Él se acercó a
ella. “ Lamento ser tan franco, cariño. Realmente lo siento. Esa chica bonita y
despreocupada que alguna vez fuiste, esa mujer relajada y feliz en la que te convertiste al
crecer – se fue hace mucho tiempo. Te ves ... te ves diez años mayor de lo que eres. El
estrés está grabado en tu rostro, tus ojos no tienen vida. Te has marchitado hasta casi
nada. Tu infelicidad se nota, Erin. Está ahí a la vista de todos. Este trabajo no vale la
pena. Hemos intentado durante el último año hacer que disminuyas la velocidad. Nada ha
funcionado.” Extendió las manos. “Así que lo siento, pero sí, estoy obligando – a la mujer
adulta que eres – a tomar un descanso. Tres meses. Tu hermana encontró un lugar que
cree que sería genial para ti. Deberías escucharla. ” Ella se puso rígida mientras él la
abrazaba. "Te quiero. Sé que no te agrado mucho en este momento, pero te quiero. ”
Cuando se apartó, sus ojos estaban serios. “ Esto también es difícil para nosotros,
Erin. Pero es lo mejor.” Asintió, se dio la vuelta y las dejó.
A ella le temblaban las manos cuando sacó una botella del gabinete, con la intención de
servirse un trago fuerte. Joyce la detuvo.
“Por favor no lo hagas. Quiero a mi hermanita de regreso. Y tú – ya no eres ella.”
Erin enterró su rostro en sus manos. ¿Cómo había llegado a esto? ¿Cuándo se obsesionó
tanto con superar los números? ¿ Superar a Joyce? ¿ Cuándo se obsesionó tanto con el
trabajo?
"Soy buena en lo que hago," dijo débilmente.
"Sí lo eres. Demasiado buena. Quizás ese sea el problema. Puedes hacer malabarismos
con múltiples proyectos. Puede coordinar y administrar a los contratistas como nadie
más. Puedes negociar contratos mientras duermes. Lo dominas perfectamente. Pero no
puedes controlar el clima. No puedes controlar los precios de la madera o si la piedra se
entrega a tiempo. No puedes controlarlo todo, Erin. A veces nos atrasamos. Solías ser
capaz de manejar eso, lo tomabas con calma. ¿ Pero ahora? Presionas y presionas y
presionas, tratando de alcanzar hasta que rompes a todos a tu alrededor. Papá te dijo la
verdad. Los contratistas – ellos ya no quieren trabajar contigo. ¿ Sabes por qué,

Erin? Porque los haces miserables. No importa cuánto dinero ganen, cuánto ganes, todos
siguen siendo miserables. Incluyéndote."
Ella se dejó caer en una silla, de repente muy cansada. Anoche había dormido unas horas
– dos, tal vez tres. Había estado examinando hojas de cálculo, tratando de encontrar una
manera de volver a encarrilar esas tres casas. Examinando hojas de cálculo como lo había
estado haciendo durante las últimas semanas. Tomó un profundo aliento, inclinando la
cabeza hacia atrás mientras miraba al techo. Sí, cómo había llegado a esto? Cuándo se
había convertido en esta exigente adicta al trabajo, loca, con la que era difícil de llevarse
bien? ¿Cuándo se había convertido en esta persona que a nadie le gustaba?
¿Era por eso que Sarah la había dejado? No solo la dejo, no. Había tenido tanta prisa por
escapar, que había dejado atrás más de la mitad de sus cosas en su apuro.
Sin embargo, no dejó al perro atrás. No. Se llevó a la perrita ladradora cuando voló a la
costa este para estar con su nueva amante. ¿Quién sabía que extrañaría tanto a la estúpida
cosita?
Miró a Joyce, que la miraba pensativamente.
"He sido miserable," admitió en voz baja.
"Lo sé. Ha pasado más de un año, Erin. Te estás matando.”
Ella cerró los ojos por un segundo, mirando hacia adentro. "Bueno. Háblame sobre Nuevo
México."
CAPÍTULO TRES
La brillante luz del sol se sentía bien en su piel mientras pedaleaba por el camino lleno de
baches hacia la casa de Stella. Se sentía bien, pero prefería estar en casa, sola. Odiaba
estas reuniones mensuales con ‘la tribu’, como las llamaba Stella. Pero después de todos
estos años, había llegado a tolerarlas.
Se había mudado al Eagle Bluff Ranch de Stella hace ya siete años el mes pasado.
Incluso antes de que se construyera su pequeña cabaña, había comenzado a labrar en su

jardín, como le habían indicado. Cultivando su propia comida, siendo resistente, era uno
de los requisitos para vivir aquí.

"La tierra de Womyn," Stella la llamó. Había comprado la tierra – las 283 hectáreas, hace
más de cuarenta años y se había retirado de la sociedad junto con su amante de ese
entonces. Ambas eran de Los Ángeles y no sabían nada de vivir de la tierra. Sin embargo,
la vida sostenible siempre había sido la regla número uno.
¿ Regla número dos? Solo mujeres. Al principio, solo lesbianas. En los últimos veinte
años, había relajado esa regla, pero solo había dos mujeres heterosexuales quienes vivían
allí. Stella también tenía otras reglas. Ser vegetariana. Había adaptado esa regla, aunque
ocasionalmente comía pescado cuando tenía la suerte de atrapar una trucha en el
arroyo. Y al igual que las otras mujeres aquí, sí, se había retirado de la sociedad, pero no
estaba completamente aislada. Tenía satélite – tenía Internet y televisión. No es que los
usara demasiado.
"Hola, Mel," Ángela le dijo desde el porche de Stella. "Pensé que no vendrías."
Melanie apoyó su bicicleta contra la barandilla del porche, notando que la pintura blanca
comenzaba a agrietarse en algunos lugares. Se quitó la mochila y le sonrió a Ángela
mientras subía los escalones.
"No me lo perdería por nada del mundo," mintió. "Es una de las pocas veces que veo a
todas."
“Tenemos dos huéspedes que vendrán la próxima semana. Stella quiere repasar eso antes
de cenar.”
" ¿ Dos?" Ella frunció el ceño. "No es mi turno, verdad?" Preguntó esperanzada. Odiaba
cuando tenía que ser anfitriona.
"No. Es el turno de Lindee y Pat y luego el de Rachel.”
Melanie asintió con alivio. "Correcto." Luego se rió en voz baja. "Rachel? Pobre
huésped."
“Lo sé. Pero estarían heridos los sentimientos de Rachel si la omitiéramos.”
Rachel era la mayor del grupo con ochenta y dos años. Había vivido allí treinta y nueve
años. Treinta y ocho de ellos sola. El pasatiempo de Rachel era tejer. E inevitablemente,
cuando era su turno de hospedar a la invitada, hacía todo lo posible para enseñarles a tejer
y coser e incluso a acolchar. Ella también no comía nada más que frijoles y verduras.
Todos los días. Cada comida.

Las otras solían apostar para ver cuánto tiempo duraría una huésped con Rachel antes de
solicitar un cambio. Dos días era generalmente el máximo. Ella había visto a algunas huir
después de solo un día.
"Ahí están. Pasen, pasen.” Stella les hizo señas y les indicó que entraran.
Todas las demás ya estaban allí, apiñadas en su sala de estar. Había diecisiete mujeres que
llamaron su hogar a Eagle Bluff. Melanie era la más joven con sus treinta y siete
años. Ángela era la más cercana a su edad con cincuenta y seis. Las otras tenían entre
sesenta y setenta años, incluida Stella con setenta y cinco.
“Me encanta esta época del año. Es muy agradable tener huéspedes con nosotros, ¿no es
así?”
Stella se movió con gracia por la habitación, su ágil cuerpo desmintiendo su

edad. "Tenemos dos la próxima semana. Una ya había sido programada hace meses, pero
la otra me contactó el Jueves. Bueno, su hermana se puso en contacto conmigo.” Se paró
frente a la chimenea, llamando la atención de todas. "Ella está reservada con nosotros
durante tres meses completos," dijo ante los jadeos de algunas de las mujeres.
"¿Tres meses? ¿Por qué?” Valerie preguntó.
“Bueno, no pregunté, por supuesto. Tal vez esté interesada en unirse a nosotras aquí y esté
buscando tener una idea de ello.” Stella agitó la mano. “No importa, ¿verdad? Con cinco
mil dólares al mes, eso seguramente ayudará a nuestras arcas, ¿no?”
Melanie había descubierto que la mayoría de las huéspedes que vinieron a Eagle Bluff
estaban buscando una conexión espiritual de algún tipo, buscando algún significado en
sus vidas. Muy pocas vinieron aquí por lo que Stella había planeado originalmente – una
extensión de rehabilitación. Stella había comenzado a recibir huéspedes después de que su
sobrina se hubiera quedado dos meses, a finales de los ochenta. Su sobrina había estado
en rehabilitación por consumo de drogas, y la hermana de Stella había temido que
recayera. Ya que aquí no se permitía el consumo de drogas o alcohol y se encontraban a
más de una hora de distancia en automóvil de un pueblo de cualquier tamaño, Stella se
había ofrecido a alojar a su sobrina por un tiempo. Había tenido tanto éxito – y el dinero
escaseaba – que Stella comenzó a anunciarse en algunos periódicos gay en las grandes
ciudades cercanas. Nunca había marchado como había imaginado, pero tenían suficientes
huéspedes cada año, principalmente durante el verano y el otoño, para sumar a las ‘arcas’
como Stella lo llamó. Suficiente para mantenerlas a flote, de todos modos. Sabía que
muchas casas necesitaban reparaciones, pero no había suficientes fondos para eso.

“Lindee, te tengo a ti y a Pat en fila para nuestra primera huésped, Melissa Haywood. Ella
nos llega desde Seattle. Estará con nosotras por tres noches. La recogeré el Lunes.” Stella
se aclaró la garganta. "Rachel? ¿Estás preparada para una huésped?”
“Creo que es mi turno, ¿no? Estoy deseando tener la compañía. ¿Y por tres meses? ¿No
será eso encantador?”
Melanie sonrió ante sus palabras. De ninguna manera alguien duraría tres meses con
Rachel. Su sonrisa se desvaneció. Sabía que sería su turno después de Rachel, lo que
significaba que sería la anfitriona de la huésped durante la mayor parte de los tres
meses. Se preguntó si Stella lo había dispuesto intencionalmente de esa manera. Lindee y
Pat – su pareja por cuarenta y tantos años – también estaba en sus setenta años, pero
supuso que sería pedir mucho que ellas hospedaran a alguien por tanto tiempo. La
mayoría de las huéspedes que vinieron aquí rara vez se quedaban más de una semana.
"Erin Ryder," Stella continuó. “Nos llega desde Houston. La recogeré el Jueves. Ahora –
quién quiere venir conmigo y hacer sus compras mensuales? Podemos dividirlo. Algunas
el Lunes, otras el Jueves.”
Melanie miró por la ventana, dejando que las conversaciones a su alrededor se

desvanecieran al fondo. Le había llevado casi un año acostumbrarse a hacer sus compras
de comestibles solo una vez al mes. Fue entonces cuando todavía había estado tratando de
cocinar en base a su antiguo estilo de vida. ¿Ahora? Ahora hacía casi lo mismo que las
demás – comía de temporada y de su jardín. También se había vuelto muy competente en
el enlatado de verduras por lo que las comidas de invierno no eran tan escasas como lo
habían sido antes.
Miró las nubes blancas y esponjosas afuera de la ventana, preguntándose cuándo vendrían
las lluvias diarias de la tarde. La temporada del monzón generalmente no comienza hasta
Julio. Viviendo aquí a lo largo de Eagle Creek, no dependían tanto de la lluvia como en
otros lugares. Pero la lluvia proveía alivió del calor y llenaba los arroyos más pequeños,
que generalmente estaban secos cuando llegaban los monzones. Sería agradable dar su
paseo matutino a lo largo de Mule Creek mientras escucha el agua gotear sobre las
rocas. A finales de Agosto, las lluvias de verano se reducían a lluvias cortas y rápidas, y
para principios de Septiembre, se habrían ido por completo.
"Estás muy callada," Ángela dijo mientras le daba un codazo en el brazo. "¿Todo bien?"
Melanie le dedicó una sonrisa rápida. "Sí."
“Hice un pay de fresas. ¿Qué trajiste?”
“Un plato de calabaza. Mis amarillos están madurando muy bien."

“Creo que empecé mi huerto después que tú. Solo he conseguido una hasta ahora.”
Y así fue. Melanie fue integrada en el grupo, todas preguntando – y contando – cómo les
estaba yendo a sus jardines hasta el momento, quién había perdido un pollo por los
coyotes, qué mamá cabra dio a luz, quién tenían verduras para comerciar, etc. Ese fue
generalmente el alcance de su visita en estas cenas mensuales.
Esta era su gente ahora, su tribu. Todas se llevaban bastante bien, supuso. A menudo se
preguntaba, si Stella no realizara esto, cuántos de las damas se reunirían a solas. Había
cinco parejas. El resto eran solteras. Casi todas habían estado aquí durante décadas,
excepto ella y Ángela.
Ángela se había unido a ellas dos semanas después de su quincuagésimo cumpleaños, tres
días antes del primer aniversario de Melanie. ¿ Cuántas veces durante ese primer año se
había preguntado si esto había sido un error o no? ¿Cuántas veces había estado lista para
tirar la toalla?
"Melanie, cariño, necesito tu ayuda un día en esta semana, si estás libre."
Ella asintió hacia Rebecca. "Por supuesto."
“ Tengo esas ramas colgando sobre el jardín. Se han vuelto tan grandes que están
sombreando mi maíz.”
"Me ocuparé de eso por ti."
Y lo haría. Ella era la más joven y más apta. Ella y Ángela hacían la mayor parte del
trabajo pesado, ayudando donde fuera necesario. Sabía que Stella estaba preocupada por
que todas envejecieran sin ‘sangre joven’ viniendo en camino.
Habían pasado seis años desde que Ángela se mudó allí, la última en unirse a ellas. En el
mundo real, los tiempos eran diferentes ahora. No había tantas que quisieran escapar de
una sociedad heterosexual como Stella había hecho hace tanto años cuando ella y su
amante se habían retirado aquí donde podían vivir libres y abiertamente, sin prejuicios ni
homofobia. Sin embargo las cosas habían cambiado y el matrimonio homosexual era
legal. Ahora las razones para mudarse aquí serían completamente diferentes a las razones
por las que Stella, Rachel y las demás habían venido. Las razones podían ser diferentes,
pero el resultado era el mismo.
Para escapar.
¿No es eso lo que ella había hecho?

CAPÍTULO CUATRO
"Realmente no tenías que venir conmigo."
"Papá lo sugirió encarecidamente." Joyce la miró. "Él tenía miedo de que cuando
aterrizaras en Albuquerque en lugar de dirigirte al sur fueras hacia Las Vegas o algo así."
Ella miró por la ventana mientras Joyce las llevaba por el Bosque Nacional de Gila. Era
más bonito de lo que esperaba, aunque realmente no había tenido tiempo de investigar el
área. No había tenido tiempo de investigar nada, en realidad. Parecía que una vez que
había aceptado estas vacaciones – forzadas, Joyce le había hecho las maletas y metido en
un avión en cuestión de días. No había hablado con su padre desde ese día en la
oficina. Él había tratado de contactarla, pero ella ignoró sus llamadas. Sus emociones aún
estaban demasiado ... demasiado crudas.
"¿Te he dicho que no quiero hacer esto?"
"Unas cien veces."
"Estoy preocupada por mis proyectos."
“ Papá puede manejarlos. Se las arregló bastante bien antes de que todos nos
involucráramos.”
Ella dejó escapar un fuerte suspiro mientras volvía a mirar por la ventana.
"Se parece a Colorado," Joyce reflexionó.
"No lo sabría."
"Es cierto. Olvidé que tu idea de unas vacaciones es la ciudad de Nueva York o algún
destino de playa lejano lleno de turistas. Carl y yo fuimos a Colorado hace tres años, ya
sabes."
"Lo recuerdo. Tomaste un tren o algo así.”
“De Durango a Silverton. Fantásticas vistas. Esto me dan ganas de volver."
Sí, preferiría ir a una playa turística llena de gente en este momento. Sin embargo, no la
Costa Este. Eso trajo demasiados recuerdos. Sarah era a la que le encantaba la ciudad.

Viajaban allí dos veces al año, y sí, allí fue donde Sarah conoció a su nueva amante. Erin
dudaba que alguna vez quisiera volver a Nueva York.
"Esto está en el medio de la nada, ¿no?"
"Creo que ese es el punto, hermana."
“Me voy a volver una loca rabiosa si estoy atrapada aquí por tres meses. No puedo creer
que me hayas convencido de esto.”
"Sabes cuál era la alternativa."
"¿Por qué no podrías haber encontrado un resort de playa en Cancún o algo así?"
“ ¿ Para que pudieras hacer qué? ¿ Tumbarte en la playa y beber ron durante tres
meses? Papá insistió en que te fueras a un lugar seguro. Algún lugar donde puedas sanar –
física y mentalmente.”
“ Sé que ambos piensan que tengo un problema con la bebida, pero no lo tengo. Me he
ocupado de los últimos dos días sin una recaída."
“ No digo que necesitaras un programa de doce pasos o algo así, Erin, pero estabas
consumiendo alcohol para lidiar con tu estrés y eso nunca es algo bueno. No cuando
tienes un estrés tan grande como el que tenías. Estrés improductivo, podría añadir.”
"Soy competitiva, qué puedo decir?"
“ Era más que eso y lo sabes. Te fuiste por la borda. Ganaste mucho dinero, hiciste que
nuestra empresa ganara mucho dinero, pero a qué costo?”
"Soy muy consciente de cuál fue el costo."
"¿Estás hablando de Sarah, supongo?"
Ella asintió. “Por supuesto que estoy hablando de Sarah. Ella era el amor de mi vida. La
perdí."
“Oh, Erin, ella no era el amor de tu vida.”
"Lo era, sí. Y la corrí. No solo ya no me amaba, sino que ya ni siquiera me quería."
"Lo hiciste por ella."

"¿Hacer qué?"
“ Cambiar, Erin. Cambiaste por ella. Por ella. Te convertiste en esta ... esta persona que
ninguno de nosotros ya conoce. Ella es la que quería la casa grande. La elaborada
piscina. El auto nuevo cada dos años. Las cuatro vacaciones caras que tomaste
anualmente. Ella es la que te empujó a trabajar todos los días. Siempre quiso más y tú
trataste de dárselo. Lamento ser tan directa, Erin, pero – emocionalmente – te chupó
todo. No creo que haya ningún amor involucrado. Era una persona que agarraba, no una
que daba.” Joyce extendió la mano a través de la consola y apretó su brazo. “Esperaba que
cuando se fuera, volverías a ser como antes, pero no – empeoró. Mucho peor."
¿Era así como había sido? ¿Trabajando más, más duro, tratando de complacer a Sarah?
No. Lo había hecho voluntariamente. Ella también quería esas cosas. Le gustaba la casa
grande, la piscina, los autos nuevos. Le gustaba ir a Nueva York dos veces al año. Le
encantaban los cruceros que las llevaron a los resorts de playa en México. Se
divirtieron. Siempre fue divertido con Sarah.
"No fue culpa de Sarah."
"¿Por qué la estás defendiendo?"
"Sé que nunca te gustó."
“A nadie le gustaba, Erin. Ella te estaba usando. Todos podían ver eso menos tú.”
"¡No!" Erin dijo con fuerza. “Ella no me usó. La amaba. Me rompió el corazón cuando se
fue.”
Joyce la miró y lentamente sacudió la cabeza. “ Me gustaría que pudieras ver lo que te
hizo. Te usó, Erin. Te convirtió en ... en esto," dijo, haciendo un gesto hacia ella.
“Ella me amaba. Por un tiempo ... me amaba. Sé que lo hizo.”
¡Ella te quitó la vida, Erin! ¡Mírate! Te llevó a un rancho remoto en Nuevo México, por el
amor de Dios, para que puedas dormir, comer y ... ¡y desintoxicarte!”
Erin la miró bruscamente. “ ¿ Desintoxicarme? ¿ Entonces tú y papá realmente pensaron

que necesitaba rehabilitación?”
“Papá lo hizo, sí. En tu caso, creo que la desintoxicación es más para la cafeína que por el
alcohol," dijo, mirando al Red Bull que Erin sostenía. "Creo que eres adicta a esas cosas."

"No lo soy," mintió.
"Pronto lo descubrirás, supongo."
"¿Qué significa eso?"
“ Como dijiste – está en medio de la nada. No creo que puedas correr a una tienda de
conveniencia en la esquina y conseguir tu dosis."
***
Tres horas más tarde, se paró en el estacionamiento de un supermercado local, con los
ojos fijos entre cuatro mujeres sonrientes de cabello gris y Joyce. Sacudió la cabeza
lentamente.
¡No, no, no, no!
No había manera de que se subiera a un vehículo con ellas. De ninguna manera estaba
dejando que la llevaran a un rancho remoto en medio de la nada. No había manera en el
infierno. No. No lo haría.
Miró a Joyce y sacudió la cabeza. "No."
Joyce se encontró con su mirada. "Sí."
CAPÍTULO CINCO
“Te veo revisando tu teléfono, querida. ¿Tu hermana no te lo dijo?”
Erin miró a la mujer que conducía – Stella. Ella alzó las cejas.
"¿Decirme qué?"
"No tenemos servicio aquí para teléfonos celulares."
"¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo?"
Stella sonrió ampliamente. “Es parte de nuestro encanto rústico. Sin embargo, algunas de
nosotras tenemos líneas telefónicas. Si hay una emergencia o quieres hablar con tu
hermana, puedes usar mi teléfono."

“ Estos jóvenes con todos estos artilugios elegantes que traen consigo. Ninguno de ellos
funciona aquí,” vino una voz desde atrás.
Erin miró por encima del hombro a las tres ancianas en el asiento trasero.
Ella no recordaba sus nombres. Se había quedado sin palabras por completo cuando Stella
y su grupo – todas abuelitas canosas – se habían reunido en Silver City. Habían estado en
el supermercado, dijeron, y el tercer asiento del viejo modelo Suburban estaba lleno de
bolsas. Coloridas bolsas de compras caseras que supuso que las damas habían tejido.
Había mirado a Joyce, a punto de rogarle que no se fuera, al borde de las lágrimas. Pero
Joyce la había abrazado con fuerza y le había dicho que la amaba.
“Nos vemos aquí en este lugar en tres meses. Justo en este lugar."
"Por favor, no me dejes aquí," le había susurrado. "¿Por favor?"
“ Vas a estar bien, Erin. El tiempo pasará volando. Trabaja en tu salud,” Joyce le había
dicho. "Aquí," dijo, tocándole el pecho. "Y aquí," agregó, tocándole la cabeza.
Entonces Erin había sido llevada lejos, su equipaje guardado en la parte de atrás. Stella,
sorprendentemente fuerte para su tamaño, había arrojado sus maletas encima de dos sacos
de lo que había llamado ‘gallina escarbadora’. Lo que sea que fuera eso.
"Entonces, de verdad ... ¿No hay servicio celular? ¿Ni internet?"
"¿Qué es Internet?"
"Oh, Rachel. ¿ Recuerdas cuando Melanie lo estaba explicando? Vas a lugares en las
computadoras.”
“Melanie creó nuestro sitio web, Rachel. Nos lo mostró todo un día, ¿recuerdas?”
Erin se agarró el puente de la nariz y lo apretó. ¿ A dónde demonios la llevaban? ¿ Sin

servicio celular? Sin maldito Internet? ¿Cómo podían vivir así?
Miró de nuevo a la conductora. Stella. Era pequeña, menuda, con el pelo gris corto sobre
las orejas. Sin embargo, se movía con gracia, y parecía bastante ansiosa para su edad, que
orgullosamente le había dicho a Erin cuando se conocieron. Setenta y cinco. Las damas de
atrás seguramente también tenían más de setenta años. Giró la cabeza y vio a las tres
mirándola, todas sonriendo.

"Tienes que quedarte conmigo," la mayor de las tres dijo. Rachel. La que no sabía qué era
Internet. "Vamos a divertirnos mucho, Erin. Tejes. Coses?"
Erin respiró profundamente cuando se dio la vuelta. ¿ Tejer? Ella iba a matar a
Joyce. Tendría suerte si duraba tres días aquí, mucho menos tres malditos meses.
"¿Qué es lo que estás bebiendo, querida?"
Erin miró al Red Bull que había metido entre sus piernas. "Es una ... una bebida
energética."
"¿Energética?"
"Cafeína."
"¿Como el café?"
"No. Esto es ... bueno, esta es de arándano. Es dulce. Como ... como jugo, supongo. Te
ayuda a mantenerte despierta.”
Stella parpadeó hacia ella. "¿Por qué necesitas ayuda para mantenerte despierta?"
"Porque no siempre duermo lo suficiente, supongo."
"Duermo desde el anochecer hasta el amanecer," Rachel dijo. "Igual que las gallinas."
"Ya no tienes gallinas, Rachel."
“Bueno, lo sé, por supuesto. Sólo digo…"
Erin se aclaró la garganta. "Entonces, qué es lo que voy a hacer aquí?"
"¿Hacer? Bueno, vivir, por supuesto,” Stella dijo con una sonrisa. “Espero que sea mejor
de lo que estabas. Tu hermana indicó que tenías que curarte.”
¿ Curarme? Debería haber investigado este lugar antes de aceptarlo. Joyce solo había
acertado en lo más destacado. Por supuesto, como ella había dicho. ¿ Cuál era su
alternativa? Pero en verdad, que era este lugar al que la estaban llevando?
“Lo que quiero decir es, qué ofrecen aquí para las comodidades? ¿Es como un rancho o
algo así?”

"¿Rancho? No, no, no.” Stella le dedicó una sonrisa amable. “Nuestros huéspedes vienen
aquí para alejarse de su vida por un tiempo. La mayoría descubre que se conectan con su
lado espiritual. O un poder superior. Aquí no hay estrés, Erin. Vivimos una vida simple,
pero es muy gratificante. Tendrás tiempo para meditar, dar largos paseos, leer. Para hacer
lo que quieras. Bueno, dentro de lo razonable, por supuesto. Somos una comunidad
amorosa y todas nos ayudamos mutuamente. Rachel, tu anfitriona, tiene ochenta y dos
años. Sería bueno si la ayudaras en su jardín, por ejemplo.”
"¿Jardín?"
“Sí, su huerto, aunque este año es muy pequeño. Ya no tiene gallinas, como dijo Valerie,
pero todas comparten entre sí. Ahora, tenemos algunas reglas, Erin. Supongo que tu
hermana lo repasó todo contigo.”
"¿Reglas? No, ella no mencionó las reglas.”
"Oh. Bueno, la regla más obvia: no se permiten hombres. Ahora, algunas de nuestras
damas tienen familiares – hermanos y demás – y son bienvenidos a visitarnos, pero no
pueden pasar la noche en el rancho. Solo mujeres."
"¿Solo mujeres?"
"Sí. Es la tierra de Womyn. Y tampoco son permitidos las drogas ni el alcohol. Vaya, no
he tomado un sorbo de alcohol desde que tenía veinte años. Y también somos un grupo
compasivo y pacífico. No matamos o comemos animales. Los animales son nuestros
amigos.”
"Todas ustedes son ... vegetarianas?" Preguntó débilmente.
"Oh, si. Tu cuerpo te amará por eso, Erin. Prosperarás aquí. Y no pretendo ser grosera,
querida, pero podrías soportar poner algo de carne en tus huesos.” Ella se rió. "¡Carne!
¿Ves lo que hice ahí? ¡No la comemos!”
Voy a matar a Joyce, pensó mientras se giraba de la sonrisa de Stella y de la risa

proveniente del asiento trasero. Ella miró por la ventana melancólicamente. Sin
carne? Sin alcohol? Sin Red Bull? Siquiera tomaban café?
Ahora estaban entre las montañas, y el terreno era marrón y árido aquí con solo unos
pocos árboles. Joyce había hecho que pareciera que se quedaría en el paraíso, a lo largo de
un exuberante arroyo fluyendo rodeado por las altas montañas. Unas vacaciones en el
paraíso, había dicho. Había montañas alrededor, sí, pero no había un exuberante paraíso
verde para ser visto. Y Joyce no había mencionado convenientemente las reglas de Stella.

Apoyó la cabeza contra la ventanilla, su pecho se tensó por la emoción. Estaba

sola. Estaba deprimida. Tenía ganas de llorar. Cerró los ojos con fuerza, temerosa de
que en realidad lloraría. Tenía treinta y tres años. ¿Cómo le explicaría las lágrimas a estas
mujeres?
Abrió los ojos nuevamente cuando escuchó el traqueteo de la Suburban. Stella redujo la
velocidad, luego giró a la derecha. Miró fijamente el paisaje que pasaba, notando que el
marrón seco y árido estaba cambiando nuevamente. Altos pinos ahora se alineaban en el
camino y había un río al lado de ellos, su agua rebotando sobre enormes rocas en su
descenso por la montaña. Joyce tenía razón. No había a la vista tiendas de conveniencia.
"Seguimos el río casi 16 kilómetros antes de llegar a nuestra propiedad," Stella dijo. “El
río no fluye en nuestra tierra, pero Eagle Creek sí. Es un bonito arroyo, casi tan grande
como el río aquí. Cruzaremos un puente un poco más arriba, justo donde el arroyo se
encuentra con el río. Nuestra propiedad está al otro lado del puente. Como regla general,
nos aventuramos a Silver City al menos una vez al mes. Aparte de eso, vivimos aquí en
paz. Es tan hermoso. Te va a encantar, Erin.”
¿Encantar? Oh, a ella no le iba a encantar. ¿Qué demonios iba a hacer aquí durante tres
meses? ¿Sin alcohol? ¿Sin carne? ¿Sin filetes ni hamburguesas? Sin celular. Sin internet?
Jesús. ¿A dónde la llevaban? ¿Al infierno?
CAPÍTULO SEIS
Melanie se sentó y se recostó contra el árbol – una gran ponderosa. Su árbol. Después de
siete años, casi había frotado la corteza lisa donde descansaba. Era su lugar de parada
habitual cuando daba este paseo en particular a lo largo del lecho seco del arroyo. Fred, el
viejo perro callejero que había heredado cuando se mudó aquí, se dejó caer a su lado.
Fred era un perro blanco anodino al que le faltaba la mitad de la cola. Tenía al menos
quince años. No era particularmente amable o sociable, pero siempre la alertaba cuando
los depredadores se acercaban a su pequeña granja. Cuando él estaba cerca, eso es. Puede
que ella lo haya heredado, pero él hacía la ronda, se quedaba una o dos noches y luego se
iba a la casa de otra persona. Cuando él estaba cerca – como esta mañana, la seguía
cuando ella iba de excursión. Cuando él tenía suficiente, simplemente se daba la vuelta y
regresaba a casa.

Si, casa. La pequeña cabaña que había construido se había convertido en su primer hogar
verdadero, admitió. No hace tanto tiempo que temía nunca encontrar la paz, y mucho
menos un lugar al cual llamar hogar.
Cuando huyó de Phoenix, pensó que iría a un lugar más verde, más húmedo ... más
frío. Quería tomarse al menos un año, tal vez dos, para aclarar su cabeza. Ella sonrió,
recordando cuando había dicho esas mismas palabras a su terapeuta. La solución parecía
bastante simple: renunciar a su trabajo, vender la casa y todo lo que poseía, y vivir en un
lugar barato. Sin embargo, su idea de la vida barata y real no encajaba. Había tropezado
con la idea de vivir remotamente – en la tierra de Womyn – después de leer un artículo
sobre un grupo de lesbianas que vivían en Kentucky. Lo había investigado y había sonado
ideal.
Se había puesto en contacto con ellas, incluso había ido a visitarlas. Pero lo encontraba
demasiado diferente a lo que estaba acostumbrada. Demasiado verde, demasiado húmedo
... demasiado defectuoso. ¿ Y las mujeres? Muy parecidas a las de aquí, en realidad. De
sesenta y setenta años. Sin embargo, no se sintió bien. Más investigación la llevó a la
puerta de Stella un mes después.
Se quitó el sombrero de paja y lo arrojó al suelo junto a ella, deteniéndose de pasar los
dedos por su cabello húmedo. La brisa se sentía bien y echó la cabeza hacia atrás,
mirando hacia los árboles. Vio un manojito peludo de cardo flotando perezosamente sobre
su cabeza y observó cómo el viento lo arrastraba, evitando las ramas de pino por
centímetros mientras permanecía a flote. Voló a través del arroyo seco, finalmente
quedando atrapado en uno de los gruesos enebros del otro lado. Lo miró por un momento
más, preguntándose qué tan lejos había viajado. Mientras lo miraba, el viento lo levantó
de nuevo. Ella sonrió mientras flotaba fuera de la vista ... continuando su viaje. Con un
suspiro de satisfacción, levantó su sombrero y se lo volvió a colocar en la cabeza.
Entonces se levantó y empujó a Fred con su bastón de senderismo. “¿Viniendo o yendo?”

Él luchó por ponerse de pie, luego se sacudió. Ella hizo un gesto hacia atrás por el
sendero del que habían venido. "Vete a casa."
Él la observó mientras ella caminaba, luego lo vio echarse nuevamente. Aparentemente él

iba a esperar que ella regresara. Ella realmente no tenía tiempo para una caminata. Había
recogido una enorme cesta de ejotes esa mañana y necesitaba comenzar su enlatado.
Siempre parecía haber algo que hacer, pero había anhelado una caminata. Principalmente
porque sabía que su tiempo libre se limitaría bastante pronto.
Porque Stella le había advertido que no creía que la nueva huésped – Erin Ryder – durara
más de un día con Rachel. Eso significaba que la dejarían caer en el regazo de Melanie
más temprano que tarde.

"Tengo la sensación de que no vino aquí voluntariamente," Stella le había dicho cuando
había pasado a visitarla. “ Cuando la dejé en la casa de Rachel, pensé que iba a llorar.
Parecía completamente perdida y muy, muy triste. Casi me rompió el corazón."
"¿Por qué venir sino voluntariamente?"
"No lo sé. Su hermana la trajo a Silver City. Parece que la hermana hizo toda la
planificación. Vaya, Erin ni siquiera sabía acerca de nuestras reglas, por amor de Dios.
Ella parecía sorprendida. ¿ Y sin servicio de telefonía celular? ¿ Por qué crees que el
mundo está llegando a su fin?”
Melanie sonrió mientras caminaba. Sí, conocía ese sentimiento. Si no se hubiera

enamorado del lugar, eso podría haber sido un factor decisivo. Ella había estado tan
conectada a su teléfono como cualquiera. Sin embargo, descubrió que si subía a la cima
del acantilado detrás de su casa – y las condiciones climáticas eran perfectas – obtenía
suficiente señal para llamar a alguien. No es que hubiera alguien a quien llamar. Ya no.
Había estado fuera demasiado tiempo ahora.
¿El internet? Sí, era la única aquí que lo tenía. Internet satelital era mejor que nada, pero a
veces era lento y a veces inexistente, dependiendo del clima. Y ella y Ángela eran las
únicas en tener televisión por satélite, que rara vez encendía excepto durante las largas
noches de invierno. Stella todavía usaba la vieja antena en su casa, que le dio dos
estaciones. Algunas de las otras no tenían televisión en absoluto.
Pero esa era otra de las reglas de Stella – no compartir Internet con las huéspedes. Su
mantra era que estaban aquí para ‘alejarse de todas esas tonterías’. Y en realidad, ese era
generalmente el caso. Stella siempre fue sincera con las huéspedes antes de que vinieran.
Sin servicio de telefonía celular, sin Internet, sin nada.
"Tal vez está enferma," Stella le había ofrecido. “ Quizás ella tuvo un mal diagnóstico.
Cáncer, tal vez. ¿No sería horrible?” Había agitado su mano en el aire. “Supongo que lo
descubrirás pronto, querida. Me temo que Rachel va a ahuyentar a la joven.”
"¿Joven? ¿Qué tan joven?"
“ Oh, cariño, a mi edad, todas son jóvenes. Sin embargo, parecía un poco enferma.
Delgada como un palo, la ropa le colgaba. Es difícil decir cuántos años tiene. Es una
lástima. Probablemente alguna vez fue muy bonita. Espero que podamos ayudarla a
sanar.” Melanie respiró hondo y miró hacia el cielo mientras lo soltaba.
Había suficientes de ellas aquí que generalmente solo tenían que ser anfitrionas una vez al
año, dos como máximo. Si Stella bajara su costo, probablemente tendría más clientes,
pero los altos precios mantuvieron a la ‘ gentuza ’ afuera, afirmó. Y, por supuesto, si

realmente se anunciara, también podrían tener más huéspedes. La mayoría de sus

visitantes eran de las que se enteraban de boca en boca o clientes habituales y las raras
que se topaban con su sitio web bastante simple. Honestamente, Melanie estaba
agradecida de que Stella no hizo más. Se había convertido en una especie de ermitaña,
supuso. Tener que albergar a completas desconocidas durante una semana a la vez – o
incluso un fin de semana largo – la sacaba de su zona de confort. ¿Tres meses? Oh, ella
realmente no sabía cómo iba a durar tres meses. Su cabaña era demasiado pequeña para
una compañía extendida. Solo había agregado el segundo dormitorio y el baño diminuto a
los planes después de que Stella había insistido. Sin embargo, la mayoría de las huéspedes
nunca estuvieron realmente en el camino de alguien. Salían solas, caminaban y
exploraban, por lo general solo regresaban para comer.
Hubo una vez que había hospedado a una pareja, ambas de cincuenta y tantos años, que
querían experimentar la vida en la granja. Pensaron que tal vez querrían mudarse allí
algún día. No les había interesado ir de excursión. Habían estado interesadas en el
jardín. Melanie las había puesto a trabajar y después de tres días habían decidido que vivir
en El Paso no era tan malo después de todo.
Se preguntaba cómo sería Erin Ryder?
"Supongo que estoy a punto de averiguarlo."
CAPÍTULO SIETE
"No."
“No es difícil de aprender, Erin. Por qué, en los tres meses que estarás aquí, podrías tener
un tejido afgano completo. Tal vez incluso dos, si realmente trabajas en eso,” Rachel dijo
con entusiasmo.
Erin empujó los frijoles alrededor en su plato, un plato que Rachel le había
preparado. Además de los frijoles – que estaban desabridos e insípidos – había calabaza y
brócoli, todo cocinado en una papilla suave. Nada más. Ni siquiera había un salero sobre
la mesa. Ella bajó el tenedor.
"Creo que estoy llena, Rachel."
"¿Llena? ¿Por qué si no has comido ni la mitad? No es de extrañar que estés tan delgada,”
se quejó. "Como dijo Stella, necesitamos poner un poco de carne en tus huesos."

Ella se levantó de todos modos y recogió su plato. "¿Qué debo hacer con esto?"
“¿No quieres guardarlo para más tarde? Parece un desperdicio tirarlo a la basura.”
Erin puso el plato al lado del fregadero. Rachel podría hacer con eso lo que quisiera.
"Me voy a la cama."
"¿A la cama? Ni siquiera son las siete en punto.”
Erin ignoró ese comentario y se fue a su habitación. Cerró la puerta, luego se recostó
contra ella, mirando sus maletas, que todavía estaban al pie de la cama. Una cama que
estaba cubierta de una espeluznante extensión florida. No estaba realmente sorprendida
cuando una lágrima corrió por su mejilla. En lugar de limpiarla, se movió hacia la
cama. Se hizo un ovillo y se aferró a una almohada.
Su mente se sentía pesada. Su cuerpo se sentía pesado. Tan pesado que temía que el peso
la aplastara. Después de que Sarah la dejó, no pensó que pudiera estar más sola de lo que
había estado. Pero justo aquí, ahora mismo...
Esto se sintió diferente de alguna manera. Mucho peor. Tal vez porque estaba fuera de su
elemento, lejos de casa, lejos del trabajo, lejos de ... quién? ¿Sus amigos? No. Como había
dicho Joyce, ya no había amigos. ¿A quién tenía ella? ¿Su papá? Joyce? ¿Eso era todo?
Sí. Eso era todo. Ellos. Y el trabajo. Pero justo aquí, ahora mismo no tenía a nadie, ni
siquiera el trabajo.
Cerró los ojos, ya no intentando contener las lágrimas.
***
"Lo siento, pero no puedo quedarme con ella," dijo tan silenciosamente como pudo a la
mañana siguiente. Stella había venido a verla y, mientras Rachel les servía una taza de
café, descafeinado, Erin se había acercado. "Tienes que sacarme de aquí."
"Por supuesto, cariño. Estás pagando una buena cantidad por estar aquí. No te pediré que
te quedes en otro lado si no quieres.”
¿ Una buena cantidad? ¿ Cuánto estaba pagando? Joyce se había encargado de todo. A
decir verdad, si Erin tuviera que mirar un mapa, ni siquiera sabría dónde estaba.
Stella se inclinó más cerca también. "¿Qué es lo que no te gusta, querida?"

Erin parpadeó hacia ella. Sería más fácil decirle lo que le gustaba, lo cual era nada.
“Anoche me sirvió frijoles y brócoli para cenar. Tuvimos exactamente lo mismo para el
desayuno. Solo tiene café descafeinado y mi cabeza está a punto de partirse en dos. No
hay televisión Ella quiere que teja," terminó. "Por favor. Necesito otro lugar."
"Aquí está tu café," Rachel dijo, poniendo una taza delante de ella. Rachel se volvió hacia
Stella, casi radiante. “ Creo que casi la he convencido para que haga tejido de punto.
Vamos a divertirnos mucho."
Si su cabeza no le doliera tanto, casi sentiría pena por irse. Rachel obviamente estaba sola
y quería la compañía. Pero le dolía la cabeza y no sentía pena por ella. Le temblaba la
mano mientras tomaba un sorbo del inútil café descafeinado que se había diluido aún más
con crema. Dios, por qué no había escondido algunos Red Bulls en su maleta?
Stella acarició la mano de Rachel con amor. "Rachel, querida, odio hacerte esto, pero voy
a tener que sacar a Erin de aquí."
La cara de Rachel cayó. "¿Qué quieres decir?"
"Bueno, ella ... ella – "
"Odio los frijoles," Erin dijo sin rodeos. “ Odio el café descafeinado. Odio el brócoli.
Podría usar las agujas de tejer como un arma.”
"Pero…"
"Lo siento." Se frotó la sien. “ Estoy teniendo una gran abstinencia de cafeína – y es
probable que vaya a enloquecer si no obtengo una verdadera taza de café. Pronto. Muy
pronto."
Rachel frunció el ceño. "A enloquecer? No entiendo."
“Creo que ella quiere decir que va a tener una rabieta y tal vez comenzará a arrojar cosas
o algo así. O peor, venir tras de ti con las agujas de tejer.”
Rachel se tocó el pecho con los ojos muy abiertos. "Oh Dios."
Treinta minutos después, estaban en la camioneta de Stella rebotando por el tosco camino,
dejando a Rachel parada en su porche, mirándolas.
"Lo siento," Erin dijo de nuevo.

“ Nada de lo que tengas que disculparte, querida. Rachel ha perdido su entusiasmo por
cocinar, me temo. Cocina un gran lote de frijoles todos los Domingos y come eso toda la
semana. Le sienta bien, pero me temo que no se da cuenta de que necesita ofrecer a sus
huéspedes algo más."
"¿Entonces por qué me pusiste con ella?"
"Bueno, era su turno."
"¿Su turno?"
“Nos turnamos para hospedar, ya ves. Sea de quien sea el turno, obtienen un porcentaje
del dinero que están pagando – ya que les proporcionan alojamiento y comida – y el resto
se destina al fondo general. Ese dinero se usa en reparaciones y demás, lo que sea
necesario."
"¿Y esa es tu única fuente de ingresos?"
“Nos las arreglamos bien. Los gastos son mínimos, en su mayor parte."
"Entonces ... en realidad ni siquiera sé qué es este lugar. Mi hermana te encontró.”
"Me lo imaginé. Soy dueña de toda la tierra. La compré con la herencia de mi abuela. 283
hectáreas. Cuando aceptamos a alguien nuevo en la tribu, son libres de elegir su
granja. Entonces son responsables de su casa, sin embargo eligen el vivir aquí."
Erin frunció el ceño. "¿Por qué?"
Stella también frunció el ceño. "¿Por qué, qué, querida?"
“¿Por qué alguien viviría aquí? ¿Mudarse aquí?"
Stella se rió. “ Me mudé aquí hace cuarenta y tres años. Ser lesbiana declarada en el
mundo," dijo, señalando por la ventana, "era algo aterrador en aquel entonces. No podías
vivir abiertamente. Entiendo que hoy es diferente, pero en realidad no lo sabría. La única
vez que salgo del rancho es cuando vamos a Silver City para comprar o recoger
huéspedes.”
“¿Entonces son todas lesbianas? ¿Incluso Rachel?”

"Sí. Bueno, eso ya no es un requisito. Una mujer es una mujer, yo digo. Sin embargo solo
tenemos a dos que no son como el resto de nosotras. Ambas tienen más de sesenta años y
están perfectamente satisfechas aquí con nosotras.”
"¿Cuántas viven aquí?"
“ Diecisiete de nosotros se fueron. Hubo un tiempo en que teníamos casi treinta. Pero
algunos se mudaron – extrañaban a su familia – y otras fallecieron. No entra mucha
sangre nueva. Es por eso que estábamos tan emocionadas cuando Melanie vino aquí. Era
muy joven, apenas treinta años cuando se unió a nosotras. Luego Ángela llegó hace seis
años, creo que lo era. Ella también es joven. Todavía no tiene sesenta. ” Suspiró
melancólicamente. “ El resto de nosotras, estamos envejeciendo. Algunas, como Rachel,
apenas pueden atender sus huertas. Me preocupa lo que nos va a pasar a todas. Y Dios no
lo quiera si Mel o Ángela se mudaran. Ni siquiera puedo pensar en eso."
La carretera principal se curvaba hacia la izquierda alrededor de un gran pino, pero Stella
tomó una carretera más pequeña y menos usada hacia la derecha, golpeando un agujero
que las sacudió a ambas. Stella la miró con una sonrisa en su rostro.
"¿Eres ... una de nosotras, Erin?"
Erin agarró el tablero mientras rebotaban por otro agujero. " ¿ Una de ustedes? ¿ Me
preguntas si soy gay?”
“Lesbiana, sí. En mis tiempos, gay se refería a los hombres."
"Ya veo. Si soy lesbiana. Supongo que es por eso que mi hermana eligió este lugar. Ella
pensó que encajaría.”
" ¿ Estás buscando escapar del mundo, Erin?" Preguntó casi con entusiasmo. "Nos
encantaría – "
"No, no, no. Esto no es para mí, Stella. Soy una chica de ciudad.”
Stella se mofó. “Nací y crecí en las afueras de Los Ángeles. Y Valerie, lo creas o no, era
de Manhattan. No se puede tener más ciudad que esa.”
Erin sacudió la cabeza. "Lo siento, no. Solo estoy aquí para hacer mi tiempo, luego me
iré.”
“ ¿ Tu tiempo? ¿ Estás en problemas con la ley? ” Preguntó bruscamente. "Porque tu

hermana nunca – "

"No. Estoy en problemas con mi padre. Y mi hermana. No la ley.”
"¿Así que tienes una 'sentencia' de tres meses?"
"Algo así, sí."
"¿Qué hiciste para acabar aquí?"
Erin miró por la ventana, notando que estaban siguiendo nuevamente el arroyo. Se giró
hacia Stella. "Supongo que ... estaba tratando de suicidarme."
"Oh, Dios mío."
CAPÍTULO OCHO
Melanie no estaba realmente sorprendida de ver la vieja camioneta de Stella bajando por
el camino. Echó un vistazo a la cafetera, que estaba casi vacía. Vertió lo que quedaba en
su taza y comenzó a hacer otra olla. Fred ladró un par de veces, alertándola de compañía,
luego se dirigió a su lugar debajo de los rosales.
Ya había arreglado la cabaña y había preparado la habitación de huéspedes. Tenía una

sopa en la estufa a fuego lento. Había encontrado que las sopas eran un buen punto de
partida hasta que descubriera lo que les gustaba a sus huéspedes. A diferencia de la
mayoría de las otras que simplemente preparaban sus comidas normales, trató de ser un
poco más complaciente con los gustos de sus huéspedes.
Con una mirada más alrededor de la cabaña, fue hacia la puerta, deteniéndose para
mirarse en el pequeño espejo que estaba en la pared. Se cepilló el cabello rubio que le caía
en los ojos y automáticamente lo metió detrás de una oreja en lo que sabía que era un
gesto nervioso. Luego respiró hondo y abrió la puerta justo cuando Stella subía los
escalones.
La mirada de Melanie pasó a Stella, aterrizando en una mujer alta pero muy delgada.
Delgada ... casi demacrada. Tenía ojeras debajo de los ojos y su cabello castaño colgaba
simplemente – sin vida – alrededor de su cara. Melanie la miró por un momento,
reconociendo algo – a si misma, tal vez? – en sus ojos oscuros. Ella parecía perdida.
Melanie se preguntó si la suposición de Stella de que ella estaba enferma podría ser
correcta. La ropa que llevaba parecía ser dos tallas más grande para ella.

"Buenos días," dijo agradablemente.
"Buenos días, querida." Stella se hizo a un lado. “ Esta es Erin Ryder. Las cosas no
funcionaron con Rachel, me temo. Erin, esta es Melanie West. Todos la llaman Mel.
Espero que estés más cómoda aquí.”
Melanie extendió la mano para saludar a la otra mujer, pero los oscuros ojos avellanados
de la mujer miraron más allá de ella. ¿Tienes café? Café de verdad? ¿Por favor?"
Melanie bajó la mano con una rápida mirada hacia Stella. "¿Café de verdad?"
"No esa basura descafeinada," la mujer dijo sin rodeos.
"Oh. Sí."
Stella se inclinó más cerca. "Abstinencia de cafeína. Dolor de cabeza. No es agradable,”

susurró lo suficientemente fuerte como para que Erin lo oyera.
"Ya veo. Por supuesto. ” Empujó la puerta abierta completamente. "Adelante. Acabo de
hacer una olla fresca."
Erin entró delante de las dos, dirigiéndose directamente a la cocina y su café. Melanie
cerró la puerta, mirando; las manos de Erin temblaban mientras se servía una taza. La
cabaña era abierta, nada separaba la sala de estar de la cocina, excepto una barra de
desayuno, como la llamaba. También podría llamarse una barra de almuerzo y cena, ya
que esa era su única mesa.
"¿Qué le pasa?" Melanie le susurró a Stella.
"No estoy segura. Ella está un poco ... bueno, malhumorada.”
"Genial," murmuró.
"Déjame traer sus maletas, querida."
"Te ayudaré." Melanie volvió a mirar a la mujer que estaba apoyada contra su encimera,
sosteniendo la taza de café con ambas manos como si fuera un elixir de vida. Y tal vez lo
era. Tenía la sensación de que estos serían unos muy largos tres meses.
"Oh, Mel. Ahora ya sabes cómo es Rachel,” Stella dijo mientras salían al porche. “Ella y
sus frijoles. Le fueron servidos a la pobre de Erin anoche para la cena y también para el
desayuno.”

“ Sí, todos sabemos cómo es Rachel. ¿ Por qué sigues dejándola de anfitriona? Nunca
duran. Parece haber empeorado en los últimos años."
"Lo sé, pero ella espera con ansias la compañía."
Melanie se rió. “Ella debe saber que las ahuyenta. ¿Y ésta? Se ve ... no sé, frágil – pero
dura al mismo tiempo.”
“Me dijo que esto era una sentencia de cárcel para ella. Ella no quiere estar aquí, pero es
algo que su padre y su hermana la están obligando a hacer.” Se inclinó más cerca de ella,
su voz silenciosa. "Debe haber intentado suicidarse o algo así."
"¿Qué?" Preguntó bruscamente, conteniendo el aliento. “¿Y vas a dejarla conmigo? No

soy una muy buena terapeuta, Stella.”
"¿Con quién debería dejarla entonces?"
"¿Qué tal Ángela?"
Stella sacudió la cabeza. "No. Ángela no tiene paciencia.”
"¿Y yo sí?"
“ Por supuesto que sí, Mel. Todas exigimos tu tiempo. Hay tanto que ya no podemos
hacer. Siempre vienes cuando te lo pedimos, nunca te quejas.”
“Eso es completamente diferente. ¿Esto? No se me da bien el drama. ¿Y ésta? Si ella no

quiere estar aquí? Habrá drama."
"Oh, Mel ... puedes manejarla." Le dio unas palmaditas tranquilizadoras en la mano.
"Sin embargo, quizás deberías saltarte los frijoles para la cena."
Con un suspiro, vio a Stella alejarse. ¿ Suicidio? No. No podía manejar eso. Ella
absolutamente no podía manejar eso. Luego se volvió para mirar hacia la puerta. Su
puerta. Respiró hondo varias veces, luego tomó dos de las tres maletas del equipaje y
entró. Encontró a Erin Ryder todavía en la cocina, mirando por la ventana. Melanie siguió
su mirada, viendo a las gallinas escarbar en lo que quedaba de las hierbas de primavera.
"Entonces ... te llevaré a tu habitación si quieres." La mujer – Erin – se giró y Melanie se

sorprendió al verla llorar. Ella dejó las maletas. "¿Estás bien?" Preguntó suavemente.

Erin se aclaró la garganta antes de hablar. "Fuera de mi elemento, me temo." Se enjugó

una lágrima, mostrando vergüenza en su rostro. "Yo ... gracias por el café. Lamento haber
sido tan brusca antes."
Melanie alzó las cejas. "¿Adicción a la cafeína?"
Ella asintió. "Además del café, estoy acostumbrada a tomar media docena de Red Bulls al
día." Entonces Erin hizo una pausa. "¿Sabes lo qué es un Red Bull?"
Melanie se echó a reír y recogió las maletas de nuevo. "Sí. No estamos completamente
separados del mundo aquí. Es una bebida energética de sabor desagradable que solía
beber yo misma. No necesitarás eso aquí. Si estás cansada, ve a acostarte. Toma una
siesta. Duerme en la hamaca.”
Entró en la pequeña habitación y dejó las maletas en la cama. Cuando se volvió, Erin
estaba parada en la puerta.
"Es pequeña, me temo," se disculpó. "Pero hay un baño privado." Abrió la puerta. "Solo
la ducha, pero privado."
Erin miró hacia el baño y asintió, pero no dijo nada.
"Traeré tu otra maleta."
"Puedo hacerlo."
Se quedaron allí mirándose en silencio, luego Melanie se movió para pasar junto a
ella. “Entiendo que no desayunaste. Puedo hacerte unos huevos revueltos si quieres.”
“ En realidad, eso sería maravilloso, si no te importa. No cené mucho anoche. ” Erin se

quitó el pelo de los ojos con un suspiro. "Normalmente no como mucho de todos modos,
pero generalmente tengo otras cosas que ocupa ..."
"¿Otras cosas?"
"Nada."
De vuelta en la cocina, Melanie se sirvió una taza de café. “Trato de ser complaciente con
respecto a las comidas. ¿Hay alguna que te guste más que otras? ¿Papas más que arroz?
Frijoles o tofu? ¿Ciertas verduras que no te gustan?”

“Me gusta mi bistec poco cocido. Esa es la única forma en que como carne de res. O la
hamburguesa ocasional. Realmente prefiero el pollo."
Los ojos de Melanie se ensancharon. "¿Qué?"
El indicio de una sonrisa tocó la cara de Erin. "Es broma. Stella me informó que eso no
iba a suceder. Son un grupo compasivo aquí.”
"¿Estás diciendo que no sabías que comerías con comida vegetariana?"
"Estoy diciendo que no sabía muchas cosas antes de llegar aquí."
Melanie tomó un sorbo de café, luego sacó la sartén del fregadero, la sartén que había
usado esa mañana para su propio desayuno. No sabía si ser directa y preguntarle a la
mujer por qué estaba allí o simplemente fingir que era una situación normal. Porque
normal, no lo era. Sus huéspedes habituales rebosaban de entusiasmo, apenas deseaban
tomarse el tiempo para charlar en su prisa por salir y experimentar la soledad – el silencio
– la tranquilidad de este valle fluvial.
Sin embargo, antes de que pudiera preguntar, Erin salió al porche para traer su maleta
restante, y la llevó en silencio al dormitorio. Encogiéndose de hombros, Melanie puso dos
huevos en el sartén, luego quitó la tapa de la sopa y la revolvió, luego la apagó. La había
dejado reposar, sin moverla hasta la hora del almuerzo. Los sabores se habrían mezclado
con el tiempo suficiente para entonces.
Los huevos revueltos parecían una escasa ofrenda, así que sacó la masa e hizo una tortilla
de maíz, aplanando la bola de masa en su tortilladora antes de calentarla en la plancha de
hierro fundido que siempre usaba para sus tortillas. Puso los huevos dentro y agregó una
cucharada de la salsa verde que había preparado hace dos días.
Esperaba que no fuera demasiado especiado para Erin. No a todos les gustaban las cosas
tan picantes como a ella. Estaba a punto de llevarlo a la habitación, pero decidió que no
quería comenzar ese hábito.
"El desayuno está listo," dijo, colocando el plato en la barra. "Estaré en el jardín si
necesitas algo."
Salió por la puerta de la cocina sin esperar. No le gustaba que su espacio fuera invadido
en primer lugar. Alojar a una huésped era algo que solo toleraba, como las cenas
mensuales de Stella. Sin duda, tener una huésped que no fuera demasiado amable o
entusiasmada por estar allí sería una experiencia terrible. Especialmente si tenía ... bueno
... problemas emocionales.

Tenía miedo de que Erin Ryder esperara ser entretenida.
Melanie no tenía planes de hacer tal cosa. En lo que a ella respectaba, la mujer podía
sentarse en su habitación todo el día, aburrirse hasta las lágrimas, si eso era lo que quería.
CAPÍTULO NUEVE
Erin devoró el taco, la salsa verde agradable y picante. Había visto a las gallinas afuera
antes y asumió que de allí había salido el desayuno.
No sabía nada sobre las gallinas o la ponedera de huevos y no tenía ganas de aprender.
Llevó su plato al fregadero y lo puso dentro, preguntándose si debería lavarlo o no. El
sartén que Melanie había usado estaba sumergido en el fregadero y simplemente puso su
plato encima.
Se quedó parada en la ventana mirando hacia afuera. Fue solo entonces – cuando escuchó
un pájaro cantando – que se dio cuenta de que la ventana estaba abierta. Miró a su
alrededor, notando que todas las ventanas estaban abiertas, dejando entrar una suave brisa
desde fuera. También notó que no había cortinas en las ventanas. Asumió que no había
aire acondicionado y se preguntó cuanto calor hacía dentro de la casa durante el
verano. Por supuesto, ya era Junio y todavía era muy agradable. Cuando se fue de
Houston, había estado caluroso y húmedo, sintiéndose como a mediados del verano. Aquí
arriba, sin embargo, el aire era seco y mucho más fresco.
Vislumbró a Melanie en lo que supuso que era su huerto. Estaba empujando una carretilla
cargada de paja o algo así. Erin se apartó de la ventana con un suspiro y volvió a su
habitación. Era más pequeña que la de la casa de Rachel, pero al menos tenía su propio
baño.
La habitación era ... neutral, pensó. La colcha era de cuadros marrones y beige, las
cortinas de color marrón claro y la alfombra de color marrón oscuro. Incluso había una
almohada marrón oscura sobre la cama. Se preguntó si esta habitación tenía cortinas – a
diferencia del resto de la casa – porque es donde se quedaban las huéspedes. Se sentó en
el borde de la cama, preguntándose qué demonios iba a hacer durante el resto del día.
Ese pensamiento le pareció gracioso. ¿ El resto del día? ¿ Qué hay con el resto de la
semana ... del mes?
Cerró los ojos y se recostó. Al menos estaba lejos de Rachel y sus agujas de tejer. Melanie
parecía ... bueno, normal. Si pudieras llamar normal vivir aquí, eso es. Parecía cercana a

su edad, quizás un poco mayor. Eso fue una ventaja aunque no estaba segura de por
qué. No era como si estuviera tratando de hacerse amiga con estas personas.
Y ella era linda. Sorprendentemente también. ¿ Por qué alguien como ella – atractiva,
normal – estaría viviendo aquí, con todas estas ancianas, lejos de todo? Lejos de la gente?
Se subió completamente a la cama y apoyó la cabeza sobre una almohada, de repente

sintiéndose cansada. Al menos su dolor de cabeza había disminuido. Ahora era solo un
dolor sordo, no los golpeteos que amenazaban con partirle la cabeza en dos antes.
CAPÍTULO DIEZ
Melanie terminó su plato de sopa, preguntándose si debería despertar a su huésped o

dejarla dormir. Ella normalmente comía su almuerzo entre el mediodía y la una, no siendo
muy exigente por la hora, realmente. Había temido que Erin tuviera hambre así que había
entrado inmediatamente al mediodía para recalentar la sopa y se sorprendió al encontrarla
profundamente dormida. Se había acurrucado de lado, estrujando una almohada en sus
brazos. Se preguntó si la almohada fuertemente apretada le ofrecía algo de consuelo. La
observó a través de la puerta abierta por un momento, nuevamente teniendo una sensación
de déjà vu.
Podía imaginarse a sí misma en esa cama tan fácilmente. Se preguntó con qué problemas
estaría lidiando Erin. Finalmente cerró la puerta del dormitorio y volvió a salir por una
hora más, continuando con su tarea de apilar agujas de pino alrededor de las plantas de
tomate. Eso era algo para hacer en su lista antes de que llegaran las lluvias. Una de las
pilas de abono también estaba lista.
Ella se ocuparía de los pimientos y los frijoles mañana, amontonando cantidades de abono
a su alrededor antes de cubrirlos con agujas de pino.
Dejó escapar un suspiro cansado. Al parecer había una lista interminable.
Es curioso cómo parecía repetirse cada año, pensó con ironía. Oh, a ella realmente no le
importaban los quehaceres. La mantenían ocupada. La mantenían enfocada. La mantenían
alimentada también. Los días, las semanas, los meses ... y sí, los años todavía pasaban. Es
difícil de creer que ya llevaba aquí siete años. Era una veterana experimentada ahora. En
aquel primer verano – fue un milagro que hubiera sobrevivido. No sabía casi nada sobre
la jardinería. Afortunadamente, Stella y las demás habían sido maestras dispuestas. Eso ...
y el Internet. No quería jactarse, pero ahora estaba muy cerca de ser una experta jardinera
orgánica. Y ahora, ella era a quien acudían las demás cuando tenían problemas de plagas

o manchas amarillas en sus tomates o se marchitaban las flores de calabaza o pulgones en

las fresas o gusanos en sus plantas de col.
Hablando de fresas, había recogido un balde esa mañana. En lugar de congelarlas, las
mantuvo afuera, pensando que podría hacer un pay o un pastel para su huésped. Ahora
que había conocido a su huésped – Erin – dudaba que apreciara un postre casero. Oh,
bueno. A ella no le importaría un pay de fresa. ¿Por qué si los plantaba cada año no era
sino para darse el gusto?
Puso su cuenco en el fregadero y lo llenó con agua, luego, después de detenerse para
mirar de nuevo la puerta cerrada de la habitación, fue a su escritorio en la esquina más
alejada de la sala de estar y sacó una libreta, escribiendo una nota rápida. La dejó en la
barra, luego, con otro vistazo hacia la puerta, se encogió de hombros y volvió a salir.
***
Erin se despertó sobresaltada, desorientada por un momento. ¿ Qué hora era? Se dio la
vuelta, sin encontrar un reloj en la mesita de noche junto a la cama. Ella no llevaba
reloj; confió en su teléfono para obtener esa información. Se sentó y se frotó los ojos,
notando que el sol aún estaba alto en el cielo mientras brillaba en la ventana del
dormitorio. Se asomó y vio a Melanie en el jardín. Dios, qué podría estar haciendo allí por
tanto tiempo?
Fue al baño y se lavó la cara. Su dolor de cabeza parecía haber regresado y se miró en el
espejo, preguntándose cuándo – si – alguna vez se vería como ella otra vez. Su padre tenía
razón. No la reconocían. Ella ni siquiera se reconocía.
Había perdido peso en el último año, pero no se había molestado en comprar ropa
nueva. La camisa que llevaba ahora, los pantalones, ambos se la tragaban. Se pasó una
mano por el pelo, que era mucho más largo de lo que normalmente lo usaba.
Más largo porque – en el último año – no se había molestado en cortarlo o mantenerlo con
estilo. No se había molestado con muchas cosas. Era como si hubiera dejado de
preocuparse por su aspecto. Sarah ya no estaba cerca. ¿ Qué caso tenía? El tiempo y la
energía que había gastado en Sarah ... Bueno, tenía que concentrarse en otra cosa, algo
más que el hecho de que Sarah la había dejado. El trabajo.
Solo tenía una cosa en mente – el trabajo. Solo una cosa por la que se tomó el tiempo. La
construcción y venta de casas. Nada más. No en su apariencia, no en su salud. El
trabajo. Y ahora los diez proyectos con los que había estado haciendo malabares para
Ryder Construction estaban siendo manejados por su padre, un hombre que había estado
fuera del negocio de gestión de proyectos durante cuatro años.

Ella solo podía imaginar el desastre que él haría con las cosas. Y cuando volviera, tendría
que trabajar horas extras para arreglarlo. ¿Tres meses? Suponía que él no podía arruinarlo
mucho en tres meses. Por supuesto, quedaba por ver si le quedaría algún contratista que
trabajara para ella.
Con un profundo suspiro, se apartó del espejo y de sus ojos huecos. Se suponía que debía
olvidarse del trabajo por un tiempo, ¿no? Se suponía que debía consumirse aquí durante
tres largos meses, sin hacer absolutamente nada.
Dios. Estaría loca de remate cuando Joyce la recogiera de nuevo. Con otro suspiro
profundo, salió a la sala de estar, atisbando un trozo de papel en la barra. Se acercó a el
con las cejas arqueadas.
"Sírvete la sopa."
"¿Sopa?" Preguntó secamente, un poco desinteresada.
Pero tenía hambre. Levantó la tapa de la olla, inclinándose para oler. Olía bastante
bien. Llenó el cuenco que había sido dejado en la encimera y lo llevó a la barra. En
realidad estaba bastante bueno. Hurgó alrededor de las cosas, encontrando papas y
zanahorias, calabaza ... brócoli. Hizo el brócoli a un lado, luego lo recogió de todos
modos, sorprendida de que le gustara. En realidad no comía muchas verduras.
Mentalmente puso los ojos en blanco. En el último año, no había comido mucho,
punto. Comida para llevar, cuando pensó en detenerse en su camino a casa. Entrega de
pizza algunas noches. No mucho más. Bueno, aparte de sus cócteles nocturnos. Sin
embargo, Joyce había acertado. Le iba a ser mucho más difícil dejar la cafeína que el
alcohol.
Echó un vistazo a la cafetera, pero estaba vacía, limpia.
Ella comió sin pensar mientras miraba a su alrededor. Era una casa sencilla, nada
lujosa. Suponiendo los metros cuadrados, diría que unos 92, tal vez un poco más. La sala
de estar y la cocina se combinaban en la parte principal de la casa. La puerta en el
extremo opuesto debe ser la habitación de Melanie. No había otra puerta así que supuso
que tenía un baño privado allí adentro. Las paredes exteriores eran troncos,
sorprendiéndola. Cuando llegaron por primera vez, asumió que era un revestimiento de
troncos, no troncos de verdad. Era un poco rústico y hogareño ... si te gustaba ese tipo de
cosas.
Dejó que su cuchara golpeara en el cuenco, sorprendida de que estuviera vacío. Sin
pensarlo mucho, fue a la olla y agarró el cucharón, sirviéndose otra ración de sopa en su
cuenco. Se recostó contra la encimera para comer, su mirada aterrizó en un escritorio. Un

escritorio y una computadora portátil. Sus ojos se abrieron de par en par. Melanie había
establecido su sitio web, Stella le había dicho. Entonces Melanie debe tener Internet.
Terminó rápidamente su sopa y puso el cuenco en el fregadero, luego se apresuró a su

habitación. Sacó su teléfono de una de sus maletas, yendo rápidamente a la configuración.
Sí, había Wi-Fi disponible. Su entusiasmo se atenuó un poco cuando se requirió una
contraseña Miró por la ventana y vio a Melanie acariciando a una cabra.
¿Una cabra?
Se acercó a la ventana y gritó.
"Oye ... Mel." Levantó su teléfono. "Necesito la contraseña del Wi-Fi."
Melanie se acercó a la casa y luego sacudió la cabeza.
"No. Lo siento. No puedo."
"¿Qué? ¿Por qué no?"
"Las reglas."
"Las reglas?"
“Las reglas de Stella.” Melanie se dio la vuelta para irse, caminando hacia un cobertizo de
algún tipo.
"¡Espera! Ella no sabrá si me das la contraseña.”
"Yo lo sabré."
"¿Qué? No, espera."
Pero Melanie la ignoró y desapareció dentro del cobertizo. Erin se frotó la frente,
esperando evitar el rápido dolor de cabeza que se avecinaba. ¿ Las reglas? Arrojó su
teléfono sobre la cama, luego salió, usando la puerta de la cocina en lugar de la del
frente. Inmediatamente la rodearon gallinas cacareando, una de los cuales picoteó su
zapato de cuero.
¿Muerden las gallinas?

Se quedó completamente inmóvil, preguntándose si debería correr hacia el cobertizo en el

que Melanie había desaparecido o refugiarse en la casa. El cobertizo estaba más cerca,
pero la puerta estaba cerrada. ¿Y si estaba bloqueada? ¿Y si las gallinas atacaban?
La golpearon por atrás y el grito salió antes de que pudiera detenerlo. Las gallinas se
dispersaron mientras se tambaleó hacia adelante. Con el corazón martilleando en su
pecho, se dio la vuelta y encontró una cabra – una cabra de orejas caídas gris y blanca –
mirándola, con la nariz moviéndose como si tratara de decidir si era amiga o enemiga.
"No ... me ataques," susurró. "Por favor."
"Rosie – déjala en paz."
Erin levantó las manos. "¿Muerde?"
"Se comerá la camisa de la parte de atrás si la dejas." Melanie se acercó y frotó la cara de
la cabra. "Vamos, Rosie."
“M... muerden las gallinas? Pensé que estaban a punto de atacarme."
Melanie sonrió y se quitó un sombrero de paja de la cabeza. “Están buscando que les den,
eso es todo. Supongo que nunca has estado en una granja antes.” Sus dedos apartaron el
cabello rubio de su rostro.
"No. Chica citadina. Nunca tuve una mascota.” Se relajó un poco cuando la cabra – Rosie
– se alejó. “Entonces… no hay internet? ¿De verdad?"
"Me temo que sí. El sitio web lo dice muy claro. Sin teléfonos celulares, sin Internet, sin
televisión en la mayoría de las casas.” Ladeó la cabeza, estudiándola. “No viste todo eso,
verdad? ¿En el sitio web?"
"No lo hice. Mi ... mi hermana arregló todo esto. Y tan pronto como la vuelva a ver, la
mataré.”
Melanie se rió apropiadamente, asumiendo que estaba bromeando. En ese momento, no

estaba segura de si lo estaba o no.
"No es tan malo. Es muy liberador, de verdad."
"¿Cómo sabes lo que está pasando en el mundo?"

Melanie se encogió de hombros. "Principalmente no me importa." Levantó un cubo vacío.

“Estoy a punto de recoger ejotes. ¿Quieres ayudar?”
“¿Recoger ejotes? ¿Qué implica eso?”
"Te agachas y recoges los que están listos." Entonces Melanie asintió. “ Ah – chica
citadina. Nunca has visto un huerto antes, ¿verdad?”
"Lo más cerca que he estado de un huerto es la sección de productos de Whole Foods.”
Erin metió las manos en los bolsillos. Cuando solía comprar con Sarah, claro. Cuando
solían ser felices y disfrutaban quedarse en casa y cocinar juntas. Cuando las cosas eran
normales en su vida.
¿Cuánto tiempo había pasado desde que Sarah la había dejado? Más de un año. Fue justo
después de Navidad. Maldita sea. Ya un año y medio. Parecía como si fuera ayer. No ...
parecía como hace una década.
"Entonces ... no te animas con los ejotes?"
Erin la miró pensativa. "Te cambiaré el recoger ejotes por la contraseña de Wi-Fi."
Melanie le dio una media sonrisa. “Puedo arreglármelas sola entonces, gracias. Disfruta el
resto de tu tarde.”
Se marchó sin decir una palabra más, y Erin la observó por un momento mientras Mel se
volvía a poner el sombrero en la cabeza. Se giró, viendo el movimiento de un árbol. Había
un cristal rojo ... colgando allí. Pequeños pájaros zumbaban a su alrededor y ella
sonrió. Colibríes ¿ Había visto alguna vez antes un verdadero colibrí vivo? Observó por
unos momentos mientras cuatro o cinco luchaban por un lugar en el comedero. Luego
dejó escapar un profundo suspiro y regresó a la casa. Una vez dentro, se dio cuenta de que
no le había agradecido a Melanie por el almuerzo. O el desayuno, para el caso. ¿Dónde
estaban sus modales?
Ella se encogió de hombros. Como Stella había dicho, estaba pagando una buena cantidad
por el alojamiento y la comida. No suponía que se requería un ‘gracias’.
Regresó a su habitación, con la intención de desempacar sus maletas. En cambio, se sentó

en la cama y miró por la ventana. Desde allí solo podía ver el borde del huerto y Melanie
no estaba en su línea de visión. Se giró en dirección a donde estaba el comedero para los
colibríes, pero también estaba fuera de la vista.
Con un suspiro cansado, se recostó y cerró los ojos, de repente sintiéndose muy cansada.

CAPÍTULO ONCE
"No es asunto mío, por supuesto ... pero has dormido casi todo el día."
"Creo que me dijiste que si estaba cansada, debería tomar una siesta."
Melanie apuñaló varios ejotes con su tenedor. "Sé que lo hice. ¿Es porque no tienes dosis
de cafeína?”
Erin la miró fijamente. "¿Dosis? ¿Es así como se llama?”
Melanie cortó una de las papas pequeñas por la mitad antes de comerla. Debería ir directo
y preguntarle, supuso. Las cosas entre ellas no podrían volverse más tensas. Estaba
cansada de preocuparse de que abriría la puerta del dormitorio y la encontraría ... bueno,
sin vida.
"¿Estás deprimida?"
"¿Tú no lo estarías?"
Melanie dejó el tenedor. “Mira, es obvio que no quieres estar aquí. La razón por la que
estás aquí en primer lugar sigue siendo un misterio, pero independientemente, estás
aquí. Y si tratas todos los días como lo hiciste hoy ... te volverás loca si no sales y haces
algo. Toma una caminata. Camina por el arroyo. Arrójale la comida a las gallinas. Palea
el puesto de las cabras. Recoge los huevos. Ayúdame en el huerto. Hay innumerables
cosas que hacer aquí. Sal al sol. Te sentirás mejor."
Erin la miró. "¿Qué te hace pensar que no me siento bien?"
Melanie fue demasiado educada para decir que se veía como el infierno. " ¿ Te sientes
bien?"
“No sé cómo es sentirse bien. Me siento como una mierda, sinceramente. No he pasado
un día entero sin un Red Bull en años. Tengo un fuerte dolor de cabeza que no ha
disminuido. Mi cuerpo está en shock. No he tomado una bebida o un cigarrillo en cinco
días."
Melanie arrugó la nariz. "¿Fumas?"
"No. Realmente no. Era solo ... algo por hacer. ” Erin cortó en la cazuela de
calabaza. "Esto está bastante bueno."

"Gracias. Pronto te hartaras de la calabaza. Estarán viniendo como locos.”
Erin hizo un gesto hacia el plato. "Me doy cuenta de que no hay frijoles."
“Stella me advirtió que me mantuviera alejada de ellos. Al menos por hoy. Sin embargo,
siendo vegetariana, los frijoles son un alimento básico. Puedes esperar burritos al menos
una vez a la semana.”
Erin asintió. “Me gustó la salsa verde que le pusiste a los huevos. Agradable y picante. Y
realmente no odio los frijoles. La presentación de Rachel era ... bueno, bastante insípida.”
"Sí, lo sé. A veces los lleva a nuestras cenas mensuales."
"¿Qué cenas?"
“Stella nos reúne en su casa una vez al mes. Es una comida informal, nada más, pero les
da a todas la oportunidad de visitar y ponerse al día, y en esta época del año, de
intercambiar verduras."
"¿Entonces realmente no ves a todas aquí muy a menudo?"
“ No muy a menudo, no. Algunas lo hacen. La mayoría de las demás viven más cerca,
cerca de Stella. Estoy aquí atrás sola. Yo ... ” Ella sonrió rápidamente. "Soy un poco
ermitaña, me temo."
“¿Una ermitaña? Supongo que el tenerme aquí está obstaculizando tu estilo, ¿eh?”
"Por decir lo menos."
"¿Por qué eres una ermitaña?"
Melanie se encontró con su mirada. "¿Por qué estás aquí?"
Su mirada terminó en un punto muerto, aparentemente, ninguna sintiendo la necesidad de

responder la pregunta. El resto de la comida se comió en silencio.
***
Estaba acostumbrada al silencio, acostumbrada a estar sola, pero el silencio parecía

exagerado esta noche. Erin se había ido a su habitación poco después de la cena. Al
menos se había ofrecido a ayudar con la limpieza y lavar los platos, pero Melanie la había
rechazado. No estaba acostumbrada a tener a alguien en su cocina. Ella, a su vez, le había

ofrecido el televisor a Erin. Erin pareció considerarlo por un momento, pero luego
sacudió la cabeza y murmuró un tranquilo ‘buenas noches’ antes de cerrar la puerta de su
habitación.
Había pasado un poco de tiempo en su computadora portátil, sintiéndose un poco culpable

por estar en línea cuando se negó a darle la contraseña a Erin. Casi había cedido, a pesar
de la regla de Stella. Como Erin había dicho, Stella nunca tendría que saberlo. Pero temía
que si se la daba, Erin nunca pondría un pie afuera. Viviría los próximos tres meses en su
habitación, en línea, saliendo solo por comidas y café.
Lo que tal vez no sería tan malo; no tendría que tratar con ella entonces. Al igual que
Stella, se preguntó cuál era su historia. ¿Por qué estaba aquí? ¿Y cómo podrían su padre y
su hermana hacerla venir aquí, durante tres meses, nada menos? Ese pensamiento, por
supuesto, la hizo preguntarse si las palabras de Stella eran ciertas.
¿Erin realmente había intentado suicidarse? Y si es así, por qué? ¿Depresión? Eso parecía
obvio.
Ella sabía todo sobre el suicidio, ¿no? También sabía sobre la depresión. Eso parecía que
fue hace mucho tiempo. ¿Quién podría saber que las papas y el sol la curarían?
Sus sesiones de terapia habían pasado de un sofá a un huerto. Las gallinas y las cabras
eran sus terapeutas ahora mientras hablaba libremente con ellas. Sin embargo los
demonios que había tenido se habían ido hace mucho tiempo. Bueno ... al menos
enterrado. Raramente pensaba en ese momento solitario en su vida. Raramente pensaba en
Adam. No conscientemente, al menos.
Estaba físicamente sola ahora, pero ya no estaba solitaria. Principalmente. Oh, había
momentos en que deseaba que hubiera alguien aquí, alguien con quien compartir su
vida. Pero estar sola y ser solitaria eran dos cosas completamente diferentes. No sentía la
necesidad de rodearse de personas como lo había hecho alguna vez. Sus interacciones con
las damas una vez al mes generalmente eran suficiente para ella. Sin embargo, Stella, al
igual que el viejo Fred, hacía las rondas. Al menos una vez a la semana, pasaba por el
café de la mañana y la visitaban durante una hora o más. No le importaba su compañía ...
en pequeñas dosis. Pero tenía su rutina, que funcionaba bien para ella.
Se levantaba antes del amanecer la mayoría de las mañanas. Mientras preparaba el café,
se tomaba diez o quince minutos para meditar. El café – cuando hacía buen tiempo –
sería llevado al porche delantero. Se sentaba en la mecedora, planeando mentalmente su
día mientras el sol salía por sobre el acantilado al otro lado del arroyo. Antes de comenzar
el desayuno, iba al gallinero y lo abría, dejando que las gallinas entraran a su patio
cercado. Las cabras eran las siguientes y abría sus puestos, dejándolas salir a mezclarse
con las gallinas.

El desayuno generalmente consistía en papas y verduras o arroz y verduras que cubría con
huevos revueltos la mayoría de las mañanas. Las tareas comenzaban inmediatamente
después de eso y estaría afuera hasta el mediodía más o menos. Cuando el sol estaba lo
suficientemente alto por la mañana, ya no temía que Goldie o Rick vinieran y dejaba salir
a las cabras y a las gallinas de su patio cercado. Nunca se alejaban mucho de la cabaña y
del cobertizo. Sus únicas preocupaciones eran las cabras comiéndose sus rosales.
Durante los meses de verano, muchas de sus tardes las pasaba enlatando las verduras que
había recogido por las mañanas. Si tuviera una cosecha particularmente buena – como la
calabaza amarilla que ahora tenía – habría dejado algo de lado para compartir con las
demás. Y si se sentía floja, podría posponer las tareas de la tarde para darse un baño en el
arroyo. Tenía un lugar al que le gustaba ir, y se montaba en su bicicleta río arriba medio
kilómetro más o menos donde estaban algunos charcos más profundos. Su lugar favorito,
sin embargo, eran las aguas termales. Estaban otro medio kilómetro río arriba, pero con su
bicicleta no podía llegar. Era empinado y rocoso y una gran excursión para llegar allí.
La mayor parte de la relajación que obtenía de la sumergida se olvidaba mientras tenía

que trepar por las rocas para volver hacia su bicicleta. Aún así, era algo que hacía varias
veces al año.
Stella le había dicho ‘en los viejos tiempos’ todas solían ir juntas a las aguas termales,
llevando consigo canastas de almuerzo. Era un viaje de un día al mes, había dicho. Como
Melanie se había mudado allí, no sabía que nadie más usara los manantiales. Por
supuesto, la caminata sería demasiado para la mayoría de ellas ahora, excepto quizás para
Ángela.
Se movió a la cocina, abriendo el armario donde guardaba sus tazas.
Sacó su favorita – una gruesa azul de cerámica – y la llenó con agua que había calentado
en la tetera de la estufa. Metió una bolsa de té de hierbas en la taza, mojándola
distraídamente, observando cómo el agua cambiaba de claro a marrón claro.
Después de endulzarlo con un chorrito de miel, llevó la taza al porche y se sentó en su

mecedora, el sonido de la madera tan familiar que apenas lo notó. Tomó un sorbo de su té,
luego puso la mecedora en movimiento con el pie.
Esta noche no había luna – ya se había puesto en el oeste. Mientras disfrutaba de la luna
llena – que era una hermosa naranja cuando se elevaba sobre el acantilado – le gustaba el
cielo más oscuro. Nunca se cansaba de ver los millones de estrellas centelleantes en lo
alto. A veces se quedaba sentada durante horas sin parar, viéndolas moverse
perezosamente por el cielo.

Dirigió sus pensamientos a su huésped, preguntándose cómo iban a manejar tres

meses. No podía hacer que la mujer saliera. Supuso que estaba pasando por el síndrome
de abstinencia ... y no solo por una sobredosis de cafeína. Había sido sacada de su mundo
– en la ciudad – y arrojada aquí en medio de la nada, aparentemente contra su voluntad, a
un lugar donde nada era familiar. Erin debía sentirse separada de todos y de todo en su
vida.
Melanie sabía que si Erin simplemente dejaba de luchar contra la situación en la que se
encontraba y en cambio la aceptaba en realidad podría divertirse. Y eso, por supuesto,
mejoraría mucho las cosas para ambas.
Pero de nuevo ... mo podía obligarla a salir y sentarse a la luz del sol. No podía obligarla a
entrar al huerto ni lanzarle la comida a las gallinas. Entonces sonrió, recordando la
expresión de terror en el rostro de Erin cuando Rosie y la bandada de gallinas la habían
acorralado. ¿Me pregunto qué hará cuando conozca a Bandito?
El burro, aunque era lo suficientemente amigable, le encantaba empujarte con la cabeza,

exigiendo una zanahoria. Había sido heredado junto con Fred. Pertenecían a una señora
que había muerto siete u ocho meses antes de que Melanie se mudara allí. Stella había
sugerido encarecidamente que Melanie se mudara a su casa, pero no le había
apetecido. Estaba a muy poca distancia de la casa de Valerie. Sin embargo aceptó llevarse
al perro blanco y a la miniatura de burro.
Con una última mirada al cielo, se paró de su mecedora. Escuchó los sonidos de la noche
por un momento, escuchando los débiles ladridos y aullidos de los coros de coyotes que
resonaban a lo largo del acantilado. Deben estar cazando río arriba esta noche.
Probablemente fue bueno que no estuvieran más cerca. Si Erin estaba durmiendo con la
ventana abierta, podrían darle un susto de muerte.
CAPÍTULO DOCE
En la mañana de su sexto día en el purgatorio – la palabra que había comenzado a usar

para sus llamadas vacaciones – a Erin se le ocurrió algo bastante extraño.
Ella se sentía ... diferente. Por un lado, eran las siete en punto y estaba despierta. No solo
despierta, sino levantada y vestida. Vestida para qué, no estaba segura.
Las otras mañanas, cuando salió de la cama, Melanie ya había salido. Cada mañana, su
desayuno había sido dejado en el microondas para que lo calentara como quisiera. Papas
fritas picantes con pimientos y cebollas una mañana. Un taco de arroz y frijoles al

otro. Huevos. Comía, luego se arrastraba de regreso a su habitación donde se escondería

hasta mucho después de la hora del almuerzo. De nuevo, su comida fría la estaría
esperando. Un día, incluso le dejó un pay de fresa. Sin embargo, cuando llegaba la hora
de la cena, ya había tenido suficiente de su propia miserable compañía, y se obligó a salir
de su habitación para compartir una comida generalmente callada con Melanie. Anoche
había aceptado la oferta de televisión de Melanie y se quedó despierta para ver un drama
médico con ella.
¿Y ahora esta mañana?
Se sentía diferente. Se sentía ... bueno ... bien. Lo que sea que se suponía que debía
sentirse. Su cabeza no estaba palpitando, por un lado. Y mientras se lavaba los dientes,
notó que las ojeras debajo de sus ojos habían desaparecido. También notó que sus
pómulos no parecían ser tan prominentes. Sin embargo, su cabello todavía estaba ...
bueno, parecía una mierda, pensó mientras se lo metía detrás de las dos orejas.
Sin embargo, se detuvo en la puerta de su habitación. Oyó a Melanie en la cocina, la

imaginó preparando el desayuno. Había sido grosera, lo sabía. Quería decir que no era
realmente ella, pero lo era, ¿no es así? Durante el último año más o menos – sí, había sido
básicamente una perra con todos.
Respiró hondo y luego abrió la puerta. Su presencia fue obviamente una sorpresa para
Melanie. Se detuvo a mitad de camino, la cafetera suspendida en el aire mientras miraba
fijamente, con las cejas arqueadas.
Erin se aclaró la garganta. "Buenos ... buenos días."
Melanie parpadeó y luego asintió. "Buenos días." Ella continuó sirviendo el café.
"¿Quieres una taza?"
"Sí. Por favor. ” Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones, sorprendida por su
nerviosismo. "Yo ... te debo una disculpa."
La expresión cambió en el rostro de Melanie, pero no la miró mientras sacaba otra taza
del armario. Ante su silencio, Erin se acercó a la barra. "He sido ... bueno, bastante
difícil."
Ante eso, Melanie se encontró con su mirada. " ¿ Difícil? Realmente no has salido de tu
habitación el tiempo suficiente para que te llamen difícil.”
"He sido grosera."

"Si lo has sido. Te concederé eso. ” Melanie le tendió una taza, el vapor alzándose por la
parte superior. “Creo que ya me he acostumbrado. Algunas personas son simplemente ...
groseras,” dijo con naturalidad.
Erin sonrió ante eso. “Sí, también me he acostumbrado, aparentemente. Esa no es quién
soy. Quién solía ser,” corrigió.
Sobre el borde de su taza, Melanie la miró a los ojos. "Te levantaste temprano."
Erin se encogió de hombros. "Me desperté. Se siente bien."
Un rápido asentimiento. "Bueno. ¿Eso significa que no vas a pasarte el día escondida en
tu habitación?”
Erin bajó su taza. "Yo ... sí ... necesito hacer algo. Creo que no tengo sueño. Tenía mucho
que hacer para ponerme al día. Supongo que mis dos, tres, a veces cuatro horas por noche
me paso factura.”
"Dios, cómo podías sobrevivir durmiendo tan poco?"
“Obviamente no lo hice. Sin embargo, seis o más Red Bulls al día mantenían el motor en
marcha. Soy un testimonio de eso.”
Otro asentimiento. "¿Así que finalmente te estrellaste?"
"Estrellada y quemada."
Una sonrisa rápida. "Bueno. ¿Entonces estás lista para hacer algo?”
"Sí."
"Bien. Puedes comenzar ayudando con el desayuno.”
Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, fue colocada una tabla de cortar en la
barra y fue deslizado un cuchillo bastante grande en su dirección. Asumió que iban a tener
esas papas fritas picantes así como cebollas, una variedad de pimientos y, sí, aparecieron
papas rojizas.
"Pícala," Melanie instruyó mientras sacaba un sartén de hierro fundido y lo calentaba en

la estufa. "Las cebollas primero."
Erin hizo lo que le indicaron, su mente volviendo a un momento cuando ayudaba a Sarah
en la cocina. Las palabras de Joyce todavía estaban frescas en su mente.

"Ella te usó."
Lo hizo? Cortó la cebolla por la mitad, luego se detuvo. A Sarah le gustaban las buenas
cosas, claro. Y Erin se las había proporcionado. Eso no significaba que la hubiera usado,
¿verdad? Ellas eran felices. Frunció el ceño. Eran ambas felices, ¿no es así?
Sí. Lo eran. Al principio.
"Sabes cómo picar una cebolla, ¿verdad?"
Erin parpadeó, alejando sus pensamientos. "Lo siento."
Melanie puso aceite de oliva en el sartén, luego extendió la mano para recoger las
cebollas que Erin había logrado picar y agregarlas al sartén. Chisporrotearon cuando
golpearon el aceite caliente. Pico el resto de la cebolla, luego comenzó con los pimientos,
observando cómo Melanie rebanaba y cortaba las papas en cuadritos.
En poco tiempo, todo estaba en el sartén y Melanie puso una tapa de vidrio encima y bajó
un poco la flama. Ambas se apoyaron contra la barra y tomaron sorbos de sus tazas de
café.
"¿Qué haces?"
"¿Hacer?"
"En la vida real," Melanie le explicó. "¿Trabajas?"
"Oh. Mi padre es dueño de una empresa constructora. De casas nuevas. En Houston. Pero
nos anunciamos en todo el estado, así que contratamos en cualquier lugar."
"¿Una gran compañía, entonces?"
"Bastante grande. Mi hermana y mi hermano menor también trabajan allí. Sigue siendo
una empresa familiar.” Eso hizo que Erin se preguntara cómo iban sus proyectos. "Yo ...
yo era la gestora de proyecto. Normalmente estaba en la oficina a las seis cada
mañana. No me iba hasta las ocho o las nueve. Trabajaba en casa. Me dormía unas
cuantas horas. Enjuague y repita."
"No es de extrañar que te hayas estrellado." Melanie agregó más café a su taza, luego le
ofreció a Erin un poco. “Supongo que comer no era parte de tu día? Lo siento, pero estás
muy delgada. No es asunto mío, por supuesto, pero una delgadez poco saludable.”

"Comer requería tiempo fuera del trabajo."
"Así que – todo trabajo, nada de diversión?"
Erin apartó la mirada, mirando por la ventana de la cocina. "Nada de diversión durante el
último año y medio, eso es seguro."
"¿Por qué?"
Erin se encogió ligeramente de hombros. "Las cosas cambiaron."
"¿Una mala ruptura?" Melanie supuso, luego rápidamente levantó la mano. "De nuevo, no
es asunto mío." Quitó la tapa del sartén y la dejó a un lado mientras revolvía las papas.
“ ¿ Tienes ganas de salir hoy? La luz del sol en tu piel hará maravillas con tu estado de
ánimo."
Erin estaba agradecida de haber cambiado de tema. "Mi estado de ánimo necesita mejorar,
¿eh?"
Melanie solo sonrió mientras sacaba los huevos del refrigerador.
“Está bien, supongo que sí. ¿Qué tienes en mente?"
"El puesto de las cabras necesita palearse, por ejemplo."
"Está bien, así que no sé lo que eso significa pero ... tu cabra intentó atacarme, recuerdas,"
le recordó.
“Ellas no atacan. No muerden. Son sobre todo una lata, en todo caso.”
"¿Cuantas tienes?"
"Tres. Una mamá – Carly – y sus gemelas, Rosie y Nora.”
"Nombres interesantes."
“Carly ya tenía nombre – y embarazada – cuando la conseguí. Rosie obtuvo su nombre

porque le encanta mordisquear los rosales. Nora ...” Melanie se encogió de hombros. "Ese
era el nombre de mi maestra favorita cuando estaba en la escuela."
“Entonces ... palear el puesto? ¿Qué significa eso?"

Melanie sonrió, una sonrisa que era ... bueno, Erin realmente no sabía lo que era.
¿Astuta? ¿Intrigante?
"Te mostrare. Será divertido."
Así que menos de una hora después – después de atiborrarse con dos tortillas suaves de
harina rellenas con crujientes papas fritas y huevos revueltos cubiertos con salsa verde
picante – se encontró de pie en un puesto maloliente con una pala en la mano. Finalmente
supo de qué se trataba esa sonrisa.
"¿En serio? ¿La primera tarea que me das es recoger mierda de cabra?”
Melanie se echó a reír rápidamente mientras dejaba caer la carretilla a su lado.
“Échala en la pila de abono cuando hayas terminado. Estaré en el jardín. La pila de abono
también está ahí afuera.” Hizo una pausa, mirando los pantalones de Erin. "¿Estás segura
de que no quieres cambiártelos por algo menos ... elegante?"
Erin miró los pantalones beige que se había puesto y luego sus mocasines de
cuero. Levantó una comisura de su boca. "Me temo que no empaqué exactamente para la
vida en la granja." Un fuerte ruido proveniente de detrás de ellas la hizo saltar y casi
correr para protegerse. Melanie no parecía preocupada en lo más mínimo.
"¿Qué demonios es eso?"
“Ese es Bandito. Y está rebuznando. Seguramente has escuchado un burro antes.”
"No en la vida real, no."
“Te lo presentaré más tarde.” Melanie señaló el puesto. "Hora de trabajar."
Arrugó la nariz mientras recogía la primera paleada de paja y popó de cabra. Las cabras
— las chicas, como las llamaba Melanie — estaban con las gallinas en un corral
cercado. La puerta del puesto estaba cerrada, pero dos caras estaban apretadas entre las
rendijas, observándola. Eran un poco lindas, admitió, especialmente porque estaban al
otro lado de la puerta y no podían alcanzarla.
Llenó la carretilla hasta el tope y todavía le quedaba la mitad del puesto.
La llevó al jardín donde Melanie había dicho que estaba la pila de abono. Erin la encontró
arrodillada, cavando en la tierra alrededor de una planta alta, con el sombrero familiar en
su cabeza cubriendo su cabello rubio.

"¿Qué estás haciendo?"
"Agregué abono a su alrededor, ahora estoy cubriéndolo con agujas de pino."
Miró alrededor del jardín por primera vez, sin tener idea de qué eran la mayoría de las
plantas. En realidad, no tenía la menor idea de lo que eran ninguna de las plantas.
“Primera vez en un jardín, ¿eh? Plantas de tomate.”
“Esta es una parcela bastante grande. ¿Qué haces con todo esto?”
Melanie se quitó los guantes y los sacudió, quitando la suciedad. "Me como lo que está en
temporada, tengo una envasadora a presión así que aguanto bastante, especialmente ejotes
y tomates, y también los congelo mucho." Se puso de pie. “Y regalo un poco. No todas
aquí todavía pueden mantener un jardín como solían hacerlo. Rachel, por ejemplo. Creo
que este año solo sembró algunas plantas de tomate y calabaza.”
Erin miró a su alrededor de nuevo, las filas limpias y ordenadas. "¿Entonces esto es lo que
ocupa la mayor parte de tu tiempo?"
“Me parece relajante, en verdad. Siempre hay algo que hacer. Jalar las malezas, escardar,
abonar, regar agua ... y la mejor parte – cosechar. Pero sí, prácticamente vivo aquí
afuera.”
"¿Entonces eras jardinera antes de mudarte aquí?"
"Dios, no." Melanie se rió y le quitó la carretilla. “ Al menos sabía cómo era un jardín,
pero no, no había cultivado uno antes. Los primeros años aquí fueron ... bueno, digamos
que me hubiera muerto de hambre si no fuera por algunas dádivas de las demás."
Erin caminó detrás de ella, adivinando que su altura sería de 1.65 mts, 1.67 mts, tal
vez. No demasiado alta, de verdad, pero ciertamente no pequeña. Su cabello rubio estaba
recogido en una cola de caballo, apartado de su cara. La camisa que llevaba no podía
ocultar el hecho de que no llevaba sostén. La camisa también reveló brazos que estaban
acostumbrados a trabajar; sus bíceps eran bien definidos mientras inclinaba la carretilla
sobre una pila ya alta de lo que supuso que era el abono. Al lado había una horquilla y
Melanie la apuñaló en la pila, girando y mezclando.
"Supongo que hay más en el puesto."
Erin asintió. "Esto es aproximadamente la mitad."

“¿Te importa ir por el resto? Eso hará que este sitio termine de fertilizarse entonces.”
"¿Qué significa eso?"
“No le agregaré nada más. Comenzaré uno nuevo. Este necesita reposar y cocerse, como
dicen ellas. Lo giro un par de veces a la semana, lo mantengo regado. Estará listo a
tiempo para la próxima primavera.” Señaló otro sitio del suelo húmedo y rico. “Esos dos
de allá están listos. Eso es lo que estoy usando alrededor de las plantas ahora."
Erin asintió, sin entender realmente nada de lo que estaba diciendo. Parecía que sería
mucho más fácil ir a un supermercado a comprar verduras.
Obedientemente levantó la carretilla de nuevo y se dirigió hacia el puesto, pero el sonido

de un perro ladrando la detuvo.
"¿Tienes un perro?"
"De vez en cuando. Fred Él y Bandito vinieron como un paquete. Sin embargo, solo vive
aquí a tiempo parcial.” Melanie se quitó el sombrero y se secó la frente con el antebrazo
antes de avanzar hacia la puerta. "Supongo que es Stella viniendo a ver cómo estás."
Erin vio la vieja camioneta de Stella subiendo por el camino. Estaba contenta de haberse
levantado esta mañana. Se preguntó cuál habría sido la reacción de Stella si la hubiera
encontrado todavía en la cama. Era la cliente que pagaba, se recordó. Si quería quedarse
en la cama todo el día, no debería ser de su incumbencia. Pero las palabras de Melanie
sonaron ciertas. La sensación del sol en su rostro, en sus brazos, parecía tener algún efecto
mágico en ella. Y, admitió, se sintió bien hacer algo de trabajo físico al aire libre bajo la
brillante luz del sol.
Entonces se le ocurrió cuán oscura había sido su vida. Por lo general, estaba en la oficina
antes de que saliera el sol. Y ya había pasado el anochecer cuando llegaba a casa. La
única vez que estuvo afuera fue cuando tuvo que ir a un sitio para presionar a los
contratistas. Incluso entonces, estaría en uno de sus trajes de negocios, impecablemente
vestida. Eso había sido hecho por Sarah. Antes de que Sarah entrara en su vida, Erin vivía
en jeans y camisetas de la compañía. Y en el sitio de un proyecto, encajaba perfectamente
bien. Pero Sarah la había convencido de que si quería ser la mejor, si quería tener el
poder, tenía que vestirse así.
Entonces lo hizo. Ella vistió el papel, actuó el papel. E hizo las cosas. No hablando
dulcemente, engatusando y persuadiéndolos suavemente. No.
Así era como solía manejarlo. ¿ Ahora? Ahora gritaba, presionaba, coaccionaba y los
obligaba. Donde solía ser amiga de los contratistas – riéndose y contando chistes e incluso

compartiendo una cerveza al final del día – se había convertido en alguien a quien temían
ver en el sitio del proyecto.
Porque si ella aparecía, entonces algo no iba según lo planeado, algo estaba retrasado,
algo estaba mal. Y alguien tenía que gritarlo.
Cerró los ojos y giró la cara hacia el sol, dejando que sus cálidos rayos la calmaran. Se
sentía bien. Ella se sentía bien. Volvió a abrir los ojos y sonrió al brillante cielo azul. Sí ...
ella se sentía bien.
Así que apartó los pensamientos de su trabajo, volviendo su atención a ... la mierda de
cabra.
CAPÍTULO TRECE
Melanie se ofreció a hacer café, pero Stella declinó.
“ Ya pasé en casa de Ángela. Creo que ya he tenido suficiente. ” Se inclinó más cerca.
"¿Donde esta ella?"
Melanie sonrió. "Paleando el puesto de las cabras."
Stella abrió mucho los ojos. "¿De verdad? Ella no parecía del tipo.”
"Lo sé. Lleva pantalones caqui y zapatos marrones de cuero. Pero al menos está
levantada. Si hubieras venido ayer, habría estado en su habitación. En realidad, hoy es el
primer día que ha estado levantada, el primer día afuera.”
"¿Qué ha estado haciendo?"
“ Durmiendo, supongo. Lo admito, se ve más humana hoy. Sus ojos son brillantes,
vivos. No me importa decir que estaba un poco preocupada.” Se unió a Stella en la barra,
apoyándose en lugar de sentarse.
"¿Ha estado comiendo?"
"Sí. A solas, en su mayoría. Pero esta mañana, era como una persona completamente
diferente. Se levantó a tiempo no solo para desayunar conmigo sino también para ayudar
a cocinar.”

" ¿ Cocinar? Oh, Mel, sabes que no me gusta hacer que nuestras huéspedes atiendan sus
propias comidas. Pagan lo suficiente como es.”
“Ella no es una huésped normal, Stella. No está aquí para un examen de conciencia o para
buscar el sentido de la vida. Ni siquiera está aquí para vacacionar y relajarse. Todavía no
sé por qué está aquí, en primer lugar. Ella no lo dice.”
“ Bueno, recibí una llamada de su hermana anoche. Parecía preocupada de que pudiera
intentar escapar o algo así.”
"¿Escapar? No es como si estuviera encerrada en una celda de la cárcel, verdad?” Melanie

se apartó de la barra. “Realmente no me gusta ser parte de esto, Stella. Erin está aquí en
contra de sus deseos, esencialmente. Si me pidiera que la llevara a Silver City, lo
haría. No podemos retenerla aquí contra su voluntad.”
"Pero su hermana dejó en claro – "
"No somos una prisión," dijo de nuevo.
Stella la sorprendió con los ojos entrecerrados. " ¿ Entonces estás diciendo que debería
buscarle otra anfitriona?"
Melanie hizo una pausa. Esta sería su salida, ¿no es así? Sí, manda a Erin con otra persona
... alguien más podría cuidarla, preocuparse por ella, cocinarle ... mantenerla alejada del
mundo durante tres meses por cualquier razón. Todo lo que tenía que hacer era decir que
sí.
Pero no lo hizo. Pensó en el primer día en que Erin había estado parada en su cocina,
mirando por la ventana ... con lágrimas en sus ojos. "Fuera de mi elemento, me
temo." Parecía tan perdida y sola, pero todavía había un rastro de desafío en esos oscuros
ojos avellanados, incluso en su estado debilitado.
¿ Y hoy? Hoy había sido realmente agradable, amigable. Eso era un principio, de
verdad. Pero aún así ... tres meses? ¿ Quería compañía durante tres meses? ¿ Valdría la
pena el dinero que obtendría por hospedar? No tenía nada que ver con el dinero. Tenía
que ver con tener a alguien en su espacio, su casa, su vida, durante tres meses completos.
"Bueno, debería?" Stella volvió a preguntar.
Melanie sacudió la cabeza. "No. Está bien. Ella puede quedarse conmigo.”
“Su hermana espera que la alberguemos durante tres meses. No sé cuál es el significado
de tres meses, pero lo enfatizó, Melanie.” Se inclinó más cerca, su voz baja. “ Eso es

mucho dinero para agregar a las arcas. Mucho para ti también. No queremos que ella se
vaya. El dinero ha estado tan escaso estos últimos años."
Melanie sonrió y asintió – como Stella esperaba que lo hiciera – manteniendo su respuesta
para sí misma. Sabía que al fondo del grupo le vendría bien algo de efectivo, y por
supuesto, a ella también. Pero sea cual sea la razón por la que Erin Ryder estaba aquí, no
estaban calificadas para ofrecer nada más que alojamiento y comida. Esta hermana, e
incluso Stella, parecían pensar en esta estancia como una especie de terapia para Erin.
Si Erin elegía volverlo terapia – caminatas en solitario, meditación, autorreflexión –

entonces ese era su asunto, pero Melanie ciertamente no iba a ofrecer ningún tipo de
asesoramiento.
"Ahora ... supongo que voy a saludarla y ver cómo está." Se detuvo en la puerta. "Pasaré
la próxima semana y verificarte."
***
Erin estaba saliendo del jardín, habiendo tirado lo último del excremento de cabra en la
pila de abono de Melanie cuando vio a Stella dirigiéndose hacia ella.
Bajó la carretilla y miró hacia la casa, pero Melanie permaneció adentro.
“Bueno, ahí estás, querida. ¡Mírate ... en el jardín!”
Erin le sonrió. "Supongo que no estoy vestida exactamente para la jardinería," dijo,
mirándose los pantalones y los zapatos.
"¿No trajiste jeans, Erin?"
“ Para ser honesta, no estoy segura de qué hay en las maletas. Joyce – mi hermana –
empacó la mayor parte por mí. Todavía no he desempacado todo."
"¿Oh? Sé que Melanie tiene una linda cómoda pequeña allí. No es – "
“No, estará bien. Simplemente no lo he hecho ... bueno, probablemente lo haré hoy."
"De acuerdo, bien. Estarás aquí tres meses, querida. No tiene sentido vivir de una maleta.
Convierte tu habitación en un hogar para ti.” Se inclinó más cerca, conspiradoramente.
“Ahora, qué hay con las comidas? ¿Han sido de tu agrado? Sin frijoles?"
“Las comidas han estado bien. No me importaría comer pollo de vez en cuando, pero – “

Stella jadeó. "¿Pollo?"
“ Y tuvimos frijoles anoche. Un burrito con picante y queso con cebolla, espinacas y
demás. Muy sabroso."
"Bueno. Bien entonces. Tenía la esperanza de que te gustaría más aquí. Melanie es
probablemente más cercana a tu edad. Tendrán más cosas en común.” Ella sonrió. "¡Y no
teje!"
CAPÍTULO CATORCE
"Así que nunca dijiste cómo te fue con la visita de Stella."
Erin se detuvo de cortar la cebolla. “Ella me estaba comprobando. Quería asegurarse de

que me estuvieras alimentando adecuadamente. Le dije que seguía esperando encontrar
pollo en el menú una noche.”
Melanie se echó a reír y señaló la tabla de cortar. “ No le digas que estás preparando la
comida. Se supone que las huéspedes no deben ayudar con las comidas.”
Erin volvió a cortar. "Me ofrecí a ayudar." Hizo otra pausa. “No he estado en una cocina –
para cocinar – en más de un año y medio. Se ... se siente bien. Gracias por dejarme entrar
en tu espacio. Supongo que estás acostumbrada a tener tu cocina para ti sola.”
"Sí. He estado aquí siete años. Eres la primera huésped en estar en mi cocina para algo
más que no sea comer.”
"¿Con qué frecuencia tienes que alojar gente, como tú lo llamas?"
“Por lo general una vez al año, nunca más de dos veces. Y es raro que alguien se quede
más de una semana. Los fines de semana largos, normalmente. Tres, cuatro noches, a lo
mucho.”
“¿Has estado aquí siete años? ¿Viniste de buena gana?”
"Lo hice. En ese entonces vivía en Phoenix, así que no fue una mudanza drástica para
mí.” Melanie levantó la mano. "Y no, no quiero entrar en por qué y cómo." Una sonrisa
rápida. "¿Pero qué hay de ti?"
"¿Por qué estoy aquí?"

"Sí."
¿Por qué estaba ella aquí? Sabía la razón por la que su padre y su hermana la enviaron
aquí, pero era esa realmente la razón?
"Tenías razón. Una mala ruptura.”
Melanie la miró con simpatía. "Lo siento. ¿Supongo que fue reciente entonces?”
Erin levantó la vista de sus cebollas. "¿Por qué crees que fue reciente?"
Melanie recogió las cebollas que había cortado y las agregó al sartén que chisporroteaba
con aceite. “Bueno, estás aquí. Supongo que alguien rompió contigo.” Ella la miró. "¿Es
por eso que trataste de suicidarte?"
Los ojos de Erin se abrieron en estado de conmoción. "¿Qué? ¿Suicidarme?"
"Lo siento," Melanie dijo rápidamente. “ No tengo derecho a mencionarlo. Es solo que
Stella dijo – “
“¿Stella? Nunca le dije eso a Stella.” Pensó en sus conversaciones y finalmente asintió.
"Oh."
"¿Oh?"
“Ella quería saber sobre mi sentencia de tres meses. Le dije que mi padre y mi hermana
pensaban que estaba tratando de suicidarme.” Sacudió la cabeza. "No literalmente."
Luego se detuvo. “O tal vez lo estaba. Tratando de suicidarme con el trabajo y Red Bull y
alcohol y cigarrillos y sin dormir ni comer." Ella sacudió su cabeza. "Dios, eso es
deprimente."
“Eso ciertamente lo hará. Lentamente, por supuesto.”
"Ha pasado un año y medio desde que ella se fue."
"Oh, ya veo. Desde entonces no has estado en la cocina, ¿eh?”
“ Solíamos ... quedarnos y cocinar. Bastante. Al principio, de todos modos. Cuanto más
trabajaba, más tiempo libre tenía ella. Salía a cenar con amigos ya que normalmente yo
llegaba tarde a casa.”
"¿Ella tiene un nombre?"

"Sarah."
“¿Así que ella tenía tiempo libre? ¿Sarah te dejó por una de tus amigas?”
"No." Erin dejó el cuchillo y se limpió las manos con un paño de cocina. “Solíamos ir a
Nueva York dos veces al año. A ella le encantaba la ciudad. Conoció a alguien en uno de
esos viajes. Tuvieron una aventura en línea después, aparentemente. Luego cuando
volvimos, se enrollaron. Durante dos años hicieron eso."
“¿Por qué una aventura? ¿Por qué no dejarte de inmediato?”
Se lo había preguntado cientos de veces. Ella sabía la respuesta. Joyce le había dado la
respuesta. “Porque teníamos una casa grande, una linda piscina, buenos autos, vacaciones
en las playas mexicanas. Supongo que no tenía prisa por dejar eso."
"¿Estuvieron juntas mucho tiempo entonces?"
“Poco menos de seis años. Supongo que debería decir cuatro, ya que dos de esos años ella
tenía un amante a su lado.” Hizo un gesto hacia las cebollas en el sartén. "Se van a
quemar."
Melanie las movió rápidamente, luego las apartó de la hornilla. "¿Cuantos años tienes?"
"Treinta y tres. ¿ Por qué? ¿ Demasiado vieja para ser obligada a estas llamadas
vacaciones?”
Melanie asintió con la cabeza. "Pero no es asunto mío."
Erin dejó escapar un suspiro y observó a Melanie agregar calabaza y pimientos picados a
las cebollas. "También podría sacarlo todo," dijo, casi para sí misma. “Mi padre amenazó
con despedirme. Esta fue mi alternativa. Bueno, esto o una clínica de rehabilitación,
aparentemente."
"¿Necesitas rehabilitación?"
Erin sonrió. "¿Algún adicto cree que necesita rehabilitación?"
"Pero en realidad no eres una adicta, ¿verdad?"
"Pareces ser la única que piensa eso." Se apartó de la barra. “Ciertamente era adicta a los
Red Bulls. Pensé que mi cabeza iba a explotar esos primeros días."

"¿Y el alcohol?"
Erin se encogió de hombros. “ No era una borracha, si eso es lo que estás preguntando.
Creo que simplemente era algo que hacer por las tardes, cuando estaba sola. Me tomaba
un cóctel o tres mientras trabajaba en mi computadora portátil, cualquier cosa para
mantener mi mente ocupada. Me saltaba el desayuno, tenía un Red Bull. Me saltaba la
cena, tenía una copa.”
"¿Entonces dormías unas horas?"
“Unas cuantas, sí. Luego comenzaba todo el proceso nuevamente."
Melanie sacudió la cabeza. “¿E hiciste eso por más de un año? Eres afortunada de que no
te mataras.” Hizo un gesto hacia las papas en la barra. "Rebana esas muy delgadas."
"¿Qué estás haciendo?"
“Estamos haciendo una cacerola. Voy a mezclar un poco de tofu para hacer una salsa de
crema."
"¿De queso?" Preguntó esperanzadamente.
“Por suerte para ti, tengo debilidad por el queso. Está lleno de grasa y no es bueno para ti,
pero aún no me he rendido. Estoy trabajando en eso. Una o dos veces por semana es todo
lo que me permito."
"¿Eras vegetariana cuando te mudaste aquí?"
"Dios, no. Fue difícil al principio. Cuando íbamos de compras a la ciudad, a menudo
pensaba en comprar pollo o carne molida o algo así y traerlo a escondidas al rancho.” Ella
se echó a reír. "Stella debe haberlo sospechado porque a menudo inspeccionaba mis
bolsas."
"¿Entonces nunca lo hiciste?"
"No. Síndrome de abstinencia – por así decirlo – era la forma más fácil. Como una
tirita. Quítala de un jalón y termina con eso.” La miró y le guiñó un ojo. "Eso no quiere
decir que no pesque truchas en el arroyo ocasionalmente."
Erin sonrió mientras continuaba rebanando las papas. “No deberías haberme dicho. Ahora
tengo algo con lo que chantajearte.”

“Si guardas mi secreto, tal vez podamos intentar pescar en la mañana. La trucha fresca es
deliciosa."
"¿Y Stella nunca te atrapó?"
"No. Conozco su rutina. Suele venir solo una vez a la semana y normalmente entre las
nueve y las diez de la mañana.” Cogió las papas y las añadió al sartén. "Por supuesto, le
preocupa que intentes escapar, así que puede venir más a menudo."
"Escapar, ¿eh?"
"Aparentemente tu hermana la llamó anoche y plantó esa idea en su mente."
Erin se rió. "Sí, Joyce pensaría eso."
Melanie sacó un bloque de queso del refrigerador y se lo entregó.
“Ráyalo por mí, quieres? Menos de la mitad.” Se inclinó y abrió uno de los armarios de la
barra, sacando una licuadora. "Para la salsa de tofu," explicó.
"¿Cuánto tiempo te llevó aprender a cocinar de esta manera?"
"No mucho. Era como hundirse o nadar. No preparo muchos platillos elaborados, pero a
veces derrocho, como esta noche."
"Entonces, esta cacerola es para mi beneficio?"
“ Normalmente mantengo las cosas bastante sencillas. Cocinar para uno no requiere
mucho. Arroz o papas, frijoles ... verduras. Esa es la mayoría de mis comidas. Si tan solo
pudiera dejar el hábito del queso.”
“¿No te sientes sola aquí? Comiendo a solas todo el tiempo.”
Melanie pareció considerar la pregunta. "No. Eso no quiere decir que no lo hice al
principio. De hecho, casi todo el primer año fue incierto.” Hizo una pausa. "Pero si. A
veces me siento sola.” Mel le dirigió una rápida sonrisa. “ Sin embargo, pasa. Con el
tiempo."
Erin se preguntó si eso era difícil de admitir para ella. Era obviamente independiente y
había sido su elección vivir aquí, lejos de todo y de todos. “Entonces dime cómo funciona
esto. Alguien quiere mudarse aquí, Stella tiene que aprobarlo. ¿Y luego qué?"

“ No solo Stella, sino que a estas alturas, creo que aceptarían a cualquiera, siempre y
cuando fueran mujeres. Como habrás notado, la mayoría de ellas tienen más de setenta
años.”
A la masa de tofu en la licuadora, Melanie le agregó condimentos, luego la prendió. Erin

observó cómo se formaba una suave salsa blanca. Cuando la licuadora se detuvo, Melanie
asintió hacia la pila de queso. "Eso es suficiente."
"Entonces construiste esta cabaña?"
"Sí. Tuve la opción de mudarme a una de las casas vacías. Todavía hay dos que están en
bastante buena forma, pero tampoco me interesaba. La mayoría de las damas están
bastante agrupadas en la parte delantera de la propiedad, cerca de Stella."
"¿Y eres una ermitaña así que querías estar lejos?" Adivinó.
"No era una ermitaña cuando me mudé aquí, no," Melanie dijo con una sonrisa.
“ Simplemente buscaba la soledad, de hecho. Tenía ... mucho que sanar," dijo
evasivamente. “ Así que caminé a lo largo del arroyo hasta que encontré este lugar.
Simplemente ... se sentía bien. Tengo al oeste el acantilado detrás de la casa que ofrece
protección contra las tormentas. Entonces el arroyo justo aquí. Y el pequeño acantilado
detrás del arroyo crea un hermoso amanecer. Puedo ver las montañas desde mis
ventanas.” Ella se encogió de hombros. “Se sintió bien. Y viví temporalmente en una de
las casas vacías mientras se estaba construyendo. Eso solo me convenció de que había
tomado la decisión correcta de vivir aquí sola.” Ella sonrió. "He llegado a amar a estas
damas como si fueran familia, pero cuando me mudé aquí por primera vez, eran
entrometidas como el infierno."
Las preguntas surgieron en la mente de Erin, pero las contuvo. ¿Era de su incumbencia
qué tipo de curación tuvo que hacer Melanie o por qué se mudó aquí?
"¿Eran entrometidas y tú eras privada?"
Melanie se encontró con su mirada. “No tenía a nadie. Crecí en hogares de acogida, así
que estaba acostumbrada a estar sola, por mi cuenta. Así que sí, privada.”
Una vez más, no era asunto suyo, pero no creía que Melanie hubiera ofrecido esa
información si no estuviera preparada para hablar de ello. Ella hizo la pregunta
obvia. "¿Por qué hogares de acogida?"
Melanie vertió la salsa en el sartén, mezclándola con las verduras y ocupándose de la

cacerola. Tanto que Erin pensó que no iba a responder. Finalmente detuvo sus
movimientos, mirándola de nuevo.

“ Mi madre tenía quince años cuando yo nací. En ese momento, ella era solo una
drogadicta. La cocaína, la heroína, la metanfetamina cristalizada ... todo eso vino
después. Ella se prostituía por dinero, usó el dinero para las drogas.” Tragó saliva. “Sus
padres no estaban mucho mejor. Cuando yo tenía seis años, él murió de una sobredosis,
justo en el piso de la cocina. La policía vino, vio las condiciones de la casa, mi condición
... me llevaron lejos," dijo con bastante naturalidad.
"Guau," Erin susurró. "¿Recuerdas todo eso?"
“La mayor parte, sí. Todavía puedo ver a mi abuelo en el suelo, puedo verla – a mi abuela
– arrodillada junto a él, con rayas de rímel en la cara por el llanto. Y mi madre, sentada en
la mesa, con una aguja en el brazo.”
“Supongo que sabes cómo es un adicto. Dios, qué horrible.”
"Sí, lo fue." Luego se encogió de hombros. “ No conocía nada mejor, en realidad. Lloré
cuando me llevaron.”
“¿Alguna vez los volviste a ver? ¿A tu madre?"
“ Un puñado de veces. Para su crédito, trató de obtener mi custodia por intervalos a lo

largo de los años, pero ... bueno, no podía mantenerse limpia. Cuando fui mayor, cuando
salí del sistema – cuando estaba trabajando – comenzó a venir de nuevo."
"¿Queriendo dinero?" Adivinó.
"Sí."
"¿Se lo diste?"
"No. Ella era un desastre. Y yo ... estaba involucrada con alguien. Él estaba
absolutamente limpio. Comenzó a llamar a la policía cada vez que ella venía. Finalmente
ella dejo de hacerlo.”
Las cejas de Erin se arquearon. "¿Él?"
"Sí."
"Pero pensé ... Stella dijo que todas aquí ..."
"Sí."

CAPÍTULO QUINCE
Melanie trató de mantener la sonrisa fuera de su rostro pero no pudo ocultarla por más
tiempo. Se rindió y finalmente dejó escapar la risa.
"Lo sé," Erin dijo, parada en la orilla del arroyo, sosteniendo la caña y el carrete como si
estuviera agarrando un bate de béisbol. "Lo sé."
"Nunca has ido de pesca, ¿eh?"
"Nunca he ido de pesca."
"¿No es extraño?"
Erin se encogió de hombros. “A mi papá no le gustaba todo eso. Raramente salíamos de la

ciudad. Y si lo hacíamos, fue a la playa en Galveston.”
Melanie señaló su ropa. ¿ Pantalones planchados? Camisa almidonada? ¿ Cuero pulido?”

Sacudió la cabeza. "¿Sabes lo mucho que te ensucias al pescar?"
"No encontré ningunos jeans." Ante la ceja arqueada de Melanie, explicó. “Mi hermana
hizo la mayor parte del equipaje. Supongo que pensó que iría a un club de campo o algo
así.”
“ Bueno, si usas ese tipo de ropa durante tres meses, quedarán totalmente arruinadas.
¿Shorts?” Preguntó esperanzada.
Erin sacudió la cabeza.
“Entonces, haremos planes para un viaje de compras. Si quieres, eso es.”
"¿Te gusta la civilización?"
Melanie se rió. “ Silver City, donde te recogieron. Esa es la ciudad más cercana de
cualquier tamaño. Por lo general, es un viaje de una vez al mes, pero en realidad podemos
ir en cualquier momento."
"¿Por qué solo una vez al mes?"
"Oh, esa es la forma en que Stella comenzó a hacerlo hace mucho tiempo y está un poco
atascado." Abrió la caja de pesca de lona. "Fue difícil al principio. Estaba acostumbrada a

ir al supermercado por capricho. No pude hacerlo un mes entero, pero es más de una hora
en coche para llegar allí.” Sacó un frasco de la carnada. “Me llevó al menos seis meses
antes de sentirme cómoda. ¿Ahora? No es un gran problema. He aprendido a vivir de lo
que produce el jardín y solo necesito unos pocos alimentos básicos ... frijoles secos, arroz,
café, harina para mis tortillas o masa para maíz, ese tipo de cosas. ” Agitó la mano.
"Aparte de, ya sabes, artículos de papel y demás."
"Entonces, qué es eso?" Erin preguntó, señalando la carnada.
"Se supone que imita los huevos de salmón." Abrió la tapa, revelando las bolas de color
rojo rosado.
Erin se inclinó para inspeccionarlos, luego arrugó la nariz. "Ellos huelen."
"Uh huh."
Asumió que Erin querría que cebara el anzuelo, pero sacó uno del frasco y lo sostuvo en
alto, su mirada fue hacia el anzuelo.
"Así que solo ensartarlo ahí?"
“Vas a querer dos o tres. Cubre la mayor parte del anzuelo.”
Ella retrocedió y observó a Erin estudiar los mecanismos del carrete con la cabeza
ligeramente inclinada. Sacudiendo el cable metálico de la caña arriba y abajo, luego la
miró.
Melanie asintió con la cabeza. "Cuando lo sacudes, liberas la tensión para ti al lanzarlo."
Estaba a punto de ofrecerle enseñarle cómo, pero Erin se movió hacia el borde,
sosteniendo la varilla con una mano. Sin embargo, sostenía la caña con el carrete giratorio
en la parte de arriba, no en la parte de abajo.
“He visto hacer esto en la televisión. Solo ligeramente ... sacudirlo ahí, ¿verdad?”
“Quieres lanzarlo río arriba y luego dejar que el agua te lo devuelva río abajo. Las truchas
nadan río arriba para alimentarse.”
El primer lanzamiento no fue bonito y solo se sumergió unos metros en el agua. Estudió
nuevamente el carrete y Melanie retrocedió pacientemente, debatiéndose si darle
instrucciones o no.

"Lo tienes al revés," finalmente dijo. "El carrete debe estar en la parte de abajo."
" ¿ En serio?" Erin le dio la vuelta, luego parecía totalmente perdida. "Está bien, así que
supongo que necesitaré un poco de ayuda."
Melanie avanzó, tomó la mano de Erin y colocó el pie del carrete entre sus dedos
medios. "Así. Todo está en la muñeca. Cuando abres la fianza, sostienes el sedal contra la
varilla con tu dedo índice,” dijo, colocando su dedo sobre el de Erin, presionando hacia
arriba para sostener el sedal. Levantó la vista y vio a Erin observándola en lugar de a sus
manos. Le dio una leve sonrisa, luego continuó. "Cuando lo lanzas, suelta el sedal justo
pasado la parte de arriba de tu lanzamiento, luego cierra el sedal, así," dijo, moviendo el
cable de metal hacia abajo. Ella se alejó. “Me tomó varios días entenderlo, así que no seas
demasiado dura contigo misma. Y yo ya había ido antes de pesca.”
Erin parecía estar repasando mentalmente sus instrucciones, luego levantó la mano y, con
un movimiento rápido de su muñeca, envió el sedal hacia el centro del arroyo. Melanie
aplaudió.
"Maldita sea. Perfecto en el primer intento.”
Erin sonrió mientras veía el sedal flotar junto a ellas. "¿Hasta dónde debo soltarlo?"
"Si está demasiado lejos y recibes un golpe, nunca podrás atraer el pez. Yo diría que no
más de nueve, tal vez doce metros río abajo."
Erin enrolló el sedal y luego la arrojó de nuevo, haciendo otro lanzamiento casi perfecto.
"¿Estás segura de que no has ido de pesca antes?"
Erin se encogió de hombros. "Ingeniera mecánica."
"Oh, ya veo. ¿Ayudas a diseñar tus casas entonces?”
"No. Tenemos una firma para eso. Por supuesto, los clientes pueden traer sus propios
planes de diseño. Somos una constructora de casas personalizada. Podemos hacer
cualquier cosa.” Erin volvió a soltar el sedal. "Estamos en conversaciones para comprar
una propiedad en el condado de Waller, cerca de Katy." Ella sonrió. “ Sé que eso no
significa nada para ti. Está al noroeste de Houston. En los suburbios. Queremos diseñar –
y construir – una comunidad." De nuevo la arrojo. “Y se supone que debo olvidarme del
trabajo durante tres meses, así que no me dejes hablar de eso."
“Te encanta lo que haces. Es difícil no hablar de eso, supongo.”

Erin hizo una pausa, dejando que el sedal flotara más abajo que antes. " ¿ Qué si me
encanta?" Preguntó en voz baja, casi para sí misma.
Melanie la observó jalar del sedal otra vez, luego vio que la punta de la varilla se doblaba.
"Está bien, entonces algo está pasando," Erin dijo, su voz emocionada.
“Enróllalo. No dejes que el sedal se tense demasiado. Estás un poco lejos.”
Erin la miró rápidamente. “¿Quieres tomarlo? No es que sepa lo que estoy haciendo."
"Lo estás haciendo bien. Tráelo lentamente.” La trucha saltó del agua, su piel lustrosa
brillaba a la luz del sol. "Bueno ese. No lo pierdas.”
Las palabras apenas salieron de su boca cuando el pez saltó nuevamente, esta vez
liberándose del sedal.
"Bueno, maldición," Erin dijo, obviamente decepcionada. "Casi podía saborearlo."
Melanie se rió. "Sí, ese suele ser el caso." Le entregó la carnada. “ Te dejaré con
eso. Tengo una canasta de ejotes que necesito aportar.”
"¿Aportar?"
"Lata."
"Ah. La cosa de la envasadora de presión. ¿Quieres que te ayude?”
“Conozco mi rutina al dedillo. No me tomara mucho tiempo.” Señaló el arroyo. “Estás a

cargo de la cena. Dos o tres de buen tamaño deberían ser suficientes.”
Iba a alejarse, pero Erin la llamó.
"Mel?"
Ella se giró con las cejas arqueadas.
"Gracias por esto. Tenías razón. Estar afuera bajo el sol ... "
Ella sonrió. "Sí. Hace maravillas para tu estado de ánimo. El pescar para la cena es
simplemente algo adicional.”

CAPÍTULO DIECISÉIS
Erin estaba absolutamente mugrosa cuando regresó a la casa caminando penosamente,

con la bolsa de pescado colgada al hombro. Las rodillas de sus pantalones estaban
manchadas de tierra, los costados sucios donde se había limpiado las manos y sus dos
zapatos estaban mojados. Se había enrollado las mangas de la camisa hasta los codos y
había jalado del dobladillo de la camisa fuera de la pretina, usándola para limpiarse la
sangre en la mano donde el gancho la había atrapado. Asquerosa, sí, y estaba sonriendo
como una niña cuando abrió la puerta de la cocina.
Melanie estaba en la estufa, revolviendo algo en una olla. Ella la miró expectantemente.
"Atrapé la cena," dijo con orgullo.
"¡Hurra! Déjame ver."
Le entregó la bolsa y observó cómo Melanie la abría. Lo había pasado tan bien que no se
detuvo con tres.
“¡Cuatro! Guau, son buenos. Tendremos un festín esta noche.”
"Eso fue divertido. Podría haberme quedado afuera durante horas.”
Melanie asintió. “La pesca es adictiva. Y relájate. ¿Cuál es esa cita atribuida a Thoreau?”
Erin sacudió la cabeza. "No tengo idea."
"Algunos hombres pescan toda su vida, sin saber que no es el pez lo que realmente buscan
... o algo así." Ella le sonrió. "Me alegro de que lo hayas disfrutado." Le devolvió la
bolsa. "Las truchas son fáciles de limpiar, por cierto."
Los ojos de Erin se ensancharon. "¿Limpiar? Quieres que yo ... que ...”
Melanie se rió. "Oye, tú eres la que quería comer trucha."
Erin respiró hondo. "Bueno. Sí, quería. Muéstrame qué hacer.”
Era bastante sencillo limpiar el pescado. Asqueroso, pero sencillo. Melanie la había
dejado diciendo que iría al jardín a buscar tomates y pimientos para el almuerzo. Tenía
que admitir que no había comido tanta comida desde ... bueno, nunca. El desayuno
generalmente consistía en café, nada más y nada menos. ¿Y el almuerzo? Un sándwich en

una tienda de delicatessen local, si podía conseguir el tiempo o el almuerzo de negocios

ocasional. ¿La cena? Sí, por lo general ya se estaba muriendo de hambre.
Y cuando Sarah entró en su vida, habían cocinado en casa a menudo. Al principio, al

menos. Hasta que ella comenzó a trabajar más y más.
Miró por la ventana de la cocina y vio a Melanie moverse por el jardín. Había conocido a
Sarah en una barbacoa del patio trasero – amiga de una amiga de una amiga. Había estado
tan animada, tan coqueta, riéndose y bromeando como si conociera a Erin por años. Erin
se enamoró un poco ese mismo día. Incluso hacia el final, incluso cuando Erin podía
sentir a Sarah escabullirse, todavía había sido divertida. Sus amigas amaban a
Sarah. Todos amaban a Sarah.
Bueno, excepto por Joyce y su familia. ¿ Qué podían ver que nadie más podía? Respiró
hondo y vio a Melanie dirigiéndose hacia la casa, deteniéndose para agacharse y ...
acariciar un pollo? El cabello de Melanie le caía alrededor de la cara y cuando se
enderezó, se lo apartó. Era lo suficientemente largo como para una cola de caballo, que es
como solía llevarlo cuando estaba afuera trabajando. Cuando se lo soltaba, como ahora,
podía ver las diferentes capas, la parte lateral oculta mientras la brisa sacudía su flequillo.
Ella continuó mirando, viendo la cara de Sarah afuera de la ventana ahora, su cabello
rubio brillante largo y sedoso. Supuso que su familia podía ver a través del acto. Sarah
tenía formas de convencerla. Erin no pudo negarle nada.
Sí, cambió por ella. No había sido difícil, de verdad. Sarah la había empujado, guiado y
moldeado en la persona que era hoy. Una persona que a nadie le gustaba o quería tener
cerca, al parecer. Incluso Sarah.
Miró hacia el fregadero y vio los cuatro pescados que había limpiado. Bueno, no, no era
la persona que era hoy. No este mismo día.
"¿Todo listo?"
Erin se giró hacia Melanie y la encontró sosteniendo dos tomates grandes y un puñado de
pimientos largos.
Ella hizo un gesto hacia su mano. "¿De qué tipo son esos?"
"Pimientos banana. Del tipo picante, no del dulce.” Se colocó a su lado en el fregadero,
empujándola suavemente con la cadera. "También tengo los dulces, pero voy a hacer
tacos." Puso las verduras en el mostrador e inspeccionó el pescado. "Buen trabajo."
"No sabía qué hacer con eso," dijo, señalando la masa de tripas de pescado.

“Tengo un lugar atrás, a lo largo del arroyo seco. Los mapaches lo limpiarán esta noche.”
"¿Los mapaches se meten con las gallinas o algo así?"
"Oh, sí, claro. Si pudieran entrar en el gallinero, las matarían. Pero lo tengo seguro.” Hizo
un gesto por la ventana. "Puede que hayas notado que no abro el patio cercado hasta
media mañana, después de que la amenaza de los depredadores se desvanece." Luego
sonrió. "O tal vez no. Olvidé que dormiste los primeros cinco días.”
“Realmente lo siento por eso. Yo – "
"No necesitas disculparte. Obviamente necesitabas el descanso. Y como dije, si estás

cansada, toma una siesta. No hay reglas.” Entonces sonrió. "Aparte de las reglas de Stella,
por supuesto."
"¿Alguna vez tomas una siesta?"
"Dios, no. Tengo mucho que hacer. Especialmente durante el verano cuando el jardín está
produciendo."
"¿Crees que ... bueno, podrías encontrar el tiempo para llevarme de compras?" Señaló sus
pantalones. "Tenías razón. Los ensucié mucho."
“Haré tiempo. Podemos ir mañana, si quieres.” Melanie colocó el pescado en una bolsa de
plástico y se lo entregó. "Al refrigerador. Y si quieres cambiarte antes del almuerzo,
tienes tiempo. Todavía tengo que hacer las tortillas."
"¿Haces tus propias tortillas?" Preguntó con asombro.
"No es difícil. Solía comprarlas y congelarlas, sacándolas cuando lo necesitaba, pero

cuando Ángela se mudó aquí, aproximadamente un año después de mí, me enseñó cómo
hacerlas. Incluso fue tan lejos como usar un rodillo, pero me resulta mucho más fácil con
una tortilladora.”
"No es de extrañar que estuvieran tan buenas."
“Ve a asearte. Puedes ayudarme a hacerlas si quieres."
Erin hizo lo indicado, preguntándose por su repentino interés en cocinar ... y comer.
¿ Realmente había estado muriéndose de hambre todos estos meses? Mientras se miraba
en el espejo – desnuda – sí, notó que había estado muriendo de hambre. Sus senos se
habían reducido a casi nada. No es que hubiera estado bien dotada. No había usado sostén

en más años de los que podía recordar. ¿ Quién podría decirlo? ¿ Y sus costillas? Podía
contar casi cada una de ellas. Pasó la mano sobre ellas ahora, sintiendo un poco más de
carne que antes. ¿ Cuánto peso había perdido? ¿ Y cuánto había subido desde que había
estado aquí?
Entró en la pequeña ducha, enjabonándose rápidamente. Se sintió bien, notó. Relajada.

¿ Se atrevía a decir contenta? Se había resignado a tres meses en el exilio. Una vez que
había aceptado eso, al parecer, había perdido la voluntad de luchar contra lo inevitable. Y
había escapado de la casa de los horrores de Rachel. Sonrió, recordando la primera cena
que Rachel le había dado de comer. Dios, eso había sido horrible. Y su cabeza había
estado a punto de explotar por la mañana. ¿ Ahora? No, sus dolores de cabeza habían
desaparecido. Un par – o tres – tazas de café cada mañana parecían funcionar.
Había tenido suerte con Melanie, decidió. Después de escuchar a Stella y a Melanie
describir a las demás, probablemente ya habría corrido gritando en la noche si la hubieran
colocado con otra persona. Melanie era amable. Era normal. Era linda. Atractiva. ¿ Por
qué estaba viviendo aquí con estas ... estas inadaptadas?
Mientras se secaba, se preguntó sobre su conversación de anoche.
Ella había estado involucrada con alguien ... un hombre. La mirada en los ojos de Melanie
indicaba que no quería hablar más de lo que lo habían hecho. Tenía curiosidad, por
supuesto. Stella dejó en claro que todas aquí eran lesbianas, excepto dos, las dos de
sesenta años. Melanie podría haberle mentido a Stella, supuso, fingiendo ser lesbiana para
poder mudarse aquí. ¿Pero por qué?
Si Stella ahora permitía que una mujer se mudara aquí, por qué tendría que fingir que era
gay?
Ella sacudió su cabeza. No. Melanie no era una mujer heterosexual, podía verlo. Por otra
parte, ella había estado aquí, viviendo sola por cuánto tiempo? ¿Siete años? Supuso que
tampoco era una mujer gay. Casi rodó los ojos. ¿Desde cuándo tener relaciones sexuales
era un criterio para esa etiqueta? Después de que Sarah la dejó, ni siquiera había
considerado tener sexo con alguien más en ... qué? ¿Seis u ocho meses? Incluso entonces,
fue poco entusiasta. Ellas nunca se quedaron por mucho tiempo.
Por supuesto, ella tampoco estaba realmente cerca, ¿verdad? No. Ella estaba trabajando.
Manteniéndose ocupada. Manteniendo su mente ocupada para no preguntarse cuánto
tiempo le tomaría superar la ruptura.
A veces se preguntaba si no era tanto un corazón roto lo que intentaba superar o un ego
magullado. Sí, cuando Sarah le dijo por primera vez, se había sorprendido. Sorprendida
por la aventura de Sarah, es decir, no sorprendida de que se hubieran separado. Ella lo

había sentido venir durante meses. A pesar de eso, no tenía idea de que Sarah había tenido
una amante dos años antes. Recordaba vívidamente ese día – Sarah no ocultando nada. La
mirada en sus ojos, el tono de su voz ... era un poco jactancioso. Y condescendiente. Y sí,
arrogante. Quizás Joyce había tenido razón todo el tiempo. Sarah la había usado.
Recordó lo vacía que se sintió cuando Sarah se fue. Pensó que se marchitaría y moriría
allí mismo. Sin embargo, no había habido lágrimas. Había estado muy enojada. Sarah en
realidad la había engañado. Por dos años enteros y ella no tenía ni idea.
Se miró en el espejo, dándole una sonrisa sin humor a su reflejo. Había tenido el corazón
roto, seguro. Ella había amado a Sarah. Pero estaría mintiendo si dijera que su ego
tampoco había recibido un gran golpe. Seis años desperdiciados. No. Siete y medio
ahora. Estos últimos dieciocho meses casi la mataron. Si Joyce y su padre no hubieran
intervenido, cuánto tiempo habría seguido como estaba? Ya había tocado fondo, no? No
había mucho más por caer.
"Oye ... ¿estás bien allí?"
La voz de Melanie la sacó de sus pensamientos, y asomó la cabeza fuera del baño,
mirando a la puerta cerrada del dormitorio.
"Sí. Ya salgo."
"Bien. El almuerzo esta listo."
CAPÍTULO DIECISIETE
Melanie puso la mecedora en movimiento y cerró los ojos, una sonrisa curvó sus labios al
imaginarse la cara de Erin mientras comía truchas frescas por primera vez.
Melanie había arreglado las cuatro, horneando dos y friendo dos. Había tenido la
sensación de que Erin se las devoraría y lo había hecho. Eso no quería decir que no
obtuvo su parte. Le recordó cuánto tiempo había pasado desde que se había tomado el
tiempo para pescar.
Ahuecó la taza de té, saboreando la fragancia antes de tomar un sorbo. Levantó la vista
hacia el cielo nocturno, con la diminuta parte de la luna colgando sobre el acantilado al
oeste. No era lo suficientemente brillante como para ser perturbadora y el cielo todavía
estaba lleno de estrellas. No había nubes que empañaran la vista y estaban demasiado
lejos de ciudades de cualquier tamaño para que pudieran contaminar la oscuridad.

Habían sido un buen par de días, notó. Diferentes. Diferentes de cuando normalmente
recibía huéspedes. Estaban cerca para las comidas pero ciertamente no lo estaban para
ayudar a preparar la comida. Y nunca antes había tenido a ninguna paleado en el puesto
de cabras. Diferentes. Incluso iría tan lejos como para decir que había disfrutado de la
compañía de Erin. ¿Quién hubiera pensado que eso sería posible después de los primeros
días? Los primeros cinco días, en realidad. Había temido la sentencia de tres meses tanto
como Erin, sin duda. Hoy, sin embargo – había sido agradable. Agradable para compartir
tiempo con alguien de su misma edad, por ejemplo. Agradable para…
El fuerte y agudo aullido detrás del cobertizo literalmente la hizo saltar. Pero entonces
sonrió.
"Ahí están," murmuró. "Los he extrañado."
Sus aullidos se convirtieron en ladridos y gimoteos, el coro sonó como si hubieran diez o
doce cuando sabía que probablemente solo eran dos – Goldie y Rick. Sin duda, las
gallinas y las cabras también fueron despertadas por los aullidos, y sin duda, Bandito
estaría patrullando el área, ahuyentando a los Coyotes en poco tiempo.
"¿Qué demonios fue eso?"
Se giró y encontró a Erin parada junto a la puerta. La abrió y salió al porche. No llevaba
nada más que una camiseta y ropa interior.
La pareja comenzó a cantar nuevamente, su coro resonaba contra el acantilado,

haciéndolo sonar más fuerte de lo que era.
"¿Lobos?"
"No. Coyotes.”
"¿Una manada? ¿Deberíamos estar preocupadas?”
“Probablemente son solo dos. Un par. Vienen con frecuencia. Goldie y Rick.”
Erin caminó junto a su mecedora. “¿Les has puesto nombres? ¿A los coyotes?”
"Sí. Tiendo a hacer eso."
Entonces Erin la miró fijamente. "Café?"
Melanie sacudió la cabeza. "Té, descafeinado." Arqueó una ceja. "¿Quieres una taza?"

"Una copa de vino estaría bien."
Melanie asintió. "Sí ... las reglas y todo."
“Esa sería una regla fácil de romper. ¿Cuál es la verdadera razón?”
"¿Tiene que haber una razón?" Hizo un gesto hacia la silla. "¿Te gustaría unirte a mi? Te
prepararé una taza.”
"¿Voy a interrumpir tu tiempo de tranquilidad?"
"No." Ella se levantó. “¿Te gustaría con miel? ¿O azúcar?”
“Honestamente, nunca antes había tomado té caliente. Tu eliges."
Erin la siguió al interior y entró en su habitación mientras Melanie llenaba otra taza con
agua caliente. Erin volvió con los pantalones puestos, pero sus pies aún estaban desnudos.
Llevaron sus tés al porche.
“Es lindo aquí afuera. Frío. Quieto."
Melanie sonrió cuando los coyotes comenzaron de nuevo.
"Estaba quieto," Erin corrigió. "Suenan muy cerca."
“Detrás del cobertizo. Bandito los perseguirá hasta el arroyo.”
"¿Deambula?"
"Sí. Nunca lejos.”
"¿No tienes miedo de que algo lo ... no sé, atrape?"
“ Los burros son bastante feroces. Muchos ganaderos mantienen burros con sus rebaños
para protegerlos de los depredadores. Especialmente para las ovejas y las cabras. Es
bastante intimidante cuando agacha la cabeza y ataca.”
En poco tiempo, los coyotes se alejaron, su coro se redujo a solo unos pocos ladridos
ahora.
"Y se van a cazar."

"¿Te sientas aquí todas las noches?"
"Mucho, sí."
“¿Tu tiempo de tranquilidad? ¿Para reflexionar sobre el día?”
Ella asintió. "Sí. A veces lo hago. Otras veces, me siento y no pienso en nada. Solo miro
el cielo, escucho la noche. Es una buena manera de ... relajarse. Sin estrés."
"¿Y has estado estresada?"
“No en los últimos días. Antes, sí.”
"¿Porque estuve aquí?"
“Porque estabas aquí, pero en realidad no estabas aquí. No estabas hablando. Estabas – "
"Escondida en mi habitación," Erin terminó por ella. "Sí, lo estaba. Estaba sola, deprimida
y muy, muy cansada.” Se volvió para mirarla. "Solo puedo disculparme tantas veces."
“No estaba buscando otra disculpa. Quiero decir, eres la clienta que paga aquí. Si quieres
dormir todo el día, es asunto tuyo. Si quieres participar en los quehaceres, esa es tu
elección. Si quieres correr desnuda por el arroyo, siéntete libre,” agregó con una sonrisa.
Erin se rió. “Eso sería la primera vez para mí. Aunque he corrido desnuda alrededor de mi
piscina antes. ¿Eso contaría?”
“Solo digo, no sientas que necesitas disculparte por algo que haces. O no haces.”
“ ¿ Qué trae a la mayoría de la gente aquí? Asumo que no son como yo.” Ella tomó un
sorbo de su té. "Esto es muy bueno."
"Gracias. Y no, vienen por diferentes razones que las tuyas. La mayoría viene por la
soledad. La mayoría de nuestras huéspedes vienen por su cuenta. Algunos disfrutan de las
interacciones con sus anfitrionas, otras no. Algunas se van al amanecer y no regresan
hasta el anochecer. El verano pasado, aloje a una mujer joven. Se había graduado de la
universidad pero no estaba entusiasmada con sus ofertas de trabajo. Se quedó tres
días. Subía el acantilado en la oscuridad cada mañana para ver el amanecer. Se quedaba
afuera hasta el mediodía, cuando regresaba para almorzar. Luego saldría al otro lado del
arroyo y escalaría el acantilado allí. Se quedaría hasta que los colores del atardecer se
hubieran desvanecido, luego regresaba al anochecer.”

"¿Todos los días?"
"Sí. Ella estaba meditando. Mirando dentro de sí misma, con la esperanza de encontrar un
camino a seguir, supongo.”
"¿Y?"
“ Cuando se fue, estaba en paz. Me dijo que sabía qué trabajo iba a tomar. ” Puso en
movimiento la mecedora. “ Algunas vienen por razones como esa ... para encontrarse,
como dicen. Y hay algunas que ven esto como unas vacaciones. Caminan y juegan en el
arroyo y toman fotos y recogen rocas y cosas. Durante unos años, tuvimos una artista que
venía cada verano. Tenía más de setenta años y siempre solicitó quedarse con Stella. Creo
que vino cinco años seguidos, tal vez seis. Ella dejó de venir y Stella no supo por qué.”
Hizo una pausa, recordando cómo Stella había llorado cuando llegó el paquete. “Un día
una pintura fue entregada el verano pasado. Era de Stella, en su jardín.” Se volvió para
mirar a Erin. “ La mujer había muerto. Había estado enferma y no se lo había dicho a
Stella. Había dejado instrucciones para que le enviaran la pintura después de su
muerte. Había una nota encantadora y ...”
"¿Y?"
“ Y todo fue muy romántico. Me imagino a estas dos mujeres, de setenta años,
coqueteando suavemente durante una semana al año, durante cinco o seis años. Creo que
ambas se enamoraron un poco. De hecho, estoy segura de eso.”
“¿Stella ha vivido alguna vez con alguien?”
"Sí. Ella y su amante iniciaron este lugar. Pero resultó que no fue para ella. Extrañaba la
ciudad, extrañaba las comodidades. Ella se quedó casi diez años. Stella estaba
desconsolada, al oírla decirlo.”
"¿Qué hay contigo?"
"¿Qué hay de mí?"
Erin comenzó a mecerse a su lado, y Melanie se preguntó si había reconsiderado hacer la

pregunta. Melanie sabía lo que le estaba preguntando, por supuesto.
"¿Siempre viviste aquí sola?"
"Sí."

Erin se giró hacia ella. "¿Por qué?"
Melanie se encogió de hombros. "¿Por qué no?"
Ella se encontró con su mirada, casi desafiándola a preguntar más. Erin no apartó la vista
y, a la tenue luz del porche, pudo ver las preguntas a la deriva en sus ojos. Entonces Erin
finalmente miró hacia otro lado, echó un rápido vistazo al cielo mientras bebía su té.
“ El cielo es asombroso. He vivido en Houston toda mi vida. Nunca supe que hubiera
tantas estrellas."
Melanie se relajó, sabiendo que no habría más preguntas esta noche. Pero la curiosidad de
Erin obviamente se despertó. Ella lo había sabido cuando mencionó a Adam. Se le había
escapado. Nunca había compartido nada sobre su vida personal con ninguna de sus
huéspedes. Hasta donde sabía, Stella era la única que sabía sobre su infancia, pero
Melanie no le había contado sobre Adam ... o lo que había sucedido. Cuando se mudó por
primera vez, las damas habían sido curiosas – entrometidas – pero se las había arreglado
con respuestas vagas y algunas mentiras de vez en cuando.
Pero Erin estaría aquí por tres meses. Se llevaban bastante bien. Hablaban. En realidad,
podía verlas convertirse en amigas. Y las amigas hablaban. Y las amigas hacían
preguntas.
Sí. Pero no esta noche.
CAPÍTULO DIECIOCHO
Erin miró las enormes letras de la tienda y luego se volvió hacia Melanie.
"Walmart? ¿Voy a comprar ropa a Walmart?”
Melanie le acarició el brazo juguetonamente mientras entraban. “No seas tan

presuntuosa. Tienen jeans. Tienen shorts. Tienen playeras. Tienen zapatos.” Luego se
detuvo. “Aunque, quizás deberíamos ir a una tienda de deportes por tus zapatos. También
necesitas un buen par de botas de montaña. Y si planeas entrar al arroyo, necesitarás algo
para eso. Yo llevo sandalias.”
"¿Como para nadar?"

"Como para jugar. No hay pozas profundas para nadar realmente. He encontrado algunos
lugares que son hondos hasta el pecho, no mucho más. Lo suficientemente grande como
para chapotear. Luego están las aguas termales, pero eso es más para sumergirse que para
nadar."
"Guau. Estás lleno de sorpresas, ¿ no? No me importaría sumergirme en una fuente

termal. Eso sería relajante."
Melanie la condujo a la sección de ropa, encontrando los estantes de jeans.
"Desafortunadamente, es una caminata difícil para llegar allí." Ella la miró. “ Pero si
quieres ir, te llevaré. No me importaría tomarme un descanso del trabajo.” La estudió y
luego levantó un par. "¿Qué talla? ¿Cuatro?”
“Cuatro? Vamos. Uso al menos un ocho.”
"Tal vez en otra vida. Estás muy delgada, Erin.” Melanie la miró fijamente. “Aunque te
ves mucho mejor. Más saludable, eso es seguro.”
“Sé que parecía una mierda cuando llegué aquí. Me sentí como una mierda también. Y sí,
he aumentado algo de peso.” Tomó los jeans de la talla cuatro y los sostuvo hasta la
cintura. Parecían del tamaño correcto. Ella sacudió la cabeza de todos modos. "Seis.
Vamos con un seis. Por la forma en que estoy comiendo, voy a dejar los cuatro en poco
tiempo."
"Bueno. Entonces te dejaré comprar en paz. Voy por algunas cosas que necesito.”
Melanie le apretó el brazo mientras se alejaba. "Te veré de vuelta por aquí."
Erin la observó irse, sus ojos iluminados sobre sus piernas bronceadas. Luego sonrió y
asintió. "Oh si. Se supone que también compraré shorts.” Sin embargo, su mirada nunca
titubeó, hasta que Melanie se perdió de vista.
Me gusta, pensó. Ella era ... fácil. Fácil de conocer, fácil de hablar. Fácil de mirar, añadió
con otra sonrisa. Había pasado un tiempo desde que había hecho una nueva amiga. Había
pasado un tiempo desde que había tenido una amiga, punto. Las viejas habían
desaparecido, al parecer. Desaparecieron con Sarah. No. Ella era la que había
desaparecido, no ellas. Finalmente dejaron de llamar, dejaron de venir. Apenas se había
dado cuenta, de verdad.
Dirigió su atención a los jeans que tenía en la mano y luego volvió a mirar los estantes
que se alineaban en la pared. Había negros, azul oscuro, azul desvaído y azul realmente
desvaído. Algunos eran más elegantes que otros y los desestimó.

Necesitaba algo adecuado para una granja, no una noche en la ciudad. Encontró un estilo
que funcionaba, luego tomó uno de cada color. Estaba a punto de lanzarlos en su carrito,
luego decidió que probablemente debería probárselos. Como se esperaba, eran demasiado
grandes. El tamaño cuatro probablemente le habría quedado perfectamente, pero como
había dicho, por la forma en que estaba comiendo, no cabría en ellos.
Su canasta estaba llena de cuatro jeans, tres pares de shorts de escursión, algunos
cómodos shorts de algodón, una variedad de playeras y camisas, e incluso un par de
jerseys. Todo lo que necesitaba eran calcetines y zapatos y estaría lista.
Estaba a punto de salir para ver si podía encontrar a Melanie cuando vio a la otra mujer
acercarse. Ella sonrió cuando la vio y Melanie hizo lo mismo.
"¿Éxito?"
Erin asintió, señalando a su carrito. Melanie inspeccionó la ropa, sosteniéndola y

asintiendo.
"Buenas elecciones. Creo que esto te servirá durante el verano.” Se encontró con su
mirada. "¿Cuándo termina tu sentencia de cárcel?"
"El nueve de Septiembre."
“ Los días aún serán cálidos. Y si las temperaturas nocturnas bajan, te dejaré pedir
prestada una sudadera.” Ella sonrió de nuevo. "Vamos. Salgamos de aquí."
“¿Y los zapatos?”
"Sí ... iremos a otro lado."
Erin empujó su carrito junto con el de Melanie, espiando lo que tenía dentro del
suyo. Alimentos básicos, principalmente. Harina, azúcar, una caja de pasta integral, una
bolsa grande de arroz integral y dos bolsas enormes de frijoles secos. Algunos artículos de
tocador – crema de afeitar y gel de ducha. También había tres barras de tofu y varias cajas
de champiñones.
"¿Qué has planeado para los champiñones?"
"¿Te gustan?"
Erin asintió. "Especialmente salteado en mantequilla y colocados encima de un bistec

poco cocido."

Melanie le sonrió. “Permitiré pescado en mi cocina. Eso es lo más cerca que estarás de un
bistec. Pero los tomates están empezando a crecer. Pensé en hacer una salsa para
espagueti. Me gusta enlatar un poco cada verano, lo suficiente como para pasar el
invierno sin tener que comprar nada.” Ella arqueó una ceja. "Te gustan los espaguetis,
¿verdad?"
“¿Y las albóndigas?”
"Sí, de hecho." Otra sonrisa. "Lentejas con Albóndigas."
“ No me voy a quejar. Eres una excelente cocinera. Además, podría estar atrapada con
Rachel y sus frijoles. Cualquier cosa podría superar eso."
“ Nadie dura con Rachel, aunque probablemente fuiste la más rápida en correr. Stella
realmente debería dejar de colocar huéspedes con ella, pero creo que Rachel disfruta de la
compañía más que nadie.”
“Trató de hacerme tejer. Estaba a punto de apuñalarla con las agujas.”
Melanie se echó a reír. “Oh, pobre Rachel. No, no creo que ella pueda haberte manejado.”
"¿Y tu puedes?"
"Por supuesto." Luego le dio un codazo en el brazo. "Después de los zapatos, ¿ quieres
almorzar?"
Erin sonrió. "¿Almorzar? ¿Como una hamburguesa o algo así?”
"Si es lo que quieres. No estás en el rancho y no eres vegetariana, así que sí ... si quieres
una grasosa hamburguesa de vaca o pollo o lo que sea ... ponte a ello.” Luego le guiñó un
ojo. "Simplemente no le diremos a Stella."
Más tarde, sin embargo, mientras estaba sentada frente a Melanie, casi deseó haber
comprado la hamburguesa vegetariana. El pan de Melanie estaba explotando con
espinacas y lechuga, tomates y pepinos y col. Pero, cuando mordió su propia
hamburguesa – de verdadera carne caliente, jugosa – no pudo contener un gemido.
"Está buena, ¿eh?"
Erin se limpió la comisura de la boca y asintió. "Excelente. Y pensar que tenía envidia de
la tuya. Esto es como una hamburguesa gourmet."

"Creeré en tu palabra."
"¿Ni siquiera estás tentada cuando sales del rancho?"
“¿Tentada a comer carne? No, ya no más. Han pasado más de siete años. Probablemente
me enfermaría si comiera algo así. Si esto hubiera sido los primeros dos meses, ya te
habría golpeado y metido debajo de la mesa mientras me iba con tu hamburguesa.”
Erin se rió. "Sí, bueno ... podrías haber intentado tomar mi hamburguesa," dijo mientras
daba otro mordisco. Entonces le guiñó un ojo. "Pero no hubieras tenido éxito."
"Sí tú lo dices."
Se miraron la una a la otra, sonriendo. Erin fue la primera en apartar la mirada de los ojos
sonrientes ... ojos que no eran del todo verdes, pero no del todo azules.
"Gracias."
"¿Por el almuerzo?"
“ Por todo, de verdad. Por acogerme, alimentarme, obligarme a salir y hacer algo. Por
hoy.” Volvió a mirarla a los ojos. "Yo ... pensé que serían tres meses muy largos y muy
solitarios. Honestamente, no pensé que podría lograrlo. No con mi cordura intacta de
todos modos.”
“Bueno, sinceramente, lo temía tanto como tú. Estoy acostumbrada a estar por mi cuenta,
sola ... ya sabes, lo de ermitaño.” Entonces sonrió. "Nunca imaginé que me convertiría en
amiga tuya."
"Sí. Joyce me recordó que ya no tenía amigos. Creo que había olvidado lo que era tener a
alguien con quien hablar, estar ... reír. Cosas normales que no involucraban la oficina. No
creo que me haya reído mucho – si es que lo he hecho – en los últimos dieciocho
meses. Así que gracias por eso también."
Melanie la miró un segundo más y luego asintió. "De nada."
Erin volvió a su hamburguesa. “ Entonces – sobre las aguas termales. O el arroyo.

¿Podemos ir?"
"Claro. Si me ayudas con algunos de mis quehaceres, entonces puedo dedicar una tarde."
"De acuerdo. Porque compré un traje de baño, por si acaso."

Melanie volvió a reunirse con su mirada, una lenta sonrisa formándose. "Un traje de baño
se puede utilizar para el arroyo, si quieres."
Erin arqueó una ceja. "¿Oh?"
"Las aguas termales están destinadas a disfrutarse desnuda." Melanie extendió la mano y
robó una papa de su plato. “De hecho, disfruto ambos desnuda. No tengo un traje.”
Erin se sorprendió cuando tuvo una imagen mental de eso. Había visto a Melanie en
shorts y una camiseta mientras trabajaba en su jardín. No tardó mucho en imaginarla sin
los shorts y la camiseta.
Sin embargo, lo que realmente la sorprendió más fue que no era la cara y el cuerpo de
Sarah lo que imaginaba. Esa fue la primera vez. El puñado de mujeres con las que se
había acostado en los últimos dieciocho meses – incluida Jessica, la última con la que
había intentado salir – siempre era Sarah con la que estaba en la cama, nunca ellas.
Se encontró con la mirada de Melanie, pero sus ojos verde azulados estaban un poco
cautelosos. Sin embargo, una sonrisa seguía jugando en sus labios.
“Una ermitaña ... y sin embargo una exhibicionista. ¿Quién lo hubiera pensado?” bromeó.
Melanie simplemente le sonrió mientras robaba otra papa de su plato.
CAPÍTULO DIECINUEVE
"¿Estás segura?"
Subió al porche, haciéndole señas a Erin para que la siguiera. "Dijiste que querías cortarte
el pelo."
"Sí. Lo quiero. Pero ...” Erin bajó la voz. "¿Sabe ella lo que está haciendo?"
Melanie le dio unas palmaditas tranquilizadoras en el brazo. “ Dianne era dueña de su

propia tienda en su vida anterior. Corta el pelo de todos aquí, incluido el mío.” Se metió el
pelo detrás de las orejas. “ De hecho, es tiempo para mí también. Por lo general me lo
corto cada verano, luego me lo dejo crecer el resto del año. Está a punto de volverme
loca. Estoy al menos un mes retrasada.”
Ella tocó la puerta. "Dianne? Soy Mel,” gritó en voz alta, tocando de nuevo.

La puerta mosquitera se abrió y Dianne se asomó, su sonrisa casi radiante mientras

miraba a Erin más allá de ella.
“Debes ser nuestra huésped. Qué amable de tu parte traerla, Mel.”
Dianne hizo una demostración de resoplar y alisar su cabello, que todavía tenía un rastro
de color castaño rojizo.
"Sí. Esta es Erin,” Melanie la presentó. "Siento venir sin avisar, pero ..."
Dianne rechazó su disculpa. “No tengo teléfono. Qué deberías hacer? Enviar una señal de
humo?”
Melanie vio la expresión divertida en el rostro de Erin y le sonrió, luego se volvió hacia
Dianne. “Erin quiere un corte de pelo. Yo también. ¿Tienes tiempo?”
"¡Oh Dios mío! ¡Sí, por supuesto! Acabo de venir del jardín. Intento hacer mis quehaceres
antes de que haga demasiado calor, ¿sabes?” Abrió más la puerta. "Pasen, pasen."
"Gracias por hacer esto en tan poco tiempo," Erin dijo mientras seguía a Melanie al
interior.
"Oh, por supuesto. Cuido de todos aquí afuera.” Dianne las condujo a la
cocina. “Siéntanse, siéntanse. Pondré el café.”
"No queremos causar molestias," Melanie dijo rápidamente, sabiendo que caería en oídos
sordos. Dianne, como la mayoría de las demás, disfrutaba de la compañía. Además del
café, sabía que Dianne también les pondría comida.
"Debí haber sabido que vendrías," Dianne dijo, ignorando su comentario mientras se
ocupaba de la cafetera. "Horneé un pastel de calabacín esta mañana."
"Pastel de calabacín?" Erin le susurró interrogativamente.
"Sí. Es muy bueno. De hecho, también iba a hornear uno."
“¿Tus calabacines son tan gruesos como los míos?” Dianne le preguntó. “Gran cosecha
este año. No tengo idea de qué haré con todos ellos.”
"Sí. Estamos comiendo calabaza por prácticamente todas las comidas. Erin
probablemente esté harta de eso.”

"Todavía no," Erin intervino.
"Oh, bueno ... debemos comer lo que proporcionan nuestros jardines, ¿ no?" Dianne
colocó tres tazas sobre la mesa. “¿Te has acostumbrado a estar aquí, Erin? Escuché que
Rachel te ahuyentó bastante rápido.”
Melanie sonrió mientras Erin tenía una expresión avergonzada en su rostro.
"Ella ... bueno, no puedo decidir si era la amenaza de tejer o los frijoles y el brócoli que
sirvió para el desayuno."
Dianne se echó a reír. “ Oh, pobre Rachel. Espero nunca llegar al punto donde nuestras
huéspedes me huyan. ” Vertió café en cada taza, luego empujó un antiguo azucarero.
“Tengo un poco de crema si quieres. Sé que a Mel le gusta negro.”
"Nada para mí, gracias."
El pastel de calabacín vino a continuación y pasaron los siguientes veinte minutos más o
menos charlando mientras comían. No sabía si Erin estaba inquieta o no, pero estaba
segura de que sí. Ella rechazó una segunda taza de café.
"Tengo que volver a mi jardín esta tarde," dijo. "Y no deberíamos tomar más de tu
tiempo."
Dianne no parecía ofendida y dirigió su atención a Erin. “ Entonces, cómo quieres tu

cabello, Erin? ¿Un recorte o algo más drástico?”
Erin se acarició el pelo ahora, y Melanie notó que se veía mucho mejor – viva – que
cuando la conoció.
"Estoy pensando en algo drástico." Luego miró a Melanie como para confirmación.
"Un cambio. Estar aquí es un cambio emocional y mental para mí. Creo que también
necesito un cambio físico. ¿No te parece?”
“ Demasiado drástico podría ser un shock para ti. ¿ Es así como lo has tenido por un
tiempo?”
"Realmente no me he molestado con eso ... en un año y medio más o menos."
"Ya veo." Es decir, desde que Sarah la había dejado. Extendió una mano ahora, tocando el
cabello de Erin. Era más grueso de lo que había pensado. Se veía tan delgado, tan sin

vida, aburrida y deslucida. ¿ Ahora? Ahora tenía un brillo saludable; era suave, sedoso.
Luego dejó caer su mano, dándose cuenta de que no tenía derecho a tocarla así. "Drástico
está bien."
“Déjame ir por mis cosas. Lo haremos en el porche trasero. Muéstrale, Mel. Ya vuelvo.”
Erin se levantó cuando Dianne se fue. “ Ese pastel fue realmente bueno. No voy a
quejarme demasiado si haces uno de esos."
Melanie estaba sonriendo mientras conducía a Erin al porche trasero. Fue un gran cambio
– un cambio agradable – cocinar para alguien. Alguien que disfrutaba comiendo. Ella no
habría sospechado eso de Erin. No después de su primer encuentro. Se giró, estudiándola.
Había estado aquí por más de tres semanas. Obviamente había ganado algo de peso, que
era muy necesario. Su rostro ya no estaba demacrado, su piel ya no estaba pálida. Sus ojos
habían perdido la turbidez de los primeros días. Los ojos avellanados eran brillantes, casi
centelleantes ahora. Estaba sorprendida por la transformación.
"¿Qué?"
¿Debería disculparse por mirarla? "Te ves bien."
"¿Oh si? ¿Comparado con qué? ¿Yo a las puertas de la muerte?”
"¿Por qué?"
"¿Por que qué?"
"¿Por qué lo hiciste?"
"¿Dejarme ir como lo hice?" Erin se apartó de ella. “No lo sé, de verdad. Varias cosas. Le
eché la culpa a un corazón roto, un ego magullado. Estaba herida, sola ... perdida. La
única constante en mi vida era el trabajo y lo convertí en mi único enfoque. Huí – y me
escondí – de lo que se había vuelto mi realidad.”
"Debes haber estado terriblemente enamorada de ella."
Erin se encontró con su mirada. "Debo haberlo estado, ¿verdad?"
Melanie pudo ver la duda en sus ojos. Sí, suponía que después de dieciocho meses, la
duda entraría sigilosamente.
La puerta trasera se abrió y Dianne salió con su kit. “Siéntate en la silla alta, Erin.”

Melanie sacó otra silla para sentarse y mirar. Erin tenía una mirada un poco aprensiva en
su rostro cuando Dianne le arrojó una vieja capa de tela descolorida y la ató a su cuello.
"¿Quieres un espejo?"
"No. Mejor no."
"Bien. Voy a comenzar a cortar. Me dices cuándo parar. Entonces le arreglaré todo para
ti.” Ella miró a Melanie. "¡Esto es muy emocionante! Todos siempre piden lo mismo. Y
tú, Mel, te ves tan linda con tu cabello más corto. No sé por qué no me dejas mantenértelo
así todo el año en lugar de solo el verano.”
Melanie sabía por qué, por supuesto. No era algo con lo que se preocupara y tener que
pasar por un corte de pelo cada cinco semanas más o menos era demasiado problema.
Pero dijo lo que había dicho el año pasado.
"Tal vez vendré más a menudo."
"Escuché eso antes," Dianne murmuró mientras cortaba unos centímetros del cabello de
Erin.
En su mayor parte, Erin mantuvo los ojos cerrados y Melanie se preguntó qué estaba
pensando. También se preguntó cómo se veía Erin normalmente ... antes de que Sarah se
fuera. Había estado tan delgada, tan frágil antes, que realmente no había notado su
atractivo. Se imaginó que cuando estaba saludable – normal – era bastante llamativa. Sus
ojos avellanados eran oscuros con solo un indicio de verde en ellos. Mientras la miraba,
esos ojos se abrieron y se encontraron con los suyos. Una rápida sonrisa, luego Erin los
volvió a cerrar.
Melanie se sorprendió de que Dianne siguiera cortando y Erin aún no la había

detenido. Otros centímetros y estaría sobre su oreja. La parte de atrás ya estaba por
encima de su cuello. Echó un vistazo a la pila de cabello en el porche alrededor de la silla,
preguntándose si tal vez esto era una limpieza para Erin. Levantó la vista y vio la mirada
de Dianne yendo de ella y luego hacia Erin.
"¿Debo seguir, querida?"
Erin mantuvo los ojos cerrados. "Mel puede decidir."
Los ojos de Melanie se ensancharon. "¿Yo? Pero…"
"Drástico," Erin le recordó.

Melanie se levantó, moviéndose delante de ella, lo suficientemente cerca como para que
sus muslos rozaran las rodillas de Erin. Pasó los dedos por el cabello de Erin y lo apartó
hacia atrás. Era de una sola longitud y necesitaba algunas capas pero ...
"Sobre las orejas," dijo. "Luego algunas capas en la parte de arriba."
"Sí, creo que sí," Dianne estuvo de acuerdo. “ Ella es bastante bonita de esta
manera. Guapa,“ Dianne dijo con un movimiento de sus pestañas. Ante eso, los ojos de
Erin se abrieron de golpe.
Melanie se encontró con ellos y sonrió, dejando caer su mano. "Sí. Guapa."
***
Erin se pasó la mano por el pelo una vez más. Nunca en su vida, ni siquiera en la
universidad, había llevado el pelo tan corto. Todavía tenía que mirarse en un espejo, pero
tanto Melanie como Dianne habían insistido en que se le veía ‘maravilloso’. Si se parecía
en algo al cabello cuidadosamente recortado de Melanie, estaría encantada. Erin tuvo que
estar de acuerdo con Dianne. Mel se veía hermosa con el pelo corto. Era un corte fresco y
deportivo y le quedaba bien. Pero Erin sabía por qué solo se lo cortaba una vez al
año. Fue todo un calvario y conocer a Melanie como lo hacía ahora – y su pretendida
afirmación de que era una ermitaña – se imaginaba que era demasiado para ella. El café,
las visitas, el corte de pelo y más visitas.
“ Estás inquieta. Mírate en el espejo ya, ” Melanie dijo, señalando a la visera sobre su
cabeza mientras se dirigían a casa.
"Tengo miedo," admitió.
"Se ve bien," Melanie dijo. “ Por supuesto, no te conocía antes o cómo se supone que
debes lucir, pero este es un buen look para ti. Mucho mejor en mi opinión."
"El tuyo también. Me gusta así. Deberías conservarlo.”
"¿Y tú?" Melanie las hizo rebotar a lo largo de la carretera en su camioneta, girando a lo
largo del arroyo que las llevaría de regreso a su cabaña. “Definitivamente es más fácil. Y
no sé por qué lo pospuse ... ya sabes, cortármelo con más frecuencia."
"¿No lo haces?"
Melanie sonrió. "¿Qué? ¿Crees que ya me conoces?”
Erin se rió. "Sí, lo hago. A los ermitaños no les gustan tanto las visitas.”

Cuando Melanie se estacionó al lado de la cabaña, entre los dos árboles que le había dicho
a Erin que eran pinos de piñón, el viejo perro blanco cojeó. No lo habían visto en casi una
semana.
"Veo que Fred ha regresado." Melanie cerró la puerta de golpe, luego se inclinó para
acariciar su cabeza. "¿Dónde has estado, muchacho?"
"¿Entonces él vagabundea de casa en casa?"
"Bastante. No sé por qué fueron tan firmes en que lo adoptara. Todas lo cuidan.
Probablemente lo veo menos que ellas.”
"¿Las demás tienen mascotas?"
“ Oh, algunas. Ángela tiene dos gatos. Rebecca tiene un pequeño perro casero. Algunas
tienen perros afuera.” Sostuvo la puerta abierta. "Venga. Quiero ver tu reacción a tu
cabello.”
Erin la siguió dentro de la casa y en lugar de ir a su pequeño baño, Melanie la condujo a

su propia habitación. Estaba limpia, ordenada y ventilada, con tres ventanas, todas
abiertas. Era bastante más grande que la habitación de Erin. Suficientemente grande para
una cómoda y un juego de gavetas y ...
"Una cama king?"
Melanie se encogió de hombros. "Es lo que tenía cuando me mudé."
Abrió otra puerta y reveló un gran baño con ducha a ras de suelo. También estaba limpio
y ordenado. Erin se detuvo en la puerta, luego entró, sus ojos se dirigieron al espejo sin
mucho retraso. ¿ Y a quién demonios estaba mirando? Seguramente esa no era ella. El
cabello se veía aún más corto de lo que se sentía y acercó una mano ahora, moviendo
lentamente los dedos sobre su oreja.
"Bueno, es drástico, está bien."
Melanie se paró a su lado y miraron sus reflejos en el espejo, sus ojos se encontraron de
esa manera. Melanie le sonrió.
"Estoy segura de que es un shock para ti, pero se ve muy, muy bien."
“Un shock, sí. Yo no ...” Sacudió la cabeza. "No me reconozco."

"Dale unos días." Melanie se tocó su propio pelo, la parte del costado todavía
desordenado por el viento. Lo enderezó. “ Así es como prefiero mantener el mío. De
hecho, no me importaría que fuera tan corto como el tuyo.”
"Solo porque no tendrías que volver tan a menudo," Erin bromeó. Entonces su sonrisa se
desvaneció. "¿Por qué no te gusta la gente?"
"Nunca dije que no me gustaba la gente."
"Entonces por qué lo de ermitaña?"
Melanie apartó la vista del espejo, tocó los hombros de Erin y la giró, casi empujándola
fuera del baño.
“Creo que prometiste ayudarme en el jardín esta tarde a cambio de un poco de tiempo en
el arroyo mañana. En lugar de almorzar, pensé que podríamos cenar temprano. Estoy
demasiado llena de pastel y café para pensar en el almuerzo.”
"Solo dime que no es asunto mío."
"De acuerdo. No es asunto tuyo. Ahí. Ahora ve a cambiarte por algo adecuado para el
jardín.” Hizo un gesto hacia la puerta de su habitación. "Tenemos abono para mover hoy."
Erin miró los shorts que llevaba puestos. Uno de los nuevos pares de shorts de senderismo
que había comprado. "¿Adecuado?"
"Jeans. Estarás de rodillas.”
Erin se paró en la puerta de la habitación, mirando a Melanie entrar a su baño y cerrar la

puerta en silencio. Se preguntó con qué demonios luchaba Melanie. Ahora que estaba en
sus cabales, ahora que no se revolcaba en la autocompasión, podía ver la tristeza en los
ojos de Mel, podía ver la pared que había construido a su alrededor. ¿Qué estaba tratando
de mantener fuera? ¿A quién estaba tratando de mantener fuera?
CAPÍTULO VEINTE
Melanie estaba acostumbrada a estar sola, acostumbrada a hacer este viaje río arriba sola
– generalmente en su bicicleta y no a pie, como hoy – y estaba acostumbrada a quitarse la
ropa, completamente desinhibida. Ninguna de las otras vinieron arriba por lo que no se

preocupó por la modestia. De hecho, incluso en su vida anterior, nunca fue tímida con su
cuerpo.
Sin embargo ahora, mientras ella y Erin se paraban junto al arroyo, a 800 metros más o
menos de su cabaña, se sentía cohibida. Nadie la había visto desnuda en más de siete
años. En realidad, ocho, supuso. Recordó a la mujer de cabello oscuro que había conocido
en el bar, recordó haber pensado ‘ ¿ por qué demonios no?’ cuando esa mujer le había
propuesto. No podía recordar su nombre, pero podía ver su rostro con claridad. Era la
última vez que la habían tocado. La última vez que había tenido intimidad con alguien. La
última vez que intentó tener intimidad, se corrigió. En realidad no había sido capaz de
hacerlo.
Desde la muerte de Adam, ella no había podido ... conectarse con nadie. Había pasado
más de un año después antes de que se sintiera lo suficientemente cómoda como para
siquiera considerar estar con alguien. Había sido un desastre. Su terapeuta la animó a
intentarlo de nuevo. Y lo hizo. algunas veces. Y esa noche en el bar fue el último
intento. En ese momento, había decidido que era su castigo por la muerte de Adam. Ella
debía ir sola por la vida, sin amor. ¿Amor? No. No estaba buscando amor. Simplemente
estaba buscando algún contacto humano, algo de consuelo, algo de liberación. Nunca
llegó. Finalmente dejó de buscarlo.
Echó un vistazo a Erin, que llevaba puesto el traje de baño nuevo que había comprado,
una pieza de color negro bastante sencilla. Llevaba un par de shorts de senderismo y las
nuevas sandalias. Sin camisa. Hizo hincapié en lo delgada que todavía estaba, pero a Erin
no parecía importarle. Melanie notó que su piel pálida finalmente estaba recuperando su
color, gracias a su tiempo afuera y ayudando en el jardín.
"Elegimos un gran día para esto," Erin dijo. "Hace calor. El día más caluroso hasta ahora,
creo.”
"Sí. El verano está sobre nosotros. La temporada del monzón comenzará pronto.”
"¿Qué es eso?"
“No es un monzón en el sentido tradicional, pero por aquí, significa que llueve casi todos
los días, generalmente por la tarde, y luego se despeja al anochecer la mayoría de los días.
De vez en cuando tenemos una noche en vela. Ese será el patrón en Agosto. Si tenemos
suerte, durará hasta Septiembre. Después de eso, estamos bastante secos y sin lluvia hasta
el próximo año.” Ella le sonrió. “ Como puedes ver, no me importa la lluvia. Y
ciertamente ayuda a enfriar las cosas."
“ ¿ Está fría el agua? Quiero decir, cuando estaba pescando realmente no lo noté
demasiado."

“Es un arroyo de montaña, así que ... sí. Pero eso también es relativo.” Se inclinó y pasó
la mano por él. "Se siente como siempre se siente." Se puso de pie y colocó su mano
sobre el brazo de Erin. "Genial, no fría."
"Se siente bien."
Erin se desabrochó los shorts y se los quitó. De nuevo, Melanie era consciente de lo
delgada que era. Esta vez, Erin pareció leer sus pensamientos.
"Lo sé. Probablemente podría soportar ganar nueve kilos.” Se pasó la mano por el
pecho. "Mis senos casi han desaparecido."
Melanie siguió sus manos con los ojos, casi sonrojándose cuando las manos de Erin
descansaron sobre sus senos. Ella rápidamente movió su mirada hacia abajo. "Tú ... solías
ser una corredora?"
Erin alzó las cejas. "¿Por qué dices eso?"
"No tienes grasa en las piernas, pero tu músculo aún está definido."
"Estoy sorprendida. Ni siquiera he estado en mi cinta de correr en ...”
"Dieciocho meses," terminó por ella.
Erin suspiró y echó la cabeza hacia atrás, mirando hacia el cielo azul de arriba.
“ Dejé ... de vivir. Dejé de hacer todo lo que disfrutaba. Corté a mis amigos ... nuestros
amigos. Me retiré en mi propio cascarón y trabajé hasta que colapsé.” Ella la miró. “Por
mucho que odiara a mi padre – y a Joyce – por obligarme a hacer esto, me siento tan ...
tan bien. Y esa palabra parece demasiado suave para usar. Todos los días me siento
mejor. Más fuerte."
“Todos los días te ves mejor. Y más fuerte.”
“Yo ... no pienso mucho en ella. Ya no se me pasa mucho por la cabeza, de hecho.”
"¿Todavía estás enamorada de ella?"
“Oh, sinceramente, ni siquiera sé si todavía estábamos enamoradas hacia el final. Estaba

trabajando mucho y obviamente ella había perdido el interés. En ese momento, cuando
me dijo que se iba, sí, habría dicho que todavía estaba enamorada de ella. Seguramente.

Quiero decir, por qué sufrir todo esto," dijo, haciendo un gesto para sí misma, "si no fue
amor?"
Melanie no dijo nada, dándole a Erin la oportunidad de expresar sus pensamientos sin que
Mel pronunciara sus propios sentimientos al respecto.
"Creo que ahora," Erin dijo, girándose para mirarla. “Ahora, significa que he estado aquí
y no estoy drogada con cafeína y alcohol. Ahora puedo ver las cosas un poco más
claramente. El año pasado, al menos, no fuimos realmente felices. Si saliamos,
claro. Sarah era divertida. El alma de la fiesta, de hecho. Entonces claro, nos veíamos
felices. Pero en casa? ¿ A solas? Yo siempre parecía estar en mi oficina y ella ... estaba
frente al televisor o en su computadora portátil.” Se encogió de hombros. “ No había
mucha intimidad hacia el final. Me imagino que era difícil para ella dormir conmigo
cuando tenía un amante al otro lado del país con la que quería estar.”
"¿Ella trabajaba?"
"No. Ganaba lo suficiente para mantenernos y nos gustaba ir de vacaciones, para poder
despegar cuando quisiéramos. Ella renunció a su trabajo ese primer año que estuvimos
juntas. ¿Por qué? ¿Estás sugiriendo que estaba aburrida?”
"Sé que yo lo estaría."
Erin le sonrió. "¿Lo estarías? ¿O habrías encontrado algo que hacer?”
Melanie se echó a reír. “ ¿ Tendría un jardín y gallinas y cabras si no tuviera que

hacerlo? Supongo que podría pasar con menos. Supongo que podría abastecerme en el
supermercado en lugar de cultivar lo mío. Pero te lo dije, es relajante. Es terapia. Quiero
decir, no me malinterpretes, es un trabajo duro y a veces, me canso, pero las recompensas
que obtengo superan a cualquier otra cosa.” Levantó la mano. "No quise cambiar el tema
hacia mí."
"Está bien. Como dije, ya no pienso mucho en ella. No tiene sentido hablar de ella.”
Entonces Erin sonrió. "¿Realmente no tienes traje de baño?"
"Realmente no." Ella la señaló en broma. "Y lo que deberías hacer sería ponerte de
espalda mientras me desvisto."
"De ninguna manera." Erin seguía sonriendo mientras caminaba hacia el arroyo, con el
agua hasta las rodillas. "Un poco fría, pero no está mal."

“ ¿Ves el hoyo más profundo en medio? Eso estará por encima de tu cintura. Este es uno
de los lugares a los que vengo. Hay otra piscina profunda un poco más arriba. Es más
profunda que esta pero no muy ancha."
Observó a Erin moverse hacia el medio, el agua se arrastraba sobre sus muslos ahora. El
arroyo fluía perezosamente, gorgoteaba y ondeaba sobre las rocas, el sonido se mezclaba
con la brisa. Una vez que llegaran las lluvias, el arroyo aumentaría, el agua más feroz de
lo que era ahora.
Arrojó su mochila al lado de los shorts desechados de Erin. Estaba preocupada por
desnudarse, pero lo apartó con firmeza. Este era su arroyo, su lugar. Esta era su rutina –
desnudarse en el borde. Y mucho después de que Erin se fuera, este seguiría siendo su
arroyo y su rutina. Sin la necesidad de avergonzarse por eso ahora, sin importar cuánto
tiempo haya pasado desde que alguien la había visto desnuda.
Entonces, sin mirar en dirección a Erin, se quitó la camisa y la arrojó. Supuso que sus
senos eran pequeños – demasiado pequeños para ser considerados sexys o atractivos. Y
demasiados pequeños para que molestarse con un sostén. Le siguieron los shorts y sin
mucha ceremonia – y sin mirar hacia Erin caminó hacia el agua y se dirigió directamente
al hoyo más profundo. Se hundió hasta el cuello, ignorando la frescura del agua.
Finalmente se atrevió a mirar hacia Erin, que estaba mirando descaradamente, con la boca
ligeramente abierta. El agua cristalina de la montaña no ocultaba nada.
"Tú ... tú," Erin dijo, tragando saliva. "Tienes un cuerpo realmente agradable." Luego
sonrió. “Debes hacer esto a menudo. Tu bronceado ...”
Melanie sonrió e inclinó la cabeza hacia el agua, mojándose el pelo.
"En días particularmente calurosos, trabajo en el jardín sin camisa."
Erin se rió. "Así que realmente eres una exhibicionista."
“El beneficio de vivir aquí lejos de todos, sí. Es liberador estar sin camisa."
Erin también se metió en aguas más profundas, luego se agachó, empapándose la cara y el
cabello. Ella se alzó y lo apartó con ambas manos. “ Creo que realmente me encanta el
corte. Nadie en casa me reconocería.”
"A mí también me gusta. Y tu cara ya no es tan delgada. ¿No es sorprendente lo rápido

que puede sanar tu cuerpo cuando lo alimentas adecuadamente?”
"Sí. Cuerpo y mente. Y he estado durmiendo como una roca. Esa es la primera vez para
mí."

“ Creo que dormir con las ventanas abiertas ayuda. Me encanta lo fresco y ventoso y
oscuro."
"¿Te costó adaptarte cuando te mudaste aquí?"
"Oh, si. Al principio, estaba demasiado tranquilo. Como sabes, viviendo en la ciudad,
siempre hay ruidos de algún tipo a todas horas del día y de la noche. Y la primera vez que
los coyotes se acercaron ... bueno, me asuste muchísimo,” dijo con una sonrisa.
Estuvieron calladas por un momento y escuchó el parloteo de un grupo de carboneros

(Tipo de ave) en los pinos de piñón, probablemente buscando piñones.
"¿Qué son?"
“Carboneros. Lindos pajaritos.”
Erin pasó la mano lentamente por debajo del agua. “ ¿ Y los colibríes? Realmente me
encanta verlos."
“Esos son colibríes de mentón negro. Durante la migración de otoño, recibiré diferentes
especies que vienen – de cola ancha, por ejemplo. Usualmente pongo tres comederos
entonces.”
"¿Y cuáles son esos grandes pájaros blancos y negros que veo alrededor de las gallinas?"
"Urracas, buscando robar maíz."
"Realmente has aceptado vivir aquí, ¿no?" Entonces Erin sonrió.
"Supongo que sí, han pasado siete años." Ella inclinó la cabeza pensativamente.
"¿Alguna vez has querido irte?"
"¿Alguna vez? ¿O quieres decir recientemente? Porque al principio, sí, pensaba a menudo
en irme.” Levantó la mano contra la corriente, mirando cómo se derramaba. “ Había
vendido mi casa en Phoenix por casi tres veces más de lo que pagué por ella. Utilicé ese
dinero para construir la cabaña, cavar un pozo – que costó una pequeña fortuna – y meter
la electricidad. No lo usé todo, afortunadamente, y pude tener una buena cuenta de
ahorros e incluso invertir algo. Mi pequeña cabaña era bastante razonable de construir.”
Se movió hacia aguas poco profundas y encontró una roca para sentarse, el agua
salpicando justo debajo de sus senos. “Vendí mi auto y compré la camioneta, usada. Para

cuando construí el cobertizo, el gallinero, la cerca ... bueno, había gastado demasiado
dinero para alejarme. Eso no quiere decir que no lo haya pensado.”
Sabía que cuanto más hablaba, más preguntas tendría Erin. La pregunta que hizo ahora,
sin embargo, no era la que esperaba.
"¿Estuviste involucrada con un hombre?"
Debajo del agua, Melanie envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas, preguntándose
por la cuestión. Preguntándose cómo debería responderla.
"Sí."
"Entonces ... no eres gay?"
Melanie se encontró con su mirada. "Sí, lo soy." Podía ver la confusión en los ojos de
Erin, podía ver más preguntas formándose.
“¿Entonces estabas con este chico cuando te diste cuenta de que eras gay? Quiero decir,
muchas mujeres hacen eso, supongo.”
"No. Sabía que era gay a una edad temprana.” Dejó escapar un suspiro
rápido. ¿Realmente quería hablar de esto? “Él – Adam – era el hijo de mis últimos padres
adoptivos. Lo conocí cuando acababa de cumplir dieciséis años. Nos hicimos amigos
rápidamente. Cercanos. Hermano y hermana cercanos.” Levantó las rodillas aún más,
apoyando los pies en la roca en la que estaba sentada. Apoyó su mejilla contra su rodilla,
imaginando su dulce rostro, sus ojos oscuros. “ Estaba convencido de que estaba
enamorado de mí. No le dije que era gay. Seguía diciendo que estaríamos bien juntos, que
seríamos felices ... como pareja. Le dije que no sentía lo mismo por él, pero parecía tan
seguro de eso, tan seguro de que podría enamorarme de él. Tenía dieciocho años cuando
me lo dijo por primera vez. Diecinueve cuando me besó por primera vez. Cada vez que le
decía que no, podía ver el dolor en sus ojos. No quería seguir lastimándolo, así que
cuando tuve veinte años, nos hicimos más que amigos. Pensé que tal vez – con el tiempo
– podría amarlo de esa manera. Nos mudamos juntos poco después de eso, y éramos una
pareja, como él quería."
"Estás aquí ahora así que obviamente eso no funcionó."
Melanie dejó caer las rodillas y se sumergió en la piscina profunda, como si esconderse de
Erin parara las preguntas. Como si esconderse de ella detendría que los recuerdos
volvieran a fluir. Cuando salió a la superficie, se quitó el cabello mojado de la cara,
notando lo corto que era.

Luego miró a Erin, tratando de decidir cuánto decirle. "Yo ... yo era muy parecida a tu
Sarah. Conocí a una mujer. Tenía veintitrés años para ese entonces. Tuvimos una aventura
por más de dos años. No podía soportar decirle a Adam. No podía romperle el corazón
así. Él realmente, me amaba profundamente. Y sí, lo quería. Pero nunca estuve enamorada
de él. Jamás. Y él lo sabía. Había dejado de preguntarme si lo amaba.”
¿Y esta otra mujer? ¿Estabas enamorada de ella?”
“ Más lujuria que amor. Ella me dio lo que faltaba con Adam, eso es todo. Físicamente,
me dio lo que necesitaba. No estaba enamorada de ella, no.”
"Ella obviamente tampoco está cerca."
"No. Eso ... eso terminó.” Levantó la mano cuando Erin habría hecho otra pregunta.
"Toda esa historia, ese momento de mi vida ... para hablar de eso, requeriré una noche
muy oscura."
"Lo siento. No tengo derecho a entrometerme.”
"No, no lo haces." Luego sonrió, suavizando sus palabras. "Pero los amigos se
entrometen, ¿no?"
CAPÍTULO VEINTIUNO
Erin estaba agradablemente cansada y agradablemente llena. Cansada de su caminata y

del día de juego en el agua y llena de la cena que Melanie había preparado. Estaba
disfrutando bastante las comidas vegetarianas que Mel preparaba, casi sin pensarlo
mucho. Verduras, por supuesto. Siempre dos, a veces tres variedades. Papas o
arroz. Frijoles o el tofu ocasional. Incluso había algo que Mel llamaba rizos de soja que
tenía una consistencia bastante parecida al pollo.
Comidas sencillas pero llenas de sabor. La comida de esta noche fue una combinación de
lo sobrante en el refrigerador junto con un poco de calabaza que había cortado en tiras y
asado a la parrilla.
"Si estás de humor para la trucha de nuevo, siéntete libre de pescar cualquier día,"
Melanie ofreció.
"Estoy demasiado llena para pensar en el pescado en este momento."

“¿Demasiado llena para una taza de té?”
Erin la miró, preguntándose por la sugerencia. ¿Melanie la estaba invitando a unirse a ella
en el porche esta noche? Como si viese la pregunta en su mente, Melanie asintió. "Si
quieres ... hablar."
Ah, Entonces Melanie estaba lista para contar la historia de su vida. Después de hoy,
después de haber terminado esa conversación tan rápido, había pensado que pasarían días
– o incluso semanas – antes de que quisiera abordarlo nuevamente. Sin embargo terminar
la conversación no había frenado su salida. Habían descansado en el agua, arrojando
piedras mientras conversaban. Charlando como amigas. Melanie estaba muy cómoda en
su desnudez y Erin – después de un rato – se acostumbró a estar en el agua con una mujer
desnuda. Erin se encontró contándole anécdotas a Melanie de su infancia, su adolescencia
... incluso la universidad. Y Mel también compartió algunas cosas, aunque sus palabras
tenían un toque de tristeza.
Había crecido sola, le había dicho, haciendo amigos solo esporádicamente hasta que se
hizo mayor y se metió en un entorno más estable.
Erin la miró ahora y le quitó el último plato para secarlo. Mel llevaba shorts, una camiseta
azul marino. Sin sostén. De nuevo, cómoda. Erin finalmente asintió, viendo la
anticipación en sus ojos ... azules esta noche. Había aprendido que los ojos de Melanie
cambiaban de color, a menudo coincidiendo con el tono de la camisa que llevaba.
Mientras esos ojos sostenían los de ella, se preguntó con cuántas personas había
compartido su historia.
Mel parecía casi ansiosa por hablar.
"Por supuesto. Me encantaría una taza de té, ” finalmente dijo. “ Es una linda
noche. Quizás Goldie y Rick vendrán para una canción."
Melanie sonrió. "Secretamente les tienes miedo, ¿verdad?"
"Sí," admitió con una sonrisa.
Después de que pusieron los platos y arreglaron la cocina, Melanie tomó dos tazas y las
llenó de la tetera que había calentado en la estufa.
Erin abrió el armario donde guardaba sus bolsitas de té y sacó una caja, una que había
visto a Mel usar antes.
"¿Está bien ésta? ¿Manzanilla y vainilla?”

"Sí."
Tomaron asiento en las mecedoras y ella permaneció callada mientras tomaba un sorbo
del té caliente que había sido endulzado con un corrito de miel. La luna ya se deslizaba en
el cielo occidental, más grande que media llena esta noche. Supuso que una luna llena
estaría sobre ellas en poco tiempo. Incluso ahora, era lo suficientemente brillante como
para atenuar las estrellas, pero no le importaba. Descubrió que disfrutaba mirando el cielo
nocturno. Si viviera aquí permanentemente, podría estar tentada a comprar un telescopio.
"Eso es Marte," Melanie dijo en voz baja, señalando una estrella brillante que se cernía
sobre el acantilado hacia el este. "Tiene un pequeño toque de color rojo."
"¿Eres una observadora de estrellas?"
“Aficionada en el mejor de los casos. Tengo algunos libros y mapas del cielo. Y recibo
correos electrónicos diarios de un sitio web dedicado a la observación de estrellas."
Erin sonrió. "Ah. ¿Una página web? ¿Qué es eso?"
Melanie se rió. "Lo siento. Supongo que podría darte la contraseña, si todavía la quieres.”
“Oh, no lo se. Como dijiste, es un poco liberador no tener todo eso. Además, solo lo uso
para el trabajo, de verdad. No hay amigos con los que mantenerse al día."
"¿Facebook?"
"Dios no. Nunca me metí en eso, afortunadamente.” Ella alzó una ceja. "¿Y tú?"
"No. Y antes de que preguntes, no, no hay amigos perdidos desde hace mucho tiempo con
los que todavía me mantengo en contacto. Cuando me mudé aquí, dejé todo eso
atrás. Intencionalmente. Las damas de aquí, Stella, se han convertido en mi familia
extendida. No diría que soy amiga de ninguna de ellas, excepto de pasada. Quizás
Ángela. Ella es más cercana a mi edad, aunque aún es veinte años mayor. Pero ella y yo
nos hemos convertido en las cuidadoras. La mayoría de ellas aún son muy independientes,
pero hay algunas cosas que no pueden hacer – como manejar una motosierra, por
ejemplo.”
"¿Tú puedes?"
"Por supuesto. Si quiero mantener el fuego encendido durante el invierno, tengo que
cortar mi propia leña.”

"Seguramente no cortas la leña para todas, ¿verdad?"
"No, no. La mayoría de ellas se calientan con propano ahora. Las que no compran leña y
se las entregan. Supongo que algún día haré lo mismo, convertir mi estufa de leña en
propano. Pero por ahora, mientras todavía puedo, lo disfruto.” Agitó la mano hacia la
inmensidad. “ Tenemos 283 hectáreas. Siempre hay árboles muertos para cortar. A
principios de otoño, cuando hace frío, me gusta salir. Me encanta estar en el bosque así.
Ángela me acompaña a veces. Ella no tiene camioneta, así que la llevo de vuelta.”
Erin guardó silencio por un momento, luego se volvió hacia ella. " ¿ Por qué no tienes
amigos con los que mantenerte al día?"
Melanie dejó escapar un suspiro tranquilo. “Nunca tuve muchos amigos para empezar. A
veces intentaba rodearme de personas para combatir la soledad, pero me di cuenta de que
eso realmente no ayudaba. Ser solitaria no tenía absolutamente nada que ver con estar
sola. Lo he aprendido viviendo aquí.”
Erin no dijo nada, esperando. Después de un rato, Melanie detuvo el movimiento de su

mecedora. Tomó un trago de su té y luego se volvió hacia Erin.
“ Adam me atrapó con Courtney, la mujer con la que estaba teniendo la aventura. Se
suponía que él debía estar fuera, por trabajo. Regresó un día antes. Estábamos ... en la
cama. Él se había quedado afuera de la habitación – escuchando mientras hacíamos el
amor.”
"Maldición," susurró.
"Sí. Dijo que sabía en ese momento que yo ... que nunca había estado realmente
enamorada de él como lo estaba de ella.” Melanie comenzó a mecerse de nuevo. “ No
estaba realmente tan enojado. Más bien en estado de shock, creo. Courtney, por supuesto,
se fue. Quería hablar de eso con él. Quería explicarte. Pero él ... no quería hacerlo. No
hubo gritos ni chillidos. Tuvimos algunas palabras, eso fue todo. Fue bastante civilizado.”
"¿Cuántos años tenías?"
"Um ... veinticinco. A punto de cumplir veintiséis, en realidad. Tres días,” terminó en un
susurro. Otra respiración profunda. “ Adam estaba devastado. No me habló de eso. Y
luego, en mi vigésimo sexto cumpleaños, él ... se suicidó.” La mecedora se detuvo
abruptamente. "Él se pegó un tiro. En nuestro dormitorio. En nuestra cama. Lo encontré
cuando llegué a casa del trabajo.”

"Oh, Dios mío," Erin susurró. No sabía lo que esperaba, pero no era eso. Las palabras de
Melanie fueron tranquilas, calmadas, pero podía escuchar la emoción en su voz. Ella no
sabía qué decirle. No sabía si debería decir algo en absoluto.
“No me dejó una nota. No necesitaba hacerlo. Sin embargo, dejó algo para sus padres. Me
culparon, con toda la razón. Y yo también. Aparentemente él les dijo lo suficiente para
que supieran lo que había sucedido.” Melanie echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos
por un momento. “Fui un desastre después de eso. Adam y su familia eran realmente todo
lo que tenía. Y se fueron. Y no pude conciliar el hecho de que todo fue mi culpa.
Asesoramiento de duelo, terapia – eso ayudó un poco, pero todavía no podía superarlo.
Tenía pesadillas ... cuando dormía," agregó. “ Estaba tomando medicamentos para la
depresión. No podría dormir sin una pastilla. Empecé a beber mucho. Vino al
principio. Luego vodka. Ginebra. Perdí un montón de peso.” Ella la miró. “Cuando te vi
por primera vez, me reconocí en ti. Sin embargo, tus ojos – si bien parecías perdida – no
estaban tan llenos de desesperación como los míos.”
Erin sacudió la cabeza. "No." Respiró hondo. "Sigue. Cuéntame el resto.”
“ Después de tres años de terapia, dependía de los medicamentos para superar cada día,
cada noche. Dependí de ellos para mantener mi trabajo, mantener mi cordura. Y entonces
mi madre comenzó a venir de nuevo. Para resumir, un día irrumpió en mi casa – ella y el
tipo con el que vivía – y robó todo lo que tenía valor y mis medicamentos.” Dejó escapar
un suspiro. “Una semana después, ella regresó y pidió más drogas. Y la miré y me vi a mí
misma. Me vi convirtiéndome en lo que ella era ... incapaz de funcionar sin drogas o
alcohol. Me estaba convirtiendo en mi madre. Estaba tan cerca de esa línea."
Melanie sorprendió a Erin poniéndose de pie. Se acercó al borde del porche y se apoyó
contra la barandilla, con los ojos mirando hacia el cielo.
"Yo ... estaba perdida, Erin. Completamente. Era una desconocida en el espejo. Sabía que
tenía que hacer algo. Tenía que escaparme, simplemente no sabía dónde ni
cómo. Cambiar todo, mudarme a una nueva ciudad, un nuevo trabajo? Mi terapeuta no lo
creía así. Ella temía de que yo estuviera sola, en realidad.”
Erin levantó las cejas. "¿Porque?"
"Porque había hablado con ella sobre el suicidio."
Erin contuvo el aliento. Melanie parecía tan fuerte, tan en control, tan ... junta. Nunca
habría adivinado que ese pensamiento hubiera cruzado por su mente. Pero de nuevo, no
dijo nada, esperando a que Melanie terminara.

“Sin embargo pasaron otros seis meses antes de ... bueno, antes de que finalmente tuviera
suficiente. Llegué a casa del trabajo y encontré a mi madre apoyada contra mi puerta,
desmayada. Pensé que estaba muerta. Recuerdo haberla mirado, preguntándome si podría
derramar algunas lágrimas por ella. Resulta que su novio la dejó allí después de que se
drogara y se derrumbara.” Se dio la vuelta y la miró. “Así que eso fue todo. Esa fue mi
bofetada. Me vi tirada allí, desplomada contra la puerta. No a mi madre, sino yo. Y supe
entonces que no quería morir. Estaba perdida – y atrapada – en este ... este vórtice que
había creado y no conocía ninguna salida. Lo único que se me ocurrió fue huir. Mi plan
era escapar durante un par de años, vivir de mis ahorros u obtener un trabajo a tiempo
parcial o algo así. Cualquier cosa."
"¿Donde trabajaste?"
“ Bufete de abogados. Era asistente de abogado.” Ella sonrió. “ Odiaba mi trabajo, en

realidad. Odiaba el trabajo, no el trabajar,” corrigió. “Uno de los abogados me veía como
una hija y tendió a favorecerme. Estuvo allí para mí durante todo eso, estuvo a mi lado,
incluso cuando me faltaba mucho trabajo. Cuando le dije lo que quería hacer, cuando
encontré a Stella y este lugar, él me ayudó a vender mi casa, me ayudó con algunas
inversiones cuando me sobró efectivo. ” Volvió a la mecedora con un suspiro. "Él era
realmente el único con el que hubiera querido mantenerme en contacto. Pero hice una
ruptura absoluta. Tenía treinta. Había pasado cuatro años con medicamentos, alcohol y
terapia y no estaba mejorando. Estaba empeorando. Así que hice una ruptura absoluta."
"¿Viniste aquí para sanar?"
"Sí. En lugar de medicación, hice meditación y yoga. Y honestamente, creo que la dieta
también ayudó. Probablemente en la mayoría. Todo era saludable. Todo estaba en
paz. Ahora ... el jardín es terapia. No lo veo como trabajo."
"¿Stella sabe todo eso?"
Melanie sacudió la cabeza. "No. Sabe de mi madre, de mi infancia, pero no de Adam,

no.”
"¿Por qué lo hiciste? Quiero decir, si no estabas enamorada de él, por qué?”
“ Me sentía ... segura con él y temía que se fuera. El era familiar. El era de la familia.
Siendo una niña adoptiva ... él era mi familia.” Se encogió de hombros. "Todas esas
cosas. Todas esas cosas egoístas.” Melanie la miró en las sombras del porche. “ Es una
culpa que siempre llevaré. Adam era un chico tan dulce y gentil, y se convirtió en el
mismo tipo de hombre. Y yo ... lo arruiné.” Su voz se convirtió en un susurro de
nuevo. "Lo maté tan seguramente como si yo misma hubiera apretado el gatillo."

De nuevo, se levantó abruptamente, de espaldas a Erin. Podía escuchar las lágrimas que
Melanie estaba tratando de ocultar y no sabía si debía ofrecer algo de consuelo o si sería
rechazada.
¿ Es por eso que Melanie estaba aquí, viviendo sola, en soledad? ¿ Cómo penitencia?
¿Cómo castigo por sus actos? ¿Quizás tratando de hacer expiación por la muerte de Adam
de alguna manera? Obviamente se había reconciliado lo que había sucedido. Ella parecía
fuerte, en control. Erin tuvo dificultades para imaginarla deprimida, dependiente de los
medicamentos recetados para superar cada día.
Melanie parecía muy sana, tanto física como mentalmente.
Pero no ahora, sin embargo. Ella no era fuerte. No tenía el control. Erin se levantó, yendo
hacia ella. Cuando había tendido la mano para tocarla, Melanie se volvió.
“Lo siento, Erin. Ha pasado tanto tiempo, pero a veces todavía parece tan reciente.”
"No tienes que disculparte conmigo." Erin tomó la taza de sus dedos y la puso abajo,
luego la abrazó. Sintió a Melanie ponerse rígida, sintió que intentaba alejarse, pero Erin
no la dejó escapar. Después de lo que parecieron minutos, sintió que las manos de
Melanie la tocaban, sintió los brazos rodear su cintura. Cerró los ojos, ofreciendo todo el
consuelo que pudo al escuchar silenciosas lágrimas contra su cuello.
Entonces se le ocurrió que esta era probablemente la primera vez en siete largos años que
Melanie había tenido a alguien que la abrazara. Consolara. Tocara. ¿ Siete años sin
intimidad? Sin el toque de otro? Cerró los ojos, apretando a Melanie aún más, poniendo
sus cuerpos en contacto. Frotó sus manos sobre la espalda de Mel, con la esperanza de
aliviar un poco su dolor. No tenía derecho a estar haciendo esto, por supuesto. Había
invadido el espacio de Melanie sin preguntar. Pero Mel pareció hundirse contra ella y
Erin continuó abrazándola, dejando que Melanie tomara de ella lo que quería – lo que
necesitaba.
Sin embargo, Melanie se apartó bastante rápido, secándose los ojos antes de alejarse. "Lo
siento," dijo de nuevo. “Soy tu anfitriona. Eres la huésped. No deberías tener que – “
“No soy una huésped, Mel. No te disculpes.”
Melanie fue a los escalones, todavía agarrada a la barandilla. “ Yo ... necesito un

minuto. No esperes despierta.”
Erin asintió, sabiendo que acababa de ser despedida. Se quedó allí, observando mientras
Melanie salía a la noche, observando hasta que la oscuridad se la tragó. Cogió sus tazas y
regresó al interior.

Melanie estaba acostumbrada a estar sola, acostumbrada a proporcionar su propio

consuelo, se dijo. Miró hacia el porche vacío una vez más, luego se dirigió a su
habitación, debatiéndose si cerrar la puerta o no. Después de un momento de titubeo, la
cerró, no queriendo invadir la privacidad de Melanie más de lo que ya lo había hecho.
CAPÍTULO VEINTIDÓS
Había pasado mucho tiempo desde que Melanie no se había levantado antes del amanecer.
Pero esta mañana, se sentía perezosa y en lugar de levantarse, se dio la vuelta y cerró los
ojos, hundiéndose de nuevo en la nada. Había tenido dificultades para conciliar el sueño
la noche anterior. Tanto es así que después de revolverse y dar vueltas en su cama, se dio
por vencida y volvió al porche, envolviéndose en uno de los tres afganos que Rachel
había tejido para ella. Debió haberse quedado afuera durante una hora o más, sus
pensamientos rebotaban entre el pasado y el presente y todo lo demás.
Todavía no sabía qué la había orillado a compartir su historia con Erin, aparte de ...
bueno, no había tenido una amiga en mucho tiempo, se sentía bien compartir algo con
alguien. Esa parte de su vida, tan dolorosa como era, solo le había sido contada a su
terapeuta. Incluso cuando había ido a terapia de duelo – personal y grupal – había dejado
de lado las partes principales, especialmente su aventura con Courtney.
Erin había sido tan dulce la noche anterior. ¿Y el abrazo? Dios, no sabía cómo reaccionar
ante eso. No había tenido un abrazo en – bueno, no desde que Adam murió. Se había
sentido extraño que alguien la tocara, la abrazara. Extraño, sí, pero aun así se había
sentido tan bien. Erin era fuerte – más fuerte – de lo que parecía, y había querido
simplemente desahogarse en sus brazos, esperando que Erin la sostuviera mientras se
hundía contra ella. Pero no podía hacer tal cosa. ¿ Qué tan inapropiado hubiera sido
eso? Ella era la anfitriona. Erin era la huésped. No tenía derecho a esperar consuelo de
Erin. Stella estaría horrorizada.
¿Qué le diría Erin hoy? ¿Lo mencionaría? ¿Tendría más preguntas? Los amigos siempre
tenían preguntas, ¿no? O tal vez fingiría que no habían tenido una conversación tan seria
y mantener todo ligero, normal entre ellas. Ella esperaba que ese fuera el caso. Necesitaba
dejar el pasado donde pertenecía – encerrado herméticamente. Siempre en el fondo de su
mente, sí. Siempre. Pero no había necesidad de sacarlo al frente. No tenía otro propósito
que agravar su culpa. Había aprendido a vivir con la culpa. Estaba justo ahí. Siempre lo
estaría, rondando a su alrededor. No importa cuánto deseaba que las cosas fueran
diferentes, no podía deshacer el pasado. No podía deshacer su relación con Adam. No
podía deshacer la aventura con Courtney. No podía devolverle la vida a Adam. Solo podía

vivir con su culpa. Tanto es así que se había convertido en una parte de ella, una parte que
a veces olvidaba.
A veces.
Pero entonces mostró su lado oscuro, recordándole que todavía estaba rondando ...
esperando para saltar.
***
Erin permaneció en silencio en la cocina, preguntándose si debería comenzar el

desayuno. En realidad, se preguntaba si debería abrir la puerta de la habitación de Mel y
ver cómo estaba. Ella siempre – siempre estaba levantada al amanecer. Incluso en esos
primeros días, cuando se había quedado en su habitación, podía escuchar a Melanie en la
cocina a horas impías de la mañana.
¿ Pero esta mañana? No. Todo estaba en silencio. Se había levantado de la cama a la
primera luz del amanecer, yendo a la cocina. La puerta de Melanie permaneció cerrada.
Después de un momento de indecisión, puso la cafetera y luego regresó a su habitación

para ducharse. Después de que se vistió, todavía no había sonido del otro dormitorio.
Miró por la ventana de la cocina y vio que el sol ya se arrastraba por el acantilado. Podía
escuchar a las gallinas clamando en su gallinero, listas para salir por el día. Con una
mirada más a la puerta de Melanie, sirvió una taza de café y se la llevó.
Era una mañana tranquila y fresca y el cielo era de un azul brillante. Oyó – o sintió – un
zumbido de alas, y se giró hacia el comedero de colibríes, observando a algunos de los
primeros clientes competir por la posición. Escuchó las llamadas ahora familiares de las
urracas mientras bailaban a lo largo de la parte superior de la valla, saltando lejos de ella
mientras se dirigía al cobertizo. Se escuchó un grito ronco y levantó la vista y vio pasar a
dos cuervos. Detrás del cobertizo, escuchó a Bandito rebuznando, dando la bienvenida al
nuevo día.
Hizo una pausa, sonriendo, notando lo bien que se sentía estar levantada y tan temprano.
No es de extrañar que Melanie comenzara su día al amanecer. Había mucho que ver y
escuchar mientras el mundo se despertaba a su alrededor.
Entró en el patio cercado y abrió la puerta del gallinero. Las gallinas casi la atropellan en
su prisa por salir. Se produjeron muchos cacareos mientras revoloteaban alrededor de sus
pies, buscando comida. Antes de ir a dejar salir a las cabras, entró en el cobertizo y llevó
el cubo de las gallinas y lo arrojó, riéndose mientras las gallinas luchaban por el obsequio.

Tomó un sorbo de café y las observó por un momento, luego fue al puesto de las cabras y
lo abrió. Carly y las gemelos salieron corriendo, las jóvenes gemelas patearon sus talones
mientras perseguían a las gallinas.
Otro nuevo día ha comenzado, pensó. Y se sentía tan feliz como parecían estar las
gemelas. Como le había dicho a Melanie, ’bien’ parecía ser una palabra demasiado leve
para usar para lo que sentía. Se sentía ... renacida, casi. Se sentía diferente, nueva ... tan
nueva como el día que estaba floreciendo. Ciertamente no era la misma persona que había
venido aquí hace un mes. Se preguntó, después de tres meses, quién sería. ¿ Sería la
antigua ella ... antes de Sarah? ¿O sería incluso diferente de eso? ¿Esta experiencia de tres
meses la cambiaría por completo?
"El tiempo lo dirá," murmuró para sí misma.
Con una última sonrisa hacia las gallinas y las cabras, volvió a la cabaña. Sin embargo,
cuando entró, la puerta del dormitorio todavía estaba cerrada. ¿En qué momento debería
preocuparse? Sabía que había sido tarde cuando Mel había entrado anoche. Melanie
todavía estaba en el porche cuando finalmente se quedó dormida, la había escuchado en la
mecedora.
Así que comenzaría a hacer el desayuno, supuso. Había visto – ayudado, lo suficiente
como para saber cómo preparar las papas fritas picantes. Rebuscó en el refrigerador por
cebollas y pimientos, luego sacó el sartén de hierro fundido que siempre usaba
Melanie. Después de un chorro de aceite de oliva, las cebollas y los pimientos se doraban
mientras cortaba las papas. Preparó los huevos para revolverlos y sacó la salsa verde del
refrigerador, pero luego recordó las tortillas.
Sacudió su cabeza. No creía que pudiera lograr eso. Pero había observado casi todas las
mañanas. Sabía cómo hacerlas. Aún así…
"Huele bien."
Se giró, el alivio en su rostro al ver a Melanie. Su cabello estaba desordenado, sus ojos
estaban hinchados – por llorar? – Y estaba parada allí con nada más que una camiseta
corta y ropa interior negra. Mientras se frotaba los ojos con ambas manos, Erin sonrió,
pensando que nunca antes había visto a alguien tan adorable.
"Hola. Sí. Pero ... no sé cómo hacer las tortillas.”
"Sí, lo sabes," Mel dijo alrededor de un bostezo. “Supervisaré mientras las haces. Déjame
vestirme. Pero primero necesito atender a las gallinas.”
"Oh, ya lo hice."

"¿Lo hiciste?" Melanie entonces sonrió. "Gracias, Erin."
“Bueno, estaban a punto de derribar la puerta. Pensé que sería mejor dejarlas salir. Y a las
cabras también.”
Melanie le tocó el brazo y lo palmeó rápidamente mientras volvía a su habitación. "Eres

bastante buena para la mano de obra barata," bromeó. "Creo que te dejaré quedarte."
Erin dejó escapar un suspiro. Bueno, entonces ella parecía perfectamente bien – normal,
esta mañana. Aparte de dormir dos horas más de lo habitual, eso es.
CAPÍTULO VEINTITRÉS
Melanie se sentía excepcionalmente perezosa. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se
había tomado el tiempo para leer? Cuando alzó los ojos y vio que Erin arrojaba el sedal de
pescar al arroyo, supo que estaba haciendo poca lectura. Estaba sentada contra un pino
ponderosa, con las piernas estiradas, los tobillos cruzados, luchando contra el sueño.
Bostezó de nuevo, finalmente dejó el libro.
Erin parecía contenta y sin prisa por irse. Ya había atrapado dos truchas, pero pensó que
dos más lo convertirían en un ‘festín’ así que Melanie le hizo un gesto con la mano de que
continuara. Estaba lo suficientemente cómoda donde estaba. Y cómoda era lo que parecía
Erin. Llevaba shorts de senderismo y sandalias, sus pies mojados por estar en el agua
mientras pescaba. Llevaba el pelo al viento pero lo suficientemente corto como para no
molestarla. Incluso mientras se concentraba en su pesca, había una sonrisa en su
rostro. Fue una gran transformación, Melanie tuvo dificultades para recordar cómo había
estado esos primeros días. ¿ Ahora? Ahora estaba sana, estaba sonriendo. Se veía
feliz. Parecía contenta. Parecía una persona diferente.
Entonces sonrió, recordando su desayuno y el intento de Erin de hacer tortillas. Eran un

poco gruesas e incluso con la tortilladora, su forma era todo menos redonda, pero Erin
estaba tan complacida consigo misma que Melanie se había comido dos con sus papas y
huevos mientras las alababa. Como le había advertido a Erin entonces, si eran demasiado
buenas, ella estaría a cargo de hacerlas a partir de ahora.
"Sabes, Stella no ha estado por aquí esta semana," Erin dijo, rompiendo el silencio.
“No, no lo ha hecho. Pero la cena compartida es mañana.” Hizo una pausa. "¿Quieres ir
conmigo?"

Erin la miró con las cejas arqueadas. "¿Las huéspedes suelen ir a ellas?"
"No." Luego se encogió de hombros. “Solo las damas – la tribu, como a Stella le gusta
llamarnos. Pero no eres una huésped normal. No creo que a ella ni a nadie más le importe.
De hecho, probablemente les encantaría que vinieras.
Erin hizo una pausa, su cabeza se inclinó pensativa. "¿Quieres que vaya?"
Sus ojos se encontraron y Melanie asintió. "Sí," dijo simplemente.
"Bien. Iré.” Erin volvió a su pesca, luego se volvió hacia ella. "¿Estás aburrida sentada allí
mientras yo pesco?"
Melanie sacudió la cabeza. "No. Solo mirándote.”
Erin movió las cejas burlonamente. "¿Y qué es lo que estás viendo?"
Melanie se echó a reír, dejando que su mirada cayera a las caderas de Erin, sus piernas, y
luego volvió a subir. Erin había vuelto su atención al agua, pero había una sonrisa de
satisfacción en su rostro.
***
Erin miró el último trozo de pescado y luego miró a Melanie, que le estaba sonriendo.
"Tómalo ya."
"¿Estás segura?" Solo había atrapado tres, no los cuatro que esperaba.
"Podemos compartir."
“No, tómalo. Estoy llena."
Erin lo agarró con una sonrisa. “Voy a engordar viviendo contigo. En caso de que no lo
hayas notado, he aumentado de peso.”
"Me he dado cuenta. Te ves bien."
Erin alzó la vista. "¿Eso crees?"
"Sí. Bien. Sana. Estabas muy delgada, Erin. Frágil, casi.”

"¿Frágil? Esa es una palabra que nunca hubiera usado para describirme.” Miró pensativa a
Mel. “Mentalmente, al menos. Supongo que físicamente ... sí, en el último año más o
menos, me había vuelto – cielos – frágil. ¿Cuán triste es eso?”
“La pérdida, el dolor. Nos hace cosas,” Melanie dijo, su voz tranquila. "Sin que nosotros
lo sepamos realmente." Entonces la miró. "Hasta que es demasiado tarde."
Erin se encontró con su mirada, notando que los ojos azules todavía estaban un poco
sombreados esta noche. "¿Lamentas el que me hayas contado tu historia?"
Mel apartó la mirada, mirando detrás de ella. "Yo ... no estoy segura, de verdad. No le he
dicho a nadie, aparte de mi terapeuta. Lo que me obligó a decírtela ... no lo sé.”
"A veces se siente bien decir las cosas en voz alta."
Melanie se encogió de hombros. “Estas cosas que siento – creo – han sido parte de mí por
tanto tiempo, no sé si decirlas en voz alta tiene alguna importancia. No es como si se
fueran a ir."
"¿Te refieres a tu culpa?"
"Sí. Mi culpa. Se esconde a veces. A veces por semanas. Y luego a veces salta directo
hacia mí, agitando sus manos salvajemente frente a mi cara. Me recuerda que todavía está
allí. Que no va a desaparecer ... sin importar cuánto deseo que lo haga."
"¿Por qué me la contaste?"
Melanie apoyó la barbilla en la palma de la mano y la miró por encima de la mesa.
“ Honestamente, no lo sé. La he mantenido oculta de todas aquí. Tú ... me sentí casi

obligada a contártela. No estoy segura de por qué.” Se reclinó, cruzando los brazos contra
ella. "Tal vez como dijiste ... es bueno decir las cosas en voz alta. Sácalas de tu pecho.”
Erin asintió con la cabeza. "¿Temporalmente?"
"Sí. Y no me malinterpretes, cuando pienso en Adam, no siempre pienso en ese día. Lo

conocía desde que yo tenía dieciséis años. Murió en mi vigésimo sexto cumpleaños, por
lo que hubo diez años que en su mayoría fueron buenos. Me sentí segura con
él. Finalmente tuve una familia. Sus padres fueron muy buenos conmigo.” Ella hizo una
pausa. "Hasta que, por supuesto ..."
"¿Alguna vez trataste de reconciliar las cosas con ellos?"

Melanie sacudió la cabeza. "No. No había nada que decir. Él era su único hijo. A sus ojos,
lo maté.” Volvió a negar con la cabeza. "No había nada que pudiera haber dicho que
cambiara eso."
No, Erin supuso que no la había. Pero eso fue hace diez, once años. Eso pareció un
tiempo terriblemente largo para aferrarse a la culpa. Aferrarse de él lo suficientemente
fuerte como para que todavía te ahogue a veces. Y anoche, Melanie casi había sido
estrangulada por eso.
Sus ojos se encontraron en la mesa, esos azules parecían cansados y nublados.
Erin prefería mucho los brillantes y centelleantes que había llegado a conocer.
"Puedo limpiar la cena," ofreció.
"Gracias. Si no te importa, me voy a dar una ducha y ... me voy a la cama temprano.”
Las cejas de Erin se arquearon. Todavía había un toque de luz del día filtrándose a través
de las ventanas. ¿ Pero quién era ella para comentarlo? Esos primeros días, no había
escapado también a su habitación después de la cena? Cuando Melanie pasó junto a ella,
se detuvo, tocando su hombro y apretando suavemente.
“Mañana estaré mejor, Erin. Lo prometo."
"Bien."
“Y gracias por limpiar la cena. Gracias por atrapar la cena.”
Ella le sonrió mientras la mano de Mel aún se demoraba en su hombro. "De nada."
La mano de Melanie se deslizó entonces, pero se dio la vuelta antes de entrar en su

habitación. "Siéntase libre de usar la televisión si lo deseas."
"Bueno."
Pero después de guardar las verduras sobrantes y lavar los platos, no estaba de humor para
la televisión. En cambio, abrió el gabinete y sacó una taza. Se dedicó a hacer té,
sorprendida de lo mucho que le había gustado. Tomó la taza caliente afuera, pero en lugar
de hundirse en una de las mecedoras, se apoyó contra la barandilla del porche y su mirada
se dirigió hacia el cielo. Hacia el oeste, todavía quedaban los restos de la puesta de sol
cruzando las rocas, colgando por unos segundos más. Al este, ya estaba oscuro. La luna
estaba subiendo más alto, escondiéndose detrás de nubes a la deriva. Las estrellas

comenzaban a mostrarse y sus ojos se movieron sobre ellas distraídamente, sus

pensamientos aún en Melanie ... y esos ojos azules llenos de culpa.
CAPÍTULO VEINTICUATRO
“Oh, así que ahí está Fred. Estaba empezando a preocuparme."
Melanie le sonrió a Erin. " ¿ Estabas empezando a preocuparte?" Acarició la cabeza del
viejo perro. "Te lo dije, él hace las rondas."
"¿Cuántos años tiene?"
"Viejo. Quince o más, creo. Desapareció el invierno pasado y nadie lo había visto en diez
días más o menos. Pensamos que se había ido a morir. Luego volvió a aparecer un día en
casa de Vivian. Un poco delgado pero no peor por el desgaste.” Ella suspiró. Sin
embargo, no creo que demore mucho. Ya casi no come nada.”
Subió los escalones, pero Erin la detuvo con una mano en el brazo antes de que entraran
en la casa de Stella. Melanie la miró inquisitivamente.
"¿Qué debería decirle a Rachel?"
Melanie le sonrió. "Rachel no te va a arrinconar y exigir una explicación de por te fuiste."
“Pero, me siento mal. Quiero decir, fui grosera con ella. Muy grosera."
"Entonces probablemente esta contenta de deshacerse de ti," bromeó. "Vamos. Sé tu ser

encantador habitual. Te amarán."
Erin arqueó una ceja. "¿Soy encantadora?"
Melanie hizo una pausa, preguntándose por su elección de palabras. ¿Encontraba a Erin
encantadora? Sí. Esta mañana, por ejemplo, había quedado completamente encantada al
ver a Erin acariciar y hablar con las gemelas cuando había salido a abrirles su puesto.
Melanie se había quedado en la ventana de la cocina, olvidando el desayuno, mientras la
miraba. Antes de volver a entrar, Erin se detuvo para mirar el comedero de los colibríes,
luego miró hacia el acantilado donde había salido el sol, con una sonrisa en su rostro
cuando volvió a entrar.

Melanie la miró ahora, encontrando los ojos burlones de Erin. “ Sí, eres encantadora. Y
agradable. Sin embargo si me hubieras preguntado eso la primera semana ...”
Erin levantó la mano. "Lo sé, lo sé. Fui insufrible.” De nuevo, una sonrisa burlona.
"¿Cómo puedo compensarte?"
"Desayuno en la cama," dijo sin pensar. "No quise decir eso," dijo mientras golpeaba
juguetonamente el brazo de Erin. Sabía que se estaba sonrojando, pero no podía evitarlo.
"Quiero decir – sería bueno que te sirvan el desayuno en la cama ... solo una vez."
Erin estaba sonriendo mientras sostenía la puerta abierta para ella. "Solo una vez, ¿eh?"
Melanie se detuvo. "Si me sirvieras el desayuno en la cama, eso significaría que también
tendrías que atender a las gallinas y las cabras, ya que todavía estaría bajo las sábanas."
“Las atiendo algunas mañanas como es, pero no creo que puedas soportarlo. Te perderías
la hora del café en el porche al amanecer.”
"Cierto."
"¿Qué tal un masaje?"
“¿Un masaje?” Melanie repitió, parpadeando estúpidamente.
"Doy estupendos masajes."
"¿Lo haces?"
"Uh-huh." Sus ojos se encontraron de nuevo y Erin le guiñó un ojo rápidamente. “ Sin
embargo, ha pasado un tiempo. Puedo estar fuera de práctica. Me puede llevar una hora
más o menos volver a la rutina.”
“ ¿ Un masaje de una hora? Dios, sería inútil después de eso.” Ella se rió. " ¿ Cuándo
podemos hacerlo?"
"En cualquier momento que desees. Por cierto, es un masaje de cuerpo completo,” Erin
dijo con una sonrisa descarada, luego entró, rápidamente siendo tragada por el grupo de
mujeres de cabello gris mientras la rodeaban a la vez. Melanie sacudió la cabeza,
preguntándose cómo diablos habían pasado de encantadores a desayunar en la cama a un
masaje de cuerpo completo, de todas las cosas.

"Dianne nos dijo que te cortó el pelo," Stella le decía a Erin. "Se te ve tan bien, querida."
Stella luego la miró, casi como una ocurrencia tardía. "A ti también, Mel."
Antes de que Melanie pudiera responder, Stella había vinculado los brazos con Erin y se
la estaba llevando. Melanie llevó su platillo a la cocina – otra cazuela de calabaza – y
encontró un lugar para él en la mesa.
"Ella es linda," Ángela dijo mientras le daba un golpecito en el brazo. "Quiero decir
... linda."
Melanie asintió con la cabeza. "Sí, lo es."
"¿Es soltera?"
"De hecho, si."
"Oh, que suerte," Ángela bromeó. “ Ojalá hubiera sido mi turno de ser la siguiente
anfitriona. Todas sabíamos que Rachel no sería capaz de retenerla. Escuché que corrió a
la mañana siguiente.” Se inclinó más cerca. “ Stella dijo que estaba en muy mal estado,
pero se ve bien para mí. Muy bien."
"Un mes ... sí, ha mejorado diez veces." Oyó risas desde la sala de estar y volvió a salir,
encontrando a Erin acurrucada en el sofá con cuatro mujeres. La mirada en el rostro de
Erin era un cruce entre divertido y asustado.
Erin levantó la vista y la encontró mirando. Sus ojos se encontraron e intercambiaron una
sonrisa, una sonrisa secreta, casi íntima. Entonces Stella caminó a través de su línea de
visión, rompiendo el contacto.
“Oh, Mel, debo decir que el cambio en Erin es notable. No solo el cabello – que se le ve
encantador – sino todo su ser, ” Stella dijo, agitando los brazos dramáticamente. “ Has
hecho maravillas con ella. Es como una persona completamente diferente."
"No estoy segura de que haya hecho algo," protestó. “Está comiendo saludablemente, sale
al sol y hace un poco de ejercicio. Ha eliminado el estrés en su vida. Se ha puesto al día
con el sueño.” Se encogió de hombros. "Tengo poco que ver con eso."
“Bueno, su hermana me llamó de nuevo. Hace dos noches, creo que fue. No había visto a
Erin, así que no sabía qué informar, aparte de que – hasta donde sabía – no se había
escapado. Dianne me dice que la llevaste a Silver City para ir de compras.”
"Sí, lo hice. Hace una semana más o menos.”

Stella se inclinó más cerca. "¿Intentó algo?"
Melanie levantó las cejas. "¿Intentó algo? ¿Cómo escabullirse para comprar un boleto de
autobús para irse de la ciudad?”
"Es solo que su hermana ... bueno, parece sorprendida de que Erin todavía esté aquí. De
hecho, cuando hablé con ella, me preguntó si estaba segura de que no se había ido. Estuve
a punto de ir a tu casa en ese momento para ver cómo estaba.”
“Sabes que te avisaría si pasara algo. Ella esta bien. Me atrevería a decir que creo que se
está divirtiendo. Son como unas vacaciones para ella. Ahora ... después de otro mes de
esto, puede aburrirse y estar lista para partir, pero creo que durará los tres meses
completos."
“Quizás deberías sugerirle que llame a su hermana entonces. Puede usar mi teléfono, por
supuesto. Tal vez eso tranquilizaría a su hermana.”
"Bueno. lo haré."
Más tarde, sin embargo, cuando le sugirió eso a Erin, sacudió la cabeza.
"No lo creo, Mel."
"Ella aparentemente está preocupada por ti."
"Probablemente se siente culpable de que ella y mi padre me hayan obligado a esto, eso es
todo." Erin señaló la mesa. “Mira todos estos platillos. Todo se ve muy bien.” Se inclinó
más cerca. "¿Cuál trajo Rachel?"
Melanie señaló una olla con tapa. "Ahí. Frijoles."
"Mantente alejada," Erin advirtió con ojos exageradamente ensanchados. “ Mucha

calabaza también. Creo que me quedaré con la nuestra.”
Melanie sonrió ante su uso de ‘nuestra’ y de hecho, Erin había ayudado a preparar el
guisado. "¿Estás segura de que no quieres llamar?" Insistió.
Erin se giró hacia ella. "Me siento bien. Me siento ... algo separada de esa vida. Si hablo
con ella, voy a preguntar sobre mis proyectos, entonces comenzaré a preocuparme por
mis proyectos.” Metió las manos en los bolsillos de sus jeans. “Necesitaba este descanso,
obviamente. No quiero pensar en mi vida real en el corto plazo." Luego le guiñó un

ojo. “ Me estoy divirtiendo saliendo contigo, escabulléndome para ir a pescar y nadar

desnuda. Limpiar mierda de cabra,” añadió con una sonrisa.
Melanie le sonrió. "Bien, entonces. Le diré a Stella. ¿ Hay algún mensaje que quieras
transmitir si tu hermana vuelve a llamar?”
"Sí. Dile que deje de preocuparse y que la veré en Septiembre.”
Cualquier temor que Erin pudiera haber sentido cuando llegaron a la fiesta aparentemente
había desaparecido. No tenía pena de cargar su plato y conversar con las mujeres que la
rodeaban. La mesa de Stella se usaba como buffet y todas llevaban su comida a la sala de
estar, encontrando cualquier lugar disponible para sentarse. Cuando Valerie había jalado a
Erin a su lado, Erin se negó.
"Me voy a sentar con Mel," dijo, acercándose al sofá con Melanie. "No te importa,
¿verdad?"
"Por supuesto que no." Luego se inclinó más cerca. "Aunque comenzarán a chismear
sobre nosotras."
Erin asintió. "Lo sé. Ya me preguntaron si todavía estaba durmiendo en la habitación libre
o no."
Los ojos de Melanie se abrieron. "¡Oh Dios mío! ¿Quién preguntó eso?”
La mirada de Erin se movió cruzando la habitación. "Ahí. La del vestido amarillo.”
Melanie suspiro. "Rebecca. Ella siempre me interroga, preguntándose por qué me

mudaría aquí sola, a mi edad. La semana anterior a su llegada, yo estaba en su casa,
cortando algunas ramas en su jardín, y dijo que era demasiado joven para vivir mi vida
sola.” Ella sonrió, recordando la conversación. "Dijo que me convertiría en una vieja
amargada si no encontraba un amor pronto." Se rió en voz baja. "Sugirió una novia por
correo."
Erin se rió. "Supongo que no está familiarizada con las citas en línea."
Melanie le dio un mordisco a su guisado, satisfecha de cómo resultó. Se giró hacia

Erin. "Yo ... en realidad lo había pensado." Ella sonrió. "Citas en línea. No la novia del
pedido por correo.”
"¿Por qué no lo has hecho?"

Miró a su alrededor y vio algunos ojos sobre ellas. "Podemos hablar más tarde," susurró.
"¿Cómo está la comida?"
"Me gustan estas cosas de pastel de carne."
“Creo que es de Ángela. Está hecho con lentejas y avena. Es una buena cocinera. Me dio
la receta de las lentejas de albóndigas.”
“ Tomé algunas de las otras calabazas, pero me gusta la nuestra. Y estas papas son
pecaminosas,” Erin agregó mientras recogía un tenedor con queso. "Tal vez deberíamos
intentar hacer esto también."
“Estamos tratando de reducir el queso, ¿recuerdas? Y si sigues comiendo así, volveremos

a comprar ropa nueva."
CAPÍTULO VEINTICINCO
"Estoy llena."
"Supongo que sí. Te comiste dos pedazos de pay y pastel de chocolate.”
Erin se sentó en la mecedora, sus manos descansando sobre su barriga llena. “Ese pastel
de chocolate estaba realmente bueno. Quería robarme un pedazo para traerme a casa."
“Ese era de Stella. A ella le encanta hornear.”
"Me di cuenta de que no comiste nada."
“ No me gusta mucho el postre. No de ese tipo de todos modos. Cuando hay fresas, me
gusta en un pay o un pastel. Y tendremos duraznos muy pronto. Tengo una receta de
helado de durazno, si te interesa.”
"¿Helado casero? Cuenta conmigo.” Se volvió para mirarla. "Así que dime."
"¿Decirte qué? ¿La receta?"
Erin sonrió. "No. Las citas en línea."
Mel desestimó su pregunta. "Oh, eso. Es algo que consideré hace unos años.” Respiró
hondo y luego exhaló. “A veces me siento sola, como he dicho. Y entonces pensé, tal vez

debería intentarlo. ” Agitó su mano nuevamente. "Pero no. Estamos tan remotas aquí,
quién vendría?” Ella sonrió. “Estoy hablando de personas normales. Estoy segura de que
alguien vendría, pero al menos quiero que estén cuerdas.”
"¿Entonces no lo intentaste?"
"No. Además, no estoy segura de poder ... bueno, desde Adam, no he podido ... bueno –"
“No has estado con nadie desde tu aventura – cuando tenías veintiséis años?"”
Melanie asintió con la cabeza. "Quiero decir, lo intenté ... solo que en realidad nunca pude
hacerlo. Mi terapeuta me animó para seguir intentándolo, pero ... se volvió humillante, en
verdad."
"Mel! ¿Has estado sola todo este tiempo? ¿Cuándo te abracé la otra noche ...?”
"Sí. La última vez que alguien me abrazó – supongo que fueron Adam o Courtney.
Cuando tenía veinticinco, casi a punto de cumplir veintiséis.”
Erin se giró en la mecedora, frente a ella. “Dios mío, Mel. Tienes – ?”
"Treinta y siete." Melanie se levantó rápidamente. “Estoy acostumbrada, Erin. No es nada

de qué preocuparse.” Bajó los escalones. "Voy a asegurarme de que las gallinas estén
encerradas."
Era una excusa, por supuesto. Metieron a las gallinas y las cabras cuando llegaron a casa,
justo al anochecer.
"A veces me siento sola."
La idea de que Melanie estuviera sola – tan sola que había considerado invitar a una
completa desconocida a su cama – era desgarradora. Sin embargo, ella había hecho lo
mismo, ¿no? Después de que Sarah se fue, después de haber superado la conmoción – seis
u ocho meses – no se había acostado con casi extrañas? Algunas se quedaron el tiempo
suficiente para perder la etiqueta de extraña – como Jessica. Seis u ocho meses – la
soledad la había carcomido. No podía imaginar pasar diez u once años sin alguien.
No es de extrañar que Melanie se hubiera puesto rígida cuando la abrazó. El toque de otra
probablemente era tan extraño para ella ahora, debe haberse sentido antinatural. Pero se
había rendido, ¿no? Mel se había aferrado fuertemente a ella, aunque solo fuera por los
pocos momentos que se permitió.

Erin se levantó de la mecedora, deteniéndose para mirar hacia la oscuridad,

preguntándose qué estaría haciendo Mel. ¿Estaba dentro del cobertizo, quizás parada en el
puesto de cabras, hablando con ellas? ¿ Estaba apoyada contra las pacas de heno,
llorando? ¿O estaba caminando detrás del cobertizo, donde deambulaba Bandito?
Sus ojos estarían tristes, lo sabía. Un poco ensombrecidos. Llorosos. Pero alejaría su
soledad y su culpa, la guardaría en el lugar donde la escondía, donde sea que ese lugar
estuviera. Y mañana, durante el desayuno, sus ojos azules volverían a brillar. Ella estaría
sonriendo.
Erin hizo un voto silencioso en ese momento de que no volvería a mencionar el pasado de
Mel, no la alentaría a hablar, a traer recuerdos a la superficie. No. Quería que Melanie
estuviera feliz y sonriente, no triste y llorando.
No, no triste. Esa sería su misión, decidió. Hacer – y mantener – feliz a Melanie.
CAPÍTULO VEINTISÉIS
"¿Estás segura? Es una buena caminata,” Melanie advirtió.
“Hemos estado trabajando toda la mañana. Se ha vuelto algo nublado y fresco. ¿Un baño
en las aguas termales no suena divertido?”
Melanie miró la cara de Erin, preguntándose por su exuberancia hoy. Anoche, después de
haber entrado, Erin ya estaba en su habitación, aunque la puerta de su habitación estaba
abierta, no cerrada. Mel se había detenido y le había dado un rápido ‘buenas noches’
mientras entraba a su habitación. Por alguna razón, también había dejado su puerta
abierta.
Esta mañana, Erin trajinando en la cocina la había despertado, media hora antes de lo
habitual. Se había quedado mirando el techo, el olor a café y desayuno flotando. Sin
embargo, iba a arruinar la sorpresa de Erin cuando se levantara para ayudar. Se habría
perdido su primer desayuno servido en la cama.
Se encontró con la mirada de Erin ahora, una sonrisa en sus labios. " ¿ Qué hay con el
almuerzo?" Sabía que ya debía ser cerca del mediodía.
"Podemos hacer un burrito rápido o algo así." Erin se acercó. "Vamos. ¿ Por
favor? Muéstrame las aguas termales.”

Melanie, por supuesto, no podía rechazar esos ojos suplicantes a pesar de que habían
recogido una enorme canasta de ejotes que necesitaba ser enlatada. Como Erin había
dicho, el cielo se había nublado, estaba bastante fresco – un preludio de las lluvias de
verano comenzarían en cualquier momento. "Bien. Vayamos a las aguas termales.”
Entonces sonrió. "No se permite ropa, recuerda."
Erin se rió. "Por supuesto que lo recuerdo." Entonces movió las cejas. "No puedo
esperar!"
***
Melanie no había mentido sobre que la caminata fuera un poco difícil. Las rocas se
convirtieron en cantos rodados mientras trepaban por el arroyo más allá del área donde se
habían metido en el agua ese día. En el lado opuesto, la montaña se había acercado más,
haciendo que pareciera más un cañón rocoso que un fértil valle del arroyo.
En el costado donde caminaron, entre los cantos rodados, había grandes pinos –
ponderosa, Mel los había llamado. Un gran pájaro azulado aterrizó en una rama delante de
ellas, su voz regañando.
"Urraca piñonera," Melanie dijo antes de que pudiera preguntar. “A veces también vemos
los arrendajos de Séller – su azul es un poco más brillante con una cresta negra – pero
generalmente permanecen más arriba en la montaña. Podemos subir en algún momento, si
quieres.”
"283 hectáreas... ¿ Cuánto hay ahí arriba?" Preguntó, señalando la alta montaña frente a
ellas.
“ Probablemente la mitad, supongo. El límite de la propiedad está al otro lado del

acantilado, al oeste de la cabaña, así que tenemos todo el arroyo, hasta que desemboca en
el río Gila.” Melanie se giró para mirarla. "Casi me establecí allí junto al río en lugar de
aquí."
"¿Qué te hizo cambiar de opinión?"
"La privacidad," dijo con una sonrisa. “Es más plano allí, menos rocoso. Pero está justo
en el camino. Demasiado fácil para que alguien pueda pasar a visitar. ¿Aquí atrás? Como
sabes, el camino a mi cabaña es bastante accidentado. Es raro que alguien que no sea
Stella venga.”
"Por lo tanto llegas al jardín en topless," Erin dijo con una sonrisa. "Todavía tengo que
presenciar eso, sin embargo."

"No hay mucho que ver, ¿ verdad?" Melanie preguntó, señalando hacia su pecho. "Creo
que mis senos son del mismo tamaño que cuando estaba en la secundaria."
"Bueno, yo no diría que no hay nada que ver, Mel," dijo con un guiño. Sí, Mel tenía senos
pequeños, pero no eran inexistentes, como los suyos.
Aunque desde que había aumentado de peso, no estaba tan avergonzada por ellos. Su
mirada aterrizó en los senos de Mel ahora cuando la camiseta sin mangas que llevaba
estaba estirada mientras trepaba por una roca. Cuando habían ido a nadar, no había
querido mirar — mucho — pero los senos de Mel eran muy firmes, sus pezones oscuros
ya que ellos también habían sido tocados por el sol.
Siguió a Melanie por las rocas, usando sus manos para equilibrarse mientras cruzaban una
roca del tamaño de un auto pequeño. Estaba sin aliento cuando se detuvieron, y se inclinó,
apoyando las palmas sobre las rodillas.
"Maldita sea. Estoy fuera de forma."
"Es más fácil volver a bajar, pero no por mucho."
Ella se enderezó. "¿Así que esto es todo?"
El arroyo no era tan ancho aquí, de seis metros de ancho, si acaso. La piscina cerca de la
cual estaban paradas era más profunda que donde habían llegado río abajo.
Esto parecía lo suficientemente profundo como para nadar.
"Es una bonita piscina aquí," Melanie dijo. “En el invierno, puedes ver el vapor saliendo
del agua. Usualmente vengo un par de veces durante los meses más fríos para
remojarme.”
Sin mucha fanfarria, Mel se quitó la camisa, aparentemente sin preocuparse por su
desnudez mientras le seguían los shorts. Erin la observó descaradamente mientras Mel
caminaba casualmente hacia el agua.
"Glorioso," dijo con una sonrisa mientras se hundía, sumergiéndose en los manantiales.
Cuando volvió a sacar la cabeza, se apartó el pelo de la cara. Ella alzó las cejas. "¿Vas a
meterte?"
Erin asintió. Deseó poder ser tan despreocupada por desnudarse como lo había sido
Mel. Luego se recordó a sí misma que no estaba tan enfermizamente delgada como había
sido un mes atrás. De hecho, se estaba acercando a la normalidad.

"¿Eres tímida?"
Erin sonrió y jaló la camisa sobre la cabeza. "Realmente no."
Tampoco Melanie mientras la miraba abiertamente. Erin se encontró con su mirada

inquisitivamente.
"No he visto a una mujer desnuda en ... bueno, en mucho tiempo."
"Lo siento si estás atrapada conmigo entonces."
"¿Porque lo sientes? Tienes un muy buen cuerpo. Ya no es tan delgado.”
"Enfermizamente delgada es lo que estaba pensando," Erin admitió mientras se quitaba

los shorts. Era consciente de que Melanie todavía la observaba mientras maniobraba sobre
las rocas y hacia el agua. "Oh, sí ... esto es genial. Bien vale la pena la caminata.”
“No enfermizamente, no. Agradable."
Erin la miró y vio una sonrisa bastante tímida y dulce en el rostro de Mel. "¿Agradable?
Bueno, como dijiste, ha pasado mucho tiempo desde que he visto a alguien. Tu juicio
puede estar sesgado.”
"¿Qué es? ¿No te gusta que te consideren guapa? ¿Atractiva?"
Erin se agachó bajo el agua, escondiéndose por un segundo de la mirada de Mel. ¿ Era
atractiva? La gente solía decirlo, ¿no? Pero eso fue antes. Sarah la había cambiado, sí. Su
peinado, su ropa, su comportamiento. Y luego, por supuesto, después de Sarah, se había
ido totalmente al infierno. ¿Ya había vuelto? Su cabello era lo suficientemente corto como
para que no le cayera en los ojos, pero se lo sacudió de todos modos. Mel todavía la
estaba mirando, todavía esperaba una respuesta.
"No me siento atractiva, no," admitió.
"Pero lo eres." Melanie se acercó un poco más, pero no demasiado. “ En el exterior, de

todos modos. Parece que te has curado bastante bien.” Mel la estudió durante un largo
momento, luego cuando habló, su voz era muy tranquila. “¿Todavía sientes angustia por
ella? ¿Todavía te sientes sola sin ella?”
¿Lo hizo? ¿Se sentía?
“Ya no lo sé. Como dije, realmente no pienso mucho en ella.”

Se encontró con la mirada de Melanie. “ No desde que he estado aquí, de todos

modos. Allá en casa, él siempre estuvo ahí. En la casa, ella siempre estaba allí – porque
no estaba allí. En el trabajo, cuando me presionaba, cuando me volvía loca con todos, era
porque todavía podía escucharla, diciéndome que lo hiciera mejor, diciéndome que
trabajara más. Para ganar más dinero.” Salpicó el agua. “Eso no es justo, de verdad. Hice
todo eso de buena gana. No fue todo ella. También me gustó el dinero.”
“Aún la defiendes. ¿Es esa tu manera de defender tus acciones?”
Erin inclinó la cabeza. "¿Estamos teniendo una sesión de terapia?"
Melanie rechazó su pregunta. "Por supuesto que no. Simplemente me he sentado a través
de muchas de ellas, supongo. Sé qué preguntas hacer.”
Erin asintió. “Joyce culpó a Sarah por todo esto, la culpó por lo que me convertí. Y sí, la
defendí, incluso el último día cuando Joyce me trajo aquí. Quizás tengas razón. Si culpo a
Sarah por todo, qué tan débil debo haber sido? Y débil es algo que nunca usaría para
describirme a mí misma.” Respiró hondo y miró honestamente dentro de sí misma. “Pero
supongo que era débil. No tenía defensa para ella.”
"Estabas enamorada ... supongo que no había defensa."
“ Era coqueta, divertida y bonita – y me sentí como una adolescente con un gran
enamoramiento. Nos mudamos a vivir juntas muy rápido. Demasiado rápido, diría Joyce,”
agregó con una sonrisa.
"Tengo la sensación de que a tu hermana no le importaba mucho."
“En absoluto, en realidad. Supongo que debería haber confiado en su intuición, pero no
quise escucharla.” Se encogió de hombros. “ Los primeros dos años fueron buenos,
felices. Los dos siguientes? Para entonces, yo estaba trabajando mucho y comenzamos a
ir a la deriva. No pude verlo entonces, pero puedo verlo ahora. Obviamente ella se movió
más que yo.” Escuchó la amargura en su voz y deseó que no estuviera allí ... no después
de todo este tiempo.
"¿Entonces no tenías idea de que ella tenía un amante?"
"Ninguna."
Melanie asintió. “Cuando no estás tan involucrada emocionalmente como tu pareja, creo
que es más fácil ocultarlo. O tal vez no tienes que ocultarlo en absoluto.”

Erin se encontró con su mirada pero no hizo ningún comentario. Ella estaba hablando de
Adam, supuso, pero Erin no quería ser quien sacara el tema.
“ El hecho de que tuviera un amante no cambió en absoluto mis acciones con Adam.
Nunca estuve enamorada de él, así que no era como si tuviera que fingir de repente que lo
estaba.” Ella levantó la mano. “Y puedo ver por la expresión en tu cara que tienes miedo
de que vuelva a entrar en ese lugar oscuro. No lo haré. Al menos no hoy. Estoy ... me
siento bien con las cosas hoy."
"No me gusta cuando vas a tu lugar oscuro," admitió. "Da miedo. No eres tú misma.”
"Lo sé. Lo siento. A veces…"
"Entonces quizás no deberíamos hablar de eso."
Melanie asintió. "Probablemente tengas razón. He pasado todos estos años sin decírselo
en voz alta a alguien. Ahora, bueno, supongo que está más en mi mente.”
Erin la miró pensativa. “¿Entonces estás diciendo que tal vez eso no sea necesariamente
algo malo? El que esté en tu mente, quiero decir.”
Melanie le sonrió. "Viendo como he tenido que retirarme a ese lugar oscuro un par de
veces, tampoco estoy segura de que sea algo bueno." Se sumergió en el agua, casi hasta
las orejas. “ Una cosa que me ha hecho tambalear es que mi culpa no es tan profunda
como era – como debería ser. Y no me di cuenta hasta anoche. Realmente nunca lo había
examinado de nuevo ... siempre estaba allí, acechando, por así decirlo. Siempre supuse
que era lo mismo, pero no lo fue."
"Ah. Entonces la falta de culpa ahora te hace sentir culpable. Han pasado diez años,
¿no? ¿Es algo que crees que deberías llevar contigo para siempre?”
“Han pasado once años y sí, pensé que debo – debería, llevar eso conmigo. Mi castigo. Mi
penitencia.” Melanie le echó agua. “ ¿ No es eso lo que estabas haciendo? ¿ Tu propio
castigo? ¿Porque pensaste que le habías fallado a Sarah?”
"¿Le fallé?"
“Encontró a alguien más. Alguien que percibes que es mejor que tú.”
Erin sonrió. "Tienes a este terapeuta actuando bastante bien."
"¿Así que es verdad? Supongo que nunca conociste a la mujer.”

“No, no lo hice. No había necesidad de hacerlo. Ella era 'maravillosa, inteligente, bonita e
ingeniosa' y yo, aparentemente, ya no era ninguna de esas cosas.”
Melanie asintió. “El odio hacia uno mismo es algo aterrador, ¿no? Lo más destructivo que
podemos hacernos a nosotros mismos, creo.”
“¿Estás diciendo que me odiaba tanto que quería morir? Porque eso no es verdad. Nunca
pensé eso ni una vez.”
“¿Inconscientemente, tal vez? Erin, qué crees que te habría pasado si hubieras continuado
por el camino que estabas tomando?”
Erin inclinó la cabeza hacia atrás en el agua tibia, mirando hacia el cielo oscureciéndose
mientras pensaba en el último año más o menos. Por supuesto que lo que había estado
haciendo era autodestructivo. Ella lo sabía. Pero no era que no se preocupara por ella
misma ... no le importaba lo que le pasara. ¿ no? Levantó la cabeza y miró a Melanie a
través del agua ondulante. Sus ojos eran más verdes que azules hoy. Sin embargo estaban
brillantes, alertas – compasivos.
“ Estaba más que exhausta. Creo que tenía miedo de dormir ... miedo de no
despertarme. Así que no, no quería morir. Simplemente no sabía cómo recuperar mi
vida."
"Lo sé. Yo tampoco quería morir ... al menos no lo creo. Quería dormir. No quería estar
despierta – despierta con mi culpa y la verdad. Y estaba tomando más y más pastillas para
mantenerme dormida cada vez más. Tú estabas bebiendo grandes cantidades de cafeína
para mantenerte despierta cada vez más. Todos nos dirigíamos hacia el mismo final, me
temo.”
“¿Cómo pudiste salir tan fácilmente? Quiero decir, dijiste que tu madre apareció ...”
“ No quise que sonara como si fuera fácil, Erin, porque no lo fue. Llegaba a casa del
trabajo todos los días, me tomaba unas pastillas y me metía en la cama. Esa era mi
rutina. Funcionaba en el trabajo como un robot o un zombie. No estoy segura de qué era,
pero encontrar a mi madre allí, contra la puerta y pensar que estaba muerta ... algo
encajó. Como dije, me vi allí, no a mi madre. Por un minuto allí, pensé que estaba
teniendo una experiencia extracorporal; fue muy real para mí."
"Crees que si Joyce – y mi padre – no hubiera intervenido ..."
"No lo sé. Tal vez algo habría encajado para ti también. ¿Importa eso ahora?”
"No. Ya no siento que soy esa persona. Me siento ... otra vez en control."

"Bien."
"¿Y tú?"
Melanie sonrió. “ La mayoría de los días tengo el control, sí. Pero esa persona que era?
No. Ya no me tiene atrapada.”
Esta de más decir que la culpa de Melanie todavía la tenía atrapada. Aunque era un tipo
diferente de culpa, últimamente. Erin se preguntó, si ella no estuviera allí, si Mel no se
hubiera abierto a ella, seguiría acechando su culpa – la culpa original? Probablemente.
Como Mel había dicho, ya que nunca había hablado de ello – examinado – no había
tenido ninguna razón para sospechar que la culpa había comenzado a desaparecer ... o al
menos cambiar.
Erin se balanceó en el agua, sus manos descansando sobre una roca en aguas poco
profundas.
Once años desperdiciados. Eso debe parecer una vida para Melanie. Los dieciocho meses
que se había revolcado en su propia autocompasión ahora parecían haber durado el doble.
"¿Erin?"
"¿Hmm?"
"Gracias por ... escuchar. Hablar. Compartir. Ha sido realmente agradable tenerte cerca.”
"De nada."
Ella mantuvo su propio agradecimiento para sí misma mientras Melanie extendía sus
brazos a su lado, deslizándose bajo el agua como una ninfa. Salió a la superficie más
lejos, el flujo burbujeante del arroyo justo debajo de sus senos. Erin miró mientras gotas
de agua corrían por su piel – sus senos – aferrándose a sus pezones antes de alejarse. Alzó
la mirada y encontró a Melanie observándola. ¿ Debería estar avergonzada de haberla
mirado fijamente?
“Deberíamos regresar pronto. Oigo truenos hacia el oeste.”
Erin apartó su mirada de Melanie, pensando ... no, no tenía derecho a mirar. El cuerpo de
Melanie, aunque delgado y firme, parecía suave y femenino. Obviamente estaba cómoda
en su desnudez, cómoda en su piel. Erin se sacudió mentalmente, luego miró más allá de
Melanie, bajando por la ladera del cañón que tomaba el arroyo. A medida que avanzaba
se ensanchaba y se formaba un valle más allá de la cabaña y la granja de Mel. Ella la miró
de nuevo.

"¿Alguna vez has pensado en bajar flotar por el arroyo en lugar de caminar de regreso?"
Melanie se rió. "No estás ansiando esa caminata, ¿eh?"
"No."
"Bueno, en realidad he pensado en bajar flotando." Melanie se movió hacia el

banco. “ Demasiadas rocas. Demasiado poco profundo en algunos sitios. Creo que sería
más problemático que caminar hacia abajo.” Entonces sonrió. "Probablemente más
divertido, sin embargo."
CAPÍTULO VEINTISIETE
No regresaron a la cabaña antes de que cayera la lluvia. Oh, una buena carrera lo hubiera
logrado, pero en cambio, Melanie las condujo al cobertizo y se metieron. Las gallinas y
las cabras ya se habían puesto a cubierto y ella pasó del gallinero al puesto de cabras,
frotándole la nariz a Nora.
Rosie estaba metiendo la cara entre las ranuras que separaban su puesto del resto del
cobertizo. Aparentemente estaba buscando a Erin mientras sus grandes ojos se movían
rápidamente.
"Eso cayó rápido."
Melanie miró a Erin, que se pasaba las manos por el cabello húmedo.
"Sí. A principios de verano, por lo general, también se detiene con la misma rapidez.” Se
acercó a la pila de pacas de heno y se sentó mientras la lluvia caía sobre el techo.
" ¿ Por qué llamas a esto 'el cobertizo' y no 'el granero'," Erin preguntó. Se acercó,
apoyándose contra el puesto de las cabras.
"No lo sé. Comenzó como un cobertizo, supongo. Las gallinas y las cabras llegaron
después, por lo que se agregó al doble. Supongo que ahora es más granero que cobertizo."
Erin extendió la mano, tocando con los dedos la nariz de Rosie, sonriendo mientras la
cola de la joven cabra se movía. "Entonces las gemelas no son realmente buenas para
nada, ¿verdad?"

“ Después de que nacieron, se suponía que debía seguir ordeñando a Carly, para
mantenerla lactando. Pero realmente no me gusta la leche y era demasiado problema
hacer queso y yogurt, así que lo dejé. Así que no, son solo mascotas. Mantienen la maleza
baja, eso es todo.”
"Y tus rosales recortados."
"Cierto. Y proporcionan estiércol para el jardín."
Erin arrugó la nariz. "Sí – mi trabajo favorito, palear el puesto," dijo con una sonrisa. "Eso
fue muy malo de tu parte."
"Sí, lo fue."
Un fuerte trueno pareció sacudir el cobertizo y las cabras se acurrucaron más lejos de la
puerta mientras la lluvia soplaba dentro. Las gallinas – las doce – ya estaban en su
gallinero.
"Se ha vuelto más frío."
Ella asintió. “Estas tormentas de la tarde generalmente no duran mucho. El sol volverá a
salir y volverá a calentarse.”
Erin se sentó a su lado en la paca de heno. "¿Es este el comienzo?"
“¿De las lluvias de verano? Probablemente. Es tiempo. Ya estamos en Julio.”
"¿Entonces cada tarde, estas tormentas aparecen?"
“ Sí, la mayoría de los días. Y a veces lloverá toda la noche. Esas son mis noches
favoritas, siempre y cuando no sea una tormenta eléctrica,” dijo, sonriéndole a Erin. “El
mejor descanso. Te encantará."
"Es difícil de creer que he estado aquí más de un mes."
"Lo sé." Ella se cruzó de brazos y se reclinó. "¿Ya estás nostálgica?"
“ Sorprendentemente, no. Los primeros días, me sentía algo así como ... bueno, no
extrañando la casa, de verdad. Un poco perdida, supongo.”
"Fuera de tu elemento, creo que es lo que dijiste."

"Sí. Me sentía increíblemente sola, como un alma perdida ... como si no perteneciera a
ningún lado. Ni aquí, ni allá. Como si estuviera suspendida en el tiempo, dando vueltas,
sin saber dónde aterrizar. Sin saber si debería aterrizar en absoluto.” Erin también se
reclinó, a su lado. “Estoy cómoda ahora. Aquí. Contigo.” Erin la miró inquisitivamente.
"¿Y tú? ¿Ya estás acostumbrada a que esté cerca?” Entonces sonrió. "¿O lista para que ya
me vaya?"
Estaba oscuro y sombreado en el cobertizo, las pesadas nubes bloqueando el sol. La lluvia
golpeaba el techo y los truenos retumbaban, el tipo de trueno que comienza en las nubes y
se extiende lentamente, rebotando a lo largo del acantilado detrás de la cabaña.
¿ Estaba lista para que Erin se fuera? Los fines de semana largos eran normalmente su
máximo con las huéspedes. Cuando recibió a alguien durante una semana, al cuarto día
estaba ansiosa, lista para que su paz y tranquilidad volvieran – lista para reanudar su vida
solitaria. ¿Ahora? ¿Esta vez? Se encontró con la mirada de Erin en las sombras, ojos que
ahora le eran familiares. Su presencia también le era familiar. No hubo silencios
incómodos entre ellas. Se sentía normal, natural que Erin estuviera aquí ahora.
"No estoy lista para que te vayas, no."
No tenía la intención de que las palabras se pronunciaran tan silenciosamente, tan

íntimamente, como si se estuviera pasando un secreto entre ellas. El aire se sintió cargado
de repente y respiró hondo cuando los ojos de Erin nunca dudaron. Entonces no pudo
respirar en absoluto cuando esos ojos se acercaron. Debería haberse dado la vuelta.
Debería haberla detenido.
Pero no, su mirada cayó a los labios que estaban a solo unos centímetros de los suyos. El
pequeño gemido salió incluso antes de que la boca de Erin tocara la suya. Fue el más
gentil de los besos, tranquilo y suave. Erin se apartó lo suficiente como para mirarla a los
ojos de nuevo – supuso que intentaba leerlos. Melanie no podía imaginar lo que vio
allí. Sus propios pensamientos no eran más que un desastre desordenado. Erin se acercó
de nuevo, sus manos ahuecaron su rostro, acercándola, su boca tocando la suya una vez
más. Los ojos de Melanie se cerraron y su boca se abrió, aceptando el beso, moviéndose
contra los labios de Erin, sintiendo el más mínimo toque de lengua. La sacudida que sintió
de eso la golpeó directamente entre sus muslos, y se puso de pie, alejándose de Erin.
"No," dijo con voz ronca. Respiraba con dificultad, demasiado fuerte por un simple
beso. Ella sacudió su cabeza. "No. Yo ... no necesito tu lástima. Erin.”
Erin también se puso de pie. "¿Lástima? ¿De donde vino eso?"
Melanie se alejó de ella. "Yo ... no tienes que sentir lástima por mí."

Erin frunció el ceño. "¿De qué estás hablando?"
Entonces se volvió hacia ella. "Yo ... no me han besado – tocado – en tanto tiempo que
apenas lo recuerdo." Sacudió la cabeza de nuevo. "No necesito tu lástima."
"Oh, Mel. No es lástima.” Erin se acercó. "Me gustas. Eres atractiva. Quería besarte.” Ella
levantó las manos. "Pero lo siento. Obviamente tampoco querías eso. Pero créeme, no
tuvo nada que ver con la lástima.”
¿ No? ¿ Por qué si no Erin la besaría? Se alejó un paso y se dio cuenta de que la lluvia
había cesado, que el sol estaba brillando nuevamente. Las gallinas saltaron de su gallinero
y regresaron a su patio. Las gemelas ya estaban jugando afuera. Solo Carly permaneció,
de pie medio adentro, medio afuera del puesto, como si no supiera si era seguro salir
todavía.
Melanie sintió lo mismo. Parte de ella quería correr. Parte de ella quería quedarse. Pero
Erin fue la que se movió, la que se fue. Melanie miró hacia la pared del cobertizo, oyó
que la puerta se abría y luego se cerraba detrás de ella. Se abrazó y cerró los ojos.
Qué dulce beso había sido.
CAPÍTULO VEINTIOCHO
La cena había sido un asunto relativamente silencioso, su conversación cautelosa, medida

... cuidadosa. Era su culpa, lo sabía. Erin simplemente había seguido su ejemplo. Se
apoyó contra la barra ahora, con los brazos cruzados, su mirada fija en Erin, que estaba en
el sofá viendo la televisión.
Ella necesitaba disculparse. Necesitaba explicarlo. ¿ Pero qué diría? ¿ Qué el beso la
asustaba más que nada? ¿Qué no estaba preparada para eso? ¿Qué había olvidado lo que
se siente ser besada? Qué había tenido tanta prisa por ese simple beso, pensó ...
Entonces cerró los ojos, recordando el estremecimiento que la había sacudido. La había
asustado. Los abrió de nuevo, mirando a Erin, preguntándose qué debería decirle. Erin se
volvió entonces, como si sintiera a Melanie mirando. Respiró hondo, luego se obligó a
moverse, caminando lentamente hacia la sala de estar, con los ojos aún fijos en los de
Erin.
Se paró junto al sofá y Erin tocó el control remoto, silenciando la televisión.

Melanie abrió la boca para hablar, otra vez sin saber qué decir. Sin saber cómo explicarlo
pero sabiendo que lo necesitaba. Los ojos de Erin eran amables y se preguntó si una
disculpa era necesaria. Sí ... decidió que sí. Se puso delante de ella. Sin embargo, las
palabras susurradas que salieron de su boca la sorprendieron. No tenían nada que ver con
una disculpa.
"¿Me besarías de nuevo?"
Salieron antes de que pudiera detenerlas, incluso antes de que supiera que estaba
pensando en ellas. Sus ojos se abrieron, queriendo recuperarlas. Pero Erin se levantó, su
mirada nunca dejó la suya.
"¿Es eso lo que quieres?"
Melanie sintió que las lágrimas le escocían los ojos y parpadeó para apartarlas. "Es ... ha
pasado tanto tiempo," dijo, con la voz quebrada por la emoción. "He estado tan sola." Se
secó una lágrima que escapó de sus ojos. "Realmente no sabía lo sola que había estado
hasta que me besaste."
Erin extendió la mano y limpió una lágrima. "Por favor, no llores."
Melanie asintió mientras sentía que escapaban más lágrimas. "Estoy tratando de no
hacerlo," logró decir entre labios temblorosos.
Los brazos de Erin la rodearon y la atrajeron hacia ella. Se sentía extraño estar tan cerca
de alguien y casi se puso rígida, tal como lo había hecho la primera vez que Erin la
abrazó. Tener a alguien tocándola, tener brazos abrazándola, era tan extraño para ella
ahora, que sintió como si alguien más estuviera allí, no ella.
Pero Erin la atrajo, sus cuerpos se tocaron – sus senos, sus estómagos, sus caderas, sus
muslos. Sus brazos finalmente se movieron, rodeando la cintura de Erin. Entonces se
aferró a ella, enterrando su rostro contra el cuello de Erin.
Después de algunas respiraciones profundas, se obligó a relajarse. Se dio cuenta de que

estaba en los brazos de alguien, se dio cuenta del cálido aliento contra su rostro, se dio
cuenta de las suaves manos en su espalda moviéndose suavemente. Entonces levantó la
cabeza, consciente de un boca cerca de la suya. Sin embargo, no se atrevió a moverse. No
se atrevió a iniciar un beso entre ellas.
Ella no tuvo que hacerlo. Los labios que tocaron los suyos eran increíblemente suaves, y
sus ojos se cerraron mientras dejaba que Erin hiciera lo que pudiera. Trató de recordar la
última vez que alguien la había besado. ¿ La mujer del bar? ¿ Se habían besado?
Seguramente lo hicieron. Pero todo lo que recordaba eran manos que la tocaban – las

manos de una extraña. Había deseado desesperadamente seguir adelante con eso, poder
tener intimidad con alguien sin que el peso de la culpa la asfixiara.
Esa noche no fue diferente a las otras veces que lo intentó. Había sido humillada por su
falta de excitación – una vez más – y había apartado a la mujer fuera de ella.
Ahora se sentía diferente mientras Erin profundizó el beso. Sintió el nudo en su aliento,
sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho, sintió la tensión entre sus muslos ... y
escuchó el gemido que escapó cuando la lengua de Erin suavemente, sutilmente, tocó su
labio inferior.
Entonces oyó un gemido de respuesta, oyó que la respiración de Erin cambiaba. ¿ Qué
estaban haciendo? Este ya no era el beso amable y apacible que había esperado.
Sus cuerpos estaban presionados juntos imposiblemente cerca ... y ansiaba acercarse
más. Otro gemido cuando la lengua de Erin se deslizó más allá de sus labios; sin pensarlo,
sintió que sus caderas se arqueaban, se sintió empujar contra Erin.
Debería detenerse ... debería disculparse ... no tenía derecho a tomarse tales libertades ...
pero no podía hacer nada de eso. Las manos de Erin subieron por su espalda, luego hacia
su cabello, manteniéndola cerca mientras su beso se profundizaba más, las lenguas y los
labios se movían locamente – apasionadamente. Seguramente los suaves gemidos no eran
de ella ... ¿lo eran?
Para cuando Erin disminuyó la velocidad, apartándose del beso, Melanie sintió que había
corrido un maratón. Estaba literalmente sin aliento cuando la boca de Erin dejó la suya.
Avergonzada, aflojó su agarre, tratando de alejarse, pero Erin la abrazó.
"No," Erin susurró.
"¿No?"
“No huyas de mí. No trates de esconderte.”
"Erin – "
“Está bien, Mel. No hay nada malo con besarse.”
"Yo ... yo ..."
“¿Quieres hacerlo de nuevo? ¿Quieres hacer más”

"Oh ... Dios. Yo ... no puedo."
Erin la dejó salir de sus brazos, pero la mantuvo agarrada de sus manos. La miró con las
cejas arqueadas, y Melanie no estaba segura de lo que Erin esperaba que dijera.
"Yo ... me congelo. No puedo ... no puedo seguir adelante con eso. Es humillante. No he
podido excitarme como – “
“Quizás sea diferente esta vez. No soy una extraña.”
Melanie buscó en sus ojos. “¿Por qué, Erin? ¿Por qué quieres estar conmigo? ¿Solo para
poner fin a mi sequía? Solo para – "
"Dios ... ¿sigues pensando que me compadezco de ti? Ese beso – no soy tan buena actriz.”
Erin le apretó la mano. "Tú tampoco," susurró.
Melanie sostuvo su mirada. No, no lo era. Y se alegró de ver que tampoco había lástima
allí. Deseo, si. Eso la sorprendió. Ciertamente no estaba acostumbrada a verlo en los ojos
de alguien. Pero se alejó un paso y Erin dejó caer las manos. No sabía qué decir, qué
hacer. Así que, haría lo que Erin le pidió que no hiciera.
Ella huiría y se escondería.
Al menos por esta noche. Al menos hasta que pudiera pensar en lo que estaba sucediendo
... en lo que Erin le estaba ofreciendo.
Porque ahora mismo – el miedo era demasiado. ¿ Pero miedo de qué? ¿ De qué tenía
realmente miedo?
Le había dicho a Erin que se había perdido. Y lo hizo. Perdida en el dolor, perdida en la
bebida, perdida en las muchas, muchas pastillas que se tomaba cada día. Le había dicho
que se había mudado aquí para encontrarse de nuevo. Esa era la verdad. Pero se había
encontrado realmente a sí misma?
Había alejado la culpa ... la mayoría de los días. Estaba limpia, sobria y sana. Su mente
era aguda, sus sentimientos ya no eran crudos. ¿Pero quién era ella?
¿Era la mujer que deambulaba en sus paseos solitarios, su mente centrada en su entorno
con tanta atención que los viejos recuerdos no se atrevían a entrometerse? Era la mujer
que pasaba horas y horas y horas en su jardín, atendiendo firmemente a las verduras en la
forma de suministro de alimentos?

En realidad, sabía que era simplemente una distracción – una diversión física y mental –
para mantener sus culpables recuerdos enterrados profundamente donde pertenecían,
latentes en algún sitio de ese lugar oscuro donde esperaba que se quedaran.
Podía decir que su jardín era terapia y supuso que lo era. Ella se había curado. En la
superficie, había sanado.
Debajo de esas capas que había acumulado, sin embargo, sus cicatrices todavía estaban
inflamadas, todavía dolorosas. Todavía enojadas.
Entonces de qué tenía miedo? ¿ Temía que si dejaba entrar a Erin, la dejara tocarla,
besarla, hacerle el amor ... temía que esas cicatrices se abrieran y volvieran a sangrar? ¿O
tenía miedo de no congelarse esta vez? ¿ Temía que pudiera tener intimidad con alguien
sin que el fantasma de Adam la regañara desde la esquina de la habitación?
¿Temía que si hacía el amor con Erin, esas cicatrices pudieran reparar y sanar? Entonces
qué tendría? Erin se iría. Qué tendría entonces? Esas cicatrices – tan dolorosas como eran
– eran como viejos amigos. Si se curaba, si Erin se llevaba esas cicatrices ... qué tendría?
Tendría su libertad, eso es lo que tendría. Libre de culpa, libre de dolor. Libre para vivir
su vida de nuevo.
Pero estaría sola. Todavía. Nada hubiera cambiado realmente. Todavía estaría sola.
CAPÍTULO VEINTINUEVE
Erin estaba parada en el porche, ahuecando la humeante taza de café entre sus
manos. Eran poco más de las cuatro, pero había dejado de dormir. Había estado dando
vueltas la mayor parte de la noche, temiendo cómo serían las cosas entre ellas
ahora. Había cambiado la dinámica – el beso en el cobertizo. Pero no se sentía
responsable por lo de anoche. No únicamente, de todos modos.
Estaba atraída por Melanie, eso era obvio. Ella era linda, amigable, agradable. Era
simpática. Era fácil estar cerca. Era segura, segura de sí misma ... Fuerte.
Sin embargo, era vulnerable e insegura. Temerosa.
Y no importa cuánto la mirada en los ojos de Mel hiciera que Erin quisiera envolverla en
sus brazos y protegerla de todos esos pensamientos que le causaron culpa e inseguridad,
ella no podría hacer tal cosa si Mel no lo permitía.

Sin embargo, quería hacer algo más que abrazarla y protegerla. ¿No es así?
El beso había sido agradable ... en el cobertizo, había sido agradable. Había pasado
mucho tiempo desde que había besado a alguien por el simple placer de hacerlo. El primer
beso de ella y Sarah había sido acalorado, frenético, y habían estado desnudas cinco
segundos después. Desde que Sarah se fue, cualquier beso que dio en las citas se hizo con
una cosa en mente – meterlas en la cama.
Ella sonrió un poco irónica mientras tomaba un sorbo del café caliente. Jessica había sido
la última cita en la que había estado. Se quedó alrededor de un mes más o menos. ¿Cuánto
tiempo había pasado de eso? Como Joyce sospechaba, ni siquiera se había dado cuenta de
que Jessica ya no estaba allí. Qué idiota debe haber sido. Aunque no sentía nada por
Jessica, la verdad era que apenas recordaba a la mujer – probablemente le debía una
disculpa.
Se apoyó contra la barandilla del porche y su mirada se dirigió hacia el este, donde el
cielo aún estaba oscuro. No había señales del inminente amanecer, ni sonidos que
indicaran que pronto llegaría un nuevo día. No había sonidos de la noche tampoco. ¿Ya se
habían escapado las criaturas nocturnas a sus escondites por el día? ¿Los búhos seguían
buscando su última comida de la noche?
Inclinó la cabeza mientras seguía mirando a la nada. Fue un beso agradable – en el

cobertizo. Y anoche? Bueno, sí, pero algo más. Más acalorado, más íntimo. Había sentido
que iban demasiado rápido y había frenado las cosas. ¿ Por qué Melanie había tenido
miedo de eso entonces?
Bueno, podría ser el hecho de que no ha besado a nadie en siete u ocho años. Ese período
de tiempo casi le hizo que la cabeza le diera vueltas. ¿ Podría alguien realmente pasar
tanto tiempo sin ningún tipo de contacto físico? ¿ Un abrazo? ¿ Una palmadita en la
espalda? ¿Alguna cosa? ¿No había tenido nada?
Era demasiado triste para pensar, realmente. La persona que había conocido era dulce,
apasionada y cariñosa. Tomó un sorbo de su café, pensando en las veces que Mel le había
tocado el brazo, le había dado palmaditas en el hombro ... las veces que la había visto
acariciando a las gemelas o incluso a un pollo. Y las veces que había acariciado las orejas
del viejo Fred cuando él venía. ¿ Fue así como sobrevivió? ¿ Haciendo contacto con los
animales ya que no había humanos cerca?
"Te levantaste temprano."
Erin estuvo a punto de dejar caer su taza e hizo malabarismos, salpicando lo que quedaba
del café en sus manos.

"Lo siento. No quise asustarte.”
Escuchó la sonrisa en la voz de Mel y se dio la vuelta, viéndola al otro lado de la puerta
mosquitera. Todavía estaba en su camisa de dormir, pero sus piernas estaban cubiertas por
unos pants.
"No podía dormir," Erin murmuró. "Te levantaste bastante temprano también."
"Sí."
Ella no dijo nada más y Erin la vio ir a la cocina, presumiblemente por su propia taza de
café. Dejó escapar un suspiro rápido, luego entró. Melanie estaba sirviéndose una taza y
alzó las cejas inquisitivamente. Erin asintió y dejó su taza junto a la de Mel. Se enjuagó
las manos rápidamente, observando mientras Mel llevaba las dos tazas a la barra y se
sentaba.
Entonces, Mel quería hablar. En esta hora de la madrugada, todavía estaba negro como la
noche ... y Mel quería hablar. Con otro suspiro – esta vez en silencio – se unió a ella. Sin
embargo, no sabía por dónde empezar.
"Debería ... debería disculparme." Siempre fue un buen comienzo, pensó. Discúlpate y
termina de una vez.
"No. No me debes una disculpa, ” Melanie respondió. "Te debo una, si acaso." Ella
sostuvo la taza entre ambas manos. "Te he estado enviando señales confusas." Mel se giró
levemente, encontrando su mirada. "Me siento un poco ... alterada, supongo.”
Ella asintió. “He interrumpido tu rutina. Te saqué de tu zona de confort.”
"Definitivamente."
“Desearía poder retractarme de todo, Mel. No quiero que las cosas se pongan tensas entre
nosotras. Incómodas. Es mi culpa y yo – “
"Erin, por favor no te disculpes." Miró su taza de café por un largo momento. "Me
gustas. Y ... me siento atraída por ti.” Entonces levantó la vista y se encontró
completamente con su mirada. "No he tenido intimidad con nadie – realmente intimidad –
desde Courtney, desde la noche que Adam nos atrapó." Volvió a mirar su taza de café.
"Los otros intentos fueron – bueno, como dije, humillantes."
"¿Y dolorosos?" Erin supuso. "Emocionalmente dolorosos, quiero decir."

Melanie asintió con la cabeza. "Sí. La culpa era sofocante y ... todo lo que podía ver era a
Adam en nuestra cama, la sangre, el arma.” Cerró los ojos. “La última vez, supongo que
habían pasado cuatro años desde su muerte, la imagen no era tan fresca, sino cruda, pero
estaba allí. Y la mujer – no tengo idea de cómo se llamaba – no tenía idea de lo que estaba
pasando conmigo. Supongo que debe haber pensado que estaba loca.” Melanie la miró
entonces. "Y lo estaba, supongo."
“ ¿ Entonces anoche? Cuando nos besábamos, estaba Adam allí con nosotras? ¿ Lo
viste? ¿Yo había desaparecido?” Erin no estaba segura de lo que esperaba ver en los ojos
de Melanie, pero no la tristeza. No fue el dolor, no. Era algo más. ¿Desesperación?
"No. Adam no estaba allí,” Mel dijo en voz baja. "Creo ... creo que eso me asustó." Ella
sacudió la cabeza. "No. Sé que me asustó. Mantengo mi culpa bajo control, en su mayor
parte. Enterrada, al menos. Oculta, fuera de la vista.” Tomó un sorbo de su café. "Cuando
nos besamos y no hubo indicios de Adam o de mi culpa – " Volvió a encontrar su
mirada. “ Me sentí un poco perdida otra vez. Sola.” Sacudió la cabeza. "Sé que eso no
tiene sentido."
“ Han pasado muchos años, Mel. Tal vez – ya sea que lo quisieras o no – tu culpa ha
desaparecido.”
"Sí. Quizás lo haya hecho. O tal vez solo se está escondiendo, esperando volver a saltar
hacia mí.”
"Ah, ya veo. Si estamos juntas – en la intimidad – entonces temes que vuelva con toda su
fuerza.”
"Sí. Y cuando te vayas, me temo que tendré que empezar de nuevo.”
Erin asintió. "Entiendo." Extendió la mano y tomó la de Melanie, apretándola con fuerza,
luego relajando un poco su agarre. “ Así que déjame disculparme nuevamente y no
hablaremos de eso. Se acabó.”
Melanie arqueó una ceja. "¿Fingir que nunca pasó?"
"Exactamente. Fingir que nunca pasó.” Ella le ofreció una rápida sonrisa. "De vuelta a la
normalidad para nosotras."

CAPÍTULO TREINTA
Melanie se alzó el sombrero de paja y se secó la frente, tomándose el tiempo para mirar
hacia el cielo. Era un día caluroso, pero las nubes se estaban formando en el oeste. Pensó
que tenían una hora antes de que comenzara a llover.
"Mi espalda me está matando. Eres una explotadora.”
Ella se rió. “Mi canasta está dos veces más llena que la tuya. No empieces conmigo.”
"Tienes experiencia haciendo esto." Erin se enderezó y se frotó la parte baja de la

espalda. "¿Quién diría que recoger ejotes era tan laborioso?"
"¿Estás tratando de salir del proceso de enlatado más tarde?"
"Sí." Erin le sonrió. “ Hace un calor abrasador. ¿ Qué tal un chapuzón en el arroyo?
Podemos hacer el enlatado a presión esta noche.”
Ella sacudió su cabeza. "No hay tiempo."
Hizo un gesto hacia el cielo, observando cómo Erin miraba hacia el oeste. La sonrisa que
Erin había estado destellando desapareció cuando reconoció las nubes de lluvia que se
acercaban. Sí, un chapuzón en el arroyo sonaba refrescante. Y si estuviera sola, podría
correr para nadar rápidamente, solo para refrescarse. Pero pensó que era mejor no
sugerirlo. Porque irían al arroyo, ambas se desnudarían ... y después de lo que había
pasado el otro día, simplemente no las pondría en esa posición nuevamente. Porque
estaban fingiendo que los besos nunca ocurrieron.
Sin embargo no podía evitar el arroyo para siempre. Se habían manejado bastante bien los
últimos días. No había incomodidad entre ellas, a pesar de que sabía que era solo por un
gran esfuerzo por parte de ambas.
Bromeaban, reían y conversaban como siempre. Las cosas habían sido normales. Porque
estaban fingiendo que los besos nunca ocurrieron.
En la superficie, las cosas eran normales. Era lo que acechaba debajo de la superficie lo
que la asustaba. Aún así.
"No estabas bromeando cuando dijiste que llueve todas las tardes."

“No lloverá todos los días. Y a veces las lluvias no llegarán hasta más tarde ... a las tres o
cuatro. Mucho tiempo para nadar.”
"O tal vez deberíamos planear ir al mediodía, antes de que lleguen las lluvias."
"O podríamos hacer eso."
Erin se rió. "Tienes miedo de ir a nadar conmigo, ¿verdad?"
"¡Ciertamente no lo estoy!"
Erin se acercó, sus ojos bailando con alegría. “¡Tú, mi amiga, estás mintiendo a más no
poder! Pero ... podemos usar la lluvia como excusa, si quieres. Sin embargo, ten cuidado.
No vamos a pasar el resto del verano evitando el arroyo. Porque yo puedo controlarme a
tu alrededor, ya sea que estés desnuda o no.” Le sonrió con malicia. "Tú, aparentemente,
temes que no puedes."
Ella se alejó, de vuelta a la hilera de ejotes que había estado recogiendo. Mel se quedó
mirándola, notando las piernas bronceadas y bien formadas que habían reemplazado a las
delgadas y pálidas que Erin había lucido por primera vez. Erin había cambiado de muchas
maneras. Ciertamente físicamente – su cabello, su peso, su apariencia. Pero su
personalidad también había cambiado. La mujer callada, seria y retraída había sido
reemplazada por una vibrante, comunicativa, burlona y juguetona.
Y disfrutaba estar cerca de ella. Disfrutaba de su compañía y disfrutaba de su presencia.

Ya sea que estuvieran cocinando juntas y charlando o mirando televisión y sentadas
tranquilamente, o incluso en el porche sin hablar en absoluto ... disfrutaba de que Erin
estuviera allí con ella.
Volvió su atención a su propia hilera de frijoles cuando escuchó un trueno detrás del
acantilado. Sí, disfrutaba de Erin. Y sí, había mentido. Temía ir a nadar con ella.
***
"No estoy harta de la calabaza o los ejotes," Erin dijo mientras apuñalaba los ejotes con su
tenedor. "¿Por qué sigues preguntando si lo estoy?"
"Porque estoy tratando de ser una anfitriona amable."
"Entonces si dijera que estoy harta de ellos, cuál sería la alternativa?"
“Brócoli o coliflor. Tengo ambas en el congelador de la cosecha de primavera.”

"¿Y cuándo sacamos papas?"
Mel le sonrió. "Esa es la tercera vez que lo preguntas."
"Estoy deseando que llegue. Porque estas son fabulosas, ” dijo, mordiendo una porción.
Mel había cavado alrededor de una de las plantas de papa, escogiendo tres papas de buen
tamaño para su cena. Habían sido las más sabrosas que había comido.
“La mayoría de la gente ni siquiera sabe a qué sabe una papa de verdad. Las que compras
en la tienda han sido refrigeradas. Cambia totalmente el sabor. Incluso las que hemos
estado comiendo, son de la cosecha de otoño. Puedes notar que ya no son tan frescas una
vez que las pruebes.”
“En caso de que no lo hayas notado, encuentro todo esto totalmente fascinante. Comer de
la temporada, enlatar, todo lo del jardín. Es muy diferente de lo que imaginé.” Luego
sacudió la cabeza. “En realidad, no creo que realmente lo haya imaginado. Simplemente
vas a la tienda, vas al pasillo de productos y tienes lo que deseas. Supongo que nunca se
me ocurrió cómo crecían las cosas.”
“Estoy segura de que la mayoría de la gente es así. Sé que yo lo era.”
“Así que comes lo que el jardín produce hasta que se detiene. ¿Y luego qué?"
"¿Qué? ¿Quieres un tour de temporada?”
Hizo un gesto hacia su plato. “Esta noche, por ejemplo. Tenemos frijoles pintos, que son
mucho mejores que los de Rachel. Tenemos papas, calabaza y ejotes.” Movió los ejotes
alrededor. "Y algunas cebollas y pimientos aquí." Cogió un tenedor de frijoles. “Nunca en
un millón de años hubiera pensado que disfrutaría comer así. Eres una excelente
cocinera.”
"Gracias, pero todo es comida bastante sencilla."
"¿Qué haces durante el invierno?"
“Todavía tengo algunas cosas en el jardín. A las zanahorias les va muy bien, en invierno y
primavera. Espinacas, lechugas, col rizada, acelgas. Col. Usualmente hago sopas durante
los meses de invierno. Y me como las verduras que he congelado o enlatado. Ahora que
tengo mi rutina baja, no es nada difícil."
“¿Por qué no tofu? Quiero decir, lo hemos tenido ... ¿qué? ¿Dos veces? ¿Tres veces? Y
esas cosas de la soja ... fueron buenas."

“ Al igual que Rachel, los frijoles son un alimento básico para mí. Y aunque puedo
comprar tofu en cualquier época del año, por lo general solo lo como durante el verano.
Me encanta un buen salteado. Tendré que hacer uno para nosotras pronto. Y sí, volveré a
hacer los rizos de soja."
"¿Pasta?" Preguntó esperanzadamente.
"Podemos. Normalmente uso arroz, pero la pasta es un buen cambio.”
Tomó un trago de agua antes de apuñalar otra papa con su tenedor. Sorprendentemente,
ya no extrañaba tener algún tipo de carne con sus comidas.
Al principio, parecía que faltaba algo. ¿ Pero ahora? Ahora llenaba su plato con papas o
con el arroz sazonado que Mel hacía. Luego agregó una gran porción de frijoles y cubrió
lo que quedaba del plato con verduras. No había espacio para siquiera considerar dónde
cabría un pedazo de pollo.
"Te ves bien."
Ella levantó la vista y se encontró con la mirada de Mel. "Gracias a ti."
"No todo fui yo."
"Principalmente. Tú, la comida. Estar aquí, lejos de ... mi vida.”
“¿Ya lo extrañas? ¿Tu vida?"
¿Lo hizo? Honestamente, rara vez pensaba en eso. Mel la había mantenido tan ocupada y
tal vez ese era el plan. Realmente no tenía tiempo para contemplar ... cosas. ¿Cómo iban
sus proyectos? ¿Su padre los tenía funcionando a tiempo? ¿Les había llovido? Tormentas
eléctricas? ¿ Un sistema tropical e inundaciones? ¿ Qué hay de su casa? ¿ Los chicos del
patio iban según lo planeado? ¿ La señora de la limpieza todavía iba una vez por
semana? ¿ Estaban limpiando su piscina? No lo había pensado. Se suponía que Joyce
‘verificaría las cosas’ y supuso que sí. No lo había pensado, no, pero lo extrañaba?
“No lo sé, de verdad. No pienso en eso.” Ella se encogió de hombros. "Solo estoy aquí ...
hasta que no lo esté."
"¿No tienes un calendario secreto en tu habitación en el que marques cada día con una X
gigante?" Bromeó.

Ella le sonrió. “Los primeros días ... sí, pensé en hacer uno en mi computadora portátil.
¿Ahora? Ni siquiera sé dónde está mi computadora portátil."
Melanie se levantó y llevó sus platos al fregadero. "Si quieres la contraseña, solo dilo."
“No he extrañado estar en línea. No veo que la uses mucho tampoco.”
Melanie levantó una taza. "¿Tienes ganas de té?"
"Por supuesto."
“ No la uso mucho, no. Verifico el clima, ese tipo de cosas. Cuando me mudé aquí por
primera vez, leía periódicos, tratando de actualizarme con lo que estaba sucediendo allí
afuera,” dijo con un gesto de su mano. “Fue sobre todo deprimente y descubrí que tenía
una perspectiva mucho mejor de la vida si no estaba expuesta a todo eso. La política, los
tiroteos masivos, las protestas.” Sacudió la cabeza. "Mi vida es mucho más tranquila sin
eso."
Erin asintió. Al principio, eso era algo que echaba de menos. Estar conectada, saber lo
que estaba pasando. En su antigua vida, cuando se preparaba para el trabajo, tenía las
noticias puestas. Su viaje a la oficina – hablar por radio. Ella era informada. Sabía lo que
estaba pasando en el mundo. También estaba generalmente enojada, ansiosa, preocupada
por el estado de la nación, preocupada por el mercado de valores. ¿Ahora? Como todo lo
demás, estaba fuera de la vista, fuera de la mente. Tranquilo, si. Pero a diferencia de
Melanie, no podía esconderse del mundo real aquí para siempre. Tendría que volver a eso.
Finalmente.
Tomó su taza de té que Melanie le ofreció y la siguió hasta el porche. El aire seguía fresco
y húmedo por la lluvia anterior. Las lluvias de hoy habían pasado bastante rápido, pero
fueron un poco más intensas. Mel le había advertido que algunas tardes y anocheceres, las
tormentas serían severas, con muchos rayos e incluso granizo. Esas eran las tormentas que
temía, había dicho, ya que podrían acabar con su jardín si fueran lo suficientemente
severas.
Se sentó a su lado y puso en movimiento la mecedora. Esta noche soplaba una brisa y el
pino piñón en la esquina crujía, su fragancia flotaba mientras las ramas rozaban las
paredes de la cabaña. Y a pesar de que los estaba esperando, los primeros aullidos fuertes
de los coyotes la hicieron saltar.
"No sé si alguna vez me acostumbraré a eso."
"Me encanta," Melanie dijo en voz baja. “ Algunas personas equiparan el sonido con la
soledad. Para mí, es todo lo contrario."

"¿Quieres decir que es más solitario cuando Goldie y Rick no están cerca?"
"Sí. Es muy silencioso entonces. Por la noche. A veces siento que soy la única persona
que queda en el mundo."
Las palabras de Melanie no fueron mucho más que un susurro, y Erin giró la cabeza
lentamente, mirándola. La luz del porche estaba apagada, como solían tenerla cuando
estaban afuera. Las luces interiores emitían suficiente brillo para permitirle ver los rasgos
de Mel. Cuando sonaron más aullidos y ladridos, una sonrisa se formó en los labios de
Melanie. En la luz tenue, Erin estaba segura de que nunca había visto a una mujer más
bella. Mel se giró para mirarla entonces, la suave sonrisa ahora para ella.
"Me alegra que estés aquí, Erin."
Ella la miró a los ojos, tratando de leerlos. "Yo también."
Las palabras no la sorprendieron. Estaba contenta de que estaba allí. La sentencia de

prisión de tres meses que había temido estaba casi a la mitad y ahora sentía que los días
pasaban demasiado rápido. Todavía estaba sorprendida de lo mucho que había cambiado
en tan poco tiempo. No solo físicamente. Eso era fácil de ver. Pero mentalmente,
emocionalmente – sintió una paz en su interior que había estado ausente por tanto tiempo.
¿Desaparecida? ¿Alguna vez estuvo allí para empezar? ¿De esta manera?
Era una paz tranquila que casi podía sentir rodeándola, consolándola. Protegiéndola.
¿Protección de qué, sin embargo?
De ella misma, tal vez.
Se sentaron allí en silencio, sus mecedoras se movieron casi al unísono mientras los
coyotes se alejaron, su canción desapareció en el viento, la noche se la tragó,
preguntándose si incluso habían estado allí.
CAPÍTULO TREINTA Y UNO
"¡De prisa!"
Erin se reía mientras luchaba por cargar el cubo de cinco galones lleno de papas. "¿Por
qué estoy haciendo todo el trabajo pesado?"
“Porque querías cavar unas papas. Yo no."

Mel corrió delante de ella, la lluvia fría y húmeda golpeándolas sin piedad. Abrió la
puerta del cobertizo, dejando que Erin entrara delante de ella. Erin dejó caer el cubo,
luego se dejó caer sobre la paca de heno, recuperando el aliento.
"Eso salió de la nada."
Mel se apartó el cabello húmedo de la cara y asintió. "Lo sé. Pensé que teníamos mucho
tiempo."
“Sin embargo fue divertido. ¿Qué conseguimos?”
"Eso son probablemente más de nueve kilos." Ella le sonrió. "Eres bastante útil."
"Crees que soy un buen partido, ¿eh?"
Mel le sonrió. "Definitivamente. Te has convertido en una experta en muchas cosas.”
"¿Como hacer tortillas?" Un trueno sacudió el cobertizo y los ojos de Erin se posaron en
los suyos. "Eso sonó cerca."
Ella asintió. "Tienen tormentas eléctricas en Houston, ¿no?"
"Por supuesto. Tenemos nuestra parte del clima severo – advertencias de tornados y
demás. No presto mucha atención, supongo. Nuestra suite de oficina está en el undécimo
piso de un edificio alto – “
"Guau. Debes tener una buena vista de las tormentas a esa altura."
"No lo sé. No estoy segura de haber visto una antes.”
Mel ladeó la cabeza y la estudió. Podía ver eso, supuso. Tenía que recordarse a sí misma
que la Erin que conocía aquí no era la misma persona allá en la ciudad. No estaría
arrodillada, cavando en la tierra, chillando de alegría mientras sacaba una papa, con las
manos cubiertas de tierra. Y no estaría yendo al arroyo, metiéndose hasta las rodillas para
limpiarse. Y no estaría caminando con gallinas y cabras, hablando con ellos como si
entendieran – como ella lo hacía.
"Te estás preguntando cómo podría perderme ver una tormenta eléctrica, ¿verdad?"
Melanie sacudió sus pensamientos, asintiendo hacia Erin. “ Son muy poderosas. La
naturaleza en su mejor momento. Aquí afuera, con el acantilado detrás de nosotras y las
montañas allá afuera,” hizo un gesto con la mano. "Son salvajes ... espectaculares."

"De miedo."
Ella asintió con una sonrisa. "Sí. Especialmente si estás atrapada afuera en una.”
Un doble retumbar las sacudió, su sonido resonando contra el acantilado, y luego yendo
por el arroyo. Las gallinas cacarearon nerviosamente en su gallinero y las gemelas se
acercaron a las barandillas de madera que separaban su puesto del cobertizo. Erin
extendió la mano y frotó la nariz de Rosie. Melanie sonrió cuando Erin le susurró
tranquilizadoramente.
Erin se giró entonces, sus ojos oscuros aún gentiles – cálidos – de arrullar a Rosie.
Su cabello estaba húmedo y erizado de donde sus dedos lo habían rozado. Tenía suciedad
en la mejilla. Sin pensar, Melanie se acercó, extendiendo la mano para quitar la mancha
de la cara de Erin. Su pulgar frotó suavemente contra su piel. La mancha de tierra había
desaparecido, pero sus dedos permanecieron.
Su mirada se fijó en la de Erin, y se dio cuenta de que Erin estaba conteniendo la

respiración, temerosa – tal vez – de estropear el momento haciendo el más mínimo
movimiento.
La mirada de Melanie cayó a la boca de Erin. De nuevo, sin pensarlo conscientemente,

pasó el pulgar por la parte inferior de su labio. Aunque Erin permaneció quieta, Mel pudo
ver su pulso latir rápidamente en su cuello. Sus ojos se encontraron de nuevo y juró que
sintió una energía entre ellas – una carga en el aire. Oyó un rayo chisporrotear a través del
arroyo, su destello iluminando el cielo oscuro. El ruido posterior apenas se registró
cuando se inclinó, bajando la boca para encontrarse con la de Erin.
Cuando sus labios se encontraron, sintió su corazón revolotear en su pecho, sintió que su
estómago se revolvía nerviosamente, escuchó el pequeño gemido que no pudo contener.
En lugar de profundizar el beso, que es lo que quería hacer, se echó hacia atrás con un
rápido movimiento de cabeza.
“Lo siento, Erin. No tengo derecho – "
"Mel ... basta." Erin se puso de pie, parada delante de ella. Parada demasiado cerca. "Deja
de pensar tanto."
"Eso es justamente. No estoy pensando No racionalmente, de todos modos. Acordamos –"
"Acordamos no hablar de eso, fingir que no pasó ... ignorarlo." Erin le tocó la mano y
pasó los dedos por el dorso. “ Hemos hecho eso. Sin embargo, no es lo que ninguna de
nosotras realmente quiere. ¿No es así?"

"Oh, Erin. No podemos querer esto, verdad? ¿Besos robados en un granero maloliente?”
Erin le sonrió. "Sí ... debe haber algo en este cobertizo que nos hace besarnos."
Finalmente se alejó un paso de Erin, lejos de su toque. "Lo siento. De nuevo – obviamente
no sé lo que quiero.”
“Mel, sabes lo que quieres.”
"Bueno. Sí. Pero no quiero quererlo.” Sonrió levemente. "Estabas sentada allí, toda
empapada por la lluvia, arrullando a Rosie y ... y – "
"¿Querías besarme?"
"Sí, quería besarte."
“ Y así lo hiciste. Así es como debería ser. No debería haber todas estas reglas y
restricciones. Somos dos mujeres adultas, ambas solteras.” Se encogió de hombros. “No
deberíamos tener que luchar contra esto, Mel. Como dije antes, deja de pensar tanto.” Erin
se alejó de ella, de vuelta a donde había dejado caer el cubo de papas. “ Entonces qué
hacemos con estos bebés? ¿Tienes algún lugar donde guardarlos?”
Melanie la miró, sorprendida por su cambio de tema. Pero estaba bien, supuso. Estaba
pensando demasiado. Simplemente debería dejarlo ir, dejar que las cosas caigan donde
puedan. Debería dejar de tratar de controlar las cosas. Debería dejarlo ser. Entonces,
respiró hondo y exhaló rápidamente, luego ofreció una sonrisa.
“A través de la puerta allí. Es como un pequeño armario."
"¿Por qué no me he dado cuenta de esto antes?"
“Supongo que porque no te he pedido que vengas a buscar cebollas por mí. Las coseché
en Octubre pasado. Moví lo que quedaba de las papas del otoño pasado a la casa. En este
momento no hay nada más que cebollas y algunas zanahorias que quedan del otoño.”
Erin abrió la puerta y el olor acre de las cebollas los golpeó. Erin sonrió.
"Oh guau. Eso realmente huele muy bien."
Había seis rejillas en las tres paredes grandes, dos rejillas colgadas en cada una.

Una rejilla más pequeña estaba junto a la puerta. La habitación había sido un rincón del
cobertizo original, pero como no tenía una bodega, necesitaba un lugar oscuro y fresco
para almacenar sus verduras después de la cosecha de primavera y verano. Este rincón
daba al norte y estaba sombreado por un piñón de pino. Las ventanas altas con
mosquiteros dejaban entrar el aire fresco, suficiente para que las verduras se mantengan
durante los calurosos meses de verano.
La cosecha de otoño incluso pasó el invierno aquí, ya que solo tenía que cubrir las rejillas
en las noches más frías.
"Pon las papas de este lado," dijo, señalando la pared interior opuesta a las cebollas. "Si
están demasiado juntas, las cebollas harán germinar las papas."
Erin se dedicó a descargar las papas y las colocó cuidadosamente sobre la rejilla. "¿Qué
más guardas aquí?"
“ Las zanahorias están en las cajas de madera allí. Las cubro con tierra. Las dejo en el
jardín todo el tiempo que pueda y las jalo cuando las necesito, pero llega un punto en el
que tienen que sacarlas del suelo o se pondrán leñosas.”
"¿Leñosas?"
Ella sonrió. “Es un término que usan los jardineros. Una vez que comienzan a germinar y
producen semillas, pierden su sabor rápidamente. Así que las saco todas a la vez, corto lo
verde y las guardé aquí. Sin embargo puse – presión a la lata – tal vez diez o doce pintas
(*). La calabaza en invierno también se mantiene bien. Calabaza moscada y bellota son
las dos que suelo plantar. Las cosecharé en Octubre. Se mantienen durante el invierno.”
"¿Entonces no hay zanahorias en el jardín ahora?"
“ Hay una hilera de la siembra de finales de primavera. Las dejaré en el suelo todo el
tiempo que pueda. Plantaré el jardín de otoño en un par de semanas – hasta la primera
semana de Agosto. Entonces es cuando siembro brócoli, coliflor y col – ese tipo de
cosas. Y sembraré otra ronda de col rizada y espinacas.”
"Guau. Todo eso hace que me de vueltas la cabeza.”
"Lo sé. Es mucha variedad, pero no exagero el volumen. Soy una persona. No puedo
comer tanto."
(*) Es una unidad de volumen que equivale a 473 ml.

Erin retrocedió, inspeccionando su trabajo. Entonces sonrió. "Vamos a tener algunas de

estas para la cena, ¿verdad?"
"Por supuesto. Elige tres o cuatro.”
El sol brillaba de nuevo cuando volvieron a salir, y las cabras y las gallinas ya estaban
corriendo. Ella y Erin se quedaron al sol, mirándose. El aire seguía fresco por la lluvia, el
suelo húmedo. Había sido una tormenta de corta duración, más ruido que lluvia. Miró
hacia el oeste y vio que se formaban más nubes. Ya se veían oscuras y siniestras.
"¿Más lluvia?"
Ella asintió. “ Probablemente debería verificar el pronóstico. Podríamos pasar una noche
de tormenta.” Se dirigió hacia la cabaña y luego se detuvo. “ ¿ Te importaría traer a
Bandito? Probablemente esté bajo el saliente al otro lado del cobertizo. Ahí es donde
normalmente se cubre cuando surgen tormentas."
"¿Lo vas a meter esta noche?"
“Comprobaré el clima primero. Si es una tormenta larga, generalmente lo pongo con las
cabras. Él lo odia, pero me hace sentir mejor."
CAPÍTULO TREINTA Y DOS
Era una de esas noches que temía, cuando la tormenta se establecía por arriba de ella, la
oscuridad de la noche ocultando su poder. Como era su costumbre, se movía de una
ventana a otra, mirando hacia la oscuridad mientras la lluvia golpeaba los cristales.
Normalmente odiaba estas tormentas nocturnas. Odiaba estar sola durante ellas, de
verdad. Incluso había llevado al viejo Fred adentro una noche con el pretexto de darle
refugio cuando él estaba perfectamente contento acostado en la vieja manta en el
porche. ¿Pero esta noche?
Ella no estaba sola esta noche. Tener a otra persona allí pareció calmarle un poco los
nervios. Erin estaba en la cocina, mirando por la ventana que daba al
cobertizo. Obviamente estaba preocupada. Había salido dos veces antes de la tormenta
para asegurarse de que las gallinas y las cabras estuvieran seguras.
"Estarán bien."

Erin se giró, un poco avergonzada. "Sí. No es su primera tormenta.” Luego sonrió. "Pero
lo es la mía."
"¿Tienes miedo?"
"Un poco, sí. No se puede ver absolutamente nada afuera.” Un estallido de truenos alejó a
Erin de la ventana. "No sé por qué nunca noté las tormentas cuando estaba metida en un
rascacielos."
"Me está costando imaginarte en una oficina," dijo mientras sacaba dos tazas para su
té. "¿Trajes de negocios?"
Erin se apoyó contra la barra y asintió. "Principalmente. Antes de Sarah, vivía en jeans y
botas de trabajo y pasaba tanto tiempo en los sitios de construcción como en la oficina.”
"Sí. Puedo ver eso. ¿Por qué el cambio?”
"Supongo que no encajé en la imagen que Sarah quería."
Melanie hizo una pausa en su tarea, preguntándose cuál había sido el estado emocional de
Erin en aquel entonces. La mujer que conocía ahora, no podía verla cediendo a las
demandas de otra persona. Al menos no en un nivel tan personal como la forma en que se
vestía.
"¿Qué?"
Melanie colocó las bolsitas de té en cada taza. “Estoy tratando de imaginarme a alguien
diciéndote cómo vestirte y tú lo aceptes. No es asunto mío, por supuesto.”
“Los cambios que hizo Sarah – o sugirió – se hicieron de manera tan sutil, tan leve, que
no creo haber notado realmente lo diferente que me estaba volviendo. Joyce se dio
cuenta.” Erin sacudió la cabeza. “ Estaba dispuesta a cambiar, supongo, para hacerla
feliz. Mantenla feliz.”
“Eso es gracioso y triste, ¿no? La gente hace eso todo el tiempo, supongo. Cambiar para
ser alguien que no son para complacer a otra persona. Lo hice hasta cierto punto
también.”
“ No creo que hayas cambiado por Adam. Realmente no. Fingiste cambiar. Una gran
diferencia."

“ ¿ Creías que Sarah no te amaría si permanecías igual? Quiero decir, ella debe haberse
enamorado de ti antes del cambio.”
“Ya no lo sé. ¿Alguna vez estuvo realmente enamorada de mí?” Erin la miró fijamente.
“¿O estaba fingiendo?”
¿ Estás tratando de hacer comparaciones conmigo y con Adam? Esa fue una situación
completamente diferente,” dijo un poco bruscamente. ¿No fue así? La tetera comenzó a
silbar, pero cuando intentó alcanzarla, Erin le ganó.
"Lo siento. No. No estaba haciendo comparaciones, Mel.” Erin vertió el agua hirviendo
en cada taza. “Como dijiste, completamente diferente. Lo que quería decir era que tal vez
era más fácil fingir que me amaba que vivir su vida. Ella tenía un trabajo, pero no iba a ir
a ningún lado allí y no ganaba demasiado. Yo era egoísta y la quería más cerca, así que la
presioné para que renunciara. Gané suficiente dinero para mantenernos.” Volvió a colocar
la tetera. “ Lo hice fácil para ella. Le di todo lo que quería.” Un destello de relámpago
nuevamente la hizo alejarse de la ventana. “ Ella fingió amarme, fingió que era feliz ...
hasta que ya no pudo más. Hasta que conoció a alguien a quien honestamente podría
amar.”
Erin se encogió de hombros y Mel notó que sus ojos estaban llenos de pesar, no de
tristeza. Extendió la mano, tocando la de Erin. “ No puedes decir con certeza que ella
nunca te amó, Erin. Pasaron seis años juntas. Debe haberte amado.”
Erin giró su mano y dejó que sus dedos se entrelazaran. “Creo que lo sabía. No quería que
fuera verdad. Todas esas cosas hirientes que me dijo cuando se fue ... al principio, pensé
que era solo su ira hablando, pero realmente, creo que así es como verdaderamente se
sentía. Joyce había tenido razón todo el tiempo.” Erin levantó la mirada de sus manos
unidas. “Ella me usó. Y la dejé. Qué tonta patética fui.”
"Oh, Erin. No eras una tonta. Cuando amas a alguien, hay – “
“ No hay necesidad de ofrecerme alguna defensa, Mel. No hay necesidad. Estaba

estúpidamente ciega. Yo tengo la culpa.”
"Cariño ... lo siento."
Sus brazos estaban alrededor de los hombros de Erin antes de que supiera lo que estaba
haciendo y jaló de Erin hacia ella con fuerza. No se perdió en ella lo ferozmente que Erin
se aferró a ella.
"Ella me usó," Erin susurró con voz ronca. "La verdad de eso duele más de lo que
pensaba."

Erin se apartó un poco, pero ninguna de las dos soltó su agarre. Erin estaba demasiado
cerca, sus labios demasiado cerca. La situación requería un beso, ¿no? Los pensamientos
confusos que bailaban en su cerebro estaban clamando por ser escuchados a la vez,
efectivamente haciendo lo contrario – no escuchó a ninguno de ellos. Al igual que la
tormenta desatada afuera se desvaneció en el fondo, sus objeciones también. Ya no sabía
la razón por la que había intentado tanto mantener a Erin a distancia.
Ella vio algo diferente en los ojos de Erin esta noche. Una mezcla de cosas, eso era
seguro. Parecía haber algo parecido a la desesperación allí, algo que no había estado
esperando y ciertamente nada de lo que había visto antes, ni siquiera el primer día. Ahora
tiraba de su corazón, y se movió los pocos centímetros necesarios para tocar sus labios
con los de Erin. Sintió que las manos de Erin se aferraban a su camisa y dejó que el beso
se profundizara, ignorando las preocupaciones que aún persistían. Erin no tuvo que decir
las palabras. Podía sentirlo en su beso. Erin la necesitaba.
Erin la necesitaba de esta manera. Esta noche. Cuando su boca se abrió, dejando que Erin
entrara, la precipitación física que recibió de la lengua de Erin rozando la suya le dijo que
ella también necesitaba esto. La tormenta afuera no podía competir con la que ahora
comenzaba a aflorar adentro. Dejó que sus emociones se liberaran, acercándose aún más a
Erin, dejando que sus cuerpos se tocaran donde pudieran. Ya no podía luchar contra esto
... ya no quería luchar contra esto.
CAPÍTULO TREINTA Y TRES
Había llevado a Erin a su habitación sin decir una palabra entre ellas.
Había desnudado a Erin, poniendo un dedo en sus labios cuando iba a hablar. Ella no
quería hablar. Ni siquiera quería pensar. El hecho de que estaban a punto de hacer el
amor, el hecho de que ella lo estaba haciendo de una manera tan metódica casi la hizo
detenerse, pero hizo a un lado la aprensión, decidida a no dejar que la guiara esta noche.
La verdad era que no estaba segura de recordar siquiera cómo hacer el amor.
Eso estaba en la raíz de sus miedos más que cualquier otra cosa. La falta de excitación no
fue un problema esta vez, pero aún así, once años era mucho tiempo. Y si – no tenía
tiempo para preguntarse, sin embargo. El beso de Erin aplacó las dudas que intentaban
surgir y, con los ojos cerrados, dejó caer las manos sobre la cintura de Erin, emitiendo el
más suave de los gemidos mientras los labios de Erin viajaban a lo largo de su garganta,
su cuello, mordisqueando ligeramente. No protestó cuando los dedos de Erin apartaron su

camisa. Sabía a dónde irían esos dedos, pero jadeó de todos modos cuando le tocaron los
pezones. Sintió que se endurecían bajo el toque de Erin y otro gemido se escapó.
No tenía pensamientos de detenerse, no más miedos. Había llevado a Erin a su habitación

con la intención de hacerle el amor, con la intención de ahuyentar la miseria – la
desesperación – que había visto en sus ojos. Sin embargo allí estaba ella, con los ojos
cerrados y el pecho agitado mientras respiraba rápidamente. Erin era la que perseguía a
sus demonios, no ella.
Erin agachó la cabeza, su lengua reemplazó las yemas de sus dedos. Un cálido aliento
cruzó sobre su piel, y le puso la piel de gallina a su paso. Su gemido era más fuerte ahora
mientras la boca de Erin se cerró alrededor de un pezón. En el fondo de su mente, sabía
que la tormenta afuera estaba perdiendo fuerza, pero adentro, la tormenta apenas
comenzaba.
***
Erin pasó las manos ligeramente por la piel de Melanie, asombrada por la
suavidad. ¿ Cuánto tiempo había pasado desde que había tocado a alguien así? También
estaba sorprendida por la mirada confiada en los ojos de Mel. Esperaba que sus
inseguridades se mostraran, como mínimo. Pero no, Melanie parecía tan segura de sí
misma como siempre cuando la había llevado a la cama con ella. Ella era en realidad la
que se sentía un poco nerviosa. ¿Y por qué no? Estaba a punto de hacer el amor con una
mujer que había sido célibe durante once años. Por supuesto que estaba nerviosa.
Melanie sonrió contra sus labios. "Sé lo que estás pensando."
"¿Lo sabes?"
“Se siente bien ... tu piel sobre la mía. Todo se siente bien."
Erin se inclinó, encontrando los ojos de Melanie en las sombras, la habitación iluminada
solo por una vela y los relámpagos residuales afuera de la ventana. Sí, esos ojos azules
tenían un poco de asombro en ellos. ¿Estaba pensando en la última vez – hace tantos años
– que había tratado de tener intimidad con alguien? O tal vez estaba pensando en
Courtney, la mujer con la que Adam la había atrapado. ¿O no estaba pensando en nada de
eso? ¿Y ella? Las pocas mujeres con las que había estado desde que Sarah se fue no eran
nadie. Apenas recordaba los nombres mucho menos las caras. Incluso la última ...
Jessica. Había ido y venido sin mucha fanfarria. Aún así, todas y cada una de ellas
también habían compartido la cama con Sarah. Sarah nunca estuvo muy lejos.
¿Esta noche? No. Apenas podía imaginar la cara de Sarah. Era Melanie acostada desnuda
con ella, Melanie cuyas piernas estaban envueltas en las suyas, Melanie cuyas manos

estaban deslizándose por su espalda desnuda, jalando de ella para otro beso. Mientras que
ella y Sarah habían sido bastante bulliciosas en la cama – rara vez se tomaban las cosas
con calma, rara vez se tomaban el tiempo para caricias suaves, besos suaves o palabras
susurradas – las cosas eran más mesuradas con Melanie. No había prisa, sin apuros. El
ritmo lento parecía tener un efecto calmante sobre ella cuando su toque se hizo más
seguro, más deliberado.
Se apartó de la boca de Melanie, moviéndose nuevamente hacia sus senos. Cubrió un

pezón y Melanie se arqueó, su gemido bajo le provocó escalofríos en la piel. Usó su
rodilla para separar sus muslos y las caderas de Mel se alzaron para encontrarse con las de
ella. Podía sentir su excitación contra su pierna, y se movió de nuevo para otro beso, su
lengua envolvió lentamente la de Mel, sus respiraciones rápidas se mezclaron mientras se
besaban.
Finalmente dejó la boca de Mel, moviéndose perezosamente por su cuerpo,

mordisqueando su estómago y sus caderas. Las manos de Melanie la empujaban hacia
abajo y los ojos de Erin se cerraron con un gemido de satisfacción mientras se enterraba
en la humedad de Mel.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
Melanie extendió las manos a un lado, balanceándose en una de las grandes rocas a lo
largo de Mule Creek, previamente seco. La tormenta no había producido suficiente lluvia
para llenarlo, pero quería comprobarlo.
“ Lamento que tu primera tormenta de verdad tuvo que venir con advertencias de clima
severo. Sin embargo, no hay suficiente lluvia para hacer una gran diferencia.”
"¿Con qué frecuencia son severas?"
“Las advertencias de inundaciones repentinas son normales en Julio y Agosto, durante el

monzón. El granizo puede ocurrir con cualquier tormenta, que es lo que más me asusta –
el jardín, ya sabes. Los relámpagos, por supuesto, pero todos saben ponerse a cubierto.”
"¿Tornados?"
Ella sacudió su cabeza. “ Los tornados son muy raros. Creo que todo el estado tiene un
promedio de diez por año. Eso no es algo de lo que me preocupe."

Erin se colocó detrás de ella en la roca, agarrando su cintura. "Así que esto es Mule
Creek, ¿eh?"
Melanie se giró en los brazos de Erin, sonriendo mientras se besaban. "Uh huh. Necesito
más lluvia para que fluya bien."
Erin también sonrió. "¿Me has agradecido por el desayuno en la cama?"
"Varias veces." Saltó a la siguiente roca. "Podríamos hacer de eso una costumbre, si
quieres." Se volvió y se encontró con la mirada de Erin.
"¿El desayuno en la cama o dormir en la misma cama?"
"Ambos."
Una lenta sonrisa se formó en el rostro de Erin. Una sonrisa de alivio. ¿ Había estado
esperando algo más? ¿ Había asumido que las cosas volverían a ser como habían sido
entre ellas? Admitió que había tenido un momento de duda esa mañana cuando se había
despertado para encontrar a Erin todavía en su cama, para encontrarse todavía enredada
en los brazos de Erin. Pero solo un momento. La noche había sido demasiado especial
para arruinarla con dudas y temores.
Había visto a Erin dormir durante una buena media hora, reviviendo la noche en su
mente. En realidad, se había sorprendido de que el fantasma de Adam no hubiera
aparecido. Ni una sola vez. Había esperado que su presencia se cerniera sobre ella
mientras Erin le hacía el amor. Ese no fue el caso en absoluto. Había podido vaciar su
mente de todas las incertidumbres, todo el miedo. Eran solo ella y Erin, nadie más. Ni
Adam. Ni las mujeres sin nombre con las que no había podido sentir nada. Ella y
Erin. Mutuamente dando y tomando lo que ambas necesitaban. Había estado tan aliviada
que Adam no estuviera allí, no había querido detenerse. Como le había susurrado a Erin la
noche anterior, tenía muchos años que compensar.
Se le ocurrió que era la primera vez que se había acostado con alguien a quien
consideraría una amiga. Aparte de Adam, eso es. Lo que ella y Courtney compartieron
nunca fue amistad. Y aunque ella y Adam eran amigos – los mejores amigos, de hecho –
nunca hubo ningún calor físico entre ellos.
Adam tuvo que haber sentido eso también.
También se le ocurrió que era la primera vez que había tenido intimidad con alguien en un
estado relajado. Cuando era una adolescente, apenas llegada a la mayoría de edad,
siempre existía el temor de ser atrapada – apurada a través del acto con tanta prisa, que
apenas lo recordaba después. Con Adam, ella nunca estuvo relajada. Existía el temor de

que él supiera que ella no estaba tan excitada como debería, que supiera que estaba
fingiendo. Y por supuesto, con Courtney, no había nada relajante al respecto. Estaba
engañando a Adam, un hecho que le pesó en ese momento y aún la seguía hasta el día de
hoy. Ella engañó a Adam. El la atrapó. Él se suicidó. Por su culpa. Fin de la historia.
"Oye."
Parpadeó varias veces, volviendo al aquí y ahora.
"¿Adonde fuiste? Tu sonrisa desapareció.”
¿ Debería forzar una? No. Ella y Erin ahora eran amantes, sí, pero ella y Erin eran
amigas. Habían hablado de todo. No había necesidad de ocultar cosas ahora.
"Me siento culpable de repente," admitió.
La expresión de Erin se suavizó. "Supongo que lo esperaba antes que ahora."
Miró más allá de Erin hacia el fangoso arroyo rojizo, observando cómo el escurrimiento
se llevaba los pequeños palos y ramitas que habían cubierto el manto seco. Las primeras
lluvias lo limpiarían. Cuando llegara el monzón, cuando llegaran las fuertes lluvias, el
pequeño arroyo fluiría limpio y claro, rodeando la parte posterior del acantilado, más allá
de la cabaña y arrojando donde eventualmente desembocaría en Eagle Creek.
"No pensé en Adam ... anoche, quiero decir, cuando estábamos ... bueno, yo – "
“Tienes una vida, Mel. No puedes dejarlo que dicte cómo la vives.”
"¿No puedo? Lo maté."
“No, Mel. Esa fue elección de él.”
"Traída por mis acciones."
Erin se acercó y la agarró por los hombros, obligándola a mirarla.
“¿No crees que había algo más? ¿Podría haberlo habido? Mel, si todos hicieran lo que él
hizo ... "
"¿Qué hay contigo? Fuiste engañada por alguien que amabas.”
"No me puse una maldita pistola en la cabeza."

“No, pero dejaste de cuidarte, dejaste de preocuparte. Muy bien podrías haber encontrado
el mismo destino.”
" ¿ Y qué tan estúpido de mi parte habría sido?" Dejó caer los brazos y dio un paso
lejos. " ¿ Ahora? Me siento como una idiota. La dejé que tomara dieciocho meses de mi
vida. ¿Para qué? Lo único bueno de esto fue que vine aquí, te conocí. Me siento normal
otra vez.” Se encontró con su mirada y la sostuvo. "Si todos se suicidaran porque fueron
engañados ... Dios mío, el mundo sería un lugar vacío, ¿no?"
"No es tan fácil echar en saco roto, Erin."
“Han pasado once años. ¿Cuánto tiempo te aferraras a ello? ¿Cuánto tiempo antes de que
te perdones?”
Ella se mordió el labio. "No sé si puedo perdonarme a mí misma."
Erin se acercó de nuevo, estirando la mano para tocar su mejilla. “ Lo que hiciste – tu
aventura – no puedes deshacer eso, Mel. No importa cuánto lo intentes, no puedes
deshacerlo."
"Lo sé. Si pudiera…"
“No deberías empezar con los ‘y si’, Mel. Eso no hará más que volverte loca.”
Melanie dejó escapar un profundo suspiro y luego tomó la mano de Erin. "Tienes razón.
No debería empezar con los ‘y si’ y repetirlo tampoco cambiará nada. Terminemos
nuestra caminata.”
Unos pasos después, Erin golpeó su hombro. "¿Estas arrepentida?"
“¿Arrepentida por habernos acostado? De ningún modo. ¿Y tú?"
"No." Entonces sonrió. "Parecía que ya era hora."
Melanie se rió. “Sí, tal vez sí. Solo pensar en hacer el amor contigo me aterrorizó. Tenía
tanto miedo de congelarme o llorar o no recordar cómo. Pero anoche ... todo parecía
suceder naturalmente. Así que no, no me arrepiento. Aliviada, en realidad.”
"¿No recuerdas cómo?" Otro golpe juguetón en su hombro. "Es como andar en bicicleta."
Ella dejó de caminar y Erin también. "Siempre he tenido dificultades para alcanzar ...
bueno, lo que estoy tratando de decir es que los orgasmos no llegaron fáciles.

Nunca. Anoche, todo parecía tan fácil. Natural.” Se encogió de hombros. "Nunca tuve
ninguna duda de que llegaría al clímax."
Erin se inclinó más cerca y la besó. "Bueno, podría decir que es porque soy muy hábil,
pero probablemente sea porque – después de once años – tu cuerpo estaba listo para
explotar."
Melanie la acercó para otro beso. “ Podríamos decir eso, supongo. Tendremos que
experimentar más para estar seguras.”
Erin sonrió contra sus labios. "Estoy totalmente de acuerdo con eso."
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
Erin sintió que Melanie la miraba, y se dio la vuelta, deteniéndose en su tarea de palear el
puesto de las cabras. Se limpió el sudor de la frente y sonrió.
"Nunca pensé que estaría haciendo esto en topless."
"Te lo dije, la jardinería en topless es increíble."
"Y lo hará mucho más fácil cuando lleguemos al arroyo más tarde."
Mel tomó la carretilla y se dirigió hacia la pila de abono. " ¿ Nos vamos a meter en el
arroyo?" Preguntó sobre su hombro.
"Nos meteremos." Ella la siguió, la pala balanceándose sobre su hombro. “ De hecho,

estoy lista en este momento. Hoy hace mucho calor aquí.”
Melanie la sorprendió al detenerse. Levantó la vista hacia el cielo despejado,

protegiéndose los ojos del sol. "Tienes razón. Hace calor. Vamos a refrescarnos."
Se tomaron de las manos mientras caminaban hacia el arroyo. Erin pensó que era dulce, y
trató de recordar un momento en que ella y Sarah habían caminado juntas y se habían
tomado de la mano. No pudo pensar en ninguno.
"Te estás poniendo tan bronceada."
Ella asintió. "Lo estoy. Andar por ahí en topless ayuda.”

"Tienes un buen cuerpo. Y seré sincera, no lo habría dicho ni siquiera hace un mes."
Se dio palmaditas en el estómago. “Me alegra que no tengas una báscula en la casa. Casi
me da miedo pesarme.”
"Cuando alcances un peso saludable, dejarás de aumentar."
"No si sigo comiendo como lo hago."
“Sin embargo, estás comiendo buena comida. Bueno, podríamos reducir el queso, eso es
seguro. Y probablemente el aceite de oliva. Aparte de esas dos cosas, estás comiendo
alimentos enteros y saludables. Mírame. Nunca cuento las calorías o me preocupan mis
porciones. Como cuando tengo hambre, me detengo cuando estoy cómodamente llena y
no como de nuevo hasta que tenga hambre. Nunca aumento de peso."
“Es fácil aquí. No hay opciones de basura de comida rápida en cada esquina o entrega de
pizza o cosas así.”
“Nunca volvería a comer de esa manera. Me da escalofríos pensar en toda la basura que
solía comer. De hecho, creo que voy a renunciar seriamente al queso. Lo digo, pero en
realidad nunca lo hago. No hay absolutamente nada saludable sobre él. Es pura grasa."
"¿Y los huevos?"
"¡Dios, no! ¡Estas loca!"
Erin retrocedió cuando Melanie dejó caer sus shorts y se metió en el arroyo, sin
preocuparse por las rocas. Encontró la piscina profunda y se zambulló, echó la cabeza
hacia atrás y luego se hundió en el fondo. El agua clara no ocultaba nada y Erin la miró
fijamente, recordando aquella primera mañana en la cama. Mel había sido casi tímida,
cubriéndose con la sábana cuando la luz del día invadió el dormitorio.
Tímida después de hacer el amor. Sin embargo aquí, o en el jardín, estaba completamente
cómoda en su desnudez. Tal vez porque estaba en su elemento, le era familiar. ¿ Estar
desnuda en la cama con otra mujer? Obviamente no había adaptado aún, a pesar de que
habían compartido la misma cama durante las últimas noches.
"¿Vas a meterte o solo vas a mirar?"
Ella le sonrió. “Es una linda vista.”
Mel salpicó agua en su dirección. "Eres demasiado fácil."

Arrojó sus shorts sobre los de Mel y luego se dirigió – un poco más cuidadosamente que
Mel – al arroyo. Extendió las manos para equilibrarse, luego antes de sumergirse en el
agua, inclinó la cabeza hacia atrás y miró hacia el cielo azul profundo, saboreando la
sensación del sol caliente en su rostro. Después de unos segundos, se volvió, esta vez
encontrando a Melanie mirándola. Se movió a aguas más profundas, no tan elegantemente
como lo había planeado; se resbaló en una roca en el último momento. Se agarro antes de
hundirse, luego se sumergió de todos modos. El agua no parecía tan fría como la última
vez.
"Agradable."
Melanie estaba sonriendo mientras se acercaba, luego la atrajo hacia un beso. "Me gusta
compartir mi arroyo contigo."
“ Es muy tranquilo aquí. Cierras los ojos y todo lo que oyes es agua y los pájaros. Sin
tráfico, sin zumbidos.”
"¿Tuviste un largo viaje al trabajo?"
“ En los últimos tres años, sí. Mudamos nuestra oficina al centro de la ciudad. El
estacionarse es una putada y odio haberlo presionado tanto. Por supuesto, en las horas que
trabajé, no había mucho tráfico con el cual batallar. Aún así, fue un viaje de media hora,
incluso en mis horas extrañas."
"¿Por qué presionaste para que se mudaran?"
"¿Por qué crees?"
"Ah. ¿Sarah?”
"Sí. Y no tiene ningún sentido dónde estamos. Claro, es en un edificio elegante e incluso
tenemos una vista de Minute Maid Park. Ese es el de béisbol – los Astros. Y tenemos
muchas más comodidades que el antiguo edificio.” Sacudió la cabeza. “ Para nuestra
clientela y donde están la mayoría de nuestros proyectos, no es conveniente en lo más
mínimo. Cuando finalice nuestro contrato de arrendamiento, creo que voy a presionar
para mudarnos de regreso.” Puso los ojos en blanco. "Pensarán que estoy loca, por
supuesto."
"Sarah no estaba impresionada con tu antiguo edificio, por lo que entiendo?"
“Me estoy dando cuenta de que Sarah no estaba impresionada con muchas cosas. Tenías
razón. Es triste cuánto tuvo que cambiar – incluyéndome – para hacerla feliz. Incluso

entonces, no fue suficiente para ella.” Levantó la mano. “No quiero hablar de Sarah. Es
un día demasiado bonito.”
"Sí. Sin embargo, tendrá que ser un remojón rápido.” Señaló hacia el oeste. “Las nubes ya
se están formando. Creo que tienes que terminar de palear.”
Sacudió su dedo hacia ella. "Creo que te estás aprovechando de mí."
Melanie le dirigió una mirada bastante descarada. "Creo que estás siendo compensada
bastante bien."
Se rió, luego atrajo a Mel hacia ella. Sus ojos se encontraron y los de Mel estaban tan
relajados como los de ella. "Me gustas mucho."
"Eso es bueno. También me gustas mucho.” Mel entonces sonrió. "Debemos. Hemos
estado haciendo todo tipo de cosas malas juntas."
"Bueno, ciertamente estás durmiendo más tarde de lo normal."
"Lo sé. Estoy segura de que ...” Ella inclinó la cabeza, escuchando. Entonces su expresión
cambió. "¡Oh mierda! ¡Tenemos que darnos prisa!”
"¿Qué?"
Melanie la sacó del agua. "Viene Stella."
Cuando Erin vio a Melanie tratar de ponerse los shorts sobre las piernas mojadas,
finalmente se dio cuenta. Ambas estaban en topless. Luchó para ponerse sus propios
shorts y finalmente escuchó el leve sonido de la vieja camioneta de Stella.
"¿Cómo lo escuchaste?"
Melanie la tomó de la mano y corrieron hacia el jardín. Se detuvieron junto al cobertizo,

donde habían dejado la carretilla. Melanie se cubrió la boca cuando comenzó a reír.
“¿Dónde dejamos nuestras camisas? No están en la cerca del jardín.”
"No lo sé. Si recuerdo, me quitaste la mía. ¿Dónde la arrojaste?”
Los ojos de Melanie se iluminaron. "En la paca de heno."

Ambas corrieron al mismo tiempo, tropezando en el cobertizo – y fuera de la vista – justo

cuando apareció la camioneta de Stella. Melanie se reía sin control mientras le arrojaba
una camisa a Erin. Erin también se encontró riendo cuando se dio cuenta de que se habían
puesto las camisas de la otra.
"Yuu-juu! ¿Chicas? Mel? ¿Erin?"
Melanie respiró hondo, con una sonrisa todavía en su rostro. " ¡ Nunca había estado tan
cerca de ser atrapada antes!"
“Te ves bien con mi camisa. Mejor fuera de eso, pero – ”
"Shh! Venga."
Stella se dirigía hacia el jardín cuando salieron del cobertizo.
Erin notó que Melanie todavía estaba tratando de mantener la sonrisa fuera de su rostro.
"Stella, por aquí."
Stella se dio la vuelta y asintió. “Ahí están ustedes dos. A esta hora, sabía que tenías que
estar afuera. Tendremos lluvia en poco tiempo.”
“Sí, estamos tratando de terminar los puestos antes de que comience. ¿Quieres revolver el
abono antes de que llueva?” Mel se puso las manos en las caderas. "¿Qué te trae por aquí
a última hora de la tarde?"
“Oh, lo sé, cariño. Tenía la intención de salir esta mañana, pero me desvié. Luego Vivian
nos invitó a almorzar a algunas de nosotras y por supuesto nos quedamos más tiempo del
que deberíamos, tomando café y charlando.” Su atención dejó a Mel y se dirigió hacia
ella. "Dios mío, Erin, te ves de lo mejor."
"Gracias. También me siento bien."
“Bueno, he sido negligente al venir a ver cómo estás. Me disculpo por eso."
"No es necesario que me compruebes."
“ Siento que es mi deber. Especialmente porque tienes una estadía tan larga. Espero que
Mel no te obligue a trabajar para tu cena.” Su tono era burlón, pero Erin sospechaba que
se refería a la pregunta literalmente.

“He disfrutado mucho mi tiempo aquí en la granja. Ella no me obliga a hacer nada."
"Bien, bien. Bueno, pensé que debía venir. Tu hermana volvió a llamar anoche. Le dije
que estabas bien, pero por supuesto ha pasado un tiempo desde que te he visto. A ella
realmente le gustaría que la llamaras. Le dije que transmitiría el mensaje. Sin duda puedes
usar mi teléfono en la casa.”
Un ladrido desde la parte trasera de la camioneta atrajo su atención y Fred asomó la

cabeza por el costado.
" ¿ Por qué tienes a Fred allí atrás?" Mel preguntó mientras se acercaba para frotar su
cabeza. "No lo hemos visto en una semana o más."
“No, parece que acampó en mi casa. O se acerca sigilosamente a la de Dianne. Ella tiene
más huevos de los que sabe qué hacer con ellos. Le fríe un par para que él cene.”
"Entonces me vas a dejar, ¿eh?" Mel le dijo al perro.
"Creo que el camino hasta aquí ha llegado a ser demasiado para él," Stella dijo. “Sin
embargo, pensé en traerlo, en caso de que quisieras que lo dejara contigo.”
"No, no. Esta bien. El último año más o menos, no se ha quedado más que unos pocos
días seguidos de todos modos.” Mel le frotó la cabeza otra vez, y Erin notó una mirada
melancólica en su rostro antes de volverse hacia Stella. “ Tengo algunas calabazas
amarillas. ¿Quieres alguna?"
“ Oh, no, querida. Todas parecen tener un excedente. Ángela me dio ayer y mi propio
arbusto todavía está produciendo.” Miró hacia el jardín. “Veo que todavía no has sacado
todas tus papas. Tomaré algunas de esas cuando lo hagas.”
"Por supuesto."
“Bueno, debería volver. No quiero quedar atrapada en la tormenta. Las noticias dicen que
traerá más lluvia que la otra noche. Eso fue aturdidor. Supongo que los rayos también
fueron malos aquí arriba.”
"Sí ... eso fue toda una tormenta."
Stella se volvió hacia ella. "¿Y cómo te fue, querida?"
Erin estaba segura de que un sonrojo iluminaba su rostro. “Fue toda una tormenta, sí. No
pude dormir, de hecho. Mel se quedó conmigo.” Finalmente miró a Melanie, que

nuevamente intentaba evitar sonreír. “ ¿ A qué hora finalmente pudimos dormir? Bien
pasada de la medianoche, ¿no?”
"Eso creo."
“ Bueno, te acostumbras. Mi primer verano aquí, tenía un miedo mortal. El rayo parecía
estar golpeando las copas de los árboles y el trueno rebotar alrededor, así que ni siquiera
se podía saber si iba o venía. ¿ Ahora? Me duermo enseguida cuando llegan las
tormentas.” Miró hacia el cielo. “Sin embargo, prefiero las lluvias de la tarde. Mucho más
mansas que esas tormentas nocturnas.” Stella la sorprendió abrazándola. “ Piensa en
llamar a tu hermana, querida. Me temo que cree que te hemos perdido o algo así.”
Erin asintió. "Probablemente tengas razón. Haré que Mel me lleve allí mañana.”
"Bien, bien. Vayan sobre las nueve. Tengo algunos viejos plátanos que he estado
guardando para pan. Nos prepararé un pan para acompañar nuestro café.” Stella se volvió
hacia Melanie y la abrazó también. “Estás haciendo un buen trabajo con nuestra huésped.
Se ve estupendamente radiante. Ambas lo hacen.”
Fue el turno de Mel de sonrojarse. "Es la comida."
"Y la luz del sol," Erin añadió rápidamente, aunque no sabía por qué.
¿ Qué tan malo sería si Stella descubriera que eran amantes? Realmente no era asunto
suyo, ¿ verdad? Sin embargo, Melanie no pareció relajarse hasta que la camioneta de
Stella se perdió de vista.
"Entonces, te ves radiante, ¿eh?"
Erin se rió. "Aparentemente ambas lo hacemos." Arqueó una ceja. "Supongo que no
quieres que Stella descubra por qué nos vemos tan radiantes?"
Melanie se encogió de hombros. “Como dijiste, ambas somos adultas. Sin embargo, Stella
se siente responsable de tu bienestar. Al igual que no quiere que te obligue a trabajar,
puede pensar que te he forzado a acostarte.”
Un retumbar bajo sonó en la distancia, señalando la tormenta que se acercaba que traería
más lluvia necesaria. Ella le sonrió a Melanie, haciendo una pausa para quitarse el cabello
aún húmedo de la frente. "Me pregunto por qué no hizo comentarios sobre nuestro cabello
mojado."
“Probablemente pensó que era por trabajar. Hablando de eso, probablemente deberíamos
volver a eso.” Mel recogió la carretilla y luego hizo una pausa. “Recuérdame revisar el

pronostico del tiempo más tarde. Si es una tormenta fuerte como dijo Stella, tendremos
que meter nuevamente a Bandito.”
La siguió hacia el jardín. "¿Vas a extrañar a Fred?"
"Supongo. No he pensado mucho en él desde que has estado aquí. Pero cuando estoy sola,
él es compañía.” Ella sonrió. "No es muy hablador, pero es buen oyente."
"¿Por qué no tienes un cachorro?"
“Oh, no lo se. Lo he pensado a lo largo de los años, pero nunca ha pasado. Quizás ahora
lo haga.”
Sí. ¿Qué faltaban? ¿Seis semanas más? ¿Siete? Había perdido la noción de los días ... las
semanas. Se imaginó que Melanie extrañaría su compañía. Abrió la puerta del jardín,
dejando que Mel empujara la carretilla. Se quedó parada en la puerta, mirando alrededor
del prístino jardín, sabiendo que había ayudado a mantenerlo así. Ella realmente
disfrutaba quitando la maleza. Era una tarea terapéutica sin sentido.
Y recoger verduras fue ... bueno, divertido. Comerlas también fue divertido. Miró a su
alrededor, sabiendo que su tiempo aquí se estaba acabando.
"Demasiado rápido," murmuró.
Sí, el tiempo se estaba acabando, y maldita sea, pero extrañaría aquí. Miró hacia donde
Mel estaba girando la pila de abono con una horquilla.
Extrañaría aquí. Y ciertamente extrañaría a Melanie.
Es curioso cómo el tiempo cambia la perspectiva de uno sobre las cosas. Es curioso cómo
el tiempo cambia muchas cosas.
Incluyéndola.
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
Erin saltó hacia atrás de la ventana, preguntándose por qué estaba parada allí en primer
lugar. "Está bien, no me importa decirlo: eso me asustó."

“ Sí, estuvo cerca. Es noches como esta es cuando desearía tener cortinas en todas las
ventanas.” Melanie dio unas palmaditas en el sofá junto a ella. "Relájate."
“Hay cortinas en la pequeña habitación de invitados. ¿Por qué?"
“Le ofrece a las huéspedes una sensación de privacidad. No hay un alma aquí y nadie para
ver adentro. No vi el caso de tener cortinas o persianas. Por lo general, me levanto antes
de que salga el sol, así que eso nunca fue un problema.”
Erin la tomó de la mano y entrelazó sus dedos. "¿Te preocupa que pueda granizar?"
"Sí. Podría aniquilarme.”
"¿Entonces qué?"
"Entonces comeré lo que queda en el congelador y espero no pasar por todas las
conservas que hice." Ella sonrió. “ Y recurro a comprar productos en el
supermercado. Podría arreglármelas, pero la mayoría de estas mujeres viven de sus
cheques del Seguro Social. Cualquier gasto adicional – como cuentas inesperadas de
comestibles – realmente sería una dificultad para ellas."
¿ Y el dinero que Stella recibe de sus huéspedes? Ella dijo algo sobre tener un fondo
general."
Melanie asintió. “Se usa para reparaciones, principalmente. E impuestos anuales. O como,
por ejemplo, cuando Rachel quiso convertir su calefacción en propano, cuando ya no
podía manejar la estufa de leña. Ese tipo de cosas. Nunca hay una gran cantidad de dinero
y se va rápidamente algunos años."
"Entonces, quedarme aquí tanto tiempo es agregarle una buena parte."
"Sí. Creo que lo siguiente en la línea de reparación es el techo de Vivian.”
"¿En línea?"
“Al comienzo de cada año, todas envían cosas que les gustaría hacer en su casa. Stella las
clasifica.”
"¿Qué hay contigo?"

Melanie sacudió la cabeza. “Me las arreglo bien por mi cuenta. Y por mucho. Me imagino
que cuando tenga su edad, estaré más inclinada a aceptar dinero del fondo. Si todavía hay
uno.”
“¿Stella tiene qué? ¿Setenta y cinco? ¿Qué pasara cuando ella fallezca?”
“Ella dice que nos encarguemos. En su testamento, quiero decir. No tengo motivos para
dudar de ella.”
“Eres la más joven. ¿Te preocupa que te dejen aquí sola?”
Melanie asintió. “La idea me ha pasado por la cabeza, sí. Nadie ha venido desde Ángela y
ella llegó un año después de mí. Los tiempos han cambiado. Se necesitaría una
circunstancia única para que alguien quiera mudarse aquí.”
"¿Por qué Ángela se mudó aquí?"
“Su pareja murió. Una larga batalla contra el cáncer. Hubo mucho drama familiar y una
desagradable disputa sobre la casa y sus pertenencias y esas cosas. Creo que quería
alejarse de todo eso y llorar en paz. Una vez me dijo en confianza que no sabía cuánto
tiempo se quedaría. Eso fue hace seis años. Parece atrincherada ahora.” Melanie le apretó
la mano. “¿Por qué todas las preguntas? ¿Algo para que te haga olvidar la tormenta?”
Ella inclinó la cabeza y luego sonrió. “ Debe haber funcionado. Los truenos y los
relámpagos parecen haberse alejado.”
"¿Es eso realmente?"
"No. Supongo que quería una imagen de todo en mi mente. Asegurarme de que estarás
bien y todo."
"¿Te refieres a cuando te vayas?"
Erin asintió. "Sí. Eso.” Apretó la mano de Melanie un poco más fuerte.
“No pensaba estar tan apegada al lugar. A ti.” Melanie la sorprendió apoyando la cabeza
contra su hombro.
"Lo sé. Yo tampoco. Va a estar muy silencioso por aquí.” Melanie giró la cabeza y la
besó suavemente en la mejilla. “ Si no te importa, preferiría no hablar de eso todavía.
Todavía tenemos tiempo."

Erin se inclinó y se encontró con su boca. "Voto porque nos vayamos a la cama
temprano."
"¿Oh si? ¿Estás cansada?”
Ella profundizó el beso. "No."
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
Melanie se inclinó sobre su codo y apoyó la barbilla en la palma de su mano mientras

observaba a Erin dormir. La vela que había encendido antes arrojaba luz suficiente para
que viera claramente los rasgos de Erin. Su rostro estaba relajado, su respiración nivelada
... sus párpados revoloteaban ligeramente mientras soñaba. La tormenta había pasado,
pero todavía había suficiente brisa para levantar las ramas del pino piñón; que rozaban
contra la pared por sus cabezas.
Se sentía sola – y la soledad era algo que conocía bien, pero este era un tipo diferente de
soledad. Había pasado siete años aquí lamentando su pasado, manteniendo a sus vecinas a
distancia, viviendo una vida solitaria. Conocía la soledad. Sin embargo, temía que cuando
Erin se fuera, sería completamente diferente. Temía vivir no lamentando su pasado sino
lamentando lo que su futuro le deparaba. O más bien, lo que no contenía.
Nada. Su futuro no tenía nada. Al igual que su pasado. Solo había vacío, tanto detrás
como delante de ella.
Con Erin aquí, vislumbró cómo sería – cómo podría ser – si tuviera una pareja, una
amante, alguien con quien compartir su espacio, su cama, su vida. A ella le gustó
bastante.
Sonrió y sacudió su cabeza. Sí – a ella le gustaba tener a Erin en su cama.
Había estado aterrorizada ante la perspectiva, pero había sido un miedo injustificado. Tal
vez se había curado después de todo. Tal vez durante los once años de aferrarse a la culpa,
aferrándose a ella como un bebé lo haría a su manta favorita, se había vuelto más fuerte,
sin siquiera saberlo. Se había aferrado fuertemente al manto de culpa, cubriéndose la
cabeza – escondiéndose – en las horas más oscuras.
¿ De qué se estaba escondiendo? Al principio, había tenido tal autodesprecio, no había

sentido que merecía vivir, mucho menos tener alguna felicidad en su vida. Se odiaba tanto
que apenas podía soportar mirarse en un espejo.

Sin embargo, a diferencia de Adam, ella no tuvo el coraje de quitarse la vida. Estaría
mintiendo si dijera que no había pensado en eso ... no había hablado de eso con su
terapeuta.
Se había sentido tan fuertemente por escapar, mudarse aquí, era como si un poder superior
la hubiera estado dirigiendo. Se convirtió en una obsesión. En ese entonces, sabía que
estaba huyendo de la sociedad, de su madre, del destino seguro que la esperaba si se
hubiera quedado. Y tal vez, en el fondo, debajo de la superficie de la realidad, esperaba
poder escapar de su culpa y de los terribles recuerdos que la perseguían.
Eso había demostrado ser nada más que una falsa esperanza. ¿ O lo fue? Ahora – once
años desde la muerte de Adam, siete años desde que había escapado – dónde estaba su
culpa? ¿Seguía ahí? ¿O era solo el recuerdo de su culpa lo que permaneció?
Rodó sobre su espalda y miró hacia el techo, observando las sombras bailar a la luz de las
velas. ¿ Por qué se había suicidado Adam? Se había hecho esa pregunta mil veces y
siempre tenía una respuesta. Por su culpa.
Sin embargo, podría haber habido más? Adam realmente la amaba, sin duda. ¿Por qué se
habría quitado la vida, sabiendo lo terriblemente que la lastimaría? Él no era una persona
rencorosa, no era vengativo. Siempre fue amable, siempre amoroso. ¿ Por qué se había
suicidado? ¿ Cuánto tiempo ella iba a tomar la culpa? ¿ Podría posiblemente dejarlo
ir? ¿ Ya lo había dejado ir? Es cierto que se sentía más ligera de alguna manera. El gran
peso de la culpa no la estaba aplastando. Se lo atribuyó a Erin, por supuesto. Eso es lo
único que había cambiado en su vida – Erin. Bueno, no era lo único. Erin estaba presente
aquí – como amiga, como confidente ... ahora como amante. Eso era un gran cambio para
alguien acostumbrada a vivir sola, a estar sola. A existir sola.
Si alguien le hubiera preguntado si era feliz, su respuesta siempre habría sido sí. Lo
suficientemente feliz, eso es. Cuando era más joven, seguía esperando que la felicidad la
encontrara – o que ella la encontrara. Resultó ser esquiva en ambos extremos. No fue
hasta que fue mayor que se dio cuenta de que la felicidad venía de adentro. No necesitaba
depender de alguien más para hacerla feliz. Por supuesto, esos años después de la muerte
de Adam, se había olvidado por completo de la felicidad. Estaba tan concentrada en su
culpa, en su propio dolor, que estaba ciega a todo lo demás. La felicidad y todo lo que se
le pareciera – esos habían sido secundarios.
¿Y ahora? ¿Ahora mismo? ¿Justo en este momento?
Se giró para mirar a Erin de nuevo. Se formó una sonrisa involuntaria y la dejó venir. No,
no necesitaba a alguien para hacerla feliz. Pero seguro que ayudaba.

Era divertido tener a alguien cerca, alguien con quien hablar, alguien con quien cocinar y
comer. Alguien con quien reír. Y alguien para compartir su cama, alguien a quien amar,
alguien a quien tocar. Todas esas cosas le trajeron felicidad.
Ahora mismo.
¿Qué pasaría cuando Erin se fuera? ¿Podrían los recuerdos sostenerla? Los recuerdos de
Adam y su muerte la mantuvieron durante años. ¿ Podría el recuerdo de Erin hacer lo
mismo?
Estaba sorprendida de que su sonrisa no se desvaneciera por completo. Extrañaría a Erin,

sí, pero no permitiría que eso la definiera. No permitiría que eso la controlara. No después
de Adam. No después de once largos años de sentirse atada por cadenas. Ella no lo
volvería a hacer.
La felicidad vino de adentro y era el aquí y el ahora. No era su pasado ni su futuro. Era el
ahora.
Y por ahora, estaba eligiendo ser feliz.
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
"Realmente no quieres hablar con ella, ¿verdad?"
Erin sacudió la cabeza. "No, realmente no. En parte, es que no quiero pensar en el trabajo.
Sin embargo, por otra parte es cruel, supongo.”
"¿Cruel?"
“ Joyce se siente culpable por traerme aquí, por dejarme. Y cuanto más tiempo paso sin
hablar con ella, más se intensifica su culpa.”
"Ah."
"Sí. Miserable. Así que necesito hablar con ella, hacerle saber que estoy bien.” Apretó la
mano de Melanie. "Hacerle saber que no estoy encabronada con ella."
Melanie sonrió. "¿Estabas encabronada con ella?"
“A más no poder. Tanto con ella como con mi papá.”

Se detuvieron frente a la casa de Stella y Fred salió cojeando para recibirlas. Ella se
inclinó, acariciando su cabeza. Nunca había tenido una mascota al crecer. No recordaba
haber pedido nunca una. Cuando eran niños, habían estado muy ocupados, corriendo de
una actividad a otra. Cuando Sarah se mudó con ella, trajo a Elle, la perrita ladradora. Era
la primera vez que vivía con una mascota y pensó que sería la última.
"No me di cuenta de lo mucho que él ha envejecido."
Ella miró a Mel. ¿Cuántos años dijiste que tenía? ¿Quince?"
“No creo que nadie lo sepa con seguridad. Quince es la mejor suposición.”
"¿Es eso viejo?"
Mel asintió. "Creo que cualquier cosa pasado los doce o trece se considera realmente
viejo para un perro." Ella también se inclinó para acariciarle la cabeza. "Echo de menos
que él esté cerca." Le sonrió. "Al menos ladra cuando llega la compañía."
"¿Como una advertencia cuando estás haciendo jardinería en topless?"
Melanie se rió de eso. "¿Puedes imaginar la mirada en el rostro de Stella si nos hubiera
encontrado en el arroyo?"
"¿Puedes imaginarte la expresión de tu cara si nos hubiera pillado?" Bromeó.
Melanie se encontró con su mirada, su expresión se volvió más seria. “No es eso, Erin. No
estoy tratando de ocultar esto – lo de nosotras – porque estoy avergonzada o apenada o
algo así. Francamente, no es de su incumbencia.”
"¿Ella lo desaprobaría?"
“Ella es de la vieja escuela. Soy la anfitriona, tú eres la huésped. Ella lo desaprobaría. Y

tendría cien preguntas. Y luego las demás lo descubrirían.”
"¿Y nos convertiríamos en la comidilla de la ciudad?"
"Exactamente."
Ella asintió. "Entiendo. Sé que proteges tu privacidad, Mel. Como dijiste, no es asunto de
nadie.”

Melanie le apretó el brazo mientras subían los escalones hasta la puerta de Stella.
"Gracias." Luego sonrió mientras llamaba a la puerta de Stella. "Eres la mejor."
Las palabras fueron dichas casualmente, burlonamente, pero aun así, la afectaron. Nadie
le había dicho eso antes, ni siquiera en broma. Le devolvió la sonrisa a Mel, pero antes de
que pudiera responder, Stella ya estaba abriendo la puerta.
"Buenos días, chicas," dijo con una amplia sonrisa. "Pasen, pasen. El café está recién
hecho y acabo de sacar el pan de plátano del horno."
"Huele maravilloso," dijo, luego se volvió hacia Mel. "¿Por qué no hemos hecho pan de
plátano?"
“Porque nos comimos todos los plátanos. ¿Y pensé que te gustaba el pan de calabacín?”
"Oh, me gusta. Especialmente la semana pasada cuando le pusiste chispas de chocolate.”
“¿Le pusiste chispas de chocolate en el tuyo?” Stella preguntó. "Nunca escuche de eso."
Melanie la miró acusadoramente y Erin se echó a reír. "Estábamos experimentando," le

dijo a Stella. “ También encontramos una receta para hacer pan de calabacín con
chocolate. El próximo viaje a la ciudad, vamos a comprar las cosas para eso.” Se frotó la
barriga. "Mel está decidida a enviarme a casa en un estado de gordura, aparentemente."
"Oh, por favor. ¡El chocolate fue idea tuya!”
“ Tendrás que decirme cómo resulta eso. El chocolate es mi debilidad, ” Stella dijo
mientras las conducía a la cocina.
“Me encantó ese pastel de chocolate que hiciste. Estuvo rico y empalagoso."
“Me alegra que te haya gustado, querida. Si vienes a la próxima cena – a menos de dos
semanas – lo prepararé nuevamente para ti. Tendrás que llevarte un poco a casa esta
vez. El cielo sabe que no necesito comer todo eso.” Stella sirvió café en las tres tazas que
ya tenía en la mesa de la cocina. “Voy a cortar este pan en rebanadas. ¿Por qué no llamas
a tu hermana? El teléfono está en el estudio junto a mi silla.”
Sí, supuso que debería terminar de una vez. Cogió una de las tazas y tomó un sorbo, luego
la volvió a dejar. "Vuelvo enseguida."
“Toma tu café, querida. Si no recuerdo mal, eres un oso sin él.”

Melanie se echó a reír y ella también. "¿Un oso? Creo que tal vez fue el descafeinado de
Rachel – y sus frijoles insípidos – lo que me hizo gruñir. No soy un oso Díselo, Mel.”
"No eres un oso," dijo con una sonrisa, luego se volvió hacia Stella. “Ella no es un oso. Es
bastante agradable por las mañanas, en realidad.”
"Gracias. No empieces con el pan de plátano sin mí.”
"Vete ya." Melanie la despidió. "No voy a comerme tu pan."
Seguía sonriendo cuando entró en el pequeño estudio de Stella. Había un televisor antiguo
en un soporte igualmente antiguo metido en una esquina. Un pequeño sofá, no mucho más
grande que un sofá de dos plazas estaba contra una pared. Un sillón marrón grande de
aspecto cómodo con una otomana a juego ocupaba el centro del escenario. Había una
lámpara alta detrás y una mesa auxiliar en el lado derecho del sillón. Además del teléfono
– con qué frecuencia sonaba ese timbrazo? se preguntó – había una pila de libros, seis de
ellos y un par de lentes para leer sobre la mesa.
Su sonrisa se desvaneció mientras miraba el teléfono. ¿Qué hora era? Demonios, qué día
era? ¿Debería intentar con Joyce en la oficina? Al menos se sabía ese número.
No tenía idea de cuál era el número de celular de Joyce. Su teléfono, como su

computadora portátil, fue olvidado, en algún lugar de su habitación. Su sonrisa regresó.
Una habitación que ya no usaba, excepto para agarrar ropa limpia. Incluso había estado
usando la espaciosa ducha de Melanie en lugar de la pequeña en su habitación. Me
pregunto qué pensaría Joyce de eso?
Al igual que Melanie con Stella, no le gustaba que Joyce supiera sobre su relación.
Traería preguntas, y preferiría no tener que responderlas. Y al igual que Stella, no era
asunto de Joyce.
Fue a levantar el teléfono cuando vio una pintura en la pared. Era de Stella, su corto
cabello gris reluciente a la luz del sol, vestida con shorts azules hasta la rodilla y una
blusa colorida con girasoles. Había una sonrisa en su rostro mientras inspeccionaba su
jardín. Esta debe ser la pintura de la que Melanie le estaba hablando. Se preguntó si sería
agridulce para Stella mirarla.
¿Se acordaba de la mujer que se la dio con cariño o tristeza? ¿Pensaba en un amor perdido
cuando la miraba?
Dejó que su mirada recorriera la pintura, posándose en las hileras de tomates, la fruta roja
brillante contrastaba con el verde vibrante. Había un solo girasol floreciendo alto en el
extremo más alejado del jardín, a juego con las flores de la blusa de Stella. Se preguntó si

el girasol era significativo. Parecía fuera de lugar en el jardín. Tal vez era algo privado
entre las dos mujeres ... un secreto que compartían.
Finalmente levantó el teléfono, sonriendo ante lo antiguo de eso. Solo en su lejano

recuerdo pudo recordar que el teléfono de sus padres estaba atado con una cuerda.
Cuando tuvo la edad suficiente para usar el teléfono, era inalámbrico.
Se paró junto a la silla de Stella y marcó el número de la oficina. Fue respondido después
de dos timbrazos, la agradable voz de Lacy, la recepcionista, sonando en su oído. Erin se
aclaró la garganta antes de hablar.
“Buenos días, Lacy. Soy Erin ... Erin Ryder. ¿Puedo hablar con Joyce, por favor?”
“¡Oh, Srta. Ryder! Buenos días. Sí, señora. La paso ahora mismo.”
Erin asintió, finalmente sentándose en la silla de Stella. Lacy sonaba sorprendida de saber
de ella. Se preguntó cuál era el rumor que circulaba por la oficina con respecto a su
ausencia.
"¿Erin? Dios mío ... ¿eres tú?”
"Hola, Joyce."
"¿Estás bien? ¿Por qué no me has llamado? He estado muy preocupada."
Ella sonrió ante la urgencia en su voz. Sí, Joyce se sentía culpable por dejarla aquí.
“Porque no hay servicio celular aquí afuera. Ninguno. Cero."
“Pero he llamado a Stella. Ella – “
“Ella tiene un teléfono fijo antiguo. Estoy en su casa ahora.”
" ¿ Dónde te estás quedando? Cada vez que llamo, inventa excusas de por qué no puedo
hablar contigo. Estaba empezando a pensar – ”
"¿Qué me encerraron en un calabozo oscuro?"
"Algo así. ¿Estás bien?"

"Bien. No tienes que llamar y comprobarme. Creo que estás estresando a Stella llamando.
Aparentemente, ella asumía que se trataba de una sentencia de cárcel y que trataría de
escapar."
"Pensé que lo harías. Erin ... casi fui a buscarte. Me siento terrible por eso. No tenía
derecho – papá no tenía derecho – a obligarte a esto. Nosotros – "
“ Joyce, hiciste lo correcto. No estaba entendiendo de razones, obviamente. Lentamente

me estaba matando.” Hizo una pausa. "Ahora me doy cuenta de lo mucho que necesitaba
esto." Sonrió mientras volvía a mirar la pintura. "Probablemente no hubiera elegido este
lugar en particular en ese momento, pero ahora que estoy aquí ... me alegro realmente de
que lo hayas encontrado."
"¿Lo estás? ¿Ya no estás enojada conmigo?”
"No."
"Bien. Porque extraño que estés aquí. Papá extraña el que no estés aquí. Creo que olvidó
cuánto trabajo era hacer malabares con varios proyectos a la vez. Sin embargo, no
deberíamos hablar de trabajo. No quiero que te estreses por nada. Todo seguirá aquí
cuando vuelvas.”
"Tienes razón. Iba a preguntar cómo iban mis proyectos, pero tienes razón. Realmente no
quiero pensar en eso. Estoy segura de que papá los está manejando bien.”
Joyce se echó a reír. "Dios mío. ¿ Qué te han hecho? ¡ Pensé que me convencerías para
obtener informes del estado de todos y cada uno de ellos!”
Se dio cuenta de que todavía estaba mirando la pintura y reconoció lo calmada que se
sentía, lo pacífica. Realmente no quería saber sobre sus proyectos. En este momento en
particular, a decir verdad, ni siquiera se preocupaba por ellos.
"No quiero estresarme por ellos, como dijiste."
“Está bien – son como una especie de culto o algo así? ¿Te han lavado el cerebro?”
Erin se rió de la seriedad de las palabras de Joyce. "Sí, supongo que son una especie de
culto."
"Oh, Dios mío. Erin, estás realmente bien ahí? Suenas un poco rara.”

“Estoy bien, hermana. ¿Faltan qué? ¿Seis semanas más o menos? Te veré entonces ... en
el supermercado, debajo de los pinos. Llama un par de días antes para que puedas
establecer la hora con Stella."
"¿Esto significa que no volveré a saber de ti?"
"Probablemente no."
"Erin, ¿estás segura de que estás bien?"
“ Deja de preocuparte, Joyce. Estoy bien. Genial, en realidad. Te veré en unas pocas
semanas.”
"¿Debo darle un mensaje a papá o algo?"
“Dile que estoy bien.” Se puso de pie. "Debo irme. Hay pan de plátano recién salido del
horno que me llama. Nos vemos en Septiembre."
Colgó sin esperar a que Joyce respondiera. Realmente no había nada más que decir,
¿ verdad? Tendría mucho tiempo en el viaje de regreso a Albuquerque para contarle ...
qué? ¿Dónde se había quedado? ¿Qué comió? ¿Con quién se acostó?
Ella sonrió hacia el cuadro una vez más, luego se volvió y regresó a la cocina, donde se
escuchaba una conversación tranquila y una risa ocasional. De vuelta a donde el pan de
plátano ‘recién salido del horno’ la estaba esperando.
De vuelta a donde Melanie la estaba esperando.
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
Melanie suspiró satisfecha mientras pasaba los dedos por el pecho de Erin, luego bajaba
por su estómago, dibujando círculos perezosos en su piel antes de hacer el viaje de
regreso.
"Creo que soy insaciable," admitió. "¿Qué me has hecho?"
Sintió la risa tranquila de Erin bajo su mano. “ ¿ Qué me has hecho ? Ni siquiera es
mediodía y estamos aquí tomando el sol desnudas.”
"¿Es eso lo que estamos haciendo?"

"Bueno, es lo que estamos haciendo ahora." Erin se inclinó y la besó. "¿Me creerías si te
dijera que nunca antes había hecho el amor en el agua?"
“Tienes una piscina. Seguramente tú y Sarah – ”
"Oh, hubo algunas sesiones de besos, claro, pero siempre lo llevábamos adentro."
“Vives en la ciudad. Supongo que tienes que hacerlo.”
"Supongo." Extendió la mano sobre la roca en la que yacían y agitó el agua. "Me gusta
mucho más esto."
Melanie no tenía ninguna referencia ya que nunca antes había tenido una piscina, pero sí,
imaginaba que esto — el arroyo, las montañas, los pájaros — era mucho más un placer
para los sentidos que una piscina en el patio en la ciudad.
Ella debería haber dado por terminado su tiempo de juego, de todos modos. No había
llovido en dos días, pero el pronóstico indicaba lluvias torrenciales al final de la tarde, que
duraría toda la noche y hasta mañana. La amenaza de tormentas eléctricas estaba allí,
como siempre, pero era la fuerte lluvia lo que la preocupaba. Esta tormenta sería un
verdadero monzón. Había cientos de cosas que podrían hacerse en el jardín para
prepararse, pero allí yacía, tomando el sol, sintiéndose un poco perezosa después de hacer
el amor. Finalmente suspiró, el sonido hizo que Erin alzara las cejas.
“Debo ir a trabajar. Si llueve tanto como dicen, mañana será un día perdido.”
"Realmente no. Tenemos ejotes que necesitamos enlatar y calabaza para elaborar.” Erin
sonrió. "Y dijiste que ibas a enseñarme cómo hacer salsa con los tomates que se están
madurando."
"Lo hice, no? Bueno, eso significa que también tendrás que recoger algunos pimientos."
Se sentó y miró hacia el cielo, que todavía estaba despejado y soleado. "De acuerdo… a
los quehaceres.” Le sonrió a Erin, que también se había sentado. "Te estás poniendo muy
bronceada."
"Me estoy poniendo muy gorda."
"Cariño, tienes un largo camino por recorrer antes de que podamos usar esa palabra."
Se puso de pie y le ofreció la mano, levantando a Erin también. Se encontró envuelta en

un abrazo. Un abrazo muy desnudo. Estaba sonriendo cuando cerró los ojos, e inclinó la
cabeza, dándole espacio a Erin mientras sus labios se movían sobre su cuello.

"Me haces querer ser floja," murmuró.
"Estoy tratando de excitarte." Sintió a Erin sonreír contra su cuello. "Veo que tu mente
todavía está en el jardín."
"Si hubiera un supermercado en la esquina, podría inclinarme a rechazarlo." Movió la

boca hacia la de Erin y luego se apartó. “ Pero, por desgracia, mi supermercado es mi
jardín. No quieres que sufra durante un crudo invierno, ¿verdad?”
La expresión de Erin cambió cuando sus ojos se encontraron ... como, estaba segura, los
suyos.
Erin se iría en cinco semanas y dos días – sí, había mirado el calendario. La cena mensual
con las damas se acercaba esta semana, luego era cuesta abajo desde allí. Los días
pasaban cada vez más rápido, al parecer. No hablaron de eso – en realidad no. Lo
reconocieron, sobre todo en silencio. Supuso que en algún momento harían algo más que
pasarlo por alto.
Sin embargo, todavía no. No estaba lista para tener eso sobre ellas durante las próximas
cinco semanas.
"Vamos," dijo después de besar la mejilla de Erin ligeramente. "Tenemos que terminar de
poner heno entre las filas o será un desastre lodoso para el próximo mes."
***
Erin estaba agradecida cuando vio las nubes oscuras acercándose cada vez más al
acantilado detrás de la cabaña. Inspeccionó su trabajo, sabiendo que tendría tiempo para
terminar la última fila antes de que lloviera. Melanie ya había terminado su sección, el
heno distribuido cuidadosamente entre las filas y alrededor de algunas de las plantas.
Estaba girando la nueva pila de abono que habían hecho, y Erin también vio su mirada al
cielo, probablemente calculando cuánto tiempo le quedaba.
Estaba acalorada, sudorosa y cansada, y nuevamente, le sorprendió la cantidad de trabajo

que suponía, el hecho de que Melanie solía ocuparse de todas estas tareas sola. ¿Cómo se
las había arreglado? Bueno, obviamente todo era trabajo y nada de diversión. Tomarse un
tiempo para jugar en el arroyo – y pasar una hora haciendo el amor – no era parte de la
rutina normal de Melanie. Por lo que había aprendido, la única divergencia del trabajo era
una caminata ocasional que se permitía una o dos veces por semana.
Por supuesto, tenía que recordarse que no era así todo el tiempo para Mel. El verano era
simplemente el más ajetreado. Después de la cosecha de otoño y durante los meses de
invierno, Melanie probablemente tenía más tiempo – mucho más tiempo. Entonces qué

hacía ella? ¿Qué hacía para ocupar su tiempo? ¿Se sentaba sola, deseando la primavera y
el verano? ¿Qué hacía?
"¿Estás soñando despierta?"
Parpadeó varias veces, encontrando a Melanie caminando hacia ella. Asintió. "Sí." Inclinó
la cabeza. "¿Qué haces durante el invierno?"
Melanie se paró frente a ella, apoyando sus manos en sus caderas, una sonrisa tratando de
formarse. Era obvio que Mel estaba luchando por ocultarla. Erin notó que su cabello
parecía un poco más claro de lo que había sido cuando la conoció – tal vez blanqueado
por el sol. Hoy, con el cielo azul claro tragándolas, los ojos de Mel parecían casi cobalto.
"¿Hacer?" Preguntó, finalmente cediendo a la sonrisa. "Quieres decir que, siendo ermitaña
y todo, qué hago con mi tiempo cuando el jardín no está activo?"
"Sí. Eso."
Melanie dio un paso más cerca. "¿Está preocupada por mí?"
"No. Te las has arreglado siete años sin mí. No creo que extrañes el tenerme cerca.”
La sonrisa de Melanie se desvaneció. "Bueno, estarías equivocada." Se acercó aún más,

finalmente dejando que sus cuerpos se tocaran. El beso que Mel le dio fue suave como
una pluma. "Te extrañaré." Sus brazos se rodearon entre sí simultáneamente. “Extrañaré
todo sobre el tenerte aquí ... desde tus tortillas recién hechas en la mañana, hasta tu canto
a las gemelas, hasta acurrucarte después de hacer el amor. Lo extrañaré todo.”
Erin sonrió. "No le canto a las gemelas."
“No mientas. Te atrapé dos veces.” Melanie se echó hacia atrás para encontrar su mirada.
"Tú también cantas bastante bien."
"¿Estás sola durante el invierno?"
“No más que en cualquier otro momento. Me mantengo ocupada, Erin. No es que no haya
nada que hacer. Las gallinas todavía necesitan cuidado, las cabras. Las comidas aún
necesitan ser cocinadas. Pero tengo más tiempo libre.” Se apartó de sus brazos. "Veo
televisión, estoy en Internet ... cosas para las que normalmente no me tomo el tiempo
durante el verano." Le tocó la mejilla con una mano gentil y luego se inclinó para recibir
otro beso. “No hablemos sobre tu partida. De acuerdo? Llegará pronto.”

CAPÍTULO CUARENTA
Melanie agarró la sábana con ambos puños, arqueando las caderas fuera de la cama
incluso cuando Erin intentó sujetarla. El grito salió de su garganta, pero Erin no renunció
a su agarre. Su cabeza golpeó la almohada, sus ojos se cerraron con fuerza mientras la
boca de Erin continuaba con su glorioso asalto sobre ella, finalmente ralentizo cuando se
dejó caer en la cama.
"No más," murmuró, incapaz de abrir los ojos. "Me voy a desmayar."
Escuchó a Erin reírse mientras su boca mordisqueaba su cadera, y le puso la piel de

gallina en las piernas. Había pasado tanto tiempo desde su aventura con Courtney, que
apenas recordaba el acto en sí. Sin embargo, estaba bastante segura de que nunca había de
esta manera. ¿Y por qué lo haría? Había sido joven, acribillada de culpa incluso entonces,
sabiendo que lo que estaba haciendo estaba mal. Dudaba de haber podido relajarse por
completo cuando estaba con Courtney.
¿ Ahora? Era una mujer adulta, soltera e intachable. Había descubierto que no tenía
inhibiciones y tampoco Erin. Estar juntas, era así, sin esfuerzo.
Jaló de Erin hacia ella, encontrando su boca.
"Debo dormir," susurró después del beso.
Erin jaló de la sábana y la manta sobre ellas, luego se tumbó a su lado, con un brazo sobre
su estómago. La ventana junto a la cama se abrió un poco, dejando entrar el aire fresco y
empapado de lluvia. Las persistentes lluvias alternaban entre fuertes y ligeras – el viento
tranquilo, luego feroz. Los relámpagos brillaban lo suficiente como para iluminar el cielo
y los truenos cayeron sobre los acantilados y las montañas, luego siguió la tranquilidad y
el único sonido fue la constante lluvia de verano que a ella le encantaba. A lo lejos, sobre
las colinas, podía oír el rugido bajo y sabía que se avecinaba otra tormenta. La lluvia
calmada pronto sería desplazada nuevamente. Había dormido durante suficientes
tormentas eléctricas a lo largo de los años para no estar preocupada, pero el sonido
rodante que descendía por la montaña esta noche parecía feroz. Inconscientemente, apretó
el brazo de Erin a su alrededor.
"Buenas noches, Mel."
Abrió los ojos ante las palabras susurradas, sonriendo en la oscuridad.
"Buenas noches, dulce Erin."

CAPÍTULO CUARENTA Y UNO
Erin se despertó sobresaltada y encontró a Mel de pie junto a la ventana, mirando hacia
afuera.
Un fuerte trueno parecía aún reverberar a su alrededor y podía escuchar la lluvia

golpeando contra el cristal.
"Un rayo golpeó el acantilado detrás del cobertizo."
Erin se frotó los ojos. "No puedo creer que haya estado durmiendo a través de esto."
“Ha sido interrumpidamente. Mucha lluvia."
Melanie tenía puesta su camisa de dormir y unos shorts. " ¿ Cuánto tiempo has estado
despierta?"
Mel miró el reloj al lado de la cama. "Una hora más o menos," dijo alrededor de un
bostezo.
"Regresa a la cama."
"Casi va a amanecer."
“Hay tormenta. No dejaremos salir a las gallinas pronto. Regresa a la cama."
Mel se alejó de la ventana y se quitó los shorts antes de meterse debajo de las
sábanas. "Me alegro de haber metido a Bandito."
"No estaba contento con nosotras," le recordó.
"Apuesto a que lo está ahora," murmuró mientras se acurrucaba más cerca.
Erin sonrió y cerró los ojos, escuchando la lluvia mientras salpicaba el cristal. El pino
piñon rozó la pared por encima, el viento sacudió las ramas con fuerza contra la
cabaña. Sin embargo, estaban a salvo y cómodas, y se relajó cuando Mel se acurrucó
contra ella, incluso cuando la tormenta continuó rugiendo afuera de su ventana.
Dos horas después, fueron despertadas por un claxon sonando. Ambas se sentaron,
mirando a su alrededor inquisitivamente. Melanie fue la primera en moverse, quitó las

mantas y salió corriendo de la habitación. Erin todavía estaba desnuda, y buscó su ropa
antes de salir también.
Stella estaba golpeando la puerta y Mel la abrió de golpe.
" ¡ Ven rápido! Esas dos ponderosas gigantes cayeron sobre la casa de Rachel. No
podemos llegar a ella.” Stella se tocó el pecho. “ Dios mío, ni siquiera sabemos si está
bien. Su casita está casi aplanada.”
"Oh, Dios mío," Melanie dijo a toda prisa. Se volvió hacia Erin, sus ojos temerosos.
“Necesitaremos mi motosierra. Ponte unos jeans y botas.” Se volvió hacia Stella. “Ángela
también tiene una motosierra. Tienes – "
"Sí. Primero pase por la casa. Por favor, date prisa, Mel. Estoy muy preocupada por
Rachel."
"Estaremos allí enseguida, Stella."
Erin entró en su antigua habitación y encontró un par de jeans. Cuando se vistió, oyó a
Mel encender su camioneta. Se apresuró a salir, contenta de que la lluvia hubiera
disminuido a poco más que una llovizna. Sin embargo, a juzgar por las nubes oscuras, sus
tormentas no habían terminado.
El suelo estaba mojado y lodoso y siguió a Mel al cobertizo. Todavía estaba oscuro por
dentro y cuando encendió la luz, las gallinas comenzaron a cacarear desde su percha. Las
cabras estaban de pie junto a la puerta, como si esperaran para que se abriera.
"¿Debería dejarlas salir?"
"Mejor no. Se avecina más lluvia.” Mel le tendió una jarra. "Ten, toma la gasolina."
Erin le quitó la jarra de plástico roja y luego vio que Mel levantaba la motosierra de un
gancho en la pared. Tomó un par de herramientas del tablero y salió rápidamente, Erin la
siguió.
No hablaron mientras saltaban por el camino, los muchos hoyos ahora estaban llenos de
agua. En un punto, ni siquiera estaba segura de dónde estaba el camino – parecía
inundado – pero Mel lo atravesó sin incidentes.
El pequeño camino de entrada junto a la casa de Rachel tenía una variedad de colores ya
que varias de las damas estaban allí con los paraguas abiertos para protegerse de la
llovizna.

La casa realmente parecía aplanada. Se le cortó el aliento mientras la miraba. ¿ Cómo

demonios pudo haber sobrevivido Rachel?
"Dios mío, ni siquiera se puede ver la casa."
Melanie se detuvo de golpe y aparentemente salió por la puerta antes de que la camioneta
se detuviera. Ángela estaba parada lejos de las demás, su motosierra descansando en el
suelo a sus pies.
"Ni siquiera sé por dónde empezar, Mel."
"¿Dónde está su habitación?"
Stella señaló. “ Está en la parte de atrás. Pero hay tantas ramas, simplemente está
enterrada. Ni siquiera puedo ver si esa parte está de pie o no. Hemos estado llamándola,
pero ...”
Los árboles gigantes, en su base, tenían al menos metro y medio de diámetro. Los
recordaba de su corta estadía aquí, suponiendo que tenían 21 o 24 metros de altura. La
casa de Rachel estaba enterrada en algún lugar en las ramas.
A juzgar por el ángulo de los árboles, la casa había ofrecido poca resistencia a su peso.
"Entonces empezaremos a cortar allí." Mel se volvió hacia las damas que estaban de pie
en silencio. "Quién sea capaz, comience a separar las ramas mientras cortamos." Mel se
giró hacia ella. “Debería haber unos guantes detrás de mi asiento. Si pudieras dirigirlas.
No estoy segura de cuánta ayuda serán."
"Entiendo. Comenzar a cortar,” dijo mientras se apresuraba a regresar a la camioneta.
"¡Date prisa, Mel!" Gritó alguien.
Pronto, el sonido del zumbido de las motosierras llenó el aire y el dulce olor a pino recién
cortado flotó. Era lento y algunas de las damas estaban más en el camino que
ayudando. Cuando Vivian tropezó con una rama y cayó al suelo, fue a ayudarla a
levantarse y luego les indicó que regresaran.
"Déjame," dijo. “Hay muchas de nosotras. Una vez que lo aleje de Mel y Ángela, puedes
arrastrarlo. Pero nos estamos enredando aquí. Alguien podría salir lastimada.” Miró a
Stella en busca de ayuda.

"Ella tiene razón. Deja que las jóvenes trabajen. Solo nos estamos interponiendo en el
camino.”
Erin asintió con la cabeza agradeciendo mientras se alejaban, algunas tomadas de la mano
mientras observaban. Poco a poco, las ramas de los árboles fueron removidas, revelando
más y más de la casa. Lo que quedaba de la casa, se corrigió. Trató de no pensar en la
pobre Rachel, trató de no pensar en lo mala que había sido con ella al principio, cómo
había huido de ella, criticado su cocina, su café. Criticado todo, en realidad.
Un fuerte estruendo de trueno hizo que levantara su cabeza. Cuando miró hacia el cielo,
se abrió, cayendo una fuerte lluvia sin preocuparse por ellas ni por su difícil situación. No,
a la Madre Naturaleza no le importaba, ¿verdad?
El aguacero envió a algunas de las damas a buscar refugio. Vio como Mel se limpiaba la
lluvia de la cara antes de cortar otra rama. Tan pronto como cayó, Erin la alcanzó,
arrastrándola por el suelo lejos de Mel. Era una rama grande y pesada y luchó con ella,
moviéndola a la pila con las demás. Ya casi estaban en la esquina de la casa. Mel levantó
la mano y le indicó a Ángela que se detuviera. Ambas apagaron sus motosierras, el
silencio ahora solo roto por el retumbar de los truenos.
"Rachel! ¿Puedes oírme?” Mel gritó. "Rachel!"
Todas parecieron contener la respiración al mismo tiempo, escuchando. No hubo sonido.
"¿Rachel?" Ángela trató. "¿Rachel?"
Erin se movió entre ellas. "Creo que puedo llegar a la casa desde aquí."
"No," Mel dijo rápidamente, agarrando su brazo. "Es muy peligroso. Cuantas más ramas
cortamos, menos soporte tiene el árbol. Es inestable como es."
Sí, varias ramas grandes – enterradas firmemente en el suelo – parecían ser lo único que
evitaba que el árbol aplastara la casa por completo. Incluso mientras observaban, ella
podía verlo moverse. Se imaginó que podía oír a las ramas gimiendo contra el peso del
árbol. Se encontró con la mirada de Mel mientras la lluvia cayó más fuerte. Las nubes
oscuras parecían tragárselas y era como si el anochecer ya hubiera descendido sobre
ellas. Un rayo chisporroteó sobre sus cabezas y al unísono, todas se agacharon
instintivamente. El fuerte estallido del trueno hizo temblar la tierra bajo sus pies. Miró de
nuevo la casa de Rachel. Esto solo iba a empeorar.
"Es ahora o nunca," dijo.
"Erin, no!" El agarre de Mel era firme en su brazo. "Déjame hacerlo. Yo – "

"¡No! Soy prescindible. Tú no lo eres."
"¡Oh Dios mío! ¡Eso es una locura!"
Erin se presionó contra ella, besándola fuerte, sin importarle quién la estaba mirando. Sí,
era una locura, pensó mientras se agachaba entre las ramas, sintiéndolas cavar en su
piel. Se abrió paso, finalmente cayó de rodillas, luego sobre su estómago mientras se
arrastraba por el suelo empapado de lluvia, retorciéndose bajo las ramas de pino. A
medida que se acercaba a la casa, podía ver el daño de cerca. El primer árbol casi había
demolido la sala de estar; el techo y las paredes se habían derrumbado alrededor del
árbol. El segundo árbol, debajo del cual ella se arrastraba, se balanceaba precariamente a
lo largo del techo de la habitación de Rachel. Varias ramas grandes habían atravesado el
techo y las ventanas estaban rotas. Eso era una ventaja, supuso. Al menos no tendría que
romper el cristal para entrar.
El problema, por supuesto, era tratar de arrastrarse entre las ramas gruesas y húmedas
para llegar a la ventana. Ignoró el dolor punzante cuando una rama se clavó en su espalda
cuando se levantó. Estaba empapada y se limpió la cara inútilmente cuando la lluvia se
convirtió en un aguacero torrencial. Un destello brillante de relámpagos y el consiguiente
trueno golpearon casi simultáneamente, haciéndola sentir como si estuviera en el centro
de la tormenta.
"Rachel," gritó a través del viento y la lluvia, haciendo una pausa para escuchar una
llamada de respuesta. Nada vino.
Se apretó entre las ramas, deslizándose por la pared hasta la ventana. Ya no podía ver a
Mel; el árbol la obscureció totalmente. Una fuerte ráfaga de viento agitó el árbol y una
rama golpeó su rostro. Cerró los ojos por un segundo, tratando de ignorar el ruido casi
constante del trueno. El rayo era peligroso – casi podía sentir la carga estática en el aire a
su alrededor. Esperaba que Mel y las demás se hubieran puesto a cubierto. Pero no,
conociendo a Mel, todavía estaba parada en la tormenta, esperando a que regresara.
"Ahora o nunca."
Respiró hondo, luego se levantó y atravesó la ventana rota, cuidando de no cortarse en el

cristal roto. Solo estaba un poco más tranquilo por dentro. El viento silbaba a través de las
ventanas abiertas y la lluvia entraba por el agujero en el techo. Mientras miraba a su
alrededor, se dio cuenta de que estaba en la pequeña habitación de invitados, donde había
pasado exactamente una noche. Jaló de la puerta pero no se movió. El peso del árbol
estaba presionando las vigas, presionando el marco de la puerta. Ella se estampó contra él
con su hombro, pero aún así no se abrió.
"Oh, por el amor de Dios," murmuró. Se apoyó contra la puerta, pensando.

La habitación de Rachel estaba en el pasillo a la izquierda. Un baño separaba las dos

habitaciones.
Se dio la vuelta y regresó a la ventana. Cuando saltó de nuevo afuera, notó sangre en el
alféizar. Se miró las manos y vio pequeños cortes en ambas palmas. Los desestimó
mientras se ponía de rodillas, tratando de abrirse camino bajo el árbol nuevamente. Dos
pensamientos la golpearon mientras se deslizaba sobre su vientre; uno, olía muy, muy
fragante tan cerca y personal con el pino ponderosa húmedo. Y dos, si encontraba a
Rachel, cómo podría sacarla de la casa? Rachel tenía ochenta y dos años. ¿Podría esperar
que se deslizara por el suelo como ella lo estaba haciendo, esperando que el árbol no se
derrumbara y la asfixiara?
Encontró la ventana del baño, rota como las demás. Sin embargo, no pudo ir más lejos.
Una rama gruesa, tan grande como un árbol, estaba bloqueando su camino. Mientras se
desataba la tormenta, creyó oír a Mel llamándola. Entre los truenos y los relámpagos, el
viento y la lluvia, no podía estar segura. Quizás era solo su imaginación.
"Estoy bien," gritó, dudando que Mel pudiera escucharla de todos modos.
Ella abrazó la pared, alcanzando la ventana. Estaba más alta que la ventana de la
habitación y después de inspeccionarla en busca de cristales, agarró el alféizar,
necesitando toda su fuerza para levantarse. Se balanceó sobre su estómago sobre el
alféizar, luego cayó al suelo. Levantó la vista, agradecida de que el techo estuviera
intacto. Al igual que la habitación, el marco de la puerta del baño estaba presionado desde
el techo y luchó para abrirla. Sin embargo, a diferencia del dormitorio, logró abrirla lo
suficiente como para que pudiera pasar.
"¿Rachel?" Gritó en el pasillo.
Miró a la derecha, hacia la parte principal de la casa. El techo faltante dejaba entrar
suficiente luz para que viera la gran masa del árbol que ocupaba la sala de estar.
A la izquierda estaba la habitación de Rachel. Dio un paso hacia ella, luego oyó que la
casa crujía y gemía a su alrededor. ¿Se estaba moviendo el árbol?
"¿Rachel?" Gritó de nuevo mientras se apresuraba a su habitación.
La puerta estaba abierta y ella jadeó. Una rama de un árbol había atravesado el techo y
había empalado la cama. Miró frenéticamente a su alrededor, finalmente detectando el
borde de un camisón rosado que sobresalía detrás de la cómoda volcada.
"Rachel!"

Se dejó caer al suelo, tumbándose para mirar debajo de la cómoda, sorprendida al

encontrar dos ojos parpadeando hacia ella.
"Estoy ... estoy atorada, creo," llegó una voz baja y asustada.
“¿Estás atorada? ¿Te cayó algo? ¿Tus piernas? ¿Estás herida?"
"No lo creo. Estoy contra la pared. La cómoda se cayó y ... y ahora estoy atorada.”
Entonces su voz se quebró. "Mi casa se está cayendo a mi alrededor."
“Voy a sacarte de aquí. Pero primero tengo que mover la cómoda.”
Se puso de rodillas, examinando la situación. No estaba segura de poder mover la cómoda

sola. Al menos, no de regreso a su posición original. Pensó que podría empujarla hacia la
cama y esperó que hubiera suficiente espacio entre las piernas y la pared para sacar a
Rachel.
Ella se recostó, mirando a Rachel. “ ¿ Puedes retroceder un poco? Voy a empujar la

cómoda hacia tu cama.”
"Sí, puedo moverme un poco."
"Bien. Tan pronto como empuje y levante las patas, voy a sostenerla. ¿ Puedes salir
entonces?”
"Sí, puedo intentarlo."
Erin estaba a punto de empujar cuando sintió que la casa se sacudía a su alrededor.
Levantó la vista y vio que el techo comenzaba a ceder. El árbol debe haberse movido o
rodado.
“¡Tenemos que darnos prisa, Rachel! ¡No hay tiempo que perder!"
No se detuvo a considerar una alternativa. Era esto o nada. Respirando hondo, empujó la
cómoda con todas sus fuerzas, sintiéndola inclinarse, levantando las patas traseras del
suelo. Se presionó contra ella, manteniéndola en su lugar.
"¡Ahora! ¡Muévete ahora!” No podía ver detrás de ella, pero sintió que Rachel intentaba
salir. "¡Aprisa!"
"¡Mi camisón está atrapado en algo!"

"Jesús," murmuró. “¿Puedes rasgarlo? ¡O quítate esa maldita cosa!”
"¿Quitármelo?"
"Rachel ... no puedo aguantar esto por siempre." Parte del techo cedió, aterrizando sobre
la cómoda. Ella giró la cabeza para alejarse. "Rachel! ¡Muévete!”
Sintió que la mano de Rachel le agarraba el tobillo, como su buscara tracción. En el caos
de la tormenta, el techo cayendo, el árbol moviéndose ... escuchó el sonido distintivo de la
tela rasgándose. Le dolían los brazos y sus dedos resbalaban sobre la madera húmeda.
Miró hacia atrás y vio que Rachel ahora se arrastraba sobre sus rodillas, saliendo del
camino. Dio un salto hacia atrás, dejando caer la cómoda y golpeando contra la pared lo
suficientemente fuerte como para romper la placa de yeso.
Se agachó y jaló de Rachel, sorprendida de que la mujer mayor se arrojara a sus

brazos. Erin se tomó el tiempo de abrazarla por unos segundos, luego la apartó
suavemente. La cara de Rachel estaba manchada de lluvia y lágrimas. "Venga. Salgamos
de aquí."
Apenas llegaron al pasillo antes de que el techo se derrumbara. Agarró el brazo de Rachel
y corrió, arrastrándola por el pasillo y hacia la sala demolida. Como en cámara lenta, las
secciones del techo cedieron, cayendo detrás de ellas mientras se movían. El sonido era
ensordecedor y a pesar de todo, pudo oír gritar a Rachel. La casa parecía derrumbarse a su
alrededor y no sabía a dónde ir. ¿Podrían pasar sobre el árbol caído y al otro lado de la
sala de estar? Ese techo ya estaba caído. No había nada más que se cayera sobre ellas allí.
El enorme árbol, con su tronco de metro y medio de diámetro, bloqueó su escape. Corrió
hacia él, tocando su costado, preguntándose cómo podrían escalarlo. Se giró hacia Rachel.
“Te voy a levantar. Para que caigas al otro lado. Cúbrete la cabeza.”
"Oh, Erin ... no puedo. Yo – "
"¡Tienes que hacerlo!"
No dejó que su protesta continuara. Se puso de pie detrás de ella y agarró sus caderas,
solo entonces notando lo pequeña y frágil que parecía. La levantó fácilmente, casi
empujándola sobre el árbol. Sin pensarlo, retrocedió varios metros, cubriéndose la cabeza
cuando la placa de yeso cayó del techo. Ella comenzó a correr, a toda prisa hacia el árbol,
saltando en el último segundo. La áspera corteza le cortó las manos y los brazos mientras
intentaba retorcerse por encima.

Detrás de ella, escuchó un silbido cuando todo el techo se derrumbó, la fuerza la empujó
sobre el árbol y hacia el piso más allá. Aterrizó en un montón, su hombro sufrió el golpe
de su peso. Rachel estaba acurrucada contra el árbol, con sus delgados brazos cruzados
alrededor de su cabeza, protegiéndose de los escombros.
El segundo árbol cayó por completo, destruyendo lo que quedaba de la casita de

Rachel. Todo terminó tan rápido como había comenzado. Levantó la vista y vio nubes
oscuras todavía arremolinándose sobre ellas. La lluvia caía de manera ininterrumpida,
pero el aguacero torrencial parecía haber disminuido. Se puso de pie y fue hacia Rachel,
tomando suavemente su mano.
"Creo que lo logramos."
Rachel se encontró con su mirada. “No sé cómo. No queda nada de mi casa.”
Erin le sonrió. “Lo más importante todavía está aquí. Tú."
Rachel le sonrió débilmente. “Ni siquiera sé lo que pasó. Fui arrojada de mi cama y luego
se desató el infierno.”
Erin se rió de eso. "Sí, lo hizo. Vamos."
Se dirigieron hacia la base del árbol, lejos del grupo de ramas. Incluso allí, sin embargo,
la madera y los escombros de las paredes y el techo les bloquearon el camino. Mientras
estaba allí, tratando de decidir qué hacer, escuchó las voces, los gritos ... su nombre
siendo llamado.
"¡Erin! ¡Erin!”
"¡Estamos aquí!" Gritó ella. "En la sala."
Parecía que esperaron horas mientras las damas – todas de setenta y tantos años – y
Melanie y Ángela trabajaban para abrirles un camino; cortando el árbol y moviendo
secciones de pared y techo. Los ojos de Mel se encontraron con los suyos a cada paso y
Erin estaba ansiosa por acercarse a ella, abrazarla y decirle que estaba bien.
Cuando se retiró la última sección de la pared, Rachel caminó con cautela a través del
umbral de lo que una vez fue su puerta principal. Stella estaba allí para saludar a Rachel,
tomándola en sus brazos en un afectuoso abrazo.
Entonces Mel estuvo allí, abrazándola con fuerza, susurrando palabras que no podía
descifrar, sus suaves labios se encontraron con los de ella. Mel se apartó entonces, sus
ojos empañados por las lágrimas.

"Eres una mujer loca."
"Tienes razón. Eso fue una locura."
“El árbol se cayó. Pensé – "
"Estoy bien. Estábamos como cinco segundos por delante," dijo con una sonrisa.
Sí, podía reírse de eso ahora. Era una mujer loca, pero habían salido con vida.
Melanie le dio vuelta a sus manos para inspeccionarlas. Los pequeños cortes ya no
sangraban, pero estaban rojos y en carne viva.
"Mi heroina." El agarre de Mel fue gentil mientras sostenía su mano. "Vamos a llevarte a
casa, ¿eh?"
"Sí. Vayamos a casa."
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS
"No estoy segura de quién te va a extrañar más – yo o las damas," susurró cuando
finalmente tuvieron un segundo a solas.
“Rebecca debe haber sido fiscal en otra vida. Me ha estado interrogando.” Erin hizo un
gesto hacia su plato. "¿Qué es eso?"
"Supongo que obtuvo la respuesta que estaba buscando, como si besarme delante de ellas
no fuera suficiente," bromeó. “Esto es berenjena. ¿La quieres? He terminado."
"¿No te gusta?"
“ Muy buena, sí. Pero está frita. En caso de que no lo hayas notado, no hemos comido
nada frito en casa. Bueno, aparte de nuestras papas para el desayuno, pero eso está más
salteado que frito."
" ¿ Estás cuidando tu cintura, verdad?" Erin apuñaló la berenjena, recogiéndola en su

propio plato. "Puedo garantizar que allí no hay un gramo de grasa," le dijo con un guiño.
"Me preocupa más la salud de mi corazón que mi cintura, pero gracias por el cumplido."

“ Oh, Erin – hice ese pastel de chocolate que te gustó. Deja espacio ahora," Stella dijo,
casi radiante hacia Erin. Todas estaban radiantes hacia Erin. Todavía se susurraba su
heroicidad con el árbol. "Estamos muy contentas de que nos hayas vuelto a acompañar."
Guió a Erin hacia donde estaban los postres. " ¿ Confío en que Mel te está cuidando?"
Preguntó, lo suficientemente fuerte como para que Melanie la oyera.
Estaba segura de que se estaba sonrojando, y se dio la vuelta, solo para encontrar a
Ángela mirando.
" ¡ Oh Dios! ¿ Es un lindo sonrojo lo que veo?” Ángela se echó a reír. “ No hay por qué
avergonzarse, Mel. Creo que es maravilloso."
"¿Maravilloso? No sé de qué estás hablando,” dijo sin convicción mientras ponía su plato
en el fregadero.
Ángela unió los brazos con ella mientras regresaban a la sala de estar.
"Algunas de las damas están celosas."
"¿Qué piensan todas que está pasando?" Preguntó un poco vacilante.
“Oh, no seas tímida, Mel. Ella es linda. Ese beso que te dio no fue exactamente platónico.
Supongo que iba a ocurrir, con ustedes dos viviendo juntas así.”
Melanie dejó escapar el aliento. ¿Qué le decía ante eso? ¿Lo negaba? ¿Y cómo demonios
lo sabían todas? Suponiendo o esperando?
"¿Alguien nos ha estado espiando?"
Ángela se inclinó más cerca, su voz baja. "Se rumorea que Stella las atrapó usando la ropa
de la otra."
"¡Oh, Dios mío! ¿Cómo iba a saber eso?”
Ángela se rió. "Erin usaba tu camiseta ecologista y tú llevabas una que ella no reconoció
... y estaba al revés."
Melanie se agarró el puente de la nariz, sabiendo que su rostro estaba nuevamente

cubierto de un rubor al rojo vivo. No era tanto que todas supieran ... era que no quería que
hablaran de ella, que lo discutieran. O peor ... que se lo imaginaran.
"Así que he sido tema de chismes, ¿eh?"

“ Oh, Mel, estas mujeres no han tenido nada de qué hablar en años. Dales esto. Todo el
mundo te quiere. El hecho de que tengas un lindo bombón viviendo contigo – y que
llevaban puesta la ropa de la otra – ha sido como una fantasía para ellas. ¡Encima de eso
con Erin rescatando a Rachel y todas están realmente mareadas!”
Ella casi rodó los ojos. Un lindo bombón? ¿ Cuál sería la reacción de Erin ante esa
descripción? Sería divertido, muy probablemente.
"¿Entonces estás diciendo que no debería tratar de ocultarlo?"
"Disfrútalo." Entonces Ángela se inclinó más cerca. “ Estás teniendo sexo, ¿ verdad?
Porque, bueno, está algo de eso escrito en tu cara."
Otro rubor y una sonrisa forzada. "De acuerdo. Podemos dejar de hablar de eso ahora.”
Ángela la sorprendió con un abrazo. "Estoy feliz por ti."
"¿Qué? ¿Porque estoy teniendo sexo?” Su sonrisa se desvaneció. "Ella se va, ya sabes."
"Sí, se va. Creo que Stella espera que ustedes dos se enamoren locamente y ella se
quede. Sangre nueva, ya sabes.”
“Bueno, odio reventar su burbuja, pero no. Definitivamente se va.”
Ángela le tocó el brazo. “¿Entonces no te enamorarás locamente? Eso es muy malo. Por
las miradas que estaban compartiendo, pensé que era algo más."
"No. Lo siento."
"Entonces divirtiéndote un poco?" Ángela bromeó. "No hay nada de malo con eso. Si
estuviera en tus zapatos, haría lo mismo.” Hizo un gesto hacia donde Erin estaba rodeada
por no menos de cinco damas de cabello gris. "Rebecca es una romántica desesperada y
quiere todos los detalles, pero creo que Dianne está enamorada de ella."
Melanie sonrió. “ Sí, eso creo. Cuando Dianne le cortó el pelo, estaba muy exaltada por
ella.”
Erin debe haberlas sentido mirándola. Se giró, encontrando su mirada, luego sonrió antes
de volver a la conversación. Melanie dejó escapar el más mínimo suspiro y luego sonrió
casi disculpándose hacia Ángela.
“Nos hemos convertido en buenos amigas también. Lo echaré de menos, eso es seguro.”

“Oh, sé lo que quieres decir. Extraño tener a alguien con quien hablar a veces. Tú y yo
nos llevamos bastante bien, pero incluso después de todos estos años, realmente no hemos
cultivado una amistad.” Ángela levantó la mano rápidamente. “Y ciertamente no te culpo,
Mel. En parte es mi culpa. Aunque somos más cercanas en edad, todavía soy veinte años
mayor que tú. Y ambas disfrutamos nuestro tiempo a solas, obviamente. Nadie te ve,
excepto en estas reuniones mensuales, y solo veo a algunas de ellas porque vivo a poca
distancia del grupo principal."
"¿Te gustaría haber elegido un lugar más arriba en el arroyo?"
"A veces sí. Si hubiera sabido que iba a quedarme, lo habría hecho como tú – haber
construido algo. Pero en ese momento, esta casa estaba lo suficientemente lejos de las
demás como para sentirme aislada, especialmente después de vivir en la ciudad."
“Ya había un jardín establecido en tu casa. Eso solo valió la pena, creo. Incluso después
de siete años, todavía estoy cavando rocas cuando lo hago.” Su conversación se centró en
la jardinería, señalando el final de los breves detalles personales que habían compartido.
Sí, probablemente ambas tenían la culpa de no trabajar más en su amistad. La verdad era
que ella nunca extrañaba tener un amigo cercano. Los amigos habían sido pocos en su
vida, los amigos cercanos incluso eran más raros. Adam, eso fue todo. E incluso entonces,
le había ocultado secretos, ¿no? Erin, en realidad, era la única a la que le había contado
todos sus secretos. Lo bueno, lo malo, incluso aquellas cosas de las que estaba
avergonzada y otras que era mejor mantenerlas ocultas ...
Se lo había contado todo a Erin.
Ella asintió apropiadamente cuando Ángela la contó sobre los acontecimientos alrededor
de la tribu, los pequeños chismes que se contaban en una conversación informal, como
cómo Rachel se estaba adaptando a vivir con Stella – y cómo se estaba adaptando
Stella. Lamentablemente, no habían podido salvar mucho de la casa de Rachel. Por lo que
Ángela había escuchado, Rachel todavía estaba pensando en mudarse a una de las casas
vacías – que necesitaría un poco de trabajo para que sea habitable. Sin embargo, Melanie
mantuvo su mirada en Erin, sonriendo mientras Erin le sonreía. Sí, echaría de menos su
amistad. La extrañaría compartiendo su cama. Sobre todo, echaría de menos la sensación
que tenía – en el fondo – cuando los ojos de Erin capturaron los de ella. Esa dulce
sensación enfermiza que hacía que su estómago le diera un vuelco y la hizo sentir como
una chica.
Una joven chica enamorada.

CAPÍTULO CUARENTA Y TRES
Erin estaba de pie con el hombro contra la barandilla, su mirada viajando a través de las
cosas familiares: las gallinas haciendo su último paseo por los insectos antes de que la luz
menguante las persiguiera hasta su gallinero, las gemelas mirándola a través de la cerca,
las dos urracas en la puerta hablando con ella como viejas amigas, los rayos del sol
poniente brillando en el arroyo, los colibríes zumbando en el comedero, los rosales, el
pino piñón en la esquina. El cobertizo.
También estaban los sonidos. Sonidos que quería llevar con ella: el leve chapoteo del
arroyo gorgoteante contra las rocas, el cacareo de las gallinas, la brisa en los árboles, la
llamada de un cuervo mientras se elevaba hacia el acantilado.
Todo familiar ahora. Sin ruido de tráfico, sin cláxones, sin parloteo, sin desorden. Cerró
los ojos por un momento, tratando de memorizarlo todo, queriendo – necesitando – poder
recordarlo cuando se fuera. Se preguntó cuánto tiempo eso se quedaría con ella. Había
estado aquí tres meses – menos una semana – y le costaba recordar su viaje diario al
trabajo, las hojas de cálculo que había analizado como si fueran de vida o muerte, las
interminables conversaciones telefónicas con clientes y contratistas. Todo eso se había
desvanecido como si nunca hubieran sido parte de su vida. ¿Su tiempo aquí – Melanie –
se desvanecería también, una vez que volviera a casa, volviera a su vida real?
Oyó que se abría la puerta, pero no se dio la vuelta. Pronto, dos cálidas manos se
deslizaron por su espalda, luego la acercaron a un cuerpo igualmente cálido.
"¿Estás bien?"
Tragó saliva, su mirada aún fija en Rosie mientras su pequeña nariz se retorcía, rogando
por una frotaba. “ ¿ Alguna vez nos volveremos a ver? ¿ A hablar? ¿ Mantenernos en
contacto?"
"Oh, cariño ... ¿cómo? No hay teléfono. ¿El correo electrónico ocasional?” Los brazos se
apretaron por un momento, luego se relajaron, dándole la vuelta para mirarla. “No tiene
sentido, Erin. Vivimos en dos mundos diferentes. Irás a casa, de vuelta a tu rutina.”
Melanie sonrió rápidamente. “ Bueno, espero que no sea a tu vieja rutina. Espero que
comiences a mantener las horas normales. Pero sabes a lo que me refiero. Estás curada,
cariño.” Mel extendió la mano, tocando entre sus senos. “ Aquí dentro estás
curada. Independientemente de los demonios con los que estuvieras luchando, los has
derrotado. Eres fuerte de nuevo. Conocerás a alguien, las dejarás entrar. Seré un buen
recuerdo.” Le sonrió de nuevo, esta vez una sonrisa agridulce que Erin sabía que era
forzada. "Al menos espero que sea cariñosa."

"Mel – "
“Erin, sabíamos que te irías. No pretendamos lo contrario.”
Erin la estudió, viendo la tristeza en sus ojos que Mel estaba tratando de ocultar
valientemente. "¿Qué hay de ti? ¿Has derrotado a tus demonios?”
"Creo que sí. Supongo que no lo sabré con seguridad hasta ... bueno, hasta que ya no me
persigan.”
Erin le tocó la mejilla ligeramente, dejando que sus dedos se deslizaran por su piel. "Me
gustaría pensar que ayudé con eso."
“Has ayudado en más formas de las que podría decirte. Me siento ... bueno, creo que me
siento normal otra vez."
"¿Lo suficientemente normal como para querer irte de aquí?"
Melanie agarró su mano y la apretó con fuerza. “Querer irse y poder irse son dos cosas
diferentes. Esta es mi casa, Erin. Esta es mi vida. Si me siento curada, si mis demonios se
han ido o no, eso no significa que quiera irme de aquí.”
"Si, lo sé. Ermitaña y todo.”
"Sí. Y Stella y las damas – me necesitan. Ellas son mi familia Tenerte aquí me hizo darme
cuenta de que necesito una familia.”
Erin asintió, contenta por eso, al menos. ¿Qué había estado pensando? ¿Qué Mel querría
empacar e irse con ella? No. No podía imaginar a Mel en una ciudad. En realidad, no
podía imaginar a Melanie en ningún otro lado, sino justo aquí donde estaba.
Melanie se inclinó más cerca y la besó ... un beso suave, lento y tranquilo. Cuando se
apartó, Melanie desvió la mirada.
“Pensé en hacer bolas sin carne con las lentejas sobrantes. Hacer espaguetis y albóndigas
para la cena. ¿Te parece bien?”
"Perfecto." Ella se alejó un paso. "Voy a ocuparme de todo aquí afuera." Salió del porche,
luego miró hacia el cielo nocturno. "No lloverá esta noche."
"No. Creo que – como el verano – nuestra temporada de lluvias está llegando a su fin. Lo
voy a extrañar."

Erin se dio la vuelta, tratando de encontrar los ojos de Mel en las sombras. Ella asintió.
"Yo también lo extrañaré."
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO
La semana parecía pasar volando, pero al mismo tiempo, era casi interminable.
Interminable, porque durante casi cada segundo de cada día, Melanie se encontró
contando las horas hasta que Erin saliera de su vida. Había sido una semana feliz y triste,
a pesar de que habían tratado de poner caras valientes. No hablaron de eso. De hecho, no
se habían dicho palabras sobre la partida inminente de Erin desde la semana pasada en el
porche. Tal vez pensaron que si lo ignoraban, el día nunca llegaría.
Sin embargo, aquí estaba. Mañana. Y ella suponía que era un final apropiado ... hoy. No
había llovido en cuatro días, apenas habían tenido nubes en el cielo.
Habían tomado caminatas a lo largo del ahora húmedo y fluido Mule Creek. Incluso
habían subido a las aguas termales una mañana, llevando el almuerzo y haciendo un
picnic en las rocas. Habían hecho lo mínimo en el jardín, eligiendo en cambio pasar el
tiempo restante juntas – juntas siendo perezosas, hablando o haciendo el amor. El jardín y
sus quehaceres seguirían allí después de que Erin se fuera. Mañana.
Hoy, sin embargo, había soplado otra tormenta. Entonces, sí, era apropiado, pensó. Los
cielos habían estado tan grises como su estado de ánimo, oscuras nubes de lluvia cubrían
el acantilado temprano esa mañana, como si planearan quedarse un rato. Y lo hicieron. La
lluvia había comenzado antes de que incluso hubieran limpiado los platos del
desayuno. El trueno les alertó de que sería un aguacero y se apresuraron a guardar las
cosas y asegurarse de que las cabras y las gallinas estuvieran a cubierto. La lluvia había
sido implacable hasta el mediodía, cuando finalmente se calmó, el trueno y los
relámpagos se siguieron de largo.
La lluvia había disminuido lo suficiente como para que Erin corriera hacia el cobertizo
para ver a las gallinas y a las gemelas. A juzgar por cuánto tiempo se había ido – y la
mirada oscura y sombría en sus ojos cuando regresó – Melanie supuso que se había estado
despidiendo privadamente.
Adiós.
Maldición, pero ella no pensó que sería tan difícil. Hace tres meses, asumió que estaría
bailando de alegría cuando llegara este día. Bailando de alegría ante la perspectiva de

recuperar su soledad, recuperar su espacio. ¿Ahora? Todo lo contrario. Las pesadas nubes
de lluvia pesaban sobre ella, y el dolor que había estado creciendo durante toda la semana
amenazaba con ahogarla, lo que dificultaba la deglución. Dificultad para respirar. Sin
embargo, se había mantenido unida, forzando sonrisas y charlando alegremente. Hasta
que ya no pudo.
Erin estaba adentro. Erin estaba adentro empacando – empacando para irse, y Melanie
simplemente no podía soportar verlo. Quería huir, escapar de este dolor ... este dolor con
el que no sabía qué hacer. No sabía dónde ponerlo, no sabía cómo etiquetarlo.
Eran amigas. Se convirtieron en amantes. Nada mas. Siempre iba a ser temporal. Ambas
lo sabían. Lo más cerca que habían estado de no hacerlo temporal fue cuando Erin
preguntó si se mantendrían en contacto cuando ella se fuera. Y no, no lo harían. Llevaría a
Erin a Silver City mañana por la mañana.
La dejaría debajo del grupo de pinos que se habían plantado hace años, un lugar que Erin
le había señalado en uno de sus viajes a la ciudad para ir de compras. Justo allí, ella había
dicho. Justo allí era donde su hermana la había dejado. Ahí es donde Stella la había
recogido. Y ahí es donde Melanie la dejaría mañana – allí mismo.
Ya se habrían despedido antes de llegar allí. Probablemente se abrazarían – una última

vez, una última mirada a los ojos que recordaría para siempre – luego volvería a su
camioneta y dejaría a Erin allí.
Probablemente la miraría en el espejo retrovisor un par de veces y ... y para entonces, lo

más probable es que esté llorando.
Sin pensarlo mucho, salió hacia la lluvia fría, la última lluvia del verano, sus pies
moviéndose cada vez más rápido, alejándola de la cabaña.
Se abrazó a sí misma mientras se dirigía al arroyo. El arroyo siempre había sido un

consuelo para ella ... una amiga. El sonido del arroyo le era tan familiar como su propio
aliento. Se quedó parada en el borde, observando distraídamente el flujo pasar, el
aguacero constante de antes había convertido el agua prístina en un desastre nublado.
Y un desastre nublado era una buena manera de describir sus sentimientos. Un desastre,
seguro. Levantó la cabeza, saboreando el aguijón de la lluvia cuando golpeó su piel,
dejando que se mezclara con sus lágrimas. Dejando que lavara las lágrimas de su
rostro. Ella ya no podía detenerlas. Agachó la cabeza y sintió que sus sollozos
estremecían sus hombros.
Erin ni siquiera se había ido todavía. ¿ Cómo podía sentirse tan sola? Conocía la
soledad. Sabía cómo manejarla. ¿ Pero esto? Esto parecía completamente extraño para

ella. Esto parecía mucho peor que la mera soledad. Esto se sentía como si su corazón
estuviera siendo arrancado de su pecho.
No sabía cuánto tiempo estuvo allí parada. El tiempo suficiente para empaparse hasta los
huesos, pero no lo suficiente como para que sus lágrimas se detuvieran. Luego los brazos
la rodearon por detrás y sus lágrimas se convirtieron en sollozos una vez más. Sintió a
Erin enterrar su rostro contra la parte posterior de su cuello, y apretó los ojos contra el
dolor. Cuando Erin la giró para enfrentarla, acercándola, Mel se aferró a ella, deseando
que sus lágrimas se detuvieran.
Su beso fue urgente ... ardiente y apasionado. A medida que la lluvia caía más fuerte, sus
besos se volvieron frenéticos y se estaban abrazando, moviendo las manos sin pensar,
bocas cerradas en un beso duro, las lenguas luchando. Ambas estaban sin aliento cuando
se separaron, sus ojos se aferraron la una a la otra mientras las preguntas volaban entre
ellas.
Sin decir una palabra, Erin la tomó de la mano y la llevó de regreso a la cabaña. Se
desnudaron en el baño, dejando caer su ropa mojada en el suelo. El agua cálida de la
ducha envió vapor dando vueltas a su alrededor. Las lágrimas de Mel volvieron a caer y
Erin se las secó suavemente de la cara.
"Shhh," Erin susurró.
Los besos eran más lentos ahora, más suaves. Intenso, pero sensual. Con las lágrimas
olvidadas, acercó a Erin, sus dedos se movieron sobre la piel húmeda, sus palmas
presionando contra los pezones tensos.
No dijeron nada – porque no había nada que decir.
No dijeron nada – sin embargo, con cada beso, con cada toque, dijeron mucho.
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO
Melanie redujo la velocidad de su camioneta mientras se acercaban a la casa de Stella,

luego estacionó detrás de la Suburban en la que Erin se había subido en ese primer
día. Quería despedirse de Stella, a pesar de que se había despedido formalmente de todas
en la cena de Agosto la semana pasada. El hecho de que ella y Mel fueran amantes ahora
era una vieja noticia, aparentemente. A diferencia de la cena de Julio, ni siquiera Rebecca
la interrogó. Mel apagó el motor pero no se movió para salir. Había estado inusualmente
callada esta mañana. Demonios, ambas lo habían estado.

"Ahora vuelvo," dijo mientras abría la puerta. Stella debe haberlas escuchado porque
estaba parada en la puerta mosquitera, esperándola.
"Vas a irte temprano, querida." Stella salió al porche, sosteniendo una taza de café. "¿A
qué hora se reúne contigo tu hermana?"
"A las diez. Ella voló a Albuquerque anoche. Tenemos un vuelo a las cuatro en punto esta
tarde, así que ...”
"Tendrás un torbellino de día." Miró más allá de ella y vio a Melanie en la camioneta
esperando. "Entonces no te invitaré a tomar un café."
"Quería darte las gracias. Por todo.” Ella sonrió. "Sé que no fui una chica modelo de lo
que sería una huésped perfecta."
"Tonterías. Al principio solo tuvimos algunos problemas que resolver."
"Sí. Todavía me siento mal por cómo las cosas comenzaron con Rachel.” Ella miró por
encima del hombro. “ Mel, sin embargo – ella, ella ha sido la mejor. No creo que lo
hubiera logrado sin ella.”
"Sí – ustedes dos parecen haberse unido ... ¿Hmm?"
La mirada en los ojos de Stella le dijo que no era realmente una pregunta. Ella asintió.
"Sí. La voy a extrañar. Mucho."
“Rachel te debe la vida. No te sientas mal por nada.” Stella la abrazó. “Sabes mi número
de teléfono aquí. Si alguna vez necesitas ... bueno, si necesitas enviarle un mensaje a Mel
o algo así."
"Gracias. Pero ... bueno, no creo que ... nos volvamos a ver.”
"Entiendo." Stella le apretó ambas manos. “ Te ves bien, Erin. Lo que sea que hayas
aprendido aquí de Melanie, espero que te lo lleves contigo.”
"Gracias." Se inclinó y besó a la mujer mayor en la mejilla. "Cuídate, Stella."
Salió del porche y bajó los escalones sin decir una palabra más. Cuando entró al lado de
Melanie, se miraron pero ninguna habló.
Melanie finalmente puso en marcha el motor y se alejó.

***
Después de un viaje casi silencioso a Silver City, uno roto solo por el comentario
ocasional sobre cualquier cosa que no fuera la partida que las esperaba, Erin sintió que los
dedos del miedo comenzaban a ahogarla mientras se acercaban a la ciudad. Cómo iba a
decirle adiós a esta mujer? ¿Cómo? ¿Qué podría decirle?
Miró a Melanie y encontró a Mel mirándola. Mel movió su mano sobre la consola y Erin
la tomó, sus dedos se entrelazaron naturalmente.
Ellas apretaron al mismo tiempo, sacando sonrisas de ambas. Aún así ... no dijeron nada.
Cuando Melanie se detuvo junto al círculo de árboles – el mismo lugar donde Stella la
había recogido tres meses antes – sus manos aún estaban juntas. Erin miró a su alrededor,
preguntándose si Joyce ya había llegado. Faltaban unos minutos para las diez.
“¿Te vas a quedar? ¿A conocer a mi hermana?”
Melanie sacudió la cabeza. "Si no te importa ... prefiero no hacerlo.. Se aclaró la garganta
y Erin se preguntó si Mel estaba tratando de contener las lágrimas. "Prefiero ser la que se
vaya primero."
Erin asintió. "Entiendo."
Se miraron por un momento y se preguntó quién hablaría primero. Ya se habían

despedido. Anoche, esta mañana. Se habían despedido con toques y besos ... sin
palabras. No había palabras que hicieran esto más fácil por lo que ninguna de las dos lo
intentó. Mel finalmente retiró la mano y abrió la puerta.
Pusieron su equipaje en la acera, luego se quedaron allí, a casi un metro de distancia, sus
miradas atrayéndose, luego alejadas, luego nuevamente juntas.
"Yo ... siento que deberíamos hablar, pero no sé qué decir."
Melanie sacudió la cabeza. "No hay nada que decir, Erin."
Erin asintió. “ Hay algo, Mel. Hay una cosa que deseo. Deseo que te perdones por la
muerte de Adam. Perdonar. No tienes que olvidar ... pero perdona.”
Mel se mordió el labio inferior nerviosamente, pero asintió. "Sí. Creo ... bueno, creo que
ya lo he hecho.” Se encontró con su mirada, sosteniéndola. “Y deseo ... deseo que nunca
cambies quién eres. No cedas por otra persona. No cambies por nadie, Erin. Se quien
eres. Muéstrale a la gente quién eres."

Observó a Melanie tragar visiblemente antes de continuar, como si tuviera problemas para
encontrar las palabras. “ Si no les gusta la verdadera tú, entonces no valen tu tiempo.
Déjalas ir."
Mientras sus ojos se sostenían – por cinco segundos, diez o más – vio tantas cosas
allí. Cosas que quería memorizar, cosas que quería poder ver en esas noches solitarias y
oscuras que se avecinaban. Entonces Mel se acercó y se abrazaron fuertemente.
"No pensé que sería tan difícil," Erin murmuró en su oído.
"Lo sé." Cuando Melanie se apartó, se limpió una lágrima en la mejilla. "No hace falta
decir que te extrañaré."
Erin asintió. "Te extrañaré más."
Melanie sonrió mientras se limpiaba otra lágrima. "No, no. No ganarás esto. Voy a
extrañarte más.” Dio un paso alejándose, luego otro. "Cuídate, Erin."
"Lo haré. Tú haz lo mismo."
Melanie retrocedió nuevamente y Erin pudo ver las lágrimas nadar en sus ojos. "Adiós,
dulce Erin."
Erin respiró hondo y pronunció las tres palabras más difíciles que había dicho.
"Adiós, mi Mel."
Se quedó parada en la acera, junto a su equipaje olvidado, las lágrimas corrían por ambas
mejillas mientras veía a Melanie alejarse. Lejos y fuera de su vida.
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS
"¡Oh Dios mío! ¡Ni siquiera te reconocí! ¿Qué has hecho con mi hermana?”
Erin sonrió cuando Joyce la abrazó con fuerza. “Hice lo que dijiste. Me puse saludable."
Joyce la sostuvo con el brazo extendido, todavía sonriendo. "Guau. Te ves ... te ves
maravillosa, Erin. Me encanta tu pelo.“

"Gracias." Se limpió el rabillo del ojo, con la esperanza de que toda evidencia de sus
lágrimas anteriores hubiera desaparecido. Nunca podría explicarle eso a Joyce.
"Como si estuviera mirando un fantasma," Joyce continuó.
Erin alzó las cejas.
"Un buen fantasma," aclaró. “Te ves como ... bueno, como cuando eras más joven. Jeans,
camisetas. Relajada. Me gusta. Te pareces a ti.” Joyce fue a recoger una de sus
maletas. "Salgamos rápido de aquí, ¿eh? Llevarte de vuelta a casa donde perteneces.”
Erin se volvió, mirando alrededor del estacionamiento, casi expectante – esperando – ver
la camioneta de Mel apresurándose de regreso hacia ella. Pero no. Mel se fue. Y pronto,
también, así estaría ella. Se habría ido.
“Vamos, Erin. Tengo que coger un vuelo.”
Respiró hondo, preguntándose por el vacío que sentía. Preguntándome si la seguiría de

regreso a Houston.
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE
Ella miró fijamente la ropa que colgaba tan prolijamente en su armario. Trajes de
negocios. Los negros y los grises y algunos de color azul marino se mezclaban en buena
medida. Debe haber habido veinte o más. Y luego estaban las blusas a juego. Dos estantes
enteras de ellas. Se adentró más en el armario, mirando el zapatero. Dios, realmente los
había usado? Le dolían los pies solo de pensarlo.
Con un suspiro, sacó uno de los trajes. Lo sostuvo en alto, mirándolo, tratando de
imaginarse a sí misma usándolo. Gris carbón. Sarah le diría que se pusiera una blusa
blanca o quizás una azul. Lo dejó caer al suelo y sacó otro, esta vez negro. Tenía
innumerables blusas que irían con el. Pero también terminó en el suelo.
"No cambies por nadie."
Escuchó las palabras tan claramente, que en realidad se dio la vuelta, esperando encontrar
a Melanie en la habitación con ella. Pero no. Estaba sola.
Joyce le había dicho que se tomara unos días antes de ir a la oficina, pero no pudo
soportar el silencio en su casa ni un segundo más. Se había aventurado a salir ayer – no

tenía nada para comer en la casa – y se encontró en Whole Foods, empujando un carrito
por el pasillo de productos. Casi le dolía comprar cosas a las que se había acostumbrado a
recoger en el jardín. El jardín de Mel.
Ella compró cosas familiares: calabaza, papas, brócoli. Algunas cebollas y pimientos para
su desayuno. Echó un vistazo a los grandes contenedores de frijoles secos e incluso hasta
el punto de embolsar medio kilo de pintos, luego decidió que estaba siendo demasiado
aventurera. Optó en cambio por frijoles enlatados.
Sin embargo, su viaje al supermercado no hizo nada para aliviar su soledad. Solo sirvió
para empeorarlo, si acaso. Porque cocinar sola, comer sola, solo aumentaba el dolor en su
pecho.
Miró una vez más la fila de trajes, luego cerró la puerta del armario. Se acercó a su
equipaje, que todavía estaba en el piso junto a su cama. Había pospuesto el desempacar
porque ... bueno, una vez que desempacara, entonces estaba de regreso.
De regreso aquí y no allá. Sacó un par de jeans arrugados y los sostuvo. Una sonrisa
iluminó su rostro cuando recordó a Mel llevándola de compras, a Walmart, de todos los
lugares. Respiró hondo y luego se los puso. Rebuscó en sus cajones y finalmente encontró
una camiseta arrugada – azul marino con el logotipo de su empresa estampado en
blanco. Se la pasó por la cabeza, luego volvió al armario, usando el espejo de cuerpo
entero.
"Maldición ... tengo tetas otra vez." Bueno, más o menos. Si apretaba la camiseta, sí,
definitivamente había senos allí. Soltó un suspiro y luego se pasó los dedos por el pelo. Le
había pedido a Dianne que le hiciera un corte la semana antes de irse. Al principio, pensó
que tal vez debería dejarlo ir. Dejarlo crecer, volver a la normalidad. Pero Melanie había
pasado los dedos por él – mucho como ella lo estaba haciendo ahora – y le había dicho lo
sexy que se veía con el pelo corto. Eso fue todo lo que necesitó.
Se apartó del espejo, lejos de los ojos tristes que la miraban. ¿ Sería capaz de
fingir? ¿Pretender que era feliz? ¿Feliz de volver? Hizo una pausa, luego se volvió hacia
el espejo y se encontró con su mirada de nuevo.
¿Por qué no estaba feliz? Estaba sana de nuevo. Estaba de vuelta en casa, de vuelta a un
territorio familiar, de nuevo en control. No había pensamientos oscuros, ni dudas, ni
ira. Había recuperado su vida. Ni siquiera había considerado abastecerse de Red Bull
cuando había salido. No lo necesitaba. No había agarrado la botella de bourbon la noche
anterior para adormecer sus sentidos. Tomar una copa nunca le pasó por la cabeza. Y
ahora? Ahora se dirigía a la oficina, a un trabajo que amaba. Ella recuperaría sus
proyectos. Trabajaría como solía hacerlo, horas normales, como lo había hecho antes de
Sarah.

Entonces por qué no estaba feliz?
Se dio la vuelta y cerró la puerta del armario. ¿ Esa pregunta realmente necesitaba una
respuesta?
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO
Melanie esperaba que Stella viniera ayer. Estaba agradecida de que Stella le hubiera dado
un día ... un día para acostumbrarse a estar sola de nuevo. Un día para acostumbrarse a
que Erin se había ido. Mientras se encontraba en su jardín esa mañana, tratando de
encontrar la disposición para hacer algo de trabajo, sospechaba que tomaría mucho más
de un día o dos.
Se movió como en piloto automático, derramando lo que quedaba de su café y preparando

una olla fresca, mientras se preguntaba qué le diría a Stella. O tal vez no tendría que decir
nada. Quizás Stella simplemente venía en su visita semanal ... una visita semanal que casi
había cesado una vez que Erin se había atrincherado en su vida.
Hizo una pausa, mirando por la ventana de la cocina. Atrincherada. Sí. Esa fue una buena
palabra. La presencia de Erin parecía estar en todas partes de la casa. Y anoche, cuando se
había acostado sola en la cama – lo suficientemente temprano como para que el sol
todavía estuviera colgando, lo suficientemente temprano como para que tuviera que forzar
a las gallinas a su gallinero – la presencia de Erin, o su falta, parecía llenar la habitación.
Entonces se había permitido llorar. El cuarto estaba oscuro y sobreado. No había nadie
para escuchar o ver. También había llorado en el largo viaje a casa desde Silver
City. Lloró tanto que tuvo que detenerse al costado del camino para recuperarse, temerosa
de tener un accidente o chocar con un árbol si no lo hacía. Y cuando llegó a Eagle Bluff,
pasó a toda velocidad por la casa de Stella, sin arriesgarse a que estuviera afuera de su
casa y tener que saludarla.
Entonces Stella le había dado un día. Ella estaba en camino ahora. Melanie podía
escuchar su vieja camioneta rebotando por la carretera. Estaría allí antes de que el café
terminara de prepararse.
Salió al porche a esperar, ofreciendo un pequeño saludo mientras Stella se acercaba. Ella
sonrió cuando vio a Fred asomado en la parte trasera. Stella estacionó al lado de su propia
camioneta y salió, rodeándola para dejar caer la puerta trasera a Fred.

"Pensé que él podría disfrutar de un paseo," explicó. Luego agregó, “Pensé que te gustaría
tenerlo uno o dos días. De compañía."
Ella asintió. "Gracias. Creo que lo haré."
Stella se sentó en la mecedora a su lado. La mecedora de Erin. No dijo nada por un largo
tiempo, solo se sentó y se meció. Melanie hizo lo mismo. Finalmente, Stella habló, pero
su mecida nunca perdió el ritmo.
“¿Te acuerdas de Colleen?”
Melanie frunció el ceño por un momento, tratando de recordar el nombre. Entonces se le

ocurrió. "Sí. Ella vino todos los veranos por un tiempo.”
"Sí." La mecedora de Stella se ralentizó. “Seis veranos. Fue por casualidad que se quedó
conmigo esa primera vez. Resultó ser mi turno de ser la anfitriona."
"Y sin importar de quién fuera el turno después de eso, ella siempre se quedó contigo."
"Lo hizo." Stella se giró para mirarla. "¿Sabes por qué?"
Melanie se encontró con su mirada. "Solo puedo suponer."
“ Era el tercer verano. Fue un Martes. Estábamos sentadas en mi jardín de flores en la

parte de atrás, bebiendo té. Había colibríes zumbando alrededor de la buganvilla y ella
estaba fascinada por ellos. Nos reíamos de sus payasadas.” Stella ahora sonreía mientras
comenzó a mecerse de nuevo. “Ella me besó de la nada. Estaba tan sorprendida – nadie
me había besado en treinta años!”
"¿Se volvieron amantes?" Preguntó suavemente.
Stella se sonrojó y no la miró. “No ese verano, no. Nos besamos…"
"¿Te enamoraste de ella?"
Stella la miró entonces. "Lo hice. Y cuando ella se fue, me convencí de que todo era
producto de mi imaginación, sin embargo esperé y esperé a que pasara el invierno, luego
la primavera ... contando los días hasta el verano, esperando que volviera. Y ella siempre
lo hizo.”
Hasta que ella no lo hizo. Melanie lo recordaba bien. Solía venir en Agosto. Para
Septiembre, cuando no había tenido noticias de ella, las otras damas estaban

chismorreando, notando que Stella no era la misma. Para cuando llegó la cena mensual de
Septiembre, era obvio que Colleen no vendría ese año. Y sí, le había tomado varios meses
a Stella superarlo.
“¿Por qué no la llamaste? Cuando dejó de venir, por qué no llamaste?”
“No era asunto mío, no es así? Oh, eso no quiere decir que nunca levanté el teléfono. Lo
hice. Muchas veces. Pero nunca la realice."
Ella cruzó las manos en su regazo. “Fue la carta más bella, Mel. La saco de vez en cuando
... en esas ocasiones en que la extraño. En esas noches cuando me siento particularmente
sola.”
Melanie asintió. Sí, Stella también sabía sobre la soledad, ¿no? ¿Qué tan difícil era para
ella ahora? Tal vez por eso Stella no había venido mucho en Agosto; había extrañado a
Colleen.
"Ella no quería que supiera que estaba enferma," Stella dijo, casi para sí misma. “Supongo
que no quería que la mirara con lástima. Dijo que quería que la recordara cómo había sido
... aquí.” Stella dejó de mecerse y se levantó rápidamente. Melanie se quedó nuevamente
impresionada por su gracia, su agilidad, a los setenta y cinco. “ Ya es suficiente de eso,
joven Mel. ¿Cómo te va?”
Melanie se encontró con su mirada. "La extraño," dijo simplemente.
Stella asintió. “Me lo imagino. ¿Qué tan profundo estabas, cariño?”
Mel miró hacia otro lado entonces. "Parece ... que se acercó sigilosamente. Había sido
muy cuidadosa – al menos eso creía – sabiendo que ella se iría.”
“Nuestros corazones a veces no escuchan la razón, ¿verdad? Me atrevería a decir que Erin
también te echa de menos.”
Melanie asintió. “Sí, estoy segura de que lo hace. Nos conocimos en el lugar equivocado,
en el momento equivocado, supongo.”
Stella sacudió la cabeza. “¿Hay tal cosa? Cuando conoces a alguien, alguien que ilumina
tu mundo – y Erin hizo eso por ti y tú por ella – hay tal cosa como un lugar equivocado,
un momento equivocado?”
Mel extendió los brazos e hizo un gesto hacia el arroyo. “Bueno, definitivamente un lugar
equivocado. Aunque lo superaré. He estado sola por siempre, parece.”

"Mel, si es amor – el amor encontrará una manera."
Melanie se encontró con su mirada. “Sin embargo, no lo fue para ti, Stella. No encontró la
manera. Creo que será lo mismo para mí."
Stella abrió la boca para decir algo, luego cerró los ojos brevemente, haciendo que
Melanie deseara no haberle dicho esas palabras. Cuando Stella volvió a abrir los ojos,
sonrió. "Casi se me olvida," dijo mientras salía apresuradamente del porche hacia su
camioneta. “ Horneé un pastel de calabacín ayer. ¿ Qué tal una taza de café para
acompañarlo?”
Mel asintió. "Eso estaría bien. Gracias."
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
Erin apoyó la frente contra el cristal, su mirada fija en la calle, once pisos más abajo. Las
doce en punto – la hora del almuerzo – y los autos estaban parados, todos esperaban pasar
la luz del semáforo y apresurarse hacia los restaurantes o tiendas, solo para regresar de
nuevo a la una. Rara vez había sido parte de ese desastre, solo si tenía un almuerzo de
negocios programado. Ella simplemente no se había molestado en comer.
Melanie estaría orgullosa de ella. En realidad había empacado su almuerzo – la mitad de

la enorme papa que había horneado para cenar anoche, un poco de brócoli al vapor y una
cucharada de garbanzos. Incluso había arrojado un plátano por si acaso. Sin embargo, se
había saltado el desayuno y su estómago retumbaba. No quería volver a ese hábito, por lo
que ya había puesto la alarma quince minutos antes.
No es que necesitara una alarma esta mañana. Había estado dando vueltas en su cama
durante la mayor parte de la noche y había estado despierta, mirando al techo, cuando
sonó la alarma.
Ella no había estado mirando el techo, realmente. Había estado pensando. Recordando. El
dolor que sentía era completamente diferente al dolor que había tenido cuando Sarah la
dejó. Por supuesto, con Sarah, había más ira que dolor, ¿ no? Ella debería haber dicho
‘adiós y gracias por desperdiciar seis años de mi vida’ y haber terminado con eso. Sonrió
ante ese pensamiento. Sí ... fácil de decir ahora. ¿Quién sabría que su corazón no estaba
realmente roto en ese momento?
"¿Erin? Pensé que te tomarías unos días.”

Ella saltó al escuchar su nombre, volteándose para encontrar a su padre parado en su

oficina. Dudó solo un segundo antes de ir hacia él, abrazándolo fuertemente como saludo.
"Papá."
“Me alegra que hayas vuelto, Erin. Te extrañamos."
"Yo también los extrañé," dijo automáticamente cuando se separaron.
"Guau. Joyce dijo que te veías maravillosa. Ella no estaba exagerando."
"Gracias."
“Aún así – debería disculparme. Erin, lo que hice, lo que hicimos – “
“ Fue lo correcto, papá. Sí, estaba enojada contigo, pero fue lo correcto. Si me hubiera
quedado aquí ... bueno, necesitaba una patada en el culo. Gracias por dármela.” Entonces
ella sonrió. "Enviarme durante tres meses fue algo drástico, pero me alegro mucho de que
lo hayas hecho."
“Entonces has vuelto a ser tu misma? Joyce parece pensar que sí.”
Erin se encogió de hombros. "Supongo que sí." Señaló su computadora portátil. “ Me

estoy tomando las cosas con calma. No he hecho mucho más que husmear.”
“ Husmea más rápido. Estoy listo para dejar esos proyectos en tu regazo.” Él se dirigió
hacia la puerta, luego se detuvo. "¿Por qué lo hiciste?"
Ella arqueó las cejas.
“ ¿ Trabajando ese horario como lo hiciste? ¿ Haciendo las exigencias que hiciste? ¿ Qué
estabas tratando de demostrar? Algo para mi? ¿Algo para ti?”
Ella frunció el ceño. "¿Demostrar?"
“Ya eras la líder, Erin. Trajiste más dinero, más clientes que ellos. Has completado más
proyectos. ¿Qué más estabas tratando de demostrar?”
"No sé si estaba tratando de demostrar algo." Luego sonrió. "Tenía tiempo en mis manos,
supongo." Caminó de regreso hacia la ventana. “ Necesitaba ser buena en algo.
Aparentemente no era buena en nada en mi vida personal, así que ... "

Miró por la ventana, sin ver realmente los autos en la calle. ¿Fue eso? ¿De eso se trataba
todo? No de un corazón roto. No de la partida de Sarah. Necesitaba tener algo en lo que
fuera buena. Algo en lo que sobresaliera. Porque ella era un fracaso ... en su relación, era
un fracaso.
Se dio la vuelta y vio la expresión burlona de su padre. Ella sonrió.
"Gracias Papá."
El asintió. “No estoy seguro de lo que hice, pero está bien. Maldita sea, me alegro de que
hayas vuelto, Erin. No sé cómo lo hiciste. No sé cómo hiciste malabares con diez
proyectos y mantuviste la cordura.”
Ella se rió. "Obviamente no mantuve mi cordura."
Él también se rió. "Bueno, por decir lo menos, algunos de ellos se están quedando sin
energía, algunos están tan retrasados que probablemente gritarás. Y un par de ellos, los
compradores llaman casi a diario, esperan actualizaciones. Uno de ellos, no creo que se
haya realizado ningún trabajo en más de un mes."
"Está bien ... voy a poner todo de nuevo en camino."
"No tengo dudas de que lo harás." Él sacudió su dedo hacia ella. “No exageres,
Erin. Tómalo con calma. No es el fin del mundo si no cumplimos con los plazos."
"Lo tendré en mente."
"Bien. Ve que lo hagas. Cuando estés establecida, planearemos la cena una noche.”
Después de que él se fue, ella miró su computadora portátil por un momento, luego se
volvió hacia la ventana, mirando más allá de los altos edificios y la congestión en las
calles, viendo un atisbo aquí y allá del cielo azul entre los rascacielos. Intentó no hacerlo,
por supuesto, pero los pensamientos sobre Melanie inundaron su mente. ¿ Qué estaba
haciendo? ¿ Ya estaba en el jardín? ¿ Se había acordado de lanzar la comida a las
gallinas? ¿Estaba Rosie mirando a su alrededor, preguntándose dónde estaba?
Se apartó de la ventana ante ese pensamiento. Maldita sea. Preocupada por si una cabra la
extrañaba o no. Se sentó en su escritorio y acercó la computadora portátil. Con un
profundo suspiro y sin mucho entusiasmo, alzó sus cuentas.
Sin embargo, realmente no vio los números. Vio una pequeña nariz negra que se clavaba
entre las rendijas de una cerca – y una risa silenciosa que salía de detrás de ella mientras
frotaba esa pequeña nariz.

Maldita sea.
CAPÍTULO CINCUENTA
Melanie se preguntó si alguna vez podría hacer tortillas por la mañana y no pensar en
Erin. ¿Cuánto tiempo tardaría en desvanecerse su recuerdo? Puso la bola de masa en su
tortilladora y la apretó. Para el caso, cuándo volvería a cocinar para una? Parecía que en
cada comida, siempre había suficiente para dos.
Fred había sido el beneficiario de eso. Habían pasado cuatro días desde que Stella lo había
dejado. No hizo mucho más que tumbarse debajo de los rosales, pero ella se dio cuenta de
que se estaba inquietando. Supuso que pronto tendría que llevarlo por el arroyo hasta la
casa de Stella. De hecho, podría hacerlo hoy. Pasar y visitarla y a Rachel, llevarles una
bolsa de verduras ya que Stella estaba cocinando para dos ahora. Rachel había estado
viviendo con ella desde la tormenta y, según Ángela, parecía ser permanente. Tal vez
también pasaría por la casa de Rebecca y vería si necesitaba ayuda con algo.
Ella sonrió un poco mientras miraba por la ventana de la cocina. Tal vez era cierto lo que
le había dicho a Erin. Las damas eran su familia y necesitaba pensar en ellas de esa
manera. Necesitaba pasar más tiempo con ellas además de ir a las cenas mensuales. ¿Pero
era justo usarlas como un escape de sus pensamientos? ¿De su soledad?
Sí. Pero necesitaba más que eso para escapar. Ella necesitaba hacer algo. A mediados de
Septiembre ya se les escapaba. Necesitaba algo de esfuerzo físico. ¿ Qué mejor manera
que cortar y acarrear leña desde la montaña? Le preguntaría a Ángela. Era un poco antes
de lo que normalmente cortaba madera, pero solo unas pocas semanas.
Llevó su desayuno – el favorito de Erin de papas fritas picantes y huevos revueltos – a la

barra y se sirvió otra taza de café. Mientras comía, recurrió a sus viejos hábitos, repasando
mentalmente sus tareas y planeando su día en silencio. Hizo todo lo posible para reunir
algo de entusiasmo, como lo había estado haciendo desde el día en que Erin se fue.
En su mayoría no funcionó. Cuando Erin se fue, parecía haberse llevado toda la alegría
con ella. De nuevo, se preguntó cuánto tiempo le tomaría volver a la normalidad. ¿Cuánto
tiempo hasta que salió de esta depresión en la que había estado? ¿Cuánto tiempo antes de
que dejara de extrañarla?

CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO
"Oye, quieres ir a almorzar?"
Erin levantó la vista, frunciendo el ceño. "¿Almorzar?"
Joyce entró en su oficina. "Sí, almorzar. Hace más de dos semanas que has regresado.
Supuse que ya estarías atrapada. Podríamos caminar hasta Ralph's, comprar una
hamburguesa.”
Erin sacudió la cabeza. "No como hamburguesas."
"¿Qué? Te encantan las hamburguesas.”
"Ya no más. Estoy comiendo ... bueno, vegetariano.”
"¿Qué?"
Erin sonrió. “ Pasé tres meses comiendo de esa manera. Supongo que ya estoy
acostumbrada.”
“¿Comiste vegetariano mientras estabas fuera? ¿Porque diablos?"
“ Realmente no leíste su sitio web en absoluto, ¿ verdad? Sí, imagina mi sorpresa al

descubrir que no solo no había servicio celular, ni Internet – sino que todas eran
vegetarianas.”
"¡Oh Dios mío! ¿Ni siquiera comías pollo?”
¿Comer las gallinas? Eran como mascotas. De ninguna manera podría comerlas. Pero los
huevos frescos de granja son de lo mejor del mundo.”
"Guau. Estás llena de sorpresas, ¿no?”
"¿Lo estoy?"
"Sí. Has estado tan tranquilo desde que regresaste. David Hale me llamó, quería saber si
estabas bien. Él dijo que te dijo que pasarían otros diez días antes de que pudiera
comenzar los gabinetes y que no le gritaste.”

Erin se encogió de hombros. “Se retrasó en otro proyecto porque los chicos que estaban
haciendo el panel de yeso tuvieron un problema con el suministro. No es su culpa.”
Joyce puso sus manos sobre el escritorio y se inclinó, encontrándose con su mirada.
¿Estás segura de que eres Erin Ryder? ¿Te han robado el cuerpo?”
"Graciosa."
Joyce le sonrió. "¿Así que? ¿Eso es un no a Ralph's?”
"Traje mi almuerzo."
“Dios mío – quién eres?”
Erin levantó la vista de su hoja de cálculo. “Haré algunas llamadas, encontraré un lugar
que tenga hamburguesas vegetarianas decentes. Tal vez podamos ir otro día.”
"Bueno. Avísame.” Joyce se detuvo en la puerta. “Me alegra que hayas vuelto, Erin.
Realmente lo estoy."
Ella asintió. "Sí. Gracias."
Le gustaría decir que también estaba contenta de haber regresado. Pero ese no fue el caso,
¿ verdad? Tan pronto como Joyce se fue, se dio la vuelta en su silla. Había cerrado las
persianas hoy, usando el brillante sol de la mañana como excusa. La verdad era que no
podía encontrar ninguna motivación para trabajar, no cuando estaba mirando por la
ventana, deseando estar en otro lugar menos encerrada en esta oficina desnuda. No era
verdad tampoco. No en cualquier lugar. Ella sabía dónde deseaba estar.
Había empezado a preparar las papas fritas, cebollas y pimientos fritos de Melanie para el
desayuno. Había comprado una docena de huevos pero descubrió que le faltaba el sabor
después de haber comido los frescos durante tanto tiempo. Había comprado un paquete de
tortillas de harina, pero ellas también palidecieron en comparación con las caseras a las
que se había acostumbrado. Incluso agregar salsa verde – de un frasco – no ayudó
mucho. Debería haber robado una de las pintas de salsa que Mel había enlatado de las
verduras de su jardín.
Dos semanas. Diecisiete días. Por lo tanto, casi tres semanas. Los días – las noches –
simplemente habían pasado lentamente. Ella había retomado oficialmente los diez
proyectos de su padre. Dos semanas. Le había tomado dos semanas volver a encarrilarlos
y que funcionaran sin problemas. Todo sin gritar ni hacer berrinches ni amenazar a los
contratistas. Había tranquilizado a los compradores que comenzaban a entrar en pánico
por los retrasos, había pedido un par de favores y había contratado a un nuevo contratista

– un fontanero que recién estaba comenzando un nuevo negocio – para trabajar en un casa
que había estado parada durante tres semanas.
Las cosas volvieron a funcionar sin problemas.
Se puso de pie y abrió las persianas, notando que las nubes ahora cubrían el sol.
¿ Tendrían tormentas hoy? ¿ Lluvia? Le pareció curioso que nunca antes se hubiera
molestado – ni le hubiera importado – el clima. Ella fue de su garaje en casa al
estacionamiento aquí en la oficina. La lluvia solo la afectó al retrasar su viaje. No
consideraba que los árboles y el pasto y, sí, los jardines de las personas necesitaran lluvia
para sobrevivir. Los arroyos y ríos. Las aves. Ella sonrió. Las cabras y las gallinas.
Respiró hondo y luego exhaló – como si pudiera apartar las imágenes en su mente.
Lamentablemente, se quedaron. Estaban tan frescas y nítidas como siempre.
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS
El camino a lo largo de Mule Creek estaba seco, la tierra comenzaba a resquebrajarse por
el sol. Una vez que terminó la lluvia de verano, las características del desierto
comenzaron a mostrarse nuevamente. La cabaña, que estaba a lo largo de Eagle Creek,
estaba al borde de las estribaciones, los árboles y el terreno eran más montañas que
desierto. Aquí, más cerca del acantilado, donde ahora fluía Mule Creek, dominaban las
plantas del desierto.
Se detuvo junto a la gran yuca, el tallo alto de la flor comenzó a perder sus pétalos Tenía
una visión tan clara de Erin inclinándose para oler la fragancia, tuvo que parpadear varias
veces para ahuyentarla.
Dirigió su atención al arroyo, su agua fluía constantemente, gorgoteaba entre las rocas en
su camino para encontrarse con Eagle Creek más allá de la cabaña.
El pequeño arroyo perdería fuerza a medida que se acercara el invierno, disminuyendo a

solo un goteo en algunos lugares, hasta que el deshielo de las montañas lo llenara
nuevamente. Se secaría a medida que las flores de primavera florecieran y permanecería
seco hasta Julio, cuando el ciclo comenzó de nuevo.
"Mel ... mira eso!"
Ella giró la cabeza, sin oír nada más que la brisa mientras se llevaba la voz de Erin. Cerró
los ojos, dejando que dedos imaginarios acariciaran su mejilla, las suaves yemas de los

dedos se deslizan por su piel. Sonrió cuando una risa silenciosa susurró en su oído,
cálidos labios mordisquearon su cuello, exigiendo que las manos la acercaran.
La sonrisa se desvaneció cuando abrió los ojos. Era el arroyo que fluía, la brisa
susurrante, el pino piñón rozándole el brazo.
Maldición ... ¿Cuánto tiempo iba a hacer esto? ¿Sería ella como Stella, años a partir de
ahora todavía aferrada a un recuerdo de un amor perdido hace mucho tiempo? No podía
decidir cuál dolor era peor – la culpa a la que se aferraba por Adam o el vacío en su
corazón donde solía estar Erin.
Porque sí, podía admitirlo – ahora podía – que se había enamorado de Erin. Se había
convencido de que su relación, aunque emocional en cierta medida, era principalmente
física. Y, por supuesto, temporal. Eso era algo que ambas sabían que sería. Temporal. Sin
embargo, se hicieron amigas. Raro para ella. Más raro aún, se habían convertido en
amigas cercanas. Erin conocía todos sus oscuros secretos. Erin nunca juzgó. Simplemente
fue demasiado fácil. Después de su temor inicial, fue tan fácil estar con Erin. Siendo
amantes.
Fácil. Natural. Eran abiertas y libres la una con la otra. No hubo distracciones externas, ni
motivos ocultos, ni juegos. Y ella se enamoró.
Golpeó su palo de senderismo en las rocas un par de veces, luego siguió

caminando. Tenía un montón de cosas que podría estar haciendo. Que debería estar
haciendo. Los ejotes estaban prácticamente agotados, por lo que necesitaba arrancar las
plantas mientras todavía tenían algo de vida. Las cabras estaban en espera de recibir un
regalo. Y era hora de recoger agujas de pino. Las noches se estaban volviendo más frías y
si quería cosechar guisantes antes de un frío intenso, necesitaría protegerlas. Y necesitaba
apilar la leña que había cortado la semana pasada. La mayor parte todavía estaba en la
parte trasera de su camioneta. Tantas tareas pequeñas que habían ocupado sus días
durante los últimos siete años. Sin embargo, estaba caminando como si no le importara el
mundo. El senderismo, porque, en el jardín, veía a Erin en cada esquina. En el jardín, en
el cobertizo, en la cocina, en el dormitorio ... no le quedaba un lugar a donde ir.
Incluso aquí, en los espacios abiertos, el cielo profundo e interminable, todo lo que tenía
que hacer era escuchar.
Ella inclinó la cabeza ahora, sonriendo de nuevo cuando la brisa llevó la voz de Erin,
haciéndole cosquillas en los oídos al pasar, deteniéndose solo un segundo antes de
desaparecer entre los árboles.

CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES
Golpeteó el volante distraídamente, la canción en la radio apenas lo suficientemente

fuerte como para registrarse. Se había ido antes de lo habitual y ahora lo lamentaba ya que
el tráfico se había ralentizado. Si bien había llegado a la oficina después de las nueve para
evitar el apuro de la mañana, normalmente se quedaba hasta las seis y media más o
menos, dejando que el tráfico de las cinco en punto se calmara. Hoy, sin embargo, había
decidido irse antes. Había descubierto que se quedaba cada vez más y era inflexible en
que no volvería a caer en las viejas rutinas que la mantenían en la oficina hasta las nueve
o diez de la noche. Así que se iría a casa temprano, prepararía la cena. Luego vería un
poco de televisión. Ese drama médico que ella y Mel habían comenzado a ver lo pasaban
esta noche. Podría matar una o dos horas frente a la televisión.
Entonces todo comenzaría de nuevo mañana.
"Tu vida apesta," murmuró a su reflejo en el espejo.
Si, lo hacía. Sabía lo que necesitaba hacer. Necesitaba tratar de conectarse con algunos de
sus viejos amigos. Intentar reconectarse con ellos. Demonios, necesitaba salir y hacer
algo. Tal vez era hora de empezar a salir de nuevo. Citas de verdad esta vez. No solo
revolcones rápidos para tratar de superar a Sarah. Porque ya no era Sarah. Era Mel.
¿ Cómo se había metido Melanie tan profundamente en su corazón? ¿ Cuándo había

sucedido eso? ¿ Y por qué demonios no podía sacarla? Era como si la siguiera a todas
partes ... al trabajo y de regreso a casa. En el supermercado, caminando a su lado en el
pasillo de productos. Cerniéndose sobre ella mientras cocinaba. Sentándose a su lado en
el sofá. Y metiéndose en su cama por la noche.
Ella reconoció las similitudes. Cuando Sarah se fue, sí, la casa parecía vacía. Su cama
parecía vacía. Ahora sabía que sobre todo con rabia echaba de menos a Sarah. Había
deambulado en su casa vacía, preguntándose dónde había fallado, tratando de imaginarse
a Sarah en tiempos más felices. A veces podía convencerse de que habían sido
extáticamente felices juntas, pero en el fondo sabía que eso solo estaba en su
imaginación. Ella y Sarah solo tuvieron una relación superficial. No podía recordar ni una
sola vez que habían hablado sinceramente. Compartido los secretos y sueños. Nunca
fueron amigas.
Se conocieron, se hicieron amantes, se mudaron juntas. Nunca hubo nada para atarlas,
aparte de eso. Si ella no hubiera estado tan ocupada con el trabajo, seguramente lo habría
visto, reconocido la falta de relación. Ocupada con el trabajo, ocupada con los viajes a

Nueva York y México. Trabajar duro y divertirte mucho, nada intermedio. Todo fue
rápido. Difícil y rápido.
Nada fue lento y fácil.
Volvió a encontrarse con sus ojos en el espejo. Las cosas habían sido fáciles con Mel,
¿no? Trabajaron lado a lado, pero no fue difícil ni rápido.
Era casi un tipo de trabajo perezoso. Bromeaban y jugaban en el jardín. Se escabulleron al

arroyo de vez en cuando. Se tomaron tiempo para hacer caminatas y picnics. Fue lento y
fácil y casi perfecto. Tan perfectas eran las cosas con Mel, la diferencia era absolutamente
evidente en comparación con Sarah.
Las cosas se sentían perfectas allí con Melanie. ¿Cómo iba a encontrar eso aquí?
Cuando llegó a casa, el estrés de estar sentada en el tráfico durante una hora le había
desgastado los nervios. Tanto es así que casi choca contra el extraño automóvil que estaba
estacionado en su camino de entrada. Se detuvo junto a él, pero no había nadie
adentro. Con un curioso encogimiento de hombros, abrió la puerta del garaje y entró,
cerrándola detrás de ella nuevamente.
Tan pronto como entró en la casa, supo que había alguien allí. Podía sentirlo. Sacó su
teléfono, lista para llamar al 911 cuando se le ocurrió que si alguien hubiera entrado, la
alarma habría sonado. ¿Estacionarían los ladrones en el camino de entrada?
"Llegas a casa temprano."
Era tan familiar ... pensó seguramente, que estaba soñando. Se giró y la encontró de pie
justo afuera de la cocina. Su cabello rubio era más largo de lo que recordaba, largo y
sedoso. Volvió a guardar su teléfono en el bolsillo, tratando de juntar algunos
pensamientos, lo suficiente como para hacer una oración. ¿Por qué no había recuperado
su llave? Sabía por qué. Siempre había esperado que Sarah volviera.
Sarah caminó hacia ella y la abrazó con fuerza. Erin se puso rígida, solo alejándose
cuando Sarah se movió para besarla.
"¿Qué estás haciendo aquí?"
La sonrisa de Sarah era tan brillante como la recordaba. “Te extrañé, Erin. Tanto.” La
mirada de Sarah se movió hacia su cabello. “Sin embargo, apenas te reconocí. Eso es un
poco extremo, ¿no?”

Erin pasó junto a ella hacia la sala de estar y se dirigió al bar. Se detuvo cuando se dio
cuenta de lo que estaba a punto de hacer – servirse un trago. Se alejó del bar.
“¿Qué quieres, Sarah? ¿Olvidaste algo?”
La sonrisa de Sarah era confiada cuando se acercó a ella, su mano deslizándose

suavemente por su brazo. “ Me olvidé de ti, cariño. ¿ También me extrañaste? Supe por
algunos de nuestros amigos que lo pasaste mal.”
Erin se encontró con su mirada, preguntándose por qué había pensado alguna vez que
estaba enamorada de esta mujer. Sus ojos azules tenían frialdad en ellos. ¿Cómo no había
visto eso antes? Fríos y calculadores. No había calidez allí. Al menos, no una calidez
genuina. Sabía cómo se veía eso ahora y no lo estaba viendo aquí. Sarah estaba tratando
de transmitir algo, sin embargo, ¿no? ¿Cómo no se había dado cuenta de eso antes?
Tal vez porque no había tenido nada con qué compararlo. Erin miró a los ojos de Sarah,
su azul no muy diferente al de Mel. Pero era lo que había dentro del azul lo que marcaba
la diferencia. La verdad, la honestidad ... el amor. Cosas que había visto en los ojos de
Mel. ¿Aquí? No. Esas cosas faltaban. Ella supuso que siempre había sido así. Las palabras
de Joyce sonaron ciertas. Sarah era una tomadora, no una dadora.
Cuando no respondió, Sarah se acercó, lo suficientemente cerca como para que se

tocaran. “Puedo ver que me extrañaste. Lo siento mucho, Erin. Cometí un error. Después
de irme me di cuenta de cuánto te amaba. Cuánto te sigo amando.” Sarah pasó las manos
por los brazos y la atrajo hacia sí. "Tú también sientes eso, ¿no?" Ella levantó la cabeza,
su boca cerca de la suya. Erin dejó que Sarah la besara. Sus labios se sentían extraños
para ella. No había nada allí. No sintió nada. Podría haber estado besando el borde de un
vaso de whisky.
Ese pensamiento la hizo sonreír, y se apartó de Sarah. Besar vasos de whisky era su
fuerte, ¿no? O lo había sido.
Se alejó de Sarah, preguntándose por qué no estaba enojada. Se giró para mirarla. “ Así
que todavía me amas, ¿eh? ¿Qué pasó con ... ¿cómo se llamaba de nuevo?”
La sonrisa de Sarah se volvió un poco tímida. “No importa, cariño. Ella no eras tú. Ella
nunca podría ser tú.”
"Ella no era yo?" Erin dio una sonrisa sin humor. “Eso es gracioso, ¿no? Porque contigo
tampoco fui yo.” Metió las manos en los bolsillos de sus jeans. "Me gusto un poco más
ahora."

La mirada de Sarah la recorrió, como si viera sus jeans y el polo por primera vez, el polo
con el nombre de su compañía en el bolsillo izquierdo. Ella frunció el ceño.
"¿Estabas en el trabajo? Así?” Se acercó de nuevo. “Querida, te lo dije cientos de veces,

tienes que vestir acorde. ¿ Qué? ¿ Te desmoronaste por completo cuando me fui? ¿ Tu
cabello? ¿Tu ropa? Erin, trabajamos muy duro para colocarte en donde estabas. ¿Por qué
tirarías eso?”
"Increíble," susurró. "Eres increíble. Sarah, no trabajamos duro. Yo trabajé duro.

Intentaste destruir mi vida y casi lo logras.” Caminó hacia la puerta principal y la abrió.
"Necesitaré tu llave, Sarah." Extendió la mano. "Si vuelves a esta casa, llamaré a la
policía."
La boca de Sarah se abrió con incredulidad. "¿Qué ... qué estás diciendo?"
“ ¿ Necesitas que te lo expliquen? Quiero que te vayas. No quiero volver a verte nunca
más. Jamás."
"¿Irme? Erin, te amo. Yo – "
“No me vengas con esa mierda, Sarah. No va a funcionar esta vez. Ya he desperdiciado
suficientes años contigo.” Señaló la puerta. "Vete."
La sonrisa amorosa que Sarah había puesto en su boca se convirtió en un gruñido cruel.
“ ¡ No eras nada sin mí! ¡ Nada! ¡ Mírate ahora! No tardó mucho. ¡ Ya estás empezando a
desmoronarte! Vas a lamentar esto, Erin. Soy lo mejor que te ha pasado. ¿Ahora me estás
echando? ¿Como si no significara nada?” Su risa era amarga. “Me necesitas, Erin. No te
necesito.“
"Entonces por qué demonios estás aquí?"
“Me compadecí de ti. Escuché que lo estabas pasando mal. ¿ Pero sabes que? Olvídalo.
¡Puedes irte al infierno! ¡No volvería contigo ni si me lo suplicaras!”
Erin arqueó una ceja. “No funcionó con tu nueva novia así que pensaste que volverías a
mi vida, ¿eh? Sabes, si hubieras vuelto cuatro o cinco meses antes, podría haber sido lo
suficientemente estúpida como para dejarte volver.” Ella extendió la mano. "Tomaré mi
llave ahora."
Sarah la sacó del llavero y luego se la arrojó, golpeándola en la mejilla. " ¡ Espero que
tengas una vida miserable!" Escupió mientras salía por la puerta.
"¡Perdedora!" Ella le dijo sobre su hombro.

Erin cerró la puerta y se apoyó contra ella. "Guau," murmuró. "No lo vi venir."
Volvió a la sala de estar, su mirada atraída hacia el bar. Si alguna vez iba a beber de
nuevo, ahora era el momento. Sarah parecía hacerle eso.
Cogió la llave y luego fue a la cocina. Tal vez prepararía algunos de los burritos picantes
de Melanie para cenar. Cubrirlos con la salsa de enchilada que había comprado en Whole
Foods.
Hizo una pausa mientras cortaba la cebolla y miró hacia el espacio. Si hubieran sido hace
cuatro o cinco meses, realmente habría dejado entrar a Sarah? ¿En el estado en que había
estado? Realmente no lo sabía.
Puso la cebolla en el sartén, luego se detuvo nuevamente. ¿ Qué estaba haciendo

aquí? ¿Cuánto tiempo iba a fingir que estaba feliz de haber regresado?
La extraño.
Sí, ella la extrañaba. Extrañaba la cabaña, el arroyo, las cabras, las gallinas, el jardín y ...
y extrañaba la lluvia. Extrañaba todo. Desde que había regresado, no había estado
haciendo nada más que pasar por los movimientos. Pasando por los movimientos de la
vida. Parecía que tenía un dolor en el pecho que no iba a desaparecer.
Porque la extraño.
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO
Se apoyó contra la ventana, su mirada fija en el tráfico de abajo. Escuchó a alguien

acercarse, sintió que era Joyce. La miró y luego volvió a la ventana.
“ Nunca me di cuenta de lo ajetreado que es todo. Hay mucho movimiento. Coches,

personas, aviones volando. Todos tienen prisa.”
Joyce se acercó a su lado. "Pasas mucho tiempo mirando por la ventana."
"¿Lo hago?"
“Sabes que lo haces. Es como si estuvieras aquí pero en realidad no estás aquí."
Erin se encogió de hombros. "Parece que no puedo encontrar mi ritmo."

" ¿De qué estás hablando? Verifiqué el estado de tus proyectos. Todo está como si nunca
te hubieras ido. Papá estaba agotado todo el tiempo. No podía esperar a que volvieras. Y
cuando lo hiciste ... tronaste los dedos y todo volvió a funcionar sin problemas.”
Erin continuó mirando por la ventana. "Nada se siente bien."
Joyce se acercó a ella. "¿Estás bien?" Preguntó en voz baja. "Todo este mes, has estado ...
no lo sé. Distante."
Erin se apartó de la ventana entonces, considerando la pregunta. ¿Estaba bien?
"No. Quiero decir, sí, físicamente, estoy bien. Genial, de hecho.” Respiró hondo. "La
extraño."
Joyce frunció el ceño. "A quién. A Stella?”
Erin sonrió y sacudió la cabeza. "No. No a Stella. A Melanie.”
El ceño de Joyce se profundizó. "¿Quién es Melanie?"
Erin se volvió hacia la ventana y volvió a mirar. Ya no veía el paisaje urbano que bullía
de actividad. Veía un arroyo perezoso, veía a un arrendajo azul posarse en una rama baja
de un pino piñón, veía a los colibríes alimentándose de una flor roja y amarilla. Veía a las
gemelas patear sus talones mientras salían corriendo de su puesto en la mañana, veía a las
gallinas reunidas alrededor de sus pies, esperando por la comida que estaba a punto de
tirarles. Y vio a Mel en el jardín, de rodillas, con la tierra manchándole la cara, su
sombrero de paja bloqueando el sol ardiente. Sus ojos azules estarían brillando hacia ella,
sonriendo ... bromeando. Ella devolviéndole la sonrisa, luego se dio cuenta de que Joyce
todavía estaba allí observando.
Erin apartó las imágenes y volvió a la oficina una vez más.
"Sarah vino a verme."
"¿Qué? ¿Cuando?"
"No lo sé. La semana pasada, supongo. Ella todavía tenía una llave de la casa. Estaba
adentro cuando llegué a casa. Supongo que olvidé cambiar el código de la alarma.”
"¿Qué demonios quería?"
“Dijo que todavía me amaba. Dijo que me extrañaba.”

"Oh, Dios mío. Erin – "
“Finalmente lo vi, Joyce. Finalmente lo vi – en sus ojos – que me había estado mintiendo
todo el tiempo. Estaba justo en frente de mí, ella fingiendo. Fue como antes. Como
cuando nos conocimos. Escuché las palabras y no miré más profundo. Esta vez escuché
las palabras, pero sus ojos decían algo completamente diferente. Probablemente siempre
lo hicieron ... yo nunca lo vi antes. Nunca lo busqué."
Joyce le tocó el brazo. "¿Ella quería volver?"
"Sí. Supongo que pensó que podría simplemente regresar como si nada hubiera pasado.
Creo que quería continuar donde lo dejamos.” Sacudió la cabeza. “ No sentí nada por
ella. Nada. Ni ira, ni apatía. Ciertamente no amor. Nada. Lo que sí sentí fue un hartazgo
dentro de mí. Me sentí mal por dejar que su partida me afectara como lo hizo. Como si
fuera la primera persona en el mundo en tener un corazón roto. Malditamente estúpido de
mi parte, Joyce.”
“ ¿ De eso se trataba? ¿ Un corazón roto? O tal vez pensaste que necesitabas continuar
como eras, ser la persona que ella quería que fueras, para poder atraer a alguien más como
ella. O tal vez estabas teniendo la esperanza de que ella regresara.”
“Ya no lo sé. Me da miedo pensar que si esto hubiera sido hace cinco meses – la habría
dejado volver?”
Joyce se encontró con su mirada. “ Sí, odio decirlo, pero creo que lo habrías hecho.
Estabas en un lugar muy malo, Erin. No creo que haya ninguna duda de que la habrías
dejado volver.”
Ella dejó escapar un suspiro. "No lo sé. Me gustaría pensar que habría sido más
inteligente que eso."
"¿Inteligente como lo eres ahora?"
Erin sonrió. "Sí. He visto la luz y sé que no es ella.”
Joyce alzó las cejas. "Entonces quién es Melanie?"
Erin apartó la mirada. No sabía cómo contarle a Joyce sobre Mel. Por otra parte, no creía
que quisiera decírselo. Aún no. “ Nadie, de verdad. Alguien con quien me hice amiga.”
Entonces la miró. "Como sabes, todos los de aquí desaparecieron para mi."
“Desapareciste para ellos. Deberías llamarlos.”

"Sí. Debería."
CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO
No podía recordar la última vez que había estado en la casa de Joyce. Años.
A Sarah no le había gustado Joyce y a su hermana ciertamente no le había gustado

Sarah. Joyce siempre le había expresado su opinión sobre Sarah, pero hasta donde sabía,
Joyce nunca le había dicho nada a Sarah directamente. De hecho, cada vez que se
juntaban – cumpleaños, barbacoas en el patio trasero, navidad – Joyce siempre era cordial
con Sarah. Un poco fría, tal vez, pero agradable. Se preguntó si Sarah no había sentido la
tensión subyacente. O tal vez Sarah podría decir que Joyce había visto a través de su
engaño, podía ver que Sarah no era más que un fraude.
A pesar de todo, había llegado al punto en que Sarah se había negado a asistir a las
reuniones familiares y Erin había seguido adelante, alejándose aún más de ellos. Su única
interacción fue en la oficina, e incluso entonces, era francamente helada.
Después de que Sarah se fue, nada cambió. Se puso peor, en todo caso. Es cierto que fue
su culpa. Se retiró aún más, tanto que su relación con Joyce estaba colgando de un hilo
hecho jirones. Al parecer, Joyce todavía se preocupaba lo suficiente por ella como para
finalmente intervenir cuando estaba cerca de tocar fondo. Sonrió ante eso. Cerca? Oh, ella
había golpeado las laderas rocosas, de acuerdo. Había caído de bruces.
Tocó el timbre. Ahora sabía que era Joyce quien había puesto las cosas en movimiento,
no su padre. Él simplemente había empuñado el puño de hierro, obligándola a irse. Pero
fue todo hecho por Joyce. Por eso estaría eternamente agradecida.
Carl abrió la puerta y la sorpresa fue evidente en su rostro. "¿Erin? ¿Todo bien?"
Ella le sonrió a su cuñado. “Bien, Carl. ¿Cómo estás?"
"Estoy bien, gracias." Dio un paso atrás, permitiéndole entrar. "Ha pasado un tiempo."
Ella asintió. "Demasiado largo. ¿Joyce está por ahí?”
"Si claro. Vamos atrás. Acabamos de terminar la cena.” Joyce estaba en la cocina,
enjuagando un plato en el fregadero. "Cariño, tu hermana está aquí."

Joyce se dio la vuelta y sus manos mojadas gotearon agua sobre el piso. "¡Erin!" Entonces
frunció el ceño. "¿Qué pasa?"
"Nada. Solo quería hablar si tienes unos minutos.”
"Por supuesto." Miró a Carl. "¿Puedes terminar de cargar el lavavajillas?"
Joyce les sirvió a cada una un vaso de té helado y salieron a la terraza trasera, sentándose
en la mesa del patio.
“ Todavía hace tanto calor, ¿ no? Es casi Halloween. Al menos ya deberíamos tener un
indicio de otoño en el aire.”
Ella asintió. “Extraño las noches más frías, seguro. Y sin humedad. Eso es genial."
“Estamos hablando de Nuevo México, supongo. No has dicho mucho al respecto, sabes?”
Ella asintió. "Lo extraño." Le sonrió a Joyce. “Considerando lo mucho que lo temía, me
encantó. Era una granja. Donde yo vivía. Una cabaña. Ella tenía gallinas y cabras. Dos
lindas gemelas pequeñas. Y un gran jardín. Prácticamente todo lo que comimos salió del
jardín."
"¿Ella quién?"
"Melanie. La forma en que está configurado el lugar, Stella es ... la matriarca, de

hecho. Es su tierra, ella lo inició. Las mujeres que viven allí, muchas tienen pasado los
sesenta. La mayoría en sus setenta, en realidad. Y Rachel,” dijo con una sonrisa. “Rachel
tiene ochenta y dos años. Se turnan para recibir a las huéspedes. Así es como llaman a las
mujeres como yo. Huéspedes. Era el turno de Rachel. Un día estuve con ella. Así que
Stella me mudó a casa de Melanie.”
"¿Por qué un día?"
“Estaba teniendo abstinencia de cafeína a lo grande. Ella servía descafeinado diluido con
crema.” Hizo una mueca. “ Luego estaban sus frijoles sin sazonar. En cada comida,
incluido el desayuno.” Se echó a reír. "Ella quería enseñarme a tejer."
Joyce se echó a reír. "Oh, habría pagado para ver eso."
"Sí ... no fui muy amable con ella." Miró hacia el patio trasero, viendo el agua en su
piscina brillando por las luces. “Melanie tiene ... treinta y siete. Stella me puso con

ella. Tuvimos un comienzo difícil.” Ella miró a Joyce. "Mi culpa. Fui una perra total.” Se
puso de pie y caminó hacia el borde de la terraza. "La extraño."
Joyce se acercó a ella. "¿Qué está pasando, Erin?"
Ella respiró hondo. "Supongo ... supongo que me enamoré de ella."
"¿Qué?"
Se sintió bien decirlo en voz alta, notó. Se giró, sonriendo hacia Joyce. "Me escuchaste."
"¿Entonces estabas ... involucrada con ella?"
" ¿ Involucrada? Sí. Nos hicimos amigas. Buenos amigas. Y luego ... nos convertimos en
amantes.”
¿Con la mujer con la que te estabas quedando?”
"La mujer con la que vivía," corrigió. “Cambió en algún lugar en el camino. Y en algún
momento, me enamoré de ella.”
"¿Es por eso que alejaste a Sarah?"
Erin sacudió la cabeza. "No. Mel y yo ... bueno, sabíamos que solo era temporal. Las dos
sabíamos que me iba. Sin embargo, algo que ella me dijo. Me dijo que no debería tener
que cambiar para que alguien me ame. Dijo que si no amaban a mi verdadera yo, no
valían mi tiempo."
"Eso es cierto, por supuesto."
“ Sarah nunca me amó. No tomó mucho que regresara para que yo lo viera. Verla,
escuchar sus palabras ... eso solo lo reforzó. Simplemente yo era su boleto de comida.”
Salió de la terraza hacia la piscina y Joyce la siguió. "Estar con Melanie, la forma en que
interactuamos, la forma en que estábamos juntas, la forma en que vivíamos juntas ...
bueno, me hizo cuestionar todo sobre mi vida, no solo mi relación con Sarah, sino todo."
"¿Qué quieres decir?"
"No lo sabía en ese momento, pero nunca fui realmente feliz con Sarah."
“ Podría haberte dicho eso. Es como si hubieras dejaras de divertirte. Dejado de reír,
dejado de sonreír.”

“Lo sé ahora. Entonces no lo vi.” Se sentó en una de las sillas de la piscina que rodeaban
una pequeña mesa redonda. “Estar allá afuera – lejos de aquí – me abrió los ojos a muchas
cosas. Una de las cuales es mi felicidad. O la falta de ello. ¿Qué me hace feliz? Pensé que
el trabajo me hacía feliz. Me dediqué a eso, como sabes. Sin embargo, estar lejos y luego
regresar ... “ Sacudió la cabeza. "No soy feliz, Joyce."
"Oh Dios mío. ¿Qué estas diciendo? ¿Quieres renunciar?”
"Estoy diciendo que ya no siento que pertenezco aquí."
“¿Aquí en Houston? Aquí en la oficina? ¿Qué?"
"Sí. Ambos.” Se encontró con su mirada. "Creo que quiero volver."
"Volver? ¿ A Nuevo México? ¿ A un lugar que dijiste que estaba en el medio de la

nada? ¿Sin servicio celular? ¿Ni nada?"
"Sí."
Joyce se sentó a su lado. "¿Y hacer qué?"
"Vivir. Amar."
"Oh, Erin. ¿Ellas ... te lavaron el cerebro o algo así? ¿Eran un culto? ¡Lo sabía! Tuve un
presentimiento – "
Erin se rió. “No son un culto, Joyce. Son un grupo de mujeres que querían escapar de la
sociedad por varias razones. Todas las mayores se mudaron allí hace treinta y cuarenta
años, cuando ser gay no era aceptable en la sociedad y querían vivir en un lugar donde
pudieran ser abiertas. Crearon su propia pequeña comunidad. Y me recibieron como a una
de las suyas.”
“¿Pero por qué regresarías? No quieres escapar de la sociedad."
“Me siento un poco perdida ahora. Como si no tuviera ningún propósito.”
“Tienes un propósito. ¿De qué estás hablando? Tienes un trabajo. La empresa depende de
ti. Eres como ... lo que la impulsa.”
"No. Estuvieron bien cuando me fui.”

" ¿ Bien? Papá estaba agotado. Pensé que iba a tener que tomar medicamentos para la
presión arterial,” dijo entre risas. “No estábamos bien. Estaba muy preocupada por ti.”
“Creo que te sentías culpable. No preocupada."
"Está bien, sí. Me sentí un poco culpable. Quiero decir, te obligamos. Fue deshonesto lo
que hicimos. Con papá amenazándote con despedirte y todo eso.” Se inclinó más
cerca. "Sabes que él nunca habría llevado a cabo su amenaza si hubieras pedido su
ayuda."
“No importa. Eso era lo correcto por hacer."
Joyce suspiró. “ ¿ Hablas en serio, Erin? Quiero decir, sobre querer volver? ¿ Es por esta
mujer o ...?”
"Melanie. Sí."
“¿Cómo se siente ella al respecto? ¿Sobre que regresas?”
Erin sonrió. “No he hablado con ella. Como sabes, no hay servicio celular."
“¿Y si ella no siente lo mismo? Quiero decir, estuviste allí solo por tres meses. Eso no es
tiempo suficiente para forjar una relación profunda y duradera. ¿ Qué pasa si vuelves y
descubres que ... bueno, que te precipitaste con las cosas? ¿Entonces qué? Y no me refiero
a 'entonces qué' es el trabajo. Sabes que siempre tendrías un lugar aquí. Me refiero a –
'entonces qué contigo? Después de Sarah ...”
Realmente no había pensado en ‘entonces qué’ o si Melanie querría que volviera o no. No
necesitaba hacerlo. No habían hablado de eso.
No habían hablado de nada sobre su futuro. Porque no había habido futuro del que hablar.
Sin embargo, podía cerrar los ojos y seguir viendo a Melanie bajo la lluvia, llorando.
Entonces supo lo que significaban sus lágrimas. El corazón de Melanie se estaba
rompiendo justo en frente de ella. Lo había sabido esa noche cuando habían hecho el
amor, la forma en que Mel se había aferrado a ella, la forma en que había tratado de
ocultar sus lágrimas.
Y al día siguiente, cuando Mel se alejó – queriendo ser la primera en irse – sintió que se le
rompía el corazón al ver desaparecer la camioneta de Mel. Ver a Mel desaparecer de su
vida.
"Ella siente lo mismo." Sonrió un poco, sabiendo que era la verdad. "Quiero volver.
Necesito volver.“

Joyce sacudió la cabeza. "Erin, no. No puedes apresurarte a algo así. Tienes que – "
“ No es apresurarse, Joyce. Lo he estado pensando desde el día que me fui.” Se inclinó

hacia delante, dando golpecitos a la mesa con el dedo índice, tratando de hacerla entender.
“Fui feliz allí. Me sentí parte de algo. Como si perteneciera. Se sentía bien estar allí.”
"Por el amor de Dios, ni siquiera sabes si ella quiere que regreses."
“ Sus lágrimas me dijeron que no quería que me fuera en primer lugar. Debería haber
escuchado a mi corazón. En cambio, hice lo que se suponía que debía hacer. Empaqué
mis cosas y me fui. Regresé aquí.” Sacudió la cabeza. “Sin embargo, no empaqué
todo. Dejé algo atrás.” Se tocó el pecho. "Dejé algo atrás."
Joyce le sonrió. "Dios mío ... te estás poniendo sentimental y romántica conmigo. ¿ Qué
diablos te ha pasado?”
Ella también sonrió. “Encontré mi hogar. Encontré a la persona con la que se supone que
debo estar. Y puede sonar cursi y – y sentimental, como lo llamaste – pero creo que todo
lo que pasó antes ... se suponía que iba a suceder de esa manera. Todo. Y me llevó a ella.”
Ella extendió las manos. "Piénsalo. Cuáles eran las posibilidades de que te toparas con su
pequeño y oscuro sitio web? Hice una búsqueda y esta como en la tercera página,
enterrado. Y una vez que lo abres, ¡es tan ambiguo que ni siquiera sabía lo que estaban
ofreciendo y había estado allí! Sin embargo lo encontraste, las llamaste y me reservaste
una estadía.”
" ¿ Estás diciendo que había un poder superior guiándome?" Joyce se echó a reír. "Ni
siquiera crees en ese tipo de cosas."
"No lo hago. O no lo hacía. Nunca creí en el destino o en el viejo dicho ‘todo sucede por
una razón’.” Se encogió de hombros. "Tal vez estaba equivocada."
“¿Realmente te irías de aquí? ¿De tu casa, tu familia, tu trabajo? ¿Dejarías todo eso para
regresar?”
“ Mi casa no se siente como un hogar. ¿ Mi familia son qué? Te veo a ti y a papá en la

oficina, eso es todo. Creo que Brent y yo hemos tenido dos conversaciones desde que
regresé. Mi vida aquí es el trabajo, nada más."
“Solíamos hacer cosas en familia. Solíamos – "
"Lo sé. Fue mi culpa. Ni siquiera culparé a Sarah. La dejé poner una cuña entre nosotros.
Sin embargo, no cambia las cosas.”

"Tienes razón. Dejamos de reunirnos para los cumpleaños, los días festivos. Eso no
significa que no podamos retomarlo de nuevo.”
Ella sacudió la cabeza. “Mi corazón ya no está aquí, Joyce. Y la mayoría de las veces, mi
mente tampoco está aquí.”
"Así que ya has tomado la decisión, ¿eh?"
Ella respiró hondo. Lo había hecho, ¿no? Quería estar de vuelta en la pequeña granja de
Mel, enclavada en las estribaciones entre las montañas y el desierto, a una hora en coche
de la ciudad más cercana de cualquier tamaño. Miró hacia la noche, más allá de la piscina,
más allá de la cerca de privacidad, más allá de la casa del vecino y la que está más
allá. Miró hacia el cielo de la ciudad donde no se veía ni una sola estrella. Quería regresar,
donde podía ver un millón de estrellas. Por mucho que se hubiera sentido como una
extraña en territorio desconocido cuando llegó por primera vez al Rancho Eagle Bluff,
ahora sabía, en su corazón, que era su hogar.
Si cerraba los ojos – como lo estaba haciendo ahora – podía escuchar a Melanie
llamándola, llamándola para que volviera a casa. Podía escuchar el alma de Melanie
llamándola. Un poco extravagante pensar eso, sí. Para un extraño – incluso Joyce – esa
noción sería alucinante y totalmente impensable. Lo habría sido para ella también. Antes.
Pero ahora? Ahora podía escuchar a alguien llamándola. Tan loco como eso sonaba,
cuando cerraba los ojos, no era una locura en absoluto.
Entonces abrió los ojos y vio que Joyce la miraba con curiosidad. Ella sonrió y asintió.
"Sí. Es donde pertenezco. Es donde quiero estar."
Joyce la miró fijamente. "¿Eso es todo? No hay nada que pueda decirte para – “
"No." Se puso de pie rápidamente, pensando en todas las cosas que necesitaba hacer.
“Agentes inmobiliarios? ¿Conoces alguno?”
Los ojos de Joyce se abrieron mientras también se levantaba. “¿Entonces vas a vender tu
casa? ¿Sin siquiera hablar con ella primero? Erin, estás apresurando las cosas.”
"No lo creo, pero incluso si lo estoy, esa casa no es donde quiero estar." Ella señaló hacia
la terraza y la casa. “Escucha, me voy. Gracias por escuchar.” Se sorprendió a sí misma –
y muy probablemente a Joyce – abrazándola con fuerza. "Gracias por todo. Odio pensar
en dónde estaría mi vida en este momento si no hubieras intervenido.”
Entonces Joyce la sorprendió besando su mejilla. “ Te quiero, hermanita. Cuando te

instales – si te instalas – espero una invitación.”

"¿Si?"
“Naciste y te criaste aquí en la ciudad. Todavía estoy tratando de hacerme a la idea de que
estés allá,” indicó. "En una granja, de todos los lugares."
Erin se rió. "Lo sé." Su sonrisa permaneció. “Es muy tranquilo, Joyce. Espero que vayas a
visitarme.”
Joyce asintió. “¿Estarás en la oficina mañana? ¿Se lo vas a decir a papá?”
"Sí. Se lo diré a papá.”
Mientras conducía de regreso a su casa, deseaba poder levantar su teléfono y llamar a

Mel. Habían pasado dos meses. Estaría mintiendo si algunas de las advertencias de Joyce
no la molestaran. ¿ Dos meses? Para ella, había sido una eternidad. ¿ Qué hay de Mel?
Había tenido que volver a su vida, pensando que nunca volverían a verse. ¿Cómo se las
había arreglado? ¿Melanie se sentía tan perdida como ella?
Probablemente.
Ambas perdidas y solas. Mel sabía todo sobre estar sola, ¿ no? Ella también, para el
caso. Incluso cuando Sarah estaba cerca, había pasado la mayor parte de su tiempo
trabajando sola. Pero no más. La vida era más que largas horas en la oficina, casas
grandes y vacaciones caras. Se suponía que la vida no era rápida. Se suponía que era
lenta. Lenta y agradable. Así que iba a regresar. Regresar a Mel. Volver a donde las cosas
eran lentas y fáciles. Donde la luz del sol en su rostro podía hacerla sonreír, donde las
payasadas de las cabras gemelas podían hacerla reír, y donde un beso largo y prolongado
podía hacer que su corazón se acelerara. Regresar a Mel. Regresar a donde pertenecía.
Regresar a Mel. Regresar a donde las cosas eran fáciles y lentas.
Y ella no podía llegar lo suficientemente rápido.
CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS
Melanie se meció en silencio, la mecedora emitió sonidos rítmicos contra las tablas del
porche. Estaba mirando hacia la oscuridad ... esperando. No sabía si era su imaginación –
o si simplemente era más consciente – pero parecía que Goldie y Rick estaban viniendo
más a menudo últimamente. Incluso los había visto durante el día un par de veces. Un día
habían bajado junto al arroyo, tumbados lado a lado a lo largo de la orilla, a la sombra de

uno de los pinos. Goldie la había vigilado mientras se movía, pero Rick no parecía
preocupado de que ella los hubiera espiado. Otro día, mientras caminaba sin rumbo en la
parte posterior a lo largo del acantilado, se encontró con la pareja de coyotes mientras
atravesaban la pendiente rocosa. Se detuvieron, mirándola mientras ella los miraba.
Ninguno de los dos parecía preocupado por ella ese día; se habían sentado sobre sus
ancas, con las orejas moviéndose de un lado a otro mientras ella pasaba por debajo de
ellos.
El té en su taza todavía estaba caliente y tomó un sorbo. Las noches se volvían más frías y
pronto llegaría el invierno. Jaló del afgano más arriba sobre su regazo, sonriendo ante la
vista que debía hacer. No importaba. No había nadie para verla. Inconscientemente, miró
la mecedora de Erin.
La mecedora vacía. Se preguntó cuánto tiempo seguiría refiriéndose a ella como la de

Erin.
¿ Qué estaría haciendo Erin esta noche? ¿ Estaba sola también? ¿ O había buscado a sus
viejos amigos? ¿Había conocido a otros nuevos? Ella cerró los ojos. ¿Estaba saliendo?
Abrió los ojos de nuevo, no queriendo pensar en Erin con otra persona. No sabía por qué
le molestaba tanto. En el largo juego de la vida, ella y Erin no eran más que un rayo en el
radar de la otra. Tres meses. Apenas valía la pena molestarse.
Sin embargo lo era. Todo sucede por una razón. ¿Lo hacía? Nunca había creído mucho en
ese dicho. Había tenido una infancia de mierda. ¿Había alguna razón para eso? Su madre
era una adicta. ¿Había alguna razón para eso también? ¿Adam? ¿Había alguna razón por
la que había conocido a Adam? ¿ Había alguna razón por la que había destrozado su
mundo y causado su muerte?
¿Había alguna razón por la cual la vida de Erin se salió de control? ¿Una razón por la que
su hermana eligió este lugar para su curación? ¿ Una razón por la que fueron arrojadas
juntas? Habían pasado muchas cosas en sus vidas para que se encontraran aquí en este
arroyo ... de todos los lugares.
Todo sucede por una razón . ¿ Creía eso ahora? Tal vez si Erin se hubiera quedado,
entonces lo creería. Pero Erin se había ido. ¿Cuál podría ser la razón entonces?
Ella miró hacia el cielo, mirando las estrellas centelleantes. Su culpa? ¿ Esa fue la
razón? ¿Vino Erin para poder examinar su culpa? ¿Sacarla de su escondite y ponerla en
plena pantalla? ¿Erin vino para poder hacer las paces con su pasado y hacer lo que Erin le
había sugerido? Perdonarse a sí misma?

O tal vez no se trataba de ella en absoluto. Tal vez se trataba de Erin. Tal vez ella era
simplemente una pequeña jugadora en el viaje de Erin. Tal vez no se suponía que se
enamorara de ella. Tal vez la broma era para ella. Tal vez lo había sido todo el tiempo.
Ese pensamiento provocó un suspiro cansado de ella y su pecho de repente se sintió muy
pesado con el peso de la soledad. ¿Sería esta su vida ahora? Viviendo aquí, sola. Saber lo
que se siente tener a alguien – una pareja – aunque solo sea por un breve tiempo. ¿Cómo
iba a superar eso ahora? ¿Cómo olvidaba cómo se sentía eso? ¿Cómo volvía a ser como
era antes de Erin?
Un solo aullido la hizo levantar la cabeza, su mirada se dirigió a la oscura forma del
cobertizo. El aullido también parecía solitario. ¿Rick estaba llamando a Goldie? ¿Por qué
no estaban juntos? Esperó, escuchando. Luego vino de nuevo ... el largo y prolongado
gemido. Su corazón se apretó en su pecho. ¿Le había pasado algo a uno de ellos? Estaba
sorprendida de que el pensamiento le hiciera llorar.
Se puso de pie, dejando que el afgano cayera al porche. Fue a los escalones, agarrada a la
barandilla, escuchando, esperando escuchar una llamada de respuesta.
El sonido era mucho más fuerte ahora, directamente detrás del cobertizo. Las gallinas y
las cabras probablemente se movían nerviosamente. ¿ Dónde estaba Bandito? Raramente
dejaba que los coyotes se acercaran tanto. El aullido se convirtió en un resoplido, luego
ladridos. Miró hacia la oscuridad, preguntándose si tendrían alguna posibilidad de rodear
el cobertizo.
Preguntándome si ella podría echar un vistazo.
Ella saltó cuando el aullido volvió a sonar, el tono se hizo más alto antes de convertirse en
una serie de ladridos. Vio movimiento en el borde del cobertizo y – a la luz de la media
luna – vio el pelaje beige de Goldie mientras se dirigía hacia el arroyo. Unos momentos
después, escuchó que Rick lo saludaba con ladridos y chillidos. Cantaron juntos por un
momento, trayendo una sonrisa de alivio a su rostro. Se apoyó contra la barandilla, con
los ojos cerrados mientras los escuchaba.
Ella no estaba sola después de todo. Nada había cambiado, en realidad. Su vida estaba
aquí, como lo había estado antes de Erin. Tenía su jardín, las gallinas y las cabras. Tenía
un viejo burro que patrullaba el arroyo y un par de coyotes para darle una serenata esta
noche.
Ella no estaba sola.
Regresó adentro, haciendo una pausa para recoger el afgano que se había caído. Se dio la
vuelta una vez, sonriendo mientras la noche se calmaba, los coyotes seguían adelante.

Abrió la puerta, luego los escuchó de nuevo, como si estuvieran hablando con ella. Ella
asintió.
"Buenas noches. Los veo mañana."
CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE
Estaba nerviosa, pero era una mezcla de nervios, notó. La anticipación y la ansiedad
estaban dando vueltas en su mente. Estaba casi aturdida ante la perspectiva de volver a
ver a Melanie, pero como no había habido contacto, sería un shock total para Mel. ¿Era
justo para ella? Había pensado en llamar a Stella, pero no sabía lo que le diría.
Ciertamente no quería que Stella transmitiera un mensaje de que estaba en camino. Parte
de eso era miedo de que tal vez Melanie no quisiera que ella viniera.
Había sido capaz de alejar ese miedo con bastante facilidad – aún recordaba las lágrimas
cuando se estaba yendo – pero cuanto más se acercaba a Eagle Bluff, más resurgía el
miedo.
¿ Y si Mel no la quisiera? ¿ Y si Mel no sentía nada de lo que ella sentía? ¿ Qué haría
entonces? ¿Se daría la vuelta y se iría? Esta vez, para bien? ¿Volvería a Houston? ¿Volver
y sentarse en su oficina solitaria e intentar darle sentido a su vida?
No. Había estado haciendo eso por más de dos meses. Ya estaban en la parte posterior de
Noviembre. El Día de Acción de Gracias estaba a solo dos días de distancia. Joyce le
había pedido que se quedara, ella y Carl organizarían la cena. Pero ni siquiera estaba
tentada. Su casa había estado en el mercado menos de una semana antes de venderse.
Ella no había guardado nada. Una venta de bienes se hizo cargo de los muebles y de su
ropa que había donado. El Lexus, un automóvil de lujo que Sarah había dicho que la hacía
parecer majestuosa, lo había sido cambiado por un SUV con tracción en las cuatro ruedas
– un Toyota Land Cruiser.
Había pagado más de lo que pretendía, pero quería algo que fuera tanto cómodo – de
acuerdo, lujoso – y práctico para el lugar donde viviría.
Se miró en el espejo y se encontró con sus ojos. Con la esperanza de estar viviendo,
corrigió en silencio. Soltó el aliento mientras apretaba más el volante. Debería haber
llamado. Debería haberle pedido a Stella que Mel la llamara. Deberían haber hablado. No
debería aparecer de la nada de esa manera.

Muy tarde ahora. Una rápida mirada al sistema de navegación del vehículo mostró que el
río Gila se acercaba rápidamente. Giraría a la derecha. Ella seguiría el río por un
momento, luego donde Eagle Creek se vertía en él, giraba nuevamente, esta vez en el
camino que la llevaría al Rancho Eagle Bluff. Solo esperaba que Stella no hubiera cerrado
la puerta. Sería una buena caminata, si es así.
Eran las dos de la tarde. El sol brillaba. El aire era frío – lo suficientemente frío como
para una chaqueta ligera. ¿ Qué estaría haciendo Melanie? ¿ Ya se habían congelado?
¿Todavía había plantas en el jardín que necesitaban cuidado? ¿Ya había cortado leña para
el invierno? ¿Había estado en Silver City para sus compras mensuales?
Ella sonrió ante ese pensamiento al recordar su viaje de compras a Whole Foods hace tres
días. Había comprado una variedad de frijoles secos, algunas papas japonesas, un poco de
arroz salvaje, fideos orientales y otras cosas que pensaba que le gustaría a Mel. Ella no
quería aparecer con las manos vacías.
Disminuyó la velocidad a medida que se acercaba el camino y se miró en el espejo. No

había autos en ninguna dirección. Giró hacia la carretera del río. Dieciséis kilómetros
más, pensó. Dieciséis kilómetros más. ¿Qué le diría? Bueno, antes de llegar a Mel, tendría
que detenerse en la casa de Stella. ¿Qué le diría a Stella? Ella sacudió su cabeza. Stella no
importaba.
¿Qué le diría a Mel?
CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO
Mel levantó la vista al oír el sonido de un vehículo que rebotaba por la carretera que
conducía a su cabaña. Apuñaló la horquilla en la pila de abono, luego se protegió los ojos
del sol. Por el sonido, podía decir que no era la vieja camioneta de Stella. Se acercó un
vehículo rojo carmesí – un SUV de algún tipo. Tuvo un momento de pánico, pensando
una vez más que Stella debería comenzar a cerrar la puerta. No sería difícil para alguien –
un extraño – violar la propiedad.
Ella puso los ojos en blanco. ¿ Y luego qué? ¿ Atacar a diecisiete señoras mayores y
robarles? Aún así, su mano envolvió el mango de la horquilla, por si acaso.
Cuando el vehículo se acercó, ella soltó la manija. Su corazón comenzó a latir al triple, y
sintió un húmedo nerviosismo cubrir sus palmas. Cuando el vehículo se detuvo,
estacionando apropiadamente al lado de su camioneta, supo que no era un extraño. Se
movió hacia la puerta del jardín, deslizando el pestillo hacia atrás antes de abrirla.

Una mujer de cabello oscuro salió y sintió que su garganta se cerraba por completo. Se
aferró a la puerta en busca de apoyo, sintiéndose mareada mientras miraba fijamente a
Erin Ryder.
***
Erin pudo ver la expresión de sorpresa en el rostro de Mel. Por supuesto, Stella le había
advertido que Melanie podría desmayarse. Stella le había sugerido que iría, pero Erin
había insistido en que no quería que nadie presenciara su reunión. Quería que pudieran
hablar libremente, mostrar sus emociones – buenas o malas – sin audiencia. Ahora, sin
embargo ... mientras miraba a Melanie, vio la incredulidad en sus ojos, deseó haber
aceptado la oferta de Stella.
Ella caminó lentamente alrededor de la camioneta, su mirada nunca dejó la de Mel. Mel
finalmente se apartó de la puerta, dando un paso vacilante en su dirección. En sus sueños,
los había imaginado corriendo la una hacia la otra, abrazándose fuertemente, besándose
apasionadamente, prometiéndose amor eterno. En cambio, Mel se detuvo y puso sus
manos sobre sus caderas, mirándola un poco con cautela.
"¿Qué estás haciendo aquí?"
Erin se mordió la comisura de los labios. "Bueno, yo ... 'te extrañé' no parece suficiente en
este momento," dijo vacilantemente. "Sin embargo, te extrañé."
Melanie asintió. "Yo también te extrañé." Arqueó una ceja. "¿Qué haces aquí?" Preguntó
de nuevo, sus manos todavía plantadas firmemente en sus caderas.
Oh chico. Así no era cómo se había imaginado su reunión. Se rascó la nuca

nerviosamente, preguntándose si podría volver corriendo a Stella y reconsiderar.
"¿Eres como aquí para visitarme ... o qué?"
Erin tragó saliva. "Bueno ... ¿quieres que te visite?"
Melanie sacudió la cabeza. "No."
Esa palabra fue como una daga en su corazón, un golpe en el pecho lo suficientemente
fuerte como para dejarla sin aliento. Melanie dio un paso más cerca.
“ No puedo hacerlo de nuevo, Erin. No puedo pasar de nuevo el que te vayas. Yo ... no
puedo tener otra despedida.”
Erin asintió. "Bueno. Entonces ... y qué si no me voy?”

"¿Qué estas diciendo?"
"¿Y si me quedo?"
"¿Aquí?"
Erin se lamió los labios secos. “Bueno, tuve la idea de aquí. Supongo que tal vez ...” Dios,
no era así como se suponía que debía ir. "Tal vez…"
Melanie se acercó a ella. “¿Qué estás haciendo realmente aquí, Erin? Sólo dime."
Erin se encontró con su mirada, viendo los familiares ojos azules en los que había mirado
cientos de veces, al parecer. Ella respiró hondo.
"Estoy enamorada de ti. Y soy miserable sin ti ... y ... y," hizo un gesto detrás de sí
misma. “No pertenecía allí. Sentía que ... estaba echa un desastre y todo era raro y yo ...
quería estar aquí contigo. Sentí que aquí es donde pertenezco. Esto se siente como en
casa. ” Señaló detrás de sí misma otra vez. "Eso ... eso no lo hizo. Yo quería estar
aquí. Contigo."
Melanie inclinó la cabeza pensativa. "¿Te enamoraste de mí?"
Erin asintió. "Lo hice." Ella sostuvo su mirada. "También te enamoraste de mí." Luego
alzó una ceja. "Quiero decir ... lo hiciste, ¿no?" Preguntó esperanzada.
***
Lo hiciste, ¿no?
Melanie miró a Erin por un largo momento, preguntándose si esto era real. ¿ Era media
noche? ¿Estaba en un sueño profundo? ¿Erin perseguía sus sueños otra vez?
"Lo hice," dijo finalmente. "Entonces ... volviste?"
"¿Está bien eso?"
Melanie cerró los ojos. “¿Es esto real?” Susurró.
"Te amo, Mel."
Ella abrió los ojos. Erin seguía allí. Su cabello soplaba con la brisa. Tenía los ojos como
los recordaba – profundos, oscuros y llenos de emoción. Lo había pensado antes – que

Erin la amaba. Lo había pensado ese último día, seguro. Antes de eso también. Cuando
hicieron el amor, cuando se abrazaron después. Cuando hablaron. Entonces lo había
pensado. Pero Erin aún así se fue. Incluso después de que se había ido, todavía lo pensaba
... cuando se atrevió. Podía verlo ahora, completamente. Erin no estaba tratando de
ocultarle nada.
"Me amas." No era una pregunta. Erin sonrió y asintió. Melanie dio un paso más cerca.
"¿Y quieres quedarte?" Erin asintió de nuevo. "¿Quedarte por un tiempo?"
La expresión de Erin se volvió seria. "Quedarme para siempre, Mel."
Melanie sintió una lágrima deslizarse por su mejilla, vio la mirada de Erin seguir su
camino, vio la expresión de Erin suavizarse.
"Extrañé que estuvieras aquí," logró manejar. Sus lágrimas cayeron libremente ahora.
"Traté tanto de volver a la normalidad, pero ..." Se secó las lágrimas. "Seguí viéndote,
oyéndote, en todo lo que hice." Ella trató de reír. "Me estaba volviendo loca."
Erin la atrajo hacia el círculo de sus brazos. Melanie se hundió contra ella y semanas –
meses – de frustración, de tristeza, se esfumaron. Se sentía fresca, nueva, con una ligereza
en su espíritu que apenas reconocía. Sostuvo a Erin con fuerza, con los ojos cerrados.
"Yo ... te amo." Se apartó lo suficiente como para mirar a los ojos de Erin. "Te amo," dijo
con certeza. El beso que Erin le dio fue casi de alivio y Melanie sonrió contra sus
labios. "¿Tuviste miedo?"
"Sí. Cuanto más me acercaba, más dudaba de todo.” Erin se rió ligeramente. "Sí. Así que
vendí mi casa, vendí todo lo que tenía ... compré esto," dijo, señalando el vehículo.
“ Pensé que sería bueno en nuestros viajes de compras mensuales. Compré unos jeans y
botas y todo tipo de otras cosas.” La besó de nuevo, luego limpió los restos de sus
lágrimas. “Y luego pensé, ¿y si ella no te quiere? ¿Qué demonios vas a hacer entonces?”
Mel se rió. "Entonces, cuál era tu plan alternativo?"
“ Iba a ver si Stella me dejaba mudarme a una de esas casas vacías. Entonces iba a
cortejarte.” Ella sonrió. "Usar mi encanto hasta que no puedas resistirte."
Melanie se aferró fuertemente a su mano. "No puedo creer que estés aquí."
Erin miró a su alrededor, su mirada yendo hacia la cabaña, el cobertizo, el jardín.
"Yo ... dejé mi corazón aquí." Se encontró con su mirada. "Sentí que dejé mi alma aquí."

"¿Cómo te sientes ahora?"
"Me siento completa de nuevo."
Ella asintió. "Sí. Así es como me siento. Completa."
CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE
Melanie le apretó la mano cuando llegó al clímax, sus sonidos de placer perduraron en la
habitación mucho después de que su cuerpo se hubiera calmado. Erin se quedó donde
estaba, con los dedos aún enterrados dentro de ella, los muslos de Mel apretados
fuertemente, sosteniéndola allí.
La primera vez que se tocaron, había sido intenso, como si estuvieran tratando de
compensar las semanas y meses perdidos en que ella se había ido. Cuando se
reencontraron, sus toques se volvieron más suaves, sus acciones se ralentizaron, su forma
de hacer el amor fue como antes – sin prisas y deliberado. Lento. Relajado.
Ella sonrió contra los labios de Melanie. Agradable. Fácil.
"¿Por qué sonríes? Acabo de tener un orgasmo. Yo debería estar sonriendo.”
Erin se echó hacia atrás, observando a Mel en la menguante luz del sol de la tarde que aún
entraba por la ventana. "Y lo estás."
Melanie hizo un estiramiento felino, relajando sus piernas finalmente, con una sonrisa de
satisfacción en su rostro. Erin retiró los dedos y Mel se sacudió ligeramente, luego
suspiró.
"Me preguntaba si tal vez habías comenzado a salir de nuevo." Mel abrió los ojos.
“ Cuando te fuiste de aquí, estabas saludable, sanada. Hermosa. Yo ... me imaginé que
estabas saliendo de nuevo.”
" ¿ Es eso lo que pensaste?" Erin jaló de la sábana y la manta sobre ellas mientras se
recostaba junto a Melanie. " ¿ No me imaginaste sola, mirando mis paredes, soñando
contigo?"
Melanie sacudió la cabeza.

“¿Me imaginaste en Whole Foods, en el pasillo de productos? ¿O tal vez cocinando papas
y pimientos para el desayuno?”
Melanie sonrió. "¿Lo hiciste?"
"Lo hice. Aunque las papas y los huevos comprados en la tienda son los peores. Me has
arruinado.”
"¿Estás diciendo que no volviste a tus viejos hábitos alimenticios?"
“No estoy segura si fue porque me sentí bien – al menos físicamente – o si me hacía sentir
cerca de ti. Pero no, no lo hice.”
"¡Estoy tan orgullosa de ti!"
Erin sonrió mientras sus dedos trazaban uno de los pezones de Mel. "Yo ... vi a Sarah."
"¿Oh si?"
“ Ella vino a la casa. En realidad, estaba adentro en la casa cuando llegué a casa una
noche. Nunca le pedí que me regresara la llave.” Se encontró con la mirada de Melanie.
"Creo que tal vez esperaba que volviera algún día ... así entonces ella tendría una llave."
“Así que regresó? ¿Por ti?"
"Lo hizo. Ella dijo que todavía me amaba. Dijo que me extrañaba. Dijo que había
cometido un error.” Erin sintió que Melanie se tensaba un poco, pero no dijo nada. “Me
sorprendió que no me llenara de ira. Realmente sentí ... bueno, no mucho de nada.” Hizo
una pausa. "Ella me besó."
"Y ... la besaste?"
"No. No había nada allí, Mel. No sentí nada. Sus palabras eran huecas. Ella tiene los ojos
azules, muy parecidos a los tuyos. Las similitudes terminan ahí. Dijo que me amaba. Tú
nunca me dijiste esas palabras. Tus ojos, sin embargo – no necesitaba que dijeras las
palabras.” Se inclinó sobre un codo, mirando a Melanie por completo. “ Te había
extrañado tanto y sentía que iba a la deriva sin rumbo ... sin saber en qué dirección
ir. Sarah apareció – literalmente de la nada – y todo se volvió cristalino. Me decía estas
palabras, pero no había nada en sus ojos. Mel, nunca había habido nada en sus ojos. Y
nunca ... nunca supe que debería haber allí." Ella tragó saliva. "Nunca me dijiste las
palabras." Se encontró con la mirada de Mel. “ Pero estaba allí en tus ojos. Lo vi ... lo
hice. Pero no sabía qué hacer con eso. Nunca lo había visto antes. Una vez que lo hice ...

bueno, sabía que se suponía que debía estar allí. Sarah ...” Sacudió la cabeza. "No estaba
allí, nunca había estado allí."
“ Lo viste, ¿ eh? Pensé que lo escondía bien. Ni siquiera me atreví a admitirlo hasta
después de que te fuiste.” Melanie le dirigió una rápida sonrisa. "Espero que le hayas
dicho que nunca, jamás te volviera a besar, cierto?"
Ella asintió. “La eché y le dije que llamaría a la policía si volvía a la casa. Ella me llamó
perdedora. Ese fue su comentario de despedida: que yo era una perdedora.” Erin se
inclinó y la besó. "Contigo, creo que soy la ganadora."
CAPÍTULO SESENTA
"No sabes cuánto extrañé a esta pequeña cabra."
"A juzgar por cuánto tiempo la has estado acariciando, supongo que fue más de lo que me
extrañaste."
Erin se rió. "Creo que te acaricie un poco anoche."
"Eso hiciste."
Erin señaló el pequeño roble cerca de la cabaña. “El alimentador de colibrí ya no esta. ¿Se
han ido?”
"Lo hicieron. La mayoría se fue ... bueno, no mucho después de que tu lo hiciste.”
“Desearía no haberme ido, Mel, pero necesitaba irme. En ese momento, necesitaba irme."
"Lo sé. Tenías que irte para ... saber.”
"Exactamente." Erin le tendió la mano. “ ¿ Caminamos hacia el arroyo? Me gustaría

saludarlo."
Melanie asintió. "Me encanta eso de ti."
"¿Qué?"
"Que piensas en todo como algo más que un objeto inerte ... o un estúpido animal de
granja."

Los ojos de Erin se abrieron dramáticamente. "¿Estás llamando a las cabras y las gallinas
estúpido?” Ella bajó la voz. “¡Te escucharán!”
Melanie tomó su mano y la balanceó entre ellas mientras se dirigían al arroyo. “Creo que
las gallinas te extrañaron. No les arrojo casi tanta comida como tú. ¿ Y Rosie? Siempre
miraba más allá de mí, como si estuviera esperando que vinieras detrás de mí.”
¿Y las damas? ¿Te interrogaron después de que me fui?”
“ Sí, pero fueron muy dulces. Notaron que me dolía. En la cena mensual de Octubre,
Rebecca me dijo que regresarías.” La sonrisa que había tenido en su rostro se desvaneció
un poco. “No le creí. Cuando llegué a casa, me metí en la cama y lloré."
"Lo siento, Mel."
"Lamento que no le creí." Ella unió los brazos con Erin mientras estaban paradas al lado
del arroyo. “El día de acción de gracias es mañana. Siempre tenemos una gran fiesta en la
casa de Stella. Ocupa el lugar de nuestra cena mensual.”
"Bueno. Lo espero con ansias. Será agradable verlas a todas.”
"Sí. Puedes ayudarme a cocinar. Ángela y yo llevaremos los panes de vigilia. Dos cada
una. Todas las demás llevaran una guarnición.” Ella sonrió. "Rachel cocinará los frijoles."
"Oh, Dios," Erin dijo secamente. "Cómo los he extrañado."
“ Stella horneara los pays. Y ahora que estás aquí, me imagino que también habrá un
pastel de chocolate en la mesa.”
"¿Elegí el momento adecuado para regresar o qué?" Bromeó.
“¿Cómo estaba Stella? Nunca dijiste. ¿Se sorprendió de verte?”
“No lo creo, no. Quería saber qué me llevó tanto tiempo.”
Melanie asintió. “Vino a verme un par de días después de que te fueras. Trajo a Fred para
que me hiciera compañía.” Apoyó la cabeza contra el hombro de Erin. "No te vas a ir de
nuevo, ¿verdad?"
"No me voy a ir."
Ella levantó la cabeza y miró a Erin. "¿Te aburrirás de estar aquí?"

"¿Aburrirme?" Erin frunció el ceño. “¿Qué te preocupa, Mel? Dime."
"Me preocupa que estás acostumbrada a vivir en una ciudad y no estás acostumbrada a
estar en una granja." Allí. Lo había dicho. Su peor temor – que Erin se aburriera aquí y se
fuera de nuevo.
Erin ahuecó su rostro por un momento, luego su pulgar se movió suavemente sobre su
mejilla. “Estuve aquí tres meses. ¿Parecía que estaba aburrida?”
“¿Sin contar la primera semana? No, en realidad no. Pero sabías que te irías. Había una
fecha de finalización, un final a la vista. Es muy diferente aquí durante el invierno que
durante el verano."
"Encontraré algo para mantenerme ocupada." Erin se alejó un paso y miró hacia la
cabaña. “ Estoy acostumbrada a construir cosas. Tal vez agrandaré el cobertizo o algo
así. ¡O construiré nuevos puestos y podemos tener más cabras! O algunos caballos o algo
así.”
Ella sonrió. "¿Caballos? ¿Haz montado alguna vez un caballo?"
"No. Pero estoy pensando que sería muy divertido.” Ella le sonrió. “ El punto es que no
me aburriré. Y he estado en obras de construcción desde que tenía la edad suficiente para
caminar. Soy bastante útil con las herramientas eléctricas. Supongo que hay muchos
cachivaches con los que las damas necesitan ayuda."
"¿Como un manitas?"
Erin sonrió. "Una mujer práctica," corrigió.
Melanie tomó su mano y tiró de ella hacia la cabaña.
"Una manitas," repitió. "Me gusta. Y hablando de tener más cabras, adivina qué día es?”
Erin dio un gemido exagerado. "Ah ... vamos. Acabo de llegar. No puedes esperar que
palee el puesto de cabras.”
"Uh huh."
"Ah, Mel ... ese es un trabajo de mierda."
"Sé que lo es." Ella sonrió. "Es por eso que estoy tan contenta de que estés aquí, mi
manitas."

“ Oh, no me importa palear el puesto. La pequeña Rosie me da golpecitos amorosos

mientras lo hago.” Erin dejó de caminar, su mirada se dirigió hacia el cielo. “ Es tan
azul. Como ... más azul de lo que he visto antes.” Entonces se giró hacia ella.
"Hermoso. Todo es hermoso. Estoy deseando que llegue un verdadero invierno ...
acurrucada junto al fuego. Y la primavera, cuando todo vuelve a florecer y los pájaros
regresan.” Ella sonrió. “ Pero sobretodo estoy deseando que llegue el verano. Días de
juego en el arroyo, las aguas termales.” Erin extendió la mano y le tocó el pecho, pasando
el dedo entre los senos. “ Que estés en el jardín, en topless. La lluvia de verano
persiguiéndonos hacia el cobertizo ...”
"Para que puedas robar un beso," terminó por ella.
"Muchos besos." Se inclinó hacia delante y la besó entonces. “Soy muy feliz, Mel. Siento
que mi corazón está sonriendo."
Melanie asintió. "Yo también." Ella se movió a sus brazos. "Te amo." Sintió que Erin la
apretaba con fuerza, escuchó las palabras suavemente pronunciadas repitiéndose.
Sí, su corazón también estaba sonriendo. Erin estaba en casa. Todo era perfecto ahora.
Encontró de nuevo la boca de Erin y dejó que el beso se profundizara.
"Tal vez el puesto de cabras puede esperar," murmuró después de un rato.
Erin se rió levemente mientras la conducía lejos del cobertizo y hacia la cabaña. "Eres
demasiado fácil."
"¿Te estás quejando?"
"¿El que prefieras hacer el amor que limpiar la popo de cabra?" Erin miró más allá de ella
hacia donde las gemelas las miraban entre las rendijas en la cerca. “ Lo siento, chicas.
Tendrán que esperar."
Melanie estaba sonriendo mientras entraba a la cabaña. Hizo una pausa, mirando hacia
afuera, encontrando que solo Rosie las seguía mirando con una mirada un tanto
acusadora. Luego, a la manera típica de una cabra joven, golpeó los talones y giro como
un trompo en el corral de las gallinas, esparciéndolas en el proceso.
Con un suspiro de satisfacción, cerró la puerta y dejó que Erin la condujera decididamente
a su habitación.
FIN

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Gerri Hill – Después de la lluvia de verano Traducción – Martha Lo 2019

TRADUCIDO POR: MARTHA LO 2019

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La adicta al trabajo Erin Ryder estaba en la vía rápida hacia la autodestrucción. Al

La exposición al mundo exterior se limitó al puñado de invitados que se quedaban unos

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"¿Dónde están esta noche?"

Ella sintió como ... como si el cambio se acercara.

Cerró los ojos, dejando que su corazón llamara a quien sea.

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“¿Cuándo fue la última vez que dormiste?”

“Anoche, por supuesto. ¿Qué pasa? Un poco atareada."

"Reunión familiar," él dijo, señalando con la cabeza. "Brent ya está en la sala de

“Una reunión, Erin. Tienes una reunión. Ahora."

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Erin arqueó una ceja pero no dijo nada.

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"Espera un minuto," Brent dijo. "No es justo."

"¿Por qué ellas se quedan?"

Ella sintió su ceño fruncirse. ¿Y ahora qué?

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"¿Un descanso? ¿Como ... unas vacaciones?”

"Unas largas vacaciones, si quieres llamarlo así."

Sintió el pánico a punto de asentarse. ¿Qué? ¿La estaba despidiendo?

"¿De qué estás hablando? Yo duermo. Yo como."

“ Vives de Red Bull, bourbon y cigarrillos. Eres un caparazón de ti misma. Te estás

"No estoy – "

Ella se giró hacia él. "¿Qué estas diciendo?"

"Encontré un lugar," Joyce dijo. "Para que vayas."

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"Tengo las cosas en orden y mi vida está bien, muchas gracias."

"No lo han hecho."

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Ella se pasó una mano por el pelo. "Estoy bien, papá."

Ella sintió un nudo en la garganta y trató de tragárselo. "¿Despedirme?"

Él asintió con la cabeza hacia ella. "Tres meses."

“¿No me escuchaste? ¡No iré!"

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“Por favor no lo hagas. Quiero a mi hermanita de regreso. Y tú – ya no eres ella.”

"Soy buena en lo que hago," dijo débilmente.

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Miró a Joyce, que la miraba pensativamente.

"He sido miserable," admitió en voz baja.

"Lo sé. Ha pasado más de un año, Erin. Te estás matando.”

Incluso antes de que se construyera su pequeña cabaña, había comenzado a labrar en su

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"No. Es el turno de Lindee y Pat y luego el de Rachel.”

“Lo sé. Pero estarían heridos los sentimientos de Rachel si la omitiéramos.”

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Stella se movió con gracia por la habitación, su ágil cuerpo desmintiendo su

"¿Tres meses? ¿Por qué?” Valerie preguntó.

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Melanie miró por la ventana, dejando que las conversaciones a su alrededor se

Melanie le dedicó una sonrisa rápida. "Sí."

“Hice un pay de fresas. ¿Qué trajiste?”

“Un plato de calabaza. Mis amarillos están madurando muy bien."

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"Melanie, cariño, necesito tu ayuda un día en esta semana, si estás libre."

Ella asintió hacia Rebecca. "Por supuesto."

"Me ocuparé de eso por ti."

¿No es eso lo que ella había hecho?

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"Realmente no tenías que venir conmigo."

"¿Te he dicho que no quiero hacer esto?"